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SEMINARIO

TEOLOGICO

Estudiante: Lucas Vasquez

Materia: Exegesis

Profesor: Hernán Saldaña

Tema: Parábola del buen samaritano

Año: 2018
Resumen de la parábola del buen samaritano

Esta parábola suele destacarse como una enseñanza explicada por el Señor
Jesucristo, a fin de ilustrar, que la compasión y la misericordia, son las virtudes
que guían a los hombres a la beneficencia y a la benevolencia que tanto
escasea en nuestros tiempos.
Esta enseñanza también inscribe al cumplimiento del espíritu de la ley, que es
el amor mucho más importante que cumplir la letra reflejada en las páginas del
catálogo de la legislación del Sinaí (costumbres y tradiciones Judías), además,
Jesús lo narra para ampliar la definición de “prójimo”. Por lo que esta parábola
lo basa en hechos reales para mostrar que pasaba con los hombres de las
sinagogas de aquel tiempo.
La narración que se inicia cuando un fariseo le pregunta a Jesús ¿qué se
necesitaba para obtener la vida eterna? Quizás con una presunta intención de
iniciar un debate teniendo en cuenta que en el tiempo de Jesús los maestros
entablaban con sus pares, rabinos debates y discusiones para hacerle ver a la
gente como un falso mesías
El maestro en respuesta le pregunta ¿qué es lo que dice la ley de Moisés al
respecto?, cuando el erudito cita el canon hebraico en su apertura: “Amarás al
Señor tu Dios con todo el corazón, con toda el alma y con toda la fuerza”
Deuteronomio 6:5
Y la ley análoga “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” Levítico 19:18
Jesús dice que ha respondido correctamente y lo invita a comportarse como tal
para que al obedecer esos mandamientos encuentre la salvación. Pero el
maestro de la Ley no quedó satisfecho con la contestación de Jesús, así que
insistió: ¿Y quién es mi prójimo?
Pero Jesús le responde con la parábola mencionando un hombre que iba
pasando entre dos ciudades históricas e importantes (Jerusalén y Jericó),
terminando su viaje moribundo al costado del camino.
En esta parábola, se principia cuando aquel hombre viajante que descendía de
Jerusalén a Jericó cayó en manos de ladrones, los cuales lo despojaron de sus
pertenencias y lo hirieron, dejándole medio muerto.
Pasaron por allí un sacerdote y un levita, pero ambos tomaron el otro lado del
camino.
Entonces pasó un samaritano y le tuvo compasión. Se acercó, curó sus heridas
con aceite y se las vendó. Lo llevó al mesón, alcanzándole unas monedas al
encargado para que lo cuidara hasta que él volviera.
Luego, ante esta narración parabólica el Señor le da una definición
convencional, tras narrar la parábola responde con otra pregunta: ¿Quién actuó
como prójimo?, el fariseo no responde directamente “el samaritano”. Pero
indirectamente le dice: “El que tuvo compasión de él”. Jesús le concluye: “Ve y
haz tú lo mismo” con la intensión de mostrar la salvación atreves del amor,
misericordia al prójimo.
Explicación de la parábola. La salvación demostrada a través del buen
samaritano.
Ahora bien, si se hace un análisis minucioso de las cosas encerradas en esta
parábola, se debería tener en cuenta, todas las pertenencias profundas
encontradas en el texto.
La parábola nos cuenta de un experto en la ley que en aquellos tiempos se los
llamaba fariseos. Estos varones tenia un gan conocimineto en la palabra.
Uno de estos hombres de la ley se le haceca a Jesus para probarle, en mayo
de los casos para hacerle demostar frente la multitud de las personas que el
era un falso mesias.
En este encuentro el fariseo habre dos grandes interrogantes a Jesus con la
preguta ¿qué se necesitaba para obtener la vida eterna? Y ¿quen es mi
projimo?
En otras palabras como obterner la Salvacion. Y a que se referia exactamete
con la palabra projimo.
Jesus le relata una parabola de un viajante que fue asaltado y herido.( alguien
que “descendía”. Lucas 10:30.)
 La primera persona que paso (Lc 10:31):
El sacerdote era considerado una persona que representaba la “religión”, quien
supuestamente estaba muy de continuo cerca de Dios en su templo y a la vez,
el que llevaba a cabo ciertas ceremonias e intersecciones diversas.
 La segunda persona que paso (Lc 10:32):
Teniendo en cuenta que estamos desarrollando: La salvación demostrada a
través del buen samaritano. Esta parábola nos enseña, que Dios no abandona
al hombre aunque esté en la desgracia absoluta.
 Lucas señala: (Lc 10:33) “Pero un samaritano iba de camino, vino cerca
de él y viéndole, fue movido a misericordia y acercándose, vendó sus
heridas, echándole aceite, vino y poniéndole en su cabalgadura, lo llevó
al mesón y cuidó de él”. Otro día, al partir sacó dos denarios y los dio al
mesonero y le dijo: “Cuídamele y todo lo que gastes de más, yo te lo
pagaré cuando regreses”. Lucas 10:33-35.
Este marco elude la misericordia de Dios, hacia este indulgente personaje
herido. Cabe resaltar que esta persona no es más que una exhibición de la
raza humana en proceso de extinción.
“Jehová levanta del polvo al pobre y al menesteroso lo alza del muladar”.
Salmos 103:4.

