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LA

'
INQUISICION
ESPAÑOLA
)RICA
..'Hen,ry Kamen es profesor del Consejo Superior
:de Investigaciones CientÜicas en Barcelona y
tniembro de la Royal Historical Society. Uno
'de los hispánistas con mayor prestigio
internacíonal, ha publicado obras funda-
mentales para la comprensión de la historia
moderna, entre las que se encuentran La
EspGikt ík·Carlos Il (Critica, 1981), Vocabulario
.básico de Ia- híitoria trWdema (Crític-a, 1986),
Felipe de Esparla (1998), Imperio: la forja de
Españá camQ- potencia mundial (2oo3) y
E} Gráh: Duque dé Alba, saldadf! en la España
irnperiáÍ (~NO'f).
~
1

LA INQUISICIÓN
ESPAÑOLA
HENRYKAMEN

LA INQUISICIÓN
ESPAÑOLA

UNA REVISIÓN HISTÓRICA

CRITICA
BARCELONA
PREFACIO

( La primera versión de este libro, escrita cuando tenía veintisiete años y


estaba preparando mi tesis doctoral (sobre otro tema) en Oiford, tenía algu-
nas de las virtudes y todos los defectos del trabajo de un joven historiador.
Hace doce años fue publicada de nuevo en una edición ligeramente modifi-
cada. En su día fue un éxito, que recibió el apoyo de toda una generación de
lectores. Gracias a la calidad del trabajo llevado a cabo durante estos años
por los especialistas, es posible ahora obtener una imagen mucho más exac-
ta del Santo Oficio de la Inquisición. En muchos aspectos clave, en conse-
cuencia, ha sido ineludible que cambiara algunas de mis opiniones. Estoy
particulannente agradecido al reciente libro de Benzion Netanyahu, Los orí-
genes de la Inquisición, por haberme impulsado a reexaminar en detalle la
Primera edición: mayo de 1999 evidencia histórica.
Segunda edición: julio de 2004 En España, la fase moderna de investigación sobre la Inquisición fue
puesta en marcha hace veinte años, cuando Maree/ Bataillon, yo mismo y
· h"b"das sin la auturi1ación e~crita de los titulare' del cop_vri¡.:ht.
Quedan ngurosamente pro 1 1 ·' .. · ¡ d ·t· b. por otros investigadores fUimos invitados a participar en I976 en Santander en un
bajo las sanciones establecidas en las leye~. la reproducc10n total o parCI.a e .es a o, ra.
cualquier medio 0 procedimiento, comprendidos la reprog~afía y el. tr~tam1ento mfonnatKO, Y
congreso dirigido por José Antonio Escudero. Desde entonces, investigadores
la disuibución de ejemplares de ella mediante alquiler o prestamo pubhcos. de todos los países han colaborado en una serie de fructíferos congresos so-
bre la materia. Ha_v que mencionar las importantes reuniones organizadas
Título original: por Gustav Henningsen en Copenhague, por el mismo Escudero en Segovia
THE SPANISH INQC"ISITION y por Ángel Alcalá en Nueva York, entre muchas otras; también hay que apun-
An Historical Revision tar el trabajo del Instituto de Historia de la Inquisición en la Universidad
Weidenfeld and Nicolson, Londres Complutense de Madrid. Durante estos años nos hemos podido beneficiar
de las importantes aportaciones hechas en diferentes áreas de investigación
Traducción ca;tel/ana de MARÍA MORRÁS
por pioneros como Haim Beinart, Jesús de Bujanda, Carlos Carrete Parron-
do, Antonio Domínguez. Ortiz, Jean-Pierre Dedieu, Benzion Netanyahu,
Cubierta: Joan Batallé .
nustración de la cubierta: El gran auto de fe de 1680 en la plam Mayor de Madnd, Francisco Tomás y Valiente .V José Ignacio Tellechea. En los años setenta,
por Francisco Riz1 éramos optimistas ante las posibilidades de estudiar el Santo Oficio. Jóvenes
© 1997: Henry Kamen , . eruditos se sumergían en la riqueza de la documentación inquisitorial, mien-
© 1999 de la traducción castellana para España Y Amenca: tras otros progresaban en su intento de cuantificar la actividad del tribunal.
CRITICA, S.L., Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona Veinte años má~- tUrde, las perspectivas han cambiado considerablemente;
e-mail: editonal@ed-critica.es una parte de la investigación de aquellos días ahora parece ingenua, y la
http://www.ed-critica.es cuantificación ha sido abandonada.
ISBN: 84-8432-586-5
A la luz de las actitudes más críticas que los historiadores han adoptado
Depósito legal: B. 31.195 · 2004
Impreso en España
en cuanto a los registros judiciales, 1 queda claro ahora que la historia de la
2004. _ HUROPE, S.L., Lima, 3 bis. 08030 Barcelona
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LA l:-JQU!SK'IÓN ESPAÑOLA

Inquisición no puede escribirse sólo a través de sus propias fuentes. Los do-
cumentos inquisitoriales de que disponemos son mayoritariamente una guía
de las inclinaciones de los perseguidores y denunciantes y no de la realidad de
los crímenes perpetrados. La poca fiabilidad de los registros del Santo Ofi-
cio queda especialmente patente en la tan debatida e~fera de los conversos;
mucha de la investigación que existe sobre este rema ahora se ve seriamente
cuestionada.
El presente estudio, aunque basado en el texto original, ha sido reescri- l. UNA SOCIEDAD DE CREYENTES
to y refonnulado por extenso; sólo aquellas secciones que no se han visto Y NO CREYENTES
afectadas sustancialmente por la investigación reciente han quedado sin
modificar. Como ocurrió en la edición precedente, la cantidad de material
disponible me ha impedido tratar los siglos xvm y XLX, en los que la Inqui- . , Preguntá[n]do_le ~i creYa en Dios dixo que sí, y diziéndole
sición permaneció prácticamente inactiva. A pesar de que recientemente se que es creer en Dtos respondió que era comer bien beb r f
han publicado trabajos valiosos sobre el tema en su conjunto, la bibliografía y levantarse a las diez. , e resco
y las referencias han sido limitadas a títulos directamente relevantes para mi Trabajador textil de Rcu~ (Cataluña), 1632 ,
exposición. Se ha introducido un número limitado de notas para justificar los
argumentos que se ofrecen. He dejado las unidades monetarias en su forma
original (maravedíes o reales), imposibles de convertir en términos equiva-
Al oeste,_ P?rtugal, una comunidad pequeña, pero en expansión de me
nos de un mtllo~ de habitantes, cuyas energías se concentraban en ~1 mar -
lentes, pero he expresado su valor en la unidad más común de los ducados
con el fin de facilitar la comparación entre períodos. También he preferido
sustituir el vocablo moro, que tiene una connotación pintoresca, como suce- :~ ;:c~gt los pnme:os frutos del comercio y la colonización en Asia Al su:
de con Moor en inglés, por la palabra musulmán.
~- n a us, una soctedad de religión musulmana de medio millón d~ labra~
Este libro, escrito para el lector común, presta la debida atención a los ores yEproductores de seda. orgulloso vestigio de una cultura otrora domi-
principales temas que han dominado los estudios sobre la Inquisición. Sus na_nte. .n el centro~ ~n. el norte, una España cristiana de alrededor de seis
conclusiones, aunque firmemente basadas en fuentes documentales, no de- ~~l.lo~es de alma~, dtvtdtda políticamente en la Corona de Castilla (que con~
a a con ?_os terciOs del terntorio de la península y las tres cuartas artes de
~ po~lact~) y l~
1
jarán satüfechos a todos. Mi objetivo, sin embargo, ha sido ir más allá
de la polémica y presentar una síntesis equilibrada y puesta al día de lo Corona de Aragón (constituida por los reinos de Calencia
que sabemos acerca del tribunal más célebre del mundo occidental. Como :af:o,,nnty . ~dta uEna). Durante el siglo xv, la península ibérica permaneció e~
, ,, • eras· e ,uropa , .un. sube onunente
la '' ·
mvad.tdo por los romanos or los
su predecesor, este libro es fundamentalmente un «estado de la cuestión»
y, por tanto, queda abierto al debate. Está dedicado a todos aquellos que ~fb~s, ~fr~cta
que al VISitante curioso una pintoresca mezcla de ¡~[genes·
nos han ayudado a mirar de modo más desapasionado el Santo Oficio de la g estas/omamcas y la espJéndida catedral gótica de Burgos, las sinago~
~a~. m~. tev~les de Toledo y el fresco silencio de la gran mezquita de Cór-
Inquisición. 0 a. a. maJeStad de la Alhambra de Granada.
HENRY K.AMEN , En tiempos medievales era una sociedad de difícil convivencia cada vez
~~s- am~~azada por la Reconquista cristiana, que avanzaba por tierras que
Consejo Superior de Investigaciones Científicas, Barcelona !·a ~~-SI o musulmanas desde las invasiones árabes del siglo VIII. Durante
darg_ d tempo, el estre~ho contacto entre las diversas comunidades había con-
uct o a una tolerancia mutua entre los miembros de l . .
co.~x.istían pe~
en la ~usulmanes ju~~o~~~~e~~~~~~~so ~ue
ínsula: cristianos, y
~~s~::~:~m:;en?tan
que profesa~»:
1 1
r stg o Xlll «por causa de la ley [de Mah
sino debido al afán de cooqui<tac
explic~~
la g)uerra contra los musulmanes, no era (según

nuevas~~~.~\ r~s ~~~:,~:a


1 ·

nos_vtvtan aJo_ el domtnto musulmán (eran los llamados mozárabes 1


musulmanes baJO el dominio cristiano (los llamados mudéjare~). lve~: La/
LA lNQ!JlS!ClÓN ESPAÑOLA
CREYENTES Y NO CREYENTES 11
10

sas comunidades, que ocupaban territorios separados y que podían mant~ncr ma~os de los cristianos (1085), Toledo se convirtió de inmediato en la capi-
culturas diferenciadas, aceptaban la necesidad de la convivencia. Las aban- talmtelectual de Castilla gracias a la transmisión del saber judío y musul-
zas militares se realizaban sin tener en cuenta la religión. San Fernando, rey mán. Durante los siglos XII y xnr, se tradujeron en la Escuela de Traductores
de Castilla de 1230 a 1252, se proclamaba «rey ?e las tres religiones>> una de Toledo los grandes tratados judíos de filosofía, medicina, matemáticas
pretensión singular en una época cada vez_~~:_ mtolerante: fue ese nusmo y alquimia. Los trabajos de Avicena (lbn Sina), al-Ghazali, Averroes (lbn
período el que vio nacer en Europa la lnq_utstCIOll papa~ (c. 1_232). _ Rushd) y Maimónides llegaron así a los eruditos cristianos. El arte mudéjar
Siempre se habían dado graves confltctos de convtvencJa en la -~spana se extendió por Castilla. No se hizo ningún intento para convertir por la fuer-
medievaL tanto a nivel social como individual, entre pueblos mudeJares Y za a la~. minorías, pero en el siglo XIV «cristianos, moros y judíos no podían
cristianos, entre vecinos cristianos y judíos. Pero la existencia de un marco ya co_biprse bajo la misma cúpula, porque se había roto el orden vigente en
multicultural produjo como resultado un extraordinario grado de re~p~to mu- Espana: el pueblo cristiano guerreaba o trabajaba la tierra, el moro le labraba
tuo. Este grado de coexistencia era un rasgo único de la sociedad pemnsular, las ca.sas y el judío lo señoreaba como agente del fisco y como hábil técnico,~.'
que sólo pueda quizá hallarse también en el territorio húngaro de~ Imperio Esta Imagen esquemática no está muy alejada de la verdad. Por lo general
otomano. Las comunidades vivían unas al lado de las otras, comparllendo .nu- l~s mudéjares eran campesinos o trabajadores manuales en la ciudad; los ju~
merosos aspectos en la lengua, la cultura, la comida y el vestido. intercambi~~­ d10s, en su mayor parte, permanecieron en las grandes ciudades dedicados al
do conscientemente perspectivas e ideas. Cuando el grupo cultural en cuestwn pequeño comercio; la mayoría cristiana, aunque toleraba su religión, trataba
era una minoría, éste aceptaba plenamente que existía un lado oscuro en esta a ambas minorías con desprecio.
imagen. Su capacidad para resistir siglos de re~r~siones esporádic~s Y para ,~siblemente, los mudéjares fueron lo~ menos afectados por la tensión
sobrevivir hasta los tiempos modernos bajo condtciOnes de grave destgualdad r~lt~10sa. Su número era insignificante en Castilla, y en la Corona de Aragón
VJVJan separados en comunidades propias, de modo que las fricciones con los
se basaba en un largo aprendizaje.
La noción de cruzada estuvo ausente durante mucho tiempo en las etapas cristianos eran núnimas. En cambio, los judíos vivían en los centros urbanos
más tempranas de la Reconquista, de modo que las comunidades de Españ.a Y eran más vulnerables a los estallidos de violencia. En la década de 1460
sobrevivieron en una sociedad relativamente abierta. En el momento culmt- tanto en Castilla como en Aragón, la guerra civil dividió al país en incoma~
nante de la Reconquista fue posible que un tilósofo catalán. Ram~n Llull bles áreas de conllicto, amenazando con provocar la anarquía. El <_l_Gces.o al
(m. 1315), compusiera un diálogo en árabe en el que los tres personaJeS eran ~t:,Qt!-º-de.lsabeL y Fernando_ en.1474 no.trajo..consig?.l~_p_a};_.ipmediata, pero
un cristiano, un musulmán y un judío. Los lazos politicos existentes entre po~o ~.pocQ los poderosos y belicosos nobles._ y prelados fueron iiCeptiifldo
cristianos y musulmanes en la época medieval pueden ejempliftcarse en el hé- el poO~E real. Su ánimo belicoso fue encauzado en las guerras-de Granáda· y
roe militar más famoso de su tiempo, el Cid (en árabe sayyid, señor), cuyas d~ ~-áp_~l~s. De los dos reinos españoles, Aragón era el que había tenido una
hazañas se celebran en el Cantar de Mio Cid, escrito hacia 1140. Su verda- ~Istona co~o imperio, pero Castilla, que contaba con unos recursos supe-
dero nombre era Rodrigo Díaz de Vivar. un noble ca<;tellano, quien hacia 1081 nares en dmero y hombres, romó pronto la delantera. El espíritu combativo
pasó del servicio a los cristianos al del emir de Zaragoz~. Despué~ de varias de la Reconquista renació después de dos siglos de latencia. Pervivía aún
campañas, terminó su carrera militar como gobe.mante mdependtente de la gran parte de su espíritu caballeresco: en la guerra de Granada, \a<; hazañas
ciudad musulmana de Valencia, que había conqutstado en 1094. A pesar de de Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz, recordaban las del Cid. Pero
su alianza con los musulmanes, se convirtió para los cristianos en el arqueti- la edad de la caballería estaba llegando a su fin. Las guerras en Italia provo-
po del guerrero. El ideal de la coexistencia,. aunque debilita?o, pen.naneció caron agrias críticas de la barbarie de la soldadesca española y, en la guerra
hasta el final de la Reconquista, cuando se tmpuso la agresiva reahdad del de Granada, el brutal sometimiento a la esclavitud de la población entera de
conflicto. Los cristianos cultivaron el mito del apóstol Santiago, cuyo cuerpo Málaga después de su captura en 1487 dio una idea de la nueva violencia im-
se afinnaba que había sido descubierto en Compostela; a partir de entonces, perante entre los cristianos.¡
Santiago «Matamoros~> se convirtió .en el patrón de Esp~ñ~. En al--A~d.alus, la A~í pues, la aparente -continuidad respecto a la antigua Reconquista re-
invasión de los musulmanes provementes del norte de Afnca, mas ngtdos en sulta engañosa. El idealismo militar continuó siendo alimentado por las no-
sus creencias -los almorávide~ a finale~ del siglo XI y los almohades a fina- ve.las de cabal.lerías, sobre todo por Amadís de Gaula (1508), pero bajo el
les del XII-, hizo recrudecer la lucha contra los cristianos. bnllo superficial de la caballería ardía una intolerancia ideológica represen-
La suerte, sin embargo, se volvía contra el islam. En 1212, un ejército tada. por las grandes conquistas del cardenal Cisneros en África (Mers-el-
combinado de cristianos se enfrentó a los almohades en Las Navas de Tolo- KebJ~, 1505, y Orán, 1509) y de Hernán Cortés en Tenochtitlan (1521). Es

sa haciendo tambalear su poder en la península. A mediados del siglo XIll, también significativo que los. nuevos gobernantes españoles desearan seguir
¡ 0 ~ musulmanes conservaban tan sólo el reino de Granada. Tras su caída a una política de intolerancia sin lener en cuenta las consecuencias económi-
CREYENTES Y NO CREYENTES 13
12 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

cas. Tanto en el caso de los judíos como en el de los mudéjares, Isabel fue Gonzál~z, veinte años después, convertido en sacerdote, fue detenido por su
advertida sobre el quebranto económico que produciría presionar a las mi- tendencia projudía y quemado por herético. Podemos estar seguros de una\
norías, pero persistió en su resolución apoyada por Cisneros y los rigoristas. cosa. España no era. como se ha pensado con frecuencia, una sociedad do-
Fernando, en respuesta a las protestas de Barcelona, sostuvo que los idea- minada exclusivamente por fanáticos. En el área mediterránea, la confronta-
les espirituales eran más importantes que las consideraciones materiales ción entre culturas fue más habitual que en la Europa del norte, pero la fmne-
sobre la economía. ,.,Aunque las afirmaciones acerca de los motivos reli- za ?e l~ fe no era mayor. Los judíos tenían la ventaja de que existía una gran
giosos no pueden aCeptarse sin más, el espíritu de cruzada había reempla- sohdandad dentro de su comunidad, pero bajo la presión de otras culturas su- ·
zado la posibilidad de la convivencia y la norma de la exclusión comenzaba frieron también los perjuicios de las disensiones internas sobre cuestiones de
fe.~ No era fácil para la gente aceptar la validez de las tres religiones. «Quién
a triunfar.
sabía quál era mejor ley -se preguntaba un castellano viejo en 1501- ¿ésta
Las comunidades de cristianos, judíos y musulmanes nunca habían vivi- nuestra o la ley de los moros o judíos?::.> 9
do en pie de igualdad; la llamada convivencia fue siempre una relación entre A pe~ar de mome?tos de confusión religiosa en la península, parece que
desiguales. Dentro de esa desigualdad, las minorías trataron de desempeñar en la BaJa Edad Med1a no hubo herejías formales, ni siquiera entre los cris-
sus papeles dentro del marco establecido tratando de evitar los conflictos., En tianos. Pero eso no implica que España estuviera constituida por una socie-
la Murcia del siglo XV, 4 los musulmanes eran una mano de obra indispekSa- dad de firmes creyentes. A mediados del siglo XVI, un fraile se lamentaba de
ble tanto en el campo como en la ciudad, y como tal eran protegidos por las la ignorancia y la falta de fe que había encontrado a lo largo y ancho de Cas-
leyes municipales. Por su parte, los judíos contribuían a la economía local de tilla, «no sólo en las aldeas y pueblos pequeños pero también en las ciuda-
manera esencial como artesanos y pequeños productores en las industrias des Y lugares populosos>>. <<De trescientos vecinos -afirmaba- apenas se
x de marroquinería, joyería y textiL También tenían importancia por su papel en hallarán treinta que sepan lo que está obligado a saber.>>'~ La práctica reli-
el fisco y en la medicina. En teoría, ambas minorías tenían restringida lamo- giosa entre los cristianos consistía en una mezcla de tradic'iones locales, su-
vilidad a áreas específicas de las ciudades en las que vivían; en la práctica, las persticiones folclóricas y dogmas de naturaleza imprecisa. 11 Algunos autores
leyes acerca de la separación raramente se llevaban a la práctica,; En Vallado- llegara"? a incluir las prácticas religiosas populares dentro de la categoría de
lid, por esta misma época, los musulmanes aumentaron en núíllero e impor- la ma~Ja diabólica. Los responsables eclesiásticos hacían poco para poner
tancia, escogían libremente su lugar de residencia y poseían casas, tierras y remediO a esta situación. 12 La religión, en su vivencia cotidiana, continuó
viñedos.' Aunque no tenían los mismos derechos que los cristianos, los mu- abarc~do para los cristianos un abanico inmenso de opciones culturales y
sulmanes de Valladolid no estaban marginados. La tolerancia de la coexisten- devocwnale~ Hay numerosos casos paralelos al de un campesino catalán
cia pavimentó el caminó para la conversión masiva de 1502. que declaró en 1539 que <<no y ha paradis, purgatori ni infern, que a la fi tots
En las celebraciones comunales participaban miembros de las tres reli- havem de passar y anar per una plana, r;:o es que al\.9 hon yran los bons an
giones. En Murcia, músicos y saltimbanquis musulmanes eran parte integral de an~ los malos y ahon aniran los malos aniran los bons»; o al de otro que
de las festividades religiosas cristianas. En tiempos de crisis, las religiones afirmo en 1593 que «no crehia oviese parayso ni infierno, y que Dios dava
colaboraban necesariamente entre sí. En 1470, en la villa de Uclés, <<Un año de comer a moros y a herejes como a Cristianos». 11 Cuando los combatien-
que [h]avía mucha falta de aguas ... salían las procesiones, así de los chris- tes cristianos luchaban contra musulmanes y heréticos voceaban apasiona-
tianos como de los moros como de los judíos ... )>/' En tal comunidad, había da~~nte sus convicciones. En el hogar, en la posada, o en los campos, sus
quien no veía daño alguno en participar en las rogativas junto a miembros de opm10nes eran muchas veces diferentes. El grueso de la documentación que
otras religiones. Hernán Sánchez Castro, que fue denunciado por ello veinte s.e ha conservado nos ofrece algunas claves para comprender esta perspec-
años después, «salió de la yglesia juntamente con otros christianos en su tiva dual, exclusiva, sin embargo, a los crisüanos. En Soria en 1487 en una
procesión e pasaron por la plazuela donde estavan los judíos con su Torá. época en que la conquista final de Granada ya estaba en marcha, u~ vecino
y se quedó con la Torá e procesión de los judíos y dexó la procesión de los comentó que «Va el rey a sacar los moros de su casa, no haziéndole mal nin-
christianos)>. 7 La aceptación mutua entre las comunidades era extensiva a guno».'4 «También se salvava el moro en su ley como el christiano en la
los actos de caridad. Diego González recordaba que en Huetc en la década suya», 11 afirmó otro, según se dijo. En 1490, los inquisidores de Cuenca su-
de 1470, cuando era un huérfano pobre, recibía como cristiano limosnas de pieron que un cristiano había afirmado que «el buen judío y el buen musul-
<<judíos y moros, y a todos demandábamos limosna, y recebíamos dellos man- mán, si actuaban correctamente, podían ir al cielo como el buen cristiano)). 16
tenimientos, como de los christianos)). Siempre existía, claro está, el otro lado Hay poco o ningún testimonio que nos indique cómo pensaban judíos y mu-
de la convivencia. Fue en Uclés, en 1491, donde un grupo de ciudadanos sulmanes, pero es probable que también la necesidad de llegar a un acuerdo
judíos testimonió voluntariamente contra cristianos de origen judío. Y Diego con las restantes religiones de la península. ·
14 LA II"QUISICJÓ:-J ESPANOLA

A aquellos cristianos que deseaban dar la espalda a su propia sociedad l.es


bastaba simplemente con convertirse al islam, y así lo hacían con frecu~~cta.
Desde finales de la Edad Media hasta el siglo xvm, hubo casos esporad1cos
de cristianos que cambiaron de fe de este modo. El reino moro d~ Gra.na_da
tenía una pequeña comunidad de cristianos renegados. En la Espana ~r~s~la­
na no era raro encontrar un sentimiento de maurofilia. En 1468, la TnqulSIC!Óll
de Zaragoza juzgó a un cristiano «por decir que era .moro Y J?Or rezar _en la
mezquita como un moro,>. 17 Mucho después que hubtera finalizado la epoc.a
de convivencia, subsistía la sensación entre muchos españoles de que las di- 2. LA GRAN DIÁSPORA
ferencias entre ellos no eran suficientemente grandes para separarlos. En la
vega de Granada en la década de 1620, una mujer de origen morisco todavía
sentía que «el moro se salva en su ley y el judío en la suya>>, mientras un No esté triste por esta yda vuestra, que vosotros tragays
campesino cristiano decía que «todos se pueden salvar cada uno en su ley>>, la muerte en un trago, e nosotros quedamos acá entre esta
mala gente, que cada día recevimos la muerte con ellos.
y otro afirmaba que «los judíos guardando su ley ~e. salvaban».~H La actitud
era lo suficientemente frecuente como para ser cottdtana, y podta encontrar- JUAN DE LEÓN,
se en cualquier rincón de España. de Aranda, en 1492 1
La llamativa ausencia de herejías formales en la España de finales de la
Edad Media puede haber sido en parte consecuencia de la existenc~a de múl-
tiples culturas. Las tres religiones, aun respetánd.os~ mutua,mente, .mten~ron «Esta preheminencia ovieron los reyes e señores de Castilla, que los sus
mantener en cierta medida la pureza de su propia tdeologta. En ttempos de judíos súbditos, memorando la magnificencia de los sus señores, fueron los
crisis, como les ocurrió a los rabinos en 1492 o a los alfaquíes musulmanes más sabios, los más honrados judíos que quantos fueron en todos Jos regnos
en 1609, se aferraban desesperadamente a la singularidad de su verdad ..' La de la su transmigración, en quatro preheminencias: en linaje, en riquezas, en
cristiandad, por su parte, permaneció libre de las herejías formales, de m?Oo bondades, en sciencia.>>¡ Escrita por un rabino castellano en el siglo xv, la
que ]a Inquisición papal, activa en Francia, :A-lemania e Italia, nunca fue_ JUZ- afirmación constituía una visión francamente idealista e ingenua del pasado.
gada necesaria en la Castilla medieval, haciendo mero acto de presenCia en Incluso de haber sido una imagen exacta, en el tiempo en que el rabino es-
Aragón. En la penumbra de las tres religiones había~ es ciert?·. algunos que, cribía no era apenas más que un recuerdo.
bien debido a una indiferencia nacida de la tolerancia o al cmtsmo causado Los judíos habían habitado la península desde al menos el siglo m. La de
por la persecución, no tenían creencias reales en una religión organizada. Pero los judíos españoles constituía la comunidad más grande en el mundo me-
la ausencia virtual de herejía organizada significó que, a pe~ar de que las ~e­ dieval. Comparada, sin embargo, con el número de musulmanes y cristianos
serciones a otras religiones estaban severamente castigadas según la ley cns- era bastante reducida. En el siglo xur no llegaban al dos por ciento de la po-
tiana, no se puso en marcha un mecanismo sistemático que se ocupara de los blación española, sumando quizá del orden de cien mil personas. 3 Muchos
no creyentes o de los conversos forzosos de creencias poco firmes. Durante preferían vivir en núcleos urbanos que, según un criterio actual, eran más
décadas, la sociedad siguió tolerándolos y la política de condenar a la hogue- bien pequeños. La presencia judía allí creó, al menos en la mente de los cris-
ra practicada en otros lugares de Europa fue poco conocida en Españ~ tianos, el estereotipo del hombre rico de ciudad. De hecho, la mayoría de los
Todo ello cambió con el final de la Reconquista de Fernando e Isabel. Al judíos vivían en los pequeños pueblos típicos del paisaje medieval. Allí culti-
parecer, los gobernantes, que trataban de afianzar su poder tanto _en C:~stilla vaban la tierra, criaban ovejas, atendían sus viñas y huertos, y, por lo general,
como en Aragón, donde las guerras civiles habían creado una sttuacto? de vivían pacíficamente con sus vecinos cristianos. En las ciudades desempeña-
desorden en la década de 1470, aceptaron una alianza con fuerzas socta\es ban oficios que solían implicar un contacto cotidiano con los cristianos: eran
que preparó el camino para la destrucción de una sociedad a~i_crta y plural. comerciantes, tenderos, tintoreros, tejedores. En ocasiones hicieron de un ofi-
La corona aceptó esta política porque parecía asegurar la estabtltdad, _pero los cio el propio: en Murcia en 1407 había treinta sastres judíos. 4
nuevos acontecimientos fracasaron en el intento de promover la umdad so- Este asiduo contacto, denominado convivencia o coexistencia por los his-
cial, y la maquinaria de la Inquisición sólo sirvió para intensificar y ahondar toriadores, fue propio del período medieval. Permitió que cristianos, judíos y
la sombra del conflicto sobre España. musulmanes se entendieran y respetaran entre ellos, aunque no necesaria-
mente que se apreciaran. Permitió también que españoles pertenecientes a
religiones diversas ejercieran sus actividades diarias juntos. «En el ámbito
16 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA LA GRAN DIÁSPORA 17

comerciaL no había barreras visibles que separaran a los comerciantes judíos, las minorías: en 1290, Inglaterra expulsó a todos los judíos y, en 1306, Fran-
cristianos y musulmanes durante el período más importante de la España cia siguió su ejemplo. En España, la política de convivencia logró sobrevivir.
judía. Los cristianos construían casas para los judíos y artesanos judíos tra- Sin embargo, la hostilidad hacia los judíos procedía de tres frentes distintos:
bajaban para patronos cristianos; abogados judíos representaban a clientes de la~ elites urbanas que debían dinero a los judíos; del pueblo cristiano.......-----·
gentiles en los tribunales civiles; corredores judíos actuaban como interme- común que vivía al lado de los judíos, pero que se resentía de su separatis-
diarios entre dirigentes cristianos y musulmanes. Como consecuencia de tales mo, y de algunas comunidades rurales que consideraban a los judíos de las
contactos, continuos, que había en la vida cotidiana, la tolerancia y las rela- ciudades como sus explotadores.,'
ciones amistosas se vieron reforzadas pese a una cierta susceptibilidad mu- A mediados del siglo XIV, las guerras intestinas en Castilla provocaron
tua, mantenida viva en nombre de la religión.» 5 Los cristianos aceptaban ser algunos excesos contra la comunidad judía en algunas ciudades. El fanati~­
tratados por médicos judíos sin prejuicio alguno. «Yo Miguel de Pertusa -se mo religioso, agitado en el sur en las décadas de 1370 y 1380 por Ferrant
lee en un contrato privado en Aragón en 1406-, fago avinencia con vós, Martínez, archidiácono de Écija, fue la chispa que encendió la mecha de este
Isach Abenforma, filio de don Salomón», para que trate a su hijo de una he- polvorín. En junio de 1391, en un sofocante verano que agravó el malestar
rida en la cabeza; <<et prometo que encara que muera yo satisfaré et pagaré a económico,las t:Ur~'ás·de las ciudádes se amotinaron, dirigü;ndo su- f~ri~-cÜn­
vós}} los honorarios estipulados.6 tr~ las clases privilegiadas y contra .lOs judios. 7 EÍl Sevilla cientoS _de judíos
No obstante, las comunidades vivían existencias separadas. Los judíos se- fueron asesinados y la aljama fue destruidaj~g~os º'_í_as_ .~e_spués, en julio y
, guían una dieta diferente y tenían sus propios preceptos religiosos; tampoco agosto de ese mismo año, la violencia se extendió por toda la ·península. Los
eran habituales los matrimonios mixtos con cristianos. La primera gran per- que no fueron a<;esinados fueron obligados a aceptar el bautismo. En Córdoba,
secución cristiana contra los judíos tuvo lugar en el siglo vn. lo que hizo que un poeta judío e~cribió: «No ha quedado en ella ni grande ni chico que no
saludaran con alivio las invasiones musulmanas procedentes del norte de apostatara de su religión». En julio, en Valencia, fueron asesinados doscien-
África. Bajo el califaw de Córdoba prosperaron social y económicamente. tos cincuen~a judíos; en agosto, en Barcelona, alrededor de cuatrocientos.L~as
Esto terminó con la caída del califato a manos de los invasores almorávides, mayores alJamas de España fueron arrasadas. La corona, tanto en Castilla
quienes persiguieron por igual a cristianos y judíos, destruyendo sus lugares como en Aragón, denunció los excesos y trató de proteger a los judíos. Un
,.'de culto. Muchos judíos huyeron a territorio cristiano y continuaron prospe- judío de la época, Rubén ben Nissim, cuenta que en la Corona de Aragón,
rando en sus nuevos asentamientos bajo la mirada tolerante de los gobernan- «muchos de los gobernantes de las ciudades, y los ministros y los nobles, nos
tes cristianos. Evidentemente, no estaban en guerra contra los cristianos y, defendían, y muchos de nuestros hermanos se refugiaron en castillos, donde
por lo tanto, se les miraba con ojos más favorables. se les proveyó de comida».R En muchos lugares no fue el populacho sino la
LK_ero la rivalidad política y los celos económicos contribuyeron a truncar clase social más elevada la que cometió los desmanes.¡La ciudad de Valencia
su seguridad. A partir del siglo xm la legislación antisemita se hizo común acusó a «gentes del campo y de la ciudad, caballeros-y frailes, nobles».~ Mu-
en toda Europa. El Concilio de Aries (Francia) de 1235, por ejemplo, orde- chos judíos que no gozaban de protección alguna se vieron forzados a con-
naba que todos los judíos llevaran cosido en sus ropas, sobre el corazón, un vertirse en cristianos. Desde este momento se incrementó la cantidad de
parche redondo de color amarillo de cuatro dedos de ancho como señal de conversos considerablemente.
identificación. Tales decretos no llegaron nunca a aplicarse en los reinos his- El término converso era aplicado a quien se había convertido al cristia-
pánicos, a pesar de que en Cortes sucesivas -en 1371 en Toro y en 1405 en nismo siendo judío o musulmán. A sus descendientes también se les llamaba
Madrid- se discutiera repetidamente la necesidad de hacerlo. En la mayoría conversos.1 Dada la naturaleza forzosa de las conversiones en masa de 1391
de las ciudades, los judíos comenzaron a ser confinados en unos barrios es- era evidente que muchos conversos no podían ser cristianos genuinos.!AÍ
pecíficos, llamados «aljamas}> cuando tenían su propia organización admi- menos en la Corona de Aragón, se emitieron leyes que dejaban claro qUe' las
nistrativajCada aljama o barrio judío constituía una sociedad separada dentro conversiones forzosas resultaban inaceptables. Los judíos podían, si así lo
de la ciudad, con cargos administrativos e· impuestos propios. Estaban exen- deseaban, volver a su antigua religión. 10 Pero las circunstancias habían cam-
tas de casi toda obligación respecto al municipio, exceplO del deber de de- biado en muchos lugares, tales como Barcelona y Mallorca, y los conversos
fender la ciudad. Los impuestos se pagaban únicamente a la corona, bajo cuyo sintieron que era más seguro permanecer en la nueva religión.t.§u adhesión
control directo se encontraban. En la práctica, no obstante, la corona conta- al cristianismo era, en ese contexto, voluntaria, aunque planteaba proble-
ba con escasos recursos con los que proteger las aljamas de la hostilidad de mas, como veremos, tanto a sus antiguos correligionarios como a los cris-
lo~ municipios. tianos. Los conversos fueron inevitablemente mirados con suspicacia, pues se
! Con el tiempo, la situación de los judíos empeoró en toda la Europa occi- les consid~raba una quinta columna dentro de la Iglesia.¡ Se les dieron nom-
de·ntal. La Iglesia adoptó una actitud más agresiva hacia los herejes y hacia bres oprobtosos, entre los que el más común fue el de· <<marrano», de origen
18 LA 1:-JQU!SlCIÓ'>.J ESPAÑOl .A LA CRAN DIÁSPORA 19

oscuro.'' Aunque su religión ya no era la judía, seguían sufriendo los rigores Scncor, el rabino Mair Melamcd, lm, hermanos Bienveniste y otros judíos. 1 ~
del antisemitismo. No es sorprendente que un viajero comentara sobre Isabel que «Sus súbditos
en Cataluña y Aragón dicen públicamente que la reina protege a los judíos».
Los judíos siempre habían sido discriminados, aun en una sociedad plu-
ral como era la de la España medieval. Como otras minorías desprovistas de Las aljamas o barrios judíos vieron drásticamente reducidos su númerd
privilegios, se les había excluido de oficios y profesiones que implicaran ejer- y su tamaño de~pués de las masacres de 1391: en efecto, algunas llegaron
cicio de la autoridad (por ejemplo, en el municipio, en el gobierno y en el incluso a desaparecer. En Barcelona, el cal! (calle) medieval o área judía fue
ejército); en cambio, desempeñaban una amplia gama de puestos intermedios abolido en 1424 porque se consideró innecesario. En Toledo, la antigua alja-
e inferiores. 12 Consiguieron manlencr un papel en la vida pública en dos áreas ma consistía en 1492 posiblemente de sólo cuarenta casas. Estos datos apun-
importantes: la medicina y las finanzas del estado. Ocasionalmente, también tan a que a fines del siglo xv los judíos no constituían ya una burguesía >.ig-
tuvieron un papel significativo en la cultura como traductores del árabe, una nificativa.20 En término~ globales ya no eran ricos (su contribución llscal al
lengua que a los cristianos les costaba aprender. tesoro real en 1480 representaba tan sólo el 0,33 por 100 de la renta ordi-
Los médicos escaseaban al final de la Edad Media en España, y los ju- naria de la tesorería), y tenían una situación social extremadamente frágil.
díos cubrían la demanda. Los círculos de la realeLa y de la aristocracia con- Sus días de gloria habían pasado sin duda alguna.
fiaban plenamente en ellos en cuanto médicos. En el reino de Aragón, «no Aunque las circunstancias habían cambiado, el modo de vida judía sé
había un noble o un prelado en el país que no tuviera un médico judío», 13 y mantuvo bastante estable. El cronista y sacerdote Andrés Bernáldez, que
en Castilla la situación era similar. En numerosas ciudades los únicos médi- vivía en una región donde los judíos habían preferido tradicionalmente aco-
cos en ejercicio eran judíos, que por ello recibían un trato favorable. En Ma- gerse a la protección de las grandes ciudades, comentaba años más tarde que
drid, en la década de 1480, uno de esos médicos judíos fue declarado exen- éstos eran
to del pago de ciertos impuestos y del cumplimiento de algunas leyes por el
agradecido municipio. 14 mercaderes e vendedorc~ e arrendadore~ de alcabalas e ventas de achaques, e
La hostilidad popular hacia los judíos se basaba en cierta medida en sus fazcdores de señores. e oficiales tundidores, sa~trc~. r,;apatcros, e cortidores.
actividades financieras.L1 En épocas y lugares determinados su papel llegó a e r,;urradorc~. texedoreq, especieros. buhoneros, sederos, herreros. plateros e
ser importante. En el siglo xlll, bajo Jaime 1 de Aragón, algunos administra- otros semejantes oficios: que nenguno rompía la tierra ni era labrador ni car-
dores de rentas reales en las ciudades más importante~ eran judío~. Enrique TI pintero ni albañil, sino todos huscavan oficios holgados, e de modos de ganar
de Castilla comunicó a las Cortes de Burgos en 1367, que «verdat es que nós con poco trabajo.' 1
mandamos arrendar la dicha renta a los judíos, porque non fallamos otros al-
gunos que las tomassen~>.'~ En 1369, un judío, Josef Pichon, era el «tesorero Esta descripción, usada alguna vez para re~altar el contraste entre el mun-
mayor y administrador de las rentas del reinO>:>. En 1469, las Cortes de Ocaña do rural de los cristianos y el urbano de los judío~ prestamistas, no es del
se quejaron a Enrique IV de que «muchos prelados y otros eclesiásticos todo exacta. Es verdad que los judíos preferían vivir en núcleos urbanos,
arrendaban a moros y judíos las renta~ y diezmos que les pertenecían; y éstos donde compartían muchas profesiones con los cristianos. En el ~iglo XIV en
entran en las iglesias para prorratear los diezmos entre los contribuyentes, Zaragoza encontramos comerciantes, tenderos, artesanos, joyeros, sastre~, za-
con gran escándalo y ofensa de la lglesia;..~_,-r pateros.22 No obstante, hay abundante evidencia de que a partir del siglo XIV
La proporción de funcionarios del fisco judíos siempre fue pequeña si se los judíos se sentían inseguros en las ciudades, trasladándose a lo~ pueblos,
compara con la de los cristiano~. Hacia 1400. servían en los escalones más donde su relación con los cristianos era normal y pací11ca. A finales del
bajos del sistema fiscal, más como recaudadores que como tesoreros. En el siglo xv, en contra de lo que afirma Bemáldez, podían encontrarse labradore~
período entre 1440 y 1469, sólo un 15 por 100 (72 personas) de la totalidad y campesinos judíos por toda Espalla, pero sobre todo en las provincias cas-
de los recaudadores de impuestos en la Corona de Castilla eran judíos. 1 ~ Sin tellanas. En Toledo, una proporción considerable de judíos cultivaba sus
embargo, una minoría desempeñó un importante papel en el vértice de la propias tierras. En Maqueda (Toledo) había 281 familias judía~ frente a sólo
estructura financiera. Bajo Fernando e Isabel, Abraham Seneor fue tesorero 50 cristianas.n Pero incluso si poseían tierra>. y ganado, por razones prácti-
de la Santa Hermandad; David Abulafia estaba al cargo de la intendencia de cas, para cumplir con sus prácticas religiosas y por razones de seguridad, los
las tropas en Granada e Isaac Abravanel administraba los tributos del «Servicio judíos tendían a vivir juntos, generalmente en el entorno de una ciudad o de
y montazgo;.>. El converso Luis de Alcalá estaba al frente de un grupo de re- un pueblo. En Buitrago (Guadalajara). los miembros de una próspera comu-
caudación de impuestos que tuvo un papel prominente en las finanzas de Cas- nidad judía (que en 1492 se jactaban de contar con seis rabinos y hasta un
tilla durante veinte años de este reinado; entre sus miembros se encontraban regidor municipal) poseían 165 linares, 102 prados, 18 huertas, una gran can-
20 LA lNQCISICIÓN ESPAÑOLA LA GRAK UJÁSPORA 21

tidad de pastizales y varios derechos de aguas. 24 En Hita, en la misma región, poseer títulos nobiliarios; también les impedía cambiarse de domicilio. Asi-
tenían dos sinagogas y nueve rabinos; las mayores inversiones las tenían en mismo, se les excluyó de varios oficios, como los de tenderos, carpintero,
vino, pues poseían 396 viñas que totalizaban no menos de 66.400 cepas. 2l sastre y carnicero; no podían llevar armas o emplear a cristianos; se les prohi-.y
Incluso en el campo andaluz, del que procedía Bemáldez, hallamos labra- bió comer, beber, tomar baiíos y hasta hablar con los cristianos y no podíaqr·-
dores judíos que poseen tierras, viñas y ganado. 26 llevar ropas que no fueran de tela burda. En la práctica, sin embargo, una le-
En la Corona de Aragón los judíos también desempeñaban labores agrí- gislación tan extremista como esta no podía cumplirse y fue dejada de lado
colas., pero en una e..<;cala mucho menor. Las tierras que poseían eran más bien o revocada. '
minifundios, limitando por razones de seguridad su actividad a la cercanía de En Cataluña, entre 1413 y 1414, Vicente Ferrer ayudó a organizar un de-
los pueblos, donde residían. 2' Sólo en algunas zonas sus propiedades eran bate entre intelectuales judíos y cristianos del más alto nivel, que el papa Be-
de mayor extensión. En Sos, en el Alto Aragón, cuna del mismísimo Fernan- nedicto XIII dispuso que se celebrara ante su presencia en Tortosa. La figura
do el Católico, los judíos eran «Cultivadores de viñas y linares y campos de má<; sobresaliente por el lado cristiano de esta famosa Disputa de Tortosa '-'fue
cereales y sus encuentros con cristianos en sus faenas contribuían a esa fra- el médico papal. Joshua Halorqui, recientemente convertido y bautizado con el
terna amistad>>, siendo sus principales ocupaciones la de labrar la tierra o nombre de Jerónimo de Santa Fe. La Disputa tuvo como consecuencia otras
prestar dinero. 2s conversiones, incluyendo la de los miembros de la prominente familia ara-
Había, pues, una variedad considerable en la posición social de los judíos gonesa de la Caballería y la de aljamas enceras en Aragón.
en la península. En muchas zonas, la convivencia siguió su curso a pesar de Aunque la Disputa había supuesto una amenaza para la supervivencia de
que los nubarrones de la tormenta se acercaban. En Ávila, que permaneció la comunidad judía en Aragón (se bautizaron casi tres mil personas), tuvo
inmune a la violencia de 1391, los judíos sobrevivieron en la que fue proba- también algunas secuelas beneficiosas. Vicente Ferrer siguió su campaña ha-
blemente la aljama más grande de Castilla, con una población que se calcu- cia el norte, en Francia, en 1416. En Aragón, un nuevo rey, Alfonso V, acon-
la en la mitad de los 7.000 habitantes de la ciudad. 29 En Zamora, que tam- sejado por miembros ahora cristianos de la familia de la Caballería, revocó
poco había sufrido los estragos de 1391, la población judía llegó incluso a toda la legislación antisemita de la época de Vicente Ferrer. Desde 1416 en
aumentar; al tilo de la expulsión de 1492, las 300 familias judías representa- adelante, la corona aragonesa protegió firmemente a judíos y conversos, opo-
ban una quinta parte de ~u población. 30 Por todo ello. se ha afirmado con ra- niéndose a cualquier ataque contra ellos.-'ó En 1438, en Tortosa, la corona in-
zón que, en general, <<las relaciones entre judíos y cristianos permanecieron sistió contra las protestas del obispo en que los médicos judíos y musulmanes
siendo extremadamente cordiales a lo largo de todo el siglo» en muchas par- podían atender pacientes cristianos si éstos así lo deseaban. 37 Las restricciones
tes de Castilla. 31 sobre los movimientos y Jos derechos de los judíos fueron suprimidas.
El reducido número de judíos que encontramos después de 1391 no im- Aunque se había intentado más de una vez llevar a cabo una política de
plica necesariamente un declive cultural. Las comunidades preservaron su separación entre judíos y cristianos, la legislación ca<;tellana de 1412, que exi-
identidad, legislaban sobre su gente (se promulgó una legislación común en gía tal separación, nunca intentó aplicarse; y en Aragón, durante el reinado' del
Valladolid, en 1432), disfrutaban de la protección de destacados nobles y de rey Alfonso, la corona rehusó sancionar la existencia de guetos. Las medidas
la corona, y coexistían pacíficamente con los cristianosY En Aragón, la pro- locales subsiguientes tuvieron similar fortuna. Así, en Sevilla, en 1437, se or-
pia corona, primero con Alfonso V y después con Juan ll, favoreció la recu- denó que los judíos habi\aran únicamente dentro de su barrio, pero hacia 1450
peración de las aljamas, que pagaban impuestos directamente al tesoro real. se les encontraba en divt!;,rsas partes de la ciudad.-'\~~<;. leyes de separación
En 1479, Fernando confirmó expresamente la autonomía de la comunidad promulgadas en Soria en 1412 y 1477 nunca fueron cumplidas.:'9 Desde 1460,
judía en Zaragoza.'' También había muchos judíos acaudalados, entre ellos algunas figuras represent~tivas. de los cristianos en Castilla -entre ellos el
los dedicados a las finanzas, que gozaban del favor real. Seneor. en 1490, te- general de la orden de l1jS jerónimos, Alomo de Orope~a- volvieron sobre
nía una fortuna calculada en seis millones de maravedíes (16.000 ducados), el tema, argumentando qóe los conversos tendrían menos tentaciones de mante-
lo que incluía campos de trigo, viñas y una docena de casas en Segovia y ner vínculos con los judíos si a éstos se les separaba claramente. En las Cortes
Andalucía; Melamed poseía propiedades por valor de más de tres millones, celebradas en 1480 en Toledo, la corona aprobó una ley por la que se promul-
incluyendo casas y tierras en Sego vi a y Á vil a. 34 gaba la aplicación de una separación general en Castilla. Los judíos debían per-
1Inevitablemente, las tensiones se hicieron también presentes. En Castilla, manecer en los guetos, que en caso necesario debían ser aislados mediante un
la lCgislación de 1412, impirada en parte por el celo religioso del santo valen- muro. Pero esta legislación ~iguió el camino marcado por leyes precedente~i
ciano, Vicente Ferrer (quien comparte cierta responsabilidad en los aconteci- En Soria, en 1489, los judíos más prósperos aún mantenían sus casas fuera
mientos de 1391), y el canciller converso, el obispo Pablo de Santa María, del gueto. En Orense, las autoridades municipales se reunieron de modo so-
privó a los judíos del derecho de desempeñar cualquier oficio público o de lemne en la sinagoga en 1484 y ordenaron a la comunidad judía que «cum-
22 LA lNQUlSJCIÓN ESPAÑOLA LA GRAN DIÁSPORA 23

plieran las leyes de Toledo», dándole!> tres días de plazo para que lo hicieran. están bajo mi amparo y protección y a mí pertenece de los defender y am-
En la práctica, sin embargo. ninguno de los dos bandos tomó medidas para parar y mantener en justicia.» De la misma manera había concedido protec-
que la ley se cumpliera~Cuatro años más tarde, en 1488, en Orense todavía ción en 1479 a la vulnerable comunidad judía de Cáceres.~j Dado que los
se intentaba sin éxito instaurar de modo efectivo la separación. 40 En la co- judíos estaban permanentemente a la defensiva contra los poderosos intere-
rona de Aragón, en el mismo período, algunas ciudades como Zaragoza tra- ses municipales, las intervenciones de la corona en política local nos dan
0 taron de mantener a:islados a Jos judíos, pero tanto Isabel como Fernando una imagen impresionante de la protección que la corona prestó a los judíos.
intervinieron con firmeza en contra de estas medidas. 41 Recordemos. entre En 1475, por ejemplo. la ciudad de Bilbao recibió órdenes de revocar las res-
paréntesis, que la separación se hacía a veces en interés de los judíos, para tricciones comerciales que había impuesto a los judíos en el pueblo de Me-
protegerlos de los ataques y ahorrar a las autoridades el coste que suponía dina de Pomar; en 14~m, la villa de Olmedo recibió órdenes de construir un
reprimir los alboroto..::J portalón en el muro de la judería para permitir el acceso de los judíos a la
En el siglo postenor a las revueltas de 1391 encontramos, pues, indicios plaza mayor. 1Q Los monarcas intervinieron repetidamente contra los munici-
contradictorios sobre la presión ejercida contra los judíos. En muchas zonas pios que trataban de eliminar la actividad comercial de los judíos.
su situación era difícil, pero ello no era nuevo. Aunque se promulgaban re- ~in embargo. la política real tuvo que enfrentarse a las tensiones socia-
gularmente leyes represivas, habitualmente no se aplicaban. En 1483, Fernan- les. En 1476, las Cortes de Madrigal aprobaron, por inicialiva no de los mo-
, do ordenó que los judíos llevaran símbolos di!>tintivos (un parche colorado), narcas sino de los municipios, leyes suntuarias contra judíos y mudéjares,
, pero no hay pruebas de que esto se cumpliera. Más aún, la corona intervino obligando a que llevaran un símbolo distintivo en el vestido y restringiendo
,: activamente en favor de los judíos y los antiguos judíos. Era el reinado en el cjercici? de la usura. Inevitablemente, el descontemo cundió entre los ju-
·que habían florecido los financieros judíos Seneor y Abravanel y en el que la díos: en Avi la rehusaron efectuar préstamos hasta que no se aclararan las
Jamilia Caballería dominaba la escena polúica en Zaragoza. normas sobre la usura. Pero sólo a partir de la legislación de las Cortes de y·
No obstante, la disminución en el número de miembros de la comunidad Toledo de 14~W, que puso en marcha una política de separación, conii.nando a
judía tuvo consecuencias. Las conversiones en masa de 1391 dejaron vacías los judíos a las aljamas, se empezaron a sufrir verdaderas penalidades. No
muchas comunidades. En la Corona de Aragón, hacia 1492, quedaba tan sólo cabe duda de que los grupos antisemitas de los municipios eran los responsa-
una cuarta parte de los judíos de la centuria anterior. 42 Las ricas aljamas de bles de tales medidas. En Burgos. en 1484, no se permitía a los judíos vender
Barcelona, Valencia y Mallorca, las ciudades más grandes en estos reinm, comida; en 1485 se les ordenó que cerraran la aljama en todas las festividades
habían desaparecido por completo: en ciudades de menor tamaño también cristianas; en 1486 se estableció un límite al número de judíos que podían
desaparecieron o se redujeron. La famosa comunidad judía de Gerona, con vivir en cada gueto, aunque la orden fue revocada más tarde por la corona.'"
sólo veinticuatro pecheros, era en ese momento la sombra de lo que fue.'-l En En Zaragoza, a finales del siglo xv, aumentó de modo evidente la presión
el reino de Castilla, había una mezcla de supervivencia y agotamiento. Sevilla anlisemita, fomentada por el clero. Las multas contra los judíos por no mos-
contaba con quinientas familias judías antes de las revueltas de 1391; medio trar su respeto ante las procesiones el día del Corpus Christi se triplicaron en
siglo más tarde, quedaban sólo cincuenta. Cuando Isabel heredó el trono, los el corto período de diez años~~.J
judíos sumaban menos de ochenta mil. 44 Hacia 1492, las comunidades esta- Las medidas antisemitas dé esta época no representan un empeoramiento
ban dispersas en unos doscientos núcleos de población. En algunas ciudades cualitativo de la situación de los judíos. De hecho. si la totalidad de las leyes
con una presencia judía anterior, como Cuenca, ya no la había. de Castilla se hubieran llevado a efecto, el resultado hubiera sido muy per-
judicial para ellos.-'" Debemos ir más allá de la evidencia que proporciona la
Desde el principio de su reinado, en 1474, Fernando e Isabel estaban re- legislaciói), ___S.ólo entonces, en d terreno de los hechos, es posible apreciar
sueltos a mantener entre judío~ y cristianos la misma paz que queóan esta- hasta qué punto la tolerancia entre las comunidade~, una cierta laxitud admi-
blecer en las ciudades y entre la nobleza. Los monarcas nunca tuvieron senti- !?i~trativa y la política real !>e combinaron para garantizar la supervivencia y
mientos personales antisemitas. En fecha tan temprana como 1468, Fernando v~abilidad de las minorías religiosas.
ya tenía un médico judío, David Abenasaya, nacido en Hmega; y tanto él
como Isabel continuaron teniendo después a médicos y financieros judíos La situación de los judíos, que de por sí no era mala, s~_ y_io por desgracia·
como colaboradores cercanos. Tanto en Aragón como en Castilla siguieron afectada por el problema converso. Los monarcas pronto se corivencierOn de
la política de sus predecesores. tomando a los judíos bajo su control directo y cille la mejor !>Olución para acabar con el problema de los conversos era sepa-
personal en términos análogos a otras comunidades cristianas y musulmanas rarl?s de los judíos, y en 1480_ pusieron en marcha una institución cuya única
bajo jurisdicción real. «Todos los judíos de mis reinos -declaraba Isabel preci(iipac·ión eran los judaizantes: la Inquisición.~ _pesar de que la Inquisi-
en 1477 al extender su protección a la comunidad de Trujillo- son míos y ció_n tenía autoridad sólo sobre los cristianos, los judíos.j)rontO.comprobaron
24 LA 11\QUISICIÜ"' ESPA:\JOLA LA GRA"' DIÁSPORA 25
que ellos también estaban en la línea de fuego y sus peores infortunios todo lo que ha dicho dixo porque era verdad todo».-" En Uclés, en 1491, una
comenzaron en esa fecha. decena de judíos se prestó a hablar con los inquisidores ~obre conversos que
La existencia de la Inquisición obligó a los judíos a revisar su actitud observaban costumbres judías.-1a La propia Inquisición, según el rabino Cap-
frente a los conversos. Cuando se produjo la oleada de conversiones, a fina- sali. pidió que las sinagogas impusieran a los judíos la obligación de denun-
les del siglo XIV, los judíos puede que tuvieran la impresión que_los neófitos ciar a los conversos. 59
s.eguían siendo sus hermanos. ,un &iglo más tarde, ~a. perspc~ttv~ era al,go
diferente. Los dignatarios, los intelectuales y los dmgentes JUdiOs habtan Cooperar con la Inquisición no supuso beneficio alguno. Desde 1460,
abrazado voluntariamente la fe católica; y no siempre habían actuado así en como se ha visto, algunos dirigentes de la Iglesia habían reclamado la sepa-
épocas de persecución activa:: El poeta Sclomoh Bonafed _se lamentab_a ~~r ración de judíos y cristianos. Esta política. tal como fue adoptada por la In-
escrito tras la Disputa de Tortosa de que «muchos de los mas honorables dm- quisición, se tradujo en la expulsión parcial de los judíos para minimizar su
gentes de nuestras aljamas las estuvieran abandonando».s_o0-lgunos co~vc~os, contacto con los conversos. A finales de 1482 se ordenó la expulsión parcial
especialmente aquellos que se hicieron clérigos, se convirtieron en acernm~í. de los judíos de Andalucía. 60 Los exiliados podían marchar al destierro a otra
perseguidores de sus antiguos correligionarios. La alj~m_a de Burgos s~ queJÓ provincia de España. En enero de 1483, se ordenó su expulsión de las dió-
en 1392 de que «los judíos que agora se tornaron christtanos los pers1guen _e cesis de Sevilla, Córdoba y Cádiz, aunque la corona retrasó la ejecución de
les facen muchos males>>. 51 En algunas comunidades se abrió un abismo VI- la orden, de modo que los judíos no salieron de Sevilla sino hasta el verano
sible entre judíos y converso~. A comienzo~ del siglo xv, los rabinos todavía de 1484. Es probable que las expulsiones estuvieran motivadas en parte por
mantenían ·la opinión de que la mayor parte de los conversos lo eran a la miedo a que los judíos colaborasen con el reino mmulmán de Granada, en-
fuerza (anusim). A mediados de la centuria pensaban que l_a mayoría ~r~n re- tonces sometido a la ofensiva de Fernando; pero la participación de la Inqui-
negados (meshumadim) que se habían conve~do v~lumanamc_nte, cnsu~nos sición fue primordial. En esta ocasión, las expulsiones no fueron llevadas a
auténticos. Por estas fechas todavía hay tesumomo de relac10nes socwles cabo por completo. Unos años más tarde, los judíos vivían sin problemas en
amistosas a todos los niveles entre conversos y judíos,"c pero también había Cádiz y Córdoba." 1 En 1468, la Inquisición decretó su expulsión de las dió-
signos de una tensión que no presagiaba nada bueno.~_') , _ _ cesis de Zaragoza, Albarracín y Teruel en Aragón. La orden fue pospuesta
Cuando la Inquisición comenzó a actuar, muchos JUdlos no tuvieron I_n- primero y más tarde revocada sin que llegara a realizarse expulsión alguna. 62
co~veniente en cooperar con ella en contra de los conversos ya que ellos nus- Mientras tanto, algunas ciudades llevaron a cabo por su propia iniciativa
mos no eran cristianos, estaban fuera de su jurisdicción. De modo que ahora expulsiones no autorizadas, ignorando las protestas de la corona.6 ' -,
podían aprovechar para saldar viejas deudas. En comunidades pequeñas, la A pesar de que Fernando e Isabel intervinieron repetidas veces para pro-
coexistencia de judíos y conversos escondía tensiones largamente soterradas, teger a los judíos de los abusos (en una fecha tan tardía como 1491 iniciaron
incluso entre aquellos que mantenían en apariencia lazos familiares Y de una pesquisa sobre la prohibición de que tuvieran tienda~ en la plaza mayor
amistad.¡ En Calatayud (Aragón). en 1488. un judío llam~do Acach de Funes de Medina del Campo), los monarcas fueron convencidos por el inquisidor
fue objeto de burlas y menosprecio por mentiroso y soplan por parte t~nto ~e general Torquemada de la necesidad de aislar a los judíos. Después de diez
judíos como de cristianos. Hizo honor a su fama prestan~o falso t~st1mO~lO largos años, cuando se vio que las expulsiones locales habían fracasado en
ante la Inquisición contra varios conversos. a los que acuso de pra~t1car _el J_u- detener las herejías atribuidas a los conversos, la corona decidió tomar la me-
daísmo:l-1 En Aranda, en la década de 1480, un vecino de la localidad, JUdlO, dida más drástica de todas las adoptadas hasta entonces: la total expulsión de
recorrió el pueblo «buscando testigos judíos para que dixesen ~n la Inquisi- los judíos.
cion» contra un converso. La misma per~ona confesó confidencialmente a un Los judíos expulsados de otros países en tiempos medievales habían sido
amigo cristiano que <<todo aquello [hJavía sido memira>~ y que lo ha~~a por minorías muy reducida~. En España, en cambio, habían constituido durante si-
cuestiones de enemistad personal. 5-' Hernando del Pulgar mforma_tambien so- glos parte integrante, significativa y próspera de la sociedad. Su suerte estaba
bre la existencia de testigos falsm en Toledo. Según el secretano re~l, er~n en esos momentos en precario equilibrio, en un país en el que se incrementa-
«hombres pobres y viles que por enemistad o malicia daban fals_o tesumomo ban las presiones contra otra minoría cultural, los musulmanes.L!Jesde 1480 _
contra algunos conversos diciendo que habían judaiza~o. Conociendo la_ v:r- toda la economía del estado estaba concentrada en la guerra contra Granada.----
dad la reina ordenó arrestarlos y torturarlos». 56 En Sona, en 1490, un mcdtco También había menos tolerancia hacia el islam.1En 1490. los musulmanes de
judÍo testificó por propia voluntad contra varios conversos. Afirmaba que ~n Guadalajara fueron acusados de convertir a U~ muchacho judío al islam, y
converso, un hombre de leyes, había dicho de Torquemada que era «el mas aunque ellos alegaron en su defensa que «así se había acostumbrado en estos
perro hombre del mundo, y hereje cruel». «L~ pesa m~cho -dijo d~ modo reinos», el Consejo Real decidió que <<ningún judío se torne moro de aquí en
contrito el médico a los inquisidores- por destr cosa nmguna contra el, pero adclanteJ-J-: ni, por supuesto, los musulmanes podían convertirse al judaísmo/"'
26 1.A 11\QUISICIÓK ESP.'I.."'<OLA LA GRAN DIASPORA 27

Desde luego, hacía ya largo tiempo que era ilegal (al menos desde 1255) que más que un fondo de verdad en la historia de las treinta monedas atribuida
los cristianos se hicieran judíos o musulmanes; y cuando durante la guerra de a Torquemada: la expulsión general no fue sino una prolongación de las
Granada cayó Málaga y grupos de ex cristianos fueron capmrados, se les eje- expulsiones regionales que la Inquisición había llevado a cabo. con el apoyo
cutó inmediatamente."' En cambio, tras la conquista de Granada se permitió de Fernando, desde 1481 .
la vuelta a la Iglesia de varios cristianos convertidos al islam.~>t> El rey confirmó el papel c!ave de la Inquisición en una carta enviada a
Fernando e habel vacilaron durante algún tiempo acerca de la idea de los principales nobles del reino. La copia mandada al conde de Aranda el día
; expulsar a los judíos. La corona perdería las rentas que recibía de una co- mismo del edicto explicaba brevemente las circunstancias:
munidad que le pagaba directamente sus impuestos y que, por añadidura.
había contribuido a financiar la guerra de Granada. En España, muchos es- Viendo el santo officio de la Inquisición la perdición de algunos cristia-
, taban impacientes por librarse de los judíos a causa de razones sociales y nos por la comunicación y la participación de los judíos. ha prove;ído en
económicas: la elite de los cristianos viejos y varios municipios veían en todos los reynos y señoríos nuestros, que los judíos qean dello<> expellidos ..
ellos una fuente de conflictos y rivalidades."' Pero la expulsión fue decidida y nos ha persuadido que para ello les diéssemos nuestro favor y consen-
por la corona, al parecer guiada por razones exclusivamente religiosas. No timiento que lo mismo por lo que al dicho ~aneto officio dcvcmos y somos
hay ba~e alguna para afirmar que el gobierno pensaba sacar provecho de ella obligado<>, proveyéssemos, ) como quier que Jello ~e no sigua no pequeño
y el propio Fernando admitió que la medida perjudicaría su~ finanzas."R Sin danyo, queriendo preferir la salut de las ánimas a la utilitat nuestra y de olros
duda el rey y la reina se vieron alentados en esta política por la caída de particularcs. 71
Granada a manos de sus huestes en enero de 1492, que fue interpretada
como una señal de la protección divina. El 31 de marzo, mientras se halla- El rey confirmó el papel de la Inquisición en términos parecidos en otras
ban en la ciudad, se promulgó el edicto de expulsión, en el que daban a los cartas enviadas ese mismo día. Se informó a los inquisidore~ de Zaragoza.
judíos de Castilla y Aragón hasta el 31 de julio para aceptar el bautismo o por ejemplo. que el prior de Santa Cruz había sido consultado y que «es
abandonar el país. provehído por nós y por él que los judím sean expellidos».' 20:unqne lama-
La justificación de mayor peso que esgrimía el decreto era «el gran daño yor parte de los judíos estaban bajo jurisdicción real, algunos no lo estaban;
que a los cristianos res decir. los conversosj se ha seguido y sigue de la par- las expulsiones locales en Andalucía en la década de 1480, por ejemplo, no
ticipación, conversación y comunicación que han tenido y tienen con los ju- se habían podido aplicar a los judíos que vivían en las tierras del duque de
díos, los cuales ~e prueba que procuran siempre, por cuantas vías y maneras Medinaceli. Por consiguiente. en 1492. la corona tuvo que explicar a los·r-
tienen, de subvertir y sustraer de nuestra Santa Fe Católica a los fieles cris- nobles tales como el duque de Cardona, en Cataluña, quien había supuesto
tianos». «Más de doze años» de Inquisición no habían sido suficientes para que la medida no afectaba a «SUS» judíos, que el edicto tenía validez ge-
solucionar el problema, ni habían bastado las expulsiones de Andalucía. Se neral. Sin embargo, Jos señores fueron compensados con la propiedad de sus
resolvió entonces que «el remedio verdadero de todos estos daños está en judíos expulsados. En Salamanca, se ordenó a los funcionarios reales que
apartar del todo la comunicación de los dichos judíos con los christianos no tocaran las pertenencias de los judíos que vivían en los estados del du-
e echarlos de todos nuestros reynos•~. que de Alba. 7'¡
Cuando se conoció la noticia, una delegación de judíos encabezada por Los monarcas pensaron quizá que los judíos se convertirían antes que
Isaac Abravanel fue a ver al rey. Sus peticiones fueron desoídas y en segundo emigrar en ma~a. El rabino de Córdoba fue bautizado en mayo, con el car-
encuentro le ofrecieron una considerable suma de dinero si reconsideraba la denal Mendoza y el nuncio papal como padrinos. En junio el octogenario
decisión. Se cuenta que cuando Torquemada se enteró de la oferta, irrumpió Abraham Seneor, juez mayor de las aljamas de Castilla.,, y tesorero mayor
en la cámara real y arrojó treinta monedas de plata sobre la mesa, preguntan- de la corona fue bautizado en Guadalupe. y el rey y la reina lo apadrinaron.
do a qué precio sería vendido de nuevo Jesús a los judíos. En el tercer en- Seneor, prototipo del judío cortesano. es un ejemplo destacado de cómo
cuentro entre Fernando y Abravanel, Seneor y otros dirigentes judíos quedó algunos judíos sirvieron fielmellle a la corona y al mismo tiempo lograron
claro que el rey estaba dispuesto a seguir adelante. Desesperados, acudieron a proteger a su comunidad. Él y su familia adoptaron el apellido de Pérez
la reina, quien explicó que la decisión, que ella apoyaba firmemente, procedía Coronel. Una semana después, Seneor fue nombrado regidor de Segovia. su
de Fernando, que «el Señor la ha puesto en el corazón del rey>>. c." ciudad natal, y miembro del Consejo Real. Su colega Abravanel le relevó
De hecho, parece que la propuesta de la expulsión provino de la Inquisi- en su puesto como portavoz de los judíos y comenzó a negociar los términos
ción. El rey lo dejó bien claro en el edicto promulgado en Aragón, un feroz de la emigración.
documento redactado evidentemente por los inquisidores, del que ~e des- El edicto debió ser un mazazo para aquellas comunidades donde los judíos
prendía un fuerte antisemitismo ausente en el texto castellano. 70 Había algo vivían tranquilamente. En algunas zonas cristianas, sin embargo, la opinión
28 LA l~QU!S!C!Ó~ ESPANOLA LA GRAN DIÁSPORA 29

pública estaba preparada. Durante años habían circulado relatos sobre las ten te en Cataluña que identificaba la derrota del islam con la destrucción de
atrocidades cometidas por los judíos. Una de ellas relataba el supuesto asesi- lo:; judíos?f!ll
nato ritual de un niño cristiano en Sepúlvcda (Segovia) en 1468. Al parecer Los historiadores que han tratado de dar a la expulsión la importancia
Juan Arias Dávila, converso y obispo de Segovia, castigó a dieciséis judíos que se merece han incurrido, entonces y ahora, en algunas exageraciones. Al-
por el crimen. Pero el caso más famoso es el del asesinato ritual de un niño gunos han evaluado su significación en términos numéricos. El jesuita Juan de
cristiano en La Guardia, en la provincia de Toledo, en 1491. Se dijo que seis Mariana, que escribió más de un siglo después, afirmó que «no conoscemos
conversos y otro~ tantos judíos estaban involucrados en el crimen, en el que el número de judíos que abandonaron Castilla y Aragón; muchos auctores di-
se había crucificado y extraído el corazón al niño en un intento de efectuar zen que fueron hasta 170.000 familias, pero algunos incluso dicen que fueron
un maleficio que destruyera a los cristianos. Al menos tal fue la historia que 800.000 almas: ciertamente un gran número:->Yr Para los judíos que emigra-
puede reconstruirse de las confe:;iones arrancadas bajo tortura a los culpa- ron no había sombra de duda sobre las dimellstones de la tragedia. Isaac
bles, que fueron ejecutados públicamente en Ávi la en noviembre de 1491. 7-' Abravanel escribió que «marcharon a pie 300.000 gentes de todas las pro-
El suceso tuvo una amplia difusión, como muestra la relación impresa que vincias del rey».B 2 En realidad, apenas hay datos estadísticos fidedignos., Los
circulaba en Barcelona no mucho después de conocerse. Los hechos ocurrie- que proporcionan los libros de historia al uso se basan en pura especufiiCión.
ron en el peor momento, ya que no cabe duda alguna que predispusieron a Nuestro primer cuidado debe ser hacer un cálculo estimado de la población
muchos a aceptar la expulsión de los judíos. Historias de atrocidade:; simi- judía española en 1492. Un análisis juicioso fundamentado en las declara-
lares fueron muy comunes en Europa, antes y después --en Inglaterra se ciones de renta de las comunidades en Castilla arroja la cifra bastante ftde-
pueden citar los casos de Guillermo de Norwich en 1144 y Hugo de Lincoln digna de un total de alrededor de setenta mil judíos en la Corona de Castilla
en 1255-, y sirvieron para alentar el antisemitismo más virulento. por estas fechas.~-' Ello concuerda con las estimaciones de menos de ochenta
Los judíos españoles no debían ignorar las expulsiones llevadas a cabo en mil judíos mencionadas anteriormente. Verdaderamente, los días gloriosos en
los países vecinos. En Provenza, que no tardaría en formar parte de Francia, que existía una comunidad judía importante y próspera habían pasado. La si-
el sentimiento antisemita crecía y pronto condujo a las expulsiones; en los tuación era peor en Aragón, donde los judíos habían quedado reducidos a una
ducados italianos de Parma y Milán, los judíos fueron expulsados en 1488 cuarta parte de sus miembros después del aciago año de 139J.R4 A finales del
7
y 1490. ~ Sea como sea, el decreto español--como comprendieron demasia- siglo xv, los reinos de la corona aragonesa contaban con unos nueve mil
do bien- no ~>e limitaba a expulsarlos. El edicto no pretendía la expulsión, judíos; ~s en todo el reino de Valencia, los judíos sumaban probablemente sólo
sino acabar con una religión." A pesar de que el texto oficial no lo mencio- un millar y la mayor parte se concentraba en Sagunto. 0 ~ En Navarra había
naba, se ofrecía de modo implícito la posibilidad de elegir entre bautizarse unas doscientos cincuenta familias. t§n total, pues, los judíos españoles se
o emigrar, como lo demuestra el esfuerzo ince~>ame en esas semanas por parte cifraban en vísperas de la expulsión en algo más de ochenta mil almas, muy
de lo:; religiosos en convertir a lo:; judíos y la satisfacción con que los con- lejos de las cantidades de las que hablan sus dirigentes o los estudiosos pos-
versos eran acogidos en la Iglesia. Más aún. dos meses después de promul- teriores.¡
gar el edicto, el rey manifestó expresamente a Torquemada que «muchos Los sufrimientos de los que fueron obligados al exilio a causa de su reli-
quieren ser christianos, pero tienen recelo de lo fazer a causa de la Inquisi- gión son vívidamente descritos por Bemáldez en un cuadro que nos es muy
ción». En consecuencia, le ordenaba que «vós escrivays a los inqui:;idores, familiar desde el siglo xv. 8' Los má'i ricos pagaron por motivos caritativos los
mandándoles que aunque algo se provasse contra qualesquiere personas que gastos de los exiliados más pobres, mientras que los muy pobres no tuvieron
assí se tornassen christianos después que fuesse publicado el destierro dellos, más remedio que ayudarse a sí mismos aceptando el bautismo. A muchos les
no provean contra ellos, a lo menos por cosas livianas». 7R resultó imposible vender sus posesiones a cambio de oro o plata, pues esta-
ba prohibido exportar estos metales. así que vendieron casas y propiedades a
La expulsión fue una experiencia traumática, que dejó su huella durante cambio de lo que fuera. «Andavan rogando con ellas e non hallavan quien las
siglOs en la mentalidad occidental. En aquella década hubo voces proféticas comprase; e davan una casa por un asno, e una viña por poco pafio o lien~o;
que ligaban la suerte de los judíos a un magno destino. Entre algunos con- porque no podían sacar oro ni plata>>, nos informa Bernáldez. Los buques
versos, ); hemos de suponer que entre los judíos también, nació el sueño de que les esperaban en los puertos estaban atestados y mal gobernados. Una
abandonar Scfarad (el nombre hebreo de España) rumbo a la Tierra prometi- vez embarcados, las tormentas les devolvieron a las costas, forzando a cen-
da y Jerusalén. 79 Entre los cristianos, la caída de Granada aparecía, como así tenares de ellos a reconciliarse con España y el bautismo. Otros, no mucho
fue, el augurio que presagiaba la conversión de los judío-'i:)¿Se vio influido más afortunados. alcanzaron los anhelados puertos en el norte de África,
Fernando, que siempre había creído en la grandeza de su destino, por estas sólo para ser v(ctimas del pillaje y los asesinatos. Centenare:; regresaron
voces? Como catalán que era, ¿pesó en él la fuerte tradición mística exis- tambaleantes a España por cualquier ruta disponible, pre11riendo padecer los
30 LA l"'QUISJCTÓ\1 ESPA.ÑOLA LA GRA.'< DIASPORA 31

sufrimientos ya conocidos a los del mar abierto y los caminos. Uno de los fueron a Portugal y al reino de Fez. Lo mismo sucedió dondequiera que fue-
exiliados escribió: ran>}.?' Entre los que se convirtieron y los que regresaron, el total de los que
dejaron España para siempre fue relativamente pequeño, quizá no más de
Algunos se aventuraron en el océano, pero la mano de Dios se alzó en su cuarenta mil. Estas cifra~ sitúan mucha~ de las cuestiones históricas en una
contra. y muchos fueron capturado~ y vendidos como e~clavos mientras otros perspectiva más clara.
muchos se ahogaron en el mar. Otros ardieron vivos al incendiarse lo~ ban;o~ , Muchos autores han supuesto que el motivo de la expulsión fue la codi-
en que nevegaban. Todos sufrieron, en fin: algunos por la espada, otros en cau-
cia-y- el deseo de despojar a los judíos, pero no hay pruebas de ello; además,
tiverio y otros en la enfermedad, hasta que qucd¡¡ron muy pocos.RR
resulta muy poco plausible. La corona no obtuvo ganancias de la expulsión
1, Sin querer minimizar la trascendencia del edicto de expulsión, debe su-
y no tenía intención de obtenerlas. Nadie mejor que el rey sabía que los ju-
brayarse que sólo una pequeña proporción de los judíos de España se vio díos eran una minoría cada vez más reducida con recursos ya muy mengua-
afectada por él. Varios factores dan razón de ello. Conscientes de la posibili- dos. El propio Fernando reconoció que perdería algunas rentas procedentes de
dad de convertirse, muchos optaron por esta elección. Era algo que su gente los impuestos, pero los recuentos oficiales de la venta de las pertenencias
había soportado durante siglos, y no había razón alguna para rechazar esa po- arrojan cantidades irrisorias. Aunque las propiedades comunales, consistente~
sibilidad en aquellos momentos. Los cronistas se lamentaron, entonces y aho- principalmente en sinagogas y cementerios, fueron requisadas por la corona,%
ra, de la rapidez con que se bautizó la gente. «Se quedaron en España muchos en la mayoría de los casos pas<mm a manos de los municipios. Lógicamente,
que no tuvieron el coraje de emigrar y cuyos corazones no estaban llenos de los exiliados ejercieron su derecho a llevarse consigo la riqueza que les fue
Dios», nos dice un judío de la época. «En aquellos días terribles -informa permilid!=l acarrear./ Las listas de embarque de Málaga y Almería, en Anda-
otro-- miles y decenas de miles de judíos se convirtieron.:.:. 89 Los indicios lucía, muestran que muchos sacaron del país importantes suma~ de dinero."'
apuntan que posiblemente la mitad de los judíos de España prefirieron con- A algunos afortunados se les permitió conservar casi todos sus bienes y sus
vertirse a ser expulsados. La mayor parte de los que habüaban en Aragón, joyas. Uno de ellos fue Isaac Perdoniel, al que 5e concedió esta gracia a pe-
y quizá también los de Castilla. entraron en el redil cristiano. 90 Un motivo .tición del último rey de Granada, Boabdil."~ A Abravanel y su familia tam-
poderoso, claro está, fue el miedo a perder todos sus bienes.\Una conversa ve- bién se les otorgó el privilegio especial de llevarse todas sus riquezas. Otros
cina de Almazán observó algunos años después que <<los- que se quedaron sobornaron a los funcionarios para que les dejaran llevarse bienes en metá-
acá, que lo fisieron por no perder sus fasiendas:.:.. 91 lico. En 1494, un funcionario de Ciudad Real fue procesado por extorsionar
Muchos otros emprendieron el camino del exilio. Posiblemente un tercio a los judíos que iban hacia Portugal, y por permitir «que pasaron muchas
de los 9.000 judíos de la Corona de Aragón emigraron. 92 Todos se quedaron personas e judíos destos rey nos con oro e plata e otras cosas vedadas•~. 99

en países cercanos, principalmente en Italia. Los exiliados de Castilla mar- Particulares y corporaciones que debían dinero a los judíos se beneficiaron
charon a los reinos colindantes donde se toleraba su religión, como Navarra claramente de la expulsión, pero esta fue la consecuencia accidental de una
o Portugal. Para algunos el viaje a Portugal terminó en 1497, cuando se or- medida que respondía primordialmente a motivaciones religiosas.
denó a todos los judíos que se convirtieran al cristianismo como condición ¡_~_as consecuencias en España fueron más limitadas de lo que se ha pen-
para el matrimonio entre el rey Manuel e Isabel. hija de los Reyes Católicos. sado. Se atribuye al sultán de Turquía haber dicho en fecha posterior que él
Grupos de exiliados, particularmente de Andalucía, cruzaron el estrecho y se «Se maravillaba mucho de que hubiesen echado de España a los judíos, pues
establecieron en el norte de África. Otros les siguieron años después. tras las era echar de sí a las riquezas». Pero la cita e~ apócrifa y aparece en una fuen-
conversiones portuguesas de I497. Navarra cerró sus puertas cuando requirió te judía tardía y sin corroborar. 100 L~sjydíQ~ _j"l:).bían_ desempefía.Q..Q un peque-
a los judíos que se convirtieran en 1498. A pesar de una persistente tradición ño papel en la~conomía del país y su pérdida tuvo. un impacto. igualmeñie
que indica lo contrario, no se :;abe de judíos que emigraran a Turquía hasta menor. 101 En cualquier caso, en la práctica se había permitido a los judfo~ que
mucho más tarde. 93 Pero todos los emigrantes compartían un elemento co- traspasaran sus bienes a los conversos, de modo que los que volvieron, como
mún: los sufrimientos. Un diplomático genovés, al contemplar a los refugiados Samuel Abolafi.a de Toledo, 102 pudieron recuperar sus propietla.LI~~ inmedia-
que arribaban al puerto, comentó que «nadie podría observar las penas de Jos tamente~_-,En Ciudad Real, se obligó a un funcionario a devolver a Fernán
judíos sin conmoverse ... Se les podía tomar por espectros, tan escuálidos, tan Pérez, «q'ue antes se llamaba Jacob de Medina~>. «unas casas que le vendió a
cadavéricos de aspecto, en nada distintos de los muertos ... ». 94 Dondequiera menos de su justo precio al tiempo que los judíos hubieron de salir del
que fueran los refugiados eran explotados o vejados. Inevitablemente, mu-
111
reino•~. ·' En Madrid, en 1494, varios médicos judíos que regresaron, con-
chos intentaron el regreso. vertidos al cristianismo, fueron recibidos con los brazos abiertos por el ayun-
Exiliados en África, dice un rabino de Málaga, «muchos de ellos no pu- tamiento, que comentó «mientras mas físicos [h]uvier[e] ques más bien para
dieron soportarlo más y regresaron a Castilla. Lo mismo les ocurrió a los que la villa, pues todos son bueno:; físicoS>>. H."
32 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA LA GRA"' DIÁSPORA 33
No menos equivocada es la afirmación de que el propósito de la corona Lo que perdió España no fueron ni riquezas, pues los judíos no eran ricos.
era conseguir la unidad religiosa. 10' El rey y la reina no tenían sentimientos an- ni población, pue~ ya quedaban pocos. Algunos comentaristas posteriores.
tisemitas ni habían desarrollado una política en este sentido; antes bien, siem- que escribían en tiempos de dificultades, creyeron que la pérdida principal
pre habían protegido y favorecido a judíos y conversos. Se les podía acusar de España en 1492 había sido de tipo económico-t_Pero lo.'. españoles que
de muchas cosas, pero no de antisemitismo. 10ó Y tampoco eran antiislámicos. reflexionaron sobre este asunto tenían la impresión Oe que la verdadera pér-
Fernando e habel no hicieron movimiento alguno, hasta varios años más tar- dida había sido el fracaso de la corona en proteger a su propia gente: la co-
de, que perturbara la religión de la enonne población musulmana de España, rona había vuelto la espalda a la sociedad plural del pasado, había roto con
que en ténninos políticos entrañaba un peligro mucho más grave que la una comunidad entera que había sido parte histórica de la nación y había
pequeña minoría judía. aumentado el problema converso sin resolverlo. Los judíos habían sido final-
¡Aunque los términos del edicto promulgado en Aragón eran de un anti- mente conducidos al redil cristiano.¡<<Hc aquí pare"ce -escribió el cura de
serhítismo furibundo, la cálida acogida dada a los retornados confirma que la Los Palacios, Andrés Bernáldez- que se cunplió la profecía que dixo David
expulsión no estaba motivada por el racismo. La proporción de los que re- en el salmo Eripe me, que dize: Convertentur ad vesperam, el famem pa-
gresaron fue alta Los indicios apuntan a que se les devolvieron sus puestos tientur, ut canes; et circuihunt civitatem. Que quiere dezir: "Convertirse han
de trabajo, sus propiedades y sus casas. Los que se convirtieron recibieron a la tarde, y [h]abrán hambre como perros, e andarán cercando la cibdad".
protección contra el antisemitismo popular. En 1493, los monarcas prohibie- Así estos fueron convertidos muy tarde e por fuer~a. e por muchas penas,
ron a las gentes de las diócesis de Cuenca y Osma que los llamaran «torna- como dicho cs.»" 1
dizos~~.101 Los nuevos conversos y los antiguos siguieron ejerciendo como
comerciantes y dedicándose a las profesiones en las que se habían distin-
guido los judíos; de esta manera, el impacto económico de la expulsión
quedó amortiguado.',.
En Europa, los ioetáneos que tuvieron noticia de la expulsión reacciona-
ron según la información que recibían. Algunos felicitaron al rey español por
lo que había hecho. Como coincidió con la expulsión, la sífilis, una nueva en-
fermedad de transmisión sexual identificada esos meses, recibió el sobre-
nombre de «enfermedad judía>~. 1 os
Muchos cristianos en España, entonces y posteriormente, juzgaron equi-
vocada la expulsión. El rabino Capsali cuenta que, tras la muerte de Fernan-
do, más de un funcionario criticó al rey por haber desterrado a los judíos Y"'
Este dato es apoyado por el propio biógrafo oficial de Fernando, el inquisi-
dor Jerónimo de Zurita, quien nos dice que «muchos eran de la opinión que
el rey estaba en un erran) _u u El primer historiador de la Inquisición, Luis de
Páramo, que escribió un siglo después de la expulsión, también se muestra
seguro sobre esta cuestión. «No puedo dejar de mencionar -afirmó-- que
había hombres letrados que no pensaban que el edicto estaba justificado.>) 1"
Las críticas estaban justificadas por la política, chocante y ambivalente, de la
corona después de 1492. Porque si bien el judaísmo fue prohibido en Espa-
ña y sus colonias, en cambio -y este es un hecho poco conocido-- fue per-
mitido en cualquier otro territorio bajo la corona española en los primeros
años del siglo XVI. Sólo un siglo después de 1492 se prohibió el judaísmo en
Milán, que estaba bajo el control de España desde mediados del siglo XVI, y
no fue sino doscientos años más tarde cuando se impidió su práctica en el
Orán español, en el norte de África. 112 Esta aceptación tácita signif1có que la
religión judía continuó teniendo un cierto peso en la conciencia de los espa-
ñoles que viajaban por el imperio mucho después de que hubiera cesado de
existir en España.
ADVT'.''HM!ENTO DE LA INQUISICJÓN
35
cumplir los requisitos para ostentar cargos públicos oficiales en pueblos y
ciudades. El resultado fue que aumentó la rivalidad entre los recién llegados
y las viejas oligarquías. En algunas ciudades castellanas, tales como Burgos
(donde había antigua<~ familias judías prominentes, como los Cartagena y los
Maluenda) y Toledo, los conversos eran figuras influyentes en los contejos
municipales. En otras, se sirvieron de los cargos públicos para hacer causa
común, agudizando la amarga y a menudo sangrienta rivalidad entre faccio-
3. EL ADVENIMIENTO DE nes que caracterizó la vida política del siglo X~ El historiador converso Diego
de Valera cuenta que en el concqjo de Córdoba «avía grandes enemistades e
LA INQUISICIÓN grande envidia, como los cristianos nuevos de aquella cibdad estoviesen muy
ricos y les viesen de continuo comprar ofi¡;ios, de los cuales usaban sober-
biosamente, de tal manera que los cristianos viejos no la an conportan}. En
Guardaos del fuego, que cerca están los padres.
Segovia, según el cronista Alonso de Palencia, los conversos qapoderados
Un fraile a un converso, descaradamente de todos los cargos públicos y ejerciéndolos en extrema in-
So:ria, 1491 1 juria y oprobio de la nobleza cargada de méritos, y con gran daño de la repú-
blica}>.2 En la ciudad de Palencia, en 1465, «entre los christianos biejos e los
conbersos lhlabía [hjabido grandes bandos}}, en los que las principales familias
La expulsión de 1492 no resolvió ning~n problem~, con~ig~icn~o sól~ de la ciudad habían apoyado a los conversos. 3 El peso político de los conver-
agravar el que ya existía La pequeña comumd_ad de antiguos JUdtos ~~ sum~ sos estaba limitado, claro está, a aquellas ciudades y pueblos donde los judíos
al ya importante grupo de conversos. El «peltgro convers_o,}, q~c hasta en habían sido numerosos; pero en ellos, su actividad era significativa. En Cuen-
tonces se podía considerar un fantasma, ~esultado de la ent~brectda. Y exage- ca, a finales del siglo xv, las familias conversas ocupaban el 85 por 100 de los
rada imaginación de los clérigos, alcanzo entonces proporcmnes _reales. puestos del concejo municipal. 4 En Guadalajara, el patronazgo del poderoso
1 Aunque muchos judíos se quedaron, man~enicndo sus pro~ie~es, no duque del Infantado les daba una posición igualmente ventajosa.
sie"mPre se les aceptó de buena gana en comumdades _donde se h~bm d_e~per­ Las conversiones ~e hicieron significativas desde finales del siglo xrv,
tado el antisemitismo. Se había permitido q~e los emt.grantes traspasar~n ~u~ convirtiéndose en sustanciales durante la centuria siguieme. Los que proce-
bienes a los cristianos nuevos. de modo que estos contmuaron en manos de la dían de las clases superiores judías gozaban de la ventaja de ser aceptados en
misma familia. En la sociedad que siguió a 1492, lo_s n~evo.s conversos ocu_- iguales término~ en el seno de la oligarquía cristiana. En un edicto de Juan II
-~. paron exactamente la misma posición social que los J~dws. Como a~ tes ?.e,la de Castilla emitido en 1415 y dirigido a su tesorero, que era converso, se afir-
expulsión, ejercían de comerciantes, recaudadores de impuestos, prestamist~~· ma que: <<Por cuanto he sido informado que los del vuestro linaje, cuando
labradores, sastres y zapateros remendones. ~ara, el populacho res~ltó muy ta- eran judíos, eran habidos por fijosdalgo, pues vosotros sois cristianos es ra-
cil identificar a los nuevos cristianos con los judíos_ que ~~an antes. t~to en lo zón que seades más honrados. Por ende, es mi merced que seades habidos
5
económico como en ]o social. Tal proceso de ident1ficacmn se prod~JO en. par- por. .. fijosdalgos}}. Entre los primeros en adoptar la fe cristiana se encon-
te debido a los hábitos conservadores de los conversos, a la supervJVe~cm ~e traba Salomón Halevi, gran rabino de Burgos, quien se convirtió junto con
Jas prácticas judías y a la dificultad que muchos hallaban e~ ~dapt~rse ~ la~ sus hermanos en 1390 con el nombre de Pablo de Santa María. Tomó las
costumbres cristianas, particularmente en lo que ~e refiere a la": comi?a~_., .. órdenes sagradas, llegando a ser nombrado primero obispo de Cartagena
Además, los antiguos judíos tuvieron que umrse a ~na soctedad come~sa y después de Burgos, tutor del sucesor de Enrique III y legado papal. Su
que existía previamente y con la que no ten_ían nccesanamente mucho ~n co- primogénito, Gon.t:alo fue sucesivamente obispo de Astorga, Plasencia y Si-
ú Recordemos que había decenas de miles de conversos, la mayona s~r­ güenza; el segundo, Alonso de Cartagena, sucedió a su padre en la sede de
~d:~ de los acontecimientos de 1391, ~ue d~sempeñando
!_levaban un acllvo
6
Burgos. En Castilla, el encargado de las finanzas de Enrique TV, Diego Arias
papel en la Espafl.a cristiana desde hacta mas de un s1glo. Dávila (m. 1466), era converso y fundó una poderosa dinastía, en cuyo seno
En las clases más altas, los conversos de 1391 tenían un peso fundamen- nació uno de los conquistadores de la América central, Pedrarias Dávila; uno
tal~-;;_los municipios, la unidad política básica en España. Los pue~los co~s­ de los hijos de Diego, Juan Arias, fue obispo de Segovia y uno de sus nietos
tituían el centro de las comunidades rura_l~s y_la ~lav_e de la autondad real. obtuvo el título de conde de Puñonrostro.
Con el cambio de religión muchas fanuhas JUdlas Importantes pasaron a En Aragón, los miembros de la poderosa familia de la Caballería se con-
virtierOn tras la Disputa de Tortosa. Otros conversos de primera generación,
36 LA TNQt'ISICIÓ!\- fiSPA<\JOLA i\DVEI"IMIENTO DE LA INQUSICIÓN 37

como los pertenecientes a las familias Santa Fe y Sánchez, ocupaban cargos Es bien sabido que los converso~ sobresalieron en el campo de las finan-
públicos de importancia. De particular importancia era la familia Santángel, za~. Ya es memorable que, de no haber sido por las finanzas conversas, el
cristianos desde 1415 y que ejercían altos cargos en la Corona de Aragón. pnmer viaje de Colón en 1492 no hubiera podido llevarse a cabo: fueron los
Fue un miembro de esta familia, Luis, tesorero de Fernando, quien reunió el conver~os ar_agoneses Luis de Santángel y Gabriel Sánchez quienes protegie-
dinero que ayudó a financiar el primer viaje de Colón a América. A fmales ~on/ h,nancmron la expedición; judíos y Conversos, incluyendo un intérprete
del siglo xv los principales cargos administrativos los ocupaban conversos. JUdto, lormaron parte de la tripulación; e incluso se ha argumentado, aun-
así que cuando la Inquisición empezó a funcionar cinco de ellos -Luis de que sobre una base muy débil, que Colón mismo descendía de una familia de
Santángel, Gabriel Sánchez, Sancho de Paternoy, Felipe Climent y Alfonso conversos catalancs.''1 Hubo algunos españoles que más tarde habrían de la-
de la Caballería- ostentaban los más altos cargos del reino. mentar la expulsión de los financieros judíos en 1492; en el siglo XVII en-
Los conversos mantuvieron un papel prominente en la corte de los Re- contra~os p~r primera ve~ en los escritores españoles insinuaciones de que
yes católicos. En la Castilla isabelina, al menos cuatro obispos eran de ori- la creciente nqucza de nacmnes como Holanda era en gran medida resultado
gen converso. También de reconocido linaje converso era el cardenal Juan de ~e la afluencia del capital judío hacia Amsterdam. En fecha posterior, la mí-
Torquemada, tío del primer inquisidor general.' Tres secretarios de la reina h~a decadencia de España y el consiguiente triunfo de sus enemigos se acha-
-Fernando Álvarez, Alfonso de Ávila y Remando del Pulgar- eran cris- co a una conspiración judía internacional. Entre los primeros escritores que
tianos nuevos y uno de sus capellanes, Alonso de Burgos, era converso. Va- expresaron este parecer se encuentra Francisco de Quevedo, quien sostenía
rios otros con cargos en la corte eran conversos reconocidos, entre ellos los que ancianos judíos procedentes de toda Europa habían mantenido una reu-
cronistas reales Diego de Yalera y Alonso de Palencia. Su presencia era tan nión en Salónica, donde urdieron planes secretos contra la cristiandad. El
notoria, que el hecho era comentado con sorpresa por los extranjeros que conde-d~que de Olivares fue acusado, por Quevedo y otros, de hacer planes
visitaban la corte de Isabel. para s_oiiCJtar a los judíos que volvieran a España, reparando así las conse-
Inevitablemente, una buena parte de familias conversas siguieron ejer- cuencias de 1492. 15
ciendo las profesiones que habían tenido cuando eran judíos. Aunque lama- Otra ocupación destacada de los conversos era la medicina.'" Igual que
yoría vivía en núcleo~ urbanos, muchos otros prefirieron el campo. En la en el caso de las finanzas, no debe exagerarse su número y la importancia
zona de Sevilla y Cádiz en Jos años de 1480, aproximadamente la mitad de de su c~ntribución. Así, la propia Inquisición de Logroño (Navarra), a fina-
una muestra de 6.200 conversos habitaba en las zonas rurales, donde estaban l~s del ~~~lo XVI, _se vio necesitada de un médico, pero no pudo hallar un cris-
bajo la jurbdicción directa de los grandes nobles, más capacitados para de- tiano VIeJo suficientemente cualificado; finalmente. tuvo que designar a un
tender sus intereses.~ Allí, en el campo, cultivaban la tierra. En Aguilar de converso p_ara el puesto. Pant ello, se consultó a la Inquisición de Madrid,
la Frontera, cerca de Córdoba, de los sesenta sambenitos o ropas peniten- que decreto que se contratara al converso, pero sin darle título oficial, con la
ciales de la Inquisición que colgaban en las iglesias locales a finales del si- ~speranza de que algún día encontrarían un cristiano viejo. Una situación
glo xvr_. unas diecinueve pertenecían a familias de labradores de origen con- tgualmente embarazosa ocurrió en Llerena, donde la Inquisición informó
verso.') En las ciudades, se indinaban por oficios de poca categoría, pero que en ~579 que, a falta de médicos que fueran cristianos viejos, las autoridades
permitían una cierta independencia. De una muestra de 1.641 conversos tole- habt~~ ~ombrado médico oficial a un hombre «que a estado preso en esta
danos que tuvieron algo que ver con la Inquisición en 1495, la mayoría tenían Inqutstctón por judayzame tres años y medio»."
ocupaciones urbanas modestas, pero entre ellos había un número significa- . La corona contrataba habitualmente médicos conversos. Francisco López
tivo de joyeros y plateros (59), comerciantes (38), recaudadores de impues- Vtllalobos fue médico de la corte con Fernando el Católico y Carlos V. En-
tos (15) y cambistas ( 12). 111 El caso de Badajoz muestra que la totalidad de tre otros famosos conversos debe mencionarse al doctor Andrés Laguna
los 231 castigados por la Inquisición entre 1493 y 1599 provenían de las cla- (1499-1560),_nat~ralista, botánico y médico, nacido en Segovia, y una de las
ses profesionales y comerciales. Ocupaban puestos que iban desde la alcaldía grandes lummanas de la ciencia española. Los destacados servicios de
y los cargos municipales hasta los de médico, abogado, comerciante. tendero y los c~n~ersos a la medicina quedan ampliamente ilustrados por el número
fabricante, de menor categoría.'' Lo mismo es válido para Zaragoza y otras d_e med1cos que aparecen en los expedientes de la Inquisición durante los
ciudades principales de las que tenemos datos. Por ejemplo, en Barcelona de stglos XVI y XVII.
un muestreo de 233 personas juzgadas en esos años, una cuarta parte eran Siguiendo una larga tradición, las familias conversas dieron muchos hi-
comerciantes y otra trabajaba en la industria textil. u En Andalucía, una se- jos : hijas a_ la Iglesia. para que fueran educados por las órdenes religiosas.
lección de los que pasaron por el tribunal de la Inquisición el año de 1495 Habta estudiantes conversos en casi todas .las universidades españolas, y a
indica que la mitad estaba empleada en el sector textil y una sexta parte en vec~s se l~s otorgaban los beneficios eclesiásticos y las sedes episcopales con
la marroquinería. 13 preferencta a los cristianos viejos. Hacia mediados del siglo XVI, se decía
38 LA INQUISICIÓT\ ESPA:\IOLA ADVEN l\1IENTO DE LA J:-<QUISIC'IÓ"l 39

con malicia que la mayor parte de los clérigos que residían en Roma en rar de su número: conversos eran los cronistas Álvar García de Santa Maóa
busca de prebendas eran de origen judío. Algunos escritores de panfletos (m. 1460), Diego de Valera (m. 1488) y Alonso de Palencia (m. 1492), así
habían afirmado ya a mediados del siglo xv que los cristianos nuevos se como los famosos poetas Juan de Mena (m. 1456) y Juan del Encina (m. 1529).
estaban infiltrando en la Iglesia y amenazaban con controlarla. Los conver- Algunos escritores conversos participaron de lleno en las controversias
sos, según se sostenía, se habían abierto camino hasta el corazón de la so- sobre la limpieza de sangre, dirigiendo sus trabajos específicamente contra
ciedad cristiana, en la nobleza y en la Iglesia, y estaban planeando destruir- los judíos. Entre ellos estaba el obispo Pablo de Santa María, cuyo Scruti-
la desde dentro. nium Scripturarum, aunque escrito en 1432. fue publicado póstumamente; el
Que se habían infiltrado en la nobleza era, ya en el siglo xv, un hecho médico Joshua Halorqui, quien adoptó el nombre de Jerónimo de Santa Fe.
conocido y aceptado. Al principio de los disturbios contra los conversos que fundó un poderoso linaje converso e intervino en la polémica antisemita con
tuvieron lugar en Toledo en 1499, uno de los secretarios reales, Fernán Díaz una obra titulada Hehraeomastix; el miembro de una importante familia con-
de Toledo, escribió un informe o Instrucción para el obispo de Cuenca, en el versa, Pedro de la Caballería. quien escribió en 1450 el tratado Zelus Christi
que afirmaba que todos los linajes nobles de Castilla, incluyendo los Enríquez contra Judaeos. Estas tres obras debidas a la pluma de conversos estaban ba-
(del que descendía Fernando el Católico), procedían de conversos. La cues- sadas en un sólido conocimiento de la cultura judía y apelaban a la polémica
tión tuvo, como veremos posteriormente,'R repercusiones importantes en la a un nivel letrado. La corriente antisemita, claro e~tá, también se halla en los
sociedad española. Dos libelos continuaron la controversia en el siglo XVI. En escritos de muchos que no tenían un origen converso.
Aragón, un consejero de la Inquisición compuso el que sería conocido como El tono y los argumentos de la polémica, cuando estaba dirigida al hom-
el Libro verde de Aragón, ' 9 un cuadro genealógico en el que se traLaban los bre de la calle eran muy diferentes. La obra más significativa es la titulada
orígenes de la nobleza y por el que quedaba claro que las familias más pro- Fortalitiumfidei contra Judaeos, impresa en 1460, de fray Alonso de Espina,
minente del reino no habían escapado a la inl1ltración de los conversos. Este un conocido franciscano, confesor de Enrique IV, que utilizó su posición para
documento, manuscrito en la primera década del siglo XVI, se convirtió en pie- avivar el odio contra judíos y cristianos nuevos. Aunque la mayoría de los
dra de escándalo, pues las copias pasaban de mano en mano. con adiciones y historiadores lo consideran converso, casi seguro que no lo era, 23 ya que
retoques, hasta que el gobierno decidió que no podían tolerarse tales calum- las tergiversaciones y falacias de su obra delatan una completa ignorancia de
nias y ordenó en 1623 quemar todas las copias que pudieran hallarse. Pero la sociedad judía. En la década de 1450 se empleó a fondo en una campaña
para entonces ya circulaba en secreto un libelo aún más difamatorio. En 1560, para lograr la conversión forzosa de los judíos, contribuyendo con el tema y
el cardenal Francisco de Mendoza y Bobadilla, enfurecido porque dos perso- el lenguaje de su obra al odio racial. Para E~ pina, los crímenes de los judíos
nas de su familia no habían sido admitidas en una orden militar, presentó a eran de sobras conocidos: eran traidores, homosexuales, blasfemos, infan-
Felipe 11 un memorándum, conocido más tarde como Tizón de la nobleza de ticidas, asesinos (bajo el disfraz de médicos), envenenadores y usureros.
España, con el cual pretendía demostrar que prácticamente la nobleza entera Lo que distingue a Espina de los apologistas conversos es el hecho de que
tenía ascendencia judía. 20 Las pruebas que ofrecía era tan incontrovertibles que sus acusaciones fueran claramente racistas en carácter y propósito, mientras
el Tizón fue reimpreso numerosas veces hasta el siglo xrx, casi siempre como que la ira de Santa María y los restantes autores estaba abiertamente dirigi-
un opúsculo contra el poder y la influencia de la nobleza. Nunca hubo tenta- da contra la obstinada incredulidad de sus hermanos aún no convertidos. Se
tiva alguna de replicar estos dos libelos. ha considerado el tratado de Espina como un borrador lleno de propuestas
Las cuestiones de la genealogía y del linaje pasaron, pues, a ocupar un que influyó en la estructuración de la Inquisición española," pero en verdad
lugar destacado en la política. En un importante memorial presentado por el sus ideas no eran nuevas: el Santo Oficio, cuando finalmente fue establecido,
historiador Lorenzo Galíndez de Carvajal al emperador Carlos V, se afirmaba siguió más bien el modelo de la Inquisicón francesa-medieval.
que varios de los miembros del Consejo Real tenían orígenes conversos; sin
embargo, entre las excepciones estaba el doctor Palacios Rubios, «hombre La coexistencia entre cristianos viejos y judíos fue, por lo general, pacífica.
limpio, porque es de linajes de labradores».n La «limpieza» de sangre judía No obstante, en algunas ciudades, la presencia de familias conversas podero-
se convirtió en un asunto alrededor del cual se concentraron las luchas por sas originó conllictos de poder entre cristianos viejos y conversos. Los ju-
adquirir una posición social. dío~, normalmente excluidos de los cargos públicos, no participaron de modo
directo en ellos. La primera explosión significativa de la~ luchas por el poder
Las controversias sobre cuestiones de genealogía en el siglo xv pusieron tuvo lugar en Toledo, el antiguo centro de la judería castellana y una de las
de relieve el prominente papel de los intelectuales conversos.n Un puñado de principales ciudades de Castilla. En 1449 hubo serios disturbios, dirigidos en
ellos, pertenecientes a las clases altas, realizaron una contribución extraordina- parte contra el valido de Juan 11, Álvaro de Luna, al que se acusaba de favo-
ria si se mide por la calidad de sus escritos, muy ~upcrior a la que cabóa espe- recer a los judíos. La facción de los cristianos viejos reunió un tribunal para
40 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA ADVENI'\.f!ENTO DE LA 1:-.JQUIS!CIÓ~ 41

determinar si los conversos podían seguir ostentando cargos públicos. Pedro inducen grand escandalo é cisma é diuiden la túnica inconsubtile de Christo el
Sarmiento, uno de sus cabecillas, propuso un estatuto especial (conocido ~ual como buen Pastor nos dió mandamiento que unos a otros nos amascn~o~
como la Sentencia~Estatuto) que, a pesar de cierta oposición, fue aprobado e_estando en unidad é obediencia de la Santa Madre Iglesia só un Pontifiee é
por el consejo de la ciudad en junio de 1449. Por él se resolvía que «ningún VIcario inmediato de Christo, só un bautismo, só una ley fasiéndonos un cuer-
po, agora oviese seydo judío, griego é gentil; é por el bautismo regenerados so-
confesso del linaje de los judíos no pudiese haber ni tener ningún oficio ni mo~ fech_os ~uevos homes de que se ~igue, quantos son culpables los que, olvi-
beneficio en la dicha cibdad de Toledo, ni en su tierra, término ni juridic- dada la hmpteza de la ley evangélica, [h]asen diversos linages de gentes unos
ción>> y que no se aceptara el testimonio de los conversos contra los cri~­ llamándo~e ehristianos vieJos é otros llamándose christianos nuevos o convcr-
tianos viejos en los tribunales. 25 s?~- .. E lo que e~ peor es que así en la cibdad de Toledo, como en las otras
El resultado inmediato fue una bula expedida por el papa Nicolás el 24 de c~hdades, villas é lugares de nuestro an;:obispado lhlay munchas cofradías é ca-
septiembre de 1449 con el significativo título de Humani generis inimicus, bildo~ é hermandades, é só color de piedad algunas de las quales non reciben
en el que se denunciaba la idea de excluir a los cristianos de los cargos pú- conversos, en otras non rescibcn christianos viejos ... 37
blicos simplemente por su raza. «Decretamos y declaramos -proseguía el
papa- que todos los católicos forman un cuerpo con Cristo, de acuerdo con En _consecuencia, el arzobispo ordenaba la disolución de dichos gremios
las enseñanzas de nuestra fe.>> Otra bula de la misma fecha excomulgaba a Y proh~~ía cualquier otra as~ciaei~n en función de la raza bajo pena de ex-
Sanniento y a sus seguidores por supuesta rebelión contra la corona españo- comumon. Pero sus buenas mtenctones no tuvieron fruto. La división entre
la. Otras autoridades eclesiásticas españolas se unieron al papa al declarar conversos y cristi~nos viejos se había hecho demasiado profunda para que un
que los conversos bautizados tenían derecho a todos los privilegios del pue- solo prelado pudtera salvarla. La constante propaganda y las persecuciones
blo cristiano. Pero la Sentencia-Estatuto representaba a fuerzas muy podero- por ~sumos menores habían aguijoneado el ánimo del populacho hasta con-
sas que no podían ser suprimidas fácilmente. El estado de guerra civil que segutr que se convirtiera en auténtica furia contra los conversos.
reinaba entonces en Castilla hacía que la corona se mostrara deseosa a toda De los miles de judíos que en el curso del siglo anterior habían sido for-
costa de ganarse aliados por medios concilatorios, por lo que en 1450 el rey zados a recibir el bautismo mediante persecuciones y campañas de conversión,
Juan TI pedía al papa que suspendiera la excomunión contra aquellos que muy pocos habían abrazado sinceramente el catolicismo. Con el tiempo, sin
practicaban el racismo. Un año más tarde, ell3 de agosto de 1451, el rey dio embargo, los conversos aceptaron la nueva religión sin problemas y así, cuan-
su aprobación formal a la Sentencia-Estatuto, lo cual significó una victoria para do las c?ntro~ersias religio~as se desataron en Toledo medio siglo después
el partido de los cristianos; victoria repetida una vez más cuando, el 16 de de los dJsturbtos de 1391, m uno solo de los autores cristianos puso en duda
junio de 1468, un año después de lo::. motines de Toledo de 1467, el rey En- que los cristianos nuevos profesaban en su mayor parte una fe ortodoxa. Aun-
rique IV confirmó en sus cargos municipales a todos los que Jos ocupaban que alg_unas voces sostuvieron lo contrario en los momentos álgidos de las
en lugar de los conversos. El 14 de julio del mismo año, dicho rey concedió luchas mtestinas, nunca pudieron aportar pruebas que lo fundamentaran.
a Ciudad Real el privilegio de excluir a los conversos de todos los cargos Durante un cuarto de siglo tras la Sentencia-Estatuto, la controversia de-
municipales. 26 cayó, sin que emergiera indicio alguno de herejía entre los cristianos nuevos.
En ambos casos, el conflicto había sido puramente local, reflejo de fac- La cuestión volvió a aflorar en la siguiente ronda de conflictos contra los
ciones rivales. Prácticamente no había habido disturbios desde 1391, y ape- c?nversos: con raíces que nunca eran exclusivamente religiosas. Los distur-
nas algunos incidentes fuera de la Castilla del centro. En ciudades donde los btos también se agravaron en los últimos años del siglo xv debido a las difi-
conversos eran poderosos, como Burgos o Ávila, no había habido revueltas. cultades económicas más frecuentes. En 1463, un converso andaluz comen-
Por ello, puede decirse que no existía un peligro inmediato para la paz del tó «aquí, a Dios gracias, aunque ay bullidos no son por nosotros». 28 Había, no
reino. Sin embargo, el hecho de que dos ciudades castellanas trataran de ex- obstante, problemas en otros lugares de España, y en 1467 hubo levantamien-
cluir a los conversos de los cargos públicos era una señal amenazadora, como tos anticonversos en Toledo y Ciudad Real. En Sevilla, la nobleza mantuvo
lo era que la oligarquía constituida por cristianos viejos hiciera uso delibera- a los revoltosos bajo control, de modo que «quedaron lo~ conversos con su
do del sentimiento antisemita para azuzar al populacho contra sus enemigos. h_onor».~" En Burgos, donde hubo también disturbios, se habían padecido ten-
A algunos clérigos les preocupaba también el efecto que estos hechos tenía Siones durante décadas. Los incidentes más graves ocurrieron en 1473, con
en la unidad del pueblo cristiano. Por lo tanto, tras algunas deliberaciones, revueltas y masacres en varias ciudades andaluzas, sobre todo en Córdoba. 30
en 1468, el arzobispo de Toledo, Alonso Carrillo condenó a los gremios de En Jaén, ese ll}ismo año, una de las víctimas fue el condestable de Castilla,
Toledo que se habían constituido siguiendo criterios raciales, por los cuales el converso Mtguel Lucas de Tranzo, degollado ante el altar mayor de la ca-
unos excluían a los conversos y otros a los cristianos viejos. El obispo decla- tedral mientras trataba de defender a los conversos. Los acontecimientos
ró que las divisiones mostraron la gravedad de la situación política en el sur de la península y la
42 LA INQUISlClÓN ESI'A.'\IOLA ADVE:\"IMIENTO DE LA INQUISICIÓN 43

prontitud con que los cristianos nuevos se convertían en el chivo expiatorio. destin0».1.' «Todos los conversos --escribe otro historiador- hicieron lo que
Se ha sostenido que a menudo la situación era manipulada contra conver~os y pudieron por cumplir con los preceptos mosaicos, y debe considerarse como
judíos por las oligarquías de cristianos viejos.-11 sincero el ideal que todos ellos se propusieron: vivir como judíos.>>.]" La
Fueron los sucesos políticos de esos años, más que la percepción de que prueba de mayor peso esgrimida por los que ponen en duda el cristianismo
circularan herejías, lo que finalmente originó que se instaurase la Inqui~ición. de los conversos es la documentación del Santo Oficio, una masa descomu-
El escenario, delimitado aproximadamente por Ca~tilla, la Nueva y la Vieja, nal de testimonios a menudo no solicitados en los que se condenan los erro-
y Andaluda, en que se desarrollaba el drama era el centro y el sur de España. res de miles de conversos. Si esta perspectiva es aceptada, ello no sólo
Esta zona, que entonces todavía constituía la frontera real de la Reconquis- supondría justificar el establecimiento de la Inquisición, sino que implica
ta, era donde vivía también la mayoría de los judíos. Solar aún de la precaria negar el testimonio de numerosos conversos de finales del siglo xv.
coexistencia de las tres religiones, se convirtió en un espacio potencial para Averiguar cuál era la verdadera situación religiosa de los conversos antes
los conflictos sociales más graves de la península. de 1492 es, por consiguiente, una cuestión primordial_ll Los testimonios pue-
den dividirse en tres grupos: los de los judíos, los de los conversos y los de
La ambigüedad religiosa de los conversos planteó una pregunta crucial: los enemigos de los conversos.
¿,eran los conversos judíos? La cuestión fue sacada a la luz después de las Entre los judíos no parece haber dudas sobre el cristianismo de los con-
conversiones en masa de 1391. Los que permanecieron fieles a la religión ju- versos. La opinión de sus dirigentes religiosos, citada antes, no deja margen
día querían saber cómo debían coexistir con lo5 conversos. En el siglo XV. para ello. Judíos y conversos podían reunirse en ocasiones sociales y fami-
mucho antes de la expulsión de 1492, los rabinos del norte de África eran liares, pero mientras fueran conscientes que tenían diferentes creencias. El
consultados a menudo sobre este asunto. Sus opiniones, o responsa, eran ine- te~timonio más convincente de todos se encuentra tras la instauración de
quívocas. Los conversos no debían ser considerados como convertidos contra la Inquisición: el que los judíos no dieran ningún paso para ayudar a los
su voluntad (anusim), sino como conversos auténticos y voluntarios conver- conversos es señal de que eran muy conscientes de la distancia que había
sos (meshumadim).-12 Hay dato>. más que suficientes que respaldan esta pers- entre ellos.
pectiva. En muchos lugares de España, los conversos continuaron viviendo Los apologista~ conversos de 1449, preocupados por defenderse de la5
hasta cierto punto como judíos, pero con la ventaja de que podían disfmtar críticas, subrayaron lo incuestionable del cristianismo que profesaban. Fer-
de los derechos reservados a los cristianos. En Mallorca, un rabino comentó nán Díaz insiste en que si había judaizantes en Toledo, éstos podían contar-
que las autoridades «son permisivas con los conversos y les dejan hacer lo se con los dedos de dos manos, llegando a señalar que incluso el término de
que quieren». 3·1 Desde la perspectiva cristiana esos conversos eran de hecho «conversos» carecía de sentido: <<¿Cómo puede llamarse conversos a quie-
judíos practicantes, que, aprovechándose de la tolerancia oi1dal, actuaban nes son hijos y nietos de cristianos, nacieron en la Cristiandad y no saben
como cristianos. Pero, por otro lado, su aceptación voluntaria del cristianismo nada del judaísmo o de sus ritos?».-'~ Dirigentes conversos posteriores, más
los marcaba ante los ojos de los judíos como renegados, meshumadim. reali~tas, admitieron con menos reticencias que existía una cierta confusión
La avalancha de conversiones en toda España durante el siglo xv inten- en cuestiones religiosas. El cronista y secretario real Hernando del Pulgar,
sificó la controversia. Los judíos poco remilgosos con su fe que se convirtie- él mismo un converso prominente, daba fe de la presencia de judaizante~
ron por conveniencia pasaron a ser, como es natural, cristianos de conciencia enlfe los cristianos, pero no dejó de apuntar de modo certero ·las causas:
laxa. El autor de un libelo antisemita de la década de 1480, el Alborayco, 14 nunca se había intentado resolver el problema con catequesis y predicación
decía de los conversos que no eran ni cristianos ni judíos practicantes. Como en lugar de con persecuciones. Menospreciados por los cristianos viejos por
no eran ni una cosa ni la otra, se les identificaba en algunos lugares como al- su ra.w, despreciados por los judíos corno apóstatas, los conversos vivían en
horaycos, denominados así por el legendario animal de Mahoma, que no era un ambiente social que no habían escogido por propia voluntad. Muchos
ni caballo ni mula (al-buraq). Por su parte, los autores antisemitas opinaban habitaban cerca del barrio judío, con el que todavía sentían una afinidad
de modo unánime que los conversos practicaban el judaísmo en secreto y cultural; también mantenían elementos tradicionales en el vestir y las comi-
debían ser purificados sin contemplaciones. das de los que les resultaba difícil desprenderse. Algunos conservaban un
Muchos estudiosos modernos, que de ninguna manera pueden conside- vívido recuerdo de las persecuciones que en 1440 primero y en la década
rarse antisemitas, han identificado de modo persistente a los conversos con de 1470 después les había obligado a abandonar su cultura. Un médico
los judíos. Una escuela influyente en la historiografía judía moderna ha in- judío recordaba en Soria en 1491 que un anciano converso <<le dcsía llo-
sistido, por irónico que parezca, en que la Inquisición tenía razón al alegar rando como él estava arrepentido por se [h]aver tornado christiano»; refi-
que todos los conversos aspiraban a ser judíos. Yitzhak Baer afirma con con- riéndose a otro converso, el médico añadió que «ni él tenía ley de christiano
tundencia que «Conversos y judíos eran un solo pueblo. unido por un solo ni de judío>~. 39
44 LA J)JQUISICIÓN ESPAÑOLA ADVENIMIENTO DE LA 11'\QUlSICIÓ!\ 45

Pulgar cuenta que en una misma familia conver.~a. unos eran cristianos constantemente por lo que se suponía que había hecho, no por lo que real-
sinceros y otros judíos activos. De acuerdo con su experiencia, muchos «en mente hada. «Ütros, que sabía yo, [hjavían fecho otros mayores yerros que
la una y la otra ley prevaricaban», pues conservaban tradiciones judías al yo», protestó en 1489 una mujer de Cuenca, quien tenía la impresión de su
tiempo que practicaban un cristianismo formal. Nada de esto cambia el fon- «desviación» había sido insignificante.'''
do cristiano de una mayoría de conversos, cuya fe no se veía afectada por la Había otro aspecto importante del problema. Los cri~tianos nuevos que
naturaleza sincrética de sus prácticas religiosas. Al igual que, siglos más compartían dudas y momentos de falta de fe eran considerados herejes. mien-
tarde, los cristianos chinos y los malabares, quienes combinaron aspectos tras esas mismas dudas eran profesadas por la población no judía sin mayo-
de su cultura tradicional con la nueva fe, los conversos eran cristianos fer- res consecuencias. Por ejemplo, la existencia de un más allá era objeto de un
vientes y estaban orgullosos de serlo. El caso del obispo de Segovia, Juan persistente escepticismo popular. Sin embargo, afirmaciones tales como «no
Arias Dávila (1436-1497) resulta ilustrativo: su hermana, que no renunció al [h]avía otra cosa sino morir e nacer», «en este mundo no me veáis malpasar
judaísmo, vivía bajo el mismo techo que el resto de la familia y ésta no du- que en el otro no me veréi~ penar>}, 4' por boca de conversos aparecían ante
daba en asistir a bodas en el barrio judío u ofrecer alguna vez presentes a la los inquisidores en los años de 1480 como particularmente sospechosas. Las
sinagoga.4(l blasfemias contra Cristo, la Virgen y la misa eran cosa común entre los cris-
Los enemigos de los conversos eran aquellos cristianos que los criticaban tianos, como muy bien sabían los inquisidores. 4" Y a pesar de ello, en los jui-
sin cesar. El antisemitismo se convirtó en un tema constante, desde los años cios contra los conversos acarreaban una presunción mortal de culpabilidad.
de 1440, cuando se produjo una campaña de propaganda antisemita. hasta las Para un converso decir a alguien <~Uro a Dios todo es burla, desde el papa
polémicas de medio siglo más tarde. Según decían, todos los conversos eran hasta la capa>}; o sugerirle que «non cura:.en de creer en las palabras de los
criptojudíos. Todos ellos suponían una amenaza para la sociedad y la religión santos evangelios}} 47 era como invitar a quien le escuchaba a que le denun-
cristiana. Se alegaba que seguían practicando los ritos judíos en secreto y a ciara, incluso si tales dichos reflejaban una mentalidad extendida entre los
la luz del día y para justificar esta acusación se presentaba ame las autori- cristianos viejos en las zonas rurales. Catalina de Zamora, que había blasfe-
dades una nutrida minoría de seudocristianos sin respeto ni amor por su mado de la Virgen públicamente fue absuelta en 1484 de la acusación de ju-
nueva fe. daizante gracias al argumento empleado por su abogado de que «non· es
Pero ¿hubo en realidad un «peligro converso»? ¿Es cierto que había en inposyble que alguno diga las cosas susodichas sin que tenga perversidad de
España miles de cristianos nuevos que observaban en secreto la fe judía? la fo>. ~ Muchos de los testimonios ante la Inquisición provenían de gente ig-
4

