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INTRODUCCIÓN
El progreso técnico-médico debe apostar siempre por una mejora de las condiciones de
vida de la persona. En la actualidad existe muchos pacientes con enfermedades
terminales los cuales requieren unos cuidados especiales, a esto ayuda los denominados
“Cuidados Paliativos”.
El presente ensayo tiene como propósito conocer en qué consiste los cuidados paliativos
que deben recibir los pacientes con enfermedades terminales. Para ello explicaremos:
Qué significa que la persona posea dignidad, cuál es la situación de las personas con
enfermedad terminal, en qué consiste los cuidados paliativos y cuál debe ser el trato
que debe tener el personal de salud con este tipo de pacientes y los elementos éticos
en la medicina paliativa.
Para empezar, voy a describir Qué significa que la persona posea dignidad.
Podemos comenzar señalando que dignidad humana es un concepto difuso. Presenta,
por tanto, dificultades en cuanto a su determinación, caracterización y definición.
La noción de “dignidad humana” se vincula con el “respeto incondicionado que merece
todo individuo en razón de su mera condición humana, es decir, independientemente
de cualquier característica o aptitud particular que pudiera poseer” (Bayertz, p. 824)
Según la conocida expresión kantiana, la dignidad es “algo que se ubica por encima de
todo precio y, por lo tanto, no admite nada equivalente”; mientras las cosas tienen
“precio”, las personas tienen “dignidad” (Kant, p. 189).
En otras palabras, la dignidad, como prerrogativa característica de las personas, es un
valor absoluto que escapa por tanto a todo cálculo utilitarista de costos-beneficios.
En qué consiste los cuidados paliativos
El termino cuidados paliativos se aplica a un modo especial de cuidar diseñando para
proporcionar bienestar o confort y soporte a los pacientes y sus familias en las fases
finales de una enfermedad terminal. Los cuidados paliativos procuran conseguir que los
paciente dispongan de los días que les resten conscientes y libres de dolor, con los
síntomas bajo control, de tal modo que los últimos días pueden discurrir con dignidad,
en su casa o en un ambiente lo más familiar posible, rodeados de la gente que se quiere
(America, 2007, pág. 79).
Este modo de cuidar, los cuidados paliativos, ni aceleran ni detiene el proceso de morir.
No prolongan la vida y tampoco aceleran la muerte. Los que trabajan en cuidados
paliativos pretenden estar presentes, acompañar aportando conocimientos
especializados de cuidados médicos y psicológicos y procurando el soporte emocional y
espiritual durante la fase terminal, en un entorno que incluye el hogar, la familia y los
amigos. La atención posterior al fallecimiento también es fundamental para los
miembros de la familia o algunos amigos. Los equipos de voluntarios pueden jugar un
papel importante en el soporte de la familia
Los cuidados paliativos recuperan la forma más profunda de comprender y atender al
paciente terminal que late en la medicina. Son respuesta al descontento de los
profesionales y de la sociedad hacia quienes están ignorando necesidades que habían
quedado escondidas quizá detrás de la búsqueda de progreso científico y de los avances
técnicos que la medicina ha experimentado en el siglo XX
Los cuidados paliativos comienzan en Londres a finales de la década de los 60, cuando
la Dr. C. Saunders (1918-2005) promueve un primer centro monográfico para atención
a enfermos terminales que marcará la referencia a imitar para todo el mundo. En sus
orígenes es patente la entraña profundamente cristiana de los cuidados paliativos. Así
se explica en el acta fundacional de este primer centro de paliativos: “El St. Christopher´s
Hospice está basado en la fe cristiana de Dios, a través de Cristo. Su Objetivo es expresar
el amor de Dios a todo el que llega y de todas las maneras posibles, en la destreza de la
enfermería y de los cuidados médicos, en el uso de todos los conocimientos científicos
para aliviar el sufrimiento y malestar, en la simpatía y entendimiento personal, con
respecto a la dignidad de cada persona como hombre que es, apreciada por Dios y por
los hombres. Sin barreras de raza, color, clase o credo”
La denominación de cuidados paliativos o medicina paliativa viene a reemplazar al
concepto Hospice de la tradición anglosajona. El termino de cuidados paliativos es más
universal, menos ligado a un entorno cultural y permite referirse a todo tipo de
programas (Alentorn, 2007). De hecho, en el resto de los países europeos este es el
término que se está empleando en la actualidad.
Así se refiere la OMS a los cuidados paliativos: “Los cuidados Paliativos son un modo de
abordar la enfermedad avanzada e incurable que pretende mejorar la calidad de vida
tanto de los pacientes que afrontan una enfermedad como de sus familias, mediante la
prevención y el alivio del sufrimiento a través de un diagnostico precoz, una evaluación
adecuada y el oportuno tratamiento del dolor y de otros problemas tantos físicos como
psicosociales y espirituales.
¿Cuál debe ser el trato que debe tener el personal de salud con este tipo de pacientes?
Es importante como se sitúa cada persona ante las posibilidades y recursos actuales de
la medicina y de las tecnologías asociadas a su ejercicio. Estas son cuestiones
antropológicas que condicionaran nuestro enfoque de los temas éticos.
Tanto en la precipitación por <solucionar> el problema de un final doloroso mediante
una muerte anticipada, como en la prolongación indebida de la agonía por medios
exagerados, late un fallo común: el miedo a confrontar la muerte ya sea por parte del
paciente, de sus familiares y amigos o del personal médico. “Este es un problema
cultural. El que yo esté más o menos abierto a confrontar la muerte y asumirla, es algo
ayudado o impedido y afectado por la conducta de los de mi alrededor y por la totalidad
de la cultura en que vivo” (Gafo, 2004, pág. 143)

