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1

Amazonía

Homero Carvalho Oliva


Poeta boliviano

Pude haber nacido


en otro lado del mundo
llamarme Ismael
y navegar en el Pequod
al mando del capitán Ahab
surcando los mares del sur
en busca de la ballena blanca.

Mis padres quisieron que me llame Homero


y que naciera en la Amazonía
sueño húmedo y milagro vegetal
donde los secretos están bajo
las raíces de los altos árboles
y desde el frutecido olor del sinini
del cayú del motoyoé del asaí y del achachairú
se pueden sentir los sonidos de la creación
donde la selva es aún una página en blanco
en la que aparecen Divinidades y animales insurrectos
donde los ríos son los viejos caminos de mi pueblo
por los que transcurren sus míticas historias.

Hace miles de años


allá en la tierra de los Moxos país de Enín
de Candire del Paitití y de los Reinos Dorados
los ríos eran potros domados
sobre los que cabalgábamos la llanura.
Perdida esa sabiduría
tras la llegada de las aguas salvajes
que dejaron a las pampas
como un desierto iluminado,
hoy los ríos atropellan desbocados
a las naciones de nuestra Amazonía.

Ahora los ríos son los hilos


con los que tejemos nuestros pensamientos
y cargan el recuerdo de nuestros muertos queridos,
sobre los que el Sol y la Luna
son un tembloroso corazón
preñado de abundante vida.

Todos los años


después de una nueva inundación
el agua nos descubre los vestigios
2
de la civilización que una vez hundió
y el viento encrespa los castaños
dejando ver el arcoíris como un aleteo de alas.

Allá por la llanura amazónica


y entre la espesa selva
fluye poderoso el río madre de todos los ríos:
el Mamoré
tan grande y potente es su rumor
que nos hace olvidar que alguna vez tuvimos mar.

Allá donde el agua es el origen del verbo


solo necesito de una canoa y un remo
para llegar hasta el playón
donde me espera mi amada
desnuda y morena como una gota del río.

3
Para grabar video de lectura coral

Huerta de San Vicente (II)

Juan María G. Campal


Poeta español

Cuando visito tu casa,


visito la casa de todos
los arrebatados de sus vidas:
los humillados, los torturados,
los asesinados por no ser
como ordenó y manda el arma de turno.

Cuando imagino tu miedo,


tu terror es el de cientos de miles
de aquí, de allá y de más allá
en cualquier tiempo y espacio.

Cuando siento en mí…


todos vuestros temblores,
todas vuestras incomprensiones,
ante el insulto que es grito primitivo,
ante la tortura, nuestra exclusiva bestialidad,
ante el golpe, el tajo o la bala disparada
¿desde una razón?, ¿desde una idea?,
siento la brutalidad fratricida del hombre.

Cuando visito tu casa, no te idolatro;


la hago templo donde rendir memoria
a todos los inocentes de la historia del mundo,
a todos los humillados, torturados, asesinados.

Cuando te escribo, a todos ellos escribo,


cuando digo tu nombre,
sus miles de nombres pronuncio y homenajeo
en el tuyo, Federico.

4
La puerta frente al mar

Juan Carlos Olivas


Poeta de Costa Rica

Detrás de esa puerta


ella aún escucha el crujido de las olas.
Cree que es un león que ha sido herido
por un rayo de melancolía.

Ella habla en voz baja


de cosas que llevan su verdad
a lomos de una bestia sin nombre,
puede que sea una trampa
el bramido del mar
y que alguien la esté llamando a la puerta.

Aún así es invierno


y ella no se atreve a tocarla todavía,
sino que imagina los faros de la desolación,
su hora futura frente a la arena tibia,
como una madona que recoge su canto del olvido
y empieza a recapitular
aquel idioma de orquídeas,
la brisa de una fabulación que repetía
el placer de la carne de sus amantes muertos,
el origen del dolor entre su pecho
y esa puerta que frente al mar se mantenía,
como un punto lejano que los viajeros miran
cuando tienen tristeza.

Y es que el tiempo ya ha urdido


sus gaviotas en la brisa,
y por debajo de la puerta
el sol ha rasgado su imperio;
alguien ha llegado y ruge frente al faro,
el alba bebe la sangre del león
y a pesar de que ahora
ella ha puesto barro en sus oídos,
detrás de esa puerta escucha un manojo de llaves
como gaviotas negras:
la memoria sin más abre sus brazos
y alguien gira al fin la cerradura.

5
El cofre

William Franco García Meneses


Poeta cochabambino, Bolivia

Ahora que te vas,


llévate también el viento
el cristal del agua
y el sabor del beso.

