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Propuestas para un mejor funcionamiento de la escuela dominical

Los objetivos son importantes por varias razones: (1) Sirven como una medida para evaluar el éxito del
trabajo que se está realizando. (2) Proporcionan tanto al alumno como al maestro los medios para
auto-evaluar su progreso y poder así organizar sus esfuerzos para alcanzar estos objetivos. (3) Cuando
faltan objetivos claramente definidos, no habrá una base sólida sobre la cual se puedan seleccionar o
diseñar las ayudas didácticas, los contenidos y los métodos apropiados para la enseñanza. 4)
Proporcionan criterios concretos sobre lo que debe hacerse, sobre su alcance y los límites.

Así que, los objetivos son herramientas útiles para diseñar, implementar y evaluar la instrucción.
Otro aspecto importante tiene que ver con las características de los objetivos. Hay objetivos generales y
objetivos específicos. Sin embargo, ambos tipos de objetivos deben reflejar ciertas características. Los
objetivos deben ser claros, precisos, observables, medibles, evaluables, flexibles.
Un buen objetivo es el que tiene éxito comunicando lo que el escritor (ya sea una persona, una
organización, un departamento, etc.) intenta decir.
Además, es necesario destacar la importancia de dar a conocer los objetivos que se han fijado. Un
objetivo puede estar muy bien elaborado, pero si no es comunicado a las personas que trabajan o
colaboran en cierto lugar, no será posible lograrlo. La comunicación del objetivo implica no solamente
darlo a conocer, sino también asegurarse de que las personas comprendan bien el objetivo en sí, para
esforzarse por alcanzar esa meta.

Sugerencias relacionadas con los propósitos – Al reflexionar en los principios que se acaban de
mencionar, no cabe duda que tener propósitos (objetivos) claramente definidos es esencial. En general,
éste no parece ser un problema que afecta a la escuela dominical actual, ya que de los superintendentes
encuestados respondió que los propósitos de la escuela dominical de su iglesia están bien definidos.
Más bien, el problema existente tiene que ver con cierta falla en la comunicación de los propósitos. Este
problema de comunicación se está dando de superintendente a maestro y de maestro a alumno.

Ya que una comunicación clara de los propósitos establecidos es importante para trabajar
esforzadamente hacia el logro de éstos, a continuación se presentará algunas sugerencias relacionadas
con este aspecto. En primer lugar, el superintendente o encargado de la escuela dominical debe
asegurarse de que a todos los que colaboren en este ministerio se les explique detalladamente cuáles
son los propósitos perseguidos. Es importante hacer esto durante el proceso de selección. El
superintendente debe reunirse personalmente con el candidato, y explicarle detalladamente cuáles son
los propósitos que se buscan lograr. De esta manera, la persona estará consciente de que si quiere
involucrarse en este ministerio, todo lo que haga deberá contribuir al logro de esos propósitos. No
obstante, si esta comunicación no se dio durante el proceso de selección, es indispensable que el
superintendente aparte tiempo para explicar los propósitos a cada uno de sus obreros activos.

En segundo lugar, además de comunicar los propósitos de manera personal, el superintendente podría
tener una reunión general periódicamente (cada 6 meses o cada año) que sirva específicamente para
reforzar los propósitos que se están persiguiendo. En tercer lugar, sería de mucha ayuda que todas las
personas que colaboren en la escuela dominical tengan por escrito estos propósitos, para que recuerden
continuamente hacia dónde se van.
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En cuarto lugar, son varias las maneras en que los maestros también pueden comunicar a sus alumnos
los propósitos de la escuela dominical. Por ejemplo, cada semestre el maestro podría tomarse unos
minutos de la clase para explicarles estos propósitos.

Los propósitos que se sugiere que la escuela dominical persiga y que se basan en la Gran Comisión de
Mateo 28:18-20 son: “Alcanzar a personas que no conocen a Cristo” (evangelizar); “Incorporar a los
nuevos creyentes en la vida de la iglesia” (bautizar); y “Enseñar a los creyentes a guardar lo que está
establecido en la Palabra de Dios” (discipular). La Gran Comisión es un método bíblico dado por el
mismo Señor, y esto asegura una estrategia equilibrada en el trabajo de la escuela dominical. Además
de ser equilibrada, es una estrategia reproductiva, la cual creará un ciclo continuado de nuevos
discípulos.

