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PSICOLOGÍA SOCIAL
FUNCIÓN COORDINACIÓN
Oscar González
LA CO-COORDINACIÓN
LA INTERTRANSFERENCIA
EL EQUIPO IDEAL
En cambio, observemos esta otra escena: P.S. A: -Trabajando juntos no nos para
nadie-. P.S. B: -Sí, el grupo es un balazo-. Aquí hay un encubrimiento de co-lusión,
una escena ilusoria de pareja ideal co-coordinando un grupo ideal; nótese,
asimismo, la especularidad de la situación. El peligro de semejante idealización es
un probable destino de frustración. Por otra parte, la escucha estará
indefectiblemente orientada a la confirmación de esa especularidad, a la certificación
de que efectivamente hay allí una pareja ideal. Y el grupo actuará aquello que
permanezca silenciado por los coordinadores.
En la misma línea, si para el imaginario grupal la pareja de operadores es ideal, el
grupo podría actuar apuntando a constituirse en el producto de esa pareja.
Del mismo modo, una pareja donde la vivencia de ideal reduzca a su mínima
expresión la tolerancia a la frustración, daría lugar a un grupo afectado por la misma
limitación, sencillamente porque desde el equipo no sería posible escuchar aquello
que aluda a lo frustrante.
Anzieu, desde su fantasma de ilusión grupal, arrima el concepto de
"partenogénesis". Este vocablo, que proviene de Partenón, templo religioso griego,
significa "generación por obra divina", íntimamente ligado a la fantasía grupal -y del
equipo- de nacer de una pareja perfecta.
Frente a una fantasía de pareja ideal, el grupo se primariza, es decir, se constituye
en familia: todos proceden del mismo lugar, un lugar de perfección ya que se trata
de la pareja de los buenos padres.
Veamos un ejemplo: un psicólogo social varón invita a una colega mujer a trabajar
juntos, pues nunca antes lo habían hecho. Consiguen, en base a ese deseo, armar
un grupo. Al poco tiempo se ven en la necesidad de disolverlo porque, precisamente,
todo el deseo estaba puesto en el vínculo interno del equipo. En su corta vida, el
grupo resultó primarizado, y en tanto tal, idealizado. Nótese la paradoja: no
habiéndose podido constituir como grupo, sin embargo hubo grupo ideal. ¿Dónde?
En el imaginario de los que participaron de la experiencia.
Nos encontramos, por vía de este caso, con que el a priori ilusorio de la pareja de
co-coordinación les impidió escuchar del grupo nada que no fuese del orden de lo
ideal. La existencia de "grupo ideal" no supone buen grupo o grupo pertinente, sino
que se trata de un grupo que se sostiene en el puro engaño de una ilusión
perfeccionista. Partir de la perfección, tanto para el grupo como para el sujeto, si no
se plantea como apenas un escalón para luego pasar a otra cosa cancela todo
proceso; la perfección sólo puede localizarse en un ideal a futuro. Aquí podemos
hacer un paralelo con el par yo ideal-ideal del yo: en los orígenes (célula narcisística)
hay una ilusión de completud, de encarnar el ideal; pero luego la función paterna
instala una falta y con ella posiciona al sujeto en la ruta del ideal del yo por las
coordenadas de las identificaciones.
Puede partirse del grupo primario a condición de secundarizarlo en un proceso. En
cambio, en el caso aludido, el grupo no fue más que un pretexto para formar ese
equipo. Esto nos lleva a pensar que hay algo del grupo que se predetermina desde
la coordinación, desde la lectura de los operadores, desde su mirada. Es preciso que
desde el equipo haya un deseo referido al grupo, a su tarea, a su necesidad de
alcanzar ciertos objetivos de producción para que haya un proceso.
Sólo si se trabaja el vínculo de la pareja de operadores, podrá ser quebrada esta
relación en espejo con el grupo. Lo que bien podría ser resuelto con la incorporación
de un supervisor en calidad de tercero, quien, mediante el aporte de una mirada
diferente y a todas luces asimétrica, habilitaría una cierta transformación. Los
operadores podrían, por caso, interrogarse acerca de por qué se asociaron, qué
deseo los liga, como así también qué lugar van a darle al grupo.
