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INTRODUCCION
La leche materna es el alimento ideal del bebé. Es nutritivamente equilibrada y
proporciona al bebé las cantidades perfectas de proteínas, carbohidratos,
grasas, vitaminas y hierro. Además, cambia su composición para satisfacer las
necesidades del bebé según va creciendo.

La nutrición adecuada en la niñez temprana es fundamental para garantizar


que los niños y las niñas puedan alcanzar todo su potencial en cuanto
crecimiento, salud y desarrollo. La lactancia materna es la forma en que las
madres alimentan naturalmente a sus bebés. La leche materna contiene
anticuerpos que protegen al bebé de enfermedades infantiles.

Además, la evidencia científica ha demostrado que los niños no amamantados


tienen más enfermedades, más graves y más largas, no sólo durante la época
de la lactancia, sino muchos años después. Así, la lactancia materna de más
de tres meses de duración puede disminuir hasta un 77% el riesgo de otitis
media, un 75% el riesgo de infecciones respiratorias de vías bajas, un 40% el
riesgo de asma y un 42% el riesgo de dermatitis atópica. Una lactancia materna
de más de seis meses de duración puede disminuir también el riesgo de
padecer leucemia en un 20% y en un 36% el riesgo de muerte súbita. Además,
parece que la lactancia materna disminuye el riesgo de enfermedad celíaca,
obesidad y diabetes de tipo 1 y tipo 2 en la edad adulta.

Por todo ello, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda que


todos los lactantes sean amamantados en exclusiva durante los primeros seis
meses y junto con otros alimentos complementarios hasta los dos años de
edad o más, mientras madre e hijo lo deseen.

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FISIOLOGÍA DE LAS MAMAS Y DE LA LACTANCIA

La mama de la mujer se divide en 15 a 24 lóbulos separados unos de otros por


grasa y tejido conjuntivo. Estos lóbulos a su vez están divididos en lobulillos,
compuestos de pequeñas unidades denominadas alvéolos, donde el epitelio
secretor alveolar sintetiza la leche. Los lobulillos tienen un sistema de
conductos lactóforos que se van uniendo en conductos más grandes para
finalmente desembocar en la superficie del pezón. Durante la gestación, las
concentraciones elevadas de estrógenos estimulan el desarrollo de la mama
para prepararla para la lactancia.

El parto provoca un descenso brusco de los estrógenos y la progesterona junto


con un aumento de la secreción de prolactina. Esta hormona induce la
producción de leche estimulando las células alveolares de la mama. La
concentración de prolactina aumenta en respuesta a la succión que ejerce el
recién nacido. La succión también estimula la liberación de oxitocina en la
neurohipófisis. Esta hormona aumenta la contractilidad de las células
mioepiteliales que rodean a las paredes de los conductos mamarios, con lo que
se produce la salida de la leche. A esto se le denomina subida refleja de la
leche, o eyección refleja de la leche. Las madres describen este fenómeno
como una sensación de escozor u hormigueo durante la cual notan cómo les
sale la leche. Otros signos de la salida de la leche son un aumento de las
contracciones uterinas y un incremento de los loquios (durante el período
inmediatamente posterior al parto), salida de leche por la otra mama y una
sensación de relajación. No es infrecuente que las mamas viertan algo de leche
antes de la toma.

El reflejo de subida de la leche puede estimularse por la succión, la presencia o


el llanto del recién nacido, o incluso por pensamientos que tenga la madre
acerca de su bebé. También puede producirse durante el orgasmo sexual, ya
que se libera oxitocina. Por el contrario, la falta de autoconfianza de la madre,
el temor a la vergüenza o el dolor relacionado con la lactancia pueden impedir
que la leche sea eyectada en el sistema ductal. La producción de leche
disminuye con la inhibición repetida del reflejo de eyección de la leche. Si no se
vacían las mamas con frecuencia y totalmente, también se reduce la

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producción. Como la leche se acumula y no se libera, el aumento de presión en


el alvéolo suprime la secreción. Una vez establecida la lactancia, la producción
de prolactina disminuye. La oxitocina y la succión continúan facilitando la
producción de leche.

