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3 CAPÍTULO

________________________________________
Propagación catastrófica de las grietas:
Micromecanismos de fractura

3.1 RESISTENCIA IDEAL DE UN SÓLIDO, TENSIÓN IDEAL DE CLIVAJE


Supongamos que queremos separar un sólido monocristalino a lo largo de un determinado
plano cristalográfico. Elegiremos un plano con pocos enlaces con los planos vecinos y con la
mayor distancia posible entre los mismos (un plano de clivaje). La fuerza de atracción entre
dos átomos vecinos la podemos describir de una forma sencilla como:

C1 C2
F= − (3-1)
x2 x4

El primer término representa una fuerza de atracción inversamente proporcional al cuadrado


de las distancias y el segundo una fuerza repulsiva inversamente proporcional a la cuarta
potencia de la distancia. Existen expresiones propuestas mucho más precisas para enlaces
covalentes, iónicos y metálicos (véase, por ejemplo, Kelly y MacMillan´, 1986) pero, a los
efectos que nos ocupan, la descripción dada en la Ec. (3-1) nos bastará. C1 y C2 son dos
constantes.

La separación entre los planos, x0, será aquella distancia para la que esta fuerza se anule:

C2
x0 = (3-2)
C1

La distancia entre los planos de la red, x0, suele ser conocida, lo que nos permitiría eliminar
una de las dos constantes C1 ó C2. Por ejemplo, si eliminamos C2 y usando la coordenada
normalizada α = x/x0

C1  1 1
F= 2 
− 4 (3-3)

x0 α 2
α 

La fuerza de atracción máxima se alcanza cuando la distancia entre los dos átomos es:

x = 2 x0 (3-4)

y su valor es:

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C1
Fmax = (3-5)
4 x02

La rigidez del enlace, alrededor de la posición de equilibrio (x = x0), la obtenemos de la


tangente para este valor de la x, véase la Fig. 3.1,

 dF  2C
  = 31 (3-6)
 dx  x = x0 x0

Esta rigidez está relacionada con el módulo elástico del material en la dirección perpendicular
al plano que estamos estudiando, módulo que podemos medir:

 dF  2C
E =  N e x0 = 21 N e (3-7)
 dx  x = x0 x0

en donde Ne representa el número de enlaces con el plano vecino por unidad de área, como
muestra la Fig. 3.1.
Unidad de
F
1/2
área
x = x 0(2)
Fuerza, x 02F /C1

0.3 F
2
F max = C1 /(4C2)
F = C1/x 2 - C2/x 4
0.2 1/2
x 0 = (C2/C1)

0.1 x0 + dx

0
0 0.5 1 1.5 2 2.5 3 3.5 4 4.5 5

-0.1 Distancia interatómica, x/x 0

-0.2
2

-0.3

Fig. 3.1 Fuerza normalizada entre dos átomos vecinos en función de su distancia.

Ahora bien la tensión máxima que podemos aplicar perpendicular a este plano vendrá dada
por:

σ c = Fmax N e (3-8)

Combinando la Ec. (3-8) con la Ec. (3-5), obtenemos:

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C1
σc = Ne (3-9)
4 x02

y teniendo en cuenta la Ec. (3-7), obtenemos:

E
σc = (3-10)
8

que es la máxima tensión que podemos aplicar a un sólido sin que se separen los planos
cristalográficos o bien la tensión necesaria para producir el clivaje en ese plano
cristalográfico.

Como se mencionó antes, se pueden hacer cálculos mucho más precisos, pero los resultados
que se obtienen son próximos al 0’125E que hemos obtenido (véase la Tabla 3.1).

Tabla 3.1. Valores teóricos para la tensión de fractura por clivaje para diferentes sólidos y planos de clivaje
(según Kelly y MacMillan, 1986).

<100> <110> <111>


Silicio 0’172 E<100> 0’089 E<110> 0’101 E<111>
Germanio 0’148 E<100> 0’075 E<110> 0’080 E<111>
Diamante 0’094 E<100> 0’046 E<110> 0’044 E<111>

Este valor para la tensión ideal de clivaje es extraordinariamente elevado cuando se compara
con la carga de rotura que encontramos en los materiales. Lo que supone un buen seguro
contra la fractura por clivaje. Sin embargo muchos materiales presentan clivaje. Cómo se
alcanzan, al menos localmente, tensiones semejantes para propagar una grieta por clivaje lo
veremos más adelante. Evidentemente las concentraciones de tensiones juegan un papel muy
importante.

Curiosamente, la resistencia ideal a la deformación por cortante también es


extraordinariamente elevada. Su comparación con los resultados experimentales llevó al
descubrimiento de la dislocaciones.

3.2 CRITERIO DE GRIFFITH


Fundamentos: En un sólido elástico el trabajo realizado por las cargas exteriores W se
almacena como energía de deformación elástica U en el sólido, siempre y cuando no haya
otras formas de disipación de la energía (ruido, energías cinéticas de los fragmentos,
calor,…):

N δi
W = ∑ ∫ Pd
i δi = U (3-11)
i =1 0

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en donde Pi son las cargas exteriores y δi sus desplazamientos correspondientes (su
proyección en la dirección de la carga Pi). N es el número de las cargas exteriores.

Griffith intenta relacionar las cargas de rotura que obtuvo sobre las fibras de vidrio con la
resistencia ideal que calculamos en el apartado anterior. Se da cuenta de que cuando el
diámetro de la fibra es muy pequeño los valores experimentales empiezan a asemejarse a los
valores que cabría esperar para la resistencia ideal. Cuando el diámetro es grande los valores
nada tienen que ver con la resistencia ideal. Intuye que es un problema de grietas
preexistentes: cuanto más pequeño es el diámetro de la fibra tanto más pequeño será el mayor
de los defectos que puedan encontrarse. Griffith sabe que al crecer una grieta se relaja parte
de la energía potencial elástica almacenada en el sólido. En la Fig. 3.2 las zonas sombreadas
representan esquemáticamente las zonas que se han descargado al crecer la grieta desde el
borde de la placa.