Adviértase que la co-lusión opera mas allá de que los coordinadores se eligieran
mutuamente desde el enamoramiento o la institución le haya impuesto a cada uno el
otro pese al mutuo rechazo, ya que en todos los casos se trata de la necesidad de
conjurar la soledad de la tarea.
EL EQUIPO COMO PAREJA
La pareja puede ser, como es obvio, del mismo o de distinto sexo. Pero con
prescindencia de ello, y desde la fantasía, habrá allí una "posición hombre" y una
"posición mujer". Estos lugares pueden sostenerse en forma permanente o
alternarse de acuerdo a los avatares del proceso.
Suele también ocurrir que el grupo intente dividir a la pareja de coordinación con el
objeto de dejar de ser un tercero excluido frente a la dupla parental. Ésta suele ser
depositaria de las más variadas fantasías: para el grupo son amantes, divorciados
en vías de reconciliación, matrimonio en vías de separación, sobre la base de ciertos
elementos de la realidad -cuchicheos en el equipo, intercambio de gestos afectivos,
signos de desacuerdo, etc.
En términos maniqueos, uno puede aparecer como bueno y el otro malo, uno activo
y el otro pasivo, uno sano y el otro enfermo, uno perseguidor y el otro perseguido,
uno afectivo y el otro intelectual.
Los distintos estilos de intervención habilitan esta fantasmática: será activo el
operador que intervenga mayor cantidad de veces, intelectual el que lo haga desde
la interpretación medulosa, afectivo el que proponga juegos, etc. Es inevitable,
asimismo, adjudicar a uno el saber y al otro el no saber, o a uno el mando sobre el
otro; como se ha dicho, estas adjudicaciones pueden ser definitivas o transitorias, de
acuerdo al momento del grupo.
El grupo, por su parte, se verá a sí mismo
Los operadores que integran la pareja de co-coordinación fundan un espacio que les
es propio pero al mismo tiempo es común. Y lo hacen en función de una tarea y no
desde parámetros afectivos, si bien es deseable un arranque empático. Desde ese
espacio propio y común abordarán una tarea, instancia ésta que sí debiera
constituirse en tercero-testigo.
En el proceso de construcción del equipo, si bien puede partirse del rechazo o del
enamoramiento, el objetivo estratégico es integrarse sin fundirse en uno; ser, tanto
para la tarea interna como para la co-coordinación, dos individualidades. En esa
perspectiva, cada operador reconocerá el movimiento del otro, sus intervenciones,
sabiendo que transitarán por momentos de acuerdo y de desacuerdo, de simetría y
de asimetría. Como asimismo reconocer que parten de esquemas conceptuales
diferentes, de experiencias en el campo distintas, más allá de haber compartido una
misma formación académica, que tienen cada uno un estilo, una historia singular.
Intentaremos ahora poner el acento en el vínculo entre los integrantes del equipo de
co-coordinación, y es por eso que, párrafos atrás, hablábamos de intertransferencia.
Partimos de la necesidad que cada uno tiene del otro en el marco de la propia
soledad, de la propia insuficiencia. Desde esta perspectiva, cada uno despliega una
fantasía obligada: "el otro me va a completar". Es éste el lugar que caracterizamos
como "de enamoramiento”. Sí pudiésemos acceder a los soliloquios de cada
operador tal vez escucharíamos -"Cuatro ojos ven más que dos; el otro va a aportar
lo que yo no tengo; nos vamos a complementar; lo que yo no capte lo captará el
otro". Se trata de una primera ilusión: la del completamiento.
Otra de las ilusiones busca un objetivo tranquilizador: -“Descanso en vos; con vos la
soledad se diluye; qué suerte ser dos”.
Desde lo que definimos como co-lusión (juego-engaño) ambos coordinadores
desplegarán todo un abanico de intervenciones. Vamos a centramos en dos tipos:
las homólogas y las complementarias. Llamamos intervención homóloga a aquella
donde uno de los operadores apunta a ampliar el concepto vertido ya por su
compañero. Veamos un caso:
A: -El relato producido por este subgrupo, donde un conjunto de soldados enfrenta
con violencia a la patrulla Fuerza 2, parece referirse a las quejas que al principio de
la reunión el grupo dirigió sobre el equipo de co-coordinación en reclamo de más
juegos y menos teoría.
