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EL BUEN SAMARITANO

1ª.- Si se ve en este relato una enseñanza de Jesús a cerca de la primacía del amor sobre la liturgia, la parábola es una crítica
de la postura de los creyentes que viven preocupados por su relación cultual con Dios, por su oración y, al mismo tiempo,
dan rodeos en las necesidades del hermano.
La parábola es una crítica tremenda contra la postura de aquellos creyentes que sirven litúrgicamente a su Dios y después
pasan de largo junto a las necesidades concretas de la humanidad.
2ª.- La parábola nos descubre también que las exigencias del amor cristiano son ilimitadas. El amor cristiano no excluye a
nadie, nos debemos a toda persona que nos necesite. Por lo tanto, reducir el amor cristiano a los límites de mi pueblo, de
mi raza, mi religión, mi ideología, mi familia, mi clase social…no es una actitud cristiana. La postura verdaderamente
cristiana es la de un amor universal que no excluye a nadie.
3ª.- El amor cristiano, según Jesús, no es un precepto, ni siquiera el primero. San Juan dirá: “Este es el mandato”. Jesús no
habla de su mandato. Por lo tanto no se pueden fijar ni definir de antemano las obligaciones ni los límites del amor. Por eso,
concretamos: El amor cristiano no puede quedar reducido a una serie de obligaciones hacia unas determinadas personas
con quienes nos creemos obligadas.
El amor cristiano tampoco puede quedar reducido a una serie de prácticas, de caridades hechas a unas personas con las que
nos sentimos más obligados.
Por otra parte, el amor cristiano no puede estar limitado a una serie de prácticas o costumbres tranquilizadores: limosnas,
ayudas… En esta actitud todavía no se ha salido del judaísmo. Ser cristiano no es cumplir obligaciones de amor, de caridad;
ser cristiano, según Jesús, es: “Estar atento, estar cercano a todas las necesidades de las personas; vivir siempre alerta para
ver quién nos puede necesitar sin dar rodeos; acercarnos a las personas, al pueblo, a los grupos, a la Iglesia que me puede
necesitar”. Una vez más, ser cristiano es no dar rodeos ante una necesidad.
Por eso digo, que el amor cristiano no es un mandamiento, ni siquiera el primero; es TODO UN ESTILO DE VIVIR, TODO UN
CAMINAR EN LA VIDA: “Haz eso y vivirás”, dice Jesús. Ser cristiano es ser como el samaritano, caminar por la vida
acercándonos al que nos necesita cerca de él.
4ª.- Hemos dicho que el amor cristiano no es un precepto, ni siquiera el principal; por consiguiente, hay que concluir esto:
“no se puede amar fundamentando este amor simplemente en una obligación”. No hacemos nada con decir que el amor es
nuestro primer mandamiento; con eso no se fuerza a nadie a amar. No se puede amar a nadie sólo por un precepto: Por
eso, Jesús, lo primero que nos dice es “que Dios nos ama, que está cerca de nosotros, que se ha hecho prójimo nuestro”, y
sólo el que haya descubierto esto, podrá mar. Tenemos que creer en el amor con que Dios nos ama, si queremos tener
fuerzas para amar. Si uno no se siente profundamente y totalmente amado por alguien, amado por Dios, muy pocas fuerzas
tendrá para amar. Entonces, lo primero que tengo que descubrir es que Dios es mi prójimo, si quiero tener fuerzas para
amar, ser prójimo de los demás. Necesito sentir a Dios como mi amigo, si quiero tener fuerzas para amar a mis enemigos.
Sería muy triste para nosotros, si habiendo renunciado a un amor humano, no nos sintiéramos amados por Dios; de ello se
deduce que podemos caer en el riesgo real de vivir en la vida como personas que se sienten muy poco amadas, y por lo
tanto amargadas y con muy poca capacidad de amar; ni siquiera con la capacidad que pueda dar el amor humano. Esto es
muy serio.
5ª. – La parábola en Lucas. Aunque no nos hemos detenido en él, es una exhortación a la acción. La escena que ha
provocado la parábola es la siguiente: “¿Qué he de hacer para entrar en la vida eterna?”. El camino no es saber doctrina,
sino que lo principal es el amor a Dios y al prójimo. El único camino, en último término es, el amor práctico al necesitado.
NO PASAR DE LARGO
“Sed compasivos como vuestro Padre es compasivo”. Esta es la herencia que Jesús ha dejado a la humanidad. Para
comprender la revolución que quiere introducir en la historia, hemos de leer con atención su relato del “buen samaritano”.
