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EL ANÁLISIS SINTÁCTICO Y SU TERMINOLOGÍA EN LA ENSEÑANZA

SECUNDARIA*
Josep M. Brucart
(Universidad Autónoma de Barcelona)

(Publicado en J. Macià y J. Solà eds., La terminologia lingüística en l’ensenyament secundari. Propostes


pràctiques, Barcelona, Graó, 2000: 163-229. Traducción: X. Brucart)

0. Introducción

El objetivo de este trabajo es plantear qué conceptos gramaticales básicos conviene usar
en el análisis sintáctico que se enseña en la educación secundaria. Como es lógico, la respuesta a
la pregunta anterior depende de algunos supuestos metodológicos previos, como por ejemplo los
que corresponden a las preguntas que aparecen formuladas en (1):

(1) a. ¿Qué objetivos debe marcarse la enseñanza gramatical en este nivel?


b. ¿Cuánta gramática conviene enseñar en la educación secundaria?
c. ¿Cuál debe ser el marco teórico de referencia?

Obviamente, un tratamiento extensivo de lo que se plantea en (1) supera ampliamente el alcance


de este artículo. No obstante, a continuación incluiremos algunas reflexiones sobre el papel de la
gramática en las asignaturas de lengua.

Los contenidos gramaticales no pueden ser el único componente de los cursos de lengua
en la enseñanza secundaria. Por un lado, porque el objetivo básico en estos niveles tiene que ser
práctico: la mejora de las capacidades de comprensión y emisión de enunciados lingüísticos
orales y escritos por parte de los estudiantes.1 Por otro lado, porque incluso ciñéndonos al
capítulo de los contenidos, resulta claro que, además del gramatical, el dominio de una lengua
implica otros componentes: ser un hablante competente de una lengua no solo exige poseer su
léxico y sus estructuras gramaticales, sino también saberlos usar para articular un discurso
coherente, adecuado a las finalidades que el hablante se propone conseguir y de acuerdo con el
contexto social en el cual se produce. De aquí proviene el interés creciente que los enfoques
discursivos y pragmáticos han ido adquiriendo en el estudio de la lengua.

Canale (1983) propone desarrollar el concepto de competencia comunicativa, acuñado por


Hymes en 1966 (cf. Hymes, 1971), teniendo en cuenta cuatro dominios diferenciados:

* Quiero dedicar este trabajo a la memoria de mi padre, Josep Brucart, que nos dejó mientras se escribía. Agradezco

a Joan Solà y a Jaume Macià la invitación a participar en el curso que ha originado este libro y también su paciencia y
comprensión ante mis retrasos y dilaciones.

1 Entendemos por enunciado cada una de las unidades sintácticas mediante las cuales se articula un texto o un
discurso. El enunciado se caracteriza por estar delimitado por pausas máximas (equivalentes, en la escritura, a un
punto). Los enunciados pueden ser oracionales o infraoracionales. A estos últimos también se les llama fragmentos.

1
(2) Competencias del dominio lingüístico (Canale, 1983)
a. La competencia gramatical (dominio del código lingüístico).
b. La competencia discursiva (relación de cada mensaje con el resto del discurso).
c. La competencia sociolingüística (relación entre los hablantes, la información que
comparten, la intención comunicativa de los mensajes y el contexto social en el
cual se insertan todos ellos).
d. La competencia estratégica (dominio de las estrategias de comunicación verbal y
no verbal).2

Como podemos ver en (2), la gramática en sentido estricto es solo uno de los
componentes de la competencia comunicativa del hablante. Todo esto explica la importancia
creciente de disciplinas como la gramática del discurso, la sociolingüística o la pragmática en los
programas de lengua. Ahora bien: creemos que en (2) se adopta implícitamente un concepto
bastante restringido de lo que es y ha sido tradicionalmente la gramática. Si el dominio de la
gramática incluye todo lo que está lingüísticamente codificado (como de hecho asume el propio
Canale en (2a)), muchos de los fenómenos que a priori podrían asociarse a los otros módulos
pasan a formar parte de la competencia gramatical. A continuación, veremos un ejemplo
significativo de ello.

1. Los límites de la gramática

Hawkins (1978), al estudiar la determinación, señala que los enunciados de (3) se pueden
intercambiar en casi todos los contextos, suponiendo que la tabla en cuestión es presente al
contexto situacional en el cual se produce la emisión: 3

(3) a. ¡Cuidado con la mesa!


b. ¡Cuidado con esa mesa!

Hawkins, no obstante, observa que hay algunos contextos donde la alternancia anterior
deja de funcionar. Uno de ellos se da cuando el oyente es un invidente. En un contexto así, (3b)
dejaría de ser un enunciado adecuado, mientras que (3a) continuaría siendo totalmente plausible.
Podríamos pensar que el fenómeno que acabamos de describir queda fuera del ámbito de la
gramática y que pertenece claramente a la pragmática. Si lo tuviéramos que asociar a alguno de
los dominios de (3) podríamos vincularlo con la competencia sociolingüística o bien con la
competencia estratégica. El argumento principal para asumir que no estamos ante un problema
gramatical viene dado por el hecho de que lo que se debate aquí no es la gramaticalidad de la
oración (3b), sino su adecuación en un contexto concreto. Dicho en otras palabras: no se trata de

2 Dentro de este módulo se incluirían los recursos del hablante para compensar las limitaciones de memoria (cuando

no es capaz, por ejemplo, de recordar un término) y todas las estrategias para hacer más efectivo un mensaje (estilo
elocutivo, manera de tratar al oyente, capacidad retórica, etc.).

3 El ejemplo de Hawkins que comentamos aparece citado en Bosque (1989: 182).

2
una cuestión de gramaticalidad, sino de aceptabilidad. Por lo tanto, sería un fenómeno de
actuación (performance) y no de competencia gramatical, en términos de la dicotomía chomskiana.

Sin embargo, hay argumentos de peso para reivindicar que la gramática no es en absoluto
ajena al fenómeno que se acaba de plantear. Nótese que (3) constituye un par mínimo, ya que está
formado por dos oraciones que se diferencian únicamente en una de sus unidades. Por lo tanto,
la oposición que hemos detectado tiene que estar relacionada con el diferente valor gramatical
del artículo y el demostrativo.

Si repasamos algunas de las mejores gramáticas tradicionales, nos daremos cuenta de que
el problema que acabamos de mencionar ya formaba parte de las preocupaciones de sus autores.
Un caso paradigmático es Bello (1847), que dedica al artículo un párrafo magistral:

(4) Juntando el artículo definido a un sustantivo, damos a entender que el objeto es


determinado, esto es, consabido de la persona a quien hablamos, la cual, por
consiguiente, oyendo el artículo, mira, por decirlo así, en su mente al objeto que se le
señala. Si yo dijese, ¿qué les ha parecido a ustedes la fiesta? creería sin duda que al
pronunciar yo estas palabras se levantaría, como por encanto, en el alma de ustedes la
idea de cierta fiesta particular, y si así no fuera, se extrañaría la expresión. Lo mismo
que si dirigiendo el dedo a una parte de mi aposento dijese, ¿qué les parece a ustedes
aquella flor? y volviendo ustedes la vista no acertasen a ver flor alguna. El artículo [...]
señala ideas; ideas determinadas, consabidas del oyente o lector; ideas que se
suponen y se señalan en el entendimiento de la persona a quien dirigimos la palabra.
(Bello, 1847, § 267)

Del texto anterior se deduce cuál es el motivo que hace de (3b) un enunciado
inapropiado cuando el receptor es un invidente: el demostrativo tiene en esta oración un valor
deíctico y, en consecuencia, su función es designar un objeto que pueda ser captado visualmente
por el oyente. Por lo tanto, en (3b) el hablante presupone en el oyente una capacidad que, en el
caso concreto que nos concierne, este no tiene. En cambio, el artículo no alude a entidades
visualmente localizables, sino a objetos que el oyente puede identificar mentalmente, ya sea
porque forman parte del trasfondo discursivo, de su conocimiento enciclopédico del mundo o
bien, como en este caso, porque su existencia y presencia inmediata se deduce del propio
enunciado emitido por el hablante.4
En conclusión: el origen de la inadecuación de (3b) en el contexto que hemos estudiado
reside en la diferencia que hay entre dos tipos distintos de determinantes: el artículo, por un lado,

4 El mismo contraste se da cuando en la puerta de una casa encontramos un cartel con la inscripción ¡Cuidado con el

perro! En este caso, el uso del demostrativo tampoco sería adecuado porque el animal en cuestión no se percibe
visualmente y porque, además, la entidad aludida es única en el contexto enunciativo. En este último caso, la lengua
también prefiere la designación a través del artículo. Sobre los valores del artículo y la determinación en general, cf.
Leonetti (1990; 1999) y Lyons (1999).

3
y el demostrativo, por otro. Es obvio que dicha diferencia está codificada en el sistema gramatical
y que, por tanto, se debe asociar al dominio (2a).

La noción de gramática que estamos proponiendo es más amplia que la que implícita o
explícitamente se deriva de algunos planteamientos del estructuralismo y del generativismo. En
cambio, la gramática tradicional suele incluir, aunque de una manera no demasiado formalizada,
el tratamiento de fenómenos como el que acabamos de mencionar. Di Tullio (1997: 10) describe
acertadamente la situación precaria que sufre a día de hoy la enseñanza gramatical en la escuela:

(5) Descartada la gramática tradicional y alejada de la formalización que requiere la


gramática actual, la escuela parece haberse quedado sin gramática. Tal evaluación, sin
embargo, dista de ser justa. La descripción de la lengua contenida en la gramática
tradicional proporciona una excelente base para la reflexión sobre los mecanismos
que operan en el funcionamiento del sistema lingüístico. La gramática actual, a su
vez, ubica ese conocimiento necesario en un marco teórico más amplio y exigente.
(di Tullio, 1997: 10)

A nuestro entender, la enseñanza de la gramática en la educación secundaria solo puede


tener sentido y utilidad en caso de que se parta de un concepto amplio de la disciplina, que
incluya como componente esencial de esta el significado, de manera que al estudio de la forma se
acceda desde el contenido. En el siguiente párrafo intentaremos justificar este supuesto
planteándonos el motivo por el cual las teorías gramaticales modernas han tenido tendencia a
preterir el estudio del significado.

2. Gramática y significado

La aportación principal del estructuralismo y de la gramática generativa respecto de sus


antepasados consistió en formular teorías mucho más explícitas, detalladas y formalizadas sobre
el funcionamiento de las lenguas y del lenguaje. Como es bien sabido, en el cuerpo doctrinal de
lo que llamamos gramática tradicional, menudean los conceptos mal definidos y aproximaciones
más intuitivas que científicas al objeto de estudio, que son las lenguas naturales. Uno de los
problemas básicos de toda la tradición gramatical occidental es que el criterio usado
generalmente para caracterizar los conceptos básicos es nocional (o sea, basado en el significado)
y no formal.

Así sucedía, por ejemplo, con la definición tradicional de la función sintáctica sujeto:
“Persona, animal o cosa que realiza la acción del verbo”. El problema que plantean estas
aproximaciones es que, siendo las funciones sintácticas relaciones formales entre el verbo y uno
de sus argumentos, no es difícil encontrar casos que constituyan un contraejemplo a la definición
anterior: en una oración como Pedro ha sido elegido delegado el sujeto no desarrolla ninguna acción,
sino que en todo caso la recibe. Delante de ejemplos como este, la superioridad de las
definiciones formales es evidente. Si definimos el sujeto como el elemento de la oración que

4
concuerda obligatoriamente con el verbo en número y persona, el problema que habíamos
detectado desaparece. Es lógico, pues, que las corrientes más modernas de la lingüística tendieran
a dar prioridad a la forma por encima del significado. Hacia este hubo, durante mucho tiempo,
una desconfianza general “La definición de los significados es el punto más débil del estudio de
la lengua y lo seguirá siendo hasta que el conocimiento humano avance mucho más allá de su
estado presente”, escribía Bloomfield (1933: § 9.1).

Naturalmente, la decisión de relegar los criterios del significado, aparte de haber tenido
consecuencias importantes en la investigación gramatical, también ha influido poderosamente en
el aspecto que nos interesa más aquí: los curricula educativos. Así, por ejemplo, los dos conceptos
gramaticales más básicos en el análisis sintáctico (las categorías y las funciones) se definen
formalmente, ya sea en función de su propia distribución sintáctica o a través de sus
características flexivas. Desde esta perspectiva, un verbo es aquella forma léxica que puede
incorporar morfemas flexivos de tiempo y no “la parte de la oración que expresa estado, acción o
pasión” y un complemento directo es aquella función que puede ser representada por un pronombre
clítico acusativo (Escribió el discurso – Lo escribió) y no “el elemento que recibe directamente la
acción del verbo”. La ventaja más obvia de esta opción es que convierte el análisis sintáctico en
un procedimiento bien pautado, con pruebas formales (la pronominalización, la concordancia...)
que sirven como guía.

Ahora bien: creemos que reducir la reflexión gramatical en la enseñanza secundaria a la


utilización de conceptos estrictamente formales como las categorías y las funciones tiene algunas
consecuencias negativas. La primera y más importante de todas es que aleja al estudiante del
camino más inmediato que este tiene para acceder a su competencia lingüística, que es ir del
significado a la forma. Cuando un estudiante dice erróneamente que el sujeto de Me gustan las
manzanas es ‘yo’, lo que está haciendo es proyectar su competencia de hablante, que le dice que el
pronombre clítico de primera persona que aparece en esta oración desarrolla la misma relación
argumental con el predicado que el sujeto de la oración Yo adoro las manzanas. Los dos predicados
psicológicos (gustar y adorar) efectúan la misma selección de argumentos: un EXPERIMENTADOR,
que se refiere a la persona que se encuentra en el estado psicológico expresado por el verbo, y un
TEMA, que es el ente que provoca la sensación en el individuo. Pero la realización formal de estos
dos argumentos es diferente en cada uno de los verbos. En el caso de gustar, el
EXPERIMENTADOR es el complemento indirecto y el TEMA hace de sujeto, mientras que con
adorar, el EXPERIMENTADOR funciona como sujeto y el TEMA, como complemento directo. Por
lo tanto, el estudiante que contesta equivocadamente la pregunta lo que está haciendo es
identificar las funciones argumentales o papeles temáticos (EXPERIMENTADOR, TEMA, AGENTE...)
con las funciones sintácticas, una tendencia que, como ya hemos visto, también manifestaba la
gramática tradicional al asignar una relación semántica prototípica a la definición de cada función
(como por ejemplo sujeto = AGENTE). Es decir, que el estudiante está contestando no como
gramático, sino como hablante que tiene intuiciones sobre el sistema que utiliza e

5
inconscientemente domina. Y su competencia le indica que el sujeto de adorar y el complemento
indirecto de gustar tienen algo en común: el hecho de que expresan la misma relación temática
respecto de su predicado (EXPERIMENTADOR).

Planteémonos ahora por un momento cuál debe ser el objetivo del análisis sintáctica en
la educación secundaria. Una posibilidad es concebir esta actividad como un ejercicio
procedimental de identificación de unidades y relaciones mediante un conjunto de pruebas
formales (es decir, como un análisis puramente taxonómico). Probablemente, tal actividad es
defendible: de hecho, es así como se ha concebido frecuentemente el análisis sintáctico. No
obstante, este enfoque tiene a nuestro entender algunos peligros graves. El primero es que puede
acabar convirtiéndose en un proceso mecánico y mimético de etiquetaje de conceptos que no se
acaban de entender. El segundo, el de concebir la lengua como un mecanismo estático donde lo
importante es etiquetar palabras y no estudiar los principios en función de los cuales se
combinan para formar unidades de orden superior.5 El tercero, y quizás el más importante, el
hecho de desligar esta práctica de la reflexión sobre la propia competencia lingüística del
hablante. Esta última derivación es la que nos parece epistemológicamente más lamentable, ya
que creemos que la principal justificación del análisis gramatical tendría que ser la de utilizarse
como un procedimiento a través del cual el estudiante reflexiona críticamente sobre su
conocimiento implícito de la lengua. Pues bien: creemos que para conseguir dicho objetivo es
absolutamente imprescindible introducir, entre los conceptos básicos que se utilizan, algunos de
aspecto semántico, para que el acceso a la forma se haga desde el significado y la interpretación.
Más adelante presentaremos algunas propuestas en este sentido.

Di Tullio (1997: 11) coincide con este mismo diagnóstico respecto de la práctica del
análisis:

(6) La gramática y el análisis sintáctico de las oraciones: frecuentemente la


enseñanza de la gramática se reduce al análisis sintáctico de las oraciones, que se
realiza a menudo como un ejercicio mecánico de identificación y rotulación.
Cualquiera que sea la modalidad que se adopte (cajas, arbolitos, corchetes), el análisis
sólo puede llegar a constituir para el estudiante un medio útil de reflexión sobre el
funcionamiento del sistema lingüístico cuando está apoyado en su intuición de
hablante y en la formación teórica que paulatinamente irá adquiriendo. (di Tullio,
1997: 11)

La misma autora plantea, por otro lado, una cuestión interesante sobre la presencia de la
gramática en las clases de lengua:

(7) La enseñanza de la lengua y la enseñanza de la gramática: la enseñanza de la


gramática constituye sólo una parte de la formación lingüística del estudiante. ¿Quién

5 Sobre esta derivación del análisis sintàctico y sus limitaciones se puede ver la crítica de Bosque (1989: § 1).

6
puede dudar de que el objetivo prioritario de la enseñanza de la lengua es que el
estudiante se exprese, oralmente o por escrito, con fluidez, que comprenda textos y
que sostenga sus argumentos coherente y, en lo posible, eficazmente? Lo que resta
probar, sin embargo, es que estas habilidades se adquieren sólo “haciendo” o si,
alcanzado un determinado nivel de desarrollo cognitivo, la reflexión metódica sobre
el funcionamiento de la lengua no acelera y profundiza tal adquisición. (di Tullio,
1997: 11)

Uno de los aspectos más debatidos en la psicología cognitiva consiste en determinar si el


aprendizaje explícito puede incidir o no en la mejoría de las capacidades que se han adquirido
espontáneamente. Se debe tener en cuenta que la gramática pertenece al conjunto de aptitudes
interiorizadas que no precisan de aprendizaje específico (de ahí que los psicolingüistas hablen de
adquisición y no de aprendizaje a la hora de describir el proceso correspondiente). En la
actualidad, los modelos de psicología cognitiva parten del supuesto de que el uso de la lengua
implica recurrir a tres sistemas diferentes de memoria:

(8) Los tres tipos de memoria


a. Memoria de trabajo: fichero utilizado para los intercambios comunicativos en
tiempo real. Es una memoria a corto plazo y de acceso inmediato. Se borra tan
pronto como se acaba el intercambio comunicativo. El hablante puede
incorporar parte de la información contenida en este nivel a la memoria
declarativa, en caso de que considere conveniente retener la información. (En
términos computacionales, equivaldría a los datos almacenados en la memoria
RAM de los ordenadores)

b. Memoria declarativa: almacena información a medio y largo plazo en forma de


unidades cognitivas de carácter proposicional (por ejemplo, “París es la capital de
Francia” o “delito = acción prohibida por la ley”). (Sería equivalente a los datos
contenidos en la memoria ROM de los ordenadores)

c. Memoria procedimental: formada por sistemas formales de procesamiento a


través de reglas y principios que se aplican de manera rutinizada. Forma un
sistema no directamente accesible a la conciencia. Por su carácter automatizado y
general, es el tipo más económico de memoria y el más estable a lo largo del
tiempo. (Equivaldría a los algoritmos de los programas de ordenador)

En un sistema como el que acabamos de describir, la competencia gramatical forma parte


de la memoria procedimental (es decir, es un conocimiento basado en el procesamiento
automático de reglas y principios), mientras que la memoria declarativa ha de contener todos los
aspectos de la lengua que no se pueden reducir a reglas, como gran parte del léxico (caza es
inmotivado en razón de la arbitrariedad del signo lingüístico, pero cazador no, dada la existencia
de la anterior palabra y de pescador, traidor o entendedor) y todas las irregularidades morfológicas

7
(por ejemplo, que el participio normativo de abrir sea abierto y no abrido, que es la forma
producida por el componente de reglas flexivas de la memoria procedimental). Algunos autores
se refieren al conocimiento que deriva de (8c) como conocimiento adquirido, mientras que el que se
asocia a (8b) sería el conocimiento aprendido.

Ya que la memoria procedimental no resulta accesible directamente a la introspección, la


cuestión que se plantea es si el rendimiento de los mecanismos que la componen puede
mejorarse a través de información almacenada en la memoria declarativa. O, en otras palabras, si
la memoria declarativa puede alimentar la memoria procedimental. Esta posibilidad ha sido
estudiada sobre todo en el campo de la adquisición de segundas lenguas (cf. Ellis 1994), ya que
de la respuesta depende la pertinencia de incluir contenidos gramaticales en los cursos de
enseñanza de lenguas extranjeras. Pues bien: hoy en día se tiende a creer que esta conexión
existe, ya que los estudios de campo parecen indicar que los estudiantes que han recibido una
instrucción gramatical adecuada mejoran con más rapidez su grado de competencia en la lengua
meta (dicho en términos más técnicos, alcanzan un nivel más alto de interlengua6) que los que
siguen programas de enseñanza que no prestan atención a la instrucción gramatical:

(9) Within the framework of contemporary cognitive psychology, complex cognitive


skills are learned and routinized (i.e. become automatic) through the initial use of
controlled processes. Controlled processing requires attention and takes time, but
through practice, sub-skills become automatic and controlled processes are free to be
allocated to higher levels of processing. (McLaughlin 1990: 115)

Si este enfoque es acertado, la conclusión que se obtiene es que la enseñanza de la


gramática en la escuela podría contribuir a mejorar las habilidades lingüísticas del estudiante.
Pero para que esto sea posible el enfoque de la actividad tiene que ir dirigido a hacer reflexionar
al estudiante sobre su propia competencia como hablante. Y eso no se puede conseguir si no se
parte del contenido para llegar a la forma.

4. Oración y discurso

Otro aspecto que ha tenido influencia en la relegación del enfoque gramatical en la


enseñanza secundaria es el hecho de que tradicionalmente el ámbito de descripción gramatical se
ha limitado a la oración. Este límite resulta a la vez demasiado estrecho y demasiado amplio para
incluir adecuadamente las unidades que forman los enunciados.

En efecto: por un lado, el establecimiento de la oración como unidad máxima de la


descripción gramatical deja fuera todo el conjunto de fenómenos discursivos que afectan al

6 En la adquisición de segundas lenguas, se llama interlengua cada uno de los sistemas sucesivos por los cuales pasa un

aprendiz antes de obtener en la lengua que trata de aprender el nivel de competencia equivalente a un hablante
nativo. En la inmensa mayoría de los casos, el progreso de estos aprendices no llega a la última etapa del proceso de
adquisición, sino que se queda en algún nivel de interlengua previo.

8
ámbito supraoracional. Así, por ejemplo, mientras que la relación que existe entre las dos
proposiciones de (10a) entra perfectamente dentro del enfoque de la gramática oracional, ya que
la primera se considera subordinada de la segunda, en (10b) la misma combinación queda fuera
de los límites tradicionales, por cuanto las dos proposiciones forman oraciones independientes:

(10) a. Inmediatamente después de llegar, llamó a su padre.


b. Llegó. Inmediatamente después, llamó a su padre.