Llévate las estrellas,


la negra cúpula del cielo,
los fragmentos de la arena
y el dolor del fuego.

La vida que no retoña,


tu imagen del espejo,
la luna, la mariposa
y el cisne de tu cuerpo.

No te olvides llevarte
las paredes
o esa lámpara que acaricias
y se enciende.
Llévate lo que no entiendes,
todo, también la sombra celeste.

Déjame el silencio,
el vacío,
la soledad,
y el rigor del universo.

Déjame un montón
de canarios amarillos
desparramados por el suelo.

Déjame como un guante vacío,


Como un tiro de fusil sin ruido.

Déjame,
como pan de ceniza y frío.

Déjame como un cofre vacío


de soledad y olvido.

6
Polvo

Carlo Bordini
Poeta italiano

Siempre seré un poco menos de lo que soy,


o más bien, mucho menos. Polvo. He perdido mucho.
Lo que se pierde no se puede recuperar, y si se recupera
ya está disperso, ya no entra en el orden establecido
de las cosas. Me alegro que de mí
no quede nada más que un leve
envoltorio. He perdido
mucho. En esta levedad,
lo que más importa es la ausencia de agudos,
que todo sea redondo y recogido. Y con eso basta.
Todo lo que se ha destruido puede volverse redondo,
y más redondo. Como un jarrón. Todavía es posible.
El polvo se puede recuperar. El polvo una vez fue
detritos. Y ahora no es detritos,
es lento, friable. El polvo
es algo menos, pero puede
juntarse. Las heridas
pueden volverse polvo, recogido
cerrado. Me alegro
por no entender las cosas. Su
razón. Hay cosas que desconozco, y me
alegro. Aparecen como misterios,
quietas. Por ejemplo,
la chica que siempre me encuentro, ¿me ama
o no? No lo sé. Me alegra
no saberlo. Me alegra no saber
si la quiero, o más bien, sé que no la quiero, que podría
quererla; me alegra
no saber si hubiese podido amarla. Este misterio
me tranquiliza más que su amor.
Es lindo no saber. No saber, por ejemplo,
cuanto viviré,
o cuanto vivirá la tierra.
Esta suspensión
substituye la eternidad.

7
Prosa azul

Hernando García Vespa


Poeta beniano, Bolivia

Sé que ya no esperas nada.


que es un erial tu corazón donde
crecen los cardos del rencor y del
abatimiento.

Mira como los pájaros remontan


al cielo con sus débiles alas;
como las abejas van colmando panales
con el oro de sus mieles;

cómo hay luz en la gota de rocío


y fragancia en el pétalo,
y arpegios en el hilo de agua
que baja alegre desde el azul
glorioso de la cumbre.

Ponte ahora mismo a caminar y siembra.


capta el mensaje de los astros.

Haz el bien y no esperes,


en cambio, recompensa. Irás después
por el sendero con el paso resuelto,

con la mirada limpia, con la mano firme,


levantando en la noche tu fe
como una antorcha.

8
Amor ausente

Francisco Álvarez
Poeta español

Fue un amor a distancia, absorbente y profundo,


que vertió luz intensa sobre mi estéril mundo.

Fue el clamor estentóreo de vibrante campana,


resucitando el eco de una pasión temprana.

Vino como una musa, recitando cantares,


filtrándose en mi arena, subiendo a mis altares.

La percibí a mi lado como una frágil rosa


abriéndome sus pétalos, ingenua y temblorosa.

Se me adentró en el alma, y navegó en mis venas,


arrasando a su paso mi muro y mis almenas.

Galvanizó mi entraña con la encendida furia


de una sed insaciable de candente lujuria.

La contemplé desnuda, dulce y acogedora,


agresiva y violenta, crepúsculo y aurora.

Depositó en mis labios sus labios, entregados


a amar con besos tenues y besos prolongados.

Y al acercar mi boca a los duros pezones


sentí el salvaje instinto de tigres y leones.

Sus muslos me ofrecían la invitación callada


de atravesar su carne al filo de mi espada.

Palpé su piel vibrante, su vientre estremecido,


y la humedad ardiente del recóndito nido.

Era un canto a la vida, manojo de temblores,


estallido en la sombra de ocultos interiores.

Y era el rumor alegre del agua entre las rocas,


y el clarín que se anuncia con esperanzas locas.

Y un firmamento cálido, envolviendo en su seno


el murmullo del aire y el rugido del trueno.

9
Y una lluvia ligera su ternura incesante,
y un huracán furioso sus pasiones de amante
Y al despertar del sueño que soñaba despierto,
sin haber recogido las rosas de su huerto,

abrumado del peso sentido en el instante,


maldije los amores del amante distante.

