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ISSN: 1794-3841
revistahallazgos@usantotomas.edu.co
Universidad Santo Tomás
Colombia
Resumen
Recibido: 5 de abril de 2010 Este artículo tiene como propósito hacer un acercamiento al es-
Revisado: 11 de junio de 2010
Aprobado: 27 de julio de 2010 pacio como elemento fundamental de la novela para, desde allí,
identificar la validez del análisis de la focalización en el estudio
de las relaciones que se establecen entre el espacio y los persona-
jes que lo habitan. De ahí la organización del texto en dos partes
fundamentales: la primera, dedicada a sustentar el espacio como
un elemento significativo y estructurante de la novela, cuya
construcción está asociada con los personajes que lo habitan, que
son a su vez influenciados, e incluso, en algunos casos determi-
nados, por éste, y la segunda, dedicada a presentar, de manera
más esquemática y con el apoyo de ejemplos, los agentes, objetos
y aspectos de la focalización.
* Licenciada en Lingüística y Literatura y Magíster en Literatura Hispanoamericana. Profesora de la Licenciatura en Filosofía y Lengua Castella-
na de la Universidad Santo Tomás y del Departamento de Humanidades de la Universidad Autónoma de Colombia. Miembro del grupo de
investigación Antón de Montesinos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Santo Tomás. Correo electrónico: ninfacardenas@
hotmail.com
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La focalización: un instrumento para el análisis de la relación entre los personajes y el espacio novelesco
Abstract
This paper aims to zoom into space as a fundamental element of Recibido: 5 de abril de 2010
Revisado: 11 de junio de 2010
the novel, and from there, to identify the validity of the focaliza- Aprobado: 27 de julio de 2010
tion analysis of the focus on the study of the relationships esta-
blished between space and the characters who inhabit it. Hence
the organization of the text into two main parts: the first, dedica-
ted to sustaining space as a significant and structuring element
of the novel, whose construction is associated with the characters
that inhabit it, which in turn are influenced, even in some ca-
ses determined by it, and the second part, dedicated to present,
more schematic aly and supported by examples, agents, objects
and aspects of focalization.
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Para el hombre actual, el espacio tampoco es ho- con Raimond, como cita Zubiaurre (2000),
mogéneo, sino que cada lugar en él está impreg- cuando afirma que “toda novela está estre-
nado de significados peculiares. Se distinguen chamente vinculada con el espacio. Incluso
regiones preferidas y evitadas. Recuerdos tanto si el novelista no lo describe, el espacio, de
agradables como desagradables se unen a los forma implícita, está ya incluido en el rela-
diferentes lugares. to”. Sí, me interesa el espacio habitado, evo-
–Otto Bollnow cado, soñado, sentido… vivido por los per-
sonajes, nombrado por sus palabras y por
Unas palabras iniciales las del narrador; el espacio que, como lecto-
res, reconocemos y reconstruimos a través
En la introducción de su libro Hombre y Espa- de sus ojos que lo observan, sus oídos que
cio, Bollnow (1969) plantea que “el carácter lo escuchan, su olfato que lo huele y su piel
temporal de la existencia humana ha ocu- que lo siente. Así que me adentraré en esta
pado la filosofía de los últimos decenios tan categoría, ya tan trabajada por muchos es-
extraordinariamente que se le puede califi- tudiosos de la literatura, con la intención de
car, sin más, de problema fundamental de la reconocer la validez de la focalización como
filosofía actual” (p. 21), y más adelante, en elemento para el análisis del espacio en su
la misma introducción –y después de hacer relación con los personajes.
un breve recorrido por el pensamiento de
filósofos como Bergson, Heidegger, Sartre y Sobre el espacio novelesco
Merlau-Ponty−, dice: “Frente a ello, el pro-
blema del carácter espacial de la existencia Zubiaurre (2000), al referirse a los aspectos
humana, o dicho con palabras más simples, temáticos y simbólicos del espacio narrati-
el del espacio concreto experimentado y vi- vo, analizados y categorizados por la crítica
vido por el hombre, ha estado relegado al literaria, propone:
último plano” (p. 22).
