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EL TEST DE BENDER EN EL PROCESO DIAGNÓSTICO

Lic. María Teresita Bó

I.- INTRODUCCIÓN.-

La administración del Test de Bender forma parte del proceso psicodiagnóstico que
la cátedra de Psicopedagogía Clínica de la Facultad de Psicología de la UBA realiza a los
niños derivados al servicio de Diagnóstico y Tratamiento.
Considerado dentro de las llamadas “pruebas psicométricas”, el Test de
Bender “proporciona una correcta estimación del desarrollo visomotor que, en general,
corre paralelo al desenvolvimiento mental del niño; permite la comprensión de las
diferentes formas de perturbación del desarrollo, y apunta hacia una diferenciación de las
diversas formas de deficiencia mental”, comenta Paul Schilder en el prefacio de “Test
Guestáltico Visomotor”, de Lauretta Bender.
Es un test guestáltico visomotor, y mide la adecuación perceptivo-motriz en un
sujeto. Bender define a la función guestáltica como aquella función del organismo
integrado gracias a la cual éste responde a un conjunto de estímulos dados como un todo.
Esta integración no se producirá por una sumatoria o adición de elementos, sino por un
aumento de la complejidad interna del organismo.
Agrega esta autora que la función guestáltica visomotora es una función
fundamental asociada con la capacidad del lenguaje y estrechamente ligada a varias
funciones de la inteligencia, como la percepción visual, la habilidad motora manual, la
memoria, los conceptos temporales y espaciales y la capacidad de organización y
representación.
Sara Paín nos da su visión y su experiencia en relación con el uso y evaluación del
Test de Bender. Para ella el aporte más significativo de L. Bender fue poner el acento en el
carácter evolutivo de las representaciones gráficas.
Según esta autora y desde una perspectiva psicogenética, la imagen espacial tiene
un origen fundamentalmente motor, ya que es resultado de la internalización de los
esquemas motores. Copiar un modelo será, entonces, asimilarlo al esquema que se tiene y
sería posible gracias a un esfuerzo de acomodación.
En un segundo momento será necesario haber alcanzado una operatividad
conceptual, reversible, que incluya la espacialidad como esquema motor, pero que pueda
trascenderla, para acceder a realizar operaciones sintéticas, como el punto (y no el círculo
relleno).
Coherente con este desarrollo, esta autora elabora una serie de pautas de ejecución
esperables para cada etapa evolutiva.
Si bien nosotros consideramos que cada proceso madurativo es altamente individual
y que, por tanto, se distinguen aspectos subjetivos únicos, no podemos dejar de considerar
la existencia de elementos de maduración visomotores básicos, esperables para cada edad
específica.

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Por lo tanto, si un niño realiza una reproducción de las figuras del test muy por
debajo de la performance esperable para su edad, lo consideraremos una dificultad
específica, un elemento de información que nos lleve a preguntarnos qué aspectos de su
subjetividad se hallan comprometidos, qué factores de su constitución se hallan
perturbados, qué obstáculos impiden el desempeño esperado.
Es interesente poder indagar qué información me aporta el deducir que un niño no
ha alcanzado la maduración visomotora esperada, descubrir si existe un déficit en la
internalización de una gestalt o dificultades en su reproducción, observar si aparecen
figuras que reproduce más fielmente que otras (cuáles, qué sugiere esto), verificar qué
aspectos se repiten en las otras instancias del proceso psicodiagnóstico.

II. CARACTERÍSTICAS DEL TEST DE BENDER

El test consta de 9 tarjetas, cada una de las cuales reproduce uno de los 9 patrones
originales que Wertheimer desarrolla al sentar las bases de la Escuela de la Gestalt.
La figura A fue elegida como introductoria teniendo en cuenta que es percibida
como figuras cerradas sobre un fondo.
Existe una tendencia a experimentar las gestalten como totalidades mayores que sus
partes, pero a la vez susceptibles de transformación. Esto nos lleva a suponer que hay no
sólo una dimensión espacial, sino también una dimensión temporal en juego en la
configuración de cada gestalt.
Uno de los supuestos sobre los que se apoya el Test de Bender es la existencia de
una tendencia no sólo a percibir las gestalten sino a completarlas y reorganizarlas de
acuerdo con principios determinados por el patrón sensoriomotor de acción. Se considera
que este patrón varía en los diferentes niveles de crecimiento y en los estados patológicos
(tanto orgánicos como funcionales).
Estas variaciones serán consideradas en la evaluación y nos aportarán elementos de
apreciación diagnóstica.

