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BIOGRAFÍA

¿Qué fue el Batallón de San Patricio?

El 17 de marzo es día de San Patricio.

Esto nos recuerda un lazo muy especial que nos une con Irlanda.

Aquí la historia.

Cuando el ejército norteamericano se encontraba estacionado ante la Ciudad de


Matamoros, después de haber cruzado la frontera mexicana, un joven irlandés
llamado John Riley pidió permiso para ir a la Iglesia del lugar.

Se trataba de uno de los cientos de voluntarios a las órdenes de oficiales educados en


West Point, que participaba en la invasión a México, a principios de 1846.

Las visitas al templo se repitieron, pero algo sucedió que, en abril de ese año, el joven
soldado ya no volvió más a su campamento militar.

Como un buen número de inmigrantes irlandeses y alemanes, principalmente


católicos, John Riley cambió de bando y decidió apoyar al ejército enemigo, el Ejército
de Santa Anna, que en Matamoros estaba constituido por 3,000 hombres mal
comidos, que calmaban el hambre masticando chicles.

El batallón surgido de estos desertores tomó el nombre de San Patricio y una


bandera, por un lado, con un fondo verde, un arpa dorada y las palabras Erin Go
Bragh, “Irlanda por siempre”, y, por el otro, la imagen de San Patricio, el santo patrono
de Irlanda.

Los miembros del batallón destacaron en las primeras batallas, especialmente en la


defensa de Monterrey y en la batalla de la Angostura.

Aunque su rendimiento extraordinario se debía a su conocimiento de la artillería, por


orden personal de Antonio López de Santa Anna, al mando del Ejército, se
convirtieron en un batallón de infantería.

Cuando el General Winfield Scott desembarcó en Vera Cruz con más de 13,000
soldados y se introdujo en tierras Veracruzanas, el Batallón de San Patricio tuvo un
papel importante.

Después de la batalla de Cerro Gordo, el famoso general que había perdido ya una
pierna en la Guerra de los Pasteles contra los franceses se retiró a Querétaro.
Scott se dirigió a la Ciudad de México, siguiendo la ruta de Hernán Cortés.

Algunas maltrechas fuerzas mexicanas y el Batallón de San Patricio se establecieron


en el Convento de Santa María de Churubusco, que, por sus muros de piedra,
constituían una buena defensa.

Los defensores de México sumaban 1,300 personas.

Tras algunas horas de combate, las fuerzas nacionales se quedaron sin municiones,
lo cual los dejó sin posibilidades de continuar la defensa.

Cuando el general Twiggs entró al convento y exigió a los soldados mexicanos que le
entregaran las armas, el general Anaya se le enfrentó diciendo “Si tuviera parque
usted no estaría aquí”.

Frase por cierto, que todavía hace algunos años, todo niño aprendía en la escuela.

Los miembros del Batallón de San Patricio fueron tomados prisioneros y encarcelados
en una casa, que ahora ocupa una carpintería, a un lado de la Plaza de San Jacinto.

Las sentencias fueron muy duras, a pesar de que muchos mexicanos pidieron
clemencia para los irlandeses.

Los que entraron en el ejército enemigo tras la declaración de guerra fueron


ahorcados como traidores.

Se le colocó frente al sitio de la Batalla de Chapultepec con la cuerda de la ahorca en


el cuello y se les señalo que serían ejecutados, en el momento mismo en que la
bandera de los Estados Unidos remplazara a la de México en lo alto del Castillo.

Cuando esta bandera alcanzó lo alto de la asta, se retiraron las carretas en las que
estaban parados los sentenciados a muerte, de manera que al instante murieron
ahorcados.

A John Riley se le perdonó la vida, pues había ingresado al ejército estadounidense


antes de la declaración de guerra, pero fue azotado por un verdugo mexicano (nunca
faltan los traidores), y marcado en el rosto con la letra D de desertor, Además, tuvo
que cavar las tumbas para sus compatriotas ejecutados.

Una vez terminada la ocupación estadounidense, el destino de los miembros del


Batallón que lograron sobrevivir se pierde en la obscuridad.
No se conoce muy bien el final que tuvo John Riley, algunas fuentes señalan que
murió a fines de Agosto en 1850 y que fue enterrado en Vera-Cruz, con el nombre de
Juan Reley.

Robert Ryal Miller, autor de “Shamrock and Sword”, descubrió el certificado de


defunción de Riley en la catedral (antes parroquia) de Vera Cruz, que dice a letra:

“En la Heroica Ciudad de Vera Cruz, en Treinta y Uno de Agosto de Mil Ochocientos
Cincuenta, Yo Don Ignacio José Jiménez, cura propio de esta Parroquia, título de la
Asunción de Nuestra Señora, di sepultura eclesiástica en el cementerio general al
cuerpo de Juan Reley, de cuarenta y ciento años de edad, natural de Irlanda, soltero,
se ignora los padres, y murió de resultas de embriaguez, sin sacramento, y lo firmé”.
(Rúbrica)

En la Ciudad de México hay un monumento dedicado al Batallón de San Patricio en la


Plaza San Jacinto en la colonia San Ángel de la Ciudad de México, con una placa
conmemorativa.

Esta placa contiene los nombres de 71 miembros del batallón, 48 de los cuales eran
irlandeses y 13 alemanes.

LAURA IBARRA

John Riley, Irlandés de nacimiento, Héroe Veracruzano por convicción.

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