LACTANCIA MATERNA

La composición de la leche humana varía con la fase de lactancia, la hora del


día, el momento de la toma, la nutrición de la madre y la edad gestacional del
recién nacido en el momento del parto. Mientras se establece la lactancia se
distinguen tres fases en la leche humana: calostro, leche de transición y leche
madura. El calostro es un líquido amarillento de aspecto cremoso, más espeso
que la leche madura y que contiene más proteínas, más vitaminas liposolubles
y más minerales. También contiene concentraciones más elevadas de
inmunoglobulinas (anticuerpos como IgA) y puede ser una fuente de inmunidad
pasiva para el recién nacido. La producción de calostro comienza en fases
tempranas del embarazo y puede durar hasta varios días tras el nacimiento. En
la mayoría de los casos, el calostro es sustituido por la leche de transición a los
2 a 4 días después del parto.

La leche de transición se produce desde el final de la producción de calostro


hasta aproximadamente 2 semanas después del parto. Esta leche contiene
lactosa, vitaminas hidrosolubles, niveles elevados de grasa y más calorías que
el calostro.

La leche final producida, la leche madura, contiene un 10% de sólidos (hidratos


de carbono, proteínas y grasa) para la energía y el crecimiento; el resto es
agua, que es fundamental para mantener la hidratación. La composición de la
leche madura varía según el momento de la toma. La primera leche es la leche
que se obtiene al principio de la toma. Tiene un elevado contenido en agua y
contiene vitaminas y proteínas. La última leche se libera después de la subida
inicial de la leche, o de la salida de leche, y tiene una mayor concentración de
grasa. Aunque la leche madura parece similar a la leche desnatada (acuosa y
algo azulada) y puede llevar a la madre a cuestionarse si su leche es lo
«suficientemente rica», la leche materna madura proporciona 20 kcal/ 30 mL,
como la mayoría de las fórmulas. Sin embargo, el porcentaje de calorías

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derivado de las proteínas es menor en la leche materna que en la de las


fórmulas, y hay un mayor porcentaje de calorías derivado de las grasas. En los
bebés alimentados con leche materna, el metabolismo de las proteínas
produce menos compuestos nitrogenados, lo cual tiene un efecto positivo sobre
el riñón aún inmaduro del niño.

PROCESO DE LACTANCIA MATERNA

Los objetivos marcados en la lactancia materna son: 1) proporcionar una


nutrición adecuada, 2) facilitar un vínculo madre-hijo y 3) prevenir lesiones en
los pezones. La información y el apoyo van dirigidos hacia estos objetivos.
Cuando ayuda a una madre que está dando de mamar a su bebé, la enfermera
debe utilizar guantes desechables porque la leche materna y la saliva del
recién nacido son líquidos corporales que exigen las precauciones generales.

Para ayudar a conseguir una lactancia adecuada, el personal de enfermería


debe mantener la privacidad, ayudar a la madre a adoptar una postura cómoda,
y colocar al bebé para que esté cómodo y cerca de su madre. La madre tiene
que sujetar la mama con la mano, utilizando la posición en C o en tijeras. En la
posición de la mano en C, la madre coloca el pulgar por encima de la areola y
el resto de los dedos por debajo de la misma y bajo la mama. La madre puede
utilizar también la posición de la mano en tijeras, colocando el dedo índice por
encima de la areola y los otros tres dedos por debajo. Cualquier método de
presentar la mama al bebé es adecuado siempre que la mano de la madre esté
alejada del pezón de manera que el bebé se pueda «enganchar» a la mama.

