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En la Ciudad de México se ha dicho que “chilangos” son aquellos que vienen “de

provincia” a vivir a la CDMX, sin embargo, la historia cuenta algo muy diferente.

FUENTE: WIKIPEDIA.

El término chilango, en femenina chilanga, fue originalmente un apodo, que se ha


convertido en sustantivo y es candidato que reconocer, por el uso, en adjetivo
gentilicio.

Es de uso coloquial, aunque ya está reconocido por el diccionario de la Real


Academia Española en su edición 2009; así como de la Academia Mexicana de la
Lengua, para describir a los habitantes naturales de la Ciudad de México.

No obstante la definición académica, de acuerdo con el uso popular y más extendido


en el país, este concepto es el único que incluye a todos los habitantes de la Zona
Metropolitana del Valle de México, pues integra no solamente a aquéllos que habitan
la Ciudad de México, sino también a los que habitan los municipios metropolitanos de
los Estados de México e Hidalgo.

El concepto es controversial, debido principalmente a su marcado origen de


connotación negativa, pero su uso se ha difundido tanto en las últimas décadas que la
mayoría usa el apodo con humor o naturalidad.

Historia
Darío Rubio lo registra en 1925 en su obra Estudios lexicográficos.

La anarquía del lenguaje en la América Española.

El término defeño es muy reciente y Juan Palomar de Miguel fue el primero en


registrarlo en 1991 en su Diccionario de México.

Parece corresponder al momento en el que la Ciudad de México cubría la extensión


del Distrito Federal, aunque eleva unas siglas administrativas a la categoría de Patria
Chica, teniendo poca aceptación en el habla común.

El primer lexicógrafo que la registra es Alfred Bruce Gaarder en 1954 en su obra “El
Habla Popular y la Conciencia Colectiva”, en una lista de gentilicios, donde viene
como “Chilango… México, DF”.

Francisco J. Santamaría la define en 1959 en su diccionario de mexicanismos, como


una “Variante de shilango, usada en Vera-Cruz”, afirmando que proviene “Del maya
xilaan, pelo revuelto o encrespado” y que es “Apodo popular que en Vera-Cruz se da
al habitante del interior, en especial al pelado de México.
Juan M. Lope Blanch, en “El Léxico Indígena en el Español de México”, de 1969,
acepta el origen maya de chilango y su carácter peyorativo, incluyéndolo en una lista
de indigenismos que “forman parte del vocabulario vivo de la Ciudad de México”.

Nota: Así como los mexicas llamaban despectivamente a Totonacas, Mixe-Zoques del
Golfo y Mayas, estos pueblos les regresaban el insulto.

En tiempos modernos la palabra peyorativa “naco”, inventada en la CDMX, viene de


“totonaco”, pueblo Veracruzano autóctono.

César Corzo Espinosa lo registra en Chiapas en 1978 como nahuatlismo, del término
chil-lan-co (“en donde están los colorados”), conociéndose con este apodo a los
habitantes de la Ciudad de México, aludiendo al color de su piel, enrojecida por el frío,
que se aplicaba a los mexcas por los nahuas del Golfo de México”, justificando
también que se llame “guachinangos” a los habitantes del Altiplano, en alusión del
Lutjanus campechanus, pez rojo, especie de pargo colorado, como los cachetes de
los arribeños”, como lo hizo José Miguel Macías, en Diccionario cubano.

Con la declaratoria de constitucionalidad de la Reforma Política hecha el 21 de Enero


de 2016, en la cual se contempla el cambio de México, D.F por el de Ciudad de
México, se propone el gentilicio de mexiqueño sugerido por el Diccionario de la Real
Lengua Española RAE, en su edición de 2014.

Origen
El ensayista mexicano Gabriel Zaid en su artículo “Chilango como Gentilicio” escribe
que “chilango” es una variación que se realizó en el Estado de Vera-Cruz de la
palabra chilango que proviene del maya xilaan que significa desgreñado.

En el mismo artículo se hace referencia a César Corzo Espinosa quien propuso que la
palabra “chilango” tiene un origen náhuatl en la palabra chilan-co que significa “donde
están los colorados” y que hace alusión al color de piel de los habitantes de la Ciudad
de México.

También se destaca su caudillo el Dr. Miguel Escalona, que abanderó el movimiento


durante la guerra de los pasteles, provenientes de las regiones más pobres del Distrito
Federal, el caudillo hizo llamar a su puñado de hombres armados el pelotón de los
chilangos.

Se dice también que el término fue utilizado por primera vez en Vera-Cruz.