El espacio antropológico (a lo Bache-
lard, Durand y Richard, con los comen-
Algo semejante reconoce Pimentel (2001,
tarios posteriores de Frenzel, García
p.7), también en la introducción de su libro Berrío, Gullón, Weisgerber, y Zumthor)
El espacio en la ficción, cuando afirma que “la y su dosis de filosofía y mitocrítica; el
realidad narrativa de cualquier relato está espacio material (la peculiar geografía
centrada en el tiempo: no sólo en el que se o topografía propia de cada novela,
como señalan Lotman y Mitterand, la
consume, sino en el tiempo que lo consu- cual se construye mediante la dialécti-
ma”, tiempo que se manifiesta en el propio ca que se establece entre los distintos
de la palabra: lineal y sucesivo, en el del re- contrastes o polaridades espaciales); la
lato que narra y en el representado, propio forma espacial (los fenómenos de yux-
taposición y simultaneidad observados
de la historia que se narra. Sí, el tiempo ha
por Frank y sus seguidores) y, por fin,
sido problema fundamental no solo de la la conciliación de las categorías espacio
existencia del hombre sino también de los y tiempo gracias al cronotopo de Bajtin
personajes que habitan en la novela. … [en el que] tiene lugar la unión de
los elementos espaciales y temporales
en un todo inteligible y concreto. El
Pero no es el tiempo el que ocupará este tex- tiempo se condensa aquí, se comprime,
to, es el espacio, porque estoy de acuerdo se convierte en visible desde el pun-
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La metonimia, por su parte, se plantea des- Sin embargo, aclara que no puede limitarse
de una relación de contigüidad entre los el análisis de la metonimia a la descripción
objetos involucrados; es decir, la relación detallada de la realidad, sino que es necesa-
se establece no desde los semas que confi- rio identificar las “líneas de convergencia”
guran los significados de las palabras que desde las cuales pueden agruparse, es de-
nombran los objetos, sino desde los obje- cir, al caracterizarse la metonimia por un
tos mismos; es decir, la relación existe en el desplazamiento de la referencia, cabe pen-
mundo exterior independientemente de los sar que el efecto tendrá que ver tanto con
elementos léxicos que se seleccionan para el desplazamiento que se realiza como con
nombrarla. Así, como lo propone Le Guern la dirección en la que opera, desde la cual
(1990, p. 28): puede reconocerse una visión particular de
la realidad.
la alteración de sentido operada por la
figura queda explicada por una alte-
Pero, ¿qué son esas líneas de convergencia,
ración de referencia entre dos objetos
ligados por una relación extralingüísti- esa dirección en la que opera la metonimia?
ca, puesta de manifiesto por una expe- Para responder esta pregunta no es necesario
riencia común que no está unida a la extenderse en las clases de metonimia sino
organización semántica de una lengua reconocer que, en su elaboración y reconoci-
particular.
miento, pueden aparecer elementos constan-
tes en el desplazamiento de las referencias;
Dicho en otras palabras, hay metonimia
así, por ejemplo, es posible identificar la pre-
cuando se sustituye una palabra por otra
sencia reiterada de abstracciones en lugar del
cuyos referentes guardan alguna relación,
nombre concreto y viceversa, de las partes
sin que por esto la interpretación resulte
en lugar del todo, etc., y al hacerlo, aparecen
distinta, lo cual es garantizado tanto por
palabras que pueden ubicarse en el camino
la información que ofrecen los contextos
de una misma isotopía, un mismo recorrido
como por esa “experiencia común” que es
de sentido, al punto de trazar en el texto una
compartida por el autor y sus eventuales
particular visión de la realidad.
lectores.
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El Padre está sentado en una silla rústi- ben asombrar”. Sobre el cuarto –del padre−
ca de madera y de cuero templado y sin se dice que es limpio, con el piso cementa-
curtir. El padre tiene sesenta años y es
do, la cama es de madera, ancha, resistente,
fuerte y duro. Cuando se ponga de pie
el Padre será de baja estatura, las espal- en la que no hay ni una sola almohada. En
das serán anchas, la nuca abultada, el el cuarto “no vive nadie; es un cuarto desha-
pecho poderoso, la cintura delgada y bitado pero atendido y cuidadoso y aseado
las piernas ligeramente encorvadas de diariamente”.
