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ISSN Nº: 0327 649 X Sumario ▼

REVISTA DE HISTORIA
AÑO XII - NÚMERO 24/25 - AÑO 2003
Dossier sobre la crisis de 1890:
Roquismo y juarismo
La crisis política en Mendoza
La literatura y la depresión
Cambios en el mundo del trabajo

Fotos, oralidad y construcción


de identidades

La construcción de la cordillera
como espacio social

Complejidades de una 24/25

HISTORIA
AÑO XII - NÚMERO 24/25 - AÑO 2003
educación a la americana

La familia vista desde los


números

Encapsular la historia: la
experiencia de los museos de

DE
Liberalismo, neoliberalismo
Zanzíbar
y modelos socioeducativos

REVISTA
Aportes de la demografía
histórica a la historia de
Escriben: la familia
Johnson / Serulnikov / Korol / Rocchi / Alonso /
Bragoni / Baticuore / Laera / Suriano / James / ¿De quién es la historia?
Dossier: La crisis de 1890. Política,
Lobato / Lacoste / Puiggrós / Gagliano / Soutthwell / La experiencia de los sociedad y literatura / Fotos de familia,
Santilli / Sheriff / Wirtz museos
narración oral e identidad / El ferrocarril
24/25
y la construcción de la cordillera como

Recordando a Enrique
Tandeter espacio social
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REVISTA DE HISTORIA
A Ñ O X I I – N Ú M E R O 2 4-2 5 – A Ñ O 2 0 0 3

Consejo de dirección Director


Silvia Finocchio Juan Suriano
Mirta Zaida Lobato
Lucas Luchilo
Gustavo Paz
Leticia Prislei
Fernando Rocchi
Juan Suriano

ENTREPASADOS se publica con el aporte económico proveniente del


premio Concurso de Revistas de Investigación en Historia y Ciencias
Sociales organizado por un grupo de académicos argentinos residen-
tes en Estados Unidos, gestionado por la Fundación Compromiso y
con el apoyo financiero de la Fundación Ford. El Instituto de Altos Es-
tudios Sociales (IDAES) de la Universidad Nacional de General San
Martín permitió acreditar los fondos provenientes de la Fundación Ford.

ENTREPASADOS es una revista semestral que abre un espacio pa-


ra el debate y la producción histórica. El consejo de dirección recibe
todas las contribuciones que enriquezcan el campo del quehacer his-
toriográfico. Las opiniones expresadas en los artículos firmados son
responsabilidad de los autores.

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res, República Argentina

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Recordando a Enrique Tandeter 5
Lyman L. Johnson
Sergio Serulnikov
Juan Carlos Korol

Dossier
La crisis de 1890. Política, sociedad y literatura

La revista ENTREPASADOS ha resultado ganadora del premio del Concurso de Revis- Introducción 19
tas de Investigación en Historia y Ciencias Sociales, organizado por un grupo de acadé- Fernando Rocchi
micos residentes en Estados Unidos y por la Fundación Compromiso, gracias al apoyo
financiero de la Fundación Ford. La Tribuna Nacional, Sud-América y la legitimación 29
Los integrantes del Consejo de Dirección manifestamos nuestro profundo agradecimien- del poder (1880-1890)
Paula Alonso
to por el premio que, sin dudas, nos permitirá en adelante enfrentar los vaivenes genera-
dos por las peculiaridades más perversas de la coyuntura económica. Además, el premio
Gobier no elector, mercado de influencias y dinámicas 67
nos da nuevos bríos para generar emprendimientos culturales y, fundamentalmente, nos
políticas provinciales en la crisis política argentina del 90
permite mantener un espacio para repensar con libertad reformulaciones en el contenido, Foto de tapa: Obrera
(Mendoza, 1888-1892)
en la forma, en la calidad y en el diseño de la revista, así como también regularizar la fre- empleando una máquina de Beatriz Bragoni
cuencia de edición. En este sentido esperamos que éste sea el último volumen doble pues gas para planchar camisas,
cada uno de ellos ha evidenciado las dificultades para mantener la regularidad. Equipo de fotógrafos de La crisis de 1890 y su impacto en el mundo del 101
Vaya entonces nuestro inmenso reconocimiento a los miembros del jurado, quienes cre- Caras y Caretas, trabajo
yeron que ENTREPASADOS ha reunido los méritos suficientes para acceder a tan im- Colección Archivo Juan Suriano
portante galardón. General de la Nación.
El Consejo de Dirección Lecturas, conversaciones y dinero en La Bolsa 125
Las ilustraciones de El de Julián Martel
Quijote corresponden al Graciela Batticuore
Proyecto Patrimonio
Histórico, colecciones Danza de millones: inflexiones literarias de la 135
digitalizadas, Instituto crisis de 1890 en la Argentina
Alejandra Laera
Ravignani.
Artículos

Fotos familiares, narraciones orales y for mación de 151


identidades: los ucranianos de Berisso
Daniel James y Mirta Zaida Lobato

El Ferrocarril Trasandino y la construcción de 177


la cordillera como espacio social (1893-1947)
Pablo Lacoste

Donde se construyen los estereotipos: la revolución 199


mexicana en la prensa ilustrada italiana
Camilla Cattarulla

Educación

Complejidades de una educación “a la americana”: 211


liberalismo, neoliberalismo y modelos socioeducativos
ISSN: 0337 649 X Adriana Puiggrós, Rafael Gagliano y Myriam Southwell

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Lecturas
Recordando a Enrique Tandeter
La familia vista desde los números. Los aportes de la 231
demografía histórica sobre la etapa preestadística a
la historia de la familia El 24 de abril falleció nuestro colega Enrique
Daniel Santilli Tandeter. Entrepasados quiere recordarlo pero no
como un simple formalismo sino con la tristeza por
Archivos
la convicción de que con su muerte no sólo
Encapsular la historia. La experiencia de los museos 253 desapareció un brillante historiador, sino también un
de Zanzíbar muy buen amigo de nuestra revista. Y no olvidamos
Abdul Sheriff que, desde nuestra aparición en 1991 en un medio
reticente a aceptar seriamente una propuesta
¿De quién es la historia? ¿Cuál es la historia? 263
Comentarios sobre “Encapsular la historia.
generada de manera independiente de las
La experiencia de los museos en Zanzíbar”, instituciones, sus palabras de aliento, sus propuestas
de Abdul Sheriff y su entusiasmo por difundir esta iniciativa fue muy
Albert Wirtz valiosa y estimulante para nosotros tanto en
términos intelectuales como afectivos. Lyman L.
Reseñas
Johnson, Sergio Serulnikov y Juan Carlos Korol
Oreste Carlos Cansanelo 271 escriben sobre diversos aspectos de la trayectoria
De súbditos a ciudadanos. Ensayo sobre las libertades en académica de Enrique Tandeter.
los orígenes republicanos. Buenos Aires, 1810-1852
Nora Souto
que era un hombre joven. Yo esperaba en-

D
e alguna manera yo conocía a En-
Darío Macor y César Tcach (editores) 276 rique Tandeter antes de conocerlo. contrar a alguien de la generación de mi
La invención del peronismo en el interior del país Desde mis primeras semanas en director de tesis. Un amigo común nos
Nicolás Quiroga presentó en una fiesta, un lugar poco aus-
Buenos Aires muchos de los jóvenes histo-
riadores que había encontrado en el Archi- picioso para una charla seria. Pero des-
María Silvia Di Liscia 282
Saberes, terapias y prácticas médicas en la Argentina vo General de la Nación lo habían mencio- pués de unos pocos minutos Enrique había
(1750-1910) nado. Estas breves menciones ponían en dirigido nuestra conversación hacia mi in-
Adriana Alvarez claro que veían en él a un historiador talen- vestigación y me había pedido leerla cuan-
toso y consumado, alguien de quien se es- do lograra ter minarla. Me retiré del en-
Fer nando López Alves 285 peraba que fuera un gran éxito, alguien cuentro impresionado por la madurez y se-
Sociedades sin destino. ¿América Latina tiene lo riedad de Enrique, cualidades que –ahora
que yo tenía que conocer. Pero fue sólo en
que se merece?
1973 que conocí a Enrique. Yo había pa- me doy cuenta– se magnificaban y fortifi-
Gustavo L. Paz
sado doce meses en Buenos Aires investi- caban por el compromiso inflexible de En-
Diana Guelar, Vera Jarach y Beatriz Ruiz 287 gando para mi tesis doctoral en 1971 y rique con nuestra disciplina. Para Enrique
Los chicos del exilio. Argentina (1975-1984) 1972. Después de enseñar en Estados la historia era importante. No era sólo un
Florencia Levín Unidos durante un año, volví para ter minar trabajo o una carrera sino una vocación.
mi investigación; mis noches transcurrían Aunque nuestra amistad incluyó caminatas
en una confitería de barrio donde trataba por París, parrilladas en su casa de fin de
de revisar dos capítulos que me daban pro- semana y visitas familiares, recuerdo hoy a
blemas. Enrique encorvado sobre su escritorio, in-
Cuan do fi nal men te nos co no ci mos clinando su peso en nuestras discusiones
quedé sorprendido al descubrir que Enri- sobre la investigación o las controversias

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 5-15
teóricas que agitaban nuestra disciplina co- comida yo comencé a defender mi prime- en Cambridge y un período como profesor rimentamos. Pero Enrique resistió y rápi-
mo si con ello agregara más sentido a sus ra versión del trabajo. Por suerte había visitante en la Universidad de Chicago. Es- damente halló nuevos desafíos y nuevas
palabras. car gado conmigo los cuatro voluminosos tos logros y honores figuran prominente- ambiciones.
Desde el comienzo me impresionaron tomos que detallaban las transacciones de mente en los muchos recordatorios escritos La etapa final de su carrera, caracteri-
su seguridad, su confianza en sí mismo co- conventos y hospitales que había usado en acerca de Enrique Tandeter. Pero yo quisie- zada por nuevos intereses y su típico gran
mo historiador y como intelectual. En un mi investigación. Recuerdo las agudas pre- ra retor nar a un tema que mencioné en el entusiasmo, coincidió con la enfer medad y
momento en que aún me preocupaban la guntas de Enrique acerca de las fuentes y primer párrafo de este escrito, la apasiona- trágica muerte de Dora Schwarztein y con
importancia de mi investigación y hasta mi la metodología, pero también recuerdo su da fir meza de Enrique sobre la importancia la valiente lucha de Enrique contra el cán-
habilidad para ter minar mi tesis, su convic- disposición para evaluar mis resultados por de la historia y su lugar en el mundo, nues- cer. Mi esposa y yo hemos hablado mu-
ción y su inequívoca pasión por la historia sus propios méritos y examinar mis fuen- tro mundo. chas veces sobre nuestra última noche con
fortalecieron mi decisión y me ayudaron a tes con una actitud abierta. Estas conversa- Conocí a Enrique durante treinta años. Dora y Enrique en Buenos Aires. Mientras
abrazar la historia como mi carrera. Poco ciones nos llevarían años después a nues- A pesar de que supimos de todos los pla- esperábamos nuestra cena Enrique nos
después Enrique comprometió a Siglo Vein- tra publicación, primero en Estados Uni- ceres esperables de una relación de amis- contaba las novedades de la familia, los
tiuno Editores a publicar mi tesis, pero su dos y luego en la Ar gentina, de una colec- tad: comidas compartidas, visitas a nues- planes de Freddie para avanzar en su ca-
carrera en la Ar gentina y ese compromiso ción de ensayos sobre historia de los pre- tras casas, viajes ocasionales juntos, la ba- rrera, y Dora hablaba animadamente con
fueron interrumpidos por la creciente ola cios en la colonia. Aunque habíamos traba- se de nuestra relación fue siempre la histo- Leah por teléfono celular. Nunca olvidare-
de violencia e intimidación política. Como jado bien juntos y habíamos hablado varias ria. No puedo recordar ningún momento mos el optimismo de ambos, el enor me
tantos otros brillantes y talentosos intelec- veces sobre acometer otro proyecto con- compartido cuando nuestra conversación placer y or gullo que les daban sus hijos, sus
tuales ar gentinos, Enrique debió encontrar junto, nuestros intereses se movieron en no girara en tor no de libros e investiga- planes de viajes futuros, congresos y perío-
su lugar en otra parte. Para él eso significó nuevas direcciones y las presiones de nues- ción. Aquellos que han visitado su casa re- dos como profesores visitantes. La pérdida
París y Londres. Desde la Segunda Guerra tras carreras dificultaron una posterior co- cordarán sin duda la fantástica biblioteca de ambos es muy difícil de aceptar. Lo que
Mundial la Ar gentina ha producido muchos laboración. Pero dejamos abierta la posibi- que Enrique había reunido; creo que esa quiero recordar es su fortaleza y amor, no
historiadores cuyo trabajo les ha ganado lidad de hacerlo; creíamos tener mucho colección era la manifestación exterior de sus muertes.
reconocimiento inter nacional. En esta co- tiempo. su esencia. Su familia fue siempre el cen- Enrique desplegó una enor me fortaleza
horte talentosa Enrique se destacó por su En el momento en que completábamos tro de su vida pero la identidad de Enrique hasta el final planeando nuevos proyectos e
habilidad para obtener y preservar aten- nuestra colección sobre historia de precios como historiador fue una de las piedras impulsando a sus estudiantes antes de que
ción inter nacional. Enrique dio el empujón final a su obra fundacionales sobre las que construyó su la terrible enfer medad lo alcanzara. Creo
Nuestros caminos se cruzaron nueva- maestra sobre Potosí Coacción y mercado. vida adulta. que su amor por la investigación y su com-
mente en Gran Bretaña a comienzos de la La minería de la plata en el Potosí colo- Enrique siempre buscó grandes desa- promiso con la historia fueron apoyos
década de 1980. En ese entonces Enrique nial, 1692-1826. Tuve la fortuna de leer fíos y en ocasiones experimentó decepcio- esenciales en su lucha final. Su excitación
estaba asociado al Instituto de Estudios La- secciones del borrador de este impresio- nes y frustraciones. Las conozco sobre to- por su investigación era la misma que cuan-
tinoamericanos de la Universidad de Lon- nante estudio y de hablar con Enrique en do de segunda mano por medio de conver- do lo conocí en 1973. Y su compromiso
dres y yo estaba enseñando en Cardiff co- detalle mientras trataba de resolver proble- saciones con colegas y amigos. Cuando re- con sus estudiantes era también muy pro-
mo profesor Fulbright. John Lynch nos mas de interpretación y organización. Des- gresaba a Buenos Aires y volvía a ver a En- fundo.
convocó a una serie de conferencias y se- pués de publicado, el libro se convirtió en rique nunca me hablaba sobre política uni- En nuestra última conversación habla-
minarios. Mis intereses habían virado ha- uno de los trabajos más celebrados sobre versitaria o su breve experiencia en el Ar- mos sobre sus estudiantes. A lo largo de los
cia la reconstrucción de los precios y sala- historia de América Latina colonial publica- chivo General de la Nación; alzaba su ma- años Enrique pidió frecuentemente que les
rios en el Buenos Aires colonial, un interés do por un miembro de nuestra generación no desdeñosamente y la conversación gira- ofreciera mi consejo sobre las ventajas de
que me había llevado a criticar una breve y ganó los más importantes premios otor- ba hacia nuestro trabajo. De todos modos los programas de posgrado en Estados Uni-
historia de precios publicada con anteriori- gados por la Conference on Latin Ameri- sé que algunas de estas decepciones fue- dos o que redactara cartas de recomenda-
dad por el director de tesis de Enrique en can History y la Latin American Studies As- ron difíciles de aceptar. La desilusión es ción para apoyar sus solicitudes. Enrique
París, Ruggiero Romano. Recuerdo haber sociation. A ellos les siguieron otros hono- uno de los resultados más predecibles de la presentaba a sus estudiantes con entusias-
ido a Londres a almorzar con Enrique. In- res, que incluyeron un año como profesor ambición y de la pasión por los logros, y mo y promovía sus ambiciones. Estoy con-
mediatamente después de ordenar nuestra Simón Bolívar de Historia Latinoamericana todos los que tenemos ambiciones la expe- vencido de que estos jóvenes y talentosos

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académicos argentinos, tanto los que se diantes, se contará como el recordatorio tein en tor no a la aplicación del modelo del colonial y aprovechar las oportunidades
quedaron en la Argentina como los que se más apropiado y perdurable de Enrique. sistema de la economía-mundo al caso lati- brindadas a los mercados urbanos para ase-
educaron en Europa y Estados Unidos, re- noamericano–2 es que el motor del creci- gurar la reproducción de ciertas for mas tra-
presentan uno de los legados más grandes Lyman L. Johnson miento minero no fue, como en el caso de dicionales de organización social.3 Este en-
de Enrique. Todos ellos incorporaron su pa- (Department of History, University of México, la moder nización productiva o los foque se apreciaba ya en su estupendo estu-
sión por la historia y al mismo tiempo North Carolina-Charlotte) subsidios estatales sino la imposición de re- dio sobre los kajchas, los “ladrones de mi-
aprendieron las reglas de nuestra tarea. Su (Traducido del inglés por Gustavo novadas y más crudas for mas de coacción nas” que mediante su tenaz defensa de la
L. Paz)
trabajo, y en su momento el de sus estu- económica sobre la mano de obra forzada. práctica de explotar los socavones durante
Tandeter demostró que para comprender el los fines de semana para su propio prove-
último ciclo de expansión de la minería de cho lograron crear “un verdadero sector in-
plata del cerro Rico de Potosí es preciso di- dependiente en la minería potosina”.4 Del
rigir nuestra atención a la antigua institu- mismo modo, la historia de precios es utili-
la producción minera potosina; el funciona-

D
ías atrás, a los cincuenta y nueve ción de la mita, a su compleja evolución zada aquí como una herramienta indispen-
años, falleció Enrique Tandeter. Es miento de los mercados coloniales, y la di- cuantitativa y cualitativa, a los conflictos sable para evaluar los cambios en la distri-
una triste coincidencia que apenas námica demográfica y sistemas de parentes- económicos, sociales y morales suscitados bución de los ingresos entre las masas indí-
un año antes Entrepasados se viera también co de las comunidades indígenas andinas. en tor no de ella, a los significados que ad- genas, los sectores vinculados al comercio
precisado a recordar la desaparición de su Del primer núcleo de interés surgió su tra- quirió a los ojos de los diversos sectores de trasatlántico y al comercio regional, y, en
esposa, la historiadora Dora Schwarztein. bajo más influyente y de más largo aliento: las elites coloniales y de los propios trabaja- tér minos más generales, como una vía de
Su fallecimiento constituye una sentida pér- Coacción y mercado. La minería de la dores mitayos. aproximación al modelo de crecimiento
dida para los cientos de colegas y estudian- plata en el Potosí colonial, 1692-1826.1 La misma preocupación por analizar las económico colonial.5
tes que tuvieron la fortuna de beneficiarse de Originado en una tesis doctoral (“3e cycle”) relaciones sociales que subyacen detrás de Los trabajos sobre la población y los sis-
su inteligencia e inagotable entusiasmo por en la Université de Paris X bajo la dirección los ciclos económicos se observa en sus es- temas de parentescos andinos se basaron en
la historia. Uno de los más prominentes his- de Ruggiero Romano y en varios artículos tudios sobre los mercados coloniales. Sus un análisis de fuentes no menos arduas: los
toriadores de su generación, sus investiga- aparecidos a lo largo de la década del 80 en investigaciones en este campo se centraron registros parroquiales. Mientras para el caso
ciones sobre la sociedad y la economía andi- revistas argentinas y europeas, el libro se en la participación indígena en los circuitos europeo y norteamericano existe una sólida
na en el siglo XVIII alcanzaron una repercu- propone dilucidar las causas de un fenóme- comerciales sudandinos y en la evolución de tradición de estudios demográficos fundados
sión y reconocimiento en el resto de Lati- no decisivo en la evolución económica del los precios. Ambos temas demandaron un en este tipo de fuentes, sus investigaciones
noamérica, Europa y Estados Unidos no me- espacio peruano durante la segunda mitad masivo relevamiento de fuentes primarias sobre los pueblos de Sacaca y Acacio, pro-
nor a la que tuvieron en su propio país. del siglo XVIII y, por extensión, en la suer- –series de alcabalas, diezmos, listas de pre- vincia altoperuana de Chayanta, y varias pa-
Aquí, sin embargo, su temprana muerte de- te del imperio español en su conjunto: el re- cios, etc.– y ambos, como no podía ser de rroquias de la villa de Potosí se cuentan en-
jará un espacio muy difícil de llenar en el surgimiento y la posterior decadencia de la otra manera, resultan algo áridos y poco ac- tre las escasas y preciosas monografías que
campo de los estudios coloniales, un campo industria minera potosina. Lo hace median- cesibles a los no especialistas. Sin embargo, proveen datos confiables sobre los movi-
al que su sola estatura como historiador y te una exhaustiva reconstrucción de la es- el objetivo de este análisis cuantitativo no es mientos poblacionales andinos durante el
docente, así como su capacidad para crear tructura de propiedad, los incentivos a la in- en absoluto técnico o meramente descripti- largo siglo XVIII. Asimismo, el examen de
nuevos espacios institucionales y promover versión e innovación tecnológica, las for- vo. Tanto en sus artículos como en las dos series de bautismos y defunciones y de visi-
actividades académicas y proyectos editoria- mas de apropiación y circulación de la pla- colecciones de ensayos que editó en colabo- tas fiscales le permitieron explorar, en diálo-
les, contribuyeron a prestigiar. ta y los diversos mecanismos de explotación ración con Brooke Larson, Olivia Harris y go con la antropología, la etnohistoria y la
Si quisiéramos resumir la producción de la fuerza de trabajo indígena. La princi- Lyman Johnson, el interés primordial es re- demografía histórica, el impacto de las epi-
historiográfica de Tandeter, una producción pal tesis que emerge de este estudio –una plantar interpretaciones lineales acerca de demias en los grupos rurales, el grado de ex-
que en los últimos años se fue diversifican- tesis recogida en todos los trabajos sobre el la interacción entre la economía mercantil pansión de la poliginia en la sociedad cam-
do y expandiendo hacia nuevos campos de período y cuyas implicaciones para la inter- europea y la economía campesina, mostrar pesina y otras prácticas matrimoniales indí-
análisis, podríamos decir que su obra gravi- pretación global del régimen colonial pue- cómo los miembros de las comunidades an- genas.6 Desde un punto de vista metodoló-
ta en tor no a tres problemáticas fundamen- den ser apreciadas, por ejemplo, en los de- dinas intentaron adecuar sus sistemas eco- gico, merece notarse que a semejanza de sus
tales: la estructura y las transfor maciones de bates de Steve Stern e Immanuel Wallers- nómicos a los imperativos de la explotación estudios sobre la producción y los mercados,

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)8( )9(
también aquí la reconstrucción de las estruc- ción más directa y explícita en las discusio- tan las suyas. pasado histórico. Nada resume mejor su ac-
turas de parentesco y las fluctuaciones de- nes de la época (un llamado a abandonar el Pero su concepción de la función social titud en este campo que una observación
mográficas de corto y largo plazo tuvo como análisis taxonómico althusseriano y las del conocimiento histórico no se extendía hecha en 1979 por Lawrence Stone en re-
uno de sus objetos centrales identificar las ideologizaciones en pro y contra de la “le- desde luego a su visión sobre la función pú- ferencia al resurgimiento de la historia na-
complejas lógicas de comportamiento de los yenda negra” y a elaborar, en cambio, con- blica de los historiadores. Todo lo contrario. rrativa y al relativo declive de la historia
actores sociales, en especial los grupos su- ceptos propios de las for maciones sociales Su compromiso con la construcción institu- cuantitativa y estructural: “History has al-
balternos. Durante la última década este tipo colonial-americanas y una “historia total” cional de las ciencias sociales en la Argenti- ways had many mansions, and must conti-
de historia cuantitativa parece haber ido per- definida como “aquello de lo cual el todo na fue profundo y constante. De una u otra nue to do so if it is to flourish in the future.
diendo algo de impulso, debido en parte al depende, así como aquello que depende de manera, Tandeter estuvo siempre involucra- The triumph of any one genre or school
auge de la historia cultural y la nueva histo- todo”) haya tenido como marco una elogio- do en la vida de las instituciones académicas, eventually always leads to narrow sectaria-
ria política y, no en poca medida, a la dilata- sa reseña de un libro sobre la historia de desde la dirección del Archivo General de la nism, narcissism and self-adulation, con-
da y costosa investigación que exige. Pero Charcas colonial sin pretensión teórica glo- Nación y del Departamento de Historia de tempt and self-defeating characteristics. We
Tandeter nunca se dejó impresionar dema- bal alguna.7 El marxismo teórico, por otro Filosofía y Letras hasta la integración de di- can all think of cases where this has happe-
siado por los cambios en las tendencias his- lado, se vio atemperado por la temprana in- versas juntas de gobierno a nivel de la facul- ned”.8 Tanto en la materia Historia de
toriográficas. Consideró que esta investiga- fluencia de ciertas corrientes historiográfi- tad y de la Universidad de Buenos Aires, del América Colonial como en los numerosos
ción de base representaba un aporte indis- cas, sin duda ellas mismas vinculadas tam- CONICET y de innumerables jurados docen- cursos y seminarios que dictó y organizó en
pensable para el conocimiento de la socie- bién al pensamiento marxista: la escuela tes. Muchas de sus decisiones –como cabría universidades ar gentinas y extranjeras,
dad andina y siempre contó con la energía y francesa de los Anales, en particular aque- esperar de alguien que ejerció considerable abordó temas relativos al estudio de las cla-
los recursos para organizar los equipos de llos estudios que se centraban en movimien- influencia en el diseño de políticas académi- ses subalter nas en una perspectiva compa-
trabajo necesarios para llevarla a cabo. Vale tos económicos y demográficos de largo cas y la asignación de méritos y recursos es- rativa, problemas de historiografía, historia
agregar aquí que no sólo nuestra compren- plazo, y la historia social inglesa, algunos de casos– engendraron en ocasiones polémicas cultural y etnohistoria, movimientos socia-
sión del pasado colonial se vio beneficiada cuyos trabajos más influyentes divulgó en y controversias. Pero pocos discutirán, entre les, etc. No es casual que pocos de los estu-
por esta tenacidad: a lo largo de los años, nuestro país como editor de la colección de otros aportes, su decisiva contribución a la diantes que dirigió se dedicaran a cuestio-
numerosos estudiantes comenzaron a ganar- historia de Siglo Veintiuno Editores. Es pre- consolidación de un programa de doctorado nes de historia económica o a problemas de
se la vida en la profesión recabando datos ciso añadir que la generalizada creencia res- en Historia en la Universidad de Buenos Ai- historia colonial andina. Nunca pretendió,
sobre población y comercio para sus proyec- pecto de la asociación entre conocimiento res, sus esfuerzos por incrementar los fon- ni explícita ni implícitamente, imponer una
tos de investigación, una labor fructífera científico y cambio social, entre actividad dos destinados a la investigación histórica, la agenda de estudios. Leía y comentaba con
aunque no necesariamente amena. Acaso historiográfica y prácticas políticas, si exis- promoción de la historia latinoamericana a igual atención trabajos sobre los más diver-
sensibilizado por sus estudios sobre la “renta tente durante sus años for mativos, se des- través de la creación de ámbitos instituciona- sos temas y períodos. Esta curiosidad inte-
mitaya”, toleraba con alegre indulgencia una vanecieron por completo hacia comienzos les como el Programa de Historia de Améri- lectual quedó plasmada en tres de sus últi-
productividad que empezaba siendo dudosa de los años 80. Aunque nunca dejó de res- ca Latina (PROHAL) o el uso de su extendi- mos emprendimientos: la historia económi-
y sólo declinaba con el paso de las semanas. petar y alentar la producción que considera- da red de relaciones a nivel internacional ca de América Latina que publicó en cola-
Este interés en la historia económica co- ba de calidad, cualesquiera fueran sus orien- con el fin de que prestigiosos historiadores boración con Juan Carlos Korol (1999) y
lonial emergió en el contexto de los debates taciones teóricas o ideológicas, su distancia- extranjeros ofrecieran cursos y conferencias los volúmenes sobre la sociedad colonial
en tor no de los “modos de producción”, la miento con la historiografía de izquierda, en en el país. que dirigió para la Nueva Historia Argenti-
teoría de la dependencia y la transición del todas sus variantes, fue en este punto tajan- Si en sus investigaciones nunca abando- na de la editorial Sudamericana (2001) y la
feudalismo al capitalismo que tuvieron lugar te. Como solía afir mar por esos días en las nó del todo sus iniciales preocupaciones so- Unesco (2002).
en la Argentina y en otros países latinoame- reuniones de cátedra de Historia de Améri- bre los Andes tardocoloniales y su énfasis Per mítaseme concluir este recordatorio
ricanos durante los años 60. No obstante, a ca Colonial de la Facultad de Filosofía y Le- en la historia socioeconómica, su labor co- con una nota algo más personal. Al igual
diferencia de muchos de sus colegas, nunca tras, sabiendo que muchos de sus integran- mo docente y director de becarios y tesis de que la mayoría de los miembros de mi gene-
tuvo la inclinación de construir modelos in- tes dudarían de que ello fuera posible o de- licenciatura y doctorado ilustran una amplia ración, conocí a Tandeter cuando se rein-
terpretativos abstractos demasiado aparta- seable, buscaba afrontar su actividad como gama de intereses, una vasta erudición y, corporó al plantel docente de la Facultad de
dos de los procesos históricos concretos. historiador con la misma objetividad y acti- sobre todo, una singular apreciación de la Filosofía y Letras en 1984. No es difícil
Acaso no sea coincidencia que su interven- tud aséptica que un biólogo o físico afron- pluralidad de aproximaciones posibles al imaginar la impresión que, tras la imbatible

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) 10 ( ) 11 (
mediocridad de la universidad de la dictadu- ble entereza no sólo el peso de la enfer me- 6
Entre los trabajos sobre estos temas se des- centro-meridionales”, Desarrollo Económico,
ra, causó en los estudiantes que abarrotába- dad sino también, como él mismo decía con tacan, “Crisis in Upper Peru, 1800-1805”, His- Nº 168, 2003.
mos un aula del edificio de la calle Marcelo palabras más crudas, ver el final reflejado en panic American Historical Review, vol. 71, Nº 7
“Sobre el análisis de la dominación colonial”,
1, 1991; “Teóricamente ausentes, teóricamente
T. de Alvear este hombre elegante, algo for- la mirada de los otros. Los veinte años que solas. Mujeres y hogares en los Andes coloniales
Desarrollo Económico, vol. 16, 1976.
mal, con modos de diplomático más que de pasaron entre un encuentro y otro vieron (Sacaca y Acasio en 1614)”, Andes. Antropolo- 8
Lawrence Stone, “The Revival of Narrative:
profesor universitario (menos aun de al- acumularse una gran deuda intelectual y gía e Historia, 1997; en colaboración con Mario Reflections on a New Old History”, Past and
guien con un pasado vinculado a la izquier- personal de gratitud, una continua admira- Boleda, “Dinámica demográfica en los Andes Present, Nº 85, 1979, p. 4.
da peronista…) que podía sintetizar con ex- ción por su producción historiográfica,
traordinaria claridad los cambios en las for- acuerdos y desacuerdos. Pero no es esto lo
mas de dominación colonial, los patrones que ahora interesa. Es aquella primera ima-
de desarrollo económico y las respuestas de gen de Enrique –la de un profesor todavía
cuando éste se consolidaba como uno de

R
los pueblos indígenas a la dominación euro- joven que en los albores de la nueva demo- ecordar a Enrique Tandeter es un
deber tan doloroso como necesario. los focos de la nueva oleada de renovación
pea, al mismo tiempo que desmontaba las cracia, y de nuestra propia vida académica,
Doloroso, sin duda, pues segura- historiográfica, de la que él también era
opuestas orientaciones teóricas y el tipo de nos ayudó a pensar la escritura de la histo-
mente somos varios los que algunas maña- protagonista, y que se había ido preparan-
evidencias empíricas sobre las que nuestra ria como un ejercicio de argumentación,
nas extrañamos el llamado de Enrique o de do en el exilio inter no y exter no durante los
visión de esos complejos procesos estaba una laboriosa tarea de reconstrucción a par-
Dorita. Necesario, también, pues Enrique largos años de la dictadura y que era de al-
construida. Cuando lo vi por última vez, su tir de testimonios parciales y fragmentarios,
encar nó como pocos todo un proyecto po- guna manera heredera de la renovación de
apariencia no ocultaba el grave mal que lo una aventura del pensamiento– la que quie-
lítico-cultural que marcó a una generación; los años 60. Como director del Departa-
aquejaba; su cabeza funcionaba como siem- ro evocar aquí. Y también la última.
y lo hizo tanto como historiador riguroso mento, durante los 90, entre otros proyec-
pre: hablaba con entusiasmo de proyectos
como por su entrega a las instituciones pú- tos que impulsó, convocó a una comisión
de investigación, planes de viajes y publica- Sergio Serulnikov
(History Departament and Director of Latin blicas y en particular a la Universidad de exter na evaluadora de la carrera. Tarea por
ciones, el comienzo de una nueva etapa en
American Studies, Boston College) Buenos Aires y al Departamento de Histo- demás necesaria en tiempos de consolida-
su vida personal. Enfrentó con una admira-
ria de esta Facultad. ción, pero no de autocomplacencia. Comi-
Fue, en efecto, director del Departamen- sión que, ahora advierto incluso en los mu-
Notas chos volantes que solemos recibir a nuestro
to de Historia en tiempos difíciles en 1974 y
nuevamente en la década de 1990. Luego paso por la facultad, es designada como co-
1
Este libro fue publicado en 1992 simultánea- los mercados surandinos. Estrategias y repro- de 1974, Enrique continuó en Europa sus misión de notables. Lo cual no podría ser
mente en la Argentina por la editorial Sudameri- ducción social. Siglos XVI a XX, La Paz, CE-
trabajos de historiador, presentó su tesis de más acertado. Los notables existen, los
cana y en Perú por el Centro de Estudios Bartolo- RES, 1987; Lyman L. Johnson y Enrique Tan-
mé de las Casas. Existe una reciente reedición de deter, Essays on the price History of Eigh- doctorado sobre el Potosí en París en 1980 miembros de esa comisión lo son, y Enrique
Siglo Veintiuno de España (2002). La versión in- teenth-Century Latin America, University of y encontró refugio en el Centro de Estudios era uno de ellos.
glesa, publicada por University of New Mexico New Mexico Press, 1989. Véase, asimismo, En- Latinoamericanos de la Universidad de Lon- Continuó sus actividades en muchos ám-
Press en 1993 como Coercion and Market: Sil- rique Tandeter y Nathan Wachtel, Precios y dres. Se reintegró a la facultad en los años bitos, que no voy a detallar, pero que inclu-
ver Mining in Colonial Potosi, 1692-1826, ob- producción agraria: Potosí y Charcas en el si- 80 con la restauración democrática. Aquí yeron, por supuesto, la cátedra de historia
tuvo el Hebert Eugene Bolton Memorial Prize de glo XVIII, Buenos Aires, CEDES, 1984.
desarrolló su tarea como docente al frente colonial, pero también sus cursos en univer-
la Conferencia on Latin American History de Es- 4
“La producción como actividad popular: de la cátedra de Historia de América Colo- sidades de Europa, Estados Unidos y Jerusa-
tados Unidos.
«ladrones de minas» en Potosí”, Nova America- nial, al mismo tiempo que participaba en las lén, la creación del PROHAL en el ámbito
2
Steve Stern, “Feudalism, Capitalism, and na, 4, 1981.
tareas de reconstrucción de la universidad, del Instituto Ravignani, su labor en las comi-
the World-System in the Perspective of Latin 5
Para una síntesis de la interpretación de primero como miembro del Consejo Asesor siones del CONICET, sus tareas al frente del
America and the Caribbean”; Immanuel Wallers-
Tandeter sobre la crisis en la rentabilidad empre- de la intervención de la Facultad a cargo de Archivo General del la Nación, como presi-
tein, “AHR Froum. Comments on Stern’s Criti-
saria y “en el bienestar de las comunidades indí-
cal Tests” y S. Stern, “Reply: «Ever More Soli- Norberto Rodríguez Bustamante, más tarde dente de la Asociación de Historia Económi-
genas andinas” que se produce a fines del siglo
tary»”, American Historical Review, vol. 93, Nº como miembro del Consejo Superior de la ca, y en el Centro de Estudios Franco-Ar-
XVIII, véase “Población y economía en los Andes
4, 1988, pp. 829-897. universidad. gentino o como miembro del Consejo Editor
(siglo XVIII)”, Revista Andina, año 13, Nº 1,
3
Olivia Harris, Brooke Larson y Enrique 1995. Como ya dije, en los 90 fue nuevamen- del Boletín del Instituto Ravignani. Todo ello
Tandeter (eds.), La participación indígena en te director del Departamento de Historia mostraba claramente el impulso que podía

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) 12 ( ) 13 (
generar en la formación de alumnos y discí- les de robo honesto que constituían el kaj- que tuve el privilegio de acompañar a Enri- Enrique nos dejó un legado. El del com-
pulos, en las tareas institucionales y en sus cheo, una forma de trabajo independiente que y donde fueron para mí más notorios promiso institucional y la labor de un inte-
trabajos como historiador. para extraer el metal. No es difícil percibir en sus mejores rasgos. lectual comprometido con su tiempo y con
Pero creo que fue en su gran libro, algu- esta descripción el surgimiento de una per- El primero de ellos tiene que ver con la la verdad histórica. El de un historiador cu-
nos de cuyos temas había adelantado en sus sistente y ambigua tradición de dominio y ex- redacción del libro que escribimos juntos y yos grandes temas, como los de la opresión
artículos de Past & Present y los Annales plotación, de sumisión y resistencia, opre- donde continuamente reaparecían en las y la explotación y la resistencia a esa opre-
durante la década de 1980, Coacción y sión y libertad en el mundo andino. discusiones esas dotes de historiador riguro- sión, no eran producto de un quehacer me-
mercado (1992) dedicado a Dorita “por tan- Analiza también la organización de la so que lo caracterizaban. ramente académico, sino de su inmersión
tos motivos” en palabras de Enrique, donde producción, las características de las empre- El segundo tiene que ver con las tareas en un mundo a veces dolorosamente real.
paradójicamente puede verse cómo un estu- sas y los empresarios mineros, su vincula- que Enrique se impuso al frente del Archivo También el de un profesor preocupado por
dio sobre la minería de la plata en el Potosí ción con el comercio, el crédito y el Estado General de la Nación. Fue allí, nuevamente la calidad de la enseñanza y al mismo tiem-
colonial del siglo XVIII conjuga las indaga- colonial. Era justamente la separación entre en circunstancias difíciles para el país, que po dispuesto a construir esa calidad a partir
ciones propiamente historiográficas con las propietarios de las explotaciones mineras y Enrique trató de preservar y acrecentar ese del trabajo y, sobre todo, del diálogo plural
preocupaciones impuestas a Enrique por el los encargados de su explotación, los arren- reservorio documental que debe cumplir con que incluía especialmente a aquellos con los
clima de los tiempos que le daba un tono datarios azogueros, el factor que llevó a au- un mandato esencial de la sociedad: permi- que no coincidía.
propio a su proyecto político-cultural. mentar durante el siglo XVIII la explotación tirle confrontar racionalmente su pasado. Enrique murió en la plenitud de su vida
Los temas del libro, nos decía Enrique, de los trabajadores. Fue ésta la fór mula ha- El último y más cercano fue la creación y sus muchas actividades.
partían de la doble inspiración obtenida de llada por los azogueros para incrementar la del seminario intercátedras de Historia de Quiero creer que seremos fieles a su le-
la renovación historiográfica de los años renta, más significativa que las eventuales América en el Departamento de Historia gado. Sé que no lo olvidaremos.
60, liderada por José Luis Romero, y del lu- ganancias, y cuya apropiación implicaba un de la Facultad de Filosofía y Letras de la
gar central que en las discusiones de la iz- conflicto con los propietarios. Universidad de Buenos Aires, donde se ha- Juan Carlos Korol
quierda en esos años ocupaban temas como Es ese esclarecedor análisis el que le per- cían evidentes sus dotes de docente e his- (Universidad de Buenos Aires, CONICET)
los modos de producción en América Lati- mite reconstruir la racionalidad económica toriador y también su creatividad y genero- (Texto leído en el homenaje a Enrique Tandeter
na o la transición del feudalismo al capitalis- de un sistema que no puede explicarse sin la sidad intelectual. Allí volvimos a discutir los realizado en la Facultad de Filosofía y Letras
mo. Y recordemos también que Enrique ha- renta mitaya. Sistema excepcional incluso eter nos temas de la resistencia y la opre- de la Universidad de Buenos Aires el 1 de junio
bía tenido un papel destacado en la discu- frente a otras formas de coacción, puesto sión. de 2004)
sión y difusión de esas discusiones desde su que la reproducción de la fuerza de trabajo y
participación en la editorial Siglo Veintiuno su manutención durante períodos de desem-
de esos años. pleo estaba a cargo de la comunidad indíge-
Recordemos que estudia en ese libro la na y que incluso el salario nominal difícil-
historia de lo que alguna vez se pensó fue el mente cubría las necesidades inmediatas.
ciclo de decadencia en la extracción de plata Claro que no fue sólo en este libro don-
del Potosí durante el siglo XVIII, y que de- de Enrique plasmó sus virtudes de historia-
muestra fue en realidad el de una recupera- dor; están sus varias publicaciones en cola-
ción. Son los mecanismos de esta recupera- boración o como coordinador o editor, y co-
ción el tema central de su libro, pero hay mu- mo muestra de algunas de sus preocupacio-
cho más. Primero, el análisis del complejo nes recientes y per manentes sobre la pobla-
mundo del trabajo que se constituyó a partir ción indígena, los oprimidos, el artículo pu-
de la minería de la plata. Éste abarcaba des- blicado con Mario Boleda el año pasado en
de la ominosa institución del trabajo forzado Desarrollo Económico (“Dinámica demo-
a través de la mita hasta el de los trabajado- gráfica en los Andes centro-meridionales”,
res cuyo salario se establecía en el mercado, Nº 42, 2003)
y esa peculiar combinación de mitayos y asa- Pero yo quisiera, finalmente, compartir
lariados libres en las excursiones finisemana- con ustedes algunos de los momentos en los

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) 14 ( ) 15 (
Dossier
La crisis de 1890:
política, sociedad y literatura

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Introducción
Fernando Rocchi*

E
l siguiente dossier es el resultado parcial de un debate más
amplio desarrollado en 2003 en las III Jor nadas de Histo-
ria de la Universidad Torcuato Di Tella. El tema central de
las ponencias fueron las causas y consecuencias de la crisis de
1890. Los aspectos estudiados iban de los más tradicionales rela-
cionados con la economía, pasaban por una nueva visión de la
política en esos años, se adentraban en el novedoso fenómeno de
la transfor mación social e incluían los aspectos estéticos y litera-
rios relacionados con la misma. La crisis fue, sin duda, un fenó-
meno de tal magnitud como para dar lugar a la atención de con-
temporáneos e historiadores.
La Argentina sufrió en 1890 la crisis económica más profunda
de su historia moderna. Por lo menos, podemos afirmarlo con se-
guridad, hasta las tribulaciones de 2001-2002. La catástrofe de
1890 fue la más dura desde la incorporación del país al capitalis-
mo internacional; ni siquiera la de 1930 puede comparársele en
cuanto a sus efectos devastadores. Entre 1889 y 1891 el produc-
to bruto interno total cayó un 20 por ciento, el nivel de importa-
ciones –una variable indicativa del nivel de vida en un país en el que
el consumo masivo incluía una buena cantidad de bienes extranje-
ros– se desplomó de 164 a 67 millones de pesos oro y la inmigra-
ción neta pasó de 220 mil personas a tener un inédito saldo nega-
tivo de 30 mil ante el retorno masivo de inmigrantes a sus países
de origen y la llegada de muy pocos nuevos. Los números sólo re-
velan en parte la dimensión económica y social de un terremoto
que dejó tras su paso un tendal de víctimas. El sistema bancario
quedó literalmente en ruinas, con pocas instituciones sobrevivien-
tes y un desfile de ahorristas empobrecidos. El impacto social fue
desolador, especialmente en las ciudades; la mendicidad inundó sus
calles mientras la Sociedad de Beneficencia redoblaba sus esfuer-
zos con campañas de ayuda contra el hambre. El país tuvo que es-
perar hasta mediados de la década de 1890 para que aparecieran
signos de recuperación. Y sólo a partir de 1903 volvió a gozar de

* Universidad Torcuato Di Tella.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 19-27
un ritmo de crecimiento económico similar al anterior a la crisis. La aportado sus lecciones: la repetición del desastre de 1930, aun-
Argentina entró en cesación de pagos de su deuda internacional en que siempre anunciado, nunca se ha vuelto a presentar.
julio de 1890 y recién pudo terminar de solucionar los problemas Las crisis no son un fenómeno esencial de cualquier economía
de sus deudas impagas a fines de 1906. La crisis fue profunda y sino que son propias del nuevo sistema que surgió en los tiempos
duradera, los intentos por salir de ella fueron erráticos y frustran- modernos: el capitalismo. Hasta su surgimiento, los mercados se
tes; el país vivió por años una situación agónica. habían desenvuelto durante siglos sin patrones de comportamiento
Las crisis económicas no son peculiares de la Argentina, por repetibles y, a lo sumo, se hallaban sujetos a vaivenes impredecibles
lo que su examen ha fascinado a historiadores y economistas, es- de euforia y colapso, que se denominan en la jerga económica
pecialmente en los tiempos en que el presente los convierte en “booms and busts” y eran el resultado de cambios climáticos, ham-
víctimas de este fenómeno que parece repetirse sin fin. ¿Cuáles brunas, pestes, guerras, imperios que se expandían, otros que co-
son las causas que las desencadenan? ¿Cómo se desarrollan una lapsaban. Estos momentos de expansión y derrumbe no revelaban
vez desatadas? ¿Es posible evitarlas? ¿Qué podemos hacer para periodicidad alguna ni mostraban entre ellos un comportamiento si-
superarlas? Las preguntas pueden multiplicarse, así como los aná- milar. El desarrollo del capitalismo transformó esta conducta mile-
lisis de quienes han intentado responderlas. El temor a una repe- naria; el siglo XIX no sólo fue testigo de su expansión a escala mun-
tición en el futuro, las angustias de una depresión en el presente dial sino también de derrumbes y recuperaciones que se producían
y el intento por evitar que la economía estalle han llevado a que cada cierta cantidad de años (y cada país que se incorporaba al en-
una de las for mas privilegiadas para responder a estas preguntas tramado de este pujante sistema sentía periódicamente sus efectos).
haya sido estudiar las crisis del pasado. Las interpretaciones va- El siglo XIX también produjo los primeros análisis de las “cri-
rían (como resulta esperable en estudios sobre historia económi- sis” como fenómeno en el cual una profunda recesión irrumpía en
ca) y las discusiones generan bandos opuestos que no hacen más el escenario. Las interpretaciones sobre sus causas y consecuen-
que encontrar cada vez más ar mas para usar en una batalla inter- cias desplegaron un amplio abanico que iba del pesimismo al op-
minable; pero el debate ofrece una variedad de causas –estrecha- timismo. Karl Marx sostuvo que eran el destino fatídico de un ca-
mente ligadas a las estrategias para evitar o, en el peor de los ca- pitalismo en el que el progreso sólo agudizaba el conflicto. Con
sos, manejar la depresión– que les brindan a quienes sufren o in- un diagnóstico tan desesperanzado, sólo una transfor mación radi-
tentan esquivar la crisis la posibilidad de actuar con una infor ma- cal de las relaciones económicas podía ofrecer una salvación; ese
ción de la que carecían aquellos que debieron enfrentarla sin el co- cambio iba a venir de la mano de la revolución que, en lenguaje
nocimiento riguroso del pasado. Uno de los ejemplos más intere- marxista, transfor maría las relaciones sociales de producción,
santes ha sido la gran depresión de 1930, la más severa sufrida crearía una nueva sociedad sin clases y dejaría las crisis en el olvi-
por el mundo capitalista (y que adquirió, a diferencia de otros co- do. Clement Juglar, un médico francés que encontró en la tasa de
lapsos económicos inter nacionales, los ribetes más dramáticos en descuento del Banco de Francia un indicador del estado de “sa-
los países más desarrollados, como Estados Unidos y Alemania). lud” de las sociedades, le dio a la crisis un tono menos dramático
Muchas han sido las interpretaciones sobre las causas que la pro- e inició un nuevo campo en los estudios económicos. En 1860
dujeron, y nunca se ha llegado a un consenso general sobre las publicó Des crises commerciales, un libro en el que no sólo anun-
mismas. Pero el terror que genera la posibilidad de repetirla ha ciaba –como Marx– el surgimiento de un mundo liderado por la
per mitido que se hayan tomado casi todos los recaudos que las moder nidad capitalista, sino que mostraba que el mismo no se en-
enfrentadas interpretaciones ofrecían. Y esta estrategia parece frentaba a su propia destrucción. Juglar estudió el comportamien-
haber tenido éxito. Los países centrales han vivido varias de las to cíclico y lo consideró como una característica per manente del
experiencias previas a esa crisis –los días negros en la Bolsa, la capitalismo; como resultado, sugirió que las crisis serían muchas
expansión supuestamente exagerada en el consumo, las poco fe- e inevitables pero que, más que una enfer medad mortal, eran un
lices políticas monetarias– pero algo se ha podido hacer para que trastor no casi natural de un sistema económico destinado a sobre-
no se repita un desastre de tal magnitud; cada vez que aparece al- vivir. Según su óptica, a “períodos prósperos le siguen automáti-
gún signo que lleva al recuerdo de la depresión, se ha implemen- camente períodos de «liquidación» de los procesos ligados a la
tado (usando todas las interpretaciones disponibles) alguna acción prosperidad”. Y hasta se aventuró a periodizar la frecuencia con
que la evite. La historia económica merece el crédito de haber la que ocurrirían, que él estimaba en ocho años.1

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) 20 ( ) 21 (
Así como los economistas se adentraban en la naturaleza del Gallo en las jor nadas a que aludimos en el primer párrafo, se ca-
fenómeno de las crisis, los países que se unían al sistema econó- racterizó por su amor a los extremos y el cultivo de la agresión.
mico imperante se volvían las víctimas de este proceso recurrente. El artículo de Alonso nos brinda una nueva perspectiva sobre la
La Argentina se incorporó a la economía mundial en la segunda dificultosa relación entre Roca y Juárez y profundiza entre los pro-
mitad del siglo XIX (de manera paralela a la construcción de un Es- pios conflictos dentro del Partido Autonomista Nacional. Asimis-
tado central). La prueba más concluyente de este fenómeno fue la mo, al asociar su desempeño con una for ma casi contable del
repercusión que las crisis internacionales tuvieron en la economía progreso, el éxito de Juárez Celman, como muestra Alonso, la
local; la ocurrida en 1857 –que tanto afectó, en América Latina, gestión del presidente queda atada a que los mismos muestren ci-
al Imperio brasileño– pasó casi inadvertida. Pero el derrumbe de fras positivas. Si ello no ocurre, vendrá el descontento potencia-
1873 reveló que las ligazones económicas con el capitalismo inter- do por la desilusión.
nacional eran lo suficientemente fuertes como para que la Argen- Para Juárez y el juarismo, las provincias debían ocupar un es-
tina fuera víctima del contagio. De ahí en más, toda depresión in- pacio mucho mayor al que habían tenido hasta entonces en un es-
ternacional la tendría como uno de los participantes (y víctimas). cenario político demasiado influido por Buenos Aires. Por ello re-
Más aún, en 1890 fue la propia Argentina una de las generadoras sulta importante el artículo de Beatriz Bragoni “Gobier no elector,
de una crisis internacional a la vez que la principal perjudicada. mercado de influencias y dinámicas políticas provinciales en la crisis
El siguiente dossier, sin embargo, no se va a ocupar de los as- política argentina del 90 (Mendoza, 1888-1892)”. En este trabajo,
pectos económicos, que son los que más interés han suscitado, si- Bragoni nos muestra la complejidad y volatilidad del entramado
no que lo va a hacer sobre los aspectos menos estudiados de la político mendocino, en el que sobresalen los cambios de bando.
misma. La crisis de 1890 fue también política y produjo la renun- Asimismo, este artículo resalta la importancia del fenómeno del
cia de Miguel Juárez Celman después de la fallida revolución rea- juarismo por la calidad y cantidad de adherentes que encontró en
lizada por la Unión Cívica. Este movimiento puso en jaque el sis- Mendoza. Debemos recordar que ésta no es una provincia más
tema político de legitimación del poder iniciado en 1862 con la para la historia del gobier no de Juárez Celman. Fueron los suce-
presidencia de Bartolomé Mitre y de Julio A. Roca en 1880. Si sos de marzo de 1889 y la intervención del juarismo nacional en
bien resulta difícil hablar de una crisis de legitimidad, la revolución la política nacional los que hicieron que finalmente se rompiera la
del 90 resultó en el principal cuestionamiento realizado a la polí- estructura del PAN entre roquistas y juaristas. Finalmente, Brago-
tica del Estado desde que el mismo comenzara a consolidarse. ni nos hace pensar en la repercusión que una revolución tan por-
Fue, justamente, este aspecto político el que más estudios ha sus- teña como la de 1890 tuvo en las provincias y en los realinea-
citado, después del económico, en el análisis histórico. En los úl- mientos que produjo en el escenario local.
timos años se ha discutido sobre el papel de la misma en la histo- La crisis de 1890 fue más allá de la economía y la política. El
ria política reciente. ¿Fue el comienzo de una nueva era, con un mundo de las ideas se vio convulsionado por un fenómeno que no
sistema de partidos en el que sobresale el radicalismo? ¿O fue el registraba antecedentes. Por lo tanto, no resulta sorprendente en-
fin de un período, el remate de los eventos ocurridos en los años contrar las causas del desastre en los lugares más extraños. Así,
80? Los artículos de Paula Alonso y Beatriz Bragoni analizan es- aparecía la obra del médico Carlos Rojo, titulada El noventa, que
ta discusión y brindan aportes novedosos sobre este debate histo- indagaba sobre el concepto de crisis y mostraba a la de 1890 co-
riográfico. mo un ejemplo de sociología aplicada. Para Rojo, un seguidor de
En “La Tribuna Nacional, Sud-América y la legitimación del Herbert Spencer, estos eventos dejaban bien en claro que las so-
poder (1880-1890)” Paula Alonso nos muestra la ruptura entre ciedades se movían al mismo ritmo que los organismos de la na-
las ideas de Roca y Juárez. Para ello toma como objetos de aná- turaleza, tanto en sus aspectos estáticos como dinámicos, que
lisis los diarios La Tribuna Nacional y Sud-América, represen- eran justamente los generadores de la crisis:
tantes del roquismo y el juarismo respectivamente. El trabajo de
Alonso distingue la continuidad verbal entre el discurso de ambos [Al intentar] estudiar y apreciar las causas que produjeron
grupos de ideas como las del progreso, la república y el federalis- la gran catástrofe argentina de 1890, vulgar mente llamada
mo. Como resultado, estas palabras cambian de significado en el crisis [...] bien que la palabra sea demasiado vaga y deficien-
entramado ideológico. El juarismo, como bien señalara Ezequiel te para indicar, como debiera, las diferentes fases que pre-

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) 22 ( ) 23 (
sentó el suceso en el orden económico, político y social. [Las crisis fue tal que los años posteriores produjeron un conjunto de
analogías] constituyen un criterio seguro para analizar los fe- novelas que, por su cantidad y trascendencia, fue denominado el
nómenos sociales, cuyas leyes no podemos descifrar por “ciclo de la Bolsa”. Familias venidas a menos que intentaban de-
otros medios [...] donde falta el conocimiento de las leyes so- fender su posición, individuos ingenuos y esperanzados que en-
ciales pueden aplicarse con toda seguridad los principios que
contraban la posibilidad de concretar sus sueños y sórdidos espe-
rigen la organización individual, y echar, con las bases de la
culadores que sólo buscaban la ganancia propia a costa de la aje-
biología, los cimientos de la sociología.
na for maban parte de este drama. La tragedia generalmente ter-
minaba en el suicidio de uno de los protagonistas, que casi siem-
En su polémica obra, Rojo realizaba un análisis lombrosiano
pre evocaba un pasado hispano de hidalguía que había cedido su
de los políticos argentinos (quienes, como conjunto, habrían sido
lugar frente a los tiempos moder nos signados por el arribismo y
los que llevaron al país a su ordalía) encontrando características fí-
las promesas de riqueza fácil.3
sicas que los asimilaban con criminales. El criminal político, para
La novela emblemática de ese ciclo fue La Bolsa que, en
Rojo, se reconoce “por su autoritarismo y por su reconocida fa-
agosto de 1891, José María Miró (con el seudónimo de Julián
cultad de herir con mano pesada”. Lo caracterizaban las promi-
Martel) comenzó a publicar en La Nación bajo el for mato del fo-
nencias orbitarias exageradas y la frente fugitiva que, según su vi-
lletín. Graciela Batticuore indaga en “Lecturas, conversaciones y
sión, compartían los rostros de la mayoría de los políticos argen-
dinero en La Bolsa de Julián Martel” la relación entre sociedad y
tinos. Como contracara, decía Rojo:
literatura que esta novela per mite. Los conflictos sociales, disfra-
Obsérvese la frente del Dr. Rawson [el frustrado sucesor zados de étnicos, transpiran toda la obra, como señala Batticuo-
de Mitre en la presidencia en 1868], el tipo de la actitud coer- re. En este artículo aparece un análisis puntual sobre la figura del
citiva en la conducta, que repudió la presidencia que se le especulador, tema que la autora aprovecha para profundizar en el
brindaba, por escrúpulos de alta y estoica moralidad. ¡Qué be- debate de la época sobre la naturaleza reversible o irreversible de
lleza de confor mación! ¡Qué contraste saltante con los ante- los seres humanos. Finalmente, el análisis de Batticuore profundi-
riores!2 za sobre la figura de la mujer en las novelas del ciclo de la Bolsa
y obtiene conclusiones que pueden ser leídas junto al resto de los
La confusión en el mundo de las ideas no era sino el reflejo de artículos para alcanzar una nueva perspectiva de la crisis de 1890.
una crisis que había cambiado el mundo social. En “La crisis de Alejandra Laera propone en “Danza de millones: inflexiones
1890 y su impacto en el mundo del trabajo”, Juan Suriano anali- literarias de la crisis de 1890 en la Argentina” una respuesta a la
za las transformaciones producidas en esta esfera poco analizada pregunta de por qué fue La Bolsa la novela emblemática del ci-
de la gran hecatombe del 90. Suriano incursiona en el debate so- clo. En un abordaje desafiante, Laera rechaza la similitud que tra-
bre optimistas y pesimistas en torno a los salarios reales de la vuel- dicionalmente se ha encontrado entre el ciclo argentino y la pu-
ta del siglo XX a partir de una nueva óptica, que es la de un perío- blicación de L’Argent en 1890 en París, con la autoría de Émile
do en el que la crisis opera como una divisoria de aguas. Para ello Zola. Como contraposición a una más lineal comparación con
realiza una comparación con el período previo que rompe con las otras novelas del ciclo, Laera propone una diferente, realizada
más conocidas apreciaciones que se realizaban entre la década del con una obra que no pretende ser ficción ni novelada, como fue
90 y el posterior período de principios de siglo. Por otro lado, Su- Buenos Aires, sus hombres, su política, de Carlos D’Amico, en
riano señala los cambios cualitativos que experimenta el movimien- 1890. Esta comparación resulta importante dado el rol político ju-
to obrero, tanto en la faceta organizativa cuanto en la relación con gado por D’Amico antes y después de Juárez Celman. Fue gober-
el contexto nacional en el que se desarrollaba. nador de la provincia de Buenos Aires entre 1884 y 1887, año
La crisis también encontró su paralelo en una literatura que en el que el candidato juarista Máximo Paz venció en las eleccio-
veía en los excesos del gobier no y en las operaciones especulati- nes provinciales y comenzó la catarata de acusaciones sobre co-
vas realizadas en el mercado de valores las causas de la tragedia. rrupción que lo llevaron a huir del país y a escribir sus sesgadas
Siguiendo un clásico universal, el símbolo perverso de la crisis fue memorias.
precisamente la Bolsa, en este caso la de Buenos Aires, en la que Quizá resulte interesante, como corolario, resaltar que el ciclo
se compraban y vendían acciones, bonos y oro. El impacto de la de la Bolsa pone su mayor acento en la crisis económica. En ese

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) 24 ( ) 25 (
contexto, la publicación de la novela El candidato, de Carlos Ma- cuela histórica alemana, más empírica que la clásica anglosajona y más
ría Ocantos, resulta una rareza. Allí Ocantos muestra la corrup- orientada al uso de la teoría en la política económica y en el manejo de
los negocios– se obsesionó por encontrar un método para aplicar a la
ción de la política provinciana a través de la figura de un político
teoría de los ciclos (cuáles eran las etapas, cómo era su for ma). Con ello
catamarqueño que es el candidato oficial a la presidencia y en la abrió las puertas para que el ciclo de ocho años de Juglar fuera sólo el
que puede verse con claridad la del propio Juárez Celman. Asi- primer paso para que los investigadores encontraran oscilaciones que
mismo, la figura del general Ordenado, con sus virtudes cívicas a abarcaran diferentes períodos, tanto a corto plazo (el llamado “business
flor de piel, sólo puede llevar a la imagen de Bartolomé Mitre. Sin cycle”, que duraba de dos o tres años) como a un plazo mayor que el de
Juglar. Los trabajos de Arthur Spiethoff se publicaron en 1902, 1903 y
embargo, como ya dijimos, esto resulta una excepción. No es ex-
1923. En 1913 se publicaron tres libros importantes sobre las crisis:
traño, entonces, que la propia historiografía haya puesto más Wesley Mitchell, Ciclos comerciales; Albert Aftalion, Las crisis periódi-
acento en los aspectos económicos que en los políticos y aun más cas de la producción, y John Maynard Keynes, La moneda y las finan-
que en los sociales. Es posible que la crisis vivida por la Argenti- zas de la India.
na desde la recesión de 1997 y la debacle de 2001 encuentren 2
La Nación, 30 de enero de 1893.
una acogida en la historiografía y en la literatura que, si bien no 3
Se escribieron por lo menos once novelas que tuvieron a la Bolsa y
necesariamente nos lleve a la clave para entender los ecos de
a la crisis de 1890 como tema central. Estas novelas, en orden cronoló-
1890, nos impulse a realizar más estudios como los que se pre- gico, son: Manuel Bahamonde, Abismo, Buenos Aires, Lajouane, 1890;
sentan en este dossier. Julián Martel, La Bolsa, Buenos Aires, La Nación, 1891; Carlos María
Ocantos, Quilito, París, Gar nier, 1891; Segundo Villafañe, Horas de fie-
bre, Buenos Aires, Imprenta de Juan Alsina, 1891; Eduardo de Ezcurra,
Buenos Aires en el siglo XX, Buenos Aires, Imprenta de Juan Alsina,
1891; Alberto del Solar, Contra la marea, Buenos Aires, 1894; Pedro G.
Morante, Grandezas, Buenos Aires, 1896; Francisco Grandmontagne,
La Maldonada, Buenos Aires, 1898; José Luis Cantilo, Quimera, Bue-
nos Aires, 1899; Osvaldo Saavedra, Grandezas chicas, Buenos Aires,
1901, y Emilio Gouchón Cané, El 90, Buenos Aires, 1928. Ver Noé Ji-
trik, “El ciclo de la Bolsa”, en Historia de la literatura argentina, Bue-
nos Aires, Centro Editor de América Latina, 1980-1986, t. II, p. 161.

El Quijote, 5 de octubre de 1890.

Notas
1
El tomo I de Das Capital de Karl Marx fue publicado en 1867, el
tomo II en 1885 y el tomo III después de su muerte y revisado por Frie-
drich Engels en 1894. La primera edición del libro de Juglar Des crises
commerciales se produjo en 1860 y fue ampliada en 1889. Para Juglar:
a) las crisis son parte de un proceso regular y continuo; b) tienen tres mo-
mentos: la prosperidad, la crisis y la liquidación; c) son un epifenómeno
del desarrollo económico; d) se transmiten entre mercados que funcionan
como vasos comunicantes; e) se inician en la banca, desde donde se pro-
pagan al resto de la sociedad; f) los ciclos son discer nibles a partir de da-
tos estadísticos, y g) el ciclo es previsible a partir de barómetros econó-
micos. A principios del siglo XX, Arthur Spiethoff –un seguidor de la es-

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) 26 ( ) 27 (
La Tribuna Nacional,
Sud-América y la legitimación
del poder (1880-1890)*
Paula Alonso**

L
a década de 1880 estuvo enmarcada entre dos revolucio-
nes. La de junio de 1880 fue liderada por el partido per-
dedor en las elecciones presidenciales llevadas a cabo tres
meses antes bajo el argumento de que las mismas habían sido ile-
gítimas ya que, a través de la imposición de una liga de gober na-
dores, se había impedido el verdadero ejercicio de la expresión
popular. La continuidad en el poder de la misma liga y las trans-
for maciones llevadas a cabo a lo largo de la década fueron el ar-
gumento esgrimido en julio de 1890 por el mismo grupo, aliado
ahora a otros opositores, para justificar el alzamiento. Las dos re-
voluciones más importantes de finales del siglo en la Argentina
comparten ciertos rasgos interpretativos. Ambas han sido mayor-
mente abordadas como el choque de fuerzas políticas, sociales
y/o ideológicas rivales, y ambas por lo general han sido signadas
como el comienzo de una nueva etapa. La primera, y ayudada en
esto por el discurso emanado desde el mismo gobier no que asu-
mió en octubre de 1880, ha sido vista como el comienzo de la Ar-
gentina moder na, una iniciación marcada por la consolidación del
Partido Autonomista Nacional (PAN), el fortalecimiento del Esta-
do Nacional (dotado ahora de capital per manente y de una serie
de recursos materiales comparativamente mayores a los de los
tres presidentes anteriores), por el rápido crecimiento económico
que caracterizó estos años y por un marcado consenso ideológi-
co. Por su parte, la revolución del 90, y ayudada en esto por los
discursos enunciados por sus protagonistas, ha sido por lo gene-

* Estas páginas constituyen una versión sustancialmente modificada


de “La Tribuna Nacional y Sud-América: tensiones ideológicas en la
construcción de la «Argentina moder na» en los años 80”, en Paula Alon-
so (comp.), Construcciones impresas. Panfletos, diarios y revistas en la
formación de los estados nacionales en América Latina (1820-1920),
Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2004. El presente trabajo ha
contado con el apoyo de The Leverhulme Trust, Fundación Antorchas y
The Hewlett Foundation. Quisiera agradecer, además, los comentarios re-
cibidos por Natalio Botana, Paula Bruno y Ezequiel Gallo a versiones pre-
liminares.
** Universidad de San Andrés - CONICET.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 29-66
ral señalada como el momento ger minal del sistema partidario en relacionaron con el proceso de competencia inter na entre roquis-
la Argentina, el inicio de la lenta for mación de partidos moder nos tas y juaristas generado en estos años dentro del partido en el go-
que, si bien no tuvieron un impacto inmediato en revertir la hege- bier no.9 Sostenemos, sin embargo, que las tensiones entre sus
monía del grupo dominante, su victoria llegará en 1916.1 respectivas ideologías no fueron mero reflejo de dicha competen-
Las interpretaciones tradicionales del período de 1880 a cia sino también su causa.
1916 de férrea hegemonía de un solo partido y de un marcado Las discrepancias ideológicas entre el roquismo y el juarismo
consenso ideológico han entrado en revisión en los últimos años.2 fueron en parte producto del distinto proceso de legitimación que
Trabajos puntuales sobre el mundo político del período han mos- emprendieron sus respectivos portavoces: La Tribuna Nacional
trado las fricciones existentes en el partido de gobier no y las difi- y Sud-América. Por proceso de legitimación entendemos la acti-
cultades encontradas por sus dirigentes para mantenerlo unido.3 vidad desarrollada por el gobier no para asentar su autoridad, las
El PAN, lejos de ser un partido compacto y sistemático, engloba- acciones que emprenden para cultivar su reclamo de ser obedeci-
ba un sistema de competencia inter na. Asimismo, escrutinios más dos, la inversión que realizan en darse a sí mismos una identidad
detallados en el campo de las ideas sobre los sucesivos integran- que los distinga y que a su vez le dé validez a su acción de gober-
tes del gobier no y de la administración pública han podido refle- nar.10 No se trata de comprender si ese gobier no era o no legíti-
jar las distancias y discordias ideológicas que convivían (a veces no mo según distintos estándares nor mativos sino de dar cuenta de
fácilmente) entre ellos.4 Por lo general, sin embargo, los trabajos una actividad que de distinta for ma es llevada a cabo por quienes
dedicados al campo de las ideas se han concentrado en las tensio- gobier nan. Dicha actividad es diversa y comprende el accionar de
nes y divergencias que emergieron a partir de 1890 tanto entre rituales, emprendimientos arquitectónicos, ceremoniales de distin-
el gobier no y sus opositores como entre los mismos hombres del to tipo, etc. Lo que nos interesa analizar aquí son las estrategias
gobier no. La década de 1880 se ha mantenido en la historiogra- empleadas por Julio A. Roca (1880-1886) y Miguel Juárez Cel-
fía como de marcado consenso ideológico, apenas perturbado man (1886-1890) para crear una identidad para sus respectivas
por los debates religiosos. Incluso quienes han analizado la revo- administraciones que justificara su reclamo de gober nar y dar sen-
lución de 1890 desde el ángulo de las ideas en un marco compa- tido a sus políticas. Las circunstancias que enmarcaron la década
rativo, han sostenido que mientras los alzamientos contemporá- del 80 dan cuenta tanto de la urgencia de emprender un discurso
neos de Brasil, México y Chile fueron producto de fricciones den- legitimador como de sus resultados. Tanto la revolución de 1880
tro de la clase gober nante, en la Argentina la revolución fue re- como la de 1890 son evidencia de que las elecciones aun enton-
sultado del antagonismo ideológico entre gobier no y oposición, ces mantenían su dualidad decimonónica: legitimizaban y desligi-
marcando una mayor homogeneidad ideológica del partido en el timizaban a la vez, eran condición necesaria pero aun no suficien-
gobier no en comparación con otros países, incluyendo el México te para alcanzar (y mantenerse en) el poder.11 La legitimidad de-
de Por firio Díaz.5 bía construirse por otros medios que fuesen más allá de haber al-
El presente trabajo sugiere un nuevo flanco interpretativo pa- canzado el poder mediante una elección.
ra analizar el recorrido entre 1880-1890 cuestionando la visión Las características mismas de la vida política de finales del si-
de homogeneidad ideológica de estos años, pensada como ape- glo XIX hicieron de los diarios partidarios un elemento central.
nas perturbada por los debates religiosos. Tanto el gobier no co- Fue en ellos que gober nantes invirtieron grandes esfuerzos en su
mo la oposición, atrincherada principalmente detrás de sus perió- proceso de legitimación, esfuerzos dedicados a investir a sus ac-
dicos, pusieron en disputa sus respectivas interpretaciones sobre ciones y a sus programas de coherencia, en darle un argumento
el pasado, presente y futuro de la República en acalorados deba- justificatorio a sus políticas. El partido único no estuvo solo en di-
tes.6 Pero, como veremos, incluso entre las dos administraciones cho emprendimiento. Los grupos opositores invirtieron similares
del 80 se presentaron importantes contrastes. Mientras que en esfuerzos en crearse a través de su prensa su propia identidad y
clásicos estudios del período los discursos de Roca y de Juárez legitimizar su rol de partido opositor. En la década del 80, dicho
han sido interpretados como idénticos entre sí, como mutuamen- esfuerzo fue incluso fundamental cuando sus organizaciones par-
te intercambiables,7 estas páginas argumentan que dichos discur- tidarias se encontraron mayor mente desbandadas y optaron por
sos presentaron fuertes tensiones, convirtiéndose incluso en anta- no concurrir a las ur nas. Tanto para el partido en el gobier no co-
gónicos hacia el final de la década.8 En parte, dichas tensiones se mo para los opositores, por lo tanto, la prensa se tor nó en un as-

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) 30 ( ) 31 (
pecto fundamental de su actividad política tanto para mantener su dente y de su círculo íntimo, posicionándose a sí misma como un
propio frente como para debatir contra el adversario. El proceso partícipe más de las batallas ideológicas que se libraban a través de
de legitimación tiene una audiencia concéntrica: es importante la prensa gráfica. De este modo el gobierno no se responsabiliza-
para quienes gobier nan, para sus colaboradores y sus círculos ba por los contenidos del diario y sus miembros tenían en La Tri-
más mediatos generando un sentido a sus políticas y una identi- buna Nacional la oportunidad de esgrimir la pluma, de asentar sus
dad al grupo. El debate con el opositor, a su vez, colaboraba a de- ideas en forma anónima y de defenderse directamente “del des-
limitar los campos y señalar al enemigo.12 La naturaleza misma de prestigio que pueden atraerle las opiniones inconsistentes, apasio-
esta prensa denota que su audiencia eran ellos mismos, es decir, nadas o alarmantes de la prensa opositora”.14 Naturalmente, du-
los políticos activos tanto en el gobier no como en la oposición, rante el sexenio 1880-1886 la línea demarcatoria que La Tribuna
independientemente de que sus debates pudieran ser leídos por Nacional intentaba establecer entre ella y el gobierno era borrosa;
un público más amplio. el diario pertenecía al presidente, era el mismo Roca quien impar-
Las siguientes páginas están destinadas a analizar el proceso tía las directivas sobre su contenido, y eran las suscripciones del
de legitimación de Roca y de Juárez a través de sus respectivos gobierno y los créditos de un banco nacional sus principales fuen-
diarios. Nuevamente, no se trató de la única actividad emprendi- tes de financiamiento.
da con dicho objetivo, pero sí de una de las más importantes. Durante los primeros seis años de la década de 1880 La Tri-
Fundamentalmente nos centraremos en sus definiciones de pro- buna Nacional fue el instrumento a través del cual el gobier no
greso y de temas clave de la política del 80 como fueron el rol de construyó una imagen para sí mismo, explicitó sus objetivos y se
los partidos políticos, la prensa y el sistema federal. La Tribuna defendió de sus adversarios. La imagen a construir fue principal-
Nacional y Sud-América fueron para Roca y Juárez el principal mente de ruptura con el pasado, de cambio y de iniciación: la Ar-
medio para establecer una jerarquización de valores, crear identi- gentina había entrado definitivamente en una nueva era. Lo que
dades y distribuir roles. Como veremos, lejos de ser ideologías marcaba la división entre el antes y el ahora era la llegada, final-
idénticas entre sí, presentaron tensiones que se tor naron signifi- mente, del progreso.15 Su arribo, se insistía, tenía fecha exacta
cativas hacia el final de la década. –1880– y sus manifestaciones decían ser sentidas de inmediato
en todo el país. Para enero de 1881, a menos de tres meses de
iniciada la nueva presidencia, La Tribuna Nacional anunciaba sin
La Tribuna Nacional preámbulos que los signos de la llegada del progreso eran irreba-
tibles, palpables en la construcción de vías férreas, puentes y ca-
El diario roquista apareció en las calles el domingo 2 de octu- minos, en el volumen de las cosechas, la vitalidad de las colonias,
bre de 1880, unos días antes de la asunción presidencial de Roca. y el derrame de expediciones por todo el territorio. Súbitamente,
Su director, Olegario Andrade, había sido condiscípulo de Roca en el diario anunciaba, “el país despierta a la vida, al trabajo, a la es-
el Colegio de Concepción del Uruguay y solventó una vida inclina- peranza”.16 El programa del gobier no decía afir marse en la certe-
da a las letras a través del periodismo.13 A su muerte en 1882, la za de que el progreso llevaba consigo una serie de beneficios que
dirección del diario pasó a manos de Agustín de Vedia y de su hi- iban mucho más allá de los intereses puramente materiales. Co-
jo Mariano. La Tribuna Nacional fue financiada por créditos del mo hemos analizado en más detalle en otra ocasión, “Paz y ad-
Banco Nacional, por el sistema habitual de accionistas entre sim- ministración” suponía que el progreso económico, lejos de ser un
patizantes y amigos de confianza y, principalmente, por suscrip- fin en sí mismo, era el medio para alcanzar una serie de benefi-
ciones del gobierno nacional y de los gobiernos provinciales. Su cios individuales, sociales, políticos e institucionales.17 El punto de
impresión diaria se ponía a la venta a las dos de la tarde, tenía for- partida era una concepción pesimista de la naturaleza humana,
mato y tipografía ordinaria, costaba igual que los otros y profesa- común en el pensamiento europeo del siglo XVIII y trasladada a
ba ser en cuerpo y alma un digno representante de la prensa po- Estados Unidos, en la que el hombre se encuentra constituido por
lítica. La Tribuna Nacional insistía en que ella no era la voz oficial pasiones. En for ma zigzagueante se fue configurando a partir del
del gobierno nacional, que éste tenía otros medios formales para siglo XVII la idea de que algunas de estas pasiones (también lla-
hacer conocer su labor. Ella, en cambio, se presentaba a sí misma madas vicios) podían ser controladas por otras. Habría por lo tan-
como la voz del roquismo, como el instrumento político del presi- to pasiones “domadoras” y pasiones “salvajes”, y el buen gobier-

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) 32 ( ) 33 (
no, la libertad y el crecimiento económico dependían de que las dos e inmediatos. En enero de 1881 ya anunciaba que gracias al
primeras supieran controlar a las segundas. Con el tiempo, las pa- progreso, los viejos odios habían dado lugar a la tolerancia, la di-
siones domadoras fueron conocidas como “intereses” los cuales, visión irrevocable a la conciliación, la violencia a la paz y la rebel-
se decía, eran promovidos por actividades relacionadas con la in- día al respeto por la autoridad.22 La paz era levantada por La Tri-
dustria y el comercio, y desarrollaban en el hombre hábitos de buna Nacional como el estandarte de la administración de Roca,
planeamiento ordenado y predecibilidad, contrarrestando (o do- su fruto más preciado, el valor que el presidente más estimaba, la
mando) las pasiones desenfrenadas. La aceptación cada vez más hazaña por la que sentía mayor orgullo.23 La paz alcanzada, se-
generalizada de estos intereses como aspectos positivos de la na- gún el periódico, era también el resultado natural del desarrollo
turaleza humana así como el gradual reconocimiento de su impac- material ya que “las guerras civiles, las rebeliones contra la auto-
to benéfico en la sociedad per mitieron, como es sabido, construir ridad, los movimientos de sediciones que se sucedían sin interva-
el sustento teórico del desarrollo del capitalismo moder no.18 lo hasta hace algunos años, tenían principalmente por causa el
En las páginas de La Tribuna Nacional se encuentran ecos de profundo malestar, la despoblación, la miseria, la falta de traba-
esta tradición adaptada a la propia historia y circunstancias. Las jo”. A través del desarrollo de las fuerzas productivas, La Tribuna
pasiones eran identificadas por el diario con lo más oscuro de la Nacional continuaba, el gobier no había logrado erradicar las cau-
naturaleza humana, con sus instintos destructivos y violentos, en sas de la anarquía y hoy podían anunciar que “el tiempo de la po-
contraste con los intereses conservadores, sostenedores y promo- lítica teatral ha pasado. No hay multitudes ociosas que fragüen re-
tores del amor al trabajo ordenado, del apego a la ley y del respe- voluciones”. Este feliz resultado era, se insistía, un derivado natu-
to a la autoridad. El diario, por lo tanto, predicaba que los intere- ral del progreso material ya que “los ferrocarriles, los bancos, los
ses conservadores, “si bien no influyen directamente en los desti- telégrafos y demás agentes de civilización y de progreso llevados
nos del país, no dejan por ello de ejercer una función poderosa, al interior, están destinados a desarrollar hábitos de trabajo, a dar
contribuyendo al desarrollo de la vida ordenada y regular, a for- unidad y solidaridad a las poblaciones, a elevar la personalidad hu-
mar la independencia y el carácter en los hábitos de orden y en mana y a desarrollar en ella el espíritu de independencia y el sen-
las necesidades del trabajo”.19 Y también afir maba que el per fec- timiento de responsabilidad”.24 Para subrayar los cambios positi-
cionamiento de las cualidades individuales de las personas resul- vos experimentados desde 1880 hasta el presente La Tribuna
tante de su búsqueda por satisfacer su interés individual, tenía a Nacional repetía una y otra vez en sus páginas una versión de la
su vez positivos efectos políticos que se veían reflejados en el tipo historia argentina en la que los años desde la independencia has-
de instituciones que los individuos eligen para gober narse. Los ta el 80 eran presentados como tiempos oscuros donde todo in-
pueblos moder nos, proclamaba el periódico, poseen cualidades tento de construcción institucional había sido devorado por el fue-
para diseñar leyes sabias y fecundas ya que han desarrollado su go encendido por las pasiones políticas. La llegada de Roca a la
carácter reflexivo, la conciencia de sus propios actos y el dominio presidencia había abierto las compuertas del progreso inundando
de sí mismos.20 Las pasiones, por el contrario, expresadas y fo- con sus beneficios todo el territorio.25
mentadas por la política, eran las responsables de la destrucción, El discurso de Roca sobre el progreso, si bien parte fundamen-
los antagonismos desbordados y las guerras. La Tribuna Nacio- tal de su administración, no agotó su estrategia discursiva. Ade-
nal repetía una y otra vez que si el gobier no había logrado co- más, La Tribuna Nacional abrió un segundo frente que, si bien
menzar una nueva etapa en 1880 era, justamente, porque había se relacionaba con el primero, contenía sus propias lógicas. Di-
encontrado la fór mula a través de la cual las pasiones destructivas cho frente fue la campaña que lanzó el periódico para difundir
de la política podían ser domadas por el desarrollo de los intere- que el presidente ejercía su gobier no con un recto apego a la
ses conservadores asociados con la industria y el progreso mate- Constitución de 1853, un ejercicio que por su fidelidad al credo
rial. La Tribuna Nacional reproducía así uno de los fundamentos constitucional incluso lo diferenciaba de las tres presidencias que
del liberalismo: que es el progreso material el que lleva al progre- le antecedieron. Día tras día La Tribuna Nacional se encargó de
so moral, que es a través del desarrollo económico que se cons- sostener que en la República Argentina todas las libertades soste-
truye la civilización.21 nidas por la Constitución Nacional eran ampliamente respetadas
Para el diario, los resultados prácticos de estas ideas puestas y los derechos constitucionales se hallaban en pleno ejercicio. El
en marcha por el presidente Roca habían sido notorios, profun- diario sentaba las bases de su doctrina en largas reflexiones sobre

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) 34 ( ) 35 (
los elementos clave del sistema institucional: 1) la prensa; 2) los y frente a su agitación revolucionaria? La Tribuna Nacional insis-
partidos políticos, y 3) el sistema federal. tió en que no estaba en los planes ni dentro de los principios del
gobier no promover la aplicación de límites o restricciones a la li-
1) La estrategia de La Tribuna Nacional sobre el tema de la pren- bertad de prensa.31 Instituciones tales como tribunales de opinión
sa fue doble. Por un lado se dedicó a remarcar en forma regular para atender querellas por calumnias, difamaciones o infor macio-
que la libertad de expresión era un derecho cuyo ejercicio era ple- nes infundadas eran rechazadas por La Tribuna Nacional como
namente respetado por el gobierno. Y si bien éste fue un tema rei- “cosas pasadas de moda”.32 La solución para la extinción de ese
terado en sus columnas, La Tribuna Nacional no necesitó aludir tipo de prensa el gobier no la encontraba, una vez más, en la ac-
demasiado a él ya que hasta la oposición públicamente reconocía ción civilizadora del progreso, en el desarrollo que éste promovía
que la libertad de prensa era un derecho vigente. Por el otro lado, en la razón pública.33 El reemplazo de una prensa facciosa por
La Tribuna Nacional enunció sus propias ideas sobre el tema de una constructiva prensa opositora estaba, una vez más, compren-
la prensa y su rol en el sistema republicano. En la República que dido dentro de los muchos vicios que la acción benéfica del pro-
el diario decía visionar “la prensa aborda las cuestiones generales, greso se encargaría de erradicar en la república.
económicas o financieras, políticas o sociales”, mientras que sobre
el particular rol de la prensa opositora afirmaba que ésta “llena de 2) Una estrategia discursiva similar fue desplegada en las páginas
mejor modo su misión, cuando trae su contingente de ideas al es- de La Tribuna Nacional sobre el tema de los partidos políticos.
tudio de los problemas morales y políticos de la época, en vez de Como hemos señalado, la jerarquía de valores construida por el
esterilizarse en el círculo vicioso del personalismo”.26 La Tribuna roquismo colocaba a la política y a los partidos políticos en un es-
Nacional sostenía que cuando se trataba de la lucha por la libertad calón muy por debajo de la paz y del crecimiento económico. Pa-
en contra de la tiranía o de denunciar una violación al orden insti- ra el diario, la Argentina y los demás países latinoamericanos tes-
tucional, era legítimo que la prensa adoptara una actitud apasiona- timoniaban con su trágica historia lo que ocurre cuando las pasio-
da; pero en el momento actual, aclaraba, dicha actitud estaba to- nes políticas, “esas pasiones ciegas y subversivas [...] que ha(n) so-
talmente injustificada.27 Para La Tribuna Nacional la prensa opo- lido convertirse en llama”, se desbordan.34 Esa llama destructora
sitora se encontraba muy lejos de cumplir su rol de contribución en había sido alentada por “el espíritu de partido que sopló el incen-
la discusión general de los asuntos públicos. “La prensa”, en cam- dio de las guerras civiles, que reanimó el esfuerzo de la barbarie,
bio, “ha sido entre nosotros instrumento de acusación más que de y que reprodujo tantas veces la lucha de sus elementos contra la
enseñanza, arma de combate brutal, más que de contradicción y civilización”.35 Y si el proceso de destrucción había sido revertido
de luz”.28 En manos de los partidos políticos, la prensa era uno de en 1880 era porque sólo entonces las pasiones políticas habían
los instrumentos “que irritan las llagas de la política”, con la que se sido amordazadas por los efectos del progreso.36 Las lecciones so-
alienta el fuego de las pasiones. Y así como los partidos desborda- bre el nocivo potencial de los partidos para la vida republicana,
dos resultaban anacrónicos en la Argentina moderna también, in- según el diario, no se fundamentaban sólo en la historia de los
sistía La Tribuna Nacional, resultaba anacrónica su principal ar- países latinoamericanos sino también en las enseñanzas de Geor-
ma de lucha, la prensa partidaria. ge Washington, “el padre de las democracias moder nas”.37 Re-
Para La Tribuna Nacional esa prensa facciosa era, además, produciendo largos extractos de sus discursos, La Tribuna Nacio-
un organismo privilegiado dentro de las instituciones del país ya nal fundamentaba sus propios temores hacia esas organizaciones
que no estaba sometida a control alguno. Podía incitar a la revo- agitadoras que en su accionar irresponsable “suspenden el curso
lución y, de llevarse a cabo, sus dirigentes eran penados por la ley de los intereses materiales y morales del país, suprimen la seguri-
pero no así su herramienta de propaganda.29 Hacia el final de la dad, y todas las garantías del derecho”.38 La nueva era comenza-
presidencia de Roca La Tribuna Nacional predicaba que “mien- da en 1880 en el país exigía, por lo tanto, “humanizar las luchas
tras la mayoría del país tiene opiniones templadas”, la prensa de políticas y la impaciencia de los partidos y difundir nociones más
la oposición continuaba agitando las pasiones con una prédica re- racionales y prácticas sobre nuestra situación”.39 El rol de la polí-
volucionaria injustificada.30 ¿Cuál era la solución posible, se pre- tica ya no podía consistir en obstaculizar el avance del progreso
guntaba el diario, frente a la prensa belicosa de los partidos, fren- levantando banderas y fabricando especulaciones teóricas con po-
te a la impunidad de las calumnias y de sus expresiones extremas, co contacto con la realidad.