Parece claro que esta situación es insatisfactoria, ya que la presencia de inmediatamente después en la
segunda parte de (10b) hace que la relación semántica que mantienen las proposiciones de (10b)
sea la misma que ese da en (10a). Es cierto que entre ambas secuencias hay diferencias formales
que han de ser reflejadas por la gramática (como ya hemos dicho, en (10b) la primera
proposición forma una oración independiente). Pero esto no debería impedir que la teoría
gramatical fuera capaz de caracterizar adecuadamente la relación de contenido que se manifiesta
en (10b) entre la primera oración y la segunda. Nótese que en este ejemplo la segunda oración no
se podría interpretar sin la primera.

Otro problema para la gramática oracional lo representan los marcadores discursivos,


unidades que no desarrollan ninguna función específica respecto del predicado de la oración en
el que se insertan, sino que sirven para relacionar oraciones o fragmentos de discurso. Es decir,
que funcionan como instrucciones de procesamiento del discurso:7

(11) Algunas clases de marcadores discursivos


 Conectores: relacionan unidades textuales sucesivas (no obstante, además, así pues,
en cambio).
 Operadores discursivos: afectan solamente a una unidad textual indicando el
tema, la perspectiva, etc. (en cuanto a, por lo que respecta a).
 Organizadores discursivos: se refieren a la secuencia en que están ordenadas
las unidades textuales o a la jerarquía que se establece entre ellas (en primer lugar,
finalmente, por un lado).

Si bien algunas gramáticas tradicionales hacen referencia episódicamente a estas


unidades,8 no es menos cierto que su estudio detallado choca con la dificultad de encajar su
análisis dentro del marco oracional de la descripción. Si tenemos en cuenta que los marcadores
discursivos tienen una relevancia notoria a la hora de garantizar la cohesión textual, no es extraño
que la preterición de su estudio por parte de la gramática haya sido criticada desde las teorías que
tienen como objetivo principal el estudio del discurso.

7 Para una panorámica reciente del estudio de los marcadores discursivos en castellano, cf. Martín Zorraquino &

Portolés Lázaro (1999) y Martín Zorraquino & Montolío Durán eds. (1998).

8En la tradición del castellano, Gili Gaya (1943) y Alcina & Blecua (1975) son las gramáticas que más atención le
dedican, tal como afirma Martín Zorraquino (1998).

9
Por otro lado, el concepto tradicional de oración resulta inapropiado a la hora de analizar
los enunciados infraoracionales, tanto si estos son de carácter predicativo (Dimisión del Ministro de
Trabajo) como si no (Dos chicas). Los estudios del habla han demostrado que un porcentaje
bastante significativo de los enunciados emitidos no son oraciones, sino construcciones de nivel
sintagmático inferior. Pensemos, por ejemplo, en la respuesta a una pregunta como ¿Con quién
viajaste? Es bastante improbable que se conteste con una oración que repita el núcleo del
predicado de la pregunta (Viajé con María). Lo más habitual es que, en razón de la concisión y la
eficacia, la respuesta incluya solamente el complemento comitativo que corresponde al foco de la
pregunta: Con María. Pues bien: en la medida en que la gramática tradicional partía del supuesto
de que la unidad básica de descripción tenía que ser la oración, un enunciado como el anterior o
quedaba directamente fuera del ámbito de estudio o bien se sometía a complejas manipulaciones
para interpretarlo como una oración elíptica. En cualquiera de los dos casos, la solución
adoptada era insatisfactoria, ya que o bien se ignoraban estas construcciones o bien se tenían que
considerar oracionales contra toda intuición.

Los defectos que acabamos de mencionar dificultan que el análisis gramatical


tradicionalmente aplicado a la escuela sea una herramienta totalmente útil a la hora de estudiar el
funcionamiento de los procedimientos que utilizan los hablantes para elaborar y comprender
textos. De hecho, hasta la década de 1980, las corrientes generativistas agudizaron el problema,
ya que la oración se tomaba en la teoría generativa estándar como axioma inicial de todo el
componente sintáctico, tal como ejemplifican las reglas de (12):9
(12) a. O  SN ^ SV
b. SN  Det ^ N
c. SV  V ^ SN

El resultado de la aplicación de las reglas de (12) es una estructura jerárquica, que se


puede representar en forma de árbol de constituyentes, tal como se hace en (13):

9 El símbolo , que se lee “se reescribe”, indica cuáles son los constituyentes que forman la categoría que aparece

en la izquierda. A su vez, el símbolo ^ expresa concatenación, indicando que los constituyentes que vincula están
ordenados. Por tanto, (12a) dice que una oración (O) está compuesta de un sintagma nominal (SN) y de un sintagma
verbal (SV), en este orden. Habitualmente, por razones de simplificación tipográfica, el operador de concatenación
se omite en los trabajos generativistas. Las reglas representadas en (12) son de carácter sintagmático. Además de
estas, la gramática generativa usa un segundo tipo de reglas: las transformacionales, que sirven para pasar de la
estructura profunda a la superficial en cada oración.

10
(13)
O

SN SV

Det N V SN

Det N

Al árbol (13) se le pueden aplicar las reglas de inserción léxica, de manera que
obtengamos una oración como El vecino quiere una explicación. Una de las características más
importantes del sistema de (12) es su recursividad, es decir, la posibilidad de aplicar más de una
vez una misma regla en una representación. Así, en (13) la regla (12b) ha sido aplicada dos veces:
una para reescribir el SN inmediatamente dominado por O y otra para expresar la estructura del
SN que cuelga de SV. La recursividad es una de las propiedades más importantes de las lenguas
naturales, ya que permite obtener un número potencialmente infinito de oraciones a partir de la
combinación de un número finito de elementos léxicos.10 Así, aplicando este mismo
procedimiento, una oración como la que acabamos de citar puede aparecer incrustada dentro de
otra: María dice que [el vecino quiere una explicación].

Nótese que el mecanismo de reglas ejemplificadas en (12) parte de un símbolo inicial O y


lo descompone analíticamente en sus constituyentes inferiores. No se prevé, por tanto, que el
análisis pueda sobrepasar esta categoría ni que otro constituyente pueda funcionar como axioma
inductor del sistema. Ni el tratamiento de los enunciados infraoracionales ni el de los fenómenos
discursivos pueden encajar en un modelo de estas características.

No obstante, a partir de la década de 1980, la gramática generativa introdujo importantes


modificaciones en la manera de concebir el funcionamiento del componente sintáctico. El
cambio más importante vino dado por la idea de que la sintaxis es una proyección de las
dependencias léxicas. Por tanto, son las unidades léxicas que forman un enunciado las que
condicionan la sintaxis de las oraciones. Si comparamos las oraciones de (14) vemos que es el
predicado de cada una de ellas quien impone la forma que adopta su complemento:

(14) a. Este libro tiene diez capítulos.


b. Este libro consta de diez capítulos.

Mientras que tener proyecta un complemento directo (es decir, un SN sin preposición), el

10 La recursividad está presente fundamentalmente a la sintaxis. Pero también aparece en algunos procedimientos

morfológicos, como los que permiten nombrar la serie infinita de los números naturales. En este caso, son los
procesos de composición los que actúan para obtener un número infinito de designaciones a partir de un conjunto
finito de valores primitivos.

11
complemento de constar tiene que ser introducido por la preposición de (se trata, pues, de un
complemento de régimen verbal). Por tanto, la forma que adoptan los complementos depende
de las condiciones que impone el núcleo.

La misma conclusión se obtiene cuando se estudian las relaciones semánticas entre


predicados y argumentos. Un argumento solo puede aparecer en un enunciado si hay un
predicado que lo seleccione. Así, hay verbos que seleccionan un solo argumento (suceder), hay
otros que seleccionan dos (escribir) o tres (dar) y también los hay que no seleccionan ninguno
(llover).11

Concebir la sintaxis como una proyección de las dependencias léxicas implica asumir que
las unidades sintácticas complejas se forman composicionalmente a partir de la combinación de
elementos léxicos. Y, por otra parte, significa dar relevancia a la noción de selección semántica:
los argumentos son seleccionados por los predicados y los complementos por sus núcleos.
Desde esta perspectiva, la oración ya no es el punto de partida de la sintaxis, sino uno de los
posibles puntos de llegada. Planteémonos, por ejemplo, la naturaleza de un enunciado como
Dimisión del Ministro de Trabajo, un posible titular periodístico que no constituye oración. Desde el
punto de vista categorial, se trata de un SN que consta de un núcleo dimisión y de un
complemento de este nombre introducido por la preposición de. Desde el punto de vista
semántico, es una predicación, con un núcleo predicativo dimisión, que selecciona un argumento:
el Ministro de Trabajo. Por tanto, el valor comunicativo del enunciado que estamos comentando es
parecido al que correspondería a la oración Ha dimitido el Ministro de Trabajo, si bien este último
incluye unas especificaciones temporales que son características de la oración y que están
ausentes en el enunciado infraoracional.12 Podemos decir que las diferencias entre ambos
enunciados vienen dadas por la distinta naturaleza del verbo y del nombre. El primero requiere
afijos temporales y concordancia con su sujeto. El nombre, en cambio, está falto de
especificación temporal y realiza su argumento como complemento introducido por de. Sin
embargo, uno y otro enunciado tienen algo importante en común: una selección argumental
idéntica, lo que explica la relación de paráfrasis que existe entre los dos. En conclusión: concebir
la sintaxis como una proyección de las dependencias léxicas permite incorporar al estudio
gramatical los enunciados infraoracionales y obliga a otorgar importancia a las relaciones de

11 Como estudiaremos más adelante, los predicados indican acontecimientos o estados, mientras que los argumentos

sirven para designar los individuos u objetos que participan en ellos. La gramática tradicional ya había debatido
ampliamente la existencia de predicados que no seleccionan ningún argumento, como sucede con los verbos
meteorológicos (cf. Bello 1847: § 773). Para regularizar su situación se habían propuesto dos soluciones: la presencia
implícita de un agente externo (Dios, el tiempo, la naturaleza) o bien la de un argumento interno incorporado en el
propio significado del verbo (la lluvia). Según esta última idea, que hoy parece más defendible que la otra opción, una
oración como llueve equivaldría a “cae la lluvia”, de una manera parecida a como retratar implica “hacer un retrato”.

12 Lo que permite que un enunciado sin ninguna especificación temporal pueda aparecer como título de una noticia

es el hecho de que esta información se deduce del carácter de actualidad que requieren las informaciones
periodísticas. Esto explica igualmente el uso generalizado del presente para referirse a acontecimientos que ya se han
producido: Dimite el Ministro de Trabajo.

12
selección de argumentos por parte del predicado.

No todos los enunciados infraoracionales son predicaciones. A diferencia de lo que


acabamos de ver, un enunciado como La casa de María ejerce en (15) de argumento y no de
predicado:

(15) — ¿Qué ibais a ver ayer?


—La casa de María.

En un fragmento de diálogo como el anterior, la respuesta infraoracional actúa como argumento


que identifica el valor de uno de los elementos seleccionadas en la oración que expresa la
pregunta. Podemos decir, pues, que en este caso el SN La casa de María es indirectamente un
argumento del predicado ver que aparece en la oración anterior, en virtud de una dependencia
supraoracional que viene legitimada por la aparición del pronombre interrogativo en la primera
oración. De hecho, la función discursiva de los pronombres y de los adverbios interrogativos es
precisamente la de hacer de mediadores entre el predicado de la oración que funciona como
pregunta y la respuesta. Nótese que la función argumental que desarrollan el uno y el otro ha de
ser idéntica, ya que si a la pregunta de (15) respondiéramos Con María, el discurso sería
incoherente, porque el papel temático COMITATIVO (complemento circunstancial de compañía)
que expresa la preposición con no concuerda con eso que se pregunta. En cambio, una respuesta
como esta sería totalmente normal si la pregunta hubiera sido ¿Con quién ibas ayer cuando nos vimos?

En resumen: los pronombres y adverbios interrogativos desarrollan simultáneamente una


función oracional y otra discursiva. La primera tiene que ver con su condición de argumento o
de adjunto de la oración en la que aparecen, que hace que reciban un papel temático. La segunda
consiste en legitimar una respuesta en el discurso que exprese la misma relación argumental que
tiene el pronombre o adverbio interrogativo respecto del predicado de su oración. Podríamos
decir que el pronombre o adverbio interrogativo transfiere su papel temático a este sintagma que
funciona como respuesta. Un análisis que se centre únicamente en la primera de las funciones de
los pronombres y adverbios interrogativos y que desatienda la segunda es incompleto, ya que no
tiene en cuenta una de las características fundamentales de estas unidades: su función de
elementos que garantizan la cohesión discursiva.

Concebir la sintaxis como una proyección de las dependencias léxicas también permite
enfocar fenómenos como el que estudiábamos en (10), tradicionalmente desatendidos por los
planteamientos limitados a la oración. El adverbio después ubica el acontecimiento que constituye
la oración principal como posterior a otra. En (10a) los dos acontecimientos forman parte de la
misma oración: el que expresa la precedencia aparece como complemento del adverbio
introducido por la conjunción que o por la preposición de (Después de cenar, hablaremos) y el que se
ubica a continuación se realiza como predicación principal de la oración. En (10b), en cambio, el
acontecimiento precedente se formula como oración independiente situada inmediatamente
antes de la oración que contiene el adverbio. Los esquemas respectivos son, pues, los de (16):

13
(16) a. Después de que X, Y.
b. X. Después, Y.

En un enfoque tradicional, la relación entre los dos acontecimientos de (16a) se incluyen


dentro de la gramática de la oración, ya que el acontecimiento X se expresa como una
subordinada adverbial temporal de Y. En cambio, la que se da en (16b) pertenece a la gramática
del discurso, ya que X aparece como oración independiente. Es cierto que los dos esquemas de
(16) presentan algunas diferencias interesantes. Así, por ejemplo, X puede aparecer en infinitivo
o subjuntivo solo en (16a), porque la independencia sintáctica que manifiesta esta oración en
(16b) obliga a descartar que el verbo de X pueda realizarse con estas formas: Después de que
llegasen, iríamos a hacer una vuelta por la ciudad; Después de llegar, llamó a su padre. Pero no es menos
cierto que ambos patrones estructurales comparten características importantes y que no sería
razonable establecer una frontera demasiado estricta entre ellos. El elemento que vincula los dos
esquemas es el adverbio después. Como hemos dicho, esta unidad establece una ordenación
temporal entre dos momentos o acontecimientos. En (16a), los dos acontecimientos aparecen en
la misma oración. Pero después, como otros adverbios de tiempo, permite diferentes realizaciones
del momento o acontecimiento previo. Una posibilidad es que este se interprete deícticamente,
como el momento de la emisión del enunciado. En una oración como Después hablaremos, el
adverbio indica que el acontecimiento de hablar será posterior al momento en que se emite la
oración. Otra posibilidad, finalmente, es que este momento o acontecimiento sea el de la oración
precedente, como sucede en (16b). Nótese que esta es una característica léxica que otras unidades
similares no comparten:

(17) a. En cuanto llegó, llamó a su padre.


b. *Llegó. En cuanto, llamó a su padre.

A diferencia de después, la locución en cuanto no admite que el acontecimiento previo se interprete


deíctica o discursivamente ni que esté representado por un SN (*En cuanto su llegada, llamó a su
padre). Es probable que las diferencias entre después y en cuanto tengan el origen en la naturaleza
diferente de cada una de estas unidades: temporal la primera, aspectual la segunda.

Estudiar las diferentes propiedades de selección semántica de unidades como después


permite expresar la relación que mantienen las oraciones de (10) y superar los límites oracionales
a los que tradicionalmente ha sido sometido el análisis gramatical. Este enfoque también podría
aplicarse a los marcadores discursivos, ejemplificados en (11), ya que la característica principal de
muchos de ellos es la de incidir sobre unidades textuales relacionándolas.

5. La práctica del análisis gramatical


Desde la perspectiva que estamos defendiendo, el análisis gramatical tiene que concebirse
como una práctica dirigida a reconocer el funcionamiento del sistema lingüístico en cualquiera de
sus múltiples manifestaciones. Las formas que puede adoptar son diversas, y en ningún caso han

14
de reducirse a un único patrón preestablecido, tal como suele suceder con el análisis rutinario de
las oraciones consistente en identificar las categorías gramaticales y las funciones sintácticas. Esta
práctica no es la única manifestación posible del análisis gramatical, y en la medida en que se
centra en la forma y desatiende el contenido, resulta insuficiente como actividad gramatical
exclusiva en el aula de secundaria.

Un ejercicio alternativo consiste en centrar el análisis en alguna propiedad gramatical


previamente seleccionada y construir pares mínimos que permitan deducir los principios que la
gobiernan. Por ejemplo, si se trata de establecer las diferencias existentes entre el artículo y el
demostrativo se puede recorrer a la oposición representada en (3), debidamente contextualizada.
El mismo esquema de pares mínimos puede servir, por ejemplo, para distinguir dentro de un
mismo pronombre los usos deícticos de los anafóricos.

La estrategia de los pares mínimos es igualmente adecuada cuando el análisis se quiere


centrar en propiedades semánticas que tienen trascendencia sintáctica. El ejercicio planteado en
(18) es una muestra:

(18) Explique el motivo del siguiente contraste:


a. Por fin llega {agua / gente} al barrio.
b. *Por fin llega {coche / persona} al barrio.
c. Por fin llegan {coches / personas} al barrio.

Lo que se plantea en (18) es qué condiciones ha de cumplir un sujeto postverbal sin


determinante. La comparación de los diferentes ejemplos permite detectar una asimetría entre los
nombres comunes contables o discontinuos (coche o persona, por ejemplo) y los no contables,
también llamados continuos o de masa (como agua o gente). Solo estos últimos pueden aparecer
en singular, como indica el contraste entre (18a) y (18b).13 Finalmente, (18c) muestra que los
nombres contables en plural pueden funcionar como sujeto postverbal sin determinante. En
definitiva: del contraste entre tres oraciones hemos podido derivar un principio sintáctico no
trivial de la gramática del castellano, además de demostrar la importancia que tiene para la
gramática la distinción contable / no contable en los nombres comunes.

Un recurso habitual para detectar los límites de los principios gramaticales consiste en
contraponer oraciones gramaticales con secuencias agramaticales, tal como hemos hecho en (17)
y (18). Otra posibilidad es plantear problemas en forma de preguntas de elección múltiple, tal
como se hace en Bosque (1994), un cuaderno que presenta un conjunto de 124 ejercicios de
gramática con las correspondientes soluciones que se deben contestar en clave de gramática
tradicional. El autor justifica la elección de la gramática tradicional como marco teórico de la

13 Es más fácil describir el fenómeno que explicarlo. Parece que los SNs sujetos o complementos directos cuyo

núcleo es un nombre discontinuo no pueden aparecer sin un determinante o un cuantificador que contribuya a
delimitarlos. El plural tiene valor cuantificacional y, por lo tanto, delimita estos nombres. En cambio, los sustantivos
no contables no admiten delimitación, por lo que pueden aparecer en singular.

15
obra con las siguientes palabras:

(19) Frente a lo que algunas veces se dice, las teorías gramaticales más modernas no
consideran equivocado [el] enorme corpus de doctrina [que proporciona la gramática
tradicional], sino más bien todo lo contrario. Lo consideran imprescindible, y a la vez, y
sin que exista contradicción, insuficiente. [...]
No siempre se ha utilizado entre nosotros la gramática tradicional en toda su
capacidad, es decir, como un conjunto de recursos que —convenientemente
aprovechados— permiten un primer acercamiento a la gramática que puede tener
consecuencias didácticas nada desdeñables. [...](Bosque, 1994: 9-10)

Di Tullio (1997: 13) presenta una lista de actividades que pueden servir para reflexionar
sobre el lenguaje:

(20) a. Un concepto amplio de análisis sintáctico como medio de reconocer el funciona-


miento del sistema lingüístico.
b. Propuestas de análisis alternativos, sostenidos a través de la argumentación.
c. El descubrimiento de ambigüedades.
d. Ejercicios de paráfrasis que, aunque mantienen el significado proposicional,
introducen variaciones en la estructura sintáctica, en el léxico, en la distribución
de la información.
e. El establecimiento de distinciones semánticas pertinentes al contextualizar las
oraciones.
f. El reconocimiento de los factores que alteran la gramaticalidad de una oración.
g. La formulación de reglas.
h. La recolección de los juicios de los hablantes sobre un cierto fenómeno.

Es habitual que el análisis gramatical en el aula tenga carácter inductivo. Es decir, se toma
como base una determinada oración o enunciado y se hace el análisis. Pero existe también la
posibilidad de proponer ejercicios que funcionen deductivamente. En estos, la respuesta consiste
en construir una oración o enunciado que se ajuste a las pautas que marca el enunciado del
ejercicio. En (21) y (22) se recogen ejemplos de formulación de ejercicios inductivos y
deductivos:

(21) Algunas actividades de análisis inductivo


a. Analice la oración siguiente, identificando sus categorías gramaticales y funciones
sintácticas.
b. Señale el motivo de la mala formación de la oración siguiente.
b. Demuestre que, de los dos análisis de la oración siguiente, tan solo una de ellas es
correcta.
c. Compare los dos enunciados siguientes. Explique el motivo del contraste de
gramaticalidad.

16
d. Compare los enunciados siguientes. Explique las diferencias de contenido
existentes entre ambas a partir de sus diferencias de estructura.

(22) Algunas actividades de análisis deductivo


a. Construya una oración que cumpla las condiciones siguientes.
b. Construya una secuencia que incumpla la condición siguiente.
c. Explique el motivo de la agramaticalidad de la estructura siguiente.
d. Encuentre una excepción al principio gramatical siguiente.
e. Demuestre la inadecuación de la siguiente regla.

Una ventaja de los ejercicios de carácter deductivo es que el estudiante debe poner en
práctica su capacidad productiva una vez ha comprendido el patrón formal que plantea el
ejercicio. Por lo tanto, se trata de una actividad que proyecta sobre la actuación los
conocimientos gramaticales aprendidos. Además, los ejercicios de tipo deductivo permiten
comprobar que a un mismo esquema estructural le corresponde un gran número de oraciones y
que el análisis no es meramente un procedimiento pasivo que solo se aplica sobre enunciados ya
dados a la misma formulación del ejercicio.

Antes de concluir este apartado, querríamos tratar brevemente sobre la actitud que debe
tener el estudiante a la hora de enfrentarse a los ejercicios de análisis. Ya hemos dicho que una de
las justificaciones de esta práctica en la secundaria es hacerlo reflexionar sobre su competencia
lingüística. La actitud inicial del alumno a la hora de resolver los problemas de análisis que se le
plantean será, pues, la propia del hablante, es decir, la de una persona que puede tener intuiciones
sobre el sistema lingüístico que habitualmente utiliza, pero que no es capaz de expresar
formalmente todo su conocimiento porque este ha sido interiorizado por mecanismos de
adquisición y no de aprendizaje consciente. A medida que el estudiante progrese en el
aprendizaje de los contenidos gramaticales que se le transmiten a través de la clase llegará a
formalizar lo que en un primer momento no eran más que intuiciones de hablante. Dicho de otra
manera, pasará de tener la actitud del hablante a alcanzar la actitud propia del gramático. A lo
largo de este proceso aprenderá unos conceptos y una terminología y los procedimientos
formales sustituirán las intuiciones preteóricas. Así, por ejemplo, de un estudiante universitario
de primer curso que empiece a estudiar lingüística se espera que ya haya recorrido el camino que
separa una perspectiva de la otra. Pero es importante tener en cuenta que este camino no se
puede recorrer sin que en un primer estadio el estudiante aprenda a hacer preguntas muy básicas
sobre su competencia lingüística. Si no adquiere esta sensibilidad, el paso al estadio de la
formalización o bien no se dará o bien el análisis se convertirá para él en un ejercicio
memorístico totalmente desconectado de su habilidad lingüística.