Los maestros
Principios básicos en la selección de maestros - La escasez de maestros de escuela dominical es un
problema muy común en muchas iglesias. Un factor que afecta grandemente esta área es el uso de
métodos inapropiados de reclutamiento.
El problema de la falta de maestros persistirá mientras se usen métodos inadecuados para
seleccionarlos. A veces, la selección de maestros se hace sin tacto, y esto resulta en responsabilidades y
cargos que quedan vacíos. Además, un proceso de selección inadecuado puede dar como resultado un
pobre ministerio de enseñanza.
Los maestros deben ser seleccionados cuidadosamente ya que la tarea que desarrollarán pone sobre
ellos una gran responsabilidad. Los maestros pueden ser escogidos por un comité de educación
cristiana, pueden ser nombrados por el superintendente de escuela dominical, o pueden ser elegidos
por alguna otra persona. La situación y necesidades locales determinarán el método que haya de
emplearse. Sea éste el método que sea, debe haber un proceso específico de modo que la selección no se
realice al azar, ni se permita una malsana perpetuación en el cargo.
El éxito de una escuela dominical bien organizada depende mucho de la madurez cristiana de quienes
administran sus planes. El fracaso suele ser fruto de la incapacidad espiritual de los dirigentes o
maestros, o de su falta de preparación para sus funciones.
Por lo tanto, es de suma importancia considerar diversos criterios en el proceso de selección. Entre
éstos se puede mencionar la vida espiritual del candidato, su carácter, sus dones y habilidades, etc.

Sugerencias relacionadas con la selección de maestros


Un proceso formal de selección de maestros es vital para el buen funcionamiento de la escuela
dominical. Este proceso debe considerar diversos criterios relacionados con el candidato a maestro. Se
sugiere que se tome en cuenta los siguientes criterios: (1) Que el candidato tenga el don de maestro; (2)
que el candidato tenga alguna experiencia en el campo de la enseñanza, o que esté recibiendo
entrenamiento en éste; (3) que el candidato haya estado como asistente de maestro por 3 meses o más;
(4) que el candidato sea un creyente maduro que se mantenga creciendo continuamente en su vida
espiritual; (5) que el candidato ore por esta decisión por lo menos por un mes; (6) que el candidato
tenga el deseo de servir; y (7) que el candidato alguien comprometido, con convicciones sólidas,
enseñable y que muestre amor por otros.

Para saber acerca de cada uno de estos aspectos mencionados, es indispensable que el superintendente
(o la persona encargada del departamento de escuela dominical) entreviste personalmente a cada
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candidato. En esta entrevista también sería muy útil que el superintendente preguntara sobre la edad
de los alumnos con quienes el candidato le gustaría trabajar. El superintendente debe aprovechar la
entrevista para explicarle al candidato la importancia de un buen ministerio educacional cristiano, las
obligaciones que este ministerio conlleva (lo que se espera del candidato), las bendiciones que traerá
este ministerio, etc. También es necesario que el superintendente busque la dirección del Señor
(oración) con respecto a la aprobación de los candidatos a maestros (Jesús mismo lo hizo – Lc. 6:12-16).
Es de utilidad tomar en cuenta el comentario de otros colaboradores a la hora de elegir a los candidatos.

Principios básicos en la evaluación de maestros – Ninguna enseñanza puede ser considerada adecuada
sin una evaluación continua y rigurosa. La evaluación es importante por diversas razones. En primer
lugar, la evaluación permite detectar si se están logrando los propósitos establecidos. Además, a través
de ésta se puede analizar el progreso que ha tomado lugar en un lapso específico de tiempo. En
segundo lugar, la evaluación permite determinar cuáles áreas están siendo trabajadas eficientemente y
cuáles deben ser mejoradas. En tercer lugar, por medio de las evaluaciones se puede motivar a los
maestros a través del reconocimiento de un buen trabajo.
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Dos aspectos muy importantes que deben ser evaluados en relación al maestro son: El arte de enseñar y
el maestro mismo. Así que, la evaluación de maestros debe incluir tanto la evaluación del trabajo que él
o ella está desarrollando como también una evaluación de su persona. La evaluación de estos aspectos
se puede llevar a cabo de diversas maneras. Algunas de estas maneras son: auto-evaluación, a través de
los alumnos (la asistencia y la puntualidad de los alumnos, su actitud en la clase, su vida diaria, etc.) a
través de programas de observación, a través de reuniones con los maestros donde se compartan los
resultados del proceso de enseñanza-aprendizaje, etc. Es importante que la evaluación no se realice a
través de sólo uno de estos métodos, sino que incluya una combinación de ellos. De esta manera se
obtendrá una evaluación más completa y precisa, ya que se estará considerando diversos aspectos y
perspectivas.
Una evaluación que se realice una vez al año o de vez en cuando no producirá los beneficios deseados.
La evaluación debe ser constante. Esto es una responsabilidad tanto del maestro, quien debe evaluar
constantemente el aprendizaje de sus alumnos y la eficiencia de su enseñanza, como también del
departamento de escuela dominical, quien debe evaluar constantemente a todo su personal.

