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Artículo de opinión por Guy Ryder

El trabajo infantil no es un juego de niños


Opinión | 8 de octubre de 2013
El número de niños trabajadores en el mundo en la actualidad se sitúa en 168 millones, un tercio
menos que en el 2000. Esto es a la vez estimulante y preocupante. Es alentador porque en
Myanmar fueron rescatados niños soldados de 11 años, en Malawi niñas ya no trabajan desde el
amanecer hasta la noche realizando tareas domésticas y ahora pueden ir a la escuela, y en
Rumanía niños forzados a mendigar ahora están a salvo en centros de rehabilitación.

Pero es preocupante porque 168 millones es todavía un número muy alto. Si se reuniesen a todos
los niños trabajadores en un sólo país, éste sería el octavo país más poblado del mundo, aún más
que Bangladesh o Rusia. Aún con los progresos de los últimos años, el mundo no alcanzará, al
ritmo actual, el objetivo de eliminar las peores formas de trabajo infantil para 2016.

Según las últimas estimaciones mundiales de la Organización Internacional del Trabajo, 85


millones de niños entre 5 y 17 años realizan trabajos que ponen directamente en peligro su salud,
seguridad y desarrollo. La gran mayoría trabaja en la agricultura, pero también están presentes
en otros sectores, trabajando en las minas, víctimas de la trata y de abusos en el comercio sexual,
obligados a pedir limosna, explotados en el trabajo doméstico, forzados a enrolarse en milicias o
ejércitos.

Poco menos de la mitad de los niños trabajadores tienen entre 5 y 11 años y la mayoría son varones
(aunque es posible que las cifras subestimen la participación de las niñas en formas de empleo
menos visibles, como el trabajo doméstico). En Asia y el Pacífico se encuentra el mayor número
de niños trabajadores (78 millones) y África subsahariana registra la incidencia más alta de trabajo
infantil (21 millones). Pero este no es un problema de los países pobres o en desarrollo: también
hay niños trabajadores en los países ricos, incluso en Estados Unidos y Europa occidental.

El trabajo infantil es un problema global que precisa de una respuesta desde todos los ángulos.
Esto significa medidas dirigidas a reducir la pobreza, mejorar la educación, exigir el
cumplimiento de la ley, mejorar las perspectivas de empleo para los adultos y garantizar que
emplear a niños por debajo de la edad mínima de admisión al empleo no produzca beneficios.
A través a la combinación correcta de políticas, la cooperación técnica y el apoyo de los donantes
cuando es necesario, el trabajo infantil puede ser erradicado. Véase Malawi, por ejemplo, uno de
los países más pobres del mundo, donde cerca 30 por ciento de los niños entre 5 y 15 años está
atrapado en trabajo infantil. Niños como Ethel, de ocho años, quien no va a la escuela para ayudar
a sus padres a recoger la cosecha de tabaco y sufre de dolores de cabeza y de estómago.
Malawi adoptó un plan de acción nacional que combina un sistema de supervisión, inversiones
en infraestructuras y participación de la comunidad, y comprende desde los funcionarios de
distritos encargados del trabajo infantil que pueden arrestar a los hacendados que explotan a los
niños hasta los jefes tradicionales que promueven la erradicación del trabajo infantil. El plan,
financiado por el Departamento de Trabajo de Estados Unidos desde 2009, ha permitido la
liberación de 5.500 niños trabajadores.
Sin embargo, justo ahora que necesitamos redoblar los esfuerzos, algunos países podrían sentirse
menos estimulados a financiar programas para combatir el trabajo infantil justamente porque los
números están disminuyendo.
Docenas de países se reúnen hoy en Brasilia, la capital de Brasil, en la tercera conferencia global
sobre el trabajo infantil , ellos tienen una oportunidad única de demostrar lo que pueden lograr
los esfuerzos internacionales y la voluntad política nacional. Ellos deben renovar su compromiso
de librar al mundo de las peores formas de trabajo infantil para 2016, y de eliminarlas
completamente para 2020. Tenemos 168 razones para hacerlo
ACTIVIDAD DE GRUPO EN SUS CUADERNOS