En este párrafo se concentra que un “samaritano” que iba de camino. El


Samaritano se considera un personaje extranjero, eso quiere decir, que no era
oriundo de Jerusalén, ni de Jericó; “iba de camino”, esto indica, que no solo
pasaba por Jericó o Jerusalén, sino hacia otras partes.
El samaritano de esta parábola, da una vislumbre que no vivía en Jerusalén
para notificar que iba descendiendo, ni vivía en Jericó. Sino que “iba de
camino”, eso quiere decir, no se iba a detener, ni en Jericó, ni en Jerusalén, iba
a continuar su camino hasta llegar a donde había estado primero.
El texto parabólico dice, que el samaritano que iba de camino vio al herido “Fue
movido a misericordia”. Después que el samaritano fue movido a misericordia,
no le importó contaminarse e hizo con este herido siete cosas muy
trascendentales y positivas, que tiene que ver para el restablecimiento de la
salud física, mental y espiritual de este hombre.

1. Se acercó al hombre herido, no mirándolo como su enemigo acérrimo, sino


como alguien que merece compasión.
2. Vendó sus heridas. ¿Qué es vendar? ligar, fajar, envolver, tapar la herida. En
el idioma hebreo, es propiciar, cubrir. 1 (Juan 2:2.)Eso fue lo primero que el
Señor hizo en nosotros cuando nos encontró.
3. Echándole “vino y aceite”
Aquí apostilla, que el vino se usaba para limpiar las heridas y el aceite para
suavizarla. Además, el vino simboliza: La alegría, el agrado, la delicia, el
regocijo, la satisfacción.El aceite, simboliza la unción del Espíritu Santo
4. Lo puso en su cabalgadura, logrando sacarlo del camino en que fue herido.
Esto quiere decir, el herido no podía caminar por sus propios medios, ni por sus
fuerzas y necesitaba que alguien le suministrara su transporte.
5. Lo llevó al mesón. (A la clínica) en nuestro medio espiritual simboliza a la
iglesia. Eso quiere decir, que nadie será restaurado, si Jesús no lo trae a la
iglesia. Ya que la iglesia es la clínica de Dios en la tierra, donde es tratado con
cinco especialistas llamados ministerios. (Efesios 4:11.)
6. Cuidó de él. Sin Jesús no hay salvación.
7. Al traerlo al mesón, lo entregó al mesonero, que simboliza sus ministros y
sufragándole el valor de dos denarios, encomendándole que todo lo que gaste
demás, se lo pagaría cuando regrese. Se extiende a su segunda venida con
promesa de remuneración para los que trabajamos en su grey.
Esta metáfora, no solo habla del día de la gracia, sino que se extiende a su
segundo regreso, desde el momento del encargo al mesonero y la cancelación
de los denarios por la asistencia de su recuperación. Con los dos denarios se
dejan ver unas incógnitas con la frase “cuídamele”, eso deja dicho, que todavía
dentro de la clínica (iglesia) puede haber peligro, puede ser de tipo
temperamental y no de salud física.
Luego de aquel encuentro directo y de haber entendido hacerca de la salvación
por medio de Jesús, lo traerá a su iglesia, para que a través de su
administración, el individuo se “Perfeccione hasta la estatura del cuerpo de
Cristo”. Efesios 4:11-13.
Lucas 10:37
Y él dijo: El que tuvo misericordia de él. Y Jesús le dijo: Ve y haz tú lo mismo
