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Revista electrónica mensual del Instituto Santo Tomás (Fundación Balmesiana)

e-aquinas
Año 5 Mayo-Junio 2007 ISSN 1695-6362

Este mes... APRENDAMOS A AMAR


(Cátedra de Familia y Vida del IST
con al colaboración del Instituto BERIT de la Familia)

Aula Magna:
NIEVES GONZÁLEZ RICO, Aprendamos a amar 1-18

Documento:
ENRIQUE ARANDA Y CONCEPCIÓN VALERA, El programa 19-37
Teen Star para la educación afectivo-sexual

Publicación:
N. GONZÁLEZ RICO, T. MARTÍN NAVARRO y otros,
Aprendamos a Amar. Proyecto de educación afectivo sexual 38-45

Noticia:
MANUEL DE LOS REYES, Objeción de conciencia y deseducación
para la ciudadanía 46-47

© Copyright 2003-2007 INSTITUTO SANTO TOMÁS (Fundación Balmesiana)


Nieves González Rico, Aprendamos a amar

Aprendamos a amar
Nieves González Rico
Médico sexóloga directora de la Fundación Desarrollo y Persona

¿A qué edad se ha de comenzar a hablar a los niños de la sexualidad? ¿Quién


debe hacerlo? ¿No existe el riesgo de adelantarse e introducir preguntas que no
se han formulado todavía? ¿Es una responsabilidad exclusiva de los padres o
conviene que instituciones como escuela o parroquia se impliquen también?
¿No es contraproducente dar información a los jóvenes cuando falta madurez
personal? …

Estas y otras muchas cuestiones salen inmediatamente a debate cuando se


plantea qué es y cómo hacer educación afectiva y sexual. Pero antes de
responderlas debemos aclarar qué entendemos al utilizar este término.

La sexualidad es una dimensión de la persona, que consiste en ser y estar en el


mundo como hombres o mujeres, con unas diferencias, por tanto, biológicas,
fisiológicas y psicológicas. Y el gran valor del cuerpo sexuado es expresar a la
persona, haciéndola capaz de manifestarse, porque existe un lenguaje hecho de
palabras, pero existe otro lenguaje con una fuerza mucho mayor, que es el no
verbal, constituido por infinidad de gestos, que comunican a través de nuestro
cuerpo los pensamientos, emociones y deseos que experimentamos.

“Cuando un niño o una niña preguntan: ¿por qué tenemos erecciones? ¿Por qué
se humedece la vagina de la mujer? ¿Porqué determinados días del ciclo sale
por la vagina como un moco que cuelga?¿Esto es normal?

Es importante que la respuesta del educador sea una respuesta global, que
atienda a resolver no solamente los aspectos fisiológicos, higiénicos o sanitarios
sino también, y fundamentalmente, humanos y por tanto espirituales.

Un joven tiene erecciones, porque ha sido creado para amar a una mujer no sólo
con su corazón sino también con su cuerpo. Por eso se lubrica la vagina de la
chica al experimentar la excitación sexual. La vagina, órgano elástico, se pone
resbalosa para facilitar el encuentro con el pene del varón. Y el cuello del útero
en el periodo fértil forma moco cervical pensando en la posibilidad de alimentar
y capacitar a los espermatozoides que quizá algún día entren en su interior.

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Creados por tanto para el encuentro, para la comunicación, para el amor y para
la vida. El cuerpo “habla”, a través de sus cambios, de las dos realidades.

Nuestro cuerpo sexuado está hecho «para el otro», para darse. Tiene un sentido
esponsal. Necesitamos «al otro» para completar nuestra humanidad. Podemos
acercarnos a esas diferencias viéndolas como una amenaza y establecer batallas:
la batalla de los sexos. O bien podemos afrontar esa diversidad como una
riqueza y establecer alianzas: la alianza esponsal que está escrita en el plan de
Dios para el ser humano desde el día de la Creación”1.

Los padres como primeros educadores

Educar es, por tanto, ayudar al niño y al joven a introducirse en la realidad, y


entender el valor y el significado que encierra. ¿Cómo se puede transmitir la
vida biológica, sin desear transmitir al hijo el sentido que guarda como un
preciado tesoro? Esta es la verdadera paternidad y maternidad, y los padres en
esta tarea son insustituibles.

“Todos los quehaceres cotidianos, los tiempos de ocio y de descanso, las


celebraciones festivas, las relaciones propiciadas por el existir de cada día, etc.,
han de ser el contexto en el que, de manera connatural, se vaya formando la
personalidad humana y cristiana de los hijos. No es una transmisión conceptual
sino de una tradición como fuente de sentido. Se favorece la unidad de vida y la
“mirada contemplativa” ante la realidad, y se evita así la fragmentación del
saber propia de la cultura racionalista que hace incomprensible la categoría del
misterio y, por tanto, el sentido de la vida”2.

Sin embargo, los padres están cada vez más desorientados, inseguros y solos a
la hora de afrontar el proceso educativo de sus hijos. Manifiestan no saber qué
hacer, se angustian ante decisiones que no saben si tomar o no, y se sienten cada
vez más distanciados, especialmente cuando los niños llegan a la pubertad y
adolescencia y comienzan a experimentar los cambios corporales y los cambios
bruscos de humor, incrementando su agresividad. En este contexto de
desconcierto (y con frecuencia, también de pasividad) a la hora de educar, se
hace difícil abordar la formación para el amor, que encuentra en la familia el
marco privilegiado de cumplimiento.