Releen cada párrafo e identifique las ideas principales del texto, tema, argumentos y posturas
presentadas, datos más resaltantes (estadísticas o porcentajes),estructura del artículo de
opinión.
EL TRABAJO INFANTIL

Gaspar Rul-Lán Buades

15/06/2016

Acaba de celebrarse el Día Mundial contra del Trabajo Infantil. Nhay duda de que alguien con

un mínimo de sensibilidad se siente solidario con estos más de 200 millones de niños y niñas que

pierden su niñez trabajando. Y, sin embargo, si esta conmemoración ha de ser algo más que una

mera expresión de buenos deseos faltos de cualquier solución práctica, conviene analizar

cuidosamente el problema del trabajo infantil en su complejidad y como un mero efecto del

problema más amplio de la pobreza, no sea que las soluciones propuestas sean peores que los

problemas a resolver.

Al hablar del «trabajo infantil», de entrada hay que distinguir entre trabajo no remunerado y

trabajo remunerado. En las zonas rurales más pobres del planeta, los niños y niñas son una mano

de obra esencial para la supervivencia de la familia. El pobre campesino necesita que sus hijos e

hijas trabajen desde la más tierna edad para ayudarle a mantener la familia: el pequeño va a

buscar agua, otro busca leña, otro saca a los animales al campo, y los mayorcitos le ayudan en las

tareas del campo. Por muy triste que sea, la realidad es que sin este trabajo infantil la familia no

sobreviviría. Y en las zonas urbanas donde los campesinos privados de sus tierras viven en

miserables chabolas en condiciones de extrema pobreza, sucede lo mismo: los pocos dineros que

puedan traer a la familia los pequeños con sus «trabajillos» remunerados son esenciales para,

simplemente, seguir viviendo. Ni en uno ni en otro caso se puede suprimir el trabajo infantil sin

asegurar, primero, una mejora en las condiciones de trabajo remunerado de los padres.

Pero, una vez asegurados unos ingresos paternos suficientes para que los pequeños de la familia

no tengan que trabajar, todavía el problema no está resuelto pues, cuando los niños dejen de

trabajar ¿qué harán? ¿quedarse en el campo o en las calles de la gran ciudad sin hacer nada? La

respuesta más simplista es: «irán al colegio», pero esto supone muchas cosas que no pueden

tomarse por descontado: que hay colegios en la zona y caminos para llegar a ellos, que los

pequeños tienen ropa y calzado mínimamente adecuados para ir al cole, y que pueden permitirse

comprar al menos el material escolar más básico. Todo esto lo damos por descontado, pero no es

tan obvio. En muchas zonas rurales del mundo faltan escuelas, y en las ciudades muchos niños

y, especialmente, niñas, se niegan a ir al colegio por vergüenza, al sentirse en sus pobres ropas

diferentes de los otros niños, y muchas familias no pueden comprar ni siquiera un cuaderno y un

lápiz para sus hijos.

El problema de la supresión del trabajo infantil es más complejo de lo que a primera vista parece.

Ha habido una verdadera evolución en la manera en que los organismos internacionales se han

enfrentado al problema. En 1924 por primera vez un organismo internacional, la Sociedad de


Naciones, aprobó una Declaración sobre los Derechos del Niño con cinco artículos, el primero de

los cuales decía «El niño debe ser puesto en condiciones de desarrollarse normalmente desde el

punto de vista material y espiritual», y el articulo 4º al hablar de trabajo infantil ya hace una

matización importante al incluir el concepto de «explotación»: «El niño debe ser puesto en

condiciones de ganarse la vida y debe ser protegido de cualquier explotación». Combinando estos

dos artículos, la Declaración viene a decir que el niño puede trabajar bajo la condición de que no

sufra ningún tipo de explotación que le impida desarrollarse desde el punto de vista material y

espiritual. En 1959 la ONU aprobó la Declaración de los Derechos del Niño en la que se expone

la idea de los derechos del niño añadiendo los derechos de desarrollo personal, no explotación y

a la educación. El Art. 2º: «Derecho a tener una protección especial para el desarrollo físico, mental