El personal de salud no siempre utiliza habilidades y destrezas de comunicación


interpersonal para relacionarse con sus pacientes. El éxito o fracaso de cualquier tipo
de atención en salud depende de las habilidades y destrezas de comunicación
interpersonal que los profesionales de salud puedan tener para proporcionar un
adecuado servicio a los pacientes.

Para que las personas estén dispuestas a utilizar los servicios de salud, éstos deben ser
eficientes, seguros y confiables, muchas veces el trato dispensado a los pacientes
refleja el estado de las comunicaciones interpersonales dentro del equipo de salud.
Cuando se acude a uno de los servicios de salud integral impacta el trato que dispensa
el personal, si los usuarios encuentran un ambiente basado en una comunicación de
respeto hacia su situación por supuesto que ellos se sentirán mejor, en cambio si
encuentran un trato brusco, hostil o cargado de juicios indudablemente se sentirán
peor.

Pero hay muy pocos casos se halla la medicina moderna en condiciones de dilatar la vida
por algún tiempo. Sin embargo, las críticas a la prolongación de la misma y los reproches
contra la tutela de los moribundos son cada vez mayores. En muchos medios de
comunicación se traza una imagen espantosa de enfermos cautivos en hospitales
enormes, sometidos a vigilancia continua en secciones especiales o en unidades de
vigilancia intensiva, mantenidos en vida a toda costa con medicamentos que reactivan
la circulación agotada, o con electroschocks y marcapasos que disciplinan el músculo
cardíaco fatigado. Tan pronto como fallan los pulmones y el impulso respiratorio, se
realiza la respiración artificial con concentraciones de oxígeno exactamente calculadas.
Los riñones, incapaces desde hace tiempo de limpiar el cuerpo, son sustituidos por una
máquina, que en un trabajo mecánico de bombeo por varias de duración impulsa la
sangre fatigada a través de poros y capilares para permitir que se purifique. Junto a los
esfuerzos médicos que se realiza, la sensibilidad del que asiste al moribundo es
interrogada también sobre el momento de retirarse y sobrellevar lo que parece
insoportable. “ Venid a mi todos los fatigados y agobiados y yo los aliviaré…porque mi
yugo es suave y mi carga ligera” (Mateo, 110 dc.)
La americana Débora Duda, dedicada a asistir a moribundos, reprocha a los médicos
que hayan convertido el acontecimiento natural de la muerte en un problema médico,
para ser felices y hacerse ricos de ese modo. (Duda, 1990, pág. 166)
¿A quién le gustaría escuchar este reproche?: “Todavía se podría haber hecho más. De
eso no muere nadie en nuestros días. Debería haber ido a otro médico.» Nos dice que
la sociedad, representada por las instituciones médicas, determina cuándo, dónde y tras
qué tormentos debe morir el hombre”. (Tila, 1990, pág. 165).
“Para no sobrecargar la imagen del médico y no arrebatar su responsabilidad es preciso
acentuar su limitación de su contenido” (Jonas, 1990, pág. 150). Nos relata que la
responsabilidad humana del médico va mucho más lejos que la profesional y técnica
sino nos menciona la responsabilidad humana, religiosa y cultural ya siendo médicos
enfermeros o familiares a cómo ayudar al moribundo a vivir antes de y hasta su muerte,
incluso de ayudarle a vivir su muerte (Clavel, El Proceso Biocultural de Morir, 2004)

