Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
PROLOGO
Primera Parte:
LA UNCION DEL ESPIRITU SANTO: CONSAGRACION DE DIOS PARA SUS
ELEGIDOS
1. ¿Qué es la Unción?
2. Conociendo al autor de la Unción
3. Ungidos… Para qué?
4. Cómo ejercitar la Unción
5. Las marcas del Ungido
6. Realizando Milagros a través de la Unción
Segunda Parte:
ENTRE LA HERENCIA DE MALDICION Y LA EXPERIENCIA DE LA UNCION
7. ¿Qué son las herencias de Maldición?
8. Había una vez doce espías….
9. ¿Cómo ser libres de la Herencia de maldición?
Tercera Parte:
¡CUANDO LA UNCION SE MANIFIESTA!
10. La unción nos libera del adulterio espiritual
11. La unción quita la dureza de corazón
12. La unción genera bendición social
Cuarta Parte:
EN LAS ALTURAS… ¡ALLI VIVEN LOS UNGIDOS!
13. La unción en los últimos tiempos
14. Viviendo a la altura de un Hijo de Rey
15. Unción de pacto… ¡y a volar!
.
PROLOGO
Todos los cristianos tenemos en el fondo del corazón un deseo ferviente de vivir a la
altura, aún en medio de las circunstancias más adversas, pero muchos no saben cómo
hacerlo, desconociendo que es el Espíritu Santo el canal que nos conecta a esa deleitosa y
maravillosa "“vida abundante" que ya nos pertenece; y terminan conformándose con
mucho menos de lo que Dios tiene preparado para sus vidas.
Al recordar afirmaciones tan crudas pero tan reales, como la que en cierta oportunidad
manifestó el famoso revolucionario hindú, Mahatoia o Mohandas Ghandi, quien expresó:
“Cada vez creo más que los cristianos tienen un gran Cristo, pero Cristo tiene unos
paupérrimos cristianos”; mi espíritu gemía dentro de mí, queriendo descubrir el secreto
que marca la diferencia entre ese cristiano pusilánime de vida estéril y aquel que extiende
sus alas como las águilas, remontándose a las alturas, transformando positivamente todo
lo que encuentra a su paso.
El nos ha ungido, ¡claro! Y esa Unción es la única que hace que nuestra vida tenga un
perfil sobrenatural, que seamos linajudos en todo lo que pensemos, hablemos y hagamos,
Esa Unción es la que marca la abismal diferencia entre el cristiano que pasa por la vida
con más pena que gloria y aquél que deja huellas de trascendencia eterna; el que con
todo lo que hace pregona el “año agradable del Señor”.
El activar y ejercitar la Unción marca la gran diferencia, Dios me ha permitido ver hijos
suyos que pasan de ser unos miedosos y argumentadores, a vivir por revelación, lanzándose
a las más desafiantes empresas y llevando fruto permanente. Pero he visto en otros,
ungidos también, que continúan viviendo con infinidad de taras y limitaciones, como
encadenados a un fantasma que anula totalmente la manifestación del Ungido por
Excelencia que habita en sus vidas: Jesucristo. Entonces supe que era necesario dejarse
tratar por El, permitir que a través de la Teoterapia (Tratamiento Integral de Dios para el
Hombre), se rompan las cadenas que aprisionan y se caigan los yugos que desde antes de
nacer pueden esclavizar la vida del ser humano y que lo lleva a deambular por la vida
como pesada ave rastrera, siendo diseñada para vivir en las alturas.
Dios, a través de las páginas de este libro, nos colocará sobre sus alas, llevándonos a
vivenciar la maravillosa experiencia de la Unción que genera victoria total. El sólo nos
hace una demanda para que podamos disfrutarlo de una manera real y personal: ¡DAME
HIJO MIO TU CORAZON!, una entrega total de nuestra vida a El; y después...¡¡¡a volar
muy alto, como águilas imperiales!!!
Capítulo 1
¿QUÉ ES LA UNCIÓN?
“Y harás de ello el aceite de la santa unción; superior ungüento, según el arte del
perfumador, será el aceite de la unción santa”
(Éxodo 30:25)
El recinto estaba lleno de gente, todos parecían muy concentrados en la búsqueda del
Señor. Al entrar a aquel lugar, muchos de ellos me parecieron exagerados y rayando en el
fanatismo. Con paso lento y desganado, comencé a subir los escalones del coliseo hasta
llegar al sitio más alto. Allí, arrinconado en una esquina quería ser solo un espectador
silencioso de aquella reunión cristiana. Y es que en ese momento, tenía tan poco valor para
mí, (un joven profesional, profesor universitario), los planteamientos que gritaba desde la
tarima un hombre posiblemente no muy instruido, tratando de convencer a los asistentes
que la única solución para el ser humano era Cristo. Sin embargo, algo especial comenzó a
sucederme, mi oído incrédulo y crítico, de pronto empezó a tornarse concentrado en aquel
mensaje de Salvación, lo sentía tan personal, empecé a sentir que todo lo que decían era
dirigido solo a mí; sin embargo me tranquilizaba saber que estaba lejos de los demás
asistentes, mi presencia seguramente era imperceptible para los demás y menos para aquél
hombre, torpe de lengua que hablaba. Fue en ese momento cuando vi que su mano se
extendía directamente hacia mí y me señalaba.- ¡¡A mí!!, no puede ser conmigo –pensé – ni
siquiera me conoce y aquí hay tanta gente! – Pero sí, era a mí, el único que había en la
última fila del lugar, no tenía a nadie a mí alrededor, era como si Dios me hubiera
conducido a ubicarme en ese sitio para que no dudará de lo que allí pasaría. Entonces,
escuché esa estruendosa voz que a través del micrófono gritaba a media lengua, mientras
me señalaba con su mano –“Ven ayúdanos a ganar el mundo para Cristo”. Sentía como si
fuera Dios mismo que estuviera allí diciéndolo. Esa voz penetraba e inundaba mi ser,
transformando mis convicciones, mis intenciones y mis planes personales. Era la voz de un
ungido del Señor, que me ungía para la Gran Comisión. Desde ese día sólo vivo para esto,
despierto cada mañana con la motivación de saturar al mundo entero con el Mensaje de
Salvación, canalizo mis fuerzas, mis recursos, mi tiempo en función de esto y nada ni nadie
me llena tanto como mi entrega a esta causa. Es una Unción que ha generado fruto
permanente durante todos estos años, que ha inundado a toda mi familia y que ha crecido
tanto que hoy se ha expandido a más del 50% de las poblaciones de Colombia y a 32 países
en el mundo entero.
Si tuviéramos que definir qué es la Unción, podríamos decir que “Ungir” significa
“Elegir”. La unción es consagración del ungido para una función particular en tiempos
especiales. La Unción del Espíritu, nos inyecta más de la Santidad de Dios, de su Poder y
Autoridad para ministrar a otros.
Desde los tiempos más antiguos, la Palabra de Dios registra el significado espiritual de la
Unción. En Génesis 28:10-22 se nos narra el pacto hecho entre Dios y Jacob, el cual fue
sellado con la unción de aquella piedra que serviría por señal. En Éxodo 30:22-29, es
Dios mismo quien toma la iniciativa y le da instrucciones a Moisés sobre la preparación del
Aceite de la Santa Unción, el cual sería usado por todas las generaciones para consagrar
lugares, objetos y personas, de acuerdo a los mandatos y propósitos por El establecidos.
La unción otorgada por Dios, tiene un carácter tan sagrado para El, que respecto del
Aceite de la Santa Unción, nos dice: “Santo es, y por Santo lo tendréis vosotros”, ese
mismo carácter proporciona la Unción a toda persona, lugar u objeto que es ungido.
¡Que gran responsabilidad para sus hijos, para sus Llamados, para sus Siervos!
Dando un vistazo a las páginas de la Biblia, encontramos grandes hombres que fueron
ungidos por Dios, cuyas vidas trascendieron hasta la eternidad. Miremos en el Antiguo
Testamento la Vida de David:
David fue escogido por Dios para ser rey en circunstancias bastante desventajosas desde el
punto de vista humano: era solo un niño, el menor de todos sus hermanos, desconocía
totalmente el manejo de un reino pues era pastor de ovejas, y ni siquiera tenía la
experiencia militar de sus hermanos mayores, los cuales pertenecían al ejército de Israel.
Ni aún su padre le tuvo en cuenta cuando el profeta Samuel le mando a reunir a todos sus
hijos. Pero por encima de todo esto, Dios ya le había elegido, y cuando Samuel vio a
David, escuchó la voz de Dios que le decía “Levántate y úngelo, porque éste es” (I Samuel
16:1 –13). A partir de entonces, David era posesión de Dios. Una vida ungida por Dios, es
una vida que no se puede tocar, está protegida y guardada por el Altísimo, quien no le
dejará hasta que cumpla sus propósitos. Este gran descubrimiento lo fue haciendo David a
través de todas las situaciones realmente difíciles que le tocó pasar y en las que siempre vio
el respaldo de Aquél que le había ungido, por ello, expresa con tanta seguridad: “Ahora
conozco que Jehová salva a su ungido; lo oirá desde sus santos cielos, con la potencia
salvadora de su diestra” (Salmo 20:60)
En el Nuevo Testamento, nos encontramos con Jesucristo, el Ungido por Excelencia, el cual
más que como Hijo de Dios, fue ungido para una misión especial, como “Mesías” y como
“Cristo”, quien tenía que experimentar aún la aflicción de los afligidos, para poder sanar
sus heridas y hacer el bien.
La Biblia narra en Lucas 3:21-22, que cuando Jesús descendió a las aguas en acto de
obediencia para ser bautizado, se abrieron los cielos y descendió el Espíritu Santo. Desde
entonces, Jesús comenzó a bautizar a sus discípulos.
La clave para vivir la Unción y Poder del Espíritu Santo es la obediencia, la cual provoca
que el cielo se abra sobre mí vida para que llegue a mí el Espíritu Santo. Cuando Jesús fue
lleno del Espíritu Santo, también fue lleno de la santidad de Dios, siendo notorio en él, el
fruto del Espíritu y sus características.
Dice la Palabra de Dios, que Jesús después fue llevado por el Espíritu al desierto y allí se
le apareció el diablo (símbolo de la rebeldía), quien con Biblia en mano, comenzó a
fastidiar al oído del Señor. Sin embargo, El resistió con la llenura y el poder del Espíritu
Santo. Este es el tratamiento por el cual los Siervos de Dios necesitamos pasar, para vivir
como El quiere que vivamos. Solo el que pasa por el desierto, experimenta a plenitud este
poder, pues a partir de este momento, Jesús comenzó su ministerio caracterizado por
señales, maravillas y prodigios (Lucas 4:14)
Capítulo 2
“Y la tierra estaba desordenada y vacía, y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”
(Génesis 1:2)
Uno de los grandes errores que cometen muchos hijos de Dios, es tratar de vivir el
cristianismo con la revelación y convicciones de otro; y entonces trabajan con visión
prestada, por la conferencia que le escucharon a algún líder, con motivación ajena basada
en la dependencia de algún libro que aunque puede enriquecer nuestro conocimiento,
describe la experiencia de otros; y así se vuelven “parásitos espirituales”, que se
“momifican” o mueren una vez desaparece la fuente de la que beben. El cristiano que no
aprenda a vivir ese irremplazable “cara a cara” con Dios, está condenado a la ausencia de
fruto, ya que sin experiencia personal no puede haber revelación personal.
Entre las doctrinas Teoterápicas, la doctrina básica del Espíritu Santo, es una de las que
todos los cristianos debemos conocer y manejar. Se han escrito muchos libros con respecto
al Espíritu Santo; sin embargo el conocimiento y la vivencia que la mayoría de cristianos
tienen con esta maravillosa Persona es mínimo, comparado con lo que El significa en
nuestras vidas.
El Espíritu Santo no es una experiencia religiosa. Estar lleno del Espíritu Santo, no es una
inyección de poder espiritual que puede llegar de vez en cuando, por el contrario es tener
al Dios Vivo quien ha venido a compartir con nosotros Su vida. Las pruebas de la
Divinidad y personalidad del Espíritu Santo se encuentran sólo en el testimonio divino que
es la Palabra de Dios (Juan 15:26).
Desde el principio, el Espíritu Santo jugó un papel trascendental en los planes de Dios. En
Génesis 1:2, encontramos su acción maravillosa en la creación del universo.
El Espíritu Santo ha estado presente en todos y cada uno de los acontecimientos sobre la
tierra, donde se ha requerido Su Presencia. El Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las
aguas, El es el Espíritu Creador, Dios mismo presente con su poder. El estuvo presente de
igual manera en la creación del hombre, criatura especial hecha a la imagen y semejanza
de Dios (Génesis 2:7). El es el gestor de cualquier ordenamiento en el espíritu, alma y
cuerpo de los hijos de Dios. (I Corintios 14:40).
Así como estuvo presente en la creación del Universo y en la creación del hombre, estuvo
presente en todo el Antiguo Testamento, hizo una labor extraordinaria en el pueblo de Dios
y a través de sus siervos los profetas desde Moisés hasta Zacarías, pasando por la vida de
grandes hombres como Saúl, Samuel, David, Isaías, Jeremías, Daniel, Ezequiel y los demás
profetas menores.