Como veremos, hay razones de peso para dudarlo. 41 norante, que contribuyó a crear confusión en los criterios empleados para
Algunos años más tarde. cuando ya se había derramado demasiada san- identi11car a Jos judaizantes: en 1492 no saber el credo o comer carne en
gre y hubiera resultado intolerable negar la justicia de lo sucedido, el cronis- Cuaresma se consideraban indicios de judaísmo. 4" Cualquiera que no se adap-
ta Bernáldez, de actitudes antisemitas, :.ostenía sin margen de duda que los taba al resto de la comunidad se le veía como <~udío}>. Manuel Rodríguez,
conversos eran herejes en secreto. Según el autor de Alborayco, en Andalu- alquimista de Soria en la década de 1470, desdeñaba la religión oficial, pero
cía, de todos los conversos «difícilmente algunos son verdaderos cristianos, el párroco lo describió como «de los más sabidos hombres del mundo en
como es bien sabido en toda España»." 2 Escrita una década después de que todas las cosas>:.. Precisamente por ello tenía tilma, según el testimonio de un
se estableciera la Inquisición, la afrrmación es un ejemplo claro de aplicación funcionario, de ser «judí0>>.'0
del silogismo post hoc ergo propter hoc. Antes bien. en los diez años previos En conclusión, puede afirmarse que a finales de la década de 1470 no ha-
resulta difícil hallar datos que fundamemen tal aserto. En ese período las cau- bía ningún movimiento judaizante destacado o probado entre los conversos.
sas abiertas contra judaizantes en los tribunales eclesiásticos se cuentan con Tampoco hay ningún dato que explique por qué tal movimiento hubiera
los dedos de una mano. Y, en cualquier caso, habría que determinar con exac- tenido que surgir a finales del siglo xv.
titud qué es lo que implicaba ser <~udaizante>), pues incluso Jos inquisidores, No obstante, aunque apenm se dio un movimiento judaizante, los que in-
cuando comenzaron su labor, no tenían una idea clara acerca del delito. Los fluían en la política de la corona creyeron percibirlo. Observaron lo que en
inquisidores desconocían la ley judía, lo cual significó que, a falta de otro cri- verdad se daba en muchos hogares: vestigios de tradiciones judías en materia
terio, acusaban a la gente de errores que en verdad atañían más a la cultura de costumbres familiares y alimenticias, restos de cultura judía en el léxico,
que a la religión. Cuando en 1484 Inés de Belmonte confesó que había ob- relaciones de parentesco entre judíos y conversos. Era lo que quedaba de la
servado el sábado como día de descanso, fue condenada por herética, após- cultura judía, pero no eran pruebas -y en esto se mostraban de acuerdo to-
tata y judaizante, aunque no había indicios de que suscribiera las creencias dos los detenidos por la Inquisición- de prácticas judaizantes. El «peligro
judías. 43 Con el tiempo los inquisidores delimitaron la naturaleza de las in- converso», puede argumentarse de acuerdo con estas evidencias, fue una in-
fracciones, pero al hacerlo estaban creando el delito. La gente era acusada vención creada para justiiicar la expoliación de los conversos. La cosecha de
46 LA. lNQUSIC!Ól'i ESPAÑOLA ADVENlMli::.NTO DE LA 11\QUlSICIÓ)< 47

herejías recogida por la primera Inquisición debió su éxito a la falsificación seguros de su posición social y estaban orgullosos de ser crist~anos Y de s_u
deliberada o a la fonna completamente indiscriminada en la que los vesti- ascendencia judía. Frente a lo que se ha supuesto a menudo, no mtentaron dl-
gios de costumbres judías se interpretaron como herejías. Aunque ciertamen- simular sus orígenes. Como algunos de los escritores entre ellos afirmaban,
te puede identificarse como tal en el período que siguió a las conversiones constituían una «nación>>: poseían una identidad propi_a y se sentía~ orgullo-
forzosas de 1492, no hubo una «religión conversa» sistemática en la década sos de ello. Según Andrés Bemáldcz, «tenían presunCJón de soberbta que en
de 1480 que justificara la creación de la lnquisición. 51 Las pruebas aducidas ~1 mundo no había mejor gente que ellos:->. Alonso de Palencia recoge las que-
sobre la existencia de judaizantes era mínima, si no falsa. En 1484, en Ciu- jas de los cristianos viejos acerca de que los conversos actua~a~ «COm? ?a-
dad Real, se utilizó a cinco testigos para encausar a un converso. Cuatro de ción aparte, en ningún territorio aceptaban consorcio c~n los c_nsltanos ~leJOS,
ellos testificaron sobre sucesos que decían recordar, pero que se remontaban antes, cual pueblo de ideas completamente opuestas, favorecm a las clar?s Y
a doce, treinta y cinco y cuarenta años antes. 52 Ante ello, es razonable pre- con la mayor osadía cuanto les era contrario, como demostraban la~ senull~s
guntarse si el acusado era un judaizante activo. de amarguísimos frutos extendidos por tantas ciudades del reino". En la acti-
Lógicamente, los conversos nunca dejaron de quejarse de que los testi- tud de los conversos estaba implícita la pretensión de que eran mejores q~e los
monios falsos y la codicia eran las fuerzas motrices de la Inquisición. Don- cristianos viejos, porque además de profesar la fe cristiana eran descen~entes
de fue posible, trataron de ahogar las voces que alegaban que había herejías. del linaje de Jesucristo. Se decí~ que Alo?so de Cartage?a solía t_crmmar el
En 1484, en Aragón, las autoridades, favorables a los conversos, afirmaron Ave María con las palabras, «Vtrgen Mana, Madre de Dms y panente nues-
que no había caso de herejía alguna en el reino. En 1485, en Segovia, un gru- tra, ruega por nosotros». También los nobles conversos se considerab~ _sup_e-
po de conversos recorrió la ciudad «amena9ando a qualquiera que dixese que riores a los nobles que eran cristianos viejos debido a su ascendenCl~ JUdm.
[h]abía hereje alguno en esta ciudad>J-. 53 «Los más que quemavan por la In- «·Hay alguna otra nación más noble [que la judía]?>:-, se preguntaba Dtego de
quisición -según decía un converso de Aranda en 1501-, los quemavan '
Valera . ¡·m.
citando directamente la B1b
por testigos falsoS.Jo> «Aquí no tienen a qué venir -afirmó otro, rcfuiéndose Tc~fa cierta lógica que los conversos optaran por vivir separados. La
a los inquisidores- no [h]ay ningún herege que quemar.'> «Los padres que enorme cantidad de personas que se convirtieron de~pués de 1391, no enca-
prendían e quemavan que muy muchos dellos no prendían e quemavan sino jaba fácilmente en las estructuras sociales exist~nte~. E~ esa decada,_ en
por caso de las fasiendas.'> <<De quantos quemaron en Aranda --declaró un Barcelona y Valencia se les concedieron sus propms tglestas, que antenor-
vecino en 1502- que ninguno dcllos era hereje.>> 54 La negación categórica mcnte eran sinagogas. También establecieron sus propias cofradías de con-
de que no se daban casos de herejía no era necesariamente el intento de pro- versos.5" En la Corona de Aragón se denominaban a sí mismos con orgullo
porcionar una tapadera a los culpables; podía muy bien ser verdad, y todos «Cristianos de Israeh>.w Llevaban una vida social aparte y se casaban entre
los indicios apuntan a ello. ellos. Palencia comenta que eran «ensoberbecidos y con insolente _arrogan-
Las opiniones divergentes de los estudiosos modernos son la mejor prue- cia»; Bernáldcz criticó su «impinacion e lozanía de muy gran nqueza Y
ba de la naturaleza poco clara de la cultura conversa. El punto de vista vanagloria». 61 . ,
más plausible sobre este asunto es probablemente el que ya sostenía una Semejantes actitudes por parte de los conversos nacteron seguramen.te_ mas
buena parte de los hombres de la época; o sea, que todos los conversos eran como un gesto de defensa que de arrogancia, pero contribuyeron a en?JT un
cristianos practicantes, aunque algunos sentían inclinación por el judaísmo. muro de desconfianza entre los cristianos viejos y los nuevos. En parttc~lar,
Ser de origen judío no significaba sin más compartir las creencias judía~. la idea de que formaban una «nación" conversa, que arraigó de manera urc-
Los consellers de Barcelona expresaron con firmeza su opinión al nuevo in- vocable en la mentalidad de los cristianos de origen judío, les hizo aparecer
quisidor en 1486: «Los dits consellers no crehen que tots los convessos [sic] como una entidad aparte, ajena y enemiga de la comunidad. Y ello tuvo con-
sien heretges, ni que per csser convessos hagen esser heretges,>.·'' Por con- secuencias fatales.
tra, un testigo de la acusación en Toledo en 1483 manifestaba un puma de
vista más próximo a los inquisidores: «Todos eran judíos los conversos dcs- La Inquisición no era desconocida en España. Desde 1232 se habían es-
ta cibdad»:16 Ese «todos>>, convertido en lugar común en la polémica antise- tablecido en la Corona de Aragón comisiones papales como parte de la cam-
6
mita de la época y en autores como Andrés Bernáldez, fue la gran mentira paña contra los cátaros que por entonces se llevaba a cabo _en el Languedoc: ;
que justificó la Inquisición. 57 Fue la época en que la Iglesia comenzó a tomarse. P?r pnmer~ vez en_ seno
Un factor que sin duda contribuyó a acrecentar la tensión, más incluso la cuestión de las herejías. Catalanes como los domtmcos Ramon de Penafort
que el sentimiento contra los conversos, fue la conciencia por parte de éstos en el siglo XIII y Nicolau Eimeric en el XIV formaron parte del tribu~al, al que
de que poseían una identidad diferenciada. 58 A mediados del siglo xv, los imprimieron una marcada tendencia antisemita aunque no se llego a perse-
conversos, que formaban ya por entonces una poderosa minoría, se sentían guir a los judíos.
48 J.A INQUISICIÓN ESI'AJ\OLA ADVb"liM!ENTO DE LA IKQUISIC'IÓI\
49
Hacia el siglo xv, la Inquisición papal en territorio aragonés se había su- neme a su servicio. eran incapaces de controlar los acontecimientos como hu-
mido en una inaclividad casi total, con sólo un puñado de juicios al final de bieran querido, y se vieron obligados a realizar concesiones ante las elites
la centuria. 6-' Por otro lado, Castilla no había experimentado la actividad políticas que dominaban el país. A partir de 1476 impulsaron la creación de
de la Inquisición. Lüs obispos y los tribunales eclesiásticos se habían bastado una fuerza de policía local conocida como la Hermandad al tiempo que trata-
más que de sobras para reprimir cualquier herejía. Sin embargo. la compleja ban por medio de los corregidores de mantener la paz, castigando y ejecutan-
naturaleza del problema converso promovió peticiones en favor de una «in- do criminales y ladrones, y en general de restaurar la confianza pública en la
quisición» especial mucho antes de que Fernando e Isabel accedieran al tro- corona.''' En medio de esas medidas de «pacificación>>, que inevitablemente
no. En 1461, un grupo de franciscanos encabezados por Alonso de Espina se supusieron un alto coste en vidas, se vieron arrastrados, a partir de 1482, a
pusieron en contacto con el general de la orden de los jerónimos y le plan- una larga y costosa guerra con el reino mu~ulmán de Granada.
tearon la necesidad de que <<sobre los hereje~ se haga inquisición en este Cuando se atrajo la atención de la reina durante su estancia en Sevilla, el
reyno según como se hace en Francia». 64 El general, Alonso de Oropesa, problema converso puede que le pareciera una cuestión insignificante com-
apoyó con entusiasmo esta petición, que Enrique TV elevó a Roma.ó 5 No ~e parada con los importantes compromisos que le ocupaban. Además, las vo-
supo nada más de la propuesta. Algunos años más tarde, en 1465, Oropesa ces en favor del establecimiento de la Inquisición no eran algo inusual. Para
hizo otro intento en este sentido, pero fue un momento poco oportuno, pues entonces hacía tiempo que los burócratas reales tenían autorización para rea-
aquel mismo año Enrique IV se enfrentaba a una grave rebelión. Las revuel- lizar <<inquisiciones>> generales de crímenes y delitos, una acción que forma-
tas contra los converso~ estallaron poco después, especialmente en 1467 en ba parte de la política de pacificación emprendida por los monarcas. 6 B La
Toledo y en 1473 en Segovia. corona aprobó una inquisición en las actividades de los supuestos judaizan-
Mientras tanto, hechos como el descubrimiento e inmediata quema, en tes como una medida más o menos rutinaria. El desarrollo de los aconteci-
Llerena (Extremadura) en septiembre de 1467, de dos conversos por practi- mientos pronto la convirtió en algo mucho más serio, ya que implicaba a las
car el judaísmo, parecían confirmar la falta de sinceridad religiosa de los cris- elites conversas urbanas, que hasta la fecha habían apoyado sin vacilar a
tianos nuevos. Los predicadores sacaron el máximo partido de casos como la corona.
éste. Entre ellos se encontraba Alonso de Hojeda, dominico y prior de Sevi- De acuerdo con Hojeda y otros, el problema converso era tan grave que
lla, que dedicó todas sus energías a advertir a la corona sobre el peligro que sólo la introducción de una Inquisición plenamente operante sería adecuada.
representaban los judíos y los falsos conversos.':,¡ En 1474 Isabel sucedió a su En consecuencia, la bula finalmente promulgada por el papa Sixto TV el 1 de
hermano Enrique en el trono. La oportunidad le llegó a Hojeda cuando la rei- noviembre de 1478 estipulaba que los inquisidores habían de ser dos o tres
na visitó Sevilla en julio de 1477, permaneciendo en la ciudad hasta octubre sacerdotes mayores de cuarenta años, concediendo a la corona española plenos
de 1478. Los historiadores se muestran unánimes en señalar los sermones de poderes para su nombramiento y destitución.~ Después de esto, no se dieron
Hojeda como uno de los factores que influyeron de modo directo en la reina más pasos en los dos años siguientes. Este largo interludio parecía contrade-
a la hora de tomar una decisión sobre los conversos. Poco después de que cir la urgente necesidad de enfrentarse al peligro converso que argüía Hojeda.
Isabel partiera de Sevilla, Hojeda afirmó haber hallado pruebas de que se había Una explicación verosímil para esta política es que la corona optara pruden-
celebrado una reunión secreta de conversos judaizantes en la ciudad y con temente por un peóodo de indulgente tolerancia antes de tomar medidas más
ellas en la mano fue a pedir el establecimiento de medidas contra los herejes. severas, como también es posible que influyera el gran número de conversos
Al parecer, el gobierno quedó convencido y encargó que se le informara que ocupaban puestos de importancia en la corte. Finalmente, Fernando fue
de la situación en Sevilla. El informe, apoyado por la autoridad de Pedro convenciéndose de la necesidad de la medida. Según explicó años más tarde:
González de Mendoza, arzobispo de Sevilla, y la de Tomás de Torquemada, «No pudimos menos fazer, porque nos dixeron tantas cosas del Andaluzía>>. 70
prior de un convento dominico en Segovia, apuntaba que los conversos prac- El 27 de septembre de 1480. en Medina del Campo. fueron designados como
ticaban ritos judíos en secreto no sólo en Sevilla, sino en toda Andalucía y inquisidores de acuerdo con la bula papal Juan de San Martín y Miguel de
Castilla. Dando el testimonio por válido, Fernando e Isabel dieron su con- Morillo, y Juan Ruiz de Medina como su consejero o asesor. Con estos nom-
sentimiento para que se introdujera la maquinaria inquisitorial en Castilla y bramientos la Inquisición española comenzó su existencia.
pidieron a Roma que otorgara la bula para su establecimiento.
La controversia sobre los conversos estalló en la época en que los mo- El nuevo organismo había sido establecido como resultado de la agitación
narcas estaban ocupados con la pacificación del reino, a~olado por las contra los cristianos nuevos. Pero esle hecho no basta por sí mismo para res-
guerras civiles. Estaban amenazados por todos lados, por conflictos locales ponder algunas cuestiones fundamentales.
que no cesaban, por las amenazas de nobles y clérigos disidentes y por la des- De todas ellas, la más crucial es ¿en qué pruebas justificaba el tribunal su
composición de la ley y el orden. Sin una burocracia o un ejército perma- existencia? Los historiadores se han inclinado por aceptar sin cuestionarlas
50 lA lNQLISJClÓK ESPAÑOLA ADVET\JMIEI\'TO DE LA INQLJ~JC!ÓN 51

las razones dadas por la Inquisición; es decir, que los conversos eran judaizan- na, conocida como la <<fermo~a fembra))-, quien estaba relacionado con un
tes. El hecho, sin embargo, es que dejando a un lado algunos casos aislados, grupo de comerciantes y personajes de la política opuestos al bando de Isa-
no hay pruebas de que los cri~tianos nuevos incurrieran sistemáticamente en bel.'-' Un cronista local posterior compuso un relato, inventado por la mayor
prácticas judaizantes. Los autores de procedencia conversa de mediados de parte, en el que Susán era presentado como el protagonista de una conspira-
siglo habían negado rotundamente tales acusacione~. mientras los fanálicos ción que se preparaba contra la Inquisición. Según este relato, convocó una
como Espina habían tenido que confonnarse con señalar rumores sin funda- reunión de dignatarios ~evillanos y de
mento y suposiciones. En ningún lugar de España, fuera de un puñado de
ciudades en el sur donde había habido disturbios políticos, se presionó para otros muchos ricos e poderosos que llamaron e vivían en las villas de Utrera
que se iniciara una inquisición. En el libro de Alboraycn, escrito por estos y Carmona. Estos dijeron entre sí: ((¡qué os parece cómo vienen en contra de
años, se manitie~ta expresamente que, a diferencia de lo que ocurría en An- no~otros! ¿Nosotros no somo~ los principales de esta ciudad en h:ncr, e bien
dalucía, no había prácticamente ningún hereje en el norte de España:r' Por quistos del pueblo? Fagamos gente .. e así fueron repartiendo entre las cabe-
tanto, si la Inquisición aducía motivos religiosos, esos motivos resultan difí- zas armas, gente e dinero, y la~ cosas que pareció necesarias. E sí nos vinieren
a prender, con la gente y con el pueblo meteremos en bullicio la cosa. e así
ciles de sostener de acuerdo con la evidencia con la que contamos. los mataremos. e no~ vengaremos de nuc~tros cncmigos.' 4 -
En segundo lugar, ¿qué es lo que los monarcas esperaban conseguir al
e~tableccrla? Hay mucho que decir en favor del argumento de que la corona,
El relato continúa diciendo que el levantamiento pudo muy bien haber
sobre todo en la persona de Fernando, quien fue el principal impulsor para
triunfado si no hubiera sido por la «ferrnosa fembra», la cual, temiendo por
su instauración y que continuó trabajando en esa dirección tras la muerte de
la suerte de su amante, que era cristiano viejo. delató la conspiración a las
Isabel, de5eaba utilizar la Inquisición para consolidar su poder. Resulta difí-
autoridades. Todos los implicados fueron detenidos y el caso fue empleado
cil, sin embargo, definir más allá los propósitos de Fernando. que seguirán
como excusa para obrar de igual manera contra los conversos más poderosos
siendo a buen seguro objeto de debate en el futuro. La autenticidad de lamo-
y ricos de Sevilla. De acuerdo con Bernáldez.
tivación religiosa por parte del rey es cuestionable. Él e Isabel puede que fue-
ran católicos fervientes, pero de ninguna manera se les puede considerar
dende a pocos días quemaron tres de los principales de la cibdad e de lo~ más
antisemilas o contrarios a los conversos. Resulta dudoso también que Fer- rico~, los cuales eran Diego de Susán, que decían que valía lo suyo diez cuen-
nando pensara que sus rentas aumentarían como resultado de la labor inqui- tos e era gran rabí, e según parece murió como cristiano. e el otro era Manuel
sitorial, como tampoco es posible documentar la perspectiva según la cual el Sauli, e el otro Bmtolomé de Torra! va. E prendieron a Pero fcrnández Benade-
rey esperaba consolidar su poder encabezando la oposición contra la elite ba, que era de los más principales de ellos e tenía en su casa armas para armar
conversa en España. 7 ~ cien hombres, e a Juan Femándcz Abola~ia, que jh]avía sido muchos tienpos
En tercer lugar, el establecimiento del tribunal inqui~itorial ¿suponía una alcalde de la Ju~ticia e era gran letrado; e a otros mucho~ e muy principale~ e
estrategia a largo plazo o pretendía ser una institución temporal y de alcance muy ricos, a los cuales también quemaron."
local? Ni la corona ni los primeros defensores de la Inquisición miraban, en
los años de 1480, más allá de las lindes de Andalucía. El objetivo inmediato Cuando Susana vio el resultado de su traición, se dice que se retiró pri-
era reforzar allí la ortodoxia religiosa. Durante sus primeros cinco años de mero a un convento, y luego vagó como prostituta callejera, llena de re-
existencia, en Ca~ tilla el tribunal limitó sus actividades al sur, particularmen- mordimientos hasta que murió sumida en la pobreza y en la vergüenza. Su
te a las sedes de Sevilla y Córdoba, la zona donde se habían concentrado los última voluntad fue que su calavera fuera colocada sobre la puerta de su
conilietos sociales en el siglo precedente. Hasta entonces no había intención casa corno advertencia y ejemplo para otros. En realidad, toda la historia
alguna de e~tablecer una Inquisición a nivel nacional. acerca de la conspiración y la traición era un mito: Susán murió antes
A mediados de octubre de 1480, la Inquisición había comenzado a fun- de 1479. de la conspiración no queda rastro documental y nunca hubo una hija
cionar en Sevilla. En Andalucía, como en el resto de Castilla, habían sido llamada Susana. 7"
años conflictivos desde el punto de vista político. La presencia de los inqui- El primer auto de fe de la Inquisición española fue celebrado el 6 de fe-
sidores había sido posible gracia~ a que los partidarios de Isabel durante las brero de 1481. Seis personas fueron quemadas en la hoguera y el sermón fue
guerras civiles habían impuesto su autoridad a las oligarquías locales, mien- predicado por fray Alonso de Hojeda. quien pudo disfrutar poco de su triun-
tras la oposición, muchos de ellos conversos y partidarios de los nobles re- fo, pues pocos días después la epidemia que comenzaba a hacer estragos en
beldes, habían sido expulsados del poder. Esta situación de fondo influyó en Sevilla le contó entre sus primeras víctimas.
el desarrollo de los acontecimientos en Sevilla. Uno de los regidores de la Con todo, en la primavera de 14~H, no había aún muchas razones para
ciudad era el converso Diego de Susán -padre de una joven llamada Susa- que los conversos se alarmaran. Sólo se había ejecutado a un puñado de per-
52 LA INQUISICIÓ"l ESPAÑOLA ALWE:-JIMIF:-JTO DE LA INQUISICIÓI'< 53

sanas. Muchos, sin embargo, no se fiaban de los motivos o de la misericor- serio de la política real ocurrió el 29 de enero de 1482. cuando el papa Six-
dia de los inquisidores: judaizantes o no. prefirieron escapar. Durante los me- to IV, respondiendo a las protestas del clero español sobre los abusos cometi-
ses siguientes, en toda Andalucía, miles de familias, incluyendo mujeres y dos por los inquisidores en Sevilla, revocó los poderes concedidos por la bula
niños, emprendieron la huida, según el cronista Remando del Pulgar: papal, permitiendo a los inquisidores continuar su trabajo en aquella diócesis
a condición de que se sometieran a la autoridad del obispo. El nombramiento
E como quier que la abscncia de esta gente despobló gran parte de aquella de siete nuevos inquisidores el 11 de febrero de 1482, lejos de representar un
tierra, e fue notificado a la reyna que el trato se disminuía; pero e~timando en acto de claudicación ante el rey. estuvo acompañado por firme~ indicaciones
poco la disminución de su~ rentas. e reputando en mucho la limpieza de sus del pontífice en favor de los conversos. En mayo de 1482, Fernando elevó una
tierras, decía que todo interese pospuesto quería alimpiar la tierra de aquel
amarga protesta ante Roma, en particular porque se había planteado un nuevo
pecado de la hcrcgía, porque entendía que aquello era servicio de Dio~ e suyo.
E las suplicaciones que le fueron fechas en este ca~o. no la retraxeron de~te
conflicto en tomo a la Inquisición de Aragón.
propósito. 77
Como parte de una nueva política de fuerza, Fernando tomó medidas
La escala de las actuaciones generó una enorme cantidad de trabajo. Evi- en 1481 y 1482 que le permitieran controlar la designación y pago de la
dentemente, se necesitaban más inquisidores. De acuerdo con ello, un breve Inquisición en Aragón. Su propósito era resucitar la antigua Inquisición
papal de 11 de febrero de 1482 nombraba siete más, todos frailes dominicos. papal, pero sometiéndola a su poder, de la misma manera que funcionaba
Uno de ellos era el prior del convento de Santa Cruz en Segovia, Tomás de la Inquisición en Castilla. En Aragón, por lo tanto, la nueva Inquisición fue
Torquemada. Se establecieron nuevos tribunales en Córdoba en 1482, y en Ciu- simplemente una continuación del antiguo tribunal, con la diferencia de que la
dad Real y Jaén en 1483; el de Ciudad Real era temporal y fue trasladado corona controlaba ahora los nombramientos y pagos, de modo que en la prác-
permanentemente a Toledo en 1485. Hacia 1492 el reino de Castilla tenía tribu- tica estaba má~ en manos de Fernando que del papa.
nales en Ávila, Córdoba. Jaén, Medina del Campo, Segovia, Sigüenza, Toledo Las primeras actividades de este tribunal reformado, cuyos centros princi-
y Valladolid, aunque no todos ellos tuvieron una existencia permanente y los pales estaban en Barcelona. Zaragoza y Valencia, estuvieron dirigidas contra
tribunales del sur se mostraron más activos que los del norte. los conversos, quienes se alarmaron ante estos acontecimientos y se prepara-
La hiswria de la conspiración en Sevilla hace sospechar en un intento por ron para emigrar en masa. Sin embargo, las actividade~ sufrieron un alto tem-
crear buenas razones para la represión que siguió a los hechos. Dudas simi- poral por las diferencias con el papa. El 18 de abril de 1482, el papa Sixto IV
lares pueden manifestarse acerca de la conspiración urdida en Toledo, que al promulgó lo que el historiador Henry Charles Lea califica de «la bula más ex-
parecer había sido planeada para la fiesta del Corpus Christi de 1485. Según traordinaria en la historia de la Inquisición», por la cual se quejaba de
las fuentes, el desarrollo de los acontecimientos ~iguió el modelo trazado en
Sevilla, con traiciones, detenciones y ejecuciones. Las circunstancias, sin em- que en Aragón, Valencia. Mallorca y Cataluña la lnqui,.ición lleva tiempo ac-
bargo, revelan que la conspiración era falsa, una historia inventada y adorna- tuando no por celo de la fe y la salvación de las almas, sino por la codicia de
la riqueLa, y muchos verdaderos y fi.ele~ cri~tianos, por culpa del testimonio
da por comentaristas posteriores a los supuestos hechos. 73
de enemigos, rivales, esclavm y otras personas haja~ y aún menos apropiadas,
La maquinaria de la Inquisición fue regulada. de acuerdo con las necesi- sin pruebas de ninguna clase. han sido encerradas en prisione~ seculares, tortu-
dades de la administración. Isabel estaba ocupada por entonces en la reforma radas y condenadas como herejes relapso~, privada~ de sm bienes y propiedades,
de las instituciones que controlaban el gobierno central en Castilla, así que y entregada~ al brazo secular para ser ejecutada~, con peligro de sus almas, dando
cuando en 1480, en las Cortes de Toledo, se decidió reformar los consejos de un ejemplo pernicioso y causando escándalo a mucho~. ~u
gobierno, pareció lo más natural establecer un consejo aparte para la Inquisi-
ción, dada la importancia creciente de Jos asuntos de ésta. Pocos año~ más tar- De acuerdo con ello, en lo sucesivo funcionarios episcopales actuarían
de, en 1488, comenzó su andadura este consejo, conocido como la Suprema conjuntamente con los inquisidores; se comunicaría el nombre y el testimo-
por razones de brevedad. 7 ~ Consistía inicialmente en tres miembros eclesiásti- nio de los acusadores al acusado, al que se le permitiría asistencia legal; sólo
cos; y un cuarto miembro actuaba como presidente del consejo con el título se utilizarían las cárceles epi~copales y se permitirla apelar a Roma. La bula
de inquisidor general. El primer inquisidor general fue fray Tomás de Tor- era extraordinaria. porque, en palabras de Lea, «por primera vez se declaraba
quemada. El problema que se planteó a continuación fue si la Inquisición que la herejía, al igual que cualquier otro delito, era acreedora de un juicio
castellana debía hacerse extensiva al reino de Aragón. justo y una justicia recta>> Y Aparte de esto, no hay duda de que el papa apro-
En Castilla, la resistencia al establecimiento de la Inquisición fue escasa y vechó la oportunidad de reafirmar su autoridad sobre una Inquisición que una
resultó fallida. La opinión pública había sido preparada y, en medio de las ten- vez fue papal y que entonces había caído enteramente en manos del rey ara-
siones que vivían las comunidades, se le dio la bienvenida. El único revés gonés. Por otro lado, la bula era tan favorable a las pretensiones de los con-
54 LA L"<QUSICIÓN ~SPAI'\OLA ADVENl\llENTO OC LA l~QUISICIÓ:\1 55

versos que sin duda éstos emplearon su influencia para conseguirla. Fernando dores castellanos fueron nombrados en reinos donde los fueros estipulaban
se sintió ultrajado por el acto del papa y puso en cuestión la autenticidad de que !m cargos más importantes debían ser desempeñados por los oriundos
la bula, basándose en que ningún pontífice razonable habría promulgado tal del país. Las clases privilegiadas conversas encontraron en ello un argumento
documento. El 13 de mayo de 14R2 escribió al papa: constitucional en que basar su hostilidad.
Las familias conversas habían de~empeñado un papel destacado en la
Me han contado cosas, Santo Padre, que, de ser cienas, sin duda merece- política y las finanzas del reino de Aragón. Pese a la inevitable oposición,
rían el mayor de los asombros. Se dice que Su Santidad ha concedido a los el 4 de mayo de 1484 Torquemada nombró los dos primeros inquisidores
conversos un perdón general por todos lo~ errores y delitos que han cometi- para Aragón: Gaspar Juglar y Pedro Arbués de Épila. Según Lea, los inqui-
do ... Sin embargo, yo no he dado crédito a esos rumores, porque parecen co-
sidores comenzaron su labor inmediatamente, celebrando autos de fe el 1O de
sas que de ningún modo habrían sido concedidas por Su Santidad, quien tiene
un deber para con la Inquisición. Pero sí por acaso hubieran sido hechas con- mayo y el 3 de junio de 1484. No obstante, esas fechas no sólo son excesiva-
ce~iones por la peNistente y astuta persuasión de los citados conversos, no mente tempranas. sino que pecan contra la regla inquisitorial que concedía
pienso permitir jamás que surtan efecto. Tenga cuidado por lo tanto de no per- un período de gracia, habitualmente de un mes, antes de emprender acciones
mitir que el a~unto vaya más lejos. y de revocar toda concesión. encomendán- contra los herejes. Por lo tanto, es más plausible que los autos en cuestión
donos el cuidado de esta cuestión.R2 tuvieran lugar en 1485. Las actividades del nuevo tribunal inquietaron pro-
fundamente no sólo a !m conversos, sino también a todos aquellos que se
Sixto IV vaciló ante tanta resolución y en octubre anunció que suspendía mantenían leales a los fueros aragoneses. Como informa el cronista de Aragón,
la bula. El camino quedó así completamente despejado ante Fernando. La co- Jerónimo de Zurita:
operación papal quedó asegurada definitivamente con la bula del 17 de octu-
bre de 1483, en la que se nombraba a Torquemada inquisidor general de Comenzáronse de alterar y alborotar los que eran nuevamente convertidos
Aragón, Valencia y Cataluña. de modo que la Inquisición española quedaba del linage de los judíos, y con ellos muchos caballeros y gente principal, pu-
unida bajo un solo mando. El nuevo tribunal pasó a depender directamente blicando que aquel modo de proceder era contra las libctiades del reyno, por-
de la corona, convirtiéndose en la única institución cuya autoridad abarcaba que por este delito se les confiscaban lo~ bienes y no se les daban lo~ nombres
todos los reinos de España, un hecho de vital importancia para ocasiones fu- de los testigo~ que deponían contra los reos, que eran do~ cosas muy nuevas y
nunca usadas. y muy perjudiciales al reyno.
turas, cuando el que mandara en Castilla quisiera interferir en otras provin-
cias en las que su autoridad soberana estuviera limitada. Sin embargo, estos
Como resultado, continuaba Zurita. los conversos tenían a todo el reino
hechos no significaron el fin de la intervención papal, y los cincuenta años si-
de su parte, «incluyendo a personas del rango más alto, entre ellos cristianos
guientes fueron testigos de sucesivas tentativas por parte de Roma de inmis-
viejos y nobles>>.H 3
cuirse en cuestiones de jurisdicción y de introducir refonnas que pmicran
Cuando la oposición pública se hizo tan importante que se pensó en
coto a los abusos que pudieran dar a la Inquisición una mala reputación.
convocar a los cuatro estamentos del reino, Fernando se apresuró a enviar
Además, los conversos en España no cejaron nunca en su lucha por modifi-
una carta a los nobles principales y a los diputados en la que justificaba su
car las prácticas de! tribunal, que consideraban con razón una amenaza no
posición:
sólo para los judaizantes, sino para el conjunto de los cristianos nuevos. Gra-
cias a los representantes que enviaban a Roma, los papas siguieron inter-
No hay la menor intención de infringir los fueros, sino más bien la de re-
viniendo a su favor, lo que llevó a algunos enfrentamientos menores entre la forzar su observancia. No puede imaginar~e que vasallos tan católico~ corno lo~
corona y el papado. de Aragón pedirían. o que reyes tan católicos concederían, fueros y libertades
En el seno de la Corona de Aragón se dio una fuerte oposición a que se adversas a la fe y favorables a la herejía. Si los antiguos inquisidores hubieran
instaurara el tribunal castellano. Aunque Castilla y Aragón se habían unido actuado concierl?udamente de acuerdo con los cánones, no habría habido cau-
con el matrimonio de los Reyes Católicos, permanecieron separados a nivel sa para traer e~tos nuevos; pero no tenían com:iencia y estaban corrompidos
político y cada reino conservó su administración y sus libertades. En los por el soborno.
reinos orientales, los fueros conferían la autoridad suprema no tanto a la per- Si hay tan pocos hereje~ wmo se dit:c, no hay por qué temer a la lm¡uisi-
sona del rey. como sucedía en Ca~tilla, cuanto en el rey y las Cortes conjun- ción. No hay que impedirle que secuestre, confisque o haga cualquier otro acto
nece~ario, para asegurarse de que a ninguna causa o interés, por grande que
tamente; cuando no había Cortes, sus representantes en la Diputación de cada
sea, se le permitirá que intcrtiera con sm procedimientos en el futuro, como
uno de los reinos vigilaban el cumplimiento de las leyes. El resurgimiento de ocurre ahora.B 4
la Inquisición papal suponía una amenaza para los conversos, pero no era una
innovación y suscitó pocas críticas. Asunto diferente fue cuando los inquisi-
56 LA l"JQt:lSICIÓN ESPAÑOLA ADVE:\IIMIE:'-ITO DE LA 11\QU!S!ClÓI\ 57

Cualesquiera que fuesen los motivos. ya fuera el temor personal o la conse!lers se quejaron ante Fernando en diciembre de 1485 de que «havem
oposición constitucional, la resistencia continuó. El caso más notable de re- vist dona gran causa a la perdidó e desviamente de aquesta terra la inqui-
sistencia en toda España ocurrió en 1484 en Teruel, a unos 160 kilómetro~ sició que vostra altesa hi vol introduhir . . Los pochs mercaders que eren
de ZaragozaY Aquel año el tribunal zaragozano envió do5 inquisidores a la restats e fahien la mercaderia. han cessat de aquella ... Los regnes stranys se
ciudad para establecer allí un tribunaL pero los magistrados se negaron a fan richs e glorio<;o<; del despoblar de aquesta terra)). En mayo de 1486, pre-
franquearles la entrada. Los inquisidores se retiraron entonces a la vecina vinieron a Fernando que la ciudad quedaría <<totalmente, si dita lnquisitió se
poblaci0n de Celia, desde donde lanzaron la excomunión y el interdicto fahia, despoblada. destroida e perduda)). Las protestas fueron en vano. En fe-
contra la ciudad y los magi~trados. El clero de Teruel obtuvo con prontitud brero de 1486, el papa Inocencia VIJI encontró una forma de resolver la di-
cartas papales, liberando a la ciudad de tales censuras, mientras que el mu- fícil situación destituyendo a todos los inquisidores papales y asegurando que
nicipio escribía al rey para protestar de que «venían a fer la Inquisición con los candidatos castellanos serían retirados. La iniciativa se puso de nuevo en
el deshorden que lo han fecho en Castilla>>. Entonces la Inquisición decretó manos de Torquemada, quien nombró a un nuevo inquisidor para Cataluña,
en octubre de 1484 la confiscación de todos los cargos públicos, que queda- Alonso de Espina, un prior dominico originario de Castilla. Espina no logró
ban en manos de la corona, privando de ellos a quienes los ocupaban hasta entrar en la ciudad de Barcelona hasta junio de 1487, aunque el aconteci-
ese momento; siguió una apelación al rey para que ejecutara el decreto. Fue miento fue boicoteado por la Diputación y los consellers. Como consecuen-
entonces el turno de las quejas al rey de los representantes de Aragón de que cia de ello, Fernando advirtió a la ciudad «que tomassen exemplo de Temel,
«aqueste reyno es de cristianos)>, de que no había herejes allí y de que. en todo que se havía perdido por no obedecer a la Inquisición:>>.~~ Por su parte, los
caso, a éstos se les debía tratar «con moncstaciones e persuasiones)), no con consellers se quejaron de que los inquisidores actuaban «contra lcys, prati-
violencia.~~ Fernando replicó en febrero de 1485 con una orden a todos los ques, costums e libertats de la dita ciutat». El Santo Oficio quedó firmemen-
funcionarios de Aragón en la que les pedía que reunieran annas y ayudaran te implantado, pero quedaba poco fruto que recoger: en todo el año de 1488
a los inquisidores. La reacción no fue la esperada, así que se llamó a las tro- quemó sólo a siete víctimas y en 1489 a tres. No había duda de quién era
pas de las zonas limítrofes de Castilla para que ayudaran en la empresa. En- el blanco de la Inquisición: de 1.199 personas juzgadas en Cataluña entre
frentada a tal coacción masiva. la ciudad fue reducida fácilmenle a la obe- 1488 y 1505, la mayoría en ausencia pues habían huido con anterioridad,
diencia, y con su surni5ión en la primavera de 1485, la Inquisición pareció todos menos ocho eran convcrsos. 90 Entre los exiliados ilustres se encontra-
haber triunfado en todo Aragón. La resistencia en Teme] no provenía exclu- ba Antoni de Bardaxí, regente de la Chancillería, cuya tarea había consistido
sivamente de la gran influencia que ejercían los conver~os allí. La ciudad era en dar la aprobación legal para instaurar el Santo Oficio.
cabeza de la única región de Aragón con leyes autónomas.R 7 Teme! y Zara- En Valencia, la oposición se basaba también en los fueros. Había dos in-
goza habían de ser metidas en vereda si el Santo Oficio había de pervivir en quisidores en comisión papal, los dominicos Juan Cristóbal de Gualbes y Juan
el reino. Orts, quienes representaban desde 1481 al renovado tribunal medieval, pero
que al parecer habían hecho muy poco. En marzo de 1484 fueron destituidos
Aunque la Inquisición medieval estaba en decadencia en Cataluña, en 1461 y Torquemada nombró, como representantes de la nueva Inquisición, al arago-
la ciudad de Barcelona había recibido la aprobación papal para tener su pro- nés Juan de Épila y al valenciano Martín Íñigo. Corno las Cortes de Tarazana
pio inquisidor, Joan Comes, por lo que los catalanes no veían la necesidad de de 1484 habían aprobado la nueva Inquisición, los nombramientos no debían
otro tribunal. Cuando las Cortes de Aragón se reunieron en Tarazona en abril haber constituido ningún problema en Valencia, pero entre julio y octubre Jos
de 1484, Cataluña rehusó enviar diputados para aprobar la nueva Inquisición. tres estamentos de las Cortes valencianas emitieron un sinfín de protestas. pi-
En mayo, Torquemada tomó la iniciativa de nombrar dos nuevos inquisido- diendo «no per que la lnquisició cessar ni cesse. sino han mcster fos, se faya
res para Cataluña. revocando al mismo tiempo la designación de Comes. Lo~ ab persone~ naturab del regne»," 1 a lo que añadieron otras peticiones, tales
catalanes se enfurecieron y escribieron a Fernando que tal nombramiento iba como que se pusiera 11n al secreto de los testigos. La oposición se desmoro-
<<contra libcrtats, constitucions e capitols per vostre Magestat solempnialmen- nó ante la obstinación de Fernando, quien les recordó que los valencianos no
te jurats)). En Barcelona, tanto las autoridades judiciales como las eclesiásticas habían protestado en Tarazona y que lo~ fueros no debían ser utilizados jamás
dictaminaron que el único inquisidor por derecho de la ciudad era Comes.R~ para proteger la herejía. Así y todo, la oposición continuó aun después que
En su respuesta. Fernando afirmó que «per ninguna causa ne interes, per gran- los inquisidores comenzaran su tarea en noviembre de 1484, lo que obligó al
te e evident o de qualsevol qualitat que sia, no havem a donar loch en que la rey a alternar las amenazas con las razones. <<Si en aquel reyno hay tan pocos
dita inquisició cesse)). hereges como dizen --comentaron con acritud sus embajadores-. tanto es
El conflicto se alargaba y lm com·er~os comenzaron a emigrar de la de maior admiración que tengan temor de la lnquisición.)i 92
ciudad en gran número. Temiendo por la vida económica de Barcelona. los
5S LA 11\QU!SIC!ÓN ESPAÑOLA ADVI:.NIMIENTO Df LA INQllJ~ICIÓ!•> 59

La oposición conversa no había sido de ningún modo destruida. Por un ilustres apellidos de Santa Fe, Santángel, Caballería y Sánchez. Francisco de
lado, crecía en fuerza con el apoyo pasivo de los cristianos viejos que se Santa Fe, hijo del famoso converso Jerónimo y consejero del gobernador
habían resentido de la introducción del nuevo tribunal en Aragón; por el otro, de Aragón, se suicidó tirándose desde una torre y sus restos fueron quemados
la resistencia se estaba haciendo más desesperada debido a su evidente fra- en el auto celebrado el 15 de diciembre de 1486. Sancho de Patemoy fue tor-
caso, como dejaban ver casos como el de Teruel. En los círculos más eleva- turado y encarcelado. Un miembro de los Santángel. Luis, que había sido
dos de los conversos la idea de asesinar a un inquisidor fue ganando fuerza. investido como caballero por el propio Juan II por sus proezas militares, fue
Era una idea apoyada también por algunos cristianos viejos y por conversos decapitado y quemado en la plaza del mercado de Zaragoza el 8 de agosto
tan eminentes como Gabriel Sánchez, tesorero del rey, y Sancho de Patcmoy, de 1487; su primo Luis, más conocido, cuyos préstamos habían hecho posi-
maestre racional del reino de Aragón. El momento decisivo llegó la noche ble los viajes de Colón, tuvo que hacer penitencia en julio de 1491. En total,
del 15 de septiembre de 1485, cuando el inquisidor Pedro Arbués rezaba atTo- más de quince miembros del linaje de los Santángel fueron castigados por la
dillado ante el altar mayor de la Seo zaragoL:ana. Bajo su túnica, el inqui- Inquisición antes de 1499; y entre 1486 y 1503, catorce miembros de la fa-
sidor llevaba una cota de malla y un casco de acero, debido a la~ advertencias milia Sánchez sufrieron igual suerte. Esta redada de conversos en las redes
sobre el peligro que corría su vida. La noche en cuestión, ocho conspirado- de la Inquisición, destruyó de modo efectivo la influencia de los cri~tianos
res contratados por los conversos entraron en la catedral por la puerta del ca- nuevos en la administración aragonesa. No era la primera vez que la causa
píLulo y se colocaron sigilosamente detrás del inquisidor. Tras comprobar que triunfaba gracias a un único y útil martirio. Para los conversos, en cambio,
efectivamente se trataba de Arbués, uno de ellos lo apuñaló por la espalda ese único asesinato, barato, puesto que costó 600 t1orine5 de oro (intuyendo
atravesándole el cuello y causándole una herida mortal. Mientras Arbués se el precio pagado a los asesinos). se convirtió en un suicidio en masa que ani-
tambaleaba, dos de los otros le int1igieron también heridas. Los asesinos esca- quiló la oposición al Santo Oficio durante los cien años siguiente~. Lo insen-
paron mientras los canónigos de la catedral acudían presurosos y encontraban sato de la conjura proyecta dudas razonables sobre la implicación real de lo~
al inquisidor agonizando. Arbués moría un día despué~, el 17 de septiembre. conversos,"' pero, a falta de pruebas documentales. tampoco puede afirmarse
La impresión provocada por este asesinato trajo consecuencias que los que todo fuera una trampa montada por la corona para facilitar el estableci-
conversos ciertamente deberían haber previ~hl. 93 Cuando se descubrió que miento de la Inquisición.
los ase~inos eran converso~, el ánimo entero de la ciudad de Zaragoza cambió Oportunamente para Fernando. la crisis de Aragón coincidió con sus in-
de signo, y con ella el de todo Aragón. Arbués fue declarado santo," 4 con su tentos de conseguir el dominio político después del caos que siguió a las
sangre se hacían milagros, la plebe recorría las calles a la caza de conversos guerras intestinas: su persistente insistencia en la necesidad de la Inquisición
y una asamblea nacional votó en favor de la suspensión de los fueros mien- era claramente Realpolitik. El nuevo tribunal se convirtió en un instnnncnto
tras se buscaba a los ase~inos. En esta atmósfera, Jos inquisidore~ lograron para atinnar la autoridad real, aunque nunca estuvo en posición de aumen-
imponerse. Se celebraron autos de la Inquisición reformada el 28 de diciem- tar sustancialmente ~u poder ni trató de hacerlo. Tampoco intentó jamás des-
bre de 1485, y los homicida~ expiaron su crimen en sucesivos autos de fe que truir a los conversos en cuanto fuerza política. 96
se prolongaron del 30 de junio de 1486 al 15 de diciembre de ese año. A uno El rey fue lo suficientemente astuto como para darse cuenta de que los
de ellos le cortaron las manos y las clavaron en la puerta de la Diputación, conversos constituían un poderoso grupo en la Corona de Aragón con el que
tras lo cual fue arrastrado hasta la plaza del mercado, donde fue decapitado no podía jugar. Contaba con su apoyo desde el comienzo de su reinado y, a
y descuartizado, y los trozos de su cuerpo colgados en las calles de la ciu- cambio, Fernando apoyó a los que no se metieron en problemas. Protegió
dad. Otro se suicidó en su celda un día antes del tormento, rompiendo una a los miembros de la familia de Luis de Santángel cuando fueron acusados
lámpara de cristal y tragándose los fragmentos; sufrió el mismo castigo, que de judaizantes. El caso de Gabriel Sánchez es particularmente notable. Su
fue infligido a su cadáver. hermano y su suegro estaban directamente involucrados en el asesinato de
Se necesitaron más medidas de las que se tomaron en un primer momen- Arbués y se acusó tanto a Sánchez como a Alfonso de la Caballería. Sin em-
to para acabar de raíz con la conspiración. en la que estaban involucradas tan- bargo, el rey los defendió con .tinneza. ordenando a la Inquisición que los
tas personas y de tal posición que las represalias se prolongaron hasta 1492. declarase exentos de su jurisdicción. 9'
Las cabezas que rodaron entonces pertenecían a las familias más ilustres de En Mallorca, donde la antigua Inquisición había empezado a actuar contra
Aragón. Tanto si eran judaizantes como si no, los miembros de las princi- los judaizantes ya en 1478, el nuevo tribunal fue establecido sin incidentes
pales familias conversas habían tenido connivencia con el asesinato ---{l al en 1488, comenL:ando de modo inmediato sus actividades. Los inquisidores,
menos así se decía-, y más pronto o más tarde fueron destruidas por la In- Pedro Pérez de Muncbrega y Sancho Martín, encontraron suficiente trabajo
quisición, que tuvo pleno control de todas las medidas judiciales adoptadas. como para mantenerse ocupados en centenares de casos de 1488 y 149 P~ En
Un examen de la lista de las víctimas muestra la constante aparición de los la isla no había agitación p:1lítica alguna y no hubo disturbios contra la Inqui-
60 LA L'<QUISICJÓN CSPAi\OlA ADVEI'<Th11El'>TO DE LA 11\"QUISICIÓK 61

sición hasta una generación después, cuando un levantamiento dirigido por el confesiones, según defendería más tarde Andrés Bemáldez, demostró que
obispo conver~o de Elna durante el reinado de Carlos V llevó a la expulsión «todos ellos eran judíos''·
temporal de los inquisidores de la ciudad de Palma. La aceptación de las acti- Cientos de conversos, consciente:; de que una vez u otra habían sido laxos
vidades del tribunal por parte de los mallorquines resulta im.ólita teniendo en en la observancia de las reglas de su fe, se presentaron voluntariamente ante
cuenta que los conversos eran una parte considerable de la población debido la Inquisición para confesar sus errores y ser reconciliados. En Sevilla, las
a las revueltas de 1391 en Palma, a la predicación de Vicente Ferrcr en 1413 cárceles rebosaban de conversos que esperaban a ser interrogados como con-
y 1414 y a la conversión finalmente formsa de los judíos en 1435. El gran secuencia de confesiones voluntarias. En Mallorca, 300 personas desfilaron
número de conversos que fueron perdonados por confesar voluntariamente o en procesión durante la primera ceremonia de contricción del año 1488. En
que fueron condenados después de huir demuestra que Jos inquisidores, efec~ Toledo. el tribunal comenzó sus actividades reconciliando la asombrosa can-
tivamente, habían identificado un problema. tidad de 2.400 conversos arrepentidos durante el año 1486. 1112 Pero todo ello
no significa -a pesar de una suposición extendida, pero errónea- que esos
La Inquisición se estableció en toda España varios años ante~ de la de- conversos fueran verdaderamente judaizantes o se inclinaran al judaísmo. El
cisión final de expulsar a los judíos. En aquellos terribles doce años, conver- miedo solo les aguijoneaba. Frente al despliegue de los inquisidores, que
sos y judíos por igual sufrieron la creciente ola de antisemitismo. Mien- entonces identificaban como herejías lo que buena parte de ellos habían acep-
tras se hostigaba a estos últimos y después se les amenazaba con la expul- tado como prácticas nonnales en el marco de sus creencias, muchos conver-
sión de las diócesis de Aragón y Andalucía, entre los conversos se depuraba sos tuvieron la impresión de que era más seguro poner en limpio su pasado.
a los que conservaban vestigios del judaísmo ancestral. Como consecuen- Otros muchos no se fiaron de la Inquisición y prefirieron huir. Vagaban de
cia, muchos conversos huyeron al extranjero sin que por ello pretendieran una provincia a otra, siempre un paso por delante de los reverendos padres.
abandonar la fe católica. Así. los refugiados forman un contingente impor- La mayoría, sin embargo, prefirió al parecer arriesgarse: confesaron y se
tante entre los condenados en los primeros años de la Inquisición. El tribu- pusieron en manos de la Inquisición.
nal de Ciudad Real en sus dos primeros años de funcionamiento quemó vivos Al perdonar de buena gana a aquellos que confesaban por volunt_ad pro-
a cincuenta y dos acusados, pero 220 personas fueron condenadas a muer- pia, la Inquisición aceptaba de hecho que, pese a que se había comettdo una
te in absentia. En el auto de fe de Barcelona del 10 de junio de 1491, tres falta, no se enfrentaba a una herejía intencionada o que circulara de m~do s~­
personas murieron en la hoguera mientras 139 eran juzgadas in absentia. creto. Aquellos que confesaban y aceptaban las cond_ici~nes de ~a P~_mte~c~a
Ocurrió lo mismo en Mallorca, cuando en el auto del 11 de mayo de 1493 quedaban a partir de ese momento libres de cualqutcr mcapacttaciO~ c~v1l.
se quemó sólo a tres personas, aunque ardieron 47 efigies de los fugitivos Los conversos no compartían evidentemente esta perspectiva tan opttm1sta,
ausentes.~" pues habían sido obligados a una posición comprometida que no les traería
Las cifras indican claramente a qué gmpo afectó de manera especial la sino desgracias en el futuro. «Un día estando [h]ablando otros y yo de la Santa
labor de la Inquisición: el 99,3 por lOO de las personas juzgadas por el tri- Inquisición -declaró un vecino de Sigüenza en 1492- desían que en Tole-
bunal de Barcelona entre 1484 y 1505 y el 91.6 de los juzgados en Valencia do se habían reconciliado de miedo artos por caso que no les levantasen fal-
entre 1484 y 1530 eran conversos de origen judío. 100 En otras palabras, el tribu- sos testimonios. E dixe yo: ¿Cuál es el traydor que no tiene [h]echo por qué
nal no se ocupaba de las herejías en general, sino sólo de una forma de desvío e se reconcilia de miedo?".,> Algunos sin duda se arrepintieron amargamente
religioso: la práctica. aparentemente secreta. de ritos judíos. de haberse incorporado voluntariamente a la procesión de los penitente:;.
Se pueden deducir algunos datos sobre estas prácticas a través de los ~< · Conocisme ayer en la procesion de los reconciliados? -preguntó una mu-
edictos de gracia, 1m un procedimiento que seguía el modelo de la Inquisición ' de Cuenca a una amiga en 1492; estallando en sollozos-llorava mue ho
jer
medieval. Los inquisidores predicaban un sermón en el distrito que visitaban, por se aver reconciliado.•' «A Dios devía pesar porque los padres h~sen e~to,
recitaban una lista de herejías e invitaban a todos aquellos que deseaban que son diablos, que no hasen cosajusta.,m1 Tales personas no teman la 1m-
descargar sus conciencias a que acudieran ante ellos y se denunciaran a sí presión de haberse desviado de la fe católica.
mismos o a otros. Los que se presentaran ante el tribunal durante el llamado Entre el miedo y la humillación, muchos conversos vivían en un continuo
«período de gracia,, que habimalmente se alargaba durante treinta o cua- terror. «Le pesava porque venía la Ynquisición -confesó un curtidor de Se-
renta días, serían absueltos y «reconciliado:;,, con la Iglesia sin sufrir pena- gavia-. Más quisyera ver entrar todos los moros de Granada ~n esta cibda_d
lidades rigurosas. La benignidad de las condiciones animó las confe~iones --exclamó un vecino de Cuenca en 1491-, que el Santo OficlO de la InqUI-
propias. lo que convenció. más que ningún otro factor, a los inquisidores sición, porque quitan la vida y la honra.>' 1l»
que la herejía circulaba de manera real y constituía un problema. Con ante- Ser castigado por la Inquisición conllevaba ser incapacitado para cargos
rioridad, sólo había habido polémicas y m mores; en aquellos momentos las oficiales. 105 En principio, esta situación podía ser evitada. Desde fecha muy
62 LA 1:-.IQUISICIÓN E~PAÑOLA
ADVJ:oNlMll:oNTO DE LA 1:-.JQUISICIÓ:-< 63

temprana. se permitía que muchos de los que confesaban sus faltas durante men, es que en aquellos años de inten5a persecución, el tribunal de Zara-
un ed~cto de gr~cia _h!cieran bonón y cuenta nueva a cambio de un pago en goza ejecutó a 130 personas, 11 ' el de Valencia posiblemente 250, 114 el de
Barcelona 34. 1L1
metáhco a los mqulSldores. Fue una fuente de ingresos saludada con albo-
rozo por el Santo Oficio. A muchos conversos les hubo de parecer que la «re- En Castilla la proporción de ejecuciones fue probablemente mayor: en el
habilitación>> por estos medios merecía la pena. Además, una de las ventajas auto de fe de Ciudad Real del 23 de febrero de 1484, treinta personas fueron
principales qu~ llevaba consigo el confesar voluntariamente es que no se con- quemadas vivas y cuarenta en efigie; en el que tuvo lugar en Valladolid el
fiscaban los btenes. 106 En consecuencia. miles de personas se «reconciliaron» 5 de enero de 1492. 32 personas fueron condenadas a la hoguera. Con todo.
con la fe catól~ca; sólo en Toledo unas 4.300 lo hicieron entre 1486 y 1487."17 las ejecuciones fueron esporádica~ y se concentran en los primeros años. En
cifr~s redondas, es probable que más de las tres cuartas partes de los que
Aunque no ex1stc documentación sobre si era habitual rehabilitar a los con-
d~nados ~orla Inquisición, las listas que se han conservado de Toledo, Sego~
muneron a manos de la Inquisición durante los tres siglos de su existencia,
vta y vanos lugares andaluces muestran la disposición de lm, inquisidores lo hicieran durante los primeros cincuenta aiíos. La falta de documentación
a aceptar el pago en metálico de miles de conversos. No hay prueba, por impide, sin embargo, hacer cálculos exactos. 11 r- Una estimación ponderada,
supuesto. de que los que pagaban para ser «rehabilitados>> fueran realmente basada en la documentación de los autos de fe. arroja una cifra de 250 per-
judaizantes. Más aún -y este era el gran inconveniente de la confesión vo- sonas quemadas vivas por el tribunal de Toledo entre 1485 y 1501. 117 Puesto
luntaria-, se corría el riesgo de que los inquisidores no aceptaran el arre- que este tribunal, junto con los Sevilla y Jaén, fue uno de los pocos en Cas-
ti.l~a n~n un intenso nivel de actividad, no parece improbable suponer una
pentimiento implícito en la confesión, como sucedió en varios casos en los
q uc se llevó a juicio a personas por faltas cometidas después de ser reha- ctfra cmco veces superior, alrededor de un millar de personas, como el total
bilitadaS.108 aproximado de los ejecutados por los tribunales castellanos en una primera
No cabe duda sobre la determinación del tribunal de actuar con dureza época. Teniendo en cuenta todos los tribunales en España hasta 1530, no
contra la supuesta herejía. Ya que la mayor parte de la documentación de los parece que el número de personas ejecutadas por herejía por la Inquisición
primeros años no ha llegado hasta nosotros, es difícil calcular con exacti- supere los dos mil. 1' '
tud es.t?dísli_ea~ que cifren la actividad de la Inquisición. El período de per- El número de víctimas puede que sea menor de lo que los hisLOriadores
secucJon mas mtensa comprende los años 1480 y 1530. Hernando del Pul- habían pensado, pero el impacto general fue ciertamente devastador para las
gar calculó que hasta 1490 la Inquisición en España había quemado en la minorías afectadas más directamente. El reino de terror imperante tuvo una
hoguera a 2.000 personas y «reconciliado» bajo los «edictos de gracia» a consecuencia inevitable: los conversos dejaron de admitir sus errores. En lu-
otras 15.000. 1m Su coetáneo, Andrés Bernáldez. estimó que entre 1480 y 1488 gar de ello, se vieron forzados a buscar refugio en esas mismas creencias y
y sólo en la ~i.ócesis de Sevilla el tribunal había quemado más de 700 perso- en esas prácticas a las que sus padres habían vuelto la espalda. El judaísmo
nas y reconcdtado al menos otras 5.000, sin contar con todos los que fueron activo. que se dio entre algunos conversos, surgió por el despertar de con-
encarceladoS. 110 Un historiador posterior, el analista Diego Ortiz de Zúñiga. ciencia que originaron las persecuciones. Bajo presión, volvieron a la fe
afinnó que entre 1481 y 1524 más de 20.000 herejes habían abjurado de sus de sus antepasados. Una mujer judía que vivía en Sigüenza se sorprendió
errores en Sevilla. y más de un millar de relapsos habían sido enviados a la en 1488 de encontrar a un hombre al que había conocido previamente en
hoguera. 111 Valladolid siendo cristiano. «En qué andays por esta tierra? -le preguntó-.
Existen pocas dudas de que las cifras son exageradas, a pesar de que Que anda la Inquisición e os quemarán.,, «E él le respondió: Quiero yr a
ciertamente el número total de personas que pasaron por las manos de la In- Portugal.'> 119 Después de muchos años de andar sin duda con subterfugios,
e~ hombre había tomado una determinación y estaba dispuesto a jugarse la
quisición deba contarse por miles. Los tribunales de Toledo deben haberse
ocupa~o de más de 8.000 casos en el período de 1481 a 1530." 2 La gran
v1da por ello.
mayona de los acusados no llegaron de hecho a juicio: fueron disciplinados Debido a que los conversos ocupaban un lugar significativo en la admi-
como ~esultado de los edictos de gracia y tuvieron que sufrir castigos y pe- nistración, las profesiones y el comercio. su disminución en número, causada
nitcnCLas, pero escaparon con vida. Los casos que llegaron a juicio son mu- por las persecuciones y la emigración. debió tener un impacto considerable en
chos menos y en ellos la pena de muerte se dictaba la mayor parte de las aquellas regiones de España donde su peso había sido notable. En Barcelona,
veces ~ontra ciertos refugiados ausentes. Pudiera ser que los primeros cro- según los consellers en 1485, los exiliados «han tret lotes les pccunies que en
nistas mcluycran en la cifra total de ejecuciones también las efigies que aquesla ciutat tcnien: han los transportals en all!es regnes,>. 120 En 1510, los po-
eran quemadas en su lugar. En realidad, la pena de muerte por herejía fue cos conversos que quedaban allí se quejaban de haber sido anteriormente un
padecida por un número de personas mucho menor del que los historiadores grupo floreciente de «más de seiscientas familias de las cuales paso de dos-
habían pensado. Un punto de vista reciente, resultado de un cuidadoso exa- cientas lo eran de mercaderes" y que en ese momento sumaban sólo cincuen-
64 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA ADVENIMIENTO DE LA INQUISICIÓN 65

ta y siete familias casi arruinadas. 121 En Valencia, tenemos información sobre puesto que todos los que fueron hallados culpables y, por lo tanto, condena-
736 conversos juzgados por la Inquisición, el 34 por 100 eran comerciantes y dos, habían sido sometidos a un juicio justo. En consecuencia, el judaísmo de
el 43 por 100 trabajaban en la industria tcxtil. n Los conversos españoles no
1
los conversos pasó a ser aceptado como una verdad histórica.
eran de ninguna manera la tlor y nata de la población, pero su ruina no po- Sin embargo, ni siquiera los documentos de las causas del Santo Oficio
día dejar indiferentes a las autoridades civiles. Esto, en verdad, junto con proporcionan suficiente base para aceptar semejante veredicto. No hay duda
la defensa de la independencia local, estaba entre los motivos principales de la de que muchos conversos sentían inclinación a favor de los judíos, pues ha-
resistencia no conversa contra la Inquisición en Terne!. La persecución de los bían vivido toda su vida en un entorno ambivalente, mitad cristiano, mitad
conversos fue mucho más pe¡judicial para la economía que la posterior y más judío. Así y todo, la Inquisición muy raramente fue capaz de identificar con-
espectacular expulsión de los judíos, quienes, a causa de estar socialmente versos que tuvieran prácticas y creencias judías sistemáticas. La mayoría fue
marginados, desempeñaban un papel de menor importancia en sectores clave arrastrada ante el tribunal sobre la base de rumores vecinales, insidias perso-
de la vida pública y controlaban menos recursos económicos. nales, prejuicios sociales o simples habladurías. Según un cronista judío, ha-
Se ha defendido que la razón principal para instaurar la Inquisición fue bía conversos que testificaban contra otros conversos si no les pagaban para
el deseo de barrer a los conversos de la vida pública y que la religión no fue que no lo hicieran. l.5 Los documentos de la acusación están repletos del tipo
1

nunca un motivo real; en el proceso de los hechos, el Santo Oficio y la co- de pruebas que los tribunales normales hubieran desestimado. ¡u; Más aún, al-
rona se harían ricos a base de las contiscaciones. 123 El argumento es plau- gunas de las prácticas denunciadas a la Inquisición no implicaban ser judai-
sible, sobre todo si se niega la existencia de un movimiento judaizante am- zante. ¿Es que sólo los judíos se volvían hacia la pared cuando morían? 127
pliamente extendido entre los conversos. Pero, como se verá, había otras La Inquisición aceptaba sin más como fidedigno el testimonio de testigos
cuestiones en juego que hacen difícil aceptar que la codicia antisemita fue que no sabían nada de la vida religiosa presente del acusado, pero que afir-
el único motivo. Más aún, Fernando, quien siempre contrató conversos para maban que veinte o treinta años antes le habían visto cambiar las sábanas en
su servicio, negó vigorosamente que sintiera animadversión alguna con- viernes o mover la cabeza como si rezase según la costumbre judía. Sancho
tra ellos. «Sienpre nos serbimos desta gente como de los otros --declaró de Ciudad, un destacado vecino de Ciudad Real, fue acusado de judaísmo
en 1507- y ellos nos serbieron muy bien. Mi entincion syenpre fue y es por hechos que algunos testigos decían recordar y que se remontaban a diez,
que los buenos fuesen guardados y honrrados y los malos castigados, pero veinte y casi treinta años antes. 12 ~ Juan de Chinchilla, sastre de Ciudad Real,
con piedad y no con rigor.>~' 24 cometió el error de reconocer que seguía algunas costumbres judías en 1483,
También se ha citado la instauración de la Inquisición como prueba de cuando ya había expirado el período que concedía el edicto de gracia. Todos
que los Reyes Católicos deseaban imponer la unidad religiosa en España. los que trabajaban con él declararon que en apariencia era un católico prac-
La expulsión de los judíos parecería confirmar esta hipótesis. Los monar- ticante; el único testigo de cargo se refirió a hechos que se remontaban a
cas, como católicos fervientes que eran, ciertamente querrían una nación dieciséis y veinte años antes. Fue condenado a la hoguera a partir de estas
unida por la fe, pero no existe evidencia alguna de que practicaran una po- pruebas. 129 En Soria, en 1490, los inquisidores aceptaron la palabra de un
lítica deliberada conducente a lograr tal uniformidad religiosa. Durante toda testigo que había visto a un funcionario rezar oraciones judías «ha veynte
la primera década de la Inquisición, Fernando e Isabel no dejaron de prote- años» y la de otro que había visto ciertos objetos en un hogar «ha más de
ger a los judíos, a la vez que trataban de eliminar las prácticas judaizantes treynta años~~. Una anciana de la misma ciudad recordaba a otra haber di-
110

entre los conversos. Aun después de la expulsión de los judíos, los mudéja- cho algo «ha cinquenta años». ' 01 Muy raramente los testigos afirmaban que
res siguieron disfrutando de la libertad de culto que se prolongaría en Cas- tenían pruebas sólidas acerca de prácticas judías que habían observado en el
tilla una década y en Aragón treinta años más. La brutal arremetida contra mes o, incluso, el año antes. La mayoría de las veces, las acusaciones en
la herejía, lejos de servir al propósito de conseguir la unidad religiosa, no esos años se basaban o bien en confesiones voluntarias o en habladurías
fue sino la culminación de un largo período de presión política y social con- fragmentarias, desenterradas de recuerdos ya polvorientos. Cuando María
tra los conversos. González fue llevada ante los inquisidores de Ciudad Real en 151l,la úni-
ca prueba sólida contra ella era su propia confesión, realizada durante un
Cuando los cronistas oficiales de aquellos años, la mayoría de los cuales edicto de gracia en 1483. «Después acá -arguyó su defensa (y no había
simpatizaban con el Santo Oficio, relataron los hechos, cayeron fácilmente ninguna evidencia contraria)-, ha bivido como cathólica.» Sin embargo, su
en una versión estándar de lo que había ocurrido. Todos los que habían hui- marido había muerto en la hoguera como hereje en aquella época y durante
do de la Inquisición fueron considerados culpables por implicación; todos los los años sucesivos, ella nunca dejó de mantener que «con falsos testigos lo
que confesaron y fueron rehabilitados fueron colocados por igual en la lista quemarom» y que «Se subió al cielo como un mártyn~. 132 A partir de esta
de los culpables y sus confesiones utilizadas como prueba; se dio por su- débil prueba, ella también fue enviada a la pira.
66 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA ADVENIMIENTO DE LA f[';QUISICIÓ~
67
Cuando Juan González Pintado, antiguo secretario del rey y en ese mo- vista aparece repetido tantas veces en fuentes judías de la época que no
mento regidor de Ciudad Real, fue juzgado por la Inquisición en 1484 como puede ponerse en duda. Isaac Abravanel subraya cuatro veces en sus escri-
judaizante. el único testimonio específico contra él se remontaba a treinta y tos que los cargos contra los conversos eran falsos. Profundamente preo-
cinco años antes.m Al contrario, numerosos testigos confirmaron que en cupado por la suerte de su propio pueblo, difícilmente habría dejado a los
aquel momento era un excelente cristiano de firmes creencias. En tales casos, co.nversos al margen de sus escritos si hubiera pensado que compartían la
hay que sospechar que había otros motivos para las acusaciones. En realidad, mtsma fe. «La gente les llamará siempre "justos" ---escribió sobre los con-
González había estado implicado en una rebelión veinte años atrás, 134 y el eco ve:sos- y les señalarán .como israelitas y les acusarán falsamente de ju-
de ese suceso podría haber perjudicado su caso. dmzar en secreto, un delito por el que pagarán con la muerte por el fue-
Si la idea de que los conversos eran criptojudíos ha de mantenerse sobre go.»'·19 Otro estudioso judío coetáneo, Isaac Arama, se mostró no menos
las pruebas sacadas a la luz por la Inquisición durante la década de 1480, no e~plícito s.obr~ este punto. «Los gentiles --escribió- siempre les insulta-
hay duda acerca del veredicto: en los juicios apenas puede encontrarse prue- ran, consptraran contra ellos y les acusarán falsamente en cuestiones de fe:
ba alguna de que los conversos practicaran la fe o los ritos judíos. No cabe siempre sospecharán de ellos como judaizantes especialmente en nuestros
cuestionarse la sinceridad de los inquisidores o imaginar que insidiosamente días, cuando el humo de los autos de fe llega ha5ta el cielo en todos Jos reinos
falsearon las pruebas. Es cierto que, al menos al principio, no eran abogados de España.» 140
experimentados y tampoco tenían las ideas muy claras acerca de los ritos ju- . El cu~dr? cambió radic~lmente con la expulsión de 1492. A la gran can-
díos. Antes bien, los inquisidores mismos eran instrumentos de un sistema tldad de judws que se convtrtieron ese año se sumaron pronto otros muchos
judicial en el que se otorgaba a las tensiones sociales y los prejuicios, mani- que regresaban del exilio y aceptaron el bautismo. Pocos entre los converti-
festados a través de testimonios orales carentes de fundamento, una validez dos Y los que habían vuelto del exilio estaban ssatisfechos de la situación.
prácticamente incuestionada. Los condenados por judaizantes pueden dividir- «S y no fuera por las debdas que le devían -dijo un hombre que regresó de
se en tres categorías. Primero estaban los condenados a partir de la eviden- Portugal en ~494- no se tomara christiano ni viniera de PortugaL> «Agora
cia proporcionada por la propia familia; en estos casos, los cargos semejan es el catyveno verdadero -se dice que había comentado años antes otro se-
plausibles, aunque evidentemente estaban de por medio los conflictos perso- gún un testimonio recogido en 1502- quando éramos judíos eramos seño-
nales. En segundo lugar, se encuentran los condenados in absentia; aquí la res, agora somos cabtyvos.» 141 Por tanto, fue a partir de 1492 cuando surgió
presunción automática de culpabilidad, la falta de defensa y el hecho de que el verdadero problema del criptojudaísmo. Estos judaizantes habían vivido
las propiedades del acusado quedaban confiscadas hacen que se pueda dese- toda su vida como judíos y rehusaron entonces renunciar a ese derecho ina-
char la evidencia. Por último, estaban los condenados sobre la base de las ha- lienable.
bladurías de vecinos a menudo insidiosos, la mayoría de los cuales habían Hasta ahora no se ha estudiado de modo adecuado el importante cam-
de escarbar en su memoria diez o veinte años atrás para encontrar pruebas bio cualitativo que tuvo lugar en la cultura conversa después de 1492. 142 De
incriminatorias. El conflicto inevitable entre los diversos testimonios salta a f~?Tia muy clara, los nue.v~s conver~os no formaban parte de la antigua «na-
la vista en un juicio como el de Catalina de Zamora en Ciudad Real en 1484, Clon conversa» de los cnstlanos. Mtentras la generación anterior había sido
quien fue acusada por un cierto número de testigos de ser una judía practi- fundamentalmente cristiana, los nuevos conversos eran conscientes de ser
cante y de sentir una violenta animadversión hacia la Inquisición, lo que era judíos y añoraban su antigua cultura, aun después de ser bautizados.'•J «Le
evidente. Otros testigos juraron con igual convicción que era una buena cató- pesava por se [hJaver tomado christiano», declaró un vecino de Medinaceli
lica y que los testigos de la acusación eran «mugeres livianas e de poco saber en 1504. ~~ien n,?s es~ábamos en la ley judaica», afirmó otro en Sigüenza.
e entender>>.m Los inquisidores le absolvieron de los cargos, pero la castigaron La expuls10n habta temdo lugar porque no habían sido buenos judíos, según
por haber blasfemado contra la Virgen. un hombre de Almazán: <<Si mal nos a venido a nosotros somos merescedo-
En pocas palabras, los documentos de la Inquisición no dejan margen de res dello, que no fasyemos las cerimonias nin las cosas que aviamos de faser,
duda de que algunos conversos se aferraban a }a_<; prácticas y la cultura ju- que .por ~so, nos vin? el d~stierro». Esta opinión refleja aquella otra de un
días, como aquel converso de Soria que en la década de 1440 se empecinó cr~~Ista JUdto postenor, qmen expresó la perspectiva moralizante de que <<el
en ir de modo habitual a la sinagoga a rezar junto a los judíos hasta que un extho que nos parece tan terrible será la causa de nuestra salvación». •·•• Refi-
día se hartaron de él y lo echaron a la calle a pesar de sus violentas protes- riéndose a un exiliado en Portugal, otro vecino de Almazán afirmó en 1501
tas."6 Sin embargo, no hay evidencia sistemática de que los conversos en blo- que «sy yo estoviera agora en aquella tierra no me tomaría christiano». «Mien-
que fueran criptojudíos. m Según la impresión de un judío de la época que tras fueran judíos nunca les faltava el bien, y agora todo les faltava -fue el
fue testigo de la persecución de los conversos, «sólo unos pocos morían punto de vista manifestado por un converso reciente en 1505-. Mejor no~
como judíos, y de ellos por la mayor parte eran mujeres».m Este punto de yva antes e más teníamos que agora»
68 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

Esta actitud, evidentemente, continuó dando trabajo a la Inquisición. Re-


sulta significativo que en la década de 14~0 el camino p_rincipal para obtener
pruebas hubieran sido los edictos de gracta y las c?~festones espontáneas de
los conversos, mientras que a partir de 1500 no hlCtera falta echar mano _de
esos procedimientos, pues la can?dad ~e ~stimon~os ~c~mulados ~roporcto­
naba suficiente material de trabaJO. Mas aun, los mqmstdores pod1an contar
con la colaboración de los conversos que, en venganza por las delaciones por
parte de los judíos en aquella época, volvieron las tomas contra los antiguos
judíos brindando pruebas contra ellos.
4. UNA OPOSICIÓN PERSISTENTE

En esta tierra se le tiene mala voluntad a la Inquisición y ~i la


pudieran echar por tierra lo harían.
Los inquisidores de Cataluña, en \618 1

A lo largo de la historia de la Inquisición los estudiosos se han mostrado


de acuerdo sobre el impresionante apoyo que le prestó el pueblo español. Los
extranjeros que visitaban España quedaban horrorizados ante la participación
en masa del público a los autos de fe. Los defensores posteriores del tribunal,
tuvieron la impresión de que la Inquisición podía justificarse en parte a la
vista de que estaba enraizada en la fe auténtica de los españoles. 2 Los que
se oponían al tribunal quedaban igualmente consternados ante ese aparente
apoyo. Hasta el gran Llorente, el primer historiador moderno del tribunal,
quedó estupefacto ante la falta de evidencia sobre la existencia de alguna for-
ma de rechazo contra el Santo Oficio en España. Como declaró en 1811 en
un discurso leído ante la Real Academia de la Historia, reunida en Madrid
en plena guerra de Independencia:

Si para investigar quál sea el modo de una nación acerca de algún estable-
cimiento nos hemos de gobernar únicamente por el testimonio de los escritores
públicos, no puede dudarse que la nación española amó tanto como temió al de
la Inquisición ... Apenas se hallará un libro impreso en Espafia desde Carlos
primero hasta nuestros días en que se cite sin elogio la Inquisición.>

El aparente apoyo del pueblo a la Inquisición ha dado lugar a inevitables


problemas de interpretación. Los partidarios del Santo Oficio han sostenido
que su popularidad se basaba en un inquebrantable sentido de la justicia y en
que respondía a una profunda necesidad religiosa. Por el contrario, sus de-
tractores la han presentado como una institución tiránica impuesta por el es-
tado sobre la libre conciencia de los españoles. Ambas opiniones, a pesar de
ser opuestas, pueden apoyarse en testimonios contemporáneos, pero ninguna
de ellas refleja por entero la verdad de los hechos. Las primitivas burocracias
estatales de Castilla y Aragón en el siglo xv estaban mal preparadas para im-
poner una tiranía en la masa del pueblo y, en realidad, tampoco lo intentaron
70 LA INQUISICIÓN ESPANOLA UNA OPOSICIÓN PERSISTENTE 71

nunca. Por otro lado, si la Inquisición llegó a a tener una amplia base de <<Lo que los tiempos demandan)): esta es la clave de la supervivencia de la
apoyo, es necesario investigar las razones que lo hicieron posible. Inquisición. Mientras las facciones urbanas luchaban por desplazar del poder
El respaldo de las masas surgió como consecuencia de los violentos en- a los conversos en Toledo, Ciudad Real y otras ciudades en la década de 1480
frenta.mlentos sociales de finales del siglo xv: la vasta mayoria de la población, Fernando e Isabel, con las manos libres gracias al fin de las guerras intestina~
integrada por cristianos viejos, vio representados en la Inquisición sus intere- y a u~ acuerdo constitucional conseguido en las Cortes de Toledo (1480), em-
ses contra los de la reducida minoría conversa. Aunque tal respaldo constituyó prendJe~on una cruzada militar contra los musulmanes de Granada, que in-
siempre la base del poder inquisitorial, raramente pasó de ser una actitud pasi- cluyó eó 1486 una peregrinación a Santiago de Compostela en busca de la
va; como veremos, el Santo Oficio fue aceptado, pero no amado. bendición divina. Los tiempos de crisis exigían medidas de crisis: el mensaje
Hay pocas dudas sobre la fuerte oposición que despertó su establecimien- estaba implícito en todas y cada una de las directrices principales promulga-
to. Los aragoneses nunca habían puesto en pleno funcionamiento su Inquisi- das por Fernando en aquellos años, lo que explica el nivel inusual de colabora-
ción medieval y no estaban de humor para aceptar otra. Entre Jos castellanos ción que consiguió en toda España. También ayuda a explicar la firmeza
la posición era aún más delicada: nunca en su historia se había institucionali- absoluta, sin concesiones, con la que insistió en que la Inquisición fuera acep-
zado la persecución contra la herejía. Era una sociedad tradicionalmente tole- tada en todo el reino, sin importar las consecuencias. Contamos con su
rante y abierta, en la que no habían nacido movimientos sectarios del tipo de extraordinaria declaración a los consellers de Barcelona en 1486:
los que encontramos en Inglaterra, Francia o Alemania. Con anterioridad, los
judaizantes habían sido condenados ocasionalmente por los tribunales episco- ··: antes d~ que nos hoviéssemos deliberado en dar lugar en que esta inquisi-
pales, pero siempre habían sido juzgados de acuerdo con las leyes existentes.
4 CIÓn se fiz¡esse en ciudad alguna de nuestros reynos, hovimos bien considera-
do Y visto todos los danyos e incrementos que desto se podía seguir y que a
¿Cómo llegaron los españoles a aceptar un tribunal que no sólo era ajeno
nuestros derechos y rentas reales ne provendría. Pero porque nuestra firme in-
a sus tradiciones/ sino que también desde el principio se apartó de los prin- tención y zelo es anteponer el servicio de N.S. Dios al nuestro ... queremos
cipios habituales de la justicia? El testimonio más elocuente del violento sen- aquella en todo caso se faga, todos otros interesses postposados. 7
timiento de rechazo inicial nos llega en el siglo XVI de la pluma del jesuita
Juan de Mariana. Según éste, la actuación inquisitorial El deliberado estímulo de un sentimiento de crisis -acentuado por las
su~ues.tasconspiraciones de los conversos, por el asesinato de Arbués, por el
... al principio pareció muy pesada a los naturales. Lo que sobre todo extraña- eptsodm del niño de La Guardia- y la respuesta general favorable a ]a gran
ba era que los hijos pagasen por los delitos de los padres, que no se supiese ni cruzada contra Granada, que se prolongaría doce años, presionaron a las
manifestase el que acusaba, ni le confrontasen con el reo, ni hubiese publica- autoridades públicas a que encauzasen y acallasen las protestas individuales.
ción de testigos: todo contrario a lo que de antiguo se acostumbraba en los otros
Dado que la Inquisición era un instrumento de crisis, puede que Fernando
tribunales. Demás desto les parecía cosa nueva que semejantes pecados se cas-
tigasen con pena de muerte. Y lo más grave, que por aquellas pesquisas secre- nunca ~lbergara la intención de que fuera permanente y, por ejemplo, no se
tas les quitaban la libertad de oír y hablar entre sí, por tener en las ciudades, tomó mnguna medida encaminada a asegurarle unos ingresos regulares. Cier-
pueblos y aldeas personas a propósito para dar aviso de lo que pasaba, cosa que tamente, esta era la impresión de un escritor de Toledo, que comentó en 1538
algunos tenían en figura de servidumbre gravísima y a par de muerte.~ que «si los reyes católicos fueran vivos, veinte años ha que lo hobieran re-
formado, vista la mudanza de las obras>>.~ Se consideró aceptable la actua-
A pesar de la dureza del lenguaje empleado, Mariana, al parecer, no com- ción sin precedentes del Santo Oficio sólo porque se trataba de una medida
partía semejante opinión; el historiador también presenta como «mejor y más de emergencia, vigente hasta que la crisis hubiera pasado.
acertada» la perspectiva contraria. Es significativo que en ningún momento dé A los que mantenían una postura crítica les inquietaba el que se casti-
la impresión de que estas cóticas eran sustentadas sólo por los conversos. Por gara duramente a aquellos que nunca habían sido instruidos en el cristianis-
el contrario, los aspectos específicos que detalla respecto a las innovaciones mo de manera adecuada. ¿Es que debía echarse toda la culpa a los judai-
en los trámites judiciales, a la sentencia de muerte por judaizar y a la prác- zantes? ¿Se les había impartido la catequesis después de recibir el bautismo
tica del espionaje, son cuestiones que los cristianos viejos suscitaron en la'> por la fuerza? Mariana da testimonio de la enorme disensión de opiniones
Cortes castellanas y aragonesas en los años siguientes. Completamente cons- que había en España:
ciente de lo insólito de los procedimientos inquisitoriales, Mariana admitía
Desta manera hobo pareceres diferentes. Algunos sentían que a los tales
que las severas medidas se desviaban del hacer caritativo habitual de la Igle- delinquentes no se debía dar pena de muerte; pero fuera desto confesaban era
sia, pero aseguraba que coróa la opinión de que «a las veces las costumbres justo fuesen castigados con cualquier otro género de pena. Entre otros fue des~
antiguas de la Iglesia se mudan conforme a lo que los tiempos demandan». te parecer Hernando de Pulgar, hombre de genio agudo y elegante.9
72 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA CNA OPOSICIÓN PERSISTENTE 73

Podemos suponer que la opinión de Pulgar estaba ampliamente extendida tació_n implícita ~ la aniquilación de los judíos, lo que sería contrario a las
entre los círculos elevados. Los diputados de Aragón, como ya hemos visto, Escnt.uras. La pnmera razón era, por supuesto, de capital importancia, por-
elevaron sus protestas a Fernando sobre la necesidad de corregir mediante el que st la conversión de los judíos había sido forzada, su bautismo no era
ejemplo y no mediante la fuerza. Muchos españoles estaban en verdad horro- válido Y la Inquisición no tenía jurisdicción sobre ellos. La réplica más co-
rizados ante el derramamiento de sangre. «Tots estem espantats -informa- mún a este argumento era sencilla: el mero hecho de que los judíos hubieran
ron sin rodeos los consellers de Barcelona a Fernando en 1484-- ab les fames eleg_ido e.l b~utismo como alternativa a la muerte o el exilio implicaba que
Lean las noticias] que tenim de les exequcions e procediments que s dien son hab~an eJerCido el derecho del libre albedrío; por consiguiente, no había
stats fets en Castella». 10 Pulgar, no menos horrorizado, denunció el recurso a habtdo coacción y el sacramento era válido.
la violencia cuando todavía no se había intentado evangelizar a los conver- Durante todo el período siguiente, se realizaron críticas al trato que se
sos, informando al arzobispo de Sevilla que en Andalucía miles de jóvenes daba a los conversos. Fray José de Sigüenza, historiador del siglo XVI de la
conversos orden de los jerónimos, se lamentaba de que no hubiera en España otros pre-
la~os como Hernando de Talavera, arzobispo de Granada y confe:.or de la
... nunca de sus cassas salieron ni oyeron ni supieron otra do trina sino la que rema Isabel. En su trato con los conversos, dice fray José, Talavera
vieron hazer a sus padres de puertas adentro. Quemar todos estos sería cosa
crudelissima y aun diffícile de hazer. no consintiendo que alguno les hixiere mal de palabra ni obra. que ni fuessen
No digo señor esto en favor de los malos, mas en remedio de Jos enmen- cargados con nuevas imposiciones ni tributos. aborreciendo mucho la mala cos-
dados, el qua\ me parecería señor poner en aquella tierra personas notables y tumbre de Espai'i~, que los trata peor a los que se convierten destas sectas que
con algunos dellos de su misma nación que con exemplo de vida y con palabras antes que se conviertan .. , de donde se sigue que rehúsan muchos recebir una te
de dotrina reduxiesen a los unos y enmendasen a los otros. Buenos son, por en lo~ que la professan se vee tan poca caridad y tanto descomedimiento.
cierto, [los inquisidores 1 Diego de Merlo y el doctor de Medina, pero yo sé bien
que no harán ellos tan buenos Christianos con su fuego como hizieron los obis- Y, continúa fray José, si
pos don Paulo [de Santa María] y don Alonso [de Cartagena] con su agua. 11
huviera muchos perlados que caminaran por este camino, ni en España huviera
Aunque estaba de acuerdo en que la herejía debía ser reprimida, Pulgar tant.as almas perdidas y ciegas en la secta de Moysen y de Mahoma, ni en las
desaprobaba la pena de muerte. Se basaba principalmente en la autoridad de naCiones extranjeras tantos herejes. 14
san Agustín, quien había abogado por el uso de la fuerza, pero no de la pena
de muerte, contra los herejes donatistas del norte de África en el siglo v. Talavera expresó su posición con la máxima claridad en su Católica im-
Su contemporáneo Juan de Lucena, notable humanista y servidor de la pugnación, un duro ataque dirigido contra un «libelo herético~~ impreso en 1480
corona, participó, como Pulgar, en la controversia pública sobre los métodos por un converm judaizante de Sevilla. Talavera lanzaba un ataque demoledor
de la Inquisición. Lucena, que había sido legado real en Roma y miembro del c~.mtra las pretensiones de judíos y conversos de constituir una nación espe-
Consejo Real, era al parecer de origen converso y, según el canónigo Alonso ctalmente dotada («mucho más lo fueron los griegos y después los romanos a
Ortiz de Toledo, con el que estaba enfrentado, no sólo quiso «Con sus falsas aun !?s arábigos») y apoyaba la tradicional pena de muerte como castigo a la
sophisterías faborescer la parte de los conversos~~. sino que también «emsistió ?ereJia. Por otra parte, sin embargo, criticaba el antisemitismo del que eran ob-
con los Reyes que no oviesse inquisición». Lucena sostenía, de acuerdo con J~:o los conve~os y afirmaba que la razón debía prevalecer sobre la persecu-
Ortiz, que los judíos «bautizados por miedo no reciben ni sacramento ni ca~ Cion como medio para atraerlos de nuevo al rebaño: «Las herejías no solamente
rácter ... Por tanto, se les debía tratar como infieles, no como herejes~~ y tam- han de ser corregidas por castigos y azotes, mas por católicas y teologales
bién que «a los conversos había que convencerles con razones y halagos, no razones>>. 15 Esta fue la política que él adoptó más tarde respecto a los moriscos
coaccionarlos con castigos». 1 ~ de ~ranada. ~u obra, posiblemente debido a su naturaleza polémica, fue in-
Una prueba más de la oposición existente contra la persecución de judíos clu~d~_en el Indice de libros prohibidos en 1559. Más tarde, la Inquisición
y conversos nos llega de un funcionario del propio Santo Oficio. El inquisi- dectdto expurgarlo eliminando varios pasajes, pero nunca llegó a hacerlo. •6
dor Luis de Páramo escribió, como ya hemos anotado, que muchos españo-
les cultos, tanto antes como después de 1492, pensaron por principio que la En los primeros años de la Inquisición, fueron invariablemente los con-
expulsión era un error y un hecho dañino para la Iglesia, por dos razones fun- versos quienes promovieron la oposición contra ella. Al no poder asegurarse
damentales: primero, porque aquellos que habían sido bautizados a la fuerza apoyos en España, acudieron a Roma. Así, una bula promulgada por Six-
no habían recibido el sacramento con propiedad y, por lo tanto, seguían sien- to IV el 2 de agosto de 1483, y casi seguro obtenida con el dinero de los
do esencialmente paganos; 13 segundo, porque la expulsión suponía una invi- conversos, ordenaba que el tribunal de Sevilla fuera más benevolente y que
74 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA UNA OPOSICIÓN PERSISTENTE 75
todos Jos casos de apelación se resolvieran en Roma. Sin embargo, sólo once cristianos viejos quedaron pronto atrapados en las redes de Lucero y una
días más tarde, el papa retiraba la bula, presionado por los gobernantes es~ atmósfera de terror se apoderó de la comunidad. Esa, al menos, es la imagen
pañales. Sixto IV murió en 1484 y le sucedió Inocencia VIII, un pap? que que nos han transmitido sus oponentes. Lucero mismo, en cambio, contaba
continuó su política de intervenir en favor de los conversos, aunque temendo una historia muy diferente. Según decía, había sacado a la luz en la región
cuidado de no despertar la ira de los Reyes Católicos. Las bulas promulga- un peligroso movimiento milenario projudío. 20 Y en efecto, hay indicios de
das por Inocencia elll de febrero y el15 de julio de 1485, demandando ma- que tal movimiento había surgido entre grupos de conversos locales. Una
yor clemencia y un trato más benigno hacia los conversos, así como un gran cantidad de ellos fueron detenidos y convencidos de que confesaran.
mayor uso de la práctica de la reconciliación secreta, son muestra representa- En 1500, según un informe para el Consejo Real, 130 personas fueron «re-
tiva de los esfuerzos de la Santa Sede por evitar que una infamia permanen- lajadas)) en dos autos de fe. 21 Después de varias quejas ante el municipio, éste
te cayera sobre las víctimas del tribunal. Con todo, incluso aunque veamos mandó una comisión de investigación que entrevistó a muchos de los deteni-
la mano de los conversos en todos estos intentos por mitigar los peores as-
dos. Los miembros de la comisión quedaron convencidos al parecer por las
pectos del procedimiento inquisitorial, es imposible mantener que los con- confesiones voluntarias de algunos de ellos, por lo que apoyaron a Lucero,
versos constituían la única oposición. al que se permitió continuar con sus actividades. Un cronista de Córdoba
La hostilidad contra la práctica de los sambenitos, por ejemplo, era com-
cuenta que
partida por cristianos viejos y nuevos por igual. Estas ropas penitenciales
debían ser vestidas en público por los condenados, lo que suponía una hu- para acreditarse de ministro muy celoso de la fe, y hacer méritos para mayores
millación pública y acarreaba oprobio a los pueblos donde vivían. Mariana dignidades, empezó a tratar con exquisito rigor a los reos que estaban presos
destacó entre otras esta pena, comentando que «pareció muy pesado a los para que declararan otros cómplices, de lo que resultó tan crecido número de
naturales». En Andalucía, cuenta Bemáldez, se permitió a la gente que de- personas indiciadas, así de los que eran conversos como de otras familias de cris-
jara de usarlos «por que no creciese el disfame en la tierra viendo aquello». 17 tianos viejos, que se escandalizó la ciudad y casi llegó a tumultuarse. 22
Otra lacra eran los confidentes que habrían sido rechazados en cualquier co-
munidad y, como veremos, despertaron vivas reacciones. Con anterioridad Algunos testigos conversos testificaron que habían sido obligados a en-
a 1492 se solicitaba a los propios judíos que espiaran a los conversos. En señar oraciones judías a cristianos viejos para que Lucero pudiera acusarlos
1485, en Toledo, los inquisidores convocaron a los rabinos y les hicieron de judaizantes. Un informe del cabildo catedralicio y del concejo munici-
jurar que anatematizarían a los judíos que no denunciaran a los judaizantes. 18 pal de diciembre de 1506 acusaba a Lucero de «matar y robar y ynfamar a
En la práctica, fueron los conversos más que los judíos los que aparecen todas e qualesquiera personas». Una pesquisa independiente de las autorida-
como activos delatores: en Ciudad Real, entre 1483 y 1485, un antiguo judío, des cordobesas, realizada en noviembre, concluyó que las pruebas de Lucero
Femán Falcón, fue el testigo principal en la mayoría de las causas contra los contra sus víctimas eran «todas falsamente fabricadas>-); que fray Diego de
detenidos por judaizantes. 19 Deza, arzobispo de Sevilla e inquisidor general, había faltado a su deber al
Aunque los conversos en Castilla eran evidentemente hostiles al nuevo tri- no responder a las peticiones hechas contra el inquisidor; que 400 inocentes
bunal, apenas tenemos noticia de que hubiera oposición contra ella por parte se encontraban encarcelados en ese momento en las mazmorras; y que Lu-
de los cristianos viejos durante las dos primeras décadas de la Inquisición, a cero había mandado deliberadamente el mayor número posible de víctimas
pesar de que este fue, como hemos podido ver, el período más sangriento de (120 fueron quemadas vivas en un auto en diciembre de 1504; 27 en otro en
su historia. Miles de cristianos de origen judío habían sido ejecutados, arrui- mayo de 1505) para impedir que hicieran llegar sus quejas al nuevo rey de
nados o forzados al exilio en una campaña sin precedentes en la historia de Castilla, Felipe el Hermoso. No obstante, el rey pudo suspender oportu-
España o de Europa; y durante todo este proceso, sólo uno~ pocos cristianos namente el holocausto de 160 personas en junio de 1506, que Lucero pre-
viejos se habían molestado en alzar sus voces en protesta. Unicamente cuan- paraba por entonces. 2'
do los funcionarios de la Inquisición comenzaron a extender sus actividades a Las pesquisas del inquisidor también le llevaron a descubrir pruebas del
los no con ..!rsos, se hicieron audibles los murmullos del descontento. movimiento milenario entre los familiares del octogenario jerónimo y arzo-
En 1499, el inquisidor de Córdoba fue destituido después de ser conside- bispo de Granada, Remando de Talavera, al que detuvo junto con todos los
rado culpable de fraude y extorsión. Su sucesor, nombrado en septiembre de miembros de su casa (lo que incluía a su hermana, dos sobrinas y sus hijas, y
ese año, fue Diego Rodríguez Lucero. En poco tiempo, Lucero comenzó su los criados), bajo la acusación de que daba cobijo a una verdadera «sinagoga»
propia carrera de extorsión, arrestando a ciudadanos principales por motivos en su palacio. Tanto parientes como servidores fueron torturados y acabaron
insignificantes o con pretextos falsos con el fin de apoderarse de sus pro- confesando, como era de esperar, contra Talavera. El papado intervino a tiem-
piedades mediante confiscaciones. Miembros prominentes de familias de po y el arzobispo fue absuelto de todos los cargos en abril de 1507, y él y su
76 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA UNA OPOSICIÓN PERSISTEt-.'TE 77
famili~ fueron lib~rados.~ 4 Pero fue demasiado tarde para beneficiar al ancia- bunal de Jaén, donde comenzó a ejercer un «testigo)) profesional, que ya
no. Mtentras cammaba descalzo y con la cabeza descubierta por las calles de había estado al servicio del inquisidor. Su nombre era Diego de Algeciras, y
Granada en _la procesión del día de la Ascensión, el 13 de mayo, se apoderó por una pitanza razonable estaba dispuesto a cometer perjurio. te-stificando
de él una Violenta fiebre que terminaría con su vida al día siguiente. En su acerca de las actividades judaizantes de todos los conversos que hiciera fal-
lecho de muerte, d~nunció a «Lucero y sus conplizes>;. porque estaban «procu- ta. Con su colaboración, pronto los conversos más acaudalados de la ciudad
rando que no [h]ob¡ese conversos>>; «lo qua!», continuó, «es manifiesto contra estuvieron en prisión bajo la sospecha de herejía Los que quedaban libres,
la santa fee. católica, que quiere que no rh]aya distinción de judío ni de grie- pidieron a la corona que devolviera la jurisdicción sobre la herejía al obispo
g0>>.25 El CUidado de su rebaño no dejó a Talavera tiempo para sí mismo: murió de Jaén, pues confiaban más en su clemencia que en los abusos de los fun-
en pe~ecta p~breza, hasta _el punto que los miembros de su casa, para Íos que cionarios de la Inquisición. es
no habm pre":tst? nada, tuvieron que recurrir a la caridad del obispo de Málaga. La mayoóa de los abusos no provenían de los mismos inquisidores, sino
.. Ell6 ?e.~uho de ese mismo año, Gonzalo de Ayora, capitán general y cro- de sus subordinados. Entre otros casos notorios está el del notario de Jaén,
msta, escnbto una carta de protesta al secretario del rey, Miguel de Almazán: que encerró a una joven de quince años en una habitación, la despojó de sus
ropas y la azotó hasta que accedió a testificar contra su madre. 29 Otro caso es
El gobierno no ha logrado ejercer el control efectivo de sus ministros. el ocurrido en Toledo. En una declaración firmada por varios testigos y fe-
Y ~n cuantc: a la Inquisición, el medio que se dejó fue confyar tanto del chada el 26 de septiembre de 1487, se afinna que Juan de Uría, depositario
Senor an;ob1~po de Sevilla y de Luzero ... con que infamaron todos estos de los bienes confiscados por ese tribunal, había defraudado cantidades que
Reynos Y destruyeron gran parte dellos syn Dios y syn justicia, matando y ro-
ascendían a millón y medio de maravedíes (4.000 ducados), lo suficiente para
ba~d_o Y fo~z~ndo donzellas y casadas, en gran vituperio y escarnio de la
religión chnstiana ... que viviera bien el resto de su vida.-10 Incluso los que ocupaban el lugar más
~o~ daños y agravio~, que los malos ministros de la Ynquisición han fecho bajo en la jerarquía de la Inquisición tenían la oportunidad de llenarse los
en m1 tterra, son tales y tantos que no ay persona razonable que ~abyéndolos bolsillos. En 1588, el inquisidor de Madrid que inspeccionaba el tribunal de
no se duela. 26 Córdoba informó que tanto el portero como el recadero del tribunal eran cri-
minales y especuladores, lo que era un hecho bien conocido en la ciudad,
La reparación pedida con tanta insistencia comenzó con la dimisión de aunque por lo visto los inquisidores cordobeses no se habían enterado.-11
Deza,_ oblig_ad~ por las ~resiones, y el nombramiento el 5 de junio de 1507 de También en la Corona de Aragón los cristianos viejos que habían tolera-
Franctsco J1menez de Ctsneros, cardenal arzobispo de Toledo, como inquisidor do la pen;ecución de los conversos, comenzaron a unirse después de la muer-
g_e?eral. En mayo de 1508, la Suprema votó finalmente en favor de la dcten- te de la reina Isabel en defensa de los fueros. Reunidos en Monzón en 1510,
cton de Lucero, que fue llevado encadenado a Burgos, mientras las víctimas los representantes de Aragón, Cataluña y Valencia plantearon la cuestión de
en~~eladas en Córdob~ ~ran puestas en libertad. No se castigó al antiguo in- la reforma de su jurisdicción. No se dieron más pasos en este sentido hasta la
qmstdor, _al que.se permitió que se retirara a Sevilla, donde murió en paz. siguiente reunión en Monzón, en 1512, cuando fue redactada una extensa lis-
~1 mtsmo tiempo que ocurrían estos incidentes en Córdoba, se elevaron ta de reformas. Fernando rubricó esta lista, conviniendo así una de las muchas
queJas en Llerena ~Extremadura) contra las actividades del nuevo inquisidor, concordias entre la Inquisición y cada uno de los reinos de España por sepa-
!~amado Bravo, qmen había sido ayudante de Lucero en Córdoba durante un rado. Entre otras cosas, la Concordia de 1512 estipulaba que debía limitarse
tiempo. Bravo arrojó a la pri~ión a tantos ciudadanos adinerados, a pesar de las el número de familiares de la Inquisición en el reino, que la Inquisición no
protestas de uno de sus proptos allegados, que los parientes de los condenados quedaría exenta de los impuestos locales, que los funcionarios del tribunal que
finalmente reunieron el valor suficiente para elevar una petición a la corona: cometieran delitos serían juzgados por un tribunal secular y que no se prohi-
birían los tratos con los conversos, pues eso perjudicaba el comercio. Además,
~s parientes e solicitadores de lo~ presos en la cárcel de la Inquisición de el tribunal no ejercería jurisdicción sobre los casos de usura, bigamia, blasfe-
las vllla~ ~e Llerena besamos las reales manos de V. A. y le hacemos saber que mia y brujeóa, a menos que supusieran también una herejía. El hecho de que
~os l,nq~Jsidores de aquella provincia e ~us oficiales han perseguido e persiguen
a los dtcho_s presos y a nosotros con mucho odio e enemistad y han fecho mu- se presionara al rey a través de las Cortes muestra la gravedad de las objecio-
chos agrav1~s en la ~anera de las prisiones e en la forma de Jos procesos y en nes que se ponían en Aragón contra los procedimientos inquisitoriales. No
maltratar asta los dtchos presos como sus mugeres e hijos e fasiendas.~ 7 obstante, las demandas de 1512 son relativamente suaves si se comparan con
las de fecha posterior.
No queda c_onstanc~a _de que Bravo fuera censurado por su política, y
~arece. ser lo mas verostmtl que se le dejara proseguir su carrera sin má" ave- A la muerte de Fernando, el 23 de enero de 1516, la corona pasó a su
nguactones. La influencia de Lucero también parece haber alcanzado al tri- nieto Carlos, que entonces se hallaba en Flandes. Desde el fallecimiento de
L~A OPOSICIÓN PERSISTEC>lTE 79
78 LA INQUISICIÓN ESPAJ\OLA

Isabel, el 26 de noviembre de 1504, Fernando había reinado únicamente en tiva de Jean le Sauvage. canciller real, a quien se acusó de haber recibido di-
Aragón, mientras Castilla había estado regida por su hija Juana la Loca. viu- nero de los conversos. El preámbulo de las directrices propuestas afirma que
da desde 1506 de Felipe el Hennoso, de la Casa de Austria. Normalmente,
la muerte de Fernando habría supuesto el acatamiento de Juana como reina, por los acusados no haber podido ser plenamente defendidos, muchos inocen-
pero su desarreglo mema! impedía evidentemente que fuera apta para go- tes y no culpados deste delito han padecido muertes, daüos y opresiones, inju-
bernar, así que su hijo Carlos fue aceptado universalmente como soberano rias e infamias e intolerables fatiga~ ... y muchos nuestros vasallos se han ido
y au~cntado de estos nuestros reynos; y (como la experiencia lo ha mostrado)
legítimo. g_eneralmente estos nuestros reynos han recibido grandes fatigas y daüo~: y han
Mientras se aguardaba la llegada de Carlos a España, Cisneros mantuvo s¡do y son gravemente infamados de e~te crimen por todo el mundo.
el control de la Inquisición. En su testamento, el rey Católico había hecho
un llamamiento a su sucesor para que conservara la Inquisición, lo que, por En consecuencia, las reformas propuestas incluían disposiciones a tin de
otro lado, respondía a las intenciones de Carlos. Pero el nuevo reinado des- que los reos fueran trasladados a cárceles abiertas y pública:., donde pudieran
pertó esperanzas de reformas, sobre todo en el corazón de los conversos, y recibir visitas y ser asistidos por abogados, así como de que se les infommse
Cisneros se alarmó grandemente ante el rumor de que Carlos pretendía per- de qué se les acusaba en el momento de la detención y se les diera a conocer
mitir que se hicieran públicos los nombres de los testigos de los procesos
el nombre de los testigos de cargo; además, los bienes de los acusados no po-
inquisitoriales. En una carta dirigida a Carlos, al parecer escrita en marzo
drían ser confiscados y vendidos antes de que se emitiera un veredicto, ni se
de 1517, el anciano cardenal aseguraba que la Inquisición era un tribunal tan
podrían utilizar para pagar los salarios de los inquisidores. Se permitiría a los
perfecto que sus procedimientos «en jamás parece tendrán necessidad de
acusados asistir a misa y recibir los sacramentos mientras estaban a la espe-
reformación y será pecado mudarlas>~.' 2 Hacer públicos los nombres de los
ra de juicio y se tomarian las precauciones debidas para que los condenados
testigos llevaría irremediablemente a que fueran asesinados, como había
a cadena perpetua no murieran de hambre. Si se empleaba la tortura, deberla
ocurrido hacía poco en Talavera de la Reina, donde un converso que ha-
hacerse con moderación y se evitarían las «ásperas y nuevas invenciones de
bía sido acusado, cuando se enteró del nombre del denunciante, le tendió
tormentos que hasta aquí se han usado en este oficio». 34 Cada una de estas
una celada y lo mató. No es que Cisneros se opusiera a todas las reformas.
cláusulas indica la existencia de males:a los que la nueva pragmática intenta-
como demostraban su propia vida y su carrera. Mientras ocupó el puesto de
ba poner remedio.
inquisidor general, tuvo buen cuidado de destituir a los inquisidores de peor
reputación, incluyendo al secretario de la Suprema. En diciembre de 1516 De haber sido aprobadas estas directrices, habría surgido un tribunal
escribió a Carlos para prevenirle contra el secretario real Calcena y mros, completameme diferente. Se habría levantado del todo el peso del secreto y
aconsejándole que los mantuviera alejados de la Inquisición en vista de sus con ello habrían disminuido con:.id<;rablemente las po:.ibilidades de cometer
excesos. El veredicto imparcial de Lea es que «podemos estar seguros de que abusos. Afortunadamente para los i}ue apoyaban a la Inquisición, el nuevo
no tuvo piedad con aquellos que buscaban acuñar en dinero la sangre de los inquisidor general nombrado por Carlos a la muerte de Cisneros fue el car-
conversos».-]_] denal Adriano de Utrecht, obispo de Tortosa, quien se opuso radicalmente a
Sea cual sea la perspectiva de Cisneros, muchos contemporáneos pensa- cualquier innovación. Poco después, a principios de julio de 1518, falleció
ban que era esencial emprender algunas reformas en los procedimientos ju~ Sauvage. Con él murieron las esperanzas de que la estructura de la Inquisi-
diciales de la Inquisición, si bien no se ponía en cuestión su existencia. La ción pudiera ser sustancialmente modificada. Adriano, que por ser holandés
llegada del rey, de diecisiete años de edad, procedente de Flandes, provocó parece que no conocía de primera mano los problemas de España, abolió in-
una larga serie de peticiones y demandas que constituyeron el último capítu- cluso algunas de las reformas de Cisneros, devolviendo a Calcena un alto
lo en la lucha por sujetar la Inquisición al imperio de la ley, Cuando Carlos, cargo como secretario de la Suprema.
tras su !legada a España en septiembre de 1517, celebró las primeras Cortes Mientras tanto, Carlos había marchado a Aragón, donde aceptó el home-
del reino en Valladolid, en febrero de 1518, los procuradores le pidieron «que naje de fidelidad al rey en !.as Cortes que inauguraron sus sesiones en Zara-
su Alteza provea que el oficio de la Santa Inquisición proceda de manera goza, en mayo de 1518. Y cosa sorprendente, cuando las Cortes le ofrecieron
que se mantenga la justicia, y que los réprobos sean castigados y no sufran los un adelanto de una gran suma de dinero a cambio de que diera su aprobación
inocentes». a una lista de treinta y un artículos, que en sustancia eran los mismos que
Pedían, además, que se obedecieran las formalidades legales y que los in- había redactado Sauvage, el rey aceptó. Pronto se hizo evidente que no tenía.,-,-,..
quisidores fueran escogidos entre hombres respetables y letrados. El principal la me~or intención de observar el acuerdo, porque a continuación envió unf 1 (i~ :f
resultado de estas peticiones fue la elaboración de una serie de directrices mensaJe al embajador en Roma, pidiéndole que obtuviera del papa la revo-"' ~~
para el funcionamiento de la Inquisición. redactas en su mayor parte a inicia- cación de los artículos y la dispensa del juramento que había hecho de cum- lE '!:
~MEXlCO $
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80 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA l:)IA OPOSICIÓN l'loRSJSTDJTE 81

plirlos. Sin embargo, las Cortes ya habían dado el paso de hacer que la fir- quisición y en el que se solicitaba que los reos estuvieran en cárceles públi-
ma de Carlos fuera autentificada por Juan Prat, notario de las Cortes. Todos cas en lugar de celdas sccrelas. '·' No ha quedado constancia documental de
los documentos pertinentes fueron enviados a Roma por Diego de las Casas, que se diera una respuesta. Tales peticiones eran presentadas a la corona casi
un converso sevillano. Una ve7. disueltas las Cortes, en enero de 1519, la In- cada año y con igual regularidad emn rechazada~. Queda claro que había una
quisición intervino deteniendo a Prat bajo la acusación de haber falsificado corriente persi~tente de oposición. que aspiraba no tanto a la supresión de la
los artículos redactados en las Cortes. La acusación era evidentemente falsa, Inqui~ición cuanto a remediar y corregir sus abusos. Pero contra la obstina-
pero las autoridades eclesiásticas y seculares de Castilla actuaron como si ción de Carlos no se podía luchar. En abril de 1520, el rey hacía notar a su
fuera verdadera. El nuevo canciller, Mercurino Gattinara, redactó con urgen- corresponsal que «en las Cortes de Aragón y Cataluña el dicho Santo Oficio
cia una serie de documentos que envió a Roma en abril, pretendiendo que ha sido vexado y desfavorecido de algunas personas que poco celaban en su
éstos eran los genuinos y que la copia oficial era falsa. Para entonces había conservación y se han procurado muchas cosas en su derogación>>. 3c' La refe-
surgido un serio conflicto constitucional en Aragón, y los procuradores y la rencia a Aragón no debe dewiar la atención del hecho de que. como se ha
nobleza del reino, reunidos en conferencia en mayo, enviaron a Carlos una visto, las críticas eran igualmente frecuentes en Ca~tilla. En toda España lo~
petición solicitando la liberación de Prat bajo la amenaza de no concederle órganos de gobierno constitucional se convirtieron en los último~ cauces de
más dinero hasta que sus demandas fueran satisfechas. Además, convocaron protesta posible para oponerse al Santo Oficio.
las Cortes y se negaron a disolverse hasta que se hiciera justicia. De 1519 a 1521 las energías de la península estuvieron ocupadas en re-
En este punto, el papa León X intervino en favor de los aragoneses. En primir la famosa rebelión de los comuneros, una lucha confusa y compleja
julio de 1519 promulgó tres breves, uno para Carlos, otro para el inquisidor librada en parte por las oligarquías urbanas contra la autoridad real, que con-
general y el tercero para el tribunal de Zaragoza, reduciendo los poderes de taba con el apoyo de la noblcz.a, y en parte por facciones rivales entre sí en
la Inquisición a los límites de la ley canónica y revocando todos los privile- las grandes ciudades. Inevitablemente, algunos conversos que, como es ~ahí­
gios especiales otorgados por sus antecesores. Carlos y sus funcionarios se do, desempeñaban un papel activo en los municipios, se encontraron en el
negaron a permitir que se publicaran en España y elevaron una enérgica pro- lado rebelde: entre los dirigentes comuneros había un Coronel en Segovia, un
testa a Roma. El papa cambió entonces de posición, suspendiendo los bre- Zapata en Toledo y un Tovar en Valladolid. Los rumores, sazonados en par-
ves pero sin revocarlos. Los aragoneses reaccionaron de modo inmediato te con malicia, tendían a exagerar su participación. El condestable de Cas-
suspendiendo a partir de ese momento el pago de todas las concesiones a la tilla informó a Carlos V en 1521 que «los conversos fueron la raíz de la
corona. Por último, en diciembre de 1520, el papa confirmó la Concordia rebeldía en estos reinos» y después de la derrota de los rebeldes en Vi.llalar,
de 1518, pero en términos que no especificaban si la versión correcta era el 23 de abril de 1521, según el bufón del rey, «en esta batalla fueron halla-
la de Prat o la de Gattinara. Finalmente, en 1521, se llegó a un acuerdo, dos muchos muertos sin prepucios».''' Una generación más tarde, el arzobis-
cuando el cardenal Adriano aceptó por el momento la versión aragonesa po de Toledo, Silíceo. pudo afirmar que «en España es del dominio común
y puso en libertad a Prat. La de los aragoneses fue una victoria pírrica. La que las Comunidades fueron incitadas por descendientes de judíos>>. En reali-
Inquisición no admitió en ningún momento las concordias de 1512 y 1518, dad, parece ser que la causa conversa no se identificó especialmente con la
por lo que las luchas de aquellos años resultaron ser en vano. de los comuneros e incluso muchos conversos conocidos lucharon en el ban-
En las Cortes castellanas de La Coruña, en 1520, se repitieron las peti- do real, pero es cierto que algunos rebeldes esperaban poder abolir o modi-
ciones hechas en Valladolid en favor de que se reformaran los procedimien- ficar la Inquisición -el almirante de Castilla aseguraba a comienzos de 1521
tos de la Inquisición, pero sin éxito ninguno. Algo más tarde, aquel mismo que «los comuneros dizen que no [h]avrá Inquisición- y que hay constan-
año, mientras Carlos se hallaba en Flandes, le presentaron otro plan de re- cia de la hostilidad contra la Inquisición en varia~ partes del reino. Con todo,
formas; pero ni esta ni otras propuestas subsiguientes obtuvieron resultado. la Junta que encabezaba la Comunidad fue escrupulosamente cuidadosa en
A su regreso a España se celebraron Cortes en Valladolid en 1523. De nuevo no causar ofensa alguna al Santo Oficio y entre las demandas hechas al
se plantearon las viejas sugerencias de reformas, reforzadas con la petición gobierno no aparece ni una sola referencia a la Inquisición.-'~ El tribunal so-
de que los salarios de los inquisidores fueran pagados por la corona y no con brevivió este período crítico conservando intacto su modo de funcionamien-
lo que se obtenía de las confiscaciones. De nuevo no se logró nada. En 1525, to. En Valencia, donde mientra~ tanto tenía lugar la revuelta paralela de las
las Cortes reunidas en Toledo se quejaron de los abusos cometidos por los Germanías. ~m atribuciones se vieron reforzadas por los bautismos en masa
inquisidores y sus familiares, pero no se consiguió sino la promesa de que que los rebeldes impusieron a los mudéjares.
los yerros serían corregidos si es que se habían cometido realmente. En 1526, En los años que siguieron a la rebelión de los comuneros. se siguió po-
estando el rey en Granada, le presentaron un memorial en el que se mostra- niendo reparos a la actuación de la Inquisición tanto en Castilla como en
ban los males derivados de los procedimientos secretos empleados por la In- Aragón. Un ejemplo representativo es el memorial redactado el 5 de agosto
82 LA INQUISICIÓN ESPA:'JOT .A L-\IA OPOS!C!Ó"' PERSISTENTE 83
19
de 1533 y leído a Carlos en las Cortes aragonesas celebradas en Monzón .. lar en los Países Bajos en 1520. En 1518, con ocasión del conflicto con los
Los dieciséis artículos incluían quejas de que «algunos ynquisidores del dJ- aragoneses sobre Juan Prat, Carlos informaba a las Cortes, «sed ciertos que
cho Sancto Oficio a voz y en nombre de lnquisicio an prendido y tienen antes acordaríamos perder parte de nuestros reynos y Estados, que permi-
preso al presente por delictos privados no tocantes a cossa alguna al Sanc- tiéssemos fazcrse cosa en ellos contra la honra de Dios Nuestro Señor y en
to Oficio>>; que Jos inquisidores tomaban parte en negocios seculares; que disminución y desautorización del dicho Santo Oficim,. 40 Durante la guerra
habían extendido ilegalmente su jurisdicción al perseguir casos de sodomía. de las Comunidades, Cario:. exhortó a los virreyes en España a que resistie-
usura y bigamia, asuntos todos ellos ajenos a la herejía; que los inquisido- ran cualquier ataque contra la Inquisición.4 ' Por ello, en los años siguientes,
res de Aragón, Cataluña y Valencia tenían un número excesivo de familiares, la monarquía tuvo a su disposición una institución única a la que siempre
cuya identidad se mantenía en secreto dando lugar a incontables abusos. En podía recurrir en caso de necesidad. Este hecho continuó teniendo repercu-
cuanto a los moriscos, la protesta añadía, dirigiéndose al inquisidor general siones en la Corona de Aragón, donde siempre se consideró que la actuación
en persona, que de la Inquisición era inconstitucional.
La imagen, algo burda, de que hubo un apoyo popular a la Inquisición
se dize que a V. Sa. Rma. es muy sabida la manera que se tuvo en la conversión necesita evidentemente ser corregida. Tal apoyo resulta más fácil de identifi-
de Jos moros ... y asimismo la poca o ninguna doctrina y ensegnan\a que des- car en el reino de Castilla, donde en un primer período el tribunal no chocó
pués acá de nuestra ~anta fe católica se les a dado, ni yglesias que s.e le~ aya.n con los intereses de ningún otro grupo que no fuera la oligarquía conversa.
fecho en los lugares donde biven. Y que sin embargo en no (hjaver s1do doctn- Más aún, a diferencia de otras instituciones eclesiásticas, el tribunal no con-
nados ni enseñados como dicho es, se procede contra ellos como contra herejes. llevaba el gravamen de nuevos impuestos para el pueblo, por lo que no había
una razón de peso para despenar la impopularidad en él. La Inquisición se
Y aun peor, que la Inquisición se estaba apoderando ilegalmente de las fue estableciendo entre las estructuras de poder existentes, logrando la cola-
tierras que habían confiscado a los conversos moriscos. Alonso Manrique, el boración de las oligarquías locales, quienes aceptaban de buena gana el pues-
inquisidor generaL rechazó con firmeza todas estas protestas. De este modo, to honorí11co que suponía ser nombrado «familiar>> de la Inquisición.
se les dio carpetazo. Fuera de Castilla, el nivel de apoyo era mucho más bajo. Las oligarquías
locales fueron siempre enemigos poderosos de la Inquisición, particularmen-
Quejas similares a éstas habrían de representar un importante papel en las te en Aragón, aunque fue la cuestión de los privilegios legales lo que ante
futuras controversias sobre la Inquisición. La jurisdicción inquisitorial en todo malogró el intento de colaboración con los no castellanos. En Italia, Ara-
cuestiones de moral, por ejemplo, fue considerada entonces, al igual que su- gón y Cataluña, <<las oligarquías locales nunca perdieron el celo de sus privi-
cedería más tarde, como una extensión indebida de sus poderes. Sin embargo, legios especiales».42 Había otras razones de diversa índole que condenaban a
las apelaciones de carácter generalizado como las protestas de 1533 fueron los inquisidores a la impopularidad: la clerecía local se sentía molesta por su
haciéndose más escasas a m~dida-(¡úe'la posición del Santo Oficio se fortale- poder, eran forasteros y no hablaban la lengua del país. «Somos odiados los
cía. No sólo la existencia de la Inquisición llegó a ser indiscutida, sino que se oficiales de este Santo Oficio. especialmente en este pueblo,>, escribió en 1547
fueron tolerando de manera más generalizada y acentuada los abusos de sus el inquisidor de NavmTa/' en un momento en que dio la casualidad que esta-
servidores. Como el favor papal y real la había confirmado como una de las ba bajo de ánimo. Más aún, en la frontera montañosa, la Inquisición, incluso
instituciones claves del reino, fue capaz de sobrevivir toda clase de oposición a finales del siglo xvr, era una novedad que la ¡x>blación, que en su mayor
y de críticas. parte no hablaba español, no estaba dispuesta a aceptar. En 1574, un funcio-
A mediados del siglo XVI, el tribunal era invulnerable desde el punto de nario de la Inquisición escapó por poco de ser linchado por la gente del Valle
vista constitucional. Esto se debía en parte al apoyo implícito de la mayoría de Arán, en los Pirineos catalanes, informando a su regreso que <<en aquella
cristiano vieja, que había tolerado dos décadas de sangría contra los conver- tierra no sufrirán en ninguna manera que el Santo Officio entre>>. 44 En Catalu-
sos porque convenía a sus intereses y que había intentado poner freno a la In- ña el tribunal no fue nunca plenamente aceptado. <<En esta provincia tienen
quisición demasiado tarde. cuando ésta comenzó a actuar en su contra. Para mala voluntad del Santo Oflicio y si le pudiesen echar por Lierra lo haríam>, 4'
entonces, en la nueva atmósfera social fruto de la Reforma europea. el Sa~­ se quejaron los inquisidores en 1618. Esta animadversión no impidió a los
to Oficio se había convertido en un instrumento esencial para el mantem- catalanes colaborar con el tribunal contra varios conversos en los primeros
rniento de la religión establecida. La Inquisición sobrevivió en parte también años de funcionamiento y contra emigrantes franceses más tarde.
debido al inquebrantable apoyo de la corona, que no podría permitirse el lujo Durante los tres siglos posteriores, la Inquisición pasaría a formar parte
de perder una institución que le era tan útil. Como Fernando antes que él. de la escena española. De la misma forma que había despertado una amarga
Carlos V se dedicó a este propósito plenamente e introdujo un tribunal si mi- resistencia entre los conversos, se ganó también un profundo odio entre las
84 LA L"<QlJ!S!CIÓN io,SPAÑOLA

restantes minorías. Puede argumentarse que su actuación contra los moriscos


le proporcionó una cierta popularidad entre los cristianos. Las víctimas prin-
cipales de los autos en la Corona de Aragón fueron «Casi siempre», como
ha sido señalado. «gente que apena~ gozaban de la simpatía pública)>.46 En
Aragón y Valencia eran los moriscos, en Cataluña Jos emigranles de origen
franc6. A pesar de cebarse en las minorías, la Inquisición encontró difícil
ganarse un auténtico apoyo popular en los reinos orientales de la península.
El resto de los pueblos de España aprendieron poco a poco a aceptarla, pero
con una actitud que no puede describirse como entusiasta.
La Inquisición. vista en perspectiva. no signi11có la imposición de una
5. CERRANDO LAS PUERTAS
siniestra tiranía sobre un pueblo reticente. Creada en una situación social sin- A LA REFORMA
gular, fue impulsada e inspirada decisivamente por la ideología de los cris-
tianos viejos y controlada por hombres cuyos puntos de vista reflejaban la
mentalidad de la mayoría de los castellanos. Fuera de Castilla, se la apoyó Estamo~ viviendo tiempos difícilc~. en que no se puede ni
~iempre de mala gana; fuera de España, el rechazo fue totaL hablar ni callar sin peligro.
Durante el Siglo de Oro, no hay apenas evidencia de que los intelectuales JLA:'-1 Lu¡::, VIVE~ a Era~mo (1534)'
o la gente corriente tuviera sentimientos contrarios hacia ella. Desempeñaba
un papel necesario que no podían cumplir otras instituciones: como guardián
contra la herejía, como protector de la moralidad pública. como árbitro entre En \m inicios de la Reforma en Europa, muchos intelectuales españoles
facciones rivales, como tribunal de causas menores. Además, durante largos figuraron en primera línea apoyando los cambios. En la Dicta de Worms
períodos de tiempo y en zonas extensas del país, se limitó a no hacer nada.47 de 1520, cuando Lutero se vio en la necesidad de defenderse públicamente,
Tras su fulminante entrada en el curso de la historia española, se deslizó su- iba «todo el mundo a verle. especialmente los españoles•>, según admitió des-
brepticiamente en el cauce de la vida cotidiana. Su impacto y su permanen- pués el humanista Juan de Vergara. «Al principio ... todo el mundo lo apro-
cia serían mucho más persistentes de lo que nadie podía haber imaginado en baba --continúa diciendo Vergara-, y los que escriben contra él confiesan
sm inicios. que al principio se le afi.cionaron.» 2
\Los españoles de aquella generación se mostraban entusiasmados con los
nu~tüs horizontes abiertos por el saber renacentista. Aquellos estudiosos que,·
1
marchaban a Italia, como Antonio de Ncbrija. que regresaría para hacerse
cargo de una cátedra en Salamanca en 1505, se encontraban en la vanguar-
dia del impulso para promover el conocimiento en las universidades,~ En 1488,
Pedro Mártir de Anglería llegó procedente de Italia para educar a jóvenes no-
bles españoles; cuatro años antes lo había hecho Lucio Marineo Sículo. que
se incorporó a las filas del profesorado salmantino. Una figura clave en este
impulso educativo fue Cisneros. arzobispo de Toledo desde 1495 e inquisidor
general desde 1507, a quien se debe la fundación de la Universidad de Alcalá,
la cual se convertiría en el epicentro de los estudios humanísticm en España.
Su primer canciller. Pedro de Lerma, había estudiado en París. Nebrija era.
tal como Era~mo escribió al humani.~ta valenciano Luis Vives en 1521, «su
principal ornamentm>. Entre sus profesores se contaban los hermanm con-
versos Juan y Francisco de Vcrgara, el úllimo de los cuales fue descrito por
Lucio Marineo Sículo como el estudioso de las letras clásicas más importan-
te de España.~isncros encargó a los profesores de la universidad la tarea de
elaborar una edición crítica de la Biblia. que se convertiría en una obra clá-
sica de la erudición contemporánea. La gran Biblia Políglota que resultó de
estos esfuerzos consis-tía en seis volúmenes, con los originales en hebrco.:J
86 LA DIQUISICIÓN ESPAÑOLA CERRANDO LAS PUERTAS A LA REFORMA 87

caldeo y griego impresos en columnas paralelas a la Vulgata latina. La Biblia a otros les inquietaban las similitudes entre Erasmo y Lutero. En especial,
Políglota Complutense (de Compluto, el nombre latino de Alcalá) fue final- algunas de la,<, órdenes mendicantes se resentían de los ataques satíricos de
mente publicada en 1522. Erasmo y presionaban para que hubiera un debate sobre sus «herejías». Fi-
L§l acceso de Carlos 1 de España al trono imperial con el título de Carlos V nalmente, una comisión presidida por Manrique y que incluía una treintena
de Alemania en 1519 también generó entusiasmo entre los estudiosos de la de representantes con derecho a voto de las órdenes se reunió en Valladolid
península. Parecía que España se disponía a participar en la gran empresa el verano de 1527,4 sin que en las deliberaciones se llegara a ninguna con-
europea. Procedente de la patria de Carlos, los Países Bajos, la influencia de clusión, ya que la mitad de los representantes estaba a favor del holandéq~l
Erasmo comenzó a penetrar las fronteras abiertas de España. En 1516, una fracaso del ataque pareció una victoria de los humanistas. El 13 de diciem-
pluma española trazó por primera vez el nombre de Erasmo, quien fue invita- bre, el propio Carlos V escribió a Erasmo pidiéndole que no se preocupara
do inhuctuosamente en 1517 por Cisneros a que viniera a España. Hacia 1524, de la controversia en España:
un cierto número de intelectuales bahía adoptado las doctrinas de Erasmo, a
Como si en nuestra presencia se hobiese de determinar cosa ninguna con-
quien Vives escribió en junio de 1524, «nuestros españoles también se inte-
tra Erasmo, de cuya cristiana intención estamos muy ciertos ... Queremos,
resan en sus obras>;JEl ingenio y la sátira que Erasmo había_t?mplead.Q fO_!_l- pues. que tengas buen corazón e te persuadas de que tu honra e fama jamás
tra los abusos eclesiástiCos, y particularmente _contr'! la reJa]a_~i§n d~__ las Q!_de- dejaremos de tener muy en cuenta._1j
nes~ mendicanteS, hallaron una .:).Cogida favorable en un país en el que las
más altasjerarquías de la Iglesia encabezaban en persona el movimiento eii Inevitablemente, los coetáneos exageraron el triunfo del humanismo es-
favof de las reforma,s. La presencia de distinguidos intelectuales y literatos pañol. Sólo una pequeña parte de la nobleza, entre la que destacó la gran fa-
,en el entorno de Carlos V aseguraba la protección de las nuevas ideas en la milia de los Mendoza, 6 ejerció el mecenazgo activo de las artes y sólo un
(corte. Finalmente, los dos principales prelados de la Iglesia --el arzobispo de pequeño número de los clérigos y los estudiosos se dedicaron al cultivo de
· Toledo, Alonso de Fonseca, sucesor de Cisneros, y Alonso Manrique, el in- las letras clásicas. Pocos avances se hicieron en la educación o la alfabetiza-
"- quisidor general- eran entusiastas erasmistas. El triunfo de Erasmo quedó ción, y la tradición popular (representada por La Celestina, 1499) todavía era
confirmado con la traducción del Enchiridion, iniciada en 1524 por Alonso predominante en la literatura. Los ~_SQe_c_t'?s ¡¿u~!9~- del_ humani:'í_ffi.Q___S~!D.me_
Femández, arcediano de Alcor. Publicada a finales de 1526, fue recibida con QC___J!~on un segundo lugar en cOñi.P_aració~ -:On el peso de la teologí_<;t_~~CQl.?§­
un entusiasmo generalizado. El traductor escribió a Erasmo en 1527: ~.7 El nuevo conocimiento y el erasmismo fÜeron en gr;i"ri"irledi·~-aJ~nórne­
nq_s que no sobrepasaron la corte del emperador. Más allá de_sus confines, el
En la corte del emperador, en--l-a(ciudades, en las iglesias, en los conven" latín, incluso entre la nobleza y las oligarquías, era virtualmente u'Oitie.ililla
tos, hasta en las pos<!_dru:--y--éá~inos, todo el mundo tiene el Enchiridion de muerta, estudiada pero nunca hablada.~, El embajador florentino Guicciardini
Erasmo en csEª_ñot'l-Iasta entonces lo leía en latín una minoria de latinista._, y hizo en 1512 una observación de la qll""e:<;e harían eco otros extranjeros du-
aun éstos ñO-lo entendían por completo. Ahora lo leen en español personas de rante todo el siglo. Los españoles, dijo, «no están interesados por las letras y
toda especie, y los que nunca habían oído hablar de Erasmo han sabido ahora
hay poca sabiduría en la nobleza lo mismo que en otras clases, y poca gente
de su existencia por este simple libro. 3
sabe latín». Los contactos habituales con los Países Bajos e Italia habían
introducido a comienzos de 1500 a algunos españoles cultivados al arte y la
El editor del Enchiridion, Miguel de Eguía, era también impresor de la
espiritualidad del norte y a la literatura renacentista. Su impacto fue signifi-
Universidad de AlcaLá y sacó a la luz alrededor de cien libros de orientación
cativo, aunque reducido. El estudio del griego no llegó a arraigar nunca,¡.
humanista. El autor del que se vendían, con diferencia, más libros era Eras-
como lo demuestra el que cuando algunos años más tarde, en 1561, se pidW
mo, que en 1526 fue informado de que «los tipógrafos, a pesar de haber ti-
al cardenal Mendoza y Bobadilla de Burgos que nombrara a aquellos erudi-
rado muchos millares de ejemplares, no pueden satisfacer a la multitud de
tos con conocimientos de griego que fueran !decuados para representar a Es-
compradores».,También hubo muchos contactos personales entre amigos del
paña en el Concilio de Trento, éste pudiera sólo mencionar a cuatro de ellos
humanista que ~nieron a España y españoles que viajaron al norte para ver-
en todo el país.9
le. Entre estos últimos, el más destacado fue el joven Juan de Vergara, quien La apertura de horizontes intelectuales en España se vio pronto amena:=--
abandonó la penín~ula acompañando al emperador en 1520 y pasó dos años zada desde dentro por el incremento del iluminismo y el descubrimiento de
con Erasmo en los Países Bajo,::JA su regreso, escribió deslumbrado a Vives: protestantes, y desde fuera por las limitaciones impuestas en toda Europa en
«Es pasmosa la admiración inspirada por Erasmo a todos los españoles». Lo el libre pensamiento debido a los acontecimientos políticos.
cual no era totalmente cierto. Una parte comiderable de los eruditos españo-
les se mostraban críticos con los métodos exegéticas del holandés, mientras
88 LA lt\QLJlSlClÓN ESPANOLA
r
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CERRANDO LAS l'LJORIAS A LA RI:.HW.MA 89

Los movimientos espirituales y devotos en CasLilla durante los últimos en marzo de 1529, el indignado Francisco de Ortiz denunció desde el púl-
añm del siglo xv fueron patrocinados calurosamente por Cisneros, dando lu- pito a la Inquisición por su «notorio y manifiesto» pecado al detenerla, pero
gar a una literatura cuyo ejemplo más destacado fue el Abecedario espiri- él mismo fue detenido inmediatamente y sentenciado a reclusión en un mo-
tual (1527) del fraile franciscano Franci5co de Osuna.Llos seguidores de la nasterio.
escuela franciscana creían en un método místico conocido como «recogi- En agosto de 1529, Manrique cayó en desgracia, quedando confinado a..
miento». la unión del alma con Dios; quienes lo practicaban se llamaban la sede sevillana. Al mismo tiempo, la mano protectora del emperador se ~
«recogidos». De esta escuela mística surgió una versión --condenada por el alejó: Carlos partió en julio a Italia llevando consigo a algunos de los eras- ~··
capítulo general de los franciscanos en 1524- que ponía el énfasis en la mistas más influyentes. Esto hiLO posible que los conservadores, que estaban
unión pasiva del alma con Dios. Este método se conocía como <<dejamiento>> a la espera de tiempos más favorables desde su derrota en Valladolid, pa-
y a sus adeptos se les denominaba «dejados>> o «alumbrados». Los movi- saran a la ofensiva.
mientos místicos que buscaban una religión interior más auténlica eran mo- Uno de los primeros perseguidos por sus ideas erasmistas fue Diego de
neda común en Europa en esta época. En España fueron los grandes nobles Uceda, chambelán de un alto cargo de la orden de Calatrava. Católico conven-
los que ejercieron un poderoso mecenazgo de lm místico~.¡ Un grupo alum- cido y sincero, Uceda era también un erasmista que compartía con el holandés
brado fue protegido por el duque del Infantado, de la familia de los Mendo- un gran escepticismo hacia las supcrsüciones y los milagros. En febrero de
za. en su palacio de Guadal ajara. Estaba compuesto por la beata Isabel de la 1528, mientras vüUaba de Burgos a Córdoba. su ciudad nataL vino a tener un
Cru.t:. Pedro Ruiz de Alcaraz. María de Cazalla y su hermano Juan, fraile compañero con el que habló con excesiva seriedad y franqueza de religión, en
franciscano y obispo auxiliar de Ávila. Alcara.t: estaba relacionado con otro especial de Lutero. Su ocasional compañero de viaje lo denunció y fue deteni-
grupo de Escalona, protegido éste por el marqués de Vi llena. Entre tanto, do, torturado y ~entenciado a pesar de que era evidente su inocencia en asun-
un grupo paralelo de místicos surgía en Valladolid. La persona de mayor tos tocantes a las creencias y las prácticas religiosas. Al Ji.nal abjuró de sus
peso aquí era la beata Francisca FcrnándcL, cuya fama de santidad atrajo a «errores>> en el auto de fe celebrado en Toledo el 22 de julio de 1529. '2
su círculo a Bemardino Tovar, hermano de Juan de Vergara, y al predicador ¡ La mezcla de influencias místicas, erasmistas y herética~ hizo de la dé-
franciscano Francisco Orti.t:. cadi~ de 1520 un período único tanto en libertade~ como en tensiones. Los
En 1519, Isabel de la Cmz fue denunciada a la Inquisición por una criada inquisidores buscaban ideas luteranas por doquier, encontrándolas en las opi-
de los Mendoza. Anteriormente habían corrido rumores sobre otras beatas niones de algunos alumbrados. Más ~ig~if};_a!iYQ__p_;tg_t:;_Uqs...~rA.\l).li!<!_~.!_~e­
-la beata de Picdrahúa (1512) fue un ejemplo famoso- y el resultado de cho de que casi todas las person·as·Jmplicadas en los grupos de -~~-~s __'!f!.o~.
esta denuncia podría haber sido nulo.lfcro sucedió que las investigaciones eran COnversos:- Isabel, Alcaraz, HemánUeL: Oi'TiZ, TOvar;·lüs Cúalla. Er~
coincidieron con la ahuma despertada pOr el luteranismo en Alemania. Los in- ·¿amo" si loS ~-.=iliversos rechazaran el catolicismo formal para interioriza(Ú1
quisidores se dieron rápidamente cuenta de que había elementos heréticos en . r~ügi-Ón~ La tendencia tenía una larga tradición entre ellos. ·sin ·eStar total-
el asunto. En una lenta y paciente investigación que se alargó varios años, los -mente a gusto dentro del judaísmo ni del cristianismo, mucha gente de clases
cabecillas iluministas fueron detenidos uno a uno por orden del inquisidor sociales diversas había mostrado signos de escepticismo, inquietud y nicodc-
general Alonso Manriquc. Isabel y Alcara.t: fueron detenidos en abril de 1524. mismo.,En fechas tan tempranas como las que corresponden al reinado del
El 23 de septiembre de 1525, Manrique promulgó un «edicto sobre alumbra- rey JUa~ U de Castilla (m. 1454) se halla el famoso caso del converso Al-
dos>>, una lista de 48 proposicione~ que proporciona un valioso resumen de fonso Fernández de SamucL quien en su testamento había pedido que, cuan-
su doctrina y que deja pocas dudas acerca del carácter herético de sus creen- do fuera colocado en su ataúd. se le pusiera la cruz a sus pies, el Corán en
cias.'0-lsabel y Alcaraz fueron -;entenciados a aparecer en un auto de fe en su pecho y la Torah <<Su vida y su luz». sobre su cabe.t:a."¡En los primeros
ToledO el 22 de julio de 1529. La atención de la Inquisición ~e dirigió en- años de la Inquisición vieron la luz abundantes pmebas de (j"ue existían, por
tonces a Valladolid, donde Francisca Fcrnández había reunido en tomo suyo un lado, no sólo judaización y mesianismo. sino también, por el otro, escep-
un grupo de adepto~ que practicaban el recogimiento con métodos opuestos ticismo religioso. Muchos conversos, e~ cierto, fueron condenados paradójica- . . .-
a los de los místicos de Guadalajara. Su má~ ferviente seguidor era el cono- mente por sostener creencias que el judaísmo ortodoxo habría considerado?
cido predicador Francisco Ortiz; 11 y ella había vivido durante una temporada también heréticas, tales como negar la inmortalidad del alma. 14 La disidencia
con los Cazalla, una familia adinerada, parientes de María Cazalla. Su fama espiritual no signiticaba entre los conversos, por tanto, un giro hacia el ju-
se extendió: la visitaban grandes seiíore~ y clérigos, y erasmistas como Eguía daísmo. En las creencias de los alumbrados no había nada remotamente
y Tovar frecuentaban su casa. Su fuerte carácter. sin embargo, no toleraba relacionado con el judaísmo: la influencia e~encial fue la de la espiritualidad
que nadie pudiera hacerle ~ombra, por lo que primero se enfrentó con los franciscana y su caldo de cultivo el cómodo patronazgo proporcionado por la
Cazalla, después con los erasmistas. Cuando fue detenida por la Inqui~ición, nobleza cristiano viejaY:
90 LA INQUIS!ClÓ:-.J ESPAÑOLA CERRANDO LAS PUERTAS A LA REFORJ..fA 91

Desde e! momento de su detención, Hemández intentó salvar su piel in- estudiosos de las letras clásicas en España. Había colaborado en la Biblia Po-
criminando a todos aquellos contra los que guardaba algún rencor. Tovar ha- líglota, ?Cupado la cátedra de filosofía en Alcalá, donde había propuesto que
bía persistido en seguirla a pesar de las advertencias de Vergara. Sin duda, su se ofreciera la cátedra de retórica a Vives. Detenido en 1530, juzgado y encar-
conocimiento de que Juan de Vergara sentía animosidad contra ella fue lo celado, Vergara fue obligado a abjurar de sus errores en un auto celebrado en
que llevó a Hemández, en el juicio de 1530, a denunciarle como luterano; y Toledo el 21 de diciembre de 1525 y a pagar una gravosa multa de 1.500 du-
la acusación fue secundada por varios discípulos suyos. Tovar ya estaba en cados. Después, fue confinado en un monasterio, del que salió en 1537. Como
prisión, adonde le siguió su hermano en junio de 1530. Finalmente, en abril otros que habían llevado a ténn!no la penitencia asignada, pudo recobrar su an-
de 1532, María de Cazalla fue detenida y torturada bajo la acusación de las tigua posición en la sociedad. Lo encontramos de nuevo en 1547 en medio de
herejías de luteranismo. iluminismo y erasmismo. 16 Su proceso se alargó has- la gran controversia que tuvo lugar en Toledo acerca de la propuesta de los es-
ta diciembre de 1534. Se le impuso una multa y se le prohibió relacionarse tatutos para excluir a los conversos de cualquier cargo en la catedral. Murió,
de nuevo con iluministas. Su hermano el obispo había muerto oportunamen- siendo aún objeto de honores, en Alcalá en mayo de 1566.n
te en 1530. Sin embargo, la Inquisición no había terminado con su familia, Alonso de Virués, benedictino y predicador de Carlos V, fue el primero
ya que de ella surgió el cfrculo de protestantes que sembró la alarma en Va- de una serie de eminentes predicadores del emperador en ser acusado de he-
lladolid veinte años más tarde. Aunque el cerco se cerraba alrededor de los rejía, presumiblemente debido a los contactos que, como Vergara, había
místicos, éstos salieron relativamente indemnes.'" Hacia 1532, Hernández vi- hecho en el extranjero. Detenido en 1533 y confinado en prisión por la In-
vía en libertad en Medlna del Campo; Isabel y Alcaraz, condenados a prisión quisición de Sevilla durante cuatro largos años, adujo en vano que Erasmo
«perpetua:-> fueron liberados después de pocos años;·~ María de Cazalla fue jamás había sido condenado por heterodoxo. Finalmente, en 1537, se le hizo
multada y tuvo que expresar su arrepentimiento. abjurar de sus errores y fue condenado a confinamiento en un monasterio du-
1, El acoso a los alumbrados, aunque de corta duración y con pocas vícti- rante dos años, prohibiéndosele predicar por otro año más. Carlos V hizo de-
rruiS; tuvo consecuencias perdurables, como puede comprobarse con toda clari- nodados esfuerzos por salvar a Virués, y en mayo de 1538 obtuvo del papa
dad en el caso del famoso predicador Juan de Ávila. Misionero en Andalucía una bula anulando la sentencia. Virués recuperó el favor y fue nombrado
a finales de 1520, Ávila fue denunciado como alumbrado y pasó casi un año en 1542 obispo de las islas Canarias, donde murió en 1545.
(1532-1533) en las celdas de la Inquisición. Utilizó las horas de ocio para Otro destacado caso, que a veces ha sido vinculado a los oógenes del
planificar la estructura de un libro de guía espiritual, el Audi, Filia, que no protestantismo en España, fue el de Juan de Valdés, también de la Universi-
sería presentado para su publicación hasta 1556. Víctima inocente del mie- dad de Alcalá, quien aquel fatídico año de 1529 publicó el estudio teológico
do a los alumbrados en la década de 1530 (Ávila era converso), en los años Diálogo de la doctrina cristiana, que seguía de cerca algunos escritos tem-
cincuenta se vio enredado no sólo por el pánico que despertaban los protes- pranos de Lutero. Pese al testimonio de Vergara y de otros, fue inmediata-
tantes, sino también porque el inquisidor general, Valdés, recelaba de todos mente ~tacado por la Inquisición. La controversia sobre el libro tomó un giro
los escritos místicos, a los que calificaba de «Cosas de contemplación para tan peltgroso que en 1530 Valdés huyó a Italia, justo a tiempo para librarse
mujeres de carpinteros>:-, según el testimonio de Luis de Granada. Valdés in- del proceso que se había iniciado contra él. A partir de ese momento, su tra-
cluyó el libro de Ávila en el Índice de 1559, lo que hizo que éste, movido tado fue distinguido con su inclusión en todos los Índices de libros prohibi-
por la desesperación, quemara una gran parte de sus obras manuscritas. 19 dos elaborados por la Inquisición. 23 En 1533 Mateo Pascual, antiguo rector
Aunque el Audi, Filia circuló en forma manuscrita durante varios años, no del Colegio Mayor de San Ildefonso de la Universidad de Alcalá, y por en-
fue hasta la muerte de su autor, en 1569, cuando la Inquisición permitió que tonces vicario general de la sede de Zaragoza, cayó bajo sospecha por sus
se publicara de nuevo, en Toledo en 1574. Toda una generación de espiritua- lazos con Juan de Valdés. Fue detenido durante un tiempo en la Inquisición
lidad ~ya nos ocuparemos más adelante del caso de Luis de Granada~ de Toledo para después ser puesto en libertad dejándole que regresara a Zara-
cayó bajo sospecha debido al supuesto peligro iluminist~ goza. Algunos años más tarde, marcharía de Aragón yéndose a vivir a Roma,
donde murió en 1553.'4
Con todo, la amenaza más directa parecía provenir del luteranismo. Un Otra víctima más del proceso contra los alumbrados fue el impresor de la
cristiano viejo, el sacerdote vasco Juan López de Celaín, quien había mante- Universidad de Alcalá, Miguel de Eguía, denunciado por Francisca Hemán-
nido vínculos con el círculo de alumbrados de Guadalajara, fue detenido dez por luteranismo. Fue encarcelado en 1531 y pasó más de dos años en las
en 1528 y quemado por «luterano» en Granada en julio de 1530. 20 El hitera- celdas de la Inquisición en Valladolid, 2' pero fue liberado a finales de 1533 y
nismo fue también una de las alegaciones esgrimidas contra Juan de Verga- absuelto totalmente. Menos afortunado fue Pedro de Lerma. Antiguo canci-
ra.21 Secretario de Cisneros y posteriormente de su sucesor como arzobispo ller de la Universidad de Alcalá y antes decano de la facultad de teología
de Toledo, Alonso de Fonseca, Vergara era uno de los más distinguidos de la Sorbona, canónigo de la catedral de Burgos, cayó bajo la influencia de
92 L.'\ 11\QUISICIÓ"J JOSI'AÑOLA
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l CERRANDO LAS PUERTAS A I.A REf-ORMA 93
Erasmo, cuyas ideas dejaron su huella en sus sermones. Fue denunciado a la La amenaza luterana, sin embargo, tardó mucho tiempo en materializar-
Inquisición. encarcelado y finalmente, en 1537, se le hizo abjurar pública- se. En 1520, Lutero probablemente todavía no era conocido en España. En
mente, en todas la~ ciudades en que había predicado, de las once proposi- t5191os libros de Lutero fueron enviados por primera vez a la península por
ciones que, <;egún se le acusaba, había divulgado. Avergom.ado y resentido. su impresor Froben, sin que sepamos con qué resultado.[b9s primeros espa-
el anciano se 5acudió el polvo de España de la suela de los zapatos y huyó ñoles que estuvieron en contacto con sus enseñan.t:as fueron los que acom-
a Pru·ís, donde volvió a ocupar el puesto de decano de la facultad. muriendo pañaron al emperador a Alemania. Algunos de ellos, considerando que era
allí en agosto de 1541. Según su sobrino, hancisco de Encinas, que había sólo un refonnador, se mostraron favorables a sus ideas_.¡
de hacerse famoso en la historia del protestantismo europeo con el nombre de
Dryander, la gente de Burgos, la ciudad natal de Lerma, estaba tan aterrori- Sin embargo, una generación entera pasó y el luteranismo no acabó de
zada de las posibles consecuencias de este suceso que aquellos que habían echar raíces en España. En aquellos años no existía una atmósfera de represión
mandado a sus hijos a estudiar fuera, los llamaron de regreso en seguida. 2 t> o restricciones. Antes de 1558 los inquisidores tuvieron noticia de posible-
LTal reacción muestra que algunos españoles se daban cuenta de qué tipo de mente menos de cincuenta casos de supuesto luteranismo entre los españo-
problema se trataba. El erasmismo y el nuevo humanismo estaban siendo les; 29 en la mayoría de ellos resulta difícil identif1car creencias específicas del
. )dentifi.cados con la herejía alemana, y para muchos la única manera de pro- protestantismo.
·>: tegerse era manteniéndose alejados de las do~ corrientes de pensamiento Existía una cierta curiosidad por las herejías que propagaba Lutero, pero
mencionadas.] no se dieron signos de auténtico interés. ¿Qué explicación podemos dar para
En dicieñibre de 1533, Rodrigo Manriquc, hijo del inquisidor generaL escri- esta asombrosa incapacidad de las ideas protestantes para penetrar en la
bió a Juan Luis Vives desde París acerca del encarcelamiento de Vcrgara: península? Con la Iglesia sin refonnar, un clero conservador y una religión
medievalizante, España era sin duda tierra abonada para la Reforma. En un
Dice~ muy bien: nuestro país es una tierra de envidia y soberbia: y puedes aspecto de vital importancia, -,in embargo, el país constituía un suelo parti-
agregar: de barbarie. Pues, de hoy en má~, queda fuera de duda que nadie podrá cularmente estéril: a diferencia de Inglaterra, Francia y Alemania, España
poseer allá cierta cultura sin hallarse lleno de herejías, de errores, de taras ju- no había experimentado desde el comienzo de la Edad Media ni una sola he-
daicns. Así ~e ha impuesto silcm:io a los doctos: en cuanto a los que corrían rejía que triunfara a nivel popular. Todas las luchas ideológicas desde la Re-
al llamado de la ciencia, ~e les ha inspirado, como tú dice~. un gran terror. En conquista se habían dirigido contra las religiones minoritarias, el judaísmo y
Alcalá se trata de extirpar completamente el estudio del griego.c' el islam. En consecuencia, no había habido herejías autóctonas, al estilo de
la de John Wycliff en Inglaterra, sobre las que pudieran enraizar las ideas
Las relaciones de Erasmo con sus amigos en España se vieron afectadas luteranas. Más aún, España era el único país europeo que contaba con una
por la reacción. La última carta que escribiera a este país, y que haya llega- institución nacional dedicada a erradicar la herejía La Inquisición, gracias a
do hasta nmotro~, e~tá fechada en diciembre de 1533. Murió tres años más la labor de vigilancia que ejercía y coordinando sus esfuerzos en toda la pe-
tarde, aún muy respetado en el mundo católico, tanto que en 1535 el papa le nínsula, llegó a tiempo para evitar que las semillas de la herejía pudieran
había ofrecido el birrete cardenalicio. En España, su causa, corno veremos, sembrarse. En la década de 1540, posiblemente los únicos intelectuales espa-
sobrevivió, pero restringida a unos pocos círculos cultos; sus obras siguieron ñoles que mantenían contacto directo con el luteranismo eran los que se ha-
. vendiéndose durante gran parte del -;iglo, pero entonces las corrientes se vol- llaban en las universidades extranjeras (en Lovaina, por ejemplo, donde Feli-
vieron en su conlra. pe 11 quedó escandalizado de las ideas de algunos españoles en 1558; o en
El declive del interés por el erasmismo y los recelos hacia el humanis- Francia, donde fue educado Miguel Servct); los que acompañaron al empera-
mo liberal parecían justificados en vista de los aparentes vínculos entre dor a Alemania y los que, con la apertura del Concilio de Trento ( 1546), se
Erasmo y la creciente amenaza protestante. En nuestra época, Bataillon ha vieron obligados a leer libros luteranos con el fin de combatir los errores que
demostrado cómo la corriente protestante que ~urgió del iluminismo entre contenían. Entre los menestrales. algunos españoles entraron ocasionalmente
1535 y 1555 adaptó el erasmismo a sus propios fines y se deslizó hacia la en contacto con artesanos que habían emigrado de Francia y los Países Bajos
doctrina luterana de la «justificación por la fe>> sin haber rechazado for- y que tenían un conocimiento directo de las nuevas creencias. Las ideas trans-
malmente el dogma católico.:\Muchos distinguidos humanistas. como Juan mitidas a este nivel, sin embargo, eran confusas y distorsionadas, por lo que
de Val dé~. eran erasmistas cuy"'is desviaciones de la ortodoxia eran suficien- resultaba poco probable que echaran raíces en sitio alguno.
temente significativas como para que resultara razonable pensar que eran :.El área más vulnerable a la penetración de ideas extranjeras era Sevilla,
criptoprotestantes. En com.ecuencia, la vigilancia contra el erasmismo radi- centro del comercio internacional. En 1552 la Inquisición contlscó allí alre-
cal fue reforzada. ;·
.. _J... dedor de 450 Biblias impresas. en el extranjero. '° Como anobispo de Sevilla,
94 LA TNQlJISlClÓ:-J ESPAÑOLA CERRANDO LAS PUERTAS A LA REFORMA 95