haber pasado gran parte de sus sesenta
años sobre un caballo. Cuando hable
la voz del Padre, será áspera autorita- Al recoger los rasgos tanto del padre como
ria, hecha de dar órdenes siempre. No de la habitación, es posible reconocer la
hay ternura en el Padre. Pero tampoco confluencia de semas en las palabras fuerte,
hay torpeza. Es implacable pero no hay
duro, áspera y resistente; el uso del adjetivo
venganza ni amargura en él. Es natu-
ralmente duro como el guayacán. ancho para calificar al padre y a la cama y,
Las manos del Padre son delgadas y tal finalmente, el uso de frases adversativas −
vez finas, pero sus caricias deben ser en las que aparecen adjetivos como delgadas,
dolorosas y deben asombrar.
finas, atendido, cuidadoso y aseado− que re-
El cuarto donde está sentado el Padre
es limpio y el piso está cementado; las fuerza formalmente la relación padre-casa,
paredes están pintadas con cal y no es decir, la semejanza se establece no solo
hay ni siquiera un almanaque; en un a través de las palabras sino también a tra-
rincón, al lado de una ventana, hay un vés de la forma como se utilizan. Estos ele-
aguamanil de hierro con su palangana,
su jarra y su balde de peltre blanco.
mentos (semánticos y sintácticos) permiten
La cama está contra la otra ventana, al establecer una analogía entre el personaje y
lado de la única puerta que da al patio el espacio que ocupa: fríos, distantes, casi
y no a la calle aunque es un cuarto de herméticos, incapaces de provocar algún
esquina. La cama es de madera, ancha,
sentimiento distinto al temor, la rabia o la
resistente, y la estera gruesa que está
puesta sobre las tablas está cubierta desolación o una actitud distinta al silencio
por una sábana muy limpia. En la cama y la resignación. Aquí caben las palabras de
no hay ni una sola almohada. En este Wellek y Warren: “la casa en que vive un
cuarto no vive nadie; es un cuarto des- hombre es una extensión de su personali-
habitado pero atendido y cuidadoso y
aseado diariamente (2003, p. 82). dad. Descríbase la casa y se habrá descrito
al hombre” (1959, p. 265).
En este fragmento se ofrecen varios rasgos
sobre el padre: es fuerte y duro, de espaldas A partir de lo hasta aquí presentado, se hace
anchas, de voz áspera y autoritaria y no hay evidente la relación entre el espacio y el per-
ternura en él; llaman la atención no solo los sonaje, entendidos como elementos estruc-
rasgos que enseguida aparecen sino tam- turantes y significativos de la novela, desde
bién la manera como se presentan: “Pero los cuales pueden reconocerse esos conteni-
tampoco hay torpeza. Es implacable pero dos de tipo cognitivo, emotivo e ideológico
no hay venganza ni amargura en él. Es na- que la obra desarrolla y que, según nuestra
turalmente duro como el guayacán. Las ma- postura, pueden identificarse y analizarse
nos del Padre son delgadas y tal vez finas, desde la focalización.
pero sus caricias deben ser dolorosas y de-
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Hablar de focalización implica hacer refe- La focalización cero, o visión “por detrás”, se
rencia a los conceptos de perspectiva y punto presenta cuando el narrador sabe todo so-
de vista, tan recurrentes a lo largo de los es- bre los personajes y tiene la posibilidad de
tudios literarios y a los que la narratología leer en su interior y poner a disposición del
ha dedicado un gran número de trabajos. lector, incluso aquello que el personaje no
se atreve a expresar; esta visión correspon-
Aunque no se pretende aquí hacer una am- de al narrador omnisciente que todo lo ve y
plia exposición de la historia del concepto todo lo sabe. La focalización interna, o visión
crítico de perspectiva o punto de vista, sí es “con”, implica que el narrador sabe lo mis-
conveniente aclarar que antes de que auto- mo que el personaje, por lo que no sabe la
res como Pouillon, Todorov, Genette, Mie- historia en su totalidad y se caracteriza por
ke-Ball o Rimmon-Kenan, entre otros, desa- la elección de un personaje que se convier-
rrollaran el tema, en los siglos XVIII y XIX te en el centro del relato, en el punto desde
ya podía reconocerse una preocupación de el que el lector sabe de los otros persona-
la crítica narrativa por este aspecto. Así, en jes y de los acontecimientos. Por último, la
los albores del siglo XX, Henry James plan- focalización externa, o visión “desde fuera”,
tea a los personajes y, en particular, al prota- se presenta cuando el narrador sabe menos
gonista, como el foco desde el cual debería que los personajes, ya que se limita a descri-
presentarse el mundo que habitan, evitando bir lo que ve desde fuera, a ser un testigo de
de esta manera la intromisión del autor. De los hechos, situación que garantiza la objeti-
aquí en adelante, la posición y la relación vidad y el realismo en la narración.