El enfermo terminal
El estado terminal de una enfermedad describe el periodo de tiempo en el que, no
habiendo posibilidad de remedio o de remisión, el único destino previsible de la
enfermedad es la muerte del paciente. “Enfermo terminal es aquel que padece una
enfermedad progresiva e irreversible, que provoca una expectativa de muerte próxima
y en el que se han agotado los remedios terapéuticos” (Saunders, 2007, pág. 75). Cuando
Cicely Saunders, pionera de los cuidados paliativos comenzó a trabajar con este tipo de
enfermos observó que la fase terminal en una enfermedad se iniciaba en el momento
en que el clínico decía la fatídica frase “ya no hay nada que hacer” y comenzaba a
retirarse de su paciente. Aunque nos pese, muchas veces sigue siendo así. Sabemos que
debería ser, muy al contrario: con un enfermo terminal hay mucho que hacer y necesita
más atención de un equipo asistencial.
Algunos autores añaden dos criterios más a la definición expuesta de enfermedad
terminal: la existencia de múltiples síntomas, plurifactoriales y cambiantes y la de un
importante impacto emocional de la enfermedad. Desde nuestro punto de vista son dos
elementos característicos de la situación terminal. Pero de ningún modo la definen.
Pueden no estar presentes a veces y no por ello dejaría de tratarse de una situación
terminal. Aunque de modo general los síntomas aumentan a medida que la enfermedad
avanza, pensemos por ejemplo en un tumor que curse inicialmente con escasos
síntomas físicos pero que desemboque en el fallecimiento del enfermo al cano de
algunas semanas: la situación de ese paciente podría englobarse dentro de la fase
terminal si se conoce la extensión de su enfermedad o la localización critica de algunas
lesiones. También existen pacientes demenciados con un deterioro cognitivo que anula
la respuesta psicológica del paciente pero que fallecen por su enfermedad, o enfermos
en los que el impacto emocional no parece tan evidente.
Por tanto, son tres factores que conjuntamente van a definir la situación terminal. Un
factor causal o desencadenante: la existencia de una enfermedad progresiva e
irreversible. El facto pronóstico: expectativa de muerte próxima, y lo que podríamos
denominar el factor terapéutico: agotamiento o imposibilidad de aplicar tratamientos
curativos
Elementos éticos en la medicina paliativa
El doctor Herranz califica la medicina paliativa como la respuesta ética de la medicina a
la situación terminal. “Ni la obstinación ni el abandono son respuestas éticas a la
situación terminal. Si lo es la medicina paliativa. Al médico se le plantea, en cada
encuentro con los pacientes incurables, una cuestión previa: la de reconocer, detrás de
aquella apariencia dolorida o degradada, toda la dignidad de un hombre. La enfermedad
terminal tiende a eclipsar la dignidad, a destruirle. La salud confiere, en cierto modo, la
capacidad de alcanzar una humanidad plena, por el contrario, sufrir una enfermedad
incurable supone, de mil modos diferentes, una limitación terrible de la capacidad de
llegar a ser, o seguir siendo, plenamente hombre. Porque una enfermedad seria o
incapacitante y mucho más si es terminal, no consiste solo en graves y críticos trastornos
musculares o celulares: constituye también y principalmente, una amenaza a la
integridad personal, que pone a prueba al enfermo en cuanto hombre. El buen médico
no puede olvidarse de esto cuando esta con sus enfermos y los atiende. (Herranz, 2007).
Por todo ello los cuidados paliativos son un verdadero ejercicio de ciencia y humanidad.
Evidentemente, ante un enfermo en situación terminal, cabe reaccionar con respuestas
diferentes a la medicina paliativa. Cuando no se sabe bien como ayudarle, o cuando solo
se ve la perspectiva de la muerte segura del enfermo sin considerarlo digno de ayuda en
su último tramo de vida “no merece la pena”, se escucha a veces, se puede optar por
abandonar al paciente: es el nihilismo terapéutico, esto puede ocurrirles a algunos
profesionales que no están debidamente formados o entrenados para atender a
pacientes en una situación tan compleja como es la fase terminal. Otros ven en la
eutanasia o el suicidio asistido la única salida para esa situación, pero es una solución
aparentemente y poco creativa porque más que resolver un problema se opta por
eliminar al que lo padece y por último, hay quienes consideran la muerte como un
fracaso propio o de la medicina, en lugar de admitirla como algo natural cuando es
irremediable, estos pueden caer fácilmente en el abuso de medios terapéuticos poco
proporcionados o incluso en el ensañamiento terapéutico: son los que intentan retrasar
la muerte a toda costa, con fármacos y otros medios técnicos a su alcance, sin considerar
los nuevos sufrimientos añadidos que suponen para el enfermo o sin contar con su
consentimiento ni con una causa que lo justifique
Parece claro que, en las otras respuestas citadas, frente a la situación terminal, aunque
