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La agonía de los animales dentro de los laboratorios

Introducción

La experimentación animal es hoy una actividad básica de la ciencia médica. A ella

se oponen los movimientos pro derechos animales, normalmente fundados en una

visión meramente natural del hombre y los animales, que los iguala. También hay

oposición desde el punto de vista científico: los resultados de la investigación animal

rara vez serían directamente aplicables al hombre. Por contra, los resultados

encontrados en los animales son parcialmente aplicables al hombre, y la diferencia

cualitativa entre el hombre y el animal es el fundamento que permite la

experimentación animal. De estos fundamentos se derivan una serie de normas

éticas sobre el trato correcto de los animales de experimentación.

Desarrollo

Cualquiera que conviva o trabaje con animales, dueños de animales domésticos,

entrenadores, zooterapeutas, etc., no dudaría en afirmar que los animales sufren.

Existen relatos de pescadores y antiguos balleneros, quienes nos han relatado

sobre cómo “lloran” las ballenas o los delfines cuando capturan a miembros de su

grupo y, peor aún, cuando se da caza a las crías o las madres. Algo similar han

relatado también algunos ganaderos, gente que trabaja en mataderos. Todos

aseguran que los animales sienten dolor y sufren, lo que en más de una ocasión ha

provocado la compasión de quienes deben lidiar día a día con la experimentación

en los animales.
La experimentación animal se define como una actividad que tiene como misión

evidenciar o aclarar fenómenos biológicos sobre especies animales determinadas.

No obstante, también es toda acción de carácter científico o experimental que pueda

llegar a suponer un ataque al estado de bienestar del animal, susceptible de

causarle dolor, sufrimiento, angustia o agravio.

Se entiende que un experimento empieza cuando se inicia la preparación del animal

para su uso y termina cuando se acaban las observaciones a realizar sobre el

mismo. En este sentido los animales actúan como modelos de diferentes

enfermedades, por ejemplo en el caso de la imnudeficiencia adquirida, el Lentivirus

Tlinfotrópico en gato, de igual morfología, pero con diferentes antígenos que el VIH.

La experimentación con animales es uno de los temas más polémicos y que

levantan algunas de las discusiones más acaloradas y apasionadas, ya que las

implicaciones que se derivan no se reducen al ámbito animalista, sino que se

extienden a científicos, legisladores, estudiantes, industrias, opinión pública y

medios de comunicación.

Los experimentos con animales tienen su base o su justificación en el hecho de

considerar a otras especies animales como modelos en miniatura de los problemas

humanos, sin los severos cuestionamientos éticos que conlleva experimentar con

humanos. Esta idea básica, y comprensible desde el punto de vista metodológico y

teórico (que no ético ni científico), es puesta en tela de juicio continuamente.

En el laboratorio, el animal puede ser envenenado; privado de comida, agua o

sueño; le pueden ser aplicados irritantes de piel y ojos; sujetos a estrés psicológico:
infectados con enfermedades que en circunstancias normales jamás padecerían,

dañados sus cerebros, paralizados, mutilados quirúrgicamente, irradiados,

quemados, gaseados, alimentados a la fuerza, electrocutados, todo esto tienen que

pasar para que las personas podamos consumir o utilizar los productos sin ningún

riesgo a nuestra salud.

Se prueban productos de cosmética, aditivos alimentarios, farmacéuticos, químicos

industriales, agroquímicos, comida de mascotas, aparatos médicos y productos de

alcohol y tabaco.

Es necesario aclarar que estos testeos son poco fiables para predecir efectos en los

seres humanos, ya que queda claro que no tenemos el mismo organismo, y por lo

tanto, no tenemos la misma reacción. Existen medicamentos que a pesar de haber

sido probado con anterioridad en animales llegan a causar graves daños a la salud

del hombre.

Hay que tomar en cuenta que existen muchas alternativas y productos que nos son

probados en animales y que pueden llegar a ser factibles y económicas. Además,

menos del 2% de las enfermedades humanas (exactamente el 1,16%) han sido

vistas en animales; más del 98% de las enfermedades humanas nunca afecta a los

animales, esto demuestra que el sufrimiento causado a los animales en los

experimentos puede llegar a ser un poco innecesario.

Tomando en cuenta lo anterior un análisis de 2014 publicado en el British Medical

Journal reveló que “incluso los descubrimientos más promisorios de investigación

basada en animales a menudo falla en pruebas en humanos y son pocas veces


adoptados en la práctica clínica. Por ejemplo, un estudio reveló que menos del 10

por ciento de descubrimientos altamente promisorios de ciencia básica ingresan al

uso rutinario clínico en 20 años”. La mayoría de los experimentos en animales son

inútiles, entonces ¿Por qué seguir experimentando en animales?

El tiempo promedio desde el descubrimiento del objetivo hasta la aprobación de una

nueva droga es de alrededor de 14 años. El porcentaje de falla durante este proceso

excede el 95 por ciento, y el costo por droga exitosa puede ser de $1,000 millones

o más. No solo las medicaciones que funcionan en animales fallan en humanos,

existen probablemente también (tal vez muchas) drogas que ayudarían a los

humanos pero son descartadas porque fallan en pruebas en animales.

Por esto y por motivos éticos que no plantearé en el presente ensayo, (porque sería

muy extenso) opino que esta práctica debería de ser erradicada, ya que los

beneficios aportados a la salud humana son mínimos.

Conclusiones (media cuartilla)

Así como nosotros no experimentamos en los seres humanos que son incapaces

de dar su consentimiento a la experimentación, no debemos experimentar en

animales. Los animales no pueden dar su consentimiento informado y la gran

mayoría de los experimentos con animales son tan invasivos y perjudiciales, que ni

siquiera consideraríamos que se permita a los seres humanos dar su

consentimiento para ser sujetos de tales experimentos. Otra de las razonas por las

cuales la experimentación con animales no es del todo fiable, es que tenemos

grandes diferencias fisiológicas, por lo que sólo conlleva sufrimiento innecesario.

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