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) 36 ( ) 37 (
A pesar de las características belicosas e intolerantes que La ción denunciaban constantemente lo que definían como la viola-
Tribuna Nacional les adjudicaba a los partidos opositores, el dia- ción del sistema federal y la concomitante ausencia de autono-
rio se ocupó de resaltar algunos puntos centrales. En primer lu- mías provinciales debido al montaje de una liga de gober nadores
gar, que a pesar de la naturaleza de la oposición el gobier no na- que controlaba las catorce provincias y a un Poder Ejecutivo que
cional llevaba a cabo una política de libertad y tolerancia que con- había centralizado una inusitada cuota de poder.44 Contrarrestan-
trastaba marcadamente con las experiencias pasadas. En segun- do dichas acusaciones, La Tribuna Nacional una y otra vez sos-
do lugar, e insistirá más fir memente sobre esto a partir de 1885, tuvo que el principio que regía la relación de Roca con las provin-
que el gobier no de Roca, si bien llamaba a calmar las pasiones cias era el de self-government (sic).45 La mejor prueba de ello, de-
partidarias y les asignaba a los partidos un rol más modesto que cía, era la abstención del presidente de utilizar la intervención fe-
en la historia pasada, no debía concluirse por ello que el gobier- deral para revertir situaciones adversas en las provincias. Dicha
no ansiaba la desaparición de los partidos políticos. En uno de los política lo distanciaba, una vez más, de las prácticas llevadas a ca-
tantos editoriales dedicados al tema La Tribuna Nacional soste- bo por los gobier nos anteriores que abusando de la Constitución
nía que “los partidos, lejos de ser un mal, o un síntoma de debili- habían hecho de la intervención federal “el martirólogo de los
dad, son una condición de la vida libre [...] así como la unifor mi- pueblos del interior”.46 Incluso la política del presidente hacia las
dad y la indiferencia política, son siempre un signo de opresión o provincias, insistía La Tribuna Nacional, era menos intervencio-
de incapacidad”.40 Su existencia, por lo tanto, era sostenida co- nista que la de otros órganos del gobier no nacional. Así, frente a
mo esencial en la vida republicana; su ausencia como un símbolo un pedido de intervención federal en la provincia de Santiago del
de tiranía. En otra ocasión, por ejemplo, La Tribuna Nacional Estero en 1882 aprobado en el Senado y públicamente repudia-
predicaba: “(l)a lucha es deber cívico y es educación democrática. do por el presidente, La Tribuna Nacional sostenía que este últi-
Todos los partidos concurren a hacer triunfar la ley de la mayoría mo tenía mayor consideración por la soberanía política provincial
desplegando sus banderas, ejercitando su aptitud y respondiendo que el cuerpo legislativo.47 La abstención de utilizar la interven-
a sus aspiraciones. La lucha en el círculo de las leyes, la agitación ción federal no significaba, La Tribuna Nacional aclaraba, que el
de los partidos en la función del sufragio, es un elemento indis- presidente no inter firiera en los asuntos provinciales; significaba
pensable de la vida republicana, como es una condición necesa- que optaba por hacerlo por otros medios que él consideraba más
ria del sufragio libre y del triunfo legal de la mayoría”.41 Lo que legítimos. La influencia personal del presidente como mecanismo
La Tribuna Nacional reclamaba desde 1880 es que los partidos para injerir en la política de las provincias fue elevada a rango de
políticos, lejos de desaparecer, debían adaptarse a los nuevos doctrina constitucional en las páginas de La Tribuna Nacional.
tiempos. La experiencia de países como Inglaterra enseñaba, se- Así, cuando en 1882 se desató una revolución en Corrientes y el
gún ella, que los partidos opositores tenían un rol institucional presidente se dirigió personalmente a la capital provincial para
fundamental como los controladores, los fiscalizadores del gobier- mediar entre las partes y convenir un acuerdo, La Tribuna Nacio-
no así como en la promoción de ideas y proyectos para el país.42 nal intentó contrarrestar las denuncias de los diarios opositores
La diferencia en énfasis de La Tribuna Nacional a lo largo de la sobre imposición presidencial sosteniendo el hecho satisfactorio
década fue notable. El llamado a la pacificación, a la desmoviliza- de que Roca, “con sólo su presencia, ha apagado el fuego de un
ción, a templar las pasiones partidarias más acentuadas en el pri- incendio, ha extinguido la tempestad preñada de rayos”.48 Unos
mer quinquenio de la década, tenía como telón de fondo la más meses más tarde, cuando sus indicaciones privadas volcaron la
sangrienta revolución de la vida constitucional. Para 1885, sin victoria de la elección a la gober nación de Entre Ríos a favor de
embargo, La Tribuna Nacional si bien seguirá insistiendo sobre su candidato, La Tribuna Nacional volvió a sostener que: “(u)n
la necesidad de templar las discusiones públicas y que los partidos poder que se ejercita a favor de la paz y por medios pacíficos, no
no sean organizaciones en per manente agitación, reafir mará con merece, pues, en nuestra opinión vituperio”. El diario repetía una
mayor frecuencia el rol fundamental de los partidos políticos en el y otra vez que: “(e)l presidente no usurpa su influencia; la ejerce
sistema republicano.43 con el apoyo de la parte bien intencionada de la Nación”.49
La doctrina que La Tribuna Nacional definía en materia fede-
3) Otro de los temas institucionales centrales en las páginas de La ral se sustentaba en un doble frente. El primero era constitucio-
Tribuna Nacional fue el sistema federal. El Nacional y La Na- nal: ante las quejas de la oposición por la centralización de poder

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) 38 ( ) 39 (
operada durante la década, el diario subrayaba que la vigorosidad última se encuentra garantizada por el ejercicio del gobier no y no
del gobier no nacional estaba contemplada en la Constitución de por el origen de los representantes.54 Con las siguientes palabras
1853. Una de las principales diferencias con el modelo estadou- La Tribuna Nacional se dirigía a sus opositores:
nidense, insistía, era el haber definido un Poder Ejecutivo fuerte y
la política llevada a cabo por el gobier no de Roca estaba dentro El orden y la libertad, las garantías en el ejercicio de las
de los límites fijados por la carta constitucional.50 El segundo fren- instituciones, la espontaneidad de la opinión, el desembarazo
te consistió en la defensa del uso de la influencia personal del pre- de los Poderes Públicos para legislar y gober nar en las mate-
sidente como un sano sustituto de las viejas for mas de interven- rias más trascendentales, la propaganda y la discusión de la
ción federal o la agitación revolucionaria orquestada desde, o apa- prensa, todos estos derechos y todas estas fuerzas morales,
son precisamente las condiciones en ejercicio de esos progre-
ñada por, el gobier no nacional. Ahora en cambio, si el presiden-
sos que tienen que reconocer.
te Roca “se ha mezclado alguna vez en los asuntos de las provin-
Y todo este haz de condiciones morales y materiales,
cias, no ha sido nunca en nombre de su autoridad o con las fuer- constituyen la fuerza del sistema representativo que aparentan
zas que están a sus órdenes, sino particular mente y solicitado por echar de menos.
los mismos gobier nos y los partidos, siempre para evitar algún La legislación, la iniciativa de gobierno, la deliberación de
conflicto, para dar soluciones satisfactorias a incidentes lamenta- los congresos y la acción vivaz e incesante del Ejecutivo, no es
bles o para dirimir amistosamente disidencias pasajeras entre sus elemento fabricado por tiranías, ni importado al país como es-
miembros correligionarios”. Dicho accionar, concluía el diario, le- pecie manufacturada, ni visiones imaginarias, sino la expresión
jos de ser un delito era “el resultado sencillo y natural de una in- de la soberanía pública en cuyo nombre se gobierna. Éste es
fluencia personal legítimamente adquirida y discretamente ejerci- el sistema representativo al punto de vista de la doctrina
tada”.51 Para La Tribuna Nacional, por lo tanto, el principio de universal y al punto de vista de nuestra organización. 55
self-government al que el presidente Roca decía adscribirse en su
política hacia las provincias significaba trocar las viejas for mas in-
tervencionistas del gobier no nacional por una for ma más perso- Sud-América: ¿más de lo mismo?
nal y directa con la que el presidente ejercía el rol de árbitro en
los conflictos provinciales. La legitimación de esta for ma de inje- Cuando a fines de enero de 1887, a sólo tres meses de la
rencia personal la hallaba el diario en los medios y en los resulta- asunción de Juárez a la presidencia, La Tribuna Nacional pasa-
dos. Una sugerencia del presidente era preferible a los abusos con ba revista al estado actual del país, no escatimaba en subrayar los
los que se había practicado la intervención federal hasta el presen- logros recientes. Según su análisis, la Argentina ya había recorri-
te y había probado ser más eficaz en obtener una solución pacífi- do su primera fase de evolución “y después de luchas sangrientas
ca de los conflictos. ha conseguido salir de la época salvaje, deshaciendo el caudilla-
La Tribuna Nacional, por lo tanto, construyó para el gobier- je”. “Su sociedad”, continuaba el largo editorial, “tiende a tomar
no de Roca una legitimidad basada tanto en el progreso como en las for mas de un organismo definido; su gobier no es democráti-
la recta aplicación de la Constitución. Es en el ejercicio del gobier- co; el poder está dividido; las diversas partes que lo constituyen
no, sostenía La Tribuna Nacional, donde se expresa la soberanía tienen señaladas sus atribuciones, y sobre el conjunto de sus va-
del pueblo. “Paz y administración”, insistía el diario, es la “sínte- riadas piezas domina el espíritu de la institución”. “¿Qué le queda
sis que comprende la ar monía de los intereses sociales y políticos, aún por hacer?”, se preguntaba, “Continuar en su camino”, era
el respeto a la libertad y la limitación del Poder público”.52 “La la respuesta; “Hacer, en una palabra, lo que se está haciendo”.56
Constitución de la República”, La Tribuna Nacional predicaba, El editorial del periódico roquista pautaba así públicamente la po-
“garantiza la libertad del pensamiento, la libertad de la prensa, la lítica que debía seguir el nuevo presidente. Juárez, sin embargo,
libertad de la asociación, la libertad de la palabra o de la tribuna, tenía sus propios planes y, en gran parte, éstos fueron elabora-
la libertad de la industria, de comercio, etc. ¿Hay alguna de estas dos, expresados y construidos a través de su propio emprendi-
libertades suspendida o suprimida en la República?”53 La Tribuna miento gráfico: Sud-América. Aparecida el 5 de mayo de 1884,
Nacional explicitaba de este modo lo que Natalio Botana ha de- con una redacción política encabezada por Carlos Pellegrini, Del-
finido como el sistema invertido de representación en el cual esta fín Gallo y Roque Sáenz Peña, y una redacción literaria a cargo

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) 40 ( ) 41 (
de Lucio V. López y Paul Groussac, Sud-América fue fundada pa- no de progreso”62 y “de un extremo al otro del país no se eleva
ra derrotar a Dardo Rocha, el principal rival de Roca durante su más rumor que el grato rumor del trabajo pacífico ejercido con la
administración y el primer contendiente de Juárez para las elec- resuelta dedicación que nace de la confianza en el futuro”.63 Sin
ciones presidenciales.57 Una vez avanzada la campaña electoral, embargo, es notable como la reiteración de fór mulas ya conoci-
la mayoría de sus redactores y accionistas se inclinaron abierta- das, a partir de 1887, fue desplazada mes a mes por expresiones
mente por la candidatura de Juárez Celman; Gallo y Groussac, más extremas. Así, en una de sus típicas celebraciones, el diario
partidarios de Ber nardo de Irigoyen, se apartaron del diario. Des- se expresaba del siguiente modo:
de entonces y hasta 1890, Sud-América fue el órgano oficial del
juarismo.58 Los ferrocarriles se multiplican en el territorio, poderosas
En for ma más acentuada que cualquier otro diario partidario empresas industriales se fundan, numerosos establecimientos
Sud-América fue al mismo tiempo reflejo del juarismo y su crea- de crédito se establecen, las tierras centuplican su valor, los
ción. Cada palabra pública del presidente, cada gesto y cada po- fondos argentinos se cotizan a subido precio, la deuda públi-
lítica llevada a cabo era reproducida, explicada, explayada, jus- ca disminuye, la renta oficial aumenta en proporciones que
tificada y reelaborada con cotidiana insistencia por el diario, al sorprenden, el comercio adquiere un desarrollo inaudito, la in-
tiempo que también se encar gaba de defender a su líder de las migración afluye y se radica, se siente en todo el país el bie-
embestidas cotidianas de la prensa opositora. En su accionar de nestar que proporciona el trabajo y la confianza que inspira
un gobier no de orden, de administración y libertad.
reproducción, reelaboración, definición y justificación de Juárez
Somos la nación más grande y feliz de Sud América.64
Celman, el personaje, sus palabras y sus gestos eran (re)creados
por Sud-América.59 Este rol del diario estaba íntimamente liga-
Para 1888, en la cúspide del poder político del presidente,
do a la concepción de Juárez sobre la prensa y la opinión públi-
Sud-América no retaceaba en declarar que “[n]uestro país es hoy
ca. A diferencia de La Nación que se asumía a sí misma como
día una especialidad en el universo: es el pedazo del planeta en
su única representante, Sud-América, voceando al presidente,
sostenía una visión distinta sobre “el verdadero papel que de- que más vivamente se agita el progreso moder no. Lo repiten con
sempeñan los diarios: discuten, ilustran las cuestiones, las exa- profunda convicción todos los que leen las publicaciones estadís-
minan de su punto de vista y de acuerdo con sus pasiones, pa- ticas de las naciones, inclusas [sic] las de Estados Unidos”.65 Y ca-
ra for mar opinión, no para representarla”.60 For mar opinión a da una de estas declamaciones era seguida por un detallado inven-
favor del gobier no de Juárez era, por lo tanto, la principal fun- tario de triunfos contabilizados en número de inmigrantes, renta
ción del diario. nacional y activos de los bancos. De las innumerables columnas
Juárez Celman y Sud-América compartieron muchos rasgos. sobre el progreso publicadas en Sud-América se destaca, además
El más notable fue su inclinación por los extremos. Si en Juárez de su exageración, entusiasmo y soberbia, la idea de que final-
la historiografía ha resaltado la patología de sus políticas institu- mente la Argentina se encontraba encauzada y que incluso hasta
cionales y económicas, Sud-América también se destacó por la la oposición “tendrá que convenir en que la Nación avanza verti-
for ma extrema en que utilizó en sus columnas el abuso y la mor- ginosamente hacia el cumplimiento de sus grandes destinos”.66 El
dacidad, rasgos típicos de la prensa política de estos años.61 Su mito de una Argentina “condenada al progreso”, que perdurará
contenido fue mucho menos reflexivo que el de sus semejantes y incluso hasta la actualidad, tiene en las páginas de Sud-América
más batallador. En su guerra no mostró misericordia, agudizó los uno de sus principales hacedores.
antagonismos ahondando rupturas y creando cismas, y nunca le Sería un error, sin embargo, interpretar a Juárez como una
interesó cicatrizar. Una de las manifestaciones más contundentes expresión extrema de su antecesor. Naturalmente, pueden encon-
del extremo del juarismo fue la for ma en que algunos conceptos trarse coincidencias y semejanzas en las bases discursivas sobre
de la administración anterior fueron recogidos por Sud-América las cuales ambas presidencias legitimaron sus mandos y, en algu-
y empujados a sus límites. Especialmente durante los primeros nos casos, las diferencias pueden pensarse como una cuestión de
meses de gobier no, prédicas de paz y orden propias de La Tribu- estilos. Lo que nos interesa reparar aquí, sin embargo, son los
na Nacional fueron continuadas con la reproducción de ecuacio- contrastes entre Roca y Juárez –o más específicamente entre La
nes ya conocidas, tales como: “Un gobier no de paz es un gobier- Tribuna Nacional y Sud-América– en la for ma en que ambos in-

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terpretaron el significado del progreso y sus alcances y en la for- Las principales tensiones entre Sud-América y La Tribuna
ma en que definieron el rol de la prensa, de los partidos políticos Nacional, sin embar go, se encontraron en sus respectivos tra-
y del sistema federal, como hemos dicho, conceptos clave para la tamientos hacia los opositores, los cuales derivaban de concep-
política de la época. Dichos contrastes hicieron que Juárez no so- ciones disímiles sobre el rol destinado a los partidos políticos y
lamente quedara aislado durante su administración de los miem- a la política. Como hemos visto, La Tribuna Nacional trató es-
bros de la oposición, sino que también resultará irreparablemen- tos temas en lar gos y reiterados editoriales en los cuales, par-
te distanciado del sector roquista del PAN. tiendo de su concepción sobre la naturaleza humana, defendía
Mientras que el progreso recibía diarias celebraciones eufóri- una fór mula del progreso que gradualmente liberaría al país de
cas, el tema de la prensa fue objeto de escasa reflexión en Sud- sus males. Dentro de este esquema, La Tribuna Nacional le
América. Como hemos visto, La Tribuna Nacional se ocupó de destinaba a la política y a los partidos políticos un rol mucho
dejar sentada su postura subrayando las garantías de libertad de más modesto del que habían desplegado hasta entonces, aun-
prensa sostenidas por el gobier no de Roca y contrastando la que subrayaba la importancia de su existencia para el sistema re-
prensa infundadamente belicosa del presente con su deber ser publicano. Sud-América, en cambio, se limitó a ridiculizar a sus
fiscalizador y de constructiva crítica dentro de un gobier no repu- oponentes. En sus primeros dos años de vida, su principal blan-
blicano. Sud-América optó en cambio por lanzarle agudos lati- co fue Dardo Rocha hasta que lo dio por “Cuestión concluida”,
guillos a “Don Bartolo”, pero en ningún momento éstos fueron como lo tituló la columna que festejaba el anuncio de su retiro
enmarcados dentro de reflexiones más aquilatadas sobre la natu- de la vida pública.69 No le faltaron nuevos objetivos para sus dar-
raleza de la prensa, tanto real como ideal. Pero la diferencia más dos. La Iglesia Católica fue uno predilecto cuando la discusión
fundamental en la for ma que ambos diarios abordaron el tema de la ley de matrimonio civil en el Congreso durante el segundo
radicó en las soluciones propuestas como remedios contra la semestre de 1888 reabrió heridas surcadas en la administración
prensa facciosa. Mientras que La Tribuna Nacional dejaba en anterior. En lugar de debates de tono constitucional sobre los al-
manos del progreso la transfor mación que debía operarse en la cances institucionales de la Iglesia Católica, Sud-América redu-
prensa opositora, Sud-América defendía su limitación por la ley. jo sus apreciaciones en frases como: “(e)l clero es, por regla ge-
En 1886, unos meses antes de que Juárez asumiera la presiden- neral, ignorante y de un nivel intelectual más que mediocre”,70
cia, el diario se dedicó a defender un proyecto de ley de impren- al tiempo que se refería a sus colegas en la prensa católica co-
ta presentado en Córdoba por el ministro de Gobier no Ramón mo “los maricones de La Unión”.71 Tampoco intentó Sud-Amé-
J. Cárcano a la Legislatura que tenía como fin “ter minar con las rica cicatrizar la vieja división entre Buenos Aires y el interior,
exageraciones de la prensa facciosa” a través del establecimien- reanimada durante la campaña presidencial de 1886 por la dis-
to de tribunales populares “que resuelvan si una prédica que pre- tribución geográfica de las fuerzas en pugna. Sud-América re-
tende servir a los intereses generales, es honrada y verídica o só- trataba a la oposición porteña como “el bouquet de flores mar-
lo sirve para saciar malevolencias perversas y difundir fer mentos chitas”,72 la agonía de una época que se resistía a morir, y a sus
de anarquía e inmovilidad”. El ministro recomendaba que un pro- diarios como “débiles explosiones del viejo localismo, raquíticos
yecto similar fuese enviado al Congreso para que una ley de iIm- retoños alimentados por la savia senil”.73 El periódico invertía
prenta que limitase sus excesos pudiera aplicarse a nivel nacio- de este modo la fór mula sar mientina: ellos eran la civilización y
nal.67 La propuesta fue abandonada ante el vendaval de protes- Buenos Aires la barbarie.
tas que suscitó (incluso de la misma La Tribuna Nacional) pero “Don Bartolo”, símbolo para Sud-América de ese localismo,
Sud-América continuó defendiendo el principio de que crímenes era otro blanco preferido. Cuando, por ejemplo, el mitrismo
derivados de la prensa no debieran ser juzgados por la justicia pe- anunciaba su inminente abandono de la abstención electoral para
nal común, sino por tribunales especiales. “El espíritu esencial- competir en las elecciones legislativas en febrero de 1888, Sud-
mente positivista que domina todas las esferas de la actividad hu- América se mofaba del líder de “una lista de vejetes con que ha
mana, considera en la actualidad estas cuestiones desde un pun- de disputar unas becas en el Congreso para sus políticos vergon-
to de vista humanamente práctico”, sostenía el periódico, “(a)n- zantes”.74 Los “vejetes” derrotados del ayer eran contrastados re-
te los principios de la ciencia constitucional moder na hoy no se gular mente con los jóvenes triunfantes de hoy, “sobre las viejas lá-
admite libertad alguna sin limitaciones”.68 pidas, cuántas inscripciones nuevas”.75 El Partido Nacional era

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definido por Sud-América como una organización compuesta sesiones del Congreso, el discurso público anual más importante
“por la juventud ilustrada de la República y por hombres liberales del presidente, Juárez sostuvo que “la verdadera y sana política,
y progresistas que no pretenden hacer de sus años y experiencia consiste sencillamente en la administración”,81 sin dedicarle ma-
el único mérito legítimo para servir a la patria. Por hombres jóve- yor reflexión a la vida política e institucional del país. Los concep-
nes en fila, de avanzadas ideas y espíritu moder no”.76 Del mismo tos del presidente sobre la política y los partidos políticos fueron
modo, ninguno de los argumentos esgrimidos por la oposición so- acentuándose año a año, como puede registrarse al analizar cro-
bre la centralización del poder, la ausencia de vida cívica, el frau- nológicamente sus discursos de apertura de las sesiones legislati-
de electoral o la corrupción provocaban en Sud-América refle- vas. Al año siguiente fue más definitorio y provocó, por lo tanto,
xión alguna. Su réplica alteró entre el insulto, la burla y el menos- mayores tor mentas. En esta ocasión Juárez se refirió a la política
precio. “Esas invectivas procaces”, insistía el diario, “no son la de la siguiente for ma:
consecuencia de un estado anor mal en la política del país –son los
desahogos de unos cuantos rezagados en el desenvolvimiento de Para bien de nuestra patria pronto hemos de prescindir
nuestros adelantos, que viven contemplándose a sí mismos como de ella o transportar su sentido a los hechos administrativos,
el Narciso de la fábula, creyéndose hombres necesarios en su in- que ninguna conexión tengan con los movimientos electora-
les, para presentar el cuadro de nuestra verdadera política
mensa vanidad”.77
en la enumeración de datos relativos a la rapidez de las so-
Los contrastes entre La Tribuna Nacional y Sud-América
luciones judiciales sobre conflictos de intereses o derechos
en cuanto al trato dispensado a los opositores no se reduce a de los habitantes del país; a la extensión y eficacia de la edu-
una cuestión de estilos diferentes sobre cómo lidiar con los ad- cación pública y a la construcción de obras materiales que
versarios. La Tribuna Nacional, como hemos visto, abiertamen- fomentan el trabajo, moralizando por sus vías peculiares la
te reclamaba por un redimensionamiento del protagonismo de masa social.82
los partidos en la nueva etapa; Sud-América exigía su desapari-
ción. La estrategia del juarismo de borrar la existencia de los Y en el mismo discurso el presidente les recomendaba a los
opositores fue temprana. Los escasos artículos que el diario les legisladores: “(p)oco tenéis, pues, que preocuparos de leyes polí-
destinó alter naban entre aquellos que, como vimos, los ridiculi- ticas que el país no reclama, ni por el momento exige la opinión
zaban, con aquellos que los daban por desaparecidos. Ambas es- pública”. “El pueblo argentino empieza a convencerse”, ter mina-
trategias estuvieron presentes desde el principio. Así, cuando ba el discurso, “que se hace más por la patria en el trabajo que la
luego de la derrota en las elecciones presidenciales de 1886 se engrandece, que en la constante agitación electoral, que aleja a
rumoreaba la existencia de conflictos inter nos dentro del mitris- los hombres de la faena”.83
mo, Sud-América se apresuraba a decir que el mitrismo “no es- La reacción a estas palabras no se hizo esperar. Incluso La
tá ciertamente dividido, pues no existe”.78 En sus discursos ofi- Prensa, un diario que reivindicaba los avances económicos lleva-
ciales, el presidente utilizó constantemente el tiempo verbal pa- dos a cabo y que no representaba agrupación partidaria alguna,
sado para referirse a la oposición, adjetivándolos como los “vie- expresó su desaprobación hacia un gobier no que hacía de la de-
jos” partidos opositores. Cuando estos últimos daban señales de saparición de los partidos políticos y de la vida cívica un símbolo
intentar reor ganizarse para la lucha abandonando la abstención del progreso. “Hemos sostenido y sostenemos”, publicaba, “que
electoral, Sud-América se mofaba de ellos dentro de una colum- el estado político-eleccionario de la Nación es anor mal, pues los
na regular titulada “Notas risueñas”. En una de ellas, por ejem- movimientos característicos del régimen republicano están supri-
plo, podía leerse: “El metropolitanismo grosero, intolerante e hi- midos: no hay controversia cívica, y esta controversia es inheren-
riente no se resigna a mirar en silencio la obra política y admi- te, como el alma al cuerpo, a las instituciones representativas”.84
nistrativa del partido dominante”.79 A lo cual Sud-América contestaba insistiendo en que “las decla-
Resignarse a mirar en silencio era el rol que el juarismo le des- maciones sobre la indiferencia pública [...] son el testimonio más
tinaba a la oposición. Se trataba de un rol que cuadraba cómoda- acabado de los progresos que ha realizado la opinión pública”.85
mente dentro de la actitud del presidente hacia los partidos polí- La ausencia de oposición organizada, insistía el diario haciéndose
ticos, definidos por su diario a los pocos días de su asunción co- eco de las palabras del presidente, era la mejor evidencia de que
mo “la ley fatal de la democracia”.80 Al abrir por primera vez las la población “se apartó de la mala senda y ha buscado en la labor

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) 46 ( ) 47 (
reproductiva la satisfacción de sus necesidades”.86 En el mismo la política que estuvo presente en el gobier no desde el primer día
sentido, Sud-América anunciaba: de su administración. Dicha doctrina de partido único, si bien re-
levante en la definición de la relación entre el gobier no y sus opo-
La República Argentina, tiene sobre muchas naciones de sitores, fue mucho más crucial en la definición de las relaciones
la orbe el inmenso privilegio de no tener partidos políticos que dentro del PAN. Después de todo, era dentro del partido único
dividan a sus ciudadanos por cuestiones de principios radica- que el presidente insistía en definir lealtades ya que los límites a
les. [...] Aquí no hay conservadores y liberales, no hay Whigs su poder, tenían su potencial base dentro del partido mismo. Una
y Tories, aquí no hay republicanos ni demócratas.87 oposición desarticulada y atrincherada en un par de periódicos es-
casamente podía representar amenaza alguna. Dentro del PAN y
En 1889, el mensaje del presidente profesó una versión más su dinámica de competencia inter na, el roquismo era la única
extrema aún de la misma doctrina. La sección sobre política fue fuerza política que podía imponer ciertos límites al poder único
desplazada de la tradicionalmente primera parte del discurso a la del presidente. Eliminar al roquismo significaba eliminar el único
última y, además de celebrar una vez más la ausencia de partidos límite al ejercicio del poder.
políticos opositores, Juárez se felicitaba de que ahora en la Argen- La relación entre el roquismo y el juarismo fue larga y com-
tina “cada una de sus provincias aisladamente, responde a las mis- pleja, mezcló lazos familiares y rivalidades políticas, y sólo es po-
mas ideas, a los mismos propósitos del único partido organizado sible en estas páginas esbozar algunos de sus rasgos.90 La rela-
que hoy existe y que ha llevado a sus hombres a ejercer el gobier- ción entre Roca y Juárez se remonta a años anteriores, pero
no en todas las administraciones”. Juárez decía no ignorar que 1880 fue un año crucial en ella ya que representó la cristaliza-
“los grandes pensadores” sostenían la necesidad de partidos polí- ción de tensiones entre ambos líderes desde sus respectivos ro-
ticos para la vida democrática, pero ellos se referían a partidos de les institucionales: Roca desde la presidencia y Juárez desde la
propósitos definidos que nunca habían existido en la Argentina y gober nación de Córdoba. En varias oportunidades este último le
que por ahora no se reclamaban. La ventaja de la situación actual, reclamó repetidamente a Roca su insatisfacción por lo que defi-
insistía el presidente, consistía en que al no existir otro partido nía como reticencias del presidente a retribuir el apoyo prestado
que el partido en el gobier no, “(s)i alguna vez surgen pequeñas di- por Córdoba a su candidatura y tampoco escatimaba sus quejas
sidencias domésticas, en que jamás se comprometen los princi- por el escaso empeño que, decía, La Tribuna Nacional mostra-
pios, la solución se halla inmediatamente dentro del seno mismo ba en defenderlo de los ataques que recibía de la prensa porte-
del partido y sin que ellos afecten en lo más mínimo la política ge- ña.91 La dinámica de fuerte competitividad inter na que se confi-
neral de la República”. El presidente finalizaba sus palabras con la guró dentro del PAN en estos años también ocasionó frecuentes
esperanza de que “el bienestar que la actualidad produce, haya roces entre ambos líderes, tensiones que aumentaron en las cer-
convencido a la gran mayoría de los argentinos de que no existen canías de las elecciones presidenciales de 1886, ya que Roca
por el momento necesidades premiosas que los obliguen a orga- evitó darle a Juárez el temprano, público y decidido apoyo a su
nizarse”.88 Sud-América, en lenguaje más coloquial, asestaba: candidatura del que éste deseaba gozar.92
Una vez que Juárez llegó a la presidencia, las tensiones entre
Se alar man porque no escuchan gritos roncos ni adema- ambos se agudizaron como resultado de la puesta en marcha de la
nes descompuestos [...]. No se debe culpar tampoco de este doctrina del Unicato. Dicha doctrina demandaba la lealtad explíci-
cambio al gobier no porque ya no sea como aquellos gobier- ta al presidente de parte de los miembros de su partido, del cual los
nos endebles, sin influencia ni poder, que un gober nador de gobernadores eran los principales miembros. Las ventajas para és-
provincia conmovía sin esfuerzos. 89 tos de declararse leales al presidente eran infinitas: a cambio Juá-
rez les otorgaba total libertad para manejar sus asuntos políticos sin
Más que celebrar la ausencia de partidos políticos en la Argen- interferencias así como también de disponer a su antojo de las de-
tina, sería más exacto decir que el presidente y su diario celebra- licias crediticias que posibilitó la Ley de Bancos Garantidos de
ban la existencia de uno solo, el propio, el Partido Nacional. La 1887. En instantes los presupuestos provinciales se duplicaron y se
idea de “unicato”, si bien insistente al final de la presidencia, se emprendieron grandes obras públicas y ambiciosos programas edu-
insertaba dentro de una doctrina más general sobre los partidos y cativos en las provincias, que permitían a su vez un más fácil ma-

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) 48 ( ) 49 (
nejo de su política por parte de quienes detentaban el poder. Los mento del traspaso de la presidencia, su principal recomendación
costos de no declararse leal al presidente eran tan grandes como a Juárez había sido la de “desempeñar con ventaja para el progre-
los beneficios. En las provincias, grupos desplazados del gobierno so del país la consolidación del principio de autoridad, y la conser-
que aullaban su lealtad al presidente estaban dispuestos a utilizar vación del gran partido que lo lleva a Ud. al gobierno”.98 Para los
cualquier medio disponible para alcanzar el poder local y gozar de roquistas, por lo tanto, resultaba inadmisible la actitud antagónica
sus beneficios. Contaban para ello con la colaboración del círculo del juarismo que amenazaba provocar un cisma partidario.99
íntimo del presidente formado principalmente por Manuel J. Cár- Inicialmente, por lo tanto, las tensiones entre roquistas y jua-
cano, Eduardo Racedo y su hermano Marcos Juárez y con la pro- ristas no se reflejaron en las páginas de La Tribuna Nacional y
mesa del primer mandatario de no inmiscuirse en los asuntos pro- Sud-América. Ni aun cuando cayeron los gober nadores de Tucu-
vinciales y, por lo tanto, dejar caer a los gobernadores dubitativos. mán y Córdoba La Tribuna Nacional rompió lanzas públicamen-
La revolución producida en Tucumán en 1887 sentó las bases de te con el presidente. Pero el tema de la jefatura del partido pro-
la nueva política, cuyas lecciones fueron rápidamente aprendidas vocó una primera fisura en este frente común. Cuando se insta-
por varios gobernadores. Los más lentos en su aprendizaje aguar- ló por primera vez en la prensa juarista a fines de 1887, La Tri-
daron la segunda y tercera lección que representaron el juicio polí- buna Nacional dejó la puerta abierta a una posible detracción de
tico a Olmos en 1888 y la revolución en Mendoza en enero de la ofensiva juarista, insistiendo en que “descreía de que el presi-
1889 para declarar su lealtad al presidente.93 dente quiere ser al mismo tiempo jefe de la nación y jefe del par-
La doctrina de lealtad al jefe único del partido único, aunque tido”, y aprovechó la ocasión para sentar su postura sobre los
sostenida desde el inicio, fue afianzándose a lo largo de los años. partidos políticos. “Los pueblos más libres y más adelantados”,
En diciembre de 1887 Sud-América publicó, para despejar cual- publicaba en sus páginas, “son aquellos en que han tomado ma-
quier duda, que el candidato presidencial de un partido era su jefe yores proporciones las luchas políticas, así como los más retar-
y cuando éste llegaba a la presidencia continuaba siéndolo.94 El te- datarios se distinguen por la ciega unifor midad que centraliza la
ma de la jefatura del partido se reavivó cuando Roca, luego de una vida política en el Estado”. Dado que la existencia y la competen-
estadía de más de un año en Europa, retornó al país a fines de cia partidaria eran elementos centrales de la vida republicana, in-
1888. Aquí, los editoriales de Sud-América se mostraron más sistía La Tribuna Nacional, al presidente le cabía un rol funda-
agresivos y bajo el título “Ya llegó el general” el periódico declara- mental en ella como el “poder colocado fuera de los partidos o
ba: “El Partido Autonomista que reconoció como jefe al general sobre ellos, alejado de sus contiendas, dispuesto a hacerles justi-
Roca, ya no existe. Lo reemplazó el Partido Nacional –nombre con cia y a acordarles una protección igual”. Pero hacer del presiden-
que por primera vez le designó el doctor Juárez Celman al aceptar te el jefe del partido, continuaba la columna, era degradar al es-
su candidatura en Buenos Aires– y por lo tanto es perfectamente tadista “retrocediendo en el camino de las nobles conquistas”.100
lógico le reconozca a éste como jefe”. La columna finalizaba ase- Sud-América no cedió. Insistió en que, en la tradición del
gurando (con énfasis en el original) que sobre este tema no existía país, el presidente siempre había sido el jefe de su partido e insis-
disidencia alguna dentro del partido ya “que incluso el general Ro- tió en que no podía esperarse que el jefe de una agrupación par-
ca reconocía a Juárez como jefe del Partido Nacional”.95 tidaria convertido en presidente se transfor me “en una especie de
Hasta 1888, Roca y su diario aguantaron las embestidas juaris- ente, ajeno a las palpitaciones de la vida”.101 En realidad, Roca
tas con estoico silencio. El mismo resultaba en parte del hecho de también había sido proclamado for malmente jefe del PAN en
que el ex presidente estuvo hasta entonces de viaje, durante el cual 1881, en cuya ocasión La Tribuna Nacional celebró la designa-
no cesaron de llegarle las quejas de sus amigos victimizados por los ción preguntándose: “¿Qué otro podría ser que aquel hombre de-
juaristas.96 Pero su silencio derivaba principalmente de su concep- signado por el país para acaudillar la más fecunda de las evolucio-
ción sobre el rol que el PAN estaba destinado a jugar en la historia nes políticas y sociales de la historia argentina?”.102 Sud-América
del país. Como le había escrito al mismo Juárez en 1882: “Es ne- no sólo se ocupó de confir mar una y otra vez a Juárez como pre-
cesario conservar la unidad del partido en todas partes para con- sidente del Partido Nacional, sino también de inundar sus páginas
servar la paz y tranquilidad de la república”.97 El PAN era para él el con cartas y telegramas de apoyo que decían llegar de todos los
principal instrumento para implementar su política de orden y, por rincones de la república.103 Dado por vencido en la batalla por la
lo tanto, era de total prioridad mantener su unidad. Llegado el mo- jefatura del partido, La Tribuna Nacional hizo públicas las razo-

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) 50 ( ) 51 (
nes que llevaban a aceptar la derrota definiendo el rol que Roca ciales, a cambio esperaba una retribución tanto simbólica como
se reservaba para sí mismo en la jor nada: real. El diario reproducía regular mente innumerables telegramas
de apoyo al presidente al igual que transcripciones detalladas de
Debe haber entre los amigos bastante filosofía para com- los incesantes banquetes que en todos los rincones de la repúbli-
prender que no debe forzarse la influencia legal de que han ca se decía tenían lugar para brindar por su salud.106
estado investidos una vez, y que el prestigio de un hombre pú- Conjuntamente a estas manifestaciones, Sud-América co-
blico se acentúa cuando se ha de inclinarse ante las leyes, y menzó a ofrecer a partir de 1888 su particular definición sobre el
después de haber sido el primero en autoridad se apresura a sistema federal. Para ese entonces el gober nador de Tucumán
disputar el mérito de ser el primero en la obediencia. Es de
(antijuarista) había sido removido de su puesto por una revolución
ese modo que se salva la unidad de los partidos y se con-
llevada a cabo por el círculo íntimo del presidente; en marzo de
serva la merecida autoridad moral después de haber usado
ese año el gober nador de Córdoba, amigo personal de Roca, fue
el poder de la ley.104
expedido de su puesto por un juicio político organizado por Mar-
cos Juárez. A pesar de que en ambos casos el roquismo resultaba
La doctrina de jefe único contenía fuertes implicancias sobre
la facción herida (y a pesar de que más tarde La Tribuna Nacio-
el sistema federal. Dichas implicancias no se desprenden única-
nal condenaría los episodios), en su momento el diario de Roca
mente del hecho de tratarse de un partido único con conexiones
se remitió a darle un tibio apoyo al presidente frente al conflicto
en las catorce provincias sino, más bien, del tipo de relación que
de Tucumán,107 a defender las cualidades personales del gober na-
el presidente aspiraba a establecer dentro del partido. Si bien du-
dor (cuestionadas por Sud-América) en el caso de Córdoba, y a
rante la presidencia de Roca el PAN también había sido el único
recordar a sus lectores que “(n)o vale el triunfo efímero de un par-
partido organizado, Roca había per mitido que se desarrollara
tido el sacrificio de ninguna garantía per manente de la sociedad
dentro de sus filas una dinámica inter na de dura competencia en-
política”.108 La Tribuna Nacional continuó defendiendo a Juárez
tre líneas rivales, optando por utilizar su influencia personal por
de los ataques de la prensa opositora y, aunque inter mitentemen-
sobre otros medios para lograr sus objetivos.105 Juárez tenía otras te dejó escapar alguna discrepancia, no rompió abiertamente con
ideas sobre la relación que debía existir entre el presidente y los el gobier no sino hasta enero de 1889, cuando un conflicto en la
gober nadores la cual, naturalmente, estaba íntimamente ligada a provincia de Mendoza enfrentó irrevocable y públicamente a las
su doctrina del Unicato. Dicha doctrina, como hemos dicho, de- dos facciones del partido. Un grupo de hombres, vitoreando al je-
mandaba la total y pública adhesión de los gober nadores provin- fe único, derrumbó al gober nador (aliado de Roca) porque éste se
ciales al presidente a cambio de libertad de acción en sus respec- negaba a declarar públicamente su adhesión a Juárez.
tivos asuntos políticos y financieros. Las ventajas para ambas par- Para ese entonces, la doctrina de Juárez sobre el federalismo
tes eran evidentes ya que el presidente obtenía así una completa había llegado a su punto de madurez. En todo momento el presi-
adhesión a su persona a nivel nacional. dente se declaró prescindente de los asuntos provinciales.109 Pero
La enunciación pública de la doctrina federal del juarismo, si gradualmente comenzó a elogiar las bondades de un sistema que
bien presente desde el primer día, fue madurando con el transcur- permitía “los grandes progresos realizados en todo el país y el
so de los años. Desde el inicio, Sud-América desplegó algunas enorme desarrollo de su riqueza”, posibles gracias a que en su la-
peculiaridades en la relación entre el periódico y las provincias bor “había sido decididamente secundado por los gobernadores de
otorgándole a estas últimas regulares y centrales espacios. A dife- provincia como agentes del gobierno nacional, para los fines de la
rencia de otros diarios, incluso de La Tribuna Nacional, Sud- administración y para la ejecución de las leyes y resoluciones de los
América destinó largas columnas a un exagerado inventario del poderes federales”.110 La doctrina juarista en materia federal era
crecimiento y las transfor maciones que se producían en lugares por lo tanto una extensión de su concepción de jefe único y de la
distantes para los lectores porteños. Naturalmente, las adulacio- política como administración enunciada desde el primer día, den-
nes correspondían a las provincias amigas mientras que aquellas tro de la cual los gobernadores, agentes naturales del presiden-
cuyos gober nadores no eran incondicionales al presidente fueron te, se encargaban de implementar la administración nacional. Sud-
hostigadas desde las páginas del diario hasta que dejaron de exis- América fue la incansable portavoz de la nueva doctrina que era
tir. Pero si Sud-América era generosa con las situaciones provin- desplegada en sus páginas en extractos como el siguiente:

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) 52 ( ) 53 (
La constitución argentina ha señalado bien ter minante- Conclusiones
mente cuáles son las relaciones entre los gober nadores y el
Presidente de la República estableciendo que ellos son los La reconstrucción de las estrategias discursivas del roquismo y
agentes naturales del gobierno federal, y ha creado así un del juarismo testimonian que la revolución de 1890 no fue única-
poder nacional hasta hace poco desconocido y al presente re-
mente resultado del antagonismo entre el gobierno y la oposición
conocido y proclamado por todos desde un extremo al otro
sino también de fuertes tensiones ideológicas entre las dos líneas in-
de la nación, reconociendo a la vez los beneficios que se de-
ben a este poder y cuánta influencia ha tenido en este rápido ternas del PAN, esfumadas en la historiografía por una interpreta-
engrandecimiento nacional asegurando el orden y la paz, por ción simplificada de estos años o por haber sido reducidas a con-
lo que se ha per mitido el desarrollo de las industrias y la pros- flictos intrapartidarios por los espacios de poder. Dicho antagonis-
peridad y el aumento de la riqueza pública.111 mo, como hemos visto, contenía una idea distinta sobre el progre-
so, tanto en su definición como en su rol en la construcción de la
La división de poderes impresa en el federalismo constitucio- república. La idea de progreso, robustecida en el último cuarto del
nal quedaba públicamente trocada por un sistema central en el siglo XIX en otras latitudes, irrumpía con fuerza en la Argentina del
que los gober nadores eran los meros ejecutores de la política pre- 80 y dentro del partido gobernante.119 Para el roquismo el progre-
sidencial. Una y otra vez el diario se refería a los gober nadores de so era un medio para alcanzar una serie de beneficios, un bálsamo
provincia como los “infatigables soldados y decididos colaborado- que gradualmente erradicaría los males sociales, institucionales y
res de la política nacional”.112 políticos; el principal propulsor de la transformación de la “repúbli-
La revolución de Mendoza en enero de 1889 incentivó la ca posible a la república verdadera”. Sin embargo, mientras La Tri-
embestida de la prensa opositora contra Juárez. Más importante buna Nacional dedicaba largas columnas a expandir la idea de que
aún, también provocó el definitivo y público rompimiento de La el progreso para el gobierno era fundamentalmente moral, Sud-
Tribuna Nacional con el gobier no. Juárez respondió cortando América lo reducía a la materialidad, a lo contabilizable. Para el jua-
las suscripciones del gobier no. Obligada a cerrar, La Tribuna rismo el progreso era un fin en sí mismo cuya consecución reque-
Nacional alcanzó a publicitar sus objeciones contra un presiden- ría y justificaba el reemplazo de la política por la administración y
te que amparaba el desorden en una provincia para derribar a un la concentración de un poder absoluto, centralizado e ilustrado.
gober nador.113 Fundamentalmente, sus quejas se dirigían al efec- La definición del progreso y su ponderación, si bien importan-
to que esta política tenía sobre el orden alcanzado en la repúbli- tes, no fueron los únicos elementos que distanciaron los discursos
ca a partir del 80, amenazado por una política presidencial que de ambos diarios. La Tribuna Nacional, como hemos visto, des-
per mitía que dichos alzamientos se hicieran en su nombre. plegó con fuerza un discurso destinado a legitimar a Roca sobre
“¿Quién no sabe”, preguntaba La Tribuna Nacional, “que una la constitucionalidad del ejercicio del poder, una particularidad, in-
perturbación local, por transitoria que sea, puede bastar para sistía el diario, que lo separaba de sus antecesores. Una y otra vez
sembrar la desconfianza y esterilizar los beneficios de que han si- La Tribuna Nacional sostuvo que el poder de Roca era ejercido
do dotadas las provincias?”.114 Para el periódico, lo ocurrido en dentro de los límites fijados por la Constitución, que durante su
Mendoza era resultado de la doctrina de jefe único “que no cabe administración se respetaba la libertad de prensa, se llamaba a los
en el orden constitucional,”115 que había hecho del presidente el partidos opositores a ejercer su rol dentro del sistema republica-
jefe de una facción política y había “lanzado al gobier no y al país no, se mejoraba la democracia a través del progreso en la educa-
en una pendiente peligrosa; que quitaba a los partidos el freno ción y bienestar del ciudadano y se protegían las autonomías pro-
de una autoridad serena e imparcial”.116 Para La Tribuna Nacio- vinciales minimizando el uso de la intervención federal y reempla-
nal, Juárez había caído así en el peor peligro: “El que nace del zándolo por for mas más efectivas y pacíficas en la resolución de
extravío de los propios amigos”.117 Sud-América respondía afe- los conflictos provinciales. Según el periódico, la soberanía del
rrándose a la doctrina de adhesión incondicional al jefe único, pueblo se manifestaba, justamente, en el ejercicio de un poder li-
sosteniendo: “No creemos en la imparcialidad de los amigos mitado por la Constitución. Sud-América, en cambio, ignoró el
cuando olvidando sus deberes de tales, se convierten en los jue- tema de la representación y del fraude, defendió el principio de li-
ces de su propio partido”.118 mitar la libertad de prensa, sostuvo las bondades del partido úni-
co, reclamó el poder absoluto para el jefe único de la nación, y

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) 54 ( ) 55 (
redefinió el sistema federal vaciándolo de contenido y resignifi- tamente, el carácter políglota del liberalismo. En La Tribuna Na-
cándolo como un sistema unitario de administradores provincia- cional pueden rastrearse los rasgos del liberalismo clásico o cons-
les. El roquismo, fiel a la fór mula alberdiana, no pretendía la erra- titucional en el acento sobre el gobierno limitado, del conservadu-
dicación de la política sino su eclipse y decía encontrar en el pro- rismo en la defensa del poder central y de la desmovilización ciu-
greso una for ma de administrarla, de reencauzarla, de matizar su dadana, democráticos en la defensa del sufragio universal aun con
rol.120 El juarismo, en cambio, en materia política demandaba su sus imperfecciones, republicanos en la defensa de la libertad de
erradicación; reducir la política a la administración era a la vez re- prensa y de los partidos políticos en la vida cívica, las ideas positi-
quisito y efecto positivo del progreso. vistas en la defensa del orden. Sud-América, por su parte, eviden-
Mientras que Roca intentó legitimarse a través del consenso, cia un mayor autoritarismo acentuado en su lenguaje de política
Juárez lo hizo a través del antagonismo. El camino de Juárez para como administración, en la defensa de la centralización del poder,
obtener la unanimidad del poder nacional eliminando el disenso a en el desdén hacia un lenguaje de derechos y libertades (ya sea de
través del conflicto y del antagonismo probó tener corta vida, así representación o expresión), en la defensa del poder absoluto del
como también la tuvo la estrategia de atar la legitimidad del gobier- presidente, en el acento en la juventud, en su lenguaje cientificis-
no a la contabilidad. Una de las principales debilidades del juaris- ta, rasgos todos ellos que apuntarían a subrayar el impacto del po-
mo radicaba, justamente, en la reducción de su legitimidad a un sitivismo.123 Sin embargo, resultaría poco relevante intentar hacer
discurso de progreso como fin. Juárez llegó al poder prometiendo un ejercicio de clasificación de este tipo, ya sea por la dificultad in-
grandezas materiales y por casi cuatro años el país vivió una de sus herente para definir términos probados tan esquivos a la definición
mayores ilusiones económicas. El éxito de la economía sobre el como son “liberalismo”, “republicanismo”, “conservadurismo” y
cual el gobierno basaba su ejercicio quizá inhibió al periódico de “positivismo”; por la dificultad de trasladarlos a otros contextos, en
ofrecer reflexiones más aquilatadas (o simplemente reflexiones) so- este caso la Argentina, con sus distintas tradiciones y traducciones;
bre aspectos centrales del ejercicio del poder del presidente. En por el hecho de que sus protagonistas no se identificaron a sí mis-
cambio, una legitimidad construida sobre lo materialmente conta- mos o a sus contrincantes con ninguno de los rótulos que un aná-
ble se derrumbó junto con los signos negativos de la economía. lisis retrospectivo de las ideas que expresaron podría adjudicarles.
A medida que nos acercamos al final de la década, las diferen- Pero la razón principal para abstenerse de un ejercicio de este
cias entre el roquismo y el juarismo, siempre presentes, emergie- tipo radica en que se trata aquí del análisis de periódicos partida-
ron a la superficie en sus respectivos periódicos en el momento en rios destinados a hacer política y, por lo tanto, sería fácil caer en el
que se percibieron como irreconciliables, cuando su convivencia riesgo de otorgarles un nivel de abstracción que exceda y distorsio-
dentro del mismo partido se tornó imposible. La objeción del ro- ne su misma naturaleza. El análisis de sus contenidos les otorga ine-
quismo no se redujo a la forma en que el juarismo anteponía la vitablemente a estos diarios una textualidad de la que no gozaron;
lealtad partidaria por sobre el orden de la nación; a las consecuen- el objetivo de esta prensa no era el de la reflexión pausada sobre
cias de una dinámica partidaria que intentaba garantizar la unifor- los destinos de la nación sino el del combate en la vida política. La
midad a nivel nacional, poniendo en riesgo el orden en las provin- Tribuna Nacional y Sud-América no eran el vehículo de reflexio-
cias. La Tribuna Nacional rechazó argumentando que dicha diná- nes abstractas de varios intelectuales, eran herramientas de gobier-
mica se encontraba en los antípodas del principio de gobierno li- no, medios para legitimar su acción y en dicha tarea sus preocupa-
mitado por la Constitución y del mismo sistema representativo que ciones más inmediatas se encontraban en ese ámbito tan ambiva-
ella decía defender. En los ojos de La Tribuna Nacional, el discur- lente y escurridizo como es el espacio entre algunos principios ge-
so juarista se tornó tan objetable para La Tribuna Nacional como nerales, muchos de ellos definidos en la Constitución, y su aplica-
lo había sido desde un principio para la prensa opositora.121 ción práctica. En este sentido, por lo tanto, no es casual que sus
Las tensiones registradas entre La Tribuna Nacional y Sud- páginas apelaran al arsenal de ejemplos disponibles, no tanto en
América, lejos de ser originales, son propias de la naturaleza mis- textos teóricos, sino de situaciones históricas definidas donde tam-
ma del liberalismo, una doctrina laxa y fácilmente permeable por bién habían tenido lugar tensiones similares (entre, por ejemplo,
distintos lenguajes que irremediablemente resultan en una convi- autoridad y libertad, centralización o federación) como lo indican
vencia no siempre armónica dentro de la misma.122 En los discur- las largas citas sobre George Washington, la España de Castelar y
sos de La Tribuna Nacional y Sud-América puede percibirse, jus- la Tercera República Francesa que inundaban sus páginas.

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) 56 ( ) 57 (
Por lo tanto, lo que intenta rescatarse aquí no es la genealo- Notas
gía de lenguajes entrecruzados sino la historicidad de las tensiones
1
en pugna y el desarrollo de dichos lenguajes. Los diarios partida- Las principales excepciones a esta interpretación de la revolución
rios difundían, jerarquizaban y contraponían principios en cons- del 90 pueden verse en Timothy Duncan, “Government by Audacity. Po-
litics and the Argentine Economy (1885-1892), Ph.D. Dissertation, Uni-
tante diálogo, sus columnas contenían la estrategia de legitima-
versity of Melbour ne, 1981; Hilda Sábato, “La Revolución del 90: prólo-
ción fijada por la facción política de quienes eran portavoces. La go o epílogo”, Punto de Vista, 39; Paula Alonso, Entre la revolución y
historicidad de las tensiones ideológicas desplegadas en La Tribu- las urnas. Los orígenes de la Unión Cívica Radical y la política argen-
na Nacional y Sud-América aporta un nuevo ángulo a la década tina en los años 90, Buenos Aires, Sudamericana-Universidad de San
de 1880 y a la crisis de 1890. En lugar de analizarlas como lu- Andrés, 2000.
chas entre liberalismo y conservadurismo, entre conservadurismo 2
Entre los trabajos recientes que aún mantienen esta visión tradicio-
y positivismo o entre distintas “versiones” de liberalismo,124 nos nal véase David Rock y Fer nando López Alvez, “State-Building and Poli-
interesa interpretarlas como tensiones mismas dentro del liberalis- tical Systems in Nineteenth-Century Argentina and Uruguay”, Past and
mo que se desprenden de su capacidad expansiva de incorporar Present, N° 67, mayo de 2000.
distintos lenguajes. Asimismo, dicha capacidad expansiva hacía 3
Uno de los primeros trabajos en señalar este aspecto de la política
posible la constante refor mulación de conceptos por parte de dis- del período fue el de Ezequiel Gallo, “El roquismo, 1880-1916”, Todo es
tintos grupos para la lucha política. En el caso de los discursos de Historia, N° 100, septiembre de 1975. Véase también Gustavo Ferrari,
Apogeo y crisis del liberalismo (1886-1890), Buenos Aires, La Bastilla,
La Tribuna Nacional y Sud-América aquí desplegados, el funcio-
1978; Timothy Duncan, “Government...; Donald M. Peck, “Argentine
namiento de la palabra se nos presenta en una de sus versiones Politics and the Province of Mendoza, 1890-1904”, D.Phil. Dissertation,
más crudas. La crisis de 1890, entre otros factores, resultó no so- Oxford University, 1987; Paula Alonso, Entre la revolución y las ur-
lamente de una estrategia ideológica errada por parte del gobier- nas.., y “La política nacional entre 1880 y 1886 a través del Partido Au-
no para construir su legitimidad sino, fundamentalmente, de que tonomista Nacional”, documentos de trabajo, N° 26, Departamento de
dicha estrategia no alcanzó consenso incluso dentro del PAN. Humanidades, Universidad de San Andrés, 2002.
Cuando las tensiones entre el roquismo y el juarismo se tor naron 4
Para las principales revisiones sobre la homogeneidad ideológica de
irreconciliables, La Tribuna Nacional contribuyó a arrinconar po- la época, véase Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De la república posible
lítica e ideológicamente al presidente. a la república verdadera (1880-1910), Buenos Aires, Espasa-Calpe-
Ariel, 1997; Eduardo A. Zimmer mann, Los liberales reformistas. La
cuestión social en la Argentina (1890-1916), Buenos Aires, Sudameri-
cana-Universidad de San Andrés, 1995; Paula Alonso, Entre la revolu-
ción y las urnas...; Oscar Terán, Vida intelectual en el Buenos Aires de
fin de siglo (1880-1910). Derivas de la “cultura científica”, Buenos Ai-
res, Fondo de Cultura Económica, 2000.
5
Charles Hale, “Political and Social Ideas in Latin América (1870-
1930)”, en L. Bethell (ed.), The Cambridge History of Latin America,
Cambridge University Press, 1986, vol. V, p. 392.
6
Paula Alonso, “Liberalism in the Foundational Decade of «Modern
Argentina». The Political Debates of the 1880s”, trabajo presentado en
The Boston Area Latin American Historiy Workshop, Harvard University,
7 de abril de 2004.
7
El ejemplo más acabado de esta interpretación puede verse en José
Luis Romero, Las ideas políticas en Argentina, Buenos Aires, Fondo de
Cultura Económica, 1959, pp. 188-192.
El Quijote, 5 de octubre de 1890.
8
Nos hemos centrado aquí en las ideas sobre gobier no e instituciones
pero creemos que un análisis de las ideas económicas de ambas facciones
del PAN también despuntaría discrepancias significativas.
9
Véase Th. Duncan, “Government…”; G. Ferrari, Apogeo y crisis…

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) 58 ( ) 59 (
10 32
Véase Rodney Barker, Legitimating Identities. The Self-Presenta- “Cosas pasadas de moda”, LTN, 22 de junio de 1881.
tions of Rulers and Subjets, Cambridge University Press, 2001. 33
“Falta de temas”, LTN, 9 de octubre de 1880.
11
Véase Natalio Botana, “Comentarios finales”, en Antonio Annino 34
(coord.), Historia de las elecciones en Iberoamérica, siglo XIX, Buenos “Atavismo moral”, LTN, 13 de febrero de 1886.
Aires, Fondo de Cultura Económica, 1995, p. 478. 35
Ibídem.
12
R. Barker, Legitimating Identities... 36
“Política”, LTN, 11 de noviembre de 1885.
13
Sobre la relación de Roca con Andrade véase Agustín Rivero Asten- 37
“Atavismo moral”, LTN, 13 de febrero de 1886. Sobre los temores
go, Juárez Celman (1844-1909), Buenos Aires, Guillermo Kraft Ltda., de Washington hacia los partidos políticos véase Richard Hosftadter, The
1944, pp. 75-150. Idea of a Party System. The Rise of Legitimate Opposition in the Uni-
14
“Nuestra propaganda”, La Tribuna Nacional (en adelante, LTN), ted States (1780-1840), Berkeley, University of California Press, 1969.
19-20 de marzo de 1888. 38
“Política”, LTN, 11 de noviembre de 1885.
15
La definición del progreso de La Tribuna Nacional ha sido analiza- 39
“El medio y la aspiración”, LTN, 19 de febrero de 1887.
da con mayor extensión en Paula Alonso, “En la primavera de la historia.
40
El discurso político del roquismo de la década del ochenta a través de su “Los partidos”, LTN, 28 de abril de 1886.
prensa”, Boletín del Instituto de Historia Argentina y Americana Dr. 41
“Una anécdota”, LTN, 23 de diciembre de 1885.
Emilio Ravignani, tercera serie, Nº 15, pp. 35-70.
42
16 “Oposición negativa”, LTN, 5 de mayo de 1887; “Oposición”,
“Progresos que no se mencionan”, LTN, 1 de enero de 1881.
LTN, 3 de junio de 1888.
17
P. Alonso, “En la primavera de la historia”. 43
Véase, por ejemplo, “Los partidos”, LTN, 28 de mayo de 1886;
18
Como ha sido elocuentemente señalado, entre otros, por Albert O. “El jefe de la nación ante los partidos”, LTN, 10 de diciembre de 1887.
Hirschman, The Passions and The Interests. Political Arguments for Ca- 44
Véase P. Alonso, “La inasible legitimidad en la for mación de la Ar-
pitalism before its Triumph, Nueva Jersey, Princeton University Press,
gentina moder na. Combates en la prensa partidaria en la década de
1977, y Joyce Appelby, Liberalism and Republicanism in the Historical
1880”, presentado en el simposio “Construcciones impresas. Diarios, pe-
Imagination, Cambridge, Massachusetts, Harvard University Press, 1992.
riódicos y revistas en la for mación de los Estados nacionales en América
19
“La lucha legal”, LTN, 8 de enero de 1886. Latina y Estados Unidos, 1820-1920”, Universidad de San Andrés, ma-
20 yo de 2000.
“El progreso moder no”, LTN, 11 de febrero de 1887.
45
21 “La política en las provincias”, LTN, 1 de marzo de 1888.
Véase, “Los grandes fines”, LTN, 17 de enero de 1886; “El men-
46
saje y la política”, LTN, 11 de mayo de 1888. “Intervenciones. Derechos. Doctrinas”, LTN, 12 de enero de
22 1889. Véase también, por ejemplo, “De regreso”, LTN, 19 de abril de
“Progresos que no se mencionan”, LTN, 1 de enero de 1881.
1882. Sobre el federalismo en estos años véase Natalio Botana, “El fede-
23
Véase, por ejemplo, “Decretar la anarquía”, LTN, 3 de mayo de ralismo liberal en Argentina: 1852-1930”, en Marcelo Car magnani
1882; y “Política”, LTN, 11 de noviembre de 1885. (coord.), Federalismos latinoamericanos: Mexico/Brasil/Argentina, Mé-
24
xico, El Colegio de México-Fondo de Cultura Económica, 1993.
“La antigua escuela”, LTN, 3 de marzo de 1887.
47
25
“Conducta del presidente”, LTN, 2 de noviembre de 1882. Esta
La versión roquista de la historia ha sido analizada en más detalle
prédica no fue sólo retórica. La primera presidencia de Roca quedará his-
en Paula Alonso, “En la primavera de la historia”.
tóricamente registrada como aquella en la que tuvo lugar un menor núme-
26
“Educación política”, LTN, 13 de marzo de 1887. ro de intervenciones federales por administración. Véase Natalio Botana,
27
El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916, Bue-
“La misión de la prensa”, LTN, 8 de marzo de 1888. nos Aires, Sudamericana, 1977.
28
“Falta de temas”, LTN, 9 de octubre de 1880. 48
“De regreso”, LTN, 19 de abril de 1882.
29
“La prensa irresponsable”, LTN, 26 de febrero de 1881. 49
“Conducta del presidente”, LTN, 2 de noviembre de 1882.
30
“La fuente del mal”, LTN, 19 de febrero de 1886. 50
“Las instituciones políticas”, LTN, 13 de junio de 1886.
31
Véase, además, “La audacia de las aseveraciones”, LTN, 29 de oc- 51
“Los gober nadores”, LTN, 30 de agosto de 1885.
tubre de 1880; “Prácticas inconvenientes”, LTN, 4 de marzo de 1887;
52
“Política”, LTN, 12-13 de septiembre de 1887. “Historia contemporánea”, LTN, 15-16 de enero de 1886.

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) 60 ( ) 61 (
53 74
“Libertades públicas”, LTN, 6 de febrero de 1886. “Notas risueñas”, Sud-América, 18 de enero de 1888.
54 75
“Los grandes fines”, LTN, 17 de enero de 1886; “Función electo- “Viva Mitre!...vivaaa!!!”, Sud-América, 21 de enero de 1889. Véa-
ral”, LTN, 7 de febrero de 1886; “Hechos contra palabras”, LTN, 24 de se también “Los hombres de ayer y los hombres de hoy”, Sud-América,
enero de 1886. Sobre el concepto de inversión de la representación de 7 de marzo de 1888; “Los jóvenes y los viejos”, Sud-América, 8 de fe-
Botana véase El orden conservador y “Comentarios finales”, A. Annino, brero de 1888.
Historia de las elecciones... 76
“Rol de la juventud”, Sud-América, 7 de marzo de 1889.
55
“El sistema representativo”, LTN, 15-16 de octubre de 1883. El 77
“Ecos del mensaje. El presidente Sar miento y la prensa”, Sud-Amé-
primer subrayado se encuentra en el original, el segundo es mío.
rica, 17 de mayo de 1888.
56
“La República Argentina. Su estado actual”, LTN, 26 de enero de 78
“Divisiones imaginarias”, Sud-América, 16 de julio de 1886.
1887.
79
57
“En progreso”, Sud-América, 13 de septiembre de 1887.
Así también lo reproduce el propio diario al celebrar el tercer año
80
de vida. Véase, “Un año más”, Sud-América, 5 de mayo de 1887. “La oposición y las palabras del doctor Juárez”, Sud-América, 28
58
de septiembre de 1886.
Paul Groussac, Los que pasaban, Buenos Aires, Huemul, 1972,
81
pp. 215-219. Mabragaña, Los mensajes: historia del desenvolvimiento de la
59
Nación Argentina redactada cronológicamente por sus gobernantes,
Para una caracterización de Sud-América que ha servido de punto
Buenos Aires, Compañía General de Fósforos, 1910, p. 175.
de partida de estas páginas véase Tim Duncan, “La prensa política: Sud-
82
América (1884-1892)”, en G. Ferrari y E. Gallo (comps.), La Argentina Ídem, 215.
del 80 al centenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980, pp. 761-784. 83
Ídem, p. 259.
60
“La prensa. A propósito del mensaje”, Sud-América, 11 de mayo 84
“El mensaje presidencial”, La Prensa , 9 de mayo de 1888.
de 1888.
85
61
“El mensaje. Política”, Sud-América, 10 de mayo de 1888.
Ídem, p. 765.
86
62
Ibídem.
“La nación y las provincias”, Sud-América, 7 de marzo de 1887.
87
Véase también “Roca y Juárez”, Sud-América, 19 de octubre de 1886. “Ya llegó el general”, Sud-América, 5 de noviembre de 1888. Par-
63
tes de estas citas también se encuentran en T. Duncan, “La prensa políti-
“La nación y las provincias”, Sud-América, 7 de marzo de 1887.
ca”, p. 772. Conceptos similares también pueden verse en “Jefaturas de
64
“En progreso”, Sud-América, 13 de septiembre de 1887. El subra- partido”, Sud-América, 5 de diciembre de 1888.
yado es mío. 88
Mabragaña, Los mensajes..., pp. 340-341.
65
“El año nuevo. La situación del país”, Sud-América, 2 de enero de 89
“Reflexiones”, Sud-América, 16 de mayo de 1889.
1888.
90
66
Sobre la relación entre Roca y Juárez véase A. Rivero-Astengo,
“El país”, Sud-América, 23 de agosto de 1887. Juárez Celman; Duncan, “Government...”, y G. Ferrari, Apogeo y crisis
67
“Libertad de prensa. Necesidad de una ley sobre la materia”, Sud- del liberalismo...
América, 20 de julio de 1886. 91
Véase, por ejemplo, Miguel Juárez Celman a Julio A. Roca, 10 de
68
“Delitos de la prensa”, Sud-América, 14 de mayo de 1888. Véa- febrero de 1881; Miguel Juárez Celman a Roca, 24 de febrero de 1881
se además “Sobre delitos de imprenta”, Sud-América, 10 de agosto de (ambas en Archivo Roca, leg. 14); Miguel Juárez Celman a Julio A. Roca,
1886; “Ecos del mensaje. El presidente Sar miento y la prensa”, Sud- 5 de julio de 1883 (Archivo Roca, leg. 32); Julio A. Roca a Miguel Juárez
América, 17 de mayo de 1888. Celman; 27 de junio de 1881 (Archivo de Miguel Juárez Celman, leg. 9).
92
69
Sud-América, 6 de diciembre de 1886. Sobre la competencia inter na entre el roquismo y el juarismo du-
rante la presidencia de Roca véase P. Alonso, “La política nacional”.
70
“El obispo Toro”, Sud-América, 1 de septiembre de 1888. 93
La dinámica inter na del juarismo ha sido analizada en detalle en P.
71
Véase, por ejemplo, Sud-América, 3 de septiembre de 1888. Alonso, “The Dynamics of One-party Rule. The Partido Autonomista Na-
72 cional in Argentina (1880-1910)”, paper presentado en The David Roc-
Sud-América, 24 de marzo de 1887.
kefeller Center for Latin American Studies, Harvard University Press, 7 de
73
“En progreso”, Sud-América, 13 de septiembre de 1887. abril de 2004.

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) 62 ( ) 63 (
94 112
“Jefaturas de partido”, Sud-América, 10 de diciembre de 1887. “La política nacional”, Sud-America, 13 de mayo de 1889.
95 113
“Ya llegó el general”, Sud-América, 5 de noviembre de 1888. Véa- Véase “El orden público”, LTN, 13 de mayo de 1889.
se también “Política”, Sud-América, 14 de noviembre de 1888. 114
“La cuestión política”, LTN, 9 de enero de 1889.
96
Véase, por ejemplo, Emilio Civit a Julio A. Roca, 8 de junio de 115
“La conciliación de Mendoza”, LTN, 27 de enero de 1889.
1888 (Archivo Roca, leg. 57); Chavarría a Roca, 29 de enero de 1888
116
(Archivo Roca, leg. 57); Carlos Pellegrini a Roca, 2 de septiembre de “El flagelo político”, LTN, 26 de enero de 1889.
1887 (Archivo Roca, leg. 56); Eduardo Wilde a Roca, 4 de febrero de 117
“La conciliación en Mendoza”, LTN, 27 de enero de 1889.
1888 (Archivo Roca, leg. 58).
118
97
“La Tribuna Nacional”, Sud-América, 31 de enero de 1889.
Julio A. Roca a Miguel Juárez Celman, 12 de octubre de 1882 (Ar-
119
chivo Miguel Juárez Celman, leg. 11). Sobre la idea del progreso en la década de 1880 en los ámbitos
científicos y universitarios en la Argentina véase Marcelo Montserrat, “La
98
Julio A. Roca a Miguel Juárez Celman, 14 de junio de 1886 (Ar- mentalidad evolucionista: una ideología del progreso”, en G. Ferrari y E.
chivo Miguel Juárez Celman, leg. 22). Gallo (comps.), La Argentina del 80 al centenario, pp, 785-818; O. Te-
99
Carlos Pellegrini a Roca, 2 de septiembre de 1887 (Archivo Roca, rán, Vida intelectual.
leg. 56); y véase Carlos Pellegrini a Julio A. Roca, 31 de marzo de 1888 120
Tulio Halperín Donghi, “Un tér mino de comparación: liberalismo
(Archivo Roca, leg. 57). y nacionalismo en el Río de la Plata”, en Roderic A. Acamp, Charles A.
100 Hale y Josefina Zoraida Vázquez, Los intelectuales en el poder en Mé-
“El jefe de la nación ante los partidos”, LTN, 10 de diciembre de
xico, El Colegio de México, 1991, p. 115.
1887.
121
101 Las objeciones de La Tribuna Nacional hacia Juárez fundamen-
“El partido nacional y el progreso”, Sud-América, 11 de marzo de
tan la tesis sobre la voluntad de las elites en la Argentina de defender el
1889. constitucionalismo y ejercer el gobier no dentro de sus límites. Veáse Ga-
102
“Jefe de partido”, LTN, 22 de diciembre de 1881. briel Negretto y José Antonio Aguilar Rivera, “Rethinking the Legacy of
the Liberal State in Latin America: The cases of Argentina (1853-1916)
103
“El general Roca”, LTN, 12 de enero de 1888. and Mexico (1857-1910)”, Journal of Latin American Studies, vol. 32,
104 Part 2, mayo de 2000, pp. 361-398.
“La política en las provincias”, LTN, 1 marzo de 1888. Incluso al
año siguiente La Tribuna Nacional recordó a su audiencia que si bien di- 122
Sobre la naturaleza del liberalismo véase Alan Gibson, “Ancients,
fería con el presidente sobre el tema de jefaturas de partido, el partido de- Moderns and Americans: The Republicanism-Liberalism Debate Revisi-
bía per manecer unido. Véase “Deberes políticos”, LTN, 15 de noviembre ted”, History of Political Thought, vol. XXI, Nº 1, verano de 2000, pp.
de 1888. 261-307.
105 123
Véase P. Alonso, “La política nacional”. El análisis del positivismo en la política de estos años ha ofrecido una
106
multiplicidad de interpretaciones. Versiones más extremas, como la de Da-
P. Duncan, “La prensa política”. vid Foster, sostienen sin matices la asimilación del positivismo por los gober-
107
Véase, por ejemplo, “La situación en Tucumán”, LTN, 1 de junio nantes de estos años para apoyar un programa de economía liberal. David
de 1887; “Tucumán”, 5 de junio de 1887; “Investigación e intervención”, Foster, The Argentine Generation of 1880. Ideology and Cultural Text,
LTN, 8 de junio de 1887; “Procedimientos justificados”, LTN, 9 de junio Columbia, University of Missouri Press, 1990. Oscar Terán, por su parte,
de 1887; “El gobier no federal en las provincias”, LTN, 15 de junio de ha argumentado que el positivismo, aunque atravesado por distintas corrien-
1887; “El poder nacional en Tucumán”, LTN, 16 de junio de 1887; “In- tes, fue el pensamiento hegemónico de estos años y, en el plano de la po-
lítica, Roca es señalado como su principal exponente. Véase su Positivismo
tervención y oposición”, LTN, 19 de junio de 1887; “La intervención”,
y nación en la Argentina (Buenos Aires: Puntosur, 1987). Aunque no di-
LTN, 30 de junio de 1887. Y para la crítica retrospectiva véase “La mo-
rectamente vinculado al tema de la política, dicho pensamiento se encuen-
ral del conflicto”, LTN, 24 de marzo de 1888.
tra más matizado en sus trabajos más recientes donde se inclina por reem-
108
“Conflicto político”, LTN, 22 de marzo de 1888. Véase además plazar el término positivismo por el de “cultura científica” dada la heteroge-
“La moral del conflicto”, LTN, 24 de marzo de 1888. neidad del mismo. O. Terán, Vida intelectual. Notemos aquí que, si bien
algunos rasgos de Sud-América y del mismo Juárez Celman dan indicios de
109
Véase Sud-América, 29 de noviembre de 1887. cierta permeabilidad del lenguaje científico en la política de estos años, di-
110
Mabragaña, Los discursos..., p. 262. chos indicios también testimonian lo limitado y desarticulado de ese impac-
to en comparación al de otros países de América Latina, principalmente
111
“La política nacional”, Sud-América, 13 de mayo de 1889. El su- Brasil y México. Sobre el primero véase José Murilo de Carvalho, La for-
brayado es mío. mación de las almas. El imaginario de la república en el Brasil, Univer-

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) 64 ( ) 65 (
sidad Nacional de Quilmes, 1997, y sobre México, Charles Hale, The
Transformation of Liberalism in Late Nineteenth-Century Mexico, Prin- Gobier no elector, mercado de
ceton, Nueva Yersey, Princeton University Press, 1989.
124
influencias y dinámicas políticas
Para esta última interpretación véase Juan Fer nando Segovia, “El
liberalismo argentino de la generación del 80. Coincidencias y diferencias provinciales en la crisis política
ideológicas”, en Historia y evolución de las ideas políticas y filosóficas
argentinas, Córdoba, Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales
argentina del 90
de Córdoba, 2000. (Mendoza, 1888-1892)*
Beatriz Bragoni**

Lo primero que hace un político sudamericano


es fabricar en pura fantasía un programa imposible
para enmendar la plana de sus predecesores, y lo
segundo, desbarrar igual o peor que ellos. Y así su-
cesivamente.
Agustín Álvarez, Extravíos y enfermedades de la
razón, 1894, p. 109

H
acia 1880 el ciclo político abierto con Caseros en tor no
de la for mación de un centro político autónomo capaz
de subsumir las apetencias centrífugas de los poderes te-
rritoriales que habían vitalizado la vida política del país llegaba a
su fin. En esos “treinta años de discordia” los padres fundadores
de la Argentina republicana fueron desplazados por una genera-
ción de políticos que pretendieron clausurar los usos y estilos de
sus antecesores anteponiendo el precepto de paz y administra-
ción que sirviera de sustento a la prosperidad material.1 La presi-
dencia de Roca (1880-1886) contó con los beneficios del nuevo
clima de ideas: las leyes de unificación promulgadas durante su
mandato fueron acompañadas de una compleja amalgama de
alianzas personales e institucionales organizadas en tor no del par-
tido oficial. El Partido Autonomista Nacional (PAN), esa “coalisión
de partidos provinciales”, suponía una estructura laxa en la cual
se dirimían influencias e identidades políticas complejas entre líde-
res nacionales y políticos provinciales.2 Esos mecanismos fueron

* Una primera versión del trabajo fue presentada en el LI Congreso


Inter nacional de Americanistas, Santiago de Chile, en julio de 2003 y en
las II Jor nadas de Historia organizadas por la Universidad Torcuato Di Te-
lla en agosto de 2003. Agradezco los comentarios, sugerencias y reflexio-
nes recibidos por parte de colegas como a la Fundación Antorchas el apo-
yo recibido para su realización.
** UNCuyo - CONICET.

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) 66 ( Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 67-99
eficientes a la hora de controlar la sucesión presidencial en 1886 fin de precisar el alcance de los gobier nos electores. En particular
cuando Juárez Celman accedió a la primera magistratura del país el estudio considera acontecimientos políticos provinciales que
después de contar con la mayoría del colegio electoral en detri- per miten apreciar las complejas direcciones de la política local y
mento de su adversario Ber nardo de Irigoyen. En rigor, la con- nacional, y que, al mismo tiempo, ayudan a diferenciar las inten-
fianza depositada en que la época de rebeliones ar madas que ha- ciones de las tendencias electoras del gobier no del resultado últi-
bían envuelto los comicios había quedado definitivamente atrás se mo de esas pretensiones.
visualizó en los preparativos electorales. Es todo un síntoma ad- Como se sabe, no se trata de un período escaso de significa-
vertir que para un operador de Irigoyen encargado de mover in- ciones para el regimen político argentino edificado desde 1880.
fluencias en el interior, el eventual triunfo del candidato oficial no Los sucesos mendocinos a los que se hará referencia suelen ser
suponía riesgo alguno. Confesaba Lucas González en 1885: reconocidos por la literatura como uno de los eslabones que anti-
ciparon la crisis institucional y política de 1890 que dio como re-
No me desesperaré si triunfa el Dr. Juárez Celman, por- sultado la renuncia del presidente Juárez Celman y la modifica-
que es un joven inteligente, liberal y que contará con todo el ción del sistema de partidos que había dominado el escenario po-
concurso o juicio para mantener el orden y la paz, que es lo lítico argentino desde hacía una década. Sin duda la revolución de
que más necesitamos más que todo. Como Irigoyen desea co- 1889 abrió un ciclo de inestabilidad política en la provincia que
nocer la opinión de todos Uds. te escribo a ti para que con- se verifica en la existencia de siete gober nadores y dos interven-
verses con todos los demás y me contestes.3 tores federales entre 1889 y 1892. Esa situación sin embargo no
impide advertir la variabilidad de situaciones en las que dimensio-
La administración de Juárez Celman distó de tener las condi- nes de la política provincial y nacional arrojan adaptaciones y re-
ciones propicias de su antecesor: crisis económica, exclusivismo sistencias que están lejos de ser arbitradas tan sólo por los princi-
político y las diferencias con Roca son presentados por la litera- pales referentes del poder nacional o local. Por el contrario, esa
tura como las principales razones para señalar las condiciones densidad política desnuda con precisión la complejidad de un re-
que ter minaron con la revolución de 1890, la posterior renuncia gimen de poder sujeto a competencias políticas y territoriales en
del presidente y la emergencia de nuevas agrupaciones que mo- la que se dirimían grupos e individuos insertos en la vida política
dificaron el sistema de partidos poniendo en jaque el orden polí- por móviles muy diversos. El artículo arroja nuevas evidencias so-
tico configurado a partir de 1880.4 bre el funcionamiento del mercado de influencias del que depen-
En un estudio pionero, Natalio Botana forjó una imagen del día aún el elenco estable de notables a nivel provincial o nacional,
régimen de control electoral que rigió la política argentina entre lo que da lugar a plantear la relativa capacidad de autonomía de
1880 y 1916 cuya centralidad residía en los vínculos establecidos los actores en función de coyunturas precisas que per mite apre-
entre los gober nadores de provincia y el poder presidencial. Pri- ciar –entre otras cosas– la inestabilidad de los grupos políticos lo-
vilegiando la observación en la composición y las funciones de los cales que convergían en el PAN; y que, a su vez, imprimiría el sen-
principales órganos del Estado, la definición del esquema federal tido de las nuevas agrupaciones partidarias que dinamizaron la
de poder que alcanzaba a todo el territorio nacional le per mitía política provincial después de 1890.
trazar una tipología relativamente fiel de diferentes per files pro- Generalmente el desarrollo político provincial ha sido analiza-
vinciales que concurrieron en su diseño.5 Se trataba de una geo- do en la dirección auspiciada por la política nacional. Pensado el
grafía política dispar en la cual la configuración de la hegemonía 90 como bisagra del esquema de poder nacional y provincial, al-
conservadora se había edificado en tor no de provincias leales, dís- gunos historiadores pusieron el acento en la capacidad de los
colas y adversas. Esa figura inter media servía para dar una res- hombres del régimen para sortear los obstáculos del huracán que
puesta interpretativa de tipo transaccional de provincias como se precipitaría con la irrupción de las masas en el juego político.
Mendoza que no se encuadraba necesariamente entre las provin- Así desde Lucio Funes a Dardo Pérez Guilhou la política provin-
cias oficialistas que servía a la mayoría electoral sino que podía su- cial habría dependido de la capacidad pragmática de los notables
marse a la aspiración electora del gobier no de acuerdo con co- que agrupados en “gobier nos de familia” condujeron las riendas
yunturas o situaciones específicas. El presente trabajo está dedi- del poder desde 1861, dando lugar a la edificación del régimen
cado a examinar algunos aspectos de esa dinámica política con el político que funcionó como sustento del progreso material expe-

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) 68 ( ) 69 (
rimentado en la provincia entre 1880 y 1914.6 Visto el fenóme- Mendoza cuando el gober nador Tiburcio Benegas había sido de-
no con otras lentes, el 90 supuso el quiebre de las for mas de ha- puesto del cargo que desempeñaba desde 1887 como consecuen-
cer política y la irrupción de nuevos actores y liderazgos. Allí cia de una insurrección ar mada liderada por el senador Rufino Or-
emergen prototipos opuestos al per fil político de los notables co- tega que había forzado su renuncia”.8 Lo peor, continuaba, era
mo el de José Néstor Lencinas, el líder de la Unión Cívica Radi- que todo había pasado entre amigos: Ortega por un lado, y Be-
cal desde 1891, ungido por Alem, que accedió a la gober nación negas y Civit por otro.9
en 1918 después de romper con la conduccion del radicalismo li- La revolución había sido el corolario de una serie de operacio-
derado por el presidente Hipólito Yrigoyen.7 Aunque diferentes nes políticas en pos de la sucesión a la gober nación provincial que
ambos enfoques comparten un supuesto que en el desarrollo de había desnudado de igual for ma las pretensiones exclusivistas del
estas páginas me ocuparé de despejar: dan por existente la for- juarismo como las aspiraciones del círculo oficial afín a Roca des-
mación de los grupos políticos cuando en realidad se trataba de de 1874. Si los preparativos que auguraban un futuro poco aus-
constelaciones móviles de individuos involucrados por distintas picioso para el gobier no de Benegas y su candidato Emilio Civit
vías en la vida política. Una prefiguración a priori de roles políti- se remontaban a noviembre de 1888, primero el arribo a la ciu-
cos que se ve acompañada de una imagen de centralización ad- dad de un operador del juarismo y más tarde el regreso del coro-
ministrativa temprana del Estado provincial (y nacional) cuando nel Ortega a la provincia ter minaron por complejizar el tablero
en realidad ambos están en per manente organización. político hacia fines de diciembre cuando después de vitalizar el co-
Las páginas que siguen se ocupan de despejar el peso que mité del partido autonomista provincial se proclamó la candidatu-
han tenido estas imágenes en la comprensión de la vida política ra de Ortega en medio de una intensa movilización que llegó a in-
provincial entre 1888 y 1892, para lo cual he dividido el traba- cluir distantes distritos de campaña como el de 25 de Mayo. Fi-
jo en cinco apartados: en el primero realizo una breve descrip- nalmente el 6 de enero de 1889 un reducido grupo de personas
ción de los sucesos políticos que dieron lugar a la intervención fe- atacó la casa del gober nador. No se trataba de una conspiración
deral de 1889. El segundo está dedicado a examinar el funciona- desconocida por los hombres del gobier no. El jefe de policía,
miento del mercado de influencias entre políticos locales y nacio- Agustín Álvarez, tenía infor mación del movimiento de ar mas que
nales, destacando recursos y prácticas que concurrían en la diná- días antes Ortega había realizado en las inmediaciones de su ca-
mica del “círculo” y la búsqueda de opinión, situaciones ambas sa, en la periferia de la ciudad, y la resistencia dispuesta no logró
que refieren a las lógicas que vitalizaban la arquitectura flexible impedir la “fusilería” que culminó con la detención de los hom-
del PAN. A continuación me ocupo de las organizaciones políti- bres del gobier no, el control de la Casa de Gobier no, del Depar-
cas provinciales que adscribieron al juarismo en cuanto ayudan a tamento de Policía y de la Municipalidad. Las crónicas identifica-
precisar los móviles que guiaron la revolución de 1889. El cuar- ron a Rodolfo Zapata y Adolfo Calle –activo dirigente autonomis-
to apartado lo he destinado a presentar la convergencia de críti- ta, enemigo de Civit y editor de Los Andes– al frente del movi-
cas al gobier no provincial y al poder del Único en cuanto exhi- miento compuesto por veinticinco artesanos que tenía como ca-
be una suerte de simultaneidad política entre los marcos políticos bezas a Miguel Madrovejo, el capitán de Guardias Nacionales Cas-
nacionales y provinciales; por último, procuro mostrar hasta qué tro y Salvador Laborda, el entonces presidente del Club de Arte-
punto la política del 90 no ter minaba en los círculos áulicos de sanos que días antes había proclamado a Juárez Celman presi-
los “gobier nos de familia” sino que se difundía en todo el territo- dente del PAN y a Ortega como candidato a gober nador.
rio provincial porque allí residía una clave de su éxito. Según las crónicas, casi todos los distritos de campaña fue-
ron controlados por los revolucionarios, con lo cual se daba cuen-
ta de una suerte de recepción favorable del movimiento en la pro-
1889: revolución e intervención nacional vincia. En efecto, al día siguiente la prensa rebelde concluía su
editorial celebrando que la contienda sólo había arrojado tres he-
“Los primeros días de enero de 1889 E. García Mérou, de vi- ridos, lo que ponía fuera de duda la impopularidad de Benegas y
sita en Mendoza, escribía al ex presidente Julio A. Roca que el or- el prestigio obtenido por Ortega: “Puede decirse que ha sido la
den y la paz anhelados desde 1880 estaban lejos de quedar afian- noche más tranquila que ha tenido Mendoza”, sentenciaba Los
zados en el país. Su opinión derivaba de los sucesos ocurridos en Andes, para concluir afir mando que “las tropas populares siguen

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) 70 ( ) 71 (
ar madas para garantir el orden”.10 El éxito obtenido por los re- entonces una solución transaccional complementaria a la interven-
volucionarios fue evaluado de diferente manera por la prensa ofi- ción: designó como enviado de las negociaciones al doctor Calix-
cial para la cual el apoyo brindado por el Batallón 12 de Guar- to de la Torre, leal al presidente, con el fin de concertar una con-
dias Nacionales había sido decisivo para derrocar al gobier no. En ciliación entre los grupos en pugna que se materializó en la desig-
cambio la prensa favorable a la revolución liderada por Ortega, nación de un nuevo candidato a gobernador que fue aceptado por
como Los Andes y El Ferrocarril, negaron la participación de las partes. Por consiguiente, los sucesos locales habían obstruido
las fuerzas nacionales y atribuyeron el éxito del movimiento a la por igual las candidaturas sostenidas por las pretensiones electoras
acción de los artesanos dirigidos por un capitán de guardias na- del gobierno provincial y del círculo presidencial.
cionales, el señor Baldrich. En sentido estricto, la opinión de la
prensa insurrecta fue compartida con la del mismo comandante
del Batallón 12 acantonado en San Luis, Ignacio Fotheringhan, Puja por candidaturas: posiciones y límites
quien confesó no haber participado de la revuelta ni a favor de del gobierno elector
los insurrectos ni tampoco para sostener a las autoridades insti-
tuidas. Años después el mismo militar al recordar los sucesos de Como se adelantó, los acontecimientos que dieron por tierra
1889 afir maría: “En Mendoza estábamos como dos potencias con el gobier no de Benegas tenían como epicentro la competen-
aparte: por un lado las fuerzas nacionales; por el otro, las de la cia entre los aspirantes a ocupar la cúspide del poder provincial.
provincia. Pedí al interventor su autorización para apoderar me Se trataba de una disputa que trascendía los estrechos marcos lo-
de la policía. Ninguno de sus jefes se me había presentado, por cales de la política porque el eventual triunfo de Civit o de Ortega
lo tanto debían considerarse como rebeldes”.11 Aunque éste no inclinaba la balanza a favor de los candidatos a suceder al presi-
sea el lugar para un desarrollo más por menorizado del fenóme- dente Juárez Celman: por un lado, Cárcano, su delfín político; por
no aludido, el testimonio sugiere algunas apreciaciones en tor no el otro Roca, su adversario en la conducción del PAN y aspirante
de la escasa diferenciación de competencias entre ambas institu- a ocupar la primera magistratura del país para un segundo man-
ciones. En tal sentido los reclamos del jefe de Policía al ministro dato. Esas diferencias se agudizaron en el curso de 1888 cuando
de Gobier no de la provincia parecen resolverse en esos tér minos las pretensiones exclusivistas del juarismo procuraron socavar la
al considerar que los oficiales del ejército se atribuían prerrogati- red de apoyos construida por Roca desde 1874, a través de ope-
vas sobre los agentes de policía.12 raciones políticas destinadas a utilizar las diferencias que desde en-
Controlada la situación por los rebeldes, y mientras la procla- tonces dividían a la elite local con el fin de utilizarlas en su benefi-
ma revolucionaria que justificaba el movimiento afín a Juárez Cel- cio. Lejos de representar una intromisión externa o ajena a diná-
man alcanzaba difusión destacada,13 Benegas firmó su renuncia micas políticas provinciales, esas acciones deliberadas de los alle-
que fue aceptada por la Legislatura. Ésta proclamó gobernador a
gados al presidente hallaron eco en la medida que podían ser
Manuel Bermejo por tres meses, en cuyo término se nombraría un
aprovechadas por conglomerados de individuos desplazados de
propietario por tres años. Una vez en libertad, y después de haber
posiciones de poder desde 1874 que integraban las filas del PAN.
mantenido estrecha comunicación con las autoridades nacionales,
En junio de 1888 el ex diputado Isaac Chavarría –socio co-
Benegas solicitó la intervención federal. Días más tarde, el inter-
mercial de Civit y amigo de Roca– no había dudado en confesar-
ventor Derqui ordenó la reposición de Benegas después de evaluar
le que la candidatura de Civit era “cosa arreglada” y que la esci-
que su renuncia al cargo, como la elección de Bermejo, se había
sión con Ortega podía ser considerada como radical:
dado en medio de un violento clima político y de presión moral que
hacía dudosa la validez del acto. La reposición de Benegas produ-
Civit me dice que te ha escrito y que te escribe. Benegas
jo divisiones en el gobierno nacional: la medida sólo fue firmada está ya decidido a sostenerlo y el Presidente lo sabe y al pa-
por el vicepresidente en ejercicio Carlos Pellegrini y el ministro del recer lo acepta. La escisión con Ortega es radical, porque Be-
Interior, Eduardo Wilde. A pesar de ello, el informe elevado por el negas no quiere reanudar relaciones. Así es que su influencia
interventor nacional planteaba concretamente la debilidad política está reducida a cero, dada la naturaleza humana, la época de
de Benegas al comprobar que la mayoría de la “opinión” de Men- paz que atravesamos y la falta de un círculo propio que lo
doza era favorable al senador Ortega. El gobierno nacional previó mantenga a flote.14

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) 72 ( ) 73 (
En efecto, hasta fines de noviembre la candidatura de Emilio presidente y poner reparos a sus pretensiones de liderazgo nacio-
Civit no sólo contaba con el apoyo decidido del gober nador sino nal. Si en un comienzo la polémica quedó circunscripta a un pu-
que había ganado adhesiones en la provincia. La influencia de gilato en el cual el “pueblo” no tomaba partido, la reproducción
Emilio Mitre había limado algunas asperezas aunque no había al- del polémico artículo atribuido al círculo oficial ganó mayor im-
canzado a evitar la fuga de apoyos que antes se consideraban se- pacto al ser publicado en Sud-América.
guros. Aunque los trabajos electorales en la provincia daban al El tablero político provinciano se tensó aun más ante el arri-
gobier no un papel predominante para asegurar la sucesión, el bo a Mendoza de Héctor C. Quesada. En la ciudad el experimen-
gober nador Benegas advertía bien hasta qué punto cada elección tado operador del juarismo utilizó las diferencias entre los auto-
suponía reeditar acuerdos personales que nunca eran del todo nomistas locales para encauzar adhesiones hacia la égida del pre-
estables: “Por lo demás salvo dos o tres amigos que lo eran per- sidente y aspirante a presidir el partido. ¿Qué pasos siguió Que-
sonales míos y con los cuales creía poder contar, fueron pertur- sada en las operaciones políticas dirigidas contra el gobier no?
bados desde esa haciéndoles creer brujerías y se alzaron con el Utilizando el clima propicio en tor no de la dudosa posición del
santo, todo lo demás sigue bien, habiendo incorporado siempre gobier no local frente al presidente, que se diferenciaban de las
algunos nuevos elementos. Haga lo posible por realizar el mayor manifestaciones favorables obtenidas en varias provincias,19 los
bien posible, y con el conocimiento que tengo de los hombres de trabajos de Quesada procuraron reconducir influencias y relacio-
este pueblo, aguanto, porque mucho hay que aguantarles, y los nes para disminuir el círculo de Benegas y las chances de su pro-
trato siempre bien”.15 En consecuencia, la dinámica de influen- tegido. Por un lado, organizó un centro de resistencia al grupo
cias y de relaciones podía moverse de un punto a otro según pre- oficial a través de la confección de una lista de diputados para la
ferencias o intereses muy dispares que podía incluir rencillas per- Legislatura argumentando que seguía las indicaciones del presi-
sonales, el uso discrecional del crédito a través del Banco Provin- dente; por otro, inició una serie de conversaciones con persona-
cial o el otorgamiento de títulos sobre las tierras del sur incorpo- jes locales invitándolos a escribir cartas a Juárez Celman manifes-
radas desde 1880. tándole que el autor del artículo publicado en El Derecho y re-
Las impresiones de Benegas no fueron desacertadas. Duran- producido en el diario “amigo” había sido inspirado por Benegas,
te los primeros días de diciembre el panorama alentador que an- el ministro Juan Serú o Emilio Civit. Quesada, “el más altivo de
tes había marcado el ritmo de su correspondencia se diluyó signi- los insolentes juaristas”, manifestaría finalmente, “mañana se
ficativamente ante las operaciones juaristas de hacer del presiden- asegurará que yo combato candidatos [...] que Civit gobier ne o
te el jefe del partido. Como era previsible, la prensa se convirtió que gobier ne Serú. Del primero me conviene más que el otro,
en escenario de disputa de manera inmediata. Mientras Los An- por su insignificancia, su poco valor político”.20
des no tuvo reparos en proclamar que el presidente Juárez Cel- De cara a los acontecimientos, el gober nador Benegas no du-
man debía encabezar la jefatura del partido,16 El Derecho –el dia- dó en dirigirse a Juárez Celman para manifestar la duda sobre su
rio afín al círculo ficial– no sólo la juzgó inoportuna sino que tam- beneplácito respecto de los pasos seguidos por Quesada: “Con
bién consideró que la imposición del presidente sobre el poder una impaciencia injustificada y atribuyéndose la representación de
público era contraria a la for ma republicana y representativa pres- los propósitos políticos de usted, ha tratado de comprometer a al-
cripta por la Constitución. Para entonces El Derecho afir maba: gunas personas a favor del Dr. Cárcano, para organizar trabajos
“Los Estados Unidos, modelo como for ma republicana y repre- que respondan a su elección para la presidencia de la República”.
sentativa, lejos están de creer que su Presidente es la única perso- Pero no ha sido sólo esto, continuaba: “Quesada ha tratado de or-
na capaz de pesar eficazmente en los acontecimientos políti- ganizar elementos de resistencia a mi gobier no y a la candidatura
cos”.17 A juicio de sus editores, no se trataba de desconocer el de Emilio Civit, todo, quizá, porque no oía de mis labios ni de los
progreso del país operado desde 1880. Pero esa marcha ascen- de Civit, ter minantes y claras manifestaciones de adhesión a favor
dente no debía distraerse por “luchas entre caudillos”. Atraer al de sus precedentes trabajos”.21 Como se advierte, si el argumen-
extranjero, poblar zonas desiertas, generar riqueza “bajo el ampa- to utilizado por Benegas a que era prematuro manifestar su adhe-
ro del orden y de la ley”, era la mejor política instrumentada por sión al candidato presidencial podía funcionar como estrategia di-
la administración juarista.18 Para Los Andes en cambio la postu- latoria en función de su lealtad con Roca,22 su retórica pone en
ra asumida por el oficialismo suponía desconocer la autoridad del escena dos opciones de liderazgo que dependían de igual for ma

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) 74 ( ) 75 (
de una necesaria y persistente búsqueda de mediaciones. Así, allegados a Juárez Celman, como Benito Villanueva, se dispuso
mientras Civit no dudaba en confesarle a Roca que las intencio- a vitalizar el Comité Provincial del PAN con el fin de quebrar el
nes de Quesada buscaban producir un efecto en Buenos Aires re- poder de Benegas y liquidar la candidatura de su protegido. Los
velando que su círculo resistía la autoridad del presidente con lo Andes y El Ferrocarril se sumaron a la propuesta de instalar co-
cual su candidatura podía darse como liquidada, Benegas le soli- mo candidato a Ortega. La movilización de recursos fue intensa
citaba también que escribiera a Ortega a fin de evitar su adhesión para los grupos en pugna. Mientras los esfuerzos realizados por
al círculo juarista que pretendía disminuir la capacidad del gobier- el círculo oficial dieron pobres resultados,24 la convocatoria de
no para imponer su candidato. Escribía Civit a Roca en diciembre Ortega fue exitosa. El 31 de diciembre consiguió reunir a cerca
de 1888: de tres mil personas que dieron origen a un club for mado por va-
rios patriarcas de la política provincial, un Comité de la Juventud
Hoy la cosa cambia y se acentúa más. Los Andes trae un y el Club de Artesanos. Las tres organizaciones reconocían como
artículo tremendo contra mí dándome ya como único autor de líder máximo a Juárez Celman y como presidente local a Ortega.
lo que ha ocurrido y como resistente a reconocer la autoridad Una vez concluidos los discursos que estuvieron a cargo de Ma-
del presidente. El objeto es claro: hacer me pelear con el pre- nuel Ber mejo, Rodolfo Zapata, Adolfo Calle y el capitán Bal-
sidente y matar mi candidatura. Ese ha sido el propósito que
drich, se proclamó la candidatura de Ortega a la gober nación
lo ha traído a Quesada, se ha manejado con algún tino, ha
provincial. Un desfile por las calles de la ciudad completó el cua-
mandado a [Adolfo] Calle, que nunca dejará de ser canalla y
dro de la movilización política que anticipaba un futuro poco aus-
a Rodolfo Zapata y entre los tres han preparado el pastel. Co-
mo no tengo tiempo de dejar me operar en silencio, por este picioso para el gober nador y su círculo. Si algunos podían pen-
correo le escribo al Presidente y le refiero todo lo que ha ocu- sar que las elecciones municipales previstas para el 6 de enero
rrido, el complot existente y el objeto que se proponen. Ten- podían ser el escenario de la disputa,25 los planes de Ortega se-
go confianza en el Dr. Juárez le hablo claro y no dudo que mi guían un recorrido diferente: derrocar al gobier no era el medio
palabra honrada sabrá apreciarla más que la de los tres cana- más expeditivo para contrarrestar el peso de los recursos que dis-
llas que están en danza.23 ponían la situación oficial para imponerse como gober nador ba-
jo la cobertura del PAN y de su jefe único. Para hacerlo contaba
El interés por disminuir la “capacidad del sujeto como gran con un capital político considerable: a “la inmensa mayoría de la
dispensador de favores e influencias” que podía ser interpretada opinión” que debía proclamar en toda la república a Juárez Cel-
como una obra de maquiavelismo en procura de poner en duda man como jefe único y verdadero del partido,26 se sumaba la vi-
la lealtad de los locales o, en cambio, la sostenida tarea de dismi- gorosa propaganda dispuesta por Los Andes que invitó a plegar-
nuir la influencia del gobier no elector (sea en clave local como na- se a la contienda argumentando que el gobier no utilizaría el po-
cional) parece poner en escena una especie de autonomía de re- der de policía para sostener la “raquítica e impopular candidatu-
laciones entre los imbricados en aquellas constelaciones políticas. ra de Civit”, e indicando que ya era tiempo de que “los amigos
Valdría la pena preguntarse entonces: ¿era un movimiento dirigi- del coronel Ortega se ar men para rechazar el ataque, para llevar
do necesariamente desde arriba? Aunque escasas, las evidencias al convencimiento del pueblo [...] que tenemos tanta o más fuer-
disponibles parecen sugerir que los individuos involucrados en es- za que ellos, y que si se atreven a hacer uso de las ar mas por se-
te tipo de constelaciones políticas podían modificar sus posiciones gunda vez, nuestros elementos tomarán la defensa”. Finalmente
relativas en función de situaciones o móviles variados transfor- el clima adverso al gobier no de Benegas se vislumbró el 5 de ene-
mando las relaciones de fuerza de los supuestos líderes de la po- ro cuando Ortega escribió a Cárcano manifestándole que la cons-
lítica local. Esa suerte de dinámica habría de expresarla el propio piración no sólo estaba en marcha sino que su éxito sería mayor
Benegas con ajustada claridad en carta a Juárez Celman cuando si lograba inter ferir el eventual apoyo de las fuerzas nacionales a
manifestó que el diputado nacional doctor Videla como “otros ca- las autoridades provinciales. La búsqueda de abstención del Bata-
balleros” se habían negado rotundamente a “secundar” los planes llón 12 era funcional a Ortega en la medida que pretendía demos-
de Quesada. trar “que mi poder y mi influencia no están basado en las bayo-
El clima político se agudizó con el arribo a la provincia del se- netas de ese batallón, sino en la inmensa opinión que me acom-
nador Rufino Ortega. Munido del apoyo de políticos mendocinos paña en esta cruzada”.27