10
¿Qué has encontrado en mí?

Jesús Lara
Poeta cochabambino, Bolivia

¿Qué has encontrado en mí, que has encontrado?


Nada tengo de río caudaloso
ni de mar envuelto en tempestades de soles.
Sin embargo zozobró en mí la barca de tus ojos.

Nunca fui monte coronado de iris


Ni poseí jamás la voz irresistible
con que suelen arrastrar los caminos.
Sin embargo me tienes en tu mano como brújula y me sigues.

Nunca he sido horizonte que amontona joyas


ni llanura de plata que dispara desde lejos
la ilusión de su abrazo.
Sin embargo me has convertido en tu propio dédalo, sin remedio.

Ni sombra de enramada,
ni promesa de pirwa henchida,
ni siquiera esperanza de choza al final de la jornada.
Sin embargo, en mi mano entierras tu noche y tu día.

Yo soy viento que pasa con los ojos vacíos,


luciérnaga que un punto da ilusión de lámpara,
ave que no se posa dos veces en una rama.
Sin embargo eres sombra a mi cuerpo para siempre pegada.

¿Qué has encontrado en mí, qué has encontrado?


Corderilla inexperta que escapó de la majada,
Mariposa arrancada a la noche por la bujía del azar,
¿por qué, por qué me has elegido?

11
Antes del amor

Jaime Ignacio Magnan


Poeta chileno

Antes del amor,


no escuchaba el llorar de los poetas,
y no leía sus antípodas poesías de desamor.
Sólo teorizaba con versos
de Rimbaud y Corbiere
y no acertaba comprender
las definiciones de Neruda y Mistral.

Antes del amor,


no lograba comprender
que la caduca eternidad
se habita entre dos.
Y egoísta, edificaba un zigurat,
para mi imperecedera soledad;
malgastando los tiempos del alma.

Antes del amor,


pintaba el mundo con científico espectro,
ignorando los colores del arco iris.
Regaba jardines de mármol
¡Y no veía crecer las flores del vergel!
Soñaba con caballos de Guernica trazados por Picasso
y me burlaba de las graciosas damas de Toulmouche.

Antes del amor,


no escribía poesía…

12
Mi ingrata amante

José Gadir Lavadenz


Poeta paceño, Bolivia

Y me hallo parado ante ti


Ofuscado por tu terrible mirada
Perdido en tus ojos
Y perdido en este laberinto de cinco salidas e
Infinitas entradas.

Hay entre tú y yo un tono gris que nos separa


Por que tus distancias ya no las mido en pasos sino en colores
Tus distancias se miden en sonrisas e insultos
Y me acerco solo con una lágrima en tu noche de valientes
Pero me alejo en el día con una sonrisa y la mano abierta

Te amo tanto y tú ni te das cuenta


Me hallo perdido entre tu norte y tu sur
Tratando de encontrar un punto débil
Una cicatriz donde refugiarme
Y camino rozándote la piel con mis pies descalzos
Bailando con zancos para tener quizás un poco de tu atención

Y voy bajando y te encuentro en una mirada perdida


Y voy bajando y te vuelvo a encontrar pero no me animo a hablarte
Y voy bajando y ahora te noto más cerca
Sigo bajando y poco a poco me ocultas las estrellas
Sigo bajando y hasta siento un placer erótico al saber
Que penetro en ti cada vez más

13
Ladrones de libros

Juan Carlos Olivas


Poeta costarricense

Loado sea el ladrón de la cultura;


el que no puede comprar libros, pero los ama
y siente un escalofrío que le sube al espinazo
cuando abre las páginas vetustas y las huele.

Bendito sea el amigo que deja pasar a su amigo


a su biblioteca personal y presta sus libros
sabiendo que el otro no los va a devolver y no le importa.
Más bendito aun aquel que los devuelve
y se da cuenta de que arranca un pedazo de su piel
u otra extremidad y lo otorga como un pan
al dueño que no entiende lo que pasa.

Alabado sea el coleccionista de rarezas,


el vigía de las primeras ediciones firmadas,
el que deja una lágrima de felicidad
sobre las tapas de cuero;
al que conoce aún el papel biblia
y desprecia hasta las heces los libros digitales.

Que nunca le falte el sustento


a los muchachos que sedujeron a las bibliotecarias de la Universidad
para obtener ciertos favores en pro de la lectura
y llegaron a enamorarse realmente,
hicieron el amor entre los anaqueles del mundo
y en cada idioma que aprendieron dejaron un orgasmo.