El trabajo que Jesús tuvo en la tierra solo fue la punta de lanza para la
humanidad. El quiere todos seamos salvo y tengamos la misericordia y bondad
de llevar las buenas nuevas a aquellos que están en la situación como el
viajante.
El mensaje de este pasaje (para hoy)
Si analizamos la situación de la humanidad en esta parábola del buen
samaritano, concuerda con el tiempo del profeta, Isaías 53:6, “Cada uno se
apartó por su camino”. El comerciante por buscar la supuesta bendición
terrestre, dejó a Jerusalén y en el camino de descenso fue atacado, herido y
medio muerto. En el camino rocoso hacia Jericó, encontramos hombres con
deseo de tener bienes a primera hora, sin costarle sudor y despojan de sus
pertenencias a los indefensos transeúntes, que buscan con esfuerzos el sostén
diario. El hombre de bien cuando se inconforma, trata a descender dejando
atrás la compasión hacia los demás y se convierte en inmisericorde, no
interesándose por el dolor de los otros, tal como los dos religiosos. El hombre
merecedor de alabanza, se extiende hacia las partes moribundas a socorrer a
quien necesita su protección, como lo vemos en este extranjero.
Esta enseñanza ha trazado el marco histórico y ha transcendido a muchas
culturas, dándole la alabanza no al prójimo cercano, sino al que tiene el espíritu
de servicio, no importándoles quien se lo merezca. Esta parábola termina con
una circunlocución significante para nuestros días y en nuestras generaciones.
“Ve y haz tú lo mismo” Esta parábola es el escenario básico donde se afianza
la eclesiología de la era cristiana. Podemos ver la forma que el Señor usará en
el ejercicio de la obra del Espíritu Santo en el día de la gracia, él personalmente
tratará con el hombre perdido en el pecado y herido por el diablo.
Pos Moderniso Ester Diaz

 
Desarrollo del tema: me referiré en primer término a los dos léxicos heredados
y hoy fragmentados a los que apelamos para dar cuenta de nosotros
mismos: el lenguaje del romanticismo, utilizado comúnmente para dar
cuenta de nuestra emotividad; y el lenguaje del modernismo, al que
apelamos para determinar nuestra condición de seres racionales. Ambos
son productos de la modernidad. Pues el romanticismo es una contracultura
moderna (crítica de la modernidad) de fuerte influencia cultural y cotidiana
expandida a comienzos del siglo XIX y con ramificaciones hasta la actualidad;
mientras que el modernismo responde a una corriente artístico-científica, es
decir cultural,  que se afianza en el paso del siglo XIX al XX y sigue marcando
todavía su impronta en nuestra autoidentificación como seres organizados
racionalmente. Y, en segundo término, me referiré a las principales
tecnologías que le han dado su impronta específica a este siglo que
declina. Entre estas tecnologías, se pueden diferenciar dos grupos
fundamentales: las de bajo y las de alto nivel. Entre las primeras ubico el
ferrocarril, el automóvil, los servicios postales públicos, el libro impreso a nivel
masivo, la radiofonía, el cine y el teléfono. Y, entre las segundas, el transporte
aéreo,  la pantalla de TV y de video y la computadora y toda su ramificación
digital.
 
