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El movimiento, fiel en principio al rey Fernando VII de España, fue justificado por las
sospechas de que el gobierno planeaba entregar el país a la infanta Carlota Joaquina de
Borbón, pero desde los comienzos sirvió de marco para el accionar de los sectores
independentistas que propagaron la rebelión a La Paz, donde se constituiría la Junta
Tuitiva. Reprimido violentamente este último y más radical levantamiento, el movimiento
de Chuquisaca fue finalmente deshecho.
Antecedentes
Invasión francesa a España
El 18 de octubre de 1807, las tropas francesas al mando del general Junot entraron a
España, aliada del Primer Imperio francés. Napoleón Bonaparte tenía como objetivo
primario ocupar el Reino de Portugal que se resistía a implementar el Bloqueo Continental
contra Gran Bretaña.
El 27 de mayo de 1808, Sevilla creó su propia junta con el nombre de Junta Suprema de
España e Indias, que pretendía — al igual que las restantes — gobernar en nombre de
Fernando VII y preservar sus derechos al trono, política que la llevó a declarar la guerra a
Napoleón el 17 de junio.3
En esas circunstancias, en 1809, primero en Chuquisaca, y luego en muchas otras ciudades
americanas bajo el dominio del Imperio español, detonó una crisis política a causa de la
crisis institucional en la metrópoli y de las tensiones revolucionarias que venían madurando
en las sociedades coloniales.
Cuando las fuerzas de la división francesa del norte al mando de Joaquín Murat ocupaban
la ciudad de Madrid, el 23 de marzo de 1808, se hallaba de servicio en la ciudad el capitán
de milicias José Manuel de Goyeneche.
Joaquín Murat.
Murat comisionó entonces a Goyeneche ante los gobiernos y pueblos de América del Sur
para que lograse su sometimiento a la nueva dinastía, expidiéndole las correspondientes
credenciales.4
Los alcances de su mandato eran tales que estaba facultado, aunque no por derecho por
pretensión de sus mandantes, a destituir y encarcelar a cualquier funcionario que
manifestara cualquier oposición a Fernando VII como legítimo rey de España, sin importar
que esos funcionarios tuvieran mando emanado del mismo rey (Carlos IV), como el caso de
los virreyes.
Con sus dos pliegos, Goyeneche volvió a Cádiz y se embarcó finalmente en compañía del
emisario francés de Murat.
Al pasar por Río de Janeiro camino a Buenos Aires, en agosto de ese año, se entrevistó con
la infanta Carlota Joaquina de Borbón, hermana de Fernando VII y reina regente de
Portugal en el Brasil, con ambiciones de asumir los títulos de su hermano en tierras
americanas. Carlota le dio a Goyeneche cartas con sus pretensiones, dirigidas a las
autoridades coloniales que él iba a visitar. El oficio principal de Carlota afirmaba entre
otras cosas:
"Hago saber á los leales y fieles vasallos del Rey catolico de las Españas é Indias, (...)
Estando de esta suerte mis muy amados Padres, hermanos y demas individuos de mi real
familia de España privados de su natural libertad sin poder ejercer su autoridad ni menos
atender á la defensa y conservacion de sus derechos (...) por tanto considerándome
suficientemente autorizada y obligada á ejercer las veces de mi augusto Padre y real
familia de España como la mas procsima representante suya en este continente de América
para con sus fíeles y amados vasallos, me ha parecido conveniente y oportuno dirijiros este
mi manifiesto por el cual declaro nula la abdicacion ó renuncia que mi Señor Padre el Rey
Don Carlos IV y demas individuos de mi real familia de España tienen hecha en favor del
Emperador ó Jefe de los franceces; á cuya declaracion deben adherir todos los fíeles y
leales vasallos de mi augusto Padre, en cuanto no se hallen libres é independientes los
representantes de mi real familia (...) Igualmente os ruego y encargo con el mayor
encarecimiento que prosigais como hasta aquí en la recta administración de justicia con
arreglo á las leyes, las que cuidareis y celareis se mantengan ilesas y en su vigor y
observancia, cuidando muí particularmente de la tranquilidad pública y defensa de estos
dominios, hasta que mi amado primo el infante D. Pedro Carlos ú otra persona llegue
entre vosotros para arreglar los asuntos del gobierno de estos dominios durante la
desgraciada situacion de mis mui amados Padres, hermanos y tio, sin que mis nuevas
providencias alteren en lo mas mínimo lo dispuesto y prevenido por mis augustos
antecesores".
Goyeneche aceptó el encargo, sin comprometerse — según sus dichos — más que a actuar
de mensajero. Sin embargo, su posición era probablemente puramente oportunista, al igual
que en el caso de los pliegos de Murat o de Sevilla. Una carta confidencial que que Carlota
escribió a su secretario privado José Presas afirma:
"Presas, las cartas las quiero yo todas mañana para despachar a Cortés5 y a Cerdán,
despues de mañana, asi como las dos cartas para ellos y también la de Abascal, para que
ellos las lleven: la de Goyeneche que vaya bien tocadita, y al mismo tiempo agradecida
para el buen éxito de nuestro negocio."
José Presas. Memorias secretas de la infanta Carlota, en Biblioteca de Mayo, página 797.
Desde la llegada al Río de la Plata de las primeras noticias acerca de los sucesos en España,
el gobernador de Montevideo, Francisco Javier de Elío, había agudizado el conflicto que
mantenía con su superior, el virrey Liniers. El alcalde de primer voto del Cabildo de
Buenos Aires Martín de Álzaga, con el acuerdo de varios de los principales cabildantes,
viajó a Montevideo y permaneció allí cerca de un mes, promoviendo la formación de una
junta como primer paso para la creación de una junta suprema y la convocatoria a un
congreso en Buenos Aires.
General Francisco Javier de Elío. Atribuido a Miguel Parra. (Museo del Prado).
El brigadier Goyeneche arribó a Montevideo munido de tres pliegos para sendas misiones
reservadas, para usar según su interés. Se acreditó allí ante Francisco Javier de Elío como
representante de la Junta de Sevilla, alentándolo en su propósito de independizarse de
Buenos Aires y no reconocer la autoridad del virrey Liniers por ser de origen
francés:"Cuando llegó a Montevideo aplaudió el celo del gobernador Elío y sus vecinos en
haber formado una junta y manifestó que su venida se dirigía a promover el
establecimiento de otras en las ciudades de aquel reino."6 Tras esto, Goyeneche pasó a
Buenos Aires.
Una nota de la Real Audiencia de Buenos Aires del 27 de octubre de 1809 diría "..el fuego
que encendió don Javier Elio en Montevideo se extendió a las provincias interiores del
virreinato."