La madre coloca al bebé de manera que su nariz quede a la altura del pezón.
Roza ligeramente el labio inferior del bebé con el pezón hasta que el bebé abre
la boca, y entonces acerca al bebé hacia la mama. Es necesario que el bebé
meta en su boca todo el pezón, de modo que los labios estén en la areola. Esto
permite que la mandíbula comprima los conductos lácteos directamente hacia
la areola cuando el bebé succiona. La barbilla y la nariz del bebé estarán
tocando la mama. Si la mama ocluye la vía aérea del bebé, simplemente hay
que tirar un poco de la mama hasta que las narinas queden libres. Los labios
del bebé deben estar relajados y evertidos, con la lengua sobre el labio inferior.
En este momento, el bebé debe estar de frente a su madre (barriga con barriga

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o tórax con tórax), con la oreja, el hombro y la cadera alineados. Durante la


primera toma, al bebé hay que ofrecerle ambas mamas en cada toma para
estimular la respuesta oferta-demanda. En algunos casos el recién nacido
succionará bien sólo de una mama antes de quedarse dormido. Siempre que
se ofrezcan las dos mamas con frecuencia (al menos cada dos horas), es
adecuado permitir la toma de una mama durante el tiempo que el bebé quiera
hasta que el bebé demuestre que desea las dos. La madre debe mantener la
toma hasta que se relaje hasta el punto de quedarse dormida, un efecto
secundario encantador de la secreción de oxitocina, o hasta que se dé cuenta
de que el niño manifiesta signos de saciedad (cesa la succión o se queda
dormido). La duración de las tomas depende de la madre; no tiene que estar
mirando al reloj. Los datos registrados en la literatura sugieren que imponer
límites de tiempo a la lactancia materna no previene la irritación del pezón y de
hecho interfiere con una alimentación satisfactoria. Por ejemplo, la duración de
una toma suficiente para estimular el reflejo de eyección de la leche varía en
cada sujeto. Si la madre da la toma en función del reloj y retira al bebé del
pecho antes de que suba la leche, el bebé no tomará la última leche.

Como ésta tiene una mayor cantidad de grasa y de calorías que la primera, el
bebé quedará menos satisfecho, necesitará mamar de nuevo antes y ganará
menos peso. La madre debe aprender a dar la toma en respuesta a las claves
que le va dando el bebé y su propio cuerpo, no según un esquema horario
arbitrario. Si la madre desea finalizar la toma antes de que el bebé se quede
dormido o que se destete él mismo, deberá interrumpir la succión introduciendo
suavemente los dedos entre los labios del bebé. Sigue siendo necesario
eructar entre las tomas en cada mama y al final de cada toma. Si el bebé ha
estado llorando, también es recomendable que eructe antes de comenzar la
toma.

VENTAJAS INMUNOLÓGICAS

Las ventajas inmunológicas de la lactancia materna incluyen diversos grados


de protección frente a infecciones respiratorias y digestivas, otitis media,
meningitis, sepsis y alergias. Esta protección del niño alimentado con lactancia
materna se extiende desde el período posnatal hasta los 18 meses de edad,

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cuando las inmunoglobulinas propias del niño comienzan a ser activas. La IgA
secretora, una inmunoglobulina presente en el calostro y en la leche materna,
tiene propiedades antivirales, antibacterianas y de inhibición antigénica. La IgA
secretora contribuye a reducir la permeabilidad del intestino delgado a las
macromoléculas antigénicas. Otras propiedades del calostro y la leche materna
que actúan para inhibir el crecimiento de bacterias y virus se deben a la
presencia de Lactobacillus bifidus, lisozimas, lactoperoxidasa, lactoferrina,
transferrina y diversas inmunoglobulinas. También están presentes las
inmunoglobulinas del virus de la poliomielitis en la leche de las madres que
están inmunizadas frente a este virus. Como la presencia de estas
inmunoglobulinas puede inhibir la infección intestinal buscada y la respuesta
inmunitaria del bebé, algunos médicos recomiendan esperar de 30 a 60
minutos para la toma después de administrar la vacuna de la polio Sabin por
vía oral. Además de estas propiedades inmunológicas, se sabe que la leche
materna no es alergénica.

