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Bioetics Word
Bioetics Word
1
INDICE
PROLOGO A LA 2ª EDICIÓN 9
INTRODUCCIÓN A LA BIOETICA 13
1. Nombre
13
2. Actualidad
14
3. Historia
16
4. La luz de la fe
19
2. FECUNDACIÓN ARTIFICIAL 41
3
3. MANIPULACIÓN GENÉTICA 65
1. Experimentación humana
65
2. Manipulación genética
67
3. Diagnóstico prenatal
71
4. Terapia genética
74
5. Investigación y experimentación sobre embriones humanos
74
6. Congelación de embriones
76
7. Eugenesia
76
8. Hibridación
78
9. Clonado y partenogénesis
79
10.Trasplantes de órganos
80
11.Manipulación cerebral
81
4. NEGACIONES DE LA VIDA 83
1. Anticonceptivos
84
2. Esterilización
86
3. Pena de muerte
91
4. La guerra
93
5. Huelga de hambre
95
6. Drogas
96
7. Terrorismo
97
8. Inviolabilidad de la vida humana
98
5. ABORTO 99
4
1. Aclaraciones preliminares
99
2. Indicaciones o motivaciones del aborto
101
a. Aborto terapéutico
101
b. Aborto eugenésico
102
c. Aborto sentimental
103
d. Aborto psicosocial
103
3. Factores que llevan al aborto
104
4. Valoración moral del aborto
106
5. Legalización del aborto
107
6. EUTANASIA 111
1. Suicidio y homicidio
111
2. Eutanasia
113
3. Terapia del dolor
116
4. Distanasia
117
5. Bien morir
121
5
Una gran señal apareció en el cielo: una Mujer, vestida del sol, con
la luna bajo sus pies, y una corona de doce estrellas sobre su
cabeza; está encinta, y grita con los dolores del parto y con el
tormento de dar a luz.
Apocalipsis 12
Mulieris Dignitatem 30
6
DOCUMENTOS
7
OBISPOS DE GRAN BRETAÑA, -Comentarios al Informe Warnock sobre
fertilidad y embriología, en Medicina e Morale 1(1985)138-180.
8
PROLOGO A LA 2ª EDICIÓN
9
conciencia misma, casi oscurecida por condicionamientos tan grandes, le
cuesta cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo
referente al valor fundamental de la vida humana" (EV 4).
Se hace, pues, necesario anunciar "el valor de la vida humana y su
carácter inviolable, con relación a las circunstancias actuales y a los
atentados que hoy la amenazan" (EV 5). Pues "hoy una gran multitud de
seres humanos débiles e indefensos, como son, concretamente, los niños
aún no nacidos, está siendo aplastada en su derecho fundamental a la
vida" (EV 5). Estos atentados contra la vida naciente -como contra la vida
terminal- hoy "adquieren una gravedad singular, por el hecho de que
tienden a perder, en la conciencia colectiva, el carácter de delito y a
asumir paradójicamente el de derecho...Estos atentados golpean la vida
humana en situaciones de máxima precariedad, cuando está privada de
toda capacidad de defensa" (EV 11). En una sociedad basada en la
eficacia, "se puede hablar de una guerra de los poderosos contra los
débiles. La vida que exigiría más acogida, amor y cuidado es tenida por
inútil, o considerada como un peso insoportable y, por tanto,
despreciada. Quien, con su enfermedad, con su minusvalidez o, más
simplemente, con su misma presencia pone en discusión el bienestar y el
estilo de vida de los más aventajados, tiende a ser visto como un
enemigo del que hay que defenderse o a quien eliminar" (EV 12).
En estos atentados contra la vida se alían "la investigación
científica, preocupada por obtener productos cada vez más simples y
eficaces contra la vida", la "mentalidad anticonceptiva, que, además de
contradecir la verdad plena del acto sexual como expresión propia del
amor conyugal, crea una cultura abortista, difundiendo una mentalidad
hedonista y egoísta respecto a la sexualidad" (EV 13). "También las
distintas técnicas de reproducción artificial dan pie a nuevos
atentados contra la vida, pues, además de separar la procreación del
contexto integralmente humano del acto conyugal, producen embriones
supernumerarios que son suprimidos o utilizados como simple material
biológico...Los diagnósticos prenatales... con frecuencia son ocasión
para proponer o practicar el aborto eugenésico" (EV 14). Amenazas no
menos graves afectan también a los enfermos incurables y a los
terminales, en un contexto social y cultural, que agudiza la tentación de
resolver el problema del sufrimiento anticipando la muerte del
enfermo...Encontramos una trágica expresión de ello en la difusión de la
eutanasia, encubierta y subrepticia, practicada abiertamente o incluso
legalizada" (EV 16)...
"La humanidad de hoy nos ofrece un espectáculo verdaderamente
alarmante, si consideramos no sólo los diversos ámbitos en los que se
producen los atentados contra la vida, sino también su singular
proporción numérica, junto con el múltiple y poderoso apoyo que reciben
de una vasta opinión pública, de un frecuente reconocimiento legal y de
la implicación de una parte del personal sanitario... En esta conjura
contra la vida están implicadas incluso Instituciones internacionales,
dedicadas a alentar y programar auténticas campañas de difusión de la
anticoncepción, la esterilización y el aborto. Finalmente, no se puede
negar que los medios de comunicación social son con frecuencia
cómplices de esta conjura, creando en la opinión pública una cultura que
10
presenta el recurso a la anticoncepción, la esterilización, el aborto y la
misma eutanasia como un signo de progreso y conquista de la libertad"
(EV 17).
Frente a este panorama, que describe la encíclica Evangelium
vitae, es preciso, para comprender toda su gravedad, analizar las
motivaciones y las consecuencias que se derivan de esta cultura de
muerte. No para quedarnos abrumados por una sensación de impotencia,
sino para, a la luz y con la fuerza de la fe en Cristo, anunciar, celebrar y
servir al Evangelio de la vida. "El Evangelio de la vida es buena y gozosa
noticia" (EV 52). "Iluminados por este Evangelio de la vida, con
agradecimiento y alegría, sentimos la necesidad de proclamarlo y
testimoniarlo por la novedad sorprendente que lo caracteriza,
señalando al mismo tiempo todas las consecuencias del mismo, que se
pueden resumir así: la vida humana, don precioso de Dios, es sagrada e
inviolable, y por esto, son absolutamente inaceptables el aborto
procurado y la eutanasia; la vida del hombre no sólo no debe ser
suprimida, sino que debe ser protegida con todo cuidado amoroso; la
vida encuentra su sentido en el amor recibido y dado, en cuyo horizonte
hallan su plena verdad la sexualidad y la procreación humana; en este
amor incluso el sufrimiento y la muerte tienen un sentido y, aun
permaneciendo el misterio que los envuelve, pueden llegar a ser
acontecimientos de salvación; el respeto de la vida exige que la ciencia y
la técnica estén siempre ordenadas al hombre y a su desarrollo integral;
toda la sociedad debe respetar, defender y promover la dignidad de cada
persona humana, en todo momento y condición de su vida" (EV 81).
Deseo, por tanto, con Juan Pablo II, "anunciar el Evangelio de la
vida, esplendor de la verdad que ilumina las conciencias, luz diáfana que
sana la mirada oscurecida, fuente inagotable de constancia y valor para
afrontar los desafíos siempre nuevos que encontramos en nuestro
camino" (EV 6). Quiero contribuir a sostener "a la familia, para que
también hoy -aun en medio de numerosas dificultades y de graves
amenazas- ella se mantenga siempre, según el designio de Dios, como
santuario de la vida...". "Espero ofrecer a nuestro mundo nuevos
signos de esperanza..., para que se afiance un nueva cultura de la vida
humana, para la edificación de una auténtica civilización de la verdad y
del amor" (EV 6).
11
INTRODUCCIÓN
1. NOMBRE
2 Cfr. E. BONE, Bioéthique: nouveau chapitre d'une morale du XXIE siècle, Foi et
Temps 1984,p.249; J. F.MALHERBE, Ethique et génétique, Louvain 1983.
3 Cfr. G.THIBON, Scientismo e fiducia, en VARIOS, Che cosa attendete dal malato,
Brescia 1957.
13
bioética se extiende más allá de la moral médica. Los hechos biológicos,
que estudia la bioética, tienen una repercusión ineludible en todo el
ámbito de la ética humana. De aquí que la bioética deba ser
considerada como una rama del saber ético, en el que están implicadas
la biología, la medicina, la antropología y la teología moral. Es el hombre
como persona, en todas sus dimensiones, quien está en juego. La
Enciclopedia de bioética señala este amplio significado de la bioética en
su intento de definición: "la bioética puede ser definida como el estudio
sistemático de la conducta humana en el área de las ciencias de la vida y
del cuidado de la salud, en cuanto que dicha conducta es examinada a la
luz de los valores y de los principios morales". 4
2. ACTUALIDAD
14
preguntas esenciales y no caen bajo la luz de los focos potentes de
ningún laboratorio científico o técnico.
Esto hace que sea inconcebible la lógica interna que mueve
muchas veces el mundo científico. Un mundo construido y regido por la
ciencia y por la técnica lleva a pensar y a actuar como si todos nuestros
problemas pudieran resolverse científica y técnicamente, con el
postulado implícito de que todo lo que puede hacerse es bueno
hacerlo. Olvidamos que fabricar bombas -atómicas o genéticas- no
constituye en absoluto un progreso humano. Toda manipulación del
hombre, en su nacimiento y en su muerte, es algo que nos afecta a
todos. Implica el significado y la dignidad de nuestra existencia personal
y comunitaria.
Pero "la superstición científica es una de las modas típicas de
nuestro tiempo" (K. Jaspers). Los medios de comunicación, consciente o
inconscientemente, contribuyen a la aceptación por una especie de
ósmosis de esta superstición. Cada descubrimiento es presentado como
un logro de la ciencia o de la técnica. Y para vencer las barreras éticas o
psicológicas, cada conquista es considerada inicialmente como una
solución extrema para casos-límites que hacen mella en las fibras
sentimentales de la opinión pública; luego termina siendo algo aceptado,
cosa "normal".
Este proceso crea una espiral, por donde se mueven ciertos
científicos, experimentadores sin escrúpulos que buscan mostrar sus
habilidades demiúrgicas, que pueden llevar a la humanidad a un
precipicio de consecuencias insospechadas. Por ello, ante los
descubrimientos sorprendentes que cada mañana nos ofrece la prensa,
surge con fuerza por todas partes una sensibilidad ética cada día más
viva y alarmante. Son, por otra parte, los mismos científicos y técnicos,
quienes, en su mayoría, solicitan la constitución y la actividad de
Comités Eticos, preocupados ante los problemas inéditos y de enorme
significado para la humanidad entera, surgidos por los rápidos avances
de las ciencias biológicas y médicas. ¿Puede hacerse éticamente todo lo
que puede hacerse técnicamente? La ciencia reclama la ayuda de la
conciencia, la técnica implora a la ética.
De aquí la actualidad de la bioética. Como escribe Arturo
Falaschi, miembro del Instituto de Bioquímica y Genética de la
Universidad de Pavía: "Sí, es cierto, nos hallamos en un momento mágico
para los investigadores. Hay un continuo aumento de datos y, al mismo
tiempo, empiezan a concretizarse notables aplicaciones productivas. En
suma, a sólo treinta años del descubrimiento del DNA, la biología
molecular comienza de verdad a dar sus frutos. Un día quizás se podrá
intervenir sobre las células somáticas humanas para introducir el gene
justo, capaz de producir la proteína que falta, reparando así la avería
natural. Pero este proceso no es nada simple. Aún no sabemos de qué
modo el nuevo gene, al entrar en la célula, conmoverá el DNA: su
proceso es en gran parte indeterminado y casual. Y en cuanto a las
células germinales el proceso es aún más delicado. En las intervenciones
sobre los animales es posible deshacerse de los productos equivocados.
Pero con el hombre, según mi parecer, corremos el riesgo de crear más
sufrimientos de los que se puedan eliminar".
15
La bioética tiene como tarea iluminar los problemas angustiantes
en este campo de suma actualidad. El científico y el hombre de la calle
se preguntan hoy: ¿Con qué criterios se orienta la evolución humana?
¿Qué modelo de hombre informa los intentos biológicos para el hombre
futuro? ¿Tiene derecho el científico actual a determinar el futuro
biológico de las generaciones futuras? ¿El hombre seguirá siendo
hombre? La ciencia necesita urgentemente aliarse con la sabiduría si no
quiere perderse en un laberinto sin salida.
3. HISTORIA DE LA BIOETICA
16
embrión para ser trasferido al organismo materno. La técnica FIVTE fue
presentada inicialmente como una terapia de la esterilidad por oclusión
de trompas.
Pero meses más tarde, la técnica se modifica. Se procede
previamente a una estimulación del ovario para, de esta forma, poder
recoger simultáneamente varios ovocitos próximos a su maduración. De
esta forma, la técnica ahora utilizada permite disponer, al mismo tiempo,
de varios óvulos, que se ponen en contacto con los espermatozoides,
pudiéndose obtener simultáneamente varios embriones. Desde el punto
de vista médico, la inducción de esa multiovulación es sumamente
ventajosa, ya que permite disponer de varios óvulos, y embriones luego,
haciendo frecuentemente innecesaria la repetición de la parte más
compleja, costosa y peligrosa de toda la técnica: la recogida de los
ovocitos del interior de la cavidad abdominal de la mujer mediante
laparoscopia.
A comienzos de 1984 se anuncia, casi simultáneamente, el
nacimiento de dos niños en los que la madre, que los da a luz, no es la
madre genética, es decir, la que les ha trasmitido sus factores
hereditarios. Por primera vez en la historia humana no se da coincidencia
entre maternidad de gestación y maternidad genética.
En el primer caso, en la Universidad de Melbourne, en Australia, la
pareja era estéril por oclusión de trompas de la mujer. Se sometieron a la
FIVTE, obteniéndose tres embriones. Dos de ellos fueron transferidos
inmediatamente a la esposa. El tercero fue donado a otra pareja en la
que la mujer era estéril como consecuencia de una menopausia precoz,
por lo que su ovario había dejado de ovular definitivamente. El proceso
embrionario se interrumpió en la primera pareja, padres genéticos,
mientras que tuvo éxito en la segunda, donde el esposo no intervino para
nada y la madre era sólo madre de gestación, mas no genética...El
segundo caso se realizó en la Universidad de California (Los Angeles). Se
trataba de una pareja en la que la mujer era estéril por causas ováricas.
Su marido inseminó artificialmente a otra mujer. Posteriormente se
procedió a un lavado uterino de esta mujer, extrayéndole el embrión aún
no implantado. Este embrión fue transferido a la esposa previamente
preparada para el embarazo. A los nueve meses nacía un niño que,
desde el punto de vista genético, no era hijo de la esposa, sino de la otra
mujer inseminada por el marido.
Pocos meses más tarde viene al mundo una segunda famosa "niña
probeta", que fue calificada en los medios periodísticos como "la niña
probeta congelada". En efecto, mediante la FIV se obtuvieron en una
pareja estéril por obstrucción tubárica cinco embriones. Tres de ellos
fueron transferidos inmediatamente, mientras que los otros dos restantes
fueron congelados a la temperatura de -196 grados. Al fracasar el
embarazo con los tres primeros embriones, se recurrió a la
descongelación, dos meses más tarde, de los dos embriones
previamente congelados, que fueron transferidos al útero de la mujer.
Uno de ellos se implantó y completó los nueve meses de desarrollo
embrionario. De este modo se abría la posibilidad de congelación-
descongelación de embriones humanos y se disponía así de ellos para
17
una utilización posterior por la misma mujer, para donación a otra pareja
e incluso para la venta.
En junio de 1984 -seis años después del nacimiento de Louise
Brown- nace en España la primera niña probeta: Victoria Ana Perea, en el
Instituto Dexeus de Barcelona.
En el mismo verano se hacen públicos otros dos casos, que
encuentran amplio eco en la prensa (cada paso es precedido de quién
sabe cuantos intentos que quedan en el olvido). Se trata en primer lugar
de la francesa Coryne Parpalaix, cuyo marido antes de morir deja su
semen en un banco de semen. Coryne, fallecido su esposo, reclama su
semen para ser inseminada artificialmente con él. La dirección del banco
se niega a la inseminación post-mortem. Pero Coryne acude a los
tribunales, que le dan la razón en contra de la decisión del banco.
Por la misma fecha se conoce el segundo caso. Se trata del
matrimonio Ríos, chilenos supermillonarios, residentes en California.
Durante un tratamiento de esterilidad habían dejado dos embriones
congelados en Australia. Los dos mueren en accidente aéreo. Los
embriones "huérfanos" suscitan problemas y discusiones éticas y
jurídicas interminables, en los que inciden importantes intereses
económicos.
18
tipos de espermatozoides, haciendo de esta forma posible la selección
del sexo de la descendencia.
-La partenogénesis. Mediante la fusión del óvulo con un
corpúsculo polar se logra que surja un embrión con exactamente los
mismos factores genéticos de la madre. El hijo es engendrado
partenogésicamente, es decir, sin aportación masculina.
-Inducción a la gemelación. En el embrión de pocas células,
cada una de ellas es aún totipotente, es decir, capaz por sí sola de
originar un ser completo. Con la división pueden obtenerse varios
individuos genéticamente idénticos.
-El clonado -cloning, en inglés, que los autores traducen por
clonado, clonación o clonaje; en realidad la palabra viene del griego
klon=esqueje-. El clonado ya se ha conseguido con ciertos animales. Se
trata de tomar el óvulo de una mujer y sustituir en él su núcleo por el de
otra célula del cuerpo. El individuo que nace tendría los mismos factores
genéticos que aquel de quien se tomó el núcleo de la célula somática. El
desarrollo y la aplicación de esta técnica a la especie humana podría
llevar a la producción de centenares o millares de copias, genéticamente
idénticas, de un mismo individuo. Se ha especulado con la posibilidad de
producir múltiples copias de personalidades tan distintas como A. Hitler,
A. Einstein o Marylin Monroe.
-La hibridación entre distintas especies. El desarrollo de las
técnicas DNA-recombinante está haciendo posible que las barreras
biológicas, que separaban las distintas especies, comiencen a
desvanecerse. Quizás el ejemplo más ilustrativo es el actual intento de
crear plantas híbridas que produzcan bajo tierra patatas y sobre tierra
tomates. Pero se habla ya de la posibilidad de hibridación entre nuestra
especie y el chimpancé. Se ha afirmado que de esta forma podría crearse
una especie de subraza humana que sirviera de mano de obra barata o
fuese utilizada para trabajos o investigaciones especialmente
arriesgadas. La casi totalidad de las legislaciones prohíbe estos intentos.
Pero cuando algo se prohíbe es porque ya se hace o se intenta hacer.
Que yo sepa aún ninguna legislación prohíbe robar o apagar estrellas.
La ciencia está comenzando a manipular el material genético de
los seres vivos y se comienza a vislumbrar la posibilidad de modificar o
sustituir los factores genéticos de nuestra especie. Se habla en "El
proyecto Genoma humano" de cambiar los genes responsables de ciertas
enfermedades...Pero, dando un paso adelante, podría pensarse en la
programación del futuro individuo humano (?) mediante la introducción
en su genoma de factores genéticos considerados positivos para el
desarrollo físico o psíquico del hombre.
Ante el creciente número de aberraciones como la creación de
bancos de semen, bancos de embriones, donadores de esperma, úteros
de alquiler, embriones ya huérfanos, hijos de donadores ya muertos,
posibilidad de matrimonios incestuosos entre donadores de semen y sus
hijas de origen desconocido, posibilidad de procreación de parejas de
homosexuales..., la ciencia navega en el reino de lo técnicamente posible
sin brújula de orientación ética y humana. Con razón algunos
científicos están alarmados y se retiran del campo de experimentación
humana. El doctor Shafiro quedó profundamente preocupado al
19
conseguir aislar el primer gen. Fue consciente de que se trataba de un
hecho equiparable al logro de la fisión del átomo por Becquerel, que tan
dramáticas consecuencias acabó teniendo en la historia de la
humanidad. Para concluir esta rápida incursión histórica, merece la pena
mencionar el caso de J. Testart, "padre científico" de los primeros niños
probetas franceses y que ha decidido retirarse de esta investigación,
asustado por las consecuencias que podrían surgir de ella. Esta es su
declaración, hecha pública en los medios de comunicación: "Yo, Jacques
Testart, investigador en el campo de la procreática, he decidido acabar
de una vez con esta carrera enloquecida hacia la novedad científica".
4. LA LUZ DE LA FE
20
hombre es un ser personal, es persona, es decir, "la única criatura en la
tierra que Dios ha querido por sí misma y que no puede encontrar su
propia plenitud si no es en el don sincero de sí mismo a los demás" (GS
24).
21
posibilidad técnica con la bondad de la acción: lo que se puede hacer es
bueno hacerlo...