Hizo grandes prodigios y señales como las plagas enviadas a Egipto, la división del mar
rojo, la columna de humo y fuego que los guiaba en el desierto, la destrucción de las
murallas de Jericó, la muerte de Goliat, la sabiduría de Salomón, la inspiración de los
Salmos, los milagros de Elías y Eliseo, la revelación de su Palabra y la concepción
milagrosa de Jesús.
EL AYUDADOR: “PARAKLETOS”
Hay una palabra usada en los textos originales de la Biblia para describir lo que significa
el Espíritu Santo en la vida de un cristiano; y esta es “Parakletos”. Es un vocablo difícil de
traducir ya que no hay un simple término español capaz de expresar todo su significado.
“Parakletos” se refiere a la tarea del Espíritu Santo, de llenar al hombre de poder y
denuedo, capacitándolo para enfrentar la vida, dándole poder en todo: espíritu, alma y
cuerpo. (Hechos 1:8).
Pablo y otros grandes hombres, conocieron que con el Poder de Dios, podían superar todos
los obstáculos, y a donde iban regaban la voz de las “buenas nuevas”, confirmando siempre
con señales y prodigios. En la vida de Pablo la “unción” era resultado de una “rendición
total” (Hechos 20:24)
La palabra de Dios nos muestra como el Espíritu Santo fue fundamental en la vida de Jesús
en la Tierra:
En el bautismo: (Mateo 3:16) “Y Jesús después que fue bautizado... (No antes), subió”:
Jesús fue llevado por el Espíritu: no fue por sí sólo, a partir de ese momento fue
guiado por el Espíritu Santo.
Después de haber ayunado cuarenta días tuvo hambre, vino Satanás y se valió de
la necesidad expresada, (hambre), para desubicarlo.
* Sólo después del “escrito está” vino la señal. (“He aquí ángeles le servirían...”)
Jesús era el Consolador de ellos, pero no estaría para siempre con su presencia física, les
aseguró que vendría un consolador que sí estaría para siempre. Ellos no tenían la plenitud
del Espíritu, sólo el conocimiento, es decir la semilla del Espíritu Santo, implantada por la
promesa que en ese momento estaban recibiendo. “Pero vosotros le conocéis porque
mora..... Y estará...” (Juan 14:17).
Por la presencia continúa del Espíritu Santo, El mismo viviría de una manera más profunda
y personal en ellos. “No os dejaré huérfanos...” (Juan 14:18), les enseñaría todo lo que les
faltaba por aprender y descubrir sobre el secreto del revestimiento del poder del Espíritu
Santo. “El os enseñará todas las cosas y os recordará todo lo que os he dicho” y les
recordaría, pues muchas de las cosas que hizo Jesús, sus discípulos no la entendieron, pero
cuando fueron revestidos de poder las comprendieron.
Es evidente que el Espíritu Santo juega un papel importante en la vida del cristiano. Dios
lleva a cabo su propósito en sus hijos a través del control del Espíritu Santo; la única
manera de ser un cristiano victorioso es rendirse a El.
Asegura al cristiano su Salvación: El Espíritu Santo vino para tomar las evidencias de la
Biblia y colocarlas en el corazón humano. Sólo El da testimonio a nuestro corazón que
somos hijos de Dios (Romanos 8:16).
El Espíritu Santo unge con poder: Analizando lo anterior hoy tendríamos que formularnos
la siguiente pregunta: “¿somos hacedores de señales o contempladores de señales?”, si
somos tan solo contempladores entonces estamos por nuestra incredulidad, privándonos de
una vida plena, saturada de maravillas, señales y prodigios, que el Espíritu Santo desea
realizar en y a través de nosotros.
Capítulo 3
En el Antiguo Testamento, encontramos cómo Dios estableció que toda persona que fuera a
ser usada para sus propósitos divinos debía ser ungida, lo que simbolizaba que esa vida era
dedicada a El.
** Unos eran Ungidos para Sacerdotes. Como el caso de Aarón y sus hijos los cuales
fueron consagrados para esta función intercesora (Éxodo 30:30)
** Otros eran Ungidos para Profetas. Apartadas para ser mensajeros de Dios a los
hombres. Esta vida pasaba a ser posesión de Dios, nadie le podía tocar (I Crónicas
16:22)
** Ungidos para ser Patriarcas. Dios unge para que en los momentos en que los
angustiadores atacan, la copa (nuestra vida) esté siempre rebosando de señales
maravillas y milagros. (Salmo 23:5)
** Ungidos para ser Príncipes Samuel ungió a Saúl como Príncipe de Israel,
impartiéndole autoridad sobre el pueblo de Israel y por esta unción, él fue mudado
en otro hombre. (I Samuel 10:1-2, 6-7)
** Ungidos para ser reyes. Se ungían a los elegidos por Dios para que tuvieran
autoridad y servicio (I Reyes 19:16)
Cada uno de estos hombres que era ungido por Dios, quedaba capacitado para cumplir
los planes específicos que Dios tenía preparados, y sólo mientras se mantuviera bajo estos
propósitos, esta unción se manifestaba plenamente con respaldo, protección y poder; pero
una vez que desobedecía la voz de Dios, ésta, era quitada de su vida.
Esta situación, la vemos claramente reflejada en la vida de Saúl, quien fue ungido por
Samuel y exhortado a obedecer la voz de Dios como vemos en I de Samuel 15: “Después
Samuel dijo a Saúl, Jehová me envió a que te ungiese por rey sobre su pueblo Israel,
ahora pues, está atento a las Palabras de Jehová” (Vs.1)
Sin embargo, Saúl desobedeció las instrucciones dadas por Dios y fue desechado: “Y
Samuel dijo... Por cuanto tu desechaste la Palabra de Jehová, él también te ha desechado
para que no seas rey” (Vs. 23b)
Es necesario tener claro que el que transmite la unción de Dios a nuestras vidas es el
Espíritu Santo y en el caso de Saúl, la Biblia registra que el Espíritu de Dios se apartó de
él, y perdió la paz, se acabaron sus victorias, perdió el linaje de rey y se dedicó a perseguir
a quien había sido ungido para sucederle en el trono.
Pero cuando la unción es alimentada y es activada en nuestra vida, se lleva fruto sin
esfuerzo y de una manera permanente. Esto se vio claramente reflejado en David, quien
cultivó la unción, la cual le revistió de sabiduría, poder y santidad de Dios para manejar
cada situación difícil que enfrentaba con su enemigo Saúl, quien le perseguía para matarle.
Hay una recomendación del Rey David para considerar: El siervo de Dios ungido, es
posesión de Dios y el celo de Dios por esa vida no permite que nadie le toque. David no se
atrevió a tocar la vida de Saúl, porque lo veía como “...el ungido de Jehová,... Mi señor el
rey...padre mío...”, y aunque éste lo estaba persiguiendo, David respetó su vida por temor y
el celo santo hacia Dios (I Samuel 24:5-11).
La unción da poder para dar Dirección, unción para el servicio santo (Salmo 89:20),
también da poder para actuar como elegido: por ejemplo una vez que Saúl fue elegido, el
Espíritu de Dios vino sobre él con poder y profetizó entre ellos, ante el asombro del pueblo.
Saúl fue mudado en otro hombre, y de ahí en adelante podía actuar, pues Dios estaba con
él. (I Samuel 10:1, 6-7).
Esta unción es poder para dar Buenas Nuevas, es unción de Dios, dada para ministrar,
sanar y liberar en épocas de persecución y conflicto. Si usted tiene la certeza de que es un
hijo de Dios, es hora de preguntarse si está experimentando la presencia del Espíritu Santo
en su vida, el cual, como ungió a Jesús, unge a todos los creyentes y siervos fieles para
impartir con poder, sanidad y liberación.
La unción es una investidura o revestimiento de poder que viene de lo alto, que permite la
permanente manifestación de la grandeza de Dios y conlleva al Cumplimiento de la Gran
Comisión; si ella no se ha manifestado en su vida, es el momento de vivenciarlo, pues no
estamos llamados a pasar desapercibidos por este mundo, debemos tener claridad sobre
nuestra misión y destino; es hora de que los hijos de Dios se vuelvan “hacedores de
señales” y no solamente “contempladores” de ellas y solo activando la unción del Espíritu
Santo en sus vidas se hará realidad Su palabra:
(Marcos 16:17)
Capítulo 4
Seguramente usted se estará preguntando Y ¿cómo hago para experimentar la Unción del
Espíritu Santo en mi vida? A continuación trataré de responder algunas inquietudes al
respecto.
Déjeme decirle, que la Unción de Dios viene por medio del poder del Espíritu Santo a
través de una persona en forma sobrenatural y específica. Esta unción se manifiesta
cuando la persona cae y descansa bajo el poder de Dios. En este estado, el Espíritu Santo
empieza a liberar, sanar, transformar y bendecir esa vida. En estos momentos se pueden
vivir las experiencias más maravillosas, todas ellas enmarcadas por el amor y la paz de
Dios
Es conveniente tener claro que sólo un ungido, tiene la potestad e investidura para impartir
esta unción a otras personas, siempre bajo las líneas de autoridad establecidas en su
familia de la fe.
Hay diferentes formas de ungir, y aunque el Espíritu Santo es autónomo y soberano para
manifestarse como El quiere, es importante tener un procedimiento sugerido, que no es el
mismo todas las veces, pues hay circunstancias y momentos diferentes. No hay una forma
específica, no hay una experiencia única. Es importante pedir dirección al Espíritu Santo en
el momento de orar.
Cuando se va a orar para ungir persona por persona, la Palabra de Dios registra las
siguientes formas:
* Por acción de una autoridad, como en el caso de Samuel que unge a David con aceite (I
Samuel 16:1-3)
* Imponiendo manos (I Timoteo 4:14, Hechos 5:4-16)
* Soplando (Juan 20:22)
* En medio de la alabanza, repentinamente (Hechos 4:31)
* Ordenando por la palabra hablada (Marcos 11:24)
Estas son algunas interrogantes que surgen a la hora de orar por Unción:
Estas son algunas de las expresiones que los siervos de Dios usan cuando están orando por
unción y que nos pueden servir de modelo:
“Ahora Espíritu Santo unge con el poder de Jesús”
“Desciende ahora poder de lo alto: hay unción, hay unción...”
“Recitar Juan 20:22 “Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu
Santo”, y luego soplar.
“Espíritu de Dios, Espíritu de Jesús de Nazaret desciende, toma esta vida, úngele
ahora.”
“Te entrego esta vida Espíritu Santo de Dios, úngele, tómale ahora.”
Poner las manos bajo su cara, o retiradas del pecho y decir “Espíritu Santo, debilita
esta carne, estos huesos, estos tendones, ahora, unge Espíritu Santo.”
Poner la mano sobre las orejas decir: “Desato el poder del Espíritu Santo sobre este
hombre ahora. Tómalo Espíritu Santo.”
Algunas veces, hay dificultades para que una persona reciba la unción, su ser se resiste a
ello. Esto puede ser generado por incredulidad, temores, pecado, orgullo, falta de
conocimiento u opresión. Si es por incredulidad, es conveniente repetir a la persona
versículos sobre el amor de Dios, que le lleven a sentirse amada y aceptada. Puesto que
la oración de unción lo primero que saca a relucir es la opresión del diablo, algunas veces
está se manifiesta en forma de burla y llanto; cuando esto se presente es recomendable
colocar las manos en el pecho de la persona y sin gritar, se debe orar: “Espíritu inmundo
en la autoridad del nombre de Jesús sal fuera de este cuerpo, ahora”.
Cuando se ora por grupos grandes, se debe tener un tiempo de alabanza y adoración,
habiendo explicado con anticipación en que consiste la oración por unción, para que cada
persona esté expectante. Luego de la alabanza, orar en un momento específico: “Espíritu
Santo del Dios viviente, Espíritu Santo de Jesús de Nazaret, opera como quieras hoy, sopla,
unge, toma vidas ahora”. Repetir esta oración, según guíe el Espíritu Santo y dejar que El
actúe cómo lo desee. Muchos caerán bajo el poder de Dios. Después ministrar con
oraciones de paz, gozo, descanso, libertad y sanidad.
Un ministerio es “el acto de ministrar o servir”, hace referencia a “los que estando al
servicio de alguien, lo representan y asumen el cuidado de sus intereses”, En el ministerio
de la unción, se debe entregar mucho de Dios para la necesidad de nuestro pueblo. Este
ministerio debe ser manejado con mucho cuidado y bajo autoridad, y más cuando el que
ministra ha recibido autoridad en el nombre de Jesús para sanar, liberar e impartir
bendición. Para ejercer el ministerio debe tener plena autorización y prueba suficiente de
su idoneidad.