se quieran justificar con diversos argumentos, hay elementos contrarios a la ética,
porque no se ajustan a lo que de verdad necesitan esos enfermos y la ética porque no
se ajustan a lo que de verdad necesitan esos enfermos y la ética nos habla precisamente
del “debe ser”. La medicina paliativa reúne una serie de elementos éticos que responden
a las necesidades de los pacientes en la última etapa de su vida. Por eso, podemos
afirmar que la medicina paliativa es una respuesta ética ante la situación terminal
Analizamos, a continuación, diez elementos éticos que es posible encontrar en la
medicina paliativa y que contribuyen a que sea la respuesta ética y por tanto la medicina
indicada para la fase final de la vida.
1. Protección de la debilidad
Los profesionales de la salud no estamos para dedicarnos a los sanos y fuertes,
sino a los enfermos y débiles, que son los que más nos necesitan. El enfermo
terminal pierde vigor, facultades, vida. Por eso nos necesita más que otros y no
tiene sentido que oiga la lamentable y manida frase “no hay nada que hacer”,
porque si hay mucho que hacer por él, aunque padezca una enfermedad
incurable y le quede poco tiempo de vida.
2. Reconocimiento de la dignidad
La enfermedad provoca muchas veces un deterioro físico que tiende a eclipsar la
dignidad, la oculta e incluso parece que la destruye. Hay enfermos que sufren
enfermedades muy limitantes y pueden llegar a pensar que han perdido su
dignidad, y lo mismo pueden considerar algunos de los que los contemplan. La
persona humana es siempre digna, aunque su salud y su organismo estén muy
deteriorados. Su dignidad no depende de su estado de salud, de su vigor físico o
de sus circunstancias, sino de su condición de ser humano irrepetible
3. Relación personal
En el enfermo en fase terminal, muchas veces pasan a primera línea de aspectos
espirituales, psicológicos, sociales, etc. Y la medicina paliativa procura no
perderlos de vista y prestarles una atención específica, con la intervención de los
diversos miembros del equipo multidisciplinar que atiende estos pacientes.
Como la relación establecida es de persona a persona, el respeto a la autonomía
del enfermo es esencial para la medicina paliativa; hay que dar al paciente la
posibilidad real de participar en todas las decisiones que le afecten
4. La relación personal extendida a la familia
se dedica tiempo a la familia, se identifican familiares de riesgo, se continua la
relación con la familia después del fallecimiento del paciente para facilitarles el
duelo, etc. El profesional intenta identificar donde está el sufrimiento y procura
aliviarlo, con todos los medios a su alcance y facilitando la intervención de los
miembros del equipo que sean necesarios
5. Veracidad
Hay que evitar en todo momento engañar al enfermo, porque, aunque se actué
con la intención de ahorrarles sufrimientos se le estaría ocasionando un gran
daño: supondría negarle el derecho que tiene a saber la verdad en un momento
clave de su vida y quizá privarle la posibilidad de poner sus asuntos en orden y
de prepararse adecuadamente para su muerte
6. Disponibilidad de la asistencia
Cuantos problemas resuelve algo tan elemental como dejar anotado a la familia
un teléfono de contacto para eventualidades. En cuidados paliativos se potencia
la posibilidad de que la asistencia este siempre disponible
7. Respeto y ayuda a los demás mediante el trabajo en equipo
La garantía de calidad en la atención pues son más los profesionales que aportan
coordinadamente sus conocimientos y sus habilidades a esa unidad de cuidado
que constituyen el enfermo y su familia. Por otra, el equipo es el principal
soporte de cada miembro ante el estrés y el desgaste que conlleva la atención
de estos enfermos en un estado tan crítico.
8. Respeto a la vida y respeto a la muerte
Entre los objetivos de la medicina paliativa no se busca acortar la vida, sino todo
lo que aporte alivio o control en los síntomas. Pero tampoco se busca prolongar
la muerte, por eso, ante las complicaciones finales no se actúa con medios
desproporcionados para la situación concreta de ese paciente y se le permite
morir, asumiendo el curso inexorable de la enfermedad.
9. Profesionalidad
La gran mayoría de estos profesionales han elegido deliberadamente esa
orientación. Es un trabajo ejemplar desde muchos puntos de vista y por tanto
muy respetable. Considerando la decisión de trabajar en cuidados paliativos en
sí misma, no cabe duda de que decisión, en muchos casos, con amplio contenido
ético.
10. Actitud ante el dolor
la idea de fondo no puede ser más ética: cerca de la muerte, cuando alguien sufre
no una parte del cuerpo sino la persona. La respuesta de Saunders con la
medicina paliativa es también excelente desde el punto de vista ético: habrá que
atender a toda la persona. No se puede abordar el dolor al final de la vida solo
con analgésicos. (Saunders, 2007)