La verdad es que la razón humana está ofuscada por la
curiosidad científica, por la arrogancia técnica, por el interés
económico, por manipulaciones políticas e ideológicas, por las modas
que imponen los medios masivos de comunicación. De aquí que la
racionalidad caiga con frecuencia en pura irracionalidad. No todo
progreso científico o técnico es progreso humano. La bioética
abandonada a la racionalidad humana fluctúa entre la manipulación y
la humanización, sin poseer los criterios claros para discernir entre una
y otra.10
Esta ambigüedad se manifiesta patentemente en la sociedad
actual en relación al valor de la vida. Por una parte se afirma el valor
inalienable de la vida en declaraciones continuas y, por otro lado, de
hecho la vida humana es despreciada, violada y destruida
impasiblemente. Indice de tal ambigüedad es la contraria y simultánea
reacción moral y jurídica ante el aborto y la pena de muerte. "La
conciencia ética de la humanidad no ha logrado que el hombre actual
destierre de su horizonte la muerte en cuanto realidad impuesta y
manipulada por el mismo hombre. Son patentes las agresiones al valor
de la vida humana: suicidios, más o menos justificados; homicidios,
impuestos por uno u otro motivo; muertes legales (desaparecidos, pena
de muerte); abortos, eutanasia positiva, con la afirmación del pretendido
derecho a elegir libremente la propia muerte; guerras; secuestros,
torturas...El hombre actual, aún el más civilizado, no ha llegado a la
plena concienciación con respecto al valor de la vida humana. Alcanza
tales límites su inconsciencia que hasta hace objeto de contemplación y
de diversión (cine, TV, etc) el que un hombre quite la vida a otro". 11
La razón humana, abandonada a sus luces, en su pretensión de
escalar la montaña de la vida, cargada con la enorme piedra de
condicionamientos individuales, culturales y sociales rueda siempre por
la misma pendiente. El pecado, cuyo salario es la muerte, vence todas
las pretensiones del hombre de salvarse por sí mismo. La montaña de la
muerte sólo se vence saltando con la pértiga de la cruz de Cristo,
vencedor de la muerte en su resurrección:
El está llamado a una plenitud de vida que va más allá de las dimensiones de su
existencia terrena, ya que consiste en la participación de la vida misma de Dios.
Lo sublime de esta vocación sobrenatural manifiesta la grandeza y el valor de la
vida humana incluso en su fase temporal. En efecto, la vida en el tiempo es
condición básica, momento inicial y parte integrante de todo el proceso unitario
de la vida humana. Un proceso que es iluminado por la promesa y renovado por
el don de la vida divina, que alcanzará su plena realización en la eternidad (EV 2).
El significado humano de la vida, del amor, de la sexualidad, del
matrimonio y de la familia no pueden quedar a merced de una ética
meramente racional, que cambia con cada nueva ideología. Es preciso
que la bioética se inspire y nutra -además de todas las aportaciones
racionales- en una sabiduría más rica, que libere a la ciencia y a la
11 M. VIDAL, o.c.,p.28.
22
técnica de la idolatría de un progreso finalizado en sí mismo, haciéndolas
auténticamente humanas, puestas al servicio de la persona.
Como afirman los obispos españoles en su documento La verdad
os hará libres:
Por parte de los católicos sería un error de graves consecuencias recortar, so
capa de pluralismo o tolerancia, la moral cristiana diluyéndola en el marco de una
hipotética "ética civil", basada en valores y normas "consensuados" por ser los
dominantes en un determinado momento histórico. La sola aceptación de unos
"mínimos" morales equivaldría sin remedio a entronizar la razón moral vigente,
precaria y provisional, en criterio de verdad. Pero la moral del Evangelio no puede
renunciar a su original novedad, escándalo para unos y locura para otros (Cfr
1Cor 1,23).(n. 51).
El riesgo a que está hoy expuesto el hombre, con los diversos
experimentos técnicos, es el de caer en la tecnificación del ser
humano. Se da una tendencia cada vez más radical a la cosificación
del hombre, náufrago en el gran mar de la producción-consumo y de la
civilización manipuladora del hombre. Con palabras de Juan Pablo II:
Uno de los riesgos más graves, a que está expuesta nuestra generación, es el
divorcio entre ciencia y moral, entre las posibilidades que ofrece una tecnología
proyectada a metas cada vez más sorprendentes y las normas éticas que
emanan de una naturaleza cada día más descuidada...Por ello, es necesario que
todas las personas responsables coincidamos en afirmar la prioridad de la ética
sobre la técnica, el primado de la persona sobre las cosas, la superioridad del
espíritu sobre la materia...Sólo con esta condición -repudiando una cultura que
cosifica al hombre y asumiendo una cultura que le ama, le sirve y le exalta en su
verdad integral, con su incomparable dignidad de persona hecha a imagen y
semejanza de Dios-, sólo con esta condición, el progreso científico, que nos
entusiasma en tantos aspectos, no se trasformará en una especie de Moloth
moderno que devora a sus incautos seguidores. 12
Juan Pablo II en este discurso es fiel intérprete del Concilio
Vaticano II, que nos dice cómo "la naturaleza intelectual de la persona
humana se perfecciona y debe perfeccionarse por medio de la sabiduría,
la cual atrae con suavidad la mente del hombre a la búsqueda y al amor
de la verdad y del bien. Imbuido por ella, el hombre se alza por medio de
lo visible hacia lo invisible". (GS 15). Y añade:
Nuestra época, más que ninguna otra, tiene necesidad de esta sabiduría para
humanizar todos los nuevos descubrimientos de la humanidad. El destino futuro
del mundo corre peligro si no se forman hombres más instruidos en esta
sabiduría...Con el don del Espíritu Santo, el hombre llega por la fe a contemplar y
saborear el misterio del plan divino.
Para esclarecer el misterio del hombre y para cooperar en el
hallazgo de soluciones que respondan a los principales problemas de
nuestra época, la Iglesia se dirige a todos los hombres, ofreciéndoles la
"luz de Cristo, imagen de Dios invisible y primogénito de toda la
creación":
El pueblo de Dios, movido por la fe, que le impulsa a creer que quien lo conduce
es el Espíritu del Señor, que llena el universo, procura discernir en los
acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con sus
contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o de los planes de Dios.
La fe todo lo ilumina con nueva luz y manifiesta el plan divino sobre la
23
vocación integral del hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones
plenamente humanas.(GS 11).
La opción incondicional en favor de la vida alcanza plenamente su significado...
cuando nace, viene plasmada y es alimentada por la fe en Cristo (EV 28).
Convencido de que "la fe ilumina todo con nueva luz y manifiesta
el plan de Dios sobre la vocación integral del hombre", buscaré a la luz
de la fe "las soluciones plenamente humanas" a los interrogantes que
hoy se nos plantean en la bioética, acogiendo la invitación de la
Congregación para la doctrina de la Fe en su Instrucción Donum vitae,
sobre el respeto de la vida humana por nacer y la dignidad de la
procreación, que en particular:
dirige una confiada y alentadora invitación a los teólogos y sobre todo a los
moralistas, para que profundicen y hagan más accesible a los fieles las
enseñanzas del Magisterio de la Iglesia, a la luz de una concepción
antropológicamente correcta de la sexualidad y del matrimonio y en el contexto
del necesario enfoque interdisciplinar. De este modo se comprenderán cada vez
mejor las razones y el valor de estas enseñanzas: defendiendo al hombre contra
los excesos de su mismo poder, la Iglesia de Dios le recuerda los títulos de su
verdadera nobleza. Sólo de este modo se podrá asegurar a la humanidad del
mañana, la posibilidad de vivir y amar con la dignidad y la libertad que nacen del
respeto de la verdad.
A los educadores, profesores, catequistas y teólogos corresponde la tarea de
poner de relieve las razones antropológicas que fundamentan y sostienen el
respeto de cada vida humana. De este modo, haciendo resplandecer la novedad
original del Evangelio de la vida, podremos ayudar a todos a descubrir,
también a la luz de la razón y de la experiencia, cómo el mensaje cristiano
ilumina plenamente el hombre y el significado de su ser y de su existencia (EV
82).
24
1. LA VIDA DON DE DIOS
25
afirmar que el criterio de la moralidad debe ser el hombre en cuanto
hombre. Pero, ¿quién es el hombre?. Este es el interrogante
fundamental para que la bioética pueda responder válidamente a su
cometido. Leamos el texto conciliar:
Creyentes y no creyentes están en general de acuerdo en este punto: todos los
bienes de la tierra deben ordenarse en función del hombre, centro y cima de
todos ellos. ¿Pero qué es el hombre? Muchas son las opiniones que el hombre se
ha dado y se da sobre sí mismo. Diversas e incluso contradictorias. Exaltándose a
sí mismo como norma absoluta o despreciándose hasta la desesperación,
terminando de este modo en la duda y en la angustia (GS 12).
La Iglesia, aleccionada por la revelación divina, como maestra y
madre, ofrece a los hombres su visión del hombre, para iluminar sus
dudas y liberarlos de su angustia.15
15 Cfr EV 78-80.
17 Cfr EV 29ss.
18 AAS 71(1979)66.
26
Es lo que, volcando su experiencia personal, apenas elegido Papa,
comunicó a todos los "hombres de buena voluntad", en su primera
encíclica, documento programático de todo su pontificado:
El hombre no puede vivir sin amor. El permanece para sí mismo un ser
incomprensible, su vida está privada de sentido si no se le revela el amor, si no
se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en
él vivamente. Por esto precisamente, Cristo Redentor revela plenamente el
hombre al mismo hombre. Tal es la dimensión humana del misterio de la
Redención. En esta dimensión el hombre vuelve a encontrar la grandeza, la
dignidad y el valor propios de su humanidad. En el misterio de la Redención el
hombre es confirmado y en cierto modo es nuevamente creado. ¡El es creado de
nuevo!...El hombre que quiere comprenderse hasta el fondo a sí mismo -no
solamente según criterios y medidas del propio ser inmediatos, parciales, a veces
superficiales e incluso aparentes- debe, con su inquietud, incertidumbre e incluso
con su debilidad y pecaminosidad, con su vida y con su muerte, acercarse a
Cristo. Debe, por decirlo así, entrar en El con todo su ser, debe apropiarse y
asimilar toda la realidad de la Encarnación y de la Redención para encontrarse a
sí mismo. Si se actúa en él este hondo proceso, entonces él da frutos no sólo de
adoración a Dios, sino también de profunda maravilla de sí mismo.¡Qué valor
debe tener el hombre a los ojos del Creador, si ha merecido tener tan grande
Redentor (Himno Exsultet de la Vigilia Pascual), si Dios ha dado a su Hijo, a
fin de que él, el hombre, no muera, sino que tenga la vida eterna (Jn 3,16)!
(RH 10).19
El hombre, pues, como persona es el único criterio moral capaz de
dar una respuesta auténtica a todos los problemas éticos y, en concreto,
a los problemas que se plantean a la bioética. Si se pierde de vista este
criterio se destruye al hombre y, con él, se hunde la misma sociedad.
"Todo agravio a la persona es una lesión a la sociedad en su raíz y en su
vértice, pues la sociedad nace de la persona y en función de la
persona".20
19 Cfr EV 37s.
20 .D. TETTAMANZI, Bioética. Nuove sfide per l'uomo, Casale Monferrato 1987;
A.HORTAL.-R. AGUIRRE, La vida y el Estado, Madrid 1985.
27
respeto del hombre en cuanto persona es una exigencia que no admite discusión
alguna: de ella dependen la dignidad, el bienestar y la misma existencia de la
humanidad. Poner en duda esta exigencia es caer en la barbarie. Es imposible
hacerse una idea de las amenazas, para la vida y el alma del hombre, si, privado
del baluarte de este respeto, el hombre queda a merced del Estado moderno y de
su técnica.21
La persona es siempre un sujeto. No puede nunca ser tratada
como algo, sino que ha de ser siempre considerada como un alguien.
De aquí, como conclusión general de todo lo anterior, el primer criterio
que iluminará todos los temas concretos que expondré en los siguientes
capítulos, sería: "Es bueno todo lo que custodia, defiende, sana y
promueve al hombre en cuanto persona; es malo todo lo que le
amenaza, hiere, ofende, instrumentaliza o elimina". 22 O mejor dicho, con
palabras de la FC:
En la construcción de un nuevo humanismo, la ciencia y sus aplicaciones
técnicas ofrecen nuevas e inmensas posibilidades. Sin embargo, la ciencia, como
consecuencia de las opciones políticas que deciden su dirección de investigación
y sus aplicaciones, se usa a menudo contra su significado original: la promoción
de la persona humana.
Se hace, pues, necesario recuperar por parte de todos la conciencia de la
primacía de los valores morales de la persona humana en cuanto tal. Volver a
comprender el sentido último de la vida y de sus valores fundamentales es el
gran e importante cometido que se impone hoy día para la renovación de la
sociedad. Sólo la conciencia de la primacía de éstos permite un uso de las
inmensas posibilidades, puestas en manos del hombre por la ciencia; un uso
verdaderamente orientado como fin a la promoción de la persona humana en
toda su verdad, en su libertad y dignidad. La ciencia está llamada a ser aliada de
la sabiduría. "Nuestra época -como dijo ya el Vaticano II-, más que ninguna otra,
tiene necesidad de esta sabiduría para humanizar todos los nuevos
descubrimientos de la humanidad. El destino futuro del mundo corre peligro si no
se forman hombres más instruidos en esta sabiduría" (GS 15)...Es esta una
exigencia prioritaria e irrenunciable (FC 8).
2. CORPOREIDAD
21 R. GUARDINI, Il diritto alla vita prima della nascita, Vicenza 1985, p.19-21.
28
afirmación sobre el cuerpo o sobre el espíritu atañen al hombre en su
totalidad.
Hoy es preciso subrayar con fuerza la verdad del cuerpo, como
expresión de la persona humana. Pues, como señalan los Obispos
españoles:
Unida a la trivialización de la sexualidad, e inseparable de ella, está la
instrumentalización que se hace del cuerpo. Se hace creer, en efecto, que se
puede usar del cuerpo como instrumento de goce exclusivo, cual si se tratase de
una prótesis añadida al Yo. Desprendido del núcleo de la persona, y, a efectos del
juego erótico, el cuerpo es declarado zona de libre cambio sexual, exenta de toda
normatividad ética; nada de lo que ahí sucede es regulable moralmente ni afecta
a la conciencia del Yo, más de lo que pudiera afectarle la elección de este o de
aquel pasatiempo inofensivo. La frívola trivialización de lo sexual es trivialización
de la persona misma, a la que se humilla muchas veces reduciéndola a la
condición de objeto de utilización erótica; y la comercialización y explotación del
sexo o su abusivo empleo como reclamo publicitario, son formas nuevas de
degradación de la dignidad de la persona humana (La verdad os hará libres
19).
23 M. ARGYLE, Il corpo e il suo linguaggio, Bologna 1982; JUAN PABLO II, Teología del
corpo, Roma 1982; V. MELCHIORE, Il corpo, Brescia 1984; G. ZAMBONI, Il problema
dell'uomo, Palermo 1985; I. FUCEK, L'unità e la dignità della persona nell'antropologia
cristiana, Medicina e Morale 3(1989)465-489.
29
el cuerpo tiene un significado sacramental, en cuanto que la realidad
personal existe expresándose visiblemente en el cuerpo y a través del
cuerpo.
En relación a los demás, el cuerpo tiene, como gusta repetir Juan
Pablo II, un significado esponsal. En las relaciones con los demás, el
cuerpo humano es ante todo presencia de la persona para ellos. Esta
presencia de persona a persona se hace cercanía, comunicación y
palabra a través del cuerpo. Toda respuesta personal a la llamada del
otro pasa a través del lenguaje oblativo del cuerpo.
Espigando en las catequesis de Juan Pablo II, en las audiencias de
los miércoles, dedicadas durante tres años a la teología del cuerpo,
encontramos la aplicación de esta visión antropológica a la vida cristiana.
La S.C. para la Educación Católica lo hace así en su documento
Orientaciones educativas sobre el amor humano, del 1 de
noviembre de 1983:
La visión cristiana del hombre reconoce al cuerpo una particular función, puesto
que contribuye a revelar el sentido de la vida y de la vocación humana. La
corporeidad es, en efecto, el modo específico de existir y de obrar del espíritu
humano. Este significado es, ante todo, de naturaleza antropológica: El cuerpo
revela el hombre (Audiencia del 14-11-1979), expresa la persona (9-1-80) y
por eso es el primer mensaje de Dios al hombre mismo, casi una especie de
sacramento primordial, entendido como signo que transmite eficazmente en el
mundo visible, el misterio invisible escondido en Dios desde la eternidad (20-2-
80).
Hay un segundo significado de naturaleza teologal: el cuerpo contribuye a revelar
a Dios y su amor creador, en cuanto manifiesta la creaturalidad del hombre, su
dependencia de un don fundamental que es don del amor. Esto es el cuerpo:
testigo de la creación como de un don fundamental, testigo, pues, del
amor como fuente de la que nació este mismo donar (9-1-80).(n.22-23)
30
3.SEXUALIDAD
31
la unión corporal. De este modo, la alteridad sexual revela la profundidad
e intimidad de la interpersonalidad humana. No hay mayor coefusión que
el amor de entrega personal, en el que los esposos llegan a ser una sola
carne. Pero la condición dual de la persona humana -por ser humana-,
incluyendo la atracción sexual carnal, se realiza superando esta atracción
y situándose en la comunión y trasparencia del espíritu.
Las relaciones sexuales no pueden ser consideradas aisladamente
en su dimensión biológica, sino a la luz de la persona entera, aunque
ciertamente están ligadas a la dimensión corporal del hombre, pero visto
el cuerpo en su significado esponsal, como expresión del "sincero don
de sí mismo" (MD 10). La sexualidad humana implica, por tanto, la
totalidad de la persona:
En el contexto de una cultura que deforma gravemente e incluso pervierte el
verdadero significado de la sexualidad humana, porque la desarraiga de su
referencia a la persona, la Iglesia siente más urgente e insustituible su misión de
presentar la sexualidad como valor y función de toda la persona, creada -varón y
mujer- a imagen de Dios (FC 32).
Todo intento de acercarse a la sexualidad humana desde una
óptica dualista, se encuentra condenado al fracaso, ya sea eliminando la
dimensión espiritual del cuerpo o menospreciando la condición
encarnada del espíritu. Una antropología dualista está viciada desde sus
raíces para captar el sentido y valor de la sexualidad. "El acto conyugal,
con el que los esposos se manifiestan recíprocamente el don de sí
mismos, es un acto indivisiblemente corporal y espiritual", afirma la
Donum Vitae (II,B 4).
El significado humano de la sexualidad radica esencialmente en la
relación entre personas, esto es, en la reciprocidad del encuentro entre
seres personales encarnados, sexuados. Todo el misterio de la sexualidad
humana se halla en este encuentro interpersonal, que no puede agotarse
ni separarse de las condiciones corpóreas. La sexualidad humana se da
únicamente en las relaciones entre personas que se reconocen como
tales. Por ello como dice A. Jeannière:
No es la sexualidad la que nos hace inventar el amor, sino el amor el que nos
revela la naturaleza de la sexualidad. 25
32
varón. Desde el mismo momento de la creación, el ser humano existe en
la diferencia de sexo y en la recíproca relación sexual.
La sexualidad como don del Creador, con su bondad original y con
las implicaciones del pecado, confundiendo e incluso falsificando el
lenguaje sexual, nos lleva a Cristo que, con su redención, asume la
sexualidad, la sana y restituye a su bondad original de gracia y santidad:
Dios ha creado al hombre a su imagen y semejanza: llamándolo a la existencia
por amor lo ha llamado al mismo tiempo al amor. Dios es amor (1Jn 4,8) y vive
en sí mismo un misterio de comunión personal de amor. Creándola a su imagen y
conservándola continuamente en el ser, Dios inscribe en la humanidad del
hombre y de la mujer la vocación del amor y de la comunión. El amor es por tanto
la vocación fundamental e innata de todo ser humano (FC 11).
Como tercer criterio general de moralidad, hay que afirmar que
"tan sólo el acto conyugal posee las condiciones realmente humanas
para engendrar una nueva persona humana".
4. AMOR Y PROCREACIÓN
33
La diversa y complementaria sexualidad masculina y femenina
testimonia espléndidamente que la persona es un don llamado a
donarse. "El don -decía Juan Pablo II el 9-1-80- revela una característica
particular de la existencia personal, más aún, de la misma esencia de la
persona. Cuando Dios dice que 'no es bueno que el hombre esté solo'
(Gen 2,18), afirma que el hombre en solitario no realiza plenamente su
esencia. La realiza existiendo con alguien, y todavía más
profundamente y más plenamente, existiendo para alguien".
26 Cfr EV 43.
34
Dios, que es amor y vida, ha inscrito en el varón y en la mujer la llamada a una
especial participación en su misterio de comunión personal y en su obra de
Creador y Padre. Por esa razón, el matrimonio posee bienes y valores específicos
de unión y procreación, incomparablemente superiores a los de las formas
inferiores de la vida. Estos valores y significados de orden personal determinan,
en el plano moral, el sentido y los límites de las intervenciones artificiales sobre
la procreación y el origen de la vida humana. Tales procedimientos no deben
rechazarse por el hecho de ser artificiales; como tales testimonian las
posibilidades de la medicina, pero deben ser valorados moralmente por su
relación con la dignidad de la persona humana, llamada a corresponder a la
vocación divina al don del amor y al don de la vida (DV 3).
