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Revolucion
octubre - Diciembre 2010
n
continua
Guadalupe Rivera Marín n Rogelio Hernández n Yolanda Rodríguez n Juan Oropeza Garnica
Manuel Alejandro Guerrero n Karel E. Ochoa Reyes n Fausto Alzati Araiza n Jorge Navarro
Lucio n Rolando Durán Rocha n JOSÉ ENRIQUE VALLARTA RODRÍGUEZ n Claudia Ruiz Massieu
n Manuel Sánchez Mejía n Juan Sánchez Flores n Armando García Gómez n Josué Escobedo Camilli
comité ejecutivo nacional
Elba Debernardi
Editora de Arte
Delia Caudillo
Corrección
Oliver León
Ilustrador
20 Rogelio Hernández
La élite política tradicional
La formación
ideológica de
Diego Rivera
El contenido del texto aquí presentado tiene como
propósito dar a conocer al lector el camino seguido
por el maestro pintor Diego Rivera para lograr su
formación ideológica.
Así, resulta adecuado narrar cuándo y cómo el pintor-político fue
adquiriendo, desde el inicio de su niñez hasta su primera juventud,
sus firmes convicciones políticas. Rivera se registró como miem-
bro del Partido Comunista Mexicano en 1922, después de regre-
sar a México procedente de Europa, habiendo recibido el carnet
número 992, ello le trajo a lo largo de su vida “serios” problemas,
pero a la vez, antes de morir, tuvo la satisfacción de haber entrega-
do al pueblo de México sus posibilidades creativas y económicas.
Fue en las Sociedades Secretas de París, donde surgieron las ideas concretas
sobre la necesidad de modificar a fondo la estructura de la sociedad.
por las minas; adquirió acciones de otras dos, pero tampoco tuvo
fortuna, por lo que se inició en la carrera de ensayador de metales
y posteriormente en la de profesor normalista. Entonces escribió
una gramática para la enseñanza de la materia en las escuelas de
Guanajuato, siendo merecedor de varias medallas de plata por su
obra, hecho que enorgullecía a toda la familia Rivera.”
Vuelta a Europa
Al mediar el año de 1911, Diego María regresó a París para encon-
trarse con su novia Angelina Beloff, de nacionalidad rusa, que lo
había introducido en los círculos de sus compatriotas revolucio-
narios quienes pululaban por las calles y cafés de París, ciudad
donde años después -1913- llegaría el joven revolucionario y escri-
tor Ilya Ehremburg, con quien Rivera estableció una profunda y
verdadera amistad, debida a ésta, él ya para entonces reconocido
pintor mexicano, tuvo oportunidad de conocer y reunirse con Ni-
colás Lenin, político de características internacionales que se in-
teresó por conocer la situación política prevaleciente en México, a
la sazón país en plena lucha revolucionaria.
En alguna de sus autobiografías Diego Rivera narra cómo en
ocasión de una de las tantas reuniones ocurridas con los grupos de
refugiados rusos, dirigidas por Lenin, el maestro revolucionario lo
cuestionó sobre la situación política de la Revolución mexicana,
al mismo tiempo que analizaba un altero de documentos relacio-
nados con la misma.
- A ver joven Rivera -interrogó Lenin en perfecto francés-
¿qué opinas de la Revolución mexicana?
- Bien, Patrón, le daré mi opinión. Por lo que viví en Méxi-
co, la Revolución mexicana se desarrolla entretenidamente den-
tro del marco de la revolución agrario-democrático-burguesa, por
cuya realización el pueblo de México lucha desde 1810, obteniendo
flujos y reflujos de acción liberal-democrático-burguesa en el flujo
y reacción conservadora-semifeudal y semiclerical, en el reflujo.
Para mí la política gubernamental siempre represiva, afecta en
mayor medida y en primer término a los humildes, artesanos,
obreros o campesinos; sean mexicanos, catalanes o madrileños, y
en última instancia a los intelectuales.
- ¡Vaya pensamientos tan tristes los tuyos, Diego Diegovich!
¿Cuáles son tus conclusiones? ¿Cuál es tu opinión final? Exponlas
en concreto. ¿Pero qué no también en toda Europa los trabajadores
especializados y los propios intelectuales mueren en la lucha en
contra de la avasalladora Revolución Industrial y del capitalismo
que amenaza todas sus libertades?
En este punto Diego María Rivera se sintió en pleno dominio
de sus añejas convicciones; ante la imperturbable atención de su
interlocutor levantó la cara, lo miró fijamente y con voz grave
continuó su exposición sobre la situación política mexicana:
- Así, en mi opinión, dice Rivera: “México, carente de una cla-
se social, no es capaz de ejercer el poder como tal, pues no existe
una burguesía industrial nacional en la ciudad o en el campo, y
en consecuencia, como tampoco existe un proletariado suficien-
temente fuerte, irá primero al bonapartismo, es decir, al gobierno
del Ejército-policía, emanado del Ejército Popular de la Revolu-
ción y centralizado por caudillos militares con hombres de paja ci-
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La formación ideológica de Diego Rivera
Participación
Años después, en 1919, Diego María Rivera, acompañado de Enri-
que Freymann realizaron un viaje a Zurich, donde en la universi-
dad acudieron a la Escuela Superior para Revolucionarios, ahí el
análisis profundo del socialismo era la piedra angular del progra-
ma de estudios, y escucharon el famoso encuentro teórico entre
Rosa de Luxemburgo, Nicolás Lenin y Karl Kautsky.
Rosa de Luxemburgo sostuvo su tesis sobre la huelga de ma-
sas necesaria para conducir al proletariado a la revolución, la cual
debía ser instrumentada para llevar a cabo la rebeldía de un centro
político a otro. La lucha política para ella era la fertilización perió-
dica del suelo para preparar la lucha económica, basada en dos eta-
pas previas: la huelga de masas y la lucha económica. Enseñanza
que Diego María Rivera no olvidaría jamás, como lo demuestran
todos sus textos políticos posteriores.
A su regreso a París, Diego María Rivera entusiasmado por lo
aprendido en Zurich, escucha a su amigo Amadeo Modigliani:
- Mexicano, despierta, me he enterado de que Lenin ha entra-
do en contacto desde Zurich con los grupos levantados en armas
en Petrogrado. Miles de obreros han muerto bajo el fuego de los
cosacos y el rebelde Gregory Karensky ha ofrecido un cambio en
la situación política. ¿Qué te parece si vamos a Rusia a reunirnos
con nuestros amigos?
- Acepto, Modi, hagamos lo necesario para ello.
Como consecuencia, Diego María Rivera conversa con su es-
posa, la pintora rusa Angelina Beloff :
- Angelina, Modi y yo buscaremos una visa para viajar a Ru-
sia. Si no he participado de lleno en la Revolución mexicana, lo
que me ha dolido profundamente, ahora lo haré al lado de Lenin.
No puedo permanecer al margen de lo que será otra gran revo-
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La formación ideológica de Diego Rivera
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◆◆◆
Rogelio Hernández Rodríguez
La élite
política
tradicional
Toda sociedad moderna requiere de grupos especia-
lizados que se hagan cargo de revisar y dirigir las
diferentes actividades sociales.
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Rogelio Hernández Rodríguez
Fuentes:
Camp, Roderic Ai, Líderes políticos de México, FCE, México, 1984.
Hernández Rodríguez, Rogelio, Formación y trayectoria de los secretarios de
Estado en México, 1946-1982, FLACSO, México, 1988.
Smith, Peter H., Los laberintos del poder, El Colegio de México, México,
1981.
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Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez
Apuntes para
el empode-
ramiento de
las mujeres
A casi cien años de la Revolución y a doscientos de
la Independencia de México, si hablamos de valo-
res democráticos, una pregunta obligada que habría
que hacernos quienes trabajamos en favor de los de-
rechos de las mujeres es ¿qué hace falta revisar y
reforzar para lograr la igualdad de oportunidades
entre hombres y mujeres?