Intentaré expresar lo que entiendo por actitud del hablante y actitud del gramático con un
ejemplo extraído de un examen parcial que hicieron mis estudiantes en un curso de sintaxis
castellana de primer ciclo de filosofía y letras (especialidad filología). Una de las preguntas de la

17
prueba decía lo siguiente:

(23) Examine la siguiente oración e indique si la secuencia en cursiva es uno de sus


constituyentes sintácticos o, si por el contrario, no forma constituyente unitario.
Justifique la respuesta:
María estaba hasta las narices de su hijo.

La respuesta correcta era, naturalmente, negativa: de su hijo no es un complemento del nombre de


narices, sino que este SP depende directamente del verbo, ya que constituye uno de los elementos
de la locución verbal estar hasta las narices de X. La prueba formal que demuestra la autonomía de
este SP respecto de las narices es la posibilidad que aparezca desligado de tal sintagma: María estaba
de su hijo hasta las narices. Si formasen un mismo constituyente, la permutación no sería posible.

Las respuestas que dieron los estudiantes se podrían clasificar en tres grupos. El primero,
afortunadamente el menos numeroso, lo forman los que contestaron erróneamente que el
elemento en cursiva formaba un constituyente. El segundo, bastante más numeroso, contestaba
correctamente que la secuencia no formaba constituyente, pero a la hora de justificar su elección
daba un argumento elaborado desde su perspectiva de hablante: estos elementos no podían
formar constituyente porque las narices de que habla la oración no son las del hijo, sino las de
María. No es necesario decir que el tercer grupo contestaba correctamente la pregunta y aducía la
prueba formal citada más arriba. Creo que esta distribución en tres grupos refleja adecuadamente
las diversas tipologías del estudiante que se enfrenta al análisis gramatical. La primera clase está
formada por aquellos que o bien no han entendido los conceptos básicos (en este caso, lo que es
un constituyente) o bien no utilizan su competencia de hablantes como manera de averiguar el
funcionamiento de los datos. La segunda es la de aquellos que no contestan como gramáticos,
sino como hablantes. Es decir, no dominan la técnica de la argumentación gramatical, pero saben
guiarse por su competencia de hablantes para contestar la pregunta. Finalmente, la tercera clase
está formada por estudiantes que han alcanzado el nivel teórico adecuado y saben contestar
técnicamente.

De un estudiante que ha obtenido el nivel universitario y que está cursando filología no


se espera una respuesta preteórica como hablante, sino una teórica como gramático. Por lo tanto,
solo los estudiantes del tercer grupo se hicieron merecedores de la máxima cualificación en aquel
caso. Pero no es menos cierto que para llegar a este último grado es imprescindible haber
aprendido a utilizar la competencia propia como mecanismo heurístico que guíe el proceso de
argumentación. Los estudiantes del segundo grupo habían sido capaces de hacerlo, ya que habían
usado su intuición gramatical para resolver el problema. De hecho, su explicación, a pesar de ser
técnicamente insatisfactoria, no era incorrecta: si de María hubiera sido un complemento de narices
su función argumental habría sido la de expresar el poseedor. Como su competencia de hablantes
les decía que entre los dos términos no se establece esta relación, la conclusión a la que llegaron
acertadamente fue que no formaban un constituyente unitario.

18
Uno de los objetivos básicos del análisis gramatical practicado en la enseñanza secundaria
ha de ser conectar el conocimiento que el alumno tiene como hablante con los conceptos
teóricos que progresivamente fueron incorporados a las asignaturas de lengua. Es conveniente,
pues, que los conceptos más básicos tengan una correlación clara con las intuiciones del
hablante. Eso significa que han de ser capaces de reflejar no solo las relaciones formales que
caracterizan el sistema, sino también su función de mecanismo comunicativo transmisor de
contenidos.

6. Las categorías gramaticales como concepto primitivo del análisis

De lo que se ha intentado argumentar hasta ahora se deduce la importancia relativa que


atribuimos a la terminología en la articulación de los programas de lengua en la secundaria.
Como señala acertadamente Bosque (1994):

(24) La renovación pedagógica en el ámbito de la gramática no se consigue cambiando la


terminología (frente a lo que no pocas veces se ha dado a entender entre
nosotros), sino más bien cambiando la rutina por la reflexión y sustituyendo los
hábitos memorísticos por los que fomentan el desarrollo de la capacidad
argumentativa. (Bosque, 1994: 9-10)

Determinar la terminología que se tiene que usar en una disciplina obliga a plantearse, en
primer lugar, cuáles han de ser sus conceptos primitivos. La lengua es un mecanismo que
combina unidades simples para formar unidades más complejas, según unos principios
estructurales que establecen los límites de esta combinatoria. Metafóricamente, podríamos decir
que se trata de un enorme juego de construcción (un “lego”) formado por piezas que encajan
unas con otras para formar edificaciones complejas. El almacén donde se guardan las piezas que
servirán para construir los edificios sintácticos es el léxico. No todas las piezas tienen la forma
idéntica ni sirven para lo mismo. Para distinguir las piezas en función de sus propiedades
intrínsecas utilizamos el concepto de categoría gramatical o clase de palabra. Este es el concepto más
básico de la tradición gramatical greco-latina. La organización interna de las gramáticas
tradicionales responde al estudio de las diferentes categorías de la lengua: el nombre, el verbo, el
adjetivo, etc.

Los criterios utilizados para definir las categorías gramaticales han sido de carácter
diverso. En general, la gramática tradicional daba prioridad a las características semánticas sobre
las formales a la hora de caracterizar cada clase categorial, pero también usaba sus propiedades
morfológicas. Mucho menos habitual era incorporar en la definición de las categorías
gramaticales sus propiedades sintácticas.

(25) Criterios para definir las categorías:


a. Morfológicos: propiedades flexivas
Verbo: parte de la oración que incluye morfemas de tiempo.

19
Partes invariables de la oración: preposición, conjunción y adverbio.
b. Sintácticos: propiedades combinatorias
El adjetivo acepta la cuantificación de grado: muy alto, muy verde.
El adjetivo puede modificar un núcleo nominal: un problema médico.
c. Semánticos: propiedades de designación
Nombre: parte de la oración que designa personas, animales o cosas.
Verbo: parte de la oración que expresa estado, acción o pasión.

De los tres criterios que se recogen en (25) el semántico es, sin duda, el más
problemático, a pesar de ser el más utilizado por la gramática tradicional. Así, la definición de
nombre que se recoge en (25c) obliga a considerar impropiamente “cosas” la designación de
nombres abstractos como idea, desconfianza o fe. A su vez, la manera en que se define el verbo en
este mismo apartado haría que lo fueran estado, acción o pasión, que son en cambio nombres
sustantivos. Lo mismo pasa con los nombres deverbales, como dimisión, permanencia o asesinato,
que expresan indudablemente acciones o estados, a pesar de no ser verbos. Esto ha hecho
descartar las nociones semánticas como criterio definitorio básico de las categorías gramaticales.

Más consistentes son los criterios morfológicos y sintácticos a la hora de definir las
categorías. Así, cualquier elemento que lleve morfemas flexivos de tiempo debe ser un verbo y
una palabra que no acepte ningún tipo flexión debe ser una preposición, un adverbio o una
conjunción, excepto casos excepcionales como los sustantivos que son singularia tantum (fe, norte)
o pluralia tantum (tijeras). De la misma manera, todo elemento que pueda tener un sujeto o un
complemento directo es un verbo, lo cual permite distinguir los dos valores categoriales de florecer
en los ejemplos de (26):

(26) a. Al florecer los almendros ya estábamos instalados en la nueva casa.


b. El florecer de los almendros es todo un espectáculo.

En (26a), el SN los almendros hace de sujeto del infinitivo y por eso no necesita ningún nexo
preposicional. Por lo tanto, florecer funciona en este ejemplo como verbo. En cambio, en (26b)
florecer aparece acompañado de un complemento introducido por la preposición de. En este
ejemplo se comporta, pues, como sustantivo, ya que tenemos que suponer que de los almendros es
complemento del nombre porque el verbo florecer no selecciona ningún complemento
introducido por esta preposición (cf. *Florecen de los almendros).

Es habitual que una sola prueba no sea suficiente para determinar toda una categoría
gramatical. Así, a la hora de caracterizar el adjetivo se puede recurrir a la posibilidad que este
presenta de aceptar la gradación morfológica de superlativo: buenísimo, altísimo. Pero es evidente
que no todos los adjetivos admiten esta clase de flexión. Tenemos blanquísimo y negrísimo, pero no
*marronísimo ni *grisísimo, ya que la lengua usa en estos casos solo el superlativo analítico: mucho

20
verde y muy gris.14 Además, hay toda una subclase de los adjetivos, los llamados relacionales,15 que
no admiten la gradación morfológica. El contraste de (27) refleja la diferencia entre un adjetivo
en uso calificativo y otro relacional:

(27) a. Una comida alimenticia.


b. La industria alimentaria.

Alimenticia tiene la función en (27a) de señalar una cualidad de la comida en cuestión. En cambio,
alimentaria en (27b) expresa la clase de productos fabricados (= la industria de la alimentación).
Solo en el primer caso es posible la gradación del adjetivo: Esta comida es muy alimenticia / *Aquella
industria es muy alimentaria. Hay adjetivos que pueden desarrollar ambas funciones: así, familiar es
calificativo cuando significa “conocido” (Aquel me resultaba un argumento familiar) y relacional
cuando designa “relación con la familia” (Asistí a una reunión familiar).

El hecho de que no todos los miembros de una misma categoría gramatical respondan de
igual manera a las pruebas de diagnóstico hace que sea necesario establecer subclases en casi
todas ellas. Este es el caso de los adjetivos: las gramáticas los clasifican en determinativos,
calificativos, relacionales y adverbiales.16 De todos modos, siempre suele haber alguna prueba que
delimita de manera bastante clara la extensión de la categoría gramatical correspondiente. En el
caso del adjetivo, se combinan aspectos sintácticos y morfológicos: el adjetivo es una categoría
capaz de acompañar un núcleo sustantivo, concordando en género y número.

El único problema de la definición anterior, que es la más tradicional, consiste en que


clasifica como adjetivos la mayor parte de los cuantificadores (los numerales, los indefinidos y los
cuantitativos) y todos los determinantes (los demostrativos, los posesivos e incluso el artículo), ya
que todos ellos concuerdan con el nombre. Por este motivo la gramática tradicional trataba estas
palabras, con la excepción del artículo (que se suponía que formaba una categoría aparte)17, como
adjetivos determinativos. En la actualidad, muchos gramáticos prescinden de esta denominación, ya
que consideran que posesivos y demostrativos son determinantes, mientras que numerales,

14Nótese que la posibilidad de aceptar un cuantificador de grado externo ya no es una propiedad exclusiva de los
adjetivos. La comparten algunos sustantivos abstractos (mucho interés), algunos verbos (se divierte mucho) y los adverbios
(muy a menudo). Por otro lado, la posibilidad de llevar el sufijo de superlativo la comparten también algunos adverbios
cuantificadores de grado, como tantísimo o muchísimo.

15 Mientras que los adjetivos calificativos designan una propiedad del sustantivo al que especifican, los relacionales
establecen una conexión entre el sustantivo y otras entidades externas a este. Frecuentemente, los adjetivos
relacionales pueden ser sustituidos por SP: una ciudad alemana (= una ciudad de Alemania), un avance químico (=un
avance de la química). Para los diferentes tipos de adjetivos, cf. Bosque (1993) y Demonte (1999).

16 Los ‘adjetivos adverbiales’ expresan contenidos relacionados con la modalidad o punto de vista del hablante (el

verdadero culpable de la situación, un mero problema terminológico), con la cuantificación (la reiterada protesta) o con la
ordenación espacial o temporal (la siguiente puerta, el próximo presidente del gobierno).

17 No obstante, autores como Bello (1847) señalan el carácter adjetivo del artículo, en virtud de su concordancia con
el nombre.

21
indefinidos y cuantitativos forman la categoría de los cuantificadores. Hay otras que reúnen
todos estos paradigmas en la clase de los ‘determinantes’, juntamente con el artículo. El cuadro
que sigue recoge las diferentes agrupaciones:

(28) Los adjetivos y los pronombres “determinativos”, una clase controvertida


Artículo (el) Artículo
Demostrativos (este) Determinantes
Posesivo (su) Adjetivos y Determinantes
Numerales (cuatro) pronombres
Indefinidos (algún) determinativos Cuantificadores
Cuantitativos (muchos)

Es bien sabido que las lenguas no tienen las mismas categorías. El latín carecía de artículo
y lo mismo pasa, por ejemplo, con las lenguas eslavas (excepto el búlgaro) y el japonés. Por otra
parte, la distinción entre dos categorías puede diferir de una lengua a otra. Una prueba de esto
nos la proporcionan el catalán y el castellano por lo que respecta a la distinción entre preposición
y adverbio. En castellano, la frontera entre ambas clases es nítida: las preposiciones no pueden
aparecer sin su complemento, mientras que los adverbios siempre pueden carecer de
complemento. Estableciendo un paralelismo con los verbos, podríamos decir que las
preposiciones son ‘transitivas’, ya que han de llevar obligatoriamente un complemento, mientras
que los adverbios son ‘intransitivos’.

Hay una segunda diferencia entre ambas categorías en castellano: cuando un adverbio
lleva un complemento, este tiene que ir introducido por una preposición. Los ejemplos de (29)
prueban lo que acabamos de decir:

(29) a. Lo dejé sobre la mesa. / *Lo dejé sobre.


b. Lo dejé encima de la mesa. / Lo dejé encima.

Sobre es una preposición y por tanto ha de llevar un complemento. Encima es un adverbio y por
eso puede aparecer sin complemento. Cuando lo lleva, este tiene que ir introducido por la
preposición de. Nótese que este criterio lleva a considerar preposiciones formas como durante y
excepto, que originariamente eran un participio de presente y un participio de pasado,
respectivamente, ya que ambas introducen su complemento directamente: durante la clase, excepto
los niños.

En catalán las cosas son un poco más complicadas. Como indica Badia (1994: § 023.1),
formas como dins o darrere, que pueden concurrir sin complemento, admiten que este, cuando
aparece, vaya precedido o no de preposición: darrere la taula / darrere de la taula. Esto hace que los
diccionarios caractericen estas formas indistintamente como adverbios (cuando no van seguidos
de complemento: El vaig deixar darrere) o preposiciones (cuando tienen: El vaig deixar darrere (de) la

22
taula). Por otro lado, formas como darrere funcionan también como sustantivos. El DLC recoge
esta acepción y da el ejemplo siguiente: les rodes del darrere. Pero la misma obra clasifica como
adverbial el uso de esta misma forma a Què hi ha al darrere? Una posibilidad que parece plausible
es considerar que, cuando va precedido del artículo, darrere se comporta como sustantivo (ho vaig
deixar al darrere de la taula). Nótese que en estos casos el complemento tiene que ir precedido de la
preposición de, como se deduce de la naturaleza sustantiva del núcleo: Què hi ha al darrere del cotxe?
ante *Què hi ha al darrere el cotxe? Finalmente, dins y darrere pueden aparecer precedidos de la
preposición a: El vaig deixar a dins / Què hi ha a darrere?

A partir de los datos se podría hacer la siguiente propuesta: (a) darrere es sustantivo
cuando aparece precedido del artículo; (b) darrere y dins son preposiciones cuando llevan un SN
complemento que no va precedido de la preposición de; (c) en todos los otros casos, son
adverbios.18 Un caso especial es el que se plantea cuando el complemento es un posesivo: Anava
darrere seu. Nótese que el posesivo tiene un valor intrínsecamente genitivo, como lo demuestra el
hecho que se puede conmutar por un SP introducido por de: Anava darrere d’en Joan. Por lo tanto,
en los dos ejemplos anteriores darrere funcionaría como adverbio.

Otro aspecto problemático de la clasificación categorial que se encuentra a veces en las


gramáticas es el uso inapropiado que se hace del concepto de locución. Este término se utiliza en
aquellos casos en que el significado de un conjunto de palabras no es el que deriva de la mera
suma de sus componentes. Así, pel cap baix es una locución, ya que su valor léxico de “como
mínimo” o “por lo menos” no se deduce de la combinación de los contenidos de las formas que
la componen. Ahora bien: que el contenido léxico del conjunto no sea transparente no quiere
decir que la naturaleza categorial de sus elementos haya cambiado: no hay razones objetivas para
decir que se trata de una locución adverbial, ya que su funcionamiento sintáctico es el característico
de un sintagma preposicional.

Una crítica parecida a la que acabamos de hacer se puede dirigir a la tendencia que
muestran muchas gramáticas a la proliferación de locuciones conjuntivas. Para poner un ejemplo,
Badia (1994: § 023.1) indica que “un adverbio + que se convierte en conjunción”. Este sería el
caso del adverbio antes en (30c):

(30) a. Ja t’ho he dit abans (‘Ya te lo he dicho antes’)


b . T’ho havia dit abans de la seva arribada (‘Te lo había dicho antes de su llegada’)
c. Abans que ell arribés, ja hi eren tots (‘Antes de que él llegase, ya estaban todos’)
[Badia (1994: § 023.1, ex. 4)]

Según este enfoque, en (30a) abans es un adverbio, en (30b) abans de es una preposición y en (30c)

18Para una propuesta globalizadora desarrollada en el marco de la gramática generativa, véase Bartra & Suñer (1992).
En § 13 estudiaremos los principios que determinan cuándo un complemento debe ir introducido por una
preposición.

23
abans que es una conjunción. Ya hemos argumentado que no hay razón para suponer que en
(30b) ha cambiado el valor adverbial de la expresión temporal. Lo único que sucede es que el
adverbio lleva un complemento introducido por una preposición. Lo mismo pasa en (30c): en
este caso el complemento del adverbio es una subordinada completiva introducida por que.
Como es bien sabido, el catalán normativo rechaza la presencia de una preposición cuando sigue
una subordinada completiva. Por este motivo la preposición de no aparece entre el adverbio y la
subordinada en (30c), a diferencia del castellano, que la acepta (antes de que viniera), aunque no la
impone (antes que viniera).19 Así pues, según el análisis que estamos defendiendo, abans es siempre
un adverbio, que puede aparecer sin complemento (30a), con un complemento nominal
precedido por de (30b) o con un complemento oracional introducido por que (30c).

En conclusión: el establecimiento de las categorías gramaticales de la lengua ha de


hacerse atendiendo fundamentalmente a argumentos de carácter sintáctico y morfológico (es
decir, formales) y, en la medida que sea posible, el valor categorial que se asigne a una pieza
léxica se ha de mantener constante en todo su funcionamiento sintáctico.

7. La combinación de las categorías gramaticales: los sintagmas

Es evidente que la caracterización categorial de las piezas léxicas que forman una oración
no es sino una parte minúscula del análisis sintáctico. Como una oración no es meramente una
suma de palabras ordenadas linealmente, el análisis tendrá que reflejar cuál es el proceso de
formación de categorías sintácticas complejas que hacen de intermediarias entre aquella y las
unidades léxicas. Consideramos las oraciones de (31):

(31)a. Francia ganará.


b. Francia ganará el campeonato.
c. El equipo de Francia ganará el campeonato del mundo.
d. El equipo de fútbol de Francia ganará el campeonato del mundo con mucha
facilidad.

Es obvio que en (31a) la oración se forma uniendo las dos palabras que la componen: la primera
hace de sujeto y la segunda, de predicado. La única diferencia que plantea (31b) es que el
predicado es más complejo que el de la primera oración, ya que además del verbo selecciona un
SN que le hace de complemento directo. A la vez, este SN contiene un determinante y un núcleo
nominal. Los cambios que se han introducido en (31c) son del mismo tipo. El sujeto es ahora un
constituyente más complejo, ya que está formado por un sintagma que, además del núcleo,
contiene un complemento y un especificador. Y al SN que aparece a la derecha del verbo le
19 Esta diferencia entre el catalán y el castellano también se pone de manifiesto cuando la subordinada complementa

un nombre: el fet que vinguessin / el hecho de que vinieran. El catalán se comporta en estos casos como la mayoría de las
lenguas románicas (italiano, francés...) y como el inglés. La caída de la preposición se debe al hecho de que la
conjunción ya indica por sí misma el carácter subordinado del complemento oracional, sin que la preposición como
marca adicional sea necesaria.

24
hemos añadido también un complemento. Finalmente, (31d) muestra que las posibilidades de
expansión (o proyección) de la oración son aún mayores, ya que al predicado le hemos añadido
un complemento adjunto de modo y el sujeto tiene ahora dos complementos del núcleo. Lo que
es importante retener es la idea de que, a pesar de su mayor complejidad aparente, (31d) no es
esencialmente diferente de (31a), porque los procedimientos de expansión que se han aplicado
siguen una pauta común. De hecho, el sujeto aún podría aumentar su complejidad mediante la
adición de más complementos: el equipo de fútbol de Francia que ayer jugó contra Escocia. El árbol
estructural de (32) refleja la manera como se han ido uniendo los constituyentes:20
(32)
O

SN SV

Det N’ V’ SP

N’ SP V SN P SN

N SP Det N’ Q N
P SN

P SN N SP

P SN
N N
Det N

el equipo de fútbol de Francia ganará el campeon. de el mundo con mucha facilidad

El esquema (32) muestra algunas de las características fundamentales de la sintaxis de las


lenguas naturales. Por un lado, la disposición que adoptan las unidades de una construcción
sintáctica es jerárquica y depende de la función que desempeñan. Así, por ejemplo, los seis SN
que contiene la oración a que nos referimos presentan niveles muy diversos de dependencia. Hay
uno, el introducido por equipo, que se relaciona directamente con todo el SV de la oración, de la
cual constituye el sujeto. Otro, que tiene como núcleo campeonato, se vincula directamente con el
verbo, del cual es complemento directo. Los demás SN aparecen como complementos de una
preposición, de manera que el SP que forman ambos hace de complemento del nombre. Por
20 En (32) representamos mediante abreviatura las categorías nombre (N), verbo (V), preposición (P), cuantificador (Q) y

determinante (Det). Los sintagmas toman como característica el símbolo que corresponde a su núcleo: SN (sintagma
nominal); SV (sintagma verbal) y SP (sintagma preposicional). Sobre la propuesta de un sintagma cuantificador (SQ) y de un
sintagma determinante (SDet), cf. la nota 33. De forma provisional (cf. § 8), en (32) representamos la oración como O.
Los símbolos N’ y V’ representan, respectivamente, proyecciones nominales y verbales que no constituyen sintagma.

25
otro lado, el árbol de (32) contiene dos clases de constituyentes: los que son categorías léxicas y
los que constituyen categorías sintácticas. Los primeros ocupan los nudos terminales (es decir,
aquellos en los cuales se introducen directamente las piezas léxicas), mientras que las categorías
sintácticas son constituyentes más complejos que resultan de la proyección sintáctica de una
categoría léxica.

