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VERSANT

Huida inesperada
De los brazos del aire…
Solo…
Por las vías triste…
Uaral
Venus

“Mujer el mundo está amueblado por tus ojos


Se hace más alto el cielo en tu presencia
La tierra se prolonga de rosa en rosa
Y el aire se prolonga de paloma en paloma”
Vicente Huidobro

¡Oh! Mujer tallad vuestras manos en los atardeceres


Tu mirada palpita en belleza
Y tus labios rebozan en plenitud
En aquella mirada se estanca el tiempo
Oscuro reflejo de tus ojos
Absorben el sueño
¡Claváis en mi despertar tu inmensurable voz tenue!

La rosa como esfinge de tu cantar


Rema al monte donde la más pura vertiente
Se pierde en los finos ríos de tu sangre
Versant

A veces un viento de ferocidad


A veces un canto
Sea de día o sea de noche
La poesía solo ocurre cuando el sueño
Alcanza su máxima intensidad
Isidore Ducasse
I
Los sollozos del sol que avasallan tus ojos
Se estancan en las vertientes de tu piel
Lagrimas implacables tallan la luz que reflejan mi mirada
Buscando las heridas de los pétalos ahogados

He de estar ciego como las aves que se ciernen en el cadáver


De la infancia muerta
El niño que corre por los potreros
Saltando en cada charco de sangre y con cada sonrisa
Abriendo la visión del ciego
Abriendo la verdad del mentiroso
Abriendo el amor del odiado
Venid y tomad mi suspiro
Que vienen y van por las acacias de mis suplicas

II
¿Qué voz he de encontrar en el viento que golpea mi alma?
El alma forjada en hierro
Y los sueños crucificados ante el emblema de la falsedad
una mentira que se pasea entre las ciénagas de nuestro orgullo
Corrompiendo hasta al más dulce niño

Entonces veras
Como el pigmento de tus llagas
se vierte en las estepas
Se vierte en las cenizas
Se vierte en los montes
Se vierte en las religiones
Se vierte en tus manos manchadas y destrozadas
Veras
Como los días azules renacen
Ante la destrucción de lo ínfimo
Veras
Una ilusión de la verdad
Chorreando por los ríos que se encarnan
En la tierra húmeda y desolada
III
Un sol frio quema mi rostro
Los dedos no alcanzan a palpar el alba
Cuando el mar abre su boca
Y resplandece con furor
Las llaves de mi visión
Son arrojadas al delirio
Cautivo yacen mis sueños
Ahogados comparten la vos tortuosa
De los tiempos de antaño
Cantico

Caen danzas de los madrigales en un jardín de estrellas


Donde la oscuridad se perfuma de una brisa que compone una canción solitaria
¡Oh! Soñadora tened en vuestras manos la palabra de infinidad
Y el canto de los pétalos de arena

Vertiginosa palabra que sucumbé a tus labios


Cabalgad en los rescoldos de la mirada
Donde ven morir los astros las ilusiones y la eternidad
El cuarzo oscuro chorrea el alma
Chorrea el rostro
Rostro cantante de navíos
Rostro cantante del ser
El rostro que despelleja la luna
Y la danza que se conjura ante vosotros
Ante la alabanza de las bestias
Ante el humano murmurador benevolente
Poseedor de blasfemias perpetúas
Retrato
Una hoja quebrada del manzano se posa en el cenagal
Los pájaros con sus patas quebradas se estancan en el lodo sollozando al eco
El eco ensordecedor del vacío y la carroza que se cubre de pájaros
La carroza que retorna al féretro

¡Oh! Montes de nidales que protegen el delirio


La visión yerta desprendida del sueño
Se es atesorada por las llaves de tus ojos

La noche de esta luna resplandece


Ante el ojo inerte mirando tu imagen
La imagen del ciego ante el espejo
Con su collar de estrellas al cielo
Y de sus parpados a su estrella
A su estrella
Cuna de peces

Venid peces de oro


En sus ojos diamantados brotan religiones
Estepas enteras de espejos
Y a vuestros pies pájaros fugaces adormecidos

Morad en el hombre
Ante su palabra perdida en el follaje

Veras que en mis manos renacen islas


Renacen pichones que se posan en la estatua de mis sueños
Proclamando sus salmos a las nubes
Reflejando por los vitrales minúsculos días azules

Las orquídeas coronadas de pétalos


Coronadas de flechas
Se transforman en el susurro de los riachuelos
Los niños beben de aquellas aguas
Sonriendo se ven reflejados como países
Con nidos de leche y zapatos de tierra

¡Oh! Manantiales que esconden la estatua de un pez incrédulo


Tenéis a vuestros pies el huésped que posee
La llave de aquellos tréboles
Que deslumbran la mirada bacía de los rubíes