En la Palabra de Dios hay evidencia de grandes hombres y mujeres en los que la unción era
parte de su vida, vivían vidas sobrenaturales, donde no había barreras y todo era
posible. En el caso de la Virgen María, nos sorprende ver que un simple saludo estremece
a una criatura en el vientre de su madre, y causa que la propia madre sea llena del Espíritu
Santo (Lucas 1:41). Pedro con su sola sombra desplegaba tal poder, que los enfermos eran
sanados al simple contacto con ella. (Hechos 5:15)
Si queremos ser usados por Dios, debemos tener la unción y no solo la Presencia del
Espíritu Santo. Cuando la unción es real hay una verdadera carga y amor por los perdidos
y sensibilidad a las necesidades de la gente. El ejercicio de la unción en la plenitud del
Espíritu Santo, lleva a las personas a un lugar de autoridad elevada en Dios, dándole
dominio sobre los demonios, para echarlos con una sola palabra, para romper todo yugo
espiritual, emocional y físico, Isaías 10:27 “Acontecerá en aquel tiempo que su carga
será quitada de tu hombro y su yugo de tu cerviz y el yugo de pudrirá a causa de la
unción”.
El yugo es una carga que aprisiona, esclaviza, mengua, anula, es estar bajo el poder de
algo. Hay diferentes tipos de yugo: El yugo espiritual puede ser opresión, pérdida de
visión de Dios, pérdida de revelación, falta de comunión, orgullo espiritual. El yugo
emocional hace referencia a actitudes de competencia, amargura, resentimiento, orgullo
(guarda imagen), pérdida de la visión de sí mismo, desánimo ministerial, heridas
emocionales. El yugo físico se manifiesta a través de las diversas enfermedades y
dependencias físicas.
La unción está dispuesta para todos los que quieran, pero el costo es la muerte diaria del
ego (yo), negarse así mismo todos los días, el alma, la mente y la voluntad deben estar
fundidas con las de Dios (Lucas 9:23). El que quiere experimentar la unción debe cultivar
una vida de obediencia a la revelación y mantenerse libre de celos, envidias, competencias,
complejos de inferioridad etc... (Arrepentimiento genuino). El camino más excelente es el
amor. El amor hace que los dones fluyan.
¡Que gran regalo nos hace el Espíritu Santo a través de la Unción! Incluye una riqueza
espiritual que no tiene límites, pone a nuestra disposición la plenitud del Reino de los
Cielos. Pero para vivenciarla plenamente, El Ungido debe conocer claramente las
características de su nuevo linaje de manera que pueda cultivarlas. ¿Cuáles son? Las
estudiaremos en el siguiente capítulo.
Capítulo 5
(Romanos 1:1)
Piense por un momento, cuando tiempo lleva en la vida cristiana, y es posible que usted
esté viviendo cada día de una forma tan natural, corriente y cotidiana como aquél que
nunca ha tenido un encuentro personal con el Ungido por Excelencia: Jesucristo. En las
siguientes páginas estudiaremos todas las características que se deben evidenciar en la
vida de aquél que ha recibido la Santa Unción.
Las primeras marcas que se hacen palpables en la vida de un ungido, están claramente
definidas en los componentes del Aceite de la Santa Unción, que encontramos descrito en
Éxodo 30:22-32. Cada uno de sus ingredientes muestra una faceta que debe caracterizar
al que ha sido ungido por Dios.
El Ungido nunca es del “montón”, es un visionario que tiene bien definido quien es él, a
quién sirve y para dónde va. ¿Se siente identificado con esta descripción?
En todo esto, es importante tener en cuenta que aunque es el mismo Espíritu Santo quien
imparte la Unción, ésta se manifiesta de manera diferente en el Siervo - hijo de Dios y en
el discípulo – hijo de Dios. Estudiemos un poco de las características de cada una de ellos:
Hasta ahí todo parece muy bonito: El mismo Dios del Cielo y de la Tierra nos escoge para
sus sublimes propósitos. ¡que privilegio!, pues si tan solo miramos a nivel humano, lo que
para cada uno de nosotros significaría ser llamados a formar parte de la selección de fútbol
de nuestro país, o cualquier delegación que implique una privilegiada oportunidad para
solo unos pocos, seguramente que no solo nos sentiríamos muy orgullosos, sino que también
nos entregaríamos de tal manera a esta causa, dando lo mejor de nosotros, no solo por
obtener realización personal, sino sobre todo por dejar muy en alto a aquél a quien
representamos.
Sin embargo, aunque ser llamado a formar parte de la “Selección de Dios” constituye el
más alto privilegio al que un hombre puede aspirar, hay muchas situaciones que indican
que el siervo – hijo de Dios, con frecuencia pierde o nunca ha tomando la visión de su
llamado. Mira hacia atrás (su pasado), vive por esquemas mentales, todos sus
pensamientos, sueños y visiones se vuelven como una “estatua de sal”, pierde el
entusiasmo y el propósito para vivir, entonces, ni avanza, ni deja avanzar.
Si en este momento usted tiene que reconocer que ha perdido la visión o ésta se encuentra
seca y estéril en su vida, vale la pena que ahora pida revelación al Espíritu Santo para que
las próximas líneas de este libro cobren vida y le conduzcan a retomar toda la sobrenatural
y maravillosa dimensión de lo que significa ser un llamado y un apartado.
LLAMADO:
Tal como el apóstol Pablo lo expresa, estamos llamados a ser sólo siervos de Jesucristo (no
siervos de los hombres), dejando lucir nuestro talante y nuestro linaje. El siervo –hijo de
Dios, lleva las marcas del rey, del profeta y del sacerdote. La visión Dios la da solo a los
visionarios, a los que cuando hacen una revisión en su vida se vuelven de manera
incondicional a Dios y le pueden decir: “... Señor, donde tú quieras, como tú quieras...”. El
que pone condiciones a Dios, no es de linaje. A la luz de esto ¿Anhela usted pagar el
precio de ser un visionario?
APARTADO
Una cosa es ser apóstol, y otra es que donde Dios le ponga actúe como un “apartado”, esto
lo hace diferente a todos los demás, mostrando que su vida ha sido consagrada a Dios.
(Levítico 21:10-12).
Usted necesita vivir apartado para que en su vida se hagan manifiestos los propósitos
sobrenaturales que Dios tiene, como son:
Apartado para recibir la unción de autoridad solamente de Papá Dios. (Su función
de rey).
Apartado para llevar revelación de Dios como profeta.
Apartado para llevar mucha gente a Dios para que El la trate en su espíritu, alma y
cuerpo.
Apartado de los demás (mundo), y estar donde están los profetas.
Apartado de su propia voluntad, pues su voluntad esta controlada por Papá Dios y
bajo sus principios.
Si está dejando que el Espíritu Santo hable a su vida, es posible que en este momento usted
se esté preguntando, ¿cómo hacer para volver a experimentar el brillo de esa unción que le
conduce a actuar como un llamado y apartado día a día?
El secreto para ser visionarios es vivir la dimensión del Salmo 37. El hombre que es
llamado y apartado, aprende a tener confianza, a deleitarse, encomendar y esperar en el
Señor. De esta manera se madura la visión. Mientras confiamos El actúa, vivir esto es
responder a lo que es ser un siervo – hijo apartado para la visión.
Lo único que mantiene la visión es la vida de tabernáculo y la vida de monte, pues nuestro
corazón se acerca a Dios. Debemos permanecer Habitando en el Tabernáculo, la estadía
es puntual y allí se va para adorar y Morando en el Monte Santo, nuestra estadía en el
monte debe ser permanente, cultivando una vida de gratitud, bendición, y alabanza. La
vida de tabernáculo y de monte lleva a vivir en integridad, manteniendo los principios, sea
que lo estén viendo o no, la verdad brota del corazón, habla de frente, mira de frente y hay
brillo en la mirada (v. 2). El que vive en esta dimensión no resbalará jamás (v. 5b).
La ayuda viene cuando El nos encuentra en una vida santa y la vida santa se da cuando
vivimos en comunicación permanente con nuestro Padre Celestial. Constantemente
debemos buscar la ayuda de “La Fuente “para alcanzar la visión que Dios ha puesto en
nuestro corazón. No es tanto buscar resultados sino ser visionarios, pues cuando se ha
perdido la visión, comenzamos andar como “gusanos”, siempre “arrastrándonos”,
mientras que el que recaptura la visión, se siente como “águila” que se remonta por el
poder del Espíritu Santo (Salmo 20:2)
La siguiente ilustración nos puede resumir, lo que debemos hacer para que la Unción brille
en nosotros de una manera permanente:
En la Biblia tenemos claros ejemplos: Samuel comunicó la unción que recibió David (I
Crónicas 16:13) el manso y tierno Elías comunicó y duplicó la unción al colérico Eliseo (I
Reyes 19:16, 19-21).
La unción nos lleva a ser hombres y mujeres de Monte y Santuario. En el santuario
recibimos más unción para actuar y en el monte tratamiento para “desprogramación” y
“reprogramación” de nuestro propio ser. Cuando nos volvemos a encontrar con la visión
de Romanos 1:1, nos volvemos comunicadores de la unción (II Timoteo 2:2). Esta unción
se debe comunicar a cada miembro de nuestra familia en la fe, teniendo en cuenta dos
aspectos claves Llevarlos al Monte y al Santuario (respetando siempre la línea de
autoridad). Cuando transferimos esta unción en el sentido que la plantea el Salmo 133,
comenzando por la cabeza bajando a las barbas y llegando hasta el borde de las vestiduras
(hasta el último involucrado de nuestra familia), levantamos un ejército de ungidos que
llevan bendición al mundo.
LA UNCIÓN SACERDOTAL
Existe otra manifestación de la Unción, dada aquellos, que la han recibido para ejercer
un ministerio, cuyas vidas están llamadas a estar enmarcadas por las manifestaciones del
amor y del poder de Dios. Esta es la Unción Sacerdotal.
Estudiemos un poco sobre ella:
Todo siervo de Dios está llamado a ejercer un triple ministerio: Sacerdote, Profeta y Rey.
En el Antiguo Testamento, Dios ungió a Aarón y sus hijos, consagrándolos para el servicio
exclusivo en el Tabernáculo. (Éxodo 29). En el Nuevo Testamento, el mismo Espíritu Santo
unge a los creyentes y a los siervos fieles con revestimiento de poder para el cumplimiento
de la Gran Comisión.
Esta unción sacerdotal se imparte en unidad, siguiendo las líneas de autoridad, empezando
por la cabeza: el padre en la fe, hasta el más pequeño de los discípulos.
La unción sacerdotal diariamente debe ser alimentada en esa misma línea de autoridad,
pues de lo contrario se seca y deja de ser efectiva. Es por eso, que en el ejercicio diario de
la unción descubrimos tres realidades que puede estar viviendo un hijo y siervo de Dios:
Veamos el caso de algunos de los grandes hombres de Dios que registra la Biblia, quienes
vivieron todo un proceso hasta que la plenitud de la Unción se hizo manifiesta en su vida:
EL CASO DE ELÍAS:
Elías fue uno de los mayores profetas, su nombre significa “Jehová es mi Dios”. En su
época ejerció un ministerio de poder y como consecuencia de experimentar la unción,
generó gran cantidad de milagros, señales y prodigios. En 1Reyes 17y 18 encontramos
algunas de ellas:
Cualquiera que conozca la vida y las señales poderosas que acompañaron a Elías, podría
pensar que él era un tremendo hombre de Dios, al que nada ni nadie podrían hacerle
frente; sin embargo, después de estar experimentando y ejerciendo la unción con poder,
Elías se deja amedrentar de una mujer: Jezabel. Los temores se apoderaron de él. Sin darse
cuenta descuido su búsqueda de Dios, ya no sacaba tiempo para recibir la santa unción, se
dedicó sólo a ministrar a la gente y terminó, “secándose”. Cuando se deja de buscar a
Dios empiezan los temores; y la gran Elías que acababa de derrotar a 450 profetas de Baal,
termina escondiéndose en Beerseba (ciudad de sacerdotes). Cuando se dedicó a salvar su
vida se fue alejando de la unción santa y se secó en él la santa unción (I Reyes 9:3).
Es allí donde se hace manifiesto el cuidado de Dios con su siervo, pues a pesar de secarse
su unción, le cuida y le provee, sin embargo cuando no hay santa unción, el siervo de
Dios pierde tanto su linaje que hasta mentiroso se vuelve. Lo importante es que nunca es
tarde para retomar la santa unción y en el caso de Elías, Dios le permitió experimentar
todo un hermoso proceso de “seducción” para volverle y acercarle como lo narra la
Palabra de Dios en I de Reyes 19:5-12. Después de muchas señales, el Señor se manifiesta
a su vida en medio de un “silbo apacible”, ratificándole que El es la fuente de su Paz.
Para mudar al hombre, Dios usa el hombre, pero si ese hombre deja secar la unción, Dios
buscará otro hombre que ocupe su lugar; por ello en I de Reyes 19:16, encontramos que
Dios le ordena a Elías, ungir a Eliseo, en línea de autoridad. Eliseo se pega a Elías y Dios
toma lo último que queda de unción en Elías y lo dobla para Eliseo. El ministerio de Elías
es de tanto impacto que aún después de ser arrebatado se hizo sentir a través de su
discípulo Eliseo y Dios lo reserva para sus planes futuros.