III. FORMA DE ADMINISTRACIÓN

Se necesitan las 9 tarjetas del Test, un lápiz negro de punta suficientemente blanda
para que pueda marcar un punto por contacto, una goma de borrar y una hoja de papel
blanco tamaño carta u oficio.
El examinador y el examinado se colocan frente a frente. Se debe contar con una
mesa o escritorio de altura adecuada al examinado y cuya superficie sea lisa para no
distorsionar el trazo.
Se coloca la hoja apaisada delante del examinado y a su derecha el lápiz y la goma.
El mazo de tarjetas se encuentra ordenado boca abajo, teniendo en cuenta su
correcta ubicación, de modo tal que al dar vuelta cada tarjeta quede de frente al examinado.
Esto es importante, ya que podrían en el momento de la evaluación considerarse
inversiones inexistentes si las tarjetas no fueran presentadas debidamente.
Las tarjetas se dan vuelta de una en una, cada vez que el niño dé señales de haber
concluido la reproducción de la anterior.
Consigna: al mostrar la figura (A) se le dice:
“Vas a copiar esta figura lo más parecido que puedas en esta hoja”.
Una vez realizada la figura (A) se le dice:

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“Ahora te voy a ir mostrando de a 1 estas 8 tarjetas y las vas a ir copiando en la hoja
lo más parecido que puedas”.
Con esta forma de decir la consigna se puede observar la ubicación espontánea de la
primera figura dentro de la hoja.
Si el niño preguntara en algún momento acerca de si debe emplazar todas las figuras
en la misma hoja, se le responderá que sí, pero si necesitara más espacio y demandara más
hojas, se le proveerán.
Se debe tomar el tiempo de ejecución. Si bien no evaluamos estrictamente este
factor, será un elemento más de información, especialmente para correlacionarlo con su
propio tiempo de ejecución en otras pruebas.
Es necesario observar cuidadosamente la actitud del niño: cómo observa la figura, si
la mira varias veces o la reproduce casi sin mirarla; si es minucioso con los detalles; si se
distrae con facilidad, etc.
Es importante consignar los comentarios que realiza el niño mientras ejecuta la
prueba, y también tomar nota de todo aquello que será luego significativo al momento de la
evaluación: si rota la hoja, la dirección de los trazos en cada figura, si borra, si repasa las
líneas, si cuenta los puntos, etc.

IV.- EVALUACIÓN

Consultando la bibliografía mencionada en este trabajo, se tendrá acceso a diversos


métodos de evaluación del Test de Bender, tanto cuantitativos como cualitativos.
Es nuestro propósito proveer elementos de análisis que nos ayuden a detectar ciertas
características significativas, que al ir repitiéndose o apareciendo de formas diversas a lo
largo de todo el proceso diagnóstico, nos irán conduciendo hacia la síntesis diagnóstica
esperada.
En este sentido tomamos como elementos significativos a observar:
- la distribución de las figuras en la hoja de ejecución
- uso del espacio
- ubicación de la primera figura
- ubicación relativa de las figuras:
- organización/ orden
- espacio relativo
- previsión del espacio necesario

- tamaño de las figuras:


- macro o micrografismos
- tamaño constante o variable
- tamaño relativo de las partes de cada gestalt

- unidad o fragmentación de los modelos


La figura es tratada como unidad o como conglomerado de
elementos independientes?

- líneas: suaves – mucha presión – repasadas – quebradas – borradas


cambiantes – constantes

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- elementos:
- sustitución (líneas por puntos; puntos por círculos;
puntos por algún otro elemento)
- omisión de elementos (hileras, columnas, partes de
figuras)
- adición de elementos (puntos, ángulos, líneas)

- rotación
- de toda la figura
- de parte de la figura

- perseveración: repetición del modelo o de parte del mismo

V.- EL TEST DE BENDER DENTRO DEL PROCESO DIAGNÓSTICO:


Recurrencias – Repeticiones – Análisis de significaciones

Además de estos elementos que se analizan en relación a lo reproducido, es


interesante también poder acercarnos a lo percibido, ya que también lo percibido porta el
aspecto inconsciente de la representación. Pero como no tenemos acceso directo a la
percepción, debemos observar todos los comentarios que hace el niño al respecto y si se
muestra conforme o no con la semejanza de su producción al modelo. En este sentido, y
una vez concluida la toma, podemos preguntar al respecto.
Luego de realizado el análisis del protocolo podremos relacionar los datos
observados con aspectos aparecidos a lo largo del proceso diagnóstico y verificar si hay o
no elementos que se repiten o que contribuyen a una misma significación. De este modo se
podrá constatar si la evaluación del Bender ayuda a aumentar la sustentación de las
hipótesis que se venían elaborando a lo largo del proceso diagnóstico o, por otro lado, las
refuta
El análisis de recurrencias y repeticiones no deberá sólo tender a considerar iguales
elementos que reaparezcan a lo largo del diagnóstico, sino también elementos que –aún
siendo diferentes- porten similares significaciones.
De esta manera, el Test de Bender se halla inscripto dentro de un proceso
diagnóstico de lectura psicoanalítica, y en el que se otorga un lugar de importancia a los
elementos proyectivos como indicadores de una subjetividad que se manifiesta.

