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ENSAYO DECRETO 2811/1974 REPÚBLICA DE COLOMBIA 1

A lo largo de los años y como consecuencia de la evolución humana, las legislaciones


mundiales se han visto en la obligación de regular las relaciones del hombre que afecten
o perturben el buen funcionamiento del Medio ambiente, por tal motivo el Estado
Colombiano buscó mitigar los efectos nocivos que se le estaban causando al medio ambiente
y se adopta en un primer momento una política legal ambiental, en donde se prevenga corrija
y restaure el medio ambiente y los recursos naturales renovables. De este proceso de
codificación podemos mencionar seis normatividades, que atravesaron por grandes cambios
a través de los años y que tuvieron como fin primordial cubrir los vacíos jurídicos que acerca
de esta materia existían, estas son: la ley 23 de 1973, el decreto ley 2811 de 1974 (Código
de Recursos Naturales Renovables), la ley 9ª de 1979, la Constitución Política, la ley 99 de
1993 y Finalmente el Código penal.

Como primera medida aparece la ley 23 del 12 de diciembre de 1973, por medio de la cual
se faculta al Presidente de la República para crear el Código De Recursos
Naturales y Protección al Medio Ambiente, junto con la creación del Ministerio del Medio
Ambiente, todo lo anterior con el propósito de prevenir, evitar y manejar de alguna manera
la contaminación ambiental, tal resolución fue el paso inicial para la construcción de un
régimen legal, definitivamente interesado en la salvaguardia de los Recursos Naturales y del
Medio Ambiente del país en general; más adelante encontramos el Decreto Ley 2811 de
1974 más conocido como el Código de Recursos Naturales Renovables, que es la primera
recopilación legal que pretende disciplinar toda la materia ambiental en forma exhaustiva y
consecuente, de tal forma que los recursos naturales y los elementos ambientales, no se
manejen aislados unos de otros sino en conjunto, de tal forma que el trato tanto desde el punto
de vista administrativo como legal este contemple en una misma normatividad.

Un problema de significativa importancia que afronta la gestión ambiental, en Colombia, ha


sido el de contar con escasos recursos y una estructura institucional insuficiente, ante la
magnitud de los hechos que han venido operando progresivamente en términos de una
acelerada degradación ambiental, que afecta gravemente el patrimonio natural de la Nación
y por ende, las posibilidades de un desarrollo socio económico sostenible acorde con la oferta
natural y con la creciente demanda de una mejor calidad de vida para los diferentes núcleos
de población del país.

Es muy alentador, por otra parte, cómo los gobiernos han venido buscando superar esta
situación, durante los tres últimos decenios, a través del análisis de este problema general y
la identificación de políticas y acciones encaminadas a dimensionar el problema y sentar
bases para una solución, que igualmente ha de obedecer a un proceso gradual, pero efectivo
y decidido. Dentro de estos avances se destacó la creación del Instituto de Desarrollo de los
Recursos Naturales (INDERENA), la promulgación del Código Nacional de Recursos
Naturales y Protección al Medio Ambiente (Decreto Ley 2811 de 1974), que aún no
totalmente reglamentado, mantiene vigencia por sus contenidos y alcances.
Infortunadamente, una dificultad que se hizo muy pronto evidente, consistió en la magnitud
de las funciones que dicho Código generó para INDERENA, que pasó a llamarse Instituto
Nacional de los Recursos Naturales Renovables y de Protección al Medio Ambiente, puesto
que la cantidad y significación de las funciones que se le asignaron al Instituto, no guardaba
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relación con su estructura y presupuesto. Si bien INDERENA logró cumplir su cometido en


gran parte, se hizo evidente la necesidad de una institución de superior jerarquía para cumplir
con la magnitud e importancia de los objetivos del mencionado Código.

La Constitución Política vigente desde 1991, en la cual se consignan importantes principios


y fundamentos normativos orientados hacia una nueva visión del país, introdujo principios
novedosos como el de la función social y ecológica de la propiedad, y otros como el de la
participación ciudadana, que responsabilizan al Estado y a la sociedad civil de la defensa,
conservación y manejo del patrimonio natural de la Nación. Además la Convención de Río
de Janeiro en 1992, que marca un hito histórico de trascendencia mundial, dentro del cual
Colombia participó activamente ratificando los Convenios Internacionales de Diversidad
Biológica y Cambio Climático, con lo cual se demostró claramente la voluntad del país, en
términos de participar activamente en el desarrollo e implementación de una política
encaminada a afrontar exitosamente la problemática ambiental. Otro evento que contribuyó
decisivamente a la gestión ambiental fue la expedición de la Ley 99 de 1993, que organizó
el Sistema Nacional y (SINA) y creó el Ministerio del Medio Ambiente.

La creación del Ministerio del Medio Ambiente, la organización del SINA y la reordenación
del Sector Público encargado de la formulación y gestión para la conservación y manejo del
medio ambiente y de los recursos naturales renovables, abrió nuevos horizontes de gran
amplitud y contribuyó al desarrollo de una nueva visión acerca de la problemática ambiental,
la manera de diseñar e impulsar una política coherente entre la salvaguardia del patrimonio
natural de la Nación y su utilización como instrumentos básicos para fundamentar el
desarrollo socio económico del país.

