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Tema:
Ingresos, gastos (DA) y pobreza
Medellín, Colombia
2017
Profesor Saúl de Jesús Álzate Pérez.
Contenido
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Situación actual del país. ................................................... 37
Las causas:........................................................................ 37
Infraestructura.................................................................... 37
Productividad ................................................................... 38
Trabajos citados .................................................................... 40
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Cuál ha sido el comportamiento en el año 2014-2016 y las proyecciones para el
2017, en Colombia de los aspectos e ítems referidos a continuación:
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Así se tendrían que distribuir los colombianos los $737.717 del
salario mínimo
De seguir la fórmula que sugieren los expertos para llevar una vida
financiera sana, esos $737.717, establecidos como salario mínimo para el
próximo año, se tendrían que distribuir así:
Si bien, el ajuste hecho este año está por encima de lo que exige la ley,
queda en el ambiente que el salario mínimo es insuficiente para llevar una
calidad de vida adecuada.
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Según el ministerio de Trabajo, este incremento en términos reales es de
1,5% frente a la proyección de la inflación del presente año, 5,5%.
Así mismo, la ministra Clara López aseguró que este incremento se presenta
en un contexto de un menor crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB),
comparado con el año anterior, con lo cual se constituye en una mejora real
del poder adquisitivo de los trabajadores.
Inversión en Colombia
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Sistema de Ciudades: Ejes y corredores urbano-regionales
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Fuente: Misión del Sistema de Ciudades (2012-2014).CONPES 3819
Por el contrario, en otros sectores bajó 28,3 por ciento, a 1.806 millones de
dólares, lo que causó una caída del 5,8 por ciento en la IED total, que sumó 5.129
millones de dólares, contra 5.449 millones de dólares al corte también de agosto 7
del año pasado.
Es decir que, faltando 5 meses para terminar el año, se cumple el 46,1 por ciento,
menos de la mitad, de la meta de IED que fijó este año el Ministerio de Hacienda,
que es de 11.113 millones de dólares.
Esto es 2.480 millones de dólares por debajo del 2016, cuando la IED totalizó
13.593 millones de dólares y fue impulsada por la venta de la generadora Isagén.
Cabe señalar que las cifras definitivas de IED son las de la balanza de pagos, que,
además de operaciones de cambio, como la balanza cambiaria, registra los ítems
aportes en activos y reinversión de utilidades.
Nuevas movidas
La firma extranjera recibirá en cesión una emisión de acciones de SEG, por 180
millones de dólares, mientras que la firma Capital Resources se comprometió a
aportar 20 millones de dólares al desarrollo del proyecto minero.
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El proyecto se encuentra ubicado cerca de la mina El Descanso Norte, que es
operada por la compañía Drummond, y de los depósitos en explotación La Francia
y El Hatillo, que gestiona Murray Energy, y Calenturitas, que es de Glencore.
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Aun con el impulso que le dio el Gobierno al gasto, la expansión del consumo final
en el segundo trimestre de este año creció, aunque a un ritmo menor que en igual
periodo del 2016.
Del informe del Dane sobre el comportamiento del producto interno bruto por
demanda se desprende que fue el consumo oficial el que metió el acelerador, con
un resultado de 4,2 por ciento, mientras que los hogares aumentaron el gasto en
consumo en 1,5 por ciento. “En el mismo trimestre de 2016 la variación había sido
de 2,1 por ciento”, mostrando que las familias gastaron menos, en parte por la
inflación que había mantenido altos los precios de los productos.
En el caso del gasto del Gobierno, el informe muestra que las adquisiciones
(formación bruta de capital) se impulsaron en 6,9 por ciento, y el crecimiento total
de este renglón fue de 1,4 %.
El comportamiento del comercio exterior fue contrario al del mismo trimestre del
2016, pues las importaciones subieron 3,7 por ciento, y las exportaciones cayeron
1,7 por ciento.
3. Analizar y explicar cuáles son los ingresos y los gastos más representativos
del Estado en Colombia; cuál es la situación fiscal, cómo es la relación
con de la deuda pública, cuál es la situación de la última.
Si en el país se hiciera una „vaca‟ para pagar de una vez por toda la deuda pública
que tiene Colombia, cada ciudadano, independientemente de su edad, sexo o
condición económica, tendría que meterse la mano al bolsillo y disponer de
7‟544.028 pesos.
Esto, porque, según las estadísticas del Banco de la República, la deuda total del
sector público no financiero, con corte a diciembre del 2016, ascendía a 359, 6
billones de pesos, lo que equivale a 47,8 por ciento del producto interno bruto
(PIB) del mismo año 2015, cuando el Dane registró una población de 47‟661.787
personas.
