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EL ARCA DEL PACTO: SU ORIGEN, PROPÓSITO Y 

DESTINO
Publicado el septiembre 12, 2011 por unidoscontralaapostasia
Por Dr. David R. Reagan

La Biblia y el Arca
El origen del Arca se encuentra en Éxodo 25:10-22. Dios le
ordenó a Moisés construir el Arca para que albergara las tablas
de piedra en las que Él había escrito los Diez Mandamientos. El
Arca era una caja de aproximadamente 4 pies de largo, 2 ½
pies de ancho y 2 ½ pies de altura. Estaba hecha de madera de
acacia y estaba cubierta de oro por dentro y por fuera. La tapa
que cubría la caja era llamada el “propiciatorio”. Estaba hecha
de oro puro. Dos querubines de oro estaban montados sobre la
tapa, uno en cada extremo. Los querubines estaban el uno
frente al otro y las alas de uno estaban extendidas hacia el
otro, eclipsando al propiciatorio. Según Hebreos 9:4, dos objetos más fueron añadidos después al contenido del
Arca. Uno de éstos era una vasija con maná, la comida milagrosa que Dios suplió a los hijos de Israel en el desierto
(Éxodo 16). El otro objeto era la vara de Aarón que floreció (Números 17). Y, según Deuteronomio 31:24-26, el Arca
también contenía el Pentateuco de Moisés (los primeros cinco libros de las Escrituras hebreas).
Posteriormente, estos objetos adicionales debieron haber sido removidos del Arca, ya que cuando el Templo de
Salomón fue dedicado, el Arca sólo contenía las tablas de piedra con los Diez Mandamientos grabados sobre ellas
(2 Crón. 5:7-10). El Arca estaba alojada en el Lugar Santísimo, la cámara más recóndita del Templo. Una vez al año,
el Día de la Expiación, el Sumo Sacerdote entraba al Lugar Santísimo y rociaba sangre sobre el asiento de la
misericordia para hacer expiación por sus pecados y los pecados de la nación de Israel (Lev. 16 y Hebreos 9). Debido
a que Dios le había prometido a Moisés que Él comulgaría con Israel “de sobre el propiciatorio” (Éx. 25:22), se
desarrolló el concepto de que Jehová de los Ejércitos estaba entronado en los querubines del Arca (vea 1 Samuel
4:4 e Isaías 37:16).
El Simbolismo del Arca
Se ha hablado mucho del simbolismo del Arca, y con justa razón. Basta decir que cada aspecto del Arca apuntaba a
Jesús. La madera de acacia simbolizaba la humanidad de nuestro Señor. La incrustación de oro denotaba Su deidad.
Los Diez Mandamientos y el Pentateuco en el interior del Arca describían a Jesús con la Ley de Dios en Su corazón,
viviendo en perfecta obediencia a ella. La vasija de maná hablaba de Jesús como el Pan de Vida o como nuestro
sustentador de la vida. La vara de Aarón que floreció profetizaba obviamente la resurrección.
El propiciatorio también era un símbolo que señalaba al Mesías. Representaba el hecho de que la obra de Jesús en
la Cruz cubriría la Ley de Dios con Su misericordia, haciendo posible que aquellos que pongan su fe en Jesús sean
reconciliados con Dios. Es una ilustración de cómo el trono divino se transformó de un trono de juicio en un trono
de gracia, por la sangre expiatoria que fue rociada sobre él.
El Peregrinaje del Arca
Mientras los hijos de Israel vagaron en el desierto durante 40 años, el Arca fue llevada delante de ellos en postes
dorados por los sacerdotes, siguiendo “la nube de Jehová” con el fin de “buscarles un lugar de descanso” (Núm.
10:33). El Arca fue llevada a Canaán cuando los israelitas cruzaron el Jordán, y fue decisiva en su victoria sobre
Jericó (Josué 6). Durante el periodo de 400 años de los Jueces, el Arca estuvo alojada en el Lugar Santísimo del
Tabernáculo, que fue erigido en el centro religioso de Shiloh (Jueces 18:31 y 1 Samuel 1:3). Durante la última parte
del período de los Jueces, cuando la apostasía era rampante en Israel, se tomó la decisión de llevar el Arca a una
batalla contra los filisteos como un amuleto de buena suerte (1 Sam. 4:1-4). Esta profanación del Arca sagrada
enfureció al Señor, y Él permitió que los filisteos ganaran la batalla y capturaran el Arca (1 Sam. 4:5-11).