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En suma, si muy pocos dirigentes nacionales no desconocían ber nador Benegas en persona, ha pedido de rodillas a Domingo
el tablero político provinciano, y algunos conocían incluso los atri- Bombal que retire su nombre de nuestro Comité”. Esas posicio-
butos personales de Ortega, casi ninguno pudo anticipar el rápi- nes móviles de personas podían inclinar el predominio o la frac-
do desenlace de los acontecimientos de los sucesos del 6 de ene- tura de liderazgos personales y políticos. En otras ocasiones he-
ro de 1889. Días después de la insurrección que evocaba prácti- mos insistido que la presencia de vínculos familiares en el juego
cas de un pasado que se creía clausurado, le confesaba Roca al de poder local no impedía sino que habilitaba la conducción de
presidente: cadenas de control político además de aglutinar identificaciones
de estricta competencia política.29 En consecuencia, una de las
Ortega estuvo en mi casa antes de salir para Mendoza. No claves del éxito político consistía en conquistar la opinión entre
me comunicó sus planes sino a medias, a pesar de que él sa- los influyentes. Lejos de basarse en adhesiones estables, precisa-
be que, aunque hubiera sido contra mí yo era capaz de guar- mente la lógica del círculo convergía en estrategias dirigidas a qui-
dar reserva; pero yo reconocí que iba dispuesto a hacer cual-
tar y ganar apoyos entre los personajes que tuvieran algún tipo de
quier barbaridad; que iba persuadido de que había sido “ungi-
notabilidad.30
do” en el Café de París y que podía contar con su apoyo en
todo y para todo, a pesar de que Ud. le hubiese repetido, por
Vale considerar entonces la fisonomía de las agrupaciones
varias veces, de que Ud. había dado su palabra a Benegas y a que dieron curso a la insurrección liderada por Ortega, el per fil
Civit de sostenerlos; pero nunca me podía imaginar que las de los adherentes y los móviles que los impulsaban. Como se an-
cosas iban a marchar tan a la carrera.28 ticipó la convocatoria realizada el 31 de diciembre en la casa del
senador Ortega fue exitosa. Cerca de tres mil personas, “entre
las que figuraban la mayoría de las que por su posición social y
Entre el círculo y el comité: antecedentes políticos representan la opinión consciente de esta
perfiles y móviles de adhesión provincia”, aclamaron y reconocieron a Juárez Celman como je-
fe del PAN. Jóvenes y artesanos completaban el cuadro. Entre
Los historiadores han advertido en los sucesos mendocinos de los primeros figuraban un poco más de “cien jóvenes de las fami-
1889 la inter ferencia del gobier no nacional evaluando el fenóme- lias más notables de esta ciudad” que dieron origen al club “Ju-
no como un eslabón más del ciclo abierto en 1888 con las inter- ventud Juárez Celman”. Finalmente, los artesanos organizaron
venciones federales a Tucumán y Córdoba que procuraba contro- un club político bajo el nombre de “Presidente Juárez” manifes-
lar situaciones provinciales adversas al poder central privilegiando tando adhesión completa a “las ideas sostenidas por los anterio-
de esa for ma una imagen unidireccional del juego de poder entre res”.31 Los Andes no demoró en saludarlos expresando: “Los ar-
centro y periferia. En algunos casos esas interpretaciones están tesanos están de pie y día tras día se acercan al coronel Ortega
imbuidas de supuestos no siempre explícitos que destacan el a significar su adhesión”.32
avance del juarismo en el interior como expresión de tendencias Quienes integraban el Comité Autonomista Nacional, presidi-
centralizadoras ajenas a dinámicas políticas provinciales. Los pá- do por Ortega, y el Club de la Juventud juarista, no eran perso-
ginas anteriores han per mitido complejizar ese esquema al pon- najes de escasa injerencia en la política provincial. Un buen nú-
derar en qué medida las situaciones provinciales habilitaban un mero de ellos contaba con importantes trayectorias que se retro-
juego de ida y vuelta de los involucrados en la lucha por el poder traían a las décadas previas cuando el espacio político provincial
local y nacional. No se trataba entonces de una dinámica motori- había sido escenario de la contienda entre “gonzalistas” y “civitis-
zada exclusivamente entre los principales líderes de la política na- tas” durante las elecciones provinciales de 1873, y la contienda
cional como tampoco se agotaba en el estrecho margen de los electoral por la presidencia de 1874 que ter minó con el levanta-
que ocupaban los principales cargos electivos del ámbito provin- miento liderado por Mitre.33 En consecuencia, y a diferencia de lo
cial. En tal sentido la competencia entre los grupos de la elite po- señalado por algunos historiadores, estas pertenencias e identida-
lítica de la provincia se dirimía en la capacidad de ganar adhesio- des políticas, más que representar un avance de los hombres del
nes personales o apoyos entre los involucrados por diferentes vías gobier no nacional, suponía un reacomodamiento de grupos e in-
en la vida política. No en vano Ortega podía confesar que frente dividuos desplazados, aunque no ausentes, del poder político pro-
a la fuga de adhesiones habidas entre diciembre y enero “el go- vincial. En otras palabras, la adhesión al juarismo de los antiguos

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gonzalistas y ex mitristas representaba una oportunidad favorable protestas donde convergían asuntos públicos y negocios privados.
para dar por tierra con la sostenida influencia de los civitistas, vin- Para entonces Los Andes juzgaba que Benegas había caído por
culados a Roca (que vale recordar había sellado la derrota militar ser hijo de un “pequeño círculo for mado de cuatro o seis perso-
de Santa Rosa en 1874) que se disponían a ubicar a Emilio Civit nas respetables” que combinaba planes políticos contrarios a la
en la gober nación. ¿Esas inclusiones respondían sólo a una even- política del presidente de la nación y del PAN “creando en nues-
tual rencilla sujeta a saldar derrotas viejas? De ningún modo, en tra provincia un estado de cosas contra los intereses de este par-
1885 Melitón González había aspirado a la gober nación para in- tido y de sus organizadores más espectables”.38 Si esa opinión
tentar “estar nuevamente en el candelero”,34 y esa metáfora ser- ajustaba cuentas sobre un per fil empresario que se alejaba de los
vía para desnudar las pretensiones de acceder a cargos electivos. atributos que podían retener aquellos sujetos surgidos de la arena
Integrar la constelación de actores y asociaciones que bajo la som- política, años más tarde Agustín Álvarez, en su Breve historia de
bra del juarismo preparaba la insurrección, suponía reeditar prác- Mendoza, vinculó la insurrección a la prescindencia manifestada
ticas para nada desconocidas con el fin de recuperar las posicio- por Benegas sobre la sucesión presidencial porque puso en duda
nes políticas que antes habían ocupado y a las que no casualmen- la lealtad al presidente. Sin embargo, las crónicas de la época su-
te accederán después de 1890.35 man razones de otra índole al acontecimiento provinciano como
Tales adscripciones o pertenencias suponen una imprevisible el aumento de impuestos y el uso del crédito. Es muy probable
aunque nada sorprendente puesta en marcha de recursos varia- que los gravámenes impuestos al comercio establecidos por Be-
dos anclados en tradiciones políticas y familiares. Si en 1889 Car- negas hayan colaborado en la pérdida de adhesiones por parte de
los González disponía el uso de su barraca de la calle Bolivia pa- los comerciantes; de manera complementaria, el uso discrecional
ra la reunión de simpatizantes del juarismo, y no tenía inconve- del crédito público habría funcionado como detonante de la hui-
nientes para financiar de vuelta panfletos o diarios, la creación del da de apoyos. El Banco Nacional y el Provincial, a juicio de Adol-
Club de Artesanos per mite advertir un componente novedoso de fo Calle, eran el “cuartel general” del gobier no: “Ambos estable-
la movilización política en la provincia que se retrotraía sin embar- cimientos están completamente a disposición de Benegas. Sus
go a 1883. Esa innovación institucional y política destinada a ga- gerentes son los principales agentes, y el de la Provincia amena-
nar adeptos en un ámbito preferentemente urbano con el fin de za ya con ejecuciones a los que no se pliegan a su lado”.39 Por fin,
conquistar espacios ajenos a la órbita oficial, reconocía per files la emisión de títulos de propiedad de tierras se convertía en un
sociales diferentes a los nucleados en el comité. Entre los atribu- asunto para nada menor de los estímulos privados que podrían
tos profesionales de los cien allí reunidos algunos, como el tipó- haberse sumado a los móviles de los conspiradores. En un mo-
grafo y editor Francisco Calle, contaba con una larga tradición pe- mento de progresiva valorización de la tierra disponible para el
riodística que se retrotraía a la primera mitad del XIX en Valparaí- cultivo de la vid,40 la gestión de Benegas impulsó la emisión de tí-
so que luego continuó en Mendoza con la edición del Eco de los tulos de propiedad entre empresarios locales y compañías for ma-
Andes, afin a Mitre y a los González en 1873 y 1874.36 Otros in- das por empresarios porteños; Ortega no figuraba entre los bene-
tegrantes eran mucho menos conocidos. Figuraban en carácter de ficiarios a pesar de ocupar por ley extensos territorios en Malar-
vicepresidentes José Morales García, un carpintero que residía en güe desde 1874.41
la calle Entre Ríos, el “empresario de obras” Ruperto Recio, el
carpintero Pablo Martínez con domicilio en San Martín 460. Asi-
mismo acompañaba como secretario Ciriaco Bravo, uno de los La política impugnada: el régimen y sus vicios
pocos procuradores judiciales que la Guía de Flavio Pérez regis-
tró en 1888. El más emblemático era su presidente Salvador La- Otros contemporáneos evaluaron de diferente for ma lo suce-
borda, uno de los caudillejos ligados a Ortega, vecino propietario dido. Para el interventor Derqui, el “escándalo de Mendoza” tenía
del departamento de Las Heras que en 1891 tendría que dar su origen en la disgregación del partido creado por Roca –ese edi-
cuenta de haber perseguido a peones de Lavalle.37 ficio que se pensó debía elevar la “nacionalidad sobre todo y so-
La insurrección liderada por Ortega parece encontrar no sólo bre todos”–, en las prácticas políticas ensayadas y en los políticos
sus raíces en disputas entre partidos alentados por disputas per- que no comprendían con claridad la distancia que existía entre po-
sonales sino que éstas se inscribían en un clima de tensiones y der y gobier no. A su juicio los medios utilizados para imponer un

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candidato opuesto al gobier no no sólo causaban sorpresa sino difusión del PAN provincial– recibía la nueva agrupación señalan-
que ponían en evidencia las tendencias de “una montonera polí- do que se trataba de “una insignificante ramificación de la Unión
tica” que abrigaba necias pretensiones de imponerse por la vía de Cívica de Buenos Aires” dirigida por dos hombres resistidos por
la fuerza, no de la negociación.42 la política nacional, preocupados por restaurar los “gobier nos de
Aunque la Legislatura había aceptado la renuncia de Benegas, familia”. Esos hombres –concluía el editorialista con tono mor-
el hecho de que había sido confeccionada en reclusión puso en daz– eran Francisco y Emilio Civit que vivían aspirando al poder
duda su eventual legitimidad. Ese criterio defendido por los hom- porque no tenían “hábito de trabajo”.47 La vitalidad de los cívicos
bres del gobier no aparecía apoyado por Pellegrini que, en ejerci- se manifestó en una intensa propaganda a través de un nuevo pe-
cio de la presidencia, no convalidó al gober nador resultante de la riódico y de sostenidas críticas al gobier no de Guiñazú como ex-
conspiración, Manuel Ber mejo, y sostuvo en cambio la autoridad presión local del régimen. La nueva agrupación reunía al elenco
instituida de Benegas. Una vez restablecido en su cargo, Benegas estable del civitismo y su for mación se introducía en un clima de
solicitó la intervención del gobier no nacional, con lo cual se pro- tensiones que desde febrero había invadido la vida política provin-
curaba rectificar el curso político provincial que, desde 1874, ha- cial. Las páginas de El Debate arrojan evidencias suficientes co-
bía exhibido una relativa estabilidad institucional acompañada de mo para evaluar la for ma en que gobier no y oposición trazaba un
importantes signos de prosperidad material.43 cuadro agudo de convivencia política que auguraba días de agita-
Bajo la mediación del comisionado nacional, se llevó a cabo la ción. Primero fueron las denuncias sobre las presiones oficiales di-
reconciliación de las partes que ter minó obstruyendo las aspira- rigidas a los deudores bancarios que finalmente fueron corrobora-
ciones de los candidatos en disputa instalándose en cambio la de das con la publicación del telegrama recibido por un deudor. Lue-
Oseas Guiñazú, un abogado mendocino que ejercía la magistratu- go siguieron querellas y agresiones a los editores de El Debate co-
ra en Córdoba desde años antes. Como gober nador propietario, mo voz opositora por parte de los jueces y comisarios leales al ré-
Guiñazú pretendió ensanchar las filas de “su partido” a través de gimen; después se sumó la expulsión de dos profesores del Cole-
una política de conciliación entre el grupo afín a Ortega y el sec- gio Nacional, Héctor Monneret de Villars y Agustín Álvarez.48
tor de Benegas pero ningún resultado positivo obtuvo de las ne- Si las prácticas políticas antes revisadas hacen visible la simul-
gociaciones, a pesar de las intenciones del gober nador y de su an- taneidad de acciones y condiciones entre diferentes escenarios
tecesor.44 Fracasada la instancia de la conciliación, Guiñazú orga- provinciales, los argumentos políticos que daban cuerpo a las de-
nizó su gobier no con el apoyo de dos grupos. Uno encabezado nuncias o críticas al régimen convergían en un núcleo “regenera-
por Ortega y el otro liderado por el diputado provincial José Nés- cionista” común. A juicio de los promotores de la renovada cultu-
tor Lencinas, un abogado del foro local, hijo de un hacendado de ra cívica, la política encabezada por los hombres del gobier no es-
San Carlos que integraba la maquinaria electoral del PAN al me- taba plagada de vicios y desviaciones cuyo remedio curativo de-
nos desde el 80. Si las diferencias entre ambos personajes anun- pendía de una moral ciudadana que instrumentara los principios
ciaban tensiones que se manifestaron durante los meses que si- de la democracia liberal en sustitución de las morales tradiciona-
guieron, el equilibrio entre los autonomistas locales era el resulta- les, asentadas sólo en las costumbres o en principios ideales.49
do directo del sostén del gobier no nacional. En otras palabras, ni Quizá lo sucedido en el Colegio Nacional sea un aconteci-
Guiñazú ni Ortega ni Lencinas dejaron de integrar las filas juaris- miento ilustrativo para ilustrar el recorrido de una argumentación
tas ni postergaron ningun tipo de manifestación pública contraria que no sólo representaba las filiaciones teóricas de algunos de los
al presidente ni a la política surgida de sus allegados.45 más furiosos opositores al régimen como Agustín Álvarez, el ex
Las manifestaciones afines a Juárez y su gobier no eran corre- jefe de policía del gobier no de Benegas, para quien la insurrec-
lativas a importantes innovaciones originadas en el espacio políti- ción de 1889 y los sucesos porteños de julio de 1890 supondrían
co provincial. En medio de un contexto político nacional donde el experiencias medulares de una biografía intelectual inserta en ese
juarismo era cuestionado desde 1889, en abril de 1890 los ami- momento positivista de la Argentina finisecular en el que el juaris-
gos políticos de Civit y otros “independientes” invitaron a los mo era identificado como promotor del materialismo que invadía
“buenos ciudadanos” de Mendoza a for mar un “partido popular” el clima de época. La pluma “satírica” de Álvarez en El Debate
que debía inspirarse en principios democráticos y en la constitu- adquirió un papel predominante en las críticas al régimen y en la
ción de 1853.46 Los Andes –a esa altura el principal órgano de for mación de opinión en Mendoza.50 En mayo de 1890 ante la

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expulsión de su colega Monneret de Villars de su cátedra, el joven la Convención del PAN había sido una “grotesca farsa”, saludaba
intelectual destacó las vicisitudes a las que estaban expuestos a sus lectores anticipando nieblas por todos lados, días de agitación
aquellos que no integraban el círculo de los “incondicionales”: y de violencia revolucionaria.
En Mendoza los sucesos revolucionarios de Buenos Aires se
Usted y yo, y todo el mundo sabe perfectamente por in- vivieron en tensa calma.55 Sin embargo, conocida la renuncia de
grata experiencia que el actual presidente no ha destituido a Juárez las calles de la ciudad fueron el escenario de movilizacio-
ningún partidario incondicional del Jefe Único del PAN, por nes que fueron acompañadas de discursos a cargo de los princi-
más inservible que haya podido ser, y que en cambio se ha he- pales oradores de la oposición en la principal tribuna cívica como
cho un deber de patriotismo en destituir a todos los empleados
la plaza Cobos (después San Martín) y la Alameda.56 Cívicos y ci-
que se permitieron el lujo de lo prohibido, es decir, dignidad
vitistas confluyeron en la escena: las vivas a Alem se confundían
política, y que por ese motivo contrariasen su política patrió-
tica, sabia, etc. [...] Con toda lealtad reconozco que el Único con las vivas a Pellegrini y a Roca. En aquella oportunidad Agus-
sólo ha tenido talento y tino para dos cosas: para enriquecer- tín Álvarez repasaría minuciosamente cada uno de los síntomas
se y para perseguir implacablemente a los hombres de digni- de la “patología política” que a su juicio afectaba la vida política
dad, que como es natural no podían encajar en el Unicato ni argentina de 1890:
en el incondicionalismo. Estas cosas son originales del Dr.
Juárez y no las han cometido Mitre, Sarmiento, Avellaneda ni El servilismo sistemático erigido en programa de gobier-
Roca, pero también es verdad que estos caballeros no eran pa- no... la prensa independiente enmudecida a palos... la oligar-
triotas, ni sabios, ni progresistas, como el Único.51 quía de familia dedicada a la explotación inicua de la nación
entera; las autonomías provinciales enfeudadas en el Unicato;
La impugnación al Unicato y al gobierno de Guiñazú como je- los representantes del pueblo enmudecidos por la unanimidad
fe local del juarismo de Mendoza adquirió vigor entre actores y es- sistemática y regimentada. Muertos los partidos de principios
cenarios diversos aunque convencionales. En mayo a lo ocurrido habíales sucedido el personalismo en su for ma más repugnan-
te y torpe. La ineptitud más desesperante, la avaricia más in-
en el colegio vino a sumarse el escándalo suscitado durante las
saciable, la inmoralidad más descarada, los más ruines renco-
elecciones del departamento 9 de Julio (San Carlos). Los pasos se-
res de aldea, se encar naron en un hombre, y ese hombre era
guidos por el sector oficial ofrecieron una inmejorable ocasión pa- presidente de la República y jefe único del partido único que
ra elevar voces contrarias al gobierno al impedir el ejercicio de los existía... Señores lo que acaba de caer no es un gobier no pro-
“sagrados derechos del pueblo”. En un mínimo espacio político –el piamente dicho; es la orgía oficial del servilismo. Rotas las ba-
registro apenas sobrepasaba cien electores–52 la presión oficial ha- rreras de la moral, las pasiones innobles se desbordaron y la
bía llegado a extremos al amenazar a los propietarios por la vía del fiebre del oro se aprovechó de la bestia humana.57
crédito público, y a los peones del Melocotón y La Consulta con
balazos y prisión.53 Hacia julio el clima era más tenso: frente al au- Frente a las desviaciones y vicios del Unicato que obturaban
mento de tarifas del Gran Oeste Argentino un nutrido grupo de el ejercicio de los derechos políticos de los que se resistían a en-
empresarios –nativos y extranjeros– elevó un petitorio que atribuía marcarse entre los “incondicionales”, la prédica de Álvarez con-
el aumento a la “política sabia, previsora y patriótica del Dr. Juá- vergía entonces en una línea argumentativa que asociaba moral y
rez” reclamando al gobierno intervenir en el conflicto. Finalmente, política.58
la visita a la provincia de Ramón J. Cárcano y de Marcos Juárez
dio la oportunidad para que jóvenes estudiantes del Colegio Nacio-
nal e “independientes” emprendieran una silbatina de marras en la La política más allá del círculo:
estación del ferrocarril que terminó con una trifulca que incluyó al territorios en disputa
jefe de policía, Saturnino Torres –que defendía a los jóvenes– y el
intendente de la capital, el Dr. José N. Lencinas, que comandaba La impugnación al Unicato en los meses previos a la revolu-
una soldadesca integrada por peones municipales.54 Pocos días ción porteña había servido a la reunión de los disidentes en un nú-
después El Debate se hacía eco de las resistencias surgidas en pro- cleo opositor que pronto iba a ganar vigor con el abandono de an-
vincias como Entre Ríos y San Juan, y después de manifestar que tiguos antonomistas a las filas de los cívicos. En efecto, días des-

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) 84 ( ) 85 (
pués la Unión Cívica realizó un acto en el Teatro Municipal donde trito urbano, la confección del registro dio lugar a una serie de
Daniel Videla Correas anunció las bases de acción futura de la or- controversias. Los comicios debían celebrarse en diciembre de
ganización proclamando la libertad de sufragio. Pero si en el len- 1890 y Lencinas como intendente interino arbitró todos los me-
guaje de Álvarez la Unión Cívica enarbolaba la “honradez” como dios disponibles para impedir la inscripción de los cívicos en las
bandera y programa, la dinámica del nuevo partido adquiría un ca- secciones proclives a garantizar el triunfo de Emilio Civit como je-
rácter distinto para aquellos políticos prácticos que, como los Ci- fe de la corporación municipal. Los sucesos transcurridos dan
vit, advirtieron modificaciones en el tablero político provinciano. cuenta de la puja de posiciones en tor no de los integrantes de las
Se dice que el viejo patriarca Francisco Civit evaluó en reunión con mesas de inscripción en las dos secciones de la ciudad: en sep-
otros “caballeros” que la única manera de conservar las posiciones tiembre el gobier no sustituyó los nombres propuestos por la cor-
políticas que tenían era hacerse “cívicos” en cuanto se trataba de poración municipal por los jueces de paz, Manuel García de la
“un movimiento con impulsos de ciclón”. sección este y Juan de Dios Seguel de la sección oeste. Mientras
La irrupción de la nueva agrupación dio lugar a una puja de que el primero completó la inscripción de seiscientos ciudadanos
posiciones entre los principales dirigentes del autonomismo pro- en sólo dos domingos, Manuel García suspendió la inscripción en
vincial como Ortega y Lencinas que mantuvieron su fidelidad a la sección a cargo a causa del desorden provocado por un punte-
Juárez hasta que conocieron su renuncia. Si el primero se mantu- ro de Lencinas, Antenor Pereyra. El asunto no hubiera pasado a
vo en los carriles del partido oficial y recompuso su relación con mayores si frente al pedido de arresto del susodicho los gendar-
Roca, a través del Partido Nacional, la trayectoria de Lencinas se mes y el jefe de policía hubieran cumplido con las órdenes del
resolvió en tér minos diferentes al convertirse en referente del ra- juez. Dar cumplimiento a la orden de arresto suponía para García
dicalismo provincial. Poco se sabe de las razones que lo conduje- que la fuerza pública se convertía en garante de la función desem-
ron a las filas de la Unión Cívica. En cambio su expulsión en peñada por los encargados de la inscripción como de los electo-
1891 como el reconocimiento de Alem de su liderazgo están mu- res evitando con ello que el atrio se convirtiera en un “campo de
cho más documentadas al igual que el itinerario que que lo con- batalla” haciendo imposible que “ciudadanos pacíficos” ejercieran
dujo a elevarse como “caudillo popular”. La densa trama de con- el derecho a sufragar.60 Impedir la inscripción era la estrategia di-
flictos que se suceden a lo largo de esos meses de convulsión so- señada por el gobier no elector de la ciudad. En efecto, entre oc-
cial y política ofrece un cuadro de violencia en la experiencia po- tubre y diciembre los artificios coactivos transitaron por la pérdi-
lítica provincial que culminó en una nueva intervención nacional da de boletas, ausencia de integrantes de las mesas electorales y
en enero de 1892.59 No desarrollaremos aquí los por menores de la pérdida de registros.
esa madeja de tensiones ni tampoco nos dedicaremos a revisar las El cuadro resultante de la inscripción en una localidad de la
negociaciones que condujeron al realineamiento de los cívicos campaña distó de lo ocurrido en Capital. En Luján la inscripción
moderados y las huestes conservadoras lideradas por los Civit que no dio lugar a inconvenientes que merecieran ser denunciados
per mitieron reconstituir la trama notabiliar del régimen político por la prensa opositora. El padrón alcanzó 407 inscriptos, nú-
provincial a un ritmo de arbitraje semejante al registrable en el or- mero que superó a los electores de 1887 y 1881. Idénticas cua-
den nacional. En su lugar hemos preferido perseguir algunos sín- lidades profesionales caracterizaban a los electores. La edad pro-
tomas de ese tejido político en diferentes escenarios con el obje- medio de los inscriptos era de treinta y cuatro años de los cua-
tivo de examinar otros problemas y otros actores. les el 53,81 por ciento eran casados y más de la mitad declara-
La renuncia de Juárez abrió el panorama de tal modo que ron saber leer (56,27). Como en 1881 menos de la mitad de los
condujo a realineamientos políticos de individuos y grupos en to- inscriptos declaró habitar en el primer distrito (42,75); el 16,22
do el territorio provincial. Las tensiones se hicieron visibles en di- declaró vivir en el sexto, el 20 por ciento habitaba en el segun-
ferentes escenarios. Algunos eran bastante convencionales, como do y el quinto; muy pocos, el 4,42 por ciento, dijo vivir en el
la inscripción del registro en pos de los comicios de diciembre; cuarto. Jor naleros y gañanes representaban más de la mitad del
otros, en cambio, eran más novedosos, como la apertura de co- padrón; le seguían propietarios (23,83), comerciantes (6,14) y
mités por parte de los cívicos en localidades de la campaña. hacendados (5,41). Una discreta gama de oficios completaban el
En tor no de los primeros veamos dos ámbitos diferentes: por cuadro de profesiones de los inscriptos en Luján en septiembre
un lado el distrito Capital y por el otro Luján. En el principal dis- de 1890 como agricultores, albañiles, carpinteros, capataces,

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) 86 ( ) 87 (
herreros.61 En medio de ese universo anónimo de inscriptos do que la trifulca se debía a que los denunciados sólo estaban
emer ge sin embar go un elenco regular de electores: algunos per- ebrios.62 Seguramente la injerencia social y política de los acusa-
sonajes como Marcelino Cejas o Tomás Maldonado eran electo- dos pudo impedir o inter ferir una resolución judicial favorable pa-
res corrientes de la villa desde 1873. Asimismo, y en contraste ra el denunciante. Aun así tres evidencias emergen de lo sucedi-
con lo ocurrido en la ciudad, es probable que la per manencia en do en la casa de Sifón: por un lado, en cuanto el juego político
la administración local de figuras como Pedro Nolasco Rosas, no se reducía los estrechos límites de los movilizados por acceder
como subdelegado o jefe político, haya favorecido la notable u ocupar los cargos electivos; por otro, el papel desempeñado
movilización que refrendó la inscripción del registro a sólo cua- por los enrolados en guardias nacionales;63 finalmente, que la di-
tro días de su apertura. námica del poder territorial constituía las nervaduras del régimen
En Las Heras, una localidad de campaña, la organización del de notables. Sería justamente por estos carriles donde se resolve-
comité de la Unión Cívica dio lugar a trifulcas y amenazas de vio- rían las tramas para nada invisibles de la lógica del poder local.
lencia. El incidente tuvo lugar el domingo 5 de octubre a las tres En enero de 1892 cuando Lencinas y sus clientes más directos
de la tarde en casa de Ramón Sifón cuando un reducido número emprendieran el embate contra los miembros de la Legislatura
de vecinos se aprestaba “a for mar el Comité Cívico junto con que dejó como saldo varios muertos y heridos, un reducido gru-
otros ciudadanos por ser ese día el de la Organización de la U.C. po de personas pretendía asaltar la casa del subdelegado y la co-
en el departamento”. Todo parecía indicar que era una reunión misaría de Las Heras. Entre los acusados de atentar contra la au-
entre propietarios dedicados a tareas rurales pero ninguno de toridad se encontraba Salvador Laborda, el ex presidente del
ellos eran personajes expectables cuyos per files se hubieran ele- Club de Artesanos leales a Juárez Celman que había tenido un
vado más allá de los márgenes del Algarrobal. Fue en ese mo- papel destacado en la revolución de 1889.
mento cuando la casa fue invadida por una “gavilla de personas”
que dijeron ser “orteguistas”. Los primeros en arrimarse fueron
el jefe del Batallón 1 de Guardias Nacionales José G. Giménez, A modo de epílogo
Carlos Blanco y el Capitán Castro, uno de los actores más visi-
bles de la jor nada insurrecta de 1889, que no tardaron en dar vi- Estas páginas han servido para revisar algunas características
vas a Ortega y Roca. Para el dueño de casa el griterío equivalía a del espacio político provincial con el fin de examinar la dinámica
provocación. De allí que respondió con otro grito: “¡Muera Orte- del régimen de notables y las agrupaciones políticas entre 1889 y
ga! ¡Viva la Unión Cívica!”. Entonces Giménez echó mano a su 1892. La trama conspirativa en la que se resuelve la denominada
revolver a lo que Sifón respondió que no necesitaba ar ma alguna revolución de 1889 ha per mitido matizar algunas convenciones
para darle unas trompadas. Ante semejante desafío Jiménez en- sobre la capacidad del gobier no elector en el orden provincial en-
tregó el ar ma y cuando se aprestaban a medir fuerzas ingresaron tendido como mecanismo automático de una política dirigida
a escena otros personajes dando vivas a Ortega y a Roca y mue- “desde arriba”. En rigor, y como lo señalaron algunos contempo-
ras al gobier no de Guiñazú. El per fil de los recién llegados era di- ráneos, fue producto de la competencia entre individuos integra-
ferente: Juan Antonio Zapata y su her mano Abel eran importan- dos al esquema de distribución y alter nancia en los principales
tes propietarios de la zona sumado cargos políticos en el depar- cargos electivos. Con esto quiero decir que la lógica del orden
tamento y en la Legislatura; José N. Gomensoro también era un conservador suponía un movimiento de ida y vuelta en el que re-
personaje influyente: frecuentaba el círculo de Ortega desde sulta tan relevante tener en cuenta la capacidad del poder central
1880 como teniente coronel de la nación. Berutti, Correa y como la for ma en que su influencia podía ser utilizada por los po-
Amador Parejas aunque de importancia relativa no eran descono- deres locales. En nuestro caso Ortega y Civit buscaban por idén-
cidos para la gente del lugar. Hasta aquí el episodio aludido po- ticos medios –opiniones y relaciones– el apoyo de dirigentes na-
dría convertirse en un asunto banal dado que el sumario elevado cionales para dirimir su posición en el espacio político local. Asi-
al día siguiente por la denuncia de Sifón se resuelve en tér minos mismo, esas prácticas ponen de manifiesto la fisonomía de un
convencionales. Ningún argumento político se desprende de su mercado de influencias caracterizado por posiciones móviles de
lectura. La mayoría de los testigos que aportaron sus versiones de individuos y grupos en el interior de la estructura laxa del PAN.
los hechos declararon conocer a los actores involucrados aludien- Los acuerdos que filiaban a los estables se traducían en negocia-

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) 88 ( ) 89 (
ciones muchas veces precarias pero indispensables para obtener a Lencinas podía reconocer filiaciones y tradiciones políticas co-
apoyos o poner en marcha conspiraciones. munes, el dilema de su efectiva difusión requería de un anclaje te-
La lógica del círculo consistía justamente en la capacidad de rritorial que desde temprano se convirtió en escenario de disputa.
conquistar o quitar adeptos, casi siempre personajes expectables Lo último aunque no menos importante. Para cuando Agus-
de la política provincial. Resulta claro entender cómo el contexto tín Álvarez consideraba que el juarismo había introducido una se-
de 1889 puso en duda la capacidad del gobier no de Benegas pa- rie de novedades en la cultura política argentina que debía ser
ra imponer su candidato, aun contando con los recursos del apa- combatida por acciones morales y políticas, Julián Barraquero
rato oficial. Es probable que esa situación se vincule con la esca- oponía severas críticas a la for ma en que el gobier no provincial
sa centralización administrativa que se visualiza con bastante cla- invadía jurisdicciones municipales que dialogaba con las de aque-
ridad en una dimensión de la gestión provincial como la función llos defensores de la tradición federal que elevaban sus voces con-
de policía. El carácter poco profesional del personal, la inestabili- tra la creciente centralización política y administrativa que intro-
dad de los funcionarios, las limitaciones de ar mamento y su vin- ducía en un cono de sombras las autonomías provinciales.
culación con las guardias nacionales dan cuenta de que la injeren-
cia del Estado era bastante limitada y que esta cualidad hacía po-
sible las inter ferencias de los actores frente a las pretensiones cen-
tralizadoras del gobier no.
Aludir al contexto supone tener en cuenta situaciones que no
se limitan ni a Mendoza ni a las cualidades de los actores involu-
crados en el conflicto. Si los planes de Ortega podían ser conoci-
dos, el derrocamiento de Benegas no se explica tan sólo por la ac-
ción de un tosco coronel convertido en senador provincial después
de haber ejercido la gobernación provincial. Allí se detectan los
móviles de la disminución progresiva del capital político de Bene-
gas y de su círculo en las que las críticas a la gestión se unían con
las aspiraciones de los que habían sido excluidos o postergados de
los cargos electivos al menos desde 1874. Resta explicar sin em-
bargo las razones que movilizaban a otros sectores o actores socia- El Quijote, 16 de agosto de 1890.
les como los que se reunieron en el club de artesanos. Si en torno
de ella pueden ensayarse conjeturas provisorias –como por ejem- Notas
plo el peso del reclutamiento militar y la reestructuración adminis-
1
trativa y policial–, la composición de los clubes juaristas supone un Tulio Halperín Donhi, Proyecto y construcción de una nación. Ar-
anclaje social y político que desmienten algunas versiones acerca gentina, 1846-1880, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1984; Natalio Bota-
na, El orden conservador. La política argentina entre 1880 y 1916,
de que las manifestaciones juaristas en la provincia eran resultado
Buenos Aires, Sudamericana, 1979; Natalio Botana y Ezequiel Gallo, De
o producto de maquinaciones dirigidas desde Buenos Aires. la República posible a la República verdadera (1880-1910), Buenos Ai-
Con todo, la revolución de 1890 a pesar de reconocer un es- res, Ariel, 1997.
cenario eminentemente porteño habilita a pensar que las tensio- 2
Ezequiel Gallo y Silvia Sigal, “La for mación de los partidos políticos
nes crecientes contra el Unicato se visualizaban más allá del espa- contemporáneos: la Unión Cívica Radical (1890-1916)”, en Torcuato Di
cio político de Buenos Aires. Las críticas y manifestaciones de pro- Tella, Gino Ger mani, Jorge Graciarena y colaboradores, Argentina, so-
testa al poder del Único pudieron ser revisados en el caso mendo- ciedad de masas, Buenos Aires, Eudeba, 1971, p. 126 (1ª ed. 1965);
cino con bastante nitidez. Las razones de esos simultáneos sínto- Ezequiel Gallo, “Sociedad y política en la Argentina, 1870-1914”, en L.
Bethell (ed.), Historia de América Latina, t. X, Barcelona, Cambridge-
mas de oposición cívica dependían obviamente de situaciones lo-
Crítica, 1992, y “La consolidación del Estado nacional y la refor ma polí-
cales y sociabilidades comunes organizadas en torno a posiciones tica 1880-1912”, en Nueva Historia de la Nación argentina, t. IV,
regeneracionistas que unían moral y política. Pero si ese lenguaje ANH-Planeta, 2001. Paula Alonso, Entre la revolución y las urnas. Los
que podía reconocerse en un espectro amplio que iba de Álvarez orígenes de la Unión Cívica Radical y la política argentina en los años

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) 90 ( ) 91 (
90, Buenos Aires, Sudamericana, 2000, y “La política y sus laberintos: el 10
Los Andes, 1243 y 1249, “La Revolución” (en adelante LA) .
Partido Autonomista Nacional entre 1880 y 1886”, en Hilda Sábato y Al- 11
fredo Lettieri (comps.), La vida política en la Argentina del siglo XIX. Ignacio H. Fotheringhan estaba al tanto de lo sucedido por carta de
Armas, votos y voces, Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, Ortega y de Satur nino Torres para quien el 12 apoyaba a Ortega. Sin em-
2003. bargo, cuando el militar emprendió el camino a Mendoza desde San Juan
para someter el movimiento después de infor mar a Racedo, ministro de
3
Archivo Familiar Panquegua, Correspondencia de Lucas González Guerra, encontró en Guanacache al regimiento aludido. Son interesantes
a su her mano Carlos fechada en Buenos Aires, 1885 (en adelante AFP). las percepciones que vierte sobre las personalidades de Ortega y de Be-
4 negas: mientras que del segundo opinaba que era un “hombre culto, afa-
Hilda Sábato, “La revolución de 1890: ¿prólogo o epílogo?”, Pun-
ble y honorabilísimo. Demasiado suave y cultó quizá”, el per fil de Ortega
to de Vista, año XIII, Nº 39, 1990, y “El ciudadano en ar mas: violencia
se infiere a de un comentario casual: “Difícil fue hallar un baquiano: todos
política en Buenos Aires (1852-1890)”, Entrepasados. Revista de Histo-
tenían un miedo atroz a Ortega”. Ignacio H. Fotheringhan, La vida de un
ria, año XII, Nº 23, fines de 2002, pp. 149-169.
soldado. Reminiscencias de las fronteras, Buenos Aires, Ciudad Argen-
5
Natalio Botana, El orden conservador..., cap. IV. Además, “El fe- tina, 1999, pp. 473-476.
deralismo liberal en Argentina: 1852-1930”, en M. Car magnani (coord.), 12
El comisario Benjamín Palacios ter minaba su pedido al entonces je-
Federalismos latinoamericanos. México/Brasil/Argentina, México, Fi-
fe de Policía argumentando que “hoy se ha presentado a este departa-
deicomiso Historia de las Américas-Fondo de Cultura Económica, 1993,
mento el Capitán de línea N. Cambas reclamando al individuo Valdés de-
pp. 224-255.
tenido en ésta y no habiendo accedido a su pedido, prometió que encar-
6
Véanse respectivamente Lucio Funes, Gobernadores de Mendoza. garía a sus soldados usasen del mayor vigor posible con los vigilantes que
La oligarquía, 2 t., Mendoza, Best, 1942 y 1951. Dardo Pérez Guilhou, encontrasen a su paso en la calle”. Archivo General Mendoza, Época In-
“Repercusiones de Pavón en Mendoza (1859-1870)”, en Pavón y la cri- dependiente, Carpeta 182, documento 70 (en adelante AGM).
sis de la Confederación, Buenos Aires, Equipo de Investigación Históri- 13
Nótese el contenido de la “Proclama Revolucionaria” publicada por
ca, 1965, pp. 561-590; “La revolución de 1889 en Mendoza”, Revista
Los Andes en la que se destaca la noción de “opinión unánime” y el apo-
de Historia Argentina y Americana, Nº 1-2, 1956-1957; “Mendoza y la
yo explícito al presidente Juárez entre otras: “El Partido Nacional Auto-
crisis del 90”, Boletín de Estudios Políticos, Nº 7, 1957; “Emilio Civit,
nomista, que tan profundas raíces tiene en la República entera y que está
el último de los notables”, en G. Ferrari y E. Gallo, Del ochenta al Cen-
vinculado a los gigantescos progresos alcanzados por esta joven nación,
tenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980.
en los doce últimos años de su fecunda existencia necesitaba tener vías li-
7
Dardo Olguín, Dos políticos y dos políticas. Emilio Civit y José N. bres y desembarazadas, para la acción de sus nobles esfuerzos, y las ne-
Lencinas. La oligarquía nacional y la democracia popular, Mendoza, cesitaba tanto más, cuanto en Mendoza, constituye la inmensa mayoría de
D’Accurzio, 1956; Benito Marianetti, Mendoza la bien plantada, Buenos la opinión. [...] Un sentimiento unánime de simpatía y de espontánea ad-
Aires, Sílaba, 1972; Celso Rodríguez, Lencinas y Cantón. El populismo hesión proclamaba en toda la extensión de la República, el nombre del Dr.
cuyano en tiempos de Yrigoyen, Buenos Aires, De Belgrano, 1979; Pa- Juárez Celman, como jefe único y verdadero, del partido que lo llevó al
blo Lacoste, Poder y hegemonía en el oeste argentino, 2 t., Buenos Ai- poder. [...] No obstante, en medio de ese consentimiento general, una voz
res, Centro Editor de América Latina, 1990. se levanta para turbar tan espontáneo concierto de voluntades y esa voz
era la del órgano oficial del gobier no de Mendoza, que discutiendo ese tí-
8
Tiburcio Benegas había sido electo en 1887 después de haber sido tulo que la opinión discer nía al presidente de la República, buscaba en el
senador. Había llegado a Mendoza en 1880 desde Rosario como gerente concepto hiriente y en la intención mordaz, un desahogo de rencores, al
del Banco Nacional, convirtiéndose en personaje influyente en el mundo parecer reconcentrados”. LA, Nº 1242, 8 de enero 1889.
de los negocios: suegro de Emilio Civit, devino luego uno de los pioneros
14
de la vtivinicultura. Fueron sus ministros Juan Serú (Gobier no), Elías Villa- AR, Legajo 1285, de Isaac Chavarría a Roca, 30 junio 1888.
nueva (Hacienda), Carlos O’Donnell (jefe de Policía) después reemplazado 15
AR, Legajo 1285, de Benegas a Roca, 5 de noviembre 1888.
por el doctor Agustín Álvarez. Vale recordar que el Ejecutivo provincial se
16
acompañaba de un Consejo de Gobier no integrado por Elías Villanueva Los Andes no reconoce otra autoridad que Juárez Celman, que
(ex gober nador), el coronel Rufino Ortega hasta su elección como sena- “por su ilustración y su carácter” es el jefe del partido; en oposición a El
dor, el abogado Agustín Videla (presidente del Tribunal de Justicia), Fabián Derecho, “cuyo jefe distinguible es el Sr. Benegas”, LA, Nº 1208, 25 de
Correas y el comerciante y financista Francisco Raffo. Durante su gestión noviembre 1888 (“Criterio político”).
se concreta un préstamo de la Cahen D’Anvers que sirvió a la creación 17
El Derecho (en adelante ED), Nº 341; “Criterio político”.
del Banco de la Provincia de Mendoza, sociedad mixta, ejemplo fiel de un
18
gobier no provincial sostenido por una figura de empresarios-políticos. ED, Nº 343 y Nº 357.
9 19
AGN-Archivo Roca, Legajo 1286 (en adelante AR) de E. García Me- Los Andes juzgaba que mientras “El Sud-América, el Censor, el
rou a Roca, Mendoza, 7 de enero de 1889. Interior, han honrado a Juárez Celman”, El Derecho tenía “una actitud

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) 92 ( ) 93 (
equilibrista” porque se trataba de un diario que pertenecía “al círculo ofi- 29
Véase B. Bragoni, Los hijos de la revolución. Familia, negocios
cial que domina la situación en Mendoza”. El ejemplo a seguir era el del y poder en Mendoza en el siglo XIX, Buenos Aires, Taurus, 1999.
Interior de Córdoba que ha sido “un soldado leal, digno representante del 30
Aunque para otro período y con otros objetivos, aspectos ligados a
Partido Liberal Mendocino”, a diferencia de El Derecho “que ha deserta-
las prácticas asociativas inspirados en el modelo de Aghulon, han sido
do de su puesto” para rematar afir mando: “A los amigos dudosos prefe-
abordados por la literatura histórica dedicada a examinar la política del si-
rimos los enemigos declarados”. LA, 1225 (“Opinión de la prensa”).
glo XIX. Véase a modo de ejemplo Pilar González Ber naldo, Civilité et
20
LA, Nº 1224 “Carta abierta”, de Héctor Quesada a Adolfo Calle. politique aux origines de la nation argentine. Les sociabilités à Buenos
21 Aires (1829-1862), Publicacions de la Sorbonne, 1999 (edición en espa-
De Benegas a Roca, 10 de diciembre de 1888, AR.
ñol por Fondo de Cultura Económica) y “Los clubes electorales durante la
22
En esa ocasión Benegas argumentaba: “Me temo que el señor Que- secesión del Estado de Buenos Aires (1852-1861): la articulación de dos
sada haya dado infor mes inexactos sobre la estimación que le tenemos al lógicas de representación política en el seno de la esfera pública porteña”,
Dr. Cárcano los «hombres del gobier no», cómo él nos llama; pero confío, en H. Sábato (coord.), Ciudadanía política y formación de las naciones.
también, en la circunspección del Dr. Cárcano, quien ha dado, en todo Perspectivas históricas de América Latina, México, El Colegio de Méxi-
momento, pruebas de seriedad y prudencia, para apreciar los sucesos que co, 1999. Una aproximación al funcionamiento concreto de las “ligas” en
ocurren diariamente”. Es fácil advertir la fragilidad del argumento que pre- el interior del PAN realizada a partir de liderazgos nacionales pertenece a
tendía justificar que no apoyar al candidato oficial, para Benegas, no su- Paula Alonso, “La política y sus laberintos: el Partido Autonomista Nacio-
ponía estar en contra: “Él comprenderá per fectamente que nuestra resis- nal entre 1880 y 1886”, en Hilda Sábato y Alberto Lettieri (coords.), La
tencia a ocupar nos tan prematuramente de la elección del Presidente, na- vida política. Armas, votos y voces en la Argentina del siglo XIX,
ce de los respetos que le debemos a Ud., y que él, más que nadie, se los Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2003.
guarda cumplidamente, y no de la mala voluntad que pudiera atribuir nos 31
Carta de Rufino Ortega a Cárcano, 2 de enero 1889, en A. Rive-
en contra suya. Cualquiera que nos inculpe propósito de favorecer con es- ro Astengo, ob. cit., pp. 480-482
ta actitud a otras personas, falta a la verdad a sabiendas; porque yo no ha-
32
go misterio con nadie en este asunto, y al que quiera oír me se lo digo, que LA, Nº 1237.
esta cuestión no se moverá hasta tanto no llegue su oportunidad, y que yo 33
El Comité Autonomista Nacional reconocía como presidente hono-
no reconozco más influencia en la dirección de estos asuntos que la de
rario a Miguel Juárez Celman y presidente local a Rufino Ortega. Así tam-
Ud., con quien me he de entender, como se lo he dicho en otras ocasio-
bién como vice figuraban Manuel Ber mejo y Nicolás Villanueva, her mano
nes”, ob. cit.
del senador Benito Villanueva, su tío Carlos González, ex gober nador
23
AR, Legajo 1285. 1863-1866 y líder del partido gonzalista en 1873 y 1874; el legendario
empresario Domingo Bombal, varias veces gober nador. Como secretario
24
El 30 de diciembre Los Andes se explayó sobre la personalidad de figuraban Rodolfo Zapata, hijo del convencional constituyente de 1853,
Benegas y adujo que era “desconocido hasta que fue gerente del Banco Martín Zapata que sus biógrafos lo ubican como rector del Colegio Nacio-
de Mendoza”. Lo definió como “buen financista que pretende ser buen nal en 1913, Adolfo Calle, editor del Eco de los Andes durante los 70 a
político” aunque se trataba de ese tipo de “hombres débiles y faltos de ca- favor de Mitre y de González, Alejandro y Félix Suárez, Ramón Rodríguez
rácter, se van con el primero del que se enamoran”. LA, Nº 1236 (“El ani- y Nicasio Morales, un médico graduado en Buenos Aires, casado con una
llo de hierro”). Guiñazú e intendente de un distrito de campaña, 9 de Julio, por el auto-
25
Una resolución de 5 de enero en tor no al control de los comicios nomismo. Como vocales se encontraban el empresario Salvador Civit,
sugiere que el gobier no esperaba que fuera el escenario del conflicto. El her mano de Francisco y tío de Emilio, Melitón González, her mano de
comisario de sección, Satur nino Torres, en uso del poder de policía, ex- Carlos y otros conspicuos locales provenientes de linajes criollos o de in-
presó: “La existencia de partidos hace temer que el libre ejercicio del vo- migrantes tempranos como Lisandro Moyano, Abel Biritos, Pedro Lobos
to público pueda ser coartado en el momento de la elección”, cit. por Pé- Amigorena, José Gibbs, José Már mol, Carlos y Tomás Evans, Francisco
rez Guilhou, “La revolución de 1889 en Mendoza”, ob. cit., p. 354. Alvarez (escribano público desde 1892 y gober nador en 1914 después de
derrotar a Emilio Civit en elecciones reñidas, y depuesto por intervención
26
LA, Nº 1242, “Proclama revolucionaria” (reproducida como pan- de Yrigoyen), Alberto González Videla, E. Ruiz Huidobro, Benjamín Na-
fleto que circuló el 6 de enero) zar y Olaguer Reinal.
27 34
Carta de Ortega a Cárcano, 2 de enero 1889, en Agustín Rivero AFP, Correspondencia de Daniel a Carlos González desde San Ra-
Astengo, Juárez Celman 1844-1909, Buenos Aires, Kraft, 1944, pp. fael de 1885.
480-482. 35
Carlos González fue presidente de la Legislatura en 1891; Melitón
28
Carta de Roca a Juárez Celman, citado en A. Rivero Astengo, ob. y Sixto fueron diputados y electores de gober nador en 1893; en ese año
cit., pp. 496-499. Melitón y su consuegro Fer nando Raffo fueron miembros de la Junta de

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) 94 ( ) 95 (
Crédito Público. En 1897 Carlos fue elector de Emilio Civit (el hijo de su tantes; en 1895 de 116.142 y en 1914 de 277.535. Entre 1860 y 1895
viejo adversario Don Francisco); en 1899 Daniel González fue nombrado la población total de la provincia habría de aumentar en un 155 por cien-
asociado del subdelegado del Departamento de 25 de Mayo para “practi- to y, entre 1895 y 1914 un 139 por ciento. Asimismo, la producción de
car el inventario y avalúo de los capitales introducidos por el Coronel Or- vinos se modificó sustancialmente: en 1888 Mendoza produjo 58.900
tega en las tierras que ocupa por ley del 14 de setiembre de 1874”, AFP, hectolitros de vinos y se importaron 713 mil hectolitros. En 1895 la pro-
nota de Adolfo Calle al ciudadano Daniel González, 12 de diciembre de ducción local aumentó a 300 mil hectolitros y los vinos importados des-
1899). Véase Lucio Funes, Gobernadores de Mendoza... cendieron a 654 mil hectolitros; en 1899 decayó a 460 mil y la produc-
36
ción provincial alcanzó los 855 mil hectolitros (y a 776 mil la del resto de
AGM, Época Independiente, Carpeta 452, documento 6. Querella las provincias vitícolas). Véase Jorge Balán, “Una cuestión regional en la
criminal y demando por daños promovida por subdelegado de San Carlos Argentina: burguesías provinciales y el mercado nacional en el desarrollo
contra Eco de los Andes, 18 de marzo de 1874. agroexportador”, Desarrollo Económico, Nº 69, 1978, y Jorge Balán y
37
Véanse respectivamente, Guía de Comercio, Profesiones e Indus- Nancy López, “Burguesías y gobier nos provinciales en la Argentina. La
trias. Centro de Suscriciones, Mendoza, s/d; además, Sumario levanta- política impositiva de Tucumán y Mendoza entre 1873 y 1914”, Desarro-
do con motivo de desorden ocurrido en casa de D. Ramón Sifón, Las llo Económico, Nº 67, 1977. Los nuevos avances habidos pueden verse
Heras 7 de octubre de 1890. AGP, Época independiente, Carpeta 183, en Richard Jorba y Beatriz Bragoni, “Empresarios-políticos y el control
documento 23. del Estado. Renovación en la elite y construcción de una economía regio-
nal en el marco nacional. Mendoza, Argentina”, Historia y Grafía, Méxi-
38
LA, 1249 y 1246, aparecen denuncias contra Benegas sobre la co, 1997. Beatriz Bragoni, “«Meritorios españoles, ejemplares nobles». In-
propiedad de la imprenta de donde se difamaba a la Legislatura y que ha- migración, redes y mercado: notas sobre la for mación de emporios vitivi-
bía comprado con recursos del banco. nícolas en Mendoza, 1860-1940”, en A. Fer nández y J. Moya, La inmi-
39
gración española en la Argentina, Buenos Aires, Biblos, 1999.
Los Andes publicó el telegrama enviado por Benito Villanueva a
44
Ortega comentando los telegramas que enviaba Civit en el que le mani- Escribía Guiñazú a Roca: “Quiero aprovechar esta oportunidad pa-
festaba que Civit “se siente desfallecer porque lo abandonan sus partida- ra rogar a Uds. en obsequio a los intereses de Mendoza por lo cual siem-
rios de ayer, pues los nombramientos del Banco Hipotecario demuestran pre tuvo Ud. sinceros afectos, por el bien de sus amigos, sin excluir mi in-
que desde aquí se protege la candidatura de Ud.”. En consecuencia, el terés personal, que influya Ud. con Benegas y Ortega, por un arreglo po-
nombramiento de funcionarios y la asignación de empleos se convertía en lítico entre ellos, pues no dudo que la palabra de Ud. en este sentido le se-
herramienta central de la pérdida o conquista de adhesiones. rá escuchada y respetada sin vacilación. Mientras tanto, yo no abandono
el gran deseo de arribar a una verdadera conciliación con Benegas y los
40
Vale considerar el testimonio de Isaac Chavarría al respecto: a fines suyos, objeto al cual Uds. puede contribuir con positiva eficacia. Ojalá que
de 1886 había comprado por sonsejo de Roca una finca en Maipú por la por lo menos la mayoría de amigos de Benegas fueran como es él, por-
que pagó 285 pesos por cuadra; en julio de 1889 –confesaba– nadie se que todo había concluído satisfactoriamente confor me se lo he manifesta-
confor maba con menos 900 pesos por cuadra de simples potreros. En do en persona. Parece que esos amigos no quisieran o no alcanzaran a
poco más de dos años el precio por cuadra se había casi triplicado. colocarse en mi verdadera y especial posición, lo que siento muchísimo.
41
En agosto de 1890 la puja entre Ortega y Civit seguía vigente. Nó- AGN, Sala VII Archivo Roca, Legajo 1287.
tese cómo Civit reconoce el conflicto pero deslinda a su modo los móvi- 45
Como ejemplo de las adhesiones locales al juarismo pueden verse
les políticos de los privados. En carta a Roca le expresa: “Por lo que ha- editoriales de Los Andes y del Eco de Mendoza; como también carta de
cer a su estado personal no le deseo mal alguno ni se lo haría tampoco, los legisladores provinciales del 31 de mayo de 1889 y del mismo Ortega
como para impedirle que arregle su situación financiera con el comercio cursada a Juárez Celman en pleno embate de los cívicos del 17 de abril
y con los Bancos y para obtener los títulos de propiedad de Malargüe, cu- de 1890.
ya ley de concesión no olvido lleva al pie la fir ma de mi padre. Una cosa 46
es la política y otra la situación personal de individuo, Ortega tiene mujer El Debate, Nº 40 (1 de mayo de 1890) Cabe agregar que la lista
de adherentes no figura ninguno de los reunidos entre los agrupados en
e hijos que no me han hecho daño y persiguiéndolo yo en sus intereses
los clubes juaristas de enero de 1890.
privados haría un mal inútil e injustificable a aquellos”, Sala VII, Archivo
Roca, Legajo 1287. 47
LA, Nº 1626, 17 de mayo de 1890.
42
Interventor Derqui a Roca, Sala VII, Archivo Roca Legajo 1286. 48
En febrero de 1890 el fiscal público Dr. Marcos Flores inició que-
Buenos Aires, 7 de febrero de 1889. rella a los directores de El Debate, Juan de Rosas y Eduardo Tessaire, por
43 publicar artículos contra el gobier no nacional. Según recuerdos de Lucio
Inmigrantes europeos, ferrocarriles (1885), estímulos oficiales a la
Funes, cuando se presentaron ante el juzgado del crimen fueron agredi-
producción vitivinícola (crédito y desgravaciones impositivas) se convierten
dos por el her mano del fiscal, comisario Jerónimo Flores y otros policías.
en la tríada de la trasfor mación económica y social de la provincia. Vale
49
recordar que en 1869 la población de la provincia era de 65.413 habi- Dante Ramaglia, El pasado y el presente. Reflexiones sobre mo-

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) 96 ( ) 97 (
ral, política y sociedad. Antología de Agustín Álvarez, Mendoza, Edi- PAN”. “Política contemporánea”, 1 de junio de 1890, El Debate, cit. por
ciones Culturales, 1998, pp. 13 y ss. D. Ramaglia, ob. cit., p. 19.
50 59
El ejercicio periodístico de Álvarez se completaría años más tarde La historiografía ha señalado las condiciones de la fractura entre cí-
en La Tribuna como autor de varios folletos, agrupados luego bajo títulos vicos moderados y cívicos radicales o intransigentes donde Lencinas y su
sumamente ilustrativos como Manual de patología política y Shout amé- clientela adquiere un papel protagónico. Los sucesos aludidos se dieron
rica (finalmente editados por José Ingenieros en 1915). en el marco de la gober nación de Ortiz cuando el legendario caudillo te-
51
nía alta injerencia sobre el gober nador, y obtenía importantes resistencias
El subrayado es del original.
por parte de los miembros de la Legislatura. El conflicto dejó como saldo
52
Se utilizó el padrón de 1887 que en apariencia no registraba la ins- varios muertos y heridos. Al respecto puede verse Dardo Olguín, Dos po-
cripción de los cívicos. Véase LA, N° 1645. líticos y dos políticas; y Pablo Lacoste, Poder y hegemonía...
60
53
El Debate, Nº 47 (“La elección en 9 de Julio”), 24 y 25 de mayo AGM, Municipalidad Capital, Carpeta 140, Documento 72a y 72b.
de 1890. Aunque éste no sea el lugar para hacerlo, interesa destacar que Cabe agregar que el nombramiento de los jueces de paz y decuriones, co-
la prédica periodística hace hincapié en la vulnerabilidad de los actores po- mo de los suplentes, se había realizado a principios de 1890 bajo la ad-
líticos. Cabe agregar que Lencinas era quien comandaba la fuerza pública. ministración de Benegas y de Fer nando Raffo.
61
54
La silbatina continuó ante el almuerzo ofrecido por el gober nador AGM, Época Independiente, Carpeta 211, documento 11.
al día siguiente. Véase Lucio Funes, ob. cit. Bajo el título “La juventud 62
Entre los ciudadanos que actuaron como testigos de lo sucedido se
mendocina. Libertad de pitos”, los editores del Debate celebraron que
encontraban Jaime Capmany (oriental, mayor de edad, vecino del depar-
“Mendoza tiene el insigne honor en estos tiempos de sometimiento uni-
tamento) que declaró que “no iba a dejar que pelearan porque ambos eran
versal y de postración cívica, de ser el único pueblo de la república que re-
amigos Sifón y Jiménez”. Ciro Segura (argentino, mayor de edad, casa-
siste por todos los medios prácticos a su alcance, el contagio y el ejemplo
do, propietario y vecino del Algarrobal, agregó que Juan A. Zapata capi-
del servilismo”.
taneaba el grupo. Juan de Dios Castro, viudo, mayor de edad, argentino
55
El gobier no provincial dispuso el envío de tropas reclamado por el y nacido en el departamento, afir mó que en el acto de inauguración de la
gobier no nacional. Sin embargo, el reclutamiento de guardias nacionales Unión Cívica, Jiménez se subió a la mesa dando mueras al gober nador
no fue sencillo. El jefe del Batallón 9, Juan A. Aguirre, infor maba el 28 porque estaba ebrio. Nicolás Vila, casado, mayor de edad, argentino y ve-
de julio al gober nador Guiñazú que le resultaba imposible reunir a doscien- cino del departamento, recordó que cuando llegaron los orteguistas atro-
tos hombres del departamento a no ser que por su orden se proceda a sa- pellaron a “todas las personas que allí había”, y que por esa razón Ramón
carlos de sus casas. AGM, Época Independiente, Carpeta 491, Documen- Sifón había respondido al embate con el grito de “¡muera Ortega!”.
to 84. 63
En agosto de 1891 los batallones de ciudad sumaban 5.183 plazas;
56
Hicieron uso de la palabra el senador por Mendoza, doctor Zapa- los de la campaña 8.646 que se sumaban a los 3.509 de los regimientos.
ta, Agustín Álvarez, José a. Salas y Pedro A. Guevara. El acto ter minó El total general era 17.338. Cabe agregar la distribución territorial de los
con una manifestación que las crónicas señalan de cinco mil personas que mismos. En ciudad 5.183 distribuidos en cuatro batallones; Guaymallén y
se dirigió por calle Gutiérrez hasta la calle principal y siguió luego a la Ala- San Martín tenían dos; Belgrano, Las Heras, Luján y Maipú, Junín, Riva-
meda donde nuevamente se dirigieron encendidos discursos a cargo de davia, Chacabuco, La Paz y Carrizal uno; la organización de guardias en
Julio Leonidas Aguirre, Juan Serú y Pedro Julián Ortiz, quien afir mó que Lavalle, Tunuyán, Tupungato, 9 de Julio, 25 de Mayo, Coronel Beltrán y
la caída de Juárez se debía a la acción de la Unión Cívica. La Paz era por regimientos. AGM, Carpeta 492, Documento 69.
57
Arturo A. Roig, “Los escritos juveniles de Agustín Álvarez”, en
Mendoza en sus letras y sus ideas, Mendoza, Ediciones Culturales,
1996, p. 206.
58
“No hay pues cuestión de principios que nos divida como dice el
pontífice del PAN; en este terreno estamos todos de acuerdo, pero una
exigua minoría de argentinos que no responden a ningún principio políti-
co, según su propio jefe, y han convenido tácitamente en tomar el gobier-
no de la República como casa comercial, partirse las utilidades, y han con-
venido también en designar con el nombre de patriotismo la profesión que
ejercen; en llamar traidores a la patria a los que pretenden moralidad y
honradez; y en impedir a todo trance por medio de la fuerza pública de
que disponen, el ejercicio de todos los derechos políticos a todos los que
no obedezcan al cabestro de la sumisión incondicional al Presidente del

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) 98 ( ) 99 (
La crisis de 1890 y su impacto en
el mundo del trabajo
Juan Suriano*

L
a crisis de 1890 significó un quiebre en las certezas que
amplios sectores de la sociedad argentina tenían sobre un
futuro pleno de bienestar y riqueza, y un manto de desáni-
mo y pesimismo reemplazó y desplazó el optimismo, ciertamen-
te exagerado, de los años 80 y los mismos hombres de Estado re-
conocieron esa gravedad. Como sostienen Natalio Botana y Eze-
quiel Gallo, “la severidad de la crisis económica introdujo cambios
significativos en el discurso oficial. El lenguaje del progresismo
económico fue reemplazado por una retórica donde las palabras
habituales eran sacrificio y austeridad”.1 Ese pesimismo también
se irradió hacia el campo político donde radicales, roquistas o mi-
tristas efectuaban lecturas diferentes y matizadas que los llevaban
a diagnósticos y soluciones disímiles, aunque podían coincidir en
la culpabilidad central del juarismo por los problemas suscitados
durante su administración.
Los sectores vinculados a la economía y las finanzas, acostum-
brados al enriquecimiento fácil y rápido, pasaron del asombro ini-
cial al pánico provocado por el derrumbe de la Bolsa que podía
implicar la caída en la pobreza de quienes habían amasado fortu-
nas con la especulación. El malestar, el temor y la insatisfacción
se trasladaron a una amplia gama de hombres (periodistas, fun-
cionarios, escritores) que comenzaron a buscar en la crisis las cla-
ves de comprensión del país. Una crisis que era económica y po-
lítica pero interpretada por muchos en una clave moral que ponía
en tela de juicio las mismas bases sobre las que se había construi-
do el Estado moder no.
La literatura de los 90, además de efectuar el registro social
de esos años, reflejó esa lectura moralista en lo que se ha deno-
minado “el ciclo de la Bolsa”,2 una serie de novelas que intenta-
ba desentrañar las causas del quiebre económico poniendo énfa-
sis en la propia estructura económica y social y en el comporta-
miento moral de la sociedad. La más difundida de ellas fue, sin du-

* Universidad de Buenos Aires - IDAES, Universidad Nacional de Ge-


neral San Martín.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 101-124
da, La Bolsa de Julián Martel, escrita a fines de 1890 pero publi- sus instituciones en varias direcciones:
cada como folletín en el diario La Nación entre el 24 de agosto 1) Los trabajadores fueron perjudicados materialmente por el au-
y el 4 de octubre de 1891, hecho que le otorgó una amplia difu- mento de la desocupación y por la baja del salario real.
sión. Allí Martel ponía énfasis en quienes corrompían y trataban 2) Se interrumpió o, mejor, disminuyó por un tiempo (entre tres
de apoderarse del país, intentando destruir las bases morales de y cuatro años) el ciclo huelguístico y organizativo del movi-
los argentinos. Si bien la culpabilidad última de la crisis recaía en miento obrero. Sin embargo, cuando a partir de 1893 se in-
los judíos, símbolo del dinero y la especulación, valores opuestos tensificaron las huelgas y el número de organizaciones gre-
al “honor, la nobleza, la nación, la religión”,3 echaba un manto de miales, se produjo un salto cualitativo importante en relación
sospecha sobre otros sectores de la inmigración y, por lógica con- a la década de 1880.
secuencia, en los sectores populares: 3) La transfor mación más relevante se relaciona al crecimiento y
a cierta madurez alcanzada por las representaciones político-
A lo largo de la cuadra de la Bolsa... se veían esos pará- ideológicas de los trabajadores. Me refiero a cambios sustan-
sitos de la riqueza que la inmigración trae a nuestras playas ciales producidos principalmente en el socialismo y también,
desde las comarcas más remotas... Turcos mugrientos...; aunque en un plazo más largo, en el anarquismo.
charlatanes ambulantes...; mendigos...; bohemias idiotas...;
madres embrutecidas...4

I
Claro que los culpables de la crisis variaban de acuerdo a
quién for mulara el diagnóstico y por supuesto la apreciación de
Los síntomas de la crisis entre los trabajadores comenzaron
Martel, sin duda compartida por muchos, era sólo una de tantas
a evidenciarse desde la segunda mitad de 1888 cuando se inició
y no reflejaba una opinión unánime. Segundo Villafañe en Horas
el declive de la edificación privada. Durante 1891 las obras pú-
de fiebre compartía el enfoque moral al criticar la vorágine mate-
blicas sufrieron una paralización impresionante y se detuvieron
rialista que atravesaba la sociedad porteña y contraponía la auda-
de manera temporal grandes obras como la apertura de la ave-
cia y la falta de escrúpulos imperantes en la super ficial aristocra-
nida de Mayo, la construcción de los edificios del Correo, el
cia local con el escaso valor adjudicado al mérito y la honestidad.
Congreso y el puerto de Buenos Aires.6 Si bien no hay datos fia-
A diferencia de Martel, Villafañe sostenía que la riqueza rápida y
bles, sabemos que las obras públicas y la construcción privada
la excesiva especulación fomentada por el propio Estado a través
eran unas de las mayores fuentes de ocupación y la paralización
de licitaciones y concesiones, perjudicaba a toda la población pe-
de las obras debe haber implicado un incremento en los niveles
ro particular mente a los sectores más humildes quienes veían de-
de desempleo. En enero de 1891, antes de que se produjeran
teriorar sus salarios y aumentar desproporcionadamente el costo
los mayores índices de desocupación, el Comité Inter nacional de
de vida (alquileres, alimentos), y enfocaba su crítica en la indife-
la Federación Obrera de la República Ar gentina dirigió una pre-
rencia de los grupos dominantes por la suerte de los sectores más
sentación al presidente Carlos Pellegrini en la que manifestaba:
pobres de la sociedad.5 La lectura de Villafañe sobre la crisis, aun-
“Deseamos sobre todo llamar la atención de Va sobre la inmen-
que super ficial, alertaba sobre el problema de la pobreza, un te-
sa multitud de proletarios que hoy viven aquí en Buenos Aires
ma que también fue tomado en consideración por la prensa que,
sin poder hallar trabajo”.7 La mayoría de los observadores tien-
dando un paso más, comenzó a percibir los problemas provoca-
den a ratificar el aumento del desempleo.8
dos por la crisis en el mundo del trabajo.
Roberto Cortés Conde pone en duda la veracidad de los testi-
Este desplazamiento de la preocupación moral de la elite a las
monios de época y sostiene:
preocupaciones por las consecuencias socioeconómicas de la cri-
sis en el mundo del trabajo nos acerca al tema de este artículo ...cuando la actividad económica se redujo como resultado de
centrado tanto en el impacto generado por la crisis entre los tra- la caída de las importaciones, el exceso de oferta de mano de
bajadores y sus representaciones ideológicas, políticas y gremia- obra se compensaba con: a) el desplazamiento del personal
les como en la percepción que ellos tenían de la misma. El su- desocupado al sector agrario por el incremento de la super fi-
puesto central sostiene que la crisis afectó a los trabajadores y a cie cultivada, b) el desplazamiento del personal a las tareas es-

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) 102 ( ) 103 (
tacionales de la cosecha, c) suspensión de los flujos inmigra- primó una versión historiográfica de carácter pesimista que soste-
torios. Una vez dadas estas circunstancias se volvía a estabili- nía que al menos hasta 1896 los salarios se habían deteriorado a
zar el mercado de trabajo”.9 consecuencia de factores monetarios. Esto es, se habría produci-
do una devaluación del peso debido al aumento de la emisión mo-
Ahora bien, esta forma de analizar la relación entre ocupación netaria como consecuencia del abandono del patrón oro. Esta si-
y desocupación puede ser correcta en el mediano y en el largo pla- tuación habría provocado un fuerte aumento del precio del oro si-
zo, pero para la coyuntura de la crisis sin datos fehacientes de ocu- multáneamente a la depreciación de alrededor de 60 por ciento
pación y desocupación es difícil sostener esta apreciación. En pri- del peso papel perjudicando a los trabajadores que vieron reduci-
mer lugar porque parece incierto que el aumento de la superficie da su capacidad de gastos. Ésta es la argumentación básica desa-
cultivada y de las cosechas correspondientes pueda haber absorbi- rrollada originalmente por el diplomático estadounidense William
do la desocupación del sector urbano, suponiendo que quienes I. Buchanan y retomada por el dirigente obrero socialista Adrián
perdían su empleo pudieran acceder al trabajo agrícola. En el mis- Patroni.14 La investigación de Buchanan se basaba en una impor-
mo sentido, la propia estacionalidad de las tareas agrícolas era un tante cantidad de datos sobre salarios y precios de artículos de
impedimento para equilibrar la caída del empleo urbano. Con res- consumo. Para el primer caso reunió infor mación sobre un cen-
pecto al flujo inmigratorio debería tenerse en cuenta en primer tér- tenar de categorías laborales para los años 1886, 1890, 1892,
mino que entre 1887 y 1889 el saldo migratorio fue impresionan- 1894 y 1896; sobre artículos de consumo la infor mación es mu-
te, alcanzando las 450 mil personas, superando al acumulado du- cho más fragmentaria. Sus conclusiones fueron retomadas por
rante la década anterior y saturando el mercado de trabajo. La caí- otros estudiosos del tema.15
da del flujo migratorio a partir de 1890 puede haber evitado el au- Vale la pena recordar que existía en la época una creencia ge-
mento de la desocupación al moderar la oferta de trabajo pero es neralizada del deterioro del salario real y no sólo de los voceros
difícil que hayan bajado sus índices; además también es un claro in- obreros. Un diario insospechado de simpatías obreristas como La
dicio de la crisis: los inmigrantes no vienen porque hay escasez de Prensa sostenía en 1895:
trabajo y el aumento en el índice de retornos es también una evi-
dencia de la crisis y de la desocupación.10 Por otro lado, una par- Pero donde el pobre obrero es más esquilmado, es en las
te de los trabajadores extranjeros que arribaron a nuestro país en- ventas al detalle: un café, un té, una copa, y de todos los de-
tre 1890 y 1893 se encontraban ante la alternativa de quedar va- más artículos que costaban antes una cuarta parte más al ne-
rados en el Hotel de Inmigrantes y vagar por la ciudad a la búsque- gociante y una cuarta parte menos al consumidor, hoy en rela-
da de empleo o aceptar algunas de las pésimas propuestas de tra- ción al valor de la moneda y sin variar la cantidad ni la calidad
bajo en el interior del país efectuadas por intermediarios que lucra- del artículo, le cuestan una cuarta parte más al consumidor.
De esta manera nuestra capital, que era hasta hace poco
ban con la escasez laboral y la necesidad de los trabajadores.11
una de las ciudades donde la vida era más barata, va en cami-
En todo caso, en la versión más optimista podría sostenerse
no de llegar a ser una de las más caras.
que se mantuvieron y hasta aumentaron los niveles de empleo Pagando alquileres más caros que los que se pagan en Pa-
agrícola pero, en sentido contrario, se produjo una fuerte caída del rís y Londres, y el pan, la car ne y demás artículos de primera
empleo urbano que afectó las condiciones de vida material de los necesidad casi a los mismos precios que en dichas capitales,
trabajadores. En primer lugar a los salarios que tendían a estancar- no podremos vanagloriar nos durante mucho tiempo de ser el
se debido a la sobreoferta de mano de obra. Las denuncias de las primero y el mejor país de inmigración.16
débiles e incipientes organizaciones gremiales se reiteraban cons-
tantemente: “Todos los patrones”, se sostenía desde la Federación Las apreciaciones de los historiadores pesimistas fueron criti-
Obrera, “aprovechan actualmente de la grande oferta de brazos, cadas por Cortés Conde, quien señaló con justicia que la falta de
para sacar beneficios desproporcionados del trabajador”.12 series continuas de salarios y la escasa fiabilidad y fragmentación
Debido a la falta de series de salarios y de precios de artículos de los datos sobre costo de vida imposibilitan efectuar conclusio-
de consumo de primera necesidad entre 1880 y 1900, no es fá- nes valederas sobre salario real en las dos últimas décadas del si-
cil deter minar con cierta precisión qué ocurrió con los salarios glo XIX. Como contrapartida, propuso evaluar la evolución sala-
reales en los primeros años de la década de 1890.13 Durante años rial a partir de las dos series continuadas y homogéneas que pu-

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) 104 ( ) 105 (
do reconstruir; por un lado, la de obreros no especializados de la de habitar, a las maneras de percibir la propia existencia, en defi-
administración pública (peones de policía) y, por otro, la de obre- nitiva, a la calidad de vida.22 Y en situaciones de crisis, como bien
ros de la alimentación (Bagley). Para conocer el poder adquisitivo sabemos por la experiencia reciente de nuestro país, la calidad de
de los salarios monetarios analizó datos parciales del consumo de vida puede deteriorarse con suma rapidez y los trabajadores pue-
alimentos y para algunos años de alquileres y vestidos.17 Sus con- den resignarse o vivir estas situaciones como una suma de agravios
clusiones son diferentes a las del grupo pesimista en tanto sostie- a su propia dignidad. Así se desprende de la carta que el trabajador
ne que los salarios reales de los trabajadores crecieron en tor no al José Wanza enviara desde Tucumán a El Obrero en septiembre de
2,5 anual entre 1883 y 1899.18 1891. Austríaco de nacimiento, llegó a la Argentina seducido por
Más allá de la notable seriedad del trabajo de Cortés Conde, la propaganda de los agentes argentinos en Viena quienes “hacían
de sus conclusiones tampoco puede efectuarse una lectura certe- descripciones tan brillantes de la riqueza del país y del bienestar que
ra de la evolución de los salarios reales en este período, en todo esperaba aquí a los trabajadores, que a mí con otros amigos nos
caso es también una referencia aproximada. Es difícil establecer halagaron y nos vinimos”. Pero una vez en Buenos Aires no en-
la representatividad de los salarios de los obreros de Bagley y de contraron ocupación y fueron alojados en el Hotel de Inmigrantes
los peones de la policía porque no conocemos (o conocemos mal) “una inmunda cueva sucia, [y] los empleados nos trataron como si
las series de otros oficios y ramas. La evolución en cada una de hubiésemos sido esclavos. Nos amenazaron de echarnos a la calle
ellas no necesariamente siguió el mismo derrotero que los ejem- si no aceptábamos su oferta de ir como jornaleros para el trabajo
plos analizados por Cortés Conde y, menos aún, pueden sacarse de las plantaciones en Tucumán”. Narra luego las penurias del via-
conclusiones a escala nacional. Y está la cuestión de las variacio- je, el maltrato recibido al arribar a aquella provincia, el hacinamien-
nes salariales a partir de la regularidad del trabajo, por ejemplo. to de sus nuevas viviendas y las formas de sujeción obligatoria al
¿Cómo medir el salario real de quienes estaban sujetos a variacio- empleo a partir de la retención salarial de los primeros meses de
nes estacionales? Tampoco sabemos si la cantidad de horas dia- trabajo y las deudas contraídas en los almacenes de la empresa.23
rias trabajadas se mantuvo constante y no disminuía en los mo- ¿Cómo medir el salario real en casos como éstos?
mentos de escasez laboral afectando los sueldos mensuales. Por
otro lado la comparación de la evolución salarial entre el trabajo
de Cortés Conde y el de sus predecesores tiene el problema de II
que parten de años índice y fechas inicial (1883 y 1886) y final
(1899 y 1896) diferentes. De esta manera, como ocurriera en la Entonces, los datos empíricos, especialmente los cualitativos,
a veces rica, a veces infructuosa, polémica entre optimistas y pe- sugieren que la crisis económica de 1890 implicó el aumento de
simistas ingleses los resultados son notoriamente diferentes y no la desocupación, el deterioro de los salarios y un empeoramiento
per miten llegar a conclusiones sólidas.19 en las condiciones de vida material y en la calidad de vida de los
Ahora bien, si los datos empíricos ofrecen tantas dificultades trabajadores. Aspectos, todos, importantes a la hora de analizar
para medir el estándar de vida, los datos cualitativos (tanto si se lee el rumbo de los conflictos obreros, el surgimiento y la consolida-
El Obrero como La Prensa y La Nación) nos brindan una versión ción de las ideologías contestatarias durante los 90, puesto que la
diferente en tanto se aproxima a la forma en que era vivida y per- intensificación de la explotación fue generando un clima de ma-
cibida la crisis por los protagonistas (y por los contemporáneos).20 lestar entre los trabajadores que veían frustradas sus aspiraciones
Esas fuentes nos hablan casi abrumadoramente de un deterioro de de mejoramiento material.
las condiciones de vida de los trabajadores durante los años inme- El mundo de los trabajadores urbanos no era hacia 1890 un
diatos a la crisis desatada en 1890.21 Es indudable que estas fuen- colectivo con identidad de clase. Se confor mó en las décadas de
tes son subjetivas y se basan sólo parcialmente en las estadísticas, 1870 y 1880 en una sociedad con altos niveles de movilidad so-
pero en este punto no se trata de medir sólo los aspectos cuantifi- cial y cuyas características eran escasa dimensión, heterogenei-
cables del nivel de vida de los trabajadores sino de tener en cuenta dad, dispersión, multietnicidad, ausencia de instituciones propias
también aquellos aspectos de la existencia de los individuos que E.P y una escasa y casi nula organización gremial.24 Además, “se de-
Thompson denomina “imponderables”, que no pueden medirse a sarrollaba preferentemente en pequeños talleres, que tenían mu-
través de los datos y se relacionan a la salud, al ocio, a las formas chas veces un régimen de explotación familiar de la mano de obra

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y en los cuales frecuentemente el patrón trabajaba a la par de sus guistas obtuvieron un completo triunfo”.28
empleados. Las excepciones eran las grandes obras de construc- La profundización de la crisis que generó la paralización de
ción, los ferrocarriles, los puertos y los transportes urbanos”.25 En las obras públicas, la caída del empleo en la construcción privada
esos pequeños talleres y establecimientos industriales las relacio- y en algunas zonas de la incipiente industria, condujo lógicamen-
nes entre obreros y patrones (muchos de ellos recién improvisa- te, más allá de la disminución del flujo inmigratorio, a un merca-
dos como tales) se desarrollaban de manera poco conflictiva debi- do de trabajo con una importante sobreoferta de mano de obra.
do a la escasa distancia entre unos y otros y, a veces, por las re- Esta situación repercutió sobre la intensidad que estaba adquirien-
des parentales y sociales (paisanos) que los vinculaban. Muchos do el movimiento huelguístico, deteniéndolo, y los pocos conflic-
trabajadores calificados, especialmente aquellos que eran propie- tos que se llevaron adelante entre 1890 y 1893 reflejaban la si-
tarios de sus herramientas, no sólo se percibían a sí mismos en tuación de recesión, pues los reclamos apuntaban a evitar despi-
una escala jerárquica superior a sus colegas no calificados sino dos, frenar la baja salarial o al pago de jor nales atrasados.
que aspiraban a convertirse rápidamente en patrones. Por otra Hacia 1894 la situación comenzó a modificarse aunque la cri-
parte, como sostiene Ricardo Falcón, no eran pocos los que pre- sis aún hacía sentir algunos efectos. Ese año empezaron a cambiar
ferían el trabajo a destajo en función de la aspiración de ahorrar las reivindicaciones que ahora se orientaban a exigir aumentos sa-
dinero, ya sea para encarar su propia empresa o para enviar ayu- lariales, la jornada de ocho horas que los yeseros y pintores obtu-
da económica a sus familiares en Europa.26 vieron en 1895 y motivó a los albañiles a iniciar una larga lucha
No es casual entonces que durante ese período, caracterizado en ese sentido o la eliminación del trabajo nocturno, tema que ge-
además por salarios relativamente altos y un mercado de trabajo neró uno de los conflictos más resonantes de ese momento. Los
demandante, los conflictos gremiales y la organización obrera ha- panaderos, estimulados por la presentación de un proyecto del
yan sido poco significativos. Los movimientos de protesta fueron concejal Pittaluga al Concejo Deliberante en 1894 por el cual se
episódicos y aislados al comienzo: algunas huelgas protagoniza- suprimía el trabajo nocturno, comenzaron una fuerte campaña a
das por yeseros, sombrereros, panaderos y cocheros en el primer partir de la edición de El Obrero Panadero en septiembre de ese
lustro de la década del 80. Durante el segundo se crearon los pri- año.29 La iniciativa no fue apoyada y en diciembre de 1894 los pa-
meros sindicatos: sin olvidar la Unión Tipográfica (1878), en naderos iniciaron la huelga por la eliminación del trabajo nocturno
1885 apareció la Inter nacional de Obreros Carpinteros, Ebanis- que duraría tres meses y alcanzaría un inusitado grado de adhe-
tas y Anexos, un año más tarde la Sociedad de Resistencia de sión. Si bien la huelga logró algunos éxitos parciales, terminó de-
Obreros Panaderos, primer gremio organizado por los anarquis- rrotada. No obstante fue un conflicto notable por su repercusión,
tas. En 1887 se for mó La Frater nidad de Maquinistas y Foguistas su duración, la cantidad de adherentes (alrededor de dos mil traba-
y comenzaron a organizarse algunas ramas aisladas de ferrovia- jadores) y las novedosas tácticas empleadas por los huelguistas,
rios y obreros de la construcción. Fueron estos gremios los que que incluían entrega de pan gratuito a hospitales y asilos.30
orientaron las primeras huelgas importantes realizadas en la Ar- Entre 1894 y 1896 se produjeron 58 huelgas que involucra-
gentina, generalmente en demanda de aumento salarial, reduc- ron a alrededor de 70 mil trabajadores, y ter minaron triunfantes
ción de la jor nada laboral y mejoramiento de las condiciones de 26 de ellas. El núcleo impulsor estaba compuesto por los ferrovia-
trabajo. En efecto, albañiles, panaderos, ferroviarios y carpinte- rios, estibadores, albañiles, carpinteros, pintores y panaderos. El
ros, entre otros, realizaron cerca de treinta huelgas entre 1887 y 83 por ciento de las huelgas se llevó a cabo en la Capital Federal
1889.27 Precisamente durante este último año, bajo los primeros (frente al 94 por ciento de la década del 80).31 En 1894 se pro-
síntomas de la crisis, se produjeron varios conflictos en busca de dujeron trece huelgas de las que participaron alrededor de 27 mil
recomponer un salario que se deterioraba notoriamente después obreros. En 1895 las huelgas aumentaron su intensidad, se per-
del abandono de la paridad con el oro: fueron a la huelga seis mil dieron 629 jor nadas de trabajo y si bien disminuyó el número de
albañiles, varias seccionales de ferroviarios y tres mil obreros car- huelguistas a 24 mil, aumentaron a diecinueve los gremios que
pinteros que pudieron vencer la resistencia patronal pues, según paralizaron tareas, entre los que se destacaban marineros, pana-
la explicación de Oddone “...a pesar de la crisis que ya hacía es- deros, pintores, estibadores, peones del puerto, sastres y coche-
tragos en todos los ramos de la industria y el comercio, aún no ros de tranvías.32 En 1896 se produjeron veintiséis huelgas en las
había exceso de mano de obra en el rubro carpintería, y los huel- que participaron alrededor de 25 mil trabajadores, perdiendo 548

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días de trabajo. Más de la mitad de los conflictos estuvieron desti- de izquierda que operaban en la sociedad urbana de entonces.
nados a obtener la reducción de la jor nada laboral y en menor III
proporción el descanso dominical, la abolición del trabajo a des-
tajo y aumento de salarios.33 Se destacan entre ellos el de los La crisis tuvo el efecto de una divisoria de aguas en una iz-
constructores de carruajes que obtuvieron la jor nada de ocho ho- quierda que durante la década del 80 estaba compuesta por pe-
ras y otra vez los panaderos; pero el conflicto más importante de queños grupos anarquistas y socialistas, integrados casi exclusiva-
todo este período, por su impacto directo en la economía del mente por activistas extranjeros que estaban insertos en una so-
país, es el que llevaron adelante los mecánicos del ferrocarril, par- ciedad donde los extranjeros eran la mitad de la población y tras-
ticular mente de los talleres Sola y Tolosa, que iniciaron un movi- ladaban aquí sus polémicas “europeas”, pensando escasamente
miento por la reducción de la jor nada laboral que ter minó exten- en la transfor mación de la sociedad argentina, aunque ya en ese
diéndose a todo el gremio, en lo que parece haberse constituido momento anarquistas y socialistas comenzaban a disputarse el
como la primera huelga general a nivel de una rama de activi- control del embrionario y pequeño movimiento obrero. Los efec-
dad.34 Más de 10 mil trabajadores ferroviarios participaron de la tos de la crisis y el aumento del consecuente malestar obrero pro-
huelga que, después de tres meses de lucha, con fuertes enfrenta- vocaron entre los dirigentes de ambas tendencias (mucho más en
mientos con la policía y los custodios de la empresa, ter minó con el socialismo que en el anarquismo) una mutación en las for mas
la derrota de los trabajadores pues las empresas recurrieron a de interpretar la sociedad argentina. Esa transfor mación en la in-
cientos de obreros contratados directamente en Italia (“langostas”) terpretación incidiría sobre el proceso de organización gremial y
para reemplazar a los huelguistas.35 político en tanto, a partir de este momento, estos grupos comen-
El crecimiento del movimiento huelguístico no fue sólo numé- zarían a manifestar un cierto arraigo en el mundo del trabajo.
rico sino también cualitativo, tanto por el aumento del número de En el caso del socialismo, en 1882 a iniciativa de los alema-
organizaciones gremiales y la participación creciente de socialis- nes Gustavo Nocke y Carlos Mucke se fundó en Buenos Aires el
tas y anarquistas como por el tipo de demandas (jor nada de ocho Club Vorwarts con el objetivo de cooperar a la realización de los
horas, abolición del trabajo a destajo y del empleo noctur no). El principios y fines del socialismo influenciado por el Partido Social
malestar económico y social provocado por la crisis está en la ba- Demócrata (PSD) alemán. Cuatro años más tarde el suizo José
se de ese movimiento y de la misma constitución de un colectivo Winiger editaría el diario del club con el mismo nombre. Si bien
con una identidad común, que también se relaciona a cambios contribuyeron a la incipiente organización gremial y huelguística,
vinculados a un proceso de cierta concentración de la incipiente el extremo apego al PSD alemán y su sello idiomático se convir-
industria urbana iniciado en realidad a mediados de los 80, “que tieron en una fuerte limitación tanto en la comprensión de la so-
dio lugar a industrias más grandes, con efectivos más importantes ciedad argentina como en la captación de los trabajadores.38
y una mayor capacidad productiva”.36 La crisis profundizó este Más allá de los límites del Club Vorwarts, su iniciativa fue esen-
proceso al afectar y provocar el cierre de numerosos talleres y fá- cial para la organización del Comité Inter nacional Obrero (CIO) y
bricas pequeñas cuya consecuencia inmediata fue una disminu- para la convocatoria del acto del 1 de Mayo de 1890 a partir de
ción de establecimientos industriales y el aumento de asalariados. las directivas emanadas del congreso de la II Inter nacional efec-
Este proceso de transfor mación industrial, sumado al crecimiento tuado en París en 1889.39 Al acto realizado el 1 de Mayo en el
de la actividad gremial, condujo a los patrones a la necesidad de Prado Español asistieron algo más de mil personas (en su gran
imponer la disciplina colectiva de los trabajadores en los lugares mayoría extranjeros) y cerca de treinta instituciones entre las que
de trabajo que implicó, después de 1890, la generalización de los se encontraban organizaciones obreras y políticas (republicanos
reglamentos. En ellos se especificaban las reglas que los trabaja- italianos) pertenecientes centralmente a Buenos Aires y unas po-
dores debían observar durante la jor nada laboral: respeto de los cas provenientes del interior de la provincia.40 El acto fue impor-
horarios de entrada y salida, prohibiciones (fumar, ir al baño rei- tante en tanto implicó la primera demostración pública obrera de
teradamente, recibir visitas, etc.), multas y despidos por incumpli- carácter político y porque marcó el punto de partida de la que se-
miento de los reglamentos.37 Sin duda, esta situación implicó el ría en adelante la conmemoración obrera más importante.41
aumento de la coerción y la explotación que, a la vez, potenció la Tengo la impresión de que 1890 es un año clave en la for ma-
actividad sindical y el crecimiento y la redefinición de los grupos ción y configuración del movimiento obrero argentino, fuerte-

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mente cosmopolita, moldeado por anarquistas y socialistas. Con- go en la vida nacional. Hacía pie firme en los principios, enarbo-
fluyen en este proceso dos movimientos: uno inter no relacionado laba las verdaderas condiciones en que se movía la clase trabajado-
a la crisis económica que activaría a partir de 1893, una vez pa- ra en el país”.48 Es cierto que la apreciación de Ratzer es exagera-
liados los efectos más duros de la recesión, las huelgas, y otro ex- da (¿cuál era en ese momento “el proletariado con arraigo en la vi-
ter no que, como un eco del socialismo europeo y de la Segunda da nacional”?) y está teñida por su rescate del socialismo científico
Inter nacional, confluiría en la celebración del 1 de Mayo, la crea- de Lallemant y su crítica al socialismo “reformista” de Juan B. Jus-
ción de Federación de Trabajadores de la República Argentina a to. No obstante no carece de pertinencia la idea de la lectura so-
fines de 1890 y la aparición en ese mismo momento de El Obre- cialista de la realidad local como algo novedoso. Puede decirse que
ro,42 periódico socialista editado por Ger mán Ave Lallemant, la crisis (y la revolución del 90) produjo una primera aproximación
quien como señala Horacio Tarcus fue en ese momento el verda- a la “nacionalización” del movimiento obrero no en el sentido de
dero introductor del marxismo y los “conceptos marxistas” en la llevar adelante reformas republicanas, sino en el descubrimiento de
Argentina.43 Aunque el impulso organizativo decayó rápidamente las peculiaridades de la sociedad local y en la necesidad de trascen-
tanto por el efecto de la crisis como por la revolución de julio, ya der el marco de organización étnico-nacional.
unos meses después volvieron a ponerse en marcha los grupos En la nota editorial inaugural, denominada “Nuestro progra-
socialistas. ma”, escrito por Lallemant, tras aclarar su adhesión a la doctrina
En este punto conviene detenerse en el análisis de El Obrero marxista, efectúa un análisis histórico de la Argentina a la luz de la
pues significó un quiebre con respecto al Vorwarts.44 En princi- crisis y de la revolución del 90. Sin matices, remarca el predomi-
pio, se trató de un periódico en el que se prestó especial atención nio del “caudillaje” hispanoamericano a lo largo de todo el siglo
a la realidad social, política y económica local no importa cuán XIX y su persistencia después de la sanción de la Constitución Na-
acertada haya sido esa lectura y cuán apegado estuviera a la or- cional a partir de la implementación de un régimen electoral co-
todoxia marxista prevaleciente en la socialdemocracia alemana.45 rrupto y clientelista. Con mayor agudeza, aunque con un marcado
Esa atención recaía en diversas cuestiones: la actividad parlamen- tono evolucionista,49 analiza la incorporación al mercado interna-
taria, los discursos presidenciales, las elecciones, las propuestas cional y la confor mación de la Argentina como país capitalista; los
políticas partidarias, el funcionamiento de los regímenes munici- aspectos civilizadores que incorporaron “echando sus capitales so-
pales, la legislación protectora del trabajo, las tarifas aduaneras, brantes a este país, tras de cuyos capitales han venido siguiendo
la naturalización de los extranjeros o la administración de justicia. muchos miles de obreros y trabajadores en busca de mercado en
En segundo tér mino, como sostiene Julio Godio: “El periódico que podían vender su fuerza de trabajo”. Pero, a su juicio, falló la
eludió el economicismo simplista y se lanzó a organizar el movi- alianza de esos capitales internacionales con una oligarquía que
miento obrero desde la teoría y la política” con el objeto de desa- “infringió arbitrariamente las leyes capitalistas, o sea de la socie-
rrollar un movimiento gremial y un núcleo obrero capaz de con- dad democrático burguesa, convirtiéndose el Unicato incondicio-
for mar un partido socialista.46 Por último, comenzaba a aparecer nal en un absolutismo insufrible y absurdo”. En una lectura meca-
la preocupación por interpretar y llevar adelante una lectura más nicista se sostenía que el capitalismo acosó al gobierno a través de
profunda y original de los problemas sociales, económicos y polí- la Bolsa por medio del agio, la especulación y el aumento del oro,
ticos locales. Y si ello mucho se debe a la perspicacia y al interés llevando el país a la bancarrota. Para Lallemant, aun cuando se la-
de Ave Lallemant, otra vez debemos recalcar el impacto provoca- menta de que en el movimiento de julio no hayan participado los
do por la crisis en las apreciaciones del periódico que, en lugar de trabajadores, la reacción de la Unión Cívica era considerada pro-
leerla en la clave moral efectuada por la elite, buscará las causas gresista e implicaba una acción correctora del proceso económico
a través de “la develación de las fuerzas económicas ocultas”.47 puesto que reflejaba la acción civilizadora del capital y “el régimen
En su primer número publicaba un artículo titulado “La crisis puro de la sociedad burguesa” y, aunque fue derrotada, considera-
económica y financiera” en donde, según Ratzer, “se partía de ba su triunfo como un hecho inminente. “Comienza pues en este
acontecimientos obreros argentinos. A diferencia de los anteriores país la era de la dominación pura burguesa” y se cumplía así la
grupos internacionales, afectados por un crónico espíritu doctrina- “ley fundamental del materialismo histórico” que permitiría luego
rio, a diferencia incluso del Club Vorwarts, la nueva hoja marxista del triunfo del régimen democrático burgués el advenimiento de la
tenía cabal noción sobre la existencia de un proletariado con arrai- sociedad socialista. Para ello la clase trabajadora argentina debía