1 Mª. C. GARCÍA REDONDO y N. GONZÁLEZ RICO, Aprendamos a Amar, Unidad 2


Mi cuerpo está cambiando, Ediciones Encuentro, Madrid 2007 p.111 volumen I.
2 Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. LXXXI Asamblea
Plenaria, noviembre 2003 nº 80.

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

“Los padres son los primeros responsables para llevar a cabo esta educación de
la sexualidad. Han de saber ofrecer a sus hijos, en un marco de confianza, las
explicaciones adecuadas a su edad para que adquieran el conocimiento y
respeto de la propia sexualidad en un camino de personalización. “Siempre se
logra más persuadiendo, (es decir mostrando la belleza de lo verdadero), que
prohibiendo, especialmente cuando de educar se trata”. Para ello, es importante
contar con personas y materiales que proporcionen una ayuda eficaz a los
padres en esta tarea. Este tema será uno de los contenidos necesarios en toda
escuela de padres”.3

¿Por qué una Escuela de Padres? Porque muy a menudo los padres (en
ocasiones, por dificultades nacidas de la propia educación recibida), optan por
el silencio ante la curiosidad de los niños y jóvenes. Otras veces, desean poder
hablar con sus hijos, pero el marco cultural en el que estos se mueven es tan
distinto al que los padres han vivido, que no saben cómo acercarse a ellos. Pero
la Escuela de Padres ha de ser correctamente entendida y ofrecida. No se trata
de buscar a un “profesional” o a un “experto” que ofrezca un conjunto de
normas, reglas, consejos y recetas que aplicar, cada vez más demandadas y más
ofertadas. Cuando se acude a un experto buscando exclusivamente resolver las
dudas planteadas por los niños y adolescentes, el encuentro con aquel se
convierte en algo superficial y los padres se ven obligados a actuar como
simples oyentes. Quedándose fuera de la relación con sus hijos, deciden delegar
en el experto, optan por “intelectualizar” la vida, por no implicarse, por ser
meros observadores de la tarea educativa que les corresponde a ellos vivir en
primera persona como aventura fascinante. ¿Qué hago si mi hijo dice tacos?
¿Qué hago si mi hijo se toca los genitales? ¿Cómo consigo que mi hijo no se
empeñe en ver las series de televisión de moda?... Se sitúan como niños frente al
experto que conduce el curso, dejando de ser adultos. En definitiva, una
posición muy cómoda, porque si no funcionan los consejos recibidos, siempre
podemos culpar a la persona que los ha dado y depositar de nuevo la esperanza
en otro experto con mayor renombre.

Es cierto que generalmente a una Escuela de Padres se acude muchas veces


buscando “recetas” que luego se puedan aplicar en casa: cómo explicar de
dónde vienen los niños, qué pasa si un chico quiere vestirse de niña, cómo
hablar a la niña de la regla o dar un criterio sobre la masturbación, etc.
Cualquier motivo, por pequeño y relativo que sea, es una ocasión privilegiada
para quien guía este momento de encuentro con una familia. Porque la Escuela
de Padres debe ser, ante todo, un lugar en el que se propone una amistad, en el

3 Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. LXXXI Asamblea


Plenaria, noviembre 2003 nº 91.

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que se ofrece no sólo a acompañar a los padres en su tarea educativa, sino a los
esposos en su matrimonio y a cada uno de ellos personalmente en la necesidad
de ser constantemente sostenidos y ayudados. Esta importancia de acompañar
es mayor cuanto mayor es la dificultad familiar, especialmente en los casos de
separación o abandono, en los que el cuidado de los hijos se vive, en ocasiones,
desde una gran soledad.

Las Escuelas de Padres pueden organizarse en las parroquias, asociaciones y


colegios, que es quizá el ámbito en el que es más sencilla la convocatoria y la
asistencia más regular. Y es importante considerar los siguientes aspectos:

1. Los encuentros con padres deben ser un lugar donde la propuesta


educativa crece a través de la relación personal con quien guía el momento. No
es una mera transmisión de conocimientos, sino el compartir de una
humanidad. En este sentido, no hay un experto que habla y unos padres y
profesores que escuchan, sino una implicación con la pregunta o dificultad de
los padres, a través de una compañía y una relación, que se concreta en una
reflexión y trabajo conjuntos.

2. La Escuela de Padres no es un elemento decorativo para el


colegio/parroquia, sino una de las estrategias más interesantes para crear un
ámbito de diálogo educativo acerca de los fines y medios de la educación: por
qué educamos, cómo educamos. En este sentido, los padres y el
colegio/parroquia se necesitan. Si los destinatarios son los hijos, todo eso no
puede lograrse sin la colaboración entre familia/parroquia/escuela. Esto implica
una nueva presencia de las familias en estas instituciones que habrá que
organizar.

3. En la génesis y organización de la Escuela de Padres, debe existir el


compromiso de los padres y el colegio (dirección y profesores), parroquia
(sacerdote y catequistas) en la participación en la misma, constituyéndose en un
escuela activa, dando tiempo, espacio e infraestructuras para lograr la
convergencia entre la experiencia y la información de los maestros más desde la
profesionalidad y los padres más desde la realidad existencial.

