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CLASE 2

DERECHOS
HUMANOS
CUADERNILLO DE CAPACITACIÓN POLÍTICA
CLASE 2
Los tratados internacionales.
Tratados de Derechos Humanos.
Tratados de Derechos Humanos
con jerarquía constitucional.
DERECHOS HUMANOS | Clase Virtual de Capacitación Política

CLASE 2
Los tratados internacionales. Tratados de Derechos
Humanos. Tratados de Derechos Humanos con
jerarquía constitucional

Contenidos de la clase
En esta segunda clase explicaremos qué son los Tratados Internacionales y de qué
manera gravita en el cumplimiento de los Estados para su efectivo goce por parte
de los ciudadanos, haciendo especial foco en los Tratados de Derechos Humanos y
pasaremos revista a los Tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional.

2.- Los tratados Internacionales


Según Bidart Campos (citado por Ossorio, 2000) en sentido lato “[...] el térmi-
no es comprensivo de todo acuerdo entre sujetos o personas internacionales; es
decir, entre miembros o partes de la comunidad internacional; en un sentido más
estrecho y formalista, reservada para los acuerdos internacionales celebrados de
conformidad con el procedimiento especial que cada Estado arbitra en su ordena-
miento interno. Los tratados internacionales revisten múltiples formas, a parte de
los propiamente tales, son los denominados convenios, convenciones, acuerdos,
actas, protocolos, actos y protocolos adicionales, notas reservales, pactos, con-
cordatos, modus vivendi; declaraciones” (Ossorio, 2000: 992-993). Un tratado o
pacto surge como la expresión de la voluntad del Estado argentino de acordar,
asumir y comprometerse con otras Naciones, Estados, organizaciones interna-
cionales y/o la comunidad internacional sobre determinadas materias o temáti-
cas que interesan al Estado como parte de su política internacional, lo cual exige
la participación y expresión de la voluntad del Poder Ejecutivo (Presidente de la
Nación) y del Poder Legislativo (Congreso de la Nación).
Conforme nuestro sistema constitucional, una vez suscripto el tratado, acuerdo,
convención, etc. en sede internacional, requiere de un proceso posterior de apro-
bación en el orden interno, que reside en competencia del Congreso de la Nación.
Posteriormente, se inicia una tercera fase de ratificación internacional en donde
importa poner en conocimiento la decisión interna mediante el depósito de instru-
mento correspondiente conforme lo indique el tratado.
Un acuerdo internacional no solo constituye una expresión de voluntad de acordar
sino también de asumir responsabilidad internacional en caso de incumplimiento.
También irradia efectos hacia sus nacionales por cuanto el mismo puede generar el
reconocimiento de derechos y garantías constitucionales.
Esa responsabilidad internacional no solo se desprende del propio tratado que se
suscribe, sino de la Convención de Viena. Argentina -mediante la Ley N° 19.865-
aprobó la “Convención de Viena sobre el derecho de los tratados” en cuyo artículo
26 recepta el Pacta sunt servanda que conlleva que “Todo tratado en vigor obliga a
las partes y debe ser cumplido por ellas de buena fe” y en su artículo 27 -de modo
categórico- pone límites a posibles conductas de los Estados ante incumplimiento.
Allí afirma: “Una parte no podrá invocar las disposiciones de su derecho interno
como justificación del incumplimiento de un tratado”.
Por ello, más allá de las particularidades de cada tratado, pacto, convención, etc.,

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cuando nos detenemos en aquellos que son de “Derechos Humanos” éstos impli-
can al Estado asumir obligaciones en la protección de estos en sus jurisdicciones.
Tal interpretación no constituye una excepción para el Estado argentino, ya que
por su naturaleza no habilita a voluntarismo sino al compromiso ante la comunidad
internacional de respetar y hacer respetar los derechos fundamentales en el país.
Como bien afirma Pizzolo, dentro de las características más relevantes de los ins-
trumentos internacionales de Derechos Humanos se pueden destacar: “En cuanto
al sujeto la doctrina señala que son celebrados por sujetos distintos de aquellos
cuyos derechos y obligaciones se regulan, ya que los individuos no intervienen en
su celebración (salvo los que actúan en representación de los Estados signatarios)
a pesar de ser los principales beneficiarios de sus normas. Como consecuencia de
lo anterior, las obligaciones asumidas no son recíprocas o conmutativas entre las
partes contratantes, por no haber intercambio de prestaciones; sino que todas las
partes asumen el mismo tipo de obligaciones de naturaleza objetiva e invocables
ante ese Estado por cualquier individuo. Asimismo, tampoco se aplica el principio
de reciprocidad, esto es no se puede justificar el incumplimiento de una obligación
en materia de derechos humanos justificándose en el incumplimiento de otro Esta-
do parte del instrumento” (Pizzolo, 2007: 30).