5. MATRIMONIO
27 Cfr EV 92.
35
adopción manifiestan el amor de Dios Padre, que en su Hijo nos ha
adoptado como hijos suyos.28
La concepción cristiana del matrimonio y de la familia se basa en
el orden mismo de la creación. En efecto, "Dios no creó al hombre en
solitario. Desde el principio los hizo hombre y mujer y su unión constituye
la expresión primera de la comunión de personas" (GS 12). En
consecuencia, leemos en la Familiaris Consortio:
La sexualidad, en la que el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos
propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que
afecta al núcleo íntimo de la persona en cuanto tal. Ella se realiza de modo
verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el que
el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte. La
donación física total sería un engaño si no fuese signo y fruto de una donación en
la que está presente toda la persona, incluso en su dimensión temporal; si la
persona se reservase algo o la posibilidad de decidir de otra manera en orden al
futuro, ya no se donaría totalmente. Esta totalidad, exigida por el amor conyugal,
corresponde también con las exigencias de una fecundidad responsable, la cual,
orientada a engendrar una persona humana, supera por su naturaleza el orden
puramente biológico y toca una serie de valores personales, para cuyo
crecimiento armonioso es necesaria la contribución durable y concorde de los
padres.
El único lugar que hace posible esta donación total es el matrimonio, es
decir, el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el
hombre y la mujer aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios
mismo, que sólo bajo esta luz manifiesta su verdadero significado (FC 11).
La sexualidad conyugal constituye la expresión del don definitivo
que el cónyuge hace de sí mismo al otro y, por consiguiente, establece
una comunión interpersonal total e indisoluble entre los esposos. La
unión sexual es la expresión de una previa unión afectiva y espiritual, por
la que hombre y mujer se entregan mutuamente de un modo total,
exclusivo y definitivo. Siendo la sexualidad una dimensión que implica
a la persona humana en su totalidad, la donación física sería falsa y
egoísta si no respondiese a una previa donación afectiva y espiritual
completa, de la que se excluye todo tipo de reserva presente y futura.
La indisolubilidad del matrimonio no es otra cosa que la expresión
de la exigencia de fidelidad que brota del auténtico amor conyugal, de la
alianza personal de los esposos, del bien de los hijos y de la dimensión
social del matrimonio, que rebasa los intereses privados de los cónyuges.
Por ello, en el plan de Dios, el vínculo conyugal del matrimonio queda
substraído a la voluntad privada de los esposos, por ser intrínsecamente
indisoluble.
36
amor fidelísimo y la entrega irrevocable de Cristo a su esposa, la Iglesia
(Ef 5,22ss).
En el matrimonio cristiano, como participación de esta unión
misteriosa de Cristo con la Iglesia, marido y mujer están llamados -y
posibilitados- a amarse entre sí con una fidelidad que es manifestación
de la fidelidad de Cristo. La unión conyugal consuma la sacramentalidad
del matrimonio, símbolo vivo de la comunión entre Dios y los hombres y
entre Cristo y su Iglesia.
Cuando un hombre y una mujer contraen matrimonio se entregan
el uno al otro para realizar, al servicio del reino de Dios, su comunión de
vida y amor. Su entrega mutua, sin reservas respecto al porvenir, es
manifestación del don total y en común de sí mismos a Dios. Esta
entrega de los esposos cristianos a Dios es respuesta al don irrevocable
de Dios a los hombres en Cristo. El consentimiento matrimonial de los
cristianos es una palabra dada a Dios y aceptada por El para siempre.
La indisolubilidad del vínculo sacramental está, pues, en estrecha
conexión con la realidad del ser cristiano y con lo irrevocable y definitivo
del don de Dios al hombre. La unión conyugal de los cristianos es, por
tanto, indisoluble y exige fidelidad mutua no sólo por razón del bien de
los cónyuges, de los hijos y de toda la sociedad humana, sino
principalmente por la condición sacramental del matrimonio cristiano.
Los esposos cristianos, dada su condición de miembros de Cristo,
no se pertenecen a sí mismos, sino al Señor. Por el sacramento del
matrimonio, su amor conyugal es asumido por el amor divino, están
fortificados y como consagrados para cumplir su misión conyugal
familiar.29
Un nuevo criterio fundamental para la bioética, puede ser
formulado con la Gaudium et spes:
Al tratar de armonizar el amor conyugal y la transmisión responsable de la vida,
la moralidad de la conducta no depende solamente de la rectitud de la intención
y de la valoración de los motivos, sino de criterios objetivos deducidos de la
naturaleza de la persona y de sus actos, que respetan el sentido íntegro de la
mutua donación y de la procreación humana, en un contexto de amor verdadero
(n.51).
29 Nota de la Com. Episcopal Española para la doctrina de la Fe, del 7-5-77, n. 9-11.
37
Dios.30 Hombre y mujer unidos en una sola carne, que se manifiesta en el
hijo fruto de su unión, es la imagen de Dios amor y fuente de la vida.
31 Cfr EV 43-44.
38
vida. El significado unitivo del amor conyugal lleva siempre la fuerza
liberadora que salva a los cónyuges del egoísmo a dos. Por eso, a la
sexualidad, expresión plena del amor conyugal, le es esencial la
dimensión creadora. Esta apertura a la vocación creadora es esencial e
intrínseca al matrimonio.32
El cometido fundamental de la familia es el servicio a la vida, el realizar a lo largo
de la historia la bendición original del Creador, transmitiendo en la generación la
imagen divina de hombre a hombre (FC 28).
La unión conyugal es creadora en cuanto participación en la acción
creadora de Dios. Es cooperación al amor con que Dios crea al hombre a
su imagen. Acoger el amor conyugal quiere decir substancialmente
acoger la bendición y misión de transmitir la vida que Dios les ha
concedido. Un amor conyugal que arbitrariamente se cierra a la
fecundidad rechaza su plena y genuina realización, lo mismo que la
apropiación arrogante de la paternidad, como si el hombre tuviera
derecho a la procreación.
Lo propio del pueblo de Dios es su fe en Dios. Y Dios no está
ligado a leyes o ciclos biológicos. El hijo es don suyo, fruto de su
bendición. El es quien ofrece el hijo a los padres, aún siendo éstos
estériles. Los hijos vienen, pues, de Yahveh (Gen 4,1;24,60;Rut 4,11;Sal
113,9); son, por tanto, herencia de Yahveh (Sal 127,3;Ez 16,21). Así, el
nacimiento de Seth es considerado como el cumplimiento de la bendición
dada por Dios a la primera pareja humana (Gen 5,1-3). Y Malaquías lo
dirá de toda pareja: "¿No ha hecho Dios un solo ser que tiene carne y
soplo de vida? Y este único ser ¿qué busca? Una descendencia dada por
Dios" (2,14- 16). El hijo es el fruto de la unión en "una sola carne", unión
conyugal en el amor como don de Dios. Por ello, el hijo pertenece a Dios
y ha de ser educado en la fe en Dios:
La fecundidad es el fruto y el signo del amor conyugal, el testimonio vivo de la
entrega plena y recíproca de los esposos. El cultivo auténtico del amor conyugal y
toda la estructura de la vida familiar que de él deriva, sin dejar de lado los demás
fines del matrimonio, tienden a capacitar a los esposos para cooperar con
fortaleza de espíritu con el amor del Creador y del Salvador, quien por medio de
ellos aumenta y enriquece diariamente su propia familia. La fecundidad del amor
conyugal no se reduce sin embargo a la sola procreación de los hijos, aunque sea
entendida en su dimensión específicamente humana: se amplía y se enriquece
con todos los frutos de vida moral, espiritual y sobrenatural que el padre y la
madre están llamados a dar a los hijos y, por medio de ellos, a la Iglesia y al
mundo (FC 28).
El creyente en Dios vive su paternidad como participación de la
paternidad de Dios. Los hijos son un don de Dios a los padres, pero son
de Dios y como tales han de ser considerados, ofreciéndolos a Dios como
su herencia (Ez 16,20-21). Porque lo que se manifiesta en todo
nacimiento no es otra cosa que el acto creador de Dios (Is 43,7; Jr 1,5;Job
31,15). El hombre, que puede dar nombre a todas las cosas, y así
poseerlas (Gen 2,20), recibe su nombre de Dios mismo (Gen 5,2). Esto
quiere decir que el hombre ejerce, en nombre de Dios, como donación, la
soberanía sobre la tierra, pero él pertenece a Dios. 33 Ni el hijo pertenece
33 Cfr EV 39s.
39
a los padres; ni es posesión suya, ni tienen derecho a él ni sobre él. Toda
manipulación sobre el hombre es un atentado al designio de Dios y al
hombre en cuanto tal. Es una violación del plan de Dios y de la
autonomía del hombre, que no es nunca objeto de posesión de ningún
otro hombre. La vida humana, don de Dios, pertenece en exclusiva a
Dios, único Señor, como están llamados a proclamar y a transmitir a
sus hijos los padres creyentes:
Escucha, Israel: Yahveh nuestro Dios es el único Dios. Amarás a Yahveh, tu Dios,
con todo tu corazón, con toda tu mente y con toda tu fuerza. Queden en tu
corazón estas palabras que yo te dicto hoy. Se las repetirás a tus hijos, les
hablarás de ellas tanto si estás en casa como si vas de viaje, al acostarte y al
levantarte (Dt 6,4-7).
40
Pero, aun siendo un valor fundamental, la vida no es un valor
absoluto. La acogida agradecida de la vida, don de Dios, no puede llevar
a la idolatría de la vida. La vida como don se vive plenamente en la
donación. En Cristo aparece la plenitud de la vida, precisamente en la
plenitud del amor: "En esto hemos conocido el amor: en que El dio su
vida por nosotros" (1Jn 3,16). Y concluye el texto: "También nosotros
debemos dar la vida por los hermanos". La vida como don gratuito se
manifiesta en el amor y "no hay mayor amor que éste: dar la vida por los
amigos" (Jn 15,13).34
Cristo, con la entrega de su vida, y el Evangelio, con su palabra
salvadora, nos manifiestan y abren el camino de la realización total de la
vida humana. No es la idolatría de la vida la que le da valor y plenitud. La
vida como don se realiza dándose: "El que quiera salvar su vida, la
perderá; pero el que pierda su vida por mí y el evangelio, la salvará" (Mc
8,35).
Esta visión de fe responde coherentemente con la visión
antropológica del hombre. El hombre, ser personal, es relación, apertura
y donación. Lo que especifica al hombre en cuanto persona es
precisamente la capacidad de donarse y "no puede encontrar su propia
plenitud si no es en la entrega sincera de sí mismo a los demás" (GS 24).
Juan Pablo II lo ha expresado en su teología "esponsal del cuerpo":
El don revela una particular característica de la existencia personal, más aún, de
la misma esencia de la persona. Cuando Dios dice que "no es bueno que el
hombre esté solo" (Gen 2,18), afirma que el hombre en soledad no realiza
totalmente su esencia. La realiza plenamente únicamente existiendo "con
alguien", o aún más profunda y más plenamente, existiendo "para alguien" (9-1-
1980).
El cuerpo humano -sigue diciendo-, con su sexualidad, con su masculinidad y
feminidad, visto en el misterio mismo de la creación, no es sólo fuente de
fecundidad y procreación, sino que encierra "desde el principio" el atributo
"esponsal", es decir, la capacidad de expresar el amor: aquel amor por el que el
hombre en cuanto persona se hace don y mediante el que actúa en el sentido
mismo de su ser y existir (16- 1-80).
La vida como valor fundamental del hombre prevalece siempre
sobre valores como la salud, el placer, la técnica, el arte, la ciencia: "¿de
qué le sirve al hombre ganar el mundo entero si pierde su vida?, pues
¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?" (Mc 8,36s); pero no
tiene primacía sobre los valores morales. El plan de Dios sobre el hombre
tiene la prioridad sobre la conservación de la propia vida. Cristo, en
fidelidad a la voluntad del Padre, entregó su vida por nosotros. El
discípulo de Cristo, con la fuerza de su Espíritu, no vive ya para sí, sino
para Cristo y para los hombres. Su vida es un testimonio del amor de
Dios a los hombres. El martirio es la plenitud de vida para él.
41
2. FECUNDACIÓN ARTIFICIAL
42
creación. Preciosos recursos del hombre cuando se ponen a su servicio y
promueven su desarrollo integral en beneficio de todos, la ciencia y la
técnica, sin embargo, no pueden indicar por sí solas el sentido de la
existencia y del progreso humano. Por estar ordenadas al hombre, en el
que tienen su origen y su desarrollo, reciben de la persona y de sus
valores morales la dirección de su finalidad y la conciencia de sus límites.
Y "a causa de la vocación y de las responsabilidades sociales de la
persona, el bien de los hijos y de los padres contribuye al bien de la
sociedad civil; la vitalidad y el equilibrio de la sociedad exigen que los
hijos vengan al mundo en el seno de una familia, y que ésta esté
establemente fundada en el matrimonio". "La tradición de la Iglesia y la
reflexión antropológica reconocen en el matrimonio y en su unidad
indisoluble el único lugar digno de una procreación verdaderamente
responsable" (DV II,1). "La alteración de las relaciones personales en el
seno de la familia tiene repercusiones en la sociedad civil: lo que
amenace la unidad y la estabilidad de la familia constituye una fuente de
discordias, desórdenes e injusticias en toda la vida social" (II,2).
Por ello, a continuación, después de una breve descripción de las
técnicas biomédicas y de sus indicaciones terapéuticas o psicológicas,
trataré de iluminarlas desde el punto de vista moral, a la luz de los
criterios presentados en el capítulo anterior. La ciencia y la técnica no
son moralmente indiferentes; exigen el respeto incondicionado de los
criterios fundamentales de la moralidad, el servicio a la persona humana
y a su bien integral según el plan de Dios. Las intervenciones artificiales
sobre la procreación no se deben rechazar por el mero hecho de ser
artificiales, pero han de ser evaluadas moralmente por su relación con la
persona, dotada de una dignidad y vocación divina. Lo que es
técnicamente posible no es, por esa sola razón, moralmente admisible. 35
a) Técnica
43
inseminación, es decir, el momento mejor para el encuentro en el interior
de la mujer de los espermatozoides con el óvulo u óvulos maduros.
Hechas estas dos exploraciones, se procede a recoger el semen
del varón. Se hace por masturbación en el momento previo a la
inseminación, si se quiere usar como semen fresco; o se hace con
anterioridad y se conserva congelado hasta el momento de la
inseminación. En los casos en que la esterilidad de la pareja depende del
varón, antes de transferir a la mujer el semen, es preciso "capacitarlo" en
el laboratorio, seleccionando los espermatozoides más vitales y con
mayor movilidad y capacidad de penetración del óvulo y, al mismo
tiempo, eliminando los fluidos seminales que puedan ser causa de su
incapacidad o del rechazo por parte de la mujer.
Una vez hecha esta preparación del semen en el laboratorio, se
pasa a la inseminación. Por medio de un catéter se hace llegar al interior
de la cavidad uterina el semen capacitado para la fecundación del óvulo,
en el momento adecuado previamente determinado.
b) Indicaciones terapéuticas
c) Motivaciones psicológicas
44
pudiendo llevar a la pareja a reducir su mundo de comunicación con los
demás, distanciándose progresivamente del ámbito social en que se
desenvuelven, debido al reproche real o imaginario que consciente o
inconscientemente les hace experimentar su sentimiento de incapacidad.
La ansiedad, que crea su sentimiento de impotencia para procrear,
incrementa las tensiones de la pareja, llevándoles a reprocharse el uno al
otro la causa de la esterilidad. La vida se llena de mensajes que les
recuerdan a todas horas su deficiencia. De aquí, la pretendida
justificación del recurso a la inseminación artificial, como medio para
salvar el mismo matrimonio. Desde que en 1799 Hunter obtuvo, en los
Estados Unidos, la primera gestación artificial de una mujer con semen
de su marido son muchas las parejas que han recurrido a esta técnica. 36
45
Y la Donum vitae, fiel a la doctrina tradicional de la Iglesia,
permite el uso de algunos medios artificiales para "facilitar el acto
conyugal o para ayudarle a alcanzar su propio fin":
La inseminación artificial homóloga dentro del matrimonio no se puede admitir,
salvo en el caso en que el medio técnico no sustituya el acto conyugal, sino que
sea una facilitación y una ayuda para que aquél alcance su finalidad natural (II,6).
Quizá sea conveniente señalar que los medios para facilitar y
ayudar la fecundación son innumerables, aunque no aparezcan
difundidos por la prensa diaria. El silencio sobre los progresos de la
cirugía de las trompas o de los tratamientos de la infertilidad se debe a
que, evidentemente, son mucho menos sensacionales que los "niños-
probeta". Y sin embargo, esos medios -de auténtica medicina- permiten
el nacimiento de un número de niños infinitamente superior a los logros
de la fecundación extra-corporal.
46
En ambos casos se da el peligro de despersonalización del
amor conyugal, como ya lo proclamara Pío XII en su alocución del 29-
10-1951 a las obstétricas italianas:
47
fecundación fuera del cuerpo de los esposos queda privada, por esa razón, de los
significados y de los valores que se expresan, mediante el lenguaje del cuerpo, en
la unión de las personas humanas (II,4).
a) Indicaciones terapéuticas
48
En cuanto a la técnica y a las motivaciones psicológicas no
hay diferencia entre la IAC y la IAD. Y terapéuticamente, las
indicaciones suelen ser:
-esterilidad originada por factores insolubles del semen del esposo
como azoospermias.
-esterilidad por anomalías genéticas del esposo, que causan el
aborto en los primeros meses del embarazo.
-enfermedades genéticas y hereditarias del esposo.
-incompatibilidad del factor Rh de los esposos.
49
fecundación a lo largo de toda la vida. El hijo, con sus rasgos heredados
del padre genético, está constantemente haciéndole presente entre los
esposos, distanciándoles entre ellos.
La procreación de una nueva persona, en la que el varón y la
mujer colaboran con el poder del Creador, deberá ser el fruto y el signo
de la mutua donación personal de los esposos, de su amor y de su
fidelidad. La fidelidad de los esposos, en la unidad del matrimonio,
comporta el recíproco respeto de su derecho a llegar a ser padre y madre
exclusivamente el uno a través del otro. Así, "los padres hallan en el hijo
la confirmación y el completamiento de su donación recíproca: el hijo es
la imagen viva de su amor, el signo permanente de su unión conyugal, la
síntesis viva e indisoluble de su dimensión paterna y materna" (DV II,1).
En realidad, la inseminación artificial con semen de un donante y
-como se práctica normalmente-, con la fecundación in vitro con semen
congelado, procedente de un banco de semen, supone numerosas
disociaciones, que la hacen inaceptable moralmente, es decir,
humanamente: disociación entre el acto conyugal y la concepción,
entre la concepción y el embarazo y entre la paternidad genética y la
paternidad social y educadora.
También aquí se tiende, dualísticamente, a relativizar la
paternidad biológica para exaltar la paternidad espiritual, llegando a
separar los conceptos de fecundidad y paternidad. 41 La unidad psico-
física de la persona es completamente disociada. El hijo, ciertamente, ha
de ser concebido en la mente y el corazón de los esposos, pero es este
amor el que llega a ser conyugal hasta hacer de los dos una sola carne,
que se desborda en la unión carnal, engendrando así al hijo. El amor y la
procreación no se dejan reducir a mera biología, pero tampoco la
excluyen. Como humanos se caracterizan por la totalidad unificada
de la persona humana.
A la raíz de las tendencias, que quieren justificar la IAD negando
importancia al aspecto biológico de la fecundación, está el error del
dualismo antropológico, que niega la unidad sustancial de la persona
como espíritu encarnado. La realidad integral del hombre es asumida por
el lenguaje del amor que, así, pronuncia la palabra de la vida, de la
nueva vida humana. No se puede, pues, despojar a la paternidad
humana de una componente fundamental de la persona, como es su
enraizamiento corpóreo y sexual.
Por otra parte, el esperma pertenece a un orden de realidad y
significado completamente diverso de la sangre. No puede aceptarse la
pretensión de algunos de asimilar la donación del esperma con la
donación de la sangre. El esperma goza de una singularidad única al ser
portador del patrimonio genético y ser, por tanto, recapitulación de una
historia, transmisor de los caracteres personales, expresión de una
genealogía.42
50
Pero la razón fundamental de la ilicitud de la IAD está en que
contradice radicalmente la verdad del amor de los esposos entre ellos y
de los padres en relación al hijo. Como ha señalado Paul Ramsey, la IAD
ha de ser considerada inmoral no sólo por la "paternidad anónima"(con
su peligro de incesto), sino sobre todo porque niega la conexión
fundamental entre la vocación unitiva y la vocación procreativa de los
esposos.43
La ofensa primera de la IAD es al amor conyugal en lo más típico
y fundamental de éste, que consiste en la recíproca donación total
que lleva a los esposos a la comunión hasta hacer de ellos "una sola
carne". La intromisión de un tercero completamente extraño, como es el
donador, ofende y disocia esta unidad. Pero ya, cuando los esposos se
deciden por la IAD, están negando el amor entre ellos, pues el amor
conyugal, en su singularidad y totalidad, supone la donación al otro así
como es y la acogida del otro como él es. Como escribe H. Wattiaux,
recurriendo a la IAD, "la esposa que se dona a su marido no lo acoge con
la herida de la esterilidad que le marca. Ella toma ciertamente lo que él
puede darle de placer, de ternura, de solicitud, de comprensión. Pero es
de otro -no del marido, aunque sea con su consentimiento- de quien ella
se espera la valorización de su sexualidad con la maternidad. Y en
cuanto al marido, su consentimiento no anula la ruptura del legamen
conyugal en la interdependencia de sus elementos constitutivos: la
intimidad sexual en el amor y la manifestación de este lazo en el niño.