Para tratar de dar respuesta a esta pregunta, por un lado, com-
partiré algunas ideas que nos permitan mostrar y reafirmar que
las mujeres siempre han participado tanto en los procesos histó-
ricos del país, como en las diferentes etapas de nuestro Partido
y por otro, pondré sobre la mesa algunas reflexiones que sirvan
de discusión a quienes tienen interés en fortalecer el empodera-
miento de las mujeres.
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Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez
I. Antecedentes históricos:
Hace diez años, señalaba que en el proceso de construcción ple-
na de la ciudadanía de las mujeres,1 es importante revisar los
modelos de referencia, que como género hemos tenido a través
de la historia.
Ello, nos da la posibilidad de hacer visible la presencia de las
mujeres y la lucha que dieron cada una en su momento por la
defensa de sus ideas.
¿Quién no se acuerda en el periodo de la Independencia de
doña Josefa Ortiz de Domínguez y de Leona Vicario, así como de
la jalisciense Rita Pérez de Moreno, quien luchó a favor de la In-
dependencia, dando voces de aliento a los combatientes, curando
las heridas de los soldados, proporcionando toda clase de auxilio
a los moribundos, fue encarcelada por apoyar a su marido don Pe-
dro Moreno; dice la historia “que en cierta ocasión en que Moreno
tenía en su poder a varios prisioneros realistas, el comandante
Revuelta le propuso que fueran canjeados por su hija Guadalupe”
misma que estuvo prisionera por espacio de muchos años, sin que
pudiera recuperarla, hasta mucho tiempo después.
Pedro Moreno, no aceptó la proposición que le hicieron los
realistas para el canje de su hija y doña Rita Pérez apoyó en
todo momento la decisión tomada, nunca pidió a su esposo que
aceptara el indulto para él y para su familia, soportando todas las
vicisitudes de la guerra.
¿Quién no se acuerda de aquella mujer Laureana Wrigth?, quien
por cierto fue pionera en su tiempo, ya que a principios del siglo
XX pugnó a través de la revista Violetas de Anáhuac por el sufragio
de la mujer y la igualdad de oportunidades para ambos sexos.
No hay que olvidar en la Revolución mexicana el aporte de
las “adelitas” que apoyaron a su Juan, “ellas tenían a su cargo el
abastecimiento de las tropas”.2 Es verdad que desde la Indepen-
dencia puede constatarse la presencia de soldaderas, como se les
llamaba a veces. Y qué decir de la participación de mujeres como
la coronela Carmen Alanís, que con 200 hombres a su mando
tomó Casas Grandes, Chihuahua, y que la coronela zapatista
Rosa Bobadilla se levantó en armas en San Lorenzo de las Gui-
tarras, Estado de México, y al frente de 50 hombres combatió las
injusticias de las autoridades y hacendados en 1911.
La participación de las mujeres en la Revolución se vio re-
flejada en una serie de leyes “decretadas por los revolucionarios
para mejorar la condición de la mujer”. En el Sureste, el general
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Apuntes para el empoderamiento de las mujeres
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Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez
CONGRESO DE JALISCO
INTEGRACIÓN POR GÉNERO Y GRUPO PARLAMENTARIO
Fuente: Elaboración propia del ONMPRI Jalisco, Ramírez Robles, Martha Elena.
CÁMARA DE DIPUTADOS
INTEGRACIÓN POR GÉNERO Y GRUPO PARLAMENTARIO
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Apuntes para el empoderamiento de las mujeres
SENADO DE LA REPÚBLICA
INTEGRACIÓN POR GÉNERO Y GRUPO PARLAMENTARIO
Fuente: Elaboración propia del ONMPRI Jalisco, Ramírez Robles, Martha Elena.
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Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez
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Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez
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Apuntes para el empoderamiento de las mujeres
15. Fondo de Desarrollo de las Naciones Unidas para la Mujer, ¿Quién responde a
las mujeres?, p. 2.
18. Paredes Rangel, Beatriz, Discurso en la toma de protesta del CDE del ONMPRI
Jalisco, Puerto Vallarta, Jalisco, 31 de Julio de 2010.
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Bertha Yolanda Rodríguez Ramírez
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Apuntes para el empoderamiento de las mujeres
Fuentes generales
Bourdieu, Pierre, Sobre el campo político, traducción de algunas partes de la
edición francesa, Propos sur le champ politique. Presses Universitaires de Lyon,
2000. Accesible en PDF en el blog: http://davidvelasco.wordpress.com
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Juan Alfredo Oropeza Garnica
El Ejército
Constitu-
cionalista,
antecedente
inmediato del actual
Ejército mexicano
La historia de México, en sus luchas internas para
vertebrarse como nación y establecer sus institucio-
nes, destila violencia en sus doscientos años de vida
independiente, registrándose numerosos levanta-
mientos, asonadas, cuartelazos y golpes de Estado;
pero sólo tres de esos movimientos pueden considerarse verda-
deras revoluciones: el de Independencia, el de la Reforma y el
que se inicia con la rebelión de 1910 y que en nuestro país lo he-
mos designado con el nombre de Revolución mexicana.
Referirse al Ejército mexicano con el de las Fuerzas Armadas de
México, es hablar de una de las instituciones que sin ponderar,
constituyen un auténtico orgullo para la nación, porque además
de ser fruto auténtico y directo de la Revolución mexicana, ha
podido conservar en toda su magnitud, la pureza de espíritu que
le dio su primer aliento.
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Juan Alfredo Oropeza Garnica
Antecedentes:
A. El Ejército mexicano ha evolucionado conforme a las necesi-
dades y posibilidades económicas del país. Antes de la exis-
tencia de México como país independiente, buena parte de
su territorio estuvo bajo el dominio de la civilización azteca
o mexica, desplegó gran poderío social, económico, eminen-
temente sacerdotal y guerrero; su Ejército alcanzó una orga-
nización y disciplina muy desarrolladas para su época, lo que
incluía instrucción castrense muy severa y obligatoria entre
los jóvenes y la organización de los cuerpos armados, en los
que servía la décima parte de la población varonil. Luego
vino la Conquista y fue posesión de la Corona de España. A
partir del siglo XVII se estableció un sistema militar radica-
do en milicias, contingente que era considerado como Ejér-
cito Realista. En ambos casos, las Fuerzas Armadas cumplían
un rol relevante en sus sociedades y contaban con sistemas
establecidos de reclutamiento y adiestramiento de tropas.
B. Nuestro México tiene una historia bastante accidentada,
rica en acontecimientos, en los que siempre estuvo presen-
te el instituto armado; al inicio de nuestra Independencia
participó el Ejército Insurgente, en su consumación el
Ejército Trigarante, que fue el Primer Ejército del México Inde-
pendiente, pero este ejército en forma tumultuaria frente al
Palacio de Iturbide, a los gritos del sargento Pío Marcha,
el 18 de mayo de 1822, proclamó al Generalísimo Iturbide
como el Primer Emperador de México; transformándose
en el Ejército Imperial Mexicano, tuvo sólo dos hechos
destacados, el 27 de octubre de 1822 rechazaron el asalto
de la Armada Española guarnecida en San Juan de Ulúa,
que pretendió desembarcar en Veracruz, y en el mismo
mes, la creación de la Academia de Cadetes, que sería el
precedente de lo que actualmente es el Colegio Militar,
ubicándolo en el Castillo de Perote, Ver.
C. Posteriormente surgió el Ejército Nacional que enfrentó la
Guerra de Texas, la Guerra de los Pasteles y la invasión es-
tadounidense, siendo un ejército que resultó poco apto para
el combate, y según el historiador Vicente Riva Palacio, en
su obra México a través de los siglos, citado por Humberto
Mussachio: “Sus jefes más preocupados por obtener em-
pleos bien remunerados y otros privilegios, principalmente
Santa Anna, actuaron, con sus excepciones, impulsados por
la cobardía y la traición”.1 Pese al desastre que en términos
1. La idea del militarismo mexicano puede remontarse a la época del Dr. Mora y
Gómez Farías, quienes comenzaron a luchar a favor del poder civil en contra de los
privilegios de la milicia y el clero.
