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LECTIO DIVINA

XV Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C


1. Oración inicial
Señor tu palabra me toca hoy seriamente en mi vida cristiana. Yo he
reducido mi vida a acciones litúrgicas, a adorarte en el templo. Sin
embargo me descubro plenamente lejos de ser un buen prójimo para los demás.
Señor, estoy mirándome internamente. Me siento más cerca del levita que busca la
Ley y del sacerdote que buscaba cumplir… que de estar cercano al prójimo como tú
me pides.
2. Lectio: Lucas 10, 25-37.
a) Clave de lectura:
Lucas nos narra la parábola del Buen Samaritano en medio de la discusión con un
escriba sobre el gran mandamiento. La parábola forma parte de esta sección central
del evangelio. Jesús aparece como peregrino hacia Jerusalén con sus discípulos.
Los Samaritanos impedían el camino a los peregrinos que iban a Jerusalén. Jesús
desea enseñar que, prójimo es el que sufre alguna necesidad o carencia. Este
evangelio de Lucas desea trasmitirnos la misericordia y la ternura de Dios.

b) Texto: Lucas 10, 25-37 .


25 Se levantó un legista y dijo, para ponerle a prueba: «Maestro, ¿qué he de hacer
para tener en herencia vida eterna?» 26 Él le dijo: «¿Qué está escrito en la Ley?
¿Cómo lees?» 27 Respondió: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con
toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti
mismo.» 28Díjole entonces: «Bien has respondido. Haz eso y vivirás.» 29 Pero él,
queriendo justificarse, dijo a Jesús: «Y ¿quién es mi prójimo?» 30 Jesús respondió:
«Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó y cayó en manos de salteadores que,
después de despojarle y darle una paliza, se fueron, dejándole medio muerto.31
Casualmente, bajaba por aquel camino un sacerdote y, al verle, dio un rodeo. 32 De
igual modo, un levita que pasaba por aquel sitio le vio y dio un rodeo. 33 Pero un
samaritano que iba de camino llegó junto a él, y al verle tuvo compasión. 34
Acercándose, vendó sus heridas, echando en ellas aceite y vino; y le montó luego
sobre su propia cabalgadura, le llevó a una posada y cuidó de él. 35 Al día
siguiente, sacó dos denarios y se los dio al posadero, diciendo: `Cuida de él y, si
gastas algo más, te lo pagaré cuando vuelva.' 36¿Quién de estos tres te parece
que fue prójimo del que cayó en manos de los salteadores?» 37 Él dijo: «El que
practicó la misericordia con él.» Díjole Jesús: «Vete y haz tú lo mismo.
c) Contexto
Se abre un diálogo entre un doctor de la ley que interpela a Jesús: “Maestro, ¿Qué debo
hacer para alcanzar la vida eterna?” Jesús no responde, sino que le hace otra pregunta:
“¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo lees? Es una confrontación entre dos maestros, muy
común en aquella época, que clarifican y profundizan algunos puntos de la Ley de Dios. Este
escriba se dispone para escuchar a Jesús, de modo que el Señor termina el diálogo.
3. Meditatio: Preguntas que favorecen la meditación y la oración.
a) ¿Nuestra fe produce obras buenas o es estéril, y por tanto, está más muerta que viva?
b) ¿Me hago prójimo o paso de lado? ¿Soy quien selecciona la gente según su gusto?
c) ¿Con cuál personaje de la parábola me identifico en mi diario vivir?
d) ¿Podrías dar un porcentaje c/ mes (30, 20 o 10%) de dinero o bienes a un necesitado?

I. Jesús manifiesta un cumplimiento y propone un seguimiento.


Existen 3 características del discipulado que plantea Jesús en los sgtes tres domingos:
1) El ejercicio de la misericordia : el discípulo se distingue por el amor al estilo de Jesús (10,25-37).
2) El ejercicio de la escucha : la acogida de Jesús implica escuchar en calidad de Maestro (10,38-42).
3) El ejercicio de la oración : la escucha lleva a la relación con Dios Padre al modo de Jesús (11,1-
13).

