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Antologia Poeticas 1
Antologia Poeticas 1
Amazonía
3
Para grabar video de lectura coral
4
La puerta frente al mar
5
El cofre
No te olvides llevarte
las paredes
o esa lámpara que acaricias
y se enciende.
Llévate lo que no entiendes,
todo, también la sombra celeste.
Déjame el silencio,
el vacío,
la soledad,
y el rigor del universo.
Déjame un montón
de canarios amarillos
desparramados por el suelo.
Déjame,
como pan de ceniza y frío.
6
Polvo
Carlo Bordini
Poeta italiano
7
Prosa azul
8
Amor ausente
Francisco Álvarez
Poeta español
9
Y una lluvia ligera su ternura incesante,
y un huracán furioso sus pasiones de amante
Y al despertar del sueño que soñaba despierto,
sin haber recogido las rosas de su huerto,
10
¿Qué has encontrado en mí?
Jesús Lara
Poeta cochabambino, Bolivia
Ni sombra de enramada,
ni promesa de pirwa henchida,
ni siquiera esperanza de choza al final de la jornada.
Sin embargo, en mi mano entierras tu noche y tu día.
11
Antes del amor
12
Mi ingrata amante
13
Ladrones de libros
14
Al final, después de todo,
no nos saldrá tan caro delinquir
y la belleza más grande consiste
en llevarnos a casa
lo que nos fue prohibido.
15
Nostalgias saladas
16
Estoy demasiado cerca
Wislawa Symborska
Poeta polaca
17
Llévame
Norma Mayorga
Poeta paceña, Bolivia
Llévame
allí donde tu aliento
es mi paisaje,
donde el viento
no sopla mis cabellos
y tu voz es brochazo veloz
de lejanía.
Llévame…
No importa
si tienes que decirme
que el sol está muy lejos
de tus huellas frías,
que tu adiós espanta
en las noches que el río
roba las aguas al tiempo
y revueltas las trae.
Llévame…
Aunque las hojas
Del verano estén secas
Y tus labios
Estén filtrando agonía.
Llévame…
A besar el silencio
de tus horas desgranadas,
a jugar con los rizos
de tus dudas y temores.
18
Gigante de ojos azules
Nazim Hikmet
Poeta turco
19
La noche
Idea Vilariño
Poeta uruguaya
21
Liberación de las letras
22
Por qué
Elvio Romero
Poeta paraguayo
23
Invocación
Adriana Lanza
Poeta boliviana
Vestía de negro
o era la noche que se
adhería a mi cuerpo.
Yo no conocía a nadie.
Nadie me conocía.
En esa inmensidad tenebrosa
en un extraño punto
otra se revelaba.
Si ella lo recuerda
Soy un sortilegio.
24
Los estatutos del hombre
Thiago de Mello
Poeta brasileño
Artículo 1.
Queda decretado que ahora vale la vida,
que ahora vale la verdad,
y que de manos dadas
trabajaremos todos por la vida verdadera.
Artículo 2.
Queda decretado que todos los días de la semana,
inclusive los martes más grises,
tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.
Artículo 3.
Queda decretado que, a partir de este instante,
habrá girasoles en todas las ventanas,
que los girasoles tendrán derecho
a abrirse dentro de la sombra;
y que las ventanas deben permanecer el día entero
abiertas para el verde donde crece la esperanza.
Artículo 4.
Queda decretado que el hombre
no precisará nunca más
dudar del hombre.
Que el hombre confiará en el hombre
como la palmera confía en el viento,
como el viento confía en el aire,
como el aire confía en el campo azul del cielo.
Parágrafo único:
El hombre confiará en el hombre
como un niño confía en otro niño.
Artículo 5.
Queda decretado que los hombres
están libres del yugo de la mentira.
Nunca más será preciso usar
la coraza del silencio
ni la armadura de las palabras.
El hombre se sentará en la mesa
con la mirada limpia
porque la verdad pasará a ser servida
antes del postre.
25
Artículo 6.
Queda establecida, durante diez siglos,
la práctica soñada por el profeta Isaías,
y el lobo y el cordero pastarán juntos
y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.
Artículo 7.
Por decreto irrevocable
queda establecido
el reinado permanente
de la justicia y de la claridad.
Y la alegría será una bandera generosa
para siempre enarbolada
en el alma del pueblo.
Artículo 8.
Queda decretado que el mayor dolor
siempre fue y será siempre
no poder dar amor a quien se ama,
sabiendo que es el agua
quien da a la planta el milagro de la flor.
Artículo 9.
Queda permitido que el pan de cada día
tenga en el hombre la señal de su sudor.
Pero que sobre todo tenga siempre
el caliente sabor de la ternura.
Artículo 10.
Queda permitido a cualquier persona,
a cualquier hora de la vida,
el uso del traje blanco.
Artículo 11.
Queda decretado, por definición,
que el hombre es un animal que ama
y que por eso es bello,
mucho más bello que la estrella de la mañana.
