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Hallazgos

ISSN: 1794-3841
revistahallazgos@usantotomas.edu.co
Universidad Santo Tomás
Colombia

Cárdenas Sánchez, Ninfa Stella


La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio
novelesco
Hallazgos, vol. 7, núm. 14, julio-diciembre, 2010, pp. 83-98
Universidad Santo Tomás
Bogotá, Colombia

Disponible en: http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=413835202005

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HALLAZGOS - Revista de Investigaciones • Año 7 - No. 14 • Julio-diciembre de 2010 • ISSN: 1794-3841 • pp. 83-98

La focalización: un instrumento para el análisis de la


relación entre los personajes y el espacio novelesco

Ninfa Stella Cárdenas Sánchez*

Resumen

Recibido: 5 de abril de 2010 Este artículo tiene como propósito hacer un acercamiento al es-
Revisado: 11 de junio de 2010
Aprobado: 27 de julio de 2010 pacio como elemento fundamental de la novela para, desde allí,
identificar la validez del análisis de la focalización en el estudio
de las relaciones que se establecen entre el espacio y los persona-
jes que lo habitan. De ahí la organización del texto en dos partes
fundamentales: la primera, dedicada a sustentar el espacio como
un elemento significativo y estructurante de la novela, cuya
construcción está asociada con los personajes que lo habitan, que
son a su vez influenciados, e incluso, en algunos casos determi-
nados, por éste, y la segunda, dedicada a presentar, de manera
más esquemática y con el apoyo de ejemplos, los agentes, objetos
y aspectos de la focalización.

Palabras clave: Novela, espacio, personaje, focalización,


narrador.

* Licenciada en Lingüística y Literatura y Magíster en Literatura Hispanoamericana. Profesora de la Licenciatura en Filosofía y Lengua Castella-
na de la Universidad Santo Tomás y del Departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma de Colombia. Miembro del grupo de
investigación Antón de Montesinos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: ninfacardenas@
hotmail.com

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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco

Targeting: a tool for analyzing the relationship between fictional


characters and space in novels

Ninfa Stella Cárdenas Sánchez

Abstract

This paper aims to zoom into space as a fundamental element of Recibido: 5 de abril de 2010
Revisado: 11 de junio de 2010
the novel, and from there, to identify the validity of the focaliza- Aprobado: 27 de julio de 2010
tion analysis of the focus on the study of the relationships esta-
blished between space and the characters who inhabit it. Hence
the organization of the text into two main parts: the first, dedica-
ted to sustaining space as a significant and structuring element
of the novel, whose construction is associated with the characters
that inhabit it, which in turn are influenced, even in some ca-
ses determined by it, and the second part, dedicated to present,
more schematic aly and supported by examples, agents, objects
and aspects of focalization.

Key words: Novel, space, character, focus, narrator.

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Para el hombre actual, el espacio tampoco es ho- con Raimond, como cita Zubiaurre (2000),
mogéneo, sino que cada lugar en él está impreg- cuando afirma que “toda novela está estre-
nado de significados peculiares. Se distinguen chamente vinculada con el espacio. Incluso
regiones preferidas y evitadas. Recuerdos tanto si el novelista no lo describe, el espacio, de
agradables como desagradables se unen a los forma implícita, está ya incluido en el rela-
diferentes lugares. to”. Sí, me interesa el espacio habitado, evo-
–Otto Bollnow cado, soñado, sentido… vivido por los per-
sonajes, nombrado por sus palabras y por
Unas palabras iniciales las del narrador; el espacio que, como lecto-
res, reconocemos y reconstruimos a través
En la introducción de su libro Hombre y Espa- de sus ojos que lo observan, sus oídos que
cio, Bollnow (1969) plantea que “el carácter lo escuchan, su olfato que lo huele y su piel
temporal de la existencia humana ha ocu- que lo siente. Así que me adentraré en esta
pado la filosofía de los últimos decenios tan categoría, ya tan trabajada por muchos es-
extraordinariamente que se le puede califi- tudiosos de la literatura, con la intención de
car, sin más, de problema fundamental de la reconocer la validez de la focalización como
filosofía actual” (p. 21), y más adelante, en elemento para el análisis del espacio en su
la misma introducción –y después de hacer relación con los personajes.
un breve recorrido por el pensamiento de
filósofos como Bergson, Heidegger, Sartre y Sobre el espacio novelesco
Merlau-Ponty−, dice: “Frente a ello, el pro-
blema del carácter espacial de la existencia Zubiaurre (2000), al referirse a los aspectos
humana, o dicho con palabras más simples, temáticos y simbólicos del espacio narrati-
el del espacio concreto experimentado y vi- vo, analizados y categorizados por la crítica
vido por el hombre, ha estado relegado al literaria, propone:
último plano” (p. 22).
El espacio antropológico (a lo Bache-
lard, Durand y Richard, con los comen-
Algo semejante reconoce Pimentel (2001,
tarios posteriores de Frenzel, García
p.7), también en la introducción de su libro Berrío, Gullón, Weisgerber, y Zumthor)
El espacio en la ficción, cuando afirma que “la y su dosis de filosofía y mitocrítica; el
realidad narrativa de cualquier relato está espacio material (la peculiar geografía
centrada en el tiempo: no sólo en el que se o topografía propia de cada novela,
como señalan Lotman y Mitterand, la
consume, sino en el tiempo que lo consu- cual se construye mediante la dialécti-
ma”, tiempo que se manifiesta en el propio ca que se establece entre los distintos
de la palabra: lineal y sucesivo, en el del re- contrastes o polaridades espaciales); la
lato que narra y en el representado, propio forma espacial (los fenómenos de yux-
taposición y simultaneidad observados
de la historia que se narra. Sí, el tiempo ha
por Frank y sus seguidores) y, por fin,
sido problema fundamental no solo de la la conciliación de las categorías espacio
existencia del hombre sino también de los y tiempo gracias al cronotopo de Bajtin
personajes que habitan en la novela. … [en el que] tiene lugar la unión de
los elementos espaciales y temporales
en un todo inteligible y concreto. El
Pero no es el tiempo el que ocupará este tex- tiempo se condensa aquí, se comprime,
to, es el espacio, porque estoy de acuerdo se convierte en visible desde el pun-

