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Castorina-Barreiro-Toscano-Dos - Versiones - Del - Sentido - Comun Teorias Implicitas y Repr Sociales PDF
Castorina-Barreiro-Toscano-Dos - Versiones - Del - Sentido - Comun Teorias Implicitas y Repr Sociales PDF
representaciones sociales
El conocimiento de la sociedad
Alicia Barreiro
Sonia Borzi
José Antonio Castorina
Fernando Clemente
Gustavo Faigenbaum
Cristina Iglesias
Raquel Kohen
Alicia Lenzi
Alejandra Pataro
Ana Gracia Toscano
www.minoydavila.com.ar
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
por José Antonio Castorina ...................................................... 11
Capítulo I
La investigación psicológica de los conocimientos sociales.
Los desafíos a la tradición constructivista
por José Antonio Castorina ...................................................... 19
Capítulo II
El conocimiento de “dominio” moral en la psicología del
desarrollo. Un análisis de las tesis de Turiel
por José Antonio Castorina, Fernando Clemente y
Alicia Barreiro ......................................................................... 45
Capítulo III
La construcción de conocimientos políticos en niños y jóvenes.
Un desafío para la educación ciudadana
por Alicia Lenzi, Sonia Borzi, Alejandra Pataro y
Cristina Iglesias ........................................................................ 71
10 |
Capítulo IV
La construcción de la realidad jurídica
por Raquel Kohen ..................................................................... 99
Capítulo V
Las culturas infantiles y el intercambio entre pares
por Gustavo Faigenbaum.......................................................... 125
CAPÍTULO VI
La impronta del pensamiento piagetiano en la teoría de las
representaciones sociales
por José Antonio Castorina, Alicia Barreiro y
Fernando Clemente .................................................................
CAPÍTULO VII
El conocimiento de los niños sobre la sociedad según el
constructivismo y la teoría de las representaciones sociales
por José Antonio Castorina, Fernando Clemente y
Alicia Barreiro ......................................................................... 177
Capítulo VIII
Dos versiones del sentido común: las teorías implícitas y
las representaciones sociales
por José Antonio Castorina, Alicia Barreiro y
Ana Gracia Toscano ................................................................. 205
Capítulo IX
La adquisisción de conocimientos acerca de la historia y las
representaciones sociales
por José Antonio Castorina ...................................................... 239
| 205
CAPÍTULO VIII
Dos versiones del sentido común:
las teorías implícitas y las
representaciones sociales*
Introducción
En el pensamiento contemporáneo la preocupación por la naturaleza
y el alcance del conocimiento de sentido común ha tenido diversas
manifestaciones, en la filosofía, las ciencias sociales y la psicología.
Así, se han planteado diferentes problemáticas, por ejemplo, entre los
filósofos analíticos y los teóricos de la sociedad; tales pensadores han
utilizado marcos epistémicos muy dispares, según se hable del sentido
común de una manera ahistórica y naturalista, o social e histórica;
incluso, puede haber fuertes contraposiciones al pensarlo en tanto
un conocimiento producido individualmente o en tanto elaboración
realizada de la interacción social.
Los autores más influyentes de la filosofía analítica se han pre-
guntado si las creencias producidas en la vida cotidiana son la base
que sustenta el edificio del conocimiento o si caen bajo las críticas
del escepticismo. Esto es, han intentado establecer si tales creencias
son un conocimiento justificable para la reflexión o no, y cuál es su
significado filosófico. Algunos de ellos consideran que es preciso
reivindicar la defensa del sentido común hecha por Moore (1959);
por su parte, Wittgenstein (1988), distingue en nuestro conocimiento
cotidiano entre creencias modificables en la experiencia y las con-
vicciones sobre las que no vale la pena discutir, como la existencia
bios del mundo. Esto vale tanto para la física intuitiva del calor
o la energía. (Pozo, 2002), así como para otros conocimientos
cotidianos. Estos resultan de una actividad personal en escenarios
culturales, en términos de lo que los individuos sienten, o viven-
cian en su experiencia corporal con el mundo. Es decir, aquellas
experiencias vinculadas al cuerpo no se traducen directamente
en procesamiento simbólico y formal, siendo tácitas respecto de
una ulterior explicitación. Dichas vivencias son inaccesible a la
conciencia, ya que el esfuerzo por traducirlas a un código común,
equivale a su modificación.
