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17/3/2019 NUESTRA AMÉRICA | Homar_mandinga

LA ÉTICA REPUBLICANA DE SIMÓN BOLÍVAR, SU VIGENCIA PERDURABLE

La vigencia del pensamiento y la obra del Libertador Simón Bolívar se manifiestan de distintas
maneras. En el campo político, Bolívar se encamina hacia la autonomía de cualquier poder imperial;
en lo jurídico hacia la unidad latinoamericana; en lo económico hacia la justicia agraria y en lo social
hacia la igualdad de todos los ciudadanos. Para él, la Independencia no es un fenómeno político
aislado, producto de las elucubraciones y la buena fe de algunos: es justicia económica, autonomía
política, unidad latinoamericana, libertad de espíritu, igualdad social, perfección ética, progreso
cultural y educativo. Todo lo cual implica darle nacimiento a una nueva sociedad, distinta en todo a las
existentes en la vieja Europa y al coloso que emergía en aquel entonces al norte del continente:
Estados Unidos.
En Simón Bolívar, el factor ético se expresa en la intransigencia patriótica, la condena al despotismo
colonial, el odio a los que oprimen a la nación, la valentía política y la honradez a toda prueba; lo que
servirá de estímulo para que exista una conciencia nacional sólida entre quienes harán posible la vida
de las nuevas repúblicas americanas. Esta posición ética se debe asumir en la lucha por la
independencia, en especial, en lo relativo al sacrificio personal, la satisfacción por el deber cumplido,
el anteponer los intereses colectivos por encima de los propios y trabajar activamente por la
independencia y la democracia. “Es preciso -afirmará en Carta dirigida al Cnel. Antonio Morales el 25
de febrero de 1820- el último rigor con los malvados, sean godos o sean patriotas, porque la
República tanto gana con la destrucción de un buen realista como de un mal ciudadano. El crimen en
todos los partidos es igualmente odioso y condenable: hagamos triunfar la justicia y triunfará la
libertad”.
Igualmente, para el Libertador la soberanía no es algo ajeno al pueblo, reservado para las elites
gobernantes. Para Bolívar, ella es la única autoridad legítima de las naciones, por ello insiste en la
necesidad de educar a los nuevos republicanos, inculcándole valores morales que les permitan
ejercer cargos gubernamentales, elegir y ser electos, dado que conocían sus deberes y podrían
reclamar con propiedad sus derechos. Al respecto, su posición es diáfana: “Al proponeros la división
de los ciudadanos en activos y pasivos, he pretendido excitar la prosperidad nacional por las dos más
grandes palancas de la industria: el trabajo y el saber. Estimulando estos dos poderosos resortes de

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la sociedad, se alcanza lo más difícil entre los hombres: hacerlos honrados y felices. Poniendo
restricciones justas y prudentes en las asambleas primarias y electorales, ponemos el primer dique a
la licencia popular, evitando la concurrencia tumultuaria y ciega que en todos tiempos ha imprimido el
desacierto en las elecciones y ha ligado por consiguiente, el desacierto a los Magistrados y a la
marcha del Gobierno; pues este acto primordial es el acto generativo de la libertad o de la esclavitud
de un pueblo”.
Si bien es cierto que Bolívar estimulaba el respeto a la soberanía popular, no menos es cierto que
buscaba que la misma descansara sobre los ciudadanos de un modo consciente, alejada de la
demagogia de quienes sólo lisonjean al pueblo para usufructuar el poder. Esto lo dejará plasmado
admirablemente en su Discurso al Congreso de Angostura, al proponer un cuarto poder: el moral.
Con él, buscaba estimular y premiar la conducta cívica de los ciudadanos, con la finalidad de que
éstos sirvieran de ejemplo al resto de la sociedad. Para su mantenimiento, Bolívar consideraba
importante la responsabilidad de los empleados públicos en la organización y funcionamiento del
gobierno, el respeto a la propiedad por parte del Estado, el respeto de la opinión pública y de la
prensa, ésta última como medio de información y de orientación de la opinión pública, no como su
manipuladora. De ahí que esta ética republicana tenga una vigencia perdurable en nuestra América,
del mismo modo que su visión integracionista y antiimperialista, siendo referencia obligada de todas
las luchas del presente.-

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