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La mayor parte de estos recursos, 223,6 billones de pesos, se adeudan
internamente y los restantes 136 billones, en el exterior.
Esto implica que de la deuda hipotética de cada colombiano, por los préstamos
que hace el sector público, 4‟691.389 pesos se los tendría que pagar a los
financistas nacionales y 2‟853.439 pesos, a los extranjeros.
3 veces lo que recauda
Hay que recordar que el país recauda, vía impuestos, un aporte nacional de todos
los ciudadanos, que sumó 114 billones de pesos el año pasado, lo que
corresponde a 14 puntos del PIB. En consecuencia, para pagar la deuda total del
sector público no financiero con tributos se tendría que recaudar tres veces lo que
se obtuvo en el 2016 con la carga impositiva.
Por supuesto que no será de la billetera de los ciudadanos como se pagará el total
de la deuda, pero a las personas comunes y corrientes les pega esta cifra, que
está en incremento y que se junta con crecimiento menos dinámico de la
economía.
Es así como, a marzo del 2017, según el informe del Banco de la República, “solo
la deuda externa pública de Colombia sumó 63.532 millones de dólares, lo que
representó un aumento de 17,8 por ciento respecto al mismo mes del 2016.
Asimismo, es equivalente al 19,7 por ciento del PIB proyectado para el 2017”,
indicó el Emisor en su informe.
Una de las razones del incremento en el saldo, según el Banco, es que el
endeudamiento se está haciendo a largo plazo y, al igual que cuando una familia
solicita un crédito hipotecario, sus intereses suben más si tiene un mayor lapso
para amortizarlo.
“Durante los últimos 5 años, la deuda total como porcentaje del PIB disminuyó
hasta niveles cercanos al 30 por ciento, siendo uno de los motivos por los que las
calificadoras elevaron la nota al país, de BB a BBB (dos escalas por encima de
grado de inversión)”, comenta Juan David Ballén, analista de la firma Casa de
Bolsa.
Pero hoy “la deuda total como porcentaje del PIB se ubica al mismo nivel que
cuando éramos calificados BB (2001)”, agrega.
Por su parte, el Gobierno, en el „Marco fiscal de mediano plazo‟, dejó abierta la
posibilidad de aumentar la deuda en los próximos 4 años en 11 billones de pesos
más, teniendo en cuenta la incertidumbre en los ingresos públicos por los menores
precios del petróleo y el menor crecimiento que se prevé.
“Si se utilizara ese margen, la deuda total como porcentaje del PIB aumentaría a
niveles cercanos al 50 por ciento o más. De esta forma, se abre la posibilidad de
que en un futuro las agencias de calificación nos revisen a la baja”, advirtió Ballén.
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Para el ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas, no hay tal. “La deuda pública,
que no llega al 40 por ciento del PIB, con la regla fiscal es imposible aumentarla”,
indicó.
Todo se junta
Esto, debido a que a la tendencia alcista de la deuda se le suma que, por todos
lados, se habla de un menor crecimiento de la economía del país, menores
exportaciones y, por consiguiente, mayor riesgo de déficit en la cuenta corriente de
Colombia (son las transacciones del comercio exterior, el cual, en el 2016, superó
los 20.000 millones de dólares). Este mismo indicador, en el primer trimestre del
2017 está ya por encima de los 5.135 millones de dólares.
No obstante, muchos hablan ya de que el próximo año será más difícil que el
actual, debido a que se sentirá con más peso la reducción de los ingresos por
culpa de la renta petrolera.
Para Ballén, la estrecha situación económica que se vislumbra para el país no solo
se debe al panorama coyuntural generado por el bajo precio del petróleo.
“A nivel local, no es la primera vez que nos pasa que no se aprovechan las vacas
gordas para ahorrar, y ahora que entramos en las vacas flacas nos toca acudir
nuevamente al endeudamiento”.
Más deuda podría perjudicar a todos los colombianos, y no precisamente porque
tengan que pagar de manera efectiva un pedazo de las acreencias públicas, sino
porque “nos exigirán pagar tasas de interés más altas para financiar al Estado.
Inicialmente, a la Nación; posteriormente, el efecto cadena termina llegando al
consumidor”, concluyó Ballén.
El crecimiento económico del país será de 3 por ciento, dijo ayer el Fondo
Monetario Internacional, al revisar a la baja su pronóstico de abril, que era de 3,4
por ciento.
