Está en la página 1de 3

RIMA IV RIMA VII

No digáis que agotado su tesoro,


Del salón en el ángulo oscuro,
de asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas; pero siempre de su dueño tal vez olvidada,
habrá poesía. silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas
mientras el sol las desgarradas nubes
como el pájaro duerme en la rama
de fuego y oro vista;
esperando la mano de nieve
mientras el aire en su regazo lleve que sabe arrancarlas!
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera, ¡Ay! -pensé-, ¡Cuántas veces el genio
¡habrá poesía!
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida, que le diga: “Levántate y anda”!
Y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
RIMA XI
mientras la humanidad siempre avanzando,
no sepa a do camina; —Yo soy ardiente, yo soy morena,
mientras haya un misterio para el hombre, yo soy el símbolo de la pasión,
¡habrá poesía!
de ansia de goces mi alma está llena.
Mientras sintamos que se alegra el alma ¿A mí me buscas?
sin que los labios rían; —No es a ti, no.
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
—Mi frente es pálida, mis trenzas de oro:
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan; puedo brindarte dichas sin fin,
mientras haya esperanzas y recuerdos, yo de ternuras guardo un tesoro.
¡Habrá poesía!
¿A mí me llamas?
Mientras haya unos ojos que reflejen —No, no es a ti.
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira; —Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas; soy incorpórea, soy intangible:
mientras exista una mujer hermosa, no puedo amarte.
¡Habrá poesía!
—¡Oh ven, ven tú!
RIMA XII
Y sin embargo,
Porque son, niña, tus ojos sé que te quejas
verdes como el mar, te quejas; porque tus ojos
verdes los tienen las náyades, crees que la afean,
verdes los tuvo Minerva, pues no lo creas.
y verdes son las pupilas
Que parecen, si enojada
de las hourís del Profeta.
tus pupilas centellean,
las olas del mar que rompen
El verde es gala y ornato en las cantábricas peñas.
del bosque en la primavera;
entre sus siete colores
Es tu frente que corona,
brillante el Iris lo ostenta,
crespo el oro en ancha trenza,
las esmeraldas son verdes;
nevada cumbre en que el día
verde el color del que espera,
su postrera luz refleja.
y las ondas del océano
Y sin embargo,
y el laurel de los poetas.
sé que te quejas
porque tus ojos
Es tu mejilla temprana
crees que la afean:
rosa de escarcha cubierta,
pues no lo creas.
en que el carmín de los pétalos
Que entre las rubias pestañas,
se ve al través de las perlas.
junto a las sienes semejan
Y sin embargo,
broches de esmeralda y oro
sé que te quejas
que un blanco armiño sujetan.
porque tus ojos
Porque son, niña, tus ojos
crees que la afean,
verdes como el mar te quejas;
pues no lo creas.
quizás, si negros o azules
Que parecen sus pupilas
se tornasen, lo sintieras.
húmedas, verdes e inquietas,
tempranas hojas de almendro
RIMA XXI
que al soplo del aire tiemblan.
—¿Qué es poesía? —dices, mientras
clavas
Es tu boca de rubíes en mi pupila tu pupila azul—;
purpúrea granada abierta ¿Qué es poesía...? ¿Y tú me lo preguntas?
¡Poesía... eres tú!
que en el estío convida
a apagar la sed con ella,
RIMA XXIII Nubes de tempestad que rompe el rayo
y en fuego encienden las sangrientas orlas,
Por una mirada, un mundo,
arrebatado entre la niebla oscura,
por una sonrisa, un cielo, ¡llevadme con vosotras!
por un beso... ¡yo no sé
que te diera por un beso! Llevadme por piedad a donde el vértigo
con la razón me arranque la memoria.
¡Por piedad!, ¡tengo miedo de quedarme
RIMA XXIV con mi dolor a solas!

Dos rojas lenguas de fuego


RIMA LIII
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan, y al besarse Volverán las oscuras golondrinas
forman una sola llama. en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.
Dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca,
y en el espacio se encuentran Pero aquellas que el vuelo refrenaban
y armoniosas se abrazan. tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros
nombres,
Dos olas que vienen juntas
ésas... ¡no volverán!
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata. Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
Dos jirones de vapor
sus flores se abrirán.
que del lago se levantan,
y al reunirse en el cielo
forman una nube blanca. Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día....
Dos ideas que al par brotan,
ésas... ¡no volverán!
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden,
eso son nuestras dos almas. Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
RIMA LII tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.
Olas gigantes que os rompéis bramando
en las playas desiertas y remotas,
envuelto entre la sábana de espumas, Pero mudo y absorto y de rodillas,
¡llevadme con vosotras! como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido..., desengáñate,
¡así no te querrán!
Ráfagas de huracán que arrebatáis
del alto bosque las marchitas hojas,
arrastrado en el ciego torbellino,
¡llevadme con vosotras!

También podría gustarte