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organizarse gremial y políticamente.50 tar a unos trabajadores que intentaban satisfacer reivindicaciones
Por supuesto, en el análisis de Lallemant se desliza una inter- inmediatas y parecían poco predispuestos a inmiscuirse en la lucha
pretación mecanicista de la sociedad argentina a partir de una, política. En este punto, esto es en las necesidades de los trabaja-
también mecanicista, lectura de la obra de Marx. Sin embargo re- dores, el anarquismo realizó una lectura más ajustada a sus deseos
sulta interesante y nuevo en el campo de la izquierda argentina, y allí se encuentra una de las explicaciones a su posterior predo-
especialmente si se la compara con las chatas miradas del anar- minio en el movimiento obrero argentino.
quismo,51 el intento de efectuar un diagnóstico de la crisis y com- El Obrero dejó de aparecer a fines de septiembre de 1892
prender los factores presentes en ella: el rol de la herencia hispa- y durante el año siguiente aparecieron dos publicaciones efíme-
na, la persistencia del caudillismo, la política fraudulenta y cliente- ras impulsadas por ex redactores. Se trata de El Socialista, con-
lar, el capital inter nacional como factor de progreso social y de for mado por un grupo que privilegia la acción política sobre la
crecimiento económico, la constitución de una oligarquía que en- sindical, y El Obrero (segunda época) que sostendrá una polémi-
quistada en el poder entra en colisión con el capitalismo inter na- ca con aquél en tor no al rol de la Federación Obrera y el parti-
cional y la diferenciación de un sector burgués popular represen- do político.54
tado por Leandro N. Alem y la Unión Cívica que lleva adelante Hasta 1894 los grupos socialistas estaban compuestos casi
un enfrentamiento con la burguesía oligárquica. exclusivamente por obreros inmigrantes, generalmente trabajado-
El aspecto más interesante en las conclusiones de Lallemant res calificados y autodidactas. Ese año se produjo un cambio fun-
se refiere a la participación política de la clase obrera y a la crea- damental en el campo socialista al aparecer La Vanguardia y al
ción de un partido: “La lucha de clase proletaria por el mejora- incorporarse una buena cantidad de intelectuales y profesionales
miento de su situación económica es inseparable de la participa- argentinos (o naturalizados) como Juan B. Justo, Leopoldo Lugo-
ción enérgica que como clase tiene que tomar en la política del nes, José Ingenieros o Roberto Payró: “Estos intelectuales desem-
país”.52 Esta voluntad de participación política se expresó desde peñarán desde entonces un papel muy importante en el socialis-
un primer momento tanto en las peticiones de protección laboral mo y en el movimiento obrero y un factor de nacionalización”.55
a los poderes públicos53 como en el impulso a la participación A partir de este hecho se producirá una polémica entre los nue-
electoral de los trabajadores. En efecto, El Obrero sostenía que vos socialistas y el viejo núcleo de El Obrero que finalmente será
debía crearse un partido socialista obrero que luchara por la ins- desplazado del centro de las decisiones partidarias.56
tauración de una democracia amplia y, en este contexto, por el Las tácticas del anarquismo local también fueron afectadas
acceso al poder. Ahora bien, desde un primer momento percibie- por la crisis de 1890 aunque la lectura y el análisis que sus publi-
ron la cuestión inmigratoria y la necesidad de participación de los cistas hicieron de ella fueron escasos y carecieron de cualquier
extranjeros en la vida política pero no separados de los nativos; matiz. Es más, casi no le prestaron atención a un fenómeno que,
entendían que había que eliminar las barreras de las discriminacio- para ellos, era natural y parte inherente de un sistema injusto co-
nes nacionales en el seno de la clase obrera. Se trataba de inte- mo el capitalismo. Hasta comienzos de la década del 90 entre los
grarlos y para ello propusieron la ampliación de los derechos de- grupos anarquistas de Buenos Aires existía una tendencia a la dis-
mocráticos; la falta de participación no se debía sólo al carácter persión y hacia el individualismo extremo, y la adhesión a los di-
extranjero de buena parte de los trabajadores sino a la propia na- versos grupos se efectuaba de acuerdo al país de procedencia. En
turaleza del régimen que alejaba a los trabajadores nativos de las cierta for ma, reflejaba los problemas del anarquismo europeo en
ur nas. El Obrero pensaba que detrás de estas consignas comunes dos sentidos: por un lado se habían trasladado al ámbito local las
a inmigrantes y nativos podría unirse al proletariado, e incluso lle- polémicas del anarquismo español entre colectivistas bakuninistas
var adelante alianzas con otros sectores marginados del sistema catalanes partidarios de la organización y anarcocomunistas anda-
político que predicaban las mismas reivindicaciones. luces que apoyaban tácticas de acción violentas e individualistas.
Así, desde las páginas de El Obrero se criticaban con dureza Estos últimos tendrían preeminencia durante la década del 80 en
las posturas apolíticas de sectores sindicalistas y del anarquismo. El nuestro país.57 Por otro lado, se hacía sentir la influencia de las
problema de los socialistas parece haber radicado en subordinar la decisiones del Congreso Libertario realizado en Londres en 1881
actividad sindical de la Federación de Trabajadores de la República que había abandonado la política de participación en el movi-
Argentina (FTRA) a los objetivos políticos, que no sólo llevó a la miento obrero. En Buenos Aires muchos grupos adherían a esta
ruptura con los anarquistas sino también a la imposibilidad de cap- táctica negándose a organizar sociedades de resistencia y reivin-

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dicando un advenimiento abstracto de la revolución. listas matriculados con una cinta roja en el abrigo. Cuántos discur-
La excepción en este período estuvo dada por la presencia a sos, cuánta infeliz palabrería, cuanta pompa y vaciedad, cuanta
partir de 1885 de los anarquistas italianos Enrique Malatesta y pobreza de conceptos, qué lujo de impotencia”.60
Héctor Mattei que organizaron varios sindicatos (entre ellos el de Ahora bien, si una fuerte impronta de estos grupos pasaba
panaderos) e iniciaron la inserción libertaria en los gremios. Ma- por la polémica inter na y la crítica al socialismo, había otra zona
latesta, apelando a su gran prestigio, sus conocimientos teóricos importante dedicada a la crítica del sistema capitalista. Ésta era un
y una indudable capacidad oratoria, había tenido la virtud de neu- crítica abstracta, atemporal y teñida por un discurso fuertemente
tralizar la polémica de los españoles e, incluso, logró establecer moral que, además, casi no tomaba en cuenta los problemas so-
una convivencia relativamente pacífica con los socialistas basada cioeconómicos argentinos. Su mirada estaba centrada en un ám-
en la polémica equilibrada y racional. Sin embargo, el desconoci- bito geográfico incierto que en tér minos genéricos podía remitir a
miento del idioma castellano (que no hizo esfuerzo por aprender Europa. Allí estaban sus raíces, sus tradiciones, sus héroes, sus es-
en los cuatro años de su estadía) y su obsesión por discutir con los peranzas y también sus enemigos. Desde esta perspectiva, la cri-
republicanos de L’Amico del Popolo limitó su proyección y el al- sis no fue tenida en cuenta, sólo motivó en los diversos periódi-
cance de su discurso a la colonia italiana. Así “la influencia del cos anarquistas referencias absolutamente tangenciales y ningún
pensador italiano duró el tiempo de su estadía y durante los años análisis relativamente serio.
siguientes a su partida nuevamente la dispersión y la fragmenta- Esta tendencia a la abstracción y a la super ficialidad del análi-
ción habrían de caracterizar la actividad libertaria”.58 sis libertario se mantuvo en el tiempo y sería un gran obstáculo
En los primeros años de los 90, coincidiendo con la caída de para su desarrollo, pero su inserción en la sociedad se modificó
la actividad huelguística, se agudizó la tendencia individualista y notablemente a partir del triunfo de las tendencias organizativas
antiorganizadora, ahora alimentada por la acción del anarcoterro- favorables a la penetración anarquista en el movimiento obrero.
rismo en Europa. La actividad en los sindicatos era ahora menor Y también se transfor mó la lectura de la crisis de 1890. Eduardo
y durante estos años la principal tendencia del anarquismo estuvo Gilimón, un importante activista libertario de comienzos del siglo
representada en Buenos Aires por el grupo Los Desheredados, XX, escribió en 1911 un largo folleto que intentaba ser una apro-
editor del periódico El Perseguido y en Rosario por el periódico ximación histórica del anarquismo argentino mechado con refe-
Demoliamo. Estos grupos se dedicaron a criticar y obstruir siste- rencias autobiográficas.61 El interés central de su análisis radica en
máticamente cualquier actividad organizativa, basados en el abso- la percepción de que la crisis de 1890 fue un importante alicien-
luto de que en la anarquía no puede haber más organización que te para el desarrollo de la actividad gremial en nuestro país. Allí,
aquella brindada por las leyes naturales. De esta for ma no sólo se aunque de manera un tanto ligera, repasa la crisis: sin detenerse
oponían a organizar a los trabajadores en sindicatos que conside- en las causas, sostiene que el presidente Juárez Celman compro-
raban per niciosos para la autonomía individual, sino que también metió por mucho tiempo las fuerzas productivas del país al per-
ter minaban destruyendo los agrupamientos culturales y educati- mitir el “agio desmesurado”. Se explaya en cambio en las conse-
vos que ellos mismos creaban debido a esa marcada obsesión an- cuencias de la crisis: “Las finanzas desquiciadas, el crédito del país
tiorganizativa. En efecto, estos “grupos de afinidad” difícilmente en plena bancarrota, la inmigración casi interrumpida, la moneda
podían perdurar en el tiempo puesto que se “for man y disuelven nacional depreciada y la intranquilidad en todas las esferas socia-
constantemente por la libre espontaneidad”.59 les, eran la característica de la época”, que no pudieron ser resuel-
Si bien es cierto que el énfasis principal de estos grupos era la tas por las nuevas autoridades “a pesar del talento del doctor Pe-
“destrucción del sistema”, dedicaron un gran gasto de energía en llegrini, vicepresidente en ejercicio del P.E.”. Repasa el aumento
criticar y atacar a los socialistas. Un espacio importante de su irrefrenable del oro con su impacto directo en el mercado de tra-
prensa estaba destinado a polemizar con ellos, pero además pa- bajo, en el aumento del costo de vida y en la baja del salario real
saban generalmente a la acción irrumpiendo y disolviendo las reu- y cómo esta situación afectaba obviamente de manera más pro-
niones socialistas. Si bien algunos anarquistas participaron en el funda a los hogares obreros, los verdaderos perjudicados por la
acto del 1 de Mayo organizado por los socialistas y no se produ- depresión. Para Gilimón la crisis rompió la ilusión del progreso in-
jeron disturbios, la manifestación fue el blanco de ataque preferi- definido e hizo emerger con mayor claridad las desigualdades so-
do por los libertarios durante 1890 y fue caracterizada como “una ciales y el malestar de miles de inmigrantes que no podían con-
especie de academia políglota, resplandeciente de policías socia- cretar sus sueños de ascenso social. “Así resultó suficientemente

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predispuesta la tierra argentina para la siembra de las teorías so- interpretar con su lenguaje cargado de emocionalismo la miseria
cialistas y anarquistas...” y poco tiempo después “se incorporó y el descontento popular. Y una vez lanzados a organizar los sin-
casi por completo a las sociedades de resistencia...”. dicatos lograron un éxito, aunque efímero, notable, y sacaron
Cuando en 1894 se reinició la actividad sindical los anarquis- provecho de la frustración de las expectativas de mejoramiento
tas dieron un paso importante hacia la organización y se lanzaron material de los trabajadores inmigrantes.
a constituir las sociedades de resistencia, alentados también por En este punto, como ya ha sido planteado por otros autores,
algunas circunstancias exter nas. En efecto, las tendencias organi- se podría afir mar que los trabajadores extranjeros eran más pro-
zadoras se afianzaban en Italia (Congreso de Capolago en 1891), clives a la lucha gremial para satisfacer reivindicaciones inmedia-
en España y en 1894 en el congreso anarquista de Nantes se de- tas que a nacionalizarse y participar de una incierta contienda
cidió “establecer las bases de una nueva cooperación entre anar- electoral para obtener leyes de mejoramiento social.
quismo y movimiento obrero, en que la lucha sindical equivale a
la propia lucha revolucionaria”.62 Comenzaron a editarse varios
periódicos proorganizadores (El Oprimido, Lavennire); rápida-
mente esta tendencia pasó a predominar dentro del campo anar-
quista y ya en 1895 varios sindicatos (panaderos, cortadores de
calzado, albañiles, picapedreros, cigarreros de hoja, tor neros,
sombrereros, yeseros y pintores) estaban hegemonizados por el
anarquismo que disputaba de igual a igual con los socialistas los
favores de los trabajadores.

***

La crisis del 90 fue un punto de inflexión en la constitución


del movimiento obrero e implicó un fuerte impacto en las ideolo- El Quijote, 26 de enero de 1890.
gías contestarias de este período que, sin dejar de lado su inter na-
cionalismo, en cierta for ma “nacionalizaron” su discurso y su ac-
ción.63 El malestar provocado por la baja de los salarios, el dete- Notas
rioro de las condiciones de vida, la mer ma de oportunidades y el 1
N. Botana y E. Gallo, De la República posible a la República ver-
propio quiebre en la creencia en el progreso continuo generaron
dadera (1880-1910), Buenos Aires, Ariel, 1997, p. 71.
las condiciones, una vez atenuados los efectos de la crisis, para
2
que socialistas y anarquistas se lanzaran a convencer a los traba- El “ciclo de la Bolsa” se integra con La Bolsa de Julián Martel
jadores de que podían luchar por sus derechos y convertirse en (1891), Quilito de Carlos María Ocantos (1891) y Horas de fiebre de Se-
gundo Villafañe (1891). Aunque menos significativas también podrían en-
protagonistas del proceso social y político.
cuadrarse en este ciclo Abismos de Manuel Bahamonde (1890), Buenos
Pero la for ma en que llevaron adelante esta iniciativa fue ab- Aires en el siglo XXX de Eduardo Ezcurra (1891), Contra la marea de
solutamente divergente pues mientras los socialistas pusieron el Alberto del Solar (1894), Grandezas de Pedro G. Morante (1896) y Qui-
énfasis en la construcción de un partido político, los anarquistas mera de José Luis Cantilo (1899).
centraron su acción en la organización gremial y se opusieron de 3
Sobre el antisemitismo de Julián Martel véase D. Lvovich, Naciona-
manera tajante a la lucha política parlamentaria. El socialismo lismo y antisemitismo en la Argentina, Buenos Aires, Javier Vergara,
efectuaba una lectura de la realidad social, política y económica 2003, pp. 56-60.
local mucho más sofisticada y profunda que el anarquismo. Sin 4
Julián Martel, La Bolsa, Buenos Aires, Plus Ultra, 1975, p. 54.
embargo, al privilegiar como for ma de mejoramiento obrero la
5
participación electoral, que incluía la nacionalización de los ex- Segundo I. Villafañe, Horas de fiebre, Universidad de Buenos Ai-
tranjeros para convertirlos en ciudadanos, subordinaron la acción res, Facultad de Filosofía y Letras, 1960.
gremial a la política partidaria. Los anarquistas, en cambio, a pe- 6
Roberto Cortés Conde ha elaborado un cuadro con la evolución de
sar de su mirada arcaica y esquemática de la sociedad, supieron la edificación privada y las obras públicas tomando el año 1885 como ín-

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) 118 ( ) 119 (
dice 100. De acuerdo a ello la edificación privada ascendió a 170 en
1888 y desde allí fue cayendo hasta llegar a 93 en 1891. Las obras pú- 14
W.I. Buchanan, La moneda y la vida en la República Argentina,
blicas alcanzaron su punto más alto en 1889 (277) para caer de manera
abrupta a 68 en 1891. Véase R. Cortés Conde, El progreso argentino Universidad Nacional de Córdoba, 1965 (publicado originalmente en
(1880-1914), Buenos Aires, Sudamericana, 1979, p. 203. 1898 en la Revista Argentina de Derecho y Letras); A. Patroni, Los tra-
bajadores en la Argentina, Buenos Aires, 1897. Si bien Patroni usa sus
7
El Obrero, Nº 5, 24 de enero de 1891. propios datos sobre salarios después de haber relevado cerca de sesenta
8 gremios, toma los guarismos de consumo de Buchanan y, especialmente,
Diarios como La Nación y La Prensa publicaban diariamente notas
la relación entre peso papel y precio del oro y el impacto que esta rela-
sobre el impacto de la crisis y el aumento de la desocupación.
ción tuvo sobre los salarios reales. A. Patroni, ob. cit., pp. 115-126.
9
R. Cortés Conde, ob. cit., p. 206. 15
J. Williams, Argentine International trade Under Incovertible Pa-
10
En 1887 el saldo migratorio favorable fue de 107.212 personas, al per Money, Harvard University Press, Cambridge, 1920; J. Álvarez , Las
año siguiente 138.790, en 1889 se quedaron en el país 220.260 perso- guerras civiles en Argentina, Buenos Aires, Eudeba, 1966 (editado ori-
nas; un año después cayó a 30.375 y en 1891 se produjo un saldo nega- ginalmente en 1912); J. Panettieri, Los trabajadores, Buenos Aires, Cen-
tivo de 29.835 migrantes, único guarismo negativo en el movimiento mi- tro Editor de América Latina, 1982, y La crisis de 1890, Buenos Aires,
gratorio desde 1869 hasta la crisis provocada por la Primera Guerra. Véa- Centro Editor de América Latina, 1984; H. Spalding, La clase trabaja-
se M.Z. Lobato y J. Suriano, Atlas histórico, Buenos Aires, Sudamerica- dora argentina (Documentos para su historia – 1890-1912), Buenos Ai-
na, 2000, p. 571. res, Galer na, 1970.
11
El periódico El Obrero publicaba con frecuencia cartas de trabaja- 16
Extraído de A. Patroni, ob. cit., p. 116.
dores extranjeros desde el interior del país en donde narraban las penu- 17
rias vividas (maltrato, malas condiciones laborales, pago con vale, reten- R. Cortés Conde, ob. cit., pp. 213-240.
ción salarial, etcétera). 18
Ídem, p. 235.
12
El Obrero, Nº 5, 24 de enero de 1891. 19
Sobre el debate en tor no al nivel de vida en Inglaterra, véase J. Tay-
13
Las cifras elaboradas por Juan B. Justo sobre evolución del salario lor, El nivel de vida en Gran Bretaña durante la revolución industrial,
no pueden considerarse sin cierto cuidado. Según Justo el poder de com- Madrid, Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, 1985.
pra de los trabajadores había caído sustancialmente como consecuencia 20
Hay otro elemento que sugiere la caída de los salarios. Ya a fines
de la crisis: Poder adquisitivo de los salarios de
de la década de 1880 se produjeron varias huelgas ferroviarias en las
los trabajadores (Argentina, 1887-1897)
que se pedía cobrar los salarios en oro por la depreciación de los suel-
En 1887 cuando un $ En 1897 cuando un $ dos pagados en papel moneda. El oro pasó de la paridad 1 = 1 a 1,59
papel valía 74 cts. oro papel valía 34 cts. oro pesos en marzo de 1889, 2,20 en septiembre del mismo año, 2,86 en
$ papel $ oro $ papel $ oro julio de 1890, 3,11 en diciembre para alcanzar los 4,40 pesos en octu-
bre de 1891. Sabemos que los salarios no aumentaron al mismo ritmo
Albañiles 1,97 1,45 2,57 0,88 y que los alimentos estaban directamente afectados por el aumento del
Carpinteros 2,08 1,54 3,00 1,03 oro, pues una parte de ellos se importaba y otra (productos agropecua-
rios) se exportaba. En este punto agradezco los datos y el comentario
Cigarreros 1,64 1,21 2,75 0,94 aportado por Fer nando Rocchi.
Fundidores 2,14 1,58 3,48 1,19 21
En 1895 La Nación sostenía que las huelgas eran causadas por “la
Herreros 1,80 1,33 3,00 1,03 desvalorización de la moneda, el encarecimiento de la vida, la mala ali-
Hojalateros 1,91 1,41 2,80 0,96 mentación, el alojamiento caro y pésimo”, La Nación, 8 de enero de
1895. Este diario coincide con el dirigente socialista Adrián Patroni quien
Pintores 2,03 1,50 3,66 1,25 pensaba que el aumento de las huelgas entre 1894 y 1896 estaba moti-
Talabarteros 1,90 1,40 3,32 1,14 vado por “el profundo malestar de la clase obrera” debido al deterioro sa-
larial y el aumento de los alquileres y los alimentos. Véase A. Patroni, ob.
Tipógrafos 1,97 1,45 2,92 1,00
cit., p. 14.
Tér mino medio 1,93 1,43 3,05 1,04 22
E.P. Thompson, La formación de la clase obrera en Inglaterra,
Fuente: Juan B. Justo, “Conferencia dada en el salón de la Casa Suiza de Barcelona, Crítica, 1989, vol. I, p. 221.
Buenos Aires el 31 de mayo de 1903”, en La moneda, Buenos Aires, La 23
Vanguardia, 1928, p. 38. El Obrero, Nº 36, 26 de septiembre de 1891.
24
Si bien la organización gremial era insignificante en estos primeros

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) 120 ( ) 121 (
tiempos, la necesidad de los inmigrantes de establecer nuevos lazos comu- Presente, 1969, pp. 66-69.
nitarios condujo a la for mación de un importante movimiento asociacio- 39
En ese congreso la Argentina había estado representada por el Club
nista de socorros mutuos. Véase S.L. Baily, Movimiento obrero, nacio-
Vorwarts y por el dirigente Alejo Peyret. Véase J. Ratzer, ob. cit., p. 65.
nalismo y política en la Argentina, Buenos Aires, Hyspamérica, 1985,
40
pp. 21-22. S. Marotta, ob. cit., pp. 80-84.
25 41
R. Falcón, El mundo del trabajo urbano (1890-1914), Buenos Ai- Juan Suriano, Anarquistas. Cultura y política libertaria en Bue-
res, Centro Editor de América Latina, 1986, p. 62. nos Aires (1890-1910), Buenos Aires, Manantial, 2001, pp. 318-328.
26 42
Ídem, pp. 103-105. El Obrero apareció durante veintidós meses entre diciembre de
27
1890 y septiembre de 1892. Véase D. Cúneo, El periodismo de la disi-
Es importante señalar que desde la primera huelga realizada por los
dencia social (1858-1900), Buenos Aires, Centro Editor de América La-
tipógrafos en 1878 hasta 1887 se produjeron cerca de una decena de
tina, 1994, pp 74-76.
conflictos protagonizados por cigarreros, empleados de comercio, pana-
43
deros de Rosario, peones de Aduana de Lanús, carteros, oficiales yeseros Horacio Tarcus, “¿Un marxismo sin sujetos? El naturalista Ger mán
y albañiles. Véase Ricardo Falcón, Los orígenes del movimiento obrero Ave-Lallemant y su recepción de Karl Marx en la década de 1890”, Polí-
(1857-1899), Buenos Aires, Centro Editor de América Latina, 1984, pp. ticas de la Memoria, Nº 4, verano de 2003-2004, pp. 71-90.
79-80. 44
Para un análisis actualizado de El Obrero, véase R.H. Martínez
28
J. Oddone, Gremialismo proletario argentino, Buenos Aires, Lí- Mazzola, “Campeones del proletariado. El periódico El Obrero y los co-
bera, 1975, pp. 73-74. Los datos sobre huelgas y organizaciones gremia- mienzos del socialismo en la Argentina”, Políticas de la Memoria, Nº 4,
les no son completos ni tampoco exhaustivos, sólo he nombrado los más verano de 2003-2004, pp. 91-110
significativos. Además del mencionado texto de Oddone, véase S. Marot- 45
Sobre la influencia de la socialdemocracia alemana en Lallemant, el
ta, El movimiento sindical argentino, Buenos Aires, Lacio, 1960, t. I,
verdadero mentor de El Obrero, véase H. Tarcus, ob. cit.
pp. 25-54; R. Falcón, Los orígenes..., G. Zaragoza, Anarquismo argen-
tino (1876-1902), Madrid, Ediciones de la Torre, 1996, pp. 98-105 y 46
J. Godio, ob. cit., p. 104.
117-121, J. Godio, El movimiento obrero argentino (1870-1910), Bue- 47
nos Aires, Legasa, 1987. P. Geli y L. Prislei, “Una estrategia socialista para el laberinto ar-
gentino. Apuntes sobre el pensamiento de Juan B. Justo”, Entrepasados,
29
Sostenía el periódico: “Con gusto vemos que V. estimado señor, co- Nº 4-5, fines de 1993, p. 23.
nocedor de los males que acarrea al cuerpo humano el trabajo noctur no, 48
y deseoso de aliviar algún poco al obrero de sus penas, presentó un pro- J. Ratzer, ob. cit., pp. 96-97.
yecto de ordenanza municipal prohibiendo un trabajo innecesario, anti-hi- 49
Las concepciones evolucionistas eran en ese momento una plata-
giénico. Agradecémosle pues los esfuerzos que a nuestro beneficio hará for ma común para la gran mayoría de marxistas (ortodoxos o revisionis-
en el seno de la Corporación municipal porque su humanitaria propagan- tas). Véase H. Tarcus, ob. cit., p. 78.
da tenga eco entre los Consejales”, El Obrero Panadero, Nº 2, 1 de oc-
50
tubre de 1894, en R. Falcón, El mundo..., p. 119. Sobre la iniciativa del El Obrero, Nº 1, 12 de diciembre de 1890.
concejal Pittaluga, véase V.O. García Costa, Adrián Patroni y “Los tra- 51
El periódico anarquista El Perseguido sostenía: “Los de aquí creen
bajadores en la Argentina”, Buenos Aires, Centro Editor de América La-
que Alem es mejor que Pellegrini, y Mitre que Roca y Juárez, y que en su-
tina, 1990, t. 1, p. 18.
biendo los radicales todos vamos a ser millonarios y la Policía no se va a
30
R. Falcón, El mundo..., pp. 22-24; G. Zaragoza, ob. cit., pp. 217- meter con nadie... Hay que desanimar a todos esos burros”, en Eduardo
223. Gilimón, Hechos y Comentarios, Buenos Aires-Montevideo, Imprenta B.
31
Puey, 1911, p. 14.
Julio Godio, ob. cit., pp. 118-121.
52
32
El Obrero, Nº 1, 12 de diciembre de 1890. La influencia de la so-
G. Zaragoza, ob. cit., p. 211. cialdemocracia alemana en este sentido era notable, especialmente des-
33
Ídem, p. 208. pués del triunfo que obtuviera en febrero de 1890. Véase J. Aricó, La hi-
pótesis de Justo, Buenos Aires, Sudamericana, 1999, p. 40.
34
J. Godio, ob. cit., p. 119. 53
Véase por ejemplo las peticiones de protección laboral del CIO a la
35
S. Marotta, ob. cit., pp. 96-101. Cámara de Diputados en julio de 1890 (El Obrero, Nº 7, 7 de febrero de
36 1891); de la FTRA al presidente Carlos Pellegrini en enero de 1891 (El
R. Falcón, El mundo..., p. 106.
Obrero, Nº 5, 24 de enero de 1891) y la de la FTRA al Honorable Con-
37
Ídem, pp. 107-108 greso el 1 de mayo de 1891 (El Obrero, Nº 19, 1 de mayo de 1891).
38 54
J. Ratzer, Los marxistas argentinos del 90, Córdoba, Pasado y R. Falcón, Los orígenes..., pp. 97 y 123-124.

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) 122 ( ) 123 (
55

56
Ídem, p. 98.
Lecturas, conversaciones y dinero
Sobre la polémica entre los socialistas “cosmopolitas” y Juan B,
Justo, véase J. Aricó, ob. cit., pp. 40-44. en La Bolsa de Julián Martel
57
G. Zaragoza, ob. cit., pp. 111-117.
Graciela Batticuore*
58
J. Suriano, ob. cit., p. 45. Sobre Malatesta en la Argentina, véase
G. Zaragoza Ruvira, “Enrique Malatesta y el anarquismo argentino”, His-
toriografía y bibliografía americanista, vol. XVI, Nº 3, Sevilla, diciembre
de 1972.
59
El Perseguido, 21 de diciembre de 1890, en G. Zaragoza Ruvira, Palabras vacías (especuladores y farsantes en
ob. cit. los umbrales del fin de siglo)
60
El Perseguido, 18 de mayo de 1890, en G. Zaragoza Ruvira, ob.

“Q
cit. ué nos importa la opinión, si ganamos mucho!”, su-
61
De alguna manera, el folleto de Gilimón inaugura una versión ca-
surra un bolsista a su socio en la oficina del protagonis-
nónica del anarquismo argentino que sería retomada luego por Diego ta de La Bolsa, la novela de Julián Martel publicada en
Abad de Santillán. el diario La Nación entre el 24 agosto y el 4 de octubre de 1891.
62
G. Zaragoza Ruvira, ob. cit., p. 111. También I. Oved, El anarquis- La frase emerge como una suerte de sentencia de época que vie-
mo y el movimiento obrero en Argentina, México, Siglo Veintiuno, ne a confirmar que, en el mundo de los negocios, la opinión, las
1978, p. 50. ideas y con ellas la instancia misma de la conversación pueden y
63
“Nacionalizar” en el sentido de prestar atención a la realidad argen- deben ser relegadas en favor de los intereses y las conveniencias.
tina y adaptar sus propuestas a esa realidad. Estamos a fines del siglo XIX y en plena crisis financiera y po-
lítica del 90. A lo largo de las páginas de La Bolsa, la conversa-
ción se presenta como un arte de la pura elocuencia y el enga-
ño que remite al ámbito de los oradores y los sofistas y sirve tan
sólo para escalar posiciones económicas. Esto salta a la vista en
el diálogo que mantiene Glow, el protagonista de la novela, con
uno de los habitué de su oficina, quien le propone un negocio que
elevará colosalmente sus ganancias. Se trata nada menos que de
la construcción de una “ciudad ficticia”, esto es, una ciudad com-
pletamente ilusoria, inexistente, una suerte de maqueta gigante
que per mitirá engañar a los inversionistas para que depositen su
dinero en esta obra sin futuro real que, no obstante, reportará
enor mes réditos a sus inventores.1
La primera reacción del protagonista frente a la propuesta re-
cibida se expresa en una sola palabra: “robo”. Palabra que el pro-
pio Glow se aprestará a cambiar después de que su interlocutor
se muestre ligeramente ofendido: “el negocio”, es éste el tér mino
con el que reemplaza el anterior, “me parece poco limpio, y en el
primer momento se me ha escapado una palabra que me apresu-
ro a retirar. ¡No hablemos más de la cosa!”.2
Sin embargo la conversación continúa y Glow se complace en
dejarse convencer del carácter inofensivo de este tipo de nego-

* Universidad de Buenos Aires.

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) 124 ( Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 125-133
cios a los que necesariamente hay que adecuarse para estar al día. Ese personaje que ha cruzado el océano para llegar a las pro-
Es precisamente este punto el que me interesa resaltar: es decir, misorias tierras del Plata sabe vender a quienes quieran comprar-
la doble moral o, dicho de otro modo, la delgada línea que sepa- lo una clase de mercancías que no está hecha de cosas materia-
ra en el espacio mismo de las conversaciones ese sutil desliza- les sino tan sólo de palabras: Fouchez vende cuentos o ilusiones,
miento entre la verdad y la mentira, lo verdadero y lo falso, lo vende empresas inexistentes. La compañía que él funda en Bue-
legal y la falta de ética (el robo es un negocio, el negocio consis- nos Aires y proyecta la construcción de la “ciudad ficticia” lleva
te en un robo que debe ser disimulado pero estaría legitimado por por título el resonante y elocuente nombre de “Sociedad Embau-
los nuevos códigos de conducta o bien por una nueva relación cadora”. Y, ciertamente, su único capital son las palabras.
contractual que impone la sociedad del momento). De manera Ahora bien, no es sino después de esta conversación entre
que lo ilusorio se expresa así no sólo en el proyecto y la edifica- Fouchez y el doctor Glow que la novela logra situar, a través de
ción de la ciudad ficticia sino en el orden discursivo; esto es, en el este último, al tipo por excelencia de su época:
plano mismo de las conversaciones, que en esta novela consti-
tuyen el vehículo fundamental para el fraude y el engaño. Cada día iba dejando sin darse cuenta de ello, un nuevo
En ese marco, resulta interesante el énfasis del narrador res- jirón de su sentido moral en la peligrosa pendiente por la
pecto del “estilo” coloquial de un extranjero como Fouchez, inter- que se deslizaba, aunque con esto no hacía más que seguir
locutor favorito del protagonista: es su modo pausado, reiterativo, la corriente general, pues en aquellos tiempos de fabulosa
memoria, el convencionalismo social per mitía muchas cosas
cuasipedagógico y sin dudas envolvente de hablar el que encanta
reñidas con la moral ordinaria. Glow era el tipo común del
y seduce al doctor Glow, persuadiéndolo acerca de la pertinencia
especulador de entonces. Hombre sano en un principio, ma-
del negocio en cuestión:
reado luego por una atmósfera corrompida, asimilado a ella
después.5
[Fouchez] siguió hablando con aquel estilo suyo particu-
lar que consistía en repetir palabras y conceptos como si cre-
Me interesa especialmente este pasaje en el que Martel cir-
yese que de ese modo entenderían mejor lo que decía. No se
sabe qué otras razones ni de qué orden adujo para conven- cunscribe el tipo del especulador que, como vemos, no aparece
cer al doctor; pero es lo cierto que cuando Fouchez acabó de propiamente como un delincuente craso sino como una figura
hablar, Glow sonreía con aire de hombre que acaba de ser marcada por la reversibilidad de su carácter. Se trata de una fi-
convencido.3 gura al borde del abismo, signada por la ambigüedad y la contra-
dicción, que tiene su razón de ser en la debilidad moral del indivi-
El modo de hablar de Fouchez seduce a Glow porque se pa- duo. El narrador lo expresa claramente cuando afir ma que Glow
rece al suyo propio. era hombre sano en principio, un hombre mareado por la at-
En la novela este estilo evoca el hablar de los políticos tram- mósfera que lo rodea y que se deja caer en ella arrastrado por
posos que saben componer discursos para distraer a la multitud sus debilidades. De modo que la imagen del especulador es aquí
de sus verdaderos propósitos (“Así son los oradores. Acostumbra- la de un hombre que camina en el filo, que conoce los dos extre-
dos a entusiasmarse en falso para encontrar inspiración, su pa- mos de la legalidad: el bien y el mal, y se desliza displicentemen-
triotismo se hace ficticio a la larga”, dice Granulillo).4 Pero ade- te entre ambos. En este sentido, resulta significativa una frase ele-
más, no parece casual que la imagen de Fouchez traiga a la no- gida por Martel en el párrafo citado, cuando se refiere a la “peli-
vela el mundo europeo y, más particular mente, el parisino: recor- grosa pendiente por la que se deslizaba” la moral de Glow. La ex-
demos que se trata de un conde francés caído en desgracia, el cual presión recuerda a otra muy similar que había aparecido antes en
había viajado a Buenos Aires para recomponer fácilmente su for- otra novela de comienzos de los 80, que por esos días revivía pa-
tuna. En otras palabras, Fouchez es un viajero arribista e inescru- ra el público porteño en las tablas y los escenarios. Pienso en el
puloso, un viajero con títulos viejos y en desuso, que maneja un Juan Moreira de Eduardo Gutiérrez, donde para explicar la caída
discurso grandilocuente, ficticio y muy poco admirable, capaz de en desgracia del personaje, el narrador esboza muy al comienzo
sonar bien únicamente a los oídos de un hombre jactancioso co- de la historia una frase similar: dice que Moreira se deslizaba por
mo Glow. “la pendiente del crimen”.

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) 126 ( ) 127 (
El tipo social que Gutiérrez pone en escena no es propia- templación de su fortuna y de los bienes recientemente adquiri-
mente un personaje urbano sino un hombre de frontera cuya ca- dos. Esos dos ojos que perturban a Glow porque recuerdan a los
pacidad consiste precisamente en saber cruzar los umbrales que miserables y los harapientos per filan de antemano en la novela la
dividen la civilización de la barbarie y saber manejar los códigos voz del poeta visionario, el cual ofrece una visión apocalíptica y
de la ciudad y el mundo rural. El gaucho delincuente o –en tér- certera de la sociedad, en tanto prefigura el derrumbe final del
minos sar mientinos– el gaucho malo es el personaje en cues- protagonista: es decir, el momento en que éste pierde dinero, ra-
tión, cuya peligrosidad mayor parece estar dada por cierta dua- zón y con ella toda capacidad de comunicarse.
lidad en su rol social: Moreira es capaz de reunir en sí mismo al Pero antes de que eso suceda, la imagen nítida del poeta
héroe popular y el bandido. Desde luego, en La Bolsa Glow no emerge en La Bolsa para mostrarse como la única figura impo-
constituye desde ningún punto de vista un héroe, porque el na- luta e incorruptible, que no puede ser otra que la del bohemio, es
rrador no titubea en mostrar su culpabilidad, su responsabilidad decir un marginal, un outsider, un personaje fuera de sistema cu-
ante el fracaso final (que se sintetiza en la ruina moral y financie- yo mensaje es desoído por todos (menos por el narrador). Este
ra del protagonista). Pero la dualidad y más aún la ambigüedad personaje entra a la novela como una voz en off o como una fi-
se hacen presentes en el carácter especulativo de este sujeto gura furtiva que sólo mira, juzga y después se desvanece:
que, como Moreira, pudo haber sido bueno e incluso fue bue- A esta falsa lección de moral social que sólo en parte respon-
no antes de comenzar a caer. de al carácter de quien la pronuncia (recordemos que Glow de-
Lo que sí queda claro para los lectores de La Bolsa es que fiende a toda hora el “patriotismo” pero no deja de involucrarse
Glow eligió, decidió su destino. Glow pudo haber sido feliz, hon- en el fraude de la ciudad ficticia) su esposa replica con pocas pa-
rado, virtuoso y hasta millonario. Pero se dejó encandilar por las labras y espíritu práctico, ofreciendo a su vez otro sentido de la
luces del oro y la opulencia. Creo que es esta ambigüedad del per- palabra honor que no estaría fundado en una experiencia de gé-
sonaje la que marca el punto más urticante de la novela, porque nero sino en el modo como ella entiende que este concepto fun-
muestra una debilidad a la que es susceptible toda la sociedad, que ciona y debe ser reinterpretado, de hecho, en los días que corren.
también se derrumba en una pendiente fangosa y degradante. In- Margarita reclama a Glow que el único sentido válido del honor
dividualismo y arribismo entonces, junto a una cierta ignorancia debería fundarse para él en el bienestar económico de la familia
manifiesta en los diálogos y las opiniones, son en La Bolsa los por la cual es responsable. Y se lo dice en estos tér minos: “¡Para
síntomas prominentes de la sociedad porteña del 90. ti la sociedad deberían for marla tu mujer y tus hijos, nada más que
En lo que respecta a Glow, estrictamente, el peor de sus ma- ellos!”. Lo demás es “lirismo”.7
les se traduce sin dudas en la ostentación más que en la avidez Definitivamente es ésta una de las conversaciones más dra-
de riquezas y fortuna. Una ostentación que hace gala no sólo de máticas de la novela, no sólo porque recala en la relación entre
dinero y bienes materiales sino también del saber de los hombres moral y dinero en el Buenos Aires del 90. Sino porque surge en
cultos y virtuosos. Lo que Glow desea es ser rico y parecer sabio, el seno de la vida doméstica y porque la visión más cruda, más
culto, instruido; por eso su predilección por los discursos y la práctica y más aggiornada del “honor” proviene de la voz de una
oratoria es auténtica. Pero la novela propone que estas dos ins- mujer. Margarita actualiza el sentido del tér mino o, más precisa-
tancias son irreconciliables en el mundo que describe. En este mente, pone al descubierto el modo como éste funciona en la so-
marco la verdad y el saber sólo tienen lugar fuera del espacio de ciedad y en la familia de la que for ma parte. Digamos que La
las conversaciones, que por el contrario se presentan como una Bolsa compone un tipo nuevo y moderno de mujer, que está
práctica engañosa y del todo ajena al aprendizaje o el intercam- estrechamente vinculado con la imagen de Margarita como lec-
bio cortés e instructivo entre los interlocutores, rasgos que en tora bursátil: una lectora abocada a la página financiera del pe-
otros tiempos habían caracterizado el valor de una sociabilidad ci- riódico, que conoce los libros de la biblioteca de su esposo y es-
vilizadora.6 A lo largo de las páginas de La Bolsa, en cambio, la tá al día de todas las novedades en materia económica. Una mu-
única verdad es la que se expresa muy al comienzo de la historia jer que puede incluso explicar con detalles y tér minos técnicos
en esos dos ojos sin rostro visible que miran desde la calle al inte- los hechos recientemente acaecidos en el mercado financiero y
rior de la casa de Glow, cuando éste ordena a un sirviente encen- que por lo tanto puede conversar e incluso aconsejar al marido
der todas las luces de su palacete para gozar –a solas– de la con- sobre asuntos bursátiles. Las lecturas de Margarita son netamen-

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) 128 ( ) 129 (
te útiles y funcionales a los negocios de la familia y por eso ella na la “sensatez”, la “reflexión”, el “cálculo” que hubiera podido
reclama de Glow el reconocimiento de este tipo específico de salvarlos de la desgracia. Se entiende así que la imagen de Mar-
saber que ha ido adquiriendo día a día y de manera autodidacta. garita no logre sino incomodar al lector, como sucede concreta-
Puede decirse que esta mujer nueva está en los antípodas de la mente con uno que escribe al diario La Nación para mostrarse
lectora romántica que compartía con su amante el ideal de los desconsolado, indignado por el modo como la figura amable,
libros y de la revolución, cuyas lecturas redundaban siempre en her mosa, admirable de esa mujer y madre de familia que al co-
beneficio de una familia amorosa y comprometida con el bien de mienzo de la novela parece augurar todas las bondades de un ho-
la patria. Es ése el tipo de mujer que for maba parte del ideario gar bien constituido se revela luego como un espíritu ambicioso
romántico del 37 y hacía su aparición en las novelas de la prime- y sin escrúpulos o sin ética alguna, que no duda en pisotear al
ra mitad del siglo XIX, las cuales ponen en escena el ideal de una prójimo para salvar su fortuna (“Yo hubiera querido ver a Marga-
pareja amorosa y patriota.8 rita intentar por lo menos apartar a su esposo de la terrible pen-
En cambio, el per fil de Mar garita en La Bolsa parece tener diente por donde comenzaba a lanzarse. Un carácter del libro no
su correlato más cercano en otras novelas de la década anterior: habría naufragado y se habrían mantenido en pie muchas ilusio-
podría ser el caso de Pot pourri (1882) o La gran aldea (1884), nes”).9 Es ésta la imagen que prevalece al final de la novela,
donde venía asomándose la figura inquietante de la mujer ambi- cuando la demencia de Glow se expresa en el delirio que pone
ciosa y adúltera que se casa por dinero o para mantener las con- ante sus ojos el rostro desfigurado de su esposa acercándose a él
venciones sociales. La “mujer monstruo” o la “mujercifra” son para devorarlo.
los motes con los cuales Eugenio Cambaceres singulariza ese Pero hilando un poco más fino, también es cierto que la locu-
nuevo tipo de mujer que, en mayor o menor medida, va a seguir ra se atisba y se desprende, se autonomiza del rostro de Marga-
apareciendo dramáticamente en las novelas de la década del 90: rita, como si en esta escena final el narrador quisiera dejarle a ella
ya sea a través de la imagen frívola e ignorante de una Bovary la lucidez y la razón mientras que él se pierde y se enajena. De
porteña que hace su aparición en Inocentes o culpables (1884) modo que si es Glow (y no Margarita) quien enloquece, es porque
de Antonio Ar gerich; o de la mujer enamorada de un hombre sin es él quien está atrapado entre dos lógicas irreconciliables: de un
escrúpulos que ha sabido mantener en pie la fortuna familiar en lado, esa moral del “patriotismo” ficticio que aflora en los discur-
Quilito (1891) de Carlos María Ocantos; o bien en esta misma sos pero que sólo resulta auténtica al mirar hacia atrás, hacia el
novela, mediante la perturbadora imagen de otra mujer fracasa- pasado de la república; del otro, la lógica del dinero fácil y el an-
da que deambula por las calles de la ciudad tratando de evitar la sia desmedida de fortuna que carcome su moral. La Bolsa pare-
bancarrota y el suicidio de su sobrino. Una mujer que no ha sa- ce querer probar así que esta confluencia entre el amor a la pa-
bido o no ha podido casarse con un hombre capaz de resguar- tria (y el bien común) y el amor propio (o los intereses) no es po-
dar su bienestar económico (pienso concretamente en Casilda, sible o es, al menos, desquiciante. En este sentido, no parece ca-
cuyo desesperado peregrinar por la ciudad en busca de dinero, sual que esta novela hecha de cuadros y conversaciones vívidas
al final de la novela, recuerda el deambular de Glow en los últi- que bosquejan el alma de los personajes haya elegido como me-
mos capítulos de La Bolsa). Este tipo de mujeres marcan la de- táfora final de la ruina moral y financiera del protagonista la lo-
cadencia moral de la sociedad en las novelas de fines de siglo. cura, que encar na precisamente la pérdida de la razón y con ella
Son, en todos los casos, mujeres peligrosas que dan cuenta de de toda comunicación, de todo diálogo posible con el prójimo. El
un presente degradado y un porvenir incierto para la república, final de todos los lazos con la sociedad.
que están obviamente muy alejadas del modelo de la “madre re- Por último, sólo una reflexión que incluye pero excede la no-
publicana” que había acompañado los procesos revolucionarios vela de Martel y es la siguiente: a lo lar go del siglo XIX, en la na-
y el aflorar de las naciones en Europa y América a comienzos y rrativa ar gentina las escenas de lectura y conversación suelen
durante gran parte del siglo XIX. presentarse como un modo privilegiado de representar los cam-
No obstante, quizá una de las cuestiones más interesantes y bios y las transfor maciones sociales. Un modo, también, de
también más inquietantes en la novela de Martel sea el carácter mostrar los dilemas y los sueños de una nación en busca de su
dual de Margarita, quien por una parte representa la ambición y identidad.
la falta de moral que llevan a Glow a la ruina, y por otra encar -

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) 130 ( ) 131 (
Notas Pero la decepción y las críticas del lector se concentran en tor no al reco-
nocimiento de esta Margarita codiciosa y bella, interesada y sensible que
1
“Mi proyecto es éste: se busca un campo, un campo cualquiera, no después de haber conquistado a los lectores con her mosura e inteligencia
muy extenso, pero que esté, eso sí, cerca, lo más cerca posible de la capi- muestra sin tapujos su sentido práctico de mujer moder na. Es precisamen-
tal. En seguida se manda poblar ese campo, quiero decir, se levanta en él te esto último lo que resulta intolerable para el lector: la aparición en es-
una gran ciudad. [...] Se edifican casas, muchas casas, de madera la mayor cena de una mujer que ya no posee los rasgos espirituales pero sí la be-
parte, de madera, eso es salvo tres o cuatro, las principales, que serán de lleza y la sensibilidad tan elogiadas por los románticos. Vale la pena leer
material, de material... [...] Todas hechas, es claro, hechas a la ligera, muy más en extenso la caracterización que hace del Solar: “¡Cuán triste desen-
a la ligera. Después ¿eh? Se levantan cimientos, cimientos de otras, para gaño! Margarita no es la Margarita que había yo imaginado. Y ello, no
dejar sospechar que forman el plantel de una futura población importante. tanto porque el novelista se haya visto en el duro caso de arrebatar me es-
En seguida, inmediatamente, ¿oye? Se contratan, por un mes o dos a qui- ta ilusión obligado por la lógica misma de los hechos y en pro de la uni-
nientos o seiscientos vagos a quienes se les hace desempeñar el oficio de dad del carácter de su heroína, sino por flaqueza suya imperdonable; por-
panaderos, tenderos, almaceneros, zapateros, etc., y que irán a establecer- que ha descuidado iniciar al lector suficientemente en un secreto que se
se con sus negocios en algunos de los edificios a que he hecho alusión an- descubre demasiado tarde, a saber: que Margarita tiene apego loco al di-
tes... ¿Comprenez vous perfectamente? Esto dará a mi ciudad, a nuestra nero; que Margarita ha estado engañándonos, al hacer nos creer fervoro-
ciudad, cierto aspecto de vida y movimiento, mucho movimiento que ase- samente en su desinterés, en su abnegación a toda prueba. Falta ha sido
gurará el éxito del negocio, de nuestro negocio. Y un día, cuando todo es- esta incomprensible en un autor de las condiciones de Julián Martel.
té organizado, ¡plaf!... Se anuncia por todos los medios de publicidad de Aquel arranque vulgar de la esposa al cerciorarse de que el principio de la
que se pueda echar mano, el remate, el gran remate de la importante vi- ruina de su marido es evidente; aquel recurso infame de salvación ideado
lla”, J. Martel, La Bolsa, Buenos Aires, Huemul, p. 70. En adelante, todas por la vanidad, por la codicia y por el descaro; aquel no pagues un peso
las citas a la novela de Martel corresponden a dicha edición. a nadie, tonto; pon a mi nombre todo cuanto tengas, es una caída lasti-
mosa. Olvida el joven novelista que pocos momentos antes ha descrito la
2
Julián Martel, La Bolsa, p. 71. her mosa escena del balcón, entrevista por el lector como a través del bri-
3 llo de un relámpago [...] Allí le sorprende su esposa; le revela que «todo lo
Ídem, p. 72.
ha comprendido», que sospecha su ruina, y que está dispuesta a llorar con
4
Ídem, p. 119. él. ¡Y lloran ambos, en efecto; lloran estrechamente abrazados; de modo
5
que sus lágrimas al caer se confunden como una prueba visible de la co-
Ídem, p. 72.
munidad de su dolor! Olvida, también, que a esa mujer a quien tan súbi-
6
Ese ideal impregna el imaginario de gran parte de la elite intelectual tamente baja del pedestal que él mismo se ha complacido en irle for man-
de comienzos y mediados del siglo XIX en la Argentina. Salones, tertulias, do, no tiene derecho de hacerla aparecer, en un momento dado, despo-
gabinetes de lectura, son ámbitos preferidos por ilustrados y románticos jada de honra y de conciencia, cuando en tantas otras ocasiones nos la ha
para ejercitar desde allí la práctica de una conversación civilizadora, cuyos mostrado noble y altiva. No, no está justificada esta brusca salida de tono;
alcances debían influir directa o indirectamente sobre una sociedad recién como no están justificadas, tampoco, ciertas debilidades anteriores exce-
llegada a la vida republicana. Entre los trabajos más recientes, puede con- sivas de Glow para con los pillos; falta de energía inconcebible de parte
sultarse al respecto P. González Ber naldo de Quirós, Civilidad de la Na- de un hombre millonario aún, lleno de ventura y buenas disposiciones”.
ción Argentina. Las sociabilidades en Buenos Aires (1829-1862), Bue-
nos Aires, Fondo de Cultura Económica, 2000.
7
Julián Martel, La Bolsa, p. 165.
8
Considero que en la Argentina, la figura de la lectora romántica alcan-
za su máxima representación en Amalia, la novela de José Mármol. Desa-
rrollo esta cuestión en el primer capítulo de mi tesis de doctorado “Lecto-
ras y autoras en la Argentina romántica (1830-1870)”, mimeo. También,
más lateralmente, en “Fervores patrios. Juana Manuela Gorriti”, Historia
crítica de la literatura argentina, volumen coordinado por Julio Schvartz-
man (dirección general de Noé Jitrik), Buenos Aires, Emecé, 2003.
9
El lector en cuestión es Alberto del Solar, que el 9 de noviembre de
1891 bajo el título “Un bello libro” publica en el diario La Nación una lar-
ga reseña sobre el folletín de Martel. La crítica es mayor mente elogiosa y
la admiración del lector encuentra su máxima expresión precisamente en
este capítulo donde Margarita hace su aparición en el ámbito doméstico. El Quijote, 26 de enero de 1890.

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) 132 ( ) 133 (
Danza de millones: inflexiones
literarias de la crisis de 1890
en la Argentina
Alejandra Laera*

A
l mirar la primera página del diario oficialista Sud-Amé-
rica a lo largo del último bienio de la década del 80 y de-
tenerse en la columna dedicada a los movimientos bursá-
tiles, la experiencia de la lectura hace casi posible recrear, aunque
en un registro mínimo, la sucesión de los hechos que llevaron a la
crisis de 1890.1 Especie de relato cifrado de la historia argentina
de esos años, la columna dedicada a la bolsa de valores era una
for ma del reaseguro frente a otros conflictos (políticos, sociales)
por los que atravesaba el gobier no de Juárez Celman, hasta que,
más o menos repentinamente, pasa a ser la expresión de un ver-
tiginoso derrumbe; hasta que, incluso, llega a desaparecer para
dejar un vacío allí donde estaban los números. ¿Qué se siente en-
tonces?, cabe preguntarse pensando en el hipotético lector con-
temporáneo. ¿Qué se siente, incluso, cuando la amenaza de dé-
bacle alcanza al mismo diario en el que estamos observando los
sucesos día a día, llegando a impedir su salida?2 Mientras tanto,
junto con las grandes letras que presentan el desastre y por esa
extraña yuxtaposición que propicia la prensa, el lector –probable-
mente lector de la elite porteña, acaso él mismo especulador de
tierras fiscales– se encuentra, en otra columna de las seis que te-
nía el diario, con el anuncio del suicidio o la fuga del señor X, tal
vez su amigo o conocido, quizá su socio o su deudor.
La experiencia de lectura de esas páginas del Sud-América
per mite recuperar algo de la experiencia de la crisis y de una eta-
pa que llegaba a su fin.3 De hecho, si cualquiera de esas noticias
de corte personal y privado con el tiempo podía parecer una
anécdota, un fait-divers o un buen desenlace para una ficción
realista, leída en el marco del periódico exhibe la fuerte articula-
ción narrativa entre la dimensión social y la económica. Es que un
repertorio temático que hasta el momento era circunstancial y cu-
yos tér minos no estaban necesariamente relacionados entre sí, no
sólo se hace ahora recurrente sino que establece nuevas combina-
ciones: la serie del enriquecimiento agiotista, la especulación de

* Universidad de Buenos Aires.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 135-147
tierras y el crac financiero, se corresponde con la serie del ascen- ciente para dar cuenta de la inflexión temática producida en los
so social y la ruina, del préstamo y la deuda, del honor y el des- 90 y de la variedad de títulos. Habría que pensar, mejor, que el
honor, de la locura, la huida y el suicidio. Para decirlo de otro mo- tratamiento ficcional inmediato de la crisis económica hace posi-
do: no hace falta que el suelto periodístico explique la causa del ble procesar de manera tan tentativa como novedosa otras pro-
suicidio del señor X o la subasta de los bienes de la familia Z; la blemáticas sociales y culturales. Para decirlo más claramente: la
primera columna de la izquierda, con sus vaivenes y zozobras, re- crisis económica del 90, aquella que provoca las ruinas familiares
sulta una explicación más que suficiente. y lleva a sus protagonistas a la locura, a la huida o al suicidio, abre
Entre la comprensión histórica y la información periodística, impensadamente una brecha que per mite conectar la experiencia
entre la reposición de la causalidad para los hechos y la experien- del desastre con una sensibilidad emergente de corte finisecular.
cia del presente, la narrativa de ficción hace su propia apuesta pro- La crisis de 1890 no es simplemente un obstáculo superado a fi-
poniendo ciertas modalidades incipientes de articulación, de las nes del mismo año (el participio sólo da cuenta de una perspecti-
cuales sólo algunas cristalizarán posteriormente mientras otras son va histórica), que la ficción recrea, ilustra o documenta, sino la co-
apenas indicaciones tempranas que funcionan como reacciones y yuntura que propicia la modificación de ciertas estructuras de sen-
respuestas tentativas de la crisis.4 En ese aspecto, quiero resaltar tir –para tomar la expresión de Raymond Williams–7 y prepara las
dos cuestiones notables: la primera, que la crisis del 90 desenca- condiciones de emergencia de lo que conocemos como sensibili-
dena una producción narrativa inmediata, más específicamente de dad o estética fin-de-siglo.
novelas, que acompaña la escritura de ensayos y avanza sobre los Si La Bolsa, la novela de Julián Martel, resultó la novela em-
materiales con los que aquéllos reflexionan; la segunda, que el mo- blemática del ciclo, no lo es porque en ella puede prosperar el
do de procesar una crisis que afecta todos los órdenes de la vida naturalismo, con toda su carga deter minista, sino, por el contra-
nacional tiene su raíz en el crac económico-financiero y omite la rio, porque allí puede surgir la sensibilidad de un espiritualismo
crisis político-institucional (la Revolución del Parque y la renuncia renovado. Por eso, aunque habitualmente la crítica ha encontra-
de Juárez Celman).5 Si pongo el énfasis en estas dos cuestiones es do en L’Argent, la novela de Émile Zola de ese mismo año de
porque suponen un corte con las opciones previas de representa- 1890, una suerte de modelo o antecedente de ficciones que po-
ción de ciertos acontecimientos que afectan el paisaje social defi- dríamos llamar “bursátiles”, La Bolsa está muy lejos de la nove-
nitivamente. Ni la revolución ni la independencia, como es sabido, la de Émile Zola:8 las soluciones que elige Martel para resolver
produjeron un corpus ficcional hasta pasadas varias décadas; ni los conflictos están puestas en una clave que no tiene mucho que
tampoco, pese a lo que habitualmente se cree, el fenómeno inmi- ver ni con el deter minismo biológico ni con la influencia del me-
gratorio dio lugar en lo inmediato a un corpus amplio. La novela dio a la manera de Zola, y que no privilegia la mirada clínica o
argentina, en todo caso, se fue constituyendo, y pienso sobre to- médica del cientificismo. Si La Bolsa ter minó siendo la novela
do en su fuerte emergencia de los años 80, a partir de otros ejes emblemática del ciclo lo fue porque, por encima de algunos tó-
y según una lógica que no era la de la representación ficcional de picos naturalistas, ciertas matrices del espiritualismo finisecular
un acontecimiento reciente. Lo que sucede con la temática de la aparecen en ella de manera más acabada y con mayor eficacia
Bolsa y su procesamiento literario, particularmente las cinco nove- que en otros textos del período. ¿Qué encuentra la novela en esa
las publicadas entre 1890 y 1891, es sumamente particular, por- articulación narrativa entre el mundo de las finanzas y la vida pri-
que el contexto económico no es sólo un telón de fondo de la ac- vada que la primera página del diario Sud-América exhibía im-
ción y porque el desencadenante de las tramas novelescas no es plícitamente? El crac de la Bolsa sirve de anclaje para la configu-
únicamente el clima de época.6 Más bien, lo económico (materia- ración de un antimaterialismo que, allí donde las finanzas se ar-
lizado en cada una de las formas del dinero) lo inunda todo, a la ticulan narrativamente con la vida privada, for ma una suerte de
par que el desencadenante de las tramas (la locura de Glow en La rejilla económico-moral por la cual se filtran todos los problemas
Bolsa, el suicidio del protagonista en Quilito y en Horas de fie- sociales y culturales de la Argentina del período. Las tramas fic-
bre) es puntualmente la instancia del crac. cionales, de hecho, procesan la crisis del 90 en clave económi-
En ese punto, vale la pena aclarar que si bien el proceso inhe- co-moral; pero La Bolsa, además, lo hace anunciando una sen-
rente a la constitución del género es una condición para la proli- sibilidad de corte espiritualista que el llamado fin-du-siècle con-
feración de novelas que aparecen en estos años, resulta insufi- densaría estéticamente.

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) 136 ( ) 137 (
Antes que abordar la novela de Julián Martel en confrontación ¿Quién es Genaro? ¿Quién es el hijo del tachero? [pre-
con las otras novelas escritas inmediatamente después de la déba- guntaba el anónimo redactor del Sud-América mientras se
cle, sin embargo, prefiero hacerlo con un texto de índole muy di- publicaba En la sangre como folletín] Cambacérès nos los
ferente y con el que sólo parece tener en común su referencia al dijo antes de partir, pero no podemos repetirlo. Ponga la cu-
riosidad pública el nombre que quiera. Hemos oído a mu-
crac económico-financiero. Me refiero al ensayo periodístico Bue-
chos repetir uno que es el verdadero. Salido de la nada lle-
nos Aires, sus hombres, su política, escrito por Carlos D’Amico
gó a ser un magnate, un millonario, un hombre de influen-
en 1890. Si hago esta asociación es porque considero que poner cia, hombre de poder. [...] Nos limitaremos a decir que el
la novela al lado de este ensayo ilumina los modos de procesar en misterio es fácil de sondear y que el nombre es transparen-
lo inmediato las diversas problemáticas desencadenadas en el año te, sobre todo para los que siguieron los cursos de la Univer-
90 y también revela la configuración incipiente de ciertas matri- sidad en la época en que Eugenio Cambacérès hizo sus es-
ces que sirven para procesar esas problemáticas y que serán do- tudios preparativos.10
minantes en el fin de siglo (particular mente en esa suerte de es-
pecie narrativa que es la “novela de artista”). Evidentemente, hay Por su parte, en ocasión de la muerte de Martel en 1896 di-
elementos en la estructura de sentimientos de ese momento que jo su amigo Rubén Darío:
per miten que, ante deter minadas circunstancias de la escritura, se
hagan opciones de procesamiento diferentes a las del repertorio Tu obra principal y mayor –que es casi toda tu obra– fue
habitual o más corriente. un clamor de venganza contra la fortuna, que te fue traidora
Por lo pronto, ya las condiciones en las que se escriben am- como una bella querida. Y tú, como artista, como poeta, ha-
bos textos y las posiciones ambiguas de sus autores los ponen en bías nacido para las grandezas y poderíos. [...] ¡Raté! dirá una
conciencia; y mi corazón clamará: ¡Haced La Bolsa!11
una disposición particular frente a la coyuntura que tratan de ex-
plicar. José María Miró –considerado el único bohemio de esos
En medio de tantas diferencias, la coincidencia entre Buenos
tiempos pero tentado también por los azares bursátiles– escribió
Aires, sus hombres, su política y La Bolsa no estaría en que los
La Bolsa con el seudónimo de Julián Martel a mediados de
dos autores hayan utilizado seudónimos para escribir, ni en que
1890, la publicó como folletín en el diario La Nación, donde tra-
ambos hayan quedado en un lugar tan marginal como compro-
bajaba, entre el 28 de agosto y el 31 de diciembre de 1891, y la
metido respecto de los acontecimientos principales, sino en la
editó en libro algo después con el subtítulo de “estudio social”. La
configuración de dos matrices similares, de fuerte productividad
novela narra la historia del doctor Glow, un hombre dado a la es-
en entresiglos, para abordar el tema de la crisis bursátil y su im-
peculación que, arruinado por la crisis, pierde la razón y ter mina
pacto social. La primera matriz que quiero desarrollar es la per-
delirando con la imagen feminizada de la Bolsa. Buenos Aires,
cepción de la ciudad como fantasmagoría y pura fachada. La se-
sus hombres, su política, por su parte, fue escrito con el seudó-
gunda matriz es la experiencia de la crisis como subjetivación del
nimo de Carlos Martínez por el político antijuarista Carlos D’A-
llamado “delirio de grandezas”.
mico, ex gober nador de la ciudad y acusado de enriquecimiento
ilícito. El libro, además de ser un intento por explicar las causas
de la crisis que oscila entre la denuncia, el dato y el chisme, es
Cómo mirar la ciudad
una especie de defensa que hace el autor ante las acusaciones de
fraude económico de las que fue objeto y que lo llevaron a aban-
A comienzos del siglo XX, Felipe Mayol de Senillosa, recor-
donar el país.9
dando en sus memorias la impresión recibida al llegar en vapor a
Si D’Amico conocía muy bien los vericuetos de la maledicen-
Buenos Aires, describía así la situación:
cia después de la campaña propagandística del diario Sud-Amé-
rica que a lo largo de 1887 lo había dado como protagonista en- […] comenzó la danza desenfrenada de los millones. En ple-
cubierto de En la sangre de Eugenio Cambaceres, Martel cono- na fiebre de empréstitos para obras públicas, la perla del sud,
cería una gloria fugaz debida a un único y paradójico libro, el fo- convertida en un vasto astillero, en un inmenso taller, mos-
lletín La Bolsa, y a la amistad que le profesó Rubén Darío a su traba sus entrañas socavadas por las costosas obras del puer-
llegada a Buenos Aires en 1893. to, por las cloacas, avenidas, parques, líneas férreas, edificios

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) 138 ( ) 139 (
públicos y privados en construcción. Se caminaba entre es- El itinerario de exhibición de los logros moder nizadores que
combros y surgían de las ruinas aparentes, palacios y monu- propone D’Amico (de la renovada Plaza de Mayo a la avenida Al-
mentos, estaciones colosales, obras hidráulicas, hospitales hi- vear y la Recoleta hasta llegar a Paler mo) pronto se devela como
giénicos, escuelas modelos. Todo faltaba, todo estaba en pro- “fantasmagoría” urbana: “¡Ojalá no se rompiese el prisma y la
yecto y los billetes flamantes de las abundantes emisiones de sensación de novedad persistiese, porque ello probaría que todo
papel, sin garantía, corrían en los bolsillos repletos de los ar-
era verdad!”,14 ironiza el observador. En la mirada selectiva pero
gentinos.12
continua sobre el espacio urbano no importa, desde la óptica de
D’Amico, lo que queda fuera de ella, sino el propio revés de la
En esta recreación retrospectiva, la ciudad de Buenos Aires,
imagen, en el que la débacle final ya está inscripta. A diferencia
espacio cotidiano de las transfor maciones moder nizadoras de los
de los personajes fóbicos de Eugenio Cambaceres que se recluían
80, aparece en obra, es decir, como materialización incompleta
en el interior de su hogar para sustraerse de lo que podríamos lla-
de la moder nización, como –para usar la ilustrativa expresión de
mar, recurriendo a la expresión del poeta Émile Verhaeren, una
Jorge Lier nur– una “ciudad efímera”, tanto por sus escombros
incipiente “ciudad tentacular”, y también a diferencia de los per-
como por el volátil desenfreno del papel moneda.13 Localización sonajes de ¿Inocentes o culpables? de Antonio Argerich que
privilegiada de la crisis del 90 en las novelas y en los primeros en- transitando ciertos recorridos urbanos encontraban la paulatina
sayos sobre el tema, Buenos Aires le otorga a la moder nización degradación, el observador suspicaz del libro de D’Amico escapa
un alto grado de visibilidad pero deja ver, al mismo tiempo, lo que de su itinerario levantando los ojos hacia un cielo que es “azul,
ella tiene de ilusorio. De ahí que, a la luz del derrumbe bursátil y transparente, límpido”. Esto es: como si encontrara en el cielo
de sus consecuencias sociales, la mirada sobre el proceso de re- (arriba, en lo alto, en lo incontaminado) la transparencia de que la
modelación de la ciudad ofrezca algo distinto al producto acaba- ciudad carece.
do pero virtual que se prevé en los mapas. A la demolición trans- Entre las imágenes disponibles de la ciudad, también Martel eli-
for madora y a la desintegración de la imagen familiar de “gran al- ge para abrir su novela la presentación de una totalidad coherente
dea”, se suma una crisis múltiple que hace que, en el 90, Buenos con los postulados modernizadores y a partir de ella revelar la fan-
Aires encar ne lo que, casi a modo de paradoja, podría llamarse tasmagoría. Sólo que en su caso el efecto fantasmagórico es pro-
una ruina moderna. ducido por una tempestad que acosa a Buenos Aires y por el com-
A diferencia de la opción que hace Mayol de Senillosa en sus portamiento del viento que la acompaña, un viento que se traslada
memorias, que muestra la “ruina aparente” y el “escombro” ur- raudamente con “actitud carnavalesca”. En la novela, el relato que
banos en relación directa con la abundancia del dinero en todas expresa el sentimiento de fracaso de un proyecto de Estado (y aun
sus for mas, D’Amico y Martel hacen, en 1890, otra cosa. Pese de nación) asume la forma de una alegoría urbana. Profeta de una
a sus objetivos diferentes, el ensayo de Carlos D’Amico y la no- multitud a la que se le ha quitado el cuerpo, el viento es una suer-
vela de Julián Martel comienzan con la misma escena urbana: la te de flâneur que cifra lo diverso en la unidad: se metamorfosea en
Plaza de Mayo con todos los emblemas edilicios que la rodean, “un vago elegante”, “un marido bilioso”, “un músico desinteresa-
entre ellos la Bolsa de Comercio y el Palacio de Gobier no. Esta do”, “un artista vagabundo”, un “calavera valentón” (como si todos
representación de la ciudad no supone, sin embargo, la negación los tipos de las novelas del 80 hubieran salido a recorrer las calles).
u omisión de la precariedad. Si la crisis del 90 revela el carácter El itinerario termina en la Plaza de Mayo, donde se detiene frente
precario de ciertos enunciados económico-sociales de la moder- a la Aduana, el Cabildo, la Bolsa, la Catedral, el Palacio de Gobier-
nización (progreso indefinido y confiabilidad del Estado, enrique- no, la pirámide, para asumir en cada uno de estos edificios emble-
cimiento y orden social), esta elección para representar la ciudad máticos la función inversa a la que naturalmente les corresponde-
es un recurso por el cual se interpreta el pasado desenmascarán- ría y mostrar así una disfunción institucional.15 Siguiendo las teori-
dolo, en el presente, como pura fachada, como utilería. Por eso, zaciones de Walter Benjamin, podríamos decir que es precisamen-
no interesa tanto representar la precariedad o la incompletud de te el carácter convencional de la alegoría lo que destruye la organi-
un proyecto en el orden de lo material sino, más bien, mostrar cidad y extingue su condición de apariencia. Como si la percepción
la dimensión económico-moral de la precariedad que está tras la de lo ilusorio fuera posible porque la totalidad se representa a tra-
fachada. vés de la reunión de los fragmentos urbanos. A diferencia de las co-

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) 140 ( ) 141 (
rrespondencias románticas y de la representación realista, la alego- la denomina Carl Schorske–,21 los personajes de La Bolsa ya no
ría recurre a la antítesis y a la personificación subrayando, en este podrán ni recorrerla ni habitarla. Desplazada la perspectiva, no
caso, el desfase entre paisaje urbano y paisaje social. pueden reconocerla ni, en ella, reconocerse a sí mismos o a los
La secuencia instruccional del ensayo de D’Amico parece re- otros.
solverse entonces, en La Bolsa de Martel, con una alegoría pro-
puesta como llave hermenéutica de lectura que sirve de apoyo al
aparato predictivo en que se constituye la novela. Como cierre de Las formas del delirio
la escena de apertura, el viento pide, frente a la Catedral, “compa-
sión para la patria saqueada y escarnecida bajo el manto de oro- “Ninguna de tan bellas promesas se cumplió, y el oro subió
pel que la especulación y los abusos administrativos habían echa- mucho más de lo que había bajado al anunciarse esas medidas,
do sobre sus espaldas, manto que tarde o temprano debía caer pa- porque si en física, la reacción es igual a la acción”, señala Car-
ra siempre, arrancando, como la túnica de la leyenda, pedazos de los D’Amico en su libro, “en economía política la reacción (el de-
su propia carne a los mismos que con él se cubrieran”.16 Esta mi- sencanto) es el cuádruplo de la acción (la esperanza)”.22 Como re-
nialegoría es el momento de mayor condensación: la ciudad se sultado de una fór mula que pretende exhibir y explicar lo ilusorio
proyecta como patria, la personificación se multiplica y la predic- de las imágenes urbanas, en Buenos Aires, sus hombres, su po-
ción adopta, definitivamente, un tono profético. Ese tono, que do- lítica la grandeza de los años 80 es un delirio. En una sorpren-
mina paulatinamente la voz del narrador, alcanzará una elocuencia dente inserción en medio de cifras, datos y denuncias en las que
bíblica en la escena urbana que cierra la primera parte de la nove- se basa la explicación de la crisis del 90, D’Amico enuncia retóri-
la, es decir, justo antes de que comience el relato del crac de la Bol- camente una hipótesis cuya productividad se expresa simultánea-
sa y sus consecuencias que ocupa toda la segunda parte. El capí- mente en otro género, la novela:
tulo presenta los bosques de Palermo en un espléndido día de sol
y, a la manera de las escenas de conjunto de Zola, describe a los ¿Será que deslumbran la vista del argentino los encendidos
personajes que disfrutan de la ilusión especuladora como si fuera destellos del oro [se pregunta D’Amico], y que como esos lo-
una “orgía de lujo”: sus posicionamientos están determinados por cos que no pueden mirar un espejo porque creen ver en él re-
la lógica económica y no por la lógica social.17 Sólo que, entre flejados los delirios que enfurecen su desarreglada fantasía, no
ellos, hay un poeta “triste y resignado” que asume una mirada des- pueden mirar los argentinos la bruñida superficie del oro amo-
criptora que pronto se expresa como revelación alegórica apelan- nedado, sin ver en ella reflejadas todas las ambiciones de lucro
do, en tanto imágenes de la crisis, por un lado, al prodigio del insensato, de lujo oriental, de desmedido despilfarro, que en
maelström de Edgar Allan Poe y, por otro, al imaginario bíblico.18 ellos ha despertado el delirio de las grandezas?23
Si las imágenes del Apocalipsis son evocadas recurrentemente en
los finales de siglo –y el propio Quesada recurre a ellas en su críti- Si el oro es al argentino lo que el espejo es al loco, ambos –el
ca a La Bolsa–,19 la percepción de la crisis del 90 que indica Mar- argentino y el loco– se asemejan en la experiencia del delirio. En
tel en su novela nos remite a una estructura del sentir de eso que el ensayo económico y social, como vemos, se configura el ideo-
puede llamarse experiencia finisecular: “Allá va, como visión apo- logema que dramatizarán las novelas del ciclo de la Bolsa, desde
calíptica, una sociedad entera levantada en vilo por el agio y la es- sus mismos títulos: abismos, horas de fiebre, grandezas... Y si La
peculación”. La tempestad inicial es, ahora, la “lluvia de maná” Bolsa, justamente, encuentra su título en la denotación y no en la
que metaforiza el enriquecimiento agiotista.20 Casi una puesta en metáfora, un editor sagaz le cambiará el nombre cuando, en ple-
abismo del modo de mirar del propio narrador (de quien el poeta na “década infame”, sea reeditada dentro de la popular colección
es, como lo ha señalado David Viñas, su alter ego), la escena ilus- La Tradición Argentina: La Bolsa será entonces una Danza de
tra “su mente visionaria, enamorada de la antítesis”. Del día de sol millones, “obra novelesca típicamente argentina y, si se quiere,
al maelström o al apocalipsis, el poeta anticipa, en clave secular o legítimamente porteña”.24
religiosa, las huellas de un final. Cuando en la novela de Martel se narre la caída de la Bolsa,
Cuando la evaluación de la ciudad como vicio prevalezca por el endeudamiento fraudulento de los personajes y su débacle mo-
sobre la imagen de una ciudad más allá del bien y del mal –como ral, la predicción –función que legitima al narrador y al poeta– de-

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ja de tener sentido. A partir de ese momento, el protagonista –cu- Notas
ya capacidad predictiva había estado anulada por el delirio meta-
1
fórico del oro– sabe tanto como los visionarios, pero en el movi- Para un panorama de la época y una explicación general de la cri-
miento de repliegue que le sigue a la experiencia de la ciudad co- sis de 1890, ver el tomo V de la Historia argentina dirigida por Tulio Hal-
perín Donghi, Ezequiel Gallo y Roberto Cortés Conde, Argentina. La re-
mo ruina moder na sólo puede comprender los hechos a través de
pública conservadora, Buenos Aires, Paidós, 1995. Sobre las prácticas
una nueva for ma del delirio. Libre ya de la metáfora, el delirio se institucionales del período, véase N. Botana, El orden conservador. La
hace literal y su lexicalización –que parece responder mediante política argentina entre 1880 y 1916, Buenos Aires, Hyspamérica,
una nueva alegoría la pregunta retórica de D’Amico– es la locura. 1986 (1ª ed. 1977); para un abordaje actual de las prácticas políticas,
En la última escena, el protagonista, enloquecido por su ruina y económicas y culturales, véase M.Z. Lobato (dir.), El progreso, la moder-
la pérdida del honor, alucina con una mujer, una her mosa Cleo- nización y sus límites (1880-1916), Nueva historia argentina, t. V, Bue-
nos Aires, Sudamericana, 2000.
patra que, tras los goces del amor, se metamor fosea en un mons-
2
truo espantoso: “Soy la Bolsa”, dice. La alegoría final, entonces, He trabajado con el diario Sud-América en el período que va de
manifiesta la subjetivación del espacio de la Bolsa como delirio de 1888 a 1891. A lo largo de ese último año es posible observar cómo los
la sinrazón y ya no de las grandezas. Porque, en la ficción, la cri- vaivenes de la publicación del diario (cambios de director, suspensiones,
cierre final) se corresponden con los vaivenes de la política, que se entra-
sis del 90 sólo devuelve al sujeto a su propia interioridad a costa
man definitoriamente con las vicisitudes de la economía y las finanzas. Pa-
de la enajenación. ra una lectura histórico-política de este diario, véase T. Duncan, “La pren-
De la representación inicial de la ciudad acosada por el vien- sa política: Sud-América (1884-1892)”, en G. Ferrari y E. Gallo (comps.),
to en el espacio emblemático de la Plaza de Mayo, sólo resta la La Argentina del 80 al Centenario, Buenos Aires, Sudamericana, 1980.
imagen de la Bolsa convertida en mujer-monstruo. Puesta en el 3
Respecto de la Revolución de 1890, Hilda Sábato discute la inter-
cuerpo lujurioso de la mujer (porque en la ficcionalización finise- pretación que “ha considerado a la Revolución mucho más como el pre-
cular la economía en crisis aparece siempre feminizada), la perso- ludio de 1912, que como el epílogo de 1880”; H. Sábato, “La Revolu-
nificación resemantiza el carácter emblemático de la Bolsa en el ción del 90: ¿prólogo o epílogo?”, Punto de vista, año XIII, N° 39, di-
que lo económico ha sido sustituido por el vicio. Es allí, precisa- ciembre de 1990.
mente, donde la articulación narrativa del crac financiero ter mina 4
Los nuevos temas disponibles ingresan de inmediato en las novelas,
de constituir esa rejilla económico-moral que sirve para procesar género en el que, por medio de la narración, se trata de encontrar res-
los problemas sociales de una época. puestas para gradualmente ir ordenando, jerarquizando la simultaneidad
pero que, en este primer momento, dejan señales de un sentimiento del
presente (basta pensar en el suicidio de Quilito, el protagonista de la no-
vela homónima de Carlos María Ocantos, de 1891). Aunque en menor
medida, también en los artículos de opinión o en los ensayos se usa el
nuevo repertorio, a través de cuya disposición y combinatoria los autores
toman partido. A modo de ejemplo, se pueden citar dos casos extremos:
Para dominar el oro ¡Plata! de Santiago Vaca Guzmán (s/d, 1890), que
se origina en una serie de artículos periodísticos de ocasión, y El 90 (so-
ciología argentina) de Carlos Rojo (Buenos Aires, Imprenta de Pablo Co-
ni e hijos, 1892), que tiene explícitas pretensiones cientificistas.
5
Mientras ninguna de las novelas que Antonio Pagés Larraya dio en
llamar el “ciclo de la Bolsa” desarrolla la crisis económica (“La crisis del
90 en nuestra novela. El Ciclo de la Bolsa”, La Nación, 4 de mayo de
1947), los ensayos que proliferan por entonces se refieren o dedican tan-
to a la débacle económica como a la crisis político-institucional.
6
Esas cinco novelas pertenecen al llamado “ciclo de la Bolsa”: Abis-
El Quijote, 26 de enero de 1890. mos de Manuel Bahamonde, La Bolsa de Julián Martel, Quilito de Car-
los María Ocantos, Horas de fiebre de Segundo I. Villafañe, Buenos Ai-
res en el siglo XXX de Eduardo de Ezcurra. Las seis novelas restantes que
integran el ciclo fueron escritas entre 1894 y 1901.

