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EL CONTRATO Y LOS EFECTOS REALES

(Resumen)

Dicho texto busca esclarecer si el contrato produce efectos reales, es decir si éste puede o no
transferir bienes muebles e inmuebles, a través de las posturas adoptadas en el tiempo.

Dichas posturas se materializaban mediante sistemas: El sistema de unidad de contrato y el


sistema de separación del contrato.

El primer sistema se caracteriza por exigir la celebración de un solo negocio jurídico, en el cual
reposan las voluntades del transferente y del adquiriente dirigidas a provocar la transferencia
de la propiedad. Dicho sistema tuvo como origen la traditio como modo de adquisición de la
propiedad, para esto era necesario la presencia de un acto exterior, sea formal o material, sin
embargo en cierto momento la transferencia únicamente operó a través de la traditio, es decir
el acto exterior material, como requisito se exigió que la misma estuviera acompañada de un
animus en específico la cual demostrase la voluntad del transferir y adquirir, respectivamente;
también exigió que la traditio estuviera precedida de iusta causa, es decir el motivo por el cual
se transfiere la propiedad.

A partir de dicha teoría los ecolásticos crearon la teoría del Título y modo, la cual establece una
distinción entre el dominio y la obligación. Apel y Heineccio convirtieron al animus transferendi
et accepiendi dominio y la transmisión de la posesión, ambas anteriormente en un mismo
fenómeno (la traditio), en dos fenómenos: el título (contrato) y el modo (entrega). Como
consecuencia de dicha teoría la tradición perdió su elemento espiritual, quedando reducida a un
acto material. Siendo así la primera manifestación del sistema de la unidad del contrato.

Con el transcurso del tiempo se logró una segunda manifestación del sistema de unidad del
contrato, la cual remplazó a la anterior por el empleo de una clausula en la cual el vendedor
declaraba ‘desapoderarse’ de la posesión de la cosa en favor del comprador y éste, a su vez,
declaraba ‘apoderarse´de dicha posesión, otorgándole por primera vez al contrato la virtualidad
de transferir directamente la propiedad, constituyendo así el principio de solo consensus.

El segundo sistema de la separación del contrato se basa en la posición de Savigne la cual


cuestiona la trascendencia de la iusta causa dentro del iter translativo ya que a pesar de ser un
negocio obligacional que eventualmente precedía a la traditio, no era un requisito para la
transmisión de a propiedad sino solamente un medio para constatar a existencia del animus
tranferendi et accepiendi dominio presente en la entrega de la cosa.
Ihering defendió la idea de que la propiedad se transfiere sobre la base de un acto abstracto, en
el que las voluntades de transferir y adquirir no hicieran referencia a alguna causa de la
operación; evitando así que los problemas de invalidez del título afectase la operación y
perjudicasen a los terceros.
El contrato de la separación del contrato supone, entonces, la concurrencia de dos negocios
jurídicos y de un acto ejecutivo real.

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