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Child Protection
de menores
Autor:
Stéphane Joulain
Centre for Child Protection
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1. Factores de riesgo
Algunas condiciones de la vida de los menores hacen que estén en mayor riesgo de abuso. Por
lo tanto, para evitar abusos es importante examinar la vida de las víctimas e identificar los
factores de riesgo, es decir, aquellos factores de los que se aprovecha un agresor para abusar.
Esto implica considerar la victimología, el campo clínico que trata, investiga, y combate el
fenómeno de la victimización. La victimología contribuye al compromiso común de proteger a
los menores del mundo y ayudar a rescatar a los menores y personas vulnerables que estén en
riesgo.
1) Género. El riesgo de acoso es más elevado en el caso de las niñas. Casi todos los
estudios demuestran que hay un mayor número de niñas abusadas que de niños,
aunque se sabe que entre los últimos se denuncia en menor medida. No obtante, la
realidad es que ocurre lo mismo en el caso de las niñas (David Finkelhor, 1986; D.
Finkelhor, 2009; Pereda, Guilera, Forns y Gómez-Benito, 2009). Por tanto, ser una niña
representa un factor de riesgo entre ocho y diez veces mayor que ser un niño en los
casos de abuso sexual. En lo que respecta a la violencia general, los niños están en
mayor riesgo (D. Finkelhor, 1980).
2) Edad. Es difícil estimar el grupo etario más prominente entre víctimas de abuso sexual
de menores. En algunos países, sobre todo en lo que conocemos como el mundo
occidental, está por debajo de los 12 años. En países emergentes, puede darse más entre
los 13 y los 16 años (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, 2014). Finkelhor ha
analizado que en el caso de las niñas el riesgo comienza a ser mayor entre los 6 y 7 años
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3) Estado cognitivo y emocional del menor. El estado emocional y cognitivo del menor
también puede presentar un riesgo para el abuso. Marshall señaló en el año 2000 que
unos vínculos de afecto inseguros (lo que, brevemente, se refiere a la manera en la que
un menor busca apoyo, consuelo y seguridad en un adulto), una autoestima baja y la
carencia de habilidades sociales, podían exponer a un menor al abuso sexual (Marshall
& Marshall, 2000). Finkelhor (1980) ya decía que la ausencia de cercanía entre un
menor y su madre era un factor de riesgo y que igualmente lo era no manifestar afecto
(David Finkelhor, 1986). Sin embargo, este último elemento había que evaluarlo
dependiendo de la cultura, puesto que el afecto no se demuestra de la misma manera
en América del Norte, en América del Sur, en África, en Europa, en Asia o en Oceanía.
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A pesar de ello, un menor con un estado emocional vulnerable corre mayor riesgo de
buscar apoyo emocional en un adulto. Además, tener dificultades cognitivas o
problemas de salud mental —como los trastornos mentales y físicos— también son
factores de riesgo de abuso para menores y adultos. Por eso, debemos prestar
particular atención a los menores que se enfrentan a sus emociones o que tienen
alguna discapacidad física. Algunos menores que no reciben atención por parte de su
figura paterna pueden buscar atención en otra “figura paterna”, como un sacerdote o
ministro, quedando expuestos al riesgo de que se aproveche de ellos alguien que se
sienta atraido por los menores (Holt & Massey, 2012).
1Los abusadores sexuales regresivos son personas que muestran una atracción pedófila a edad tardía y que
al mismo tiempo pueden sentirse atraídos por un adulto (Seto, 2008). A diferencia de los últimos, los
abusadores fijados u obsesivos son personas que se sienten atraidos exclusivamente por menores desde una
edad muy temprana (Groth & Birnbaum, 1978).