La proyección sintáctica máxima de una categoría léxica se denomina sintagma. Debido a


los mecanismos de recursividad que caracterizan a las lenguas naturales, la configuración interna
de un sintagma puede ser bastante compleja, como se observa en el SN que hace de sujeto de
(32): el núcleo equipo aparece con dos SP que le complementan y con un determinante. En otros
casos, la forma que adopta un sintagma es máximamente simple. Eso sucede en (32) con los SNs
fútbol y Francia, que funcionan como complementos del nombre en el interior del sujeto. Podría
parecer que estas diferencias hacen difícil establecer unos patrones comunes a los cuales se hayan
de ajustar todos los sintagmas. Pero no es así, sino al contrario: las posibilidades estructurales de
proyección de un núcleo léxico son limitadas y, además, son esencialmente idénticas para todas
las categorías léxicas mayores (nombre, verbo, adjetivo, preposición y adverbio), tal como se
muestra en los ejemplos de (33):
(33)
(a) SN (b) SV

Esp N’ Esp V’

N SAdj V SN

la música clásica solo habla inglés

(c)
SAdj (d) SP (e) SAdv

Esp Adj’ Esp P’ Esp Adv’

Adj SP P SN Adv SP

muy libre de prejuicios casi de rodillas poco antes del acto

Todos los sintagmas de (32) presentan la misma estructura: hay un núcleo, un


complemento de este y un especificador. La obligatoriedad del núcleo es evidente, ya que es

26
quien determina la naturaleza de todo el sintagma.21 Por contra, ni el complemento ni el
especificador son estructuralmente necesarios, aunque su presencia puede convertirse en
obligatoria por motivos léxicos. Así, por ejemplo, todas las preposiciones requieren que su
complemento se realice, porque no tienen independencia léxica ni fonética (son formas clíticas).
En cambio, los sustantivos fútbol y Francia forman ellos solos en (32) sendos SN.

En algunos casos un núcleo puede tener más de un complemento. Eso es lo que sucede
en (32) con el SN el equipo de fútbol de Francia. El proceso de formación de este sintagma queda
reflejado en el árbol. Primero se combina el núcleo equipo con el SP de fútbol, formando una
proyección sintáctica que no tiene aún naturaleza de sintagma (y que se representa N’, para
indicar que es una proyección nominal). En segundo lugar, el constituyente equipo de fútbol se
combina con otro complemento SP. Así se obtiene equipo de fútbol de Francia, que tampoco logra
el estatuto de sintagma, ya que falta aún la combinación de este constituyente nominal con el
determinante para formar el SN. El caso más frecuente de núcleo con más de un complemento
es el del SV, ya que reúne todos los complementos seleccionados por el verbo y, además, los
complementos adjuntos (tradicionalmente llamados circunstanciales).

Una vez el núcleo se ha unido con todos sus complementos, se le añade el especificador
para formar el sintagma. Las unidades que ocupan la posición de especificador tienen que ver
con la determinación, la cuantificación y la modalidad. Por este motivo, es habitual utilizar las
etiquetas Det y Q en lugar de Esp para el SN, tal como hemos hecho en (32). Nótese que los
especificadores no afectan únicamente al núcleo del sintagma, sino a la combinación de este con
todos sus complementos. Si digo En este despacho hay dos mesas metálicas, el cuantificador dos no se
aplica únicamente sobre mesas, sino sobre mesas metálicas, como lo demuestra el hecho de que la
anterior oración se puede emitir en un contexto en el cual el despacho en cuestión haya otras
mesas, con la condición que no sean metálicas. Siempre que sea morfológicamente posible, entre
el especificador y el núcleo se establecen relaciones de concordancia.

En resumen: las posibilidades de proyección sintáctica de todos los núcleos léxicos


parecen ser idénticas, según se indica en el esquema (34), donde X es cualquier núcleo léxico y X’
es la unión del núcleo con sus complementos:22

21 El núcleo puede aparecer fonéticamente vacío (es decir, elidido). Así, una oración como Tienes razón contiene un
sujeto pronominal nulo de segunda persona del singular. En ciertas ocasiones, el núcleo puede aparecer vacío, pero
el especificador o el complemento tienen realización fonética. Si digo El discurso del ministro me gustó más que el del
presidente, el SN el Ø del presidente contiene un especificador y un complemento fonéticamente realizados, mientras que
su núcleo nominal (representado como Ø) está elidido. La interpretación de las unidades elípticas se hace
deícticamente, como en el primer caso, o anafóricamente, con un antecedente oracional o discursivo que fija el valor
de la unidad fonéticamente vacía. Este es el caso del segundo ejemplo, donde el núcleo nominal elidido tiene como
antecedente el sustantivo discurso. El núcleo del SV también puede aparecer elíptico: Juan tiene un hermano y María una
hermana. Nótese que en el segundo miembro de la coordinación hace falta suponer que se ha elidido la forma verbal
tiene.

22 La teoría que parte de la hipótesis de que todos los núcleos léxicos se proyectan estructuralmente de forma

idéntica se conoce como teoría de la X con barra y fue desarrollada por el generativismo a partir de Chomsky (1970).

27
(34)

Como se puede comprobar, en (34) hay dos proyecciones sintagmáticas de X. La más


baja, representada con líneas más gruesas, incluye el especificador y los complementos, mientras
que la superior resulta de la eventual combinación del sintagma propiamente dicho con un
complemento explicativo. La característica más relevante de los complementos explicativos es
que dan lugar a una proyección de la misma naturaleza del sintagma al cual complementan. Así,
por ejemplo, las aposiciones (Ámsterdam, la capital de Holanda) y las oraciones de relativo
explicativas (Ámsterdam, que es famosa por sus canales) se unen a un SN para obtener otra proyección
de la misma clase.

Una conclusión importante que se deriva de (34) es que solo los sintagmas pueden
funcionar como complementos o adjuntos. Dicho de otra forma: las relaciones sintácticas no se
establecen directamente entre las piezas léxicas, sino entre los sintagmas, que son proyecciones
sintácticas de estas. Eso implica que los dos constituyentes de la oración de (31a), Francia ganará,
no pueden ser un N ni un V, sino que necesariamente tienen que alcanzar el nivel del sintagma
correspondiente.

8. La oración y sus proyecciones funcionales

Otra cuestión que se suscita a la vista del esquema general de (34) es si la oración es
también un sintagma que se ajusta al patrón general, o bien si constituye una excepción.
Naturalmente, lo deseable es tratarla como un caso más de sintagma. Lo primero que debe
plantearse, pues, es cuál es su núcleo, ya que todos los sintagmas deben tener uno. El contraste
entre los enunciados de (35) ha llevado a los gramáticos generativistas a defender que el núcleo
de la oración es el elemento temporal que se manifiesta a través de los morfemas del verbo:

(35) a. Francia ganará el campeonato.


b. *Francia ganar el campeonato.
c. *Francia ganando el campeonato.

28
Mientras que en (35a) los morfemas verbales están marcados positivamente por lo que se refiere
al tiempo, en las otras dos secuencias esta información es defectiva y, en consecuencia, a los
correspondientes enunciados les falta la autonomía que da el anclaje de la predicación en unas
coordenadas temporales deícticas.23 Por otra parte, la información temporal de la oración ejerce
una función discursiva de primer orden, por cuanto articula la cohesión narrativa en relación a un
tiempo de referencia. Esto es lo que explica que el estudio de las correlaciones temporales en el
discurso sea uno de los aspectos más importantes cuando se estudia un texto.

En función de los argumentos mencionados anteriormente, la oración se ajustaría


también al esquema estructural sintagmático de (34), según el siguiente esquema, donde T (tiempo)
es la información temporal que se manifiesta fonéticamente en los morfemas de flexión del
verbo:24
(36)
ST

Esp T’

T SV

Si adaptamos el esquema anterior a la estructura de la oración de (32), el sujeto pasa a


colocarse en el especificador del ST (sintagma de tiempo), mientras que el SV es ahora el
complemento de T. La justificación de proponer que el sujeto ocupa el especificador de ST
reside en el hecho de que entre este y los rasgos flexivos del verbo se establece una relación de
concordancia. Más adelante, cuando hablemos de la noción de predicación, volveremos a
referirnos a la relación del sujeto con el SV y con T. Como ya hemos dicho antes, los rasgos de
T pueden estar marcados positivamente o negativamente: en el primer caso obtendremos una
oración temporalizada y en el segundo, una con verbo en forma no personal (infinitivo, gerundio
o participio). En este último supuesto, la oración solo dará lugar a una construcción gramatical si
aparece como subordinada de otra que contenga los rasgos temporales correspondientes.

Planteémonos ahora cuál es la posición que tiene que ocupar el verbo en (36). Como
núcleo del SV, tiene que aparecer dentro de este sintagma. Pero, al mismo tiempo, como
portador de los rasgos flexivos de tiempo, es el representante de T en la oración. Por lo tanto,
podemos decir que cumple una doble función. Por un lado, es el núcleo del predicado y, por el

23 El tiempo verbal es deíctico porque se interpreta en función de un punto de orientación que normalmente

coincide con el momento de emisión del enunciado.

24 En la bibliografía generativista la proyección del tiempo que introduce la oración también recibe el nombre de
Flexión, de manera que ST se puede representar igualmente como SF(lexión).

29
otro, lleva afijados los rasgos temporales que dan autonomía sintáctica a la oración. La existencia
de unidades con doble función no se limita al verbo. Como veremos más adelante, hay otras
formas, como los pronombres interrogativos o los relativos, que comparten esta característica,
que es una de las más relevantes de la sintaxis de las lenguas.25 Las unidades que desarrollan una
función doble presentan características comunes. Por una parte, son piezas con contenido léxico
que ejercen la función de predicado, argumento o adjunto dentro de la predicación donde son
seleccionadas. Por otra parte, tienen además una función como unidades gramaticales
relacionadas con la temporalidad, la modalidad, la determinación o la cuantificación. La
gramática generativa utiliza el concepto de transformación para representar la doble función de
estas unidades.26 Así, en el caso que estamos considerando, el verbo nacería en la posición de
núcleo del SV y se trasladaría posteriormente al núcleo de ST para contrastar sus rasgos de
tiempo, persona y número.

Los sintagmas que no representan proyecciones de las categorías léxicas mayores, como
es el caso de ST, se llaman proyecciones funcionales, enfrente de los otros, llamados proyecciones léxicas.
El ST no es la única proyección funcional del español. Otra muy importante es la que acoge el
material en cursiva de (37), donde t representa la huella que ha dejado en su posición originaria el
elemento coindizado que se ha movido:

(37) a. María cree [ que [ tú no eres el culpable] ].


b. No sé [ si [ María vendrá hoy o mañana ] ].
c. Quéi ha hechoj [ Juan tj ti con el informe]?
d. Las personas [ con quien [ María sale ti ] ] no son de fiar.
e. ¡Qué cosasi [ dices ti ] !

Los elementos en cursiva de (37) ocupan una posición periférica en la izquierda de su


oración, por delante de la de sujeto. Se trata de dos clases de unidades. Por un lado, nexos de
subordinación como que y si en (37a, b), que tienen la propiedad de permitir que la oración
subordinada pueda funcionar como argumento del predicado principal. Por el otro, argumentos

25 La existencia de unidades con doble función es una fuente importante de variación lingüística, pues es posible que

otros sistemas lingüísticos codifiquen cada una de ellas con piezas léxicas diferentes. Así, hay lenguas como el
euskera donde los rasgos de tiempo del verbo aparecen sistemáticamente en un auxiliar, desligados del predicado
principal de la oración.

26 La necesidad de representar la doble función sintáctica de algunas entidades es una de las razones que justifica que

se propongan operaciones transformacionales. Hay otra, de la cual hablaremos más adelante: el hecho de que
algunos argumentos hayan de desarrollar su función sintáctica en una posición diferente a aquella en que han
recibido su papel temático, como sucede con el sujeto de una oración pasiva. Las transformaciones son operaciones
de traslado a una posición estructuralmente más prominente en la estructura de la oración (es decir, hacia una
posición más alta en el árbol). Cuando una categoría se traslada, se supone que deja una huella coindizada (t) en la
posición de partida, como muestra de que la entidad trasladada está vinculada a tal posición. Como acabamos de
decir, hay transformaciones de ascenso, pero no de descenso. Esto se explica por el hecho de que la unidad
trasladada ha de poder mandar-c (mando de constituyente) la huella que ha dejado. Un nudo A del árbol manda-c a otro
B si y solo si el primer nudo ramificado que domina a A domina también a B. Para una presentación técnica
asequible de estos conceptos y del modelo de principios y parámetros, cf. Haegeman (1991).

30
o adjuntos de la oración que se proyectan a la primera posición porque son a la vez marcas de
modalidad interrogativa o exclamativa. Este desplazamiento tiene que ver con su carácter de
marcadores de la modalidad del enunciado. La doble función que tienen en la oración se
representa en (37) por su vinculación a dos posiciones sintácticas: la periférica que acaban
ocupando y la que corresponde a su huella al interior del ST.

Por contra, los nexos subordinantes de (37a, b) no son argumentos ni adjuntos de la


subordinada, sino que su función exclusiva es la de actuar como operadores que introducen un
argumento de carácter proposicional. Hace falta suponer, pues, que estos elementos se han
generado directamente en la posición que ocupan superficialmente. Nótese, no obstante, que
entre que y si hay una diferencia fundamental: además de su función como nexo subordinante, el
último es un marcador de modalidad, ya que introduce una interrogativa indirecta. Finalmente, el
caso de los relativos es especial: representan argumentos o adjuntos de la subordinada a la cual
pertenecen, pero su traslado a la posición inicial de su oración no se debe al hecho de que sean
marcadores de modalidad (que no lo son), sino que tiene que ver con su condición de nexos de
subordinación que encabezan la oración que introducen. Una prueba de la diferente naturaleza
del traslado de los relativos respecto del que afecta a los interrogativos y exclamativos viene dada
por el hecho de que en el primer caso la inversión del orden sujeto-verbo en la subordinada no
es obligatoria, tal como muestra (37d), mientras que cuando el traslado está vinculado a la
modalidad hay inversión obligatoria del sujeto (cf. *¿Qué Juan ha hecho con el informe?).
Técnicamente, la inversión obligatoria del sujeto se analiza como el resultado de la subida del
verbo desde el núcleo T a la posición de núcleo de la proyección funcional situada por encima de
ST.27 Finalmente, en (37e) el sintagma que contiene el elemento exclamativo se ha trasladado
desde la posición de complemento directo (qué cosas). Además, aparece un nexo que, que expresa
de manera redundante el carácter de modalidad marcada de la oración.28

El nombre con que se conoce la proyección a la izquierda de ST es SC (sintagma


complementador29) y su estructura es idéntica a la que antes hemos atribuido al resto de las
proyecciones sintácticas, con un núcleo, un especificador y un complemento:

27Este fenómeno, que recibe el nombre de verbo en segunda posición (V2), solo se aplica en catalán y en castellano a las
oraciones interrogativas y exclamativas parciales. En alemán, en cambio, se da también en las oraciones principales
de modalidad aseverativa.

28 La gramática tradicional ha tenido tendencia a interpretar este que como relativo. No obstante, hay pruebas que
sugieren el carácter de nexo completivo de dicha unidad: la inversión obligatoria del orden sujeto-verbo (que no se
da nunca a las relativas), la imposibilidad de encontrar otros pronombres relativos en estas construcciones (cf. *¡Qué
cosas con las cuales se entretiene!), el hecho de que (37e) tiene un valor oracional y no de sintagma nominal, como
correspondería si hubiera una relativa, y finalmente la posibilidad de suprimir el nexo subordinante sin que cambie el
significado (¡Qué cosas dices!). Para el análisis de estas oraciones, cf. Brucart (1993).

29 El nombre complementador proviene de la traducción literal del inglés complementizer, que equivale más bien a
“subordinante”. Nótese que, en efecto, la función de esta proyección sintáctica es subordinar la oración para hacerla
funcionar como argumento de otra predicación o bien asignándole una modalidad marcada.

31
(38)
SC

Esp C’

C ST

SV

Así pues, el material que se cobija en el especificador del SC está compuesto por
sintagmas generados en el interior de ST como argumentos o adjuntos de la oración y que
contienen formas léxicas asociadas a una modalidad marcada. Es decir, los pronombres y
adverbios interrogativos y exclamativos, principalmente. También puede acceder al especificador
de SC, mediante una transformación de traslado, cualquier sintagma de la oración que lleve
asignado un acento enfático contrastivo, como sucede en (a), donde las versalitas indican el
énfasis entonacional:30

(39) a. En OLOT veranea María, no en Banyoles.


b. María veranea EN OLOT, no en Banyoles.

Las diferencias sintácticas que se pueden apreciar en (39) derivan de que solo en el primer caso
se ha producido el traslado sintáctico del elemento enfático contrastivo a la posición de
especificador de SC. Esta operación genera, a su vez, el efecto de inversión del orden sujeto-
verbo, al cual ya nos hemos referido antes. En (b), en cambio, el elemento enfático contrastivo
conserva su posición argumental básica y, en consecuencia, no hay ningún efecto sintáctico que
diferencie esta oración de otra aseverativa no enfática. Por lo tanto, el traslado sintáctico de esta
clase de elementos enfáticos es solo opcional, a diferencia de lo que sucede con los elementos
interrogativos y exclamativos.31

También se pueden generar directamente en el especificador de SC algunos elementos

30La construcción enfática de (39a) no se debe confundir con la topicalizada correspondiente (En Olot veranea María),
que estudiaremos en el cf. § 15.

31Hay una clase de construcciones, llamadas interrogativas de eco, en las cuales el pronombre o adverbio interrogativo
no se traslada al principio de la oración: ¿Ayer viste quién? Es importante notar, sin embargo, que no se trata nunca de
preguntas neutras, sino que son oraciones que solo se pueden emitir en contextos en que el hablante o bien quiere
expresar sorpresa o bien quiere comunicar a su interlocutor que no ha sido capaz de procesar la información emitida
por aquel. Otro caso en que los pronombres y adverbios interrogativos pueden quedarse en su posición básica es el
de las interrogativas múltiples, donde hay más de una unidad interrogativa: ¿Quién dijo qué? En estos casos solo uno de
los interrogativos puede trasladarse al especificador de SC. El otro se queda in situ.

32
que, precediendo el nexo que, marcan la modalidad de la oración, como verdad: ¿Verdad que María
dijo que vendría?

Una característica importante de los elementos interrogativos y exclamativos es que,


como marcadores de la modalidad del enunciado, pueden aparecer fuera del dominio oracional
en el cual desarrollan su función. El contraste de (40) ejemplifica esta posibilidad:

(40) a. ¿Quéi dijo [ t’i que haría ti ]?


b. Dijo [ quéi haría ti ].

En las oraciones de (40), el pronombre interrogativo qué funciona como complemento directo
del verbo subordinado haría. Por lo tanto, la huella que indica su posición inicial aparece en la
misma posición. La diferencia entre las dos oraciones reside en su modalidad: (40a) es una
interrogativa, mientras que (40b) constituye una aseveración. Dicho en otras palabras: mientras
que (40a) es una pregunta, (40b) es una afirmación del hablante que incluye una interrogativa
indirecta. Así pues, el ámbito del operador interrogativo es diferente. En el primer caso, para
marcar el carácter interrogativo de todo el enunciado, qué tiene que proyectarse hasta el
especificador del SC de la oración principal.32 En el segundo, el pronombre interrogativo detiene
su subida cuando llega a la posición de especificador de SC de la oración subordinada.

Las entidades que pueden ocupar la posición de núcleo de SC son de dos clases: nexos de
subordinación como que y si, que tienen como función convertir una oración en argumento de
otra, y núcleos verbales que deben acceder a ella para cumplir el requerimiento que el verbo
ocupe la segunda posición estructural en las oraciones interrogativas y exclamativas parciales (y
también en las contrastivas con traslado sintáctico del elemento enfático al especificador de SC).

En conclusión: lo que tradicionalmente se ha llamado oración corresponde a un dominio


sintáctico que consta de tres ámbitos claramente diferenciados, que son los representados en
(41):
(41) Los tres ámbitos de la oración
SC Subordinacióni modalitat
Subordinació y modalidad marcada
marcada

ST Temporalidad
Temporalitat

SV Predicació
Predicación

32 Tal como se indica en el esquema de (40a), el traslado de qué se lleva a cabo en dos etapas: primero se proyecta en
la posición de especificador de SC de la oración subordinada y, después, asciende a la misma posición del SC de la
principal. Por esta razón aparece en la representación una segunda huella (t’i ).

33
El dominio del SV corresponde a la predicación que toda oración necesariamente ha de
contener. Naturalmente, este SV puede incorporar otros dominios oracionales subordinados, en
función de la propiedad recursiva del lenguaje. Además, como núcleo de la predicación principal
de la oración hace falta un verbo. Este requerimiento no deriva del hecho de que los verbos sean
las únicas unidades lingüísticas que puedan funcionar como predicados, que no lo son (muchas
otras categorías pueden desarrollar esta función semántica), sino que se deduce de los
requerimientos que impone el dominio inmediatamente superior: el ST.

El segundo ámbito oracional es el que corresponde a la temporalidad que toda oración


ha de tener para poder funcionar, por un lado, como un dominio sintáctico autónomo y, por el
otro, para poder articularse en un marco discursivo coherente. Nótese que, según el esquema
estructural de (41), es el núcleo T quien selecciona el tipo de predicación SV como
complemento. Que T seleccione SV y no cualquier otra proyección predicativa es fácil de
explicar: el verbo es la única categoría que admite afijos temporales y, por tanto, solo él puede
satisfacer los requerimientos de este núcleo funcional.

Finalmente, el tercer ámbito oracional (el SC) es el de la subordinación, entendiendo este


término en un sentido general: se colocan los elementos que convierten una oración en
argumento o adjunto de un predicado superior y las unidades que implican modalidad marcada
(esto es, no aseverativa) de la oración. Las oraciones independientes y de modalidad no marcada
no proyectan este nivel y, por tanto, constan solo de los dos ámbitos inferiores: el ST y el SV.
Esto significa que la proyección funcional que caracteriza en toda circunstancia a la oración es
ST.33

A lo largo de este apartado hemos hecho uso de diagramas arbóreos para representar la
estructura de los elementos de la oración. En la enseñanza es frecuente hacer lo mismo, con el
modelo que hemos usado aquí o con algún otro diferente. Pero es importante no confundir en
ningún momento los esquemas de representación formal del análisis con el propio análisis.
Como ya hemos dicho antes, es perfectamente posible hacer análisis gramatical sin tener que
dibujar esquemas estructurales. En cambio, lo que resulta fundamental es entender que la
33 Además de las proyecciones funcionales ST y SC, propias de la oración, algunos autores han propuesto otras que
afectarían el análisis del SN. Las más importantes son SDet (sintagma determinante) y SQ (sintagma cuantificador). Si se
aceptan estas proyecciones, la música clásica se ha de analizar como un SDet cuyo núcleo es el artículo, con un
complemento SN formado por música clásica. De la misma manera, en algunos chicos de la clase, algunos sería el núcleo del
SQ, mientras que chicos de la clase funcionaría como SN complemento. En Aquellos cuatro chicos, la estructura sería la
siguiente: [SDet Aquellos [SQ cuatro [SN chicos ]]], donde el SN es complemento del SQ y este, del SDet. Una ventaja
de esta teoría es que permite expresar la condición categorial que requieren los sujetos preverbales en catalán y en
español: tienen que ser SDet o SQ, pero no pueden ser simplemente SN (*Trenes llegaron a les siete). Considerar que en
estas proyecciones el núcleo es el determinante o el cuantificador no resulta antiintuitivo, porque son precisamente
estas las entidades las que condicionan la naturaleza referencial de los argumentos. Naturalmente, si se acepta la
distinción entre SDet y SN, los nombres propios y los pronombres han de considerarse como SDet y no meramente
como SN. Una manera de conseguir esto es suponer que los nombres propios tienen un rasgo léxico [+Det] que les
permite trasladarse desde el núcleo de N, donde se generarían, hasta el núcleo de Det. Por lo que se refiere a los
pronombres personales, serían determinantes y se generarían directamente en esta posición. Esto explicaría el orden
de sintagmas como estos cuatro, ya que el cuantificador funcionaría como complemento del determinante.