Que nadie olvide las librerías de segunda mano


donde dos aprendices de poetas
se las ingeniaban para distraer al vendedor
y en sus mochilas escondían los libros de Shelley,
de Szymborska, de espíritus cuyos nombres
fueron escritos sobre el agua,
o alucinaron en baratos hoteles de una noche,
o se tendieron a la piedra del sol
a ver pasar ovnis de oro bajo la noche estrellada.

Que nadie los ofenda a los lectores,


que los dejen ahí, con sus libros,
en un instante del paraíso,
pues el infierno que les espera –según Dante-
es tan sólo vivir sin esperanza.

14
Al final, después de todo,
no nos saldrá tan caro delinquir
y la belleza más grande consiste
en llevarnos a casa
lo que nos fue prohibido.

15
Nostalgias saladas

Germán Lecaro Durán


Poeta beniano, Bolivia

Cuando caigan las hojas


seguiré cabalgando mis olas de ensueño
para hollar las distancias
que encadenan nostalgias
a un amargo destierro
porque soy marinero
con las velas arriadas
que le cantan a la selva
confidente del río
sediento de tus playas.

Cuando caigan las hojas


cantaré mi añoranza por tu brisa salada
y en indómito gesto
remontaré las cumbres
en ala de los vientos
para oír de la nube
la historia de mil puertos.
Y sentirme gaviota
Aunque no abra las alas
Pues mi barca está quieta
Mar que enciendes mis mañanas….

La aurora sangra en el alma


y el sol quema la esperanza
porque soy marinero
que se acuna entre montañas.

16
Estoy demasiado cerca

Wislawa Symborska
Poeta polaca

Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.


No vuelo sobre él, de él no huyo
Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca,
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
mas he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida,
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
Se han sentado ángeles caídos.

Traducción de Elzbieta Borkiewicz

17
Llévame

Norma Mayorga
Poeta paceña, Bolivia

Llévame
allí donde tu aliento
es mi paisaje,
donde el viento
no sopla mis cabellos
y tu voz es brochazo veloz
de lejanía.

Llévame…

No importa
si tienes que decirme
que el sol está muy lejos
de tus huellas frías,
que tu adiós espanta
en las noches que el río
roba las aguas al tiempo
y revueltas las trae.

Llévame…
Aunque las hojas
Del verano estén secas
Y tus labios
Estén filtrando agonía.
Llévame…
A besar el silencio
de tus horas desgranadas,
a jugar con los rizos
de tus dudas y temores.

Y a pesar de que intento


profanarte,
llegaré descalza
de artimañas,
diosa y sacerdotisa
en tu templo de secretos
y latidos silenciosos.

18
Gigante de ojos azules

Nazim Hikmet
Poeta turco

Un gigante de ojos azules


amaba a una mujer pequeña
que su sueño era una casita
pequeña, como para ella,
que tuviera al frente un jardín,
con temblorosas madreselvas.

El gigante amaba en gigante.


Su mano, a grandes obras hechas,
mal podía construir los muros
ni usar el timbre de la puerta
de una casita con jardín
de temblorosas madreselvas.

El gigante de ojos azules


amaba a esa mujer pequeña
muy pronto se cansó, mimosa,
de tan desmesurada empresa
que no concluía en un jardín
con temblorosas madreselvas.

Adiós, ojos azules, dijo.


Y, con graciosa voltereta,
del brazo de un enano rico
penetró en la casa pequeña,
que tenía al frente un jardín
con temblorosas madreselvas.

El gigante comprende ahora


que amores de tanta grandeza
no caben ni siquiera muertos
en esas casas de muñecas
que al frente tienen un jardín
con temblorosas madreselvas.

19
La noche

Idea Vilariño
Poeta uruguaya

Es un oro imposible de comprender, un acabado


silencio que renace y se incorpora.
Las manos de la noche buscan el aire, el aire
se olvida sobre el mar,
el mar cerrado,
el mar,
solo en la noche, envuelto
en su gran soledad,
el hondo mar agonizando en vano...
El mar oliendo a algas moribundas y al sol,
la arena a musgo, a cielo, el cielo
a estrellas. La alta noche sin voces
deviniendo en sí misma, inagotada y plena,
es la mujer total con los ojos serenos
y el hombre silencioso olvidado en la playa,
el alto, el poderoso, el triste,
el que contempla,
conoce su poder que crea, ordena el mundo,
se vuelve a su conciencia que da fe de las cosas,
y el haz de los sentidos le limita la noche.