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El Ejército Constitucionalista
El porfiriato y la Revolución
El porfiriato es un largo periodo histórico que se puede divi-
dir cronológicamente en cuatro etapas, la primera se le denomi-
na El proceso de aprendizaje y experiencia, podría ser Vida previa a
la Presidencia, que va de 1830, nace Porfirio Díaz, a 1876, que es
cuando aprendió a conocer el país y la experiencia que obtuvo
para actuar como gobernante. La segunda etapa es lo que podría
llamarse Toma y consolidación del poder, de 1876 a 1890; a la terce-
ra podemos llamarle El momento del auge del gobierno de Porfirio
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Juan Alfredo Oropeza Garnica
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El Ejército Constitucionalista
Ejército federal
Al iniciarse la Revolución, unos 29,000 hombres formaban el
Ejército, aproximadamente 23,000 eran tropas combatientes,
distribuidos en la forma siguiente: 99 generales, 510 jefes, 756
oficiales y 23,065 individuos de tropa. Existía además, el Cuerpo
de Rurales que dependía de la Secretaría de Gobernación, cons-
tituido por 12 cuerpos diseminados en toda la República. Las ar-
mas que constituían al Ejército estaban organizadas en la forma
siguiente: Infantería, 30 batallones de línea, 4 cuadros de bata-
llón, 2 compañías fijas de Baja California y 2 compañías auxilia-
res de Guerrero y Sonora, respectivamente. Cada batallón con
600 plazas; con un efectivo de 9 generales, 49 jefes, 635 oficiales
y 15,494 de tropa. Estaban armados con fusil Mauser de 7 mm.,
con bayoneta para la lucha cuerpo a cuerpo.
Caballería: 14 regimientos de línea, cada uno con 450 plazas, 4
cuadros de regimiento, un escuadrón de guardia presidencial, un
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El Ejército Constitucionalista
Fuerzas revolucionarias
Estas fuerzas, al iniciarse la lucha, carecieron de todo principio orgá-
nico; sus agrupamientos de campesinos en particular, más o menos
numerosos, respondieron en su efectivo al ascendiente de elementos
distinguidos en cada región, por su personalidad destacada, de bue-
nas cualidades, y a veces de regular posición económica que coinci-
dían en los ideales libertarios y democráticos; no privaba en ellas la
necesidad imperiosa de un sueldo diario para subsistir y combatir, les
bastaba con obtener en los ranchos, haciendas y poblados alimentos,
caballos, monturas y armas. Para distinguirse de las tropas regulares
se les previno el uso en el sombrero de una cinta tricolor.
En cuanto Madero pudo adquirió una buena cantidad de ca-
rabinas Winchester 30-30 que las repartió entre sus partidarios, a
los que se fueron sumando hombres como Pascual Orozco, el cau-
dillo indiscutible, Francisco Villa, Abraham González, Perfecto
López y Toribio Ortega, Tomás Urbina, los hermanos Herrera
y muchos más, hombres prominentes de la Revolución mexica-
na que operaron en Chihuahua hasta la toma de Ciudad Juárez,
y la renuncia del presidente Porfirio Díaz a la Presidencia de la
República, el 25 de mayo de 1911. Después de un breve interinato
encabezado por Francisco León de la Barra, subió a la Presidencia
de la República el señor don Francisco I. Madero y su compañero
de lucha política José Ma. Pino Suárez; pero pronto se dejaron
sentir los brotes de insurrección y sublevación en contra de su
gobierno, encabezadas por Bernardo Reyes, Félix Díaz y Pascual
Orozco; luego el 9 de febrero de 1913 vendría la Decena Trágica,
Victoriano Huerta se hace del mando de la 1ª Zona Militar y de-
tiene al presidente Madero y al vicepresidente Pino Suárez, para
posteriormente ser asesinados. Los acontecimientos se precipitan
y el 18 de ese trágico febrero, se recibe en Saltillo como en otras
capitales de la República, el siguiente mensaje: “Autorizado por el
Senado, he asumido el Poder Ejecutivo estando preso el Presiden-
te y su gabinete. Victoriano Huerta”.
El gobernador de Coahuila, don Venustiano Carranza desco-
noce a Victoriano Huerta en su carácter de Jefe del Poder Ejecu-
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El Ejército Constitucionalista
rios del Plan de Agua Prieta, encabezado por Obregón; con Ál-
varo Obregón en la Presidencia de la República, se transformó
al Ejército Constitucionalista y a la Fuerza Aérea que había sido
creada por decreto de Venustiano Carranza en 1917, junto con
otras instituciones como la Escuela Médico Militar y la Indus-
tria Militar, que debieron afrontar con éxito la rebelión de Adol-
fo de la Huerta en 1924, siendo ya ésta la última insurrección del
tiempo revolucionario.
Luego, tras la elección de Plutarco Elías Calles, Álvaro Obre-
gón fue nombrado secretario de Guerra y Marina. El general Joa-
quín Amaro, al saber que las Fuerzas Armadas Revolucionarias
estaban aún insuficientemente unificadas y sin identidad nacio-
nal (como lo demostraron las revueltas de Arnulfo R. Gómez,
en 1927, y la de Gonzalo Escobar, en 1929), y sin la suficiente
preparación y disciplina, según se demostró también durante la
larga guerra cristera, inició una serie de cambios que culminaron
con la promulgación de leyes y reglamentos para la fuerza mili-
tar, que habrían de institucionalizarla y modernizarla.
Ejército mexicano
Es el resultado de la evolución de las fuerzas revolucionarias
emergidas del Ejército Constitucionalista, al ser sometido éste
a la reorganización impuesta por el general Joaquín Amaro; tal
programa incluyó la revalidación del grado para los altos oficia-
les, imposición de disciplina, principalmente entre generales y
jefes, profesionalizando los cuadros de jefes y clases, combatien-
do la corrupción y mejorando en todos sus sentidos los servicios
del Ejército; además, canalizó las aspiraciones políticas de los
ex combatientes revolucionarios. Para llevar a cabo esta labor, le
favoreció su permanencia al frente de la Secretaría de Guerra y
Marina hasta 1931, y la fundación del Partido Nacional Revolu-
cionario, que incluyó un sector militar que aglutinaba a los más
destacados e influyentes oficiales. Fue el mismo Amaro quien
condujo las actividades bélicas en contra de los cristeros.
A la llegada del general Lázaro Cárdenas como Presidente de
la República, en los primeros dos años, sometió el mando de la
secretaría y los mandos subordinados a un cambio permanente,
hasta que dispuso de hombres de confianza que le permitieron
afianzar el poder, lo que le permitió enfrentar con éxito las in-
tentonas golpistas de Plutarco Elías Calles, exiliándolo el 1 de
abril de 1936. En 1937 se dispuso el cambio de nombre de la Se-
cretaría de Guerra y Marina al de Secretaría de la Defensa Na-
cional. Finalmente, enfrentó el alzamiento de Saturnino Cedillo
en 1938, así como unas insubordinaciones de menor magnitud.
Es en 1941 cuando los mandos del entonces Departamento de
Marina Nacional dejan de depender de la Secretaría de Guerra
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El Ejército Constitucionalista
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56 : confluencia XXI
Manuel Alejandro Guerrero
En busca de una
narrativa ante el
(Bi)Centenario
Planteamiento
El desencanto
En el sitio en línea de la Corporación Latinobarómetro (www.
latinobarometro.org), la ONG cuya responsabilidad principal es
conducir cada año una encuesta de opinión en los países que
conforman América Latina y difundir sus resultados, se en-
cuentran las bases de datos e informes de estos trabajos anuales
desde 1995 hasta 2009.1 Al analizar algunos de los resultados y
compararlos entre todos los países, así como entre cada país a lo
largo del tiempo, es posible notar que, en términos generales, las
noticias para las relativamente jóvenes democracias latinoame-
ricanas son buenas: los grados de satisfacción con la democracia
aumentan y los de preferencia por la democracia sobre otras for-
mas de gobierno se mantienen en un mismo rango. Por ejemplo,
mientras 27% estaba satisfecho con la democracia en 1996, 44%
parece estarlo en 2009 y mientras 61% apoyaba la democracia en
1996, 59% lo hace en 2009.
