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Epigrama
Definición
“En un principio los epigramas eran composiciones breves (de uno a ocho versos),
con una finalidad eminentemente práctica: ser grabados en objetos votivos, estatuas
honoríficas o tumbas” (Del Barrio Vega, 1992, p. 12).
“Un autor anónimo definió así al epigrama: “Todo epigrama sea como la abeja: tenga
su aguijón, tenga su miel y tenga su poco cuerpo”. Es decir, una composición breve en la que
debe haber una oposición interna: un planteamiento inicial, que ocupa el primer verso al que
responde el verso final en sentido contrario o con remate inesperado y malévolo que en
ocasiones llega a la saña cruel. La brevedad es la característica del epigrama más señalada;
el poeta griego Cirilo lo expresó así (A.P. IX 369): “El dístico forma un magnifico epigrama;
pero si pasa de tres, es una rapsodia, no un epigrama” (Fernández Valverde, 2001, p. VIII).
“Hacer un trazo sobre algo: rayar con el estilo sobre la cera, grabar con el punzón
sobre la corteza de madera» inscribir con el cincel sobre la piedra, celar el metal con el buril;
eso era en su origen un epigrama, una inscripción para dejar constancia de algo: sobre un
objeto para indicar quién había sido su autor o quién era su propietario; sobre una ofrenda
votiva para señalar al destinatario o al donante; sobre un monumento o un edificio para
indicar el constructor o el motivo del mismo; sobre una tumba para recordar al fallecido y a
la persona que la hizo levantar. Primero, y nunca mejor dicho, de forma prosaica; luego,
como lo que se pretende es dejar recuerdo y las palabras se recuerdan mejor en verso, surge
la inscripción poética” (Fernández Valverde, 2001, p. IX).
“El epigrama es una composición poética breve en la que con precisión y agudeza se
expresa un solo pensamiento principal, por lo común festivo o satírico. También es un
pensamiento de cualquier género expresado con brevedad e ingenio” (Socas, 2004, p. 15).
“El género epigramático está abierto a todos los temas, sin exceptuar las narraciones.
La etimología nos dice que “epigrama” es ʻinscripciónʼ” (Socas, 2004, p. 15).
Características genéricas
1. Breuitas. Poesía de consumo inmediato. No suele extender más de 15 versos, hay algunas
excepciones. “La mayoría oscila entre el par y la docena de versos. El más largo alcanza el
medio centenar (III, 58). Los límites están siempre presentes, pues si crece demasiado, si –
como dicen los físicos- alcanza una masa crítica, deja de ser epigrama, deviene silua o elegía”
(Socas, 2004, p. 24).
3. Tono es festivo o lúdico, apela a la dicacitas (humorismo) como premisa. En casos podría
ser satírico, pero el epigrama no es sátira. Su función principal: divertir.
4. no tiene unidad formal rigurosa, varía en estructura: a) bipartita (1ª parte: expone tema y
crea tensión; 2ª parte: se resuelve la tensión con chiste final con último verso o palabras de
este (Cortés Tovar, p. 428)); b) tripartita (1ª parte: expone tema; 2ª parte: pregunta; 3ª parte:
aguda respuesta final; según Socas puede alternar a que sea: 1ª parte: planteamiento; 2ª parte:
respuesta; 3ª parte: comentario; o 1ª parte: planteamiento; 2ª parte: pregunta; 3ª parte:
pregunta (p. 18)); c) compleja (el tipo de humor no depende de la palabra como sí de la
situación descrita o el tono empleado; d) situación dramática (con varios personajes, formato
diálogo); e) epigramas largos (tipo de humor distinto donde exposición de tema no está en
función de chiste final sino en descripción realista con valor crítico humorístico propio
(Cortés Tovar, p. 430).
Antecedentes
Tipos de epigramas
Del Barrio Vega (1992) explica que el principal criterio que hay que seguir al
clasificar los epigramas es el fin para el que fueron compuestos:
1. Epigrama reales o epigráficos, escritos para ser grabados en estelas, estatuas y otros
objetos; son los más antiguos, datan del siglo VIII a. C., y se siguen escribiendo
ininterrumpidamente hasta época bizantina y moderna. Se subdividen en: a) sepulcrales; b)
votivos; c) honoríficos.