Concédeme esos cielos, esos mundos dormidos,


el peso del silencio, ese arco, ese abandono,
enciéndeme las manos,
ahóndame la vida
con la dádiva dulce que te pido.
Dame la luz sombría, apasionada y firme
de esos cielos lejanos, la armonía
de esos mundos sellados,
dame el límite mudo, el detenido
contorno de esas lunas de sombra,
su contenido canto.
Tú, el negado, da todo,
tú, el poderoso, pide,
tú, el silencioso, dame la dádiva dulcísima
de esa miel inmediata y sin sentido.

Estás solo, lo mismo.


Yo no toco tu vida, tu soledad, tu frente,
yo no soy en tu noche más que un lago, una copa,
más que un profundo lago,
en que puedes beber aun cerrados los ojos,
olvidado.
20
soy para ti como otra oscuridad, otra noche,
anticipo de la muerte,
lo que llega en el día frío el hombre espera, aguarda,
y llega y él se entrega a la noche, a una boca,
y el olvido total lo ciega y lo anonada.
Sin límites la noche,
pura, despierta, sola,
solícita al amor, ángel de todo gesto...
Estás solo, lo mismo.
Ebrio, lúcido, azul, olvidado del alma,
concédete a la hora.

21
Liberación de las letras

Jorge Miranda Luizaga


Poeta paceño, Bolivia

Cada día del calendario


parece ser fría crisis
de días petrificados
sin resonancia ni arrebato.

Quiero que los días pasen


como fuentes de promesas
que de mi emanen.

Quiero que de alegría


estas letras que escribo
del papel se escapan
y se lancen a volar.

Quiero escribir al viento


Y cantar.

Leer del pentagrama de la Vía Láctea


y crear.
Acompañado por el zumbido
de las luciérnagas.

Que aparecen en el ocaso abierto


en esta noche de desvelo.

Para que las letras se liberen


en el espacio sideral.

22
Por qué

Elvio Romero
Poeta paraguayo

Por qué no habremos de querer nosotros


Lo que nunca quisimos; por ejemplo, una casa
Sobre el remanso de un río,
Con camalotes en sus costados,
Con sus ventanas en regocijo.

Por qué no habremos de escuchar nosotros


Lo que la noche escucha; por ejemplo, una sombra
Que nos sirva de abrigo,
Que allí muera misteriosamente
Asumiendo el color de sus dominios.

Por qué no habremos de pisar nosotros


Lo que jamás pisamos; por ejemplo, un sendero
Con olorosos racimos,
Con una hoguera que allí se encienda,
Con grandes lluvias que nunca vimos.

Por qué no habremos de sonar nosotros


Con un eco que suene; por ejemplo, un murmullo
Que tiemble en el sonido,
El que responda a las preguntas
Que junto al fuego recogimos.

Y por qué no buscar siempre


Lo que es parada en un camino,
Lo que hay de otoño en un verano,
Lo que hay de ardiente en lo más frío,
Lo que es sonrojo en unos labios,
Lo que es recuerdo en el olvido,
Lo que es pregunta en la respuesta,
Lo que es jadeo en un suspiro,
Lo que es vital de esa alegría,
De esa tristeza en que vivimos.

23
Invocación

Adriana Lanza
Poeta boliviana

Con el aliento de otro aroma


salía de la noche a noche
a veces encontraba buitres
toros muertos
siempre restos.

Vestía de negro
o era la noche que se
adhería a mi cuerpo.

Yo no conocía a nadie.
Nadie me conocía.
En esa inmensidad tenebrosa
en un extraño punto
otra se revelaba.
Si ella lo recuerda
Soy un sortilegio.

Más me gustan tus enormes ojos verdes


y te quiero por dragona enamorada.
Tu baile es mi escalera
mar abierto.
Tanto femenino en todas partes
y yo sin nariz.

24
Los estatutos del hombre

Thiago de Mello
Poeta brasileño
Artículo 1.
Queda decretado que ahora vale la vida,
que ahora vale la verdad,
y que de manos dadas
trabajaremos todos por la vida verdadera.

Artículo 2.
Queda decretado que todos los días de la semana,
inclusive los martes más grises,
tienen derecho a convertirse en mañanas de domingo.

Artículo 3.
Queda decretado que, a partir de este instante,
habrá girasoles en todas las ventanas,
que los girasoles tendrán derecho
a abrirse dentro de la sombra;
y que las ventanas deben permanecer el día entero
abiertas para el verde donde crece la esperanza.

Artículo 4.
Queda decretado que el hombre
no precisará nunca más
dudar del hombre.
Que el hombre confiará en el hombre
como la palmera confía en el viento,
como el viento confía en el aire,
como el aire confía en el campo azul del cielo.