Un material interesante para desarrollar esta Escuela de Padres es el libro


“Hablemos de sexo con nuestros hijos”, de editorial Styria. Una guía práctica,
repleta de orientaciones didácticas y situaciones cotidianas, de educación afectivo-
sexual de los cero años a la adolescencia, con el fin de dar a los padres pautas
concretas para hablar sobre la sexualidad con sus niños y adolescentes. Como bien
recuerda Cristina López Schlichting, directora del espacio LA TARDE de COPE,
en el prólogo del citado libro, “la cultura que nos rodea ha gastado tanto tiempo y

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

esfuerzo en subrayar la importancia del cuerpo y sus placeres -cosa fundamental,


como reconoce el texto- que hemos olvidado a menudo educar y educarnos en la
unidad profunda que existe en el ser humano entre lo físico y lo psíquico, entre el
cuerpo y el espíritu, de tal manera que hemos caído en la paradoja de renunciar al
mayor de los placeres: el de entregarse y recibir a otro en cuerpo y alma”.

El hijo aprende mirando a los padres, en el encuentro cotidiano y sencillo con


ellos. Educador sólo es aquél que está comprometido con la propia vida, y el niño
esto lo percibe perfectamente. Pero no se puede educar si no se está siendo
constantemente educado y la Iglesia, Madre y Maestra nos sostiene, nos anima,
nos invita al cambio, al igual que nosotros hacemos con nuestros hijos. Es posible
equivocarse, enfadarse, discutir etc. Pero también es posible reconocer siempre
que hay algo más grande en la vida, que está por encima del inevitable límite que
somos y vivimos. Existe Aquel que me ama y perdona, regalando la experiencia
fundamental de saber que siempre, en toda situación ¡es posible volver a
comenzar! Esto es lo que perciben los hijos. Tienen necesidad de saber que los
adultos no han renunciado a su deseo de ser verdaderos, de buscar lo que es justo,
grande y bueno. Educar es hacer que el hijo tome conciencia de su deseo de ser
feliz y acompañar su libertad para que busque el auténtico bien.

La inestimable ayuda de escuela y parroquia.

Pero todos sabemos que no siempre podemos contar con el apoyo de la familia
para realizar la urgente educación de la afectividad y la sexualidad que el niño
y el joven de hoy necesitan. De hecho, es un dato de la realidad que en las
Escuelas de Padres se matriculan las familias más motivadas, y cuesta implicar
a las más necesitadas.

Es necesario, por tanto, ser realistas y no desaprovechar toda ocasión educativa


que nos permita acompañar la necesidad de aprender a amar. Los colegios son
grandes parroquias llenas de jóvenes, en ocasiones muy preparados
académicamente, pero desatendidos muchas veces en sus deseos más
profundos. Intuyes en algunos de ellos un intenso sufrimiento, provocado por
el abandono, la falta de atención, los afectos no recibidos (aunque naden en
abundancias materiales), la violencia, etc. Y para todos, la nueva esclavitud de
someterse a una cultura, que reduce el valor de sus personas a objetos de
consumo. “Si alguien no bebe, la verdad es que nos resulta un poco raro”, “Si
tienes ya 16 años y sales en pareja, es difícil no acostarse porque te pueden dejar
enseguida”... Son las nuevas pobrezas difíciles de nombrar y reconocer en un
mundo hedonista y superficial. Dice Madre Teresa de Calcuta que “la tragedia
del hombre moderno es que ya no es alguien para nadie”. Esta expresión define
exactamente la situación que gran parte de niños y jóvenes encuentra en su
familia y en el mundo que les rodea. Por eso es importante aprovechar las horas

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en las que viven confiados a la parroquia y la escuela, para realizar con el


consentimiento de los padres (que han de ser debidamente informados e
invitados a colaborar), una labor directa con niños y jóvenes; una labor que
complete la realizada en la casa y ofrezca a aquellos alumnos que viven
situaciones difíciles en su hogar, la oportunidad de escuchar la buena noticia
del matrimonio y de la familia.

“En el proceso catequético, durante los distintos momentos que afectan a esta
etapa, estará presente una catequesis completa y profunda sobre la sexualidad
en sus distintas dimensiones: antropológica, moral, espiritual, social,
psicológica, etc. Debe ser presentada sin reticencias. Más todavía si se considera
el clima de impudor reinante en tantos ambientes y medios de comunicación
social, que puede causar grave daño a los niños y adolescentes. Sólo así se
entenderá como un elemento propio de la vida cristiana que requiere la
iluminación de la fe y la guía del Magisterio de la Iglesia. La Delegación
Diocesana de Pastoral Familiar tendrá la responsabilidad de revisar los
materiales que se utilicen y de ayudar, mediante expertos, a la adaptación
pedagógica y la capacitación de los catequistas que enseñen estos temas”.4

“Como complemento y ayuda a la tarea de los padres, es absolutamente


necesario que todos los colegios católicos preparen un programa de educación
afectivo-sexual, a partir de métodos suficientemente comprobados y con la
supervisión del Obispo. La Delegación Diocesana de Pastoral Familiar debe
preparar personas expertas en este campo. Este programa debe tener en cuenta
los distintos momentos de la construcción de la personalidad en relación con la
configuración de la “identidad sexual” o asunción madura de la propia
sexualidad, con momentos diferenciados según los sexos. En estos programas
se ofrecerán -de un modo integrado y partiendo de la experiencia de los
jóvenes- los fundamentos humanos de la sexualidad y el afecto, su valor moral
en relación con la construcción de la persona y su sentido en el plan de Dios.
Igualmente, se ha de estudiar en el ámbito diocesano, con la cooperación de la
Delegación de Enseñanza, el modo de extender esta enseñanza a los centros
públicos y a las asociaciones educativas que tengan niños y jóvenes de estas
edades”.5

Una petición valiente que nace de tomar conciencia de la verdadera urgencia


que este campo supone. ¿Cómo permanecer impasible ante la cifra de 90.000

4 Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. LXXXI Asamblea


Plenaria, noviembre 2003 nº 92.
5 Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España. LXXXI Asamblea
Plenaria, noviembre 2003 nº 93.