El desarrollo económico del país, imprescindiblemente, se halla ligado a los recursos


naturales y, en consecuencia, debe cimentarse en el conocimiento y uso ordenado de los
mismos. Este uso de los recursos naturales, que además debe ser eficiente y sostenible a su
vez depende en sumó grado de la planificación a nivel nacional; regional y local que requiere
la toma de decisiones tan oportunas como acertadas.

La eficiencia en el uso y manejo de los recursos naturales renovables debe tasarse en términos
biológicos, ecológicos, económicos y socio-políticos y como apoyo a los procesos de
desarrollo local y regional. Creemos superfluo ahondar únicamente en la trascendencia de la
biología, ecología y ciencias conexas, para la planificación del desarrollo de los recursos
naturales del país y en la protección y conservación de los mismos. Lo anterior nos lleva a
determinar que, lógicamente, la investigación e información sobre nuestros recursos y sus
interrelaciones con el medio, inevitablemente deben hacer parte del marco de referencia para
las decisiones económicas o socio-políticas sobre el uso de los mencionados recursos. El
conocimiento de nuestros valores naturales es una prioridad para saber cómo utilizarlos
integralmente de una manera sostenida, cómo protegerlos, cómo manejarlos conscientemente
con fundamentos científicos que permitan la planificación a corto, mediano y largo plazo,
exenta de improvisaciones.

Sin embargo, para preservar la biota y proteger y manejar los ecosistemas no es suficiente la
modalidad conceptual e intelectual que genera la investigación científica; es necesario
avanzar en el conocimiento de las relaciones entre los elementos de los ecosistemas, haciendo
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énfasis en aquellas que se presentan como críticas para el manejo y estabilidad de los mismos;
surge así la investigación básica, la cual se orienta primordialmente hacia el conocimiento
mismo de la oferta ambiental, dando máxima importancia a la investigación conducente a la
aplicación de tecnologías apropiadas que armonicen las diferentes facetas del desarrollo
económico con la conservación, y permitan optimizar el beneficio derivado del uso, de los
recursos, así como implementar prácticas de fomento como medio para contribuir a cimentar
una economía ambientalmente coherente con la ecología y sin merina del potencial de
productividad de los recursos.

Como es bien sabido, Colombia es un país con una gran diversidad biótica lo cual conlleva
la posibilidad de un aprovechamiento racional de múltiples especies, tanto vegetales como
faunísticas, todo ello enmarcado dentro del concepto de desarrollo sostenible, definido por la
Comisión Brundtland (Nuestro Futuro Común, 1987), como: "Aquel que satisfaga las
necesidades de la generación presente sin comprometer las capacidades de las generaciones
futuras para satisfacer sus propias necesidades", teniendo en cuenta que la mencionada
Comisión resalta explícitamente que el desarrollo sostenible encierra dos conceptos
fundamentales:

"La idea de limitaciones impuestas por el estado de la tecnología y la organización social,


con la capacidad del medio ambiente para satisfacer las necesidades presentes y futuras".

Las anteriores observaciones sirven para indicarnos la importancia del papel de los entes
territoriales y en especial de los municipios dentro de la protección del medio ambiente y la
correcta administración de los recursos naturales renovables y no renovables; papel que como
hemos dicho ha sido cedido indirectamente (incluso por omisión) a las Corporaciones
Autónomas Regionales y en algunos escasos casos se ha retomado en la figura de los Grandes
Centros Urbanos; este problema se radicaliza en el hecho de las grandes diferencias que
existen entre los entes territoriales y las Corporaciones Autónomas Regionales, por lo cual a
simple vista se encuentra que son dos tipos de entidades estatales que por ser autónomas cada
una, normalmente ejerce sus funciones y competencias de forma independiente, y al hacerlo
no se consultan las realidades propias del territorio, y por lo general las actividades que
licencian las unas y las otras dentro de su marco de competencias pueden llegar a ser
contrarias.
 De esta forma podemos establecer las diferentes etapas por las que tuvo que atravesar
el régimen legal de nuestro país para podar conformar una compilación de normas
que propendan por la protección del medio ambiente íntegramente, y acercarse de
esta forma a los países que desde hace muchos años reconocieron tal necesidad y
adoptaron soluciones para el mismo. Para concluir que aunque es de reciente
creación el sistema legal ambiental dentro de la legislación colombiana, se ha tratado
de mitigar el impacto que en el medio ambiente ha tenido la practica desmesurada de
algunas actividades tanto económicas como industriales y que si no se limitan a
tiempo llegaran a causar a corto plazo un impacto ambiental de magnitudes
desgarradoras.
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Cabe también la duda sobre la efectividad de las sanciones ya que la ley no ha establecido de
forma concreta una tasación sobre las sanciones imponibles en materia ambiental, por lo tanto
muchas veces el constructor de un proyecto prefiere cometer la infracción ambiental para
sacar rápidamente su proyecto adelante, y esperar sí es que lo denuncian, a que se le imponga
una sanción que muchas veces es de carácter simbólico pues no repara o restituye en daño y
que por el paso del tiempo puede operar el fenómeno de la caducidad, que en simples palabras
es que por transcurrir el tiempo sin imponerse la sanción precluye esa oportunidad para la
autoridad de sancionarle.

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