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7
Se trata de cambios cualitativos que son asumidos como experien- tedral alza “una especie de ruego fervoroso en que parecía pedir un poco
cias sociales y que “aunque son emergentes o preemergentes, no necesi- de compasión para la patria saqueada y escar necida bajo el manto de oro-
tan esperar una definición, una clasificación o una racionalización antes pel que la especulación y los abusos administrativos habían echado sobre
de ejercer presiones palpables y de establecer límites efectivos sobre la ex- sus espaldas, manto que tarde o temprano debía caer para siempre, arran-
periencia y la acción”, Raymond Williams, Marxismo y literatura, cando, como la túnica de la leyenda, pedazos de su propia car ne a los mis-
Barcelona, Península, 1980 (1977), pp. 150-158. mos que con él se cubrieran” (pp. 31-33).
16
8
El primero en señalar esa relación, que fue tomada sin reconsidera- Julián Martel, La Bolsa, p. 33.
ciones por sucesivos críticos, fue Er nesto Quesada en su temprano estu- 17
Así como en su libro D’Amico proponía un itinerario que construía
dio sobre La Bolsa y Quilito: “Si Zola al escribir su ya famosa novela el espacio urbano moder nizado como continuidad y desplazamiento, en
L’Argent se hubiese referido a Buenos Aires y al pasado período de es- La Bolsa el espacio urbano es funcional a la estructura de la trama: la pri-
peculación bursátil, no habría podido hacerlo mejor” (Dos novelas socio- mera parte abre con la escena en la Plaza de Mayo y cierra con la esce-
lógicas, Buenos Aires-La Plata-Rosario, Jacobo Peuser, 1892, p. 69). na en Paler mo.
9
Julián Martel, La Bolsa, Buenos Aires, Editorial de Belgrano, 1981. 18
La denominación mirada descriptora pertenece a Ph. Hamon en
Carlos D’Amico, Buenos Aires, sus hombres, su política, Buenos Aires, Introducción al análisis de lo descriptivo, Buenos Aires, Edicial, 1991.
Editorial Americana, 1952. La edición original tenía el título Buenos Ai- David Viñas analiza la función de la descripción en la novela de Martel a
res, su naturaleza, sus hombres. Observaciones de un viajero desocu- partir de las distintas relaciones establecidas entre el narrador y aquello
pado. Por Carlos Martínez. México. 1890. A partir de aquí todas las ci- que describe, señalando que la articulación causalista última es el antise-
tas remiten a las mencionadas ediciones. mitismo (D. Viñas, “Martel y los culpables del 90”, Literatura argentina
10
Sud-América, lunes 19 de septiembre de 1987, p. 1, col. 5. Para y realidad política, Buenos Aires, Centro Editor de América Latina,
una lectura de En la sangre en el marco de la constitución de la novela 1982).
en la década del 80 y en relación con sus condiciones materiales de pro- 19
Er nesto Quesada, Dos novelas sociológicas, Buenos Aires, Peuser,
ducción y circulación, véase A. Laera, El tiempo vacío de la ficción. Las 1892.
novelas de Eduardo Gutiérrez y Eugenio Cambaceres, Buenos Aires,
20
Fondo de Cultura Económica, e/p (julio de 2004). Como puede verse, Martel recurre a un amplio repertorio alegóri-
11
co: imágenes de la naturaleza, leyendas populares, leyendas extraídas de
R. Darío, “A José Miró (Julián Martel). El día de su muerte. 10 de la literatura, imágenes bíblicas y de la Antigüedad clásica.
diciembre de 1896”, en Prosa dispersa, Obras completas, vol. XX, Ma-
21
drid, Mundo Latino, 1919. C. Schorske, “La ciudad moder na”, Punto de Vista, año X, N° 30,
12
julio-octubre de 1987.
Felipe Mayol de Senillosa, Memorias parleras, citado por J.L. Bu-
22
saniche, Estampas del pasado. Lecturas de historia argentina, Buenos C. D’Amico, Buenos Aires, sus hombres, su política, p. 141.
Aires, Hachette, 1959, pp. 843-844. 23
Ídem, p. 155.
13
Jorge Lier nur, “La ciudad efímera. Consideraciones sobre el aspec- 24
Así reza el anuncio completo, contribuyendo aun más a la confu-
to material de Buenos Aires; 1870-1910”, en J. Lier nur y G. Silvestri, El
sión respecto de la historia de la novela argentina y de la obra de Julián
umbral de la metrópolis. Transformaciones técnicas y cultura en la
Martel: “Una trama intensa y la presencia escasamente disimulada de mu-
modernización de Buenos Aires (1870-1930), Buenos Aires, Sudameri-
chas personalidades de nuestro mundo financiero hicieron de Danza de
cana, 1993.
millones, cuando su aparición, un libro discutido y rápidamente arrebata-
14
Carlos D’Amico, Buenos Aires, sus hombres, su política, p. 11. do por millares de lectores” (portadilla a Julián Martel, Danza de millo-
15
nes, Buenos Aires, Juan Carlos Rovira Editor, 1933).
Gloso la cita íntegramente: en la plaza de Mayo se pone “iracundo,
rabioso, hecho un salvaje”. Pasa por el Congreso “sin buscar camorra”;
hace el papel de “protegido del Gobier no, de elemento electoral”, abalan-
zándose sobre la Aduana; se convierte en “opositor intransigente” cuan-
do arremete contra el Palacio de Gobier no; se lanza sobre la Bolsa de Co-
mercio “¡como si con las lágrimas que le hiciera derramar su pesquisa por
los antros administrativos, intentase barrer y limpiar de una sola vez toda
la escoria financiera!...”; se transfor ma en “político sin conciencia” y abo-
fetea la pirámide de Mayo; en el Cabildo, se convierte en uno de esos “li-
tigantes que por no tener cuñas, ven premiada su falta de culpabilidad con
una sentencia condenatoria”; finalmente, al pie de las columnas de la Ca-

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) 146 ( ) 147 (
Artículos

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Fotos familiares, narraciones orales y for mación
de identidades: los ucranianos de Berisso*
Daniel James**
Mirta Zaida Lobato***

genes y a las narraciones que habíamos re-

E
n la segunda década del siglo XX lle-
garon a la Argentina cientos de inmi- cogido en la comunidad. Fotografías y rela-
grantes procedentes de los montes tos nos planteaban un desafío en cuanto a
Cárpatos, de las llanuras de Ucrania, de las los usos posibles de estos materiales por
aldeas de Polonia. Muchos de ellos se esta- quienes no tenían incorporada a su for ma-
blecieron en Berisso, un barrio de la ciudad ción profesional la sensibilidad adecuada
de La Plata (provincia de Buenos Aires), y para lidiar con ellos.
se convirtieron en obreros industriales. Allí En este artículo se analiza la trama for-
confor maron sus asociaciones representati- mada por los relatos orales y las imágenes
vas y moldearon sus identidades. Julián Za- fotográficas como elementos importantes
biuk fue uno de esos inmigrantes: llegó a en el proceso de for mación de la identidad
Berisso desde Solone (Zalizchyky, Galitzia de los ucranianos. Esa identidad no fue un
oriental) y, como otros extranjeros, trabajó movimiento único y homogéneo, por el
en los frigoríficos Swift y Ar mour, y vivió en contrario, emergió de los conflictos de me-
la localidad hasta su muerte.1 moria y de competencias entre diferentes
El paso por la historia de Julián Zabiuk relatos existentes en la comunidad local.
sólo tenía sentido para su familia y sus ami- Las competencias conflictivas estaban (y es-
gos. Sin embargo, él ordenó las fotos de su tán) relacionadas con la presencia de ele-
familia en dos álbumes construyendo un re- mentos residuales en las narraciones de la
lato visual que le per mitió encontrar un lu- comunidad, de ciertos núcleos de memoria
gar en la historia cuando esos álbumes, con- (el pasado de los trabajadores inmigrantes
servados por su hijo, fueron entregados a en los frigoríficos, la ar monía de la sociedad
dos historiadores interesados en el pasado del trabajo bajo el peronismo, la conviven-
de Berisso. No obstante, su ingreso a la his- cia sin desavenencias de diferentes naciona-
toria no fue inmediato pues estaba condi- lidades, religiones e ideas políticas) y con las
cionado por nuestra capacidad de historia- for mas de transmisión asociadas no sólo
dores para encontrar un sentido a esas imá- con la palabra sino también con objetos (fo-

* El estudio de los ucranianos de Berisso se inscribe dentro del proyecto colaborativo titulado “Be-
risso obrero, Ethnicity and the Construction of Identity in an Argentine Meatpacking Community,
1900-1990”, dirigido por Daniel James y Mirta Zaida Lobato con un subsidio del National Endowment
for the Humanities. Queremos agradecer a Bogdan y Mariel Zabiuk por su ayuda. Una versión preli-
minar fue escrita en el National Humanities Center, North Carolina, 1997-1998.
** Indiana University.
*** Universidad de Buenos Aires.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 151-175
tografías, cartas, monumentos), ceremo- • “[...] Vine el año 30, tenía diecisiste pero no estaban preparados, las char- sino que está en constante transfor mación.4
nias, representaciones y fiestas. años... De los Cárpatos, la ciudad más las tenían tipo agitadores.” Una identidad, en este caso la relacionada
De hecho el foco de este ensayo privile- importante de aquel tiempo se llamaba • “[...] Hay gente mitad ucraniana con la etnicidad, no es algo que se ha fijado
gia el análisis de las fotografías de los álbu- Stanislavia [fonética]. Actualmente es que se identifica como ruso, no en el pasado y que nosotros necesitamos
mes de Julián Zabiuk como soportes de una una ciudad muy estratégica para los ru- son rusos, acá si hay en Argentina tres- descubrir, y tampoco es una esencia cristali-
historia de desarraigo y de for mación de sos porque es base de defensa.” cientos rusos es mucho.” zada que espera ser encontrada; por lo con-
una nueva familia, y como parte de las ten- • “ [...] Mi mamá emigró para que yo pu- • “[...] Con la sociedad polaca había trario, está sujeta a los juegos de la historia,
siones alrededor de la construcción de la diera estudiar [...] Mi mamá vino acá, discordia, ahora hay contactos con la cultura y el poder. Hall señala también
identidad de los ucranianos en la Argentina. yo tenía doce años e ingresé al colegio los polacos, les tocó la misma suerte que una deter minada identidad cultural no
Si la lente de la máquina fotográfica se acer- nacional [en Ucrania], como estaba ba- que a Ucrania, están bajo dominación es una broma de la imaginación pues ella
ca, la figura de Julián Zabiuk puede entrar jo ocupación polaca, los polacos no rusa, antes no había, había distancia.”3 tiene sus historias y las historias tienen sus
parcialmente en el cuadro a través de las fo- nos favorecieron mucho a noso- efectos reales, materiales y simbólicos. Ade-
tos familiares en Ucrania y en la diáspora; si tros, el estudio nuestro tenía cierta in- Polacos, ucranianos, rusos, aparecen co- más, son siempre construidas a través de la
se aleja, aparece la historia de la comunidad terferencia en todo.” mo posicionamientos, como expresiones de memoria, de la fantasía, de las narraciones
étnica. Pero al ajustar la lente los sentidos • “[...] En la Sociedad nuestra [Prosvita] el una experiencia humana dispersa y fragmen- y de los mitos. De manera que una identi-
de la historia personal y etnica de Julián Za- que se manifestaba que era de la tada relacionada tanto con los procesos de dad cultural es un inestable punto de iden-
biuk adquieren densidad a partir de nuestro doctrina de Lenin no tenía lugar fabricación de naciones en el mundo euro- tificación que se hace con discursos, con
propio aprendizaje sobre cómo leer las hue- para nosotros, lo excluíamos [...].” peo como con los movimientos de población actos, con artefactos. Vale la pena remar-
llas contenidas en los relatos e imágenes. • “[...] La sociedad nuestra era neta- (inmigración). Esos posicionamientos iban car: una identidad no es una esencia sino un
mente cultural, era darle a conocer cambiando. El bisabuelo de Ciuper era ale- posicionamiento.
a los argentinos el arte nacional y la mán pero se ucranizó, algunos eran ucrania- Un inestable punto de identificación es
Las huellas del pasado: síntomas nacionalista [se refiere a la Sociedad Re- nos pero se identificaban como rusos, otros la idea que mejor se conecta con otro con-
e indicios en la narración nacimiento] era un poquito sospechosa podían ser denominados como polacos. Las cepto que resulta útil aquí: el de grupo étni-
para el gobierno, nosotros teníamos palabras de Ciuper convertidas en indicios se co de Fredrik Barth.5 Este concepto fue uti-
En 1987, muchos años antes de encon- personería jurídica, [...] ellos no [...].” bifurcan en varias direcciones, aunque varios lizado en algunos estudios sobre la inmigra-
trar los álbumes de fotos, Juan Ciuper nos • “[...] Había una discordia muy de esos caminos conducen a la necesidad de ción en la Argentina refiriendo a la percep-
contaba sobre su experiencia como trabaja- grande, [...] había razón de existir o analizar las complejas relaciones entre me- ción de “lo diferente” por parte del propio
dor inmigrante. Estaba sentado en su casa y no había razón de existir, porque ellos moria e identidad étnico-nacional. grupo y por la sociedad.6 Pero la percepción
nos hablaba pausadamente de su experien- no podían hacer otra cosa, igual que La cuestión de la identidad refiere a un de lo diferente es sólo una parte y no toma
cia laboral. En muchos pasajes de su relato Prosvita, actos culturales otra cosa no proceso cultural a partir del cual se quiere en cuenta la dinámica, la complejidad, los
aparecían algunas observaciones sobre los [...] Por ejemplo ellos hacen los mismos dar coherencia –imaginaria y real– a la ex- conflictos en la construcción de esa etnici-
ucranianos que sólo mucho tiempo después actos que nosotros, ellos dicen vamos a periencia de la diáspora (familiar y nacional) dad. Para Barth, lo institucional (con gran
adquirieron algún significado. Los pasajes hacer actividades todos juntos, pero que implicó el fenómeno inmigratorio. El peso en los estudios sobre colectividades) y
de ese relato eran como minúsculas singu- exigen como si fuera que nosotros te- mundo de identidades cambiantes que seña- lo subjetivo están íntimamente relacionados
laridades, al decir de Ginzburg,2 que paula- nemos que capitular con ellos. Yo mis- la Juan Ciuper era compartido por otros y ambos forman parte de un proceso activo
tinamente fueron convirtiéndose en rastros, mo a veces hablo y voy a los actos de cientos de ucranianos que llegaron a Beris- a partir del cual se definen las fronteras de la
indicios y signos de los intercambios y trans- ellos y digo: tengan en cuenta que la so en el período de entreguerras. Para esos etnicidad (ethnic boundaries) la que se pro-
for maciones culturales de los ucranianos de existencia nuestra tiene muchos años y inmigrantes su identidad cultural era el re- duce, por otra parte, en estrecha relación
Berisso. es madre fundadora de la vida nuestra, sultado de un conjunto complejo de expe- con los cambios que se operan dentro y fue-
Veamos los fragmentos sintomáticos de hacen lo mismo que nosotros. ¿Por qué riencias que incluía lo que eran y en lo que ra del grupo. Barth considera además que
ese texto: querían dividirse? Salieron y ahora ha- se estaban convirtiendo. Tal como señala las huellas elegidas por la gente como rasgo
cen lo mismo que nosotros.” Stuart Hall, ninguna identidad cultural es al- cultural, como elemento de identificación,
• “[...] Mi bisabuelo era alemán pero • “No eran gente preparada para esa go que existe realmente de manera previa, definen a un grupo étnico, y que esa elec-
se ucranizó.” idea (nacionalista), la idea era buena, que trasciende tiempos, lugares, historias, ción depende de un sistema sociocultural

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que no es predecible. Además, una identi- rrador Juan Ciuper constituyen síntomas e siderar estos interrogantes, creemos que en
dad cultural se constituye en el conflicto. Esa indicios de los conflictos existentes alrede- el momento de realizar la entrevista noso-
identidad es una relación que se convierte en dor de la identidad ucraniana de los inmi- tros no habíamos pensado que nos estába-
un espacio de antagonismo que transforma grantes de Berisso. Esos relatos no son tex- mos convirtiendo en vehículo de un discur-
la manera de concebir lo político, porque ya tos aislados de su contexto o, mejor aún, no so ideológico alrededor de la identidad y de
no puede presentarse solamente localizado son relatos ajenos a la experiencia concre- las fronteras que se levantaban en tor no a
en instituciones específicas, como una esfe- ta; sobre este punto volveremos más ade- esa misma identidad.9 La narración nos es-
ra o nivel de la sociedad.7 lante. Pero resultan indicios significativos taba planteando un conflicto y nosotros no
El relato de Ciuper se repetía en otras porque no eran el producto de una conver- teníamos la otra parte que per mitiera res-
voces que quedaban plasmadas en los arte- sación cuyo centro fuera la experiencia de ponder la subjetividad de esta interpreta-
factos culturales que les daban sustento. la inmigración ucraniana ni la constitución Fig. 1: Foto enviada por Zenón Zabiuk. En la ción. Además, como historiadores, no te-
Los relatos estaban inmersos y confrontan- de sus instituciones representativas y, mu- parte posterior dice: “Para recuerdo de mi níamos incorporada a nuestra tradición cul-
do al mismo tiempo con el gran relato de la cho menos, las divisiones políticas existen- hermano Julián. Yo estoy sentado al borde del tural y tampoco a nuestro objetivo de inves-
comunidad ar mónica que tiene un momen- tes en su seno. Tampoco podía inscribirse banco. De nuestra casa se ve el techo y la tigación una confrontación de estas carac-
to de materialización en la Fiesta Provincial en un diálogo que confrontara la perspecti- chimenea. Zenón”. terísticas.
del Inmigrante. En la fiesta se repite cada va del narrador y el entrevistador pues el eje La narración de Ciuper nos colocaba
año un ritual asociado a dar for ma a la co- de nuestras preguntas tenía que ver con el frente a un indicio, a los rastros (las minús-
munidad multicultural for mada por perso- trabajo en los frigoríficos, con las condicio- culas singularidades que plantea Ginzburg)
nas, ahora sus nietos, que llegaron a Beris- nes de vida en la comunidad y, en ese con- de un problema más complejo y que re-
so desde diferentes partes del mundo y texto de la conversación, los narradores, la quería de otras huellas que per mitieran re-
conviven (así como convivieron) en una so- “gente común”, no tenían en mente la exis- construir las transfor maciones culturales
ciedad sin tensiones, sin conflictos, sin en- tencia de un público exter no de posibles que vivieron los inmigrantes ucranianos de
frentamientos. “lectores” u “oyentes”. Berisso.
El relato de Ciuper, el de Bogdan –el hi- Sin embargo, Juan Ciuper se compor-
jo de Zabiuk– y el de otros habitantes de Be- taba como el portavoz de un grupo al seña-
risso, así como la fiesta del inmigrante y las lar que: “[...] Había una discordia Otros rastros: el álbum
representaciones teatrales, se inscriben en muy grande... había razón de existir o Fig. 2: Pueblo en Ucrania. de fotos familiares
una práctica social de conmemoración no había razón de existir, porque ellos no
que constituye una práctica intencional a podían hacer otra cosa, igual que Prosvi- Julián Zabiuk dejó otro tipo de indicios
partir de la cual se asignan ciertos significa- ta, actos culturales otra cosa no [...] Por sobre su experiencia de vida. Dos álbumes
dos a distintos acontecimientos de la histo- ejemplo ellos hacen los mismos actos que de familia son los soportes que cuentan la
ria de Berisso: la llegada de los inmigrantes, nosotros, ellos dicen vamos a hacer acti- historia de desarraigo y desarticulación de su
el pasado de trabajo en los frigoríficos, la vidades todos juntos, pero exigen como familia y de la “familia ucraniana”. En los ál-
comunidad del esfuerzo, el 17 de octubre y si fuera que nosotros tenemos que capi- bumes fotográficos de Zabiuk se reúnen sim-
el peronismo.8 Esta práctica social de con- tular con ellos. Yo mismo a veces hablo y bólicamente y en un mismo espacio una
memoración tiene un punto de partida pues voy a los actos de ellos y digo: tengan en evocación nostálgica de lo perdido (Ucra-
se inició a partir de la demolición del frigo- cuenta que la existencia nuestra tiene nia); se produce un ordenamiento evocativo
rífico Ar mour, luego de su cierre en 1969, muchos años y es madre fundadora de la donde se encuentra la familia (compuesta
pues la gente, amenazada por la desocupa- vida nuestra, hacen lo mismo que noso- por parientes y amigos) y las partes perdidas
ción y la desaparición de las fábricas, se reu- tros. ¿Por qué querían dividirse? Salieron y reconquistadas de la familia personal y na-
nía para recordar los hechos del pasado que y ahora hacen lo mismo que nosotros”. cional en la nueva sociedad (Fig. 1, 2 y 3).
for maban parte de su identidad cultural aso- ¿Quiénes eran ellos? ¿Entre quiénes se pro- Los álbumes están organizados según
ciada con la experiencia de trabajo. ducía la discordia? ¿Cuáles eran las razones Fig. 3: Familiares de Eudocia Cymbala, esposa distintos criterios de temporalidad. En un ni-
Los párrafos transcriptos de nuestro na- de la división y quiénes se dividían? Al con- de Julián Zabiuk. vel general y abstracto podemos decir que

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hay una narrativa diacrónica (nacimiento, de studium de Roland Barthes, una foto
crecimiento y muerte o salida, llegada, desa- puede hablar del sentido de respetabilidad,
rraigo y resolución con la dualidad de inte- del ascenso social, de las imágenes familia-
gración y diferenciación). Este nivel de tem- res, del conformismo y de las formas de ves-
poralidad es de uso limitado para Julián Za- tir.11 Sin embargo se podría ir más allá y res-
biuk; de algún modo, ésta es la historia de ponder al desafío que nos plantea Barthes
la humanidad en general y lo que Zabiuk es- respecto de la fotografía y encontrar el
tá buscando es una presencia mucho más punctum, el detalle que hiere (que punza) y
personal representando lo único y particular que provoca en el espectador una mirada di-
de su experiencia que incluye en la metana- ferente.
rración de la nación y de la comunidad. Pa- El punctum es la excepcionalidad meto-
ra lograr esa presencia la diacronía típica nímica que probablemente no es intencio-
del álbum de familia es insuficiente y, enton- nal y nos dice que el fotógrafo estaba allí.
ces, altera el tiempo. Sin embargo, no es la Pero el punctum se ubica en un plano muy
única razón: también lo hace porque una individual: es lo que significa para nosotros
organización sincrónica reproduce mejor y no necesariamente lo mismo para los
las características de la memoria, de la re- otros espectadores; para ellos puede ser
cordación, especialmente de un anciano una foto más entre otras miles. En todo ca-
que está rear mando su pasado a través de so, Barthes plantea un desafío y aún per ma-
fotografías. Este aspecto sincrónico del acto nece en ese nivel.
de recordar es alterado en el testimonio oral De todos modos quisiéramos presentar
Fig. 4: Familia Zabiuk. Julián Zabiuk,
por la intervención del investigador que bus- Eudocia Cymbala y Bogdan. Foto Fig. 6: Familiares en la Argentina. un ejemplo de lo que hemos entendido por
ca ordenar el tiempo de acuerdo a criterios tomada en Berisso (circa 1932). (Foto Arte Marcos, Dock Sud, Avellaneda) esa mirada individual de una fotografía.
de sucesión cronológica. La alteración tem- Cuando vimos por primera vez el álbum de
poral le per mite a Zabiuk juntar esos peda- Bogdan había una foto que llamaba nuestra
zos en una narración que corresponde a su atención. Era la de un joven de doce a quin-
deseo de hacer visibles las huellas más pro- ce años. Al principio nos atrajo la camisa
fundas que quedaron en su memoria (desa- bordada a la usanza tradicional que emergía
rraigo, diáspora, identidad, familia, integra- por debajo de su traje. Nos parecía que la
ción) y es también una for ma de dejar de ser fotografía simbolizaba la tensión entre dos
un fantasma para convertirse en una pre- deseos: lo moder no e indiferenciado (la ho-
sencia (Fig. 4, 5 y 6). mogeneización de la vestimenta), el uso del
En un nivel, los álbumes de fotos familia- traje en una sociedad que sigue siendo cam-
res de Zabiuk podrían introducirnos en su in- pesina y, por otro lado, la camisa y los za-
timidad personal y también en el mundo a patos sucios de barro que indican claramen-
partir del cual se crea una imagen de sí mis- te lo distintivo de su condición de trabajador
mo para los otros. Si conociéramos a los fo- rural. Pero, además, estaba la expresión de
tógrafos profesionales que las tomaban se su rostro. La cara era para nosotros un ele-
podría incluso analizar las imágenes como mento punzante en la medida en que se ex-
documentos de la vida privada en la direc- pandía y cubría toda la foto. Al principio el
ción que nos propone Luis Príamo,10 o co- rostro del joven tenía la función metonímica
mo parte de lo que otros autores han deno- de designar el hambre. En sucesión se pro-
minado el studium o simplemente perfor- yectaban las fotos de otras hambrunas que
mance. En este nivel y partiendo de la idea Fig. 5: Julián Zabiuk (circa 1928). Fig. 7: Joven en Berisso. (Foto Berman) asolaron el planeta; la única diferencia esta-

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ba en su vestimenta, pues muchas de esas de muertos que se sumaron a los 23 millones
imágenes estaban constituidas por cuerpos del período 1914 y 1922 y que sólo eran
semidesnudos (Fig. 7). anécdotas fantásticas en las voces de una
Luego asociamos nuestra incomodidad mujer en Berisso. Merridale señala que “la
con las narraciones de una mujer ucraniana Guerra Civil fue seguida inmediatamente por
sobre casos de antropofagia que se habrían una severa escasez. Ésta fue más destructiva
producido en los años de 1930 en la aldea en la Rusia meridional y, especialmente, en
de donde ella provenía. En ese mismo mo- la región del Volga y Ucrania. La mortalidad
mento, el rostro del joven adquirió la fun- total en estas regiones se estima entre un mi-
ción metonímica de designar el hambre a la llón y medio y cuatro millones. El panorama
que habían sido sometidos los pueblos en se complica con el infanticidio, que no era
los territorios de la Unión Soviética. nuevo, y también con el canibalismo, que no
El detalle de la foto- había sido reportado en tal
grafía que nos hería re- grado hasta entonces”.13 Fig. 9: Tarjeta Postal (en el reverso dice “¡Ukrania para los Ukranianos! Las
presentaba las masivas Esta foto había sido toma- mejores causas han tenido que luchar contra bastantes obstáculos, y muchos
hambrunas que han da probablemente en la se- combatientes han muerto en la brecha, antes de triunfar. El heroísmo que han
dado lugar a un debate gunda fase expresada por demostrado debe medirse no por el resultado inmediato que han obtenido,
abierto sobre la memo- Merridale.14 sino por las dificultades con que han tropezado y por el valor con que han
ria en el caso ruso y Por otra parte, se pue- sostenido la lucha. Distribuido por el Circulo Ukraniano de los Ex
que, según Catherine de afirmar también que las Combatientes de la República Argentina”. En lápiz está escrita una fecha: 28
Merridale, está siendo fotografías plantean una de noviembre de 1933).
objeto de revisión.12 tensión permanente entre
Según esta autora, tras los elementos universales de la experiencia fragmentaria y cotidiana es el siglo XVI y se realizaban en los monaste-
varias décadas de deba- (o las metanarraciones) y necesario tener conocimiento del contexto y rios. Esta costumbre sobrevivió en los círcu-
te entre los historiado- las partículas, los fragmen- acceso a otra información, lo que convierte los de las iglesias. Pero la primera tarjeta
res se está producien- tos, lo momentáneo que al historiador en un “lector privilegiado”. postal propiamente dicha no apareció sino
do un cierto consenso ellas registran. Si retoma- Además, en los álbumes bajo estudio se hacia el siglo XIX y el país pionero fue Ingla-
sobre las catástrofes mos la metáfora de acercar combinan las fotos tomadas por profesiona- terra, que la difundió cuando en 1840 esta-
demográficas bajo el o alejar la lente fotográfica, les (por ahora anónimos), con snapshot bleció un estampillado de correo más bara-
stalinismo. La historia en el movimiento de alejar- (instantáneas), cuya característica es la es- to. La cultura del envío de tarjetas postales
de ese desastre se pue- la emergen aquellos ele- pontaneidad, la inmediatez, la falta de in- pronto se extendió a otros países al amparo
de dividir en tres fases: mentos de las narraciones tencionalidad simbólica, el deseo de detener del desarrollo de los servicios postales. Se
1) 1914-1921 guerra Fig. 8: Postal de Taras Szeweczenko. asociados con la identidad el movimiento y el tiempo en un instante podría decir que entre 1869 y 1900 emer-
mundial, revolución, (Copyright by Rusalka, Leopold. étnica. Son símbolos más preciso. En el álbum los snapshot pueden gió una cultura de las tarjetas postales y que
guerra civil y hambre; Printed in Poland (circa 1928). universales susceptibles de estar asociados a esta idea de tiempo fugaz, es entre 1901 y 1915 cuando se difundió la
2) 1926-1939 colecti- transformarse en rasgos ge- de fragmentos cuya sucesión puede borrar costumbre de enviarlas para Navidad en Es-
vización e industrialización forzada, ham- nerales de la cultura y de la identidad ucrania- la memoria.15 tados Unidos así como en Gran Bretaña y
brunas y represión política conocida con el na reconocibles tanto en Canadá como en Pero las fotos no son los únicos artefac- en Francia. Hacia 1916 el mercado de con-
nombre de purgas, y 3) 1939-1945 marca- Estados Unidos o en la Argentina. Si por el tos que se encuentran en las páginas de los sumidores de tarjetas postales se amplió ba-
do por el período de la invasión a Finlandia contrario acercamos la lente, surgen las par- álbumes. También forman parte del relato jo los efectos de modificaciones en la calidad
y la Guerra Patriótica. Detrás del rostro del tículas de la vida familiar y las tensiones den- las tarjetas postales. Ellas ayudan a Zabiuk a de las mismas.16
joven y de manera no intencional aparecían tro de la comunidad local, tal como nos ha- dar sentido a la historia que quiere contar- Un estudio sobre la inmigración finlan-
los rostros (al menos para nosotros, y en es- bía planteado el relato de Juan Ciuper. Para nos. Las tarjetas postales circularon como desa señala que cuando los inmigrantes arri-
to consiste el punctum) de los diez millones desbrozar los elementos universales de los tarjetas de salutación con motivos bíblicos en baban a diferentes áreas de América del

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mercial de quienes las realizaban; en mu- afir mar que las postales cumplen un papel La evidencia de que el texto foto-
chos casos ayudaban también a crear un importante en la narrativa visual de Zabiuk. gráfico pueda ser asumido como re-
sentido de solidaridad y de pertenencia. El La narrativa de los álbumes es compleja presentación está sobredeter minada
simbolismo de la representación pictórica pues se realiza como un collage. A las fotos por otros, a menudo con mensajes
que difundían las tarjetas postales muestra y a las tarjetas postales se suman recortes de contradictorios, los cuales se producen
dentro de la intertextualidad de toda
bastante bien el uso que podía dárseles en periódicos y un ejercicio escolar de su hijo
representación fotográfica.20
diferentes contextos. En un plano unían Bogdan (Fig. 10). La imagen seleccionada
bastante bien ventas con ideologías. La pos- es la de fray Cayetano Rodríguez como di-
Una parte fundamental del status pro-
tal del poeta Taras Szeweczenko (Fig. 8) es rector de la biblioteca creada a instancias de
blemático de la fotografía como evidencia
un buen ejemplo. Está rodeada de símbolos la Primera Junta de Gobierno en 1810. La
histórica se sitúa en el tema de su capacidad
sincréticos que representan los bordados tí- escolarización de su hijo, un aspecto impor-
narrativa. Para un analista como John Ber-
picos de algunas zonas de Ucrania. tante del proyecto educativo del Estado na-
ger, que ha intentado descifrar la relación
También el mapa de Ucrania que descri- cional, le permite incorporar al panteón de
entre fotos y narrativas, la fotografía repre-
be su extenso territorio y las “ocupaciones” los héroes nacionales ucranianos (recorde-
de Polonia, Checoslovaquia y Rumania, mos la imagen del poeta Taras Szewczenko) senta un momento particular, un instante, la
además de las que existieron bajo el domi- otra perteneciente al país de recepción. captación de un evento descontextualizado.
nio de la Unión Soviética, se convierte en Los álbumes de Zabiuk fueron construi- El acto de tomar una fotografía implica dis-
símbolo de la nación dividida y ocupada dos como documento íntimo y como testi- continuidad, ruptura, la captación de un
(Fig. 9). El mapa se ubica en un entramado monio familiar y nacional. Pero no todos momento particular y fragmentario de tiem-
discursivo que tiene tanto una dimensión los artefactos se confor man del mismo mo- po. Es un acto que inevitablemente descon-
pictórica como una dimensión textual (nom- do. Están tambien las colecciones de fotos textualiza el momento. Esa descontextuali-
bres, leyendas, cifras) y es una representa- “sueltas”. Fotos guardadas de manera de- zación compromete la habilidad para contar
ción del espacio: el paisaje. Según Jens An- sordenada en cajas, sin ningún tipo de cla- una historia por la imagen fotográfica. Para
der mann, ese paisaje es el medio “encarga- sificación y donde el relato es ar mado por Berger “es una visión del mundo que niega
do de dramatizar la apropiación de la tierra” quienes miran las fotos. En el análisis de es- la interconexión, la continuidad, pero que
Fig. 10: Ejercicio escolar de Bogdan. El texto confiere a cada momento un carácter de
que acompaña la figura dice “Fray Cayetano como una “propiedad ideal” antes que ma- te tipo de fotografías la oralidad se sobrepo-
terial.18 Para Zabiuk el mapa es el portador ne a la imagen, el relato sufre modificacio- misterio”.21 Desde esta perspectiva, la foto-
nació en 1761 en San Pedro Provincia de
de sentidos mnemónicos no traducibles en nes y las fotos se miran con la intención de grafía (en particular la fotografía pública) es-
Buenos Aires, conocido en nuestra historia
bajo el nombre de fray Cayetano. Poeta de lenguaje y se mezcla con el lenguaje del na- escuchar una historia. tá imposibilitada de narrar y, a diferencia de
los mejores. El acta de la Independencia fue cionalismo que tuvo especial resonancia en la memoria, no conserva en sí misma signi-
redactada por él. Murió el día 22 de enero de la localidad en el período de entreguerras. ficado alguno.
1823. La Argentina se ha caracterizado por in- Narrativa y memoria en los Berger podría argumentar que el límite
Bogdan Zenón Zabiuk. Muy bien”. corporar rápidamente elementos pictóricos álbumes de fotos familiares contextualizador de la fotografía la envuelve
e iconográficos que se consideraban símbo- en una inevitable ambigüedad inherente a
Norte realizaban diversas actividades en lo- los de la moder nidad. Según un estudio de ¿Cuál es la naturaleza de la evidencia todas las fotos que no tienen una cantidad
cales religiosos o en sus diferentes asocia- Luis Príamo sobre fotógrafos de la Argenti- histórica que nos ofrecen las fotos como las suficiente de detalles. Sin embargo, este au-
ciones.17 Todas estas organizaciones lleva- na fue Rosahuer el primer fabricante de de Julián Zabiuk? A pesar del aparente po- tor ofreció también en su momento varias
ban a cabo innumerables actividades, edita- postales utilizando las excelentes fotografias der documental de la fotografía, su status opciones para rescatar la capacidad de na-
ban periódicos y revistas y también editaban H.H. Olds.19 Ninguna de las postales exis- como evidencia histórica ha sido objeto de rrar, de comunicar de las fotos. En su libro
tarjetas postales. A veces las tarjetas se tente en el álbum de Zabiuk fue realizada un intenso debate. La noción de que la foto Another Way of Telling señala la capacidad
compraban como muestra de solidaridad por estas conocidas figuras, pues es posible puede evocar el pasado inmediato de un de ciertas fotografías para comunicar una
para juntar fondos con fines específicos. que en el mundo de los sectores populares modo transparente es considerada ahora narración a través de la sugestión de una
El uso de las tarjetas no sólo estaba aso- circularan postales de fotógrafos anónimos como una for ma de realismo ingenuo. “idea extratemporal” que se conecta con la
ciado a la obtención de dinero o al éxito co- y desconocidos aún. No obstante, se puede Stuart Hall dice: experiencia y la sensibilidad del observa-

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dor.22 En otro momento, influido por el en- Zabiuk ofrecen una opción narrativa munda- sentimiento de pérdida que es irrecuperable. de la memoria de Julián dibujada en esos ál-
sayo de Walter Benjamin “La obra de arte na.24 Mientras las fotos individuales pueden Según Armando Silva: “Una foto se encade- bumes. Nosotros intentamos imaginar el
en la época de su reproductibilidad técnica”, ser miradas en su ambigüedad y descontex- na con la otra y por tanto su visión produ- momento en el que un hombre “viejo” abrió
combinó el uso de palabras e imágenes, en tualización inherente a su status de fragmen- ce la figura del «salto»... ya que debemos la caja de la memoria y construyó su álbum.
una suerte de montaje. En este sentido, Ber- tos del pasado, algo ha cambiado por el ac- saltar de una foto a otra para recomponer su La reconstrucción imaginativa de ese mo-
ger propone un uso alternativo de la foto- to de Zabiuk de colocarlas en el álbum. Don- propósito global. Su enunciación cambia, mento está parcialmente delineada por una
grafía que la incorpore a la memoria social y de Berger argumenta que las palabras y el como en el teatro, con cada puesta en esce- imagen que Walter Benjamin usa para dis-
política en lugar de constituirse en un susti- recuerdo pueden dotar de sentido a las mu- na, al introducirse una nueva foto que trans- cutir con Proust. Según Benjamin, Proust
tuto de la memoria.23 Este uso alternativo de das fotografías, nosotros podríamos decir forma el orden de las ya existentes”.26 De fue el primero que fue capaz de abrir el ca-
la fotografía es lo que se conecta entonces que tal poder narrativo (su sentido) puede manera que las fotografías cobran sentido jón secreto de la melancolía y apropiarse de
con el fenómeno de la memoria –crucial ser atribuido por otra fotografía y por los (tienen significado) cuando pueden ser colo- lo que había adentro: ese desordenado
también en la formación de una identidad– y otros artefactos culturales (tarjetas postales, cadas dentro de una red de significados don- montón de recuerdos que tenía perdido allí,
lo que le permite plantear a Berger la nece- recortes periodísticos, ejercicios escolares) de el presente y el pasado aparecen nueva- que habían sido olvidados y que ahora sim-
sidad de construir un contexto para cada fo- incorporados por Zabiuk. Esta relación entre mente conectados. La historia contada, el plemente emergían de manera arrolladora,
tografía, ya sea con otras fotografías o por imágenes es precisamente uno de los ele- pasado construido, será parcial y fragmenta- podían desbordarlo y hacerle olvidar su ob-
medio de la palabra. Las palabras (y el re- mentos que forman el álbum fotográfico. A rio; la narración estará plagada de disconti- jeto (juguete). Nosotros podemos imaginar
cuerdo) pueden otorgarles un significado a partir de la relación establecida entre las fo- nuidades y silencios que no pueden ser ni a Julián Zabiuk siendo desbordado por la
las mudas imágenes fotográficas. tografías es posible leer una historia hablados ni leídos. La lógica que dibuja la se- sucesión de imágenes desordenadas del pa-
El problema de la contextualización y de Cuando Julián Zabiuk ar mó su álbum lección y el ordenamiento está, sin embargo, sado y el conflicto para encontrar un senti-
la capacidad narrativa de la fotografía rela- realizó una especie de montaje en el cual las abierta a la interpretación. La serie de imá- do y un orden en las vicisitudes de ese pa-
cionada con los álbumes familiares de fotos imágenes cobraban significado a partir del genes construye una historia familiar que es sado. Esto es obviamente una conjetura, pe-
de una familia de clase obrera puede ser de- lugar que ocupaban en relación con otras también una extensa narración de la identi- ro si nosotros seguimos la lógica de la ima-
salentador. En muchos casos las fotos están fotografías. El álbum se convertía en un ar- dad étnica reafirmada, reconfigurada y per- gen de Benjamin se derivan varias cuestio-
sin una referencia textual. Las narraciones chivo no sólo porque guardaba las imáge- dida. Y aquí podríamos reintroducir una fi- nes. La imagen, el fragmento del pasado
orales y escritas refieren a las experiencias nes sino también porque las clasificaba. gura señalada anteriormente. Lo que hace que Julián Zabiuk recobra, sólo adquiere
compartidas dentro de una comunidad dis- Aquí de nuevo aparece esa unión con la posible leer una lógica narrativa, más allá del significado en el momento en que lo descu-
cursiva entre personas que escuchan y leen. memoria pues no es solamente lo que se montaje de foto sobre foto, es nuestro rol de bre. Su significado emerge retrospectiva-
Las fotos raramente lo hacen. La comuni- quiere conservar en la memoria (la imagen espectador privilegiado. Este status privile- mente como una parte de un continuo pro-
dad discursiva no está inmediatamente dis- exter na que ayuda a la memorización) sino giado proviene de nuestro acceso a otros co- ceso de recordación.
ponible. Las fotografías per manecen como también lo que podría ser olvidado. En rea- nocimientos que nos ayudan a minimizar la Para Benjamin, la memoria funciona de
un significante enigmático para quienes las lidad el olvido ingresa tanto porque se guar- falta de contexto, a estabilizar las ambigüe- modo que las imágenes se acumulan sin un
miran si no tienen el contexto del cual da lo que más podría olvidarse como por- dades, a revelar las tensiones que las fotos orden aparente. No hay cronología en esa
emergen las imágenes o, al menos, cono- que el proceso de clasificación implícito en tienden a ocultar como a develar, a leer los sucesión, sólo imágenes conectadas con al-
cen aspectos íntimos de la experiencia indi- el álbum fotográfico encierra otros procesos subtextos más allá de los códigos y conven- guna de las huellas del pasado. Benjamin
vidual que la imagen misma no puede ofre- como los de desechar, destruir y por lo tan- ciones fotográficas. argumenta que la imagen cobra sentido en
cer. Además, las fotos familiares raramente to olvidar.25 ¿Cuál es la relación entre la memoria y la medida en que encuentra en el presente
tienen la calidad estética necesaria para ex- La lectura de esas narraciones se con- las fotos de los álbumes? Los álbumes de fo- una correspondencia. Esto implica también
tender el poder narrativo señalado por Ber- vierte en una práctica profundamente com- tos familiares pueden servir tanto para im- que el sentido de la memoria sólo puede ser
ger, sobre todo cuando desarrolla la noción pleja y ambigua. Las fotografías dan cuenta pulsar el recuerdo como para preservar la captado en el momento en el cual surge la
de “ideal extratemporal” a través del análi- de una ruptura en la experiencia de los que memoria. Las fotos corporizan el deseo de imagen, es decir, en el presente. Si no se
sis de las fotos de André Kertesz, uno de los la reciben pero permiten al mismo tiempo preservar la memoria, la imagen exter na produce este proceso, los recuerdos se pier-
más grandes fotógrafos del siglo XX. reconstituir los fragmentos de una experien- ayuda a recordar. Nosotros intentamos den irremediablemente.
Sin embargo, nosotros podríamos argu- cia dispersa. Las fotografías entonces impli- usarlas de este modo con el hijo de Julián, Si el álbum per mite profundizar en el te-
mentar que las fotos familiares del álbum de can discontinuidades y ellas se asocian a un Bogdan. Pero nos preguntamos qué había ma de la memoria, hay también algo muy

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profundo relacionado con el temor a olvi- dad del sujeto en el cual se libera encontran- do. Sus fotografías sólo pueden for mar nándoles un sentido particular. Las fotogra-
dar. Como decíamos anterior mente, el olvi- do las raíces en su presente y escoge delibe- parte de un studium y únicamente pueden fías le per miten a Julián Zabiuk materializar
do es un elemento crucial no sólo porque se radamente las imágenes del pasado que le decir nos algo fragmentado que necesita a y corporizar lo que él quiere representar.
guarda lo que más podría olvidarse sino per miten colocar su experiencia íntima en su vez de las palabras de los lectores privi- Un atractivo de las fotos como artefactos
también porque el proceso de clasificación un contexto más amplio que involucra a la legiados. históricos es su capacidad para invocar
implícito en el álbum fotográfico encierra inmigración y a lo ucraniano. Y, justamen- otros bienes que simbolizan identidad.28
otros procesos como los de desechar, des- te, al colocarse en un terreno más amplio Los álbumes fotográficos de Julián Za-
truir y por lo tanto olvidar. Quisiéramos per mite encontrar el sentido social de la Las fotografías como artefactos biuk son para nosotros artefactos que no es-
traer aquí otra figura de Benjamin. En uno memoria. taban ni física ni económicamente disponi-
de sus ensayos sobre la memoria él evoca la La construcción del álbum fotográfico Las fotografías son también “artefactos bles para muchos trabajadores. No obstan-
mítica figura de Penélope. El acto de tejer y por parte de Zabiuk es, precisamente, un materiales” que no sólo pueden provocar te, la circulación de fotografías está asocia-
destejer mientras espera a Ulises es un acto intento para juntar el presente con el pasa- un recuerdo sino que también pueden ser da con la difusión de imágenes que crean y
de fe hacia la persona ausente. Su trabajo le do, rompiendo con las discontinuidades designados como objetos dignos de soste- reafir man identidades, en este caso una
per mite evitar la catástrofe del olvido y la producidas por la captación del momento ner la memoria y la identidad de una comu- identidad étnica, la “ucranidad”. Las fotos
preservación de un deseo que espera su que irrumpe con la imagen fotográfica. La nidad. En este aspecto las fotografías tienen tienen un poder peculiar para designar esta
realización. La figura de Penélope implica fotografía es también una for ma de resol- un estatus dentro de la cultura material del identidad. Ellas ofrecen la ilusión de lo natu-
también la expresión de la impotencia del ver el conflicto que producen las pérdidas mundo moder no que le per mite cumplir esa ral, la identificación inmediata con los sím-
recuerdo. Al tejer y destejer se pone en provocadas por la migración (la muerte en función, pero para los miembros de la clase bolos e imágenes presentes en las fotogra-
cuestión la capacidad de mantener la me- más de un caso) y la idea de que ese pasa- obrera, como Julián Zabiuk, tiene una im- fías. Cuando Julián Zabiuk miraba las fotos
moria. Para luchar contra las consecuencias do (ese lugar) es finalmente irrecuperable y portancia adicional pues no requiere de un de sus parientes vestidos de acuerdo con las
de la repetición mecánica que podía aso- que la vida continuará en la nueva socie- capital cultural muy alto para coleccionar, costumbres y las tradiciones realizaba una
ciarse a la figura de Penélope (la memoria dad. En este plano dice Christian Metz27 seleccionar y ordenar esos artefactos asig- identificación inmediata no sólo de la fami-
como una tarea de repetición sin salida), que los álbumes fotográficos pueden ser lia ausente sino también de los componen-
Benjamin pensó la técnica de entrometer el comparados con otros ritos y prácticas so- tes de la cultura ucraniana. Él eligió las fo-
pasado con el presente. Entonces, Julián cioculturales, por ejemplo los asociados tos por su carga afectiva y el poder para
Zabiuk puede ar mar su álbum de fotografías con la muerte. Las fotografías tienen el pa- corporizar lo ausente, las personas y los ele-
y contar nos una historia porque, como dice pel de per mitir la aceptación de la muerte/ mentos visuales abstractos de la ucranidad.
Benjamin, puede interpolar presente y pa- pérdida de lo que se quiere (personas, lu- Ésta era una identidad emocional que no
sado. Recién cuando puede elaborar su pa- gares, costumbres, sabores), pero la acep- implicaba necesariamente tener conoci-
sado inmigratorio, el desarraigo y la disper- tación de esa muerte implica la continui- mientos de los textos de la ideología nacio-
sión, los fragmentos de su historia cobran dad de la vida. nalista.
sentido. Solamente cuando se convierte en La comparación con el álbum “suelto” Además, cuando la primera generación
un narrador vuelve a capturar la memoria es inevitable. Las fotos de Juan Matkovic, de inmigrantes se fue extinguiendo emer-
involuntaria, íntima y fragmentada, en un un inmigrante croata del cual hemos acce- gieron otros canales para continuar afir-
todo más grande, y encuentra su eco en las dido a los negativos de las fotografías, es- mando esa identidad: un sistema simbólico
narraciones de la comunidad. tán todavía dispersas en el cajón de los re- abstracto con un lenguaje universal que no
Cuando Zabiuk abre el cajón de los re- cuerdos. No puede producirse el momento necesitaba de la palabra hablada o escrita.
cuerdos es un momento de reconocimiento, hímnico porque Matkovic no pudo inter- Las fotografías podían ser utilizadas para
según Benjamin, es un momento hímnico polar pasado y presente y por lo tanto es llenar una función universal otorgando ex-
en el cual puede reconstituir los sentidos incapaz de convertirse en un narrador. El presión material a los símbolos de identidad
porque al ar mar el álbum selecciona los estado en que dejó las fotos representa ese nacional. De modo que el lenguaje visual,
fragmentos que for man significados. El mo- problema. Las fotografías no pasaron por como el hablado y el escrito, es un elemen-
mento hímnico no implica una mirada nos- el salón oscuro de la experiencia que les Fig. 11: La familia Zabiuk reunida en to vital en la construcción de una mitología
tálgica; es más bien un momento de activi- otor ga sentido a esos fragmentos del pasa- Berisso. (Foto Berman) (circa 1938) nacional.

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¿Qué historias cuentan ción y aquella que se vincula más fuerte-
los álbumes? mente a lo ucraniano, lo que probablemen-
te significa que una implica la pérdida de la
En primer lugar la historia de desarticu- otra. En el álbum que hemos designado con
lación y dispersión de la familia y de la fami- el número uno, la presencia del nacionalis-
lia ucraniana. Los dos álbumes comienzan mo ucraniano ocupa cada vez más espacio:
con fotos que muestran una imagen que hay postales enviadas desde Ucrania, un
puede convertirse en un “paisaje de memo- mapa que muestra la máxima extensión te-
ria”: el pueblo de origen (Fig. 1 y 2). Y rá- rritorial y las pérdidas ocurridas en diferen-
pidamente se plantea la diáspora en toda su tes momentos históricos, la Iglesia como
Fig. 14: Foto enviada por la familia que se símbolo de una cultura y de una identidad,
extensión geográfica como buscando acor-
trasladó a Canadá.
tar las distancias que separan a los miem- la construcción de la sociedad étnica, el na-
bros de la familia. Así se juntan en una mis- cionalismo asociado al poder militar en la
ma página Berisso, Canadá y Ucrania. La nueva sociedad con la figura del general Pe-
nostalgia por lo perdido cobra fuerza de ese dro Pablo Ramírez. Todo está en tensión
modo, así como la reconstitución de la fami- per manente con fotos del grupo familiar y
lia (Fig. 11, 12, 13 y 14). de otros inmigrantes ucranianos.
Aparecen también los acontecimientos La identidad ucraniana se condensa en
cotidianos en la nueva sociedad (casamien- la selección que realiza Zabiuk de aquellas
tos, visitas, fiestas, paseos). La importancia fotografías que contienen los símbolos si-
del trabajo obtenido en el nuevo mundo es- nópticos de su identificación con la región
Fig. 12: Bogdan Zabiuk. (Foto Berman),
tá expresada por la foto de parte de la fami- de origen: en primer lugar la vestimenta y el
Berisso (circa 1936).
lia instalada en Canadá y la irrupción de la conjunto de danzas tradicionales, en segun-
muerte con la foto de una persona que no do tér mino la sociedad tanto en su estructu-
sabemos quién es (Fig. 15). Hay aquí un sín- ra material (el edificio) como con las fotos
toma de inestabilidad de género narrativo de sus autoridades (Fig. 17 y 18). En las co-
pues existe un consenso entre los estudio- misiones directivas de la sociedad Renaci-
Fig. 15: Una persona muerta. miento participó Julian Zabiuk y encuentra
sos alrededor de la idea de que el álbum re-
presenta una comedia familiar que excluye una línea de continuidad en la presencia de
por principio visual la tragedia.29 La foto de su hijo.30
la persona muerta se encuentra junto con la
de un amigo de su hijo en el día de la toma
de su primera comunión (Fig. 16) y otras de
su hijo Bogdan con Julian Zabiuk y unos
amigos. ¿Qué nos está diciendo Julián Za-
biuk? ¿Simboliza lo irrecuperable de las pér-
didas que acompañan a la migración, al dis- Fig. 16:
Amigo de
tanciamiento del país? ¿Hay un mensaje es-
Bogdan
peranzado al colocar la imagen de su hijo?
Zabiuk (circa
En ambos álbumes el nacionalismo 1944-1945).
ucraniano irrumpe en la historia más íntima (Foto Artes
y rutinaria. En la secuencia narrativa emer- “Marcos”,
ge cierta tensión entre la habitual narrativa Dock Sud, Fig. 17: Construcción de la Sociedad
de integración exitosa en el país de recep- Fig: 13: Familia en Ucrania. Buenos Aires) Renacimiento de Berisso (circa 1960-1961).

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) 166 ( ) 167 (
manentemente a rusos y polacos como un miento rusófilo desde su fundación en 1868.
grupo extenso y poco diferenciado. Era una institución educacional destinada a
Esa escasa diferenciación se daba tam- organizar salones de lectura y publicar litera-
bién entre los grupos de inmigrantes más tura popular para iluminar a las masas y ju-
antiguos como los “polacos” que llegaron a gó un papel importante en la formación de
Misiones a fines del siglo XIX. Según Cipko, la cultura étnica ucraniana.
cuando se festejó el 25º aniversario de la En efecto, la historia de Ucrania mues-
fundación de Apóstoles (Misiones), el diario tra los límites a la for mación de una con-
La Nación se refirió a ese acontecimiento ciencia nacional derivada de las discontinui-
como una celebración de la comunidad po- dades en el proceso político y social. Recor-
laca; no había allí ninguna mención a ucra- demos que el territorio fue dividido y colo-
nianos, a rutenos o a otro grupo que pudie- cado bajo el control de diferentes Estados
ra ser distinguido. La ausencia de distinción con aspectos administrativos, políticos y
entre límites nacionales y fronteras étnicas culturales diferentes, tensiones que hemos
tenía su efecto sobre los ucranianos pues a visto representadas en imágenes (la postal
ellos se referían indistintamente como rusos del mapa de Ucrania, por ejemplo) y en las
Fig. 18: La Palabra Ukraniana en la República Argentina, o como polacos. palabras de Ciuper.
Buenos Aires, 8 de febrero de 1930. En Berisso, los primeros pasos en el pro- El intento de Prosvita de reducir lo ucra-
ceso de diferenciación fueron dados por un niano a la cultura y la tradición enfatizando
Los lugares: las sociedades gratorio: uno de asimilación e integración, y grupo de ucranianos que formó un grupo fi- el lado folclórico y el populismo, establecía
ucranianas de Berisso otro de diferenciación y estrechamiento de lodramático (Moloda hromada) que luego una línea divisoria que excluía a quienes ha-
las fronteras de etnicidad. cambió por el nombre de Prosvita. Este es- bían alimentado una tendencia rusófila. Es-
En Berisso la primera organización se- fuerzo orientado a crear sociedades para ta tendencia cultural había crecido en las zo-
El relato oral de Ciuper así como las fo-
promover la cultura, historia, literatura, len- nas pertenecientes al Imperio Austro-hún-
tografías de Bogdan remiten a la for mación cular de los ucranianos fue fundada en la
guaje y folklore de Ucrania se realizó en garo de donde provenían muchos de los
de la identidad ucraniana. La pregunta que entreguerra. En 1924 se fundó la Asocia-
otros países de inmigración como Canadá y ucranianos de Berisso (el oeste de Ucrania
nos orienta es sobre cómo se fue definien- ción Cultural Prosvita donde funcionaba un
Estados Unidos y en este aspecto se desta- con centro en L’viv) y confrontaba en el
do esa identidad en los marcos de la expe- grupo filodramático que representaba esce-
ca, probablemente de manera acertada, que país de origen con los polacos primero y,
riencia de vida en la comunidad de Berisso. nas de la vida familiar, social y política de su
el éxito del movimiento nacional ucraniano más tarde, con grupos socialistas o simple-
Como se ha señalado en otro trabajo,31 la territorio. La sede de la organización estaba
se logra en la diáspora.33 El cambio de nom- mente con quienes habían combatido junto
confor mación de asociaciones étnico-nacio- cerca de los frigoríficos (en la calle Río de
bre de Moloda Hromada a Prosvita se pro- con los bolcheviques después de 1917.
nales que reunían a los inmigrantes proce- Janeiro entre Valparaíso y Marsella).32 Los
dujo cuando se enteraron que había en los Además, cuando se creó la República So-
dentes de diversos lugares de Europa fue un grandes establecimientos destinados a la Estados Unidos una organización pro comu- cialista Soviética (1923) se impuso un pro-
punto importante de la experiencia local. matanza y al procesamiento de diferentes nista que tenía el mismo nombre y, como al- ceso de centralización que generó una fuer-
La fuerte corriente asociacionista exis- animales cuyos productos se vendían princi- gunos de los activistas de Berisso habían lle- te corriente de oposición y resistencia. La
tente en la localidad fue en realidad el pri- palmente en el mercado exter no requerían gado huyendo de los bolcheviques, no que- política de Moscú generó más de un enfren-
mer indicio de la existencia de un proceso un número importante de trabajadores. La rían que se produjera ninguna identificación tamiento con las naciones que contenía el
de diferenciación existente en los diferentes demanda de brazos fue cubierta con la lle- en esa dirección.34 Además, los miembros nuevo Estado. Recordemos que, como se
grupos de inmigrantes (y en la comunidad), gada de personas de diferentes partes de de Prosvita abogaban en la localidad por la ha señalado de manera acertada, la URSS
sobre todo a partir de la década del 20. Ese Europa. Los inmigrantes de la Europa independencia de Ucrania, un tema comple- era un departamento gigante en el cual di-
movimiento de diferenciación se vincula oriental recibieron genéricamente el nom- jo aun para quienes seguían habitando esas ferentes unidades nacionales y varias repú-
con varias cuestiones convergentes. Según bre de “rusos” e inicialmente el proceso de tierras. En sus orígenes europeos la Socie- blicas y provincias autónomas representa-
Barth, se pueden distinguir dos procesos diferenciación inter na fue menos visible. dad Prosvita intentaba trazar líneas demar- ban habitaciones separadas y que el propio
básicos en la experiencia de un grupo inmi- Novelas y memorias militantes refieren per- catorias con la tradición polaca y el senti- Estado promovía los particularismos.35

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) 168 ( ) 169 (
nos (los rusos) y su identidad étnico-nacional flicto que daban cuenta de la interacción per- vencia de la sociedad corría el riesgo de de-
se constituía sobre fronteras más amplias manente de diversos tiempos en tensión: el saparecer, comenzaron a limar las aristas
que las que se delimitaban en la sociedad personal, el histórico y el de las fábricas, so- más salientes y cobró fuerza el ideal de con-
Prosvita. Además se había formado otra so- bre todo si se considera a Berisso como una vivencia armónica.
ciedad en 1937-1938: Vidrodzhenia (Rena- comunidad obrera en estrecha relación con La biología también atentaba contra la
cimiento). A ella pertenecía Julián Zabiuk. A el trabajo en los frigoríficos. supervivencia; el habla se extinguía frente a
ella se integraron los miembros de la Asocia- En los años 20 los miembros de Pros- la muerte de sus portadores y al desuso. El
ción de ex Combatientes36 (Fig. 19). vita competían con la Unión Obrero Rusa, valor de la palabra escrita perdía sentido y
De todos modos, fue en la entreguerra en la década del 30 la oposición se presen- sólo era un indicio de su vigencia en el pa-
cuando los ucranianos de Berisso delinea- tó con la sociedad Vidrodzhenia (Renaci- sado y en un lugar remoto. Cuando los
ron límites más estrechos para definir su miento), según los relatos “más nacionalis- componentes políticos de una identidad na-
identidad nacional. De manera que se pue- ta” que Prosvita. El nombre de rusos desa- cional se amortiguaban cobraban más fuer-
de reafir mar la idea de que las fronteras pareció como referencia asociada a los za los elementos simbólicos de la identidad.
cambian constantemente, son creadas y re- ucranianos. En la década del 30 la comuni- El uso de la lengua mater na decreció rápi-
creadas y dependen del proceso general de dad ucraniana estaba dividida y sobre todo damente y esa pérdida fue particular mente
cambio dentro y fuera del grupo. Tales cam- polarizada en dos campos hostiles cuya di- fuerte en el plano de la literatura (la prensa)
bios producen reestructuraciones de los cri- visión más fuerte pasaba por la presencia y la música (además, habría que considerar
terios de inclusión y exclusión dentro del de los comunistas. Un acontecimiento im- el problema del mercado y la competencia
grupo y pueden también “alterar” otros portante de esas tensiones se produjo cuan- de los géneros musicales difundidos por las
Fig. 19: Miembro de la Asociación símbolos visibles de esa etnicidad como co- do el 25 de mayo de 1928 se realizó una empresas discográficas). La conservación
de Ex Combatientes, Berisso 1936. midas, vestidos y ceremonias. reunión excepcional en Buenos Aires que de los rasgos de una identidad étnica no ne-
culminó cuando la policía intervino dete- cesariamente significa una conservación de
niendo a simpatizantes comunistas. La bre- todos los símbolos contenidos en esa cultu-
En los años 20 y 30 llegaron a Berisso cha entre unos y otros se agrandaba. ra. Los símbolos culturales son también se-
La amenaza del olvido
muchos inmigrantes que huían de la expe- La formación de la leccionados (el proceso
riencia soviética y polarizaron a la comuni- identidad ucraniana era de negociación y conflic-
En los testimonios recogidos en la comu-
dad ucraniana entre los seguidores del mo- activa respecto a los ele- tos en la for mación de
nidad las tensiones habían desaparecido ba-
vimiento nacional más tendiente a rescatar jo el peso de la construcción narrativa de la mentos políticos. Era la una identidad es conti-
los elementos culturales de la ucranidad armonía. Los conflictos estaban opacados política la que definía las nuo). Si la primera gene-
(Prosvita), los nacionalistas más militantes no sólo en las memorias orales de los ucra- fronteras; se podía ser ración de ucranianos te-
en el militarismo y los comunistas. Otra vez nianos sino también en otros relatos recogi- ucraniano siempre y cuan- nía un indicador funda-
recordamos la voz de Ciuper “[...] Había dos entre obreros de los frigoríficos. Era ne- do no se fuera comunis- mental de su identidad
una discordia muy grande... había ra- cesario trabajar con la memoria para que ta. Cuando la sociedad en el dominio de la len-
zón de existir o no había razón de existir, los espacios, gestos, imágenes y objetos que fue perdiendo los ele- gua oral y escrita (habili-
porque ellos no podían hacer otra cosa, daban forma al ideal armónico cedieran an- mentos más vitales de la dad para leer, escribir y
igual que Prosvita, actos culturales otra te el peso de un pasado que se multiplicaba definición de esas fronte- comunicarse en ucrania-
cosa... ¿Por qué querían dividirse?... en competencias de memorias que selecti- ras, en el momento en no) y una sociabilidad re-
Sin embargo, no sólo era un problema vamente habían pasado de una generación a que se produjo la declina- lacionada con ese domi-
interno, en la propia comunidad local las otra. En las prácticas sociales de conmemo- ción del comunismo en la nio (amistades ucrania-
tensiones con los comunistas (y el comunis- ración existente en la comunidad, las narra- dirección de la marginal nas, participación en
mo) comenzaban a dibujarse. En las fábricas ciones aludían a un pasado perdido (la socie- organización obrera local reuniones y actividades
los despidos de trabajadores que adherían al dad del trabajo) y a una relación armónica y se verificó el avance Fig. 20: Integrantes del ballet de recreación con otros
comunismo se reprodujeron de manera sis- entre sus miembros. Sin embargo la memo- arrollador del peronismo; ucraniano. (Foto Arte Marcos, miembros de la colectivi-
temática desde 1925, algunos eran ucrania- ria individual se armaba con retazos en con- cuando la propia pervi- Dock Sud, Buenos Aires) dad), los miembros de la

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) 170 ( ) 171 (
segunda generación y sobre todo los de la una etnicidad como algo nuevo y dinámico incorpora en el relato visual aquellos elemen- fotos. Según Stuart Hall, las fotografías es-
tercera seleccionaron símbolos sinópticos que otorga una nueva razón de ser a la pro- tos simbólicos de la identidad ucraniana (el tán marcadas por múltiples huellas que la
como elementos distintivos de su identidad pia comunidad.38 poeta nacional, las vestimentas típicas, el historia ha dejado atrás y la dificultad reside
(Fig. 20). El “folclore étnico” y la celebración, en mapa de Ucrania) con los de la formación de en que esas huellas son marcas sin “inventa-
Los símbolos sinópticos son aquellos ele- este caso la fiesta del inmigrante, con las ex- la sociedad Renacimiento en Berisso. riar”, pues no están presentes en el marco
mentos visibles que brindan a la comunidad posiciones de artesanías, platos tradiciona- Con el análisis de los álbumes de fotogra- de la foto.41 No obstante, nosotros hemos
un conjunto de significados relacionados con les, cuerpos de bailes y representaciones fías de Julián Zabiuk nos ubicamos en la in- sugerido que ese inventario nos es provisto
la experiencia de vida del grupo.37 Comidas, teatrales, se convierten en una suerte de tersección de lo personal, lo social y lo polí- por nuestra condición de “lectores-especta-
artesanías, bailes, contienen la suficiente in- prótesis mnemónica que mantiene una tico. Las fotos conectan lo íntimo y lo públi- dores privilegiados” y con los elementos dis-
formación para constituirse en un sólido es- parte de la memoria y de la identidad étni- co y, en buena medida, en ese cruce es don- ponibles fuera del marco visual.
labón que une el pasado con el presente. Se co-nacional. de se encuentra el poder que ellas tienen de Pero este inventario tiene límites. Hay
convierten en lugares de memoria de una reforzar los lazos de identidad. En el mundo significados que están más allá de la herme-
identidad que corre el riesgo de perderse. La moderno las esferas públicas y privadas apa- néutica y aun de la empatía de un lector/es-
comida, por ejemplo, es un poderoso sím- Conclusión recen como separadas; el mundo público es pectador privilegiado. ¿Hay fotos en ese ál-
bolo de identidad étnica porque es familiar, tomado como permeable a las intervencio- bum cuya carga emocional, cuyo punctum,
se asocia a la infancia y a la familia (unida y Hemos intentado mostrar que una de nes racionales donde gobierna la palabra es- hirió a Julián Zabiuk cuando él abrió su caja
armónica), transmite información vía el gus- las funciones más importantes de los álbu- crita (periódicos, panfletos, libros) y las iden- de recuerdos y cuyas marcas no fueron de-
to, los olores, el tacto. En este punto podría mes de fotografías de Julián Zabiuk es reu- tidades nacionales son en gran parte el resul- tectadas por nosotros? O tal vez, ¿había fo-
decirse que los símbolos sinópticos de la nir los paisajes de memoria dispersos que, tado de la intervención de los intelectuales en tos que perdieron su aire amado, algo del
identidad ucraniana se convierten en lugares en palabras de Edward Said, “for man una esa esfera. En este sentido se podría decir viejo país cuya exhibición podría haber per-
de memoria más inclusivos y ello les permi- geografía y una historia imaginaria que ayu- que el nacionalismo ucraniano fue principal- petuado su identidad pero no su valor, como
te a los miembros de la comunidad ucrania- da a pensar e intensificar el sentido de uno mente el producto de los intelectuales de Ga- dice Roland Barthes? ¿Quizá Julián Zabiuk
na de Berisso romper con la tendencia a la mismo [...] un valor imaginativo y figurativo litzia. Pero Julián Zabiuk era un obrero de los estaba poco dispuesto a correr el riesgo lace-
exclusión (un rasgo problemático de la for- que podemos nombrar y sentir”.39 El recur- frigoríficos semianalfabeto y su identidad na- rante de exponer esas imágenes, tal como
mación de la identidad ucraniana) uniendo so de la construcción de los álbumes de fo- cional fue construida en el cruce de lo públi- señala Barthes, cuando él mismo lo hizo con
las experiencias e identidades de los diferen- tografías mediante la combinación con co y lo privado con las fuentes y herramien- una foto que capturaba la auténtica esencia
tes sectores de los descendientes de la pri- otros elementos como postales, ejercicios tas disponibles: fotografías transformadas en de su madre? ¿Julián, como Barthes, guardó
mera generación de inmigrantes ucranianos. escolares, recortes periodísticos, es decir, artefactos simbólicos e históricos. simplemente esa foto dentro de su caja?
Limando las rencillas del pasado los miem- mediante la técnica del collage, convierte Se ha enfatizado que la experiencia y la
bros de las dos sociedades ucranianas de Be- los álbumes en narraciones que pueden su- memoria individual y social de Julián Zabiuk
risso (Prosvita y Renacimiento) pueden unir- perar los límites de las fotografías sueltas. sólo podían adquirir sentido cuando ellas re- Notas
se alrededor de una mesa en los momentos Al mismo tiempo, los álbumes se cons- sonaban en una extendida narrativa social.
de recreación del pasado inmigrante (la fies- truyen como una particular narración que Sin embargo, nosotros necesitamos finalizar 1
Según la lista de afiliados a la Sociedad Re-
ta del inmigrante), cuando se comparten los rompe con los criterios clásicos de la tempo- este artículo incorporando también una nota nacimiento, Julián Zabiuk nació en 1909 y llegó
aniversarios de la fundación de cada socie- ralidad cuando une los elementos dispersos de precaución provisoria y reconocer lo que a la Argentina en 1926.
dad o en el momento en que se unen para de la familia en Canadá, en Estados Unidos, Annette Khun llama la “tensión entre el mo- 2
Carlo Ginzburg, Mitos, emblemas, indi-
recibir a los representantes de las autorida- en Ucrania y en la Argentina, y cuando reú- mento personal de la memoria y el momen- cios. Morfología e historia, Barcelona, Gedisa,
des ucranianas en el país. La resolución de ne a la propia familia nuclear con la incorpo- to social de la memoria de hacerla y memo- 1994.
las viejas tensiones alrededor de la naciona- ración de la hija que había permanecido en rizarla”.40 La experiencia y la memoria son 3
Entrevista realizada en Berisso en agosto de
lidad ucraniana y la eliminación de la tensión Ucrania. Del mismo modo, Julián Zabiuk in- algo peculiar, le pertenece a cada uno y no- 1987.
entre lo viejo y lo nuevo que se producía al- corpora en la misma narración la vida y la sotros, los espectadores privilegiados de las 4
S. Hall, “Cultural identity and diaspora”, en
rededor de la condición de inmigrante se muerte con las imágenes desestabilizadoras fotografías de Julián Zabiuk, debemos reco- J. Ruder ford, Identity, Community, Culture,
convierte en el descubrimiento del “folclore de un féretro dentro de un relato de felicidad nocer que hay un elemento indescifrable de Difference, Londres, Lawrence and Wishart,
étnico” o mejor aún en el descubrimiento de y de integración en la nueva nación. Incluso la memoria personal en el examen de esas 1990.

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) 172 ( ) 173 (
5 11
F. Barth, “Ethnic Group and Boundaries”, R. Barthes, La cámara lúcida. Nota sobre the Meanings of Domestic Photography, Lon- Ethnic Particularism”, en Geoff Eley and Ronald
en W. Sollors (ed.), Theories of Identity, Nueva la fotografía, Buenos Aires, Paidós, 1989, pp. dres, Virago, 1991. Grigor Suni (eds.), Becoming National, Nueva
York, New York University Press, 1996. 19 y s. 25
York, Oxford University Press, 1996, p. 204.
Para un estudio de la fotografía como ar-
36
6
Sobre otros usos del concepto de “grupo ét- 12
C. Merridale, “Muerte y memoria en la Ru- chivo véase Ar mando Silva, Álbum de familia. Según las actas de la Sociedad Renaci-
nico”, véase F. Devoto y A. Fer nández, “Mutua- sia moder na”, Entrepasados, Nº 12, 1997. La imagen de nosotros mismos, Bogotá, Nor - miento, la Asociación de Ex Combatientes pasó
lismo étnico y participación política. Algunas hi- 13
ma, 1998, en particular pp. 39-83. los libros a la organización Pro Renacimiento de
Ídem, p. 106. Ucrania, estuvieron presentes en el acto repre-
pótesis de trabajo”, en D. Ar mus (comp.), Mun- 26
A. Silva, ob. cit., p. 30.
do urbano y cultura popular, Buenos Aires, Su- 14
Nash Klych/Nuestro llamado infor ma que sentantes del organismo central, socios de Rena-
damericana, 1990. se denuncian actos de canibalismo en la Unión
27
Ch. Metz, “Photography and Fetish”, Oc- cimiento (Berisso), de Prosvita (Berisso) y de la
Soviética y que en las calles de Kiev se recogen tober, 34, otoño de 1985. Cruz Roja Femenina, Actas Sociedad Renaci-
7
Según Chantal Mouffe, el considerar la miento, 31 de julio de 1938. Julián Zabiuk ocu-
centenares de cadáveres de personas muertas 28
cuestión de la identidad como una relación que A. Riddley, “Artefactos, memoria y sentido pó diversos cargos en las comisiones directivas
por hambre; año I, N° 15, Buenos Aires, 18 de
se convierte en espacio de un antagonismo del pasado”, en D. Middleton y D. Edwards (eds.), de la Asociación de Ex Combatientes y de la Or-
agosto de 1934.
transfor ma la manera de concebir lo político Memoria compartida. La naturaleza social del ganización Pro Renacimiento de Ucrania. Fue
porque ya no puede presentarse localizado en 15
Para un análisis del snapshot puede con- recuerdo y del olvido, Barcelona, Paidós, 1992. comandante de los ex combatientes en 1935 y
cierto tipo de instituciones específicas, como una sultarse Lisette Model y Paul Strand, “The snaps- 29 presidente de Renacimiento en 1961, en 1978
A. Silva, ob. cit., p. 81.
esfera o nivel de la sociedad, sino que debe ser hot”, Aperture, vol. 19, Nº 1, 1974. seguía perteneciendo a la comisión directiva co-
30
entendido como una dimensión inherente a la 16 La importancia de ciertos símbolos como mo vocal. Según Nash Klych/Nuestro llamado
Véase un sugestivo análisis de las tarjetas
sociedad humana. Es decir, “lo político” designa elemento de identificación cultural de los ucrania- se realizó un festejo de los ex combatientes en
postales en O. Bodganoff e I. Söderling: “I feel
la dimensión de antagonismo y hostilidad entre nos se destaca en varios estudios sobre los ucra- Berisso, Buenos Aires, 19 de mayo de 1934;
such a longing ...” Finish – American Postcards
las personas, antagonismo que puede manifes- nianos de Canadá. Véase en particular Manoly R. año I, N° 2. Además este mismo periódico publi-
Exhibiton Catalog, Turku (Finlandia), Institut of
tarse de múltiples maneras y surgir a partir de Lupus (ed.), Visible Simbols: Cultural expresion có notas sobre la lucha de los ucranianos contra
Migration, 1988.
cualquier tipo de relaciones; y “la política” pre- among Canada’s Ukranians, Edmonton, Cana- los comunistas.
tende establecer un orden y organizar la coexis- 17
Ídem. dian Institute of Ukrainian Studies, University of
37
tencia humana (en condiciones que también son Alberta, 1984. Véase en particular Manoly R. Lupus (ed.),
18
J. Ander mann, “Entre la topografía y la ob. cit..
conflictivas) porque están atravesadas por lo po- 31
iconografía: mapas y nación, 1880”, en M. Mon- M.Z. Lobato, “Memorias del pasado, som-
lítico. Ch. Mouffe, “Por una política de la identi- 38
Véase R.B. Klymasz, “From inmigrant to
serrat (comp.), La ciencia en la Argentina entre- bras de una nación”, ponencia presentada en el IV
dad nómade”, Debate Feminista, año 7, vol. ethnic folklore: a canadian view of process and
siglos. Textos, contextos e instituciones, Bue- Encuentro de Historia Oral, Buenos Aires, 1999.
14, octubre de 1996, pp. 3-13. transition”, Journal of the Folklore Institute,
nos Aires, Manantial, 2000, p. 103. 32
8
M.Z. Lobato, La vida en las fábricas... y 1973, 10 (3), pp. 131-139.
Véase M.Z. Lobato, La vida en las fábri- 19
H.G. Olds, Fotografías (1900-1942), Bue- S. Cipko, “Our tombs or salvation? The history
cas. Trabajo, protesta y política en una comu- 39
Citado en Stuart Hall, “Reconstruction
nos Aires, Fundación Antorchas, 1998. of ukrainian inmigration into Argentina in the in-
nidad obrera, Berisso (1907-1970), Buenos Ai- work...”.
20
terwar period (1920-1939)”, tesis doctoral, Uni-
res, Prometeo-Entrepasados, 2001, y D. James, S. Hall, “Reconstruction work, images of versity of Alberta, 1995. 40
Doña María’s Story. Life, History, Memory post-war black settlement”, en J. Spence y P. A. Khun, Family Secrets. Acts of Me-
and Political Identity, Durham, Duke University Holland, Family snaps: The Meaning of Do-
33
O.I. Grabowicz, “Persistence and change mory and Imagination, Londres, Verso, 1995,
Press, 2000. mestic Photography, Londres, Virago, 1991, in values, attiudes and beliefs: a study of the p. 13.

9 p. 153. ukrainian community in the U.S.”, PHD. Univer- 41


S. Hall, “Reconstruction Work...”, p. 155.
Para un análisis de las complejas relaciones sity of Massachusetts, 1988, pp. 33 y ss.
21
entre narrador y entrevistador, véase R.J. Grele, J. Berger, “Usos de la fotografía”, en Mi-
34
“La historia y sus lenguajes en la entrevista de rar, Buenos Aires, Ediciones de la Flor, 1998 (1ª S. Cipko, ob. cit., p. 253.
historia oral: quién contesta a las preguntas de ed. en inglés 1980), p. 69. 35
Y. Slezkine, “The USSR as a Communal
quién y por qué”, Historia y Fuente Oral, Nº 5, 22
J. Berger y J. Mohr, Another Way of Te- Apartment, or How a Socialist State Promoted
1991.
lling, Nueva York, Pantheon, 1982.
10
Las fotografías que hemos recogido en Be- 23
J. Berger, “Usos de la fotografía”, en Mi-
risso, algunas de ellas tomadas a familias obreras
rar, p. 80.
en la ribera del río, en sus viviendas, en las fies-
24
tas de las asociaciones o camino al trabajo al pro- Para un análisis de álbumes familiares y di-
mediar la década del 10 matizan notablemente el ferentes tipos de familia véase J. Hirsch, Family
atractivo examen de este investigador que consi- Photographs: Content, Meaning and Effect,
dera el período 1870-1930 en estrecha relación Nueva York-Oxford, Oxford University Press,
con la vida privada de “los ricos y muy ricos”. 1981, y J. Spence y P. Hall (eds.), Family Snaps:

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) 174 ( ) 175 (
El Ferrocarril Trasandino y la construcción de la
cordillera como espacio social (1893-1947)
Pablo Lacoste*

nes para el transporte y las comunicacio-

L
a cordillera de los Andes presenta una
notable cantidad y calidad de atracti- nes. Por otro, la cordillera presentaba serios
vos turísticos: fuentes termales, arro- obstáculos físicos para ello, pues para obte-
yos, ríos y montañas nevadas aptas para de- ner resultados significativos era necesario
portes invernales (como el esquí) y estivales realizar fuertes inversiones. La respuesta de
(cabalgatas, andinismo, kayak) se integran en las autoridades fue, por lo general, poster-
un paisaje de notable belleza escénica y sin- gar una y otra vez los reclamos, ideas, pro-
gular valor histórico, sobre todo por grandes puestas en esta dirección. Como resultado,
epopeyas de la historia universal como la la montaña per maneció hasta fines del siglo
campaña libertadora del general San Martín. XIX casi con las mismas características que
Se trata, por lo tanto, de un espacio singular- tenía en el siglo XVI.
mente adecuado para el turismo cultural. Una de las excepciones a esta regla fue
No obstante ello, durante varios siglos es- la labor del marqués de Osor no, don Am-
ta zona permaneció aislada y marginada de brosio Higgins, el único estadista de la épo-
las actividades económicas debido a la falta ca colonial que diseñó e implementó una
de medios de transporte, equipamiento e ins- política de integración regional trasandina.
talaciones. Como hemos estudia- Por su iniciativa se realizaron im-
do en otra parte, entre los siglos portantes mejoras en la infraes-
XVI y XIX la montaña era un lugar tructura, el equipamiento y las
desértico, percibido como hostil y instalaciones del viaje trasandi-
peligroso por los escasos viajeros no. Fue el fundador de ciudades
que se atrevían a cruzar la cordille- específicamente orientadas a
ra. Las sensaciones de frío y miedo simbóli- prestar servicios a los viajeros de la cordille-
co se sumaban a las cruces, los cadáveres de ra, como San José de Maipo (1792) y San-
hombres y mulas y demás imágenes de la ta Rosa de los Andes (1791). Además reali-
muerte para teñir la vivencia de la cordillera zó mejoras en el camino entre Santiago y
con un tono muy negativo. Como resultado, Mendoza, sobre todo ensanches en las par-
durante cientos de años, a pesar de la exis- tes más peligrosas; y fundamentalmente fue
tencia de ciudades importantes a ambos la- el impulsor de la construcción de los refu-
dos de la cordillera, como Santiago de Chile gios de alta montaña, llamados “las casu-
y Mendoza, la montaña permaneció como chas del rey”. Eran ocho construcciones de
una zona desértica.1 ladrillo, con capacidad para albergar hasta
Por un lado, las ciudades necesitaban treinta personas, ubicadas en las partes crí-
enlazarse con el fin de mejorar sus condicio- ticas de la cordillera. Tal como examinamos

* Universidad de Talca - Universidad Nacional de Cuyo.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 177-197
en otra parte, estas construcciones, realiza- levantaron importantes (1787), posterior mente se fundó allí el pri- contingente oficial de turistas europeos a
das hacia 1765, prestaron servicios durante conventos, monas- mer casino (1837) y más tarde se crearon Estados Unidos y en 1872 otro grupo de tu-
150 años, pues no fueron superadas por terios y abadías. los baños. También surgieron los espacios ristas dio la vuelta al mundo. Estas iniciati-
otro sistema mejor hasta la aparición del Además, estos para paseos, excursiones y vida social, vivi- vas fueron impulsadas por Cook (1808-
Ferrocarril Trasandino.2 sitios se trans- ficando así las instalaciones ter males. 1892), considerado “el padre del turismo
En el presente trabajo se observa el formaron en im- Los centros turísticos se vieron fuerte- moder no”, según Gerardo Novo Valencia.6
cambio producido en la montaña a partir portantes centros mente favorecidos por la presencia de la rea- Por otra parte, la evolución económica
de la llegada del Ferrocarril Trasandino, políticos. Un buen ejemplo fue la coronación leza, escritores y artistas célebres. Estos gru- de Gran Bretaña contribuyó a facilitar las
con especial referencia al desarrollo del tu- del primer rey de Inglaterra, Edgard, en pos contribuyeron en forma decisiva a insta- condiciones para el florecimiento de la acti-
rismo. Se va a examinar cómo, por prime- Bath. La realeza desarrolló una fuerte tradi- lar los balnearios y demás centros turísticos vidad turística. Las inversiones de los capi-
ra vez en la historia, fue posible dotar a los ción de aprecio por las termas. La visita de como lugares de prestigio, lo cual atrajo tam- tales ingleses comenzaron a brindar réditos
atractivos turísticos del equipamiento y las Isabel I en 1573 popularizó aquel balneario.3 bién a la burguesía y la gentry. Los grandes cada vez más importantes hacia fines del si-
instalaciones necesarios para recibir al tu- En tiempos del Renacimiento y sobre hoteles y balnearios surgieron como lugares glo XIX. “Hacia 1870 Gran Bretaña conta-
rista, así como también la trascendencia del todo de la Ilustración, el avance de las cien- de una intensa actividad social, en los cuales ba con 170 mil personas «de rango y pro-
Ferrocarril Trasandino, tanto para el mejo- cias llamó la atención sobre los efectos tera- las elites se reconocían y afirmaban. piedad» sin ocupación visible”.7 Como re-
ramiento de la infraestructura para el trans- péuticos del agua y los baños ter males y El turismo experimentó un salto cuanti- sultado, miles de ciudadanos ingleses pasa-
porte como en el desarrollo de la superes- marinos. De esta manera comenzó a tonifi- tativo a partir de la expansión de los ferro- ron a gozar de rentas sin necesidad de tra-
tructura de servicios turísticos, incluyendo carse, aunque muy lentamente, la tendencia carriles, que aportaron la infraestructura ne- bajar. De esta manera surgió una clase ren-
las actividades tendientes a la promoción y del turismo hacia las playas. Fue preciso un cesaria para el traslado masivo de los turis- tista, bastante numerosa, que se caracteriza-
marketing de una zona hasta entonces largo proceso por el cual se le otorgara mé- tas hacia los lugares de interés. En este sen- ba por poseer dos elementos indispensables
marginada e ignorada. rito al placer y la belleza para luego propul- tido, en Europa, los atractivos turísticos y, para el turismo: dinero y tiempo libre. La
Para superar estas dificultades se necesi- sar una actividad turística sostenida. La me- en algunos casos, el equipamiento y las ins- oportunidad no fue desaprovechada, y por
taban nuevas ideas empresariales, una tradi- tamor fosis mental se produjo entre 1750 y talaciones turísticas, existían antes del ferro- primera vez se verificaron viajes masivos de
ción que todavía no se había desarrollado 1840, de acuerdo con Alan Corbin. Éste se- carril. Sólo faltaba este sistema de transpor- ingleses sin unifor me a Europa, según seña-
en la Argentina. Pero ésta sí había comen- ñala el proceso de ascenso y consolidación te para el surgimiento del turismo de masas. la Eric Hobsbawm: “Las confortables aveni-
zado a desenvolverse en Europa, con un de las estaciones balnearias. Hacia fines del Por tal motivo, apenas se libró al servicio el das de Kensington, las villas de los balnea-
singular protagonismo de los ferrocarriles siglo XVIII comenzaron a levantarse los bal- transporte ferroviario de pasajeros, se pro- rios, las residencias de clase media junto al
ingleses. nearios en Inglaterra y en las costas alema- dujo el boom turístico en Europa. Un buen mar, los alrededores de las montañas suizas
nas del Mar del Norte; poco después le si- ejemplo se registró en el sur de Inglaterra y las ciudades toscanas los recibieron con
guieron las de Francia y Bélgica. En 1789 donde “en 1831 el ferrocarril deposita en los brazos abiertos”.8
Ingleses, ferrocarriles y turismo comenzaron a construirse las longdging- Brighton a las multitudes”.5 Los ferrocarriles ingleses detectaron rá-
houses del Royal Crescent de Brighton, en Si entre 1750 y 1840 Europa descubrió pidamente el potencial de la articulación de
Las actividades turísticas se remontan a la costa sur de Inglaterra. De esta manera se la importancia de la infraestructura, el equi- las empresas de transporte con la actividad
tiempos de los romanos, cuando se descu- inició la dura competencia entre el balnea- pamiento y las instalaciones turísticas, a turística. Comenzaron a diseñar hoteles jun-
brió el beneficio de los baños ter males para rio marítimo de Brighton con el centro ter- partir de entonces se puso en marcha la in- to a las vías del tren, sobre todo en la pro-
gober nantes y guerreros. Desde esta época mal de Bath. Corbin señala como hitos de- vención de otro elemento importante para ximidad de lugares con bellezas escénicas y
datan los balnearios ter- cisivos la construcción de los establecimien- el desarrollo de esta actividad: la superes- atractivos turísticos. Los ferrocarriles britá-
males como los Caraca- tos de Ramsgate y Dieppe (1822) y Boulog- tructura turística. El 4 de julio de 1841 Tho- nicos construyeron
lla en Italia, Bath, en el ne (1824).4 mas Cook fletó el primer charter: embarcó hoteles en Ingla-
oeste de Inglaterra, y Los centros turísticos eran sede de di- a medio millar de turistas en Leicester, a terra, Escocia e
otros en el centro de Eu- versas actividades. Los hoteles solían contar precios módicos, para ir a Longhborough. Irlanda. En el
ropa. En la Edad Media, las con teatros, orquestas, salas de lectura y, En 1845 fundó la primera agencia de turis- norte de Escocia,
órdenes religiosas también va- más tarde, campos de deporte. Ostende fue mo y en 1851 comenzó a editar la primera uno de los lugares se-
loraron las ter mas, y cerca de ellas originalmente sede de un centro literario revista turística. En 1866 llegó el primer leccionados para este fin fue

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les de montaña no iban a poder sostenerse mientos de la primera mitad del siglo XX su-
si no eran conocidos por el público, sobre frieron fuertes cambios a partir de enton-
Iver ness, debido a la belleza del lago Ness las instalaciones, el equipamiento y la supe- todo en Buenos Aires y Santiago. Para re- ces.14 De todos modos, con estos recursos
rodeado de bosques.9 Allí la compañía In- restructura turística para el desarrollo de la solver este problema se generaron impor- el Estado se propuso consolidar y continuar
ver ness & Nairn, levantó un espléndido ho- región. tantes campañas de publicidad que giraban el proceso de captura de la montaña inicia-
tel en la sede central de la antigua línea fé- En 1903 los rieles del Ferrocarril Trasan- en tor no a una idea central: capturar la do por los ferrocarriles ingleses, labor que
rrea de Highlands, que todavía se preserva dino llegaron a Las Cuevas; seis años más montaña como espacio de ensueño para culminó en 1953 con la fundación de las vi-
como parte importante del patrimonio his- tarde se terminó la construcción del Túnel gozar de la belleza. Las nuevas imágenes de llas de Uspallata y Las Cuevas (3.000 me-
tórico de la época eduardiana.10 En la pun- de la Cumbre (maravillosa obra de ingeniería la montaña se dieron a conocer a través de tros s.n.m). La cordillera ya estaba en pro-
ta sudoeste de Inglaterra, el lugar elegido de 3.000 metros de longitud a 3.200 me- los grandes diarios de la época, sobre todo ceso de ocupación y aprovechamiento inte-
fue St. Ives, pueblo de pescadores que evo- tros de altura sobre el nivel del mar) y se li- La Prensa y La Nación, así como también gral por parte de la sociedad.
lucionaba hacia un centro turístico.11 El fe- bró al servicio la sección internacional del mediante las publicaciones propias de los
rrocarril Great Western (GWR) construyó Ferrocarril Trasandino en forma completa, ferrocarriles, como la Revista Mensual
allí el gran hotel Treggena Castle.12 Y en Ir- con lo cual se podía realizar el viaje directo BAP (Buenos Aires) y En Viaje (publicación Cacheuta y Puente del Inca antes
landa el ferrocarril Great South (GSR) edifi- de Mendoza a los Andes. A partir de enton- de los Ferrocarriles de Chile). del Ferrocarril Trasandino
có una serie de ocho hoteles, entre ellos, el ces, los turistas argentinos y chilenos podían Los ferrocarriles realizaron una activa
que habilitó en 1854 en Killar ney.13 llegar a la montaña en forma rápida y cómo- labor para transfor mar la montaña en espa- Sobre el río de las Cuevas, afluente del
En resumidas cuentas, al comenzar el si- da. En este sentido quedaba resuelto el pro- cio social, especialmente apta para el turis- Mendoza, se encuentra el Puente del Inca.
glo XX los ingleses habían acumulado cono- blema de la infraestructura de transportes mo. Debieron enfrentar una tradición cultu- Se trata de un puente natural, de 50 metros
cimientos y experiencia en el diagnóstico, la necesaria para el desarrollo de los atractivos ral que había condenado la cordillera a la de largo por 30 de ancho, a una altura de
planificación y la gestión de la actividad tu- turísticos de Cacheuta (1.350 metros s.n.m), marginación, manteniéndola como lugar 21,60 metros sobre el nivel nor mal del
rística. Sus ferrocarriles trasladaban a miles Uspallata (2.000 metros s.n.m), Puente del desierto. Pero con su aporte al mejoramien- agua. Toda la bóveda está erizada de esta-
de pasajeros de una punta a la otra del con- Inca (2.700 metros s.n.m) y la Laguna del to de la infraestructura, el equipamiento, las lactitas de las for mas más variadas y capri-
tinente europeo; sabían de los intereses y Inca, entre otros. instalaciones y la superestructura turística, chosas, con coloraciones blancas, amarillas
gustos de los turistas; contaban con agen- De todos modos, todavía quedaba pen- los ferrocarriles consagraron una actitud pa- y ocres. Ello se debe al carbonato cálcico y
cias y publicaciones especializadas en temas diente una tarea tanto o más importante: la ra la incorporación de este amplio territorio también al peróxido férrico, provocados
turísticos y cada vez las dominaban más. construcción de las instalaciones (sobre todo a la actividad socieconómica de la región. por la evaporación de las aguas ter males
Cuando los ingleses llegaron con los rieles para proveer de alojamiento y comida) y el Estas actividades se desarrollaron por que recorren los fundamentos del puente.
del Ferrocarril Trasandino al corazón de la equipamiento (balnearios para las termas, decisión de los británicos, que eran los pro- El extraño aspecto del puente contribuyó
cordillera de los Andes, hacia el 1900, sólo pistas de esquí, entre otros). Para avanzar en pietarios del ferrocarril BAP. Ellos sostuvie- a la difusión de leyendas fantásticas en torno
tenían que aplicar allí lo que habían realiza- esta dirección, se creó la Compañía de Ho- ron la Revista Mensual BAP desde 1917 a sus orígenes y al papel que estos baños
do en Europa. teles Sudamericanos, empresa subsidiaria del hasta 1947, lo mismo que los hoteles de la cumplieron en los más altos círculos del po-
Ferrocarril Buenos Aires al Pacífico. Esta Compañía de Hoteles Sudamericana. En der político, militar y religioso del imperio in-
empresa construyó y administró los hoteles realidad, los ingleses no hicieron nada más ca. Según los antiguos relatos, los guerreros
El Ferrocarril Trasandino y su de Puente del Inca (1903), Uspallata (1936) que trasladar a la Argentina la experiencia del imperio inca apreciaban las aguas terma-
política turística en los Andes y El Sosneado (1938), y se ocupó de los ser- que se estaba realizando en Europa les para reparar fuerzas, y se hizo una prác-
centrales vicios gastronómicos de la citada empresa fe- En 1947 se produjo la nacionalización tica habitual entre ellos detenerse a tomar
rroviaria. A ella se sumaron otros emprendi- de los ferrocarriles ingleses de la Argentina. los baños en ese lugar. Y en la traza del Ca-
El Ferrocarril Trasandino impulsó una mientos que permitieron la construcción del De esta manera se cerró el ciclo de la colo- mino del Inca, los baños termales tuvieron
activa política turística en la cordillera. No hotel Termas de Cacheuta (1913) y el hotel nización británica de la cordillera. El Estado un papel preponderante: por ellos se habría
sólo aportó la infraestructura de transportes Portillo, junto a la laguna del Inca (1950). nacional recibió el hotel de Uspallata y el tomado la decisión de construir la ruta en di-
indispensable para garantizar el acceso de El tercer paso sería organizar la superes- hotel de Puente del Inca. Los emprendi- rección norte-sur por la falda este de la cor-
los pasajeros a la montaña, sino también tructura turística. Ello implicaba fundamen-
promovió iniciativas tendientes a mejorar talmente la tarea de promoción. Los hote-

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dillera hasta Uspallata, para allí virar hacia el “el agua es tan caliente que va hirviendo Este “hotel” podía albergar a medio cente- encontrarse trece kiló-
oeste y cruzar a Chile por Puente del Inca. por los cinco canales y es muy salobre y las nar de personas. Pero este primitivo esta- metros más al oes-
Algunos relatos fabulosos señalan que el piedras por donde sale y corre tienen un co- blecimiento solía generar protestas. A fines te de Cacheuta.
mismo emperador viajaba en persona desde lor de esmeralda”. Más adelante describe el del siglo XIX la prensa local señaló que “pa- Para llegar a
el Cuzco, por el Camino del Inca, para to- puente y advierte que el mismo “sobrepuja sajeros llegados de Chile dan noticia del es- estas locali-
mar baños en estas aguas. Según otros rela- en su belleza y artificio a toda arte humana” tado lamentable de los baños de Puente del dades no ha-
tos, las Vírgenes del Sol también eran envia- (1648). Dos siglos después, otro viajero, Inca. Sólo hay una mala casa, donde atien- bía ni un cami-
das desde la capital del imperio hasta Puen- Peter Schmidmeyer, describió el Puente del den mal y cobran caro. Además, bajar a los no de carretas en el
te del Inca para actos de purificación me- Inca como “curioso puente de estructura baños es un peligro”.16 siglo XIX (la ruta hacia Chile era por Villavi-
diante tratamientos que servirían para “acre- natural”; con respecto a las aguas ter males, Igual que en el caso de Puente del Inca, cencio y cuesta del Paramillo).
centar su salud y belleza”. Conjeturas, rela- añadió que “en este terreno casi nivelado la zona de Cacheuta gozaba de reconoci- A pesar de las distancias y las dificulta-
tos, tradiciones muy difíciles de confirmar hay varios manantiales de agua caliente, miento y prestigio aun antes de la instala- des del viaje, la comunidad mendocina ya
pues los incas no dejaron su historia escrita. dos de los cuales son muy considerables y ción de los emprendimientos hoteleros. So- tenía clara conciencia de la importancia de
Además, hubo relatos fabulosos sobre el ori- surgen borboteando de su super ficie”. Lue- bre todo por las bondades de sus aguas ter- las aguas ter males de Cacheuta. En 1822 la
gen mismo del puente. “No pocos se han go observa: “Una cantidad de agua corre males, que dieron lugar a todo tipo de exa- Junta de Mendoza las había declarado bie-
preguntado alguna vez si el puente en cues- también hacia el puente a través de la toba geraciones, leyendas y mitos en torno a sus nes de uso y goce de la comunidad. En
tión habría sido construido por los mismos y gotea debajo, donde for ma estalactitas, orígenes y cualidades. Su fama se había ex- 1870 ya se registraban viajes periódicos
incas o si es la resultante de un proceso na- una de las cuales es muy grande y cuelga tendido, según las leyendas, hasta el corazón por parte de personas que iban a Cacheuta
tural”, llegó a escribir Carlos Rusconi.15 hasta cerca del borde del agua”. Con el del imperio incaico en el siglo XV. Otras le- para bañarse en estas aguas, llamadas “ter-
El Puente del Inca se encuentra en me- tiempo, las apreciaciones y la admiración yendas señalaban que los súbditos del impe- mas del fraile”, o más comúnmente los “ba-
dio de un paisaje natural de realzadas belle- de los viajeros y narradores se fueron incre- rio reunieron un tesoro para trasladar al ños de la boca del río”. Para ello abrían po-
zas, rodeado por cerros con nieves eter nas mentando. En 1815 un grupo de viajeros Cuzco y obtener la liberación del soberano, zos en la arena y el ripio. En el verano, es-
de gran impacto. Además, este lugar está británicos tomó muestras del agua y las tras- Atahualpa, capturado por el conquistador tos pozos desaparecían por las aguas del
dotado de aguas ter males de extraordinarias ladó a Londres. Allí se realizaron los estu- español Francisco Pizarro. Estaban ya en ca- río. Pero en la temporada siguiente volvían
propiedades. Más allá de sus componentes dios de Raraday (1827), en los cuales se dio mino cuando llegó la noticia de la muerte del a acudir los visitantes para beneficiarse con
químicos y físicos, ampliamente descriptos a conocer por primera vez el poder curati- Inca. Para evitar que el tesoro cayese en ma- estas aguas.
en los tratados específicos, el público podía vo de las ter mas de Puente del Inca. Poste- nos de los españoles, lo enterraron. Los dio-
advertir a simple vista la peculiaridad de es- rior mente se hicieron nuevos estudios sobre ses lo transformaron entonces en las aguas
tas aguas con sólo hundir en ellas un objeto las cualidades de sus aguas, entre ellos los fantásticas, que constituirían el tesoro de los Los Pactos de Mayo y la
por dos o tres días, para luego retirarlo con de Domecke (1851), Max Siewert y Da- indios, del cual la codicia de los conquistado- inauguración del primer hotel de
evidentes muestras de la acción mineral. rapsky (1890), Lavalle, Arata (1896), Ulises res no podría despojarlos. Conforme a otros alta montaña del Cono Sur (1903)
Las aguas ter males de Puente del Inca Isola, Herrero Ducloux (1907), Quiroga, relatos, entre 1830 y 1845, el entonces
causaron la fascinación de los viajeros. En Reichert y Víctor Meaurio (1915). hombre fuerte de Mendoza José Félix Al- La fir ma de los Pactos de Mayo (1902)
1584 el cronista Reginaldo de Lizárraga re- De todos modos, ubicado a 2.700 me- dao, el terrible “fraile general”, para aliviar generó el contexto de paz entre la Argenti-
corrió el lugar y escribió: “Hay una fuente tros s.n.m, y casi a 200 kilómetros de la ciu- su malestar, había acudido a Cacheuta a to- na y Chile que se necesitaba para superar
famosa que toma de dad de Mendoza, eran evidentemente re- mar sus benéficos baños. las tensiones y desconfianzas bilaterales y
lar go más de motas las posibilidades de poner en marcha De todos modos, había todavía un gran abrir paso a un nuevo ciclo histórico. La
treinta pasos, to- un emprendimiento turístico en este paraje trecho entre el prestigio de este sitio y la punta de rieles del Trasandino comenzó a
da de yeso, por en el tiempo de las mulas. Aun así, los ba- puesta en marcha de un emprendimiento avanzar definitivamente hasta su ter mina-
debajo de la cual ños ter males gozaban de tanta fama que los comercial, sobre todo por el problema del ción. Se levantó el hotel de Puente del Inca
pasa el nacimiento viajeros desafiaban las incomodidades de transporte. Para dar un ejemplo, el recorri- (1903) y se comenzó la construcción del
del río Mendoza”. Me- tan largo viaje para obtener los beneficios do de 38 kilómetros de Mendoza a Cacheu- Túnel de la Cumbre, que fue ter minado en
dio siglo más tarde, de sus aguas. Incluso se instaló una casa ta demandaba dos días de viaje a lomo de 1909. De esta manera quedaba definitiva-
Alonso de Ovalle destacó que donde se ofrecían servicios a los viajeros. mula. Y Potrerillos era menos accesible, al mente superado el ciclo histórico de la mu-

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la: los pasajeros podían cruzar de Argentina hotel no habría monumento. Pero sin duda, lizados por la arquitectura en este gé- vicios en for ma per manente. Se accedía a
a Chile, por primera vez, en un medio de cuando los gobier nos diseñan sus objetivos, nero de obras. los baños mediante una rampa. De todos
transporte moder no, seguro y confortable. evalúan los medios para alcanzarlos y en la Igual cosa podríamos decir alu- modos, se trataba de construcciones bas-
Para destacar simbólicamente el valor de medida en que los tienen pueden poner en diendo al Hotel de Puente del Inca, tante precarias. En 1898, en las crecientes
los Pactos de Mayo, los gobiernos de la Ar- donde la compañía adquirió el famoso del verano, las aguas del río Mendoza des-
marcha planes cada vez más ambiciosos.
establecimiento de baños ter males. El
gentina y Chile resolvieron emplazar el mo- Algo parecido iba a suceder cuando, seis truyeron la pirca, las piletas y las construc-
nombrado paraje es el corazón mismo
numento al Cristo Redentor en el límite in- años más tarde, la inauguración de la línea ciones accesorias. Para hacer frente a la si-
de los Andes.
ternacional, a 4.000 metros de altitud. El ho- del Trasandino iba a per mitir que por pri- tuación, en 1902 se construyó un for mida-
tel de Puente del Inca iba a dar una grata sor- mera vez un presidente argentino visitase ble muro de defensa, de 77 metros de lar-
El emprendimiento de la Compañía de
presa a los miembros de la comitiva oficial Santiago y uno chileno llegara a Buenos Ai- go por 3,5 de altura. Además se cortó el
Hoteles Sudamericanos en Puente del Inca
que viajaron hasta la montaña para partici- res, con todo el valor simbólico para la talud natural de la mar gen derecha del río
fue posiblemente uno de los primeros pro-
par del descubrimiento de la escultura. El ac- construcción de la confianza entre los pue- para construir allí las nuevas piletas. Sin
yectos específicamente turísticos de la re-
to tuvo lugar el 13 de marzo de 1904, con la blos que ello conlleva. prisa y sin pausa, la evolución continuó. El
gión. Y ello per mitió abrir un camino nue-
presencia de delegaciones oficiales de ambos Más allá de las polémicas que medio si- gobier no provincial, por ley 381 del 20 de
vo en materia de una actividad económica
países y una concurrencia que superaba las glo más tarde se desatarían desde el punto junio de 1907, declaró de utilidad pública
que hasta el momento era muy poco consi-
dos mil personas.17 Gran impacto causó en de vista ambiental, en su momento este ho- sujeto a expropiación el terreno adyacente
derada en el medio.
las distinguidas personalidades encontrarse tel causó un gran impacto, y con él se puso a las ter mas. De esta manera el Estado se
con un hotel de turismo a 2.700 metros de de manifiesto otro resultado indirecto de la transfor mó en propietario de una super fi-
altura. Las crónicas periodísticas de la jorna- acción del Trasandino. Garcés Delgado se- cie total de 35 hectáreas, 6.135,93 m2, en
El despertar de Cacheuta la zona ter mal. En 1910 las construcciones
da destacaron el papel del hotel de Puente ñaló al respecto que “la empresa ferroviaria
del Inca en aquellas simbólicas ceremonias: fue pionera en el turismo de alta montaña, tenían cuatro cuerpos, de los cuales dos
El Ferrocarril Trasandino vino a modifi- eran los más importantes: uno para la gru-
al construir el primitivo hotel de Puente del car totalmente la situación de Cacheuta. En
Esta mañana temprano el hotel de Inca, que fue administrado por la Compañía ta ter mal de baños de vapor, otro con una
Puente del Inca presentaba el aspecto 1891, el diario porteño La Nación destacó pileta con capacidad de 567 hectolitros.
de Hoteles Sudamericanos, una subsidiaria la importancia del avance de los rieles des-
de un campamento; los cientos de pa- El paso siguiente fue concursar la explo-
que atendía además el servicio de coches de Mendoza hacia el oeste. Y, entre otras
sajeros allí hospedados se preparaban tación de los baños ter males para activida-
para el viaje a la Cumbre del Cristo y comedor de los trenes y bufetes de las esta- ventajas, señaló el significado que este ser- des turísticas comerciales. Así lo dispuso la
reinaba un movimiento inusitado, cru- ciones”.19 vicio tenía para el desarrollo inter no pues “a Legislatura de Mendoza por ley 519
zándose alegres frases entre todos. El hotel de Puente de Inca marcó clara- los baños ter males de Cacheuta, que antes (1910), según la cual se llamaría a concurso
Fue necesario levantar carpas para mente un hito en la historia del turismo de se hallaban a dos días de mula de Mendoza
alojar a tanta gente, pues las habitacio-
para la explotación de las ter mas de Ca-
montaña. Disponía de instalaciones am- ahora se llegaba tan sólo en dos horas”.20
nes del hotel, donde había ya muchos cheuta mediante un complejo turístico que
plias y cómodas, además de paisajes ex- El servicio del Trasandino generó las condi-
pasajeros, resultaron insuficientes. El constituya “un establecimiento modelo, en
traordinarios en pleno corazón de la cordi- ciones para el aprovechamiento comercial
día amaneció con un airecillo fresco manera alguna inferior a los mejores exis-
llera de los Andes. Ya en 1910, en su nú- de las ter mas de Cacheuta mediante un ho-
que presagiaba un apetito for midable tentes en otros países”. Como resultado, en
mero especial dedicado al centenario, La tel de turismo, lo cual sería el resultado de
para la hora del almuerzo.18 1913 se otorgó la concesión por cuarenta
Nación destacaba: una lenta evolución. años a una empresa privada, integrada por
Más allá de la anécdota de aquella jor na- En 1893, dos años después de haberse Arturo Dácomo y Ramón Juyent (que pos-
La Compañía de Hoteles Sud-
da de confrater nidad, es importante desta- librado el servicio ferroviario de Mendoza a terior mente cedieron sus derechos y debe-
Americanos está llevando a cabo una
car el papel del hotel de Puente del Inca al Uspallata, se comenzaron a construir las res a la Sociedad Anónima Ter mas de Ca-
obra meritoria que aparte su faz co-
generar espacios desde donde avanzar en el mercial, tiene otra muy encomiable primeras piletas para baños, con abrigos cheuta). La fir ma realizó grandes inversio-
proceso de integración, como se reflejó en por cierto: la que se relaciona con el de pircas de piedra que las protegían de los nes para construir edificios e instalaciones.
la ceremonia de instalación del Cristo Re- progreso edilicio de las ciudades en avances del río Mendoza. Sobre la barran- Surgió de esta manera un balneario de esti-
dentor, símbolo de la confrater nidad argen- que construye sus establecimientos de ca, a unos quince metros de altura, se lo neoclásico, con todo el lujo y el confort
tino-chilena. Ello no quiere decir que sin el acuerdo con los últimos progresos rea- construyó un hotel que pasó a prestar ser- que exigía este período “dorado” del turis-