En él se nos describe la actitud que hemos de promover, más allá de nuestras creencias y posiciones ideológicas o religiosas,
para construir un mundo más humano.
En la cuneta de un camino solitario yace un ser humano, robado, agredido, despojado de todo, medio muerto, abandonado
a su suerte. En este herido sin nombre y sin patria resume Jesús la situación de tantas víctimas inocentes maltratadas
injustamente y abandonadas en las cunetas de tantos caminos de la historia.
En el horizonte aparecen dos viajeros: primero un sacerdote, luego un levita. Los dos pertenecen al mundo respetado de la
religión oficial de Jerusalén. Los dos actúan de manera idéntica: “ven al herido, dan un rodeo y pasan de largo”. Los dos
cierran sus ojos y su corazón, aquel hombre no existe para ellos, pasan sin detenerse. Esta es la crítica radical de Jesús a
toda religión incapaz de generar en sus miembros un corazón compasivo. ¿Qué sentido tiene una religión tan poco
humana?
Por el camino viene un tercer personaje. No es sacerdote ni levita. Ni siquiera pertenece a la religión del Templo. Sin
embargo, al llegar, “ve al herido, se conmueve y se acerca”. Luego, hace por aquel desconocido todo lo que puede para
rescatarlo con vida y restaurar su dignidad. Esta es la dinámica que Jesús quiere introducir en el mundo.
Lo primero es no cerrar los ojos. Saber “mirar” de manera atenta y responsable al que sufre. Esta mirada nos puede liberar
del egoísmo y la indiferencia que nos permiten vivir con la conciencia tranquila y la ilusión de inocencia en medio de tantas
víctimas inocentes. Al mismo tiempo, “conmovernos” y dejar que su sufrimiento nos duela también a nosotros.
Lo decisivo es reaccionar y “acercarnos” al que sufre, no para preguntarnos si tengo o no alguna obligación de ayudarle,
sino para descubrir de cerca que es un ser necesitado que nos está llamando. Nuestra actuación concreta nos revelará
nuestra calidad humana.
Todo esto no es teoría. El samaritano del relato no se siente obligado a cumplir un determinado código religioso o moral.
Sencillamente, responde a la situación del herido inventando toda clase de gestos prácticos orientados a aliviar su
sufrimiento y restaurar su vida y su dignidad. Jesús concluye con estas palabras. “Vete y haz tú lo mismo”.
Muchas lecciones les ha dado Nuestro Señor a los fariseos, pero ninguna tan bella como ésta. Es de esas ocasiones en las
que Cristo da a conocer su doctrina y su mandamiento a todos los hombres, y lo hace de manera muy velada.
Amar al prójimo no es muy fácil, porque requiere donarse a los demás, y ese donarse cuesta, porque no a todos los
tratamos o queremos de la misma manera. Por ello tenemos que lograr amar a todos por igual, sin ninguna distinción.
Quererlos a todos, sin preferir a nadie. Es difícil más no imposible.
Dios nos ha dado el ejemplo al vivir su propia doctrina: "no hay amor más grande que el que da la vida por sus amigos",
pero Él no la dio solo por sus amigos, sino también por sus enemigos, y muchos santos han hecho lo mismo.
Preguntas
1. Luego de reflexionar sobre la parábola ¿Cuál es el concepto de amor que plantea Jesús? Describe detalladamente
este concepto.

2. Interpreta detalladamente de forma cronológica frases de la parábola y relaciónala con nuestra realidad actual.
Frase Interpretación Relación con la realidad
«Maestro, ¿que he de hacer
para tener en herencia vida
eterna?»

«Amarás al Señor tu Dios con


todo tu corazón, con toda tu
alma, con todas tus fuerzas y
con toda tu mente; y a tu
prójimo como a ti mismo»

«Y ¿quién es mi prójimo?»

cayó en manos de
salteadores, que, después de
despojarle y golpearle, se
fueron dejándole medio
muerto

Casualmente, bajaba por


aquel camino un sacerdote
y, al verle, dio un rodeo

un samaritano que iba de


camino llegó junto a él, y al
verle tuvo compasión

le llevó a una posada y cuidó


de él. Al día siguiente,
sacando dos denarios, se los
dio al posadero y dijo: "Cuida
de él y, si gastas algo más, te
lo pagaré cuando vuelva."

¿Quién de estos tres te


parece que fue prójimo del
que cayó en manos de los
salteadores?» El dijo: «El que
practicó la misericordia con
él». Díjole Jesús: «Vete y haz
tú lo mismo».

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