1 Manrique había apoyado los nombramientos de varios eruditos procedentes católicos, los herejes vallasolitanos se mostraban como verdaderos protes-
-'de Alcalá como predicadores y canónigos de la catedral. Pero los tiempos es- tantes. Entre sus miembros se hallaban también varios vástagos de la más
taban cambiando, tanto en el conjunto de España como en Sevilla. En 1546, impecable nobleza cristiano vieja. Uno de los miembros más distinguidos del
se dio a la ciudad un nuevo arzobispo, que fue designado también inquisidor grupo, fray Domingo de Rojas, hijo del marqués de Poza, reclutó a la joven
general. Se trataba de Fernando de Valdés, un hombre ambicioso e implaca- Ana Enríquez, hija de la marquesa de Alcañiccs, a la que dijo «que no había
ble que veía herejías por doquier.' 1 Uno de los predicadores de la catedral, más de dos sacramentos, que eran el bautismo la comunión, y que esto de
Juan Gil, conocido como Egidio, había sido nombrado por Carlos V en 1549 la comunión no estaba Cristo de la parte que acá tenían . . y que lo peor
obispo de Tortosa. El nombramiento quedó anulado cuando Egidio fue acu- de todo era decir misa, porque sacrificaban a Cristo y ya estaba sacrificado
sado de herejía y se le obligó a retractarse de diez proposiciones heréticas una vez»Y
en 1552. <<A la verdad --comentó un miembro del tribunal disciplinario, Do- El grupo sevillano fue descubierto en 1557, cuando Juan Ponce de León,
mingo de Soto--. fuera de esta maculada era muy buen hombre, y la elec- primogénito del conde de Bailén, fue detenido junto con otros por introducir
tión [como obispo] estava muy bien hecha.>~J"\Egidio murió en paz en 1555." libros desde Ginebra. Su principal cómplice era Julián Hernández, que había
En 1556, Valdés se opuso al nombramientÓ de Constantino Ponce de la pasado mucho tiempo en las iglesias reformadas de París, Escocia y Frank-
Fuente, un humanista de Alcalá y converso que había sido capellán de Car- furt y que se había especializado en introducir clandestinamente literatura
los V en Alemania, como predicador de la catedral. Sus escritos fueron exa- protestante en su país natal. 1g La Inquisición recogió información y en 1553
minados en busca de herejías; detenido por la Inquisición, murió en sus hubo una ola de arrestos que incluyó a toda la familia Cazalla en abril y a
calabozos dos años más tarde. No pueden considerarse luteranos ni a Egidio Constantino en agosto. Fernando de Valdés puso en marcha una represión du-
ni a Constantino. Eran humanistas que creían en una intensa vida espiritual rísima con la intención de exagerar la amenaza protestante y recuperar así el
y ninguna de sus opiniones era explícitamente herética. 34 favor perdido en la corte.
No obstante, en Sevilla había sin duda simpatizantes del protestantismo. Al comentar el elevado origen social de muchos acusados, Valdés advir~\
Las relaciones comerciales de alcance internacional reunían en la ciudad una tió a Carlos V de que «ay gran sospecha que podrían suceder mayores daños'
amplia gama de gente y de opiniones que no podían dejar de ejercer in- si se usase contra ellos de la benignidad que se [h]a usado en el Sancto
fluencia en algunos españoles. Se importaban libros heréticos en grandes Officio con los convertidos de la ley de Moisén y de la secta de Mahoma,
cantidades. Los «protestantes» españoles de Sevilla sumaban alrededor de que comúnmente [h]an sido gente baxw-~. No hacía falta que alertase al em-
120 personas, incluyendo al prior y los miembros del convento de jerónimos perador. La súbita emergencia en dos de las principales ciudades españolas.
de Santa Paula. Este grupo se las arregló para mantenerse en seguridad has- de un contagio del cual el país hasta entonces había estado libre, causó una ~'
ta la década de 1550, cuando algunos monjes de san Isidro huyeron oportu- honda constemación. 411 Carlos, retirado en su residencia junto al monasterio de
namente. Entre los exiliados se encontraban Cipriano de Valera, Casiodoro Yuste en Extremadura, vio con horror cómo en España surgía la misma ame-
de Reina, '5 Juan Pérez de Pineda y Antonio del Corro; aunque su papel en naza que había dividido a Alemania. Para él sólo había una reacción posible:
la historia española fue escaso, fueron, sin embargo, personajes gloriosos en la represión sin miramientos. En la histórica carta que envió el25 de mayo de
la Reforma europea. 1558 a su hija Juana, regente de España durante la ausencia de Felipe en los
Mientras tanto, en el norte de Castilla, se formaba otro círculo de simpati- Países Bajos, hacía un llamamiento para que siguiera la misma política de
L.antes protestantes.'" Su fundador era un italiano, Carlos de Seso, que se había mano dura que él había practicado contra la herejía en Flandes:
convertido al protestantismo después de leer a Juan de Valdés, y que era corre-
gidor de Toro desde 1554. Su celo misionero pronto convirtió a un influ- Quanto a lo que de?Ís que haveis escrito al Rey dándole raLÓn de lo que
yente y distinguido círculo con centro en Valladolid del que formaban parte pa~sa en lo de las personas que se han preso por luthcranos y que cada día se
unas cincuenta y cinco personas, en su mayor parte nobles o de origen con- descubren, y que mostrastes mi carta que sobre esto os escreví al ~obispo de
verso. El más eminente de los miembros del grupo era el doctor Agustín de Sevilla y a los del Consejo de la Inquisición, y el favor que les havci~ offrcci-
do, y las diligencias de que en todo usan, me ha parecido bien.
Cazalla, que había acompañado a Carlos V a Alemania en calidad de capellán Pero creed, hija, que este negocio me ha puesto y liene en tan gran cuida-
y que también había formado parte del séquito de Felipe 11 en aquel país. Ca- do y dado tanta pena que no os lo podría significar, viendo que mientras el Rey
zalla estaba bajo la influencia de su hermano Pedro, párroco de Pedrosa, un y yo havemos estado ausentes de estos Reynos han estado en tanta quietud y
pueblo cercano a Valladolid, y con él, la totalidad de la familia Cazalla, en- lihres de esta desventura, y que agora que he venido a retirarme y descansar a
cabezada por su madre, Leonor de Vivero,-" cayó en la herejía. Sus creencias ellos y servir a nuestro señor, suceda en mi presencia y la vuestra una tan gran
no eran una simple prolongación de las actitudes iluministas o erasmistas de desvergüenqa y vellaquería, y incurrido en dio ~emejantes personas, sabiendo
la generación anterior: al rechazar de modo tajante la mayoría de los dogmas que sobre ello he sufrido y padecido en Alemania tantos trabajo~ y gastos, y
96 LA INQL"ISICIÓK ESP/\;\:OLA
r
i CERRAI"DO LA~ I'UioRTAS A LA REf'OK\:IA 97

perdido tanta parte de mi salud que, ciertamente, sino fuese por la certidumbre Europa. El resultado fue una serie de autos de fe que redujeron a cenizas el
que tengo de que vo~ y los de lo~ Consejos que allí están remediarán muy de protestantismo españoL El primer auto significativo se celebró en Valladolid
raíz esta desventura. pues no es sino un principio sin fundamento y fuer~as, el día de la Trinidad, el domingo 29 de mayo, en presencia de la reina regen-
castigando los culpados muy de vera~ para atajar que no passe adelante, no sé te, doña Juana, y su corte. De los treinta acusados, catorce fueron quemados.
~¡ toviera sufrimiento para no salir de aquí a remediallo. incluyendo a Cazalla y a un hermano y una hermana de éste. El único que
Y assí conviene que como este negocio importa má~ al servicio de nuestro murió sin arrepentirse fue el licenciado Francisco Herrero, nacido en la ciu-
~eñor, bien y t:onscrvación de estos Reynos, que todos los demás, y por ser
dad de Toro. El resto murió arrepentido de su conversión; entre ellos, Agus-
como dicho es principio, y con tan pocas fucr¡;;a~ que ~e pueden fácilmente cas-
tín de Cazalla, que bendijo al Santo Oficio y lloró en voz alta por sus peca-
tigar. assí es nccc~~ario
poner mayor diligencia y esfuen;o en el breve remedio
y exemplar castigo: y no sé ~¡ para ello será bastante el que en estos ca~os se dos. El siguiente auto de fe se llevó a cabo en Valladolid el 8 de octubre de
suele usar acá, de que conforme a derecho común todos los que incurren en ese mismo año en presencia de Felipe TI, que acababa de volver a España y
ellos pidiendo misericordia y reconociendo les admiten sus descargos, y con en cuyo honor se montó una impresionante ceremonia. De los treinta acusa-
alguna penitencia los perdonan por la primera vez, porque a estos tales que- dos, veintiséis fueron considerados protestantes y de éstos, doce (entre ellos
daría libertad de haLer el mismo daño viéndose en libertad, y aun mas siendo cuatro monjas) fueron quemados en la hoguera. Carlos de Seso era la figura
personas enseñadas ... De donde -;e infiere el mal fin que tenían, porque está principaL Durante varios días, los inquisidores habían tratado de convencerlo
claro que no fueran parte para haLello ~ino con ayuntamientos y caudillos de para que se arrepentiera y éL temiendo por su vida, había mostrado todos los
muchas personas y con las armas en la mano, y assí se deve mirar si se puede síntoma~ propios del arrepentimiento; pero cuando al fin se dio cuenta de que
proceder contra ellos como contra sediciosos, escandaloso~. alborotadores e a pesar de ello perdería la vida, hizo una completa y conmovedora confesión
inquietadore~ de la república. y que tenían fin de incurrir en caso de rebellión
de su fe: « ... en sólo Jesucristo espero, en sólo Él confío y a Él adoro, y pues-
por que no se puedan prevaler de la misericordia. Y pues viene a propósito, no
ta mi indigna mano en su sacratísimo costado. voy por el valor de su ~angre
dexaré de decir lo que ~e me acuerda que passó y ~e usa acerca de esto en los
a gozar de las promesas hechas a sus escogidos»."'·' Seso y otro acusado fue-
estados de Flandes, aunque lo podréis entender más particularmente de la Rey-
na de Ungría y es que. queriendo yo poner Inquisición para el remedio y cas- ron quemados vivos por impenitemes. <<¿Cómo permitís que esto ocurra?>;., se
tigo de estas heregías que algunos han heredado de la vezindad de Alemania y cuenta que gritó al rey durante la celebración del auto. <<Si mi propio hijo fue-
Inglaterra y aun de Francia, huvo tan gran contradición por todos dizicndo que se tan perverso -se dice que respondió Felipe indignado-, yo mismo acer-
no havíajudíos entre ellos. Y as~í, después de havcr havido algunas demandas caría la leña a la pira para quemarlo." El diálogo, que no está documentado
y respuestas, se tomó por medio de hazer una orden en que se declarasse toda-; en ninguna fuente digna de confianza, es seguramente apócrifo.
personas de qualquier e~tado y condición que fuessen que incurriesscn en al- A continuación le tocaba el turno a la ciudad de Sevilla, donde las sim-
guno de lo~ casos allí contenidos, ip~o facto fuessen quemados y confiscada su patías por Constantino y !a ani madvcrsión hacia la Inquisición estaban muy
hazienda. extendidas. Un jesuita informó en 1559 que aquél «era tenido en más y aun
Vista la necessidad que ha havido deho, he ~cydo for¡;ado en mi tiempo de todavía vive esta estimación», y que «de~tas murmuracione~ [contra la In-
haLerlo assí. No sé lo que el Rey mi hijo avrá hecho después, pero creo que quisición] pasamos muchas>J-. 44 El primer gran auto se celebró el domingo
por la misma causa lo avrá continuado, por que le avisé y rogué mucho que
c~tovies~e muy rezio en ca~tigar a los tales.
24 de septiembre de 1559. 45 De los setenta y seis acusados presentes. dieci-
Creed, hija, que si en este principio no ~e castiga y remedia para que se nueve fueron quemados como luleranos, sólo uno de ellos en efigie."" A este
ataje tan gran mal sin excepción de per~ona alguna. que no me prometo que en siguió el auto celebrado el domingo 22 de diciembre de 1560. 47 Del total de
adelante será el Rey ni nadie parte para hacerlo. 41 los cincuenta y cuatro acusados en esta ocasión, quince fueron quemados en
persona y tres en efigie; en total, cuarenta de los acusados eran protestantes.
Esta carta señala realmente el punto de inflexión en España. A partir de Egidio y Constantino fueron dos de los quemados en efigie. mientras que
entonces, debido a los temore~ de Carlos y a la política establecida por el in- entre \m quemados de verdad figuraban dos marineros ingleses, William
quisidor general Valdés, la heterodoxia fue considerada una amenaza al esta- Brook y Nicholas Burton, así como Leonor González, oriunda de Sevilla,
do y a la religión establecida. En una carta escrita el 9 de septiembre de junto con sus tres jóvenes hijas. Este auto de fe fue seguido por otro dos años
aquel ntismo año y dirigida al papa, Valdés afirmaba que «estos errores y he- más tarde. celebrado el 26 de abril de 1562. y por otro más el 28 de octubre.
rejías de Lutero y su ralea. que han empezado a predicarse y sembrarse en Aquel año fue testigo de un total de ochenta y ocho ca~os de protestantismo
España. iban camino de provocar sediciones y motines;.;.. 42 castigados; en éstos, dieciocho fueron condenados a la hoguera, entre los
Sedición y motín, organización armada y cabecillas, ¡qué lejos todo ello cuales destaca el prior de San Isidro y cuatro de sus sacerdotes.
de los sueños de Cazalla y Constantino! Y, sin embargo, una vez más hom- Con estas quemas, el protestantismo autóctono quedó prácticamente ex-/
bres bien intencionado~ fueron víctimas de las tensiones que atenazaban a tinguido en España. Para los que vivieron en 1559, era el comienzo de una/ _,
98 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA
CERRANDO LAS PUERTAS A LA REFORMA 99
situación de emergencia sin precedentes en la historia española. En e~e mis-
mo mes de agosto, el primado de la Iglesia española, el arzobispo Carranza el País Vasco Y un segundo tribunal en Valladolid; que debía montar un ser-
de Toledo, fue detenido por la Inquisición con acusaciones derivadas en par- vicio _de vigilanci~ especial en toda E:.paña: que no se imprimiera en el fu-
te de las declaraciones hecha<; por Cazalla y Seso. Los inquisidores, al pare- turo hbro alguno s1 no era con autorización de la Inquisición y no se vendiera
cer temerosos de la penetración de las ideas heréticas, reforzaron sus recursos ninguno s~n qu~ h~biera sido examinado previamente por los inquisidores, y
para detectar el contagio dondequiera que éste pudiera aparecer. En Toledo, otras medtd_as s1mt!ares. Afortunadamente, el nuevo rey no prestó atención a
en septiembre de 1559, se habían encontrado varios pasquines colocados en estos conseJOS.,
las casas y hasta en la misma catedral, en los que se atacaba a la Iglesia ca- Sea como----fuc~e, la amenaza protestante nunca llegó a alcanzar la grave-
tólica por no ser «la iglesia de Jesu Christo sino la iglesia del demonio y del dad que.Yaldés dm a entender. Después de la represión contra los luteranos
Anticristo su hijo, el papa anticristo>>. 48 El culpable, aprehendido y quemado de aquellos mese~, la lnqu!sición se encontró en realidad que ya había pasa-
en 1560, era un sacerdote, Sebastián Martínez. Al mismo tiempo, en Sevilla do lo. ~eor. P,.. parttr de _la decada de 1560, el judaísmo había dejado de ser una
circulaban panfletos atacando «estos ladrones de inquisidores, porque roban cuestmn de Importancia y la Reforma ya no constituía un peligro. Los autos
públicamenle e quemaron los huesos de Egidio y Constantino por envidia». de fe qu~daban heridos de ~uerte. Cuando tenían lugar eran espectaculares y
LDs panfletos también pedía a la gente: «Rogad a Dios por su verdadera Igle- cerem~mosos, como sucedio con tos grandes autos de 1559, para compensar
sia, para que firme y constante en la verdad sufra y padezca la persecución de. algun modo p_or la falta de penitentes. 541Vista en perspectiva, la crisis pro-
de la sinagoga de Satanás» (es decir, la Inquisición). 49 testante en Espana, presentada a menudo como un período de represión sin-
Los grandes autos de fe celebrados hasta 1562 sirvieron para recordar a g~lannente sangrienta, aparece casi humana cuando se compara con la fero-
la población que la crisis era grave y le enseñó a identificar a los luteranos Cidad de la persecución religiosa en otros países.: Probablemente el número de
que pudieran vivir entre ellos. Como consecuencia de ello, en la década de condenados a muerte en España por la lnquis'í~ión fue de algo más de cien
1560 los tribunales de la Inquisición se dedicaron a la caza de la herejía lu- personas entre 1559 y 1566. 55 Durante el gobierno de la reina María las auto-
,terana y lograron hacer caer en sus redes a miles de españoles que en un ridades i_nglesas e~ec~taron el triple de herejes de los que murieron en España
momento de descuido habían hecho algún elogio de Lutero o pronunciado en los anos que stgmeron a 1559, con Enrique TI los franceses ejecutaron al
manifestaciones anticlericales. En Cuenca, por ejemplo, tan pronto como un menos al doble, en los Países Bajos habían muerto diez veces más. En los tres
vecino de la localidad tuvo noticia de lo sucedido en Valladolid, lleno de países, _muchos más morirían por causa de la religión en los años siguientes.
Celo, denunció a la Inquisición a otro vecino por leer cierto libro de cuyo «_Lo mas sano es lo de Spaña)>, comentó con cierta razón Felipe TI al inqui-
contenido él ~como analfabeto- no podía saber nada. Por aquellas mismas Sidor general. 5"
semanas, el arzobispo de Tarragona (Fernando de Loazes, quien algunos años
antes había sido inquisidor de Barcelona) se detuvo en Cuenca camino de su El protestantismo nunca llegó a ser una amenaza real en España. Tene--
diócesis. Cuando se le preguntó por el caso de Carranza, respondió que «si mos conocimie?t? de varios casos, repartidos por toda la península, gracias
el arzobispo era hereje, que lOdos éramos herejes». También él fue denun- a que se da nottcJa de ellos en los archivos de la Inquisición. En un auto en
ciado a la Inquisición. En ambos casos, los inquisidores con buen sentido no Zaragoza celebrado el 17 de mayo de 1560 aparecen tres hombres como sos-
emprendieron ninguna acción contra ellos. 50 pechosos; en un auto del 20 de noviembre de 1562, se quemaron vivos a dos
Estos años contribuyeron a que el anciano y enfermo inquisidor general acus~dos de protestantismo:17 El número total de españoles acusados de «lu-
Valdés prolongara su carrera algo más. También trató de convencer a Feli- terams?lo» (como los inquisidores insistían en etiquetar todas las creencias
pe TI de que se preparaba una profunda crisis y que sólo la Inquisición po- reformistas) en las últimas décadas del siglo es alrededor de doscientos. La
dría resolverla. En mayo de 1558 escribió a Felipe, entonces en Bruselas, n;ayor parte no pueden considerarse de ningún modo protestantes. La mayo-
para informarle de que circulaban libros luteranos en Salamanca y muchos na de est?~ ca~os pone de manifie~to antes la ignorancia de los inquisidores
otros lugares, de que había problemas con los moriscos y de que se habían ~ue la extst~ncJ.a d~ u.na auténtica amenaza luterana, recordando la represión
descubierto judaizantes en Murcia, así como luteranos en Valladolid y Sevi- Igualmente mdtscnmmada que el tribunal había llevado a cabo contra los
lla.~' El caso de Murcia, en el que una enorme cantidad de gente fue ejecu- conversos medio siglo antes. Los sentimientos antirreligiosos, las burlas de
tada a partir de pruebas sin consistencia/' fue de hecho un fenómeno local los ?~rrachos, las expresiones anticlericales eran considerados reprobables y
de importancia pasajera. Los casos de protestantismo, en cambio, revestían ~last~Icados como <<luterano)>; la falta de respeto contra las imágenes de ]as
..( suficiente gravedad como para que Valdés se atreviera a pedir que el país fue- tglesJas X comer carne en días de abstinencia eran interpretados como señal
ra puesto en manos, prácticamente, de la Inquisición." Valdés sugirió que de hereJta. Una desventurada e ignorante mujer de Toledo que afirmó en
debían establecerse inmediatamente nuevos tribunales en Galicia, Asturias y 1568 que «todos los que mueren van derechos al cielm;.. fue acusada de he-
rejía por negar la existencia del purgatorio. 5s Es evident~ que en tales casos,
100 l.A INQUI'>JCI<Í~ ESPAÑOLA CERRANDO LAS PUFRTAS A LA REFORMA 101

muy abundnntes, los agentes del Santo Oficio estaban en realidad reaccio- Fueron los exlranjeros los verdaderamente afectados por la persecución
nando ante creencias populares más que a la penetración de herejías. con~ra los ll~mados «luteranos>~: los comerciantes y los marineros, y los ex-
Había, por supuesto. algunos herejes convencidos -entre ellos el noble tranJeros restdentes en España.¡§J miedo a la herejía intensificó la xenofobia
Gaspar de Centelles. quemado en Valencia en 1564,'9 y fray Cristóbal de Mo- entre amplios sectores de la población, haciendo d~ España. al meno5 durante
rales, quemado en Granada en 1571-, pero menos de una decena de espa- una temporada, insegura para lo5 extranjeros. El Santo Oficio había comen-
ñoles fueron condenados a la hoguera por luteranos al final de la centuria zado a actuar contra ellos en fecha tan temprana como la década de 1530.
fuera de los casos juzgados en Valladolid y Sevilla. Otros -como fray Pe- Los amplios lazos comerciales de España con el norte de Europa hacía ine-
dro de Orellana,"" que estaba algo chiflado y que pasó veintiocho años en ]a<; vitable el contacto con. los extTanjeros, especialmente en los puertos. El pri-
cárceles del Santo Otlcio- fueron detenidos por infracciones que compren- mer protestante extranJero condenado a la hoguera por la Inquisición fue el
dían la sospecha de «luteranismo», pero sin que pudiera identificarse en ellos joven John Tack, un inglés de origen flamenco, quemado en Bilbao en mayo
creencia luterana alguna. de 1539."' A partir de entonces, y hasta 1560. los inquisidores detuvieron en
Gran parte de los que podrían haber sido los reformadores españoles esta zona cc~stera a otros nueve extranjeros, que fueron <<reconciliados>~._¡
habían emigrado al extranjero. A partir de mediados del siglo XVI se puede En la dec~da de 1560, en el área de Toledo, se acusó de herejíi- sobre
encontrar españoles favorables a la Reforma en torno a los grupos de inte- tod? a los residentes franceses y flamencos." 6 Algunos habían acompañado a
lectuales en la Europa occidental. Más que exiliados, formaban parte de una Felipe JI a su regreso de Flandes o habían llegado de Francia con la nueva
larga lradición de intelectuales nómadas. La verdadera emigración empezó reina, Isabel de Yalois. La década de 1560 constituye el único período en el
cuando salieron a la luL las células protestantes en Sevilla y Valladolid. En- que los flamencos aparecen entre los detenidos; 07 más usualmente, los acu-
tonces una pequeña corriente de refugiados se incorporó a las comunidades sados eran franceses. :§~_) 56_Q, en _Bar~elona, el inquisidor pens.(l que sería
reformistas en el extranjero. oport~~?_C.9)_~bJqr un auto cl-t: f~__::•par_<~:_quQ Jé.ID~J_os exti-ariJ¡;r{Js que aquí en- ~
Esta tendencia sembró la alarma entre muchos en España. En algunos ca- -~?m':- Efecttvamente, los extranjeros constttUJan en aquellos años el grueso
sos, se temía la deshonra que podía recaer en las familias por la acusación de de los acusados. especialmente en los tribunales situados en las frontera 8 ."9
herejía de alguno de sus miembro~. Ello provocó al menos un asesinato, el En Barcelona, enlre 1552 y 1578, se condenó a la hoguera a cincuenta y
de Juan DíaL. en Alemania (al que nos referiremos en el capítulo 11 ). Por su un su~uestos lu.teranos, ya fuera en efigie o en per~ona, y todos ellos eran
parte. el gobierno lrató de repatriar a los españoles sospeehosos.lS)rgos de extranJeros. Cast todos los casos surgidos en Valencia, desde 1554 hasta 1598,
la administración convencieron a Felipe JI que sería una política útil proce- involucra.ban a extr~njeros, de los que ocho fueron quemados en persona
der de esa manera. En 1560. el embajador en Londres, Quadra. informó de o en efig1e.' .En el tnbunal de Calahorra (transferido má~ tarde a Logroño),
que habían acudido a esta ciudad varios protestantes españoles. «Vienen cada donde la c1fra de casos por sospecha de luteranismo entre 1540 y 1599 se
día con sus mugcres y hijos y dizen que esperan muchos más.» 61 El padre eleva ~ sesenta y ocho, en la mayoría (82 por 100) los implicados eran
de Felipe había dado su aprobación en la década de 1540 para que se extranJeros. «Todas las personas que se castigan por esta Inquisición son
secueslrara en alguna ocasión fuera de España a los castellanm convertidos pobres extr~njeros,,, int~nnó el tribunal en 1565.'"c~P el norte de España. a
en activos protestantes: se les enviaba a casa y allí debían hacer frente a las consccuencta de la proximidad de las áreas calvinistas en Francia se acusa-
eon~ecuencias. El propósito no era eliminarlos, según explicó el embajador ba en particular a los franceses como sospechosos de herejía. Entre 1560
posterior de Felipe en TnglalCrra, sino mantenerlos bajo vigilancia con la es- y 1600, la Inquisición ejecutó en las provincias de la Corona de Aragón y
peranza de que los demá~ tomaran nota de lo sucedido y cambiaran su com- Navarra a unos ochenta franceses como supuesto~ herejes, condenó a la ho-
portamiento."2¡Bajo Felipe TI, el secueslro selectivo era llevado a cabo por dos guera en efigie a otros cien y envió a unos trescientos ochenta a galeras.~'
agentes conbUse en los Países Bajos. uno de ellos Alonso del Canto. encar- . , La discrimin~ción de los LJ.U.e no eran cspañole5 por parte de la Tnquisi-
gado de pagar los sueldos en el ejército. Dependían directamente del secre- :ton pone de rehevc su tendenCia xenófoba y racista. Al igual que había se-
tario real Francisco de Eraso. Con la ayuda de fondos especiales, se estable- nalado con el dedo una vez a conversos y moriscos (véase el capítulo 10),
ció una pequeña red de espionaje para vigilar a los emigrados que vivían en ah~ra ap.untaba a Lodos los extranjeros, no importa cuál fuera su religión. La
Inglaterra, los Países Bajos y Alemania. Consiguieron su éxito más notable ac~1tud, tncluso cuando se manifestaba en la Corona de Aragón, debe atri-
al persuadir al famoso humanista Furió Ceriol de que volviera a España bUlrse sobre todo a los inquisidores castellanos. En la década de 1560, los
en 1563. Mientras tanto, recogieron valiosa información sobre protestantes conself:rs .de _Ba~celona recordaron a los inquisidores que era poco sensato
españoles en el extranjero/'-' En la primavera de 1564, Canto pudo informar atacar mdtscnmmadamente a Jos franceses puesto que debían saber que
a Madrid que Juan Pérez de Pineda preparaba una nueva versión de la Biblia en su mayor parte eran católicos.lSin embargo, los inquisidores, aferrados a
en español."• una actitud ideológica que perviviÓ-hasta la primera mitad del siglo xx, per-
102 LA INQl._IISICIÓ~ F.SPA5.iOLA
,...
! CERRANOO LAS PllERTAS A LA REFORMA 103

sistieron en describir todas las naciones fuera de España como «tierras de , ~a dificultad de controlar la frontera de 1% Pirineos, la comunicación
herejes». "j mas ~mportante c.on el mundo exterior. se revela en la angustiada correspon-
Los liiquisidorcs castellanos miraban con especial suspicacia a vascos y dencia del embaJador en Francia en la década de 1560. Francés de Á lava.
catalanes. En 1567. el inquisidor local. en visita a San Sebastián, comentó En 1564 Y en 1565 envió informes al rey acerca de la presencia de libreros
que «en los naturales de esta villa hay demasiada ailción a los franceses y se procedentes de Zaragoza, Medina del Campo y Alcalá que habían acudido
juntan con ellos por vía de casamientos, hablan siempre su lengua, dejando a Lyon y Toulouse para comprar libro~ de leyes y filosofía con el fin de im-
la propia y la española». 13 En Cataluña, los inquisidores recelaban de conti- portarlos.'6 Uno de ellos, según el embajador, tenía relaciones con Ginebra
nuo de la fe de los catalanes. pero a pesar de todo fracasaron en su empeño La. importación de libros extranjer,os, según debe recordarse, contravení~
de dar con alguna herejía en la región. «Su cristiandad es tal -informó un abtertamen~e las leyes de Castilla. Alava también confirma que «muchos li-
inquisidor en 1569- que es causa de maravilla, viviendo como hacen cerca bros, catectsmos y psalmos en lengua vizcaína» pasaban desde Toulouse a
España. ' El ~'as~uence era su lengua materna, así que sabía de lo que estaba
7
de los herejes y entre ellos, y teniendo trato con ellos todos los días.}} 74 En
efecto, la frontera permanecía abierta entre Cataluña y Francia. Las librerías hablando. Asimismo, daba cuenta de que se habían llevado libros a Cataluña
barcelonesas estaban repletas de libros impresos en Francia y posiblemente en catal~n Y otros libros heréticos a Pamplona. 78 Aquellas mismas semanas,
una décima parte de la población barcelonesa y un tercio de la de Perpiñán. el arzobispo de .Burdeos infonn.aba sobre un vecino de Burgos que <<havía pa-
las dos ciudades más importantes de Cataluña, estaba compuesta por france- sado quatr~ o cmco car~as de hbros ereges assí en español como en latín por
ses. Pese al libre contacto entre las dos naciones, los catalanes no hicieron las ~o~tanas de Jaca».'"0 pesar de la apertura de fronteras, la herejía no
ningún movimiento que supusiera abrazar ideas heréticas. A falta de víctimas llego a mfiltrarse. La Reforma consistió, para los españoles. en un fenómeno
entre los catalanes. la Inquisición las buscó entre los franceses. que no les afectaba:]

El fracaso de la causa protestante en el área del Mediterráneo origina ine-


vitablemente la cuestión de por qué no hubo Reforma en España. La respue~­
ta no está en la eficacia de la represión, que tuvo Jugar de manera mucho más
eficiente y más brutal en otros países. especialmente en los Países Bajos, y,
sin embargo, la persecución allí no consiguió atajar la Reforma. Felipe 11 es-
taba persuadido que la represión a tiempo y la vigilancia constante eran la
clave para ello. «A no haber habido Inquisición -afirmaba en 1569- hu-
biera habido muchos más herejes, y la provincia estuviera muy damnificada,
como lo están las otras donde no hay Inquisición como la hay en España.>>7"
El monarca podía pensar de este modo. pero no estaba en lo cierto.
Tampoco es posible sostener que España estaba sellada herméticamente al
contacto con la herejía. La imagen, ya obsoleta, del telón de acero de la In-
quisición descendiendo sobre el país y aislándolo del resto del mundo no
guarda relación alguna con la realidad. Precisamente en las décadas de 1550
y 1560 había un buen número de españoles que viajaban al extranjero. Más
españoles que nunca, como veremos, publicaban sus libros en otros países.
Decenas de miles, en su mayor parte castellanos, servían en el ejército en
ultramar, donde el roce con gente de otra fe era inevitable. La frontera pire-
naica era vigilada en ocasiones debido al peligro de una intervención annada
por parte de los protestantes franceses de clase noble y de los bandidos, pero
nunca pudo cerrarse del todo. A lo largo de todo el siglo XVI, los españole~
cruzaban la frontera a su antojo. Algunos lo hacían por razones comerciales,
otros para recibir una educación, otros porque deseaban reunirse con los cal-
vinistas en Ginebra. Al mismo tiempo, numerosos extranjeros, principalmen-
te artesanos, acudían a España. Un puñado de ellos, por un descuido por su
parte, cayeron en manos de la Inquisición.
CL IC\.-IPAC:TO SOBRE LA LITERATCRA Y LA CIEKCIA 105

La Inquisición no recibió poderes formales para la autorinción de libros,


aunque entre 1520 y 1550 pudo expedir de modo informal unos pocos per-
misos de impresión.·' Después de la década de 1550, se limitó exclusivamen-
te a la censura posterior a la publicación del libro. Dado que no existían guías
para juzgar los libros heréticos, los inquisidores tuvieron que basarse al prin-
cipio en las directrices que provenían del extranjero. Una orden papal fue la
que provocó la primera prohibición de libros luterano:;, en España, promul-
gada por el cardenal Adriano de Utrecht el 7 de abril de 1521 en su calidad
6. EL IMPACTO SOBRE LA LITERATURA de inquisidor general. A partir de entonces, la prohibición de difundir algún
libro en particular se notificaba a través de cartas (cartas acordadas) enviadas
Y LA CIENCIA a los tribunales, y a pmtir de 1540 el Santo Oficio promulgó regularmente
lista~__geji~P!.2!:!ihl.dos~.Tan pronto como fue po~ible se confeccionó y se
diO a conocer un catálogo de libros prohibidos, el famoso Índi~~· ..
Son los tiempos tale~ que se debe mirar mm.:ho hazer libros.
En las décadaSdt! 1530 y de 1540 la Inquisición trató-aelmpedir la en-
1
ANTONIO DE ARAOZ. SJ. septiembre de 1559 trada de literatura herética en la península. Puesto que se trataba del único tri-
bunal con jurisdicción en toda España, pudo actuar en áreas (tales como los
puertos) donde la administración estatal no podía hacerlo. El gobierno se abs-
Desde sus comienzos, la Inquisición tuvo un gran interés en algunos as- tuvo de tomar iniciativa alguna hasta el descubrimiento en 1558. que produ-
pectos de la literatura. Los libros hebreos y el Talmud, cuando se encontra- jo una honda impresión, de la existencia de protestantes. Este hecho incitó a
ban entre las pertenencias de los conversos, eran confiscados y destruidos. la regente doña Juana a tomar medidas. El 7 de !>eptiembre de 1558 se pro-
También desde fecha muy temprana, los inquisidores 9~_s_aw:qº-._'![Q~ mulgó un riguroso decreto de control. En él se prohibía la introducción en
__J.vl~strplogÚk Hay referencias, probablemente de finales de la década Castilla de cualquier libro en español que hubiera sido publicado en otros rei-
ae---1480, sobre la quema de una gran cantidad de tales libros procedentes de nos, se obligaba a los impre~ores a solicitar licencias del Consejo de Castilla
la Universidad de Salamanca. La difusión de la imprenta_ en Europa en las (al que se otorgó en 1554 el control de dichas licencias) y se establecía un
postrimerías del siglo xv hizo conscientes a las autoridades, tanto eclesiásti- procedimiento muy estricto para las operaciones de censura. La contraven-
cas como estatales, de la necesidad de controlar la producción editorial. ción de cualquiera de estas disposiciones se castigaba con la muerte y la con-
En Castilla, el control gubernamental sobre los libros impresos se remonta fiscación de los bienes. Al mismo tiempo se autorizaba a la Inquisición a
a la época de Fernando e Isabel, que el 8 de julio de 1502 promulgaron una expedir licendas cuando imprimiera para sus propósitos particulares. Según
pragmática por la que se hacían obligatoria~ las licencias para la impresión de la nueva reglamentación, los manllscritos tenían que ser examinados y cen-
libros dentro del reino, así como para la introducción de libros extranjeros. Las surados tanto antes. como después de Su publicación, y todos los librero!> ha-
licencias eran concedidas únicamente por los presidentes de las chancillerías de bían de tener a mano una copia del Índice de libros prohibidos.. Tan con-
Valladolid y Granada y los prelados de Toledo, Sevilla, Granada, Burgos y Sala- cienzudo y efectivo fue el decreto de 1558, que siguió vigente hasta el fin del
manca.~ La empre~a editorial aún estaba en pañales, y la ley no resultó muy antiguo régimen."
efectiva. En el resto de España, la imprenta permaneció libre del control estatal. Felipe estaba en Bruselas, desde donde escribió para dar su aprobación a
La censura estatal en el estadio previo a la impresión era una novedad. El todas las medidas tomadas por su hermana. La herejía se propagaba por las'
Concilio de Letrán en 1515 y, de modo particular, el Concilio de Trento uni_':_~rsidades europea~. En consecuencia, el monárc<i, justo antes de su re-
en 1564, concedía a lo!> obispos en Europa el poder general de conceder licen- gÍeso a España, prohibió a sus ~úbditos de los Pahes Bajos que estudiaran en
cias de impresión. Pero la imprenta con.<;tituía aún una novedad, apenas había Francia. Tras su vuelta a la península, en 1559, Felipe Il promulgó una orden
libros impresos, y los controles en los primeros años de la centuria fueron el 22 de noviembre por la que todo~ los súbditos de la Corona de Castilla que
laxos. Lea llegada de la Reforma supuso un cambio importante, PJ.Ies ~riginó estudiaban o enseñaban en el extranjero debían regresar en el plazo de cua-
la producción de una abundante literatura polémica, a la que intentaroD.-po- tro meses. Fueron exceptuados los que estaban en determinados colegios de
-rler coto las autoridades de todos los países. En Inglaterra, el gobierno pro- Bolonia, Roma, Nápoles y Coimbra; en el futuro, sólo se permitiría a los cas-
mulgó leyes regulando la concesión de las licencias en 1538 y en la década tellanos estudiar en el extranjero en estos colegios.
de 1540 diversas autoridades italianas aprobaron edictos similares. España El decreto ~obre la censura de 1558 y la prohibición de estudiar fuera de
entró tarde en el terreno de la censura. España fueron medidas duras porque no tenían precedente. Se ha considerado
106 LA INQlliSICIÓ"J ESPAÑOLA EL IMPACTO SOBRJ:. LA LITERATURA Y LA CIENCIA 107

siempre, de modo erróneo. que convirtieron a España en un estado policial rias tampoco se interrumpió, como muestra el caso de Barcelona donde la
en lo que respecta a la literatura. En realidad, había varios punlos débiles en Inquisición no hizo ningún intento de interferir en el comercio cdit'orial. Una
esta medida legislativa. década después de los decretos de 1558-1559, los ingresos de los libreros
En primer lugar, ambas medidas originaron una gran laguna legal, pues- seguían dependiendo de la importación continuada de libros extranjeros, mu-
to que sólo afectaban a los castellanos. Felipe pudo promulgar estos decretos chos de los cuales iban a parar a Castilla. «Los libros que entran por esta
a través del Consejo de Castilla; en cambio. en los restantes reino~. se veía frontera son en gran número -informaban lo~ inquisidores desde Cataluña
obligado a convocar Cortes, algo que no quiso hacer. Por consiguiente, la en 1569-, y no bastamos aunque oviese muchos inquisidores para dar
mitad oriental de la península y toda la zona a lo largo de los Pirineos que- cobro de tantos volúmenes.»'-'
daron exentas de control. Cualquier autor que tuviera dificultades en la obten- En cuarto lugar, el mayor problema al que se enfrentaba la legislación
ción de la licencia de impresión en Madrid podía. por tanlo, sencillamente de 1558-1559 era que, como había sucedido otras veces en el pasado, mu-
trasladarse a cualquier otro reino peninsular fuera de Castilla y publicar allí chos españoles simplemente hacían caso omiso de ella. El impresor de un
su libro. En Cataluña, se quejó el rey en 1568, «los impresores publican mu- libro ~ucvo non:nalmente optaba por solicitar la licencia concedida por el
chos libros nuevos sin tener licencia nuestra>>. 5 No fue sino en los últimos ConseJO de Casttlla, porque conllevaba un «privilegio>~ o derecho de exclusi-
años de su reinado cuando la corona fue capaz de a11rmar su control sobre vidad para imprimir y vender dicho título. Por otro lado, las rcim___Qresiones
la concesión de licencias en la Corona de Aragón: en Cataluña a partir __ !:!_~_.r~qlle~íap_una .n.11eva licen<::.i_a. En con~ecue~tda, intpi_<_;sor_¡;;_~ y -miiÍlrf'S
de 1573, en Valencia desde la década de 1580, en Aragón sólo a partir de una ~ac~~'!!'_«retmpresiOQ_ys_>~ ~uando se"le.s,_,ao.toJ.aha,...incluso. si se--habían i.ntro::.
fecha tan tardía como 1592. 6 Incluso en Castilla el decreto de 1558 eximía diiCido im_i)OrtantiS modificacione,<;-en~.-s.~' Además, un buen número de-(;':
del control estatal a la mayor parte de los libros eclesiásticos (que constituían autores consiguió con éxito eludir el proceso de censura, que acarreaba a me-.
el grueso de la producción editorial más frecuente) y las publicaciones de la nudo retrasos interminables en la publicación: publicaban sin permiso o, con
lnquisición. 7 Como consecuencia de todo ello, el decreto de 1558 no tenía mayor frecuencia, lo hacían en el extranjero, en Italia o Francia. En la déca-
vigencia en una gran parte de España, donde las licencias de impresión eran d~ de 1540, la mayor parte de las obras de autores españoles habían sido pu-
otorgada~ por el obispo local. bhcadas fuera de España, sobre todo en Amberes, París, Lyon y Venecia.' 1
En segundo lugar, el control de las importaciones era efectivo únicamen- Pese a la naturaleza aparentemente re<;trictiva del decreto de 1558, los escri-
te en Castilla. El decreto del 7 de septiembre regulaba la importación de libros tores españoles continuaron publicando a lo largo de toda la centuria tanlo
sólo en «en estos reynos>> (Castilla y León). Los restantes reinos, es decir, fuera como dentro de su país. Irónicaínente, e!:.a era una libertad de la que no
«Aragón, Valencia, Cataluña y Navarra». quedaban excluidos.' Los libros que se disfrutaba en ninguna otra nación europea. Los títulos que se imprimían
1
"

eran introducidos en estos reinos procedentes de Castilla estaban sujetos a fuera eran. por supuesto, importados en España sin que surgiera intento al-
control, pero había un vacío legislativo en lo que se refería a la importación guno .de herejía. A finales del siglo XVI al menos sesenta autores españoles
de libros a estos reino~ desde el extranjero. Las librerías de Barcelona im- de pnmera fila optaron por publicar sus obras fuera, en Lyon en Francia. en
portaban libremente libros impresos en el extranjero tanto en español como lugar de hacerlo en España. 17 El hecho es que la calidad de la~ imprentas
en otras lenguas. o Por consiguiente, con excepción de Castilla, el gobierno fuera de España era mayor y los controles resultaban menos costosos. 1R Como
se vio obligado a confiar en la Inquisición en su propósito de ~upervisar el consecuencia de todo ello, las penas que preveía el decreto de 1558 eran en
comercio de importación de libros. la.pr~ctica letra muerta. Los españoles, que gozaban de impunidad para im-
En tercer lugar. los controles sobre la imprenta tenían que lidiar con el pn~tr en los re.inos de Aragón, Italia, Francia y los Países Bajos, podían pre-
hecho de que España dependía para su acceso a la literatura de las importa- sumJr de que dtsfrutaban de mayor libertad en lo que atañía a las obras lite-
ciones del cxtranjero. 111 Cuando el tutor del futuro Felipe 11 visitó las librerías rarias que sus vecinos. Por ejemplo, en época posterior, el 40 por 100 de las
para proveer al príncipe en Salamanca en la década de 1540, la mayoría de publicaciones impresas en Valencia carecían de licencia o de cualquier clase
los libro~ que compró estaban impresos fuera de España. En la lista figura- de per~iso. 19 Y pese a que se imprimía "in licencia no se sabe de ningún
ban volúmenes de humanidades (que incluían las obras completas de Eras- autor o nnpresor en España -a excepción de los condenados como protes-
mo), de literatura, de ciencia y de arte, todos ellos importados. 11 No era posi- t~tes----:- que sufriera la pena capital. Por el contrario, en Inglaterra y en Fran-
ble, pues. aplicar de manera efectiva el decreto que regulaba las importaciones cta el nesgo de incurrir en algún castigo era real.
de libros, porque las librería!. españolas dependían para su subsistencia del
abastecimiento que provenía del exterior. Las imprentas extranjeras continua- En toda Europa, la Reforma originó esperanzas, pero también temores.
ron dominando el mercado editorial de obras religiosas, no sólo de las Biblias, Fue el comienzo, tanto dentro como fuera de España, de una época de caute-
sino también de los misales y otras obra<; devota<;. 12 El flujo de obras litera- la. «Antaño -dijo un fraile dominico a propósito del año de 1558-, España
108 LA INQLJSJC!ÓI\ I:.SPAÑOLA EL IMPA.CTO ~OBRE LA T.TTER.A.TL.:RA Y L'1 CTE'\Cll\ 109

estaba libre de e..-;os errores.» «En aquellos cicmpos no había necesidad de sos- los Jlevaria a París» Y No se hizo nada para impedir la marcha del médico,
pechar de nadie>>, observó un abad acerca de las décadas previas.''~ quien dejó a sus hijos en Burdeos y regresó tranquilamente a Valladolid. Al-
El viejo ideal de una república de las letras de ámbito internacional co- gunos intelectuales continuaron estudiando en Francia, pero el gobierno espa-
menzó a desmoronarse entre los humanistas y los universitarios. Mientras ñol hizo la vista gorda. Las nueva~ medidas de control, a pesar de lo limitado
había existid~ una única fe en Europa los imelectuales habían podido viajar de su eficacia. podrfan haber puesto coto a los movimientos de una frontera a
atravesando ltbremente las fronteras: después tenderían a permanecer en los otra, pero su impacto fue imperceptible en la vida intelectuaL
límites nacionales. Las inslituciones académicas empezaron a impartir la en-
señanza e_n _lengua verná~ula en vez de en latín. Los estudiantes españoles Las primeras guías sistemáticas de libros prohibirlos fueron emitidas en
fueron qutza los menos afectados por este proceso, ya que entre ellos era raro forma de Índices por la Universidad de Parb en 1542. La Universidad de
acud~r a universid_ades cxtranjc~as; precisamente las más frecuentadas por los Lovaina comenzó a publicar tales Índice~ en 1546 y en Italia se hizo en la
espanoles, Boloma y Roma. siguieron estando permitidas. Además, podían década de 1540. 26
asistir, claro está, a cualquiera de las univer~idades dentro de los dominios El primer Índice impreso que se utilizó en España, publicado bajo los
del rey, tales co~o las. de los Países Bajos. En la práctica, las dificultades que auspicios del inquisidor general Valdés en septiembre de 1551, no era más
entranaban la dtstanCia, la escasez de recursos económicos y la diversidad que una reimpresión del Índice compilado por la Universidad de Lo\·aina
lingüística hacían descartar esta posibilidad. Sólo se mantuvieron estrechos en 1550. con un apéndice especialmente dedicado a los libros españole5. Se
lazos durante un tiempo con las universidades francesas. La difusión de la tomaron medidas para que el Índice fuera distribuido por los tribunales.:'
herejía en éstas y las restriccione~ por parte española acabaron por reducir el Cada tribunal podía modificar 5U versión local, así que conocemos por lo me-
co.nt~ct.o al mín_imo. De los 228 autores científicos españoles que florecieron a nos cinco Índices publicados entre 155 1 y 1552 por los tribunales de Tole-
pn_nctp~os del stglo ~VI, alrededor de un 11 por lOO habían sido profesores en do, Valladolid, Valencia. Granada y Sevilla. 28 La obra de dieciséis autore~, en
umvers1dades extranjeras y un 25 por 100 había estudiado en el extranjero: des- especial la de los líderes de la Reforma. fue condenada en su totalidad; por
pu~s de_ 1560 la proporción era insignificante. En Montpellier, donde había una lo demás, la Inquisición se conformó con prohibir otras 61 obras especificas,
umverstdad famosa por sus estudios de medicina, triunfó el calvinismo duran- decretando también regulaciones sobre Biblias, libros en hebreo y árabe, y
te la década de 1560. Entre 1503 y 1550, 310 españoles (en su mayoría ara~ obra~ impresas sin autorización.

go~eses) estudiaron allí; ~e e~a fecha hasta 1565 se matricularon 14 más y des- Aquellos años entraban en la península un gran número de Biblias y "'
pues de 1573 no figura nmgun español en las listas de matricula." N!J~Y·C?s T~~tamentouinJ~cia, de los que muchos contenían tradllCCTi:Jñé~
Sin embargo, las fronteras nunca llegaron a cerrarse del todo, y mucho o comentarios que no coincidían con el punto de vista de la ortodoxia. La
~en?s con Francia. Sólo los castellanos estaban obligados por las nuevas res- Inquisición comenzó a tomar medidas para censurar las ediciones y, mien-
tn~cJOnes. E_n 1565 el embajador español en Francia informó de que había tras tanto, ordenó a sus tribunales en mayo de 1552 que recogieran todos los
vemte estudrantes aragoneses y catalanes en la Univer~idad de Toulouse; ejemplares que fueran hallados. El resultado fue asombroso: ~ólo en Sevilla,
t~bién sabía de dos catalanes que cursaban medicina en Montpellier. !'. En la los inquisidores reunieron 450 volúmenes;"" en Zaragoza el tribunal confis-
deca~a de 1560 los nav~os que simpatizaban con el protestantismo emigra- có 218 Biblia~ ~in licencia, la mayoría de \as cuales habían sido impresas en
ban libremente a Francm. No fue hasta 1568 cuando se extendieron las res- Lyon: .<~J en Valencia se localizaron al menos 20 Biblias, carentes de licencia;
tricciones _mencionadas antes al resto de los españoles, los que habitaban en en Salamanca se encontró un buen número también. Para hacer frente a esta
la parte onental de la península.'·\ Con todo, en fecha tan tardía como 1585 un difusión de volúmenes carentes de aprobación, Valdés dictó en 1554 una
guardia de la _frontera de !rún podía informar de «ha ver visto passar por allí censura general de Biblias y Nuevos Testamento~. en la que 5e identiíi.caban
algunos espano}es de _a p1e y otros con sus cavalgaduras por jornadas, aun- 65 ediciones de la~ Sagradas Escrituras que debían ser castigadas y que ha-
~ue no sabe quantos m de dónde; y que también han passado por la posta ita- bían sido impresas en Lyon. Amberes, París y otros lugares.<'
banas, llamenc.~s y borgoñones y muchos portugueses a pie y a caballo con Toda~ las medidas emprendida5 a mitad de siglo suponían una reacción
sus mugeres, htJOS Y ropa». 24 Era frecuente también que los estudiantes cru- contra la amenaza indirecta de la RefOrma. La herejía aparecía entonces
zaran al otro lado de la frontera para estudiar en Francia. El secretario de la todavía como algo lejano; incluso la introducción de las Biblias podía ser
lnq~isidón de Logroño cuenta en 1584 el caso de «un doctor León, médico. manejada (según se tenía la impresión) 32 sin problemas. El descubrimiento
v~zmo que dezía ser de Valladolid, con dos hijos que dixo los Ucvava a e~ lu- de protestante5 y los decretos de emergencia de 1558 alteraron radicalmente
diar en Bordeos. Y_ preguntado que por qué llevava sus hijos a Bordeas, don- la situación. Se ordenó entonces a la Inquisición, a la que se había encargado
de las cosas de la fe no estavan tan seguras, haviendo tantas buenas universi- velar por el cumplimiento de algunas de las regulaciones de la censura. que
dades en España, respondió que si no hallava buena comodidad en Bordeos elaborara un Índice tan pronto como fuera posible.
1 JO LA INQUSJCIÓN ESPAÑOLA

La tarea fue emprendida por Fernando de Valdés. En poco má~ de un año


~
!
loL IMPACTO SORRF. LA LITERATURA Y LA CIEKCTA lll

Y ~~oyándos~ en la consulta de muy pocos expertos fuera de su colega do- ! romana emitió en 1559, en tiempos de Paulo IV, una condena general de toda
mmtco y ~n_ugo Melchor Cano/3 Valdés consiguió componer un Índice de li- su· producción. Los jesuitas protestaron enérgicamente contra esta medida, y
bros prohJbtdos, de contenido sustancioso y que fue publicado en el verano uno de los más vociferantes fue el h9landés Pedro Canisio. Diego Laínez, por
de 1559. Los libros se dividían en secciones según el idioma en que estuvie- su parte, dijo abiertamente que el Indice papal «coartaba muchos espíritus
ran escrito~ y se pro~ibían si entra?an en alguna de las categorías siguientes: y complacía a pocos, particularmente fuera de Italia>:>. 36 Los je~uitas no sim-
todos los libros escntos por heresiarcas; todos los libros religiosos escriws patizaban con Erasmo, pero tenían la impresión de que prohibiciones tan
por lo~ condenados por la Inquisición; todos los libros sobre judíos y musul- drásticas no resultaban útiles. El Índice español de 1559 enumeraba catorce
manes de tendencia anticatólica; todas las traducciones heréticas de la Biblia· útulos de Erasmo en español, incluyendo el Enchiridion. A partir de entonces,
t?das las tr_aducciones de la Biblia a lenguas vernáculas, aunque hubiera~ su nombre cayó en desgracia. El Índice de 1612 prohibió por completo todas
stdo traductdas por católicos; todos los devocionarios en lengua vernácula; sus obras en español e incluyó al escritor en la categoría de los auctores
todas las ~bras de controversia entre católicos y herejes; todos los libros damnati.
sobre magta; todos los textos poéticos que utilizaran citas de las Escrituras Con todo y pese a la opinión, extendida pero errónea, que sostiene lo
«en s~ntido profana>:-; todos los libros impresos desde 1515 en los que no se contrario, Erasmo siguió siendo durante más de una generación un nombre
especificara el autor y el editor; todos los libros anticatólicos; todos los cua- respetado/ 7 Sus obras eran citadas por destacados autores, tanto religiosos
dros e imágenes irreverentes para con la religión. como seglares; en Barcelona, sus libros se vendían abiertamente; incluso los
. Los 700 libros prohibidos que contenía aproximadamente la lista no eran, títulos prohibidos se guardaron como un tesoro en las bibliotecas privadas:
m ~~cho menos, una reacción cuidadosamente meditada al problema de la su influencia alcanzó las corrientes de pensamiento que llegan hasta Cervan-
hereJia de la Reforma o un intento de prohibir títulos que los españoles real- tes. Defensas desaforadas, como la que protagonizó Francisco Sánchez, el
mente poseían. Va~~és y sus amigos se limitaron a seguir, en su mayor par- Brocense, cuando declaró en un acto académico en 1595 que «¡Quienquiera
te, en una operac10n de «cortar y pegar>:-, las listas de libros prohibidos que hable mal de Erasmo o es fraile o es un asno1». 38 puede que suscitaran
decretadas ~n ~tros países. El 70 por )00 de las entradas 34 se extrajo directa- desaprobación, pero eventualmente, como ocurre con casi todos los pensa·
mente del, Indtce de 1551_, ~e los Indi~es de Lovaina (1550) y Portugal dores, simplemente su obra pasó de moda. \
(1551), as1 como de otros Tndtces, especialmente del de París y Venecia. La La segunda característica notable del Índice era la atención prestada a las
categoría ~ás extens~ de libros prohibidos, la de los e.<;critos en latín, repre- obras literarias. En 1551 se había prohibido únicamente un puñado de obras
sent~ba cas1 dos terc10s de las 700 entradas y casi todos ellos (con siete ex- castellanas; en cambio, ahora se proscribían 19 libros de carácter literario.
cepcmnes) habían sido publicados en el extranjero. Entre los autores a los que afectaba la prohibición con uno o más títulos fi-
. E~tos detape~ son muy significativos, pues demuestran que el objetivo guraban Gil Vicente, Hernando de Talavera, Bartolomé Torres Naharro, Juan
pnnc1pal del Ind1ce era mantener fuera de España libros que, en su mayor del Encina y Jorge Montemayor. 19 Asimismo quedaba vedada la lectura del
parte, nunca habían entrado en el país: la prohibición de 54 libros en holan- Lazarillo de Tormes y del Cancionero General.
dés, una lengu~ desconocida en España, difícilmente puede interpretarse de El tercer aspecto del Índice, y el más notable, era la campaña que supo-
otra form~.. Ev1dentem~nte, en el interior del país circulaba una gran canti- nía contra los títulos de carácter piadoso en lengua vernácula. Yaldés y sus
dad. de edtct?nes extranJeras, pues los libreros dependían en buena medida de consejeros tenían vívida conciencia de los recientes movimientos de espiri-
las tmportacmnes. Pero el verdadero interés del Índice y su significación para tualidad que habían dado lugar a los alumbrados. También recelaban de la
los españole~ de 1~ época .ra?ic~ba men?s en. esta oposición contra libros que posible relación entre estas corrientes y los protestantes. En consecuencia, ac-
ellos no habtan letdo o m stqUJera habwn v1sto que en la presencia de esos tuaron con mano dura contra los escritores espirituales más conocidos de su
poco.s títulos que efectivamente tenían a su disposición y podían leer en su generación. Las víctimas más prominentes fueron el Audi, Filia de Juan de
propia len_gua. Ávila." 0 el Libro de la oración de fray Luis de Granada y Las obras del cris-
En ':1 Indic.e destacan, por haber sido condenadas, tres categorías de obras tiano de Francisco de Borja.
e~ espanol. Primero, e~taba la cuestión de Erasmo. De joven, Felipe 11 había El Libro de la oración de Granada fue publicado por primera vez en 1554
s1do devoto del humamsta y en su viaje a los Países Bajos en 1548 había he- y l!egó a ser tan popular en España que en 1559, año en que fue incluido en
cho una visita especial a su ciudad natal, Rotterdam. 35 Las controversias en la el Indice (principalmente a instancias del famoso teólogo Melchor Cano, que
época de la ~eforma, sin embargo, habían minado la posición del pensador fue uno de los primeros en percibir herejía en el Catecismo del arzobispo de
holandés. El lndice de 1551 incluía sus Colloquia. Mientras se debatía sobre Toledo) llevaba ya 23 ediciones. Fray Luis trató en vano de levantar la pro-
si se debía condenar de manera más amplia la obra de Erasmo, la Inquisición hibición. Aunque no encontró ninguna ayuda en España, consiguió que el
Libro fuese aprobado por el Concilio de Tremo y por el papa. Dicha apro-
112 LA 11\QUISICIÓN ESPAÑOLA EL IMPACTO SOBRE LA LITERi\TURi\ Y LA C!El\'CIA 113

bación no fue suficiente para los inquisidores, y solamente cuando el autor arder cuatro carros cargados de escritos judíos. La Inquisición medieval se-
aceptó hacer correcciones al texto, permitieron que el libro circulara libre- guía, pues, el ejemplo establecido, que en el siglo XVI se convirtió en prácti-
mente.41 ca habitual en Italia y Francia. En su época, Torquemada había organizado
La prohibición del lihro de Borja también provino de Cano, enemigo de- también una quema de libros en su monasterio en Salamanca, mientras libros
clarado de los jesuitas. Muchos sospechaban de la compañía por ser una considerados sagrados por los judíos habían sido reducidos a una pira en To-
orden internacional. Un jesuita de Valladolid manifestó que «en verdad dicen ledo en mayo de 1490, cuando «quemaron en la plas;a publicamente muchos
algunos que los theatino" (que assí nos llaman en esta Babel) han ~ido cau- libros de los dichos herejes>>. 4 '' En octubre de 1501, en virtud de un Real
sa destos errores luthcranos». El Índice de Valdés cayó como un rayo sobre decreto real se ordenó que se quemaran los libros árabes encontrados en
la compañía. Borja, duque de Gandía y ex virrey de Cataluña, era el miem- Granada, para lo que se montó una enorme hoguera bajo la supervisión de
bro más distinguido que jamá>. ingresara en la Compañía de Jesús en España, Cisneros. A partir de marzo de 1552, la Inquisición dispuso que los libros he-
y la prohibición de su obra amena.wba con arrojar una mancha no sólo sobre réticos fueran quemados en público. 46 Se ordenó quemar unos 27libros en una
su pre!>ligio, sino ~obre el de todos los jesuitas. Temiendo una detención in- ceremonia que tuvo lugar en Valladolid en enero de 1558.47 A mediados de si-
minente, Borja dejó E!>paña y se dirigió a Roma en la primavera de 1560 y glo, los españoles recurrieron a la ;:J.Uema de libros porque era el IIlét9rlo-más
nunca más regresó a su patria.' 2 Pero este no fue el final de las desgracias de st:nc.illo eJ-e h~r~~e, __Q~l Ill~~!.?.:lf!!frilttór. Una enotrile cantidad de obras fue
los jesuitas. El Índice de 1559 prohibía las obras devoeionales en lengua a5í destruidá.~«Por siete o oCho"'véZeS ñi!iños quemado aquí en casa montones
vernácula aunque no estuvieran impresas. En aquella época circulaban mu- de libros>>, informó un jesuita que actuaba en el Santo Oficio de Barcelona
chos libro!> en copias manuscritas. El reclor del colegio jesuita de Sevilla, en 1559. 4 ~ En 1561 un oficial en Sevilla preguntó qué se debía hacer con los
preocupado, fue a ver a los inquisidores para preguntarles si la prohibición numero~os libros que había reunido. Entre ellos había un buen número de libros
se aplicaba también a los Ejercicios espirituales de Tgnacio de Loyola que de horas, dijo, que podían ser fácilmente expurgados. ~Quemarlos>>, respon-
utilizaban los novicios en una traducción manuM:rita que no fue publicada en dió la Inquisición. ¿Y las Biblias? «Quemarlas.» ¿Y los libros de medicina,
castellano hasta 1615. Para su consternación, se le comunicó que, en efecto, muchos con contenido supersticioso'? «Quemarlos.»"g No siempre se aplicaba
la prohibición debía aplicarse al libro. Volvió al colegio, recogió todas lasco- esta drástica solución. Posteriormente. cuando el tribunal había confecciona-
pias de !m Ejercicios, la5 envió a la Inquisición y cayó enfermo de dolor y do un nuevo sistema de expurgación que sustituía a la condena, los libros se
de aflicción. 41 Sevilla fue escenario de otra victima en el ataque emprendido guardaban en un almacén y, por lo general, no se destruían.
contra la piedad espiritualista. Un fraile dominico muy respetado, Domingo
de Valtanás, que tenía 73 años por entonces, fue detenido en 1561 bajo cargos El Índice de 1559 tenía como propósito identificar los libros sospechosos
de una total vaguedad, probablemente asociados con el iluminismo, y confi- para prohibir su lectura de modo tajante. Los Índices siguientes partieron de
nado en un monasterio, donde murió poco después ..¡.¡ una perspectiva distinta. No se publicó ninguno más en un cuarto de siglo y
Con frecuencia se ha considerado que este Índice de 1559 fue el co- en este lapso la Inquisición procedió por medio de cartas acordadas, publi-
mienzo de una época de represión en la cultura española. Sería probable- cando una.<. 43 órdenes que afectaron a un total de 50 libros. 50 La influencia
mente más exacto considerarlo el único Índice de carácter represor anterior más determiname en el pensamiento católico sobre la censura en este perío-
al siglo xvm. Fue el primero. pero también el único Índice anterior a 1700 que do fue el Índice de libros prohibidos publicado por el Concilio de Trento
arremetió contra importantes obras de la poesía y la literatura castellanas, en 1564. Sus premisas fueron aceptadas como autoridad por todos los teó-
todas ellas compuestas en época previa a la mitad del ~iglo XVI. Ninguno de logos e inquisidores que contribuyeron a la elaboración del siguiente Índice
los autores afectados tuvo roces serios con la inquisición a causa de las obras español. Mientras tanto, Felipe 11 había dispuesto que el Índice del Concilio
prohibidas. A partir de entonces, ningún otro Índice anterior al Siglo de lm, se publicase en Flandes en 1570 y encargó a Benito Arias Montano, el emi-
Luces fue más lejos en sus ataques a la literatura española. Más que iniciar nente hebraísta, la preparación de un Índice especial expurgatorio ( 1571). El
una fase represiva, parece ser que el Índice de 1559 constituyó, por un lado, Índice de Montano era una novedad por cuanto adoptó la práctica de depu-
un intento mal pensado de controlar alguno~ aspectos de la creación literaria; rar los pasajes sospechosos de libros que eran, en general, ortodoxos, sal-
y por otro, una reacción de hostilidad hacia los elementos de la espirituali- vándolos así de la prohibición total. Felipe TT tuvo la impresión de que
dad autóctona. había lecciones provechosas que extraer del método de censura llevado a
La censura propició una práctica que después sería corriente: la quema de cabo en Flandes, ya que informó al duque de Alba a fines de 1569 de que
libros. Éste era, claro está. un recurso tradicional usado por los cristianos el borrador del Índice elaborado por Montano «servirá el ejemplo para se
contra sus enemigos: por ejemplo, el emperador Constantino lo había em- hazer aquí otro tanto, y assí se ha dado copia a los de la general Inquisición
pleado contra los libros arrianos y en 1248 la clerecía de París había hecho para este etJect0>>. 51
114 LA !:'-IQUlSICIÓN ESPAÑOLA

Los Índices de 1564 y 1571 fueron precedentes fundamentales para la ela-


boración del nuevo Índice español. que se discutió previamente en una reunión
r
1
EL IMPACTO SOBRC LA LITERATIJRA Y LA CIENCIA

con Quiroga copiaron el Índice de Ambcrcs en su totalidad. En consecuencia


resulta e~gañoso cali~car si~ ~ás al Índice de 1583 de represivo. Afectab~
115

sólo parcmlmente la vida cottdtana de los lectores, de los estudiantes o de los


de una junta en Salamanca, en el último año mencionado. Aparentemente, el
progreso fue muy lento, posiblemente en parte porque había profundos desa-
1 libreros. Mayor relevancia podrían tener los títulos expurgados incluidos en el
Índice de !584.'6 Su inclus!ón puede que irritara a autores e impresores, pero
cuerdos entre los profesores de Salamanca, algunos de !m, cuales, como se no era un hecho que supusiera un duro golpe a la creatividad literaria.
verá, fueron detenidos en 1572 por la Inquisición como resultado de las intri-
gas que se habían urdido dentro del cuerpo de profesores. Sólo después de que
1 Entre las influencias que estaban detrás del Índice de Quiroga se en-
cuentran Montano, Mariana, Jerónimo de Zurita y otros intelectuales. Todos
este asunto quedara zanjado, en 1578, se retomaron los planes para preparar eran celosos defenso~es de la Contrarreforma y veían en la maquinaria de la
un Índice. 52 Juan de Mariana dedicó bastante tiempo a ayudar a los compila- censura una oportumdad de oro no para reprimir la libertad del saber, sino
dores. pues según dice él mismo «trabajé tanto como el que más. Así tuve por para formar, de una manera activa, la cultura de la sociedad en la que vivían
mucho tiempo cuatro escribientes juntos ocupados en ayudarme)).j-' El resul- E.l ~'~sto número d_e prohibicione~ tomadas del Índice tridentino fue un gest~
tado fue un Indice en dos gruesos volúmenes, uno de libros prohibidos (1583) dtngtdo a la autondad papal: su mterés más inmediato no era la evidente lu-
y el otro de libros expurgados (1584), ambos publicados bajo los auspicios del cha contra la herejía, sino el problema de educar a los españoles. Un coetá-
inquisidor general Gaspar de Quiroga. El incremento numérico de las entra- neo su~o, el humani~ta ~ poeta toledano Álvar Gómez de Castro, dejó una
das es impresionante si se compara con el que había en el Índice anterior. Val- memona so~~e los pnnc1p10s que debía seguir la censura de libros.-" Dividió
dés había prohibido alrededor de 700 libros: el Índice de 1583 incluía 2.315, las obra~ danmas_~n dos categ?rías: las escritas en latín o en lengua vernácu-
el triple. 54 Un 74 por 100 eran en latín, el 8.5 por J00 en castellano y el 17 por la. Los h~ros d~nmos de la pnmem categoría podían ser conservados por las
100 en otras lenguas. personas mstrutdas. aunque no deberían ser utilizados en las escuelas. Entre
El alcance del Índice de 1583 era en apariencia apabullante. En su in- los de la segunda categoría algunos, como los de Boccaccio, debían ser
menso volumen estaba incluida la totalidad del mundo intelectual europeo expurg~os cuidadosamente. En. cuanto a los libros españoles de la segunda
pasado y presente: ediciones de autores clásicos y de padres de la Tglesia, cat~go~Ja .. al?u~os er~n de ~a~~na nove~esca o li?ros de caballería, y «porque
las obras completas de Pedro Abelardo y de Rabelais, las obras escogidas están sm rut1fic10 y sm erudicJon y se pterde el uempo en ellos será bien que
de Guillermo de Ockham, Savonarola, Jean Bodin, Maquiavelo, Juan Luis no los l?Jaya ecepto los quatro libros primeros de Amadís>), Otros de e~ta cla-
1 Vives, Marsilio de Padua, Ariosto, Dante y Tomás Moro (vir alius pius et se son llb~s de amor, de los cuales alguno~. como La Celestina. ~on serios y
catholicus, según admitía el propio Índice, pero cuya Utopía fue prohibida buenos. m~~ntras que otros son de tan mala calidad que deberían ser prohibi-
hasta que fue expurgada) se encontraban entre los afectados. A primera vis- dos. Tambten en esta cla5c hay obras de poesía. de las que igualmente unas
ta parecía que la Inquisición estaba declarando la guerra a la totalidad de la ~on buenas y _otr~s malas: las malas deberían ser expurgadas o eliminadas. El
cultura europea. mtcresa?te cnteno empleado era evidentemente el del mérito literario.
El Índice de Quiroga era mucho menos agresivo de lo que parece a pri- Man~na admitió en 1579 que los ~en otros aspectos~ excelentes libros
mera vista. En realidad, se limitó a adoptar las condenas que ya existían en el de F~a?c1sco de B.orja y otros deberían continuar prohibidos a causa de la
mundo católico. En él se acumulaban la casi totalidad del Índice de 1559, :<maltcia de estos tiempos>>, y fue aún más firme que GómeL de Castro en sus
el Índice Tridentino de 1564 y el Índice de Amberes de 1570, así como ele- 1de~s ~obre el papel educador de los libros.'~ Urgió para que se incluyera en
mentos extraídos de otras fuentes.-1-' El resultado fue un incremento espectacular el In_dice espanol la norma tridentina que prohibía «de una manera absoluta
en el número de títulos. pero en lo que se refiere a los libros peninsulares, ape- los ltbros que expresamente tratan, cuentas o enseñan cosas lascivas u obs-
nas hubo cambios. Se añadieron unos 40 libros a los que ya había en la lista cenas)), aunque esta advertencia no fue tomada en cuenta. Mariana también
de Va1dés. Algunos eran ediciones sin expurgar de obras que, en otro caso, es- pedía que «se deberían vedar semejantes libros así en latín como en roman-
taban permitidas, como ell.az.arillo de Tormes y el Audi, Filia. En general, ce, es deci~, La Celestina, Diana de Montemayor, libros de caballería, aunque
ninguno de los títulos prohibidos por vez primera constituye una obra literaria no fuese s1no por forzar a que se leyesen libros de provecho o de historias
propiamente dicha. Aunque se puede criticar el Índice de Valdés por el daño verd_adera.s>). L~ ~ista completa de las obras que Mariana consideraba sin va-
que pudo causar a la literatura española, el Índice de Quiroga afectó muy poco lor hterarto s~hc1ente incluía también obras selectas de Yirgilio, Ovidio, Ca-
los hábitos literarios o de lectura de los españoles: una aplastante mayoría de tulo. Properc10 y otros autores clási,cos. No todas estas sugerencias fueron
libros prohibidos eran desconocidos para los españoles. nunca habían penetra- adoptadas por los compiladores del Tndicc de 1583.
do en España y estaban escritos en lenguas que los españoles no eran capaces Muy raramente los inquisidores iban en busca de Jos libros para censu-
de leer. L<~s 215 libros prohibidos en holandés y alemán, por ejemplo, figura- rarlos. Contaban con largas listas que los guiaban y eran los lectores, movi-
ban en el lndice simplemente ¡xxque los compiladores que habían colaborado
116 LA JI'<QUIS!ClÓN ESPAÑOLA

dos por el celo religioso, quienes llamaban su atención sobre otros títulos.
Para !>U censura se apoyaban en los calificadores o expertos, que usualmen-
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!
1
FL lMNCTO ·"'"'" CA LITERATCRA Y LA ClENClA 117

sidor general Sandoval y Rojas, se apartó de la práctica anterior. En vez de


publicar volúmenes separados para libros prohibidos y expurgados. como se
te eran teólogos pertenecientes a órdenes religiosas. En el período más tem- hizo en 1583-15R4. el cardenal publicó ambos juntos en un lndex librorum
prano tendían a ser en su mayoría dominicos; ' 9 hacia el siglo xvu, mucho.<; prohibitorum et npurgatorunr. El eno~e volumen res_ul_ta?te se apa~ó t~m-
eran franciscanos y jesuitas. 60 El sistema, si es que se le puede denominar así, [ bién de otro modo de la práctica antenor. En vez de dJv1d1r el matenal stm-
era, como ocurre con todos los sistemas de censura, caprichoso. Se tomaban 1 plemente en libros latinos y vernáculos, se propuso ahora dividir el material
decisiones completamente arbitrarias y los censores se contradecían a menu- en tres categorías. La primera comprendía Jos autores completamente prohi-
do unos a otros. Se hacían juicios que no tenían nada que ver con la religión. bidos; la segunda los libros prohibidos, sin tener en cuenta al autor; y en la
La confusión resultante se hace patente en el caso de la República de Bo- tercera se incluyeron los libros que no llevaban el nombre del autor. Por
din, de la que una versión española sufrió tantas críticas de variada índole ejemplo. todos los heresiarcas irían a la primera clase, mientras que laMo-
en 1594 por parte de los censores, que se decidió su prohibición total. 61 Afor- narchia de Dante entraba en la segunda. Sin embargo, ni ~iquiera esta cla-
tunadamente, subsiguientes inquisidores revocaron la decisión y autorizaron sificación era tenida en cuenta de modo muy estricto. Aunque a Erasmo le
el libro después que fuera expurgado. El ejemplo demuestra que rara vez correspondía ser incluido en la primera categoría y todas sus obras, sin ex-
hubo una censura que pueda identificarse como <<inquisitoriah>. Los inquisi- cepción, estaban prohibidas en traduccione~ españolas, varias de sus obras
dores y sus censores se limitaban simplemente a poner en práctica las ideas latinas, las que estaban por encima de toda sospecha, fueron permitidas.
que predominaban entre los que controlaban el sistema. El hecho de que ~e El Índice de 1632 fue publicado por el inquisidor general Zapata y el
empleara a intelectuales prominentes como Juan de Mariana y Melchor Cano de 1640 por el inquisidor general Antonio de Sotornayor. El Índice de Soto-
como censores no afectó --ú no supuso ninguna mejora- acerca de los cri- mayor, ~imilar a la compilación de 1612 en perspectiva y contenido, otfecía
terios aplicados. una revisión general del avance intelectual del siglo XVII y completaba los
El Indice español estaba controlado únicamente por las autoridades es- esfuer7os del de Quiroga, sobre todo en lo que se refiere a la exclusión del
pañolas y no tenía relación con el de Roma, donde las autoridades, en el si- pensamiento europeo en España. No es de extrañar que allí figuren Francis
glo XVI, comenzaron también a elaborar su propia lista de libros prohibidos. Bacon y otros importantes autores condenados formando parte, de la primera
Aunque en las listas españolas figuraban a menudo obras prohibidas también categoría mencionada antes, como autore~ heréticos. Como ellndice de Qui-
por la autoridad papal, no existía la norma de que un Índice debía seguir las roga, el de 1640 tuvo poco impacto en la literatura nacional. aparte de la sor-
orientaciones del otro, y varios autores se vieron sorprendidos al ver que en prendente inclusión de Mariana. que tuvo que soportar que siete de sus obras
Espaí'ía les eran prohibidos libros que en Ita!ia circulaban librcmente.~2 Había fuesen expurgadas, así como su tratado De mutatione monetae y el Tractatus
una importante diferencia entre los dos: ellndice romano era exclustvamen- de morte e immortalitate; y del bien conocido caso de Cervantes. quien vio
te prohibitorio; esto es. que proscribía libros sin tener en cuenta el número desaparecer, al ser expurgada, una frase en el libro 11, capítulo 36, del Qui-
de errores que hubiera en ellos y sin especiilcar si un libro podía ser publi- jote, relativa a las obras de caridad. A pesar de que coincidió con el período
cado tras ser expurgado. El Índice español, en cambio, expurgaba y prohibía inicial de la revolución científica, el Índice de 1640 fue tolerante en algunos
libros, de modo que las mismas obras podían circular si los p~sajes relev~n­ aspectos con la ciencia: Johannes Kepler y Tycho Brahe. como autores heré-
tes citados en ellndice eran eliminados. En este aspecto. el ststema espanol ticos. fueron clasificados como auctores damnati y, por lo tanto, aparecieron
era más liberal. Cuando ambos Índices chocaban entre sí, era por raLoncs in- en la primera categoría, pero prácticamente todas sus obras fueron permiti-
variablemente políticas, como en el caso del cardenal italiano Baronio que. das en España después de someterlas a in~igniilcantes expurgaciones; algu-
algunos años después, en 1594, protestó porque, aunque el papa había apro- nas incluso fueron autorizadas sin que fueran expurgadas, aunque con la con-
bado sus escritos, sabía que se estaban haciendo gestiones para incluirlos dición de que en el volumen se incluyera una nota que dejara bien sentado
en el Índice español. Ciertamente Baronio no contaba con muchas simpatías en que era de un autor condenado. En esta categoría entraron la A~"frunomia
España, pero su importante obra fue prohibida solamente por el estado y no nova de Kepler en 1609, su E:jn"tome Astronomiae Copernicanae de 1618 y
por la lnquisición. 6-' ,
su Chifias logarithmorum, publicada en Marburgo en 1624.
En el siglo XVII hubo una serie sucesiva de lndices en 1612 (con un apén- Con estos Índices f.inaliLaba el primer gran período de la censura inqui-
dice publicado en 1614), 1632 y 1640. En su compilación tuvo una parte des- sitorial. Las grandes compilaciones de 1583 y 1640 no fueron en sí mismas
tacada el distinguido jesuita Juan de Pineda, ayudado entre otros por Fran- im.trumentos de represión; más bien sirvieron para evitar que los españoles
cisco Peña, edilor de Eimeric. Más de veinte años después del Indice de leyeran autores extranjeros que, de todas maneras, nadie, salvo unos pocos,
Quiroga, la Suprema inició en 1605 la preparación de uno nuevo.t4 Hicieron hubiera podido leer. Es preciso subrayar que el peso real de la censura en el
falta siete años para elaborarlo. El Índice de 1612, promulgado por el inqui- pah operó en un ámbito ajeno a los Índices: en los varios sistemas de control
118 LA 1:-<Qli!:;ICIÓN ESI'A:\/OLA

de que disponían tanto el estado como la Inquisición, y en la~ restricciones


formativas que la Contrarrefo_rma introdujo en Espa_ña. .,
Al evaluar el papel de Jos lndiccs se hace ncccsano tamb1en tener en cuen-
ta la cuestión, de carácter práctico, de hasta qué punto se seguían las medidas
r
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J.--~·
Fl. IMPACTO SOilRE LA l.ITERATURA Y LA CIEI\CIA

mera prohibición contra ellos fue promulgada por el card~nal Adriano de

vista de la revuelta de !m comuneros, que tuvo lugar unos meses mas tarde,
119

Otrecht, regente de España e inquisidor general. el 7 de abnl de 15~1. A la

Se empezaron a tomar en serio las implicaciones de l~ doctrina luterana, las


allí propue~tas. Consideremos la situación que habí~ en Cataluña. En octubre políticas no menos que las religiosas. Lm libros contmuaban llegan?~ a los
de 1584 llegaron a Barcelona doce ejemplares del lndice de Quiroga, que se principales puertos de la pe~ínsula, pero la Inquisición se mantuv? VIgtlante:
redestribuycron inmediaLamente, enviando uno de ellos a cada uno de los obis- un navío capturado en PasaJes llevaba la bodega repleta de «cscntos de Lu-
pos catalanes. A los obispos se les pedía que colaborasen con los comisarios tero y sus seguidores>>. En Burgos. Bemardino Tovar compró libros Juteram!s
(clérigos de las diócesis que ayudaban a la Inquisición) de esa zona y, a su traídos de Flandes. Hacia 1524, se decía en la corte que «hay tanta mcmona
vez, el comi5ario debía informar del contenido de :>u ejemplar, el único del de Jo de Lutero que en otra cosa no se habla>;..''r
que disponía, a las personas principales de su distrito y a los librer~}S más im- Era imposible detener del todo el llujo de libros, ya que Españ~ d:pen-
portantes. Éstos, por su parte, rehusaron comprar ejemplare~ del Indice ~o:­ día en o-ran medida de las importaciones para la difusión de su propm lltera-
que «dezían que ~ran muy caros}}. Por lo que se_ deduce de este ~aso, ~n unt- tura. «Cada hora -observó la Tnquisición en 1532- llegan nuevos libros de
en ejemplar del lndice debía servir para un ob1spado entero. S1 el eJemplo Alemania." Sus oti.ciales tenían el encargo de vigilar los puertos, con espe-
es típico, parece evidente que en muchas partes de España no se debía tener cial atención a la costa vasca. En 1553. quizá por primera vcz," 0 se dieron
conocimiento del contenido del Índice. «Deve haver hartos libros que no están detalladas instmcciones a los inquisidores sobre el procedimiento que debía
corregido~}>, reflexionaron los inquisidores de Barcelona en 1586, cu~ndo
seguir~e en la inspección de buques extranjeros en puerto~ espaiiol~s . Sin
comentaron la escasez de ejemplares disponibles. Ciertamente. la falta de eJem- embargo. apenas se encontraron libros heréticos. Las vcrdadcra5 VJCtlmas
plares del Índice a mano fue la excusa dada por algunos libreros de la ciudad de la vioilancia fueron los libreros. A partir de 1559, cuando un cargamento
en 1593, cuando :>e les acusó de vender libros prohibidos.65 de tres ~il libros, con destino a Alcalá. fue incautado de un navío francés
amarrado en San Sebastián,'0 los libreros en España tuvieron que aguantar
La primera preocupación de la Inquisición en cuestiones relativas a los embargos globales en sus preciosas importaciones. En general, no se con-
libros estuvo relacionada con el control de la entrada de libros extranjero~. fiscaban ni se cemuraban los cargamentos: simplemente, se retra~aba su ex-
Las actividades de Julián Hernándcz, llevadas a cabo con éxito hasta que pe- pedición hasta que la burocracia decidía que no se estaban impo~~ndo li-
reció en el auto de Sevilla de diciembre de 1560. representaban solamente bros de modo ilegal. En 1564 la Tnqui~ición dio órdenes a sus ofJCiale~ en
una fracción del csfuerL.O que hicieron los protestantes para introducir libros Bilbao y San Sebastián de que enviaran a los libreros de Medina 245 far-
en el país. En 1556, Margarita de Panna, regente de Felipe 11 en los Paí5es dos de libros procedentes de Lyon. Tres años más tarde los libro5 seguían
Bajo~, informó al Consejo de Estado que los herejes «tienen intención de en-
en aquellos puertos. Dejando aparte los embargos. los libros cont~nua~o.n
viar a España por vía de Sevilla. treinta mil libros de Cal vino, y Marcos Pé- entrando en E~paña libremente. «Cada día -según informaron los mquiSI-
rez, que está aquí en Amberes, me dicen que tiene el cargo de hacer aquesta dores de Cataluña en 1572- entran libros así para España como para otras
buena empresa>>."" Los puertos de mar fueron, inevitablemente, blanco del
partes.>}~~ . . .
escrutinio inquisitorial, y los marineros extranjeros estaban expuestos a ser Aunque el lugar habitual para ocultar los hbrm Importados tlegalmcnte
arrestado~ si se descubría que llevaban en sus barcos libros devotos protes-
era entre la carga, la siempre celosa Inquisición insistió en 1581 en que «es
tantes. Los diplomáticos que se encontraban fuera de España enviaban infor- necesario no contentarse con ver las mercaderías pero los cofre~ Y camas
mación periódica sobre cualquier actividad inusual entre impresores o mer- de los marineros. que son los que ordinariamente saben encubrir los dicho5
caderes. La Inqui~ición comenzó a exigir el derecho de ser la primera en libros».'' El registro de los barcos estaba siempre sujeto a convenio~ diplo-
revisar los barcos cuando éstos penetraban en aguas territoriales, lo que pro- máticos. El tratado de paz entre España e Inglaterra en 1604, por eJemplo,
vocaba continuos conflictos con los funcionarios locale5. En Bilbao, el co- dio protección a los buques inglese~. de modo que en 1605 los inquisidores
rregidor recibió una Real orden para que diera precedencia a la Inqui~ición en recibieron órdenes de no inspeccionar navíos ingleses o escoceses.'-'
estos menesteres y en las Canarias, a los vicarios diocesanos se les indicó, de · En términos generales, la operación para controlar la importación de libros
modo similar, que cedieran en este punto. 6' Desde el inicio mismo del temor estuvo plagada de errore~ que 1e restaron eficacia. Los inquisidores de Bar-
protestante, los inquisidores fueron conscientes de que hada falta ejercer un celona comentaron el problema en 1569: « ... los libros que entran J?Or c_s~a
rígido control sobre la importación de libros. Hacia comienzos de 1521, libros frontera son en gran número y no bastamos aunque oviese muchos mqmsi-
luteranos, traducidos al español por conversos en Amberes, estaban siendo dores para dar cobro de tantos volúmenes; aunque comét_esc ~ frailes Y per-
introducidos en España a través de la ruta comercial con Flandes. La pri- sonas que lo entiendan, no creemos se satisfacen las conc1encws y embargan
120 LA 1:-JQU!SlCIÓ.:-< E~P.\:\JOLA FI. IMPACTO SOBRE LA LITE!VllléRA Y LA C!El\CIA 121

mucho a los libreros». Los inquisidores proponían crear una «comisión para La empresa que se propuso la censura requirió, evidentemente. muchos
que pongamos dos personas que vean lo~ libros, a la5 quales los libreros pa- años; la prohibición total era en principio más fácil. En Barcelona. en 1560.
guen ~u trabajo porque assí lo piden y quieren cllos»." 4 La Suprema enviaba los inqui~idores nombraron censor a un jesuita. Con el Índice en la mano,
periódicamente órdenes sobre la incautación de libro~; sin embargo, el con- 7--- aconsejaba a los preocupados bibliotecarios de las casas religiosas «qué les
sejo se quejó en 1606 de que <<se tiene relación de que muchos de los libros podían tener y qué les avian de romper o quemar».~ 1 Expurgar los libros, por
que están mandados recoger no lo están».'5 lnevitablementc, algunos de los otro lado, resultaba más costoso que prohibirlos. Un censor notiticó a la In-
títulos prohibidos conseguían ser introducidos en el país. En Barcelona, quisición que para expurgar una biblioteca particular de Madrid valorada en
en 1569, todavía se vendían «muchos libros prohibidos>>.·'<\ La entrada de li- 18.000 ducados, trabajó ocho horas diarias durante cuatro mescs.R 2 Benito
bros no llegó nunca a cortarse a juzgar por casos como el de Joseph Antonio Arias Montano, cuya tarea era revisar toda la biblioteca de El Escorial, tuvo
de Salas, caballero de la orden de Calatrava, cuya biblioteca en Madrid fue que trabajar algo más de tiempo. Por una razón u otra. tanto los autores como
puesta a la venta después de su muerte, en 1651. Se descubrió entonces que Jos libreros siempre encontraban algún motivo para quejarse.R' A unos pocos
entre los 2.424 volúmenes de la colección, según cuenta el cemor, «avía mu- lectores privilegiados se les declaraba exentos del control inquisitoriaL Hacia
chos libros prohibidos o sin expurgar o dignos de reverse por sospechosos ya la década de 1540, por ejemplo, era normal que la Inquisición proporcionara
por la calidad de autores bereges, ya por la nueva y forastera impressión de a ciertos individuos unas licencias especiales para que pudieran leer o tener
autores no conoddos>>. 77 En la biblioteca había de hecho 250 obras prohibi- libros prohibidos, usualmente con fines de estudio (por ejemplo, ¡_cómo se
das, que suponían una proporción del 10 por 100 del total, lo que muestra podría refutar las ideas de Lutero sin haberlo leído?). Después de 1559 se
que los libros extranjeros entraban de contrabando de una manera regular y suspendió la concesión de estas licencias y hasta la década de 1580 no se vol-
con éxito en España, a pesar de que el delito de introducirlos estaba casti- vieron a hacer algunas excepciones.
gado con la pena de muerte. El mayor daño, como en cualquier otro sistema de censura, era el que su-
El segundo gran control de la censura se dio en el punto de contacto fría el libro mismo. Algunos libros desaparecieron del todo y no siempre por
entre el libro y el posible lector. Se visitaban y revi~aban periódicamente culpa de los inquisidore~. En un informe redactado para ellos al tina! del
librerías y bibliotecas: se animaba a Jos obispos a que inspeccionaran todas siglo XVI se afirma que
las bibliotecas de la diócesi~ y en la Universidad de Salamanca un grupo del
personal examinó la biblioteca para detectar y apartar cualquier libro peli- muchos por no llevar sus libros a Jos inqui~idore~ o queman no sólo los prohi~
groso. En una fecha tan temprana como 1536, Tomás de Villanueva fue em- bidos y que se mandan expurgar pero aun lo~ buenos y muy ~eguros, o lo~ dan
pleado por el inquisidor general para que visitara las librerías de Valencia. de balde o los venden por muy poco precio. Y de esta manera infinitos ni se
Una ine~perada irrupción, llevada a cabo en Sevilla en 1566. es descrita así examinan ni corrigen, sino se pierden con el tiempo sin aprovecharse nadie de
por el inqui~idor: ellos, de lo que se sigue gran daño a sus dueños y, lo que c·s de más estima, el
daño de la pérdida de tantos bueno~ lihros."
A una hora, que fue a las nueve de la mañana, se ocuparon todas la~ tien-
das y librcria~ de Sevilla por los familiares del Santo Oficio de forma que no Los que expurgaban los libros a veces procedían con descuido, des-
se pudieron avisar uno~ a otrm, ni ocultar ni sacar ningún libro, y después fui- garrando la:; páginas o cortándolas sin querer, o deformándolas de forma
mos no~otros y nos repartimo~ y fecimos cerrar todas la~ dichas tiendas y se atroz al eliminar pasajes o grabados tachándolos con tinta. Para evitar que
van visitando por su orden. IR se mallrataran así sus libros, muchos de sus poseedores preferían que sus
bibliotecas fueran examinadas por algún expurgador culto, como el padre
En realidad, ~emejantes visitas eran escasas y espadadas. Además. tenían jesuita Gubern, que localizamos en Barcelona en 1559. En aquella ciudad,
lugar sólo en grandes centros urbanos, donde ya había una presencia inquisi- aparentemente. «ninguno muestra desabrimiento aunque le rasgue los libros
torial. Incluso allí, como confesaron los inquisidores de Barcelona en 1569, curiosos y preciados que ticnc».R1 Una alternativa preferible, adoptada por
las librería:> «no havían sido visitadas muchos años». 79 Más aún, los librero:; muchos poseedores de libros, libreros e instituciones, era hacerse con un
alegaban ignorancia si se encontraban en sus establecimientos libros que no ejemplar del Índice y llevar a cabo las expurgaciones sin dejar que nadie
habían sido censurados. En Barcelona, en 1593, como ya hemos visto, aduje- más tocara los librosY'
ron que no había ejemplares del Índice disponibles y que, por consiguiente, El material recogido durante los registros no se quemaba. sino que se en-
no habían podido determinar cuáles eran los volúmenes prohibidos.~u Aque- viaba, a partir de tlnales del siglo XVI, al tribunal más próximo para ser eva-
lla vez, algunos libreros fueron multadm. Es el único caso documentado en luado. Allí permanecía hasta que se disponía lo que se había de hacer con éL
el que se emprendió una acción contra los libreros de esta ciudad. Así, en diciembre de 1634, el tribunal de Zaragoza lenia a su cargo 116 copia<>
122 LA lKQUISICIÓN ESPAÑOLA bL lMPACJO SOBRE LA LITERATURA Y LA ClEKClA 123

de la Biblia. 55 ediciones de varias obras de Erasmo y 83 volúmenes de las Este hecho puede observarse en el enfrentamiento que tuvo Ignacio de Lo-
obras de Francisco de QuevedoY En períodos anteriores, cuando predomina- yola con la Inquisición, cuand? las const<:ntes sospecha_s que recaían, s~bre
da un celo excesivo, los libros podían ser condenados a la hoguera. Las ge- conversos y alumbrados supusteron para el una denuncia por sus pract1cas
neraciones posteriores, en cambio, en ocasiones prefirieron almacenar los +---··religiosas en la época en que era estudiante en Alc~lá en 1527. 9 ; El ~~~~io
libros prohibidos. El Escorial fue utilizado a menudo para este propósito: en de clima cultural en 1558 tuvo una influencia eructa! sobre la InqwstcJOn,
1585 el prior del monasterio informó que la biblioteca poseía <<muchos libros que con Valdés se endureció. Ideas que en otros tiemp?s _habían sido acepta-
prohibidos que su Mage~tad [h]a embiado en diversas veLes, y é~tos_sc guar- das, ahora eran causa de sospecha. La idea de una B1blta en lengua vulgar
dan en ella con licencia del Señor Don Gaspar de Quiroga,>. Mcdto stglo des- fue una de las grandes víctimas de esos años en un país en el que hasta
pués aún se llevaban a cabo estas prácticas, pues en 1639 El Esc.orial poseía entonces se había desarrollado una gran actividad en materia de erudición
ya un total de 932 libros prohibidos."' Aunque este esfuerw era dJgno de elo-
bíblica.
gio, no se practicó en todas partes, de manera que de algunas obras conde- Gran parte del conflicto radicaba simplemente en cuestiones lingühticas:
nadas por la Inquisición no queda rastro. A principios del siglo xvn se trazó ·Cómo se podía distinguir entre una piedad ortodoxa y otra heterodoxa sJ
un plan, apoyado por los inquisidores y los libreros, para crear un almacén ~mbas utilizaban el mismo lenguaje? ¿Cómo se podía descifrar el verdadero
central de obra~ prohibidas, pero «ninguno de los que fueron de parecer se significado de los escritos religiosos? El dominico Juan de la Peña, al disen-
forma~e la librería quiso para sí el travajo de formarla>>/ de modo que no
9
tir de la interpretación tendenciosa de su colega Melchor Cano sobre los
se hizo nada. escritos de Carranza, decía que «querer huir de todas las maneras de hablar
de es.tos herejes no es posible, si no aprendemos ahora de nuevo a hablan>.
Hubo siempre fuertes diferencias de opinión sobre los criterios que debían Pero los inquisidores llevaban razón al sospechar --como en el caso d~ los
seguirse en la censura. Aunque había un acuerdo general sobre la necesidad alumbrados y todavía más en el de Juan de Valdés- que la heterodoxm se
de controlar la producción editorial, las desavenencias surgían al determinar ocultaba detrás de un lenguaje piadoso. Este hecho no detuvo a los muchos
los métodos. Nadie, ni siquiera entonces, era tan confiado y optimista como detractores del Índice de 1559. En septiembre de ese mismo año un jesuita
para pensar que lo mejor era dejarlo todo en manos de la Inquisición. Un escribía:
profesor de Salamanca. Francisco Sancho, fue uno de los que en la década
de 1550 trató de aconsejar a la Suprema; '' 0 y hubo muchos otros que intenta- Los tibios han tomado ocasión para ser más tihios, y lo~ que se daban a
ron hacer lo mismo. Fue un residente español en Roma, Bartolomé de Val- la virtud han desmayado. special con haverse publicado que el señor inquisi-
verde, capellán de Felipe ll, quien en 1584 protestó ante el cardenal Sirleto, dor mayor [h]a sacndo un edicto en que vedan casi todos los libros de ro-
entonces director del Índice romano, por la poca calidad de los censores, mance que ahora usan lo~ que tratan de ~en-ir a Dios: y estamos en tiempo en
que ~e predica que las mugcrc~ tomen su rueca y su rosario. y no curen de
. condenando obra~ que no han manejado jamá~ ... por la mayor parte ~un má~ dcvocionc~. 9 '
hombres de nada. que no sahen una palabra ni de griego ni de hebreo. y que
no tienen ni juicio ni capacidad. Lo peor es que no reciben nada por leer Algunos de los enfrentamientos intelectuales más enconado~ de esta
innumerables libros. de suerte que para descargarse de una lahor que no les época fueron protagonizados no por la Inquisición, sino por profesores de la
apetece, toman el partido más fácil y que les contíere un aire de profundidad: universidad, donde las malas intenciones y los intereses partidistas tenían,
declaran que hay que suprimirlo~. entonces como ahora, una enorme fuerza. El ataque contra Era~mo en la
Universidad de Valencia en la década de 1520 tomó la fonna de una cam-
No eran pocos los inquisidores malvados o ignorantes, y ninguno de ellos paña promovida por el rector, Juan de Cclaya. Como resultado, los estudios
aprovechó más su ambición personal que el inquisidor general Fernando de clásicos se vieron seriamente perjudicados al negársele la cátedra al huma-
Valdés, que arruinó la carrera de Juan de Vergara y destruyó también la nista Pedro Juan Oliver.Y·'
de Bartolomé de Carranza. Pero, en general, la pmticipación de la Inquisición Aparte de la rivalidad entre individuos concretos y entre órdenes religio-
en asuntos de cultura fue gobernada en un grado menor por la personalidad sas. entre los universitarios había una controversia. que se remontaba a mucho
y la ineptitud de los inquisidores, mientras que el clima social fue un factor antes, entre los «gramáticos» o ii.lólogos y los teólogos. La controversia es~­
mucho más determinante. En cuestiones de literatura, no menos que en los ba ya en marcha en las primeras décadas de la Inquisición. En 1504. el ~~­
de materia religiosa, las persecuciones se ponían en marcha en gran medida quisidor general Diego de Deza ~e incautó los escritos del humanista Nebn-
sobre la base de denuncias hechas por individuos; de manera que la Inqui~i­ ja, porque éste se había atrevido a afirmar que como filólogo era cap~z. en
ción. aunque era la perseguidora, rara vez fue la iniciadora de los procesos. igualdad con un teólogo, de determinar los textos de las Sagradas Escnturas.
124 LA lNQUSIC!ÓN ESPAKOLA loL IMPACTO SORRE LA LITERATURA Y LA CIENCIA 125

Posteriormenle, Nebrija pudo confiar en la total protección de Cisneros. En Tengo grande sospn:ha no me hayan levantado algun falso testimonio, por-
una Apología escrita diez años después, Nebrija acusó a Deza de secuestrar que sé que de dos años a esta parte se han dicho y dicen algunas cosas de mí
sus escritos «TIO tanto para aprobarlo o condenarlo cuanto para hacer que el que son mentiras manifiesta~. y sé que tengo muchos enemigos.
autor dejara de escribir. Aquel buen prelado no pretendía con todo esto sino
que se borrasen hasta los vestigios de las dos lenguas de la~ que depende Esperó que se le hiciera justicia, pero ni ésta venía, ni se le hacía ninguna
nuestra religión (el hebreo y el griego)>>. El humanista comentaba con indig- promesa de un próximo juicio. Sus constantes apelaci?~~s no le. sirv.ie.ron de
nación esta injuria contra la erudición: nada. Un año más tarde, el 7 de marzo de 1573, escnbto a los mqmsrdores:

¿Debo rechazar como falso lo que me parece. en todos sus puntos, tan da- Hace ya un año que estoy en esta cárcel, en todo el cual tiempo Vs. Mds.
ro. tan cierto. lan evidente como la luz y la propia verdad'? ¿Qué significa, no han sido servido~ hacer publicación de testigos en mi negocio, ni darme
puc~. esta suerte de esclavitud'? ¿Qué inju~ta dominución en la que uno, a fuer- lugar de entera defensa.
za de crueldades. e~ impedido de decir lo que piensa, aunque pueda hacerlo sin
desprecio e insulto para la religión? 94 Finalmente fue sentenciado a una reprimenda, lo que suponía la retracta-
ción de las varias proposiciones que se aseguraba había sostenido. En la cár-
Tal vez el conflicto más espectacular que tuvo la Inquisición con los in- cel sufrió desesperación, fiebres y humillaciones. Fue sacado del calabozo a
telectuales se originó a raíz de las malévolas denuncias que contra algunos mediados de diciembre de 1576. Cansado, pero no derrotado, saludó la liber-
colegas remitió el profesor de la Universidad de Salamanca, León de Castro. tad con su característico refrenamiento:
En diciembre de 1571, Castro y un colega dominico, Bartolomé de Medina,
presentaron ante la Inquisición de Valladolid alguna:; acusaciones contra tres Aquí la envidia y mentira
profesores de la Universidad de Salamanca. Los tres en cuestión eran fray me tuvieron encerrado,
Luis de León de la orden de San Agustín, Gaspar de Graja! y Martín Mar- dicho~o el humilde estado
tínez de Cantalapiedra. En general, la denuncia decía que se habían tomado del sabio que se retira
libertades heréticas en sus estudios de Escritura y Teología. Fray Luis, en par- de aqueste mundo malvado,
ticular, fue el que tuvo que soponar lo:; peores ataques. Famoso como teó- y con pobre mesa y casa,
logo y celebrado como uno de los mejores poetas de España, a la edad de en el campo deleitoso,
con sólo Dios se compasa,
34 años fue elegido para ocupar una cátedra en Salamanca, despertando así
y a solas su vida pasa
la hostilidad de sus rivales, que lo difamaron por ser de origen judío y le acu- ni envidiado ni envidioso.
~aron de exponer proposiciones teológicas peligrosas. Entre olras co:;as ~e
decía que hahía puesto en cuestión la fidelidad de la traducción Vulgata de
Restablecido en su cátedra de la universidad, se dice que comenzó su pri-
la Biblia; que había preferido el texto hebreo al laüno; que había traducido
mera lección con las palabras: «Decíamos ayer ... >>. Pero sus enemigos no le
El cantar de los cantares como una canción de amor profana en vez de como
habían olvidado. En 1582 fue sometido a un segundo proceso por haber pro-
un cántico divino; y que había sostenido que la teología escolástica era dañi-
nunciado proposiciones temerarias. El inquisidor general, Gaspar de Quiro-
na para el estudio de las Escrituras. Graja! fue detenido por acusacione~ si-
ga, intervino a su favor y en 1584 logró librarse con sólo la advertencia de
milares el 22 de marzo de 1572. Cinco días después fray Luis de León y
que evitara controversias en el futuro." 5
Maníne.t: fueron puestos bajo custodia. Al principio los prisioneros estaban
Los otros colegas de fray Luis en la universidad fueron menos afortuna-
animados porque creían ciegamente en la justicia de su causa y en la bene-
dos. En los calabozos de la Inquisición, la salud de Gaspar de Graja] se que-
volencia del Santo Oficio; pero pronto habrían de verse desengañados. Para
brantó y murió antes de poder ser juzgado. Un colega de la Universidad de
fray Luis fue el comienzo de un encarcelamiento que duró cuatro años. ocho
Osuna, Alonso de Gudiel, que era allí profesor de Escritura, fue también dete-
meses y diecinueve días. Aislado completamente del mundo exterior en \m.
nido el mi~mo mes por culpa de las acusaciones de Castro. Antes de que pu-
calabozo:; del tribunal, en Valladolid, su único consuelo era el permiso que
dieran ocuparse de su caso, falleció en prisión el mes de abril de 1573. El
obtuvo para leer y escribir en m celda, de lo cual resultó su clásico tratado
de devoción De los nombres de Christo. Desde el primer momento se dio único que pudo sobrevivir a este trato fue Cantalapiedra, que había sido pro-
cuenta de que había una campaña dirigida contra él. El 18 de abril de 1572 fesor de hebreo en Salamanca y que había dedicado toda su vida al estudio
escribió en su encierro: de la Sagrada Escritura. Lo tuvieron encerrado en la cárcel de Valladolid más
tiempo aún que a fray Luis de León: más de cinco años, de marzo de 1572
a mayo de 1577, y a pesar de sus constantes apelaciones para que se tomara
EJ. IMPACTO SOBRio LA LITERATURA Y LA CIE).[CL\ 127
126 1.A I]';QUTSTCTÓ"' ESPAÑOLA

grave reprimenda. La mente turbulenta e impetuosa del Brocense no se ami-


una rápida decisión, no se dieron ninguna prisa en procesarle. Finalmente fue
lanó por este incidente, del que había escapado por poco, y persistió en ~u
puesto en libertad, pero no volvió a ocupar su puesto académico: «A mí que
actitud combativa, de teología con los teólogos (una vez más se trataba de.
ajuycio de todo el mundo [h]e dado forma cómo se entienda la divina scrip-
tura, el premio [h]a sido destruir mi vida, honrra, salud y hacienda>>, 96 dijo a
-f ~--~-~,rr conflicto entre teólogos y gramáticos) y mostrando su menosprecio por
Tomás de Aquino y por los dominicos. En 1593, a la edad de ochenta años,
los inquisidores en 1577. La amarga lección que extrajo de todo ello fue que
el irritable anciano se encontró metido en problemas una vez más. El tribu-
«CS mejor ir con cuidado y ser prudente (sapere ad sohrietatem)>>.
nal de Valladolid recibió informes de sus discursos, y en 1596 la Inquisición
Pero la tarea de León de Castro aún no había concluido. El gran hebraís-
inició su procesamiento. No se tomó ninguna medida hasta 1600, año en que
ta y humanista Benito Arias Montano había colaborado durante varios años
fue sometido a arresto domiciliario y fueron secuestrados sus escritos. Entre
con eruditos holandeses en la preparación de una nueva Biblia Políglota aus-
otras imputaciones, se decía que «tiene captivado el entendimiento a la obe-
piciada por Felipe 11, que fue impresa y publicada en Ambcrcs en 1571, en
diencia de la fee: pero que en las cosas que no son de fee no quiere captivar
8 volúmenes. 97 Roma aseguró la licencia provisional en 1572 y 1576, pero el
su entendimiento». Envejecido, enfermo y humillado por ese tratamiento,
proyecto de la obra había suscitado muchas críticas en España. En 1575,
Sánchez murió a principios de diciembre de 1600. Como sobre ~>u honor pen-
Montano escribía desde Roma quejándose de
día el escándalo, la Universidad de Salamanca le negó las honras fúnebres
que le correspondían. 100
... un grande rumor que un maestro Leon de Castro que vive en Salamanca, ha
levantado en aquella universidad. reprendiendo y dcsm.:reditando la mayor obra
Es verdad que estos fueron prácticamente los únicos intelectuales desta-
que jnmás en género de letms ha salido al mundo impre..~a, que es la Biblia cados que fueron denunciados a la Inquisición. Sus casos fueron provocados
Real que S. Md. para beneficio de la cristiandad mandó imprimir en Anvers no por la Inquisición, sino por la rivalidad que había entre teólogos y gra-
por ministerio mío. máticos en una universidad determinada, Salamanca. Pero es muy significa-
tivo que tres de las víctimas -Luis de León, Gas par de Graja1 1111 y Alonso de
León de Castro no era el único que manifestó una actitud crítica. Monta- Gudiel- fueran de origen converso, y que los testigos afirmaran que Can-
no escribía en 1579 que había otros «hombre~ de letras que procuran hallar talapiedra también lo era. La importancia de las persecuciones no radíca en
en mis escritos algun tropiezo para notarlos, y hacen extraordinarias diligen- el reducido número de víctimas, sino más bien en las repercusiones que tuvo
cias para ello». 90 El enfrentamiento tuvo lugar fundamentalmente entre los sobre otros. Cuando fray Luis se enteró de la detención de su colega Graja!,
propios eruditos, y las críticas que se hicieron a la Políglota se ven hoy en escribió indignado a un amigo de Granada: «Este suceso del maestro ha
parte justificadas, pero el peligro con~istía en que el Santo Oficio podía puesto en todos escándalo y justo temor para recelarse de todo>>. En otra oca-
haber intervenido. sión, nos dice fray Luis, había estado hablando sobre la corrección frater-
A pesar de que la tormenta pasó, Montano fue objeto de ataques poste- nal de los herejes
riores, aunque esla vez indirecto~. En 1592, debido a su influencia, fray José
de Sigüenza, historiador de la orden jerónima y monje de El Escorial, en cuando ... los estudiantes que c~tnban apartado~ Je la cátedra hicieron señal
que alzase la voz. porque estaba ronco y no me oían bien; y yo dije entonces:
cuya biblioteca trabajaba Montano, sufrió un profundo cambio espiritual. Se
<<Estoy ronco y mejor es decillo a~í paso, porque no nos oigan los señores in-
ha dicho que el hebraísta tenía ideas heterodoxas en materia religiosa que quisidore~>>. No sé~¡ dcsto se ofendió alguno.'
02

había adquirido en sus estancias en los Países Bajos y que pudo haberlas co-
municado a Sigi.ienza. No se han encontrado pruebas que sostengan esta hi- Las persecuciones provocaron una fuerte reacción en el eminente histo-
pótesis, pero es innegable que Montano tenía gran influencia sobre el monje riador jesuita Juan de Mariana. En un famoso pasaje, afirmó que el caso
jerónimo. En 1592, algunos malévolos colegas de Sigüenza lo denunciaron a
la Inquisición, tal vez movidos en parte por la hostilidad que sentían hacia tuvo aquella causa con ansiedád a muchos. hasta saber cmíl fuese su resultado;
los estudios hebraicos de Montano. En un breve juicio de tres meses de dura- acontecía, en efecto, que personas ilustres por su saber y por su reputación te-
ción Sigüenza fue exonerado de todos los cargos."'~ nían que defenderse. dc~Je la cárcel, de un peligro no leve para la vida y
Otro conocido hombre de letras que cayó preso del Santo Oficio fue el buen nombre. Triste condición la del virtuoso: en pago de haber realizado
Francisco Sánchez, el Brocense, profesor de gramática en la Universidad de ~upremos esfuerzos, verse obligado a soportar animosidades, acusaciones, in-
Salamanca. En 1584 fue denunciado por sostener opiniones descuidadas y juria~ de aquellos mismos que hubiesen debido ser sus defensores. Con cuyo
presuntuosas en materia teológica, y fue llevado a juicio por el tribunal de ejemplo era fatal que se amortiguaran los afanes de mucho~ hombre~ distin-
Valladolid. Aunque el tribunal votó por su detención y por el secuestro de sus guidos, y que se debilitarán y se acabaran las fuerzas. El asunto en cuestión
deprimió el ánimo en muchos de lo~ que contemplaban el ajeno peligro, y
bienes, la Suprema alteró esla sentencia y se inclinó solamente por una
128 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

cuánta tormenta amenaza a los que sostenían libremente lo que pensaban. De


este modo, muchos se pasaban al otro campo, o se plegaban a las circunstan-
cias. ¿Y qué hacer? La mayor de las locuras es esforzarse en va~o.' Y cansarse
para no con~cguir más que odios. Quienc~ participaban de_ las opmwnes Ynlga-
r
!
l
EL IMPACTO SOBRE LA IJTERATURA Y Li\ CIENCIA 129

e iban a mi con mucho miedo a decirme, que andaban los tiempos recios, y que
podría ser me levantasen algo, y fue-;en a los inquisidores. A mí me cayó esto
en gracia, y me hizo reír. porque en este caso jamás yo temí.