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mo, respondiendo al interés por las ter mas metros de largo por 5 de ancho. Con- Consta de 150 habitaciones para Los hoteles de Cacheuta y Puente del
de los orientaciones médicas de la época. tiguo a ella el her moso comedor estilo pasajeros, dos amplios comedores. Inca poseían sus propios generadores de
inglés, y en ambos extremos del salón Dispone también el Hotel de un gran energía eléctrica para la iluminación de las
otros dos, más pequeños, que son co- lavadero mecánico donde se lava, se habitaciones. Cacheuta disponía de su pro-
medores para familias. A la derecha de desinfecta y plancha la ropa de los pa-
El flamante equipamiento de pia usina con motores de 130 caballos de
este cuerpo, en un plano inferior, está sageros [sic]. Dos ascensores llevan a
montaña: los hoteles de Puente fuerza para generar hielo, luz y energía, so-
el gran vestíbulo de entrada, los escri- los pasageros desde el andén del ferro-
del Inca y Cacheuta torios, la caja, el consultorio médico y carril hasta el patio del hotel y hasta la
bre todo para el movimiento de los ascenso-
el hall que comunica con la galería her mosa galería de los baños ter ma- res y las lavanderías. Ambos hoteles conta-
La construcción de hoteles de Puente subterránea que conduce a los baños les, donde están instalados los baños ban con far macias y consultorios médicos,
del Inca y Cacheuta fue un hito decisivo en ter males. de inmersión, baños de vapor, salas de peluquerías y barberías, servicio de correo,
el equipamiento turístico de Alta Montaña, Los departamentos para pasajeros duchas, cuartos de masaje, etc. Estos telégrafo y comisaría.
porque vinieron a resolver un problema que están distribuidos a ambos lados de lar- detalles prueban de por sí que el de En resumidas cuentas, en muy poco
durante trescientos años no había tenido so- gas galerías y provistos de cuartos de Cacheuta es un hotel que hace cumpli- tiempo llegaron a la montaña los servicios
lución: el alojamiento seguro y confortable baño. El mobiliario de estas habitacio- do honor a la industria hotelera, y nos fundamentales de transporte, comunicacio-
para los pasajeros. Ambos hoteles fueron nes, sin ser lujoso es elegante y mo- basta agregar que goza de los benefi- nes, seguridad, salud, alojamiento y el des-
der no, reinando en todos los detalles cios de correo, telégrafo, capilla pro-
construidos junto a las respectivas estacio- cubrimiento de su belleza. El cambio con
la higiene más exigente. Los departa- pia y en general, de todo lo que hace
nes del Ferrocarril Trasandino. De respecto a la situación vigente en los tres-
mentos de lujo para familias están confortable la vida civilizada.21
esta for ma se resolvía el problema al frente, en el piso alto. Cada uno
cientos años anteriores era realmen-
del transporte de los pasajeros. Am- de ellos posee departamento anexo te asombroso.
Esta descripción es coincidente,
bos hoteles se distinguían por su be- para sirvientes. La construcción de ambos hote-
en buena medida, con otras realiza-
lleza y confort. les significó inversiones sin preceden-
das por distintos organismos y enti-
El hotel de Puente del Inca, el El empleo de la piedra como ma- tes en la cordillera de los Andes. Bas-
dades, entre ellas, el Estado provin-
primero de la cordillera argentina, se terial predominante en la construc- ta considerar que para contar con un
cial de Mendoza. Confor me a la do-
encontraba a 2.700 metros de alti- ción de este hotel, la exótica belleza tercer hotel de esta categoría sería
cumentación obrante en los archivos
tud. Para acceder al mismo, los turis- del Puente del Inca y el escenario cir- preciso aguardar más de veinte años,
de la Subsecretaría de Turismo, el ci-
tas debían descender de la estación y cundante, for mado por altas monta- con la construcción del Llao-Llao en
tado centro turístico presentaba las
cruzar el río Las Cuevas a pie por el ñas con nieves eter nas, deter mina- Bariloche (1937), mientras que del
siguientes características:
legendario puente natural. Esta experiencia ban un conjunto altamente impactante para lado chileno, el Gran Hotel Portillo
ya era altamente impactante para los viaje- cualquier turista que llegara al lugar. Por su El hotel de Cacheuta tenía 147 ha-
se habilitó en 1950. Sin lugar a duda, los
ros. En 1916, Emilio Morales elaboró una parte, el hotel de Cacheuta ofrecía otro per- bitaciones para pasajeros, distribuidas hoteles de Puente del Inca y Cacheuta re-
rica crónica al respecto: fil. Estaba inspirado en el palacio neoclásico en cuatro cuerpos de edificio, unas ven- presentan un caso de liderazgo en la histo-
de Dieppe, construido en 1822 por el ar- tanas con vista al río y otras internas, ria del turismo en los Andes.
Pasado el puente (natural) que ten- quitecto Chatelin para el conde de Brancas. dispuestas en dos pisos de amplios co-
drá unos 50 metros de largo por 19 de Dieppe fue un paradigma de la arquitectura medores generales, habitaciones para
ancho, 5 de espesor y 40 de alto, se turística inter nacional, pues contó con un la administración y una pequeña capilla El Ferrocarril Trasandino y las
llega al hotel edificado sobre una plata- donde los enfermos dejaron gran canti- primeras poblaciones de montaña
fuerte respaldo simbólico de la realeza y sir-
for ma que regula el desnivel de la pen- dad de reliquias. La cocina de la mo-
vió para inspirar muchas construcciones tu-
diente, entre el cerro y el cajón del río. derna construcción contenía anexos
rísticas en Europa y América. Una de ellas Los hoteles de montaña constituyeron
La construcción es toda de piedra y las varios compartimientos para conserva-
macizas y sólidas paredes pueden re- fue, precisamente, el hotel Ter mas de Ca- un importante avance en la ocupación del
ción de alimentos. Fuera se hallaba el
sistir fácilmente las espesas capas de cheuta, otro auténtico palacio neoclásico, servicio de lavandería y servicio perso- espacio cordillerano, que hasta entonces
nieve que se depositan en el invier no pero en vez de estar junto al mar, se halla- nal del hotel. El agua para consumo se estaba prácticamente desierto. Entre am-
sobre los techos. ba en el corazón de la cordillera. Según la obtenía del río Blanco. Existía además bos hoteles tenían capacidad para cuatro-
Al frente de ésta avanza amplia ga- Revista Mensual BAP, el hotel de Cacheu- un compartimiento dedicado a la fabri- cientos pasajeros, mientras que el personal
lería de invier no, espaciosa sala de 20 ta tenía las siguientes características: cación de hielo y agua gaseosa.22 de servicio estaba cerca de esa cifra. El ho-

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) 186 ( ) 187 (
macenes al por mayor y se explica la capacidad para atender diariamente a mil tura templada, se expone a la acción
cantidad de provisiones para respon- personas. De esta manera se cultivaron las de la temperatura más baja o a otras
tel de Puente del Inca tenía ochenta emplea- der a los gustos más exigentes y a las raíces para una actividad estable y así co- inclemencias del tiempo, con las con-
circuns tan cias im pre vis tas, por lo menzó el surgimiento de las primeras pobla- siguientes molestias.
dos, y capacidad para cien pasajeros cómo-
apartado que se encuentra de los cen- El balneario consta de nueve cuar-
dos.23 A ello había que sumar los momentos ciones de alta montaña de los Andes centra-
tros de adquisición.24 tos de baño, con su pileta revestida de
de mayor demanda, que se producía cuan- les argentino-chilenos.
azulejos, cuya higiene y confort no de-
do no se podía continuar viaje hacia Chile ja nada que desear. El agua corre cons-
Además de almacenar las provisiones
por las tor mentas. Por lo tanto, el hotel de- que llegaban a bordo del Ferrocarril Trasan- tantemente del grifo mientras el viaje-
bía estar equipado para atender entre cien y El Ferrocarril Trasandino y las ro se baña y el exceso es conducido al
dino, el hotel tenía cierta autonomía para au-
doscientas personas. Por su parte, el hotel instalaciones termales río de las Cuevas, donde cae con estré-
toabastecerse de importantes bienes y servi-
Ter mas de Cacheuta contaba con 150 habi- pito, en for ma de cascada. Cada ba-
cios. Así también los hoteles dieron un fuer-
taciones, con capacidad para trescientos La llegada del Ferrocarril Trasandino ge- ñista dispone de 30 minutos para el
te impulso a la cría de animales en la monta-
pasajeros. Ello significaba el triple de la ca- neró las condiciones para el surgimiento de baño, de los cuales se disponen diez
ña: aves de corral (gallinas y patos), conejos, minutos para la limpieza de la pileta.
pacidad del hotel de Puente del Inca con sus instalaciones termales que permitieran el
vacas, caballos y cerdos.25 En Cacheuta ha- Cada cuarto de baño corresponde
consiguientes mayores demandas de perso- aprovechamiento sistemático del recurso.
bía tambo, carnicería, verdulería y fiambre- a una toma de vertiente distinta; sola-
nal y servicios. Ello implicaba obras importantes debido a la
ría.26 Ambos hoteles disponían de sus pro- mente se utilizan los manantiales de-
Además del alojamiento, ambos hoteles rigurosidad de clima frío de montaña y su re-
pias panaderías y pastelerías.27 La panadería nominados Mercurio, Venus y Cham-
se vieron en la necesidad de disponer de ins- percusión en los balnea- pagne; las demás vertientes denomina-
de Puente del Inca prestó
talaciones para satisfacer la demanda de ali- rios. Los hoteles no esca- das Cono, Marte, Neptuno y Karslaba-
un importante servicio,
mentación para cuatrocientos turistas y para timaron recursos en las dina y otras sin denominación, no se
según escribió Emilio Mo-
el sostenimiento del personal. Si se conside- obras necesarias para utilizan. El agua surge tumultuosamen-
rales en 1916:
ra que también éstos podían hallarse con fa- disponer de instalaciones te de los grifos, sobresaturada de anhí-
confortables y seguras. drido carbónico, produciendo una
miliares o ayudantes indirectos, a lo cual de- La panadería es
Éstas llegaron a ser tanto o más impactantes abundante y blanca espuma. En todos
be añadirse el personal de las estaciones del otra de las secciones interesantes de
que los hoteles. En 1924 Hércules Corti los lugares que están en contacto con
Ferrocarril Trasandino, se puede estimar que ese establecimiento. La fabricación se
el agua ter mal se notan depósitos
desde estos hoteles debía proveerse de los hace por procedimientos mecánicos y describía el acceso a los baños termales de
amarillentos.
recursos para la alimentación de mil perso-
en abundancia, pues no sólo provee a Puente del Inca en los siguientes términos:
las necesidades del hotel sino también
nas en plena cordillera, lo cual presentaba Las observaciones de Corti enfatizaban
a la región y al servicio de coches res- Desde el edificio del hotel se llega
una serie de problemas a resolver. taurantes de la línea del Trasandino. el conjunto for mado por el atractivo turísti-
al balneario por inter medio de un tú-
Los hoteles prestaron mucha atención a Lo propio se hace con la car ne, cuya co, la belleza escénica y las instalaciones del
nel subterráneo de cuyas paredes bro-
las instalaciones gastronómicas. Los salones distribución está confiada a la adminis- tan numerosas vertientes no captadas balneario. El conjunto resultaba sumamente
de restaurante debían estar bien equipados tración del hotel, las reses son provis- de aguas ter males y frías. Estos ojos de logrado para obtener la satisfacción del tu-
tanto en mobiliario como en comidas y be- tas por otra sección de la importante agua tienen escaso caudal. Se ven sig- rista. Años más tarde, otro visitante descri-
bidas. En este sentido, el hotel de Puente empresa, que bajo la denominación de nos de que algunos ojos se han cerra- bió las ter mas de Puente del Inca en tér mi-
del Inca llamaba la atención de los observa- Compañía de Hoteles Sudamericanos do espontáneamente, en cambio otros nos bastante similares, aunque con mayor
explota el establecimiento de que nos
dores por su magnificencia: se han abierto. Hay precipitación de sensibilidad:
venimos ocupando, otro en Bahía
travertina con limotina en los lugares
Blanca y el servicio de restaurantes del
El departamento de cocinas es donde brota y escurre el agua. El tra- Por una escalera de már mol blan-
F.C. al Pacífico y Trasandino.
amplio y cómodo, la higiene se ad- yecto del hotel al balneario, por inter- co y pasamanos negro, muy amplia,
vierte en todos los detalles, las bode- medio del túnel, está interrumpido por descendíamos a un túnel, que para mí
gas y despensas están en excavacio- La búsqueda de satisfacer la demanda un espacio expuesto al viento, lluvia o era algo mágico; su piso era color ber-
nes y abundantemente surtidas de vi- de los turistas ter minó generando y consoli- frío; interrupción que tiene grandes in- mellón. Finalmente por el mismo se
nos, licores, conservas y comestibles dando por primera vez en la historia ejes de convenientes, pues el bañista al salir
de toda especie. Son verdaderos al- producción y desarrollo en la montaña, con del túnel, que se halla a una tempera-

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) 188 ( ) 189 (
llegaba a los baños. Éstos poseían ca- yores perspectivas de solución pues la em- gentinos a conocer los países del Pací-
da uno una pileta que estaba azulejada presa inglesa, propietaria del Ferrocarril fico, sino para que de esos países ven-
compartimentos accesorios para des-
de color verde y en ellas ingresaba el Trasandino, carecía de los recursos para gan a conocer nos. El conocimiento de
canso y baños de lluvia, dos locales pa-
agua que procedía del interior de la realizar una inversión de las dimensiones los hombres, el intercambio de perso-
ra masajes, una peluquería y un depó-
montaña: eran aguas de agradable nas y de ideas contribuye al progreso
sito de ropa. A continuación del bal- que exigía la magnitud de los daños sufri-
temperatura, sulfurosas y de propieda- general de las costumbres y del modo
neario se hallaba la far macia y el con- dos, para reanudar el servicio.
des curativas. de vivir de los pueblos, sobre todo en
sultorio médico.29 Para superar estas dificultades, el presi-
Los baños estaban identificados la América Latina, en Indoamérica; y
con nombres tales como: Venus, Mar- dente Agustín P. Justo elaboró dos proyec- el Trasandino es la única vía que pone
te, Saturno, Mercurio, Champagne. Los servicios de asistencia médica eran tos de ley, por los cuales se nacionalizaba el en contacto el Pacífico con el litoral ar-
Este último estaba ubicado en la parte de gran envergadura en el hotel de Cacheu- Ferrocarril Trasandino y se disponía la re- gentino.31
inferior del complejo termal y era el ta. Había un médico como director técnico, construcción del mismo por cuenta del Esta-
más sulfuroso. Desde aquí se podía encargado de atender a los pasajeros, y se- do. El Congreso de la Nación dio tratamien- Conviene destacar que, para Dickmann,
apreciar la estructura natural del puen- gún su estado de salud y sus necesidades, to a estos proyectos en 1938 (Diputados) y el turismo no era meramente una actividad
te, una obra magnífica de la naturaleza orientaba la forma más eficiente de aprove- 1939 (Senado). La cuestión de fon- económica sino también un me-
con sus tonalidades ocre-amarillo-na- chamiento de las aguas termales. Era tan do de este debate se examina en dio de encuentro e integración
ranja. Los objetos expuestos sumergi-
compleja la asistencia a los turistas que, inclu- otra parte.30 Lo interesante para el cultural especialmente relevante
dos en esa agua quedan petrificados.28
so, el consultorio incluía un amplio archivo presente estudio es que los legisla- entre los países latinoamericanos.
con radiografías y exámenes de laboratorio. dores nacionales de las diferentes El diputado socialista ponía en va-
Las instalaciones balnearias de Puente
bancadas políticas se vieron motiva- lor la montaña, el ferrocarril y el
del Inca resultaban sumamente satisfacto-
dos a estudiar la problemática gene- turismo como tres lados del mis-
rias. Algo parecido sucedía en Cacheuta,
El Ferrocarril Trasandino, la ral de la montaña y el turismo. Así mo triángulo: la necesidad de
cuyo pabellón ter mal despertaba gran inte-
cordillera andina y el debate se reflejó en algunas intervenciones avanzar en el mejoramiento de la
rés entre los turistas. Así lo reflejan las cró-
público nacional parlamentarias, como la del diputado socia- vida y la integración latinoamericana. Más
nicas de la época, una de las cuales descri-
lista Enrique Dickmann. Fue una interven- adelante, el diputado socialista añadió:
bió estas instalaciones en los siguientes tér-
En la década de 1930, la cordillera de ción importante, porque las opiniones esta-
minos:
los Andes se instaló en el centro de impor- ban divididas: el oficialismo, formado por los Yo sugiero a los Ferrocarriles del
tantes debates parlamentarios en el Con- conservadores, respaldaba la iniciativa del Estado que fomenten el turismo a la
El balneario estaba construido so-
bre el área donde brotaban los manan-
greso de la Nación. La causa primera fue el Poder Ejecutivo. En cambio la opositora cordillera. Veríamos con profundo
aluvión de 1934, en el cual la montaña de- Unión Cívica Radical estaba en contra, so- agrado, con íntima satisfacción que
tiales. Era un edificio sólido, las habita-
mostró su poder destructivo y su fuerza durante el verano centenares y miles
ciones de los baños estaban dispuestas bre todo por considerar que no era un buen
arrolladora. Como resultado, quedaron se- de jóvenes de ambos sexos, estudian-
en dos hileras con un pasillo interior negocio para las arcas del Estado. Precisa-
riamente dañados más de cien kilómetros tes secundarios y universitarios vera-
cubierto de claraboyas. En dicho lugar mente en este contexto el Partido Socialista neen en la cordillera, en el magnífico
los pasajeros per manecían toda la jor- de vías del Ferrocarril Trasan- resolvió apoyar la iniciativa oficial. Y entre valle de Uspallata, en Puente del Inca,
nada durante el invier no, gra- dino y muchas de sus estacio- los argumentos que se esgrimieron para fun- en Potrerillos, en Villavicencio, para
cias a una temperatura por nes. El servicio inter nacional damentar esta posición, los socialistas apela- conocer la cordillera, escalar sus altos
demás agradable, entre 15º y quedó suspendido por tiempo
20º C. Había 19 habitacio-
ron precisamente a la importancia de la picos y establecer en campamentos,
indeter minado y se generó montaña como espacio para el desarrollo tu- en carpas, para ejercitar su físico y pa-
nes con bañeras, de las cua-
una situación crítica, pues a rístico. El discurso de Dickmann resulta su- ra desarrollar su espíritu en ese magní-
les tres eran dobles, 17 te-
nían piletas revestidas de azu-
partir de entonces el comer- mamente interesante al respecto: fico panorama.
lejos y dos habitaciones esta- cio entre la Argentina y Chile
ban dispuestas para baños de perdió el único medio moder- El turismo, que es una modalidad El discurso del legislador socialista ponía
asiento, dos grutas destina- no de transporte disponible moder na, se practica cada vez con énfasis en los deportes estivales como prin-
das a vapor de agua y ema- para cruzar la cordillera. Y el mayor escala. Hay que fomentarlo, no cipal atractivo turístico en los Andes centra-
naciones radioactivas, tenían problema no presentaba ma- solamente para que vayan muchos ar- les. El enfoque se justifica porque en esa

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) 190 ( ) 191 (
época los deportes inver nales estaban ape- valoración estética del paisaje. El Ferrocarril entretener sus ocios debe ir a Puente dor, para añadir después: “Ante aquella
nas en sus primeros pasos y todavía no ha- Trasandino generó las condiciones para el del Inca, porque hallará allí motivos majestad el orgullo humano se abate: la
bían adquirido la envergadura que alcanza- desarrollo de una nueva literatura de mon- sobrados de distracción y de deleite.32 obra del hombre no será nunca más
rían unos años más tarde. De todos modos, taña, en la cual se comenzaron a rescatar que la irrisoria imitación de la del artífi-
las palabras de Dickmann tenían una ener- los valores estéticos del paisaje. Ello se re- Estas palabras significan un verdadero ce incomparable y genial que circunda el
gía capaz de mostrar que se estaba abrien- flejó en publicaciones periodísticas, como ícono en la revolución estética que se pro- ambiente con sus maravillosas produccio-
do un nuevo ciclo en la valoración de la La Nación, La Prensa y la Revista Men- dujo en la región. Hay que destacar al res- nes: la naturaleza”.34 El autor se ocupa de
montaña como espacio social. sual BAP, que fueron el punto de partida pecto que la belleza escénica no había sufri- reflejar el impacto de la llegada de los viaje-
de obras de mayor aliento. Por ejemplo, La do variaciones a lo largo de los siglos. El ros a Cacheuta:
Prensa publicó una serie de artículos del es- cambio era del receptor, que antes veía esas
La nueva percepción de la critor mendocino Alfredo Bufano, en los mismas montañas, pero era incapaz de Denotaba, empero, la expresión
cordillera: la captura estética cuales se transmitían imágenes de las mon- apreciarlas debido a los condicionamientos de sus semblantes, ese placer con que
de la belleza tañas mendocinas. Posterior mente, estos físicos: estaba apunado, con los labios par- el hijo de la tierra observa sus bellezas
artículos se compilaron y fueron publicados tidos del frío, agotado por el esfuerzo físico y aun las descubre ahí donde el ojo in-
y, por lo tanto, no se hallaba materialmen- diferente no ve nada.
La metamorfosis del espacio cordillera- en for ma de libro bajo el título de Aconca-
–¡Qué her moso espectáculo! ¿Ver-
no se reflejó no sólo en los cambios materia- gua (1926). Paralelamente otros escritores te en condiciones de apreciar la belleza. En
dad?
les –surgimiento de ferrocarriles y hoteles– cuyanos tomaron la montaña como tema cambio, cuando se removieron esos obstá-
–En efecto; con la tierra pasa lo
sino también en el plano espiritual. So- para la producción de otros géneros li- culos físicos, se generaron las condiciones mismo que con la mujer: la estamos
bre todo porque se marcó una huella terarios, como cuentos, novela y para el goce estético y la actitud de asom- viendo a toda hora y sin embargo, una
en la captura de la belleza escénica poesía. Los ejemplos más relevantes bro frente a sus enigmas. En esta misma lí- vez y otra vez, descubrimos en ella be-
de la montaña. fueron la novela Termalia de Carlos nea, la Revista Mensual BAP exhortaba a llezas nuevas.35
Hasta la llegada del siglo XX y con Ponce (1927), los Cuentos andinos las gentes de Buenos Aires a
él, del servicio ferroviario, las imágenes de Miguel Martos (1928), y el poema Los relatos de Alfredo Bufano también
de la cordillera estuvieron muy condiciona- “Piedra infinita” de Jorge Enrique Ramponi ...conocer uno de los panoramas más se ocuparon de descorrer el velo que hasta
das por el sufrimiento físico de los viajeros (1941). soberbios y her mosos que existen en entonces había ocultado la belleza de la
a lo largo del camino. El frío excesivo, la fa- En esta nueva corriente literaria, la el país. montaña. El escritor sanrafaelino describió
montaña perdía sus connotaciones negati- País llanero, nosotros estamos
tiga extraordinaria, la sensación de miedo e un viaje por las localidades cordilleranas, y
más obligados que nadie a conocer
inseguridad y la abundancia de símbolos lú- vas, sus evocaciones al miedo y la muer- su pluma enfatizaba, una y otra vez, el im-
nuestras montañas, a entablar y estre-
gubres (cruces, cadáveres insepultos, te, para presentarse con atributos de pacto que el paisaje causaba en el autor. En
char relaciones con ellas y a amarlas,
mulas desbarrancadas) actuaban como una belleza nueva y desconocida. Co- poniendo en ese amor un poco de or- Uspallata, Bufano destaca una sensación
fuertes disuasivos para que los viajeros mo ejemplo se puede señalar la cró- gullo patriótico, pues en ningún país nueva: “El aire se sosiega y siento una ex-
pudieran apreciar las bellezas de los ríos, nica publicada por el diario La Nación de Europa y de América le ha sido da- traordinaria paz... es hora del crepúsculo.
arroyos y montañas nevadas. Son muy es- el mismo año de la inauguración oficial del do poseer montañas tan majestuosas y Crepúsculo cordillerano, profundo, místico,
casas las referencias estéticas de los obser- Ferrocarril Trasandino: tan altas.33 inquietante, superior a toda literatura”. Más
vadores que describieron la cordillera entre adelante agrega que “la grandiosidad del pai-
los siglos XVI y XIX. Se contemplan allí los más hermo- El surgimiento de Cacheuta se reflejó saje es soberbia”.36 Posteriormente, al refe-
La situación cambió profundamente a sos paisajes, las más encantadoras también en la literatura. Los escritores cuya- rirse a Puente del Inca, Bufano afirma que
partir de la disponibilidad de una infraes- perspectivas se abren a los cuatro ám- nos incorporaron la montaña dentro de sus “es de una belleza tan grande, tan monstruo-
bitos. Son muchos los argentinos que,
tructura de transportes que per mitiera reali- temas de interés. Un caso singular fue la sa”.37 Y en la laguna de Horcones el
ansiando contemplar las maravillas con
zar viajes cómodos, rápidos y seguros. A novela Termalia (1927), en la cual se autor culmina su línea de lo inefable:
que la naturaleza dotó a Suiza, viajan
partir de entonces, la pluma de los escrito- con ese destino desde estas remotas
dedican varias páginas a ponderar la
res comenzó a abandonar las imágenes an- tierras, y sin embargo, aquí, a pocas belleza de la cordillera. “¿Qué es la El paisaje austero que se pre-
teriores, plenas de iconografía fúnebre, pa- horas de tren, se nos ofrece la grandio- obra del hombre al lado de la grande- sentaba a mis ojos era de una
ra establecer un acercamiento inédito a la sidad de la cordillera. Quien discurra za de los Andes?”, se pregunta el narra- grandeza sorprendente. Renuncio a

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) 192 ( ) 193 (
describirlo, no por cobardía literaria, mento. Ésta fue una de las obras cumbres taña que hasta entonces eran invisibles, pa- gún poblador estable en un par de
sino porque tengo la absoluta seguri- de la literatura cuyana en el siglo XX, preci- ra hacerlos visibles. Le dio voz y rostro al casitas de Uspallata. El resto
dad de que ningún escritor puede dar samente por su capacidad de superar los lí- habitante de la cordillera. del espacio estaba total-
una sensación exacta de estos paisajes mites de lo inefable que había planteado La producción literaria de los años 20 a mente deshabitado.
de pesadilla... La vista del lago, con el
Bufano: los 40, Aconcagua, Cuentos andinos, Ter- Pero a partir del em-
Aconcagua al fondo, es una visión que
malia y “Piedra infinita”, fueron un buen plazamiento de las
entra honrosamente en el terreno de
El hombre quiere amar la piedra, su reflejo del cambio de percepción generado estaciones del Fe-
las maravillas.38
estruendo de piel en la montaña a partir de la llegada del Fe- rrocarril Trasandino
áspera: lo rebate su sangre. rrocarril Trasandino. La disponibilidad de y, sobre todo,
Las sensaciones del autor se encuentran Pero algo suyo adora la per fección un medio de transporte rápido, seguro y de los hoteles de Puente del Inca
fuertemente influidas por el placer que ex- inerte.
confortable per mitía a los viajeros ha- y Cacheuta, se generaron las
perimenta en los seguros coches del Ferro- La piedra sube en niebla de música a
llarse en condiciones físicas de condiciones para el asentamiento
carril Trasandino y en las cálidas salas del los astros;
las estrellas ya tañen, vueltas blancas apreciar la belleza de la cordillera, de unas mil personas. Ello promo-
hotel de Puente del Inca. Desde este nuevo
campanas. situación que no se había regis- vió la producción de bienes como
y confortable mirador –novedad clave con
La noche tiende un arco total sobre la trado entre los siglos XVI y XIX. aves de corral y ganado vacuno, caba-
relación a los cronistas de los siglos XVI al
vida, llar y porcino. Surgieron las primeras pa-
XIX– Bufano describe la belleza noctur na
sobre el hombre y la piedra. naderías, mataderos, verdulerías, fiambre-
en la montaña: “La luna de la montaña se
Oh, corazón astrólogo: Conclusión rías y car nicerías, así como también los ser-
ha quedado inmóvil en medio de mi venta-
Todo sucede allá, detrás del mundo.41 vicios esenciales en el plano del transporte,
na. Y un gran silencio teje sobre el valle su
El Ferrocarril Trasandino realizó una comunicaciones (correos y telégrafo), segu-
telaraña de seda”.39
Desde una perspectiva comparada, se profunda transfor mación en los Andes ridad (comisarías), salud (consultorios médi-
El enfoque de Miguel Martos resulta bas-
advierten diferencias importantes entre las Centrales, en el sentido de inaugurar el tu- cos y far macias). Y, fundamentalmente, na-
tante parecido al de Bufano. En Cuentos
cuatro obras literarias mencionadas. Alfre- rismo de alta montaña en el Cono Sur. La cieron las actividades sociales, recreativas y
andinos hay una clara búsqueda de los nue-
do Bufano y Jorge Enrique Ramponi toma- llegada de los rieles a la cordillera generó deportivas: se establecieron las primeras
vos escenarios y de asombrar al lector me-
ron como eje la montaña, mientras que las posibilidades de trasladar al sur de Amé- instalaciones deportivas de Alta Montaña
diante la presentación de un paisaje hasta
Ponce y Martos se interesaron por la vida rica la experiencia y el conocimiento que en el Cono Sur.
entonces desconocido, en donde puede
humana en la cordillera. Los dos primeros, los empresarios ingleses habían acumulado Desde el punto de vista cultural, el Fe-
producirse lo maravilloso, dentro de un
a su vez, tuvieron enfoques muy diferentes: con relación a la actividad turística en Euro- rrocarril Trasandino y los hoteles abrieron
marco de belleza extraordinaria. Así, por
Bufano entrega una descripción pa. Siguiendo la tendencia realizada en las posibilidades para una renovación esté-
ejemplo, Martos describe Uspallata en tér-
directa, sencilla, que desembo- Gran Bretaña, la misma empresa ferrovia- tica: a partir de entonces fue posible apre-
minos de “pintoresco valle que es como
ca en el reconocimiento de la ria inglesa impulsó la instalación de un ho- ciar las bellezas escénicas de la cordillera,
un jardín encantado de ‘Las mil y una
belleza inefable. En cambio tel de turismo en Puente del Inca. Este con lo cual se abrió un panorama de gran
noches’”.40
Ramponi apela a la metáfora ejemplo fue imitado por empresarios inde- fecundidad para las artes, tal como se refle-
La montaña irrumpió con ma-
profunda para superar los límites pendientes que diez años después inaugu- jaría en la exposición de pinturas cordille-
yor fuerza en la producción poéti-
con que tropezó Bufano. También raron el hotel Ter mas de Cacheuta. Así se ranas de Fidel Roig Matons en el hotel de
ca, a través de la obra de Jorge
hubo distintos enfoques entre los auto- trazaron las bases para el proceso de ocu- Puente del Inca, en las descripciones de
Enrique Ramponi. En su poema
res de obras con eje en la vida humana en pación del espacio cordillerano, hasta en- Aconcagua, la novela Termalia, en los
“Piedra infinita”, el
la cordillera. Ponce puso énfasis en el surgi- tonces desértico, y se iniciaron importantes Cuentos Andinos y en el poema “Piedra
autor presentó la
miento de Cacheuta como polo de actividad actividades económicas centradas en el tu- infinita” que Ramponi dedicó a la cordille-
cordillera con su
social de las elites. Por el contrario, Martos rismo como motor de otras actividades ra de los Andes, su belleza, su historia y su
ener gía vital, sus
rescató la montaña como espacio habitado económicas y culturales. misterio.
contradicciones y su
y habitable por los sectores populares (in- Entre los siglos XVI y XIX, la cordillera
capacidad de sorpren-
dios, arrieros, crianceros, mineros). Este au- fue un territorio desierto. Entre Mendoza y
der al viajero a cada mo-
tor se interesó de los pobladores de la mon- Santa Rosa de los Andes apenas había al-

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) 194 ( ) 195 (
Notas te por el Estado nacional, hasta el final de sus ser- 24
Infor me de Emilio Morales. 30
P. Lacoste, El Ferrocarril Trasandino
vicios: éste fue abandonado en 1953 por falta de 25
(1872-1984), Santiago de Chile, Editorial Uni-
rentabilidad, y aquél fue destruido por un alud en “La mayor parte de los comestibles frescos
1
Pablo Lacoste, “La montaña como espacio versitaria-DIBAM, 2000, pp. 283-305.
1965. El hotel Ter mas de Cacheuta per maneció se provee desde Mendoza, pero del hotel proce-
desértico, agresivo y hostil: de fray Reginaldo de den las gallinas, patos, conejos y cerdos que se uti- 31
Poder Legislativo Nacional. Cámara de Di-
Lizárraga a Vicente Pérez Rosales (1590-1860)”, en manos privadas hasta 1954, fecha de ter mi-
nación de la concesión de cuarenta años; pasó lizan para el consumo de los viajeros y bañistas”, putados, Diario de Sesiones, 23 y 24 de agosto
en IV Seminario Iberoamericano de humanida- señalaba el informe de Hércules Corti, 1924, Ar- de 1938, t. 4, pp. 81-115 y 151-192.
des, Instituto Abate Molina-Universidad de Talca, entonces a la provincia de Mendoza, que no lo-
chivo de la Subsecretaría de Turismo, gobierno de
octubre de 2002. gró administrarlo en for ma satisfactoria. El hotel 32
La Nación, 25 de mayo de 1910.
Mendoza.
fue cerrado en 1970 y demolido en 1985; en su 33
2
P. Lacoste, “La montaña como bisagra ar- lugar se construyó una pequeña pero elegante y 26 Revista Mensual BAP, abril de 1921, pp.
Archivo de la Subsecretaría de Turismo,
ticuladora de polos de desarrollo: la política de in- confortable hostería de quince habitaciones que 54-55.
Gobier no de Mendoza.
tegración regional del marqués de Osor no, don presta servicios en la actualidad. 34
Carlos Ponce, Termalia, Buenos Aires,
27
Ambrosio Higgins (1760-1802)”, en XVIII Jor- “Tiene el hotel muy higiénicas y cómodas
15
El Tiempo de Cuyo, 18 de abril de 1960, 1927, p. 16.
nadas de Historia Económica, Mendoza, octu- instalaciones. Dispone de higiénicos depósitos de
p. 4. bebidas y comestibles; una moder na y amplia co- 35
Ídem, pp. 26-27.
bre de 2002.
16 cina que es notable por sus instalaciones y servi-
3 Los Andes, 1 de octubre de 1897. 36
Alfredo Bufano, Aconcagua, Buenos Ai-
“Bath”, en Gran Bretaña. Inglaterra, Es- cios. El hotel tiene también consultorio médico y
cocia y Gales. The rouge guide, Barcelona, Sin 17
Las comitivas oficiales estuvieron presidi- far macia. Hay además en el establecimiento, ta- res, 1927, pp. 11-12.
Fronteras, 1999, p. 304. das por los cancilleres de la Argentina y Chile, ller de planchado y lavado; panadería, pastelería, 37
Ídem, p. 21.
4 José A. Terry y Raymundo Silva Cruz respectiva- matadero, depósito de combustible, etc. La luz
Alan Corbin, El territorio del vacío, Ma- 38
Ídem, pp. 26-27.
mente. También participaron autoridades diplo- eléctrica es producida por un motor a nafta; pe-
drid, Grafiris, 1993, pp. 335-366.
máticas (embajadores de Chile, la Argentina y ro los combustibles utilizados en el hotel son la le- 39
Ídem, p. 25.
5
Ídem, p. 367. Gran Bretaña, cónsules), políticas (gober nador de ña y el carbón”; infor me de Corti, 1924.
40
Mendoza, intendente de Valparaíso y alcalde de 28
Miguel Martos, Cuentos andinos, Buenos
6
Gerardo Novo Valencia, Diccionario gene- Atuel Asunción Pavez, “Evocación... por al-
Santiago, legisladores de ambos países), cúpulas Aires, 1928, p. 65.
ral de turismo, México, Diana, 1994, pp. 7-8. tas cumbres”, en AA.VV., Vidas que hacen histo-
militares y religiosas, soldados, periodistas y pú- 41
ria, Mendoza, Ediciones Culturales, 1994, p. 337. Jorge Enrique Ramponi, Piedra infinita
7
Eric Hobsbawm, Industria e imperio. His- blico en general.
29
(1942), reed. facsimilar, Mendoza, Ediciones Cul-
toria económica de Gran Bretaña desde 1750, Archivo de la Subsecretaría de Turismo,
18
“El Cristo de los Andes”, Revista de la turales, 1991, pp. 8 y 43.
Buenos Aires, Planeta, 1998, p. 114. Gobier no de Mendoza.
Junta de Estudios Históricos de Mendoza, II
8
Ídem, p. 114. época, Nº 5, 1968, p. 321.
19
9
“Iver ness”, en Gran Bretaña…, pp. 1043- Garcés Delgado, “El ferrocarril en la ciu-
1047. dad de Mendoza”, en P. Lacoste (comp.) Mendo-
za, historia y perspectivas, Mendoza, UNO,
10
“La ruta de las islas: Glasgow-Fort William- 1997, p. 229.
Mallaig-Kyle-Iver ness”, en El mundo de los tre-
20
nes, Madrid, El Prado, t. 1, p. 168. Citado por Federico Kirbus, El fascinante
tren a las nubes y otros ferrocarriles de monta-
11
“St. Ives”, en Gran Bretaña..., pp. 356- ña, Buenos Aires, El Ateneo, 1996, p. 36.
357. 21
Revista Mensual BAP, año V, Nº 58, sep-
12
“El expreso de Riviera de Cor nualles (Lon- tiembre de 1922, p. 45.
don-Penzance)”, en El mundo de los trenes, t. 2 22
p. 110. Archivo de la Subsecretaría de Turismo,
Gobier no de Mendoza.
13
“Viajando por Kerry Road. (Dublín-Tra- 23
lee)”, en El mundo de los trenes, t. 5, p. 168. “El personal de servicio en el hotel Puente
del Inca consta de 80 personas, comprendiendo
14
La Revista Mensual BAP dejó de editarse, empleados, camareros, mozos de comedor, capa-
con lo cual se suprimió un espacio importante de taces, mecánicos, cocineros, panaderos, electricis-
promoción de estos centros turísticos. El hotel de tas, etc. Este personal ocupa un pabellón indepen-
Uspallata fue transferido al gremio de los emplea- diente del edificio principal”; Emilio Morales, In-
dos de comercio. Los hoteles de Puente del Inca forme sobre el hotel de Puente del Inca, 1916. Ar-
y El Sosneado fueron administrados directamen- chivo de la Subsecretaría de Turismo de Mendoza.

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) 196 ( ) 197 (
Donde se construyen los estereotipos:
la revolución mexicana
en la prensa ilustrada italiana*
Camilla Cattarulla**

“E l desafío mayor para nosotros


ha sido la insuficiencia de los re-
cursos convencionales para ha-
cer creíble nuestra vida. […]
glos ha ido delineando una tendencia a atri-
buir connotaciones y significaciones a la
realidad latinoamericana
donde el cliché, el este-
Pues si estas dificultades nos entorpecen reotipo, han condiciona-
a nosotros, que somos de su esencia, no es do el juicio sobre fenó-
difícil entender que los talentos racionales menos culturales, socia-
de este lado del mundo, extasiados en la les, políticos e incluso
contemplación de sus propias culturas, se económicos. Según Wal-
hayan quedado sin un método válido para ter Lippmann, a quien
interpretar nos. Es comprensible que insis- muchos reconocen el
tan en medir nos con la misma vara con que mérito de haber divulga-
se miden a sí mismos, sin recordar que los do el tér mino estereoti-
estragos de la vida son iguales para todos, y po, la peculiaridad del
que la búsqueda de la identidad propia es mismo estriba en que
tan ardua y sangrienta para nosotros como “éste se adelanta al uso
lo fue para ellos. La interpretación de nues- de la razón: es una for-
tra realidad con esquemas ajenos sólo con- ma de percepción, que
tribuye a hacer nos cada vez más desconoci- impone un rasgo espe-
dos, cada vez menos libres, cada vez más cial a los datos de nues-
solitarios.”1 tros sentidos antes de
En el discurso pronunciado en la Acade- que dichos datos lleguen
mia Sueca en diciembre de 1982 en oca- a la inteligencia”.2 Este
sión de la entrega del premio Nobel de Li- sistema perceptivo da lu-
teratura –del que ha sido extraído el frag- gar a un conjunto de in-
mento que acabamos de citar– Gabriel Gar- for maciones rígidas (y a
cía Márquez invitaba a Europa a no inter- menudo con un valor ne-
pretar al continente latinoamericano sir- gativo) atribuidas a un
viéndose de sus propios esquemas cultura- grupo deter minado o a
les. Es ésta una actitud que empezó a arrai- una categoría social por
garse en el mundo occidental a partir del otro grupo o por otra ca-
Descubrimiento y que a lo largo de los si- tegoría social.

* Este artículo, publicado en el número 23 de Entrepasados, se publica nuevamente puesto que


–por un error involuntario– en esa oportunidad se omitieron las notas correspondientes.
** Universidad de Roma Tre, Italia.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 199-208
Es el caso de la imagen del mexicano, Italia, la nueva mentalidad social, que en a difundirse cada vez más, llegando a alcan- asolaban al joven Estado italiano. De hecho
cuyo estereotipo negativo de individuo in- aquel momento estaba encauzada hacia el zar tiradas de cierto peso para la época. Los no es casualidad que en los cortos epígrafes
dolente, rebelde, que desprecia el peligro, progreso y la moder nización, favoreció el que la idearon y divulgaron fueron sobre to- escritos por los corresponsales de estos tres
ar mado de fusil y cartuchera y vestido con nacimiento y el desarrollo de la industria do dos editores milaneses muy atentos a los semanarios, se sigue una línea interpretati-
poncho y sombrero, convertido en persona- cultural. En el marco de esta industria la cambios sociales y culturales: Treves y Son- va sobre la revolución mexicana que se ajus-
je familiar por las películas del oeste y por prensa periódica ilustrada desempeñaba un zogno. La comunicación visual de los conte- ta a circunstancias y peculiaridades típica-
los comics, y que rol de vital importancia, ya que respondía a nidos que transmitían las fotos, muy a me- mente italianas.
empezó a difundirse las exigencias de infor mación y de culturiza- nudo carentes de artículo y explicadas con Sin querer desarrollar un análisis ex-
en Norteamérica a ción del nuevo público que se estaba for- simples epígrafes, de manera que represen- haustivo de los artículos publicados entre
partir de la primera mando, compuesto por un pueblo de arte- taban ellas mismas la noticia por excelencia, 1910 y 1914 (la Primera Guerra Mundial
mitad del siglo XIX sanos y obreros y por la pequeña burguesía es la mayor innovación introducida por el alejó la atención italiana de las vicisitudes
gracias a los apun- comprometida en actividades del sector ter- semanario ilustrado; además, para el siglo mexicanas), bastará con decir que las tres
tes de viaje de los ciario en las grandes ciudades, dos capas XIX, este hecho marcó uno de los hitos de la revistas coincidieron en considerar como
visitantes angloa- sociales que en su conjunto constituían un moder nización: “Una sociedad se vuelve deter minante el rol de Estados Unidos
mericanos en el ac- mercado editorial de amplias proporciones «moder na» cuando una de sus actividades arremetiendo contra su política imperialis-
tual suroeste de Es- e ignorado hasta entonces. principales consiste en producir y consumir ta, mientras la interpretación que se dio a
tados Unidos,3 al- De hecho hay que tener en cuenta que imágenes”, escribe Susan Sontag.4 las modalidades políticas y sociales carac-
canza su plena con- si por un lado los distintos censos realizados De las revistas de las que se han extraí- terísticas de la revolución en México7 fue
fir mación y corro- una vez conseguida la unidad facilitaban in- do fotos e ilustraciones relacionadas con la bien distinta. En cuanto a la revolución, La
boración en la re- for mación acerca del número de los analfa- revolución mexicana, una de ellas, L’Illus- Domenica del Corriere adoptó una postu-
presentación icono- betos, por otro no proporcionaban infor- trazione italiana, es precisamente de Tre- ra conservadora y de condena de donde se
gráfica de la Revo- mación alguna acerca de los semianalfabe- ves. Nacida en 1873 como semanario para desprenden al menos dos constantes: la
lución mexicana. tos, que seguramente eran muy numerosos. luego convertirse en revista mensual, su en- primera es que la causa de los levanta-
Por lo que se re- Por tanto si lo que se proponía un editor era tradilla da fe de lo que comentábamos acer-
mientos es la ambición humana, es decir,
fiere a la percep- conseguir un número suficiente de lectores ca de los contenidos, pues dice: “Semana-
el fruto de “pasiones humanas descomedi-
ción italiana, que es para contar con un balance activo de sus rio de los acontecimientos y personajes
das” y no el resultado de una serie de pro-
el tema que nos publicaciones, tenía que dar con una fór mu- contemporáneos, sobre la historia del día,
blemas económicos y sociales; y la segun-
ocupa, pero que se la que le per mitiese abarcar un público cada la vida pública y social, ciencias, bellas ar-
da es que la caída de Por firio Díaz ha ge-
puede considerar como paradigma de los vez más amplio. Y la revista ilustrada (re- tes, geografía y viajes, teatros, música, mo-
nerado desorden y anarquía. Por estos mo-
mecanismos de difusión de los estereotipos creada calcando los modelos franceses) po- das, etc.”. En cambio La Tribuna illustrata
tivos, más que de revolución, para los pe-
mexicanos, la revolución ocupa un lugar día resultar una solución a este problema. (1893) y La Domenica del Corriere (1899)
central en la atención del público gracias a riodistas de La Domenica del Corriere se
En ella, la historia, las ciencias, la política y ya representan una mayor evolución de la
los artículos y sobre todo a las fotos y a las puede hablar de una auténtica guerra civil
la crónica se relataban en primer lugar a tra- industria cultural italiana, especialmente de
ilustraciones publicadas por los principales en México deter minada por la ambición de
vés de la ilustración, y luego, los que esta- la prensa periódica, pues corresponden al
rotativos italianos de aquella época. Para poder por parte de algunos generales que
ban capacitados para ello, también podían modelo del suplemento ilustrado semanal
este estudio se han examinado tres de ellos: se disputan el gobier no del país.
leer el texto. Y además de la crónica nacio- del diario (es el caso de La Tribuna de Ro-
La Domenica del Corriere, L’Illustrazione nal e inter nacional, la revista ilustrada publi- ma e Il Corriere della Sera de Milán).5
Italiana y La Tribuna illustrata. caba cuentos, poesías, crónicas de viajes, Pero a pesar de la publicación de estas
Se trata de tres semanarios muy conoci- consejos útiles, noticias mundanas, adivi- y de otras revistas que daban fe de la pre-
dos cuya línea editorial reflejaba per fecta- nanzas, juegos, páginas musicales, es decir sencia en Italia de un clima cultural muy vi-
mente el nuevo clima cultural que surgió en que ofrecía diversión y nociones al mismo tal y de apertura hacia el extranjero,6 la vi-
Italia tras la conquista de la unidad del país. tiempo, compaginando la utilidad con el en- sión de los hechos del exterior aún resulta-
En la práctica, también como consecuencia tretenimiento. La fór mula resultó exitosa y ba influida por los ecos del Risorgimento y
de las ideas positivistas que se arraigaron en dio fama duradera a revistas que empezaron por las vicisitudes políticas y sociales que

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) 200 ( ) 201 (
ca de la ilustración a una utilización como jerarquía, hasta tal punto que eminentes
canal de infor mación y comunicación vi- personalidades políticas, jefes revoluciona-
sual, en la que queda patente la exigencia rios o indios, son representados en un pla-
de un trabajo documentativo mayor. Ahora, no igualitario. En este proceso de anulación
En cambio la postura de L’Illustrazione tras más de una década de la guerra hispa- participan también las figuras femeninas de
Italiana fue favorable a los revolucionarios noamericana, la fotografía ha suplantado las soldaderas, que además aparecen dese-
que luchaban para liberar a México del ré- con creces al dibujo, índice del rápido desa- xualizadas (Fig. Nº 1). A este propósito Lui-
gimen dictatorial de Por firio Díaz. En los rrollo del medio fotográfico como fuente de gi Barzini, corresponsal de México para Il
artículos publicados por la revista se puede infor mación capaz de imponerse sobre el Corriere della Sera escribe: “La mujer, al
apreciar una analogía entre la revolución artículo. A pesar de ello el dibujo, a menu- igual que el hombre, tiene el instinto de la
mexicana y el Risorgimento italiano, gra- do obtenido a partir de una foto, per mane- guerra. Por costumbre, por tradición, por
cias también a la presencia en México de cerá durante largo tiempo en el semanario intuición, ella sabe per fectamente qué tiene
un nieto de Garibaldi, Peppino, que milita- ilustrado, sea por su capacidad de convocar que hacer cuando llega la guerra. La lucha
ba en el bando maderista. De los levanta- al imaginario visual del público o porque, es aceptada como una fatalidad, una cos-
mientos del Risorgimento italiano la revo- para algunos periódicos, se convertirá en tumbre”.10 De ello da fe también uno de los
lución mexicana ha heredado la organiza- un sello de distinción.8 principales caracteres de la técnica fotográ-
ción, adjudicada a personas cultas y dota- Las fotos de la revolución mexicana, fica, es decir que en ella se “pone en prác-
das de cierto espesor social, antes que na- aunque procedentes de fuentes distintas, a tica el imperativo surrealista de adoptar una
die Francisco Madero, cuya figura es ensal- menudo llegan a constituir una colección re- actitud inflexiblemente igualitaria frente a
zada como si se tratara de un “libertador de cogida en las páginas de las revistas como cualquier objeto”.11 Figura Nº 1. Una mexicana en armas,
los oprimidos”, hasta tal punto que con su un auténtico reportaje fotográfico de gue-
Sin embargo la fotografía, incluso la de Illustrazione Italiana, 3 de mayo de 1914.
muerte el levantamiento, que en un primer rra. De hecho no hay que olvidar que la in-
guerra, reconstruye el espíritu de una época
momento fue entendido como un levanta- vención de la fotografía crea nuevas figuras
y de un lugar. Reproduzco aquí los comen-
miento liberal, se convierte en guerra civil, profesionales relacionadas con el periodis-
tarios de Gabriele D’Autilia quien, adoptan- el del sujeto fotografiado. A partir de un
circunstancia que puso fin a esa visión evo- mo: el corresponsal de guerra y sobre todo
do la definición de “cultura” de Giuseppe acontecimiento de importancia fundamen-
cadora del Risorgimento. Por último, La el “fotorreporter”, aquel que capturando las
Galasso, considera la fotografía como tal para la historia de México, las fotografías
Tribuna Illustrata se limitó a enfatizar la imágenes de las que era espectador tenía
“fuente” para documentar de la revolución representan un “fragmen-
posibilidad de que, con la eventual entrada que ser “testigo fiel”.9 La primera guerra
to” (se podría decir una “mención”) de una
en guerra de Japón contra Estados Unidos, documentada con fotografías fue la de Cri-
…sea esa cultura que se expresa en la realidad sobre la que se va a constituir un
el levantamiento repercutiera a nivel políti- mea (1853-1855), pero habrá que esperar
mentalidad, en los comportamientos, proceso de macrosignificación o hipercon-
co también en la esfera inter nacional. hasta la guerra civil americana para ver fo-
en los símbolos, en las representacio- notación. Debido a este proceso, las fotos
Cabe recordar además que ésta no fue tos que reproducen escenas de batalla y no nes, en las costumbres, en los rituales, contribuyen a la creación, en el imaginario
la primera vez que la prensa italiana (sema- sólo retratos de los combatientes y paisajes es decir, en el patrimonio moral e inte-
nal y diaria) se ocupó de un conflicto lati- colectivo, del mundo occidental de estereo-
del lugar. Los reportajes sobre México publi- lectual de una comunidad y de sus for-
noamericano. Ya en 1898, en ocasión de la cados en las revistas italianas, al lado de fo- tipos que definen a la cultura y a la tipolo-
mas de expresarlo; sea la cultura mate-
guerra hispanoamericana librada entre Es- tos que ilustran episodios de la revolución, gía misma del mexicano: poncho y sombre-
rial, es decir, las manufacturas, la de-
tados Unidos y España por la independen- siguen proponiendo retratos de rebeldes (o coración, la for ma de vestir, los me- ro, que se han convertido en una especie de
cia de Cuba, dos de las revistas que nos ocu- grupos de rebeldes) y de personajes políti- dios de transporte y de comunicación, unifor me, la indolencia y la rebelión, rasgos
pan (L’Illustrazione Italiana y La Tribuna cos mexicanos y estadounidenses compro- etcétera.12 de carácter, y luego la siesta, el tequila y el
Illustrata della domenica) dedicaron un metidos en el conflicto, dando fe de cómo colorido de sus fiestas. Pero al mismo tiem-
amplio espacio a ese acontecimiento con el retrato fotográfico está muy lejos de caer Se trata de ir más allá de la fotografía po, qué es lo que representan las fotos y
artículos, fotos y sobre todo dibujos que re- en el olvido. Lo que más llama la atención como fuente para la investigación histórica, por qué lo representan de esa manera pue-
presentaban aquel momento de transición: de estos retratos es la solemnidad de los para considerarla más bien como indicador de ser, por reflejo, el índice de peculiaridad
de una utilización fundamentalmente estéti- personajes que posan y que borra cualquier de dos sistemas culturales: el del fotógrafo y propio de la historia y de la cultura italiana

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) 202 ( ) 203 (
Figura Nº 2. Un trágico episodio de
la revolución mexicana: el que el sombrero es un elemento típico de gar a una visión cultural en la que la foto
asesinato del presidente Madero y las prendas mexicanas, un “enor me cham- del revolucionario con el sombrero se con-
del general Suárez (dibujo de piñón”, como lo define el corresponsal vierte en un emblema de características ne-
E. Abbo), Tribuna Illustrata, 9-16 Barzini en uno de sus artículos. Ese mismo gativas atribuidas a toda una comunidad
de marzo de 1913. sombrero que imanta la mirada en la foto nacional.
y que muestra a los “jefes de la revolución La contribución que las fotos ofrecen a
grafía a partir de dos elementos que mexicana muertos a manos de las tropas la creación y difusión de estereotipos se in-
la componen: el studium y el punc- guber namentales y llevados al cementerio troduce en el debate sobre la objetividad de
tum.13 En una fotografía, afir ma para las ceremonias fúnebres por parte de la imagen fotográfica y sobre su utilización
Barthes, el studium es el interés cul- los insurrectos”.15 Y como el punctum tie- como documento histórico. En nuestro ca-
tural por lo que la foto representa, ne una fuerza de expansión que a menudo so, la propia utilización de la fotografía co-
sea si lo que se quiere es percibirla es metonímica, poco a poco la imagen re- mo for ma para facilitar infor mación a per-
como un objeto artístico, un cuadro petida del sombrero en las fotos de la revo- sonas refractarias a la lectura es indicativo
histórico o un testimonio político o lución per mite detectar el referente: a par- de cómo a través de la foto se difunde sólo
social. Es decir, el studium es la “zo- tir del sombrero se deduce que la fotogra- una interpretación de un dato de la reali-
na de contacto”, ese campo donde fía está ambientada en México, estable- dad, en la que una función importante la
entran en juego distintos espacios ciéndose así la conexión entre punctum y desempeña el epígrafe porque, utilizando
culturales: el del fotógrafo, el del su- studium. las palabras de Susan Sontag, “también un
jeto fotografiado y el del observador Pero todo ello aún no es suficiente pa- epígrafe per fectamente exacto es sólo una
de la fotografía (el “Spectator”, en el ra la estereotipización negativa del me-
lenguaje de Barthes), que en él reco- xicano: a ella contribuye el epígrafe que
noce unos deter minados elementos relaciona el punctum de la imagen con
históricos, sociales y culturales a par- el acontecimiento representado: en el
tir de su propio saber personal esta- epígrafe de una foto publicada por La
bleciendo así una sintonía con los in- Domenica del Corriere en el número
que complementa el intento documentativo. tentos del fotógrafo. El punctum, en cam- del 19-26 de julio de 1914, cuyo punc-
Ejemplo de ello son las fotografías de com- bio, es lo que en una foto se queda clavado tum es una vez más el sombrero, se lee
bates entre tropas regulares y rebeldes, que en la mirada de for ma inconsciente. Esto no lo siguiente: “Una pintoresca visión de
para el imaginario colectivo italiano evocan significa que el punctum no puede tener un los turbios mexicanos: el general Ca-
el tema del Risorgimento (Figs. Nº 2 y 3) o valor cultural: lo que se clava en la mirada rranza enardeciendo a una muchedum-
aquellas fotos que presentando a los revolu- puede ser precisamente un detalle que ofre- bre de ciudadanos y de soldados” (Fig.
cionarios muertos recuerdan las fotos de los ce un infra-saber, una unión entre punctum Nº 4). Las palabras “pintoresca” y “tur-
salteadores de caminos del centro-sur italia- y studium, algo más que se vuelca en el bios” resultan decisivas para orientar a
no tomadas después de ser fusilados, o tam- imaginario individual (y cada vez más colec- la opinión pública hacia una negativiza-
bién la ilustración en la que al presidente tivo) de quien observa. ción estereotipada de los revoluciona-
Madero, nada más ser asesinado, se le ve Volviendo al tema de la revolución me- rios y de los mexicanos en general. Es
de pie en la carroza, en una posición que xicana, vamos a tomar el ejemplo de la fo- decir, punctum y epígrafe juntos dan lu-
rescata de la memoria italiana la muerte de to en la que, como reza el epígrafe, “El ge-
Humberto I. neral Carranza enardece a las tropas y a
El proceso de creación de estereotipos a los habitantes en San Itillo”.14 La noticia
Figura Nº 3. Una feroz batalla
partir de fotografías puede ser llevado a la que ofrece el epígrafe de alguna manera es
entre rebeldes y tropas regulares en la
luz mediante un análisis semiológico de las eclipsada por el enor me despliegue de
frontera de México (dibujo de E.
mismas. En el ensayo La cámara lúcida, sombreros, que constituyen el punctum y Abbo), Tribuna Illustrata, 11-26 de
Roland Barthes trata el estudio de la foto- al mismo tiempo infor man al Spectator de marzo de 1911.

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) 204 ( ) 205 (
Figura Nº 4. Una visión pintoresca de mejicanos torvos: el general Carranza pues la foto –valga la reiteración– es un través de la confronta-
arenga a una multitud de ciudadanos y soldados, Domenica del Corriere, fragmento de la cultura de una deter mina- ción sus muchas signifi-
19-26 de julio de 1914 (Foto Lamp). da época. Entonces, despejado el campo caciones pueden sacar a
del concepto de la foto como mera repre- la luz nuevas lecturas de
sentación de la realidad, también la imagen un deter minado acontecimiento y ofrecer
fotográfica debe saber dialogar con todas más pistas de análisis a la investigación his-
las fuentes al servicio del historiador: sólo a tórica.

Notas

1
Gabriel García Márquez, “La soledad de Améri- en un amplio archivo fotográfico que se iba cons-
ca Latina”, citado de El País, 9 de diciembre de tituyendo en su despacho milanés. A pesar de
1982. ello, Beltrame podía realizar ilustraciones de esti-
2
lo estrictamente documental pero dotado de fer-
Walter Lippmann, L’opinione pubblica, Milán, viente fantasía, sin olvidar nunca el buen gusto y
Edizioni di Comunità, 1963, p. 85. el equilibrio incluso en las ilustraciones de hechos
3
Para este tema cfr. David J. Weber, Myth and trágicos.
the History of the Hispanic Southwest, Univer- 9
Entre los fotoperiodistas famosos de la revolu-
sity of New Mexico Press, 1988. ción mexicana cabe señalar a John Reed, quien
4
Susan Sontag, Sulla fotografia. Realtà e im- (como recuerda en su libro Insurgent Mexico) to-
mó una serie de instantáneas al séquito de la ar-
magine nella nostra società, Turín, Einaudi,
mada de Pancho Villa. Hubo también quien fue
1978, p. 131.
transfor mado de fotógrafo de sociedad a reporte-
posible interpretación”.16 En definitiva, tórica el escenario del campo de batalla, las 5
No hay revistas ilustradas de Sonzogno porque ro de guerra: valga para todos el caso de Jack Iri-
más que un mapa de los acontecimientos, fotos facilitarían una infor mación que si no el editor, tras haber lanzado en la década de los son que mientras cubría los partidos de béisbol de
llega a ser engañosa, es cuanto menos par- 60 un número deter minado (entre éstas cabe re- repente recibió la orden de su agencia de viajar a
la publicación constante de fotos sobre la
cordar Il tesoro delle famiglie, que alcanzó una México. Entre los fotorreporteros de la revolu-
revolución, en los periódicos italianos, pa- cial. De hecho las representaciones de ca-
tirada de 75 mil ejemplares), desplaza sus intere- ción mexicana no hay que olvidar a Agustín Víc-
rece revelar un horizonte prejuicial ligado sas señoriales y monumentos de Ciudad de ses editoriales hacia el campo de la música. tor Casasola, cuyo archivo fotográfico está guar-
al hecho de que, según se lee en las breves México destruidas por los rebeldes despla- dado en el Instituto Nacional de Antropología e
6
Entre finales del siglo XIX y comienzos del XX Historia de Ciudad de México. Para los corres-
crónicas que a veces acompañan a las fo- zan el eje del levantamiento hacia un fren-
la prensa italiana sale de su tradicional aislamien- ponsales de guerra cfr. Glauco Licata, Storia e
tos, en Hispanoamérica los levantamientos te urbano, señal de que la que fuera consi- to. Para citar un ejemplo el Corriere della Sera linguaggio dei corrispondenti di guerra. Dall’e-
están al orden del día y ser “revoltoso” es derada como la primera revolución campe- empieza a publicar noticias procedentes del Ti- poca napoleonica al Vietnam, Milán, 1972.
casi una profesión.17 sina (una definición que hay que tomar con mes, del Daily Telegraph, del Daily Chronicle y
10
del Matin, dando vida a las primeras for mas de Luigi Barzini, “«Soldados» y «soldaderas»”, Co-
A la representación de retratos de ge- las debidas reservas), para los periodistas
conexión editorial con la prensa europea más im- rriere della Sera, 13 de marzo de 1914 (más tar-
nerales y revolucionarios repetida hasta la italianos tiene lugar preferentemente en la de en Sul mare dei Caraibi, Milán, Treves,
portante.
saciedad, falta después la colocación geo- ciudad. También en este caso lo que se im- 1923, pp. 266-267).
7
gráfica exacta así como la exacta datación pone es un espíritu del Risorgimento o Cfr. Nicola Bottiglieri, “La imagen de la revolu- 11
ción mexicana en la prensa italiana de 1910”, S. Sontag, Sulla fotografia, p. 69.
de la imagen del contexto, dos elementos cuanto menos ligado a los mecanismos de
Amerique Latine/Europe. Contacts/Echanges- 12
Gabriele D’Autilia, L’indizio e la prova. La
considerados como fundamentales para la las guerras de independencia, donde la
/Lectures. Actes du Premier Colloque Internatio- storia nella fotografia, Milán, La Nuova Italia,
correcta utilización de la foto como docu- conquista de la ciudad representa la toma nal du CRECIF, 3-5 de febrero de 1984. Número 2001. Para la definición de cultura de Giuseppe
mento histórico. Y en caso de que exista, el del poder político. Todo es confir mación especial de Palinure, 1985-1986, pp. 97-105. Galasso véase Nient’altro che storia. Saggi di
contexto lleva a una interpretación engaño- del hecho de que cualquier foto encierra 8 teoria e di metodologia della storia, Bolonia, Il
Es el caso de las portadas de La Domenica del
sa del fenómeno revolucionario mexicano. una serie de infor maciones redundantes Mulino, 2000, p. 75.
Corriere dibujadas por Achille Beltrame, quien
Dicho en otras palabras, si quisiéramos lo- que el historiador deberá tener en cuenta, sin salir nunca de Milán realizaba sus dibujos ba- 13
Roland Barthes, La cámara lúcida. Nota sobre
calizar como pista para la investigación his- si es que desea utilizarlas como fuente, sándose en las descripciones de los cronistas y la fotografía, Barcelona, Paidós, 1989.

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) 206 ( ) 207 (
Educación
14 16
L’Illustrazione Italiana, Nº 30, 26 de julio de S. Sontag, Sulla fotografia, p. 95.
1914. 17
Cfr. por ejemplo La Domenica del Corriere,
15
La Domenica del Corriere, Nº 6, 5-12 de fe- 2-9 de marzo de 1913.
brero de 1914.

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) 208 (
Complejidades de una educación
“a la americana”: liberalismo, neoliberalismo y
modelos socioeducativos*
Adriana Puiggrós, Rafael Gagliano, Myriam Southwell**

penoso trabajo de discernir, de escoger

E
n los años de formación del pensa-
miento de Domingo F. Sarmiento es- por decirlo así, los principios que de-
tuvo presente la figura de un puritano bían formar su educación, se adquiere
de ley del siglo XVIII norteamericano: Ben- una especie de independencia, de insu-
bordinación, que hace que no respete-
jamín Franklin. En carta a Juan B. Alberdi,
mos mucho lo que la preocupación y el
fechada en San Juan, Argentina, el 6 de ju-
tiempo han sancionado...
lio de 1838, Sarmiento imagina la vida de
Franklin, suponiendo al mismo tiempo la
Es posible pensar que Sar miento ingre-
propia, en clave del imperativo: “ ...robar al
sa al mundo del pensamiento jurídico, peda-
cielo el rayo y a los tiranos el cetro”.1
gógico y científico norteamericano, en sus
En la incompletud de su propia forma-
dos largas per manencias en el país del nor-
ción académica –que Sarmiento siempre la-
te, con el fondo de la lectura preferencial de
menta–, tal vez resignificada como recurso
la Autobiografía de Benjamín Franklin. Le
retórico, está su misma fortaleza y originali-
dice al presidente Andrew Jackson cuando
dad. Le confiesa a Alberdi en la citada carta:
es recibido como diplomático argentino el 9
de noviembre de 1865:
En cuanto a la gloriosa tarea que se
proponen los jóvenes de ese país y que
A los nombres de Washington,
Ud. me indica, de dar una marcha pe-
Franklin y Lincoln se agrega hoy el de
culiar y nacional a nuestra literatura, lo
Horace Mann, tanto en la veneración
creo indispensable, necesario y posi-
de nuestros pueblos como en el pro-
ble. [...] Cuando como yo, no ha
pósito de aprovechar las lecciones que
podido un joven recibir una
han dejado a la humanidad.
educación regular y sistema-
tizada, cuando no se han be-
bido ciertas doctrinas a que Para alguien nacido en la periferia de un
uno se adhiere por creerlas mundo impregnado por los valores del Anti-
incontestables, cuando se ha guo Régimen, como Sarmiento, con su co-
tenido desde muy temprano el nocimiento de otros horizontes culturales,

* Este artículo contó con la inestimable ayuda de Aldo Lo Russo. El trabajo de la doctora Myriam
Southwell para este artículo se ha hecho gracias al apoyo de la Fundación Antorchas.
** Integrantes del programa de investigación Alternativas Pedagógicas y Prospectiva para la
Educación en América Latina (APPEAL ) con sede en la UBA bajo la dirección de Adriana Puiggrós.
Adriana Puiggrós y Rafael Gagliano son docentes de la cátedra de Historia de la Educación Argentina
y Latinoamericana de la UBA; Myriam Southwell es docente de la cátedra de Historia de la Educación
Argentina y Latinoamericana de la UNLP.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 211-227
entran a colisionar dos tipos de tradiciones. raba la vida devota de “prácticas ab- gar a for mar me como él, y hacer me torias. Lo hizo para calmar a Juan Manuel
Desde la tradición cristiana, el pobre es el surdas, cruentas y supersticiosas”, re- un lugar en las letras y en la política de Rosas, que se quejaba de las actividades
símbolo de Cristo y la salvación se asimila sistentes hasta entonces a la “sana ra- americana.3 contestatarias del exiliado Sar miento, y pa-
con la pobreza; ésa es la tradición evangéli- zón”, Castro barría también con las ra buscar, simultáneamente, nuevas pers-
creencias supersticiosas “perseguidas Leyendo a Franklin, Sar miento viajó
ca en la cultura católica. En cambio, en el pectivas para las políticas públicas chilenas.
por el ridículo y la explicación pa- imaginariamente por el liberalismo nortea-
mundo anglosajón, con la emergencia del li- Es probable que cuando Sar miento em-
ciente, científica, hecha desde la cá-
beralismo económico, la pobreza entendida mericano, en clave heroica, como prototipo prendió el viaje ya tuviera algunos concep-
tedra, de los fenómenos naturales
como fracaso económico remite a la falta del hombre científico, refor mador político e tos sobre las for maciones políticas y políti-
que daban lugar a aquellos errores”.
constitutiva del sujeto, esto es, al pecado. Su acción se extendió aun a otras esfe-
inventor de ideas. Franklin fue un típico hi- co-educativas europeas pero, sobre todo,
Por lo tanto, la inversión puritana-liberal es ras: acaso con el Emilio escondido ba- jo de la educación puritana. Defensor de la había depositado su entusiasmo y admira-
la siguiente: la pobreza es pecado; la riqueza jo la sotana, enseñaba a las madres la prensa escrita, él mismo imprentero, parti- ción en las propuestas norteamericanas.
o el éxito económico está signado por la gra- manera de criar a los niños, las prácti- cipó en la creación de clubes y bibliotecas; Hombre de posiciones deter minadas, Sar-
cia (según el diccionario: dar gratuito de Dios cas que eran nocivas para la salud, la creó un hospital y una compañía de seguros miento rechazó la educación francesa, ale-
manera de cuidar a los enfermos, las contra incen-
que eleva sobrenaturalmente la criatura ra- mana, inglesa, y rescató solamente algunos
preocupaciones que debían guardar las dios; participó
cional en orden a la bienaventuranza eterna). elementos de la refor ma prusiana, por cier-
embarazadas. Los milagros de este en las activida-
No obstante, la complejidad de ambos uni- santo eran los de la ciencia: cuando en to la que más se asemejaba a los cambios
versos culturales tiene matices que inquietan des de la maso-
una escena que evoca las resurreccio- que se estaban empezando a producir en
al joven Sarmiento. Esto se expresa en la nería, de la que
nes referidas al Evangelio, ordenó le- Estados Unidos. Estando en Londres, Sar-
perplejidad que demuestra respecto al inte- vantarse a un magnate cuyos solemnes
llegó a ser uno
miento leyó el Seventh Annual Report del
rrogante sobre la educación, los saberes y los funerales estaba oficiando, fue porque de sus principa-
secretario del Board of Education of Massa-
valores que constituyeron la identidad de su confiaba en la certeza de las conclusio- les dignatarios.
chusetts, Horace Mann. Se decidió a en-
madre, una mujer humilde, nacida en la pro- nes que “sus conocimientos en el arte Hasta 1772 creyó fir memente en las posi-
contrar a Mann en Boston. Básicamente vi-
vincia de San Juan, que está junto a la cordi- de curar” le sugirieron al examinar el bilidades de desarrollo de una América libre
sitó las ciudades, que eran el asiento físico y
rostro del supuesto cadáver.2 en el seno del Imperio británico; pero a par-
llera de los Andes, en la frontera con Chile. simbólico de las ideas liberales que lo habían
El historiador ar gentino Tulio Halperín tir de ese momento comprendió que no po-
orientado al escribir su obra máxima, Fa-
En Recuerdos de provincia (especial- día ser a la vez súbdito leal del rey de Gran
Donghi da cuenta del fenómeno en su análi- cundo, en la cual atacaba duramente la he-
mente en el capítulo “Mi educación”) Sar- Bretaña y buen ciudadano norteamericano.
sis del libro autobiográfico de Sarmiento Re- rencia hispana y el atraso del sistema políti-
miento se ve a sí Fue elegido diputado por el primer congre-
cuerdos de provincia: co de su país. Buscando ejemplos de expe-
mismo como un so norteamericano y redactó con Jefferson
joven tendero de riencias políticas progresistas Sar miento vi-
Quería averiguar Sarmiento “quién y John Adams el manifiesto de la Declara-
San Juan leyen- sitó Nueva York, Albany, Montreal, Que-
había educado a su madre”, y la res- ción de Independencia de 1776.
do la autobio- bec, Boston, Baltimore, Washington, Pitts-
puesta a esa pregunta la iba a encon- La suerte y la persistencia hicieron que
grafía de Fran- burg, Nueva Orleans, entre otras ciudades.
trar en “la historia de un hombre de Sar miento llegara a tomar contacto con el
Dios”, don José Castro, clérigo sanjua- klin. Obra y au- Las primeras impresiones de ese otro mun-
medio cultural y pedagógico de los herede-
nino y autor de una “reforma religiosa tor imprimen so- do calaron hondo en el viajero, establecien-
ros de Franklin. Durante el gobier no con-
intentada en una provincia oscura, y bre el adolescen- do el sistema de diferencias que incorpora
servador de Juan Manuel de Rosas en la Ar-
donde aun se conserva en muchas al- te un paradigma de conducta en un mundo la radicalidad de la experiencia de lo nuevo:
gentina, los liberales fueron perseguidos y
mas privilegiadas”. Esa reforma no fue regido por las distinciones dicotómicas po-
muchos tuvieron que exiliarse. Sar miento
tan sólo religiosa: este “santo ascéti- breza/riqueza discutidas en sede teológica y Los Estados Unidos son una cosa
se radicó en Chile. En 1845 Manuel Montt,
co”, adornado de “la piedad de un mundana. sin modelo anterior, una especie de dis-
cristiano de los más bellos tiempos”
ministro de la segunda presidencia del chile-
parate que choca a la primera vista, y
era a su vez un filósofo, el tenor de cu- Yo me sentía Franklin; ¿y por qué no Manuel Bulnes, envió a su amigo Sar- frustra la expectación pugnando contra
yas pláticas hace sospechar a Sarmien- no? Era yo pobrísimo como él, estu- miento a un viaje de estudios por Europa y las ideas recibidas, y no obstante este
to que conocía “su siglo XVIII, su dioso como él, y dándome maña y si- Estados Unidos con el objeto de estudiar los disparate inconcebible es grande y no-
Rousseau, su Feijoo”. Mientras depu- guiendo sus huellas, podía un día lle- sistemas educativos y las políticas inmigra- ble, sublime a veces, regular siempre...

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) 212 ( ) 213 (
No es aquel cuerpo social un ser defor- ticas públicas para los nuevos Estados lati- elemento original en todo despotismo está era antes poseído por otros. Pero la
me, monstruo de las especies conoci- noamericanos. en el monopolio de la inteligencia y se ase- educación crea o desarrolla nuevos te-
das, sino como un animal nuevo produ- Sarmiento estaba comprometido con el gura para el sector de los ricos y de los go- soros, tesoros que no habían sido al-
cido por la creación política, extraño proyecto ilustrado de la educación popular, ber nantes todas las ventajas que la educa- canzados o deseados por nadie.8
como aquellos megaterios cuyos hue-
esto es, con la construcción republicana me- ción proporciona. Ahora bien; si la existen-
sos se presentan aun sobre la superficie En esos años se habían fundado el Club
diante la educación del conjunto de la ciuda- cia de un gobier no libre se basa en la volun-
de la tierra. De manera que para apren-
danía, ya que no del pueblo. Su obra escrita tad del pueblo, síguese de ahí que el mono- Trascendental y el Consejo de Educación de
der a contemplarlo, es preciso antes
y su actividad pública no tomaron a la perso- polio denunciado debe ser abolido y que to- Massachusetts.9 Una ola progresista reco-
educar el juicio propio, disimulando sus
aparentes faltas orgánicas, a fin de nalidad individual como factor formativo de das las clases sociales deben gozar de igua- rría ese Estado. Allí se estaba produciendo
apreciarlo en su propia índole.4 la educación publica, sino que ésta se vincu- les oportunidades para alcanzar iguales co- el mayor proceso de urbanización del país,
laba con la construcción de un colectivo alfa- nocimientos”.7 Es el mismo Mann, como con la sola excepción de Rhode Island, y
Sar miento llamaba a Boston (la meca betizado incluido en las instituciones republi- hombre de su tiempo, quien toma el desafío cambios socioculturales que posibilitaron la
de su viaje por Estados Unidos, residencia de canas y el progreso nacional. Si bien Sar- de responder a la universalización de los co- presentación de ideas como las de Horace
Horace Mann y centro de la cultura y la miento conoció personalmente a Emerson nocimientos humanos como la nueva fuen- Mann y la experimentación de un modelo
educación norteamericanas) “la ciudad puri- en Concord, no trabó amistad con él y sólo te de riqueza disponible para todos e inago- educativo progresista. Según un autor:
tana, la Menfis de la civilización”. Esa ciu- lo vio como figura emblemática de la nueva table por su uso. Mann incorpora en el ima-
dad, que visitó entre república.6 Elementos pioneros de ese pri- ginario republicano, burgués y liberal al Horace Mann aparece en la escena
septiembre y octu- mer liberalismo igualador norteamericano conjunto de los sujetos sociales, convocados en este interesante momento de enla-
bre de 1847, sim- perduran en múltiples enunciados del discur- por la impalpable fuerza del conocimiento: ce, cuando el nuevo material y las con-
so sarmientino. diciones sociales permiten dar a la edu-
bolizaba para él
cación elemental una forma nueva, y fi-
el ideal de la edu- La principal idea explorada en las
gurará siempre en la historia como el
cación pública y creencias de algunos reformadores po-
representante de la escuela urbana.10
del gobier no re- Viajes y luces: mirar el Río de líticos, o revolucionarios, es que alguna
presentativo.5 Las figuras del momento la Plata desde Boston gente es pobre porque otra es rica. Es-
ta idea supone una cantidad fija de ri- Sar miento pasó dos días junto a Horace
eran Henry David Thoreau (1817-1862) y
queza en la comunidad, que, por frau- y Mary Mann, quien oficiaba de traductora
Ralph Waldo Emerson (1803-1882), filóso- Cuando Sar miento llegó por primera
de o fuerza (o ley arbitraria) es desigual- pues ni Sar miento sabía inglés ni Mann ha-
fo y creador del trascendentalismo. Para vez a Estados Unidos era 1847, transcurría
mente distribuida entre los hombres; y blaba español. Mann le facilitó también
ellos, el trabajo educativo crucial era el de la época de las luchas contra el abolicionis- el problema que requiere solución es gran cantidad de documentación, como in-
cada individualidad forjándose a sí misma mo, la no-resistencia, el transcendentalis- cómo transferir una porción de esa ri- for mes y cartas de docentes, y Sar miento se
en la construcción de un carácter singular, mo, los falansterios fourieristas y el renaci- queza desde aquellos que se supone entusiasmó porque comenzó a encontrar
sustantivo y democrático. Los “igualado- miento de la educación popular, todos mo- que tienen mucho más, hacia aquellos
respuestas a preguntas que habían quedado
res”, como a sí mismos se denominaban, vimientos que surgían del despertar del sen- acerca de quienes se siente y se sabe
insatisfechas en su viaje a Europa. No se ha-
encar naban los valores prometeicos del pri- timiento moral que había estado relegado que tienen mucho menos. En este pun-
to, tanto sus teorías y sus expectativas bía sentido cómodo con la rigidez y vertica-
mer liberalismo, donde la autonomía moral durante el siglo anterior. Las luchas sociales
de reforma se detienen. Pero el poder lidad del sistema escolar francés: demasiado
alcanzada combatía las políticas de acumu- y obreras tenían dimensiones educativas
lación y enriquecimiento, asociadas al mie- beneficioso de la educación no estaría academicista y literario para la urgencia de
que se expresaban públicamente. Las rei-
do y la explotación humanas. Es de desta- vindicaciones proletarias exigían redistribuir culminado. [...] Ella tiene una función un país que necesitaba, según su idea, supe-
más alta. Más allá del poder de difundir rar la herencia feudal hispánico-árabe. Tam-
carse –ante el extremismo individualista del el conocimiento y hacerlo accesible al con-
el bienestar acumulado, ella tiene la
fundamentalismo de mercado de fines del junto de la sociedad.
prerrogativa de generar nuevo bienes-
siglo XX– que Sar miento descubrió que, La injusta discriminación entre la educa- tar. Es miles de veces más lucrativa que
desde estas posiciones radicalizadamente ción del rico y la del pobre habían sido ya, el fraude; y suma mil veces más a los
individualistas (aunque en el caso de los hacia 1830, motivo de creciente condena. recursos de una Nación que la más exi-
“igualadores” no intolerantes o amenazan- En ese año un comité de obreros de Filadel- tosa de las conquistas. Los bribones y
tes para otros), era imposible construir polí- fia lanzó un manifiesto en el que decía: “El bandidos pueden obtener sólo lo que

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) 214 ( ) 215 (
poco se contentó derivarían años después en la Guerra de Se- cepto de “lo público” leído en el contexto del plitud si se incluye su profundo pesimismo
con la educación ingle- cesión, leídos desde la distancia que tenía el pensamiento de los intelectuales y políticos respecto a las posibilidades de progreso de
sa. Solamente Prusia, que observador exter no, podían interpretarse de Massachusetts, y la reconstrucción que esa población. Para él, esa población cons-
por entonces poseía el sistema es- como episodios transitorios de una sociedad realiza para el territorio argentino. ¿Qué ele- tituía el fruto irreductible del proceso social,
colar más avanzado de Occidente, le cuyo ascenso era muy probable. Un alma mentos componen esa reconstrucción y có- híbrido y heterogéneo, de cuatrocientos
pareció una experiencia digna de ser consi- exaltada como la de Sar miento leía la pro- mo se ordenan? ¿Cuál es la razón por la cual años de historia americana. La biografía de
derada. En Estados Unidos, en cambio, Sar- babilidad como un hecho. Las voces de las Sarmiento escinde de la categoría “pueblo” sus primeras dos décadas está saturada de
miento se encandiló con lo que interpretó diferentes tradiciones que lo habitaban se a los indígenas, desprecia a los latinoameri- los sentidos y las presencias de un mundo
como un espíritu liberal emancipado de todo canalizaban con acento mayestático a la ho- canos, mientras Mann incluye al universo en que condenará como un todo, años más
pasado tradicionalista en materia de cultura, ra de santificar a Estados Unidos como tie- su idea? Los hombres polvorientos del oes- tarde. Toribia, una zamba16 criada en la fa-
capaz de vincular las ansias de participación rra promisoria y de redención humana: te, los obreros en huelga, la marginalidad en milia de Sar miento, acompañó el creci-
popular con la sistematización de la ense- las ciudades norteamericanas, las minorías miento y el aprendizaje de su hogar infantil.
ñanza. Algún elemento de la propuesta más País de Cucaña!, diría un francés. raciales, no fueron considerados compara- Ña Cleme era una india de avanzada edad
radicalizada de los Estados Unidos coincidió La ínsula Barataria!, apuntaría un es- bles con el gaucho de las pampas y el inmi- de la cual escuchó narraciones fantásticas y
con sus expectativas al leer el séptimo infor- pañol. Imbéciles! Son los Estados Uni- grante del sur de Europa. Sarmiento ubicó a míticas. Dos mulatos, Barrilito y Cabrera,
me de Horace Mann y no fue suficiente el dos, tal cual los ha for mado Dios, y ju- estos últimos en la misma serie con la pobla- fueron sus mejores compañeros de adoles-
equilibrado balance de las experiencias euro- rara que al crear este pedazo de mun- ción que conoció en Marruecos y Argelia. cencia. Esos “bárbaros” cercanos eran el
peas, que hace Mann en ese mismo infor- do, se sabía muy bien Él, que allá por otro inter no que desbordaba la razón ilus-
Consideró que correspondía conceptualizar-
me,11 para que Sarmiento las revalorizara. el siglo XIX, los desechos de su pobre
la y tratarla con procedimientos semejantes trada del letrado sanjuanino.
humanidad pisoteada en otras partes,
a los utilizados por los franceses en la colo- En pocos trabajos queda tan clara la de-
esclavizada o muriéndose de hambre a
nización de Argelia,14 en lugar de seguir la cepción sar mientina respecto de las poten-
fin de que huelguen los pocos, ven-
Mitificaciones de progreso, drían a reunirse aquí, desenvolverse idea de igualdad que sostenían las teorías de cialidades de sus compatriotas como en Pro-
¿quiénes pueden progresar? sin obstáculo, engrandecerse y vengar Franklin y Mann. El prejuicio occidental del vinciano en Buenos Aires. Porteño en las
con su ejemplo a la especie humana orientalismo de su época fue calcado por provincias, memoria que elaboró en 1852,
Sar miento no se vinculó con el modelo de tantos siglos de tutela leonina y de Sarmiento en el momento de las compara- respondiendo a la convocatoria de trabajos
de desarrollo estadounidense sumisamente, sufrimientos.13 ciones interculturales. realizada ese año por el Instituto Histórico
sino buscando claves que sirvieran a la solu- Sar miento reconocía sobre la sociedad de Francia.17 Distintas modalidades de colo-
ción de algunos deter minados problemas de El procedimiento selectivo de los temas norteamericana que: “La emancipación de nización marcaron caminos disidentes entre
su país que lo obsesionaban.12 Siguió rutas de su interés tuvo sus ventajas porque permi- las comunes, las discusiones religiosas, la el norte y el sur de América. Aquellas for-
que lo llevaron a construirse una idea del tió a Sarmiento penetrar en profundidad los importancia adquirida por los industriales y mas de asociación que en el norte abrían el
papel de la sociedad y del Estado en rela- avances progresistas en educación. Pero le comerciantes, y la aplicación de las artes a camino del progreso contrastaban con los
ción con el potencial progreso argentino. impidió meterse en el calor de los conflictos las ciencias naturales y la mecánica, con la aconteceres sureños, donde:
Ese ejercicio requirió negar una sociales que preocupaban a los pedagogos injerencia del pueblo y del gobier no, han
buena parte de la compleja situa- progresistas y comprender que el sujeto del hecho desaparecer las antiguas distancias ...un Continente desierto aún, pueblos
ción social estadounidense de la reformismo de Horace Mann era tan com- sociales, y constituido en el interior de las degenerados, y un caos en que la raza
época y leer los conflictos en cla- plejo como aquel que él mismo debía enfren- europea y las clases elevadas han teni-
naciones el pueblo, ar mado más o menos
do en algunas partes que ceder su
ve optimista. Verdaderamente, tar en su país natal. No vio, pues, al “pueblo directamente del derecho a la ciudadanía,
puesto a los indígenas, o a los negros
las protestas sociales vinculadas norteamericano” de Horace Mann sino sola- para influir en los negocios públicos” (men- que trajeron a su servicio. Ni gobier no,
con el desarrollo industrial y la mente las ideas educacionales de quien sería ciona Estados Unidos como el país donde ni moral, ni riqueza, ni población, ni
concentración creciente de la ri- desde entonces su mentor. Esta producción más avanzó esa for ma de asociación).15 industria, ni cultura. Hoy mismo está
queza, los conflictos derivados de metonímica de sentido tuvo en Sarmiento Pero en referencia a la población argen- casi por todas partes por coloni-
la expansión hacia el oeste y de consecuencias políticas en su propia tierra. tina pensaba distinto. El alcance de su cono- zarse el país. “Fiasco” más
la inmigración europea e incluso Un elemento que debe analizarse es el cida aversión a los indígenas, los gauchos y completo, descala-
los emergentes problemas que impacto que produjo en Sarmiento el con- los negros puede ser medido en toda su am- bro más ver-

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) 216 ( ) 217 (
gonzoso no experimentó nunca un sis- Pablo Pozzi afir ma que la visión de Sar- mismos sentimientos y pasiones, bue-
tema de ideas.18 miento sobre Estados Unidos es una visión nos o malos indistintamente allá y
desde la Argentina y para ella.21 Una de las aquí. Hay provincialismo en todas par-
Aprovechando la magnífica investiga- claves para desentrañar las razones por las moder no en la Guerra de Secesión, la tes, y espíritu local, y me per mitiré
ción sobre el carácter y el modo de organi- cuales Sar miento trastocó la imagen del su- prospectiva comparativa de Sar miento re- asegurarle que, según las reglas de la
zación social de la misma época que nos sultó correcta. lógica, es natural creer que lo haya
jeto pueblo estadounidense en la aplica-
aquí más desenvuelto, más arraigado y
proporcionan la literatura y las películas del ción a la Argentina del modelo de Mann es local que no en las provincias. [...] El
género western, podría iniciarse una curio- la posición del sujeto Sarmiento en la Ar- provincialismo no nace de propio con-
sa investigación comparativa entre aquellos gentina: el sociólogo “provinciano en Bue- Similitudes y diferencias
tentamiento, sino de la pequeñez del
aventureros y el sudamericano que, según nos Aires y porteño en las provincias” es- político-educativas teatro y de su atraso mismo.22
creía Sar miento, “había perdido casi todas taba cruzado por la imposibilidad de cierre
las artes de la vida civilizada”. La fuerza pro- de un concepto de nación basado en un Cabe preguntarse cuánto contribuyó a Llegar a Mann desde Franklin le per mi-
gresista de la colonización del oeste nortea- verdadero federalismo. En el territorio que ese resultado la política centralizadora de la tió a Sar miento comprender el hecho edu-
mericano es, efectivamente, un rasgo con- constituye la República Argentina, el poder clase cuyos intereses e ideas el propio Sar - cativo moder no como un campo de experi-
trastante con el conservadurismo que Sar- se había concentrado en el puerto de Bue- miento representó durante sus gestiones mentación pública: leyó el sistema educati-
miento señala, con razón, en la estructura nos Aires, desde la creación del virreinato guber namentales, es decir, la oligarquía li- vo norteamericano como un inmenso labo-
económico-social argentina. Pero la idea de del Río de la Plata, en 1776. Las econo- beral que no fue la cuna de Sar miento sino ratorio social donde se ensayaban a gran es-
la inferioridad racial sumada a la inferiori- mías y el desarrollo cultural regionales, en su clase de adopción. En el caso específico cala métodos y verdades nuevas. Mann si-
dad cultural, que Sar miento adjudica como su mayoría atrasadas, quedaron subordina- de la educación, fue durante su presidencia túa con claridad las coordenadas sociales,
un rasgo ya indisoluble a la población lati- dos hasta la actualidad a ese centralismo, que se consolidó un sistema escolar irradia- políticas y económicas en las que se inscri-
noamericana, liga aquella observación a un siendo la autonomía de las jurisdicciones un do por todo el país, pero dirigido y contro- be el proceso educativo:
razonamiento evolucionista-racista que anu- problema aún pendiente. En la época de lado desde la Capital, a diferencia del siste-
laría toda posibilidad de transfor mación del Sar miento la sociedad porteña brillaba co- ma educativo estadounidense, que pudo La educación, entonces, más allá
sujeto popular. piando las modas europeas, en tanto su na- ser realmente federal porque tuvo la opor- del aparato de origen humano, es el
El origen de aquellas diferencias era, se- tiva provincia de San Juan seguía sumergi- tunidad de apoyarse en economías regio- gran nivelador de las condiciones de los
gún Sarmiento, la posición adjudicada por la da en el atraso rural. nales e instituciones políticas estaduales hombres –el balance–, el timón de la
Corona española y el Papa a los indígenas, maquinaria social. [...] Quiero decir que
Difícil sería encontrar en la misma épo- (provinciales) fuertes, a la vez que en todas
le da a cada hombre la independencia
cuando “un tribunal de conciencia en Espa- ca un nativo de Boston que se sintiera tan sus latitudes, recibió la misión de for mar en
y los medios con los cuales pueda resis-
ña decidió que [los indios] no eran hombres, provinciano en Nueva York, e incluso un cada Estado sus propios trabajadores y ciu- tir el excesivo egoísmo de otros hom-
y la conquista obró en consecuencia”19 (refe- hombre proveniente de las nacientes ciu- dadanos. bres. Es mejor desactivar al pobre de su
rencia a una de las posiciones exhibidas en dades del oeste, aunque asombrado ante la Una de las virtudes del sistema educati- hostilidad hacia el rico; [...] la educa-
la “Polémica sobre los justos títulos”, desa- urbanización de la zona atlántica, se consi- vo norteamericano fue la construcción de ción previene la venganza y la locura.
rrollada en el clima del Concilio de Trento): deraba ante todo un ciudadano de Estados una identidad nacional, sin que los ciudada- Por otro lado, lo que es compartido
de esa manera los habría fijado para siempre Unidos. La excepción eran los negros, es- nos y las instituciones quedaran “colgados” por un miembro de una clase o casta es
en el estado salvaje. En cambio, en las colo- pecialmente en el sur. Por otro lado, los in- de for mas centralizadas de gobier no. Sar- el instinto común de los corazones no
nias sajonas las ideas liberales habrían posi- dígenas estaban siendo arrollados en aquel enteramente sumergidos en egoísmo
miento negaba también las razones estruc-
bilitado que la fuerza de la raza europea ac- país. Los indígenas no constituían ya una de las personas o familias. Expandir la
turales del provincialismo argentino, a la
tuara evolutivamente. La “ley fatal de la civi- educación, engrandeciendo la cultura
fractura en la trama político-social de esa vez que elaboraba una definición superado- de las clases o castas, abrirá un área
lización” se había encargado de “aniquilar nación moder na; la esclavitud de los ne- ra. Decía: más grande sobre la cual los sentimien-
lentamente a las razas inferiores”.20 gros, en cambio, marcaba una peligrosa tos sociales se expandirán; y, si la edu-
herida, susceptible de producir una infec- Ya ve Ud. que no hay tales provin- cación debe ser universal y completa,
ción de imprevisibles consecuencias. Sar - cianos, como usted cree, pues todos ella hará más cosas para olvidar las fic-
miento negaba esta última situación. Pero, son destacamentos avanzados de este ticias distinciones en la sociedad.23
al haber resultado triunfador el proyecto gran cuerpo político, animado por los