VENTAJAS NUTRICIONALES

La leche materna está compuesta por lactosa, lípidos, ácidos grasos


poliinsaturados y aminoácidos, especialmente taurina, y tiene un índice de
proteína sérica-caseína que facilita su digestión, absorción y aprovechamiento
completo comparado con las fórmulas. Algunos investigadores piensan que la
elevada concentración de colesterol y el balance de aminoácidos en la leche
materna la confieren ser el alimento óptimo para la mielinización y el desarrollo
neurológico. Los altos niveles de colesterol en la leche materna pueden
estimular la producción de enzimas que permiten su metabolismo eficaz,
reduciendo así sus peligrosos efectos a largo plazo sobre el aparato
cardiovascular. La leche materna proporciona al recién nacido minerales en
dosis más adecuadas que las fórmulas. Aunque la concentración de hierro en
la leche materna es mucho más baja que la de las fórmulas preparadas, se
absorbe mayor proporción y de manera más rápida, y parece ser suficiente
para satisfacer las necesidades del bebé durante los primeros 4 a 6 meses.

Otra ventaja de la leche materna es que todos sus componentes se administran


al bebé en su forma no modificada, y las vitaminas no se pierden durante su

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procesamiento y calentamiento. Si la madre lactante está tomando diariamente


suplementos polivitamínicos, su dieta es adecuada y el bebé queda expuesto a
la luz solar durante 30 minutos a la semana si está en pañales, o 2 horas a la
semana si está totalmente vestido, no es necesario administrar suplementos de
vitamina D a los bebés alimentados exclusivamente con leche materna.

VENTAJAS PSICOSOCIALES

Las ventajas psicosociales de la lactancia materna son fundamentalmente las


que se derivan del vínculo madre-hijo. El nivel de oxitocina de la madre
aumenta generalmente con la lactancia, y los estudios indican que este cambio
hormonal coincide con respuestas incluso más cariñosas y un mayor
sentimiento de bienestar en la madre. La lactancia materna potencia el vínculo
ofreciendo la oportunidad de un contacto cutáneo directo frecuente entre el
recién nacido y su madre. El sentido del tacto en el recién nacido está muy
desarrollado al nacer y es una de las primeras formas de comunicación. La
estimulación táctil asociada con la lactancia materna puede transmitir calor,
proximidad y comodidad. Esta mayor proximidad proporciona tanto al recién
nacido como a la madre la capacidad de aprender el uno del otro las pautas de
comportamiento, así como las necesidades. El sentimiento de la madre de ser
capaz de satisfacer las necesidades de su bebé en lo que se refiere a su
alimentación y a su comodidad se ve reforzado cuando el recién nacido
succiona vigorosamente y queda satisfecho y calmado con la lactancia.
Algunas madres prefieren la lactancia materna como un medio para potenciar
la relación estrecha y única de dependencia entre la madre y el bebé que
existía antes de que éste naciera. Dar de mamar a gemelos no sólo es posible
sino que además puede potenciar la individualización y el vínculo de la madre
con cada uno de los niños. La fantasía de un solo bebé se sustituye con la
realidad de dos individuos cuando la madre tiene un contacto estrecho y
frecuente con cada uno de ellos. Hay que animar a los padres a que se
impliquen en la experiencia de alimentar al bebé permitiéndoles que le
proporcionen leche materna fresca extraída o congelada al bebé en una o más
tomas al día.

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PROMOCIÓN DE UNA ALIMENTACIÓN SATISFACTORIA DEL LACTANTE

Antes de dar la toma, la madre debe estar lo más cómoda posible. La


preparación debe incluir lavarse las manos y asumir una postura cómoda.
Cuando esté dando de mamar, puede estar más cómoda tumbada de lado con
una almohada debajo de la espalda y otra entre las piernas. La enfermera
puede colocar al recién nacido cerca de la mama de la madre y colocar una
toalla enrollada o una pequeña almohada por debajo del bebé para que se
apoye. Al principio, la madre necesitará ayuda para cambiarse de lado y hacer
eructar al recién nacido. Puede preferir dar de mamar sentada con una
almohada en el regazo y con el bebé descansando sobre la almohada en vez
de hacerlo directamente sobre su abdomen. Puede resultar útil colocar una
almohada enrollada por debajo del brazo para sujetar la cabeza del bebé.