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

abortos realizados en España en el año 2005? ¿Qué será de las niñas menores de
19 años que en escalada imparable entran en el quirófano para vivir una
experiencia semejante? ¿Qué hacer ante estos corazones envejecidos por
implicarse prematuramente en relaciones para las que no están preparados?
¿Cómo sanar las rupturas que viven? ¿Cómo pueden dirigir su libertad hacia
un bien que nadie les anuncia?

Vemos que la mies es mucha, pero los obreros pocos. Esto ya le pasaba a Jesús,
por eso comienza a llamar. Hace falta buscar personas, que ilusionadas por esta
hermosa tarea, adquieran una formación específica. Esto exige destinar recursos
económicos a estas personas dispuestas para poder liberarlas en su horario,
estabilizar su presencia y dedicarlas a esta necesaria labor, de modo que puedan
a su vez ir llamando y formando a otros y coordinar un voluntariado en acción.

Imagine que en la parroquia los catequistas ofreciesen durante el año trabajar


un tema tan atractivo, y simultáneamente, los padres pudiesen encontrarse,
debatir, compartir y saberse acompañados. Imagine que en el colegio se
sustituye matemáticas o conocimiento del medio por unas jornadas donde es
posible abordar esta dimensión tan fundamental de la persona. O sencillamente
se aprovechase bien la hora de tutoría, tantas veces convertida en un tiempo
desperdiciado y vacío de contenido. Hablar del amor y la sexualidad es
ahondar regalos inmensos que Dios nos ha hecho: la vida, que es un misterio
inabarcable; el cuerpo, que forma parte de la persona, unido a su interioridad y
expresándola; el deseo de querer y ser querido, reflejo de la Trinidad de Dios,
que nos ha creado por amor a su imagen y semejanza y nos llama a la relación
con los demás. Una posibilidad, por tanto, no sólo de transmisión de
conocimientos y de educación en la responsabilidad, sino de una nueva
evangelización.

«Acompañad a vuestros alumnos con paciencia y sabiduría; esforzaos en abrir


sus mentes y sus corazones a la verdad y al bien, educándolos en la auténtica
justicia y en la paz». En definitiva, «Educadlos a la santidad», esta invitación de
Juan Pablo II en un mensaje dirigido a los 76 Padres de las Escuelas Pías
reunidos en capítulo general en Roma, supone un “tirón de orejas” para todos.
Para ello nos recuerda: «haceos imitadores de Cristo para ser testimonio
coherente de Él, capaces de comprometer a los adolescentes y jóvenes a seguirlo
sin titubeos». Esta es la tarea.

Vamos a conocer la metodología ofrecida por dos proyectos distintos de


educación afectiva y sexual, que padres y educadores en general pueden
utilizar. Estos proyectos pueden ser una guía útil para desarrollar una
verdadera educación del afecto y la sexualidad.

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“APRENDAMOS AMAR”6
PROYECTO DE EDUCACIÓN AFECTIVO SEXUAL

«Aprendamos a Amar» es un ambicioso proyecto de Educación Afectiva y


Sexual, que nace bajo la dirección de la Fundación Desarrollo y Persona y la
Fundación COF Getafe, en colaboración con otras entidades que desarrollan su
actividad docente en este campo. Consta de unos Materiales de Trabajo y una
oferta de Cursos de Formación de Monitores, que faciliten y hagan efectivo a
padres, profesores, catequistas y educadores en general, el planteamiento de la
sexualidad desde la belleza de una perspectiva nueva y verdadera, que
responda a los deseos más hondos del corazón humano.

En el desarrollo del texto han trabajado diecisiete personas de diversas


realidades eclesiales en una experiencia intensa de comunión. A ellas hay que
sumar la profesionalidad de maquetadores e ilustradores y la inestimable
ayuda de Ediciones Encuentro, al aceptar el reto editorial que este proyecto
supone. Han contado con el apoyo de D. Juan José Pérez Soba, que además de
aportar su sabiduría en la revisión doctrinal y el prólogo, les ha sostenido con
afecto entrañable en momentos de cansancio y dificultad. D. Braulio Rodríguez
Plaza, Arzobispo de Valladolid, recoge en la presentación de la obra la
importancia de este Proyecto Educativo de Formación para el amor verdadero,
que ofrece una pedagogía que facilita llevar a cabo una amplia y fecunda
educación afectiva y sexual que responda plenamente a la llamada del
Directorio de la Pastoral Familiar, a la cual ha querido responder.