Fig. 3.2 Criterio de Griffith para la propagación de grietas. A medida que la grieta crece, el material en las zonas
sombreadas se relaja y libera su energía de deformación. Ésta es la energía de la que puede disponer la grieta
para seguir propagándose.

La resistencia a la propagación de la grieta es, al menos, la energía superficial necesaria para


formar nuevas superficies de grieta. Disponemos de una forma nueva de disipar la energía; en
consecuencia, para que la grieta se propague, necesitaremos satisfacer:

dW − dU ≥ γdA
(3-12)
dW dU
− ≥γ
dA dA

en donde γ representa la energía superficial del material y A = 2aB es el área de la superficie


de la grieta para un sólido de espesor B. La Ec. (3-12) representa una condición necesaria
desde el punto de vista energético para propagar una grieta: en caso contrario, se violaría el
Primer Principio de la Termodinámica.

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Obsérvese que el volumen de las zonas descargadas crece con el cuadrado del tamaño de la
grieta y, en principio, la energía disponible para propagar la grieta también crecerá con el
cuadrado del tamaño de la grieta. Si la grieta es pequeña y la energía superficial del material
es grande, la grieta no podrá crecer bajo la tensión σ. Si la grieta inicial fuera más grande
entonces dispondremos de más energía y podrá crecer la grieta. La Fig. 3.3 representa el
esquema de los balances energéticos.

Energías W-U
2aBγ

Tamaño crítico
de la grieta, ac

Tamaño de la grieta, a

Fig. 3.3 Esquema de los balances energéticos en función del tamaño de la grieta.

El término W - U dependerá de la tensión aplicada, σ. Para una tensión dada existirá un


tamaño de grieta crítico, ac, por debajo del cual la grieta no puede propagarse y por encima
del cual sí se dispone de la energía necesaria para costear el incremento de energía superficial.

Griffith utilizó la expresión de la energía potencial elástica de un sólido agrietado que había
obtenido un ingeniero naval, Inglis, once años antes:

πa 2σ 2 B
W −U = (3-13)
E

para el caso de una grieta pasante en una chapa infinita sometido a tracción uniaxial
perpendicular a la grieta, véase la Fig. 3.4 (la chapa se supone delgada y sometida a tensión
plana). E es el módulo elástico del material.

La demostración de la Ec. (3-13) podríamos omitirla pues los ingenieros navales rara vez nos
equivocamos, pero para los más recalcitrantes escépticos daremos una demostración que se
debe a Bueckner y que utiliza el socorridísimo principio de superposición que muestra la Fig.
3.4.

La primera consideración a tener en cuenta es que para un sólido con un agujero en forma de
elipse, más o menos aplastada, la elasticidad proporciona la solución de campo completo: lo
sabemos todo. Si la elipse se aplasta hasta el infinito tendremos una grieta. Luego, si lo
sabemos todo, podríamos calcular directamente la energía de deformación con y sin grieta
como:

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εij

U= ∫ ∫σ
Vol 0
ij dε ij dV (3-14)

en donde V representa el volumen del sólido.

Para el caso particular del sólido sin grieta (en el centro de la Fig. 3.4), la solución es simple:

1σ2
W =U = V (3-15)
2 E

σ σ

σ σ

2a σ σ

σ σ
Fig. 3.4 Geometría de la grieta de Griffith y aplicación del principio de superposición en régimen elástico.

El uso de la Ec. (3-14) será más o menos pesado pero deberíamos llegar al resultado obtenido
en la Ec. (3-13). Bueckner utiliza el principio de superposición, que se muestra en la Fig. 3.4.
Si pasamos el sólido de en medio al lado izquierdo esa será precisamente la variación de W -
U que buscamos: del sólido no agrietado al agrietado. Pues bien, el resultado que buscamos es
precisamente el valor de W - U que tiene el sólido que nos queda a la derecha en donde el
único trabajo lo dan las cargas aplicadas sobre los labios de la grieta. Ahora bien, como lo
sabemos todo de esta geometría, también sabemos los desplazamiento que tendrán los labios
de la grieta: Para el caso de tensión plana:


u2 = a2 − x2 (3-16)
E

en donde x es la abscisa medida desde el centro de la grieta. La solución se debe a


Westergaard (1939). La grieta se transforma en una elipse con semiejes; a y 2σa/E. La energía
potencial producida por las únicas cargas exteriores, aplicadas sobre la superficie de la grieta
será:

a
1
W − U = 4 B ∫ σu2 ( x )dx (3-17)
0
2

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Obsérvese que la tensión aplicada sobre los labios de la grieta es σ, independientemente de la
x, como cuando no había grieta y que la elipse se ha descompuesto en 4 cuadrantes.
Substituyendo la Ec. (3-16) en la Ec. (3-17) e integrando se obtiene:

πa 2 σ 2 B
W −U = (3-18)
E

Volviendo sobre la superposición realizada, concluimos que ésta es precisamente la variación


de W - U entre las dos configuraciones: con grieta y sin grieta. Bueckner nos ha permitido
demostrar la Ec. (3-13) recurriendo únicamente a los desplazamientos (conocidos) sobre los
labios de la grieta y utilizando ingeniosamente el principio de superposición.

Derivando la Ec. (3-13) con respecto al área agrietada, obtenemos:

d (W − U ) d (W − U ) 1 d (W − U ) 1 2πaσ 2 B πaσ 2
= = = = (3-19)
dA d (4aB ) 4B da 4B E 2E

y, según Griffith (Ec. (3-12)), éste deberá ser, al menos, igual a γ:

πaσ 2
γ = (3-20)
2E

Luego, para una grieta de tamaño dado, la tensión (crítica) necesaria para que se propague
valdrá:

2 Eγ
σc = (3-21)
πa

o bien, para una tensión dada, el tamaño de la grieta que es crítica es:

2 Eγ
ac = (3-22)
πσ 2

Todo lo demostrado es para el caso de tensión remota constante, σ. A las mismas ecuaciones
se llega bajo la condición de desplazamiento impuesto constante (no lo demostraremos; si
alguien tiene interés en la demostración, véase Erdongan). Otros dos casos que tienen interés
es el caso de deformación plana (en lugar de tensión plana) y el caso axisimétrico (una grieta
tipo disco en el interior de un sólido infinito).