Una de las sugerencias en cuanto a este aspecto es que el departamento de escuela dominical tenga
como parte de su filosofía la evaluación periódica de sus maestros. Se sugiere que esta evaluación sea
hecha cada tres meses, para que así los problemas, las situaciones enriquecedoras, las necesidades
encontradas, etc., estén frescas en la mente de los maestros o del superintendente, para que puedan ser
tratadas correctamente y a tiempo. La evaluación podría ser con más frecuencia (cada uno o dos meses)
dependiendo de la situación de la iglesia. Pero se recomienda que los períodos de evaluación no se
prolonguen por más de seis meses, para que las diversas situaciones que surjan en cada período puedan
ser tratadas a tiempo.

La segunda recomendación con respecto a la evaluación es que siempre se evalúe tanto el trabajo de
enseñanza que el maestro desempeña como también su persona. Con respecto al área de la enseñanza,
se debe tomar en cuenta la evaluación de los métodos de enseñanza empleados por el maestro, lo
apropiado de las técnicas en relación con los materiales de la clase, la preparación del maestro, la
presentación de la clase, la reacción de los alumnos, etc. En cuanto al maestro mismo, la evaluación
debe considerar su actitud, su apariencia, su relación con los alumnos, su crecimiento espiritual, la
ejecución de las tareas que le corresponden, su demostración de carácter cristiano dentro y fuera de su
función, el desarrollo de su capacidad directiva individual, su habilidad para desempeñarse eficazmente
en el sitio especial que se le ha asignado, etc.
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Los métodos de evaluación sugeridos son: (1) Que el maestro llene un formulario de auto-evaluación, y
que luego se reúna con el superintendente (o encargado) de escuela dominical para discutir los
resultados; (2) que hayan reuniones de maestros donde se pueda analizar si los objetivos del
departamento en general se están alcanzando; (3) que se le pregunte a los alumnos y a los co-maestros
algunas cosas acerca del maestro; (4) que se observen ciertas actitudes de los alumnos (su asistencia, su
puntualidad, su vida diaria, etc.) (5) que se apliquen exámenes creativos a los alumnos sobre el
contenido de la lección; y (6) que se observe y escuche la clase que imparte el maestro. Con respecto a
este último método de evaluación se debe explicar algo. La observación de la clase debe hacerse
cuidadosamente por personas que hayan sido maestros, y con el propósito específico de desarrollar y
estimular al maestro observado. El propósito es promover el diálogo futuro. Después de la observación
se debe tener una reunión entre el maestro y el observador para discutir algunos asuntos referentes a la
observación. Al involucrar al maestro en un interrogatorio acerca de su trabajo, se llegará a un juicio
mutuo y a un perfeccionamiento en la cooperación.

La metodología de enseñanza

Principios básicos - Algunas personas creen que al presentar un estudio bíblico sin ayudas visuales y
sin métodos didácticos, las verdades bíblicas tienen que penetrar en la vida del alumno por el hecho de
ser la Palabra de Dios. Esto no es cierto. La efectividad de la enseñanza descansa en gran parte en la
metodología que su usa.
A la vez, la metodología usada para impartir la enseñanza debe estar bien relacionada con los estilos
individuales de aprendizaje de los alumnos.
Cuando se habla de estilos de aprendizaje, se está haciendo referencia a la manera en que aprenden los
alumnos. Para que el maestro pueda influir en el aprendizaje de sus alumnos será clave que descubra
cómo aprenden ellos, qué les ayuda a aprender mejor, cuáles son las etapas de desarrollo de la vida que
influyen en su aprendizaje, qué hace que algunos alumnos aprendan más que otros, etc.
No todos los alumnos aprenden de la misma manera. Hay algunas características generales que los
alumnos comparten (por ejemplo, algunas habilidades que caracterizan a los alumnos de cierta edad).
Sin embargo, el maestro debe esforzarse por conocer a cada alumno de forma individual, debe observar
sus características y sus peculiaridades.
Esto es algo necesario ya que no se puede enseñar a los alumnos en general. Por ejemplo, a algunos
alumnos les será más fácil resolver problemas de manera individual, mientras que otros se sentirán más
cómodos trabajando en grupo; a algunos alumnos les será fácil proyectar en su mente lo que el maestro
está diciendo, mientras que otros necesitarán ayudas visuales, etc. Así que, es importante que el
maestro conozca bien la manera en que aprenden sus alumnos, para poder facilitar su aprendizaje.
El aprendizaje resulta del encuentro entre el maestro y los alumnos, y de los alumnos con otros
alumnos. El vehículo para facilitar este encuentro son los métodos de enseñanza. Los métodos son
medios de comunicación. El entender los estilos de aprendizaje de los alumnos, ayuda al maestro a
escoger los métodos apropiados para la tarea que tiene por delante. En general, los distintos niveles de
edades requieren diferentes métodos de enseñanza. Sin embargo, los alumnos responden bien
comúnmente a los métodos que implican su participación. También prestan atención a las
presentaciones visuales y a la exploración de conceptos relacionados con sus intereses presentes.

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