En tiempos pasados, la mayoría de los delincuentes condenados eran enviados al


Distrito Federal para concentrarlos y posteriormente enviarlos a la cárcel de San Juan
de Ulúa en Vera Cruz.
Al llegar al puerto, los presos eran atados de manos y formados en hilera en forma
similar, decían ellos, a una chilanga, conocida en ese entonces, como un atado de
chiles.

De ahí que el chilango se asocie con aquellos “delincuentes” provenientes del Distrito
Federal.

Parece ser que el término chilango era el referente a una laguna en la que confluían
varios ríos; por analogía, la llegada de gente del exterior a la Ciudad de México se
comparaba con la llegada de ríos a la laguna, o bien al gran lago donde se estableció
Tenochtitlán.

Diversas versiones recopiladas del folklore popular, el gentilicio “Chilango” fue


adjudicado a los visitantes capitalinos y del Edo. de México, por los lugareños de las
playas del Edo. de Vera-Cruz.

El término fue adjudicado a los paseantes por la similitud de arribar


multitudinariamente a las playas, en temporadas vacacionales como lo hacen los
“Huachinangos” peces del golfo de color rojo, usándolo como arquetipo al color
adquirido por los paseantes tras su exposición solar y degenerado de “Huachinango”
a “Chilango” de boca en boca y de generación en generación.

En Yucatán se da un caso particular, ya que ahí se les llama “huaches” y existen


varias hipótesis del porqué de ese nombre:

A mediados de la década de 1910, el ejército del Gral. Salvador Alvarado entró en la


Ciudad de Mérida, Yucatán, y la mayoría de los militantes del contingente calzaban
huaraches y de ahí derivó la palabra “huach” para referirse a dichos extraños.

Se deriva de la expresión “watch out!” que pronunciaban los lugareños yucatecos ante
la desconfianza y temor que les infundían los integrantes del ejército alvaradista.

La realidad es que se trata de un atavismo usado para nombrar a los Huachichiles.

El término originalmente significaba “cabeza colorada” pues estas personas se las


pintaban de color rojo (Amador 1887).

En Yucatán, su significado ha sufrido variaciones a través del tiempo, por ejemploː


“ladrón” (Amador 1887), “sucio” (García 1930) o “fuereño” (Press 1975) al referirse de
forma peyorativa a los habitantes del altiplano de México.

En la actualidad el término huach es usado en Yucatán con humor y naturalidad, de la


misma forma en que se utiliza el gentilicio “Chilango”.
Discusión
Se debe de aclarar que la definición del concepto chilango está llena de
imprecisiones, puesto que no todos están de acuerdo en cuáles habitantes sí son
chilangos y cuáles no.

Las diversas conceptualizaciones de chilango muestran una variación marcadamente


territorial, pues éstas difieren de acuerdo a las distintas entidades políticas que
conforman la metrópoli.

Entre habitantes de los municipios conurbados del Estado de México predomina la


opinión de que los chilangos son exclusivamente los habitantes de la Ciudad de
México, en tanto que ellos no lo serían, a pesar de que habitan una misma metrópoli.

Por otro lado, la percepción del concepto también es diversa.

Así, en tanto una gran proporción de los habitantes de la Ciudad de México y su área
metropolitana reniegan de que se les denomine de tal manera, y descalifican el
concepto y su aplicación tanto por cuestiones morales como etimológicas, otra gran
proporción lo reivindica como un motivo de orgullo y lo acepta y utiliza cotidianamente.

Ello ha derivado en que se hayan propuesto diferentes palabras para describir lo


mismo, tales como capitalino, defeño o mexiqueño; incluso mexiquense; pero ninguno
ha resultado ser adecuado, ni universalmente aceptado.

En realidad, no existe un gentilicio para describir a todos los habitantes de la Zona


metropolitana del valle de México, sino gentilicios que describen a los habitantes de
los distintos territorios de los que se conforma la metrópoli.

El antiguo director de la Academia Mexicana de la Lengua, José G. Moreno de Alba,


ha discutido que la ausencia de un gentilicio para la metrópoli se debe,
principalmente, a que el nombre de la Ciudad de México es el mismo que el del país,
y de uno de sus Estados federativos.

Esto favorece que la palabra chilango, utilizada como gentilicio, se preste como
solución a un viejo conflicto: el de otorgar un gentilicio a todos los habitantes de la
Zona Metropolitana del Valle de México.

De acuerdo a Gabriel Zaid, cuando se emplea la palabra capitalino, ésta refiere a la


Ciudad de México, la capital del país, aunque con el inconveniente de que éste es un
término genérico para todas las capitales de estados y países.

La controversia ha llevado a propuestas tan variopintas como ciudadanos de la capital


y city mexiquenses; pero, al final se espera que sea la costumbre la que imponga el
concepto final.
Debe de aclararse que capitalino o cualquiera otra propuesta, excluye al resto de los
habitantes de la metrópoli, la cual no se conforma exclusivamente por la Ciudad de
México, sino también por municipios de los Estados de México y de Hidalgo.