Llegado a Buenos Aires trató de hacer uso de las instrucciones que llevaba del rey José
pero desconcertado por la fidelidad del Virrey Santiago de Liniers — nacido francés —
empezó a proclamarse realista puro y partidario acérrimo de la causa de Fernando.4 Buena
parte de la población, al recibir noticias de que en España subsistía un gobierno, lo hizo
propio más allá de su ilegitimidad.8
Con el objeto de asegurar los fondos necesarios para proseguir su misión, Goyeneche no
dudó en condenar ahora a Elío: "Trasladado a Buenos Aires fue diferente su lenguaje, y
unido con Liniers y los oidores, de quienes esperaba caudales y créditos para proseguir su
misión a Lima blasfemó de la conducta del jefe de Montevideo y lo caracterizó
refractario."6 No obstante, tuvo tratos con Álzaga, a quien dejó entrever que el gobierno
peninsular vería con agrado que se depusiera a todo gobierno americano sobre cuya lealtad
pudiera haber dudas: "No por eso dejo de insinuarse privadamente con los individuos del
Cabildo que ya se hallaban sumamente alarmados con los manejos de Liniers, que sería
acertado y muy conformes a las ideas de la metrópoli se separasen en América los
mandatarios sospechosos y se erigiesen unos gobiernos populares que vigilasen sobre la
seguridad pública."6 Exactamente lo que Álzaga deseaba oír para seguir adelante con su
plan, que desembocaría en la abortada revolución del 1 de enero del año siguiente.
Finalmente, el intrigante Goyeneche siguió hacia el Alto Perú, camino de Lima. Diría el
Dean Gregorio Funes en su Ensayo histórico de la revolución de América: "Fue
bonapartista en Madrid, federalista en Sevilla, en Montevideo aristócrata, en Buenos Aires
realista puro y en el Perú tirano".
Revolución en Chuquisaca
Alto Perú
El territorio del Alto Perú, hoy parte integrante de Bolivia, estaba compuesto por cuatro
intendencias o provincias y dos gobiernos políticos militares. Una de las provincias era la
de Chuquisaca, en cuya capital Chuquisaca —llamada también La Plata o Charcas y hoy
Sucre, 19°2′35″S 65°15′33″O— tenía su sede la Real Audiencia de Charcas.
El Alto Perú perteneció al Virreinato del Perú hasta 1776. Por real cédula del 8 de agosto,
al crearse el nuevo Virreinato del Río de la Plata, el territorio del Alto Perú pasó a ser parte
integrante de este nuevo virreinato. La real ordenanza de 28 de enero de 1782 dispuso que
la administración de lo concerniente a gobierno, guerra y policía estaba en manos de
intendentes, con acuerdo último del virrey.
Así, la actividad económica de la ciudad era sostenida por los sueldos de los oidores,
empleados curiales y civiles, las costas de los procesos, la universidad, los asistentes a actos
literarios y constitucionales, las rentas eclesiásticas,11 etc.
Desde hacía tiempo existían fuertes desavenencias entre el presidente de Charcas, Ramón
García de León y Pizarro, y la Real Audiencia; y entre el arzobispo de Charcas Benito
María Moxó y Francolí y el cabildo eclesiástico, producidas en buena medida por los celos
y la ambición, que tomaban mayor envergadura por el estado de anarquía y desorden en que
se hallaba España.
Unos y otros contendores invocaban el auxilio del pueblo para hacer triunfar sus miras: en
uno de los pasquines que en 1808 circularon en Chuquisaca se pedía al pueblo el apoyo al
clero oprimido, concluyéndose por exclamar "Viva! Viva la libertad!".
Comienza el conflicto
El 24, el arzobispo de Charcas, Benito María Moxó y Francolí, mandó reconocer a la Junta
de Sevilla y a su representante, Goyeneche, intimando al clero bajo pena de excomunión. El
Real Acuerdo del 23 de septiembre trazó una línea entre los oidores por un lado y el Virrey,
el Presidente Ramón Garcia de León y Pizarro y el Arzobispo Moxó y Francolí, en torno a
la aceptación de la Junta de Sevilla.
La Junta de Sevilla fue reconocida no solo sin contradicción, pero aún con alegría, y en
todo el virreynato sólo un anciano y respetable magistrado, el Regente de Charcas, se
atrevió a censurar la ligereza e impropiedad de este paso: su singular firmeza le costó muy
cara pues murió de sofocación por los insultos que Goyeneche le hizo al pasar por esa
ciudad.12
Interviene el Claustro
Las principales observaciones del Claustro respecto de las "intenciones y miras irregulares
e injustas de la Corte de Portugal contra los sagrados e inviolables derechos de nuestro
Augusto Amo y Señor Natural, Fernando Séptimo" eran:
Que reconociendo y jurando como único y legítimo monarca de España e Indias, al Señor
Fernando Séptimo en virtud de la premeditada, legal y espontánea renuncia que a su favor
hizo de la Corona el Señor Don Carlos, cuando en el Real sitio de Aranjuez a diecinueve de
marzo del año próximo pasado de ochocientos ocho, lo que ningún español ni americano
puede poner en duda sin ser visto y tratado como reo de alta traición".
Admira y asombra que la Señora Princesa del Brasil, Doña Carlota Joaquina en su citado
manifiesto dirigido a estas provincias, atribuya renuncia tan solemne y autorizada, a una
sublevación o tumulto suscitado en la Corte de Madrid para obligar al Señor Don Carlos
Cuarto a abdicar la corona: proposición subversiva que excita la noble indignación y horror
de los dignos vasallos de Fernando Séptimo.
En cuya consecuencia reflexionando sobre los perniciosos efectos que puede acarrear en
perjuicio de la soberanía y la tranquilidad pública el que circulen los citados papeles de la
Señora Princesa del Brasil, acordaron, mandaron y ordenaron que no se conteste a dicha
Señora Princesa Doña Carlota Joaquina.
El Claustro negaba también los derechos de la Infanta Carlota en razón de la Ley Sálica,
sancionada en 1713 por Felipe V, que excluía a las mujeres de la sucesión.13 Al respecto,
Benito María Moxó y Francolí y Pedro Vicente Cañete —oidor honorario y asesor del
intendente de Potosí— aseguraban que la pragmática estaba derogada por la Pragmática
Sanción de 1789, sancionada por las Cortes de Madrid, a pedido de Carlos IV. Si bien esto
era cierto, ésta era oficialmente desconocida en la época —incluso en la Universidad—
dado que en su momento Carlos IV había dado órdenes de que la resolución mantuviera un
carácter reservado. Era ignorado incluso por la Junta Central, que —ante la afirmación en
ese sentido del embajador portugués— debió asesorarse de la veracidad convocando a dos
personas que habían participado como procuradores de dichas cortes.13 14
El acta final de la Universidad, redactada por el Dr.Jaime de Zudáñez, tras ser aprobada y
firmada por todos los doctores, fue remitida por el rector al gobernador y directamente
elevada al virrey. Liniers, viendo el uso de palabras como traición — y referidas nada
menos que a la Infanta — ordenó que se borrasen y destruyesen, por lo que Pizarro dispuso
que se le llevase el libro de actas y todo papel relacionado, y que el escribano de gobierno
arrancase las hojas y las destruyese.13
José Fernando de Abascal.
Las diligencias de Goyeneche fueron cortas, pues la Real Audiencia y su presidente Ramón
García de León y Pizarro reconocieron la autoridad de la Junta peninsular; y las
comunicaciones de la infanta Carlota no pasaron de meras formalidades que se despacharon
antes de que el plenipotenciario siguiera camino de Lima, en donde el virrey del Perú, José
Fernando de Abascal, lo confirmó en el rango de brigadier y le concedió la presidencia
provisoria de la Real Audiencia del Cuzco.