Lo dicho no supone un modo único de ser “implícito”, sino que
puede hablarse de un continuo, que va desde un grado de no
conciencia radical, (lo que hemos llamado teoría marco) hasta
un reconocimiento casi inmediato del contenido de las ideas. Lo
genuinamente implícito es el origen y las relaciones entre los
contenidos, (Scheuer, comunicación personal, enero 2005).
b) Cabe añadir que los rasgos de tales sistemas conceptuales se en-
tienden si se sitúan en relación a la función de dar sentido a las
experiencias del individuo en la vida cotidiana. De esta manera,
el hecho de utilizar tales interpretaciones y no poder formularlas
de manera explícita, las vincula con un saber hacer, ya que se trata
de un conocimiento destinado a adecuarse a las demandas de la
vida cotidiana, a la exigencia de tomar decisiones para la acción.
Claramente, el saber propiamente declarativo supone una distan-
cia con aquellas demandas. Es más, con frecuencia predomina el
primer tipo de conocimiento, en el sentido de que los individuos
procuran “intrínsecamente” que sus ideas sean eficaces respecto
a un problema, sin interesarse en la verdad o falsedad de los
enunciados que componen la teoría.
Por lo tanto, las representaciones producidas de este modo tienen
una función pragmática más que una función epistémica, lo que
constituye, junto a su carácter implícito, la razón principal de su
resistencia a ser modificadas. Es decir, se puede pensar que el
éxito habitual de las ideas personales las convierte en más creíbles,
sin que se hagan preguntas sobre su naturaleza o su credibilidad.
A diferencia del conocimiento científico, esta credibilidad no se
pone en cuestión. Incluso, según Rodrigo, cuando aparecen situa-
ciones que no coinciden con lo que se predice, la propia versión
cotidiana se mantiene: “(…) porque las cosas son como son y no
caben otras interpretaciones posibles.” (1997:179).
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Por otra parte, las RS son implícitas porque son compartidas por
los grupos sociales, diríamos también porque son socialmente
producidas. Es decir, las RS escapan a la conciencia individual o
no son tematizables por el hecho de ser producciones sociales y
no solo individuales.
Lo que subyace a la conciencia individual de las situaciones es
nítidamente diferente en ambos casos. Las TI son lo que podemos
conocer del mundo según las restricciones naturales propias de
nuestro aparato mental, derivadas de la evolución natural y según
la modalidad del escenario de interacción social del que participa-
mos. Las RS son lo que son por la índole de las prácticas sociales
en las que se han elaborado. Por esta razón, se imponen sobre
los comportamientos de los individuos y sus percepciones del
mundo social. Esto es, determinan lo que entendemos del mundo
en tanto son producciones sociales. Resulta claro que la índole
de las restricciones sobre lo que podemos interpretar del mundo
y aún sobre nuestro comportamiento depende del dispositivo ex-
plicativo utilizado. De todo lo dicho se infiere que el significado
que adquiere el término “implícito” es relativo a la organización
conceptual de cada programa de investigación.
5. Llegados a este punto, nos permitimos insistir en el dinamismo
histórico de las RS, en el hecho de que sus transformaciones son el
núcleo de la investigación de los psicólogos sociales. Esto último
es puesto de relieve por los métodos genéticos de investigación: la
comparación de sus estados en diferentes momentos, a través de
las entrevistas y el estudio de documentos que permite reconstruir
los cambios históricos de una RS.
Por su lado, los estudios sobre las teorías implícitas se interesan
en las diferencias en las teorías elaboradas por los individuos (por
ejemplo, las teorías sobre la enseñanza en los maestros) aunque
en el marco de la historia de los modelos culturales (Rodrigo et.
al., 1993). Es decir, no se trata de reconstruir una génesis histórica
de las teorías implícitas, ni buscan una reconstrucción epistemo-
lógica de las teorías científicas (por ejemplo, de las teorías de la
enseñanza o del aprendizaje). Así, la secuencia histórica brinda
solamente algún patrón de comparación respecto de las teorías
individuales:
“(….) las concepciones de las personas no son idiosincrá-
sicas, sino que revelan contenidos convencionales que se
encuentran en los modelos culturales. Por lo tanto, el aná-
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