-- El optimismo que aquí mostraba no pudo sostenerse más tarde. En 1575,


res ~cguían haciéndolo con más gusto. y fomentabtln las tdcas que agradaban, su Vida fue objeto de sospecha y examinada por la Inquisición, que decidió
., ' d d ILl<
en las que había menor peligro, pero no mayor precaucton por j a \cr a . -
no dar la licencia para que se publicara hasta la muerte de la autora en 1582.
En 1576 ella y las carmelitas reformadas fueron denunciadas ante el tribunal
Los sucesos de la década de 1580 nos ayudan a situar en perspectiva la de Sevilla, pero la Inquisición no llevó más allá el asunto. Aunque estaba
opinión de que la Inquisición pretendía acabar con los intc}:ctu_ales. Era_ qui- muy preocupada, ella dijo a uno de sus angustiados .consejeros, el padre C?~a­
zá inevitable que hubiera choques entre pensadores de espmtu mdepcnd1ente 1
cián: «Ojalá, padre, nos quemasen a todas por Cnsto», y en otra .ocas~on:
y una institución que contaba entre sus objetivos el control de los textos: Pero «Calle, mi padre, que no haya miedo que la Santa Inquisición, a quten tJ.ene
los conflictos fueron sorprendentemente pocos. En parte esto fue ast por~ puesta Dios, para guardar su fe, dé disgustos a quien tanta fe tien~ como
que los escritores se mantuvieron lejos de la Inqui~ición, en parte _fue también yo».'()!! Después de la mue~e de Teresa, Alonso de la ~ue?~e, un fra.t!e que
porque los inquisidores actuaron de modo razonable en la ma~ona de los e~: tenía una verdadera obseswn contra los alumbrados, s1gmo denuncmndola
sos. Uno de ellos fue el del autor sevillano Juan Mal Lara, qmen pcrmaneciO entre 1589 y 1591, pero la Inquisición hizo caso omiso de las denuncias.
detenido por la Inquisición en Sevilla desde 1561 hasta 1562 no porque hu- La prolongada historia de los alumbrados está relacionada dircct~ente
biera caído en algún error contra la fe, sino porque se alegaba que había es- con santa Teresa, pue:-> ,;e enmarca en las acusaciones hechas por el m1smo
crito unos versos difamatorios. 104 El incidente no perjudicó su carrera. fray Alonso de la Fuente a partir de 1573 contra grupos de adeptos, primero
Los conflictos entre las diversas formas de abordar los estudios o la es- en Extremadura y más tarde en Andalucía. Sin duda fray Alonso era un hom-
piritualidad persistieron inevitablemente. Cua~d~ pod~an, los. protagoni~tas bre trastornado, que poseía un odio ardiente contra judíos y jesuitas, pero era
atraían a la Inquisición a su bando, haciendo msmuacwnes, SI era plausible lo suficientemente perceptivo como para ser capaz de identificar el nuevo ilu-
(como ocurrió en Salamanca), antisemíticas. Un sabio dominico de mentali- minismo y a sus dirigentes que, en su mayoría, pertenecían al clero. En el
dad conservadora y que era profesor en Salamanca en 1571 se quejó de que gran auto de fe de Llerena, que se llevó a cabo el 14 de junio de 1579: había
<<en esta universidad [h]ai mucho afecto a cosas nuebas, y sí poco a la anti- veinte alumbrados de un total de 60 penitentes. El grupo tenía creencias ex-
guedad de la religión y fe nuestra~~.wj Es signiti~ativo que. el inqui~idor que trañas: rechazaba a la Iglesia y a Jesucristo y centraba su devoción en Dios.
juzg~ al Brocense alegara que éste era un «her~J.e temerano, .muy ~~:ol~n.tc, El cabecilla, Hemando Álvarez, «dixo que Jesucristo no era bueno sino para
atreb1do, mordaz, como lo son todos los gramat1cos y erasmistas». La m- gitano~>. Los alumbrados de Andalucía fueron castigados en un auto de fe
vestigación independiente era criticada porque podía conducir a error. ¿Para que se llevó a cabo en Córdoba el 21 de enero de 1590.' 09
qué buscar una nueva y peligrosa verdad si la antigu~ era más segura? ~:<;te
fue el dilema al que tuvo que enfrentarse el humamsta Pedro Juan Nunez El recelo hacia los autores de origen judío había constituido, como he-
cuando escribió a Jerónimo de Zurita en 1556 que los inquisidores no desea- mos visto, un trasfondo importante en las disputas académicas de la época.
ban que la gente estudiara humanidades por La identificación entre creatividad y conversos se convirtió, por obra de
América Castro, estudioso de este siglo, en un instrumento de análisis lite-
... los peligros que en ellas hay, de que así como enmlenda el humanista un lu- rario.1111 Una parte crucial en esta aproximación se relaciona con el impacto
gar de Cicerón, así enmendará uno de la Escritura; estas y otras semejantes ne- que tuvo la Inquisición en los conversos y, por implicación, en la literatura
cedades me tienen desatinado. que me quitan muchas veces las ganas de pasar española.
adelante. 107 Castro argumentó en una serie de brillantes trabajos que los antecedentes
semíticos de España, tal como se manifestaba en la trayectoria de pensado-
La reacción contra el humanismo fue común a gran parte del mundo pos- res y autores de origen judío, contribuyó a la formación de una intensa con-
terior a la Reforma y no fue únicamente consecuencia de los prejuicios que ciencia conversa (o neojudía). Esta conciencia se supone que padecería por
abrigaba la Inquisición. De igual manera, la reacción contra la espiritualidad la constante persecución del Santo Oficio, pero al mismo tiempo se vería es-
heterodoxa fue común a la Europa de la Contrarreforma y la Inquisición no timulada por tal persecución. Algunos seguidores de las tesis de Castro han
introdujo ninguna novedad en este hecho. Las continuas sospechas de ilumi- utilizado los orígenes raciales de los autores como instrumento para el análi-
nismo y de ciertos tipos de religión popular, explican las dificultades que tuvo sis literario, ofreciendo así una visión de la historia peninsular en la que el
que sufrir Teresa de Á vil a. En una ocasión, según comenta en su Vida,
130 LA 1:-.IQUISJCIÓN ESPAÑOLA
EL IMPACTO SOBRE LA UTERATURA Y LA CIENCIA 131

elemento crucial es el de ser «converso>>.'" El converso que sufre (un con- Los personajes públicos tenían problemas si sus or_í?enes conversos cho-
cepto inculpatorio con respecto a la Inquisición) es visto como la clave de caban con prejuicios antiscmíticos, per_o, como sucedto en el caso de santa
la esencia española. El ensayo más nolable obtenido en este campo de la in- Teresa, no existía una presión sistemática sobre ellos. Un caso releva~te es
terpretación ha sido sin duda el estudio sobre La Celestina, fundamentado en
la hipótesis de que Fernando de Rojas era de origen converso."~ Se ha pre-
+--- 1,¡ de Diego Pérez de Valdivia, apóstol de la Contrarreforma en Cataluna en
la década de 1580. 1 ]_1 De origen converso, pasó varios meses en las celdas
tendido también, hasta ahora sin pruebas suficientes, que varios personajes de la Inquisición de Córdoba, donde fue acusado de asegurar que los con-
notables de la época, como Hernando de Talavera, Benito Arias Montano y versos eran mejor gente que los que no lo eran y que «es un peca~o obser-
Bartolomé de las Casas eran de origen converso. 113 var las reglas de limpieza». El incidente fue discretamente encubierto por
Debería establecerse una diferencia fundamental entre la existencia, por un todos los relacionados con el caso. Pérez pasó el resto de su carrera en Bar-
lado, de un sentimiento antisemita en la sociedad española y, por otro, la per- celona, donde con el apoyo del obispado, la Inquisición y el clero, desarrolló
secución de determinados autores por ser conversos. Gracias a generaciones una prominente carrera como escritor religioso, reformador y predicador.
de polémicas y prejuicios, el antisemitismo era corriente en la España del Si-
glo de Oro. Podía encontrarse por doquier, en el comportamiento y en las ac- Sobre el impacto que produjo la Inquisición en la literatura hay dos _opi-
titudes populares, en las universidades y en el gobierno. Los inquisidores, niones netamente distintas. Una, sostenida enérgicamente por los tradiCIO-
como otros, con frecuencia compartían un punto de vista antisemita y ello nalistas, niega que hubiera ningún tipo de influencia negativa. Menéndez y
repercutía en su trabajo. Según su experiencia, la herejía había estado aso- Pelayo afirmaba que <<nunca se escribió más ni mejor_ en España que en los
ciada casi siempre (judaizantes, alumbrados, algunos luteranos) con gente de dos siglos de oro de la lnquisicióm>. 116 La otra, refleJada en una gran can-
origen judío. '1
tidad de estudios modernos sobre la literatura de la época, sostiene que los
Se pueden hallar varios ejemplos ilustrativos de cómo tener sangre con- 1'
españoles prácticamente dejaron de escribir y de pensar. «Sería supe:ttuo
versa podía, en la sociedad antisemítica de la España del Siglo de Oro, te- _ insistir ~arguye Lea~ que un sistema de represión severa del pensamiento
ner consecuencias graves. El caso más sobresaliente es el del humanista 1 con todos Jos instrumentos de los que disponían la Inquisición y el estado
Juan Luis Vives, quien desarrolló la totalidad de su carrera en el extranje- 1 nos proporciona una explicación general de la decadencia de la erudición Y
ro. Nacido en Valencia de padres conversos, que habían continuado practi- . la literatura españolas.» 117 Para el historiador católico inglés, lord Act_on, la
cando el judaísmo en secreto, Vives fue enviado por su padre a estudiar a herida infligida en la literatura por la Inquisición es «el hecho más evidente
París cuando contaba dieciséis años, en 1509, un año después de que falle- y conspicuo de la historia modema». 11 R América Castro expuso ~1 argumen-
ciera su madre en una epidemia. Su vida y su carrera transcurrieron a par- to de manera sucinta. Para él, «no pensar, no saber, no leen> se h1zo algo ha-
tir de entonces en los Países Bajos. Después de la muerte de Nebrija en bitual para los españoles frente al «Sadismo y el afán de rapiña de las gentes
1522, Vives fue invitado a ocupar la cátedra que éste había dejado vacante del Santo Oticiox•.' 1 ~
en la Universidad de Alcalá, pero el humanista rehusó. Las circunstancias Ninguno de estos dos puntos de vista extremos e~cuentra apoyo_ en la do-
familiares obligaron a Vives a un exilio permanente de su patria: en 1520, cumentación disponible. Ambos parlen de la prem1sa de que el SiStema de
su padre fue detenido por la Inquisición por judaizante y fue quemado vivo censura funcionó de manera efectiva en España: una de las opiniones asegu-
en 1524; cuatro años más tarde, su madre, que había muerto hacía muchos ra que fue para mejor (purgando las ideas he~ético/))._la ot~a qu~ fue para peor
años, fue acusada también del mismo delito y sus huesos fueron exhuma- (suprimiendo la creatividad). En realidad, m el Ind1ce m el ststema de cen-
dos y quemados. 114 sura crearon una maquinaria adecuada de control.
Sin embargo, no se puede partir de casos aislados como el de Vives para El Índice resultó, por varias razones, menos significativo de lo que se ha
sostener que el pensamiento converso en España representó una corriente pensado a menudo. Primero, la mayor parte de los libros prohibidos en él _no
subterránea de disidencia que creó una confrontación entre la Inquisición por estaban ni remotamente al alcance de los lectores españoles y nunca habtan
un lado y la creatividad por otro. El ejemplo de Vives, si demuestra algo, es estado disponibles en la península. Con el fin de compilar las listas ~u~ l_o in-
lo contrario. El clero en España mantuvo una conspiración de silencio sobre tegraban, los inquisidores, como ya h~mos visto, co~iaban las proh1b~c10nes
sus orígenes y siempre gozó del más alto respeto entre las clases dominantes de fuemes extranjeras (sobre todo del Indice de Lovama¿ o tomaban tttulos a
en España; hasta el siglo xx no les ha sido posible a los in~estigadores des- la venta en la famosa feria de libros de Frankfurt. 1211 Los lndices son una muy
cubrir sus orígenes. Lo mismo ocurrió con santa Teresa de Avila, que era de buena guía para saber qué les hubiera gustado prohibir a los inquisi~oreS, 121

reconocido origen converso. Su abuelo había sido penitenciado por la Inqui- pero como los españoles no tenían acceso a la mayor part~ d~ esos bbros, ~~
sición en 1485 bajo la acusación de judaizar, pero este hecho jamás fue es-
grimido en su contra ni afectó su carrera.
impacto real sobre sus lecturas fue mínimo. Segundo, el Ind1ce e:a volumi-
noso, caro, difícil de conseguir en las librerías e inevitablemente ¡mperfecto
132 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA EL IMPACTO SOBRE LA LlTERATJ.IRA Y LA CIENCIA 133

y obsoleto. Por consiguiente, su aplicación resultaba difícil. En Barcelona se mente sólo con algunos textos teatrales del Renacimiento. 12' No fue hasta que
siguieron vendiendo libros prohibidos años después de que apareciera el Índi- comenzó la Reforma y muchos años después de que se practicara la censura
ce. " 2 En tercer lugar, el Índice tuvo que hacer frente a fuertes críticas por en Inglaterra y Francia cuando el Santo Oficio intentó poner en marcha un
parte de los libreros y de aquellos que tenían la impresión de que sus crite- sistema de comrol de la cultura.
rios estaban equivocados. Finalmente. el grueso de la literatura de creación y En pocas palabras: la supervisión de la literatura por parte de la Inquisi-
los libros científicos a los que los españoles tenían acceso no fueron inclui- ción parecía imponente en teoría, pero resultaba mucho menos impresionan-
dos en el Índice. Los libros de caballería, que eran la lectura básica de los es- te en la práctica. Una ojeada al contenido de los últimos Índices revela que
pañoles de a pie en el ámbito doméstico y de los aventureros junto al fuego tuvieron un papel limitado, incluso nimio. Góngora tuvo pequeños problemas
en los campamentos de la frontera americana -entre 1501 y 1650 se publi- con un censor en 1627; 128 a Cervantes le eliminaron una línea del Quijote
có un total de 267 ediciones de libros de caballería, dos tercios de las cuales en 1632; 1• 9 las expurgaciones de Francisco de Osuna y Antonio de Guevara en
a comienzos del siglo XVI-, 123 nunca fueron prohibidos, aunque a menudo el Índice de 1612 son triviales; la que se hizo a Florián de Ocampo en 1632,
se les atacara. Las vastas riquezas de la erudición abiertas por la experiencia ridícula. 1-' 0 Muchos autores tuvieron enfrentamientos con la Inquisición, pero
imperial durante la época de oro de la Inquisición no se vieron nunca afec- el resultado total de esos incidentes parece haber sido tan superficial gue no
tadas: las historias de Herrera, Oviedo, Díaz y Gómara, la historia natural de puede extraerse ninguna conclusión. Lope de Vega apareció en el lndice,
Sahagún, los tratados sobre matemáticas, botánica. metalurgia y construc- pero un siglo después de su muerte.
ción de barcos que florecieron con Felipe ll nunca cayeron en el ámbito de Algunos especialistas en literatura mantienen que incluso si se hizo poco
los inquisidores. Mucho después de que se hubieran adoptado las medidas daño cuantificable a la creación literaria, hubo en cambio perjuicios ocultos.
de 1558-1559, España continuó sacando partido de un mundo de experien- Los autores, argumentan. ejercieron la autocensura; y si publicaban, lo ha-
cias más vasto del que poseía cualquier otra nación europea. Su contribución cían en un lenguaje «codificado>>, en el que las palabras querían decir algo
a la navegación, la geografía, la historia natural y algunos aspectos de la me- diferente de lo que aparentemente signiticaban. Este enfoque es una manera
dicina fueron muy valorados en Europa, lo que motivó que se publicaran en intrigante de analizar los textos literarios, pero no hay evidencia histórica que
el extranjero hasta el año 1800 alrededor de 1.226 ediciones de obras espa- lo apoye.
ñolas escritas en el período comprendido entre 1475 y 1600."4 El hecho es que el control sobre los libros y la censura eran sistemática-
Es difícil juzgar cuál fue el impacto general de los sistemas de censura mente eludidos en todos los países en los que se practicaba. Tanto en Italia IJI
de la época. Aunque por lo común se cree que la literatura española se vio como en Francia, 112 los intentos de control fueron al mismo tiempo «inútiles>:.
pctjudicada por la Inquisición, hay cuatro buenas razones para poner en cues- e «ineficientes:.>. La evidencia es similar para España. 111 No hay base sólida
tión esta creencia. En primer lugar, la mayor parte de los países occidentales para pensar que los españoles eran un caso aparte entre los europeos en su
tenían un sistema comparable de control y, sin embargo, ninguno parece eficacia al imponer controles/' 4 o que estuvieron sujetos a un régimen de
haber sufrido de modo significativo tales efectos perjudiciales. 125 En segun- «Control del pensamiento>> que «fosilizó la cultura académica>:. durante tres-
do lugar, una buena parte de los libros prohibidos apenas eran leídos en la cientos años. u' Más aún, el comercio de libros continuó funcionando duran-
península. Las obras que gozaban de una mayor demanda eran, como en otros te un largo tiempo sin sufrir trastornos, como sabemos por la evidencia de
países católicos. de contenido religioso o devoto, y manuales tales como gra- Barcelona. En fecha más tardía, cuando los autores tendieron a publicar
1}1-áticas latinas para un uso escolar; pocos de estos libros aparecían en el en lengua vernácula más que en latín, la naturaleza del comercio cambió;
lndicc. En tercer lugar, los que realmente querían obtener libros que habían pero si se dio un «alejamiento casi total del mundo de la cultura libresca de
sido prohibidos pero que revestían un interés especial -por ser de astrolo- Europa>:., 1-' 6 el Santo Oficio no fue apenas el culpable. Si los españoles de
gía, medicina o de contenido erudito- tenían que hacer frente a pocos ob~­ a pie no leían obras extranjeras, era por la misma razón que prevalece hoy:
táculos: traían los libros en persona, o bien a través de canales comerciales, los textos no estaban disponibles en España o resultaban demasiado especia-
o pedían a amigos en el extranjero que se los enviaran. 126 La completa libertad lizados para su gusto.
de movimientos existente entre la península por un lado y Francia e Italia
por el otro garantizaban la circulación sin trabas de gente, libros y -en un El impacto en la ciencia fue en gran medida indirecto. Los españoles en
escalón más allá- ideas. Finalmente, no se ha encontrado evidencia de que la Edad Moderna tenían posiblemente menos dedicación a la ciencia que
el control sobre los libros eliminara prometedoras vidas entre los intelectua- cualquier otra nación europea, si se mide por la afiliación universitaria de los
les, o perjudicara escuelas de pensamiento que ya existían. Hasta mediados científicos. m Los que se tomaban en serio el estudio marchaban a Jtalia. Gra-
del siglo XVI, la Inquisición desempeñó un papel insignificante en el mundo cias a la posibilidad de acceso al mundo académico italiano y extranjero, la
literario, no persiguió a ningún autor destacado, entremetiéndose sustancial- investigación científica no se detuvo. La tecnología se infiltraba en el país: se
134 LA INQLISICIÓN ESPAÑOLA ñL IMPACTO SOBRE lA LITERATURA Y LA CIENCIA 135

traducían tratados extranjeros, el gobierno traía ingenieros. Técnicos extran- dadosamentc de qué hablaban>:-. 14¡ Esta opinión debe confrontarse con el
jeros -todos católicos- emigraron a la península con sus conocimientos. hecho de que, como otros eslados europeos, España tenía instituciones polí-
La Inquisición, por su parte, no se entrometía. ticas activas a todos los niveles. La discusión libre de los asuntos políticos
La<> obras científicas escritas por católicos tendían a circular libremente, -;--""- . era tolerada y había controversias públicas en una escala que halla paralelo
aunque las de Paracelso y unos pocos más fueron objeto de desaprobación. '~ 1
en muy pocos países. Los aspectos más difíciles de digerir de la vida nacio-
El Índice de 1583 de Quiroga tuvo un impacto insignificante en la dispo- nal ------el antisemitismo, la intolerancia hacia los moriscos y su eventual ex-
nibilidad de las obras científicas y Galileo nunca fue incluido en la lista de pulsión, la opresión de los campesinos. Jos elevados impuestos- se debatían
libros prohibidos. Los ataques más directos montados por la Inquisición fue- acaloradamente sobre todo entre Jos españoles. El historiador Antonio de
ron contra ciertas obras de astrología y alquimia, ciencias que se consideraba Herrera atirmó que la libertad con la que se producían tales debates era esen-
que tenían ciertas connotaciones de superstición. 139 cial, pues de otro modo «la reputación de España decaería rápidamente, por-
Si hubo, pues, un desequilibrio entre el progreso científico entre la pe- que las naciones extranjeras y las enemigas dirían que poca fe podría darse
nínsula y el resto de Europa durante el renacimiento y en época posterior, la a las palabras de sus gobernantes, pues ya a sus súbditos no se les permite
Inquisición no fue responsable de ello, al menos por lo que puede observarse. hablar libremente».' 43 En el siglo XVII, los arbitristas prolongaron la tradición
Por supuesto que el abanico de libros prohibidos pudo haber disuadido a algu- de las polémicas, y el diplomático Saavedra Fajardo comentó con aprobación
nos lectores. Pero es discutible que este hecho tuviera consecuencias serias en que «rezongar es prueba de que hay libertad en el estado; en una tiranía no
el saber durante el siglo XVT. A finales del siglo XVII, en cambio, estaba claro está permitida tal cosa>:-.
que los intelectuales ingleses y holandeses ~e habían convertido en pioneros en La libertad que había en España supone el lado positivo de la imagen. El
la investigación científica y médica. Eran protestantes y sus obras caían auto- lado negativo era el incuestionable estado de aislamiento de la cultura pe-
máticamente en la esfera de las prohibiciones inquisitoriales. Lógicamente, a ninsular. Durante la Edad Moderna, España permaneció al margen de la~
partir de mediados del siglo XVII Jos intelectuales españoles comenzaron a ver principales corrientes europeas en filosofía, ciencia y arte de creación. En la
en el Santo Oftcio el gran obstáculo para el saber. Las quejas del joven médi- gran época del imperio, Felipe Il tuvo que confiar en el conocimiento tecno-
co Juan de Cabriada en 1687 se hacen eco de este punto de vista de su gene- lógico de italianos, belgas y alemanes. 144 La producción editorial española
ración: «Que es lastimosa y aun vergonzosa cosa que, como si fuéramos in- fue probablemente la peor de toda Europa occidental.J4 Nunca se consideró
j

dios, hayamos de ser los últimos en recibir las noticias y luces públicas que apropiado incluir a España en el itinerario del grand tour, el gran viaje por
ya están esparcidas por Europa>>.' 40 Los que sabían leer francés se las arregla- Europa en el que los aristócratas occidentales esperaban pulir su experiencia
ban para importar obras científicas y filosóficas de modo particular. Descar- y educación. La elite castellana, con unas pocas excepciones prominentes,
tes era leído en Oviedo, Hobbes en Sevilla. A partir de entonces y durante fue criticada en su época por los diplomáticos italianos y alemanes por su
el siglo XVIll, los intelectuales en la península se enfrentaron a una lucha en falta de sofisticación culturaL Hó Aunque la responsabilidad de la Inquisición
desventaja contra los intentos de la Inquisición de bloquear la difusión del en esta situación fue escasa, muchos observadores tuvieron la impresión de
nuevo saber. que el tribunal encarnaba en cierto sentido los aspectos reaccionarios de la
sociedad peninsular. Esta Leyenda Negra, como veremos. contribuyó de
En ningún momento la península quedó aislada del mundo exterior por manera poderosa a moldear la imagen perdurable del Santo Oticio.
los decretos de 1558-1559, o por la legislación subsiguiente. 141 Con ladinas-
tía de los Austrias los ejércitos españoles dominaban Europa, sus barcos atra-
vesaban el Atlántico y el Pacíftco y su lengua era la dominante desde Euro-
pa central hasta las Filipinas. Decenas de miles de españoles viajaban al
extranjero cada año, fundamentalmente para servir en el ejército. Los lazos
culturales y comerciales con todas las partes de Europa occidental, espe-
cialmente con Jos Países Bajos y con Italia, continuaron sin ninguna clase de
interrupción. Resulta, por lo tanto, tan poco plausible como inexacto sugerir
que a España (y con ella, Portugal) se le negó el contacto con el mundo
exterior.
La imagen de una nación hundida en la inercia y la superstición debido
a la Inquisición fue parte de la mitología creada alrededor del tribunal. Los
estudiosos dan a entender todavía que los españoles «tenían que vigilar cui-
íl ESTRlJCTlJRA Y POLhiCA 137

Las bulas para los nombramientos, las normas canónicas, los ámbitos de juris-
dicción tenían que contar con la aprobación previa de Roma. La Inquisición,
en consecuencia, era también un tribunal eclesiástico, sobre el que, en última
instancia, asumía la responsabilidad la Iglesia de Roma.
En 14R8 la organización central del nuevo tribunal fue conferido a un con-
1 sejo (Consejo de la Suprema e Inquisición General). 3 Este se sumó a los otros
consejos administrativos cuya existencia se había confmnado en las Cortes de
Tolect'a de 1480. Aunque Torquemada fue el primer inquisidor general,. el ver-
7. ESTRUCTURA Y POLÍTICA dadero fundador de la Inquisición fue el cardenal Mendoza, arzob1s~o de
Sevilla y luego de Toledo. Fue este prelado, famoso por .haber protegtdo a
Colón, quien inició las negociaciones con Roma que culmmaron con el esta-
En los tiempos de la buena memoria de Felipe Segundo tenía
gran felicidad la lnqui~ición. blecimiento de la Inquisición. Pero por encima de él sobresale la sombra de
Torquemada. Este austero fraile dominico, pri~r del convento de.Santa C~z
Los inquisidores de Cataluña, 1623' en Segovia, dejó una impronta indeleble en el tnbunal. En 1484, S1xto IV hizo
un elogio de él por haber «encaminado vuestro celo a esas materias que con-
tribuyen a la alabanza de Dios y a la utilidad .de la fe o~odoxa>~. 4 Aunque de
Desde el comienzo, Fernando e Isabel tuvieron el propósito de que la In-
lejano origen conver~o, Torquemada fue el pnmero que mtrodUJO un_ estatuto
quisición permaneciera bajo su control y no,_ como ocurría con el _tribunal de limpieza de sangre en la orden dominica, en el convento que habta funda-
medieval, bajo el del papa. Sixto IV se mostro sorprendentemente dtspuesto do él mismo en Ávila en honor de santo Tomás de Aquino.
a cooperar en este objetivo. La bula de institución del 1 de noviembre de 1478
El peso que tuvo Torquemada en los primeros años ~e la Inquisición ~a­
dio a los Reyes Católicos poder no sólo para hacer nombramientos, sino, táci- 1 rece indicar que los dominicos controlaban el nuevo tnbunal como ~abtan
tamente, para llevar a cabo confiscaciones. Los inquisidores ten~an la ju-

l
controlado anteriormente el medieval. De hecho, aunque todos los pnmeros
risdicción sobre los herejes que normalmente habría correspondtdo a los nombramientos fueron de dominicos y ellos continuaron teniendo un papel
obispos, aunque no se les daba jurisdicción sobre éstos. Más tarde_ el papa ~e importante dentro de la Inquisición, sólo una minoría de inquisido~e~ perte-
dio cuenta del error que había cometido al dotar de independencia a un tn- necieron a la orden: en Valencia, por ejemplo, sólo había seis dommtcos de
bunal de esta clase, haciendo constar su protesta en un breve el 29 de enero un total de los 52 inquisidores sobre los que se disponen datos para.el perío-
de 1482. Al mismo tiempo, se negó a permitir a Fernando que extendiera su do de 1482 a 1609. 5 Obtuvieron un privilegio especial cuando Fehpe lll, a
control sobre la antigua Inquisición de Aragón. instancia del duque de Lerma, creó el 16 de diciembre de 1618 un cargo
Los conflictos prosiguieron con la bula promulgada por Sixto el J 8 de abril, permanente dentro de la Suprema reservado a un miembro de la ord~n d~­
en la que se denunciaban los abusos en los procesos de la Inquisición. Fernan- minica; el puesto fue ocupado en primer lugar por el que era entonces mqm-
do, sin embargo, se mantuvo firme en su política a pesar de la oposición de sidor general, Aliaga." Los jesuitas, por su parte, llegaron a tener una gran
Roma y de Aragón. Su victoria fue confirmada por la bula del 17 de octubre
influencia en el tribunal a partir del siglo xvn.
de 1483 en la que se nombraba inquisidor general del reino de Aragón a Tor- Aunque el inquisidor tenia mucho poder individual, en la práctica su
quemada, quien poco antes, aquel mismo año, había recibido el título de inqui- cometido estaba a veces limitado en lo que se refiere al ejercicio de la auto-
sidor general de Castilla, convirtiéndose así en el único individuo de la pen.ín- ridad, y era renovable tan sólo tras la aprobación .papal. Adem~s, el papa po-
sula cuyo poder se extendía sobre toda España, ya que las coronas de Castilla día conceder poderes equivalentes a otros cléngos de Espana como, por
y Aragón estaban aún unidas sólo de modo personal, pero no polític? .. ejemplo, sucedió en 1491, cuando fue nombrado por breve tiempo un segun-
La Inquisición era en todos los sentidos un instrumento al servtcto de la do inquisidor general de Castilla y Aragón, o en 1494,, año e.n que cuatro
política real y permaneció políticamente sujeta a la corona. «Aunque el nom- obispos españoles fueron ascendidos a dicho cargo al mtsmo tiempo 9u~ lo
bre es de vosotros y de los otros Inquisidores -recordó Fernando con finne- ocupaba Torquemada. Este poder multicéfalo del tribunal continuó extstl~n­
za a los inquisidores de Aragón en 1486-, yo e la Sereníssima Reyna somos do por razones políticas. Cuando Torquemada falleció ~n 1498, fu~ sucedido
los que lo fazemos, que sin nuestro favor poco podríades fazer vosotros.>> 2
por Diego de Deza, que en 1505 se convirtió en arzobtspo de S~v~ll.a;
Esw, no obstante, no la convirtió en un tribunal exclusivamente secular. La Hasta 1504 no se convirtió Deza en cabeza única de la Inqmstcton, por-
autoridad y la jurisdicción que ejercían los inquisidores derivaba directa o in- que los obispos nombrados en tiempo de Torquemada continuaron ej~rcien­
directamente de Roma, sin cuyo apoyo el tribunal hubiese dejado de existir. do el cargo hasta esa fecha. La reina Isabel falleció e! 26 de novtembre
138 LA INQUSICIÓN ESPAÑOLA ESTRUCTURA Y POLíTICA 139

de 1504, lo que condujo a una separación temporal de los reinos de Castilla El inquisidor general presidía el Consejo de la Inquisición (conocido a ve-
y Aragón, debido a las querellas entre Fernando y su yerno, Felipe I de Cas- ces de forma abreviada como la Suprema). Durante algún tiempo se consi-
tilla. Fernando pidió entonces al papa que nombrara un inquisidor separado deró que la autoridad que ejercían los inquisidores emanaba por delegación
para Aragón. Esto ocurrió en junio de 1507, cuando Cisneros fue nombrado +- ------directa del papa, pero más adelante este punto de vista cambió y se pensó que
inquisidor para Castilla y el obispo de Vic, Juan Enguera, para Aragón. Am- el verdadero depositario de la autoridad papal era únicamente el inquisidor ge-
bos cargos siguieron separados hasta el fal!ecimiento de Cisneros en 1518, neral: aunque era propuesto por la corona, sólo el papa podía designarle para
cuando Carlos 1 designó al cardenal Adriano de Utrecht, obispo de Tortosa y el nombramiento. El creciente poder del general se modificó también debido
desde 1516 inquisidor general de Aragón, como nuevo inquisidor general de a que la Suprema incrementó igualmente su poder con el tiempo. Las relacio-
Castilla. A partir de entonces el tribunal fue presidido siempre por un solo nes entre la Suprema y el inquisidor general nunca se establecieron satisfac-
individuo. toriamente porque normalmente trabajaban en concierto y no se disputaban la
La Inquisición española estaba basada esencialmente en la medieval. Este supremacía, aunque hubo ocasiones en que el Consejo intentó seguir una lí-
es un hecho crucial que se pasa a menudo por alto a causa de las diferencia~ nea independiente. En los primeros años del reinado de Felipe IV, los con-
palmarias en cuanto a las condiciones en las que se crearon ambos tribuna- flictos entre el Consejo y su presidente eran continuos. Pero el inquisidor ge-
les. En realidad, la nueva Inquisición no tenía ningún otro precedente que to- neral de entonces, el cardenal Zapata, advirtió airado a sus consejeros que no
mar como punto de partida, y por ello Jos inquisidores españoles siguieron al se entrometieran en lo que no era de su incumbencia. «Quedó todo en silen-
pie de la letra ~en todos los aspectos referentes a las detenciones, juicios, cio -según testimonio de un secretario--, sin que nadie de los señores del
procedimientos, confiscaciones y contratación de personal- las normas vi- consejo dijera más palabra ninguna.>> 10
gentes en el siglo Xlll en Languedoc y Aragón. En época tan tardía como es A principios del siglo xvu, la Suprema estaba formada por seis miem-
ya el reinado de Felipe JI, el manual aragonés, ya clásico, de Eimeric. era bros, que se reunían usualmente cada mañana y también tres tardes a la
aceptado como manual de referencia por su comentarista español, Francisco semana. A las reuniones de las tardes, que solían tratar de temas legales, acu-
!i., Peña.7 Por lo tanto, no hay razón alguna para sugerir que la Inquisición penin- dían dos miembros del Consejo de Castilla. Dos secretarios se encargaban de
sular tenía características peculiarmente españolas. Aparte de algunas dife- la correspondencia, uno para <<Aragón» '' y otro para Castilla. Los miembros
rencias evidentes, tales como que en España la jurisdicción sobre las here- de la Suprema eran nombrados tan sólo por el rey, y la Suprema dio muchas
jías fue transferida de manos de !os obispos a los inquisidores, !a Inquisición veces órdenes sin necesidad de tener el voto del inquisidor general. Cuando
en la península era simplemente una adaptación a las circunstancias españo- en el Consejo había una división de pareceres, se llegaba a una decisión por
las del tribunal surgido en Francia en la Edad Media. mayoría de votos, sin que el voto del inquisidor general valiera más que los
restantes, lo cual no afectó al carácter único de su autoridad. Los inquisido-
Las primeras normas que se elaboraron fueron las acordadas en una reu- res generales, tal y como había hecho Antonio de Sotomayor en 1643, insis-
nión en Sevilla el 29 de noviembre de 1484. Estas normas fueron ampliadas tieron de modo inequívoco en su derecho exclusivo de ejercer los poderes
con Torquemada en 1485, 1488 y 1498; más tarde, en 1500, su sucesor, Die- que les había conferido el papa. n
go de Deza, añadió algunos artículos. El conjunto de e_<;tas normas se cono- La sustancial autonomía de la que gozaba el inquisidor general, sin em-
ció bajo el titulo colectivo de Instrucciones antiguas. No estaban elaboradas bargo, estaba limitada a asuntos de jurisdicción eclesiástica; en los políticos,
de modo sistemático. tenían que ser modificadas periódicamente y en la prácti- la autoridad de la corona prevaleció siempre. Un caso muy destacado fue el de
ca fueron aplicadas desigualmente por los diferentes tribunales. La Inquisición fray Froilán Díaz, que puso de manifiesto hasta qué punto la corona podía deci-
organizada y burocrática no emergió hasta que en 1516 Fernando de Valdés dir cuál era el peso relativo del inquisidor general frente a la Suprema.
promulgó unas «Instrucciones)) que contenían 81 cláusulas. Con ellas se pre- Froilán Díaz, un dominico que desde 1698 había sido confesor del rey
tendía conseguir una organización centralizada, un firme control por parte de Carlos JI ( 1665-1700), fue detenido en 1700 tras varias intrigas palaciegas
la Suprema y la estabilidad económica de los tribunales. Las Instrucciones, acusado de haber ayudado a arrojar un hechizo al desventurado rey, conocido
producto uc los años críticos posteriores a 1558, dieron al Santo Oficio una en la historia de España como el Hechizado. El procesamiento fue emprendi-
reputación de ser una institución rígida. 8 Las modificaciones subsiguientes do a instancias de la reina alemana y de su amigo Baltasar de Mendoza, obis-
fueron recogidas e impresas por Gaspar Isidro de Argüello, en Madrid en 1627 po de Segovia, que había sido nombrado inquisidor general en 1699. Díaz,
y 1630, con el título de Instrucciones del Santo Oficio de la Inquisición, que era un miembro ex-o.fficio de la Suprema, fue encarcelado mientras se
sumariamente, antiguas y nuevas. A este volumen siguió la más abarcadora llevaba a cabo una investigación por cinco teólogos, los cuales no hallaron
Compilación de las instrucciones del Oficio de la Santa Inquisición, publi- base para una acusación seria contra él. En consecuencia, en junio de 1700,
cada en Madrid en 1667 por el inquisidor general.~ todos los miembros del Consejo, excepto Mendoza votaron la absolución de
140 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA
ESTRUCTURA Y POLÍTICA 141

Díaz. Mendoza se negó a aceptar el falló y ordenó la detención de los res- Los tribunales de la Inquisición eran itinerantes en sus primeros tiempos:
tantes miembros de la Suprema, hasta que dieran su consentimiento a la de las · · · se instalaban dondequiera que parecían necesarias y donde lo
Díaz. Al mismo tiempo, ordenó al tribunal de Murcia que proce~ara a Díaz. las condiciones políticas. En 1486, por ejemplo, Torquemada san-
Así lo hicieron los inquisidores ... que le absolvieron. Mcndoza ordenó en- + --··~•iort6 una inquisición especial para que actuara de modo exclusivo en el seno
tonces que se celebrara un nuevo proceso y mantuvo a Díaz en prisión. Para de la orden de los jerónimos; este tribunal estuvo activo alrededor de cinco
entonces la oposición a la acusación del inquisidor general se había genera- años. Incluso cuando los inquisidores tenían una sede fija, recorrían las zonas
lizado, así que cuando Felipe V, el nuevo rey, de una dinastía francesa, des- circundantes en el desempeño de sus obligaciones. Por ejemplo, los inquisido-
cubrió que Mendoza se había opuesto políticamente a la dinastía borbónica res de Barcelona celebraron autos de fe en Girona y Tarragona. En los prime-
y le confinó a la sede segoviana, esta medida recibió un amplio apoyo. Men- ros años quedaron establecidos los siguientes tribunales: 14 en 1482, en Sevilla,
doza entonces cometió el error de apelar a Roma, acto sin precedentes en la Córdoba, Valencia y Zaragoza; en 1483, en Jaén y Ciudad Real (trasladado a
historia de la Inquisición española. La corona dio inmediatamente los pasos Toledo en 1485); en 1484, en Barcelona y Teruel; en 1485, en Toledo, Llerena
necesarios para impedir que Roma interfiriera y, finalmente, en 1704, Díaz y Medina del Campo (trasladado a Salamanca en 1488); en 1486, en Sego-
fue rehabilitado y reinstalado en la Suprema, mientras que Mendoza era via y Lleida; en 1488, en Salamanca, Murcia, Alcaraz, Mallorca y Valladolid
relevado como inquisidor general en marzo de 1705. 1-' (trasladado a Palencia en 1493); en 1489, en Burgos, Cuenca y Osma; en 1490,
Este fue el último caso importante en el que un inquisidor general in- en Á vi la; en 1491, en Calahorra, Sigüenza y Jerez; en 1492, en León. Esta proli-
tentara establecer su supremacía. A partir de este momento, la preocupación feración de tribunales resultó económicamente ruinosa una vez que el número
del tribunal por la rutina administrativa y la censura antes que por los gran- de procesos comenzó a decrecer. Por esta razón, en 1503 Jos cinco tribunales
des asuntos de estado dio lugar a menos oportunidades para la iniciativa per- repartidos por León, Burgos, Salamanca, Ávila y Segovia fueron suprimidos
sonal, de modo que la autoridad fue residiendo cada vez más y más en la y fueron convertidos en un único tribunal sito en Valladolid. En 1507, de los
Suprema y en el mecanismo que ésta controlaba. También se prefirió esco- 16 tribunales que había en 1495, sólo quedaban siete.
ger como inquisidores generales a prelados más oscuros; un ejemplo signi- En el siglo XVI se introdujeron varios cambios, entre ellos el estableci-
ficativo es precisamente la elección del obispo de Ceuta para suceder a miento de un tribunal en Granada en 1526. Después de dos intentos infruc-
Mendoza en 1705. tuosos. finalmente se creó una inquisición en Galicia en 1574.
El crecimiento de la autoridad de la Suprema condujo a una mayor cen- Los tribunales permanentes y las fechas de su establecimiento son las
tralización, un proceso acelerado en el siglo XVII cuando el volumen de lo~ siguientes:'-'
herejes y, por lo tanto, de asuntos a tratar disminuyó en los tribunales provin-
ciales. En los primeros tiempos, tal como se vio en el caso de Lucero, la auto- Corona de Castilla
nomía local podía ser llevada hasta extremos escandalosos. Al principio, los 1489
Sevilla 1482 Cuenca
tribunales provinciales remitían los casm a la Suprema sólo si no se llegaba a Córdoba 1482 Las Palma~ 1505
un acuerdo en la condena, o si el Consejo convocaba el caso para que fuera Toledo 1485 Lugroño 1512
sometido a la Suprema. En 1550, cuando se vio que el tribunal de Barcelona Llerena 1485 Granada 1526
estaba mostrando excesiva severidad en la supresión de un delirio de brujería Valladolid 1488 Santiago 1574
en Cataluña, se exigió que todas las sentencias dictadas por aquél fueran con- Murcia 1488 Madrid 1640
firmadas por la Suprema. Parece ser que los inquisidores de Barcelona no
aceptaron la interferencia del centro, porque en 1566 el inquisidor general se Corona de Aragón
vio obligado a examinar sus archivos y a denunciar las irregularidades y cruel- Zaragoza 1482 Barcelona 1484
dades del tribunal. A partir de entonces la Suprema prestó más atención a los Valencia 1482 Mallorca 1488
procedimientos y sentencias de los tribunales locales, a los que se requirió a
partir de 1632 que enviaran informes mensuales de sus actividades. A media-
dos del siglo XVII todas las sentencias habían de ser sometidas a la Suprema La localización de los distritos se muestra en el mapa correspondiente.
antes de poder ser ejecutadas. Con esto, el mecanismo de la Inquisición al- La marcada falta de deferencia por parte de la Inquisición hacia otras
canzó su grado más completo de centralización. En el siglo xvm los asuntos autoridades seculares o eclesiásticas salta a los ojos cuando se observa que los
a tratar eran tan pocos que los tribunales se convirtieron en meros apéndices distritos jurisdiccionales establecidos por esta institución cruzaban frecuente-
de la Suprema, la cual iniciaba y ejecutaba todos los procesos. mente las fronteras políticas: por ejemplo, el territorio de Orihuela, en Va-
lencia, estaba bajo la jurisdicción del tribunal de Murcia; Teruel, en Aragón,
142 LA INQUISICIÓN ESPt\.'\!OLi\ I:.STRUCTURA Y POLÍTICA 143

bajo la del tribunal de Valencia; Calahorra, en Castilla, dependía del tribunal


navarro de Logroño; y Lleida, en Cataluña, estaba bajo el control del tribu-
nal de Aragón. La Inquisición podía hacer esto porque su autoridad, a dife-
-t--~,.,nci< de la de la corona, cubría la totalidad del territorio español sin que im-
portasen las fronteras entre los reinos. Durante el período en el que Portugal
estuvo bajo el poder de la corona española (1580-1640), mantuvo en un prin-
cipio su Inquisición independiente del todo, pero en 1586 Felipe II consiguió
que el cardenal Alberto, archiduque de Austria, que era gobernador de Por-
tugaJ, fuese nombrado también inquisidor general de ese reino, con lo que el
tribunaJ portugués quedó más estrechamente relacionado a España.
Cada tribunal, de acuerdo con las Instrucciones de 1498 elaboradas por
Torquemada, debía estar constituido por dos inquisidores («un jurista y un
teólogo o dos juristas>>), un <<calificador», un alguacil y un fiscal, con los su-
baJtemos necesarios. La cantidad de personal creció rápidamente: a finales
del siglo XVI los tribunales más importantes contaban con tres inquisidores
cada uno. 16 Contrariamente a la imagen -todavía muy común- de que los
inquisidores eran clérigos de mente estrecha y teólogos fanáticos dedicados
a extirpar la herejía, los inquisidores, en los siglos XVI y xvu, constituían la
elite de la burocracia. 17 Como el Santo Oficio era un tribunal, sus adminis-
.( <{ tradores tenían que ser juristas experimentados: Diego de Simancas pensaba
·c. .··i J····· ... ~c!<l que era «más útil elegir inquisidores juristas que teólogos>>. Las cuestiones
........ •••••
···g¡..... •
¡¡¡. Ll)
~ teológicas se dejaban en manos de los calificadores, que eran quienes las re-
e: .!!J\<:!:1® solvían. Por esa misma razón, los inquisidores no tenían que ser necesaria-
.¡¡: '! ~ • mente clérigos, pudiendo ser seglares. Todo esto muestra que los inquisidores
~ .) Q~ eran en principio una burocracia no de la Iglesia, sino del estado: eran pre-
G
. . / ~
·o.,~
u o ·... parados en las mismas instituciones que formaban el personal para los con-
sejos de estado, los corregimientos y los tribunales.
··......... ···. Esta conclusión se confirma por lo que sabemos acerca de los origenes y
< las trayectorias de los inquisidores. Un análisis de 57 inquisidores toledanos del
periodo comprendido entre 1482 y 1598,'~ muestra que todos, excepto dos, te-
nían licenciaruras o doctorados en leyes y que cerca de la mitad de ellos proce-
día de los exclusivos colegios mayores. Felipe Ill estipuló en 1608 que todos
Jos inquisidores debían ser «letrados» o graduados en leyes. Gracias a esta pre-
paración en el campo de las leyes, muchos ascendían de puesto accediendo a
los tribunales de alto rango del reino; para ellos el trabajo en la Inquisición era
el primer escalón de su carrera profesional. En la práctica, claro está, la burocra-
cia del «más estado y de la Iglesia se sobreponían una a otra, así que aunque

i pudiera haber inquisidores seglares, era más sencillo obtener el empleo si se


pertenecía a una orden religiosa. Por otra parte, el carácter eclesiástico de los
inquisidores estaba marcado por su dependencia económica respecto a las canon-

~ jías que obtenían y por una promoción futura a cargos como el de obispo.

® • La escasez de tribunales y el personal limitado hizo necesario buscar ayu-


1
da adicional entre la gente en general. Esto se consiguió a través de los fa-
miliares y comisarios. El familiar era una figura conocida en la Inquisición
144 LA l~QUISIC'IÓN ESPAÑOLA ESTRUCTt'RA Y POLÍTICA 145

medieval y continuó siéndolo en la española. Esencialmente era un servidor sorden, y muy grande, y yo os certifico que en Valencia yo lo vi por mis
laico del Santo Oficio, listo en todo momento a cumplir con sus deberes al ojos:->. 2() Las reformas no fueron efectivas, a juzgar por un informe del Con-
servicio del tribunal. A cambio, se le permitía llevar armas para proteger a sejo de Aragón el 21 de julio de 1632. donde se afirmaba que no podía al-
los inquisidores y disfrutaba de un cierto número de privilegios comunes -1---~ canzarse la paz ni la seguridad en Valencia si no había una refonna en el pro-
a los otros funcionarios. Convertirse en familiar era un alto honor, y en las ceso de selección de los familiares. pues casi todos los crímenes cometidos
primeras décadas de su historia la Inquisición podía jactarse de la alta pro- les concernían, ya que estaban seguros de escapar impunemente, confiando
porción de nobles y personas tituladas que había entre sus familiares. A prin- en la intervención de sus proLectore~. los inquisidores."
cipios del siglo XVI los familiares se unieron en una hermandad conocida En Aragón la lucha era aún más pronunciada a causa del gran orgullo que
como Congregación de San Pedro Mártir, inspirada directamente en las aso- la aristocracia del reino tenía de sus libertades constitucionales. Allí no se re-
ciaciones fundadas por la Inquisición medieval tras el asesinato en Italia solvió el problema de los familiares hasta la Concordia de 1568, la misma
en 1252 de un inquisidor, Padre Mártir. Los comisarios eran normalmente sa- que se promulgó en Valencia ese mismo año. Pero no fue hasta 1646. cuan-
cerdotes locales que actuaban para la Inquisición esporádicamente, suminis- do las Cortes de Aragón tomaron medidas que restringían la jurisdicción de
trándole también información; esta figura se creó en la década de 1560. la Inquisición y entonces los tribunales seglares del reino quedaron mínima-
Los familiares adquirieron, de hecho, notoriedad en la historia y en la mente satisfechos.
leyenda como espías e informadores, pero este nunca fue su verdadero fin; En Cataluña, los conflictos acerca de los familiares se zanjaron nominal-
ni los familiares ni los comisarios habían sido creados para espiar, y losar- mente por la Concordia hecha en las Cortes de Monzón en agosto de 1512,
chivos de la Inquisición muestran claramente que la mayoría de las denun- pero la Inquisición nunca llegó a aceptarla. En 1553, las Cortes legislaron que
cias no fueron realizadas por ellos sino por la gente común -vecinos, co- ninguna jurisdicción civil podía ser ejercida por un familiar. Posteriores dispu-
nocidos-, que respondía a los llamamientos que se hacían en los edictos de tas terminaron cuando la Inquisición propmo una Concordia en 156R. Los ca-
fe o simplemente actuaban por conflictos personales. talanes se opusieron a ella violentamente: el virrey informó que <<todos
Puesto que los familiares eran normalmente laicos,' 9 era inevitable que los tribunales, Consclleres, Diputados y otras justicias, están determinados a
,.,, la jurisdicción que los controlaba en casos de crímenes fuera competencia perder vida. hijos y haziendas>> antes que aceptarla. No debe asombrarnos que
de los juzgados seculares. Regulannentc surgían conflictos por este motivo, los inquisidores de Barcelona informaran a su vez que «tenemos por averi-
aunque hasta 1518, en tiempos de Carlos V, no se decretó que las compe- guado no se verán contento~ hasta que haya hechado [sicj la Inquisición de
tencias de las autoridades seculares en los casos criminales concernientes a los este Reynm). 22 Finalmente. en 1585, la Inquisición acordó en Monzón que en
familiares y otros cargos y servidores de la Inquisición eran contrarios a sus Cataluña «los familiares, oficiales y ministros de el Santo Oficio no pudies-
privilegios. Después de esta ley, el tribunal no vaciló en proteger aun al más sen ser admitidos a los oficios assí jurisdiccionales como la administración
humilde de sus empleados de la justicia de los tribunales civiles, posición pública». Fue una concesión única.
que más adelante propició múltiples fricciones y pleitos. La interminable historia de las disputas acerca del número de familiares
Una solución para evitar tales enfrentamientos, con la que la Inquisición y de los problemas de jurisdicción han ocultado la historia de los propios fa-
estuvo de acuerdo, fue limitar voluntariamente el número de familiares. En miliares. La Inquisición, al crear una red de familiares dentro de cada distri-
la Concordia de Castilla en 1553 se dedicó un amplio espacio a definir el nú- to inquisitorial, fue capaL de captar -para luchar por sus propios intereses-
mero de familiares y la jurisdicción de los tribunales civiles: la justicia secu- a un sector de la población local, posiblemente de posición influyente. Puesto
lar tenía competencia en todos los crímenes graves y la Inquisición se limi- que el número de familiares era a menudo excesivo. las concordias entre el
taba a ocuparse de los cargos más leves. Aunque esta Concordia permaneció estado y la Inquisición tanto en Castilla como en Aragón trataron de fijar un
vigente hasta el fin de la Inquisición, sólo tuvo éxito en parte, pues las dispu- límite máximo de ellos. La concordia castellana de 1553 proponía 805 fa-
tas continuaron produciéndose como antes, y ni los poderes seculares ni el miliares para Toledo, 554 para Granada y 1.009 para Galicia.n En realidad,
inquisilorial observaron la ley. En las provincias con fuero la concesión de el número de familiares variaba mucho: en Galida en 1611 había un total de
nuevas concordias se hizo más frecuente porque aún eran menos obedecidas 388 familiares y 100 comisarios para toda la región, lo que arroja una pro-
que en Castilla. Aunque Valencia obtuvo una Concordia en 1554 que esta- porción de uno por cada 241 hogares, pero los cargos se concentraban en me-
blecía que se reduciría el número de familiares y se definiría la jurisdicción, nos del 6 por l 00 de las ciudades y pueblos existentes, lo que evidencia una
fue necesario promulgar una nueva en 1568 que reforzara las cláusulas de relación muy distante entre la Inquisición y la gente. 24 En Valencia, en cam-
la primera, añadiendo nuevas reglas. Felipe Il, confesó en una nota enviada bio. en 1567 había 1.63R familiares; es decir, una proporción de uno cada
al inquisidor general en 1574, que él mismo había tenido alguna experiencia 42 hogares?' A medio camino entre ambos se encontraba el tribunal de Bar-
personal en este terreno: «Por lo pasado todos sabemos que ha habido de- celona, que en 1600 tenía 815 familiares, o uno cada 110 hogares.'<\
146 1.A INQUISICIÓN ESPAÑOLA ESTRUC"I L"RA Y POLÍTICA 147

La extracción social de los familiares era de primordial importancia para yor parte del clero rural y ayudaban con el papeleo y en los aspectos reli-
la Inquisición, que intentaba reclutarlos entre los más altos círculos y con la g!osos del ~anto Ofi~io ..1 2 También pasaban a menudo denuncias a los inqui-
mayor pureza de sangre posible. En Galicia parece ser que esta política tuvo stdorcs regwnales. Sm su ayuda, que era esencial, los inquisidores habrían
éxito en las zonas comerciales, pues los 25 familiares que había en Santiago sido incapaces de desempeñar sus obligaciones en las zonas rurales de Es-
eran los mercaderes más ricos de la ciudad; pero en el interior era difícil en- ~aña. En alg~na~ zonas, de acuerdo con los deberes que tenían que desempe-
contrar candidatos adecuados. Por regla general, la gente aceptaba de buena nar, los comtsanos eran hombres poseedores de una educación;-ll en otras,
gana el cargo si le suponía protección contra la jurisdicción secular y privile- su formación est~?a por debajo del nivel requerido. En 1535, el obispo de
gios, como quedar exentos de algunos tipos de impuestos. Tanto en Andalu- Pampl?na se queJO de que los que había en su diócesis eran <<idiotas>>, que
cía como en Valencia, la burguesía constituyó una pequeña, pero significativa se ha~mn presentado para ser seleccionados sólo para poder escapar de su
jurisdtcción. H
fracción de los familiares. 27 En una sociedad predominantemente rural como
era la de aquellos tiempos, sin embargo, la mayor parte de los familiares eran
El aspecto más sorprendente de la administración del Santo Oficio es su
inevitablemente labradores. Prácticamente todos los que había en Cataluña,
a menudo, inadecuada financiación.·1·' Aunque formaba parte de la!> institu~
por ejemplo, lo eran, mientras que los mercaderes constituían una proporción
cion~s de gobierno, se dejó que se las arreglase por sí sola. En este aspecto
significativa sólo en las ciudades portuarias. 28 Gracias a la Concordia de 1585,
s~guta el I?odelo de la Inquisición medieval, que nunca tuvo unos ingresos
en Cataluña los que poseían cargos públicos no podían ser al mismo tiempo
fiJOS. El_ tnbunal español se financió desde el principio con los fondos que le
familiares, de modo que el puesto no era valorado ni respetado. En 1632, la
rroporcwnaban sus propias actividades. Sin duda, la fuente de ingresos más
Inquisición se quejaba de que sólo tenía cinco familiares en Barcelona y
Importante fueron las confiscaciones.
todos ellos eran de baja extracción social. 29
El Ca!>tigo uniformemente prescrito por la ley canónica en casos de here-
A pesar de que la red de familiares estableció la presencia de la Inquisi-
jía era invariablemente la confiscación de la propiedad. Fernando estableció
ción en la sociedad, hizo poco más que eso. No actuó como forma de control
en 1485 que las con11scaciones impuestas en España se hacían por orden del
social: en Cataluña, solamente cerca de la mitad de las parroquias en 1600 te-
papa, así que podría parecer que la Iglesia era la que controlaba el proceso,
nía familiares; en Valencia había pocos en donde abundaban los moriscos, allí
cuando de hecho fueron al principio las autoridades seculares las que lleva-
donde hubieran sido más necesarios; y en Galicia, solamente los había en una
~on a cab? las confiscaciones. Sólo algún tiempo después los inquisidores
pequeña proporción de pueblo~. Tampoco se puede creer que ni un solo fa- fueron qutenes tomaron estas operaciones bajo !>U control. La~ confiscacio-
miliar en una comunidad rural estuviera dispue~to a arriesgar su vida para nes constaban normalmente de dos fases. En la primera, se «secuestraban>>
convertirse en un informador profesional. En algunas mnas, la discriminación l~s bienes y l?s ingresos del s~spechoso en el mo.mento de su arresto. Esto po-
contra los familiares era bien patente, si e~ que damos crédito a los inquisi- dta traer tembles consecuencms y era muy temtdo. Los bienes :.ecuestrados
dores de Llerena. que en 1597 se quejaban de se ut~lizaban para pagar las cost~s del prisionero en la cárcel y si el tiempo
que ~ste pasaba en ella era suficientemente largo. podían ser gastados en su
lo~ agravios que los corregidores i pesquisidore~ i alcaldes ordinarios i concejos
totalldad, dejando al individuo y a los que dependían de él en la pobreza. Por
[h]an hecho i hazen a los familiares deste Santo Oficio solamente porque son mi-
nistros dél. Lo cual se ve porque un hombre vive en su lugar 20 y 30 años sin
lo tanto, un secuestro de bienes podía suponer en la práctica una con11sca-
~ión. La confiscación propiamente dicha ocurría !>olamente en la segunda
que las justicias ni concejos le hagan agravio ninguno. i en haziéndosc familiar
se comueben contra él. especialmente [h[aviendo confesos en el cabildo ..Jo fase, era _resultado de un veredicto judicial y se trataba de una pena normal
para castigar crímenes mayores.
El sistemático declive en el número de familiares en España nos hace supo- Las principales víctimas de las confiscaciones de la Inquisición fueron
ner que el puesto, aun con todos sus privilegios, no llegó nunca a estar muy los conversos, cuya fama de ricos debió de agitar más de un alma ortodoxa.
solicitado. En Galicia, entre 1611 y 1641, el número de familiares decreció Y como Hemando del Pulgar escribió sardónicamente de los ciudadanos de
un 44 por 100: donde antaño habían existido en 226 pueblos, después sólo se Toledo durante un período de disturbios civiles: <<Como aquellos ciudadanos son
los podía encontrar en 108.-' 1 Todas las pruebas muestran que la Inquisición grandes Inquisidores de la fe, dad, que heregías hallaron en los bienes de Jos
nunca llegó a establecer un aparato organizado de control social y que su labradores de Fuensalida, que toda la robaron y quemaron>>. 36 Las incautacio-
intervención en la vida cotidiana de la mayoría de los españoles fue poco fre- nes iniciales llevadas a cabo por la Inquisición fueron sustanciosas. El descu-
cuente y marginal. brimiento de la supuesta conjura de conversos contra la Inquisición en Sevilla
La Inquisición hubo de escoger a sus familiares entre la gente disponible, en ~481_ fue seguida de confiscaciones no sólo de las propiedades dellegen-
y eso mismo sucedió con los comisarios. Estos últimos procedían en su ma- dano Dtego de Susán, sino también de <<Otros muchos e muy principales e
148 LA IKQUJSICIÚN ESPANOLA f'.STRIJCTLIRA Y POLÍl"ICA 149

muy ricos>~, por citar a Bcmáldez. Según decía un cronista de Sevilla de 'e~ Estas sumas son muy elevadas para aquel período, y sugieren que la corona
época posterior, «fue notable la muchedumbre de causas de personas adine- recibía una buena proporción de las confiscaciones. Sin embargo. ~i conside-
radas».)' En los años que siguieron. poderosas y ricas familias conversas se rarnos el valor de las propiedades conftscadas en Mallorca tras la supuesta
vieron arruinada~ por la más ligera mancha de herejía, porque las «reconci- "t-- 0ó,lSp•iraci'é;n de los conversos descubierta en 1678, hallamos que el total pasa
liaciones;..> significaron que todas las propiedades del culpable eran confisca- de los 2.5 millones de ducados, 4 t ciertamente la suma mayor recogida por la
das, sin que se le permitiera dejar nada a sus descendientes, así que muy a Inquisición en sus tres siglos de existencia. Parece. no obstante, que, de esta
menudo se dejaba a viudas y huérfanos sin el menor recurso. vasta suma, la corona recibió menos del 5 por 100.
No es sorprendente, pues, que muchos españoles llegaran a la conclusión Invariablemente surgían pleitos judiciales sobre las propiedades confisca-
de que la Inquisición había sido creada con el único fin de despojar a la gen- das. Había que pagar las deudas de las víctimas y atender los gastos de los
te. «Non los quemavan syno por los dineros que tenan», aseguró una vecina funcionarios y las costas judiciales. La corona podía reclamar un tercio. como
de Cuenca. «No queman sino a los justos porque tienen hasiendas, a los otros al parecer había ocurrido con Fernando e Isabel. Parte del dinero era inverti-
déxanlos>>, dijo otra. E;n 1504 un acusado afirmó que «no qucm_avan syno a do por los inquisidores en censos y casas. En la ciudad de Lleida en 1487, las
los ricos por la Ynquisición e no a los pobres>>.Ji Cuando una muJer, en Aran- confiscaciones hechas allí de propiedades de los conversos fueron destinada~
da de Duero en 1501, expresó su alarma sobre la anunciada llegada de inqui- en parte al concejo de la ciudad, a una orden religiosa, a un hospital y a va-
sidores a esos lugares, un hombre le respondió <<que no ovicsen miedo de la rias otras necesidades, de modo que la Inquisición no manejó todos los ingre-
quema, que todo hera por sacar dinerOS>>. ~ En 1484, después de que el regi-
1
sos obtenidos:'"' Por mil caminos diferentes el dinero escapaba de las manos
dor de Ciudad Real, el converso Juan González Pintado. fuera quemado vivo de los inquisidores. Cuando la razón no era la mala administración. era la pura
por un delito de herejía, Catalina de Zamora fue detenida por la Inquisi- y simple falta de honradez de los funcionarios de segundo orden. Fueran los
ción por afirmar que «esta Ynquisyción que 5e fase por estos padres tanto se que fuesen los ingresos obtenidos por confiscaciones en cualquier momento,
fase por tornar las fasicndas a los conversos como por ensalsar la fe». 40 «Los podemos dar por sentado que los tribunales no se hacían por eso más ricos, o
bienes --dijo en otra ocasión-. son lm herejes.>> Este dicho parece haberse que al menos no conservaban su riqueza temporal por largos períodos.
convertido en una sentencia común en España. Las autoridades ciudadanas de
Barcelona. en su protesta de 1509 contra el método de las expropiaciones, se Por detrás de las expropiaciones, la Inquisición tenía tres importantes
quejaron de que «los bens no son heretge~». 41 A partir de los beneficios obte- fuentes de ingresos en efectivo. Una eran las multas, que podían imponerse
nidos en Sevilla, la Inquisición se dio cuenta de que las confiscaciones serían por cualquier cantidad deseada y que con frecuencia se utilizaban simple-
provechosas en todas partes. Durante la breve estancia de un año del tribunal mente para sacar dinero y cubrir los gasto~; otra eran las penitencias. que
en el pueblo de Guadalupe. en 1485, logró obtener el suficiente dinero como eran más formales y que mualmente eran decretadas en ocasiones solemnes
para pagar casi totalmente la construcción de una residencia real que costó como podrían ser los autos de fe. Tanto las multas como las penitencias po-
7.286 ducados ..¡ 2 dían, claro está, deducirse de lm propiedades incautadas. Finalmente. existía
En la mayoría de los casos de que nos queda constancia en los archivos. la relativamente pequeña categoría de las «dispensas» o «Conmutaciones>>,
parece ser que fue la Inquisición la que dispuso en gran medida del dinero que consistían en que un castigo decretado por la Inqui~ición era conmutado
de las propiedades confiscadas. Lo que probablemente jamás podrá ponerse por un pago en efectivo. Mucha gente adinerada estaba dispue~ta a pagar para
en claro, sin embargo, es qué proporción del dinero fue a la corona y cuál al poder quedar libres de la vergüenza pública de tener que llevar un sambeni-
tribunal. Cualquiera que fueran las esperanzas del rey Fernando, 41 la docu- to, la vestimenta penitencial; otros se las arreglaban para escapar al castigo
mentación cxi5tente no nos da pie para pensar que la corona se situara a la de galeras pagando dispensas. Sumada~. toda5 aparentemente insignificantes
cabeza en lo que a los beneficim económicos se refiere. En 1534, un tesorero fuentes de ingresos producían cifras respetables, aunque nunca fueron lo su-
informó a Carlos V que su predecesor había recibido 1O millones de ducados ficientemente elevadas como para afirmar con fundamento que la Inquisición
procedentes de conversos, pero la cifra es inverificable e inverosímil. 44 fue establecida para robar a los conversos. Entre 1493 y 1495, diferente~ tri-
De vez en cuando las expropiaciones podían ser sustancio~as. En 1592, en bunales hicieron llegar al Consejo de la Inquisición alrededor de 17 millones
Granada, un inquisidor admitió que de las cincuenta y pico mujeres que había de maravedíes por el pago de multas (alrededor de 45.000 ducados). 4i En 1497.
detenido «muchas de ellas o las más [eranj gente rica>:-. 4 ' Hubo en tiempos el tesorero real acusó recibo de 6.5 millones de maravcdíes (unos 17.000 du-
posteriores épocas de bonanza. En 1676, hacia finales de la última gran cam- cados) procedentes de la Inquisición de Toledo, que los había obtenido a
paña de la Inquisición -que resultó muy fructífera-, contra los judaizantes cuenta de dispensas." 4 En general, es probable que estas diversas fuentes de
portugueses residentes en España, la Suprema afirmó haber obtenido para el ingreso combinadas no alcancen a constituir más del 2 por lOO de los ingre-
tesoro real expropiaciones que sumaban 772.748 ducados y 884.979 pesos. sos del te..'>oro real en cualquier año."u La corona no estaba en el asunto para
150 LA lNQUI~lCIÓN ESPAÑOLA ESTRU("Tl;RA Y POLÍTICA. 151

obtener ganancias, aunque esto no cambia el hecho de que probablemente para el remedio y provision de los salarios de la Inquisición>'. El emperador,
muchas familias tuvieron que hacer frente a la pobreza como resultado de las añadía, «sabe mejor que nadie lo que importa sostener la Inquisición en es-
multas. reynos, y quán gran bien sería sy tuvicssen los salarios ciertos;.>." El papa,
¿Por qué razón, en este período de ingresos comparativamente altos, no se 4---i~m~presionado por la lucha de la Inquisición contra la herejía en España, repi-
llevó a cabo ninguna tentativa de sentar una base financiera segura? Esto pue- tió en 1559, generosamente, los términos de la dádiva de 1501. La concesión
de deberse en parte, como hemos dicho antes, a que la Inquisición española fue una respuesta a los esfuerzos que Valdés y Felipe Il llevaban realizando
estaba moldeada según la medieval, que tampoco contó nunca con recursos desde hacía varios años. A partir de entonces, la Inquisición, ayudada por los
seguros. Pero también debemos tener en cuenta que en sus inicios la Inquisi- ingresos de los puestos eclesiásticos y por otros acuerdos financieros ~echos
ción española era un tribunal itinerante, creado para una emergencia, sin pla- con Jos moriscos en la década de 1570. pudo disminuir su dependencia con
nes a largo plazo, tal como las varias «<nstrucciones>:• de Torquemada nos la corona y sobrevivir. También dejó de depender de las expropiaciones, ya que
indican. Es posible que los Reyes Católicos no la hubieran considerado más las canonjías y los censos le proveían de unos ingresos más seguros.
permanente que otra útil organización creada por ellos, la Hermandad. La evolución de una situación de déficit a una de relativa estabilidad pue-
Ciertamente, no hubo problemas financieros durante los primeros años. de verse en el caso del tribunal de Llerena. A principios del siglo xvr, aun-
Sin embargo, tras la muerte de Isabel, en 1504, hubo una caída drástica en los que los ingresos obtenidos de los judaizantes no eran aún cosa del pasado, la
ingresos por expropiaciones. «De la Ynquisición dicen que monta más el gas- mayoría de los tribunales se enfrentaron a graves problemas. Los peligros de
to que la hacienda>;., observó un oficial de la administración. 51 El tesoro de esta situación estaban segurameme en la mente de un converso de Toledo que
la Inquisición recibió en 1509 una décima parte de lo que ingresó en 1498.52 dirigió anónimamente en 1538 un memorial a Carlos V:
Durante la siguiente generación, con el fin de las grandes persecuciones de
conversos, los ingresos cayeron en picado. La corona tuvo que decidir qué Vuestra Majestad debe proveer ante todas cosas que el gasto del Santo Ofi-
hacer en esta siluación. A causa de que la Inquisición era un tribunal exclusi- cio no sea de las haciendas de los condenados, porgue recia cosa es que si no
vamente real, todos los ingresos de las confiscaciones y las multas iban di- queman no comen. 56
rectamente a la corona, que a su vez pagaba los salarios y los gastos de lo~
inquisidores. En la época de los Reyes Católicos, el Santo Oficio estuvo total- Desafortunadamente, esto fue precisamente lo que los inquisidores de
mente sujeto a la corona en el aspecto financiero. En fecha ya tardía, en 1540, L!erena se vieron forzados a hacer. Sin ningún ingreso, se vieron obligados
la Suprema informó que las órdenes de los salarios de los inquisidores en la a salir y buscarlo. <<Es de ver --comentó un inquisidor-, el remedio quepo-
Corona de Aragón venían siempre firmadas por el rey y no por el inquisidor drá aver para la sustentacion del dicho Oficio en lo venidero.!-> En 1550, los
generai.ó 3 salarios de los funcionarios, que sumaban alrededor de 523.000 maravedíes
Pero la corona utilizaba para sí los ingresos de la Inquisición hasta el (1.395 ducados), no pudieron extraerse de las multas normales, que sólo pro-
punto de que muy pronto tuvo que buscar más dinero para pagar Jos salarios porcionaron 375.000 maravedíes (1.000 ducados).-" En julio de 1554, el in-
y, en consecuencia, Fernando recurrió a la Iglesia. En 1488, el papa le con- quisidor Ramírez informó a la Suprema que «esta Ynquisición no se puede
cedió el derecho de nombrar a los inquisidores para una prebenda (cuando sustentar sin visitar cada año>;.. Como :;olucioncs propuso que se eliminara
estuviera vacante) en cada catedral o colegiata, y el rey hizo diez presenta- uno de los dos puestos de inquisidor. que desapareciera el puesto del recep-
clone~ ese año. De hecho, Fernando, con el gasto realizado por el estado, tor y su trabajo fuese hecho por el notario, que las expropiaciones fueran
había puesto en peligro la posición económica de la Inquisición y, durante las supervisadas directamente por el inquisidor y que las siguientes visilas se
ausencias de Carlos V, la Suprema comenzó lentamente a quitar poder sobre hicieran en la diócesis de Badajoz, que estaba prometedoramente llena de gen-
los ingresos a la corona. En la década de 1540 el control real era casi nomi- te sospechosa, de manera que «ateniéndose cuydado, no faltarán negocios de
nal, y diez años después la Suprema ocultaba todos los detalles de las con- que Dios nuestro Señor sea servido y el dicho Officio se podrá sustentan>. En
fiscaciones al rey. 1" Durante este período la Inquisición obtuvo una nueva el mes de julio de 1572, todo cambió gracias al nuevo sistema de canonjía!>.
fuente de recursos seguros. Dos de ellas, en Badajoz y Ciudad Rodrigo, aportaron 680.000 maravedíes al
Desde 1501 el papa había garantizado a todos los tribunales españoles año ( 1.813 ducados) y las grandes confiscaciones hechas a la rica familia de
ingresos por determinadas canonjías y prebendas, pero. por diversas razones, Lorenzo Ángelo en Badajoz subieron el presupuesto en 1572 hasta cerca
esto nunca llegó a hacerse efectivo. El gobierno todavía se debatía con el de 2 millones de maravedíes (5.000 ducados). 58
problema medio siglo más tarde. En 1547, el príncipe Felipe informó a su Durante los dos siglos siguientes las confiscaciones y las canonjías se
padre que estaba discutiendo con el inquisidor general Valdés y con Francis- mantuvieron como las principales fuentes de ingresos directos de la econo-
co de los Cabos sobre «un memorial que havían hecho de lo que les parecía mía de cada tribunal: dos canonjías. en Málaga y Antequera, proporcionaron
''
1
JOS rRLCH'RA Y POÜJ ICA 153
' LA INQUISIC'IÚN ESPAkOLA
152
más de 700.000). lo que constituían sumas altísimas si se compara con otras:
al tribunal de Granada el 12,8 por 100 de sus ingresos totales en 1573;'" tres el promedio de gastos de cada uno de los mayores tribunal e~ era de cerca de
canonjías, en Córdoba, .Jaén y Úheda. aportaron en conjunto el40.4 por -~00 1.2 millones de maravedícs (3.200 ducados). Los tribunales locales también
de todos los ingresos del tribunal de Córdoba en 157g;oo y cuatro canonJiaS. ~-----"'"':~ que financiar los gastos especiales, tales como los de los autos de fe:
en Badajoz, Plasencia, Coria y Ciudad Ro~rigo, sumaban el 37, 1 por 100 en 1655, en una época en que su entrada anual normal era de alrededor
de Jos del de Llcrcna en 1611.(,' Sin los mgrcso<; anuales regulares pro- de 3,5 millones de maravedíes, Córdoba montó un auto que costó más de dos
venientes de ]os cargos eclesiásticos, la Inquisición hubiera llegado a la millones. (o(¡

bancarrota. , Todo ello conduce a la más importante fuente de ingresos de la Inquisi-


Por su naturaleza. ni las confiscaciones ni las incautaciones pod¡a~ <~p_o_r­ ción: los censos, que eran ingresos procedentes de inversiones. Sabemos que
tar unos ingre<;os fiables: la gran mayoría ~c. los acusa~os por l~ lnqmst~Jon la Inqui~ición no fue nunca una institución con grandes propiedades y
eran persona~ de pocos medios, y los inqms1dorcs hub1eran t~mdo que ~on­ que las tierras que le pertenecían a finales del siglo XVIII eran de escaso valor.
tar con cientos de pri~ionero~ para poder obtener una ganancta sustanciOsa. El tribunal de Sevilla. por ejemplo, tenía en 1799 un total de 25 viviendas
Ganancias como la obtenida en la gran persecución de chuetas de Mall~rca arrendadas y dos pequeñas parcelas."' Nunca le faltó al Santo Oficio la opor-
en la década de 16RO eran excepcionales. Lo má~ normal era que los t.~bu­ tunidad de hacerse rico, pero varios factores impidieron que llegara a serlo.
nales trataran desesperadamente de hallar algún ingreso que les pe~m1_11era Con frecuencia las confiscaciones y los secuestros de bienes no daban de sí
hacer frente a los costes de la admini~tración. el proceso, el mantemmtento todo lo que valían; además tenernos que tener en cuenta el costo de la ma-
de los prisioneros y los cada día más onerosos autos de fe. La documenta- nutención de los prisioneros, las deudas contraídas anteriormente por lo~
ción estú llena de las quejas de los inqui~idores locales acerca de que no po- arrestados y las peticiones de los parientes inocentes que dependían econó-
'' dían proveer ni para sí mismos ni para sus prisioneros. Este constante estado micamente del reo. Por ejemplo, en 1760 un funcionario real fue arrestado

l' de déficit de ]os tribunales puede ilustrarse con los balances de sus _ga~to~ Y
,,
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en Santander y su propiedad fue secuestrada, valorándose en 350.972 reales.
el contraste con sus ingresos en los años 1618, 1671-167R y _1705_- " Los m- pero de ellos, el 36,6 por 100 se dedicó al pago de sus deuda~, el 31,7 por lOO
¡' ' gresos en Granada en 1618, por ejemplo, eran un 3 por 100 mfeno~es a ~~s
gastos, pero en 16711os gastos se elevaron otro 3 por 100 y en 1705 suponMn
fue a sus herederos y :;.olamente le quedó el restante 31,7 por 100 a la Inqui-
sición."" El ejemplo no es necesariamente típico: en muchos de los casos la

¡ un 27 por 100 más que los ingresos. . .. , _


Las cifras no dejan duda de que la Jnqmstc1on estaha en un esl~do fman-
ciero crítico. Las continuas cuentas de ingreso~ y egresos del tnbunal de
Inquisición rehusó pagar a los acreedores o a la familia y guardó para sí
la totalidad de los bienes confiscados. Pero desde el principio la corona ha-
bía decidido que el tribunal necesitaba dinero en efectivo más que una acu-
Córdoba nos muestran una historia continuada de deudas a lo largo de tres mulación de propiedades. Por ello, el resultado de las confiscaciones se po-
siglos: en 1578 los gastos excedieron a las entradas en un 14,6 por 100; nían a la venta en el mercado libre y el efectivo se invertía «segund que el
en 1642, en un 26,8 por 100: en 1661. en un 33,8 por 100. y en 1726, en un rey católico lo tenya mandado» (la referencia al desaparecido rey Fernando
11,2 por 100."' es de 1519)."~ Muchos tribunales eran bastante propensos a comprar censos, y
¿,Por qué razón los tribunales estaban ~n deuda constante? Aparte ~e t~­ en 1579 la Suprema tuvo que insistir en que tan pronto se cobrara un censo,
ner unos ingresos insuficientes, y de las d1ficultades causadas_r_o~ _una mfla- el efectivo debía reinvertirse en otro. La necesidad de tener unos ingresos
ción que era la más alta de Europa, los problemas de la lnq~tstcwn p~edc~ estables, que fuesen suficientemente independientes de los provenientes de
ser explicados simplemente por el hecho de que la burocract_a absor?ta un~ las confiscaciones, irregulares y en los que no se podía confiar, fue sin duda
enorme proporción de los ingresos. En J 498, Torquemada habta ~uge_ndo ~uc la razón principal que explica por qué la mayoría de los tribunales en el si-
cada tribunal tuviese dm inquisidores y un pequeño número de funcwn~nos. glo XVI invertían de manera muy acusada el dinero en censos. Después de la
A finales del siglo XVI la idea de una institución de modestas proporcwnes agitación política que supusieron las expulsiones moriscas, por ejemplo, en-
había desaparecido totalmente. Córdoba. en 1578. tenía_26 inquisidor~s; ~l~­ contrarnos que el tribunal de Valencia, en 1630, tenía invertidos 45.000 du-
rena, en 1598, tenía 30;H estas cifras tienen en cuenta siempre~ tres mqutsl- cados en censos al 5 por 100, que le proporcionaban un ingreso anual de
dores. En Córdoba los salarios consumían el 75,6 por lOO delmgreso. Ade- 2.275 ducados.
más. cada tribunal tenía obligación de enviar una parte de sus ingresos a la En resumen, los censos se convirtieron en la fuente regular de dinero de
Suprema, que a su vez tenía grandes gastos. Córdú?a contribuyó en 1578 con la Inquisición. En 1573, no menos de un 74 por 1OO. y en 1576 el 80 por 100,
cerca de una quinta parte de sus ingresos a finanClar los gastos de la suere- de los ingresos del tribunal de Granada se debían a los censos y al alqui-
ma. En ese período los sueldos de la Suprema eran enormemente altos. El ler de las casas; 70 en 1611, el 63,3 por 100 de los ingresos de Llerena pro-
Consejo gastó 5,8 millones de maravedíes (l5.000 ducad?s) al año ~n su_e~do-; venía de los cen5os." Dondequiera que fuera. los tribunales comenzaron a
(el inquisidor general percibía 1,5 millones de maravedtes y cada mqu1s1dor
154 LA lt-;QUISICIÓN F.SPAÑOLA ESTIWLTLRA Y POLÍTJCA 155

confiar en la inversión de sus rentas como un medio de ~upervivencia. En los confiscaciones lógicamente se hundieron. En cambio, los censos, en una eco-
tribunales situados en territorio morisco la Inquisición era excesivamente vul- nomía agraria en expansión, arrojaron entonces resultados espectaculares. El
nerable a causa de que la mayoría de los censos estaban en tierras que eran tribunal de Murcia puede servir de ejemplo. En 1792, sus ingresos eran de
trabajadas por los moriscos; hechos como los levantamientos de las Alpu- -!--~,6millones de maravedíes (103.000 ducados); dado que había pocos casos,
jarras o la expulsión final después de 1609 (véase el capítulo 10) fueron, por 0 ninguno, de los que ocuparse, los gastos absorbían sólo el 40 por 100 de
tanto, desastrosos no sólo por la pérdida de los pagos especiales que las mi- éstos, dejando el bonito saldo a su favor del 60 por 1OO. ' 5
norías étnicas efectuaban, sino sobre todo a causa de que la mayor parte de
los ingresos en efectivo, derivados de los censos o de arrendamientos, pro- Aunque la Inquisición llevó una existencia relativamente tranquila entre
venía fundamentalmente de los moriscos. las gentes de España, su vida política fue agitada. Las querellas sobre juris-
En resumen, la Inquisición se convirtió en una especie de caja de ahorros dicción constituyeron una plaga del Santo Oficio durante toda su trayectoria;
a través de la cual se canalizaba el dinero proveniente de diversos sectore~ de sostuvo serias disputas con el papado, los obispos y casi cualquier otra auto-
la sociedad: conversos, moriscos, financieros. Como los inquisidores estaban ridad en el estado.
más necesitados de un flujo regular de efectivo que de beneficios futuros, los Los conflictos con Roma usualmente eran concernientes a asuntos de ju-
censos suponían un negocio que implicaba el riesgo justo, lo que les hacía risdicción, pero en alguna ocasión cuestiones de principio convertían a aque-
preferibles a cualquier otra actividad económica. (Los censos producían un llos en algo mucho más relevante. La autoridad de la Inquisición derivaba del
8 por lOO de interés a finales del siglo xvt, porcentaje ostensiblemente supe- papa y, por consiguiente, estaba gobernada mediante regulaciones papales.
rior al de cualquier otra inversión.) Así fue cómo la Inquisición formó parte Las quejas contra el tribunal se arreglaban mejor si se trasladaban a la fuen-
de esas clases de la sociedad que González de Cellorigo iba a condenar más te de autoridad, el papa. En el si:glo xv, los conversos, tanto en Castilla como
tarde (en 1600) por su devoción al rápido enriquecimiento a través de los en Aragón, hicieron todo lo posible para conseguir que el papa suavizara el
censos, «la peste y perdición de España>>. rigor del Santo Oficio mediante diversos decretos. Este era un procedimien-
Inevitablemente, algunos inquisidores no vieron ninguna razón que les to legítimo, puesto que la constitución del tribunal permitía apelar a Roma,
impidiera también sacar provecho. Lea cita los casos de un presidente de la que, por otra parte, estaba siempre dispuesta a mantener sus derechos, no
Suprema que fue desterrado en 1642 por malversación de fondo~ y del in- sólo preservando su control sobre el tribunal, sino también velando por las
quisidor que murió en 1643 dejando, al parecer, 40.000 ducados en oro y pla- posibles fuentes de ingresos, ya que los conversos pagaron con generosidad
ta.72 Uno puede sospechar que algunos tribunales eran más ricos de lo que las bulas concedidas por el papa. Sin embargo, los monarcas españoles, con
aparentaban sus e~tados de cuentas. Tomemos, por ejemplo, el tribunal de el apoyo de los inquisidores, rehusaban el reconocimiento de las cartas acor-
Toledo. Este tribunal, sobre el papel, muestra un déficit permanente. Si esto dadas papales que contradecían el veredicto de sus tribunales. La famosa carta
fuera realmente cierto, ¿cómo se explica el interesante caso de un contador de Fernando a Sixto IV en mayo de 1482 ilustra la fumeza de la actitud espa-
de la Inquisición toledana, el sacerdote Juan de Castrejana, que nació en la ñola. Las vacilaciones de Roma frente a las pretensiones españolas y la po-
más ab~oluta pobreza y se las arregló para comprar. antes de su muerte. lítica contradictoria seguida por los sucesivos papas permitieron que, al final,
ocurrida en 1681, tierras en su pueblo natal, para patrocinar una capilla y un los inquisidores pudieran hacer las cosas a su manera. En fecha tan temprana
hospital, para prestar dinero al ayumamiento de su pueblo, hacer inversiones como el2 de agosto de 1483, Sixto IV concedió a los conversos una bula que
en Madrid, montar una manufactura de hilaturas de seda y prestar dinero a revocaba todos los ca~os de apelación, que debían ser presentados ante Roma,
los mercaderes de seda de la capital? ' 3 pero sólo once día<; más tarde el papa suspendió el edicto, alegando que había
A fma1es del siglo xvu encontramos señales económicas positivas a pe- sido engañado. Cuando su sucesor, Inocencia VIII trató de seguir la misma
sar de un declive en el personal: los tan a menudo criticados familiares han política, dictando breves papales a los que apelaban de~de España, Fernando
desaparecido casi del todo; en 1748, su número se ha reducido a la quinta salió al paso y el 15 de diciembre de 1484 promulgó una pragmática en la
parte de lo~ permitidos; en Galicia y en Aragón, en el98 por lOO de los pue- que amenazaba con la muerte y la confiscación de los bienes al que hiciera
blos no hay ninguno.' 4 Los casos de herejía también habían disminuido. El uso de las cartas papales sin autorización rcal. 7" El siguiente decreto de Fer-
único aspecto en que hubo alguna mejora desde el punto de vista de la In- nando, del 31 de agosto de 1509, renovaba las penas del decreto de 1484.
quisición fue en el económico. A finales del siglo XVII y comienzos del xvm, Clemente VII en 1524 y en 1525 renovó el permiso, que se había concedido
una gran cantidad de tribunales se encontró frente a una lucrativa avalancha periódicamente (en 1483, 1486, 1502, 1507, 1518 y 1523), otorgando al in-
de confiscaciones. Esto sucedió sobre todo en Granada, Murcia y --el caso quisidor general la jurisdicción para resolver los casos de apelación en lugar
más impresionante- en Mallorca. A lo largo del siglo xvm, con la desa- del papa y de escuchar apelaciones que normalmente se hubieran dirigido a
parición caso completa de procesos, los ingresos procedentes de multas y la Santa Sede. Esto no significaba que Roma renunciara al derecho a escu-
156 LA INQ!IISlCIÓ)i E~PAÑOI.A ESTRUCTLKA Y l'OLÍl"JCA 157

char apelaciones y. cuando la~ cartas papales comenzaron a ser emitidas de dos breves por los cuales todos los frailes de España quedaban sujetos a la
nuevo, Carlos V puso en vigor otra vez en 1537 el decreto de 1509. Aunque Inquisición y sus funcionarios. Esto no duró mucho. porque en 1534 y luego
Roma envió de vuelta a España algunas apelación," la Inquisición, por lo más tarde, el papa devolvió a los franciscanos y a otras órdenes los privi-
general, estuvo má5 ocupada rechazando las pretensiones que sostenían los -t----J<:gi·os que anteriormente habían disfrutado. La pugna prosiguió de modo in-
poseedores de hreves papales. La situación se prolongó durante el siglo xvn. termitente hasta principios del siglo xvu, cuando los breves papales de 1592
Pero a la Inquisición no le preocupaban demasiado las dificultade~ con Roma: y 1606 decidieron la cuestión enteramente a favor de la Inquisición.
antes de finales del siglo xv1 encontramos al 1>ecrctario de la Suprema afir- Ya hemos vi~to que la Compañía de Je~ús, aunque había sido fundada y
mando con complacencia que la Santa Sede había abandonado la pretensión controlada por españoles, chocó con los recelos en la España del siglo XVI.
de alzarse con la jurisdicción última de los casos juzgados por el tribunal. Con Silíceo, arzobispo de Toledo, era hostil, y el famoso dominico Melchor Cano
Felipe V, la nueva dinastía borbónica no toleró ninguna intederencia por par- inició una vigorosa serie de campaña~ en las cuales denunció los Ejercicios
te de Roma, continuando así la tradición establecida por Felipe IT. La hostili- espirituales de Ignacio de Loyola como heréticos. Cano y Silíceo eran sólo
dad entre ambas partes se agravó con Felipe V debido a la situación interna- parte de una campaña más amplia para desacreditar la orden de los jesui-
cional y por el apoyo que prestaba el papa al archiduque Carlos de Habsburgo, t.as.79 Una de las libertades puestas en tela de juicio por la Inquisición era el
pretendiente al trono de España. En 1705, los decreto~ papales fueron pro- privilegio del que gozaban los jesuitas de no tener que denunciar a los here-
hibidos en España, así como las apelaciones a Roma. Esta afirmación del jes a nadie más que a su propio superior en la orden. Cuando en 1585 se
«regali~mo>} fue apoyada por todos los obispos y por el fiscal general del es- supo que lo:; padre~ de un colegio jesuita de Monterrey, en Galicia, habían
tado. Melchor de Macanaz, en un famoso memorándum de 1713. Con la estado ocultando a algunos de Jos herejes que había entre ellos en lugar de
llegada de los Barbones y la extensión de su poder a la zona del mediterráneo denuncüu·los al Santo Oficio, éste actuó inmediatamenle deteniendo al pro-
occidental, tanto en E~paña como en Italia, el papado. cuyo poder estaba en vincial de Castilla y a dos padres de Monterrey. La Inquisición no logró ca~­
declive, no encontró la oportunidad de afirmar sus viejas pretensiones juris- tigar a las víctimas, ya que el caso fue llevado a Roma en 1587; pero el pleito
diccionale~. sirvió para reafirmar su victoria sobre las órdenes religiosas.
Antes de la organización de la Inqui~ición papal en el siglo XITT, los obis- Sólo una clase de personas, los obispos, permanecieron al margen de la
pos ejercían la principal jurisdicción ~obre los herejes. Este poder episcopal jurisdicción inquisitoriaL Los obispos sólo podían ser juzgados por Roma, re-
no tuvo conúnuación en la Inquisición española, la cual reclamó y mantuvo gla que fue mantenida por la Inquisición medieval. En España, desde luego.
autoridad exclusiva sobre todos Jos casm de herejía. Lo~ obispos aún con- esto tenía su importancia, porque una buena parte de sus obispos había sido
servaron en teoría sus derechos de jurisdicción; pero en la práctica pocas ve- de sangre conversa. Entre los primeros que fueron seleccionados para el ata-
ces o nunca la reclamaron de hecho. En enero de 1584, la Suprema informó que por la Inquisición figuraba el obispo Juan Arias Dávi!a, de Segovia, que
al obispo de Tortosa que los papas habían dado a la Inquisición jurisdicción tomó posesión de su sede en 1461 y que se había negado a permitir !a intro-
exclusiva sobre la herejía y habían prohibido la competencia de otros; pero ducción del Santo Oficio en su diócesis. Al ser acu~ado por el tribunal fue
esta pretensión era evidentemente fa15a dado que en 1595 el papa Clemen- llamado a Roma, en 1490. a ws ochenta años.io Aún más distinguido era
te VIJI había informado al arzobi~po de Granada que la autoridad de los Pedro de Aranda, obispo de Calahorra y en 1482 presidente del Consejo de
inquisidore~ en casos de herejía no excluía la jurisdicción episcopal." Esta5 Castilla. Fue llamado a Roma en 1493 y murió allí en de~gracia en 1500.
pretensiones opuestas condujeron con frecuencia a graves conJlictos entre Uno de los más eminentes obispos que sufrió patente injusticia fue Hernan-
obispos y tribunales que jamás fueron resueltas de modo saúsfactorio. do de Talavera, a cuyo caso ya nos hemos referido. Pero el ejemplo más fa-
La mayoría de las órdene~ religiosas estaban. por su constitución, sujetas moso de conflicto entre la autoridad inquisitorial y la episcopal, caso en el
de modo inmediato al papado y. por lo tanto, se hallaban generalmente exen- que también estuvieron involucrados los privilegios reales y papales, fue el de
tas de la jurisdicción episcopal. Pero como los podere~ de la Inquisición se Bartolomé de Carranza, arzobispo de Toledo.
derivaban del papado, el tribunal hizo toda clase de esfuerzos para someter a
los frailes bajo su control en materias de fe. En esta cuestión entraba algo de Bartolomé de Cananza y Miranda nació en 1503 en Navarra, de padres
rivalidad política. ya que los primeros inquisidores, incluyendo a Torquema- pobres aunque hida\gos.i' A la edad de 12 años entró en la Universidad de
da, fueron de ordinario dominicos y la orden dominica había ganado para sí Alcalá y a los 17 ingresó en la orden dominica. Fue enviado a estudiar a Va-
una posición especial no sólo en la Inquisición medieval, sino también en la lladolid, donde sus dotes intelectuales le hicieron ganar pronto una cátedra
española. La hostilidad reinante entre dominicos y franciscanos hizo que de teología. Recién cumplidos los treinta años fue a Roma para obtener el
estos últimos obtuvieran bulas de Roma para proteger sus privilegios. Bajo doctorado en esta materia, y regresó a España ya famoso. Durante un tiem-
Carlos V la oposición se desmoronó. En 1525, el emperador obtuvo del papa po fue censor de la Inquisición. pero recha;ró todas las ofertas para ser pro-
158 LA INQUISICIÓK ESPA:'JOT .A ESTRllCTURA Y POLíTICA 159

movido, como hizo con otros ofrecimientos como la rica sede de Cuzco en posiciones de influencia y habrían de desempeñar un papel clave en la de-
las Indias, al puesto de confesor real en 1548 y al obispado de Canarias tención Y encarcelamiento final del arzobispo.
en 1550. Fue enviado por dos veces, en 1545 y 1551, para que asistiera a las Lo que causó la perdición de Carranza fue la crisis protestante en Espa-
sesiones del Concilio de Trento como representante de España. Volvió a Es- -1---lla, que ocurrió precisamente en el tiempo de su elevación a la sede de Tole-
paña en 1553 y al año siguiente acompañó al joven príncipe Felipe a Ingla- do. En los interrogatorios de Carlos de Seso y Pedro Cazalla se obtuvieron
terra. adonde viajó para casarse con María Tudor. Allí, el ardiente Carranza detallada.s denuncias del arzobispo. Dijeron que él les había dicho que creía
se distinguió por su celo en aplaslar herejes y purificó las universidades de en las mtsmas cosas que ellos, y que en otra ocasión declaró: «Para mí ten-
Oxford y Cambridge, ganándose el título de The Black Friar (El Fraile Ne- go que no hay purgatorio». Se decía que predicando en Londres había em-
gro). En mayo de 1557 moría el arzobispo de Toledo, Silíceo. Felipe decidió pleado terminología luterana. El inquisidor general tomó nota cuidadosa de
inmediatamente dar el puesto a Carranza, quien se negó a aceptar tal honor, todos estos testimonios. Sin embargo. el Santo Oficio no podía actuar toda-
como había rechazado los otros. El rey se mostró inflexible y finalmente vía contra Carranza, que como obispo sólo podía responder ante Roma. Valdés
Carranza dijo que aceptaría sólo si se le ordenaba. De este modo, se convir- hizo urgentes solicitaciones en Roma y en enero de 1559 el papa Paulo IV
tió en el usufructuario de la sede más importante del mundo católico después envi.ó cartas dando poderes a la Inquisición para actuar contra los obispos por
de Roma. Para los círculos eclesiásticos de España, Carranza era un parve- un ttempo límite de dos años, aunque tanto el caso como el preso habrían de
nu. Su derecho a la diócesis de Toledo era menor que los de otros prelados ser llevados a Roma. Valdés recibió el breve el 8 de abril de 1559. El 6 de
distinguidos de España, especialmente el inquisidor general Valdés. Al igual mayo el fis~al de la In.quisición redactó la orden de arresto de Carranza «por
que Silíceo, era un hombre de orígenes humildes metido de pronto en un me- haber predtcado, escnto y dogmatizado muchas herejía~ de Lutero». Tras
dio rígidamente aristocrático. Había sido elegido para ocupar la sede estando muchas presiones, Felipe 11 dio su sanción el 26 de junio. El 6 de agosto,
en el extranjero, sin que Felipe se hubiera molestado en consultar a sus con- Carranza, que esperaba recibir el golpe en cualquier momento, fue requerido
sejeros españoles. Intelectualmente, estaba muy por debajo de su hermano para que se presentara en Valladolid ante el gobierno.
dominico Melchor Cano, brillante teólogo que siempre había sido el más en- Temiendo el significado de esta citación, Carranza se pmo en camino.
conado rival de Carranza en la orden. El nuevo arzobispo tenía evidente- aunque viajando lo más despacio posible. El 16 de agosto le salió al en-
mente enemigos. Sólo les faltaba el arma para el ataque. Y ésta se la dio el cuen~r? .u_n colega dominico y amigo de Alcalá, quien le advirtió de que la
propio Carranza con sus Comentarios sobre el catecismo cristiano, publica- Inqmstc~on lo estaba buscandü para detenerle. Conmovido por esta noticia,
do en 1558, en Amberes. el arzob1spo continuó su viaje hasta que cuatro días después llegó sano y ~al­
Los Comentarios eran considerados completamente ortodoxos en doctri- vo a Torrelaguna, pueblo al norte de Madrid, donde se encontró con su amigo
na. El Concilio de Trento examinó y aprobó la obra, y otros numerosos y fray Pedro de Soto, que había venido desde Valladolid para advertirle. Pero
distinguidos teólogos de España estuvieron de acuerdo con esta decisión. ya era demasiado tarde. Carranza ignoraba que cuatro días antes de su llega-
Pero, al parecer. Carranza era un teólogo poco cuidadoso. Críticos hostiles, da, los funcionarios de la Inquisición habían establecido »u residencia en
especialmente Cano, cayeron sobre algunas frases de su obra, que fueron de- Torrelaguna y le estaban esperando. Carrann llegó al pueblo el domingo 20 de
nunciadas como heréticas. El arzobispo de Granada calificó los Comentarios agosto: A primeras horas de la mañana del martes 22 de agosto, el inquisi-
de obra <<segura, verdadera, pía y católica»; el obispo de Almería dijo que dor Dtego Ramírez y Rodrigo Castro (un miembro de la Suprema), junto
el libro «no contenía herejía ninguna sino mucha e muy buena doctrina». No con unos diez familiares armados, se abrieron paso hasta el dormitorio de
obstante, Melchor Cano aseguraba que la obra «contiene muchas proposi- Carranza y demandaron: «¡Abrid al Santo Oficio!,>. Se permitió la entrada a
ciones escandalosas, temerarias, malsonantes; otras que saben a herejías, otras los intrusos, y un funcionari-o se dirigió al arzobispo diciéndole: «Señor
que son erróneas, y aun tales hay dellas que son heréticas, en el senlido que Ilmo., yo soy mandado: sea preso Vs. Rma. por el Santo Oficio». Carranza
hazem'. Guiada por Valdés, la Inquisición aceptó la opinión de Cano. No hay contestó tranquilamente: <<¿Vos tenéis mandamiento bastante para eso?>,. El
que maravillarse de que Pío V exclamara: «¡Los teólogos de España se han funcionario leyó entonces la orden firmada por la Suprema.
empeñado en hacerle hereje aunque no lo sea!>'. Si de verdad Carranza no Carranza protestó: «¿Y no saben esos señores que no pueden ser mis jue-
había incurrido en herejías, ¿por qué era mirado con sospecha por sus ene- ces, estando yo por mi dignidad y consagración sujeto inmediatamente al
migos? La enemistad personal influyó mucho, pues tanto Valdés como Cano P~pa .. Y no a otro ninguno?». Este fue el momento para exhibir la carta del
detestaban a Carranza. Otros enemigos mortales eran Pedro de Castro, obispo tnunto. Ramírez declaró: «Para eso se dará a Vs. Rma. entera satisfacción»,
de Cuenca, quien había alimentado esperanzas de ocupar la sede de Toledo, y le mo.st~ó el breve papal. Aquel día el arzobispo fue mantenido bajo arres-
y su hermano Rodrigo. Ambos, hijos del conde de Lemos, eran aristócratas to domtctliario y al anochecer se impmo el toque de queda en el pueblo.
resentidos porque un hombre de humilde nacimiento hubiera ascendido a Nadie podía salir a la calle despué5 de las nueve de la noche, ni se permitía
160 LA 1:\QU!,',ICIÓN FSPANOLA CSTRL"CTl.IRA Y POLÍ"J JCA 161

a 1<; gente mirar por las ventanas. En el silencio y la oscuridad de la media- ·,', compromi!>o, hecho sin duda para aplacar a España. Los Comentarios fueron
noche los inqui~idorcs y su presa desaparecieron de Torrclaguna. En la ma- condenados y prohibidos, y Carranza fue obligado a abjurar una lista de
drugada del 28 de agosto Carranza fue escoltado hasta Valladolid, y se le «errores>>. tras lo cual se le dijo que podía retirarse a un monasterio en Or-
asignaron como prisión do~ habitaciones en una ca,<,a particular."- Allí per- -1----"""'· Mientra.<; tanto, el papado administraría la rica sede de Toledo, vacan-
maneció bajo arresto domiciliario durante más de siete años. te. La sentencia sati~fizo a Felipe y a la Inquisición, cuya autoridad habría
Mientras duró su confinamiento no se le permitió recibir los sacramen- sufrido en caso de absolución. Satisfizo a Roma, que había vindicado su ex-
tos. En términos humanos, la trágica historia del arzobispo no había hecho clusiva autoridad sobre los obispos y, en cierto "entido, satisfizo a Carranza,
más que empezar; pero políticamente había llegado a su término. A partir de quien no había sido acusado de ninguna herejía, a pesar de la prohibición de
ahora Carranza dejó de importar como ser humano y se convirtió en una sus Comentarios, que habían de seguir figurando en toda!> las ediciones del
mera ficha en la pugna de jurisdicción entre Roma y la Inquisición. Dejó de índice español, excepto en la última de 1790. La justicia había sido sustitui-
contar en una controversia donde los factores verdaderos eran las ambiciones da por el compromiso político. Todo había sido tenido en cuenta, excepto el
de ciertos individuos y las pretensiones de los tribunales ecle~iásticos. Mara- frágil anciano, quien, dieciocho días después de que le leyeran el veredicto
ñón observa que en esta atmósfera de villanía hubo al menos un hombre papal, contrajo una enfermedad de la que falleció a las 3 de la madrugada del
justo. el doctor Martín de Azpilcucta, conocido como el doctor navarro, 2 de mayo de 1576.
quien aceptó el encargo de Felipe 11 de marchar a Roma y proteger allí los
intereses del arzobispo en su proceso. Desde el principio, el tribunal estuvo tan estrechamente asociado con la
Durante las largas negociaciones entre Roma y las autoridades españolas. corona y fue tan dependiente de ella, que historiadores posteriores llegaron a
el papado se preocupó por reclamar sus derechos sobre Carranza y, por lo considerarlo más un tribunal secular que eclesiástico. E.<;te argumento fue adop-
tanto, por vindicar su derecho a ser el único en controlar los obispos. Felipe 11 tado especialmente por lo" apologistas católico!> que esperaban librar así a la
veía las pretensiones papales como una interferencia en los asuntos interno~ Iglesia de un capítulo embarazoso de su hiswria eclesiástica. A primera vista
españoles y se negó a permitir a la Inquisición que entregara su prisionero. hay una buena hase para este argumento: la Suprema era un consejo de esta-
El papa Pío lV envió en 1565 a Madrid una delegación especial para nego- do, no de la Iglesia y la corona tenía poderes absolutos para nombrar y desti-
ciar. Enlre los miembros de la delegación había tres prelado~ que más tarde tuir a los inquisidores, poderes que Fernando el Católico empleó siempre que
habrían de convÚtirse en papas con los nombres de Gregario XIII. Urba- lo creyó necesario; en cuestiones administrativas, aunque se dejara en la prác-
no VII y Sixto V. Estos distinguidos clérigos fracasaron en su misión. y uno tica las decisione~ a los inquisidores. se mantenía al rey cuidadosamente
de ellos escribió a Roma: informado. Una carta de Fernando a Torquemada, fechada el 22 de julio de
1486, nos muestra incluso al rey re~tableciendo normas detalladas que alcan-
Nadie <;e atreve a hablar a favor de Carranza por miedo a la lnqui~ición. zaban también a aspectos menores tale" como !m salarios de los porteros de
Ningún c~pañol se atrevcria a absolver al arzobispo, por muy inocente que le la Inquisición; cualquier otro asunto, dice Torqucmada, «velo por ti mismo y
creyera, pues e~to equivaldria a oponerse a la Inquisición. La autoridad de ésta haz lo que creas mejon>. 84 Del control real sobre la Inquisición nos da una idea
no podría con~cntir 4ue se declare haber preso injustamente a Carranza. Los el hecho de que en los primero" años del siglo xv1 las Cortes dirigieron sus
más ardiente~ defensores de la justicia opinan aquí que vale más condenar a un quejas y peticiones de reforma de la Inquisición a la corona. Y lo más im-
inocente <¡ue no el que sufra mengua alguna la lnquisi\.:ión.~' portante de todo, el tribunal dependía económicamente de la corona.
A pesar de todo, como ya se ha visto, la Inquisición era también un tri-
Con la ascensión de Pío V al trono papal en 1566, pareció estar a la vista bunal eclesiástico. El papado reconoció la existencia jurídica de la Inqui-
la solución. Carranza logró sacar de contrabando de su celda un mensaje para sición, pero. al parecer, no la del Consejo de la Suprema, que era una insti-
Roma, en la forma de un papel en donde con su letra estaban escritas las pa- tución cstatal.R' Se ha gastado mucha tinta tratando de definir la verdadera
labras: «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre las aguaS>> (Mateo XIV, 28). naturaleza de la autoridad inquisüorial. La verdad es que la propia Inquisición
Eso era exactamente lo que Pío pensaba hacer. En julio de 1566 ordenó a las afirmó siempre que poseía jurisdicción en ambos ámbilos. Los problemas
autoridades españolas que le enviaran a Carranza y toda la documentación surgían invariablemente a la hora de establecer los límites exactos entre los
correspondiente a Roma, bajo pena de excomunión. El anciano arzobispo llegó dos tipos de poder. A pesar de que el asunto de la jurisdicción ~obre los fami-
a Roma, y fue trasladado a un honorable confinamiento en el castillo de Sant' liares, por ejemplo, se había resuelto repetidas veces con base en las concor-
Angelo. Este segundo encarcelamiento duró nueve años. Pío V falleció dias, continuó siendo fuente continua de disensión entre los tribunales civiles
en 1572 sin haber tomado una decisión sobre el caso. Su sucesor, Grego- y la Inquisición. Todavía en el siglo XVII, un funcionario de la Inquisición
rio XIII, dictó finalmente sentencia en abril de 1576. El veredicto era un discutía «Sobre si la jurisdicción que el Sancto Ollcio cxerce en sus o11ciales
162 LA JNQ!JISIC!Ól•' ES!'A:\JOI.A ESTRUCTURA Y POLITICA 163

y familiares seglares en pontificia o Real», llegando arbitrariamente a la con- de la Inquisición] contra los fueros y leyes del dicho rcyno de Aragón, pues
clusión de que «esta jurisdicción es poníilicüt,>. 06 En otras palabras, los tribu- el Santo Oficio no está astricta a los dichos fueros en quanto 110 mn conffor-
nales secul<rres no debían juzgar a los familiares. Por otra parte, la Inquisición me a derechrm.~ 9 En la práctica, los inquisidores tenían mucho cuidado de no
misma reclamaba el derecho de juzgar seglares por delitos no eclesiástico.<. y -1----.t>bre¡msar los límites de la prudencia. aunque nada podía borrar de lamen-
por insultos a sus funcionarios. Por lo tanto, al mismo tiempo que la Inqui- te de los aragoneses el sentimiento de que la Inquisición era una institución
sición reclamaba su independencia de la autoridad secular. también reivindi- extraña a ellos.
caba el derecho de ejercer la autoridad secular. Asimismo, afirmaba tener En las áreas de habla catalana, la cuestión de la lengua era crucial. En
precedencia tanto sobre la Iglesia como sobre el estado. Esta era una de las Cataluña, aunque el catalán se utilizó normalmente en los juicios de las pri-
causas más frecuentes de conflicto. Los inquisidores argumentaban LJUe, meras décadas, después de 1560 ~e emitió una ley que dictaba que «en toda
puesto que representaban al papa y al rey, tenían precedencia sobre wdas las la Inquisición se ha de guardar una rrúsma forma y orden de proceder, y en
demás autoridades, incluidos los obispos y los virreyes. Como resultado, con los negocios de la fe todo se procede en lengua castellana».'!() Esta orden se
mucha frecuencia las autoridades municipales y eclesiásticas se negaban a aplicó también en Valencia. El cambio, como veremos más adelante, perju-
asistir a los autos de fe (la Chancillería de Valladolid rehusó asistir al gran dicaba la fiabilidad de los testimonios en los procesos. En 1600 los diputats
auto de fe de 1559 por esta raL:ón), y en Barcelona los consellers, como de Cataluña observaron que desde que «después de que han gobernado la
norma, nunca asistían a estos autos. Inquisición extranjeros a la tierra, se ha suscitado muchas ocasiones de
El problema sobre la jurisdicción surgía debido a la naturaleza dual, pe- agravioS>>.~'
culiar, del poder inquisitoriaL Para confirmar la autoridad exclusiva que de- En Valencia y Aragón, los conflictos con la Inquisición se centraron en
seaba mantener sobre sus propios funcionarios, el tribunal siempre se refugió Jos familiares y los moriscos. En ambas cuestiones, la nobleLa se opuso a la
en las bulas papales que le habían sido concedidas: aducía que ni la corona jurisdicción inquisitorial. En Aragón, las Cortes de Monzón de 1564 se que-
ni los juzgados eclesiásticos podían oponerse a esos privilegios. Cuando los jaron de que
detractores afirmaban entonces que este hecho hacía de la Inquisición un tri-
bunal exclusivamente papal y eclesiástico, los inquisidores rápidamente !m dichos Inquisidore~ publican edictos inditlerentemente en todo aquello que
respondían diciendo que, por el contrario, el S amo Oficio era también un tri- les paresce y contra toda~ y cualesquiera personas, sin ~eren las cosas propias
bunal secular, que ejercía un poder que la corona le había delegado. Y efectiva- de su jurisdicción. contra lodo derecho y leyes dcstc Rcyno. De pocos anos a
mente la corona apoyó siempre esta pretensión. En 18 de agosto de !50 1, el e~ta parte han introduzido de prender muchas personas que ni han sido ni son
rey Fernando promulgó un decreto prohibitorio para uno de sus corregidores, hereges, a unos porque riñeron con criados de familiares, a otros por deudas y
que decía: «no saqueis apumamiento diciendo que la Inquisición es otra juris- causas livianas.~'
dicción, por que es lada nuestra». Y el 9 de diciembre de 1503, en Ocaña, la
reina Isabel confirmó la doble jurisdicción del Santo Oficio, diciendo «que Hacia 1566 los diputados de Aragón reclamaban que dos inquisidores no pue-
la una jurisdicción ayude y favoresca a la otra, para que la justicia se haga dan hazer edicto sin intervención parescer del Ordinario>>. En 1591, durante los
como conviene al servicio de Dios».'7 Armados con tales poderes, los inqui- disturbios originados a causa del asunto de Antonio Pércz. los rebeldes pedían
sidores estaban, claro está, en total libertad para arrestar a los funcionarios que no hubiera «<nquisición en Aragón, y que si la hubiere, no han de ser cas-
reales en nombre de la autoridad real, aun cuando los tribunales de la corona tellanos los inquisidores y sus ministros>>.
estuvieran en contra. En el siglo XVl, por ejemplo, arrestaron al corregidor de Cataluña fue, de forma notoria, el que de todos los reinos mostró una ma-
Murcia por faltas de respeto, a los diputats de Perpiñán por insultos, al vica- yor hostilidad hacia la Inquisición. En 1566Jos diputats de Perpiñán detuvieron
rio general de Zaragoza por detener a un comisario, e hicieron que lodo el y encarcelaron a los funcionarios de la Inquisición después de una discusión:
concejo de la ciudad de Tarragona, junto con el deán y el cabildo de la cate- el diputar mossén Caldes de Santa Fe pa<;eÓ a Jos detenidos por toda la ciudad,
dral, asistieran a una misa como penitemes, con velas en la mano, para casti- y según se quejó más tarde la Inquisición, <<con trompetas y haziendo después
garles por no haberles permitido entrar en la ciudad cuando los inquisidores saraos y banquetes, como si en ello huvicrcn ganado algún triumpho o hecho
huían de la peste de Barcelona. ~R alguna cosa heroyca''· El conflicto se extendió a Barcelona en 1568, cuando
los catalanes rehusaron aceptar la concordia de aquel año. El virrey informó
Los conflictos entre la Inquisición y las autoridades seculares fueron es- en 1569 que <<todos están determinados a perder vida, hijos y haziendas" an-
pecialmente graves en los reinos con fueros en la Corona de Aragón. La in- tes que ceder ante la Inquisición. 91 Continuamente, el Consejo de Aragón en
dudable hostilidad que la Inquisición mantenía contra los fueros se explica Madrid acusaba directamente a la Inquisición de nuevos conflictos. «Dichos
claramente en un documento de 1565: <<NO obsta dezir que sean [las acciones inquisidores -afirmaron los miembros del Consejo en 1587- son los que de
164 L\ INQUISICIÓN E:'>PANOLA ESTRL('T!IRA Y POI.ÍTIC." 165

ordinario dan la occasión a que dichas contenciones se muevan».~" La persis- humillada por la lnquí5ición en una disputa en 1623 y en 1682 se vio invo-
tente oposición de los catalanes a las pretensiones de la Inquisición nunca tuvo lucrada en otro caso. típicamente menor. sobre un secretario de la Inquisición
éxito en teoría; por otro lado, aunque los inquisidores lograron algunas peque- que había ordenado la detención de un vecino ruidoso. Esta vez el avunta-
ñas victorias, nunca pudieron ganar la guerra."' En Cataluña, la (nquisición fue miento. el arzobispo y la Chancillería se aliaron contra el Santo Oficio ~on tal
siempre una institución despreciada, sin que consiguiera nunca algo más que efectividad que la corona ordenó el destieno de los inquisidores hasta nuevo
la aceptación pasiva de la elite y el pueblo. aviso. Por esa época. el Consejo de Castilla protestó enérgicamente contra lo~
En Castilla. los conllictos jurisdiccionales no fueron menos <;erios que en abusos cometidos por la Inquisición. La goLa final llegó en 1696, cuando
las regiones que poseían fueros propios. A lo largo del ~iglo xvu. el Conse- la Diputació de Cataluña entró en conflicto con el inquisidor de Barcelona.
jo de Castilla urgió en varias ocasiones al rey a que adoptara algún tipo de Bartolomé Sanz y Muñoz, protestando de que «todos estos desórdenes que
acción, sobre todo en las actas de 1620, 1622 y 1631. En 1639, se acusó a se experimentan en este tribunal en parte resultan de ser de ordinario los in-
los inquisidore<; de «disfrutar del privilegio de afligir el alma con censuras, quisidores extranjeros, que se hallan sin conocimiento del genio de los
la vida con la adversidad y el honor con el escándalO>>.~<\ Es significativo que naturales>>.' 0 ' Sanz fue deportado de Cataluña por orden real. Corno resulta-
la mayor parte de estas protestas tuvieran lugar en los años críticos de la do inmediato de ello. el gobierno de Madrid estableció una junta especial
centuria, cuando se cuestionaron los estatus de limpie.t:a de sangre y otros as- formada por dos miembros de cada uno de los seis consejo5 principales. El
pectos de la política inquisitorial. La oposición a la Inquisición en Castilla 12 de mayo de 1696 este organismo promulgó un informe incriminatorio
estaba encabezada por lo general por representantes de la autoridad real; esto sobre los abusos de jurisdicción cometidos por el tribunal:
es, por los tribunales de más alto rango. los corregidores y los consejeros de
estado de Madrid. Los ministros también hicieron críticas continuas al tri- No ay va~sallo, por más independiente de su potesta•L que nu !u tmten
bunal. Durante los disturbios ocurridos en 1591 en Zaragoza (de los que se como a súbdiLo inmediatü, subordinándole a sus mandatos, censuras. multas,
cán:ek~. y lo que es más la nota de estas execuciones. No ay ofensa ca~ualni
hablará más adelante), sus propios consejeros en Madrid advirtieron a Feli-
leve descomedimiento contra ~m domé~ticos que no le venguen y castigguen
pe Il de que <<importa mucho no meter este tribunal en cosas que sean fuera como crimen de religión . No les basta eximir las personas y las haciendas
de las que propiamente le tocan»."' La oposición, casi unánime, a los servi- de los ~us empleado~ de todas la~ carga~ y contribuciones pública~ por más pri-
dores de la Inquisición durante aquellos sucesos es confirmada por un vilegiado~ que ~can. pero aun en las ca~as de sus havitadore~ quieren que gocen
memorándum escrito en 1599 por el que sería primer ministro con el nuevo la inmunidad de no poderse extrañar Uc ella~ ningunos reos ... En d estilo de
rey, el duque de Lerma. «Conviene mirar de que la Inqui:;.ición no ponga la sus despacho~ usan y afectan modos con que deprimir la e~timación de lm jue-
mano en cosas que no ~ean propias de su officio. pues se vee el daño que cc~ reales ordinarios y aun la autoridad de los magistrados superiores."!-'
causó haverla puesto la de Zarago9a en Antonio Pérez.>> "~ El comandante
de Felipe en Zaragoza. Vargas, insistió igualmente en que «para conservar la Proseguía demostrando que los precedentes favorecúm la completa auto-
autoridad de la Inquisición no se metan los de ella en más de las cosas que ridad real ~obre la Inquisición en todas las cuestiones no relativas a la fe. Aun-
precisamente les tocasen». 99 Lo cual parece confirmar que el tribunal era vi~to que el informe no tuvo ninguna repercusión, la actitud de Felipe V durante el
más como un obst<ículo que como un instrumento favorable al poder real. reinado siguiente dejó claro que deseaba que la corona manLuviera un control
Las pocas ocasiones en que la corona hizo uso de los funcionarios inquisi- más estrecho ~obre la Inqui<;ición, de modo que el «regalismo» se convirtió en
toriales, con el fin de controlar el contrabando en las fronteras o la circula- la política oficial del estado en lo que concernía a la Inquisición.
ción de moneda falsa, fueron poco importantes y esporádicas. Alguna vez la
corona intervenía en los procesos, pero lo hacía con discreción. A este res- ¿Puede deducirse de su participación en asunto5 políticos que la Inquisi-
pecto hay un casi ilustrativo. el de Felipe de Bardaxi, un noble aragonés con- ción e5tuvo al servicio de los intereses del absolutismo monárquico? 104 La
denado in absentia por bla~femar por el tribunal de Zaragoza en 1563, que cuestión es compleja y resulta enmarañada.
optó por quedarse en Francia, donde estaba seguro, lejos de las manos de Debido a que la Inquisición jugó un papel político, inevitablemente se vio
los inquisidores. Allí actuó como agente del rey en las negociaciones con los involucrada en multitud de .asuntos políticos. Su autoridad se extendía. de
nobles católico~. Posteriormente, Felipe hizo valer su poder sobre la Inqui- modo muy conveniente, sobre todos lo~ reinos e~pañoles y la corona hizo uso
sición aragonesa para que se suspendiera el veredicto por el que se confis- de buena gana de este poder cuando fracasaban los demás métodos de coer-
caban sus propiedades. ~11 1
ción. Pero resulta muy difícil demo<;trar que el poder real salió fortalecido
Las incesantes fricciones entre la Inquisición y los rcstanrcs tribunales por ello. Ciertamente, Fernando el Católico utilizó a la Inqui~ición como ins-
castellanos alcanzaron su punto culminante a finales del siglo XVTJ. 1111 La trumento político: casi detrás de cada uno de sus movimientos respecto a la
Chancillería de Granada, uno de los tribunales superiores del reino, había sido Inquisición puede encontrarse una motivación política. 11' 1 Por ejemplo. en 1507.
166 LA I"'QlJISIC!ÚN ESPAÑOLA ESTRUCTURA Y POJ .ÍTTC A 167

Fernando estaba tratando de detener a César Borgia, el famoso hijo del papa tal cosa. Más aún, el dicho no tiene sentido. No hay ninguna base para que
Alejandro VI, en tierras de Navarra. Al fracasar los intento_s, de asegur~Lr.s~ }a el tribunal sostuviera que había ayudado a mantener a la gente sojuzgada a
captura de su víctima por otros medim, Fernando convenc10 a la lnqutstcion la corona. Aunque los inquhidores tenían continuos enfrentamientos por
de que iniciara un proceso contra él por blast~cn;ia. ateísmo y mater.ialismo. cuestiones de jurisdicción, tanto con la Iglesia como con las autoridades ci-
Pero la muerte de César Borgia en combate pnvo tanto al Santo Oficto como viles, el conflicto político surgía por la manera en que se ejercía el poder en
al rey de Aragón de su víctima. Posteriormente, en el caso de Antonio Pérez, la Europa del Antiguo Régimen más que porque ellos adoptaran u~a actit~d
la corona hi.to un uso similar del tribunal a pesar de que los ministros (corno belicosa. A nivel municipal, tos inquisidores encontraron en las o!Jgarqmas
veremos) se mostraron firmes en que la Inquisición no debla intervenir. Nun- locales sus principales antagonistas: en el campo, el problema más importante
ca, en ninguno de estos casos, trató la corona de aumentar su autorid.~. Por fue siempre la nobleza local. En el reino de Aragón, chocaron repetidamen-
consiguicme, no se puede afirmar que el Santo Oficio estuvo al ~ervtcio del te con los señores del lugar sobre la cuesdón de los familiares y sobre los va-
«absolutismo}}, un concepto que no existió ni en la teoría ni en la práclica · salios moriscos. A mediados de la década de 1550, la Inquisición de Aragón
en la España anterior a los Borbones. La Inquisición resultó útil, en efecto, en trató de obligar a que se dcsannara a los moriscos, quienes habían hecho uso
algunos asuntos concretos, pero normalmente restringió sus actuaciones a su a menudo de la violencia contra sus funcionarios. Los nobles aragoneses de-
propia esfera y no renunció a su papel eclesiástico en favor ~e o.tro pur~­ fendieron tenazmente a los moriscos, dando lugar a incidentes graves con el
mente político. 10t> Aunque se veía de tanto en tanto envuelta en mtngas poh- inquisidor. Ambos bandos alegaban en su favor los famosos fueros. Los seño-
ticas, apenas hay indicios de que su naturaleza religiosa fuera emplea.da con res sostenían que se amenazaba la existencia de los fueros; la Inquisición, a
propósitos políticos. El destacado caso de Jerónimo de Villanueva, qlllen go- su vez, argüía que eran un obstáculo para el buen gobierno. <<Si Su Magestad
Laba de gran poder e influencia con Olivares y. que cayó poco.des~u~~ de su no les muestra los dientes --escribieron los inquisidores de Zaragoza al go-
amo, se basaba en acusaciones legítimas relac10nadas con el tlumimsmo de bierno en I560-, tendrá harto trabajo con cllos.» 112 Además, los revoltosos
las monjas del convento de San Plácido.")' trataban de aprovechar lo~ conflictos de autoridad, pasando de una jurisdic-
En el siglo XVI, los embajadores de Venecia, que tenían prejuicios Y ade- ción a otra. En Aragón, en 1581, un noble alegó que algunos de sus vasallos
más estaban mal informado~, aseguraron que Felipe Il empleaba el tribunal <<por no ser castigados de mis ministros procuran alcanLar !'amilia~ur?s): de la
para extender su poder. Los nuncios papales contaban la misma versión. «El Inquisición: por esos mismos años. otros vasallos en Aragon, segt~n ~ni?~~s
rey y sus ministros -informó el nuncio Castagna en 1567 a~er.ca de los co~­ de los inquisidores, «procuran ~er familiares por estar libres de la JUnsdJccton
flictos con Cataluña-, no pudiendo ejercer sobre ellos cast mnguna auton- del Conde de Ribagorza y sus ofidalcs».'' 1
dad sino por medio de la Inquisición, se niegan resueltamente a escucharles
y tratan de dar la mayor autoridad posible a la Inquisición.>} w~ Tales asevera- Quizá el primer gran caso en el que la corona hizo uso de la Inquisici?n
ciones. aunque recogidas y aceptadas a menudo por los estudiosos, "J\1 no se corno instrumento político fue el de Amonio Pércz. En 1571 Pérez se convir-
correspondían en absoluto con la verdad. tió en secretario de estado de Felipe JI. Dm años más ta;de moría su protec-
En algunos momentos de crisis nacional, el Santo Oficio desempeñó, efec- tor y primer ministro del rey, Ruy Gómez, príncipe de Eboli. De este modo,
tivamente, un papel, pero sólo marginal. Cuando estalló la revolución de 1640 Pérez obtuvo uno de los cargos con más poder en la monarquía, heredando
en Cataluña, por ejemplo, fue el propio inquisidor general quien sugirió que también el liderazgo de la facción cortesana encabezada anteriormente por
el tribunal actuara contra los rebeldes. Los catalanes, por su pmte, expul- Ruy Gómez. Un contemporáneo observó que Pérez «subió tan alto. que Su
saron a la Inquisición castellana, restableciendo en septiembre de 1643 la Majestad no hacía más que lo que Pérez le indicaba. Dondequiera qu~ fu,:ra
papal. Ésta fue suprimida cuando cayó Barcelona en 1652 y el tribunal cas- Su Majestad en su coche, Antonio Pérez iba con él. Cuando el papa, mt scnor
tellano reinstaurado en agosto de 1653. Durante la guerra de Sucesión, de don Juan de Austria, u otros señores quedan algo del rey, tenían que recurrir
1702 a 1714, cuando los antiguos reino~ de la Corona de Aragón rompieron a Antonio PéreL y, por medio de éste, lograban lo que habían solicitado a Su
con la tutela de Castilla, fue la Inquisición la que amenazó con censurar a los Maje~tad"'· Otro dijo·. «Los grandes hombres le adoraban, los ministros reco-
culpables de traición. Un edicto inquisitorial de 1706 ordenaba a los peni- nocían su superioridad. el rey le amaba)>.'" Felipe confiaba lo~ a~untos de
tentes a denunciar a los confesores que les dijeran que Felipe V no era rey estado a este joven brillante, de reconocido origen converso, cuyo éxito le per-
legítimo de España." 0 Todas estas medidas eran más bien amenazas que me- mitía vivir como un gran señor y cuyo encanto le )levó a sostener una ~ela­
didas reales. El tribunal en muy rara ocasión emprendió ninguna acción ción íntima, todavía misteriosa, con la princesa de Eboli, la bella tuerta vmda
puramente política, por lo que sería erróneo comiderarlo un instrumento del de Ruy Gómez.
estado. Se dice que Felipe 11 afirmó en una ocasión: «Doce clérigos de la Finalmente, la ambición provocó la desgracia de Pérez. Situado en el cen-
Inquisición mantienen la paz en mis reinos». 111 En realidad, el rey nunca dijo tro de la monarquía, conocía Lodos los secretos del rey y manejaba el dinero
168 LA 1:--JQU!SIC!ÓN E~Pi\ÑO!A ESTRl'C"TlJRA V POLÍT!C"A 169

que ofrecían !m, que aspiraban a conseguir un favor. Su larga mano llegaba el Cons~jo Real, y C5tuvo _enterado de los planes de huida a Aragón (y quizá
hasta Flandes. en donde, en aquello<; momentos, el hermanastro natural del le ayudo en ellos). En abnl de 1590, con ayuda de varios amigos muv influ-
rey, el famoso don Juan de Austria. actuaba a la vez como gobernador y pa- yente~. Antonio Pérez escapó de ~u pri~ión en Madrid y a caballo, ;lcanzó
cificador de la rebelión. Pérez desconfiaba de la~ consecuencias que pudiera el límite de Aragón.
tener la política seguida por don Juan y se mostraba en desacuerdo con el se- En este reino, los fueros le protegían contra el rey. Una vez que hubo
cretario de éste, Juan de Escobedo. Comenzó subrepticiamente a predi~poncr puesto el píe en Aragón, la Corona de Castilla era impotente contra éL
a Felipe en contra de aquéL A Felipe sólo le quedaba abieno un camino: recurrir a la Inquisición para
Receloso del modo en que sus planes para Flandes eran saboteados en Ma- apoderarse de Pérez. Y Quiroga, como inquisidor general, se vio obligado a
drid. don Juan envió a Escobedo a España en 1577 para hacer averiguaciones. emprender una acción que Marañón califica de «la última y más cruel perse-
Al llegar a la corte quedó bien claro para Escobcdo que Pérez había estado ac- cución contra su antiguo amigm>. A ~alvo en Aragón, Pérez fue confinado
tuando en un doble juego, Lanto con respecto a ~u señor como con re~pecto al por las autoridades aragonesas, para su propia scguddad, en la cárcel de los
rey. Y empezó a buscar prueba~ que condenasen al secretario reaL Pero Anto- Manifestados de Zaragoza. Dc5de lugar tan ventajoso inició una campaña
nio Pérez ya había logrado convencer a Felipe lf de que E~cobcdo era una para _ganar~e Ara?ón a favor de ~u causa. Mientra~ tanto, en Madrid se pro-
mala influencia en los asuntos de Flandes. Esto, en su mente, haría más fácil nunctaha sentcncm de muerte contra éL Felipe ll encontró al principio algu-
deshacerse de Escobcdo. Primero trató de envenenarle, pero falló; entonces, en nas dificultades en ~u recurso a la Inquisición. porque era nece5ario hall:u a
la noche del lunes de Pa~cua del 31 de marzo de 1578, asesinos pagados ~a­ Pércz culpable de herejía antes de presentar cargos contra éL Pero el confesor
lieron al encuentro de Escobedo mientras éste cabalgaba, rodeado de algunos del rey, el padre Chavcs, quien años antes había tenido parte en el proceso
amigos, por las estrechas y oscuras calles de Madrid, y le apuñalaron. contra Carranza. se las ingenió entonce5 para encontrar las pruebas necesa-
El rumor popular señaló inmediatamente a Antonio Pérez como instigador rias en algunos de los improperios más inocuos empleados por Pérez. De una
del asesinato, y la familia de Escobedo, ayudada por Mateo Vázquez, el rival frase en la que Pérez apostaba su palabra contra la nariz de Dios, Chaves
de Pérez en la secretaría de e~tado, pidió justicia para la víctima. Felipe se negó observó: «Esta proposición ... es 5ospechosa de la herejía badiana, que dice
a creer que Pérez era culpable, pero al mi~mo tiempo inició una investigación. que Dios es corpóreo y tiene miembro~ humanos». Se suponía que la~ inten-
Pasó más de un año antes de que ~e tomaran las primeras medidas. Entonces, ciones de Pérez eran escapar de la prisión y huir al extranjero, lo cual, puesto
en julio de 1579, el rey ordenó la detención de la de Éboli y de Pérez. Gaspar que incluía atravesar el estado prote5tante de Béarn, fue presentado como una
de Quiroga, arzobispo de Toledo e inquisidor general, que había sido amigo de herejía, porque implicaba tener tratos con herejes. Armada con estas acma-
este último, «no vaciló en enfrentar~e a la opinión pública, mostrando de modo ciones prefahricadas, la Inquisición procedió cOntra Pérez.
ostentoso ~u complacencia por PéreL y su camarilla. Al día siguiente del en- El 24 de mayo de 1591 los inquisidores de Zaragoza lograron que Pérez
carcelamiento de Pérez y de la Éboli, cuando todo Madrid lm hacía responsa- fuera transferido de la cárcel de los Manifestados a su propia prisión de la
bles del crimen, don Gaspar fue a vi~itar a la e5posa e hijos de Antonio PéreL, Aljafería, después de convencer al Justicia de Aragón para que firmara un
ofreciéndoles dinero, así como a los hijos de la princesa>>. 115 mandamiento para el traslado. A esta" altura~, la propaganda de Pérez contra
Hasta junio de 1584 el fiscal no formuló los cargos contra Pérez. Fue el rey le había convertido en un héroe popular en Zaragoza. En cuanto se
acusado de vender cargos, de recibir sobornos y de traicionar secretos de es- conoció la noticia de la acción inquisitorial, una multitud se lanzó a las ca-
tado, dejando de lado el asunto de la muerte de Escobedo, corno ~i fuera irre- lles pidiendo ~u liberación y amenazando a la~ autoridade~. En el tumulto
levante. Las averiguaciones que siguieron supusieron que Pérez fuera conde- que siguió. el virrey de Aragón, marqués de Almenara, sufrió varias heridas,
nado a dos años de cárcel y a pagar una enorme multa. Se le siguió tratando de las que falleció quince días más tarde. Pero Pérez fue victoriosamente
de manera benigna, principalmente porque, ~egún decía Pérez, tenía en su devuelto a la cárcel del Justicia por la multitud que «fue todo el camino gri-
poder papeles de estado comprometedores para el rey. Su negativa a entre- tando: ''Libertad''. Y él iba gritando con cllos». 11 " Los motines de mayo se
garlos al gobierno llevó a éste a adoptar una actitud más severa, y en 1598 repitieron el 24 de septiembre. cuando la Inquisición una vez más reclamó
se presentaron cargos por asesinato contra él. Después de dos años de rigu- jurisdicción sobre el prisionero y trató de pasarlo a la Aljafcría. Después de
roso encarcelamiento, en febrero de 1590, se le sometió a tortura para que esto, cuando Pérez fue liberado por los rebeldes de Zaragoza, la situación
confesara por qué había mandado asesinar a E~cobedo. Su declaración, obte- política había cambiado radicalmente. La Inquisición había fracasado en sus
nida bajo tortura, es una confesión de responsabilidad por la muerte de Es- objetivo5 inmediatos y un virrey había sido asesinado por los rebeldes que
cobedo, pero no implicaba directamente al rey. Mientras tanto, el cardenal protegían a un fugitivo. Felipe recurrió a la fuerza rnilitar. En octubre de 1591.
inquisidor continuó protegiendo al secretario. Envió consejm a Antonio Pé- las tropa~ castellana~ entrarnn en Aragón, sometieron la ciudad de Zaragoz~
rez, guió la táctica de su defensa, lo mantuvo informado de lo que ocurría en y ejecutaron al Justicia y otro~ rebeldes.
170 LA IKQUISICIÓ:-J ESPA.ÑOLA

Pérez huyó a Béarn: intentó, sin éxilo, una invasión en 1592, y después
pasó al exilio en Francia e Inglaterra, manteniendo siempre una campaña
contra Felipe 11. En su ausencia, en la primavera de 1592. la Inquisición ela-
boró una lista de cargos acusándole de rebelión. herejía. blasfemia y homo-
sexualidad.11' Evidentemente, no había ni un ápice de verdad en la acusación
de herejía que la Inquisición había montado contra Pérez. En 1607 el papa
Paulo V promulgó un breve absolviendo a Pérez de estos supuestos cargos.
En 1611, el año que Pércz moría en París, el nuncio papal en esa ciudad cer-
tificó que había vivido y muerto dentro de la fe católica. 8. CÓMO ACTUABA

Se ha andado tierra donde nunca llegó inquisidor.