Sin embargo, a pesar de estos porcentajes acumulados para
América Latina, existen variaciones notables en la región, así
como también países que se encuentran de manera constante en-
tre los lugares más bajos en aspectos importantes de la vida de-
mocrática. Este último es, en ciertos temas, el caso de México.
Por ejemplo, en cuanto al grado de satisfacción con la democracia
el promedio de México entre 1996 y 2009 es de 25% de individuos
que indican “muy satisfecho” más “más bien satisfecho”, lo co-
loca al país en el segundo sitio más bajo de la región, sólo por
arriba de Perú, que promedia 22%. Si bien hubo algunos años en
que estos porcentajes fueron más altos -45% en 1997, 36% en 2000
y 41% en 2006-, ello se explica por el entusiasmo coyuntural que
despertó la expectativa inicial de entrar de lleno a una vida más
democrática en el país o bien en la posibilidad de generar cambios
importantes; entusiasmo que no se ve ya en otros años electorales
de “normalidad democrática”, como 2003 o 2009 -18% y 28% de
satisfacción, respectivamente.
Otro ejemplo sobre el caso de México es el relativo al apo-
yo que recibe la democracia frente a otras formas de gobierno.
En este sentido, las respuestas de individuos que han indicado en
México que “la democracia es preferible a cualquier otra forma de
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En busca de una narrativa ante el (Bi)Centenario
La explicación
Al tratar de explicar lo que aquí podríamos denominar el “desen-
canto” con la democracia, varios autores sostienen que este des-
ánimo popular -que puede manifestarse incluso en caídas en la
participación electoral- se puede explicar, por un lado, debido a
la incapacidad de sus grupos dirigentes de lograr acuerdos signi-
ficativos en temas como la corrupción, la desigualdad o el empleo
(o para nuestro caso, la seguridad) y, por el otro, debido a que
luego de un tiempo la población se da cuenta que la democracia
por sí sola (al menos en su vertiente electoral) no conlleva una
mejora en su bienestar económico inmediato (Dalton, 2000; Hut-
cheson, 2004; Inglehart y Catterberg, 2002; Mason, 2004; Mattes,
2007; Smith, 2005). En el caso de México, la falta de acuerdos y
compromisos claros entre las clases políticas acerca de cómo de-
sarrollar una estrategia que goce de legitimidad y respaldo amplio
para enfrentar la crisis de seguridad es ejemplo de la primera ver-
tiente del desencanto. La reciente crisis económica y sus secuelas,
así como la falta de una estrategia de desarrollo de largo plazo, es
ejemplo de la segunda.
Sin embargo, una revisión cuidadosa de los datos del Latinoba-
rómetro sobre el caso de México muestra con claridad que la ten-
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Manuel Alejandro Guerrero
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En busca de una narrativa ante el (Bi)Centenario
Narrativas anteriores
En el siglo XX, la narrativa que surgió en México como producto
de la Revolución dio sentido a la historia y a aquel presente, a la vez
que marcaba una vía de futuro para el país. En esa narrativa jugaron
papeles principales los apoyos del Estado al movimiento muralista,
a la naciente industria del cine mexicano, al proteccionismo indus-
trial o al reparto agrario. Sin embargo, quizá su principal funda-
mento se encuentra en la creación de un amplio proyecto educa-
tivo nacionalista, con sus episodios escogidos por la historiografía
oficial y, más tarde, con sus libros de texto gratuitos distribuidos
entre los niños de todas las regiones del país. La narrativa posrevo-
lucionaria interpretaba la historia nacional como una trayectoria
de progreso ascendente en la que, de tiempo en tiempo, el pueblo
bueno se había visto forzado a la rebelión contra dirigentes opre-
sores, enemigos extranjeros siempre al acecho y sectores sociales
altos siempre dispuestos a la traición. En su ruta de ascenso, las
rebeliones habían conseguido primero la libertad, con la Indepen-
dencia, luego las leyes, con la Reforma, y finalmente, la promesa de
cumplir con la justicia social gracias a la Revolución. Desde luego,
en esta narrativa, de fuertes tonos nacionalistas y revolucionarios,
el régimen priísta se presentaba como el resultado de todas estas
luchas y logros históricos, y como el marco en el cual, por fin, se
alcanzarían las metas anheladas: desarrollo incluyente y justicia
social (Reyna, 1974). A pesar de la combinación entre principios
liberales y sociales incluyentes, en esta narrativa no tenía espacio la
democracia, entendida como competencia pluralista con rendición
de cuentas. Sin embargo, hasta los años sesenta tampoco parece
confluencia XXI : 61
Manuel Alejandro Guerrero
3. Lo interesante es que tampoco parece haber existido una exigencia real por
democratizar la vida política del país por parte de la población en general, en tanto
que hubo crecimiento económico y reparto de beneficios de manera incluyente
(Guerrero, 2004; Loaeza, 1993).
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En busca de una narrativa ante el (Bi)Centenario
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Manuel Alejandro Guerrero
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Bibliografía
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• Guerrero, M.A. 2004. México: la paradoja de su democracia. México: UIA.
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of 2003-04. Perspectives on European Politics and Society 5(2):305-30.
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Development Trend and the Posthoneymoon Decline. International Journal of
Comparative Sociology 43(3-5):300-16.
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• Mason, D.S. 2004. Fairness Matters: Equity and the Transition to Democracy.
World Policy Journal 10(4):48-56.
• Mattes, R. 2007. Democracy without People: Political Institutions and Citizenship
in the New South Africa. Paper presented at the Michigan State University-
Afrobarometer Conference on Micro-Foundations of African Politics, East Lansing,
MI, May.
• Reforma. 1994. “CSG: 7.2 en popularidad”, 30 de octubre.
• Reyna, J.L. 1974. Control político, estabilidad y desarrollo en México, Cuadernos
del CES (Centro de Estudios Sociológicos), núm.3, México, El Colegio de
México.
• Silva-Herzog Márquez, J. 2009. Narrativa. Reforma, 3 de febrero.
• Smith, P.H. 2005. Democracy in Latin America: Political Change in Comparative
Perspective. New York: Oxford University Press.
confluencia XXI : 67
68 : confluencia XXI
Karel E. Ochoa Reyes
Revolución
mexicana:
Otra parte de la
historia no divulgada
Cuando se busca definir la participación de las mujeres
en las contiendas armadas, nunca se les vincula con
imágenes míticas o legendarias como la Coyolxauhqui
o la Coatlicue (madre del Dios de la Guerra), sino que
se disminuye su intervención al grado de considerarlas
simples criadas de los soldados.
Elena Poniatowska
Las precursoras
El movimiento precursor, para Cockcroft, es una totalidad de
antecedentes políticos de la Revolución de 1910-1917, incluyendo
manifestaciones, huelgas, levantamientos armados que datan de
la fundación del Club Liberal “Ponciano Arriaga”, de San Luis
Potosí, en 1900, hasta el estallido de la Revolución, en 1910.4
Para finales del siglo XIX existía en la clase media ilustrada
70 : confluencia XXI
Revolución mexicana: Otra parte de la historia no divulgada
5. Rocha Islas, Martha Eva. Presencia de las Mujeres en la Revolución Mexicana: Soldaderas
y Revolucionarias. En internet: http://www.bibliotecas.tv/zapata/bibliografia/indices/
memoria_del_congreso_internacional_3.html. Fecha de consulta: 10 de junio de 2010.
6. Hernández y Lazo, Begoña y Ricardo Rincón Huarota (coordinadores), Las mujeres
en la Revolución Mexicana, 1884-1920. Instituto Nacional de Estudios Históricos de la
Revolución Mexicana e Instituto de Investigaciones Legislativas de la H. Cámara
de Diputados, México, D.F., 1992, pp. 6-7. En internet: http://www.bicentenario.
gob.mx/bdb/bdbpdf/LasMujeres.pdf. Fecha de consulta: 10 de junio de 2010.
confluencia XXI : 71
Karel E. Ochoa Reyes
72 : confluencia XXI
Revolución mexicana: Otra parte de la historia no divulgada
La lucha armada
En 1910, la población del país ascendía a 15.160,369 habitantes, de
los cuales 7.655,898 eran mujeres: constituían el 8.8% de la po-
blación económicamente activa, y representaban el 50.50% de la
población total que habitaba en México,9 por lo tanto, es difícil
imaginar que se hubieran quedado al margen de la lucha armada.