Porque, a pesar del anonimato del padre biológico, el niño que nace es el
hijo de su esposa y del donador del esperma". 44
43 Cfr. P. RAMSEY, Fabricated Man. The Ethic of Genetic Control, New Haven 1970, p.
128; J. GAFO, ¿Hacia un mundo feliz? Problemas éticos de las nuevas técnicas
reproductoras humanas, Madrid 1987.
51
Estas razones determinan un juicio moral negativo de la fecundación artificial
heteróloga. Por tanto, es moralmente ilícita la fecundación de una mujer casada
con el esperma de un donador distinto de su marido, así como la fecundación con
el esperma del marido de un óvulo no procedente de su esposa. Es moralmente
injustificable, además, la fecundación artificial de una mujer no casada, soltera o
viuda, sea quien sea el donador (II,2).
52
Recuérdese que la ley sólo regula y prohíbe lo que ya se hace. Por eso
enumero algunas de estas posibilidades, ya practicadas:
-la selección de donadores según ciertos cánones de fuerza,
inteligencia o belleza, que no son sino formas modernas de racismo, que
contradicen la tan afirmada igualdad de derechos y dignidad de la
persona humana.47
47 Cfr. K. RAHNER, Il problema della manipulazione genetica, en Nuovi Saggi, III Roma
1969, p.374-377; E. CHIAVACCI, Fertilitá e sterilità: l'approccio etico, en Rassegna di
teologia (1982)415-416.
53
Teniendo en cuenta todas estas situaciones y consideraciones
morales, la Congregación de la Doctrina de la Fe afirma:
La fecundación artificial heteróloga es contraria a la unidad del matrimonio, a la
dignidad de los esposos, a la vocación propia de los padres y al derecho de los
hijos a ser concebidos y traídos al mundo en el matrimonio y por el matrimonio
(DV II,2).
a) Técnica
54
mantienen aún en el medio de cultivo por unas horas (de 12 a 24);
durante este tiempo comienzan a dividirse las células en progresión
geométrica: 2,4,8,16...
d) Transferencia de embriones: Terminadas las fases de la
fecundación in vitro (FIV), se pasa a la última fase: transferencia de los
embriones (TE) al útero de la mujer a través del cuello del útero,
operación que se lleva a cabo en el quirófano mediante un fino catéter
cuando, en la fase de división celular, se han formado de 2 a 16 células,
unas ocho horas después de la fecundación. Cuanto antes se realice es
mejor, pues el contacto con la mucosa uterina en los primeros momentos
reduce el porcentaje de abortos. Terminada la FIVTE, la mujer deberá
permanecer aún en reposo durante un tiempo y, luego someterse a
controles regulares durante el tiempo del embarazo. Esta fase supone el
momento más difícil y es en la que se dan más fracasos. Para superar
esta dificultad se transfieren al útero femenino varios embriones con la
esperanza de que alguno de ellos logre anidarse. 51
A la FIVTE se equipara la TIG: transferencia intratubárica de
gametos. Las dos primeras fases son prácticamente idénticas; solo que
la fecundación no tiene lugar in vitro, sino que los óvulos y el semen
capacitado se colocan juntos en el interior de la trompa de Falopio,
donde se efectúa la fecundación.
b) Indicaciones médicas
Terapéuticamente, la FIVTE está indicada en
-esterilidad por anomalías de las trompas de Falopio de la mujer,
que impiden a estas realizar su función.
-esterilidad por malformaciones congénitas de los ovarios, que
impiden la ovulación, haciéndose necesarios los óvulos de donante.
-esterilidad por alteraciones del semen masculino: escaso número
de espermatozoides, falta de movilidad o ausencia total de
espermatozoides, requiriéndose el semen de donante.
-impotencia del varón.
-incompatibilidad de base inmunológica entre el semen del varón y
el moco del cuello del útero; o en el caso de esterilidad por la producción
de anticuerpos de la mujer respecto de los espermatozoides.
-en prevención de diversas enfermedades genéticas transmisibles
de la mujer al varón, o viceversa, o al embrión.
Junto a estas indicaciones terapéuticas, orientadas a vencer la
esterilidad, se mezclan otras muchas intenciones en la técnica de la
FIVTE. Se puede practicar la FIVTE con finalidad puramente científica, es
decir, para conocer el modo y características de la fecundación humana
y el desarrollo de la vida en sus fases iniciales. Otra intención puede ser
la eugenética, esto es, descubrir las taras hereditarias y buscar las
formas de curarlas. A veces se puede practicar para conocer el poder
manipulador del hombre sobre la fecundación y la gestación: ¿cuánto
tiempo es posible mantener la vida humana en gestación fuera de su
51 Para una información más detallada, pueden verse:A. BOMPIANI, Gli aspetti tecnici
della fecondazione in vitro e dell'embryotransfer umano, en Federazione Medica (1984)5-
13;VARIOS, La fecundación artificial: ciencia y ética, Madrid 1985;VARIOS, Nuevas
técnicas de reproducción humana: Biomedicina, Ética y Derecho, Madrid 1986.
55
ámbito natural? ¿Es posible a la ciencia y técnica producir "niños-
probeta"? Las fantasías descritas en Un mundo feliz, de Huxley, ¿son
posibles en la realidad?...
Pero, una vez más, hay que repetir que la ciencia no es el supremo
valor del hombre, ni el resultado técnico es la fuente de la moralidad, es
decir, del desarrollo humano del hombre. Con la FIVTE se podrá vencer
en muchos casos la esterilidad, pero al precio de la humanidad de la
persona. Ya el primer precio es el incontable número de exámenes y
manipulaciones, con la ansiedad de esperas angustiosas y,
frecuentemente, de reiteradas desilusiones. Nuestra sociedad, en sus
medios de comunicación, aplaude y se maravilla con el nacimiento de
cada "niño-probeta", sin darse cuenta del alto precio humano de sus
procedimientos...
El matrimonio constituye un modo específico de vivir el amor
como don y, por tanto, es una forma de realizarse el hombre como
persona. En la reciprocidad hombre-mujer y en su total donación mutua
se expresa el ser personal del hombre. Y, en este contexto, cobra todo su
sentido la procreación del hijo, como ser personal: la nueva persona es
engendrada por el amor recíproco y total de los padres. Es lo que, dando
voz a la experiencia de los esposos, afirma Juan Pablo II en la Familiaris
consortio:
En su realidad más profunda, el amor es esencialmente don y el amor conyugal, a
la vez que conduce a los esposos al recíproco conocimiento que les hace una
sola carne, no se agota dentro de la pareja, ya que los hace capaces de la
máxima donación posible, por la que se convierten en cooperadores de Dios en el
don de la vida a una nueva persona humana. De este modo los cónyuges, a la
vez que se dan entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del hijo, reflejo
viviente de su amor, signo permanente de la unidad conyugal y síntesis viva e
inseparable del padre y de la madre.(n. 14)
La procreación de una persona es humana, es moral, cuando se
inserta en esta lógica de donación. La identidad de la persona como
don, exige que en relación a ella -en su gestación y en las siguientes
etapas de su vida- se adopte un comportamiento conforme a su ser:
debe ser querida en sí misma y por sí misma, como don gratuito, no
como medio para colmar un vacío afectivo o de cualquier otra
naturaleza. La gratuidad es la única forma realmente humana de acoger
una nueva vida. Es humana la procreación de un hijo cuando acontece
en el amor y por amor.
56
depende del conocimiento, de la habilidad técnica y del rigor científico
del procedimiento, independientemente del amor de los esposos:
La FIVTE, incluso homóloga, se realiza fuera del cuerpo de los cónyuges por
medio de gestos de terceras personas, cuya competencia y actividad técnica
determina el éxito de la intervención; confía la vida y la identidad del embrión al
poder de los médicos y de los biólogos, e instaura un dominio de la técnica sobre
el origen y sobre el destino de la persona humana. Una tal relación de dominio es
en sí contraria a la dignidad y a la igualdad que debe ser común a padres e hijos
(DV II,5).
57
concebido en la frigidez de una probeta deshumana, influirá
notablemente en su personalidad.
* * *
4.EMBRIONES SOBRANTES
58
exigencia técnica de la FIVTE lleva a preparar, mediante estimulación, la
maduración de varios ovocitos en la mujer. Así, una vez recogidos los
óvulos maduros, éstos son fecundados in vitro. Algunos de los
embriones son transferidos a la mujer. Pero, ¿qué hacer con los
embriones sobrantes o "supernumerarios"? 53
La técnica ha dado ya su respuesta. Lo mismo que existen bancos
de semen, se han creado bancos de embriones para su conservación
congelándolos. Esta conservación de embriones humanos se presta a un
doble uso de ellos: para fines terapéuticos y para la investigación
científica. Como descaradamente escribía en 1982 el Dr. Edwars, "padre"
de la primera niña-probeta: "Pronto, la estimulación ovárica nos permitirá
tener tres, cuatro o más embriones: dos serán transferidos a la madre, y
los otros podrán ser observados en el laboratorio. No hay duda de que en
un próximo futuro lograremos hacer que muchos embriones crezcan más
allá de la fase de implantación".54
Embriones humanos, hasta hace poco escondidos en el secreto de
las madres, hoy los tenemos a la vista, a disposición de nuestras manos
in vitro. Una vez congelados, estos embriones pueden ser mantenidos
en vida días, meses y años. Se puede pensar en transferirlos al seno de
la madre o de otra mujer, incluso después de la muerte de los padres,
permitiéndoles continuar y desarrollar la vida ya iniciada. Pero, con la
multiplicación de embriones, que permiten las nuevas técnicas, no
siempre será posible asegurar a todos su desarrollo. Las preguntas, en
este caso, se multiplican y los Códigos de bioética responden según la
estima de la persona humana o según las presiones sociológicas o
políticas de cada organismo: A los embriones sobrantes, ¿se les deja
morir?, ¿cuánto tiempo se les puede mantener en vida?, ¿es lícito ya el
hecho de fabricar embriones, cuyo desarrollo humano no es posible
asegurar?, ¿es humano manipularlos, fabricarlos simplemente como
objeto de observación, reducirlos "a conejillos de indias" en aras del
progreso de la ciencia biológica?. 55
Como un aspecto preliminar, en estrecha conexión con la FIVTE, la
Donum vitae dice en relación a los embriones sobrantes:
La consolidación de la práctica de la fecundación in vitro ha requerido formar y
destruir innumerables embriones humanos. Todavía hoy presupone una
superovulación en la mujer: se recogen varios óvulos, se fertilizan y después se
cultivan in vitro durante algunos días. Habitualmente no se transfieren todos a
las vías genitales de la mujer; algunos embriones, denominados normalmente
"embriones sobrantes", se destruyen o congelan. Algunos de los embriones ya
implantados se sacrifican a veces por diversas razones: eugenésicas, económicas
o psicológicas. Esta destrucción voluntaria de seres humanos o su utilización para
fines diversos, en detrimento de su integridad y de su vida, es contraria a la
doctrina antes recordada a propósito del aborto procurado.
La conexión entre fecundación in vitro y la eliminación voluntaria de embriones
humanos se verifica demasiado frecuentemente. Ello es significativo: con estos
53 Cfr EV 14.
54 R.G. EDWARS, The case for studying human embryos and their constiutent tissues
in vitro, New York 1982, p. 371-388.
59
procedimientos, de finalidades aparentemente opuestas, la vida y la muerte
quedan sometidas a la decisión del hombre, que de este modo termina por
constituirse en dador de la vida y de la muerte por encargo. Esta dinámica de
violencia y de dominio puede pasar inadvertida para los mismos que, queriéndola
utilizar, quedan dominados por ella (II).
Evidentemente, sea cual sea la intención, estos embriones son
considerados como puro objeto de observación y de experimentación o,
aún peor, como tejido embrional para reparar otros tejidos en los adultos
o para preparar cosméticos o armas bioquímicas selectivas. Todos estos
casos suponen un desprecio del carácter humano de los embriones.
Como dicen los obispos de Gran Bretaña, en su juicio sobre el Informe
Warnock:
Comprendemos los motivos que han llevado a la Comisión a aceptar la teoría y la
práctica actualmente casi universales de producir embriones en número mayor
del que se requiere clínicamente para la transferencia inmediata a la matriz. Pero
esos motivos no son suficientes para justificar el menosprecio de la dignidad
humana y de los derechos que tal práctica conlleva inevitablemente. 56
La Congregación de la Fe, con razón, nos dice que sería ilusorio
reivindicar la neutralidad moral de la investigación científica y de sus
aplicaciones. Y, por otra parte, los criterios morales no se pueden tomar
ni de la simple eficacia técnica, ni de la utilidad que pueden reportar
unos a costa de otros ni, peor todavía, de las ideologías dominantes. A
causa de su significado intrínseco, la ciencia y la técnica exigen el
respeto incondicionado de los criterios fundamentales de la moralidad:
deben estar al servicio de la persona humana, de sus derechos
inalienables y de su bien verdadero e integral según el plan y la voluntad
de Dios. De aquí su valoración:
60
reconocer los derechos de la persona, principalmente el derecho inviolable de
todo ser humano inocente a la vida (DV I,1).57
5. MADRE SUSTITUTA
61
un niño que no responde a las cualidades esperadas? La verdad es que
no se trata de casos hipotéticos, sino de casos reales.
Y pasando al hijo, ¿no sufrirá al conocer las circunstancias de su
origen, al saberse fruto de una transacción comercial y que su "madre"
no quiso llevarle en su seno? ¿No se preguntará, acaso, quién es su
verdadera madre? El proverbio latino "mater semper certa est, pater
numquam" ha perdido su certeza.
¿Quién es la verdadera madre, la que concibe o la que da a luz?
"Los genetistas no tienen dudas; ellos sólo contemplan el núcleo de las
células sexuales, que lleva en sus cromosomas todos los rasgos
hereditarios. La verdadera madre, dicen impertérritos, es la que
proporcionó el óvulo. Y la gestación, ¿qué es? ¿Se puede decir que la
relación entre la madre gestante y el niño que lleva en su seno es una
simple cohabitación en un mismo cuerpo? ¿Y esto se puede decir hoy
62
que se reconoce en el feto un cierto psiquismo y una cierta capacidad de
63
relación con quien le lleva en las entrañas?". 61
64
La "madre portadora" es un medio, una incubadora de un niño que es un
65
producto.62
66
las plantas o de los animales".63 Los valores fundamentales de la vida y
de la procreación humana hacen que "lo que es técnicamente posible no
sea, por esa sola razón, moralmente admisible".
El ser personal del hombre, como totalidad unificada de cuerpo y
espíritu, exige que la procreación humana sea querida como fruto del
acto conyugal, es decir, del gesto específico de la unión de los esposos.
Sólo así la procreación es realmente humana y conforme al plan de Dios,
"cuya acción creadora" concurre en el inicio de toda vida humana: "En el
origen de toda vida humana hay un acto creativo de Dios: ningún
67
hombre llega a la existencia por casualidad; es siempre el término del
68
amor creador de Dios".64
Pero el intenso deseo del hijo llega a suscitar en los esposos
estériles la idea del derecho al hijo, un derecho a conseguir el hijo "a
toda costa"; si no es posible por la vía normal, ¿por qué no lograrlo
artificialmente si hoy es ya posible? ¿Pero es real el derecho al hijo?
Para los partidarios de la fecundación artificial, el derecho a
procrear es un derecho ilimitado y, por lo tanto, es coherente recurrir a
cualquier método para conseguir el hijo. La falacia de este argumento
contradice el verdadero "derecho a tener un padre", propio de toda
persona humana. La Declaración de los derechos del Niño, de las
Naciones Unidas, así lo reconoce:
El niño, para el pleno y armonioso desarrollo de su personalidad, necesita amor y
comprensión. Siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la
responsabilidad de sus padres y, en todo caso, en un ambiente de afecto y de
seguridad moral y material (principio 2).
El hombre tiene derecho a "formar una familia", pero no tiene
derecho a la procreación. No puede ser objeto de un derecho humano
algo que por su propia naturaleza está fuera del campo de la libertad
humana.
Dentro de la familia, ciertamente, los hijos representan para los
esposos la plenitud de su unión y amor conyugal. Por eso es
comprensible el deseo del hijo y los esfuerzos por vencer la esterilidad.
Pero, en la búsqueda del hijo, el principal límite lo señala el valor y
dignidad que tiene en sí el hijo que se busca. El hijo no es un bien útil
que sirve para satisfacer necesidades de un individuo ni de los esposos
siquiera. El hijo tiene su valor en sí mismo y como tal ha de ser amado y
buscado. La gratitud y no la utilidad es la ley de la transmisión de la vida
humana, como dice el texto ya citado de la Familiaris consortio:
69
derecho útil más o como una consecuencia de la borrachera
70
incontrolable de la libertad humana".65
En sana lógica, jurídica, antropológica y teológicamente, en lugar
del derecho al hijo, hay que afirmar el derecho del hijo. No se da, ni
puede darse, un derecho al hijo, porque el hijo es esencialmente un
don, como acertadamente afirma el Vaticano II: "los hijos son un don
excelentísimo del matrimonio" (GS 50).
El hijo es don en su origen: es el fruto del don mutuo de los
esposos, que al darse entre sí, dan más allá de sí mismos la realidad del
hijo. Así el hijo aparece como don vivo y permanente, fruto y signo del
recíproco donarse en totalidad los mismos esposos.
El hijo es don en sí mismo, pues, en cuanto ser personal, es
"querido por Dios por sí mismo", como ser único y singular, donado a los
padres gratuitamente, sin que les asista ningún derecho para ello. No
pertenece a los padres; es más, el hijo no se pertenece ni a sí mismo,
pues la vida le es dada como a todo hombre. Nadie puede alegar un
derecho a la vida. La vida es un don de Dios. Y como don y no como
derecho ha de ser deseada y recibida, agradecida y vivida.
Pero la sensibilidad moderna, imbuida de mentalidad
consumística, arrastra a los hombres fácilmente por otros caminos. La
sociedad actual, para mantener su ritmo de producción, funciona
suscitando necesidades ilusorias, que el bombardeo publicitario
convierte en necesarias exacerbando nuestros deseos. Multiplicando
nuestras expectativas, nos empujan a buscar la inmediata satisfacción
de toda apetencia. Conseguir el hijo deseado, como un objeto más, entra
en esta lógica consumística; dar satisfacción al deseo de los padres, que
ponen su confianza en el genio de la ciencia y de la técnica, es el móvil
consciente o inconsciente que mueve el conjunto frenético del equipo
que concurre en la FIVTE. De aquí, el grito escandalizado, cuando
alguien dice una palabra de orden moral, que enturbia el goce de la
satisfacción inmediata de un deseo. La moral, en lugar de ser vista como
defensa de la vida, como salvaguardia del hombre, es considerada como
"aguafiestas" de los logros de la ciencia.
El deseo del hijo, con frecuencia, se exacerba particularmente en
la mujer. Es ella quien constata, en su cuerpo, que el hijo deseado no
llega. Mes tras mes siente en su carne esta decepción. Es comprensible,
ante los repetidos fracasos, la ansiedad, el deseo obsesivo del hijo. Pero
es aquí donde está el riesgo. El deseo legítimo del hijo propio, se
transforma en exigencia y necesidad del hijo, llevándola a olvidar que el
hijo ha de ser esperado por él mismo y no como medio para apagar sus
ansias. El hijo, además, sella el amor de los esposos, como signo y
realidad de su amor; pero el deseo obsesivo del hijo puede llevar a lo
contrario, colocándose entre los esposos, absorbiendo mente, corazón y
energías de la esposa, el hijo deseado -o finalmente conseguido
mediante la FIVTE- desplaza al esposo al olvido. La "posesión" del hijo
71
destruye al hijo y al esposo, arruinando la familia que se quería salvar
72
mediante la FIVTE.66
Los estudios psicológicos sobre el deseo de tener un hijo "a toda
costa" revelan las ambivalencias inconscientes de este deseo. La Iglesia,
madre y maestra, experta en humanidad, iluminada por la revelación y
movida por el Espíritu del amor de Dios, tiene una palabra de verdad y
de vida para los esposos estériles:
El sufrimiento de los esposos que no pueden tener hijos o que temen traer al
mundo un hijo minusválido es una aflicción que todos deben comprender y
valorar adecuadamente.
Por parte de los esposos el deseo de descendencia es natural: expresa la
vocación a la paternidad y a la maternidad inscrita en el amor conyugal. Este
deseo puede ser todavía más fuerte si los esposos se ven afligidos por una
esterilidad que parece incurable. Sin embargo, el matrimonio no confiere a los
cónyuges el derecho a tener un hijo, sino solamente el derecho a realizar los
actos naturales que de suyo se ordenan a la procreación.
73
74
3. MANIPULACIÓN GENÉTICA
1. EXPERIMENTACIÓN HUMANA
61 S. ZOLI, E ora di mamme non ce n'è più una sola, Corriere della Sera 23-2-1983, p.
12.
65 M. VIDAL, Bioética, Madrid 1989, p. 90; B. HARING, Moral y medicina. Ética médica
y sus problemas actuales, Madrid 1973.