Los límites de la medicina paliativa


Hemos repasado los que podrían ser diez elementos éticos que podemos identificar en
los cuidados paliativos y que permiten decir que estos son la respuesta ética de la
medicina a la situación terminal. Pero, ¿Es la medicina paliativa la respuesta para todo
en la situación terminal? La respuesta es no. Los cuidados paliativos no son una quinta
esencia para resolver los problemas del final de la vida. Realmente, esta medicina
entraña una postura ética, pero, como tal, no puede resolver los grandes interrogantes
de la vida: el sentido del sufrimiento, el significado de una trayectoria vital, la muerte….

Conclusión:
Más que simplemente asistir al fin de la vida, los equipos de cuidados paliativos están
disponibles para ayudar a los médicos de los pacientes de cualquier edad y en etapa de
una enfermedad grave y a sus familias, incluyendo aquellos que están activamente
sometidos a terapias dirigidas a su enfermedad. En particular, los cuidados paliativos
parecen producir un mayor beneficio para los pacientes y sus familias cuando se
aplican precozmente en el curso de la enfermedad. Esto conduce a una atención más
eficaz y eficiente asociada al ahorro de costos sin desmedro de la atención.

Apreciación Crítica:
Bibliografía
Alentorn, G. B. (2007). Cuidados paliativos. En M. Á. Monge, Sin Miedo (pág. 80). España.

America, H. F. (2007). Cuidados Paliativos. En M. Á. Monge, Sin Miedo (pág. 79). España.

Clavel, J. M. (2004). Bioética y Antropología . Madrid.

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Duda, D. (1990). Morir es partir. En J.-G. Meran, Bioética (pág. 166). Madrid.

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Heidegger. (1927). El Proceso Biocultural de morir. En J. M. Clavel.

Herranz, D. (2007). Elementos eticos en la medicina paliativa. En M. Á. Mongue, Sin miedo


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Jonas, h. (1990). El medico y la asistencia de los moribundos. En J.-G. Meran, Bioética (pág.
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