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Biografía Rey David

Segundo rey de Israel (1000-962 a.C.). Se menciona unas ochocientas veces en el


Antiguo Testamento y sesenta en el Nuevo Testamento. No se sabe con certeza el
significado de su nombre. Hijo menor de Isaí, de la tribu de Judá. En las Escrituras
este nombre se aplica solamente a él, como tipificación del lugar único que ocupa
como antepasado, precursor, y anunciador del Señor Jesucristo, “el gran hijo del
gran David”.

Hay 58 referencias a David en el Nuevo Testamento, incluido el tan repetido título


acordado a Jesús: “Hijo de David”. Pablo declara que Jesús es “del linaje de David
según la carne” Romanos 1:3, y Juan relata que Jesús mismo dijo “yo soy la raíz y
el linaje de David” Apocalipsis 22:16.

Cuando volvemos al Antiguo Testamento para descubrir quién es este que ocupa
un lugar de tanta prominencia en el linaje de nuestro Señor y los propósitos de
Dios, el material disponible es abundante. La historia de David se encuentra entre
1 Samuel 16 y 1 Reyes 2, y mucho de este material se encuentra paralelamente en
1 Crónicas 2:29.

I. Marco familiar

David era bisnieto de Rut y Booz, y el menor de ocho hermanos 1 Samuel


17:12, y desde niño fue pastor de ovejas. Ocupado en este trabajo adquirió el
coraje que luego supo desplegar en el campo de batalla (1 Samuel 17:34–35) y el
tierno cuidado que tuvo para con su manada, que más tarde habría de ser tema de
sus canciones acerca de los atributos de su Dios. Como José, sufrió la mala
disposición de sus hermanos mayores, que le tenían envidia, posiblemente por los
talentos con que Dios lo había favorecido (1 Samuel 17:28).

Aunque fue modesto en cuanto a su ascendencia (1 Samuel 18:18), David había


de ser padre de una línea de notables descendientes, como lo demuestra la
genealogía de nuestro Señor en el Evangelio de Mateo (Mateo 1:1–17).

II. Ungimiento y amistad con Saúl

Cuando Dios rechazó a Saúl como rey de Israel, David le fue revelado a Samuel
como su sucesor, y por ello el profeta lo ungió en Belén sin ninguna ostentación (1
Samuel 16:1–13).
Uno de los resultados del rechazo de Saúl fue que el Espíritu de Dios se retiró de
él, provocando como consecuencia una gran depresión en su propio espíritu. Se
advierte una impresionante revelación del propósito divino en la providencia por la
cual David, destinado a reemplazar a Saúl en el favor y los planes de Dios, es
elegido para socorrer al rey caído en sus momentos de melancolía (1 Samuel
16:17–21). De esta manera, la vida de estos dos hombres estuvo íntimamente
ligada.

Saúl nombró a David como su paje de armas o escudero. Luego el conocido


incidente con Goliat, el campeón filisteo, lo cambió todo (1 Samuel 17).

La agilidad y habilidad de David con la honda le permitió vencer al fuerte y pesado


gigante, cuya muerte fue la señal para la derrota por parte de Israel de las fuerzas
filisteas. Quedó abierto el camino para que David hiciera suya la recompensa
prometida por Saúl: la mano de la hija del rey, y liberación de impuestos para toda
la familia de su padre. Pero un factor inesperado cambió el curso de los
acontecimientos: los celos que sintió el rey ante el nuevo campeón de Israel.
Cuando David regresaba, después de haber matado a Goliat, las mujeres israelitas
le dieron la bienvenida cantando “Saúl hirió a sus miles, y David a sus diez miles”.
Saúl, a diferencia de su hijo *Jonatán en una situación parecida, se sintió herido y,
se nos dice, “desde aquel día no miró con buenos ojos a David” (1 Samuel 18:7,
9).

III. La hostilidad de Saúl

El trato de Saúl para con David comenzó a ser cada vez menos amistoso, y en un
momento dado vemos al joven héroe nacional salvándose de un ataque brutal
contra su vida por parte del rey. Sus honores militares le fueron reducidos, fue
defraudado en cuanto a la esposa prometida y unido en matrimonio a la otra hija
de Saúl, Mical, después de llegar a un arreglo que tenía por objeto causarle la
muerte (1 Samuel 18:25). Parecería, por lo que se dice en 1 Samuel 24:9, que
había en la corte de Saúl un grupo que fomentaba deliberadamente las
desinteligencias entre Saúl y David, y el estado de cosas entre ellos se fue
deteriorando paulatinamente.

Otra tentativa infructuosa de Saúl de matar a David con su lanza fue seguida por
un intento de arresto, que se vio frustrado por una estratagema de Mical, la
esposa de David (1 Samuel 19:8–17). Un rasgo notable de este período en la vida
de David es la manera en que los dos hijos de Saúl, Jonatán y Mical, se aliaron con
David contra su propio padre.

IV. Huida de delante de Saúl


Las etapas siguientes en la historia de David se caracterizan por constantes huidas
ante la implacable persecución de Saúl. No le es posible a David descansar en un
solo lugar por mucho tiempo; profeta, sacerdote, enemigo nacional: ninguno
puede ofrecerle refugio, y los que le ofrecen ayuda son cruelmente castigados por
un rey enloquecido de rabia (1 Samuel 22:6–19).

Después de escapar apenas de los jefes militares de los filisteos, por fin David
logró organizar la banda de Adulam, que al principio estaba constituida por un
grupo heterogéneo de fugitivos, pero que más tarde se transformó en una fuerza
armada que asolaba a los invasores del exterior, protegía las cosechas y el ganado
de las comunidades israelitas ubicadas en lugares remotos, y vivía de la
generosidad de estas últimas.

En 1 Samuel 25 se registra la forma miserable en que uno de estos acaudalados


hacendados, Nabal, se negó a reconocer su deuda para con David; este incidente
es interesante pues presenta a Abigail, que luego habría de ser una de las
mujeres de David. Los capítulos 24 y 26 del mismo libro registran dos ocasiones en
que David le perdonó la vida a Saúl, como consecuencia de una mezcla de piedad
y magnanimidad.

David, ante la imposibilidad de frenar la hostilidad de Saúl, llegó a un acuerdo con


el rey filisteo, Aquis de Gat, y le fue concedida la ciudad fronteriza de Siclag como
recompensa por el uso ocasional de su banda de guerreros.

Sin embargo, cuando los filisteos se lanzaron decididamente a pelear contra Saúl,
sus jefes militares tuvieron cierto recelo ante la presencia de las tropas de David
en sus filas, temiendo que a última hora pudiera producirse un cambio de lealtad,
motivo por el cual David no tomó parte en la tragedia de Gilboa, tragedia que más
tarde lamentó en una de las más hermosas elegías que se conocen (2 Samuel
1:19–27).

V. Rey en Hebrón

Una vez muerto Saúl, David buscó conocer la voluntad de Dios, quien lo guió a que
volviera a Judá, la zona de su propia tribu, donde sus compatriotas lo ungieron
rey. David fijó su residencia real en Hebrón. Tenía ya 30 años de edad, y reinó en
Hebrón durante siete años y medio.

Los primeros dos años fueron ocupados en una guerra civil entre los defensores de
David y los antiguos cortesanos de Saúl, que habían consagrado a Es-baal (Is-
boset), hijo de Saúl, como rey en Mahanaim. Es muy probable que Es-baal no haya
sido más que un títere en manos de Abner, el fiel seguidor de Saúl.
Cuando estos fueron asesinados, toda oposición organizada contra David terminó,
y fue ungido rey sobre las doce tribus de Israel en Hebrón. De allí transfirió en
seguida la capital de su reino a Jerusalén (2 Samuel 3–5).

VI. Rey en Jerusalén

A partir de este momento comenzó el período más exitoso del largo reinado de
David, que habría de prolongarse otros 33 años. Debido a una excelente
combinación de coraje personal y hábil conducción militar encaminó a los israelitas
hacia una sistemática y decisiva subyugación de todos sus enemigos (filisteos,
cananeos, moabitas, arameos, edomitas, y amalecitas), de tal manera que su
nombre hubiera adquirido fama en la historia independientemente de su
significación para el plan divino de la redención.

La debilidad de las potencias de los valles del Nilo y del Éufrates en ese entonces
le permitió, mediante conquistas y alianzas, extender su esfera de influencia desde
la frontera egipcia y el golfo de Ácaba hasta el Éufrates superior.

Después de conquistar la supuestamente inexpugnable ciudadela de los jebuseos,


Jerusalén, la transformó en capital de su reino, desde donde pudo vigilar las dos
grandes divisiones de sus dominios, que más tarde se convirtieron en los dos
reinos divididos de Judá e Israel. Se edificó un palacio, se construyeron carreteras,
se restauraron las rutas comerciales, se aseguró la prosperidad material del reino.
Sin embargo, esta no podía ser la única, ni siquiera la principal, ambición de un
“varón conforme al corazón de Dios”, y pronto se pone de manifiesto el celo
religioso de David. Hizo volver el arca del pacto desde Quiriat-jearim, y la colocó
en un tabernáculo especial construido para ese fin en Jerusalén.

Durante el viaje de retorno del arca ocurrió el incidente que provocó la muerte de
Uza (2 Samuel 6:6–8). Gran parte de la organización religiosa que habría de
enriquecer más tarde el culto en el templo debe su origen a los arreglos para el
servicio religioso en el tabernáculo construido por David en esa época. Además de
su importancia estratégica y política, Jerusalén adquirió de esta manera una
significación aun mayor desde la perspectiva religiosa, con la cual se ha asociado
su nombre desde entonces.

Debe ser motivo de asombro y temor reverencial para el creyente el tener


presente que fue durante este período de prosperidad exterior y de aparente
fervor religioso que David cometió el pecado mencionado en las Escrituras como
“lo tocante a Urías heteo” (2 Samuel 11).
La significación y la importancia de este pecado, tanto por su atrocidad como por
sus consecuencias en toda la historia subsiguiente de Israel, no pueden
exagerarse. David se arrepintió profundamente, pero el hecho había sido
consumado, y ha quedado como una demostración de cómo el pecado arruina los
propósitos de Dios para sus hijos. El patético y angustioso clamor con que recibió
la noticia de la muerte de Absalón no fue sino un débil eco de la agonía de un
corazón que sabía que esa muerte, y muchas más, formaban parte de una cosecha
que era fruto de la concupiscencia y el engaño sembrados por él mismo en años
anteriores.

La rebelión de Absalón, en la que el reino del norte permaneció leal a David,


pronto fue seguida por una sublevación por parte del mismo reino del norte
organizada por el benjamita Seba. Esta sublevación, como la de Absalón, fue
aplastada por Joab. Los últimos días de David fueron amargados por las
maquinaciones de Adonías y Salomón, que aspiraban al trono, como también
porque se daba cuenta de que el legado de luchas intestinas profetizado por Natán
todavía tenía que cumplirse cabalmente.

Además del ejército permanente, comandado por su pariente Joab, David disponía
de una guardia personal reclutada principalmente entre guerreros de origen
filisteo, cuya lealtad hacia su persona nunca flaqueó. Hay abundantes pruebas en
los anales históricos, a los cuales ya se ha hecho referencia, de la habilidad de
David para componer odas y elegías (2 Samuel 1.19–27; 3:33–34; 22; 23:1–7).
Una vieja tradición lo describe como “el dulce cantor de Israel” (2 Samuel 23:1),
mientras que escritos posteriores del Antiguo Testamento se refieren a él como el
director del culto musical de Israel, como el inventor de instrumentos de música
que tocaba con habilidad, y como compositor (Nehemías 12:24, 36, 45–46; Amos
6:5).

En la Biblia hay 73 salmos que se atribuyen a “David”, algunos de ellos


presentados de tal manera que no queda duda de que él fue su autor. Pero lo más
convincente a este respecto es que nuestro Señor mismo habló de David como el
autor de, por lo menos, un salmo (Lucas 20.42), utilizando una cita del mismo para
aclarar el carácter de su mesianismo.

VII. Carácter

La Biblia nunca intenta encubrir o paliar los pecados o los defectos de carácter de
los hijos de Dios. “Las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se
escribieron” (Romanos 15:4). Una de las funciones de las Escrituras es la de
advertir por medio del ejemplo, a la vez que servir de aliento. El pecado de David
en el caso de Urías heteo constituye un ejemplo fundamental de lo que se acaba
de afirmar. Lo que se busca es que esta mancha se vea tal como es, es decir como
una mácula en la vida de un personaje por lo demás hermoso y maravillosamente
dedicado a la gloria de Dios. Es verdad que existen elementos en la experiencia de
David que al que es hijo del nuevo pacto le resultan inverosímiles y hasta
repugnantes. Sin embargo “él… sirvió a su propia generación según la voluntad de
Dios” (Hechos 13:36), y en esa generación se destacó como una luz brillante y
reluciente para el Dios de Israel.

Sus éxitos fueron numerosos y variados; fue hombre de acción, poeta, amante
tierno, enemigo generoso, firme dispensador de justicia, amigo leal; era todo lo
que los hombres encuentran edificante y admirable en un hombre, y esto por la
voluntad de Dios, que lo creó y lo moldeó para cumplir su destino. Es a David, y no
a Saúl, a quien los judíos miran retrospectivamente con orgullo y afecto como a
aquel que estableció su reino, y es en David que los judíos más perspicaces vieron
el ideal de realeza más allá del cual sus mentes no podían proyectarse, y en dicho
ideal buscaban al Mesías que había de venir, el que liberaría a su pueblo y se
sentaría sobre el trono de David para siempre. El que todo esto no constituía un
disparate de tipo idealista y mucho menos idolatría, lo demuestra la forma en que
el Nuevo Testamento certifica las excelencias de David, de cuya simiente surgió el
Mesías según la carne.

2 Samuel 1–12
La caída del rey David

(26-1) Introducción
“Si los Santos de los Ultimos Días esperan ganar terreno con el pueblo judío,
deben dejar de hablar del rey David como si se tratara de un personaje trágico,
pecaminoso, porque nosotros lo consideramos una de las grandes figuras de
nuestra historia.” Así hablaba un joven judío a su amigo de nuestra Iglesia.
“¿Era David un buen hombre?” Haga esta pregunta entre los eruditos del Antiguo
Testamento y casi con seguridad se verá inmediatamente envuelto en un vigoroso
debate.
Durante el reinado de David, Israel alcanzó su edad de oro, el zénit de su poder.
Por primera vez, bajo su dirección, el pueblo escogido controló todo el territorio
prometido a la simiente de Abraham casi mil años antes. Israel no había
alcanzado tales alturas en toda su historia, ni volvieron a hacerlo otra vez.
¿Ensalzamos al David que mató a Goliat o al David que mató a Urías? ¿Debemos
mirarlo como el siervo que rehusó levantar su mano contra el ungido del Señor, o
como el ungido del Señor que levantó su mano contra un siervo fiel y leal? ¿Fue
su vida una tragedia o un triunfo?
Si fue triunfo, entonces ¿por qué ha “caído de su exaltación” (D. y C. 132:39) y
ha perdido “el máximo de todos los dones de Dios”? (D. y C. 6:13.) Si fue una
tragedia, ¿por qué se profetizó que el Mesías se sentaría “en el trono de David”
(Isaías 9:7) y sería llamado “David su rey”? (Jeremías 30:9; véase también 23:5-
6; 30:15-17; Ezequiel 37:24-25). ¿Por qué se nos dice que Jesús recibirá “el trono
de David su padre” (Lucas 1:32) y que tiene “la llave de David”? (Apocalipsis
3:7.)
En este capítulo leemos acerca de David como rey de Israel. Ya lo hemos visto
como el muchacho pastor convertido en guerrero y como escudero del rey
convertido en fugitivo a causa de la locura de Saúl. A la muerte de éste, David
fue rey en los hechos tanto como en título.
En este capítulo y en el siguiente estudie cuidadosamente la vida de este
personaje para ver si puede responder a estas preguntas. ¿Es injusto considerar la
vida de David como una tragedia? ¿Cómo debemos considerar a este gran
personaje de la historia?

COMENTARIOS SOBRE 2 SAMUEL 1-12


(26-2) 2 Samuel 1:1-16. ¿Por qué David mató al hombre que había dado muerte a
Saúl a solicitud del propio rey?
Al leer 1 Samuel 31:1-6 y 2 Samuel 1:1-16 nos damos cuenta de que existen dos relatos
diferentes acerca de la muerte de Saúl. El hombre que vino a David y anunció que había
dado muerte a Saúl por insistencia de él no era el escudero del rey. Al negarse el escudero a
matar a su amo, Saúl se arrojó sobre su espada antes que caer en manos de los filisteos. Su
escudero siguió el ejemplo y también murió.

“Todo el relato que presentó este joven es una falsedad: en muchos de los detalles
es autocontradictorio. No hay una pruebaen el caso, pero al haber traído
la corona o diadema y los brazaletes de Saúl, todo parece indicar que era uno de los que
buscaban despojos entre los muertos, y habiéndolos encontrado en el campo de batalla los
trajo a David y contó una mentira en cuanto a haber dado muerte a Saúl, solamente para
congraciarse con David.” (Clarke, Bible Comentary, 2:308.)
Es evidente en 2 Samuel 4:10 que David comprendió los motivos del amalecita. El lamento
de David por la muerte de Saúl fue sincero y profundo. En lugar de sentirse agradecido por
la muerte de su más violento enemigo, verdaderamente lloró la tragedia que había caído
sobre Israel.
(26-3) 2 Samuel 2:1–11
Después de la muerte de Saúl, las tribus de Israel no se congregaron inmediatamente para
aceptar a David como rey. Abner, el capitán de los ejércitos de Saúl (su comandante en
jefe), puso a uno de los hijos del difunto rey como sucesor del trono (véase vers. 8 y 9). La
tribu de Judá aceptó a David, pero durante siete años no hubo unidad, y reinaron dos reyes
(véase vers. 11). David pudo haber rehusado actuar contra Is-boset porque había pactado
con Jonatán no levantarse contra la familia de Saúl cuando llegara al poder (véase 1 Samuel
20:14-16).
(26-4) 2 Samuel 2:12–32
El encuentro entre los hombres de Abner y los hombres de Joab junto al estanque de
Gabaón fue mucho más que un pasatiempo. Abner era el líder de las fuerzas de Is-boset,
hijo de Saúl, y Joab era el comandante de David. Así, en la lucha entre los dos reinos,
eligieron paladines para determinar quién sería el vencedor (véase encabezamiento 25-5).
La propuesta de que los jóvenes “maniobren delante de nosotros” (vers. 14) significaba
permitir a doce representantes luchar por cada parte. El “estanque que Gabaón” (vers. 13)
parece haber sido un gran pozo cavado en la roca, suficientemente grande para que las
mujeres descendieran por medio de una escalinata (véase la ilustración).