Mariano Moreno.
El 1 de enero de 1809, cuando debían asumir las nuevas autoridades del Cabildo de Buenos
Aires, se produjo el levantamiento en Buenos Aires, conocido como la Asonada de Álzaga.
Si bien la mayoría de sus partícipes eran españoles nativos,15 muchos criollos, como
Mariano Moreno lo apoyaban. Parte de las milicias españolas apoyaban la rebelión: los
tercios de gallegos, vizcaínos y miñones de Cataluña. Pero las milicias criollas —
encabezadas por Cornelio Saavedra — y el tercio de andaluces sostuvieron a Liniers, con lo
que el movimiento fracasó. Álzaga y los cabecillas fueron desterrados a Carmen de
Patagones16 y los cuerpos militares sublevados fueron disueltos.
Cornelio Saavedra.
Los sucesos de Buenos Aires no eran ajenos a los de Chuquisaca. Por un lado, el asesor del
intendente Pedro Vicente Cañete, odiado por los oidores propietarios escribió el 25 de
enero la "Carta consultiva apologética" apoyando a Liniers.
De manera similar, los partidarios de Álzaga mantenían contactos con comerciantes del
Alto Perú, especialmente de Potosí. Muchos de los estudiantes eran oriundos del Río de la
Plata, y casi todos los graduados de la capital habían estudiado en Chuquisaca y se habían
relacionado en mayor o menor medida con los círculos independentistas. Tal era el caso de
Mariano Moreno, que era considerado por estos últimos como un verdadero comisionado.
Mayo de 1809
Detención de Zudáñez
"Habitantes del Perú: si desnaturalizados e insensibles habéis mirado hasta el día con
semblante tranquilo y sereno la desolación e infortunio de vuestra desgraciada patria,
despertad ya del penoso letargo en que habéis estado sumergidos. Desaparezca la penosa
y funesta noche de la usurpación, y amanezca luminoso y claro el día de la libertad.
Quebrantad las terribles cadenas de la esclavitud y empezad a disfrutar de los deliciosos
encantos de la independencia. Vuestra causa es justa, equitativos vuestros designios.
Reuníos, pues, corred a dar ripio a la grande obra de vivir independientes."
El 24 por la noche la Audiencia dispuso patrullas conducidas por los regidores para evitar
detenciones, mientras preparaba un documento, redactado por López de Andreu,
solicitando la renuncia del presidente. El 25 de mayo, el padre Félix Bonet, provincial de
Santo Domingo junto al capitán Santiesteban previnieron a Pizarro sobre la conspiración y
acuerdos secretos que se venían gestando días atrás.
Ramón García de León y Pizarro reforzó con 25 hombres la guardia del palacio, envió a su
hijo Agapito a Potosí llevando una carta reservada para el gobernador Francisco de Paula
Sanz y aproximadamente a las 15:00 convocó a los abogados Esteban Gascón y José
Eugenio Portillo, a quienes les informó sobre la reunión nocturna que sostuvieron los
oidores y donde se dispuso su suspensión. El Presidente requería el asesoramiento de los
abogados para la detención de los oidores José Vicente Ussoz18 y José Vásquez de
Ballesteros, del fiscal Miguel López Andreu, de los miembros del Cabildo Secular, Manuel
de Zudáñez y Domingo Aníbarro y el abogado Jaime de Zudáñez, defensor de los pobres.
A las 6 de la tarde ordenó García de León y Pizarro la prisión de los conjurados, a cuyos
efectos salieron seis comisionados acompañados de guardias. La noticia corrió rápidamente
y los intimados se pusieron a buen recaudo en donde pudieron. Los oidores Váquez
Ballesteros, Ussoz y Mozi y el fiscal Andreu no fueron hallados en sus domicilios, ya que
estaban en una reunión en la casa del decano José de la Iglesia. Posteriormente, Vásquez
Ballesteros se refugió en un rincón de esa casa, Ussoz y Mozi se trasladó al convento de
San Felipe Neri y López Andreu huyó de la ciudad.
Así, solo se pudo detener a Jaime de Zudáñez, a quien una comisión dirigida por el oficial
Pedro Usúa trasladó apuntando con sus armas al cuartel de veteranos. A pocos metros los
seguía la hermana de Zudáñez que pedía a gritos auxilio para su hermano, con lo que se
empezó a formar una multitud, razón por la cual Zudáñez fue trasladado a la cárcel de corte
(llamada así por estar en el edificio que servía a la real audiencia y donde también vivía el
presidente), frente a la cual se empezó a reunir la población que pidió a gritos la
intervención del Arzobispo, quien se reunió con Ramón García de León y Pizarro.
Para convocar al pueblo se tocó a rebato las campanas de las iglesias principales: Juan
Manuel Lemoine forzó sable en mano la resistencia de los frailes del Templo de San
Francisco y consiguió acceder a su campana que tocó hasta rajarse, la cual es denominada
por esa razón y desde entonces "Campana de la Libertad",19 en tanto que el francés José
Sivilat y un sirviente de Jaime de Zudáñez hicieron lo propio en la catedral. Al sonido de
las campanas acudió aún más gente y Mariano Michel Mercado, trabuco en mano, envió a
los jóvenes a tañer las campanas de las restantes iglesias.
El Presidente ordenó abrir la puerta principal y dejó sacar los cañones solicitados, pero
iniciada la entrega de los fusiles los manifestantes invadieron el recinto del palacio de
gobierno por lo que la guardia disparó al aire a lo que se respondió con artillería.13 21
Sólo defendió a su presidente el marques Ramón Garcia de León y Pizarro su guardia, dado
que el oficial chuquisaqueño Manuel Yañez, a cargo del cuartel, no dejó salir los soldados a
la calle.13
En busca de apoyo
(...) que en Salta, Tomina y esa Villa se apronten, y municiones en cada uno de estos
Parages doscientos hombres de sus Milicias que al mando de Don Jose Francisco Tineo,
Don Diego de Velasco, y Don Indalecio Gonzalez de Socasa, y unidos con las Compañías
veteranas que exiten en esa dicha Villa se pongan todas a disposición de V. Señoria interin
que se remite Xefe que se haga cargo de la Precidencia de Charcas, para que reuniendo
VSeñoria esta fuerza armada mantenga la tranquilidad y sociego interior de esas Provincias
imponga el respeto de la Autoridad Real y sociegue qualesquiera alboroto publico que
exista: o pueda sucitarse (...)
Carta del virrey Liniers al gobernador Paula Sanz del 18 de junio de 1809
En igual sentido a lo solicitado por Pizarro, ordenándole que reuniera una fuerza
competente en Potosí para mantener el sosiego público y el respeto a las autoridades,
ordenándole también que obedeciera a la Audiencia en lo que esta no contrariara al
gobierno superior. Marchó Paula Sanz con tropas sobre Chuquisaca en auxilio del
presidente pero al llegar a las inmediaciones de Chuquisaca la Audiencia le ordenó
retroceder a Potosí con sus fuerzas, a lo que tras una conferencia accedió.