El calvario de la noche en las aguas se espuma

Os adentráis a la súplica de los peces


Ahí aposentan sus desdichas

Luz tenue de la noche dejad que los símbolos


Sean tallados por aquellos niños que deslumbran
El leviatán en sus ojos

El fuego llena de llagas la tierra


La hermosa figura de aquellos
Arquetipos falsos que el mundo cuenta
A la sombra fatigada del dolor
Silueta del sueño en los muertos

Vuelen tinieblas que amortajan al sueño


¿Creéis en la sordidez de los diluvios?
¿Cómo si se trataran de residuos de huesos?
No contempléis vuestras preguntas
Por qué la tierra cobrara por ellos

Mi estancia en esta tierra es ligera


Las plumas de las aves es donde yo habito
Y en donde ellas se posan
Ya sea en los diamante
Ya sea en los rubíes
Ya sea en los cuarzos
Es ahí donde cabalgo las hojas de mis poemas

Los atardeceres sangrantes


Son la tinta que desgarra la piel
Así sea el féretro mi cuerpo
O así sea mi cuerpo la suplica
Que compadezco

Dejad que los rumores de los muertos


Viajen en vuestros sueños
Y paguen con oro la falsa paz
Que vosotros padecéis
Murmullos de las acacias

Las luces nocturnas persiguen a mis hermanos


Sus juegos en las sequias de los ríos son tesoros
Que guardan entre las llagas de sus manos
Su sueño es coraza de la visión
Donde vieron morir las estepas

Recostaos en los pétalos sedosos de las orquídeas


Y mirad el jardín de estrellas que vislumbra

Con una infinidad de cantos


Contemplan la plenitud de sus días
Tallando sus pisadas
Observan las ciénagas

Sus ojos oscuros y cristalizados


Lloran al ocaso
Las acacias murmuran por cada lágrima
Y el tiempo que se posa en sus rostros los acaricia

De sus poros brotan bestias


Que mueren al nacer
Sus sueños son vigilia para las amapolas
Y los cuervos que clavan su mirada
En los frutos maduros de sus pupilas
Renacen en cada uno como zorzales
El asecho

La luz roza mi rostro con su canto


El canto desesperado de las acacias
Que se queman en la hoguera dejando a la deriva
Los alaridos de los espejos

Tus ojos cada mañana atraen a los navíos


Navegando entre tus cabellos sedosos
Y al respirar calma la tripulación desengañada

¡Oh! Desengaño que martirizas mi alma cansada


Aulló a los restos de los cadáveres
Que condenan la belleza del fuego

No sé nada de tus ojos


No sé nada de tu boca
No sé nada de tu alma
La tarde cae
Y la silueta del búho advierte
Los asechos de podredumbre de tus labios
Como asechan al humano
Retorcido por los paisajes de calamidad

Un ángel se levanta y ríe a la máscara de los hombres

Las fértiles manos de los demonios


Regalan las almas funestas al infierno
El mismo hombre
El mismo nombre
Persigue las atracciones banales del carro de heno
Dejándose arrastrar hasta la muerte del mundo
Oleo

Tu belleza se posa en tus ojos de pétalos oscuros


Y aquellos labios color cuarzo rojo
Que al sollozar navegan olas de voz
Navegan en navíos que esperanzan la lluvia

¡Oh! Amada camino entre tu cabellera de escultura


Que virtudes se esconde en la oscuridad de tus orquídeas sedosas
Tu cabello que roza tus pendientes color sangre
Sangre oleo
Rasgan mi alma que sucumbe a tu dulzura
Donde acudo a tu regazo como si se tratara de una coraza
Para aliviar mi desdén
Vendaval

Un castillo iluminado flota en el monte del desierto


Cientos de profecías claman a la lluvia para poder ascender
A aquel aposento

Vosotros que traéis danzas y cantos a los vendavales


No tenéis lo más importante
Que es el mundo en un beso

El beso que pueblos abre


El beso que mundos hablan

El beso que ruge como un lobo hambriento


Ante la sabiduría de las vertientes

Veréis que ustedes no coronáis la eclosión de la sabiduría


Solo pisáis la tierra y creéis que del polvo vendréis
Cuando lo cierto que rosas nacen en las pupilas de los ciegos
Cuando lo cierto que esfinges se levantan ante la faz de los lamentos
Cuando lo cierto que lagrimas caerán creando religiones en el desierto
De raíz corto el sueño

De raíz corto el sueño absorto que admiran mis pupilas


Con cólera desgarro la faz de la tiniebla
Que se esconde en el fuego negro de mis cenizas