Los filisteos llevaron el Arca a Asdod, donde la colocaron en el templo de Dagón. Pero el Arca demostró ser una caja
caliente para los filisteos. Cuando toda clase de cal Fue llevada primero a Gat, pero cuando los hombres de la
ciudad fueron afectados con tumores, fue enviada a Ecrón, donde estallaron aflicciones similares. En ese punto, la
cargaron sobre una carreta halada por dos vacas y apuntando en la dirección de Israel. Las vacas vagaron hasta que
llegaron a la aldea llamada Bet-semes. Cuando la gente de esa ciudad se aventuró a mirar dentro del Arca por
curiosidad, un gran número fue herido de muerte (1 Sam. 6:19-21). Decidieron rápidamente permitir que el Arca
prosiguiera su viaje. Ésta acabó en la villa de Quiriat-jearim, localizada a pocos kilómetros del noroeste de Jerusalén
(1 Sam. 7:1-2). Permaneció ahí durante casi 70 años en la casa de Abinadab. (Los 70 años fueron los últimos 20 años
de la judicatura de Samuel, los 40 años del reinado de Saúl, y los primeros 7 años del reinado de David en Hebrón,
antes que se mudara a Jerusalén).
Cuando David llegó a Jerusalén, la primera prioridad de su administración fue proveerle al Arca un lugar adecuado
de descanso, porque estaba ansioso por devolver el símbolo de la presencia de Dios a la vida de la nación (Salmo
132:1-5). El regreso del Arca fue una ocasión de gran regocijo (1 Cró. 15:25-29). David la puso en una tienda en el
Monte Moriah (el Monte del Templo actual), donde permaneció hasta que su hijo Salomón construyó el Templo. El
Lugar Santísimo en el Templo se convirtió en el lugar de descanso final del Arca (1 Reyes 8 y 2 Crónicas 5).
El Arca Perdida
Nadie sabe a ciencia cierta que pasó con el Arca. La última vez que se menciona en las Escrituras es en 2 Crónicas
35:3. Este pasaje deja en claro que el Arca seguía existiendo en la época del avivamiento espiritual dirigido por el
joven rey Josías. 22 años después de la muerte de Josías, Judá cayó ante los babilonios (586 a.C.) y el Arca
desapareció.
La mayoría de los eruditos creen que simplemente fue destruida cuando el Templo fue quemado. Otros creen que
fue capturado como un trofeo de guerra, llevada a Babilonia y, probablemente, fundida por su oro. Pero muchos
creen que sobrevivió y que en la actualidad está oculta en alguna parte.
La Teoría de la Destrucción
Aquellos que creen que el Arca se perdió cuando los babilonios conquistaron Jerusalén y destruyeron el Templo
señalan a 2 Reyes 24:13 y el pasaje paralelo en 2 Crónicas 36:18. Ambos afirman que “todos los utensilios de la casa
de Dios, grandes y pequeños, y los tesoros de la casa de Dios”, fueron llevados a Babilonia. Pero los sabios judíos
han argumentado siempre que el Rey Salomón anticipó ataques contra Jerusalén y el Templo y que, por lo tanto,
construyó una bóveda para el Arca que estaba ubicada en lo profundo del Monte del Templo y protegida por
laberintos y pasajes secretos.1 Además, señalan que cuando los judíos fueron liberados de la cautividad babilónica
por Ciro, el Arca no se menciona en la lista de tesoros del Templo que fueron dados a aquellos que regresaban a
Jerusalén (Esdras 1:5-11). La idea de una bóveda secreta debajo del Monte del Templo es ciertamente plausible.
Por otra parte, la existencia de tal escondite está implícito en 2 Crónicas 35, donde se nos dice que el Rey Josías
ordenó a los sacerdotes levitas que restauraran el Arca al Templo. Evidentemente había sido removida durante el
reinado del malvado rey Manasés, quien profanó el Templo con altares dedicados a dioses extraños (2 Crónicas
33:1-5).
Evidencia adicional de que el Arca pudo haber sido destruida por los babilonios, es el hecho de que el Arca nunca
fue restaurada al Lugar Santísimo cuando el Segundo Templo fue construido después del regreso de los judíos de la
cautividad babilónica. Cada año, en Yom Kippur, cuando el Sumo Sacerdote entraba al Lugar Santísimo, rociaba la
sangre en una porción del lecho de la roca que sobresalía del suelo – supuestamente la roca sobre la cual el Arca
había descansado tradicionalmente. Esta roca era llamada “la piedra de fundamento”.2 El hecho de que el Lugar
Santísimo permaneció vacío sin el Arca es atestiguado por el historiador romano, Tácito. Él declara que cuando el
general romano, Pompeyo, conquistó a Judá en el 63 a.C., entró al Lugar Santísimo y lo encontró completamente
vacío. Los sabios judíos contra argumentan que la razón por la que el Arca nunca fue restaurada al Lugar Santísimo
en el Segundo Templo es debido a que los judíos nunca fueron independientes después que regresaron a su tierra.