Para el caso de deformación plana, en las Eqs. (3-13, 3-20, 3-21 y 3-22) deberemos substituir
E por E/(1 - ν2):

πaσ 2 (1 − ν 2 )
γ = (3-23)
2E

en donde ν es el coeficiente de Poisson del material.

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Para el caso axisimétrico, la grieta tipo disco (“penny-shaped crack”), Sneddon demuestra que
la solución es la misma que en deformación plana afectada por un factor de (2/π)2:

γ =
(
2aσ 2 1 − ν 2 ) (3-24)
πE

3.3 Micromecanismo de fractura frágil: CLIVAJE


3.3.1 Definición y características

El clivaje se define como la propagación (rápida) de las grietas abriendo los planos
cristalográficos.

Sus características más relevantes son:


• Es sumamente frágil: apenas se consume energía formando nuevas superficies de fractura
y la deformación plástica de los granos es mínima.
• Los planos más fáciles de separar por el clivaje son los planos de mínima energía de
cohesión (muy separados, con pocos enlaces), de mínima resistencia ideal como se vió en
el Apdo. 3.1.
• En consecuencia, la fractura por clivaje es transcristalina en los materiales policristalinos.
Al cambiar de grano, la grieta busca los planos mejor orientados en el grano vecino (los
aproximadamente perpendiculares a la tensión principal máxima).

3.3.2 El clivaje y las estructuras cristalinas

Los sólidos amorfos, sólidos con estructura de líquido subenfriado (vidrios), presentan
fractura frágil, pero no es propiamente clivaje pues no existen planos cristalográficos. Lo sabe
un niño al que se le cae un caramelo o un “chupa-chup” al suelo.

Los sólidos cristalinos con enlace iónico (con uniones electrostáticas entre los átomos) o
covalente (con uniones direccionales) no se deforman fácilmente y, en consecuencia,
presentan fácilmente clivaje, véase la Fig. 3.5. Los expertos talladores de diamantes explotan
la existencia de estos planos de clivaje: una gran piedra de diamante se talla con escoplo y
martillo para conseguir, por ejemplo, una talla de brillante. En algunos casos el plano de
clivaje es único, se le llama plano de exfoliación y se dice que el sólido se exfolia (V. gr.: la
mica, el yeso, el grafito).

El enlace metálico permite a los sólidos deformar plásticamente con mayor facilidad. No
existen enlaces de átomo con átomo: todos pertenecen al colectivo. Los metales que
cristalizan en el sistema hexagonal compacto (hcp) sólo disponen de 2 sistemas
independientes de deslizamiento fácil en cada grano, luego son propensos a la fractura por
clivaje. Frecuentemente, según el plano basal. En los metales que cristalizan en el sistema
cúbico de cuerpo centrado (bcc) el clivaje ocurre generalmente en los planos {100}.
Presentan una transición dúctil-frágil (volveremos sobre ella más adelante, en la sección 3.5):

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a baja temperatura la fractura es por clivaje (frágil); a alta temperatura, la fractura es dúctil. El
motivo es que la tensión de fricción (de Peierls-Nabarro) que se opone al avance de las
dislocaciones disminuye con la temperatura. Por último los metales que cristalizan en el
sistema cúbico de cara centrada (fcc) disponen de tantos sistemas de deslizamiento fácil que
el clivaje no se da en ellos (¡salvo en el Ir, no se sabe muy bien por qué!)

Los propietarios de los derechos de reproducción de esta


figura sólo han concedido su permiso para reproducirla
protegida por un “password”.

Si desea verla le remitimos a la referencia citada en el pie de


la figura.

Fig. 3.5 Clivando un cristal de sal NaCl (cortesía de John Willey & Sons, Ltd.).
Ref.- C. Kittel, “Introducción a la física del estado sólido”, 2ª ed., Editorial Reverté, S.A., Barcelona (1975), pág. 6.

La Tabla 3.2 muestra las estructuras cristalinas de los elementos. Todos los óxidos, carburos,
sulfuros, nitruros,… serán habitualmente frágiles (a temperatura ambiente). Nuestras únicas
perspectivas de conseguir algo que sea dúctil serán las aleaciones metálicas que cristalicen en
los sistemas fcc o, algo peores, en el bcc. A simple vista podemos esperar un comportamiento
dúctil del Al, Ni, Cu, Ag, Pt, Au y Pb pues son fcc. Nuestros siguientes candidatos (bcc) serán
el Fe, Cr, V y W. El Fe, en particular, puede cristalizar como fcc (austenita) en determinadas

Tabla 3.2. Estructuras cristalinas más comunes de los elementos a temperatura ambiente.

H He2
K
hcp
hcp
Li Be B C N O F Ne4
romb diaman. cúbica compleja
bcc hcp (02)
K

. (N2) fcc
Na Mg Al Si P S Cl Ar 4K
diaman.
bcc hcp
compleja compleja compleja
fcc (Cl2) fcc
K Ca Sc Ti V Cr Mn Fe Co Ni Cu Zn Ga Ge As Se Br Kr K
cúbica diaman. romb. cadena
bcc hcp hcp bcc bcc bcc hcp hcp
compleja compleja
fcc fcc fcc s hex. (Br2) fcc
Rb Sr Y Zr Nb Mo Tc Ru Rh Pd Ag Cd In Sn Sb Te I Xe4K
diaman. romb. cadena compleja
bcc fcc hcp hcp bcc bcc hcp hcp fcc fcc fcc hcp tetr. s hex. (I2) fcc
Cs Ba La Hf Ta W Re Os Ir Pt Au Hg Tl Pb Bi Po At Rn
romb. romb.
bcc bcc hex hcp bcc bcc hcp hcp fcc fcc fcc hcp fcc sc - -
.
Fr Ra Ac
- - fcc
Ce Pr Nd Pm Sm Eu Gd Tb Dy Ho Er Tm Yb Lu
hex hex - bcc hcp hcp hcp hcp hcp hcp fcc hcp
compleja
fcc
. .
Th Pa U Np Pu Am Cm Bk Cf Es Fm Md No Lw
tetr. hex - - - - - - - -
compleja compleja compleja
fcc
.