Luego que los doce de cada parte se dieron muerte, no quedó definido el vencedor, de
manera que ambos bandos se dieron a una furiosa batalla que fue ganada por los hombres
de David. Cuando Asael, hermano de Joab, salió en persecución de Abner, éste le gritó que
debía contentarse con tornar la armadura de los más jóvenes, pero Asael rehusó.

“Parece ser que Asael deseaba tornar corno trofeo la armadura de Abner; esta pieza era
codiciada por los antiguos héroes. Abner no quería herirlo por temor a excitar la enemistad
de Joab, pero corno Asael era obstinado en su persecución y más rápido que Abner, este
último vio que era asunto de matar o dejarse matar; por lo tanto, mató a Asael con
el regatón de su lanza, atravesándole el cuerpo. La muerte de Asael costó la vida a Abner”
(Clarke, Bible Commentary, 2:313).
(26-5) 2 Samuel 3
La guerra entre los dos reinos se intensificó a medida que el ejército de David lentamente
iba ganando prestigio (véase vers. 1). Fue en ese momento que Is-boset acusó a Abner de
haberse allegado a una de las esposas de Saúl (véase vers. 7). Allegarse a las concubinas
reales era equivalente a reclamar el trono. No nos sorprende que Isboset estuviera
preocupado. La pregunta de Abner, “¿Soy yo cabeza de perro que pertenezca a Judá?”
(vers. 8), significaba: “¿Soy yo un traidor?” Pronto demostró serlo.

Furioso, Abner se vengó de Is-boset volviendo el corazón del resto del pueblo a David
(véase vers. 17-19) y luego él mismo desertó pasando al campamento de David (véase vers.
20). Joab aprovechó esta oportunidad para vengar la muerte de su hermano (vers. 27).

David hizo mucho para demostrar al pueblo que nada tuvo que ver con la muerte de Abner
(véase vers. 28-38). La conducta de David fue acertada desde el punto de vista político,
pues aquellos a quienes Abner había persuadido para cambiar su lealtad en favor de David
fácilmente podían haberse vuelto a Is-boset al enterarse de su muerte.
(26-6) 2 Samuel 4
Nuevamente, David mostró gran sabiduría y buen juicio haciendo ejecutar a los dos
hombres que mataron a Is-boset. Aunque estaba en guerra contra éste, David no aprobó la
traición de los asesinos y los hizo ejecutar. Su sabiduría y bondad finalmente unieron a las
tribus en un reino leal a su mando.
(26-7) 2 Samuel 5:6-10. David conquistó Jerusalén y la convirtió en su capital
Los orígenes de Jerusalén se pierden en la antigüedad. La primera referencia bíblica puede
ser la que está en Génesis y que dice que “Melquisedec, rey de Salem” (Jerusalén) y
“sacerdote del Dios Altísimo” se encontró con Abraham que regresaba de su batalla contra
los reyes y lo bendijo (Génesis 14:18). A él fue a quien Abraham pagó el diezmo de todo lo
que poseía. Cuando Josué cruzó el Jordán, la ciudad estaba en manos de los jebuseos, una
tribu cananea. Este pueblo poseyó a Jerusalén hasta que David la tomó aproximadamente
unos 1000 años a. C., aunque Israel tal vez temporariamente conquistó la ciudad poco
después de su invasión a la tierra de Canaán (véase Josué 10).

David sabiamente escogió a esta ciudad como la capital de su reino, pues Jerusalén era una
ciudad que se levantaba entre las tribus del norte y las del sur de Israel, pero no pertenecía a
ninguna de ellas porque todavía estaba en manos de los jebuseos. La forma de conquistar la
ciudad ha sido muy discutida por causa del vocablo “canal” o “túnel” (2 Samuel 5:8,
versión Nácar-Colunga, también Rey Santiago). El vocablo probablemente se refiere a un
canal o un túnel, si es usado como en el hebreo del siglo II a. C. El canal que corría
perpendicularmente desde un conducto cortado en la roca a unos veinte metros al oeste del
Gijón, descubierto en 1867 por Sir C. Warren, y que habría servido para dar agua en
tiempos de sitio a la gente que vivía dentro de los muros de la ciudad, también pudo servir
para que algunos invasores entraran y abrieran los portones de la ciudad desde adentro.
Joab, se dice, fue quien logró la entrada inicial (véase 1 Crónicas 11:6).

El sarcasmo de los jebuseos diciendo que David tendría que vencer a “los ciegos y cojos”,
como si ellos hubieran sido suficientes para defender la ciudad, fue devuelto a ellos por
David, quien posteriormente se refería a todos los defensores jebuseos llamándolos “ciegos
y cojos” (vers. 6, 8).
(26-8) 2 Samuel 5:11-12. ¿Quién era Hiram, rey de Tiro, y cuál fue su relación con
Israel?
Aproximadamente a medio camino entre la Beirut actual y Jaifa, en Israel, estaba la ciudad
de Tiro, un puerto que en aquel entonces era una de las ciudades más importantes de los
fenicios. El nombre de Hiram parece haber sido el nombre de familia de un rey o cadena de
reyes de Tiro que fueron contemporáneos de David y de Salomón. El más conocido de
estos Hiram es aquel que envió albañiles, carpinteros y cedros del Líbano para edificar el
palacio de David en Jerusalén (véase 2 Samuel 5:11; 1 Crónicas 14:1). Posteriormente
Salomón fue ayudado en gran manera en la construcción del templo por este mismo Hiram,
u otro que llevaba el mismo nombre (véase 1 Reyes 9; 2 Crónicas 2).
(26-9) 2 Samuel 5:17–25
Si la guerra contra los filisteos ocurrió antes de la captura de Jerusalén, la “fortaleza” (vers.
17) a la cual David fue en busca de refugio probablemente era la cueva de Adulam (véase 1
Samuel 22:1-4). Pero si la guerra se produjo después de la toma de Jerusalén, la “fortaleza”
puede indicar a la ciudad misma (véase 2 Samuel 5:7, 9). David no contó a sus hombres,
indicando así que no ponía su confianza en el tamaño de su ejército sino en el Señor.
(26-10) 2 Samuel 6:1-11. ¿Por qué Uza fue herido de muerte?
El arca del pacto era un recipiente sagrado que contenía algunos de los objetos más
venerados de la historia de Israel. Tocar el arca o su contenido había sido estrictamente
prohibido por el Señor. Solamente los levitas autorizados, y ellos solamente bajo ciertas
condiciones establecidas, podían tomar en sus manos los instrumentos sagrados (véase
Números 4:15). Uza tal vez haya demostrado una osada presunción al querer tocar lo que
Dios había prohibido aunque haya sido solamente para evitar que el arca cayera. Se debe
tener presente que Dios posee total poder para evitar que el arca cayera en esa ocasión si
hubiera querido hacerlo. Aunque no conocemos mucho lo que pasó, sirve de excelente
ejemplo de que los mandamientos de Dios son sagrados y deben ser obedecidos
precisamente como El decreta. Este principio tiene muchas aplicaciones en nuestra época
(véase encabezamiento 26:23).
(26-11) 2 Samuel 6:12-23. ¿Por qué Mical se sintió ofendida al ver danzar a David?
“Cuando el arca fue llevada a la ciudad de David, Mical, la hija de Saúl, miró por la
ventana y allí vio a David saltando y danzando delante de Jehová y lo despreció en su
corazón…Se la menciona aquí intencionalmente como la hija de Saúl, en lugar de referirse
a ella como esposa de David, porque en esta ocasión demostró que apoyaba a su padre en
lugar de a su esposo. En la época de Saúl la gente no se ocupaba del arca del pacto (1
Crónicas 13:3); la adoración pública era ignorada muchas veces, y el alma de la religión
viva había muerto en la familia del rey. Mical tenía terafim (estatuillas fundidas), y en
David ella solamente amaba al héroe valiente y al rey glorificado. Por lo tanto, se mostró
ofendida por la humildad con la que el rey, en su entusiasmo santo, se puso a la altura del
resto de la nación ante el Señor…
“…La orgullosa hija de Saúl se sintió ofendida por el hecho de que el rey en esta ocasión
hubiera bajado al nivel del pueblo. Ella recurrió al hecho de lo corto del vestido de los
sacerdotes para hacer un comentario despectivo con relación a la danza de David, diciendo
que era impropia de un rey…Con las palabras ‘quien me eligió en preferencia a tu padre y
a toda tu casa‘, David abatió el orgullo de la hija del rey. Sus saltos y danzas iban dirigidos
al Señor que lo había elegido y que había rechazado a Saúl por causa de su orgullo. Por lo
tanto, él estaba dispuesto a más desprecios delante del Señor, o sea, que soportaría mayores
desprecios de parte de los hombres que los que ya había recibido, y sería humilde ante sus
ojos (véase Salmos 131:1); también con las doncellas alcanzaría honor delante del Señor.
Porque el que se humilla será enaltecido (Mateo 23:12).” (Keil y Delitzsch, Commentary,
2:2:336-38.)
(26-12) 2 Samuel 7:1-17. ¿Por qué no se le permitió a David edificar el templo?
La motivación de David para querer levantar una casa permanente para el Señor (el
tabernáculo hecho por Moisés en el desierto era una tienda que ya tenía unos trescientos
años de existencia) fue buena y apropiada, pero el Señor, mediante Natán, le negó el
permiso de hacerlo. No fue dada una razón específica en esta ocasión, solamente una
bendición sobre la casa de David. En el registro que encontramos en Crónicas, sin embargo,
David le dijo a Salomón que le había sido revelado que él había visto demasiadas guerras y
derramamiento de sangre como para que se le permitiera edificar la casa del Señor (véase 1
Crónicas 22:8).
(26-13) 2 Samuel 7:16. ¿Fueron la casa de David y el trono establecidos para
siempre?
Este versículo es un ejemplo de una profecía dual, esto es, una profecía con doble
significado (véase encabezamiento G-5). Prometía que el linaje de David continuaría en el
trono y, a diferencia del linaje de Saúl, no sería derrocado después de su muerte. Pero es
también una profecía claramente mesiánica. Jesús, el Mesías, quien fue llamado David,
recibiría el trono de David, tendría la llave de David, y se sentaría en el trono de David
(véase encabezamiento 26-1). Está claro que solamente una persona puede sentarse en el
trono de David (esto es, reinar sobre la casa de Israel) para siempre jamás, y esa persona es
Cristo. El vino a la tierra como descendiente de David y como heredero a su trono tanto
física como espiritualmente. El élder James E. Talmage explicó el significado de las
genealogías de Jesús dadas por Mateo y Lucas estableciendo el derecho de Jesús al trono.

“En la época del nacimiento del Salvador, Israel se hallaba bajo el dominio de monarcas
extranjeros. Los derechos de la familia real davídica no tenían validez, y el gobernador de
los judíos era nombrado por Roma. Si Judá hubiese sido una nación libre e independiente,
regida por su soberano legal, José, el carpintero, habría sido su rey; y el sucesor legal al
trono, Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos.” (Jesús el Cristo, pág. 91.)
(26-14) 2 Samuel 8:3–18
Bajo la dirección de David, el reino se extendió según la promesa de Dios a Abraham
(véase Génesis 15:18).
(26-15) 2 Samuel 9
Una vez que David se aseguró el trono, buscó sanar las heridas. Su deseo fue ser bondadoso
para con todos los de la casa de Saúl. La única persona que quedaba de esa casa era Mefi-
boset, al cual David recibió y trató casi como a un hijo. Esto sirvió para dar cumplimiento a
la promesa que le había hecho a Jonatán años antes (véase 1 Samuel 20:14-16).
(26-16) 2 Samuel 10
El mal recibimiento de los embajadores de David, que deliberadamente fueron humillados
y avergonzados por el rapado de la barba y su desnudez, acarreó una guerra que solamente
sirvió para extender el dominio de David. Ciertamente se podría decir: “Y Jehová dio la
victoria a David por dondequiera que fue” (2 Samuel 8:6).
(26-17) 2 Samuel 11:2. ¿Por qué David andaba sobre el terrado de su casa?
Muchas casas de Palestina, tanto en aquel entonces como en la actualidad, tenían terrazas
(techos achatados). En el calor del Oriente la gente usaba parte de su tiempo para andar, o
sentarse, en la terraza, al aire fresco de la tarde o durante el día para recibir algún soplo de
brisa fresca. La terraza del palacio de David probablemente era lo suficientemente alta
como para mirar hacia los patios de las casas vecinas.
(26-18) 2 Samuel 11:3-27. ¿Cuál es la gran lección que aprendemos en estos
versículos?
“Las cosas se estaban volviendo demasiado fáciles para David; disponía de tiempo libre
para pasar en su casa en tanto que Joab y sus hombres estaban peleando contra los amonitas
y los sirios. En su tiempo libre miró desde la terraza y vio a la esposa de su vecino. El
tiempo de holganza y la lujuria lo llevaron al adulterio y luego al asesinato, pecados que
tuvieron repercusiones eternas así como resultados terrenales trágicos. Una de las
advertencias chocantes y graves del Antiguo Testamento es que el hombre puede ser bueno,
grande y eminente y a pesar de ello tener debilidades que pueden llevarlo a obras que
enteramente obscurecen y derrotan lo mejor de él.” (Rasmussen, Introduction to the Old
Testament, 1:185.)
(26-19) 2 Samuel 12:1-4. El asesinato y el adulterio acarrean sus propias
consecuencias
“Tal como sucede demasiado frecuentemente, el pecador comienza a arrepentirse cuando su
pecado sale a luz. La figura de Natán acusando osadamente al rey en su propia cara
mediante un paralelo alegórico es impresionante. La alegoría de Natán fue hábilmente
demostrada, y su expresión cumbre, ‘¡Attah ha ish!’ (Tú eres aquel hombre), debe de haber
sido un golpe tremendo en la conciencia de David, semejante a los presagios del día de la
condenación.

“Sin duda sus sentimientos de arrepentimiento fueron sinceros, pero no se podía arrepentir
suficientemente como para restaurar la vida de su amigo, Urías, ni la virtud de la esposa de
aquél. Aunque posteriormente esperó y oró para que su alma no quedara para siempre en el
infierno (en la prisión espiritual), el destino eterno de los obradores de esos pecados no es
muy alentador (véase Salmos 16 y 51; luego, Hebreos 6:4-6; Apocalipsis 22:14-15; D. y C.
132:27; 76:31-37; 29:41 y 42:18, 79).” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament,
1:185.)
(26-20) 2 Samuel 12:15–25. ¿Fue la muerte del hijo un castigo de Dios?
“El hijo nacido de su unión ilícita no vivió, pero no hay razón para considerar eso como ‘un
castigo’ al niño por los pecados de los padres. La muerte puede llegar en cualquier
momento, y puede ser una bendición para la persona cuando ocurre en el momento que el
Señor lo considera mejor. Los padres tuvieron remordimiento por lo que sucedió. Después
que David supo que el niño había muerto, dejó de lamentarse y filosófica y
esperanzadamente explicó: ‘Yo voy a él, mas él no volverá a mí’.

“Parece ser que David le prometió a Betsabé que su próximo hijo sería su heredero real,
pues los hechos posteriores se realizaron basados en tal presunción (véase vers. 24 y 1
Reyes 1:17; también, 1 Crónicas 22:9).” (Rasmussen, Introduction to the Old Testament,
1:185-86.)
(26-21) 2 Samuel 12:13. David todavía está pagando por sus pecados
En la traducción hecha por José Smith dice que el Señor no ha perdonado a David su
pecado.

El élder Joseph Fielding Smith, comentando acerca del pecado de David, dijo: “David
cometió un terrible delito y durante el resto de su vida buscó el perdón. Algunos de los
Salmos describen la angustia de su alma; sin embargo, David todavía está pagando por sus
pecados. No recibió la resurrección al producirse la de Jesucristo. Pedro declaró que el
cuerpo de David todavía está en la tumba, y el profeta José Smith ha dicho: ‘David
solícitamente procuró el arrepentimiento de las manos de Dios con lágrimas, por el
asesinato de Urías; pero no pudo lograrlo, sino por medio del infierno: le fue prometido que
su alma no permanecería para siempre en el infierno’. Nuevamente preguntamos: ¿Quién
desea pasar un período en el infierno con el diablo antes de ser limpiado del pecado?”
(Answers to Gospel Questions, 1:74.)
RESUMEN ANALITICO
(26-22) Volvamos a las preguntas propuestas al comienzo de este capítulo. ¿Debemos
contemplar la vida de David como triunfo o tragedia? La respuesta no es sencillamente un
sí o un no en cualquiera de las alternativas.
Ciertamente David debe ser considerado como uno de los más grandes administradores
reales. Nunca se atribuyó autoridad que no fuera suya ni fue injusto al ejercer su poder.
Nunca se desubicó como lo hizo Saúl. Su negativa a levantar la mano contra Saúl porque se
trataba del ungido resulta uno de los mejores ejemplos de lealtad que encontramos en las
Escrituras.