EL CASO DE ELISEO:
Eliseo significa “Dios es salvación”. Dios lo designó como el sucesor de Elías, quien al
encontrarlo tras el arado, echó sobre él su manto. Eliseo comprendió el significado de éste
gesto simbólico, por eso volviendo a los suyos, ofreció un Sacrificio, se despidió de su
gente, siguió a Elías y le sirvió fielmente. Esto nos enseña que el ungido de Dios no mira
atrás, ni condiciona su obediencia. (I Reyes 16:12-21).
Elías cruzó el Jordán y Eliseo se “apego” más que nunca a su líder y rehusó separarse de
el. Cuando Elías le dio la oportunidad de pedir lo que quisiera, tuvo la sabiduría de
solicitar una doble porción del “espíritu” de Elías. Eliseo sabía que la unción viene por
autoridad. Una vez que Elías fue arrebatado, Eliseo atravesó el río Jordán, tomando el
manto de Elías, golpeó las aguas y las aguas se apartaron. Desde ese momento asume su
condición de ungido y una serie de hechos sobrenaturales marcaron la carrera de su
ministerio. Miremos algunos de ellos:
Estos hechos hacen evidente esa unción que le permitió vivir una vida victoriosa y de gran
poder hasta el fin de sus días.
Era una soleada mañana de domingo, me habían invitado a aquella ciudad para presidir
una reunión de Unción del Espíritu Santo y Sanidad. Cuando llegué a aquél sitio, vi de
lejos que el salón estaba a reventar, no solo había sobrecupo dentro de él, sino montones de
gente en los pasillos de alrededor, hacinados para poder estar dentro de aquel lugar,
anhelantes de recibir la sanidad de Dios en sus vidas.
Sentí un profundo amor por todos ellos y conmovido intercedía en mi corazón por sus vidas.
Mientras me aproximaba a la puerta, comencé a percibir un raro toque de Dios en todo mí
ser, que me comunicaba que esa Unción Sacerdotal que había en mí, estaba lista para
manifestarse poderosamente en aquel lugar. Al llegar a la entrada principal, abriéndome
paso entre la multitud, me tropecé con una silla de ruedas en la que se encontraba casi
escurrida, una mujer inválida que me miró con ojos esperanzados. Sin ni siquiera alcanzar
a pensar en lo que hacía, dirigido totalmente por el Espíritu Santo, extendí mi mano y
tomando la suya le dije: “Levántate, Jesús te sana”, e inmediatamente ella se paró y
comenzó a caminar conmigo hasta la tarima del salón, mientras con sus ojos bañados en
lágrimas agradecía al Señor por haberle sanado. Todos alababan a Dios con gran
intensidad, mientras el Espíritu Santo comenzaba a moverse con libertad por todo el lugar.
Cuando se tiene la Unción sacerdotal, Dios habilita al que es llamado con un especial
revestimiento de poder, para que pueda ejercer un ministerio integral. Cuando esto se da,
podemos esperar las más grandes manifestaciones del Espíritu Santo, motivadas por el
amor que El tiene por usted y por mí.
En las próximas líneas, vamos a estudiar como se ministra bajo la unción del Espíritu
Santo, para producir sanidad física, del alma, liberación, prosperidad y todas las
manifestaciones que anhelemos ver para la Gloria de Dios y beneficio de sus hijos.
Para comenzar, debemos saber que cuando la persona cae bajo la unción y se le va a
ministrar, es necesario discernir por el Espíritu de Dios, cual es su necesidad, si es de
naturaleza física, emocional o espiritual. De esa manera, se podrá ministrar
adecuadamente. Puede suceder que problemas que tienen un origen emocional, estemos
tratándolos como enfermedades físicas, y no ver respuestas efectivas de la sanidad,
producto de nuestro equivocado diagnóstico. De la misma manera podemos confundir
problemas espirituales, y ataduras con heridas emocionales que puede haber dentro del ser
humano. En situaciones donde la dificultad está en la naturaleza carnal y voluntariosa de
la persona, es necesario que haya un genuino arrepentimiento.
En hermosos pasajes como Isaías 53:5 y 1 Pedro 2:24, la Biblia nos enfatiza que Jesús llevó
nuestras enfermedades y que por sus llagas somos curados. Partiendo de esta alentadora
verdad, debemos tener en cuenta que Dios aplica esta sanidad, no dependiendo del
conocimiento del hombre, sino de su infinita gracia.
Para impartir sanidad es muy importante crear un clima de amor y confianza hacia el
Señor. Muchas veces en ese ambiente, se dan las sanidades, aún sin que se haya orado por
la persona. Además, al ministrar sanidad, tenemos que reconocer la Soberanía de Dios. El
sana como quiere, en el tiempo que quiere y de acuerdo a sus propósitos; por eso no existe
ningún procedimiento ni fórmula mágica para orar por sanidad.
Cuando se ora bajo unción, se produce milagros sorprendentes y para que sucedan, se le
debe preguntar a la persona cuál es su enfermedad y ordenar sanidad en el nombre de
Jesús. Es importante orar específicamente por los órganos vitales que dan órdenes sobre
el resto de cuerpo. Por ejemplo: muchos dolores de cabeza proveniente del cuello, por eso,
ordene al cuello que suelte el sistema nervioso, que suelte los huesos, que se mueva. Se
debe orar dando órdenes a los órganos pidiendo guía al Espíritu Santo, para saber qué se
debe pedir, se puede orar por las glándulas, los tendones, orar por sangre nueva, por el
funcionamiento o creación de nuevos órganos etc... En otras palabras, permitir que el
Espíritu Santo se mueva, con poder sobre todo lo que está desordenado y vacío, y comience
a crear, ordenar restaurar, como Génesis 1:2 describe que lo hizo en el principio de la
creación.
La pregunta que muchos cristianos se hacen es: ¿Por qué algunas personas no se sanan?
Realmente existen muchas razones. Estas son algunas de ellas:
Necesitan que se les alimente la fe: Tenemos que crecer en la fe, para que el Señor
nos pueda usar libremente. Los discípulos no pudieron sanar al epiléptico
endemoniado por falta de fe. (Mateo 17:14-21).
Porque no se ora específicamente: Hay que encontrar la raíz del problema y orar
específicamente por dicha situación.
No esta usando los medios naturales para preservar la salud: Si la persona no esta
usando los medios naturales para preservar la salud, no debe buscar recobrarla por
medios sobrenaturales. El descanso, la higiene, la alimentación adecuada etc... Son
necesarios para una buena salud.
Por un falso diagnóstico: Ejemplo: orar por sanidad física, cuando lo que se
requiere es sanidad interior. Orar por sanidad interior, cuando se necesita oración
de liberación.
Puede que ahora no sea el tiempo de Dios: Dios a veces sana instantáneamente.
Otras veces lo hace gradualmente. Otras veces no lo hace porque tiene algún
propósito especial. Lo importante es perseverar en la oración, esperando en su
respuesta.
A veces Dios quiere que otra persona sea el instrumento para sanar a alguna
persona especialmente: Nuestra oración tendrá éxito, si se realiza cuando Dios nos
llama para que oremos por esa persona.
Todas estas razones arriba anotadas, pueden ser de gran ayuda a la hora de desarrollar el
ministerio de la sanidad a través de la unción, de manera que podamos a tiempo discernir
adecuadamente lo que obstaculiza la obra de Dios en la persona.
También nos puede ser muy útil conocer las diferentes maneras con las que el Señor Jesús
impartía sanidad en el Nuevo Testamento, de manera que aprendamos a pedir de acuerdo
con las Escrituras.
Reprendiendo la Enfermedad.
Cuando Jesús fue a ministrar a la suegra de Pedro, reprendió la fiebre (Lucas 4:39).
En este caso se procede a tomar una prenda puede ser un pañuelo, media, peineta
etc., se ora ungiéndola, colocándola sobre la Biblia y luego se pone, esa prenda con
fe, en la parte del cuerpo de la persona que está enferma. Cuando hacemos esta
oración, Dios honra su Palabra, pues El no está limitado por ningún método y obra
aún cuando no podamos estar presentes con la persona que se halla en necesidad.
Dios contestará la oración de fe. Vale la pena aclarar que este es un caso puntual:
una prenda específica para una sanidad específica y no se debe tratar como si fuera
en “amuleto”.
* Hay ocasiones en que Dios dirige a buscar el respaldo de los líderes del Distrito
(ancianos de la iglesia). La sanidad se debe ministrar en línea de autoridad.
(Santiago 5:14-15)
Todos hemos soportado rechazos y ofensas que otros nos han hecho, algunas veces
intencionalmente y otras veces sin intención, pero nos han dejado profundas heridas en el
alma y fantasmas del pasado que nos imposibilitan para actuar con libertar y bienestar en
el presente. La Sanidad Interior es la restauración total de Dios para las heridas y
aflicciones del yo interior (quebrantos del corazón). (Salmo 147:3).
Se necesita la sanidad interior cuando nos damos cuenta que estamos siendo hundidos de
alguna manera por las heridas del pasado. Cualquier temor sin razón, ansiedad o
decaimiento causados por patrones creados en el pasado, pueden ser rotos por medio de la
oración. A veces una experiencia dolorosa es tan difícil de sobrellevar, que se entierra y
bloquea la memoria. Como no podemos enfrentarla entonces las suprimimos y aunque ya
no somos, conscientes de que todavía existe esa herida, ella sin embargo, nos afectará de
algún modo tangible.
Se supone que el cristiano disfrutas de paz interior y gozo, pero la persona deprimida no
puede; debemos creer que Dios nos ama pero la persona deprimida no puede creerlo. Se
supone que debemos relacionarnos con los que nos rodean, se supone que no deberíamos
estar ansiosos, pero las personas con heridas emocionales no pueden lograrlo.
Cuando se viven estas situaciones, a través de la sanidad interior se aplica el poder sanador
de Cristo a la naturaleza emotiva del hombre. Cristo cargó en la cruz no sólo con nuestros
pecados, sino también llevó todo nuestro sufrimiento, nuestras penas y el dolor que otros
nos han causado. (Isaías 53:4).
Muchos de nosotros no nos damos cuenta de cuanto dolor, pena y sufrimiento tenemos
escondido en lo profundo de nuestras mentes. Es imposible vivir en esta tierra por un largo
tiempo, y no haber acumulado una carga de penas. Estas experiencias acumuladas están
continuamente enviándonos mensajes de prevención para ponernos en guardia, aún de
Dios, con el fin de evitarnos sufrimientos futuros.
La necesidad básica del hombre es saber que es amado, no por lo que puede realizar o
hacer, sino simplemente por lo que es. La idea básica de la sanidad interior es ésta: Jesús,
quien es el mismo ayer, hoy y por los siglos, puede tomar las memorias de nuestro pasado y
aliviarnos de las heridas que todavía permanecen y que afectan nuestro presente. Una vez
que Jesús sana las pasadas heridas y resentimientos, llena con su amor todos estos lugares
que han estado vacíos por tanto tiempo.
El amor de Dios puede limpiarnos y liberarnos de todas estas cosas que nos impiden
experimentar una vida abundante. Debemos permitir que Jesús camine hacia atrás, hacia
el comienzo de nuestra vida, y nos sane.
Así mismo se debe ayudar a la persona a renovar su mente respecto a su pasado. Ayudarle
a ver las cosas como Dios las ve, bajo la sangre de Cristo. En el momento de ministrar, el
Espíritu Santo da palabra de conocimiento para discernir situaciones específicas que han
afectado o están afectando todavía a la persona.
La Palabra de Dios nos define claramente que debemos estar preparados para enfrentar la
batalla espiritual a la cual nos enfrentamos los hijos de Dios, la cual está resumida en
Efesios 6:12. Dios nos ha capacitado con todas las armas necesarias para enfrentarnos a
nuestros enemigos, que fueron ya vencidos por Nuestro Señor Jesucristo. La Teoterapia
presenta la salvación del hombre en sus tres dimensiones: espíritu, alma y cuerpo. La obra
de Jesucristo es completa. Nos regenera espiritualmente como Nuestro Salvador,
restaura nuestra alma como Libertador y sana nuestro cuerpo (Lucas 10:19).
CASOS DE POSESIÓN:
Esta se presenta exclusivamente en personas no cristianas, que han dado lugar para que
algún o algunos demonios la controlen completamente. (Mateo 8:28-34).
CASOS DE OPRESIÓN:
Se puede dar en los cristianos, que producto de no vivir llenos y controlados por el Espíritu
Santo, facilitan la influencia del maligno en algunas áreas de su vida. Todo cristiano tiene
un vallado protector alrededor de sí, sin embargo puede abrirse el vallado y permitir la
entrada del enemigo. (Eclesiastés 10:8). El Espíritu Santo habita en el espíritu del
creyente, por tanto el ataque del demonio es en el alma (atacan las emociones, la voluntad
la mente) y en el cuerpo, volviéndose éstos el campo de batalla de los demonios, pues al
espíritu ya no lo pueden tocar.
Hay varias causas por las que el demonio puede oprimir a un hijo de Dios:
La persona debe estar segura de haber recibido a Cristo como Señor y Salvador. No
es recomendable efectuar liberación en personas no cristianas o que no tienen
intenciones firmes de apartarse del pecado y crecer espiritualmente. (II Pedro 2:20-
22, Mateo 12:43-45).