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El tutor legal de un menor puede ser el padre, la madre o cualquier otro adulto que
la ley reconoce como tutor legal del menor. Si el tutor legal es también el autor del
abuso suele ser difícil reconocer el abuso de forma inmediata, porque la gente
habitualmente no sospecha del tutor legal. Esta es una de las razones que hace tan
difícil revelar el incesto. Una madre no sospecha fácilmente que el hombre que ama
pueda abusar de sus hijos. Tampoco un padre sospecha fácilmente que la mujer que
ama —o alguno de los otros hijos— abusan de un hijo. En la mayoría de culturas se
confía de manera natural que la persona que comparte la vida de otra persona
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La ausencia de tutela también puede ser el resultado de una carencia a nivel social y
económico. Por ejemplo, si ambos padres trabajan mucho, ya sea horas o meses de
ausencia (como es el caso de los trabajadores migrantes que dejan atrás a sus hijos
para trabajar en otro país). Puede darse también el caso en que un solo progenitor
tiene que cuidar al hijo y a la vez ser la fuente de ingresos de la familia. En tales
situaciones, o el menor se queda solo en casa o entra y sale sin que los padres se
percaten debido a su ausencia. A veces se delega la tutela a otra persona, como a un
pariente, en la mayoría de casos, o a una niñera, jardín de infancia, profesor de la
escuela, entrenador deportivo, profesor de música o persona encargada de las
actividades de la iglesia (como el sacerdote, el ministro, el/la catequista, etc.). En
estos casos, los que reciben la delegación tienen la misma autoridad que los padres
ante los menores. Esto les otorga un mayor poder y se incrementa el riesgo (Holt &
Massey, 2012).
2Aquí no nos referimos sólo a parejas casadas, puesto que en la actualidad las parejas tienen distintas formas y
condiciones jurídicas. En esta unidad, se entiende a una pareja como dos personas adultas que viven juntas (y no
siempre bajo el mismo techo), pero que están unidas por un sentimiento de atracción mutua y/o amor. Este amor
se puede sellar legalmente, pero no necesariamente.
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1) Pobreza. Ha sido identificada como un factor de riesgo en el abuso sexual infantil. Esto
no significa que todos los niños que viven en condiciones pobreza estén en riesgo de
abuso, sino que la pobreza, unida a otros factores de riesgo, aumenta la posibilidad de
abuso (Richter, Dawes, & Higson-Smith, 2004). Los estudios han señalado que un 33%
de las víctimas de abuso infantil provenía de hogares con bajos ingresos, un 44% vivía
en zonas rurales pobres y 38% sufría aislamiento social (Burn & Brown, 2006 Cantarella,
2005). La pobreza aumenta el riesgo porque deja al menor aislado o expuesto a otros
factores de riesgo vinculados a la pobreza como son el alcoholismo, la adicción a las
drogas, los entornos delictivos, la promiscuidad, etc.
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En cierto modo, la verdad tiene que buscarse entre diferentes motivaciones. Contar con rigor
académico y una estandarización de los protocolos de investigación universalmente aceptada
sería de ayuda. Mientras se resuelve este debate, puede ser útil recordar un proverbio africano
que dice que“hasta que el león tenga su propio narrador, el cazador siempre tendrá la mejor parte de la
historia.”
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El responsable del abuso de un menor es siempre el abusador. Dicho esto, hay un cierto número
de objetivos de prevención que pueden reducir el riesgo de abuso. Hay que dar prioridad
absoluta a los objetivos aquí enumerados en toda la planificación preventiva que una iglesia,
organización o estado vaya a poner en marcha. Prestar atención al bienestar y seguridad de los
menores en la familia es un objetivo muy importante. Para disminuir los riesgos, se debe
considerar reducir algunos peligros sociales como la pobreza, la guerra, las drogas, la
pertenencia a pandillas, etc. La educación juega un papel muy importante. Los menores tienen
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que aprender a hablar de sus problemas y de las dificultades que están enfrentando, así como a
expresar su malestar o miedo a las personas que les rodean. No obstante, dentro de una
sociedad la seguridad de los menores es responsabilidad de los adultos y no puede recaer sólo
sobre los menores. No podemos escondernos tras la creciente capacidad de los menores de
protegerse a sí mismos.
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2. Factores de protección
Para prevenir el abuso sexual y el maltrato infantil, no es sólo importante identificar los factores
de riesgo y reducir sus consecuencias, sino también construir una sociedad en la que los niños
estén más seguros. Existe la necesidad de desarrollar modelos de intervención preventivos que
contribuyan a que la sociedad avance hacia entornos mejores y más seguros para los los niños.
Hay diferentes factores que pueden ayudar a fomentar la protección, desarrollar mejores
capacidades y establecer límites claros con los menores.
La sociedad y las iglesias deben prestar especial atención a estos ámbitos de la vida de los
menores para protegerlos mejor del abuso sexual y ayudarlos a ellos, a sus familias,
comunidades, iglesias y sociedades a que protejan la integridad de los miembros más frágiles.