Es posible que Jesucristo, en su oficio de Mesías, constantemente se vea unido a David y su


reino porque David hizo tres cosas por el Israel temporal que simbolizan tres cosas que
Cristo hará por el Israel espiritual. David unió a las doce tribus en una sola nación bajo la
dirección de Dios. Por primera vez en la historia, David tuvo éxito en conquistar todo el
territorio de la tierra prometida para el pueblo del convenio (véase encabezamiento 26:14).
Y David estableció a Sión, o Jerusalén, como centro político y espiritual de Israel.

Sin embargo, no hay éxito que compense por el fracaso de nuestra vida personal o en
nuestra familia. Consideremos que David estaba señalado para la exaltación, destinado a
gobernar en los cielos para siempre jamás como un Creador y un Dios para sus hijos
futuros. Como dijo el Señor, no hay mayor don que pueda ofrecer al hombre que el de la
vida eterna (D. y C. 6:13). David tenía todo eso al alcance de su mano y, en un momento de
locura en el que quiso ocultar su pecado, mandó matar a un hombre. Si hubiera vuelto a sus
cabales después de su transgresión con Betsabé y hubiera buscado arrepentimiento sincera
y honestamente tal como lo hizo después de la parábola presentada por Natán, hay
indicaciones que habría recibido perdón. Habría sido difícil pero no imposible. Pero hizo lo
que hacen muchos que son culpables: complicó su pecado tratando de ocultarlo. En esta
forma pasó de un pecado grave perdonable a uno imperdonable. El élder Spencer W.
Kimball indicó que no hay restitución posible para el asesinato.

“En cuanto a los crímenes para los cuales no es posible hacer una restauración adecuada,
hemos sugerido…que tal vez la razón por la que el homicidio es un pecado imperdonable
es que, una vez habiendo quitado la vida, bien sea una vida inocente o depravada, aquel que
la arrebató no puede restaurarla. Podrá dar su propia vida como pago, pero esto no repone
por completo el perjuicio causado por su delito. Podrá proporcionar sostén a la viuda e
hijos; podrá hacer muchas otras cosas nobles; pero ha desaparecido una vida, y es
imposible hacer una restitución completa de la misma. El arrepentimiento en el sentido
ordinario parece inútil.

“¡El homicidio es tan traicionero y tiene tantas consecuencias! Aquellos que pierden sus
bienes podrán recuperar sus riquezas. Los que son calumniados todavía podrán comprobar
que son irreprochables. Aun la pérdida de la castidad deja al alma en el estado terrenal con
la oportunidad de recuperarse y arrepentirse y hacer reparación hasta cierto grado. Sin
embargo, el arrebatar una vida, sea la ajena o la propia, pone fin a las experiencias de la
víctima en el estado carnal, y con ellas su oportunidad de arrepentirse, de guardar los
mandamientos de Dios en esta vida terrenal. Estorba su posibilidad de que se añada ‘gloria
sobre su cabeza para siempre jamás’ (Abraham 3:26).” (Véase El milagro del perdón, págs.
195-96.)
El élder Bruce R. McConkie explicó los límites de la herencia eterna de David: “Los
asesinos son finalmente perdonados pero solamente en el sentido de que todos los pecados
son perdonados excepto el pecado contra el Espíritu Santo; no son perdonados en el sentido
de que puedan lograr la salvación celestial (Mateo 12:31-32; véase Enseñanzas, págs. 442).
Después que hayan pagado plenamente por su delito, recibirán una herencia telestial
(Apocalipsis 22:15).” (Mormon Doctrine, pág. 520.)
De celestial a telestial: ésa es una tragedia. Aunque David era valiente y tuvo un intelecto
brillante, capacidad administrativa y fue fiel en su juventud, fracasó en un punto
importante: perseverar hasta el fin.

David fue un gran ejemplo en el cumplimiento de su llamamiento como rey, y un ejemplo


trágico en su caída de la gloria. Podemos aprender de ambos aspectos de su vida.

(26-23) El relato de la muerte de Uza al intentar evitar que el arca del pacto cayera al suelo
(véase encabezamiento 26-10) levanta interrogantes en la mente de la mayoría de los
lectores. Parece tan duro, cuando todo lo que intentaba hacer era evitar que se dañara un
objeto divino. Así parece en lo extremo. Pero reflexionemos un momento en cuanto al
incidente. El arca era el objeto que simboliza la presencia de Dios, su trono, su gloria, su
majestad divina (véase encabezamiento 13-5). Cuando le fue dada a Israel, el arca fue
puesta en el Lugar Santísimo del tabernáculo y ni siquiera se permitía que el sacerdote se
acercara a ella. Solamente el sumo sacerdote (un prototipo de Cristo) podía hacerlo y ello
solamente después de pasar por un ritual complicado de purificación personal y de
propiciación por sus pecados (véase encabezamiento D-6). La santidad de Dios es
claramente enseñada en las Escrituras, y sabemos que nada impuro puede morar en su
presencia (véase Moisés 6:57). Su presencia es como fuego consumidor (véase Hebreos
12:29), y los que portan los vasos del Señor deben ser puros (véase D. y C. 133:5).
Cualquiera que haya sido su intención, Uza se aproximó a lo que solamente se podía
acercar bajo las condiciones más estrictas. No tuvo fe en el poder de Dios. Supuso que el
arca estaba en peligro, olvidando que era el símbolo físico del Dios que tiene todo poder.
¿Qué hombre puede pretender salvar a Dios y a su reino mediante sus propios esfuerzos?
“La ofensa de Uza consistió en haber tocado el arca con sentimientos profanos, aunque con
buenas intenciones, es decir, para evitar que cayera al suelo. Tocar el arca, el trono de la
gloria divina y prenda visible de la presencia invisible del Señor, fue una violación a la
majestad del Dios Santo.’Uza, por lo tanto, fue un ejemplo de aquellos que con buenas
intenciones, pero con mentes no santificadas, interfieren en los asuntos del reino de Dios
con la idea de que éstos están en peligro y con la esperanza de salvarlos’.” (Keil y
Delitzsch, Commentary, 2:2:333).
En la revelación moderna, el Señor se refirió a este incidente para enseñar este principio
(véase D. y C. 85:8). El Señor está en sus cielos y no necesita la ayuda de los hombres para
defender su reino. Sin embargo, en nuestro propio tiempo, vemos a aquellos que temen que
el arca se esté cayendo y que intentan detener su caída. Oímos de quienes están seguros de
que las mujeres no son tratadas con justicia en la Iglesia, de quienes extienden bendición no
autorizada a los que no están listos, o de quienes cambian los principios establecidos de la
Iglesia. ¿No son éstos también “sujetadores” del arca? Las mejores intenciones no justifican
tal interferencia en el plan del Señor. El élder David O. McKay y el presidente John Taylor
aplicaron esta lección a los santos de nuestros días.

“Es algo peligroso que nosotros salgamos de nuestra propia esfera y tratemos, sin
autorización, de dirigir los esfuerzos de un hermano. ¿Recordáis el caso de Uza, quien
extendió su brazo para sujetar el arca? (Véase 1 Cr. 13:7-10.) Pareció justificado, al
tropezar los bueyes, extender su mano y sujetar aquel símbolo del pacto. Hoy en día
pensamos que su castigo fue demasiado severo. Fuera como fuese, el incidente transmite
una lección de vida. Miremos a nuestro alrededor y veamos cuán rápidamente mueren
espiritualmente los hombres que intentan, sin ninguna autoridad, sujetar el arca. Su alma se
torna amarga, su mente distorsionada, sus juicios inexactos y su espíritu deprimido. Tal es
la condición lamentable de los hombres que, olvidando sus propias responsabilidades,
malgastan su tiempo buscando fal-tas en los demás.” (Conference Report, abril de 1936,
pág. 60.)
“Tenemos entre nosotros insubordinación. Os digo esto en el nombre del Señor. No penséis
que sois sabios y que podéis manejar a capricho al sacerdocio, pues no podéis hacerlo. Dios
es quien lo maneja, regula, dicta y está a la cabeza, y todo hombre está en el lugar que le
corresponde. El arca de Dios no necesita ser sostenida para no caer, especialmente por
mano de hombres incompetentes que carecen de revelación y conocimiento del reino de
Dios y de sus le-yes. Estamos comprometidos en una gran obra, y es nuestro deber
prepararnos para la tarea que está ante nosotros y para reconocer a Dios, su autoridad, su
ley y su sacerdocio en todas las cosas.” (Taylor, Gospel Kingdom, pág. 166.)

Estudio bíblico de 1 Crónicas 24:5-


28:11

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Programación diaria

1 Crónicas 24:5 - 28:11


Continuamos nuestro recorrido hoy por el capítulo 24 del Primer
Libro de Crónicas. Y en nuestro programa anterior, estuvimos
viendo cómo David estaba haciendo los preparativos para la
edificación del templo. Y dijimos que lo que estaba llevando a
cabo David era algo bien organizado. Él, no solamente estaba
reuniendo el material necesario, sino que expuso cómo debían
realizarse las actividades. Ahora, cuando vemos que él compró
la propiedad donde debía ser edificado el templo y organizó a
los sacerdotes que debían servir allí, uno se pregunta, ¿qué fue
en realidad lo que hizo Salomón? Es por eso que aunque hoy
llamamos a aquel santuario el templo de Salomón, creemos que
Dios indicó con toda claridad que aquella obra era en realidad el
templo de David. Fue idea suya, fue su pensamiento, fue su
obra; hizo conseguir el material necesario, reunió a los
trabajadores para edificarlo; organizó el servicio de los
sacerdotes que oficiarían en él, y todo fue puesto en su lugar.
Eso es lo que vemos aquí. David organizó el servicio religioso
por grupos. Y en total, dijimos que había 24 grupos. Leamos
ahora el versículo 5, de este capítulo 24, del Primer Libro de
Crónicas:
"Los repartieron, pues, por suerte a unos y otros; porque tanto
entre los hijos de Eleazar como entre los hijos de Itamar hubo
príncipes del santuario y príncipes de la casa de Dios".
Según el versículo 4, hubo 24 grupos. Un grupo vendría,
realizaría su trabajo bajo la dirección de uno de los
descendientes de Aarón. Después, vendría otro grupo para
reemplazarles, bajo la dirección de otro de los descendientes de
Aarón. Esta operación de cambio de turnos, debe haber sido una
operación muy ordenada e interesante para observar.
Las familias de los Levitas habían aumentado tanto en número
que habrá resultado imposible que todos ellos ejercieran su
servicio al mismo tiempo. Como vimos anteriormente, desde la
época de Moisés hasta los días de David, los Levitas habían
crecido numéricamente de aproximadamente ocho mil hasta
llegar a un total de treinta y ocho mil. Por este motivo, el rey
David tuvo que dividirlos en grupos que trabajaron en turnos.
Vemos, pues, que habían sido organizados para obrar de esa
manera.
Recordemos que, según el versículo 4, como los varones
descendientes de Eleazar eran más numerosos que los de
Itamar, fueron repartidos los turnos de manera que quedaran
dieciséis jefes de los descendientes de Eleazar y ocho de los
descendientes de Itamar. Y según el versículo 6, los turnos se
sacaron por suerte, dos turnos para los descendientes de
Eleazar y uno para los de Itamar. Los versículos 7 al 18 nos
detallan el orden de como quedaron los turnos, después de
sacar las suertes, desde el primero hasta el vigésimo cuarto. El
versículo 19, concluye diciendo:
"Éstos fueron distribuidos para su ministerio, para que entraran
en la casa del Señor, según les fue ordenado por Aarón, su
padre, de la manera que le había mandado el Señor, el Dios de
Israel".
En el resto de este capítulo 24, en la siguiente sección, vemos la
división de los hijos de Coat y, a continuación, la de los hijos de
Merari. David planeó las actividades de tal forma que cada
familia pudiera oficiar en el servicio religioso del templo.
Llegamos ahora a

1 Crónicas 25
En este capítulo vemos que

Los cantores y la orquesta fueron organizados


Leamos los dos primeros versículos de este capítulo 25 del
Primer Libro de Crónicas:
"Asimismo David y los jefes del ejército apartaron para el
ministerio a los hijos de Asaf, de Hemán y de Jedutún, para que
profetizaran con arpas, salterios y címbalos; y el número de
ellos, hombres idóneos para la obra de su ministerio, fue: De los
hijos de Asaf: Zacur, José, Netanías y Asarela, hijos de Asaf,
bajo la dirección de Asaf, el cual profetizaba bajo las órdenes del
rey".
Y aquí tenemos que todo esto fue organizado antes de que el
templo fuera edificado. Eso lo vemos en el hermoso Salmo de
David, el Salmo 68, donde él dijo en los versículos 28 y 29:
"28Tu Dios ha ordenado tu fuerza; confirma, Dios, lo que has
hecho para nosotros. 29Por causa de tu templo, en Jerusalén,
los reyes te ofrecerán dones". David estaba anticipando la época
en que el templo edificado en Jerusalén fuese un testimonio
para el mundo. En este tiempo, el templo aún no había sido
edificado. Así que los cantores fueron organizados en grupos y
mucho antes de la edificación del templo ya se estaban
reuniendo allí en Jerusalén para adorar a Dios y esta canción
que acabamos de mencionar fue una de las que cantaban
entonces. Es que David había traído el arca a Jerusalén y éste
se encontraba en una tienda. También había allí un altar en la
era de Ornán, en el cual David había ofrecido sacrificios,
holocaustos, y ofrendas de paz a Dios. Leamos ahora, los
versículos 7 y 8, de este capítulo 25 del Primer Libro de
Crónicas:
"Su número, contando a sus hermanos, instruidos en el canto
para el Señor, todos ellos aptos, era de doscientos ochenta y
ocho. Echaron suertes para repartir los turnos del servicio, tanto
el pequeño como el grande, lo mismo el maestro que el
discípulo".
Ellos fueron divididos por sorteo en 24 grupos. Y esto indica que
dos veces al mes habría un cambio de los que estaban oficiando.
Tenemos 12 meses en el año, así que cada turno oficiaría sólo
dos semanas al año. Ahora, lo que ellos hacían durante el
tiempo que no estaban activos en el templo, era regresar a la
ciudad de donde habían venido y tomar parte en los servicios
religiosos que tenían allí. Como ya hemos visto en otra
oportunidad, estos sacerdotes y levitas, servían como
instructores y de otras maneras diferentes por toda la nación de
Israel. Toda esta organización fue una de los mejores logros que
alcanzó David durante su reinado, y es lo que Dios registró e
hizo resaltar aquí.
Llegamos así a

1 Crónicas 26
No solamente se hizo grupos y turnos para los sacerdotes y
cantores del templo sino también a aquellos que tenían que
limpiar el lugar y cuidar de las cosas. Era importante que estos
detalles se tuvieran en cuenta. Vemos que David también
planeó estas actividades cuidadosamente. Leamos el versículo
1, de este capítulo 26 que comienza a explicar

Se organizaron los porteros y otros funcionarios


"También fueron distribuidos los porteros, así: de los coreítas,
Meselemías hijo de Coré, de los hijos de Asaf".
Y el texto continúa mencionando a las demás personas. Éstos
también fueron organizados en la misma manera. Ahora,
mientras toda esta gente estaba oficiando, fue necesario
disponer de personas que tuvieran la responsabilidad de vigilar.
Habría entonces porteros que cuidarían las puertas, y que
estarían de servicio 24 horas. Leamos los versículos 12 y 13:
"Entre éstos se hizo la distribución de los porteros, alternando
los principales de los hombres en la guardia con sus hermanos,
para servir en la casa del Señor. Echaron suertes, el pequeño
con el grande, según sus casas paternas, para cada puerta".
Ellos eran los guardias del lugar, que vigilarían todas las
puertas, ya que tenemos el templo en edificación. Es importante
que notemos eso. Además se nombraron otros funcionarios.
Leamos el versículo 20, que nos informan sobre

El nombramiento de tesoreros
Que se ocuparían del control de las finanzas del templo y que
prepararían los informes correspondientes. Leamos el versículo
20 de este capítulo 26 de primera Crónicas:
"De los levitas, Ahías estaba encargado de los tesoros de la casa
de Dios y de los tesoros de las cosas santificadas".
Los tesoreros se harían cargo, pues, del control del dinero y del
enorme depósito de bienes que se había ido acumulando. Dicen
los versículos 26 al 28:
"Este Selomit y sus hermanos tenían a su cargo todos los
tesoros de todas las cosas santificadas que había consagrado el
rey David, y los jefes de las casas paternas, los capitanes de
millares y de centenas, y los jefes del ejército. Lo habían
consagrado de las guerras y de los botines, para reparar la casa
del Señor. Asimismo todas las cosas que habían consagrado el
vidente Samuel, y Saúl hijo de Cis, Abner hijo de Ner y Joab hijo
de Sarvia, y todo lo que cualquiera consagraba, estaba a cargo
de Selomit y de sus hermanos".
Luego tenemos nombramientos para otras funciones.