2.1.- Tratados de Derechos Humanos


Los tratados, declaraciones, pactos, convenciones de Derechos Humanos en cual-
quiera de sus denominaciones se asientan como base en el reconocimiento de
la dignidad humana, la libertad, igualdad, justicia, progreso, bienestar, la paz del
mundo, como así también en algunos de ellos, fijan órganos de protección de esos
derechos y libertades fundamentales.
Es la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 la que de modo prima-
rio -pero indiscutible- sintetiza y condensa los fines u objetivos de estos tratados o
convenciones. En su Preámbulo afirma el compromiso de los Estados Miembros de
asegurar -en cooperación con la Organización de las Naciones Unidas-, el respeto
universal y efectivo a los derechos y libertades fundamentales del ser humano, y
considera que una concepción común de estos derechos y libertades es de la ma-
yor importancia para el pleno cumplimiento de dicho compromiso.
Los demás tratados o convenciones que le sucedieron a esa Declaración avanzaron
no solo en el reconocimiento de derechos, sino también en incorporar órganos de
protección como en el caso de la Convención Americana de Derechos Humanos
que incorpora la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Intera-
mericana de Derechos Humanos.
Volviendo a nuestro texto constitucional, allí podemos identificar conforme al ar-
tículo 75 inciso 22 la existencia de dos tipos de tratados de Derechos Humanos:
los de Derechos Humanos con Jerarquía Constitucional, y los de Derechos Huma-
nos sin Jerarquía Constitucional. Si bien ambos instrumentos consagran derechos
humanos y tienen jerarquía superior a las leyes, sí corresponde distinguirlos en su
jerarquía o posición dentro del ordenamiento jurídico argentino y en el trámite
constitucional vigente de aprobación de cada uno de ellos.
En efecto, si tenemos presente el régimen constitucional de aprobación para los tra-
tados-convenciones de Derechos Humanos sin jerarquía constitucional se requiere
para su aprobación por el Congreso el voto de la mayoría absoluta de cada cámara

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(es decir, mitad más uno); en cambio, para aquellos con jerarquía constitucional se
requiere una doble aprobación por parte del Congreso: la primera, como cualquier
tratado (mayoría absoluta de cada cámara) y, luego, se requiere el voto de 2/3 partes
de los miembros totales de cada cámara para adquirir jerarquía constitucional.
Si tenemos presente su jerarquía, resulta entonces relevante determinar el alcan-
ce o significado de nuestro título inicial de este apartado. Como punto de partida
reiteramos que todo tratado tiene jerarquía superior a las leyes para luego agregar
que en materia de derechos humanos se mencionan los dos anteriores (con o sin
jerarquía constitucional). En el caso de aquellos que poseen jerarquía, los podría-
mos ubicar en el mismo nivel de la Constitución nacional, en cambio los segundos
–sin jerarquía- por debajo de ella.
En consecuencia, si elaboramos un orden de prelación o jerarquía de las distintas
normas que integran el ordenamiento jurídico argentino, en el primer lugar de esa
línea superior ubicaríamos a la Constitución Nacional, pero que en virtud de lo
expuesto precedentemente en igual rango situaríamos a los tratados de Derechos
Humanos con jerarquía constitucional. Un escalón más abajo a los demás tratados,
acuerdos internacionales, incluyendo los de derechos humanos sin jerarquía consti-
tucional, los de integración emergentes del artículo 75 inciso 24 de la Constitución
Nacional, y demás acuerdos o concordatos; luego las leyes nacionales, los decretos
del Poder Ejecutivo Nacional, etc.
Por ello, cuando hablamos de supremacía constitucional y convencional, lo planteamos
desde el entendimiento que en esa parte superior de la cúspide del ordenamiento jurí-
dico, como base y fundamento, no solo debemos tomar a la Constitución Nacional, sino
también los tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional.
Con acierto, Sagüés sostiene que “[...] la Constitución convencionalizada, vale de-
cir, conformada, adaptada, completada e integrada, es móvil, desde el momento en
que su contenido material (no necesariamente su texto formal), fluctúa en función
de los tratados internacionales que suscriba el Estado y de la jurisprudencia de la
Corte Interamericana de Derechos Humanos, que generalmente está ampliando el
cupo de derechos del Pacto de San José de Costa Rica mediante el despliegue y
desarrollo de los allí enumerados.” (Sagüés, 2013).

2.2.- Tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional


Como ya expresáramos, la reforma constitucional del año 1994 ha receptado en el
texto constitucional en su artículo 75 inciso 22 toda una serie de tratados, declara-
ciones, pactos y convenciones internacionales de Derechos Humanos a las que les
ha reconocido jerarquía constitucional1 y otros, que si bien no están en el inciso
mencionado, el Congreso de la Nación Argentina por mandato constitucional le ha
reconocido esa jerarquía.

