Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Al redactar un texto científico, dos son los aspectos que garantizan la secuencia lógica en
la exposición de conceptos, juicios de valor y los resultados de la investigación: la
escritura diferida y la economía del lenguaje. En el caso de la primera, requiere de una
planificación y estructuración según la modalidad de texto; además de que el documento
debe ser corregido para garantizar la validez de su información. Por lo que, el lenguaje en
Ciencia tiene que ser preciso, objetivo y claro para garantizar la socialización efectiva del
conocimiento —y su correspondiente aprobación para la publicación—; así como
dominar y aplicar las normas ortográficas y gramaticales de la lengua en que se escribe.
Asimismo, el estilo científico demanda el cumplimiento de tres principios básicos de
la comunicación científica escrita:
a) Precisión: usar las palabras que comuniquen exactamente lo que queremos demostrar
como resultado de la investigación; por tanto, no basta con que el autor tenga una
intención comunicativa si no recurre a la adecuación del lenguaje para que el receptor
se apropie de la información. Por ejemplo:
El propósito de este trabajo fue determinar la mayor acidez en las frutas verdes.
(El término determinar no precisa cuál es el interés con la investigación; pues no queda
claro si se buscaba describir, identificar o cuantificar.)
b) Claridad: el texto debe permitir su lectura y comprensión sin dificultad; de ahí que se
eviten las ambigüedades, los giros expresivos literarios o emotivos, e incluso los
tecnicismos en demasía que entorpezcan la lógica discursiva. Por ejemplo:
c) Brevedad: se debe consignar la información precisa por medio de una economía del
lenguaje; es decir, abordar el contenido o los resultados en la menor cantidad de
palabras a emplearse y considerar la información pertinente, según la investigación
realizada y la modalidad de texto que se redacte. Por ejemplo:
2.2.3. La redundancia
2.2.4. El pleonasmo
En la redacción se debe evitar el uso del pleonasmo, que constituye una expresión con
matiz enfático que afecta la claridad del mensaje que se trasmite; por ejemplo:
La rapidez con que se habla de forma coloquial no debe plasmarse en la escritura, pues el
relajamiento del lenguaje puede ser inteligible o crear malos entendidos; cuando esto
ocurre estamos en presencia de la ambigüedad sintáctica; por ejemplo:
Al redactar se pueden incluir voces, frases o giros procedentes de otras lenguas como el
inglés (préstamos lingüísticos). Son útiles, si no existe su equivalente en castellano (e. g.
software), o innecesarios cuando ya tenemos el término en castellano: attachment
(anexo), email (correo electrónico), que devienen anglicismos; o printear (del ingl. to
print, ‘imprimir’), que es un neologismo.
En ocasiones, se consignan frases traducidas literalmente del inglés que en castellano
están erradas (barbarismo); por ejemplo: en base a (del ingl. on the basis of) en vez de
sobre la base de, o primero de todo (del ingl. first of all) por antes que nada.
BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Day, R. (1998/2005). Cómo escribir y publicar trabajos científicos [How to write & publisch
a scientific paper (traducido de la 5ta edición en inglés por Miguel Sáenz)]. (3ra.
edicion en espanol). Washington, D. C.: Organizacion Panamericana de la Salud.
Real Academia Española. (2010). Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Libros,
S. L. U.
__________. (2018). Diccionario de la lengua española [en línea]. Recuperado de
http://dle.rae.es/?w=diccionario