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para ejercer un buen liderazgo. Las colocarán en el mural y posteriormente el líder a cargo las
leerá para realizar una retroalimentación.
En un tablero, jugar ahorcado con las siguientes palabras, que son sinónimos de las
palabras del título del tema (esto se les dice previamente para que sea más fácil enfocar
el tipo de palabra a descifrar). Será un concursante para cada palabra; si alguno de
los jugadores pierde, otra persona lo puede terminar. Si el número de personas lo
permite, puede dividirse en tres grupos, y que cada uno tenga un representante, para
hacerlo más emocionante.
En la biblia hallamos hombres de Fe, los cuales, con certeza y convicción de la elección
y el propósito de sus vidas, decidieron levantarse como instrumentos de bendición,
restauración y edificación para el entorno en el que vivieron, dejando también un
ejemplo que inspirara a las generaciones que les sucederían. Algunas de las evidencias en estos
hombres son:
1.2. La dignidad del apóstol Pablo era andar como era digno de su elección y vocación
(Efesios 4:1)
1.3. La dignidad del apóstol Pablo era buscar el favor de Dios no el de los hombres
(Gálatas 1:10 , 2 Timoteo 2:4)
1.4. La dignidad del apóstol Pablo no eran sus credenciales y títulos sino ser Hijo –Siervo
(Filipenses 3:4-7)
Juan 15:7 Reina Valera Contemporánea (RVC) “Si permanecen en mí, y mis palabras permanecen
en ustedes, pidan todo lo que quieran, y se les concederá.”
La perseverancia no se trata de insistir y persistir en algo para al otro día desmayar, perseverar es
permanencia en alguien: Dios y en algo: su palabra. Los hombres de fe perseveran porque tienen
visión de la eternidad, saben que cielo y tierra pasaran, pero la Palabra de Dios permanece para
siempre, no pierde vigencia ni tiene fecha de caducidad.
El hombre de fe puede permanecer, no por su propia fuerza humana sino porque tiene el poder del
Espíritu Santo obrando en Él, convenciéndole y dándole testimonio de creer hasta recibir el galardón.
Los hombres de fe se caracterizan porque practican la ley de la siembra; no se trata de una inversión
que les produce resultados temporales para el aquí y el ahora o el futuro, sino de una siembra para lo
eterno.
• Los hombres de fe siembran su vida, recursos, dones y talentos: se dan a sí mismos y dan lo
que tienen (Mateo 19:29)
Las personas escribirán en otro post-it una decisión con la que se comprometerán con el fin de desarrollar
las cualidades que aprendieron este día.
Elegir un compañero al que le contarán su compromiso, y durante esa semana orarán para que Dios
los respalde y les permita cumplirlo.
Llamar a una persona que hace poco haya llegado al ministerio (si es nuevo, y no ha asistido a otra
congregación mucho mejor), y pedirle que haga los siguientes apareamientos.
La idea es constatar cómo los hombres de fe no son tan famosos como los líderes
de la historia.
Los grandes líderes se levantan porque van contra la corriente, son arriesgados, y tienen méritos.
Pero, no se trata precisamente de nadar contra la corriente, porque cuando hacemos esto, no logramos
cambiar su rumbo. Los hombres de fe, en cambio, detienen las corrientes de este mundo.
La mayoría de los hijos de Dios cometen dos errores con relación a este punto. Unos se adaptan al
entorno y se dejan llevar por la corriente, otros dicen: “no, eso no es de Dios, es del diablo” y como
van con la mentalidad de un líder, se van contra la gente, y de esta manera, se van al otro extremo,
averiguando sobre las corrientes del mundo para atacarlas, y creen que de esta forma están agradando
a Dios.
El pueblo de Israel tuvo que atravesar el Jordán para entrar a la tierra prometida, y no lo hicieron
nadando contra la corriente, pues la fe de Josué y de quienes le obedecieron, les permitieron pasar en
seco, porque las corrientes se detuvieron (Josué 3:11-16).
Nuestro fin va más allá de lo que podemos ver, pues la eternidad es nuestro destino, pero mientras
estemos en la tierra podemos ser hombres y mujeres de fe, que vayan más allá de los planteamientos
inmediatistas del mundo, que lo único que quieren es satisfacer la necesidad de sobresalir y hacer
creer a otros que lo pueden hacer imitándonos. Jesucristo es el modelo a seguir, y la fe es el camino
para lograr ser a la medida de su estatura.
Entregar a cada asistente una hoja pequeña con las siguientes preguntas:
1. ¿En qué asunto debo ser valiente?
2. ¿Qué montañas quisiera mover?
3. ¿Qué corriente quisiera detener?