Los juntistas buscaron y hallaron el apoyo de Elío en la Banda Oriental. En Colonia del
Sacramento se encontraba el nuevo virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien aprobó en
principio la conducta observada por la Audiencia de Charcas, ordenando al intendente de
Potosí que cooperase en lo sucesivo.
Hasta el momento y tal como era percibido en aquella época al menos en el Río de la Plata
e incluso por muchos de sus protagonistas, el movimiento de Chuquisaca no tenía por
objeto la independencia sino que por el contrario era inspirado por una ciega adhesión a la
causa del rey Fernando y rechazo al enemigo tradicional, Portugal, y la política de los
carlotistas. No obstante muchos estudiantes y ciudadanos de Chuquisaca sí aspiraban a
avanzar hacia la independencia, entre ellos Antonio Paredes, Mariano Michel, José Benito
Alzérreca, José Manuel Mercado, Álvarez de Arenales, Manuel Victorio García Lanza y
Monteagudo.4
Con ese objeto disimulado se enviaron emisarios a distintas ciudades: supuestamente con el
objeto de transmitir sus leales intenciones para con Fernando VII y llevar a cabo tareas
encomendadas por la Audiencia tenían por misión fomentar los sentimientos
independentistas entre los habitantes de otras ciudades.
La Paz
Un cronista afirmaba:
"De estos maquinantes (los patriotas de la Paz) se componia en su mayor parte la tertulia
del Sr Dávila, a quien llevaban repetidos chismes, calumniando sin miramiento a los más
honrados vecinos, y haciéndole entender que estos hacian juntas para colocar en el mando
al Sr Prada; y aunque nada de esto sucedia, esto era lo único que preocupaba al Sr
Dávila."
"Los acontecimientos de Chuquisaca los miraban como modelo de lo que debia suceder en
esta (la Paz); veian inmediatamente la llama, y el viento espeso y caldeado de la atmósfera
incendiada les embarazaba la respiracion: solo al jefe nada le alteraba, nada se le podia
decir, porque despreciándolo todo, nada resolvia."
"Acéfalo el pueblo de este modo, en nada encontraban los tramantes oposicion para su
intento; seguian con empeño en sus juntas y se fermentaron con la llegada del emisario
Dr.Mariano Michel, mandado por la Audiencia de Chuquisaca, con una real provision
para prender a varios que se habian escapado en la noche del 26 de mayo."
Citado en Ramón Muñoz, La guerra de los 15 años en el Alto Perú.
Michel más allá de su misión oficial, promovía la revolución. Llevó a La Paz el documento
titulado Proclama de la ciudad de La Plata a los valerosos habitantes de La Paz, que
adquirió fama conocida como Proclama de la Junta Tuitiva de La Paz:
"Hasta aquí hemos tolerado una especie de destierro en el seno de nuestra Patria. Hemos
visto con indiferencia por más de tres siglos sometida nuestra primitiva libertad al
despotismo y la tiranía de un usurpador injusto que degradándonos de la especie humana,
nos ha reputado por salvajes y mirado como esclavos; hemos guardado un silencio
bastante análogo a la estupidez que se nos atribuye por el inculto español"
"Ya es tiempo, pues, de sacudir yugo de tan funesto a nuestra felicidad, como favorable al
orgullo nacional del español; ya es tiempo de organizar un nuevo sistema de gobierno
fundado en los intereses de nuestra Patria, altamente deprimida por la política de Madrid;
ya es tiempo, en fin, de levantar el estandarte de la libertad en estas desgraciadas colonias,
adquiridas sin el menor título y conservadas con la mayor injusticia y tiranía."
"Valerosos habitantes de La Paz y de todo el imperio del Perú relevad vuestros proyectos
por la ejecución; aprovechaos de las circunstancias en que estamos; no miréis con desdén
la felicidad de nuestro suelo; no perdáis jamás de vista la unión que debe reinar en todos
para ser en adelante felices como desgraciados hasta el presente"
Facsímile de la Proclama de la ciudad de La Plata a los valerosos habitantes de La Paz,
según un testimonio judicial coetáneo (1809, Archivo General de la Nación Argentina), en
Revista Expresión, edición especial Nº 11 y 12; junio de 2008. Publicación de la
Universidad Mayor Real y Pontificia de San Francisco Xavier de Chuquisaca (Sucre,
Bolivia)
Los principales conjurados eran Pedro Domingo Murillo, Melchor Giménez (alias "el
pichitanga"), Mariano Graneros (alias el "chaya-tegeta") y Juan Pedro de Indaburu. En la
fecha prevista el batallón de milicias al mando de su segundo jefe Juan Pedro de Indaburu
copó el cuartel de veteranos mientras la población se volcaba a la plaza. El gobernador
Dávila fue arrestado por los revolucionarios y un Cabildo abierto reunido esa misma noche
lo depuso del mando al igual que al obispo Remigio de la Santa y Ortega, a los alcaldes
ordinarios, a los subdelegados y a todos los empleados públicos constituidos por el rey.
Abolió todas las deudas contraídas a favor del fisco hasta ese día, y en la mañana del 20 se
mandó quemar los documentos y papeles relativos a ellas en la plaza mayor a la vista de
todos.4 13
Pidió y obtuvo el pueblo la renuncia del prelado así como la del gobernador Dávila,
proclamando a Murillo para jefe de las armas, cargo en que fue reconocido por disposición
del Cabildo. Este accidente, que defraudaba en cierto modo las esperanzas de Indaburo,
trajo como se verá más tarde fatales consecuencias y fue el origen de desastrosos sucesos.4
Se formó una junta de gobierno independentista denominada Junta Tuitiva, presidida por el
coronel Pedro Domingo Murillo, nombrándose Secretario a Sebastián Aparicio, Escribano a
Juan Manuel Cáceres y como vocales al Dr.Gregorio Garcia Lanza, Dr.Melchor León de la
Barra (cura de Caquiavire), José Antonio Medina (tucumano, cura de Sicasica), presbítero
Juan Manuel Mercado (chuquisaqueño), Dr.Juan Basilio Catácora y Dr.Juan de la Cruz
Monje y Ortega. Se nombraron después otros vocales suplente o ciudadanos agregados:
Sebastián Arrieta (tesorero), Dr.Antonio Avila, Francisco Diego Palacios y José María
Santos Rubio (comerciantes), Buenaventura Bueno (maestro de latín) y Francisco X. Iturres
Patiño (sochantre26 ).
Potosí
Mientras adoptaba esas medidas, Sanz pidió auxilios al virrey del Perú José Fernando de
Abascal y Sousa, más tarde marqués de la Concordia. Abascal temía que el movimiento
revolucionario que alcanzaba sus fronteras se propagase a las provincias de Puno, Arequipa
y Cuzco, donde aún se recordaba el levantamiento de Túpac Amaru II por lo que resolvió
no esperar una definición de Buenos Aires e iniciar de inmediato el levantamiento de un
ejército y la represión de la rebelión. A ese efecto nombró al presidente de la Real
Audiencia del Cuzco, José Manuel de Goyeneche como general en jefe del ejército
expedicionario, ordenando al coronel Juan Ramírez, gobernador de Puno, que se pusiese a
sus órdenes con las tropas de su mando, disponiendo otro tanto respecto de las de
Arequipa.4 Mientras disponía la movilización, para cubrir las formalidades de lo que era en
los hechos la invasión de otra jurisdicción sin atribuciones algunas, ordenaba a Goyeneche
ofrecer sus tropas al nuevo virrey del Río de la Plata Baltasar Hidalgo de Cisneros, quien
las aceptó el 21 de septiembre.
