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TRASTORNOS DEL HABLA

Los trastornos del habla se pueden clasificar en articulatorios, fonológicos y del ritmo.

TRASTORNOS ARTICULATORIOS (fonéticos) Se subdividen en dislalias y disartrias.

DISLALIAS: Es un trastorno en la articulación de fonemas por diversas causas que ameritan su


clasificación según:

- DISLALIA FUNCIONAL: Por alteraciones funcionales de los órganos periféricos del


habla sin compromiso orgánico. Se caracteriza por la dificultad para emitir
correctamente los fonemas, modificando la expresión verbal. Son muy frecuentes en la
infancia, y generalmente desaparece antes de la edad escolar. Tras los 5 o 6 años es
patológica y sugerente de déficit cognitivo, auditivo o de coordinación motora. La imitación
puede influir mucho, la reproducción de fonemas deformados oídos a otros. Otras causas
etiológicas pueden ser: educación deficiente, circunstancias sociales desfavorables,
disfunciones familiares, bilingüismo.

El modo de producción pueden ser: Rotacismo (articulación deficiente del fonema r), sigmatismo
(fonema s), deltacismo (d), parasigmatismo (s sustituido por otro). Solo se observa la omisión,
deformación o sustitución de los fonemas. En general la palabra es fluida, aunque a veces
ininteligible y el desarrollo del lenguaje puede no estar interrumpido o retrasado.

- DISGLOSIA: la dificultad en la articulación de los fonemas resulta de la alteración


morfológica de los órganos articulatorios. Los órganos que intervienen en la articulación d
ela pabra son fijos: cvidad nasal, bucal, paladar, cavidad faríngea, y móviles la lengua,
maxilar inferior, los labios y velo del paladar. Las causas pueden ser: malformaciones
congénitas, trastornos del crecimiento, parálisis periféricas, traumatismos.

Se caracterizan por ser sistemáticas, el niño produce mal siempre el mismo fonema, lo mas
frecuente es la mala prounciación del fonema /r/, por frenillo corto o alteración de la motilidad
lingual derivada de la respiración bucal.

Se distinguen en disglosias: labiales, mandibulares, linguales, palatinas, nasales.

Y también las rinolalias, disglosias que obedecen a malformaciones congénitas como la fisura
palatina, velo del paladar corto o ausente, o labio leporino. Es un habla nasal, los fonemas orales
son nasalizados.

- DISLALIAS AUDIÓGENAS. La adquisición del lenguaje está basada en la percepción


auditiva. El niño que no oye nada no hablará nada, y el que oye incorrectamente hablará
con dificultades, una buena audición es imprescindible para un buen desarrollo
psicolingüístico. Son frecuentes en niños que han padecido otitis a repetición, trastornos
respiratorios, etc.

DISARTRIAS: Trastornos del habla de naturaleza motriz, por fallas del tono y del movimiento
de los músculos fonatorios, secundarios a lesiones del sistema nervioso. Obedece a la falta de
control neuromotor del habla, que impide la acción coordinada de las estructuras responsables de
la respiración, la fonación y la articulación. El acto fonético depende de la acción coordinada de los
nervios craneales 5, 7, 9, 11 y 12 y los pares raquídeos cervicodorsales. Gracias a esta inervación
periférica es posible la acción de los músculos articulatorios.

A diferencia de las dislalias la disartria es asistemática, no siempre deforma o sustituye un fonema


de igual manera, toda la articulación de la palabra esta alterada, condicionada por la falta de
control motor.

Las causas pueden ser: trauma cráneo cervical, tumores, enfermedades infecciosas, metabólicas o
degenerativas, etc.

DIFICULTADES FONOLÓGICAS

El fonema es una unidad mínima indivisible y un conjunto de rasgos distintivos, basados en una
caracterización acústica de los mismos, y que son capaces de dar cuenta de los contrastes
fonológicos presentes en las lenguas humanas. Solo aprendiendo a producir rasgos y a diferenciar
entre ellos es como el niño prende la distinción entre los más relevantes para distinguir unos
fonemas de otros. Los rasgos distintivos son las características articulatorias o acústicas de un
fonema. Por ejemplo el fonema (B) es consonante, oral, oclusivo, bilabial y sonoro. El fonema (D)
es consonante, oral, oclusivo, dental y sonoro.

El fonema es la unidad mínima de sonido utilizable para diferenciar enunciados. Es una unidad
abstracta que no se corresponde con hechos físicos. Los fonemas que existen en una lengua se
determinan a través del contraste u oposición. Un fonema contrasta o se opone a otro cuando
su cambio produce una diferencia en el significado. Por ejemplo el fonema B es distinto del fonema
P.

El niño juega un papel activo en el proceso de adquisición fonológica. En relación a los factores
que intervienen en ese proceso de adquisición, se le concede una importancia especial a la
imitación, esta se desarrolla en edades tempranas y se relaciona con sus propias vocalizaciones.
Así de forma progresiva el niño va estructurando su propio sistema fonológico.

A la edad de 5 años el niño ha logrado aprender la mayoría de los sonidos y secuencias de


sonidos del habla, esto lo hacen posible tres componentes: auditivo-perceptivo, cognitivo-
lingüístico y neuromotriz-articulatorio.