y social», Art 7 : «Derecho a actividades recreativas y a una educación gratuita», Art. 9: «Derecho

a la protección contra cualquier forma de abandono, crueldad o explotación». Finalmente, en 1989

la ONU aprobó la Convención sobre los Derechos del Niño, y su Art. 32 da respuesta al tema del

trabajo infantil que debe ser condenado: «Los Estados Partes reconocen el derecho del niño a estar

protegido contra la explotación económica y contra el desempeño de cualquier trabajo que pueda

ser peligroso o entorpecer su educación o sea nocivo para su salud o para su desarrollo físico,

mental, espiritual, moral o social... y los Estados adoptarán medidas legislativas, administrativas,

sociales y educacionales para garantizar la aplicación de este artículo», de lo que se desprende

que, en situaciones especiales de pobreza, estaría justificado un trabajo infantil con una

retribución justa, unas condiciones físicas adecuadas a su edad y un horario laboral que

permitiese compaginar el trabajo con su desarrollo humano integral.

ACTIVIDAD DE GRUPO EN SUS CUADERNOS

Releen cada párrafo e identifique las ideas principales del texto, tema, argumentos y posturas
presentadas, datos más resaltantes (estadísticas o porcentajes),estructura del artículo de
opinión.
El trabajo infantil no debería ser cosa de niños

FERNANDO MUDARRA (AYUDA EN ACCIÓN)

8 NOV 2017

Una niña trabajando en Myanmar, en una imagen de 2013. MARCEL CROZET / ILO

La pobreza arrebata la niñez a un millón de menores trabajadores en Guatemala

Niños enrolados para la pesca en Ghana

La farsa de la lucha contra el trabajo infantil en India

En Sevilla, y de cara a la IV Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del


Trabajo Infantil, que tendrá lugar en Buenos Aires del 14 al 16 de noviembre, esperamos
que un número importante de organizaciones españolas y de América Latina
consensuemos unas peticiones comunes para exigir a nuestros Gobiernos que aceleren
las medidas y las políticas para que el trabajo infantil sea erradicado. El objetivo es que
ningún niño o niña del mundo necesite para su subsistencia, o la de su familia, tener que
trabajar y que todos ellos puedan disfrutar de su infancia. Es una contribución más de la
Iniciativa Regional América Latina Libre de Trabajo Infantil de la Organización Mundial
del Trabajo (OIT), con el apoyo de la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional
para el Desarrollo, en la que no hemos querido dejar de estar presentes.

Un deseo de estar ahí porque el trabajo infantil y adolescente no deja de ser una muestra
visible más de la desigualdad obscena en la que convivimos en nuestro mundo. No me
refiero a aquellas tareas efectuadas por niños en su propio hogar, en condiciones
razonables y bajo la supervisión de personas cercanas a ellos, que, además, significan
una parte integrante de la vida de las familias y que contribuyen positivamente al
desarrollo de la infancia, sino al que desempeñan los niños y niñas que viven solos,
muchos de ellos en la calle. También para todos los que conviven en el seno de las
familias más vulnerables, aquellas que necesitan que sus hijos menores de edad trabajen
para completar una renta familiar exigua que apenas les dé para malvivir y que les roba
una parte importante de su infancia.

Actualmente, según datos de la Organización Mundial del Trabajo (OIT) hay en el


mundo 152 millones de niños, niñas y adolescentes entre 5 y 17 años que se encuentran
en situación de trabajo infantil. Esta cifra supone, más o menos, la población de tres
Españas y media, o si lo quieren ver de otro modo, representa el 9,6 % del conjunto
mundial de la población en este rango de edad, de 5 años (repito, 5 años) a 17. Otra cifra
más, 72,5 millones de estos niños, niñas y adolescentes, lo hacen en actividades
peligrosas que ponen en grave riesgo su salud, seguridad o moralidad. Así siguen
estando las cosas. Algo que nos debería llevar a la reflexión y nos tendría que hacer
sentir, en parte, corresponsables. No hay que olvidar que en muchos casos este trabajo
sirve para que podamos acceder en nuestro entorno a productos cuyo precio se sustenta
sobre este tipo de explotación.

