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A modo de conclusión: la metamorfosis praxeológica.

Podemos concluir con este texto de A. Sánchez Vázquez (1987) que para nosotros
sintetiza lo que creemos que realiza la praxeología: “

no es la transformación objetiva (separada de la subjetividad) ni la actividad subjetiva


(separada de la objetividad), sino la unidad de ambos momentos... supone cierta relación
mutua en virtud de la cual la praxis funda a la teoría, la nutre e impulsa a la vez que la
teoría se integra como un momento necesario en ella... como crítica... como
compromiso... como laboratorio... como conciencia... y como autocrítica...

” Se trata de ese movimiento de “acción-reflexión-acción” en espiral que va apareciendo


con las propias actuaciones prácticas. Lo primero es sentir o coexistir con el problema,
es asombrarse y poner energía y pasión a lo que se nos plantea. Algo muy distinto de un
distanciamiento frío, que además de imposible, sólo nos lleva a prejuicios peores (por ser
no conscientes y por ende no controlados).

La praxeología, como método de sistematización de prácticas, comienza con cierta dosis


de vivencias e implicaciones (fruto de la observación: VER), y sigue luego con las
reflexiones auto-críticas y críticas que juegan entre ellas (gracias a la problematización y
la interpretación: JUZGAR). Entonces se originan perplejidades y distanciamientos
cruzados. Aparecen circunstancias no esperadas dada la ambivalencia y contradicción
de la vida, y entonces se trata de descubrir lo potencial que subyace oculto por las
estructuras, que generalmente impiden vislumbrar lo más profundo y humano del hombre:
lo insólito, lo carnavalesco, lo mágico del saber-hacer popular.

Pero la praxeología no culmina en un diagnóstico sino en propuestas para la acción y en


la acción misma (Se trata del ACTUAR) y en las reformulaciones persistentes que ésta
exige gracias a ese proceso de evaluación y auto reflexión que hemos llamado la
DEVOLUCION CREATIVA. Las personas, los objetos y las ideas cambian cuando se
transforman las condiciones de vida. Posiblemente no podamos cambiar todas las
circunstancias de una vez, pero podemos, al menos, incorporarnos a unas prácticas y a
unas redes sociales de transformación. Ni lo local ni lo global van a cambiar por una mera
disputa ideológica, por buenas que sean las ideas que juegan en ella. Es necesario el
compromiso con las redes que ya están en marcha, que ya se están moviendo, oque
podrían gestarse, por su potencialidad para transformar y mejorar nuestra calidad de vida.
Para ello no se requiere ser un teórico social, sino alguien que se siente comprometido e
implicado en sus procesos. Siempre estamos implicados si bien no lo sabemos, pero lo
que la praxeología pedagógica nos recuerda es la importancia de ser conscientes de
¿para qué? y ¿para quién? hacemos lo que estamos haciendo. Y para esto no es
suficiente quedarse discutiendo dentro del grupo al que pertenecemos estas cuestiones,
sino salir a realizar actividades concretas con las personas y comunidades con quienes
interactuamos. No porque la gente tenga la razón sin más, sino como efecto espejo donde
comprobar lo que estamos intentando hacer.

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