34
combinación de las distintas piezas léxicas que componen una oración tiene que respetar unos
patrones sintácticos que derivan de principios combinatorios máximamente simples. Como dice
Eduardo Benot, miembro destacado de la corriente de la gramática filosófica, dominante a
principios del siglo XX: “La ciencia del hablar no ha de buscarse en las palabras aisladamente,
sino en su combinación y en la combinación de sus combinaciones. [...] Sin piedras, sin ladrillos,
sin hierro, sin materiales, en una palabra, no hay casas ni edificios de ninguna clase. Pero los
materiales no son casas. Lo que constituye los edificios es la forma especial que resulta de la
CONSTRUCCIÓN hecha con sus materiales” (Benot, 1910: 26-27).

9. Sobre la terminología de la oración

La definición del concepto de oración ha sido un punto bastante debatido en la tradición


gramatical. En (42) se recogen tres de las definiciones más influyentes:

(42) Tres definiciones de oración


a. Dionisio de Tracia (s. -I): "Oración es la unión de palabras con sentido
completo".
b. Bloomfield (1933): "Oración es una construcción gramatical que no está incluida
mediante ningún procedimiento gramatical en otra construcción más amplia".
c. Teoría de los principios y de los parámetros (gramática generativa) (1981):
“Dominio sintáctico autónomo encabezado por una temporalidad con rasgos de
tiempo y persona”.

La definición de Dionisio de Tracia ha sido, sin duda, la más utilizada por la gramática
tradicional y ha sobrevivido hasta nuestros días en los manuales de enseñanza. El principal
problema que plantea es que se basa en el concepto nocional de “sentido completo”, que resulta
absolutamente vago. Esta es, pues, una más de las definiciones irrestrictas de la gramática
tradicional, en la línea de las que hemos visto en el § 2. Nótese que en (42a) no se menciona la
necesidad de que la oración cuente con un verbo, de manera que cualquier construcción podría
ser etiquetada como oración siempre que cumpliese el requerimiento de vehicular un “sentido
completo”.

La definición de Bloomfield responde al esfuerzo para usar estrictamente criterios


internos a la hora de caracterizar los conceptos gramaticales. Se renuncia, por tanto, a cualquier
noción semántica, de manera que la definición se hace en términos distribucionales: es oración
toda construcción no incluida dentro de otra más amplia. Así, María vendrá es una oración, pero
la misma secuencia deja de serlo en Pedro ha dicho que María vendrá, ya que aquí aparece incluida en
otra más amplia. Se evita así el problema que planteaba la noción de “sentido completo”, pero el
resultado continúa siendo irrestricto, ya que cualquier enunciado queda revestido del carácter de
oración: la independencia semántica ha sido sustituida por la independencia distribucional, lo
cual supone admitir como oraciones enunciados que toda la tradición gramatical ha tratado como

35
infraoracionales.

Para evitar la falta de restrictividad de definiciones como las anteriores, la tradición


gramatical tendía a incluir dentro de la definición de oración de Dionisio la mención explícita al
verbo. En (43) se recogen algunas de las características que se han presentado como distintivas
del concepto de oración:

(43) Características de la oración


a) Contiene una predicación.
b) Contiene un verbo.
c) Contiene morfemas verbales de tiempo y de concordancia.
d) Es sintácticamente autónoma (no se incluye dentro de otra unidad oracional más
amplia, no está encabezada por un nexo subordinante y no presenta una
temporalidad defectiva).

Es evidente que (43a) no sirve como criterio distintivo de lo que es una oración, ya que
esta condición la superan otros tipos de predicación no oracional. Así, la misma predicación que
en (44a) se formaliza a través de una oración subordinada, en (44b) se formula mediante la
relación entre un complemento predicativo y el complemento directo:

(44)a. Quiero que Juan sea el gerente de la empresa.


b. Quiero a Joan de gerente de la empresa.

La gramática tradicional ya había señalado que otras formas además del verbo podían funcionar
como núcleos predicativos. Los atributos y los llamados complementos predicativos desarrollan
precisamente esta función. Así pues, en (44b) el segmento en cursiva constituye una predicación,
pero en cambio no forma una oración. Trataremos con más detalle el concepto de predicación
en el próximo párrafo.

Mucho más definitorio del carácter oracional de una construcción es la característica de


poseer un verbo como núcleo predicativo que se señala en (43b). La opción de (43c) es, como
hemos visto, la que adopta la gramática generativa actualmente. De hecho, la condición de (43b)
puede derivarse de (43c), porque el verbo es la única categoría que puede llevar morfemas de
tiempo y concordancia de persona afijados.

Resta, finalmente, plantearse cuál tiene que ser el papel de la condición de (43d) a la hora
de definir la oración. Los enunciados de (45) reflejan la importancia de esta última condición:

(45) a. Contento de que hayas venido tan pronto.


b. Porque no tenía tiempo de hacerlo mejor.
c. Ir a París este verano.
d. Que María vendrá mañana.
e. Que tengas suerte en el examen.

36
Es obvio que (45a) contiene una oración, pero no es menos cierto que el enunciado entero no es
oracional, ya que la oración es una subordinada completiva que funciona como complemento del
adjetivo contento. Por lo tanto, (45a) es sintácticamente un SAdj y no una oración. Lo mismo pasa
en (45b) con la conjunción porque: la oración se subordina a esta, de manera que lo que tenemos
es un enunciado infraoracional que se ha de interpretar como complemento circunstancial de
causa de algún predicado aparecido en el discurso previo.34 El caso de (45c) merece un
comentario especial. Por un lado, es innegable que el enunciado es oracional, ya que su
proyección sintáctica máxima es el ST que corresponde a la oración de infinitivo. Pero, por otro
lado, resulta igualmente claro que no se trata de una predicación independiente, ya que los rasgos
de temporalidad de la oración son defectivos. Nótese que, de hecho, (45c) tiene el valor de un
argumento más que no el de predicación, ya que puede emitirse como respuesta a la pregunta
¿Qué es lo que más deseas? Lo mismo pasa con (45d), aunque en este caso los rasgos de
temporalidad aparecen realizados. En este caso es la presencia del nexo subordinante que el
elemento que convierte la predicación en un argumento, de manera que el enunciado podría ser
la respuesta a una pregunta como ¿Qué te ha dicho mi madre? Finalmente, (45e) tiene dos valores
posibles. Una opción es que, como en los dos casos anteriores, constituya la respuesta a una
pregunta (¿Qué es lo que más deseas?). La otra, más frecuente, es que sea una oración de modalidad
desiderativa. En este caso, el que introductor es un marcador de modalidad, mientras que en la
otra lectura hace de conjunción completiva.

Los ejemplos de (45) reflejan la necesidad de distinguir entre oración principal y oración
subordinada. Solo las primeras son entidades sintácticamente autónomas. Las segundas, en
cambio, a pesar de cumplir las condiciones formales para constituir una oración, carecen de
autonomía sintáctica porque aparecen subordinadas a alguna otra unidad del enunciado (45a,b),
porque presentan una temporalidad defectiva (45c) o bien porque aparecen introducidas por un
nexo de subordinación ((45d) y una de las interpretaciones de (45e)). En los tres casos, el
enunciado es un argumento o un adjunto de algún predicado emitido previamente en el discurso.
En cambio, en su interpretación desiderativa, (45e) siempre se ha considerado una oración
principal, aunque con una modalidad marcada (es decir, no aseverativa).

La necesidad de distinguir entre oraciones principales y subordinadas es lo que explica la


condición formulada en (43d). Mientras que toda oración debe satisfacer el requerimiento
estructural de (43c), las oraciones principales han de cumplir además la condición distribucional
de (43d), que garantiza su autonomía sintáctica. En otras tradiciones europeas la terminología
gramatical distingue cuidadosamente entre el concepto de oración principal y el de oración
subordinada. Así, en inglés el término aplicado en las primeras es el de sentence, mientras que a las

34 La conjunción porque parece provenir de la unión de la preposición por con la conjunción completiva que. Esto
explica la alternancia entre preposición y conjunción en casos como el siguiente: Lo hice porque quería / Lo hice por
salir del paso.

37
subordinadas les corresponde el de clause. En la tradición hispánica ha habido intentos de
proponer una distinción parecida, contraponiendo el término oración (que en este sentido más
restringido sería equivalente a oración principal) a los de cláusula (propuesto, por ejemplo por Rojo
(1978)) o proposición (término usado por Bello (1847)). No obstante, estos términos no han
acabado de imponerse y parece preferible, como opción operativa, continuar manteniendo a la
enseñanza los términos tradicionales de oración principal y oración subordinada. Es fundamental, no
obstante, entender que la relación entre la principal y la subordinada es siempre de inclusión de
esta en la primera, y no de sucesión lineal. En la oración Luís cree que María tiene razón, la
subordinada completiva es una parte de la principal (su complemento directo). Por lo tanto, es
un error grave suponer que en la anterior oración la principal es solo la secuencia Luis cree, ya que
a esta le falta uno de sus constituyentes.35

Hay otros términos relacionados íntimamente con el de oración que merecen algún
comentario. En primer lugar, nos referiremos a las oraciones con verbo no personal: oraciones
de infinitivo, de gerundio y de participio, representadas sucesivamente en (46):

(46)a. Juani quería [ Øi hablar con María ].36


b. Al [ salir Juan de la estación ], vio a María.
c. [ Øi saliendo de la estación ], Juani vio a María.
d. [ Acabado el concierto ], se celebró una rueda de prensa.

Como ya se ha dicho, la realización defectiva de los rasgos de temporalidad en todas


estas construcciones las inhabilita para poder funcionar como oraciones principales. Son, sin
embargo, oraciones desde el punto de vista estructural (es decir, predicaciones encabezadas por
un verbo) y, por tanto, parece adecuado llamarlas de esta manera.

35 Un problema que plantea el uso de las denominaciones oración principal y oración subordinada reside en el hecho de
que a veces se usa el primer término con un valor relativo, como equivalente de oración matriz. Así, en Creo que
María dijo que Juan no vendría, se podría decir impropiamente que la oración de dijo es principal respecto de la de
vendría y subordinada en relación a la de creo. Para evitar confusiones, en estos casos sería preferible usar etiquetas
como la de oración matriz u oración regente para referirse a la oración del rango jerárquico inmediatamente superior a
una subordinada.

36 Cuando la oración de infinitivo es seleccionada por un predicado, su sujeto es elíptico (Ø) y se debe interpretar

como correferente con alguno de los argumentos del predicado regente. Así, por ejemplo, el verbo querer impone
que el sujeto del infinitivo se interprete como correferente con su propio sujeto (técnicamente, se dice que querer es
un verbo de control de sujeto). Hay verbos de control de complemento directo (Juan invitó a Maríai [a Øi bailar un
tango]) y de complemento indirecto (Juan prohibió a su hijai [Øi salir con ese chico]). A pesar de la coindización que existe
en estos casos entre la categoría elíptica y el elemento de la oración principal, no se ha producido ninguna
transformación de traslado, ya que cada uno de los dos elementos representa un argumento diferente seleccionado
por un predicado distinto. Por lo tanto, Ø no es una huella, sino un argumento elíptico distinto del que corresponde
a su antecedente. Cuando el sujeto del infinitivo no tiene un antecedente en la oración principal, recibe una
interpretación inespecífica (llamada “arbitraria”): Es peligroso [Ø asomarse]. Las oraciones de infinitivo solo pueden
llevar un sujeto léxicamente realizado cuando funcionan como adjuntos circunstanciales (46b) o, en condiciones
excepcionales, cuando actúan de sujeto: [Salir él del cine] y [comenzar la gente a chillar] fue todo lo mismo. El sujeto léxico de
un infinitivo siempre debe aparecer pospuesto al verbo, lo cual se suele explicar por la subida obligatoria del verbo
desde T al núcleo del SC. Lo mismo sucede con los sujetos léxicos de las otras formas no personales del verbo (cf.
46d). Las oraciones de gerundio y de participio siempre desarrollan la función de adjunto respecto de la principal.

38
La etiqueta oración reducida se utiliza en el marco de la gramática generativa para designar
la relación predicativa que se establece entre los constituyentes en cursiva de (47):

(47) a. Considero a María demasiado joven para este cargo.


b. Quiero esta carta sin faltas de ortografía.

La existencia de esta relación se pone de manifiesto por la posibilidad de parafrasear el elemento


en cursiva por una oración subordinada: Considero que María está poco preparada para este cargo y
Quiero que esta carta no tenga faltas de ortografía y por el hecho de que es posible pronominalizar el
complemento directo sin incluir el complemento predicativo: La considero poco preparada para este
cargo y La quiero sin faltas de ortografía. No obstante, creemos que la utilización del término
“oración” en estos casos introduce confusión y que es preferible evitarla, ya que el constituyente
en cursiva de (47) está completamente falto de temporalidad, característica distintiva de toda
oración. Como ya se ha dicho, la gramática tradicional utiliza el concepto de complemento predicativo
para nombrar el predicado no verbal de los anteriores ejemplos. En cambio, no hay un término
tradicional para designar la predicación resultante, formada por el predicado y por el elemento
que formalmente hace de complemento directo del verbo. Una posibilidad sería llamarlas
predicaciones secundarias, un término que procede también de la gramática generativa y que no
plantea el inconveniente de otorgar a estos constituyentes estatuto oracional.

Otra distinción que afecta al término oración es la que establecen algunos autores entre
oración compuesta y oración compleja. Así, las oraciones coordinadas serían compuestas, mientras que las
que contienen oraciones subordinadas serían complejas. La distinción es bastante razonable, pero
no se debe olvidar que el término no marcado de la oposición con oración simple es oración
compuesta, por lo cual muchos gramáticos engloban tanto la coordinación como la subordinación
dentro del concepto de oración compuesta. Por lo tanto, parece recomendable reducir al máximo la
proliferación de términos técnicos y hablar de oración compuesta por coordinación y de oración compuesta
por subordinación, descartando la etiqueta oración compleja.

Finalmente, incluiremos un comentario relativo al concepto de oración impersonal. Hace


falta tener en cuenta que lo que define este tipo de oración es la falta de un sujeto gramatical, no
la ausencia de un agente. Por lo tanto, será impersonal toda oración que, no teniendo un sujeto
léxicamente realizado, rechace la inserción de un pronombre nominativo: Hace frío (cf. *Él hace,
frente a hace), Hay niños en el patio,37 Aquí se vive bien.

10. La noción de predicación y otros conceptos semánticos básicos (argumentos, operadores y cuantificadores)

En los párrafos anteriores de este trabajo se ha defendido la idea de que la enseñanza de


la gramática debe introducir conceptos que hagan referencia al contenido de las expresiones

37 No sería ya impersonal la variante no normativa concordada: #Habían niños en el patio, ya que aquí el sujeto sería
niños. Marcamos con el símbolo # el hecho de que se trata de una variante no normativa.

39
lingüísticas. En lo que se refiere al ámbito de la oración, la noción semántica fundamental es la de
predicación. De hecho, la diferencia fundamental entre las oraciones y los enunciados
infraoracionales es que solo las primeras constituyen predicaciones:

(48) a. María vendrá mañana.


b. Que María vendrá mañana.
c. María.

Parece obvio que (48c) no es una predicación, sino un argumento. De aquí que la
interpretación de este fragmento solo pueda hacerse vinculándolo a alguna predicación del
contexto.38 Podría parecer que el caso de (48b) es substancialmente diferente, pero hace falta
tener cuidado al juzgar su naturaleza. Es cierto que (48b) contiene una predicación, pero el
enunciado en su integridad no constituye una predicación, ya que el nexo subordinante que que la
introduce hace que su valor semántico sea el de un argumento. Esto explica que la única manera
de interpretar correctamente este enunciado sea vinculándolo a una predicación anterior (por
ejemplo, como respuesta a la pregunta ¿Qué te ha dicho Pedro?).

Así pues, desde el punto de vista del contenido, la noción sintáctica fundamental es la de
predicación. Las predicaciones sirven para designar acontecimientos, como en (48a), o estados de
cosas, como en Luís está soltero. Una predicación consta necesariamente de un predicado y de los
argumentos seleccionados por este. Además, opcionalmente puede haber adjuntos y operadores.

Los predicados son elementos relacionales que seleccionan argumentos. Así, hacer es un
predicado de tres argumentos: un AGENTE, un TEMA (aquello que se hace) y un DESTINATARIO
(cf. § 11, donde presentaremos con más detalle la noción de argumento y de papel temático).
Supongamos que queremos formar la oración Pedro dio un beso a María. Como ya hemos estudiado
antes (cf. (41)), la temporalidad es un elemento de la oración externo a la predicación. Por tanto,
podemos representar la predicación de esta oración como “Pedro dar un beso a María”. El
predicado es el verbo dar y los tres SN seleccionados son el sujeto, el complemento directo y el
complemento indirecto. El proceso de formación de una predicación a partir del predicado se
hace progresivamente: primero, el predicado identifica sus argumentos internos (aquellos que
dependen del SV) y finalmente se le une el argumento externo (el sujeto) para formar la
predicación. En (49) se refleja el proceso composicional, donde las variables x, y y z representan
los tres argumentos seleccionados (que se realizarán sintácticamente como sujeto, complemento
directo y complemento indirecto, respectivamente):

(49)a. dar (x, y, z) predicado


b. dar un beso (x, z) predicado complejo
38 Otra posibilidad es que (48c) sea uno de los términos de una relación de predicación identificativa. Esto es lo que

pasaría si este fragmento se utilizara como presentación al oyente de la persona designada o si el enunciado fuera el
título de una novela. En cualquier caso, el SN no se interpretaría como una predicación entera, sino como uno de
sus términos (Esta es María).

40
c. dar un beso a María (x) predicado complejo
d. Pedro dar un beso a María predicación

(49) refleja que una predicación es una entidad formada por un predicado con todos sus
argumentos sintácticamente identificados.39 La combinación del predicado con sus argumentos
internos da lugar a predicados complejos, como dar un beso. La prueba del valor predicativo de
estas combinaciones es que la misma combinación de rasgos corresponde a un verbo simple
(besar: Pedro besó a María).

Como ya hemos dicho, los predicados complejos también pueden contener adjuntos. Así,
en una predicación como “dar un beso a María delante de todo el mundo”, el adjunto locativo
delante de todo el mundo se combinaría con el predicado complejo de (49c) para formar a su vez el
predicado complejo “dar un beso a María delante de todo el mundo (x)”. El SP delante de todo el
mundo contiene un argumento (todo el mundo), que es seleccionado por el adverbio. La gramática
tradicional consideraba el verbo como el predicado por antonomasia, pero admitía que también
los adjetivos podían formar predicados cuando funcionaban como atributos de una oración
copulativa. Así, en Luís es listo, el predicado que selecciona como argumento externo Luís es el
adjetivo listo. También las preposiciones y algunos adverbios tienen la capacidad de seleccionar
argumentos, como acabamos de ver en el caso de delante de todos. Finalmente, señalaremos que
también los nombres pueden llevar a cabo la selección de argumentos: en su opinión de Luis, el
sustantivo opinión selecciona un argumento interno (el PACIENTE: Luis) y uno externo (el
AGENTE: el posesivo su, que contiene los rasgos de persona de quien emite la opinión). Así pues,
el SN su opinión de Luís es un argumento (cf. Su opinión de Luís es absolutamente negativa), pero a la
vez contiene internamente una predicación el núcleo de la cual es el sustantivo opinión.

Además de los predicados, de los argumentos y de los adjuntos, existen operadores.


Estos son elementos que modifican toda la predicación o alguno de sus elementos. Los
elementos en cursiva de las siguientes oraciones son operadores que inciden sobre toda la
predicación:

(50) a. Quizás Juan no conocía la noticia.


b. Ojalá apruebe todo el mundo.
c. Probablemente, Juan no conocía la noticia.
d. ¿Qué vio aquel hombre?

Todos los operadores de (50) marcan la modalidad de la oración, convirtiéndola en no


aseverativa.40 El caso de (50d) ya ha sido estudiado en § 8, cuando comentábamos el ejemplo

39 Técnicamente, se dice que un predicado que ha identificado todos sus argumentos es un predicado saturado. La

predicación corresponde, pues, a un predicado saturado por todos sus argumentos.

40En muchos casos hay proximidad entre los operadores y los predicados. Nótese, por ejemplo, que (50c) podría
formularse convirtiendo en predicado principal el elemento modal: Es probable que Juan no conociese la noticia.

41
(37): además de su naturaleza argumental (como complemento directo de la oración), el
pronombre interrogativo qué funciona como operador interrogativo con función oracional.

También hay operadores que inciden únicamente sobre alguno de los elementos de la
oración:

(51) a. [Solo Juan] habló ruso.


b. El interruptor está colocado [exactamente a ciento diez metros de distancia del
motor].
c. Luis vino [no ayer, sino anteayer].

Otro concepto semántico importante a la hora de analizar el funcionamiento de las


predicaciones es el de cuantificador. Un cuantificador es un elemento que sirve para indicar la
cantidad exacta (cuantificadores numerales) o aproximada (cuantificadores indefinidos) de individuos o
objetos de que se habla o bien el grado con que se atribuye una propiedad (cuantificadores de grado).
Una característica importante de los cuantificadores numerales y de algunos de los indefinidos es
que pueden hacer que la predicación se refiera no a un único acontecimiento, sino a un conjunto
de ellos:

(52) a. Esto me pasó [dos veces].


b. Todos votaron a favor.
c. Solo he aprobado [a Juan y a María].
d. Solo ellos han aprobado.
e. [En seis colegios electorales] hubo empate.
f. Siempre fracasó.
g. Leo el diario mientras desayuno.
h. En Barcelona se vive muy bien.

Las unidades que aparecen en cursiva en (52) multiplican el acontecimiento a que hace
referencia el predicado. Nótese, en efecto, que estamos hablando, respectivamente, de dos
experiencias vitales mías, de un conjunto de votaciones favorables, de dos o más aprobados, de
seis empates, de todo una serie de fracasos, de la lectura cotidiana del diario y del estándar de
vida en Barcelona. Los numerales, los cuantitativos y los indefinidos son las categorías
gramaticales a las cuales pertenecen los cuantificadores más típicos, pero los procedimientos de
multiplicación de las lenguas son muy complejos, de manera que también otras unidades tienen
valor cuantificacional, como la interpretación habitual del presente de indicativo (52g), los nexos
de coordinación copulativa (52c), los morfemas de plural (52d) o el se impersonal (52h).41

41 Los numerales, la coordinación y el plural son cuantificadores no intrínsecos, ya que admiten alternativamente una

interpretación colectiva o de grupo y otra distributiva. Así, la oración Luís y María viajaron a Suiza admite dos lecturas:
en una de ellas ha habido solo un viaje hecho conjuntamente por dos personas (interpretación colectiva) y en la otra
se informa de dos acontecimientos de viajar a Suiza (interpretación distributiva). Nótese que solo la lectura
distributiva implica la multiplicación del acontecimiento. Hay predicados que imponen la lectura distributiva, porque
expresan cualidades o acontecimientos típicamente individuales (Luisa y María llevaban un vestido azul), y otras que

42
Aunque no producen la multiplicación del acontecimiento, también son cuantificadores
los indefinidos como algún, todo o cualquier, ya que sus características léxicas hacen que funcionen
como variables42 y puedan referirse a un número indeterminado de individuos. Así, puedo decir
Alguien llama a la puerta incluso en el caso que sean dos o más las personas que están llamando.
De la misma manera, una oración como Cualquier periodista sabe lo que es un ‘lead’ predica de todo el
conjunto de los periodistas y no de uno solo.

En función del alcance de su referencia, los cuantificadores pueden ser universales (todo,
cada, siempre) o bien existenciales (algún, tres, a menudo). Una subclase especial de cuantificadores es
la de los partitivos (mayoría, mitad, X por ciento) y los multiplicativos (doble).