Aullad al fuego crepuscular y abatid las voces de mi mente


Engullid la daga en mi ojo derecho y culminad con vuestra obra

¡Ah! Silueta desengañada amante de mis delirios


Traed la sangre que llore en antaño
Construid religiones y pantanos para los cisnes
Hijos de la luna
Hijos de la llaga
Hijos de la silueta
Hijos de la opalina

Veréis como pájaros contemplan los días del sueño


Que nacen de las gemas de mi interior
Le trône

“Yo no vengo esta noche para vencer tu cuerpo,


En el que están los pecados de un pueblo ni para,
En tu impuro cabello, alzar tormenta
Bajo el fastidio incurable. Que destilan mis besos”
Stéphan Mallarmé

Bajo mis silencios


Los perros me han aullado
Preparando con palacios y castillos mi llegada

A mi amada la han preparado con atuendos hermosos


Collares de estresas y amuletos de otras tierras

¡Oh! Señor de los infiernos aquí me rindo ante usted


y dejo en espectáculo a su bien amada

He aquí mujer te digo


Un hombre que proviene de los lares
Más recónditos de tu mirada
Dadme el placer de ver tu muerte
Ante la poesía
Aullido crepuscular

¡Oh! Abismos
¿Dónde escondéis el verso
Que llaga al cisne de mi interior?
La silueta fúnebre de cada palabra
Se esconde en el crepúsculo de mis visiones

Vosotros avistáis el señuelo


Que tiñe con sangre mis pupilas
¡Oh! Amapolas que encarnáis en mis ojos
Tomad al viajero de mi alma
Y coronaos mi estatua
Que avasalla por los intersticios de mí ser

¿Qué encontrareis viajero por los rescoldos de mi mirada?


Una luz tenue se esconde en el rubí negro del árbol
Aquellos frutos que devoráis como lunas y estrellas
Son el palacio y las lagunas de mis bosques
No demostréis que el sol desgarra la piel
Si mantenéis mi alma prófuga
Del engaño y la pasión
Duerme

¡Oh! Madrigales bajo sus frutos de agonía


Duermen absortos los países que mi sangre coagula
En mis ojos los astros claman a sus raíces
Miles de espejos se coronan al grito de la brizna
Una brizna poderosa que acalla mi dolor
Pero debo decir que ya ningún dolor cave más en mi luna

Seco son los frutos de aquellos árboles que de día conocen la noche
Y como un cisne negro echan a volar sus hojas de estrellas
Y como sus plumas negras se posan en sus ramas
En los arroyos y los bosques
Donde duerme el sueño
Abaddon

“Tú que eres tan solo


Una herida en la pared
Y un rasguño en la frente
Que induce suavemente
A la muerte.”
Leopoldo María Panero

Abaddon
En tu parpado clave la espiga de mil edades
Un sollozo se escapa por mi pupila
Vuestra lagrima que chorrea por mi boca
No es más que el color que oigo por mis oídos
Y los nidales que brotan por mis cabellos son el regazo del zorzal

Pues veras como ataúdes se tumban


En mis manos
En mis islas
En mis religiones
Os daré de comer a mis sueños

Mis navíos que navegan por el alma muerta de los laureles


Que llenan el campo de tiempo ante los espejos como una estepa muerta
Como una perdiz que rasguña las cicatrices de las llagas del fuego

¡Oh! leviatán que renaces de las cenizas del odio


Dadme la visión enemistada del infierno

El color que desgarra la muerte


Que sin estar en paz acude a la desdicha

¡Oh! belcebú quemad el ser de la locura en tus manos


Y aullad al laberinto que en la tierra se funde
Por las orillas de mis pisadas
Terre meurtrie

Una voz de plenitud renace en la brizna de otoño


Los niños que coronan sus juegos duermen al sentir la
Noche caer ante ellos como el murmullo del frio
Entumiendo sus rostros de dolor ante aves y nidos de puñales

La silueta de podredumbre encarna en la mascara


Del espectro de la eternidad
Pues veréis que aquel vislumbre de felicidad
Se retuerce en el tiempo

Una agonía persiste en sus sueños


Como resplandor las aves renacen retornando a su juventud
Reino efímero

Ni el espectro de la vida cae en lo efímero


Ni la huella del sol poniéndose al alba
Reposa en las llanuras de tu cuerpo

En el ocaso cabalgan tormentas


Cabalgan burbujas de fuegos

El jinete atolondrado por la vida misma


Descansa en los manantiales de la mente
¿Qué importancia le dais a lo vivido por vosotros mismos?

