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Pascasio Radberto ( hacia el 851) y Ratramno (868)

Los dos intentan responder a esta pregunta: ¿Qué quiere decir verdaderamente
«presencia»? ¿De qué manera el pan y el vino de la eucaristía son el cuerpo y la sangre
de Cristo? ¿Se trata de una presencia «in mysterio» o en la «realidad» del mismo cuerpo
que nació de María y que murió? Pascasio Radberto da una respuesta en la línea del
realismo.
Para él existe una plena identidad entre el pan y el vino y el cuerpo y la sangre de Cristo;
entre el cuerpo eucarístico y el cuerpo histórico. La carne sacramental no es otra que la
que nació de María y murió en la cruz. Insiste en la mutación eucarística (metabolismo),
sin explicar el cómo pueda suceder. Así debe aceptarse por la fe.
Este exagerado realismo, además de olvidar la dinámica sacramental de la eucaristía,
supone un cambio de horizonte en la relación «original-copia». Pues, en efecto «llama ya
al cuerpo eucarístico de Cristo como tal vertías [...] atribuyéndole el rango de original,
mientras para la antigua teología de la imagen el original era el Señor exaltado, el
acontecimiento pascual de la muerte y resurrección de Cristo». La relación original-
imagen de los Padres se convierte aquí en la relación realidad-imagen dentro del mismo
alimento eucarístico, lo que viene a ser una relación entre invisible-visible, y no una
relación entre realidad presente en el símbolo y realidad que todavía espera su plenitud.
Todo ello conduce a una identificación del cuerpo eucarístico con el cuerpo histórico
de Cristo, y no tanto con el cuerpo glorioso del Resucitado.
Ratramno reacciona contra el exagerado realismo de Pascasio, y afirma que el cuerpo
eucarístico de Cristo no puede ser idéntico al cuerpo histórico «que nació de María
y que sufrió». Cristo, que está presente en el cielo, no lo puede estar presente de la
misma manera bajo el pan y el vino. Existe como un doble cuerpo de Cristo: el
verdadero (vertías) del cielo, y el sacramental (imago) en la eucaristía, donde bajo
la figura del pan y el vino es alimento del alma. Los dones consagrados son, sí, cuerpo
y sangre de Cristo, pero en un cierto modo espiritual (spiritualiter) y no tanto corporal
(corporaliter).
De las tres formas que puede asumir una realidad: la del «ser en la verdad» (realidad
presente con evidencia existencial); la del «ser en el misterio» (realidad que esconde una
dimensión más profunda); y la del «ser en figura» (realidad presente en un signo), Cristo
asume en la eucaristía las dos últimas formas de presencia «in mysterio, in figura», pero
no «ín veritate» El contenido de la eucaristía no es tanto la veritas como la fuerza y
dinámica espiritual del mismo Cristo.
Berengario de Tours
La discusión anterior se radicaliza durante el siglo xi Berengano vendrá a ser el simbolista
exagerado.
Berengario de Tours, porque fue él quien ofreció por vez primera un atisbo de
definición de sacramento cuando, siguiendo a San Agustín, de quien afirma
explícitamente que ha tomado las palabras, predica del sacramento la razón de ser
signo sagrado, lo que equivale a decir que es el signo de una realidad sagrada.
Sacramento, para Berengario, es la forma visible de la gracia invisible.
La obra de Berengario ha consistido en haber asimilado las categorías agustinianas y,
desde las mismas, describir por vez primera los sacramentos. Y si es cierto que, en el
pasaje que estamos comentando, Berengario ofrece un planteamiento de tipo
universal, por cuanto su definición afecta a los siete sacramentos de los que dice que
son forma visible de la gracia invisible, sin embargo, el origen de su preocupación fue
muy concreto, pues arrancó de la circunstancia particular de tener que hallar una posible
definición de sacramento que fuese apta para dar razón de su previa concepción de
Eucaristía.
Fue Berengario el primer teólogo que, siguiendo a San Agustín, intentó ofrecer una
definición de sacramento a partir de la noción de signo.
Discípulo de la escuela de Chartres, archidiácono y maestro de la escuela de Tours, en su
libro De coena Domini líber posterior se propone aclarar el contenido del sacramento y
el modo de ser sacramental de la eucaristía. Parte de un concepto fenoménico de la
realidad, según el cual un cuerpo es entendido siempre en su dimensión espacio-
temporal, llegando a la conclusión de que no es posible que el sacramento contenga el
cuerpo de Cristo en sentido propio.
El sacramento no puede ser otra cosa que «semejanza», «figura» espiritual o virtual de
Cristo, pero no contiene su presencia real corporal.
El cambio que se produce por la consagración consistiría en que el pan y el vino
pasan a ser «símbolos», aunque no reales, del cuerpo y la sangre de Cristo, y en que
Cristo actúa y fortalece la fe de los fieles a través de ellos. El valor del símbolo
eucarístico se descubre desde la fe del sujeto («a parte subjecti»), pues por él se
participa del cuerpo de Cristo por ser miembros de ese cuerpo, no porque Cristo se
encuentre real y objetivamente presente.

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