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Valeria Núñez Mendieta Jueves 04 de abril, 2019

Elementos para una interpretación filosófica del joven Marx


Reseña

El artículo a reseñar fue escrito en 1988 por el docente de la Universidad Nacional


de Colombia Guillermo Hoyos Vázquez, del departamento de filosofía. Aunque fue
escrito hace más de dos décadas no ha perdido vigencia, pues hace síntesis y
acotaciones elementales para entender la obra del filósofo alemán Carlos Marx.

A pesar de su reducida extensión, el texto del profesor Hoyos es cautivador y


poderoso, pues presenta el fundamento filosófico de Marx, abordando desde su
ontología hasta su epistemología.

El autor da inicio a su análisis señalando aquello que, a su consideración, era la


idea principal que Marx buscaba dar a entender con sus escritos: “antes de toda
actividad cognoscitiva se encuentra esta actividad práctica del hombre”. Es decir
que Marx consideraba que la realidad no existe en tanto es pensada (como planteó
Descartes), sino que la realidad precede al pensamiento.

No obstante, nuestro pensamiento acerca de la realidad se haya situado


históricamente, en una línea de tiempo cuyo origen es el trabajo humano. Hoyos
señala su importancia al mencionar que su origen se remonta a la necesidad de
nuestra especie de satisfacer sus necesidades, cuya proveedora es la naturaleza,
de la que nos brindó emancipación la asociación.

Del proceso de trabajo destacan dos atributos: La cooperación entre los individuos
y las implicaciones del trabajo en la relación del hombre y la naturaleza.

Hoyos destaca que, desde lo planteado por Marx, se concibe que el trabajo lleva
consigo las relaciones sociales puesto que implica la participación de varios
individuos, no es una cuestión particular. Ocurre en este proceso una sinergia entre
el individuo y el grupo, pues uno no puede existir sin el otro: el individuo no satisface
Valeria Núñez Mendieta Jueves 04 de abril, 2019

sus necesidades si no se asocia, es decir que muere; y el grupo no se constituye


como tal sin previa existencia de individuos.

Marx afirma que “el hombre es un ser a nivel de especie”, haciendo referencia a que
homosapiens es el grupo de seres vivos universal por excelencia, debido a su
comportamiento consigo mismo y con las demás especies.

De la cooperación cabe resaltar que nace la implicación de libertad individual, pues


ésta se da a partir de la voluntad de los individuos y su facultad de tomar decisiones.
No obstante, ésta libertad se ve deformada en las relaciones de dominación que se
dan en el proceso de producción capitalista, pues el producto deja de pertenecer a
quien lo produce y es apropiado por quien posee las herramientas que permiten su
obtención (o los medios de producción). Ésta fetichización de las relaciones
sociales –afirma Hoyos- se manifiesta en la lucha de clases, presente a lo largo de
una significativa parte de la historia humana de distintas maneras: amo-esclavo,
terrateniente-siervo, propietario–proletario.

Respecto a la relación del hombre con la naturaleza se señala el modo en que se


da su sinergia: la naturalización del hombre y la humanización de la naturaleza. Este
señalamiento da pie al docente para referirse a la metodología y concluir, señalando
el materialismo dialéctico como la filosofía del marxismo, cuya esencia es la
contradicción que se da en múltiples aristas de la vida y su sinergia, varias de ellas
mencionadas a lo largo de la presente reseña.

A mi parecer, el artículo del profesor Hoyos logra de manera satisfactoria su


objetivo, pues, además de señalar de manera sintetizada los puntos elementales y
fundamentales de la obra de Marx, es claro y conciso en el planteamiento y
desarrollo de sus ideas. Es evidente el manejo del tema, por lo que puede
considerarse de significativa contribución el texto.

No tengo coincidencias ni diferencias respecto al análisis del docente, sin embargo,


sí tengo algunos señalamientos respecto a la perspectiva de Karl Marx que pueden
resultar pertinentes:
Valeria Núñez Mendieta Jueves 04 de abril, 2019

Estoy de acuerdo con Marx en que es más acertado partir de una visión realista de
la existencia humana, pues considero muy antropocentrista creer que la realidad
existe en tanto es pensada por nosotros. Sin embargo y apropósito de la idea
anterior, considero muy androcentrista hablar de la historia del hombre, como si
nosotras las mujeres no fuéramos una parte elemental de la especie humana. Sé
que esta discusión parece concernir más a la morfología lingüística que al Trabajo
social; sin embargo, considero que es menester mencionarlo pues la inclusión
femenina que se ha dado en las últimas décadas no puede limitarse a permitirnos
ejercer nuestro derecho al voto y a la educación, también debe buscarse equidad
en el imaginario social, que se construye y evidencia, entre otros elementos, a través
del lenguaje.

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