Al contrario, su presencia es clara, se involucraron mujeres de di-
ferentes estratos sociales, en las distintas facciones y desde los di-
versos frentes. Su participación no se limitó a las soldaderas, sino
que implicó actividades difícilmente pensadas para las mujeres en
otras circunstancias.
La presencia de las mujeres fue indispensable para la Revolu-
ción. Ellas realizaron una variedad de tareas que abarcaron desde
las tradicionales de su género: cocinar para los soldados, cuidar a
los hijos, atender a los heridos, limpiar y lavar, hasta aquellas en las
que arriesgaban sus vidas: espías, contrabando de armas, intercam-
bio de información, entre otras. De manera que, como señalan Ana
Lau y Carmen Ramos, “en la medida en que la lucha armada se
hizo más cruenta y la escasez más apremiante, la mujer incrementó
su participación revolucionaria, pero ésta cobró matices específicos
en razón de la región y del grupo revolucionario al que se afilió”.10
Ellas también fueron telegrafistas, enfermeras, empleadas de
oficina, reporteras, editoras de periódicos, maestras, entre otros
oficios y profesiones. Por su parte, las campesinas participaron
en los distintos ejércitos en función de su lugar de origen, acom-
pañando al padre, esposo o hermano, por voluntad propia o bajo
el sistema de leva. Ellas combatieron en las batallas, algunas ocu-
pando el lugar del marido muerto, heredando incluso el grado mi-
litar, y logrando así ganarse el respeto de sus subordinados; otras
se hicieron pasar por hombres para formar parte de la tropa, y al-
gunas más, en forma sanguinaria, implantaron justicia por propia
mano.11 De manera que las mujeres, de las áreas urbanas y rurales,
estuvieron ahí, presentes, manteniendo viva la Revolución, for-
confluencia XXI : 73
Karel E. Ochoa Reyes
74 : confluencia XXI
Revolución mexicana: Otra parte de la historia no divulgada
15. Hernández y Lazo, Begoña y Ricardo Rincón Huarota, Op. Cit. pp. 23-35.
16. Lau, Ana y Carmen Ramos, Op. Cit. pp. 43-45.
17. Hernández y Lazo, Begoña y Ricardo Rincón Huarota, Op. Cit. pp. 46-49.
18. Como gobernador de Yucatán (1915-1918) apoyó los movimientos feministas y
convocó al Primer Congreso Feminista, celebrado en la ciudad de Mérida, del 13 al
16 de enero de 1916.
19. Lau, Ana y Carmen Ramos, Op. Cit. p. 45.
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Karel E. Ochoa Reyes
20.
20 Ibid. pp.Ibid.
45-48.
pp. 45-48.
76 : confluencia XXI
Revolución mexicana: Otra parte de la historia no divulgada
La Constitución de 1917
y los derechos de las mujeres
El 5 de febrero de 1917 se promulgó la Constitución Política de los
Estados Unidos Mexicanos, que si bien no incluyó los derechos
políticos de las mujeres, sí reconoció la igualdad en derechos in-
dividuales y laborales. Además, Carranza integró algunas de las
demandas de las mujeres expresadas desde finales del siglo XIX,
quedando plasmadas en la Ley del Divorcio con Disolución de
Vínculo y la Ley sobre Relaciones Familiares. De manera que el
triunfo inmediato de las mexicanas consideró lo siguiente:
21. Hernández y Lazo, Begoña y Ricardo Rincón Huarota, Op. Cit. pp. 37-46.
confluencia XXI : 77
Karel E. Ochoa Reyes
Fuente: Elaboración propia a partir de información del Título sexto. Del Trabajo y de Previsión Social. Artículo 123
de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos de 1917. Y de Rocha Islas, Martha Eva.
78 : confluencia XXI
Revolución mexicana: Otra parte de la historia no divulgada
Conclusiones
Aún no es posible conocer con exactitud los nombres y acciones
de la totalidad de mujeres que participaron en el movimiento ar-
mado de la Revolución mexicana. A pesar de que se han rescatado
del anonimato algunas de ellas, seguramente quedan muchas otras
que continúan en la espera de un justo lugar dentro de la historia
mexicana que ha desdibujado contribuciones valiosas, olvidando
así a más de la mitad de la población del país: las mujeres.
La participación de las mujeres en la Revolución mexicana
constituyó un reto a la cultura patriarcal. Después de la lucha ar-
mada nada volvería a ser como antes. Las mujeres habían probado
su capacidad y valor, que si bien muchas de ellas regresaron a sus
hogares, otras más continuaron demandando los derechos políti-
cos aún no reconocidos, y el mejoramiento de las condiciones de
las mexicanas en los distintos ámbitos.
Se espera pues, que con motivo del Centenario del inicio de la
Revolución mexicana, por un lado, se deconstruya nuestra historia
y con ello se dé pauta al surgimiento de una historia incluyente y
divulgada, una en la que las mujeres sean parte integral de ella; y
por el otro, se haga una reflexión en cuanto a los derechos de las mu-
jeres. A cien años de distancia las demandas no han cambiado, se
sigue buscando el reconocimiento de los derechos políticos y labo-
rales, la aplicación real de políticas de igualdad entre los dos sexos,
así como la transformación de las condiciones de vida y la libertad
para decidir sobre sus propios asuntos, sobre su propio cuerpo.
confluencia XXI : 79
80 : confluencia XXI
Fausto Alzati Araiza1
El dilema
de México
ante la
crisis global
El dilema de México: Desintegración nacional o prosperidad democrática
co, como a todas las naciones del planeta, retos y riesgos formi-
dables. También le abre oportunidades vastas e irrepetibles para
remontar definitiva y aceleradamente los rezagos y obstáculos
que aún le separan de la plena prosperidad democrática que ha
sido en esencia la meta de todo su proceso histórico. “La Gran
Ruptura Global nos coloca a todos, sin retorno y sin remedio, en
plena globalización: todos compiten con todos, por todo, en to-
das partes.”3 Así, México se encuentra ante un dilema ineludible
e inaplazable, quizá el más dramático de su historia. Permítase-
me resumir en dos palabras el dilema de México ante la crisis
global: desintegración nacional o prosperidad democrática.
La definición de una estrategia eficaz de respuesta a la Gran
Ruptura Global habrá de ser necesariamente el resultado de un
vasto proceso político de construcción de amplios consensos nacio-
nales. Es, además, indispensable que de las elecciones federales de
2012 resulte un gobierno con legitimidad y márgenes de maniobra
suficientes para ponerla en práctica con éxito. Así, sólo la restaura-
ción de la concordia nacional y un gobierno legítimo y con amplio
sustento democrático permitirá a México desplegar una estrategia
que responda de manera eficaz y ventajosa a la Gran Ruptura Glo-
bal. En ánimo de contribuir a ese proceso, me permito aquí poner
a consideración cinco líneas de estrategia encaminadas a responder
a los retos y tomar ventaja de las oportunidades que resultan de la
crisis global. Estas cinco líneas de estrategia, cuya descripción su-
cinta será la materia del resto de este ensayo, son:
1) Detonar el crecimiento incluyente y sustentable;
2) Instaurar una economía de plena ocupación;
3) Solidaridad y educación para recuperar el bono demográfico;
4) Infraestructura para la sociedad del conocimiento,
5) La re-integración de la gran nación mexicana.
Estas cinco líneas de estrategia son complementarias entre
sí y el éxito de cada una no será cabal en ausencia de las demás.
Las expongo brevemente a continuación.
confluencia XXI : 83
Fausto Alzati Araiza
5. Véase: Rifkin, Jeremy, El fin del trabajo, El nacimiento de una nueva Era, Paidós
Ibérica, 2010; así como The Zeitgeist Manifesto, disponible en Internet.