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PERÍODO RECOMENDADO DE LACTANCIA NATURAL EXCLUSIVA Y


CONTINUA Y MOMENTO DE INTRODUCCION DE LA ALIMENTACION
COMPLEMENTARIA

La OMS y la Asociación Española de Pediatría (AEP) (Comité de Lactancia)


recomiendan ofrecer leche materna exclusiva desde el nacimiento hasta
alrededor de los 6 meses (y al menos durante los 4 primeros meses) e
introducir la alimentación complementaria a partir de entonces (6 meses o 26
semanas) mientras se continúa el amamantamiento frecuente y a demanda
hasta los 2 años o más.

FUNDAMENTO

La leche materna es el mejor alimento para los bebés y les proporciona todos
los nutrientes que necesitan durante los primeros 6 meses además de servir a
las necesidades únicas del lactante humano. La leche humana contiene
sustancias inmunes y bioactivas que están ausentes de las fórmulas
comerciales y que confieren al lactante protección frente a infecciones
bacterianas y víricas y ayudan a la adaptación y la maduración intestinal del
lactante. Una revisión Cochrane reciente reconoce la ausencia de beneficio,
para la mayoría de los lactantes amamantados, de la introducción de otros
alimentos en la dieta antes de los 6 meses y el riesgo aumentado de
infecciones gastrointestinales. Otros estudios apuntan a la probabilidad de la
protección frente a diversas enfermedades a corto y largo plazo y a que el
lactante autorregula su ingesta energética por lo que la introducción temprana
de otros alimentos desplaza la ingesta de leche materna pero no aumenta la
ración calórica. La mayoría de los lactantes sanos alimentados con leche
materna rara vez presentan déficit clínico de micronutrientes cuando son
amamantados en exclusiva hasta el sexto mes de vida y, sin embargo, el
consumo de otros alimentos puede disminuir significativamente la
biodisponibilidad del zinc y el hierro presentes en la leche materna.

Alrededor de los 6 meses, la leche materna puede no cubrir las necesidades de


energía y de algunos nutrientes en su totalidad para la mayoría de los
lactantes, quienes, por otra parte, han alcanzado a esta edad un grado de

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maduración suficiente y están preparados para la introducción de otros


alimentos:

Maduración digestiva: la función digestiva de la mayoría de los lactantes


de 6 meses es suficientemente madura para digerir la mayor parte de los
almidones (cocidos o hidrolizados), las proteínas y la grasa de la dieta
no láctea (la amilasa pancreática a los 4 meses es baja o casi ausente).
Maduración renal: a los 6 meses la filtración glomerular es del 60-80%
de la del adulto y las capacidades de concentración y de excreción de
sodio, fosfatos e hidrogeniones son mayores que al nacimiento, aunque
aún limitadas entre los 6 y los 12 meses.
Desarrollo psicomotor: hacia los 5 meses el bebé empieza a llevarse
objetos a la boca; a los 6 meses el lactante inicia los movimientos de
masticación, desaparece el reflejo de extrusión lingual y es capaz de
llevar hacia atrás el bolo alimenticio para su deglución; hacia los 8
meses la mayoría se sientan sin apoyo y tienen suficiente flexibilidad
lingual para tragar alimentos más espesos; hacia los 10 meses pueden
beber con una taza, manejar una cuchara y coger alimentos con sus
dedos.
Maduración inmune: la introducción de alimentación complementaria
supone la exposición a nuevos antígenos y cambios en la flora digestiva
con repercusión en el equilibrio inmunológico intestinal. Es un momento
de gran influencia sobre el patrón de inmunorespuesta, y los factores
específicos tolerogénicos y protectores del intestino que aporta la leche
humana pueden modular y prevenir la aparición de alergias y reacciones
adversas.