¡Oh! Vida reina de lo insignificante


Que creáis reinados de lo banal
Reinados de prófugos
Reinados de sabidurías

Un rio platinado refleja la infancia pura


La infancia cuando nada Valía
La verdadera vida
La verdadera vida de lo efímero
Página visible

La página invisible de la visión


Que aterriza debajo de aquella sombra
Divagadora de astros
Divagadora de suspiros
Divagadora de la última alabanza de aquel salmo
Estrellado de espadas y de flechas

En mis ojos escondo la letanía


De los dioses ante los placeres

Millares de tumbas son encarceladas


En los tilos de visiones lunares

Quiébrense madrigales
Con sus ramas doradas quemando el rastro
Del joven vigía

¡Oh! Efímeras islas que en mis manos habitáis


Cumplid con vuestra suplica

Un desmayo de mis parpados


Quiebra la rosa de mis oscuras pupilas
Alzadas a lo más alto de los cielos

He bebido la sidra venenosa de los placeres del mundo


Que destruye el pacto de mis delirios con la luna
Innata de miradas espectrales
Una cárcel de horizonte

Desde antaño en mis horizontes


Ha habido tilos rebosantes de canticos
Y rosas que vuelan a su hogar merecedor

¿Qué pupila clavara la raíz de los corceles muertos?


¡Oh! raíces no encadenéis las rosas
De vuestra alma
Al ocaso ínfimo
Que se perpetua por todos los horizontes
De aquella vida

No desesperéis el sollozo
Que escondéis en la palma de la mano
Pues veras
Que la estrella que colgáis en vuestro cuello
Corona el crepuscular sueño
Donde la penumbra engaña con placer
A las luces de mis ojos

No habrá más tristeza en los frutos de mis parpados


No habrá más aullidos al silencio
No habrá más roses con el alba
No habrá más manos destellando por tu cuerpo
No habrá más nada
Solo oirás mi voz apagando de apoco
En las raíces de tu pación
Alma llagada

El sopor carcome lo más hondo de mi alma


¿Qué ave perece dentro de mi llaga?
¿Qué sol se ha detenido ante la súplica?
¡Oh! llagas que quebráis el pigmento de mi piel
Y pintáis paisajes perennes
A vuestras diosas epifanías

Cantáis el coro de ángeles moribundos


Que palabra por palabra
Encantáis a la serpiente
Que repta por todos los intersticios de mi eco
El eco que esconde el llanto de la orquídea

He de aclamar a los sollozos


Que reniegan mi corona
Como el rostro enmudecido de la luna

Oscurecido va mi ser por la desdicha


Lo efímero y lo repulsivo

En los sepulcros escondéis la espiga


Que se clava en mi pecho
Chorreando islas
Chorreando cantos
Chorreando la súplica de un amor fugas
Que cae al fuego de los océanos
Vigilia

Una gema desencarnada en mi sien


Se funde y perece en lo más bajo de mi océano
Luces crepusculares se forman en las aguas
He aquí mis ilusiones efímeras
Que sumergen y renacen en la tiniebla

Mi mirada aúlla con fuego al ápice


De cordura ante tu voz
La falsedad tremenda que destella las fauces
De mis rosas amortajadas
Que chorrean el ser de la infelicidad

¡Oh! fuego que contempláis la destrucción del emblema


Porque aún no fundes el metal del olvido con tu sudor
Solo encendéis más la llama del odio a los océanos
Con tu respirar

El viento suplica por la belleza


De vuestra gema que derramáis
Por los cantaros de agua inmensurables
Que gotea por mis manos
Ante tal símbolo clavado en la tierra azul
Inmaculada visión

I
Halle en mi infancia el ojo que clava la mirada en las aves
Halle en mi infancia el cadáver impune de las rozas
¿Qué puñal encadenado encontrare en mis jardines?

Grito al cielo mil lágrimas y solo cae el grano de arena


Qué forma castillos de laureles en los horizontes

Un niño dice que de azul se viste lo efímero


¡Oh! ojos jóvenes que anheláis la tarde del día
La lúgubre penumbra que avasalla la vigilia del redentor

Ven hacia mí
El pueblo que posea el emblema de mi ojo
Ven hacia mí
Los corceles que saltan las llagas de fuego
Ven hacia mí
Los espejos que ciegos burlan en vuestra isla

II
¡Oh! anhelo no sucumbáis más al dolor
En mis parpados llevo laureles de fuego
Tu que miras el reflejo y lo convergéis
En juegos para niños
Tu qué días coloreas de sueño
Tu que me ansias la luna desgarrada de mis ojos