Se nombraron funcionarios y jueces


Los levitas eran los que tenían que desempeñar la función de
jueces, como podemos ver en los versículos finales del capítulo
26. Ellos tenían que actuar en forma oficial de muchas maneras,
porque el propósito original de Dios era que Su pueblo fuera una
teocracia, es decir, una nación gobernada directamente por
Dios, con el tabernáculo en el centro de la comunidad, y con los
sacerdotes recibiendo las decisiones de Dios.
Este esquema cambió debido al fracaso de los levitas. Así que
Dios trajo en su lugar a los jueces. Luego tenemos el fracaso de
éstos, y entonces el pueblo pidió un rey. Y ésa es la razón por la
cual encontramos ahora a David en el trono. Ahora, aunque
Israel era en esa época una monarquía, David orientó sus
esfuerzos en colocar nuevamente a la nación bajo el control de
Dios. Y éste fue el motivo para preparar una organización tan
elaborada. Llegamos ahora a

1 Crónicas 27
Leamos el versículo 1, que encabeza la sección de los
nombramientos de

La organización militar y civil


"Estos son los principales de los hijos de Israel, jefes de
familias, jefes de millares y de centenas, y funcionarios que
servían al rey en todos los negocios de las divisiones militares
que se relevaban cada mes durante todo el año. Cada división
era de veinticuatro mil hombres".
Se nombraron doce capitanes. Cada uno de ellos servía un mes
al año. También encontramos los príncipes de las doce tribus. Y
leemos en el versículo 16:
"Los jefes de las tribus de Israel eran: De los rubenitas, Eliezer
hijo de Zicri; de los simeonitas, Sefatías hijo de Maaca".
Y así, sucesivamente, un príncipe o jefe nombrado para cada
una de las doce tribus. Leamos ahora la última parte del
versículo 22, y luego el versículo 23, de este capítulo 27 del
Primer Libro de Crónicas, que dicen:
Éstos fueron los jefes de las tribus de Israel.
"David no hizo el censo de los que tenían menos de veinte años,
por cuanto el Señor había dicho que multiplicaría a Israel como
las estrellas del cielo".
David había organizado anteriormente un censo, porque en
aquel momento no había creído en Dios. Había sido el suyo un
acto de incredulidad. Pero Dios le dijo: "Confía en Mí. Yo te daré
todos los hombres que necesites para tu ejército". Por tal
motivo, David no tomó otro censo. Había aprendido la lección y
en esta ocasión se apoyó en la promesa de Dios.
El capítulo 27 concluye con una lista de los funcionarios que
estaban a cargo del cuidado de las propiedades personales del
rey David. Llegamos así a

1 Crónicas 28
En los dos últimos capítulos de primera de Crónicas, David
reunió a todas las autoridades de Israel. Ésta fue una gran
asamblea, y sería una de las últimas reuniones porque había
llegado al final de su vida. Él iba a pronunciar un mensaje para
Israel y un mensaje para su hijo Salomón que toda la nación
podría oír. Esto fue un paso inteligente de parte de David.
Leamos, pues, el primer versículo de este capítulo 28:
"Reunió David en Jerusalén a todos los principales de Israel, los
jefes de las tribus, los jefes de las divisiones que servían al rey,
los jefes de millares y de centenas, los administradores de toda
la hacienda y posesión del rey y de sus hijos, los oficiales y los
más poderosos y valientes de sus hombres".
David se puso en pie para hablar a estos hombres que eran los
responsables de ejercer el liderazgo de la nación. Leamos ahora
el versículo 2:
"Entonces el rey David se puso en pie y dijo: Oídme, hermanos
míos y pueblo mío. Yo tenía el propósito de edificar una Casa en
la cual reposara el Arca del pacto del Señor, y sirviera de
estrado a los pies de nuestro Dios; y había ya preparado todo
para edificar".
A pesar de su avanzada edad, se esforzó por mantenerse en pie
para pronunciar este discurso importante y final a su pueblo. Y
continuó diciendo en el versículo 3:
"Pero Dios me dijo: Tú no edificarás Casa a mi nombre, porque
eres hombre de guerra y has derramado mucha sangre".
David no rehuyó el expresarse con sinceridad ante su pueblo.
Así que expuso públicamente el motivo por el cual Dios no le
permitiría edificar el templo. Él había derramado mucha sangre.
Y añadió en el versículo 5:
"Y de entre todos mis hijos (porque el Señor me ha dado
muchos hijos), eligió a mi hijo Salomón para que se siente en el
trono del reino del Señor sobre Israel".
El rey aclaró que Dios había elegido y nombrado a Salomón. Y al
hacerlo, asignó a Dios toda la responsabilidad de la elección de
Salomón. Esta aclaración fue significativa, porque nos da la
impresión de que Salomón no había sido precisamente la
elección de David. Y en el versículo 6 continuó diciendo:
"Y me ha dicho: Salomón, tu hijo, él edificará mi Casa y mis
atrios; porque a este he escogido por hijo, y yo seré para él
padre".
El corazón y el alma de David estaban concentrados en los
preparativos de la construcción del templo. Pero Dios no le
había permitido que lo edificase y él se sometió a la voluntad de
Dios. Sin embargo, hizo todas las previsiones de materiales y de
personal, y animó a Salomón a llevar a cabo la empresa.
Observemos lo que le dijo aquí en el versículo 9, y el versículo
10, también:
"Y tú, Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de tu padre, y sírvele
con corazón perfecto y con ánimo generoso; porque el Señor
escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los
pensamientos. Si tú le buscas, lo hallarás; pero si lo dejas, él te
desechará para siempre. Mira, pues, ahora, que el Señor te ha
elegido para que edifiques Casa para el santuario; ¡esfuérzate, y
hazla!"
Ahora, preste usted mucha atención a lo que tenemos aquí en el
versículo 11. Leamos el versículo 11 de este capítulo 28 del
Primer Libro de Crónicas:
"Entonces David entregó a su hijo Salomón el plano del pórtico
del Templo y sus casas, sus tesorerías, sus aposentos, sus salas
y la casa del propiciatorio".
Como ve usted, David era quien tenía el plano del templo. Igual
que Moisés, a quien se le había dado el plano para el
tabernáculo, fue a David, no a Salomón, a quien se le había
dado el plano del templo. Ya dijimos anteriormente, cuando
estábamos estudiando el Libro de Reyes y se mencionó allí la
edificación del templo, que éste sería inferior al tabernáculo y
así fue. Hay muchos modelos del templo hechos a escala. No
sabemos si usted habrá visto uno de ellos. Están muy bien
hechos, y lo hacen aparecer como algo realmente grandioso.
Son imponentes y obviamente no son como el templo fue
originalmente.
En la nueva sección de Jerusalén han construido un lujoso hotel
que se llama "Hotel Ciudad Santa". En los terrenos de este hotel
se ha construido una maqueta de la ciudad de Jerusalén que
está muy bien hecha y fue preparada por personas que pasaron
muchos años de estudios, y fue construida por los mismos
judíos en su tierra.
Creemos que los que tuvieron a su cargo este proyecto eran
judíos ortodoxos. Ellos construyeron en esa maqueta toda la
ciudad, tal cual era. En ella se presenta el templo, con el
aspecto que tenía en los días de Herodes que, en realidad,
fueron los días de nuestro Señor, en los tiempos del Nuevo
Testamento. Creemos que es lo más parecido al original que se
haya hecho, ya que fue el resultado de muchos estudios.
Tenemos, pues aquí, en nuestro pasaje de hoy, el plano del
templo; este era el proyecto de David, el templo de David y por
eso, nos gusta insistir en llamarlo así.
Concluimos hoy destacando unas palabras de este discurso
póstumo de David, y que están expresadas en el versículo 9. Allí
David le advirtió a su hijo Salomón que reconociera al Dios de
su padre, y que le sirviera de todo corazón y con buena
disposición, porque el Señor examina todas las conciencias y
distingue cualquier intención y pensamiento. Y añadió estas
palabras: "Si tú le buscas, él permitirá que le encuentres, pero
si te apartas de él, te rechazará para siempre". Estimado
oyente, estas palabras bien podrían haberse dirigido a usted y a
muchos que se imaginan que Dios se encuentra muy lejos, en
un lugar inaccesible. Otros se preguntan si Dios realmente
responderá si le buscamos, si le llamamos, si le pedimos algo.
Le invitamos a buscar a Dios y a aceptar a Su hijo Jesucristo
como Salvador. Recordemos las palabras del profeta Isaías en el
capítulo 55 versículo 6, "Buscad al Señor mientras podáis
encontrarlo, llamadlo mientras esté cerca".
Los templarios ocuparon las ruinas de su templo reconstruido; los francmasones
aseguran ser herederos de su sabiduría; los cabalistas lo sitúan como uno de sus
primeros y principales maestros y su sello es uno de los talismanes más potentes que
ha llegado a nuestros días. Incluso, la ficción literaria y más tarde el cine han
alimentado la leyenda de Salomón a través de la búsqueda de sus míticos tesoros que,
desde hace unos años, han vuelto a cobrar protagonismo en el terreno de la novela
histórica, vinculando su figura con un aspecto herético que es objeto de gran
polémica.

Existen pocas dudas acerca de la historicidad del personaje en cuestión, cuya vida
aparece descrita con cierto detalle en el Libro Primero de los Reyes. Respondiendo
también al nombre de Yedidyá, que significa "el amado por Dios", Salomón equivaldría
con algunos matices a "el Pacífico", siendo el segundo de los hijos que nació de la
unión del patriarca David con Betsabé. El segundo libro de Samuel nos explica que el
rey David vio a una hermosa mujer bañándose y quedó prendado de su belleza; se
trataba de Betsabé, esposa de Urías el hitita. De inmediato, David consumó su
adúltera pasión para poco después ordenar que el fiel guerrero Urías fuese colocado
en primera línea de batalla contra los ammonitas, muriendo en una de las contiendas.
Yahvé recriminó a David a través del profeta Natán este pasional comportamiento
castigando la acción con la muerte al poco de nacer, fruto del adulterio. El nacimiento
del segundo hijo, Salomón, sería visto con buenos ojos por un Yahvé que enviaría de
nuevo a Natán a comunicar su aprobación y a dictar su nombre.

Salomón accedió al trono de Israel hacia el año 970 a. de C., en medio de una pugna
con su hermanastro Adonías, que como otros hijos de David de mayor edad aspiraban
al codiciado trono. No obstante, los designios divinos había elegido a Salomón para tal
fin y su padre no dudó en traspasarle el poder en vida, ayudado de una purga interna
en la que Adonías y sus simpatizantes serían pasados a cuchillo. Salomón se convirtió
así en el tercer y último rey del reino unificado, que posteriormente, al morir el sabio
monarca hacía el 926 a. de C. se fragmentaría en el reino de Judá en el sur y el de Israel
en el norte. Desde el punto de vista histórico, todo apunta a que en sus cuarenta años
de reinado el monarca realizó una buena gestión, proporcionando a la mayor parte de
su pueblo una época de bonanza y paz, articulando una corte de esplendor y riqueza
gracias a las buenas relaciones externas facilitadas inicialmente por su matrimonio con
la hija del faraón. "Sobrepasó el rey Salomón a todos los reyes de la Tierra en
opulencia y sabiduría", nos dice I Reyes (10, 23), y no era para menos, pues el relato
nos da cuenta de caprichos como la construcción de doscientos grandes escudos de
oro batido y otros trescientos de menor tamaño, así como un trono de marfil cubierto
de oro, material del que igualmente estaban hechos todos los utensilios de la casa.
Hasta mil cuatrocientos carros y doce mil caballos formaban parte de su guarnición. La
construcción de infraestructuras y posterior potenciación de líneas comerciales fueron
determinantes para el fortalecimiento del reino, en el que reorganizó los territorios
convirtiendo a las doce tribus antes errantes en otras tantas provincias satélites cuya
existencia giraba en torno a la costosa corte salomónica.

Mujeriego, sabio y constructor del templo

Nuestro protagonista estrechó lazos fraternales con el rey de Tiro Hiram I, quien
colaboró con él en diversidad de proyectos, como la construcción de la más fabulosa
obra de la antigüedad: el Templo de Salomón. Del mítico rey han llegado hasta
nuestros días infinidad de referencias, entre las que no son en absoluto despreciables
las que aluden a sus amoríos y promiscuidad. Especialmente célebre fue su encuentro
con la reina de Saba, del que hallamos un prolífico desarrollo en el texto etiope Kebra
Negast o La Gloria de los Reyes, aunque mucho más explícita y concluyente resulta
aún la cita del Libro Primero de los Reyes en la que literalmente se nos dice que
"además de la hija de Faraón, amó también a muchas mujeres extranjeras (…). Pero
Salomón se apegó tanto a ellas por amor, que llegó a tener setecientas princesas por
esposas y trescientas concubinas. Y sus mujeres pervirtieron su corazón", I Reyes 11.

No obstante, también fue un hombre sabio, "más sabio que todos los hombres", nos
dice la Biblia, extendiéndose su fama por todas las naciones. Si hacemos caso de I
Reyes, "formuló tres mil proverbios y compuso mil cinco cánticos", y se le ha atribuido
el Cantar de los Cantares, aunque ningún estudioso serio es capaz de sostener con
argumentos históricos tal afirmación. De hecho, sólo una pequeña parte de los
proverbios de la Biblia parecen corresponderse con la época en la que vivió el
monarca, mientras que para el Cantar tampoco hay ningún dato sólido. La tradición y
el fuerte contenido sensual del libro, en consonancia con la apasionada vida amorosa
de Salomón, parecen constituir el único nexo de unión entre ambos.
Este compendio de metáforas sería, en opinión del experto en esoterismo Robert
Ambelain, un "texto iniciático egipcio que llegó hasta Israel en el equipaje de la
princesa de Egipto que se casó con Salomón, y se degradó al nivel del canto profano al
llegar a los medios judíos ordinarios".

Con todo, y lejos de estar reñida su promiscuidad con su sabiduría, sus profundos y
variados conocimientos tal vez hayan sido determinantes para que escuelas y
sociedades herméticas de toda índole hayan reivindicado su filiación salomónica. Ese
saber, que la Biblia no termina de concretar si era innato o un atributo divino, quedó
magistralmente recogido en el episodio de las dos mujeres que reclaman la
maternidad de un bebé. La pugna se zanja cuando, ante la amenaza de partirlo en dos
con una espada para dar a cada mujer una parte, la verdadera madre conmovida
renuncia al niño con el único fin de que pueda seguir viviendo, ante la impasibilidad de
la otra, acción reveladora para Salomón, que hace justicia entregándoselo y logrando
con ello un efectismo que populariza aún más su sabiduría. Anécdotas como esta
debieron contribuir a que un proyecto como la construcción del Templo de Jerusalén
pudiera ser acogido por el pueblo como un designio verdaderamente dictado por
Yahvé, y a que el mismo haya sido contemplado por hombres de todos los tiempos
como símbolo de la perfección absoluta.

La edificación se levantó en una explanada del monte Moriah entre los años 969 y 962
a de C., bajo la dirección de un arquitecto que en la Biblia responde también al
nombre de Hiram. Es significativo que el lugar sagrado de edificación de este templo
haya sido el escenario, según la tradición judía, de notables episodios anteriores, como
el frustrado sacrificio del hijo de Abraham, el célebre sueño de la escalera celestial de
Jacob o los rituales del enigmático rey Melquisedec. El relato de I Reyes ofrece
abundantes descripciones sobre las medidas y características particulares del Templo.

Todo detalle parecía crucial para un espacio sagrado en el que se iba a custodiar nada
menos que el Arca de la Alianza, de tal manera que a la vista de la suntuosidad que
rodeaba la corte no es de extrañar que el espacio a ocupar por el objeto sagrado, el
santo de los santos, estuviera recubierto de oro fino, con un altar de cedro revestido
del mismo material, oro que según el texto bíblico llegó a recubrir el templo en su
totalidad. Dos querubines de olivo silvestre con una envergadura alar de cinco metros
cada uno se tocaban por un extremo de sus alas mientras que por el otro rozaban los
muros.

En el exterior fueron especialmente célebres las dos columnas de bronce con capiteles
vegetales, bautizadas como Yakin –la de la derecha– y Bóaz –la de la izquierda–, piezas
que hoy en día también forman parte de la simbología esotérica de la masonería. Se
trataba de columnas que físicamente no sustentaban nada de la estructura del templo
y que, como los obeliscos egipcios, pudieron tener una utilidad ritual. La destrucción
del majestuoso edificio tres siglos y medio más tarde fue obra del rey babilónico
Nabucodonosor II, no siendo convenientemente restaurado hasta la irrupción en la
historia de Herodes el Grande, quien rehabilitó y amplió el edificio hacia el año 20 a.
de C. Sus espacios devolvieron el eco de las palabras de Jesús, si hacemos caso a los
Evangelios, siendo nuevamente destruido por las tropas del romano Tito en el año 70
de nuestra era.

Mientras muchos hebreos esperan con entusiasmo la reconstrucción del tercer


templo, anunciador de un tiempo nuevo y de la llegada del Mesías, el lugar acuna a
cristianos, a creyentes del judaísmo –que oran en el Muro de las Lamentaciones– y a
seguidores del Islam, pues no en vano sobre la ruinas del mítico edificio –que también
albergó cultos paganos de sirios, fenicios, romanos y griegos–, se encuentra la llamada
Mezquita o Cúpula de la Roca, donde la tradición arábica fija los rezos y el ascenso de
Mahoma con su caballo alado al-Boraq.

El señor de los genios, las máquinas y la magia

Puestos a resaltar curiosidades sobre la tradición musulmana y la figura de Salomón,


es reseñable la estrecha relación que se plantea en el Corán entre el monarca y los
djins, genios o espíritus elementales sobre los que nuestro protagonista parecía
ejercer un importante grado de poder, y que aparecían en algunas suras del texto
sagrado del islam.

La experta Montserrat Abumalham detalla, en un trabajo publicado en Anaquel de


Estudios Árabes III, la especial relación del monarca con los genios, a partir del estudio
de un capítulo del texto Kitab Adad al-Falasifa en el que se describe, para sorpresa de
muchos, la transmisión de sabios conocimientos por parte de estas entidades,
frecuentemente vistas como diabólicas. Transportado por un viento, se encontró con
110 genios filósofos en una isla donde le transmitieron supuestamente enseñanzas en
forma de proverbios.

La tradición le vincula también con la magia –ver recuadros–, la cábala y el esoterismo,


pero todavía hoy la figura de Salomón sigue rodeada de un aura de misterio que sólo
ha sido en parte desvelado.