Artículo 12.
Decrétase que nada estará obligado ni prohibido.
Todo será permitido.
Inclusive jugar con los rinocerontes
y caminar por las tardes
con una inmensa begonia en la solapa.
Parágrafo único:
Sólo una cosa queda prohibida:
amar sin amor.
26
Artículo 13
Queda decretado que el dinero
no podrá nunca más comprar
el sol
de las mañanas venideras.
Expulsado del gran baúl del miedo,
el dinero se transformará en una espada fraternal
para defender el derecho de cantar
y la fiesta del día que llegó.
Artículo final.
Queda prohibido el uso de la palabra libertad,
la cual será suprimida de los diccionarios
y del pantano engañoso de las bocas.
A partir de este instante
la libertad será algo vivo y transparente,
como un fuego o un río,
o como la semilla del trigo,
y su morada será siempre
el corazón del hombre.
27
Húmeda llamada
Eduardo Mitre
Poeta orureño, Bolivia
1
Tu desnudez expuesta
entera
como el pan en la mesa.
2
Beso a beso
Caricia a caricia, se dora
Al sol del deseo.
3
Llama que moja y quema,
llama que llama:
tu lengua.
4
Arqueros enardecidos
disparan sus flechas
los cinco sentidos.
5
Entre tus piernas el blanco:
carbón de sangre
corazón de la hoguera.
6
Doble latido y un solo ritmo.
Como la vida y la muerte
al principio.
7
Caracol del oído:
el oleaje de los suspiros
y de la marea de los ayeres
y los dios mío.
8
La mirada se pierde.
Salivan las sílabas:
Las pupilas ascienden
hacia alta caída.
28
9
//
10
Memoria del vértigo:
hacia adentro el quejido
y tus ojos abiertos
enceguecidos.
11
Zumbido de abeja
el silencio
de vuelta
sin haber ido.
12
Te descubro a mi lado
todavía temblando
como recién rescatada
de un naufragio
o de un incendio.
13
Y tienen de nuevo sed
de nombrar los labios:
la almohada, tu cabellera,
una pared de ladrillos,
un trozo de cielo: tribus
con rumbo desconocido.
14
Cruzan el aire –ya quieto-
tu nombre y el mío.
A recordarnos han vuelto,
a recrearnos los mismos.
15
Sobre el tiempo intacto
nuestros cuerpos tendidos
expuestos al vacío,
melancólicamente plenos.
29
¡Y si después de tantas palabras...!
César Vallejo
Poeta peruano
30
La otra orilla
Mónica Navia
Poeta paceña, Bolivia
Aspira su imagen,
silueta pasajera que
me atraviesa cuando,
a veces,
me toca un poco de él
para luego perderse
mientras
derrama en mí
la vaga sensación
de su presencia,
remueve mis sentidos,
y deshilvana mis máscaras,
desnuda,
entonces.
En el momento cuando
sentir su aliento
rebasa los márgenes del sueño
o es apenas un esbozo de realidad
de esta nostalgia inútil
cuando la verdad,
esa metáfora ambigua,
se traduce en la invención de
todos los días
que creemos conocer la vida.
31
La verdad es la única realidad
Francisco Urondo
Escritor argentino
32
Tiempo
Entre tu ser
-la creencia-
33
Descubrimiento
Wisława Szymborska
Poeta de Polonia
34
El costal vacío
35
Construcción
36
En la muerte de mi padre
Mientras el tiempo
te recorta del eco de mis pasos
no pasa de largo
el viento de esta noche.
Sola
sin centinela que me anuncie
retorno a lave del comienzo.
Huérfanos de ti
los actos postergados
rondan en desolada sombra
hasta hundirse
perennemente mudos
más allá de los vientos del buscado puerto.
Te llamo
te reclamo
37
De ti y de mí
Susana March
Poeta española
Si tú eres la montaña,
yo soy la flor, el aire, la llanura,
la fuente limpia y pura,
el río que te baña,
la hondonada,
la cubre y el paisaje;
el zafiro del cielo y la nube de encaje.
Todo y nada.
Tú eres lo duradero,
lo que persiste y queda, la verdad de las cosas.
Yo soy como las rosas.
Doy mi perfume y muero.
Tú eres el titán
que a fuerza de constancia perforaste las rocas.
Yo soy una de esas vírgenes locas
que nunca saben dónde van.
Inconstante y alada,
tan pronto rozo estrellas como me mancha el lodo.
Lo quiero siempre todo,
y nunca tengo nada.
Sí; tú eres el más fuerte
y el más bueno quizás.
Tú sabes dónde vas.
Yo sólo voy donde quiere la suerte.
Si tú eres la montaña
que aguarda sin temor el vendaval,
yo soy la fuente de cristal
que florece en su extraña.
Y no puedes conmigo,
valeroso y profundo monte del Himalaya.
Para no sucumbir, necesitas que vaya
a sembrar en ti mi trigo.
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