Este trabajo sirve para que podamos acceder a productos cuyo precio se sustenta sobre
este tipo de explotación

Como Ayuda en Acción, una de nuestras experiencias más cercanas con el trabajo
infantil es la que tiene que ver con la trata infantil, que está calificada por la OIT como
una de sus peores formas, ya que se equipara con la esclavitud o prácticas análogas a la
esclavitud. En el negocio de la trata, una niña puede ser vendida por menos de mil euros
para realizar trabajos como la servidumbre, la explotación sexual en prostíbulos, el
tráfico de drogas, la utilización en conflictos armados, y otras prácticas similares a la
esclavitud en fábricas o talleres.

Sin embargo, también es alentador mencionar que se han realizado avances en la


erradicación del trabajo infantil y adolescente. Por ejemplo, en América Latina y el
Caribe, gobiernos, empleadores, organizaciones de la sociedad civil, como Ayuda en
Acción, y la cooperación internacional, venimos trabajando en reducir estas cifras. Sólo
en el periodo entre 2000 y 2016, más de 9,5 millones de niños, niñas y adolescentes de
esta región del mundo han abandonado este tipo de actividad que seguimos llamando
trabajo.

Una niña puede ser vendida por menos de mil euros para realizar trabajos como la
servidumbre, la explotación sexual y el tráfico de drogas

Esta es la parte positiva, la negativa en esta región sigue siendo la existencia de 10,5
millones de niños que siguen en la brecha, un 7,3 % del total y que el ritmo de
erradicación se ha frenado en los últimos años, algo previsible en una región campeona
del mundo en la desigualdad. La exclusión de los pueblos indígenas, la migración
generada por el cambio climático, la violencia generalizada o la exclusión económica,
siguen siendo los principales motores que convierten a América Latina en la región más
desigual del planeta. En estas circunstancias, la erradicación está aún lejos, pero no es
inalcanzable. Al menos en lo que se refiere a este tipo de actividades que no hace otra
cosa que hipotecar el presente de muchos niños y niñas y, sobre todo, lastrar un futuro
en el que queremos que las cosas sean de otra manera.

En Sevilla esperamos acordar peticiones para presentar a nuestros Gobiernos en la IV


Conferencia Mundial sobre la Erradicación Sostenida del Trabajo Infantil de Buenos
Aires. Estamos seguros de que habrá compromisos por parte de todos los participantes
y que servirá para seguir dando pasos, seguramente mucho más pequeños que los que
todos esperamos, para erradicar el trabajo infantil de una vez, pero también, espero que
este artículo, parte pequeña de todo el ruido que las organizaciones queremos hacer
durante estos días en Sevilla, sirva para que todos y todas nos movilicemos de la mejor
manera que consideremos; apoyando a una ONG, escribiendo una carta a sus
representantes políticos o sencillamente, compartiendo esta información entre sus
contactos para conseguir que todos los niños y niñas del planeta, algún día no muy lejano
se ocupen solo de hacer cosas de niños.

ACTIVIDAD EN GRUPO EN SUS CUADERNOS

Releen cada párrafo e identifique las ideas principales del texto, tema, argumentos y
posturas presentadas, datos más resaltantes (estadísticas o porcentajes),estructura del
artículo de opinión.
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posturas presentadas, datos más resaltantes (estadísticas o porcentajes),estructura del
artículo de opinión.
El trabajo infantil en el Perú: avances y desafíos

Publicado el 16 junio 2016.

Recientemente, conmemoramos el Día Mundial contra el Trabajo Infantil (12 de junio), lo que
nos recuerda que nuestros niños, niñas y adolescentes no deben trabajar. Por diversas razones,
puede perjudicar sus estudios y afectar su crecimiento, lo que finalmente repercute en su falta
de competitividad en su vida adulta.

De acuerdo a la Organización Internacional del Trabajo (OIT), a la fecha, existen 168 millones de
niños en el mundo que participan en distintas formas de trabajo infantil; de los cuales, 85
millones realizan trabajos peligrosos que afectan su salud y ponen en riesgo su vida. Asimismo,
99 millones realizan actividades agrícolas.