Ref.- C. Kittel, “Introducción a la física del estado sólido”, 2ª ed., Ed. Reverté, S.A., Barcelona, 1975-1976, pág. 43.

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circunstancias y es dúctil. Los metales hexagonales serán propensos a la fractura por clivaje:
Ti, Co, Zn, Zr,… Cuando menos simetrías tenga el sistema de cristalización: rómbico,
tetragonal,… menos planos y direcciones de deslizamiento fácil cabe encontrar, en definitiva:
pierda Vd. toda esperanza.

3.3.3 Características fractográficas de las fracturas por clivaje

Los pedazos encajan sin deformaciones plásticas apreciables (no deberían juntarse los
pedazos pues se bruñen las superficies de fractura y dificulta su posterior observación
microscópica). La fractura es plana, perpendicular a la carga y brillante, en materiales
policristalinos, con aspecto de azucarillo.

En el microscopio electrónico de barrido se observan:


• Facetas planas que son los planos cristalográficos de clivaje.
• Ríos (river patterns). Cuando la grieta se introduce en un nuevo grano se descompone en
muchos escalones pequeños, al progresar dentro de él reagrupa los pequeños escalones en
pocos y más grandes. La grieta avanza río abajo.
• plumas (feathers),
• espinas de pescado (herringbone marks),
• huellas de neumáticos (tyre tracks) o líneas de Wallner,
• lenguas (tongues) que aparecen cuando se atraviesa una macla.

3.3.4 Micromecanismos de clivaje

El criterio de Griffith (Ec. (3-12)) es un criterio necesario desde el punto de vista


termodinámico para que una grieta se propague, pero no suficiente: deberemos disponer de un
mecanismo que nos permita propagar una grieta. Podemos pensar que la, teóricamente
infinita, concentración de tensiones que se presenta en la punta de una grieta bastará para
alcanzar las enormes tensiones ideales de clivaje. Cuando una grieta se propaga por clivaje el
radio de la punta de la grieta es prácticamente atómico, la concentración de tensiones enorme
y se seguirán rompiendo enlaces: éste es el caso.

El problema es, sin embargo, explicar cómo empieza. Las fracturas por clivaje en muchos
casos comienzan con una etapa de propagación dúctil con grandes enromamientos de la punta
de la grieta. Los cálculos de elementos finitos (McMeeking y Parks, 1977) en régimen elasto-
plástico permiten calcular la máxima concentración de tensiones que podemos encontrar en la
punta de una grieta que se enroma plásticamente: 3’8 σy (para un material con un índice de
endurecimiento, n = 10). Para un acero de límite elástico σy = 400 MPa, esto sería una tensión
máxima al frente de la grieta de unos 1.500 MPa. La tensión ideal de clivaje se estimó en E/8
(para un acero E ≅ 210.000 MPa) luego necesitamos unos 26.500 MPa, unas 18 veces la
tensión máxima que calculan los programas de elementos finitos.

Los detonantes de la fractura por clivaje son habitualmente las inclusiones y precipitados
que se encuentran en un acero (típicamente un 0’3 % en volumen). Éstas son partículas
sumamente frágiles. Si, en la zona de concentración de tensiones en la punta de la grieta, se

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partiera una de estas partículas la concentración adicional de tensiones que se produce sí
permitiría alcanzar la tensión ideal de clivaje en el acero.

Hagamos unos números: supongamos que estamos en la zona de altas tensiones: σ = 1.500
MPa y que la energía superficial efectiva de un acero se estima en γ = 14 J/m2. ¿Cuál debería
ser el tamaño mínimo de la partícula frágil que se rompa para garantizar la energía suficiente
para que la grieta progrese en el acero? Supondremos que la grieta a la que da lugar la rotura
de la partícula frágil es un disco (grieta tipo penique). El diámetro crítico 2ac para una grieta
en un campo de tensiones σ es, operando la Ec. (3-24):

πγE
2a c = (3-25)
σ (1 − ν 2 )
2

y substituyendo los valores de γ, E, σ y ν = 0’3, obtenemos:

π ⋅ 14 J / m2 ⋅ 210000 N / m2
2a c = = 4'511 × 10 − 6 m = 4'5 µm (3-26)
( 1500 N / m )(
2 2
1 − 0'32
)
lo que es más que verosímil para un acero. Si la partícula es más pequeña y se rompe, la grieta
no podrá progresar en el acero, la intercara con el acero se enromará e intento fallido de
clivaje. Si el tamaño es suficiente pero la orientación de la grieta en la partícula no coincide
con los planos de clivaje en la matriz circundante, a lo mejor hay suerte y la pieza sobrevive.
El problema se convierte en estadístico: encontrar una partícula de suficiente tamaño, en el
sitio adecuado (próxima a la punta de la grieta), con la orientación adecuada,… La dispersión
de los resultados experimentales confirma este hecho.

En algunos casos la “película” es aún más complicada. La grieta progresa en el primer grano
de ferrita y alcanza su contorno, ahora tiene que atravesar el borde entre los dos granos,
probablemente con orientaciones cristalográficas distintas (coste energético adicional).
Cuanto más grande sea el primer grano de tanta más energía dispondrá la grieta para superar
la barrera. Si el grano es pequeño la micro-grieta no puede superar el obstáculo, el grano
vecino enroma y nuevo intento fallido de clivaje. Es obvio que cuantos más granos haya
conseguido atravesar la grieta, tanto más difícil es detenerla: la pieza rompe de forma
catastrófica. En muchos casos, los intentos fallidos de clivaje son audibles como pequeños
chasquidos, que en inglés se describen como “poppings”.