Primero estuvieron bajo el control persa, y luego fueron conquistados por los romanos. Mantienen que debido a
esta dominación extranjera, el Arca fue dejada en su escondite durante el periodo del Segundo Templo (516 a.C. al
70 AD).
La Tradición Judía
Como se indicó anteriormente, la tradición judía es que el Arca fue colocada en una bóveda subterránea en la
época del asedio babilonio de Jerusalén y que permanece ahí hasta este día. Esta tradición es afirmada por varios
pasajes en el Talmud. Los sabios judíos también creen que sepultados con el Arca existen otros tesoros del Templo
tales como el Tabernáculo de Moisés (el templo tienda usado durante la peregrinación por el desierto y el periodo
de los Jueces), el altar del incienso, la vara de Aarón, la olla de maná y las tablas de Moisés.
En 1967, durante la Guerra de los Seis Días, los judíos recuperaron el control de la Ciudad Antigua de Jerusalén por
primera vez en la historia moderna. Las esperanzas se elevaron entre muchos de los judíos ortodoxos de que este
evento trascendental les daría la oportunidad de explorar debajo del Monte del Templo para buscar la bóveda que
contiene el Arca. Sin embargo, el General Moshe Dayán, actuando bajo su propia autoridad, decidió casi
inmediatamente entregar de regreso el control del Monte a las autoridades musulmanas. Hizo esto para prevenir
cualquier intento de destruir el Domo de la Roca. También consideró que tal gesto les indicaría a los árabes que los
israelíes querían vivir en paz con ellos. Dayán era un judío secular, y el Monte del Templo significaba poco para él.
Desde ese entonces, Israel ha tenido soberanía sobre el Monte del Templo, pero ha cedido el control del mismo a
las autoridades musulmanas. Esto ha hecho que sea imposible para los judíos llevar a cabo excavaciones
arqueológicas en, o debajo, del Monte del Templo. En 1981, algunos rabinos judíos comenzaron a limpiar los
escombros de un área cercana a la zona del Muro de los Lamentos con el fin de establecer una sinagoga. En el
proceso descubrieron lo que se llama La Puerta de Warren. Era una puerta que había sido descubierta un siglo
antes por el explorador británico Charles Warren durante una investigación subterránea, pero que nunca había sido
excavada en su totalidad. Se creyó que ésta era la puerta que conducía al área más cercana del Lugar Santísimo. La
puerta estaba sellada, pero los rabinos la abrieron y empezaron a hacer un túnel debajo del Monte del Templo
hacia el área que estaba debajo del Lugar Santísimo. Pero antes de que pudieran llegar muy lejos, fueron
descubiertos por las autoridades musulmanes y fueron forzados a detenerse. El Rabinato judío actual adopta la
postura de que el Arca está ubicada definitivamente en una bóveda debajo del Monte del Templo, pero han
dictaminado que ningún judío puede entrar a la bóveda hasta que el Mesías aparezca y revele la ubicación exacta
del Lugar Santísimo.5
Una de las autoridades principales de la cristiandad en el tema del Arca es Randall Price, un experto de la profecía
bíblica y un profesor de Estudios Judaicos en la Universidad Liberty en Lynchburg, Virginia. Él ha concluido que el
Arca aún sigue existiendo y se encuentra debajo del Monte del Templo.6
La Tradición de Jeremías

Una de las tradiciones más antigua y fuerte con respecto al destino del Arca es una que se encuentra en el libro
apócrifo de 2 Macabeos, que fue escrito durante el periodo inter-Testamentario. Ésta argumenta que Jeremías
huyó de Jerusalén con el Arca y la enterró en una cueva en el Monte Nebo, que está ubicado en la moderna nación
de Jordania. La narrativa en ese libro dice: “…el profeta Jeremías, obedeciendo a órdenes del Cielo, se hizo
acompañar por el Arca de la Alianza con su toldo y fue al cerro donde Moisés había subido y desde el cual había
contemplado la tierra prometida. Allí Jeremías encontró una caverna; metió en ella el Arca, el toldo que la cubría y
el altar del incienso y luego tapó la entrada con piedras” (2 Macabeos 2:4-5). Los dos libros de Macabeos no son
parte del canon bíblico aceptado y, por lo tanto, no son considerados como inspirados por Dios. La historia acerca
de Jeremías podría ser cierta, o podría ser simplemente una leyenda.