Parágrafo único:
El hombre confiará en el hombre
como un niño confía en otro niño.

Artículo 5.
Queda decretado que los hombres
están libres del yugo de la mentira.
Nunca más será preciso usar
la coraza del silencio
ni la armadura de las palabras.
El hombre se sentará en la mesa
con la mirada limpia
porque la verdad pasará a ser servida
antes del postre.

25
Artículo 6.
Queda establecida, durante diez siglos,
la práctica soñada por el profeta Isaías,
y el lobo y el cordero pastarán juntos
y la comida de ambos tendrá el mismo gusto a aurora.

Artículo 7.
Por decreto irrevocable
queda establecido
el reinado permanente
de la justicia y de la claridad.
Y la alegría será una bandera generosa
para siempre enarbolada
en el alma del pueblo.

Artículo 8.
Queda decretado que el mayor dolor
siempre fue y será siempre
no poder dar amor a quien se ama,
sabiendo que es el agua
quien da a la planta el milagro de la flor.

Artículo 9.
Queda permitido que el pan de cada día
tenga en el hombre la señal de su sudor.
Pero que sobre todo tenga siempre
el caliente sabor de la ternura.

Artículo 10.
Queda permitido a cualquier persona,
a cualquier hora de la vida,
el uso del traje blanco.

Artículo 11.
Queda decretado, por definición,
que el hombre es un animal que ama
y que por eso es bello,
mucho más bello que la estrella de la mañana.

Artículo 12.
Decrétase que nada estará obligado ni prohibido.
Todo será permitido.
Inclusive jugar con los rinocerontes
y caminar por las tardes
con una inmensa begonia en la solapa.
Parágrafo único:
Sólo una cosa queda prohibida:
amar sin amor.
26
Artículo 13
Queda decretado que el dinero
no podrá nunca más comprar
el sol
de las mañanas venideras.
Expulsado del gran baúl del miedo,
el dinero se transformará en una espada fraternal
para defender el derecho de cantar
y la fiesta del día que llegó.
Artículo final.
Queda prohibido el uso de la palabra libertad,
la cual será suprimida de los diccionarios
y del pantano engañoso de las bocas.
A partir de este instante
la libertad será algo vivo y transparente,
como un fuego o un río,
o como la semilla del trigo,
y su morada será siempre
el corazón del hombre.

27
Húmeda llamada

Eduardo Mitre
Poeta orureño, Bolivia

1
Tu desnudez expuesta
entera
como el pan en la mesa.

2
Beso a beso
Caricia a caricia, se dora
Al sol del deseo.

3
Llama que moja y quema,
llama que llama:
tu lengua.

4
Arqueros enardecidos
disparan sus flechas
los cinco sentidos.

5
Entre tus piernas el blanco:
carbón de sangre
corazón de la hoguera.

6
Doble latido y un solo ritmo.
Como la vida y la muerte
al principio.

7
Caracol del oído:
el oleaje de los suspiros
y de la marea de los ayeres
y los dios mío.

8
La mirada se pierde.
Salivan las sílabas:
Las pupilas ascienden
hacia alta caída.

28
9
//
10
Memoria del vértigo:
hacia adentro el quejido
y tus ojos abiertos
enceguecidos.

11
Zumbido de abeja
el silencio
de vuelta
sin haber ido.

12
Te descubro a mi lado
todavía temblando
como recién rescatada
de un naufragio
o de un incendio.

13
Y tienen de nuevo sed
de nombrar los labios:
la almohada, tu cabellera,
una pared de ladrillos,
un trozo de cielo: tribus
con rumbo desconocido.

14
Cruzan el aire –ya quieto-
tu nombre y el mío.
A recordarnos han vuelto,
a recrearnos los mismos.

15
Sobre el tiempo intacto
nuestros cuerpos tendidos
expuestos al vacío,
melancólicamente plenos.

29
¡Y si después de tantas palabras...!

César Vallejo
Poeta peruano

¡Y si después de tantas palabras,


no sobrevive la palabra!
¡Si después de las alas de los pájaros,
no sobrevive el pájaro parado!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo y acabemos!

¡Haber vivido para vivir de nuestra muerte!


Levantarse del cielo hacia la tierra
por sus propios desastres
y espiar el momento de apagar con su sombra su tiniebla!
¡Más valdría, francamente,
que se lo coman todo y qué más da!...

¡Y si después de tanta historia, sucumbimos,


no ya de eternidad,
sino de esas cosas sencillas, como estar
en la casa o ponerse a cavilar!
¡Y si luego encontramos,
de buenas a primeras, que vivimos,
a juzgar por la altura de los astros,
por el peine y las manchas del pañuelo!
¡Más valdría, en verdad,
que se lo coman todo, desde luego!

