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ENSAYO

REALIDAD Y FUTURO DE LA ADMINISTRACIÓN PÚBLICA PERUANA

Autor: Angel Alfredo Prialé Valle

Curso: Gestión Pública por Resultados


Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
Marzo de 2014

Cuando uno se introduce en los conceptos de Weber en relación a la burocracia


estatal, pareciera que estuviera leyendo un manual de instrucción para la elaboración
de un Reglamento de Organización y Funciones – ROF, documento que hoy en día se
constituyen como los instrumentos de gestión por excelencia de las entidades públicas
del país.

Del mismo modo, al leer a Michael Barzelay e Ybarak Armajani, cuando realizan en el
ya clásico “Atravesando la Burocracia” un análisis comparativo del paradigma
burocrático versus las tendencias postburocráticas, pareciera que hubiésemos hallado
el diagnóstico y medidas de solución a ser aplicadas sobre la Administración Pública
nacional.

La conclusión que de modo lógico se deriva de todo ello es que la maquinaria estatal
que hoy en día gestionamos es un cuerpo ya obsoleto que requiere profundas y
urgentes reformas. ¿Dónde estuvo nuestro Estado todo este tiempo?; ¿Hacia dónde
se dirigieron los esfuerzos de su burocracia?; ¿Por qué nuestra administración pública
creció sin modernizarse a medida que ésta, precisamente, se iba haciendo más y más
frondosa?

Lo importante de todo ello es que actualmente se tiene la convicción de que es


necesaria la reforma de la Administración Pública peruana - tradicionalmente guiada
por las estructuras impuestas por el paradigma burocrático - siendo lo más importante,
a mi criterio, que tal necesidad es percibida no sólo desde quiénes ven desde fuera a
la administración pública, sino desde quienes estamos dentro de lo público.

Es necesario para concretar dicha empresa, profesionalizar lo público, a la burocracia


que hace que este elefante se mueva, y que, en buena cuenta, es el elemento vivo
responsable de modernizar a nuestros sistemas estatales.

1
Y esta profesionalización no es otra cosa que la ciencia de la administración aplicada
al aparato estatal, son los elementos postburocráticos de los que habla Barzelay
llevados a la práctica.

Es cierto, la sociedad peruana de estos tiempos es una sociedad con mayor


autoestima; es una sociedad que condicionada y estimulada por el modelo económico
que nos rige se ha vuelto más competitiva y exigente. Esta sociedad peruana, cada
vez con más fuerza, exige resultados palpables a la administración pública, y vaya que
se los exige.

Por tal razón, qué duda cabe, la burocracia tiene de modo directo un peso específico
sobre lo político, y es que la percepción del buen gobierno (lo político), es reflejo de la
percepción que la ciudadanía tiene respecto a cómo están llegando a ella los servicios
en los que el Estado interviene.

La llamada reforma de la administración pública no es una tarea fácil, por el contrario,


es sumamente ardua y complicada. No obstante ello, la tarea es necesaria, por lo que
debemos valernos de las experiencias ya atravesadas por aquellas burocracias
percibidas como más eficientes. Pero no sólo debemos mantenernos en ello, no se
trata de adoptar, sino de adaptar experiencias y volcarlas en reformas claras y bien
definidas al interior de nuestra Administración Pública, desde una perspectiva
postburocrática.

Y esta no es una gracia de quienes ejercen o detentan el poder político, se trata de


una cuestión de compromiso hacia una sociedad que exige que el Estado, en su rol
subsidiario, le entregue al peruano de a pie lo que se conoce como valor público.

Entre otros aspectos, dependerá del valor público, traducido en eficientes servicios
entregados al ciudadano, el éxito no sólo de un gobierno de turno, sino incluso del
sistema democrático, que tiene que ser capaz de demostrar, en sí mismo, que puede
ser más inclusivo1, abortándose esta idea de que es necesario “patear el tablero” para
obtenerse mayor bienestar.

1
Entendido el término como una administración pública que fortalezca sus capacidades de intervención.

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