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TEXTO BASE:
Isaías 58:5 ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día aflija el hombre su alma, que
incline su cabeza como junco, y haga cama de cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto
ayuno, y día agradable a Jehová?
Isaías 58:6 ¿No es más bien el ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de
impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que
rompáis todo yugo?
“Es que este género no sale sino con oración y ayuno”. (Mateo 17: 21)
Lo que Cristo dijo es que cuando alguna situación no se ha podido
vencer por ningún medio, hay que ayunar.
Pedro dijo que: el que es vencido por alguno es hecho esclavo del que
lo venció. (2 Ped 2: 19)
Por eso Pablo afirmó: todas las cosa me son lícitas, mas yo no me
dejaré dominar de ninguna (1Corintios 6:12).
Así como el cuerpo se purifica por medio del ayuno, nuestro espíritu se
purifica también por medio de él. El ayuno quema toda impureza que
contamine nuestra alma y estorbe el fluir del espíritu de Dios en
nuestro ser. Al ayunar nos sometemos voluntariamente al
renunciamiento mientras rechazamos uno de los placeres más grandes
de la vida; la comida. El ayuno es ese horno en el que nos purificamos.
Su fuego refina nuestra fe; sus llamas separan y eliminan las
impurezas de nuestro carácter; su calor trae la pureza a nuestros
corazones.
"Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas; Todas tus ondas y
tus Olas han pasado sobre mí. Pero de día mandará Jehová su
misericordia, Y de noche su cántico estará conmigo, Y mi oración al
Dios de mi vida" (Sal. 42: 7)
El ayuno nos introduce y prepara a una vida espiritual y comunión con
Dios más profunda. Aclara y libera nuestra mente, poniéndola en
sintonía con la de Dios, la transforma y la renueva. Como resultado
sentiremos la presencia del Señor más que nunca antes y veremos el
fruto de Su Espíritu Santo manifestándose viva y palpablemente en
nuestra vida diaria.
El ayunar con un corazón y motivación puros trae:
6) Refuerza la intercesión.
En una ocasión Judá estaba a punto de ser atacada por varias naciones,
al saberlo el rey Josafat se valió del ayuno para interceder ante Dios.
Dice la Biblia que: Entonces él tuvo temor; y Josafat humilló su rostro
para consultar a Jehová, e hizo pregonar ayuno a todo Judá. (2
Crónicas 20: 10)