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to de vista artístico; y el espacio, a su sintácticas, las cuales están presentes en to-


vez, se intensifica, penetra en el movi- das las novelas como elementos organiza-
miento del tiempo, del argumento de
dores del esquema propio de la obra. Las
la historia. Los elementos de tiempo se
revelan en el espacio, y el espacio es en- unidades logran un equilibrio que puede
tendido y medido a través del tiempo romperse en aras del dominio, del peso, de
(1989, p. 237). una de éstas, lo que permite hablar de no-
vela de personajes, de acciones, de novela
Aspectos temáticos y simbólicos desde los temporal o espacial. Como elemento orga-
que se han realizado distintos acercamientos nizador, funcional, de la novela,
al espacio novelesco y que, según la autora,
no pueden reconocerse como aglomerados el espacio es con el tiempo, los actantes
sino, más bien, el resultado de una rigurosa y las funciones, uno de los elementos
estructurantes de la narrativa. La ac-
evolución. Pero, ¿qué entendemos por es-
ción (sea funcional o no) implica perso-
pacio? De acuerdo con el Diccionario de la najes y tiempo, pero también espacio.
Real Academia Española (2001), espacio es “la El personaje se concreta como sujeto de
extensión que contiene toda la materia exis- acciones, o atributos en el espacio, y los
cuatro elementos resultan irreductibles
tente. // Parte que ocupa cada objeto sensi-
en una sintaxis narrativa (Bobes, 1985,
ble”, definición que, en primer lugar, podría p. 203).
ser válida tanto para el hombre común y co-
rriente como para hablar del personaje de la Incluso rebasan este esquema en la medida
novela, y en segundo lugar, justifica la consi- en que significan e instauran un orden par-
deración del espacio de la novela como el es- ticular de relaciones y adquieren unos valo-
cenario, geográfico o social, donde se ubican res semánticos propios de la ficcionalidad.
los personajes y donde, por lo tanto, ocurren Según Bobes:
las acciones. Nada más lejano de lo que pue-
de significar y representar este elemento en Como el tiempo, el espacio resulta ser
la novela: el espacio es, por un lado, “parte una categoría para el conocimiento,
fundamental de la estructura narrativa, ele- que no se percibe en sí mismo, sino por
relación a los objetos que están en él y
mento dinámico y significante que se halla
nos permiten señalar distancias y por
en estrecha relación con los demás compo- relación a los personajes que se mue-
nentes del texto” (Zubiaurre, 2000, p. 20) y, ven y alteran las relaciones espaciales.
por otro, retomando las palabras de Wellek Las acciones transcurren en el tiempo,
pero los personajes y los objetos se si-
y Warren (1959, p. 265), un elemento fun-
túan, estática o dinámicamente, en el
damental para identificar, para reconocer el espacio. (1993, p. 174).
personaje que lo habita, con el que, desde la
palabra, pueden construirse relaciones tanto De tal modo que, siendo el espacio habitado
metónimicas como metafóricas. por los personajes, es decir, y siguiendo a Bo-
llnow, incidido, convertido en el lugar de una
En relación con la primera afirmación, es cosa en particular, el sitio donde van quedan-
clásica ya la identificación de cuatro cate- do sus rastros; siendo el lugar de sus afectos y
gorías dentro del texto narrativo: los per- de sus cosas, de sus encuentros y desencuen-
sonajes, las acciones, el tiempo y el espacio, tros, siendo “contrariamente al tiempo con-
categorías que Bobes (1993) llama unidades fidencial, amparador y estimulante”, puede

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erigirse en un elemento organizativo, dinámi- lo llenaba− comienza a nombrarse desde la


co y significante de la novela. visión y con las palabras de los españoles y
que hoy sigue siendo “escenario vertebrado
Este carácter significante, dinámico y orga- y significativo” en la novela histórica y ur-
nizativo puede identificarse en la cambiante bana. Ainsa afirma que:
imagen de la casa de los Buendía –y, por su-
puesto, en Macondo− que deja de ser, gracias El espacio y sus modalidades paisajís-
ticas forman parte de una realidad
a la laboriosidad y la persistencia de Úrsula,
americana “exterior” que no puede
la más primorosa casa de barro y cañabra- soslayarse en la medida en que es de-
va de Macondo para convertirse en una casa terminante de su realidad y elemento
amplia con muchas habitaciones, una sala de indudable gravitación en la nove-
para recibir las visitas y un amplio corredor lística continental … Buena parte de
la creación novelística latinoamericana
cargado con el aroma de las begonias, cuyas ha estado dedicada al inventario de la
ventanas y puertas estaban siempre abiertas; virginidad (ineditez) de ese espacio
hasta cuando llegó Fernanda del Carpio y las geográfico y ha tendido a un esfuerzo
cerró, siguiendo las costumbres de su casa de organización que ha variado según
las corrientes estéticas y según el modo
paterna y de su ciudad; la casa que cambió
de aproximación (o recorte) de cada
de color según el partido político que estu- autor en particular.
viera al mando y que no pudo defenderse de Los modos como ese espacio fue asu-
los forasteros, los parranderos, la intermina- mido y transformado en los sucesivos
“paisajes literarios” han sido muy dife-
ble lluvia, la voracidad de las hormigas y la
rentes: muchos textos reflejan un con-
codicia de algunos de sus habitantes. flicto y un enfrentamiento con los ele-
mentos naturales, otros un “horror del
De otra parte, como lo afirman Bobes (1993) vacío” pampeano a las grandes inmen-
y Zubiaurre (2000), el espacio es una noción sidades boscosas, otros una búsqueda
“decorativa” o pictórica del “escenario
histórica, en la medida en que su importan-
de transfondo y, más recientemente, la
cia como elemento significativo y estructu- visión integradora del contorno a la for-
rante de la novela, así como sus característi- ma literaria (1974, p. 493).
cas, han variado de acuerdo con las épocas.
Así, en obras como el Lazarillo de Tormes o El Esta realidad, este espacio americano, se
Quijote, el camino se constituye, según Kay- convierte en recurso fundamental para la
ser (como lo cita Bobes, 1993), en el principio objetivación de una utopía que, de acuerdo
constructivo en que las demás categorías to- con el crítico, termina siendo un elemento
man y logran su unidad, y será en el siglo constitutivo de la búsqueda de la identidad
XIX europeo, con la novela realista, cuando americana y que se caracteriza por dos mo-
se presente el apogeo de la “novela espacial”. vimientos: uno, hacia el interior, hacia la
selva, la montaña, la pampa, la comarca, la
En relación con la literatura latinoamerica- casa; y otro, hacia el exterior, hacia lo uni-
na, Ainsa (1974) considera que ésta puede versal, hacia lo lejano, hacia los puntos don-
reconocerse como un proceso de posesión de los ecos de eso lejano llegan: los puertos.
del contorno, el cual se inició con las cró- Así, la búsqueda de esa identidad convirtió
nicas del Descubrimiento y la Conquista, el espacio, el contorno, en un elemento de
cuando el espacio americano –y todo lo que carácter histórico en nuestra narrativa.