11. La selección de argumentos por parte de los predicados: los papeles temáticos o funciones argumentales

En el párrafo anterior hemos presentado la formación de una predicación como un


proceso composicional y ordenado de identificación de los argumentos seleccionados por el
predicado. Podemos expresar metafóricamente esta relación diciendo que una predicación es
como una obra de teatro en la cual se reparten papeles para los personajes que participan. Quien
determina el número de personajes y el papel que han de realizar en la obra es el predicado.
Naturalmente, no puede haber ningún personaje que no tenga su papel (es decir, todo argumento
ha de tener un predicado que lo seleccione y que le asigne una función argumental). La
determinación de las relaciones entre predicados y argumentos es una parte fundamental del
análisis de las oraciones.

Como una oración puede contener más de una predicación, la primera operación que
hace falta llevar a cabo es determinar la relación entre predicados y argumentos. Se debe señalar
que en este punto la gramática tradicional presenta insuficiencias, ya que no siempre fue capaz de
reconocer ciertos tipos de predicaciones. Así, las oraciones de (53) muestran predicaciones
secundarias que se añaden a la principal:

(53) a. Quiero el paquete en mi despacho antes de las seis.


b. No me imagino a Pedro de rector de la Universidad.
c. Hay días que se hacen interminables.
d. Te creía de vacaciones.
e. Vi a María con un vestido nuevo.

exigen la lectura colectiva (Estos cuatro versos forman una estrofa). A diferencia del comportamiento de estos
cuantificadores, los indefinidos en singular, como todo o cualquier, son cuantificadores intrínsecos, ya que solo admiten la
interpretación distributiva.

42 Los SN algún lingüista, todo lingüista y cualquier lingüista tienen valor de variable lógica porque no designan ningún
lingüista en particular, sino miembros no específicos de la clase de los lingüistas. La diferencia entre estos
cuantificadores es que algun tiene valor existencial (alude a la existencia de como mínimo un miembro de la clase),
mientras que todo y cualquier son cuantificadores universales (designan distributivamente todos los miembros de la
clase).

43
f. Con tu madre en casa, nos divorciaremos.

La tendencia a identificar erróneamente la función sintáctica con la función argumental


es probablemente la causa del análisis insatisfactorio que tradicionalmente se ha aplicado a
oraciones como las anteriores. Fijémonos, por ejemplo, en (53a). Está claro que el SN el paquete
hace de complemento directo del verbo principal (cf. Lo quiero en mi despacho antes de las seis). Pero
eso no quiere decir que el predicado que lo selecciona como argumento sea el verbo. En realidad
lo que queremos expresar en (53a) se puede parafrasear de la siguiente manera: Quiero que el
paquete esté en mi despacho antes de las seis, donde el paquete no es un argumento del predicado
principal, sino del de la subordinada.43 Por lo tanto, la relación entre predicados y argumentos en
(53a) es la siguiente: (a) el verbo querer selecciona dos argumentos: un experimentador que hace
de sujeto (yo) y una proposición que expresa lo que se quiere; (b) la proposición adopta la forma
de una predicación secundaria (es decir, de una predicación sin verbo); (c) el predicado de esta es
el SP en mi despacho44 y antes de las seis es un adjunto de la proposición subordinada, y, finalmente,
(d) el paquete es el argumento seleccionado por el predicado locativo.

Una cosa parecida pasa en (53b): lo que no es capaz de imaginarse el sujeto no es un


individuo (Pedro), sino una proposición (Pedro de rector de la Universidad), tal como demuestra la
posibilidad de paráfrasis: No me imagino que Pedro pueda llegar a rector de la Universidad. Por lo tanto,
el elemento que selecciona Pedro en (53b) no es el verbo principal, sino el SP de rector de la
Universidad, un predicado que designa una cualidad temporalmente delimitada.45

En (53c) la posibilidad de pronominalizar el complemento directo manteniendo la


relativa (Los hay que se hacen interminables) lleva a suponer que lo que selecciona el predicado
existencial es una proposición que tiene la relativa como predicado. Sería esta la que seleccionase
el SN días. Esto explica la proximidad que hay entre (53c) y Algunos días se hacen interminables.

Por lo respecta a (53d), resulta obvio que creía selecciona una proposición que consta de
un predicado episódico de vacaciones y el argumento de este, que es el pronombre clítico de
segunda persona que aparece adjunto al verbo. La paráfrasis también avala en este caso el
análisis: Creía que estabas de vacaciones.

Finalmente, (53e, f) presentan la característica común de tener predicaciones encabezadas


43 La oración subordinada del ejemplo anterior presenta el verbo estar con un complemento locativo. La tradición

gramatical tiende a suponer que estas construcciones no son propiamente atributivas, ya que el locativo no
pronominaliza por lo. Por lo tanto, se considera que el verbo estar es aquí un verbo intransitivo y que el
complemento locativo es un circunstancial. A nuestro entender, este análisis es totalmente insatisfactorio, porque ni
el locativo se puede omitir, como sería de esperar si fuese un circunstancial, ni parece que el significado de estar sea
diferente en estas oraciones. Creemos que se trata de oraciones atributivas y que el locativo es el predicado que
selecciona el sujeto. El complemento temporal es un adjunto de la predicación locativa.

44 Naturalmente, dentro del SP, el SN mi despacho hace de argumento de la preposición locativa a.

45De expresa frecuentemente cualidades no permanentes, como demuestra el contraste entre Es ingeniero (cualidad
permanente) y Trabaja de ingeniero (cualidad episódica).

44
por la preposición con. En la primera de estas oraciones, el verbo ver selecciona una proposición,
formada por las unidades que aparecen en cursiva en el ejemplo. Dentro de esta, el predicado es
la preposición con, que selecciona a su vez un argumento interno (un vestido nuevo) y uno externo
(María). De aquí que (53e) sea equivalente a Vi que María llevaba un vestido nuevo. Analizar con un
vestido nuevo como complemento circunstancial sería absurdo: equivaldría a decir que para ver a
María ha hecho falta ponerse un vestido nuevo. En (53f) la proposición encabezada por con
forma un adjunto equivalente a la prótasis de una oración condicional: Si tu madre se está en casa,
nos divorciaremos.

Así pues, una actividad básica en el análisis de la oración es determinar cuál es la relación
que se establece entre predicados y argumentos. Estos últimos pueden ser categorialmente de
dos tipos: SN o proposiciones (ya sea oraciones subordinadas o predicaciones secundarias). La
relación que mantiene cada argumento con su predicado se llama papel temático o función argumental.
La idea básica es que cada predicado asigna un papel temático a cada argumento seleccionado. O,
dicho de otra manera, cada predicado tiene una red argumental, formada por el conjunto de
papeles temáticos que asigna a sus argumentos. La clase de papeles temáticos asignados depende
de las características léxicas de cada predicado. Los papeles temáticos expresan la relación
semántica primitiva que relaciona cada argumento con su predicado. En las oraciones de (54) se
indican los papeles temáticos asignados a cada argumento por su predicado:

(54) a. Luís abrió la puerta con la llave.


[AGENTE][TEMA] [INSTR]
b. La llave abrió la puerta.
[INSTR] [TEMA]
c. La puerta se abrió.
[TEMA]
d. Luis adora la música
[EXP] [TEMA]
e. A Luis le gusta la música
[EXP] [TEMA]

El verbo abrir selecciona dos argumentos: uno interno y otro externo. El interno recibe el
papel temático de TEMA (lo que se ha abierto), mientras que el argumento externo puede ser un
AGENTE, como en (54a), o un INSTRUMENTO, como en (54b). Si el argumento externo de abrir es
un AGENTE, el INSTRUMENTO se puede incorporar a la predicación como un adjunto, como
sucede en (54a). Nótese que en este caso es la preposición instrumental con es la que asigna el
papel temático a la llave. En cambio, cuando el argumento externo recibe el papel temático de
INSTRUMENTO, el AGENTE no puede incorporarse a la predicación como adjunto (cf. *La clave
abrió la puerta {para / con} Luís). Esto se debe al hecho que los papeles temáticos están
jerarquizados, de manera que el AGENTE tiene preferencia sobre el INSTRUMENTO. Por lo tanto,

45
si la predicación incorpora un AGENTE, el INSTRUMENTO solo puede aparecer como adjunto.46

Lo que tienen en común (54d, e) es que sus verbos pertenecen a la clase de los
predicados psicológicos, ya que expresan el estado anímico que experimenta un individuo ante
un cierto estímulo. Tanto adorar como gustar seleccionan los mismos argumentos: un TEMA (el
estímulo que provoca el estado psíquico) y un EXPERIMENTADOR (el individuo que experimenta
la sensación psicológica). No obstante, uno y otro verbo se comportan sintácticamente de
manera muy diferente: mientras que el sujeto de gustar es el TEMA, el de adorar es el
EXPERIMENTADOR. El contraste entre estos verbos parece indicar que no hay una
correspondencia unívoca entre la selección de los argumentos y su realización sintáctica.47

Una característica fundamental de ciertas construcciones sintácticas es que permiten


omitir la referencia a alguno de los argumentos seleccionados léxicamente por el predicado. Eso
es lo que sucede con las construcciones pasivas perifrásticas, con las pasivas reflejas, con las
impersonales reflejas y con las anticausativas, que presentan la propiedad común de omitir el
agente, ya sea porque no se conoce o no interesa expresarlo (pasivas e impersonales) o
simplemente porque no existe (anticausativas). Así, en (54c) la aparición del clítico se permite
evitar cualquier referencia al argumento externo del verbo abrir (tanto si es AGENTE como si es
INSTRUMENTO), de manera que el único argumento que se realiza léxicamente es el interno, que
se convierte en sujeto en esta construcción. (54c) puede ser interpretada indistintamente como
anticausativa (la apertura de la puerta se produjo sin la intervención de un agente o de un
instrumento) o como pasiva refleja (la puerta fue abierta por un agente o un instrumento que en
la oración aparece inespecificado).

Otra alternancia interesante es la que afecta a los predicados causativos:

(55) a. El agua hirvió. / Luis hirvió el agua. / Luis hizo hervir el agua.
b. El vaso se rompió. / María rompió el vaso.
c. El dolor disminuyó (con el calmante). / El calmante disminuyó el dolor.
d. La bomba explotó. / El terrorista hizo explotar la bomba.
e. El consejero cesó. / El presidente destituyó al consejero.

En todos los ejemplos anteriores se produce una alternancia entre una variante
46 No es frecuente que un predicado acepte indistintamente como argumento externo un AGENTE o un
INSTRUMENTO. Un verbo como hablar acepta un instrumental como adjunto (El profesor hablaba con un micrófono), pero
no como argumento externo (cf. *El micrófono hablaba). Es cierto que la anterior oración puede ser gramatical, pero
solo en el caso que se asigne a el micrófono un comportamiento propio de los seres animados, de manera que se
interprete como AGENTE. En cambio, la oración La llave abrió la puerta puede interpretarse perfectamente sin atribuir
a la llave rasgos de animacidad.

47 Conviene decir, sin embargo, que algunos lingüistas proponen establecer diferencias entre los papeles temáticos

que asignan estas dos clases de verbos psicológicos. Según estos investigadores, mientras que la clase de adorar
asignaría TEMA y EXPERIMENTADOR, la de gustar seleccionaría un EXPERIMENTADOR y una CAUSA. Así, Me gusta la
música equivaldría a ‘La música me produce gusto’. La ventaja que presenta este análisis es que permite mantener la
idea de que hay una correspondencia entre la red argumental (o temática) de los verbos y su realización sintáctica.

46
anticausativa, que proyecta el TEMA a la posición de sujeto, y otra causativa, que realiza el TEMA
como complemento directo y coloca como sujeto un AGENTE o una CAUSA. Algunos verbos,
como hervir admiten indistintamente la construcción anticausativa y la causativa. En cambio,
otros como romper marcan la anticausatividad mediante la adición de un clítico (formando lo que
la tradición llama conjugación pronominal: romperse). No todos los verbos admiten la variante
causativa. Puedo decir El consejero cesó por sus declaraciones a la prensa, pero no puedo colocar la causa
como sujeto: *Sus declaraciones a la prensa cesaron al consejero. Tampoco sería correcto decir *El
terrorista explotó la bomba, ya que explotar no admite la variante causativa. En estos casos, la lengua
cuenta con la posibilidad de recurrir a una perífrasis con hacer o dejar: Sus declaraciones a la prensa
hicieron cesar al ministro48 o El terrorista {hizo / dejó} explotar la bomba. De hecho, la perífrasis
causativa también es posible con los verbos que admiten que la CAUSA aparezca como sujeto, tal
como muestran (55a, c).

En algunos casos, el contraste entre la variante causativa y la anticausativa de un


predicado está léxicamente codificado. Esto es lo que sucede en (55e) con cesar y destituir. Este
último verbo puede interpretarse como la variante causativa del primero: “Hacer que alguien
cese”. Lo mismo sucede con morir y matar, aunque el catalán conserva algunos usos causativos del
primer verbo (Han mort el general). La causatividad es un fenómeno importante en todas las
lenguas y tiene consecuencias en la morfología, en la sintaxis y en el léxico. Nótese, por ejemplo,
que el sufijo –ificar, que sirve para formar verbos deadjetivales, tiene valor causativo: así, por
ejemplo, dulcificar quiere decir “hacer dulce”.

No hay una lista establecida de papeles temáticos o funciones argumentales que sea
aceptada por todos los lingüistas. En cambio, sí que hay acuerdo respecto de la mayoría de ellos,
ya que expresan relaciones semánticas primitivas de alcance universal en las lenguas. Haegeman
(1991: 3.2.3) propone las siguientes definiciones para algunos de los más importantes:

(56) Algunos papeles θ 49

AGENTE o ACTOR: quien inicia la acción expresada por el predicado de


forma potencialmente intencionada. [Juan recitó un
poema]
PACIENTE: la persona o cosa que sufre la acción expresada por el
predicado. [El médico visitó a María]
TEMA: persona o cosa afectada por la acción expresada por el
predicado (aquello que es movido, afectado o efectuado

48De toda manera, en este caso sería preferible nominalizar el predicado: Sus declaraciones a la prensa provocaron el cese del
ministro.

49 Los papeles temáticos se representan también como papeles θ , usando la theta griega como abreviatura del
adjetivo.

47
por el predicado). [El paquete llegó tarde; Juan ha escrito
una novela]
EXPERIMENTADOR: entidad que experimenta un cierto estado psicológico
expresado por el predicado. [María teme la reacción de
Pepe; Le parece poco claro]
BENEFACTIVO: entidad que se beneficia de la acción expresada por el
predicado. [Lo hice para María]
DESTINATARIO o META: entidad hacia la cual se dirige la actividad expresada por
el predicado. [Di un libro a María; Iremos a Olot]
FUENTE u ORIGEN: entidad desde la cual se mueve alguna cosa como resulta
do de la actividad expresada por el predicado. [Viene de
París; Lo hace así desde que era joven]
LOCATIVO: lugar donde se sitúa la acción o estado expresado por el
predicado. [Lo dijo en la piscina]

Hay autores que reducen la lista anterior, fusionando PACIENTE y TEMA. Por otro lado,
parece claro que se tendrían que añadir otros papeles, como CAUSA (El frío la mató),
INSTRUMENTO (Estudió con el manual que le dejaste), MANERA (Conducía con mucha precaución),
TIEMPO (VINO la semana pasada), DURACIÓN (Permaneció tres horas), COMPAÑÍA (Fue con María),
etc. Además, hace falta decidir si hay papeles θ específicos para los argumentos proposicionales
(se ha propuesto uno llamado PROPOSICIÓN) o bien si estos se consideran una variante de los
individuales (de manera que se pudiera hablar de un TEMA PROPOSICIONAL o de una CAUSA
PROPOSICIONAL, por ejemplo). En cualquier caso, la utilización en la enseñanza secundaria de la
noción de papel θ viene avalada por la tradición gramatical, que los usó ampliamente, aunque
asociándolos erróneamente con las funciones sintácticas.50 Desde la perspectiva que estamos
defendiendo, los papeles θ son una herramienta conceptual imprescindible para llevar a cabo el
estudio de las propiedades predicativas de las oraciones y para abordar el análisis del contenido
en la llamada gramática oracional.

12. Las propiedades de selección de los verbos

Ya hemos comentado que la tendencia de la gramática tradicional a asociar las funciones


sintácticas con los papeles temáticos da lugar a múltiples inconvenientes. No obstante, es
innegable que hay una cierta correlación entre ambos conceptos. Así, un AGENTE nunca
aparecerá como complemento directo de su predicado, ni un TEMA puede ser sujeto de un verbo
no pasivo si este selecciona a la vez un AGENTE. Por tanto, sí que parece que hay un cierto grado

50 Algunos manuales de enseñanza secundaria han incorporado los papeles θ como conceptos del programa de
lengua. Para poner solo un ejemplo, en Pascual, Alcalde & Castro (1996) se presentan los más importantes.

48
de correspondencia entre los papeles temáticos que un predicado selecciona y la función que
estos desarrollan en la oración.

Una manera de reflejar esta correspondencia parcial consiste en suponer que la posición
de los argumentos en la estructura sintáctica inicial (la estructura profunda) depende del papel
temático que reciben. Así, la posición de argumento externo puede ser ocupada por un conjunto
reducido de papeles temáticos: AGENTE (María hizo el examen), EXPERIMENTADOR (María teme el
examen), INSTRUMENTO (La llave no abrió la puerta) o CAUSA (La crisis ha afectado gravemente la
economía). A su vez, la posición de argumento interno, cuando está presente, tiende a
corresponder al TEMA o PACIENTE (María hizo el examen; María criticó al Decano) o, en función
de la semántica del propio predicado, a algún otro papel θ , como puede ser el de LOCATIVO

(María reside en Santiago) o el de ORIGEN (El ruido procedía de la cocina). Como ya hemos
comentado antes, entre los diversos papeles θ parece haber una jerarquía, de manera que si dos
de ellos compiten por una misma posición siempre hay uno que tiene preferencia. Así, ni la
CAUSA ni el INSTRUMENTO ni EXPERIMENTADOR pueden ser argumentos externos si hay un
AGENTE. Por lo que respecta al argumento interno, se debe tener en cuenta que puede haber más
de uno, pero lo que tiende a aparecer más íntimamente vinculado al verbo es el de TEMA o
PACIENTE. Otros papeles θ pueden hacer de segundo argumento interno, como el de
DESTINATARIO (Luís dio un libro a María) o el de ORIGEN (Sacó el coche del garaje).

El interés de estas correspondencias proviene del hecho de que, en el aprendizaje de la


lengua, es muy posible que el hablante se deje guiar por estos principios a la hora de determinar
cómo debe proyectar sintácticamente los argumentos de un verbo. Pero para que esta teoría sea
plausible, falta superar una dificultad aparentemente grave: el hecho de que algunos verbos
activos coloquen el TEMA como sujeto. Si este papel θ se proyecta habitualmente como primer
argumento interno, ¿por qué en casos como los de (57) se realiza como sujeto?:

(57) a. En el auditorio faltaba mucha gente.


b. El paquete llegó puntualmente.
c. De repente surgió un problema.
d. Hacen falta más esfuerzos.

Parece claro que ninguno de los sujetos de (57) es agentivo. De hecho, la relación que los cuatro
mantienen con su predicado respectivo puede clasificarse como TEMA.

La gramática tradicional distinguía entre verbos transitivos (los que cuentan con sujeto y
complemento directo) e intransitivos (que tienen sujeto, pero no complemento directo). Por lo
tanto, desde el punto de vista de esta clasificación todos los verbos de (57) se consideran
intransitivos. Ahora bien: hay otros intransitivos que tienen un sujeto agentivo, como los de (58):

(58) a. Juan triunfó.

49
b. Marina mentía.
c. Tu hermano asintió.
d. Pedro lloraba.

Para reflejar la diferente naturaleza de la selección de argumentos de los verbos


tradicionalmente llamados intransitivos, se ha propuesto distinguir dos clases: por un lado los
intransitivos propiamente dichos (también llamados inergativos), que seleccionan argumento
externo, y por otro lado los inacusativos o ergativos, que se caracterizan por no seleccionar
argumento externo. Los siguientes esquemas representan las tres clases de selección
mencionadas:
(59)

Los verbos transitivos seleccionan un argumento interno, como mínimo, y uno externo.
Como ya hemos visto, el papel θ que asignan prototípicamente a las dos posiciones son el de
TEMA y AGENTE, respectivamente. Los inergativos solo seleccionan el argumento externo y no
realizan el interno. Por lo tanto, el único papel θ que asignan es el de AGENTE. Los verbos de
los ejemplos de (58) corresponden a esta clase. Un aspecto interesante de muchos de estos
predicados es que pueden pasar a la clase de los transitivos si añaden un acusativo interno como
complemento directo. Así, bailar es un verbo que admite el régimen intransitivo (María baila muy
bien), pero que puede construirse también transitivamente (María baila muy bien los tangos). Lo
mismo sucede con llorar: El chico lloraba lágrimas amargas. La reclasificación de estos predicados
como transitivos es factible porque la posición de argumento interno, tal como muestra (59b.i)
sigue disponible.

Finalmente, la clase de los verbos inacusativos51 tiene como característica el hecho de que
no selecciona ningún argumento externo. De aquí que sean siempre predicados no agentivos,

51Gràcia (1989) estudia las propiedades de estos verbos en catalán. Sobre la misma clase en castellano, cf.
Mendikoetxea (1999).

50
como los de (57). De hecho, algunos de estos verbos se construyen sintácticamente sin sujeto:

(60) a. Hay niños en el patio.


b. De esto hace dos meses.

No obstante, la tendencia de las lenguas románicas es promover el argumento interno en la


función de sujeto mediante una transformación sintáctica, tal como se indica en (59b.ii) con la
flecha. Esta es la razón por la que, a pesar de no ser argumentos externos, aparecen como sujetos
de sus predicados. Hay, sin embargo, pruebas de su idiosincrasia. Así, Rigau (1991), basándose en
datos aportados por Solà (1972-1973; 1987), estudia algunas construcciones impersonales del
catalán noroccidental. Los ejemplos de (61) están extraídos de su estudio:

(61) a. Falta més braços. (lit.: ‘Falta más brazos’)


b. Arriba parents. (lit.: ‘Llega parientes’)
c. Ha vingut més turistes. (lit.: ‘Ha venido más turistas’)
d. Passa molts cotxes. (lit.: ‘Pasa muchos coches’)
e. Enguany es plantarà molts arbres. (lit.: Este año se plantará muchos árboles’)

Lo que tienen de característico todos estos ejemplos es que el predicado es en todos ellos un
verbo inacusativo y que su argumento interno no se proyecta sintácticamente como sujeto
superficial de la oración. Esto solo sucede cuando el argumento interno es inespecífico, ya que en
el caso de que sea específico se produce la promoción a la posición de sujeto: Arribaran els parents
(‘Llegarán los parientes’). Como es lógico, ningún verbo inergativo puede aparecer en
construcciones como las de (61): *Plorava nens (lit.: ‘Lloraba niños’).

Según lo que se ha visto en el § 11, algunos verbos admiten indistintamente una variante
anticausativa y otra causativa. Estos predicados son inacusativos que incorporan una causa como
argumento externo en su lectura causativa, dejando como complemento directo el argumento
interno. Por lo tanto, se trata de verbos que, a pesar de pertenecer al esquema (59b.ii), admiten
su conversión en predicados transitivos:

(62) a. El dolor disminuyó. / El calmante disminuyó el dolor.


b. Esta tienda ha cerrado. / El propietario ha cerrado la tienda.
c. Las judías tienen que cocer muchas horas. / El cocinero ha cocido las judías.