Vosotros no lloréis la despedida del símbolo


Que crucifica su mirada a los atardeceres oscuros del ayer
Rubíes

He predicado a horizontes enteros de lluvia


Ante el ojo que derrama cielos y frutos de nube

Oídme que traigo sollozos en mis manos


La madera faltante para llegar a la luna

Miro el astro que esconde mis pupilas


Nadando entre océanos oscuros de rosas

Un ciego corre y de sus ojos saca el rubí de mis visiones


¡Oh! rubíes que desgarran la piel muerta de los madrigales
No lloréis como vendaval ante riachuelos de venas rotas
Del niño que regala sus lágrimas a los ríos
He aquí

He montado cisnes de piedras destruidas


Como el ímpetu del espectro adormecido

He montado corceles de mascara humana


Sollozando funerales de deliro ante tinieblas

He montado aullidos de perros azules


Que hablan en lenguas antiguas
Ante el abismo inminente de la penumbra

He montado la rabia que carcome mis ojos con furor


De vigilias dilatadas en los horizontes

He montado la tristeza que agujera mi piel


Y deja que gusanos repten por aquella oscuridad

He montado el amor en mis labios y mordido la flauta


De los tulipanes eternos que el ojo de porcelana calla
Ante miles de pétalos de dulzura

He montado el sueño que emblema la muerte


De rozas espectrales funestas

He montado el alba como un espía celoso del deceso


Incoloro de la vida huma
Liturgia

Flamea mi dolor en las alas de las aves


La tempestad se esconde en las llamas del fuego
Que absorben mi silueta

¿Qué abra en las mejillas de los lobos hambrientos


que rodean mi cadáver?

La plenitud se posa en la noche grisácea de mis manos


La voz de ruina se deshace en mi visión

¡Ah! Visiones todas mueren en vuestra tierra


Tierra fértil para mis sueños inmaculados de dolor

No cabe duda que el sol a muerto


Ante el soplo de mis ojos
Y de mi boca chorrean frutos
Y Animales de otras tierras

Mil lenguas se escapan creando mi dialecto


Que se clava como puñal al sonido

¡Oh! abrumadora silueta


Que devoráis mi liturgia
Pasmada por el miedo al espectro retorcido
Como puñados de tierra
Donde el alma llora a las edades
Y a la podredumbre
De los cimientos de cientos de tumbas
Reflejadas en las tormentas fúnebres
De la luna ante el día
De ave al espejo

Taciturna noche que clamas


Alaridos de mi corazón

Yo fui ave audaz de espejos


Entre ellos traslucí el llanto
He de encarcelar mi sombra
Que zozobra
Por la emprendedora penumbra de mi alma

Arrojadas son mis plumas a los huertos


Donde crecen lechuzas como frutos de día

El hombre suplica por el hambre


Tan ínfimo como los pétalos
De una luz poniéndose al alba
Las tiniebla de mis ojos

Vuestra paz no alcanza a palpitar el alba


Una voz acaricia mi mente
Tan llena de orquídeas que mueren al despertar
Tan llena de todo que recubre todas las esquinas de mi ser
Y una tiniebla se precipita a la idea fúnebre de mi cuerpo

¡Oh! ser que matáis todo lo banal de mis noches


No culminéis la obra
Que quiebra mi cuerpo
Hundido en los rescoldos de mi pasado

Mil aves echan a volar sus rosas


Tan muertas como la tiniebla en mis ojos
¡Clamo a la tierra por mi muerte!

¿Cuál será e día que todo acabara con todo?


He de clavar mi espiga que chorrea la sangre de mi corazón
Ante mis pupilas interés que yacen yertas en mi interior

¡Oh! sopor que invades cantidades de rubíes muertos

Con furor espero la muerte crucificada


Ante el símbolo de mi cuerpo que edades clamaran
Ya del sueño no observo el martirio
Ni del castillo que se derrumba de flores hermosas
Que como sombras se desplazan
A las fauces del dolor
Sueño póstumo

¡Oh! ventisca que guardas mi alma en un sueño


¿Qué encontrare en la penumbra desencadenada de tu rostro?
Vislumbro un alma desgastada de mis flores
Pues yo poseo el ocaso ante el alba
Y convergen en tu silueta donde oigo todo

Tus ojos son prisioneros de mis ser


Por cada pisada tu afliges el dolor que poseo
Como aves de rapiña tus cantos se posan
En mi cabellera
¡Oh! desdén alejad de mi
Tu rosa que se clava en el corazón
Herido y desgarrado

El fuego quema toda obra de tus suspiros


Que adueñan a la muerte
Crucificada en mi pecho sombrío

En lo más oscuro de tus pupilas


El follaje se es desprendido
Y veo todo con claridad
Un crepuscular niño me toma de la mano
Y me sumerge a la faz de la agonía
Abatido