La Tradición Vaticana
Hay algunas personas que creen que el Arca del Pacto está en el Vaticano. Basan su creencia en el hecho de que el
arco que se construyó en Roma en honor de la victoria de Tito sobre los judíos contiene un friso que muestra a los
cautivos judíos cargando una gran menorá, que es un candelabro de siete brazos. Muchos asumen que la menorá
es una del Templo, pero eso es poco probable por muchas razones. En primer lugar, su base es de forma octagonal
con imágenes grabadas. La menorah del Templo siempre es descrita en la literatura judía teniendo una base de tres
patas o triangular. Y ningún objeto en el Templo habría tenido alguna imagen grabada en ellos. Eso habría sido
considerado crasa idolatría. Además, la menorá del Templo estaba hecha de oro macizo y, de esta forma, habría
sido demasiada pesada como para que una o dos personas la cargaran en sus hombros, como muestra el friso. La
teoría es que los tesoros del Templo, incluyendo el Arca, fueron llevados a Roma y, finalmente, terminaron en las
bóvedas del Vaticano después del colapso del Imperio Romano. Con el paso de los años, el Vaticano ha negado
firmemente que tenga posesión de alguno de los tesoros del Templo.
La Tradición Etíope
Ha existido un rumor durante muchos años de que el Arca del Pacto está en la Iglesia Santa María de Sión, en
Axum, Etiopía. Durante los últimos años, esta idea ha sido popularizada en los escritos de Grant Jeffrey, un escritor
canadiense de profecía bíblica. Este rumor está basado en una historia extraña de que el Arca fue contrabandeada
fuera de Jerusalén por Menelik I, el supuesto hijo de una unión entre la Reina de Saba y el Rey Salomón.
Supuestamente, una réplica del Arca quedó en el Lugar Santísimo en el Templo en Jerusalén. La motivación para
mover el Arca fue para protegerla del Rey Manasés, uno de los reyes más malvados de la historia de Judá.7 . Hay
todo tipo de problemas con esta leyenda. Por un lado, es dudoso que la Reina de Saba gobernara sobre Etiopía. Es
más probable que su reino fuera el moderno Yemen.
En cuanto a Menelik I, gobernó sobre Etiopía alrededor del 950 a.C., según la tradición. Manasés no se convirtió en
rey de Judá hasta 253 años más tarde. Por lo tanto, la supuesta remoción de Jerusalén del Arca por Menelik, no
pudo haber tenido algo que ver con tratar de protegerla del rey Manasés. Harry Atkins, un historiador etíope,
sostiene que no existe ningún registro de esta leyenda en la historia etíope hasta a finales del Siglo XIII. En esa
época, había una disputa sobre quién debería ser rey y uno de los contendientes afirmaba ser un descendiente del
Rey Salomón y la Reina de Saba. Atkins dice que fue en ese momento que la leyenda del Arca entró en la historia
etíope.
La Teoría Celestial
Otra teoría con respecto al destino del Arca es que fue trasladada o raptada, siendo llevada al Cielo para evitar que
cayera en las manos de los babilonios. Esta teoría se basa en una referencia al Arca en Apocalipsis 11:19. Este
pasaje es un flash-forward al final de la Tribulación, cuando el Cielo se abre y Jesús regresa en ira. El escritor afirma
que cuando el Cielo se abrió “el arca de Su pacto se veía en Su templo”. Aquellos que rechazan esta teoría
argumentan que el Arca vista en el Cielo en este pasaje es la realidad celestial de la que el Arca del Pacto fue sólo
una sombra o copia terrenal (Hebreos 8:5).