Primeros años de Salomón


 Salomón fue el segundo de los hijos del rey David y Betsabé. Su padre lo eligió como sucesor
a instancias de Betsabé y Natán, aunque tenía hijos de más edad con otras mujeres. Fue
elevado al trono antes de la muerte de su padre, para destronar a su hermanastro Adonías
que se había proclamado rey. Adonías fue más tarde ejecutado por orden de Salomón, y el
sacerdote Abiatar.

El reinado de Salomón
Con los reyes Saúl, David y Salomón los judíos pasaron de una teocracia a una forma
de gobierno monárquica.
El reinado de Salomón adoptó cada vez más la forma y el estilo de un estado despótico del
antiguo Oriente Próximo:
 Salomón (970 a 930 a.C.) es descrito en la Biblia como el tercer y último rey
del Israel unificado, célebre por su sabiduría, riqueza y poder. Reinó cuarenta años entre los
años 970 y el 930 a.C. Construyó el Templo de Jerusalén, y se le atribuye la autoría de
los libros Eclesiastés, Proverbios y Cantar de los Cantares. En los últimos años de su reinado
fue idólatra
 Herencia. Heredó un considerable imperio conquistado por su padre el rey David, que se
extendía desde el Valle Torrencial en la frontera conEgipto, hasta el río Éufrates,
en Mesopotamia.
 Diplomacia. A David lo sucedió su hijo Salomón hacia el año 970 a.C. El famoso "rey
sabio" supo aprovechar un largo periodo de paz para fortalecer su reino, e inició
un proceso diplomático que le consiguió la amistad de las ciudades fenicias y de Egipto. Una
de las hijas de Faraón se casó con él.
 La Torá. Es durante su reinado, con Israel ya convertida en una nación sedentaria, cuando
probablemente comenzó a redactarse la Torá partiendo de las tradiciones orales que
anteriormente hemos mencionado.
 Decadencia. Salomón, que modernizó su reino en comparación con sus vecinos de la
época, no pudo evitar dos problemas que resultarían determinantes en tiempos sucesivos: la
pérdida de poder militar y el excesivo gasto. Parte de ese gasto se invirtió en
la construcción del Templo en Jerusalén que sería la morada definitiva del Arca de la
Alianza donde se guardaban los rollos de la Ley de Moisés y de la religión de Israel.
 Esclavitud. Mediante la institución de la leva o corbea, era posible reclutar a la población y
someterla a trabajo obligatorio en las obras públicas, lo mismo que a los israelitas en Egipto.
Lo más probable es que los no israelitas tuvieran la condición de siervos permanentes del
estado, mientras que a los israelitas sólo los reclutaban en circunstancias extraordinarias,
como en el caso del gran programa edilicio de Salomón. Es posible que David intentó
introducir la leva, pero fue durante el reinado de su hijo Salomón cuando se convirtió en un
elemento central de la administraciónestatal.
 Guarniciones. Pese a que no libró guerras agresivas, Salomón se ocupó de proteger el
reino. La Biblia menciona varias ciudades en las que llevó a cabo obras y apostó
guarniciones de carros y caballerías. Sus posiciones resultan significativas: Jasor protegía el
extremo de la frontera septentrional, Meguiddó controlaba el estratégico paso de la costa a
la región montañosa central, y Guézer, destruida por el faraón y regalada posteriormente a
su hija como dote cuando se casó con Salomón, fue reconstruida como base de la que se
denominaba la zona de ocupación filistea.
 Ciudades- graneros. El rey también construyó ciudades-graneros relacionadas con la
reorganización global del estado.
 Distritos administrativos. Dividió el territorio en doce distritos administrativos,
encabezados por un gobernante regional. Aunque hasta cierto punto esta división se basó en
las antiguas zonas tribales, no quedó rígidamente enmarcada por este contexto. El propósito
de la reorganización consistía en que mensualmente cada distrito proporcionase alimentos a
la casa real, por lo que es más probable que dicha división quedara determinada por los
doce meses del año. Las antiguas ciudades cananeas se incorporaron a los nuevos distritos
regionales. Las provisiones mensuales que cada gobernador se encargaba de suministrar se
almacenaban en las ciudades-granero antes de su envío a la corte de Jerusalén.
 Potencia internacional. Durante el reinado de Salomón, el imperio israelita se convirtió
en una destacada potencia internacional. El rey aprovechó su prestigio para ampliar su
influencia a los estados vecinos mediante el empleo de medios diplomáticos. Salomón selló
el tratado con el rey Jiram de Tiro, afianzando la alianza iniciada por David. Uno de los
beneficios del tratado consistió en que Jiram proporcionó a Salomón madera de los famosos
cedros del Líbano para sus obras, así como artesanos cualificados que talaron los árboles y
los transportaron por mar. Aunque en tiempos de Salomón ya estaba en decadencia Egipto,
aún era un país famoso. El hecho de que el faraón considerase que valía la pena conseguir la
amistad con Israel muestra el considerable prestigio internacional alcanzado por el reinado
de Salomón.
 El harem de Salomón. La Torá condena el harén de Salomón, pues afirma que llevó al
rey a incorporar las deidades que adoraban sus esposas extranjeras.
 Es probable que se exagere la magnitud del harén para presentar al monarca
como modelo de riquezas y virilidad, con un estilo propio del Oriente Próximo. El harén
real fue un elemento diplomático importante porque los pactos entre estados se
cimentaban con matrimonios que representaban la unión de las respectivas familias
reales. Estamos casi seguros de que Salomón respetó esta práctica: la narración bíblica
atribuye gran importancia a su boda con una de las hijas del rey de Egipto, que tenía su
palacio en Jerusalén.
 El término harén designa al mismo tiempo el conjunto de mujeres o concubinas que
rodean a un personaje importante, así como el lugar en el que ellas residen y le
ofrecen servicio, música, danza o sexo.
Numerosas civilizaciones antiguas tuvieron harenes. Los últimos harenes son los de los
sultanes y pachás del Imperio otomano.
 Paz y Prosperidad. Salomón no emprendió campañas expansionistas y su reinado fue
recordado como un período de paz y prosperidad en el que "Judá e Israel vivieron
tranquilos, cada cual bajo su parra y su higuera, desde Dan hasta Beer-Seba".
 Sabiduría. Salomón es recordado como encarnación de la sabiduría. Para
el pensamiento israelita, la sabiduría es una cualidad práctica que todos necesitamos para
evaluar las circunstancias de la existencia y llevar una buena vida. Como responsable del
bienestar de la nación, el monarca necesitaba la sabiduría más que nadie y, en este aspecto,
Salomón fue el gobernante ideal.
 El juicio. Se narra una historia, un cuento popular que ejemplifica el modo en que la
sabiduría real administraba justicia. Dos prostitutas se presentaron ante Salomón con un
niño y ambas dijeron ser su madre. Salomón afronta la conflictiva reclamación y, a falta
de pruebasconcluyentes, pide una espada para partir el niño en dos y dar "una mitad a una y
la otra mitad a la otra". Una de las mujeres suplica a Salomón que entregue el niño a su rival
en lugar de matarlo. La otra responde desdeñosamente que el niño "no sea ni para mí ni
para ti" y pide al rey que siga adelante y parta al pequeño. A través de la comprensión
psicológica, Salomón percibe en la primera mujer, la compasión de la verdadera madre y le
entrega al niño. Al conocer la decisión, los israelitas se dan cuenta de que el nuevo monarca
posee realmente "sabiduría divina".
 Superstición. Al faraón Tutmés IV, se le apareció la esfinge de Guiza mientras
dormía. La esfinge le habló de su elección divina en la niñez y de la legitimidad de su
acceso al trono; al despertar, el faraón ofreció sacrificios. Al inicio del reinado, Salomón
visitó Gabaón. Jerusalén aún no la había sustituido como santuario principal. Una vez
allí, Salomón tuvo un sueño similar al del faraón Tutmés IV en el que se le apareció
Yahveh. La narrativa de la Biblia se singulariza por la petición de sabiduría que hace el
monarca y por la promesa de Yahveh de darle "entendimiento para discernir lo que es
equitativo", lo que le proporcionará "riquezas y glorias tales" como las que hasta
entonces no había tenido ningún monarca.
 Construcciones. Emprendió numerosas obras arquitectónicas, entre las que
destacaban el Templo de Jerusalén, un fabuloso palacio, y un terraplén que unía el
templo con la ciudad de Jerusalén.
 En sus construcciones participó un gran número de técnicos extranjeros,
como albañiles y broncistas de Tiro o carpinteros de Gebal. Entre todos ellos destaca el
arquitecto Hiram, y se importaron lujosos materiales procedentes de Fenicia.
 El Templo. Aunque siempre asociamos el nombre del rey Salomón a la construcción
del Templo, en realidad su contribución no fue demasiado grande. La idea y las trazas
se realizaron durante el reinado de su padre David, los arquitectos y los artesanos
eran Fenicios y los enormes gastosde la construcción fueron sufragados por los
esforzados trabajadores de las minas de cobre, los marineros de la gran flota de naves
comerciales y los soldados que saqueaban los países circundantes.
 Hubo dos templos edificados en Jerusalén: El primero, construido por Salomón de
acuerdo con las indicaciones dadas por Yahvé al rey David. Dicho templo fue edificado
en el año 968 a.C. y destruido por Nabucodonosor en el 586 a.C. El segundo Templo,
reconstruido por Herodes a finales del S. I a.C. y destruido por Tito en el año 70 d.C.
 El edificio principal del templo se consideraba de una gran belleza, pero era
comparativamente pequeño, 11 m de ancho y 33 m de largo, sin contar la entrada y los
aposentos adicionales.
 Recientes investigaciones del arqueólogo alemán Konrad Rupprecht han demostrado
que el rey David debió encontrar un templo más antiguo en ese lugar, que debió
ampliar para cobijar al Arca de la Alianza. El rey Salomón debió modificar la planta del
viejo templo de su padre con sucesivas ampliaciones y modernizaciones, de acuerdo
con las trazas que había dejado su padre.
 Durante las últimas décadas se han hecho excavaciones arqueológicas en diferentes
lugares de Israel para comparar el Templo de Salomón con los restos de otros templos
de la misma época.
 En 1957 se encontró en Hasor un templo fenicio del siglo XIII a.C. La restauración de
sus habitaciones y sus detalles decorativos clarificaron la tesis de que pudo ser un
modelo directo del Templo de Salomón. El templo de Hasor tenía los mismos tres
sectores cerrados con las dos columnas frente a la puerta de entrada, un vestíbulo
principal y un recinto sagrado en la parte trasera sobre una plataforma algo más alta.
 El arqueólogo alemán concluyó: "Los arquitectos fenicios diseñaron el Templo de
Salomón adoptando como modelos los edificios sagrados que existían en Canaán. Sin
embargo, en ese tiempo en Israel esos edificios eran considerados como templos
paganos"
 El palacio de Salomón. Terminado el Templo, el rey Salomón comenzó la
construcción de su palacio, que fue considerablemente más grande y más lujoso que el
Templo, por lo que tardó en construirlo más del doble de tiempo.
 Terminada la construcción del templo y del palacio del rey, Salomón comenzó a alejarse
de su pueblo, y a actuar en forma más dictatorial. Aumentaron entonces las críticas a
su estilo de vida y a su actividad política.
 Templos y santuarios a dioses paganos. Muchas de sus mujeres extranjeras
exigieron templos y altares a sus dioses paganos. Se construyeron varios santuarios,
como el de la esposa más importante de Salomón, la hija del faraón egipcio, para
cumplir sus deberes religiosos hacia los dioses egipcios en Israel.
 A los sacerdotes y al resto de los israelitas no les gustaban esos templos paganos, ni el
arquitecto del rey Hiram de Tiro traído para la construcción del Templo, ya que este rey
adoraba a ídolos paganos.
 La reina de Saba. La reina de Saba es un personaje legendario, gobernante del Reino
de Saba, un antiguo país que la arqueología presume que estaba localizado en los
actuales territorios de Etiopía y Yemen. En la tradición etíope es llamada Makeda, en la
tradición islámica Bilqis o B
Salomón y la reina de Saba
 El libro Cantar de los cantares, es un canto que el rey Salomón dedica a una mujer, podría
ser una mujer negra etíope, la reina de Saba.
 El hecho de que la reina atravesara diversos territorios y viajase 1.931 kms., en camello para
ver a Salomón, pudo también haber estado motivado por intereses comerciales.
 Según el Kebra Nagast, el libro sagrado de la Iglesia ortodoxa etíope, el rey Salomón tuvo un
hijo con la reina de Saba, llamado Menelik I, quien fue rey de Etiopía, y sacaría el Arca de la
Alianza de Jerusalén y la llevaría a su reino.
 Comercio y negocios. La seguridad interna y el control de las vías
de comunicación facilitaron una amplia expansión del comercio hebreo. Sus naves llegaron
hasta Ofir, en algún lugar del Mar Rojo, donde cargaron hasta 14.300 kg de oro. Tanto el rey
como el pueblo se dedicaron a comerciar y fueron atrapados por el ansia de riqueza.
 En esos momentos las ciudades fenicias iniciaron sus aventuras comerciales y
Salomón, hombre de gran inteligencia, se dio cuenta pronto del potencial que tendría la
aventura comercial. Por ello llegó a acuerdos políticos y comerciales con Hiram, rey de Tiro,
para que los fenicios pudieran utilizar el puerto de Asiongeber.
 Ciudades. Ezión-geber, Elot se relacionan como puertos marítimos en el golfo de Acaba.
Tell-el-Kheleifeh al extremo norte de este golfo, es el único lugar conocido que muestra
historia, como un centro marítimo industrial, fortificado, de almacenamiento y caravanero.
Pudo haber tenido igual importancia que otros distritos fortificados y ciudades con
guarniciones de carros de batalla, tales como Hazor, Meguido y Gezer.
 Minas. Las minas de cobre y hierro eran numerosas por todo el Wadi-Arabah. David
estableció fortificaciones por toda la tierra de Edom y numerosos centros de fundición,
refinación y producción de moldes en Tell-el-Kheleifeh para minerales de hierro y cobre.
 Los fenicios, bajo Hiram, tenían contactos con refinerías de metal en distantes puntos del
Mediterráneo, tales como España, y estaban en situación de construir, no sólo refinerías
para Salomón, sino también para aumentar su comercio.
 Los barcos de Israel traficaron con el hierro y el cobre tan lejos como el sudoeste de Arabia,
el moderno Yemen, y la costa africana de Etiopía. A cambio, ellos llevaron oro, plata, marfil,
y asnos a Israel.
 Aquella extensión naval con sus expediciones llevando oro desde Ofir, proporcionó a
Salomón tales riquezas, que fue clasificado como el más rico de todos los reyes.
 Al desarrollar y controlar la industria de los metales en Palestina, Salomón estuvo en una
posición privilegiada de comerciar.
 Los israelitas obtuvieron caballos y carros de combate de los gobernantes heteos en Cilicia y
su vecino Egipto. Los corredores y agentes representantes de los caballos y carros guerreros
entre Asia Menor e Israel, fueron los arameos.
 David, con excepción de algún centenar, volvía inútiles todos los caballos que capturaba.
Con ello Salomón acumuló una fuerza considerable para la protección, y el control de todo
el comercio que cruzaba el territorio de Israel.
 Las rentas y tributos de Salomón fueron incrementadas por las vastas caravanas de camellos
empleadas en el comercio de las especias procedente del sur de Arabia y hacia Siria,
Palestina y Egipto.
 Segunda mitad de su reinado. En la segunda mitad de su reinado sus esposas
extranjeras le desviaron el corazón y poco a poco abandonó la rectitud y justicia que lo
caracterizaban. Las construcciones emprendidas por el rey y el boato de su corte exigían
enormes contribuciones en dinero y mano de obra, que la parte más próspera del pueblo -
también ya imbuído de codicia- no quería aportar. Los privilegios concedidos a Judá
hicieron crecer el descontento entre las diez tribus del Norte, las más acaudaladas.
Jeroboam hizo eco de este descontento y se puso al frente del levantamiento que condujo
mas tarde a la separación de los reinos de Israel y de Judá.
 Aunque el reino se sostuvo y no fue dividido hasta después de su muerte, estuvo sujeto a la
angustia de una rebelión interna y de una secesión de varias partes. Como resultado el
bienestar general y la prosperidad pacífica del reino estuvieron seriamente amenazadas y en
constante peligro.
 Poligamismo e idolatría. Contrajo matrimonio con una de las hijas del faraón del
Antiguo Egipto Siamón. Cayó en la idolatría, inducido por sus numerosas esposas
extranjeras, setecientas mujeres reinas y trescientas concubinas.
 Salomón rompió el primer mandamiento al permitir la adoración de los ídolos y su culto en
la propia Jerusalén.
 La mezcla de alianzas matrimoniales entre las familias reales, era una práctica común en el
Cercano Oriente. A principios de su reinado, Salomón hizo una alianza con el Faraón,
aceptando a una hija de este último en matrimonio, se la llevó a Jerusalén, y tuvo que
permitirle la idolatría. En la cúspide del poder, Salomón tomó esposas de los moabitas,
amonitas, edomitas, sidonios e heteos. Además de todo ello, organizó un harén de 700
esposas y 300 concubinas. Sin embargo, la multiplicidad de esposas era contrario a lo
expresado en los mandamientos de Dios.
 Salomón no solamente toleró la idolatría, sino que él mismo rindió reconocimiento a
Astoret, la diosa de la fertilidad de los fenicios, conocida como Astarté entre los griegos y
Ishtar para los babilonios. Para el culto de Milcom o Moloc, el dios de los amonitas y
Quemos, el dios de los moabitas, Salomón erigió un lugar sobresaliente en una montaña al
este de Jerusalén en las proximidades del templo.
 La idolatría, que era una violación del Decálogo, no podía ser tolerada. La dinastía de
David continuaría gobernando en gracia a la alianza de David con Jehová, quien no
rompió su promesa, aunque Salomón hubiese perdido sus derechos y sus bendiciones.
Además, por amor a David, el reino de Israel no fue dividido mientras vivió Salomón.
 Vida inicua. En las transacciones, el rey demostraba que ya no era justo. Reavivó el
tema de la esclavitud en los infieles. Permitió sacerdotes que en muchos casos eran
indignos. Incrementó los elementos de guerra.
 Arrepentimiento. Se arrepintió de caer en la vanidad y la soberbia, y escribió el libro
Eclesiastés para aconsejar a otros a que no siguieran su ejemplo. Allí menciona
«vanidad de vanidades, todo es vanidad» y esto se refiere a su vida inicua.
 El rey legendario. Siglos más tarde el rey legendario fue subido a un pedestal que
sólo podía compararse con personajes de la talla de Alejandro Magno.
JOSÉ
(forma abreviada de Josifías, que significa: “Que Jah Añada [Aumente]; Jah Ha Añadido
[Aumentado]”).