El trabajo infantil, a nivel mundial, constituye una preocupación al más alto nivel. En ese sentido,
el Papa Francisco, en el marco de esta fecha, ha hecho un llamado a la sociedad en general —
incluyendo al Estado— para que atienda directamente las causas que originan este flagelo, a fin
de evitar situaciones de explotación infantil. Por su parte, la Organización Internacional del
Trabajo (OIT) este año quiere llamar la atención sobre el vínculo que existe entre el trabajo
infantil y las cadenas de suministro de las empresas, a raíz de las denuncias realizadas por la
organización “Amnistía Internacional”, que informó en enero de este año que en la República
Democrática del Congo utilizan a niños para explotarlos en las minas de cobalto, que son un
insumo esencial para la elaboración de las baterías de los teléfonos móviles. Al respecto, se ha
invocado a grandes multinacionales como Apple, Samsung y Sony para que tengan cuidado en
verificar que sus proveedores no recurran al trabajo infantil.

El Perú no es ajeno a este fenómeno. En el 2011, el Instituto Nacional de Estadística e Informática


dio a conocer que 1,65 millones de niños, niñas y adolescentes trabajaban. Recientemente, el
Ministro de Trabajo, Daniel Maurate, dio a conocer que entre el 2012 y el 2015 más de 323 000
niños, niñas y adolescentes de 5 a 17 años dejaron de realizar actividades económicas, lo que
representa una disminución de 4,6 puntos porcentuales. Es decir, el trabajo infantil en el Perú
ha disminuido, lo cual es una buena noticia, ya que evidencia que los esfuerzos realizados por el
Estado peruano en el tema vienen rindiendo sus frutos. No obstante, todavía quedan muchas
cosas pendientes por realizar, como es el aumento de la edad mínima de acceso al empleo de
14 a 15 años, la actualización del listado de trabajos peligrosos para adolescentes, la creación
de un delito que sancione la explotación laboral infantil, la implementación de la Estrategia para
la Prevención y Erradicación del Trabajo Infantil (Enpeti 2012-2021), entre otros.

Estos resultados nos llegan de entusiasmo, y constituyen un incentivo para seguir trabajando
arduamente por el presente y futuro de nuestros niños, niñas y adolescentes. Nuestra patria así
lo exige.

Carlos Villarroel Quinde

Adjuntía para la Niñez y la Adolescencia

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El trabajo infantil

~Según estadísticas, unos 12 mil 500 niños trabajan en el departamento, de los


cuales, dos mil 500 son cucuteños. (Colombia)

~Según estadísticas, unos 12 mil 500 niños trabajan en el departamento, de los


cuales, dos mil 500 son cucuteños.

Pese al gran esfuerzo del gobierno y de varias entidades solidarias como la


Fundación Telefónica y Corprodinco, el fenómeno del niño trabajador persiste en
Colombia y con cifras que desalientan: hoy, un millón 670 mil niños colombianos
estarán en sus puestos de trabajo, rindiendo como adultos, pero en la mayoría de
los casos, ganando salarios escandalosamente bajos y, por lo mismo, ilegales.

El fenómeno del niño trabajador es tan viejo como el trabajo mismo, pero, por
fortuna, de un tiempo para acá, la Organización de Naciones Unidas, entre otras
entidades, ha destinado muchos esfuerzos a combatirlo y erradicarlo, con
relativo éxito: en el mundo hay 168 millones de niños trabajadores de los que, en
todos los países, sus padres o sus patronos abusan de manera inmisericorde.

Cúcuta y Norte de Santander no son ajenos a esta realidad dolorosa que, en


muchos sentidos, mide el grado de compromiso social con los derechos de los
niños. Según estadísticas, unos 12 mil 500 niños trabajan en el departamento, de
los cuales, dos mil 500 son cucuteños.

Muchos de estos niños de Cúcuta actúan como cargadores de bultos en la central


de Abastos y otros mercados y en las afueras de supermercados, y como
vendedores de todo tipo de mercancía en las calles, especialmente del centro.

