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En la extracción de carbón, cada

gota de agua cuenta


Por RICARDO LOZANO*
Para una actividad minera exitosa es clave que se
implementen medidas de protección, conservación y
restauración de este recurso.

"LL
as garantías establecidas por las autoridades ambientales
deben procurar que, en todo el proceso, se haga uso eficiente
de los recursos naturales".Foto: Istock

En Colombia sí es posible trabajar en equipo para proteger la


diversidad de cada región y, al mismo tiempo, aprovechar los
recursos allí presentes. Esto se conoce como competitividad
sostenible, y aquí cada gota de agua cuenta. Por lo tanto, la
gestión integral del agua por parte de los sectores productivos
es fundamental, y con este propósito se debe recuperar el
diálogo libre con un tono constructivo, que lleve a crear un
nuevo escenario de gestión ambiental regional y territorial
bien informada, donde la opinión diferente sume y genere
nuevas responsabilidades para llegar a acuerdos.

Uno de esos sectores productivos es la minería de carbón,


cuya gestión ambiental y social históricamente ha sido sujeto
de análisis, aprobación y seguimiento por parte del Ministerio
de Ambiente y Desarrollo Sostenible, la Autoridad Nacional
de Licencias Ambientales (Anla) y las Corporaciones
Autónomas Regionales (CAR), que actúan en su respectiva
jurisdicción monitoreando desde la fase de prospección y
exploración hasta el cierre de minas.

Un primer criterio de aproximación a los territorios son las


restricciones y exclusiones de la actividad en ecosistemas
considerados estratégicos por su alto valor ambiental y social.
El reto para el Estado en este sentido es definir límites
ecosistémicos, sociales y económicos a escalas apropiadas
para implementar planes de manejo ajustados a la realidad
de los servicios y bienes de dichos ecosistemas.

Las garantías establecidas por las autoridades ambientales


deben procurar que, en todo el proceso, se haga uso eficiente
de los recursos naturales, con medidas de restauración,
protección y conservación de los bienes y servicios del
ecosistema, y con protección de la calidad del aire e inclusión
de indicadores que relacionen la actividad de extracción con
impactos en salud, seguridad alimentaria, agua potable y
medioambiente, entre otros.

Finalmente, el compromiso debe orientarse a trabajar


colectivamente en satisfacer necesidades sociales,
ambientales y económicas, así como en construir procesos
de articulación eficientes de nuestra relación con los límites
de la naturaleza.

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