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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco

He afirmado antes, con Wellek y Warren gos semánticos, visibles en la comunicación


(1959), que el espacio puede construir re- lógica, a favor de otros desde los cuales se
laciones metonímicas o metafóricas con los establece la asociación que provoca la ima-
personajes. ¿Esto qué significa? Acercarse a gen como “representación mental ajena
la metáfora y a la metonimia implica, en el al objeto de la información que motiva el
fondo, plantear el problema de la lengua, de enunciado” (Le Guern, 1990, p. 20).
las palabras, las cuales, en su funcionamien-
to dentro del sistema, deberían nombrar de Esta concepción se enriquece grandemen-
una sola forma (significante, expresión) las te con la definición ofrecida por Pimentel
cosas; pero sucede que, en algunas circuns- (2001), quien considera la metáfora como
tancias, esa forma no existe o no es suficien- “la interacción de dos campos semánticos
te, no logra el efecto que se pretende, lo que diferentes”, lo que implica, para lograr esa
lleva a designar esa cosa con un nombre que identidad que se construye en la metáfora,
no es el suyo, que no le corresponde y que, reconocer las áreas semánticas que pueden
en esta situación, desvía, traslada el signi- homologarse; es decir, para identificar los
ficado. De esta manera surgen los tropos sentidos que se construyen en la metáfora,
como la metáfora y la metonimia. se hace necesario dar cuenta de esos dos
campos semánticos, que conjugan algunos
La metáfora, de acuerdo con la concepción semas (intersección sémica), pero también
más simple de la semántica lingüística, se esos otros semas que no son homologables,
plantea desde una relación de similitud que no se acercan, que no se tocan, pero que
entre los semas que configuran los signi- terminan “contaminados” gracias a la inter-
ficados de las palabras que designan a los sección sémica; lo que complejiza, aún más,
referentes (y no entre los referentes), lo que la significación metafórica, en la medida que
implica la creación de un sentido a partir “de la intersección entre dos isotopías surge
de los semas seleccionados de los signifi- una tercera, plenamente metafórica, que in-
cados que se ponen en relación. Así, según cluye las otras dos, al tiempo que deriva de
Le Guern (1990), el carácter específico de la ellas su existencia única y local” (p. 94).
metáfora se encuentra en que obliga
Desde estos planteamientos, y recogiendo
a abstraer a nivel de la comunicación lo dicho por Ricoeur y Le Guern, Pimentel
lógica cierto número de elementos
considera que es “la interacción de las rela-
mantenidos, a un nivel distinto de la
pura información, y por medio de la in- ciones tanto de conjunción como de disyun-
troducción de un término extraño a la ción la que produce estos efectos de sentido
isotopía del contexto, provoca la evoca- sensorial” (p. 96): la imagen que, aunque
ción de una imagen asociada que perci- construida con palabras, tiene el poder de
be la imaginación y que ejerce su impac-
to sobre la sensibilidad sin el control de afectar los sentidos, en la medida que sin-
la inteligencia lógica, pues la naturaleza tetiza tanto lo idéntico como lo diferente,
de la imagen introducida por la metáfo- y extiende en el discurso esos hilos que se
ra le permite escapar a él (p. 25). entretejen, se anudan o se aflojan, desde los
cuales es posible hacer diferentes recorridos
En otras palabras, la metáfora se construye de sentido (“trayectos isotópicos”) a lo lar-
por la puesta entre paréntesis de unos ras- go de la novela.

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La metonimia, por su parte, se plantea des- Sin embargo, aclara que no puede limitarse
de una relación de contigüidad entre los el análisis de la metonimia a la descripción
objetos involucrados; es decir, la relación detallada de la realidad, sino que es necesa-
se establece no desde los semas que confi- rio identificar las “líneas de convergencia”
guran los significados de las palabras que desde las cuales pueden agruparse, es de-
nombran los objetos, sino desde los obje- cir, al caracterizarse la metonimia por un
tos mismos; es decir, la relación existe en el desplazamiento de la referencia, cabe pen-
mundo exterior independientemente de los sar que el efecto tendrá que ver tanto con
elementos léxicos que se seleccionan para el desplazamiento que se realiza como con
nombrarla. Así, como lo propone Le Guern la dirección en la que opera, desde la cual
(1990, p. 28): puede reconocerse una visión particular de
la realidad.
la alteración de sentido operada por la
figura queda explicada por una alte-
Pero, ¿qué son esas líneas de convergencia,
ración de referencia entre dos objetos
ligados por una relación extralingüísti- esa dirección en la que opera la metonimia?
ca, puesta de manifiesto por una expe- Para responder esta pregunta no es necesario
riencia común que no está unida a la extenderse en las clases de metonimia sino
organización semántica de una lengua reconocer que, en su elaboración y reconoci-
particular.
miento, pueden aparecer elementos constan-
tes en el desplazamiento de las referencias;
Dicho en otras palabras, hay metonimia
así, por ejemplo, es posible identificar la pre-
cuando se sustituye una palabra por otra
sencia reiterada de abstracciones en lugar del
cuyos referentes guardan alguna relación,
nombre concreto y viceversa, de las partes
sin que por esto la interpretación resulte
en lugar del todo, etc., y al hacerlo, aparecen
distinta, lo cual es garantizado tanto por
palabras que pueden ubicarse en el camino
la información que ofrecen los contextos
de una misma isotopía, un mismo recorrido
como por esa “experiencia común” que es
de sentido, al punto de trazar en el texto una
compartida por el autor y sus eventuales
particular visión de la realidad.
lectores.