La necesidad de recursos económicos para el sostenimiento de la familia es,


quizás, el principal argumento con el que se justifica la existencia de los niños
trabajadores. Es la explicación de por qué la mayoría de ellos son miembros de
familias de estratos socioeconómicos bajos, donde la disfuncionalidad es una de
las características; la presencia de muchos niños, es otra, y la ausencia de uno o
de ambos padres, la tercera.

En esas circunstancias, privar al hogar del dinero que aporta el niño puede ser
una gran injusticia, en especial porque el Estado ha fallado en ofrecerles a esas
familias la protección que requieren, y además los deja sin la única fuente de
ingresos que tienen.

Al menos en nuestra región ya los niños salieron de los socavones de las minas
de carbón, y ese es un logro del que debemos sentir satisfacción, pero aún hay
niños, como ya se dijo, dedicados a labores de cargue y descargue, tareas que son
adecuadas para adultos bien desarrollados, no para niños que todavía están en
formación y pueden sufrir lesiones insuperables.

Pero, más que los problemas físicos y los inconvenientes de tipo económico de
las familias de los niños trabajadores, es necesario enfrentar la inmoralidad de
los patronos que, por ahorrarse dinero y dificultades son trabajadores adultos,
recurren a los niños para explotarlos con jornadas infames, salarios ínfimos y
siempre ilegales, para garantizarse cierta tranquilidad.
Igual sucede con los padres campesinos que, por ahorrar algún dinero en
jornales, obligan a los niños de la familia a acompañarlos en los cultivos, donde
el trabajo es duro y sin paga, pero fácil de disfrazar como una colaboración para
el bienestar de los miembros del hogar.

Esta parte del problema será la más difícil de enfrentar y eliminar, pues en el
trasfondo hay costumbres ancestrales de mucha raigambre, que se traducen en
prácticas culturales en las cuales los niños participan del trabajo como de las
demás actividades de la familia.

De todos modos, el Estado no puede descansar en su tarea de liberar a los niños


de las cadenas del trabajo, por las razones que sean, en especial cuando todavía
hay decenas de miles de adultos sin una fuente permanente de ingresos.
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LA "NECESIDAD" DEL TRABAJO INFANTIL

Niños que trabajan en casa para permitir que sus padres puedan trabajar fuera: en
muchos casos, especialmente las niñas, están encargadas de las tareas domésticas o del
cuidado de los hermanos pequeños mientras los padres permanecen fuera del hogar.

Insuficientes ingresos familiares: los bajos sueldos provocan que varias personas dentro
de una misma familia deban trabajar para poder mantener un mínimo de ingresos. Los
niños se convierten así en una mano de obra necesaria ya que la situación económica de
muchas familias sería más precaria sin la aportación de sus hijos, que puede llegar a
representar entre el 30-40% de los ingresos familiares.

Deudas paternas que les convierten en esclavos. Los padres entregan a sus hijos a
usureros como pago de sus deudas y estos les explotan, por ejemplo en los telares de
alfombras. En otras ocasiones, los contratos de los padres por trabajo a destajo hacen que
los hijos deban unirse a trabajar con ellos.

Reducción de los presupuestos estatales para servicios sociales y educación a


consecuencia de los Programas de Ajuste Estructural impuestos por las instituciones
internacionales para pagar los créditos de la deuda externa. Cada vez un mayor
porcentaje de la población tiene menor acceso a ayudas estatales: subsidio de desempleo,
subsidio a alimentos básicos, becas escolares, sanidad pública, etc. y se necesita del
aporte económico de más miembros de la familia.

ABSENTISMO ESCOLAR.

La necesidad de aportar ingresos a la economía familiar provoca que el trabajo se


priorice sobre la asistencia a la escuela. Los niños/as trabajadores/as no suelen tener
tiempo para acudir a la escuela (el 75% de ellos realizan jornadas laborales de 30 horas o
más semanales) y los/as pocos que pueden, terminan tan cansados que su rendimiento
escolar es muy bajo.