Los inquisiJore~ Je Cataluña, 1578'

La llegada de la Inquisición a una ciudad tenía el propósito, en principio,


de provocar temor. En su comentario al Manual de Eimeric, del siglo XIV,
Francisco Peña afirmó en 1578: «Debemos recordar que el propósito princi-
pal del juicio y la ejecución no es salvar el alma del acusado sino alcanzar
el bien público y dar temor a los otros». Por lo tanto, la actividad pública del
Santo Oficio se basaba en la premisa -común a todos lo~ sistemas discipli-
narios y de policía- de que el miedo era el más útil de Jos frenos. Cuando
los inquisidores comen7aban a actuar en un di~trito, en primer lugar pre~cnta­
ban sus credenciales a la iglesia local y a las autoridades seculares, y después
anunciaban que tal día, un domingo o día festivo, cuando todos los residentes
tenían que lli>istir a misa con sus hijos y servidumbre, leerían el edicto. Al fina-
lizar el sermón o el credo, el inquisidor o su representante sostenía un cruci-
fijo delante de la congregación y pedía a todos que levantaran ~u mano dere-
cha. se persignaran y repitieran después de él una solemne promesa de ayudar
a la Inquisición y sus ministros. Entonces el inquisidor o su representante pro-
cedía a leer el edicto.
En los primeros tiempos éste tornó la forma de un «edicto de gracia>>.
cuyo modelo estaba en los edictos de la Inquisición medieval, en los que se
recitaba una lista de herejías y se invitaba a quienes qui~ieran descargar sus
conciencias a presentarse y denunciarse a sí mismos o a otros. Si se presen-
taban dentro del «período de gracia», que ~olía ser de treinta a cuarenta días,
podían ser reconciliados con la Iglesia sin sufrir castigos serios. Esta benig-
nidad estimuló la práctica de la denuncia. En Mallorca, el primer edicto que
fue publicado provocó las autodenuncias de 337 conversos. En Sevilla, el
edicto llenó las prisiones a rebosar. Sólo la denuncia voluntaria puede expli-
car las extraordinarias cifras de Toledo: el número de penitentes solamente
de la ciudad fue de 2.400 en 1486.' Después de 1500 los edictos de gracia
habían cumplido su propósito y fueron sustituidos normalmente por «edictos
de fe>>, que no tenían un período de gracia y que en su lugar invitaban a la
denuncia de aquellos que eran culpables de los delitos que aparecían en una
CÓ~IO ACTUABA 173
172 LA J:\QLJIS!CIÓN ESPANOLA

detallada lista de ofensas. En cambio. durante el siglo xvJ, cuando los mo- la década de 1490. Un ejemplo de ello es el de Manuel RodrígucL, un con-
riscos se convirtieron en objetivo de la Inquisición. se volvieron a utilizar los verso andaluz, que fue descrito por sus vecinos en Soda, donde se encontraba
edictos de gracia, para obtener información. En 1568, un edicto de gracia en en 1490, como «amarillo e muerto de miedo>>.' 0 El miedo a ser denunciado no
Valencia hizo que 2.689 moriscos se denunciaran a sí mismos.-' En 1570, -j--·-·c<' algo peculiar al régimen inquisitorial, sino que era una característica habi-
algunos de los vasallo5 moriscos del duque de Medinaceli pidieron volun- tual en el sislema judicial español y de otros países.'' En todos los tribunales
tariamente un edicto de gracia, para poder disociarse a través de sm decla- estatales, los fiscales dependían en gran medida de informadores que. mucha~
raciones de las actitudes radicales a favor del islamismo de los refugiados veces. podían reclamar su derecho a una proporción de los bienes del acusa-
procedentes de Granada." A partir de estos datos puede concluirse que los do. Era una práctica que en alguna ocasión originó protestas en las Cortes.
edicto5 de gracia eran para los inquisidores un modo de obtener información Juan de Mariana. al que ya se ha citado antes, da cuenta de la consternación
y, para las minorías culturales. un mecanismo para regularizar su po5ición que sentían lo~ españoles cuando se encontraron con que <<les quitaban la
con el menor sufrimiento pmible. libertad de oír y hablar entre sí, por tener en las ciudades, pueblos y aldeas
En el primer período las herejía!. que ~e enumeraban eran principalmen- personas a propósito para dar aviso de lo que pasaba: co~a que alguno~ tenían
te judaicas o islámicas, pero a medida que pasó el tiempo se añadieron otras en figura de una servidumbre gravísima y a par de muerte>>. Nunca se hizo un
herejías. Así y todo, en el ~iglo XVI el edicto de fe no tenía un formato defi- uso más canalla de los informadores, bastante común en aquella época, como
nido y cada tribunal usaba el texto que mejor le convenía a !.m propósitos. en el período de histeria antisemita a finales del siglo xv, cuando se enfrentó
Hasta 1630, aproximadamente, adoptó un texto aprobado y que estaba auto- dentro del seno de una misma comunidad a individuo contra individuo sobre
rizado para ser puesto en circulación.' Era un documemo extremadamente la base accidental de la diferencia de orígenes. Pero las denuncias. las sospe-
largo e impre~ionante que proporcionaba detalles de todos los delitos imagi- chas y la hostilidad surgieron en el seno de la propia comunidad. Los senno-
nables, desde las herejías judía~ y musulmanas hasta los errores luteranos v nes y las exhortaciones pú.blicat-. estimularon la obligación moral de denunciar
de los alumbrados, pasando por supersticiones populares, ofensas morale-s tanto a uno mismo como ·a los demás. Hemos visto ya que en 1485 los rabi-
y actitudes hostiles a la Iglesia y a la Inquisición. El edicto tardaría aproxi- nos de Toledo fueron requeridos para comunicar a los judíos que debían denun-
madamente una hora en ser leído desde el púlpito. Pero e~ altamente impro- ciar a los judaizante~. Las comunidades judía y conversa fueron desgajadas
bable que la congregación atendiera su lectura con «miedo y terror», como una de la otra a causa de tales presiones. Un ejemplo particularmente llamativo
asegura un historiador." Dado que ca~i ninguna de las infracciones podían ser de cómo una sólida resistencia a las persecuciones podía de pronto llevando
normalmente halladas en una comunidad católica, es má~ verosímil que la a las personas a la traición y al terror, es la gran tragedia de los chuetas de
congregación se aburriera con la lectura o se quedara asombrada. Sin duda, Mallorca ocurrida en 1678.' 2
esta debe ser la razón por la que los inquisidores dejaron de hacer lectura Aun cuando el antisemitismo no era la fuerza motora, la atmósfera de
pública de los edictos de~pué~ de 1580.' Incluso cuando atañían a los judai- denuncia y recriminación pudo ser «a par de muerte>> para quienes cayeron
zantes. Jos edictos del siglo xvn, tal como se señala en el capítulo 13, curio- en ella. Las delaciones por hechos de poca importancia eran la regla más que
samente enumeraban prácticas que ya no tenían ni vigencia ni relevancia en la excepción. La Inquisición se convirtió en un arma adecuada para vengar-
la situación religima del momento. se de ofensas pasadas. «En Castilla ~on quemados mas de mil e quinientas
El miedo que engendró la fnquisición es innerrable. Pero el temor al tri- personas con testigos falsos>>," aseguró un campesino en la década de 1480.
bunal no era el principal motor. Los sistemas de ~justicia que imperaban en Cuando la crisis luterana estalló en Sevilla en 1560. una avalancha de gente
aquella época en Europa se basaban mayoritariamente en la colaboración de s~ presentaba cada día en el ca~ tillo de Triana, donde estaban las dependen-
la comunidad. A principios del siglo xv, en Florencia, por ejemplo, la denun- eJas de la fnquisición, para declarar sobre todo aquello que creían saber. Cono-
cia secreta y anónima por parte de la gente se convirtió en parte nonnal del cemos e~ te detalle por boca de uno de los informantes, quien posteriormen-
sistema judiciaP Y era el testimonio de la comunidad -esto es. de los veci- te admitió que había inventado algunas de las acusaciones de mala fe. 14
nos, los parientes y los enemigos- lo que los acusados más temían. Como En 1530, Aldons;a de Vargas fue delatada en las islas Canarias por haber
tendremos ocasión de ver. la enemistad y la venganza inspiraron muchas de sonreído cuando se mencionó a la Virgen María en su presencia; sólo podernos
las pruebas que ~e ofrecían a la Inquisición en los primeros años. especular sobre los motivos de la persona que le denunció. En 1635, Pedro
El miedo a los vecinos, más que a la Inquisición, constituía. ~egún esto, la Ginesta, un anciano de más de ochenta años de edad. de origen francés, fue
primera y más constante preocupación de los denunciados. Las tensiones y llev.ado ante el tribunal de Barcelona por un antiguo amigo por haber comi-
presiones en la ~ociedad tradicional provocaban un deterioro de las relaciones do madvcrtidamente un poco de tocino y cebollas en un día de abstinencia.
sociales, e hicieron más fácil la labor de la Inquisición." Tenemos amplias «El dicho preso --decía la acusación- siendo de una nación infectada por
pruebas en la huida masiva de los conversos de Andalucía y Cataluña durante la herejía [Francia], se presume que ha comido carne en días prohibidos en
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muchas otras ocasiones, a la manera de la secta de Lutero.»" Por lo tanto, ricas y se van a reinos estraños por no vivir toda su vida en temor y sobresalto
denuncias basadas en sospechas llevaban a acusaciones basadas en conje- cuándo entrará un alguacil de la lnqui~ieión por las puerta~. que mayor muerte
turas. Este era el tenor de los miles de datos con que gentes malévolas, que es el temor conlinuo que la muerte presta."
vivían en la misma comunidad que lo~ denunciados, dieron alimento a la
maquinaria de la Inquisición. Los infortunios de quienes eran de origen converso fueron, evidentemen-
Algunas delaciones, claro está, no tenían nada que ver con la herejía, te, compartidos por los moriscos. El odio de éstos hacia la Inquisición incluía
como ocurrió con Alonso de Jaén, procesado en 1530 por haber orinado en siempre una nota de temor. «Por miedo ---{'UCnta un inquisidor de Granada
los muros de una iglesia; o con Gonzálcz Ruiz, quien dijo a su contrincante en 1568, algunos moriscos que antes habían rehusado hacerlo- aprendieron
con el que jugaba a las cartas: <<Aunque Dios fuera tu compañero, no gana- en poco tiempo» la lengua castellana; «por miedo», algunas mujeres «se ves-
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rías esta partida>~. En ambos casos se trató de autoinculpaciones, ocasiona- tían a la castellana»."
das sin duda por el temor a que si uno no confesaba, ~ería denunciado: para Existía, sin embargo, la otra cara de la moneda de esta situación. En mu-
personas en semejante estado de ánimo, los edielos ofrecían una oportunidad chas comunidades cri~tianas a lo largo y ancho de España donde apenas ha-
bien recibida para descargarse del temor más bien que de la culpa. En 1581, bía discordias internas y la solidaridad era grande, el miedo a la Inquisición
dos maridos se acusaron a sí mismos de haber dicho en una conversación con era virtualmente nulo. Cataluña es un ejemplo destacado de comunidad en la
sus esposas que fornicar no era pecado. Las esposas fueron citadas y confir- que la Inquisición y sus métodos eran mirados con menosprecio. En 1560,
maron la confesión. El único motivo posible para aquel acto de los maridos los inquisidores de Barcelona ~e quejaron de que las autoridades municipa-
fue el temor de que sus esposas los denunciaran; ' 7 o simplemente sintieron les no asistían nunca a los auto~ de fe y de que en Cataluña, en su conjunto,
el impulso de confesar la falta. No e~ el caso, en cambio, de Juan Batanero, la gente «en son de tenerse por buenos cristianos traen todo>. por lenguaje
sacerdote y médico de AlcáL.ar de San Juan, de quien se dice que afirmó que que la Inquisición es aquí por de mas, que ni se haze nada ni ay que ha.t:er».
«la ~imple fornicación no es pecado. y que él tiene papeles donde e~tán los «Toda la gente de esta tierra, assi ecclesiastica como ~eglar, ha mostrado
fundamentos de su opinión y proposición, que ahora no los manifiesta por siempre poca afficion al Santo Officio.» 23 Una actitud típica fue la del párro-
temor de la Inquisición. pero que después de su muerte se publicarán>>.' 1 co de Taús (Urgell), quien afirmó en 1632, que <<no conocía a la Inquisicion ni
En resumen, el temor que despertaba la Inquisición tenía sus raíces en la la estimaba en un caracol».'·' Significativamente, la Inquisición fue incapaz
falta de armonía social. Los archivo~ inqubitoriales están repletos de casos de emprender acción alguna contra él o de imponer nunca ~u autoridad sobre
en los que vecinos denuncian a vecinos, amigos denuncian a amigos y miem- la gente de esa diócesis.
bros de la misma familia se denuncian entre 5Í. En los casos de judaizantes Había otras regiones donde predominaba una amencia similar de miedo.
detectados en Granada en la década de 1589. los inquisidores tenían buenas Como la información de la que disponían los inqui~idorcs no procedía de sus
razones para estar agradecidos a María Álvarez «que fue la que dio mucha averiguaciones. >.ino casi exclusivamente de lo que les informaba la gente
luz pam todo lo que se a descubierto así de su madre y hennanib y parientes>>.'~ común. era, en efecto, la propia gente la que dictaba las formas de justicia
Muchos de estos casos nadan de la pura malevolencia o del odio. Los testi- inqui~itorial. Los jueces podían establecer sus propias interpretaciones y pre~
gos vengativos lo tenían todo de su parte: las pruebas eran siempre rumores. juicios, pero la parte más sustancial en todo el asunto, la~ pruebas. era apor-
su identidad se mantenía secreta y las costas del proceso no iban a m cargo. tada por los testigo5. En un sentido muy literal, la Inquisición se ponía en
sino del tribunal. ' 0 marcha empujada por la gente corriente. Y si rehusaban cooperar, el tribunal
Pero hubo otros casos, más significativos y terribles, donde sólo el temor se veía impotente e incapaz de impirar temor.
a la denuncia espoleaba la confesión y la contradenuncia. El «periodo de gra-
cia» tenía una cláusula muy importante que dejó ~u marca sobre todo esto. En su primer siglo de existencia la Inquisición salió a la búsqueda de lo5
Denunciarse a ~í mismo como hereje no bastaba para beneficiarse de las con- herejes más que a esperar a que le fuesen entregados. Esto fue inevitable
diciones del edicto de grada. También era necesario denunciar a todos los mientras los tribunales fueron itinerantes, pero conlinuó siendo a~í cuando se
cómplices que participaban del mismo error o que le habían llevado a él. Se- establecieron en sedes estables. Las instrucciones de 1498 habían sentado
guramente no exageraba del todo el escritor toledano de origen converso que que dos Inquisidores vayan luego y salgan a todos los lugares donde no han
en 1538 aseguraba que ido a recebir la testiguan¡;:a de la Inquisición generab>. En 1517 tales visitas
se hacían una cada cuatro meses, y en 1581 se hacía obligatoriamente una
los predicadores no o~an predicar y, ya que predican. no osan meter en cosas cada año. El propósito era mantener la presencia de la Inquisición, aunque
sotiles, porque en la boca de dos nescios está su vida y honra y no hay nadie en la práctica, como ya hemos vlsto en el caso de Llerena, la mayor parte del
sin su alguacil en esta vida . Poco a poco -;e desnaturalizan muchas gente~ esfuerzo se dedicaba a la imposición de las multas. Las infracciones menores
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eran resueltas in situ por un solo inquisidor, pero las má~ graves requerían -,·.·~-: ­ El campo y las aldeas de Galicia nunca vieron al Santo Oticio. 2 ~ El abismo
una consulla. '2
entre lii Inquisición y la mayor parte de la España rural fue aún más grande
Las visitas eran invariablemente odiadas por !m inquisidores.'" Implica- de Jo que pudiera parecer a simple vista. Frente a la atemoriL.antc aparición de
ban el tener que viajar durante largos períodos de tiempo a través de cami- un extraño que exigía conocer sus pecados privados y sus errores públicos,
nos difíciles y a menudo a través de territorios privados cuyas aulOridades les las comunidades rurales respondían con una muralla de silencio.:'' Nos po-
eran hostiles. Tal ve7 el único consuelo era que el inquisidor, acompañado de demos preguntar si el inquisidor de Barcelona. el doctor Calda~, oo estaba
un secretario y de un alguacil, estaba llevando a cabo una verdadera obra siendo un ingenuo cuando infmmaba después de su visita en 1581 que se ha-
pastoral. El inquisidor de Lierena visitó 25 pueblm en 1553 y 22 en 1554: el llaba maravillado ante la escasez de denuncias que había.' 0 Habían pasado
primer viaje duró seis meses y el último, cuatro. En Galicia. en 1569 y 1570. diez año~ desde la última visita a la archidiócesis de Tarragona. Y, sin embar-
las visita~ duraron ocho meses, pero ya para las de los años ochenta fue po- go, después de cuatro meses de viaje y de visitar 23 pueblos (entre los que se
sible reducir la duración a tres meses. En Toledo, en 1541 y 1542. la dura- incluían algunas ciudades grande~ como Igualada, Cen·era. Tarragona y Vila-
ción del viaje fue de diez meses, pero a finales del siglo se había reducido franca). el doctor Caldas solamente obtuvo cincuenta y tres denuncias.
a cuatro. Los viajes debían hacerse durante los meses de buen tiempo y La naturaleza misma de las denuncias en estas y otra~ poblaciones ca-
evitando los de cosecha: por ello, los meses elegidos iban normalmente de talanas nos lleva a la conclusión de que los habitantes no utilizaban a la
febrero a julio. Inquisición para acusarse unos a otros. sino más bien nm indica que las
Los muchos me~es de viaje muestran que las visitas eran una parte vital comunidades rurales rechazaban tajantemente la interferencia de la Inquisi-
de la presencia inquisitorial y podían ocupar la mitad del tiempo del inquisi- ción. Cinco denuncias estaban dirigidas contra familiares; una má~ se refería
dor. Además, en los años en que se visitaba, la mayoría de los que eran pe- a un supuesto delito de bestialismo ocurrido doce años antes: otra más era
nitenciados era más probable que estuvieran en los pueblos que en el lugar contra un hombre porque «diez años antes>} había dicho que la fornicación
donde estaba fijada la residencia del tribunal, de manera que se podían cele- no era un pecado; en otra se acusaba a una mujer de haber dicho, treinta años
brar pocos juicios. Entre 1552 y 1559 el tribunal de Llerena impuso peniten- antes (la mujer ya estaba muerta), que no había cielo ni infierno. Pueblo tras
cia a un promedio de 122 personas al año durante las visitas, y logró recibir pueblo, en e~ta y en otras visitas. sólo había silencio. Es posible que los cata-
unos 300.000 maravedíes (800 ducados) anuales en concepto de multas. Para lanes fuesen diferentes. Año tras año, en la década de 1580. el tribunal de Bar-
contrastar estas ventajas hay que mencionar las desventajas, representadas celona tuvo que di~culparse ante la Suprema por el reducido número de per-
por el hecho de que las infracciones ca~ligadas eran en su mayoría menores secuciones: «El no havcr mas causas no es negligencia ni descuydo nuestro»
e insignificantes, que el dinero reunido nunca era suficiente ni siquiera para (1586). <<hase hecho de nuestra parte toda la diligencia posible en castigar
pagar los salarios, que podían suscitarse conflictos entre el inquisidor que ha- todos los delictos que a nuestra noticia lh]an venido, de manera que el no
bía visitado anteriormente y el que lo hacía en ese momento y que los casos haver más causas no es negligencia» (1588).-' Lo~ inquisidore~ informaron
1

se amontonaban durante las ausencias (en 1590 el inquisidor de Llercna en 1623 que raramente ~e leían los edictos de fe en Cataluña:
rehusó llevar a cabo una visita, aunque la Suprema le ordenaba que la hi-
ciera, a causa de los casos urgentes que tenía pendientes el tribunal). No es Son pocas las dcnunciacione~ que se hazen, y este afio casi cshívamos re-
sorprendente, pues. que a principios del siglo xvn las visitas fueran efectua- suelto~ de no publü.:ar los edictos de fee en esta ciudad, porque han passado qua-
das por unos pocos tribunales. salvo en áreas especiales tales como el reino tro afios continuos que ninguna pcr~ona ha vcnidü al tribunal a responder a lm
de Granada, donde se pemaba que había que mantener vigilada a la pobla- edictos. Y el año de 1621 ~e vi~itó el partido de Gerona y Perpiñán, y con que
ción morisca. [hlabía diez años que no se había11 visitado y ser pueblos grandes, no hubo sino
De todas formas, es evidente que las visitas fraca~aron en su intento de quatro o cinco denunciacione~ y las do~ dellas eran de bien poca importancia,
imponer el miedo a la Inquisición en los españoles. La absoluta imposibilidad y de kerse cada año lo~ edictos no se puede sacar otra cosa sino que ~e pierda
de que un inquisidor pudiera visitar vastas zonas con una cierta frecuencia el temor y respeto a la~ <.:ensuras.''
significó que, en la práctica, las visitas quedaban re~tringidas a los centros
más grandes de población, en los cuales era más fácil reunir el dinero de las En otras comunidades. el número de casos que surgían durante las visitas
multas. Si a esto agregamos la poca frecuencia de las visitas pasado el co- podían llegar a ser altos. Sin duda había regiones españolas en donde había
mien.w del siglo XVI y la sedentarización de Jos tribunales en las ciudades, ajustes de cuentas cuando los inquisidores llamaban a denunciar: la alta cifra
obtendremos la imagen de una España rural que escapa a todo contacto con de 240 denuncias en la diócesis de Burgos en 1541 es posiblemente el refle-
la Inquisición. «En esta vall -e~cribía en 1562 un corresponsal desde el jo de las tensiones que existían entre cristianos viejos y nuevos. 3' Pero en las
valle de Arán en los Pirineos catalanes- no coneguen la santa Inquisició.» 1' comunidades compactas y estables donde había pocos o ningún grupo mino-
l?H LA INQUl~lCIÓN ESPAÑOLA CÓ:\10 ACJ LAHA 179

ritario que colocar en el Jugar de la víctima. la Inquisición fue relegada por ¡naron que su cuerpo había sido enterrado de acuerdo con \m ritos judíos. La
irrelevante. En las zonas morisca~ la gente estaba ansiosa de autodcnunciar- consecuencia fue que toda la familia de Enríqucz. sm parientes e incluso sus
se en los términos establecidos por los cdict05 de gracia. pero cuando se pro- criados fueron a parar a la cárcel, y encerrados allí dos años hasta que fueron
clamaron los de fe. la solidaridad de la comunidad los hizo enmudecer. -;----absueltos por falta de pruebas.'~
Desde el punto de visla judicial. los tribunales de la Inquisición no eran ni
Aunque el Santo Oficio daba la bienvenida a las denuncias, a menudo mejores ni peores que los tdbuna!cs seculares de aquellos tiempos. Parece ser
sabía distinguir muy bien entre lo falso y lo verdadero. En 1637 vivía en que el secreto no formaba parte originalmente del marco del trabajo inquisi-
Tarragona Felipe Leonart, sastre de oficio. de origen francés. y que fue de torial, y en los documentos más antiguos aparecen juicios públicos y cárceles
modo unánime denunciado por su esposa, su hijo y su cuñada por luteranis- públicas con preferencia a las secretas. Pero a principios del siglo XV! el
mo. El tribunal se dio cuenta inmediatamente de que aquella acusación había secreto llegó a ser la regla general y fue impuesto en todos los asuntos del tri-
sido hecha por pura malevolencia y suspendió el proceso tras rechazar las acu- bunal. Incluso las varias instrucciones de la Inquisición. aunque fueron im-
saciones. l-1 Los testigos falsos no eran muy frecuentes, si es que nos tlamos de presas, se distribuyeron de modo muy restringido y no vieron la luz pública.
las cifras oficiales. En el tribunal de Toledo, hubo en apariencia sólo ocho Lógicamente, el resultado fue que la mayor parte de la gente desconocía los
casos de perjurio, detectados entre Jos 1.172 procesos que tuvieron lugar de métodos y procedimientos del tribunaL Este desconocimiento, en sus prime-
1575 a 1610Y Cualquiera con la más mínima experiencia de cómo funcionan ros tiempos, ayudó al tribunal, creando un temor reverencial en las mentes de
los tribunales debe rechazar esta~ cifras por absurdas. La proporción real de los transgresores, pero posteriormente provocó el temor y el odio basadm en
perjurio era evidentemente mucho más alta, pero imposible de cuantificar. una idea muy imaginativa de la manera de actuar del tribunal. La Inquisición,
A los propios perjuros no se les trataba con la severidad que se merecían por lo tanto, tiene buena parte de culpa de las infundadas calumnias que
teniendo en cuenta el daño que acarreaban a sus víctimas, aunque en algunos se han difundido sobre ella. El resultado natural de esta forzosa ignorancia
casos fueron quemados, recibieron azotes o se les envió a las galeras. Má~ queda bien ilustrado por los debates de las Cortes de Cádiz en 1813, cuando
difíciles de tratar eran los casos patológicos de autodenunciantes, como el de se discutió el proyecto de abolición de la Inquisición. Si los defensores del
la monja francesa Ur~ule de la Croix en un convento de Alcalá, que confesó tribunal contaban con el argumento de una unidad mística y mítica dada a
su herejía y el comer carne los viernes. Fue absuelta por esto, pero confe~ó de España por la Inquisición. sus detractores se basaban casi enteramente en las
nuevo los mismos delitos. La segunda vez fue reconciliada y se le impuso un legendarias apremione~ acerca de la estructura y funcionamiento de la ins-
castigo muy ligero. Sin embargo, como decidiera denunciarse por tercera vez titución.
en 1594, fue enviada cortésmente al poste de ejecución. 3(' Aunque el mundo exterior ~e dejara sumido en la ignorancia, interna-
En la Inquisición española los te~tigos tenían más ventajas que en cual- mente el i1ujo de información era ca~i impecable. El aparato administrativo
quier tribunal ~ecular, por la sencilla razón de que se ocultaban ms nombres. y secretaria! del tribunal se cuidó de pasar al papel hasta el asunto más
Esta ocultación provocó una amplia hostilidad, claramente expre~ada en las insignificante. Gracias a esto la Inquisición española es una de las pocas ins-
varias Cortes celebradas bajo Carlm V, particularmente en las de Valladolid tituciones de la Edad Moderna sobre cuya organización y procedimientos
de febrero de l5U~. Pero Cisncros ejerció toda su influencia para impedir puede encontrarse una enorme cantidad de documentación. Como cualquier
que se publicaran los nombres de los testigos, y la práctica continuó sin que juzgado. necesitó del papeleo para ~obrevivir: la lucha por establecer prece-
fuera modificada. La ocultación de nombres significaba a menudo que cuan- dentes y por llevar una relación escrita de lo5 privilegios forzó a los fum:io-
do se hacía una acusación contra un preso. había de hacerse en términos ge- narios a tomar nota de todo.
nerales para que el acusado no supiera por la ocasión citada, quién podría
ser el acusador. Antes de proceder a una detención, se presentaba la evidencia del caso a
Según argumentaba Cisneros, la necesidad de la ocultación estaba ju~tifi­ un número de teólogos que actuaban como calificadores, para determinar si
cada por casos en los cuales los testigm fueron a~esinadm para evitar que tes- los cargos implicaban herejía. Si los calificadores decidían que había pruebas
tificaran. Al menos eso es lo que argumentaba Cisncros. Pero, según decía un suficientes, el fiscal redactaba una orden de detención contra el acusado, que
memorial redactado por la ciudad de Granada en 1526, el sistema de 5ecreto era puesto bajo custodia. Al meno~ esas eran las reglas. Pero, en numerosos
era una invitación abierta al perjurio y al testimonio malévolo.·" Esta objeción casos. la detención precedía al examen de los calificadores. así que se dis-
no tendría validez a no ser porque todas las denuncias eran tomadas en serio pensaba toda salvaguardia contra los arrestos por equivocación. Como resul-
y, aunque un hombre fuera luego exonerado, el mal que caía sobre él por una tado, había presos en los calabozos inquisitoriales antes de que se les hubie-
ligera y secreta acusación era inmenso. Cuando, por ejemplo, el doctor Jorge ra acusado de nada. Las Cortes de Aragón protestaron en 1533 contra las
Enríquez, médico del duque de Alba, falleció en 1622, testigos secretos afir- detenciones arbitrarias o por acusaciones insignificantes. El celo de los fun-
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cionarios e inqui~idores sobrepasó a menudo toda discreción. En el tribunal en la Aljafcría. el de Sevilla en Triana (en 1627 se trasladó dentro de la ciu-
de Valladolid, en 1699, varios sospechosos (incluyendo a una niña de nueve dad), y el de Córdoba en el Alcázar. En todos e~tos edificios los calabozos
años y a un muchacho de 14) estuvieron encarcelados hasta dos años sin estaban en bastante buenas condiciones. Esto puede explicar por qué las pri-
que se hubiera hecho la menor calificación de las acusaciones que pesaban -j--c8i;1ones secretas de la Inquisición se consideraban menos duras que las prisio-
contra ellos. nes reales o los calabozos eclesiásticos ordinarios. Tenemos el caso de un
La detención iba acompañada de la inmediata confiscación de los bienes fraile de Valladolid que. en 1629, hizo alguna~ declaraciones heréticas sólo
del acusado. Se hacía un inventario de todo lo que poseía éste o su familia, para que lo Lrasladaran de la cárcel en que estaba a la m<ís benigna de la
que era retenido por los funcionarios de la Inquisición hasta que se tomara Inquisición. En otra ocasión, en 1675, un sacerdote confinado en la prisión
una decisión sobre el caso. Los inventarios hechos de este modo tienen un episcopal pretendió ser un judaizante para que lo trasladaran a la prisión in-
gran interés histórico, puesto que nos permiten examinar en sus menores de- quisitorial. En 1624, año en que hubo más encarcelados que celdas di~poni­
talles la economía doméslica de lo5 siglos XVI y xvu: todos los utensilios de bles, los inquisidores de Barcelona rehusaron enviar los prisioneros sobran-
la casa, incluyendo ollas y sartenes, cucharas, paños de cocina y hasta la ropa tes a la prisión municipal, donde «ay mas de quatrocientm presos los qualc~
vieja, eran cuidadosamente anotados en presencia de un notario. En algunos se mueren de ambre y cada día sacan dellos muertos tres o quatro>>. 1" No pue-
casos, dichos objetm eran valorados en el momento del inventario. una me- den ofrecerse mejores pruebas de la superioridad de los calabozos inqui~ito­
dida muy importante debido a la frecuente necesidad de venderlos para pa- riales que las que dio Córdoba en 1820, cuando las autoridades de prisiones
gar el mantenimiento del preso o de las personas a su cargo. Si el caso de un se quejaron del miserable e insalubre estado de la cárcel de la ciudad y pi-
preso no se oía o decidía durante años interminables, el secue~tro de sus pro- dieron al municipio que trasladara los pre5os a los calabozos de la Inqui-
piedades suponía verdaderos sufrimientos para las per5onas a su cargo. pri- sición, que eran
vados de golpe de sus medios de vida e incluso de sus hogares. Mientras el
acusado permaneciera en prisión. los gastos de su mantenimiento y las cos- ~eguros. sano~ y extensos. Tiene en el día en pie 26 calabom~; habitaciones
tas judiciale~ eran sufragados con sus propiedades secuestradas, que por que pueden wnlener con comodidad 200 presos comunicados; cárcel para mu-
regla general eran subastadas públicamente pieza por pieza. jeres absolutamente separada; sitio~ para labores; una magnífica audiencia;
Al principio no se hacía ninguna provisión para los parientes durante el casa parad akaick y otras oficina~ sobrante-;.
<;ecuestro y el gobierno tenía que intervenir para ayudarles. En julio de 1486,
el rey Fernando ordenó al tribunal de Zaragoza que mantuviera a los hijos En otra ocasión. las autoridades informaron que
necesitadm de un hombre acusado, un tal Juan Navarro, a costa de las pro-
piedades del mismo. mientras durase el proceso. Pero otros no tuvieron la el edificio de la Inqui~ición, ~eparado del re~lo de la ciudad. aislado y batido
misma suerte. Huho casos de hijos de un preso rico muriéndose de hambre por todos 1m costados de los vientos. espacioso. abundante de agua~, con cloa-
ca~ bien di~lribuidas y proporcionado para distribuir los presos. con la separa-
y de otros que mendigaban por las calles. Estos males fueron finalmente re-
ción y ventilación nccc~aria para conservar la salud de lo~ presos. 4' 1
mediados por las Instrucciones de 1561, que permitían que quienes estaban
a cargo de los encausados fueran mantenidos con los bienes secuestrados.
Esta concesión, que ya había sido puesta en práctica de modo informaL llegó En cambio, en el siglo XVI el tribunal de Llercna se alojó en un edificio
demasiado tarde para salvar a dos generaciones de conversos de la destruc- que fue descrito en 1567 como <<pequeño. viejo, pobre y mbero» que tenía
ción de sus propiedades. Incluso después de 1561. la~ personas acusadas solamente 52 celdas, que ciertamente no eran 5uticientes para los 130 prisio-
tenían a veces poca seguridad sobre la suerte de sus propiedades frente a neros que tenían aquel año."" En el siglo XVI, la~ condiciones de las cárceles
funcionarios poco honrados, o contra las detenciones arbitrarias y los lar- del tribunal de Logroño eran tan insalubres que en tiempos de epidemia esto
guísimos procesos. provocaba la muerte de los desafortunados prisioneros. En el caluroso verano
Las personas detenidas eran llevadas en secreto a las prisiones de la In- de 1584 más de veinte pri~ioneros mmicron en ~us celdas.;:
quisición, donde esperaban juicio. De los varios grados de prisión manteni- Una descripción más detallada de una prisión inquisitorial fue hecha por
dos por el tribunal, el más riguroso era la «cárcel secreta>> (con el sentido de un portugués que entró en las celdas del tribunal de Lisboa en 1802. El cuadro
«privada>> o propia. para diferenciarla de las cárceles «públicas»), destinada se parece al de cualquier prisión inquisitorial española:
particularmente para presm y no para los detenidos temporalmente antes del
El carcelero, que para mayor dignidad tenía el nombre de Alcaide, e~ de-
proceso. La Inquisición supo elegir sus residencias. En algunas de las prin-
cir. guarda del castillo, me dirigió casi un pequeño sermón, recomendándome
cipales ciudades de España se le permitió el uso de castillos fortificados con que me comportara con toda propiedad en esta respetable casa: diciendo tam-
antiguos calabozos, muy seguros. El tribunal de Zaragoza tenía su residencia bién r.¡ue no debería hacer 1lingún ruido en mi habitación, ni hablar alto, no
182 LA !NQnSICIÓN ESP/\i\OLA CÓMO ACTUABA 183

fuera a ser que lo~ presos ~ituados en las celdas vecinas pudieran oírme, con Por supuesto, había también la otra cara de la moneda. A los presos se
otras instruccione~ parecida~. Entonces me llevó a mi celda, una pequeña ha- tes negaba cualquier contacto con el mundo exterior. del modo más estricto,
hitación de cuatro varas por tres, con una puerta que daba al corredor. En esta aun dentro de la prisión estaban aislados entre sí, en lo que esto era posi-
puena había dos rejas de hierro, apartada una de otra, y ocupando el grosor de -J----¡,te. Calabozos inadecuados con frecuencia hacían inevitable que se apiñaran
la pared, que era de tres pie~, y fuera de estas rejas había además una puerta tos presos. En Granada, en la década de 1570, en el período que coincidió
de madera: en la parte superior de é~ta había una abertura que permitía que con la represión contra los moris-cos, había una media de cuatro personas por
entrara alguna luz dd corredor. que a su vez la recibía de las ventanas. que da- cada celda. 4 ~ Cuando finalmente abandonaban el calabozo. se les obligaba a
ban a un pequeño pntio; pero lJUC tenían frente a ella~, a corta diqtancia. un jurar que no revelarían nada de lo que habían visto o experimentado en las
muro muy alto; en e~ta pequeña habitación había una especie de cama de ma-
celdas. No es de extrañar que tan absoluto secreto diera origen a las más
dera. sin pata~, con un colchón de paja. que había de stT mi lecho; un pegue,
horripilantes historias sobre lo que sucedía allí dentro. Una de las reglas de
ño jarro para agua, y otro utensilio para varim propósitos que sólo se vaciaba
cada ocho días. cuando iba a mi~a a la pequeña capilla de la cárceL Esta era la
las inquisiciones española y romana es que se negaba a los detenidos todo ac-
única oportunidad que tenía de re~pirar aire puro en aquel período e hicieron ceso a la misa y a los sacramentos. Uno de los que más sufrieron a este res-
varias divisiones en la capilla, de modo r.¡uc los preso~ no pudieran verse entre pecto fue Bartolomé de Carranza, cuyos padecimientos debieron duplicarse
sí, o saber a cuántos se les concedía el favor de asi~lir a misa. La celda e~taba por esta dura privación de consuelo espiritual durante su reclusión.
arqueada por arriba, y el suelo era de ladrillo, siendo las paredes de piedra, y Como contrapeso a los pocos afortunados que fueron tratados con ama-
muy gruesa~. El lugar era por lo tanto muy frío en invierno y tan húmedo que bilidad, queda constancia en los registros de otros que no lo pasaron tan bien.
a menudo las rejas estaban cubierta~ de gotas de agua como rocío; mis ropas, John Hill, un marinero inglés capturado en 1574 y encarcelado por el tribu-
durante el inviemo, e~taban siempre mojadas. Esta fue mi morada en un nal de Las Palmas, se quejó de tener que dormir en el suelo. lleno de pulgas,
período de casi tres años.1
'
careciendo de pan y de agua, habiéndole dejado casi desnudo.-'" Estas eran
quejas generales que podían ser hechas en cualquier otra prisión, secular o
El hecho de que el trato en las prisiones inquisitoriale~ pudiera ser hu- eclesiástica. Otros sufrimientos comunes eran el tener que llevar cadenas
mano no debe interpretarse como señal de que la Inquisición era benevolen- (que la Inquisición no empleaba con frecuencia) y permanecer interminable-
te. Se hacían esfuer.t:os para que los calabozos no remltaran antros de horror. mente en celdas ~in luz ni calefacción. Además, la Inquisición empleaba dos
A los presos se les daba de comer regularmente y de modo adecuado, a ws instrumentos para castigar a los presos recalcitrantes: la mordaza. para im-
propias expensas, según de lo que se pudiera disponer, particularmente pan, pedirles que hablaran o blasfemaran. y el «pie de amigo», una horquilla de
carne y vino. En 1671, en los calabozos de Madrid, a los prisioneros se les hierro utilizada para mantener la cabeza erguida a la fuerza. Si se tiene en
alimentaba a base de pan. cordero, merluza, sardinas, sopa, verdura, lechuga, cuenta el estado general de las cárceles en Europa hasta tiempos relati-
higos, aceite. vinagre y vino; 44 puesto que hubo protestas sobre este régimen vamente modernos. podemos llegar con Lea a la conclusión de «que las pri-
de alimentación, debe poner5e en entredicho la calidad real de los alimentos. siones secretas de la Inquisición eran menm intolerables que los calabozos
En 1709, un afortunado preso de Toledo logró que se le suministrara regular- episcopales o seculares. La política general respecto a ellas era más humana
mente de manera adicional aceite, vinagre. hielo, huevos, chocolate y tocino e ilustrada que la de las otras jurisdicciones. tanto en España como en cual-
entreverado. 45 Los ga~tos de los pobres eran pagados por el propio tribunal: en quier otra parte». su
Las Palmas. el dinero gastado en la manutención de la indigente Catalina de La severidad de la vida en la prisión dio por resultado un promedio re-
Candelaria duramc su estancia de seis meses en 16ó2 ascendió a la cantidad gular de fallecimientos que no deben ser atribuidos a la tortura (en la que los
de 154 reales ( 14 ducados); otra, que podía pagarse los gastos, Isabel Perdomo, inquisidores se mostraban muy cuidadosos), sino a cnfem1edades y a las con-
tuvo que abonar 28 reales por su estancia de siete semana~ en la misma pri- diciones relativamellle insalubres. Como observó en 1517 el inquü-,idor ge-
sión, en 1674.',; Aparte de la comida, los presos de ciertos tribunales estaban neral, cardenal Adriano de Utrecht, las prisiones estaban pensadas sólo para
bien cuidados, dependiendo esto de sus recursos económicos. A un tal Juan de la detención y no para el ca~tigo. Raramente se condenaba a los prisioneros
Abcl, de Granada, se le dio permi~o para que tuviera en su celda «un colchón, a pudrirse en los calabozos; estaban allí -aunque a veces permanecían allí
un cobertor, dos sábanas, dos almohadones. una alfombrilla, una manta y otros durante extensos períodos- sólo e5perando a ser juzgados. Los inquisidores
artículos».'" Incluso a los pobres se les daban .t:apatillas, camisas y prendas tuvieron especial cuidado en evitar la crueldad, la brutalidad y los malos tra-
similares. Además de esto. se permitían algunas comodidades, como el uso de tos. Ello no prevenía las tragedias. En 1699, una costurera de cuarenta años
papel para escribir. concesión que fue explotada al máximo por fray Luis fue recluida en los calabozos de Valladolid bajo la acusación de ser judai-
de León, quien se pasó cuatro años en la prisión de Valladolid componiendo zante. Con ella fueron con tinados en la prisión sus cuatro hijos, cuyas edades
su gran tratado de devoción Los nombres de Crislo. oscilaban entre los trece y los diecisiete años. En seis meses los dos menores
184 LA 11\Q!IISICIO'>.J ESPA:\JOI.A
,.,.r: CÓI\-10 ACTUABA 185

tuvieron que ser ingresados en el hospitaL donde muricron.-' Fue la conse-


1
En términos estadístico<;, sería correcto afirmar que la tortura no se utili-
cuencia de la práctica, demasiado frecuente. de arrojar a los calabozos a 1 zó con frecuencia.'" Aunque las Instrucciones de 1484 permitían su empleo.
familias enteras, incluyendo a los niñm. También la locura )' el suicidio eran
consecuencias corrientes de la estancia en pri~ión. L1
en Jos primeros años parece haber sido considerada innecesaria. por lo que se
recurr(a rara vez a la tortura. Las abundantes confesiones, derivadas de los
edictos de gracia y de testigos, bastaban por sí solas para mantener en fun-
Los interrogatorios eran por lo general llevadm a cabo en presencia de J cionamienlO lo~ procesos judiciales. Únicamente se sabe de dos conversos
un secretario. quien recogía por escrito las preguntas y las respuesta~, y un no- 1 torturados por la Inquisición de los más de cuatrocientos ju7gados en Ciudad
tario. DuranLc la primera mitad de ~iglo del tribunal, cuando lo~ ~ospechoso~ Real en el período comprendido entre 1483 y 1485." La incidencia del em-
procedían en su mayor parte de Andalucía y el sur de España, no hubo pro- pleo de torturas en Valencia antes de 1530 es baja. De~pué~ de esa fecha, sin
blemas, que comenL<rron a surgir a medida que los inquisidores ampliaron sus embargo. las cosa<; cambiaron radicalmente. pues a partir de entonces la
aclividadcs. En el siglo XVT, uno de cada cuatro españoles, más o menos. no cuestión era acabar con el judaísmo soterrado y no declarado. Por consi-
hablaba castellano habitualmente. Si eran moriscos los que eran intcnogados. guiente, la práctica de la tortura se hizo mucho más frecuente, au~que _su
a menudo era necesario que hubiera un intérprete a mano. En Cataluña, el tes- empleo se limitó a los casos de herejía.% Ello significaba que las inlracclO-
timonio era tomado en la lengua nativa de aquella región, pero después se nes pequeñas, que eran la mayoría de los delitos que juzgó la Inquisición
transcribía en la única lengua que comprendían los inquisidores, el castellano. durante gran parte de su historia, no estaban sujetas a tortura. En el tribunal
El texto así traducido o tramcrito, no la declaración original. era entonces uti- de Granada. de 1573 a 1577, de 256 acusados U~ fueron torturados, o sea,
lizado para la acu~ación. Como puede imaginarse, el procedimiento favorecía un 7 por 100; en Sevilla. de 1606 a 1612, lo fueron 21 de 184 detenidos. un
que se introdujeran serias tergiversaciones en lo que se había dicho y. en con- 11 por 1OO.·" A mediados del siglo xvm la tortura había caído en desu~o en
secuencia, se producían graves injusticias. En 1600. los diputats de Catalu- el tribunal y finalmente, en 1816, el papa prohibió su uso en cualquiera de
ña prote~taron enérgicamente de que esto sucediera con todas las declaracio- los tribunales dependientes de la Santa Sede.
nes realizadas en francés y en catalán. 12 La Inquisición hizo caso omiso de ta- Las bajas cifras que arrojan las estadístjcas han impulsado a los hislOria-
le~ protestas. A partir de la década de 1560. toda~ las declaraciones debían re- dores a restar importancia al empleo de la tortura, una perspectiva que pasa
dactarse en castellano. incluso si habían ~ido hechas en otra lengua. por alto el impacto real de tal práctica durante períodos concretos en el grupo
El empleo de la tortura (heredado de la Inquisición medieval) no era con- que más la sufrió: los ~upuestos judaizantes. Pasado el principio del siglo XVI,
siderado como un fin en sí mismo. Las Instrucciones de 1561 no e~tablecieron se aplicó de manera rigurosa en casos de sospecha de protestantismo y judaís-
regla~ para su uso; pero imistieron en que ~u aplicación estaría de acuerdo con mo. En los períodos en que tales delitm eran más infrecuentes. la tortura
«la conciencia y arbittio de los juczes regulados, según derecho, razón y bue- se utilizó mucho menos. Lea calcula que en el tribunal de Toledo, entre 1575
na conciencia. Deben los Inquisidores mirar mucho que la sentencia del tor- y 1610, alrededor de un tercio de los acusados de delitos de herejía fueron de
mento sea justificada, y precediendo legílimm indicios>>:' 1 En una época en hecho torturados.ó' A finales del siglo xvu, al menos tres cuartos de lo~ acu-
que el uso de la tortura era genera! en los tribunales penales europeos, la In- sados en España de judaiL:antes -varios cientos de personas- fueron tortu-
quisición española ~iguió una política de benignidad y circunspección que la rados.'9 En i69Sl.los inquisidores de Sevilla se quejaron de que apena~ tenían
deja en lugar favorable ~i se compara con cualquier otra institución. La tortu- tiempo para realizar todas las torturas que se requerían. Los indicios de que
ra era empleada sólo como último recurso y aplicada en muy pocos casos. este tribunal recurría con frecuencia a este tipo de castigo son corroborados
A menudo. el acusado era colocado in conspeclll tormentorum, cuando la por datos como la reclamación de un médico. quien en 1702 pidió que se le
vista de los imtrumentos de tortura podía provocar una confesión. pagara lo que se le debía por haber asistido en 434 sesiones de tortura.Ó('
Las confesiones obtenidas por la tortura jamás eran aceptadas como vá- No obstante, la tortura se aplicó exclusivamente para extraer información
lidas porque evidentemente habían sido obtenidas por coacción. Por lo tanto, o una confesión y nunca fue utilizada como castigo. Las escenas de sadismo
era esencial que el acusado ratificara su confesión al día siguiente de haber que describen los escritores que se han impirado en el tema tienen poca rela-
sido torturado. Si se negaba a ello, se invocaba un pretexto legaL Como las ción con la realidad, aunque el proceso entero era lo suficientemente e~panto­
reglas prohibían que a nadie se le torturara más de una vez, el final de cada so como para que periódicamente se alzaran protestas en su contra. Los tor-
sesión de tortura era considerado sólo como una suspensión, y rehusarse a turadores empleados por la Inquisición eran de ordinario los verdugos públi-
ratificar la confesión podía conducir a la amenaza de que la tortura conti- cos que trabajaban para los uibunalcs seculares. Se requería que estuvieran
nuaría. Las víctimas, además de que eran obligadas a confesar ~us propias presentes en la sesión los inquisidores, un representante del obispo y un se-
herejías, a menudo eran torturadas in rapul alienum para que confesaran los cretario, para que registrara todo fielmente. En caso de emergencia, a veces
crímene~ de otros. se requerían los servidos de un médico. A partir de la documentación exis-
IR6 LA lNQL"lSIC!ÓN ESJ'AI'\OLA CÓ:MO ACT1.'Alll\ 187

tcntc puede afirmarse que los inquisidores no eran tan sofhlicados como para Era práctica extendida, que la Inquisición tomó de la justicia sccular:'5
recurrir a métodos psicológico~ o de lavado de cerebro,"' aunque el caso de registrar todos los dclallcs de la tortura. Un secretario anotaha cada palabra
los judaizantes de fecha tardía. el especial cuidado que se ponía en detectar y cada gesto durante los procedimientos, dándonos con ello una impresio-
las relaciones familiares. incitando a los parientes a delatar~e unos a otros. -t---1>anlle y macabra prueba de los sufrimientos de las víctimas de la Inquisición.
puede considerarse con razón un método acusadamente crueL Con todo, era Aquí tenemos dos extractos de los archivm oficiales de dos torturas efectua-
un refinamiento que no se utilizó nunca en el ca~o de otros delitos. das en el siglo XVI. La primera es la de una mujer acusada en 1568 de no
La regla básica observada era que la víctima no sufriera peligro en su comer carne de cerdo y de cambiarse de ropa los sábados.
vida o en un miembro. La ley eclesiástica establecía que los tribunales de la
lgle~ia no podían matar ni derramar sangre. La Inquisición no empleó tortu- Se ordenó que fuera puesta en el potro. y ella preguntó: «Señorc~. wor qué
no me dicen lo que tengo que decir'? Señor. póngame en el suelo, ;,no he dicho
ras especiales: las que empleó más a menudo eran de uso común en otros tri-
ya que hice todo eso'?». Le pidieron que lo dijera. Y elln respondió: «No re-
bunales seculares y eclesiásticos y todas las quejas sobre nuevas torturas se
cuerdo. quítcnmc de aquí. Hice lo que los testigos han dicho». Lc pidieron que
refieren ciertamente a excepciones. Las tres principale~ eran la gamlCha, la explicara con detalle qué es lo que habían dicho los testigo~. Y ella replicó:
toca y el potro. La garrucha suponía el ser colgado por las muñecas de una «Señor. t:omo ya le he dicho, no lo sé de 5eguro. Ya he dicho que hice todo lo
polea en el techo. con grandes pesos sujetos a los pies. La víctima era alza- que lo~ testigo~ dicen. Señores. ~uéltenme. por fnvor. porque no lo recuerdo».
da lenLamente y de pronto era soltada de un estirón. El efecto era tensar y Le pidieron que lo dijem. Y ella re5pondió: <<Scñore~. esto no me va a a ayudar
quizá dislocar brazos y piernas. La toca o tortura del agua, era más compli- a decir lo que hice y ya he admitido todo lo que he hecho y que me ha traído a
cada. La víctima era atada ~obre un bastidor, la forzaban a abrir la boca y se este sufrimiento. Señor. u<>ted sabe la verdad. Señores, por amor de Dios, ten-
le metía una toca o paño de lino por la boca hasta la garganta para obligarle gan piedad de mí. ¡Oh, ~eñor! Quite estas co<>as de mis brazo~. señor, suélteme.
a tragar agua vertida lentamente de un jarro. La severidad de la tortura va- me están matando». Fue atada en el potro con las cuerdas, y amonestada a que
riaba de acuerdo con el número de jarros de agua empleados. El potro, que dijera la verdad. se ordenó que fueran apretados los gmrotes. Ella dijo: «Señor.
no ve que estas personas me están matando? Lo hice, por amor de Dio~, dejen
fue el procedimiento más corriente a partir del siglo XVI, ~uponía el ser ata-
que me vaya».M
do fuertemente a un bastidor o banqueta con cuerdas pasada~ en torno al
cuerpo y las extremidades, que eran controlada~ por el verdugo, que las iba
Los herejes extranjeros eran ~omelidos al mismo procedimiento. Aquí te-
apretando mediante vueltas dadas a sus extremos. Con cada vuelta las cuer-
nemos el caso de Jacob Pctcrscn, de Dunkerque, marinero de veinte años de
das mordían la carne atravesándola. En todas estas torturas era regla desnu-
edad, que fue examinado por el tribunal de Canarias en noviembre de 1597.
dar primero a las víctimas. Tanto a los hombres corno a las mujeres se les
Fue desnudado y atado, sufriendo tres vueltas de cuerdas.
quitaban todas sus ropas y eran desnudados completamente, excepto aquellas
prendas mínima~ para tapar sus vergüenzas.r. 2 Estándoscla~ dando. a la primera dixo «Ü[h] Dios", y <<no lhlay mi~cn­
Parece que no había edad límite para las víctimas, ni tampoco para la tor- cordia)), y aviéndosele dado Jns tres vueltas fue amonestado y dixo «no sé qué
tura. A veces una víctima tenía que soportar tres sesiones de tortura antes de dczir. o]h] Dios querido>). E luego le fueron mandada~ dar otras tres buelta~ de
confesar. Los menos obstinados sólo tenían que soportar una ~esión. Aunque cordel, y aviéndosele dado los dos, dixo «Ü[h] Dios, o[hl Dios, no [hlay mi-
de ordinario la Inquisición no torturaba a los muy anciano~ o muy jóvene~, sericordia. o[h] Dios ayúdame. ayúdame)i. 67
hubo casos en que Jos tribunales por lo visto lo consideraron necesario. En los
registros queda con~tancia de que mujere~ entre los setenta y los noventa Después de tres vueltas más, confesó.
años de edad fueron puestas en el potro. En 1607 fue sometida a tortura en Aunque estos ejemplos anojan alguna luz sobre la agonía de los que fue-
Valencia una niña de 13 años; pero parece que la trataron benignamentc, ya ron torturados, debe recordarse que el procedimiento era con frecuencia lo
que salió de la pmcba ~in confesar. Siempre ~e hicieron conccsione~. En 1579, suficientemente suave como para que la mayoría pudiera superarlo. En com-
los inquisidores de Llerena informaron a la Suprema de que a «todos los clé- paración con la crueldad y las mutilaciones que eran normales en lo5 tribu-
rigos que están presos por la doctrina de alumbrados se les [h]a dado tor- nales seculares, la Inquisición se nos mueslra bajo una luz relativamenle
menlo y no [h]an confesado cosa alguna, aunque por ser algunos dellos muy favorable; este hecho, en conjunción con el usual buen nivel de las condicio-
viejos y estar enfermos y cascados con la larga prisión. no se les [hla po- nes de sus cárceles, nos hace considerar que el tribunal tuvo poco interés por
dido dar con el rigor que convenía''·"-' Muchos de los que habían sufrido la la crueldad y que trató de templar la justicia con la misericordia.
experiencia quedaban en un estado lamentable, con miembros rotos irreme-
diablemente, a veces con la ~alud y la razón quebrantadas; en algunos ca~os
llegaron a morir bajo la tortura.~'
.f!IIC!O Y CA.STIGO 189

daba hecho un mar de confusiones sobre lo que habría de confesar, o bien


confesaba delitos de los que ni siquiera le estaba acusando la Inquisición; si
era culpable, quedaba con la duda de qué parte de la verdad sabtia realmente
la Inquisición, y de si no sería un truco para obligarle a confesar.
Finalmente, cuando, después de las tres amonestaciones, el fiscal le leía
los artículos de la acusación, se requería al acusado que contestara a las acu-
saciones inmediatamente. sin que se le concediera tiempo ni abogado que le
ayudaran a preparar su defensa. Cualquier respuesta hecha en tales circuns-
9. JUICIO Y CASTIGO tancias no podía dejar de ser una incriminación. Sólo tras estos preliminares
se daba permiso para buscar ayuda legal para la defensa.
Una concesión muy importante hecha por la Inquisición española, que no
Todo e~LO le hace pensar a uno que c~ta gran maquinaria otorgó la Inqui~ición medieval, fue permitir al acusado obtener los servicios
para el castigo de unos pocm mendigos, es más bien un deseo de un abogado. Esta concesión aparecía escrita en las Instrucciones de 1484
de 05tentación de los inquioidorcs 4Uc un vcnladcru cdu por la y fue generalmente mantenida, aunque posteriores modificaciones a la regla
religión.
hicieron que a veces el empleo de un abogado fuera una simple farsa. En los
El embajtH.lor fram.ú, man¡ués de Villars, primeros años de la Inquisición el acusado podía escoger libremente a sus
sobre el auto de fe de Madrid, 1680' abogados; pero como el Santo Oíi.cio se fue haciendo cada vez más precavi-
do, acabó por limitar la elección a determinados abogados nombrados por el
Dado que la Inquisición sólo detenía sospechosos después de comprobar tribunal. así que a mediados del siglo XVI los «abogados de los presos» eran
que las pruebas contra ellos parecían concluyentes y hubieran sido aprobadas tenidos por funcionarios de la Inquisición, que dependían de los inquisido-
por los calificadores, la víctima era Lenida por culpable desde el principio y res, y trabajaban para ellos. Esta nueva clase de abogados no merecía, evi-
~obre ella recaía la responsabilidad de probar su propia inocencia. La única dentemente, la confianza de ciertos presos, porque en 1559 tenemo<; el caso
tarea de la lnqui~ición era obtener de su prisionero el reconocimiento de su de un preso de Valencia, quien dijo a su compañero de celda que
culpabilidad y una sumisión penilente. Si durante las averiguacione~ se ha-
llaba que las pruebas eran falsas y que el preso era presumiblemente inocen- aunque el Inquisidor le diera un abogado. no le daría ninguno bueno, ~ino un in-
te. se le ponía inmediatamente en libertad. Sin embargo, la tarea principal del dividuo que haría lo que el Inquisidor qui-;icra, y que si por casualidad pidiera
tribunal era la de actuar. no como un tribunal de justicia. sino como una cor- un abogado o un procurador que no fuera de la Inquisición, no le servirían. ya
poración disciplinaria que debía su existencia a la necesidad de enfrentarse a que si se oponían a los deseos de los Inquisidores. ya qe encargarían de acusar-
un caso de emergencia nacional. En esta~ circunstancias. y con5iderando la les de fahas creencias o de falta de re~peto y los meterían en la cárceJ.2
clase de jmticia de la época, los tribunales de la Inquisición eran bastante
adecuados para su tarea. Aparte de la insistencia en mantener en secreto a los Esto no significa que muchos abogados de los presos no hicieran su tra-
testigos, un procedimienlo que despertaba un intenso odio, en términos ge- bajo a conciencia. Pero se veían obstaculizados por la~ restricciones del tri-
nerales seguían los principios -aunque no los métodos- de los tribunales bunal y por la sutil y peligrosa tarea de defender al preso al mismo tiempo
castellanos. que condenaban su herejía. Se dieron algunos casos en que se permitió al
Una de las peculiaridades del procedimiento inquisitorial que causó pena- acusado un asesoramiento de su propia elección: uno de ellos fue Bartolomé
lidades y sufrimientos a mucha gente fue la negativa a divulgar las razones de Carran.t:a, quien escogió entre otros al distinguido canonista Martín de
para la detención, así que los presos pasaban días, meses e incluso años. sin Azpilcueta para que lo defendiera.
saber por qué estaban en las celdas del tribunal. En vez de acusar al preso. los Cuando un preso era finalmente acusado, se le daba una copia de las prue-
inquisidores se acercaban a él y le amonestaban tres veces en un período de bas que había contra él, para que pudiera preparar su defensa. Este hacer pú-
vadas semanas para sondear su conciencia, para hacer que confesara la ver- blicas las pruebas no era tan útil como puede parecer. En primer lugar, tal
dad y confiara en la misedcordia del tribunal. La tercera amonestación iba corno hemos visto. se suprimían lo~ nombres de los testigos. Y aún más im-
acompañada de la advertencia de que el fiscal pensaba presentar una acu- portante. todos los indicios que pudieran ayudar a identificar a los testigos
sación y de que sería más juicioso confesar antes de que fueran presentados eran también supdmidos. Esto significaba que a veces el preso era a menudo
los cargos. Con esta fouada falta de conocimiento sobre la acu~ación se logra- privado de los detalles del caso en su conjunto que había contra él. De este
ba el efecto de deprimir y quebrantar la moral del preso. Si era inocente, que- modo, los inquisidores podían utili.t:ar como pruebas. libremente, información
190 LA 1'-JQUl:ó.!C!ÓN FSPAr::<OLA Jt:IC!O Y CAq!GO 191

que no había sido comunicada al acmado. Aunque esto ayudaba a proteger a sionero podía probar que éstos eran sus enemigos personales. Carranza fue
los testigos contra la identificación y la recriminación. a menudo dejaba im- uno de l?s pocos que tuvo éxito. logrando que los jueces fuesen cambiados por
potente a la defensa. Este modo de actuar de la Suprema no fue decidido al esta razon, aunque de hecho esto le ayudó muy poco. Con frecuencia se inten-
principio; pero las Instrucciones de Valdés de 1561 estipularon finalmente que ~~~t--"--~ taba evitm el juicio alegando locura o una nmplia gama de circunstancias ate-
todos los datos que pudieran traicionar a un testigo debían ser omitidos y nuantes (embriaguez, dolor). La Inquisición llegaba muy lejos para aclarar la
que en el caso se emplearía únicamente la parte de las pmebas que se había verdad y algunas de sus actitudes hasta pueden ser descritas como ilustradas
hecho pública. Esta última regla preservaba las formas de la justicia. (ya veremos cómo la brujeóa era tratada como una fonna de locura). La em-
El acusado tenía varios medios de defema para probar la absoluta fal- briaguez fue un atenuante en el caso de Andrés Gonzále7, de veinte años. cuan-
sedad de la acusación. Podía llamar a tesligos favorables; desarmar a los do fue acusado por el tribunal de Toledo en 167R por blasfemar y jurar «que
testigos hostiles, demostrando la existencia de una enemistad personal; o renegaba de Dios y que no cognosca a Dios ni a la Virgen», que «no creía en
presentar objeciones contra ~us jueces, procedimiento conocido como rccu- Dios», que «Creía en Mahoma». La historia de su vida se desplegó ante los
~ación. También se podían alegar varias circunstancias atenuantes. como ojos de los inquisidores: escucharon que su madre había muerto cuando él te-
embriaguez, locura, extrema juventud. etcétera. A estos expediente~ se re- nía diez años, su padre se había casado en segundas nupciill. con una mujer que
curría de modo regular. aunque no siempre con éxito. En la gran mayoría de golpeaba a Andrés y que lo obligó a dejar su casa; había vagado en bu:;ca de
los procesos celebrados ante la Inquisición española, la defensa se limitó a trabajo basta que llegó a Toledo, donde casó con una muchacha; trabajó en par-
recurrir a los testigos, ya que este era el único modo de acceder a fuentes te como jornalero y en parte como aprcndiL de carpintero. Eran pobres y vi-
desconocidas de las pruebas. vían en la Cill.a de su cuñada. donde el ambiente hostil lo condujo a la bebida.
El problema planteado por los testigos anónimos era muy grave. Tene- bajo cuyos efectos dijo las blasfemias; «y quando yo renía con mi muger, el
mos el caso de Diego de U ceda;' que fue acusado en 1528 de luteranismo clérigo [su primo] y la muger y la crmana y el marido de dicha ennana todos
basándo~e en la charla que sostuvo con un desconocido yendo de camino de se bolbían contra mí tal, que me ponían la sangre por dientes».(\ Despertó la~
Burgos a Córdoba. La supresión de todos los detalles de tiempo y lugar en la simpatías de la Inquisición, pero fue desterrado de la zona por tres años.
evidencia publicada, hizo que U ceda creyera que la acusación provenía de una No había ningún proceso formal, en el sentido de un acto único llevado
charla mantenida unas noches antes en el Guadanama, desperdiciando inú- a cabo en un único local dentro de un período establecido de tiempo." El pro-
tilmente todas sus energías al tratar de probar vanamente que aquella con- ceso se componía, en cambio, de una serie de audiencia~. en las cuales tan-
versación había sido inocua, mientras que los hecho:; verdadero~ sobre los to la acusación como la defensa hacían sus respectivas declaraciones, y una
que se basaban los cargos contra él no fueron contradichos. Uceda decidió serie de interrogatorios. realizados por !os inquisidores en presencia de un
convocar ciertos testigos en su favor: tuvo que esperar seis meses antes de notario. Cuando tanto la acusación como la defensa habían terminado sus
que éstos pudieran ser hallados. y entonces sus declaraciones tampoco sir- deberes, el caso se daba por concluido, y llegaba el momento de dictar sen-
vieron para contradecir los datos de la acusación. El recurso a testigos de tencia. Para ello era necesario formar una consulta de fe, corporación que
descargo era. pues, un procedimiento lento y poco de tiar. consistía en los inquisidores, un representante del obispo y algunos licencia-
Más éxito se podía obtener desarmando a los testigos hostiles. Felipe Leo- dos en teología o leyes. llamados consultores. Juntos votaban el caso. De esta
nart, cuyo caso ya hemos mencionado antes, no tuvo ningún problema manera, rara vez se dejó el veredicto a la discreción exclusiva y a la arbitra-
en 1637 para probar que las acusaciones hechas por su familia habían sido riedad de los inquisidores. sino que éste era controlado por expertos legales
motivadas por la malevolencia. De igual forma, Gas par Torralba, del pueblo externos. En Barcelona, por ejemplo, casi todos los veredictos se alcanzaron
de Vayona, cerca de Chinchón, proporcionó en su defensa en 1531 una lista de en presencia de dos inquisidores acompañados de dos juece5 del tribunal real,
152 personas que eran enemigm mortales suyos. La mayor parte de los la Audiencia.s
35 testigos que le acusaron estaban en esa lista y por esta razón fue exculpa- De acuerdo con las Instrucciones de Valdés de 1561. si los inquisidores
do con un castigo mínimo." Pedro Sánchez de Contreras fue acusado en 1669 y el representante episcopal se ponían de acuerdo, su voto prevalecía incluso
en Logroño por blasfemia, pero como era corregidor tenía muchas pruebas contra la mayoóa de consultores; pero ~i no llegaban a un acuerdo, el caso
materiales contra todos sus enemigos, hombres a los que había perseguido era elevado a la Suprema. Sin embargo. en el siglo xvm, la centralización
por varios crímenes. En consecuencia, proporcionó al tribunal una documen- bajo la Suprema é.ignificó que los tribunales provinciales tomaran pocas de-
tación amplísima que contenía los crímenes de todo~ sus posibles acusa- cisiones, si es que tomaban algunas. y la~ consultas de fe dejaron de existir
dores; el caso fue cerrado.' porque todas !as sentencias eran elevadas a la Suprema.
Se necesitaba una considerable dosis de valor para recusar a los jueces y, Este era el procedimiento básico; pero, por supuesto, estaba expuesto a
por lo tanto, no se solía hechar mano de este recurso, excepto cuando el pri- abuso5 en todas sus etapas. El peor inconveniente, desde el punto de vista del
192 L'\ lt\QU!SICIÓ:-J ESPANOLA

preso, era la imposibilidad de una defensa adecuada. El papel de su abogado


estaba limitado a presentar artículos de defensa a los jueces: aparte de esto
no se permitían más argumentos ni preguntas. Esto significaba que, en rea-
lidad, los inquisidores eran a la vez juez y jurado. acusación y defensa,
y la suerte del preso dependía enteramente del humor y el carácter de los
inquisidores.
Como regla general, los tribunales intentaban que se llamara rápidamen-
te a juicio a los detenidos, ya que podía resultar costoso mantener al acusa-
do en prisión. Pero unos cuantos tuvieron que soportar procesos intermina-
bles, de lo que no siempre tenía la culpa la Inquisición. El caso típico es el
de Carranza, pero otros no sufrieron menos. Los inquisidores de Llerena
en 1590, desbordados por el exceso de denuncias de alumbrados, judaizantes
y moriscm, señalaron la urgencia de <<atender a despachar las causas de los
presos de esta Inquisición que son más de sesenta y algunos dellos lh]a que
e.<,tán presos siete años, y seis, y cinco, y los menm, de quatro abaxo: y cada
día forman quexas de que se dilaten tanto tiempo sus negocio~''· Por si esto
fuera poco, estaban recibiendo nuevas denuncias hechas por un morisco exas-
perado de Hornachos contra todo el resto del pueblo «Y va diciendo tantas
cosa~, que entendemos no acabará en algunos años».~
Otros ejemplos de retrasos incluyen el caso de Gabriel Escobar, clérigo
de órdenes menores que fue arrestado por el tribunal de Toledo en 1607 bajo
el cargo de iluminismo, y que murió en prisión en 1622, ante<; de que tlnali-
zara su juicio. Un sacerdote mexicano, Joseph Brunón de Vertiz, quien fue
arrestado en 1649, murió en prisión en 1656 ante~ de que su proceso se hu-
biera iniciado y fue juzgado póstumamcnte, condenado y quemado en efigie
en 1659. 10 Estas demoras restaban al prisionero no sólo años y salud, sino
también sus bienes, confiscados, que eran retenidos todo este tiempo para
pagar todos lo~ gastos en que se incutTiera durante el proceso.

El análisis de las penas decretadas por los tribunales debería estar basa-
do, idealmente, en datos fiables, pero no existen. Ha desaparecido casi toda
la documentación sobre los primeros años de la Inquisición y para los años
posteriores las fuentes son incompletas. A pesar de todos sus defectos y la-
gunas, los papeles de la Inquisición de que disponemos constituyen la docu-
mentación procesal más completa que haya llegado hasta nosotros procedente
de cualquit-"1" tribunal judicial de la época moderna. A partir de ellos, puede
verse que la actividad del tribunal puede dividirse en cinco períodos princi-
pales: l) un período de intensas pcrsecucione~;; contra los conversos. desde
1480 hasta 1530, aproximadamente: 2) el relativamente tranquilo de princi-
pios del siglo XVI; 3) el gran período de actividad contra Jos protestantes y
los moriscos que va de 1560 a 1614; 4) el siglo xvn. en el que la mayoría de
la<; persona.<> julgadas no eran de origen judío ni morisco, y 5) el siglo xvm, La Virgen de lo~ Reyes Católicos, de autor anónimo (Museo del Prado). Arrodillado tras el rey
en el que la herejía no constituía ya un problema. Fernando aparece Torquemada. primer inquisidor general de Eqpaña.
Los estudiosos han tratado de utilizar la documentación que se ha con-
servado como fuente para cuantificar el impacto de la lnquisición. 11 Este mé-
192 L\ 1:\'QUJSICIÓN ESPAÑOLA

preso, era la impo~ibilidad de una defensa adecuada. El papel de su abogado


estaba limitado a presentar artículo~ de defensa a los jueces; aparte de esto
no se permitían más argumentos ni preguntas. Esto ~ignificaba que, en rea-
lidad, los inquisidores eran a la vez juez y jurado, acusación y defensa,
y la suerte del preso dependía enteramente del humor y el carácter de los
inquisidores.
Como regla general, los tribunales intentaban que se llamara rápidamen-
te a juicio a los detenidos, ya que podía resultar costoso mantener al acusa-
do en prisión. Pero unos cuantos tuvieron que soportar procesos intermina-
bles, de lo que no siempre tenía la culpa la Inquisición. El caso típico es el
de Carranza, pero otros no sufrieron menos. Los inquisidores de Llerena
en 1590, desbordados por el exceso de denuncia5 de alumbrados, judaizante~
y moriscos. señalaron la urgencia de «atender a despachar las causas de los
presos de e~ta Inquisición que son más de sesenta y algunos dellos [h]a que
están presos siete años, y seis, y cinco, y los menos, de quatro abaxo: y cada
día forman quexas de que se dilaten tanto tiempo sus negocios>>. Por si esto
fuera poco, estaban recibiendo nuevas denuncias hechas por un morisco exas-
perado de Hornachos contra todo el resto del pueblo <<Y va diciendo tantas
cosas, que entendemos no acabará en algunm años»."
Otros ejemplos de retrasos incluyen el caso de Gabriel Escobar, clérigo
de órdenes menores que fue arrestado por el tribunal de Toledo en 1607 bajo
el cargo de iluminismo, y que murió en pri>.ión en 1622, antes de que finali-
zara su juicio. Un sacerdote mexicano, Joseph Brunón de Vertiz, quien fue
arrestado en 1649. murió en prisión en 1656 antes de que su proce>.o se hu-
biera iniciado y fue juzgado póslumamente. condenado y quemado en efigie
en 1659.'(' Estas demoras restaban al prisionero no sólo años y salud, 5ino
también sus bienes, confiscados, que eran retenidos todo este tiempo para
pagar todos los gastos en que se incurriera durante el proceso.

El análisis de las penas decretadas por los tribunales debería estar basa-
do, idealmente, en datos fiables, pero no existen. Ha desaparecido casi toda
la documentación sobre los primeros años de la Inquisición y para lo5 años
posteriores las fuentes son incompletas. A pesar de codos sus defectos y la-
gunas, los papeles de la Inquisición de que disponemos constituyen la docu-
mentación procesal más completa que haya llegado hasta nosotros procedente
de cualquier tribunal judicial de la época moderna. A partir de ellos, puede
verse que la actividad del tribunal puede dividirse en cinco períodos princi-
pales: 1) un período de intema>. persecuciones contra los conversos. desde
1480 hasta 1530, aproximadamente; 2) el relativamente tranquilo de princi-
pios del siglo xvr; 3) el gran período de actividad contra los protestantes y
los moriscos que va de 1560 a 1614; 4) el siglo XVII, en el que la mayoría de
La Virgen de los Re)'CS Católicos, Je aulur anónimo (Museo del Prado). Arrodillado tra~ el rey
las personas juzgadas no eran de origen judío ni morisco, y 5) el siglo xvm,
Fernando aparece Torquemada. primer inquisidor general de España.
en el que la herejía no constituía ya un problema.
Los estudiosos han tratado de utilizar la documentación que se ha con-
servado como fuente para cuantificar el impacto de la Inquisición.'' Este mé-
Penitente revestido
con el mnhenilo. .
.

Un hereje relapso
camino de la
hoguera.
1
.

Procesión para un auto de fe. Grabado holandé~ del siglo XVII.

Santo Domin¡;o presidiendo un auto de fe, de Pedro Berruguete (c. 1490). En las imágenes se
re~alta el papel especial de la orden de los dominico~ (y de su fundador en el siglo XIII) en la~
actividades de la Inquisición.
~1
+ Clemencia y ju~licia en
el sello de la Inquisición.

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Representación del auto de ¡·e de


mayo de 1559 en Valladolid. Imagen

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ficticia según un grabado holandés
de la época (Museo Británico) .

L
«Por mover la lengua de otro
modo»: un penitente portando
sanhenito dibujado
por Goya (Museo del Prado).

El gran auto de fe de 1680, celebrado en la plaza Mayor de Madrid ante el rey Carlos II. Detalle
del cuadro de Francisco Rizi (Musco del Prado).

«No todo el mundo lo sabe»:


comentario de Goya
JUCJO Y CASTIGO 193

todo ha contribuido a que obtengamos una visión global de algunos aspectos


de su historia, dejando ver, por ejemplo, cuáles son los períodos en que se per-
siguió con mayor intensidad a los moriscos, o dándonos una idea del número
gente sentenciada por diversos delitos. Pero como ejercicio estadü;tico es
considerado ahora poco fiable. El margen de error es inaceptablemente alto,
ya que en ciertos casos oscila entre el 50 y el 100 por 100 de errores; 11 la cla-
sificación de los delitos no resulta fiable y es arbitraria: categorías importan-
tes de delitos ni siquiera aparecen en los análisis. En síntesis, las cifras han
sido útiles sólo denlro de ciertos límites. Por encima de todo, es esencial
recordar que la documentación disponible no constituye un índice ni de los
delitos ni de la «actividad inquisitorial».'.\ Más propiamente, reflejan sólo la
reacción de la Inquisición frente a ciertos casos expuestos al tribunal por el
pueblo llano. Una gran cantidad de infracciones no eran detectadas, ni se
informaba sobre ellas, ni se actuaba contra ellas; por otro lado, los inquisi-
dores actuaron en muchas zonas que no aparecen en la documenlación de los
procesos.
Recientemente, se ha ofrecido un cuidadoso desglose de los procesos lle-
vados a cabo en el tribunal de Toledo, 14 a partir del cual podemos obtener una
perspectiva de los diferentes delitos perseguidos durante los siglos de mayor
actividad.

O Judaizantes
O Mahometanos
[] Protestantes
Gl Proposiciones
mi Brujería
lill Bigamia
• Contra la
Inquisición
• Otros

Una sátira maestra: Aulo de Ji' de Goya.

1483-1530 1531-1560

Procesos en eltrihunal de Toledo, 1483-1700 (según J.-P. Dedieu)

El juicio podía tener tres resultados principales. Los acusados podían


ser liberados (absueltos o «suspendidos>}). castigados siendo obligados a ser
penitenciados o reconciliados, o quemados (en persona o en efigie). Las pe-
nas normalmente eran una combinación de castigos corporales y espirituales.
En el tribunal de Valencia. 3.075 de los juicios entre 1566 y 1609 concluye-
194 LA DIQU!~JC!ÓN ESPAÑOLA JUICIO Y CASTIGO 195

ron de la siguiente manera: 44,2 por 100 de los acusados fueron penitencia- se a una vida de mendigo. Otra regla adicional, que se ponía en práctica con
dos: 40,2 por 100 reconciliados; 2,5 por 100 absueltos; 9 por 100 suspen- frecuencia, era que cualquiera que reincidiera después de una reconciliación
didos; 2,1 por 100 quemados en efigie; 2 por lOO quemados en persona." debía ser tratado como hereje relapso y enviado a la hoguera.
En Galicia, entre 1560 y 1700, de 2.203 casos, el 18,5 por lOO de los acu- El sambenito, voz corrupta de saco bendito, era una vestimenta peniten-
sados fueron absueltos; el 62,7 por 100 penitenciados; el 16,1 por lOO cial usada por la Inquisición medieval y retomada por la española. Era usual-
reconciliados; el 1,9 por lOO quemados en efigie, y el 0,7 por 100 relajados mente un traje amarillo con una o dos cruces diagonales pintadas sobre él,
en persona.' 6 siendo condenados los penitentes a llevarlo como señal de su infamia por un
El número de absoluciones, aunque fuera pequeño, significa una mejora período indefinido que podía ir de varios meses a toda la vida. Los que ha-
con respecto al tribunal medieval, que como regla jamás absolvía a los acu- bían de ser relajados en un auto de fe tenían que llevar puesto un sambenito
sados. En Ciudad Real, en los primeros casos, en el período entre 1483 y 1485, negro en el cual se habían pintado llamas, demonios y otros asuntos decora-
los inquisidores pusieron en libertad a varios acusados, entre ellos al zapa- tivos. Cualquiera que fuese condenado a llevar el sambenito ordinario, tenía
tero Diego López, acusado de judaizante: «Nós sol vemos al dicho, e dámos- que ponérselo cada vez que salía de su casa, medida que no fue nada popu-
le por libre e quito, e restituymoslo a su buena fama>}. 17 La absolución com- lar en las primeras décadas de la Inquisición. La orden de llevar un sambe-
pleta, sin embargo, significaba admitir un error en la acusación, así que lo nito de por vida no debe entenderse al pie de la letra. Al igual que con las
más corriente era la suspensión del caso. La suspensión inspiraba temor: sig- sentencias a prisión perpetua, la orden era invariablemente conmutada por
nificaba que el proceso podría ser reanudado en cualquier momento y a la un período mucho más corto a discreción del inquisidor. Las principales críti-
menor provocación, y uno quedaba a partir de entonces técnicamente bajo cas esgrimidas en la época contra estas vestidura<; iban menos dirigidas contra
sospecha. Había una posibilidad muy limitada de apelar contra la sentencia. la vergüenza que deliberadamente se quería que sufrieran sus usuarios, que
Los casos que terminaban en auto de fe público eran debidos a que el acu- contra la política de perpetuar la infamia colgándolas en la iglesia parroquial
sado no era informado de su sentencia hasta que ya estaba en procesión, ca- ad perpetuam rei memoriam (véase infra, pp. 235-236). ·
mino del propio auto, y entonces ya era tarde para apelar. Naturalmente, El encarcelamiento ordenado por la Inquisición podía ser por un breve
el retraso en dictar el veredicto aumentaba el suspenso, el temor y la deses- período de meses y años, o de por vida, siendo esta última pena clasificada
peración sentida por los prisioneros. Pero cuando un hombre era sentenciado como «perpetua e irremisible». Pero la sentencia, entonces como ahora, no
a ser relajado, siempre era informado de su suerte la noche anterior a lacere- se cumplía de manera literaL En el siglo xvn, prisión «perpetua» significaba
monia para darle tiempo a preparar su alma para la confesión y el arrepen- en la práctica, normalmente, unos cuantos meses, 1R y pocas veces suponía el
timiento. Más adelante en la historia de la Inquisición, el tribunal habría de encarcelamiento por más de tres años, si es que el acusado se arrepentía: una
comunicarlo con tres días de antelación. Los autos privado~ daban mucha sentencia «de por vida>> solía cumplirse en diez años. A pesar de ello, la In-
más oportunidad de apelar después de que la sentencia hubiera sido leída. En quisición siguió dictando cadenas «perpetuas», probablemente porque en de-
tales casos, la apelación siempre era enviada a la Suprema, pues no se ani- recho canónico era costumbre condenar a los herejes a la cárcel de por vida.
maba a nadie a que apelara a Roma. Sentencias incongruentes, tales como «prisión perpetua de un año» aparecen
Ser penitenciado era el menor de los castigos que se imponían. Aquellos como norma en los decretos inquisitoriales.
que eran penitenciados tenían que .:<abjurar>> espiritualmente de sus delitos, De hecho, ninguna de las sentencias suponía el confinamiento forzoso en
de levi por un delito menor y de vehementi por uno grave. El penitente juraba una cárcel. De acuerdo con las Instrucciones de 1488, los inqui~idores podían
evitar su pecado en el futuro y si juraba de vehementi, cualquier reincidencia confinar a discreción a un hombre en su propio domicilio o en determinada~
lo hacía candidato a un severo castigo en la siguiente ocasión. Los penitentes instituciones, como un convento o un hospital. Como resultado de ello, mu-
eran condenados a castigos como el sambenito, las multas, el destierro o, algu- chos «presos» cumplían sus sentencias gozando de una relativa comodidad.
nas veces, las galeras. La principal razón para tan sorprendente concesión era que los tribunales
La .:<reconciliación» suponía, en teoría, el retomo de un pecador al 5eno carecían a menudo de espacio en sus prisiones, cmmdo las celdas estaban ya
de la Iglesia después de haber efectuado la penitencia. En la práctica era el llenas, y tenían que buscar una alternativa. Los presos de más rango, como
castigo más severo que la Inquisición podía infligir. salvo la relajación. Todos Carranza, normalmente sufrían arresto domiciliario en lugar del habitual
las pena~ que la acompañaban eran más duras: además del sambenito, el acu- encarcelamiento. Las prisiones gozaban a menudo de un régimen abierto. En
sado podía ser condenado a largas temporadas en la cárcel o en las galeras. algunos tribunales, los presos eran libres de entrar y salir mientras obser-
En la mayoría de los casos también se confiscaban los bienes, de manera que. varan unas reglas básicas. 19 En 1655, un informe acerca del tribunal de Gra-
aun si el prisionero escapaba con una sentencia de unos cuantos meses, con- nada se anotaba que a los presos se les permitía salir a todas las horas del
virtiéndose, sin duda alguna. en un católico ortodoxo, tendría que enfrentar- día, sin restricciones, a la calle; que vagaban por la ciudad y sus alrededores
196 LA INQUISICIÓK ESPA:'JOLA JLIC!O Y CASTIGO 197

y que se divertían en casa de los amigos. volviendo a la cárcel sólo de no- común para las malas influencias. Siempre que era posible se hacían confis-
che; de este modo se les daba un cómodo alojamiento por el que no tenían caciones. De los varios ca~ligos poco acostumbrados que en una u otra oca-
que pagar alquiler. 20 sión en la Inquisición. merece la pena de~ tacar el aplicado por la
Las galeras eran una pena desconocida para la Inquisición medieval, con- mexicana en diciembre de 1664 a un penitente que fue untado
cebida para el nuevo tribunal por el propio rey Fernando, que de e~e modo con miel, emplumado y obligado a permanecer cuatro hora~ bajo el sol
halló una fuente de mano de obra barata sin tener que recurrir descarada- durante un auto de fe.
mente a la esclavitud. Este castigo era, según la opinión de un investigador El máximo ca~tigo era la hoguera. La ejecución de herejes era una cosa
moderno, quizá el más temido -aparte de la hoguera- de los que imponía tan corriente en la cristiandad durante el siglo xv, que la Inquisición espa-
la Inquisición española. 21 Comen7Ó a aplicarse con cierta frecuencia a partir ñola no puede ser acusada de ninguna innovación a este respecto. La cos-
de mediados del siglo XVI, para cubrir la creciente demanda de los buques tumbre consagrada por la Inquisición medieval, era que los tribunales de la
reales. Los acusados eran rara vez sentenciados a un período superior a los Iglesia condenaran a u~ hereje. entregándolo entonces, o «relajándolo», a las
cinco años, en contraste con los tribunales seculares que entonces y después autoridades seculares. Estas estaban obligadas a ejecutar la sentencia de muer-
condenaban los presos a galeras de por vida. 22 Las galeras constituían una te, que las leyes prohibían ejecutar al Santo Oficio. Con esto no había el me-
forma económica de pena: los tribunales se veían libres del deber de mante- nor fingimiento de que no fuera la Inquisición el organismo completamente
ner a los penitentes en sus prisiones y el estado ahorraba en igual cantidad el responsable de estas muertes.
gasto que suponía contratar remeros. Tras la revuelta de 1569 en Andalucía. Sólo había dos clases de personas que podían ser sentenciadas a la ho-
las galeras se convirtieron en un castigo frecuente para los moriscos.'\ Los guera: los herejes impenitente<; y los relapsos. Esta úllima clase consistía en
tribunales de la Corona de Aragón eran los que imponían esta sentencia más aquellos que, tras haber sido perdonados por un primer delito ,srrave, habían
a menudo, habitualmente a los moriscos y a los protestantes extranjeros; a fi- reincidido y ~e les juzgaba como relapsos en la herejía. Los que habían sido
nales del siglo XVI, condenaron a unos cincuenta hombres a un año en las sentenciados a ser «relajados>> no ~iempre morían en la hoguera. Normalmen-
galeras."' A mediados del siglo xvm el Santo Oficio, al igual que el estado, te, se les daba a elegir entre arrepentirse antes de que el auto de fe alcanzara
dejó de usar la pena de galeras. su punto culminante, en cuyo caso eran <<misericordiosamente>> estrangulados
Los azotes eran una forma más común de castigo físico. El uso del láti- cuando se iban a encender las llamas, o a no arrepentirse, en cuyo caso eran
go a modo de escarmiento era muy antiguo en la tradición cristiana. Como abrasados vivos. La mayoría de los que fueron «relajados>>, lo fueron de he-
forma de castigo de criminales. sin embargo, era una pena muy severa. pues cho sólo en efigie, bien porque ya habían muerto o porque ~e habían salvado
conllevaba el estigma de la degradación y el deshonor, por lo que sólo podía escapando a tiempo. El gran número de víctimas quemadas en eti.gic en los
emplearse contra las personas de bajo estatus social. La Inquisición general- primeros años de la Inquisición testimonia el volumen de exiliados que con-
mente condenaba al culpable a ~er «azotado mientras recorría ]a<; calles», en siguió escapar del tribunal.
cuyo caso (si se trataba de un varón) tenía que aparecer desnudo ha~ta la cin- El número proporcionalmente pequeño de ejecuciones constituye un ar-
tura, a menudo montado sobre un asno para que sufriera una mayor deshon- gumento eficaz contra la leyenda de un tribunal ~edicnto de sangre. Nada.
ra, siendo debidamente azotado por las calles por el verdugo con el número ciertamente, puede borrar el honor de los veinte primeros y terribles años. Ni
señalado de latigazos. Durante este recorrido por las calles, los transeúntes pueden minimiL:arse ciertas explosiones ocasionales de salvajismo, como las
y los chiquillos mostraban su odio por la herejía tirando piedras a la víctima. padecidas por los chuetas a finales del siglo XV!!. Pero está claro que la
Las mujeres eran azotadas igual que los hombres. Tampoco había límite de Inquisición, durante la mayor parte de su exi~tencia, estuvo lejos de ser una
edad: hay casos registrados que muestran que niñas de poco más de diez máquina de la muerte. tanto por ~us propó~itos como por lo que realmente
años y ancianas de setenta u ochenta años sufrieron el mismo trato. La regla podía llevar a cabo. Las cifras dadas anteriormente en lo que respecta a cas-
general era prescribir como máximo 200 latiga.ws, mientras que las senten- tigos en Valencia y Galicia apuntan a un porcentaje de ejecuciones que se
cias de 100 latigazos eran muy comunes. sitúa claramente por debajo del 2 por 100 de los acusados. Se ha calculado
Los acusados podían ser sentenciados a diferentes castigos simultánea- que en diecinueve de los tribunales el porcentaje de ejecuciones («relajacio-
mente. En el auto de fe celebrado en Granada el 30 de mayo de 1672, Alon- nes» en persona) para el período 1540-1700 fue inferior al 2 por 100. 26 Por
so Ribero fue condenado a cuatro años de destierro de la ciudad, a seis años poco que tal cifra se aproxime a la verdad, resulta que durante los siglo~ XVT
en las galeras y a 100 azotes, por falsificar documentos de la Inquisición; y y xvn, fueron ejecutadas anualmente menos de tres personas al año en la
Francisco de Alarcón fue sentenciado a cinco años de destierro, cinco años totalidad de los territorios de la monarquía española, de~de Sicilia al Perú, lo
en las galeras. 200 azotes y a una multa, por blasfemia. 2 Otras penas nece-
j cual representa un porcentaje inferior a cualquier tribunal provincial de jus-
sitan poca explicación. El exilio o destierro de la localidad era una sentencia ticia español o europeo. Cualquier comparación entre tribunales seculares y
198 LA L'<QUISICIÓN ESPAÑOLA JUICIO Y CASTIGO 199

la Inquisición no puede por menos arrojar un resultado favorable a éste en autos eran una imposición premeditada de un ritual que no estaba en abso-
lo que a rigor respecta. En 1573, por ejemplo, el corregidor de Plasencia luto enraizado en aquélla. La gente acudía en tropel a verlos porque eran un
transfirió al Santo Oficio en Llerena a un morisco condenado por su juris- espectáculo extraño, ajeno a su fe habitual, a sus práctica religiosas, a la
dicción a ser ahorcado y descuartizado por la supuesta destrucción de una existencia cotidiana. En los inicios de la historia del tribunaL el público casi
imagen de la Virgen; la Inquisición, sin embargo, halló que la acusación ca- no asistía a los autos; en lugar de un elaborado ceremonial. había poco más
recía de pruebas y lo dejó en libertad. 27 En una escala de amplitud conti- que un ~imple rito religioso en el que se determinaban las penas para los
nentaL se podrían comparar el porcentaje de muertes de la Inquisición con herejes detenidos. La ceremonia ni siquiera se celebraba necesariamente en un
los de otros tribunales, pero los contextos son tan diferente~ que los resulta- día festivo, prueba de que no se contaba con la asistencia del público. Es tam-
dos no serían significativos. bién significativo que la única imagen que conocemos de un auto en los
De todas maneras, hay que recordar, claro está, que si bien el porcentaje de primeros años sea un cuadro, totalmente inventado, realiza~o a final~s.del
muertes era bajo, resultaba, no obstante, desproporcionado en relación con las siglo xv por Pedro Berruguete, en el que aparece santo Dommgo prestdten-
personas de origen judío y musulmán, en los casos que implicaban la existen- do una sesión del tribunal medieval.
cia de herejía. Las ejecuciones probablemente no repercutieron en la pobla- A mediados del siglo XVJ. el inquisidor general Fernando de Valdés y
ción en su conjunto, pero supusieron una pesada carga entre los conversos. La sus colaboradores concibieron una nueva forma ceremonial para lo~ autos de
relativa frecuencia de muertes en la hoguera de los primeros años disminuyó fe; puede incluso que se basaran en el cuadro de Berruguetc.' El dcscubri-
1

en el siglo xvm, y durante los veintinueve años de los reinados de Carlos III miemo de herejes protestantes en 1558 y la voluntad de la corona de asistir
y Carlos JV sólo cuatro personas murieron en la hoguera.~ 8 al escarmiento incitaron a Valdés a redactar una serie de regulaciones para
la representación de una deslumbrante ceremonia pública que sirviera para
La sentencia habitualmente suponía que el acusado debía aparecer en un reafirmar el poder de la Inquisición e hiciera notar su presencia. El primero
auto de fe. Esta ceremonia se celebraba, bien en privado (auto particular), de estos autos al nuevo estilo se celebró al parecer ante la corte. en mayo de
bien en público (auto público o auto general); este último es el que se ha 1559 en Valladolid. Los ameriorcs monarcas espaiíoles, incluyendo aFer-
hecho famoso, identificándose como el verdadero auto de fe. Las penas dic- nando e Isabel. nunca habían asistido a la ceremonia; excepcionalmente,
tadas por la lnquü-.ición se anunciaban en estas ocasiones. Carlos V estuvo presente en un auto que la ciudad de Valencia se empeñó
La ceremonia del auto de fe tiene su propia literatura. ~ Entre los espaiío-
2
en celebrar durante una de sus visitas. En fecha anterior, en 1550, Felipe ll
les lo que comenzó como un acto religioso de penitencia y justicia, acabó había sido testigo de un auto de modestas dimensiones celebrado en Toledo.
siendo una fiesta pública más o menos parecida a las corridas de toros o a los La presencia y la protección real de la corte real en los autos celebrados en
fuegos artificiales. Para los extranjeros siempre fue algo asociado a un mie- Valladolid en 1559 dieron inmediatamente a la ceremonia un prestigio del
do y un horror impresionantes. Los diarios y cartas escritas mientras hacían que carecía antes.
un viaje por España revelan asombro y repugnancia ante una práctica que era Las normas fueron introducidas por primera vez en las Instrucciones in-
desconocida en el resto de Europa. El flamenco Jean Lhermite, quien asistió quisitoriales de 1561,'~ que ~irvieron de base para elaboraciones posteriores.
a un auto de fe en compañía de Felipe Il, en Toledo en febrero de 1591, fue Se determinó entonces que los autos se celebraran en días festivos para ase-
después a contemplar las ejecuciones, describiendo todo el asunto como «un gurar así la máxima participación pública. Se esperaba que asistieran todos los
espectáculo muy triste, desagradable de ver>>. 3ú No hay duda de que debía ser altos cargos y la aristocracia. La reglamentación ponía especial énfasis en
espantoso ver a clérigos presidiendo una ceremonia en la que se ejecutaba a poner de relieve el estatus de la propia Inquisición, un hecho que provocó
los condenados, pero en realidad las ejecuciones públicas en otrm. países no contlictos de modo inmediato con los que desempeñaban altos cargos tanto
diferían mucho de un auto de fe y, a vece~. lo superaban en salvajismo. eclesiásticos como civiles, a los que se pedía que prestaran juramento de fide-
A los extranjeros, como el embajador francés, el marqués de Villars, lidad a la Inquisición. Un siglo más tarde, cuando la incidencia de las herejías
quien asistió al auto de fe celebrado en Madrid en 1680, les dejaba perplejos iba decreciendo hasta casi desaparecer, el ceremonial se hizo aún más elabo-
el contraste entre el comportamiento a menudo irreverente de los españoles rado, una auténtica obra de arte del barroco; lo que es todavía más, el tribunal
en la vida cotidiana y la intensidad del auto ceremonial. Dicho contraste es tomó gran cuidado en distribuir hojas volantes sobre estos últimos autos, como
una clave importante para entender la significación real del auto. si quisiera asegurarse de sus logros.')
Uno de los hechos más sorprendentes y que más malentendidos de la No hay duda de que los autos de fe eran populares. No podía ser de otro
historia inquisitorial ha provocado es haber presentado los autos como algo modo en la década de 1560, cuando su carácter novedoso atraía ---como era
típico de la mentalidad espaiíola. Los datos apuntan en la dirección opues- su objetivo-- altos niveles de asistencia. La novedad provocó también curio-
ta. Lejos de ser el reflejo de las inclinaciones religiosas de la comunidad, los sidad en Europa, donde los primeros grabados de la ceremonia aparecieron
200 LA INQUISICIÓ'\ EWA:\Jot.A JUICIO Y CASTIGO 201

en esa misma década.,_, Relatos, grabados y pinturas nos mue~tran que los una procesión que los llevaba directamente a la plaza donde se iba a cele-
autos más generales gozaban de un máximo de público hasta finales del si- brar el auto de fe.
glo xvn. No obstante. lejos de ser un componente típico de los procedimien- Nos ha llegado un relato contemporáneo del primer auto de fe celebrado
tos inquisitoriale~, el auto ceremonial luvo una vida corta. En Castilla tuvo ~-t~- en Toledo el domingo 12 de febrero de 1486, durante el cual más de 700 ju-
su apogeo durante los años de represión de Jos protestantes, de 1559 a la dé- daizantes se reconciliaron con la Iglesia. En tan temprana época, el ceremo-
cada de 1570. 35 Por aquellos mismos añm, fue exportado a otros lribunales nial y el ritual estaban au~entes y los inquisidores no tenían que ocuparse
de la monarquía: el primer auto ceremonial celebrado en Barcelona tuvo lu- más que de la tarea de reconciliar a gran número de herejes de modo rápido
gar en el Born en 1564, para conmemorar la visita de Felipe TI a la ciudad; '6 y eficiente.
en Logroño tuvo lugar en 1570: en Palermo (Sicilia) se celebró en 1573,
cuando por <<VCZ primera)) fue acompañado de una procesión especial. Des- Salieron en proce~ión lodos los reconciliados que moravan, los quales eran
pués de 1570. los auto~ ceremoniales son raros en Castilla.-11 Lm famo~os y fasta setecienta" y cinquenta personas, hombres e mugercs. E ~alieron de sant
elaboradm autos del siglo xvn fueron pocos y espaciados. El más memora- Pedro Mártir en proccssión en esta manera: los hombres en querpo, las cabcyas
ble de todos ellos fue el celebrado hacia el final de la dinastía de los Am- de'icuhiertas e descalzos sin calqas; e por el gran frío que hazía les mandaron
llevar unas ~olctas debaxo de los pies por encima dc~cubü:rtoo. con candelas en
trias, en 1680, destacando precisamente por el mero hecho de que era un
las manos no ardiendo: e la~ mugeres en cuerpo sin cobertura ninguna, las ca-
acontecimiento poco habitual. ras descubiertas e de~calps como los hombre~ e con sus candela~. En la qua!
En su momento de apogeo los autos eran un acontecimiento sin paralelo gente yvan mucho~ hombres principalc~ de ellos y hombres de honra. Y con
en ningún otro país. Los habitantes de comarcas remotas acudían en tropel en el gran frío que hazía, y la desonra y mengua que recebían por la gran gente
cuanto se anunciaba que se iba a celebrar un auto. El auto de 1610 en Lo- que los mirava, porque vino mucha gente de las comarca:; a los mirar. yvan
groño atrajo, según los funcionarios de la Inquisición. a alrededor de treinta dando muy grandes alaridos. y llorando alguno~ se mesavan; créese más por
mil personas procedentes de Francia, Aragón, Navarra, el País Vasco y Cas- la dc'ionra que recehían que no por la ofensa que a Dios hizicron; y así, yvan
tilla.'R Dado que la ciudad contaba con una población de sólo unos cuatro mil muy atribulados por toda la cibdad por donde ya la proces~ión el día de Cor-
habitantes, el {evidentemente exagerado) número de visitantes crearía una pus Christi: e fasta llegar a In iglesia mayor. E a la puerta de la iglesia e'itavan
impresión memorable. dos capcllane'i, los quales fazían la 'ieñal de la cruz a cada uno en la frente. dizicn-
do estas palabras: «Recibe la señal de la cruL. la qua! negaste e mal engañado
El escenario se instalaba invariablemente en la plaza mayor o en el mayor
perdiste». Y entraron en la iglesia fasta llegar a un cadahalso, que c~tava fecho
espacio público disponible. El elaborado e impresionante ritual del procedi-
junto a la puerta nueva, en el qua! cadahabo C'itavan los padres im¡uisidores ~o­
miento, descrito claramente en pinturas de la época, exigía grande~ gastos, bidos; e [h]ay cerca otro cadahalso en que estava un altar, donde les dixeron
razón por la cual los autos de fe no eran muy frecuentes. Esta frecuencia era mis~a e le~ predicaron. E después levantóse un notario. y cmpq;ó de llamar a
fijada a discreción por cada uno de los tribunales y de los presos disponibles, cada uno por ~u nombre e dizicndo así: «¿Está ay fulano?)). Y el reconciliado
ya que el procedimiento era esencialmente un espectáculo. Si era nece~ario, alyava la candela, y dezía: «Sb. E allí públicamente leya toda~ la~ cosa~ en que
se traía a los presos desde las partes más remotas de la península: para el avía judayLado. E así mcsmo fizicron a la~ mugeres. E de que esto fue acaba-
gran auto de 1680 en Madrid se trajeron condenados de Galicia y Andalucía. do, allí públicamente les dieron la penitencia, en que les mandaron sei" viernes
Cuando se habían reunido suficientes presos para que valiera la pena cele- en proccs~ión di~ciplinándo~e las espaldas de fuera con cordeles de cáñamo, fe-
brar un auto, ~e fijaba una fecha para el acontecimiento y los inquisidores chas nudos. e sin cal~as. e :>in bonetes. e que ayunas sen lo~ dichos seis viernes:
informaban a las autoridades municipales y catedralicias. Un mes antes del e les mandaron que en todo~ los días de su vida no tuvie~en oficio público. así
auto de fe, desfilaba por las caJles de la ciudad una procesión de familiares como alcalde, alguazil. regidor o jurado. o escrivano público, o portero, e lo~
que los tales oficios tenían los perdieron: e que no fuesen cambiadore._, ni boti-
y notarios de la Inquisición proclamando la fecha de la ceremonia. En aquel uuios, ni c'ipcciero~, ni tovie~en oficio de sospecha ninguno, e que no truxe~cn
mes intermedio se habían de hacer todos los preparativos. Se daban órdenes seda ni grana ni paño de color, ni oro ni plata, nin perlas nin aljófar, nin coraL
a los carpinteros y albañiles para que prepararan el andamiaje para la tribu- nin ninguna joya; e que no pudie~en valer por testigm, ni arrcnda~en esta~ co-
na adecuada a la ocasión. y se fabricaba el mobiliario y el decorado. La no- ~as. les mandaron so pena de relapso~, que quiere dezir de ser tomados a caer
che anterior al auto se organizaba una procesión e~pecial, conocida como en el mesmo hiena [sic.: yerro] pasado, que en usando cualquiera co~a de las
la procesión de la Cruz Verde, durante la cual familiares y otras personas ~obrcdichas queda~en condenados al fuego. E quando todo~ esto~ actos fueron
llevaban la cruz del Santo Oficio hasta el Jugar de la ceremonia. Durante acabados. salieron de allí a la~ do~ de~pués de medio día. ;9
toda la noche ~e hacían oraciones y preparativos, a primera hora de la ma-
ñana siguiente se celebraba misa. se daba el desayuno a todos lo~ que ha- Las dos es la hora de la comida del mediodía en España. Los inquisidore~
bían de aparecer en el auto (incluyendo a los condenados) y comenzaba habían logrado liquidar el caso de 750 personas en una mañana. Esto está
202 LA lt-:QUlSICIÓ)< ESPAÑOLA JUICIO Y CASTIGO 203

bastante lejos del ritmo dilatorio, la pompa y el ceremonial de autos de fe baúles, en las que habían pintadas llamas; y el resto de las figura~ reprc~cnta­
posteriores a 1559, que se prolongaban durante toda la noche y aún se con- ban a lo~ que habían escapado a las manos de la Inquisición y que eran pros-
tinuaban al día siguiente, como ocurrió en Logroño, en noviembre de 1610. critos. E~tas figuras fueron colocadas a un extremo del anfiteatro.
La velocidad del de Toledo en 1486 constituyó probablemente una marca, Tras ellos vinieron doce hombres y mujeres, con cuerdas alrededor de sus
entre otras, porque después de los 750 acusados de febrero el tribunal se las cuellos y velas en las manos, con caperuzas de cartón de tres pies de altura, en
arregló para despachar 900 reconciliaciones el 2 de abril, 750 el 11 de junio, las cuales se habían escrito sus delitos. o representados de diversas maneras.
y 900 el 10 de diciembre, por no hablar de los otros dos autos del 16 y el Iban seguidos por otros 50, que también llevaban velas en sus manos, vestidos
con un sambenito amarillo o una casaca verde sin mangas, con una gran cruz
17 de agosto, en que fueron quemadas 27 personas.
roja de San Andrés delante y otra detrás. Estos eran delincuentes; quienes (por
En contraste con la simplicidad y eficiencia de los autos en los primeros haber ~ido ésta la primera vez que eran encarcelados), se habían arrepentido de
años de la inquisición. tenemos el ejemplo del grandioso auto de fe celebra- sus delitos; son condenados generalmente a algunos años de cárcel o a llevar
do cl30 de junio de 1680 en la Plaza Mayor de Madrid, en presencia de! rey el sambenito, al que se tiene como la desgracia mayor que puede caer sobre
y su corte. La escena fue recogida en un enorme lienzo por Francesco Rizzi, una familia. Cada uno de estos delincuentes era llevado por dos familiares de
cuya obra cuelga ahora en el Museo del Prado.-10 la Inquisición. Seguidamente, vetúan veinte delincuentes más, de ambos sexos,
En 1748 fue publicada en Londre<; una versión muy resumida de un rela- que habían reincidido tres veces en sus anteriores errores y que eran condena-
to contemporáneo al auto, que dice lo siguiente: do~ a las llamas. Los que habían dado algunas muestras de arrepentimiento se-
rían estrangulados antes de ser quemados; los restantes, por haber persistido
Una tribuna de cincuenta pies de longitud fue erigida en la plaza, siendo obstinadamente en sus errores, iban a ser quemados vivos. Estos llevaban sam-
levantada a la misma altura del balcón en que había de ~entarsc el Rey. Al final, benitos de tela, en lo~ que había pintados demonios y llamas, así como en su~
y a lo largo de toda la anchura de la tribuna, a la derecha del balcón del Rey, se caperuzas. Cinco o seis de ellos, que eran más obstinados que el resto, iban
levantó un anfiteatro, al cual se ascendía por 25 o 30 c~calones, destinado al amordazados para impedir que profirieran frases de doctrina~ blasfemas. Los
Consejo de la Inquisición y a los otros consejos de España. Sobre estos e~calo­ condenado~ a morir iban rodeados. además de los dos familiares, de cuatro o
nes y bajo un dosel, había colocado el rostrum del Gran Inquisidor. de manera cinco frailes, que los preparaban para la muerte conforme iban andando.
que se alzaba a mayor altura que el balcón del Rey. A la izquierda de la tribu- Pasaron c~tos delincuentes en el orden arriba mencionado, bajo el balcón
na y del balcón. ~e erigió un segundo anfiteatro del mismo tamai'io que el pri- del Rey; y tras dar la vuelta a la tribuna, fueron colocados en el anfiteatro de la
mero, en donde habían de comparecer los delincuentes. izquierda. rodeado cada uno de ellos por los familiares y frailes que Jos aten-
Al cabo de un mes de haher sido hecha la prodamación del Auto de fe. se dían. Algunos de los Grandes, que eran familiares, se sentaron en do~ bancos
inició la ceremonia con una procesión [que tuvo lugar la víspera, el 29 de ju- que estaban preparado~ para ellos en la parte inferior del otro anfiteatro. Los
nio] en la iglesia de Santa María, con el orden siguiente: la marcha era prece- funcionarios del Consejo supremo de la Inquisición, los inqui~idorcs, los fun-
dida por cien carboneros. todos armados con picas y mosquetes, ya que ellos cionarios de todos lo~ otros consejos, y varios otros personajes distinguidos. tan-
proporcionaban la leña con que eran quemados los criminales. Eran seguidos to del clero regular como del secular, todos ellos a caballo, llegaron luego con
por dominicos, precedidos por una cruz blanca. Luego venía el Duque de Mc- gran ~olemnidad y se colocaron en el antiteatro hacia el lado derecho, a ambo~
dinaceli, llevando el estandarte de la Inquisición. Despué~ venía una gran cruz lados del rostrum en que había de sentar~e el Gran Inquisidor. Este fue el último
cubierta de crespón negro, seguida de varios grandes y otras persona-; de calidad en llegar, vestido de púrpura, acompafiado por el presidente del Consejo de Cas-
que eran familiare~ dt: la Inquisición. La marcha era cenada por 50 guardias tilla, y, una vez que se hubo sentado, el presidente se retiró. Entonces comenLÓ
de la Inquisición. vestidos de negro y blanco y mandados por el Marqués de la celebración de la misa ..
Povar, Protector hereditario de la Inquisición. Habiendo marchado la procesión Hacia las doce comenzaron a leer la sentencia a los delincuentes condena-
por e~te orden ante Palacio. se dirigió luego hacia la Plaza, donde el estandarte dos. Primero se leyó la de los que murieron en prisión o estaban proscritos. Sus
y la Cruz Verde fueron colocados en la tribuna, donde sólo quedaron los do- figuras de cartón fueran subidas a una pequefia tribuna y metidas en pequeñas
minicos. retirándose los demás. Estos frailes se pasaron parle de la noche can- jaulas hechas con ese propósito. Luego prosiguieron leyendo la sentencia a cada
tando salmos, y se celebraron varia~ misas ante el altar desde el amanecer hasta delincuente, quienes, seguidamente, eran metidos uno a uno en dichas jaulas para
las , ís de la mañana. Una hora más tarde aparecieron en los balcone~ los Re- que todos los conocieran. La ceremonia duró ha~ta las nueve de la noche y, cuan-
yes de Españ:1, la Reina Madre y muchas damas de calidad. do hubo acabado la celebración de la misa, el Rey se retiró y los delincuentes
A las ocho empezó la procesión, ~iguicndo el mismo orden del día anterior, que habían sido condenados a ser quemados fueron entregados al brazo ~ccular.
con la Compañía de Carboneros, que se colocó a izquierda del balcón del Rey, y y. siendo montado~ sobre a~nos, fueron sacados por la puerta llamada Fonca-
formando los guardias a su derecha (el resto de los balcones estaban ocupado~ ral, y cerca de este lugar a medianoche, fueron todos ejecutados. 41
por los embajadores, la nobleza y lm caballeros). Después vinieron 30 hombres.
portando imágenes de cartón de tamaño natural. Algunas de estas representaban En este auto de fe ll personas abjuraron de sus errores y 56 fueron
a los que habían muerto en prisión, cuyos huesos eran asimismo traídos en reconciliadas, dos de ellas en efigie porque habían muerto en prisión. Hubo
204 LA INQUISICIÓ~ ESPA.'<OLA H:ICIO Y CASTIGO 205

53 relajaciones, de las que 19 fueron en persona, incluyendo la de una mu- Las cenizas fueron esparcidas por los campos y el río, y con e~to el he-
jer de más de 70 año~ de edad. El procedimiento empleado en e~te auto de reje. cuya conversión no le había proporcionado ningún beneficio temporal,
fe representó el de~arrollo completo de la~ práctica~ de la Inqui~ición. Puede desapareció de la existencia, aunque no se borró del recuerdo, porque como
verse que la quema de las víctimas no formaba parte de la ceremonia princi- era norma, tra~ su muerte fue colgado en la iglesia de su pueblo un sambe-
pal y, en cambio, entraba a formar parte de una ceremonia secundaria que a nito con su nombre. No había edad límite para las víctimas que podían ser
menudo se llevaba a cabo fuera de la ciudad en la que la pompa de la pro- llevadas a la hoguera: mujeres de más de ochenta años y mozalbetes en su
cesión principal estaba ausente. Las características principales del auto eran la adolescencia fueron tratados igual que otros hereje~.
procesión. la misa, el sennón de la misa y la reconciliación de los pecadores. Debido a lo complicado de la ceremonia, los autos de fe tendían a ser
Sería erróneo suponer, como ha sucedido con frecuencia, que la quema de muy costosos. El auto de fe celebrado en Logroño el 18 de octubre de 1570
herejes era la pieza central. La hoguera puede haber sido un componente es- costó un total de 7.366 maravedíes (20 ducados), la mayoría de los cuales se
pectacular de muchos autos de fe: pero era la parte menos necesaria del pro- gastaron. no en el auto, sino en la fiesta de celebración que se hizo después.
cedimiento y se celebraron ba~tantes autos sin que hubiera necesidad de La Suprema criticó este despilfarro y al año siguiente, en el auto de fe cele-
encender una sola gavilla de leña. brado el 27 de diciembre de 1571, los gastos se redujeron, no ascendiendo
La quema de un judaizante está descrita con detalle en un relato contem- más que a 1.548 maravedíe~. 43 Estos gastos pueden ser comparados con los
poráneo, hecho por un inquisidor, del auto celebrado en Logroño el 24 de de un tribunal más importante, el de Sevilla, que en 1600 calculó que cada
uno de sus autos de fe costaba más de 300 ducados (112.500 maravedíes):14
agosto de 1719. Entramm en la escena en el momento en que el acusado está
Los gastos no dejaron de aumentar en Sevilla: el auto del 30 de junio de 1624
atado al poste de ejecución y le han pasado ante la cara una antorcha encen-
costó 396.374 maravedíes y el del 29 de marzo de 1648, 811.588 marave-
dida para advertirle de lo que la espera si no ~e arrepiente. Alrededor del
díes."j Incluso estos niveles fueron sobrepasados por el tribunal de Córdoba.
judaizante hay algunos religiosos que
que gastó 2.139.590 maravedíes (5.700 ducados) en un auto celebrado el
apretaron con mayor ansia y celo al dicho reo para que se convirtiese; y e~tan­ 3 de mayo de 1655:'"
do en serenidad pacífica, dijo: «Yo me convertiré a la fe de Jesucri~to», palabra<; La popularidad de los autos públicos era resultado en parte de su rela-
que hasta entonces no ~e le había oído pronunciar; lo que alegró ~umamente a tiva exccpcionalidad. Poco frecuentes a comienzos del siglo xvr, después del
todos los religiosos; y empezaron a abrazarle con amorosos tiernos afectos. v temor protestante de mediados de la centuria volvieron a ser poco corrientes
dieron infinitas gracias a Dios por haberles abierto puerta para 'iU conversión . .". otra vez, convirtiéndose prácticamente en un suceso que se veía una vez en
Y estando haciendo esta confesión, un religioso graduado de la Orden del ~crá­ la vida. Los tribunales más pequeños, particularmente aquellos que no podían
fico Padre le dijo: «¿En qué ley mueres?». Y respondió volviendo la cara y fi- aprovechar la presencia de conversos y moriscos. sólo raramente podían man-
jando en él los ojos: «Padre. ya he dicho que muero en la fe de Je~ucristo¡¡; lo tener el coste de llevar a cabo auto~. Esto era reprochable, según comentaba
que causó a todo~ gran gozo y alegría: y se levantó el dicho religioso, que e~ta­ un inquisidor de Barcelona en 1560, porque «Cierto tengo que es muy nece-
ba de rodillas. y abrazó al dicho reo: y todos los dcmá~ ejecutaron lo mismo con sario así para que teman los extranjeros que aquí entran como por los de la
sumo gozo, dando gracias a la intinita bondad de Dios ... A cuyo tiempo vio tierra)). En Cataluña. la Inquisición también tenía que hacer frente al hecho
el dicho reo al ejecutor de la justicia, que sacó la cabeza por detrás del palo, y
de que «no suelen venir al auto el visorey ni los consellers desla ciudad»,
le preguntó: «¿Por qué me dijiste antes perro?». Y le respondió el ejecutor:
«Porque negabas la fe de Jesucristo: pero que la has confesado, todos somos cosa que era una mancha para su pre~tigio. 47 A principio~ del siglo xvn, los
hcnnanos: y ~i en esto te he ofendido, puesto de rodillas te pido perdón». Y con autos públicos eran raros en Barcelona. <<Esta Inquisición --explicaba el in-
rostro alegre lo perdonó, y se abrazaron los dos ... Y deseoso de que no se ma- quisidor a la Suprema- es singular en España en ra¡;:ón de no hazcrse los
lograse aquella alma que había dado tanta~ ~eñales de ~u wnversión, disimula- autos de fee con la grande7.a y decencia para los Inquisidores que se hacen
damente di vuelta detrás del palo donde estaba el ejecutor. y le di orden para en todas las demás inquisiciones, y esta Inquisición es muy pobre y assí lo
que luego inmediatamente le pusiese la argolla y diese garrote, porque importa que se había de hazer en autos públicos sera mas conbeniente que se haga en
mucho no perder tiempo: lo cual con gran prc~tcza lo dispu~o. alguna iglesia quando esto sea necesarios>:.. 4 R Con todo, también había tribu-
Y habiendo reconocido estaba muerto. se dio orden al dicho eje<.:utor para nales que sostenían frecuentes autos de fe por circunslancias locales. Encon-
que por las cuatro partes del brasero prendiese fuego a toda la leña y carbón que tramos, por ejemplo, que el tribunal de Granada celebró quince autos entre
había en él prevenido; e inmediatamente lo ejecutó así, empezando a arder por 1549 y 1593, que el de Murcia organizó diez entre 1557 y 1568 y que el de
todas partes y a subir la velocidad de la llama por todo el tablado, y a arder la-;
Córdoba hizo siete entre 1693 y 1702.
tabla~ y vestidos; y habiéndose quemado las ligaduras con que e~taba atado
cayó por el escotillón, que estaba abierto, al bra~ero, donde se quemó todo el Aunque el propósito de los autos eran impresionar a la gente, es posible
cuerpo y se convirtió en cenin1s. ~4 que en el siglo xvu se convirtieran en una ocasión menos atrayente para el
206 LA INQUISICIÓK ESPAÑOLA

público; o al menos esa es la impresión que se desprende de una representa-


ción pictórica del auto de fe de Sevilla del 13 de abril de 1660 en la que
el público se muestra mayoritariamente indiferente a la ceremonia de doce
horas que se desarrollaba ante sus ojos. 49 En el siglo xvm, la falta de víctimas
y el coste creciente de las ceremonias públicas supuso la caída gradual en de-
suso de los autos de fe. Felipe V, de la recién entronizada Casa de Barbón, fue
el primer monarca español que se negó a asistir a un auto de fe que fue cele-
brado en 1701 para festejar su ascensión al trono. El reinado de Felipe vio el
final, de la persecución en masa en España. En la segunda mitad del siglo. la 10. EL FIN DE LA ESPAÑA MORISCA
Inquisición ya celebraba sólo autos privados. No nos adelantemos a atribuir
esto a un aumento de la tolerancia. La sencilla razón es que los heréticos ha-
bían sido purgados con tanto éxito que, al acabar con su existencia, el tribu- Fuimos llevados a la Inquisición, donde, por no más que se-
nal se privó a sí mismo de combustible para sus hogueras. guir la verdad. se nos despojaba de la vida. de nuestras propieda-
des y de nuestros hijos.
Un morisco exiliado en Túnez, en el siglo xvn 1

Durante un tiempo en la Edad Media pareció como si toda España fuera


a ser musulmana. Ocupada por olas sucesivas de invasores procedentes del
norte de África, algunos lugares de la península permanecieron bajo el poder
musulmán durante casi siete siglos. Por lo tanto, puede decirse que las gen-
tes que entraron de esta manera en la historia de España formaban parte de
su estructura tanto como la población cristiana o judía. Hubo matrimonios
mixtos entre ellos e intercambiaron sus ideas y ~u lengua, de modo que las
tres religiones crecieron una al lado de la otra en el seno de lo~ reinos his-
pánicos.
La Reconquista cambió todo esto. Los cristianos, en su avance. tomaron
Zaragoza en 1118, Córdoba en 1236, Valencia en 1238 y Sevilla en 1248;
finalmente, y tras un largo intervalo. Granada cayó en 1492. El fin del poder
político musulmán significaba que los musulmanes (conocidos entre los es-
pañoles como «moros>>) dejaban de existir como nación, pasando a ser una
minoría dentro de un país cristiano. Como súbditos musulmanes de un rey
cristiano, al igual que había ocurrido durante siglos con los que habían vivi-
do bajo la ley cristiana, se convirtieron en «mudéjares». Los ténninos de la
rendición de Granada fueron generosos con los vencidos y retlejaban lastra-
diciones de la convivencia de la época medieval. Los mudéjares recibieron
garantías de que podrían conservar sus costumbres, sus propiedades, sus leyes
y su religión; conservaron sus propios funcionarios, aunque éstos estarían su-
pervisados por los gobernadores castellanos y aquellos que desearan emigrar
tenían permiso para hacerlo. Muchos de entre la elite mudéjar encontraban
intolerable una vida sometida a la ley cristiana y emigraron al norte de África.
Íñigo López de Mendoza, segundo conde de Tendilla y más tarde primer mar-
qués de Mondéjar, fue encargado de la reorganización del territorio. Hernando
de Talavera fue nombrado primer arzobispo y como tal estimuló las conver-
siones a través de la persuasión, la caridad, el respeto a la cultura mudéjar y
208 LA J-..;QUISICIÓN ESPAÑOLA f-.L !'IN fJE lA ESPA:'JA MORISCA 209

el uso del árabe como lengua litúrgica. Pero el avance era lento y en 1499 para la corona." Al repetir los pasos que se habían dado en la conversión de
Cisneros pidió permiso a Fernando e Isabel, que a la sazón estaban en Grana- los judíos. Isabel abolió la libertad de cultos en sus dominios, originando al
da, para poner en marcha una política más dura. mismo liempo, un nuevo problema en el ~eno de la estructura de la sociedad
A partir de ese momento se produjeron bautismos en masa y se transfor- cristiana, el de los moriscos.
mó una mezquita en una iglesia. Estos hechos provocaron una revuelta en di- A partir de 1511, se intentó mediante varios decrclos hacer que los nue-
ciembre de 1499 en la zona de Albaicín, el barrio mudéjar de Granada. que ~e vos conversos modificaran su identidad cultural y abandonaran las prácticas
resolvió únicamente gracias a los buenos oficios de Tendilla y Talavcra. Hubo musulmanas. Estas medidas culminaron con una a~amblea que fue convocada
otras revueltas, repartidas por otros lugares del sur, durante el año de 1500 y por las autoridade~ de Granada, en 1526, en la que todas la5 particularidades
en las primeras semanas de 1501 que plantearon un problema político grave de la civilización morisca -el uso de la lengua árabe, las vestimentas, las jo-
al gobierno. Algunos, entre los que se incluían Tendilla y Cisncros. estaban a yas, el ritual que acompañaba la matanza de los animales. la circuncisión-'
favor de que se adoptaran medidas severas. Según Cisneros, la rebeldía de los fueron objeto de ataque; para combatir estas prácticas se decidió el traslado
mudéjares anulaba todos los derechos concedidos en el momento de la capi- a Granada del tribunal local de la Inquisición. que originalmente se hallaba
tulación y tenían la obligación de escoger entre el bautismo o la expulsión; en Jaén.
en su opinión. «deben ser convertidos y esclavizados, porque como esclavos En la Corona de Aragón no hubo una presión comparable sobre los mu-
serán mejores cristianos, y la tierra quedaría segura para siempre».' Fernan- déjares. Las principales razones de esta diferencia fueron el gran poder de la
do, en cambio. se mostraba inclinado a una actitud más moderada. «Cuando nobleza terrateniente y la autoridad de las Cmtes. En las tierras de los nobles,
vuestro ca vallo haze alguna desgrazia --contó a sus consejero~- no echáis los mudéjares constituían una fuente de mano de obra abundante, barata y muy
mano a la espada para matarle, antes le das una palmada en las ancas. Pues productiva; de ahí la expresión «mientras más moros, más ganancia». Ya fue-
mi voto y el de la reyna e~ que estos moros se baptiL:en. Y si ellos no fue~­ ra por aplacar a esa nobleza o por preferir una política moderada, lo cierto es
sen cristianos. seránlo sus hijos o sus nietos.>>.] Era una indicación impor- que Fernando advirtió repetidamente a los inquisidores de Aragón que no
tante de las políticas, muy diferentes entre sí, que los monarcas adoptarían persiguieran a la población mudéjar ni recurrieran a la~ conversiones forza-
hacia los musulmanes en Castilla y en Aragón. Tal y como lo veía Fernan- das. Por lo tanto, los mudéjares siguieron llevando una existencia indepen-
do. en Granada y en Castilla, las circunstancias hacían inevitables la~ conver- diente hasta que en 1520 estalló la sublevación de los comuneros.
siones, mientras que en Aragón, todavía no había necesidad de semejantes Al mismo tiempo que 5e producían el levantamiento de la~ Comunida-
medidas. des en 1520 en Castilla, hubo disturbios en Valencia. En esta última ciudad
En los meses siguientes, los mudéjares de Granada fueron convertidos los rebeldes, agrupados en Germanías o hermandades, organizaron una revo-
sistemáticamente; unos cuantos recibieron autorización para poder emigrar. lución urbana dirigida contra la aristocracia local. Valencia ocupaba el se-
En 1501, se dio por sentado de manera oficial que Granada se había converti- gundo lugar en cuanto al número de población musulmana en relación con
do en el reino de los moros cristiano:;: los mori5cos. Se les concedió igualdad las restantes regiones de España. Los mudéjares eran casi exclusivamente una
legal con los cristianos, pero se les prohibió portar armas y se les sometió a comunidad rural y estaban sometidos a los grandes terratenientes del reino.
una presión constante para que abandonaran la cultura de su raza. En Grana- Lm dirigentes de las Germanías vieron que el modo más sencillo de destruir
da, un Real decreto de octubre de 1501,4 ordenó una quema de libros árabes. el poder de los nobles en el campo era liberando a sus vasallos mudéjares, y
Fue el final de las capitulaciones y del al-Andalus morisco. «Si el rey de la así lo hicieron por medio del bautismo. A~í que los años 1520 a 1522 fue-
conquista no guarda fidelidad -se lamentó un dirigente árabe de la época, ron testigos en Valencia de la conversión forzosa de miles de mumlmanes.
un estudioso llamado Yuce Venegas, que residía por entonces en unas fincas La derrota de los rebeldes por las tropas rcale5 debía haber permitido que los
cerca de Granada-, ¿qué aguardamos de sus sucesores?>>\ mudéjares pudieran volver al islam, ya que en todas partes los bautismos
Con Granada aparentemente convertida, Isabel no se sentía predispuesta forzadm carecían de validez, pero las autoridades no estaban muy dispues-
a tolerar la presencia de moriscos en otras partes del reino. El 12 de febrero tas a perder a estos nuevos conversos. La inquisición, sobre todo, se ocupó
de 1502 todos los mudéjares de Castilla se vieron precisados a escoger entre de mantener a los mudéjares dentro de los términos de su bautismo. A la ob-
el bautismo y el exilio. Casi todos ellos, sujetos a la corona desde la Edad jeción de que las conver~iones. habían ~ido hechas por la fuerza, se contes-
Media, escogieron el bautismo, pues la emigración estaba planteada en tér- taba siempre de la misma manera: escoger el bautismo como alternativa a la
minos tales que la hacían prácticamente imposible. Con estas conversiones, muerte significaba que se había ejercido el libre albedrío y que. por lo tanto,
el islam desapareció del territorio castellano, aunque siguió siendo tolerado el sacramento era válido.' Sobre esta premisa, se ordenó a la Inquisición que
sólo en la Corona de Aragón. La política diversa adoptada en ambos reinos procediera como si todos los bauti:;mos propiamente administrados fueran
demue~tra que conseguir la unidad religiosa no era un objetivo prioritario válidos.
210 LA !:-IQUISICIÓN ESPAÑOL\ EL 1'1:-.1 DE LA ESPA:\JA MORISCA 211

En ese momento se volvió incongruente tolerar que hubiera musulmanes y armas para su venta; algunos eran comerciantes, que invertían sus benefi-
en la Corona de Aragón. En noviembre de 1525, Carlos V promulgó un de- cios en lierras. 13 En aquellas poblaciones en las que la totalidad de la la po-
creto en el que ordenaba la conversión de todos los mudéjares de Valencia blación era morisca, tales como Almonacid de la Sierra (en Aragón), había
para finales de año y en todos los demás reinos para linaJes de enero del año -¡~-ñabi.tantes que, lógicamente, también desempeñaban profesiones liberales: un
siguiente, 1526. A partir de 1526 la religión musulmana ya no existía ofi- cirujano, un escribano, un abogado, un noble, además de otros oficios de me-
cialmente en España: todos los mudéjares eran ahora moriscos. En una carta nor rango.'"' Para mantener su integridad interna lo5 dirigentes musulmanes
al papa, escrita en diciembre de aquel año, Carlos V admitía que <<la conver- reforzaban el papel social de la comunidad, la aljama. Era una institución que
sión que assí se hizo no fue del todo voluntaria en muchos dellos, y después les permitía preservar su autonomía y su cultura, haciendo posible al mismo
no han sido doctrinados, instruydos y enseñados en nuestra sancta fe cathó- tiempo cooperar en buenos términos con las autoridades.' 5 Entre ellos habla-
lica». En las regiones de mayor concentración mudéjar se llevaron a cabo ban una variedad del españQl conocida como aljamía. 16 Cuando se escribía
esfuerzos considerable;; para evangelizar a los nuevos conversos: entre los algún texto en esta lengua. utilizando el alfabeto árabe, el resultado era una
clérigos que encabezaron esta campaña estaba el distinguido humanista An- literatura secreta que los inquisidores no podían leer: cuando encontraban
tonio de Guevara, que trabajó para ello en Valencia y en Granada. 9 algún texto escrito de esta forma y lo confiscaban, normalmente lo clasifica-
ban bajo la categoría de «Corám>.
La intensidad del problema morisco variaba en la península según la den- Hasta los primeros años del reinado de Felipe 11, los esfuerzos que llevó
sidad de población existente en la zona. La mayor concentración se daba en a cabo la Inquisición para mantener a los moriscos dentro de un cristianis-
el reino de Granada, donde los moriscos constituían un 54 por 100 de lapo- mo nominal fueron poco más que un gesto. El mayor número de juicios se dio
blación en la década de 1560; en áreas como la Alpujarra, eran un lOO por 100. en la Corona de Aragón, y puede ser considerado como la punta del iceberg
En Valencia formaban, a finales del siglo xvt, un tercio de la población, y en de la incredulidad de la España morisca. Existen dos razones fundamentale~
Aragón constituían una quima parte. En Cataluña, el grupo morisco era para explicar esta escasez de persecuciones: por un lado, la Iglesia y el esta-
reducido y en Castilla era proporcionalmente aún menor. En este último rei- do estaban convencidos de que se debía impulsar un proyecto apropiado de
no llegarían a ~er unos 20.000 hacia 1502. 10 dispersos por todo el territorio conversión: por otro lado, la tinne oposición que presentaron los señores cris-
en pequeñas morerías urbanas que convivían pacíficamente con sus vecinos tianos ante cualquier interferencia en los derechos que tenían sobre sus vasa-
cristianos. llos moriscos. En Aragón, por ejemplo, casi el 60 por 100 de los mori~cos
Había importantes diferencias entre las distintas comunidades moriscas. estaban bajo la jurisdicción de la nobleza.' 7 En enero de 1526, los cabecillas
Los granadinos. recientemente sojuzgados, tenían una clase alta muy flore- de los moriscos valencianos lograron obtener un acuerdo secreto de la corona
ciente que conservaba intactas la cultura y la religión y que hablaban nor- y el inquisidor general Manrique que aseguraba que si todos ellos se sometían
malmente en árabe (que los cristianos llamaban «algarabía>:>): constituían una al bautismo estarían libres de cualquier persecución del Santo Oficio en un
civilización islámica integraL Los valencianos eran en su mayoría un pro- término de cuarenta años, ya que les era imposible abandonar de golpe todas
letariado rural, pero como estaban bastante aislado~ de la población cristiana sus costumbres y tradiciones. La concordia se hizo pública en 1528 y en aquel
y eran tan numerosos, consiguieron conservar la mayor parte de sus costum- mismo año las Cortes de Aragón reunidas en Monzón pidieron a Carlos que
bres, religión y lengua. En otras partes de España, el árabe era casi una len- impidiera la persecución inquisitorial contra los moriscos hasta que éstos es-
gua desconocida entre los moriscos; casi todos ellos hablaban alguna forma tuvieran instruidos en la fe. La petición fue oportuna, pues las garantías no
de castellano. En Aragón, donde los mudéjares habían vivido por más tiempo duraron más que las promesas hechas a los mudéjares de Granada. El Santo
entre los cristianos, el declive del árabe dio lugar al principio, en el siglo xvr. Oficio interpretó que la concordia le autorizaba a juzgar a los conversos que
a la producción de una literatura morisca escrita en castellano. Los restos de habían retomado a la práctica del islam y actuó en consecuencia.
conocimienlO del árabe, sin embargo, bastaron para que se trajeran textos sa- En diciembre de 1526, año en que el tribunal de la Inquisición fue trasla-
grados del extranjero." Los moriscos aragoneses. en su mayor parte, vivían y dado de Jaén a Granada, se publicó un reglamento que prohibía a los moris-
vestian como sus vecinos cristianos; sólo eran diferente<; por su religión." cos de esta ciudad que utilizaran la lengua árabe, vestimentas musulmanas
Aunque se les privaba del acceso a la sociedad cristiana, discriminán- e, incluso, que llevaran nombres musulmanes. El dinero que los moriscos
doles, los moriscos no eran todos pobres. Constituían una sociedad separada ofrecieron a Carlos trajo como consecuencia la suspensión de estas reglas.
y como tal, tenían una vida paralela a la de los cristianos. La mayoría tra- Pero la supresión de una carga trajo consigo la imposición de otra, representa-
bajaba la tierra. En Aragón, sin embargo, también pastoreaban rebaños de da por la inquisición, cuyas medidas los moriscos trataron de modificar durante
ovejas y ganado que vendían en el mercado; en Zaragoza había carpinteros, toda una generación. En Aragón las Cortes de Monzón, en 1533, alegaron
herreros y sastres. También trabajaban en la construcción y producían espada<; que la Inquisición estaba apoderándose de las tierras confiscadas a sus vícti-
2l2 LA l:-JQUJSIC!ÓN ESPAÑOl A EL J-"l); DE 1.A ESPAÑA MORISCA 213

ma~, los moriscos, en detrimento de los derechos de los verdaderos propie- década de 1550 por un 90 por 100 de moriscos, que desempeñaban la parte
tarios, los señores feudales. Protestas similares 5e presentaron en las Cortes que les correspondía en la administración política y económica de la ciudad,
de 1537 y 1542. En 1546 intervino el papa y decretó que, por un período nú- :_parti<cip@do en los cargos municipales en igualdad con los cristianos viejos.'"
nimo de dicL años, la Inquisición no podría contiscar ninguna propiedad de se enterraba a un mori~co. los cristianos iban al funeral. Se trataba
los moriscos. de una comunidad pobre, lo que puede explicar la ausencia de cualquier ele-
No obstante, al año siguiente ya encontramos a las Cortes de Valencia afir- mento que fuera más allá de los signos formales del cristianismo en las prác-
mando que el tribunal hacía caso omiso de tales mandatos. Finalmente, en 1571 ticas religiosas de los moriscos. Pero también había claros indicios de que
y tras grandes dificultades. la Inquisición se mostró dispuesta a llegar a un muchos de ellos. incluso si eran formalmente católicos, también seguían ritos
compromiso. La concordia resultante fue incluida en un decreto de octubre aparte --en los ayunos, en lm funerales, en las abl.uciones- _q_ue los diferen-
de 1571. por el cual a cambio del pago anual de 2.500 ducados a la Inquisi- ciaban de los otros cristianos. Nada de esto altero la tranqUlhdad de ambas
ción el tribunal accedía a no confiscar ni secuestrar propiedades de moriscos comunidades en Arcos durante la~ dos generaciones que precedieron al le-
sometidos a juicio por herejía. Se podrían imponer multas, pero sólo de hasta vantamiento en Granada.
diez ducados. El acuerdo beneficiaba a ambas pa.Ites: a la Inquisición, por- Por otro lado, no era una situación única. Contemplar estos años a través
que eso le proporcionaba una fuente de ingresos regulares; a los moriscos, de la perspectiva de los documentos inquisitoriales puede inducir a crear, equi-
porque protegía las propiedades para los miembros de sus familia~: y a los se- vocadamente, que había un estado de confrontación permanente; y aunque
ñores de los moriscos, puesto que preservaba las tierras que habían arrendado bubo, en efecto. coní1ictos importantes cada cierto tiempo. lo que resulta lla-
a sus vasallos. mativo es precisamente la ausencia de enfrentamientos en muchos lugares de
España durante el siglo XVI. 2° Fue en esta época también cuando los cristianos
El problema religioso y las actividades de la Inquisición empeoraron la se forjaron una visión idealizada de sus relaciones con Jos moriscos, con la
posición de los moriscos y provocaron numerosos conflictos en esa época. aparición en 1565 de la novela El Abencerraje y la hermosa Jarifa, una histo-
Los apologistas españoles atirmaron posteriormente que estos hechos lle- ria de amor entre cristianos y musulmanes. Algunos moriscos adoptaron tam-
varon, lógicamente, a la decisión de expulsar a los moriscos. En realidad, la bién un punto de vista universal sobre la verdad religiosa. La Inquisición de
expulsión no fue nunca inevitable. Había poca diferencia entre las tensio- Toledo procesó a uno de ellos por decir «que se les dejen a cada uno en su ley»
nes de la época y la igualmente tensa convivencia que se había vivido en y a otro por mantener que «el judío y el moro se salvaban en su ley>>.:'
la Edad Media. La civilización islámica era capaz de hacer frente y resolver La capacidad por parte de ambas comunidades para coexistir era reco-
las presiones a las que se le sometía. La sociedad cristiana, por su parte, pa- nocida y aplaudida generalmente. pero ello no alteraba el hecho de que, en su
saba por alto regularmente las actividades de los moriscos, haciendo como conjunto, Jos moriscos rchmaron la asimilación." Aparte de las diferencias de
que no las veía. cultura o vestimenta, y el mantenimiento de su propia autonomía como comu-
Aunque entre los moriscos pervivían todavía muchas de sus tradiciones so- nidad, el problema principal siguió siendo su conversión, pues rechazaban de
ciales y luchaban por preservar su religión, gradualmente se dieron cuenta de una manera abrumadora el tipo de cristianismo que se les ofrecía.
que debían hacer algunas concesiones. Obligados a acomodarse al cristianis-
mo. buscaron consejo en sus dirigentes. Alrededor del año 1504 un muftí que En 1513, el arzobispo de Granada. Hernando de Talavcra. quien había
vivía en Orán (norte de África) dictó una/(1f1va u opinión sobre la situación alentado a los moriscos de la diócesis a que canta~en himnos árabes en la
de los musulmanes en España, determinando que en tiempos de persecución misa. se quejó ante la corona de la presión que se ejercía ~obre su cultura.
los musulmanes podían acomodarse prácticamente a todas las normas exter- Francisco Núñez Muley, un dirigente morisco que en su juventud había sido
nas de la cristiandad sin traicionar sm creencias.'" Esta ley, que autorizaba paje de Talavera, recordaba cómo el arzobispo recorría las montañas grana-
la 1aqiyya (es decir, dispensaba de las obligaciones religiosas cuando se era dinas para predicar y decir misa. Como no había órgano para tocar música,
objeto de persecución), circuló en forma de texto entre los moriscos en la dé- hacía que la gente tocara la zambra (una danza tradicional), y durante la misa
cada de 1560. La práctica hizo posible que los moriscos mantuvieran su siempre decía la fórmula de bienvenida «el Señor sea con vosotros» en árabe.
religión, permitiéndoles al mismo tiempo vivir en su propio país, España, en <<Esto me acuerdo del lo -recordaba Núñet- como si fuese ayer.>>"-' Muchos
ténninos que podían fijar en ciena medida ellos mismos. nobles cristianos entendieron la necesidad de que hubiera una cierta toleran-
Por consiguiente. en muchas partes de la península. en la práctica se pro- cia cultural. En 1514, el conde de Tcndilla se opuso al intento de Fernando
longó la convivencia entre los cristianos viejos y los nuevos de origen musul- de que los moriscos abandonaran sus vestiment~s tradicionales: «No~ot~o~,
mán. La población de Arcos de Medinaceli, en las tierras del duque de Mcdi- señor. en España hasta la venida del rey don Ennque el bastardo, ¿que habJ-
24
naceli, cerca de la frontera de Castilla con Aragón, estaba integrada en la to, que cabello trajamos sino el morisco. y en qué mesa comíamos'?».
214 LA INQUISICIÓN ESPAKOLA EL FIN DE LA RSPAKA MORISCA 215

Sin embargo, los primeros intento~ misioneros resultaron infructuosos. en 1526 y que a cada paso se interponían en las actividades de la Inquisición.
Cuando. en 1526, Carlos V fue a Granada, fue informado de que «los mo- En 1561, en Valencia, el inquisidor Miranda nombró familiares de la Inqui-
riscos eran muy tinos moros: veinte y siete años había que eran bautizados y sición a algunos miembros de una rica familia morisca de los Abenamir, pero
no hallaron veinte y siete dellos que fuesen cristianos, ni aun siete>>. En Gra- el duque de Segorbe, que era :.u señor, les ordenó que renunciaran al nom-
nada y Valencia rendían culto a su religión, practicaban la oración, los ritos bramiento, puesto que consideraba que la protección que él les ofrecía era su-
y las abluciones y fortalecían su fe a través de sus sacerdotes, los alfaquíes. ficiente. En 1566, la Inquisición de Aragón se quejaba de que «los dichos
Si sólo se hubiera tratado de las prácticas religiosas, la tensión social no ha- señores de vasallm han perseguido y de cada día persiguen los comisarios y
bría llegado tan lejos, pero en el trato cotidiano con Jos cristianos viejos familiares que el Santo Oficio tiene en sm tierras, echándolo" dellas y dizién-
había irritación y conflictos a causa de las vestimentas, el lenguaje y, sobre doles que en sus tierras no quieren Inquisición». 27 Estaba en el interés de los
todo, la comida. Los moriscos sacrificaban a los animales que comían con nobles mantener a sus vasallos moriscos bajo control, ya que constituían una
un ritual especial, no conúan carne de cerdo (que era la que se consumía más importante fuente de beneficios. En distintas Cortes presionaron de modo in-
frecuentemente en España) ni bebían vino, y lo cocinaban todo en aceite de sistente para que los morisco" quedaran libres de las confiscaciones inquisito-
oliva, mientrar. que los cristianos utilizaban mantequilla o manteca. Tam- riales, y esto condujo finalmente a que en 1571 se firmase una concordia.
bién tendían a aislarse en comunidades separadas de las demás, lo que llevó, Por todo ello no faltaron los conflictos entre los nobles y la Inquisición.
en Aragón por ejemplo, a conflictos graves entre los cristianos montañeses y En 1541 un grande de Valencia, el almirante de Aragón, Sancho de Moneada,
los moriscos que habitaban en los llanos. Aun en Castilla, donde las antiguas fue juzgado por la Inquisición por haberles construido a sus moriscos una
comunidades moriscas estaban más integradas, se dieron casos como el de mezquita y por decirles que <<en lo exterior fingiesen cristiandad y en lo in-
Hornachos (Extremadura), una floreciente ciudad casi enteramente morisca terior fuesen moros>>. En 1569 fue puesto bajo arresto domiciliario durante
que contaba con una población de 5.000 habitantes y que, a raíz de la expul- tres años por proteger persistentemcnte a sus va~allos musulmanes contra el
sión de 1610, emigraron en su totalidad a Marruecos. Aunque el celo reli- Santo Oficio. 2R En 1571, el gran maestre de la orden de Monte"a salió en un
gioso era más débil en Castilla y parte de Aragón, donde la coexistencia con auto de fe acusado de proteger a sus moriscos. En 1582, en Aragón. cuando
los cristianos había diluido la práctica de la religiosidad, el islam permane- el señor de Ariza, Jaime Palafox, oyó decir que la Inquisición había detenido
ció a causa de la solidaridad de la comunidad. En general, los moriscos ~en­ a tres de sus vasallos, él y sus hombres penetraron por la fuerza en casa de
tían un tremendo rechazo por las doctrinas de la Trinidad y de la divinidad un familiar de la Inquisición, lo golpearon y lo apuñalaron hasta dejarlo
de Jesús, y sentían gran repugnancia por el sacramento del bautismo (las fami- muerto; por este delito, las autoridades lo desterraron de por vida a la forta-
lias, al llegar a casa, solían lavarse el crisma y así desprenderse del sacra- leza de Orán. ~
2

mento, realizando en su lugar una ceremonia musulmana). Lo mismo sentían Pero, aunque Jos nobles hubieran mostrado una actitud más colabora-
por la penitencia y la eucaristía, por lo que la irreverencia de los moriscos en dora, es poco probable que los moriscos hubieran respondido mejor a las
la misa se hizo proverbiaL 21 propuestas cristianas. Apoyados por la taqiyya, mantuvieron una postura de-
Hubo muchos intentos por catequizar a los moriscos. 16 A partir de 1526 se safiante y proclamaron su diferencia. María la Monja de Arcos, dijo en 1524
hicieron esfuerzos misioneros en Valencia y Granada. En la década de 1540, «que por todo el mundo no dexaría de dizir que avía sido mora, que tanta
un franciscano, fray Bartolomé de los Ángeles, fue mir.ionero en Valencia; honrra le era por ello>>. 10 Tal como mostraban las regulacioner. de Granada
dos décadas después, los jesuitas y otros religiosos hicieron nuevas campañas de diciembre de 1526, las autoridades estaban convencidas de que todas las
evangelizadoras en Valencia. En 1566. el arzobispo de Valencia, Martín de costumbres moriscas obstaculizaban la integración de los moriscos en la fe
Ayala, publicó su manual Doctrina christiana en lenf?ua aráviga y castella- cri,tiana. En 1538, un morisco de Toledo fue detenido por la Inquisición
na, y trató, con poco éxito, de encontrar clérigos que supieran árabe o qui- acusado de <<tocar música por la noche y bailar la zambra y de comer cus-
sieran aprenderlo. Juan de Ribera, quien se convirtió en arzobispo de Valen- cús>>; la acusación sugería que estas actividader. resultaban heréticas. En
cia en 1568, inició un proyecto económico para aumentar los estipendios de 1544. el sínodo de obispos de Guadix sostenía que «en los baños no hay re-
los sacerdotes y hacer que el trabajo del clero entre los moriscos fuera más gla cierta más de que son sospechosos. especialmente los jueves y viernes
agradable. También ayudó a fundar un seminario y un colegio para niños y en las noches>>. Aun la forma morisca de sentarse -nunca en sillas, sino
niñas moriscos. En los cuarenta y tres años que estuvo al frente de la sede, siempre en el suelo-, estaba considerada como una reminiscencia de la
Ribera realizó todos los esfuerzos imaginables para recorrer la diócesis en su religión islámica.
totalidad y atender a las necesidades de los moriscos. En varias partes de España, la Inquisición perseguía a la religión morisca
En la Corona de Aragón, la oposición más fuerte a este programa misio- cada vez que surgía la ocasión. En Daimiel (Ciudad Real), donde la comuni-
nero provino de los señores que se habían opuesto a las conversiones forzadas dad se había convertido, como era de esperar, en 1502, la tranquilidad vivida
216 LA lt\QlJISJCIÓ"' f'SPI\ÑOL\ EL J-1\' DI:' LA ESPAÑ,\ MORISCA 217

durante una generación quedó rota en 1540 por una importante serie de deten- A partir de cnLonces, decrecieron los intento" de conversión y se intensi-
ciones y persecucione~.-' El período más intemo de presión religiosa no llegó
1
ficó la reprc~ión. Los que fueron cxpubados de Granada, llevaron consigo
hasta los concilios provinciales de 1565. El clero tuvo entonces la impresión sus creencias islámicas y su odio hacia Castilla. En Arcos de Medinaccli, la
de que los esfuerzm por cristianizar a los espaiíoles no tenían sentido si no se -~e_. antigua comunidad de moriscos. que vivían integrado'-, sufrieron las presio-
aplicaban también a los moriscos. En Granada. el concilio provincial pidió nes de los recién llegados para que confesaran abiertamente que eran musul-
que se adoptaran medidas radicales y el primer mini~tro de Felipe 11, el car- mancs.13 A partir de la década de 1570, en Aragón y Valencia los moriscos
denal Espinosa, estuvo de acuerdo. formahan el grueso de las persecuciones de la Inquisición.·'" En el propio
Las tensiones y los conflictos eran sobre todo inlensos en el más islámico tribunal de Granada, los moriscos representaban el 82 por 100 de los acma-
de los territorim moriscos, Granada. Cuando se repitió la legislación repre- dos entre 1560 y 1571.·'5 En el tribunal de Cuenca, la llegada de los granadi-
siva en la pragmática de enero de 1567 promulgada en Granada. Francisco nos quintuplicó el número de moriscos perseguidos y fortaleció la fe de los
NúñeL Muley escribió un memorial protestando contra las inju~ticias que se musulmanes castellanos, provocando una oleada de persecuciones del Santo
cometían contra su pueblo: Oficio.'ú En el tribunal de Zaragoza, 266 moriscos fueron juzgados entre
1540 y 1559, rrticntras que entre 1560 y 1614 el total ascendió a 2.371, o 5Ca,
Paramos cada día peor y má~ maltratados en todo y por todas vías y mo- nueve veces más. En Valencia hubo 82 ca>.o~ de persecución contra los mo-
dos, ansí por las justióas seglares y sus oficiales como por la~ ecle<>iástica~: y riscos en el período inicial y 2.465 en el último, o sea, treinta veces más. En
esto es notorio y no tiene necesidad de se hacer información del lo. ;,Cómo se los autos de fe de ambos trihunalcs, durante la década de 1580, los moriscos
de quitar a las gentes su lengua natural. con que nacieron y ~e criaron? Los constituyeron un 90 por 100 del total de los acusadm•. En Aragón, la perse-
egipcio~. ~yrianos, malteses y otras gentes cris¡janas en arábigo hablan. leen y
cución fue particularmente dura: aunque en el reino había la mitad de moris-
escriben, y son cristianos como no~otro~.
cos que en Valencia, sufrió porcentajes de ejecución y de condenas a galeras
mucho más altos."
Las tensiones acumulada~ durante dm generaciones explotaron finalmcnle
Es cierto que la represión de los moriscos no fue de ningún modo com-
en la revuelta que comcnLó la nochebuena de 1568 en Granada y que pron-
parable al rigor que presidió las de judíos y protestantes: en Cuenca, sólo 7
to se extendió a las Alpujarra~. Fue una guerra salvaje en la que se come-
moriscos fueron relajados en persona de un total de 102 casos jt17gados
tieron atrocidades por ambos bando~. y la represión militar fue brutal. Miles
entre 1583 y 1600, y en Granada solamente fueron relajados 20 de un total
de moriscos murieron y más de 80.000 fueron expulsados por la fuerza del
de los 917 moriscos que participaron en los autos de fe entre los años de 1550
reino y obligados a asentarse en Castilla. El tina\ de la rebelión no solucio-
y 1595." Esto ocurrió así porque los moriscos no eran tratados uwalmcnte
nó el problema. Los granadinos introdujeron en las comunidades castellanas
como herejes, ~ino más bien como infieles que merecían ser tratados con pa-
una presencia islámica antes desconocida en Castilla. que pasó de una po-
ciencia. De todm modos, no cabe duda de que la paciencia de los misionero~
blación de 20.000 a una de 100.000 mudéjares de lengua árabe y cullura mu-
hacía ya tiempo qne se había acabado. El obispo de Tortosa informó de una
sulmana. Además, la amcnaLa militar se hizo entonces evidente: unos 4.000
visita hecha a los moriscos de Aragón en 1568 diciendo:
turcos y bereberes habían venido a E~paña a luchar al lado de los insurgentes
de las Alpujarras. El bandolerismo morisco llegó a su clímax en el sur de Es-
E~ta gente me trae ya cansado y desalentado ... Salen con demostración de un
paña durante la década de 1560: tenían esperanzas milenaristas y deseaban ánimo infernal que me quita la esperanza de algún bien en ellos .. De ocho
liberarse de la opresión. 1ncvilablemente, viendo la obstinación de lo& mo- día~ acá me [he] [e]nlrado por estas montañas y les hallo má~ moros que nunca
ri>.cos, las autoridades se volcaron en una política represiva. y muy duros en su mal ánimo. Me affinno en que sin confes~iunc~ ~e les hi-
La guerra de Granada originó un cambio decisivo de actitud. Los exce- ziese una rcmissión general, porque no ay otro remedio (si no fuese quemarlos
sos cometidos en ambos bandm superaban todo lo experimentado ha~ta a todos). w
entonces. Fue la guerra má:;. salvaje de la~ que hubo en Europa en aquella
centuria. Felipe ll quedó sobrecogido ante las masacres de saccrdoles lle- La Inquisición de Aragón afirmaba en 1565: «Todos ellos viven como moros,
vadas a cabo por los rebeldes. Por su parte, los moriscos habían sufrido atro- que no hay quien dude del lo» . ..¡(}

cidades indescriptibles. Aparte de las muertes y de las expulsiones, miles Por toda España hay pruebas de sobra de que la mayoría de los moriscos
fueron vendidos como esclavos dentro de España. Sólo en Córdoba, en 1573, estaban orgullosos de la religión islámica y que lucharon por preservar su
había más de 1.500 esclavos moriscos.-' 2 cultura. La opresión sólo consiguió fortalecer su separatismo. «Se casan unos
con otros sin mezclarse con los chrisLianos viejos, ninguno dellos entra en
religión, ni va a la guerra, ni sirve a nadie, ni pide \imo>.na; que viven por
218 LA lNQUlSJCIÓI\ ESPA~Ol.A EL FJN DE LA ESPAÑA MO RISC A 219

sí apartado:; de los christianos viejos. que tratan y contratan y están rieos>>: desde Marruecos. En 1602, los moriscos conspiraban con Enrique IV de
así reza un informe ~obre los moriscos de Toledo de 1589 que fue dirigido a Francia. En 1608, los moriscos valencianos pidieron la ayuda de Manuecos.
Felipe 11. 41 Y al contrario, para los moriscos los inquisidores eran «lobos ro- La amenaza era poderosa y real: «El miedo penetró en el corazón de
badore~, su oficio es soberbia y grandía, y sodomía y luxuria, y tiranía y -r-- España». 51
robamicnto y sin justicia>>; y la Inquisición era un tribunal <<donde preside En la década de 1580 la opinión oficial se había puesto en favor de una
el demonio y tiene por consejeros el engaño y la cegucdad>>." 2 Aunque la con- solución similar a la de 1492. En Lisboa, en 1581, Felipe 11 comisionó a
frontación crecía, todavía era posible encontrar lugares en España en los que una junta para que discutiera el tema, y en septiembre de 1582 el Consejo de
las comunidades cristiana y musulmana convivían de forma pacífica: en la Estado propuso formalmente una expulsión general. La decisión fue aproba-
zona de La Sagra (Toledo), donde los moriscos constituían el 5 por lOO de da tanto por la Iglesia como por la Inquisición. La medida fue también apo-
la población a finales del siglo, se daba «una convivencia pacífica y fructí- yada calurosamente por Martín de Salvatierra, obispo de Segorbe, quien en
fera>>; 4-' en la provincia de Cuenca, la coexistencia era positiva; 44 en partes de 1587 dio a conocer un memorial en el que apoyaba la cxpulsiónY Lo mismo
Aragón, había incluso a veces matrimonios mixtos interraciales." hizo el arzobispo Ribera, que, viendo el fracaso de sus celosos intentos de
Más aún, existía un cierto deseo de asimilarse, según puede comprobar- conversión, se volvió el más implacable enemigo de los moriscos.
se en el caso de las tablillas de plomo de Granada. En 1588, y de modo más Pero cuando Felipe HI ascendió al trono en 1598 quedó claro también que
concreto en 1595 tuvo lugar el asombroso descubrimiento en una caverna en la expulsión tenía sus detractores a todos los niveles. En las Cortes de Valen-
el Sacromonte de Granada de una serie de tablillas grabadas en árabe anti- cia y Castilla no se expresaron opiniones favorables a la medida; y en 1602,
guo, que al parecer añadían nueva información a la revelación de la doctrina tanto el duque de Lerma como el confesor del rey se mostraron contrarios
cristiana. 4 " Pretendidamente, se trataba de unos documentos que se remonta- a ella, pues les «parecía terrible caso siendo bautizados, echarlos en Ber-
ban a fecha muy temprana y en los que se representaba una forma de cristia- beóa, fon;ándolos por este camino a que sean moros,>. En fecha tan tardía
nismo carente de rasgos ofensivos para los musulmanes. Se inició entonces como 1607los más altos ministros de la corona prefeóan wdavía una política
una gran controversia; muchas autoridades cristianas creyeron en la autenti- de predicación e instrucción. Los arbitristas de la época se opusieron termi-
cidad de las tablillas, aunque algunos estudiosos católicos, como el hebraísta nantemente a la expulsión, y González de Cellorigo denunció la idea en su
Benito Arias Montano, manifestaron sus dudas. Sólo en 1682. Inocencia XI Memorial (1600). Más poderosa que nadie, la nobleza de la Corona de Ara-
proclamó que eran falsificaciones. El fraude había sido perpetrado por dos gón se oponía con todas sus fuerzas a cualquier medida que la privase de su
prominentes moriscos, Miguel de Luna y Alonso del Castillo, que trataban fuerza de trabajo.
con ello de sincretizar la cultura islámica con la fe cristiana. Fue un intento No obstante, en 1609 el duque de Lerma había cambiado de actitud, des-
de reclamar un lugar para un cristianismo árabe dentro del marco del catoli- pués de haber presentado al Consejo de Estado una proposición: que los
cismo ibérico. señore!-i de Valencia --donde e~taban sus propios estados-, fueran com-
A pesar de los indicios que apuntaban a la prolongación de la convivencia, pensados por la pérdida sufrida, recibiendo las propiedade~ de los moriscos
una serie de acontecimientos agravó la confrontación entre las civilizaciones e~puls~dos que les pertenecieran. Los grandes señores, de manera oportu-
cristiana e islámica en España. En Granada, los moriscos constituían menos msta, fueron cambiando de opinión. Durante años sus costes habían ido
de una décima parte de la población, 47 de modo que el centro de atención aumentando mientras que las rentas fijas provenientes de sus vasallos moris-
se desplazó hacia la amplia comunidad morisca de Valencia,·'R donde la ame- cos habían quedado estancadas. Además existía la preocupación por la se-
naza militar del Imperio otomano, acentuada por la piratería y por las incur- guridad. Parecía que la población morisca estaba creciendo de una manera
siones costeras, hizo que las autoridades tomaran medidas para restringir y incontrolable: entre Alicante y Valencia, por un lado, y Zaragoza, por otro,
desarmar a los moriscos. La crisis de la Alpujarra entre 1568 y 1570 fue una vasta masa de 200.000 almas moriscas parecían amenazar la España cris-
seguida oportunamente por la victoria de Lepanto en 1571, pero la famosa tiana. En Granada hubo posteriores expulsiones para contrarrestar el creciente
batalla no terminó con el miedo a la invasión."" El bandolerismo morisco del número de moriscos. En 1495, en Aragón había 5.674 moriscos, mientras que
sur empeoró a partir de 1570. En esta década, los dirigentes del protestan- en 1610 su número había aumentado a 14.190, constituyendo ya una quinta
tismo francés estuvieron en contacto con lo.~ moriscos aragoneses. Hubo gra- parte de la población total. En Valencia, los resultados de los censos de 1565
ves enfrentamientos callejeros entre las comunidades cristiana y morisca. En y 1609 apuntan a que el número de cristianos viejos había aumentado un
agosto de 1578, en Córdoba hubo serios incidentes, provocados en parte por- 44,7 por lOO, mientras que los moriscos lo habían hecho en un espectacu-
que los moriscos manifestaron de modo ostentoso su alegóa por la destruc- lar 69,7 por 100. <~Su intento era crecer y multiplicarse como las malas hier-
ción de la armada portuguesa en la batalla de Alcázar el Kebir. 511 En 1580 fue bas>>, decía un escritor en 1612. ' 3 En 1587, Martín de Salvatierra recomendó
descubierta en Sevilla una conspiración que trataba de instigar una invasión la castración como posible método de control de natalidad.
220 lA INQUSICIÓN ESPA:\OLA JOL FI'>J DF LA ESPAÑA MORISCA 221

