Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Las instituciones de educación normal que existían desde el siglo XIX no sólo eran
insuficientes sino también inadecuadas para preparar profesores capaces de llevar
a cabo semejante tarea de transformación del mundo rural. Recurrir a profesores
"improvisados" fue necesario, al igual que propiciar su "mejoramiento profesional"
y la preparación de los futuros maestros que debía ser cercana a la realidad del
campo mexicano. Con este objetivo se abrieron varios programas e instituciones,
entre ellos las Escuelas Normales Rurales, fundadas primero por iniciativa de
varios gobiernos estatales y retomadas como propias por el gobierno federal, que
en 1922 creó en Tacámbaro, estado de Michoacán, la primera escuela de este tipo
1
dependiente de la recién creada Secretaría de Educación Pública (SEP). Su
objetivo era preparar maestros para las comunidades rurales y centros indígenas,
propiciar el mejoramiento profesional de los maestros en servicio e "incorporar al
progreso general del país los núcleos de población rural de las zonas donde se
establecieran las escuelas" (Castillo, 1965: 254).
2
propios campesinos y de ser escuelas que abrirían oportunidades económicas,
políticas y culturales para los sectores populares.
3
Desde principios de los años treinta, pero más aún durante el sexenio cardenista
(1934-1940), el énfasis en la enseñanza práctica, la entrada del discurso
socialista, el vínculo con el reparto agrario y el extensionismo, tuvieron un eco
particular en estas instituciones cuyo centro de vida era constituido por los
internados y los experimentos de coeducación y autogobierno. No obstante,
sabemos que las Regionales no obtuvieron un respaldo homogéneo y constante
por parte de la SEP. Sus dinámicas internas y sus vínculos con las comunidades
dependieron en buena medida de las relaciones del gobierno federal con las
autoridades estatales y locales, por las diferencias internas entre las instancias
federales (fundamentalmente SEP, Secretaría de Agricultura, Banco de Crédito
Ejidal) y al interior de la misma Secretaría de Educación, tanto en relación con los
espacios de atención de cada dependencia como en torno al proceso de
organización gremial del magisterio.
4
Según Alberto Arnaut (1993) la década de los cuarenta fue conflictiva para las
escuelas normales en general, que estaban envueltas en las disputas por el
control del movimiento magisterial que daría por resultado la formación del
Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación en 1943, la persecución de
comunistas, los reacomodos burocráticos de una Secretaría de Educación Pública
que para 1940 ya controlaba a más de la mitad del sistema educativo y de los
maestros que trabajaban en el país, así como la devaluación de la profesión
docente ante la sociedad debida al estancamiento de los sueldos (desde 1935) y
los conflictos provocados por la educación socialista en la década anterior. En la
mayoría de las normales disminuyó la matrícula y aumentó la deserción, a lo que
se sumó, en el caso de las Rurales, los conflictos con las autoridades federales y
locales provocados por las reformas.
5
logró imponer su posición (Véase Serna, 1987; Martínez y Camacho, 1996;
González, s/f; Salinas e Imaz, 1984; Estrada 1992 y Calderón, 1982).
6
En el sistema de ingreso había más corrupción que antaño y no garantizaba el
origen rural y sobre todo de escasez de recursos del alumnado. En algunos
planteles, como en San Marcos Zacatecas, funcionaban Clubes de Orientación
Pedagógica e Ideológica; en otras, los estudiantes apoyaban o dirigían la toma de
tierras (La Jornada, 27 de marzo del 2000, Salinas e Imaz, 1984: 41-42, véase
también Fabre, 1989; Arnaut, 1993 y Santos Valdés, 1980). Muchas Normales
Rurales no fueron ajenas a los movimientos (médicos, telegrafistas, ferrocarrileros,
petroleros, maestros) que fueron haciendo evidente los límites del llamado
"milagro mexicano”. Evidentemente, las relaciones de las Normales Rurales con
las autoridades fueron conflictivas.
7
preferencias al momento de asignar las plazas. Por último, a pesar de los ataques,
las Normales Rurales conservaron sus internados. Estos últimos datos indican que
en esta época, si bien bajo diferentes circunstancias e intereses, las Normales
Rurales volvieron a tener un impulso que abría que estudiar sin dar por sentada su
decadencia desde los años cuarenta (Meneses, 1988: 414-415; Arnaut, 1993: 116;
Álvarez, 1991; Reyes y Zúñiga: 1994: 23 y Reynaga, 1991).
Durante los años sesenta todas las escuelas normales en general recuperaron su
matrícula (de hecho en forma excesiva). Para 1966, las urbanas (federales,
estatales y privadas) contaban con 26,517 alumnos (cerca del 70% eran mujeres),
y las rurales (todas federales) 5,504 (cerca del 70% eran hombres). Aunque la
absorción de egresados por el sistema de educación primaria tenía problemas,
parece que las Normales Rurales tuvieron ventajas. No obstante, las actividades
políticas de los alumnos incomodaban. En Aguascalientes las estudiantes
repartían boletines en apoyo de la movilización estudiantil en la ciudad de México
8
que contenían consignas en contra del presidente Díaz Ordaz, generando el
descontento tanto de la población como del gobierno estatal; En Chihuahua,
Guerrero, Morelos y Chiapas no pocos estudiantes se incorporaron y/o apoyaron a
la guerrilla urbana y sobre todo rural (Salinas e Imaz, 1984: 43; Muñoz y Castillón,
1969 y Martínez y Camacho, 1996).