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De acuerdo con el director del Fondo para el hemisferio occidental, Alejandro
Werner, “en Colombia proyectamos una desaceleración más profunda de la
actividad económica, aunque aún prevemos que el país crezca un 3 por ciento en
el 2017”.
Entre tanto, se espera un crecimiento de 3,2 por ciento para Perú; de 2,5 por
ciento para Chile, y caída de 1,5 por ciento para Brasil.
Colombia se ubica hoy como la cuarta economía más grande de América Latina,
pero está en los primeros lugares entre los que más deben.
En la cabeza del grupo, integrado por 19 naciones, incluyendo las del Caribe, está
Brasil, con la deuda pública más elevada de América Latina, la cual alcanza el 62
por ciento del producto interno bruto (PIB) en el 2016.
El segundo lugar lo ocupa El Salvador (46 % del PIB), mientras que en el tercero
está Uruguay (44 %) y en el cuarto, Colombia, que en el momento de la
investigación de la Cepal registró una deuda del 43 por ciento del producto interno
bruto (PIB).
La Cepal destaca como niveles inferiores de deuda los que se registran en Chile,
Perú y Paraguay, que están por debajo del 22 por ciento del PIB, y solo cataloga
como alto el de Brasil.
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Para Juan David Ballén, de la firma comisionista Casa de Bolsa, la tendencia de
subir el endeudamiento “se ha visto en la mayoría de países emergentes,
principalmente en aquellos cuyos ingresos dependen en gran proporción de las
materias primas”.
El analista, al igual que la Cepal, pone como ejemplo a Brasil, y su advertencia
apunta a que no suceda en Colombia lo mismo que ocurrió allá.
“El deterioro fiscal y económico de Brasil llevó a que les bajaran su calificación
hasta BBB-, un escalón por encima de grado de inversión”.
El riesgo que conlleva un sobreendeudamiento consiste en la reducción de
recursos para invertir en el desarrollo, como los que requiere Colombia, porque
una buena parte de la plata pública se debe ir a cumplir con las obligaciones del
servicio de la deuda.
(Manchego, 2017)ANÁLISIS
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El senador del Centro Democrático Iván Duque, divulgó una lista de lo que él llama
las debilidades de la iniciativa:
-El Gobierno es selectivo en su austeridad. Le quita 1,5 billones al agro y
disminuye 20 y 9 por ciento a los presupuestos de minas e industria,
respectivamente.
-Excesivo optimismo. El Ejecutivo dice que creceremos al 3,6 por ciento en el
2017.
-El Gobierno promueve la inversión con más deuda, a través de las APP,
comprometiendo vigencias futuras.
-El crecimiento del PIB se enfoca solo en el programa Pipe 2.0 y en el plan de
infraestructura.
-Hay incoherencias con el sector industrial. Se dice que este será el año de
reactivación de las exportaciones manufactureras, pero estas siguen cayendo.
-En los pilares (paz, equidad y educación) hay incongruencias. No se sabe cuánto
se destinará a financiar un posible posconflicto. El Índice de Gini se ha mantenido
estático en los últimos tres años. Y en educación, no hay plata para cumplir las
metas.
-El presupuesto del sector industrial disminuye 9 por ciento, el del agro 38 por
ciento y el de ciencia 20 por ciento.
-Los recursos para el crecimiento verde disminuirán 19 por ciento respecto al
2017.
-La “austeridad inteligente” no se ve en el Marco Fiscal de Mediano Plazo. Este
presenta un mayor hueco fiscal.
NOTICIA
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El recorte en el Presupuesto del 2016 –en 6 billones de pesos– anunciado por el
Gobierno la semana que pasó, se queda corto, coinciden varios analistas. (Lea
aquí la versión del Gobierno sobre el ajuste fiscal de 2016)
Urrutia puso como ejemplo los subsidios a las pensiones que superan la inversión
en educación y terminan financiando a los pocos que en Colombia reciben altas
mesadas tras su jubilación. “El 20 por ciento de los colombianos que tiene una
pensión más alta reciben el 80 por ciento de los subsidios que entrega el Estado”,
estimó el Ministerio de Trabajo en 2013.
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Javier Hoyos, de la firma Gestión Legislativa, puso otro ingrediente en el debate: la
expansión del aparato estatal. Según sus cuentas, entre 2010 y 2016 surgieron 25
entidades, desde ministerios escindidos, hasta agencias y entidades estatales
nuevas.
¿Cómo se gasta?
Un solo capítulo de los que contiene el recorte presupuestal bastará para ilustrar
cómo se está haciendo el gasto público.