En Respirando el verano, de Rojas Herazo,


Al plantear Le Guern (1990, p. 118) el va-
después de escuchar hablar a la abuela so-
lor estilístico de la metonimia, siguiendo a
bre el “provinciano esplendor” de la casa, el
Jakobson, afirma que una especie en parti-
narrador describe la visión que tiene Ansel-
cular de la metonimia –la sinécdoque− ocu-
mo (el nieto) de la siguiente manera:
pa un lugar de privilegio en la literatura
realista, en donde Entonces sintió como nunca aquella
historia secreta de la casa, sintió la fi-
es uno de los medios de los que se sirve delidad de sus muros, su congoja de
más gustosamente un escritor cuando animal triste, con sus costillas y su epi-
desea atraer la atención de sus lectores dermis despedazadas por el tiempo. Y
sobre los detalles de la realidad que en las bocanadas de penumbra de cada
describe, siendo además ésta una de cuarto percibió el rumor de miles de
las principales preocupaciones de la días entre los cuales venían envueltos
escritura realista. miradas de moribundos, llantos de re-

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cién nacidos, palabras de maldición o el mecedor. Julia me ha dicho que ha


de despedida, toses de enfermos, risas enflaquecido tanto que le da miedo.
de niños y tintineo de vajillas que sa- Pero yo sé lo que pasa. No es que vaya
cudían y alegraban el aire. (1993, p. 24) a morir. Es que se está despojando para
poder esconderse… me han dicho tam-
bién que la casa se está cayendo. Tam-
Dejando a un lado la metáfora zoomórfica
poco esto es verdad. Le ocurre simple-
que inicia el fragmento y hablando con pro- mente lo que le ocurre a Horacio: que
piedad, la imagen que se le revela al nieto ha cumplido y empieza a despojarse de
no es la de los cuartos (las partes) es la de sus paredes, de sus horcones y de sus
la casa (el todo) y lo que percibe no son las vigas para esconderse también. Porque
las casas se caen, se destruyen, pero lo
cosas, ni las personas que la habitaron y que que ellas fueron queda en la tierra y por
disfrutaron de su esplendor, sino girones de mucho que construyan después sobre
sus vidas, manifiestos en sus miradas, sus ellas –por muchas ventanas y quicios
llantos, sus palabras, sus toses, sus risas, y y techo nuevo que les pongan encima−
ellas siguen erectas, ocultas pero vivas,
en el tintineo de vajillas. Así, a través del
respirando con sus apretados muertos
registro de estos detalles, se encuentran en dentro de ellas (1993, p. 166).
una sola imagen los fragmentos dispersos
en épocas distintas, de la historia de la fami- Horacio es el hijo adorado de Celia, la mu-
lia, la historia de la casa, marcada por acon- jer que años atrás había llegado a Cedrón,
tecimientos tan grandes como el nacimiento luego de casarse, para habitar la casa que
y la muerte y tan cotidianos como la risa y su esposo había construido para ella. Allí
los ruidos de la cocina. nacieron sus hijos, allí siguió viviendo y
allí se fue haciendo vieja, se fue gastando y
Finalmente, en relación con la metonimia, con ella, la casa; allí su corazón se encoge de
cabe aclarar que ésta es también, junto con dolor ante la inminente muerte de su hijo,
la metáfora, un recurso utilizado para la mientras la casa poco a poco se va cayendo:
presentación de imágenes cuya viveza es Celia es la casa y la casa es Celia. Así, en la
resultado de la relación que se evidencia en máxima realización de esa metonimia crea-
la desviación que la palabra propone y que da y sostenida a la largo de la novela (y que
permite, ya sea acercar elementos distintos se completa en En noviembre llega el Arzobis-
mediante un movimiento unificador o ha- po y en Celia se pudre), la casa se cae sin que
cer visible una abstracción mediante el uso quede ningún horcón, ni ninguna pared en
de un sustantivo concreto. pie, cuando Celia muere y es llevada al ce-
menterio para ser enterrada.
Con estos conceptos, se puede entrar a ex-
plicar las relaciones anunciadas antes, entre De otra parte, La casa grande de Álvaro Ce-
el espacio y los personajes. Un fragmento de peda Samudio es una novela en la que la
Respirando el verano de Héctor Rojas Herazo casa es identificada como una metáfora del
permitirá identificar la relación metonímica: padre y, con él, del patriarcado. En las pala-
bras utilizadas por el narrador para hacer la
Algún día, después de muerta (esto lo
descripción del padre, pueden identificarse
sé también) rondaré por estos almen-
dros y oirán mi voz en este patio… semas que son compartidos por las palabras
Ahora él (Horacio) se está acabando. que hablan de la casa y sus objetos:
Está allí, en el patio, descansando en