En algún lugar del salón de reunión poner un recipiente o cofre con el siguiente versículo: “Es,
pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve.” - Hebreos 11:1
En el tiempo de oración, además de orar por cada uno de los puntos en los que enfatizamos
durante el tema, les pedimos que lleven el papel donde respondieron las preguntas, y lo pongan en el
cofre, como símbolo de que creen que podrán ser hombres y mujeres de fe, que ven cosas
sobrenaturales en sus vidas.
El verdadero liderazgo es aquel que es capaz de inspirar la vida de otros para superar
las barreras que la sociedad y sus propios temores le han impuesto; que invita a ver
más allá de lo convencional, a desarrollar una vida de fuertes convicciones con la
certeza de caminar el camino de la perfección; aquel que conduce un modelo superior,
en el que es moldeado y transformado el carácter conforme al de Jesucristo. Hoy en día
las personas que van más allá de lo convencional escasean, existe una fuerte presión
para ser como los demás, a no romper el molde y a conformarse a lo convencional.
Cuando hablamos de aprender a vivir por fe, muchos podrían pensar que esto se refiere a creer que
Dios siempre va a allanar el camino para que todo sea más fácil y confortable, pero realmente la vida
de fe hace referencia a dejar que nuestro carácter sea formado de tal manera, que ya no vivamos de
acuerdo a las condiciones que nos marca el entorno, o por las cosas que nos parecen correctas, sino
con base a un estándar superior, dispuestos a dar lo mejor aún en las circunstancias más difíciles, y a
ser verdaderos agentes de cambio.
Muchas personas piensan que por conocer la historia ya tienen lo necesario para no volver a caer en
los mismos errores, pero la experiencia nos ha demostrado que esto no necesariamente es así, pues
muchas veces se toma la misma ruta aún cuando ya se conoce el final del camino. Tener raíces
significa estar plantado y afirmado en el fundamento (1 Cor. 3:11) y solo quien está enraizado puede
crecer, florecer y fructificar; estar enraizado proporciona confianza, claridad, equilibrio, certeza y una
serie de características que dan solidez y fortaleza.
El mundo moderno se encuentra lleno de tendencias que nos invitan a cambiar e ir de un lado para
otro, sin saber siquiera si realmente son necesarias o convenientes. El cambio es inevitable y es una
constante en el mundo, pero el cambio más extraordinario se da cuando una persona es transformada
desde su interior y es hecha de nuevo; literalmente es el milagro más grandioso que existe por cuanto
vuelve a ser creada, pero ahora con un mejor modelo y un propósito superior, y es allí donde se
encuentra el verdadero sentido de la vida, cuando se es instrumento para la transformación de una
vida.
Una característica fundamental de los agentes de cambio es que siempre están aprendiendo, cultivan
la actitud de un aprendiz, nunca se gradúan, y siempre están en proceso de formación; son capaces
de observar y reflexionar sobre los tiempos, las circunstancias, la cultura y las tradiciones, para hacer
aportes trascendentales y no solo ser víctimas de las tendencias o modas. El hombre de fe no se deja
impresionar o deslumbrar por lo que ven sus ojos, pues la fe viene por el oír la Palabra de Dios (Rom.
10:17)
3.1. No se detiene: Hacer un alto en el camino es muy común en aquellas personas que pierden la
visión, ya que caen en angustia y desesperación, por lo que tienden a querer regresar atrás. (Fil. 3:13
– Jos. 1:7)
3.2. No retrocede: Quien sabe hacia dónde se dirige no tiene tiempo para pensar en devolverse. (Heb.
11:14-15)
3.3. Siempre avanza: Solo quien pone la mirada en la meta no se deja distraer por ningún motivo.
(Gal. 6:9)
La vida de fe no solo se trata de una serie de normas morales, académicas o religiosas, sino estar
enraizados en el fundamento (Jesucristo 1 Cor. 3:11) para así poder edificar de manera sólida y
duradera. Solo quien se encuentra profundamente arraigado puede crecer, florecer y fructificar (Sal.
1:1-3), su vida será un desafío constante para aquellos que le observan, impactando e influyendo
positivamente en su familia, trabajo y comunidad.
Actualmente encontramos una gran cantidad de personas que son reconocidas como líderes en
diferentes áreas de la sociedad, pero que lamentablemente no han podido superar sus propios
conflictos y siguen siendo víctimas de sí mismos; nuestro desafío y llamado es a ser “hombres y
mujeres de fe”, capaces de inspirar con nuestra vida a quienes observan continuamente. Ahora más
que nunca se necesitan personas que sean “molde, modelo y ejemplo”, y no solo motivadores bien
intencionados, que no ven más allá de sus propios intereses.