84 : confluencia XXI
El dilema de México ante la crisis global
6. Estos Diez Mandamientos del Jaguar son el resultado de una rigurosa investigación
histórica y econométrica de 100 años del crecimiento económico de México: Alzati
Araiza. Fausto, The Political Economy of Growth in Modern Mexico (1895-1995), PhD
Thesis, Harvard University, pp. 230-233.
confluencia XXI : 85
Fausto Alzati Araiza
Hacia la re-integración
de la gran nación mexicana
Más de década y media de crecimiento insuficiente y oportunida-
des escasas de ocupación altamente productiva y bien retribuida
han resultado en un fenómeno masivo de emigración por hambre,
pobreza y desesperanza. La demanda de fuerza de trabajo poco
calificado, generada por ciertos sectores agrícolas y de servicios en
los Estados Unidos, se convirtió en irresistible polo de atracción
para millones de mexicanos depauperados. Perdimos así en buena
confluencia XXI : 89
Fausto Alzati Araiza
92 : confluencia XXI
El dilema de México ante la crisis global
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94 : confluencia XXI
Jorge Navarro Lucio
La política
exterior de
la Revolución
mexicana
Los parámetros significativos de la política exte-
rior de la Revolución mexicana corresponden bási-
camente a la articulación del interés nacional.
Durante este periodo se establecen política y jurídicamente los
conceptos clave de la soberanía nacional y del derecho a la auto-
determinación. Para alcanzar estos objetivos los revolucionarios
emprendieron una lucha férrea por la construcción del Estado, la
estructuración de instituciones republicanas sólidas y una mayor
participación del pueblo en los asuntos políticos. Mientras que en
los años previos a 1910 se libró una batalla frontal contra la interven-
ción extranjera, con el fin de forjar la nación; durante la Revolución
el objetivo principal fue la construcción del Estado mexicano.1
Dos condicionantes imperaron durante la formación del Es-
tado mexicano: por un lado, los acontecimientos del entorno in-
ternacional y, por el otro, las realidades socioeconómicas de la
1. Glen David Kuecker, The mexican revolution, 1910-1940 (the historian. vol. 66, issue
2004), p. 350.
confluencia XXI : 95
Jorge Navarro Lucio
96 : confluencia XXI
La política exterior de la Revolución mexicana
7. Thomas A. Bruscino Jr., A Troubled Past: the Army and Security on the Mexican
Border, 1915-1917 (Military Review, Vol. 88, Issue 4, 2008), pp. 31-40.
8. Berta Ulloa, Breve Prefacio de la Revolución, en Historia General de México, Ed.
Centro de Estudios Históricos (México: El Colegio de México, 2000), pp. 773-774.
9. Héctor Pérez, Voicing Resistance on the Border: A Reading of Americo Paredes’s
(MELUS, Vol. 23, Issue, 1, 1998), pp. 27-29.
10. Helen Delpar, The Enormous Vogue of Things Mexican: Cultural Relations between the
United States and Mexico, 1920-1935 (Tuscaloosa, AL: University of Alabama Press. 1992), p. 2.
confluencia XXI : 97
Jorge Navarro Lucio
11. Friedrich E. Schuler, Mexico between Hitler and Roosevelt: Mexican Foreign Relations
in the Age of Lazaro Cardenas, 1934-1940 (Albuquerque, NM: University of New Mexico
Press. 1998), p. 9.
12. En internet: http://sepiensa.org.mx/contenidos/h_mexicanas/s.xx/historia_VenusCarr/
venus_11.htm (Consultado el 20 de julio de 2010).
98 : confluencia XXI
La política exterior de la Revolución mexicana
confluencia XXI : 99
Jorge Navarro Lucio
17. Enrique Krauze, Plutarco Elías Calles, Reformar desde el origen. Serie. Biografía del
Poder. (México: Fondo de Cultura Económica. 1987), p. 10.
18. Enrique Krauze, Op. Cit. p. 11.
19. Samuel Guy Inman, Inter-American Conferences 1826-1954: History and Problems
(Washington: The University Press of Washington, D.C., 1965), p. 101.
20. Samuel Guy Inman, Op. Cit. p. 101.
21. Samuel Guy Inman, Op. Cit. p. 112.
24. Capt. Henry Landau, The Enemy Within, en el capítulo, Admiral Hall on the
Zimmermann Telegram, (World’s Work, LI, No. 6, April 1926), pp. 578-579.
25. Jeurgen Buchenau, In the Shadow of the Giant: The Making of Mexico’s Central
America Policy, 1876-1930 (Tuscaloosa, AL: University of Alabama Press, 1996), p. 130.
26. Beate Jahn, The Cultural Construction of International Relations: The Invention of the
State of Nature (New York: Palgrave, 2000), pp. 95-112.
27. Patricia Mcginnis, The Value of Smart Power in a Time of Transition. The Public
Manager, Vol. 37, Issue: 3, 2008, pp. 92-98.
28. Philippe Naughton, Hillary Clinton says ‘smart power’ will restore American
leadership, (London: The Sunday Times. 13 de enero de 2009), p. A-1.
29. El suprarrealismo implica que mayor poder económico incrementa la capacidad
de maniobra política de un país, caso concreto China.
Bordar el
futuro desde
el presente
Independencia
3. Fue un militar con altas calificaciones teóricas, aunque con vocación de soldado
activo. Fue criticado por iluso e irrealista. Mostró su inconformidad ante las
injusticias del Ejército con los yaquis y ante el favoritismo como eje de promoción,
lo que dio lugar a que fuera enviado en comisión militar a Francia.
4. Zamora Escárcega, Gilberto. Episodios Revolucionarios, cuando Pachuca fue
gobernada por un ruso. El Hidalguense. 1 de diciembre de 1956.
confluencia XXI : 107
Rolando Durán Rocha
Bicentenario
y Derecho
Electoral
Introducción
2. Fayt, Carlos. Derecho Político. Ed. De Palma, Buenos Aires, Argentina, 1988, p. 9.
3. Santos Jiménez, Rafael. Tratado de Derecho Electoral. Ed. Lex, La Habana, Cuba,
1946, p. 15.
4. Cotteret, Jean Marié y Emeri, Claude. Los Sistemas Electorale. Ed. Oikos-Tau,
Barcelona, España, 1973, pp. 12 y 13.
5. Berlín Valenzuela, Francisco. Teoría y Praxis Política-Electoral. Ed. Porrúa, S.A.,
México, 1983.
Convocatoria a Cortes
del 17 de noviembre de 1821
A pesar del establecimiento de la Constitución de Apatzingán,
el ejército realista, comandado por Iturbide, venció a Morelos en
1815. Hasta entonces la aristocracia criolla había estado de parte
del gobierno español, pero al triunfar en la metrópoli la revolución
liberal (1820), creyó amenazados sus intereses y decidió apoyar a
los insurgentes. Iturbide pactó con Guerrero en el Plan de Iguala,
dando lugar al establecimiento de un gobierno monárquico inde-
pendiente que avanzó victorioso a la capital, obligando al Virrey
Juan de O’Donojú a ratificar el Tratado de Iguala. En ese año se
formó la soberana Junta Provisional Gubernativa, que convocó a
elecciones para diputados al Congreso el 17 de noviembre de 1821.
El procedimiento electoral que se estableció fue que los ayunta-
mientos erigirían a los electores de partido, los cuales se reunirían
en la cabecera de su respectivo partido y nombrarían un elector de
provincia. A su vez, los electores de provincia se reunirían en su
capital para elegir a los diputados al Congreso.
La guerra independista deterioró la economía de México y dejó
sin resolver la oposición entre aristocracia y clase media, eviden-
ciada en los debates para la formación del Congreso Constituyente.
En él, la clase media tuvo mayoría; pero no pudo impedir que sus
oponentes proclamaran emperador a Iturbide (1822), con el apoyo
popular. Defensor de los privilegios del alto clero, de la nobleza y el
Ejército, el emperador Iturbide acalló a la oposición del Congreso
sustituyéndolo por una Junta Instituyente, pero fue derrocado por
el general Santa Anna, quien proclamó la República en 1823.