Lo que resulta crítico es decidir cuál de los pasos es el “cuello de botella”: la rotura de la
partícula frágil, superar la intercara con el grano o el atravesar el primer borde de grano. Si
modificáramos el parámetro estructural irrelevante para la tenacidad de poco nos servirá la
modificación: v. gr., si eliminamos carburos pero la tenacidad la decide el tamaño de grano,
no habremos mejorado la resistencia a la fractura por clivaje o, del revés, afinamos el grano
cuando quien controla es el tamaño del carburo,…

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3.3.4.1 Warm-prestressing (WPS) o cuando Griffith no funciona

Una vez que conocemos las interioridades del mecanismo de clivaje estamos en condiciones de hacerle trampas.
Probablemente la más espectacular e incomprensible para un ingeniero mecánico sea la pre-deformación en
caliente. Carguemos un material agrietado por encima de la temperatura de transición dúctil/frágil, pero sin
llegar a romperlo. Obviamente este nivel de carga hubiera producido la fractura por clivaje a temperaturas más
bajas. Ahora, sin retirar la carga, enfriemos el sólido. Sorprendentemente no se romperá pese a satisfacer
sobradamente las condiciones energéticas establecidas por Griffith. Al sólido le gustaría romperse pero no tiene
cómo. Falta el mecanismo: necesitamos romper una partícula frágil (el detonante del clivaje), pero para romperla
necesitamos mover las dislocaciones, mientras no aumentemos la carga las dislocaciones no se mueven y, en
consecuencia, no pueden romper nada. Este fenómeno tiene nombre, se llama el principio conservativo de
McGowan, y establece que un sólido sólo puede romperse cuando la carga aumenta, no cuando disminuye o se
mantiene.

Se puede burlar la fractura por clivaje pero no podemos engañar a la resistencia mecánica. Si cargamos un sólido
a baja temperatura en donde la carga de fluencia es alta y lo calentamos luego, manteniendo la carga, el sólido
comenzará a deformar al alcanzar la temperatura para la que pretendamos superar su carga de fluencia.

3.4 MICROMECANISMO de fractura DÚCTIL: la COALESCENCIA DE


MICROCAVIDADES

Si describimos un paisaje como tapizado de cráteres y que en la mayoría de los mismos se


encuentra una partícula extraña pensaremos que estamos mirando con un telescopio la
superficie de la luna. Pues hay paisajes lunares más próximos: cuando observamos en el
microscopio electrónico de barrido una superficie de fractura dúctil nos encontraremos con
una superficie tapizada de cráteres y, lo que es más curioso aún, en más de la mitad de los
casos, en el centro del crater, encontraremos una pequeña partícula. A este micromecanismo
de fractura se le designa como fractura por coalescencia de microcavidades, es el
micromecanismo dúctil más frecuente.

Existe un procedimiento para reducir drásticamente la deformación a fractura de la plastilina.


En principio se deforma, aparece una estricción y acaba por separarse como las dos puntas de
un cono. Lo mismo les ocurre a la mayoría de los metales dúctiles puros, más que romperse se
separan. El truco consiste en mezclar la plastilina con perdigones o granos de arroz. Al cargar,
los perdigones se despegan de la plastilina originando unas cavidades. Luego estas cavidades
crecen y finalmente coalescen por estricción de sus ligamentos. En realidad, la plastilina sigue
siendo dúctil: los ligamentos deforman, estriccionan y finalmente se separan, como cuando no
teníamos perdigones mezclados. Pero, visto desde lejos, la mezcla resulta poco dúctil: la
deformación de la probeta es pequeña cuando rompe.

Las inclusiones y los precipitados, inevitables en un material real (típicamente, en un acero,


suponen un 0’3 % de su volumen), juegan el mismo papel que los perdigones en la plastilina:
reducen drásticamente su deformación a fractura. Las microcavidades se forman tanto por
despegue de la matriz como por rotura de las partículas.

Evidentemente este micromecanismo de fractura es menos perverso que el clivaje: el material,


localmente, presenta deformaciones plásticas importantes, aunque éstas pueden estar muy
localizadas y el cómputo total de energía absorbida puede ser pequeño.

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La superficie de fractura tiene un aspecto mate (los paraboloides que forman los cráteres
reflejan de forma mucho más difusa la luz que las facetas planas de clivaje) y, al microscopio,
se observa que es transgranular pues la fractura la deciden las inclusiones o precipitados y
no los granos del material. Las fracturas dúctiles tienden a orientarse formando 45º respecto a
la dirección tractiva de la carga (se habla de labios de cortadura). La coalescencia de
cavidades implica deformaciones y las deformaciones las producen los esfuerzos cortantes,
que son máximos a 45º de la dirección de la carga.

Tensión tensión
real
σUTS
tensión
estricción
ingenieril

Deformación
Fig. 3.6 Esquema de la fractura a tracción de un material dúctil por coalescencia de microcavidades.

La estricción se forma por inestabilidad plástica: los materiales dúctiles contienen muchas
dislocaciones, al deformar su población aumenta y se enredan, aumentando su resistencia
mecánica: se dice que endurecen por deformación. Al mismo tiempo, al deformar, la sección
de la probeta se reduce pues el volumen se mantiene constante. La estricción se origina
cuando el endurecimiento del material no compensa la reducción de la sección. La
deformación es generalizada siempre que se verifique que:

σdA + Adσ > 0 (3-27)

en términos de la deformación verdadera, ε, esto se puede expresar como:

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>σ (3-28)

puesto que dε = - dA/A, si la deformación ocurre manteniéndose el volumen. En definitiva, la


deformación será uniforme mientras la pendiente de la curva tensión-deformación sea mayor
que la tensión verdadera.

En términos del alargamiento e = (l - l0)/l0, tendremos:

dσ σ
> (3-29)
de 1 + e

en donde l0 el la longitud original de la probeta y l la longitud instantánea. La Ec. (3-29) tiene


nombre propio: se le llama la condición de Considère. Si esta condición no se satisface,
aparece una deformación localizada (estricción) y la carga sobre la probeta comienza a
reducirse hasta la fractura.