57
para lograr una vida. Esta ambigüedad se manifiesta en la diversa
actitud ante los diversos experimentos que hoy se llevan a cabo con los
hombres. Para aclararnos, en la experimentación humana hay que
distinguir la experimentación terapéutica de la simple experimentación
sin relación directa con la terapia de la persona sometida a
experimentación.
Pío XII ya dio la clave para discernir la moralidad de la
experimentación humana. El criterio supremo para discernir la moralidad
de un experimento es la consideración del hombre como persona. No
existe ningún valor que justifique el reducir al hombre a objeto o medio,
ni la ciencia, "pues la ciencia no es el valor más alto al que todos los
otros órdenes de valores están ordenados", ni un interés injustificado del
mismo paciente, pues el hombre no puede disponer arbitrariamente de sí
mismo:
El paciente no puede conferir más derechos que los que él mismo posee. En lo
que concierne al paciente, él no es dueño absoluto de sí mismo, de su cuerpo, de
su espíritu. No puede, por tanto, disponer libremente de sí mismo, como a él le
plazca. (Discurso del 14-9-1952)
Con estos límites, hay que afirmar que el valor absoluto del
hombre en cuanto persona hace que no se puede realizar con él
lícitamente ningún experimento sin su libre consentimiento:
Nadie puede entrometerse en su esfera sin recibir de él específica autorización; él
es el único responsable de los compromisos asumidos frente a sí mismo, frente a
la comunidad y frente a Dios; nadie puede sustituirlo en sus acciones...Sólo en
caso de urgencia, el consentimiento será presumible con tal de que se haga a su
favor.68
Esto hace ilícitos los experimentos llevados a cabo sobre
encarcelados, sobre condenados a muerte, los experimentos tristemente
célebres llevados a cabo por los nazis y tantos experimentos actuales
que sacrifican la integridad y hasta la vida de seres humanos en aras de
la investigación y del progreso científico.
Por lo que se refiere a la experimentación terapéutica de nuevos
medicamentos y de nuevas prácticas médicas, es preciso, por tanto, el
libre consentimiento de la persona objeto del experimento y que éste no
le cause daño, al privarla de otros medicamentos seguros o exponiéndola
a efectos secundarios perjudiciales, aunque no deseados, del nuevo
tratamiento.
En cuanto a la experimentación no terapéutica, en bien de la
sociedad, otorgado el consentimiento de la persona sometida al
experimento, se puede aceptar el riesgo que supone toda novedad, con
tal de que no se ponga en peligro la vida o la integridad psicosomática y
exista una razonable proporción entre el posible daño y el bien que se
pretende con el experimento...Pero nunca es lícito someter a
experimentación la vida humana. Pues, en todo caso, se trata de la
vida humana, es decir, del hombre en su totalidad unificada. Juan Pablo
II se lo recordaba a los participantes a un Congreso sobre la
experimentación biológica, el 23-10-1982:
El hombre es, también para vosotros, el término último de la investigación
científica, el hombre entero, espíritu y cuerpo, aunque el objeto inmediato de las
ciencias que vosotros profesáis sea el cuerpo con todos sus órganos y tejidos.
58
Pero el cuerpo del hombre no es independiente del espíritu como el espíritu no es
independiente del cuerpo por la unidad profunda y por la interferencia mutua que
existe entre ellos. La unidad sustancial entre espíritu y cuerpo, e indirectamente
con el cosmos, es tan esencial que toda actividad humana, incluso la más
espiritual, está en cierto modo penetrada y colorada por la condición corpórea;
mientras el cuerpo ha de ser igualmente gobernado y orientado por el
espíritu...En consecuencia, no siento ninguna inquietud ante las
experimentaciones biológicas realizadas por científicos que, como vosotros,
tienen un profundo respeto de la persona humana, porque estoy seguro que sus
experimentos contribuirán al bien integral del hombre.
Este bien integral del hombre, del que habla el Papa, no es sólo el
bien individual y privado, sino que siempre tiene en cuenta la dimensión
social del hombre.69 La investigación humana, si es humana, mira al
hombre, a todo el hombre y a todos los hombres. En definitiva se trata
del principio, que debería ser claro para todos: no es el hombre para el
progreso, sino el progreso para el hombre. Este criterio básico se
obnubila, sin embargo, cuando se hace un ídolo del progreso y a él se
sacrifica todo, hasta la humanidad del hombre. La Gaudium et spes, del
concilio Vaticano II, lo formulaba así:
La actividad humana, así como procede del hombre, así también se ordena al
hombre. Pues éste, con su acción, no sólo transforma las cosas y la sociedad, sino
que se perfecciona a sí mismo. Aprende mucho, cultiva sus facultades, se supera
y se transciende. Tal superación, rectamente entendida, es más importante que
las riquezas exteriores que puedan acumularse. El hombre vale más por lo que es
que por lo que tiene...Por tanto, esta es la norma de la actividad humana: que, de
acuerdo a los designios y voluntad divinos, sea conforme al auténtico bien del
género humano y permita al hombre, como individuo y como miembro de la
sociedad, cultivar y realizar íntegramente su plena vocación.(n.35)
Dios ha puesto todas las cosas bajo el dominio del hombre, pero el
hombre es "la única criatura que ha querido por sí misma". No puede,
pues, ser considerada como cosa o medio nunca. Sólo Dios es Señor de
la vida humana desde su comienzo hasta su término.
2. MANIPULACIÓN GENÉTICA
El hombre científico, en la actualidad, se siente ebrio de poder y
pretende hacer el papel de creador. Superando los linderos de la ciencia
ficción, el hombre busca el dominio de su misma naturaleza tratando de
manipular las fuentes de la vida. Poner las manos en el "árbol de la vida"
le llena de entusiasmo, admiración y estupor. Es una fuerte tentación. El
59
desmedido afán de novedad, el deseo incontrolado de poder científico-
técnico y la curiosidad llevan a nuestra época a límites increíbles en lo
que se llama el genio genético o conjunto de ciencias y técnicas de
manipulación de los genes y de las células vivientes. Gracias a los
descubrimientos de la biología, el hombre ha entrado en una nueva era:
la manipulación del mundo ha desembocado en la manipulación del
hombre por el hombre, descendiendo hasta los manantiales de la vida
humana. Como escribe G.B. Garbelli:
Tras la época de la física, que ha marcado la primera mitad de nuestro siglo, con
el descubrimiento de los misterios del átomo, la desintegración nuclear y sus
aplicaciones, hemos entrado en la que podría denominarse la era de la
biología. Las conquistas más recientes de las modernas disciplinas bioquímicas y
biológicas son el resultado de una apasionante investigación y comprensión de
los mecanismos celulares más íntimos y ofrecen a la humanidad un poder
inimaginable hace tan sólo algunos años, hasta tal punto que no se puede excluir
que el hombre llegue a incidir sobre los mecanismos más íntimos y delicados que
sustentan la base de la vida e, incluso, llegue a poder cambiar, para bien o para
mal, la misma humanidad y los restantes seres vivientes. 70
El proyecto genoma humano es el intento científico más
importante de la biología moderna. El genoma es un conjunto de
instrucciones, agrupadas en unidades de información, denominadas
genes, que conjuntamente forman los cromosomas, situados en el
núcleo de cada célula del organismo humano. Todas nuestras células,
desde la primera que se formó en nuestra concepción al fundirse el
gameto de nuestro padre con el de nuestra madre, hasta un total
aproximado de cien trillones, que forman un organismo adulto, tienen
idéntica carga genética.
Por genoma humano se entiende, pues, el conjunto de genes,
que integran el patrimonio biológico del individuo y que contienen las
claves de la herencia. Su conocimiento o lectura hace posible entender
los procesos de transmisión de todo tipo de características, incluidas las
patológicas. El control de la información genética abre, por tanto,
perspectivas insospechadas: ¿Será posible manipular el genoma?,
¿cabrá eliminar las taras físicas del embrión?, ¿habrá que discutir sobre
la posible muerte de ese embrión ante la demostrada presencia en él de
graves defectos, con lo que se entraría en una nueva variante de la
eutanasia?
El profesor norteamericano Friedman, en una reunión de científicos
sobre el genoma humano, realizada en noviembre de 1990 en Valencia,
se preguntaba ya si las modificaciones genéticas con fines terapéuticos
debían limitarse a las células somáticas o si, por el contrario, podrían
existir circunstancias morales o políticas en que fuese posible e incluso
necesaria la terapia genética en células germinales. La pregunta misma
ya es aterradora. Dicho en palabras simples, esta manipulación significa
que ya no se manipulan células normales como las somáticas, sino
aquellas que están encargadas de la reproducción, con lo que los efectos
de la manipulación serían heredados.
Se sabe todavía muy poco de las consecuencias que podrán
acarrear experiencias de este tipo. Aterrado por el horizonte que se abre
60
ante nosotros, en el mismo congreso, el premio nóbel de Medicina, el
francés Jean Dausset advirtió del gravísimo riesgo que se corre de
producir series humanas, esto es, auténticas legiones de esclavos de
diferente tipo: soldados, trabajadores manuales, etc.
Pero, aparte de estos riesgos, hay otro riesgo mayor y más radical,
pues es la raíz de todas las manipulaciones posibles. Se trata de caer en
el reduccionismo científico como método y como estrategia en
relación al hombre. Este reduccionismo lleva a explicar los fenómenos
humanos como procesos de mecanismos puramente químicos o físicos.
La genética molecular reduce el hombre a ser neuronal. Con este
reduccionismo se hace la explicación del código genético, la explicación
del origen de la vida y de su evolución, y hasta la explicación del
pensamiento mismo. El hombre resulta explicado como una
combinación de tipo mecánico: es el hombre máquina. Con esta
concepción del hombre, no tiene nada de extraño que la ciencia actual
esté trabajando en la producción de la vida, la concepción y la
gestación en la frigidez del laboratorio, como se produce una máquina en
la fábrica.
Pero ¿es equivalente descripción y explicación? La descripción
de los procesos neuronales, ¿nos pueden dar la explicación del hombre?
Si la descripción no basta para darnos el significado auténtico de una
casa, de una obra de arte, ¿bastará para descubrirnos el valor del
hombre? Si no se puede explicar lo que es una casa describiendo el
número, color y forma de sus ladrillos, ¡mucho menos el hombre!.
En los programas de manipulación genética tales como el proyecto
internacional Genoma humano no falta la intención transformativa de
la misma naturaleza humana. Pero, en general, lo que suscita el
entusiasmo y el aplauso de los medios de comunicación es la proclamada
intención terapéutica de las manipulaciones genéticas. Con ellas se
pretende corregir enfermedades hereditarias y, también, salir al paso de
la degeneración biológica que, dicen, acecha a la humanidad. El
deterioro del patrimonio genético de la humanidad se debe a la falta de
selección natural, debida a la misma medicina, que se ha vuelto contra sí
misma al salvar vidas defectuosas, que sin ella hubieran muerto. Para
remediar esta situación, la manipulación genética se propone corregir las
taras hereditarias y controlar así el deterioro genético de la humanidad.
Esta intervención en los genes humanos recibe el nombre de
ingeniería genética cuando pretende la transformación del patrimonio
genético del hombre. Es algo que hubiera deseado Nietzsche o Hitler:
mejorar la raza. Pero hoy, la revolución genética va más lejos,
queriendo manipular la misma especie humana. 71
Pero es preciso afirmar que el deterioro genético, que está a la
base de la ingeniería genética, no es un dato científico, sino algo que
corresponde a una visión utilitarista del hombre en la que se valora al
hombre, ser personal, no por lo que es, sino por lo que tiene: fuerza,
músculos, belleza, inteligencia o capacidad productiva. Esta mentalidad
61
utilitarista no respeta el misterio inalienable de la persona humana. 72 De
aquí la constatación de Juan Pablo II, en su primera encíclica Redemptor
hominis:
El hombre actual parece estar siempre amenazado por lo que produce...Los frutos
de su actividad se traducen muy pronto y de manera a veces imprevisible contra
el mismo hombre. Precisamente los productos que contienen una parte especial
de su genialidad y de su iniciativa, pueden ser dirigidos de manera radical contra
él mismo, convirtiéndose en instrumentos de una autodestrucción inimaginable...
El progreso de la técnica, por tanto, no puede por menos de engendrar múltiples
inquietudes. La primera inquietud se refiere a la cuestión fundamental: ¿este
progreso, cuyo autor es el hombre, hace la vida del hombre sobre la tierra, en
todos sus aspectos, más humana?; ¿la hace más digna del hombre? ¿El
hombre, en cuanto hombre, en el contexto de este progreso, se hace de veras
mejor, es decir, más maduro espiritualmente, más consciente de la dignidad de
su humanidad, más responsable, más abierto a los demás, particularmente a los
más necesitados y a los más débiles, más disponible a dar y prestar ayuda a
todos?.(Cfr n.14)
Las intervenciones sobre el patrimonio cromosómico y genético
que no son terapéuticas, sino que tienen como fin seleccionar el sexo u
otras cualidades, "son contrarias a la dignidad personal del ser humano,
a su integridad y a su identidad".
La idolatría tecnológica de nuestra época lleva con frecuencia a
olvidar que, en estos experimentos, está en juego la persona humana. La
genética humana supone un salto cualitativo respecto a la genética de
los otros seres vivos. No se puede extrapolar un experimento hecho con
las plantas o los animales, sin más, al hombre:
La manipulación genética se hace arbitraria e injusta cuando reduce la vida a un
objeto, cuando olvida que está actuando sobre un sujeto humano; o cuando lo
trata según criterios no fundados en la realidad integral de la persona humana,
con el riesgo de poner en peligro su dignidad. 73
74 R.G. EDWARDS, The ethical, scientif and medical implications of human conception
in vitro, en Modern Biological Experimentation, Ciudad del Vaticano 1984, p. 193-249.
62
Esto no hace inmoral la terapia genética, con tal de que sea
realmente terapia, curación de enfermedades genéticas y no
manipulación o transformación del patrimonio genético del hombre.
Mejorar la vida humana no es nunca, ni puede pretenderse, crear un
nuevo tipo de hombre. Por ello, dada la delicadeza de tales
intervenciones, es preciso estar muy atentos a los riesgos que suponen
para el paciente y para la humanidad entera. Cada descubrimiento
científico o técnico, hoy, en poquísimo tiempo, llega al último rincón de la
tierra. Hoy se hace más palpable la dimensión social del hombre.
En nuestra sociedad industrializada ha penetrado profundamente
la preocupación por la calidad de la vida. De la preocupación por la
supervivencia se ha pasado al deseo de bienestar, de poseer una buena
calidad de vida. Atender con todos los medios que nos ofrece la ciencia a
la calidad de la vida es una exigencia moral innegable, con tal de que
se trate de acciones orientadas a crear condiciones favorables para el
desarrollo integral de todo ser humano. Sin embargo, invocar la calidad
de vida, tiene con frecuencia, connotaciones muy ambiguas,
degradantes incluso de la condición humana. El concepto calidad de
vida entendido desde una visión prevalentemente económica, es muy
parcial y, por tanto, sin validez alguna para iluminar decisiones
referentes a la vida humana:
Los valores del ser son sustituidos por los del tener. El único fin que cuenta es la
consecución del propio bienestar material. La llamada calidad de vida se
interpreta principal o exclusivamente como eficiencia económica, consumismo
desordenado, belleza y goce de la vida física, olvidando las dimensiones más
profundas -relacionales, espirituales y religiosas- de la existencia (EV 23).
3. DIAGNOSTICO PRENATAL
El diagnóstico prenatal puede dar a conocer las condiciones del
embrión o del feto cuando todavía está en el seno materno; y permite
prever, más precozmente y con mayor eficacia, algunas intervenciones
terapéuticas, médicas o quirúrgicas. Entre las técnicas que actualmente
se emplean para el diagnóstico prenatal están: la ecografía, que se
sirve de ultrasonidos para detectar las características somáticas y
estructurales del feto; es una técnica no traumática ni invasiva, que
puede repetirse normalmente hasta tres veces por embarazo sin causar
daño ni al feto ni a la madre; esta técnica, sin embargo, no revela las
anomalías genéticas o cromosómicas. Una segunda técnica es la
fetoscopia, que sí es invasiva, pues consiste en la introducción del
63
fetoscopio -construido de fibras luminosas- en el interior del útero. Esta
técnica permite extraer sangre del feto o del cordón umbilical o tejidos
fetales para analizarlas y ver si se dan anomalías genéticas. Comporta
grandes riesgos de aborto. Estos riesgos se dan igualmente en la
placentocentesis. Hoy, aparte la ecografía, el procedimiento más usado
es el de la amniocentesis, es decir, la extracción de líquido amniótico
para el análisis bioquímico-genético, con el que se pueden detectar
algunos defectos del sistema nervioso central del feto. 75
El diagnóstico prenatal es lícito si los métodos utilizados, con el
consentimiento de los padres debidamente informados, salvaguardan la
vida y la integridad del embrión y de su madre, sin exponerlos a riesgos
desproporcionados. La obligación de evitar riesgos desproporcionados
exige un auténtico respeto del ser humano y la rectitud de la intención
terapéutica. Esto comporta que:
El médico antes de todo deberá valorar atentamente las posibles consecuencias
negativas que el uso necesario de una determinada técnica de exploración puede
tener sobre el ser concebido, y evitará el recurso a procedimientos diagnósticos
de cuya honesta finalidad y sustancial inocuidad no se poseen suficientes
garantías. Y así, como sucede frecuentemente en las decisiones humanas, si
debe afrontar un coeficiente de riesgo, el médico se preocupará de verificar que
quede compensado por la verdadera urgencia del diagnóstico y por la
importancia de los resultados que a través suyo pueden alcanzarse en favor del
concebido mismo.76
El diagnóstico prenatal, por tanto, es lícito "si respeta la vida e
integridad del embrión humano y si se orienta hacia su custodia o hacia
su curación" (DV I,2). Pero, el diagnóstico prenatal se opone gravemente
a la moral cuando contempla la posibilidad, en dependencia de sus
resultados, de provocar un aborto: un diagnóstico que atestigua la
existencia de una malformación o de una enfermedad hereditaria no
debe equivaler a una sentencia de muerte.
Lo que hace sospechoso de inmoralidad al diagnóstico prenatal es
su frecuente conexión intencional con el aborto. A partir de las
informaciones ofrecidas por el diagnóstico prenatal se ha difundido una
mentalidad homicida. Basta pensar en los miles de abortos -mal
llamados terapéuticos, cuando son abortos selectivos o eugenésicos- de
niños afectados de malformaciones, de enfermedades, de graves
minusvalías, incluso incurables...Es inaceptable el juicio previo sobre la
calidad de vida o sobre la felicidad o infelicidad del niño minusválido. La
historia de muchos de ellos es un testimonio de alegría, de inteligencia y
de amor. Y la vida de muchos esposos, con un hijo así, se ha renovado
gracias a la ternura, al afecto y atenciones que dicho hijo ha suscitado en
ellos, en la familia y en su ambiente. Los criterios materialistas y
hedonistas sobre la calidad de la vida son inhumanos y, por tanto, falsos
e inmorales:
Los diagnósticos prenatales, que no presentan dificultades morales si se
realizan para determinar eventuales cuidados necesarios para el niño aún no
nacido, con mucha frecuencia son ocasión para proponer o practicar el aborto. Es
64
el aborto eugenésico, cuya legitimación en la opinión pública procede de una
mentalidad que acoge la vida sólo en determinadas condiciones, rechazando la
limitación, la minusvalidez, la enfermedad (EV 14)... Semejante mentalidad es
ignominiosa y totalmente reprobable, porque pretende medir el valor de la vida
humana siguiendo parámetros de "normalidad" y de bienestar físico, abriendo así
el camino a la legalización incluso del infanticidio y de la eutanasia (EV 63).
No es humano, -ni moralmente lícito, por tanto- negar el valor
humano de un hijo minusválido, aunque comporte sufrir con sus
limitaciones e incapacidades. Un hijo que, con su presencia, obliga a
romper el egoísmo, es un don inestimable para el matrimonio,
"comunidad de amor". La estima, la solicitud constante y el respeto que
como ser personal reclama es la mejor escuela dentro de la familia sobre
la dignidad humana, sobre el valor de la persona por lo que es y no por lo
que tiene o produce. El niño subnormal, con sus limitaciones, es un
manantial perenne de amor y humanidad para nuestra sociedad
hedonista y mercantilizada. Tratarlo como persona humana, sin
avergonzarse de él ante los demás, sin superprotecciones innecesarias,
condividiendo sus limitaciones y sufrimientos, ayudándole a gozar la vida
que comparte con nosotros es ser hombre maduro, pues la madurez
humana se mide, -no por la capacidad de poder, de gozar o producir-,
sino por la capacidad de amar.
En la cruz de Cristo se nos ha manifestado cómo el amor
transforma el aparente fracaso y triunfo de la muerte en victoria sobre la
muerte. El amor hace la cruz gloriosa.
Aun cuando fuese posible modificar el patrimonio genético para
obtener hijos según el gusto y deseo de los padres, sería inmoral,
inhumano, pretenderlo para mejorar el tipo de hombre. El "superhombre"
perfecto es la negación del hombre. Esto no quiere decir que no sea
deseable y recomendable intentar curar las enfermedades y anomalías
del embrión desde los primeros instantes de su aparición.