Hacer un historial del pasado de la persona: acontecimientos traumáticos,
experiencias dolorosas, sus relaciones interpersonales etc., a fin de conocer lo que
está viviendo.
Discernir por el Espíritu Santo el tipo de opresión que tiene la persona. (Ejercitar
don de discernimiento, y palabra de ciencia).
Orar expulsando con nombre propio a los demonios que fueron descubiertos con el
historial de la persona y que han manifestado síntomas en el comportamiento. La
oración se hace tomando autoridad en el Nombre del Señor Jesucristo sobre todo
espíritu que esté oprimiendo, atar, y ordenar con autoridad a los demonios que
salgan sin hacer daño. Enviarlos a los pies de Cristo Jesús. En algunas ocasiones
aparecen síntomas físicos: tos, bostezos involuntarios, vómito etc.
Hay varios obstáculos que dificultan la liberación; algunos de esos son: la falta de perdón
hacia otros, el haber participado en prácticas de ocultismo o religiones falsas, las prácticas
de aborto, etc.
Estos son algunas recomendaciones, que vale la pena tener en cuenta para retener la obra
libertadora del Espíritu Santo:
La atadura se define como una esclavitud de pecado en determinada área del cristiano. La
atadura se forma cuando la persona se somete a los deseos de la carne. Cuando hablamos
de ataduras, hablamos de áreas del cristiano en esclavitud. Las ataduras nos privan de
conocer a Dios y crecer espiritualmente.
El Enemigo trabaja para enceguecer a los hijos de Dios, a fin de que no vean, ni
experimenten la bendición, prosperidad y libertad que tiene en Cristo Jesús.
EL CICLO DE LA ATADURA
Para algunos cristianos los pecados del pasado todavía son una carga, y en el presente
todavía lo controlan. La atadura comienza con los pensamientos, estos llevan a las
emociones, las emociones llevan a la acción, la repetición de una acción se vuelve hábito y
los hábitos llevan a la formación de la atadura.
La persona debe estar preparada para enfrentar la lucha espiritual. Cada vez que es
tentado debe tomar una decisión: si se somete a Dios, se inicia un hábito de santidad y el
fruto del Espíritu Santo se hará evidente. Si ante la tentación toma la actitud correcta, El
resultado será una vida de santidad.
Una vez que la persona ha sido declarada libre, el procedimiento de unción se inicia
consagrando el aceite a Dios. La persona que está ungiendo (sacerdote), vierte el aceite en
la palma de su mano izquierda y lo derrama siete veces delante del Señor, en señal de
consagración y purificación (Levítico 14:15-16)
Los oídos: porque son los “receptores” de toda información. (Se unge el lóbulo
derecho).
Las manos porque son los “actores” de nuestra vida. (Pulgar de la mano derecha).
Los pies: porque son los “ejecutores”. (Pulgar de su pie izquierdo).
La cabeza: porque aquí se originan los pensamientos y las ideas.
Siempre que se práctica el principio del dar, el arte de sembrar la semilla de fe, podemos
esperar milagros:
Siempre que cumplimos con las leyes espirituales (Palabra de Dios), podemos esperar la
recompensa prometida. Es bueno recibir, pero hay mayor bendición en dar, porque al dar
estamos abonando el terreno de prosperidad. (Gálatas 6:7).
Segunda Parte
Capítulo 7
“Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco,
eso hago.”
(Romanos 7:15)
¿Qué cristiano no ha vivido este conflicto que el apóstol Pablo plantea en Romanos 7:15,
el problema de querer hacer lo que le agrada a Dios y sin embargo terminar haciendo todo
lo contrario? ¡Todos! Es como si a pesar de existir un sincero deseo de obedecer a Dios y
vivir como hijos del Altísimo, casi instintivamente estamos inclinados a desarrollar
pensamientos, sentimientos y actitudes que en nada son compatibles con la Nueva Vida
victoriosa y libre que hemos recibido del Señor.
Aunque estemos con la Biblia en mano, los hijos de Dios podemos seguir siendo esclavos
de pensamientos y costumbres adquiridas en el Egipto en que estuvimos antes de conocer
al Señor, por lo que necesitamos entrar en todo un proceso de “desprogramación” del
pasado y “reprogramación” de nuestra nueva posición en Cristo.
Podemos aún ser Siervos de Jesucristo, llamados a ser apóstoles y apartados para el
evangelio de Dios, benditos en El; y sin embargo estar arrastrando una herencia de
maldición obtenida de nuestros antepasados (Padres Abuelos, Bisabuelos, Tatarabuelos);
de la cual no podremos librarnos solo con buenas intenciones.
Son estas las preguntas que nuestro desgastado ser interior muchas veces se pregunta,
ignorando que las marcas de maldición no nos dejan actuar de acuerdo a nuestra nueva
posición de herederos del Reino de los Cielos.
Un día el Señor le ordenó a Moisés: - “Envía espías a la tierra de Canaán, la tierra que le
voy a dar a Israel”. Moisés hizo lo que Dios le había ordenado y envío una persona por
cada tribu...Ellos fueron y exploraron la tierra de Canaán desde el desierto de Zin hasta
Rehob y Hamat... Cuarenta días después regresaron de su expedición. Informaron a
Moisés, a Aarón y a todo el pueblo de Israel, y mostraron el fruto de lo que habían traído.
Este fue su informe:
- “Llegamos a la tierra que ustedes nos enviaron a explorar y encontramos que es una
tierra excelente, de la que realmente fluye leche y miel. Hemos traído estos frutos como
muestra. Pero el pueblo que vive en ella es poderoso, sus ciudades están fortificadas y son
grandes y, lo que es peor, hemos visto gigantes, descendientes de Anac en aquellos
lugares”.-
- No podremos luchar contra un pueblo tan poderoso - respondieron los otros espías.
De modo que el informe de la mayoría de los exploradores fue negativo: - “La tierra está
llena de guerreros, los pueblos que la habitan son poderosos y vimos gigantes descendientes
de Anac. Eran tan grandes que parecíamos langostas al lado de ellos y así les parecíamos
a ellos”.
Entonces el pueblo comenzó a llorar en alta voz y se pasaron la noche llorando. Elevaron
sus voces como un gran coro de quejas contra Moisés y Aarón.
-“Tenemos un país maravilloso por delante y el Señor nos ama. El hará que entremos
sanos y salvos en la tierra y nos la entregará. Es una tierra muy fértil, una tierra de la que
verdaderamente fluye leche y miel. No se rebelen contra el Señor y no teman al pueblo que
habita en aquella tierra. Los venceremos fácilmente. “El Señor está con nosotros y se ha
apartado de ellos. No teman”.
Diez de los espías, traicionados por la herencia de maldición, desanimaron con su informe
al pueblo, hablaron en lenguaje negativo, usando frases como: “No podremos subir”, “Son
más fuertes que nosotros”, “Traga sus moradores”, “Son de gran estatura”, “Vimos allí
gigantes”, “A nuestro parecer somos como langostas”, “así les parecimos a ellos”. Todos
estos comentarios hicieron que el pueblo se lamentara, se quejara y quisiera devolverse.
Al igual que estos diez espías, nosotros podemos estar arrastrando herencias de maldición:
(El negativismo, el miedo, ver gigantes, ver imposibles), y sin embargo Dios nos ha puesto
en una tierra que fluye leche y miel, una tierra deseada y deseable. Estos diez espías son
el típico caso que representa aquellos que viven por la herencia de maldición que han
recibido y no por la experiencia de Unción que han adquirido en su relación con Jesucristo.
Josué aunque en ese momento era el “servidor” de Moisés, en su interior ya que era un
Príncipe que llevaba el linaje en la sangre y ninguna condición le robaba ese linaje. Para
Josué más que una herencia era experiencia de linaje, se untó de lo mismo que se untó
su líder Moisés. A Josué el ser “servidor” no le quitó el linaje.
Se cuenta el caso de Juan Carlos Borbón, quien aunque estaba desterrado se presentó como
rey; la condición no le quitó el linaje, también podemos citar a cierta reina de belleza que
dijo acerca de sí misma: “Una vez reina, siempre majestad”. Definitivamente la
experiencia de la unción saca a flote el linaje y ya nada afecta, este linaje es fruto de la
experiencia con Dios y su unción.
Es hora de que se responda a sí mismo: ¿A cuál de los dos tipos de espías pertenece usted?
Al grupo de los diez espías que afectados por la herencia solo podían ver problemas en las
oportunidades; o se identifican con Josué y Caleb, los únicos dos espías que renovados por
la Unción podían ver oportunidades en las adversidades?
Cualquiera que haya sido su respuesta, lo importante es tener claro que hoy podemos ser
libres de estas herencias de maldición.
Capítulo 9
Hay solo dos maneras de vivir para el que es hijo y siervo de Dios: Dejándose contaminar
de la herencia (miedo, inseguridad, murmuración, incredulidad, etc.) o vivir de acuerdo a la
experiencia de la unción y disfrutar el HOY, no viendo dificultades sino oportunidades. Si
no comunicamos la unción de alguna manera estamos comunicando herencia de maldición,
viendo fantasmas donde el Espíritu Santo quiere derramar bendición.
Lo primero que debemos hacer si queremos ser libres es identificar y renunciar la herencia
de maldición (atadura): La atadura surge cuando sale a flote la maldición. Algunos de estas
herencias pueden ser: el negativismo, el miedo, la inseguridad, el conformismo, la
inmoralidad, la comodidad, etc. Evaluemos ¿Qué territorios que le pertenecen al Señor en
la experiencia de la unción, están siendo invadidos?
En segundo lugar, debemos insistir en oración hasta que nuestro ser se acostumbre a no
vivir del pasado: Necesitamos desprogramarnos de los recuerdos de maldición. La lucha
no es contra Satanás, a Satanás se le “resiste”. La lucha es con Dios al estilo de Jacob,
cuando él batalló con el ángel del Señor durante toda una noche, diciéndole: “No te suelto,
hasta que no me bendigas” (Génesis 32:22-32). No hay que guerrear, solo resistir y la
mejor resistencia es más unción, más ayuno, seguir orando, seguir trabajando en la obra.
En tercer lugar, debemos permanentemente reactivar la Santa Unción que hemos recibido
(Éxodo 30:31-32). La Unción o ungüento sirve en nuestra vida para:
PROTEGER:
LUBRICAR:
Nos lubrica para cumplir activamente nuestra función. Nos aumenta las fuerzas como las
del búfalo (Salmo 92:10); y si nos detenemos a analizar esta comparación que hace el
Salmista, nos damos cuenta que el búfalo duerme poco, solo se acuesta unos minutos al
medio día, no le afecta el frío ni el calor, tiene una piel muy gruesa y resistente. El búfalo
siempre va hacia adelante, nunca para atrás, es fuerte, lleno de salud, nada le molesta en la
vida, es maratonista, y no baja la velocidad. No hace falta colocarle a otro al lado para que
are! El Señor quiere que funcionemos así con energía total!
DAR BRILLO:
Brillamos con luz propia, adquirimos una rara autoridad y un nuevo lenguaje de fe y
milagros. Nos volvemos prominentes, disfrutamos de la grosura del cielo. Cuando mi vida
se hace libre de esa herencia y la Unción se manifiesta plenamente, entonces el Ungido
vive por Visión, y al igual que lo describe Isaías en el capítulo 11 y 12, comenzaremos a
hablar un lenguaje revelacional y profético.
Cuando tenemos una experiencia con el que unge, no nos agarramos a ver „gigantes‟ sino
„tierra que fluye leche y miel‟ Nos acostumbramos a ver solo bendición. Definitivamente no
hay otra opción, o nos dejamos seducir del miedo, el fracaso, la inseguridad, el
conformismo y la inestabilidad, o vivimos los magníficos resultados de la experiencia de la
unción, viendo las cosas como las ve Dios.
La unción nos vuelve visionarios, y nuestra vida y la vida de nuestros discípulos se vuelven
fuente de bendición y seremos genios para comunicar visión. Nosotros definimos cómo
vivir, lo que sembremos, cosecharemos y eso será lo que comuniquemos a nuestros
discípulos.
Esta expresión muy humana, salía del corazón de un hombre que se entregó totalmente a la
causa que amaba, lo hizo su sueño, su meta, su objetivo diario, su amanecer, su ocaso, su
motivación y disciplina de cada día y vivió en función de ella, FUE FIEL Y EXCLUSIVO
con ella...
La fidelidad cobra un valor fundamental en todos aquellos que siendo ungidos, tienen
claramente definidos su misión y su destino. Cuando hablamos de nuestra relación con
Dios, el concepto de fidelidad, adquiere todavía más importancia: solo el hijo de Dios que
hace de El su única fuente, podrá cosechar fruto, fruto permanente; el que no lo hace, y
toma al Señor solo como una de las alternativas de su vida, experimentará una vida estéril y
poco trascendente.