La complementaridad -que de por sí existe desde el momento en que cada uno tiene
su estilo, y éste es en sí mismo una intervención puede darse en términos de
modalidades: un coordinador, por caso, interviene con un señalamiento y el otro
complementa con una interpretación. O bien uno interpreta y el otro construye:
A: -Hablan de Van Gogh y de su oreja cortada; tal vez estén aludiendo al temor a la
falta de escucha, o a una escucha deficiente.
B: -Es coherente con lo que pasó hace dos reuniones, donde hablaban de los
hipoacúsicos, y la reunión pasada donde hablaron de alucinaciones auditivas.
INICIACIÓN DE UN DIÁLOGO
Los integrantes del equipo de primer año, que se reúnen los días miércoles, nos
planteamos como parte del trabajo de supervisión, indagar la cuestión del estilo del
coordinador. Estas son algunas de las reflexiones y algunos de los interrogantes que
produjimos en ese momento. Pensamos en compartirlo, mostrando un trabajo en
marcha, fragmentario e inacabado; una invitación a ser continuado, por nosotros
mismos y también por otros.
En primer lugar nos preguntamos qué es el estilo. Apelamos al diccionario y
encontramos que hace referencia a la forma, la manera de hablar o escribir; alude al
modo de comunicar un contenido; es uso, costumbre, y también punzón para
escribir. Esto último nos llamó la atención por su relación con producir una marca,
dejar una traza. Estilo es también "lo individualizable, lo peculiar y diferencial, lo que
pone de manifiesto la identidad".
Siguiendo esta línea, vemos que el estilo del coordinador tiene que ver con el modo
singular de intervenir en el campo de trabajo, con su manera de comunicar; también
con sus "costumbres" en el ejercicio del rol, aquello a lo que apela más
frecuentemente. ¿Incluiríamos quizás también los “vicios” del coordinador?
Podríamos pensar que su intervención dejar también una huella.
Decidimos situar nuestra reflexión en el análisis de la relación rol-persona-campo de
trabajo. Es desde esta ecuación que vamos a pensar el tema, ya que nos permite
indagar la identidad del coordinador. La relación persona-rol-campo* de trabajo se
refiere a la manera singular en que una persona, producto de su historia, con sus
argumentos vitales conscientes e inconscientes, va a desempeñar el rol para el que
se ha formado. Como coordinador estar en contacto con un campo grupal que tiene
su propio argumento, que organiza su propia escena. “El encuentro con el grupo
moviliza la dialéctica entre un grupo interno, privado, histórico, fantaseado y un grupo
real, presente, concreto y social. Un interjuego entre pasado y presente”.
Si usáramos un triángulo para representar esta relación, podemos seguir
reflexionando mientras recorremos sus lados.
El vértice superior corresponde al elemento rol, en la base, a la izquierda persona y
la derecha campo de trabajo.
1) Rol-campo de trabajo.
¿Cómo incide el estilo en la relación que se establece entre alguien que ejerce un rol
y el campo de trabajo? Pensamos que puede darse una determinación recíproca
entre el estilo del coordinador y las demandas provenientes del campo grupal. Con
esto queremos decir que:
a) La escena que se despliega en el campo grupal puede inducir, provocar en el
coordinador la emergencia de determinada modalidad estilística. Cierta escena
grupal puede promover un estilo autoritario que quizás otro grupo, o bien el mismo
en otro momento del proceso, no convocaría. Algo del mundo interno del
coordinador, de su historia personal ha sido tocado.
b) Por otra parte el estilo particular de un coordinador, puede a su vez potenciar la
emergencia de ciertas fantasías y ansiedades en el campo de trabajo. Esto nos
conduce a pensar que el estilo del coordinador puede ser facilitador u obstaculizante
según las circunstancias y la fantasmática del grupo. Por ejemplo, un estilo ambiguo
estaría contraindicado en un grupo con características evitativas.
2) Persona-campo de trabajo.
3) Persona-rol.