entre el narrador y el punto de vista son
objeto de discusión tanto para los escritores En esta propuesta de Genette se hace eviden-
como para los críticos. te tanto la relación entre el narrador y el foca-
lizador, como la distinción entre quien cuen-
Aquí es necesario reconocer la importancia ta y quien ve; no obstante, en ese momento
de un autor como Gerard Genette, quien en no establece la diferencia entre el agente que
Figuras III (1972) propone tres niveles en la focaliza y el objeto focalizado. Será Mieke
obra narrativa: la historia, el relato y la na- Bal el que, en los setenta, proponga la noción
rración, propuesta que le permite, por un de focalizador, al que define como “aquél a
lado, identificar las voces de distintos narra- quien el narrador delega una función inter-
dores y, por el otro, llamar la atención sobre mediaria entre él y el personaje: el sujeto de
la confusión presente en los críticos, entre la focalización, el focalizador, constituye el
quien cuenta y quien ve. Así, siguiendo a punto desde el que se contemplan los ele-
Pouillon y a Todorov, plantea la focalización mentos” (citado por Baena, 1998). De este
cero, la focalización interna y la focalización modo, se instaura una categoría propia tanto
externa, que se identifican con la visión “por de la historia como del discurso, necesaria
detrás”, la visión “con” y la visión “desde para dar cuenta de la forma como es perci-
fuera” (de Pouillon) y las posiciones del na- bido el mundo por el narrador que lo cuenta
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y por los personajes que lo viven y lo habi- la narración: la historia (que incluye todos
tan; categoría que Genette reconoce, en 1983, los hechos contados, con sus personajes),
como foco de percepción, al preguntarse ya el relato (la configuración de las palabras)
no por quién ve sino por quién percibe. y la narración (el acto de contar o escribir
la historia). Así, la focalización y la narra-
Al cuestionarse por quién le permite a quién ción son aspectos propios del texto desde
observar qué, Bal (1999) reconoce que los los cuales se van desvelando los hilos que
niveles de focalización pueden variar entre tejen la historia.
la focalización externa y la focalización de
personaje1, identificando entre éstas otras Rimmon-Kenan, siguiendo a Genette, pro-
posibilidades intermedias: la focalización pone la focalización como la mediación de
ambigua, caracterizada por la dificultad de algún prisma a través del cual se presenta la
ubicar al focalizador como externo o como historia, la cual es verbalizada por el narra-
interno (personaje) y la focalización doble, dor y ha de entenderse más allá de su senti-
en la que alternan las dos formas de foca- do puramente visual (relacionado con lo óp-
lización. De otra parte, analizando la situa- tico, lo fotográfico) para incluir orientaciones
ción de la narración en primera persona (y de tipo cognitivo, emotivo e ideológico.
en algunos casos de la figural), la focaliza-
ción puede presentarse en dos niveles dis- Desde esta perspectiva, es necesario recono-
tintos: en el caso de un recuerdo, es posible cer que no es lo mismo responder a las pre-
hallar, en un primer nivel, una focalización guntas quién ve y quién habla, aunque son
externa (el yo que narra) no perceptible, que comunes los casos en los que quien habla
ya está fuera en el tiempo y en el espacio es la misma persona que ve; es decir, narrar
de la historia, y en segundo nivel, una foca- y focalizar son actividades que puede reali-
lización interna perceptible (el yo que hace zar un mismo agente, pero son actividades
parte de la acción). Finalmente, en cuanto a distintas.
la totalidad de la obra, si ésta presenta foca-
lización interna y el foco no se queda en un A partir de estos planteamientos, Rimmon-
solo personaje, se presenta una focalización Kenan propone:
variable, y si un mismo acontecimiento es
• En los casos en que se presenta un na-
contado por varios personajes, se presenta
rrador que habla en tercera persona y
focalización múltiple.