Las pendientes nulas o negativas, en el registro de tensión (ingenieril, F/A0) frente a


deformación de un material, indican que la deformación se localiza: energéticamente resulta
más favorable que una pequeña zona del material deforme mucho, a que sean muchas las que
deformen poco. Las gomas tienen un “lugar de fluencia” (curva de tensión frente a la
deformación) con una pendiente decreciente con la deformación. En consecuencia, cuando se
hincha un globo de tipo salchicha veremos que empieza a localizarse la hinchazón del globo
en alguna parte aleatoria (la que sea algo más débil o delgada). Nuestra piel y arterias tienen
un registro con unas pendientes que aumentan con la deformación. Al principio deforman
fácilmente, y se vuelven más y más rígidas con la deformación. Afortunadamente nuestras
arterias no se comportan como las gomas; si no se formarían aneurismas (la arteria se hincha
localmente como un globo y revienta), salvo cuando se degrada su pared.

Los aceros presentan con frecuencia, tras su límite elástico, una zona de oscilaciones de la
carga. La carga no aumenta, luego la deformación es local. Se forman una fajas, a 45º
respecto a la dirección de tracción, en la que la deformación se localiza: bandas de Lüders.
Estas fajas empiezan en algún punto más delgado o débil y se extiende a lo largo de toda la
sección de la probeta. Cuando toda la probeta se encuentra cubierta con las bandas de Lüders
se retoma el comportamiento con pendientes positivas de la carga frente a la deformación, y
la deformación vuelve a ser uniforme en toda la probeta, hasta que lleguemos a la estricción.

En los metales, la introducción de precipitados e inclusiones modifica la curva de flujo del


material (σ - ε) y, en consecuencia, la deformación a la que aparece la estricción.

La estricción crea un estado de tensiones triaxiales que favorece la aparición y


crecimiento de las cavidades. Además, una cavidad esférica (una partícula descohesionada
de la matriz) concentra tensiones. El factor elástico de concentración de tensiones es
aproximadamente 2 (Westergaard, 1952). (Para un taladro circular vimos, ec. (1-1), que el factor
de concentración de tensiones era 3). Esta concentración de tensiones hace que el material
próximo a la cavidad deforme más rápido que el material alejado de las cavidades.

La tenacidad del material (energía específica de fractura) está relacionada con la fracción
volumétrica de inclusiones y la distancia media entre las partículas nucleantes de las

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cavidades. La existencia de partículas de varios tamaños (distribuciones bimodales y
trimodales son frecuentes en muchos materiales) aún reduce más la deformación a fractura: en
los ligamentos entre las partículas grandes se repite el fenómeno de formación de
microcavidades en las partículas más pequeñas.

Por último, las fracturas dúctiles tienden a ser estables durante los primeros estadios de la
propagación de la grieta, dando lugar a lo que se conoce como curvas de resistencia (curvas
R): la carga (que ya veremos cómo se relaciona con la tenacidad) debe aumentarse para
conseguir extensiones de la grieta.

Cuando se parte de una grieta afilada (como la que se obtiene por fatiga) y cargamos, primero
la punta de la grieta se enroma, luego se desgarra uniéndose a las primeras cavidades. Las
cavidades se nuclean y crecen más fácilmente en el centro de una chapa que en sus
superficies, pues el estado triaxial de tensiones (deformación plana) favorece su crecimiento.
En consecuencia, la grieta tiende a avanzar algo más por el centro de la chapa que por los
laterales (en donde el estado de tensiones es de tensión plana), creciendo en forma de uña. Por
último, el mecanismo de coalescencia de cavidades tiene preferencia por los planos de
máximo esfuerzo cortante, a 45º de la dirección de la carga, lo que obliga a la grieta a
comenzar un camino macroscópicamente perpendicular a la carga y microscópicamente
compuesto de segmentos a 45º. En definitiva, alcanzar un régimen estacionario de
coalescencia al frente de la grieta requiere propagar la grieta unas distancias apreciables
(típicamente unos pocos milímetros).

3.5 ANISOTROPÍA DE LA FRACTURA DÚCTIL


Las inclusiones juegan un papel decisivo en la fractura por coalescencia de microcavidades.
Ahora bien los procesos de conformado modifican la geometría de estas inclusiones. En
consecuencia, las propiedades del material dependen de la dirección de carga. Un 0’3 % de
inclusiones apenas varía el límite elástico o la carga de rotura del material, pero no así su
tenacidad, como hemos visto. En una chapa o un redondo la orientación de las grietas (y de
las probetas, en consecuencia) se designan por dos letras: la primera indica la normal al plano
de la grieta y la segunda la dirección de avance de su frente (véase la Fig. 3.7).

La diferente forma (no así su fracción en volumen) de las inclusiones en los diferentes planos
conlleva diferentes tenacidades según la orientación. La Fig. 3.8 muestra la tenacidad medida
sobre una aleacción de aluminio con diferentes contenidos de inclusiones. La diferencia entre
unas orientaciones y otras puede ser de más del doble. En los aceros el problema es similar
pero, en este caso, el fibrado se debe a inclusiones de SMn, muy deformadas en la dirección
de laminación. Si la chapa no va a trabajar con carga a través de su espesor esto no tendrá
importancia, pero en una soldadura en T pueden aparecer desgarros laminares (lamellar
tearing). Esta anisotropía de propiedades puede aliviarse mediante adiciones de Ce, Zr o Ca
con objeto de obtener sulfuros complejos, menos deformables que los habituales SMn.

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Dirección de laminación,
L dirección de extrusión,
T-S
L-S eje de forja
T-L S-T
L-T
S L-R C-L

T
S-L
L-C
C-R
LT-S

L-TS R-L R-C

TS-L

S L

Fig. 3.7 Denominación de las probetas según su orientación.

KIC , MPa m
40
1

2
L-T
L
30
L-T
1

T-S
1 S-L
2
T-S 3
20 S
2 3 T
3
S-L

10

0
0 0.25 0.5 0.75
% Fe
Fe Zn Mg Cu Mn Ti Si Al
1) 0’05 6’03 2’59 0’70 0’28 0’05 0’02 Resto
2) 0’30 5’76 2’47 0’67 0’28 0’03 0’02 Resto
3) 0’75 5’85 2’47 0’67 0’34 0’10 0’02 Resto

Fig. 3.8 Anisotropía de la tenacidad a fractura para una aleación de Al con diversos niveles de inclusiones (%
Fe) (Forsyth, 1975).