El fuego flamea ante la sombra


La silueta se regocija por tal destello
En una danza de símbolos y liturgias
Con alas encarnadas vuelan al tiempo
Donde se derrama el amor a tus raíces

Aquella bondad es mi rostro


De mis pestañas se cuelga el dolor
De mi boca rebosa la angustia
De mi nariz cae la tristeza
Y entre muros de desdicha
Renacen los soles
Quemando cada intersticio
De tu recuerdo
Réquiem del equinoccio

I
Vi las siluetas de los árboles que desbordaban rosas
Ante mi rostro que desangraba sombras de delirio
Con mis manos de gorrión herido
Me empape los ojos y la delicadeza de los ríos

¡Oh! sangre que te derramas por todo mi ser


Vislumbra mi mirada

Túneles de sangre chorrean mis pupilas


Formando lagunas en mi alma
Un anciano se sumerge en aquel sangriento paisaje
Venid y hundid tu rostro lechuza de ojos muertos
Donde tenéis tallado los símbolos en tu pecho azul
¿Es tu mirada tan benévola
Como la sangre ardiente de mi interior?

¡Oh! ave que as descendido de los cielos para ver tal banalidad
Sombrero es tu cantar
El cantar que se posa de cabeza en cabeza
Como serpiente de muertos que repta por cada cadáver

Vosotros tendréis el mundo en la ceniza


Que flamea con furor
Ante el equinoccio fructífero de los cantares
Cantares de la luna
Cantares de la sombra
Cantares de los espejos que reflejan
Los laberintos que crea el hombre de antaño

II
Vocifero el odio al horizonte
Que destella de manera crepuscular
¡Odio de lo más puro que quiebra mis alas!
¡Quiebra mi sonrisa!
¡Quiebra mi mirada!
¡Quiebra el sollozo que escupo en la faz del olvido!

El olvido del follaje que ríe a mi lamento


Aulló al rescoldo desparramado por la vida misma
Como penumbra desgarrada
No cabe odio al santo que se derrumba ante mis pies
El odio que saco cuando escupo mis poemas
El odio que vomito entre todos los lares
El odio que sale por mis poros a festejar
El odio que chorrea de mis ojos y entrego a mi bien amada
El odio que detesto con sonrisas falsas
El odio que se esconde en los falsos moribundos
Escupo mi poesía y escupo a todo humano que la detesta
Por qué el odio es el cimiento de mi cadáver

Vestigio

Manantial que lloras la arcilla


Con la que creas a los hombres efímeros
Tallad la mirada falsa que vomita la orina
De su escultor o tal vez
Esculpid vuestra mierda
Aves de rapiña
Que se creman ante el fulgor del fuego
Las figuras del ser moribundo
El dolor de las lenguas

El eco me impulsa a un universo de lenguas y de flores mustias


La angustia diosa de mi ser
Diosa de las rosas fugases
Gira mis ojos al interior de mi rostro
Mis fauces llenas de fuego por el odio
Por el odio eterno de la infancia
Donde los juegos eran ruinas

Escapábamos al regazo de las bestias


Mientras las costillas se quebraban
Al frente de mis ojos muertos

Las sequias eran plegarias fúnebres


Donde todos mis hermanos vieron nacer la muerte
Pues el follaje nos ocultaba de las desdichas de la vida

Los pasos se oían en las cumbres de los mantos de arena


Donde escondíamos el amor de aquella madre flor
Reina del dolor

Reposo en silencio

Lechuza que pozas tu patas de sombrero en el ganado


Volad al cielo donde la sombra grita y el engaño llora
Llorad y sembrad el grito que rompe las lámparas plantadas
En el jardín que se llama mundo

Oí el murmullo de aquella ave solemne y taciturna


Prendieron las tierras de fuego como el infierno
Desplegado en la realidad
El estupor fue innegable ante la sonrisa de belcebú

Un grito roza el fuego


Dolor eterno
Que se desnuda ante las llamaradas
De furia
De impotencia
De alarido
Bebed de las cloacas y escupid
En vuestra tierra
Rosas negras de mis ser
Y abnegada será mi alma
Que merodea por el fuego de las catedrales

Grietas

Grieta es mi corazón
Que arde como llamaradas de soles muertos

La tristeza se posó como árbol sombrío en mi llaga


Donde todo es tiniebla ante aquel ángel oscuro que espera mi muerte
Mi último suspiro
Mi última palabra
Mi último acecho
Mi última caricia a tu rostro taciturno
Repleto de flores de angustias
Que lloran al llegar la noche
Como plaga que se expande
En la grieta de mi corazón
Oráculo del follaje