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) 218 ( ) 219 (
En la perspectiva del unificador. Se mezclan en ella los hijos de cación de ese mismo pueblo que Poncel le social y de desarrollo económico de los pue-
liberalismo, Mann some- las distintas clases sociales, los hijos de los acusa de despreciar. Ha tenido, pues, con- blos. Ese hecho no elimina el racismo que
tió los problemas educa- distintos grupos provenientes de la inmigra- fianza en la “regeneración” de aquellos a los dejó en su herencia, y que podría verse lue-
tivos a la continua inte- ción europea que comenzó a llegar masiva- cuales la colonización hispánica había con- go en muchos de los compatriotas positivis-
rrogación del experimen- mente a la Argentina a fines del siglo XIX. denado, según su interpretación. Pero tam- tas, liberales y socialistas, que fueron sus
to. También la serie Fran- Esa imagen debe ser analizada con cuidado bién resalta su credulidad en el aporte peda- discípulos y seguidores y sobre todo, lamen-
klin-Mann-Sar miento puede entenderse co- pues constituye una de las diferencias más gógico de los inmigrantes europeos, aunque tablemente, en la trama cultural de la socie-
mo la educación concebida como corolario importantes entre el pensamiento del libera- provengan de las naciones más atrasadas. dad argentina. Pero no pueden compren-
del gobierno de sí mismo. En el gobier no lismo y el neoliberalismo pedagógicos, tan- En esa tarea –dice– “no he contado nunca derse las razones que, al mismo tiempo, tu-
de sí mismo se unifican y potencian las vir- to en su versión estadounidense como en su con los norteamericanos”, olvidando que fue vo Sar miento para construir una escuela
tudes éticas con el desarrollo productivo y versión argentina. Haremos una breve di- precisamente a los maestros estadouniden- universal, dirigida a todos los habitantes,
material, como lo había recuperado la lectu- gresión al respecto. ses cuya inmigración a nuestro país promo- destinada a un sujeto complejo, compuesto
ra inicial de Franklin: vió en la década de 1870 a quienes quiso por la infancia de todos los orígenes, indíge-
confiar la educación de los educadores. na, inmigrante, criolla, negra, blanca, todos
El mundo se transfor ma, y la mo- Racismo o emancipación La variación de opiniones de Sar miento en una misma aula con un mismo maestro,
ral también. No se escandalice usted. no debe, sin embargo, opacar que su argu- si agotamos el análisis categorizándolo co-
Como la aplicación del vapor a la loco- La polémica entre Sarmiento y Benja- mo racista. Repasando una y otra vez sus
mento central, como hábil polemista para
moción, como la electricidad a la mín Poncel, publicada en parte por el diario textos, la hipótesis que surge es la de un
vencer a Poncel, alude a un hecho funda-
transmisión de la palabra, los Estados conflicto, el de un hombre ator mentado por
La Crónica de Buenos Aires y en parte por mental: cuando el desaliento y el enojo em-
Unidos han perdido a todos los demás lograr el progreso de su país. En coinciden-
El Mercurio de Valparaíso, muestra las con- pujan el texto sar mientino hacia el abismo
pueblos en añadir un principio a la cia con Alberdi, el factor que consideraba
tradicciones en las cuales se debatía Sar- racista, surge el impulso de robarle al cielo
moral humana en relación con la de- fundamental para ello era la población,
mocracia. ¡Franklin! Todos los moralis-
miento. Poncel lo acusa de fatalista y de con- el rayo y con él producir la anhelada “rege-
denar por entero a la raza latina. Conscien- pues el capitalismo industrialista tenía como
tas antiguos y moder nos han seguido neración”. Dice Sar miento:
te del rechazo que producían las ideas racis- base el trabajo del hombre. Decía:
las huellas de una moral que, dando
por sentada, por fatal y necesaria la tas, Sarmiento opta por atacar a Poncel, Son vascos, son italianos, son es-
Pero aún hay otro elemento que,
existencia de una gran masa de sufri- acusándolo de no haber entendido el verda- pañoles, son franceses, y no nortea-
contrayéndonos a la República Argen-
mientos, de pobreza y de abyecciones, dero sentido de sus palabras. Funda su de- mericanos, los que regeneran estas so-
tina, es tan efectivo, y aun más que la
localizaba el sentimiento moral, dando fensa en negar lo que dijo, darle un sentido ciedades, con su industria, con sus
educación, y es la incorporación en la
por atenuaciones la limosna del rico y distinto, disimulando la desesperanza, ocul- simpatías por la sociedad moral y cul- ciudad de todos los arribantes que bus-
la resignación del pobre. Desde las tándola o combatiéndola con un enorme im- ta y su aversión invencible a la domi- can patria y propiedad, trayendo, en
castas inmóviles de indios y egipcios, pulso progresista. Aduce que no es a la raza nación de los restos impuros de la des- cambio, la aptitud industrial de que ca-
hasta la esclavatura y el proletariado sajona a la que atribuye el triunfo sino a la moralización de nuestros campos. Ya recemos.25
nor mal de la Europa, todos los siste- ve usted, pues, cómo los hechos abo-
organización social que han tomado sus so-
mas de moral han flaqueado por ahí. gan a mi manera de ver las cuestiones
ciedades. Aclara que nunca ha dicho que los La insistencia de Sar miento en colocar
Franklin ha sido el primero que ha di- americanas y cómo ellos me absuelven
sajones deberán poblar nuestras tierras, sino como sujeto privilegiado de la educación
cho: bienestar y virtud; sed virtuosos de ese fatalismo que me atribuye, que-
que espera la influencia de sus formas políti- riendo la sustitución de razas. Educar
popular a las “masas” tiene un sentido hu-
para que podáis adquirir; adquirid pa-
ra poder ser virtuosos. Todas las leyes cas, de su educación y de sus instituciones la masa de la población sudamericana, manístico y universalista que cho-
moder nas están basadas en este prin- sociales. Pero más allá del afán de Sarmien- es mi empresa; y mi deseo, que sea ca con el racismo. Podría decir-
cipio nuevo de moral. Abrir a la socie- to por negar esa caracterización de la pobla- confundida entre enor me masa de se que el racismo fue un reco-
dad en masa, de par en par, las puer- ción argentina que, aunque haya sido pro- nuevos arribantes que le den los me- do del pensamiento sar mien-
tas al bienestar y a la riqueza.24 ducto de su iracundia, repitió a lo largo de to- dios industriales que no ha heredado. tino sin salida político-peda-
da su obra, otro argumento es atendible en gógica. La educación básica
La escuela es imaginada como la única su defensa. Dice que ha consagrado una vi- Sar miento llama “raciales” a diferencias universal mediante una escuela
institución igualitaria, símbolo de un espíritu da entera a la reedificación mediante la edu- culturales y tecnológicas, de organización única, igual para todos, fue la

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) 220 ( ) 221 (
consigna democrática por excelencia, que democracia, y que tanto su- vania. En la actualidad, los más serios estu- ducir la moder nidad en el interior del país
guió el desarrollo de los sistemas escolariza- brayaba Horace Mann.26 dios sobre las novedosas escuelas charter y trayendo un conjunto de maestras estadou-
dos desde mediados del siglo XIX hasta el Los estadounidenses el sistema de vouchers escolares muestran nidenses y poniendo al protestante Geor ge
surgimiento del neoliberalismo, en las últi- que conoció Sar miento precisamente que producen segregación y Stearns a car go de la primera escuela nor -
mas décadas del siglo XX. La escuela única imaginaban el desarrollo en ocasiones se transfor man en escuelas de mal del país, que fundó en la ciudad de Pa-
fue adoptada tanto por las democracias libe- de las instituciones sociales pobres para pobres o en refugios de mino- raná en 1870. Mary Mann apoyó fervien-
rales como por los países socialistas y cons- íntimamente ligado y dependiente de la si- rías étnicas que son discriminadas en esta- temente esta obra de Sar miento en uno de
tituyó un factor de homogeneización funda- multánea expansión de las escuelas públi- blecimientos públicos.29 los escasos trabajos existentes sobre las
mental en los procesos de integración de cas. Sar miento señala, omitiendo las gue- maestras norteamericanas en la Ar gentina.
masas inmigrantes en América. rras de expansión y conquista de vastos te- Alice Houston Luiggi dice en relación al
Por el contrario, el neoliberalismo del si- rritorios de México, que en Estados Uni- Complejidades y desencuentros: político ar gentino:
glo XX, en particular su expresión funda- dos... religión, protestantismo y
mentalista de mercado, parece incluir de pedagogía en Sarmiento La señora Mann se desvive por
manera no muy explícita en la hipótesis de No hay guerra, no hay señores ni servirlo; ve en él, lo manifiesta, no a
la desigualdad de origen genético el carácter aristocracia; no hay pueblo en el senti- En el pensamiento de Horace Mann un hombre sino a una Nación y al
selectivo del sistema educacional que propi- do romano, hay la nación, con igual- educador que realiza, en el extremo
existía una fuerte ligazón entre progreso y
dad de derechos, con industria perso- austral del continente y venciendo
cia. Ése es el punto en el cual se convierte religión. El calvinismo estaba en la base de
nal para vivir, con máquinas auxiliares obstáculos incomparablemente mayo-
la propuesta neoliberal de fines del siglo XX su moral y sus principios pedagógicos. La li-
del trabajo, ferrocarriles, telégrafos, res, la obra de su esposo.30
en antagónica a la de Sar miento. Algunos bertad era una consecuencia de la necesi-
prensas, escuelas primarias, colegios,
políticos y economistas fundamentalistas de asilos, hospitales, penitenciarías, etc... dad de progresar como realización del de- Sar miento introdujo el nor malismo, pe-
mercado argentinos han manifestado últi- Desde que haya una escuela en una vi- ber de la humanidad de superar el atraso y ro no logró imprimirle el espíritu de vincula-
mamente su admiración por Sar miento, pe- lla, una prensa en la ciudad, un buque consolidar la comunidad. El progresismo ción con la vida práctica,
ro al mismo tiempo introdujeron la variable en el mar, y un hospital para enfer- protestante era una fuerza teórica y estraté- el trabajo y el ascetis-
genética en sus consideraciones sobre las mos, la democracia y la igualdad co- gicamente antagónica con el conservaduris- mo que portaba el
posibilidades de evolución cultural, científica menzarán a existir.27 mo católico. En sus for mulaciones ideológi- protestantismo. Pa-
y tecnológica de la población. Usan esas cas el liberalismo se apropiará del individua- ra entender esa
ideas como justificaciones de la conversión Para Mann, las escuelas destinadas ex- lismo puritano. En el terreno religioso los li- dificultad, debe
del sistema de educación pública, cuya or- clusivamente para pobres, establecidas por berales sostendrán que no pueden apoyarse analizarse a fondo
ganización condujo Sar miento, en un siste- la Constitución de Pensilvania de 1790, más que sobre ellos mismos y que sus éxi- la valla que significó
ma meritocrático, que proporcione educa- después de un largo siglo de decadencia de tos materiales y espirituales derivan de su el catolicismo hegemoniza-
ción diferenciada a distintos sectores, de la educación pública, no constituyen un mo- actuación y de la gracia de Dios. El indivi- do por sectores conservadores
acuerdo a dos variables: su “calidad” o delo adecuado. Mann las rechaza diciendo: dualismo, en su radicalidad ideológica, pul- en la estructuración de la trama dis-
“competencia” intelectual y veriza las necesidades políticas y sociales, y cursiva de la escuela argentina, así como de
su capacidad de demanda. Las escuelas eran despreciadas,
deter mina una readaptación de las institu- sus irradiaciones hacia el concepto de indi-
porque eran pobres y para los pobres,
El racismo sar mientino ciones y las finalidades colectivas en función viduo y de ciudadano.
y eran pobres porque eran desprecia-
fue un atajo cerrado, al de los individuos. Sobre este último punto una observa-
das. [...] La escuela pública americana
cual el sanjuanino lle- es acaso la más democrática de las ins- Cuando Sar miento intenta insertar en ción de Perry Anderson es útil para compa-
gaba pero huía, tan- tituciones de América, y no puede ha- la Ar gentina el modelo de or ganización es- rar el papel de la Iglesia Católica y del pro-
to en sus escritos ber distinciones entre los hombres.28 colar, de disciplina pedagógica y de filoso- testantismo al vincularse con el liberalismo
cuanto en su obra fía de la educación que había desarrollado del siglo XIX y con el neoliberalismo en
de gobier no, porque Mann consideraba que la ley de 1834 tomando la influencia de Mann, aunque tránsito del XX al XXI. Dice que los países
el segregacionismo se corregía esa equivocación al establecer la profundizando mayor mente aspectos prag- europeos católicos practicaron un neolibe-
oponía al carácter emancipador escuela pública gratuita, con la que cambia máticos, se encuentra con un enor me obs- ralismo más cauteloso y matizado que las
que debe tener la educación en una la historia educacional del estado de Pensil- táculo ideológico y cultural. Intentó intro- potencias anglosajonas, atendiendo a la

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) 222 ( ) 223 (
disciplina monetaria y las refor mas fiscales dad. Realmente tenían por delante un siglo se produjo como parte de las ron a embestir contra la es-
antes que profundizando el ajuste de los de capitalismo y hegemonía progresista, pa- políticas neoliberales del go- cuela pública. En la Ar gentina
gastos sociales o enfrentando a los sindica- ra la cual la extensión de la cultura era cen- bier no de Carlos S. Menem el neoliberalismo ataca a un sis-
tos. El hecho es que el calvinismo estuvo tral. El progreso de la escolaridad en Estados (1989-1999), con el objetivo de tema debilitado por la alta cen-
más vinculado ideológicamente al progreso Unidos se vinculaba fuertemente con el pro- reducir el servicio público de edu- tralización.
que a la democracia y consecuentemente greso del trabajo moderno industrial; ésa era cación. En el caso ar gentino se
hoy sirve más directamente para justificar la sustentación material del postulado refor- quebró la integridad del sistema
el crecimiento de las economías con alta mista de una escuela práctica. No fue así en pues la transferencia de estableci- Revisando el neoliberalismo
concentración de la riqueza que para con- el caso de Sarmiento, quien se adecuó al mientos fue hecha en momentos de desde un punto de vista
denar la injusticia social. En tanto la Iglesia progresismo estetizante de la oligarquía libe- pobreza y quiebre de las economías histórico. Algunas cuestiones
Católica, aunque sin abandonar otras posi- ral gobernante de la Argentina, contraria a regionales. En este sentido, es necesa- para futuros trabajos
ciones conservadoras, critica abiertamente todo cambio en la estructura de la propiedad rio distinguir entre el clásico concepto
el neoliberalismo y reclama la solución al y en la distribución de la riqueza, entregada de descentralización y la táctica de la Este artículo ha descripto algunas
problema de la deuda exter na. El ejemplo a la agroexportación. El liberalismo escolar transferencia; el concepto de descentra- características de la relación entre el libe-
que acabamos de dar es paradigmático so- argentino dio más importancia al control so- lización implica un proyecto global en el ralismo pedagógico argentino con su
bre el peso de las prácticas articulatorias en cial y la adaptación cultural de las grandes cual el funcionamiento descentralizado es contrapartida e influencia estadounidense,
la for mación de las posiciones políticas e masas de inmigrantes europeos que llegaron previsto dentro de condiciones que per mi- y ha hecho breves referencias a explorar
ideológicas. Las maestras estadounidenses al país desde fines del siglo XIX que a la pre- tan la óptima conservación de la institucio- algunas diferencias entre las políticas ema-
introdujeron rituales, un lenguaje pedagógi- paración para la vida práctica y el trabajo. nalidad y la integración de un sistema. La nadas del ideario liberal y la propuesta neo-
co y métodos de enseñanza que sólo par- Gran parte de esos inmigrantes eran campe- transferencia, en cambio, es una táctica liberal. El liberalismo sar mientino constituyó
cialmente fueron asimilados por una cultu- sinos, pero en su país de adopción no se les mucho más restringida que descentra res- el imaginario educacional que –con cam-
ra cuyas bases ideológicas y religiosas eran proporcionaron tierras y debieron aglutinar- ponsabilidades. El hecho es que hay desin- bios, refor mas y diversos debates– perduró
muy distintas. Además, la idea de progreso se en las grandes ciudades, constituyendo la tegración del sistema; esta desintegración durante casi cien años de historia. Pero des-
que ellas detentaban encontraba corres- base social de una débil industria nacional. puede no haber sido vislumbrada en las de 1989 la política educacional en la Ar-
pondencia en una realidad económico-so- Temiendo sus acciones de protesta y su in- primeras etapas de la implementación del gentina pasó a estar mayor mente subordi-
cial como la estadounidense, pero enor mes fluencia sobre la sociedad, la oligarquía puso programa neoliberal, pero sí es ya hoy un nada a los principios orientadores de los or-
trabas en un país agroexportador con una un gran esfuerzo en desarrollar un sistema elemento que compone el proyecto educa- ganismos inter nacionales de crédito y la in-
concentración oligárquica de la riqueza co- de educación pública que los contuviera y tivo neoliberal actual. Uno de los elemen- troducción del pensamiento neoliberal. Esta
mo ya era la Argentina. tranquilizara. Ese sistema fue centralizado tos resultantes de ello es la desintegración cuestión es importante en el contexto de es-
en el lugar de concentración del poder, es del sujeto educando-educador, de ese suje- te trabajo para analizar los debates que se
decir en Buenos Aires, la capital de la re- to escindido desde tiempo antes, con el han ido produciendo a partir de la aplica-
Centralización del poder o... pública. trabajo y con la ciudadanía, como su osci- ción de la Ley Federal de Educación y de la
¿transferencia de poder? Esa centralización se acentuó al lante apoyo a dictaduras y democracias lo refor ma educacional que la acompañó. Sin
correr del siglo XX por efecto del testifica. En comparación con el tipo de embargo, nuestro punto de mira acerca de
La fuerte vinculación que estable- quiebre de las economías regionales descentralización que se hizo en la Ar gen- la refor ma se basó en restablecer algunas
cía Mann31 entre centralización de las y la incapacidad de las provincias de tina, en el mundo anglosajón, gobier nos coordenadas históricas para revisarla a la
autoridades en la conducción de las sostener sus propios sistemas esco- conservadores como los de Mar garet That- luz de los principios predominantes en el
escuelas y resultados positivos o éxi- lares, pero también como conse- cher y Ronald Reagan debieron sostener la momento educativo fundacional para anali-
to educativo tuvo mucha importan- cuencia de la inercia burocrática integridad de sus sistemas escolares con zar el momento de refor ma estructural.
cia para Sarmiento. Ambos hom- del sistema centralizado. La des- mayores o menores políticas descentraliza- El liberalismo pedagógico de fines del si-
bres tenían en la mira la construc- centralización fue un objetivo doras o sorpresivamente centralizadoras, glo XIX abrevó en diferentes fuentes, inclui-
ción de un Estado y de sus insti- sostenido por los sectores de- como en el caso inglés. En Estados Unidos do Horace Mann y sus esfuerzos reformis-
tuciones como una contribución mocráticos y las provincias. Pe- la federalización del sistema estaba muy tas. Las ideas educacionales de Sarmiento
al progreso general de la socie- ro una descentralización recién asentada cuando los neoliberales comenza- estuvieron basadas en los principios de la de-

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) 224 ( ) 225 (
mocracia liberal y en una “maquinaria de y un abroquelamiento en la defensa del ca- nal”, De Sur a Norte. Perspectivas sudamerica- dical Democratic Imaginary, Londres, Routled-
progreso” representada por el Estado. La non clásico. En ese escenario, la administra- nas sobre Estados Unidos, vol. 1, Nº 0, septiem- ge, 1998, p. 87.
bre de 1995.
negación del sujeto social al que iba destina- ción Menem adoptó los ejes de la agenda 27
D.F. Sar miento, Viajes..., pp. 191-192.
13
do el proyecto educacional incluido en “edu- educacional formulada por los organismos D.F. Sar miento, Viajes..., p. 38. 28
B.A. Hinsdale, Horace Mann and the
cación popular” lo situaba en una posición internacionales de crédito para Latinoaméri- 14
Ibídem. Common School Revival in the United States,
distinta a la democracia instrumentada edu- ca. Se instaló una situación de desarme de 15
Nueva York, Charles Scribner’s Sons, 1937, p.
D.F. Sar miento, Las escuelas, base de la
cacionalmente por Mann. El neoliberalismo los ejes estructurantes de aquel discurso fun- 56.
prosperidad y de la República en los Estados
opera de manera diferente. El nuevo carác- dador que colocó algunos de aquellos signi- Unidos, Buenos Aires, Luz de Día, 1950, p. 17. 29
H.A. Giroux, Stealing Innocence, Youth,
ter de desertor de sus responsabilidades so- ficantes en otras posiciones discursivas. Pro- 16
Corporate Power and the Politics and Culture,
Zamba se denomina a la persona que des-
ciales y controlador de las responsabilidades greso, modernización y pluralismo adquirie- Nueva York, St. Martin Press, 2000; J. Fitz, D.
ciende de cruza entre negro e indígena.
individuales, asumido por el Estado nacional ron sentidos muy distintos en el contexto Halpin y S. Power, Grant Maintaint Schools:
17
D.F. Sar miento, Provinciano en Buenos Education in a Market Place, Londres, Kogan
desde el gobierno de Menem, juzgó como neoliberal de reforma económica y del Esta-
Aires. Porteño en las provincias, Buenos Aires, Page, 1993; A.S. Wells, C. Grundzik, S. Car no-
fallido el proyecto educacional liberal demo- do desertor, afectando la confianza en la ca- chan, J. Slayton y A. Vasuveda, “Underlying Po-
Luz del Día, 1950.
crático, que –aun con muchos elementos ar- pacidad nacional de producir un proyecto licy Assumptions of Charter School Reform: The
18
bitrarios y exclusionistas– cumplió un siglo educativo. Ídem, p. 20. Multiple Meanings of a Movement”, Teachers
de vida exitosa. El Estado modificó sustanti- Este conjunto de problemas requerirá 19
Ídem, p. 26. College Record, vol. 100, Nº 3, primavera de
1999, Teachers College, Columbia University,
vamente sus responsabilidades intervencio- análisis por menorizados que deberán reali- 20
Ibídem. pp. 513-535; A.S. Wells, Beyond the Rhetoric
nistas y de garante del servicio educacional, zarse en futuros trabajos, pero queremos of Charter School Reform: A Study of Ten Ca-
21
tomando distancia del principio estructura- subrayar la posibilidad de dar mayor luz al P. Pozzi, ob. cit.
lifornian School Districts, UCLA Charter
22
dor del Estado docente nacido a fines del si- debate a partir de traer a él algunos elemen- D.F. Sar miento, Provinciano en Buenos School Study, 1999; D. Cauchon, “Case Key
glo XIX. Ante ello, el progresismo pedagógi- tos históricos de los argumentos fundacio- Aires. Porteño en las provincias, p. 302. Magnet Schools’ Future”, USA Today, 19 de
co tomó mayormente posiciones defensivas nales del sistema educativo argentino. 23 abril de 1999, pp. 1-2.
H. Mann, Report Nº 12 of the Massa-
30
chussetts School Board, 1848 (nuestra traduc- A. Houston Luiggi, Setenta y cinco va-
ción). lientes, Sarmiento y las maestras norteameri-
Notas
24 canas, Buenos Aires, Biblioteca Lincoln, 1959,
D.F. Sar miento, Viajes..., p. 101.
p. 10.
1
D.F. Sar miento, Escritos póstumos, Bue- la tradición sar mientina, titulada Hacia una mo- 25
Ídem, p. 87. 31
nos Aires, 1900, t. XV, p. 217. ral sin dogmas. B.A. Hinsdale, Horace Mann and the
26
A.M. Smith, “Articulation, equivalence and Common School Revival in the United States,
2 7
T. Halperín Donghi, “El antiguo orden y su E. Nelson, “Sar miento y los Estados Unidos difference”, en E. Laclau y Ch. Mouffe, The Ra- p. 20.
crisis como tema de Recuerdos de Provincia”, de Norteamérica”, conferencia leída el 11 de sep-
Boletín del Instituto de Historia Argentina y tiembre de 1945 en el Museo Histórico Sar mien-
Americana Dr. Emilio Ravignani, Nº 1, tercera to, Buenos Aires, 1945, pp. 25-26.
serie, primer semestre de 1989, p. 20. 8
H. Mann, Report Nº 12 of the Massachu-
3
D.F. Sar miento, Recuerdos de provincia, setts School Board, 1848 (nuestra traducción).
Buenos Aires, Jackson, 1944.
9
B.A. Hinsdale, Horace Mann and the
4
D.F. Sar miento, Viajes por Europa, África Common School Revival in the United States,
y América 1845-1847 y diario de gastos, Fon- Nueva York, Charles Scribner’s, 1937, p. 74.
do de Cultura Económica-ALLCA XX, Buenos
10
Aires, 1993, pp. 35-36. Ídem, p. 72 (nuestra traducción).
11
5
H. Reggini, “Boston, una de las claves de Secretary of the Board (H. Mann), Se-
Sar miento”, sección “Enfoques” de La Nación, 9 venth Annual Report of the Board of Educa-
de julio de 2000. tion, Boston, Dutton and Wentworth, State Prin-
6
ters, 1844, pp. 19-21.
Las ideas de Emerson influyeron sorpren-
12
dentemente en una obra del positivista argentino Pablo A. Pozzi, “Los Estados Unidos y
José Ingenieros, heredero de algunos aspectos de Sar miento: una visión para el desarrollo nacio-

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) 226 ( ) 227 (
Lecturas

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La familia vista desde los números. Los aportes
de la demografía histórica sobre la etapa
preestadística a la historia de la familia
Daniel Santilli*

L
a demografía histórica se ha conver- car en el exterior, sobre todo en medios la-
tido en un instrumento indispensable tinoamericanos. Muchos de los libros que se
para la historia de la familia.1 Desde han dedicado a estudiar una región o una
los trabajos del grupo de Cambridge y los de zona han incluido un capítulo íntegro sobre
la escuela demográfica francesa, cada vez es demografía, mientras que han aparecido al-
más necesario el análisis cuantitativo para gunas publicaciones colectivas incluyendo
poder construir un estudio cualitativo de es- varios artículos, cuando no todo el libro, de-
te sujeto social. Es decir, antes de extraer dicado a la materia.
cualquier conclusión es esencial saber acer- Pero la historia de la familia no sólo se
ca de los pobladores, cuántos eran, como construye a partir de estudios demográficos.
se componían sexualmente, cómo se rela- Son numerosos los trabajos que se han ela-
cionaban entre sí, a qué edad se casaban, borado a partir del análisis de las conforma-
cuántos hijos tenían, cuántos se morían y ciones familiares de algunas consideradas de
cuánto duraba la vida familiar, etc. Sin esos la elite. Dichos análisis no se basan entonces
datos, se tor na imposible tratar de estudiar en datos demográficos sino en estudios ge-
su confor mación familiar en cualquier situa- nealógicos de una o varias familias a la vez,
ción histórica, por aleatorios que al fin y al incorporando información cualitativa, como
cabo parezcan. Con este propósito, los aná- pueden ser los archivos privados o públicos
lisis demográficos han proliferado en el de correspondencia, los testamentos, los do-
mundo. Basta hojear cualquier número de cumentos judiciales, los papeles contables,
la Journal of Family History o The His- etc. Basten como ejemplo los trabajos de Su-
tory of the Family para encontrar trabajos san Socolow sobre los mercaderes de Bue-
de los más recónditos lugares de la tierra. nos Aires, el libro de Beatriz Bragoni sobre
Y la Argentina no ha sido una excep- los González de Mendoza; los trabajos de
ción a ello.2 Durante las dos últimas décadas Juan Pablo Ferreiro sobre la elite de Jujuy,
cerradas hemos visto innumerables artículos los de Roxana Boixados sobre La Rioja, los
sobre la materia y prácticamente en todo de López de Albornoz y Bascary sobre Tucu-
congreso o jor nada se presentan trabajos. mán, o el de Brown sobre los Anchorena de
También se han dedicado números especia- Buenos Aires, y una larga lista más imposi-
les a la cuestión en varias de las más presti- ble de enumerar (Socolow, 1991; Bragoni,
giosas revistas de nuestro medio y algunos 1999, Boixados, 1997a, 1997b; Bascary,
especialistas han hecho el esfuerzo de publi- 1997; Brown, 1979). Por el contrario, nues-

* Instituto Ravignani, UBA.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 231-250
tro trabajo apunta a la historia de la familia Los estudios de familia enfocados desde les y sectoriales mencionadas. Pero ade- dísticos del siglo XIX que pueden ser releí-
construida a partir de estudios sobre los di- la demografía histórica han adquirido una más se han encontrado otras claves que ha- dos en la actualidad desde otro punto de
versos sectores de la población, ya estén cierta madurez. Podemos hacer referencia a bían sido pasadas por alto o minimizadas vista o partiendo de inquietudes como las
conformados por diferenciaciones económi- una primera etapa en la cual se consideraba en esa primera etapa. Ellas son la etnici- que nos ocupan, la historia de la familia.
cas, étnicas, de origen o de cualquier otra ca- prioritaria la presentación de números casi dad, el mestizaje, la movilidad y la ilegitimi- Asimismo, se ponen por escrito las bases
tegoría. Por tal razón, utilizamos la demogra- sin ninguna consideración. En dicho primer dad, condiciones que no estaban presentes mínimas de esta ciencia en la Argentina,
fía histórica, aunque lo más apropiado sería momento se analizaron los censos, padro- en la historiografía que modelaba todos los con una recorrida por la metodología –tra-
decir historia demográfica, como mencionó nes, listas nominativas en general, archivos análisis, la europea. A la vez, se tomó en tando de adecuarla a los elementos con que
César García Belsunce (1999), ya que nues- parroquiales, etc., con el objetivo de generar cuenta la mezcla de tradiciones de diverso contaban– y por las fuentes
tra primera formación es la de historiadores. información estadística que daba cuenta de origen, no siendo la menos importante posibles para el estudio de
Es ésta la reseña que pretendemos llevar a la composición numérica de la población, la prehispánica. Es decir, se ha la población en períodos
cabo. las estructuras por sexo y por edades, y las puesto el acento en las especifi- históricos. Consideramos
Somos conscientes de que todo recorte de las familias y hogares que componían la cidades del caso latinoamerica- dicho trabajo la piedra
es arbitrario, pero como tal es necesario ya sociedad en estudio. Esto dio por resultado no, adecuando las técnicas fundamental sobre la que
que nuestro objetivo no es reconstruir la to- una comprobación que hoy por hoy es una europeas a esa realidad. Las se construirá décadas más
talidad del devenir de la demografía sino re- verdad de Perogrullo: la preponderancia de particularidades que los estu- tarde la especificidad de la ma-
lacionarlo con la historia de la familia, por las formas familiares europeas tan bien des- dio sos han en con tra do en teria.
lo que sólo tomaremos en cuenta las obras criptas por la escuela historiográfica de América a partir del reconoci- Con anterioridad ya se habían publi-
que mencionen aspectos vinculados con las Cambridge mencionada más arriba. Sobre miento de esas claves ameritan el uso de cado trabajos sobre demografía en dicho
confor maciones familiares. Es decir, la de- todo porque los análisis se efectuaron sobre herramientas conceptuales que se alejan Anuario. En el Nº 6, titulado sugestiva-
mografía utilizada como herramienta para documentación de fines del siglo XVIII, del modelo europeo. Dicho utillaje está sa- mente “Demografía retrospectiva e historia
elaborar, deliberadamente o no, una histo- cuando los rastros de alguna conformación ludablemente en construcción y cada nueva económica”, podemos encontrar un traba-
ria de la familia. Además, salvo que sea im- familiar prehispánica ya prácticamente ha- investigación le agrega nuevas piezas. Pero jo sobre los censos de 1771 y 1812, del
prescindible, espacialmente sólo vamos a bían desaparecido del horizonte cultural de pasemos a la descripción del devenir de valle de Santa María, en la actual Catamar-
tener en cuenta las publicaciones que infor- los habitantes del territorio de lo que luego nuestro métier. ca. Los autores nos infor man sobre el ta-
men acerca del actual territorio argentino. sería la República Argentina.3 Esta morfolo- Si debemos fijar un punto de nacimien- maño de familia nuclear y de la cantidad de
Y temporalmente sólo nos ocuparemos del gía europea era la de la fami- to de la demografía histórica como queha- hijos por familia, con las deficiencias que
período preestadístico, es decir, el previo lia monogámica, con jefa- cer específico y consciente en el ámbito ese tipo de fuentes nos puede proporcio-
al primer censo nacional de 1869. tura masculina, amplia académico argentino, no es él anterior a nar, sobre todo en la última de esas com-
Hemos organizado la exposición mayoría de la forma nu- los años 60. Y geográficamente debemos probaciones (Rasini, 1963; Ruggeroni,
por regiones que tienen que ver clear, tres o cuatro hijos hablar de la Universidad del Litoral, con se- 1963). Un trabajo similar, pero para Jujuy
más con la actividad académi- como promedio y hogares de en Rosario, enmarcada en lo que la his- en 1778, fue realizado por la mencionada
ca que con alguna estructura que no superaban los cinco toriografía ha llamado “historia social” (Ro- autora, con una conclusión similar (Rasini,
histórica particular de nuestro o seis miembros. Estas particu- mero, 1996) donde un grupo de estudios, 1965). Además, podemos leer una serie de
objetivo. Tampoco pretende- laridades podían variar según la re- encabezado por Nicolás Sánchez Albor noz, hipótesis acerca de la confor mación histó-
mos ser exhaustivos e incorporar gión y los sectores que se analizaran. encaró la tarea ciclópea de revisar las con- rica de la familia en Hispanoamérica en di-
la totalidad de la actividad en cuestión, tan- Pero nuestra referencia a un cierto gra- for maciones poblacionales de la Argentina. cho anuario (González y Mellafe, 1965).
to por una falta de espacio como, y funda- do de madurez del enfoque demográfico da Precisamente dicho profesional, junto con Los autores proponen una serie de etapas
mentalmente, porque podemos desconocer cuenta de cambios cualitativos en dicho Susana Torrado, publicó una puesta al día en la confor mación histórica de la familia,
trabajos que muy bien podrían estar inclui- análisis. Sin discutir esas estructuras esta- para la década de 1960 en el Anuario de partiendo de la estructura original de los in-
dos en este resumen. Pedimos por ello dis- blecidas, se ha pasado a la búsqueda de hi- la mencionada casa de estudios (Torrado y dígenas americanos, cualquiera haya sido.
culpas si algún investigar o investigadora no pótesis que puedan explicar dichas mor fo- Sánchez Albor noz, 1965). En ella se refle- La primera sería la de la destrucción de esa
se encuentra en él; habrá sido sólo una omi- logías, mientras que a su vez se ha puesto ja el estado de la cuestión para esa época, confor mación primigenia. Una segunda
sión debida a nuestra ignorancia. el acento en esas particularidades regiona- haciendo mención a algunos trabajos esta- mostraría unidades familiares incompletas,

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a causa del descenso demográfico produci- cluyó, suponemos que abruptamente, hacia la expresión de residencias múltiples, es
do a raíz de la conquista. La tercera tendría fines de los años 60. Sin embargo, algunos analizada por menorizadamente por Ra-
como característica la aglutinación de esas retoños habían quedado. quel Gil Montero en dos trabajos (1997 y
unidades incompletas alrededor de otras A mediados de la década de los 80, con mente al Gredes, han aparecido en los últi- 1998a). Otro rasgo analizado es el de las
familias biológicas completas y la última se- la vuelta de la democracia, dio fin el perío- mos años una cantidad considerable de tra- estrategias matrimoniales vistas desde los
ría el momento en que se podrá dar a luz do de hiber nación de nuestra historiografía bajos que, apoyados en la demografía, de- diversos pueblos que confor man la región
una nueva estructura que sintetice este de- en general, y en particular la demografía sarrollaron diversos aspectos de las confor- (Farber man, 1999; López de Albor noz,
venir. De acuerdo con el desarrollo que he- histórica recobró antiguos bríos.4 De tal ma- maciones familiares. Los primeros avances 1999; Zacca, 1999; Bascary, 1997 y
mos sintetizado más arriba, estaríamos nera surgieron varios grupos en diferentes de investigación fueron sobre cuestiones 1999; Guzmán, 1995). En todos estos tra-
comprobando que ese momento de sínte- regiones de nuestro país interesados en la económicas en general pero algunos utiliza- bajos está presente un fuerte concepto de
sis se produciría a fines del siglo XVIII y búsqueda en el pasado acerca de las confor- ron técnicas demográficas, y corresponden la etnicidad como uno de los condicionan-
principios del XIX, aunque se deben tener maciones sociales antecesoras de nuestra a la primera mitad de los 90 (Tío Vallejo, tes de las conductas familiares, lo que ha
en cuenta los desarrollos regionales. contemporaneidad 1990; López de Albor noz, 1993a). Las llevado a for mular también estudios espe-
Los estudios sobre Buenos Aires, cuyo En el noroeste son de destacar los traba- preocupaciones que mencionábamos como cíficos sobre una de las etnias, la indígena,
pionero fue Nicolás Bessio Moreno (1939), jos del Grupo de Estudios Socio-Demográfi- ejes de la segunda etapa de la demografía se incluso más atrás históricamente, tratando
fueron puestos nuevamente en el centro de cos, dirigido por Mario Boleda, cuya publi- encuentran para esta región en algunas po- de buscar las raíces prehispánicas de las
las preocupaciones historiográficas dentro cación, los Cuadernos del Gredes, ya ha nencias de las III Jor nadas de la AEPA, ce- prácticas observadas a fines del siglo XVIII
de las actividades de la Universidad del Lito- cumplido dieciséis años –van por el número lebradas en 1995. Allí no sólo se presenta- (Tandeter, 1997; Anello, 2002). Tampoco
ral por José Luis Moreno (1965), con un 30– (Boleda, 1993). Aunque han producido ban los datos básicos, sino que además se han faltado las reflexiones metodológicas,
primer trabajo donde estudia la población valiosa infor mación sobre la estructura de- hacían preguntas acerca del ciclo de vida, tratando de incluir diversas disciplinas en
de la ciudad de Buenos Aires según el cen- mográfica histórica remota y no tanto de la de las migraciones y de la metodología ade- los aná li sis his tó ri cos (Gil Mon te ro,
so de 1778, proporcionando algunos indi- región, no han hecho demasiado hincapié cuada para encarar el estudio de las familias 1998b).
cios acerca de la mor fología de las familias. en los estudios de composición familiar. Tal en esta región (Farber man, 1998a; Gil Revistas como Población y Sociedad,
Hacia fines de la es el caso de los trabajos de Cecilia Merca- Montero, 1998a) de Tucumán, y Andes, de Salta, han sido el
década se publi- do y Nor ma Vallejo presentados en las II La alta productividad de estos estudio- vehículo que generalmente ha publicado los
caron dos tra- Jor nadas de la Asociación de Estudios de sos es notable, no sólo en la presentación estudios mencionados. Pero también han
bajos genera- Población de Argentina, celebradas en Bue- de análisis numéricos de censos (Ulloa, aparecido volúmenes colectivos que, aunque
les sobre la to- nos Aires en 1993 (Mercado, 1995; Valle- 1995b; Parolo, 1995), sino en la preocu- su objetivo primordial no haya sido la histo-
talidad del te- jo, 1995). En este último trabajo es de ha- pación sobre esas especificidades del que- ria de la familia ni la demografía, han inclui-
rritorio de la Ar - cer notar la cantidad de hogares uniperso- hacer latinoamericano de la demografía. do estudios de este tipo. Hacemos referen-
gentina, el de Er nes- nales encabezados por una mujer, hecho Los efectos de las migraciones en las es- cia a la serie Avances de Investigación, de la
to Maeder (1969) y el de J. Comadrán que hizo reflexionar a Enrique Tandeter tructuras familiares fueron vistas para el Universidad de Jujuy (Teruel, 1995a), y el li-
Ruiz (1969), aunque ninguno de los dos acerca del posible enmascaramiento de una caso jujeño (Ulloa, 1995a; Gil Montero, bro compilado por Ana Teruel (1995b) que,
nos proporciona datos que puedan servir realidad no tan monógama como querían 1995b), el de Santiago del Estero (Farber - aunque su objetivo estaba centrado en el es-
para una historia de la familia enfocada ver los censistas (Tandeter, 1997). Bajo la man, 1995, 1998a y 1998b), o el de Tu- tudio de la mano de obra, reunió un par de
desde la demografía, salvo generalidades. responsabilidad del Gredes se han publica- cumán (López de Albor noz, 2001), mien- trabajos que analizaban aspectos de la fami-
Los tra ba jos de Mae der (1968-1989, do las actas del “Seminario sobre población tras que el mestizaje legal e ilegal, otro de lia. Más específica resultó la compilación de
1963, 1964), que merecerían un capítulo y sociedad en América Latina” que se llevó los tópicos específicos mencionados, se es- Ricardo Cicerchia, dedicada a las formas fa-
aparte por su versatilidad para abarcar di- a cabo en Salta del 6 al 9 de septiembre de tudió para Catamarca y La Rioja (Guzmán, miliares de América Latina, que recoge va-
versas regiones, tampoco tienen como ob- 2000 (Boleda y Mercado Herrera, 2001), 1997 y 1998) y en Salta a fines del siglo rios trabajos sobre el noroeste, desarrollados
jetivo analizar las confor maciones familia- publicación a la que nos referiremos cuando XVIII, a partir de la influencia de la Prag- en el marco del seminario de Grupo de Fa-
res, que es el nuestro. consideremos cada una de las regiones. mática de Carlos III (Zacca, 1997 y 1998). milia del Programa de Historia de América
Lamentablemente, la experiencia rosari- También en el noroeste de nuestro ac- A su vez, la movilidad temporal en un ám- Latina (PROHAL) con sede en el Instituto
na encabezada por Sánchez Albor noz con- tual territorio, aunque no vinculados for mal- bito reducido como la Puna, que da lugar a Ravignani de la Universidad de Buenos Ai-

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res (Cicerchia, Desde ese punto de vista, resulta inno- sa y en la cual se podían encontrar indicios Son considerados rasgos fundamentales en-
1998), que co- va dor el tra ba jo de Mó ni ca Ghi rar di de culturas andinas, junto con una alta pre- tonces la gran movilidad de la población, la
rresponden úni- (2001), ya que estudia la for mación de las sencia de habitantes afroamericanos, hacia constante migración del interior y las mar-
camente a la re- familias de españoles que migraron desde el sur y el oeste esas pervivencias se diluían cas que la misma produce en la economía y
gión noroeste que la península hacia fines del siglo XVIII, ana- a la par que desaparecían las sierras, gene- la cultura de la región, las modificaciones
estamos analizando. lizando edades de los contrayentes, esta- rando tal vez una sociedad no tan jerarqui- que a partir de fines del siglo XVIII se están
También han efectuado cionalidad de la celebración de nupcias, ce- zada, más de aluvión, receptora de migran- produciendo en las estructuras familiares, la
simposios en diversos congresos libato, fecundidad, etc., desde fuentes cen- tes del norte, etc. Son estas particularidades diferente influencia de la Iglesia Católica en
que son luego editados en libros compilados sales y libros parroquiales. La autora de- las que parecerían estar analizándose en es- la misma, etcétera.
por los coordinadores a tal efecto. Así suce- muestra cómo aspectos de la elite pueden tos trabajos del sur de la provincia que he- Por otro lado, la intención del agrupa-
dió con el celebrado en las XVII Jornadas de estudiarse con esas fuentes y no sólo con mos citado, aunque este despunte es toda- miento for mado a fines de los 80 en el ám-
Historia Económica, realizadas en Tucumán las cualitativas. vía tímido. bito de la ANH era abarcar la totalidad del
en 2000 (Farberman y Gil Montero, 2002). Para el sur de la provincia, más precisa- Un resumen de los trabajos efectuados país. En el prólogo de la publicación de Do-
En el centro del país se comenzó a tra- mente la zona de Río Cuarto, podemos ob- sobre la provincia de Córdoba puede en- ra Celton sobre la población de Córdoba
bajar en los aspectos demográficos, hasta servar los trabajos de María Carbonari contrarse en la publicación del Seminario que ya mencionamos (Celton, 1993a), se
ese momento no investigados, a partir de (2000a, 2000b) y Sonia Tell, aunque este Inter nacional sobre demografía que se reali- hace referencia a la creación del grupo de
los trabajos de Aníbal Arcondo (1976) y último compara datos del sur con el depar- zó precisamente en Córdoba en 1998 (Ghi- estudios demográficos de la Academia Na-
Emiliano Endrek (1980), cuya fecha de ini- tamento de Río Seco, en el norte de la cita- rardi, 1998). cional de la Historia, el cual, según su codi-
ciación es algo anterior al empuje de los 80 da provincia (Tell, 2000). Lamentablemen- En la provincia de Buenos Aires la de- rector, García Belsunce (el otro director
mencionado. Poco tiempo después se in- te, estos trabajos aún no han sido publica- mografía histórica se ha desarrollado por mencionado era Er nesto Maeder) estaba ya
corporó Dora Celton (1982). En la década dos y sólo son accesibles a través de versio- dos canales diferenciados. Uno de ellos se funcionando para
de los 90 Arcondo (1992; 1998) continuó nes en CD de las actas de las jor nadas o referencia en la Academia Nacional de la la región de Bue-
publicando los datos de diversos censos de simposios donde fueron expuestos. Otro Historia, bajo la dirección de César García nos Aires, Córdoba
la provincia levantados durante el siglo XIX, trabajo de la última de las investigadoras Belsunce, y el otro puede ser considerado y Santa Fe. Sin em-
brindando en algún caso hasta las bases en mencionadas, éste sí publicado, retoma la como fomentado por los trabajos pioneros bar go, no hemos
un disquete anexo a la publicación. comparación entre el sur y el norte de la de José Luis Moreno y Marta Goldberg. En encontrado publi-
Pero son los trabajos de los 90 los que provincia, pero ahora enfocado al estudio muchos aspectos ambos andariveles se dife- caciones de este
nos proporcionan elementos que nos inte- del ciclo vital de las familias campesinas, pa- rencian bastante, en primer lugar por el ac- grupo que no correspondan a las provincias
resan desde el punto de vista de la historia ra lo cual analiza las for mas de las unidades ceso temporal, ya que el primero de los gru- de Buenos Aires y Córdoba. Pero pasemos
de la familia. En efecto, datos como edad al domésticas (Tell, 2001). Se incluyen en sus pos estudia básicamente el siglo XVIII, a los datos.
matrimonio, cantidad de hijos, ilegitimidad, trabajos reflexiones que tienen que superar mientras que el segundo ha abandonado Luego de los trabajos pioneros de Bes-
composición de las unidades censales, nup- el marco demostrativo de lo numérico, esa etapa para centrarse en la primera mi- sio Moreno y el de José Luis Moreno, ya ci-
cialidad, endogamia, fecundidad, etc., se construyendo hipótesis que enlazan teorías tad del XIX. Pero no es ésta la única dife- tados, se agregó un estudio monumental,
pueden apreciar en las publicaciones de Do- de cuño chayanoviano con tradiciones cul- rencia. El afincado en el ámbito de la ANH realizado a lo largo de la década de 1970,
ra Celton (1993a, 1993b), María del Car- turales andinas. parece persuadido de la pervivencia de cier- sobre los censos de la región producidos en-
men Ferreyra (1994, 1999) y Sandra Co- Es indudable que la actual provincia de tos rasgos en la estructura social que habían tre 1810 y 1830 (García Belsunce, 1976).
lantonio (Colantonio y Marcellino, 1997; Córdoba, vista en su conjunto como suelen sido marcados por la historiografía tradicio- Desde el punto de vista de nuestra preocu-
Colantonio, 1999; Colantonio y Ferreyra, hacerlo los investigadores de la Universidad nal, como la figura del gaucho, la escasez de pación, se demostró la preponderancia de
1999), entre otros. Estos trabajos no supe- Nacional de Córdoba, guarda una diversi- población, la europeización de esos escasos la familia nuclear como estructura básica de
ran aún el análisis cuantitativo, ya que no dad social amplia. Mientras que en el norte, pobladores, los rasgos católicos de los mis- la sociedad porteña. Pero además se elabo-
aportan, en su gran mayoría, reflexiones la ciudad capital y la zona serrana mante- mos, etc. En cambio, el grupo que continúa ran hipótesis acerca de rasgos de la socie-
acerca de las particularidades estudiadas, de nían una tradición colonial en la que sus po- a José Luis Moreno hace pie en la profun- dad que luego no van a ser confir mados por
las costumbres y tradiciones de los poblado- bladores blandían sus blasones nobiliarios, a da renovación producida a partir de la ya fa- los estudios posteriores, como la escasa
res o de la metodología utilizada. la par de una colectividad indígena numero- mosa polémica sobre la figura del gaucho.5

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mestización o el poco crecimiento de la po- mos hablando de Juan Carlos Garavaglia y Los padrones de 1813 y 1815 fueron, que no cuentan con datos elementales para
blación negra. A pesar de la aplicación me- su trabajo sobre el censo de 1815 en San y siguen siendo, la fuente más importante observar aspectos demográficos que atañen
ticulosa de técnicas avanzadas para esa Isidro, texto que se convirtió en cita obliga- para los trabajos sobre la estructura socioe- a la historia de la familia. Por tal razón han
época, la for mulación de las hipótesis tuvo da para los estudios posteriores, en el que conómica de fines de la colonia y la prime- sido utilizados sólo comparativamente con
más en cuenta las tradiciones historiográfi- analizó la composición inter na de las unida- ra época independiente en la campaña de los anteriores por algunos de los investiga-
cas que la evidencia que aportaban los nú- des censales relevadas ese año (Garava- Buenos Aires. Y la uti- dores mencionados (Mascioli, Santilli, etc.).
meros. Sin embargo, para discutirlo o para glia,1993a). lización de la de- Se podría agregar el caso de Jorge Gelman
tomarlo como ejemplo, este texto fue de re- El mismo año se publicó una compila- mografía, ya no (1996), que estableció tamaños de hogares
ferencia obligada para todos los estudios de ción de trabajos básicamente sobre demo- tanto como un para realizar un análisis de la estructura pro-
población que se encararon con posteriori- grafía, producido por este autor y Moreno herramental au- ductiva de tres partidos de la campaña sur
dad sobre la región. (Moreno y Garavaglia, 1993). Este conjun- xiliar sino como de Buenos Aires, y José Mateo (1993b),
Es en la segunda mitad de la década de to se convirtió en la presentación de una se- método de estudio, pasó a ocupar un lugar quien también agregó datos de los censos
1980 y la primera mitad de la siguiente don- rie de investigadores que habían concluido muy importante en las conclusiones obteni- de 1854 y 1869 para observar la dinámica
de se produce una verdadera puesta al día su preparación en la segunda mitad de los das. Mariana Canedo la utilizó profusamen- en el tamaño de las confor maciones familia-
de la cuestión, que acompañó en general la 80, pero que incluían también a otros ya te para su estudio sobre el pago de San Ni- res y las elecciones matrimoniales en el par-
ya mencionada profunda revisión historio- for mados, incluso trabajos ya publicados, colás de los Arroyos (Canedo, 1993 y tido por él estudiado.
gráfica que, sobre la campaña de Buenos Ai- como los mismos autores y Jorge Gelman 2000). Otro ejemplo de uso del padrón de Más tarde, este último investigador com-
res y la mítica imagen que de la misma se te- (Moreno, 1989; 1993; Garavaglia 1993b; 1815 es el correspondiente a la localidad de binó estos censos con los archivos parro-
nía, se estaba realizando en el ámbito acadé- Gelman, 1993). En el primer caso nos refe- San Fer nando (Senor, 1996; 1998), en las quiales para estudiar por primera vez la fe-
mico.6 Es más, uno de los pilares de dicha rimos a Mariana Canedo (aunque en este cercanías de la ciudad de Buenos Aires, el cundidad y los nacimientos legítimos e ilegí-
reformulación fue el análisis de censos y pa- trabajo no incluye como objetivo el que nos de San Pedro (Di Stefano, 1991), en el nor- timos en Lobos (Mateo, 1996). Esta temáti-
drones, a fin de edificar hipótesis sobre la es- ocupa) y José Mateo (Mateo, 1993a), quien te de la provincia, el de Matanza (Contente, ca fue continuada por José Luis Moreno
tructura demográfica de la región a partir de estudió el partido de Lobos, frontera recien- 1998; 1999), también en cercanías, y, en (1998) para el pago de San Vicente, donde
un análisis riguroso y profesional de las fuen- te en 1815, revelando la presencia de labra- conjunción con los de la década de 1830, el analiza archivos parroquiales, al igual que el
tes, dejando de lado las construcciones im- dores migrantes de Santiago del Estero, de mi autoría (Santilli, 2000). realizado sobre Quilmes por quien escribe
presionistas. La actividad de José Luis More- confir mando de ese modo la pater nidad de Canedo y Mateo fundaron en el ámbito (Santilli, 1998), que concluyeron afir mando
no fue fundamental al respecto. las for mas de la agricultura del interior so- de la Universidad Nacional de Mar del Plata el alto grado de ilegitimidad de los naci-
Un primer trabajo de esta nueva etapa bre la porteña. el Grupo de Investigación en Historia Rural mientos y la irregularidad, desde el punto de
se presentó en 1989 y, aunque su objetivo Como los compiladores decían en la in- Rioplatense (GIHRR), cuya performance en vista de las nor mas eclesiásticas, de las pa-
estaba más centrado en las actividades pro- troducción, los trabajos han apelado “a algu- la demografía histórica es relevante. Traba- rejas bonaerenses. Un estudio previo sobre
ductivas de la población, deslizó datos como nas técnicas de la demografía histórica” aun- jos sobre diferentes partidos de la entonces estas fuentes del partido de Magdalena, pa-
la estructura de las unidades censales y la que no constituían “ejemplos típicos de esa campaña, como Dolores (Mascioli, 1999), y ra 1738 a 1765, se debe a la acción de
cantidad de hijos por matrimonio que se po- disciplina”. El objetivo declarado era demos- San José de Flores (Ciliberto, 1999) fueron García Belsunce (1992a; 1992b). El autor
dían observar en el censo de 1744 (More- trar la presencia de una economía campesi- realizados por integrantes de ese agrupa- verifica en él el crecimiento poblacional y la
no, 1989). Otro ejemplo de este nuevo in- na en la campaña de Buenos Aires, utilizan- miento que, además, lleva ya también publi- escasa representatividad de los nacimientos
terés fue el de uno de los fundadores de la do para ello las herramientas descriptas y cados varios volúmenes conjuntos e indivi- ilegítimos, que atribuye a la vigencia de va-
renovación historio- destacando el estudio de las composiciones duales sobre el tema. Asimismo, este grupo lores morales y religiosos.
gráfica mencionada, familiares. Un rasgo básico de los estudios está realizando un profundo estudio sobre el Una perspectiva
que no hace de la demográficos de la campaña y la ciudad de censo de 1815 sobre la totalidad de la cam- global para el con-
demografía su oficio, Buenos Aires es precisamente su atipicidad paña, cuyos avances ya han sido presenta- junto de la campa-
quien publica un texto con respecto a los cánones de la demografía dos en varios congresos de nivel nacional. ña de Buenos Aires
que es tomado como un histórica; es perceptible la necesaria y cons- Si los padrones citados, por su riqueza, entre fines de la colo-
hito en los estudios sobre tante adecuación de la metodología europea han sido objeto de un profundo análisis, no nia y primera época inde-
población en la campaña. Esta- a la realidad de su objeto de análisis. pasa lo mismo con los de 1836 y 1838, ya pendiente acerca de datos de-

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mográficos Podemos contar el volumen de un investiga- sus censos más antiguos. Por ejemplo Cu- no habían sido
básicos como ta- dor extranjero, Mark Szuchman, quien a yo, donde sólo hemos podido hallar dos incorporados a la
sa de crecimiento se partir de una muestra de los censos de trabajos sobre San Juan (Franchin, 1994; llamada civilización
puede hallar en el traba- 1810, 1827 y 1855 estableció composi- Moreno, 2001) y uno sobre Mendoza blanca. Tal es el caso del
jo en conjunto de Moreno y ción familiar, cantidad de hijos, edad al ca- (Prieto, 1995-1996). No ha sido en esta Chaco, la Patagonia y la
Mateo (1997). También realiza- samiento, fecundidad, etc. (Szuchman, región un motivo de preocupación el estu- Pampa todavía dominada por
ron una serie de comparaciones con 1988). En muchos casos este investigador dio de la familia, ni siquiera el de la estruc- los indígenas. Aunque parezca ob-
datos que nos interesan más desde el se mueve en el límite de las nor mas de la tura de la población para períodos anterio- vio remarcar, ni de las sociedades indí-
punto de vista de nuestro objetivo, como demografía, como en el caso de la fecundi- res al estadístico moder no. genas que más contacto tenían con la eco-
cantidad de componentes por unidad cen- dad, ya que las mismas dicen que debe es- Tampoco en el litoral se han profundi- nomía española, tal el caso de la Pampa,
sal, natalidad, mortalidad, nupcialidad y tablecerse a partir del seguimiento de gene- zado estas temáticas. En Corrientes, a pe- contamos con fuentes sobre las que se pue-
cantidad de hijos, para algunos partidos de raciones de mujeres durante toda su vida. sar de que es el lugar de trabajo de Er nes- da construir un análisis demográfico, como
la campaña, utilizando estudios parciales En el caso de estos lares eso es imposible to Maeder y que dos de sus estudios regio- sí las hay para el norte, las conocidas visitas
propios y de otros investigadores. debido a la alta movilidad de la población, nales se refieren a la mesopotamia en el con objetivos fiscales. Habrá que observar la
En los años más recientes se han proba- probando nuevamente la imposibilidad de la período en observación (Maeder, 1963, etapa estadística para encontrar trabajos
do técnicas que tal vez se alejen un tanto de aplicación mecánica de técnicas preestable- 1964), no se han podido encontrar segui- demográficos específicos y, en ese sentido,
la demografía, pero no de la historia de la cidas y la necesidad de la elaboración de dores que utilicen esos pioneros análisis, parece ser la Patagonia, en su conjunto, la
familia, como es el análisis de redes. Mateo, métodos alter nativos y diferenciadores. con un enfoque que pueda ser citado como que más ha avanzado, sobre todo a partir
nuevamente innovando, ha publicado un Otro trabajo sobre la ciudad analiza las par- influyente para la historia de la familia. de la acción de la Universidad del Comahue
primer estudio de este tipo para un partido tidas matrimoniales, desde el punto de vista Otra provincia que no ha utilizado la demo- y de Susana Bandieri.8
de la campaña, Lobos, y para sectores po- de la confor mación de parejas con uno o grafía histórica como herramienta para de- El resultado de todos estos años de acti-
pulares, basado en el parentesco sanguíneo los dos integrantes migrantes del interior, sarrollar su historia social ha sido Santa Fe, vidad demográfica es el de estar superando,
y ritual establecido a partir de archivos pa- para el período 1744-1810 y las for mas a pesar de que, como hemos podido ver, en varias de las regiones que hemos estudia-
rroquiales (Mateo, 2001). Otra es la aplica- que ellas asumen (Díaz, 1998, 2001). Por consideramos a Rosario como, si se nos do, la etapa de la simple presentación de los
ción de técnicas estadísticas no utilizadas último, debemos mencionar un estudio del per mite la acepción, la cuna de la demo- datos estadísticos, para acompañarlos con
hasta ahora en la historiografía del período censo de 1744, donde se observan unas grafía histórica en la Ar gentina, salvo un hipótesis explicativas que dan cuenta de las
para ese objeto de estudio. Nos referimos a confor maciones familiares particulares, co- trabajo no publicado de Elsa Caula en con- revelaciones que nos proporcionan los fríos
nuestro trabajo donde estudiamos la mor fo- mo que los investigadores encuentran un junto con otras investigadoras, donde ana- números. Si hasta hace unos años nos en-
logía de la familia y sus cambios en el perío- número relativamente numeroso de familias lizan un padrón de principios del siglo XIX contrábamos con muchas cifras y pocas hi-
do comprendido entre 1770 y 1840 nueva- extensas tanto en los sectores pobres como (Bidut, Caula y Liñan, 1995). Aunque su pótesis, esa tendencia se está revirtiendo, lo
mente en Quilmes (Santilli, 2002). La utili- en las elites, lo que obedecería a razones objetivo estaba centrado en la producción que da cuenta del crecimiento de la discipli-
zación de estas metodologías, huelga ya re- económicas, aunque de diversa índole para económica, nos proporcionan datos sobre na.9 No basta ya con mostrar la preponde-
petirlo, debió hacerse previa a una adecua- cada sector (Moreno y Díaz, 1999).7 migración y confor maciones familiares. En rancia de deter minada confor mación fami-
ción a la movilidad horizontal, pero también cambio, para el oriente entrerriano, en los liar, de la cantidad de hijos, de las edades de
vertical, de la población y a la alta cuota de En resumen, el mosaico que presenta trabajos de Roberto Schmit podemos en- las parejas, de las diferencias étnicas, etc.,
ilegitimidad, rasgos que ya vimos como típi- hoy en día la demografía histórica es alta- contrar análisis de tipo demográfico y de sino de hacer conjeturas basadas en esas ci-
cos de estas sociedades. mente alentador, a la par que se notan di- confor mación de las familias del lugar utili- fras del porqué de tales mor fologías y de las
Por último, los estudios demográficos versos grados de evolución en diferentes zados como soporte para sus conclusiones diferenciaciones que hemos encontrado.
sobre la población de la ciudad de Buenos regiones. Por ejemplo, mientras que la de tipo socioeconómicos (Schmit, 2000), Otro avance es el abandono paulatino
Aires parecen estar algo retrasados. Ade- campaña de Buenos Aires y el Noroeste como también en los de Julio Djendered- de la aplicación mecánica de modelos con-
más de los volúmenes de Bessio Moreno, parecen haber alcanzado un grado más jian (2004). cebidos para otras sociedades, otras realida-
García Belsunce y el trabajo pionero de Mo- que respetable en cuanto a su profundiza- Por último, han quedado expresamente des, otros momentos históricos. La expe-
reno, ya citados, son muy escasos los traba- ción del saber histórico, otras regiones aún fuera de nuestro trabajo aquellos territorios riencia de América Latina en su conjunto y
jos para el período y el objeto en estudio. no han comenzado ni siquiera a analizar que para la época que estamos analizando del territorio de lo que después será la Ar-

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gentina, mostró siempre rasgos peculiares como el sur del Alto Perú, a los del actual cias que han dejado la sociedad peninsular mitió que los diferentes
en cuanto a su confor mación que hace que argentino, Jujuy y Salta. En este caso las va- o la sociedad andina. Si en el interior en- enfoques estén presen-
los modelos, sobre todo europeos, deban riaciones a través de los años son muy im- contramos rasgos de las sociedades andinas tes en cada una de ellas,
ser replanteados y modificados, cuando no portantes, producidas al calor de la incorpo- del Alto Perú y en la campaña de Buenos ya sea con la presencia
totalmente cambiados, para poder ser apli- ración de las nor mas españolas sobre la ins- Aires de la original de la península, el ha- de in ves ti ga do res co mo
cados a nuestros estudios.10 Por ejemplo, titución. Es ésta entonces una de las deudas llazgo de peculiaridades originales de los ponentes, como comentaris-
los modelos de reconstrucción de familia de la demografía histórica que deberá ser migrantes del interior al litoral hace pensar tas de las ponencias o como coordinadores
como el de Henry (1983) están basados en saldada en un futuro no muy lejano. que esos atributos vinieron precisamente de las mesas.
una alta per manencia de los habitantes en A pesar de estos avances que hemos re- con ellos. En ese sentido es válida la ya vie- Lamentablemente, muchos trabajos
un mismo pueblo, mientras nosotros encon- señado, es preciso señalar que en muchos ja apreciación de Halperín Donghi acerca presentados en estas reuniones no se publi-
tramos, prácticamente en todas las regio- aspectos la disciplina se maneja como com- de la agricultura de Buenos Aires como can bajo ningún for mato, como sucedió en
nes, una alta cuota de movilidad. Otra dife- partimientos estancos. Algunos de los descendiente de la del interior (Halperín las Jor nadas Interescuelas de Salta12 o,
rencia puede hallarse en la ilegitimidad, que avances logrados en una región no son uti- Donghi, 1972). Es ese el sentido de nues- cuando lo hacen, han pasado ya varios años
en Europa era mínima, mientras en nuestro lizados por los estudiosos de otras regiones tra apreciación acerca de compartimientos (IV Jor nadas de la AEPA realizadas en
territorio era alta, pero a la vez con grandes por diversos motivos. Un buen examen de estancos. 1997 y publicadas en 1999). Otro inconve-
diferencias entre las diversas regiones y en- conciencia de los historiadores demógrafos Justamente, a nuestro parecer, uno de niente es la publicación en CD, a los que,
tre las etnias. Precisamente ésa es otra va- –tal el apelativo con que los rebautiza el au- los ámbitos donde debería superarse esa en la práctica, sólo tienen acceso los parti-
riación con respecto a modelos europeos: la tor– como grupo ha hecho César García compartimentación deberían ser los con- cipantes, como las Jor nadas de Historia
existencia de diferencias sociales basadas en Belsunce en el congreso de Córdoba de gresos y jor nadas. Tanto en el ámbito de la Económica. Debería ser una obligación de
las variaciones étnicas. 1999, en el cual sintetizó muchos de los AEPA,11 como en el marco de la Asocia- los organizadores promover la incorpora-
Una deficiencia que todavía no ha sido problemas y desconfianzas que como meto- ción de Historia Económica, como en el de ción de los materiales por lo menos a las bi-
muy tenida en cuenta es la de las compara- dología provoca la demografía. Por otro la- las jor nadas Interescuelas/Departamentos, bliotecas especializadas en historia más im-
ciones temporales. Cuando se habla de fa- do, marcó algunas de las dificultades profe- cuya periodicidad es bianual, debería pro- portantes del país.
milia colonial estamos sionales con que nos encontramos los in- cederse a tratar de hacer confluir las dife- A pesar de los avances aquí comenta-
hablando de un lapso vestigadores para trabajar en conjunto, que rentes tendencias, regionalizaciones, visua- dos, todavía queda mucho por hacer con
que en algunas regio- están más motivadas en el mantenimiento lizaciones, etc., que confor man esos com- respecto a la historia de la familia en la Ar-
nes llega a los tres- de cotos cerrados, en el retaceo de la infor- partimientos. Y los procedimientos en tal gentina. Por tal razón el aporte que puede
cientos años. No han mación y en las modas historiográficas, se- sentido deberían ser los de la apertura total hacer la demografía histórica en la materia
sido suficientemente in- gún su parecer (García Belsunce, 1999). a esas diferenciaciones, con el objetivo de es importantísimo. Sobre todo en la confor-
vestigados aún los cam- Podemos agregar a ello una reflexión de poder discutirlas en un ámbito adecuado. mación de un campo de estudio que ha si-
bios que, casi con seguridad, se Juan Carlos Garavaglia, vertida en las últi- Deberían organizarse mesas o simposios do en parte poco atendido, como es el de
han producido en ese período. La familia de mas Jor nadas de Historia Económica cele- en los cuales la temática per mita el entre- los sectores populares, donde lo cuantitati-
los primeros años luego de fundada, por bradas en Mendoza en ese año. Menciona- cruzamiento de los estudios realizados a vo pasa a tener una importancia relevante
ejemplo, la ciudad de Salta, seguramente se ba que muchos de nosotros buscamos, pa- partir de diferentes regiones o con diferen- por sobre los aspectos cualitativos, ya que
fue modificando a través del tiempo hasta la ra comparar nuestros datos, similitudes y tes enfoques o visiones. Los organizadores éstos sirven sólo, lo que no es poco, como
de fines de la colonia y de las primeras dé- diferencias con modelos del exterior, de re- de esos encuentros deberían invitar a parti- complemento o como medio de prueba de
cadas de la independencia. Es verdad que giones alejadas de las que estudiamos, no cipar en los mismos a aquellos que a partir las conjeturas efectuadas a partir del análisis
contamos con menos fuentes que puedan viendo que ellos tienen más en común con de sus trabajos se diferencien de los pro- de los números.
atestiguar datos para la etapa inicial y mu- los que se pueden encontrar en los estudios pios o se refieran a regiones que no son las
chas más para la época de los Borbones, de regiones vecinas dentro del mismo terri- que estudian esos organizadores. En ese
pero el esfuerzo comparativo debemos ha- torio, por lo que es más probable que ha- sentido, la actitud de la Asociación de His-
cerlo. Tenemos algunos datos acerca de la yan estado sujetos a influencias por difusión toria Económica, al promover en las jor na-
familia indígena de los primeros años de la cultural entre ellas. Es más fácil encontrar das bianuales de la disciplina la realización
conquista, aunque para territorios vecinos, esos rasgos comunes que buscar las influen- de mesas temáticas y no de simposios, per-

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identidades sociales en Salta a fines del perío- deste (realizadas en Resistencia en 1997).
do colonial”, en Ricardo Cicerchia (comp.)
(1998), ob. cit.

Notas

1 9
Agradezco la lectura y los comentarios a Acerca de los esfuerzos de la demografía
una versión previa de Jorge Gelman. para complementar su fundamento cuantitativo y
2
su apertura a la complementación con otras cien-
Sin embargo, salvo un trabajo de Ricardo
cias sociales, véase Kertzer y Fricke (1997).
Cicerchia, no he encontrado estudiosos argenti-
10
nos que hayan publicado en ninguna de las revis- En las últimas Jor nadas Interescuelas y De-
tas mencionadas. (Cicerchia, 1997). partamentos de Historia celebradas en Córdoba,
3
hemos organizado con Raquel Gil Montero una
Excepto los territorios no dominados por la
mesa temática titulada “Estrategias familiares de
civilización española: el Chaco, la Pampa y la Pa-
producción y reproducción. La metodología insti-
tagonia.
tuida y sus adaptaciones al contexto latinoameri-
4
Sobre el devenir de la historiografía argen- cano”. En ella nos proponíamos revisar la aplica-
tina de los últimos años ver, entre otros, Halperín ción automática de “herramientas conceptuales y
Donghi (1996), Romero (1996), Hora (2001), metodológicas desarrolladas por las ciencias so-
Palacio (2002). ciales para otras latitudes y realidades históricas”.
5
Se logró, con el aporte de ponentes, comentaris-
Véase Anuario IEHS, Nº 2. tas y relatores, una interesante discusión sobre
6
Véase un estado de la cuestión actualizado los aspectos metodológicos de nuestra disciplina.
en Garavaglia y Gelman (1998). 11
Es de destacar la labor que cumple la Aso-
7
Una vez concluido el presente resumen he ciación de Estudios de Población de Argentina,
leído el trabajo de José Luis Moreno (Moreno, en cuyas jor nadas siempre se encuentra una o
2004) que sintetiza y sistematiza estas apreciacio- dos sesiones dedicadas a la demografía histórica
nes, extendiendo su análisis hasta la primera mi- y a las confor maciones familiares históricas. Du-
tad del siglo pasado. rante el transcurso de las últimas de ellas, celebra-
das en Tafí del Valle en 2003, se confor mó la
8
Fuera de nuestro período en estudio existen nueva comisión directiva presidida por Her nán
numerosas publicaciones que pueden ser utiliza- Otero. Con posterioridad se establecieron comi-
das para la historia de la familia, producidas por siones científicas específicas; una de ellas es la de
investigadores que no hemos mencionado en es- Demografía Histórica, cuya coordinadora es Ra-
te resumen, como Her nán Otero, Eduardo Mí- quel Gil Montero.
guez, Norberto Álvarez, María Cristina Cacopar-
12
do, Mario Boleda, Guiller mo Velásquez, Alejan- No se nos escapa que, por el momento en
dra Pantelides, Victoria Mazzeo, Gladis Masse, que se realizaron, setiembre de 2001, debemos
Marcelo Borges, Marcelo Iriani, María Bjerg, Su- dar nos por contentos con que se hayan llevado a
sana Torrado, Alfredo Lattes, Zulma R. de Lattes, cabo.
María Cecilia Mercado Herrera, María Liliana Da
Orden, entre otros.

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) 250 (
Encapsular la historia
La experiencia de los museos en Zanzíbar*
Abdul Sheriff**

Introducción a cargo de los museos de Zanzíbar, dándoles,


así, un giro histórico en su desarrollo.

Z
anzíbar es un lugar pequeño con una En 1991, me llamaron desde Zanzíbar
historia muy larga y compleja. Como para pedir me que dirigiera la comisión de
parte de la costa swahili, se ubica en turismo. Tuve grandes dificultades para dis-
la confluencia entre el mundo continental cutir mi oposición al viraje tan precipitado
de África y el mundo marítimo del océano en mi carrera como historiador y educador.
Índico. Con un área de alrededor de mil mi- Al año siguiente me enteré de que el gobier-
llas cuadradas, registra una historia que po- no de Zanzíbar había decidido expandir las
dría remontarse a dos mil años. Durante el instalaciones de los museos, en parte para
siglo XIX, Zanzíbar se desarrolló como el hacer frente a las necesidades de la crecien-
asentamiento de un vasto imperio comer- te industria del turismo en Zanzíbar, pero
cial cuya influencia se extendía sobre un además por el evidente rol educativo que
gran área del África oriental, mucho más podrían jugar los museos, tanto para la po-
allá de sus límites insulares actuales. Su his- blación local como para los visitantes ex-
toria, entonces, es una de intensa y extensa tranjeros. Pensé que sería mejor ofrecer me
interacción cultural, junto con un desarrollo para este proyecto, más compatible con mi
in situ propio. De esta manera, los museos labor, antes que exponer me al riesgo de ser
en Zanzíbar, en tanto espejos que concen- arrastrado a otro agujero burocrático sin
tran su historia y cultura, tienen la tarea de consulta previa, ya que es común, en mu-
explicar toda esta complejidad a la pobla- chos lugares de África, enterarse por la ra-
ción local, que da por hechos muchos de es- dio de que uno ha sido afectado (o desafec-
tos complicados elementos, y a los turistas tado) de una tarea.
y demás extranjeros que de otra manera po-
drían verse frustrados por estos obstáculos.
Sin querer hacer de este artículo una his- Lo que heredamos
toria personal, creo que no está fuera de lu-
gar relatar las circunstancias accidentales por El desarrollo de museos en Zanzíbar, al
las cuales yo, un ex profesor de historia de la igual que en otras colonias británicas, es una
Universidad de Dar es Salaam, llegué a estar imagen borrosa del desarrollo cultural de la

* Ésta es una versión revisada y actualizada de un paper publicado en C.D. Ardouin y E. Arinze
(eds.), Museums and history in West Africa, Londres, James Currey, 1998.
** Curador principal de los museos de Zanzíbar.

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 253-261
metrópoli que data del período de entregue- dominante en las colonias era más antropo- se hacía evidente que para captar y retener
rras. No sorprende, en tanto creación colo- lógica que histórica. África no era conside- en Zanzíbar a la mayor cantidad y variedad
nial, que el museo destacara las preocupa- rado un continente histórico sino, y en línea de turistas por el mayor tiempo posible, iba
ciones imperiales. El museo Peace Memorial con el darwinismo social del momento, co- reció. Afortunadamente, otros elementos a ser imprescindible proveer las instalacio-
se construyó en 1925, en memoria de aque- mo un laboratorio de las primeras for mas cotidianos no fueron considerados valiosos y nes necesarias. Los museos son una manera
llos que habían muerto durante la Primera de organización humana. Las exposiciones permanecieron en el museo. obvia (y quizá la más rápida) para darle al vi-
Guerra Mundial, que fue, para los zanzibaris, tenían muchas fotografías y trajes “típicos” La única iniciativa fue erigir un museo sitante una mirada de la historia y el ambien-
una guerra interimperialista. La historia im- de los diferentes grupos étnicos de Zanzíbar, del partido gober nante, con obvias intencio- te locales.
perial británica, incluyendo el trabajo de ex- haciendo énfasis en su diversidad más que nes políticas. La tarea fue asignada a los Aunque la cuestión económica es innega-
ploración y las misiones cristianas, se exhibía en el proceso de homogeneización que es norcoreanos, que organizaron el museo se- ble, sería un error reducir sólo a esto las mo-
en el museo de manera desproporcionada. tan característico de la cultura swahili. La gún su tradición del “gran líder”, pero este tivaciones del gobierno o de los profesiona-
Heredamos casi un arsenal de armas de fue- rotonda central del museo mostraba la ex- intento parece haber tenido poca llegada lo- les de los museos involucrados en este pro-
go y espadas ceremoniales, quizá la colec- plotación de los colonizadores y sus agen- cal y no echó raíces. Cuando fue desmante- yecto, al igual que la respuesta local a las ex-
ción individual más grande del mundo. tes, mientras que las alas hexagonales esta- lado, en 1992, no dejó rastros. hibiciones. El gobierno decidió dedicar al de-
En esa época, el colonialismo británico ban dedicadas a temas como las artes, las sarrollo de museos dos de los edificios más
ya estaba inmerso en las ideas de “adminis- industrias locales, las creencias tradiciona- prominentes de la costa: el antiguo Palacio
tración indirecta”, que implicaba cooptar a les, las comunicaciones, etc., todos presen- Vuelta a la vida del sultán y el Gabinete de Maravillas, que
las clases dirigentes locales, dándoles el lugar tados de for ma bastante estática. había sido hasta ese momento la escuela
de socias menores en el proyecto colonial, y A pesar del obvio origen colonial de la Para 1980, el pico del huracán revolu- ideológica y el museo del partido gobernan-
sostener lo suficiente de la cultura y las prác- concepción y el diseño del museo, éste de- cionario estaba pasando. El actual programa te. Al dejar la conducción de los museos en
ticas locales para hacer el colonialismo más sempeñaba funciones culturales invalora- de expansión del museo debe verse en el manos profesionales, el gobierno, quizá sin
potable y barato. Lo que resulta interesante bles. En primer lugar, introdujo el concepto contexto de la transformación de Zanzíbar darse cuenta, estaba permitiendo la posible
es el hecho de que esta idea se tradujo has- mismo de museo, que se grabó en las men- durante la década pasada. A partir de 1984, introducción de una actitud de lucha, si no de
ta en la arquitectura de los edificios colonia- tes de la gente. En segundo lugar, guardó y el país comenzó a transitar la llamada libera- contradicción, en lo que emergía de los nue-
les tempranos. Como los británicos habían preservó un gran número de artículos y ar- lización política y económica. Cuando la vos museos. Se decidió asignar el palacio a la
reemplazado el gobierno árabe, y Zanzíbar tefactos culturales y materiales inestimables, economía de monocultivo de Zanzíbar, basa- conservación y exhibición de lo que había
era un país mayormente musulmán, un ar- que, de otra manera, se hubieran perdido. da en las especias en general, se fue a pique, quedado como el antiguo asiento del poder
quitecto de los primeros tiempos coloniales La revolución de 1964 en Zanzíbar mar- cayó a su vez el rígido control estatal sobre político y usar el Gabinete de Maravillas co-
trató de desarrollar lo que se llamó elemen- có un hiato en el desarrollo de museos, al la economía. Se abrió al mundo en términos mo el nuevo Museo Nacional* de Historia y
tos “sarracénicos” para poder encajar en igual que lo hizo en la política y la historia de comerciales, tratando de recuperar su lugar Cultura de Zanzíbar y la Costa Swahili.
una sociedad musulmana. El museo Peace las islas. El museo perdió su orientación, a la de enclave del siglo XIX, y el turismo se vio
Memorial estuvo diseñado con una estructu- vez que muchas de sus colecciones. Por casi como uno de los nuevos posibles asientos
ra islámica oriental, que recuerda a la mez- dos décadas fue rechazado, pensado como para la resurrección económica. El solo El Museo del Palacio
quita de Santa Sofía, en Estambul. una institución colonial. El famoso domo es- nombre de Zanzíbar dispara la imaginación
tuvo en peligro de derrumbarse por comple- de los turistas y se hizo un esfuerzo cons- Comenzamos por el Museo del Palacio
to. La revolución falló no sólo en el cambio ciente para explotar el nombre y el legado simplemente porque el edificio había estado
El museo Peace Memorial del concepto de museo en Zanzíbar, que de- cultural del país al máximo. Ya no importa- a punto de colapsar y había sido reparado
bió haber sido su fuerte, sino también en la ban el “sultanato árabe” derrotado por la re- por el gobier no de Zanzíbar, mientras que el
El diseño de las exposiciones del museo tarea de preservación de lo que había sido volución, ni Stone Town en Zanzíbar (que
Peace Memorial traicionaba otra caracterís- heredado como parte del patrimonio nacio- había sido representado como un lugar de * El que se haya añadido este tér mino tiene
ex explotadores, terratenientes árabes y co- más que ver con la problemática situación de
tica de la cultura colonial. La perspectiva nal. La negligencia oficial dio amplias opor-
Zanzíbar en la Unión Tanzaniana y refleja el in-
tunidades para los codiciosos de todo tipo: merciantes indios). Éstos habrían sido, preci- tento de retener una identidad nacional, más que
cualquier cosa que contuviera un poco de samente, los elementos culturales exóticos el acercamiento a un museo con contenidos que
oro o plata, incluidas las monedas, desapa- que habían atraído a los turistas, pero ahora intenten reflejar una cultura swahili mayor.

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) 254 ( ) 255 (
Gabinete de Maravillas era un proyecto mu- Los tres pisos se organizaron de la si- mático entre los muebles antiguos de In- y se niegan a visitar el museo. Pero el mu-
cho mayor y más caro. El palacio fue cons- guiente manera: dia y China heredados del siglo XIX, que seo ha probado ser muy popular, especial-
truido a principios del siglo XIX por un prín- incluyen un “sofá de los amantes” único mente entre los escolares y para los turistas
cipe comerciante que se describió a sí mis- – La planta baja exhibe el período for ma- (que nunca deja de captar la atención de en busca de lo exótico. Una cantidad simi-
mo como un “simple mercader”. El edificio tivo, haciendo énfasis en las relaciones los visitantes) y la vajilla tallada del sultán lar de habitantes locales y de turistas extran-
se caracterizó por su simplicidad y utilitaris- inter naciona- de 1890 y 1950, y el mobiliario de fór- jeros lo visitaron durante el primer año de
mo, típicos de la primera generación de ca- les de Zanzíbar mica barata de principios de la década funcionamiento pleno.
pitalistas comerciantes, y la sencillez sólo se durante el siglo XIX. de 1960, una contradicción que fue
cortaba con los grandes espejos importa- Incluye las bellas pintu- conservada para sacudir las mentes de
dos, las arañas, las alfombras persas, el mo- ras al óleo del emperador los visitantes entre la gloria y la pobreza El Museo de Historia y Cultura
biliario asiático y europeo y los relojes que Francisco José de Austria y su de los sultanes. del Gabinete de Maravillas
decoraban el interior. El hijo del príncipe, reina, que fueron un regalo a Zanzí-
más ostentoso que su padre, volvió a amue- bar en ocasión del tratado comercial en- El museo abrió sus puertas en enero de Aunque el Museo del Palacio es único,
blar en parte el palacio, agregando elabora- tre Austria y Zanzíbar en la década de 1994, como parte de los festejos por el tri- sólo puede mostrar una pequeña parte de la
dos pórticos de madera tallada. Durante el 1880. gésimo aniversario de la revolución que de- historia y la cultura de Zanzíbar: la del estra-
bombardeo británico de 1896, cuando un – El primer piso muestra los años de opu- rrocó al sultanato. La ironía y el significado to superior de la sociedad. Por esa razón, el
príncipe intentó volver a proclamar la inde- lencia, con el acento puesto en lo cere- de este acontecimiento no deben ser pasa- desarrollo de ese museo fue acompañado, a
pendencia de Zanzíbar luego de la imposi- monial. Contiene un gran número de dos por alto. La nación estaba dividida polí- propósito, con el trabajo sobre un museo na-
ción del protectorado británico en 1890 (es- pinturas al óleo en tamaño real del sul- ticamente antes de la revolución (aún lo es- cional que mostrara cómo vivía el 99 por
te episodio fue denominado “la guerra más tán, realizadas por artistas de muchas tá), y la ciento de la población. El Gabinete de Mara-
corta de la historia”), el palacio sufrió serios nacionalidades. Se aprovechó la oportu- inevitable ten- villas, la estructura más imponente del frente
daños. Cuando fue reconstruido, se hizo de- nidad, además, para presentar el con- sión entre aquellos marítimo, se construyó en la década de 1880
liberadamente en una escala más modesta, traste entre la gran cantidad de ostento- que fueron alienados y como palacio ceremonial. Durante la colonia
para reducir la figura del sultán a su tamaño sos muebles tallados de India y China de aquellos que fueron beneficia- fue usado como oficina central de la adminis-
colonial, como la residencia de un gober- la segunda mitad del siglo XIX y los dos por la revolución era una heri- tración colonial. Luego de la revolución, se
nante nominal, que vivía muy limitado en su muebles europeos, utilitarios y baratos, da abierta que todavía debe ser sanada. convirtió en escuela y museo del partido go-
poder civil. Por lo tanto, no debemos espe- del siglo XX. Nosotros pensamos que el país debía dar bernante, siendo el Gabinete de Maravillas
rar ver un palacio oriental lujoso, a la mane- – Ese piso también alber ga una sala dedi- vuelta la página de su historia y darse cuen- un diseño norcoreano, que siguió el estilo tí-
ra de los rajás indios. cada a la princesa Salomé, quien huyó ta de que era demasiado miope al ver el pa- pico de la tradición del “gran líder”.
Sin embargo, el palacio es un museo para casarse con un comerciante ale- sado siempre a través del estrecho prisma
único en el África subsahariana. Tiene una mán en la década de 1860 y escribió de los conflictos del momento, ignorando el
maravillosa colección de muebles de ébano una biografía muy ilustrativa. Fue la pri- legado de toda la nación. El gobier no revo- El Museo del Gabinete de
tallado de India y China, relojes europeos mera escrita por un zanzibari, y por lucionario de Zanzíbar había demostrado su Maravillas
con campanas melodiosas (muchos de los una mujer. La obra de la princesa se madurez cuando decidió reparar el edificio
cuales aún funcionan) y también muebles usó para contar la historia de su vida y del palacio, y otorgó fondos sustanciales de Con el Museo del Gabinete de Maravi-
más cotidianos de madera blanda de Euro- para acondicionar la habitación tal co- sus escasos recursos para abrir, por iniciati- llas apuntamos a cubrir no sólo el territorio
pa, los cuales nos han dado un gran trabajo mo se hubiera visto hacia mediados del va propia, el Museo del Palacio. No obstan- de Zanzíbar, sino también todo el corredor
para protegerlos de las insaciables ter mitas siglo XIX. te, el museo sigue siendo, para la historia de swahili, desde el sur de Somalía hasta el
tropicales. Al organizar los museos, se hizo – El segundo piso está dedicado a las ha- Zanzíbar, un locus de discusión sobre de norte de Mozambique, dado que en conjun-
un esfuerzo para no reproducir el palacio en bitaciones domésticas del sultán que, se- quién es la historia, sobre cuál es la historia. to for man una única región cultural. Por
un momento histórico particular, sino para gún pensamos, son un tema colonial Muchos estaban felices de que lo que quedó eso, el museo se llama Museo de Historia y
destacar diferentes períodos y aspectos en muy apropiado, puesto que fue el mo- se haya preservado; algunos militantes acé- Cultura de Zanzíbar y la Costa Swahili. El
su más de un siglo de historia, y reflejar la mento en que el sultán fue reducido a rrimos de la revolución ven esta preserva- abordaje que se hizo para construir el mu-
historia de Zanzíbar como un todo. mero figurante. Hay un contraste dra- ción como recuerdo de la opresión pasada seo fue explícitamente histórico. Durante la

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) 256 ( ) 257 (
década pasada, una cantidad considerable del museo a ese tema. Queremos mostrar del comercio y la plantación esclavista que Consideraciones finales
de investigaciones históricas y arqueológi- desde la economía costera local hasta el producía especias y otras commodities
cas han revelado una historia muy larga y ri- comercio de lar ga distancia de los monzo- agrícolas. Con la división colonial de Áfri- La expansión a gran escala de las insta-
ca, que ahora puede ser exhibida sistemáti- nes, todo esto or ganizado alrededor de un ca en la década de 1880, y con ella la del laciones de museos en Zanzíbar es única en
camente. Como la costa oriental africana es modelo de tamaño real de una barca swa- hinterland de Zanzíbar, la capital se redu- el África actual. La burbuja del nacionalismo
también la orilla occidental del océano Índi- hili hoy desparecida, llamada mtepe, que jo a sus confines insulares actuales, y la re- posindependencia ha explotado en otras
co, se hará el intento de resaltar las conse- aún debe ser construida. En la planta baja volución de 1964 bien puede ser vista co- partes del continente. Probablemente, una
cuencias históricas y culturales de la conver- también habrá una exposición sobre la his- mo el final de esa historia. Sin embar go, de las razones por las cuales los museos en
gencia, a lo largo de la costa oriental de toria y la arquitectura de Stone Town en Zanzíbar continúa siendo parte de la civili- Zanzíbar han recibido un fuerte apoyo ofi-
África, entre el mundo continental africano Zanzíbar, que es el sorprendente producto zación swahili, que siguió influyendo sobre cial tenga que ver con lo mal resuelto de la
y el marítimo del océano Índico. de siglos de interacción social y cultural en- muchos territorios coloniales; de hecho, cuestión nacional. El miedo a la pérdida de
Al abordar este objetivo somos perfecta- tre África y las tierras a lo lar go del Índico: durante el siglo XIX y sobre todo en el pe- la identidad nacional es fuerte, y la gente re-
mente conscientes de las posturas divergen- hay elementos swahili, árabes e indios que, ríodo colonial, su lengua y aspectos de su curre a los museos y a la historia en busca
tes que los historiadores africa- junto con la arquitectura de cultura se difundieron a lo lar go y a lo an- de reafir mación personal. Una segunda ra-
nistas han sostenido, durante los primeros tiempos colo- cho de una gran parte del África oriental. zón, más mundana, se relaciona con la ne-
tres décadas, sobre la historio- niales, se mezclaron de ma- Ésta es la historia que queremos contar en cesidad de diversificar la base económica
grafía del África oriental. Co- nera única. el Museo del Gabinete de Maravillas. del país a través de la explotación del atrac-
mo reacción frente a la histo- En el primer piso hay Hasta ahora, sólo se han acondicionado tivo romántico de Zanzíbar y desarrollar su
ria colonial, que le ha negado a cuatro enor mes salas interco- dos salas, y su diseño es algo ecléctico. La potencial turístico.
África una historia propia, la historiografía nectadas que se usarán para dar una visión exposición sobre la cultura swahili está foca- Nuestro esfuerzo se ha dirigido básica-
africana ha cumplido un papel esencial en la panorámica de la historia y la cultura de lizada sobre las bases económicas de la civi- mente a presentar nuestra propia historia y
tarea de recuperar una iniciativa africana Zanzíbar y la costa swahili, desde la Edad lización, su agricultura, su actividad pesque- cultura a nuestra gente y a los visitantes del
propia. Sin embargo, la persistencia de su de Piedra hasta la revolución. Reciente- ra y sus artesanías, también extranjero. El desafío ha sido
espíritu de cruzada, que deliberadamente ha mente, se han encontrado herramientas hay una reconstrucción de no mostrar la sociedad ni co-
dado la espalda al mar (a veces hasta el ex- neolíticas en Zanzíbar, y en los siglos subsi- una casa swahili de Lamu, que mo una entidad homogénea
tremo de negar cualquier tipo de significado guientes llegaron pueblos de idioma bantú fue realizada por artesanos del y estática ni como una socie-
a la larga historia de interacción entre los desde el interior, absorbiendo a pueblos cu- lugar para lograr decoraciones dad plural con subculturas
swahili y los pueblos del Índico), termina po- sitas, que habían ocupado una gran parte arquitectónicas únicas y la ubi- diferenciadas (que se juntan
niendo el énfasis en el aislamiento de África del África oriental hasta la costa. Por otra cación de los elementos del hogar en sus lu- pero no se mezclan), sino como una amal-
respecto de las grandes corrientes de la his- parte, desde los comienzos de la era cristia- gares típicos; por último, pueden verse ins- gama orgánica y cosmopolita que posee
toria humana. Fernand Braudel ha demos- na existen evidencias arqueológicas de co- tituciones sociales características como una unidad sin borrar toda la diversidad. Es tam-
trado las tendencias unificadoras de las rutas mercio marítimo entre las regiones de la mezquita, una madrasa (escuela Quran), un bién una sociedad que no tuvo su visión del
marinas del mundo, y más que cualquier orilla norte del océano Índico y la costa es- lugar de atención médica tradicional, etc., mundo confinada al estrecho cinturón cos-
otro, el océano Índico ha tenido el efecto de te de África, la cual creció con la expan- ubicados a lo largo de una calle de un pue- tero, sino que se vio a sí misma como par-
unir a muchos pueblos y culturas. La esencia sión de los imperios musulmanes del siglo blo swahili. La segunda sala del imperio co- te de un espacio mucho más amplio. Cuan-
de los swahili es operar tanto en el espacio VIII. La conver gencia de estos dos movi- mercial está organizada de acuerdo a líneas do un cantor taarab de Mombasa quiere
continental africano como en el marítimo mientos sobre la costa oriental africana más tradicionales, con vitrinas de vidrio pa- elogiar la belleza de las mujeres de su pue-
del Índico. Por ese motivo, el museo vuelve creó la civilización swahili, que era maríti- ra exponer los variados aspectos del Zanzí- blo natal Lamu, en Kenia, no la compara
a estar en la arena de discusión sobre de ma, urbana e islámica, sin borrar su legado bar del siglo XIX, incluyendo el comercio, la sólo con la de otros pueblos del corredor
quién es la historia y cuál es la historia. africano, sobre todo la lengua bantú. Des- agricultura de plantación esclavista, las ex- swahili, sino también con la de Egipto, la de
El mar es tan central para la cultura de el último cuarto del siglo XVIII, Zanzíbar ploraciones, la diversidad cultural y religio- Yemen y la de India. Sólo los visitantes po-
swahili que decidimos contextualizarlo den- se erigió como la capital de un reino árabe- sa, etcétera. drán juzgar si cumplimos con nuestro obje-
tro del mundo marítimo del océano Índico. africano y como centro de un vasto impe- tivo de mostrar la cultura swahili tal como
Por esa razón, dedicamos la zona central rio comercial, basado en el doble cimiento la vemos.