Conviene, al presentar el programa «Aprendamos a Amar», precisar su


planteamiento. El punto de partida es considerar a los niños y jóvenes como
personas con un valor único e irrepetible, que a lo largo de las distintas edades
y en conjunción con otros procesos de maduración, van adquiriendo un
principio de responsabilidad sobre el desarrollo personal. La educación afectiva
y sexual pretende preparar a los niños y niñas a situarse en el mundo en tanto
que hombres o mujeres, necesitados de amar y ser amados, completando en el
tiempo la integración de todos los ámbitos de la sexualidad, con sus distintas
funciones de comunicación, placer y procreación responsable.

La educación afectiva y sexual, que coincide con la educación para el amor, se


ha de concebir como todo un proceso que se desarrolla en la vida. ¿Cuándo
comienza? Comienza con la vida misma, cuando se empieza a desarrollar la
experiencia de «ser hijo» con la aceptación agradecida de la vida recibida, hasta

6 N. GONZÁLEZ RICO, T. MARTÍN NAVARRO Y OTROS, Aprendamos A Amar


Proyecto de educación afectivo sexual, Ediciones Encuentro, Madrid 2007.

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

que se llega a la experiencia de la entrega definitiva de la persona en el amor. La


vocación es una: amar, pero se cumplirá de modos distintos en función de la
llamada particular que recibimos de Dios y que corresponde a la libertad
responder.

En este proyecto se parte de la primera y más bella verdad de la fe, la verdad de


Dios Creador. El ser humano no es fruto del azar o del error, sino pensado,
querido y creado por amor, a imagen y semejanza de Dios. Creemos en un Dios
trinitario, familia, tres personas distintas y una sola realidad en el amor, y la
persona humana ha nacido como ser hecho para «el encuentro».

Hemos sido creados, estamos siendo creados ahora, en este instante, para
entregarnos. Capaces de amar gracias a nuestra interioridad y a nuestro cuerpo.
Educar la afectividad y la sexualidad es una tarea fundamental porque supone
acompañar el deseo más grande de todo corazón humano: el deseo de ser feliz,
que coincide con el deseo de querer y ser querido.

En esto no hay diferencias entre el niño español y el inmigrante, el alumno


matriculado en un centro concertado católico o en un público, el alumno más
inteligente y el que tiene necesidades educativas especiales. Todos tenemos el
mismo corazón y se puede desde ahí comenzar un camino y un trabajo, eso sí,
hace falta formación y una pedagogía adecuada.

Todos sabemos que la responsabilidad inicial y fundamental de la educación


afectivo-sexual corresponde a los padres, por ser éstos los primeros educadores
del niño y por ser la familia el lugar más adecuado para la creación de un clima
afectivo, que difícilmente puede lograrse en otros ambientes. Pero educando los
padres no están solos. También el centro escolar en el que las familias se
insertan dentro de la comunidad educativa, y los catequistas, a través de la
comunidad parroquial, se convierten en figuras trascendentales por el número
de horas que los niños pasan con ellos durante periodos muy significativos de
su vida.

Se aprende observando, interiorizando e imitando. Especialmente los niños.


Padres y educadores trasmiten con sus palabras, pero prioritariamente con sus
actos, sus valoraciones y en definitiva con su persona, por medio de elementos e
imágenes que los niños asimilan desde la edad más temprana y cuya influencia
permanece y se prolonga a lo largo de la vida.

Por lo tanto, no es posible que un educador «no haga» de la educación afectivo


sexual. Su visión de la realidad, de la masculinidad y feminidad, de la relación
amorosa, así como sus actitudes, le acompañan en su tarea.

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La persona sin deseos no es nada. Alegrémonos de tener niños y jóvenes


curiosos, desconcertantes y ardientes. Aceptemos los riesgos que acompañan a
una vida llena de vitalidad y acompañemos a los hijos.

Quien educa es la persona

Como no se desea que « Aprendamos a Amar» sirva de adorno a las estanterías,


y conscientes de que al final quien educa es la persona, este material nace con
una oferta de Cursos de Formación de Educadores, para acompañar e impulsar
el trabajo de todos aquellos dispuestos a implicarse a nivel escolar y parroquial
en el manejo del proyecto.

La finalidad del educador es la de estar al servicio del proceso de crecimiento,


que llevará el joven a la madurez y que le permitirá desarrollar cuatro aspectos
de su persona:

La adquisición de una imagen positiva de sí mismo. Para ello, el


educador deberá acoger y valorar las capacidades del joven y manifestar
confianza en él y en su futuro.
La habilidad de establecer relaciones recíprocas y respetuosas,
invitándole a respetar el cuerpo -el propio y el del otro- y la vida, y animándole
cuando hay dificultades.
El aumento de la capacidad de maravillarse ante la vida, sin olvidar
incrementar sus conocimientos sobre las cuestiones de sexualidad, fecundidad,
toxicomanías, SIDA, ETS.
El desarrollo de los valores reconocidos e interiorizados y de la libertad,
traducida en capacidad de escoger el bien. Se trata de una auténtica educación
hacia la responsabilidad.

La integración de este Proyecto requiere la aceptación y participación tanto de


los padres, como de los educadores integrantes del equipo de trabajo
(profesores o catequistas), así como de los púberes a los que va dirigido.

Si el medio es la comunidad escolar, debe haber un deseo de integrar


conscientemente y de forma programada la educación afectivo-sexual en el
proyecto curricular del centro.

La comunidad parroquial está también llamada a integrar esta formación en la


visión cristiana de la sexualidad y, en especial, en el itinerario de preparación
remota al sacramento del matrimonio.