Sangre gotea mi estirpe desgarrada por el follaje


Tan desangrada yace la luna que huye del desamparo total de mi ausencia
Ya las peripecias han descansado como ave que se alimenta del alba
Ríos de sangre

Color azul de los días efímeros


Brotad las rosas en el cuerpo que yace inerte ante el paisaje
La sangre que tiñe y fluye por los ríos de mis venas no ah de caber
Mas la angustia en la espiga que corona mi cabeza de estrellas

Rostro frágil de la luna desgarrada


Lamed mi rostro y da vida a mi corazón de lechuza atormentada
Que vuela a lo más alto en las cenizas del equinoccio

Una lagrima de la tierra fecunda


La flor de las sombras
El follaje que esconde la palabra
De mis poemas se agranda
Al oír la voz de tus suplicas
¡Oh! mujer porque sollozáis al alba
Tu tenue voz hace renacer la lágrima
Que absorbe la lámpara de mis ojos
Elegía a satanás

Entre ciénagas de fuego dejas caer tus eses


Señor del delirio
Señor de las tinieblas
Que acusas al canto oscuro de la agonía
¡Oh! siluetas de la oscuridad
Dogmas de belcebú
Que desgarran la carnada de mi cuerpo
Voltead los espejos y mirad
El rostro de inmundicia
Que chorrea lágrimas de la piedra de tentación
La piedra negra del silencio

Destruyo al ángel que cuelga de mi mirada


Ante la frialdad de los milenios
“! Apo pantos kako daimonos! “
Duelo

La muerte me reto entre sellos y signos


Y las flores brotaban por mis manos
Como tierra fértil entre mis dedos
Las rosas afiladas recubrían mis uñas
Y un humo sabio triso las orquídeas de mis ojos

Solo reptaban los gusanos y las serpientes


Por mi cuerpo destrozado
Ya no quedaban corazas para aliviar el dolor
Que perfumaba el alba
Y mi alma sangraba
La estirpe de mis brazos y mi cuerpo
Era el musgo para los campos

Mi sombra huía hasta lo más ínfimo


Lloraban mi deceso
Y mis siluetas se posaban
Quebrantándose en los montes
Inmortales de las desdichas
Donde el ocaso quema mi alma
Quema mi cabellera de la bestia que poseo
Y se muestra de vez en cuando
Los laureles cantan a la sonrisa del prófugo
Desangrado por el fuego azul de los lirios
Interiores de mis pupilas
A ton etoile
Al ver el cielo caen estrellas errantes
Con sus juegos crepusculares
¡Eh! Aquí mis labios y mi lengua
Que al abrir la boca
Salen espigas
Grandes ramas
Donde se posan los astros y la risa humana

Heme aquí sonriéndole al cielo


Y reflejando mi ironía en las aguas
Yo no pertenezco a esta tierra ni a este sol
Solo deambulo sin ton ni son
Por los caminos tallados por otras pisadas
Efímeras que van y vienen por mis ojos
Como el cielo que refleja el ocaso
De la frustración
Isla
Arden mis suspiros
Como arroyos de fuego y lava
Por los horizontes que se estrechan
En mis pupilas y convergen
En una isla de azules flores
Efímeras al ojo humano
Cuarzo
En mis ojos hayo un desierto
Tan ínfimo como las flores marchitas de mi sonrisa
El cuarzo llora ante la luna
Igual que mis rozas azules que se atormentan
Y miro más lejos y te encuentro a ti
Con tu rostro destrozado suplicando amor
Pues yo te digo que me acompañes
A ver el hilo negro que nos une
A si igual que la piedra negra que vive de mis delirios

Tú te posas ahí mirando los astros


Que componen la canción de viejos laureles en una ciénaga
Tú que tomas de mi mano y me llevas
A conocer las ilusiones que te atormentaron en mi desierto
Espejo
Espejo que vislumbra la muerte
Acá tenéis mis manos de pétalos
Que estrangulan el alba cada amanecer
Como el fuego que renace cada noche
Con sus cisnes negros y sus ojos oscuros
Atraveséis el umbral
Que se teje en los horizontes de la locura
De un hombre atormentado que ríe
Al ver los niños mudos de sus ojos
La peste
I
Plagaos de miseria los ataúdes de la vida
Y corred hasta el relámpago fúnebre de las aves
Vivid a la sombra de los cadáveres
Que brillan ante la luna
Tan fugaz como el tiempo
Que se estanca en mis manos
Tan duras como el roble luminoso
Donde las lechuzas viven una vigilia eterna
Y se posan en las ramas
Más tenues que el amor mismo