Se dirá que tenemos


en uno de los ojos mucha pena
y también en el otro, mucha pena
y en los dos, cuando miran, mucha pena…
Entonces… ¡Claro!... Entonces… ¡ni palabra!

30
La otra orilla

Mónica Navia
Poeta paceña, Bolivia

Aspira su imagen,
silueta pasajera que
me atraviesa cuando,
a veces,
me toca un poco de él
para luego perderse
mientras
derrama en mí
la vaga sensación
de su presencia,
remueve mis sentidos,
y deshilvana mis máscaras,
desnuda,
entonces.

En el momento cuando
sentir su aliento
rebasa los márgenes del sueño
o es apenas un esbozo de realidad
de esta nostalgia inútil
cuando la verdad,
esa metáfora ambigua,
se traduce en la invención de
todos los días
que creemos conocer la vida.

31
La verdad es la única realidad

Francisco Urondo
Escritor argentino

Del otro lado de la reja está la realidad, de


este lado de la reja también está
la realidad; la única irreal
es la reja; la libertad es real aunque no se sabe bien
si pertenece al mundo de los vivos, al
mundo de los muertos, al mundo de las
fantasías o al mundo de la vigilia, al de la explotación o
de la producción.
Los sueños, sueños son; los recuerdos, aquel
cuerpo, ese vaso de vino, el amor y
las flaquezas del amor, por supuesto, forman
parte de la realidad; un disparo en
la noche, en la frente de estos hermanos, de estos hijos,
aquellos
gritos irreales de dolor real de los torturados en
el angelus eterno y siniestro en una brigada de policía
cualquiera
son parte de la memoria, no suponen necesariamente
el presente, pero pertenecen a la realidad. La única aparente
es la reja cuadriculando el cielo, el canto
perdido de un preso, ladrón o combatiente, la voz
fusilada, resucitada al tercer día en un vuelo inmenso
cubriendo la Patagonia
porque las masacres, las redenciones, pertenecen a la reali
dad, como
la esperanza rescatada de la pólvora, de la inocencia
estival: son la realidad, como el coraje y la convalecencia
del miedo, ese aire que se resiste a volver después del peligro
como los designios de todo un pueblo que marcha
hacia la victoria
o hacia la muerte, que tropieza, que aprende a defenderse,
a rescatar lo suyo, su
realidad.
Aunque parezca a veces una mentira, la única
mentira no es siquiera la traición, es
simplemente una reja que no pertenece a la realidad.

32
Tiempo

Mario Ojara Ágreda


Poeta beniano, Bolivia

Cuatro estaciones que pasan


a medio día del hombre,
color de cielo en el alma
sobre el pensar de la tarde,

estrella que al viento llega


materia que deshace,
líquida forma pura
de su alegría callada,

¿quién tiene su fina muerte?,


¿quién tu desnuda esperanza?,
en un minuto del tiempo
fue gris la tierra del alma…

Entre tu ser
-la creencia-

Palabra nueva en su voz


desgarrada cada tarde,
dulce amor crucificado
en el filo de mi sangre.

Entre tu ser y mi ser


-aire y ceniza-

Devorado amor taciturno


que se resigna y calla.

Viento morado viento


más que viento distancia.

Y entre su ser y mi ser


-una nostalgia-

33
Descubrimiento

Wisława Szymborska
Poeta de Polonia

Creo en el gran descubrimiento.


Creo en el hombre que hará el descubrimiento.
Creo en el espanto del hombre que hará el descubrimiento.

Creo en la palidez de su rostro,


en la náusea, en el frío sudor en su labio.

Creo en la destrucción de sus apuntes,


en su reducción a cenizas,
en su completa destrucción.

Creo en el desparramarse de los números,


en un desparramarse sin arrepentimiento.

Creo en la prisa del hombre,


en la precisión de sus movimientos,
en su libre albedrío.

Creo en la rotura de los pizarrones,


en el derramamiento de los líquidos,
en la extinción del rayo.

Afirmo que se logrará


y que no será demasiado tarde,
y que todo sucederá en ausencia de testigos.
Nadie lo sabrá, estoy segura de ello,
ni su mujer, ni la pared,
ni un pájaro siquiera, porque y si le da por cantar.

Creo en las manos limpias,


creo en la carrera arruinada,
creo en el trabajo perdido de varios años.
Creo en el secreto llevado a la tumba.

Estas palabras se alzan ante mí por encima de las reglas.