La represión
Cuando la vanguardia de Goyeneche a las órdenes del coronel Fermín Piérola con cien
hombres y dos piezas de artillería llegó al puente del Desaguadero, este ya estaba ocupado
por una pequeña fuerza de los revolucionarios de La Paz que, inexpertos y mal armados, no
pudieron resistir a la artillería enemiga y se replegaron sobre La Paz, abandonando el punto
a los invasores.4
"Goyeneche antes de atacar hizo proposiciones pacíficas que fueron rechazadas con
altanería." "Los más comprometidos se empeñaban siempre en sostener que el alboroto del
16 de julio era el resultado de la fidelidad, del celo y del honor de aquella población,
movida por la desconfianza que le inspiraba la secreta inteligencia que se suponia
advertida entre la corte del Janeiro y los jefes superiores del virreynto de Buenos Aires.
Tal era el sentido en que el mismo ayuntamiento de La Paz había escrito al marques de la
Concordia, asegurándole además tener a la vista irrefragables justificaciones de la
reunión de tropas portuguesas en los límites de Matto Grosso27 y otros puntos de la
frontera de Mojos, de la existencia del infante don Antonio en clase de incognito en la
ciudad de Buenos Aires, de la detención de la fragata española Prueba, de los insultos
hechos a la persona de Pascual Ruiz Huidobro,28 y de la repetición de expresos desde el
Brasil a la capital del Virreynato"
En Buenos Aires "Cuando llegó a Buenos Aires en el mes de junio la noticia del primer
movimiento de la ciudad de la Plata...Liniers...se pronunció contra aquel movimiento
clasificándolo como un atentado escandaloso en el parte que dirigió a la Corte de España
el 10 de julio siguiente"29 No obstante, Liniers suspendió el envío de tropas en razón de
tener noticias de que había arribado a Montevideo su sucesor, el nuevo virrey enviado por
la Junta Central, Cisneros. Este, desconfiando de Liniers y del partido criollo, recién pasó a
Buenos Aires el 29 de julio y se movió con suma morosidad.
Cisneros puso al mando del cuerpo expedicionario al mariscal Vicente Nieto,30 y como su
segundo al capitán de fragata José de Córdoba y Rojas.
Recién el 4 de octubre de 1809 salió el contingente principal al mando del mariscal Vicente
Nieto, designado nuevo presidente de la Audiencia de Charcas:
"No fue mala la disposición tomada por Cisneros ni la elección de Vicente Nieto, a fin de
apaciguar las innovaciones de La Paz, Alto Perú, mala fue la calma de Cisneros, que
nombrado a fines de febrero recien a principio de julio llegó a Montevideo y perdió todo el
mes en esa ciudad y la Colonia a cautelas, asi que lo mandó tarde, cuando el travieso
Goyeneche se había adelantado explotando, como aventurero los miedos de Abascal que
echó mano de él, quien ensangrentó farsaica (sic) y brutalmente sin título para
entrometerse en una jurisdicción y dominio del todo separados, su propio país o patria, si
la tienen bribones sin el decoro siquiera aparente, como él dejó ver en Madrid, Sevilla,
Montevideo, Buenos Aires, por todo donde habia aparecido haciendo roncha."
Para ese entonces ante la presión de Goyeneche la Junta Tuitiva de La Paz se había disuelto
confiriendo a su Presidente Morillo el mando político y militar. Murillo contaba sólo con
unos mil hombres y para evitar deserciones se situó con el grueso a las afueras, en la
localidad de Chacaltaya en los altos de La Paz, dejando a Indaburu con una compañía en la
ciudad. El 18 de octubre Indaburu, puesto de acuerdo con un emisario de Goyeneche,
traicionó el movimiento. Detuvo a los dirigentes revolucionarios que permanecían en la
ciudad, entre ellos a los patriotas Jiménez, Medina, Orrantia, Cossio, Rodríguez, Iriarte y
Zegarra, y al día siguiente alcanzó a ejecutar a Pedro Rodríguez, condenado por un consejo
compuesto por el alcalde Diez de Medina, el edecán de Goyeneche Miguel Carrazas,
Indaburo y el asesor Baltasar Aquiza.
José Gabriel Castro, quien había permanecido en los Altos, recibió las noticias de la
traición por José Manuel Bravo y tras reunir rápidamente una fuerza de 250 hombres,
descendió sobre la ciudad, atacó la trinchera de la calle del Comercio donde se concentraba
la resistencia y dio muerte a Indaburo.
Las divisiones y enfrentamientos entre los rebeldes les restaron las escasas posibilidades de
resistencia con que contaban:
"Sus autores, por más bien intencionados que fueron al cometer tan peligrosa empresa, se
dividieron de intereses, y ocuparon el tiempo, que debían emplear en la organización de
fuerzas para llevarla adelante, y hacerla abrazar en los pueblos limítrofes, en otras
discusiones mezquinas, que la hicieron abortar miserablemente. En La Paz éstas tomaron
un carácter tan sangriento y feroz, que los varios caudillos que alternativamente se
disputaron el mando, lo hicieron a viva fuerza y por medio de combates intestinos, en que
al mismo tiempo se desmoralizaron enteramente y se debilitaron para resistir con alguna
probabilidad las fuerzas que ya se apresuraban aceleradamente para batirlos."
En La Paz, Goyeneche finalmente atacó a las desorganizadas fuerzas de Murillo, a las que
derrotó y dispersó con facilidad el 25 de octubre en los Altos de Chacaltaya. En esas
mismas fechas las tropas de Jaén fueron vencidas en Chicaloma ( 16°27′0″S 67°29′0″O)
luego de una larga lucha, retirándose nuevamente a Chulumani el 26 de octubre.
Una división rebelde al mando de Manuel Victorio García Lanza, José Gabriel Castro,
Mariano Graneros y Sagárnaga entre otros patriotas, se dirigió tras la dispersión de
Chacaltaya a las Yungas con el objetivo de sublevar a los indígenas. Castro se hizo fuerte
en Coroico, Sagárnaga en Pacollo y Lanza en Chulumani. Goyeneche envió tras ellos el 30
de octubre a su primo el coronel Domingo Tristán con una fuerza de 550 hombres que
convergieron sobre Irupana ( 16°28′0″S 67°28′0″O) y el 14 de noviembre otra de 300
hombres al mando de Narciso Basagoitia a la vecina Chulumani.
Al tener noticias los revolucionarios de Chuquisaca del fin desastroso de los de La Paz
pusieron en libertad a Pizarro y reconocieron la autoridad del nuevo presidente de Charcas,
Nieto, que se hallaba en Tupiza.