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El Padre está sentado en una silla rústi- ben asombrar”. Sobre el cuarto –del padre−
ca de madera y de cuero templado y sin se dice que es limpio, con el piso cementa-
curtir. El padre tiene sesenta años y es
do, la cama es de madera, ancha, resistente,
fuerte y duro. Cuando se ponga de pie
el Padre será de baja estatura, las espal- en la que no hay ni una sola almohada. En
das serán anchas, la nuca abultada, el el cuarto “no vive nadie; es un cuarto desha-
pecho poderoso, la cintura delgada y bitado pero atendido y cuidadoso y aseado
las piernas ligeramente encorvadas de diariamente”.
haber pasado gran parte de sus sesenta
años sobre un caballo. Cuando hable
la voz del Padre, será áspera autorita- Al recoger los rasgos tanto del padre como
ria, hecha de dar órdenes siempre. No de la habitación, es posible reconocer la
hay ternura en el Padre. Pero tampoco confluencia de semas en las palabras fuerte,
hay torpeza. Es implacable pero no hay
duro, áspera y resistente; el uso del adjetivo
venganza ni amargura en él. Es natu-
ralmente duro como el guayacán. ancho para calificar al padre y a la cama y,
Las manos del Padre son delgadas y tal finalmente, el uso de frases adversativas −
vez finas, pero sus caricias deben ser en las que aparecen adjetivos como delgadas,
dolorosas y deben asombrar.
finas, atendido, cuidadoso y aseado− que re-
El cuarto donde está sentado el Padre
es limpio y el piso está cementado; las fuerza formalmente la relación padre-casa,
paredes están pintadas con cal y no es decir, la semejanza se establece no solo
hay ni siquiera un almanaque; en un a través de las palabras sino también a tra-
rincón, al lado de una ventana, hay un vés de la forma como se utilizan. Estos ele-
aguamanil de hierro con su palangana,
su jarra y su balde de peltre blanco.
mentos (semánticos y sintácticos) permiten
La cama está contra la otra ventana, al establecer una analogía entre el personaje y
lado de la única puerta que da al patio el espacio que ocupa: fríos, distantes, casi
y no a la calle aunque es un cuarto de herméticos, incapaces de provocar algún
esquina. La cama es de madera, ancha,
sentimiento distinto al temor, la rabia o la
resistente, y la estera gruesa que está
puesta sobre las tablas está cubierta desolación o una actitud distinta al silencio
por una sábana muy limpia. En la cama y la resignación. Aquí caben las palabras de
no hay ni una sola almohada. En este Wellek y Warren: “la casa en que vive un
cuarto no vive nadie; es un cuarto des- hombre es una extensión de su personali-
habitado pero atendido y cuidadoso y
aseado diariamente (2003, p. 82). dad. Descríbase la casa y se habrá descrito
al hombre” (1959, p. 265).
En este fragmento se ofrecen varios rasgos
sobre el padre: es fuerte y duro, de espaldas A partir de lo hasta aquí presentado, se hace
anchas, de voz áspera y autoritaria y no hay evidente la relación entre el espacio y el per-
ternura en él; llaman la atención no solo los sonaje, entendidos como elementos estruc-
rasgos que enseguida aparecen sino tam- turantes y significativos de la novela, desde
bién la manera como se presentan: “Pero los cuales pueden reconocerse esos conteni-
tampoco hay torpeza. Es implacable pero dos de tipo cognitivo, emotivo e ideológico
no hay venganza ni amargura en él. Es na- que la obra desarrolla y que, según nuestra
turalmente duro como el guayacán. Las ma- postura, pueden identificarse y analizarse
nos del Padre son delgadas y tal vez finas, desde la focalización.
pero sus caricias deben ser dolorosas y de-

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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco

Sobre la focalización rrador: el que sabe más que el personaje, el


y el análisis del espacio que sabe lo mismo que el personaje y el que
novelesco sabe menos que el personaje (de Todorov).

Hablar de focalización implica hacer refe- La focalización cero, o visión “por detrás”, se
rencia a los conceptos de perspectiva y punto presenta cuando el narrador sabe todo so-
de vista, tan recurrentes a lo largo de los es- bre los personajes y tiene la posibilidad de
tudios literarios y a los que la narratología leer en su interior y poner a disposición del
ha dedicado un gran número de trabajos. lector, incluso aquello que el personaje no
se atreve a expresar; esta visión correspon-
Aunque no se pretende aquí hacer una am- de al narrador omnisciente que todo lo ve y
plia exposición de la historia del concepto todo lo sabe. La focalización interna, o visión
crítico de perspectiva o punto de vista, sí es “con”, implica que el narrador sabe lo mis-
conveniente aclarar que antes de que auto- mo que el personaje, por lo que no sabe la
res como Pouillon, Todorov, Genette, Mie- historia en su totalidad y se caracteriza por
ke-Ball o Rimmon-Kenan, entre otros, desa- la elección de un personaje que se convier-
rrollaran el tema, en los siglos XVIII y XIX te en el centro del relato, en el punto desde
ya podía reconocerse una preocupación de el que el lector sabe de los otros persona-
la crítica narrativa por este aspecto. Así, en jes y de los acontecimientos. Por último, la
los albores del siglo XX, Henry James plan- focalización externa, o visión “desde fuera”,
tea a los personajes y, en particular, al prota- se presenta cuando el narrador sabe menos
gonista, como el foco desde el cual debería que los personajes, ya que se limita a descri-
presentarse el mundo que habitan, evitando bir lo que ve desde fuera, a ser un testigo de
de esta manera la intromisión del autor. De los hechos, situación que garantiza la objeti-
aquí en adelante, la posición y la relación vidad y el realismo en la narración.
entre el narrador y el punto de vista son
objeto de discusión tanto para los escritores En esta propuesta de Genette se hace eviden-
como para los críticos. te tanto la relación entre el narrador y el foca-
lizador, como la distinción entre quien cuen-
Aquí es necesario reconocer la importancia ta y quien ve; no obstante, en ese momento
de un autor como Gerard Genette, quien en no establece la diferencia entre el agente que
Figuras III (1972) propone tres niveles en la focaliza y el objeto focalizado. Será Mieke
obra narrativa: la historia, el relato y la na- Bal el que, en los setenta, proponga la noción
rración, propuesta que le permite, por un de focalizador, al que define como “aquél a
lado, identificar las voces de distintos narra- quien el narrador delega una función inter-
dores y, por el otro, llamar la atención sobre mediaria entre él y el personaje: el sujeto de
la confusión presente en los críticos, entre la focalización, el focalizador, constituye el
quien cuenta y quien ve. Así, siguiendo a punto desde el que se contemplan los ele-
Pouillon y a Todorov, plantea la focalización mentos” (citado por Baena, 1998). De este
cero, la focalización interna y la focalización modo, se instaura una categoría propia tanto
externa, que se identifican con la visión “por de la historia como del discurso, necesaria
detrás”, la visión “con” y la visión “desde para dar cuenta de la forma como es perci-
fuera” (de Pouillon) y las posiciones del na- bido el mundo por el narrador que lo cuenta