El Arca Olvidada
Independientemente de lo que pasó con el Arca, las Escrituras sugieren que nunca se encontrará de nuevo. Ésta es
una gran sorpresa para algunos cristianos que han asumido que se debe encontrar el Arca antes de que el Templo
de la Tribulación sea construido y que el sacrificio de animales sea reinstituido. Otros simplemente han asumido
que el Arca será reemplazada en el Lugar Santísimo cuando el Templo Milenial del Señor sea construido. Pero
Jeremías dice sin rodeos que “el arca del pacto del Señor… no vendrá al pensamiento, ni se acordarán de ella, ni la
echarán de menos, ni se hará otra” (Jeremías 3:16). El contexto de este pasaje es el reinado Milenial de Jesús, por
lo que no excluye la posibilidad de un descubrimiento antes de ese tiempo. De forma concebible, el Arca podría ser
descubierta, y Satanás podría usar su descubrimiento para incitar la reconstrucción de un Templo donde un sistema
sacrificial apóstata sería reinstituido. Sabemos que dicho Templo será construido, pero dudo que su construcción
vaya a estar motivada por el descubrimiento del Arca.
El Arca No Esencial
El punto importante a tener en cuenta aquí es que el redescubrimiento del Arca no es esencial para la
reconstrucción del Templo. Después de todo, el Templo fue reconstruido por Zorobabel después del cautiverio
babilónico, y el Arca ya había estado perdida para esa época. No había ningún Arca en el Lugar Santísimo en el
tiempo cuando Jesús adoró en el Templo. Tampoco es necesaria el Arca para el Templo Milenial. Ezequiel describe
el Templo con gran detalle (capítulos 40-42) y él nunca menciona el Arca. Hay un Lugar Santísimo (Ez. 41:4), pero
está vacío, y no está separado del Lugar Santo por un velo.

Jesús ya ha entrado al Lugar Santísimo celestial en nuestro favor (Hebreos 4:14-16, 8:1-6). Él ha rasgado el velo que
nos separaba de Dios, y sirve como nuestro Sumo Sacerdote, habiendo ofrecido Su propia sangre como el sacrificio
perfecto por nuestros pecados (Heb. 9:11-16). Él sirve como nuestro Mediador ante el trono del Padre (Heb. 9:24-
28). Así pues, durante el Milenio, no habrá necesidad de un sumo sacerdote humano o de un Arca con un
propiciatorio. Jesús servirá como rey y sumo sacerdote y, como tales, continuará sirviendo como el propiciatorio de
la humanidad (Zacarías 6:12-13).
El Arca Verdadera
Con respecto a este concepto de Cristo como nuestro propiciatorio, permítame añadir una perspectiva penetrante
que tomé de John MacArthur, uno de los más grandes predicadores de este país. El señaló un sencillo verso
histórico que contiene una profunda verdad acerca de que Jesús es nuestro propiciatorio.
El verso es Juan 20:12. Hablando de María viendo dentro de la tumba vacía de Jesús, el verso dice, “y vio a dos
ángeles con vestiduras blancas, que estaban sentados el uno a la cabecera, y el otro a los pies, donde el cuerpo de
Jesús había sido puesto”. Lo que María vio, observó MacArthur, fue el nuevo propiciatorio, el propiciatorio
perfecto. Considere nuevamente lo que María vio. Ella observó a dos ángeles, sentado cada uno en cada extremo
de la losa que había tenido el cuerpo quebrantado de nuestro Señor. Esa escena nos remite al Arca del Pacto,
¡donde dos querubines se cernían sobre su propiciatorio salpicado de sangre!
El Arca ya no es necesaria. Jesús ha cumplido todo lo que el Arca representaba. Él era Dios hecho carne. Él
representó la obediencia completa a la Ley, habiendo sido perfeccionado y convirtiéndose en la fuente de nuestra
salvación (Heb. 5:8-9). Su sangre fue derramada por nuestros pecados, y Su victoria está atestiguada por el hecho y
el poder de Su resurrección. Así como el Arca fue diseñada para ser un símbolo de la presencia de Dios en medio de
Su pueblo, Jesús es la máxima expresión del amor, cuidado y presencia de Dios. Él es nuestra Arca. Él es nuestra
Ley. Él es nuestro Maná. Él es nuestra Vara Florecida. Y, gracias a Dios, Él es nuestro Propiciatorio.
Bibliografia
1) Randall Price, Searching for the Ark of the Covenant: Latest Discoveries and Research (Eugene, Oregon: Harvest
House Publishers, 2005), p. 142.
2) Price, pp. 144-145.
3) Tacitus, Historiae, 5.9.1.
4) Babylonian Talmud, Yomah 52b and The Tosefta, Sotah 13:2).
5) Price, p. 150.
6) Ibid., p. 147.
7) «Menelik I,» Wikipedia, http://en.wikipedia.org/wiki/Menelik_I.
8) Harry R. Atkins, «Ark of the Covenant: Not in Ethiopia,» Queries & Comments, Biblical Archaeology Review

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