Al cerrar la década, SEP y SNTE tenían serios conflictos al haber una gran
cantidad de egresados desocupados. Tras la represión de estudiantes en la
ciudad de México, siguió el cierre de 14 Normales Rurales que fueron convertidas
en secundarias técnicas. El argumento pedagógico era que al exigirse la
secundaria para ingresar a los estudios de normal, y al no haber secundarias en
varias de las regiones en donde se ubicaban las Rurales, no tenía sentido su
existencia como tales. A ello siguió en los años setenta una etapa de persecución
política y represión de los líderes estudiantiles de las Normales Rurales por sus
vínculos con movimientos políticos radicales y la guerrilla. Como excepción y
debido a presiones políticas regionales, se crearon las últimas dos Normales
Rurales, una en Morelos y otra en Tamaulipas (Arnaut, 1993; Amann, 1996: 30-33
y Barbosa, 1972).
Durante las últimas tres décadas los estudiantes normalistas rurales han realizado
paros, huelgas, bloqueos y todo tipo de manifestaciones intentando impedir el
9
cierre de planteles, la imposición de topes a la matrícula, el sostenimiento y
aumento de las becas de manutención, el mejoramiento de instalaciones y la
remoción de directores (misma que ha sido común en la mayor parte de las
escuelas). Por su parte, funcionarios de la SEP relatan la imposibilidad de generar
reformas en estas escuelas en las que intervienen intereses de diversos partidos
políticos y por su tradicional ideología "marxista-leninista" -como plantea la
FECSM- o de “izquierda verdaderamente paleolítica” -como dice Olac Fuentes,
argumentando que el gasto en los internados además de oneroso resulta incluso
absurdo para algunos planteles que han quedado inmersos en zonas urbanas (La
Jornada, 2 de abril del 2000).
10
sociales y culturales que habría que analizar, dentro de los cuales sólo
mencionaré algunos.
11
de las regiones en donde se han establecido. Junto a la actuación sostenida y
aparentemente unificada de la Federación de Estudiantes y Campesinos
Socialistas de México, existe una gran diversidad tanto en la composición
socioeconómica y cultural del alumnado de cada plantel, como en su posición
política. Asimismo, la forma en que cada plantel se ha insertado en la vida
económica y política de las regiones donde fueron establecidas también es muy
heterogénea, cobrando peso la actuación de otros sujetos políticos: las
autoridades estatales y locales, así como las particularidades de los movimientos
políticos y sociales regionales. En este sentido, es importante desmitificar y
colocar en su justa dimensión los alcances de la vinculación de las Normales
Rurales con el reparto agrario durante la época “dorada” (1920-1940).
A pesar de la heterogeneidad, las Normales Rurales han compartido algunos elementos de sus
orígenes que las hace distinguirse de otro tipo de instituciones educativas y que han dado a su
trayectoria características particulares: su carácter (sea real o no) de escuelas populares
encargadas de atender las necesidades de la población rural más desprotegida, el poco claro y
siempre conflictivo deslinde de sus funciones educativas, políticas y sociales, así como su
funcionamiento como internados que permite, entre otras cosas, un protagonismo especial de
(algunos) maestros y (algunos) alumnos al interior de cada plantel. Detrás del visible círculo vicioso
entre autonomía radical y represión, se esconden muchos procesos económicos, políticos y
culturales que es necesario ubicar para empezar a conocer y comprender la trayectoria histórica de
este tipo de instituciones.
Estos son algunos procesos que habría que considerar para conocer y luego entender la
trayectoria de este tipo de instituciones que no han sido abordadas por la investigación histórica y
educativa.
BIBLIOGRAFÍA.
Amann Escobar, Ricardo (1996), “Escuela y comunidad: investigación-acción participativa sobre las
relaciones entre el poblado de Amilcingo, Mor. y la Escuela Normal Rural ‘Emiliano Zapata’”,
12
Revista Mexicana de Pedagogía, No. 29, mayo-junio, pp. 30-33.
Arnaut Salgado, Alberto (1993), “Historia de una profesión: maestros de educación primaria en
México”, Tesis de Maestría, México, El Colegio de México.
Barba Casillas, José Bonifacio y Margarita María Zorrilla Fierro (1994), “La
educación normal en Aguascalientes”, Universidad Futura, No. 16, Vol. 6,
diciembre, pp. 38-49.
Calderón López-Velarde, Jaime Rogelio (1982), “La Escuela Normal Rural: crisis y papel político
(1940-1980)”, Tesis de Licenciatura en Antropología Social, México, Escuela Nacional de
Antropología e Historia.
Civera Cerecedo, Alicia (1997), Entre surcos y letras. Educación para campesinos
en los años treinta, México, El Colegio Mexiquense, A. C.-Instituto Nacional de
Estudios Históricos de la Revolución Mexicana.
Fabre Baños, José Ángel (1989), Normal rural Galeana, (Cuadernos del Archivo
No. 38), Monterrey, Gobierno del Estado de Nuevo León.
Latapí, Pablo (1991), Educación y escuela, “La educación formal”, vol. I, México,
SEP-Nueva Imagen.
Loyo Barvo, Engracia (1998), “Los gobiernos del maximato y la educación rural en
México, 1929-1934”, Tesis de Doctorado en educación, Aguascalientes,
Universidad Autónoma de Aguascalientes.
13
Loyo Bravo, Engracia (1999), Gobiernos revolucionarios y educación en México,
1911-1928, México, El Colegio de México.
Ortiz Jiménez, Maximino (1991), “La formación de maestros rurales en el Estado de México 1927-
1940”, Tesis de Maestría, Estado de México, Escuela Normal Rural Lázaro Cárdenas.
Reyes, Ramiro y Rosa María Zúniga (1994), Diagnóstico del subsistema de formación inicial,
México, Fundación para la Cultura del Maestro.
14
Alicia Civera Cerecedo
El Colegio Mexiquense, A. C.
E-mail: acivera@cmq.edu.mx
15