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ESTILO PARA LA REDACCIÓN Y CORRECCIÓN CIENTÍFICA


(NORMA APA)

Módulo 1. La comunicación científica escrita


Tema 2. La escritura científica como proceso

La praxis científica concibe, como parte del desempeño de todo investigador, la


socialización de los resultados; además de que el investigador debe fungir también como
un buen comunicador, pues una errada escritura impedirá la publicación de lo que se ha
elaborado. Por tanto, tres son los pasos lógicos que deben realizarse para trasmitir el
conocimiento científico obtenido a través de un tipo de texto determinado:

a) Preescritura (concibe el hecho de haberse definido el objeto y campo de estudio de la


investigación realizada; se determina el tipo de texto científico apropiado y se
delimitan los aspectos de estudio esenciales —con la debida fundamentación
teórica— que demuestren resultados).

b) Escritura (constituye el proceso en sí de plasmar el conocimiento científico en un


texto, respetándose la estructura, el lenguaje y el estilo científico).

c) Reescritura (consiste en la corrección de estilo, donde se verifica la fiabilidad y calidad


de la información que se trasmite, la modalidad de texto producido y el uso eficiente
del lenguaje).

Como se aprecia, el lenguaje deviene instrumento de comunicación por excelencia


para la trasmisión de resultados. Por lo tanto, emplear la lengua con corrección (precisión,
claridad y brevedad) permite que se difunda un conocimiento que le servirá al receptor
para establecer nuevos caminos de investigación. En este sentido, se debe respetar el
estilo científico, pues la redacción de textos como el artículo no tiene que deleitar ni
conmover al receptor, sino informar los resultados de la investigación, y este es su único
propósito.

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2.1. La escritura científica

Al redactar un texto científico, dos son los aspectos que garantizan la secuencia lógica en
la exposición de conceptos, juicios de valor y los resultados de la investigación: la
escritura diferida y la economía del lenguaje. En el caso de la primera, requiere de una
planificación y estructuración según la modalidad de texto; además de que el documento
debe ser corregido para garantizar la validez de su información. Por lo que, el lenguaje en
Ciencia tiene que ser preciso, objetivo y claro para garantizar la socialización efectiva del
conocimiento —y su correspondiente aprobación para la publicación—; así como
dominar y aplicar las normas ortográficas y gramaticales de la lengua en que se escribe.
Asimismo, el estilo científico demanda el cumplimiento de tres principios básicos de
la comunicación científica escrita:

a) Precisión: usar las palabras que comuniquen exactamente lo que queremos demostrar
como resultado de la investigación; por tanto, no basta con que el autor tenga una
intención comunicativa si no recurre a la adecuación del lenguaje para que el receptor
se apropie de la información. Por ejemplo:

El propósito de este trabajo fue determinar la mayor acidez en las frutas verdes.
(El término determinar no precisa cuál es el interés con la investigación; pues no queda
claro si se buscaba describir, identificar o cuantificar.)

b) Claridad: el texto debe permitir su lectura y comprensión sin dificultad; de ahí que se
eviten las ambigüedades, los giros expresivos literarios o emotivos, e incluso los
tecnicismos en demasía que entorpezcan la lógica discursiva. Por ejemplo:

Los datos se tomaron de una población al azar.


(En esta oración no queda claro qué se tomó al azar: los datos o la población.)

c) Brevedad: se debe consignar la información precisa por medio de una economía del
lenguaje; es decir, abordar el contenido o los resultados en la menor cantidad de
palabras a emplearse y considerar la información pertinente, según la investigación
realizada y la modalidad de texto que se redacte. Por ejemplo:

Las entrevistas fueron un total de 15 y se realizaron por la mañana.


(Correcto: Se hicieron 15 entrevistas por la mañana.)

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2.2. Errores frecuentes en el lenguaje científico

Cuando se redacta de forma apresurada o no planificada y no se realiza la corrección de


estilo, el investigador contribuye con la existencia de errores en el lenguaje científico, que
entorpecen la calidad de la información trasmitida. Entre las falencias más recurrentes,
destáquense las siguientes:

2.2.1. Errores ortográficos

En la escritura científica se pueden manifestar tres tipos de errores ortográficos. En


primer lugar, la confusión tipográfica no intencionada; puesto que, al digitalizar un texto,
en ocasiones presionamos una tecla incorrecta (e. g. a por e, al escribir especia en vez de
especie) y, como consecuencia, se crea una palabra nueva con un significado diferente al
término real. Sepa que el corrector ortográfico del Microsoft Word no detecta el gazapo
por estar bien escrito y en nosotros puede pasar inadvertido, porque la mente no codifica
letra a letra cada palabra, sino las combinaciones de letras que conforman una expresión
significativa.
Como segundo error ortográfico, la inclusión de palabras homónimas. Una confusión
fonética en una palabra (apertura/abertura), la duda sobre un grafema (hice/ice), o el
uso de un término polisémico (e. g. mango: ‘fruto comestible’  ‘parte de un instrumento o
herramienta’), provoca una comprensión errada del mensaje.
Finalmente, los problemas de acentuación. Confundir la acentuación de un término
específico conlleva a cambiar el significado de la palabra que se quiere plasmar (e. g.
diagnóstico/diagnostico/diagnosticó); errata que el Microsoft Word no detecta porque en
cualquiera de las tres variantes está bien escrito, a diferencia de los vocablos que no
existen en lengua castellana (e. g. abstact [del ingl. ‘resumen’] destacado como abstracto).
Según la Ortografía de la lengua castellana (2010), hay que atender también al uso de
los prefijos. En el caso de ex-, debe escribirse unido a su base léxica cuando sea solo una
palabra (expresidente); en cambio, se consigna separado con guion si la base léxica es un
nombre propio (pro-África), un número (super-8) o una sigla (mini-USB), y separado sin
guion cuando la base léxica conste de varias palabras (ex primer ministro). Asimismo, al
prefijo post- se le retira la letra t en la construcción de términos como posgrado; pues debe
mantenerse una correspondencia entre la expresión y la escritura en castellano, a
diferencia de aquellas palabras que comiencen con s (postsimbolismo).