GUÍA PRÁCTICA DE INTRODUCCIÓN DE ALIMENTOS

a) 6-7 MESES
Estadio inicial: al inicio tienen suficiente con una o dos
cucharadas. Puede que al principio al lactante le cueste coger el
alimento o no sepa moverlo hasta el final de su boca y se le caiga
o lo escupa, esto es normal. Lo mejor es ofrecer purés de un solo
alimento, sin azúcar ni sal ni especias como: patata cocida o arroz

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o cereales sin gluten diluidos con un poco de leche materna o con


agua, una o dos veces al día y siempre después del pecho.
Segundo estadio: una vez que el niño aprende a comer con
cuchara se introducen nuevos sabores y mayor variedad de
alimentos, en forma de purés aplastados y semisólidos, que
además le ayudarán a desarrollar su habilidad motora. El niño
está listo para esta etapa cuando es capaz de mantenerse
sentado solo y de transferir objetos de una mano a otra. Para
mejorar su aceptación suele ser útil ofrecer el alimento nuevo
junto con uno conocido que al bebé le guste. Es preferible ofrecer
inicialmente sabores salados (sin sal añadida) y es importante no
ofrecer alimentos excesivamente dulces.
b) 8-11 MESES
La mayoría de los lactantes a esta edad son capaces de comer
alimentos blandos que pueden coger por sí mismos, llevárselos a la
boca (migas de pan, arroz inflado, zanahoria cocida, trocitos de patata...)
y masticarlos.
Los vegetales deben cocerse para ablandarlos y las carnes
trocearse y triturarse en puré no muy fino. Se deben ofrecer
alimentos para comer por sí solos (zanahoria cocida, pera, pan)
con cada comida y el pan puede untarse con mantequilla o
margarina o aceite. Los alimentos con azúcar añadido como las
galletas, pasteles o bizcochos deben desaconsejarse. Los
derivados lácteos sin azúcar añadido pueden estar presentes en
la dieta desde los 9 meses (yogur, queso). La lactancia materna
debe continuar ofreciéndose a demanda y si se ofrecen otros
líquidos es preferible ofrecerlos en taza o vaso. Los lactantes
amamantados no precisan tomar derivados lácteos.
c) 12-23 MESES
La mayoría de los niños son capaces de comer casi los mismos tipos de
comida que los demás adultos de su casa, teniendo en cuenta que
precisan alimentos con alta densidad nutricional y que en esta etapa es
tan necesario darle de comer como estimularle para que se
autoalimente. La leche materna sigue siendo una parte importante de la
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dieta y debe ser preferiblemente el principal líquido aportado durante


todo el segundo año o más. Los alimentos pueden estar troceados o
aplastados y la carne picada. Es importante ofrecer alimentos que
puedan llevarse a la boca con las manos como trozos de pan, cereales,
queso, frutas o verduras blandas. Se deben evitar alimentos que
supongan riesgo de atragantamiento por consistencia o forma: frutos
secos, uvas, zanahoria cruda, piel de salchicha o calamar, caramelos…
Se debe evitar la oferta de alimentos ricos en calorías vacías
(excesivamente grasos). Tampoco se debe añadir sal a las comidas

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REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
BURROUGHS, A. (1999) DE BLEIR: ENFERMERÍA
MATERNO INFANTIL. EDITORIAL INTERAMERICANA.
MC.GRAW - HILL., 6 ª .EDICIÓN.

HERNÁNDEZ AGUILAR MT. ALIMENTACIÓN


COMPLEMENTARIA. EN: AEPAP ED. CURSO DE
ACTUALIZACIÓN PEDIATRÍA 2006. MADRID:
EXLIBRIS EDICIONES; 2006. P. 249-56.

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