Ejecución de Pedro Murillo.
El 14 de diciembre llegaron las tropas de Buenos Aires a Potosí, donde recibieron la noticia
del sometimiento de la Real Audiencia de Charcas. Nieto salió el 17 en compañía del
arzobispo Moxó que fue en su alcance y entró en Chuiquisaca el 21. Sus tropas habían
entrado días antes.13 El 10 de febrero habiendo recibido el correo de La Paz, mandó Nieto
prender y poner incomunicados a todos los oidores de la Real Audiencia, a Juan Antonio
Fernández, Joaquín Lemoine, Juan Antonio Alvarez de Arenales,34 Domingo Aníbarro,
Angel Gutiérrez, Dr.Angel Mariano Toro, a los dos Zudañez (Manuel murió en prisión),
Antonio Amaya, Dr.Bernardo Monteagudo, a los franceses Marcos Miranda y José Sivilat y
a otros más que pudieron evadirse.13
Después de haber sido sometidos a una rigurosa prisión fueron en su mayor parte
desterrados y remitidos a Lima en calidad de presos. Fueron confinados a diferentes puntos
los ministros de la audiencia, a excepción del Conde de San Javier y Casa Laredo y del
oidor Monte Blanco, y remitidos a Lima el asesor Bonard y el comandante Arenales.35 Para
el destierro se tuvo en cuenta el origen y destino: "(Goyeneche) designó los paceños a
Buenos Aires, porque sus relaciones con esta ciudad eran remotas, el segundo (Nieto) los
chuquisaqueños a Lima, porque éstos encontrarían en Buenos Aires muchos compañeros
de estudios."36
El 29 de enero de 1810 fueron ejecutados entre otros Murillo, Mariano Graneros, Juan
Bautista Sagárnaga y García Lanza.37
Mayo de 1810
En Buenos Aires, teniendo en cuenta las medidas conciliadoras de Cisneros para los
implicados en la revuelta juntista del 1 de enero de 1809 que culminaron el 22 de
septiembre con una completa aministía, se suponía que tomaría disposiciones similares en
el Alto Perú:"Todo lo de Buenos Aires esta zanjado...los presos del día 1 están libres y
todos somos amigos, y lo mismo se hara con los del Perú...las medias bullas de La Paz y
Chuquisaca están aquietadas, si pudiera hablar, diría lo que causa esas bullas, pero de
lejos."38
Primera Junta.
Manuel Moreno afirmó en igual sentido que "Semejantes actos de barbarie hicieron odiosa
la autoridad de Cisneros y no tardaron en convertir en desprecio la frialdad de los
habitantes con respecto a un jefe sin apoyo. Los eventos desgraciados de la metrópoli
vinieron a precipitar la conclusión de la escena".39 En efecto, al conocerse la caída de
Sevilla y la disolución de la Junta Central, en Cabildo abierto del 22 de mayo se suspendió
a Cisneros y el 23 se formaba una junta presidida por el antiguo virrey. De corta duración,
permitió que Cisneros (firmando como virrey y no como presidente para que su orden fuera
obedecida), presión mediante, conmutara el exilio dispuesto para el cura Medina. El 25 de
mayo de 1810 se formó una nueva junta sin Cisneros, la primera presidida por un
americano.
Por correo que llegó a Chuquisaca el 23 de junio supieron Nieto y Sanz la destitución de
Cisneros. Se pusieron a las órdenes del Virrey del Perú, calificaron a Buenos Aires de
insurgente y pidieron auxilios. El 26 por la mañana se desarmaron las tropas de los cuerpos
de patricios y arribeños de Buenos Aires y sus tropas fueron "quintadas", esto es, se sorteó
uno de cada cinco40 y a los que les cupo el número, entre cincuenta a sesenta hombres,
fueron remitidos con esposas en las manos y caminando a Potosí, donde Paula Sanz los
envió al trabajo de socavón de las minas del cerro de Potosí, donde murió más de una
tercera parte en menos de tres meses.41 En la noche del 25 los soldados habían brindado por
Cornelio Saavedra al saber que presidía la junta pero sin saber si era legal o no.13
Ante las novedades, Nieto puso en libertad a Fernández, Aníbarro, Gutiérrez, Toro y
Amaya y confinó a los oidores a las provincias de Perú a su elección y a los demás
incluyendo al Dr.Pedro José Rivera detenido en Oruro, los despachó a Lima a disposición
de Abascal, quien los derivó al presidio de Casas Matas, de donde salieron por decreto de
amnistía de las Cortes de Cádiz del 15 de octubre de 1810.13
Con sus tropas y cuatro compañías de Potosí al mando del coronel González Socasa, Nieto
se dirigió a Santiago de Cotagaita ( 20°49′3.87″S 65°39′35.24″O), unos 400 km al norte
de San Salvador de Jujuy, donde hizo levantar trincheras a lo ancho de la quebrada y abrir
fosos al frente del río, mientras Abascal enviaba los cuerpos del Fijo o Real de Lima,
organizaba otros en sus provincias y dirigía proclamas a los pueblos del Alto Perú, incluso
una en que manifestaba que los americanos habían nacido para ser esclavos, palabras que
sólo sirvieron para dar impulso a la revolución.13
El destino de los revolucionarios de Buenos Aires en manos de Nieto de vencer este no iba
a ser diferente a los paceños. Tras haber "quintado" a los patricios, de lo que se lisonjeaba
públicamente, manifestaba en carta a Montevideo del 26 de julio:"Mandaré como general
en jefe todo el ejército, llevando en sus divisiones jefes de mi satisfacción, como lo es el Sr.
brigadier José Manuel de Goyeneche, acostumbrado a corregir empeñosamente iguales
crímenes".41 Y seguidamente:"Tomado Santa Fe, que ha de ser una de mis principales
miras, queda Buenos Aires..., se les estrechará más o menos para que entre en sus deberes,
sin olvidar el castigo a los autores de tantos males: tengo en mi poder varios oficios de la
revolucionaria Junta a los que no he dado el uso que correspondía, porque espero tener la
satisfacción de hacérselos comer en iguales proporciones a los sucios y viles insurgentes
que me los han remitido..."42
Mientras, el Ejército del Norte o Ejército del Perú, avanzaba con rapidez en su "Primera
expedición auxiliadora al Alto Perú". Al conocerse el avance patriota empezaron a estallar
nuevos movimientos que adherían a la Junta de Buenos Aires. El 14 de septiembre de 1810
se produjo la revolución de Cochabamba, el 24 de septiembre se formó junta en la ciudad
de Santa Cruz de la Sierra, de la que participaron Juan Manuel Lemoine y el enviado de la
Primera Junta de Buenos Aires, Eustaquio Moldes, el 6 de octubre se pronunció también
Oruro y el 14 de octubre tras la victoria rebelde en la Batalla de Aroma se cerraba el cerco
en la retaguardia realista.
Batalla de Suipacha.