Esto lo podemos ver claramente ilustrado en la vida de dos mujeres que registra la Biblia:
En el libro de Éster, encontramos el caso de dos mujeres cuyas vidas nos enseñan mucho
sobre el concepto de fidelidad. La primera de ellas es la Reina Vasti, una mujer muy
hermosa, pero totalmente ignorante en lo que significaba ser fiel. La historia relata que
ella caprichosamente se negó a obedecer al rey Asuero, cuando éste la mando a llamar
para presentarla ante su pueblo; sin importarle la gran influencia que tenía su ejemplo
sobre las mujeres de ciento veintisiete provincias que desde la India hasta Etiopía
gobernaba su esposo; y deshonrando al rey delante de todos sus súbditos. ¿Qué falló en
ella, que ni la fama ni el poder, ni la comodidad, ni el dinero la pudieron llenar? Su
esposo Asuero le veía como ayuda idónea, quería exhibirla, se sentía orgulloso de ella,
pero ¿Por qué le hizo ese desplante? No lo sabemos, pero esto le costó, que por consejo de
los sabios, el rey Asuero la destituyera como reina; desapareciendo su nombre para
siempre de las páginas de la historia.
La segunda mujer es Éster, una joven judía huérfana, que vivía en cautiverio en Susa, la
capital del Reino gobernado por Asuero. ¡Que condiciones tan tristes, para justificar una
vida amargada, mediocre y sin victorias! Sin embargo, la Biblia narra como ella, siguiendo
siempre instrucciones de su tío Mardoqueo (un hombre de Dios), se presentó al Concurso
para elegir a la sucesora de Vasti; impactó de tal manera con su gracia y hermosura al
rey, que al verla la nombró reina. Hasta aquí todo parece maravilloso; pero lo más
desafiante es la forma sabia como logra salvar a su pueblo de morir, pues todos los judíos
estaban condenados a morir según decreto firmado por su mismo esposo.
LA REINA VASTI
Oyó solo su propia voz: hacerse reina de sí misma y vivir sólo para ella.
LA REINA ÉSTER:
Muchas veces creemos que por el hecho de ser hijos de Dios, ya tenemos asegurado a un
Dios que debe estar listo a respondernos en todo, generando en nosotros el cinismo y
egoísmo característico de la reina Vasti. Ella no tenía idea de cultivar la fidelidad con su
esposo, amándole a él, amando lo que hace, complaciéndole en lo que le hace feliz, en fin
siendo ayuda idónea; sólo vivía para sí misma.
Éster de una manera maravillosa, no solo supo ser fiel a su esposo, sino que sobretodo fue
fiel a su amado Dios y a su pueblo. Supo ser la corona de Dios, el instrumento que
necesitaba para llevar a cabo sus propósitos.
Vale la pena, hacer ahora una comparación que salió del mismo corazón de Dios, pues él
dedica todo el libro de Cantar de los Cantares, a ilustrar la relación entre Cristo como el
“Esposo” y su pueblo como la “Esposa” amada por El.
El hombre, en términos genéricos fue creado para la Gloria de Dios, para ser “ayuda
idónea” de Dios, “corona suya” y no “gotera”. En Efesios 5:22-23, se compara a Cristo
como cabeza de la iglesia, así como el varón es cabeza de la mujer. El ser humano, fue
hecho para la Gloria de Dios, pero tiene que definirse, haciendo pacto (hombres) o voto
(mujeres) con El, pues desde ese día hay un legítimo MATRIMONIO CON DIOS. El es
nuestro “Esposo”, pues lo que sucede en el cielo respecto a la pareja humana, es lo que ya
sucedió en la pareja Dios-hombre.
¿Qué pasa cuando usted se deja llevar por las inclinaciones y deseos de la persona natural,
le asaltan las herencias de maldición y se da “recreos” con el mundo? Usted está viviendo
en ADULTERIO ESPIRITUAL. Que común es ver en los cristianos, que aunque se han
“casado con Dios”, desde el momento en que recibieron a Cristo, se dejan seducir con gran
facilidad por cuanta propuesta les hace el mundo. Aquí está el contraste entre la sabiduría
que da Dios y la insensatez de no vivir legalmente lo que definimos cuando nos “casamos”
con Dios. (Eclesiastés 7:27-29).
Una de las experiencias más hermosas que he tenido en la vida cristiana es disfrutar a Dios
quien como Esposo se hace “débil” para hacerme ver como me necesita, se hace “mudo”
para que yo hable, se hace “sordo”, para que yo escuche a la gente. El quiere ministrar a
otros a través de mí. El desea que vivamos esa vida de matrimonio con El, vivir para ese
Esposo que nos necesita, pero quien al mismo tiempo nos protege, nos provee todo lo
necesario y nos brida el amor que anhelamos. El no quiere ni necesita a otro, sino a usted
y a mí. Esto solo se puede percibir plenamente por la Unción.
Es preocupante ver como muchos cristianos se han vuelto superficiales, nunca como ahora
se ha visto siervos de Dios inseguros, indefinidos calculadores y fríos. Debiendo ser cada
uno de nosotros esa “esposa” fiel, leal, tierna, y amorosa, estamos siendo “goteras
continuas” para Dios, frenando y obstaculizando sus benditos planes.
Capítulo 11
“Entonces Jesús les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también
yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo”
(Juan 20:21-22)
Lucas 24 del4 al 16, nos relata como la resurrección desató un espíritu de mentira sobre los
principales sacerdotes y ancianas de la época. Satanás utilizó a los religiosos para
engañar y mentir, para oponerse a reconocer la verdad, llegando a sobornar a los soldados
para que no contaran los hechos de la resurrección. Hicieron tanto daño con esto, que el
pasaje narra como esta falsa versión no solo se dio a conocer a todos los judíos, sino que
también estas mentiras tuvieron efecto sobre algunos discípulos de Jesús; pues mientras
algunos adoraron a Jesús, otros fueron llevados a la duda y a la división.
El pasaje que narra Marcos en su capítulo 16 del 10 al 14, habla de la incredulidad de los
discípulos ante el testimonio de María Magdalena, cuando llegó a contarles que Jesús
había resucitado, prefirieron oír y creer a los que tenían endurecido el corazón, y
comunicaban mentiras como si fueran verdad.
¿Por qué no le creyeron a María Magdalena? Porque cuando ni siquiera se puede captar la
revelación del mismo Señor, cuesta mucho trabajo creerle a otro miembro de la Familia en
la fe. Si no es capaz de beber de la Fuente, le cuesta trabajo aceptar al que le “sirve del
agua de la fuente” y mucho menos va a creer lo que le ofrece el delegado de Su Papá.
En el caso de los discípulos, el endurecimiento de su corazón es expresado claramente por
el Señor Jesús en Marcos 16:14, donde les reprocha su incredulidad en conducta y dureza
de corazón en actitud.
La desgracia de un hijo y siervo de Dios comienza cuando oye a los duros de corazón, y no
al líder espiritual que Dios le dio, el corazón comienza a sentir duda, miedo y finalmente se
vuelve “frío”; en todo proyecta esa frialdad, en su mirada, en su caminar, en su actuar...
Entra el miedo en muchas formas: miedo a la vida, a la muerte, a la pareja, miedo a
arriesgar, a perder, a la soledad, etc. En el caso de los apóstoles, lo paradójico es que
abren las puertas para creerles a los sacerdotes y ancianos de la época, pero la cierran a
la revelación por miedo a los judíos. Sin embargo, aún estando la puerta cerrada, Jesús
Resucitado entró. (Juan 20:19).
Es posible que usted esté experimentando varias o todas estas marcas del corazón duro; y
tenga que reconocer en este momento que hace mucho rato que su vida no experimenta el
toque sobrenatural de Dios. Quizá asiste a las reuniones, escucha los mensajes o hasta los
da, tiene citas pastorales con su líder espiritual y no pasa nada; su vida sigue sumida en un
mar de conflictos y mediocridad, aburrimiento, murmuración y quejas; sabe que Dios le
habla a través de muchas formas, su Palabra llega hasta la mente, pero al bajar al corazón
se encuentra con una gruesa callosidad conformada por vicios y esquemas mentales. Pero
¿cómo ser libre de éstas marcas? Dios tiene un maravilloso tratamiento para volver a
sensibilizar nuestro corazón.
Esa unción recibida, hace que mis ojos solo vean heridas cicatrizadas y sólo entonces
puede entender disfrutar la unción que da sanidad al leproso, libertad, al prisionero,
provisión al necesitado. ¿Qué más podemos pedir?, ¡Solo nos queda regocijarnos! Es a
partir de este momento, que podremos llevar a nuestra familia a experimentar también
sanidad de sus heridas, y total libertad (pecados remitidos). Si estamos cicatrizados
comunicaremos esa libertad. (Juan 20:23).
Acerquémonos hoy al Ungido por Excelencia para experimentar su sanidad y su dulce voz
diciéndonos “Paz a vosotros”. Como ungidos estamos llamados a verle SOLO A EL, tomar
nuestro pasado y colocarlo bajo su sangre preciosa y así como siervos, regocijarnos
siempre delante de El.
Capítulo 12
El pasaje comienza narrando la historia de una mujer judía llamada Ana, quien se
encontraba casada con Elcana, un buen hombre, el cual la amaba sobremanera a pesar
que ella no le había dado hijos. Si embargo, Ana vivía llena de amargura a causa de su
esterilidad, volviéndose una mujer conflictiva y celosa, con un velo de tristeza que no lo
lograba quitar ni siquiera todo el afecto y comprensión que le brindaba su marido.
Aunque conocida del Señor su corazón estaba tan estéril como su vientre, y en ella había
un profundo egoísmo que le lleva a desear un hijo solo para poder competir con su rival, la
otra esposa de Elcana, quien sí le había dado descendencia.
Dios usa la vida de Elcana, para comenzar a generarle ternura y amor a una vida
totalmente seca y desértica; y es así como él la motiva para que suban a presentar ofrenda
al templo del Señor. Estando allí, el Espíritu Santo comienza a generar en el interior de
Ana una transformación total; unge su corazón, limpiándolo de toda amargura y egoísmo y
le lleva a hacer una oración totalmente ajena a su anterior manera de pensar: “Si tu dieres
a tu sierva un hijo varón, yo lo dedicaré a ti, todos los días de su vida”. Era una oración
desprendida, era un sentir de querer ser un instrumento de Dios para que el fruto de su
vientre fuera usado para los propósitos divinos. ! Ya no pensaba en ella, ahora pensaba en
DAR!
En ese mismo momento, sucedió un milagro en el vientre estéril de Ana, el cual ungido por
el Espíritu Santo se transformó en un nido de amor y bendición, el marco ideal para que allí
se concibiera la vida de un Ungido.
Desde el momento en que Ana recibió esa unción, aún sin saber que daría a luz un hijo,
cambió su actitud hacia Dios, hacia la vida, hacia las circunstancias que la rodeaban,
cambió radicalmente. Tuvo paz, se acabó la tristeza, volvió la alabanza y adoración a su
vida, concibió un hijo al que llamó Samuel, y tal como lo había prometido lo llevó al templo
y se lo entregó al Sacerdote Elí, diciéndole “Yo lo dedico a Jehová, todos los días que viva,
será de Jehová” (I Samuel 1:28).
Estas palabras solo pueden salir de un ser que ha sido ungido por Dios y que como
consecuencia de esto, experimenta la capacidad de comprometerse con Dios al máximo
nivel, entregando aún lo más valioso de su vida, que El usa para bendición de todo un
pueblo. Así sucedió con Samuel, quien se convirtió en el Ungido-Liberador de Israel, y lo
más maravilloso de esto lo registra el capítulo 2 versículo 18:
“Y vistió Jehová a Ana, y ella concibió, y dio a luz tres hijos y dos hijas. Y el joven Samuel
crecía delante de Jehová”
La estéril, que con toda alegría entrega a su unigénito, que se queda sin nada con tal de
contribuir y ser de bendición para su pueblo, recibió como recompensa cinco hijos más.
CINCO VECES más de lo que invierte en el Señor, mientras tanto el hijo que había
entregado, se preparaba para la más maravillosa de las misiones.
En tanto que nos introducimos a hablar de la extraordinaria vida de Samuel, vale la pena
que reflexionemos un poco sobre aquello que operó el milagro en la vida de Ana: EL
COMPROMISO. Este factor es clave y se da cuando en lugar de pasarnos la vida
quejándonos por las adversas circunstancias que nos rodean, y preguntándonos “¿... por
qué?” (Pregunta que no corresponde a los labios de un ungido), decidimos violentar
nuestro egoísmo personal y decirle al Señor: “Esto soy... esto tengo para darte, úsalo para
tus planes”,..... Entonces los milagros llegan.
Los tres ungidos “Saúl, David y Salomón, aunque habían sido puestos por Dios, eran
hombres pecadores y cometieron muchos errores, pero Samuel, que conocía su misión,
siempre estaba allí para dirigirles e indicarles la voz de Dios en cada paso que ellos daban.
De esta manera, ellos se volvieron comunicadores de bendición a su pueblo, fruto de la
unción que había recibido y que renovaban permanentemente.
Qué fácil y cómodo es para un hijo de Dios, tomar la posición de crítica ante un mal
gobierno y una crisis total como la que estamos viviendo. Que fácil es encontrar y señalar
culpables. Pero, quiero recordarle que, si ellos yerran es porque nosotros los Ungidos,
dormimos. Posiblemente el adulterio espiritual que viven muchos hijos de Dios, les ha
llevado a ser totalmente indiferentes a la realidad social que les rodea.