Pero sucede también que la propia organización del sistema educativo hace que la
escuela no sea atractiva para los niños o sus familias.

A menudo, sus ausencias conciencian porque la familia carece de medios para enviarlos.
Es, por ejemplo, normal que la escuela pública sea gratuita, pero el uniforme es
obligatorio y no subvencionado.

Otras veces, los planes de estudio están poco adaptados o no son atractivos para las
necesidades de las comunidades a las que están dirigidos y los beneficios de la
instrucción no son inmediatos, algo difícil de aceptar cuando debe lucharse por la
supervivencia cada día. Además, las escuelas carecen de recursos suficientes para dar
una enseñanza de calidad o están masificadas.

Todo esto puede hacer que los padres, que a menudo no acudieron a la escuela en su
infancia, tengan cierto recelo a que los niños "pierdan el tiempo" en la escuela pudiendo
ayudar en sus casas, algo que es mucho más frecuente en el caso de las niñas, ya que se
le da menos importancia a su educación. También ven en el trabajo la mejor fortuna de
preparar a sus hijos para el futuro.

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Contra el trabajo infantil

En Asia se encuentra el principal mercado para la explotación sexual de menores

Carmen Ferreras 13.06.2016 | 00:35


Contra el trabajo infantil

El pasado domingo se celebró, yo diría que con más pena que gloria, el Día Mundial
contra el Trabajo Infantil. Una jornada de obligada celebración, a tenor de la realidad
devastadora que afecta a la población infantil de todo el mundo. Especialmente de
América Latina, África y Asia. 168 millones de niños de entre 4 y 15 años, por lo tanto
menores de edad, desempeñan tareas incluso peligrosas para su salud y para su vida.
Cuando todos creíamos que la esclavitud se había erradicado definitivamente del
mundo que habitamos, comprobamos horrorizados que más de 8,5 millones de estas
criaturas para las que ni derechos ni libertades hay, están en situación absoluta de
esclavitud. Con toda la depravación que también genera semejante "estatus". Son datos
facilitados por la Organización Internacional del Trabajo. Es bueno recordarlo por si
alguien piensa que es un invento más para tocar la fibra sensible de la sociedad.

Me parece terrible que en tantos y tantos países se estén utilizando generaciones enteras
de mano de obra barata, baratísima, silenciosa y silenciada. Chavalitos y chavalitas que
trabajan no ya en situaciones ilegales, que también, trabajan en situaciones insalubres y
degradantes que dinamitan sus opciones de futuro y su dignidad. La OIT, que ha alzado
la voz en medio de la impotencia generalizada al comprobar que esa cifra millonaria de
chavalitos explotados crece y crece todos los años, ha centrado su objetivo en las cadenas
de producción y suministro, de la agricultura a la manufactura pasando por los servicios
de la construcción. Todas ellas son áreas sensibles donde puede estar presente el trabajo
de los niños.

El género también importa. Las niñas son más invisibles, como si no existieran, quizá
porque su fin sea la explotación sexual. Un mercado cada vez más amplio y horrendo
que nutre a los autóctonos, pero también al turismo sexual que viaja desde otros
continentes, la vieja Europa, Estados Unidos, Canadá, Australia. En el continente asiático
es donde se encuentra el principal mercado para la explotación sexual infantil. Aunque
pedófilos de toda clase y condición se mueven por las redes, no tan impunemente como
en un principio pudiera parecer. En lo que a España respecta, es de aplaudir los brillantes
servicios que realizan la Guardia Civil y la Policía Nacional.
Si bien es verdad que son muchas las grandes compañías que toman medidas para evitar
la presencia infantil en sus cadenas de suministro globales, gran parte del trabajo infantil
se da en líneas de suministro para consumo local y nacional, problemática que tiende a
ser ignorada, que los gobiernos de esos países no combaten y si lo hacen siempre es de
forma tímida. Save the children ha denunciado que hay más niños de los que se pueden
contar cuyo día a día consiste en "sobrevivir a las amenazas físicas, la violencia sexual o
la pobreza crónica de una familia endeudada" que no duda en vender a sus retoños a
sabiendas de su cruel destino.

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