Alrededor de mil hombres mandados por Antonio González Balcarce y Eustoquio Díaz
Vélez, con Juan José Castelli como representante de la Junta, enfrentaron el 27 de octubre a
las tropas de Nieto en el Combate de Cotagaita. Tras bombardear con escasa artillería las
trincheras enemigas y sin poder capturar la posición las fuerzas revolucionarias se retiraron
al sur. El 5 de noviembre las fuerzas del Perú avanzaron tras Balcarce y entraron en Tupiza.
El 7 de noviembre se enfrentaron en la batalla de Suipacha ( 21°33′56.17″S 65°36′32″O),
donde el ejército argentino obtuvo su primera victoria sobre el de José de Córdoba, quien
había alzado pabellón de guerra a muerte y avanzar hasta el río Desaguadero, límite del
virreinato. El general Juan Martín de Pueyrredón fue nombrado presidente de la Audiencia
de Charcas.
Córdoba huyó con los restos de su ejército a Cotagaita y al día siguite de la batalla escribió
a Balcarce:
"Venció usted en la lid y ahora estoy dando las órdenes más activas para que se junte lo
que ha esparcido el indigno Presidente. Reconozco la Junta, me someto á ella, lo mismo
que hace esta marina, y lo mismo que harán las tropas que yo he mandado, pues para ello
he dado órdenes muy estrechas."
Casa de la Moneda.
Controversia
Este evento, conocido en Bolivia como el Primer Grito Libertario de América, o la Chispa
de la liberación americana, es considerado por buena parte de la tradición historiográfica
como el primero de los movimientos independistas en la América Hispana.
Sin embargo, en la historiografía reciente ha surgido una corriente revisionista que llama a
este evento una revolución monárquica por sus expresiones de lealtad al monarca. Afirman
que se trató de una revuelta que enfrentó a Fernandistas y Carlotistas en un contexto alejado
de intenciones independentistas, criticando su actual condición de fiesta cívica patriótica.
Se la pone en contraste con la revolución del 16 de julio en La Paz, que es considerada una
revolución abiertamente independentista, y se señala a la Junta Tuitiva como el primer
'gobierno libre' de América del Sur y origen de la independencia hispanoamericana.45 46 47
48
Para no caer en una controversia que puede resultar estéril y artificiosa, es obvio que las
motivaciones públicas y privadas de los partícipes de este movimiento fueron disímiles,
concurrentes y en muchos casos contradictorias: la amenaza carlotista, el temor por el
destino de España, la ilegitimidad del mandato de la Junta de Sevilla y su prepotencia, el
enfrentamiento preexistente entre el gobernador y los oidores, apoyados por el Claustro, el
que enfrentaba al obispo y al cabildo eclesiástico, el localismo y la ambición de mantener
los márgenes de independencia de Buenos Aires y de Lima logrados desde las Invasiones
Inglesas, intereses económicos, celos, odios y afectos personales, etc. Y sin duda, también
deseos de independencia, sea para algunos a la manera de juntas fieles al monarca, sea en
otros en camino a la república. Los comisionados a otras ciudades fueron de esta última
posición.
Esto mismo puede con las variantes del caso decirse de los movimientos de julio en La Paz
(donde también se mantenía en oficios a las autoridades la máscara de la fidelidad al
monarca), de mayo de 1810 en Buenos Aires, y en general de cualquier levantamiento
americano.
Por otra parte, si bien la revolución en La Paz fue más radical en sus fines y en su
desarrollo fue esa chispa encendida en Chuquisaca la que la hizo estallar. De una u otra
manera los sucesos de mayo de 1809 en los que algunos patriotas dejaron la vida o
sufrieron prisión y destierro, fueron con mayor o menor "pureza revolucionaria" un
antecedente legítimo del movimiento independentista americano.
Referencias
1.
El arzobispo gozaba de una renta anual de más de 80 000 pesos, la catedral contaba
con numerosos canónigos y de curas, reputados los más ricos de todo el reino. Esa riqueza
estaba fundada en las heredades, los diezmos y derechos parroquiales, y los sufragios por
las almas del purgatorio, generosamente brindados por todas las clases sociales (Manuel
Moreno, Vida y memorias de Mariano Moreno, en Biblioteca de Mayo, página 1165).
Manuel Moreno, Vida y memorias de Mariano Moreno, en Biblioteca de Mayo, página
1220.
Manuel María Urcullu. Apuntes para la historia de la revolución del Alto Perú.
Respecto del desconocimiento real o político de la derogación de la pragmática de
Felipe por las Cortes, téngase en cuenta que dicha pragmatica sirvió años después de
excusa para las guerras carlistas.
Eran muy fuertes las lealtades personales al Rey y las regionales: Álzaga era vasco y
cuando llegó a Buenos Aires no hablaba español.
De Patagones serían rescatado por Elío y transportados a Montevideo.
La formación de juntas continuaría: la Junta Suprema de Caracas el 19 de abril de
1810; el 22 de mayo la de Cartagena de Indias; el 22 y 25 de mayo la Primera Junta en
Buenos Aires; el 18 de septiembre de 1810 la Primera Junta Nacional de Gobierno de
Chile, etc. En sus comienzos, sólo la Junta de Buenos Aires y la de Caracas desconocerían
la autoridad superior del Consejo de Regencia. Si bien el movimiento de Elío había sido
promovido por Álzaga — contrario a aceptar toda autoridad europea fuera del mismo rey
— al fracasar éste en Buenos Aires, aquel se distanció y optó finalmente por apoyar al
Consejo de Regencia, fidelidad que le granjeó el nombramiento de Virrey.
El oidor Ussoz y Mosi fue una fuerte influencia en Monteagudo, uno de los más
decididos y brillantes miembros del partido de la independencia. Fue su padrino de tesis en
el doctorado y una vez graduado su protector. Por su influencia la Audiencia designó a
Monteagudo como defensor de pobres en lo Civil.
"La Campana de la Libertad" de la iglesia de San Francisco se toca cada 25 de mayo
en honor a la "Chispa de la Liberación Americana".
Y probablemente también el dinero que recibían de algunos de aquellos dirigentes por
dar gritos y vivas a Fernando VII y mueras al gobierno(Estanislao Just Lleo, Comienzos de
la independencia en el Alto Perú).
Se cargaron los cinco pequeños cañones de montaña con piedras y se efectuaron 92
disparos contra el palacio. Según algunas fuentes sólo hubo dos heridos por la metralla,
según otras hubo muertos. Algunas fuentes incluso, mencionan que García de León y
Pizarro hizo cerrar las puertas y asesinar a los negociadores.
Habiendo fallecido el regente de la audiencia Antonio Boeto, lo suplía el decano
Dr.José de la Iglesia, por lo que en él recaía conforme a la ley el gobierno de la provincia al
renunciar o ser depuesto el gobernador.
La guerra de los 15 años en el Ato Perú, por Juan R. Muñoz Cabrera, 1867
Hilarión Acosta Renteria, La Evolución de Bolivia - Chuquisaca insurgente 25 de
mayo de 1809.
Moreno, ya en Buenos Aires y relacionado con Alzaga, al igual que Juan José Castelli,
Juan José Paso, José Mariano Serrano, Manuel Luis de Oliden, Tomás de Anchorena entre
otros "abajeños", habían antes que Monteagudo estudiado en Chuquisaca y formado parte
del movimiento libertario.