1. Primero de los dos hijos que Jacob tuvo con su amada esposa Raquel. (Gé 35:24.)
Cuando José nació, Raquel exclamó: “¡Dios ha quitado mi oprobio!”, pues había sido
estéril. Luego lo llamó José, diciendo: “Jehová me añade otro hijo”, es decir, otro hijo
además de Dan y Neftalí, a quienes Raquel había aceptado como suyos aunque le nacieron
a su sierva Bilhá. (Gé 30:3-8, 22-24.) En aquel entonces Jacob debía tener unos noventa y
un años de edad. (Compárese con Gé 41:46, 47, 53, 54; 45:11; 47:9.)
Unos seis años después, Jacob partió de Padán-aram con toda su familia para regresar a la
tierra de Canaán. (Gé 31:17, 18, 41.) Cuando se enteró de que su hermano Esaú iba a su
encuentro con 400 hombres, Jacob repartió sus hijos a las esposas y concubinas, y colocó a
Raquel y José detrás de todos, en la posición más segura. (Gé 33:1-3.) José y su madre
fueron, por lo tanto, los últimos en inclinarse ante Esaú. (Gé 33:4-7.)
Después José residió con su familia en Sucot, Siquem (Gé 33:17-19) y Betel. (Gé 35:1,5, 6.)
Más tarde, cuando iban de Betel a Efrat (Belén), Raquel, la madre de José, murió mientras
daba a luz a Benjamín. (Gé 35:16-19.)
Odiado por sus medio hermanos. A la edad de diecisiete años, José cuidaba ovejas junto
con los hijos que Jacob tuvo con Bilhá y Zilpá. Mientras lo hacía, aunque era el menor,
no se unió a ellos en sus malas acciones, sino que, movido por un sentido de
responsabilidad, le llevó a su padre un mal informe sobre ellos. (Gé 37:2.)
Jacob tuvo más cariño a José que a todos sus demás hijos, debido a que era un hijo de su
vejez, y tal vez también debido al apego de José a la rectitud. Jacob mandó hacer para su
hijo una larga vestidura rayada, quizás como las que llevaban las personas de rango. Como
resultado, los hermanos de José le cobraron odio. Más tarde, cuando les relató un sueño
que predecía que llegaría a tener preeminencia sobre ellos, su odio fue mayor. Un segundo
sueño señaló que, no solo sus hermanos, sino hasta su padre y su madre (al parecer
no Raquel, pues ya había muerto, sino quizás la casa o la principal esposa viva de Jacob),
se inclinarían ante él. Cuando José relató este sueño, su padre lo reprendió, y los celos de
sus hermanos se intensificaron. El que José hablara concerniente a sus sueños no significa
que abrigase sentimientos de superioridad. Tan solo estaba dando a conocer lo que Dios
le había revelado, y seguramente Jacob reconoció la naturaleza profética de aquellos
sueños, pues “observó el dicho”. (Gé 37:3-11.)
En otra ocasión, Jacob, que entonces se hallaba en Hebrón, pidió a José que comprobase
el bienestar del rebaño y de sus hermanos mientras estaban en las inmediaciones de
Siquem. En vista del rencor que le guardaban, esta no debió ser una asignación agradable
para José. No obstante, dijo sin vacilar: “¡Aquí estoy!”. Desde la llanura baja de Hebrón se
puso en camino hacia Siquem. Un hombre le informó que sus hermanos se habían dirigido
a Dotán, por lo que continuó su viaje. Cuando sus hermanos alcanzaron a verlo en la
distancia, empezaron a tramar contra él, diciendo: “¡Miren! Ahí viene ese soñador. Y ahora
vengan y matémoslo y arrojémoslo en una de las cisternas [...]. Entonces veremos en qué
vendrán a parar sus sueños”. (Gé 37:12-20.) Pero Rubén, el primogénito, quiso frustrar el
asesinato y los exhortó a que no matasen a José, sino que lo arrojasen en una cisterna
seca. Cuando José llegó, lo despojaron de su larga prenda de vestir rayada e hicieron lo
que Rubén había recomendado. Posteriormente, cuando apareció una caravana de
ismaelitas, Judá, en ausencia de Rubén, persuadió a los demás para que en lugar de matar
a José lo vendiesen a los mercaderes que pasaban. (Gé 37:21-27.)
Vendido en esclavitud. A pesar de las súplicas de José para que se apiadaran de él, lo
vendieron por veinte piezas de plata. (Gé 37:28; 42:21.) Más tarde, engañaron a Jacob para
que creyese que una bestia salvaje había matado a José. El anciano Jacob estaba tan
afligido por la pérdida de su hijo que rehusó recibir consuelo. (Gé 37:31-35.)
Con el tiempo los mercaderes llevaron a José a Egipto y lo vendieron a Potifar, el jefe de la
guardia de corps de Faraón. (Gé 37:28, 36; 39:1.) Esta compra del egipcio Potifar no era
algo insólito, pues papiros antiguos indican que los esclavos sirios (José era medio sirio, Gé
29:10; 31:20) eran muy apreciados en el país.
Tal como José había sido diligente en favorecer los intereses de su padre, también fue un
esclavo industrioso y confiable. Con la bendición de Jehová, todo lo que hizo tuvo éxito, de
modo que Potifar le confió todos los asuntos de su casa. Parece que José desempeñó un
cargo de superintendente, un puesto mencionado en los registros egipcios con relación a
las casas grandes de los egipcios influyentes. (Gé 39:2-6.)
Resiste la tentación. José se había hecho un joven muy apuesto, y la esposa de Potifar se
encaprichó con él. Le pidió repetidas veces que tuviera relaciones con ella, pero José,
educado en las sendas de la justicia, rehusó, diciendo: “¿Cómo podría yo cometer esta gran
maldad y realmente pecar contra Dios?”. Sin embargo, eso no eliminó el peligro que
afrontaba. Como indican los descubrimientos arqueológicos, parece que las casas egipcias
estaban diseñadas de tal manera que había que pasar por la parte principal de la casa para
llegar a las despensas. Si la casa de Potifar estaba construida de manera similar, debió
resultarle imposible a José evitar todo contacto con la esposa de Potifar. (Gé 39:6-10.)
Finalmente, la esposa de Potifar se aprovechó de un momento que consideró oportuno.
Mientras no había otros hombres presentes y José se ocupaba de la administración de la
casa, ella se agarró de su prenda de vestir y le dijo: “¡Acuéstate conmigo!”. Pero José se
desprendió de su prenda de vestir y huyó. Ante esto, la mujer se puso a gritar y dio a
entender que José había intentado abusar de ella. Tras referírselo a su esposo, el
encolerizado Potifar hizo arrojar a José en la casa de encierro, en la que se mantenía
detenidos a los prisioneros del rey. (Gé 39:11-20.)
En prisión. Según parece, al principio José recibió un trato severo en la prisión. “Con
grilletes afligieron sus pies, en hierros entró su alma.” (Sl 105:17, 18.) Sin embargo, debido
a la conducta ejemplar de José en aquellas circunstancias y a la bendición de Jehová, más
tarde el oficial principal de la casa de encierro le colocó en un cargo de confianza sobre los
demás prisioneros. En este puesto el prisionero José demostró de nuevo su aptitud como
administrador al encargarse de que se hiciera todo el trabajo. (Gé 39:21-23.)
Más tarde, cuando dos oficiales de Faraón —el jefe de los coperos y el jefe de los
panaderos— fueron puestos en la misma prisión, se designó a José para que los atendiese.
Después de algún tiempo, los dos hombres tuvieron sueños, y José, tras atribuir la
interpretación a Dios, se los descifró. El sueño del jefe de los coperos indicaba que se le
restablecería a su posición al cabo de tres días. Por lo tanto, José le solicitó que le
recordase e hiciera mención de él a Faraón para que pudiera ser libertado de la prisión.
José explicó que se le había secuestrado de la “tierra de los hebreos” y que no había hecho
nada que mereciese encarcelamiento. Probablemente para no dejar en mala posición a su
familia, prefirió no identificar a los secuestradores. Después interpretó que el sueño del
panadero significaba que se le daría muerte al cabo de tres días. Ambos sueños se
cumplieron tres días después con motivo del cumpleaños de Faraón. Sin duda, esta
circunstancia le dio a José la seguridad de que sus propios sueños se cumplirían y le ayudó
a continuar perseverando. Para entonces ya habían transcurrido unos once años desde que
sus hermanos lo habían vendido. (Gé 40:1-22; compárese con Gé 37:2;41:1, 46.)
Ante Faraón. Cuando se le volvió a colocar en su puesto, el copero se olvidó por completo
de José. (Gé 40:23.) Sin embargo, después de dos años completos, Faraón tuvo dos sueños
que ninguno de los sacerdotes magos y sabios de Egipto pudo interpretar. El copero se
acordó entonces de José y se lo mencionó a Faraón, quien en seguida hizo que lo llevasen
a su presencia. Siguiendo la costumbre egipcia, José se afeitó y se mudó de ropas antes de
presentarse ante Faraón. Tampoco en esta ocasión se atribuyó ningún mérito, sino que
reconoció que la interpretación procedía de Dios. Luego explicó que los dos sueños de
Faraón indicaban que habría siete años de abundancia seguidos por siete años de hambre.
Además, recomendó medidas para aliviar la futura escasez de alimento. (Gé 41:1-36.)
Se le nombra segundo gobernante de Egipto. Faraón consideró que José, que entonces
tenía treinta años, poseía la sabiduría necesaria para administrar los asuntos durante el
tiempo de abundancia y el de hambre. Por lo tanto, lo elevó al segundo puesto en el
gobierno de Egipto, y le dio su propio anillo de sellar, prendas de vestir de lino fino y un
collar de oro. (Gé 41:37-44, 46; compárese con Sl 105:17, 20-22.) Esta manera de investir de
autoridad está atestiguada por inscripciones y pinturas murales egipcias. También es digno
de mención que los registros egipcios antiguos revelan que varios cananeos ocuparon
puestos encumbrados en Egipto, y el que a José se le cambiara el nombre a Zafenat-
panéah tampoco es un caso sin precedente. Además, José recibió por esposa a Asenat, la
hija de Potifera (que en egipcio significa “Aquel a Quien Ha Dado Ra”), el sacerdote de On.
(Gé 41:45.)
Después José recorrió la tierra de Egipto e hizo preparativos para administrar los asuntos
del Estado, y luego almacenó grandes cantidades de víveres durante los años de
abundancia. Antes de que llegase el hambre, su esposa Asenat le dio dos hijos, Manasés y
Efraín. (Gé 41:46-52.)
Sus medio hermanos van a comprar alimento. Llegó el hambre. Debido a que se
extendió más allá de las fronteras de Egipto, los pueblos circundantes acudían a José para
comprar alimento. Por fin, incluso sus diez medio hermanos llegaron y se inclinaron ante
él, lo que cumplió, de manera parcial, los dos sueños previos de José. (Gé 41:53–42:7.)
Ellos, sin embargo, no lo reconocieron, ya que llevaba su atavío real y les hablaba por
medio de un intérprete. (Gé 42:8, 23.) Fingiendo no conocerlos, los acusó de ser espías,
ante lo que ellos le aseguraron que eran diez hermanos que habían dejado tras sí, en casa,
a su padre y a un hermano más joven, y que otro hermano ya no vivía. Pero José insistió en
que eran espías y los puso bajo custodia. Al tercer día les dijo: “Hagan esto y manténganse
vivos. Yo temo al Dios verdadero. Si son rectos, que uno de sus hermanos se quede atado
en su casa de custodia [al parecer, en la que habían estado los diez bajo custodia], pero los
demás de ustedes vayan, lleven cereales para el hambre de sus casas. Entonces me traerán
a su hermano menor, para que sus palabras sean halladas fidedignas; y no morirán”. (Gé
42:9-20.)
Al ver cómo se había desarrollado la situación, los medio hermanos de José empezaron a
sentir sobre sí mismos la retribución divina por haberlo vendido en esclavitud años antes y
reconocieron su culpabilidad delante de su hermano, a quien todavía no habían
reconocido. Cuando José los oyó y se dio cuenta de su arrepentimiento, se conmovió tan
profundamente que tuvo que retirarse a llorar. Después que volvió, hizo atar a Simeón
hasta que los demás regresaran con su hermano menor. (Gé 42:21-24.)
Sus medio hermanos vuelven con Benjamín. Cuando los nueve medio hermanos de José
le contaron a Jacob lo que había acontecido en Egipto y luego descubrieron que su dinero
estaba de nuevo en sus sacos, les dio mucho miedo, y su padre empezó a lamentarse.
Jacob permitió que su hijo más joven acompañara a sus hermanos de regreso a Egipto,
solo debido a la severidad del hambre y a que Judá prometió que Benjamín regresaría a
salvo. (Gé 42:29–43:14.)
Cuando llegaron allí, se reunieron con Simeón, y para sorpresa suya, todos fueron
invitados a comer con el administrador de los víveres. Una vez que llegó José, le
presentaron un regalo, se postraron ante él y tras contestar sus preguntas concernientes a
su padre, se volvieron a inclinar ante él. Cuando José vio a Benjamín, su hermano carnal, se
emocionó tanto que se apartó de su presencia y cedió a las lágrimas, pero logró controlar
sus sentimientos e hizo que se sirviera la comida. Los once hermanos estaban sentados a
su propia mesa, según su edad, y a Benjamín se le sirvieron porciones cinco veces mayores
que las de los demás. José tal vez quiso probar así a sus hermanos, para determinar si
había en ellos algún sentimiento recóndito de celos, pero no parecía haberlo. (Gé 43:15-
34.)
Al igual que en la visita anterior, José hizo que de nuevo les pusieran el dinero de cada uno
en su costal (Gé 42:25), y además dispuso que se colocara su copa de plata en el costal de
Benjamín. Una vez puestos en camino, ordenó que se les alcanzara y acusase de robar su
copa de plata. Quizás con el fin de impresionar en ellos el gran valor que tenía esa copa
para José y la gravedad de su supuesto delito, el hombre que estaba a cargo de la casa de
José tenía que decirles: “¿No es esta la cosa en que bebe mi amo y por la cual con pericia
lee agüeros?”. (Gé 44:1-5.) Naturalmente, como todo esto era parte de un ardid, no hay
ninguna base para creer que José en realidad se valiera de la copa de plata para leer
agüeros. Es probable que desease dar la impresión de ser un administrador de un país en
el que la adoración verdadera era algo extraño.
La consternación de sus hermanos debió ser grande cuando se halló la copa en el costal
de Benjamín. Volvieron a la casa de José con sus prendas de vestir rasgadas y se inclinaron
ante él. Este les dijo que todos, excepto Benjamín, estaban libres para marcharse. Sin
embargo, no quisieron hacerlo, lo que probó que había desaparecido el espíritu envidioso
que unos veintidós años atrás les había movido a vender a su hermano. Judá dio una
conmovedora explicación de sus circunstancias y se ofreció para ocupar el lugar de
Benjamín, pues su padre moriría de dolor si Benjamín no regresaba. (Gé 44:6-34.)
José revela su identidad. Emocionado por el ruego de Judá, José ya no pudo contenerse
más. Pidió a todos los demás que saliesen y se identificó ante sus hermanos. Aunque
anteriormente le habían maltratado de manera cruel, no abrigaba ningún resentimiento
contra ellos. Les dijo: “Ahora no se sientan heridos y no se encolericen contra ustedes
mismos por haberme vendido acá; porque para la conservación de vida me ha enviado
Dios delante de ustedes. Pues este es el segundo año del hambre en medio de la tierra, y
todavía hay cinco años en que no habrá tiempo en que se are, ni habrá siega. Por
consiguiente, Dios me envió delante de ustedes a fin de colocarles un resto en la tierra y
para mantenerlos vivos mediante un gran escape. Así pues, no fueron ustedes los que me
enviaron acá, sino el Dios verdadero”. (Gé 45:1-8.) El perdón de José fue genuino, y lo
exteriorizó llorando en presencia de sus hermanos y besándolos. (Gé 45:14, 15.)
Después, de acuerdo con las órdenes de Faraón, José les proporcionó carruajes con el fin
de que pudieran llevar a Jacob y a toda su casa a Egipto. Además les dio regalos y
provisiones para el viaje. Y cuando partieron, les animó a que ‘no se exasperaran unos con
otros en el camino’. (Gé 45:16-24.)
El padre de José va a Egipto. Al principio Jacob no podía creer que su hijo José todavía
estuviese vivo. Sin embargo, cuando al final se convenció, Jacob, que ya tenía ciento treinta
años, exclamó: “¡Ah, permítaseme ir y verlo antes de morir!”. Más tarde, en Beer-seba,
mientras estaba en camino a Egipto con toda su casa, Jacob recibió en visión la aprobación
divina para aquel traslado y también se le dijo: “José pondrá su mano sobre tus ojos”. José
tenía que ser el que cerrara los ojos de Jacob después de su muerte. Como la costumbre
era que el primogénito hiciera esto, Jehová reveló de este modo que José recibiría el
derecho de primogenitura. (Gé 45:25–46:4.)
Judá, a quien se había enviado delante, avisó a José de la llegada de su padre, y José hizo
preparar su carro, fue al encuentro de Jacob en Gosén y luego se presentó ante Faraón con
cinco de sus hermanos. Siguiendo las instrucciones de José, sus hermanos se identificaron
como pastores de ovejas y pidieron permanecer como residentes forasteros en la tierra de
Gosén. Su solicitud les fue concedida, y José, tras presentar a su padre a Faraón, instaló a
Jacob y su casa en lo mejor de la tierra. (Gé 46:28–47:11.) Así que, de manera sabia y
amorosa, José sacó el mejor partido del prejuicio egipcio contra los pastores. Resultó en
una salvaguarda para que la familia de Jacob no se contaminase con la influencia egipcia, y