II. Análisis y reflexiones sobre el texto 10, 25-37.


La Parábola del Buen Samaritano es un relato que pone en crisis la mediocridad de nuestra
capacidad de amar. Aquí se expone el diálogo entre Jesús y un experto en la Ley:
1) 1ª parte del diálogo de Jesús con el legista sobre el mandamiento del amor (10,25-29)
2) La parábola del Buen Samaritano (10,30-35)
3) 2ª parte del diálogo de Jesús nos dice cómo se ejerce el amor al prójimo (10,36-37)

1. El diálogo de Jesús con el legista: “¿Qué debo hacer…?” (10,25- 28)


Se inicia con la pregunta, maliciosa, del experto en la Ley: “Maestro, ¿qué he de hacer para
tener en herencia vida eterna?”. Este maestro está interesado en la vida eterna; él sabe que
ésta es un don de Dios pero que hay que ganarse el cielo. Él apunta a una respuesta
práctica: “¿Qué tengo que hacer…?”.
Hay un gran sentido de responsabilidad. Sobre el tema si la vida eterna es la realidad
decisiva, viene la respuesta de Jesús. Si no se siente responsabilidad con el Dios viviente,
entonces será igualmente indiferente lo que se haga o deje de hacer en el camino de Jericó.

Jesús le devuelve la pregunta poniendo la mirada directamente en el querer de Dios: “¿Qué


está escrito en la Ley?”. La respuesta es la esperada: la responsabilidad con Dios (“Amarás
al Señor tu Dios con todo… y a tu prójimo como a ti mismo”; Jesús y el legista, quedan de
acuerdo en el mismo punto: es necesario amar a Dios y al prójimo en la vida presente, y este
es el punto de partida para la comunión de vida en la eternidad. Jesús lo dice abiertamente:
“Haz eso y vivirás”. Pero surge un nuevo problema: “Y, ¿quién es mi prójimo?”.

2. La parábola del Buen Samaritano: “¿Quién es mi prójimo?” (10,30-35)


“¿Quién es mi prójimo?”, es lo mismo que decir: ¿Quién hace parte del grupo de personas a
quienes debo amar como a mí mismo? Jesús expone la parábola:

1. La situación: un hombre en extrema necesidad en medio de un camino rodeado de


desierto. Nos encontramos en una ruta que une dos ciudades importantes, por ella pasaban
habitualmente muchos peregrinos que venían o regresaban de Jerusalén. El camino es
peligroso por su inseguridad; bandidos asaltaban las caravanas o los viajeros solitarios.
2. La desgracia de este viajero es triple: 1) le roban todas sus pertenencias (“lo
desnudaron”); 2) lo golpean dejándolo en grave situación (literalmente “medio muerto”); y 3)
lo abandonan a su suerte en un lugar descampado, sin posibilidad de ayuda inmediata.
El punto más grave no ha sido contado, ayudar a este hombre implica: 1) poner en riesgo la
propia vida, es exponerse al mismo peligro y 2) ser capaz de cambiar los planes personales
de viaje. El tipo de compromiso que exige la ayuda a este hombre se sale de lo habitual.

3. Los dos primeros viajeros pasan de largo (10,31-32)


Las oportunidades de ayuda en el camino solitario, dejan ver la difícil situación en la que se
encuentra el hombre herido sino también lo que implica ayudarlo. Éstos prefieren seguir de
largo. Ellos “ven”, pero cuando se percatan de lo que implica el ayudarlo optan por seguir en
su comodidad personal se desvían un poco, “pasar por el otro lado de la vía”.

1. El sacerdote es el primero en negar la ayuda y es grave. Probablemente sea uno de


estos sacerdotes, estilo sacerdote Zacarías (ver Lucas 1,8-9), que después de prestar su
servicio sacerdotal en el Templo regresaba a su casa ubicada en otro lugar. Hoy sabemos
que Jericó era una de las ciudades que más tenía casas de sacerdotes.
2. El levita pertenecía a una categoría sacerdotal inferior, pero era miembro de una elite en
la sociedad judía de la época. Los levitas eran los responsables del esplendor de la liturgia y
de la vigilancia en el Templo. Eran muy respetados. ¿Por qué no prestan ayuda?
Estos dos hombres que pasan al lado del herido son incapaces de un acto de amor que
implique riesgos y para ello encuentran buenas excusas.