Director del coro en los oficios religiosos.
Efectivamente, aparte de reforzar las posiciones fronterizas, en 1808 la corte
portuguesa envió una fuerte división para apoderarse de la Guayana francesa, lo que
desconocido el destino real fue percibido en esas fechas como una confirmación del avance
lusitano.
Cuando en noviembre de 1808 Huidobro arribó en la fragata Prueba a Río de Janeiro
camino a Buenos Aires con el nombramiento de virrey emitido por la Junta de Galicia,
Carlota intentó detenerlo contando con el apoyo del comandante del apostadero británico
para devolverlo a España. No obstante varar al tratar de huir, fue auxiliado por naves
británicas y portuguesas y pudo seguir su camino.
Ignacio Núñez, Noticias históricas de la República Argentina, en Biblioteca de Mayo,
página 400.
Nieto acompañaba a Cisneros para reemplazar a Elío en Montevideo. Elío debía
quedar a cargo de las fuerzas armadas. No obstante, si bien los regimientos criollos
aceptaron obedecer a Cisneros le advirtieron que no aceptarían a Elío, por lo que Cisneros
(quien aún permanecía en Colonia) envió a Nieto en su lugar. Nieto llegó a Buenos Aires el
19 de julio a la noche y el 20 se hizo cargo de las armas, cesando Liniers. Quedó a cargo de
lo político interinamente el regente de la real audiencia Lucas Muñoz y Cubero.
Se reducen de tres a dos los batallones de patricios (y se redenominan batallones 1 y
2), queda un batallón de montañeses (batallón N° 4), uno de andaluces (5) y otro de
arribeños (3), todos con 9 compañías y de plana mayor un comandante, un sargento mayor,
dos ayudantes, dos abanderados, capellan, cirujano, tambor mayor y dos pífanos. Se
mantiene un batallón de Granaderos de Fernando VII de seis compañías, uno de Artilleria
Volante (ex Unión) con igual fuerza, un escuadron de Húsares de Caballería de 150 plazas
de 3 compañías (con un comandante, un mayor, un ayudante y un portaguión), un batallón
de castas de 9 compañías pero con dos de granaderos, dos o tres batallones a formarse del
comercio (batallones 6,7,8) con 9 compañías pero de reserva (estos batallones se preveían
para reincorporar a los regimientos de vizcaínos, catalanes y gallegos disueltos tras la
asonada de Álzaga). Desaparecían el 3° de Patricios, el de Carlos IV, Cazadores, segundo y
tercero de húsares, migueletes y castas de artilleria.
Otras fuentes ubican el combate en los altos de Chicaloma, población muy cercana a
Irupana.
Manuel José Cortés, Ensayo sobre la historia de Bolivia.
En el caso puntual de Arenales intrigó eficazmente en su contra el arzobispo Moxó, a
cuyas instancias fue mandado preso a las casamatas del Callao (Dámaso de Uriburu,
Memorias 1794-1857, en Biblioteca de Mayo, página 633).
Torrente, Historia de la Revolución Hispano-americana.
Ignacio Núñez, Noticias históricas de la República Argentina, en Biblioteca de Mayo,
página 402.
Medina no fue ejecutado por su condición de sacerdote.
Matheu, Autobiografía, inciso 127, en Biblioteca de Mayo, página 2286.
Manuel Moreno, Vida y memorias de Mariano Moreno, en Biblioteca de Mayo, página
1224.
Otras fuentes mencionan que fueron "diezmados".
Ignacio Núñez, Noticias históricas de la República Argentina, en Biblioteca de Mayo,
página 404.
Ignacio Núñez, Noticias históricas de la República Argentina, en Biblioteca de Mayo,
página 405.
Historia del General Güemes y de la provincia de Salta, o sea de la Independencia
Argentina. Escrito por Bernardo Frías. Publicado por Est. Tip. de "El Cívico", 1907. Pág.
159 - 160
Pese a los antecedentes, la ejecución no fue bien vista por muchos que les restaban
responsabilidad y la centraban en Goyeneche:"Nada podía justificar ni paliar tan atroz
atentado, como el de la muerte a sangre fría de dos ancianos, uno de ellos (Sanz) muy
ilustre y generalmente respetado; el otro (Nieto) que no había provocado por ningún hecho
tan sangrienta venganza, y el señor Córdoba, personaje de alto rango por su familia en la
península, que tampoco se había hecho acreedor por ningpun rasgo de conducta a tan
acerba suerte" (Dámaso de Uriburu, Memorias 1794-1857, en Biblioteca de Mayo, página
646). Como hemos visto, la responsabilidad de Goyeneche fue fundamental, pero no fue
ajeno Nieto a las decisiones tomadas por aquel.
"La independencia de Hispanoamérica" cap. 14 en "Historia de América" de Carlos
Malamud, Madrid 2005
"La independencia y el comienzo de los regímenes representativos" de Guillermo
Palacios y Fabio Morga, Madrid, 2002
"Antecedentes de la revolución del 16 de julio de 1809 en La Paz" de Evelyn Ríos de
Reyes, La Paz, 2002
48. "Los hechos del primer grito libertario en la América Hispána e inicio de la
Guerra de la Independencia en el eje La Paz - Cuzco" de Juan Reyes Aramayo y
Genoveva Loza Balsa. La Paz, 2004.
Bibliografía
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Biblioteca de Mayo.
Monteagudo, Bernardo (1812). Ensayo sobre la Revolución del Río de la
Plata desde el 25 de mayo de 1809, Mártir o Libre, 25 de mayo de 1812.
Radaelli, Sigfrido, Las juntas españolas de 1808, Viau, Buenos Aires, 1940.
Urcullu, Manuel María, Apuntes para la historia de la revolución del Alto
Perú, Imprenta de López, Sucre, 1855.
Presas, José, Memorias secretas de la princesa Carlota, en Biblioteca de
Mayo.
Funes, Gregorio, Ensayo histórico de la revolución de América.
Cortés, Manuel José, Ensayo sobre la historia de Bolivia, Beeche, 1861.
Muñoz, Ramón, La guerra de los 15 años en el Alto Perú, Revista del
Pacífico, Tomo II, Impr. y Librería del Mercurio de Santos Tornero, 1860.
García Cambá, Memoria para la historia de las armas españolas en
América.
Torrente, Historia de la Revolución Hispano-americana, Impr. de L.
Amarita, 1830.
Acosta Renteria, Hilarión, La Evolución de Bolivia - Chuquisaca insurgente
25 de mayo de 1809, Cotes Ltda., Sucre.
Just Lleo, Estanislao, Comienzos de la independencia en el Alto Perú.
Moreno, Manuel, Vida y memorias de Mariano Moreno, en Biblioteca de
Mayo.
Dámaso de Uriburu, Memorias 1794-1857, en Biblioteca de Mayo.
Núñez, Ignacio, Noticias históricas de la República Argentina, en Biblioteca
de Mayo.
Beruti, Juan Manuel, Memorias Curiosas, Buenos Aires, Emecé, 2001,
ISBN 950-04-2208-5.
Enlaces externos