Finalmente, la expulsión fue decretada el 4 de abril de 1609. y se llevó intentos de cristianización de los moriscos en 1582: «Después de más de
a cabo por etapa~ hasta 1614. La~ operaciones comen.t:aron en Valencia, seyscientos aiíos que en muchos pueblos de España han vivido pocos hemos
en donde se encontraba la mitad de los moriscos de la península y, por visto convertidos»; y proponían -«~acar a todos los moriscos del reyno y me-
lo tanto, era la región que corría má~ peligro. En total fueron expulsados --+:f---t<"l<>S en Castilla la Vieja, y no cmbiarlos a Levante ni a Herbería, porque al
unos 300.000 moriscos de nna población peninsular esümada en 320.000.-'' fin son espai'ioles como nosmm.n>.-' 9 Al final de aquel año el proyecto de ex-
Aunque las pérdidas humanas de la expulsión representaban poco más del pulsión ya estaba en fase de elaboración. La Inquisición no tomó parte acti-
4 por 100 de la población de España. el impacto real de la medida en algu- va en la decisión de la expulsión, que fue acordada exclusivamente por un
nas áreas fue muv severo. En las zonas donde los moriscos habían sido una pequeño grupo de políticos de la corte. Pero el tribunal siguió actuando se-
amplia minoría, ¿omo Valencia y Aragón, la consecuencia fue una catástrofe veramente contra los moriscos acusadm de ofensas contra la religión y. des-
económica inmediata; pero aun en los lugares en los que había un número pués de 1609, aquellos que todavía permanecían en sus celdas tuvieron que
reducido de moriscos, el hecho de que entre éstos hubiera una mayoría de escoger entre el castigo o el exilio. Casi en su totalidad, la España musulma-
población activa, sin caballeros, sin clero ni soldados, ~ignificaba que su na fue rechazada y empujada al mar: miles de personas sin otro hogar que
ausencia podía llevar a la dislocación económica. Los ingresos por impues- éste fueron expulsadas a .Francia, África y el Levantc."° Fue el último paso
tos bajaron y el rendimiento agrícola disminuyó. La Inquisición también se para la creación de una sociedad ortodoxa y completó la tragedia que se había
enfrentaba a un futuro oscuro. En 1611, los tribunales de Valencia y Zara- iniciado en 1492.
goza se quejaron de que la expulsión había tenido como consecuencia su Vista en perspectiva, la expulsión presenta todos los síntomas de haber
bancarrota, ya que perdían 7.500 ducados al año que antes recibían de los sido inevitable. pero, pese a la propaganda oficial, hay pocas pruebas de que
censos. Al mismo tiempo. el tribunal de Valencia reconoció que estaba reci- fuera apoyada unánimemente por !m españoles. La oposición a la línea dura
biendo algunas compensaciones, pero declaró que el gobierno tendría quepa- estuvo más extendida de lo que se suele pensar. El destacado escritor Pedro
garle una suma de casi 19.000 ducados para compensar lo que había perdi- de Valencia escribía poco antes de que se tornara la decisión: «El destierro es
do.-'' Una declaración de rentas redactada para el tribunal de Valencia poco pena grande y viene a tocar a mayor número de personas y entre ellos a mu-
antes de la expulsión de lo5 moriscos. muestra que el 42.7 por 100 de sus in- chos niños inocentes y ya hemos presupuesto como fundamento firmísimo
gresos procedían directamente de la población morisca. Una declaración que ninguna cosa injusta y con que Dios Nuestro Señor se ofende será útil y
similar redactada para la Inquisición de Zaragoza en J 612 mostraba que, desde de buen wccso para el reino»." 1 «Es una política muy maligna del E~tado»,
la expulsión, sus ingresos habían disminuido en más del 48 por 100. 56 comentó en 1626 Fernándcz de Navarrete, quien se opuso a la expulsión tanto
de lo~ judíos como de los moriscos por ser una medida inaceptable «que los
Con el apoyo de la Inquisición, en el e~pacio de un siglo las autoridades príncipes retiren la confianza a sus súbditos>>. Dada la enorme controversia
habían realizado una operación radical para extirpar de España, en 1492 y que levantaron las expulsiones dentro de España, no puede sorprender que to-
en 1609. a dos de las tres grandes culturas de la península. El cardenal davía en 1690 el enviado marroquí en Madrid informara que existían denun-
Richelieu escribió en sus memorias que las expulsiones mori~cas constituían cias de funcionarios contra el duque de Lerma por la responsabilidad que
«el acto más bárbaro de la historia del hombre». Cervantes en su Quijote crea tuvo en este hecho." 2
un personaje morisco, Ricote, que apoya la heroica resolución de Felipe IIf No se permitieron excepciones por motivos religiosos exclusivamente.
«de echar frutos venenosos de España, ya limpia, ya desembarazada de los En 161 1, cuando se propuso la expulsión de los moriscos del valle de Ricote,
temores en que nuestra muchedumbre la tenía». 5" Los escritores de entonces una comunidad de seis pueblos ubicados en Murcia, un informe especial
y de después cerraron filas y trataron de justificar la operación. Virtualmente señalaba que los 2.500 habitantes eran cristianos verdaderos y sinceros, y a
toda la nobleza valenciana de la época se opuso a la expulsión. pero Boro- pesar de ello la expulsión se llevó a cabo. Con lodo, el reino no quedó tan
nat, el más importante de !m historiadores del problema morisco, glosa la limpio de la herejía islámica como hubieran deseado Jos más fanáticos. Una
oposición general y ensalza a aquellos pocos nobles <<de sangre pura y cora- pequeña proporción de moriscos. consiguió obtener un permiso especial para
zón cri5tianos» cuya religión les hizo dejar de lado sus intereses y apoyar la quedarse: eran, por un lado, parle de la elite adinerada, que se había integrado
medida. Para el historiador Florencia Janer, la expulsión significó la nece- bien en la sociedad cristiana. y, por otro, parte de los esclavos. Los propios
saria escisión de una «raza enemiga» del corazón de España. 5° inquisidores habían permitido a grupos de moriscos aparentemente cristiani-
Tales afirmaciones, con su intransigencia, no reflejan necesariamente zados que se quedaran en la península."-' Entre 1615 y 1700, las persecu-
la verdadera opinión de la gente de la época. En particular, la actitud de la ciones de moriscos constituyeron el Y por lOO de los casos ju7gados por la
Inquisición no fue siempre la misma ni se caracterizó siempre por su dure- Inquisición: la frecuencia en ese período osciló de un solo caso en Valladolid
La. En Valencia. por ejemplo. los inquisidores eran pesimistas acerca de los a 197 en Valencia y 245 en Murcia.(" Continuó habiendo incidentes aislados,
222 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

como los del gmpo de ricas familias moriscas que fueron juzgadas en Gra-
nada en 1728. 65 Muchos de los expulsados añoraban la vuelta a su hogar. En
1625, un agente del gobierno inglés en Marruecos informó que los mori~cos
en el exilio se ofrecían a proporcionar hombres para invadir España. «Mu-
chos de ellos me han confesado que eran cristianos. Se quejaban amarga-
mente de su cruel destierro, deseando intensamente volver bajo un gobierno
cristiano.>>66 La convivencia había desaparecido de España. Pero ¿se había
conseguido la unidad y la paz religiosa?
11. EL RACISMO Y SUS CRÍTICOS

¿Qué pestilencia así destruye una república, como esta ma-


teria Jaq conciencias de nuestra E~paña?
FERNANDO DE VALDÉS, SJ (1632)

A finales de la Edad Media, la movilidad social iba acompañada de una


\ movilidad de idcale~ entre las clases alta y baja. Por ejemplo, la actitud «no-
ble>> ante la vida no era patrimonio exclusivo de la nobleza: los miembros de
las más humildes profesiones, especialmente en el norte de España, podían
enorgullecerse de ser hidalgos y gozar de lo~ privilegios del rango. El rango
exigía el respeto a la integridad de la persona, a su «honor». En la sociedad
cristiano vieja el honor se conseguía no solamente a travé~ de la integridad
personal, sino también demostrando que se había conseguido distinguirse. por
ejemplo, en el campo de batalla. Con el tiempo, los valores más respetables
de la sociedad -el valor, la virilidad, la piedad, la riqueza conseguida por
medios honrados- se convirtieron en la ba~e del «honor» y la reputación.
En su nivel más simple, el «honor» en un pueblo se basaba en la opinión que
tuvieran los vecinos acerca de uno de ellos; comprometer el honor -por un
crimen, por una conducta sexual inapropiada- suponía un escándalo y una
vergüenza. En el vértice de la pirámide social, un noble corría peligro de com-
prometer su honor de muchas fonnas, pero la sociedad le permitía optar por
varias vías de defensa, no sólo porque una persona prominente era responsa-
ble de ~u honor personal, sino también porque debía guardar el honor de su
familia, de sus criados y a menudo de ~u comunidad. Los métodos violento~
utilizado~ para defender el honor -asesinar a un seductor, tener un duelo
con alguien que hubiera llegado al insulto- se castigaban por ley, pero en
muchos casos la ley cedía a la opinión pública y dejaba que el acusado
siguiera en libertad.
El concepto del honor estaba vedado a los fracasados. Los pobres, la gente
humilde y los marginados no tenían honor. Un hidalgo podía enriquecerse,
pero no por medio de trabajos vulgares, como podía ~er el empleo de asalaria-
do. El honor tampoco atañía, posiblemente, a quienes no participaban de la
misma religión. En la España de la Reconquista esto se aplicaba en teoría a
judíos y musulmanes, pero en la práctica se aplicaba solamente a los de
224 LA lt\'QU!SICIÓ:-.1 f'SPI\ÑOLA EL RAClS:\10 Y :'>l:S CRÍTICOS 225
?:-·
rango miis humilde. H~y abundantes testi~onios que señalan que los judíos ;-;- dirigieron sus ataques contra esas minorías. Posteriormente. en 1472, Juan II
~ musul~_anes de la ehte eran tratados en 1gualdad de términos por los Cris- declaró sin ambages que habla <<Comprobado la tidelidad de los conversos a
llanos v.teJos; y _los autores cristianos aceptaban till igualdad. En el siglo xv .,, su causa y a su persona, y los había promovido a los principales oficios de
el detenoro soc1al de judíos y musulmanes había afectado de manera de -~ la corte>>.' Durante estos años revueltos, los oponentes a la corona tomaron
. su ca~a~1'dd
stva a d_e ?blencr honor. Ciertamente, la perspectiva castellana ~ de numerosas medidas contra las minorías, tanto en Castilla como en Aragón,
que los cnsuanos VIeJOS poseían honor por el mero hecho de no llevar 5an que, si bien estaban originadas por un sentimiento antisemita. no representan
'd• p
JU 1a en sus ve~a·: se ex_te?día rápidamente. «Aunque pobre -dice Sancho necesariamente a la opinión pública. Tampoco deben hacernos pensar que la
Panza-.' ~oy cnstmn~ VICJO y no debo nada a nadie.>> Se creía que España posición de judíos y conversos empeoraba, pues. cuando las aguas volvieron
sus trad1~10ne_s y su fe pertenecían exclusivamente a ]m, crbtianos viejos: a su cauce, se trató de revocarlas en ambos reinos.
Este patnmomo no podía compartirse con quienes estaban fuera del cuadr Los disturbio~ surgidos en Toledo. excepcionalmente, alentaron otr<Ls me-
. di
f uesen JU [ O,
os, musu manes o herejes. Lo que comenzó como una di~crimina- didas discriminatorias. Afectaban a cuestiones de principios tan importantes
ción social se convirtió má~ tarde en antagonismo ~ocial y en racismo. que dieron lugar inmediatamente a una controversia."
. Los conce~t~s de honor. orgullo y reputación se convirtieron en chovi- Uno de los primeros ataques contra la Sentencia Estatuto de 1449 fue
ms:a~/ exclus1v1¡;;tas. En el siglo xv,mucha gente sentía que el honor de la
1
hecho por el distinguido legista Alfonso Díaz de Montalvo. quien subrayó
rel.Igwn ~ de la nación sólo podía ser conservado asegurando la pureza del li- las tradiciones y el patrimonio comunes de judíos y cristianos, señalando que
n_aJe Y evitando la mezcla con sangre judía o mora. Pero ¿qué podía hacerse un judío bautizado no era distinto de un gentil bautizado. La madre de Dio~,
SI las más ~oblcs familias estaban contaminadas con sangre judía? Era de según decía, y también los apóstob habían sido judíos. Eso~ que se califi-
todos conoCJdo que los principales linajes de Aragón y de Castilla, e incluso caban a s( mismos de cristianos, proseguía Montalvo, y que habían elabora-
1~ :am!lia real, descendían de conversos. La España cristiano vieja sucum- do la Sentencia lo habían hecho motivados por la ambición material y eran
bma SI este proceso no se detenía. Unas cuantas almas llenas de celo con- lobos disfrazados de corderos en el rebaño de Cristo. Al mismo licmpo. el
sideraron, por tanto. que era el momento de detener la quinta columna judía. secretario real de origen converso Fernán Díaz de Toledo redactó un me-
Con ello nos _encontramos con los inicios de un énfasis nuevo por conseguir morándum. que tituló Instrucción, dirigido a su amigo Lope de Barrientos.
la pureza rac1al y, en consecuencia, con el inicio del culto a la limpieza de obispo de Cuenca y canciller del rey.' En este extraordinario documento, en
sangre. el que defendió abiertamente a su gente, el secretario daba cuenta de los orí-
genes judíos de las principales familias nobles de Castilla. Sobre la base del
Los p~meros intento~. no oficiales, por marginar a aquellos cristianos que memorándum, Barrientos, que no era de origen converso. escribió también
eran de ongen musulmán o judío tuvieron lugar en las primeras década~ del una apasionada defensa en favor de los que lo eran.(. Otra intervención dis-
siglo xv. En 1436, la ciudad de Barcelona prohibió que los de origen conver- tinguida fue la del cardenal dominico Juan de Torquemada, que también era
so actu_aran c_o~o notarios en su jurisdicción. Ese mi~mo año, en Cataluña y de origen converso, en su Tractatus contra Medianitas et Jsmaelitas (1449). 7
Yalencm se h1cteron llegar protestas ante el papa relativas a la exclusión de los La refutación más importante a la Sentencia vino de la pluma del obispo de
c_onversos de los cargos públicos; en 1437, en Lleida, los corredores comba- Burgos, Alonso de Cartagena, hijo del converso Pablo de Santa María, prede-
tieron con éxito los intentos de excluirlos de la profesión. 2 En febrero de 1446 cesor suyo en la misma sede. En su Dejensorium Unitatis Chrislianae (1449-
el pueb~o de yillena, en Castilla, consiguió un privilegio real que lo autori~ 1450) argumen\Ó que la Iglesia católica era. de hecho, el hogar natural de los
zaba a 1mpcd1r que los conversos residieran en su término. Estas medidas judíos, y que los gentiles eran los extraños que habían sido invitados a entrar
reflejaban co~diciones locales específicas y conflictos de ámbito restringido. en él. Sus moderados argumentos fueron continuados por el general de los
~n camb1_o, las medidas discriminatorias tomadas a mediados y finales jerónimos, el converso Alonso de Oropesa, que en 1465 terminó su Lumen
del s1glo XV llenen una significación más amplia. Durante la década de 1440 ad revela!ionem gentiwn que abogaba por la unidad de la Iglesia y señalaba
Y d_e_l460 en Castilla y durante esta última en la Corona de Aragón. la ines- el lugar que en ella les correspondía a los judíos.~ Las objeciones esgrimidas
tabilidad del po~cr real prf!_VOcó desórdenes y revueltas. En Castilla, el pri- por estos escritores, reflejadas en la hostilidad que la Sentencia provocó tanto
vado del rey, el unpopular Alvaro de Luna, era de origen converso; los judíos en el papa como en el arzobispo de Toledo, no fueron suficientes para de-
Y los conver~os le apoyaban y, como consecuencia, se ganaron la animadver- tener la división política, la demagogia y los prejuicios. En 1461, encon-
sión de sus enemigos. ~1 caso más prominente fue el del magistrado superior tramos a Alonso de Espina pre~ionando a favor del establecimiento de la [n-
de Toledo, Pedro Sarnuento, quien inspiró la famosa Sentencia-Estatuto (véa quisición.
se .~up;a, capítulo 3). Durante el período de guerras civiles en Aragón, Juan] ¡] Y fue sin duda la Inquisición la que, a partir de 1480, dio mayor impulso
rec1b10 el apoyo tanto de judío~ como de conversos, por lo que sus oponente~ ~ a la propagación de la discriminación. El anlagonismo social. del que ya
226 LA L'<QUSJCIÓN ESPAkOLA EL RACISMO Y SUS CRÍTICOS 227

muchos españoles eran conscientes, fue aumentando en ese momento con el principio había sido la norma, tal co~o fue est~blecida en las instruccio-
espectáculo de mile~ de judaizantes, a los que se había hallado culpables de nes publicadas por Torquemada en Sevilla en noviembre de 1484, que
prácticas heréticas y a los que se había condenado a la hoguera. Parecía
como si la religión verdadera debiera ser protegida excluyendo a los conver- los hijos y nietos de los tales condenados [por la Inquisición] no tengan ni
sos de todos los cargos importantes. En 1483, una bula papal ordenaba que usen oficios público~. ni oficios, ni honras, ni sean promovidos a sacros ór-
los inquisidores episcopales fueran cristianos viejos; en el mismo año, las ór- dene~. ni ~ean juezes, alcaldes. alcaide~, alguaciles, regidores, men:aderes, ni
denes militares de Alcántara y Calatrava promulgaron un estatuto que excluía notarios. escrivanos públicos. ni abogados, procuradores. secretarios. conta-
a todos los descendientes de musulmanes o judíos. Otras instituciones reli- dores, chancilleres. tesoreros, médicos, cirujanos, sangradores, boticarios, ni
giosas comenzaron a incluir en sus estatutos cláusulas discriminatorias. corredores, cambiadores, fieles. cogedores, ni arrendadores de rentas algunas,
El Colegio Mayor de San Bartolomé, en Salamanca, fue la primera ins- ni otros semejante~ oficios que público<; sean. 11
titución en España que adoptó un estatuto de limpieza de sangre. Sucedió
al mismo tiempo que se extendía la histeria contra los conversos que acom- Esta práctica recibió el espaldarazo de los Reyes Católicos, que promul-
pañó el establecimiento de la Inquisición, en tomo a 1482.~ Por las mismas garon dos decretos en 1501 prohibiendo a los hijos ~e los co_ndenados p~r el
fechas, el influyente Colegio de San Clemente en Bolonia, al que habían acu- tribunal ocupar ningún cargo honorífico o ser notanos, escnbanos, med1cos
dido siempre muchos castellanos, empezó a excluir a «aquellos que havían 0 cirujanos. Debe subrayarse que la exclusión estaba restringida estrictamente
huido de Sevilla len 1480] por no ser christianos viejos».' 0 Esta exclusión a aquellos que habían sido penitenciados en algún modo, pero no era exten-
presentaba características destacadas: estaba dirigida sólo contra los sospe- siva a los conversos en general.
chosos de herejía, afectaba a los que procedían de una región y no de otras, Así pues, desde el principio de este proceso discri~inat?~io hubo un_a
y no afectaba a todos los conversos, quienes siguieron estudiando allí tran- cierta ambivalencia en las reglas. Incluso si la verdadera mtencwn era exclmr
quilamente. Sin embargo, el asesinato de Pedro Arbués en 1485 lo cambió a los conversos, las instituciones que practicaban la discriminación se que-
todo. Arbués se había licenciado hacía tan sólo diez años en San Clemente, daban a las puertas de hacerlo. penalizando sólo a las familias sospecho~as
donde se le tenía en alta estima. El resultado fue la elaboración de un esta- de herejía. Además, el proceso de exclusión pocas veces se tomaba en _sen?.
tuto, que entró en vigor en 1488, por el que se prohibía el ingreso a todos los Los conversos ~iguieron ingresando en el Colegio Español de Boloma sm
conversos." El Colegio de Sama Cruz en Valladolid incluyó un estatuto graves problemas; en 1492, los alumnos eligieron, incluso, un rec~or que e~a
similar como parte de sus normas de fundación en 1488. Otro~ colegios del convcrso. 14 En la catedral de Sevilla, las normas parecen haber s1do repeti-
mismo centro universitario no vacilaron en contradecir las reglas de sus fun- damente infringidas, hasta el punto que en 1523 los canónigos tuvieron que
dadores. El de San Ildefonso, fundado por Cisneros en 1486, no tenía estatu- pedir a la corona que confirmara la validez de su estatuto, que siguió sin ob~
1
tos contra los conversos; pero tras la muerte del cardenal, el colegio adoptó servarse, según se quejaron los canónigos de nuevo ante el gobierno en 1586. '
uno en 1519. Al fundar el gran monasterio de Santo Tomás de Aquino en La relativa liberalidad de los jerónimos, patente en los escritos de Alonso
Ávila, Torquemada solicitó del papa en 1496 un decreto excluyendo a todos de Oropesa, general de la orden desde 1457 y reelegido cuatro veces ~uce­
los descendientes de judíos. sivas, atrajo al parecer el ingreso en la ord~n de los jud~os .. L?s s~~enores
Pese a estas medidas, la proporción de instituciones que practicaban la resistieron las presiones que se hacían para mstaurar la discnmmacwn, pero
exclusión era baja. Hasta 1531, una generación más tarde, ninguna otra fun- en 1485 ocurrió un hecho escandaloso en la casa principal de Guadalupe.
dación dominica siguió la senda emprendida por Torquemada. Para entonces donde, según se decía, un fralle, Diego de Marchena,_ había sido ~ceptado
la persecución contra los judaizantes se estaba diluyendo y, evidentemente, como miembro sin estar bautizado. El fraile había contmuado practicando el
no había ninguna obsesión en pro de la limpieza de sangre. El primer cabildo judaísmo -o al menos eso se afirmaba, sobre la base de hechos que se
catedralicio en adoptar un estatuto de limpieza fue el de Badajoz en 1511. remontaban a dieciocho años antes- dentro de la protección del monas-
El cabildo de la catedral de Sevilla adoptó en 1515 la misma regla por inicia- terio.~<; El capítulo de la orden, reunido en 1486, adoptó un estatuto por el que
tiva de su arzobispo, el inquisidor Diego de Deza. La Universidad de Sevilla, se excluía a los conversos, 1' que fue revocado posteriormente respondiendo a
aunque había sido fundada por un converso, adoptó en 1537 un estatUlo de una petición especial de Fernando e Isabel. La tend~n~ia a excluir a los _con-
limpieza, después de que alguien se encargara de borrar cuidadosamente de la versos se vio reforzada por el desafortunado descubnm1ento que aquel m1~mo
carta fundacional la cláusula que declaraba la universidad abierta a todos." año se hizo de un nido de judaizantes en el monasterio jerónimo de La S1sl~,
Está claro que la Inquisición tuvo una parte relevante en el desarrollo de en Toledo. El prior, García de Zapata, solía decir cuando ~levaba la ??stla
los acontecimientos, pero sus propias normas de exclusión no se aplicaban durante la misa: «Arriba. Pedrito. y deja que el pueblo te m1re)). Tamb1en se
a los converso~ en general, sólo a los que habían sido penitenciados. Desde el dijo que, cuando confesaba, daba siempre la espalda al penitente. La lnqui-
I.A H\QUISICIÓ-'l JOSPAÑOLA EL RACIS\10 Y SUS CRfTICOS 229

~ición de Tol~do lo quemó a él y a cuatro de sus frailes entre 1486 y 14R7. su única razón para sentirse orgulloso era el hecho de que sus padres eran
El resultado fue que en 1493 la orden aprobó una norma, confinnada por el cristianos viejos.
papa en 1495, por la que «non recipiantur conversi)): en 1552. la exclusión En su nuevo destino no se sintió inclinado a las concesiones respecto a
se extendía a todos los que tuvieran origen morisco. ..-jC-.--los cristianos conversos, cuyos antecedemcs raciales repre!-.entaban para su
Paulatinament.e. otras órdenes religiosas siguieron el ejemplo de los jeró- mente la principal amcnan Cüntra una Iglesia ~egura e incontaminada. Por
mmos. Los franciscanos no adoptaron un estatuto de limpieza sino treinta lo tanto, cuando se enteró en septiembre de 1546 que el papa acababa de
años más Larde, en 1515; y ello, con una fuerte oposición interna. Entre lo:;: nombrar a un converso, el doctor Fernando Jirnénez, para ocupar una canon-
dominicos la discriminación comenzó a aplicarse en fecha tan temprana jía vacante en la catedral, y que el padre del nuevo beneficiado había sido
como 1489, y un estatuto de limpieza de 8angre fue al parecer adoptado por condenado una vez por la Inquisición como judaizante, se negó a aceptar el
ellos e~ Aragó.n. En la práctica, la exclu!-.ión no llegó a convertirse en políti- nombramiento. Silíceo escribió al papa protestando contra e!-.te candidato y
ca oficwl en nmguna de las dos órdenes. '8 haciendo la solemne advertencia de que la primera iglesia de España corría
en e!-.e momento el peligro de convertirse en una «nueva sinagoga)>. El papa
La ~xistencia de discriminaciones y su progresiva extensión no pue- anuló el nombramiento, pero Silíceo consideró que no era suficieme con ello
den ser mterprctadas erróneamente como el triunfo del racismo en España. '9 y procedió a redactar un estatuto por el que se excluía a todos los conversos
El estatuto de Sarmiento había sido firmemente refutado por las máximas de los cargos en la catedral. Se convocó apresuradamente una reunión del ca-
autoridades ~e la Iglesia y del estado. y no llegó a ponerse en práctica en bildo para el 23 de julio de 1547, y por 24 votos contra 10 se aprobó un
Toledo. De Igual modo, se combatían las manifestaciones racista~ ~ubsi­ estatuto de limpieza.
guiente~ en_ E~paña. Seguía habiendo antisemitismo, pero el celo por impo- Las cifras de votantes muestran que no todos los canónigo~ estaban pre-
ner la limpieza de sangre estaba -pese a las afirmaciones, equivocadas, de sentes en la junta. Inmediatamente protestaron los arcedianos de Guadalajara
muchos autores en el sentido contrario-- restringida a unas pocas institucio- y Talavcra, Pedro GonzáleL de Mendoza y Álvaro de Mendoza, ambos hijos
nes en un número limitado de regiones. del poderoso duque del Infantado, ambos asimismo cristiano!. viejos. Conde-
Medio siglo después de que se hubiera establecido la Inquisición. las naron la injusticia e impropiedad del estatuto, criticando al arzobispo por no
normas de limpieza de sangre encontraban siempre una fuerte oposición. convocar a todos los signatarios de la catedral a dicha reunión y amenazando
En 1488. la introducción del estatuto en el Colegio de San Clemente deBo- con apelar al papa. La controversia que siguió nos ofrece un valioso resumen
lonia condujo a una década de disturbios, que incluyeron el a~esinato del rec- de los puntos de vista de lo!. que se oponían a los estatutos de limpieza o los
tor en 1493.''' Si se ob!-.erva más de cerca la polémica surgida en E~paña, se apoyaban.
plantean cuestiones que ponen en duda la opinión más común de que el país De acuerdo con el documento explicativo redactado por Silíceo,' 1 lapo-
estaba sumergido en un frenesí racista. ¿Por qué tan poca~ instituciones lítica de limpieza era practicada entonce~ en España por las órdenes mili-
adoptaron estatutos'! ¿Por qué tardaron tanto tiempo en hacerlo? Sobre todo. tares, los colegios universitarios y las órdenes religiosas. La existencia de un
¿por qué la Inquisición no excluyó a los conversos de sus filas?¿ Y por qué: peligro converso quedaba demostrada por el hecho de que los herejes lutera-
una VC7 que algunas instituciones habían adoptado un estatuto, no lo ob- nos de Alemania eran ca!-.i todos descendientes de judíos. Sin ir tan lejos, «el
servaron? An;obispo lha] hallado que no solamente la mayor parte sino casi todos los
Volveremos en seguida a estas cuestiones, que deben !-.er estudiadas a la presbítero!. de su An;:obispado que tienen cura de ánimas ... son descen-
luz del famoso estatuto racista adoptado por la catedral de Toledo en 1547. dientes de judíos)>. Además, los conver!-.o~ no se contentaban con controlar la
El arzobispo de Toledo había intentado inútilmente en 1536 introducir un riqueL:a de España; en ese momento trataban de dominar la Iglesia. La im-
estatuto de limpieza. En 1546, su sucesor, Juan Martínez Silíceo. estaba deci- portancia del peligro quedaba de manifiesto en el hecho de que en los últimos
did? a no fracasar en el empeño. De humilde origen campesino, Silíceo había cincuenta años la Inquisición había quemado y ca~tigado a más de 50.000 con-
temdo que luchar duramente para labrarsc una brillante carrera por sí mi.<.mo. versos y, sin embargo, éstos continuaban floreciendo. Para dar más énfasis a
Había estudiado seis años en la Universidad de París, donde impartió clases sus razonamientos, el arzobispo demostró que de los diez que habían votado.
dur~nte otros _tres. Llamado de nuevo para dar clases en Salamanca, pronto contra el estatuto, no menos de nueve eran de origen judío, cinco de ellos
atraj{:.la sufic1entc atención corno para ser nombrado tutor del príncipe Feli- procedentes de la prolíllca familia a la que pertenecía fray García de Zapata.
pe, hiJO de Carlos V, puesto que ocupó durante diez años. Al quedar en 1546 Silíceo no proporcionó la imagen entera de la situación. Es cierto que entre
vacante la sede de Toledo, fue nombrado para ocuparla. El nuevo arzobispo los más hostilc5 al estatuto estaban el deán de la catedral, Diego de Castilla,
e~taba preoc~pado con algo más que su recién adquirida dignidad. Había y el ilustre humanista Juan de Vergara, ambos convcr5os: pero al menos seis
estado obsesionado toda su vida por la sombra de sus humildes orígenes y de los otros canónigos que cümpartían su postura de oposición eran cristia-
230 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA EL RACISMO Y SUS CRÍTICOS 231

nos v1ejos. Lü que distinguía a estos canónigos (dos de los cuales eran. como de 1556. Felipe. ya rey, la ratitlcó. 24 Los tiempos habían cambiado, y con ellos,
ya ~abemos, de la noble casa de los Mcndm:a) y al deán era su irrefutable li- la propia actitud de Felipe. No obstante, no hay razón para pensar que se ha-
naje aristocrático, en contraste con Silíceo, que era de origen humilde. En la bía convertido en antisemita. La afirmación de uno de sus decretos, de que
protesta redactada por el clero disidente,~~ se quejaban, en primer lugar, de «todas las herejías que han ocurrido en Alemania y Francia fueron sembra-
que el estatuto iba contra las leyes canónicas; en segundo lugar, iba contra das por descendientes de judíos. como ya hemos visto y vemos diariamente
las leyes del reino; en tercer lugar, contradecía las Sagrada~ Escrituras; en en España>>, era en realidad una cita extraída de la demanda de Silíceo men-
cuarto lugar, iba contra la razón natural; y, finalmente, difamaba <<a muchas cionada antes y no la expresión de sus propios sentimienl0s. 2 ' Claro está que
personas nobles y distinguidas de estos reinos». El aguijón estaba en el ar- hay evidentes indicios de esta época de que el rey aceptaba como un hecho
tículo quinto. Como Silíceo y sus oponentes sabían muy bien, había pocos la información que le llegaba de algunos de sus consejeros, de probadas opi-
miembros de la nobleza exentos de sangre conversa. Promoviendo un estatu- niones antisemitas. Es un dato menos conocido que el punto de vista de la
to de limpieza, por lo tanto, el arzobispo reclamaba con lOda claridad para su oligarquía era sustancialmente contraria a tal perspectiva. Cabrera de Córdo-
clase una pureza racial de la que la impura nobleza no podía alardear. ba, el biógrafo de Felipe TI, se refiere al estatuto de Silíceo como <<aborrecido
Hubo una oposición inmediata al estatuto, proveniente de las alta" es- de los que dan reglas de buen gobierno», y cuenta también que en las Cortes
feras, fuera de la catedral. El ayuntamiemo toledano protestó enérgicamen- había un «Odio inmortal» contra él. 26 Tales afirmaciones indican que existió
te contra la medida, que -según decían- amenazaba con hacer abortar de una oposición impresionante a los estatutos de limpieza de sangre.
nuevo las guerras civiles de las Comunidades en la ciudad. Añadían que El estatuto de Toledo fue confirmado en 1556, muy pocos meses antes de
arzobispos anteriores habían rehusado excluir a los conversos: en 1536, el la muerte de Silíceo, acaecida al año siguiente, coincidiendo con un período
cardenal Tavera había ordenado que no se emprendiera ninguna acción con- de crisis religiosa y de renovados recelos hacia los conversos. Fue también
ducente a introducir un estatuto. Si se permitía seguir adelante con el pre- entonces cuando la Inquisición misma decidió poner en vigor finalmente la
sente estatuto, despertaría «odios y perpetuas enemistades>>. Los concejales limpieza de sangre mecliante una Real orden de diciembre de 1572. Paradó-
sabían de qué estaban hablando. Su petición, dirigida a principios de agosto jicamente, en la década de 1570, se dejó casi del todo de pedir pruebas de
de 1547 al príncipe Felipe, se aseguró la aprobación del municipio tra" un pureza de sangre. Las «comunidades del estatuto», como se las llamaba. se
acalorado debate. El asunto despertó la preocupación del príncipe, que go- limitaban, en esta época, a los seis colegios mayores de Castilla, a algunas
bernaba España en ausencia de su padre, por lo que envió un juez especial órdenes religiosas (jerónimos, dominicos y franciscano"); a la Inquisición y
para que lo estudiara in situ. También pidió al presidente del Consejo de Cas- a algunas catedrales (Toledo, Sevilla, Córdoba, Jaén. Osma, León, Oviedo
tilla, la más alta instancia del reino, que emitiera un informe desde el punto y Valencia). Prácticamente sólo un sector secular se veía afectado por los
de vista judicial y eclesiástico. El Consejo de Castilla dio su veredicto legal el estatutos: las órdenes militares. de orígenes medievales, (la orden de Santia-
25 de agosto. «El estatuto -establecieron- es ynjusto y escandaloso y que go adoptó uno de estos estatut_os en fecha tardía, en 1555) y su órgano admi-
de la execución dél se podrían seguir muchos ynconvcnientcs.>> Recomenda- nistrativo, el Consejo de las Ordenes. Algunos asuntos legales, como el del
ron al príncipe que ordenara su suspensión temporal. Para conocer el punto mayorazgo, también establecieron condiciones de limpieza de sangre. Final-
de vista de la Iglesia, el presideme del Consejo, que era también obispo de mente, un puñado de municipios y de hermandades, repartidas por Castilla,
Sigüenza, convocó una junta del clero en la que se determinó que <<el estatu- practicaban también la exclusión.
to, con el rigor que se haze, tiene ynconvenientes grandes y en la execución Aunque limitadas en cantidad, algunas de estas instituciones eran de cru-
dél se mostraríaLnJ cada día mayores>>, por lo que su ejecución debía "us- cial importancia. A partir del siglo XVI, entrar en un Colegio Mayor era un
penderse hasta nueva consulta." paso esencial para poder hacer carrera tanto en la Iglesia como en el estado
De acuerdo con ello, Felipe suspendió el estatuto a mediados de septiem- en Ca~ti!la. 17 La exclusión de los conversos significaba cerrarles el acceso
bre de 1547, remitiendo el asunto a Carlos V, que se encontraba en Alema- a los estamentos profesionales superiores. Igualmente, las encomiendas de
nia. Silíceo se puso furioso. A finales de septiembre elevó una queja ante su las órdenes militares eran una de las maneras más deseables de conseguir
antiguo discípulo porque la ~uspensión había sido «dada sin nos oyr)). La res- un estatus noble. por lo que ser excluido de ellas destruía las pretensiones de
puesta, en un primer momento, fue el silencio. El estatuto fue condenado por ascenso social de cualquier familia conversa. El panorama, evidentemente,
la Universidad de Alcalá como fuente de «discorclia sembrada por el diablo». era negro para los conver~os.
Toledo contaba con una larga historia de cont1ictos a propósito de los con-
versos y había interés en suavizar las pasiones. La verdadera situación, empero, era más compleja.:'
No fue sino nueve años más tarde cuando se permitió que el estatuto En primer lugar, el reducído número de instituciones provistas de estatuto
echara adelante. En 1555, el papa dictó su aprobación formal, y en agosto (menos de un 6 por 100 de las sedes epi"copalcs. por ejemplo) desmiente la
232 L.\ II\"QUISICIÓN lo:SPAÑOLA fll. RACISMO Y S\.IS CRÍTICOS 233

idea de que una especie de obsesión por la limpicLa de sangre e~taba aso- pe Il continuó Lolerando la entrada ocasional de algún converso en las
lando el país. Una y otra vez, las restantes corporaciones alegaron este hecho órdenes militares; nombró. por ejemplo. caballero de Santiago a un famo-
en defensa de su propia negativa a dejarse arrastrar por esta tendencia. Más so veterano de las guerras de Flandes. ordenando que no se hicieran averi-
aún, los estatutos existían casi exclusivamente en Castilla. En Cataluña. por guaciones sobre su genealogía.'' En 1566 concedió igualmente a la familia
ejemplo, las normas de limpien de sangre fueron desconocidas en el perío- Bernuy. de Ávila, exención de las pruebas de limpicza.-1" Los escasos mu-
do anterior a la Contrarreforma, cuando fueron inLroducidas "olapadarnente nicipio" que contaban con estatutos no parecen haberlos seguido sino cuando
junto a otros elementos por los eclesiásticos ca~tellanos.'~ En Castilla, muy convenía a sus intereses. En 1566, la ciudad de Toledo adoptó un estatuto que
pocos municipios las adoptaron a pesar de las tremendas presiones a favor mereció la aprobación expresa de Felipe II; pese a ello. familias conversas
que ejercían las facciones contrarias a los conversos. En suma. los estatutos como los Franco, los Villaneal, los Hencra y los Rarnírez "iguieron ocupan-
nunca formaron parte del derecho público español y nunca figuraron en nin- do cargos municipales con toda libertad durante este período." Posteriormen-
gún cuerpo de derecho público. Su validez estaba restringida sólo a aquellas te, Felipe 11 rehu"aría dar su aprobación para ningún otro estatuto de limpieza
instituciones que los habían adoptado. municipal. En Cuenca, en donde había una larga historia de enfrentamientos
En segundo lugar. los estatutos fueron ~iernpre objeto de polémica, sin con los conversos, a finales del siglo XVI las familias de cristianos nue-
que gozaran de amplia aceptación. En Roma, el papa Paulo IV había apro- vos ocupaban de hecho el 50 por 100 de los cargos municipales.'~ Un im-
bado el estatuto de Toledo, pero lo hizo por razones políticas y no por una portante jue7 de la época, Castillo de Bobadilla. ob~ervó que los conversos
cuestión de principio. El mismo Paulo IV se negó en 1565 a aprobar un nue- tenían libre acceso a los cargos municipales en Castilla; otro jurista, Pedro
vo estatuto para la catedral de Sevilla, condenando la limpieza de sangre como Núñez de Avendaño, comentó que a los conversos ~e les excluía en teoría de
contraria a las leyes canónicas y al orden eclesiástico. Su sucesor, Pío V, fue «los cargos públicos, pero en la práctica se les admite con libertad>>. 19 La
un enemigo obstinado de los estatutos. En España se desencadenó un pro- diferencia entre la adopción de un estatulo y sus implicaciones prácticas
longado debate, dirigido mayoritariamente contra los e~tatutos. La polémica era abismal.
fue acallada por la Inquisición, que en 1572 trató de prohibir cualquier es- En cuarto lugar, era factible evitar el cumplimiento de los estatutos me-
crito sobre el tema, fuese en favor o en contra de los estatutos. diante el soborno o la presentación de pruebas falsas. Los conversos ricos,
En tercer lugar, aun cuando hubiera tales estatutos, los españoles encon- según se quejaron algunos miembros de las Cortes de Madrid de 1551, «al-
traron la manera de aplicarlos con una laxitud típica, que en muchos casos canzan habilitación de Vuestra Majestad con favores, en lo cual la república
los vaciaba de sentido. Felipe ll no fue la excepción. Cuando le convenía, de- recibe gran detrimento»."'') Los soborno~ eran frecuentes a todos los niveles.
signaba dignatarios eclesiásticos de origen converso, incluso si ello suponía pero preocupaban más las pruebas falsas, pues implicaban conupción y es-
contravenir tal o cual estatuto. En varias diócesis, los estatutm "e pasaban pe- cándalo. Este fue, quizá más que ningún otro aspecto por sí solo, el factor
riódicamente por alto. En Toledo, en 1557. un año de5pués que el rey confir- que despertó la opo"ición de la oligarquía a los estatutos.
mara el famoso estatuto, se eligió a un converso corno canónigo de la catc- Así pues, durante todos estos años, hubo una actitud de profunda ambiva-
draJ.30 En 1567, en la sede de Sigüenza. el obispo decidió pasar por alto el lencia hacia la puesta en práctica de la exclusión. En los primeros años de la
estatuto vigente a la hora de hacer nombramientos.-11 En 1589, Felipe 11 de- Inquisición, había "ido costumbre «rehabilitar»41 a conversos acusados de deli-
signó a un sacerdote de origen converso, Gabriel Márquez, corno capellán Los menores: aquellos que habían cumplimentado las penas y pagado una
suyo en la catedral de esa misma ciudad castellana. Cuando se le indicó que suma de dinero podían conseguir de la Inquisición un diploma por el cual se
el estaluto no lo permitía, el rey mandó suspender el nombramiento, pero tam- les restauraba su estatm anterior. Como no habían sido hallados culpables de
bién que se examinara el estatuto.-'' En la propia Inquisición, las normas eran herejía, no incurrían en ningún castigo importante, lo cual significaba -pese
a menudo dejadas de lado, empleando corno consejeros a clérigos de reco- a la opinión corriente, que sostiene lo contrario- que el mero castigo por
nocido origen converso.-'-' A finales del siglo XVI, se hacían familiares a per- parte de lm inquisidore" no perjudicaba necesariamente la trayectoria perso-
sonas a las que, con frecuencia, según los casos documentados en Murcia y nal. Tal práctica coincidía con un principio de amplia aceplación en el dere-
Barcelona, no se les pedía ninguna prueba de tener limpieza de sangre. cho canónico.
En las órdenes militares, pese a las prohibiciones establecidas, se seguía Los conversos. hubieran sido o no penitenciados por la Inquisición, po-
aceptando a personas de conocido origen converso. En 1552, el príncipe Feli- dían ser en principio excluidos Uc muchos organismo" importantes; en la
pe, entonces regente de España, nombró a Ruy Górnez. que era amigo suyo práctica accedían a la mayor parte de los cru·gos públicos en España. En 1522,
~in traza de sangre conversa, comendador mayor de la orden de Calatrava. por ejemplo, la Inquisición estipuló que las universidades de Salamanca y
Este comentó confidencialmente a otro amigo que el entonce" comendador Valladolid no debían conceder grados a lo5 conversos. Pero en 1537, Carlos V
de la orden de Alcántara era «cristiano nuevo».-14 Tras acceder al trono. Feli- decretó que, en los colegios en los que se había excluido a los cristianos nuc-
.
234 LA INQt:JSIClÓN ESPAÑOLA

vos. «mandamos se guarden las constituciones fechas por los fundadorcs>>. 42


Durante toda esta época, se pueden encontrar conversos tanto como es-
tudiantes como ejerciendo de profesores en la~ principales universidades de
España. En provincias la situación no era diferente. El padre del humanista
T
1
EL RACISMO Y St:S CRÍTICOS

so l~gal que llegaba a durar años, cargando con todos los gastos, antes de que
pudJCran presentar una genealogía aceptable. Otros, para conseguir los car-
gos: no dudaban en acudir al perjuri?, involucrándose a sí mismos y a sus
testigos en graves multa~ y quedando mfamados cuando el tribunal descubría
235

murciano Francisco de Cascales había muerto en la hoguera acu<;ado de ju- el engaño. Con frecuencia, los candidatos eran inhabilitados de un cargo so-
daizante en 1564. Con gran oportunidad, Cascalcs se exilió de la ciudad, pero lamente a causa de chismorreo malicioso de sus enemigos, porque el «rumor
volvió en 1601, obteniendo la cátedra de gramática. Todos conocían sus or(- común>> se tomaba generalmente como una evidencia."' La genealogía se con-
genes, pero nadie le preguntó acerca de ellos:'-' virtió en un arma social.
De igual modo, Martín Martínez de Cantalapiedra, un conocido converso Pese a todo, ello no supuso una barrera insalvable para entrar en la no-
y figura central en las polémicas universitarias salmantinas de la década de bleza. En realidad, barreras fonnales sólo existían para entrar en las órdenes
1570, había sido nombrado catedrático de hebreo en 1559. La misma univer- militares de Castilla. Para obtener una encomienda en cualquiera de ellas, la
sidad no había dudado una generación ames, en 1531, en hacer al converso genealogía del aspirante era comprobada por el Consejo de las Órdenes en
Pablo Coronel profesor de hebreo. Aunque en ~alamanca se debió practicar Madrid. Este obstáculo de tipo burocrático podía ser eludido sólo si el pro-
alguna forma de discriminación, la universidad siempre se opuso a cualquier pio rey intervenía, como, en efecto, a veces hacía según hemos visto ya. De
exclusión formal. Cuando en 1562 el rector propuso introducir un estatuto de otro modo, e~a como dar vía libre a toda clase de calumnias y averiguacio-
limpieza, el claustro votó que «antes que se hiciese, se mire bien los incon- nes. En cambto, la consecución de un título de nobleza estaba exenta de cual-
venientes que de todas partes podría venir>>. Finalmente, «se resolvió que por quier tipo de reglas sobre la limpieza de sangre. El manual de referencia
agora no se hiciese>>. Cuando en 1566 se trató de nuevo de introducir un es- sobre la nobleza, la Summa nohilitatis (1553) de Juan de Arce de Otalora,
tatuto, el propio Felipe II intervino para prohibirlo.".. afirma expresamente que todos los conversos judíos y musulmanes «podían
La eficacia del concepto de limpieza de sangre estaba limitada seriamen- ser t.in discriminación de ninguna clase admitidos en igualdad de términos
te, pero no puede ponerse en duda la amenaza que representaba. Aunque se en el rango y los privilegios de la nobleza>>,"' señalando también que era un
practicaba solamente en un número limitado de instituciones públicas, éstas hecho bien conocido que muchas personas ilustres en España tenían un leja-
eran de importancia tan indudable que con frecuencia se creó una seria barre- no origen judío. Añadía, sin embargo, que los conversos culpables de herejía
ra a la movilidad de estatus. En teoría, el derecho canónico limitaba la culpa podían ser excluidos.
de los padres hasta la tercera generación; pero en la práctica, para la lim-
pieza de sangre no existían tales limitaciones. Si se probaba que un antepa- La «infamia» afectaba al honor, la religión y la «ntza» de los españoles.
sado de un individuo de cualquier lado de la familia había sido penado por Podía acarrear la vergüenza y el oprobio sobre su persona, su familia y sus
la Inquisición o era de origen judío o musulmán, el descendiente podía t.er descendi~ntcs. Este fue el punto de vista adoptado por un escritor de la épo-
considerado de ~angrc impura y no apto para los cargos. Los que pretendían ca de Fehpe TV, Juan Escobar de Corro, quien en su Tractatus bipartitus de
acceder a éstos tenían que presentar pruebas genealógicas de la pureza de su puritate et nobilitate probando (c. 1632) igualaba las palabras «pureza» y
linaje. El fraude, el perjurio, la extorsión y el chantaje que se impusieron por «honor>> y consideraba que era preferible la muerte a la infamia. Para Esco-
la necesidad de probar la limpieza de sangre, estaban considerados amplia- bar, el estigma de un linaje impuro era imborrable y perpetuo. 4 ' Esta doctri-
mente como un mal desde el punto de vista moral. Si los que pretendían un na extrema y básicamente racista, profesada --debe observarse- en una
cargo no ofrecían pruebas genealógicas convincentes, se nombraban a comi- época en que los estatutos de limpieza de sangre estaban en declive, signifi-
sarios para que visitaran las localidades en las que se podía extraer la infor- caba que ni siquiera el bauti~mo lavaba los pecados de los padres. La Inqui-
mación pertinente y tomaran declaraciones juradas a testigos acerca de los sición contribuyó en gran medida a crear el clima que hizo posible esta acti-
antecedentes del pretendiente. Los comisarios examinaban los libros parro- tud. A principios del siglo XVI se inició la costumbre de colgar en un lugar
quiales y recogían testimonios verbale..". En una época en la que los testi- público los sambenitos de lm. acusados una vez que había finalizado el perío-
monios escritos eran raros, la reputación de los que pretendían un empleo do durante el cual se les había castigado a llevar las vestiduras. Esta costum-
quedaba totalmente a merced del chismorreo local y de la animadversión de bre se hizo general a partir de las Instrucciones oficiales de 1561, las cuales
cualquier vecino, de manera que el cohecho se hizo necesario. Si se recha- estipulaban que
zaba al que pretendía un cargo en la Inquisición, el tribunal no daba explica-
ción alguna de la razón para la negativa, con el resultado de que la familia todos lo-; sambenitos de los condenados vivos y difuntos, presentes o ausentes,
de esa persona quedaba bajo la sospecha de ser de sangre impura, aun si este se ponen en las iglesias donde fueron vczinos ... porque siempre aya memoria
no había sido el caso. Algunos candidatos tenían que llevar a cabo un proce- de la infamia de los heregcs y de su descendencia."R
236 LA lNQtT!S!ClÓI\ loSPA~OLA EL RAC'lSMO 'r SUS CRÍTICOS 237

El propósito declarado al exponer esos sambenitos era. por lo tanto, el de La preocupación que sentían los españoles por la infamia se extendió
publicar y perpetuar la infamia de los condenados, así que, de generación en también a la herejía no judaica. La Yiolenta reacción contra los protestantes
generación. familias enteras fueron castigadas por los pecados de sus antepa- de Valladolid fue provocada en parte por un curimo orgullo nacional que no
sados. Se hizo costumbre reemplazar los viejos sambenitos cuando se caían a podía admitir la posibilidad de que los ca~tellanos pudieran ser comami-
pedazos por otros nuevm en los que figuraban lo~ nombres de los culpables. nados por la herejía. <<Antes de aquel Licmpo --comemó un hombre de la
Estos sambenitos eran profundamente odiados no sólo por las familias afec- época-, en lo público estaba España limpia de estos errores.>)" Cuando Car-
tadas, sino también por las comarcas a las que pertenecían las iglesia~ donde Io~ de Seso y fray Domingo de Rojas regresaron a Valladolid, según cuenta
se colgaban, a las que acarreaban ignominia. En 1570, la ciudad de Logroñu el inquisidor general, <<por todos los pueblos por donde pasaron salían muchas
tuvo éxito en la petición que hizo a la Suprema, rogando que se le permitiera gentes.' ~ombres, mujeres y muchachos, a verlos, con demostración que luego
retirar de sus iglesias el gran número de sambenitos que en realidad pertene- los qutsteron quemar. El fraile" tenía gran miedo que sus parientes le habían
cían a iglesias de otra~ regiones. 4~ En este caso se trataba del temor de que de matar en el camino».'" Rojm tenía buenas razones para tener miedo. Cono-
tantas vestiduras deshonraran a toda la ciudad y su provincia. En la subleva- cemos el extraordinario caso de Juan Díaz, amigo y discípulo español del
ción contra las autoridades españolas ocurrida en Sicilia en 1516, fueron reformador Bucer que fue asesinado en Alemania por su propio hermano,
arrancados los sambenilos de las iglesias y jamás fueron reemplazados. En la Alfonso, que era católico y temía que la herejía de su hcnnano trajera la ver-
península, sin embargo, el tribunal tuvo buen cuidado de asegurarse de que güenza a su familia y a toda España.-''i La Inquisición compartía esta aclitud
los sambenitos estuvieran continuamente expuestos, cosa que fue practicada hasta el extremo de tratar de perseguir a los herejes españoles como Miguel
en todas partes hasta finales del siglo xvnr. Una de las consecuencias más Servet aun fuera de las fronteras de España, por miedo a que su;, herejías
evidentes de este sistema era que todas la pruebas genealógicas podían ser mancharan el honor de la nación española. La tradición continuó bastante
fácilmente confrontadas con la evidencia de las vestiduras. Al final resultó viva bajo los reinados de Carlos V y de Felipe TI. Agentes de e5te último,
que lo que menos importaba era si un hombre había sido quemado en un auto como ya se ha visto, contrataron al cazador de herejes Alonso del Canto en
de fe o sencillamente le habían obligado a hacer penitencia. Por culpa del los Países Bajos para traer a España a aquellos que podían acarrear mala
sambenito, sus descendientes habían de seguir aguantando la incapacitación fama al país.j(,
para ocupar cargos públicos.
Sin duda alguna la infamia era el peor castigo que se podía imaginar en Las consecuencias sociales dclwlto a la limpicnl de sangre fueron tan
aquellos tiempos. En los tribunales penales ordinarios, los castigos que con- corrosivas que siempre hubo una fuerte oposición contra ella, común a todos
llevaban vergüenza pública o ridículo eran más temidos que la propia sen- los niveles sociales. Se convirtió, por ejemplo, en una continua fuente de fric-
tencia de muerte,"1 pues arminaban la propia reputación en la comunidad para ción entre la Compañía de Jesús y la Inquisición. Ya hemo-; visto cómo Igna-
siempre, atrayendo el oprobio sobre la familia y los demás parientes. Igual- cio de Loyola se hizo sospechoso de iluminismo y judaí~mo por primera vez
mente, en el tribunal de la Inquisición, el «honon) de un individuo podía ser
mancillado por recibir castigos humillante~ (como los azotes), pero el más
grave de todos los castigos era el sambenito, ya que ~u duración era perpe-
religiosas. .
cuando era estudiante en Alcalá. en 1527, a causa de sus estrictas prácticas
. En ese mismo año la provincia de Guipú?coa elevó a ran•~o de ley
una anttgua ordenanLa de 14-83 que prohibía la entrada de los conversos en
tua y acarreaba el deshonor tanto a la familia como a la comunidad. Cuando esa provincia. Por entonces, Ignacio negó indignado tener nada que ver con
la joven Ana Enríquez, hija del marqués de Alcañices y cuñada de Francisco el judaísmo, puesto que era un noble procedente de una provincia (Guipúz-
de Borja, fue condenada por la Inquisición en 1559 a llevar un sambenito por coa) en donde apenas si se habían conocido Jos judíos. Sin embargo, unos
haber participado en las actividades del grupo protestante de Valladolid, Borja años después, declaró, mientras cenaba con unos amigos, que habría conside-
utilizó toda su influencia para conseguir que no se cumpliera la sentencia rado un favor divino descender de judíos. Cuando le preguntaron por qué decía
en lo que se refería al uso del sambenito: con ello, consiguió que el honor de esto, contestó: «¡Cómo! ¡Poder ser el hombre pariente .de Cristo Nuestro
la familia quedara a salvo. Señor y de Nuestra Señora la gloriosa Virgen María!». En otra oca~ión, un
Aunque el Santo Oficio era sin duda re~ponsable de la perpetuación de la vasco amigo suyo escupió cuando el santo mencionó la palabra «judío>>.
infamia, también e;, cierto que desde el comienzo trató de frenar los rumores Ante esto, Ignacio se lo llevó aparte y le dijo, según su biógrafo: «"Ahora,
y las calumnias asociadas a ésta y en muchos casos, incluso persiguió a aque- señor Don Pedro de Zárate, estemos a razón y oígame Y. Mrd.". Y que le dijo
llos que trataban de difamar a sus vecinos. Irónicamente, llegó a ser, pues, una tantas razones para esto, que verdaderamente le persuadió a ~er de linaje de
ofensa castigada por la Inquisición llamar a alguien «judío»: por ejemplo, en judíos>>. 57 Estos incidentes muestran que Ignacio había conseguido liberarse
1620, Antonio Vergonyós, familiar del tribunal y sacerdote de Girona. fue por sí mismo de uno de los más grandes prejuicios sociales que prevalecían
desterrado durante un año de su pueblo por llamar <<juem> a un vecino. 5 1 en España.
238 LA 1:-lQUlSICIÓN ESPAÑOLA

Al igual que su fundador, la Compañía de Jesús se negó a asociarse con


el racismo. Cuando los jesuitas abrieron en 1551 un colegio en Alcalá sin
T
1
.. EL RACISMO Y SUS CRÍTICOS

Sin embargo, hacia la década de 1590. los jesuitas se encontraron con


que cada día tenían menos novicios a causa de que la campaña de rumores
239

tener permiso del arzobispo Silíceo, este último prohibió a todo jesuita actuar iniciada por sus enemigos tuvo éxito en presentar a la Compañía como un
como sacerdote sin ser primeramente examinado por él. Para nadie era un grupúsculo de judíos. Además, por un proceso de selección, los principales
secreto que el motivo de esta orden era la hostilidad de Silíceo a la presencia cargos de la provincia española fueron para jesuitas que favorecían la exclu-
de cristianos conversos en el colegio. Refiriéndose a ello, Francisco Villa- sión. El resultado fue que triunfaron las presiones para modificar la consti-
nueva, rector del colegio, escribió indignado a Ignacio: tución de la Compañía, y en la congregación general celebrada en Roma en
diciembre de 1593 se votó la exclusión de los conversos como miembros de
Es una gnm lástima que parezca no haber nadie que quiera dejar a e~ta~ la Compañía. Entre las pocas voces de protesta que se alzaron contra esta
pobres gentes un lugar en la tierra, y quisiera tener la energía para convertirme medida en España estuvo la del padre Pedro de Ribadeneira. 61 Y casi exclusi-
en su defensor, tanto más que se encuentra entre ellos más virtud que entre los . vamentc debido a sus esfuerzos individuales para mantener a la Compañía en
cristianos viejos y los hidalgos. 53 el camino indicado por Loyola, se produjo en la orden una reacción contra la
votación de 1593. En febrero de 1608. un decreto permitía entrar en la Com-
Sin embargo, el primer provincial de los jesuitas en España, Antonio de pañía a todos aquellos conversos que hubieran sido cristianos desde hacía
Araoz, recalcó insistentemente ante Ignacio que Silíceo había prometido con- cinco generaciones. El decreto de 1608 fue una concesión nominal, pero en
ceder grandes favores a la orden con sólo que ésta adoptase un estatuto de la práctica significaba la completa abolición de la decisión de 1593, ya que
limpieza. A pesar de ello, Ignacio se negó a cambiar de actitud. Mientras la mayoría de los conversos de España para esa fecha habían sido, de hecho,
duró en España la controversia sobre los estatutos de limpieza, y hasta su cristianos durante cinco generaciones, como resultado de las conversiones
muerte en 1556, no permitió a su orden que discriminara a los conversos. y obligatorias de 1492.
cuando los conversos solicitaban entrar en la Compañía, les aconsejaba que Mientras tanto, otro destacado jesuita, Juan de Mariana, había compuesto
se unieran a ella en Italia mejor que en España. Cuando hablaba del culto a en su tratado sobre El rey ( 1599) un virulento ataque contra la discriminación
la limpieza de sangre, lo calificaba de «el humor español>>, o, como se refirió raciaL en el que exhortaba a la sociedad a que «las notas de infamia no
a él en una ocasión de manera más mordaz, «el humor de la corte y del rey deben ser eternas, y es preciso fijar un plazo fuera del cual no deban pagar
de España~~. los descendientes las faltas de sus antepasados>:-. 62 La oposición de los jesui-
Todos los generales de la Compañía después de Loyola se mostraron tas no fue la única. Aunque algunas otra.<. sedes siguieron el ejemplo de Tole-
firme~ en su oposición a los estatutos. El sucesor inmediato de Ignacio fue do en cuanto a la adopción de la limpieza de sangre, los estatutos no fueron
Diego Laínez, general de 1558 a 1565. El hecho de que fuera un converso. generalmente aceptados en España. De sesenta catedrales españolas, posible-
originó opo~ición entre algunos sectores de la Iglesia española. En una carta mente no más de doce tuvieron estatutos. Muchas que los tenían, nunca los
escrita a Araoz en 1560, Laínez denunció la limpieza de sangre como «el hu- hicieron efectivos. Conocidos clérigos escribieron ataques contra el sbtema
mor o error nacionah~ y pidió obediencia total a los jesuitas españoles. En 1564 de limpieza. Al parecer, Melchor Cano los atacó en un escrito de 1550 y otro
un jesuita escribió a Laínez de~de Sevilla lamentándose de las divisiones ba- dominico. Domingo de Valtanás, lo hizo en un libro publicado en Sevilla
sadas en la pureza de linaje. «Este lenguaje lastima mucho, y mucho más en 1556."-' En Roma, españoles prominentes hablaron abiertamente en su
entre quien conoció un tiempo de oro, ilorido y amoroso, como fue al prin- contra. Esto persuadió a Diego de Simancas, obispo de Zamora, a publicar
cipio.>>5" El sucesor de Laínez fue un español de impecable sangre de cris- hacia 1572 su Defensio Statuti Toletani, que es posiblemente la última gran
tianos viejos, Francisco de Borja. En una ocasión, el primer ministro de defensa de las doctrinas racistas de Silíceo. A finales del siglo XVI, puede
Felipe IT, príncipe de Éboli, preguntó a Borja por qué permitía la Compañía detectarse un profundo malestar sobre la limpieza de sangre entre los círcu-
que hubiera conversos en sus filas. Borja señaló que el propio rey empleaba los más altos de la sociedad. Las averiguaciones sobre los antepasados pen-
a conocidos conversos: dían como una amenaza sobre el buen nombre de las familia~ más nobles.
El que uno solo de sus miembros fuera rechazado para un cargo público a
¿Cómo el Rey tiene a su servicio a Fulano y a Zutano. que son deste lina- causa de su supuesta impureza de sangre significaba un estigma para el resto
je? Pues si su Magestad no mira esso en los que admite a su servicio y mete de la familia. La práctica de la limpieza de sangre amenazaba con exponer a
en su casa, ¿queréis vos que lo mire yo para admitirlos en la casa de Dios y al la infamia a toda la nobleza del país.
servicio de aquel Señor para quien no hay acepción de personas ni distinción
entre griego y judío, entre bárbaro y escita'! 611 En este punto ocurrió una revolucionaria crisis de conciencia en la misma
ciudadela de la ortodoxia: la Inquisición. 64 Desde 1580, aproximadamente,
240 LA I~QUSIC!ÓN ESP.'1!\0LA EL RACISMO Y SUS CRÍTICOS 241

a partir del nombramiento del cardenal Quiroga como inquisidor general, que llamamos christianos viejos». La consecuencia era que se había puesto
se mscitaron serias dudas en el seno de la Inquisición acerca de los estatutos. en circulación también un criterio de pureza irracional: a los espadachines se
«Estando yo en el Consejo el año de ochenta --comenta Niño de Guevara, el les tenía por limpios y a los médicos por judíos; los oriundos de León y
inquisidor general que sucedió a Quiroga- vi esta plática muy adelante y muy Asturias eran llamados cristianos viejo~ y los de Almagro conversos. «Todo
resuelto al Consejo de suplicar al Rey Nro. Sr. que está en el ciclo lo mandase lo cual es cossa que si nos la contaran de otra nación, dixéramos que eran al
ver y prover alegándose para ello muchas y muy urgentes ra~ones y fundamen- fin bárbaros. y que se governaban sin razón y sin Dios y sin ley.»
tos.» Al parecer no pasó nada más hasta 1598, cuando Felipe ll se lo pen- Según se afirmaba en el mismo texto, otro efecto pernicioso era que, de-
só también dos veces. El rey, según nos dice un escritor posterior, «fue muy bido a las rigurosas pmebas genealógicas que se requerían, el e~tado perdía
observante de E~tatutos, pero a los último~ días de su vida, crecida la expe- eminentes sujetos, que teniendo el talento para ser grandes teólogos y juri~tas,
riencia, mandó hazer una junta grande a este propósito, y todos los della con no se atrevían a seguir esas profesiones porque sabían que después no serían
Su Magcstad convinieron si limitassen a cien años de Christiandad», querien- admitidos en ningún cargo. Corno resultado, ~e proseguía, gente de poca ca-
do decir con ello que estar libre de la ~ospecha de herejía por tres generacio- tegoría y de ningún saber habían llegado a los más altos puestos del país,
nes permitiría considerar apto a un converso para cualquier cargo oficial. mientras que la verdadera nobleza y la instruida había sido privada de la
A raíz de la muerte del rey no se hizo ninguna propuesta, pero el terreno oportunidad de proseguir nna carrera profesionaL La discriminación contra
estaba preparado para el gran ataque contra el estatuto del notable domini- la sangre judía sólo lograría que los conversos se unieran más para defen-
co y teólogo Agustín Salucio, cuyo Discurso sobre la limpieza de sangre fue derse mejor, haciéndose más peligrosos; mientras que en Francia y en Italia
publicado en 1599. 61 Salucio, que entonces tenía 76 años (murió en 1601), la falta de discriminación les había permitido fusionarse pacíficamente en la
sentía «creer que no cumplía con mi consciencia, viéndome tan cargado años comunidad. La comecuencia natural de las pmebas de limpieza sería que
y tan vezino a la muerte, si no dezía mi sentimiento en co:;a de tanta impor- aquellos que eran irrefutablemente limpios (y, por lo tanto, los únicos capaces
tancia>>. Su libro recibió el apoyo de las más altas autoridades: el patriarca de de ocupar cargos), pronto no serían más que una ínfima minoría en el país,
Valencia, Juan de Ribera; el arzobi~po de Burgos y el duque de Lenna, quie- con la gran masa del pueblo en contra de ellos, «descontento y afrentado y
ne~ no dudaron en expre~ar su acuerdo por carta. 66 Tomando como base los muy fácil a novedades>}.
innumerables abusos cometidos en los procesos de las pmebas de limpieza En el verano de 1600. el duque de Lerma pidió al nuevo inquisidor ge-
-falsos teslimonios, cohecho~, falsificaciones, mentiras-, Salucio protes- neral, el cardenal Niño de Guevara, que hiciera un informe sobre el libro
taba porque dos escándalos y pesadumbres [han] levantado una guerra se- de Salucio y sobre otros documentos varios. En ago~to, Guevara envió al
creta contra la autoridad de los estatutos. De la pUL dicen que no la puede rey un asombroso informe''' que contradecía a los integrantes de la Suprema,
aver estando dividida la república en dos vandos, en que se dh-ide casi por elogiando a Salucio, que era «un fraile muy docto a quien toda la Iglesia
medio en una como guerra civil>>. Salucio presentaba dos objeciones de prin- católica, y particularmente el Santo Oficio de la Inqui~ición deve tanto}>. La
cipio contra los e~tatutos: habían perdido su propósito y si alguna cosa buena diversidad de criterios en la Inquisición no llegó a resolverse y el libro de
habían traído. ésta quedaba superada por el mal causado. «Gran cordura sería Salucio siguió prohibido. Sin embargo, con tantos eminentes signatarios
a~~igurar la paz del reyno -concluía- limitando lo:> estatutos, de manera de la Iglesia y estadistas hostiles a los estatutos, las compuertas se habían
que de christianos vejas [sic] y moriscos y eonfessos, de todos se venga a ha- abierto para la discusión pública. Hacia 1613, un cristiano nuevo de origen
zer un cuerpo unido y todos sean christianos viejos y seguroS.» portugués, Diego Sánchez de Vargas, publicó en Madrid un ataque contra los
La obra causó una Cii~is inmediata en la Inquisición. La Suprema pasó por estatutos. En 1616, el magistrado de Madrid Mateo López Bravo se quejó
encima de la autoridad del inquisidor general y prohibió el libro. Sin embargo, en su De rege de que para aquellos que habían sido excluidos por las leyes
los procuradores de las Cortes habían recibido los ejemplares del Discurso de la limpieza <<no queda ninguna vía a la esperanza excepto la siembra de la
que el anciano y diligente Salucio les había enviado. y en seguida decidieron discordia». En 1619, Martín González de Cellorigo, que en ese momento re-
discutir sobre el tema. El 11 de febrero de 1600 presentaron al rey un memo- sidía en Toledo y era funcionario de la Inquisición. escribió una Alegación
rial en el que hacían ver «quánto importa tornar resolución en este negocio en que se funda la justicia en favor de los cristianos nuevos; estaba dirigida
por las grandes ofen~as a Dios que se causan cada día». Al mismo tiempo, al inquisidor general, pero no llegó a publicarse.""
nombraron una junta para que hiciera un informe del escrito de Salucio. En Hacia 1621, un inquisidor, Juan Roco Campofóo, obispo de Zamora y
un escrito enviado por las Corte~ a la junta, se quejan de que <<en España más más tarde de Soria escribió un Discurso 711 contra los estatutos. Según él, las
estimarnos a un hombre pechero y limpio que a un hidalgo que no es limpio»."' pruebas de limpieza eran una fuente de escándalo político y moral en la na-
Como resultado, proseguía el memorial, ahora hay dos clases de nobleza en ción. El estigma de impureza había dividido a España en dos mitades, una
España. «una mayor. que es la hidaft.;uía, y otra menor, que es la limpieza. de las cuales estaba luchando continuamente contra la otra. Los ultrajes
LA ll\QUI~ICIÓ"l ESPA.ÑOLA
EL RACISMO Y SUS CRÍTICOS 243
242

y querellas provocados por los estatutos habían sido responsables de más


Que sus divcr~o~ rcynos se hallen conforme~ y unido<> para lo próspero y
adver~o. correspondiéndose con amoro~a igualdad, de suerte que Castilla con
del 90 por 100 de los procesos civiles y criminales en los tribunales espa-
Aragón, y ambos con Portugal, y todos con Italia y los demás reynos se ayuden
ñoles. El racismo de los estatutos era una equivocación, porque muchos con- y acudan como los que forman un cuerpo, dichoso por tener Vuestra Mage~tad
versos y moriscos habían sido más virtuoso5 que los llamado5 cristianos vie- por cabeza. En gran parte se dificultan pensamientos tan conformes a los de
jos, y muchos de Jos sometidos a proceso por la Inquisición eran en realidad Dios si permanecen divisiones tan odiossas y de corages tan sangriento~ como
cristianos viejos y no judíos." El gran peligro -proseguía diciendo el inqui- los que intervienen entre los que se tienen por limpios y los que reputan por
sidor- era que la mayor parte de la población de España quedaría pronto maculados con raza de judahmo.
estigmatizada como impura y que la única garantía que quedaría de tener
sangre cristiana vieja sería tener origen plebeyo. El del inquisidor fue sólo En este clima favorable, la Junta de Rcfom1ación pudo decretar unos años
uno de los muchm opúsculos escritos en este período sobre este asunto. Un antes, en fehrero de 1623, nuevas normas que modificaban la práctica de la
censor de la Inqui~ición, Francisco Murcia de la Llana. en un Discur.\o limpieza. Un solo acto (que constaba de tres pruebas de limpieza en cual-
de 1624. condenó el racismo y la xenofobia de sus contemporáneos: quiera de las cuatro líneas de parentesco) era suficiente para solicitar un cargo
y no harían falta más al ascender o al camhiar de empleo. No se admitirían
Buelbe en ti [España] y considera que ninguna nación tiene estos estatu- las pruebas verbales si no estaban apoyadas por pruebas más sólidas. y no se
tos. y que donde se echó y a donde más floreció elludaísmo fue en ellos. y tú haría caso a los «rumore~>:.. Toda la literatura escrita con el ánimo de enume-
te precias. si alguno de tus hijos se ca~a con francesa. ginouc~a o italiana, que rar las familia~ de origen judío, como el famoso Libro verde de Aragón, debía
califique tu cspo~a con decir: «Estrang-era es». ¡Oihl ignoarancia! ¡Quadrada ser destruida y quemada. Aunque hubo mucha opmición a tales medidas. és-
locura española!'' tas produjeron también una abundancia de escritos opuestos a la limpieza, que
al tomar posición junto a la literatura de aquel tiempo, hacen de este reinado
En su famosa Conservación de las monarquías (1626). Pedro FernándeL
una época de crisis intelectual en la historia de España. Que el problema fue
de Navarrcte atacó la discriminación hacia los conversos y moriscos, advir-
tomado en consideración en los círculos más elevados queda demostrado por
tiendo que <<en todos los reinos en que son apartados de los honores corren el informe presentado por un miembro de la Junta de Reformación, quien a1ir-
un grave riesgo de venir en ruina:->.' 1 maba que la limpieza era
Aunque Lerma se había opuesto a los estatutm, hizo poco por cambiarlos.
Fue dislinto con Olivares, que llegó al poder en 1621 al subir al trono Feli- cau~a y principio de mucha multitud de pecados. perjurios, falsedades. pen-
pe IV. Olivares nunca hizo un secreto de su hmtilidad hacia la limpieza de dencias, muerte~ y plcytm criminales y civilc~. y que mucho~ de los nuestro~.
sangre. A instancias suyas, la Inquisición publicó en 1626 el más extraor- viendo que no son admitidos a las honras y oficios de su patria, se [h]ayan
dinario documento que jamás saldría de su seno." ausentado de estos Reynos y ídose a otros, de~esperados de verse infamados;
Aceptando que había pocos judaizantes en España -o tal vez ninguno--, y tanto que de do~ caballeros muy caliticados destos Reynos y de lo~ mayores
la Suprema sostenía en ese documento de 1626 «resulta pues que aviendo soldados de su tiempo [h]c oído decir que habían declarado a la hora de la
cessado totalmente lo que dio causa a los estatutos. será prudencia civil y muerte que por no haber podido salir con la pretensión de [h ]ábitos, los [h]abía
política por lo menos que cesse el rigor de la execución de ellos;.;.. También tentado el demonio muchas veces de matarse o de pa~arse a servir al turco, y
que sabían que alguno~ lo [h]abían hccho. 75
sobre los perjurios generalizados y las falsificaciones a que el criterio de la
limpieza de sangre dio lugar, los inquisidores decían: «Nadie puede dudar
dcsto a vista de lo que [hjoy pasa en toda ciudad, villa y aldea, hasta en la La reforma de febrero de 1623 se ordenó que fuese observada por «todos
los consejos, tribunales, colegios mayores y comunidades con estatutos:.>. De he-
información de familiatura de qualquier corto lugar. No puede otra persona
ni tribunal informar el ánimo de Vuestra Magestad con más ocular experien- cho. permaneció como letra muerta y no fue obedecida por un solo organismo
cia deste daño como el Santo Oficio de la lnquisicióm>. Después de analizar fuera del gobierno y la Inquisición. Esta última, como era de esperarse. pronto
dejó de observar la reforma. La conlroversia continuó hasta bien entrado el
en detalle los males del sistema de pruebas genealógicas, la Suprema prose-
siglo xvn. El inquisidor general encargó en 1623 un nuevo ataque razonado
guía con el argumento de que tanto hebreos como gentiles eran miembros de
la Iglesia de Cristo y que la unidad de todos ellos, sin discriminaciones, era contra los estatutos a Diego Serrano de Silva, miembro de la Suprema.
esencial. En palabras que podrían haber sido escritas por el mismo Olivares, Desde sus inicios, en 1580, esta impresionante y asombrosa campaña con-
el Consejo de la Inquisición declaraba que sus aspiraciones eran exactamente tra los estatutos de limpieza fue guiada en cada uno de sus pasos por los
inquisidores generales y por funcionarios de la Inquisición auxiliados por
las mismas de Felipe TV:
ministros de estado como Lcrma y Olivares. La perspectiva que asomaba
244 LA IKQUISJCIÓN ESPAÑOLA CL RACISMO 'r S!JS CRÍTICOS 245

aquL como se encargaron de demostrar Jos acontecimientos, puede que fuera la limpieza. A finales del siglo xvn, los pocos estatutos que aún perduraban
la predominante entre los círculos más elevados, pero era minoritaria entre estaban siendo abiertamente ignoradm y contravenidos a cada paso. Durante
Jos miembros del Santo Oficio. En la década de 1630 reinaba otra vez el reinado del último Austria, el converso Manuel Jo5é Cortizos, cuyo padre,
la confusión sobre las normas de limpieza de sangre. Por mayoría de votos, la según era un hecho bien conocido, había practicado el judaísmo. fue, ~in em-
Suprema declaró en 1628 que «tenemos por cierto que es justa y loable bargo, elevado al rango de marqués; y el médico Diego Zapata siguió ejer-
la observancia de los estatutos de limpieza».'6 A los ministros del gobier- ciendo corno médico de la buena sociedad madrileña a pesar de que había
no les preocupaban los problemas que pudieran seguir surgiendo en las sido encarcelado dos veces por judaizante.'ó La única excepción a esta extra-
solicitudes a cargos y títulos. Finalmente, en 1638. la corona promulgó otro ña mezcla de persecución y tolerancia fue el trato que se dio a los conversos
decreto ratificando la vigencia de la reforma de 1623. 7' en Mallorca. En época tan tardía como mediados del siglo XVIII, «aunque
fueran buenos católicos se negaba a ~us hijos el acceso a las filas superiores
El previsible conservadurismo de los inquisidores no es indicativo sobre el del clero, y a sus hijas a las órdenes religiosas. Estaban obligados a vivir en
estado de la opinión pública ilustrada en Castilla. Personas prominentes, tan- una zona muy restringida de la ciudad. y el pueblo se mofaba de ellos lla-
to en el exterior como en el interior de la Inquisición, siguieron expresando su mándoles hebreos, judíos y chuetas. Los gremios, el ejército, la marina y los
desacuerdo con la limpieza de sangre. 7 ~ Fray Benito de Peñalosa, en su bien cargos público5 le5 estaban vcdados».R" A pesar de los esfuerzos que hicieron
conocida obra Las cinco excelencias de los e~pañoles (1629), comentó que «en el gobierno y algunos clérigos, la discriminación continuó hasta finale~ del
llegando a la materia de limpieza, ay cosas dignas de lastimarse mucho ... siglo XIX. En 1858 aún ~e les negaban los «cargos públicos y la admisión en
Es cosa absurda y de gran perjuycio~~; y abogaba en favor de las reformas.'" los gremios y hermandades. así que se veían reducidos al comercio. No tenían
Fernando de Valdés, rector del semi.nario jesuita en Madrid y consultor de la más remedio que casarse entre ellos, porque nadie habría querido contraer
Inquisición, publicó en 1632 un poderoso y persuasivo documento contra alianza con aquellas familias, ni las autoridades eclesiásticas habrían otorga-
la limpieza. Basándose en el discurso de Salucio, pero atreviéndose más en su do licencias para matrimonios mixtos».R'
crítica de los estatutos. Valdés concluía: «Sea el último argumento, y más Los ecos de la aplicación de los criterios de limpieza de sangre se prolon-
fuerte contra Estatutos:- que les ha faltado el respeto de nuestra república>>.~ 0 gan ha:;.ta el :;.iglo XVUL En 1751, el ministro José de Carvajal halló tan con-
En 1635, el importante escritor político Jerónimo de Zeballos repetía los argu- vincente al tratado de Agustín Salucio que ordenó que le hicieran una copia,~'
mentos utilizado~ por sus predecesores en su propio Discurso contra la prác- y el conde de Floridablanca consideró injustas las condenas por impureza,
tica de la limpicza.g 1 porque «Se castiga la más santa acción del hombre, que es su conversión a
La publicación de estas obras, y desde luego el medio siglo que duraba la nuestra santa fe, con la misma pena que el mayor delito. que e~ apostatar de
controver.;ia pública sobre este asunto, demue~tra irrefutablemente que la lim- ella>>.~" Pese a tales críticas, el concepto de limpieza de sangre sobrevivió a
pieza no fue nunca un tema tabú. Desde mediados del ~iglo XVI en adel~nt~, la abolición de la Inquisición. Un resultado menos notorio, pero no menos
numerosos intelectuales destacados habían cuestionado y atacado sus pnncJ- importante de la limpieza, fue la perpetuación del concepto de «honor>> en su
pios. Nunca se aceptó oficialmente en el derecho españoL ni en la mayor parte peor sentido social. La pureza de sangre llegó a estar tan lejos de toda rela-
de las instituciones, iglesias ni municipios de España. El daño más profundo ción con el problema judío, que en 1788 encontramos al conde de Aranda,
fue el que hizo, como sucede con otras discriminaciones raciales, en el ámbi- ministro de Carlos ITI. utilizando la frase limpieza de sangre en el sentido de
to del estatus, el rango social y la promoción. Pero en ningún momento llegó limpieza de toda mácula de oficios y comercios serviles, así que a finales
a convertirse en una obsesión nacional. 8' del siglo comenzó a utilizarse el término sinónimo de limpieza de oficios.~ü
Por otro lado, tendió a pervivir precisamente porque las luchas por el es- Oficialmente, la limpieza de sangre dejó de ser reconocida como necesaria
tatus son una característica de la condición humana. En Logroño, a mediados por una Real orden del 31 de enero de 1835 dirigida a la Sociedad Económi-
del siglo xvn, los que se oponían a la oligarquía municipal basaron su cam- ca de Madrid, aunque hasta 1859 era todavía ncce5aria para entrar como ca-
paña en la supuesta impureza de sangre de \m corregidores. ~ 3 En disputas y dete en los cuerpos de oficiales. El último acto oficial fue una ley del 16 de
rivalidades personales, la falta de limpieza de sangre era empleada como mayo de 1865 aboliendo las pruebas de limpieza para los matrimonios y para
arma arrojadiza. «El Juan Ruiz de Vergara le llamó villano a otro>> con el que ciertos cargos gubernamentales. La supresión de las barreras legales no po-
rivalizaba por un cargo en una orden militar, «el cual respondió que si él era día, evidentemente, borrar de un plumazo una actitud enraizada en una prác-
un villano que él era un confeso>>. En otro caso, «le llamó judío al dicho Juan tica secular. A comienzo~ del siglo XIX, Blanco White aún recordaba cómo
de Clavija, y no porque el dicho lo sea ... >>.g 4 en su pueblo, cerca de Sevilla, incluso los niño5 guardaban memoria del
El uso deliberado de referencias a la impureza de sangre para desacredi- oprobio wfrido por tal o cual familia que había tenido algún encontronazo
tar a enemigos y rivales acabó por desacreditar también al propio criterio de con la Inquisición varias generaciones atrás. 91
LA 11\QUI~TCIÓN Y El. PUEBLO 247

Fue esta duda la que movió a un inquisidor a pedir en 1572 que Galida
tuviera una Inquisición propia:

Si en alguna parte destm reinm se requiere que haya Inquisü.:ión es en


Galieia, por no haber en ella la religión que hay en Ca~1illa la Vieja, por no
tener curas, personas de lclm~ ni templos sumptnosos y gente aficionada a oír
misa y sermones ... Llena de ~uperstieionc~ y ~er los benetieios tan tenues y
pobres que por esto no hay clérigo~ suficientes.'
12. LA INQUISICIÓN Y EL PUEBLO
<<A no haber Santo Oficio en este reino -e~cribió posteriormente un
sacerdote de la zona-, en parte fuera la gente de aquí como los de Ingla-
La~ causas de la ruina de aquellos estado~ son estas: la igno- terra.»
rantia assi en las cosas de la fe como en lo de las buenas costum- Los juicios del inqui~idor sobre la situación ponía en cuestión Lamo la na-
bres; no haver quien les enseñe, ansi entre los curas por ser como turaleza como la profundidad de la:; creencias religiosas en España, Con una
los dema~. como entre los seglares; no hazerse la vi~ita de la ln- distancia de varios siglo~ entre aquella época y la nuestra resulta difícil for-
quisicion .. marse una idea :;obre la verdadera situación. Gran parte del cristianismo es-
Informe a Felipe II, en 1581. sobre los pueblo~ pañol era solamente un barniz," Las prácticas religiosa:; de la gente habían
de los Pirineos' quedado ancladas en el pasado, a pesar de las tentativa:; de reforma por par-
te de Cisneros y otros prelados. Era todavía un período de teología vaga, de
práctica~ religiosa:; irregulares, de ausencias de obispos y del clero y de una
Como la Inquü.ición había sido creada con el propósito específico de ignorancia en los asumas de fe común a curas y feligreses. Sobre área5 muy
combatir la «depravación herética» de los judaizanles. durante largo tiempo amplias de España -las sierras de Andalucía, la~ montañas de Galicia y Can-
apenas prestó atención a otros delilos: los de importancia secundaria figura- tabria, los Pirineos de Navarra. Aragón y Cataluña-, la gente me7claba la
ban siempre en las acusaciones, pero principalmente para respaldar el delito religión formal con la superstición popular en su intento cotidiano por sobre-
mayor. El notario aragonés Dionisia Ginot, quemado en efigie en Zaragoza vivir contra las vicisimdes del clima y de la mortandad. La unidad natural en
en 1486, fue condenado por judaísmo y por bigamia. Inevitablemente, los ju- lo religioso era la parroquia rural. que coincidía normalmente con los límites
daizantes fueron acusados a menu.do de una amplia gama de otros delitos, del pueblo. Más de cuatro quintas partes de la población española vivían en
como de ateísmo y de usura. Al ocuparse de estas cuestiones, la Inquisición este ambiente, más allá del alcance de las grandes ciudades, a las que los
entró en contacto con los delitos comunes que cometía la ma~a del pueblo campesinos sólo iban los día~ de mercado para vender sus productm. Como
español. pronto se dieron cuenta los reformadore~ religiosos y los inquisidores. las
Los conversos eran frecuentemente acusados de ateísmo. una acusación parroquias rurales eran comunidades muy cerradas, con un tipo e~pecial de
perfectamente verosímil en vista de la peculiar situación cultural en la que religiosidad y santos propios. 5 Se mo~traban también hostiles a cualquier
se encontraban, ya que, en palabras de Pulgar, «en la una y la otra ley pre- intento por parte de extraños -ya fueran clérigos o habitantes de las ciuda-
varicaban)). Si es posible encontrar gente escéptica tanto dentro del judah- des- a entrometerse en su forma de vida.
mo como en el cristianismo oficial, con mayor motivo no debe extrañarnos El clero se daba cuenta de que la gente era laxa en sus prácticas religio-
hallar conversos como Álvaro de Lillo, que mantenía en 1524 que «no hay sas y teniblemente ignorante sobre cuestiones de fe. En Vizcaya. en 1539, un
más que nacer y morir», o como María de la Mota, que decía «en este inquisidor contó que había «hallado hombres de noventa años que no saben
mundo no me veas mal pasar, que en el otro no me verás penar)).' Ambos el avemaría ni santigmtrse)). 6 En la ciudad de Bilbao, afirmó otro en 1547,
fueron juzgados por el tribunal de Cuenca. A medida que la Inquisición «según dicen los curas y vicarios que en ella residen, no se confiesan 500 per-
desplazaba su atención de los conversos, se dio cuenta de que sentimien- sonas, habiendo en ella más de 6.000 almas>>.' En el norte de Aragón, informó
tos como los antes reseñados eran comunes también entre los cristianos otro colega en 1549, había muchos pueblos «que nunca vieron ni conocieron
vicjo5. Ciertamente, lo que era particularmente alarmante no era sólo que ni Inquisición ni Iglesim).~
la verdadera religión pudiera ser mancillada con la herejía, sino que en mu- El Santo Oficio estaba lejos de ser la única institución interesada en la
chas partes de E~paña podía dudarse que existiera ~iquiera una religión vida religiosa de los españoles. Ya en el siglo xv existían tres canales prin-
auténtica. cipales a través de los cuales se introdujeron los cambios dentro de la re-
24S LA INQUISICIÓK loSPA:'JOLA l o\ J:-JQUJSICIÓ:" Y EL PUEBLO 249

ligión en la península: la reforma de las órdenes religio~as, que vemos, por la monarquía. Las propuestas "ubsiguiente~ de reforma implicaron también la
un lado. en el impresionante crecimiento de la orden jerónima y, por el otro, colaboración de la Inquisición.
en la imposición de la observancia reformisla ~obre las órdenes mendican- Las visilas de los inquisidores no eran un esfuerzo aislado. A lo hugo de
Les; el interés de los obispos humanistas en reformar las vidas de sus cléri- , -¡-~,, esa misma época, se hicieron frecuente~ las de los visitadores diocesanos y
gos y del pueblo, como muestran los decretos sinodales de la "ede de Toledo monásticos. Sus respectivas tarea5 no se superponían: los obispos se preocu-
bajo el obispado de Alonso Carrillo y de Cisncros: 9 y la nueva lileralura espi- paban prioritariamente por conseguir sacerdotes adecuados y templos en
ritual cjempliticada con los Ejercicios en la vida espiritual ( 1500) de Garda buen estado; la Inquisición se preocupaba porque los fieles fuesen orto-
de Cisneros. Como en el resto de la Europa calólica, los reformadores huma- doxos. Los jesuitas hicieron de España un campo de misiones. «Tiene esta
nislas se daban perfecta cuenta de que el suyo era un movimiento minoritario tierra -según escribió un canónigo de üvicdo en 1568 a Borja- casi extre-
que tardaría algún tiempo en filtrarse en la vida del pueblo. Sin embargo. las ma necesidad de se labrar de buenos obreros, cuales confiamos que son los
órdenes hicieron esfuerzos en este sentido y, así, por ejemplo, desde 1518 de la Compañía de Jesús.» Otro clérigo escribió ese mismo año: «No hay
los dominicos estuvieron activos en el remoto campo asturiano. El principal Indias, donde vuestras mercedes van por tantos peligros de agua y otras mil
motor de las misiones vino del crecimiento de los jesuitas en la década de 1540. miserias, que tengan más necesidad de entender la palabra de Dios que estas
Al mismo tiempo. varios obispos reformistas trataron de introducir algunos Asturias>>. u El afán misionero pronto abarcó España entera. El jesuita Pedro
cambios en sus diócesis. Era una tarea ingente. En Barcelona. Francisco de de León, que estuvo por toda Andalucía y Extremadura, escribió: «Desde que
Borja, en esa época duque de Gandía y virrey de Cataluña, trabajó mano a empecé el año de 1582, hasta agora que estamos en el de 1615, no ha habi-
mano con los obispos reformistas, pero comentaba al respecto <<el poco fruto do en el qua! no haya ido a alguna misión, y años de dos y de tres misiones>>.
que ha salido, así en el tiempo de la buena memoria de la reina Doña IsabeL Esta necesidad fue sentida por un jesuita anterior. que informaba sobre los
como en nuestros tiempos». 10 habitantes de los pueblos cercanos a Huelva: «Muchos viven en cuevas, sin
A pmtir de principios del -;iglo <;e llevó adelante un paciente esfuerzo por sacerdotes ni sacramento; tan ignorantes que algunos no pueden hacer el signo
cJistianizar España. En las Indias. en 1524, un grupo de misioneros francis- de la cru.t:; en sus vestidos y forma de vida son como indios».
canos. en número de doce en deliberada imitación de los primeros apóstoles, Al aventurarse en los campos movidos por un afán misionero, la Inquisi-
se propuso evangelizar México. En 1525, el almirante de Castilla, Fadrique ción comenzó a tomar conciencia de errores y desvíos religiosos que antes no
Enríquez. concibió el plan de reclutar a doce apóstole<; que convirtieran sus habían sido percibidos. Las cifras de procesos en el tribunal de Toledo (véase
estados de Medina de Rioseco al cristianismo.'' En ambos casos el problema supra, p. 193) indican sin lugar a dudas que mientras que en la primera fase
que se percibía era el mi~mo: en España no eran menores las «Indias» de no de su historia el tribunal se habla preocupado casi exclusivamente de los con-
creyentes de las que había en el Nuevo Mundo. Al menos a partir de 1540, versos, en el siglo siguiente centró su atención primordialmente en los cris-
las autoridades eclesiásticas se preocuparon no sólo de convertir a los moris- tianos viejo<>. Cerca de dos tercios de los detenidos por el Santo Oficio en
cos. sino también de atraer de nuevo al redil a las partes no cristianizadas del este período eran españoles católico5 que no tenían ninguna relación con la
país. En Santiago. en 1543, el visitador diocesano informó que dos feligre- herejía formal o con las culturas minoritarias. La nueva política de la Inqui-
ses reciben notable daño por la ynorancia en que están a causa de la que sición, que consistía en dirigir su atención a los cristianos viejos. no puede
tienen para enseñárselo sus curas y retores». En Navarra, en 1554. el clero ser vista con cinismo, como una maniobra desesperada para encontrar fuentes
ignorante «resulta muy gran daño en las conciencias de aquella pobre gente>>. de ingresos: los cristianos viejos procesados eran invariablemente humildes
Muchas parroquias rurales carecían de sacerdote que las atendiese, particu- y pobres. y en cualquier caso la posición económica del tribunal mejoraría
larmente en Cataluña y el País Vasco, donde el desconocimiento del idioma pasada la mitad del siglo.
hacía difícil que los párrocos pudiera comunicarse con sus feligreses. La in- La ausencia casi total de herejías en gran parte de España durante los
mensa confusión de jurisdicciones era un obstáculo casi infranqueable: igle- años de mayor conflicto religioso en la época es ilustrada en los diagramas
sias, monasterios, órdenes, señores feudales, obispm, pueblos, la Inquisición, de la página 250, en los que se muestra la actuación de la Inquisición entre
todos dispuLaban la autoridad de los demás. los catalanes.

Los e"fuerzos parciales de reformar las prácticas religiosas a comienzos Los catalanes representaban algo más de la mitad de los casos juzgados
de siglo recibieron un impulso unitario con el advenimiento de la Contrmre- por la Inquisición en aquellos años. Sin embargo, contra éstos no se hicieron
forma y la promulgación en 1564 de los decretos del Concilio de Trento en acusaciones de herejía, que sólo fueron alegadas contra los franceses y otras
España.' 2 Preocupado por mantener el cambio religioso bajo su controL el rey gente5 que no eran catalanas. Una quinta parte de los catalanes fue juzgada
ordenó en 1565 que la Iglesia celebrara concilios en las principales sedes de por delitos sexuales (principalmente bigamia, bestialismo y obscenidades de
250 LA INQCJSIC!ÓN ESP/\Í~ULA LA 11\QUISICIÓN Y loL PUEili.O 251

que esta comribución fuese tan importante o tan exitosa como la de otras
Tribunal de Barcelona, en ef que se muestran 1.735 casos juzgados ramas de la Iglesia. Ya hemos visto que el intento de ejercer una influencia
en los at1os !57R-1635. 14 directa en el pueblo a través de las visitas no fue fructífero. Como los proce-
sos que llevaba a cabo la Inquisición se iniciaban desde abqjo," el tribunal
Delitos sexuales
Control moral estaba en una posición especialmente fuerte para influir y moldear la cultura
15% popular, y el volumen de las causas en algunas zonas podría hacer pensar que
20%
estaba llevando a cabo su tarea con éxito. Pero el Santo Oficio padeció al me-
Infracciones
cometidas nos una gran desventaja: fue siempre un cuerpo extraño a las comunidades.
Robo de por el clero Los obispos, a través de sm. párrocos, estaban en contacto directo con las raí-
caballos, etc 19%
2% ces del sentimicmo comunitario y podían llevar a cabo un amplio programa
de cambio religioso basado en la persuasión. En cambio. la Inquisición era
Infracciones una institución exclusivamente represiva, que actuaba además por medio de
Superstición cometidas personas de fuera, forasteros incapaces muchas veces de hablar la lengua
por seglares
11%
13% de la región; una institución que, aunque despertaba temor, no fue nunca que-
rida. El resultado es que sus éxitos siempre fueron pardales.
Durante los siglos xvr y xvn. cuando ya no tuvo que dedicarse direc-
GRAI-K'O L Las infraccione-; cometida~ por 996 catalanes tamente a reprimir las supuestas herejías de conversos y moriscos, el Santo
Oficio se dedicó en gran medida a sancionar los errores de los cristianos
viejos. Sobre todo, prestó atención a las actitudes, creencias y comportamien-
to de los seglares, aunque tampoco descuidó el papel desempañado por el
clero en estas cuestiones. Sus actividades no eran, en la Europa de la época.
de ningún modo excepcionales. Muchas iglesias protestantes, en especial los
Franceses
27%
calvinistas, también trataron de poner en vigor reglas de conducta y referen-
tes a las creencias; sus métodos eran a veces brutales, por lo que se les tildó
a menudo de «inquisitoriales».
Extranjeros Españoles La Inquisición comenzó a sancionar a los seglares en una fecha que puede
10% 6% datarse con cierta precisión. A partir de mediados del siglo XVI, el clero re-
formista, inspirado en parte por los jesuitas, empezó a preocuparse de los ba-
jos niveles de la espiritualidad y la moral cotidianas. Unos cuantos tribu-
GKÁFICO 2. Lo~ 1.735 ca~o<; por categorías naóunales nales, encabezados por el de Toledo, se mostraron dispuestos a emprender
acciones contra las conductas poco cristianas. A partir de la década de 1560.
palabra). el 15 por 100 por blasfemias (control moral). ell9 por 100 de los los procesos se multiplican.
acusados eran clérigos que habían seducido a mujeres o habían dicho cosas El grueso de los procesos se refería a delitos verbales. Los inquisidores
ofensivas en sus sermones, el 13 por 100 eran laicos que habían expuesto los clasificaban como «proposiciones>}. Gente corriente que en una conver-
opiniones anticlericales o realizado robos en iglesias, el 11 por 100 ~ra ?ente sación sin importancia. o en momentos de ira o de tensión, expresaban sen-
que había tenido contactos con la brujería, otro 20 por 100 eran funciOna- timientos que ofendían a sus vecinos, bien podían acabar siendo denunciados
rios de la Inquisición que habían cometido falta~ o seglares que habían puesto a la Inquisición y, en consecuencia, sancionados. Los delitos verbales abarca-
obstáculos a aquellos en sus tareas; por último. el 2 por 100 restante eran culpa- ban un amplio abanico de temas: las afirmaciones sobre el clero y la Iglesia.
bles de robar caballos. o sobre aspectos concernientes a las creencias y al sexo eran las más conien-
A través de su colaboración con obispos, clérigos y órdenes religiosas tes. En particular, la blasfemia persistente y las afirmaciones sobre la «simple
dentro de la población, la Inquisición contribuyó activamente a promover las fornicación}> eran objeto de una mayor severidad. La falta surgía menos de
reformas religiosas de la Contrarreforma en España. No obstante. su papel fue las palabras que de la intención que se escondía detrás de ellas, con el daño
siempre auxiliar y pocas veces resultó decisivo; colaboró con otros tribunales implícito que eso suponía para la fe y la moral.
eclesiásticos y civiles en las averiguaciones ~obre ciertos delitos, pero rara- Debe tenerse una idea clara acerca del lugar que ocupaban las ofensas
mente reclamó jurisdicción exclusiva sobre ellos. Por consiguiente, es dudoso verbales en una cultura tradicional. En una época mayoricariamente prcalfa-
252 lA INQ!.'ISICIÓI\ ESPA:\JOI,A LA lNQUlSlCJÓK Y EL PCEBLO 253

betizada, todas las aJinnaciones socialmente impmtantes, tales como las pro- Los sentimientos anticlericales también eran castigados. Entre los acusa-
mesa~ personales o testificar ante un tribunal. se hacían de modo oraL Se ha dos encontramos a Lorenzo Sánchez, que en 1699 era notario de la Inqui-
apuntado acerca de la Europa medieval que «los textos cubrían sólo de modo sición, quien afinnó que «los diezmos ean nuestros, y los curas nuestros cria-
imperfecto aspectos completos de la vida sociaL si es que lo hacían, lo que dos. que para eso les dávamos los diezmos». Mostrar animadversión hacia la
no era frecuentemente el caso ... La mayoría de los tribunales se contentaba religión caía dentro de la categoría del sacrilegio, como en el caso de Francesc
con emitir decisiones puramente orales»."' La palabra de un hombre le ataba Dalmau, un campesino de Tarragona, quien en 1665 fue acusado de haberse
de modo absoluto. Las pruebas judiciales consistían en lo que decían unas subido al púlpito quince minutos antes de la misa y de haber predicado co-
personas de otras. De igual manera, las declaraciones negativas -los in- sas ridículas y absurdas hasta que apareció el cura; también se decía que
sultos, las calumnias- eran usualmente verbales. Las afirmaciones dirigi- abandonaba la misa debido a la duración del sennón y que ridiculi.wba las
das contra los vecinos, contra Dios y contra la religión eran tratadas con igual ceremonias de Semana Santa.~ 0

~everidad por las autoridades civiles y eclesiásticas, ya que rompían la paz El castigo de palabras y acciones consumía el tiempo y constituía la prin-
de la comunidad. Por consiguiente, todos los tribunales legales de la época, cipal actividad de los inquisidores durante las visitas en la segunda mitad del
incluyendo al Santo Oficio, prestaban atención a las consecuencias de lapa-
,,
:;
siglo xvr. El problema era especialmente grave en las zonas rurales. En Gali-
labra hablada. Los inquisidores nunca fueron a la caza de «prupo~iciones». cia, en 1585, por ejemplo, los inquisidores admitieron que estaban muy exten-
Su tarea tampoco consistió en regular lo que decían los españoles. una tarea didas las dudas sobre la presencia de Cristo en el sacramento, pero que esto
imposible de llevar a cabo, como tampoco trataban de imponer una forma de ocurría «más por ignorancia que por malicia>>, y que poner en duda la
control social. En la práctica, era la genle quien, por malevolencia o -muy virginidad de María era por «pura torpeza más que por ofender». Tuvieron el
raramente- movidos por su fervor. se tomaba la molestia de delatar a los caso de un hombre que en una taberna, cuando un sacerdote que estaba pre-
que habían hecho afirmaciones ofensivas. Casi un tercio de los 996 catalanes sente afirmó que era capaz de cambiar el pan en el cuerpo de Cristo, excla-
sancionados por la Inquisición entre 1578 y J 635 se metieron en proble- mó incrédulo: «¡Vate de ahí! Dios está en el cielo y no en esa hostia de pan
mas por lo que habían dicho más bien que por Jo que habían hecho. 1' que vos coméis en la misa». 2 ' En Granada, en 1595. un pastor del pueblo de
En muchos caso:;, se llamaba a la Inquisición para que actuara como ár- Alhama afirmó que no creía en la confesión y dijo a sus amigos: «Qué con-
bitro social. resolviendo disputas o manteniendo la pa7. Se trataba de una fcsion pensáis que es la que se haze con un clérigo que tan pecador es como
valiosa función que ejercía con mayor frecuencia la Iglesia. pero que en cier- yo, que la peifecta confesión es la que se haze con Dios». Los inquisidores
tos casos especiales requería la intervención de los inquisidores. En 1632 concluyeron que «parecía muy rústico y ygnorante y de poca capacidad de
se pidió que intervinieran en un pueblecito cerca de Montserrat, en Cataluña, entendimiento y casi falto dé!», y lo enviaron a un monasterio para ser edu-
en el que ciertas disputas enconadas habían estallado un día en fmma de una cado.22 Más que aligerar las sentencias a causa del bajo nivel de conoci-
conducta e5candalosa durante la misa dominical. Aquel mismo afio, los in- mientos religiosos en las zonas rurales. la Inquisición Je hecho endureció el
qui~idores intervinieron también en una pelea entre el párroco de un pueblo castigo para así conseguir un mayor efecto disciplinario. Así. cada tipo de
cercano a Girona y el familiar dellugm·. Ambos fueron convocados y se les manifestación, ya fuera dicha por un borracho en una taberna o predicada por
ordenó que modificaran su conducta el uno respecto del otro.'s un párroco ignorante desde un púlpito, si podía ser tomada como ofensiva.
La Inquisición se unió a otras autoridades eclesiáqicas en pedir más res- blasfema, irreverente o herética era cuidadosamente examinada por el Santo
peto por lo sagrado. La blasfemia o falta de respeto a las cosas sagradas era Oficio. Fue al nivel de delitos verbales. más que en el de las herejías, donde
en aquel tiempo un delito público contra Dios que era castigado tanto por el la inquisición vino a estar en contacto con la gente común de España duran-
estado como por la Iglesia. Con el tiempo, el tribunal dio al término una defi- te gran parte de su historia.
nición muy amplia, lo que provocó las protestas de las Cortes, tanto en Aragón A los que eran arrestados durante una visita en vez de simplemente impo-
como en Castilla. En 1534. las Cortes de Madrid pidieron de modo especí- nerles una pena, se les hacía normalmente un cuidadoso examen que versaba
fico que los casos de blasfemia quedaran reservados a los tribunales secula- sobre los elementos básicos de la fe. 21 Los presos debían recitar en castellano
res. El Santo Oficio continuó, sin embargo, interviniendo en la represión de el padrenuestro, el Ave María, el credo, el Salve Regina y los diez manda-
este tipo de ofensas, castigando el uso del lenguaje inmoderado de acuerdo mientos, lo mismo que otros aspectos de la fe. Parece ser que el interroga-
con la gravedad del contexto. Renegar durante un juego de dados, hacer torio se comenzó a utilizar en la década de 1540 y nos proporciona excelen-
proposiciones sexuales a una muchacha durante una procesión. romper la tes datos de hasta qué punto la mayoría de los españoles tenían instrucción
abstinencia de carne los viernes, hacer referencias obscenas a la Virgen, o no religiosa. Un análisis de 747 interrogatorios del tribunal de Toledo! 4 apun-
asistir a misa: estos son ejemplos típicos de los miles de casos juzgados por ta, según se ha sostenido, que hubo una mejora sustancial en el conocimiento
la Inquisición. 19 de los elementos básicos de la práctica religiosa a finales del siglo xvt;
1A INQUSICIÓN Y f:.L I'LJEI:!LO 255
254 LA INQUISICIÓ"l ESPAÑOLA

antes de 1550 sólo un 40 por 100 de los interrogados eran capaces de repetir ocasi~nales cont1icto~ ~on los autores. Por otra parte, el tribunal se negó sis-
las oraciones básicas; en la década de 1590 este porcentaje había subido a un temáhca_m_ente a pa.rttclpa~ en el debate sobre si el teatro era inmoral y debía
70 por 1OO. Ya que el examen no fue realizado a la misma gente en los dos ser pr?h1b1do. Es bien sa~1do que gran parte de la opinión contrarreformista,
períodos, la comparación no es fiable. A falta de evidencia estadística, debe- espec~almente entre los Jesuitas, estaba en favor del cierre de lo~ teatros,
mos apoyarnos en simples impresiones. La evidencia que nos ofrece la do- que ciertamente fueron clausurados periódicamente desde 1597 en adelan-
cumentación inquisitorial de Toledo de finales del siglo xvll sugiere que los te. Pero los teatro~ estaban normalmente bajo el control del Consejo de Ca~­
niveles de conocimiento reli!:,>ioso cran relativamente altos. Cientos de acusados tilla, no bajo el del Santo Oti.cio, y la única manera en que este último podía
de las clases bajas y procedentes de las zonas rurales tenían un conocimiento expresar su opinión era cuando las obras estaban ya impresas. Aun en este
básico de las oraciones de la Iglesia: todos sabían rezar el padrenuestro y e! caso. está claro que el teatro y los principales dramaturgos del Siglo de Oro
Ave María. Entre las excepciones estaba Inés Lópcz. una analfabeta de cin- quedaron indemnes: ninguna obra de Lope de Vega, por ejemplo, fue ccn-
cuenta años, enfermera de un hospital, que en 1664 «signó~e y santiguase y suradí!- h~sta 1801. Cuando intervino la Inquisición en ese campo al pedir,
dijo el padrenuestro y el Ave María en romance bien dicho. y no supo el en el Ind1cc de 1707, la expurgación del Discurso sobre el teatro (1689) del
credo, la Salve, confesión. mandamientos de la ley de Dios y de la Iglesia, j~:;uita Camargo. explicó que la prohibición se hacía «hasta que se enmiende,
artículos de la fe y sacramentos: y dicho Señor rnquisidor la advirtió y mandó sm que por la prohibición de este libro intente el Santo Oficio definir ni con-
que los aprenda, porque tiene obligación a hazerlo como cristiana»." denar ninguna de las dos sentencias sobre lo lícito o ilícito de ver. leer. escri-
Si hubo una mejora en el conocimiento de los principios elementales de bir o representar comcdias>,.-'u
la religión, ciertamente no fue general. En aquellas parte~ de España en que . , Un ~rea importa_nte de actividade~ de la Inquisición era la de la predica-
no existía la densidad de clero y de escuelas de la que disfrutaban Madrid y cton. Ntnguna otra forma de pmpaganda fue utilizada más profusamente du-
Toledo, la ignorancia estaba al orden del día. La Iglesia levantó escuelas. rante la época de la Contrarreforma que la palabra hablada, vistos los alto~
hizo que los sermones fuesen obligatorios, fortaleció el rezo de las oraciones niveles de analfabetismo. Por la misma razón, ninguna otra forma de comuni-
en la misa. Aun en su papel negativo y disciplinario, la Inquisición contribu- ca_ción fue más af~ctada por la fnquisición. Los sermones eran para el pú-
yó en cierto modo a la evolución de la religión en España al tratar de impo- bhco de aquellos ttcmpos lo que la televisión es en nuestra época: la forma
ner a lm españoles un nuevo respeto por lo sagrado, sobre todo en el arte, en más directa de controlar la opinión. El impacto del Santo Oficio sobre los
las devociones públicas y en los sermones. Ello es muy visible en la otra ac- sermones predicados -entre otros denunciados a la Inquisición hubo obras
tividad disciplinaria del tribunal: en su intento de controlar al clero. de Carra~za y de Francisco Ortiz-, fue tal vez más decisivo que su impac-
Se alentó al clero a que pu~iera en orden sus iglesias. Los sínodos dio- to ~n la hteratura escrita. Los obispos normalmente aceptaban de buen grado
cesanos de Granada, en 1573, y Pamplona, en 1591. estuvieron entre los que la mtervcnción de lo~ inquisidores, porque ellos mismos carecían de los me-
ordenaron quitar y enterrar la5 imágenes de cullo inadecuadas. La Inquisición, canismos con los que controlar ht'> cosas absurda~ que el clero predicaba des-
igualmente. hizo cuanto pudo para censurar la imaginería religiosa.'<\ En Sevi- de el púlpito. Alguna vez. la intervención inquisitorial tuvo connotaciones
lla, a mediados del siglo XVII, la Inquisición empleó al artista Francisco Pa- políticas: el tribunal de Llerena. en 1606, persiguió a Diego Díaz, sacerdote
checo para que opinara sobre si la imaginería existente era apropiada. Las ten- de Torre de Don Miguel, por predicar -en portugués- que Dios no había
tativas de regular el arte religioso resultaron normalmente inútiles: no había muerto por los castellanos;" y el tribunal de Barcelona, en 1666, persiguió
manera de modificar el gusto. 27 Como en otros asuntos. la Inquisición ha- a un sacerdote de Reus por haber declarado que <<mas estima va estar en el in-
bía de soportar las denuncias de gente ignorante. En 1538, un fraile franciscano tierno al lado de un francés que en el cielo al lado de un castellano>, " Más
de Cervera denunció un cuadro que decía haber visto en una iglesia de Barce- corrientemente, el problema consistía en que los predicadores se dejahan lle-
lona en el que se representaba a Juan el Bautista con ochenta años y a santa var por s~ clo~uencia o que algunos tenían pocos fundamentos teológicos,
Isabel como una joven de veinte. lo cual, según afirmaba era incorrecto y, por como e~ nsterc1ensc Maestro Cortés, quien en 1683 puso las glorias de María
lo tanto, herético; además, «Sospecha que es flamenco el que la pintÓ>>. 'R P?r enetma de las del Sacramento: o el ~acerdote de Tu y, que en Jueves Santo
Las devociones públicas estaban en general bajo la supervisión de lo~ dtJO a su rebaño que en el sacramento que estaba celebrando sólo estaba la
obispos, pero la Inquisición también participaba en su control. Ayudó a figura de Dios, y que su presencia real se encontraba arriba en el cielo.'1
reprimir los excesos devocionalcs, tales como la credulidad en las visiones Otro ámbito importante de la actividad inquisitorial era la de la vida
de la Virgen.' 9 El episcopado regulaba la celebración de las peregrinaciones sexuaL que concernía tanto a los seglares como al clero. Después de Trento los
y de las fiestas como el Corpus Christi. Pero las obras escrita~. los textos de ~hispc:_s _hicieron considerables esfuerzos en España para imponer la perspec-
los autos sacramentales, las obras teatrales que se escenificaban en Corpus, ttva o_hcwl sobre la santidad del matrimonio: en Barcelona. a partir de 1570.
normalmente tenían que ser aprobadas por la Inquisición. lo que creaba por CJCmplo, no se podían dar las licencias de matrimonio sin que los futuros
256 LA IKQUlSlCIÓN ESPAÑOLA LA J'\QLilSlCJÓN Y EL PUEBLO 257

cónyuges estuvieran suficientemente instruidos en religión, y los obispos pro- de otro tipo, decían a las mujeres atractivas de la parroquia que «fornicar no
mulgaban decretos contra la práctica usual de que !m jóvenes vivieran jun- es pecado>>. 1B
tos después de haberse prometido. La Inquisición, por su parte, reforzó la La Inquisición continuó su campaña sexual con un ataque contra la biga-
moral postridentina tratando de erradicar la convicción, muy extendida, de que mia. Como este delito era castigado normalmente por los juzgados eclesiás-
la «simple fornicación» no era pecado, y también persiguió varios delitos ticos y civiles. la intervención de la Inquisición suscitó muchas protestas. La
sexuales, entre los que se incluía la bigamia. concordia catalana de 1512, por ejemplo, establecía que sólo los obispos podían
La «simple fornicación>>. durante la época moderna en España, era la re- juzgar los casos de bigamia, excepto cuando este delito implicaba además al~
lación sexual voluntaria entre dos adultos soltcros. 34 La Inquisición se guna herejía. La Inquisición, no obstante, argumentaba que la bigamia de por
interesó en esta y otras cuestiones sexuales no por el acto sexual en sí mis- sí implicaba en cierta medida una herejía. puesto que suponía cuestionar la
mo sino porque implicaba una falta de respecto al sacramento del matrimo- santidad del matrimonio; y por ello, continuó su actividad contra ella a pesar
nio. En la España anterior al Concilio de Trento, el bajo nivel de los cono- de las repetidas protestas de las Cortes aragonesas. Tampoco es que la In-
cimientos religiosos y la persistencia de las prácticas morales tradicionales quisición desperdiciara su tiempo en un delito de poca importancia: la biga-
se combinaron para producir en grupos de todas las edades una libertad mia era sorprendentemente frecuente, quizá porque en una sociedad que no
sexual mucho mayor que la que nos imaginamos comúnmente. Esto se refle- permitía el divorcio representaba una alternativa para los matrimonios insa-
jó en la extendida idea de que el sexo (la «simple fornicación») no era re- tisfactorios. En la mayoría de los tribunales de la Inquisición. alrededor del
probable si no iba contra ninguna ley. Por extensión, el concubinato no era 5 por 100 de los casos juzgados eran por bigamia. A partir de mediados del si-
incorrecto, ni lo era que un soltero adulto mantuviera relaciones con una glo XVI el castigo normal para este delito era el de cinco años de galeras. en
prostituta. La ausencia de culpa sexual era compartida por laicos y clero de el caso de los hombres: que era un castigo má<; leve que el que solían imponer
igual manera. Los inquisidores de Toledo estaban seriamente preocupados los tribunales civiles. También las mujeres comedan bigamia con frecuencia.
por este problema; a partir de 1573 la Suprema presionó a sus tribunales Muchos no tenían sentimiento de culpa o de estar cometiendo un delito: cuan-
para que tomaran cartas en el asunto. En Toledo, las acusaciones por defen- do Francisco Cossío fue detenido por el tribunal de Toledo en 1694, las prue-
der la «simple fornicacióm> constituyeron una quinta parte del total de cau- bas en su contra incluían una carta que él mismo había dirigido a su párroco
sas entre 1566 y 1570, y una cuarta entre 1601 y 1605. 1-' Hay indicios de que en la que decía que: «Es cierto que el matrimonio en el sentir de las per-
la imposición de una nueva moral era, en cierta forma, la imposición del sonas con quien lo [h)e comunicado es bálido, si bien [h]acia mi era preciso
rigor urbano sobre la laxitud rural. Esta premisa se ilustra con el caso de Ga- revalidarle en caso de continuarle>>. 39
licia, donde las proposiciones sobre fornicación (como la de Alonso de Mcixi- El comportamiento moral del clero preocupaba a los reformadores de la
de, quien mantenía «que en su feligresía nunca fue pecado el trato carnal Iglesia desde hacía siglos, y los obispos se sintieron satisfechos de contar
entre soltero y soltera>>) se encontraban más frecuentemente entre el campe- con la ayuda de la Inquisición. El Concilio de Trento había hecho de la refor-
sinado, tanto que los inquisidores que allí estaban explicaron en 1585 que «la ma clerical una cuestión prioritaria: Jos obispos definieron los deberes de los
razón por la que se usa poco rigor con los fornicarios es que entendemos por sacerdotes de manera estricta, recortando su papel social; por ejemplo. ya no
experiencia y estamos persuadidos que los más que prendemos de los natu- podrían ir a las tabernas o a las celebraciones de las bodas. Pero era inevita~
rales destos reynos en donde hay mucha falta de doctrina. especialmente ble que fuera más fácil dictar decretos que hacerlos cumplir, de modo que el
entre labradores y rústicos, dicen a tontas y sin saber lo que dicen y por igno- clero continuó haciendo uso de los privilegios de siempre, subvcrtiendo la ley
rancia y no con ánimo de hereticar».-'b y seduciendo a las feligresas. 40 También siguieron conservando la ya antigua
En 1599, en Barcelona, un hombre advirtió a una prostituta de que lo que tradición de tener mancebas. El problema, del que se ocuparon tanto los tri-
hacía era pecado. a lo que ella respondió que <<no era pecado pues ambos bunales eclesiásticos como la Inquisición, era irresoluble. En dos años, 1561
eran solteros»; él la denunció inmediatamente a los inquisidores, quienes la y 1562, el vicario general de Barcelona tuvo que dictar 57 advertencias a
dejaron marchar, pero la avisaron <<que aprendiesse la doctrina y que viniesse diversos clérigos de su diócesis sobre sus concubinas. En lo que al parecer
a la Inquisicion de quinze en quinze días hasta saberla>>. Evidentemente, el representan las cifras de un solo año, 1613, la Inquisición de Cataluña sancio-
problema se originaba en la existencia de burdeles. que operaban con licen- nó a 77 de sus familiares y comisarios por diversos delitos; todos los 38 comi-
cia pública en la mayor parte de España. 37 Dado que las autoridades con- sarios habían pecado de lo mismo: «Cosas de mujeres». 41
tinuaron permitiéndolos y que cuando más negocio hacían era en las festivi- La inquisición estaba particularmente interesada en el problema de la so-
dades religiosas, todo lo que podía hacer el clero era tratar de convencer a las licitación sexual durante la confesión. 42 El confesionario, tal como ahora lo
prostitutas y sus clientes de lo pecaminoso de sus acciones. Desde luego su conocemos. no se utilil.ó en la iglesia hasta finales del siglo xvt; con ante-
capacidad de persuasión no se veía reforzada cuando los curas, con motivos rioridad, no había ninguna barrera física entre el confesor y el penitente, así
258 LA !NQL'ISICIÓN ESPAÑOLA

que había ocasión de que se suscitara el pecado con cierta facilidad. Los fre-
cuentes escándalos llevaron a que Fernando de Valdés en 1561 obtuviera del
papa Pío IV la autoridad necesaria para que la Inquisición tuviera poder para
tratar los casos de solicitación; fue un hecho que se interpretó como una he-
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..
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LA TNQUSICIÓN Y EL PUEHLO

clasificado en la misma categoría que la homosexualidad, modifica algo esta


imagen, pues se castigaba invariablemente con la máxima severidad. Los
culpables de bestialismo eran por lo común gente marginada, de escasa inte-
ligencia, pero eso no parece haberles ayudado. En cambio, los acusados de
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rejía porque hacía mal uso del sacramento de la confesión. Aunque normal- homosexualidad, cuando tenían una posición elevada, eran tratados con mayor
mente los curas acusados eran culpables, es evidente que a menudo la culpa benevolencia. El caso más famoso fue el del noble valenciano Pedro Gal-
recaía en la penitente. Entre los casos curiosos resalta el denunciado en 1581 cerán de Borja, gran maestre de la orden de Montesa."~ En 1572 fue detenido
por una anciana beata de Guissona (Cataluña) contra un franciscano itine- por la Inquisición de Valencia bajo el cargo de sodomía. Su caso se prolon-
rante que «le dixo que [hlavía de aceptar una penitencia que le daría, y ella 1 gó durante tres años; se le impuso una fuerte multa. pero posteriormente pudo
se turbó, y el fraile le dixo que le havía de dar algun assote sobre las nalgas volver a la política activa.
y le hizo alzar las faldas y le dio una palmada en las dichas nalgas y le dixo: En general, los tribunales de la Corona aragonesa tenían una trayectoria
"Margarida, otra vez torneys vergüenr;:a", y acabado esto la absolvió,,. 43 En de severidad en el castigo de estos asuntos. A finales del siglo XVI destaca el
Valencia, el cura párroco de Beniganim fue juzgado en 1608 por haber solici- tribunal de Zaragoza por su excepcional rigor. Entre 1571 y 1579 juzgó a
tado a 29 mujeres, la mayoría solteras, «con palabras lascivas y amorosas más de un centenar de hombres acusados de practicar la homosexualidad
para actos torpes y deshonestos''· 44 o el bestialismo; al menos 36 de ellos fueron ejecutados. En total, entre 1570
Había casos de sexualidad marginal en los cuales la Inquisición también y 1630 los inquisidores de ese tribunal se ocuparon de 543 casos, ejecutando
intervenía. De éstos, la sodomía era la más importante. En la Edad Media se a 102 personas. 47 Los tribunales de Barcelona y Valencia se mostraron mu-
consideraba a la homosexualidad como al peor de los delitos contra la mora- cho menos severos. Desde una perspectiva global, el castigo de la sodomía
lidad, y las definiciones corrientes se referían a ella como el pecado «abo- puede considerarse una preocupación tanto de los tribunales civiles como de
minable>> o «nefando». El castigo usual era ser quemado vivo, o en España, los eclesiásticos. En Sevilla y Madrid, donde la Inquisición no tenía jurisdic-
la castración y la lapidación. Fernando e Isabel cambiaron el castigo por la ción sobre este delito, los tribunales civiles eran igualmente duros con aque-
de ser quemado vivo y la confiscación de los bienes. Como la Inquisición llos a los que decidía castigar. 48
medieval había ejercido jurisdicción sobre la sodomía, el tribunal español pa-
rece que comenzó a hacer lo mismo; pero en 1509 la Suprema ordenó que La campaña contra la superstición popular fue amplia, marginal a las
no se emprendiera ninguna acción contra los homosexuales, excepto si esta- preocupaciones de la Inquisición en el siglo XVI, pero más importante en el
ban implicados en herejía. Aquí parece haber habido una curiosa divergencia siglo xvn, cuando en algunos tribunales llegó a representar la quinta parte de
en la política seguida, porque, aunque los tribunales de Castilla no volvieron las causas. La cultura popular, especialmente en las zonas rurales, siempre
a ejercer jurisdicción sobre la sodomía, la Inquisición de Aragón adoptó en había buscado formas de curación poco ortodoxas para las aflicciones coti-
ese momento oficialmente poderes contra ese mismo delito. El 24 de febrero dianas: todos los pueblos contaban con un curandero o una curandera que
de 1524, el papa Clemente VIl promulgó un breve concediendo a la Inquisi- ofrecía remedios medicinales, encontraba objetos perdidos, curaba animales
ción del reino de Aragón jurisdicción sobre la sodomía, sin tener en cuenta si heridos o ayudaba a que una mUchacha lograra captar el amor de su amado.
en ella estaba o no presente la herejía. A partir de entonces, los inquisidores Las curas podían ser en forma de pociones, encantamientos, hechizos o sim-
aragoneses conservaron esa nueva autoridad,"' a la que jamás renunciarían a ples consejos. Se trataba de una subcultura que coexistía con el catolicismo
pesar de las reiteradas quejas formuladas en las Corte~ de Monzón en 1533. oficial y que no trataba de subvertido, aunque en algunas zonas de cristianos
Aragón constituía un caso único en esta materia, porque ni siquiera la Inqui- nuevos era dudoso que el contenido de los hechizos fuera cristiano.'" En las
sición romana ejercía jurisdicción sobre la sodomía. El castigo previsto por zonas rurales el mundo de la magia penetraba hasta en la Iglesia, pues mu-
la ley, aplicado con todo rigor por el estado, era ser quemado vivo. chos clérigos practicaban costumbres tradicionales -ritos, oraciones, ofren-
La Inquisición se mostraba severa con los sodomitas (hombres y mujeres). das, danzas- dentro de la liturgia normal. Todo esto fue rechazado con
pero, por lo general, reservaba la pena de muerte para los mayores de veinti- fmneza por los obispos reformistas, por el clero postridentino y por la Inqui-
cinco años. Los menores, que eran inevitablemente una gran proporción de es- sición. Desafortunadamente, en el proceso de comparación entre el oscuro
tos acusados, eran normalmente azotados y enviados a galeras. La Suprema mundo de la supersüción primitiva y el luminoso de los evangelios, los pre-
no se mostró excesivamente estricta, como puede comprobarse en el hecho de dicadore>. y los hombres cultos simplificaron indiscriminadamente las fuerzas
que se conmutaran muchas sentencias de muerte y de que se tratara con indul- involucradas y ayudaron a provocar temores sobre la «brujería~~-" 0