11. Tena Ramírez, Felipe. Leyes Fundamentales de México. Ed. Porrúa, S.A., México,
1971, p. 29.
12. Tena Ramírez, Felipe. Op. Cit., p. 33.
13. Rabasa, Emilio. La Constitución y la Dictadura. Ed. Porrúa, S.A., Séptima Edición,
México, 1990, p. 3.
La Constitución de 1857
detonó la Ley OrgánicaElectoral de 1857
El principal avance de este ordenamiento fue la supresión de las
juntas departamentales que elegían Presidente de la República
y senadores, y fueron los propios votantes quienes hacían tales
elecciones. En el proceso electoral, el día de la votación, el comi-
sionado para instalar la mesa designaba entre los siete primeros
ciudadanos que se presentaran a votar, un presidente, dos secre-
tarios y dos escrutadores. La elección de diputados se hacía por
mayoría absoluta de votos y por escrutinio secreto. Se elaboraba
un acta de Junta y se enviaba copia al gobierno del Estado y al
Congreso de la Unión de 1871. Al día siguiente de que los electo-
res elegían diputados, el Congreso de la Unión se constituía en
Colegio Electoral y siguiendo el mismo procedimiento, elegía por
voto secreto al Presidente de la República. Después, y en la misma
forma, se elegía al Presidente de la Suprema Corte de Justicia. Si
alguno de los candidatos obtenía la mayoría absoluta de votos era
declarado electo. En caso de no haber mayoría absoluta, el Con-
greso, como Colegio Electoral, elegía alguno de los dos que hubie-
ran obtenido mayor cantidad de votos. Esta ley dio origen a los
distritos electorales. La organización de los procesos electorales
quedó a cargo de los gobiernos de los estados y de las autoridades
municipales. El Registro de Electores se conservó conforme a las
leyes electorales reglamentarias de la Constitución de 1824. Este
ordenamiento tuvo gran efectividad en su época y tuvo un alto
periodo de duración hasta el 8 de mayo de 1871, que se estableció una
nueva Reforma Electoral. Las aportaciones de esta nueva ley fueron
las siguientes: se estableció que el Congreso de la Unión fijara
el número de diputados correspondientes a cada estado; también
que en caso de que los candidatos no alcanzaran mayoría de votos
de los electores, el Congreso constituido en Colegio Electoral ele-
giría por mayoría absoluta de los diputados presentes, Presidente
de la República o de la Suprema Corte de Justicia.
14. Casasola, Gustavo. Historia de la Revolución Mexicana. Ed. Trillas. México, 1972,
p. 30.
15. Garrido, Luis Javier. El Partido de la Revolución Institucionalizada. Ed. Siglo XXI,
México, 1988, p. 87.
Reformas
fundamentales
A continuación abordaré 4 temas que me parece im-
portante atender de cara a la construcción de una
agenda que abone a generar gobernabilidad en nues-
tro país. No son los únicos, pero considero que deben
atenderse para propiciar otras reformas, teniendo
claridad en los objetivos.
Parlamentarismo
No dudo de que las iniciativas presentadas en el camino sean va-
liosas, como lo es también el debate público que han traído. En
ellas, se abordan temas importantes pero parece olvidada la idea de
promover cambios graduales hacia la adopción de ingredientes que
parlamentaricen el régimen o perfeccionen el sistema presidencial.
Desde el punto de vista académico, por los incentivos de co-
operación que genera, el régimen parlamentario tiene ventajas
claras en relación al presidencial. Es necesario contar con mayo-
ría legislativa para formar el gobierno, es decir, el respaldo en el
Congreso al Ejecutivo es una precondición.
En los gobiernos emergidos del parlamentarismo, la mayoría
en el Congreso sustenta la gestión gubernamental, lo que implica
132 : confluencia XXI
Reformas fundamentales
Planeación
Otra de las reformas urgentes debe ser aquella que modernice
los mecanismos de colaboración entre las entidades federativas
y la Federación para determinar objetivos comunes. Los retos
del fenómeno metropolitano, la migración interna y el aumento
reciente en los índices de pobreza, nos exigen idear nuevas for-
mas de generar desarrollo regional.
La década de los ochenta abrió paso a los procesos de descen-
tralización de funciones y la transición democrática. El proceso
de modernización administrativa apostó a la reestructuración de
la administración pública. Se reformaron el artículo 25 consti-
tucional, que le asignó a la Federación funciones de dirección y
coordinación en el desarrollo regional, así como la regulación,
protección y promoción de todas las actividades económicas que
involucrasen el interés público; y el artículo 26, que otorgó a los
estados la posibilidad de coparticipar en la formulación del Pro-
grama Nacional de Desarrollo. Estas reformas, junto con la del
artículo 115 constitucional que dio competencia clara a los muni-
cipios, delinearon al federalismo mexicano como hoy lo vemos.
Leídos en conjunto, queda claro que estas reformas buscaron ha-
cer un uso más eficiente de los recursos públicos, racionalizando la
distribución de funciones entre los diferentes órdenes de gobierno.
Por lo que respecta a la esfera de la planeación y programa-
ción, en este periodo también se fortalecieron los Comités de
Planeación para el Desarrollo Estatal (Coplades) y los Comi-
tés de Planeación para el Desarrollo Municipal (Coplademuns)
implantándose como las únicas instancias de coordinación de
134 : confluencia XXI
Reformas fundamentales
Acceso a la justicia
Es indudable que el sistema de justicia puede contribuir de for-
ma importante a la reducción de las desigualdades sociales, fa-
voreciendo la cohesión social. El sistema judicial se debe confi-
gurar entonces, como un instrumento para la defensa efectiva de
los derechos de las personas, dando un trato igual a los iguales y
desigual a los desiguales.
Poca utilidad tiene que el Estado reconozca formalmente un
derecho si su titular no puede tener acceso de forma efectiva al
sistema de justicia para obtener la tutela del mismo.
De ahí la imperiosa necesidad de que tanto los servidores y
operadores del sistema judicial como de quienes intervienen de
una u otra forma en su funcionamiento adopten una lógica de
acceso a la justicia como un concepto más amplio que el simple
acceso a la jurisdicción, comprometiéndose a adoptar aquellas
medidas que mejor se adapten a las condiciones de los usuarios.
Adoptadas en la XIV Cumbre Judicial Iberoamericana lle-
vada a cabo en Brasilia, del 4 al 6 de marzo de 2008, las “Reglas
de Brasilia sobre acceso a la justicia de las personas en condición
de vulnerabilidad” tienen como finalidad el impulso de políticas
públicas, medidas, facilidades y apoyos que permitan a dichas
personas el pleno goce de los servicios del sistema judicial.
Las reglas destacan la conveniencia de garantizar la asisten-
cia técnico-jurídica y letrada a las personas vulnerables, ya sea
a través de la ampliación de funciones de la Defensoría Pública,
no solamente en el orden penal sino también en otros órdenes
jurisdiccionales o a través de la creación de mecanismos de asis-
tencia letrada: consultorías jurídicas con la participación de las
universidades, casas de justicia, intervención de colegios o ba-
rras de profesionales.
En ellas se establece la pertinencia de aportar toda información
necesaria para la protección de las personas en condición de vul-
nerabilidad, incluyendo al menos: a) El tipo de apoyo o asistencia
que puede recibir en el marco de las actuaciones judiciales; b) Los
derechos que puede ejercitar en el seno del proceso; c) La forma y
condiciones en las que puede tener acceso a asesoramiento jurídico
o a la asistencia técnico-jurídica gratuita, y d) El tipo de servicios u
organizaciones a las que puede dirigirse para recibir apoyo.
Las Reglas de Brasilia destacan la necesidad de impulsar po-
líticas públicas dedicadas a garantizar la gratuidad y calidad de la
justicia para aquellas personas que se encuentran en la imposibili-
dad de afrontar los gastos con sus propios recursos y condiciones.
Nuestro país debe adoptar estos criterios de manera urgente.