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Sostiene Sagüés en relación a los Tratados de Derechos Humanos que “La regla constitucional seña-
la que tales instrumentos ‘tienen jerarquía constitucional’, lo que importa decir que ‘no forman’ parte
de la Constitución, pero que ‘valen’ como ella. Sin embargo, y en cuanto tal valor, la misma Constitu-
ción contiene algunas salvedades: a) Aquellos instrumentos poseen rango constitucional ‘en las con-
diciones de su vigencia’, conforme alerta el artículo 75, inciso 22. Habrá pues que tener en cuenta las
reservas y declaraciones con que fueron aprobados o ratificados por Argentina, en cada caso parti-
cular. b) Paralelamente, ‘no derogan artículo alguno de la primera parte de esta Constitución y deben
entenderse complementarios de los derechos y garantías por ella reconocidos’, agrega el mentado
artículo 75, inciso 22.” (Sagüés, 2008: 2)

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Tratados de Derechos Humanos con jerarquía constitucional


enunciados en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional

• La Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre


(de 1948);
• La Declaración Universal de Derechos Humanos (de 1948);
• La Convención Americana sobre Derechos Humanos (de 1969);
• El Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Cultu-
rales (de 1966);
• El Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y su Protoco-
lo Facultativo (de 1966);
• La Convención sobre la Prevención y la Sanción del Delito de Ge-
nocidio (de 1948);
• La Convención Internacional sobre la Eliminación de todas las For-
mas de Discriminación Racial (de 1965);
• La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discri-
minación contra la Mujer (de 1979);
• La Convención contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles,
Inhumanos o Degradantes (de 1984);
• La Convención sobre los Derechos del Niño (de 1989).

Posterior a la reforma constitucional de 1994, y en virtud de la expresa habilitación


-a partir del artículo 75 inciso 22, último párrafo- a incorporar nuevos tratados de
Derechos humanos y con idéntico rango o jerarquía constitucional “[…] Los demás
tratados y convenciones sobre derechos humanos, luego de ser aprobados por
el Congreso, requerirán del voto de las dos terceras partes de la totalidad de los
miembros de cada Cámara para gozar de la jerarquía constitucional”. Hoy por re-
conocimiento del Congreso de la Nación, se han agregado los siguientes tratados
o convenciones de Derechos Humanos con jerarquía constitucional.

Tratados de Derechos Humanos


con jerarquía constitucional después de 1994

• Convención Interamericana sobre desaparición forzada de perso-


nas (de 1994);
• Convención sobre imprescriptibilidad de los delitos de Guerra y de
los delitos de lesa humanidad (de 1968);
• Convención sobre los Derechos de las personas con Discapacidad
y su Protocolo Facultativo (de 2006).

Es importante destacar que muchos de los tratados de Derechos Humanos enun-


ciados en el artículo 75 inciso 22 de la Constitución Nacional ya estaban incorpo-
rados al ordenamiento jurídico argentino antes de la última reforma constitucional,
pero en el año 1994 se les dio recepción y jerarquía constitucional. Así, por ejemplo,
la Convención Americana de Derechos Humanos -más conocida como Pacto de
San José Costa Rica- si bien la República Argentina en 1984 lo aprobó por ley, fue
recién en 1994 cuando le asignó jerarquía constitucional.

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El reconocimiento con jerarquía constitucional de 1994 del derecho


internacional de los derechos humanos no es sinónimo de ejercicio
real y efectivo de los derechos, pero si es una conquista inestima-
ble, un paso superador en ese camino, en donde la democracia es
cimiento de mayor solidez y el rol de los Estados es decisivo para
alcanzar la plena operatividad.

En este sentido, coincidimos con Morandini que “[...] se cumplen 70 años de la


Declaración Universal de los Derechos Humanos y 35 años de nuestra democrati-
zación, vale recordar la razonabilidad política de los constituyentes que en Santa
Fe, en 1994, depusieron sus diferencias políticas, y se unieron para darle jerarquía
constitucional al derecho internacional de los Derechos Humanos, no incluidos en
el ‘Núcleo de coincidencias básicas’ del Pacto de Olivos. Para muchos, una auténti-
ca revolución jurídica que, por supuesto, está muy lejos de haber concluido, ya que
millones de personas en todo el mundo y en nuestro país no tienen garantizados
sus derechos básicos” (Morandini, 2018).

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MINISTERIO DEL INTERIOR, OBRAS PÚBLICAS Y VIVIENDA

AUTORIDADES

Luis Alfredo Juez


Titular del Instituto Nacional de Capacitación Política

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