gencia al clero, que constituyó siempre una proporción muy alta de los acu- El papel de la Inquisición en los casos de brujería fue mucho más limitado
sados. La forma en que se abordó la cuestión del bestialismo, usualmente de lo que comúnmente suele creerse. En 1370 y 1387, las leyes de Castilla
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260 LA !NQLJSJCIÓN ESPAi\OLA . LA 11\"QUISICIÓ~ Y EL PUEBLO 261
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declararon que el sortilegio era un delito que implicaba herejía, y que los . ces, encontramos información periódica sobre casos de brujería: el primero
culpables deberían ser juzgados por el estado si eran laicos. y por la Iglesia, en Toledo fue en 1513 y en Cuenca en 1515. En Cuenca, el miedo del pue-
si clérigos. Mucho tiempo después del establecimiento de la Inquisición, la blo se alimentó de historias de niños que habían sido raptados y asesinados,
jurisdicción sobre el sortilegio y la brujería permanecía todavía en manos «por Jo que se cree que fueron heridos o muertos por los xorguinos y xor-
seculares: este hecho queda demostrado por un decreto de 1500 en el que se guinas rbrujo~ y brujas]>>.'1 Desde 1520, los edicto1> de fe, tanto en Castilla
ordenaba una investigación sobre sortilegio que puso la materia en manos de como en Aragón, comenzaron a incluir la magia, el sortilegio y la brujería en
los corregidores y los tribunales civiles. 41 También la Inquisición medieval las listas de delitos que se consideraban heréticos. Sin embargo, la gente
había dejado tales cuestiones en manos seculares, de manera que no hubo cultivada estaba lejos de aceptar la creencia en el Sabath. En 1521, un teólo-
ningún cambio en el enfoque del problema. A principios del siglo XVI, go declaró en Zaragoza que el Sabath «era una dclusión y no podía haber
cuando la Inqui~ición comenzó las investigaciones referidas a la herejía im- ocurrido, así que la herejía no venía a caso>>.
plicada en la brujería, la represión del delito seguía estando en manos de los La Inquisición no era el único tribunal que intervenía en estos casos. En
tribunales del estado. La renuencia que sentía la Inquisición a intervenir en Navarra, durante la mayor parte del siglo xvt, la brujería fue juzgada no sólo
este asunto estaba en parte motivada por la duda de si en la brujería existían por la Inquisición, sino también por el eslado: en 1525, por ejemplo. po1>ible-
elementos heréticos. Ciertos tipos de superstición popular, sortilegio, y toda mente treinta brujas fueron quemadas por orden del fiscal del estado, el licen-
la gama de la astrología eran áreas mal definidas, a las que eran aficionados ciado Balanza, del Real Consejo de Navarra.·04 En 1568, la Suprema ordenó
muchos hombres cultos y también aJgunos clérigos. La astrología, por ejem- al tribunal de Barcelona que devolviera al juzgado episcopal un caso de <<en-
plo, formaba parte del programa de estudios de la Universidad de Salamanca; cantamientos», y en Navarra. en 1596, en el caso de las brujas de Araiz, el
pero no fue hasta finales del siglo XVI cuando la Inquisición, estimulada por inquisidor local dictaminó que «[h]a parescido no tratar por ahora destas cau-
el papa, trató de suprimirla como ciencia. El Índice de Quiroga de 1583 si- sas en el santo Oficio» y el juicio se devolvió al Real Consejo de Navarra.
guió las directrices de Roma al prohibir las ciencias ocultas y la adivinación. Así pues, hubo dos aspectos sobresalientes en el papel que tuvo la Inquisi-
Esta tendencia. que precedió a la bula de Sixto V contra la magia, Caeli f't ción en la brujería: por una parte, algunos inquisidores se sentían escépticos
terrae, de 1585, confirmó la preocupación del tribunal por acabar con las acerca de la realidad de la brujería demoníaca y, por otra, el tribunal no re-
alternativas a la verdad de la religión contrarreformista. clamó la jurisdicción exclusiva de estos delitos.
La magia y la brujería no fueron consideradas como un gran problema La política posterior de la Inquisición se inició en un encuentro histórico
hasta finales del siglo xv. En 1484, el papa Inocencio VIII promulgó la bula que tuvo lugar en Granada en 1526.~ó Como resultado de las pcrsecucio-
Summis desiderantes, en la que por vez primera se identificaba a la bruje- ne~ seculares contra brujas hechas en Navarra aquel mismo año, el inquisi-
ría como un mal que debía erradicarse. Dos dominicos alemanes, Kramer y dor general Manrique nombró una junta de diez hombres, entre los que se
Sprengcr, fueron enviados a lidiar con la super<itición en el norte y el centro encontraban el letrado Hemando de Gucvara y el futuro inquisidor general
de Alemania. Dos años después publicaron un libro, el Malleus Maleficarum. Valdés. para que decidiera si realmente las brujas asistían al Sabath. El in-
En esta impresionante recopilación de historias, los dominicos afirmaban que forme presentado en la junta establecía que «todos los más juristas de este
lejos de ser un engaño ilusorio. la brujería era una práctica basada en el co- Reyno [h]an tenido por zierto que no [h]ay bruxas», a causa de que era im-
mercio real con Satán y los poderes de la~ tinieblas, y que las brujas comían posible que hiciesen las cosas que decían. Se hizo una votación y la mayoría
y devoraban realmente a niños. copulaban con demonios. volaban por los -seis- de los presentes decidieron «que realmente van>>; una minoría, los
aires para acudir a sus encuentros en el Sabath, atacaban al ganado, provo- otros cuatro, entre los que estaban Valdés y Guevara, votaron «que van ima-
caban tormentas y conjuraban los poderes del rayo. Ningún otro libro de su ginariamente». La junta decidió que puesto que los homicidios confesados
época promovió más una materia que trataba de combatir. La perspectiva del por las brujas podían muy bien ser ilusorios. deberían ser juzgados por la In-
Malleus fue apoyada por subsiguientes decretos papales y episcopales. En la quisición y no por las autoridades civiles; pero si las autoridades probaban
totalidad de Europa la paranoia sobre el tema se extendió ampliamente, aun- que el homicidio se había cometido realmente, entonces deberían tener toda
que siempre hubo un importante número de teólogos y obispo1>. tanto en Italia la libertad de actuar por su cuenta.
como en España, que consideraron que hablar de volar por los aires y copu- Muchos de los que formaban parte de la junta, estaban discutiendo en
lar con el diablo era una alucinación que más que ser castigada debía provocar aquel momento en Granada la conversión de lo1> moriscos. Y en general, la
lástima. junta se preocupó más de educar a las llamadas brujas que de castigarlas.
La costumbre medieval secular era que las brujas debían· ser quemada1> El obispo de Mondoñedo, por ejemplo. sugirió los siguiellles remedios: «Que
y la Inquisición al principio siguió este ejemplo. El tribunal de Zaragoza se pongan predicadores por aquellas partes. los qualcs declaren al pueblo
quemó a una en 1498, 52 a otra en 1499 y a tres en 1500. A partir de enton- el herror en que lh]an estado las dichas bruxas y como [h]an sido engañadas
262 Li\ INQUISICIÓN ESPA."--OJ.A

del demonio; los ynquisidores y los jueces seglares procedan con mucha d~li­
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!
LA INQUJSlCJÓN \ EL PUEBLO

como algunas lo dizcn y confiesan». La conclusión unánime fue que «eran


263

gentia: que mande reducir Su Santidad a observ_ancia aquell~s monast~nos de voto y parecer que estas bruxas podían ir corporalmente llevándolas el
claustrales de aquella tierra}>, Una de las resoluciOnes que la JUnta tomo por demonio y podían hazer los males y muertes que confesavan, y devían esser
unanimidad fue que «[h]a se de aver mucho cuidado de hacerles algunos ser- muy bien castigadas». Como resultado de ello, Sarmiento permitió que siete
mones en su lengua:>>; o sea, en euskera. La urgente necesidad de una nueva de las mujeres fueran quemadas a principios de 1549.
cristianización fue resaltada en seguida por el teólogo Alfonso de Castro en En Valladolid, la Suprema se quedó consternada. En mayo de 1549 envió
su Adversus haereses (1534), en el que se refería a «Navarra, Vizcaya, As- al inquisidor Francisco Vaca para que emitiera un informe. Éste ordenó la
turias, Galicia y otras partes donde la palabra de Dios pocas veces ha sido puesta en libertad inmediata de las dos brujas que permanecían todavía en-
predicada. Entre estas gentes hay muchas supersticiones y ritos paganos, carceladas, enviando a continuación a Valladolid una de las denuncias más
solamente por causa de la falta de predicadores». virulentas contra la persecución contra la brujería de las que haya constan-
La persecución y ejecución de las brujas continuó, pero el Santo Oficio, cia. Medio siglo antes que el inquisidor Alonso de Salazar Frías, Vaca con-
que seguía las resoluciones de 1526, tuvo una participación muy limitada. denó la paranoia contra las brujas. Uno de los documentos que mandó a la
Las decisiones tomadas en 1526 fueron comunicadas con todo detalle a los Suprema lleva el comentario: «Creo que hartos de los otros son tan burla
tribunales locales. En Navarra, por ejemplo, se impartieron estrictas órdenes a como deste se colige». Recomendó que se pusiera en libertad a todos los que
los inquisidores para que no procedieran en tales casos sin consultar_ ~ntes permanecían detenidos en los pueblos, así como la devolución de todos los
con la Suprema y los jueces locales.'" Al parecer hubo una persecuc10n de biene5 confiscados. El inquisidor Sarmiento fue cesado en 1550 por su par-
brujas en 1527 y 1528 en Navarra;" el inquisidor local, Avellaneda, participó ticipación en los hechos y la Inquisición no volvió a castigar brujas durante
activamente en ella, pero la autoridad judicial que estaba a cargo de la causa el resto de su historia en Cataluña.w
era el Real Consejo de Navarra, que ejecutó al menos a 50 brujas. Como no Durante el siglo XVI, la Inquisición se mantuvo reticente a perseguir brujas.
se han encontrado documentos fidedignos sobre este asunto, se ha apuntado Juana Izquierda, juzgada por el tribunal de Toledo en 1591, confesó haber
que todo el asunto puede haber sido espurio y basado en una fabiJicación.'i tomado parte en el ase~inato ritual de un cierto número de niños. Dieciséis
Cuando hubo nuevos problema!> en Navarra en 1538, la Suprema pidió al que testigos atestiguaron que, en efecto, lo!> niños habían muerto súbitamente y
entonce~ era el inquisidor. Valdeolivas, que no tomara las confesiones de las que se decía que la Izquierda era bruja. Lo que para la mujer, en cualquier
brujas literalmente y que debería «[hlablar con las personas principales Y de- otro país de Europa, hubiera supuesto la condena a muerte. en España le va-
clararles que el perderse los panes y otros daños los ymbía Dios por nuestro!> lió solamente una abjuración de levi y doscientos azotes.~'
pecados o por la disposición del tiempo, que no [h]ay sospecha de bruj?s_''·., La única mancha en esta loable trayectoria ocurrió en Navarra, donde
El escepticismo era la norma también en otros tribunales de la InquiStc!On el tribunal había resistido durante muchos años las presiones procedentes del
9
en la península. El tribunal de Zaragoza ejecutó a una bruja en 1535/ pero Consejo Real de que empleara la pena de muerte contra las brujas. 62 La expli-
después de varias protestas de la Suprema no ejecutó a más brujas en toda su cación para esta recaída debe buscarse no en España, sino en Francia. Justo
hi~toria. En 1550 el inquisidor de Barcelona, Diego Sanniento, fue depuesto traspasada la frontera, en el país de Labourd, el jueL bordelés Pierrc de Lancre
por haber ejecutado a varias brujas sin contar con la aquiescencia de la Supre- había llevado a cabo una horrorosa caza de brujas en 1609, durante la cual
ma. El caso empezó en 1548, cuando un valenciano de nombre Juan Mallct había ejecutado a 80 de ellas. La campaña le proporcionó la mayor parte del
fue reclamado en varios pueblos para que identificara brujas en la zona de material que posteriormente utilizó para su famoso libro sobre el tema, Ta-
Tarragona. «Le tra:Yan por los lugares -se lee en el inf?rme d~ la lnqu}!>i- hleau de l'inconstance (1612). Las ejecuciones de Labourd hicieron temblar
ción-, haziendo salir la gente de las casas para que las vtese y d1xese quales de terror tos valles de Navarra y crearon una situación de pánico hacia las
eran bruxas, y las que él nombraba sin otra proban.La ni información alguna brujas dentro del territorio español que se extendió a los inquisidores de Lo-
lhJan sido presas.>> Los procesos fueron conducidos por la justicia local. En groño, uno de cuyos miembros era Alonso de Salazar FríasY Se llevó a cabo
esta ocasión, el inquisidor Sarmiento consiguió la custodia de algunas de las un gran auto de fe en la ciudad. el domingo 7 de noviembre de 1610, y fue
detenidas con la excusa de que la Inquisición tenía jurisdicción. Después se tan lento el procedimiento, que la ceremonia tuvo que ser continuada al día
enfrentó al dilema de qué hacer con ellas. En junio de 1548 organizó una siguiente. De los 53 reos que tomaron parte en el amo, 29 fueron acusados
junta especial en el palacio de la Inquisición en Barcelona. A5isti~ron el obis- de brujería, de los cuales S fueron quemados en efigie y 6 en persona.64 Esta
po, los siete jueces de la Real Audiencia, y nueve prelados tmportant~s, medida tan extrema provocó una reacción en la Suprema, la cual, en marzo
incluyendo al abad de Montserrat. Sarmiento les planteó exactamente la miS~ del año siguiente. delegó en Alünso de Salazar Frías para que visitara las co-
ma cuestión que había sido debatida en Granada en 1526, preguntándoles s1 marcas de Navarra en cuestión, llevando con él un edicto de gracia en el que
das dichas brujas podían ir corporaJmente y parecer en figura de animales, se invitaba a los habitantes a repudiar sus errores. La misión de Sala7.ar fue de
264 LA JNQUISICIÓ:-.i ESPAÑOLA LA lNQCTSlC'IÓN Y EL PUEBLO 265
las que hacen época. Empezó a trabajar en mayo de 1611 y acabó sus tareas lo primero si los reos eslán en su juicio o si por demoníacos o melancólicos o
en enero de 1612, aunque hasta el 24 de marzo no presentó finalmente su desesperados»; su conducta, añadía, «parece más de locos que de rh]ereges,
informe a la Suprema. Durante el tiempo que había durado su misión, decla- y que se deve curar con a~otes y palos más que con infamias ni sambenitos».
raba Salazar, había reconciliado a 1.802 personas, de las que 1.384 eran niños Finalmente, Valencia advertía: «Búsquese siempre en los hechos cuerpo ma-
entre 9 y 12 años de edad en el caso de las niñas, y entre los 9 y los 14 entre nifiesto de delito conforme a derecho, y no se vaya a provar casso muerte ni
los muchachos; de los otros, «todas edades y vejez, y muchos de 60, 70, 80, daño que no ha acomecidm).
90 años)). Tras un examen detenido de todas las confesiones y de los datos El 29 de agosto de 1614la Suprema dictó instrucciones que reafirmaban
aportados sobre asesinatos, celebraciones sabáticas brujeriles y comercio car~ la política de 1526 y que serían la principal guía para la futura política de la
nal con diablos, Sal azar llegaba a la siguiente conclusión: Inquisición. Expuestas en 32 artículos, las instrucciones adoptaban el escepti-
cismo de Salazar hacia las declaraciones de las brujas, y aconsejaban precau-
No he hallado certidumbre ni aun indicios de que [se pueda] colegir algún ción y benevolencia en todas las inve~ligaciones. Y si bien con retraso, se hizo
acto de brujería que real y corporalmente haya pasado. Sino sobre lo que yo justicia a las víctimas del auto de fe de Logroño de 1610: sus sambenitos no
solía antes sospechar de estas cosas, añadido en la visita nuevo desengaño:
fueron expueslOs y no cayó ningún estigma sobre ellas o sus descendientes.
que las dichas testificaciones de cómplices solas, sin ser coadyuvada'> de otros
actos exteriores comprobados con personas de fuera de la complicidad, no lle- Aunque la Inquisición todavía se sentía obligada a seguir la opinión europea
gan a ser bastantes ni para proceder por ellas a ~ola captura; y que las tres y a considerar la brujería un delito, en la práctica todos los testimonios de tal
cuarta~ partes de ellas. y aún más, se han delatado a sí a los cómplices con delito fueron rechazados por considerárselcs engaños a los sentidos, así que
toda verdad. España se salvó de los furores de la histeria popular contra las brujas, y de
Y así también tengo por cierto que en el estado presente, no sólo no les la quema de é~tas en una época en que esto prevalecía en Europa.
conviene nuevos edictos y prorrogaciones de los concedidos, sino que cualquier La decisión de 1614 benefició a los acusados, pero colocó a la Inquisi-
modo de ventilar en público esta~ cosas, con el c~tado achacoso que tienen, es ción en una postura ambigua: en teoría, porque admitía que el satanismo era
nocivo y les podría ser de tanto y de mayor dafio como el que ya padecen. No posible, pero negaba sus manife~taciones; en la práctica, porque se resistía a
hubo brujas ni embrujados en el lugar hasta que ~e comenzó a tratar y escribir intervenir en casos de brujería y a menudo cedía la jurisdicción a las autori-
de ellos. dades civiles. La Inquisición volvió a la práctica de no quemar a Jos acusados,
pero continuó persiguiendo todo tipo de superstición con vigor: en muchos
El largo memorial de Salazar"-' no representaba una victoria del huma- tribunales, durante el siglo xvu, la superstición fue el delito más perseguido
nismo ni del racionalismo, sino simplemente de las leyes de la evidencia. después de las «proposiciones''·
Como hombre de leyes experimentado, estaba menos interesado en el debate Dos casos de Barcelona muestran las repercusiones de esta nueva acti-
teológico sobre la realidad de la brujería que en el problema material de tener tudY En 1665, el tribunal descubrió un grupo de satanistas de clase media que
que prender a per~onas sobre la base de rumore~ dudosos: «Tampoco mejora celebraban misas negras, conjuraban a los demonios y degollaron a un macho
con averiguar que el demonio puede hacer esto y aquello, y que también digan cabrío en una de sus ceremonias: a un sacerdote que formaba parte del gru-
los doctores por asentadas estas cosas. que sólo sitúen ya de fastidio inútil. po se le suspendió de sus funciones por cinco añm y un cirujano fue azotado
pues nadie las duda; sino en creer que en el caso individuo hayan pasado y desterrado por el mismo período de tiempo. En ese mismo año, Isabel Ama-
como los brujos las dicen de cada acto particular)). da. una viuda de Mataró, fue denunciada por unos pastores que se habían
El informe de Salazar fue muy discutido por sus colegas, pero, finalmen- negado a darle limosna, después de lo cual, según declararon, «dentro de tres
te, fue aceptado por la Suprema. Le ayudó mucho el hecho de que, como días se murieron las dos mulas y treinta obejas, y dijo esta rea que ella con
él mismo había señalado. la Inquisición había rechazado desde 1526 la tra- ayuda del demonio LhJavía o-casionado la muerte y enfermedad del dicho
dicional pena de muerte para castigar a las brujas; también contribuyó el que ganado''· Los inquisidores la dejaron libre. Tan benignos veredictos hubieran
cada vez más letrados, y menos teólogos, se convertían en inquisidores y, sido impensables en otros países europeos.
finalmente, el que la opinión española más autorizada era escéptica ante la Si todos los tribunales, eclesiásticos y civiles. se hubieran comportado
idea de que la brujería fuese una realidad. Aun antes de la mi~ión de Navarra, de esta forma, la persecución de las supersticiones se habría convertido en
el inquisidor general había comisionado a Pedro de Valencia para que hiciera España en lo que la Inquisición quería que fuera: un medio para disciplinar
un informe; en éste, fechado en abril de 1611. 66 Valencia tenía cuidado de no a la gente y reconvertida al cristianismo ortodoxo. El hecho de que gran par-
negar la realidad de la brujería, pero sus conclusiones sugerían que había te de la jurisdicción sobre brujería se ejercía en los juzgados seculares, sig-
un fuerte elemento de enfermedad mental en los hechos de Navarra y que nificó, sin embargo, que -al contrario de lo que se afirma con frecuencia-
debía tenerse cuidado excepcional al probar los delitos: «Se deve examinar las brujas continuaron siendo ejecutadas en España. En el reino de Aragón,
266 LA INQUI'>ICIÓ~ ESPA."'-!OLA

por ejemplo, las autoridades civiles siguieron en plena posesión de la juris-


dicción sobre la brujería y la Inquisición, al parecer. no hizo sino esfuerzos
aislados para hacer valer sus pretensiones. En los tribunales no inquisitoria-
T LA INQU!SIClÓ~ Y EL PUEBLO 267
los tribunales de la península fueron en total 1.995. de los cuales, 1.640 con-
cernían a extranjeros. Los comerciantes extranjeros procedentes de países
hostiles a España corrían el riesgo de que sus tripulaciones fueran detenidas,
les del Alto Aragón en la primera mitad del siglo XVII se juzgaron tantas bru-
jas como las que había juzgado antes la Inquisición."~ En Aragón, las brujas
eran ahorcadas y no quemadas. pero desconocemos el número de las ejecu-
ciones. En Cataluña también continuaron J.¡¡s ejecuciones: en la jurisdicción
r- sus barcos apresados y las cargas confiscadas. De los dos ingleses relajados
en el gran auto de Sevilla del 12 de diciembre de 1560, uno, Nicholas Bur-
ton era un capitán de barco cuyo cargamento había sido confiscado por las
autoridades. 10
de Vic, 45 brujas fueron sentenciadas por las autoridades civiles entre 1618 Los extranjeros de paso por la península que no se mostraban respetuosos
y 1622. Decenas de brujas fueron ahorcadas en varios pueblos, repartidos por con algunos aspectos de las prácticas religiosas españolas (por ejemplo, rehu-
toda Cataluña, incluyendo algunos en la zona pirenaica. Los tribunales reales sando quitarse el sombrero cuando el Sacramento pasaba por las calles) co-
intentaron intervenir, aunque fue en vano: sus esfuerzos eran bloqueados por rrían el riesgo de ser detenidos por la Inquisición. Lo cual sucedía con tal fre-
las jurisdicciones locales y las baronías en donde tenían lugar la ejecuciones. cuencia que para las naciones protestantes que comerciaban con España se
El rector de los jesuitas en Barcelona, Pere Gil, compuso una elocuente pe- convirtió en motivo de máxima preocupación el asegurarse garantía:; para sus
tición dirigida al virrey para que interviniera, pero no tuvo éxito en su pro- comerciantes antes de proseguir con las negociaciones comerciales. Inglaterra,
pósito. Los casos decrecieron en número después de 1627. 69 que era un mercado para las materias primeras españolas, logró condiciones
más seguras de lo que cabía esperar. En 1576, el acuerdo Alba-Cobham de-
Hemos visto cómo una buena parte del celo religioso de la Inquisición tenninó la po~ición de la Inquisición con respecto a los marineros ingleses.
no era nada más que una marcada xenofobia, lo cual resultaba irónico porque El tribunal podría actuar con los marinos por lo que éstos hicieran después
la expansión imperial de España llevó a miles de sus habitantes al extran- de haber llegado a un puerto español. Las confiscaciones habrían de limitarse
jero, poniéndoles en contacto con el resto del mundo en una medida que no a los bienes del acusado, y no incluirían el buque y su cargamento, ya que
tenía precedentes en la historia. La experiencia imperial no alteró en lo má~ éstos generalmente no le pertenecían. A pesar de la ruptura de hostilidades
mínimo la actitud de la Inquisición. En 1558, la amenaza del protestantismo entre Inglaterra y España por el problema holandés, el acuerdo de 1576 man-
se utilizó para impedir el contacto con los extranjeros. Una acusación co- tuvo su vigencia hasta al menns dos décadas más tarde. 71 Cuando finalmente
múnmente lanzada contra los acusados era que habían estado en «tierra de llegó la paz bajo Jacobo 1, el acuerdo fue incorporado en el tratado de 1604
herejes>>, que en la jerga inquisitorial significaba cualquier país que no esta- que puso fin a las hostilidades.
ba bajo el control de la corona española. En general, a partir de finales del siglo XVI las autoridades de los princi-
Todas las personas bautizadas debidamente eran ipso jacto cristianas y pales puertos españoles hacían la vista gorda a las actividades comerciales de
miembros de la Iglesia católica, por lo que se encontraban automáticamente los protestantes extranjeros, integrados principalmente por ingleses, holan-
bajo la jurisdicción de la Inquisición. Esto explica la aparición, de tanto en deses y alemanes. Los tratados de paz con Inglaterra en 1604 y con los
tanto, de herejes extranjeros en autos celebrados en España. La quema de pro- holandeses en 1609 se limitaban meramente a aceptar la situación. Algunos
testantes en Sevilla, a mediados del 1500, muestra el paulatino aumento del comerciantes franceses seguían cayendo en manos del tribunal. 7' En térmi-
número de extranjeros detenidos. fenómeno normal en un puerto internacional. nos generales, sin embargo, la resolución del Consejo de Estado en 1612,
De los que comparecieron en el auto de Sevilla en abril de 1562. veintiuno aceptada por la Inquisición, fue que no se podía molestar a los comerciantes
eran extranjeros, casi todos ellos franceses. En el auto del 19 de abril de 1564, protestantes ingleses, franceses, holandeses y bearneses, «no dando escándalo
seis flamencos fueron relajados en persona y otros dos extranjeros abjuraron público>>.n La realidad del comercio impuso la necesidad de tolerancia.
de vehementi. En el del 13 de mayo de 1565, cuatro extranjeros fueron rela- Inglaterra renovó estas garamías después de la guerra de 1624-1630. en el
jados en efigie, siete fueron reconciliados y tres abjuraron de vehementi. Un artículo 19 del tratado de paz de 1630, que prometía seguridad a los marine-
protestante escocés fue relajado en el auto de Toledo del 9 de junio de 1591, y ros ingleses <<con tal que no dieran escándalo a otros». La condición no fue del
otro, el cal-'itán del barco Mal}' of Grace, en el del 19 de junio de 1594. agrado del gobierno de Oliver Cromwell, que tomó el poder a mediados de
La «cosecha>> recogida por la Inquisición tenía en ese momento más pro- siglo. En 1653, éste propuso a España un tratado de alianza que hubiera otor-
testantes extranjeros que nativos. En Barcelona, de 1552 a 1578, las únicas gado virtual inmunidad a los ingleses ante la Inquisición. Los artículos rele-
relajaciones de protestantes fueron las de cincuenta y un franceses. Santiago, vantes hubieran permitido a los súbditos ingleses celebrar sus oficios religio-
en el mismo período, castigó a más de cuarenta protestantes extranjeros. Es- sos abiertamente, usar la Biblia libremente. estar exentos de la confiscación de·
tas cifras son representativas del resto de España. Los detalles aportados por propiedad y tener suelo español aparte para el entierro de sus difuntos. Era tal
Schafer muestran que hasta 1600 los casos de supuestos luteranos citados ante el prestigio de Cromwell que el Consejo de Estado estaba bastante dispuesto
268 LA INQCJSlCIÓN ESPAÑOLA LA INQUISICIÓN Y EL PUEBLO 269

a conceder estos artículos,14 pero la propuesta fue rechazada a causa de la frr- Los marineros ingleses eran particularmente vulnerables ante la Inquisi-
me oposición de la Suprema, que rehusó admitir ningún compromiso. ción, porque muchos de ellos eran los suficientemente mayores para haber
Los protestantes extranjeros no aparecían normalmente en los autos de fe sido bautizados en la verdadera fe en el reinado de María Tudor y lo sufi-
a finales del siglo xvu, pero la presión que se ejercía sobre ellos continua- cientemente jóvenes para haberse plegado sin objeciones al ~<Settlement>'
ba, especialmente en Jos puertos. Cataluña, por ejemplo, vivía la presencia de eclesiástico de Isabel l. Eran, pues, apóstatas y herejes: material perfecto para
los extranjeros como los marineros en los puertos o Jos soldados en regi- el tribunaL
mientos extranjeros de la armada española, y a través de la inmigración fran- Sin embargo, la larga tradición de tolerancia respecto a los comerciantes
cesa que penetraba por los Pirineos. El tribunal de Barcelona recibía cifras influyó en la Inquisición, que pronto empezó a dar muestras de una actitud
regulares de autodenuncias «espontáneas>> procedentes de los extranjeros que más realista con respecto a los. extranjeros. Cuando en 1624 estalló de nuevo
deseaban convertirse al catolicismo. En las décadas de 1670 y 1680 hubo cer- la guerra entre Inglaterra y España, los ingleses residentes no fueron moles-
ca de doce casos al año. lo que a menudo supuso un número mayor de proce- tados, gracias a los inquisidores de las Canarias. Las razones comerciales
sos que los que involucraban a los propios españoles; en el año de 1676, que fueron el principal motivo que había tras la preocupación de las autorida-
fue un año excepcional, no menos de 64 extranjeros se presentaron ante la des por no perseguir innecesariamente a los extranjeros, y parece ser que esta
Inquisición allí, renunciando a las herejías que habían profesado anteriormen- actitud moderada animó a los mercaderes, porque en 1654 había 1.500 resi-
te y pidiendo ser bautizados. 7 j Todavía había casos desafortunados -como dentes holandeses e ingleses en sólo Tenerife. 7s Esta feliz situación se dete-
el del inglés de 23 años que fue arrestado por conducta escandalosa en Bar- rioró casi inmediatamente por la torpe agresión de Cromwell contra la isla de
celona en 1689 y que murió en las celdas de la Inquisición-, pero en gene- La Española (Santo Domingo) en 1655. Las autoridades españolas tomaron
ral el Santo Oficio era benevolente y tolerante. Es muy significativo que tras represalias contra los comerciantes ingleses en la península, pero éstos, ad-
la larga guerra de Sucesión a la corona de España, de 1702 a 1714, cuando vertidos de antemano de la expedición contra la isla antillana, salieron del
miles de herejes (los soldados hugonotes, ingleses y alemanes), fueron he- país antes de que fuera asestado el golpe. Los funcionarios encargados de las
chos prisioneros por fuerzas españolas en tenitorio español, la Inquisición no represalias llegaron tarde. En Tencrife, las confi~cacioncs <<en esta isla, en Gran
encendiese ni una sola hoguera para acabar mediante el fuego con cualquier Canaria. y en La Palma, son de poca consideración,>. En el Puerto de Santa
herejía que hubiera entrado en el país. María, «hubo un inglés, no más». En Cádiz sólo se habían quedado los in-
La suerte de los extranjeros que cayeron en manos del Santo Oficio puede gleses católicos. En Sanlúcar de Barrameda «anduvieron tan prevenidos que
ser examinada mejor en la bien documentada historia del tribunal de las islas no se les [h]a [h]allado cosa conssiderable»: «la mayor parte de ellos más
Canarias. Las Canarias constituían una escala habitual para los ingleses, no rica se [hJavía retirado a su armada y todos vendido y quitado>>.~ Finalmen-
9

sólo por su tráii.co regular de vinos, sino también porque comtituían un lugar te. regresaron, como hacían siempre. Para entonces, los mercaderes protes-
donde hacer un alto conveniente antes de la larga travesía hacia la América es- tantes tenían poco que temer de la ira de la Inquisición, que había llegado a
pañola y los mares del Sur. Entre 1586 y 1596, los comerciantes ingleses respetar la existencia de comunidades de comerciantes de buena fe, cuya
estuvieron especialmente expuestos a las persecuciones de las autoridades
religión contaba menos que los beneficios económicos anuales. Hasta tal
españolas, ya que entonces España estaba en guerra con Inglaterra. Un auto de
punto había comenzado a salir el Santo Oficio de una época de intolerancia
fe celebrado en Las Palmas el 22 de julio de 1587 incluyó por primera vez
hacia otra más liberal.
a 14 marineros ingleses, uno de los cuales, George Gaspar, de Londres, fue
relajado en persona, siendo el único inglés que sufrió la muerte a manos de
Un panorama que aborde el Santo Oficio desde una perspectiva calidos-
este tribunal. El siguiente auto público, el primero de mayo de 1591, incluyó
la quema de las efigies de cuatro marineros ingleses. dos de los cuales se cópica, como ocurre en el presente estudio, corre el riesgo de presentar una
habían reconciliado en el auto anterior. El auto de fe del 21 de diciembre visión sólo desde arriba. La presencia y, por lo tanto, el influjo de la Inqui-
de 1597, al parecer el último en el que aparecieron ingleses,76 incluyó a 11 ma- sición resulta incuestionable. Es lógico concluir, como hacen algunos,~u que
rineros de esa nacionalidad. Claro que este no es el número total de ingleses la Inquisición impuso miedo y uniformidad en toda España. El propio tribunal
capturados por la Inquisición. Las listas muestran que de 1574 a 1624, al me- nunca dejó de proclamar sus éxitos. En el auto de fe celebrado en Barcelona
nos 44 ingleses estaban encerrados en las celdas de la Inquisición canaria. en 1602, según contaron los inquisidores con indudable complacencia -pero
Muchos salvaron la piel porque se convirtieron «espontáneamente»: duran- dudosa veracidad-, <<nuestra procesión causó gran terror al pueblm>. 8 ' Mu-
te el siglo xvn, al menos 89 extranjeros se convinieron al catolicismo de este chos historiadores han partido de la base de que la Inquisición constituyó un
modo, y en el siglo xvmlo hicieron 214, de los cuales la mayoría era de instrumento eficaz de control social, que mantuvo a la población en su sitio
nacionalidad inglesa. ' 7 y preservó las normas religiosas y sociales.
270 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

Hay pocos datos que apoyen esta opinión. En su vida cotidiana, los es-
pañoles, como otros en Europa, tenían que tratar con un buen número de
autoridades impuestas sobre ellos: enfrente tenían a señores seculares, cargos
reales, personal eclesiástico, comunidades religiosas y cargos municipales; el
T LA l"'QUISIC:IÓK Y EL PL'EBLO 271

titución represora y, por lo tanto, como ocurre con tales instituciones, incluso
en el siglo xx, despertaba el resentimiento de amplios sectores de la población.
Sus obligaciones de control eran modestas, pero despertaban la hostilidad de
otras fuerzas de control procedentes de otras jurisdicciones y la de aquellos
Santo Oficio era una de esas autoridades. Pero excepto cuando, a veces, el in- que por defmición recelan de toda intrusión que intente supervisar su com-
quisidor acudía para realizar una visita, la gente tenía poco contacto con esta portamiento. En momentos de ira, tales personas no podían evitar maldecir
institución. La presencia de un familiar local o de un comisario no alteraba al Santo Oficio, que trató de proteger su reputación contra ellos cuanto pudo.
esta situación; su tarea era ayudar al inquisidor en caso de que fuera allí, no Las «proposiciones» contra las que levantaban cargos nos ofrecen un útil in-
actuar como enlace en una red de información. dicio de lo que pensaban algunos españoles. Los archivos guardan cientos de
Verosímilmente, el grado de contacto, en un mundo donde -a diferencia declaraciones que expresan furia o desprecio, un amplio material que prueba
de lo que ocurre hoy- el control dependía de ese contacto, es, en efecto, un la animadversión de la gente. «¡Me importa un bledo Dios o la Inquisición!>>,
buen indicador sobre si la Inquisición consiguió dejar su huella entre la gen- «Me importa la Inquisición tanto como el rabo de mi perro», «¿Qué inqui-
te común en España. La evidencia que proporciona el tribunal de Cataluña sición? No conozco ninguna». «Podría engañar a toda la Inquisición>>, «La
no deja dudas: 82 durante los primeros años del siglo XVI, los inquisidores no Inquisición existe sólo para robar a la gente». La multitud de juramentos, sin
realizaron ninguna visita propiamente dicha; en la segunda mitad del siglo, embargo, no prueban la existencia de hostilidad más de lo que su ausencia
se hicieron dieciséis visitas en total, pero fueron siempre parciale~. hechas en en el siglo xvm demuestra que se apoyara a la Inquisición. La animadversión
rotación y limitadas a los pueblos principales. Éstos eran visitados más o hacia el tribunal era corriente, pero la mayoría de las maldiciones eran pro-
menos una vez cada diez años. En cambio, la gente que vivía en las zonas nunciadas cuando se estaba borracho o en momentos de ira o tensión. Las fan-
rurales tenían suerte si podían ver a un inquisidor en toda su vida. Hubo am- farronadas y los juramentos demuestran una falta de respeto, pero no mucho
plias zonas del principado que no tuvieron ningún contacto con la Inquisición más que el que se deriva del hecho de que los españoles nunca han aceptado
en sus tres siglos de historia. Las tres cuartas partes de los procesados por la pasivamente los sistemas políticos o religiosos que se les han impuesto.
Inquisición entre 1578 y 1635 vivían en la capital, Barcelona. En pocas pa- La segunda razón por la que existía hostilidad hacia la Inquisición era por
labras, la actividad del tribunal estaba constreñida a la ciudad, donde, por conflictos jurisdiccionales. En toda la historia de España, ningún otro tribu-
otro lado, su influencia era muy reducida, según es notorio. Fuera, en el cam- nal provocó tantas fricciones con las restantes autoridades civiles y eclesiás-
po, ni actuaba ni tenía influencia. El grado de control social era insigni- ticas. Los conflictos fueron especialmente agudos en los reinos de la Corona
ficante.R1 de Aragón. En Cataluña, los inquisidores se quejaron más de una vez, y al
Después de haber convivido durante generaciones con el Santo Oficio, la parecer con razón, de que los catalanes querían librarse de ellos. En 1632, los
gente lo aceptó. No se hicieron peticiones a favor de su abolición antes del inquisidores de Barcelona protestaron de que «entre los trabajos que padece
Siglo de las Luces. En muchos casos, la existencia de la Inquisición incluso esta Inquisición y sus ministros, el major es el desprecio y desestimo que de-
era bien recibida, porque ofrecía una presencia sancionadora que no se ha- llos tienen en público y en secreto. mostrándolo en todas ocasiones y de todas
llaba a menudo en la sociedad de aquellos tiempos. La gente con rencores o maneras». 86 Pero a pesar de toda el enfurecimiento de los opositores al Santo
quejas, particularmente en el seno de las familias y de las comunidades, po- Oficio, éstos nunca cuestionaron sus principios religiosos.
día llevar sus problemas ante la Inquisición y pedir una solución. «No curéys En la España del Antiguo Régimen no hubo revueltas populares contra la
-le gritó en 1486 una enfurecida ama de ca:.a a su marido el posadero--, Inquisición ni amotinados que saquearan sus propiedades. Las excepciones,
que yo vos acusaré por mal christiano al inquisidor!»"" Podría pensarse que que se dieron en las provincias forales de España, son notables. En 1591, el
un tribunal de este tipo sería bien recibido por algunos españoles inclu:.o en tribunal de Zaragoza intervino con dureza, como hemos visto, en el asunto
el siglo xx. ¡¡:; La aceptación era probablemente mayor en las ciudades, donde el de Antonio Pérez y fue atacado por la turba enfurecida. En la Barcelona re-
numeroso clero lo apoyaría activamente en sus sermones y donde el tribunal volucionaria de 1640, la muchedumbre, informada de que había soldados
montaba de vez en cuando un auto de fe para reafirmar su autoridad. Pero in- castellanos alojados en la Inquisición, entraron por la fuerza en el edificio,
cluso en las zonas rurales inexploradas podía desempeñar un papel positivo. tiraron abajo las puertas, amenazaron a los inquisidores y se llevaron docu-
Los documentos dejan constancia de que en muchas ocasiones se acudía a mentos.!7 Especialmente en la Corona de Aragón, el tribunal nunca dejó de
uno u otro tribunal sancionador de la ciudad como último recurso para solu- ser visto como una institución foránea.
cionar algún conflicto o situación de tensión creados en los pueblos. La tercera razón para la hostilidad fue ese carácter ajeno del tribunal. Los
La animadversión hacia el tribunal era, a pesar de todo, bastante corrien- inquisidores eran castellanos y no conocían la lengua o Jos dialectos de las co-
te. Había tres razones para ello. En primer lugar, la Inquisición era una ins- munidades rurales en las que se inmiscuían. Eran hombres de ciudad, no bien
272 LA INQUISICTÓ!'J ESPAÑOLA

recibidos en el ambiente, muy distinto, de los pueblos rurales. Efcclivamente,


hemos podido ver que sus visitas eran infrecuentes. En contraste con la bien-
venida que solía darse a los predicadores errantes, los pueblos muy raramen-
r,

1
te se sentían contentos al ver a un inquisidor. En la Galicia del siglo XVI, un _,-
párroco rogó a sus feligreses que se mostraran sordos y ciegos cuando los
inquisidores hicieran una visita. «Tengamos mañana ojo pues el inquisidor
ha de venir por acá, por amor de Dios no os descubráis los unos ni entréis
en cosas tocantes al Santo Oficio.»~~ En la Cataluña del siglo xvu, el párro-
co de Aiguaviva reprendió públicamente a los comisarios de la Inquisición 13. IMÁGENES DE SEPARAD
cuando revisaron los libros de bautismo para llevar a cabo unas pruebas de
limpieza: «Que no escriviesen mentiras, y que no sería la primera vez que lo
avrían hecho, y mudado firmas y otras cosas semejantesx•. 89 En una nación como España hay mucha~ naciones, tan entre·
A lo largo de su historia, apenas hubo contacto efectivo entre el tribunal y mezcladas que no puede reconocerse ya a la primigenia. Israel, en
la gente fuera de las ciudades. En México, en el siglo XVI, «el 95 por lOO de la cambio. es un pueblo entre mucho~, uno aunque disperso, y por
población nunca tuvo contacto con la Inquisicióm>."" En España puede encon- doquiera aparte y distinto.
trarse una situación similar. En Cataluña, «en más del90 por 100 de los pue- IsAAC CARnoso, La excelenda de !os judíos (1679)
blos, durante más de tres siglos de existencia, el Santo Oficio no apareció
ni una sola vez:.>." 1 Ya hemos visto que los inquisidores apenas visitaban las
zonas rurales, lo que dejó, en efecto, aislada a buena parte de España del con- El alto número de casos de judaísmo de los que se ocupó la Inquisición
tacto con la Inquisición. En los campos de Castilla, en cambio, las comunica- a principios del :;iglo XVI marcó el fin de la generación de antiguos judíos
ciones eran mejores y el contacto más eficaz. Pero incluso en Toledo fueron que habían tenido conlacto directo con la ley mosaica tal como se cn:;eñaba
juzgados cinco veces más habitantes de la ciudad que campesinos,"~ testimo- antes de 1492. Cualquiera que hubiese sido castigado por judaizar en 1532
nio de las dificultades de dominar una población rural mucho más numerosa. con cincuenta años. habría tenido diez en 1492, y con esta edad habría podi-
Dado que la Lnquisición fue extraordinariamente eficaz en su campaña ini- do recordar el ambiente judaico y la pníctica religiosa de su familia. Después
cial contra los supuestos judaizantes, hay que concluir, por tanto, que fracasó de la década de 1530. aproximadamente, esta generación y sus recuerdos
cuando se ocupó de asuntos que no estaban relacionados directamente con habían desaparecido. Las cifras indican que desde 1531 y hasta 1560 posi-
la herejía. blemente sólo el 3 por 100 de los casos que pasaron por el tribunal de Tole-
do tenían que ver con judaizantes.1
Durante el resto del siglo XVI, en España no hubo conciencia de que
existiera un problema judío. En la década de 1540, los conversos prácti-
camente habían desaparecido de los juicios inquisitoriales.; Particularmen-
te a principios de siglo y en muchos ~ectores de la vida pública, había poca
discriminación contra los conversos: Samuel Abolafia, que regresó del exi-
lio voluntariamente en 1499, convirtiéndose en Diego Gómez. se integró en
la sociedad cristiano vieja a pesar de un encontronazo con la lnquisición. 4
Los sentimientos contra los judíos se manifestaban más en los prejuicios
contra ellos que en la persecución. El antisemitismo existía, pero los esta-
tutos discriminatorios de limpieza perdieron fuerza y tuvieron poca in-
fluencia real en sus vidas. También se intentó poner coto al daño social que
se podía hacer esgrimiendo el antisemitismo. Por ejemplo, era costumbre
insultar al enemigo llamándolo «judío», pero la Inquisición trató de erra-
dicar esta práctica. La parte .agraviada podía !levar su caso ante el Santo
Oficio, que era el cuerpo mejor calificado para examinar su árbol genea-
lógico, probar públicamente que la acusación era falsa y lavar así su
«honoP. En la década de 1580, a medida que se manifestaba el rechazo
274 LA lt\QLI!S!CIÓN ESPAÑOLA IMÁ.GE:-<hS DE SEFARAO 275

contra la doctrina de la limpieza. el prejuicio anlisemita también fue pues- preferen~ia g.eneral par~ celebrar al menos una fiesta, el ayuno de Esther; y
to en tela de juicio. Uno de los principales argumentm que esgrimió Salu- much~s .Judatzantes debteron aprender a comer los alimentos prohibidos por
cio fue que los judaizantes habían desaparecido casi totalmente del reino. su rehgrón pues no había mejor manera de disimular. Los judaizantes de
«y aunque arh lora nos quede algún recelo de que quedan algunas semejan- finales del siglo XVI y principios del XVII eran, por tanto, a menudo irreco~
tes, no podemos negar que de lo general no [h]ay temor ni sospecha)). Otros nocibles como judíos. Los que permanecieron aferrados a su identidad man-
escritores admitían que la mayoría de los conversos eran ya pacíficos y tenían, sin embargo, una fe inquebrantable en el Dios de IsraeL transmitían
sinceros cristianos. Diego Serrano de Silva escribió en 1623: «lH]oy se ve de padres a hijos las pocas oraciones tradicionales que podían recordar v
por larga experiencia de años que las familias que tienen raza desta infec- usaban el Antiguo Testamento católico como lectura básica. A veces, la ci-
ción son de corazón fidelíssimos christianos, devotos y píos, dando sus hi- pacidad para conservar creencia~ y costumbres antigua~ resultaba asombro-
jas a religiones, sus hijos al sacerdocio. obrando con manifiesta devoción sa. Uno de estos grupos en que tale~ creencias sobrevivieron fue descubierto
christiana~~. en 1588 en el corazón de Castilla, en el pueblo de Quintanar de la Orden (La
Muchos conversos, claro está, retuvieron su odio hacia la Inquisición. En Man~h~) y e~ sus inmediaciones.' 0 Durante varios meses, en uo proceso que
1528, en Cataluña, el tribunal detuvo a un hombre por poner en circulación culrruno e~ dtversos autos de fe entre 1590 y 1592, un centenar de personas
un manuscrito en el que se acusaba a la Inquisición de mentiras, perjurio. de puro ongen castellano fueron identificadas como judaizantes y castigadas
asesinato, robos, y de violar a las mujeres en prisión. En 1567,-en Badajoz, por ello. Se las ingeniaron, sin contacto exterior y sin tener acceso a los tex-
los inquisidores se incautaron una nota que había sido clavada en'público y tos sagrados, para preservar fielmente, en castellano, los ritos principales y
en la que se afirmaba que <<la propiedad de los cristianos nuevos'e~tá en las oraciones judaicas.
peligro; dentro de seis años ninguno quedará sin detener>>.-' \_ Una cierta cantidad de casos salieron a la luz en el sur de la península en
Pero, en general, los conversos se integraron. En 1570, cuando se pi'dió la última década del siglo XV!. En 1591, hubo un cierto número de denuncias
al inquisidor de Cuenca que visitase w distrito, optó por no ir a las zon'~s ante el tribunal de Granada. <<De esta complicidad -infoonaron los inquisi-
castellanas, <<donde se cree por la bondad de Dios que no Lh]ay herege~>}1 dores- se Lh]a descubierto de judail;antes hasla agora 173 personas sin los
sino que prefirió dirigirse a aquellas donde había moriscos, cerca de Aragón.¡ de difumas, y cada día se van descubriendo más.~> 1 ' Los acusados eran oriun-
Muchos conversos no se sentían idemificados con sus distantes orígenes, dos de la región, y en su mayoría eran mujeres. Las prácticas mosaicas eran
A veces surgían problema~ debido a las regulaciones referentes a la limpjé~ puramente residuales, transmitidas tenazmente durante generaciones por las
za de sangre, pero normalmente se superaban. En Fregenal de la Sierra{Ex- mujeres.'' El 27 de mayo de 1593 se celebró en Granada un gran auto con
tremadura) la mayor parte del pueblo estaba constituido por conversos y, por 102 penitentes, 89 de los cuales eran supuestos judaizantes. A otros acusados
lo tanto, dáhanse de buena gana unos a otros credenciales de ser cristianos procedentes del mismo caso se les hizo aparecer en el auto que tuvo lugar
viejos. El inquisidor infoonó que la gente creía con aparente sinceridad que el el 25 de octubre de 1595 en esa misma ciudad, con 77 penitentes, de los
bautismo los convertía automáticamente en cristianos viejos. Durante una vi- cuales 59 eran supuestos judaizantes. Un auto, en Sevilla, en 1595, incluyó
sita inquisitorial hecha en 1576, dijo que había encontrado más de 400 testi- 89 judaizantes.'\
gos perjuros en las pruebas de limpieza «y casi los más que pasan a Indias Con todo, el alto grado de integración de los conversos obliga a poner en
deste distrito son conversos:>>. 7 En los círculos más elevados de la sociedad, cuestión cualquier intento de identificarlos como un grupo separado dentro
donde había una mayor displicencia por la limpieza, los falsos testimonios de la población.'" A juzgar por los edictos de fe, en este período la Inquisi-
se pasaban por alto y algunos conversos no tenían muchas dificultades para ción tenía una imagen más bien confusa del tipo de infracciones que come-
colocarse. La rica familia de los Márquez Cardoso, por ejemplo. empleaba tían los supuestos judaizantes. A finales del siglo xv y principios del XVI, los
gentes de origen cristiano viejo y de noble rango que dieran testimonio de su diversos tribunales promulgaron edictos en los que se enumeraban los deli-
limpieza.R tos que podían ser identificados. Hacia 1630. el Santo Oficio estableció un
Por supuesto continuaba habiendo judaizantes, pero es difícil describirlos edicto únic;o Y común a todos los tribunales.' 4 El texto de este edicto, ya fuera
como judíos, pue~ sus herejías estaban más relacionadas con tradiciones muy por la negligencia o la ignorancia de los inquisidores, describía las prácticas
arraigadas, tanto familiares como comunitarias, que con la fe judía. 9 Virtual- judaizantes tal y como podían identificarse hacia el año 1490. pero que evi-
mente todos los signos de judaísmo habían desaparecido. La circuncisión ya dentemente siglo y medio más tarde no se de.'.arrollaban como allí se afir-
no se practicaba, pues los niños podían ser fácilmenle descubiertos; las sina- maba. En el siglo xvn, los edictos contenían descripciones de las costumbres
gogas o los lugares de reunión ya no eran viables; el Sabbat no se observaba, judías llevadas a cabo en sus más mínimos detalles, cuando el sentido común
aunque algunas prácticas aisladas se llevaban a cabo en días distintos; los indicaba que sólo un judaizante fuera de sus cabales habría practicado abier-
grandes festejos del año judío no se celebraban, aunque al parecer había una tameme cualquiera de ellas. Un edicto tipo, que evidentemente echa mano de
276 LA li\QUISICJÓN ESPAÑOLA IM.'\GI:.NCS DE SEI'.\R.\D 277
un texto del siglo anterior. contenía el siguiente pasaje en el que ~e invitaba ron castigados por la Inquisición, ni uno solo de los hombres de estas fami-
a la gente a idenlificar a los judaizantes entre lm cristianos: lias perdió su trabajo. 1' Como en la mayor parte de España, las normas refe-
rentes a la limpieLa de sangre eran letra muerta. Los hombres a:;i:;tían con
Si sahcis. o [h]aveis oydo decir c¡ue alguna o algunas personas [hlay [hjan total libertad a la universidad y ocupaban cargos en todas las instituciones im-
guardado algunos sábados por honra. y guarda, y observancia de la ley de portantes. Los casos de 1590 fueron un pequeño contratiempo. Como afirmó
Moysén. vistiéndose en ellos camisas limpias, y otra~ ropas mejoradas, y la ciudad de Granada, quedaba la cspcranLa de que todo ello se convirtiera
de fiesta5. poniendo en las me<>as mantdc~ limpio<>, y echando en las camas pronto en mero recuerdo. como los ca~os acaecidos en Murcia en la década
sábanas limpias, por honra de d dicho sábado. no haziendo lumbre, ni otra
de 1560, de los que «no queda rastro de las cosas que pasaron».'"
ws<1 alguna en ellos. guardándolos desde el \Íernes en la tarde. O que [hlayan
purgado u desebado la carne que han de comer. echándola en agua para la
desnngrar. O que [h]ayan degollado reses. o ave<; que han de comer. atravesa- La vida relativamente tranquila de los conversos españoles se transformó
das, diziendo cierta5 palabra~. catando primero el cuchillo en la uña. por ver ~i en 1600 por influjo de los conversos pmtugueses. De los refugiados que hu-
tiene mella, cubriendo la sangre con tierra. O que lh layan comido carne en yeron de España antes y durante 1492, un gran número se dirigió a Portugal,
Quaresma) en otros días prohibidos por la Santa Madre Iglesia. O que [h]ayan haciendo crecer desorbitadamente la comunidad judía, hasta alcanzar un
ayunado el ayuno mayor. que dizcn del perdón. andando aquel descalzos. quinto de la población total. Portugal no tenía todavía Inquisición, así que
O si rezas~cn oraciones de judíos,) a la noche se demandasen perdón los uno~ desde ese momento las desgracias sufridas por los exiliados españoles serían
a los otros, poniendo los padres a los hijos la mano sobre la cabe\a. sinlo5 san- obra de la corona, el clero y el populacho. A los judíos se les había conce-
tiguar. ni dezir nada, o diziendo: «De Dios, y de mí seas bendecido». O si ben- dido un permiso para residir limitado a seis meses, al precio de casi un du-
dixes~en la mesa según co~tumbre de judío~. O si re7a~~cn los Psalmos de
cado por cabeza, tras lo cual se les ofreció la misma alternativa de conv·er-
David, sin Gloria Patri. O si alguna muger guardassc quarenta día~ dc~pués
de parida sin entrar en el templo. O si quando nacen las criatura~ las circunci- sión o expulsión. Cuando llegó el momento, los judíos ricos compraron para
da5sen, o pusie~sen nombres de judíos. O si los hizies~cn raer la chrisma. o )a- sí la prolongación de la tolerancia; pero los pobres no tuvieron tanta suerte y
varios despué~ de bautiLados donde lm ponen el olio y chrisma. O si quando muchos tuvieron que volver al exilio, cruzando el mar para dirigirse a Áfri-
está alguna persona en el artículo de la muerte, la bolviessen a la pared a mo- ca. La imposición de la conversión a los judíos de Portugal fue finalmente
rir, y muerto le lava~~cn con agua caliente, rayéndole la harva. y debaxo de los modificada en 1497 con la promesa de no perseguir a lo~ converso~ en un
bra\os. y otra~ panes de el cuerpo .. periodo de veinte años. Aunque la corona se benefició tolerando esta activa
minoría, pronto fueron atizados los odios entre las comunidades y, en 1506,
Las referencias que se hacen en el edicto, tales como la costumbre de dar Lisboa fue testigo de la primera gran matanza de cristianos nuevos. A pesar
nombres judíos o de comer «carne degollada de mano de judíos». no tenían de tales estallidos de violencia, hubo poca persecución oficial hasta 1530, así
nada que ver con la realidad, ya que hacía más de un siglo y medio que que los conversos de Portugal llorecieron sin ser mole5tados precisamente
en España no existían ni nombres ni carniceros judíos.'" cuando su generación e~taba siendo erradicada en España. En 1532. el rey
La autenticidad de algunas de las prácticas judaizantes de estos años debe. Juan Ill decidió introducir una Inquisición según el modelo español. Pero el
por tanto, ponerse en cuestión. Los inquisidores estaban demasiado di5puestos establecimiento de este tribunal fue retrasado por las poderosas influencias
a identificar herejías donde no había ninguna. Aparte de dejar constancia del que los cristianos nuevm ricos tenían en Roma.--'u Finalmente. en 1540, la
odio por parte de testigos hostiles e ignorantes, los documentm procesales Inquisición portuguesa celebró su primer auto de fe. Pero sus poderes no es-
de la Inquisición también recogen actitudes y manifestaciones que no eran taban todavía bien definidos, gracias a las vacilaciones de Roma v a los enor-
características de los conversos. sino que eran compartidas por amplias capas me!> sobornos ofrecidos periódicamente por los conversm. Hasta ;l 16 de julio
de la población cristiana. Los insultos a Jos santos, a la Virgen, a los sacerdo- de 1547 no publicó el papa la bula que finalmente establecía la estructura de
tes, a la misa, y al propio Jesucristo eran, como hemos visto, bastante comu- una Inquisición portuguesa independiente.
nes entre los españoles. Es posible que tales insultos constituyeran una de las La introducción de una Inquisición en Portugal fue uno de los factores
pocas opciones disponibles para los conversos resentidos, 17 pero no pueden que provocó la emigración en masa de cristianos nuevos portugueses que re-
interpretarse como indicio de que existía la tendencia a judaizar. gresaron a España. para muchos de ello!>, el país donde hablan nacido. En los
El grado de integración puede percibirse con exactitud en contextos que tres tribunale5 de la Inquisición portuguesa en Lisboa, Évora y Coimbra, en-
parecen señalar lo contrario. Las familias implicadas en el auto de fe en Gra- tre 1547 y 1580 hubo 34 autos de fe. con 169 relajaciones en persona, 51 en
nada en la década de 1590 procedían todas de la burocracia de clase media efigie y 1.99g penitentes.' 1 Puede argüir~e que esta actividad, en un país con
y ocupaban cargos importantes en el municipio y en la Chancillería. Pues un porcentaje tan grande de descendientes de judíos, fue menos intensa que
bien, aunque muchos de sm familiares ~en su mayor parte mujeres~ fue- la que se dio en los primero~ años de la [nquisición e5pañola, pero así y todo
278 LA INQLJSJCJÓN ESPA!\"OLA IMÁGEI'<CS DE SEFARAD 279

ejerció una gran impresión sobre los afectados. El retomo de los conversos a dad de integrarse se ganaban la vida como comerciante~ y practicando profe-
España comenzó a producirse en torno a 1570,'~ antes de que se consumara siones liberales. Los recién llegados de Portugal que residían en Jos alrede-
en 1580 la unión de las dos coronas en la persona de Felipe II. La unión, que dores de Ciudad Rodrigo y Badajoz eran comerciantes y administradores de
supuso un incremento en el rigor inquisitoriaL probablemente aceleró el movi- impuestos. De la~ 343 ocupaciones de las que tenemos conocimiento entre
miento de regreso. En 1586, el cardenal archiduque Alberto de Austria, que era los judaizantes juzgadm en Granada durante el siglo XVII, algo más de la
gobernador de Portugal, fue nombrado inquisidor general del país, lo que dio mitad eran comerciantes; los tenderos, los médicos y los recaudadores de
por resullado que en 19 años (de 1581 a 1600), los tres tribunales portugueses impuestos también ocupaban un lugar preeminente entre las profesiones más
fueran testigos de 50 autos de fe, en 45 de los cuales hubo un total de 162 re- habiluale~?' En la zona de Cuenca los nuevos emigranles eran pequeños co-
lajaciones en persona, 59 en efigie y 2.979 penitentes.~\ No es de extrañar, merciantes y prestamistas. Su aptitud para los negocios dio lugar a que los
pues, que, a finales del reinado de Felipe 11, la Inquisición española se alar- españoles de la LOna dijeran de ellos, en una frase muy elocuente sobre
mara al descubrir dentro de España la existencia de una nueva amenaza: la de la persecución subsiguieme. que eran «gente muy rica y cobdiciosa» y que
Jos portugueses que habían huido de su propia Inquisición. «tenían muy bien de comer y grande tratm:>. 3 ~
Habiendo comprobado la animadversión de la Inquisición hacia las mi-
norías raciales, especialmente hacia los moriscos, y hacia los extranjeros en El retorno de los portugueses supuso la aparición de una nueva tendencia
general, pero sobre todo hacia los franceses, sería aventurado pensar que el en la vida de los judíos peninsulares. Hasta entonces, lo normal era o inte-
tribunal trató a los emigrantes portugueses con ecuanimidad. Todm lo~ indi- grarse o emigrar. Desde fechas muy anteriores a 1492, conversos y judíos ha-
cios apuntan que su posición como extranjeros, incluso más que su linaje bían, marchado al extranjero. A partir de entonces, la añoranza de Sefarad
judío, fue lo que les convirtió en centro de atención. trajo de vuelta a una nueva generación a la tierra de sus padrcs.\0 Algunos
A partir de la década de 1590, la presencia de judaizantes portugueses volvieron del extranjero, otros simplemente cruzaron la frontera desde Portu-
en los procesos inquisitoriales se fue haciendo cada vez más significativa. En gal De ellos, más de uno vivió para lamentar haber regresado. Así le ocurrió
1593, los inquisidores de Cuenca, puestos en guardia sin duda por el recien- a Baltasar López. detenido en Santiago en 1677, quien lamentó no haber per-
te caso de los judaizantes castellanos de Quintanar, iniciaron una investiga- manecido en Bayona (Francia), donde tenía su hogar y a su mujer y donde
ción de largo alcance entre un grupo de familias portuguesas de Alarcón.'' al menos había podido «vivir como judío con libertad». 1 '
En la década de 1600, la preponderancia de los judaizante portugueses se Los inmigrantes dieron una nueva perspectiva a la vida de la Inquisición,
hizo clara e innegable. Tomemos algunos ejemplos al azar: en el auto de fe la cual se enconlfó ahora con que tenía que luchar contra la voluntad real,
celebrado en Córdoba el 2 de diciembre de 1625, 39 de los 45 judaizantes que deseaba tolerar la existencia de vasallos tan ricos como aquellos portu-
penitenciados eran portugueses, y los 4 relajados eran también de dicha na- gueses. Poco después de 1602, los portugueses ofrecieron a Felipe 111 una
cionalidad; otro auto celebrado en la misma ciudad el 21 de diciembre donación de 1.860.000 ducados -por no mencionar !m espléndidos regalos
de 1627 incluyó a 58 judaizantes, todos ellos de Portugal, figurando portu- a sus ministros- si la corona concedía un perdón general a los judaizantes
gueses en las 18 relajaciones, de las cuales 5 fueron en persona. En un auto de su nación por todos los delitos anteriores. Que los conversos podían per-
celebrado en Madrid el 4 de julio de 1632, 17 de las 44 víctimas eran portu- mitirse el pago de tan gran suma se deduce de su propia confesión de que
gueses, y, de modo similar, en el celebrado en Cuenca el 29 de junio de 1654, podían valorarse en ochema millones de ducados en total. Dada la penuria
18 de los 57 también lo eran. Finalmente, en el auto de fe celebrado en Cór- del tesoro real, ni que decir tiene que tal oferta fue aceptada. y se hizo la de-
doba el 3 de mayo de 1655, tres de los cinco judaizantes relajados eran bida solicitud a Roma. El 23 de agosto de 1604, se promulgó el decreto papal
portugueses, así como siete de los nueve castigados a otras penas, y casi de perdón, que fue publicado el 16 de enero de 1605; con esta última fecha,
todos los 43 reconciliados eran de esa misma nacionalidad. 25 La decadencia los tribunales portugueses pusieron en libertad a un total de 41 O prisioneros.':
de la judería española fue sustituida por la marea de cristianos nuevos portu- Con tan sorprendente acuerdo, la corona española reconocía su bancarrota
gueses, que alimentaron las llamas y los cofres de la monarquía hispánica. financiera y su disPJsición para dejar de lado los ideales religiosm cuando
De las más de 2.300 per~onas procesadas por judaizantes por los tribunales los beneficios del soborno excedían a los de las confiscaciones.
españoles entre la década de 1660 y la de 1720, el 43 por lOO era de origen Sin embargo, esto no significó más que un respiro temporal en el trabajo
portugués. 26 de la Inquisición, la cual retornó a sus actividades tanto en Portugal como en
Muchas de las familias conversas de la generación anterior se habían fun- España, tan pronto como las condiciones del perdón hubieron dado sus fru-
dido para entonces en la sociedad castellana. Las familias que residían cerca tos. En Portugal, sobre todo, la Inquisición se puso manos a la obra con una
de Ciudad Rodrigo, por ejemplo, se dedicaban a la labranza y la ganaderíaY meticulosidad que no había mostrado en tiempos anteriores, y cuando,
En cambio, los nuevo~ conversos, que todavía no habían tenido la oportuni- en 1628, los prelados de Portugal propusieron nuevas medidas que habían de
2RO LA INQUISICIÓ"i ESPA:\JOLA
J\1AGh:-JES DE SEFARAD 281

ser aplicadas contra los cristianos nuevos. é5tos pagaron a Felipe lll otra bo- El conde duque de Olivares, primer ministro de Felipe IV, veía las cosas
nita suma, probablemente superior a los 80.000 ducados. para que les pcmli- a una luz muy diferente. Ignoró todas las propuestas que podían estorbar >.os
tieran trasladarse a España. Sin embargo, no sólo emigraron a España, sino planes para aprovecharse de las finanzas judías a fin de restaurar la solidez
a otro~ países extranjeros, donde aumentaron el número de las minorías ju- económica de la monarquía, y los años en que él gobernó España conocieron
el mayor florecimiento de los banqueros conversos. '-1
días resultado de la diáspora, sobre todo en Francia, Holanda e Inglaterra.
Sus modificacione~ a los estatutos Ue limpieza en 1 623 fueron la pri-
Que tal emigración fue una gran pérdida para el país fue cosa evidente para
mera ruptura pública contra el antisemiti5mo oficial. En 1634 v de nuevo
todm, convirtiéndose en el principal argumento de discusión entre los portu-
en 1641 se dice que llevó a cabo negociaciones con los judíos ¿xiliados en
gueses residentes en España y los ministros reales durante el reinado de Fe-
África y Oriente Próximo, tratando de persuadirles de que regresaran a
lipe IV. Los comerciantes cristianos nuevos enviaron un memorándum al
España. con garantías que pondrían fin a las consecuencia" negativas de su
rey, en el que afirmaban que ellos eran el principal apoyo económico de la
expulsión. Esta política, radical y ciertamente impopular, parece haber con-
corona, puesto que contribuían tribuido a la caída de Olivares.
En 1628. Felipe IV concedió a los banqueros portugueses la libertad para
enbiando a la India oriental infinitas nabe~ cargada~ de mercadoría~. con cuio~
comerciar y para establecerse sin restricciones, esperando de ese modo recu-
derechos entradns y snlidas se ~ostentan la~ armndas y 5e enriquese el Reino
con la ~aqua dellas para otra~ partes, ya sustentando el Brazil y fabriqando los perar parte del comercio con las Indias. que ahora estaba en manos extranje-
engenio~ de que se sacaba el asúqar para toda la Europa. Ya ~u~tentando el ras. Gracias a esto, los cristianos nuevos extendieron su influencia a las prin-
Corner~io de Angula, Caboverde y otras conquistas de que se saqavan para cipales rutas comerciales entre España y América. Sin embargo, por mucho
Vuestra Magestad tantoq derechos y a las Indias clavan esclavo~ para el ser- éxito que tuvieran en sus negocios, no podían escapar a las consecuencias de
vi~sio dellas; y atravesando y comcrsiando desde E~panha en todo el mundo; su origen racial. y varios de ellos habrían de sufrir los 1igores de la Inquisi-
últimamente ~iendo [h]oi en Portugal y Castilla lo~ que acuden al trato de la ción. A partir de la década de 1630 hasta la de 1680, algunos de los hombres
mercans~ía y a lo~ arrendamientos de las Reale~ Rentas de Vuestra Magestad más ricos de España se vieron arminados en fortuna y prestigio por obra de
y a los a~icntos que se [h[ascn para fuera del Reino.'-' la Inquisición. Entre ellos, los banqueros portugueses sufrían, además, el in-
conveniente de estar identificados con su nación, que se había rebelado con-
Afirmaban, además, que a causa de la emigración, se estaban perdiendo tra Madrid después de 1640. a lo que había que "umar que con la desgracia
las ventajas de sus servicios, de lo que 5e beneficiaban Ruán, Burdeos, Nan- de Olivares en 1643 desaparecía su último gran protector.
tes y Florencia. Las autoridades españolas se mostraban susceptibles ante En 1636, la Inquisición sometió a proceso al financiero Manuel Fernán-
esta clase de argumentos y a los informe5 de que las potencias comerciales, dez Pinto por judaizante. Éste. en una ocasión, había llegado a prestar a Fe-
especialmente Holanda y -después de Cromwell- Inglaterra, estaban con- lipe IV la suma de 100.000 ducados. En ese momento. el tribunal le sacó por
troladas por los judíos. Por Jo tanto, había que retener a Jos comerciantes medio de las confiscaciones la enorme suma de 300.000 ducados. 36 Aún más
portugueses en la península. Esto se hizo más fácil después de la primera importante que Pinto fue el caso de Juan Núñez Saravía,'' del que tenemos
bancarrota del estado durante el reinado de Felipe IV, en 1626: las pérdidas las primeras noticias cuando contribuyó con otros nueve financieros portu-
sufridas por los banqueros genoveses crearon un vacío en el que 5e infiltra- gueses en un préstamo de 2. 159.438 ducados hecho a Felipe IV en 1627. En
ron los financieros portugueses. no sin grande~ protestas de Jos hombres de 1630, Saravía fue denunciado a la Inquisición como judaizante y protector
la época. Uno de ellos. el escritor Pellicer de Ossau, manifestó sus objecio- de judaizantes. El tribunal no emprendió ninguna acción contra él, pero con-
nes en 1640, de la siguiente manera: tinuó acumulando pruebas procedentes de Francia y América, mostrando que
además de sus errores religiosos, Saravía era culpable de exportar oro y pla-
Se creyó que podrían rcmcdiar~e de algún modo los daños ocasionados por ta en barras a sus correligionarios del extranjero, y de importar a cambio
los asentistas genoveses. confuíndo~c en su lugar a los portugueses, que corno moneda de ley inferior. A principios de 1632. Saravía fue detenido junto con
vasallos entonces de esta corona, las utilidades de dio~ redundarían al mismo su hermano Enrique, y, tras los usuales retrasos de la Inquisición, Juan fue
tiempo en beneficio de e~ta misma. Pero huyendo de un escollo ~e dio en otro sometido finalmente, en 1636, a tormento leve; pero no confesó nada. Fue
muchísimo mayor: porque siendo la mayor parte de los negocinntes portugue· condenado a abjurar de vehementi y multado con 20.000 ducados. apare-
se5 judíos, por miedo de la Inquisición sólo tenían en España algunos factores, ciendo con su hermano y otro~ judaizantes en el auto de fe de Toledo del
y sus casas principales estaban establecida~ en Flandc~ y otra~ ciudades del 13 de diciembre de 1637. La Inquisición podía esperar grandes beneficios de
norte: con lo cual. llevando hacia aquellas partes la sustam:ia de E~paña, lejos
hombres de la categoría de Saravía, y además de la multa impuesta a Juan,
de beneficiar a é~ta, aumentaron mucho má~ la~ fuerns de los holandese~ y
se estima que su hermano Enrique fue condenado a confiscaciones que
demás herejes. 1"
282 LA l"<QU!SJCIÓN ESPAÑOLA IMÁGENES DE SEPARAD 283

ascendieron a má~ de 300.000 ducados. Juan Saravía se arruinó, sin duda, en testimonio, «les pareció mejor dar salto de mata que estar en un calabozo
un proceso que destruyó su reputación y le obligó a pasarse cinco años hasta que se averiguase la verdad~~ (29 de mayo de 1655). El autor de este
en una prisión inquisitorial. porque no volvió a aparecer nunca más entre diario pensó que era muy grave que testigos falso~ fueran capaces de arrui-
los banqueros que servían a la corona. nar las vidas de hombres prominentes como éstos:
A partir de 1640, como ya hemos observado, los financieros portugueses
en España se vieron en una posición difícil, sin patria y sin apoyo oficial, Lo cierto es que ~i lo es lo que se dice que se estila en aquel Santo Tribu-
particularmente tras la caída de Olivares/~ Los más ricos entre ellos fueron nal de no castigar te~tigos falsos, porque nadie delataría si se hiciese, e~ teni-
ble y aun inhumana cosa, dejar al arbitrio de dos enemigos mal intencionados
eliminados uno a uno. En 1641, un tal Diego Saravía, probablemente parien- la vida, honra y hacienda del que puede estar inocente. como se ve cada día
te del anterior, fue juzgado por la Inquisición y sufrió la confiscación salir muchm libres de estos trabajos después de haber padecido tantas inco-
de 250.000 ducados en oro, plata y moneda acuñada. En 1646, el anciano modidades y años de cárcel.
financiero Manuel Enrique fue arrestado y condenado y, en 1647, otro linan- Lunes 13 a media noche prendió la Inquisición 14 portugueses tratante~.
ciero cuyo nombre no se cita en los registros fue juzgado en Toledo. Los re- hombres de negocios, en particular dos tabaquistas. uno de la Puerta del Sol y
gistros nos muestran las estrechas relaciones que había entre las víctimas. En otro de Palacio. Esta gente retoña como hongos (15 de septiembre de 1655).
1646, por ejemplo, los bienes del rico financiero Esteban Luis Diamante fue- Desde el sábado pasado, ha preso la Inquisición en esta corte 11 familias
ron secuestradm por la Inquisición. Diamante era socio en la firma banca- de portugueses ... En la calle de los Peromostcmes se fabrica muy aprisa una
cárcel de propósito, muy capaz para tanta gente como cada día cae en la rato-
ria de sus cuñados Gaspar y Alfonso Rodríguez Pasarino, el último de los
nera. Tiénese por cierto que no hay portugués alto ni bajo que no judaíce en
cuales estaba en la cárcel acusado de judaizante, mientras que el primero se Madrid (18 de septiembre de 1655).
salvó emprendiendo la huida. Alfonso tenía una hija llamada Violante, que No queda tendero en tabaco en Madrid que no le prenda la Inquisición. Es-
estaba casada con el eminente financiero Simón de Fonscca Piña, un rico y tos días han llevado dos familias padres e hijo~ y otros muchos escurren la bola
astuto negociante que al parecer jamás entró en conflicto con el Santo Ofi- a Francia (23 de octubre de 1655).
cio. Los bienes confiscados en esta ocasión a los Pasarino probablemente
sobrepasaron los 100.000 ducados. 39 La condena de los judaizantes y la huida de los ricos, provocó precisa-
Aparte de los pocos que tenían riquezas, había familias enteras de con- mente la situación que Olivares había tratado de evitar: la bancarrota entre los
versos corrientes que residían en Madrid y que sufrieron el recrudecimiento comerciantes de Madrid y otras ciudades, hasta el punto de que nadie confia-
de la persecución. La década de 1650 vio el comienzo de una serie de arres- ba ni siquiera en los principales banqueros, disminuyendo muchísimo el gru-
tos indiscriminados y de juicios que reinstauraron el reino del terror para la po de los que la corona podía esperar ayuda. Siguieron rodando cabezas:
minoría conversa de origen portugués en España. Un contemporáneo, vecino
de Madrid a mediados de siglo, nos proporciona el dramático relato de los Hubo auto en Cuenca. Juró Brito de vehementi: e<.:háronle sambenito y des-
hechos y de los rumores sobre los arrestos: 40 tierro del reino y 6.000 ducados. Montesinos corrió la misma fortuna. pero el
dinero fue más: 10.000 ducados. Blandón. media aspa. 4.000 ducados. El Pela-
do, 3.000 ... Todos éstm eran de aquí o por lo meno~ re~idían año~ había en
De portugueses no se fían, que cada día quiebran y se van huyendo de la la cmte; hombres muy ricos (R de enero de 1656).
Inquisición; y después del auto de Cuenca, me aseguran que se han ido más de
200 ca~as con toda su familia a la deshilada. de la noche a la mañana. Todo
Brito era el financiero Francisco Díaz Méndez Brito, que fue obligado
esto puede el miedo (22 de agosto de 1654).
En Sevilla prendieron cuatro mercaderes portugue~es riquísimos a prime- a hacer penitencia en una ocasión en Madrid y que en 1651 fue otra vez en-
ros de abril. en una noche, por la Inquisición (17 de mayo de 1655). carcelado por la lnqui~ición. Montesinos era el banquero y comerciante Fer-
Los Cardo~o se fueron a Amsterdam y se llevaron 200.000 ducados de la- nando de Montesinos Téllez, prominente financiero que había sido encarce-
nas y 250.000 en oro. Dícese porque les quería prender la Inquisición, como en lado en 1654 a la edad de 66 años junto con su esposa Serafina de Almcida
otras he dicho, y así van a buscar tierra donde se viva con más desahogo que por la Inquisición de Cuenca. Serafina era prima de la familia Cortizos, de
en España, que por acá les dan muy malos tratos (2 de junio de 1655). la que ya hablaremos. Fernando era un hombre de enorme fortuna. En el mo-
mcnlo de su detención su capital ascendía a 567.256 ducados; buena parte de
Los ricos hermanos Cardoso, que administraban la recaudación de im- esta suma la tenía depositada en Amsterdam, así que su capital efectivo fue
puestos en varias provincias, huyeron porque un chantajista les amenazó con calculado en 474.096 ducados. Sólo los bienes muebles de su casa estaban
testificar que eran judaizantes, a menm. que le pagaran por su silencio. En- valorado~ en 10.000 ducados, testimonio de su opulencia. 41 Sin embargo, la
frentados con la posibilidad de tener que probar su inocencia contra un falso Inquisición ~e limitó a castigar al matrimonio, sin tocar su fortuna para nada.
284 LA INQUISICIÓ:">- f'SPA.:\JOI.A IMÁUENF.S DF ~EE-\RAD 285

A Fernando y Serafina les impusieron una multa de 8.000 ducados. Tras esto, familia judaizaban, el hijo de Manuel, Sebastián, fue nombrado embaja-
se marchó dor de España en Génova; mientras que otro de los hijos, Manuel Jo!>é Cor-
tizos, continuó trabajando como banquero de la corona, obtuvo el título de
a Amstcrdam a vivir a sus anchura5. temeroso no le quemen ~¡ le vuelven a viL:conde de Valdefuertes en 1668 y poco después el de marqués de Villa-
prender. Dejó a sus hijos emancipados, habiéndole~ dado en vida toda su flores. Durante el reinado de Carlos TI, Corti?Os fue el banquero que más
hacienda. Créese la irán pasando allí po<.:o a poco, y que otro día harán lo mcs- servicio~ prestó a la corona. En 1679, a causa del endeudamiento de su~
mo que él (22 dc noviembre de 1656). acreedores. se vio en la necesidad de solicitar una moratoria sobre sus tran-
sacciones, a pesar de que sus posesiones se valoraban en varios millones de
Al parecer, una vez en Amstcrdam. Monte5inos volvió a practicar abier- ducados.
tamente el judaísmo. Pero sus hijos, lejos de seguir su ejemplo, continuaron Luis Márquez Cardoso, otro administrador de tabaco de alta posición so-
los servicios financieros de la familia a la corona. La gran dct1ación de 1680 cial, fue reconciliado junto con su mujer en el auto que se llevó a cabo en To-
fue el comienzo de su ruina como banqueros, y, a principios del siglo xvm. ledo en noviembre de 1669. En agosto de 1691, Simón Ruiz Pessoa, impor-
se vieron obligados a liquidar. tante banquero portugués que manejaba los derechos aduaneros de Andalucía
La actitud liberal de la Inquisición hacia la fortuna de los Monte!>inos no entre 1683 y 1685, fue detenido por la Inquisición en Madrid. En 1694, Fran-
fue dictada por el desinterés. El hecho era que estaban apareciendo ante cisco del Castillo, miembro de la Contaduría Mayor de Cuentas, nacido en
el tribunal tantos financieros ricos que el gobierno se alannó ante la posi- Osuna y residente en Écija, fue arrestado por el tribunal en Sevilla.
ble amenaza para la estabilidad financiera de España. El 7 de septiembre El banquero más importante de los que fueron arrcstado1> en este reinado
de 1654, el Consejo de Hacienda llegó a un acuerdo con la Inquisición, por fue Francisco Báe.t: Eminente. No tornó parte en el comercio internacio-
la cual ésta se ocuparía sólo de las propiedade!> pen.onalcs de los acusados, nal, pero debía su considerable fortuna a la administración de las renta!> de
mientras el dinero de los contratos oficiale~ ~eguiría siendo tratado por éstos. aduanas de Sevilla. Andalucía y las Indias (los almojarifa.t:go1>), y también
El acuerdo tuvo la virtud de diferenciar entre los financieros y sus negocios. proveyó al ejército real y a la armada en Andalucía. Durante su administra-
Como resultado, ya vemos que el encarcelamiento de personajes Lan impor- ción en 1686 se tomaron tales duras medidas contra los contrabandistas que.
tantes como Femando Montesinos no supuso automáticamente la disolució~ según un coetáneo «vinimo~ a experimentar lo que tenían por imposible en
de ~us negocios. Cádiz. de que no hubiese metcdore!>». Eminente era miembro de la Conta-
En el auto de fe celebrado en Cuenca el 29 de junio de 1654 figuraban duría Mayor y en vista del hecho de que la mayor parte del comercio caste-
entre los reos el financiero Francisco Coello, administrador de impuestos en llano pasaba a través de Andalucía, su trabajo fue de la máxima importancia
Málaga." En 1658. Francisco López Pereira, administrador de impue~tos para la corona, a la que sirvió, como más tarde admitió el gobierno, «por
en Granada. y que ya había sido juzgado por la Inquisición de Coimbra en espacio de más de quarenta años. con el crédito, industria y zelo que fue no-
1651, hizo otra aparición ante el tribunal en España, pero su caso fue sus- torio». A pesar de esta larga trayectoria de servicio y de !>U avanzada edad,
pendido. Diego Gómez de Salazar, administrador del monopolio de tabaco en el 26 de diciembre de 1689 fue arrestado repentinamente por la Inquisición
Castilla y ferviente judaizante, fue reconciliado en el auto que se llevó a cabo en Madrid. Su socio Bernardo de Paz y Castañeda fue arrestado más o me-
en Valladolid el 30 de octubre de 1664 y ca~i toda su familia fue condenada nos al mismo tiempo. Las detenciones no alteraron el crédito que merecía la
a su debido tiempo. firma de Eminente, que había pasado a su hijo Juan firancisco en abril
Entre los conversos más prominentes de mediados de siglo estaba el ban- de 1689, y que continuó con é-xito funcionando bajo su mando en el siglo
quero Manuel Cortizos de Villasantc, nacido en Valladolid de padres portu- siguiente.
gueses.4' Su a!>tucia y sus tratos financieros lo elevaron a las categorías más De esta manera, en el siglo xvn, los judaizantes se convirtieron de nuevo
altas del reino y en los últimos años de su vida llegó a ser caballero de la en la principal preocupación de la Inquisición: en el tribunal de Toledo lle-
orden de Calatrava. señor de Arrifana. miembro del Consejo de Hacienda y garon a con!>lituir casi la mitad de los casos juzgados. En la década de 1670
secretario de la Contaduría Mayor de Cuentas, principal departamento del hubo un notable incremento de procesado~ en Andalucía. 44
tesoro. Todo esto ocurría en una época en la que los estatutos de limpieza
conservaban plena vigencia. Al morir, en 1650. se descubrió de pronto que El judaísmo más activo de los portugueses dio nuevo aliento a los con-
había sido un judaizante secretamente y que había sido enterrado de acuerdo versos españoles, contribuyendo a crear una conciencia judcoconversa total-
con los ritos judíos. Este descubrimiento hubiera llevado nonnalmente a la mente nueva en la Europa occidental.
ruina a lOda su familia, pero su rango y su posición influyente la salvaron del Resulta irónico que tal conciencia tuviera sus raíces en E~paña, por-
desastre. En efecto, a pesar de la sospecha de que otros miembros de la que en la península la mayor parte de los conversos permaneció al margen
286 LA lNQLJSJClÓN ESPAi\OLA lt\IÁGEl\'ES DE Sti-ARAD 287

de la judería internacional. Es extraordinario, por ejemplo, que el movimien- Mostró una mayor determinación otro exiliado, Gaspar Méndez, quien
to milenario de Sabbatai Zevi, que abarcó la totalidad del mundo judío y que huyó a Amstcrdam donde cambió su nombre por el de Abraham Idana y
encontró a su mejor polemista en el rabino nortcafricano Jacob Saportas," en 1686 escribió un durísimo ataque contra la Inquisición, porque «obligán-
parece no haber causado ninguna agitación en España, aunque la Inquisición dolos con ynauditos tormentos a que muchos confiesen por fuerza lo que no
estaba al tanto del fenómeno v advirtió a sus tribunales que se mantuvie- hicieron, y esto [hla sido y es causa que mucho~ que [hjan preso, entrando
ran alerta en los puertos para detectar cualquier emigración inusual de con- en las cárzeles sin conocimiento de otra cosa más que ~er crü.tianos fh]an
versos. De igual manera, no hubo apenas desarrollo activo del pensamiento salido judíos. Esta fue la causa de retirarme de tierra donde domina tal
judío español. tribunal>>. 511
Pero la añoranL:a por Sefarad impregnó el pensamiento de los judíos de Iberia, pese a los ecos de la Inquisición. unió a los exiliados judíos y con-
la Europa occidental, estimulando el desarrollo de las ideas y la literatura. versos en un único vínculo, convirtiéndoles a todos ellos en «hombres de la
Paradójicamente, los conversos que vivían en el extranjero pensaban que eran nación>>. Incluso los que hacía ya tiempo que no eran judíos practicantes sin-
diferentes a los otros, diferentes incluso a los otros judíos, precisamente por- tieron que les unía un lazo profundo, basado menos en la religión que en los
que procedían de Sefarad. El cultivo de las costumbres ibéricas se convirtió orígenes comunes, con el mundo converso del que procedían. 1 ' Unos cuantos
en un rasgo característico de las comunidades en el exilio:'" En Amsterdam de los que habían contribuido a forjar este nuevo tipo de conciencia conversa
había libertad de prensa a disposición de los que quisieran publicar, pero en Europa rompieron firmemente con el judaísmo ortodoxo. Entre ellos figu-
Sefarad seguía representando el hogar, y muchos eran profundamente cons- raban Uricl da Costa, Isaac Orobio de Castro y. un escalón más arriba, Spi-
cientes de que sus raíces estaban allí. Entre ellos estaba el joven ~pinaza, de noza. Orobio, nacido en 1617 en Portugal, se mudó con su~ padres a Má-
origen español aunque vivió toda su vida lejos de la península. Esta no era laga a mediados de siglo.'"' Estudió medicina en la Universidad de Osuna. En
el terreno más apropiado para el pensamiento especulativo judío, un hecho 1654, él y su familia fueron detenidos por la Inquisición de Sevilla bajo la
que llevó al exilio a los personajes conversos más conocidos de este período. acusación de ser judaizantes. Comparecieron en un auto de fe, pero ~e les
Isaac Cardoso (m. 1680), profesor en Madrid y Valladolid y médico de Feli- castigó con benignidad y, finalmente, en 1658, fueron puestos en libertad.
pe IV, dejó el país en 1648 y fue a vivir como judío a Venecia, donde publicó Abandonaron España un par de ai'íos más tarde. Orobio llegó en 1662 a Ams-
su Philosophia libera (1673), que era una exposición de filosofía atomiHta terdam, donde participó en el activo mundo intelectual de los judíos. En el
basada en Gassendi y que poco debía al judaísmo."' trasfondo del pensamiento de la diáspora sefardita siempre permaneció el
Unos cuantos individuos se exiliaron, pero a su pesar. Enríque.L Gómez recuerdo de España. A través de hombres como Orobio, «el pensamiento
(Cuenca, 1600), cuyos padres habían sido juzgados por la Inquisición y que social de España encontró la vía de entrada en los escritos de los judíos de
se reconvirtieron al judaísmo en Francia, permaneció tan ligado a la año- Amsterdam».-"
ranza de Sefarad -la única tierra que podía proporcionarle público lector
para la lengua en la que escribía- que regresó a España en 1650 y escri- Así, los años finales del siglo xvu, erróneamente con5idcrados todavía
bió durante trece años en Sevilla bajo el seudónimo de Fernando de Záratc. por muchos como año~ de decadencia, fueron un período en el que los con-
Mientras estuvo en Ruán, en 1647, Gómez escribió la segunda parte de su versos no sólo abrieron nuevos horizontes. sino que contribuyeron a sembrar
Política angélica, un programa de reforma razonada de la Inquisición: pe- nuevas corrientes de pensamiento. En la península, lo~ conversos emergieron
día Gómez que los testigos se identificaran, que se suprimieran las confis- en la vida pública. La tolerancia hacia ellos, sin embargo, se veía compensa-
caciones, que se prohibieran los sambenitos y que los juicios fue~en rápidos. da por los últimos coletazos de persecución de algunos tribunales, en espe-
Reservó las críticas más agrias para la práctica de la limpieza, a la que cial el de las islas Baleares. El-embajador francés, el marqués de Villars, fue
llamaba «el más bárbaro arbitrio que entre la christiandad ha sembrado el testigo de esta mezcla de tolerancia y persecución. E~tuvo presente en el gran
Demonio ... Con él se han ausentado del reino la~ mejores familias, ha auto de junio de 1680, y observó que «estos castigos no hacen disminuir
hecho este arbitrio millares de infieles, ha tiranizado el amor del prójimo, apreciablemente el número de los judíos en España y sobre todo en Madrid,
ha dividido los pueblos, ha eternizado venganzas>>. ~ Mientras vivía en
4
donde mientras se castiga a unos con gran severidad uno puede ver a otros
Sevilla tuvo la oportunidad, poco corriente, de contemplar cómo era que- ocupados en la finanza, estimados y respetados a pesar de ser conocida su
mado en efigie en un auto celebrado en esa ciudad en abril de 1660. Fi- ascendencia judaica». 54
nalmente, fue atrapado por la Inquisición. Detenido en septiembre de 1661, Entre los conversos más destacados de la última centuria se encuentra un
murió de un ataque al cora7Ón en los calabozos de la Inquisición en marzo personaje cuya carrera ilustra plenamente la extraña mezcla de tolerancia e
de 1663; en julio de ese año se le condenó de nuevo a ser quemado en efi- intolerancia propia de aquellos días, el doctor Diego Mateo Zapata.'j Hijo de
gie en un auto. 49 padres portugue~e~. había nacido en Murcia en 1664 y fue criado por su

288 LA INQUISIC!Ó!•> ESPA:'.JOLA IMÁGENES DE SEFARAD 289

madre en el judaísmo secreto. En 1678. fue detenida y torturada y apareció Mallorca de agosto de 1391, y Vicente Ferrer extendió sus actividades pro-
en un auto de fe en 1681. Su padre fue detenido bajo sospecha, pero fue selitistas a la isla en 1413. Hacia 1435 se daba por supuesto que toda la
puesto en libertad. Zapata estudió medicina en la Universidad de Valencia y población judía había abrazado el cristianismo, pero al igual que en la Espa-
más tarde marchó a Alcalá. donde encontró la protección de Francisco Enrí- ña peninsular, se creyó necesari-o introducir la Inquisición para erradicar los
quez de Villacorta, médico de origen judío. Se mudó a Madrid y gracias a sus casos dudosos. Los primeros autos de fe mostraron la existencia de un pro-
contactos pudo prosperar. En 1692 fue detenido en Madrid por la Inquisición. blema real: en 1489 hubo 53 relajaciones de conversos, la mayoría de los
que lo acusó de judaizante, y pasó un año en las celdas del tribunal en Cuen- cuales fueron quemados en efigie por haber escapado. El 26 de marzo
ca. El juicio se suspendió y fue puesto en libertad en 1@3. En 1702 fue ele- de 1490 después de que no menos de 424 conversos hubieran respondido a
gido presidente de la Real Sociedad de Medicina de Sevilla. A principios del las condiciones de clemencia ofrecidas en el edicto de gracia, se reconcilia-
siglo XVIII lo encontramos rico y en la cima del éxito en Madrid. en pose~ión ron 86 de ellos. El 31 de mayo de 1490, hubo 36 relajaciones y 56 recon-
de una gran biblioteca en la que ~e hallaban obra~ de Bacon, Gassendi, Bay- ciliaciones. Hasta septiembre de 1531 todas las personas relajadas por la
le, Paracelso. Pascal y otros filósofos. En 1721 fue detenido por sorpresa y Inquisición mallorquina eran de origen judío, ascendiendo en aquella fecha
acusado de nuevo de judaísmo, apareciendo en un auto de fe en Cuenca en el número total de relajaciones a 535.-18 Hacia la década de 1530 ocunió en
1725; en él fue condenado a diez años de destierro y a la pérdida de todos Mallorca el mismo fenómeno que observamos en la España peninsular: el
sus bienes. Regresó al trabajo activo en Madrid, contribuyó a fundar la Real número de víctimas conversas decayó rápidamente y toda una generación
Academia de Medicina en 1734, y murió en l 745. de judaizantes cesó de existir. A este problema, sin embargo, sucedió el de los
Su Ocaso de las formas aristotélicas, que apareció ese mismo año de moriscos, agravado por el hecho de que muy a menudo los moriscos valen-
1745, fue publicado póstumamente. En esta obra abandonaba de modo radi- cianos decidieron refugiarse en las islas Baleares. En Mallorca tuvieron lu-
cal su devoción primera por los principios de Galeno. que aún dominaban la gar reconciliaciones en masa de moriscos desde 1530 y las primeras nueve
práctica de la medicina ortodoxa en España. Zapata comparte con el doctor relajaciones ocurrieron en el auto de fe del 10 de julio de 1535. Entre 1530
Juan Muñoz Peralta la triste fama de haber sido los últimos médicos que es- y 1645 se reconciliaron 99 moriscos en Mallorca, 27 de ellos en el año
tuvieron en manos de la lnquisición. 56 Peralta había destacado lo suficiente de 1613.>9 La correspondiente escasez de judaizantes se demuestra por el he-
en su profesión como para ser nombrado médico del rey y la reina durante la cho de que entre 1535 y 1645 sólo fueron relajadas 10 personas, de las que
guerra de Sucesión; más tarde acudió a Ver~alles. adonde le llamaron para siete eran moriscos. La ausencia de judaizantes en este preciso período,
atender al rey Luis XIV. En 1700 fue elegido primer director de la Real So- cuando tanto abundaban en la España peninsular, evidencia que los emi-
ciedad de Medicina de Sevilla. Fue juzgado y encarcelado por la Inquisición grantes portugueses no se trasladaron a las islas Baleares en número apre-
poco antes de 1724 y nunca volvió a ejercer como médico real. ciable.
A finales del siglo xvu, el predominio de conversos en los autos es nota- Tras más de un siglo en calma, la tormenta se desató finalmente en 1675
ble. En el de Granada del 30 de mayo de 1672 había 79 judaizantes de un sobre los descendientes de los conversos, conocidos con el nombre de chue-
total de 90 víctimas, y 57 de ellos eran portugueses; en el gran auto de fe de tas, cuando fue quemado vivo un joven de 19 años llamado Alonso López en
Madrid del 30 de junio de 1680 había 104 judaizantes, casi todos portugue- el auto de fe celebrado el 13 de enero.w Con él fueron quemadas las efigies
ses, y en el de Córdoba del 29 de septiembre de 1684 había 34 judaizantes de seis judaizantes p-ortugueses, indicando que la persecución en la penínsu-
(algunos de ellos gritaban «Moisés, Moisés» mientras perecían en las llamas), la ibérica había acabado empujando a los portugueses hasta el mediterráneo.
de un total de 48 penitentes." Los autos de fe celebrados a partir de 1680 Este caso tuvo repercusiones, que llevaron en 1677 a una detención en masa
muestran una decidida reducción en el número de condenados, indicando que de conversos y hacia 1678 la Inquisición había arrestado ya a 237 de ellos,
la primera generación de conversos portugueses había sido borrada de la faz bajo la acusación de complicidad en lo que parece haber sido una auténtica
de la tierra. lo mismo que lo había sido la de los conversos españoles a prin- conspiración para recobrar sus derechos p-olíticos y humanos. Siguieron dos
cipios de siglo. grandes oleadas de persecuciones en 1679 y 1691. En la primavera de 1679
Debe señalarse que hubo una especial excepción en este decrecer de las se celebraron en Mallorca nada menos que cinco autos de fe, con un total de
persecuciones en Mallorca, donde hubo una inupción de condenas a la ho- 221 reconciliaciones. Como ya hemos visto, las confiscaciones llevadas a
guera en la segunda mitad del siglo. En la isla las cosas siguieron un curso cabo en estos autos ascendieron a una cifra récord superior a los 2.500.000 du-
ligeramente diferente al resto de España. La Inquisición medieval había exis- cados. Aplastados por tan abrumadores sucesos, los conversos tuvieron que
tido allí desde 1232 y el nuevo tribunal no fue introducido hasta 1488. Aun aguardar diez años antes de poder hacer de nuevo algún movimiento. En 1688,
antes de esto, la isla había sufrido de un problema judío parecido al de la algunos de ellos, dirigidos por Onofre Cortés y Rafael Yalls, intentaron des-
península. Las grandes matanzas de 1391 tuvieron su eco en los motines de quitarse con una conjuración, pero ésta fracasó, originando los cuatro autos
290 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

de fe celebrados en 1691, en los cuales fueron relajados en persona 37 pre-


sos; los reconciliados o quemados en efigie aumentaron esta cifra hasta un
total de 86 víctimas conversas. Tras esta gran represión, Jos conversos de Ma-
llorca no volvieron a hacer ninguna tentativa para mejorar su situación.
T
l_
IMÁGENES DE SEFARAD

secución, se resquebrajó y decayó en España la práctica del judaísmo. En los


291

jacto de ser un problema religioso importante. Debido a esta última gran per-

últimos años del siglo xvm Jos casos eran muy raros, y el último, ocurrido en
Toledo, lo fue en 1756. Entre más de 5.000 casos presentados ante la Inqui-
Siguieron siendo una comunidad deprimida, sometida a la calumnia y a la sición entre 1780 y 1820, fecha en la que se suprimió, sólo hubo 16 casos de
discriminación hasta los tiempos modernos. judaizantes y de ellos, diez eran de extranjeros, mientras que los otros seis
fueron perseguidos sólo por sospechas.ó~ Todo indicaba que los judíos habían
Así que, en roda España, el siglo xvn acabó con un holocausto de con- sido eliminados de España; el último proceso fue el de Manuel Santiago
versos. El siglo xvm se inició con una nueva dinastía, que consideraba la Vivar, el año de 1818 en Córdoba.
religión de modo diferente. Felipe V pareció señalar el cambio hacia una Todo ello no significó, sin embargo, la relajación del antisemitismo.
nueva era, negándose a asistir a un auto de fe celebrado en su honor al prin- En 1797, cuando el ministro de Hacienda, Pedro Varela, desenterró los ya
cipio de su reinado. Con la eliminación de los judaizantes, primero de los largo tiempo olvidados planes de Olivares e intentó que los judíos regresaran
oriundos del país y luego de los de origen portugués, pareció que al fin ha- a España, sus sugerencias fueron furnemente rechazadas por Carlos IV. Toda-
bía quedado resuelto el problema de Jos conversos. Pura ilusión. Felipe V vía en 1802, la corona promulgaba amenazas contra aquellos de sus súbditos
comprendió que debía de vivir de acuerdo con las costumbres de sus súbdi- que protegieran a los judíos contra la Inquisición. En 1804 un francés de ori-
tos, y posteriormente no volvió a negarse a asistir a los autos de fe. El rele- gen judío, comerciante de Bayona, fue molestado por el tribunal. El embaja-
vo de dinastía supuso un cambio muy pequeño en las prácticas religiosas, y dor francés intervino indignado para decir que «el ejercicio de los derechos
la persistencia de judaizantes en España fue tratada casi con la misma seve- internacionales no debía depender de una distinción capciosa de la religión
ridad del siglo anterior. A comienzo de la década de 1720 hubo una oleada en la que uno había nacido, y de los principios religiosos que profesara». 66
final de represión. 61 La pugna continuó en las primeras décadas del siglo xx, donde se mezcló
Mientras tanto, se estaban produciendo señales esperanzadoras para los con problemas que forman ya parte de la historia contemporánea.
judíos españoles, en parte gracias a la captura de Gibraltar por los ingleses Para los antisemitas de la nueva generación de españoles, Jos judíos eran
en 1704 y a la cesión del peñón por la paz de Utrecht (1713). España puso la mancha negra en la historia de su país. Su sombra se extendía por todas
como condición que «no se permita por motivo alguno que judíos y moros partes a pesar de que habían dejado de existir. El único recuerdo que sobre-
habiten ni tengan domicilio en la dicha ciudad de Gibraltan}. Los ingleses no vivía eran los sambenitos que ciertos viajeros informaron haber visto colga-
hicieron ningún intento por obedecer estas demandas discriminatorias y la dos de las iglesias de la península hasta bien entrado el siglo XIX. Pero si la
comunidad judía creció con rapidez. En 1717 había 300 familias judías en Inquisición podía alardear de haber librado a España de la amenaza judía,
Gibraltar, tenían su propia sinagoga, y en el siglo XIX los judíos constituían aún se le podía echar en parte la culpa de haber dejado el amargo legado del
un 1O por 100 de la población total de la roca. antisemitismo en el país. En el siglo XIX, las derechas de España y de Euro-
El número de víctimas por judaizantes en la década de 1720, aunque muy pa adoptaron al judío como prototipo de enemigo, a veces distinguiéndolo y
elevado, representó el final de una larga historia de persecuciones. Hubo va- a veces confundiéndolo con los masones. El judío, que ya no era más que un
rios autos importantes en 1720 en Madrid, Mallorca, Granada y Sevilla, pero mito, se identificó en ciertas mentes con todo lo que era hostil a la tradición,
la verdadera oleada represiva estalló en 1721 y se prolongó hasta finales de la representada por la Inquisición. Ser judío significaba no ser católico; por lo
década. Los años más duros fueron los comprendidos entre 1721 y 1725, pe- tanto, no ser católico significaba ser judío: el resultado de este razonamiento
ríodo en el que se celebraron 64 autos de fe; entre 1726 y 1730 posiblemen- popular era que <<judíos y masones», <<judíos y protestantes» y «judío:. y ex-
te hubo otros 18. En la década de 1720, la persecución estaba dirigida de tranjeros», venían a ser la misma cosa. En la lucha constante sostenida por el
modo casi exclusivo contra los emigrantes de origen portugués, acusados ala derecha para preservar la España católica, todo lo que era hostil y sinies-
de judaizantes, que constituyeron casi el 80 por 100 de los casos de aquellos tro se personificó en el judío que estaba en el otro bando. Las aberraciones
años. 62 Desde 1660 hasta finales de la década de 1720, los tribunales espafl.o- del siglo XIX tuvieron su último apogeo de vitalidad en la literatura racista
les procesaron a más de 2.200 personas por judaizar. 63 De éstas, el 3 por 100 que circuló en España durante la segunda guerra mundial.
fueron quemados en la hoguera; en la década de 1720 la incidencia fue más La curiosidad y las especulaciones acerca de la suerte de los judíos super-
alta, por encima del 8 por 100. 64 La mayoría -más de tres cuartas partes- vivientes en el siglo XIX todavía están vivas. La cuestión fue planteada del
pasó unos años en prisión. modo más emotivo por George Borrow, durante sus infatigables viajes con la
En los años posteriores a 1730 el número de autos y de acusados decayó Biblia en la mano por el oeste de España. En 1836 iba cabalgando, de noche
rápidamente y, hacia mediados de siglo, la comunidad de conversos había de- en una burra por Castilla la Nueva, cuando, a dos leguas de Talavera, inició
292 LA l:'IQUISICIÓN ESPAÑOLA

una conversación con un individuo que hacía el mismo trayecto a pie. Apenas
si habían intercambiado unas palabras cuando

el hombre se adelantó diez pasos, del mismo modo que había hecho anterior-
T IMÁGE~ES DE SEFARAD

parte de los tradicionalistas, y e121 de julio de 1814 Fernando VJI restauró


el tribunal, pero de manera nominal más que real. Efectivamente, el Santo
Oficio eslaba ahora moribundo. El 9 de marzo de 1820 el rey fue obligado
por la oposición liberal a que la aboliera de nuevo. El decreto final de su-
293

mente; de repente se volvió, y tomando la brida de la burra suavemente en su presión, promulgado por la reina Isabel II el15 de julio de 1834, no fue sino
mano, la detuvo. Ahora pude ver con toda claridad su rostro y su figura, y una formalidad. A partir de esa fecha la Inquisición cesó de existir en lamo-
aquellos rasgos macizos y tipo hercúleo aún aparecen a menudo en mis sueños.
narquía española.
Lo veo de pie a la luz de la luna, mirándome fijamente con ojos profundos y
calmosos. Al final me preguntó: «Entonces, ¿usted es uno de los nuestros?».67 Mucho antes de eso, la Inquisición había entrado en la mitología. Desde
el siglo XVI, los opositores al tribunal habían tomado la iniciativa de atacarla
De este modo, a mediados del siglo XIX, Borrow topó con una de las a través del útil medio de la imprenta. El Santo Oficio, aferrado a su norma
pocas comunidades clandestinas de judíos que quedaban en España. Este in- de lo secreto, rehusó entrar en un debate público. Dejó así el campo abierto
cidente ha sido ferozmente refutado por escritores de todos los matices de a sus enemigos, quienes se dedicaron a «inventan> su propia imagen de la
opinión, y hay pocas dudas de que las frases que Borrow pone en boca de su Inquisición.
nuevo amigo Abarbanel rozan la fantasía. Sin embargo, no parece haber
razón para dudar de que Borrow haya encontrado españoles, como luego le
ocurrió con un antiguo inquisidor al que conoció, que testificaron que aún
había judaizantes secretos en el país. Otros viajeros fueron testigos del mis-
mo fenómeno. Uno de sus predecesores, Joseph Townsend, informó en 1787,
tras haber viajado por el país:

Todavía se piensa que los mahometanos y judíos son numerosos en Espa-


ña, los primeros en las zon:.s montañosas, los segundos en las grandes ciuda-
des. Su principal disfraz es el celo más que común en la conformidad externa
a todos los preceptos de la Iglesia, y a veces el que parece más beatón, no sólo
entre el clero, sino incluso entre los mismos inquisidores, es para algunas
personas sospechoso de ser judío. 6 ~

Sea cual fuera la verdad del asunto, el hecho es que el judaísmo continuó
siendo una cuestión importante en España mucho después de que el último
hereje hubiera muerto en la hoguera. Por un lado, había un legado de recelo
y temor basado en el antisemitismo: la disposición a culpar a un enemigo se-
creto y oculto de los males de la política y la historia. Por otra parte, hubo
una atmósfera bien evidente de racismo que persistió hasta los tiempos mo-
dernos. En ambas cosas la Inquisición jugó un cierto papel y tuvo una cierta
responsabilidad en la tragedia de un pueblo perseguido.

Durante las úlümas décadas del siglo XVIII, la Inquisición se convirtió


abiertamente en un instrumento políüco contrario a la Ilustración, perdiendo
el escaso apoyo de que gozaba entre la elite progresista en España. En la
época posterior a la Revolución francesa, uno de los primeros actos del régi-
men francés que ocupó España en 1808 fue abolir la Inquisición el 4 de
diciembre. Las fuerzas patrióticas en el país estaban representadas por las
Cortes de Cádiz constituidas en 1810, que el22 de febrero de 1813 también
decretaron la abolición de la Inquisición por un margen de noventa votos
contra sesenta. Fue una decisión que levantó una considerable oposición por
r JNVE."'TANDO LA INQUISICIÓN 295

1 debamos tener tanto cuidado, los que no estamos malditos con tribunal tan
arbitrario, en impedir su introducción."

Para Foxe y otros, la Inquisición era otro ejemplo más de los males de
Roma, y en sus libros el tribunal era presentado como la suprema institución
de la intolerancia:

Cuando los inquisidores se han sentido ofendidos de una persona inocen-


14. INVENTANDO LA INQUISICIÓN te, utilizan todos los recursos para facilitar su condena; falsos juramentos y
testimonios son utilizados para hallar culpable al acusado, y se sacrifican
todas las leyes e instituciones para saciar la venganza más fanática.
un monstruo salvaje, de forma tan extraña y tan terrible sem-
blante, que toda Europa tiembla con la sola mención de su nombre. Todavía a mediados del siglo XIX, podemos hallar uno de los mejores
SAMUEL U~QUE, en el siglo XVI 1 ejemplos de tal propaganda en la brillante historia de John Motley, The Rise
ofthe Dutch Republic, publicada por primera vez en Londres en 1855. Mo-
tley se ciñó lo suficiente a la verdad como para resultar convincente, aunque
Desde el momento mismo en que fue creada, la Inquisición en España al escribir medio siglo después de Llorente, pudo decir de la Inquisición
provocó una guerra de palabras. 2 Durante las diversas épocas de la historia, española:
los que se oponían a ella ayudaron a construir una podérosa leyenda sobre
Enseñó a los salvajes de la India y América a estremecerse al oír nombrar
sus intenciones y sus malignos logros. Su propaganda tuvo tanto éxito que
la palabra Cristiandad. El temor de su introducción congeló en la ortodoxia a
incluso hoy es difícil separar los hechos de la ficción. los primeros herejes de Italia, Francia y Alemania. Era un tribunal que no debía
El primer período de creación del mito, en el siglo XVI, no tuvo nada que obediencia a ninguna autoridad temporal, superior a todos los otros tribunales.
ver con el sufrimiento de los conversos. El papel de España como paladín de la Era una corte judicial de monjes. contra la que no cabía apelación, teniendo in-
causa católica y las persecuciones de los protestantes en Castilla entre 1559 y troducidos sus familiares en toda casa, profundizando en los secretos de todo
1562 originaron un cierto número de escritos en los que se presentaba a la In- hogar, juzgando y ejecutando sus horribles decretos sin responsabilidad. No
quisición como una amenaza para la libertad de la Europa occidental. Teniendo condenaba hechos, sino pensamientos. Afectaba penetrar en la conciencia indi-
en cuenta la reducida cifra de protestantes ejecutados por los tribunales españo- vidual y castigar los delitos que pretendía descubrir. Sus procesos eran de una
les, la campaña contra la Inquisición puede ser vista como un reflejo de terno- terrible simplicidad. Detenía por sospechas, torturaba hasta arrancar una con-
res políticos y religiosos más que como una reacción lógica a una amenaza reaL fesión, y luego castigaba con el fuego. Dos testigos, y éstos de dos hechos se-
La imprenta, una de las annas más poderosas empleadas por la Reforma, parados, bastaban para enviar la víctima a una horrible mazmorra. Aquí se le
proporcionaba un escaso alimento, se le prohibía hablar, e incluso cantar (aun-
fue esgrimida contra el tribunal. Por primera vez, en la década de 1560, imá-
que no es de creer que tuviera muchas ganas de dedicarse a ese pasatiempo),
genes del temido -y como hemos visto, elaborado recientemente- auto de y luego se la dejaba hasta que el hambre y las penalidades quebrantaban su
fe fueron reproducidas como prueba del terrible destino que aguardaba a los espíritu. Si confesaba y abjuraba de su herejía. fuera en realidad inocente o
enemigos de Roma. 1 Las plumas protestantes dibujaron la lucha de los here- no, tendría que ponerse entonces el sagrado camisón y podría escapar con la
jes como un combate por la libertad frente a una fe tiránica. Dondequiera que confi~cm:i6n de sus propiedades. Si persistía en insistir en su inocencia, dos
el catolicismo triunfaba, afirmaban, desaparecía no sólo la libertad religiosa, testigos lo enviaban al po"te de ejecución y uno al potro del tormento. Se le
sino también las libertades civiles. De acuerdo con esta interpretación, la informaba del testimonio que había contra él, pero jamás era confrontado con
Reforma trajo consigo la liberación del espíritu humano de los grilletes de la los testigos. El acusador podía ser su hijo, su padre, o la esposa de sus entrañas,
oscuridad y la superstición. La propaganda de este tipo resultó asombrosa- porque todos e~taban obligados, bajo pena de muerte, a informar al inquisidor
mente eficaz en el contexto de los conflictos políticos del período, y siempre de cualquier palabra sospechosa dicha a sus parientes más cercanos. Contando
la acusación con este apoyo, el acusado era sometido a la prueba de la tortura.
hubo exiliados a causa de las persecuciones para corroborar la historia.
El potro era el tribunal de justicia; el único abogado del acusado era su propia
En Inglaterra, John Foxe advirtió a sus contemporáneos que fortaleza (porque el consejero nominal, al que no se le permitía comunicarse
con el preso, y ni se le proveía de documentos ni poderes para procurarse evi-
esta horrible maquinaria de tiranía puede ser introducida en cualquier momen- dencia, era un muñeco de paja, agravando la ilegalidad del procedimiento por la
to en un país en donde los católicos tengan la ~upremacía. y de aquí que burla a las fom1as legales). La tortura se efectuaba a medianoche, en una som-
296 LA INQUISICIÓN ESPANOLA

bría mazmorra, apenas iluminada por antorchas. La víctima, tanto hombre, ma-
trona o tierna virgen, era desnudada y atada al potro de madera. Agua. pesas,
llamas, poleas, tornillos, todos los aparatos para estirar tendones sin que éstos
"'
1 INVENTANDO LA INQUISICIÓN

era una gran muñeca ricamente vestida, con la apariencia de una mujer her-
297

mosa, con los brazos extendidos, dispuestos para abrazar a su víctima. En tor-
no a ella había sido trazado un semicírculo. y la persona que pasaba esta señal
se descoyuntaran, y los hue<>os dolieran sin romperlos y el cuerpo atormentado fatal tocaba un resorte que hacía que el diabólico ingenio se abriera; sus bra-
exquisitamente sin que le abandonara el alma, comenzaban ahora a operar. El zo~ lo aganaban inmediatamente, y mil cuchillos lo cortaban en otros tantos
verdugo, vestido de negro de pies a cabeza, con sus ojos mirando ferozmente pedazos.'
a la víctima a través de los agujeros de la caperuza que ocultaba su rostro,
practicaba sucesivamente toda~ las formas de tortura que la diabólica inventiva Una segunda fuente de propaganda contra la Inquisición era, en cambio,
de los frailes había inventado. La imaginación enferma tratando de ponerse al católica en su origen. Desde 1494 en adelante, las tropas españoles habían in-
corriente de tan horribles realidades. 5 tervenido en Italia para frenar la expansión de la influencia francesa. Pero
fueron para quedarse. Fernando el Católico había sido rey de Sicilia, con-
U na de las fuentes más significativas para la imagen que tenían los protes- quistando después el reino de Nápoles. Bajo Carlos V, los españoles se apo-
tantes del tribunal eran las Sanctae Inquisitionis Hispanicae Artes, publicada deraron además del ducado de Milán, estableciendo con firmeza su poder en
en Heidelberg en 1567. El seudónimo del autor era Reginaldus Gonzalvus la península. Las gentes de Italia, incluyendo al papado, pronto vieron a los
Montanos, pero la obra parece haber sido escrita en realidad por dos exiliados españoles como sus opresores, por lo que cultivaron una Leyenda Negra
protestantes, Casiodoro de la Reina y Antonio del Corro," que proporciona- sobre España que se extendió también a la Inquisición española.R
ban, quizás por vez primera, una descripción completa del funcionamiento de Fue en las provincias italianas pertenecientes a la corona de España don-
la Inquisición y de la persecución de los protestantes en España. El conteni- de ocurrieron las mayores revueltas contra la Inquisición, y las que alcan-
do de primera mano le dio autoridad al relato, que se convirtió en un éxito zaron un mayor éxito. Los levantamientos en 1511 y 1516 en Sicilia se origina-
internacional. Entre 1568 y 1570 se publicaron dos ediciones en inglés, una ron en parte por el odio popular contra los familiares del tribunal. Fernando el
en francés, tres en holandés, cuatro en alemán y una en húngaro. A partir de Católico intentó introducir la Inquisición española en Nápoles, que ya tenía su
entonces, la Europa protestante pudo comprobar fuera de toda duda que su propia Inquisición episcopal; pero lo efectivo de las protestas impidió que se
más mortal enemigo era la terrible Inquisición española. Ni Montano ni otros saliera con la suya. Pero el caso no se dio por tenninado y, en 1547 y 1564,
que intervinieron en la polémica hicieron mención de que las principales víc- hubo alzamientos en aquel reino debido a los rumores de que iba a ser esta-
timas del tribunal español no habían sido los protestantes, sino la gente de blecido el tribunal español. En realidad, tal y como Felipe II insistió periódi-
origen judío y musulmán. camente ante sus ministros, no tenía ninguna intención de exportar el tribunal
Con el transcurso del tiempo, la leyenda contra la Inquisición creció des- español a ninguno de sus reinos fuera de la península.
mesuradamente, gracias a los esfuerzos de celosos protestantes interesados en Los italianos desconfiaban de estas garantías y continuaron cultivando su
mantener viva la causa por la cual sufrían sus mártires. A una edición deci- propia visión de la política española. Cuando los diplomáticos italianos, ya
monónica del libro de Foxe, Book of Martyrs, un cierto reverendo Ingram fueran de estados independientes -tales como Venecia-, ya del papado, vi-
Cobbin añadió el siguiente relato sobre la Inquisición, animándolo con falsos sitaban la península, encontraban pocas cosas que merecieran un elogio. Los
detalles, con los que ni siquiera Foxe se hubiera atrevido a mancillar su tex- informes que enviaban de vuelta describían una nación pobre y atrasada
to original. Durante la invasión napoleónica en España, aseguraba el reve- dominada por una tiránica Inquisición. En 1525, el embajador veneciano Con-
rendo Cobbin a sus lectores, las tropas francesas liberadoras penetraron en tarini afirmaba que todo el mundo temblaba ante el Santo Oficio. En 1557,
las celdas secretas del tribunal en Madrid: el embajador Badoero hablaba del terror que causaban sus procedimientos.
En 1563, el embajador Tiépolo declaró que todo el mundo se estremecía
Allí hallaron instrumentos de tortura, de todas clases, todo lo que la in- al oír pronunciar su nombre, y que tenia autoridad suprema sobre vidas, ha-
ventiva de los hombres o del diablo pudiera imaginar. El primer instrumento ciendas, honor e incluso las almas de los hombres. «El rey --escribió-- le
en el que se fijaron fue una máquina en la que era confinada la víctima, y lue- favorece de buen grado para refrenar mejor a las gentes.>> 9 En 1565, el em-
go, comenzando por los dedos, todas las articulaciones de las manos, brazos bajador Soranzo infonnó que su autoridad sobrepasaba a la del rey. Según
y cuerpo eran despedazadas y arrancadas una tras otra, hasta que la víctima sus informes, en la Corona de Aragón, <<el rey busca toda ocasión de hacer-
moría. El segundo era el tormento del agua. El tercero era una máquina infer-
les perder estos privilegios, y sabedor de que no hay medio más fácil ni más
nal, colocada horizontalmente, a la cual era atada la víctima; el aparato era
entonces colocado entre dos filas de cuchillos, tan sujetos, que moviendo la seguro que el tribunal de la Inquisición, le aumenta de continuo su autori-
máquina con una manivela la carne del paciente era arrancada de sus miembros dad».10 Francesco Guicciardini, embajador de Florencia ante Fernando, tam-
en trocitos. La cuarta sobrepasaba a las otras en perversa inventiva. Su exterior bién representaba la opinión de los italianos cuando describió a los españoles
298 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA T INVENTANDO LA INQUISICIÓN 299

como <<muy religiosos en la apariencia externa y los espectáculos de puer- ! ~ores sobre los propósitos de España fueron poco más que una leyenda uti-
tas para afuera; pero no en hechos>:>." El veneciano Tiépolo empleó casi las hzada para desacreditar a España e incitar a la rebelión. Guillermo de Oran-
mismas palabras en 1563. Los italianos pensaban que semejante hipocresía ge, en su famosa Apología de 1581, escrita como réplica al decreto que lo
en religión, junto con la existencia de la Inquisición, era prueba de que el ponía fuera de la ley, convirtió el asunto en un brillante ejercicio de propa-
tribunal había sido creado no para garantizar la pureza religiosa, sino sen- ganda antiespañola. La ejecución de herejes, afirmaba, era la ocupación na-
cillamente para robar a los judíos. Los prelados de la Santa Sede llega- tural de aquellos españoles sedientos de sangre: «El brillo de las llamas, con
ron más o menos a la misma conclusión cada vez que intervenían en favor las que han atormentado a tantos pobres cristianos, jamás fue delicioso a mis
de los conversos. Además, el racismo de las autoridades españolas era ob- ojos; pero el duque de Alba se regocijaba a su vista, así como los españoles>~.
jeto de mofa en Italia, donde la comunidad judía llevaba una existencia Y añadía: «Ya no dudo más lo que todo el mundo creía: es decir, que lama-
comparativamente tranquila. Y como el embajador español en Roma infor- yoría de los españoles, y especialmente aquellos que se tienen por nobles, tie-
mó en 1652: «Allá en España hace grande [h]orror el que uno descienda nen sangre de moros y judíos)). 16
de hereje o judío, y acá se ríen de estos reparos y de nosotros, porque los La preparación de la Armada Invencible alentó igualmente a los ingleses
hacemos». 12 a declarar una guerra de propaganda contra Felipe ll. '7 La insistente actitud
antiespañola de los protestantes radicales se vio fortalecida por el apoyo po-
La otra fuente importante para la «invenciÓn>> de una imagen de la In- lítico del gobierno, que financió la publicación de panfletos propagandísticos,
quisición es la lucha política contra España en la Europa occidental. Los entre los que se encuentra A Fig for the Spaniards ( 1591 ). Se ayudaba a que
holandeses y los ingleses, que de manera muy oportuna poseían las impren- los soldados ingleses que habían pasado algún tiempo en los calabozos de la
tas más activas, desempeñaron un papel importante en la guerra de propa- Inquisición publicaran sus historias. Antonio Pérez, que residía por entonces
ganda. La revuelta holandesa contra España y la posterior campaña de los en Inglaterra, puso su grano de arena con sus propios escritos, publicados en
ingleses contra la proyectada invasión con la Armada Invencible, constitu- Inglaterra a partir de la década de 1590, y con la redacción del panfleto
yeron los puntos centrales de la campaña contra España. A Treatise Paraenetical (1598).
En los Países Bajos se temía que los españoles intentaran introducir la
Inquisición como un medio para sojuzgar el país. Durante las guerras reli- Hasta el siglo XIX no hubo una valoración seria de la fase antisemita
giosas en Francia, los hugonotes temieron que Enrique Ill, en complicidad de la Inquisición española. Ésta comenzó a darse en la década de 1830 en
con Felipe JI de España, proyectara establecer una Inquisición nacional. Inglaterra. Historiadores y novelistas, conscientes de los movimientos de
Guillermo de Orange y el conde de Egmont se sintieron tan inquietos por emancipación de católicos y judíos en Inglaterra, «comenzaron a usar la
ello, que pidieron en 1561 al cardenal Granvela que desmintiera el informe. España del siglo XV como paradigma del nacimiento de una nación basada
Felipe 11 aseguró a Granvela que el modelo español de Inquisición no podía en la homogeneidad racial y religiosa». 1 ~ Estaban influidos por las novelas
ser trasladado a los Países Bajos o a Italia. 13 Incluso en Inglaterra, donde de Walter Scott, sobre todo por lvanhoe, en la que una judía era la heroína.
ejerció cierta influencia como consorte de la reina María Tudor, no se die- Algunas obras americanas, tales como la fantasiosa Lo. conquista de Grana-
ron jamás pasos para introducir el tribunal. La verdad es que la mayoría de da (1829), de Washington Irving, y la obra maestra Historia de Fernando e
los países europeos ya tenían su propia maquinaria para dar cuenta de los Isabel (1837), de W. H. Prescott, también resultaron influyentes. La opinión
herejes, y no necesitaban ayuda exterior. Además de esto, el tribunal espa- pública, que hasta entonces había pensado en la Inquisición sólo en térmi-
ñol no era por naturaleza una institución principalmente antiprotestante, y nos de la persecución contra los protestantes, pudo apreciar el papel clave
habría necesitado una sustancial modificación para ser introducido en algu- de los judíos en España a través de estas publicaciones. Prescott informó a
nos estados europeos. Finalmente, la política exterior de Felipe 11 no era sus lectores de que «<as hogueras de la Inquisición, encendidas exclusiva-
siempre antiprotestante, así que la imagen de una España como potencia mente para los judíos, estaban destinadas eventualmente a consumir a su~
rabiosamente católica es una tergiversación de la realidad de la política in- opresores».
ternacional del siglo XVII. 14 Esta nueva conciencia acerca del papel judío dio lugar a una serie de im-
Los Países Bajos tenían una Inquisición propia, de la que el mismo Feli- portante~ estudios, tanto en España (las publicaciones de Amador de los
pe JT tuvo que confesar que «era má~ implacable que la nuestra>>. Al mismo Ríos) como fuera de ella (las pioneras investigaciones de Yitzhak Baer). La
tiempo que los magistrados de Amberes se oponían a la posibilidad de que realidad terrible de que la mayor parte de las víctimas mortales de la Inqui-
se introdujera un tribunal español, ellos mismos estaban ejecutando a here- sición española eran de origen judío dejó un recuerdo imborrable en lamen-
jes. Entre 1557 y 1562, los tribunales de Amberes ejecutaron a 103 herejes, 11 te del pueblo judío. Los descendientes de aquellos que habían sobrevivido
más personas de las que murieron en toda España en ese período. Los ru- a la gran diáspora de 1492 consideraron que la Inquisición era su propia y
300 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA T INVENTA."<DO LA INQUISICIÓN 301

especial pesadilla. En el siglo XVI, Samuel Usque pintó con razón un cuadro invisible siempre dispuesto a golpear». :'A La impresionante visión de la In-
terrorífico de la Inquisición, semejante a un monstruo que quisición trazada por Prescott puede haber contribuido en parte a la creación
por Fiódor Dostoievski -que había leído su obra en ruso en 1857-25 del
se alza en el aire sobre un millar de alas ... por doquiera que pasa, su sombra gran inquisidor que aparece en su novela Los hermanos Karamazov.
arroja una mortaja de sombra sobre el sol más brillante ... la verde hierba que El paso decisivo para los estudios sobre la Inquisición se dio en la déca-
pisa o el frondoso árbol donde posa, se seca, se pudre y se marchita ... asola da de 1870, cuando el estudioso americano Henry Charles Lea comenzó a re-
el campo hasta que es como las arenas y el desierto de Siria .. '~ cog~r material p~a una ~istoria de la Inquisición en España que se proponía
reahzar. Su trabajo, publicado en cuatro volúmenes entre 1906 y 1908, que
Esta visión creó un poderoso mito en torno a la Inquisición que tenía sus no fue consultado por los investigadores españoles hasta casi ochenta años
raíces en la percepción de aquellos que creían que estaban mejor preparados después, constituye todavía hoy la historia definitiva del tribunal. Aunque
que ningún otro para comprender cómo actuaba. Un respetado estudioso ju- Lea tenía fuertes prejuicios, que manifestó sin atenuantes, su obra rescató al
dío ha sostenido que la Inquisición «mantuvo su poder sobre los habitantes tribunal de una vez por todas del mundo hipotético de la historia inventada
de la península Ibérica a través de sus métodos terroristas, de la dependencia colocándola con firmeza en el terreno de los hechos documentados. Su obr~
del poder real en su apoyo y la aparente falta de alternativa para combatir la arrojó luz en muchos aspectos de la Inquisición, pero el e,r,tudio de los docu~
herejía», de modo que «prácticamente nadie estaba a salvo de su a\cance».' 0 mentas no garantizaba el fin del debate. Dos corrientes eruditas, basadas en
En épocas más recientes, los historiadores han extendido el mito en otras di- un ~r~fundo cono~imient~ de los hechos, pero también en intuiciones muy
recciones, al proyectar la imagen de un pueblo entero empujado al exilio subjetivas, han temdo una Importante influencia entre los especialistas en his-
(«toda la población judía abandonó España ... unos 200.000») y de España toria y literatura en el siglo xx.
reducida a la esclavitud «bajo el puño de hierro de una institución que era te- La primera de estas corrientes, mencionada antes. parte del estudio de la
mida y aborrecida>>. 21 Estas imágenes estaban evidentemente influidas por la ~iter~tura. Encabezada por América Castro, desarrolló una serie de tesis que
experiencia judía en la Alemania del siglo XX. msptraron a una generación de estudiosos, pero provocó al mismo tiempo du-
Entre los historiadores no judíos la percepción de la Inquisición ha sido ras críticas por parte de otros. En el pensamiento de la escuela de Castro ocu-
compleja. ' 2 Después de generaciones de prejuicios nacidos de la falta de paba un lugar central la imagen de la Inquisición como la gran opresora de
información por parte tanto de los defensores como de los críticos de la In- la creatividad en España, precisamente porque consideraban que la creativi-
quisición, la primera visión panorámica basada realmente en el estudio de la dad era un rasgo típicamente judío. Algunos adeptos de esta escuela fueron
documentación existente fue la que comenzó Juan Antonio Llorente, uno de más allá, imaginando una España en la que todos los aspectos relacionados
sus últimos funcionarios y el primer historiador moderno del tribunal. Parti- con el pensamiento y la imprenta estaban directamente controlados por el
dario de la facción afrancesada y reformista en España en los primeros años Santo Oficio. La segunda corriente ha sido influyente entre algunos estudio-
del siglo XIX, Llorente ocupó varios cargos en la Inquisición, incluyendo el de sos judíos, quienes, inspirados por las investigaciones pioneras de Yitzhak
secretario del tribunal madrileño durante dos años. Cuando los invasores fran- Baer, han subrayado, lógicamente, el carácter antisemita de la Inquisición. En
ceses abolieron el Santo Oficio, se le confió la custodia de sus documentos. este proceso, han desarrollado estimulantes tesis, aunque polémicas, de las
Sobre la base de éstos, algunos de los cuales se los llevó durante su exilio a cuales la más conocida es la afirmación de que conversos y judíos en Espa-
Francia, L\orente preparó una historia de la Inquisición, que no fue publicada ña eran un sólo pueblo.
hasta 1817, en francés y en París. El extenso trabajo de Llorente, el primero
basado en la documentación original, marcó un hito. También contenía mu- En torno a las mismas fechas que Prescott y Motley publicaban su obra,
chos errores, que estudiosos posteriores, al igual que aquellos otros con un los historiadores franceses y españoles creaban el mito de la decadencia es-
convencimiento ideológico diferente no perdonaron fácilmente. Durante mu- pañola y con ella se insistía en la responsabilidad de la Inquisición en el
cho tiempo, sin embargo, la versión de Llorente dominó el campo y todavía declive económico y culturaL La condena española no admitía matices. Los
hoy su obra es considerada un clásico.n liberales del siglo XIX, los que primero propusieron la teoría de la decaden-
Llorente fue una de las fuentes empleadas por W. H. Prescott para su cia, estaban dispuestos a culpar a la Inquisición de cada uno de los fracasos
estudio, inacabado, en tres volúmenes (1855) sobre el reinado de Felipe JI. habido en la historia española, como los problemas económicos del país, que
En esta obra, el historiador americano quedó fascinado por la Inquisición, fueron achacados al Santo Oficio. 26 Posteriormente, otros historiadores occi-
desarrollando una imagen particularmente negativa del inquisidor general dentales retomaron el tema. La persecución de los conversos y la expulsión
Valdés, a quien hizo responsable del daño intelectual hecho a España por el de los judíos llevó, al parecer, al empobrecimiento y la decadencia de Espa-
Santo Oficio, «la maligna influencia de un ojo que nunca duerme, de un brazo ña, así como a la destrucción de su clase media. La persecución religiosa
302 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA INVENTANDO LA INQUISICIÓI'< 303

provocó el declive del comercio con las potencias protestantes y, por consi- Y, en efecto, la Inquisición se inmiscuía mucho menos de lo que pensamos.
guiente, al colapso del poderío español y el fin de su riqueza. Tanto los defensores como los detractores de la Inquisición han aceptado sin
Ninguna de estas afirmaciones, todavía muy difundidas, ha encontrado vacilar la imagen de un tribunal omnipresente y omnipotente cuyos tentáculos
todavía apoyo documental de ninguna clase. La Inquisición tuvo particular llegaban a todos los rincones de la tierra. La retórica hiperbólica utilizada por
cuidado de no interferir nunca en la política comercial, como tampoco tuvo ambos bandos ha sido uno de los principales obstáculos para comprender el
nunca influencia alguna en la política industrial: como norma se prohibía a fenómeno. Si la Inquisición hubiera sido tan poderosa como se piensa, los
los fabricantes protestantes que se establecieran en España, pero se alentó ac- más o menos cincuenta inquisidores en España hubieran necesitado echar
tivamente a numerosos flamencos y a otros industriales católicos a que lo mano de una enorme burocracia, un sistema fiable de informantes, unas ren-
hicieran. tas sistemáticas y la firme -cooperación de las autoridades eclesiásticas y
A corto plazo, hubo a menudo algunos aspectos altamente negativos. Du- seculares. En ningún momento tuvieron nada de eso. Por lo que hemos vis-
rante los primeros años de la Inquisición, en la década de 1480, la huida de to de la endeble red de familiares, las dificultades económicas de los inqui-
los conversos hizo que se alzaran voces de protesta de las autoridades civiles sidores y los perennes conflictos que la Inquisición tuvo con otras jurisdic-
andaluzas y catalanas. En épocas posteriores hubo problemas de naturaleza ciones, especialmente con los fueros de algunos reinos, podemos concluir
similar. Un noble mallorquín protestó en 1679 de que la persecución de los que el impacto real de la Inquisición fue, después de las primeras décadas de
chuetas «resulta en el peor daño y destrucción del comercio que pudiera exis- crisis, marginal respecto de la vida cotidiana de los españoles en muchas
tir en Mallorca>>. En 1683, la ciudad de Murcia elevó una queja sobre «la áreas de España, principalmente en los distritos rurales, en donde su inci-
falta que [h]a havido en esta ciudad de todos los hombres de negocios, casas, dencia fue poco menos que irrelevante. En Cataluña, más allá de las grandes
haciendas, que se confiscaron por el Santo Oficio de la Inquisición. En 1694, ciudades, un pueblo podía recibir la visita de un inquisidor quizá una vez
Antequera decía que <<la Inquisición desterró caudales de consideración cas- cada diez años, o incluso una vez cada cien; muchos no la recibieron nunca
tigando pecados y delictos de Jos dueños de ellos». 21 Incluso si la realidad en su historia. 3° Con excepción de Castilla, esta situación es probablemente
de tales quejas pudiera verificarse, sería difícil probar que a largo plazo la válida para gran parte de España. La gente apoyaba a la Inquisición no por-
economía resultó perjudicada. que pesara sobre ellos o les obligara a ello, sino precisamente por todo lo
Los españoles siempre tuvieron una actitud propia y sus propios mitos contrario: porque se le veía muy poco y se le escuchaba menos aún. Se ha
sobre la Inquisición. La gente, en su conjunto, apoyó su existencia. Después dicho con frecuencia que la supervivencia del refrán «Con el rey y con
de todo, el tribunal no fue un organismo impuesto tiránicamente, sino una la Santa Inquisición, ¡chitón!>>_] demuestra el poder que el Santo Oficio ejer-
1

expresión lógica de los prejuicios sociales que predominaban en el seno de ció para silenciar las críticas que se le hacían. Esta interpretación no sólo
la sociedad. Fue creado para tratar el problema de la herejía y en la medida refleja un convencimiento curioso de que los españoles eran incapaces orea-
en que el problema estaba destinado a existir la gente pareció aceptar a la cios a criticar a quienes los gobernaban, sino que también es históricamente
institución. Los inquisidores estuvieron siempre convencidos de que la gente inexacto. Los archivos de la Inquisición contienen miles de casos de críticas
estaba con ellos, y no estaban necesariamente equivocados. «Sólo los seño- hechas por españoles comunes y corrientes, no por elementos subversivos
res de vasallos y hombres principales hazen esta guerra al Sancto Officio», que desearan abolir la institución (aunque hubo muchos que sí deseaban tal
se quejaron en Aragón en 1566, «y no los pueblos». 28 En ningún momento el cosa), sino por ciudadanos normales que se oponían a los familiares intimi-
pueblo atacó a la Inquisición en cuanto institución religiosa durante el anti- datorios, a los inquisidores codiciosos y al personal corrupto. Gran número
guo régimen en España: ni en las revueltas de 1520, ni en los levantamientos de españoles que no eran de origen judío ni musulmán odiaban al Santo Ofi-
urbanos andaluces de 1648, ni en ningún otro momento de agitación social. cio: como cualquier otro sistema policial, el tribunal no contaba con simpatías;
En 1640, en Barcelona espantaron a los inquisidores hasta echarlos fuera del pero los castellanos, y muchos españoles, pensaron al parecer que en su con-
reino, pero fue únicamente el preludio para establecer una Inquisición ajena tinuidad estaba la garantía de la estructura cotidiana en la que vivían.
a Castilla. Solamente en marzo de 1820 la muchedumbre penetró por primera La falta de contacto real con el Santo Oficio puede ser ilustrada con la
vez en los palacios del tribunal, que ya para entonces eran edificios semi- imagen mítica que se retuvo de él en la tradición folclórica de la gente del
vacíos, de los que liberaron a un puñado de asombrados presos. campo. Para la generación anterior de campesinos gallegos, tal como se con-
Así y todo, el apoyo al tribunal siempre estuvo teñido de una considera- tó a un investigador a principios de este siglo/ 2 la Inquisición vivida por sus
ble reserva. <<Bien era -dejó dicho un noble catalán en 1586- que el Santo abuelos constituía todavía un recuerdo vívido y terrorítico. Los inquisidores
Oficio entendiese en las cosas de fe y castigue a los malos cristianos; y que llegaban por la noche en carruajes especialmente preparados, con las ruedas
en los demás, quando [h]oviese Cortes se tratara dello.» 29 Como otros, vio cubiertas de goma para no hacer ruido; apostados detrás de puertas y ven-
claramente que había asuntos en los que la Inquisición no debía inmiscuirse. tanas escuchaban lo que decía la gente; se llevaban a las muchachas boni-
304 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA INVENTANDO LA INQUISICIÓN 305

tas; su tortura favorita era -y en ello los entrevistados mostraban total una- dad con la que fueron tratados los que estaban fuera de la religión católica,
nimidad- sentar a la víctima y echarle aceite hirviendo por la cabeza hasta cerrándoles todas las puertas humanas de entrada».38 Esto era en 1751. En 1798
que moría. La persistencia de esta imagen fantástica y extravagante entre los Jovellanos abordó el asunto de modo muy parecido. Para él, el primer repro-
campesinos era, puede suponerse, prueba del enorme abismo que se había che que había que hacer a la Inquisición era el de los conversos:
abierto entre la Inquisición y la sociedad que pretendía defender.
De aquí la infamia que cubrió a los descendientes de estos conversos, repu-
En cada etapa hubo críticas y oposición que fueron cambiando de gene- tados por infames en la opinión pública. Las leyes la confinnaron, aprobando
ración en generación. Los primeros críticos, como Pulgar y Talavera, podían los estatutos de limpieza de sangre, que separó a tantos inocentes, no sólo de los
rememorar el aspecto tolerante de la convivencia. Más tarde, Alonso de Vi- empleos de honor y confianza, sino de entrar en las iglesias, colegios, conven-
rués también criticó la intolerancia y a aquellos que <<DO ahorran ni la cárcel, tos y hasta en las cofradías y gremios de artesanos. De aquí la perpetuación del
odio, no sólo contra la Inquisición, sino contra la religión misma. 39
ni el látigo, ni la!> cadenas, ni el hacha, y sin embargo, tal es el efecto de tan
terribles medios, que Jos tormentos que hacen sufrir al cuerpo, no pueden
nunca cambiar las disposiciones del alma>>. 33 Por su parte, Luis de Granada Jovellanos argüía que las injusticia~ cometidas contra todo un sector de
criticó en 1582 a los que «mediante un celo mal guiado de la fe, creen que la sociedad por la Inquisición necesitaban ser remediadas entonces. El tribu-
no cometen pecado cuando hacen mal y daño a quienes no pertenecen a la nal había perdido, pues, toda justificación teórica para su existencia, dado que
fe, ya sean moros o judíos o heréticos o gentiles>>. 14 Juan de Mariana, defen- la amenaza moderna contra la religión ya no provenía de los judíos, moriscos
sor de la Inquisición, criticaba tanto la conversión forzada como Jos estatu- y heréticos, sino de los incrédulos. Y, contra éstos, el tribunal serviría de poco,
tos de limpieza. 35 En el siglo xvm, inquisidores como Abad y Sierra estaban puesto que sus ministros eran ignorantes e incapaces. Ya era hora de librar-
convencidos de que se necesitaban cambios fundamentales en la estructura se de corporación tan superflua, de enmendar las injusticias de la historia, y
inquisitorial. El punto importante es que no había un apoyo incondicional ni de devolver a los obispos sus antiguos poderes contra la herejía.
a nivel popular ni a nivel de las altas esferas. A pesar de todo esto, Jovellanos y sus otros colegas católicos en el go-
El contacto con el mundo exterior fue una de las causas que determina- bierno y en las filas de la nobleza no eran revolucionarios radicales. Sus
ron el creciente desengaño ante la Inquisición; muchos católicos se dieron deseos de reformas, de un cambio de la naturaleza de la sociedad, estaban
cuenta de que la coerción no era inevitable en religión. Poseemos la opinión limitados por su preocupación por la estabilidad. Los católicos liberales que
de un farmacéutico detenido por la Inquisición en La Laguna (Tenerife) se oponían a la Inquisición no deseaban ir más lejos. Jovellanos escribió a su
en 1707. del que se dijo que declaró amigo Jardine: «Usted aprueba el espíritu de rebelión; yo, no. Lo desaprue-
bo abiertamente y estoy bien lejos de creer que esté revestido del sello del
que en Francia se podía vivir porque allí no [h]abía ni lh]ay la estrechez y mérito>>. 40 A causa de esto, la actitud de los católicos como tales hacia la In-
sujesión que [h]ay en España y en Portugal, porque en Francia no se procura quisición cesó de tener grandes consecuencias, y se perdió entre las oleadas
saber ni se sabe quién es cada uno, de qué religión es y profcssa, y que assí de turbulencia creadas por aquellos cuyo odio al Santo Oficio era sólo parte
el que vibe bien y sea hombre de bien sea lo que fuere. 3ó de su desconfianza hacia la religión organizada.