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y por los personajes que lo viven y lo habi- la narración: la historia (que incluye todos
tan; categoría que Genette reconoce, en 1983, los hechos contados, con sus personajes),
como foco de percepción, al preguntarse ya el relato (la configuración de las palabras)
no por quién ve sino por quién percibe. y la narración (el acto de contar o escribir
la historia). Así, la focalización y la narra-
Al cuestionarse por quién le permite a quién ción son aspectos propios del texto desde
observar qué, Bal (1999) reconoce que los los cuales se van desvelando los hilos que
niveles de focalización pueden variar entre tejen la historia.
la focalización externa y la focalización de
personaje1, identificando entre éstas otras Rimmon-Kenan, siguiendo a Genette, pro-
posibilidades intermedias: la focalización pone la focalización como la mediación de
ambigua, caracterizada por la dificultad de algún prisma a través del cual se presenta la
ubicar al focalizador como externo o como historia, la cual es verbalizada por el narra-
interno (personaje) y la focalización doble, dor y ha de entenderse más allá de su senti-
en la que alternan las dos formas de foca- do puramente visual (relacionado con lo óp-
lización. De otra parte, analizando la situa- tico, lo fotográfico) para incluir orientaciones
ción de la narración en primera persona (y de tipo cognitivo, emotivo e ideológico.
en algunos casos de la figural), la focaliza-
ción puede presentarse en dos niveles dis- Desde esta perspectiva, es necesario recono-
tintos: en el caso de un recuerdo, es posible cer que no es lo mismo responder a las pre-
hallar, en un primer nivel, una focalización guntas quién ve y quién habla, aunque son
externa (el yo que narra) no perceptible, que comunes los casos en los que quien habla
ya está fuera en el tiempo y en el espacio es la misma persona que ve; es decir, narrar
de la historia, y en segundo nivel, una foca- y focalizar son actividades que puede reali-
lización interna perceptible (el yo que hace zar un mismo agente, pero son actividades
parte de la acción). Finalmente, en cuanto a distintas.
la totalidad de la obra, si ésta presenta foca-
lización interna y el foco no se queda en un A partir de estos planteamientos, Rimmon-
solo personaje, se presenta una focalización Kenan propone:
variable, y si un mismo acontecimiento es
• En los casos en que se presenta un na-
contado por varios personajes, se presenta
rrador que habla en tercera persona y
focalización múltiple.
que es al mismo tiempo el centro de la
conciencia, este último es el focalizador,
En 1983, Shlomit Rimmon-Kenan publica Na-
en tanto que quien hace uso de la terce-
rrative fiction. Contemporary poetics, un texto
ra persona, quien tiene la palabra, es el
en el que presenta una interesante propuesta
narrador.
sobre la ficción narrativa y, en particular, so-
• En los casos en que se presenta una na-
bre la focalización. Rimmon-Kenan hace un
rración retrospectiva en primera perso-
análisis de los tres aspectos o elementos de
na, la focalización y la narración están
separadas.
1 Bal hace uso de la expresión “focalización de personaje” que, a • Entre el centro de conciencia en tercera
grandes rasgos, no se diferencia de la focalización “interna” de
Genette, la que hace un personaje que está ubicado dentro de
persona y narración retrospectiva en pri-
la historia. mera persona, no hay ninguna diferen-

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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco

cia en cuanto a la focalización: el focali- de ese objeto. La focalización desde fuera se


zador es un personaje dentro del mundo centra en las acciones externas en tanto que
narrado. La diferencia se presenta en la interna permite percibir los pensamientos
cuanto al narrador. y sentimientos de los personajes. Aquí cabe
• Las actividades de narrar y focalizar aclarar que un focalizador externo (focaliza-
pueden ser combinadas por un mismo dor-narrador) puede focalizar el objeto tan-
agente. to desde dentro como desde fuera, mientras
que un focalizador interno puede hacerlo
Ya es claro que hablar de focalización implica desde fuera y solo desde dentro cuando él
necesariamente dos elementos: alguien que es lo focalizado.
focalice y alguien o algo que se focalice; en
otras palabras, un agente cuya percepción Veamos este caso tomado de la novela En
determina la presentación y un objeto per- noviembre llega el arzobispo de Héctor Rojas
cibido y presentado. Estos elementos están Herazo, en la que se da paso de una foca-
implicados en una tipología planteada de lización externa desde fuera −en la que el
acuerdo con dos criterios: la posición en rela- narrador cuenta lo que sucede− a una foca-
ción con la historia y el grado de persistencia. lización interna, también desde fuera –“el
otro lo miraba avanzar…”−, para terminar
En primer lugar, de acuerdo con la posición en una focalización externa desde dentro
del focalizador, la focalización puede ser ex- –“Se sintió asfixiado…”:
terna o interna. Es externa, cuando se siente
cerca del narrador, “focalizador-narrador”, Casi se va de bruces con el violento
tirón. Se afirmó con todas sus fuerzas
que puede presentarse en primera o en ter-
en la rodilla derecha y, echando hacia
cera persona; cuando la distancia temporal y atrás el torso, trató de eludir el golpe.
psicológica entre el agente narrador y el per- Las cuerdas silbando, mordieron sus
sonaje es mínima o cuando la percepción a oídos. Se puso en pie con inusitada
través de la cual se ofrece la historia es más la levedad, como si careciera de peso.
El otro lo miraba avanzar, intentando
del narrador que la de la misma experiencia. equilibrarse. Trató de sacudirse aquella
Aquí es necesario aclarar que el lugar en que blandura impetuosa, resoplante, que
se ubica el focalizador no es el de la historia ahora resbalaba sobre su pecho. Un
narrada. En oposición, la focalización interna olor a queso y estiércol, a axilas gra-
sientas y enardecidas, lo aprisionaba
implica que el focalizador habite en el espa-
confusamente. Se sintió asfixiado por
cio de los eventos representados, general- almohadas vivas y hediondas. Con
mente a través de un personaje que percibe asco, miedo y amenaza en la voz, jadeó
el mundo en el que vive. En algunos casos, las palabras… (1967, p. 13).
como lectores nos hallamos frente a focaliza-
ciones en las que no es posible reconocer un En segundo lugar, en cuanto al grado de per-
personaje, pero sí a alguien (posición desper- sistencia, la focalización puede ser fija, va-
sonificada) que percibe desde muy cerca los riable o múltiple; distinción que es aplicable
objetos, los lugares, los personajes, etc. tanto al focalizador como al objeto focaliza-
do. Así, el focalizador puede ser uno solo,
De acuerdo con el objeto focalizado, la foca- dos o varios y, lo mismo, el objeto focalizado
lización puede ser desde fuera o desde dentro puede ser uno, dos o varios. En el caso pre-