El dinero que se destina a pago de personal y a los gastos generales, por ejemplo,
alrededor del cual el mandato del Gobierno es que se reduzca en un 5 por ciento,
sumaba para este año 33,6 billones de pesos: 26 en personal y 7,4 en servicios
generales (viáticos, eventos, publicidad, entre otros) y le quitan 660 mil millones de
pesos al primero y 140 mil millones al segundo.
Ese ajuste, por 800.000 millones de pesos entre los dos ítems, se hace sin tocar la
planta de personal que en el nivel central (es decir, la que se paga con
Presupuesto general) es de 667.625 empleados, incluyendo fuerza pública y
defensa, que son mayoría: 439.062, según el Departamento Administrativo de la
Función Pública.
Personal indirecto
La tijera estará entonces por el lado del servicio de personal indirecto (lo que
muchos llaman nómina paralela), que en 2017 costó 538.000 millones de pesos,
según análisis de la Contraloría general al presupuesto del año pasado.
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Esto, para Francisco Maltés, director de asuntos estatales de la Central Unitaria de
Trabajadores (CUT), es una cifra grande, teniendo en cuenta que el 70 por ciento
de los servidores públicos gana en promedio 2,3 salarios mínimos, luego “el gasto
mayor está en los cargos de niveles directivos y de asesoría externa”.
En servicios generales
Una revisión hecha por la Contraloría mostró que entre julio del 2013 y enero del
2016 se gastaron 686.000 millones de pesos en eventos y 502.538 en publicidad.
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“Debería crearse una Comisión de Gasto Público que dé unas recomendaciones
de tipo estructural que se puedan implementar en paralelo con la reforma tributaria
estructural”.
Así mismo, agrega, “se debería pensar en eliminar algunas entidades que no
tienen razón de ser: Contaduría, Auditoría, Defensoría, entre otras”.
La encrucijada de la deuda
Clavijo se refiere a la deuda externa pues, “la privada externa llegó a cerca del 15
por ciento del PIB al cierre de 2017. Al sumarle la deuda pública externa del 23 por
ciento del PIB, se tiene un total de endeudamiento externo del 38 por ciento del
PIB, no muy distante del tope del 40 por ciento que alcanzó el país en el difícil
momento del 2003”.
El agravante, según Anif, es que “los ingresos no tributarios son los que empujan,
y no la eficiencia del recaudo”.
Según el análisis de Anif, no hay que desconocer que los ingresos colombianos
son altos. El problema es que el gasto público se desborda.
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Este desequilibrio es el que no le permite al país lograr superávit (excedentes) en
las cuentas, mientras que países con economías similares a la de Colombia, como
Chile, sí lo logran.
Por el lado de los ingresos tributarios, si bien pasaron de 15,1 a 17,1 por ciento del
PIB en la última década, están un 2 por ciento por debajo de los que obtiene Chile.
ANÁLISIS:
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4. Cuál ha sido la Balanza Comercial en Colombia: las principales
exportaciones y su destino, así como las importaciones y su procedencia.
Cuáles son los acuerdos comerciales vigentes del país con otros países.
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(EL TIEMPO, 2017)Se redujo el déficit comercial en julio
En los primeros siete meses del año, el valor de las importaciones subió un 6,8 por
ciento a 25.392,9 millones de dólares, al tiempo que el de las exportaciones escaló
un 22,7 por ciento a 20.523,8 millones de dólares.
No hay duda de que Colombia es un país menos pobre hoy que hace 10 años. No
solo ha reducido su tasa de pobreza en 17 por ciento en este lapso –lo que quiere
decir que hoy el país tiene 5,9 millones de pobres menos–, sino que en dicho
periodo también el crecimiento de su economía la ha hecho brillar en la región. De
hecho, en el último lustro solo Perú creció más (4,8 por ciento anual, en promedio)
que Colombia (4,6 por ciento).
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Sin embargo, sería un error pensar que el país está cerca de llegar „al otro lado‟ en
el aspecto socioeconómico, pues aunque su ritmo de crecimiento ha sido notable,
hay una serie de obstáculos no superados que hacen que Colombia se ubique en
un punto intermedio entre las economías más saludables y las menos destacadas.
Tres de los más importantes son: la desigualdad, la informalidad y el conflicto.
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también hay que señalar que buena parte de la reforma tributaria propuesta
por el Gobierno apunto a este objetivo.
“El Gobierno –apunta Olaya– suele explicar que el salario mínimo no es mayor
porque el sector productivo se vería afectado. Pero a medida que le ha dado
ventajas al sector productivo, como exenciones de impuestos, con el fin de
que creen más empleos, esto no siempre ocurre y los beneficios pasan
simplemente a ser parte de las utilidades de las empresas”.