Es hora de definirnos, ¡El tiempo es ahora, el momento es ya! O vamos a vivir para
nuestro Esposo (El Señor), o decidimos seguir viviendo en adulterio espiritual. Pero no
podemos seguir siendo de los que frenan la manifestación plena de la unción sobre un
pueblo que gime en una esclavitud total.
Cuando nos definimos a vivir para nuestro amado Señor, en nuestras vidas se produce:
Una “rara” Comunión con el Espíritu Santo que nos genera poder.
Esta comunión da lugar a una comunicación permanente con El.
Esta comunión desarrolla una plena Confianza en El. Nos lleva a vivir vida de
familia, nos sensibilizamos a las necesidades de los que nos rodean, aprendemos a
reír con ellos, a llorar con ellos, luchamos por ellos les cuidamos y generamos
bendición a sus vidas.
La falta de unción, y el no cultivarla, nos lleva a “esconder” la luz, a “quitar” la sal para
que no de sabor. En este tiempo la unción se está manifestando como en los primero años
cuando comenzamos en la Asociación Cruzada Estudiantil y profesional de Colombia,
donde nuestra fe se veía reflejada en obras. Que hermoso es recordar aquellos tiempos
donde nos internábamos en las montañas del centro de Colombia para compartir la
Palabra de Dios a los guerrilleros, nos íbamos a vivir con las comunidades indígenas más
olvidadas en la “Misión Ágape”, para brindarles atención profesional, y compartirles la
vida abundante que Dios promete. En ese tiempo un buen grupo de profesionales, nos
íbamos por todos los caminos de Colombia en una “Misión Sacrificial”, anhelantes de ver
nuestra nación restaurada con la Palabra de Dios.
También recuerdo la más espectacular campaña de saturación, en 1978, cuando por todo el
territorio de Colombia se colocaron grafitis, afiches, pancartas, pasacalles con la
expresión “YA LA ENCONTRÉ...!”, como preámbulo para unos días después dar a conocer
el resto del mensaje “...UNA NUEVA VIDA EN JESUCRISTO!”. En esta campaña
evangelística un incalculable número de personas recibieron a Jesús como Salvador
Personal.
El óleo cae sobre la cabeza primero, limpia el cerebro, desata ataduras que impiden llevar
fruto, desciende, refresca, limpia, transforma el corazón corrupto y llega hasta el borde de
las vestiduras, llevando como Familia, en nuestro caso, la Asociación Cruzada Estudiantil
y profesional de Colombia, (Centro Colombiano de Teoterapia Integral), bendición a un
mundo lleno de tinieblas.
Si hay unción en el ambiente, se manifiesta la vida del Padre Celestial y llevamos bendición
a la comunidad. A menos que entremos en comunión con el Padre y entendamos que El
nos necesita, que El quiere hacer las cosas a través de nosotros, seguiremos adulterando (el
adulterio nos vuelve duros, cínicos, arrogantes, altivos etc...) y la unción no se hará
manifiesta ni en nosotros, ni en nuestra familia, y mucho menos en nuestra sociedad.
La unción no se manifiesta a menos que haya compromiso de trabajo social con nuestro
pueblo. La gente está cansada de oír hablar de Cristo, ahora quiere ver a Cristo a través
de los cristianos y de lo que hacemos.
Llego la hora de decirnos la verdad. Si usted es un cristiano ungido, llamado y con una
misión específica en el plan de Dios, le invito a que responda las siguientes preguntas:
¿Cuántas personas han recibido la Salvación por su mensaje durante la última
semana?
¿Cuántas viudas y huérfanos pueden dar testimonio que por sus acciones ellos han
conocido del cuidado y la protección de Dios?
Usted que es ungido, llamado a llevar la libertad a los cautivos ¿qué ministerio ha
desarrollado en las cárceles o promovido para que otros lo realicen?
¿Conoce usted, no por noticias, los sectores marginados de su ciudad?, ¿Qué ha
hecho por ellos?
Teniendo en cuenta que usted es el Samuel del lugar donde habita, ¿Qué tipo de
acción ha desarrollado para llevar la Palabra de Dios a los gobernantes de su
región?
¿Qué programas sociales concretos y obras respaldan sus hermosas y profundas
conferencias sobre el amor de Dios por los perdidos?
Hace poco, visitando uno de los diversos programas sociales que estamos desarrollando, en
la Asociación Cruzada Estudiantil y profesional de Colombia, a través de la Teoterapia
Social, llamado “Casa del Menor de la Calle”, pude experimentar cuanto podemos dar y
hacer, con solo disponernos a dejar que la unción se haga manifiesta a plenitud en nuestra
vida: Treinta hermosos niños, que hasta hace año y medio deambulaban por las calles
huyendo de sus conflictivos hogares, durmiendo en andenes, pidiendo limosna, robando y
dopándose con alucinógenos, muchos de ellos maltratados sexualmente; me recibieron con
los brazos abiertos en su nuevo hogar, donde tienen todas las comodidades y cariño que
jamás imaginaron. Me llamaban “papá”, me contaban como les iba en sus estudios, lo
más especial, me decían que cuando crecieran querían ser Siervos de Dios! ¡Treinta
vidas perdidas, que ahora son valiosas tesoros para Dios y descanso para la sociedad!
Después de esto, cómo podría pasar mi vida, sin estar procurando ser factor de alivio para
los míos. La Unción me lo grita, me lo demanda, me motiva y me da sabiduría para
hacerlo.
Definitivamente estamos en los últimos tiempos, la misma naturaleza parece gritarlo a través del
incremento de catástrofes naturales sucedidas desde mitad de siglo, hasta la fecha. La Ciencia y
la Tecnología han llegado al punto más alto de toda la historia, adelantos imposibles de
imaginar en otra época son hoy el pan de cada día; pero también, la degradación espiritual y
moral ha llegado al más bajo nivel, hasta el punto, que los mismos siervos de Dios se dejan
afectar con gran facilidad por las herencias de maldición. Satanás los engaña y los vuelve
engañadores, cínicos y fríos. Sus vidas pasan por el mundo con una total ausencia de Unción y
Poder del Espíritu Santo.
El versículo 20 de I de Juan 2 dice: “Pero vosotros tenéis la Unción del Santo, y conocéis todas
las cosas...”; aquí nos está hablando el Señor a usted y a mí: si tenemos la Unción ¿porque tanto
cristianos llevan un tipo de vida tan diferente a la de un Ungido? La Unción protege, da brillo,
lubrica, y eso se tiene que notar!
Así que partiendo de que el que tiene la unción del Santo conoce todas las cosas, lo que nosotros
tenemos que hacer es definirnos. Hay dos cosas que necesitamos definir en nuestra vida,
independiente de la opinión de las demás personas: Lo que queremos “ser”, y lo que queremos
“hacer”. (De lo que queremos “ser”, depende nuestra “ejecución”).
Es hora de enfrentarnos cada uno con nosotros mismos y decirnos la verdad, pues cuando se
engaña usted, peca contra usted mismo.
Sólo hay dos opciones y de su decisión depende no seguir auto engañándose más y engañando a
los demás:
¿Cómo es la vida de un llamado? Es una vida con sentido y felicidad de realización y desafío
permanente. Una vida de propósito y salud total (espiritual, emocional y física), caracterizada
por el empuje interno, los sueños,
Las visiones y la pasión por la Gran Comisión.
Muchos cristianos temen hacer el ridículo de irse contra lo establecido en el ambiente, temen ser
rechazados o despreciados, y se meten en el mundo buscando agradar, y haciéndose mucho daño.
Es fundamental que tengamos clara la descripción que el mismo Señor Jesús hace: “estamos en
el mundo, pero no somos del mundo”, estamos en el mundo para ser luz en medio de las tinieblas,
no para mimetizarnos con ellas, para ser libres en medio de la esclavitud, no para dejarnos
encadenar por el. Si no acomodamos al mundo nunca hallaremos lugar entre los siervos de Dios,
nos sentiremos como un “injerto raro”. No nos sentiremos bien en el mundo porque ya no
pertenecemos a él, ni nos sentimos bien con el Señor, porque nos sentiremos “adúlteros”.
La lucha del llamado es con el “hombre común” que hay en él. Con todo lo que vivió antes de
experimentar el llamado, muchas veces comienza a desear lo de atrás pero se siente mal, porque
sabe que ese ya no es su ambiente.
Para terminar con este conflicto, necesitamos definir nuestra vida ante Dios para no seguir
engañándonos, o por ser descuidados en cuanto a la unción, terminar siendo engañados por
Satanás. Si cultivamos y reactivamos la unción nos disparamos a la prosperidad total, de lo
contrario nos quedamos como estorbos y “monumentos” a la explicación y la justificación.
¡Que maravilla!, La misma unción que hemos recibido, nos ayuda a permanecer en nuestra
decisión de vivir como llamados y apartados. Ella misma nos conduce a desarrollar y cultivar
un “PERMANECED EN EL”. A menos que nos volvamos hombres y mujeres de Monte y
Santuario, no experimentaremos la unción. El Secreto está en primero “quemarse en el altar de
Dios, hasta que nuestra vida sea una ofrenda viva para El”.
Si no nos volvemos hombres y mujeres de Monte y Santuario ¿Cómo evitamos que nos manipule
la herencia de maldición? ¿Cómo evitar que Satanás nos encuentre descuidados y nos engañe?,
¿Cómo cultivar los sueños y visiones de El? SOLO POR LA UNCION.
La Unción nos sirve para detectar el engaño y la mentira, la unción nos permite conocer todas
las cosas (lo que es de la revelación, lo que es herencia de maldición, lo que viene del Diablo, lo
que viene del mundo etc...), para escoger qué cultivar y qué desechar. Si permanecemos en El, no
tenemos necesidad que nadie del mundo nos enseñe, El ira revelando a nuestro oído cada uno
de sus planes para nosotros.
En la última parte del versículo, Dios nos da una orden contundente: “Permaneced en él”, y
cuando decidimos cultivar esa permanencia en El, cosechamos abundantes frutos como los que
describe el Capítulo 15 de Juan:
LLEVAMOS FRUTO
No se refiere necesariamente a resultados, sino fruto en forma de: Salud, disciplina, habilidades
y talentos etc. El siervo de Dios ungido no se mide por resultados, sino por una “rara” autoridad
que desarrolla. (Juan 15:16).
Estimado hijo de Dios, ahora que estamos en los últimos tiempos, el Señor como nunca, ha
abierto las ventanas de los cielos dispuestos a derramar sin límite esa unción que tanto
necesitamos. Siempre he visto que la gente más realizada en la vida cristiana, es la que ha
tomado una decisión, tiene claramente definido quien es para quién vive y para dónde va; por lo
tanto, nada ni nadie le distrae ni le detiene.
Le invito a que a partir de este momento, se matricule en la escuela de los definidos, y deje que
en estos últimos tiempos la Unción se manifieste con tanta plenitud en su vida, que su paso por el
mundo le permita dejar huellas de trascendencia eterna.
Capítulo 14
Durante todos estos años de vida cristiana, me he dado cuenta que el problema más grande que
afronta la mayoría de los cristianos es el vivir constantemente una vida de altibajos, donde
experimenta tiempos de gozo y victoria, pero luego ante las presiones, cargas diarias, problemas
del hogar y las propias debilidades, cae en culpas, sentimientos de fracaso, ganas de dejarlo
todo, y así se la pasan en un “sube y baja” espiritual.
En todo hombre hay un deseo de vivir a la altura, de elevarse, de ir más allá de las limitaciones
naturales, y este deseo es lo que ha de conducido a muchas personas a buscar experiencias de
tipo esotérico. Todo hijo de Dios en el fondo de su corazón tiene el deseo de vivir en las
“alturas”, de mantener la altura en todas las circunstancias. Pero es necesario que entendamos
que para vivir la vida cristiana se necesita a Cristo. Cristo es el único que puede vivir la vida
cristiana a través de nosotros. Necesitamos entregar nuestra vida a Cristo, rendirla
completamente para que El viva su vida a través de nosotros.
Dios en su misericordia y en su amor infinito, ya ha hecho provisión para vivir el tipo de vida
para el cual nos diseñó: vida de linaje y realeza, remontándonos a las alturas.
El Señor en su Palabra usa ilustraciones cotidianas y parábolas de fácil comprensión para que
todos podamos comprender los hermosos planes que tienen trazados para los que buscan la
revelación. En varios pasajes Bíblicos, encontramos ilustraciones respecto al águila. El águila
simboliza libertad, simboliza la belleza cuando la vemos volar, simboliza el poder (dominio del
aire) y la majestuosidad de un rey.
Todo cristiano está llamado a vivir a la altura de un hijo de Rey. Desde el momento en que
recibimos a Cristo, somos declarados hijos del Rey de reyes y Señor de señores (Hijos de Rey),
destinados a vivir una vida de altura. (Isaías 40:30-31, I Pedro 2:9).