2. Epigramas ficticios o literarios, compuestos como obra literaria con finalidad artística.
Presenta temas muy variados: a) funerarios; b) votivos; c) honoríficos; d) amorosos; e)
simpósiacos; f) descriptivos. Se encuentran en papiros, citas y, sobre todo, reunidos en
colecciones (p. 15)
“Los libros de elegías forman una historia (encuentro, amores, despedida), en cambio
los libros de epigrama son puntillistas y no hay otro criterio temático o estético que una
agradable y entretenida diversidad (uarietas). El efecto es fácil de conseguir gracias a que
los epigramas se reparten en muchos subgéneros, pues lo hay funerarios (uno de los tipos
más antiguos y difundidos), votivos (adheridos a ofrendas y regalos), declamatorios (sobre
sucesos históricos o de actualidad), ceremoniales (estos se prestan admirablemente a la
adulación), epistolares (con ancho campo para la amistad y las relaciones sociales), literarios
y polémicos (donde justifica su ética y su estética), amorosos y picantes (estallan aquí la
misoginia y la chocarrería), satíricos, en fin, y de pura invectiva (con un desfile de
profesiones y costumbres)” (Socas, 2004, p. 12).
Del Barrio Vega (1992) destaca: a) en los primeros siglos (VIII-V a. C.) no
experimentarán ningún cambio notable, pero a partir del siglo IV se produce un giro decisivo:
se hacen cada vez más extensos y pierden su finalidad práctica al no escribirse
exclusivamente para ser grabados en piedra u otro material, sino también con fines
meramente literarios (p. 12); b) aparecen un gran número de temas nuevos: amorosos,
descriptivos, epidicticos, simpóticos, satíricos (p. 13); c) importante la influencia que
ejercerán la tragedia y la filosofía, tanto en el contenido (aparición de motivos gnómicos, el
tema de la mors immatura, la muerte considerada como una liberación de los sufrimientos de
la vida, exhortación a gozar del presente - carpe diem-, entre otros), como en la forma
(empleo del diálogo) (p. 13); d) sustituye a la elegía, que a partir del siglo V a. C. casi
desaparece y hereda su amplia gama de temas: se aproxima tanto a la elegía que en el caso
de algunos poemas cabe dudar si se trata de elegías breves o de epigramas extensos (p. 13).
Juan Fernández Valverde 2001) señala: a) partes del epigrama literario: propósito de
sátira, crítica y diversión en el remate, expresión moraleja, máxima o deseo (p. IX); b) temas:
amor hetero y homosexual (la musa puerilis de los latinos), el amor y el vino, los epidícticos,
los literarios, los irónicos, los jocosos, los chistosos, los satíricos, los zahirientes, las
invectivas, los convivales, las invitaciones a cenar, los que describen obras de arte, los
acertijos, las adivinanzas…los mercados, los pórticos, los teatros, las delicias de Bayas, sus
muchos amigos, los clientes y su perra vida, el mundo literario y los literatos, recitadores y
rétores, el barullo y el estruendo de la vida en Roma, los bloques de viviendas, la vecindad,
los tenderos, la manía tan romana de no cenar en casa, las artimañas para conseguir una
invitación, las cenas y los banquetes, las putas de altos vuelos y las de la Subura, los barberos
lentos y los peligrosos, los médicos incapaces, los abogados pretenciosos, los borrachos que
regresan tarde, los taberneros tramposos, los amantes avariciosos, los calvos vergonzantes,
los desdentados, los narigudos, los jóvenes criados atractivos hasta la perdición, sus
preferencias en mujeres y hombres, los maestros gritones, los besucones, los perfumistas, las
viejas con afeites y postizos, las viejas rijosas, los filósofos estoicos y cínicos que no hacen
lo que dicen, los mariquitas y los maricones, los bardajes y los bujarrones, los jóvenes que se
cortan el cabello, la gente de rancio abolengo y sus viejas costumbres, los nuevos ricos y sus
alardes, los reos arruinados, los mendigos y pedigüeños, los dandis, los atletas, una vez más
los clientes y su perra vida, las adúlteras y los cornudos estúpidos, las lesbianas, los
prestamistas y los que no pagaban deudas y, en fin, una serie de personajes impagables como
Zoilo, Tais, Sexto, Ciña, Lino, Rufo, Luperco, Postumo, Lupo, Paulo, Tuca o Carino,
personificación de todos los comportamientos criticables” (p. X); c) un poeta griego de
Antioquía, Aulo Licinio Arquias, trajo a Roma la Corona de Meleagro, la primera antología
de epigramas griegos; d) brevedad la concisión y la precisión son imprescindibles, porque
hay que decir o insinuar el mayor número de ideas con el menor número de palabras, de
modo que el juego de éstas, lo mismo que el empleo de los sinónimos y los antónimos, resulta
fundamental (p. XXIX); e) la crítica y la sátira no se dirigen tanto a los defectos como a la
hipocresía de sus protagonistas, que dicen una cosa y hacen otra, o quieren parecer lo que no
son.