Al mismo tiempo, y según cifras de la Red Latinoamericana de Investigaciones
sobre Compañías Multinacionales (RedLat), nuestro país tiene una de las mayores
proporciones de población ocupada que gana un salario mínimo o menos: 48,6 por
ciento. Mientras que en países referentes como Brasil, Argentina o México, este
porcentaje está entre el 20 y el 25 por ciento.
Incluso, en Colombia apenas el 17,4 por ciento de los trabajadores gana más de
dos salarios mínimos, cuando en México la proporción es del 55,8 por ciento; en
Chile, del 41,6 por ciento; en Brasil, del 31,9 por ciento, y en Argentina, del 29,3
por ciento.
Sin embargo, en medio de este panorama, el país cuenta con una ventaja y es
que existe cierta proporcionalidad saludable entre su nivel de ingreso y su costo
de vida. Una manera de medir esta relación, que fue creada por la revista „The
Economist‟ hace 30 años, es establecer cuántas horas de trabajo, con base en el
salario mínimo, son necesarias para comprar un producto que tiene en común
buena parte del mundo: una hamburguesa Big Mac (ver infografía). Así que el
llamado Índice de Big Mac dice que en Colombia son necesarias 1,89 horas
de trabajo para poder comprar una, lo que ubica al país por delante otros
como México (5,6 horas), Brasil (2,39 horas), Perú (2,2 horas) y Ecuador (2,17
horas).
Un informe publicado en febrero por la BBC, con datos de la consultora inglesa
MoveHub, señala que la canasta básica le cuesta a un trabajador colombiano que
gane el mínimo el 28,8 por ciento de su salario. Menos que a un ecuatoriano (37,7
por ciento) y que a un peruano en la misma situación salarial. Pero mucho más
que a un panameño (16,5 por ciento), un chileno (18,9 por ciento), un
argentino (19,2 por ciento) y un mexicano (19,3 por ciento). Y, como se sabe,
mientras mayor sea el porcentaje de su sueldo que una persona gaste en comida
y transporte (necesidades básicas), menor es su riqueza en términos reales.
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El drama de la informalidad
El Foro otorga una calificación total sobre qué tan preparado está un país para el
desarrollo y la prosperidad en relación con características como la efectividad
institucional, la infraestructura, la salud, la educación y el ambiente
macroeconómico, entre otras. La nota de Colombia fue de 4,30: quinto en el
escalafón latinoamericano, por detrás de Chile (4,64), Panamá (4,51), México
(4,41) y Costa Rica (4,41).
A todas estas cifras contempladas, los analistas consultados añaden una realidad
que debe tenerse muy en cuenta a la hora de proyectarnos sobre la región: el
conflicto armado. Efectivamente, nadie en el vecindario destina tanto dinero al
gasto militar como Colombia, que en el 2016 ascendió al 3,4 por ciento del PIB,
algo así como US$ 9.900 millones. Es tan alto que incluso llega a superar la
proporción que Estados Unidos destinó al mismo renglón el año pasado: 3,3
por ciento de su PIB.
Y en la actual coyuntura política es obligatorio subrayar lo que significaría para
Colombia el poder destinar esos recursos a proyectos sociales, emprendimiento e
innovación, “sectores sin duda mucho más productivos”, anota Restrepo.
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Para tener una idea, EL TIEMPO calculó –con base en datos del Banco Mundial,
PIB 2016– un aproximado de lo que el gasto militar significa al ser comparado con
otras líneas estratégicas. Y encontró que por cada dólar que destina Colombia al
aparato bélico, invierte alrededor de 2 dólares en salud y 1,4 dólares en
educación. En la misma ecuación, Argentina invierte cerca de 5 en salud y 6
en educación; Brasil, 6 y 4, respectivamente; México 9 y 7, y Chile, 4 y 2,5.
El balance de la comparativa con el resto de los países de América Latina tiene
sus claros y sus oscuros. La perspectiva de crecimiento del Banco Mundial
sigue siendo positiva para los dos próximos años y los retos que el país
deberá afrontar para optimizar su progreso ya están sobre la mesa.
No obstante, ascender en el posicionamiento regional en términos
socioeconómicos –coinciden los expertos– no es una meta que pueda conseguirse
en el corto plazo, y demandará planificación, estrategia y grandes esfuerzos.
Los cinco departamentos más pobres de Colombia son uno de la costa pacífica
(Chocó), tres de la costa Caribe (Guajira, Sucre y Córdoba) y uno del suroccidente
(Cauca). La particularidad es que estos territorios son ocupados esencialmente
por afrodescendientes e indígenas.