Las posibilidades de transferencia entre los esquemas de selección de (59) no se limitan al


léxico. La morfología y la sintaxis también pueden hacer que algunos verbos cambien de clase.
Así, la conjugación pronominal puede convertir en inacusativos predicados originariamente
transitivos: El chico rompió el vaso – El vaso se rompió.52 Lo mismo pasa con las construcciones
52 La obtención de variantes inacusativas es uno de los valores que pueden asociarse a la conjugación pronominal de

un verbo. En otros casos, el afijo pronominal parece estar relacionado con el origen de la acción (así, irse alude al
inicio del movimiento, mientras que ir se relaciona con la meta: *Fui desde allí, enfrente de Me fui de allí). En el caso de
los verbos que adoptan obligatoriamente la conjugación pronominal (quejarse, abstenerse), el valor del clítico parece
más cercano a esta última noción de origen que a la de inacusatividad (cf. Me quejo de esto = Esto es el origen de mi queja).

51
pasivas, que son un procedimiento sintáctico para obtener construcciones inacusativas a partir de
predicados transitivos: El ministro firmó la orden – Se firmó la orden – La orden fue firmada.

Finalmente, conviene señalar que la clase de los inacusativos incluye también verbos
como ser, estar, parecer o resultar. La particularidad de estos predicados es que seleccionan como
argumento interno una predicación (ya sea una oración subordinada o una predicación
secundaria). Su sujeto superficial, cuando está presente, es el argumento externo de la
predicación secundaria seleccionada, que se ha elevado en la sintaxis. En (63) ejemplificamos este
proceso, donde Ø representa la posición vacía del argumento externo, como corresponde a los
verbos inacusativos:

(63) a. Ø Parece [que Pedro tiene razón].


b. Ø Parece [Pedro listo]  Pedroi parece [ti listo].
c. Ø Es [que María no puede venir].
d. Ø Es [María lista]  Maríai es [ti lista].
e. Ø Ha resultado [que Pedro tenía razón].
f. Ø Ha resultado [la propuesta mala]  La propuestai ha resultado [ti mala].

Como se puede ver, la característica común de todas las oraciones de (63) es que el verbo ha
seleccionado como argumento interno una predicación. Cuando esta contiene un verbo
conjugado, no hay ninguna necesidad de cambios sintácticos en el interior de la subordinada. La
gramática tradicional considera que en estos casos (63a, c, e) la subordinada es el sujeto del verbo
principal. Si así fuera, tendría que experimentar en todos estos ejemplos el ascenso que se indica
en el esquema (59b.ii). No obstante, no está claro que la completiva se haya movido de su
posición de argumento interno en todos estos casos.53 Por otra parte, cuando la proposición
seleccionada por estos verbos inacusativos es una predicación secundaria, el sujeto de esta tiene
que elevarse a la posición de sujeto verbal, como se pone de manifiesto en (63b, d, f). La subida
se debe a la necesidad de que este SN desarrolle una función sintáctica respecto del verbo. Esta
función no puede ser la de complemento directo, ya que estos verbos no son transitivos. Por lo
tanto, la única opción disponible es que pasen a ocupar la posición de sujeto de la oración.

Lo que hemos intentado demostrar en este apartado es que los esquemas básicos de
selección de argumentos por parte de un verbo están fuertemente constreñidos, según muestran
los tres patrones representados en (59). Por otra parte, hemos visto que hay mecanismos

53 En castellano existe la posibilidad de que parecer y resultar seleccionen una oración de infinitivo:
(i) Parece [Juan tener razón]  Juani parece [ti tener razón].
Como se comprueba en (i), en estos casos el argumento externo del infinitivo ha de proyectarse como sujeto del
verbo principal. El movimiento se debe al hecho de que el infinitivo no puede asignar ninguna función sintáctica al
SN, ya que el infinitivo solo puede legitimar sujetos preverbales que sean elípticos. Como ya se ha dicho, tampoco
existe la posibilidad de que Juan pueda contar como complemento directo de parece, porque no es un verbo
transitivo. La subida a la posición de sujeto es, pues, la única manera de conseguir que este SN pueda desarrollar una
función sintáctica válida.

52
morfológicos o sintácticos que permiten relacionar los diferentes esquemas básicos de selección
y que hacen posible que ciertos predicados se adapten a un régimen de selección diferente del
que léxicamente les corresponde. Sin embargo, las posibilidades de modificación de la red
argumental de un predicado son también reducidas y se ajustan a unos pocos principios de
aplicación general. Desde el punto de vista pedagógico, el interés de introducir la noción de papel
θ reside en el hecho de que esta noción permite relacionar las propiedades de las piezas léxicas
con su funcionamiento sintáctico. Sirve, por lo tanto, para vincular el estudio del léxico, el
dominio del cual es uno de los objetivos prácticos básicos de los programas de enseñanza, con la
sintaxis.

13. Las funciones sintácticas

Muchos predicados tienen la capacidad de seleccionar más de un argumento. Así, insultar


se combina con un AGENTE y un PACIENTE para formar una predicación: María insultó a Juan.
Para evitar confusiones a la hora de interpretar cuál es el papel temático que hemos de atribuir a
cada uno de los argumentos de un predicado hace falta que cada uno de ellos lleve una marca
formal. En el ejemplo anterior, sabemos que Juan es la persona insultada y que quien ha
producido el insulto es María. La marca que caracteriza al paciente en la anterior oración es la
preposición a. De manera que si hubiésemos tenido la oración Juan insultó a María, el
emparejamiento habría sido el inverso. Como es bien sabido, hay otras pruebas que permiten
diferenciar el comportamiento formal de los dos argumentos. Una es la pronominalización:
mientras que el sujeto puede ser conmutado por un pronombre nominativo, el complemento
directo exige un clítico acusativo: Ella lo insultó. También la concordancia diferencia el
comportamiento de estos argumentos: el sujeto y el verbo han de compartir los rasgos de
persona y número, cosa que no sucede con el complemento directo: Ellas lo insultaron, frente a
Ella los insultó.

La función sintáctica es, pues, una marca que permite asociar cada SN con su papel θ .
Como indica di Tullio (1997), metafóricamente se puede decir que la función sintáctica es el
vestido que ha de llevar cada personaje en la obra escrita por el predicado. En la tradición, la
función sintáctica ha estado ligada a la noción de caso, ya que las marcas de función en muchas
lenguas se manifiestan como afijos morfológicos colocados en el propio SN. Esto sucede en las
lenguas que tienen declinación, como el latín. En esta lengua, el orden de las palabras era
bastante libre, pero no se generaban confusiones a la hora de interpretar el papel de cada
argumento porque cada SN llevaba una marca morfológica de caso que informaba de su función
sintáctica. Así, Pedro quiere a María podía decirse indistintamente Petrus Mariam amat, Petrus amat
Mariam, Mariam Petrus amat o Mariam amat Petrus.54

54 Esto no quiere decir que cada una de estas oraciones pudiera usarse en cualquier contexto. Como estudiaremos en
el próximo apartado, en estos casos en que la gramática permite diferentes órdenes de palabras, la elección del más
adecuado en cada contexto depende de la estructura informativa de la oración (en general, el elemento que expresa

53
Las lenguas románicas no tienen el sistema de declinación que poseía el latín clásico55 y,
por lo tanto, han de marcar las funciones mediante procedimientos diferentes del caso
morfológico. Uno de ellos, el más utilizado, consiste en utilizar las preposiciones como marca de
función: Juan presentó María a su padre. Aquí, la preposición a marca el SN su padre como
destinatario de la presentación, atribuyendo la función de complemento indirecto. Un segundo
procedimiento es la concordancia con el verbo, que sirve para identificar el sujeto. En latín, este
procedimiento también existía, singularizando el sujeto del resto de los argumentos. Finalmente,
un tercer procedimiento al que recurren otras lenguas (como el catalán) es el orden de palabras.
Este último recurso es poco usado como marca de función y solo se aplica en casos como el de
la oración anterior para diferenciar el sujeto y el objeto directo cuando la concordancia con el
verbo no resuelve la ambigüedad potencial.56 Así, la versión catalana de María insultó a Juan no
incluye una preposición para el complemento directo: La Maria va insultar en Joan.

En conclusión: para legitimar un argumento no hay suficiente con asignarle un papel θ


por medio de un predicado. Además, hace falta que pueda desarrollar una función sintáctica en el
seno de la construcción de la cual forma parte. A la marca de función sintáctica que recibe todo
argumento se le llama caso, aunque en lenguas como el castellano el caso no tiene una
manifestación morfológica, sino sintáctica:

(64) Condiciones para la legitimación de un argumento léxico:


Tiene que haber un predicado que le asigne papel temático y tiene que manifestar caso (=
función sintáctica).

Ahora bien: la posibilidad de desarrollar una determinada función sintáctica depende de la


presencia en la estructura sintáctica de un elemento que permita la asignación del caso
correspondiente. Así, el contraste entre María está cansada y *María estar cansada prueba que la
función de sujeto léxico de una oración requiere que haya morfemas de tiempo afijados al verbo
(tal como se ha explicado en el § 8). De la misma manera, solo los verbos transitivos pueden
legitimar la presencia de un complemento directo, según muestra la agramaticalidad de (65b):

(65) a. Ha resuelto el problema.

información conocida suele preceder aquel que vehicula información nueva).

55De este solo queda como residuo el sistema pronominal átono, que mantiene la distinción entre acusativo y
dativo.

56 Sin embargo, en algunos casos, el sistema produce situaciones de ambigüedad que se tienen que resolver mediante
el discurso o cambiando la estructura de la oración. Así, a una pregunta en catalán como ¿Qui va matar al general? el
pronombre interrogativo puede representar el sujeto (¿Quién mató al general?) o el complemento directo (¿A quién mató
el general), indistintamente. No es extraño, por lo tanto, que haya tendencia en estos casos a colocar una preposición
como marca de acusativo (A qui va matar el general?), a adjuntar a la derecha o a la izquierda el sujeto (¿Qui va matar, el
general? o El general, ¿qui va matar?) o, finalmente, a adjuntar el complemento directo y reproducirlo en el interior de la
predicación mediante un pronombre clítico (El general, ¿qui el va matar? o ¿Qui el va matar, el general?). En todos estos
casos, la ambigüedad ha desaparecido.

54
b. *La resolución el problema.

A pesar de conservar la misma red temática del verbo del cual deriva, el sustantivo deverbal
resolución no puede habilitar la función de complemento directo para su argumento interno, ya
que solo los verbos pueden asignar caso acusativo. En cambio, la función que sí pueden asignar
los nombres es la de complemento nominal, que en castellano se manifiesta a través de la
inserción de una preposición de de genitivo: la resolución del problema.57 Los sustantivos, los
adjetivos y los adverbios no tienen la capacidad de habilitar por sí solos una función para su
argumento interno, de manera que es necesario introducir una preposición que marque la
dependencia de sus complementos respecto del núcleo: casa de María; fiel a sí mismo; antes de la
guerra. En cambio, los verbos y las preposiciones pueden asignar caso directamente a su
argumento interno: conocimos a María; contra la explotación.58 Los verbos solo pueden asignar una
vez caso acusativo. Por lo tanto, cuando tienen más de un argumento interno, los demás tienen
que llevar una marca preposicional de caso: dar el libro a María; convidar a María a la fiesta; colocar el
libro dentro del cajón.59

El comportamiento de los argumentos oracionales respecto de la teoría del caso es


especial. A diferencia de lo que sucede en castellano, donde llevan las mismas marcas de caso que
caracterizan los argumentos nominales, en catalán rechazan las marcas preposicionales, como se
muestra en (66):

(66) a. El fet que la Maria digués això no importa./El hecho de que María dijera eso no
importa.
c. Cal marxar abans que la Maria torni. / Hay que irse antes (de) que María vuelva.
d. Cansat que el menyspreessin, va marxar. / Cansado de que lo menospreciaran, se fue.
e. La idea consisteix que redueixin el nombre de grups./ La idea consiste en que reduzcan el
número de grupos.

La pérdida de la preposición marcadora de caso ante los argumentos oracionales es un


fenómeno bastante habitual. Se da también en francés, inglés e italiano, para poner algunos
ejemplos cercanos. Seguramente, el motivo viene dado por el hecho de que la subordinada ya

57 El posesivo manifiesta su función de complemento nominal sin la necesidad de ninguna preposición porque tiene

un valor léxico intrínsecamente genitivo (un alumno suyo). Además, establece concordancia de género y número con el
núcleo que lo selecciona.

58 En algunos casos, los verbos pueden seleccionar, por motivos léxicos, una preposición para introducir su
argumento interno: pensar en María, ir a Barcelona; abstenerse de votar. La función que corresponde a estos argumentos
se llama complemento preposicional de régimen o complemento de régimen verbal. Más allá de la denominación que se adopte, lo
importante es tratarlos como complementos y no como adjuntos, que era lo que tendía a hacer la gramática
tradicional calificándolos de complementos circunstanciales.

59No constituye propiamente una excepción el caso de nombrar a Pedro presidente de la empresa, ya que el SN presidente de
la empresa hace aquí de complemento predicativo y no de argumento, como lo prueba el hecho de que este
complemento no admita determinante: *nombrar a Pedro el presidente de la empresa.

55
tiene su propio marcador de subordinación (la conjunción que la introduce) y, además, porque la
preposición no es necesaria para evitar ambigüedades. Recuerde que la presencia de la
preposición ante los argumentos tiene una finalidad primordialmente diferenciadora. Pues bien:
hay poquísimos predicados que puedan seleccionar dos subordinadas completivas, de manera
que la identificación del papel θ que desempeñan no puede provocar confusión. La única clase
de verbos que puede seleccionar dos subordinadas de esta clase es la de los implicativos: implicar,
suponer, significar, querer decir. Nótese que una característica fundamental de estos verbos es que
exigen un orden fijo: la causa ha de preceder necesariamente a la consecuencia.60 Por tanto, una
oración como Que hubieras de dimitir implicaría que la prensa te considerara culpable no tiene la misma
interpretación que Que la prensa te considerase culpable implicaría que tuvieras que dimitir, ya que la causa
y la consecuencia cambian en cada caso.

Que una de las funciones de las preposiciones marcadoras de caso es la de evitar posibles
ambigüedades lo demuestra el acusativo preposicional del castellano. En esta lengua, el
complemento directo va precedido de la preposición a cuando es animado y específico61: Luis vio
a su hermano. En cambio, cuando el complemento directo es inanimado, aparece sin ninguna
preposición: Luis vio el coche de su hermano. Este contraste se debe seguramente al hecho de que las
oraciones que pueden provocar ambigüedad son precisamente aquellas que presentan un sujeto y
un complemento directo animado, como sucede con la primera de las oraciones anteriores.
Nótese, en cambio, que en la segunda no hay peligro de confusión del papel θ que corresponde
a cada uno de los argumentos del verbo, ya que un ente inanimado no puede interpretarse como
AGENTE ni como EXPERIMENTADOR.

De todos los SN, los que más dificultades tienen para recibir caso son los que funcionan
como argumentos externos de un predicado. Esto se debe a que son elementos que quedan fuera
del ámbito de rección del núcleo predicativo que los selecciona, de manera que solo pueden
superar el requerimiento de llevar caso si se cumplen condiciones adicionales en su selección
argumental. Ya hemos visto que el sujeto de la oración recibe el caso de los rasgos temporales
afijados morfológicamente al verbo. Cuando estos rasgos son defectivos, no puede aparecer un
sujeto léxico: *Luis ir al teatro.

Un procedimiento especial de asignación de caso al sujeto de una oración no


temporalizada es el que corresponde a las construcciones de (67):

(67) a. Vi [a María saliendo del teatro].

60 Los papeles θ que asignan estos predicados son CAUSA y TEMA, respectivamente. Sobre la caída de las
preposiciones en catalán, cf. Solà (1972-1973: § I; 1994: § 4).

61Un SN es específico si se refiere a un individuo concreto. Es inespecífico, en cambio, si no nombra ningún


miembro concreto de la clase designada. Así, el primer SN es específico en He hablado con las madres de mis alumnos y
no lo es en He hablado con madres de mis alumnos.

56
b. Este fin de semana, tenemos que dejar [trabajar al niño].
c. Haremos [ensayar el ‘lied’ a María].
d. Sentí [cantar un ‘lied’ a María].62

En las oraciones anteriores, la subordinada que aparece entre corchetes funciona como
argumento interno del verbo principal (cf. Vi que María salía del teatro; Tenemos que dejar que el niño
trabaje este fin de semana; Haremos que María ensaye el ‘lied’; Sentí que María cantaba un ‘lied’). Como en
los cuatro casos tenemos una subordinada no temporalizada, el argumento externo de esta no
puede recibir caso nominativo. La solución que se da a los casos anteriores no es homogénea,
pero tiene en común un detalle fundamental: es el verbo principal quien asigna caso al
argumento externo de la subordinada.

En primer lugar, conviene distinguir (67a) de los otros casos. En la primera oración, el
verbo ver, como transitivo que es, asigna caso acusativo a María: La vi saliendo del teatro. En (67b, c,
d) las cosas son un poco más complicadas. Lo primero que debe decirse es que dejar y hacer son
predicados que forman construcciones causativas de infinitivo.63 Esto significa que las dos
formas verbales actúan en estas oraciones como una unidad funcional a los efectos de la
asignación de caso. Lo que aportan dejar y hacer a la perífrasis es su capacidad de asignar acusativo
y dativo (cf. Le he dejado el libro o Le he hecho un pastel). Cuál de los dos sea el caso que se haya de
asignar al argumento externo del infinitivo depende de los argumentos internos de este. Si no hay
ninguno que tenga que recibir caso acusativo, este será el caso que reciba del complejo verbal el
argumento externo del infinitivo: esto es lo que sucede en (67b), donde el niño funciona como
complemento directo de la perífrasis. Como es lógico, al no ser complemento directo del
infinitivo, el clítico que representa tal función no puede afijarse a la forma no personal del verbo,
sino solamente al núcleo de la perífrasis: Le tenemos que dejar trabajar, pero no *Tenemos que dejar
trabajarle. En (67c) la situación es diferente, porque el infinitivo tiene un complemento directo
que tiene que recibir acusativo. Por lo tanto, el argumento externo recibe en este ejemplo caso
dativo del complejo verbal: Le haremos ensayar el ‘lied’, pero no *Haremos ensayarle el ‘lied’. En
cambio, el clítico del complemento directo, como argumento interno que es del infinitivo, puede
afijarse a este (Haremos ensayarlo a María) o al complejo verbal (Lo haremos ensayar a María).64

A pesar de que no son verbos propiamente causativos, los verbos de percepción como

62 Esta oración tiene otra interpretación, que no interesa aquí, según la cual María es la destinataria del ‘lied’. En esta
lectura, María es el segundo argumento interno del predicado de la subordinada y recibe caso dativo de este
(funcionando, por tanto, como complemento indirecto de cantar). Nótese que en este caso el sujeto del infinitivo es
una categoría elíptica que recibe una interpretación arbitraria equivalente a alguien. Por otro lado, (67a) no se debe
confundir con otra estructura donde el sujeto de saliendo es correferente con el sujeto de ver: Øi vi a María [Øi saliendo
del teatro]. En esta última estructura, la oración de gerundio forma un adjunto predicativo del sujeto de la oración.

63 Sobre este punto, cf. Solà (1994: § 9.3a)

64Que el clítico de la subordinada pueda afijarse al verbo principal es un fenómeno que se da incluso en casos en los
que no hay perífrasis: Ven a verme / Venme a ver.

57
ver o sentir presentan un comportamiento parecido a ellos cuando seleccionan subordinadas de
infinitivo. Así, en (67d), María recibe caso dativo: Le oí cantar un ‘lied’. Hace falta anotar, no
obstante, que los hablantes dudan a la hora de pronominalizar, ya que algunos atribuyen caso
acusativo al argumento externo del infinitivo: La oí cantar un ‘lied’. En cambio, colocan la
preposición cuando realizan este constituyente como SN.

Un caso extremo se da cuando en la subordinada de infinitivo aparecen un complemento


directo y uno indirecto. En este caso, la única opción para el argumento externo del infinitivo es
asignarle un segundo caso dativo: ??Hice devolver el libro a la bibliotecaria a María. Los signos
interrogativos indican la falta de aceptabilidad de esta oración. No obstante, la cliticización
parece posible: Le hice devolver el libro a la bibliotecaria.

El otro contexto donde el argumento externo no puede recibir caso en el interior de la


predicación que lo selecciona es el constituido por las predicaciones secundarias. Dentro de este
grupo hay dos opciones. La primera es que el predicado principal sea un verbo inacusativo.
Como no está ocupada por ningún argumento, la posición de argumento externo del verbo sigue
disponible para la subida del argumento externo de la predicación secundaria. Son los casos de
(63b, d, f), que reproducimos a continuación:

(63)b. Ø Parece [Pedro listo]  Pedroi parece [ti listo].


d. Ø Es [María lista]  Maríai es [ti lista].
f. Ø Ha resultado [la propuesta mala]  La propuestai ha resultado [ti mala].
Como estos verbos no son transitivos, no pueden asignar caso acusativo. Por lo tanto, el ascenso
del argumento externo de la predicación secundaria a la posición de sujeto del verbo le permite
recibir caso nominativo de la flexión verbal y, en consecuencia, superar el requisito de que todos
los argumentos lleven caso.

La segunda posibilidad es la que corresponde a los ejemplos de (53a, b, d, e), que


reproducimos a continuación:

(53) a. Quiero el paquete en mi despacho antes de las seis.


b. No me imagino a Pedro de rector de la Universidad.
d. Te creía de vacaciones.
e. Vi a María con un vestido nuevo.

En los ejemplos anteriores, el argumento externo de la predicación secundaria recibe caso


acusativo: Lo quiero en mi despacho antes de las seis; No me lo imagino de rector de la Universidad; Te creía
de vacaciones; La vi con un vestido nuevo. La estrategia de ascenso a la posición de sujeto no es
aplicable aquí, ya que todos estos predicados seleccionan un argumento externo propio y, por lo
tanto, tal posición está ocupada.

El caso de (53c) (Hay días que se hacen interminables) es ligeramente diferente: el predicado
haber es impersonal y esto impide el ascenso de cualquier argumento a la posición de sujeto.

58
Algunos autores suponen que haber no asigna propiamente caso acusativo, sino partitivo. Este
caso lo recibirían los complementos directos inespecíficos y los sujetos postverbales inespecíficos
de verbos inacusativos (Llegan trenes a la estación), que son los que pronominalizan en catalán por
el clítico partitivo en: Los hay que se hacen interminables/ N’hi ha que es fan interminables. Ambos casos
están asociados a la misma posición de argumento interno del verbo.

Finalmente, en el ejemplo (53f) (Con tu madre en casa, nos divorciaremos), es la preposición


con la que asigna caso al SN tu madre.

Así pues, el establecimiento de las funciones sintácticas de los argumentos de la oración


presenta un cierto paralelismo con la asignación de papeles θ , pero la correlación es solo parcial,
ya que en algunos casos el elemento que asigna caso no es el que selecciona y da papel temático
al argumento. La gramática tradicional exageró la relación que existía entre función sintáctica y
función argumental, hasta el punto de utilizar estas para definir las primeras. Con la reacción
formalista del estructuralismo, los papeles temáticos fueron relegados del estudio gramatical en
favor del concepto estrictamente formal de función sintáctica. No obstante, como se ha
argumentado en los apartados precedentes, la comprensión de las relaciones de selección entre
predicados y argumentos es uno de los aspectos más importantes del análisis oracional, razón
por la cual parece imprescindible volver a otorgar protagonismo a los papeles θ como concepto
que sirve para articular el léxico y la sintaxis.