Condiciones de posibilidad de lo posmoderno. Si se quiere pensar en esta
nueva experiencia de la cotidianidad, cabe remitirse, por lo menos a los
acontecimientos surgidos a partir de  la Segunda Guerra Mundial. Momento
histórico en el que los cambios avasallantes en las prácticas sociales y en la
circulación de los discursos han alterado casi todas las maneras cotidianas de
relacionarnos con los demás y con mundo. Por lo tanto, se ha alterado la
manera de constituir nuestra propia identidad como personas. La identidad
personal se conforma a partir de la confrontación entre los “modelos” que
provee la realidad y nuestras propias valoraciones y conductas. La ciencia
moderna ha pretendido que el mundo se compone a partir de entidades fijas y
reconocibles. Otro tanto se supone que debe ocurrir con la constitución de las
personas. Ahora bien, mientras para los modernos, en tanto racionalistas, los
rasgos personales se manifiestan en el exterior de las personas, para el
romanticismo (repito, una contracultura moderna) la “esencia” personal se
refugia en un interior oculto a los ojos. “Los esencial es invisible a los ojos”,
dice el Principito como respondiendo a un romanticismo del que ya no es
contemporáneo.
Un paradigma moderno de creencia en identidades que se exteriorizan y
pueden ser mensurable son los estudios de Lombroso y su consumado
modernismo inductivista de fin del siglo XIX. Y, en la contrapartida romántica
podemos citar el Werther, de Goethe, muriendo de amor, o al Woyseck de
Heinrich Heine que en el paroxismo del romanticismo (1832) exclama “Qué
misterio es el alma humana, asomarse a ella produce vértigo”.
Pero con anterioridad a estas contradicciones bipolares de la modernidad,
existían modelos estables. Cuando los paradigmas identificatorias son
fuertemente estables, parecerían que las identificaciones personales casi no
presentan inconvenientes. Platón, por ejemplo, establece que cada individuo
permanece en el rol que la sociedad ya tiene preestablecido para él; de modo
tal que la clase de los carpinteros producirá carpinteros, la de los marinos,
marinos, y así sucesivamente. No hay movilidades sociales, todo es más
previsible y “ordenado”. Las identificaciones son unívocas y se evitan las
indefiniciones, tan temidas por quienes aspiran a ejercer poderes hegemónicos
(como sin lugar a dudas pretenden fundamentar las teorías políticas de tipo
platónico, por un lado, y de cualquier poder totalizante, por otro). La ventaja de
las identificaciones fijas se cifra en lo tranquilizante que resulta que cada quién
se avenga a modelos estables. Lo terrible de ese tipo de identificaciones es lo
inamovible de la identificación.
Pero la época actual no peca de identificaciones inamovibles, sino más bien, de
la modificación casi permanente de los posibles parámetros de identificación. El
mundo y la relación entre los sujetos han sufrido cambios profundos en lapsos
cada vez más breves. Esto puede verse en todo tipo de relaciones, tales como
las familiares, laborales, educativas o de relaciones sociales en general. Y,
aunque muchos son los motivos, haré hincapié específicamente en los cambios
tecnológicos en tanto y en cuanto afectan de manera radical nuestras formas
de ver el mundo y, por ende, de vernos a nosotros mismos. Y como no
podemos referenciar ni a nosotros ni al mundo sino a través del lenguaje,
destacaré asimismo algunos usos reciclados que hacemos de los lenguajes
heredados (específicamente, el romántico y el modernista).
Los cambios tecnológicos a lo largo del siglo han producido una alteración
radical en nuestra forma de revelarnos a los demás y han cambiado la
experiencia cotidiana de nosotros mismos. Considero que las verdades se
construyen socialmente. En función de ello, las nociones de “verdadero” e
incluso de “bueno” dependen de los dispositivos de poder que logran imponer
socialmente sus propias creencias generando corrientes de opinión y –
obviamente – de adhesión. Sin embargo, el cimbronazo social producido, entre
otras cosas, por las nuevas tecnologías ha fragmentado o pulverizado los
núcleos duros de ideas regulativas y rectoras de nuestras valores y conductas
(caída de las ideologías).
Durante buena parte del siglo XX  la subjetividad se constituyo con los dos
lenguajes que llamo “heredados”: el romántico para la emotividad, el moderno
para la racionalidad. Desde el discurso racional, cada uno es responsable de
sus propios actos. Esto conlleva la obligatoriedad de los deberes respecto de
uno mismo y de los demás. Por otra parte, desde la emotividad, se constituyó
una idea del amor por otro, en una relación de pareja, con la idea de una
inmoralidad raigal para censurar a quien pretendiera estar vinculado a más de
una persona sentimentalmente. Además, la modernidad, en cualquiera de sus
dos versiones (romántica o modernista) ha invertido mucho, demasiado quizá,
en la singularidad indeclinable de cada individuo. Y hemos terminado creyendo
que esto es sustancial y universalmente así. No obstante, existen culturas en
las que, de hecho, se dan otras formas de sensibilidad respecto de la persona y
de las relaciones. Hasta la sensibilidad es una construcción social, no siempre
coherente con las prácticas que la genera o, tal vez, complementaria de
algunas de ellas. Respecto de esto, es digno destacarse que el romanticismo y
su ensimismamiento en la interioridad es contemporáneo nada menos que de
la gran expansión económico industrial de principios del siglo XIX. Aunque,
como contrapartida, esa expansión responde al desarrollo de la ciencia
moderna, cuyo gran sustento teórico proviene de la Ilustración que es
totalmente racionalista y, por lo tanto, antirromántica.
 