El esfuerzo de la ciencia será humano, moralmente recto, siempre
que esté transido de respeto por la dignidad de la vida humana. La obra
de nuestras manos es, antes de nada, obra de Dios. El primer deber del
hombre no es dominar la vida, sino acogerla y promoverla. Sólo Dios es
Señor de la vida. Atentar contra la vida es atentar contra Dios:
65
deje guiar por la fe no puede despreciar nunca la vida ni ninguna vida.
Por consiguiente:
-La mujer que solicitase un diagnóstico con la decidida intención
de proceder al aborto en el caso de que se confirmase la existencia de
una malformación o anomalía, cometería una acción gravemente ilícita.
-Igualmente obraría de modo contrario a la moral el cónyuge, los
parientes o cualquier otra persona que aconsejase o impusiese el
diagnóstico a la gestante con el mismo propósito de llegar en su caso al
aborto.
-También será responsable de cooperación ilícita el especialista
que, al hacer el diagnóstico o al comunicar sus resultados, contribuyese
voluntariamente a establecer o a favorecer la concatenación entre
diagnóstico prenatal y aborto.
-Por último, se debe condenar, como violación del derecho a la
vida de quien ha de nacer y como transgresión de los prioritarios
derechos y deberes de los cónyuges, una directriz o un programa de las
autoridades civiles y sanitarias, o de organizaciones científicas, que
favoreciese de cualquier modo la conexión entre diagnóstico prenatal y
aborto, o que incluso indujese a las mujeres gestantes a someterse al
diagnóstico prenatal planificado, con objeto de eliminar los fetos
afectados o portadores de malformaciones o enfermedades hereditarias.
(DV I,2 Cfr. CEC 2274s)
4. TERAPIA GENÉTICA
66
Explícitamente lo afirma Juan Pablo II, dirigiéndose a los participantes al
Convenio de la Academia Pontificia de las Ciencias, el 23-10-1982:
Yo condeno del modo más explícito y formal las manipulaciones experimentales
del embrión humano, porque el ser humano, desde el momento de su concepción
hasta la muerte, no puede ser explotado por ninguna razón.
78 Cfr EV 63.
67
En la práctica habitual de la fecundación in vitro no se transfieren
todos los embriones al cuerpo de la mujer; algunos son destruidos y otros
son congelados. La Iglesia, igual que condena el aborto provocado,
prohíbe también atentar contra la vida de estos seres humanos:
Resulta obligado denunciar la particular gravedad de la destrucción voluntaria de
los embriones humanos obtenidos in vitro con el solo objeto de investigar, ya se
obtengan mediante la fecundación artificial o mediante la fisión gemelar.(DV I
5)
El investigador, que se comporta así, usurpa el lugar de Dios y,
aunque no sea consciente de ello, se constituye en señor del destino
ajeno, ya que determina arbitrariamente a quien permitirá vivir y a quien
mandará a la muerte, eliminando seres humanos indefensos.
Y por lo que respeta a "los cadáveres de embriones o fetos
humanos, voluntariamente abortados o no, deben ser respetados como
los restos mortales de los demás seres humanos...También en el caso de
los fetos muertos, como cuando se trata de cadáveres de personas
adultas, toda práctica comercial es ilícita".
6. CONGELACIÓN DE EMBRIONES
7. EUGENESIA
68
La eugenética, como indica su nombre (buen origen, buen linaje),
es la intervención sobre el patrimonio cromosómico y genético, no con
fines terapéuticos, sino en orden a la producción de seres humanos
seleccionados en cuanto al sexo o a otras cualidades prefijadas. Es el
intento de mejorar la raza mediante la selección y promoción de los
"mejores" y la eliminación de los "inferiores" o inadecuados para la
existencia común. Entra en las pretensiones eugenésicas el deseo de
tener un hijo superperfecto mediante la selección de óvulos y de
esperma obtenidos de donantes superdotados.
La eugenesia reúne "las acciones realizadas bajo control social que
pueden mejorar las cualidades hereditarias de las generaciones
humanas, tanto en el aspecto físico como en el mental. En otras
palabras, trata de mejorar genéticamente las poblaciones humanas". 79
La razón eugenésica -junto con la razón humanitaria, la razón
científica, la razón social o la razón económica- es invocada para
justificar el aborto, la selección de semen para la inseminación artificial o
la fecundación in vitro. Con el cribado genético se intenta evitar la
descendencia defectuosa; para ello se recurre a la esterilización, a la
contracepción o la prohibición de engendrar, impuesta en forma
coercitiva o con presiones sociales a las personas con riesgo genético; o,
en forma más drástica, eliminando la descendencia defectuosa mediante
el aborto o matando al recién nacido.
El eugenismo, tanto impidiendo la procreación de individuos
"defectuosos" como favoreciendo la reproducción de individuos
"perfectos", supone una discriminación entre los seres humanos, lo que
constituye "un grave atentado contra la igualdad, contra la dignidad y
contra los derechos fundamentales de la persona humana" (DV III).
Cuando los hombres han querido deshacerse de una raza, de un grupo, o
de una persona, previamente los han descalificado en su mente y en su
corazón. La eugenesia, -en cuanto razón eugenésica-, es una filosofía de
muerte.
Si nos remontamos en la historia, nos encontramos con la práctica
espartana de arrojar por el desfiladero de Taigetos a los recién nacidos
débiles o con malformaciones...Pero, si la consideramos en su concepción
moderna, la eugenesia nace con Galton a finales del siglo XIX. 80 Por
influjo del darvinismo se vive un optimismo científico que considera a los
grupos humanos más desarrollados como los portadores de las mejores
cualidades de la herencia humana. Se cree que, aplicando a la especie
humana los métodos empleados en la mejora animal, se mejorará
fácilmente y en poco tiempo la especie humana. Este optimismo
científico se estrelló con los horrores de la eugenesia en la época nazi; la
higiene racial manchó para siempre la misma palabra eugenesia.
Pero, de nuevo, en los últimos años, el mito de la ciencia ha
resucitado el desaparecido optimismo del comienzo de la eugenesia. La
creencia ingenua en el progreso científico, tan ingenua como la fe en el
evolucionismo darwinista, unida al temor del cacareado deterioro
69
progresivo del patrimonio genético han devuelto a la eugenesia nueva
vigencia.
Por otra parte, la concepción hedonista y utilitarista de la
existencia humana, como el elevado costo que acarrea a la sociedad la
atención de las personas con deficiencias, empujan a impedir, por todos
los medios (englobados en el eufemismo de razón eugenética), la
presencia en este mundo de personas deficientes.
La pretensión de la manipulación genética es la de llegar a elegir
el sexo, a programar el aspecto físico, el sistema nervioso, el dinamismo
intelectual y afectivo, de modo que los padres ya no sólo tengan el
numero deseado de hijos, cuando los quieren, sino también como los
quieren.
La eugenesia, salvo en el caso de terapia, viola la inviolabilidad
de la vida humana, la integridad e irrepetibilidad de cada persona, el
derecho a la protección de la vida comenzada, privando con frecuencia al
matrimonio y a la familia de su derecho inalienable a la unión conyugal
plena, abierta a la vida singular de cada hijo. Y, por supuesto, la
eugenesia no tiene en cuenta que, privando a una persona de la vida en
este mundo, la priva de la vida eterna.
De todo lo dicho se deduce la conclusión de la Donum vitae:
Estas manipulaciones son contrarias a la dignidad personal del ser humano, a su
integridad y a su identidad. No pueden justificarse de modo alguno a causa de
posibles consecuencias beneficiosas para la humanidad futura. Cada persona
merece respeto por sí misma: en esto consiste la dignidad y el derecho del ser
humano desde su inicio.(I,6)
8. HIBRIDACIÓN
70
abiertamente la identidad humana, la dignidad de la persona y de la
familia.81 Al respecto, la Donum vitae es clara y tajante:
Estos procedimientos son contrarios a la dignidad del ser humano propia del
embrión y, al mismo tiempo, lesionan el derecho de la persona a ser concebida y
a nacer en el matrimonio y del matrimonio.(I,6)
Nadie puede reivindicar, antes de existir, un derecho subjetivo a
iniciar la existencia; sin embargo, es legítimo sostener el derecho del
niño a tener un origen plenamente humano a través de la concepción
adecuada a la naturaleza personal del ser humano: La vida es un don
que debe ser concedido de modo conforme a la dignidad tanto del sujeto
que la recibe como de los sujetos que la transmiten.
9. CLONADO Y PARTENOGÉNESIS
71
Con la clonación se obtiene la reproducción sin la aportación de los
dos gametos; se trata, pues, de una reproducción asexual. Se habla de
lograr con esta técnica la perpetuación y multiplicación de caracteres y
tipos humanos con cualidades excepcionales de inteligencia, belleza,
fuerza, etc, etc. Como pueden prestar el núcleo -que es el decisivo de
estas características- tanto el hombre como la mujer, una pareja podría
tener cada uno sus hijos-copia de sí mismo. Un uso político dictatorial o
racista de la reproducción clónica podría tener gravísimas consecuencias
para la humanidad. Dentro de las posibilidades del clonado entra la
hipótesis de la fecundación de dos lésbicas, que rechazando la
heterosexualidad no quieren renunciar a la maternidad. Otra
consecuencia del clonado es el empobrecimiento de la herencia genética,
pues el hijo recibe esta herencia de un sólo progenitor.
La autofecundación humana, posible mediante clonado, al
prescindir del acto de amor de los dos sexos, no respeta la verdad sexual
y personalista de la procreación humana, ya que el hombre es varón o
hembra y la conyugalidad se expresa con actos corpóreos y espirituales y
no mediante el dominio tecnológico del hombre sobre la procreación y
sobre el amor conyugal. La condena moral del clonado, al prescindir no
sólo del contexto familiar sino también de la sexualidad, es evidente:
También los intentos y las hipótesis de obtener un ser humano sin conexión
alguna con la sexualidad mediante fisión gemelar, clonación, partenogénesis,
deben ser considerados contrarios a la moral en cuanto que están en contraste
con la dignidad tanto de la procreación humana como de la unión conyugal.(DV I
6)
Además, el futuro del hijo concebido fuera de la generación normal
es una clara indicación más de lo inhumano e inmoral de esta quimera,
como la llama E. Sgreccia. Y el hecho de que con el clonado se
persiguieran solo fines experimentales, sin pensar en dejar con vida los
embriones clonados, no hace más que agrava agravar el juicio moral. La
Academia Pontificia para la Vida señala los siguientes “problemas éticos
de la clonación humana:
La clonación humana se incluye en el proyecto del eugenismo y, por tanto, está
expuesta a todas las observaciones éticas que merece el eugenismo... Es una
manipulación radical de la relacionalidad y complementariedad de la procreación
humana, pues la clonación tiende a considerar la bisexualidad como un mero
residuo funcional, puesto que se requiere un óvulo, privado de su núcleo, para
dar lugar al embrión-clon y, por ahora, es necesario un útero para que su
desarrollo pueda llegar al final. En la clonación se adopta, por principio, la lógica
de la producción industrial: se deberá analizar y favorecer la búsqueda de
mercados, perfeccionar la experimentación y producir siempre productos
nuevos... Se produce una instrumentalización radical de la mujer, reducida a
algunas de sus funciones biológicas (prestadora de óvulos y del útero). ..En la
clonación se pervierten las relaciones fundamentales de la persona humana: la
filiación, la consanguinidad, el parentesco y la paternidad o maternidad. La mujer
puede ser hermana gemela de su madre, carecer de padre biológico y ser hija de
su abuelo... La clonación humana merece un juicio negativo también en relación a
la dignidad de la persona clonada, que vendrá al mundo como una copia
biológica de otro ser, lo que constituye un atentado a su subjetividad personal...
La clonación es siempre inmoral por la arbitraria concepción del cuerpo humano,
considerado como una máquina compuesta de piezas. El cuerpo humano es parte
integrante de la identidad personal de cada uno y no es lícito usar a la mujer para
que proporcione óvulos con los cuales realizar experimentos de clonación... Es
preciso, finalmente, subrayar una vez más, la diferencia que existe entre la
72
concepción de la vida como don de amor y la visión del ser humano considerado
como producto industrial...82
82Academia Pontificia para la Vida, Reflexiones sobre la clonación, L’Osservatore Romano 11-
7-1997.
84 Ibídem, p. 1140.
73
todos los Códigos nacionales, tratándose de órganos humanos en función
del hombre, la cesión de un órgano ha de ser siempre una donación, y
no es lícita su comercialización.
En cuanto a los trasplantes de un organismo animal al organismo
humano no hay ningún problema moral, con tal de que no produzcan una
alteración de la personalidad humana.
El caso del que más se ha discutido es el del trasplante de muerto
a vivo. Pero la discusión no versa sobre la intervención en sí misma. En
sí mismos estos trasplantes son lícitos, incluido el caso del trasplante de
corazón. El problema está en los abusos a que se presta con relación a la
muerte del donante. Es ilícita la aceleración de la muerte para lograr
antes los órganos que se van a transplantar. Para que estos trasplantes
sean lícitos es preciso estar seguros de que el donante está realmente
muerto y, además, es preciso el consentimiento de los familiares a falta
del consentimiento explícito del difunto.
Aparte lo señalado, queda una duda en relación a posibles
trasplantes en un futuro quizá próximo: ¿Serán lícitos los trasplantes
cerebrales o de órganos genitales? La respuesta teóricamente es
sencilla: un trasplante es moralmente lícito siempre que con él no se
corra el riesgo de alterar la personalidad del receptor.
85 J.M. RODRIGUEZ DELGADO, Planificación cerebral del hombre futuro, Madrid 1973,
p. 49.
74
del hombre, respetando su identidad personal, es decir que tengan un
valor directamente terapéutico y no manipulador del hombre.
Para concluir, este capítulo, señalaré "otras formas sutiles de
manipulación del hombre", citando la Instrucción de los obispos
españoles La verdad os hará libres:
Llamamientos compulsivos al consumismo; imposición desde las técnicas de
marketing de modelos de conducta de los que están ausentes valores morales
básicos; manipulación de la verdad con informaciones sesgadas e inobjetivas;
introducción abierta o subliminar de una propaganda ideológica, oficial o de
cultura en el poder, frecuentemente antirreligiosa y silenciadora o ridiculizadora
de lo católico...; el dirigismo cultural y moral de la vida social..., que constituye
no sólo un abuso del poder o del más fuerte, sino que, además, contribuye a
imponer concepciones de la vida inspiradas en el agnosticismo, el materialismo y
el permisivismo moral.(n.15)
75
4. NEGACIONES DE LA VIDA
86 Cfr Conf. Episcopal Española, La verdad os hará libres. La conciencia cristiana ante
la actual situación moral de nuestra sociedad, de 20-11-1990.
87 Cfr EV 23.
76
auténticamente humana, menos condicionada por manipulaciones de
todo género y por los nuevos ídolos y tabúes de la sociedad de consumo.
Esta conversión, que se debe operar en el hombre, es el verdadero
camino para remediar un mal, del que el aborto no es muchas veces sino
una manifestación externa" (n.15).
-El hombre de nuestra civilización industrializada y robotizada es
una hombre que busca su seguridad en la programación y
planificación de sus actividades y de su vida en general. Esta reducción
unilateral le incapacita para acoger toda sorpresa que la vida le depara.
Un hijo no programado, una enfermedad no prevista, propia o de un
familiar, el sufrimiento y el amor le encuentran desarmado; y ante
cualquier sorpresa no sabe reaccionar de otra manera que eliminando los
resultados no programados.
-Este hombre frío y calculador es, necesariamente, esclavo de la
tiranía de las emociones que no puede ahogar ni controlar. En sus
decisiones vitales, no programadas, se rige por una marea incontrolada
de emociones instintivas. De ello se servirán los manipuladores de masas
en sus campañas ideológicas que explotan los casos conflictivos,
dolorosos y frecuentemente dramáticos, para contar con el apoyo
democrático masivo para sus propuestas de anticoncepción,
esterilización, divorcio, aborto, eutanasia...
Es la civilización de la violencia, que engendra una cultura de
muerte: "Vivimos en un mundo en el que, si bien se ha adquirido una
intensa conciencia de la dignidad de la persona, son, sin embargo, muy
frecuentes las violencias de todo orden dirigidas contra la misma. Las
guerras, la violencia ejercida desde distintas formas de poder, el
terrorismo, la indiferencia o insuficiente atención ante las catástrofes
sufridas por pueblos y razas, el mismo desorden en el desarrollo
tecnológico, son muestras de una práctica depreciación de la vida del
hombre" (n.6). Como punto de partida es conveniente recordar un texto
clave de la Gaudium et spes:
Todo cuanto se oponga a la misma vida, como los homicidios de cualquier género,
el genocidio, el aborto, la eutanasia o el mismo suicidio voluntario; todo lo que
viola la integridad de la persona humana, como las mutilaciones, las torturas
infligidas al cuerpo o a la mente, los intentos de coacción espiritual; todo lo que
ofende a la dignidad humana...; todas estas prácticas y otras parecidas son,
ciertamente, infamantes y, al degradar a la civilización humana, todavía
deshonran más a los que así se comportan que a los que sufren la injusticia.
(n.27)
1. ANTICONCEPTIVOS
77
obligada para las concepciones que se escaparon al control de los
anticonceptivos. La esterilización llega después como el método más
seguro y menos traumatizante para evitar nuevos nacimientos. Esta
búsqueda del medio más eficaz y más fácil ha llevado a la producción de
anticonceptivos cada vez con menos riesgos para la salud y también a
las píldoras abortivas (píldora del día siguiente), que trasladan el aborto
de la clínica a la propia casa. 88
Entre los métodos contraceptivos artificiales, que no respetan la
totalidad y particularidad del acto conyugal, están los anticonceptivos
mecánicos, los farmacológicos, los espermaticidas y el "coitus
interruptus". En la actualidad se va perdiendo la confianza en la
contracepción hormonal por razones no morales sino médico-sanitarias. 89
Hay que recordar, además, que la espiral tiene fundamentalmente un
efecto abortivo, ya que impide la anidación del óvulo fecundado.
La apertura a la vida es fruto del amor a la vida. Quien no ama la
vida o tiene miedo de vivir, expresa sus temores y desconfianza
limitando los nacimientos. Una cultura de muerte agranda los temores
con campañas sobre el peligro demográfico y ecológico para limitar los
nacimientos de nuevas vidas. Una civilización del amor y de la vida,
dando sentido a la vida y esperanza de vida eterna, hace posible la
apertura gozosa a la procreación. 90
Los esposos, que viven el gozo agradecido del amor mutuo, saben
que la vida conyugal se expresa en la verdad del amor y no en la
manipulación del gesto conyugal. La verdad total y personal del acto
conyugal es negada cuando se busca en él únicamente la dimensión
psicológico-afectiva (o peor aún, genital placentera), impidiendo la
dimensión procreativa. Se niega igualmente cuando el acto sexual es
visto sólo como un hecho biológico sin su dimensión afectiva y espiritual.
Es lo que ya constataba el Concilio Vaticano II con su análisis realista de
nuestra sociedad consumista y antinatalista, en la que "el amor
matrimonial queda frecuentemente profanado por el egoísmo, el
hedonismo y los usos ilícitos contra la generación" (GS 47).
El acto conyugal, en su verdad personal plena, comprende las dos
dimensiones intrínsecamente interdependientes y no accesoriamente
unidas. Se manipula dicho acto conyugal cuando se separa en él el amor
y la vida: con esta reducción, la sexualidad no expresa la totalidad del
ser personal de los esposos:
El acto conyugal con el que los esposos manifiestan recíprocamente el don de sí
mismos expresa simultáneamente la apertura al don de la vida: es un acto
inseparablemente corporal y espiritual. En su cuerpo y a través del cuerpo los
esposos consuman el matrimonio y pueden llegar a ser padre y madre. Para ser
89 Cfr. F. VECCHIO, Rischi connesi con l'uso dei contraccettivi orali, Medicina e Morale
2(1978)167-180, donde comenta los datos de dos estudios estadísticos hechos con 46
mil mujeres por 1800 médicos durante 8 años.
78
conforme con el lenguaje del cuerpo y con su natural generosidad, la unión
conyugal debe realizarse respetando la apertura a la generación, y la procreación
de una persona humana debe ser el fruto y el término del amor esponsal.(DV II 4)
2. ESTERILIZACIÓN
91 Cfr E. JIMENEZ, Moral sexual. Hombre y mujer imagen de Dios, Bilbao 1990, p. 175-
194.
79
anticonceptivo ideal, encuentra en la esterilización el método más
seguro, inocuo y eficaz. La misma Organización Mundial de la Salud
declara que "la esterilización es actualmente uno de los métodos
principales para controlar la fecundidad en el mundo". 92 Las políticas
demográficas de muchos países la promueven, ofreciéndola incluso como
un servicio social.
Por otra parte, los avances de la ciencia médica, sobre todo en lo
que se refiere a la microcirugía, han convertido la esterilización, tanto en
el hombre como en la mujer, en una técnica de fácil realización,
practicable en régimen ambulatorio y en un tiempo no superior a veinte
minutos. Esta facilidad técnica apenas da a quien la padece la sensación
de haberse sometido a una amputación quirúrgica.