que es al mismo tiempo el centro de la
conciencia, este último es el focalizador,
En 1983, Shlomit Rimmon-Kenan publica Na-
en tanto que quien hace uso de la terce-
rrative fiction. Contemporary poetics, un texto
ra persona, quien tiene la palabra, es el
en el que presenta una interesante propuesta
narrador.
sobre la ficción narrativa y, en particular, so-
• En los casos en que se presenta una na-
bre la focalización. Rimmon-Kenan hace un
rración retrospectiva en primera perso-
análisis de los tres aspectos o elementos de
na, la focalización y la narración están
separadas.
1 Bal hace uso de la expresión “focalización de personaje” que, a • Entre el centro de conciencia en tercera
grandes rasgos, no se diferencia de la focalización “interna” de
Genette, la que hace un personaje que está ubicado dentro de
persona y narración retrospectiva en pri-
la historia. mera persona, no hay ninguna diferen-
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sentado antes, nos hallamos frente a una fo- lizador-narrador haciendo una focalización
calización variable en cuanto al focalizador simultánea:
y fija en cuanto como al objeto focalizado.
En el pueblo, en este preciso instante,
todo es tiempo espeso, espeso existir.
De otra parte, cuando Rimmon-Kenan pro-
El designio y el habitante fluyen al uní-
pone las facetas de la focalización, se hace sono. Arde la flor en su tiesto, el enfer-
patente que está más allá de lo visual al mo abre sus brazos y sus piernas en el
referirse a lo perceptual, lo psicológico y lo lecho, recibiendo a la muerte –a la que
ideológico, en relación tanto con el focaliza- lo hace posible como criatura viva y a
la que al fin ha de llegar− en forma de
dor como con lo focalizado. invisibles pelusillas de tedio. La bestia
patea en el estercolero, sacudiendo fu-
La faceta perceptual tiene que ver con la ex- riosamente su cola (una impaciencia
tensión sensorial (vista, oído, tacto, olfato y que, sin embargo, no deja de ser estric-
ta pues los flecos de su apéndice gol-
gusto) y está determinada por las coordena-
pean, al moverse, en el mismo punto
das de tiempo y espacio. de ambos ijares) para espantar las mos-
cas de su trasero. Cae una fruta que ha
Desde las posiciones externa e interna del alcanzado su madurez, con opaco rui-
do, en el patio, entre las hojas secas que
focalizador, y en relación con el espacio, la
el aire salino ha bordado de hierro… Y
focalización puede tomar la forma de una el olvido sobre una frente y el retrato
mirada a vuelo de pájaro o una mirada li- que parpadea y el cigarrón taladrando
mitada. En cuanto a la mirada a vuelo de el sitio elegido en uno de los horcones
pájaro, el focalizador se ubica en un punto del comedor… (Rojas, 1967, p. 32)
lejano sobre el o los objetos de percepción
–posición propia del focalizador-narrador– En relación con el tiempo, la focalización ex-
que le permite ofrecer una vista panorámi- terna presenta dos posibilidades: pancróni-
ca o una focalización simultánea de lo que ca, si el focalizador es focalizador-narrador
sucede en distintos espacios. Estas visiones o despersonificado, y retrospectiva, si es un
panorámica o simultánea, no son posibles, personaje que observa su propio pasado3. En
de acuerdo con el autor, si la focalización cuanto a la focalización interna, ésta es sin-
está fija en un personaje o en una posición crónica con la información regulada por el
despersonificada interna a la diégesis, dado focalizador, es decir, el focalizador externo
que el personaje solo puede percibir aquello dispone de todas las dimensiones tempo-
que le permiten sus sentidos2. Desde aquí rales de la historia, en tanto que el interno
cabe aclarar que la focalización espacial solo cuenta con el presente en que se halla
puede variar de la visión a vuelo de pájaro a ubicado.
una o varias limitadas.