Guiar a los asistentes a consagrar sus decisiones del plan de mejoramiento, poniendo a
Jesucristo como fundamento de este cambio en sus vidas. Canción sugerida “Jesucristo Basta”
https://www.youtube.com/watch?v=JbBxC1F5l8E
Invitarlos a que lean y estudien Hechos 22:1-21, y descubran en pablo las características que se
estudiaron en esta lección. La siguiente semana se iniciará pidiendo que alguien cuente su
experiencia. Un día antes de la reunión se les puede enviar un recordatorio para motivarlos.
Recordar pedir a alguna persona contar su experiencia leyendo Hechos 22:1-21
Pasar cuestionario impreso con las siguientes preguntas:
¿A cuál líder de influencia positiva espiritual o secular recuerda con mayor intensidad?
¿Qué hizo para que ud lo recuerde de manera especial?
¿Qué le gustaría imitar de él?
Con el grupo haga un juego, ¿cuál es la primera palabra que piensa cuando ve las imágenes de
los siguientes personajes?
El mundo está lleno de líderes, pero ser líder no significa que el liderazgo es bueno;
algunos ejercen una influencia negativa, y otros, a pesar de tener las mejores
intenciones, realmente no están impactando ni haciendo trascender a nadie.
Cada persona decide si quiere ser un líder, la clase de líder que quiere ser, o si prefiere
ser un hombre o mujer de fe, que con seguridad marcará la vida de quienes le rodean.
Los líderes son entrenados para ser implacables ante las debilidades o errores de sus subalternos,
pues la tolerancia es sinónimo de pérdidas económicas y/o administrativas; por lo tanto deben ser
reemplazados. En la Biblia encontramos que los hombres de fe no reemplazan, sino que restauran.
Por ejemplo: Moisés hasta el último momento intercedió por la restauración de su pueblo y Nehemías
por su nación.
Es muy fácil reemplazar a alguien; el camino más cómodo y rápido es sacrificar la oveja, pero no
hemos aprendido así del Señor Jesús, ni de muchos de los líderes que hemos tenido, los cuales han
tenido paciencia con todos nosotros, y nos han soportado.
El poder es un atractivo que los líderes desean, pues los pone en ventaja frente a los otros; muchos
están dispuestos a “Prestar su nombre” para representar a otros, la Pregunta es: ¿quieren servir o
quieren servirse de …?
En la palabra de Dios encontramos que la autoridad es delegada por Dios y no reside en las
características de a quien se le confiere, sino, por la gracia del Señor; aquí se practica “el poder del
amor, y no el amor al poder”.
Los líderes nunca paran de construir, y siempre quieren más, aunque tengan el banco más grande de
la ciudad, quieren el segundo más grande y así. Y lo hacen rápidamente para minimizar los costos,
entre más rápido mejor. En cambio, los hombres de fe, forman, no tienen prisa, pues saben que el
fundamento es inamovible, por eso deben hacerlo con mucha cautela pues no hay lugar para los
errores. Aunque es lento, nunca para de edificar, pues, lo hace pensando en la eternidad y hasta que
el dueño de la vida decida llevárselo a su presencia.
Los líderes son los que mandan y no quieren que nadie tenga jerarquía sobre ellos, pues les gusta ser
los jefes, se fijan sus propios horarios, en cambio los hombres de fe reinan, pues son instalados en
sus cargos por Dios y saben que lo representan a Él, un rey justo.
Los líderes buscan la retribución de quienes los rodean. Pero los hombres de fe son galardonados por
Dios cuando lleguen a “casa” y allí reciben el premio que está ligado a la eternidad.
“Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al
mundo, nuestra fe”. 1 Juan 5:4 (RVR1960)
El Espíritu Santo no es un énfasis para un momento determinado, sino que él nos ha sido dado para
siempre y sin medida. Este es el momento de dejar que se mueva en nuestra vida, para experimentar
continuamente la plenitud de la unción.
Dejemos que el Espíritu Santo gobierne nuestros corazones y nos permita tener claridad acerca de la
dirección y desarrollo de nuestro liderazgo, para que seamos como él, y no como los modelos que el
mundo nos ofrece y hemos aprendido.
Pida a los asistentes que mencionen una decisión que ellos toman a partir de lo que el tema les ha
enseñado (Si el número de asistentes lo permite, dejar que todos hablen).
En oración, presentar delante de Dios nuestras decisiones, y pedirle que con su ayuda podamos
cambiar. Canción sugerida: Jesús es el Señor
https://www.youtube.com/watch?v=sjkLFVw4eaY
Desafiar a los asistentes a agrupar a sus compañeros e invitar a sus líderes para formar grupos de
acción empresarial.