Desde esa perspectiva, creo que una reforma indispensable se-
ría modificar el marco institucional y legal de tal forma que sin
importar la materia, el lugar donde se habita, la condición econó-
mica, la lengua o la edad, todos los mexicanos tengan a la mano he-
136 : confluencia XXI
Reformas fundamentales
El
fenómeno
rural
De aparente sencillez, la reflexión nos conduce a
diferentes ordenamientos existentes en nuestro sis-
tema legal, razón por la cual algunos autores, en
profunda crítica a lo que consideran toda una mi-
tología jurídica, sostienen que la enorme variedad
de doctrinas y leyes ha constituido un franco obs-
táculo al cambio social.
Lo anterior es parcialmente cierto cuando, destinados al medio
rural, abunda una enorme variedad de leyes, decretos, reglamen-
tos, circulares y disposiciones diversas de difícil consulta para los
hombres del campo.
Situación agravada por un excesivo y costoso aparato buro-
crático que ha complicado, además, el quehacer de los producto-
res agropecuarios motivando la abrogación reciente de 56 regla-
confluencia XXI : 139
Manuel Sánchez Mejía y Juan Pablo Sánchez Flores
2. Artículos 35, 36, 41, 54, 56, 74, 94, 99, 101, 105, 110, 111, 116 y 122, y otras adiciones
(Diario Oficial, agosto 22, 1996).
3. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ha sustentado jurisprudencia definida
bajo el rubro Fundamento y motivación de los actos legislativos en el siguiente sentido:
“Por fundamentación y motivación de un acto legislativo, se debe entender
la circunstancia de que el Congreso que expide la ley, constitucionalmente esté
facultado para ello, ya que estos requisitos, en tratándose de actos legislativos,
se satisfacen cuando aquél actúa dentro de los límites de las atribuciones que la
Constitución correspondiente le confiere (fundamentación), y cuando las leyes que
emite se refieren a relaciones sociales que reclaman ser jurídicamente reguladas
(motivación), sin que esto implique que todas y cada una de las disposiciones que
integran estos ordenamientos deben ser necesariamente materia de una motivación
específica”. Tesis 86. Pág.73. Apéndice al Semanario Judicial de la Federación. 1917-1985.
Primera Parte. Tribunal Pleno.
4. 4o. La nación mexicana tiene una composición pluricultural sustentada originalmente en
sus pueblos indígenas. La ley protegerá y promoverá el desarrollo de sus lenguas, culturas,
usos, costumbres, recursos y formas específicas de organización social, garantizará a sus
integrantes el efectivo acceso a la jurisdicción del Estado. En los juicios y procedimientos
agrarios en que aquéllos sean parte, se tomarán en cuenta sus prácticas y costumbres jurídicas
en los términos que establezca la ley. (Diario Oficial, enero 28, 1992.)
6. El artículo 26 constitucional original decía que “en tiempo de paz, ningún miembro del
Ejército podrá alojarse en casa particular contra la voluntad del dueño ni imponer prestación
alguna. En tiempo de guerra, los militares podrán exigir alojamiento, bagaje, alimentos y
otras prestaciones, en los términos que establezca la ley marcial correspondiente.”
Este concepto anacrónico fue reformado según publicación en el Diario Oficial del 3 de
febrero de 1983, cuyo asegundo párrafo reza: “Los fines del proyecto nacional contenidos en
esta Constitución determinarán los objetivos de la planeación. La planeación será democrática.
Mediante la participación de los diversos sectores sociales recogerá las aspiraciones y demandas
de la sociedad para incorporarlas al plan y los programas de desarrollo.
Habrá un plan nacional de desarrollo al que se sujetarán obligatoriamente los programas de
la administración pública federal...”
Juan Pablo Sánchez Flores es socio y Director General de Sánchez Mejía Abogados
Asociados; es maestro de Derecho Positivo Mexicano en el Colegio Miraflores.
Adjunto de la cátedra de Derecho Agrario en la Universidad Iberoamericana; es
socio del Despacho Contable y Financiero SIPASA, S.C. Miembro de la Barra
Mexicana de Abogados. Presidente del Instituto Nacional de Turismo Rural.
Revolución
y reforma
agraria
¿Derecho social
o garantía individual?
¿Programa o norma positiva?
-Padre, ¿por qué llora?
Porque nos quitan las tierras.
-¿Quiénes?
Los amos.
-¿Y por qué no pelean contra ellos?
Porque son poderosos.
-Pues cuando yo sea grande haré que las devuelvan.
(Emiliano Zapata, viendo llorar a su padre cuando el
hacendado Manuel Mendoza Cortina invadió las huer-
tas y la casa del barrio de Olaque, en 1887).
Trotsky decía en su Istoria Ruscoi Revolustsii que las revoluciones
deben ser la historia de la irrupción violenta de las masas en el
gobierno de sus propios destinos. Esa también es la historia de
la Revolución mexicana.
El porfiriato adecua la legislación de la Reforma a su propó-
sito, su política agraria, se finca en la colonización de terrenos
baldíos, que más tarde conjuga con la de terrenos nacionales, de-
masías y excedencias a favor de personas físicas y morales, na-
cionales y extranjeras. Existe un sentido empresarial para hacer
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Armando García Gómez
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dentro de la obra de Mauro Cappelletti, La jurisdicción constitucional de la
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Justicia social:
El avatar
del PRI [1]
Lo afirmativo, la vida, subsiste a pesar de lo de-
fectuoso, y de eso afirmativo se trata aquí. Hegel,
Filosofía del derecho.
A manera de anticipación
nas” [11. G.W.F. Hegel, Filosofía del Derecho, parágrafo 36.], que
es otra manera de decir que donde hay derecho, hay obligación.
Por lo tanto, toda infracción al derecho es lógicamente idéntica a
tratar a los otros no como personas, sino como otra cosa.
Desde el punto de vista meramente formal -bendito Dios que
nosotros no somos esquematistas- con esto bastaría para ser libres.
Ahora bien, la manifestación de esa libertad en la esfera exterior
de la persona se llama propiedad. Es cierto que el hombre se afirma
con ayuda de los objetos, pero aquí mismo radica la posibilidad de
conflicto, porque lo “mío” se opone -por definición y por la propia
unicidad del objeto en cuestión- a lo “tuyo”. Por eso, es necesario
complementar el derecho formal con el derecho contractual.
El contrato no es más que el compromiso (y el registro dicho
compromiso, por supuesto) de respetar la propiedad de las de-
más personas. Pero el contrato, que es una promesa formalizada,
no puede hacer nada para evitar el abuso y la injusticia. Por eso
la pena viene siempre después de la infracción: primero engañas
y después te castigan. Por más que la coerción y el delito sean
inherentes al derecho contractual, la pena siempre es externa,
impropia y, por lo tanto, abstracta. Además de que, por dura que
sea la pena, jamás podrá superar la violencia del egoísmo.
Conclusión: Que mientras las personas no estén convenci-
das de actuar por el bien de los demás, seguirán deseando lo que
no es suyo y nunca faltará quien tenga un deseo cuya consecuen-
cia sea un abuso. Por lo tanto, por útil que sea el derecho formal,
éste no basta para convertir este estado de cosas, en libertad.
Pasemos, pues, al segundo momento de nuestro proceso.
“Convicción” dijimos unas líneas más arriba. Hablar de ella im-
plica hablar de interioridad, y cuando decimos “interioridad”, de-
cimos también -nos guste o no- “moralidad”. Podemos decir, que
la carencia del primer momento consistió en que la norma, el re-
gidor de la voluntad y de la acción, era externo a la persona, ajeno
a la persona, en fin, era abstracto: le faltaba carne y sangre.
Tan pronto como pasamos a esta esfera, a la de la moralidad,
eso que más arriba llamamos persona, deviene sujeto, y aque-
llo que dimos en llamar obligación deviene deber. El deber se
funda en la intención, en la buena voluntad. Por eso, la génesis
de las acciones moralmente correctas se encuentra en eso que
llamamos “realidad psíquica” del individuo, “universo personal
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Josué Escobedo Camilli
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