VI.- EL DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL: Pautas de evaluación

La inclusión del Test de Bender en el proceso psicodiagnóstico también nos permite


hacer inferencias acerca de la presencia de determinadas patologías orgánicas.
En este sentido la Dra. Lauretta Bender ha realizado múltiples investigaciones y sus
resultados nos ayudan a acercarnos a un primer diagnóstico diferencial con relación a
déficits profundos y retardos madurativos, asociados con enfermedades orgánicas
cerebrales.
Si bien para un análisis más profundo del tema se hace necesario remitirse a las
fuentes, podemos tener en cuenta indicadores básicos de estas problemáticas, tales como:

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 ignorancia total o parcial de la estructura de las gestalten
o cambio significativo en la configuración
o añadido de ángulos y/o lados
o sustitución de partes individuales por otras figuras (puntos por rayas,
letras, signos etc.)
o desintegración de la gestalt
o pérdida de la individuación de la forma

 pobreza de impulsos; fragmentación arbitraria de las figuras


 perseveración insistente en las figuras cuyas partes se repiten
 dificultades notables en el trazado, especialmente de las paralelas, de las
formas angulares y del cruzamiento de líneas
 amontonamientos, superposiciones
 adición de cualquier tipo de elemento diferente del modelo
 trazo tembloroso, reiterado, excesivamente repasado, muy fragmentado

VII.- EL CARÁCTER PROYECTIVO EN LA REPRESENTACIÓN GRÁFICA

Enmarcado dentro de una relación terapéutica que convoca aspectos


transferenciales, el proceso diagnóstico posibilitará la actualización de elementos
proyectivos.
Desde una perspectiva psicoanalítica consideramos que la proyección impregna
tanto la percepción como la reproducción gráfica, y por tanto, si bien no se trata de un test
proyectivo, podemos hacer un análisis del Test de Bender que tenga en cuenta aspectos
proyectivos.
Sostenemos que toda representación gráfica tiene un carácter proyectivo, dado el
supuesto de que el niño accede a la espacialidad a partir de las vivencias corporales, del
cuerpo propio y del cuerpo del otro, especialmente del cuerpo materno.
El espacio de la representación se construye a partir de la proyección del cuerpo
propio, como si esta espacialidad del sujeto se proyectara en el mundo exterior.
En el mismo acto de percibir se inscribe esta relación inconsciente del niño con la
espacialidad. Por tanto cobra especial significación poder preguntarse acerca de lo que
puede o no percibir, o de las distorsiones en la percepción. A este aspecto, como ya dijimos,
sólo podemos acceder en forma indirecta, a partir de inferencias o de preguntas.
Ahora bien, si el espacio de la representación comienza a existir a partir de las
vivencias del cuerpo propio, aún la falta de representación deberá ser tenida en cuenta, y
nos llevará a indagar acerca de su significación.
Sabemos que el espacio de la hoja en blanco convoca a la proyección de aspectos
inconscientes de la subjetividad. Como esta hoja se presenta antes de pedirle al niño que
reproduzca la figura (A), podemos suponer que esta figura está fuertemente cargada de
elementos proyectivos.
La forma en que el niño representa la primera figura, la ubicación de la misma
dentro de la hoja en blanco, la relación de tamaño y proporción, los comentarios con que
acompaña la ejecución, el modo peculiar de trabajar (observa la figura detenidamente o
apenas la mira; reproduce cuidadosamente cada detalle o copia rápidamente; la termina con
prontitud o borra una y otra vez hasta sentirse conforme, etc.); la actitud hacia el resultado

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de su tarea; los comentarios que hace al respecto nos aportarán valiosos elementos que irán
alimentando las hipótesis que se vayan desprendiendo del proceso psicodiagnóstico.
Todo grafismo porta en sí la marca de la proyección y, por tanto, la huella de un
deseo inconsciente que aspira a su realización. Pero no podemos dejar de considerar que el
cumplimiento del deseo no se limita a producir una imagen, sino que también puede
intentar su desaparición, borrando, tachando, destruyendo en parte o en su totalidad.
Entonces, los borrones, las tachaduras, llevarán también la impronta de lo proyectivo que
no podrá dejar de tenerse en cuenta.
Analizado dentro de esta perspectiva, y sin perder la especificidad que
tradicionalmente ha aportado el Test de Bender, accedemos a una lectura e interpretación
que abarca los aspectos proyectivos de las representaciones gráficas.

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