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) 258 ( ) 259 (
Sin importar cuán exitosos seamos en ese momento, la local para ar mar nuestras vitrinas y menos políticos enemigos a llegar a un acuerdo pa-
nuestra tarea, nos preocupa que las exposi- Unión Europea es- de 20 mil dólares, producto de los ingresos ra restablecer la paz, y los países que apor-
ciones sean extremadamente unilaterales taba dispuesta a de la entrada, para acondicionar la primera tan donaciones están ahora listos para rea-
para nuestra gente. Somos muy serios en contemplar. Si eso sala en 1991 y un monto similar en 1992 nudar la ayuda a Zanzíbar. Si bien esto de-
cuanto a los objetivos educativos de nues- se hubiera dado, hoy para la segunda. La misma práctica de la bería haber sido una buena noticia, ahora es
tros museos, tanto para nuestros habitantes quizá tendríamos el mu- autoconfianza fue una experiencia maravi- más difícil persuadir al gobier no de que per-
como para los turistas. El problema para seo en funcionamiento, pero la cuestión se llosa, pero fue sólo un débil fogonazo. Ajus- mita que el museo conserve algo de su au-
muchos de los especialistas en museos de ha convertido en un elefante blanco, mane- tados en el presupuesto debido al congela- tonomía financiera. Las donaciones son pa-
los países desarrollados es cómo presentar jada por expertos y subvención extranjeros, miento de la ayuda económica, fue el go- ra proyectos específicos; cuando los donan-
otras culturas a su público. En nuestro caso, a la manera del museo del gran líder que ha- bier no, sin embargo, el que recibió nuestras tes se retiren, ¿cómo se sostendrán los mu-
nuestros museos apenas pueden exhibir bían desarrollado los norcoreanos, o los pequeñas ganancias. Habíamos hecho ma- seos? Es necesario establecer una fór mula
nuestra propia historia y cultura nacional, y museos que están construyendo extranjeros ravillas con poco dinero, pero no podíamos según la cual las autoridades locales jueguen
nuestros niños tienen pocas oportunidades en algunos de los países petroleros del Gol- hacer milagros de la nada. Propusimos la el papel que les corresponde en el desarro-
de aprender sobre otras culturas de la ma- fo, con poca iniciativa o inversión local. creación de un Fondo Fiduciario del Lega- llo de un programa de museos sustentable
nera en que lo hacen sus contrapartidas de Sin embargo, la política nunca está de- do, que per mitiría a los museos y a otras que se base en el fomento del autofinancia-
los países desarrollados que visitan sus mu- masiado lejos de nuestro trabajo. En 1995, instituciones relacionadas solventarse a sí miento y la construcción local. Los donan-
seos. Esta unilateralidad puede conducir a las elecciones en Zanzíbar fueron una inter- mismas, en parte con su propio esfuerzo y tes incondicionales y el cuidado del presu-
una peligrosa xenofobia; también puede vención, cuando el fraude electoral y la ex- ganancias de las entradas, al tiempo que re- puesto deberían verse, en relación con esto,
prestarse a acusaciones de que estamos tendida violación de los derechos humanos cibir donaciones de benefactores, pero la como ingredientes positivos del esfuerzo
preocupados de manera desproporcionada produjeron un congelamiento de la ayuda propuesta está atascada en algún lugar de para el desarrollo.
en vender nuestro legado nacional a los tu- económica extranjera. Por nuestra parte in- las tuberías de la burocracia.
ristas extranjeros para quedar nos con sus tentamos un acercamiento basado en nues- Hay otro hecho irónico. Las matanzas (Traducción: Melina Graves)
dólares. Tuve que ir hasta Leiden, en Ho- tras propias fuerzas, usando nuestros limita- de 2001 obligaron finalmente a los partidos
landa, para ver la famosa exposición de Sa- dos recursos financieros y humanos para
hel, que fue muy educativa para mí. Mis preparar las exposiciones de a una, una sa-
conciudadanos no tendrán nunca esa opor- la por vez. Pero el gobier no quiso imple-
tunidad de comprender y apreciar las simili- mentar el proyecto a lo grande (mas sin
tudes y diferencias entre estas dos áreas de proveer fondos). De esta manera, el plan se
convergencia cultural a través del océano estancó hasta las elecciones de 2000, las
Índico, en un caso, y el Sahara, en otro, lo cuales, a su vez, empeoraron las cosas,
cual podría ser muy interesante e instructi- pues condujeron a una matanza masiva en
vo. Esto pide una cooperación e intercam- enero de 2001. Sin perspectiva inmediata
bio entre las distintas partes de África y del de levantar el congelamiento de la ayuda, el
sur en general, pedidos que muchas veces gobier no se preparó para una aproxima-
se hicieron, pero que no obtuvieron res- ción alter nativa. En un sentido, el enfria-
puesta. miento de la ayuda fue positivo, porque nos
Mi comentario final se relaciona con enseñó a practicar la confianza en nosotros
nuestra experiencia práctica en la prepara- mismos, algo que veníamos predicando des-
ción de los museos en tér minos administra- de hacía mucho.
tivos y financieros. El museo del Gabinete Lo que conseguimos con nuestros ma-
de Maravillas se concibió originalmente co- gros fondos fue sorprendente. Usamos
mo un proyecto a gran escala. Los consul- nuestros recursos humanos (que tenían mí-
tores, en 1994, habían propuesto un presu- nimo entrenamiento), una escuela de oficios
puesto de 1,5 millones de dólares que, en para construir el mobiliario y una vidriería

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) 260 ( ) 261 (
¿De quién es la historia? ¿Cuál es la historia?
Comentarios sobre “Encapsular la historia.
La experiencia de los museos en Zanzíbar”,
de Abdul Sheriff
Albert Wirtz*

toria de Zanzíbar, un locus de discusión”.

E
s un placer muy especial escuchar a
Abdul Sheriff, historiador, escritor y Por lo tanto, ve al museo como una “are-
educador, hablar sobre sus experien- na de discusión sobre de quién es la histo-
cias como “curador accidental” del Museo ria y cuál es la historia”. Incluso podríamos
del Palacio en Zanzíbar y el Museo de His- ir un paso más allá y ver los museos como
toria y Cultura de Zanzíbar y la Costa Swa- lugares donde se construyen metanarrati-
hili. Abdul Sheriff no es sólo uno de los his- vas históricas. Con frecuencia, estas meta-
toriadores africanos más importantes del narrativas se mezclan y se convierten en
mundo; incluso, creo que podríamos consi- mitos o tienden a engendrar mitos. Para
decirlo de otra manera: ¿los museos “en-
derarlo el Braudel del océano Índico. Am-
capsulan” la historia, como sugiere el títu-
bos eruditos combinan el sentido de perte-
lo del artículo de Sheriff? ¿No sería más
nencia a un pequeño lugar (Zanzíbar, en el
pertinente verlos como parte de aquellas
caso de Sheriff, los terroirs franceses en el
instituciones y procesos que convierten al-
caso del famoso historiador de los Annales),
gunas memorias sociales en historia?
con una visión auténticamente oceánica de
Ver los museos desde esta perspectiva
la historia, junto con la inclinación por la es-
hace imperativo explorar las for mas de ver
tética de los hechos y las figuras. Como cu- la historia de sus curadores. Sheriff y sus co-
rador de museos (accidental o no), Sheriff legas comparten una perspectiva que pone
ha estado, además, a la vanguardia de una a Zanzíbar como ejemplo de la cultura swa-
experiencia única, definiendo nuevos están- hili y como lugar central en el ancho mun-
dares para la historia pública, es decir, la do del océano Índico, conectando África
for ma en que la historia es conmemorada y con la Península Arábiga y el subcontinente
representada en el África poscolonial. indio. En consecuencia, se pone el acento
Or ganizar un museo de historia es un en los aspectos marítimos de la cultura swa-
desafío for midable en cualquier lugar, pero hili y se presenta a Zanzíbar
más en el caso de Zanzíbar, con la pobreza como una ciudad puerto,
del pueblo y su sangriento pasado reciente. con una cultura cosmopo-
Sheriff está muy al tanto de los problemas lita. Se hace hincapié en
que resultan de esto. Como dice en su ar- el comercio a larga distan-
tículo: “El museo sigue siendo, para la his- cia, las comunicaciones,
los intercambios y los proce-
sos de hibridación cultural. Es-
* Humboldt University, Berlín. ta visión está en consonancia con

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Entrepasados - Nº 24-25, 2003: 263-268
el consenso general de la historiografía aca- ta historia se cuenta principalmente a través En cualquier caso, la enemistad política de lámicos, y que tiene cierta relación con los
démica reciente, que intenta alejarse de la de las pinturas y el mobiliario exhibido en algunos señala el hecho de que el pasado en bárbaros griegos. ¿Este silencio es produc-
vieja escuela de Dar es Salaam, la cual ha- las distintas salas. Zanzíbar es, y seguirá siendo, un territorio to de la tendencia a ver ar monía donde ha-
bía remarcado las iniciativas africanas, pero Los ricos muebles antiguos y los retratos para la discusión. bía disenso, opresión y conflicto? Acepto la
había dado la espalda al mundo oceánico. de dignatarios extranjeros que se muestran Si el bello y acogedor Museo del Palacio idea principal de Sheriff, según la cual la
El contraste es más pronunciado aún con la en la planta baja dan testimonio de la rique- tiene sus problemas, el Museo de Historia y sociedad zanzibari no era ni homogénea ni
visión colonial que guió el viejo museo cons- za y el poder del sultanato durante la segun- Cultura encontrará nuevos, y uno no menor plural, sino más bien cosmopolita, que te-
truido por los ingleses en 1925. Según She- da mitad del siglo XIX; el mobiliario de fór- será el generado por lo ambicioso del pro- nía unidad sin eliminar toda la diversidad.
riff, este museo británico precursor no esta- mica barata de cuartos decorados de for ma yecto. En su artículo, Sheriff lo denomina También estoy de acuerdo con la concep-
ba exento de méritos, pues se dirigía y fo- doméstica es interpretado por los curadores un “museo nacional”, lo que parece una ción según la cual Zanzíbar se caracteriza-
mentaba el orgullo local. Sin embargo, el como ícono de la posición disminuida del contradicción en sus tér minos. El Mu- ba por la tolerancia religiosa. In-
museo colonial, imbuido en el darwinismo sultán al final del período colonial. El edifi- seo quiere mostrar la vida de todos sisto, no obstante, con que el
social y mirando la historia a través del len- cio mismo, modesto si se lo compara con aquellos que no eran parte de la eli- tér mino “orgánico” es inade-
te de la etnografía, también ha tenido algu- los castillos de otros gober nantes, también te gober nante. Más aún, pretende cuado, por no decir peligro-
nas consecuencias muy negativas, sobre to- es un ejemplo arquitectónico de algunos va- dar una visión panorámica de la cul- so, para describir esta com-
do porque profundizó la “racialización” de lores fundamentales de la cultura swahili, tura y la historia swahili desde finales pleja sociedad. Las sociedades
la sociedad zanzibari. A los ojos coloniales, como su sensualidad. Sentarse en la terraza de la Edad de Piedra, tomando toda la cos- construidas por los hombres nunca
Zanzíbar era una sociedad con tres patas: del palacio del lado que da a la costa es una ta swahili, hasta la revolución de 1964, co- fueron y nunca serán orgánicas, e incluso
terratenientes árabes en la capa superior, lección intensamente educativa, a la vez que mo si ese evento trágico fuera considerado las sociedades con unidad tienen sus dife-
comerciantes asiáticos y banqueros en la placentera. El Museo del Palacio, y en par- el momento final en el desarrollo de la his- rencias sociales inter nas, anudadas a con-
media, y las masas trabajadoras en la infe- ticular la sala dedicada a la princesa Salo- toria y la cultura regionales. Por otra parte, flictos y poderes diferenciales. El viejo Zan-
rior. mé, apunta a satisfacer la búsqueda de lo la costa swahili se extiende desde Somalía, zíbar no es la excepción a la regla.
Sheriff y sus colegas tienen dos lugares exótico de los visitantes extranjeros y los es- en el norte, hasta Mozambique, en el sur. Hay también otros silencios. Como se
de reunión a la hora de poner sus ideas en colares locales. La princesa Salomé se ena- ¿Cómo podríamos llamar “nacional” al mu- señaló antes, el silencio sobre el lugar de los
práctica: el Museo del Palacio y el Museo de moró de un comerciante alemán, y más tar- seo? En mi opinión, esta denominación só- dos museos en la sociedad local puede ser
Historia y Cultura de Zanzíbar y la Costa de se convirtió en la cristiana señora Ruete. lo tendría sentido si pensáramos el tér mino la causa de los actuales problemas de acep-
Swahili en el viejo Gabinete de Maravillas, Su trágica historia ayuda a atraer a turistas “nacional” desde su vertiente romántica, en tación. En cualquier caso, los principales ac-
ambos ubicados en la costa del antiguo Sto- europeos, mientras que algunos “militantes tanto constituye una entidad cultural (y étni- tores en la lista de Sheriff son: 1) los cura-
ne Town. Visto en perspectiva, el Museo del acérrimos de la revolución”, según los defi- ca). Es justo decir que Sheriff y sus colegas dores; 2) el gobier no, y 3) las agencias in-
Palacio parece ser la parte fácil de la tarea, ne Sheriff, aún se niegan a visitar el Museo no son de ninguna manera nacionalistas ét- ter nacionales de financiamiento.
ya que está dedicado a la conservación de del Palacio. Es difícil deter minar si esta opo- nicos, más bien lo contrario: una y otra vez Ni los grupos locales ni las escuelas co-
los restos del palacio del sultán. Sin embar- sición es signo de mala voluntad política o si ponen el acento en el carácter cosmopolita mo instituciones son tenidas en cuenta en
go, las ambiciones de Sheriff y sus colegas apunta a un problema estructural del mu- de Zanzíbar. su presentación, si bien menciona a los es-
van más allá. No quieren convertir al pala- seo, porque su lugar en la sociedad nunca La contradicción recién mencionada no colares como visitantes entusiastas. ¿Pero
cio en un simple monumento para conme- se discutió de manera acabada. ¿Por qué es el único punto controversial del artículo. qué hay de los especialistas, los maestros
morar las glorias pasadas. Más bien, buscan otra razón, si no, los críticos del museo in- Per mítaseme señalar algunos silencios que religiosos y seculares, los estudiantes y otros
mostrar cómo el sultán pasó, en tiempos terpretarían erróneamente su política de ex- pueden indicar otras trampas ocultas. Es jóvenes? ¿Deberíamos llegar a la conclusión
coloniales, de ser un soberano poderoso y posiciones tildándola de glorificar a los anti- bastante sorprendente que Sheriff nunca de que estos dos museos no son ni parte del
un príncipe comerciante a ser un mero “go- guos opresores o como el intento de “ven- mencione la esclavitud en su texto, aun sistema educativo local ni están organizados
ber nante nominal” y un “socio menor” que der nuestro legado nacional a los turistas ex- más cuando él mismo ha escrito extensa- con una visión educacional global? Si tal co-
incluso llegó a experimentar la pobreza. Es- tranjeros para quedar nos con sus dólares”? mente sobre la historia del comercio escla- sa fuera cierta, valdría la pena especificar
vista en Zanzíbar. Tampoco habla del tér - los riesgos involucrados en un acercamien-
mino swahili mshenzi, de uso común en el to de ese tipo: quien vea los museos como
pasado para referirse a los africanos no is- entidades autónomas con una racionalidad

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) 264 ( ) 265 (
propia y no busque la participación activa Zanzíbar? ¿Existe una necesidad y un in- lógicas conscientes. Más bien, creo que tie- compleja, pero menos precisa que la escri-
de los actores sociales locales como compa- terés en la cooperación con museos de ne que ver con los elementos que estaban a ta, dejándoles a los visitantes una amplia la-
ñeros de trabajo, corre el riesgo de entregar ultramar y en particular con los de Ale- la mano. Los reyes dejan, al menos, casti- xitud para la interpretación. Los contextos
los museos a las fuerzas del mercado y la in- mania? Aunque no fue colonia alemana, llos, coronas, ar mas y pinturas, pero ¿qué de las piezas son seminales. Para dar un
dustria del entretenimiento. De esa manera, Zanzíbar tuvo un lugar especial en Ale- deja un pescador, o un trabajador de la tie- ejemplo: podemos tomar una herramienta
los museos se convierten en un lugar más mania, sobre todo durante la época de la rra, o una lavandera, que pueda ser exhibi- simple como una azada y presentarla como
donde se organizan eventos más o menos Guerra Fría, cuando estrechó lazos con do al público? Sin embargo, el regreso de la un objeto de arte por sus cualidades estéti-
espectaculares para el consumo rápido. No la República Democrática. ¿Qué debe historia de los grandes hombres en el Mu- cas, o podemos mostrarla dentro del ciclo
dudo de que esto pueda tener éxito durante hacerse para evitar que los expertos de seo de Historia Alemana también puede ser productivo y de uso, o se puede ver como
un tiempo, pero me pregunto, sin embargo, los bien establecidos y bien financiados el resultado de una particular visión del mu- una muestra genérica e incorporarla a una
si esa aproximación es sostenible en el lar- museos del norte impongan sus concep- seo como tal. Aparentemente, los respon- grilla de clasificación como se hacía con los
go plazo. tos y sus ideas a los habitantes de Zanzí- sables tenían una idea de museo como un arcos y flechas cuando el pensamiento evo-
En cualquier caso, creo que parte del bar? ¿Cómo asegurarse de que los even- lugar de entretenimiento más que de apren- lucionista era dominante. La herramienta es
éxito de los museos del siglo XIX en Europa tuales esfuerzos de cooperación resulta- dizaje, y le dieron privilegio a lo espectacu- siempre la misma, pero cuenta una historia
tiene que ver con la cercana asociación con rán en un diálogo real? lar. Nadie puede negar que los retratos de diferente cada vez. Ninguna es intrínseca-
la expansión educativa del período. Los mu- 2) ¿Cómo integrar a la sociedad local en la los reyes son más deslumbrantes que las he- mente falsa, ni correcta: todas están abier-
seos eran instituciones donde se generaba experiencia de los museos? Hans Bel- rramientas de los agricultores. El lujo es más tas a la interpretación, y las confusiones son
conocimiento académico, al tiempo que se ting abrió los debates del foro de mu- entretenido que la miseria, y la pompa polí- frecuentes.
popularizaba. Eran parte de la cultura del seos del año pasado con una provocati- tica llama más la atención que las ceremo- Hasta los textos adquieren nuevos signi-
aprendizaje, que se pensaba como civiliza- va ponencia sobre un museo discursivo. nias campesinas de pequeña escala. ficados en un museo. Esto, por supuesto,
dor, liberador y fortalecedor, algo que se ex- ¿Es ésta una idea factible para un lugar A partir de allí, nos vemos arrojados no es nuevo para los curadores que han
tendía mucho más allá del nivel primario de como Zanzíbar? ¿O sería el principio del otra vez al problema de cuál es la historia y aprendido a reducir la infor mación escrita a
la educación. Si bien esto era cierto, los mu- fin para el museo? Temo que, dado el de quién es la historia que queremos pre- lo básico. Sin embargo, hay una persisten-
seos eran también parte de la política del estado de la política en Zanzíbar, ése se- sentar en el museo. El desafío es lograr que cia, al menos en Berlín, en ubicar estos
nacionalismo, si no de políticos xenófobos. ría el caso. las exposiciones, y a través de ellas la histo- fragmentos de infor mación tan cerca del
Difícilmente este modelo es atractivo inte- 3) ¿Cómo presentar la historia en su diver- ria del pueblo, se llenen de vida en el senti- suelo, y preferentemente en lugares oscu-
lectualmente. Es más, la mayoría de los mu- sidad sin caer en la trampa de una teo- do histórico erudito que han desarrollado la ros, que las personas de mediana estatura
seos africanos han sido, hasta ahora, parte logía simplista como la de la idea de mayoría de los curadores, tanto en Zanzíbar tienen que agacharse para leerlos. Al día de
de la política de la construcción de la na- progreso? Las dificultades de mostrar la como en Berlín. hoy, no sé si esto se hace porque la gente
ción. Si queremos mantener los museos al historia en su multiplicidad son manifies- La tarea se hace aun más difícil por el que va a los museos de Berlín tiene tallas
margen de la intervención política y las tas en el Museo de Historia Alemana de hecho de que las piezas del museo se mues- menores a la altura promedio, o si los cura-
agendas abiertamente nacionalistas, vale la Berlín. Los que fundaron el museo te- tran de manera tridimensional, mientras los dores de la capital alemana quieren que las
pena volver a pensar, una vez más, en los nían todos los fondos necesarios y su visitantes pasean entre medio de ellas. Por personas se inclinen en señal de respeto, ya
museos como importantes lugares de infor- acercamiento al pasado fue verdadera- eso, las piezas se experimentan más que se sea al arte, al pasado o a cualquier cosa que
mación y como herramientas válidas para la mente erudito, y sin embargo el resulta- leen, o más bien “leemos” con todos nues- esté en exhibición en ese museo en particu-
educación en las artes liberales. do de sus esfuerzos es una exposición tros sentidos. De esta for ma, los museos tie- lar. Si esto es así, el colocar a los museos en
Sheriff ha traído a la luz muchos ele- que, una vez más, presenta la historia nen mucho más que ver con los espacios el ámbito de lo sagrado puede pensarse co-
mentos importantes que han generado nue- como la suma de las hazañas de los públicos, y las exhibiciones con eventos co- mo una solución “consuelo”. En el pasado,
vas preguntas. Las tres que siguen pueden grandes hombres. mo ceremonias o rituales multitudinarios. esto se conseguía con medios arquitectóni-
ser cuestiones a debatir, esenciales, además, En estos escenarios, la comunicación no es cos. Pero hoy nadie se atreve a construir
para el futuro de su trabajo: Sé que el acento puesto en los grandes sólo un desafío múltiple, sino que también museos del tipo del Partenón, como hicie-
hombres y su esplendor en el Museo de His- tiene una retórica propia, diferente del arte ron los fundadores de la antigua National
1) ¿Cómo manejarse cuando los fondos toria Alemana no es ni el producto de una de la escritura persuasiva.
son tan limitados como parecen serlo en decisión política ni de elecciones epistemo- La comunicación en los museos es más

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) 266 ( ) 267 (
Gallery en el corazón de Berlín. Allí, el ac-
ceso al museo es igual a una ascensión, que
gún el pensamiento protestante y cristiano
del siglo XIX. Afortunadamente, ese régi- Reseñas
deja sin aliento al tiempo que nos vuelve hu- men disciplinario no está en los planes pa-
mildes, como si se recordara al visitante que ra los dos museos de Zanzíbar.
ir a un museo es similar a trepar por el “es- 23 de enero de 2003
trecho camino” que conduce al paraíso se- (Traducción: Melina Graves)

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) 268 (
De súbditos a ciudadanos. Ensayo sobre las libertades en
los orígenes republicanos (Buenos Aires, 1810-1852)
Buenos Aires, Imago Mundi, 2003, 209 pp.
Oreste Carlos Cansanello

C
omo el título de su libro lo indica, ra con la etapa colonial al revelar la pervi-
Cansanello se centra en el estudio vencia de rasgos de “antiguo régimen” en
del proceso de constitución del ciu- los años que siguieron a la revolución.
dadano en Buenos Aires durante las prime- Cansanello destaca el valor de estos traba-
ras décadas de la vida independiente del Río jos así como también el de algunos estudios
de la Plata, en razón de un interés que se de historia jurídica centrados en el examen
funda a partir de dos constataciones: viven- de la nor mativa de los gobier nos posrevo-
cial una e histórica la otra. En efecto, en la lucionarios, al cuestionar la relación causa-
introducción nos advierte acerca de su ac- efecto que, derivada de los supuestos men-
tual preocupación por la frágil situación de cionados, se había establecido entre el
las personas en tanto sujetos de derechos quiebre del pacto colonial y la extensión de
frente a Estados que, amparados en el dis- la libertad política y la igualdad jurídica de
curso de la globalización, escatiman la pro- los individuos.
tección a sus ciudadanos, a pesar de ser el Si, según estas últimas contribuciones,
fundamento mismo de su existencia. Esta la revolución no había hecho tabla rasa del
vivencia lo condujo a interrogarse sobre el pasado ni eliminado las barreras estamen-
origen del ciudadano y a discutir un doble tales que caracterizaban a la sociedad lo-
supuesto enraizado en la historiografía más cal, era necesario adoptar una nueva pers-
tradicional: el primero es el que ligó estre- pectiva que per mitiera evaluar de un modo
chamente la extensión de los derechos indi- más apropiado la dimensión de los cam-
viduales o civiles a todos los integrantes de bios que, en cuanto a la adquisición de de-
la sociedad poscolonial con la Revolución rechos individuales, se habían producido a
de Mayo, y el segundo, corolario de aquel, partir de aquella. Así, el abordaje del perío-
es el de suponer que de allí en más se inició do desde una óptica interesada en los cam-
un extenso y controvertido proceso de am- bios y per manencias entre el Antiguo Ré-
pliación de los derechos políticos que culmi- gimen y la etapa posrevolucionaria reveló
naría con la universalización del derecho de a su autor que lo que se produjo a partir de
sufragio. 1810 fue la ampliación de la categoría de
Ahora bien, los aportes realizados por vecindad que alcanzó a un mayor número
la historia política, social y económica de de personas e incluyó a los habitantes de la
las últimas décadas sobre la revolución, la campaña que habían sido mar ginados du-
guerra y la for mación del Estado, los pro- rante la colonia. En razón de tal descubri-
cesos electorales, el vocabulario político y miento, concluye que durante los años que
el mundo rural mostraron, por el contrario, siguieron a la revolución no hay modo de
la falsedad de ese cuadro de abrupta ruptu- indagar acerca de la ciudadanía que no sea

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) 271 (
a través de la vecindad y, por lo tanto, del las prácticas jurídicas concretas con las nor- ras en la organización y desarrollo del acto dida por el juez de paz de la correspondien-
domicilio. Siguiendo esta línea, se aboca a mas escritas. electoral, se encargaron de privilegiar la te jurisdicción para trasladarse de un lugar
reconstruir la manera, los alcances y los Así, en el primer capítulo, el autor se- participación de los “vecinos de probidad a otro.
mecanismos a través de los cuales se ope- ñala los acontecimientos que sucesivamen- reconocida”. Por otro lado, y a pesar de que gran
ró tal ampliación. te, a partir de 1810, influyeron en la am- La caída del gobierno central marcó el parte de la población de la campaña se ha-
En esa reconstrucción el correlato nece- pliación del status vecinal: la disolución del inicio de la autonomía provincial y trajo apa- llaba domiciliada y el esfuerzo del gobier no
sario que establece entre sociedad y consti- pacto colonial, la revolución, la supresión rejada la creación de la Sala de Represen- provincial se orientaba en ese sentido como
tución de los poderes públicos obligó a dis- del cabildo, la expansión de la frontera bo- tantes, encargada ahora de la elección del el modo más adecuado de conservar el or-
tinguir la etapa colonial de la de los gobier- naerense y la constitución de Buenos Aires gobernador a la que se sumó, luego de la su- den y la seguridad, existían individuos al
nos centrales y la de la provincia autónoma como provincia autónoma. La caducidad presión de los cabildos de Buenos Aires y de margen de la protección del Estado. Éstos
a partir de 1820, periodización que introdu- de la soberanía real como instancia legiti- Luján, el despliegue de funcionarios judicia- eran los transeúntes que recibían el trato
ce en cada capítulo a fin de indicar los cam- madora de las nuevas autoridades llevó a les y policiales sobre una campaña cuyo pro- de forasteros y eran considerados “vagos”
bios y las persistencias en la condición de reemplazarla por la invocación de la sobe- ceso de ocupación era anterior al avance del en potencia. Entre ellos se contaban los
los individuos y en la relación de éstos con ranía del pueblo y al sufragio como modo Estado. Una vez más, la necesidad de legiti- peones no per manentes, que sólo poseían
las instituciones. En especial para la tercera de expresar la voluntad popular. Las dispo- mar a las autoridades provinciales fue el mo- la papeleta de conchabo y no estaban agre-
etapa, llama la atención sobre el paralelo siciones sobre la “ciudadanía”, sin ser el tivo principal de la sanción de la ley de elec- gados con sus familias, ni eran arrendata-
proceso de for mación que atravesaban el único testimonio, como se indicará más ciones de 1821, que extendió el “voto acti- rios o labradores. En consecuencia, desde el
Estado y la sociedad provinciales, circuns- adelante, muestran que el “pueblo” distaba vo” a todos los hombres libres mayores de punto de vista de la relación entre poderes
tancia que considerará clave para la exten- considerablemente de ser un conjunto de veinte años, nativos o avecindados en la pro- públicos y sociedad, la población se dividía
sión de los derechos individuales. individuos iguales ante la ley. vincia, eliminando así las restricciones que en dos grandes grupos: los domiciliados y
En su estudio recurre al análisis de las En el estatuto de 1815, por ejemplo, es- los estatutos de 1815 y 1817 habían im- los transeúntes.
nor mas de la época, heterogéneo corpus tablecía que todo hombre libre mayor de puesto a los peones y domésticos a sueldo. En cuanto a los mecanismos de acceso
que incluía desde la legislación indiana –que veinticinco años que hubiera nacido y resi- Pero al igual que aquellos, la nueva ley con- a la vecindad, Cansanello destaca la centra-
no había sido específicamente derogada diera en el territorio de la provincia recibía tinuaba ligando la ciudadanía a la vecindad, lidad que revistió el servicio en las milicias
luego de 1810– hasta las leyes, decretos, el nombre de ciudadano y podía ejercer vo- ya que el padrón electoral preparado antes luego de la revolución, al punto de definirla
reglamentos y disposiciones constituciona- to activo y pasivo. Aunque la ciudadanía se de cada elección tenía como base el de mili- como inescindible de aquella. Dicho servicio
les sea de los poderes centrales o del pro- suspendía en el caso de los domésticos asa- cias, servicio cumplido sólo por aquellos a era una obligación pública de origen colo-
vincial. Atento a los usos que los contempo- lariados como en el de los que carecían de quienes se les reconocía domicilio. nial que tenía su contrapartida en el ejerci-
ráneos hacían de vocablos tales como veci- propiedad (que no se restringía a la de la tie- Remarca, asimismo, que de la amplia cio de las “libertades” o derechos. Entre
no, ciudadano, transeúnte, peregrino, rra) u oficio lucrativo, o se condicionaba se- concesión del “voto activo” no debe inferir- ellos se encontraban, por un lado, los de
siervo, sirviente, peón, doméstico a suel- veramente su ejercicio a los libertos, la cate- se la igualdad entre los domiciliados ya que, usufructuar bienes comunales, circular libre-
do, domicilio, entre otros, los diccionarios goría de “vecino colonial”, condición indis- además de las diferencias sociales marca- mente, contratar y comerciar y por otro, los
y manuales de derecho vigentes en aquellos pensable para participar de la modesta vida das por la propiedad o las actividades desa- derechos políticos como el de sufragio y el
tiempos le prestaron una valiosa ayuda pa- política del período prerrevolucionario, de- rrolladas –y reproducidas, por ejemplo, en de petición a las autoridades. Es por ello
ra evitar los anacronismos cometidos en sapareció al perder el carácter urbano y la milicia donde los más pudientes eran ofi- que constituía el vínculo más directo entre
más de una ocasión por algunos historiado- aristocratizante que implicaba la exigencia ciales y los menos, soldados–, persistieron Estado e individuos. Asimismo, pone de
res y juristas. Sin embargo, lejos está de li- de poseer “casa poblada” en la ciudad. La barreras estamentales –las castas continua- manifiesto la diferencia existente entre mili-
mitarse al mero examen de la nor mativa. ciudadanía, no obstante, continuó asociada ron excluidas– y la desigualdad en la capa- cias y ejército de línea que, en virtud de la
De ahí el recurso a una diversidad de fuen- a la vecindad, como lo demostraron las cidad jurídica de los individuos: tanto los pérdida del carácter local sufrida por las pri-
tes primarias entre las cuales se cuentan prácticas electorales registradas a partir de menores de entre veinte y veinticinco años meras durante la guerra de independencia y
principalmente los legajos relativos a la mi- este estatuto, en las que tanto los cabildos, como los criados y los domésticos, por la participación de ambos cuerpos en la ex-
licia, el ejército y los juzgados de paz, la responsables de la confección de los regis- ejemplo, no podían presentarse por sí ante pansión y el cuidado de la frontera bonae-
prensa y algunas memorias, que evidencian tros de ciudadanos, como los alcaldes de ba- la justicia mientras que los últimos tenían la rense a partir de 1820, per maneció oculta
su voluntad de confrontar las costumbres y rrio y los tenientes alcaldes, destacadas figu- obligación de portar una autorización expe- para la historiografía. Mientras que las mili-

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cias estaban integradas sólo por los domici- cos y a los menores comprendidos entre los otor gar las facultades extraordinarias –con- del ciudadano...” (p. 198). De algún modo,
liados, el ejército de línea se componía de veinte y los veinticinco años, y produjo cedidas por la sala a la mayor parte de los el representante bonaerense da cuenta no
voluntarios y destinados por los jueces de marcadas transfor maciones en la for ma de gober nadores desde 1821 y que se hicie- sólo de una división de funciones entre eje-
paz, en su mayor parte transeúntes sobre hacer política, pero ello no cerró totalmen- ron habituales en los años 30– giraron en cutivo y legislativo sino de la importancia de
quienes recaían principalmente las levas. te el proceso de individuación porque todos tor no a la cuestión de las libertades indivi- este último como garante de las libertades,
Entre otras cuestiones, señala la importan- ellos seguían sufriendo una disminución de duales y “no abarcaron asuntos que se con- aunque éstas estuvieran restringidas a una
cia de las milicias como sostén del poder de su capacidad jurídica, como se mencionó sideraban propios de la legislatura” (p. parte de la población. Y el respeto por la le-
los caudillos en general y de Rosas en parti- anterior mente. 191). El resultado del ejercicio de esas fa- galidad y la continuidad de los actos electo-
cular, y pasa revista a la legislación que re- En el capítulo final, discute la relación cultades era, en efecto, el de reforzar la ca- rales que se observa en el período rosista
guló la incorporación de los domiciliados al que se ha establecido entre las libertades in- pacidad del gober nador para cercenar las evidencia un cambio profundo en la con-
servicio y estima en casi 50 por ciento la dividuales y la división de poderes –cuya de- libertades individuales, con el objeto de res- cepción del poder público.
población masculina de entre dieciocho y claración formal se encuentra ya en el regla- tablecer el orden en momentos de violen- Para finalizar, cabe señalar que este es-
cuarenta y cinco años que, por tur nos rota- mento de 1811– fundada en el supuesto se- cia extrema provocada por el enfrenta- tudio centrado sobre las libertades indivi-
tivos de dos meses, estaba afectada al siste- gún el cual el equilibrio entre los poderes eje- miento entre facciones que recrudeció ha- duales no sólo es relevante en cuanto brin-
ma. cutivo, legislativo y judicial garantizaría el cia fines de los años 20. da una imagen más compleja de la sociedad
En el capítulo 3 discute el juicio según el ejercicio de aquellas y la protección del indi- Ahora bien, si está claro que durante la bonaerense de la primera mitad del siglo
cual las trabas a la extensión de los dere- viduo frente al Estado. Y aquí nos interesa etapa rosista ni la sala ni los jueces provin- XIX –en la que coexistían individuos que go-
chos individuales se atribuyeron a motivos resaltar dos observaciones que el autor reali- ciales eran independientes del influjo del go- zaban de diverso grado de libertad e igual-
políticos cuando en realidad se relaciona- za al dejar de lado dicho supuesto, y que es- ber nador, la necesidad de que la cesión de dad– sino por los efectos que esa imagen
ban con el desarrollo insuficiente de la so- timamos las más polémicas. En primer lugar, esas facultades debiera ser discutida y apro- provoca al examinar algunos aspectos de la
ciedad civil caracterizada por la desigualdad su afirmación de que lo que caracterizó el bada por la sala, como su pervivencia aun historia política del período como las elec-
entre sus integrantes. Si los transeúntes ca- proceso político hasta 1852 fue la concen- durante el segundo gobier no de Rosas en el ciones y su relación con la construcción de
recían de protección del Estado, los “sir- tración de poderes en el cargo del goberna- que éste gozó de la suma del poder público, la ciudadanía, abordada en este libro. Por
vientes”, entre los que se incluía a los cria- dor. Más allá de las limitaciones que las leyes son elementos que invitan a seguir reflexio- otra parte, sus observaciones acerca de las
dos y a los peones per manentes que vivían constitucionales de la primera década revo- nando sobre la naturaleza de esas institucio- limitaciones de la libertad para contratar,
en la casa de su patrón, veían restringida su lucionaria buscaron establecer y de aquellas nes. La sala, confor mada por representan- trasladarse o para ejercer el comercio que
capacidad jurídica: eran hombres libres y otras impuestas con la creación de la Sala de tes elegidos según las disposiciones de la ley sufrían algunos individuos, amén de tras-
podían percibir salario pero estaban limita- Representantes y la reformulación del siste- electoral de 1821, era la depositaria de la cender el campo de la política, revisten sin-
dos para circular con libertad, ejercer el co- ma judicial a partir de la supresión del Cabil- soberanía de la provincia y la encargada de gular importancia para un estudio de la va-
mercio, presentarse por sí ante la justicia o do, los gobernadores –al igual que sus pares designar al gober nador. En este sentido, es riedad de relaciones que pudieron estable-
dar testimonio. Es más, para Cansanello coloniales– conservaron el ejercicio de las sugerente la declaración de Olavarrieta en cerse entre los individuos, el trabajo y la
esa desigualdad se reprodujo a nivel políti- cuatro causas. Así, al establecer una conti- el marco del debate de 1832 sobre las facul- propiedad, en particular, y los rasgos de la
co y se manifestó a través de la ley electo- nuidad entre ambos cargos elude la asocia- tades extraordinarias en la que expresa que vida económica y social de aquellos años,
ral de 1821 y la concentración de poderes ción entre la ampliación de atribuciones del “el proyecto ataca las instituciones, y que el en general.
del gober nador, materias de los dos últimos “ejecutivo” provincial y el ascenso al poder poder no tiene otro cimiento que ellas, y
capítulos. Si la primera for mó parte de un de Rosas. Propone en cambio una corres- destruidas éstas, caen a tierra las garantías Nora Souto
conjunto de refor mas liberales encaradas pondencia entre ese vasto poder (y, por con-
por el gobier no autónomo que profundizó siguiente, la imposibilidad de establecer la
el proceso republicano, no fue elaborada separación de poderes) y la inexistencia de
para extender otra ciudadanía que la del vo- una sociedad de iguales, vinculación que me-
to, por su parte, indispensable para legiti- recería una explicación más detallada que
mar y consolidar a las nuevas autoridades. tan sólo aparece enunciada (p. 176)
La ley per mitió sufragar a grupos antes ex- En segundo lugar, su insistencia en que
cluidos como los libertos, peones, domésti- en las discusiones sobre la procedencia de

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La invención del peronismo en el interior del país tentes son de distinto tenor. Se trata de un mo referente principal del peronismo pro-
conjunto inestable, en el que pueden recono- vincial “afirmó el control político de la masa
Santa Fe, 2003, Universidad Nacional del Litoral, 466 pp. cerse al menos cuatro grandes bloques, en electoral de una fracción de los grupos polí-
Darío Macor y César Tcach (editores) algunos casos relacionados: el peso de las ticos que reemplazó a otra dentro de un con-
tradiciones ideológicas, la gravitación del flicto intraclase” (p. 250). Para el caso de
personal político con actividad previa en la Mendoza, Álvarez describe la suerte dispar
constitución de los nuevos elencos, la vigen- que corrieron la UCR Junta Renovadora
cia de los actores sociales hegemónicos y la (“verdadero «partido de funcionarios»”) y el

“¿Q
ciología, Buenos Aires como unidad de aná- continuidad de algunas líneas directrices en “lencinismo”, en el momento en que Perón
uieren que les dé mi opi-
lisis, y con foco de atención en el proceso de las políticas y diseños estatales. decide apoyar al primero de estos grupos,
nión?”, dice uno de los perso-
industrialización), la nueva corriente promo- Los artículos sobre la provincia de Jujuy desarticulando al movimiento “populista y
najes de Villa Miseria tam-
vida les presentará otras alternativas de (Adriana Kindgard, “Ruptura partidaria, antioligárquico” encabezado por Lencinas.
bién es América, la novela que Bernardo
continuidad política. Los «tempranos» oríge- Una segunda coincidencia en este blo-
Verbitsky publicó en 1957. “El justicialismo aproximación, tales como la de leer las dife-
nes del peronismo jujeño”), sobre Salta que surge a partir de las consideraciones en
llegó entero hasta Córdoba, no más. De allí, rencias globales en la constitución de los pe-
(Azucena Michel, María E. Torino y Rubén torno al laborismo. En Mendoza, Salta y Ju-
en todo caso, siguió cansado.” Si podemos ronismos provinciales con respecto a las
Correa, “Crisis conservadora, fractura radi- juy –así como en otros casos estudiados–, el
imaginar el galope cada vez más ambiguo de modalidades de la misma en “zonas de ma-
cal y surgimiento del peronismo en Salta Partido Laborista no tuvo una presencia
esas campañas que, desde el poder central, yor densidad obrero-industrial” y escasa rele-
[1943-1946]”) y sobre Mendoza (Yamile Ál- contundente en el ámbito gremial, ni tampo-
el peronismo emprendió hacia todos los lu- vancia del fenómeno migratorio; la de eva-
varez, “En torno de los orígenes del peronis- co en el electoral. Las dificultades para apro-
gares de la patria, con La invención... nos luar las características particulares de los mo-
mo mendocino”) ponen especial énfasis en ximarnos a conclusiones, a partir de esas
aproximamos analíticamente a los procesos dos de articulación entre conflictividad social
el impacto de grupos provenientes del radi- evidencias, son muchas. El estudio en pro-
históricos que invoca el argumento literario. y participación política, en cada caso local;
calismo en el peronismo de la primera hora. fundidad del Partido Laborista es sin duda
El primer mérito del libro estriba, precisa- y, por último, la de examinar los modos de
En cada provincia estudiada las luchas inter- una de las tareas pendientes a futuro. El
mente, en compilar una serie de once artícu- articulación de las agencias nacionales (del
nas de la UCR –que en algunos casos son aporte de Gustavo Rubinstein (“El Estado
los que estudia la construcción del peronis- partido y el Estado) y las instituciones y gru-
rastreadas hasta la década del 20– modifica- peronista y la sindicalización de los trabaja-
mo en los espacios provinciales. El segundo, pos políticos locales. Esas líneas de investi- ron el escenario de mediados de los años 40 dores azucareros”) es, en ese sentido, sus-
en haber transformado una antología en una gación confluyen en una “lección común” y las características de los grupos que apoya- tantivo. El autor profundiza en el intríngulis
apuesta historiográfica. En efecto, en la in- que los editores subrayan: el peso de los fac- ron la candidatura de Perón en 1946. Los de la lucha política en Tucumán en general,
troducción –firmada por Darío Macor y Cé- tores tradicionales en la construcción del pe- tres casos revisan liderazgos provinciales y en la actuación de la Federación Obrera
sar Tcach, y deudora de un artículo ya publi- ronismo originario allí donde las variables (Miguel Tanco en Jujuy, Lucio Cornejo en Tucumana de la Industria Azucarera (FOTIA)
cado por este último–, una vez distinguidas fundamentales de las interpretaciones pre- Salta, y José Lencinas en Mendoza), con en particular. El alto grado de organización
las dos tradiciones que informan los estudios vias (características de la clase obrera, im- propuestas y resultados disímiles. Para Kin- de la clase obrera, la notable legitimidad
sobre peronismo (la ortodoxia germaniana y portancia del fenómeno migratorio) poseen gard, el “tanquismo” encontró en el peronis- electoral que el Partido Laborista obtuvo en
la línea revisionista que inaugura el libro de signo contrario. mo una regia plataforma para su lucha con- las elecciones de 1946 y los vínculos consis-
Miguel Murmis y Juan Carlos Portantiero), Salta, Jujuy, Tucumán, Córdoba, Santa tra el poder de la industria azucarera. Así, el tentes entre la organización obrera y la co-
los autores conciben una tercera, surgida en Fe, Río Negro, Neuquén, Santa Cruz y Men- proyecto político peronista ataba su legitimi- rriente interna peronista, son algunos de los
los intersticios de aquellas. La llamada “in- doza son las provincias que conforman el re- dad regional a otro, también carismático, hitos fundamentales que Rubinstein retoma
terpretación extracéntrica” se funda en una pertorio de La invención... La diversidad de pero de larga duración, en una “oportunidad para reconsiderar una de las arenas provin-
pregunta tutelar: “¿Cómo explicar el surgi- procesos que el libro revela pone en primer histórica” que Tanco no había logrado den- ciales más conflictivas en la que el gobierno
miento del peronismo en un universo eco- plano la clave ruptura/continuidad como de- tro del radicalismo, desde su fugaz gestión nacional debió operar. La intervención pro-
nómico y social que aún no ha sido marca- nominador común. Pero, además, proble- como gobernador de la provincia en 1930. longada que sometió a la FOTIA en 1949
do por la huella de la industrialización?” (p. matiza la consigna del “peso de los factores Para Michel, Torino y Correa, el afianza- resiste, en el análisis que nos ofrece Rubins-
21). A los aspectos compartidos por las in- tradicionales”, no sólo por gradación, sino miento de Cornejo –propietario de uno de tein, cualquier explicación orientada exclusi-
terpretaciones precedentes (origen en la so- también debido a que los elementos persis- los dos ingenios más grandes de Salta– co- vamente a subrayar la voluntad centralizado-

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ra y burocratizante del régimen: al revisar la que el régimen peronista intentó aliviar só- azúcar, del cual no estuvieron ajenos los po- vincial débil dada su conflictividad inter na,
contienda política más allá del plano discur- lo parcialmente. Los estudios que La inven- deres públicos; y, por otro lado, un trata- reactivo a la herencia sabattinista; y el se-
sivo o programático, el autor nos indica los ción... recoge conjuran esa improcedencia, miento estatal del problema que no altera la gundo, uno con cambios sustanciales en el
límites de un proyecto capaz de articular una al analizar el proceso de “politización am- correlación de fuerzas sociales (favoreciendo diseño estatal (de alta “producción de insti-
tradición de gremialismo clasista y prescin- pliada” que tuvo lugar en el sur de nuestro a los grandes ingenios al subsidiar sus gas- tuciones”), con un Partido Peronista local
dente y un caudal electoral inmejorable, ba- país, con actores locales que dialogan y liti- tos). Problema estructural, en definitiva, que disciplinado, sujeto a la tendencia centrali-
jo el paraguas de un partido naciente, masi- gan con instituciones y proyectos de corte trasciende los diez años de gobierno pero- zante del poder nacional.
vo y carismático. La reflexión en torno a las “nacional”. De ese modo, la investigación nista, pero que adquiere relevancia a partir También Bacolla identifica dos períodos
“tenazas” que rodearon las prácticas gremia- no sólo recupera la dinámica local sino que, del programa político de gobierno, presen- análogos y de características similares para
les y políticas de la FOTIA –debía sostener también, pone en tela de juicio una concep- tado como disruptivo. Las conclusiones del el caso de Santa Fe: un primer momento
las instituciones que fueron base de su legiti- ción monolítica del Estado nacional y sus artículo nos inclinan a reflexionar sobre el (“laboratorio de innovación y conflicto”), en
midad pero también moldura de sus objeti- agencias territoriales y del Partido Peronista rol que al Estado benefactor de corte popu- el que un diseño con pretensiones de auto-
vos más autónomos– bien puede orientar en tanto órgano “de derrame”. Liberado de lista le cupo al sostener a los sectores más nomía estatal friccionaba con las políticas
nuevas aproximaciones al estudio del Parti- las cadenas de la trampa societal que traba- poderosos de la economía tucumana, con centralizantes del gobier no nacional, y per-
do Laborista, que nos permitan trasponer el jos como el de Ignacio Llorente para la pro- un resultado crítico –bajo una mirada de ma- día fuerza a causa de la conflictividad inter-
territorio de la exaltación de su programa li- vincia de Buenos Aires supieron for mular, yor aliento– en lo que respecta a la evolu- na del peronismo local. Debido a esto últi-
minar, y el fantasma de la excepcionalidad el comportamiento político de los actores ción económica regional y a la dependencia mo, puede reconocerse la inercia de los
para casos como el de Tucumán1. sociales recupera planos de análisis disími- del Estado respecto a los poderosos grupos moldes institucionales previos. En ese senti-
Dos investigaciones con foco en los pro- les pero articulados (sociabilidad, arenas po- económicos. do, de acuerdo con la autora, la explicación
cesos históricos que tuvieron lugar en los te- líticas municipales, esfera pública). Los artículos de Philp y Bacolla apuntan de la tendencia centralizante del segundo
rritorios nacionales de la región patagónica La importancia del Estado en la génesis a analizar las intrincadas relaciones entre la período habría que buscarla también en la
(Enrique Mases y Gabriel Rafart, “La patria de los peronismos provinciales es otra de las dinámica político-partidaria y las políticas conflictividad política y en los cambios en el
peronista en la norpatagonia: notas sobre el preocupaciones del libro. Noemí Girbal-Bla- de Estado, en las cuales los diseños y pro- sistema de partidos, antes que en una cre-
origen del peronismo en Río Negro y Neu- cha (“Economía azucarera tucumana, em- gramas previos al período ocupan un lugar ciente capacidad estatal para llevar adelante
quén”; Juan Vilaboa y Aixa Bona, “El surgi- presario y crédito en tiempos del Estado pe- preponderante. Para el caso de Córdoba, el sus objetivos. El problema de la relación en-
miento del peronismo en Santa Cruz. Cam- ronista [1946-1955]”), Martha Philp (“La modelo sabattinista interesa particular men- tre partido y Estado adquiere de ese modo
bios y continuidades en la política y en la so- invención del Estado en el imaginario políti- te debido a su doble condición: federalista un papel en el análisis institucional que Ba-
ciedad”) arrojan luz sobre algunas proble- co peronista. El caso cordobés”) y Natacha en su aspecto institucional, y de oposición colla percibe apropiadamente.
máticas de corte general. Uno de los logros Bacolla (“Política, administración y gestión en su “cara” política. El escenario que Philp Hay que señalar, de todos modos, que
de estos trabajos radica en reintegrar la es- en el peronismo santafesino, 1946-1955”) analiza es complejo en cuanto a los actores los enfoques que ponen el acento en la es-
pecificidad de “casos” como los de Neu- indagan sobre tal aspecto para Tucumán, participantes (partidos con representación fera estatal local deben batallar con una li-
quén, Río Negro y Santa Cruz a un plano Córdoba y Santa Fe, respectivamente. El legislativa, poder ejecutivo, líneas inter nas mitación externa: la escasez de investiga-
general, a partir de examinar procesos cla- trabajo de Girbal-Blacha nos per mite acer- del peronismo) y en cuanto al “juego” polí- ciones con idéntica rigurosidad que estudien
ramente diferenciados desde un cuestiona- carnos a las relaciones que el Estado provin- tico que dibuja: el proyecto de un nuevo Es- los diseños del Estado nacional. La revisión
rio ampliado, con un grado suficiente de cial tucumano forjó con los empresarios azu- tado peronista debe circular en un entrama- de la tendencia centralizante del gobier no
distancia por sobre el hecho local. En efec- careros –en especial con los grandes inge- do en el que el Estado nacional, el estado nacional –tendencia que las autoras recono-
to, la “unidad” de análisis, la provincia, en- nios– a través de los créditos, uno de los provincial y los poderes provinciales en su cen como parte de los escenarios plantea-
cuentra en dichos territorios su expresión más preciados puntales de los programas de conjunto pugnan por cristalizar institucio- dos (el modelo de “cajas chinas”, como una
más “disminuida”, sus límites conceptuales gobierno. Leída a partir de fuentes específi- nalmente sus apuestas. Philp identifica, en de ellas lo denomina)– es una cuestión pen-
más visibles: tanto por sus estructuras so- cas, la lógica en la distribución de créditos ese sentido, dos períodos (1943-1949, diente, sin solución de continuidad desde
cioeconómicas como por el grado de desa- en la provincia revela, de acuerdo a Gir- 1949-1955), diferenciados en cuanto a los estudios provinciales, y por lo tanto un de-
rrollo de sus instituciones políticas, esos ám- bal-Blacha, por un lado, un acuerdo basal efectos institucionales de las luchas políti- safío a los argumentos expuestos.
bitos tientan un análisis de corte evolutivo, entre grandes empresarios y cañeros en pos cas: el primero sería un momento de “afian- El estudio de las tradiciones que conflu-
una lectura apresurada de una asincronía de la “nacionalización” del problema del zamiento político”, con un peronismo pro- yen en el proyecto político encar nado en la

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fór mula Perón-Quijano está inmejorable- ronismo cordobés”) analiza el peso de los tradiciones previas y la nueva tradición “ex- revisionista– que concibe un peronismo ver-
mente ejemplificado, para el caso de Santa factores tradicionales en la construcción del tracéntrica” a la hora de confeccionar los tebrado por la clase obrera y enfrentado a
Fe, en el artículo de Darío Macor (“Las tra- peronismo cordobés desde dos proposicio- cuestionarios historiográficos con los que la oligarquía. Ciertamente, la composición
diciones políticas en los orígenes del pero- nes correspondientes: la importancia del abordar el peronismo tout court. De todos de lugar que prefiguran los artículos que in-
nismo santafesino”). Para el autor, la confi- “patriciado” en los elencos partidarios y la modos, ciertos elementos presentados en tegran el libro es, por lo menos, “barroca”:
guración ideológica que bajo el rótulo de derrota del laborismo en los comienzos del distintos artículos de la compilación, como las expresiones diversas de los peronismos
“Nueva Argentina” encar naba el peronismo período estudiado. Para el autor, la caída ya indicamos para el caso de Tucumán, pre- provinciales, sus configuraciones disímiles,
ponía en diálogo tradiciones provenientes del intento laborista de “ejercer la autono- sentan nuevas miradas sobre el problema, debilitan cualquier correlato entre consignas
de distintas “canteras”. Así, “su propuesta mía obrera en los orígenes del peronismo incluso con diferentes implicancias respecto partidarias (expresiones lúcidas como por
de una representación alter nativa a la tradi- cordobés”, en la que el estado provincial ju- a lo formulado por César Tcach. La diversi- ejemplo “el subsuelo de la patria subleva-
ción liberal facilitaba la recepción social al gó un rol decisivo, es otro elemento a con- dad presente en la génesis de los peronis- da”) y análisis históricos. Sin embargo, este
activar, desde sus matices, nociones e ima- siderar a la hora de dar cuenta de la cons- mos provinciales, leída con foco en el parti- intento de iconoclasia erudita, este avance
ginarios con los que los interlocutores esta- trucción de un Partido Peronista con roles do, subraya la dimensión provincial como pedagógico sobre la materia de lo político,
ban familiarizados” (p. 87). Tres núcleos secundarios. Otro elemento en esa direc- una variable importante en el proceso de tiene menos para ofrecer a los imaginarios
ideológicos, con diferente grado de cristali- ción, con mayor peso explicativo, es que el institucionalización del Estado nacional, a la políticos que a las agendas de la investiga-
zación, son revisados en el artículo: la ver- partido político no resultó un instrumento que los poderes centrales apenas iniciado el ción histórica. La apuesta de La inven-
tiente nacionalista, con presencia e influen- conducente para los caudillismos del inte- proceso en 1946 no le habrían negado en- ción... hace posible la evaluación de “los
cia hasta el cambio de rumbo del gobier no rior, “fogueados en los viejos modos de ha- tidad. De tal modo que, podría sugerirse, peronismos”, para una cada vez mejor inte-
militar en 1944; el radicalismo –analizado cer política”. El autor amplifica algunas ex- una evaluación temprana en los círculos más lección del hecho total, a partir de enfoques
por encima de la clave yrigoyenismo/anti- presiones de interventores partidarios en “altos” de planificación política definió una menos apriorísticos.
personalismo–, en tanto proveedor de una Córdoba, para considerar al Partido Pero- estructura partidaria plegada sobre el diagra- Con ese handicap, un libro como el que
nueva elite estatal, y con capacidad de legi- nista bajo el tipo “carismático puro”, en la ma político-administrativo de las provincias. aquí revisamos debería aspirar a segundos
timar una coexistencia de tradiciones disími- tipología propuesta por Angelo Panebian- El proceso de construcción del partido –co- tomos que confir men la excelencia de los
les a partir de su pragmatismo; y, finalmen- co. Relativiza, además, algunos momentos mo lo revela un reciente trabajo de Moira aportes que lo integran.
te, el activismo católico, con una presencia de “mayor horizontalidad” en los estratos Mackinnon, Los años formativos del Parti-
en la escena pública que madura en los más bajos del mismo, ya entrada la década do Peronista– implica más que un problema Nicolás Quiroga
años 30. Esta última “cantera” adquirió una del 50, y finalmente sentencia la escasa afi- logístico (un peronismo “cansado”), y más
importancia decisiva a partir de uno de sus nidad entre el peronismo y un moder no sis- que un problema de persistencias de ele- Nota
rasgos más duraderos: el “solidarismo co- tema plural de partidos políticos. mentos tradicionales en el know how electo-
1
munitarista”, en tanto respuesta a la cues- Los conceptos sobre el Partido Peronis- ral (que se verifica incluso en sistemas de Un excelente desarrollo in extenso del es-
partidos modernos “consolidados”). cenario tucumano, con un enfoque menos tribu-
tión social sin anclaje necesario en la liber- ta que Tcach presenta al final de su artículo
tario de los estudios de caso, puede leerse en
tad individual. La torsión que esta constela- contribuyen a una problemática que puede La importancia del cuestionario histo- Moira MacKinnon, “El protagonismo del movi-
ción ideológica –nada homogénea– le im- considerarse decisiva para todo el libro. Es riográfico que se deriva de las líneas de in- miento obrero tucumano en la for mación del
ponía al concepto “democracia”, al cuestio- otro denominador común de La inven- vestigación extracéntricas, de acuerdo con Partido Peronista”, en Sergio Grez Toso, Fran-
nar su matriz liberal, condensa las modalida- ción... la referencia a la conflictividad en las los editores, radica en que per mite cuestio- cisco Zapata y Moira MacKinnon, Formas tem-
nar la percepción colectiva –reforzada por pranas de organización obrera, Buenos Aires,
des emergentes de una cultura política en filas del peronismo naciente. En gran medi-
2003, pp. 93-121.
for mación. La mirada per ficiente de Macor da, las batallas en el interior del partido man- las interpretaciones académicas ortodoxa y
sobre las fuentes periodísticas del período tienen su relevancia pese a los intentos por
para reflexionar sobre tal problemática im- cristalizar correspondencias entre las luchas
pone la distancia necesaria en toda investi- sociales y las que tienen como teatro las are-
gación que considere dichos materiales, y es nas políticas. El problema, aunque rápida-
otro de los puntos a destacar del artículo. mente advertido por los autores, permanece
Por su parte, César Tcach (“Obreros re- en un segundo plano de análisis, revelando
beldes, sexo y religión en el origen del pe- de ese modo las “continuidades” entre las

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) 280 ( ) 281 (
Saberes, terapias y prácticas médicas en corona española a finales del siglo XVIII se XIX, en tor no a las preocupaciones por la
proclamaron descubridores de esas hiervas confor mación racial del territorio. Se centra
Argentina (1750-1910) y de sus virtudes curativas. en mostrar que las expediciones científicas
Esta apropiación es explicada en tér mi- de la segunda mitad del XIX estimularon un
Madrid, CSIC, Biblioteca de Historia de América, 2002, 372 pp.
nos de un proceso de traducción de conoci- interés creciente por el medio ambiente
María Silvia Di Liscia mientos locales y testimonios populares, a pampeano-patagónico y por sus recursos,
un discurso que pretendía perder su localis- configurando en el imaginario nacional la
mo y a la vez ser presentado como univer- concepción del habitante nativo como una
sal. Con esto se observa que el conocimien- reliquia fósil.

E
n los tiempos que corren, ni la cien- se construyen unos a otros, dando lugar a un
proceso de interacción y movilidad perma- to médico de los habitantes de este territo- Esta historiadora considera que, una vez
cia ni la medicina encar nan los idea-
nente del conocimiento médico. rio nunca fue reconocido como tal y fue, extirpados del territorio, en virtud de la tec-
les de verdad, racionalidad y univer-
El trabajo se organiza en dos partes, en por el contrario, visto como una serie de nología bélica, dejaron de ser “peligrosos
salidad que le adjudicó no solamente el cre-
creencias irracionales, las que fueron rein- salvajes” para convertirse en objeto de estu-
do positivista y liberal, sino también el mar- la primera (capítulos 1, 2 y 3) se indaga so-
terpretadas y traducidas a un lenguaje acor- dio científico, lo que hacía posible apreciar
xista. Esto ha cedido lugar a estudios más bre la coexistencia, tensión, complementa-
de con los intereses y las creencias de la los procesos degenerativos que podían pro-
localizados en diferentes temporalidades y riedad, negociación y acomodación entre los
ilustración europea. ducirse. Lo que en última instancia sirvió
geografías. conocimientos médicos indígenas y los sabe-
Silvia Di Liscia en su trabajo pone en para justificar mediante el discurso hegemó-
En este sentido, en la producción histo- res oficiales; en la segunda (capítulos 4, 5, 6
evidencia no sólo la circulación de saberes nico de entonces, el darwinismo social, la
riográfica europea y más recientemente en y 7) se enfoca la medicina popular y sus vin-
entre los bloques indígena, oficial y popular, extinción de la población indígena por su
la latinoamericana, se han vuelto dominan- culaciones con la medicina científica, por un
sino que también relata cómo se modifica- debilidad intrínseca y por sus hábitos de vi-
tes las líneas argumentativas que cuestionan lado, y por otro, los lazos existentes entre la
ron las for mas de asumir y utilizar el cono- da, purgando a la sociedad blanca de cual-
las teorías difusionistas, según las cuales la medicina y la formación del Estado nacional.
cimiento médico. Así, el segundo capítulo quier tipo de culpa.
ciencia médica de América Latina es consi- En la primera sección se muestra la des-
se sitúa entre 1829 y 1850, época en que En la segunda parte de Saberes, tera-
derada marginal y atrasada, originándose construcción simbólica de las creencias na-
se estructuró una nueva política indígena en pias y prácticas médicas... el eje de análi-
un proceso de importación y asimilación tivas, especialmente las mapuches, recu-
la región pampeana. En tal caso ya no se sis son las relaciones entre la medicina po-
pasiva de “conocimientos” desde los países rriendo para este fin a los antecedentes et- trataba de apropiarse de las nociones del ar- pular y la científica.
centrales a los periféricos.1 nohistóricos que enmarcaron este proceso, te de curar aborigen, sino a la inversa, los El cuarto capítulo se concentra en la
El texto de Silvia Di Liscia está en co- lo que contribuye a apuntalar la argumenta- principios de la medicina científica sirvieron descripción del universo de las prácticas
rrespondencia con la literatura que hace én- ción del primer capítulo, que sostiene que la al rosismo como elemento de dominación médicas –no oficiales– de mediados del si-
fasis en los actores locales y examina los desarticulación del sistema de símbolos y sobre la población nativa. glo XIX, que estaba compuesto por las tera-
contextos sociales, culturales y políticos en creencias fue pensada como una vía para Dado que al no haber logrado, hasta en- pias populares y las curativas, como las de-
los cuales se desarrollaron las prácticas mé- construir un sistema de apoyo tanto para la tonces, despojar el territorio pampeano a nominadas medicinas de Le Roy. Dicho uni-
dicas, asumiendo una posición crítica frente Iglesia y su proyecto evangelizador como los sectores indígenas, el rosismo debió verso, para Silvia Di Liscia, estuvo signado
a la noción de la recepción paciente del co- para los propósitos militares. aliarse con algunos de ellos, brindando pro- por la for malización de un pensamiento
nocimiento científico.2 Sin embargo, y a pesar de que se trató tección médica a los aliados mediante la ad- médico autónomo que progresivamente se
Saberes, terapias y prácticas médicas de pintar a las ideas autóctonas como un ministración de la vacuna antivariólica. A la separó de la influencia eclesiástica, y carac-
en Argentina (1750-1910) analiza la región universo plagado de magia, espíritus y dia- vez que generaba un polo de apoyo y admi- terizado por la heterogeneidad y la dificul-
pampeana, por ende abarca las provincias blos, la autora demuestra que esto fue ración hacia su figura, el caudillo per mitía la tad por controlar las prácticas curativas.
de Buenos Aires, Capital Federal, La Pam- acompañado por cierto “deslumbramien- supervivencia de tribus amigas, su uso como En tal sentido, y mediante un rico so-
pa, Córdoba, Santa Fe, parte de San Luis y to”, por parte de los españoles, en tor no a fuerza laboral y la desaparición por “guerra porte de diversas fuentes documentales, se
Entre Ríos. Se estructura a partir de conside- las plantas medicinales utilizadas en la re- bacteriológica” indirecta de los indígenas avanza en aspectos poco conocidos hasta
rar que tanto el pensamiento médico cientí- gión pampeana. Tanto los jesuitas como los enemigos que no estaban vacunados. ahora como son los componentes y los
fico como la medicina indígena y la popular científicos que acompañaron las diferentes La primera parte de la obra se cierra agentes que confor maron a cada uno de
no son compartimientos estancos sino que expediciones ilustradas organizadas por la con los cambios que trajo aparejado el siglo uno de esos bloques. Explicando que la me-

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) 282 ( ) 283 (
dicina curativa a diferencia de la popular tu- ción de la medicina científica como práctica Notas
vo el afán de constituirse en un sistema mé- hegemónica a partir de diferentes estrate-
1
Arturo Escobar, Encountering Develop- Venezuela and its Social Implications”, en J.J.
dico paralelo y buscó su legitimación a par- gias discursivas que tendieron a despresti-
ment: The Making and Unmaking of The Tirad Saldañas (ed.), Cross Cultural Diffusion of
tir del debate de los “puntos oscuros” de la giar básicamente a los curanderos y a cons- Science: Latin America, México, Sociedad Lati-
World, Princeton University Press, 1995.
medicina legal, por lo que se alcanza a com- truir un discurso opositor hacia la medicina noamericana de Historia de la Ciencia y la Tec-
2
prender, ahora sí, las razones de su éxito. homeopática, lo que fue acompañado por En la actualidad existe una abundante litera- nología, 1987. Marcos Cueto, Excelencia cientí-
tura latinoamericana de crítica a la idea de la di- fica en la periferia. Actividades científicas e in-
Sin embargo es sabido que a partir de fi- los avances de la bacteriología y la micro- fusión del conocimiento científico desde el centro vestigación biomédica en el Perú, Lima, Concy-
nales del siglo XIX la medicina científica se biología que marcaron beneficios concretos hacia la periferia. Algunos de los trabajos más tec, 1989; del mismo autor Saberes andinos.
fue confor mando como saber hegemónico en el cuidado de salud de la población. Aun significativos son Nancy Stephan, Beginnings of Ciencia y tecnología en Bolivia, Ecuador y Pe-
en el territorio del Río de la Plata, dispután- así Di Lisia considera que no puede hablar- Brazilian Science: Oswaldo Cruz, Medical Re- rú, Lima, IEP, 1995.
dole el espacio a los otros saberes. Si bien se de un éxito total ya que paralelamente a search and Policy (1890-1920), Nueva York,
3
Science History Publications, 1981. De la misma Ricardo González Leandri, Curar, persua-
esta disputa es más conocida por nuestra su consolidación existía la posibilidad de ac- dir, gobernar. La construcción histórica de la
autora, The Hour Eugenics: Race, Gender and
historiografía, el tratamiento que recibe en ceder a múltiples opciones, severamente Nation in Latin America, Ithaca, Cor nell Uni- profesión médica en Buenos Aires (1852-
el libro de Di Liscia la vuelve original pues- impugnadas por la medicina científica pero versity Press, 1992. Hebe Vessuri, “The Implan- 1886), Madrid, CSIC, 1999.
to que se concentra en indagar el tránsito no por ello abandonadas completamente. tation and Development of Modern Science in
de apropiación de aquellos elementos de la Por último, es necesario señalar algunos
medicina popular y alter nativa que pudieron aspectos relacionados con la ubicación de
resultar útiles para la académica. esta obra en el contexto historiográfico na-
Así, mediante una copiosa documenta- cional. En primer lugar es dueña de una
ción, mayoritariamente de origen médico, gran riqueza teórica, metodológica y docu-
Sociedades sin destino. ¿América Latina tiene
se muestra cómo la medicación popular uti- mental, que la convierte en una de las más lo que se merece?
lizada para curar por ejemplo el empacho, acabadas expresiones de lo que ha sido la
fue recuperada por la diagnosis y la prácti- renovación historiográfica de las últimas dé-
Buenos Aires, Taurus, 2002, 251 pp.
ca oficial, por lo que fue considerado como cadas y particular mente de la historia social. Fer nando López Alves
un remedio factible de ser aplicado por el En segundo lugar, y vinculado con lo ante-
médico diplomado. Esta apropiación de co- rior, decididamente fortalece un campo re-

F
er nando López Alves, profesor de la mantendrá por su supremacía militar, una
nocimientos ocurrió también con otras en- ciente de trabajo y producción como es el Universidad de Califor nia en Santa economía fuerte con un enorme mercado
fer medades, preparados y brebajes. de la historia de la medicina y las enfer me- interno y la diseminación de su cultura po-
Bárbara, acomete una tarea casi im-
Lo expuesto tiene vinculación con lo dades, que hasta hace unos años, a nivel lo- pular en el mundo globalizado. Si bien estos
posible en este pequeño libro: situar el in-
abordado en el sexto capítulo, donde se in- cal, sólo conocía básicamente dos cultores:
cierto presente latinoamericano dentro del dos últimos rubros son controlados crecien-
serta el debate sobre el futuro racial de la Diego Ar mus y Susana Belmartino.
cambiante proceso de globalización de los temente por poderosas multinacionales, el
Argentina, el que era motorizado por el in- En tercer lugar, los historiadores de la
últimos veinte años. El autor centra su aná- poderío de Estados Unidos no parece por
greso masivo de inmigrantes. A esta altura medicina y de las enfer medades debemos
lisis de la situación mundial a comienzos del ahora estar amenazado por ellas. Le siguen
de la obra, el análisis realizado hasta el mo- realizar un reconocimiento editorial al Con-
siglo XXI en el poder relativo que ejercen en jerarquía dos bloques de naciones cuyo
mento se problematiza aun más, porque ese sejo Superior de Investigaciones Científicas
proceso de circulación de saberes entre la los bloques en los que se organiza el mun- desarrollo económico y poder nuclear les
de España (CSIC), puesto que los últimos
medicina popular y la científica no es visto tiempos ha publicado otra tesis doctoral,3 do: Estados Unidos, la Unión Europea, los permite reclamar un lugar prominente en el
sólo como una simple apropiación, sino que del mismo tenor, las que sin duda prestigian países islámicos, Asia y América Latina. Ba- nuevo sistema global, que en este sentido se
recurrir al folclore curativo, encar nado por este enfoque, en un momento en que en sado en estas observaciones López Alves se parece mucho al orden anterior. La Unión
indios y gauchos, apuntaba a fortalecer y nuestro país la tarea de editar este tipo de lanza a elaborar pronósticos para las próxi- Europea y los países del lejano oriente (con
afianzar la identidad nacional, jaqueada por trabajos es una meta difícil de lograr. mas cuatro décadas. Japón y China en posiciones de liderazgo)
el cosmopolitismo. Estados Unidos es, y a juicio de López encabezan este grupo. Las restantes nacio-
La segunda parte se cierra (capítulos 7 y Adriana Álvarez Alves seguirá siendo en el futuro cercano, la nes han sido las receptoras, en algunos ca-
8) con un recorrido que abarca la consolida- nación predominante. Su preeminencia se sos no sin resistencia, del orden globalizado.

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) 284 ( ) 285 (
Entre ellas se cuentan las turbulentas so- las sociedades latinoamericanas deberían Los chicos del exilio. Argentina (1975-1984)
ciedades latinoamericanas que hoy se en- seguir el modelo de los países asiáticos que
frentan a una falta de destino, a una caren- combina la apertura a la economía de mer- Buenos Aires, Ediciones El País de Nomeolvides, 2002, 252 pp.
cia de proyecto de futuro. Estas sociedades, cado con un fuerte control estatal que arti- Diana Guelar, Vera Jarach y Beatriz Ruiz
algunas de las cuales conocieron épocas cula los intereses públicos y privados. La au-
mejores en el pasado, parecen haberse que- sencia de un Estado fuerte en América Lati-
Hay quien no llora y quien vive en suspenso, hay quien ya no re-
dado sin un lugar en el mundo globalizado a na en los años 90, desmantelado por la ola
cuerda calles ni lunfardos y quien se empeña en encontrarle parecido
juzgar por la baja prioridad de la región en de privatizaciones y desregulaciones, impo-
a los bares, hay quien niega y quien afirma, hay quien putea y quien
la agenda de las potencias y organismos in- sibilitaría su integración con el país más po-
se resigna, hay quien hace mucho y quien hace poco, hay quien se abre
ter nacionales. Esta falta de objetivos y me- deroso del planeta en los tér minos del mo-
y quien se cierra, hay de todo.
tas se evidencia en el escepticismo y la des- delo asiático. Hay otras dos características
inherentes a los países asiáticos que López Pero no hay ni uno solo que olvide.
confianza de la enor me mayoría de los lati-
noamericanos con respecto a sus gobier nos Alves casi no menciona. Con la excepción Una mujer, un amigo, los viejos, un gol, un equipo, un barrio, un
y a sus políticos, además de las endémicas de Japón, los otros “tigres” (y en particular bar, un colegio, una noche, un tango, una voz, una calle, un lugar, una
dificultades económicas que padecen. China) basan en gran medida su éxito eco- esquina, un teléfono, una panadería, una plaza, un muerto, un cine,
Para enfrentar esta falta de destino Ló- nómico en los míseros salarios y deplora- un partido, una pizzería, un dolor.
pez Alves avanza dos propuestas claras pero bles condiciones laborales de sus trabajado- Uno mismo.
contradictorias. La primera, que él considera res. Y, también con la excepción de Japón, Carlos Ares, “Reflexiones de un exiliado voluntario exter no”,
inevitable, es un mayor alineamiento econó- todos ellos tienen regímenes políticos más o Humor, Nº 88, agosto de 1982, p. 84
mico y político con Estados Unidos. El pro- menos autoritarios. ¿Es este modelo al que
puesto Tratado de Libre Comercio (ALCA), las sociedades latinoamericanas aspiran? de la decisión de sus padres. Los chicos del

H
echa de recurrencias y singularida-
de llevarse a cabo, promovería esa integra- López Alves concluye vaticinando el de- des, de experiencias compartidas y exilio trata, precisamente, de estos peculia-
ción. El autor apoya su afirmación en la exi- clive de la ideología neoliberal y su reempla- sentimientos intransferibles, la his- res miembros del grupo de exiliados que de-
tosa participación de las economías mexica- zo por un “seudoliberalismo”. Mezcla de li- toria del exilio durante los años 70 es una bieron abandonar la Argentina para irse a
na y colombiana en el mercado norteameri- bre comercio fronteras afuera y un Estado historia que todavía está por contarse. No “ser grandes” a otro lado.
cano, a la par que en el relativo fracaso de la intervencionista hacia adentro (tal como lo hay dudas de que esa experiencia marcó la Si bien es cierto que la figura del exilia-
formación de bloques regionales (como el practican las potencias globales), América vida de miles de argentinos de un modo di- do ha quedado relativamente desdibujada
Mercosur) en promover la estabilidad y el Latina debería seguir esta tendencia. A tal verso, a partir de la superposición de trazos dentro de la jerarquía de los damnificados
crecimiento económico de sus miembros. fin el autor reclama la for mación de un de la historia colectiva con fragmentos de lo por la dictadura, que tiene entre sus prime-
Este argumento, que tiene buena prensa en- “nuevo tipo de Estado” que “deberá esfor- más íntimo, individual e irrepetible de cada ras figuras a los desaparecidos y sus fami-
tre muchos políticos y economistas latinoa- zarse por forjar místicas y embarcarse deci- uno. No hay dudas, tampoco, de que esa liares, también lo es que en los últimos tiem-
mericanos, deja de lado el hecho de que, por didamente en la construcción colectiva del experiencia alcanzó a militantes de diversas pos, tal vez luego de que la literatura testi-
el particular peso de México y Colombia en futuro”. Para esta tarea clave el autor no tie- organizaciones y extracciones políticas, así monial, la producción artística, la investiga-
la agenda política de Estados Unidos (inmi- ne propuestas que nos guíen hacia el ansia- como a intelectuales y profesionales de di- ción y la reflexión filosófico-política han
gración y drogas mediante), sus experiencias do destino. Tal vez sea más sencillo for mu- versos campos que, perseguidos o sospe- quedado en parte saturadas de picanas y
podrían ser irrepetibles para los otros países lar pronósticos para las estables potencias chados, decidieron abandonar el país y cru- otros espantos, los exiliados han comenza-
americanos cuyos bajos niveles de conflictivi- globales que para las convulsionadas socie- zar mares y fronteras para radicarse en do a per filarse, tímidamente, como nuevo
dad no los hacen figurar por ahora entre las dades latinoamericanas que no encuentran otros lugares. Lo que no resulta tan obvio es sujeto de interés para producciones tanto
prioridades estadounidenses. su rumbo en este libro. que algunos de quienes integran el universo académicas como no académicas.
El autor también propone que para par- de los exiliados eran, por ese entonces, Sin embargo, ganarse un espacio como
ticipar exitosamente de la economía global, Gustavo L. Paz apenas adolescentes de entre quince y die- protagonistas genuinos de la historia recien-
ciocho años que debieron exiliarse en pri- te y, sobre todo, de ese vasto y amorfo cam-
mera persona, es decir, debido a su militan- po denominado memoria no resulta fácil.
cia política y social y no como consecuencia Algunos de los testimonios recogidos en la

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) 286 ( ) 287 (
obra en cuestión dan cuenta de un extendi- El proyecto del libro surgió a fines de los mezclan fragmentos de canciones, de poe- entre todas las voces que entretejen el libro
do sentimiento de culpa entre estos “damni- años 90, en el contexto de diversos home- sías, fotografías, extractos de diálogos de como apuntar a la singularidad y a la expe-
ficados segundos” que sienten que las penas najes realizados a los alumnos desapareci- rememoración y hasta una breve selección riencia en primera persona de quienes fue-
que cargan en sus espaldas no pueden ni de- dos de los colegios Carlos Pellegrini y Na- de cartas que viajaron desde y hacia los paí- ron convocados a compartir su historia.
ben ser emparentadas con los padecimientos cional Buenos Aires, que motivó el reen- ses de exilio. Por otro lado, los criterios de selección
provocados por la dictadura a las víctimas en cuentro de muchos de estos ex adolescentes La estructura del libro es un tanto des- del grupo de ex adolescentes que testimonia
mayúscula: “Sentíamos que la prioridad en el e impulsó un intenso trabajo de reencuentro concertante. Dividido en una introducción, en ningún momento quedan establecidos ni
«deber de memoria» debía asignarle el primer y rememoración. siete capítulos temáticos y un epílogo, pare- aclarados. Sin embargo, está claro que se
lugar a los desaparecidos, los presos y los so- Los chicos del exilio... se inscribe den- ciera que ningún capítulo logra abordar, trata de un recorte “naturalmente” estable-
brevivientes de los campos, y que así nuestra tro de la tradición de la literatura testimonial profundizar, analizar y concluir los temas cido por la propia red de relaciones de las
propia experiencia del exilio pertenecía sólo y traza una filiación directa con los tópicos y que se enuncian en sus títulos (militancia, autoras-compiladoras de la obra, lo que
a una instancia privilegiada en el contexto de valores de lo que podemos dar en llamar resistencia a la partida, desarraigo, etc.), así confor ma un universo de sujetos bastante
aquella historia horrorosa” (p. 17). “memoria del Nunca Más”. Según sus pro- como tampoco la introducción y el epílogo homogéneo que, además de compartir un
Instancia privilegiada o no (el privilegio pias autoras-compiladoras, la obra se plan- cumplen sus funciones de apertura y cierre. conjunto importante de características so-
es siempre una cuestión relativa), lo cierto tea como un deber de memoria y, al mismo El libro parece tener, más bien, una estruc- ciales y culturales, en su gran mayoría eran
es que muchos adolescentes emprendieron, tiempo, asigna a ésta una función reparado- tura per manentemente abierta, inconclusa, y/o son amigos-conocidos (algunos, inclu-
tiempo antes o tiempo después de aquel 24 ra de los silenciamientos y las identidades ro- transversal, donde todas las voces están ha- so, familiares) y sus historias se cruzan y se
de marzo, un viaje de ida que los sorpren- badas por esta historia hecha de violencias, bladas desde la primera persona (del singu- entretejen en una compacta telaraña: la ma-
dió, al tiempo, como integrantes del univer- muertes y exilios. En este sentido, salta a la lar o del plural), lo que otorga una prioridad yoría proviene de familias judías de clase
so de los exiliados políticos. vista su voluntad de intervención ética y de a lo experiencial y subjetivo. media profesional y nació pocos antes de
¿Qué implicó ser un exiliado político te- constituirse en vehículo para la elaboración Otra característica del libro es que en él 1960 en Capital Federal (o creció allí); mu-
niendo tan sólo quince, diecisiete o diecio- subjetiva de la propia experiencia de quienes confluyen las vivencias y experiencias per- chos tienen o tenían her manos mayores
cho años? ¿En qué se diferencia la expe- testimonian por sobre el deseo de producir sonales de exilio adolescente con el deseo que los introdujeron, directa o indirecta-
riencia de este grupo con la de otros exilia- conocimientos, reflexiones y nuevos interro- de elaborar un proyecto intelectual sobre mente, en la militancia; la gran mayoría mi-
dos que debieron enfrentar situaciones simi- gantes que permitan avanzar en la compren- esa problemática. Esta confluencia deriva, litó en el peronismo (UES, JUP) aunque no
lares pero contando ya con algunos recur- sión del fenómeno y sus impactos. entre otras cosas, en cierta falta de cuidados en organizaciones guerrilleras;3 salvo algún
sos prácticos y afectivos propios de la vida El libro se compone mayoritariamente en la producción de los testimonios. Y esto caso aislado, ninguno estuvo desaparecido
adulta? ¿Qué huellas o qué marcas ha deja- de retazos de diversas vivencias, recuerdos y no solamente porque Beatriz Ruiz y Diana ni sufrió torturas; muchos comenzaron sus
do esta experiencia de salto simultáneo a reflexiones de quienes, adolescentes y mili- Guelar pertenecen al grupo de adolescentes exilios en Israel e, incluso, fueron al mismo
una adultez prematura, al desarraigo, al cor- tantes en ese entonces, debieron encarar el exiliados en cuestión y, como se mencionó, kibbutz, etcétera.
te violento de los vínculos cotidianos y a lo exilio.1 Acompañando a estas voces apare- Vera Jarach es la madre de una adolescen- Estos testimonios hablan de despedidas
que podríamos llamar síndrome del sapo cen, fragmentadamente, las de otros acto- te desaparecida (a la sazón, compañera de y rupturas, de encuentros y desencuentros,
de otro pozo? ¿Qué recurrencias y qué sin- res afectados por esa experiencia: algún colegio y de militancia de Guelar), con lo de identidades viejas y nuevas, de desorien-
gularidades se pueden aprehender a partir profesor del venerado Nacional Buenos Ai- cual todas ellas pasan de ser entrevistadoras taciones y aprendizajes dolorosos, de itine-
de estas experiencias? res, la madre de una adolescente desapare- a ser testimoniantes sin mediar ningún tipo rarios a veces sinuosos antes del nuevo
Parte de estos interrogantes pueden ser cida (Vera Jarach –quien es, además, una de de control sino, y sobre todo, porque fre- arraigo, de nuevos olores y nuevos idiomas,
recorridos a través de los múltiples testimo- las compiladoras-autoras del libro–) y la hija cuentemente las preguntas que for mulan de largos procesos que sólo en algunos ca-
nios recogidos en el libro en cuestión. Sin de una pareja de exiliados que hoy tiene la están inducidas y las respuestas que obtie- sos han concluido en el desexilio. A través
embargo, conviene aclararlo de antemano, edad que tenían sus padres cuando debie- nen están intervenidas con sus reflexiones, de estas voces se pueden reconstruir retazos
la obra no se propone ni for mular ni res- ron abandonar el país... experiencias y opiniones personales. En es- de la militancia juvenil y sus organizaciones
ponder interrogantes sino, fundamental- Junto a estos testimonios, presentados te sentido, el rol de entrevistador y entrevis- –en algunos casos con un esbozo de crítica
mente, brindar un espacio de expresión y en su gran mayoría en for ma de entrevistas, tado parece ser intercambiable. Así, pare- y autocrítica desde la mirada del adulto–, as-
denuncia a algunos integrantes de este gru- pero también, minoritariamente, en for ma ciera que es tan importante demostrar una pectos de los conflictivos vínculos entre pa-
po de ex adolescentes exiliados. de relatos en primera persona,2 se entre- comunidad de sentidos y de sentimientos dres e hijos –donde contrasta la autoridad

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) 288 ( ) 289 (
antaño desafiada con la actual añoranza de A pesar de los límites expuestos, juzgar Nota para los autores y colaboradores
límites que en su momento no se supieron el libro desde los parámetros de la crítica
poner–, fragmentos de historias personales académica sería no sólo deshonesto sino
y familiares en los que se destacan los re- poco fructífero. Seguramente puede leerse,
cuerdos de los hechos de persecución y vio- ante todo, como un rico material que apor- Los trabajos con pedido de publicación deben enviarse a Cuenca 1449 (1416), Ciu-
lencia que impulsaron la decisión de la par- ta abundante infor mación y brinda la posi- dad Autónoma de Buenos Aires, Argentina.
tida, frescos de época en donde se entrecru- bilidad de conocer experiencias particulares Los trabajos correspondientes a la sección “Articulos” deben ser originales y serán
zan tomas de colegios y la caída de Salvador que per miten la for mulación de interesantes
evaluados por árbitros exter nos, mientras las reseñas y las notas de la sección “Lectu-
Allende con historias de amores y amistades preguntas e inquietudes sobre el fenómeno
ras” serán sometidas a la evaluación de los miembros del Consejo de Redacción.
adolescentes. del exilio en los 70, tanto desde su dimen-
Los autores deberán observar las siguientes recomendaciones:
Todos estos temas desfilan por las pági- sión privada y subjetiva como desde su di-
nas del libro junto con al aprendí a ser for- mensión colectiva. Efectivamente, la falta
a) Deberán enviarse dos copias impresas y un disquete.
mal y cortés..., fotografías alegóricas y frag- de academicismo no es, ni debe ser, una crí-
mentos íntimos de la vida cotidiana trans- tica que desconozca la necesidad y oportu- b) La extensión de los trabajos correspondientes a la sección “Artículos” no debe ex-
criptos de cartas. Esta intertextualidad enfa- nidad de este tipo de emprendimientos y la ceder los 65 mil caracteres incluidos los espacios en blanco, las citas y notas biblio-
tiza el sentido de restitución ética que la obra pertinencia de sus resultados. En este senti- gráficas.
se propone y acentúa, asimismo, una mira- do, puede considerarse un aporte para la ta- c) Las citas y notas bibliográficas deben ubicarse de la siguiente manera: 1) nombre y
da algo romántica sobre esa juventud y esa rea, aún pendiente, de escribir este pedaci- apellido del autor; 2) título de la obra en cursiva (en caso de citarse artículo, éste irá
militancia que se contradice con los visos de to de nuestra historia reciente. entrecomillado y escribiendo en cursiva la publicación en donde fue incluido); 3) lu-
autocrítica y reflexión que cada tanto inten- gar de edición; 4) fecha.
tan aflorar a través de algunos fragmentos. Florencia Levín d) Los artículos deben ir precedidos de un resumen en castellano y otro en inglés que
no debe ser menor de cien palabras ni mayor de ciento cincuenta.
Notas

1 3
Del conjunto de los testimonios se desta- En este punto hay que remarcar la restitu-
can, por su riqueza narrativa y por su potenciali- ción del vínculo entre exilio y militancia que se
dad conmovedora, los de Alejandro Cattaruzza, produce en estos testimonios. En este sentido, y
Daniel Korinfeld y Eduardo Blaustein. contradictoriamente con la filiación a la tradición
2
del Nunca Más, podríamos pensar que esa resti-
No creo que sea casual que los testimonios
tución está en concordancia con la sana y opor-
más logrados no están construidos a partir de en-
tuna voluntad, cada vez más extendida, de repo-
trevistas sino de relatos.
litizar los abordajes del pasado reciente.

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) 290 (
Revista del Instituto

estudios sociales
Interdisciplinario
de Estudios de Género
Facultad de Filosofía y Letras. Universidad de Buenos Aires Nº 9 / diciembre 2003
revista universitaria semestral
Reverberaciones feministas, Joan W. Scott / Elementos Consejo Editorial: Darío Macor (Director), Ricardo Falcón,
para una crítica: la femineidad según Lévinas, Moisés Eduardo Hourcade, Enrique Mases, Hugo Quiroga, César Tcach,
Barroso Ramos / La pasión según Mme. De Stäel, Darío Roldán
Adriana Amante / El scoutismo en la educación física
bonaerense argentina acerca del buen encauzamiento Nº 25 segundo semestre
varonil (1914-1916), Pablo Scharagrodsky / ¿Por qué 2003
Antígona?, Mónica Gluck / Belleza femenina, estética e
ideología. Las reinas del trabajo durante el peronismo, ARTÍCULOS
Mirta Z. Lobato / Feminismo desde la diferencia.
Entrevista a Rosa María Rodríguez / Filosofía, política y JUAN RUSSO: La alternancia imperfecta
feminismo. Entrevista a Sandra Hardy / DOSSIER DE LAS
JORNADAS DE MONSTRUOS. Misoginia y monstruosidad. TEODORO KLITSCHE DE LA GRANGE: SOBRE EL “NOMOS” POSTMODERNO
¿Coordenada ideológica del corpus emblemático BERNAT RIUTORT SERRA: Modernidad reflexiva y/o “tercera vía”
español?, Juan Diego Villa // Mirando el ojo que mira: VÍCTOR R. FERNÁNDEZ, JULIO C. TEALDO: Entre las debilidades del
biotecnologías de la identidad, Mauro Cabral // El crecimiento y el alejamiento del desarrollo
cuerpo: escenario de batalla, territorio de memoria,
Silvina Merenson / Reseñas SILVIA DUTRÉNIT BIELOUS: Se cruzan los relatos: memoria personal y
reconstrucción histórica
MARÍA SILVIA DI LISCIA: Locura y peritaje médico-legal. Acerca de la
justicia en el interior argentino, 1890-1930
Para compra, canje y colaboraciones, dirigirse a: Instituto Interdisciplinario de
Estudios de género (IIEGE), Facultad de Filosofía y Letras, UBA. COMUNICACIONES
Puán 480, 4º piso, Of 417 (1406) Capital Federal. República Argentina
Fax: (54) (11) 4432-0121. Dirección electrónica: rervmora@filo.uba.ar José L. Bonifacio, Enrique Mases, Demetrio Taranda: Procesos de
constitución de los movimientos piqueteros en la provincia de
Neuquén

NOTAS BIBLIOGRÁFICAS

ESTUDIOS SOCIALES, Universidad Nacional del Litoral, CC 353, Correo


Argentino (3000) Santa Fe, Argentina, e-mail: suspia@fcjs.unl.edu.ar
COMPRAS Y SUSCRIPCIONES: Centro de Publicaciones, UNL,
9 de Julio 3563 (3000) Santa Fe, Argentina,
e-mail: alencina@unl.edu.ar, www.unl.edu.ar/editorial

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Revista de cultura / Nº 79 / Agosto de 2004

Políticas de la memoria: el Museo de la ESMA


Solanas y la historia argentina reciente
Sebald y la memoria alemana
Acerca del arte-más-contemporáneo
Miradas sobre el cine: Sokurov, Tsai Ming-liang, Mekas y
Sivan/Khleifi (a propósito del VI BAFICI)
Raymond Williams en castellano

Escriben: Vezzetti • Myers • Huyssen • Giunta • Silvestri •


Schwarzböck • Filippelli • Oubiña • Sarlo • Dalmaroni

Suscripciones: Argentina, tres números $ 24 / Exterior, seis


números, u$s 50. Cheques y giros a nombre de Beatriz Sarlo,
Casilla de Correo 39, Suc. 49, Buenos Aires

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