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2.2.2. Puntuación deficiente

En un texto científico también se impone una puntuación deficiente, al no respetarse las


normas ortográficas de la lengua en que se redacta (v. Tema 2, módulo 4), o por imitación
de la escritura de otros idiomas como el inglés (e. g. Quiénes somos? ). En este ejemplo se
omite el signo interrogativo directo de apertura (¿) y solo se consigna el de cierre (?).

2.2.3. La redundancia

Otra de las falencias es la redundancia (o verbosidad), que no ofrece valor alguno a la


comunicación y hace que el periodo oracional sea extenso por el uso excesivo de palabras;
por ejemplo:

Los experimentos que se llevaron a cabo produjeron estos resultados.


(En la oración sobra «que se llevaron a cabo», pues el término experimento trae
implícito esta significación.)

Además de la inclusión de expresiones tal cual se expresan en el habla coloquial. (Se


destaca en color azul la variante correcta.)

A pesar del hecho de que… / Aunque…


Por un periodo de… / Durante…
Posee la habilidad para… / Puede…
Se hizo una comparación… / Se comparó…
Un número importante de… / Muchos…

2.2.4. El pleonasmo

En la redacción se debe evitar el uso del pleonasmo, que constituye una expresión con
matiz enfático que afecta la claridad del mensaje que se trasmite; por ejemplo:

Las dos especies diferentes…


(En la oración sobra el término diferente, pues ya la idea queda implícita en la
determinación de que sean «dos especies»).

Vamos a resumir brevemente…


(En la oración, el vocablo brevemente es reiterativo; pues es una característica de la
habilidad resumir).

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2.2.5. La ambigüedad sintáctica

La rapidez con que se habla de forma coloquial no debe plasmarse en la escritura, pues el
relajamiento del lenguaje puede ser inteligible o crear malos entendidos; cuando esto
ocurre estamos en presencia de la ambigüedad sintáctica; por ejemplo:

Se construyen camas para niñas de madera.


(En la oración no queda claro si las camas o las niñas son de madera; por tanto, se debe
ser cuidadoso con la expresión que se trasmite.)

2.2.6. Vocabulario rebuscado

Otro de los errores es la inclusión de un vocabulario rebuscado. Debemos usar palabras


comunes en vez de términos rebuscados, aun cuando exista una terminología específica
para la ciencia y el área de estudio en cuestión. Si bien la finalidad del texto científico es
informar los resultados, la competencia comunicativa del investigador tiene que
demostrar una economía de lenguaje y no hacer gala de cuán amplio es el vocabulario;
por ejemplo, al decir: precipitación pluvial (término rebuscado) en vez de lluvia (término
común), o aleatoriamente (término rebuscado) en vez de al azar (término común).
De igual forma, se debe evitar las locuciones latinas poco oportunas o cuyo significado
no se conozca a profundidad. Este error escritural ocurre cuando se tiene el afán de
impresionar al lector y, por tanto, se corre el riesgo de que la información trasmitida no
sea clara ni precisa. Por ejemplo, al escribir ad libitum- en vez de su significado en
castellano ‘a voluntad’, o sensu lato- por ‘en el sentido amplio’. Además de que, como
locución latina, debe consignarse siempre en cursiva (v. Tema 3, módulo 1).

2.2.7. Los préstamos lingüísticos

Al redactar se pueden incluir voces, frases o giros procedentes de otras lenguas como el
inglés (préstamos lingüísticos). Son útiles, si no existe su equivalente en castellano (e. g.
software), o innecesarios cuando ya tenemos el término en castellano: attachment
(anexo), email (correo electrónico), que devienen anglicismos; o printear (del ingl. to
print, ‘imprimir’), que es un neologismo.
En ocasiones, se consignan frases traducidas literalmente del inglés que en castellano
están erradas (barbarismo); por ejemplo: en base a (del ingl. on the basis of) en vez de
sobre la base de, o primero de todo (del ingl. first of all) por antes que nada.

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Además de lo anterior, en la redacción se debe recurrir a la negación de la subjetividad;


puesto que la referencia extralingüística sobre la base del objeto de estudio tiene que ser
directa y clara, a partir del empleo del valor denotativo de las palabras y no del
connotativo (e. g. metáforas y demás figuras retóricas que adornan la redacción). Por
tanto, el lenguaje científico será objetivo sin la inclusión de valoraciones o criterios
subjetivos, que estén influenciados por la emotividad; pues el discurso científico tiende a
ser impersonal, al considerarse un saber compartido que parte de referentes teóricos
anteriores que han sido sistematizados o superados durante la investigación.

Como se ha demostrado, cuidar el lenguaje en la redacción de un texto científico permite


que se trasmitan resultados investigativos de forma eficiente, o de lo contrario la
producción de conocimientos se vuelve inteligible, monótona, ambigua y hasta dudosa;
criterios no apropiados para la comunicación científica escrita.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

Day, R. (1998/2005). Cómo escribir y publicar trabajos científicos [How to write & publisch
a scientific paper (traducido de la 5ta edición en inglés por Miguel Sáenz)]. (3ra.
edicion en espanol). Washington, D. C.: Organizacion Panamericana de la Salud.
Real Academia Española. (2010). Ortografía de la lengua española. Madrid: Espasa Libros,
S. L. U.
__________. (2018). Diccionario de la lengua española [en línea]. Recuperado de
http://dle.rae.es/?w=diccionario

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