II
¡Oh! Plagas del infierno
Llevadme a su santuario
Donde rebosa la sangre
De mi espíritu dañado
Y abatido
Dadme el desengaño
Prisionero de mi mente
Prisionero del follaje
Camino descalzo
Dejando todo plagado
Por mi tormento
Infiernos de invierno
I
¿En qué infierno se esconde mi tormento?
Los animales de oro callan a mí andar
Como espías nocturnos vigilan mis pasos
Cae la lluvia de pétalos ante el ocaso
Un ocaso tan azul como el mar
Un ocaso tan silencioso como el follaje
Que escondéis de tras de tus ojos viajero iluminado
¡Oh! Cantares de las bestias
Acá tenéis la carne más pura del universo
Comed y esconded sus lágrimas
¡Oh! Desolado infierno dadme de tus purezas
Aunque las aves descansen en mi cadáver
que yace en los mares más desangrados que mis plegarias

II
El amanecer crepuscular lleva consigo mismo
Una piedra roja que ha caído del cielo
¿Qué pretendéis luna nueva
Para aquel viajero carcomido por la tristeza?
¡Oh! Montes de piel desterrad al ave sombría
De la nostalgia y suspirad
Aquella brisa helada que inhalan los ángeles caídos

III

¡Oh! Dios de los beatos clamáis tus alabanzas


Tan falsas como tu existir
Probad la desgracia en que se unge tus ciervos
Plagaos el fuego que retumba en la orilla de los mares
Falsos son tus cantares
Falsos son tus deleites
Venid y enriqueced mi copa de vino
Que lamo y destruyo infinitamente
Iconoclasta
¡Oh! ángel venid y destruid la piedra negra de mi visión
Laureles caen avasallando mi desesperanza
Que ángel más cruel habita en las llamas del fuego
Y en mis osamentas

¡Oh! Satanás cúbreme de la frialdad de esta vida inmaculada


Con ojos en los dedos de mis pies
Camino entre las serpientes que reptan mi cuerpo desnudo
Acercándome al alba como un oráculo

Al horizonte la belleza del infierno carcome mis oscuros ojos


¿Qué pretendéis satán ante la belleza de tu morada?
Los ángeles caídos acarician mis restos de piel
Lamen mis brazos y mi cara saboreando cada poro de mi cadáver

Vellos son los cielos de este solsticio eterno


Etéreos son los días y las horas
Los navíos navegan mi mirada
Plantando palacios de amargura

¿Satanás por qué es tan bella tu mansión?


Acaso queréis mis huesos
Queréis mis suspiros
Queréis mi habla
Queréis el resplandor de cada palabra

¡Oh! Belcebú levantad la bandera de la creación


Tus alas tan llenas de ojos
Parecéis una lechuza cazando con frialdad
Su destino al acecho inmortal de los delirios
Cuervos a medio ocaso

Eh vivido una gran angustia


Que se torna y refleja en mis cielos
Miles de cuervos arrasan mis pensamientos
¿Qué ave más cruel se escabulle en el follaje?
Ríos de cuervos alzan sus alas
Al príncipe de los reinos de invierno

Ah cuervos comed la agonía de mis rosas ázimas


Miles de bosques son arrasados con el furor del fuego
Que el mismo cuervo dejo caer
Volad mis aves rapaces y que la locura los transforme

Bondadosos seres son los cuervos


Que comen de los ojos del moribundo muerto
Acarician con su pico las gónadas
Que reflejan el mundo efímero y doloroso y
El hambre los vuelve oníricos ante la lluvia
Lobos de Siberia

¡Oh! esclavitud del misterio


Sofocas hasta al más puro animal
Clamo a los horizontes tu vigilia día y noche
Estrangulando el alba
Que se cierne en las heces de los animales muertos

¿Dónde te escondéis girasol de la noche?


Cuerpos destrozados flotan en el frio lago de Siberia
Y estáis ahí vosotros lobos comiendo y royendo
Cada hueso del funeral eterno
Un ojo ante el alud
Grisáceos son estos días
Como la piel de los zorzales
Que habitan en mis uñas
Dando de comer a ellos con mi escritura
Raíz de las hojas vacías que se tornan
A mi respirar
Palabras y palabras
Son mis bosques enjaulados por una coraza
De oro puro junto a aquella muchacha
Que cae en mis brazos que pregunta mi nombre
Y con recelo respondo
Venid que mi nombre es crepuscular y rodeado de flechas
¿Adoráis a satán pequeña muchacha?
Con anhelo suicida
Dejo caer mis ojos al acantilado
Pues los rescoldos que habitan en mi
Arden como la lluvia acida quemando todo a su paso
Las estrellas caen a mi infierno íntimo
Donde hacemos el amor con dulces ninfas
De un paraíso infernal diferente

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