Socas (2004) destaca: a) considera que Marcial le aporta una faceta maquinal que lo
acerca a artificios verbales y razonamientos formalizados de la lógica: sería una suerte de
nebuloso silogismo deductivo (p. 15); b) cita a G. E. Lessing con la estructura bipartita: 1ª
parte representa el objeto o tema (Vorwurf) y produce en el lector una tensión de espera o
expectativa (Erwartung); 2ª parte corresponde a conclusión de salida a esa espera
(Aufschluss); c) en las inscripciones o epigramas primitivos el objeto mismo (tumba, imagen,
templo) era el encargado de producir el asombro (p. 16); c) utiliza modos de expresión para
ser escandaloso y diáfano a fin de producir un efecto violento e inmediato (p. 16); d) su
sentimiento motor es a veces el odio y la envidia niveladora (p. 16); e) sus lectores son los
transeúntes (p. 16); f) la voz tiende a ser anónima (p. 16); g) se dedica al género epigramático
de forma completa y exclusiva (p. 17); h) sus poemas se superponen a múltiples situaciones
de la vida de su tiempo y son su más amplia y minuciosa crónica (p. 17); i) su sello es el
ingenio y la “zancadilla mental” (p. 18); j) compone epigramas con otros resortes: largas
retahílas, insistentes letanías, morosas descripciones, semblanzas detallistas, emoción
expresada metafóricamente mediante serie de imágenes, argumento lógico o paradójico (p.
18); k) su realismo es más intenso y su universo cómico más extenso que el de los griegos”
(p. 19); l) los epigramas representan el mundo real y verdadero, siempre que se considere que
el epigrama es caricatura más que dibujo: caricatura necesita un mínimo de semejanza con
los modelos para ser eficaz (p. 19); m) le tiene gran afición a lo grotesco y exagerado (p. 19);
n) sólo moraliza contra la falta de generosidad y la hipocresía (p. 19); o) los tres elementos
que le confieren fuerza y gracia al epigrama son la picardía (lascivia), el atrevimiento
agresivo (petulantia), la franqueza (simplicitas)” (p. 20); p) en los epigramas se dibujan
claramente los rasgos de la poesía aduladora, pero está prohibido alabar directamente (p. 20);
q) función del público: “los poemas cumplen una función social, tienen un público que las
impone y casi compone: dictauit auditor; se inspiran en la vida cotidiana, que, aunque oculta,
es la única que tiene el sabor de la verdad, hominem pagina nostra sapit. Por sus versos pasan
sin duda personajes ficticios, pero no podemos distinguirlos de los que tuvieron una realidad
histórica. Aun cuando está retratando a un tipo convencional tenemos la sospecha de que
piensa en alguien” (p. 21); r) temas de su poesía: el ajetreo de la vida urbana y la paz del
campo; patronos avarientos que desdeñan ejercer o proteger las profesiones liberales;
filósofos corruptos, estafadores que meten fuego a sus casas para recibir regalos; mujeres
lascivas, despreocupadas o insensatas; defectos corporales no se callan (los narigudos, flacos,
apestosos e impotentes); ámbito de los banquetes (se critica al anfitrión poco generoso o
injusto, al empeñado en recitar poesía, a los huéspedes que se llevan más comida de la cuenta,
a los glotones); mundo de las profesiones salen malparados los maestros, críticos, poetrastros,
oradores y abogados, los médicos, barberos y taberneros” (p. 22); s) sexualidad: “Las