Aunque el Modelo Ecológico de Desarrollo surgió en los años 70, los factores de protección no
se han puesto al frente de la lucha contra el abuso sexual infantil hasta hace poco. Esta
dificultad se debe en parte a que el énfasis se ha puesto en reducir los factores de riesgo como
única solución (intentar eliminar el riesgo es una parte importante de la prevención). Sin
embargo, también se debe a que muchos profesionales han tenido miedo de subrayar los
factores de protección porque ésto podría generar la creencia de que la víctima o la familia no
hicieron lo suficiente para evitar el abuso, llegando a sugerir équivocamente que la víctima
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podría haber colaborado con el abusador. En la actualidad, las personas entienden mejor que es
importante hacer todo para prevenir el abuso.
Al igual que la prevalencia y las consecuencias del abuso se pueden manifestar de modo diferente en
África, también pueden hacerlo los factores de protección. Identificar la correlación sociodemográfica y el
riesgo de abuso es fundamental para apoyar intervenciones preventivas sobre la base de la evidencia.
Existe amplia investigación sobre los factores de riesgo en Occidente […], pero la investigación sobre los
factores de protección sigue siendo limitada. Sin embargo, es peligroso dar por hecho la transmisibilidad
de los estudios occidentales a África. Las estructuras familiares en los países africanos están
experimentando cambios. Siguen siendo dominantes las prácticas tradicionales de clanes de parentesco y
familias extensas en las que las familias asumen el cuidado de los menores de parientes o vecinos, pero se
está produciendo un cambio hacia la familia nuclear […]. Además, ser madre soltera está convirtiéndose
en algo común en África subsahariana (p. 82). (Traducción propia del inglés).
Por el contrario, Hong & al. (2013) no ven ningún obstáculo a la hora de transferir un modelo
occidental a Asia, en concreto a Corea del Sur, por la gran influencia que la cultura occidental
ejerce sobre la sociedad de Corea del Sur: “Utilizamos un modelo teórico occidental para
comprender el conjunto de las investigaciones. Es una opción apropiada puesto que Corea del
Sur ha recibido gran influencia de la conceptualización occidental de los problemas sociales.”
(p. 1058).
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1) Factores relacionados con los niños. Hay elementos que son importantes para que un
niño se sienta cómodo con su propio carácter y personalidad. Es importante ayudarlo a
desarrollar confianza en sí mismo. Para ello, se debe reforzar el “sentido del propósito”,
ayudando al niño a comprender que la existencia se basa en objetivos que puede lograr
y que fue deseado por sus padres y/o por Dios. En segundo lugar, es fundamental
incrementar el sentido del niño de “eficiencia personal”, ayudándole a confiar en su
capacidad de hacer cosas. Más allá del carácter, existen capacidades que también se
deben fomentar en los niños:
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Estos elementos contribuyen a que los niños desarrollen la autoestima y el sentido del
propósito en la vida, la confianza en sí mismos y otras competencias. Son factores
positivos que evitan el riesgo de que tengan que buscar atención en otros para sentirse
valorados o consolados. Dichos elementos ayudan y refuerzan la resiliencia de los niños,
es decir, su capacidad de enfrentarse a diferentes obstáculos en la vida y superarlos.
2) Factores relacionados con los padres. Hay tres factores principales de protección que
tener en cuenta a este nivel:
Por ejemplo, Meinck et al. (2015) señalan que, en algunos países, el hecho de que
los padres fueran hombres de negocios o altos funcionarios con ingresos buenos y
fijos fue un factor de protección positivo (p. 89). Los primeros dos factores se
refieren al padre o al tutor natural del niño. Cuanto más competentes sean y mejor
se sientan consigo mismos, menor grado de riesgo de abuso tendrán los niños.
Los “pares positivos”. Los niños y, sobre todo adolescentes, son bastante sensibles
a la influencia de sus pares. Por eso, es importante prestar especial atención a la
relación de un niño con sus pares. Como se mencionó con anterioridad, al hablar
de factores de riesgo es de suma importancia para las iglesias y estados promover
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Una situación de vida estable. Por último, la situación del país y zona donde
viven los niños es importante. En aquellos países en los que hay pobreza extrema,
guerra o una economía pobre, existe mayor riesgo de explotación y peligro. Por
tanto es importante que, al buscar el bienestar de los niños, consideremos
igualmente el bienestar de la nación.
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