4. La mano tendida de un enemigo: el buen samaritano (10,33-35)


Ante las dos ayudas negadas, cobra mayor relevancia la buena acción que realiza el tercer
viajero: un samaritano. Él actúa de modo ejemplar: pone todos sus intereses personales (su
tiempo, su cómoda cabalgadura, sus escrúpulos, su dinero) en un segundo plano y se
concentra totalmente en la salvación de la vida del herido en el camino. Descubrimos que:

1. ¿Quién es este personaje? “Pero un samaritano que iba de camino…”

2. Los hebreos; los miembros de la misma raza eran considerados “prójimo”, y sólo a
ellos se aplicaba la obligación de “amar como a sí mismo”. Pero estamos ante un no judío.
Quien era considerado como enemigo. Él “tuvo compasión”. La conmoción interna es
similar a la de Jesús frente a la viuda de Naím en el funeral de su único hijo (ver 7,13) o a
la del papá cuando ve regresar a casa a su hijo disoluto (ver 15,20). El dolor del moribundo
del camino se adentra hasta su propio corazón.

3. La realización de la ayuda pasa por tres momentos:


1) La asistencia inmediata al necesitado
2) El cuidado más de fondo en vista de la total recuperación de su salud;
3) La responsabilidad permanente: el samaritano espera volver a verlo y está dispuesto
seguir con la mano tendida si fuera del caso. El buen samaritano no es un asistencialista, él
se compromete con la recuperación total.
Reflexión:
 El amor a Dios y el amor al prójimo van inseparables. Es el mismo amor que se
dirige a Dios, que está en cada hermano. Cuando hacemos un servicio al prójimo
se lo hacemos al mismo Dios. Quien practica este mandamiento participa de la
vida verdadera.
 Jesús responde con toda claridad: Haz eso y vivirás. Lo que importa es la vida, el
hacer el bien, no las discusiones, las cuales realizaban los maestros y los fariseos.
 El samaritano era considerado como un pagano, que no entraba en el plan de
salvación de Dios. Así era la mentalidad reinante.
 Jesús deshace este modo de pensar judío, pone de modelo a un personaje (el
samaritano), que era tenido como hereje. Lucas nos describe todos los gestos y
pasos, tan delicados, del samaritano que entiende y atiende al desvalido con toda
delicadeza y amor.
 La lección está clara. Prójimo es todo aquel que sufre alguna carencia y necesita
de la ayuda de otros para superar la crisis. Los primeros prójimos son los de la
misma familia, también los desconocidos, los “extraños” pasan cerca a ti.
 Nuestra vida espiritual depende de esta actitud, como cristiano debes hacer las
obras de misericordia a favor del hermano conocido o desconocido.

3. Oratio
 Señor, quiero vivir esta enseñanza que Jesús, tu Hijo, nos ha dado tanta claridad.
Haz que yo supere todos los rechazos que siento hacia mis hermanos. Haz que
sepa comprender y perdonar. Quiero sintonizar con los gestos de Jesús, que se
acerca a los “pecadores”, maltratados y olvidados de la sociedad. Quiero purificar
este amor a los demás. Entender que el amor que Tú me regalas debo
manifestarlo a mis hermanos.

4. Contemplación
La atención que Jesús manifestó tan claramente a los necesitados nos pide ahora
tu ayuda y tu apoyo para tantas personas necesitadas, en lo material y en lo
espiritual, que son olvidados de la sociedad. Siente una verdadera compasión de
ellos y anima también a otros a hacer algo en su beneficio.

5. Profundiza en tu vida
 Personal:
Haré una revisión de vida sobre mis actitudes y obras en lo referente a vivir la caridad con el
prójimo. Buscaré que resuene en mi interior la Palabra de Jesús: Vete y haz tú lo mismo
 Grupal o Comunitario
Si el Señor me pide algo de lo que hago a favor de los necesitados, allí estaré.
Organizar en el vecindario o en la parroquia una acción solidaria para personas necesitadas.

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