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sentado antes, nos hallamos frente a una fo- lizador-narrador haciendo una focalización
calización variable en cuanto al focalizador simultánea:
y fija en cuanto como al objeto focalizado.
En el pueblo, en este preciso instante,
todo es tiempo espeso, espeso existir.
De otra parte, cuando Rimmon-Kenan pro-
El designio y el habitante fluyen al uní-
pone las facetas de la focalización, se hace sono. Arde la flor en su tiesto, el enfer-
patente que está más allá de lo visual al mo abre sus brazos y sus piernas en el
referirse a lo perceptual, lo psicológico y lo lecho, recibiendo a la muerte –a la que
ideológico, en relación tanto con el focaliza- lo hace posible como criatura viva y a
la que al fin ha de llegar− en forma de
dor como con lo focalizado. invisibles pelusillas de tedio. La bestia
patea en el estercolero, sacudiendo fu-
La faceta perceptual tiene que ver con la ex- riosamente su cola (una impaciencia
tensión sensorial (vista, oído, tacto, olfato y que, sin embargo, no deja de ser estric-
ta pues los flecos de su apéndice gol-
gusto) y está determinada por las coordena-
pean, al moverse, en el mismo punto
das de tiempo y espacio. de ambos ijares) para espantar las mos-
cas de su trasero. Cae una fruta que ha
Desde las posiciones externa e interna del alcanzado su madurez, con opaco rui-
do, en el patio, entre las hojas secas que
focalizador, y en relación con el espacio, la
el aire salino ha bordado de hierro… Y
focalización puede tomar la forma de una el olvido sobre una frente y el retrato
mirada a vuelo de pájaro o una mirada li- que parpadea y el cigarrón taladrando
mitada. En cuanto a la mirada a vuelo de el sitio elegido en uno de los horcones
pájaro, el focalizador se ubica en un punto del comedor… (Rojas, 1967, p. 32)
lejano sobre el o los objetos de percepción
–posición propia del focalizador-narrador– En relación con el tiempo, la focalización ex-
que le permite ofrecer una vista panorámi- terna presenta dos posibilidades: pancróni-
ca o una focalización simultánea de lo que ca, si el focalizador es focalizador-narrador
sucede en distintos espacios. Estas visiones o despersonificado, y retrospectiva, si es un
panorámica o simultánea, no son posibles, personaje que observa su propio pasado3. En
de acuerdo con el autor, si la focalización cuanto a la focalización interna, ésta es sin-
está fija en un personaje o en una posición crónica con la información regulada por el
despersonificada interna a la diégesis, dado focalizador, es decir, el focalizador externo
que el personaje solo puede percibir aquello dispone de todas las dimensiones tempo-
que le permiten sus sentidos2. Desde aquí rales de la historia, en tanto que el interno
cabe aclarar que la focalización espacial solo cuenta con el presente en que se halla
puede variar de la visión a vuelo de pájaro a ubicado.
una o varias limitadas.
Esa posición pancrónica está presente en
El siguiente es un ejemplo tomado también Cien años de soledad, novela en la que el na-
de En noviembre llega el arzobispo, de un foca- rrador es también focalizador y tiene la po-
sibilidad, desde el presente en que narra,
devolverse al pasado y adelantarse al fu-
2 Esta afirmación no es completamente válida, dado que un
personaje puede ubicarse en espacios que le permiten tanto
visiones panorámicas como simultáneas, aunque limitadas por 3 Lo que le permitiría conocer casi la totalidad de la historia y lo
las capacidades de sus sentidos. acercaría a una posición pancrónica.

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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco

turo, posibilidad que le da el conocimiento En cuanto al componente emotivo, la focaliza-