No buscan apoyo en ningún ejemplo.
Mi creencia es fuerte, ciega y sin fundamento.

Traducción de Abel Murcia

34
El costal vacío

Félix Pinto Saucedo


Poeta beniano, Bolivia

Mañana no habrá pan…


El hombre a cuestas
llenará mi costal
con su silencio.

No habrá pan para ti, para nosotros,


para tantos marcados por la suerte
que enraíza dolor en cada pecho.

Este costal vacío


lo llenaré de penas y de viento
acullicaré mi angustia
para adormecer mi sufrimiento.
Me llenaré de sueños…
Enjugaré las lágrimas del hombre
que en tanto ojos congeló el invierno.
Mañana no habrá pan para los pobres
porque la harina que nos da el sustento
se ha tornado tan negra y tan esquiva,
como nacida de trigales muertos.

Mañana no habrá pan


y el hambre a cuestas
llenará mi costal
de tierra y sueños.

35
Construcción

Chico Buarque de Hollanda


Poeta brasileño

Amó aquella vez como si fuese la última


besó a su mujer como si fuese la última
y a cada hijo suyo como si fuese el único
y atravesó la calle en su paso tímido.
Subió a la construcción como si fuese
máquina
alzó en el descanso cuatro paredes sólidas
ladrillo con ladrillo en un dibujo mágico
sus ojos embotados de cemento y lágrima.
Sentóse a descansar como si fuese sábado
comió feijao y arroz como si fuese un
príncipe
bebió y eructó como si fuese un náufrago
danzó y rió como si oyese música
y tropezó en el cielo como si fuese alcohólico
y flotó en el aire como si fuese un pájaro
y terminó en el suelo hecho un paquete
fláccido
agonizó en el medio del paseo público
murió de contramano entorpeciendo el
tránsito.
Amó aquella vez como si fuese el último
besó a su mujer como si fuese la única
y a cada hijo suyo como si fuese el pródigo
y atravesó la calle con su paso alcohólico
Subió a la construcción como si fuese sólido
alzó en el descanso cuatro paredes mágicas
ladrillo con ladrillo en un dibujo lógico
sus ojos embotados de cemento y tránsito
Sentose a descansar como si fuese un
príncipe
comió Feijoo y arroz como si fuese lo
máximo
bebió y eructó como si fuese máquina
danzó y se rió como si fuese el próximo.
Y tropezó en el cielo como si oyese música
y flotó en el aire como si fuese sábado.

36
En la muerte de mi padre

Rosario Quiroga de Urquieta


Poeta cochabambina, Bolivia

Mientras el tiempo
te recorta del eco de mis pasos
no pasa de largo
el viento de esta noche.

Cuelga desnudo el verso


hasta encontrar tu sangre
en qué cubrirse.

Sola
sin centinela que me anuncie
retorno a lave del comienzo.

Los silencios redondos


de las gotas de lluvia
caen despacio,
sobre la vigilia
y avivan la nocturna trama
que golpea mi costado.
Flota en la penumbra
el oleaje verde
de tu tierna pupila
e irrumpe
en la vasta pesadumbre
que me sitia.

Huérfanos de ti
los actos postergados
rondan en desolada sombra
hasta hundirse
perennemente mudos
más allá de los vientos del buscado puerto.

Te llamo
te reclamo

37
De ti y de mí

Susana March
Poeta española

Si tú eres la montaña,
yo soy la flor, el aire, la llanura,
la fuente limpia y pura,
el río que te baña,
la hondonada,
la cubre y el paisaje;
el zafiro del cielo y la nube de encaje.
Todo y nada.

Tú eres lo duradero,
lo que persiste y queda, la verdad de las cosas.
Yo soy como las rosas.
Doy mi perfume y muero.
Tú eres el titán
que a fuerza de constancia perforaste las rocas.
Yo soy una de esas vírgenes locas
que nunca saben dónde van.

Inconstante y alada,
tan pronto rozo estrellas como me mancha el lodo.
Lo quiero siempre todo,
y nunca tengo nada.
Sí; tú eres el más fuerte
y el más bueno quizás.
Tú sabes dónde vas.
Yo sólo voy donde quiere la suerte.

Nos encontramos un extraño día.


Tú el hierro; y la luz.
y nos unimos en una misma cruz
de poesía.

Si tú eres la montaña
que aguarda sin temor el vendaval,
yo soy la fuente de cristal
que florece en su extraña.

Y no puedes conmigo,
valeroso y profundo monte del Himalaya.
Para no sucumbir, necesitas que vaya
a sembrar en ti mi trigo.

38

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