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La anisotropía, a veces, es un problema, pero en la mayoría de los casos deberíamos mirarla
como un recurso sumamente fértil. No en balde, es el recurso más empleado por la naturaleza
para proporcionar tenacidad a materiales baratos y frágiles como las maderas, dientes,
conchas de moluscos, cuernos, huesos,…

La madera se compone de lignina y celulosa, ambas son cerámicas frágiles, pero el bambú no
lo es. La madera paga su precio por la anisotropía: cuando queremos trocear madera para un
fuego, el hacha se introduce en la dirección paralela a la fibra; en esta dirección es mucho
menos tenaz.

El esmalte de nuestros dientes se compone básicamente de hidroxi-apatito (cerámica dura y


frágil), pero basta una fina capa de proteínas (dentina) y una ingeniosa microestructura (la
dentina rodea las columnas de hidroxi-apatito) para que sea duro y tan tenaz como para partir
una avellana con las muelas. Los ingenieros usamos la anisotropía en los materiales
compuestos reforzados con fibras.

Un material con las mismas propiedades en todas las direcciones (isótropo) puede ser más
fácil de calcular que uno que no lo es (anisótropo), pero normalmente es un lujo que la
naturaleza no puede permitirse y los ingenieros... hacemos lo que podemos. En general,
fabricar un material con una fuerte anisotropía es caro. La naturaleza produce materiales
compuestos de forma muy económica y los ingenieros aún no sabemos hacerlo tan barato.

3.6 La TRANSICIÓN DÚCTIL - FRÁGIL


Si partimos de una grieta afilada y cargamos el material a bajas temperaturas, la
concentración de tensiones en su punta puede ser suficiente como para romper una partícula
frágil al frente de la grieta y comenzar una propagación por clivaje sin ninguna extensión
dúctil previa de la grieta.

Tenacidad

Propagación dúctil
estacionaria

Clivaje
Fractura dúctil

Extensión dúctil y clivaje


Comienzo de la
Fractura por clivaje propagación dúctil

Temperatura
Fig. 3.9 Esquema de la transición dúctil/frágil.

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Si la temperatura es algo más alta, la deformación plástica es más fácil, el límite elástico
también es menor y la concentración de tensiones al frente de la grieta empieza a ser
insuficiente para disparar el mecanismo de clivaje. La grieta comienza a enromarse y a
propagarse por coalescencia de microcavidades. Pero la carga debe aumentarse para
conseguir propagar la grieta por el mecanismo de coalescencia de microcavidades. Durante
este proceso estamos muestreando nuevas zonas al frente de la grieta con tensiones cada vez
mayores y estamos tentando nuestra suerte: podemos acabar encontrando una partícula frágil
capaz de provocar el clivaje.

La dispersión de los resultados de tenacidad es grande cuando necesitamos grandes


extensiones dúctiles para localizar un núcleo de fractura por clivaje suficiente: a veces se
encuentra y a veces no. Cuanto más alta es la temperatura mayor es la dispersión, véase la
Fig. 3.9.

Si la temperatura es aún mayor, el límite elástico sigue reduciéndose, también las tensiones al
frente de la grieta. La grieta se extiende dúctilmente y alcanza el régimen estacionario sin que
las tensiones sean lo suficientemente elevadas como para que ninguna partícula sea un
detonante efectivo del clivaje. La propagación dúctil continúa indefinidamente.

3.7 FRACTURA INTERGRANULAR


Habitualmente los metales rara vez fallan por las uniones entre los granos. Existen algunas
excepciones (reducir la γ de la intercara):

Fig. 3.10 Superficie de fractura de una probeta Charpy rota a temperatura ambiente de un acero Armco
fragilizado con oxígeno. Se observa la superficie casi perfecta de los granos y grietas secundarias que separan
limpiamente los granos. (Reproducido por cortesía de ASM International®. Todos los derechos reservados.
www.asminternational.org).

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1. La formación de precipitados frágiles en las juntas de grano. Suele ser consecuencia de
inapropiados tratamientos térmicos en los aceros (Krauss, 1980): un incorrecto revenido de la martensita, a
temperaturas próximas a los 350ºC, y en los aceros aleados revenidos a ~ 550ºC; ambos aparentemente
conllevan la segregación de impurezas, tales como el fósforo y el azufre, a las juntas previas de la austenita.
Estas finísimas capas de impurezas atómicas no se distinguen sobre la superficie de la fractura, salvo que se
empleen métodos de análisis superficial tales como la microscopía electrónica Auger. La segregación de
nitruros de aluminio en las juntas de grano durante la solidificación de las fundiciones de acero. Los nitruros
de aluminio, en suficiente cantidad, también pueden producir degradaciones de la tenacidad por fragilización
en el revenido de aleaciones forjadas. El azufre no siempre es un elemento indeseable: se añade
intencionadamente a los aceros cuando se desea mecanizarlos con mucha facilidad: aceros de fácil
mecanizado, siempre que la pieza no trabaje a alta temperatura.

2. Fenómenos de corrosión. Las juntas de grano son lugares preferentes de segregación de impurezas y son
zonas con altas energías, dado lo desordenado de la estructura atómica. En consecuencia, son muy propensas
a problemas de corrosión. Los reactivos de ataque revelan las juntas de grano aprovechándose de esta
característica. En múltiples casos, el motivo de fondo de la corrosión es un problema de fragilización por
hidrógeno.

3. Fragilización por hidrógeno. El hidrógeno puede degradar muy severamente la tenacidad de una
aleación (Thompson, 1976; Anon, 1977). El mecanismo exacto por el que esto ocurre no se conoce:
aparentemente el hidrógeno atómico se fija a los átomos del metal reduciendo la cohesión en las juntas de
grano. El hidrógeno puede proceder de múltiples fuentes, incluyendo la humedad, compuestos que contengan
hidrógeno tales como H2S e hidrógeno gaseoso. La absorción de humedad durante la soldadura es un
problema frecuente, que provoca agrietamientos en la zona afectada por el calor. Si la carga de hidrógeno es
muy elevada, aparece un rasgo fractográfico muy característico: los ojos de pez. En muchos casos, tras
cargar, la fractura no es instantánea sino pospuesta en el tiempo. Lo que prueba que la tensión empuja al
hidrógeno a las juntas de grano. En algún, raro, caso el oxígeno produce fragilizaciones similares (véase la
Fig. 3.10).