eliminó el peligro de ser asimilados totalmente por los egipcios como consecuencia de
casarse con ellos. Desde entonces en adelante, Jacob y toda su casa dependieron de José.
(Gé 47:12.) En efecto, todos se inclinaron ante José como primer ministro de Faraón, con lo
que sus sueños proféticos se cumplieron de manera sobresaliente.
El efecto del hambre en los egipcios. Puesto que el hambre continuaba, los egipcios
agotaron poco a poco todo su dinero y su ganado a cambio de alimento. Finalmente,
llegaron a vender a Faraón su tierra y se vendieron a sí mismos como esclavos. Luego José
los instaló en ciudades, sin duda para facilitar la distribución del grano. No obstante, este
trasvase de población a las ciudades debió ser una medida temporal, pues como los
egipcios tendrían que regresar a sus campos para sembrarlos, lógicamente ocuparían de
nuevo sus casas anteriores. Cuando la tierra les volviera a producir cosecha, los egipcios,
en cumplimiento del decreto de José, tendrían que dar la quinta parte de su producto a
Faraón por el uso de la tierra. Sin embargo, los sacerdotes quedaron exentos. (Gé 47:13-
26.)
Jacob bendice a los hijos de José. Unos doce años después de terminar el hambre, José
llevó ante Jacob a sus dos hijos, Manasés y Efraín. Fue entonces cuando Jacob indicó que
el derecho de primogenitura sería de José, al considerar a Efraín y Manasés del mismo
modo que si fueran hijos suyos. Así que de José tenían que surgir dos tribus distintas, con
dos herencias tribales separadas. Mientras bendecía a Efraín y Manasés, Jacob mantuvo su
mano derecha colocada sobre el más joven, Efraín, pese al desagrado de José. Al dar
preeminencia a Efraín, indicó de manera profética que el más joven llegaría a ser el mayor.
(Gé 47:28, 29; 48:1-22; véanse también Dt 21:17; Jos 14:4; 1Cr 5:1.)
Jacob bendice a José y a los otros hijos. Tiempo después, Jacob reunió a todos sus hijos
en su lecho de muerte y los bendijo individualmente. Asemejó a José al “retoño de árbol
frutal”. Aquel “árbol frutal” era el patriarca Jacob mismo, y José llegó a ser una de sus
ramas prominentes. (Gé 49:22.) Aunque los arqueros hostigaron a José y fue blanco del
odio, el arco de José “moraba en lugar permanente, y la fuerza de sus manos era flexible”.
(Gé 49:23, 24.) Estas palabras podrían aplicar personalmente a José. Sus medio hermanos
le habían abrigado rencor y de manera figurada lo habían asaeteado para destruirlo. Sin
embargo, José les pagó con misericordia y bondad amorosa, cualidades que llegaron a ser
como flechas que mataron su rencor. Los arqueros enemigos no consiguieron matar a José
ni debilitar su devoción a la justicia y su afecto fraternal.
Sin embargo, las palabras de Jacob también podían aplicarse de manera profética a las
tribus que descenderían de los dos hijos de José, Efraín y Manasés, y a sus futuras batallas.
(Compárese con Dt 33:13, 17; Jue 1:23-25, 35.) Es digno de mención que Josué (Hosea,
Jehosúa), el sucesor de Moisés y caudillo de la lucha contra los cananeos, procedió de la
tribu de Efraín. (Nú 13:8, 16; Jos 1:1-6.) Otro descendiente de José, Gedeón, de la tribu de
Manasés, venció a los madianitas con la ayuda de Jehová. (Jue 6:13-15; 8:22.) Y Jefté,
también de la tribu de Manasés, sojuzgó a los ammonitas. (Jue 11:1, 32, 33; compárese
con Jue 12:4; Nú 26:29.)
Otros aspectos de la bendición profética de Jacob también tienen un paralelo en las
experiencias de José. Cuando José suministró alimento para toda la casa de Jacob o Israel
en lugar de vengarse, hizo las veces de pastor y de piedra de apoyo para Israel. Como
Jehová había dirigido los asuntos para que él pudiera ayudar de ese modo, José procedía
de las manos del “Poderoso de Jacob”, por lo que contaba con el apoyo de Jehová. Él
estaba con el Todopoderoso en el sentido de estar del lado de Jehová, y por eso, tenía su
bendición. (Gé 49:24, 25.)
Las tribus que descendieron de José por medio de Efraín y Manasés también
experimentarían la bendición de Jehová. Jacob dijo: “El Todopoderoso [...] te bendecirá con
las bendiciones de los cielos arriba, con las bendiciones de la profundidad acuosa que yace
allá abajo, con las bendiciones de los pechos y la matriz”. (Gé 49:25.) Esto les aseguró a los
descendientes de José que tendrían el agua necesaria procedente del cielo y de debajo de
la tierra, así como una población numerosa. (Compárese con Dt 33:13-16;Jos 17:14-18.)
Las bendiciones que Jacob pronunció sobre su amado hijo José tenían que ser semejantes
a un adorno para las dos tribus que surgirían de José, un adorno superior a las bendiciones
que constituyen los bosques y manantiales que adornan las eternas montañas y las colinas
indefinidamente duraderas. Serían una bendición permanente, y continuarían sobre la
cabeza de José y de sus descendientes por tanto tiempo como continuaran las montañas y
las colinas. (Gé 49:26; Dt 33:16.)
José fue “singularizado de entre sus hermanos” porque Dios lo escogió para desempeñar
un papel especial. (Gé 49:26.) Se distinguió por su excelente disposición y dotes para la
superintendencia y organización. Por lo tanto, era apropiado que descendieran
bendiciones especiales sobre la coronilla de su cabeza.
Jacob murió cuando terminó de bendecir a sus hijos. Luego José cayó sobre el rostro de su
padre y lo besó. En conformidad con el deseo de Jacob de que se le enterrara en la cueva
de Macpelá, José hizo que los médicos egipcios embalsamaran el cuerpo de su padre
como preparación para el viaje a Canaán. (Gé 49:29–50:13.)
Actitud hacia sus hermanos. A su regreso de enterrar a Jacob, los medio hermanos de
José, cuya conciencia aún les remordía, temieron que José tomara alguna represalia contra
ellos, por lo que suplicaron que los perdonase. Ante eso, José rompió a llorar, y les consoló
y aseguró que no había razón para temer: “No tengan miedo, ¿pues acaso estoy yo en el
lugar de Dios? En cuanto a ustedes, ustedes tenían pensado un mal contra mí. Dios lo tenía
pensado para bien, con el propósito de obrar como sucede hoy, para conservar viva a
mucha gente. Ahora pues, no tengan miedo. Yo mismo seguiré proveyéndoles alimento a
ustedes y a sus niñitos”. (Gé 50:14-21.)
Su muerte. José sobrevivió a su padre unos cincuenta y cuatro años, y llegó a la edad de
ciento diez años. Tuvo el privilegio de llegar a ver a algunos de sus bisnietos. Por fe, pidió
antes de morir que los israelitas llevasen sus huesos a Canaán al tiempo del éxodo. Cuando
murió, se embalsamó su cuerpo y se puso en un ataúd. (Gé 50:22-26; Jos 24:32;Heb 11:22.)
Se da prominencia al nombre de José. En vista de la posición prominente de José entre
los hijos de Jacob, era muy apropiado que su nombre se usase a veces para designar a
todas las tribus de Israel (Sl 80:1) o a las que integraron el reino norteño. (Sl 78:67; Am
5:6, 15; 6:6.) Su nombre también figura en la profecía bíblica. En la visión profética de
Ezequiel, la herencia de José es una porción doble (Eze 47:13), una de las puertas de la
ciudad “Jehová Mismo Está Allí” lleva el nombre José (Eze 48:32, 35) y, con referencia a la
reunificación del pueblo de Jehová, se habla de José como jefe de una parte de la nación y
de Judá, como jefe de la otra. (Eze 37:15-26.) La profecía de Abdías indicó que la “casa de
José” tomaría parte en la destrucción de la “casa de Esaú” (Abd 18), y la de Zacarías dice
que Jehová salvaría a la “casa de José”. (Zac 10:6.) Entre las tribus del Israel espiritual
aparece la de José en lugar de la de Efraín. (Rev 7:8.)
El hecho de que se mencione a la tribu de José en Revelación 7:8 da a entender que la
profecía de Jacob en su lecho de muerte tendría una aplicación en el Israel espiritual. Por
lo tanto, es digno de notar que el Poderoso de Jacob, Jehová Dios, proveyó a Jesucristo
como el Pastor Excelente que entregó su vida por las “ovejas”. (Jn 10:11-16.) Cristo Jesús es
también la piedra angular de fundamento sobre la que descansa el templo de Dios
compuesto de israelitas espirituales. (Ef 2:20-22; 1Pe 2:4-6.) Y este ‘Pastor’ y ‘Piedra’ está
con el Dios Todopoderoso. (Jn 1:1-3; Hch 7:56; Heb 10:12; compárese con Gé 49:24, 25.)
Paralelos entre José y Jesucristo. Se pueden observar numerosos paralelos entre la vida
de José y la de Cristo Jesús. Al igual que José, Jesús también se distinguió por ser el hijo
predilecto de su padre. (Compárese con Mt 3:17; Heb 1:1-6.) Los medio hermanos de José
le mostraban hostilidad. De manera similar, a Jesús lo rechazaron los suyos, los judíos (Jn
1:11), y sus medio hermanos en la carne al principio no ejercieron fe en él. (Jn 7:5.) La
disposición obediente de José al cumplir con la voluntad de su padre de ir y comprobar
cómo estaban sus medio hermanos tiene su paralelo en que Jesús aceptara de buena gana
venir a la Tierra. (Flp 2:5-8.) Las amargas experiencias que tuvo José como resultado de
esta misión fueron comparables a lo que le ocurrió a Jesús, sobre todo cuando lo
maltrataron y finalmente le dieron muerte en un madero de tormento. (Mt 27:27-46.) Así
como los medio hermanos de José lo vendieron a la caravana de madianitas-ismaelitas, de
manera similar, los judíos entregaron a Jesús a la autoridad romana para que lo ejecutase.
(Jn 18:35.) Tanto en el caso de José como en el de Jesús, el sufrimiento los refinó y preparó
para cumplir con sus respectivas misiones de salvación. (Sl 105:17-19; Heb 5:7-10.) El que
se elevara a José al puesto de administrador de alimentos de Egipto, así como las vidas
que se salvaron por esa razón, encuentra un paralelo en el que Jesús haya sido ensalzado y
llegue a ser Salvador tanto de los judíos como de los que no lo son. (Jn 3:16, 17; Hch 5:31.)
El ardid de los hermanos de José para hacerle daño resultó ser el medio de que Dios se
valió para salvarles de la inanición. De igual manera, la muerte de Jesús suministró la base
para la salvación. (Jn 6:51; 1Co 1:18.)
2. Padre de Igal, el espía de la tribu de Isacar a quien Moisés envió desde el desierto de
Parán. (Nú 13:2, 3, 7.)
3. Levita de “los hijos de Asaf” al que durante el reinado de David se designó por suertes
para formar parte del primero de los veinticuatro grupos de músicos. (1Cr 25:1, 2, 9.)
4. “Hijo de Jonam”; antepasado de Jesucristo por parte de su madre, María. (Lu 3:30.) José
era descendiente de David y vivió antes de que los babilonios destruyesen Jerusalén.
5. Uno de los hombres que acataron la exhortación de Esdras y despidieron a sus esposas
e hijos extranjeros. (Esd 10:10-12, 42, 44.)
6. Sacerdote de la casa paterna de Sebanías que fue contemporáneo del sumo sacerdote
Joiaquim, el gobernador Nehemías y Esdras el sacerdote. (Ne 12:12, 14, 26.)
7. “Hijo de Matatías” y antepasado de Jesucristo por línea materna. (Lu 3:24, 25.) Vivió
varios años después del destierro en Babilonia.
8. Hijo de cierto Jacob; padre adoptivo de Cristo Jesús, esposo de María y, más tarde,
progenitor de por lo menos cuatro hijos varones: Santiago, José, Simón y Judas, además de
varias hijas. (Mt 1:16; 13:55, 56; Lu 4:22; Jn 1:45; 6:42.) También se le llamó hijo de Helí (Lu
3:23), su suegro. El justo José, siempre obediente a la dirección divina, se apegó a la ley
mosaica y acató los decretos de César.
Como carpintero y residente en Nazaret, José no era un hombre de muchos recursos
financieros. (Mt 13:55; Lu 2:4; compárese Lu 2:24 con Le 12:8.) Estaba prometido con la
muchacha virgen María (Lu 1:26, 27), pero antes de que se desposaran, ella se quedó
encinta por medio del espíritu santo. Puesto que no quería hacer de ella un espectáculo
público, José tenía la intención de divorciarse en secreto. (Véase DIVORCIO.) Sin embargo,
tras recibir una explicación del ángel de Jehová en un sueño, llevó a María a su hogar
como su esposa legal. No obstante, se abstuvo de tener relaciones con ella hasta después
del nacimiento de aquel hijo engendrado milagrosamente. (Mt 1:18-21, 24, 25.)
En obediencia al decreto de César Augusto de que la población se registrara en sus
propias ciudades, José, descendiente del rey David, se desplazó con María hasta Belén de
Judea, en donde María dio a luz a Jesús en un establo, ya que no había disponible otro
alojamiento. Aquella noche, ciertos pastores a quienes un ángel había informado del
nacimiento, fueron a ver al niño recién nacido. Unos cuarenta días después, como requería
la ley mosaica, José y María presentaron a Jesús en el templo de Jerusalén junto con una
ofrenda. Tanto José como María se admiraron cuando oyeron las palabras proféticas del
anciano Simeón en cuanto a las grandes cosas que haría Jesús. (Lu 2:1-33; compárese
con Le 12:2-4, 6-8.)
Parece que después de algún tiempo, mientras residían en una casa de Belén, unos
astrólogos orientales visitaron a María y su hijito (aunque podría parecer que Lucas
2:39indica que José y María volvieron a Nazaret justo después de presentar a Jesús en el
templo, debe tenerse en cuenta que este texto forma parte de un relato muy condensado).
La intervención divina impidió que su visita resultase en la muerte de Jesús. Al ser
advertido en un sueño de que Herodes intentaba hallar al niño para destruirlo, José prestó
atención a las instrucciones divinas de huir con su familia a Egipto. (Mt 2:1-15.)
Tras el fallecimiento de Herodes, el ángel de Jehová se le volvió a aparecer a José en un
sueño y le dijo: “Levántate, toma al niñito y a su madre, y ponte en camino a la tierra de
Israel”. Sin embargo, al oír que Arquelao, el hijo de Herodes, gobernaba en lugar de su
padre, tuvo miedo de regresar a Judea, y “habiéndosele dado advertencia divina en un
sueño, se retiró al territorio de Galilea, y vino y moró en una ciudad de nombre Nazaret”.
(Mt 2:19-23.)
José llevaba a su familia a la celebración de la Pascua en Jerusalén todos los años. En cierta
ocasión, regresaban a Nazaret cuando, después de viajar la distancia correspondiente a un
día desde Jerusalén, se dieron cuenta de que su hijo Jesús, de doce años, no estaba con
ellos. Lo buscaron angustiados y por fin lo hallaron en el templo de Jerusalén escuchando
e interrogando a los maestros. (Lu 2:41-50.)
El registro bíblico no menciona el grado de enseñanza que José le dio a Jesús.
No obstante, no hay duda de que contribuyó a que Jesús progresara en sabiduría. (Lu
2:51, 52.) También le enseñó el oficio de carpintero, pues a Jesús se le conoció como “el
hijo del carpintero” (Mt 13:55) y también como el “carpintero”. (Mr 6:3.)
Las Escrituras no mencionan de modo específico la muerte de José, pero parece que murió
antes que Jesús. Si hubiera vivido después de la Pascua de 33 E.C., no es probable que
Jesús, mientras estaba fijado en el madero, confiara el cuidado de María al apóstol Juan.
(Jn 19:26, 27.)
9. Medio hermano de Jesucristo. (Mt 13:55; Mr 6:3.) Al igual que sus demás hermanos, al
principio no ejerció fe en Jesús. (Jn 7:5.) Sin embargo, después, los medio hermanos de
Jesús, seguramente entre ellos José, se hicieron creyentes. El registro dice que estaban con
los apóstoles y otros discípulos después de la ascensión de Jesús al cielo; de modo que es
muy posible que se contaran entre los aproximadamente 120 discípulos reunidos en un
aposento superior en Jerusalén cuando se escogió por suertes a Matías para reemplazar al
infiel Judas Iscariote. Parece ser que este mismo grupo de unos 120 recibió el espíritu de
Dios en el día del Pentecostés de 33 E.C. (Hch 1:9–2:4.)
10. Hombre rico de la ciudad de Arimatea (Judea) y miembro respetado del Sanedrín judío.
Aunque era un varón bueno y justo que esperaba el reino de Dios, no se identificó
abiertamente como discípulo de Jesucristo debido a que temía a los judíos incrédulos. Sin
embargo, no votó en favor de la acción injusta del Sanedrín contra Cristo Jesús. Más tarde,
mostró valor al pedirle a Pilato el cuerpo de Jesús, y junto con Nicodemo lo preparó para
el entierro y luego lo puso en una tumba nueva labrada en la roca. Esta tumba era de su
propiedad y estaba situada en un jardín cercano al lugar donde se fijó a Jesús en el
madero. (Mt 27:57-60; Mr 15:43-46; Lu 23:50-53; Jn 19:38-42.)
11. Discípulo a quien se propuso junto con Matías como candidato al puesto de
superintendencia que dejó vacante el infiel Judas Iscariote. José, llamado también Barsabás
(quizás un patronímico o simplemente un nombre adicional) y a quien se dio el
sobrenombre de Justo, fue testigo de la obra, milagros y resurrección de Jesucristo. Sin
embargo, fue Matías, no José, el escogido por suertes para reemplazar a Judas Iscariote
antes del Pentecostés del año 33 E.C. y fue él quien llegó a ser “contado junto con los once
apóstoles”. (Hch 1:15–2:1.)
12. Levita de sobrenombre Bernabé y oriundo de Chipre. (Hch 4:36, 37.) Fue compañero
íntimo del apóstol Pablo. (Véase BERNABÉ.)
[Ilustración de la página 123]