Los niveles de pobreza se mueven entre 63% y 65%; mientras la miseria cabalga
en la franja del 26% al 37%. Cuyo nivel de pobreza es del 64.86% (el promedio del
país es 37.2%). Todos sus indicadores sociales están deteriorados, pero se
evidencian especialmente en el creciente número de niños desnutridos, mortalidad
infantil por causas prevenibles, dificultades para acceder a agua mejorada y
viviendas en condiciones físicas deplorables.
La diferencia entre los niveles de pobreza de Chocó con Guajira, Cauca, Sucre y
Córdoba no supera 1.2 puntos porcentuales. Es una verdadera catástrofe social,
que toma ribetes dramáticos al saberse que la miseria de la Guajira es 37.45%,
mientras la del promedio de Colombia es 12,3%. Los otros compañeros de viaje
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de los guajiros en la ruta de la miseria y que tienen indicadores por encima del
30% son Cauca y Chocó.
PORTAFOLIO
Mientras que el Gobierno aseguró que en los últimos cinco años más de 4
millones de personas han salido de la pobreza en el país, la Comisión Económica
para América Latina y el Caribe (Cepal) destacó que Colombia –junto a Bolivia y
Ecuador– es líder en la reducción de este fenómeno en la región.
Mauricio Perfetti del Corral, director del Dane, sostuvo que en el periodo
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mencionado la incidencia de la pobreza monetaria se redujo en 0,7 puntos
porcentuales. En las cabeceras, explicó, el 24,1 por ciento de la población era
pobre al cierre del 2016. “En los centros poblados y en el rural disperso, la
incidencia fue del 40,3 por ciento”, agregó.
Pobreza en Colombia
Asimismo, en la región la incidencia de este fenómeno en el año 2002 era del 43,9
por ciento (el país en ese entonces tenía un registro del 49,7 por ciento).
Juan Carlos Ramírez, representante de la Cepal en Colombia, dijo al conocer los
resultados que los esfuerzos que ha hecho la Nación para reducir la pobreza
ubican al país en el promedio regional. “Mientras en Colombia la pobreza bajó, en
el resto de América Latina es posible que suba”. Asimismo, el directivo destacó
que en este fenómeno ha sido clave el mejoramiento de los ingresos de las
familias y no solo la provisión de subsidios.40,3% De la población rural de
Colombia está en condición de pobreza.
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El presidente Juan Manuel Santos afirmó que “seguimos siendo campeones en
América Latina en disminución de pobreza y en avances en reducción de la
desigualdad”.
Asimismo, apuntó que el porcentaje de pobreza medida por ingresos de 27,8 por
ciento “es el más bajo desde que se hace esta medición, y equivale a una caída
de 12,5 puntos porcentuales”.
Por otra parte, de acuerdo con la medición monetaria del Dane, la línea de
pobreza en Colombia (costo per cápita mínimo mensual para comprar una canasta
de bienes) fue de $223.638 al terminar el año pasado (esta cifra fue mayor en 5,6
por ciento a la del 2015).
Lo anterior significa que un hogar de cuatro personas que tenga ingresos menores
a $894.552 mensuales es clasificado por la entidad estadística como pobre.
“Si la familia vive en las cabeceras este valor sería $985.344 (mensuales); si vive
en los centros poblados y rural disperso, de $591.008; si vive en las trece
ciudades y áreas metropolitanas, de $983.424 y si lo hace en las otras cabeceras,
de $988.108”, explica el informe de la entidad estadística.
En las zonas urbanas, la cifra registrada en pobreza extrema llegó a ser del 4,9
por ciento. Sin embargo, en el campo se mantuvo igual en el 2015 y en el 2016
(un 18 por ciento). Pobreza multidimensional fue del 20,2 por ciento. 28,1 % Es el
índice de pobreza de América Latina, según un informe publicado por la Cepal.
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La medición también dejó ver que el año pasado las tasas de pobreza
multidimensional más altas se vieron en las regiones Pacífico y Atlántico (con 33,8
por ciento y 31,2 por ciento respectivamente). Les sigue la región central con 22
por ciento. En contraste, Bogotá tuvo un índice de 4,7 por ciento.
“Entre 2010 y 2016, la reducción de la pobreza multidimensional para el total
nacional fue de 10,2 puntos porcentuales”, apunta un documento del Dane.
A Jorge Iván González, uno de los expertos que diseñaron la metodología para
medir la pobreza, le preocupa la “impresionante” brecha entre el campo y las
urbes. “Es clave la modernización del agro, el tema de la tierra, de la propiedad del
suelo, y los acuerdos de La Habana. Hay que pensar en unos apoyos
gubernamentales a la pequeña producción, como carreteras, crédito y asistencia
técnica. El ideal es que para un joven vivir en el campo sea tan bueno, desde el
punto de vista de calidad de vida, como vivir en una ciudad”, recalca González.