Los métodos más usados en la esterilización masculina son la
vasotomía: simple sección del conducto deferente; y la vasectomía:
extirpación de un segmento de dicho conducto. Ambas técnicas
imposibilitan la emisión de esperma fértil. La eficacia de la vasectomía,
en orden a la exclusión de un posible embarazo, es mucho mayor que
cualquier otro método del control de la fertilidad, excepción hecha de la
ligadura de trompas en la mujer. Las posibilidades de un embarazo
son mínimas; se da alguna vez por recanalización espontánea del
conducto deferente, por oclusión o sección errónea, por duplicación
congénita del conducto o por la realización del acto sexual en el período
posterior muy cercano a la operación, cuando aún quedan acumulados
espermatozoides en el aparato reproductor.
La técnica más frecuente de esterilización de la mujer es la
ligadura de trompas, que puede realizarse con una minilaparotomía
a través de una incisión en la piel no mayor de dos centímetros. La
simplicidad, eficacia y bajo costo de este procedimiento ha contribuido a
su multiplicación.
Para aclararnos, antes de dar el juicio moral sobre la esterilización,
es conveniente hacer algunas precisaciones. Por esterilización humana
se entiende aquellas intervenciones que tienen por objeto privar al que
las sufre de la facultad procreativa.
La esterilización puede ser orgánica -extirpación o modificación
de alguno de los órganos indispensables para la procreación- o
funcional -respetando la integridad de los órganos, mediante sustancias
farmacológicas se impide su normal funcionamiento. En los dos casos se
produce artificialmente una infecundidad biológica: incapacidad de
fecundar o de ser fecundada.
La esterilización puede ser temporal o permanente, según
exista o no la ulterior posibilidad de restablecer la función procreativa. La
reversibilidad de la esterilización quirúrgica está condicionada, en
parte, por el tiempo que haya pasado desde que se realizó y también -en
cuanto a la recuperación efectiva de la función generativa- por la
formación o no de anticuerpos antiespermáticos. En cuanto a la ligadura
de trompas, la reversibilidad depende del tipo de técnica utilizada en la
primera intervención y del lugar tubárico en que se realizó la ligadura.
80
Recuperar la capacidad generativa no es sinónimo de
recanalización, que la microcirugía ha simplificado y es fácil. Pero no
siempre queda garantizada la capacidad generativa con la
recanalización, pues la capacidad generativa depende de otros muchos
factores. Quien se somete a la esterilización debe saber que lo más
probable es que sea permanente.
Desde el punto de vista moral no se considera la esterilización
indirecta, es decir, cuando la esterilización no es buscada directamente,
ni como medio ni como fin, sino que se da como consecuencia inevitable
de una intervención que tiene por objeto conservar o recuperar la salud
gravemente comprometida por la disfunción de un órgano imprescindible
para la procreación.93
La motivación de esta esterilización terapéutica es salvar la vida
o aliviar dolores persistentes y graves, aunque ello comporte la supresión
de la capacidad generativa como una consecuencia inevitable. No ofrece
ninguna duda el caso de la histerectomía realizada para remediar un
estado patológico grave del útero, cuando no existe otro tratamiento
eficaz menos mutilante. Así sucede, por ejemplo, en el caso del cáncer
uterino, en el que el único tratamiento eficaz posible consiste en la
extirpación del útero con lo que se provoca indirectamente un estado de
esterilidad permanente. El mismo caso se da en algunos cánceres de
próstata que llevan consigo la extirpación testicular, o cánceres de mama
con dependencia hormonal de los ovarios, en los que junto a la
mamectomía se debe practicar la ovariectomía,
Una clarificación especial merece el caso de un útero con
malformaciones o debilitado con cicatrices múltiples como consecuencia
de repetidos partos con cesárea. La histerectomía estaría permitida a
causa del deterioro en que se encuentra el útero en el momento en que
se realiza la intervención y no únicamente a causa del peligro que
pudiera provenir de un hipotético o posible embarazo.
La licitud de la esterilización no está ligada al número de cesáreas
que haya sufrido la mujer, sino a las condiciones reales en que se
encuentra el útero. Es falsa la opinión de que la mujer no puede tener sin
grave riesgo más de tres cesáreas. La técnica de la cesárea baja -única
que se realiza actualmente- permite que se puedan realizar varias sin
ningún tipo de riesgo. Por esto no se puede admitir que tres operaciones
de cesárea constituyan un motivo suficiente para justificar la
histerectomía. Sólo si el útero enfermo, independientemente del
embarazo, es la causa del peligro para la vida de la mujer, su extirpación
sería lícita, pues la esterilidad que se provoca no es buscada
directamente ni como medio ni como fin, sino que se trata de una
consecuencia inevitable de un tratamiento que tiene por objeto
conservar la salud gravemente comprometida por la presencia del útero
enfermo. Esta es la respuesta dada ya por Pío XII en su discurso a los
Urólogos y repetida al Congreso Internacional de Hermatología:
93 Cfr L. CICCONE, Non uccidere, questioni di morale della vita fisica, Milano 1984; C.
CAFFARRA, Il problema morale della sterilizzazione, Medicina e Morale 19(1979)199ss; D.
TETTAMANZI, La sterilizzazione anticoncezionale: per un discorso cristiano, Brezzo de
Bedero 1981.
81
La Iglesia, sin embargo, no considera de ningún modo ilícito el uso de los medios
terapéuticos verdaderamente necesarios para curar enfermedades del
organismo, a pesar que se siguiese un impedimento, aún previsto, para la
procreación, con tal de que ese impedimento no sea, por cualquier motivo,
directamente querido.94
95 Cfr J.M. CASAS TORRES, Población, desarrollo y calidad de vida, Madrid 1982.
82
Pero la motivación que ha provocado más esterilizaciones en
nuestro tiempo ha sido la de contener el crecimiento demográfico. A
comienzos de los años sesenta, la esterilización es incluida dentro de los
programas destinados a evitar la llamada explosión demográfica.
Gobiernos y organismos internacionales condicionan sus ayudas
económicas a los países pobres a la reducción de la natalidad por medio
de una planificación familiar que, no pocas veces, incluye la esterilización
impuesta por la ley.
Otro fenómeno actual, en el que confluyen frecuentemente amenazas y
atentados contra la vida, es el demográfico... Como el antiguo Faraón, hoy no
pocos poderosos de la tierra consideran como una pesadilla el crecimiento
demográfico actual y temen que los pueblos más prolíficos y más pobres
representen una amenaza para el bienestar y la tranquilidad de sus Países. Por
ello..., promueven e imponen por cualquier medio una masiva planificación de los
nacimientos. Las mismas ayudas económicas, que estarían dispuestos a dar, se
condicionan injustamente a la aceptación de una política antinatalista (EV 16).
83
madre un eventual embarazo, etc. 98 Con el fin de evitar problemas que
se derivarían de un nuevo embarazo, se ha hecho práctica habitual en
muchos hospitales la esterilización de multíparas -con o sin
consentimiento de ellas-, después de una segunda o tercera cesárea.
La condena de la esterilización, fiel a la tradición del magisterio de
la Iglesia, sobre todo en Pío XII, aparece de forma explícita y concisa en
la Humanae vitae:
Hay que excluir igualmente, como el Magisterio de la Iglesia ha declarado muchas
veces, la esterilización directa, perpetua o temporal, tanto del hombre como de la
mujer.(n. 14)
99 AAS 68(1976)738-739.
84
antropológico, que empieza por sacrificar el aspecto corpóreo, para
terminar con la destrucción de la persona.
Es cierto que se dan casos límites en la vida conyugal, en los que
conjugar el amor unitivo y la apertura a la vida según la voluntad de Dios
sólo es posible "fomentando el espíritu de sacrificio" (GS 50) y
"cultivando sinceramente la virtud de la castidad conyugal" (n.51). La
castidad no es renuncia, sino ingrediente del amor. Los esposos
cristianos, que entienden su vida y su amor ligados al amor de Dios,
estarán preparados para hacer lo que el amor aconseja y para renunciar
a lo que contradice el amor. La cruz de su vida se hace gloriosa a la luz
de la cruz de Cristo, liberando su vida conyugal del hedonismo, que mata
el amor.100
3. PENA DE MUERTE
Sin examinar las bases del derecho penal de la sociedad, hay que
afirmar que la defensa de la justicia por la violencia, hasta infligir la
muerte, no es la mejor pedagogía para sensibilizar en el respeto al valor
de la vida. Brevemente, examino tres expresiones de esta violencia: la
pena de muerte, la tortura y la legítima defensa.
a) Pena de muerte
100 VARIOS, Il problema della sterilizzazione voluntaria, Milán 1983, con amplia
bibliografía.
85
ser posible la defensa de la sociedad de otro modo, son ya muy raros, por no
decir prácticamente inexistentes (EV 56 y 27).
b) La tortura
c) Legítima defensa
101 Cfr Pío XII, AAS 45(1953)730-744;Pablo VI, AAS 68(1976)707-714; GS 27.
86
del latín tollere). Con E. Chiacacci, la moral cristiana está llamada a
presentar "el anuncio moral cristiano en toda su radicalidad y totalidad
como llamada a dejarse matar antes que matar. La vida de Cristo, que no
se defiende ante la agresión, sino que se entrega a la muerte en rescate
de los mismos agresores, es la expresión plena de la voluntad del Padre,
que acepta la muerte del inocente por los pecadores. Este amor es la
expresión de la lógica del Reino, que Cristo inaugura para sus discípulos,
dándoles su mismo Espíritu para que puedan amar como El nos amó.
Este amor es el camino, la verdad y la vida plena para el hombre (Cfr Mt
5,38-48;Lc 6,27-36;Rom 12,17-21;1Cor 6,1-8;1Pe 2,18-25). 102
4. LA GUERRA
102 Cfr E. CHIAVACCI, Morale della vita fisica, Bologna 1976, p.155-170.
87
Quizás, para ser realistas, hay que reconocer el servicio que esta
moral ha prestado a la humanidad. En primer lugar, esta teología hizo de
la guerra una cuestión moral, cosa desconocida en el mundo antiguo
ajeno al cristianismo. Al encuadrar la guerra dentro de un planteamiento
moral, de algún modo la liberó de su total irracionalidad y de los
caprichos de los poderosos de turno, exigiendo una causa justa y
proporcionada. Y, aunque sea algo prácticamente imposible, esta moral
se preocupó de crear una actitud moral interior; no basta para justificar
la guerra la causa justa externa, sino que se pide la rectitud de intención.
Todas estas condiciones eran un freno para la guerra.
Hoy, el Vaticano II invita a "mirar la guerra con espíritu
enteramente nuevo" (GS 80). Dado el potencial bélico acumulado, en
estos momentos no cabe la posibilidad de que se den todas las
condiciones exigidas por la moral tradicional para que se pueda dar una
guerra justa. La guerra es una aventura sin retorno; es imposible calcular
el costo en vidas humanas y en desprestigio de la dignidad del hombre.
Es la negación del hombre como ser racional. La violencia no puede, por
ello, ser un camino de paz.
La guerra va contra la lógica del amor y de la reconciliación que
Cristo anuncia, vive y ofrece al cristiano. La guerra confía la justicia al
dictado de la fuerza, a la potencia de las armas y no a la verdad de la
razón y del amor. Y si la guerra es "un hecho irracional en sumo grado",
lo es también la carrera de armamentos de nuestra sociedad. El Concilio
Vaticano II se expresó así:
88
-es una contradicción: por una parte, se dice que las armas tienen
fines disuasorios; pero, por otra, se está dispuestos a utilizarlas. 105
Dentro de la carrera de armamentos hay un aspecto que la Iglesia
ha denunciado y condenado con frecuencia: el comercio de armas. Este
"comercio de la muerte" exacerba las guerras, aumenta el peligro de que
los conflictos locales se extiendan y generalicen.
Pero el desarme, para ser efectivo, implica un cambio de
mentalidad, como puso de manifiesto el Vaticano II:
Pues los que gobiernan los pueblos, que son garantes del bien común de la propia
nación y, al mismo tiempo, promotores del bien de todo el mundo, dependen
enormemente de las opiniones y de los sentimientos de las multitudes. De nada
les sirve el trabajar en la construcción de la paz mientras los sentimientos de
hostilidad, de menosprecio y de desconfianza, los odios raciales y las ideologías
obstinadas dividen a los hombres y los enfrentan entre sí. Es de suma urgencia
proceder a una renovación en la educación de la mentalidad y a una nueva
orientación en la opinión pública...Tenemos todos que cambiar nuestros
corazones, con los ojos puestos en el orbe entero y en aquellos trabajos que
todos juntos podemos llevar a cabo para que nuestra generación mejore.(GS 82)
5. HUELGA DE HAMBRE
89
desprestigio del carácter humanitario al que toda persona e
institución tiene derecho y cuyo reconocimiento apetece instintiva y
visceralmente. Cuando a una persona, a una institución o a la humanidad
se le quita el carácter de humanidad -ya que deja morir de hambre a
sabiendas a una persona- se la está destruyendo desde los cimientos. Se
habla a veces de la huelga de hambre como de la fuerza de la
debilidad. En realidad es la violencia fría y calculadora más deshumana
que existe. Quien recurre a la huelga de hambre, hasta las últimas
consecuencias, se mata a sí mismo, declarando la muerte a la
humanidad entera, pues se la priva de su valor de humanidad.
La huelga de hambre no puede justificarse con las mistificaciones
de tipo místico sacrifical, como hacen ciertos grupos de presión pseudo-
religiosos. No se puede justificar la huelga de hambre como experiencia
de comunión con el hambre que otros padecen por necesidad. Es una
burla del hambre impuesta por la necesidad. La fraternidad cristiana se
vive en el compartir el pan, no en el fingir compartir por un tiempo el
hambre que el otro no desea ni para sí ni para nadie.
La banalización de la huelga de hambre con su recurso frecuente,
como su manipulación por intoxicación ideológica de tipo político o
pseudo-religioso, manifiestan la negación de la vida como germen de
ella. El delirio necrófilo que ha aparecido tantas veces en la historia
humana sigue hoy apareciendo en ciertos líderes visionarios e
intransigentes, que instrumentalizan a los pueblos, impulsándoles al
suicidio, aunque ellos hablen de heroicidad.
Llevar a la humanidad hasta el borde de la irracionalidad con la
violencia moral que ejerce la huelga de hambre es una prueba más de su
inmoralidad. La vida humana no es sólo un valor individual, sino social en
contraste con la huelga de hambre. No se puede usar la vida humana
como medio, instrumento o táctica para conseguir unos bienes
siempre inferiores y que sólo tienen sentido supuesta la vida. Según la
frase evangélica, "¿de qué le sirve al hombre ganar todos los bienes de
este mundo si pierde su vida?".
6. DROGAS
90
Para la Organización Mundial de la Salud "la dependencia
psicológica es una necesidad que pide la administración periódica o
continua de una droga para producir placer o evitar malestar. Esta
necesidad es el factor más poderoso en la intoxicación crónica con
drogas psicótropas... Esta puede llevar a la dependencia física, como
estado patológico producido por la administración repetida de una droga
y que conduce a la aparición de un conjunto característico y específico
de síntomas, designados como el síndrome de abstinencia, cuando la
administración de una droga cesa...".
Juan Pablo II, en una homilía, señalaba como factores que inciden
en la toxicomanía la falta de motivaciones para la vida y la
incomunicación dentro de nuestra sociedad. En concreto, como raíz,
señalaba:
La falta de claras y convincentes motivaciones de vida. En efecto, la falta de
puntos de referencia, el vacío de valores, la convicción de que nada tiene sentido
y que, por tanto, no vale la pena vivir, el sentimiento trágico y desolado de ser
viandantes desconocidos en un universo absurdo, puede impulsar a algunos a la
búsqueda de huidas rabiosas y desesperadas.
7. TERRORISMO
91
-un concepto de libertad no sujeta a normas y carente de límites.
-un tipo de sociedad que no da respuesta a las necesidades
fundamentales del hombre: una sociedad puramente pragmática, cuyo
símbolo más elocuente es el consumismo, una sociedad que produce un
sentimiento de vacío y de absurdo.
92
cultura de muerte. En efecto, la Iglesia cree firmemente que la vida
humana, aunque débil y enferma, es siempre un don espléndido del Dios
de la bondad. Contra el pesimismo y el egoísmo, que ofuscan el mundo,
la Iglesia está en favor de la vida: y en cada vida humana sabe descubrir
el esplendor de aquel "Sí", de aquel "Amén" que es Cristo mismo (Cfr
2Cor 1,19;Ap 3,14). Frente al "no" que invade y aflige al mundo, pone
este "Sí" viviente, defendiendo de este modo al hombre y al mundo de
cuantos acechan y rebajan la vida.(Christifideles 38)
5. ABORTO
1. ACLARACIONES PRELIMINARES
93
máximo cuidado" (n.51). Y con precisión total lo confirma la C. para la
Doctrina de la Fe en su Declaración sobre el aborto provocado:
El respeto a la vida humana se impone desde que comienza el proceso de la
generación. Desde el momento de la fecundación del óvulo, se inicia una vida
que no es del padre ni de la madre, sino de un nuevo ser humano que se
desarrolla por sí mismo. No llegaría nunca a ser humano si no lo fuese ya en
aquel momento.(n.12)
108 J. ELIZARI, El aborto ya es legal. ¿Qué hacer?, Madrid 1985;J. GAFO, El aborto ante
la conciencia y la ley, Madrid 1982;EPISCOPADO FRANCES, Vie et mort sur commande, La
Document.Catholique de Nov 1984.
94
intrínsecamente orientada a la constitución de una persona humana, que origina
un derecho fundamental a la vida.(n.2)
Los impíos con las manos y las palabras llaman a la muerte; teniéndola por
amiga, se desviven por ella... Porque se dicen: "Corta es y triste nuestra vida;...
por azar llegamos a la existencia y luego seremos como si nunca hubiéramos
sido..." (Sb 1,16-2,1ss)
109 Cfr EV 60; G.B. GUZZETTI, Quando l'embrione è persona?, Rivista di Teologia
Morale 73(1987)67-79; S. LEONE, I diritti dell'embrione, Medicina e Morale 3(1985)583-
603;VARIOS, Il diritto alla vita, Roma 1981;VARIOS, L'Aborto. Riflessioni di studiosi
cattolici, Milán 1975.
95
2. INDICACIONES O MOTIVACIONES DEL ABORTO
a. Aborto terapéutico
b. Aborto eugenésico
96
malformaciones congénitas. (Impropiamente, en medicina se le llama a
veces terapéutico).
97
c. Aborto sentimental
d. Aborto psicosocial
98
3. FACTORES QUE LLEVAN AL ABORTO
99
relación a los países pobres, los países superdesarrollados, en lugar de
ofrecerles una ayuda desinteresada para resolver los problemas de
miseria, imponen con crueldad inhumana la drástica reducción de la
natalidad con anticonceptivos primero y con el aborto después. 113
Los medios de comunicación, mass-media, se ofrecen como
difusores de esta cultura de moda: "Los medios de comunicación social
son con frecuencia cómplices de esta 'conjura contra la vida', creando en
la opinión pública una cultura que presenta el recurso a la
anticoncepción, la esterilización, el aborto y la misma eutanasia como un
signo de progreso y conquista de libertad, mientras muestran como
enemigas de la libertad y del progreso las posiciones incondicionales a
favor de la vida" (EV 17).
Esta servidumbre a la cultura de moda se manifiesta en la pseudo-
emancipación de la mujer, que se siente más libre manejando robots
-ordenadores, calculadoras, etc- que siguiendo el crecimiento único y
original de cada hijo o que proclaman su derecho a abortar libremente en
nombre del dominio sobre el propio cuerpo.
Es un hecho que buen número de abortos provienen de mujeres casadas. Puede
influir en ello una mentalidad excesivamente consumista que valora más las
comodidades y el bienestar que la vida de un nuevo hijo.(Actitudes 14)
114 Cfr EV 4.
100
La supresión efectiva de la persona es la culminación de la
violencia, que comienza con la descalificación y descrédito de la víctima.
No se mata si previamente no se ha desacreditado a la victima. Desde la
patológica autoestima de salvador mesiánico de la humanidad, el
violento mata a los que él previamente a descalificado, como ocurre en
el aborto, calificando al niño de "material biológico", "proyecto humano",
"vida sin valor"...
La inviolabilidad de la vida humana hace irrelevante el momento
en que se encuentre el feto o embrión en su desarrollo. Dos días, quince
días o tres meses no cambia nada. Esté anidado, con la aparición de la
corteza cerebral o con la formación somática no cambia la valoración
moral del aborto. Cuando la vida humana pierde su valor de persona se
mata al niño no deseado en el seno de la madre, al niño nacido con
malformaciones, al joven que con su delincuencia rompe la tranquilidad
burguesa, al emigrante de otra raza que llega a "robar" el puesto de
trabajo, al adulto que, con una enfermedad crónica, se vuelve un peso
para la familia y para la sociedad, y al anciano improductivo y molesto. Y
así se cierra el círculo de muerte: madres abortistas engendran hijos
eutanasistas.
101
La inmoralidad del aborto, en cuanto violación positiva y directa
del derecho a vivir del ser humano, incluye la inmoralidad de la
cooperación a su realización. La cooperación puede ser física, ayudando
de hecho a realizar la acción abortiva; o moral, por ejemplo, induciendo o
aconsejando la misma. No sólo quien realiza el aborto, sino quien
coopera directa y formalmente en su ejecución, comete una transgresión
grave del orden moral...