total de la historia. Es así como narra: ción puede ser objetiva (neutral, no involu-
crada) o subjetiva (coloreada, involucrada);
Fue también José Arcadio Buendía opciones que pueden ser vistas desde el fo-
quien decidió por esos años que en las
calizador, externo o interno, o desde lo fo-
calles del pueblo se sembraran almen-
dros en vez de acacias, y quien descu- calizado, en el caso en que el objeto sea una
brió sin revelarlos nunca los métodos persona, cuya subjetividad no es menos rele-
para hacerlos eternos. Muchos años vante que la del focalizador. Para ejemplifi-
después, cuando Macondo fue un cam- car estos casos, podemos volver al fragmento
pamento de casas de madera y techos
de zinc, todavía perduraban en las ca- de la novela de Marvel Moreno, citada an-
lles más antiguas los almendros rotos teriormente, para reconocer a Lina como el
y polvorientos, aunque nadie sabía en- objeto del que se focaliza su vida interior.
tonces quien los había sembrado (Gar-
cía, 1985, p. 38).
Cuando el personaje es focalizado desde
fuera, la única opción posible es inferir sus
En el siguiente fragmento, tomado de En di-
emociones a partir de la observación de sus
ciembre llegaban las brisas, podemos recono-
manifestaciones externas, en cuyo caso se
cer el caso de una focalización pancrónica,
expresan a través de formas como “apa-
desde dentro, realizada por el narrador:
rentemente”, “evidentemente”, “como si”,
“parecía”, etc., palabras que, como lo ano-
Aquel fatalismo provocaba en Lina
una reacción de miedo, no sorpresa – ta Rimmon-Kenan, Uspensky las llamó “de
ya a los catorce años había perdido la extrañamiento”. En tanto que si el personaje
facultad de asombrarse ante las cosas es focalizado desde dentro, se revela su vida
que su abuela y sus tías decían− sino interior, lo que puede hacer un focalizador-
un oscuro temor que le hormigueaba
en las manos mientras se preguntaba narrador cuando penetra en su conciencia
por enésima vez a qué calamidad la ha- (cuya expresión implica el uso de “pensó”,
bría condenado ya el destino (Moreno, “sintió”, “le pareció”, “supo”, “reconoció”)
1987, p. 9). o el mismo personaje (a través de los monó-
logos interiores, por ejemplo).
La faceta psicológica está determinada tam-
bién por dos componentes: las orientaciones La evaluación de los eventos y los perso-
cognitivas y emotivas del focalizador frente najes de la historia, a partir de “las normas
al objeto focalizado. El componente cogniti- del relato” entendidas como “un sistema
vo, por su parte, alude al conocimiento de general de ver el mundo conceptualmente”,
la historia; así las focalizaciones externa e corresponde a la faceta ideológica. El texto na-
interna se asocian a un conocimiento ilimi- rrativo puede presentar una posición ideo-
tado o restringido, respectivamente. El foca- lógica, a través del narrador-focalizador, o
lizador externo sabe todo acerca del mundo varias que se oponen o confluyen a través
representado –así en algunas ocasiones no de los personajes, lo que llevaría a una lec-
lo demuestre−, mientras que el interno, en tura polifónica del relato.
la medida en que hace parte de ese mundo,
no puede saber todo lo que a él se refiere. La forma de ver el mundo o de comportarse
en él, las discusiones explícitas, son mane-

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ras con las que cuenta un personaje para re- éste, al igual que Lina, se niega a ser cómpli-
presentar una posición ideológica, en tanto ce de la farsa y cada vez que tiene la oportu-
que el narrador-focalizador puede hacerlo a nidad, la desenmascara y muestra con todas
través de la manera como orienta la historia sus miserias y sus mentiras.
o, también, explícitamente. Aquí cabe traer
nuevamente un apartado de En diciembre lle- Unas palabras finales
gaban las brisas, en el que el narrador presen-
ta algunas posiciones de Lina frente a lo que Ya para terminar, es necesario dejar claro
escucha y observa a su alrededor, especial- en este momento que al plantear el regreso
mente en lo que tiene que ver con la vida de a la focalización, a las propuestas de la na-
las mujeres que conoce (su abuela, las tías, rratología, no se pretende forzar las novelas
las amigas): “Lina consideraba imperdona- para que entren y se acomoden a un esque-
ble ceder a toda forma de abandono, por ma aparentemente rígido; por el contrario,
mucho que su abuela aludiera a la interven- lo que se presenta es una herramienta que
ción de aquellas fuerzas misteriosas, espe- reconoce la palabra con la que se configura
cialmente si el abandono conducía a casarse el texto narrativo, la palabra con la que se
con un hombre como Benito Suárez” (Mo- da vida a los personajes y se crea el mundo
reno, 1987, p. 11); posición siempre opuesta de la ficción; la palabra que, desde recur-
a ese fatalismo expuesto por la abuela, que sos tan espléndidos y significantes como la
metáfora y la metonimia, se ofrece al lector
cuando un acontecimiento cualquiera
para que, desde su posición, reconstruya
agitaba la empañada, aunque a prime-
ra vista serena superficie de existen- ese mundo y sus aconteceres.
cias iguales que hacía más de ciento
cincuenta años formaba la élite de la En relación con la palabra, es evidente que a
ciudad… sentada en una mecedora de través de la focalización es posible escuchar
mimbre, entre la algarabía de las chi-
charras y el aire denso, amodorrado e identificar las distintas voces en el texto
de las dos de la tarde, le recordaba la narrativo, ese plurilingüismo del que habla
maldición bíblica al explicarle que el Bajtin (1989) y que
suceso, o mejor dicho, su origen, se re-
montaba un siglo atrás, o varios siglos se incorpora a la novela, bien como
atrás, y que ella, su abuela, lo había estilizaciones impersonales cargadas
estado esperando desde que tuvo uso de imágenes de los hablantes, de los
de razón y fue capaz de establecer una lenguajes de los géneros y de las pro-
relación de causa efecto. (1987, p. 9) fesiones, y de otros lenguajes sociales,
bien como imágenes realizadas de un
Vale la pena reconocer aquí la forma como autor convencional, de los narradores
el narrador alude a la vida de los habitantes y, finalmente, de los personajes (p. 148).
de la ciudad, a través de las palabras “em-
pañada”, “serena superficie”, “existencias Palabras desde las que se nombra, se define,
iguales”, en las que puede entreverse una se describe, se concretiza, se crea y se recrea
actitud no solo de desagrado sino también el espacio habitado por los personajes; ese
de rechazo: el narrador, con sus palabras y espacio que, en algunos casos, construye
desde su perspectiva, va desnudando esa y en el que se construye, que convierte en
sociedad elitista que se vanagloria de su su lugar fijo, al que pertenece y en el que se
posición y que esconde todo lo que critica; “enraíza”, y que, en otros casos, cuestiona,

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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco

desconoce o rechaza, en tanto se siente arro- bre actual, el espacio tampoco es homogé-
jado, perdido en él y no logra concebirlo neo, sino que cada lugar en él está impreg-
como su lugar de habitación, porque para el nado de significados peculiares” (Bollnow,
personaje de la novela como “para el hom- 1969, p. 70).

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