14. Algunas cuestiones sobre la terminología de las funciones sintácticas

El establecimiento de las funciones sintácticas de la oración ha sido uno de los objetivos


básicos de la tradición. En general, sus denominaciones están bien asentadas y su delimitación es
bastante clara. Coincidimos, pues, con el comentario de Bosque (1994) que hemos recogido
antes en (24): los cambios radicales de terminología no son convenientes, sobre todo si se limitan
a sustituir unas etiquetas por otras. Desde este punto de vista, no nos parece conveniente
introducir a la enseñanza secundaria una propuesta como la de Alarcos (1970), que implica el
cambio generalizado de las denominaciones tradicionales.65

En este apartado nos limitaremos a comentar algunos aspectos que tienen que ver con la
definición tradicional de algunas funciones sintácticas y con las decisiones que conviene adoptar
cuando la tradición posee más de una etiqueta para el mismo concepto funcional. Empezaremos
refiriéndonos a las funciones que expresan la dependencia de un argumento o adjunto respecto
del verbo. La primera diferenciación que hace falta hacer es la que opone los complementos del verbo

65 En el sistema de Alarcos el sujeto se llama sujeto léxico; el complemento directo, implemento; el complemento

indirecto, complemento, y el complemento de régimen verbal pronominalizable por un pronombre personal, suplemento.
Dada la importancia de la escuela de Alarcos en los estudios del castellano, algunos manuales de secundaria utilizan
su terminología. En una de las últimas obras del autor (Alarcos, 1994) su sistema terminológico se usa junto con el
tradicional. En los estudios del catalán, el uso de la terminología de Alarcos ha sido prácticamente nulo.

59
a los adjuntos. La distinción corresponde al contraste entre argumentos seleccionados y adjuntos.
Por lo tanto, dentro de los complementos del verbo hace falta incluir el complemento directo, el
indirecto y el de régimen verbal. Normalmente, se considera que el sujeto no se integra en este
grupo, ya que no forma parte propiamente del SV. En cambio, se suele incluir dentro de los
complementos del verbo el atributo, aunque como hemos estudiado lo que seleccionan los
verbos copulativos es más bien la predicación secundaria que contiene el atributo y su argumento
externo. También serían complementos del verbo, según este criterio, los complementos
predicativos seleccionados por el verbo (por ejemplo, inteligente en Considero a María suficientemente
inteligente), aunque también en este caso lo que selecciona el verbo es más propiamente toda la
predicación secundaria de la cual es núcleo el complemento predicativo. El término adjunto
corresponde a lo que la gramática tradicional llamaba complementos circunstanciales. La ventaja más
obvia del término adjunto es que permite distinguir estos elementos de los complementos, que serían
elementos seleccionados por el verbo. Si se mantiene la denominación tradicional, la oposición
se establecería entre complementos del verbo y complementos circunstanciales. No obstante, esta distinción
no parece suficientemente clara, pues muchos adjuntos son de hecho modificadores del verbo
(por ejemplo, rápidamente en Fue rápidamente). Si se les caracteriza como complementos, no resulta
intuitivo segregarlos del conjunto de complementos del verbo. En cambio, la etiqueta adjunto evita este
problema y además permite asignar diferentes niveles de dependencia a estos elementos (adjunto
del verbo, como en el ejemplo anterior; adjunto de modalidad oracional, como seguramente en
Seguramente, vendrá más tarde, etc.).

La denominación de complemento directo e indirecto alterna en la tradición con la de objeto


directo e indirecto, respectivamente. En el cuadro de (68) mostramos cuáles son los términos usados
para designar estas funciones en algunas de las gramáticas más influyentes del castellano y del
catalán:

(68) Bello (1847): complemento acusativo, dativo


RAE (1973): complemento directo, indirecto (se usan también secundariamente objeto
directo, indirecto)
Alcina & Blecua (1975): complemento directo, indirecto (también se citan
secundariamente objeto directo, indirecto)
Alarcos (1984): objeto directo (implemento); objeto indirecto (complemento) (se citan
secundariamente complemento directo, indirecto)
Fabra (1956): complement acusatiu, complement datiu.
Badia (1994): complement directe, complement indirecte.

Como se puede ver, tanto complemento como objeto se atestiguan, pero hay una ligera
preferencia por el primer término. La única ventaja que tiene el término objeto es que permite
contraponer los complementos seleccionados por el verbo y los que son adjuntos (complementos
circunstanciales, pero nunca objetos circunstanciales). Ahora bien: para que este criterio fuera coherente

60
resultaría imprescindible hablar de objeto de régimen verbal. En cambio, para denominar esta función
encontramos habitualmente complemento de régimen verbal o complemento preposicional (de régimen) del
verbo.66 Por lo tanto, si esta función tiene que llevar la etiqueta de complemento, no hay ninguna
razón para hablar de objeto en los otros casos. Además, como ya hemos dicho, para establecer la
distinción entre elementos seleccionados y no seleccionados es preferible usar la oposición
complemento / adjunto.

De todos los complementos del verbo, es sin duda el indirecto el que plantea más
problemas de delimitación. Ante todo, hace falta aclarar que en la tradición hispánica el uso que
se hace del término complemento indirecto no tiene ninguna relación con el que ha consagrado la
tradición gramatical francesa, donde se aplica a todo complemento del verbo introducido por
una preposición. Tanto en la gramática del catalán como en la del castellano, el complemento
indirecto es todo aquel sintagma preposicional que se pueda conmutar por un clítico dativo. Esta
definición, sin embargo, plantea un problema importante, ya que las lenguas románicas han
conservado variantes del dativo latino que representaban argumentos no seleccionados por el
verbo. En (69) recogemos algunos de los usos más habituales del dativo en castellano:67

(69) a. Dativo argumental (también llamado de interés): corresponde a un argumento


seleccionado por el verbo, pronominalizable por un clítico dativo e introducido
por la preposición a: Di el libro a María; Me gusta la música).

b. Dativo posesivo: no es un argumento seleccionado por el verbo, sino que expresa


el poseedor de algún otro argumento de la oración: Le vi los ojos (cf. Vi sus ojos);
Le envido la constancia (cf. Envidio su constancia); Le repararon el coche (cf. Repararon su
coche); Le va detrás (cf. Iba detrás de María). Se debe representar obligatoriamente
mediante un pronombre clítico: *Envidio la constancia a María.

c. Dativo ético: no es un argumento del predicado y, por lo tanto, siempre se puede


omitir. Indica la participación emocional de un individuo en el acontecimiento:
Este niño no me come; Ahora que lo necesito, se me va de vacaciones. Solo se puede
expresar mediante el clítico.

En los anteriores se podrían añadir otras variantes que ejemplifican usos más residuales
del dativo latino. En cualquier caso, parece claro que ni (69b) ni (69c) corresponden a funciones
de argumentos seleccionados por el verbo y, por lo tanto, no se les debería aplicar la
66 Jaume Macià me hace notar que algunos libros de texto hablan de objeto preposicional para referirse al complemento
preposicional de régimen. Sin embargo, creemos que el primer término puede generar confusión con el significado que
tiene en la tradición gramatical del castellano, donde suele designar el complemento directo precedido de la
preposición a.

67 Conviene señalar, sin embargo, que la confusión terminológica a la hora de etiquetar los diferentes usos del dativo

hace que las denominaciones que usamos en (69) varíen considerablemente entre los lingüistas. Así, lo que
nombramos dativo ético aparece en algunos autores como dativo de interés. Otras incluyen el dativo de participación o de
intensificación (Me bebí una cerveza).

61
denominación de complemento indirecto, en la medida en que este se considera uno de los
complementos del verbo. Esto ha hecho que algunos autores hablen de dativo posesivo y dativo ético a la
hora de referirse a estos dos usos, diferenciándolos de la noción de complemento indirecto, que
queda reservada para (69a). Creemos que esta es la opción más coherente, aunque debemos
reconocer que gran parte de la tradición incluye el resto de los valores que se pueden expresar
mediante un clítico dativo en esta etiqueta.

Lo que conviene evitar es incluir dentro de la función de complemento indirecto los SP que,
encabezados por para, indican finalidad o benefactivo.68 Este es un error que proviene
probablemente de la proximidad semántica existente entre la noción de DESTINATARIO y las de
BENEFACTIVO y FINALIDAD. Pero las pruebas formales permiten deslindar claramente el
comportamiento sintáctico de los complementos con a de los que llevan para. Comparemos las
oraciones de (70):

(70) a. Di un ramo de flores a María. / Lei di un ramo de flores a Maríai.


b. ??Di un ramo de flores para María. / Di un ramo de flores al bedel para María. /
Lei di un ramo de flores al bedeli para Maríaj. / Lei di un ramo de flores para
Maríaj.

Una característica distintiva del catalán y del castellano es que permiten la reduplicación del
complemento indirecto mediante la pareja clítico-SP. La segunda oración de (70a) muestra que,
cuando esto sucede con un SP encabezado por a, el clítico y el SP tienen que interpretarse como
correferentes. Es decir, que ambos aluden al mismo individuo, tal y como resulta natural en dos
elementos que representan la misma función.

En cambio, todas las pruebas de (70b) indican que el SP introducido por para no llevan a
cabo la función de complemento indirecto. Para empezar, la primera oración de este ejemplo
suena incompleta, en contra de lo que se esperaría si el complemento con para fuera el segundo
argumento interno del verbo y desarrollara la función de complemento indirecto. Cuando se
añade un verdadero complemento indirecto (al bedel), la oración resulta perfectamente gramatical,
lo cual tampoco tendría que pasar si ambos elementos representasen la misma función. Pero
además, cuando introducimos la duplicación mediante el clítico, resulta que este no puede ser en
ningún caso correferente con el complemento introducido por para, lo que demuestra que el
dativo es incompatible con esa preposición. Finalmente, si eliminamos el SP con a y
mantenemos el clítico, este representa un individuo diferente de aquel al que refiere el adjunto de
68En Badia (1994: § 021.4.III.2a) se incluyen entre las características formales del complemento indirecto las siguientes:
“(a) En catalá duu una de les dues preposicions a o per a; [...] (b) és complement indirecte aquella paraula o frase que,
expressada en singular [...], pot ser substituïda pel pronom personal àton li”. En nuestra opinión, el clítico dativo
nunca sustituye ni se asocia a un SP encabezado por per a. Entre los ejemplos que Badia presenta como casos de
complemento indirecto se incluyen oraciones subordinadas de infinitivo que expresan finalidad: Tots feien plans per a
guanyar les eleccions (Badia, 1994: § 146.1. ex. 6a); Han vingut per veure’t o Ha firmat el manifest per no quedar
malament (idem, § 247.5, ex. 38a, 39). Es obvio que ninguno de los elementos en cursiva admite la
pronominalización por un clítico dativo.

62
finalidad. Todo esto permite concluir que ningún SP introducido por para funciona como
complemento indirecto. Se trata de un adjunto de finalidad que puede expresar la noción de
beneficiario del acontecimiento, pero que en ningún caso indica la meta del movimiento
expresado por el verbo. En (70b) a quien le doy las flores es al bedel, por más que la finalidad
con que lo haga sea la de que él las traslade a María.

15. La estructura informativa de la oración

En los apartados anteriores hemos intentado separar las funciones argumentales de las
funciones sintácticas y nos hemos mostrado favorables a introducir las primeras a la enseñanza
secundaria como una forma de conectar, por un lado, el conocimiento léxico con el gramatical y,
por el otro, el contenido con la forma lingüística, representada en la tradición por las funciones
sintácticas. Pero las oraciones no son unidades aisladas, sino que se articulan en un discurso que
tiene como función fundamental la transmisión de información y que tiene que cumplir ciertos
requerimientos de coherencia y cohesión. En este apartado defenderemos la conveniencia de
introducir algunas nociones que pertenecen a lo que se ha llamado estructura informativa de la
oración. El objetivo de esta parte de la gramática es estudiar cómo influye en la forma de cada
oración el conjunto de información que es compartido por el oyente y por el hablante. La lengua
tiene medios para indicar si una determinada información es conocida por los dos interlocutores
o no. Así, la diferencia entre las dos oraciones de (71) reside en que solo en el segundo caso se
supone que el oyente tenía información previa de un atraco, ya que el artículo definido solo se
puede utilizar cuando se presupone que el oyente puede identificar al individuo u objeto referido:

(71) a. La policía ha detenido al atracador.


b. La policía ha detenido a un atracador.

Hay unidades lingüísticas que solo se pueden interpretar en función de un contexto


discursivo previo, porque lo que hacen es señalar alguno de los elementos emitidos
anteriormente. Son, por lo tanto, entidades de valor variable, la referencia de las cuales tiene que
establecer el oyente en función de la información transmitida previamente. Se trata de las
unidades anafóricas,69 como los pronombres de tercera persona (Pedroi dice que le han tratado mal),
los reflexivos (Pedroi sei insulta a sí mismoi) y recíprocos (Pedro y María sei quieren), ciertos usos de
los demostrativos (Invitamos a Pedro y a Joséi, pero estei no pudo venir) y de los ordinales (Invité a
Pedroi y José, pero el primeroi no pudo venir) y algunas expresiones temporales (Llegamos a las cuatroi,
pero entoncesi ya era tarde) y locativas (Entramos a la escuelai, pero allíi no había nadie), entre otras.

Otra información que comparten el hablante y el oyente en circunstancias normales es la


que deriva del contexto situacional en que se produce el discurso. La lengua también posee

69En algunos casos, la unidad que fija la interpretación de la entidad anafórica aparece detrás de esta. En estos casos
se habla de catáfora: Para poder hablar con él, el Decano pide que se le presente un impreso de petición. Aquí la referencia del
pronombre él aparece posteriormente en su emisión.

63
unidades variables que se interpretan en función de la situación enunciativa: son las formas
deícticas, como los pronombres de primera y segunda persona (Yo te tengo mucho aprecio), los
demostrativos en la mayor parte de sus usos (¿Por qué no lees este libro?), los posesivos (Te presento
a mi padre), los tiempos verbales primarios (Ha salido) y algunos adverbios locativos (Ha salido
de aquí) y temporales (Se va mañana).70

Los fenómenos sintácticos más condicionados por el contexto discursivo son la


correlación entre los tiempos verbales y el orden de palabras de la oración. Aquí nos limitaremos
a estudiar muy brevemente este último. En las lenguas que no imponen un orden fijo de los
constituyentes de la oración, como es el caso del catalán y del castellano, la determinación de cuál
es el orden más adecuado en un determinado contexto depende de la oposición entre la
información conocida por el oyente (llamada tópico o tema)71 y la información nueva (o rema). En general, en
las oraciones enunciativas el tópico ha de preceder el rema. Comparemos las oraciones de (72):

(72) a. China es el país más poblado del mundo.


b. El país más poblado del mundo es China.

El contenido proposicional de las dos oraciones anteriores es el mismo y, a pesar de la


diferencia en el orden de palabras, las funciones sintácticas coinciden en ambas: China es el sujeto
y el país más poblado del mundo es el atributo. La diferencia atañe a que en cada una de ellas se
considera tópico y rema. En la primera, China es el tópico y el resto, el rema. Así, esta oración
puede usarse como respuesta a la petición Dígame algo de China hecha en un examen. Contestar en
este contexto con (72b) sería absolutamente inadecuado, porque la pregunta ha introducido
China como tópico del discurso.72 Como el tópico ha de preceder el rema, (72b) no es adecuada
en el contexto que estamos estudiando, a pesar de que se trata de una oración perfectamente
gramatical del catalán.

Ahora supongamos, en cambio, que se trata de contestar la pregunta ¿Cuál es el país más
poblado del mundo? En este caso, (72b) parece una respuesta perfectamente aceptable, ya que el
contexto discursivo determina que el tópico es el país más poblado del mundo. En cambio, (72a) solo

70 Nótese que la diferencia entre las expresiones temporales mañana y al día siguiente es que la primera se interpreta

deícticamente (en función del momento en que se emite el enunciado: Ingresará mañana al hospital), mientras que la
segunda requiere un punto de orientación anafórico (Ingresó al hospital y al día siguiente salió con el alta). Naturalmente,
para que una entidad deíctica pueda ser debidamente interpretada por el oyente hace falta que este tenga acceso a
todas las coordenadas espacio-temporales en que se emite el enunciado. No tendría sentido, por ejemplo, decir Un
momento, que cojo aquel bolígrafo cuando nos dirigimos a un interlocutor telefónico, porque este no tiene control visual
sobre el contexto situacional del hablante. De la misma manera, una pintada que diga Hoy manifestación a las 8 en plaza
de Cataluña tiene poco poder de convocatoria si a continuación no consta la fecha en que se ha hecho.

71 Para evitar cualquier confusión con el papel θ de TEMA, utilizaremos únicamente el término tópico para referirnos
a la información conocida por el oyente.

72 De hecho, como el castellano admite la elisión del sujeto, la respuesta podría prescindir completamente del tópico
sin que se produjese pérdida informativa de ninguna clase: Es el país más poblado del mundo. En cambio, la omisión de
una parte del rema implicaría un empobrecimiento de la información transmitida.

64
parecería adecuada si China recibiese relevo entonacional contrastivo: CHINA es el país más poblado
del mundo. Con una entonación no enfática, (72a) no es una buena candidata en este contexto.

Aunque no es frecuente, toda la oración puede ser remática. Supongamos que, a la vista
de un alboroto de gente en la calle, preguntamos a un viandante bien informado ¿Qué ha pasado?
Cualquier información que este emita será completamente remática, a no ser que la respuesta
comience con la reiteración del verbo de la pregunta (Ha pasado que...), lo cual es bastante
improbable. La falta de información previa compartida hace que el intercambio sea altamente
remático. Así pues, la frontera entre el tópico y el rema puede cambiar según el contexto: en una
oración como Pedro piensa alquilar un piso en el barrio de Ribera puede ser rema toda la oración (en
una situación como la que hemos diseñado antes), el predicado (¿Y qué hará ahora, Pedro?), la
secuencia formada por el complemento directo y el adjunto locativo (¿Qué me dijiste que piensa
alquilar, Pedro?) o solo el adjunto locativo (¿Dónde piensa alquilar un piso, Pedro?).

El catalán y el castellano, tienen la posibilidad de adjuntar a la izquierda cualquier


constituyente que forme parte del tópico. Esta construcción se llama topicalización o tematización y
admite recursividad, de manera que puede haber más de un elemento topicalizado:

(73) a. A María, el libro se lo dio Luis.


b. Con esta llave, sin ayuda, no conseguirás abrir la puerta.

Los elementos topicalizados de (73) tienen que formar parte de la información al alcance del
oyente, ya sea porque han sido previamente nombrados en el discurso o porque son
directamente accesibles en el contexto situacional. Cuando la función que les corresponde dentro
de la oración cuenta con un pronombre clítico, los elementos tematizados requieren que este
aparezca en el interior del predicado. Así, en (73a) la oración contiene la combinación del clítico
acusativo con el dativo, como corresponde a los dos elementos topicalizados. En cambio, en
(73b) no hay ningún pronombre clítico en la oración porque las funciones de los elementos
topicalizados no son representadas por ningún clítico en catalán.

El esquema estructural de la tematización es lo que caracteriza a los elementos adjuntos


en la oración:
(74)

65
La topicalización también puede suponer adjunción al SC: A María, ¿quién le dio el libro?, donde el
elemento topicalizado incide sobre una oración interrogativa (por tanto, sobre un SC). También
existe la posibilidad de topicalizar a la derecha. Esta construcción resulta, sin embargo, más
enfática: Se lo he dado a María, el libro. Además, la topicalización a la derecha no admite
recursividad.

Llamamos foco al elemento remático de la oración que lleva una marca léxica, sintáctica o
entonacional. Son focales los elementos interrogativos y exclamativos, los elementos que
incorporan la negación, los constituyentes dotados de énfasis contrastivo, los elementos
afectados por ciertos operadores como también, tampoco, nadie, incluso, solamente y otros. Como
llevan marcas específicas que los identifican, los constituyentes focales no deben necesariamente
aparecer en el extremo derecho de la oración. Así, por ejemplo, los elementos interrogativos y
exclamativos, en virtud de su naturaleza de operadores de modalidad tienen que aparecer al inicio
de la oración. Los elementos focalizados de (75) tampoco ocupan la última posición de la
oración:

(75) a. Pedro regaló no un libro a María, sino dos.


b. También Pedro sabe ruso.
c. Nadie sabe esto.

Un esquema sintáctico relacionado con la focalización es el de las construcciones hendidas


(también conocidas como escindidas). Se trata de un patrón enfático que, bajo la forma de
construcción atributiva, permite separar el elemento focal de una oración y colocarlo como uno
de los términos de la relación copulativa. El otro está formado por el resto de la oración
precedida de un pronombre relativo. Así, a partir de una oración como Pedro regaló un libro a María
por Sant Jordi podríamos obtener las siguientes construcciones hendidas, donde el elemento
focalizado aparece en cursiva:

66
(76)a. Quién regaló un libro a María por Sant Jordi fue Pedro.
b. Lo que Pedro regaló a María por Sant Jordi fue un libro.
c. A quien Pedro regaló un libro por Sant Jordi fue a María.
d. Fue por Sant Jordi cuando Pedro regaló un libro a María.
e. Regalar un libro a María por Sant Jordi fue lo que hizo Pedro.

En (76) hemos focalizado sucesivamente el sujeto, el complemento directo, el complemento


indirecto, el adjunto temporal y todo el predicado. Como se puede comprobar, el elemento
focalizado puede aparecer indistintamente en el inicio o en el final de la oración.

Podría parecer que la propuesta de introducir conceptos como los de tópico, rema y foco en
los programas de la enseñanza secundaria supondría añadir complejidad conceptual a una materia
que ya en su orientación actual, más reducida por lo que respecta a los contenidos, plantea
problemas de asimilación de los conceptos básicos. Creemos, no obstante, que se trata de
conceptos que pueden ser fácilmente asimilados para la intuición de los hablantes (como
mínimo, los de tópico y rema) y que sirven de vínculo de unión entre los conceptos de la gramática
oracional y los del discurso. Por lo tanto, contribuyen a dar coherencia a lo que de otra manera
parecen dos dominios independientes.

16. A modo de conclusión

En este apartado nos limitaremos a exponer sumariamente algunas de las ideas que
hemos intentado defender:

 Los conceptos gramaticales no pueden ser el único componente de los cursos de


lengua de la enseñanza secundaria.

 El objetivo fundamental del estudio de la gramática en la escuela ha de ser


suscitar la reflexión sobre la competencia lingüística del estudiante como
hablante.

 Para poder conectar los conceptos gramaticales con la intuición del estudiante se
debe dar relevancia al estudio del contenido y acceder a la forma desde este.

 El análisis gramatical no se debe concebir como un mero procedimiento de


identificación de unidades formales, sino como una actividad que admite
múltiples planteamientos y que no se centra en la palabra aisladamente, sino en
los principios que gobiernan la combinación de las unidades lingüísticas.

 Conviene potenciar el uso de pares mínimos que sirven para aislar los fenómenos
sobre los que se plantean las actividades del análisis.

 Se debe superar la diferencia de enfoque entre oración y discurso incorporando al


estudio de la oración los conceptos semánticos y comunicativos básicos (papeles

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temáticos y estructura informativa de la oración, principalmente).

 El uso sistemático de los diagramas arbóreos para reflejar la estructura de los


constituyentes de una construcción sintáctica compleja puede plantear ciertas
dificultades, sobre todo en los primeros cursos. En cualquier caso, hacer análisis
sintáctico no quiere decir necesariamente hacer árboles de constituyentes.

 Los primitivos fundamentales sobre los que se debería basar el enseñanza de la


gramática en la escuela son de cuatro tipos: categorías gramaticales (léxicas y
sintácticas), funciones argumentales (papeles θ ), funciones sintácticas, y
nociones de la estructura informativa (tópico, rema, foco...).

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