Esa posición pancrónica está presente en
El siguiente es un ejemplo tomado también Cien años de soledad, novela en la que el na-
de En noviembre llega el arzobispo, de un foca- rrador es también focalizador y tiene la po-
sibilidad, desde el presente en que narra,
devolverse al pasado y adelantarse al fu-
2 Esta afirmación no es completamente válida, dado que un
personaje puede ubicarse en espacios que le permiten tanto
visiones panorámicas como simultáneas, aunque limitadas por 3 Lo que le permitiría conocer casi la totalidad de la historia y lo
las capacidades de sus sentidos. acercaría a una posición pancrónica.
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ras con las que cuenta un personaje para re- éste, al igual que Lina, se niega a ser cómpli-
presentar una posición ideológica, en tanto ce de la farsa y cada vez que tiene la oportu-
que el narrador-focalizador puede hacerlo a nidad, la desenmascara y muestra con todas
través de la manera como orienta la historia sus miserias y sus mentiras.
o, también, explícitamente. Aquí cabe traer
nuevamente un apartado de En diciembre lle- Unas palabras finales
gaban las brisas, en el que el narrador presen-
ta algunas posiciones de Lina frente a lo que Ya para terminar, es necesario dejar claro
escucha y observa a su alrededor, especial- en este momento que al plantear el regreso
mente en lo que tiene que ver con la vida de a la focalización, a las propuestas de la na-
las mujeres que conoce (su abuela, las tías, rratología, no se pretende forzar las novelas
las amigas): “Lina consideraba imperdona- para que entren y se acomoden a un esque-
ble ceder a toda forma de abandono, por ma aparentemente rígido; por el contrario,
mucho que su abuela aludiera a la interven- lo que se presenta es una herramienta que
ción de aquellas fuerzas misteriosas, espe- reconoce la palabra con la que se configura
cialmente si el abandono conducía a casarse el texto narrativo, la palabra con la que se
con un hombre como Benito Suárez” (Mo- da vida a los personajes y se crea el mundo
reno, 1987, p. 11); posición siempre opuesta de la ficción; la palabra que, desde recur-
a ese fatalismo expuesto por la abuela, que sos tan espléndidos y significantes como la
metáfora y la metonimia, se ofrece al lector
cuando un acontecimiento cualquiera
para que, desde su posición, reconstruya
agitaba la empañada, aunque a prime-
ra vista serena superficie de existen- ese mundo y sus aconteceres.
cias iguales que hacía más de ciento
cincuenta años formaba la élite de la En relación con la palabra, es evidente que a
ciudad… sentada en una mecedora de través de la focalización es posible escuchar
mimbre, entre la algarabía de las chi-
charras y el aire denso, amodorrado e identificar las distintas voces en el texto
de las dos de la tarde, le recordaba la narrativo, ese plurilingüismo del que habla
maldición bíblica al explicarle que el Bajtin (1989) y que
suceso, o mejor dicho, su origen, se re-
montaba un siglo atrás, o varios siglos se incorpora a la novela, bien como
atrás, y que ella, su abuela, lo había estilizaciones impersonales cargadas
estado esperando desde que tuvo uso de imágenes de los hablantes, de los
de razón y fue capaz de establecer una lenguajes de los géneros y de las pro-
relación de causa efecto. (1987, p. 9) fesiones, y de otros lenguajes sociales,
bien como imágenes realizadas de un
Vale la pena reconocer aquí la forma como autor convencional, de los narradores
el narrador alude a la vida de los habitantes y, finalmente, de los personajes (p. 148).
de la ciudad, a través de las palabras “em-
pañada”, “serena superficie”, “existencias Palabras desde las que se nombra, se define,
iguales”, en las que puede entreverse una se describe, se concretiza, se crea y se recrea
actitud no solo de desagrado sino también el espacio habitado por los personajes; ese
de rechazo: el narrador, con sus palabras y espacio que, en algunos casos, construye
desde su perspectiva, va desnudando esa y en el que se construye, que convierte en
sociedad elitista que se vanagloria de su su lugar fijo, al que pertenece y en el que se
posición y que esconde todo lo que critica; “enraíza”, y que, en otros casos, cuestiona,
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desconoce o rechaza, en tanto se siente arro- bre actual, el espacio tampoco es homogé-
jado, perdido en él y no logra concebirlo neo, sino que cada lugar en él está impreg-
como su lugar de habitación, porque para el nado de significados peculiares” (Bollnow,
personaje de la novela como “para el hom- 1969, p. 70).
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