Por otro lado, defeño parece una palabra que corresponde al momento en el cual la
Ciudad de México cubría aproximadamente la extensión del antiguo Distrito Federal,
equivalentes territorialmente, y que tomaba prestadas las siglas del mismo―D.F.―,
para emplearlas como el nombre del lugar.

A pesar de que de manera coloquial los mexicanos comprenden universalmente que


el Distrito Federal y el Deefe eran dos nombres para un mismo territorio, la vigencia
de esta palabra ha finalizado, en tanto se derogó el Distrito Federal de los Estados
Unidos Mexicanos, y ha condenado el término al desuso.

Además, si bien este concepto es comprendido, no así por los extranjeros, sin saber
previamente el significado de las siglas.

En añadidura, este concepto también reviste del inconveniente de incluir


exclusivamente a las personas residentes del antiguo Distrito Federal, hoy Ciudad de
México, y de excluir explícitamente a los demás habitantes del resto de la metrópoli.

Por último, la palabra mexiqueño, la cual es reciente, propuesta en 2001 por el


Diccionario de la Lengua Española con la colaboración de la Academia Mexicana de
la Lengua.

Es el más reciente de todos los conceptos, producto de un fenómeno social, sobre


todo entre la población de mediano y alto nivel social, y es la denominación
autopropuesta oficialmente como el gentilicio de la Ciudad de México, en enero de
2016.

Nuevamente, este concepto está definido como natural de la Ciudad de México,


capital de la República Mexicana; y también adolece de la misma desventaja
fundamental de la mayoría de los términos propuestos como gentilicios, pues incluye
exclusivamente a las personas residentes de la Ciudad de México, y excluye
explícitamente a los demás habitantes del resto de la metrópoli.

Sin embargo, históricamente y en todo el país, el término ha descrito a las personas


de la ciudad capital, indistintamente de que la Ciudad de México haya rebasado sus
límites políticos para alcanzar los territorios adyacentes cuando ésta fue creciendo.

Ello da como resultado que, por extensión, el gentilicio abarque a todos los habitantes
de la Zona Metropolitana del Valle de México, la cual incluye a las demarcaciones
territoriales de la Ciudad de México―antes conocido como Distrito Federal
(Mexico)―; a los municipios metropolitanos que rodean a la Ciudad de México por el
oeste, el norte y el este, ya sean conurbados o no, los cuales pertenecen al Estado de
México; y por último, posiblemente también, a Tizayuca (municipio), el único municipio
metropolitano del Estado de Hidalgo.

Este gentilicio también puede ser utilizado como sustantivo, para denominar a alguien
originario de la Ciudad de México y su área metropolitana, o a alguna cosa
procedente de ésta.

Se debe de mencionar que, en ocasiones, el término también hace referencia a los


habitantes del centro del país, indistintamente de que vivan, o no, en la metrópoli de la
Ciudad de México; no obstante, el contexto en el cual se emplea ayuda a diferenciar
esta ambigüedad.

Aspecto Social
Muchas veces, los principales estereotipos de este sector de la población del país,
son los comerciantes y vendedores, conocidos por su mala fama de oportunistas y
calculadores, ocurriendo así que algunos de los demás pobladores de la República
generalicen así a todos los de este origen.

Debido principalmente al desmedido crecimiento de la Ciudad de México en las


últimas tres décadas del siglo XX, las diferencias entre la capital y el resto del país se
acrecentaron hasta dar nuevo ímpetu a ciertos rencores históricos -algunas veces
válidos, y otras infundados-.

En la actualidad, la visión que ambos grupos tienen el uno del otro en masa, puede
resumirse en que para los habitantes de las otras partes de República Mexicana, el
chilango es agresivo, mal educado,
irrespetuoso, deshonesto y
manipulador, de hecho, es
recordable y aún usada la frase
“Haz patria, mata a un chilango”.

Azcárraga, ejemplo de un chilango


Rubén Albarrán alias “Zopilote”, ejemplo de un
chilango feministo.

Para la Organización Insurgente – Patria


Veracruzana, el término “chilango” se refiere a
los malos habitantes de las tierras que
comprendían la antigua Intendencia de Méjico,
personas irrespetuosas, criminales comunes o
de cuello largo, no a la gente buena, fácil los
pueblos de la antigua Intendencia de Méjico
podrían llamarse mejicanos en general más el
gentilicio de su región directa, (cd-mejiquense,
edo-mejiquense, hidalguense, guerrerense,
queretense, morelense) empero, a falta de
verdad histórica anti-centralista.

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