La Iglesia, movida por el deseo de proteger la vida de los no
nacidos y tratando de fortalecer la conciencia de los católicos en este
punto, considera excomulgados a quienes procuran un aborto, si éste
llega a realizarse. Esta excomunión es una pena impuesta por la Iglesia
para subrayar la gravedad de una acción por la que, quien la comete, se
priva ya a sí mismo de la plena comunión espiritual con la Iglesia (n.7;
can. 1398; 1321;1324).116
102
precisamente a los seres más débiles, más carentes de recursos,
situados en una condición absoluta de indefensión.
Si se considera que la ley y la acción de los legisladores deben
proteger siempre los bienes fundamentales de la sociedad y de todos sus
miembros, el hecho mismo de la despenalización, aparte de la
mentalidad abortista que crea, es en sí misma una decisión moralmente
injusta. La vida del nuevo ser humano queda sin la protección que le es
debida, como la de cualquier persona, abandonada a la voluntad de
otros.
En vez de buscar soluciones positivas a las situaciones difíciles y
dolorosas, que sin dudan pueden presentarse, especialmente para los
padres afectados, esta ley propicia la solución más fácil al permitir la
eliminación física del que va a nacer. De esta manera, se quiera o no, el
pueblo puede acostumbrarse a pensar que la supresión física de quien
crea dificultades es una manera legítima de resolver los problemas. Si se
puede matar a un no nacido en determinadas condiciones, ¿por qué no
en otras? ¿y por qué no aplicar el mismo criterio respecto a otras
personas que no estén ya en plenitud de vida? (Ibidem, n.5).
Una sociedad que niega el derecho primario a la vida, ¿cómo
puede garantizar los otros derechos que proclama en tantas de sus
declaraciones? ¿No serán papel mojado? ¿Qué quiere decir, cuando se
admite el aborto, que "la preocupación por el interés del individuo debe
siempre prevalecer sobre los intereses de la ciencia y de la sociedad"?. 117
Una vez más hay que afirmar que la ley no coincide con la ética.
La ley no siempre puede impedir todo mal o abuso en el ejercicio de la
libertad personal de los ciudadanos, pero debe siempre crear las
condiciones para la vida moral de toda persona. Por ello, la ley debería
defender la vida de todos, especialmente la vida de los más indefensos.
Si no tutela la vida, la ley es inicua y es preciso oponerse a ella. "Es
preciso obedecer a Dios antes que a los hombres", respondieron los
apóstoles al Sanedrín.
Por otra parte, la ley no puede imponer a nadie matar a una
persona. No puede, pues, exigir al médico que preste su colaboración al
aborto. La objeción de conciencia es, por tanto, lícita y obligatoria para
el médico en el caso del aborto legalizado. 118
Finalmente, hay que decir que para la eliminación o reducción del
aborto no basta, como ingenuamente creen algunos, con eliminar las
causas sociales que se presentan como indicaciones de muchos
abortos: problemas de vivienda, de pobreza, de educación, de sanidad,
etc. "Los hechos, como constata F.J. Elizari, prueban cómo las sociedades
y clases más avanzadas siguen acudiendo al aborto, a pesar de tener en
gran parte resueltos todos esos problemas de empleo, vivienda, cuidado
de la salud, etc. En el aborto influyen poderosamente ciertos rasgos
presentes en la mentalidad de nuestra sociedad: concepto de libertad del
cuño burgués más descarado, concepto utilitarista de la sociedad y del
hombre, civilización consumista, incapacidad para diferir las propias
103
satisfacciones o renunciar a ellas en virtud de una solidaridad humana,
concepto consumista de la sexualidad, tiranía de la programación, que
llega hasta a eliminar con frialdad a los seres humanos no deseados o
defectuosos en las primeras fases de su existencia". 119
Y, como raíz de esta mentalidad, está lo que ya descubrió San
Pablo. Una sociedad que niega a Dios, creador y señor de la vida, es una
sociedad que niega la vida y engendra una civilización de muerte. La fe
en Dios, que ofrece la vida eterna en su Hijo Jesucristo da, en cambio,
valor a toda vida humana.
En la búsqueda de las raíces más profundas de la lucha entre la "cultura de la
vida" y la "cultura de la muerte" es necesario llegar al centro del drama vivido
por el hombre contemporáneo: el eclipse del sentido de Dios y del hombre,
característico del contexto social y cultural dominado por el secularismo. Quien
se deja contagiar por esta atmósfera, entra fácilmente en el torbellino de un
terrible círculo vicioso: perdiendo el sentido de Dios, se tiende a perder
también el sentido del hombre, de su dignidad y de su vida (Cfr EV 21-24).
6. EUTANASIA
104
1. SUICIDIO Y HOMICIDIO
121 Cfr. Didaché II,2;Carta de Bernabé 19,5 y 20,2; Tertuliano, Apologeticum IX,8 y De
exhortatione castitatis XII,5...
105
Toda la Escritura es un sí decidido a la vida, como don de Dios,
único Señor de la vida y de la muerte. Los Obispos españoles lo han
señalado en su Nota sobre el aborto:
Dios es el único Señor de la vida y de la muerte. El hombre, salvo el caso extremo
de la legítima defensa, no puede atentar contra la vida humana. El Antiguo
Testamento expresa de diversas formas esta misma idea: la vida, tanto la propia
como la ajena, es un don de Dios que el hombre debe respetar y cuidar, sin poder
disponer de ella. Dios, "el viviente", ha creado al hombre "a su imagen y
semejanza" (Gén 1,14), y Dios, de vivos y no de muertos (Cfr Mc 12,27), quiere
que el hombre viva. Por eso protege con la prohibición del homicidio (Gén 9,5-
6;Ex 20,13) la vida del hombre. En el Nuevo Testamento continúa el aprecio del
Antiguo Testamento por la vida del hombre, manifestando su predilección por las
vidas más marginadas y menos significativas, y las ha rescatado para la
verdadera vida. Con ello se ha revelado inequívocamente el valor de la vida de
todo hombre, independientemente de sus cualidades y de su utilidad social. El
derecho a la vida es inherente a la vida misma como un valor en sí, intangible,
que debe ser respetado y salvaguardado.(n.2)
106
libertad y percepción de los valores, aparte de hallarse frecuentemente
bajo un estado emocional que coarta aún más su libertad. Vale al
respecto el juicio moral de la Cong. de la Doctrina de la fe:
La muerte voluntaria, o sea, el suicidio es inaceptable, lo mismo que el homicidio:
semejante acción constituye, en efecto, por parte del hombre, el rechazo de la
soberanía de Dios y de su designio de amor. Además, el suicidio es a menudo un
rechazo del amor a sí mismo, una negación de la natural aspiración a la vida, una
renuncia frente a los deberes de justicia y caridad hacia el prójimo, hacia las
diversas comunidades y hacia la sociedad entera, aunque a veces intervienen,
como se sabe, factores psicológicos que pueden atenuar o incluso quitar la
responsabilidad.(Sobre la eutanasia, I)
2. EUTANASIA
107
como tránsito a una nueva vida, plena y eterna. Con esta esperanza se
puede afrontar en paz la muerte. Sin esta garantía de vida eterna, el
hombre actual reacciona ante la muerte con dos actitudes opuestas y, al
mismo tiempo, unidas entre sí: por una parte se la ignora, tratando de
borrarla de la conciencia, de la cultura y de la vida; y, por otro lado, se la
anticipa para no enfrentarse conscientemente con ella.
Nuestra cultura, con su reclamo de libertad y autonomía frente a
Dios mismo, como valores supremos del hombre, llega a querer ejercitar
esta libertad hasta en la elección de la muerte. Si no hemos podido elegir
nuestro nacimiento, ¿no podemos al menos elegir nuestra muerte?
Muchos en nuestra época se hacen individual y asociadamente sus
sostenedores y promotores encarnecidos. 127
En una cultura de tipo liberal-radical, que toma como punto
supremo y último de referencia la libertad, se termina por destruir la vida
y, con ella, la libertad. Según este modelo de sociedad es lícito todo lo
que es libremente querido o aceptado. Bajo esta mentalidad se han
propuesto la liberación del aborto, la elección del sexo del niño que ha de
nacer -o en el adulto, el cambio de sexo-, la fecundación extracorpórea
de la mujer sola, núbil o viuda, libertad de investigación y
experimentación, libertad de decidir el momento de la muerte (living will)
y el suicidio como signo y expresión máxima de libertad...
La muerte es el último acto de la vida del hombre. El concepto de
eutanasia depende de la idea que se tenga sobre la vida y sobre el
hombre. Una mentalidad eugenista, como la racista o la nazi, reclamará
con Nietzsche la eutanasia "para los parásitos de la sociedad, para los
enfermos a los que ni siquiera conviene vivir más tiempo, pues vegetan
indignamente, sin noción del porvenir". Los niños subnormales, los
enfermos mentales, los incurables o los pertenecientes a razas inferiores
han de ser eliminados mediante la "muerte de gracia".
Pero, quien considera la vida humana como vida personal, don de
Dios, descubrirá que la vida tiene valor por sí misma; posee una
inviolabilidad incuestionable; no adquiere ni pierde su valor por situarse
en condiciones de aparente descrédito por la vejez, inutilidad
productiva o social. En su inviolabilidad nunca puede ser
instrumentalizada para ningún fin distinto de ella. De aquí la condena de
toda acción que tienda a abreviar directamente la vida del moribundo. 128
La socialización de la medicina, que es un logro de nuestro tiempo,
lleva consigo una serie de implicaciones políticas y económicas con
graves consecuencias éticas. Desde el momento en que se destinan
inmensas sumas de dinero a la asistencia médica para todos se opera
una elección de destino de los fondos según los criterios de costos-
beneficio, instaurándose una política sanitaria con todos los riesgos
correspondientes.
127 Cfr EV 64; D. TETTAMANZI, Eutanasia, l'illusione della buona morte, Casale
Monferrato 1985; L. CICONE, L'eutanasia, en Non uccidere, Milano 1984; G. DAVANZO,
L'eutanasia, en Etica sanitaria, Milano 1986, p. 245-293.
128 Cfr EV 94; J.R. FLECHA.-J.M. MUJICA, La pregunta moral ante la eutanasia,
Salamanca 1985; VARIOS, La eutanasia y el derecho a morir con dignidad, Madrid 1984.
L. ROSSI, Eutanasia, en DETM; J. GAFO (ed.), Dilemas éticos de la medicina actual, 2 vol.,
Madrid 1986-1988.
108
Ante el aumento de la población anciana, con la prolongación de
curas costosas de enfermedades que el progreso de la medicina
consigue muchas veces, más que sanar, prolongar indefinidamente; ante
criterios eudemonísticos -búsqueda del bienestar, placer, felicidad, goce
de la vida- y utilitaristas, la política sanitaria corre el riesgo de inclinarse
hacia programas que van contra la persona, instaurando la llamada
eutanasia social. Estos criterios ya han dado sus frutos en el aborto
selectivo practicado en algunas naciones con el screening masivo: se
eliminan los fetos con malformaciones, porque son una carga económica
para la sociedad; por ello, la misma sociedad financia las diagnosis
prenatales de las personas propensas a estos riesgos. Esto se presenta
como prevención de enfermedades hereditarias. De este modo, la
bioética afecta no sólo a los médicos, sino a los administradores
sanitarios y a los políticos de la sociedad.
La consecuencia primera de esta mentalidad es el abandono de
los enfermos incurables e improductivos para la sociedad, con la
evidente discriminación en base a la utilidad económica del presupuesto
sanitario. Los recursos económicos de la seguridad social se reservarían,
prevalentemente, para aquellos enfermos que, una vez sanados, pueden
volver a la vida productiva y no a los ancianos o enfermos incurables. Es
la llamada "eutanasia social", que contradice precisamente la dimensión
social del hombre.
Por ello, con la C. de la Doctrina de la Fe, hay que afirmar:
Nada ni nadie puede autorizar la muerte de un ser humano inocente, feto o
embrión, niño o adulto, viejo, enfermo incurable o moribundo. Nadie, además,
puede pedir este gesto homicida para sí mismo o para otro a él confiado; ni
tampoco puede aceptarlo explícita o implícitamente. Ninguna autoridad puede
legítimamente imponerlo ni permitirlo. Se trata, en efecto, de una violación de la
ley divina, de una ofensa a la dignidad de la persona humana, de un crimen
contra la vida, de un atentado contra la humanidad.(Sobre la eutanasia II)
109
impide al moribundo el vivir conscientemente sus últimos momentos y, al
mismo tiempo, se le priva de toda relación con los demás. 129
Y, sin embargo, el grito de dolor debe escucharse. Y más aún
cuando se ha perdido toda esperanza de curación y se sustituyen las
medicinas curativas por las curas paliativas. "Además de las curas
médicas, de lo que el enfermo tiene necesidad es de amor, del calor
humano y sobrenatural, con el que pueden y deben circundarle todos los
que le están cerca, padres e hijos, médicos y enfermeros" (Sobre la
eutanasia, II). La agonía es el tiempo propicio para que, con una libertad
nueva, el enfermo se enfrente consigo mismo y con la muerte. En esta
agonía es preciso que el enfermo se sienta acompañado y sostenido por
los familiares y los médicos, dispuestos a acoger sus deseos y su último
soplo de vida. Esta cercanía le renovará la fe en la vida, abriéndole al
Señor de la vida y a esperar que El, de su mano, le lleve a la resurrección
con Cristo.
3. TERAPIA DEL DOLOR
110
lucidez. En cuanto a las personas que no están en condiciones de
expresarse, se podrá razonablemente presumir que desean tomar tales
calmantes y podrán suministrárseles según los consejos del médico.
Pero el uso intensivo de analgésicos no está exento de
dificultades, ya que el fenómeno de acostumbrarse a ellos obliga
generalmente a aumentar la dosis para mantener su eficacia... Conserva
validez la respuesta de Pío XII a un grupo de médicos que le planteó esta
pregunta: "¿la supresión del dolor y de la conciencia por medio de
narcóticos... está permitida al médico y al paciente... incluso cuando la
muerte se aproxima o cuando se prevé que el uso de narcóticos
abreviará la vida?". El Papa respondió: "Si no hay otros medios y si en
tales circunstancias ello no impide el cumplimiento de otros deberes
religiosos y morales, sí". En este caso, en efecto, está claro que la
muerte no es querida o buscada de ningún modo, por más que se corra
el riesgo por una causa razonable; simplemente se intenta mitigar el
dolor de manera eficaz, usando a tal fin los analgésicos a disposición de
la medicina.130
Los analgésicos que producen la pérdida de la conciencia en los
enfermos merecen, en cambio, una consideración particular. Es
sumamente importante, en efecto, que los hombres no sólo puedan
satisfacer sus deberes morales y sus obligaciones familiares, sino
"también y sobre todo que puedan prepararse con plena conciencia al
encuentro con Cristo" (Sobre la eutanasia, III).
La ciencia y la técnica, orientadas a aliviar el dolor, pueden prestar
al enfermo una valiosa ayuda. Pero no son suficientes. En nuestra
relación con el moribundo, nuestra concepción del hombre, de su
identidad y de su vocación, nos sugerirá internamente qué actitudes
tomar en cada situación. La eutanasia, como intento de procurar una
"buena muerte" abreviando los dolores a alguien, que nos lo pide
explícitamente, será siempre una tentación. Se comprende que algunos
sucumban a ella, al hacérseles insoportables los sufrimientos o
desesperación de aquellos a quienes aman o, como médicos, atienden.
Pero es sabido que la petición de la muerte, frecuentemente, esconde la
petición de otras ayudas. Acertadamente escribe P. Verspieren:
La primera exigencia de orden ético, que nos llega a través de la petición de la
muerte, es la apelación a dar respuesta a las necesidades fundamentales de
quien ha llegado a desear la muerte, para ayudarle a salir de esa situación que él
considera intolerable y así devolverle el gusto de la vida. Esta apelación está
cargada de exigencias: permanecer junto a quien se halla en tal prueba; aceptar
el sufrimiento que supone tal proximidad; tomar conciencia que dar la muerte al
paciente, en estas circunstancias, es por librarse a sí mismo del sufrimiento más
que por liberar del dolor al otro. 131
4. DISTANASIA
111
lo más posible la muerte utilizando, no sólo los medios ordinarios, sino
medios extraordinarios y costosos en sí mismos o en relación al enfermo
y a su familia.
El rechazo de la muerte ha llevado a las prácticas del
ensañamiento terapéutico. El uso de medios extraordinarios logra
prolongar, al menos vegetativamente, la vida, cuando ya se han apagado
irremediablemente las funciones cerebrales. Pero este despliegue de
recursos y de técnicas médicas, para mantener en vida lo más posible a
una persona, va contra el derecho del hombre a morir con dignidad,
circundado y sostenido por el afecto de sus familiares. El poder médico
debe reconocer sus propios límites y guiarse por otros imperativos que
no sean el simple rechazo de la muerte a cualquier precio. Ninguna
persona humana puede desear que se retrase en estas condiciones su
muerte. El progreso de los conocimientos médicos no puede justificar tal
ensañamiento terapéutico.132
Las situaciones distanásicas revisten gran variedad, pero todas
ellas se pueden enmarcar en el afán desmesurado de prolongar la vida y,
con frecuencia, sólo la vida vegetativa. Mediante la reanimación se
intenta indebidamente prolongar la vida incluso después de haber
constatado la "muerte clínica", sometiendo al enfermo a experimentos
terapéuticos inútiles y molestos o degradantes y a los familiares a
tensiones interminables y costosas. En carta dirigida en nombre del Papa
a la Federación Internacional de las Asistencias Médicas Católicas, el
cardenal Villot escribía en 1975:
En muchos casos, ¿no sería una tortura inútil imponer la reanimación vegetativa
en la última fase de una enfermedad incurable? El deber del médico consiste más
bien en hacer lo posible por calmar el dolor en vez de alargar el mayor tiempo
posible, con cualquier medio y en cualquier condición, una vida que ya no es del
todo humana y que se dirige naturalmente hacia su acabamiento.
132 Cfr EV 65; CEC 2278; C. NICOLAS ORTIZ, El derecho a la salud y los derechos de
los enfermos, Madrid 1983; VARIOS, Derechos del enfermo, Bogotá 1982; S. SPINSANTI,
Documenti di deontologia e etica medica, Torino 1985; P. PERICO, Problemi di etica
sanitaria, Milano 1985; A. BOMPIANI, Eutanasia e diritti del malato "in fase terminale",
Presenza pastorale 5-6(1985)76-119.
112
el retrasar artificialmente la muerte. Esto se refiere al caso en el que, por una
intervención de carácter médico, una operación, por ejemplo, la vida se prolonga
realmente poco y con duros sufrimientos, hasta tal punto que el enfermo, en
breve período de la propia vida, se encuentre sometido, a pesar de la operación o
justamente como resultado de la misma, a graves trastornos físicos o
psicológicos... Si el paciente, sus parientes y el médico, tras haber sopesado
todas las circunstancias, renuncian al empleo de medicinas y de medidas
excepcionales, no se les puede imputar el atribuirse un derecho a disponer de la
vida humana.134
113
ayudado. Puede aún corregir, con una súplica, con el desvelamiento de
un secreto, con una palabra que nunca dijo, dar el verdadero significado
a su vida.
Para concluir, en relación a la distanasia, la Congregación de la fe
hace una serie de precisiones que pueden orientar nuestra respuesta
moral:
En cada caso, se podrán valorar bien los medios confrontando el tipo de terapia,
el grado de dificultad y el riesgo que comporta, los gastos necesarios y las
posibilidades de aplicación con el resultado que se puede esperar de todo ello,
teniendo en cuenta las condiciones del enfermo y sus fuerzas físicas y morales.
114
aun sería una actitud semejante cuando se tratara de simple idolatría
técnica.135
El asalto técnico es un abuso. En la práctica puede significar una
orgullosa actitud de confianza en la técnica, una idolatría de la vida, un
miedo a enfrentar la muerte de cara. Por otra parte, es un ataque a la
dignidad de la persona, que puede quedar subordinada a unos
procedimientos técnicos, y una injusticia a la sociedad por un uso
injustificado de energías y recursos.
5. BIEN MORIR
115
aún con dolores, su muerte. El acompañamiento del enfermo en esta
agonía es importantísimo.137
Una muerte en solitario, sin el acompañamiento y ayuda de los
seres queridos en momentos tan decisivos, resulta cruel, no respeta la
dignidad del hombre y no responde a la naturaleza social de la persona.
Con palabras de la Conferencia episcopal alemana hay que afirmar:
Nadie puede vivir solo su propia vida, nadie puede afrontar en soledad su propia
muerte. Solo, es decir, sin una ayuda esencial de los demás. Para muchos
hombres la muerte está precedida de una ruptura decisiva, a veces brutal, con el
mundo que les rodea, y está acompañada de una soledad creciente... Por ello,
todos los hombres, en la última etapa de su vida, tienen necesidad de una
asistencia intensiva para poder conocer una muerte digna de un ser humano
(D.c. 20)
137 C. IANDALO, Parlare col malato, Roma 1983; P. CATTORINI, Terapia e parola. Il
rapporto medico-paziente come nucleo essenziale della passi medica, Medicina e Morale
4(1985)781-799.
116