Cristo murió en la cruz para darnos una vida nueva, nos ha hecho nuevas criaturas; así mismo
llegamos a ser Herederos del Padre y Coherederos con el Hijo. Cuando entendemos ésta
revelación respecto a lo que ahora “somos” en Cristo, desaparecen complejos de inferioridad, de
inadecuación y aumenta nuestra valía. (Job 39:27-29).
Cuando decimos que somos hijos de Rey, estamos hablando del Rey que creó a todos los reyes.
Dios ya nos ha provisto las alas para que nosotros vivamos una vida de altura, el problema es
que nosotros todavía no hemos aprendidos a usar esas alas y siendo diseñados para volar bien
alto, caminamos arrastrándonos sin gracia, con torpeza. No nos podemos imaginar un águila
caminando en la tierra, se ve torpe, sin gracia, con torpeza pero cuando alza el vuelo, entonces
proyecta toda su majestuosidad.
LINAJE Y BELLEZA
Hay animales domésticos que son cuidadosos en lo que comen, pero el águila es la más
selectiva. Mientras otras aves se conforman, con lombrices, moscas, insectos, y carne putrefacta
el águila escoge su dieta con cuidado: pescado, ardilla, cordero. No come lo que se le aparece,
sino busca lo que le apetece. Esto nos enseña el estilo de vida del linajudo, sabe quien es su
Papá Dios y busca ser excelencia y rodearse de excelencia.
Ninguna otra ave quiere tanto su hogar como el águila, nunca lo abandona y desde muy
temprano entrena a sus hijos para volar. Así mismo nosotros si hemos de volar bien alto, tal
como Dios nos enseña, tenemos que ser entrenados y preparados para remontarnos a las alturas.
Somos hijos de Rey y sin embargo estamos viviendo como esclavos. Pablo nos exhorta en
Gálatas 3:4: “Pero también digo, entre tanto que el heredero es niño, en nada difiere del esclavo
aunque es Señor de todo” El hijo del rey de Inglaterra cuando tenía dos o tres años vivía como
cualquier otro niño de dos o tres años, él no sabía que era un rey y vivía como el hijo de
cualquier otra persona, y muchas veces, así nos pasa en nuestra vida cristiana.
El quiere que ya dejemos de chillar en el nido como los aguiluchos del águila. Dios quiere que
maduremos, que dejemos de ensuciar los pañales y que comencemos a servir a los demás, a vivir
para los demás como lo hizo Cristo. Que no seamos como los polluelos del águila, que
únicamente quieren ser atendidos y no quieren servir.
Es posible que nos pase como el caso de cierta mujer en Inglaterra: En alguna ocasión, una
duquesa inglesa, tenía una dama de compañía que vivía con ella. Por muchos años esa dama de
compañía se dedicó a servir a esa duquesa. Un día la duquesa enfermó, y poco antes de morir le
entregó un pergamino. La dama de compañía se quedó sola, y comenzó a vivir en la pobreza se
enfermo y ya estaba moribunda. Un día llegó una persona y le dice: “Oye la duquesa a la que
serviste por más de 20 años, no te dio nada por todo el tiempo que le serviste? y ella responde
“Si, sí me dejó un pergamino, está colgada detrás de la puerta” - “Haber déjame verlo” - y se
acerca a leerlo y le dice “Esto no es un simple pergamino, ¡este es un título de propiedad de
tierras, castillos y casas!..., quiere decir que tú eres la dueña de todas estas cosas...” – Al
escuchar la expresión de asombro, solo atina a responder: - “Ah..., yo no lo sabía”
Estaba muriendo de hambre y era la heredera de todo; cuantas veces nos sucede a nosotros lo
mismo, somos herederos de toda la promesa que Dios nos da en su Palabra y seguimos viviendo
en esclavitud y escasez.
Los aguiluchos son pequeños, endebles, tienen una larga infancia, y su educación dura también
mucho tiempo. Al principio los padres le meten el alimento en el pico, pero cuando llega el
tiempo de que los polluelos aprendan a volar y conseguir alimento por sí mismo, empiezan un
programa diario de entrenamiento, sacándolos de la comodidad del nido.
Como parte del entrenamiento la mamá águila, revolotea sobre el nido y comienza a destrozarlo
poco a poco, buscando que los aguiluchos se aventuren a salir del nido. Los aguiluchos
comienzan a sentirse inseguros y esperan asustados. ¿Qué es lo que realmente está haciendo la
mamá águila? Ella está preparando sus crías para volar. Los aguiluchos se aventuran al fin,
aterrorizados y comienzan a batir las alas a la orilla del nido, los padres los estimulan
mostrándoles bocados tentadores desde fuera del nido. Cuando logran alzar el vuelo, los
premian con comida.
En nuestra vida a veces Dios permite situaciones que nos llenan de temor, inseguridad y
aflicción y es su método para desafiarnos a salir de nuestra vida cómoda y comprobar cuán alto
podemos volar en El. El mismo Señor Jesús experimentó ese entrenamiento (Mateo 4:11)
De la misma manera, es a través del quebrantamiento delante de Dios que somos renovados,
reconociendo que lo necesitamos, aprenderemos a depender de El, y permitimos que El como
Alfarero nos moldee a su imagen y semejanza. Muchas veces vivimos en un desierto espiritual
fruto de nuestros esquemas mentales, de interpretar y moveremos en nuestra lógica en lugar de
buscar la revelación. Es ahí donde necesitamos ser renovados a cualquier precio.
NOS ENTRENA PARA VOLAR (Job 39:27-28)
Dios tiene más interés en desarrollar nuestro carácter que en nuestra comodidad. El quiere que
usemos las alas que El nos ha dado para poder volar en las alturas. De un nido de águila, no se
puede salir caminando, solo se puede salir volando.
El águila puede extender sus alas hasta dos metros y medio, y puede ascender hasta 3.000 metros
de altura, además tiene una vista tan poderosa que alcanza a ver a un pez a una distancia de 5
kilómetros. Por todo esto la Biblia dice en Proverbios 30:18-19, que entre los misterios más
grandes del mundo está el entender el rastro del águila en el aire.
El águila se eleva sin esfuerzo, sin cansarse, ella no aletea como las demás aves, se pasa sobre la
roca, espera probando la corriente del viento (conoce los secretos de los vientos) y cuando el
viento es favorable, abre sus alas y se remonta. El secreto es esperar, el águila sabe esperar las
corrientes de los aires.
Esto es un símbolo de nuestra potencialidad como hijos ungidos de Dios, llamados a remontar
las cumbres más elevadas. Para nosotros Cristo es la roca y somos guiados por vientos del
Espíritu Santo (uno de los símbolos del Espíritu es el viento (Juan 3:8). Cuando buscamos el
poder y la guía del Espíritu, volamos alto, sin esfuerzo propio. Necesitamos conocer a Dios,
aprender a diferenciar la voz de Dios, de nuestra propia voz y de la voz de Satanás.
Si entendemos quienes somos en Cristo vamos a poder volar arriba de los problemas. El águila
se eleva sobre los vientos tempestuosos, mientras la serpiente se arrastra. Ni siquiera la serpiente
(símbolo de Satanás), puede con el águila, hay águilas que agarran una serpiente, la matan a
picotazos o la levantan y la estrellan contra las rocas.
Dios quiere que vivamos victoriosos en medio de los problemas de la vida, que tengamos los ojos
puestos en El, como el águila tiene sus ojos puestos en el sol. El águila puede ver el sol, porque
tiene dos pares de párpados, cuando esta viendo el sol baja los dos párpados que le sirven como
una especie de lentes que le permiten verlo directamente. Dios quiere que también adaptemos
nuestra vista a los valles oscuros, en medio de las dificultades, para ver a través de éstos su
bendición. Cuando el águila esta buscando alimento, levanta sus párpados y puede ver hasta en
los valles más oscuros algún animal que sirva de alimento.
Recordemos que hemos sido diseñados por Dios para vivir en las alturas espirituales. No nos
conformemos con menos. Dios está entrenándonos para reinar pero de nosotros depende o no
tomar la bendición que ha puesto delante de nosotros.
Nuestro compromiso comienza cuando rendimos totalmente nuestra vida a Dios, dejando que
Cristo reine soberanamente en todas las áreas de nuestra vida. Solo así podemos
comprometernos para ayudar en la reconstrucción de nuestra amada Colombia. Dios nos está
invitando y desafiando......¡¡¡A volar!!!”
Dios quiere que seamos águilas reales, que volemos a grandes alturas y mostrarle el mundo el
verdadero cristianismo. Colombia está cansada de religiosidad, quiere ver testimonios de vidas
ungidas, que se remontan por encima de las limitaciones y los vientos tempestuosos.
Somos águilas reales, para remontar sobre los vientos impetuosos no “pericos” o “loros”, pura
palabrería y nada de acción; ni cuervos que destruyen lo que otros siembran (críticas,
murmuraciones, quejas). Tampoco búhos, pseudosabios y engreídos; ni pavos reales vanidosos;
ni gallinas miedosas.
Hijito de Dios, despierte a esta verdad, no sea que se acabe su vida y todavía esté actuando
como “ave rastrera”. El conocer y vivir la revelación de Dios, nos hace libres; nos coloca en la
roca más alta, listos para salir volando en la dirección que se mueve el Espíritu Santo, con la
seguridad que esos vientos siempre conducen a cumbres de SEGURIDAD Y PROSPERIDAD.
Capítulo 15
“Te lavé con agua, y lavé tus sangres de encima de ti, y te ungí con aceite; y te vestí de
bordado, te calcé de tejón, te ceñí de lino y te cubrí de seda...”
(Ezequiel 16:9-10)
Le quiero invitar a que lea este capítulo y mientras lo lee según el Espíritu Santo le vaya
indicando, identifíquese con Jerusalén, la amada del Señor, que simboliza lo que somos usted y
yo para El.
Padre Amorreo:
Descendía de Canaán (cuarto hijo de Cam) Llegó a ser la tribu más dominante y la gente más
corrupta (Génesis 15:16). Se describe así la baja posición de Jerusalén, antes de que Dios la
levantara con misericordia.
Madre Hetea:
A los Heteos también se les llama Hititas. Es un pueblo mencionado en la Biblia entre la lista de
pueblos antes de la conquista por los Israelitas (Génesis 15:18-20). Esaú pecó casándose con dos
mujeres Heteas y más tarde otros Israelitas hicieron lo mismo. (Génesis 26:34-35).
Nuestro pasado también fue de esclavitud, estuvimos sujetos a una herencia de maldición y
viciados a una vida de pecado que aprendimos del medio en que nos levantamos.
Dios nos muestra a Jerusalén como una niña despreciada y abandonada, expuesta a la muerte,
como sucedía a menudo con los niños en el antiguo paganismo.
Fue despreciada y abandonada: “No fue cortado tu ombligo, no fuiste lavada con agua
para limpiarte, no salada con sal, ni envuelta en fajas”.
Lo único que El no corta es el ombligo, para que quedemos umbilicados con El de por vida. El
se vuelve una madre hermosa para que sus hijos renueven el pacto de amores en la unción del
pacto.
También El nos recogió, hermoseó y engrandeció para Sus propósitos. El secreto está en la
hermosura de Dios y no en la vanidad nuestra. Que importante es para un Siervo de Dios no
olvidar de donde lo sacó el Señor, y que toda la sabiduría, gracia, respaldo y manto de victoria
que tiene ahora, ha sido colocado por El. Nuestra inmadurez nos lleva a vernos inteligentes,
dotados, hermosos, sin pecado... y ahí empieza nuestra caída.
Las consecuencias
Si usted ha tenido tratos de Dios y tratos con Dios, sabe perfectamente que no hay nada más
maravilloso que experimentar la infinita manifestación de ese amor que nos seduce, cuando
estamos siendo infieles con El; que nos dice: “Vuelve ahora en amistad conmigo...”
Papá Dios nos abre sus brazos, y nos ofrece su regazo, para restaurar nuestra vida de las heridas
hechas en nuestros caminos de terquedad. Ese amor que no reprocha, que da una nueva
oportunidad. Ese amor es el que El le esta ofreciendo en este momento, como rechazarlo..., es
hora de renovar nuestro pacto (los varones) o nuestro voto (las mujeres) con El.
Ese Dios amoroso, que le creó, le salvó, le hermoseó con su presencia y le hizo hijo del Rey de
reyes y Señor de señores, hoy le dice:
“Antes yo tendré memoria de mi pacto que concerté contigo en los días de tu juventud, y
estableceré contigo un pacto sempiterno” (Ezequiel 16:60)
Por que no se arrodilla en este momento, ante esa mirada de amor eterno con que El le mira y
que le comunica la seguridad, amor, protección y provisión..., que solo un esposo como El
puede dar. Es hora de decirle “Señor yo quiero ser para ti, la “Esposa Fiel” y la “Ayuda
Idónea que tu quieres que yo sea”
Solo allí de rodillas ante Dios, podrá encontrar el secreto para estar siempre de pie delante de
los hombres, y no solo eso, sino también para VOLAR... COMO EL AGUILA IMPERIAL.
Visita del Dr. Néstor Chamorro a la “Casa Del Menor
de la Calle” Programa de la Teoterapia Social
desarrollado por la Asociación C.E.P.C. en la ciudad de
Ibagué, para la rehabilitación de los niños indigentes.