4. Fluencia a alta temperatura. A altas temperaturas, las juntas de grano son lugares relativamente débiles
en comparación con la matriz. En consecuencia, una fracción significativa de la deformación ocurre en las
juntas de grano. El daño por fluencia (creep) se concentra en ellas, apareciendo cavidades en las juntas de
grano (sobre partículas de una segunda fase) y puntos triples (Riedel, 1989).

REFERENCIAS

Anon, “Hydrogen Damage”, American Society for Metals, Metals Park, Ohio (EEUU) 1977.

ASM International, “Metals Handbook”, 8th Ed., Vol. 9, “Fractography and Atlas of Fractographs”, (formerly
American Society for Metals, Metals Park, Oh 44073, EEUU), 1974, p. 167 (Fig. 3584).

Bueckner, H.F., “The propagation of Cracks and the Energy of Elastic Deformation”, Transactions of the
American Society of Mechanical Engineers, 80 (1958) 1225-1230.

Erdogan, F., “Stress Intensity Factors”, Journal of Applied Mechanics, 50 (1983) 992-1002.

Forsyth, P.J.E. y Stubbington, C.A., “Directionality in structure-property relationships: aluminium and titanium
alloys”, Metals Technology, 2 (1975) 158-177.

Griffith, A.A., “The Phenomena of Rupture and Flow in Solids”, Philosophical Transactions of the Royal
Society of London, A221 (1921) 163-197 y “The Theory of Rupture”, Proceedings of the First International
Conference of Applied Mechanics, Delft (1924).

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Inglis, C.E., “Stresses in a Plate Due to the Presence of Cracks and Sharp Corners”, Transactions of the Institute
of Naval Architects, 55 (1913) 219-241.

Kelly, A y MacMillan, N.H., “Strong Solids”, 3rd ed., Oxford Science Publications, Oxford (1986).

Krauss, G., “Principles of Heat Treatment of Steels”. American Society for Metals, Metals Park, Ohio (EEUU)
(1980).

McMeeking, R.M. y Parks, D.M., “On Criteria for J-Dominance of Crack-Tip Fields in Large-Scale Yielding”,
ASTM STP 668, American Society for Testing and Materials, Philadelphia (1979) 229-248.

McGowan, J.J., “An Overview of Current Methods Used for Assessing Surface Flaws in Nuclear Reactor
Vessels”, Nuclear Engineering and Design, 73 (1982) 275-281.

Riedel, H., “Creep Crack Growth” en “Fracture Mechanics, 20th Symposium”, ASTM STP 1020, American
Society for Testing and Materials, Philadelphia (EEUU) (1989) 101-126.

Sneddon, I.N., “The Distribution of Stress in the Neighborhood of a Crack in an Elastic Solid”, Proceedings of
the Royal Society of London, A187 (1946) 229-260.

Thompson, A.W. y Bernstein, I.M., “Effect of Hydrogen on Behavior of Materials”, TMS-AIME, Warrendale
(1976).

Westergaard, H.M., “Bearing Pressures and Cracks”, Transactions of the American Society of Mechanical
Engineers, 61 (1939) A49-A53.

Westergaard, H.M., “Theory of Elasticity and Plasticity”, Dover Publications, Inc., Nueva York (EEUU), 1952,
154-157.

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PROBLEMA 1

Calcule la resistencia ideal de un cristal cuya fuerza cohesiva venga descrita por la ley de Lennard-Jones:

C1 C2
F= −
x2 x9

Resolución:

La fuerza máxima del enlace se obtiene derivando F respecto a x

dF C C 1 C 
= −2 31 + 9 102 = 3  − 2C1 + 9 72 
dx x x x  x 

e igualando la derivada a cero. La solución triple de x = ∞ no no es útil, nos queda por tanto que el paréntesis
sea cero:

1
 9C  7

x = 2
 2C1 

Ahora bien, la distancia de equilibrio, x0, será aquella para la que la fuerza se anule:

C1 C2
0= −
x02 x09

lo que nos permite reemplazar una de las dos constantes por x0, por ejemplo C1:

C2
C1 =
x07

Luego la distancia normalizada para la que se obtiene la máxima fuerza del enlace será:

1
  7

 
9C2 
= (4'5x07 )
1
x=  7
= 1240
' ⋅ x0
 C2 
2 7 
 x0 

La derivada de la fuerza con respecto a la x en torno a la posición de equilibrio es proporcional al módulo


elástico del material, lo que nos permite eliminar la segunda constante de la expresión de Lennard-Jones:

 dF  1 C  1 C C  7C E
  = 3  − 2C1 + 9 72  = 3  − 2 72 + 9 72  = 102 =
 dx  x = x x0  x0  x0  x0 x0  x0 N e x0
0

Siendo Ne el numero de enlaces por unidad de área del cristal. Luego la constante C2 puede reemplazarse por:

E ⋅ x09 E ⋅ x02
C2 = y C1 =
7 ⋅ Ne 7 ⋅ Ne

La expresión de la fuerza en función del espaciado de equilibrio y del módulo elástico del material queda como:

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C1 C2 E ⋅ x02 E ⋅ x09
F= − = −
x2 x9 7 ⋅ Ne ⋅ x2 7 ⋅ Ne ⋅ x9

y la fuerza máxima se alcanza a una distancia: x = 1’240 x0. Con lo que ésta valdrá:

E E E  1 1  E
Fmax = 2 − 9 =  2 − 9  = 0'072
7 ⋅ N e ⋅ 1240
' 7 ⋅ N e ⋅ 1240
' 7 ⋅ N e  1240
' 1240
'  Ne

La tensión máxima valdrá entonces:

E
σ c = Fmax N e = 0'072 E ≈
14

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