Al hablar de dificultades fonológicas es necesario diferenciar:

- errores fonéticos: cuando el niño es incapaz de pronunciar un fonema por errores en la


ejecución motora, o sea la articulación dicho fonema (dislalia).
- errores fonológicos: derivan de una mala estructuración del sistema de contraste de la
lengua, alteración que se produce en el nivel perceptivo y organizativo, es decir en los
procesos de discriminación auditiva, afectando mecanismos de conceptualización de los
sonidos y a la relación entre sgte y sgdo. Se trata de niños que, aún teniendo un fonema
adquirido en su repertorio fonético, no van a ser capaces de articularlo y combinarlo en el
contexto lingüístico adecuado (ej. Cole/tole).

Las dificultades fonológicas referidas a la organización y producción del habla están presentes en
los niños con trastornos específicos del lenguaje (anartria y afasia), con deficiencia intelectual o
con hipoacusia leve o moderada. Los errores de los niños pueden clasificarse en omisiones,
sustituciones, adiciones o distorsiones de los sonidos del habla dentro de la palabra, sin que exista
causa orgánica o fisiológica conocida.

TRASTORNOS DEL RITMO

TARTAMUDEZ: Es un trastorno funcional de la palabra, consistente en una alteración del ritmo de


la emisión oral que quita fluidez y la vuelve entrecortada e interrumpida, con bloqueos y
repeticiones, a causa de la contracción de los músculos de la fonación. Incluye movimientos
mímico-faciales que denotan el esfuerzo, sonidos y pausas inadecuados, alteraciones de la
prosodia, tensión de músculos relacionados con el habla.

Distinta del farfulleo o tartajeo (expresión correcta pero excesivamente rápida) y del habla
entrecortada (en afecciones neurológicas o retardos mentales, con defectos en la construcción de
la frase sin defectos articulatorios).

Neurobiología: AZCOAGA distingue el tartamudeo pasivo (en el que el sujeto no intenta


oponerse), el tartamudeo reprimido (resistencia con tics y contracturas) y el tartamudeo
complicado (implicancias motoras y psicológicas: ansiedad, frustración, retraimiento y reacciones
neuróticas). Se debe a un espasmo o contractura de los músculos que participan de la
fonación. Distingue diferentes tipos de bloqueos: según el momento (al comienzo, en el medio o al
final de la palabra) y según provoque prolongación o repetición de sílabas o repetición de
consonantes (ppppato, p-p-pato o pa-pa-pato).

Perspectiva comportamental: SANTACREU propone un modelo integrado. Entiende tartamudeo


como un conjunto de respuestas cognitivas, conductuales (dicción) y fisiológicas que conforman el
patrón de tartamudeo (síntomas). 4 variables: patrón de habla con errores de dicción, respuestas
psicofisiológicas (tensión muscular y baja tasa respiratoria), cognitivas y situacionales.

Predisposición genética (a responder al estrés con tensión muscular) + ansiedad por atención
excesiva de los padres prolongan errores de dicción (normales entre 3 y 5 años) en una
disfluencia. Hay un mecanismo de retroalimentación: estrés → bloqueos por tensión muscular →
atención de los padres → ansiedad y estrés… Aún no es tartamudo sino un sujeto que tartamudea.
Entre los 6 y los 10 años muchos remiten espontáneamente, pero otros toman conciencia de que
hablan mal e intentan anticipar el tartamudeo y usar soluciones contraproducentes (hablar rápido y
sin pausas, hacer fuerza, etc.) que intensifican las fallas respiratorias y de EMG y que consolidan el
trastorno porque constatan su hipótesis, ya que pese a todo consigue hablar, así como el estrés
causado por la tartamudez en sus relaciones sociales consolida el trastorno.

Así, pueden señalarse 3 variables en la disfluencia, que permiten su clasificación: EMG


(electromiograma), patrón de respiración y condicionamiento ante determinadas palabras.

Psicoanálisis: Para GROISMAN es un síntoma y no un mero trastorno, a fin de abordar al sujeto


que se manifiesta en ese síntoma. Se trataría de deseos inconscientes que irrumpen y marcan una
dificultad para su simbolización, por eso queda del lado del cuerpo, en el hacer de la palabra, en el
acto del decir. La palabra aparece, pero no del todo, se corta y queda trabada. En este niño hay un
espacio no del todo construido, un espacio previo a la instalación de la palabra articulada. Centra la
raíz de la disfluencia en épocas muy tempranas.

Allí ubica una madre ansiosa, que en los primeros momentos le hablaba con tensión, que
dificultaba su manera de hablar (balbucear), de respirar. De esta madre resulta difícil separarse,
establecer un límite que lo discrimine de la identificación con ella, sus deseos son los deseos de la
mamá. La palabra está vinculada a un superyó severo que le impide tomar posesión de ella
lúdicamente. No puede usar la palabra para jugar porque para él funciona más en un registro
icónico que en el simbólico. O sea que las palabras no representan, son. No hay un verdadero
registro del papel mediador del lenguaje. Este está degradado en su función, la palabra esta mas
del lado de la cosa, casi no hay diferencia entre decir y hacer.

Aparece también la cuestión de la erotización de la zona oral y su equivalencia con la anal en el


sujeto que tartamudea (la palabra sale de a pedacitos, retentivamente).

El tratamiento debe transformar la palabra superyoica configurando un A capaz de armarle un


campo lúdico, además de técnicas de relajación muscular, respiración modulación, gestualidad,
etc.

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