Las nuevas formas de cotidianeidad. La diversidad social desatada por las
tecnologías actuales ha permitido nuevas formas de relación y multiplicidad de
prácticas sin puntos de valoraciones más o menos claros para adherir o
rechazar, desde un punto de vista ético, las condiciones sociales vigentes.
Parecería que estamos vertiendo vino nuevo en odres viejos.
Solemos manejar distinto “libretos” según nos comuniquemos personalmente, o
por fax, o por teléfono, o por correo electrónico o por chateo, o por
videoconferencia, en fin, o con distinto rango de personas. Esto no es
sustancialmente nuevo, es la intensidad de los cambios sucesivos de
circunstancias – debido a la proliferación de las nuevas maneras de
comunicarnos – lo que realmente es inédito. Es como si la “verdad” sobre
nosotros mismos, fuera una construcción momentánea. Oscilamos entre la
intensidad de los sentimientos (que proviene de nuestro heredado lenguaje
romántico) a la concepción del sujeto como máquina racional (que responde a
nuestro legado moderno). Se trata de poderosas formas lingüísticas a las que
apelamos para defender nuestras propias posiciones (que obviamente también
son inestables y cambiantes. Pero a raíz de las prácticas cada más disímiles
propias del mundo que nos tocó vivir, hay una fuerza tendencia a la
pulverización de las formas de relación tradicionales, así como una resistencia
al cambio que pretende volver a ellas.
Pero las nuevas tecnologías colonizan nuestra subjetividad y hacen que el
léxico sobre nosotros mismos heredado, repito, del romanticismo y del
modernismo, se torne obsoleto. Para evaluar someramente la magnitud del
cambio cultural y por lo tanto cotidiano al que asistimos, podemos clasificar las
tecnologías surgidas entre fines del siglo XIX y comienzo del XX, agregando
luego las que surgieron  (o se expandieron) hacia el fin del milenio. Denominaré
a las primeras “Principales tecnologías de bajo nivel”, y a las segundas
“Principales tecnologías de alto nivel”. Se pueden considerar de bajo nivel (a la
vista del nivel que han alcanzado las que les siguieron) el ferrocarril, el
automóvil, los servicios postales público, el libro impreso universalizado, la
radiofonía, el cine y el teléfono. Y serían de alto nivel los transportes aéreos, la
televisión y la informática.
 

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