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

En esta colaboración e interrelación necesaria para el buen funcionamiento de


este programa, se destacan las siguientes indicaciones metodológicas:

La educación afectiva y sexual debe implantarse en los centros


educativos/parroquias implicando a jóvenes, padres y educadores. La
participación de las familias se considera imprescindible para que la formación
sea coherente y no contradictoria.
Esta educación debe adelantarse e implantarse a una edad más precoz,
pues al producirse la pubertad antes, los jóvenes adquieren la fertilidad sin ser
capaces de integrar en su personalidad, todavía en desarrollo, el deseo sexual.
Esto les hace especialmente vulnerables a la gran cantidad de estímulos
sexuales que reciben del ambiente.
Esta educación deberá ser acorde y respetuosa con el momento evolutivo
de cada niño, respetando en grupo grande el ritmo de los más lentos en el
proceso de maduración. Los intereses más particulares han de encontrar
atención personal e individualizada.
La información deberá ser veraz, y con rigor científico.
Al diseñar una educación afectiva y sexual, hay que tener en cuenta que
la sexualidad humana presenta diversos componentes que no se deben disociar.
Sin una comprensión integral de estos componentes, la vivencia sexual se
transforma en meramente genital.
Se deben aportar a los jóvenes criterios que contribuyan a su desarrollo
personal, creando una conciencia crítica, ayudándoles a descubrir su valor
como seres únicos e irrepetibles, necesitados de afecto, con una profunda
dimensión social y relacional.

Es preciso crear un ambiente adecuado en el grupo antes de trabajar


directamente la educación afectivo-sexual, para que exista un clima de
confianza que facilite a lo largo del programa, que los púberes construyan y
expresen sus propuestas e intereses, y hacer accesibles al grupo los datos que
precisan para la resolución de sus problemas. Para posibilitar esto, hay que
educar actitudes, como son:

• Intención de escucha, respeto y diálogo.


• Sentido de responsabilidad personal y grupal.
• Deseos de mejorar la situación inicial.
• Estar abiertos a la participación y tener interés.
• Asumir unos objetivos comunes.

Los aprendizajes que se realicen en las sesiones han de ser útiles para la vida
real. Esto exige que el alumnado tenga la oportunidad de aprender de forma
adaptada sus necesidades y aptitudes. Siempre se aprende mejor lo que es

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significativo, lo que tiene sentido para cada uno y aquello que sirve
funcionalmente para la vida. Por este motivo:

• Se ha de posibilitar la demanda real de las necesidades por parte del


alumnado.
• El programa ha de responder y adaptarse a las necesidades y
capacidades de cada grupo-clase, posibilitando aprendizajes significativos y
funcionales.
• El respeto y confianza en el grupo se favorece cuando se respetan los
límites personales (no se presiona, no se obliga a dar la opinión) y cuando, si se
emiten las propias opiniones, nadie es juzgado por sus valoraciones (sobre la
sexualidad, diferentes hechos, conductas, etc.)
• Se ha de canalizar convenientemente la ansiedad que pueda aparecer en
el grupo (risas, silencios, interrupciones…) ayudando a reducirla.
• La discusión, cuando aparece en el grupo, proporciona la oportunidad de
escuchar, expresar ideas, defender lo que se piensa y respetar lo que los demás
dicen. Se pueden resumir las distintas opiniones animando a un trabajo de
reflexión y maduración personal. Es importante al finalizar cada sesión que el
alumnado resuma lo aprendido facilitando un intercambio entre las personas
que intervienen en el proceso educativo.
• El lenguaje utilizado debe ser claro, concreto y no sexista.
• Se ha de permitir la expresión en todo momento del nivel de acuerdo-
desacuerdo con lo tratado, el método de enseñanza, los medios empleados, la
temporalización y la evaluación.
• El educador que imparte el programa ha de estar a disposición de los
jóvenes, para atender de modo individualizado demandas que el joven no
desea plantear ante el grupo y busca orientación para resolver. En caso
necesario se favorecerá el contacto con los recursos sociales y sanitarios
existentes, tanto para él/ella como para su familia.

Este Proyecto, que se presenta en su primera fase de desarrollo, va dirigido a


educadores y chicos de edades comprendidas entre 11 y 14 años. Corresponde,
por tanto, en el ámbito escolar de 6º de Primaria, 1º y 2º curso de E.S.O. y en el
ámbito parroquial, a jóvenes de postcomunión. Se tiene previsto desarrollar en
sucesivas publicaciones material destinado a segundo ciclo de secundaria y
bachillerato, así como a educación infantil y primaria.

Tiene como objetivo general descubrir la sexualidad como dimensión positiva


de la persona, que permite amar con el cuerpo y transmitir la vida, y prevenir
problemas sociales y sanitarios como las enfermedades de transmisión sexual,
entre ellas el SIDA, y los embarazos y abortos en adolescentes, a través de la

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

educación para el amor, acompañando el descubrimiento del sentido de la


realidad sexual.

Los contenidos se desarrollan a través de las siguientes unidades didácticas:

• SOY UNA PERSONA ÚNICA E IRREPETIBLE


Unidad 1: Conocerme y valorarme
Unidad 2: Mi cuerpo está cambiando.
ANEXO: Salud y cuidados personales.
Unidad 3: Asumir mis cambios como algo positivo.

• SOY UNA PERSONA SEXUADA


Unidad 4: La sexualidad me permite amar con el cuerpo.
Unidad 5: La sexualidad me permite transmitir la vida.