relaciones sexuales no se presentan como simple suceso entre dos y en ellas la pura y lírica
subjetividad cuenta poco, lo interesante son sus efectos sociales y hasta simbólicos, sus
conexiones con el poder y el dinero. Por eso justamente las lindes entre lo censurable y lo
admisible no coinciden, por supuesto, con las de la homo y heterosexualidad, sino con las
más difusas y cambiantes que separan los papeles pasivos y serviles de los activos y
señoriales” (p. 23); t) uso de interlocutores proporciona viveza: la voz poética se dirige al
lector, víctima satirizada o patrón homenajeado, en ocasiones hay un intermediario neutro
que oye censuras o alabanzas y todas estas configuraciones obligan a que el lenguaje adquiera
la transparencia y sencillez de la conversación (p. 24); u) métrica: “El metro preferido es el
dístico elegíaco, pero no faltan los escazontes y falecios; hay cierta pauta que hace que la
función de los metros dactílicos sea predominantemente descriptiva o exhortatoria, la del
escazonte tienda a la burla obscena y la de los endecasílabos busque el rechazo y la
prevención” (p. 24); v) se defiende con fórmula “parcere personis, dicere de uitiis”
(comprender pecador, censurar el vicio); x) proximidad Juvenal: es autor más próximo
porque “se parecen sus expresiones, sus temas, su rencor, su humor, los nombres de sus
personajes, reprueba literatura inhumana y escapista que se refugia en mitos” (p. 8); y)
distancia Juvenal: “Marcial escribió sátiras en miniatura y las sátiras de juvenal son
epigramas zurcidos o en revoltijo. Juvenal azota; Marcial comenta” (p. 8).
“El Libro de los espectáculos se refiere todo él a los festivales y juegos que ofreció el
emperador Tito en el Coliseo o Anfiteatro Flavio recién inaugurado. Si bien nos ha llegado
reducido a su mitad, resulta ser el más antiguo (año 80). Constituye un intento de resaltar y
poner en claro los mensajes simbólicos y propagandísticos implícitos en las luchas y juegos
del Circo (particularmente el de la fiereza salvaje amansada por la represión civilizadora del
régimen). El poeta otorga así al suceso una definición y aclara su significado más o menos
oculto. Consigue de paso enaltecer la munificencia imperial que patrocina esos juegos”
(Socas, 2004, p. 13).
“Aunque los Xenia y Apophoreta se numeran como los libros XIII y XIV en la
tradición editorial de los epigramas, se publicaron en fecha bien temprana (acaso el año 84),
con motivo del carnaval decembrino dedicado a Saturno. Las dos colecciones llevan, como
se ve, títulos griegos: xenia y apophoreta son pequeños regalos consistentes en comestibles
(XIII) o enseres diversos (XIV) a los que se adhería un rótulo con un dístico o pareado
alusivo. Estos letreros en verso vendrían a ser la secularización de una de las formas más
primitivas y populares del género: los epigramas que acompañaban a las ofrendas votivas
(anathemata) en los templos (y por eso llamados “anatemáticos”). Es frecuente que en ellos
hable la ofrenda o el regalillo (recordemos tantas inscripciones de la herrería y alfarería
antiguas con la característica expresión “Fulano me hizo”)” (Socas, 2004, p. 13).
Bibliografía
-------- . (1992). Epigramas griegos fúnebres. Madrid: Gredos (Introducción, Notas y
Traducción de María Luisa Del Barrio Vega).