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Critica al documental THE GREAT HACK – Nada es privado

Las redes sociales y la extinción del pensamiento crítico

The great hack, es un documental realizado por Netflix, sobre una compañía
(Cambridge Analytica / SCL), y como esta, utilizando los datos de millones de usuarios
de las redes sociales, especialmente de Facebook, para crear perfiles psicológicos,
influyó en dos elecciones en el 2016 (las presidenciales de USA, dándole el triunfo a
Donald Trump sobre Hillary Clinton y el triunfo del Leave-UE en el referendum para el
Brexit que se celebró en Inglaterra), también toca el tema de las investigaciones
mediáticas y legislativas, poco efectivas y que a nada conllevaron finalmente en cuanto
a una decisión efectiva sobre los derechos de los usuarios a su intimidad o a la
propiedad de sus datos, advirtiendo sobre los efectos que la invasión a la privacidad de
las personas puede tener o tiene, en todas las esferas globales, como el uso de estos
puede cambiar el pensamiento y llevar a millones de personas a tomar decisiones que
de otra manera no lo harían.

Somos ignorantes en ciernes, creemos que lo malo solo afecta a los demás y
que a nosotros estas cosas no nos ocurren, nada más lejos de la realidad, los 87
millones de personas usuarios de Facebook que fueron utilizados como conejillos de
indias y que manipularon para orientar su opinión y finalmente la elección hacia un
candidato en particular, jamás se les ocurrió que estaban siendo vigilados y que sus
datos, la información personal y sus gustos, serían parte de un entramado que pondría
en duda la privacidad al usar las redes sociales.

La traducción al español no es la más correcta, pero que se ajusta a un contexto


real y actual de lo que estamos viviendo a través de la conectividad global, en realidad
el título en inglés traduce literalmente EL GRAN HACKEO y visto así, debemos ser
conscientes de que los hackeados somos cada uno de nosotros, cada vez que
ingresamos a una red social, estamos siendo vigilados, grabados y como dice la
conocida frase, todo lo que digamos o hagamos puede ser usado en nuestra contra.
Obviamente puesto en juicio el accionar tanto de Cambridge Analytica / SCL
como de Facebook, la cual negó su participación en la cesación de los datos a la
primera, resulta la pregunta de si ese proceder es legal o ilegal, a la cual estas
empresas se escudan porque al momento que aceptamos ser usuario de una red social
o utilizamos un servicio como WhatsApp para comunicarnos, no leemos el contrato,
EULA (contrato de licencia para usuario final, por sus siglas en inglés) implícito y damos
por hecho que nuestros datos siguen siendo privados, nada más lejos de la realidad,
nos ofrecen o nos hacen ver esos servicios como gratuitos, sin embargo ignoramos el
valor que estas compañías tienen nuestros datos, por el uso que pueden hacer de ellos
en todo sentido, influyendo en nuestra piscología personal y colectiva, para orientarnos
a usar un tipo de marca especifico, comprar un determinado producto o servicio, votar
por un candidato o comportarnos de una manera esperada.

A medida que las redes sociales invaden nuestra intimidad y descubren nuestros
gustos, nuestros círculos de amistad y tendencias tanto personales como comerciales,
mediante el uso de algoritmos, que no es más que el cruce de variables de todo lo que
hacemos y decimos, las empresas moldean nuestra realidad hacía esas tendencias o
peor aún, hacía las que ellos consideran que debemos ser dirigidos y como vacas o
corderos no dejamos llevar por la ruta previamente trazada sin razonar en ese camino
sobre lo que en él se nos es dado de forma que creemos gratuita, sentimos que
obtenemos exactamente lo que deseamos y necesitamos, encontramos nuestra zona
de confort y no solo eso, nos volvemos adictos, perdemos la capacidad de cuestionar lo
que se no es dado y por el contrario lo aceptamos como la única verdad y realidad, por
encima del pensamiento crítico que pasó a ser un peligro para quienes están
interesados en que como autómatas sigamos unas pautas que periódicamente son
trazadas a medida que el propio mundo político y comercial son los que marcan las
pautas a seguir y esto se logra con la manipulación, sobre todo de una juventud que no
lee, no cuestiona, no se informa, no verifica lo que se le presenta como realidad y peor
aún ni siquiera viven la realidad exterior, si no que su realidad la viven en un alto
porcentaje sentados frente a un ordenador que realimenta este círculo de sometimiento
a la información.
Paralelo a lo anterior, los adultos, lejos de formar un frente en contra de esta
mega tendencia, se hacen participes cuando de forma impulsiva y emocional
igualmente son arrastrados a tomar posturas populares sin mayores dificultades.

Las falsas noticias, los montajes y la inmediatez permiten que, en solo unos clics,
las redes sociales influyan en la opinión de las masas, a cada quien se le da lo que
quiere ver, escuchar o leer, ya sea de forma individual o grupal, todos en la medida de
la necesidad de los influencers.

La dependencia cada vez más marcada del uso de la Internet como fuente de
información, nos lleva a plantear la veracidad cada vez más cuestionada de los
contenidos, sobre todo de aquellos que son mediáticos y que dependen de las
dinámicas político-comerciales del mundo y que se manejan sobre todo en las redes
sociales. Es necesario desde el hogar, la academia y sociedad en general, replantear
como está siendo manejada esta herramienta por parte de quienes ostentan el poder en
todas las esferas, la responsabilidad no es solo personal, es colectiva, nosotros los
usuarios que desconocemos el entramado que hay detrás de las redes sociales, solo
vemos unos formatos en una pantalla llena de información, de publicidad, de imágenes,
de contenido, pero nunca nos planteamos el ¿por qué? es ese contenido y no otro el
que yo veo, la pantalla de fulanita o peranito le muestra otro contenido, aunque estemos
en la misma dirección electrónica o link, la publicidad no es la misma, las imágenes
difieren sutilmente, solo la columna principal de la página es igual, el resto está hecho a
la medida del usuario que está sentado frente al ordenador, es como si leyeran
nuestros pensamientos, supieran con anterioridad de nuestros gustos e intereses, es
aterrador, pero todo eso es ignorado por el usuario común, por el del montón ese que
es influenciable, cuyo comportamiento y pensamiento puede ser moldeado y dirigido,
hacía los intereses del momento y de quienes pagan para que así sea como en el caso
de una elección o referéndum.
Quedan muchas preguntas por hacer, sobre todo las que tienen que ver con el manejo
de nuestros datos, información y si es posible hacia un futuro contar con una legislación
que nos proteja del abuso que ahora vienen haciendo de nuestra intimidad y privacidad.

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