• SOY UNA PERSONA NECESITADA DE QUERER Y SER QUERIDA


Unidad 6: Mi familia, mis amigos, crecer con el grupo.
Unidad.7: Nuevas emociones y sentimientos.

El trabajo en el centro escolar

En el ámbito escolar se ha planteado siempre la conveniencia de trabajar la


afectividad y la sexualidad de modo transversal, es decir, insertando sus
contenidos en las diversas áreas del saber de modo interdisciplinar: Lengua
Española y Literatura, Ciencias de la Naturaleza, Idiomas, Religión, Ética, etc.
Pero este planteamiento encierra grandes dificultades prácticas. La más
evidente, coordinar los contenidos y actividades desarrollados en las diversas
áreas y cursos, lo que exige gran implicación y trabajo de equipo por parte del
profesorado y, ya sabemos, «el uno por el otro, la casa sin barrer».

Vamos a partir, por tanto, de la realidad. Valorando que en el ámbito escolar


son los profesores-tutores los que realizan un papel más importante y
fundamental de mediación y de modelo comportamental para la motivación del
alumnado con el que trabajan, se propone por tanto, insertar este programa en
el Plan de acción tutorial y plan de convivencia. Es necesario que sean ellos, en
estrecha colaboración con los padres, los que se impliquen en el desarrollo de
los objetivos y actividades.

Como alternativa, si esa propuesta no se lleva a cabo, los profesores de las


diversas áreas pueden valorar la conveniencia de trabajar desde ellas los
contenidos expuestos.

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e-aquinas 5 (2007) 5-6

La implantación en el ámbito parroquial

El Directorio de la Pastoral Familiar de la Iglesia en España, nacido en


noviembre de 2003, recuerda cómo la Exhortación Apostólica Familiaris
Consortio señala tres etapas o momentos principales en la preparación a la vida
matrimonial: remota, próxima e inmediata.

La preparación remota comienza con la infancia e incluye la adolescencia, por lo


que en el proceso catequético de postcomunión, el sacerdote, con el equipo de
educadores, puede introducir «Aprendamos a Amar» como una catequesis
completa y profunda sobre la afectividad y la sexualidad en sus distintas
dimensiones: antropológica, moral, espiritual, social y psicológica. Procurarán,
al igual que en el ámbito escolar, buscar la relación activa y participativa de las
familias.

Indicaciones pedagógicas

Se recomienda que el educador estudie previamente las siete unidades


didácticas y sus actividades, para tener una visión global de los contenidos
desarrollados en el proyecto.

• Una vez captada la coherencia interna de «Aprendamos a Amar», el


educador, en función del número de sesiones disponibles para trabajar la
Educación Afectiva y Sexual, puede realizar su programación con entera
libertad.

Estas son algunas pistas:

Dedicar una tutoría/catequesis por unidad didáctica, con un total de siete


sesiones. Esta propuesta puede realizarse en el mismo grupo
escolar/parroquial durante dos cursos consecutivos (primero y segundo
de E.S.O.) variando las actividades a desarrollar, lo que refuerza la
posibilidad de interiorizar los objetivos propuestos.
Seleccionar contenidos y dedicarles un mayor número de horas en el
trabajo con los jóvenes.
Extender el programa, a través de las actividades, durante un trimestre, o
a lo largo de todo el curso académico.
Si por el contrario se cuenta con un menor número de tutorías/catequesis
disponibles, dividir el proyecto desarrollando unidades en 1º de ESO (se
recomiendan 1-2-3-6) y las restantes (4-5-7) en 2º de ESO. La selección de
las unidades ha de realizarse considerando las características específicas
de cada grupo y sus necesidades. Los contenidos de algunas de las

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Nieves González Rico, Aprendamos a amar

unidades didácticas pueden ser utilizados en segundo ciclo de


secundaria, adaptando las actividades a los intereses específicos de ese
grupo de edad.

Una vez diseñada la programación, y antes de comenzar los talleres con


los jóvenes, los padres como primeros responsables y educadores de sus
hijos, han de ser convocados en el centro educativo o parroquial.

El objetivo de este encuentro previo con las familias es hacerles partícipes


del número de sesiones y contenidos que se van a desarrollar, así como de
las actividades y dinámicas que se utilizarán y, sobre todo, de establecer y
cuidar una relación formativa que les facilite vivir en primera persona la
educación para el amor de sus hijos, invitándoles a aprovechar las fichas
que los niños van a llevar a casa para realizar con ellos, como ocasión
concreta de iniciar o ahondar el diálogo familiar.

Si el centro educativo/parroquia cuenta con los recursos humanos y


materiales adecuados, la propuesta más completa es ofrecer una Escuela de
Padres que transcurra de forma simultánea al trabajo con sus hijos. Los
padres se mueven más por sus hijos que por ellos mismos. Alegrémonos de
esta circunstancia y seamos creativos proponiendo iniciativas.

Una vez convocadas las familias, conviene que los chicos tengan en su
grupo de referencia una primera sesión de presentación. En ella, además de
delimitar contenidos, calendario de realización, objetivos y metodología,
responderá de forma anónima e individual a un cuestionario de intereses
previos sobre afectividad y sexualidad, que permita conocer su demanda
real y su punto de partida en cuanto a los conceptos y actitudes. Se
encuentra un modelo de cuestionario en esta publicación.