Entre regiones, las brechas son evidentes: la pobreza en Bucaramanga bajó a 8,4
por ciento, y desbanca a Bogotá –en donde no hubo avances–, mientras en el otro
extremo está Quibdó, con 46,2 por ciento. Así mismo, una capital entre las de
menor pobreza, como Medellín, es la de mayor desigualdad.
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20 años: “Hemos perdido dos décadas en las que el Producto Interno Bruto (PIB)
se expandió fuertemente (casi se duplicó). Los avances son desilusionantes; son
un fracaso desde la perspectiva de la enorme ampliación del gasto social, los
impuestos y en general de la política económica y social”.
Pero, mirando hacia adelante, la situación no luce tan pesimista para la
investigadora Juliana Londoño, quien ha auscultado el tema en trabajos para la
Ocde y cursa un doctorado en economía en la Universidad de Berkeley. Londoño
sostiene que, a pesar de que el indicador de la desigualdad no ha bajado,
Colombia sí ha venido avanzando.
Así lo señala González, quien explica que los avances en pobreza están
sustentados en que el ingreso promedio ha estado creciendo de manera
relativamente continua y porque las políticas sociales han estado, en general, bien
focalizadas.
Sobre este último punto, Núñez señala que el desempeño del mercado laboral ha
mejorado, entre otras cosas por el descenso de los costos laborales derivado de la
eliminación de buena parte de las cargas parafiscales (impuestos al trabajo, como
pagos al Sena, al ICBF y aportes de salud).
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Como el crecimiento económico en la última década fue alimentado por alzas de
precios de materias primas, especialmente en petróleo, entre el 2003 y el año
pasado, la posibilidad de que disminuya pone a pensar en el riesgo de que
quienes superaron la pobreza regresen a ella, bien por menores ingresos o porque
en algún punto se dificulte financiar los programas sociales.
En ese sentido, Muñoz dice que “no es claro que la reducción sea permanente. Es
por ello por lo que en la actual coyuntura, en la que los gastos del Gobierno
estarán más restringidos, hay alguna probabilidad de que la pobreza aumente”.
Por su parte, Núñez señala que “los cambios en pobreza también se explican, en
buena medida, por las transferencias que reciben los hogares más pobres
mediante programas como Familias en Acción. No quiero decir que no deban
existir –de hecho, estas políticas redistributivas son una de las responsabilidades
del Estado–, sino que probablemente son insostenibles en el tiempo, ya que los
hogares que dejen de recibir los subsidios volverán a la pobreza inmediatamente”,
asegura el experto.
Dicho de otra forma –sigue Núñez–, si los programas sociales del Estado no
garantizan que sus beneficiarios adquieran habilidades para ser autónomos en el
mediano plazo, los cambios en pobreza serán artificiales, insostenibles y
generarán dependencia del Estado.
En la misma dirección, Muñoz, director del CID de la Nacional, apunta que “la
clave de la reducción de la pobreza es el crecimiento que induzca al empleo. Sería
importante que se impulsaran sectores como la industria y el sector agropecuario,
que son los que más generan empleo, junto con la construcción”.
“El paso siguiente –advierte Jorge Iván González– es mejorar la distribución del
ingreso y de la riqueza, pues los avances que hemos conseguido en pobreza se
estancarían o incluso podría haber un retroceso si no hay decisiones que lleven a
disminuir la concentración”. Esto significa revisar aspectos como el impuesto
predial y el impuesto a los dividendos, y por eso cree que la Comisión de Expertos
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de la Reforma Tributaria tiene por delante una tarea estrechamente relacionada
con el tema de la equidad.
Esto se traduce en que solo ocho de cada 100 familias tenían un ingreso mensual
inferior a la línea de pobreza y recibían menos de 211.807 pesos al mes por
persona. El índice de pobreza extrema es de 1,1 por ciento, el más bajo del país, y
0,1 puntos por debajo del reportado en el 2013.
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disparado los índices de la ciudad, de medio millón de habitantes, y han llevado a
la región a ser la cuarta economía del país.
Su buen momento hizo que esta capital fuera considerada el año pasado como el
milagro económico del país. En esa oportunidad, Álvaro Hernández, coordinador
operativo del Dane para la región oriental, afirmó que Bucaramanga presenta una
serie de ventajas con respecto a otras ciudades.