De acuerdo con el registro bíblico, que menciona que Faraón tenía un jefe de coperos, en
una tumba de Tebas se representa la vendimia y la elaboración de vino

[Ilustraciones de la página 124]

Representación de la cosecha y el almacenaje del grano hallada en una tumba egipcia.


Génesis habla de una abundante cosecha de grano en Egipto
10 formas en las que
el diablo se está
metiendo en tu vida y
que tal vez no sabías
¿Crees que el diablo solamente se mete en la vida de una
persona con la posesión? Pues no. El enemigo también usa otras
formas que pueden pasar desapercibidas.

La frases “no es para tanto” o “estás exagerando” son música


para los oídos de Satanás. A él le gusta que la gente no
descubra sus trampas, a menudo escondidas en cosas
aparentemente agradables.

Por ello, presentamos una lista de 10 formas en las que Satanás


podría estar ingresando en tu vida y que tal vez no sabías
porque las consideras “algo normal” o inofensivo.

1.- Los Horóscopos

Puedes encontrarlos en periódicos y revistas. Cada día aseguran


que te dicen lo que sucederá en tu vida de acuerdo a tu “signo
zodiacal” y muchas personas lo consultan religiosamente, y
creen en sus “predicciones”.

Sin embargo, está mal hacerlo porque los horóscopos reclaman


tener el poder de conocer el futuro, algo que solo pertenece a
Dios.

Por ello, creer en los horóscopos atenta contra el Primer


Mandamiento: “Amarás a Dios sobre todas las cosas” porque no
estás confiando en Él ni en los maravillosos planes que tiene
para cada uno de sus hijos.

2.- Los Médiums


Los médiums son personas que dicen tener el don de la
“clarividencia” y que a través de su sensibilidad paranormal
pueden servir de “mediadores” para comunicarse con los
espíritus o incluso manipular el mundo espiritual.

Hay que recordar que la Palabra de Dios condena el conjuro de


los muertos en Dt. 18, 10-11 y en Is 19,3.

Los médiums y sus semejantes, o son estafadores u obtienen su


poder del demonio.

3. - El Turismo Paranormal

Últimamente se ha popularizado la visita a las “casas


embrujadas”. Se estima que en Estados Unidos unas 1.200
casas embrujadas ganan al año más de 500 millones de dólares
por permitir utilizar equipos paranormales a los aspirantes a
cazadores de fantasmas que se burlan de los espíritus para
obtener una respuesta.

El P. Vincent Lampert, exorcista de la Diócesis de Indianápolis


(Estados Unidos) explicó en una ocasión que algunos sucesos
“paranormales” que se presentan en las casas pueden ser un
alma del purgatorio que “está buscando oraciones e intentando
llamar la atención de la gente”.

Cuando se presente esta circunstancia, sugirió comenzar a orar


y “si todo se calma cuando comenzamos a rezar, entonces es un
alma del purgatorio”. Pero “si es el mal, las cosas se vuelven
más turbulentas porque un demonio es atormentado por la
oración”.

4.- Desear que alguien se vaya al Infierno

Es probable que todos hayamos escuchado a alguien decir “que


arda en el Infierno” o “vete al Infierno”. Por ejemplo, las
personas a las que se les desea eso suelen ser los asesinos,
abusadores de niños o alguien que haya hecho algo muy malo.

Pero hay que reflexionar sobre esto. El demonio quiere que las
almas pasen la eternidad en el Infierno. A pesar de lo horrible
que pueda ser esa persona, nunca debemos desear la
condenación de nadie porque estamos poniéndonos del lado de
Satanás y enfrentándonos a la voluntad de Dios, quien desea
que todos se salven y estén con Él en el Cielo.

5.- Supersticiones como “Tocar madera” o “No pasar


debajo de una escalera”

Hay católicos que lo hacen. Por ejemplo, cuando arrojas una


moneda a la fuente para pedir un deseo, cruzas los dedos,
evitas que un gato negro cruce en tu camino, que se caiga la
sal, etc.

Pueden parecer cosas inofensivas –como tener amuletos de


buena suerte o los pies de conejo– pero en verdad estás
buscando poderes que no son de Dios. En vez de tocar madera
o pedir un deseo, haz una oración.

6.- Leer la palma de la mano o las cartas del tarot

Puedes encontrar en la calle o en las ferias adivinos que te leen


la mano o tu destino en las cartas del tarot. Al escuchar sus
predicciones estás dejando entrar al demonio en tu vida, porque
ellos buscan manipular el mundo conocido al aprovechar un
poder que no es Dios.

Y no te dejes engañar por alguien que quiere leerte la mano y


usa una cruz, un rosario o porta otro símbolo cristiano.

7.- Comprar productos que “tienen poderes”

Con esto nos referimos a los cristales, piedras o aceites que son
utilizados y vendidos por las compañías afirmando que tienen
poderes sobrenaturales.

Para un poder real, habla con el Creador del Universo y recibe


de Él gracias sobrenaturales a través de los sacramentos.

8.- No perdonar

Jesús repitió en diversas ocasiones la importancia de


perdonarnos los unos a los otros. Eso no significa que estés
obligado a ser amigo o amiga de esa persona.
Orar por alguien y dejar ir el rencor y la ira con el auxilio de
Dios ayuda a que sanes tus heridas. No querer perdonar es
apoyar al demonio e ir contra la voluntad divina.

9.- La Pornografía

Incluso dentro del matrimonio, la pornografía es una forma de


maldad que está muy enraizada en nuestra cultura.

El Arzobispo de Pamplona y Tudela (España), Mons. Francisco


Pérez advirtió que “los frutos que conlleva esta dependencia (la
pornografía) son desastrosos y el alcance de violencia que
engendra son desbordantes”.

También aseguró que “mata al amor” porque “estudios recientes


han encontrado que después que un individuo ha estado
expuesto a la pornografía, se califican a sí mismos con menor
capacidad de amor que aquellos individuos que no tuvieron
contacto con la pornografía”.

10.- Creer en apariciones condenadas por la Iglesia

El National Catholic Register recogió en un artículo la explicación


del P. Auguste Poulain, un teólogo que afirma que a veces el
diablo puede valerse de las “revelaciones privadas” para
“atrapar a los católicos”.

“El diablo puede, por un ardid, fingir alentarlos por un tiempo


por el bien para después arrastrar a su víctima en
exageraciones y extravagancias. Siempre que el fin sea malo, el
camino que conduce a este le importa muy poco a él”, indicó el
sacerdote.

Por ello, es recomendable consultar las apariciones aprobadas


por la Iglesia y acudir a un sacerdote experto en caso de tener
algunas “visiones”.
EMPECEMOS POR EL PRINCIPIO
No hay duda que el creador del universo es un Dios que se
comunica con el ser humano.

La palabra más clara e indudable de Dios la tenemos en la Biblia;


y es la certera.

Ya en el primer libro de la Biblia en el Génesis se muestra


como Dios le habló directamente a Adán e incluso se le apareció
en forma física.
Después en el Antiguo Testamento aparecen una serie de
profetas a quienes Dios les habla para que fueran intermediarios
con el pueblo.
Algunos de los mensajes de Dios a estos profetas son
mencionados en la Biblia pero también la Biblia menciona otros
profetas cuyo material no está incluido en ella.
Luego en Hebreos 1: 1 del Nuevo Testamento dice,
“Dios, habiendo hablado desde hace mucho tiempo a los padres
en los profetas de diversas maneras, al final de estos días nos
habló en su Hijo”
Esto quiere decir que a partir de ese momento el interlocutor
entre los hombres y Dios es Jesús.
Fue el mismo Jesús quien le habló directamente a San Pablo en
el camino a Damasco.
Dios Jesucristo hoy nos sigue hablando y comunicándonos,
revelándonos, cosas personales.
Y nos habla de diversas maneras que relataremos en este artículo.
Muchas conversiones vienen de esto, como por ejemplo la de San
Ignacio de Loyola, que sintió que Dios le estaba hablando
directamente su lecho de convaleciente, cuando leyó las palabras
de la Biblia,
“¿En qué beneficiará un hombre si gana todo el mundo y sufre la
pérdida de su alma?”
Dios también elige a ciertas almas para hablarle directamente
y muy evidentemente, que son los que hoy llamamos videntes.
Pero habla a todos sin excepción de manera directa a través de
diversos métodos.

De modo que el mensaje que creemos recibir lo debemos discernir


con aquellas palabras que sabemos realmente que son de Dios.

Más específicamente lo debemos discernir contra lo que dice la


Biblia.
Si el mensaje que creemos recibir de Dios, por diversas formas de
comunicación, contradice lo que está expresado en la Biblia,
entonces muy probablemente debamos seguir investigandolas
señales de Dios para discernir las mejor.
Todo esto hace necesario el ejercicio de estar abiertos a la
escucha de Dios.
Especialmente en aquellas formas de comunicación que Él
suele utilizar.
Y esto no lleva a considerar lo que entiende la Iglesia por
revelación.
REVELACIÓN PÚBLICA Y
PRIVADA
La teología católica distingue comúnmente entre lo que se conoce
como la revelación pública y la revelación privada.
Revelación pública, es el tipo de revelación que encontramos
en las Escrituras, es vinculante para todos los cristianos de
todas las épocas.
Por el contrario, la revelación privada sólo es vinculante para
aquellos a quienes les es dada.
La Iglesia Católica enseña que la revelación pública está
cerrada hasta la Segunda Venida.
El Catecismo de la Iglesia Católica establece:
La economía cristiana, por lo tanto, desde que es la nueva y
definitiva alianza, nunca pasará, y ninguna nueva revelación
pública es de esperar antes de la gloriosa manifestación de
nuestro Señor Jesucristo [CIC 66].
La revelación privada, sin embargo, está en curso:

A lo largo de los siglos, ha habido las llamadas revelaciones


“privadas”, algunas de las cuales han sido reconocidas por la
autoridad de la Iglesia.
.
Ellas no llegan, sin embargo, hasta el depósito de la fe.
.
Su papel no es para mejorar o completar la revelación definitiva de
Cristo, sino para ayudar a vivir más plenamente en una cierta época
de la historia.

Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sensus fidelium [es


decir, el sentido colectivo de los fieles] sabe cómo discernir y dar
la bienvenida en estas revelaciones a lo que constituye una
llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.
La fe cristiana no puede aceptar “revelaciones” que pretenden
superar o corregir la Revelación de la cual Cristo es el
cumplimiento, como es el caso de ciertas religiones no cristianas
y también de ciertas sectas recientes que se fundan en tales
“revelaciones” (CIC 67).
SIGUEN EXISTIENDO LAS
REVELACIONES PRIVADAS
Algunos asimilan las revelaciones privadas a las llamadas
apariciones y llegan a considerar que la época de la revelación,
incluso revelación privada ha terminado.

Sin embargo, esto es algo que la Escritura nunca dice.


.
Ninguno de los autores del Nuevo Testamento dice que Dios va a
dejar de usar visiones y fenómenos relacionados antes de la
Segunda Venida.

San Pablo expresa la actitud cristiana apropiada hacia estos


fenómenos de esta manera:
No apaguéis el Espíritu. No desprecies declaraciones proféticas.
Probad todo y quedaos con lo bueno (1 Tesalonicenses 5:19-21.).
Los Padres de la Iglesia eran de la misma opinión.
.
Cuando la Era Apostólica se cerró y comenzó la era de los Padres,
no pensaron que Dios había dejado de repente de dar visiones.
.
Reconocieron que las nuevas visiones no estaban en el mismo
plano que la revelación que se encuentra en la Biblia (revelación
pública).
.
Pero reconocieron la continua presencia de las revelaciones
privadas en la Iglesia.

No fue hasta la época de la Reforma Protestante que la gente


comenzó a negar el concepto.
DEBEMOS ESTAR ABIERTOS A
VER Y ESCUCHAR
Aunque no todas las comunicaciones son tan explícitas como
sueños y visiones.
Hay otras más sutiles, que vamos a enumerar más abajo.

Pero además de captar el evento como un signo con el cual Dios


nos quiere comunicar algo, el punto central es discernir que nos
quiere decir.
.
Y esa es una de las principales funciones de la oración, en la que
pedimos a Dios nos ilumine para comprender.

Sin embargo, suceden casos en que no comprendemos


inmediatamente el mensaje.
Y ahí debemos tener la templanza de seguir adelante con el
aparente pedido del Señor, porque más tarde se aclarará, como
en el ejemplo de abajo.
Hablé con Dios, le conté lo que me pasaba. ¡Todo! Y después de hablar —como lo
haría contigo— me quedé callada, esperando su respuesta. Si hablo contigo, uso
mi voz. Escucho tus palabras y actúo en consecuencia. Pero, ¿cómo escucho a
Dios? ¿Cómo sé si Él me habla? Dios nos da muchas guías para saber si nos
habla y exactamente qué nos dice. En este artículo desgloso algunas, para que no
nos quepa duda de Su presencia permanente y amorosa en nuestras vidas.

1. El hombre es limitado: debe abrir su corazón

¿Recuerdas la película de «La Sirenita», de Disney? ¿Recuerdas cómo el príncipe


Eric se enamoró de la voz de ella, que escuchó como en sueños mientras lo
salvaba de morir ahogado? ¿Recuerdas cómo la añoraba cuando recordaba que
Ariel lo había salvado? Luego, cuando miró a Ariel recién convertida en humana,
reconoció su rostro de inmediato, pero se desanimó al ver que ya no tenía voz.

Este ejemplo tan poco religioso me ayuda a entender cómo es mi relación con
Dios. Añoramos estar con Él, porque es nuestro Creador, pero a veces estamos
demasiado humanizados y olvidamos que debemos estar atentos a otras muchas
señales Suyas y que no escuchar en nuestro oído su voz humana no significa que
no esté ahí.

Sí, es verdad que existen otras cosas más palpables que parecen brindar
respuesta y orientación a nuestro agitado corazón. Pero una a una van
desmoronándose, porque están también formadas por hombres, y lo único que
sacia la gran sed de nuestro corazón es Él, Dios. Entonces, la primera propuesta
es: abramos nuestro corazón para poder mirar con otros ojos y escuchar con
oídos nuevos.

2. Dios habla en las Escrituras

La Biblia es el libro sagrado por excelencia, donde se narra la historia de la


relación de Dios con el hombre a través de la Historia. También relata la vida de
Jesucristo y el registro de Sus enseñanzas principales, para hablarnos día a día.
¿Tienes un problema? Consulta la Biblia, léela con el corazón, pidiendo a Jesús
que abra tu mente y tu corazón para saber tomar Su palabra como Él quiere
comunicarla.

Ad ve rt i s em e nt

3. Dios habla a través de lo que te pasa

¿Conoces la historia del hombre que vivió una inundación en su ciudad y oraba
incansablemente a Dios que lo salvara? El agua subía a una velocidad
escalofriante y este hombre subió al techo de su casa, donde siguió orando a
Dios. Entonces, pasó un hombre con una barca y le ofreció ayuda, pero el hombre
—que esperaba realmente ver a Jesús con su túnica y casi caminando sobre el
agua— dijo que no, y siguió «esperando la salvación» desde su techo. Al llegar al
cielo, luego de morir ahogado, Dios le preguntó la razón para ignorar Su ayuda. El
hombre desconcertado entendió al fin que Jesús utiliza muchas veces a las
personas y circunstancias como instrumentos de Su labor y gloria.

Observa en el día a día las pequeñas y grandes respuestas de Dios a tus súplicas
y necesidades; están allí, deseando que las mires para que agradezcas y
glorifiques las bondades y delicadezas de Dios.

4. Dios habla a través de lo que sientes

¿Te sientes solo? ¿Te sientes triste? ¿Te sientes cansado? Date un momento
para abrir tu corazón a Jesús. Pide al Espíritu Santo que te ilumine y explora las
luces que recibes en tu corazón, las imágenes, las ilusiones, las propuestas que te
retan y que tal vez no te gustan pero que, en el fondo, sabes que son la solución a
tus problemas.

5. Dios habla a través del silencio

Cristo fue señalado y no siempre fue escuchado. No olvides que Dios —lleno de
dolor— guardó silencio mientras Jesús agonizaba en la cruz, y Él era Su Hijo, el
Hijo Predilecto de Dios. No somos tú y yo más que Jesús. Debemos creer
entonces que en muchas ocasiones Dios considerará oportuno guardar silencio.
No lo hace como venganza, no lo hace por ser malo, lo hace porque en Su infinita
sabiduría considera bueno en ese momento no hablar. Eso también es un gesto
de amor de Dios; ten paciencia, Él siempre escucha, y —a ∫u tiempo— hablará.

Para profundizar más en el tema, puedes leer: Déjate acariciar por Dios

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