Una vez cumplimentado, por grupos seleccionarán los temas de mayor interés
para ellos, que se pondrán posteriormente en común.

El equipo de trabajo escolar o parroquial, ha de trabajar posteriormente


los cuestionarios, clasificar por temas y unidades didácticas las preguntas y,
en base a ellas, integrar el contenido final del taller. Recomendamos en todas
las sesiones dedicar un espacio a leer y responder las preguntas reales y
concretas de los jóvenes. En los cursos de formación se entrenarán
habilidades específicas para hacerlo.

Una vez implicados chicos, padres y educadores, se desarrollarán las


sesiones de trabajo programadas que permitan, a través de contenidos y

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e-aquinas 5 (2007) 5-6

actividades, alcanzar los objetivos descritos en el proyecto «Aprendamos a


Amar». El educador cuenta con un soporte de apoyo audiovisual para
explicar todas y cada una de la unidades didácticas del Proyecto.

Es conveniente en la última sesión con los jóvenes, evaluar conceptos,


actitudes y procedimientos aprendidos en el trabajo realizado. La
publicación ofrece un cuestionario final para valorar actitudes.

Por último, en la convocatoria final a los padres, se intercambiarán las


aportaciones recogidas tanto por el educador que ha guiado el proyecto,
como por la familia, realizando en común una valoración.

Para ampliar la información del proyecto « Aprendamos a Amar» y de los Cursos


de Formación de Monitores pueden dirigirse a:

Fundación Desarrollo y Persona


C/ Núñez de Guzmán 6, bajo. 47014 Valladolid
Tlf: 983 33 12 17 y 630680623
info@desarrolloypersona.org
www.desarrolloypersona.org

BIBLIOGRAFÍA

EDUCACIÓN AFECTIVA Y SEXUAL


N. GONZÁLEZ RICO, T. MARTÍN NAVARRO Y OTROS, “Aprendamos A
Amar”. Proyecto de educación afectivo sexual, Ediciones Encuentro, Madrid
2007.
N. GONZÁLEZ, “Hablemos de sexo con nuestros hijos”, Styria, Barcelona 2006.
D. SONET, “Descubramos el amor”, Molino, Barcelona 2001.
D. SONET, “Su primer beso”. La educación afectiva de los adolescentes, Sal
Terrae, Santander 2002.
LUCISANO y M.L. DI PIETRO, “Sexualidad Humana”, San Pablo, Madrid
1994.
NILSSON, LENNART, “Nacer: la gran aventura”, Círculo de Lectores,
Valencia 1990.

AMOR HUMANO /MATRIMONIO Y FAMILIA:


JUAN PABLO II, “Hombre y mujer los creó, el amor humano en el plan
divino”, Cristiandad, Madrid 2000.
K. WOJTYLA, “Amor y responsabilidad”, Razón y Fe, Madrid 1979 (edición
original 1960).
A. SICARI, “Breve catequesis sobre el matrimonio”, Encuentro, Madrid 1995.

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E. FROMM “El arte de amar: una investigación sobre la naturaleza del amor”,
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A. VALLEJO-NÁJERA, “El amor no es ciego”, Temas de Hoy, Madrid 1998.
A. LÓPEZ QUINTÁS, “El amor Humano, su sentido y alcance”, Edibesa,
Madrid 1994.
E. FROMM, “El arte de amar”, Paidós, Barcelona 1996.
G. CALVO, “Encuentro. Diálogo para parejas de novios”. Sígueme, Salamanca
1996.
G. CALVO, “Cara a cara”, Sígueme, Salamanca 1993.
M. ICETA, “Vivir en pareja” S.M. Madrid 1994.
M. ICETA, “La Familia como vocación”, PPC Madrid 1994.

DE INTERÉS:
D. VON HILDEBRAND, “El corazón”, Palabra 2005
J. NORIEGA, “El destino del eros”, Palabra, 2005.
A. CENCINI, “Por amor, con amor, en el amor, libertad y madurez afectiva en
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COMUNICACIÓN, AUTOESTIMA, EDUCACIÓN:


C.R. ROGERS Y R.L. ROSENBERG, “La persona como centro” Herder,
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A. VALLEJO NÁJERA, “La edad del pavo”, Temas de Hoy, Madrid
F. MORENO MUGURUZA “Comunicarse para ser feliz”, CCS Madrid 1994.
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J. POWELL, “¿Por qué temo decir quien soy yo?”, Sal Terrae, Santander 1993.
J. POWELL, “El verdadero yo: ¡En pié!”, Sal Terrae, Santander 1996.
J. V. BONET, “Se amigo de ti mismo”, Sal Terrae, Santander 1997.
V.F. FRANKL, “El Hombre en busca de sentido”, Herder, Barcelona 1993.

DOCUMENTOS DEL MAGISTERIO RELACIONADOS CON ESTE TEMA


BENEDICTO XVI, Carta Encíclica “Deus caritas est” ,Librería Editrice
Vaticana, Ciudad del Vaticano 2006.
JUAN PABLO II, Carta Encíclica “Evangelium Vitae”, 1995.
JUAN PABLO II, Carta Encíclica “Veritatis Splendor”, PPC, Madrid 1993.
JUAN PABLO II, Exhortación apostólica “Familiaris Consortio”, San Pablo,
Madrid 1981.
PABLO VI, Carta Encíclica “Humanae Vitae”, 1968.

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