Por ejemplo, el 95 por ciento de las necesidades básicas “están siendo satisfechas
considerablemente”, lo que representa un mejoramiento en la calidad de vida.
El último estudio publicado por el Dane reveló esta semana que el nivel de
pobreza ascendió el año pasado del 31,3 al 33,1 por ciento, o sea 1,8 puntos
porcentuales más que lo registrado en el 2013.
Esto supone el peor retroceso de todas las capitales y sitúa a Cúcuta 4,6 puntos
por encima del promedio nacional.
“La mayoría de los ingresos que recibía la ciudad provenían del comercio. De
hecho, prácticamente toda su economía fue diseñada para venderles a los
venezolanos. Nosotros éramos una especie de centro comercial, pensado
exclusivamente para ofertarle al país vecino. Ahora, tras la crisis de Venezuela,
muchos cucuteños se quedaron sin trabajo”, explicó Cañizares.
Las fábricas de textiles, cuero, cerámica y arcilla figuran entre las más golpeadas
por el mal momento económico que vive toda la región fronteriza.
Para el concejal Oliverio Castellanos, otro de los aspectos que han estancado el
crecimiento es la inseguridad. Esta capital tiene una de las tasas de homicidios
más altas del país, con alrededor de 50 por cada 100.000 habitantes cada año.
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“Las personas no quieren invertir en un lugar inseguro. En la ciudad hace falta una
política pública seria que elimine la inseguridad en las calles”, señaló el
funcionario.
Según Castellanos, medidas como los decretos que establecen horarios de trabajo
han afectado a los pequeños comerciantes. “Lo único que buscaban era favorecer
a los empresarios cuya productividad es más alta”, concluyó.
Fernando Botero Quintana, hijo de exministro y nieto de uno de los artistas más
importantes del país, acaba de publicar el libro „Explicando lo inexplicable‟, en el
que entrevista a 17 personalidades del país, incluidos el presidente Santos y sus
tres antecesores, para tratar de establecer las causas y las posibles soluciones del
problema de la pobreza.
ANALISIS:
Para explicar los resultados del Dane hay que decir que, primero, la economía
creció bien el año pasado y esto contribuye a bajar pobreza. Segundo, el
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programa de subsidios condicionados, 'Familias en Acción', 'Jóvenes en Acción',
'Adulto Mayo'r, etc., contribuyen a aliviar la pobreza de ingresos.
Sin embargo, el Gobierno nunca menciona qué pasa con el amplio sector
llamado „vulnerables‟, aquellos colombianos que tienen una altísima
probabilidad de volver a caer en la pobreza si algo como menor crecimiento
económico sucede o si tienen una calamidad familiar. Hoy es el grupo más
grande del país, 36 por ciento. Pregunta al Gobierno: ¿cuántos de los que dejaron
de ser pobres son los nuevos vulnerables? Esto es fundamental.
La verdadera y permanente solución a la pobreza requiere de una combinación de
más y mejores empleos que les generen mayores ingresos –mucho mejor que
subsidios como ahora– y una oferta de bienes públicos que acabe con lo que
existe actualmente: educación, salud y vivienda pobre para pobres. Esto es más
fácil en un contexto de crecimiento, pero no se desprende naturalmente de él si no
hay voluntad política.
Las causas:
Infraestructura
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(PLANEACIÓN, 2014) Las vías La red nacional de autopistas no cuenta con
soluciones continuas de tráfico nacional a través de las áreas urbanas para
conectar los distintos destinos y las conexiones con centros logísticos y áreas
industriales. Esta situación genera altos niveles de saturación alrededor de las
ciudades que sumadas a las congestiones propias al interior de las grandes
ciudades, reducen la competitividad de las mismas de una manera considerable.
Por ejemplo, para cruzar Bogotá se requieren cerca de dos horas, en promedio, y
para cruzar Medellín se requieren 91 minutos.
Productividad
Las ciudades enfrentan retos para mejorar su productividad el crecimiento del PIB
per cápita en Colombia en ciudades pequeñas es casi la mitad del crecimiento del
resto de ciudades. Entre 2002 y 2010, el PIB per cápita en las ciudades de
menos de 500 mil habitantes creció 1,63% mientras que creció alrededor del
3% en las ciudades intermedias y grandes (2,97% en las ciudades de 500 mil a
un millón de habitantes y 3, 08% en las de más de un millón de habitantes). Estas
diferencias se pueden explicar por un conjunto de factores que varían entre
ciudades.
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Contribución de factores al crecimiento del PIB per cápita por tamaño de ciudad,
2002-2010
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CIBERGRAFÍA
Trabajos citados
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