Una generación después, en 1741, otro nativo de las Canarias, el marqués A causa de que la Inquisición fue desde sus orígenes una institución con-
de la Villa de San Andrés, se hizo eco de los mismos sentimientos cuando flictiva, su historia ha sido siempre polémica. La norma del secreto cerró,
elogió París, donde la vida era libre y sin restricciones, y «sin que te pre- desafortunadamente, la boca de los propios portavoces de la Inquisición, vi-
gunten adónde vas, ni te examinen quién eres, ni en Pascua Florida te pida el niendo en ayuda de la voz de sus detractores. El resultado fue que a lo largo
cura la cédula de confesión>>. 17 En 1812, en las Cortes de Cádiz, el sacerdo- de todo su desarrollo la guerra de propaganda fue ganada sin esfuerzo por
te Ruiz Padrón, que había viajado por los Estados Unidos y conocía a Ben- los enemigos de la Inquisición. El descubrimiento de la rica documentación
jamín Franklin, rechazaba a la Inquisición pues creía que no era necesaria inquisitorial ha ayudado a restaurar el equilibrio en la información, pero
para practicar la fe. Este era el espíritu que amenazaba astillar las defensas de también ha creado nuevos peligros. La facilidad de acceso a los archivos ha
una sociedad tradicionalista. En cierto sentido, era un ansia de libertad; pero, empujado a algunos estudiosos a depender exclusivamente de la Inquisi-
en otro aspecto, era una petición de justicia. La suerte de los musulmanes y ción como fuente de información, como si fuera la única digna de confianza.
los judíos continuaba pesando en la conciencia de los estadistas. Cuando José Como resultado, los estudiosos han sacado a la luz una enorme cantidad de
de Carvajal empezó a interesarse por los ataques dirigidos por Saludo con- datos, pero se ha progresado muy poco en la comprensión de las condiciones
tra los estatutos de limpieza, su principal preocupación fue «la cruel impie- sociales e ideológicas en las que actuó el Santo Oficio. En algunos aspectos
306 LA !"JQU!SICIÓN ESPANOLA

se ha avanzado muy poco con respecto a la situación que indujo a Menéndez


Pelayo a satirizar a Jos que acusaban al tribunal de haber causado todos los
males de España:
TL INVEt'-<"TANDO LA INQCISICIÓN

más modernos han visto el problema de una manera global. Claudia Sán-
chez Albornoz vio en el rechazo colectivo de las culturas árabe y judía las
semillas del conflicto que se plantearía más tarde en España: <<No tuvimos
guerras religiosas en el siglo XVI, pero las hemos tenido en el siglo XX».""
307

¿Por qué no había industria en España? Por la Inquisición. ¿Por qué somos Las contradicciones dentro de España, que al parecer desaparecieron con la
holgazanes los españoles? Por la Inquisición. ¿Por qué duermen los españoles 1
uniformidad religiosa, estallarían de nuevo. Para Ramón Menéndez Pida!
la siesta? Por la Inquisición. ¿Por qué hay corridas de toros en España? Por la la reconciliación nunca tuvo lugar y siempre existió una pugna, a menudo
lnquisición. 4 ' silenciosa, jamás suprimida, entre las dos Españas. 4 La acción recíproca
j

entre la España europea y la africana, la España aislacionista y la interna-


La excesiva concentración en la institución del Santo Oficio y la exclusión cionalista, la España liberal y la reaccionaria, provocó las tensiones que ex-
de otros factores relevantes constituye ahora tal vez el mayor obstáculo indi- plican la disensión en la historia de España. Las dos Españas «siguieron el
vidual para la comprensión del fenómeno. La Inquisición, como cualquier otro fatídico destino de los hijos de Edipo, que no consintieron reinar juntos y
organismo destinado a controlar a la población, debe ser estudiado dentro del se hirieron mortalmente el uno al otro>>. Menéndez Pida! esperaba ansio-
contexto más amplio que ocupó en la historia: su significación se puede ver samente que llegara una época en que finalmente se llevara a cabo la re-
gravemente distorsionada si confiamos tan sólo en su propia documentación conciliación, y la reintegración condujera a la unidad de propósitos en una
como fuente de información. Más aún, suponemos con demasiada frecuencia sociedad tolerante.
que poseía una filosofía propia. En realidad, como se ha intentado demostrar Por su propia naturaleza, la Inquisición se contraponía a una sociedad
en las páginas anteriores, la Inquisición fue sólo el resultado de la sociedad a tolerante. Su introducción por Fernando e Isabel acabó con la sociedad de
cuyo servicio estaba. convivencia y provocó una oposición incesante de los cristianos viejos que
Una vez que se deja de emplear a la Inquisición como explicación fácil reconocieron en ella la capacidad por el mal. Pero el problema no comenzó
para todo lo bueno y lo malo de la historia española, el desafío de explicar con la Inquisición. Una generación antes de haberse fundado, la polarización
la evolución cultural de España se hace más arduo. La decadencia de las uni- de la sociedad española en dos bandos rivales que basaban su antagonismo en
versidades, por ejemplo, tuvo que ver muy poco con la Inqui!>ición. La teo- antecedentes culturales había amenazado ya la estabilidad política del país.
logía cayó en un dogmatismo tomista y escolasticista. El Brocense exclamó: Los cristianos nuevos fueron a la vez víctimas y agresores. La discriminación
«Si a mí me prueban que mi fe está fundada en santo Tomás, yo cagaré en por cuestiones de raza había existido mucho antes que la Inquisición. Por ello,
ella y buscaré otra>>. Pero en el siglo XVII los dos pilares inamovibles de la el tribunal no creó nuevos problemas y solamente se limitó a intensificar los
filosofía española eran Tomás de Aquino y Aristóteles. La disminución de- que ya existían. Algunos cristianos conversos apoyaron sinceramente las acti-
mográfica también fue un factor importante en el estado de las universidades vidades del Santo Oficio, pero buscaron la forma de mitigar sus tendencias
castellanas, donde las matrículas llegaron a su pumo máximo alrededor antisemitas y sus irregularidades económicas. Este intento de adoptar una po-
de 1620 y decayeron constantemente a lo largo del siglo xvnr. Entre 1620 y sición de compromiso resultó ser una ilusión costosa.
principios del siglo XIX, no fueron fundadas nuevas universidades en Casti- La Inquisición ayudó a institucionalizar los prejuicios y las actitudes que
lla. Como en todos los períodos de recesión económica. había una preferen- ya antes habían sido corrientes en la sociedad. Como algunos cuerpos de po-
cia por los estudios «prácticos» más que por los especulativos, y la falta de licía que actúan en secreto y no tienen responsabilidad pública, comenzó a
perspectivas en ciertas materias las hundieron efectivamente. En 1648, Sala- disfrutar de la arrogancia que da el poder. A medida que fue desarrollándo-
manca propuso suprimir las cátedras de griego, hebreo, matemáticas y otras; se la sociedad conflictiva, la Inquisición se encontró a sí misma en el centro
el griego y el hebreo no se enseñaban desde la década de 1550.44 La Inquisi- de las tensiones sociales. La gente la aceptó porque sus castigos no iban
ción no puede ser culpable de todo eso. En todos los campos de la cultura es- dirigidos sino a Jos marginados de la sociedad: los herejes, los extranjeros,
pañola es cada vez más obvio que obraron factores cuya aparición sería gro- los disidentes. Fuera de los años críticos de mediados del siglo XVI, muy po-
tesco tratar de atribuir a la Inquisición. COi> intelectuale!> se sintieron amenazados; a partir de los primeros años del
Consciente de que era poco razonable cargar a la Inquisición con la res- siglo xvm muchos sintieron que la Inquisición se volvería inocua si queda-
ponsabilidad de todos los fracasos españoles, Juan Valera se preguntó en 1876 ba sujeta al estado. No fue hasta finales del siglo XVIII cuando la Inquisición
si no era el propio carácter español el responsable. Identificó la causa con el se puso claramente en di!>cordia con la Iglesia y con el estado.
fanatismo religioso: «Era una fiebre de orgullo ... nos creímos el nuevo pue- Aun con todo lo dicho, algunas incógnitas permanecen. ¿Cómo pudo una
blo de Dios; confundimos la religión con el egoísmo patriótico ... De aquí sociedad en apariencia tan tolerante como la castellana, en la que las tres gran-
nuestro divorcio y aislamiento del resto de Europa». 43 Otros historiadores des religiones de Occidente habían coexistido durante siglos y en la que la
308 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

Inquisición medieval no había podido penetrar, cambiar su ideología en el


siglo xv, contra los deseos de muchos grandes hombres tanto de la Iglesia
como del estado? ¿Cómo pudo un clero y un pueblo que nunca buscó el
derramamiento de sangre excepto en la guerra (la reina Isabel consideraba
que incluso las corridas de toros eran demasiado crueles) reposar tranquila-
mente sobre las condenas al fuego de decenas de sus compatriotas por un de-
lito -prevaricación en religión- que nunca había sido considerado como un
crimen? ¿Cómo pudo el pueblo español, los primeros europeos en ampliar
sus horizontes viajando por los océanos y abriendo el Nuevo Mundo, acep- ABREVIATURAS
tar sin seria oposición las restricciones mentales propuestas por la Inquisi-
ción? Las páginas precedentes han tratado de ofrecer los elementos para una
respuesta, pero la naturaleza del fenómeno inquisitorial impide dar una res- ACA:CA Archivo de la Corona de Aragón, Barcelona, sección
puesta satisfactoria a la complejidad de las preguntas. Incluso hoy, en el Consejo de Aragón
siglo xx, otras naciones han continuado teniendo sus Inquisiciones: la condi- AE:CP,MD Archives des Affaires Etrangáes, Paris, section
ción humana está sujeta a flaquezas que no son exclusivas de un pueblo o de Correspondance Politique, Mémoires et Documents
una religión y que periódicamente hacen retroceder lo que otras naciones han AEM Anuario de Estudios Medievales
conseguido mediante la «civilización» y el «progreso>>. AGS Archivo General de Simancas
AGS:CJH AGS sección Consejo y Juntas de Hacienda
AGS:E AGS sección Estado
AGS:E/K OS sección Estado K
AGS:PR AGS sección Patronato Real
AHN Inq. Archivo Histórico Nacional, Madrid, sección Inquisición
AHR American Historical Review
AHSI Archivum Historicum Societatis Iesu
AR Archiv für Reformationsgeschichte
ARSI Epist Hisp Archivum Romanum Societatis lesu, Epistolae Hispaniae
BH Bulletin Hispanique
BHR Bibliotheque de l'Hw~anisme et de la Renaissance
BHS Bulletin of Hispanic Studies
BL British Library, Londres
BLAdd BL Additional manuscripts
BL Eg BL Egerton manuscripts
BN Biblioteca Nacional, Madrid
BRAE Boletín de la Real Academia Española
BRAH Boletín de la Real Academia de la Historia
BZ Biblioteca Zabálburu, Madrid
CHE Cuadernos de Historia de España
CHR Catholic Historical Review
CODOIN Colección de Documentos Inéditos para la Historia de
España
EconHR Economic Historv Review
Favre Collection Favre: Bibliotheque Publique et Universitaire,
Geneva
HAHR Hispanic American Historical Review
HR Hispanic Review
310 LA JNQL'JSICJÓN ESPAKOLA

HS Hispania Sacra
IMH Institut Municipal d'Hislbria, Barcelona
JEH Journal of Ecclesiastical History
JQR Jewüh Quarterly Revien:
leg. legajo (archivo)
MCV Mélanges de la Casa de Velázquez
MLR Modern Úln!Juage Review
MP Modern Philology
NRFH Nueva Revista de Filología Hüpánica NOTAS
P&P Past and Present
PAAJR Proceedings of the American Academy for Jewish Research
Proceedings of the American Philosophical Society Prl',(f).ciO (pp. 7-8)
PAPS
RABM Revista de Archivos, Bibliotecas _v Museos l. Cf. T. Dean y K. Lowe. «Writing the history of crime m lhe llalian Renaissanr:e>>, Cn-
REJ Revue des Études Juives me, Svciety and the Lmr in Renais.wnce Ita/y, Cambridge, 1994.
RF Razón y Fe
RFE Revista de Filología Española
l. Una wciedad de aeyemes y no new:mes (pp. 9-14)
RH Revue Historique
Rl Revista de la Inquisición l. AHN lnq .. lib. 733, f. 352.
SCJ Sixteenth Century Journal 2. Citado por Cawo, p. 221.
3. Ca&tru, p. 225.
4. Denis Menjot, «Le~ minontés JUiv~s et musulmanc<; dan~ 1' économie murcienne au bas
Moycn-Ágc», Mmontés et marginmu en Espagne et duw; le Midi de la France (VW-V/11' sii!-
c/es), París, 1986.
5. Adeline Rucquoi, <duifs el musulmanes dan<, un~ ville de la Castillc scptentrionalc»,
ibid.
fl. C. Carr~t~ Parrondo, <<Los judaiLante> castellanos», en Inquisición y conver.wo. p. 201.
7. Citado por C. Carrete Parrondo, El judaísmo eopuñol v la lnq11isición, Madrül, 1992,
p. 103.
8. Y. Baer, l, capítulos 5-ó.
1,!. Carrete l'arrondo, «Nostalgia•>, p. 33.
10. Felipe de Mene:.es. L11;:; del alma cristiana (1554), ed. Madrid. 1978, pp. 317 y 321
11. E~t~ es ~~ argumento de Kamen. 1993a.
12. La práctica en la diócesis de Toledo puede medida por las prohibicione~ promulgadas
por el concilio provincial de Aranda en 1473: véa>e J. Tejada y Ramiro, Colección de cánones
y de wdo:, los concilios, 6 vols., Madrid, 1859, V, p. 24.
13. IMH Com,ellers C.XVlll, vol. 8. f. 95; AHN !m¡., lib. 731, f. 172.
14. Fontes . .11, p. 120.
15. !bid., 11, p. 122.
16. C. Carrete Parrondo. '·Duelos o~ dé Dio&. e avrá chri<;tiandad.. : nueva página sobre el
criptojudaísmo castellano», Sefarad, JI (1992), p. 369.
17. W. Monter, 1990, p. 24.
!S. M. A. Fernández García, Inquisición. comportamiento _1· mentalidad en el reino de
Granada (1600-llUU¡. Granada. 1989, pp. 110 y 246.

2. l.a gran diáspora (pp. 15-33)

1. Fontes. H. p. 153.
2. «La Biblia de Mosé Arragel de Guadalajara», citado por Castro, p. 489.
3. Cf. Angus Mackay, «Thc J¡;,w<, in Spain during the Middle Agcs», en Kedourie. p. 33.
4. Jbid., p. 34.
312 LA INQLHS!CIÓN ESPAÑOLA NOTAS 313
5. A. A. Neuman, The Jews in Spain. Thár wcial, política/ and culturallift> during tlw 40. Carlos Barro~. «La tolerancia hacia los judíos en la Edad Media gallega», en Xudeus
Middle Age.~. 2 vols., Filadelfia, 1944, ll, p. 184. e Conversos. l, p. 103.
6. Citado por Pilar Pén;:z Viñuales en f)estiarv:, uraxvneses, p. 1J 1. 41. Mutis Dolader, d,os judíos zaragozanos>•, pp. 394-395.
7. Y Bacr, JI, pp. 95-134; P. Wulff. «The 1391 pogrom in Spain. Social cri~is ur not?», 42. J. Riera Sans, art. cit., p. 79.
P&P {1971). p. 50: A. Mackay, •<Popular movernent~ and pugmms in 15th-ccntury Ca>ti!e», 43. En total debían ser 70 personas. puesto que no todo~ los pecheros representaban una
P&P (1972), p. 55. familia entera.
8. Citado por N. Roth, Conversos, p. 34. 44. La fuente es citada por J. Yaldeón, «Motivacione~ socioeconómica~ de las fricciones
9. Citado por E. Gutwirth, «Toward~ expuJ...ion: 1391-1492», en Kedourie. p. 54. entre viejocristianos. judíos y conversos», en Alcalá, 1995, p. 75.
10. Acepto aquí en parte lo que afirma Roth, pp. 34-35. 45. L Suárez Femández, Documento:,, p. 16.
11. Algunos autores hacen equivaler el >ucablo a «marrano. cerdo». pero la relación no 46. !bid.. p. 15.
está documentada etimológicamente. En ca1nbio, hay varios ejemplos en que el término es em- 47. !bid., p. 33.
pleado para referirse a alguien que «marra» o estropea la religión cristiana. Así, Carrete Pa- 48. Mutis Dulader, <<Los judíos zaragozanos», p. 397.
rrondo, en Fontes, ll, p. 53, cita a un converso de 1497 que di<.:e «Bien me llaman a mí marra- 49. Cf.los detalles en Monsalvo Antón. op. cit., pp. 148-180.
no, pues que marré en volverme de la buena ley a la mala». 50. Citado por Ángeles Navarro, «La literatura y pensamiento de los hispanohebreos en
12. Cf. David Romano, <<Rasgos de la núnoóa judía en la Corona de Aragón>>, en Xudeus el siglo XV», en La e.rpulsión de los judfos de E.1paña. 11 Curso de Cultura hüpano-judía y u-
e Conversos, Il, pp. 229-230. fardí, Toledo, 1993, p. 57.
13. Neuman, TI, p. 217; Castro, pp. 491-496; Caro Baroja. 11, pp. 162-190. 51. Citado por Valdeón, en Alcalá, 1995, p. 76.
14. M. A. González y P. de Forte7a, «Los médicos madrileños a finales del siglo XV», 52. Cf. N. Roth, op. cit., pp. 74-78. También Kriegel, Xudeus e Converso.~. I, p. 185: d.a
Torre de los Lujane.~. 31, 1996, p. 225. plus grosse partie de la documentation témoigne indiscutablement d'une solidarité des Juifs avec
15. J. M. Monsalvo Antón, Teoría y e\•olución de un conflicto wcial. pp. 70-84. les COnVeThOS».
16. Castro, p. 499. 53. «La mayoóa de los judíos no sentían aprecio por los conversos>>. según Roth, p. 215.
17. Neuman, 11, p. 187. 54. E. Marín, <<Inventario de bienes muebles de judíos en !492>•, Sefarad, 48, u (1988), n. 65.
18. M. A. Ladero Quesada. <<Los judío~ en el arrendamiento de impuestos», Cuadernos 55. Fontes, ll, p. 77. La declaración es de 1502.
de Historia. anexos de Hispania, 6 (1975). 56. Citado por N. Roth, op. cit., p. 241.
19. Carlos Álvare7 García, «Los judío> y la hacienda real bajo el reinado de los Reyes Ca- 57. Fontes, ll, p. 23.
tólicos. Una compañía de arrendadurc~ de rentas reales», en Tres culwras. p. 88. 58. C. Carrete Parrondo, «Los judaizlllltcs ca~tellano~», en hu¡uisici6n y conversos, p. 198.
20. E~ta es la idea mantenida por Baer. 59. Citado por N. Roth. op. cit., p. 214.
21. A. Bemáldez. Memoria.~, capítulo 43. p. 98. 60. Fidel Pita, «Nuevo~ datos para escribir la historia de los judíos españoles: la Inqui-
22. Asunción Blasco, «Los judíos en Aragón durante la Baja Edad Media», en De.merros sición en Jerez de la Frontera», BRAH, 15 (1889).
aru¡¡oneses, p. 57. 61. N. Roth, op. cit., pp. 283-284.
23. Pilar León Tello, Judíos de Toledo, 2 vuls., Madrid, 1979, ll, pp. 549-607. 62. Moti;, Dolader, «Ws judíos zaragozanos», p. 405.
24. F. Cantera Burgos y C. Carrete Parrondo, «La judería de Buitrago>>, Sefarad, 32 ( 1972). 63. L. Suáre7 Fernández, Documemos, p. 41
25. F. Cantera Burgos y C. Carrete Parrundo, <<Lajudeóa de Hita», Sefarad, 32 (1972}. 64. lhid., p. 20.
26. A. A. Bel Bravo, Los Reyes Católicos y los judíos anda/uce:, (1474-1492). Granada, 65. W. H. Prescott, Hístoryofthe Reign of Ferdimmd and Isabel/a, Londres, 1841 ',p. 269 n. l.
1989. p. 128. 66. J. Meseguer Fernándcz, «La Inquisición en Granada», en Nueva visión, p. 386.
67. Stephen Haliczer, «The Castilian urban patriciate and the Jewish expulsions of 1480-
27. David Romano, «ludios hispánicos y mundo rurah>, Sefurud, ll (1991}, p. 364.
92», AHR, 78 (febrero de 1973}.
28. J. Cabezudo Astraín, «La judería de Sos del Rey Católico>>, Sl'farad, 32 (1972}.
68. Cf. Maurice Kriegel, «La prise d'une décisiun: l'expulsion des juifs d'Espagne en
29. Pilar León Tello, <<Lajudeóa de Ávila durante el reinado de los Reyes Católicm», Se-
1492», RH, 260 (1978}.
farad. 23 (1963).
69. B. Netanyahu, 1968, pp. 54-56.
30. M. A. Ladero Quesada, «Judíos y cristianos en la Zamora bajomedievah, en Proyec-
70. Publicado en R. Cunde, La e.rpulúón de los judíos de la Corona de Aragón, Zara-
ci6n hütórica de España en sus tres culturas, Valladolid, 1993, vol. 1, pp. 159-164.
goza, 1991, doc. 1; también en Alcalá, 1995, p. 129.
31. N. Roth, op. cit., p. 66.
71. León Tello, Jud(os de Toledo, I, p. 347.
32. Para argumentos contra la idea de que exiMiera un declive. véase E. Gutwinh. en Kc- 72. Motis Dolader, en Destierros aragonese.~. p. 105.
dourie, pp. 54-68.
73. Fomes, l, p. 137.
33. M. A. Mutis Dolader, <<La expubión de los judíos aragoneses». en Destierro.~ arago- 74. Sigo la forma empleada por N. Roth, op. cit., p. 80. Las fuentes se relíeren a Seneor
neses, p. 84. como «rab» mayor o «rabino», pero está claro que tenía un cargo político más que religioso.
34. C. Álvarez García, «Los judíos y la hacienda». pp. 94-95. 75. Fidel Fita, «La verdad sobre el martirio del Santo Niño de La Guardia», BRAH, 11
35. Y. Baer, ll, pp. 70-243. (1887); H. C. Lea, «El Santo Niño de La Guardia», en Chapters fmm the religious history of
36. J. Riera Sans, «Judíos y conversos en los reinos de la Corona de Aragón durante el si- Spain, Filadelfia, 1890, pp. 437-468: Baer, 11, pp. 398-423.
glo XV», pp. 76-77. 76. Daniele lancu, Le:, .iuif~· de Provence 1475-1501: de l'im,-ertion á l'expulsion, Aix,
37. !bid.. p. 77. 1986; Shlomo Simonsohn, The Jews in the Duchy of Milan, 2 vols., Jerusalén, 1982, 1, p. XXIV.
38. Citado por N. Roth, op. cit., p. 66. 77. Motis Dolader, en Destierros aragoneses. p. 111.
39. E. Cantera Montenegro, «El apartanúento de judím y mudéjares en las diócesis de 78. Citado por Maurice Kriegcl, «El edicto de expulsión: motivos, línes, contexto», en Al-
Osma y Sigüenza a finales del siglo XV», AEM, XVII (1987}. calá, 1995, p. 142.
314 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA NOTAS 315
79. C. Carrete Parrondo, «Movimientos mesiánicos en las juderías de Ca-.tilla», en Tre:J res. Spain. the Low Countrie.\ and the Stmggle jor Wi:>r/d Supremacy, 1585-1713, Londres 1997,
Cultura~. p. 68: J. N. Hillgarth, The Spanish kin¡;;dom~· !250-1516, vol. 11: 1410-1516. Oxlonl. capítulo 10. '
1978. pp. 419 y 451 (hay traducción caHtellana. en versión ligeramente diferente: Lns reinos hi.1·· 113. A. Bernáldez., op. cit.. capítulo 11, p. 262.
pánicos, voL 11: La hegemonía mstellana. 1410-1474, Barcelona, 1983).
80. Alain Milhou, Colón y :JU mentalidad mesiánica, Valladolid, 1983. p. 305.
Rl. Historia de Espw1a, hb. 26, capítulo l. 3. El advenimiento de la 1nq,isición (pp. 34-68)
82. D. Raphael, ed., The Expulsion. p. 53.
83. H. Kamen. «The Mediterranean and the expulsion of Spanish Jcw\ in 1492», P&P. 1. Fontes. II, p. 56.
119 (mayo de 198!!), pp. 34-35: Ladero Que~ada, «Las juderías de Castilla según algunos '\er- 2. F. Márquez Villanue~a. «Com·er~o-. y cargos conccjiles en el siglo XV». RABM, 63,
vicios" fiscales», SPjarad. 31 (1971). ¡¡ ( 1957).
84. J. Riera Sans, art. cit., p. 78. 3. Citado por J. Valdeón, «Fricciones entre viejocristianos, judíos y com·cr~os». p. lB, en
85. H. Kamen, «The Mediterranean», p. 37, apunta 10.000: R1era un total en torno a Alcalá. 1995.
9.000. 4. P. L Lorenzo Cadarso, «Oligarquías conversas de Cuenca y Guadalajara (~iglm xv
86. José Hinojm.a Montalvo, «l.a demografía de la aljama judía de SagunlO», Sefarad, 55 'y XV!)», Hi.~pania, 186 (1994-), P- 59.
( 1995), P- 274, 5. Jhid.. p. 58.
87. D. Bernáldez, Memorias, capítulo~ 110 y 112. 6. Una semblanza de la fanúlia en Roth, pp. 136-150. V6asc también L. Serrano, Lns ('011-
88. Solomon Ibn Yerga, en D. Raphael, op. cit.. p. 97. versos D. Pablo de Sant¡__¡ María _v D. Alji:>n.m de CanagefUI. Madrid, 1942. pp. 23-24.
89. Joseph Ha Cohen y Rabbi Capsali, en D. Raphael, op. cit .. pp. 17 y 106. 7. En cambio, no hay raffin alguna para pcn<;ar --como se ha hecho a menudo-- que Her-
90. Para Aragón. A. Blasco, «Los judíos del reino de Ardgón. Balance de los estudio<;», nando de Talavem, arzobispo de Granada, era de origen converso.
Acres del Ir col·loqui d'Hi:Jtória deis Jueus a la Corona d'Aragó. Lleida, 1991. 8. M. A. Ladero Quesada, <dudcoconversos». 1984, p. 47.
91. C. Carrete Parrondo, «Nostalgia», p. 35. 9. «Copia de los sanvenitos que corresponden a la villa de AguiJar de la Frontera>•, BL
92. Cf. M. A. Mutis Dolader, <<Las comunidades judías en la Corona de Amgón», en Al- Add. 21.4-4-7, ff. 137-139.
calá, 1995, pp. 32-54. 10. E Cantera Burgos y P. León Tello. Judaizantes, pp. X!"Xn.
93. 'Rabbi Capsali, por ejemplo (Raphael, p. 18), no incluye Turquía como uno de los de.'>- 11. A. Rodríguez Mofiino, «Les Judai,ant-'> a Badajo? de !4-93 a 1599». REJ, 15 (1956}.
tinos inmediatos de los exiliados. Sólo después, ~egún dice (Raphael. pp. 20 y 26}. fueron allí 12. Juan Blázquc7 Miguel. La Jnquüirión en Cataluña. Toledo, 1990, p. 4-0.
alguno~ judíos de Nápoles. 13. M. A. Ladero Quesada, «Sevilla y los conversos: los "habilitados" en 1495», Sefarad,
94. Citado por Robert Bonfil, «<talia: un triste epílogm>, en Alcalá, 1995, p. 249. lT (1992), pp. 4-38-439.
95. Rabhi Ha Levi, en D. Raphae1, op. cit., p. 87. 14-_ A. Domínguez 011i1, tos cvnver.\os de origen judfo después de la expulsión, 1955,
96. fontes, l. 133, orden del 25 de JUnio de 1492. pp, 217-219.
97. M. A. Ladero Quesada, Granada después de la conquista, 1988, p. 255. 15. Sobre Quevedo, la conspiración judaica y Olivares, cf. J. H. Elliott, The Count !Juke
98. 1bid., p. 253. of'Oiivares, Lnndrcs y New Haven, 1986. pp. 11.556 y 558 (hay trad. casi.: El conde-duque
99. Fome:,. l. 75. de Olivares, Barcelona, 1990).
100. Cf. D. Raphael. op. cit., p. 43. 16. l Caro Baroja. Lo.~judios en la Espaíia moderna y comemporánea, [J. pp. 162-24-4-.
101. El dato. bien conocido por los especialistas del período, ha sido puesto de relieve 17. Los inquisidores a la Suprema, 28 de ahril de 1579, AHN Jnq .. leg. 2.704.
nuevamente por Roth, p. 313. 18. Capítulo 11, infru.
102. J. Gómc7-Mcnor, «Un judío conver">o de 1498. Diego Gómez de Toledo (Scmucl 19. Publicado por José Amador de los Ríos en la Revista de España. vols. 105-106, 1R8S.
Abolafia) y su proceso inquisitorial», Sejarad, :n (1973). 20. Impreso en J. Caro Baroja, Jll, PP- 287-299.
103. Fontes, 1, 75. 21. J. Caro Baroja, op. cit., JI, p. 264.
104-. M. E. González y P. de Forteza (véase supra, n. 14), p. 223. 22. Detalles intere>ante_., en N. Roth, cap. 6.
105. Hace muchos años llegué a esta conclusión. que se ve ahora apoyada por Roth, 23. B. Netanyahu, «Fray Alonso de E~pina: was he a New Christian?», PAAJR. 43 (1976).
p. 315: «Lo cierto es que lo'> monarcaH no cQntaban con un plan maestro para conseguir la uni- 24. H. Beinart, Conversos en Tria/, 1981, p. 20.
dad religiosa>>; y por Kricgcl, en Xudet<S e Converso\·, i, 188: «Aucun document rédigé il l'ins- 25. E. Benito Ruano, Toledo en el siglo xv, Madrid, 1961, apéndices 16. 18. 19,22 v 44.
piration des souverains ne fait refércncc a la notion de la désirdbilité d'une liquidation du plu- 26. L. Delgado Merchán. Historia documentada de Ciudad Real. Cmdad Real, Í907.
ralisme religieux». p. 419.
106. Este aspecto, observado hace treinta años por Domíngnc7 Ortiz y por mí mismo, ha 27. J. Caro B~roja. op. cit., rn. pp. 279-281.
sido ahora corroborado por un e~tudiow judío; véase N. Roth. pp. 272-275_ 28. M. A. Ladero Quesada, art. cit., 1984-. p. 30.
107. L. Suárez Femández, op. cit., p. 41 29. lbid., p. 31.
108. E. Gutwirth, «Reacciones ante la expulsión», en Alcalá, 1995, p. 207. 30. Sobre las tensiones en Córdoba. cf. John Edwards. «1'he Judeoconversos in the urban
109. D. RaphaeL op. cit., pp. 17 y 43. life of Córdoba. 1450-1520», en Vil/es et socUtú urbaine:, au Muyen Age, París, 1994.
110. J. de Zurita, Historia del rey Don Hernando el Catho/i('o, 6 vols., Zaragoza, 1610, l, 31. S. Haliczer, citado en capítulo ll, n. 67.
p. 9. 32. B. Netanyahu. 1995, pp. 208-209; Roth. p. 32.
111. Luis de Páramo, De origine et pro~-:ressu Ofticii Sanctar' 1nquisitiunis, Madrid, 1598, 33. N. Roth. op. cit., p. 40.
capítulo 6, p. 165. 34. Sigo aquí la excelente e~ posición de Netanyahn, 1995, PP- 848 y ss .. aunque no acep-
112. Sobre las expulsiones de Orán en 1669, véase Kamen, 1981, pp. 492-4-93. Véase to como válida la datación del documento en 1467.
también IsraeL <<The Jaws of Spanish Oran and their expul<;ion in 1669», en Conflicts of Empi- 35. Y. Baer. U, p. 424.
316 LA INQUISICIÓN ESPA:'JOLA NafAS 317

36. H. Beinart, op. cit., 1981, p. 242. 78. Sigo los convincentes argumentos de Netanyahu, 1995, pp. 1 155-1.564.
37. José Faur, «Four el as ses of conversos: a typological study•>, RF.'J, 149 ( 1990), pp. 113- 79. Para la fecha de 1488, véase el capítulo IX.
124, me parece un análisis sensato, que distingue cualro tipos de conversos. 80. H. e Lea, I, p. 587.
37. Citado por Netanyahu, 1995, p. 410. 81. /bid., p. 233.
39. Fonles, U, p. 58. 82. /bid., p. 590, apéndice 11.
40. E. Gutwirth, «Elementos étnicos e históricos en las relaciones judeo-convcrsas en 83. Citado en J. A. Llorente, Memoria histórica, 1812, p. 90.
Segovia», en Yosef Kaplan, p. 97. 84. H. C. Lea.l, p. 247.
41. Para una síntesis de estas duda~. véase Rlh. pp. 216-221. 85. Antonio C. Floriano, «El Tribunal del Santo Oficio en Aragón. Establecimiento de la
42. B. Netanyahu, 1995, p. 853. Inquisición en Teruel», BRAH, 86-87 (1925) y 88 (1926). La documentación básica y otras fuen-
43. H. Beinart, up. cit.. l, p. 339. La edición de estos documentos es valio~a: ~in embar- tes originales están publicadas en la excelente compilación de J. Á. Sesma Muñoz.
go, los comentarios del autor son discutibles. 86. J. Á. Sesma Muñoz, El establecimiento de la Inquisición en Aragón, pp. 97-100.
44. C. Carrete Parrondo, «Los judaizantes castellanos», en Inquisición y conversos, p. 197. 87. !bid., p. 20.
45. Funtes, II, pp. 37 y 137. 88. Carrcre8 i Candi, pp. 134-137.
46. Cf. John Edwards, «Religiou~ faith and doubt in late medieval Spain>>, P&P, 120 89. J. Á. Sesma Muñoz, op. cit., p. 23.
(agosto de 1988), p. 13. Véase también el capítulo 12. 90. Las cifras están sacada~ de la documentación básica de los primeros años de la In-
47. Ambas citas tomadas de Carrete Parrundo, «Nostalgia», pp. 37-38. quisición catalana; véase Pere Miquel Carbonell, en Colección de documento.~ inéditos del
48. H. Beinart, op. eít., 1, p. 371. Archivo de la Corona de Aragón, Barcelona, 1864-1865, vols. 27-28.
49. !bid.• pp. 311 y 330. 91. R. García-Cárcel. Orígene.l" de la Inquisición española, 1976, p. 50.
50. Fontes, TJ, pp. 27 y 45. 92. !bid., 1976, p. 60.
51. Cf. John Edward~. «Religious faith», p. 24. 93. Asesinatos anteriores de inquisidores, sobre todo por los cátaros en Francia en 1243,
52. H. Beinart, op. cit., I, p. 481. habían dado lugar siempre a una reacción severa. Otros inquisidores asesinados fueron Conrado
53. E. Gutwirth, «Relaciones judco-conversos en Segovia», en Kaplan, p. !O l. de Marburgo (Alemania) en 1233 y Pedro de Verona (Italia) en 1252.
54. Fontes, ll, pp. 130, 98 y 108.
55. Franccsc Carreres i Candi, «L'lnquisició barcelonina, substituida pcr l'Tnqui.,ició cas-
94. Fue popularmente venerado como «el Santo mártyl"», y en el siglo XVI se le otorgó una
festividad en España, pero Ruma se mostró reacia a reconocerlo como tal y no lo canonizó ha~­
!'
tellana (1446-1487)», lnstitut d'Estudis Catalan.~. 1909-1910, p. 163. ta 1867.
56. H. Beinart, op. cit., I, p. 82. 95. B. Netanyahu, 1995, pp. 1.164-1.172, añade interesantes argumentos a este respecto.
57. Cf. Netanyahu, 1995, p. 1.047. 96. B. Netanyahu ve en Fernando el manillo de los conversos.
5!l. Una síntesis excelente en B. Netanyahu, 1995, pp. 995-996, del que extraigo los ejem- 97. Jordi Ventura, «A l'entorn del judaisme de les famílies Santángel i Sánchez», en
plos que siguen. XIII Congrh d'HistOria de la Corona d'Aragó, Palma, 1990, vol. III, p. 47.
59. J. Riera Sans, «Judíos y conversos en los reinos de la Corona de Aragón durante el si- 98. Jordi Ventura, «Els inicis de la Inquisició espanyola a Mallorca>>, Randa, 5 (1977).
glo XV>>, p. 84. 99. H. e Lea, I, pp. 167, 183 y 267.
60. !bid., p. 85. 1OO. Las cifras para Barcelona están tomadas de Carbonen, para Valencia de García-
61. Palencia, Crónica, ITT, p. 108; Bemáldez, Historw, p. 599. Cárce\, op. cit., 1976, p. 195.
62. N. Roth, p. 203, fecha erróneamente el establecimiento de la Tnqui~ición en 1179. En 101. Para los edictos en general, véase capítulo 10.
esa fecha no existía tal institución. 102. Lea, 1, p. 169.
63. Cf. W. Monter, 1990, p. 4, n. 3. 103. e Carrete Parrundo, «Los judaizantes castellanos», en lru¡uüición y conversos,
64. e Carrete Parrondo, «Los conversos jcrónimus», p. 101. p. 197.
65. Tarsicio de Azcona, Isabel la Católica, 1964, p. 379. 104. !bid., p. 196.
66. N. Roth, op. cit., p. 229, identifica a Hojeda como «inquisidor mayor>• de Sevilla en 105. Véase el capítulo 9.
1478, pero yo no he encontrado prueba.-. para ello. 106. Siempre hubo exce¡xiones: cf. Historia de la lnqui.lición, JI, pp. 347-357.
67. F. Tomás y Valiente, pp. 2!l-42, proporciona un buen esbozo de las medida& adoptadas. 107. H. e Lea, 1, pp. 169-170.
68. Cf. F. Tomás y Valiente, pp. 157-160. la~ investigaciones se llamaban «inquisitio» en 108. M. A. Ladero Quesada, art. cit.. 1984, p. 41, apunta que la mayoría de los conversos
latín, <<pesquisa» en casteliano. no volvían a aparecer ante la Inquisición, una conclusión con la que estoy de acuerdo. R. García-
69. La~ primeras bulas han sido publicada~ por Gonzalo Martíne.-; Díez SJ. Hu/ario de la Cárcel, 1976, p. 1!lO, en cambio, afirma, sin evidencia segura, que en Valencia sólo un 12 por 100
Inquisición Española, Madrid, 1997. de los cientos que se autoinculparon no fueron después procesados.
70. Tarsicio de Azcona, op. cit.. 1964. p. 387. 109. Hemando del Pulgar, Crónica, cap. 96, p. 336.
71. Citado por B. Netanyahu, 1995, p. 853. 110. A. Bemáldez, op. cit., capítulo 44, p. 101.
72. Esta última idea es la te>is central del \u&tancioso trabajo de Netanyahu. 111. Diego Ortiz de Zúñíga, Anales de Sevilla, Madrid, 1677: afio 1524, p. 482. Las ci-
73. Cf. A. Cascales Ramos, LA Inquisición en Andaluda. Re.l"iólenciu de los cont•ersos a fras ciertamente están hinchadas. Más recientemente, se ha indicado que el número de muertos
su implanlación, Sevilla, 1986, pp. 57-69. no pasó de los 248; véase Klaus Wagner, «La Inquisición en Sevilla (1481-1524)», Homenaje
74. Relación hi.nórica de la judería de Sevilla, Sevilla, 1!l49, p. 24. al profesor Carriazo, Sevilla, 1973, voL III.
75. A. Bemáldez, Memoria.~. capítulo 44. p. 99. 112. J.-P. Dedieu, L'administration de lafoi, p. 242.
76. Cf. N. Roth, op. cit., pp. 244-246; Netanyahu. 1995, pp. 1.149-1.154. 113. W. Monter, I990, pp. 15 y 21. El diagrama de los casos en Amgón, en Motis Dola-
77. Hernando del Pulgar, Crónica de los Reyes Católico~·. vols. 5-6, Colección de Cróm- der, p. 402, sugiere que hubo menos ejecuciones, pero sus datos son claramente incompletos.
cas Españolas, Madnd, 1943, V, p. 337. 114. Las cifras dada.~ en R. García-Cárcel, op. cit., 1976, p. 174, de acuerdo con las cua-
318 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA NCYIAS 319

b, alrededor de 700 personas fueron ejecutadas, no son fiables. Monter, 1990. p. 21 n. 36, con- 5. El carácter foráneo, no español, de la Inquisición ha impulsado tanto a América Castro
cluye que las cifms dadas por García-Carcel son <<inexactas». corno a Claudio Sán<:hez Albornoz (éste en España, un enigma histórico, 2 vols., Bueno<; Aires.
115. W. Monter. J990, p. 21. Esta cifra se hasa en el exhaustivo y detallado trabajo de 1956', cap. 1, n. 4) a defender que era de origen judío.
Blázquez Miguel, quien indica que hubo 14 cjccuciune~ de converso<; hasta 1499, y alrededor 6. Historia General de España, Biblioteca de Autores Españoles, vols. 30-31, Madrid,
de 20 en el periodo subsiguiente; véase Blázque<: Miguel, Cataluña, pp. 38 'y 51. 1950, vol. 31, p. 202.
116. Alguna& cifras aproximadas en la edición de 1985 de mi libro. 7. J. Viccn<; Vives, Ferran 11 i la ciutat de Barcelona, 1479-1516. 2 vols., Barce1ona, 1936.
117. Fidel Fila, «La Inquisición toledana»; Fita también calcula que fueron 500 los que- 1, p. 376.
mados en efigie. 8. Miguel Avilés, «Motivos de crítica a la lnqui>ición en tiempo~ de Carlos Y». en Nueva
118. W, Monter, 1990, p. 53, hace una estimación mi<; baja, de 1.500 ejecuci?ne,. Visión, p. 187.
119. C. Carrete Parrondo, «Nostal!,ria», p. 40. 9. Juan de Mariana, Historia Genero/ de E~paña, vol. 31, p. 202.
120. F. Carreres i Candi, p. 160. JO. J. Vicens Vives, Ferran 11. l. p. 382.
121. IMH Consel\en. C. XVIH-6. 11. EN. ms. 1.517. Sobre la actitud de Pulgar, véase F. Cantera Burgos. «Fernando de
122. R. García-Cárcel, 1976. p. 171. Pulgar y los conversos», Sefarad, 4 (1944).
123. N. Roth, p. 222: «El deseo de erradicar por completo a la clase conversa y enrique- 12. Citado por A. Márquez, 1980a, p. 25; cf. Azcona, 1964, p. 399.
cerse por la confiscación de tantos bienes como fuera posible». 13. «Baptizati invite non recipiunt S.acramentum nec characterem baptismalem, sed rema-
]24. El texto ha sido publicado por Azcona, en Nueva visión, p. 127. neo! infideles occulti», en Páramo, De origine (citado en el capítulo 2. n. 111), p. 165.
125. Srunuel Usque, en Raphael, p. 137. 14. José de Sigüen7a, Histaria de la Orden de San Jerónimo, 2 vols .. Madrid, 1907 (Nueva
126. Lo que al parecer ha sido aceptado sin más por mucho~ historiadores. Biblioteca de Autores Españoles, vols. 8 y 12), ll, p. 306.
127. Cf. J. Jiménez Lozano, «The persistence of Judaic and lslamic cultemas in Spanish 15. Católica impugnación, cd. F. Martín, introd. de F. Márque~ Villanueva, Barcelona,
society». en Alcalá, 1987, quien también cita a Llorente a este respecto, p. 407. 1961, p. 68.
128. H. Beinan, Recnrds, I, pp. 16-21. 16. A. Márquez, 1980a, p. 233.
129. !bid., pp. 163-180. Incluso Beinart se ve obligado a comentar que las prácticas «ju- 17. A. Bemáldez. cap. 44.
daica~» de Chinchilla eran «poco impresionantes» ..
18. H. Graetz, «La police de l'lnqui'>ition d'Espagne i1 ses débuts>>, BRAH. 23 (1893).
130. Fnntes, ll. pp. \9, 21. 19. H. Beinart, 1981, p. 134.
131. Fontes, 11. p. 32. 20. Cf. J. Edwards, <<Trial uf an Inquisitor: the dismissal of Diego Rodríguez Lucero, in-
132. H. Beinart, Record~·. 1, p. 193. quisidor of Córdoba, in 1508», JEH, 37, n (abril de 19l!6).
133. /bid., p. 116. 21. Tarsicio de Azcona, en Nueva Visión, p. 144.
134. !bid., p. 92. 22. Luis Ramírez y Las Casas Deza, Anales de Córdoba. en CODOIN, vol. 112, p. 279.
135. !bid., p. 404. 23. R. Gracia Boix, Colección de documentos para la Historia de la Inquisición de
136. Fontes, U, p. 24. El te~timonio es de un judío, en 1492.
Córdoba, Córdoba. 1982, pp. 86,96 y 103. Tarsicio de Azcona, en Nueva Visión, p. 145.
137. Este aspecto me parece ahora evidente al hojear los documentos. Sin embargo, fue
24. T. Herrero del Collado, «El proceso inquisitorial por delito de herejía contra Hemando
la lectura de Nctanyahu, Origino, 1995, lo que me llevó a repensar tuda la cuestión. Posterior-
de Talavera», AHDE, 1969.
mente. encontré má~ datos a favor de este punto de vista en Roth, pp. 217-20 y 268.
25. El texto (de mayo de 1507) ha sido publicado por Azcona en Nueva Visión, p. 130.
138. Cronista anónimo, c. 1495. en Raphael, p. 133.
26. C. Femández Duro, <<Vida y obras de Gonzalo de Ayora», BRAH, 17 (1!!90).
139. B. Netanyahu, Origins, 1995, p. 928.
27. AGS:PR Inq .. lcg. 28. f. 39.
140. !bid., p. 929.
28. H. C. Lea, l. p. 211.
141. Fonres, 11, pp. 107 y 149.
142. Esta opinión es recogida por uno de los especialista~ en este período, Tarsicio de 29. Ibídem.
Azcona. Se reliere a Jos años posteriores a 1492 como los de «la supresión de lo> conversos» JO. AGS:PR lnq., leg. 28. f. 16.
(en Nueva vüión, p. 120). No he podido consultar la obra reciente de David Gittiz, Secrecv and 31. AHN lnq .. leg. 4.724', n. 0 8.
Deceit: the Religion nf the Crypto-Jews, Filadelfia. 1996. 32. P. Gayangos y Vicente de la fuente. Cartas del Cardenal Don Fray Francisco hmé-
143. Todas las citas a continuación proceden de C. Carrete Parrondo, «Nostalgia». Carre- nez de Cisneros, Madrid, 1l!67, p. 261.
te, sin embargo, no distingue entre los conversos antcriore' a 14~10 y los posteriores a 1492. 33. H. C. Lea, 1, p. 215.
144. El rabino Capsali, en Raphael, p. 44. 34. Todos los datos anteriores están tomados de Llorcnte. 1812. pp. 119-131.
35. AGS:PR lnq., leg. 28, f. 45.
36. J. A. Llorente, Memoria hiwórica, 1812, p. 156.
4. Una oposición per~útente (pp. 69-l!4) 37. Joseph Pérez. La ré\>olution de~· «Comunidades» de Castille ( 1520-1521 ). Burdeos,
1970, p. 509.
l. Los inquisidores a la Suprema, 1618, AHN Inq., lib. 743, f. 95. 3l!. Sobre todo ello, J. l. Gutiérre.t Nieto, «Los conversos y el movilniento comunero>>,
2. «De lo que no podemos dudar es que en los siglos xv y XVI la inmem.a mayoría de los Hüpania, 94 (1964); y Pérel. pp. 507-514 y 549-552.
españoles, con los reyes, magistrados y obispos a la cabeza. dieron un apoyo decisivo a los pro- 39. EL Eg., 1832, !f. 37-40.
cedimiento<; de la Inquisición>>, Bcrnardino Llorca, SJ, /...a Inquisición en España, Barcelona, 40. G. Cola~ Latorre y J. A. Salas Auséns, p. 505.
1936, p. 166. 41. Jo~eph Pércz, La révolution, p. 551, n. 117.
3. J. A. Llorcntc, Memoria histórica, 1812, p. 37. 42. W. Monter, 1990, p. 324.
4. Para los juicio' previos a la Jnqui<;ición en una ciudad, véa>e H. Beinart, Conversos on 43. T. Reguera, La Inquisicián, p. 121.
Tria/, 1981, p. 37. 44. El comisario a los inquisidorco;, 14 de septiembre de 1574, AHN lnq., lib. 738, f. 5.
320 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA NOTAS 321

45. H. Kamen, 1993a, p. 260. 29. Schiifer identifica sólo 32 casos; pero pueden hallarse muchos más (cf. M. Jiméne7.
46. W. Monter, 1990, p. 322. Montescrín, «Los luterano~ ante el tribunal de la Inquisición de Cuenca, 1525-1600», Nueva
47. En los ciemo cuarenta años que median entre 1536 y 1675, la Inquisición de Mallorca, Visión, p. 695).
por ejemplo, no hizo prácticamente nada. E.~ta fascinante pasividad también re~ulta de interés 30. J. l. Tellechea, «Biblias secuestradas por la Inquisición española en 1552», BH, 64 (1962).
para el historiador social. 31. J. L. Gonzá1ez Novalín, El inquisidor general Fernando de Valdés. 2 vols .. Oviedo.
1968.
32. Soto al emperador. 25 de agosto de 1552, AGS:E, leg. 89. f. 68.
5. Cerrando las puertas a la Reforma (pp. 85-103) 33. Para Egidio Y otros «protestantes», véase Edward Boehmer, Bibliotheca Wif.feniana:
Spanúh Reforfl}ers of /1<~¡ centuná. from 1520, 3 vols., Londres, 1864-1904.
l. M. Bataillon, Erasnw y España, p. 490. 34: Cf. ~lvaro Huerga, Predicadores. alumbrados e Inquisición en el siglo XVI, Madrid,
2. /bid., pp. 110 y 454. Para un ensayo general sobre el impacto de la Reforma en 1973. En un cutdadoso estudio, Rubert C. Spach, «Juan Gil and sixteenth-century Spanish Pro-
Españ.a, véase H. Kamen, «Spain», en B. Scribner, R. Porter y M. Teich, The Rejormatirm in le>tanlism», SCJ, 26, JV (1995), se inclina por la opinión de que Egidio era neoprotestante; pero
national cartext, Cambridge, 1994. no estoy convencido de ello.
3. M. Bataillon, Erasmo y España, p. 280. 35. A. Gordon Kinder, «Cipriano de Valera, Spanish refonneP>. en BHS. 46 (1969); y su
4. !bid., p. 240. El documento básico lo ha publicado M. Avilés, Erasmo y la Inquisición, Casswdoro de Rema, Londres, 1975. Para la comunidad sevillana, Schiifer, 1, pp. 345-367; TJ,
Madrid, 1980. pp. 271-426.
5. M. Bataillon, op. cit., p. 277. 36. E. Schiifer, J, pp. 233-248: III, pp. 1-813.
6. He len Nader, The Mendoza family in the Spanlsh Renais:wnce, New Brunswick, 1!fl9 37. Leonor de Vivero era la esposa de Pedro de Cazalla de Valladolid. Ambo> habían ~ido
(hay trad. cast.; lns Mendow y el Renacimiento español, Guadalajara, 1983). mecenas en 1520 de Francisca Hemández, y estaban relacionados con María de Cazalla, la
7. Para la «deprimente» situación del humanismo español, véase Jeremy Lawrance, «Hu- alumbr~da.de Guadalajara. De los diez hijos de Leonor y Pedro, cuatro fueron quemados por
manism in the Iberian península», en A Goodman y A MacKay, The Impact of Hunw.nism on la Inqmstctón, entre ellos lo> tres sacerdotes Agustín de Cazalla. Francisco de Vivero y Pedro
Westem Europe, Londres, 1990, pp. 248-254. de Cazalla. Lm huesos de Leonor fueron exhumados y su casa reducida a escombros.
8. Sobre la situación del latín hablado, L. Gil Femández, Pmwrama, pp. 30-35. 38. Sobre Rojas Y Seso, véase Tellechea, 1977: y «El clima religioso español en 1550»,
9. Cardenal Mendoza al rey, 20 de septiembre de 1561, AGS:E, leg. 142. en Tellechea, 1968, J, pp. 105-239.
lO. Márquez, 1980b, publica el edicto, pp. 229-238. 39. J. E. Longhurst, •dulian Hernández», y E. Droz, «Note sur le~ impression> genevoises
11. Hay un espléndido estudio de Angela Selke, El Santo Oficio de la Inquisición. Pro- transportées par Hemández», BHR, 22 (1960).
ceso de Fr. Francisco Ortlz (1529-1532), Madrid, 1968. 40. J. E. Tellechea, 1968, II, p. 241, n. 21.
12. John E. Longhurst, Luther and the Spanish lnquúition: the ca.Ye vf Diego de Uceda, 41. AGS:PR Inq., leg. 28, f. 37.
1528-1529, Albuquerque, 1953. 42. H. C. Lea, lll, p. 571, apéndice Vlll.
13. Y. Baer, A History, Il, p. 275. 43. J. E. Tellechea, 1968, J, p. 147.
14. /bid., pp. 350-356. 44. Diego Suárez a Laínez, Sevilla, 23 de agosto de !559, ARSI Epist. Hilip., 96, f. 398.
15. Cf. los comentarios de J. L. Novalín sobre las opiniones de Márquez, en García- 45. E. Schiifer, 11, pp. 286-288.
Villoslada, Historia, III, u, pp. 153-154. . 46. Los acusados muerto~ y los ausentes eran representados en los autos por figura& o efi-
16. M. Ortega Costa, Proceso de la Inquisición contra Morfa de Cazalla, Madrid, 1978. g¡cs que eran quemados en su lugar, de ahí la necesidad de explicitar que los otros eran que-
17. Una buena síntesis de los procesos más importantes en Melquiades Andrés, en Hi.l'- mado<; en persona.
toria de la lru¡ui~·ición, I, pp. 488-520. 47. BN. ms. 9.175, ff. 258-260.
18. Isabel fue puesta en libertad en diciembre de 1538, A\caraz en febrero de 1539. Una 48. E. Schiifer, 11, p. 107.
víctima tardía de los procesos a los alumbrado.~ fue el cristiano vit;jo Rodrigo de Bivar, capellán 49. A Huerga, Valtanás, p. 9.
del duque del Infantado, detenido en 1539 pero puesto en libertad posteriormente; véase Alastair 50. Ambos ~.:asos son citados por Jiménez Monteserín, «Los luteranos», Nueva Visión.
Hamilton, El proceso de Rodrigo de Blvar ( 1539), Madrid, 1979. pp. 724-727.
19. Juan de Ávila, Avisos y reglas cristianas sobre aquel verso de David: Audi, Filia, 51. Valdés a Felipe, AGS:E, leg. 129, f. 128.
ed. L Sala Balust, Barcelona, 1963, p. 32. 52. Cf. W. Monter, 1990, p. 43; García Serve!, El humanista Casca/e.~; J. Contrcras, So-
20. Angela Selke, «Vida y muerte de Juan López de Celaín», en BH, 62 (1960). tus contra Riquelmes, Madrid, 1992.
21. Bataillon, pp. 438-470. 53. «Lo que parece convernía proveerse», AGS:E, leg. 129, f. 112.
22. Su muerte fue descrita a Francisco Borja: ARSI Epist. Hüp., \03, f. 231. 54. Cf. W. Monter. 1990, p. 50: «Después de 1570 apenas se celebraron grandes autos en
23. J. E. Longhurst, Erasmus and the Spanish lnquisltlon: the case of Juan de Valdés, Al- CaMilla». Percibe «Un incremento en la pompa y la solemnidad alrededor de 1570». p. 51 Para
buquerque, 1950; J. C. Nieto, Juan de Valdés (1509?-1541 ), Michigan, 1968; Bataillon, Erasmo una discusión má~ por exten<;o de lo.~ autos, véa~e el capítulo 9.
y el Erasmismo, Barcelona, 1917, pp. 245-285; Carlos Gilly, «Juan de Valdés: Übersetzer und 55. No se sabe su número exacto. Para las cifras que figuran en este párrafo, me he guiado
Bearbeiter von Luthers Schriften in seinem Diálogo de Doctrina», AR, 74 (1983). en parte por W. Monter, «Heresy executions in Reformation Europe, 1520-1565», en O. P. Grcll
24. M. Bataillon, pp. 476-477. Y B. Scribner, Tolerance and intolerance inthe European Reformation, Cambridge, 1996.
25. J. Goiti Gaztámbide, «El impresor Miguel de Eguía procesado por la Inquisición», 56. Felipe a Valdés, 23 de agosto de 1560, Favre, vol. 29, f. 4.
HS, 1, 1948. . 57. A. Gordon Kinder, «A hitherto unknown group of Protestants in ~ixteenth-century
26. H. C. Lea, Ill, p. 419. Spatn», Cuadernos de Historia de Jerónimo Zurita, 51-52 (1985), pp. 140-14\.
27. M. Bataillon, Erasmo y España, p. 490. 58. Christine Wagner, <<Los Luteranos ante la Inquisición de Toledo en el siglo XVI»,
28. !bid., p. 545. HS, XLVI, 94 (1994), p. 480.
322 LA JNQUISICIÓI\' ESPA..t'\!OLA NOTAS 323
59. Cf. M. Bataillon, p. 728; W. Monter, 1990, p. 130. 22. Francés de Álava al rey, Montpellier. 18 de diciembre de 1564, AGS:E/K, leg. 1.505,
60. Eugenio Asensio, «Pedro de Orellanu, minorita luterano». en Nueva Visión, pp. 785-795. f. 28; Toulouse, 18 de enero de 1565, ihid., leg. 1.503, f. 20.
61. Quadra al rey, Londres. 11 de octubre de 1561, AE:CP. MD, vol. 234, f. 105. 23. H. Kamen, 1993a, p. 396.
62. Guzmán de Silva al rey, Ulndres, 26 de abril de 1565, CODOIN, XXVI. p. 540. 24. BZ, 130, f. 12.
63. El dcatallado memorándum de Canto de 1563, en AGS:CJH, leg. 55, f. 174. traza un 25. Informe de enero de 1585, BZ, 130, f. 12.
buen esbozo de los herejes españoles en Europa. 26. Para los Índices en general, véase Heinrich Rcusch, Der Index der verbotenen Bücher.
64. Canto a Eraso, Bruselas, 12 de mayo de 1564, AGS:E, leg. 526, f. 125. 2 vols., Bonn, 1883-1885.
65. l. Reguera, La Inquüíción, p. 145. 27. Trn índices expurgatorios de la Jnquúición española en el siglo XVI. Madrid, 1952.
66. Wagner (citado supra, n. 58), p. 490. 28. Cf. J. M. Bujanda, /ndex, Y, pp. 63-76.
67. Werner Thomas, Een spel van kat en muis. Zuidnederlander~ vvor de lnqui.1itie in 29. J. l. Tellechea, «Biblias public;adas fuera de España secue>tradas por la Inquisición
Spanje 1530-1750. Bruselas, 1991, p. 151. española en 1552», EH, 64 (1962).
68. Cana a la Suprema, 23 de octubre de 1560, AHN Inq., lib. 730. f. 23. 30. W. Monter, 1990, p. 238.
69. E. Schii.fer, II, pp. 1-106. 31. Bujanda, V, pp. 77-90 y 148-162.
70. 1. Reguera, op. cit., p. 70. 32. J. M. Bujanda, lndex, p. 162, ve la censura de Biblias de 1554 todavía como «fruit
71. W. Monter, 1990, p. 236. Las cifras son redondeadas. d'un certain oecuménisme».
72. Puedo recordar que una vez e>cuché en un sermón en Valladolid en la década 33. Cf. J. M. Bujanda, op. cit., V, p. 110.
de 1960 cómo el predicador denunciaba a los católicos extranjeros por sus tendencia\ liberale>. 34. Calculado a partir del análisis de Bujanda, V, pp. 164-91.
73. L Reguera, op. cit., p. 163. 35. H. Kamen, 1997, cap. 2.
74. H. Kamen, 1993a, p. 220. 36. Mario Scaduto, SJ, «Laínez e l'lndice del1559», AHSI, 24 (1955).
75. Felipe a Rcqucsens, enero de 1569, citado en L. Serrano, Correspondencia diplomá- 37. Cf. Otis H. Green, Spaín and rhe Westem Tradition, 4 vols .. Madison, 1963-1966, IV,
tica entre Ei!paña y la Santa Sede, 4 vols., Madrid, 1914,111, p. en. p. 140 (hay trad. cast.: España y la rradici6n occidemal, 3 vols., Madrid, 1973).
76. Álava a Felipe ll, AGS:EIK, 1.502, ff. 9 y 15; 1.503, f. 22. 38. Cf. M. Bataillun, pp. 734-736.
77. Álava a Felipe ll, febrero de 1565. AGS:E/K, 1.503, f. 37. 39. Cf. A. Márquez, 1980a, pp. 151-152 y 233-235.
78. Álava a Felipe ll, junio de 1565, AGS:E/K, 1.504, f. 6. 40. Comentado antes, capítulo V.
79. AGS:E/K, 1.503, f. 76. 41. Justo Cuervo, «Fray Luis de Gramtda y la Inquisición», Homenaje a Menéndez Pe/ayo,
2 vub., Madrid, 1899, vol. I, pp. 733-743.
42. Cándido de Dalmases, SJ, «San Francisco de Borja y la Inquisición española, 1559-
6. El impacto sobre /ti lireratura y la ciencia (pp. 104-135) 1961», AHSI. 41 (1972).
43. Juan Suárez a Laínez, 20 de octubre de 1559, ARSI Epi8l. Húp., 96, f. 444.
1. Araoz a Diego Laínez, ARSI t:"pi.\1. Hisp.. 96, f. 430. 44. A. Huerga, Valtaná;¡·, passím.
2. El texto en J. M. Bujanda. Index, V, pp. 121-122. 45. Citado en C. Carrete Parrondo, «Los judaizantes castellanos ante la Inquisición, 1482-
3. !bid., p. 44. 1505», en Inquisición y conversos, p. 194.
4. La ley ha sido publicada en J. M. Bujanda, Y, pp. 122-127. 46. Cf. J. M. Bujanda, op. cir., V, p. 74.
5. H. Kamen, 1993a, p. 396. 47. Y. Pinto Crespo, Inquisición y control ideológico en la España del siglo XI'!, Madrid,
6. !bid., p. 397. 1983, pp. 166-169, muestra que no todos los libros fueron de hecho quemados.
7. J. M. Bujanda, Y, p. 125: H. Kamen, 1993a, p. 397. 48. H. Kamen, 1993a, p. 223.
8. J. M. Bujanda, Y, p. 124. 49. V. Pinto Crispo, <<Nuevas perspectiva~ sobre el contenido de los Índices inquisitoriales
9. H. Kamen, 1993a, capítulo 8. hispanos del siglo XVl>>, HS, xxxm (1981), p. 616.
10. Gran pane de lo que ~igue ha sido turnado de H. Kamen, 1993a, pp. 388 ss. 50. V. Pinto Crespo, lru¡11isición y control, p. 182.
11. G. Antolín. <•La librería de Felipe II», BRAH, 90 (1927), p. 341. 51. Felipe ll a Alba, 24 de diciembre de 1569, AGS:E, leg. 542, f. 4.
1
12. Cf. H. Kamen, 1993a. pp. 388 ss. ' 52. J. M. Bujanda, op. cit., VI, pp. 38-39, ofrece esta sugerencia que explicaría de ma-
13. AHN Inq., leg. 2.155'. nera válida el retra~o en el Índice.
14. Kamen, 1993a. p. 398. Teóricamente había controles sobre algunas reimpresiones; por 53. Félix Asensio, SJ, «Juan de Mariana ante el Índice quiroguiano de 1583-1584», Estu-
1
ejemplo, en 1569 el Consejo Real reclamó el derecho a renovar las licencias de los libro> de la dios B(blicos, 31. 1972.
Iglesia. 54. J. M. Bujanda, lndex, VI, p. 76.
15. T. S. Beardsley, Jr., «Spanish printers and the classics 1482-1599». HR, 47 (1979), p. 30. 55. !bid., pp. 76-82.
16. Cf. H. Kamen, 1993a, pp. 389-395. 56. !bid., pp. 100-108.
17. H. Kamen, 1993a, pp. 393. 57. El texto en RABM, 8 (1903), pp. 218-221. Sobre la autoría, P. E. Russell, «Secular
18. Jaime Mull. «Problemas bibliográficos del libro del Siglo de Oro», BRAE, 59 (1979) literature and the censors: a sixteenth-century document re-examined», BHS, 69 (1982).
\"éase también su «Valoración de la industria editorial española del ~iglo XVJ», en Livre et /ecture 58. Cf. el memoriaL impresso en Bujanda, VI, pp. 55-63.
en Espagne el en Fra!U'e sous /'Anclen Régime. París, 1981. 59. V. Pinto Crespo, Inquisición y control, p. 56.
19. Citado en H. Kamen. 1993a, p. 398. 6Q. Cf. Perjile.Y j11rídicos, p. 390.
20. J. l. Telleschea, El arzobüpo de Carranza. 1968, II, pp. 241 y 255. 61. Miguel Avilés, «La censura inquisitorial de Lm· seis libros de fa República de Jean
21. J. M. López Piñero, Ciencia.>" récnica en/a sociedad española de los siglos X\'1 y xvu. Bodin», HS, XXXVI!, n.o 76 (1985).
Barcelona. 1979, pp. 141-144. 62. Véase la enérgica protesta en el siglo xvn del censor inqui ... itorial Murcia de la Llana
324 LA INQUISICIÓN ESPANOLA 325

cuando Roma prohibió un libro de un amigo jesuita: «Es increíble que un libro sea totalmente 99. Gregario de Andrés, Proceso inquisitorial del Padre Sigüenza. Madrid, 1975.
prohibido por Roma después de circular durante cuatro años entre los españoles sin causar ofen- 100. A. Tovar y M. de la Pinta Llorente, Proceso.1 inqui.litoria/e;· contra Franci.~co Sán-
sa>>, AHN Inq., lib. 1.231, ff. 672-673. che: de las Brozas, Madrid, 1941, p. xuv.
63. J. Pérez Villanueva. •<Baronio y la Inquisición española». Baronio storico e la Cnn- JO!. Domínguez Reboiras, p. 77.
troriforma, Atti de conveMno di studi. Sora 1979, Sera, 1982. !02. América Castro, «Erasmo en tie111po de Cervantes», RFE, 18 (1931), p. 364.
·64. H. Kamen, 1993a, p. 228. 103. lbid., p. 366.
65. Para las fuentes de e;te párrafo, véase Kamen, 1993a, pp. 225-226. 104. Juan de MalLara, Fi/osofta vulgar, ed. A. Vilanova, 3 vals., Barcelona, 1958-1959, I.
66. Citado en V. Pinto Crespo, Inquisición y control, p. 104. Marcus Pérez. un calvimsta, p. 29.
era español, de origen converso. 105. Miguel de la Pinta Llorente, La Inquisición española y los problemas de la cultura
67. «Sobre visitas de navíos», AHN lnq., lib. 1.275, f. 123. y de la intolerancia, Madrid, 1953. p. 152.
68. A. Redondo, «Luther et l'Espagne de 1520 il 1536». MCV, 1 (1965). 106. Citado en A. Márquez, 198Qa, p. 83.
69. J. Pardo Tomás, Ciencia y cen-w.ra. La Inquisición española y los libros cient(ficos en 107. Citado en parte por M. Bataillon, p. 727.
los sif;:ios XVI y XVII, Madrid, 1991, p. 30. 108. Enrique Llamas, Sama Teresa de Jnúii y la Inquisición española, Madrid, 1972,
70. l. Reguera, La Inquisición, pp. 140-142. p. 99. Véase también F. Márquez Villanueva, E:.piritunlidad y Literatura en d úglv xw, Madrid,
71. AHN, lib. 737. f. 343. 1968. pp. 145-152 y 179-186. El interesante estudio de Carole Slade, St Tere:.a o.f Avilu. Author
72. AHN lnq., lib. 1.233, f. 209. ola heroic lij'e, Berkeley, 1995, apunta que la~ experiencia de Teresa con la Inquisición intluyó
73. AHN lnq., lib. 743. en toda su obra.
74. AHN Inq .. leg. 2.155'. 109. Álvaro Huerga, Predicadores, alumbrados e Inquisición en el siglo XVI, Madrid,
75. Orden de marzo de 1606, AHN. Inq., lib. 743. 1973; Lm Alumbrados de Baeza, Jaén, 1978; Hútoria de los Alumbrados (1570-1630), 2 vols.,
76. AHN Tnq., lib. 737, f. 73. Madrid, 1978.
77. AHN Inq .. leg. 4.470', n." 3. 110. Una entretenida critica de las opiniones de Castro en Eugenio Asensio. «Notas sobre
78. V. Pinto Crespo, /nqui.~ición y control, p. 128. la historiografía de Américo Castro», AEM, 8 (1972-1973).
79. H. Kamen. J993a. p. 224. 111. Cf. el interesante ensayo de Nicholas Round, «La "peculiaridad" literaria de los con-
80. AHN Inq., lib. 731, f. 166. versus. ¿Unicornio o Snark?», en Judíos, sefarditas, p. 557.
81. H. Kamen, !993a, p. 223. 112. Las observaciones de A. Márquez, 1980a, pp. 46-48, no han sido refutadas ha~ta ahora.
82. AHN Inq., leg. 4.470', n." 3. 113. Una lista parcial de posibles conversos en J.-C. Gómez-Menor, «Linaje judío de
83. C. Péligry, «Les difficultés de l'édition castillane au xvu< siecle», MCV, 13 (1977). escritores religiosos y místicos españoles del siglo XVI», en Jud(os, sefarditas, p. 587.
84. V. Pinto Crispo, Inquisición y control, p. 641. 114. Miguel de la Pinta Llorente y J. M. de Palacio, Procesos inquiútoriales contra la
R5. Kamen, J993a, p. 223. f'amilia iudía de Juan Luü \lives, Madrid, 1964.
86. Cf. H. Kamen. 1993a, p. 228. 115. Véase H. Kamen, l993a, p. 271, y las fuentes citadas alli.
87. AHN lnq., leg. 4.517', n." l. 116. M. Menéndez Pelayo, HiMorW de lo.~ heterodoxos españoles, V, p. 482.
88. AHN Inq., leg. 4.470' n." 4; lcg. 4.517', n." l. Cf. también Pardo TomM, pp. 289-291. 117. H. C. Lea, IV, p. 528.
89. M. Agulló y Cobo, «La Inquisición y los libreros españoles en el siglo XVII», Cua- 118. Lord Acton, Essays on Church and State, Londres, 1952, p. 393.
dernos Bibliográficos, 28 (1972). 119. Américo Castro, &paña en su hútoria. Cristianos, moros y judfos, Buenos Aires,
90. Véase J. M. Bujanda, op. cit., V, pp. 127-131. 1948. p. 598. Reed. en Barcelona, 1983.
91. Pide] Pita, SJ, «Los tres procesos de San Ignacio de Loyola en Alcalá de Henare~», 120. Pardo Tomás, Ciencia y cemura, p. 65.
BRAH, 33 (1898). 121. lbid., p. 49.
92. Dalmases, «Francisco de Borja», p. 64. 122. H. Kamen, 1993a, pp. 418 y 421.
93. L. Gil Fernández, Panorama, p. 447. 123. Maxime Chevalier, Lectura y lectore.~ en la &paña de los siglos XVI y xvn, Madrid,
94. J. A. Uorente, 1817, l, pp. 343-345; A. Márquez, 1980a, pp. 40-42; M. Bataillon, 1976.
p. 164. 124. López Piñero, Ciencia y técnica, pp. 147-148.
95. H. C. Lea, TTI, pp. 149-162; Luis Alonso Getino, OP, «La causa de Fr Luis de 125. «Los mecanismos de censura tuvieron una significación limitada en el desarrollo
León», RABM, 9 (1983) y 11 (1904); CODOIN, vols, 10-11, Madrid, 1847. El caso de Graja! intelectual>>, R. A. Houston, Uteracy In Early Modern Europe. Culture and Education, 1500-
se estudia en la magistral obra de Fernando Domínguez Reboiras, Gaspar de Graja! ( 1530- 1800, Londres, 1988, p. 165.
1575). Frühneuzeitliche Bibelwüsenschaft im Streit mit Universitiit and lnqu!Iition, Miinster. 126. Cf. H. Kamen, 1993a, p. 401.
1998. 127. A. MáJ-.9uez, I980a, pp. 189-200.
96. Miguel de la Pinta Llorente, OP, Proceso contra el hebraiYta Mart{n Mart(ne::, de 128. A. Paz y Melia, Papeles de Inquisición, Madrid, 1947', pp. 23, 69y 71.
Cantalapiedra, Madrid, 1946, p. 392. 129. «Las obras de caridad que se haz.en tibia y flojamente no tienen mérito ni valen nada»,
97. B. Rekers, Benito Arias Montano, Londres, 1972, capítulo 3. Este interesante estudio Don Quijote, II, p. 36. Véase A. Castro, «Cervantes y la Inquisición», MP, 27 (1929-1930).
contiene algunos errores, incluyendo la afirmación de que «la totalidad de la obra de Montano 130. A. Márquez, 1980a, pp. 168-169.
estaba prohibida» por la Inquisición (p. 68); sobre este punto, véase J. A. Jones, «Pedro de 131. Paul F. Grendler, The Roman bu¡uisition and the Venetian Pre.1.1, 1540-1605, Prin-
Valencia's defence of Arias Montano: the expurgatory indexes of 1607 (Rome) and 1612 ceton, 1977, p. 162.
(Madrid)», BHR. 40 (1978). Rekers también acepta la afirmación de Sicroff, p. 269) de que 132. Alfred Sornan, «Press, pulplt and censorship in France before Richelieu», PAPS, 120
Montano era de origen converso. (1976), p. 454.
98. CODOIN, vol. 41, pp. 316 y 387. 133. Pardo Tomás cree, sin embargo, que «la eficacia de los sistemas de control fue ele-
"
326 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA NffiAS 327

vada» hasta el siglo XVII (p. 269). Su opinión se basa exclusivamente en los documentos inqui- 17. Cf. J. Caro Baruja, El.1eñor inquisidor y mra.1 vidas por oficio, Madrid, 1970, pp. 20
sitoriales, que se muestran evidentemente optimistas sobre los logros conseguidos. y 31.
134. Ángel Alcalá, en «Inquisitorial control of writers», en Alcalá, 1987, p. 321, subraya 18. J.-P. Dedieu. en Bennassar, p. 84.
[a palabra «control». En otros lugares (ibid., p. 617) afirma que «el sistema inquisitorial mantuvo 19. La normativa de 1560 y 1573 requería que estuvieran casados, llevaran una ~ida inta-
encadenada a España durante trescientos cincuenta años». chable y no fueran de origen converso; también tenían que tener como mínimo 25 años; véase
135. La opinión de Pinto CreSJXl, «Thought control in Spain», en Haliczer, p. 185. H. C. Lea. II, pp. 275 y 279.
!36. Pardo Tomá~, p. 87, manifiesta esta opinión porque un informe de la Inquisición afir- 20. Felipe Il a Quiroga, 16 de julio de 1574, BL Eg. 1.506, f. 2lv.
maba en 1tí32 que «de los libros que salen de herejes son muy pocos los que llegan a España». 21. H. C. Lea, l. p. 447.
Tal informe debe ser comparado con lo que sabemos a~.:erca de los libros extranjeros que circu- 22. Informe del 13 de mayo de 1628, AHN Inq., leg. 2.155'.
laban en España. 23. La Inquisición da e~ta.-. cifras totales.
137. Cf. John Gascoigne, «A reappraisal of the role of the universities in the Scientitic 24. J. Contreras, El Santo Oficio de la Inquisición de Ga/icia. pp. 90-92.
Rcvolution», en David Lindberg y Robert Westman. eds., Reappraisals of the Scientific Revolu- 25. R. García-Cárccl, «Número y sociología de los familiares de la Inquisición valencia-
tion. Cambridge. 1990, p. 250. na», en Nuera ••isión, p. 277.
138. Pardo Tomás, Ciencia y censura, pp. 220-227. 26. AHN lnq .. leg. 2.155'.
139. !bid., pp. 151-183. 27. R. García-Cárcel, «Número y sociología», p. 279. En Valencia y Granada, la Inquisi-
140. Para el contexto en que situarlo, véase H. Kamen, 1981, p. 512. ción tamb1én nombró moriscos como familiares.
141. Cf. la opinión de R. O. Jones en 1971: «La España de Felipe ll quedó cerrada a las 28. Para los familiares en Cataluña, véase H. Kamen, 1993a. pp. 265-270, quien corrige
nuevas corrientes de ideas del otro lado de sus fronteras», en R. O. Jones, HiMoria de la litera- lo que dice Contreras en Alcalá, 1987, p. 15l. a propósito de que entre ellos «predominaban las
tura e.1paño/a. Siglo de Oro: prosa y poe.1ía, Barcelona, 1974, p. 124. clases mcdia.w.
142. Véase la opinión de Carlos Eire, en su estimulante y erudito From Madrid a Purga- 29. H. C. Lea, 1, p. 416.
tory. The Art and Craft of Dying in Sixteenth-Century Spain, Cambridge, 1995, p. 512. 30. Los inquisidores a la Suprema, 24 de junio de 1597, AHN 1nq .. leg. 2.707'.
143. Citado por L. Hanke, «Free specch in Sixteenth-century Spanish America», HAHR, 31 J. Contreras. op. cit., pp. 90-92 y 129-130.
26 (1946). 32. Un análisis excelente de los comisarios de la diócesis de Cuenca en Sara Nalle, «fn-
144. David C. Goodman, Power and Penury. Govemmen/, Technology and Science in quisitors, priests and people during the Catholic Reformation in Spaim>, SCJ, 18, IV (1987). Exa-
Philip JIS Spaín, Cambridge, 1988, passim. gera, sin embargo, la capacidad de los comisarios de controlar la vida social de los españoles.
145. De acuerdo con D. W. Cruikshank, <<"'Literature" and the book trade in Goldcn Age 33. S. Nalle, «Inquisitorso>, p. 584. '
'
Spain», MLR, 73 (1978). Cf. H. Kamen, 1993a, pp. 389-393 y los estudios citados allí. 34. l. Reguera, La I!UJuisición, p. 57.
146. Cf. H. Kamen. 1997. cap. 7. 35. S. Nalle, <dnquisitors>>. p. 584.
36. Hernando del Pulgar, Los claros varones de E~pw1a, Madrid, 1747. p. 252. Hay edi-
ción moderna, de R. Tate, Taurus, Madrid. 1985.
7. Estructura y po/(/ica (pp. 136-170) 37. Diego Ortiz de Zúñiga, Anales de Sevilla. Madrid, 1677, p. 389.
38. C. Carrete Parrondo, «Los judaizantes castellano~». en Inquisición y conversos, p. 196.
1. l.,Qs inquisidores a la Suprema, 1623, AHN Inq., lib. 744, f. 146. 39. Citado por Amando Represa, «El miedo y la huida ante la Inquisición», en Proyec-
2. J. Á. Sesma Muñoz, El e.~tablecimiento de la lnqui.!ición en Aragón, p. 229. ción hi~·tórica de España en sus tres cultura.~. Valladolid. 1993, vol. 1, pp. 259-264.
3. La fecha apuntada por J. A. Escudero («Los orígenes del Consejo de la Suprema In- 40. H. Beinart, Conver.ms on Tria!, I, p. 391.
quisición», en Alcalá, 1984), supone revisar las dell483 dada por Lea. 41. Copia de la petición de Jos consellers al rey, lMH Con>cllers C. XVlll-6.
4. H. C. Lea, I, p. 174. 42. Fidel Fita, «La Inquisición en Guadalupc». BRAH, 23 (1893), pp. 283-288.
5. R. García-Cárcel, Orígene~· de la Inquisición npañola, 1976, p. 135; ibid., p. 127. 43. Cf. Pilar Huerga, «La Hacienda de la Inquisición aragonesa durante el reinado de Fer-
6. AHN lnq., lib. 1.275, f. 169. nando el Católico», Jerónimo Zurita, pp. 63-64, 1991 (pub!. 1994).
7. Nicolau Eimeric y Francisco Peña, Le manual des inquisiteurs, ed. L. Sala-Molins. Pa- 44. Cf. Tarsido de Azcona, l.mbel/a Católica, 1964, p. 422; H. C. Lea, IJ, pp. 367 y 371.
rís, 1973. 45. F. García [vars, f..a represión en el tribunal inqui.litorial de Granada, p. 221
8. Véansc las instrucciones en J. L. González Novalín, «Reforma de las leyes del Santo 46. AHN Inq., legs. 4.776-4.779.
Oficio», en Nueva visión, pp. 211-217. 47. Pedro Sanahuja OFM, Lérida en -~U-~ luchas por la fe, Llcida, 1946, p. 162.
9. AHN lnq .. lib. 497. 48. Tarsicio de ALCona, op. cit., p. 418.
10. Citado por R. López Vela, en Historia, II, p. 105. 49. H. C. Lea, n, p. 403.
11. De hecho, para Aragón, Italia, Navarra y América. 50. M. A. Ladero Quesada. dudeoconversos aldaluccs en el siglo xw, 1984, p. 40.
12. Hútoria, ll, pp. 112-116. 51 !bid.. 1984, p. 41.
13. H. C. Lea, ll, pp. 168-178. Ha estudiado el caso recientemente Chicha Gómez en su 52. Historia. ll. p. 909.
tesis de la Universidad de Madrid. 53. H. C. Lea, 1, p. 329.
14. Sigo aquí a J. Contreras y J. P. Dcdieu, «Geografía de la Inquisición española: la for- 54. H. C. Lea, I, p. 330.
mación de los distritos 1470-1820», Hispan/a, 40 (1980); pero su información debe contrastar- 55. Carta al emperador, 25 de enero de 1547; AGS:E, leg. 75, f. 302.
se con la exhaustiva enumeración en Lea, 1, pp. 541-555. 56. M. Avilés. «Motivos de crítica», en Nueva visión. p. 191.
15. Sería posible ofrecer datos alternativos, dependiendo de qué se entienda por establecer. 57. AHN Inq .. leg. 2.700.
16. Toledo tenía cuatro; R. Pérez-Bustamante, «Nóminas de inquisidores», en Nueva vi- 58. AHN Inq., leg. 2.702.
sión,p. 261. 59. AHN Inq., leg. 4.760'.
328 LA !NQUJSIClÓN ESPANOLA 329
60. AHN Im¡., leg. 4.723 '. 99. Cimdo por Gregorio Marañón, Antonio Pére::.( El hombre, el drama, fa época). 2 vols.,
61. Citado en J. Femández Nieva, La Inquisición y lo.J mori:scos extremeños ( 1585-1610), Madrid, 1947, 11, p. 605.
Badajoz, 1979, p. 87. 100. AGS:EJK 1505, n."' 46-47.
62. Para 1618, véase R. García-Cárcel, Herejía y .sociedad en el siglo XVI, 1980, p. 177; 101. I.Q que sigue ha sido lomado de Kamen, 1981. pp. 364-449.
para 1.671-1.678, AHN Jnq. leg. 4.994'; para 1.705, AGS:GJ, leg. 622. 102. Esta cita, y el caso de Sanz, son examinados en más detalle en Kamcn, 1981.
63. AHN Inq., lcg. 4.723'. pp. 366-367.
64. AHN Inq., leg. 4.723'; Femández Nieva, op. cit. 103. «Comulta que hizo la Junta que mandó fonnar el Señor Rey Don Carlos 2. 0 a Su
65. «Memoria de los salarios que tienen», AHN Inq., lib. 1.232, ff. 205-209. Magd. para kformar abusos de Inquisición>>, Real Academia de la Historia, MS. Est.
66. AHN lnq., leg. 4.724', exped. l. 23.gr.5.a.B, n." 129, ff. 308-352.
67. Henry Kamen, «Conliscatiom. in the economy of the Spanish lnquisition», EconHR, 104. Así lo afirma Bennassar, p. 373; y Domínguez Ortiz, «Regalismo y relaciones Igle-
18, lll {l965). sia-Estado», en García-Villoslada, IV. pp. 113-121.
68. AHN lnq., leg. 4.597'. 105. Cf. B. Netanhayu, 1995, p. 1.023, quien rechaza igualmente la idea de que Fernan-
69. H. C. Lea, ll. p. 433. do hiciera uso de la Inquisición para e_<,!ablecer una monarquía absoluta.
70. AHN Inq., leg. 4.760'; también M. l. Pérez de Colosia y J. Gil, Málaga y la Inquisi- 106. Cf. R. Lúpez Vela en Historia, TI, p. 117.
ción (1550-1600), n.o 38 de Jábega (1982). p. 13. 107. H. C. Lea. H, pp. 133-157.
71. Fcmández Nieva. op. cit. 108. Luciano Serrano, Correspondencia diplomática entre Espa!la y la Sama Sede,
72. H. C. Lea, II, p. 438. 4 vols., Madrid, 1914, lll, p. LXX.
73. H. Kamen, 1981, p. 360. 109. Por ejemplo, por Lea, en gem:ral; también por Monter, 1990. p. 27.
74. G. Cerrillo, «Lo~ familiares de la Inquisición en la época borbóni.:a», Rl (1995). 110. BN ms. 2.569.
75. Historia, II, p. 1.059. 111 Así citado en C. Sánchez Albornoz, España, 11/J enigma histórico, ll, p. 563. Lea. IV,
76. H. C. Lea, TI, p. 110. p. 250, lo atribuye a cuatro clérigos. El origen de la cita no se conoce.
77. En BN ms. 718, ff. 108-110, «Renúsiones de causas hechas por los sumos Pontífices a 112. Citado J. Contreras. «l.a Inquisición aragonesa». HS, XXXVI, n.u 76 (1985). PP- 516-517.
la Inquisición de España», hay ejemplos de 21 de tales apelaciones, re<:hazadas entre !569 y 1608. 113. !bid., pp. 516-517.
78. H. C. Lea, 11, p. 8. · ll4. Pre.'oento parcialmente mi propio punto de vista sobre el caso Pércz en Kamen, 1997.
79. A. Astraín, Historia de la Compañía de Je.YÚS en la Wiistencia de España, 7 vob., 115. G. Marañón, op. cit., 1954, p. 53.
Madrid, 1902-1925, vols. 1-III. 116. !bid., 1954, p. 276. La palabra «libertad» significa aquí explícitamente <das leyeo; de
80. Uno de los documentos del proceso es publicado por C. Carrete Parrondo en Fontes, Aragón>>, y no el signi!icado general de libertad.
vol. lll. 117_ lsabel Martfnez Navas, «Proceso inquisitorial de Antonio Pére.o>, Rl. l. 1991, p. 191
81. Esta pequeña semblanza, prácticamente igual a la que di en mi primera edición, se
basa en Menéndez Pelayo, V, pp. 9-82; G. Marañón, «El proceso del arzobispo Carranza»,
BRAH, 127 (1950), pp. 135-178; H. C. Lea, Il, pp. 48-86; y J. l. Tellechea, 1968,1, pp. 23-26. 8. Cómo acw.aha (pp. 171-187)
Los diversos esmdios de Tellechea ~obre Carranza son definitivos; pero todavía no contamos con
una biografía adecuada.. 1. Lns inquisidores de Barcelona a la Suprema, AHN Inq., leg. 1.592 '.
82. Cf. J. l. Tellechea, en Historia. I, p. 566, donde da un útil resumen. El dato rectifica 2. Y. Baer, H, p. 343; H. C. Lea. l, p. 169. Puesto que no figuran todas la~ parroquias, el
la imagen que daba en mi primera edición de Carranza pudriéndose en los calabozo~ de la In- número de penitentes debió <;er en realidad mucho más alto.
quisición. 3. R. García-Cárccl, Her~jía y .wciedad en el siglo XVI, 1980, p. 192.
83. G. Marañón, <<El proceso», p. 145. 4. R. Carrasco, <<Marisque~ ancicns», pp. 203-205.
84. H. C. Lea, T, pp. 567-569, apéndice l. 5. Se imprime un edicto de fe de 1624 en M. Jiménez Monteserín, Introducción a la
85. Lo observó R. López Vela en Historia de la Inquisición, ll, pp. 88 y 100. Inquisición española. Madrid, 1980, pp. 503-535.
86. AHN 1nq., lib. 1.262, ff. 138-147. 6. J. Contreras, en Historia. J, p. 755, realiza e-.ta afirmación, carente de base documen-
87. AHN 1nq., lib. 1.275, f. 232. tal. sobre el terror que l:ausaban en Galicia lo~ edictos.
88. «Justicias reale~ castigados por el Sancto Oficio», AHN Inq., lib. 1.275, ff. 1-8. 7. Cf. H. Kamen, 1993a, p. 247.
89. Citado en M. S. Carrasco Urgoiti, El problema morisco en Aragón, p. 151; la cursiva 8. Andrea Zorzi, « The judicial ~ystem in Florence in the fourteenth and fifteenth cenlu-
es mía. ries», en T. Dean y K. Lowe, Crjme, Society and the Law in Renaissance Ita/y, Cambridge,
90. AHN Jnq.,leg. 1.592', n.u 2. 1994. p. 44.
91. H. Kamen. 1993a, p. 218. 9. Jame~ B. Given, lnquisition and Medieval Society. Power. Discipline and Resistance in
92. Citado en M. S. Carrasco Urgoiti, p. 142. Lo.nguedoc, Ithaca, 1997, p. 169.
93. AHN lnq., leg. 2.155'. 10. Amando Represa, «El miedo y la huida ante la Inquisición», en Proyección histórica
94. Consulta de Aragón, 22 de agosto de 1587, ACA:CA leg. 262, f. 4. de E~paña en sus tres culturas, Valladolid, 1993, vol. I, pp. 254-264-.
95. «Exemplares de haverse mandado borrar de libros de Audiencias y Consejos cédulas 11. F. Tomás y Valiente, pp. 167-170.
dadas contm el estilo de la Inquisición», AHN Inq., lib. 1.275. f. 203, se ocupa casi exclusiva- 12. Angcla Selke, Vida _v muerte de los chuetas de Mallorca, Madrid. 1980.
mente de conflictos con Barcelona. 13. Citado por Represa. «El miedo», pp. 259-264.
96. M. Menéndez Pelayo, VI, Historia de los heterodoxos españoles, p. 56. 14. A. Huerga, Valtanás. p. 13.
97. Junta sobre Aragón a Felipe II, 14 de julio de 1591. BZ 186, f. 15. 15. Record.\ ofthe Spanish fnquisition, transiatrdfrom the ori¡;inal mm1uscripts, Boston,
98. H. Kamen, 1993a, p. 261. 1828, p. 27.
330

16.
LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

W. de Gray Birch, Catalogue, 1, pp. 103 y l 12.


f 57. B. Bennassar.pp.ll5-116.
NOTAS 331

17. H. C. Lea, 11, p. 99. 58. H. C. Lea, lll, p. 33.


18. AHN lnq., leg. 2!8, n." 20, caso de 1674. 59. M. Escamlila-Colin, op. cit., 1, p. 599.
19. F. García [vars, La represión en e/ tribunal inquisitorial de Granada, p. 231. 60. !bid.. I, p. 593.
20. Hace esta interesante observaóón J.-P. Dedieu. L'administration de lafoi, p. 108. 61. J.-P. Dedicu, op. cit., pp. 80"82, en cambio, piensa que los inquisidores y comunista>
21. M. Avilés, p. 191) (véase la n. 8 del capítulo 4). chinos «appliquaicnt de~ techniques semblables>•.
22. Citado por B. Vincent, Minorías, p. 142. 62. El potro era casi la única tortura empleada por el tribunal en el siglo XVII. Un detalla-
23. H. Kamen, 1993a, pp. 256 y 260. do relato de loo; métodos de tortura de la época en AHN Inq., lib. 1.226, ff. 605-609.
24. H. Kamen, !993a, p. 260. 63. Los inquisidore~ a la Suprema, 1 abril de 1579, AHN lnq., leg. 2.704.
25. «La orden que ha de guardar el inquisidor que huviera de salir a visitar de la Inquisi- 64. Son casos de la década de 1660 citados por Escamilla-Colin, l, pp. 593-597.
ción de L\erena», AHN lnq., lib. 1.229, ff. 168-179. 65. Para un caso de 164l! en un tribunal civil, cf. F. Tomás y Valiente, p. 414.
26. En lo que sigue, los documentos relativos a Llerena procede de AHN lnq., lcg. 2.700; 66. H. C. Lea, JJI, p. 25.
para Toledo de J.-P. Dedieu, «Les inquisiteurs de Tolede et la vis1te du district. La sédcntansa- 67. W. de Gray Birch, op. cit.. [, p. 3l!l.
tion d"un tribunal (1550-1630)», MCV, 13 (1977); para Galicia de J. Contreras, El Santo Oficio
de la Inquisición de Galicia, pp. 476-511.
27. AHN Inq., lib. 730, f. 108. 9. Juicio y ('asligo (pp. 188-206)
28. J. Contreras, op. cil., p. 488.
29. Cf. R. Garda-Cárcel, op. cit., p. 190: «La respuesta al edicto fue casi siempre silen- l. Citado en H. Kamen, 1981, p. 489.
ciosa». Muestra que en 1589 y 1590 las visitas dieron lugar bólo a 16 y 38 denuncias, respecti- 2. H. C. Lea, Ill, p. 46.
vamente (p. 189). , 3. Véase el capítulo 5.
30. «Memoria de las villas y lugares que visitó el Dr Juan Alvarez de Caldas», AHN lnt¡., 4. H. c. Lea, m. p. 68.
leg. 21.551. 5. AHN Inq., leg. 1679 n." 3.
31. AHN lnq., lib. 731, ff. JO y 23. 6. AHN Inq., leg. 37 n." 1.
32. Los inquisidores a la Suprema, 15 de julio de 1623, AHN Jnq., leg. 21.552. 7. J.-P. Dedieu, «L'Inquisition et le droit. Analyse fonnelle de la procédure inquisitoriale en
33. J.-P. Dedieu. op. cit., p. 253. Cuando encontramos cifras muy altas de detenciones, en- cause de foi», MCV, 23 (1987), da una esquemática explicación de los procedimientos procesales.
tonces normalmente es que se encontraron herejes: por ejemplo, el tribunal de Llerena detuvo 8. H. Kamen, 1993a, p. 255.
a 130 «judaizantes» en Badajoz en 1567. 9. A la Suprema, 2 de mayo de 1590. AHN Jnq., lcg. 27061 n." 33. El morisco era Gon-
34. Records o.f the Spanish lru¡uisition. pp. 78-113. mlo Bejarano, un ladrón convicto, cuyas revelaciones, llenas de resentimiento, provocaron la
35. H. C. Lea, m, p. 552, analiza el manuscrito de la Universidad de Halle. última gran persecución de moriscos en Hornachos.
36. H. C. Lea, TI, p. 572. 10. H. c. Lea, rrr. p. 79.
37. AGS:PR lnq., leg. 28; cf. H. C. Lea, l, p. 585. 11. Las cifras más ambiciosas fueron las ofrecidas por G. Henningsen y J. Contreras.
38. No soy capaz en este momento de localizar la fuente sobre la que me baso. Cf. J. Caro <•Forty-four thousand cases of the Spanish lnquisition (1540-1700)». en Henningsen & Tedes-
Bamja, Los judíoi en la España moderna y contemporánea, U, p. 187. chi. pp. 100-129.
39. H. Kamen, 1993a, p. 471 n. 220. 12. En el tribunal de Murcia, para el que Contreras calculó un total de l. 735 casos entre
40. CODOTN. 112, pp. 264-265 y 270. 1562 y 1682, el número real es de 2.726 casos, más de un 50 por 100 más; cf. J. Blá;>;que.-:
41. AHN lnq., leg. 2701. Miguel, El tribunal de la Inquisición en Murcia, Murcia, 1986, p. 274. En el tribunal de Gra-
42. Tiíaki Reguera, «Las cárceles de la Inquisición de Logroiío», en Perfiles, p. 437. nada, para el que Contreras calculó 538 casos para el período entre 1550 y 1700, el total de
43. «Extracts from a narrative of the Persecution of Hippolyto Joseph da CoMa Pereira», ca~os fueron 1.187, más del doble: cf. Blázquez Miguel. «Alguna~ precisiones sobre e~tadística in-
en la traducción inglesa de la obra clásica de Philip Limborch, The History of the lnquisition, quisitorial>•. HS, 40 (1988), p. 137. Respecto al tribuiÍal de Barcelona, hay divergencias muy im-
Londres, 1816, pp. 521-530. portantes entre las cifra~ proporcionadas por Contreras y el número real de casos: cf. H. Kamen,
44. M. Escamilla-Colin, Crimes et chiltiments dans l'Espagne inqui.~itoria/e, l. p. 678. 1993a, p. 259.
45. M. de la Pinta Uorente. Lm cárceles inquisitoriales española~. Madrid, 1949. p. 115. 13. Término éste empleado por los estudiosos para establecer la~ cifras.
46. Birch, l, pp. 367-368. 14. J.-P. Dcdicu, L'administrarion de lafoi, pp. 240-241; tablas 34 y 35.
47. Pinta Llorente, Las cárceles. p. 102. 15. R. García-Cárcel, Herejfa y s.odedad en el siglo XVI. 1980, p. 212. Un examen más de-
48. B. Vincent, «La prison inquisitoriale au XV le sii:cle», en A. Redondo, Les pmblt·mes tenido de estos casos y los de Galicia podrían muy bien dar lugar a un análisis diferente, pero
de l'exc/u~·ion en Espagne (VI'e-xvw sih/es), París. 1983, p. 117. las cifnts dan una idea de las proporciones entre las diversas penas.
49. W. de Gray Birch. op. cit .. J, p. 235. 16. J. Contrera>, El Santo Oficio de la lnqw:~icidn de Galicia, p. 550.
50. H. C. Lea, JI, p. 534. 17. H. Beinart, Records.I, p. 607.
51. M. Escamilla-Colin, op. cil., 1, p. 696. 18. M. Escamilla-Colin, Crime.~ et chdtiments dans /'Espagne inquisitoria/e, l, p. 830.
52. H. Kamen, 1993a, p. 218. 19. Cf. J.-P. Dedieu, «L'Jnquisition et le droit» (véase la n. 7 supra), p. 247.
53. AHN Jnq., lib. 497, f. 45. 20. H. C. Lea. lll, p. 156.
54. Lo que sigue modifica radicalmente mi conclusión previa de que la tortura apenas se 21. W. Monter. 1990, p. 32. A Monter le debemos el mejor estudio disponible sobre esta
empleaba. pena.
55. H. Beinart, Conversos on Tria/, 1981, p. 120. 22. En realidad, incluso en los tribunales civiles «de por vida» significaba un máximo de
56. R. García-Cárcel, op. cit., p. 199. diez aiío>: véase Kamen, 1981, p. 266.
332 LA lNQUISICJÓ:-.¡ ESPAÑOLA NOTAS 333

23. B. Vincent, Minoría.~. p. 141. 11. Jacqucline Fournel, <<Le livre et la civilisation écrite dans la communauté morisque
24. W. Montcr, 1990, p. 35. aragonai<;c (1540-1620}>>, MCV. 15. 1979.
25. BN ms. 9475. 12. W. Monter. IY90, p. 212.
26. Cf. B. Bennassar, p. 118. 13. G. Colás Latorre, «Los moriscos aragoneses y su expuh.ión», en Destierros arago·
27. Carta del 11 de mayo de 1573, AHN lnq., leg. 2.703. ne~e~. pp. 203-205.
28. J. A. Llorente, 1817, IV. p. 92. 14. M. C. Ansún Calvo, en !Jesrierros aragoneses, p. 309.
29. El c<;tmlio más completo es el de Consuelo Maqueda Abreu, El auto de fe. Madrid, 15. Cf. Mikel de Epalza, <<Les Marisques», en Les Marisques et leur temps, París. 1983.
1992; una buena perspectiva también en Bethencourl, capítulo 7. pp. 38·39.
30. Jean Lhermite, Le passeremps, 2 vols .. Amberes, 1890-1896. I, p. 113. 16. Cf. Mikel de Epalza, en Destierro~· araxoneses. p. 225.
31. F. Bethencourt, L'Inquisition il /'époque moderne, p. 406. alude a esta pintura como la 17. G. Colás Latorre, en Destierros ara¡.:onaes, p. 199.
<•fondatricc d'un genre». 18. Leila Sabbagh, «La religion de~ Moriscos entre deux fatwas>>. Les Mort.~ques etleur
32. Maqueda Abreu, p. 20. temps, p. 49.
33. Bethencourt, op. cit., p. 288, cita los importantes casos de los auto~ de Lisboa en 1728 19. R. Carra~co, «Morisques .ancicns», p. 198.
y Palermo en 1724. 20. O. Colás Latorre, <<Cristianos y moriscos en Aragún», MCV, 29,2 (1993).
34. /bid., p. 406. 21. Peter Drcssendiirfer, Islam unter der lnquisition. Die Morisco·Pmzesse in ToledD
35. J.-P. Dedieu, p. 276, ve un declive en los autos después de 1580. 1575-1610. Wicsbaden, 1971, p. 64, n. 171.
36. H. Kamen. I993a. p. 45. 22. R. Carrasco, <<Le refus d'assimilation des morisques: aspccts politiques el culturels
37. W. Montcr, 1990, p. 50 y 52. d'apres les sources inquisitorialeM>. en Les marisques et leur temps.
38. Citado por M. Escamilla-Colin. op. cit., I, p. 180. 23. A. Femández de Madrid. Vida de Fmy Fernando de Talan:ra. ed. Granada, 1992. p. ux.
39. Fidel Fita, «La Inquisición Toledana». 24. Citado en Helen Nader (op. cit., cap. 5, n. 6). p. 187.
40. Existe una descripción completa de M. V. Caballero, «El Auto de Fe de 1680», Rl, 3 25. L. Cardaillac, Morisques et chrétiens, passim. Un buen panorama tamb1én en Anwar
(1994), pp. 69-140. O. Chejne, Islam and the West: the moriscos. Nueva York, Albany, 1983.
41. An authentick narrative of the origin, establishment arul progren· of the lnquisition, 26. Domínguez Ortiz y Vincent, 1978, cap. 5; R. Bcnítez y E. Ciscar. «La Iglesia ante la
Londres, 1748, pp. 35-39. El relato original procede de Joseph del Olmo, Relación Histórica del conversión y la expulsión de los moriscos». en García-Villoslada, IV, pp. 255·307.
Auto General de Fe que se celebró en Madrid este año de 1680, Madrid, 1680. 27. M. S. Carrasco Urgoili. El problema morüco. p. 149.
42. Fidel Fita, «La Inquü,iciún de Logroño y un judaizante quemado en 1719». BRAH, 45 28. Cf. W. Monter. 1990, p. 133.
(1904). 29. J. Contreras, «La Inquisición de Amgón: estructura y oposición (1550-1700)», Estu·
43. J. Simón Díaz, <<La Inquisición de Logroño (1570-1580)», Berceo, l (1946). dios de Historia Social, 1 (1977).
44. AHN lnq., leg. 4696'. 30. M. García-Arenal, Inquisición y moriscos. Los proce.ms del tribunal de Cuenct.~,
45. AHN Inq., leg. 5047'. Madrid, 1978, p. 84.
46. AHN lnq., leg. 4724' n." l. 31. J.-P. Dediell, «Les Morisques de Daimiel et l'lnquisition>>, en tes marisques el !eur
47. Los inquisidores a la Suprema, 23 de octubre y 21 de noviembre de 1560. AHN Jnq.,
temps.
lib. 730, ti. 23 y 26. 32. J. Aranda Doncel, «La esclavitud en Córdoba», en Córdoba, apunte~ para ~·u historit.~,
48. A la Suprema, 13 de ago~to de 1622, AHN lnq .. !eg. 21552.
Córdoba, 1981.
49. Victoria Gonzále.-: de Caldas, «The auto de fe», en Alcalá, 1987, p. 288.
33. R. Carrasco, «Marisques anciens». p. 205.
34. Cf. W. Monter, 1990, cap. 9. con observaciones útiles.
10. El fin de la E.~paña morisca (pp. 207-222) 35. B. Vincent, Minotias. p. 125. 1
36. García-Arenal. Cuenca, pp. 11, 23 y 39.
1. Citado por Luce López-Baralt, en Legacy oj Muslim Spain, p. 551. 37. W. Monter. 1990. p. 189.
2. Cisneros al cabildo de Toledo, 3 de febrero de 1500, en M. A. Ladero Quesada. Grana- 38. Oarcía·Arenal, Cuef!Ca, p. 39; García Fuente-., La lnq11isición. p. XAXIIJ.
da de~pués de la coru¡uista, 1988, p. 427. 39. El obispo de Tortosaal cardenal Espinosa, 28 de julio de 1568. AHN lnq .. leg. 2.155'.
3. Citado por Ladero. op. cit., p. 305, n. 66. 40. M. S. Carrasco Urgoiti, up. cit., p. !48.
4. Carta real del 12 octubre de 1501, en Ladero, op. cit., p. 478. 41. L. García Ballester. Medicina, ciencia v minorías marginadas: los moriscos. Granada,
5. Citado por L. P. Harvey, en Legacy oj Mu.~lim Spain, p. 219. 1977.
6. Mi punto de vista, repetido a lo largo de estos años se ha visto apoyado ahora por el 42. L. Cardaillac. op. cit.. p. 100.
trabajo de Mark D. Meyerson, «Religiou~ change, regionalism, and royal power in the Spain of 43. J. M. Magán Oarcía y R. Sánchc1 González, Moriscos granadino~· en La Sagra de
Fernando and Isabel>>, en L. J. Simon, ed .. Iberia arulthe Mediterranean world oj the Middle Toledo, 1570-1610, Toledo, 1993. p. 82.
Age.~. vol. l, Leiden, 1995, pp. 101-102. 44. García-Arenal, Cuenca, p. 117.
7. Sobre este aspecto, véase B. Vincent, «Los moriscos y la circuncisión», en Vincent. 45. W. Monter. 1990, pp. 224-226.
8. H. C. Lea, The trWrisco.~ oj Spain: their conversion and expuüion, Londres, 1901, 46. D. Cabanelas, «<ntento de ~upervivencia en el ocaso de una cultura: los libros plúmbeos
pp. 409-414. de Granada», NRFH, 30 (1981). También L. P. Harvey, en Le¡.:acy uf Muslim Spain, pp. 228·229.
9. A. Redondo, Antonio de Guevara (1480Y-1545) et l'Espagne de son temp.~, Ginebra, 47. B. Vinccnt, «Los morio;coc<; del reino de Granada después de 1570», NRFH, 30 (1981 ).
1976. 48. T. Halperin Donghi, <<Les Marisques du royaume de Valence au XV!' siOClc», Annales,
10. M. A. Ladero Quesada. Los mudéjares del reino de Castilla en tiempo de Isabel!, 1956; ibid., <<Un conflicto nacional en el siglo de oro». CHE, 23-24 (1955). y 25-26 (1957).
Valladolid, 1969. 49. A. Hess, «The Mori~cos: an Ottoman !ifth column», AHR. 74 (1968-1969).
334 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA NOTAS 335
50. J. Aranda Doncel, «Cristianos y moriscos en Córdoba», Les Morüques et leur temps, 17. C. Carrete Parrondo. «Los conversos jerónimos», pp. 97-116.
p. 263. \!!. A. Domínguez Ort1z, op. cit., pp. 67-70, da algunos detalles de las regulaciones con-
51. F. Braudel, p. 591. El estudio fumlamental >obre este tema es de Miguel Ángel de tradictorias adoptadas en las órdenes.
Buncs Ibarra, W imagen de /m; musulmanes y de/norte de África en la E~puña de lo.1· sig/w XVI 19. Expresando una opinión que comcide con la de numerosos y bien conocidos trabajos,
y xv11: los carúctere.~ de una hostilidad, Madrid, 1989. Netanyahu, 1995, alirma (p. 1.063): «El movimiento de limpieza se extendió hasta que doniínó
52. BN, ms. 721, ff. 39-46. todas las instituciune~ eclesiásticas y una gran parte de la opinión pública espaiiola». Ninguna
53. En realidad, al menos en Valencia, el aumento demográfico de moriscos c>taba remi- de estas afirma<.:iunes es correcta.
tiendo; e f. James Casey, «Moriscos and the dcpopulation of Valencia», P&P, 50 ( !971 ). 20. B. Cuan Moner, op. cit., p. 30.
54. A. Domínguez Ortiz y B. Vincent, Hiswria de lo~· moriscos, 1978, capítulo 9. 21. «Sohrc el Estatuto de limpieza de la Sancta Iglesia de Toledo», BN, ms. 13.267, f. 278.
55. BL Eg., ms. 1.151, ff. 323 y 336. Cf. Pascual Boronat, Los moriscos españole.~ y su 22. «La contradición hecha por algunas dignidades», BN, ms. 1.703, ff. l-17.
expulsión, 2 vols., Valencia, 1901, IT, pp. 657-661 23. El canciller de Castilla Hemando Niño de Guevara. Todos los documentos citados
56. AHN Inq., 1eg. 4.671 '· aquí provienen de AGS. Cámara de Castilla, leg. 291, f. l.
57. Sobre el punto de vista de Cervante., cf. F. Márquez Villanueva, Personajes y temas 24. A. Sicroff, p. 137.
del Quijote, Madrid, 1975. 25. El pasaJe es citado como si fuera la opinión de Felipe II por Sinoff, p. 138. Sin em-
58. P. Boronat, op. cit.. ll, pp. 196-197; F. Janer, La condición social de los morücos de bargo, no está tomado del documento original, sino de una copia. En la primera edición de este
España, Madrid, 1857, pp. 114 y 116. libro, seguía a Sicroff demasiado de cerca. De~de entonces, otros historiadores me han seguido,
59. R. García-Cárcel, Herejía y .1ociedad en el siglo XVI, 1980, p. 102 (la cursiva es mía). cJtando estas extravagantes palabras de tinte antisemítico como si fueraiJ de Felipe U. El pasaje
60. Sobre la emigración en _gcneml, Henri Lapcyre, La géugraphie de /'E~pugne morÍI· pertenece al memorial que Silíceo dirigió a Felipe, en BN, ms. 13.267, f. 281.
que, París, 1959; para el exilio a Africa, Martine Ravil\ard, Bibliographie commentée des mo- 2ó. L. Cabrera de Córdoba, Filipe Segundo, rey de &pwla, 4 vols .. Madrid, 1876-1877,
risques, Algeria, 1979. 1, p. 47.
61. P. Boronat, op. cit., 11, pp. 68-93. 27. R. Kagan, Studenu and Sociery in t::arly Modern Spain, Baltimore, 1974, p. 94 (hay
62. H. Kamen, 1981, p. 487. trad. ca~l.: Estudiantes y suciedad en España a comienzos de la Edad Moderna, Madrid, 1980).
63. A. Alcalá, 1987, p. 83. 28. Sicroff ofrece una imagen totalmente distorsionada (capítulo 3 de su obra) de una
64. Las cifras (probablemente inexactas) son las dadas por Contrcras, en Henningsen & limpieza «apoyada de modo oticial por la Iglesia y el estado». Omite que sólo fue apoyada en
Tedeschi, p. 119. el ca~o de la polémica en la catedral de Toledo, e incluso entonces no se cumplió.
65. AHN Tnq., leg. 5.126'. Es un caso prácticamente sin estudiar. 29. H. Kamen. 1993a, p. 271.
66. Citado por G. Gozalbes Busto, Los moriscos en Marmecos, Granada, 1992, p. 115. 30. H. Kamen, 1993b, VIl. p. 7.
31. A. Domínguez OrtiL, op. cit., p. 65.
32. BL Add., 28.263, ff. 491-492.
\l. El racismo y ~·us crlt{cos (pp. 223-245) JJ. Cf. los casos citadm; en Kamen, 1993b, VIL p. 24, n. 27.
34. Ruy Gómez a Fmncisco de Eraso, 25 de noviembre de 1552, AGS:E. leg. 89, f. 123.
\. Para una critica sobre el punto de vista de Américo Castro ~obre que el exdm,ivísmo 35. El capitán era Julián Romero; véa~e Cabrera de Córdoba, 11, p. 429.
tenía un origen judío, véase B. Netanyahu, «Américo Castro and his view on the origins of 36. Remedios Morán, El ~·eíiorío de Benamejí, Córdoba, 1986, p. 80.
pureza de sangre», PAAJR, 46-47, 1979-1980. 37. Linda Martz, «Pure blood statutcs in sixtecnlh-century Toledo: implementation as
2. Todos los casos son citados por J. Riera San~. p. 87. opposcd to adoption», Sefarad, 64,1 (1994), pp. 91-94.
3. J. Riem Sans. p. 89. 38. P. L. Ulrenw Cadarso, «Oligarquías conversas de Cuenca y Guadalajara (siglos xv
4. Véase el espléndido capítulo titulado «The great debate», en Netanyahu, 1995, pp. 351-661. y .:..vi)». Hispania. 186 (1994), p. 79.
5. Nichola~ Round, «Politics, style and group attitudes in the lnstruccion del Relator>>, 39. Ambos citados en B. Gonzá.ez Alonso, Sobre el estado y la administración de la
BHS, 46 (1969), pp. 289-319. Corona de Costilla en el Amiguo Régimen, Madrid, 1981, p. 7 J
6. Cf. N. Roth, Conversos, p. 92. 40. Citado por Kamen, J993b, VII, p. 3.
7. Juan de Torquemada, Tractutu~· contra Madianitas et /smaelitas, ed. N. López Mar- 41. Cf. las referencias dadas en los capítulos TII y X.
tínez, Burgos, 1957. 42. Citado en Sicroli, p. 94, n. 125.
8. Alonso de Oropesa, Luz para conocimiento de los gentile~·. ed. Luis A. DíaL y Díaz, 43. J. C. Domínguez Nafría, La lJUjuisición de Murcia en el ;·iglu XVII, p. 64.
Madrid, 1979. 44. C. Carrete Parrondo, El juda(smo e:.pañul v la Inquisición, Madrid, J992, p. 155; L. Gil
9. B. Cuan Moner, «Los estatutos del Colegio de San Clemente», en E. Verdera y Femández, Panor=. p. 470.
Tüells, ed., El Cardenal Albornoz y el Colegio de España, 6 vols., Bulonia, 1979, voL IV, 45. Para ejemplos de todo ello, Lea, JI, pp. 300-306.
p. 602, lo que corrige el frecuente error que data el estatuto en 1414. 46. Summa nobilitatü, Salamanca, 1559. p. 186.
10. B. Cuart Moner, Colegiales Mayores, 1991. p. l J. 47. J. Edwards, «From anti-Judaism to anti-semitism: Juan Escobar del Corro's Tracta-
11. /bid., p. 17. tus», Ninth Wor/d Congress of Jewish Srudies (1986}, division B, vol. 1, pp. 143-150.
12. A. Domínguez Ortiz, Los conversos de origen judío después de la expulsión. 1955, 48. AHN Inq .. lib. 497, f. 50.
p. 58. 49. N. Hergucta, «La Inquisición de Logroño. Nuevo~ datos históricos», BRAH, 45 (1904).
13. AHN Inq., lib. 497. f. 22. 50. Cf. el caso de Valencia, 1691. citado en Kamen, 1981, p. 267.
14. B. Cuart Moner, op. cit., p. 32. 5!. AHN Inq., leg. 1.586, n." 8.
15. Copia de la carta de Carlos V, 26 de noviembre de 1523, en BZ, 140, f. 278. 52. J.l. Tellechea, El arzubi~po de Carranza, 1968, U, p. 241, n. 2l.
16. Cf. la ex)Xlsición de Roth, pp. 233-236, que usa otras fuentes impresas. 53. Rojas era hijo del marqués de Poza.
336 LA. lNQUSICIÓN ESPAÑOLA NafAS 337

54. J. I. Tellechea. Tiempos rrcins, 1977. p. 53.


55. M. Bataillon, «Honneur et lnquL>itiun», BH, 27 (1925). 12. La Inquisición y el pueblo (pp. 245-272)
56. R. Truman y A. G. Kimler. «Thc pursuil of Spani<;h herettcs in the Low Cuuntries: thc
activilies of Alonso del Canto, 1561-1564», JEH. 30 (1979). l. Citado por H. Kamen, 1993a, p. S6.
57. Eusebio Rey, <<San Ignacio de Loyola y el problema de los "cristiano-. nuevos"», 2. Citado por J. Caro Baroja, Las formas complejas de la vida religiosa, Madrid. 197S,
Rf', 153 (1956). p. 197.
58. Citado en A. Sino!T, p. 272. 3. J. Contreras, El Sunto Oficio de la /nquüición de Galicia, pp. 461 y 463.
59. El padre Baptista a Laíne7, 31 de agosto de 1564, ARSI Epist. Hisp., 101, f. 2!!6. 4. La opinión más extendida difiere de la mía. «Ces espagnols sont profondément chré-
60. Eusebio Rey. «San Ignacio de Loyula», p. 190. ticns», dice Dedieu, p. 43.
61. Se ha defendido que Ribadeneira era de origen conven.o; véase l Gómez-Menor, «La 5. Trato extensamente sobre este tema en Kamen, 1993a.
progenie hebrea del padre Pedro de Ribadencira S.l.». Se.farad, 36( 1976). 6. l. Reguera, La Inquisición española en el Paú Va.l'co. p. 28.
62. Obras, Madrid. 1872, capítulo IV, p. 540. 7. M. Ángeles Cristóbal, «La Inquisición de Logroiio», en Inquisición española: nuevas
63. A. DomíngueL Ortiz, op. cit., 1955. p. 43. aproxinwcione.l', Madrid, I987. p. 141.
64. Una versión más detallada de lo que sigue en «A crisis of conscience in Golden Age 8. J. Contreras. «La Inquisición aragonesa», HS, XXXVII, n." 76 (1985). p. 522.
Spain: the lnquisition again~t "limpieza de sangre"», en Kamen, !993b, cap. VIL 9. José Sánchez Herrero, Concilios provinciale.l' y sínodo.~ toledanw de los siglos XIV y xv,
65. Fray Agustín Salucio, Di.l'curso sobre los estatuto.l' de limpieza de sangre. Cieza, La Laguna, 1976.
1975 edn. 10. Borja a Ignacio de Loyola, 7 de junio de 1546, en Monumento Historica Societatio·
66. BN, ms. 17.909/5. Jesu: S. Franciscus Borgia, 5 vols., Madrid, 1896-1908,11, p. 520.
67. «Papel que dio el reyno de Ca~tilla a uno de los Sres. mini~tros de la Junta diputada 11. Melquiades Andrés, en Historia, I, p. 505.
para tratarse sohre el Memorial presentado por el rcyno a S.M. con el libro del Padre Saludo>>, 12. Se trata, claro está, de una simplificación. No habfa un movimiento específico cono-
BN, ms. 13.043. ff. 116-127. cido como la «Contrarreforma», y los decretos que resultaron de Trento llevaban años aplicán-
68. AHN lnq., leg. 2.156'. dose.
69. I. S. Révah, «Le plaidoyer en faveur des "Nouveaux-Chrétiens'' portug:ais du licencié 13. J. L. González Novalín, «Religiosidad y reforma del pueblo cristiano», en García-
Martín González de Ccllmigo (1619)», REJ, 122 {1963). Villoslada, IJI-1, pp. 351-384, da un buen resumen de la cuestión misionera en España.
70. «Discurso de un inquisidor sobre los e<,tatutos de limpieza», BN, ms. 13.043, n·. 132-171. 14. Los datos proceden de H. Kamen, 1993a, pp. 263-264.
71 ¡Un reconocimiento tardío del argumento expuesto en el capítulo 3! 15. Como en la Inglaterra rural; véase K. Wrightson, en Jourrwl oj Peasunt Sw.die.l', 5
72. <<Discurso político del desempeño del Rcymm, en J. Caro Baroja, Loo Judíos en la Es- (1977).
pafia modemu y contemporánea. rrr. pp. 31S-320. 16. Marc Bloch, Feudal society, 2 vols., Londres, I965, I, pp. 109 y 113. Existe traduc-
73. Con.l'ervación de monarquías. Madnd, 1626, discurso VU. ción española.
74. «El inquisidor General y Real Consejo de la Suprema». AHN lnq., lih. 1.240. ff. 6-11. 17. H. Kamen, 1993a, pp. 263-264.
75. A. Domfnguez Ortiz, op. cit., 1955, apéndice IV, p. 233. 18. AHN lnq., lib. 733, ff. 367v y 383v.
76. H. Kamen. 1993b, VII, p. 18. 19. Una interesante discusión sobre la blasfemia como manifeij(ación de ira más que como
77. J. A. Martfnez Bara, «Losados positivos en las pruebas gcncalógJcas en el siglo XVll>•. una irreverencia religiosa, bru.ada en casos inquisitoriales, en Maureen Flynn, «Blasphemy and
en Nueva Vi.l'ión, p. 313. the play of anger in Sixteenth-century Spain», P&P, 149 {1995).
7!1. La polémica refuta la afirmación de A Sicroff (p. 265) de que «en España estaba 20. Los cao;os citados aquí y en el párrafo precedente se hallan en Kamen, 1981, pp. 476-486.
prohibido cuestionar los fundamentos de !os estatutoS>>. 21. J. Contreras, op. cit., pp. 561 y 667.
79. Libro de las cinco excelencias del E.wañol, Pamplona. 1629. p. 100. 22. J. M. Garda Fuentes, La Jnquisici6n en Granada en el siglo XVI, p. 445.
80. Cf. H. Kamen. 1993b. VIL 20-2!. 23. Cf. Kamen, !98I, p. 480.
81. A. Domínguez Ortiz, op. cit., 1955. pp. 245-247. 24. J. P. Dedieu, «"Christianisation" en Nouvelle Ca~tille. Catéchisme, communion, messe
82. Esta «ohsesión». sobre la que no hay base documental. continúa perviviendo entre los et confirmation daos l'archevEché de Tolede, 1540-1650», MCV, 15 (1979).
estudim.os de la literatura y entre !os historiadores que adoptan una perspectiva étnica sobre 25. AHN Inq., leg.79, n.o 24, f. 38. Mis conclusiones sobre Toledo se basan en los casos
los conven.os. Un comentariO sobre esta ~ituación en H. Kamen, «Limpieza and the ghost of que recoge AHN Inq., legs. 24, 27,41 y 90.
Américo Castro: racio;m as a too! of literary analysis», Hispanic Review (otoño de 1995). 26. V. Pinto Crespo, «La actitud de la Inquisición ante la iconografía religiosa», HS, 3I
83. F. M. Burgos Esteban, «Los estatutos de limpieza y sus pruebas en el siglo XVH», en (1978).
Xudeu.l' e converso.l', I, p. 370. 27. Un buen estudio reciente sobre este complejo asunto, en Palma Martínez-Burgo~.
84. !bid., I, p. 371. Ídolos e imágenes. La controver.l'ia del arte religioso en el siglo XVI español, Valladolid, 1990.
85. H. Kamcn, 1981. pp. 489 y 493. Agradezco a la autora que me enviara el libro.
86. B. Braunstein, The Chuetas of Majorca. p. 123. 28. AHN Inq., leg. 1.592 1, n. 0 15.
87. Citado por H. C. Lea, 11, p. 314. 29. Cf. William A. Christian, Jr., Apparitions in Late Medieval and Renaissance Spain.
88. Carvajal a Joseph de Luyando, 28 de sept1embre de 1751, BN, ms. 13.043, f. 130. Princeton, 19SI.
S9. A. Domfnguez Ortiz, Loi converws de origen Judío despuó de la expulsión, 1995. 30. R. María de Homedo, «Teatro e iglesia», en García-Villoslada, IV, p. 330.
p. 129. n. 14. 31. Isabel Te~tón y Mercedes Santillana, «El clero cacereño durante los siglos XVI al XVIII»,
90. !bid., p. 130. Historia Moderrw. Actas de las ll Jornadas de Metodología y Diddctica, Cáceres, 1983, p. 466.
91. Citado en Tcófane~ Egido, en Historia, I. 1402. 32. AHN Inq., lib. 735.
33. AHN Inq., leg. 217, n.o 12; J. Contreras, op. cit., p. 561.
338 LA INQL:JSICIÓN ESPAÑOLA NOTAS 339

34. Cualquier otro tipo de relación sexual ~uponía delito. La violación constituía una tribunales episcopales, un tema que estudia en estos momentos María Tau~iet, quien ha locali-
relación contra la propia voluntad y si era voluntaria entre dos personas ca<;adas (no entre sí) zado 32 casos en Aragón hasta ahora.
era adulterio. 69. Sobre todo ello, Kamen, 1993a. pp. 239-245.
35. Dedieu, en Bennassar, p. 327. 70. H. C. Lea, III, p. 447.
36. J. Contreras, op. cit., pp. 628-630. 71. Albert Loomic, SJ, «Religion and Elizabcthan commercc with Spain», CHR (abril
37. Sobre ello y el caso dtado, véa>e Kamen, !993a, pp. 320-321. de 1964).
38. AHN Tnq., leg. 2.155' 72. Cf. W. Monter, 1990, pp. 248-249.
39. AHN Tnq., leg. 24. n." 7. 73. Citado en M. Ángeles Cristóbal, «La Inquisición de Logroño>• (véase .~upra, n. 7),
40. Sobre la escandalosa vida del clero en Caria en 1591, véa~e A Rodríguez Sánchez, p. 145.
«inmoralidad y represión», en Historia Moderna. Actas, Cáceres, 1983, pp. 451-462. 74. Consulta de Estado, 31 de marzo de 1653, AGS:E, leg. 2.528.
41. H. Kamen, 1993a, p. 324. 75. AHN lnq., lib. 735, f. 176.
42. LQs estudio~ más recientes son los de Adelina Sanión Mora, Sexualidad y cun{esión. 76. L. de Alberti y A. B. Wallis Chapman, eds., Enxli~·h Merchants and the Spanish
la solicitación ante eltrihunal del Santo Oficio (siglos XVI-XIX), Madrid, 1994; Stephen Haliczer, lnquio'ition in the Canaries, Londres, 1912, p. 80, n. 1.
Sexualitr in the confessional, Nueva York, 1996: y Juan Antonio Alejandre, El veneno de Dios. 77. F. Fajardo Spínola, Reducciones de protestantes al catolicismo en Cunarías durante
La JnquÚición de Sevilla ante el delito de solicitación en confesión, Madrid, 1994. el sixlo xvm: 1700-1812, Gran Canaria, 1977, pp. 48 y 51.
43. AHN lnq., leg. 2.155'. 78. Alberti y Chapman, p. x.
44. R. García-Cán:el, Herejía y sociedad en el siglo XVI, 1980, p. 285. 79. AGS:E, leg. 2.981.
45. El mejor panorama en W. Monter. 1990, cap. 13. RO. Una muestra, de 1993: « ... el temor más viscoso. miedo, temor y estigma son lo.'>
46. !bid., pp. 134-137. medios empleados para uniformar a todoM>, en Historia, ll. p. 606.
47. /bid.. p. 288. 81. H. Kamen, 1993a, p. 257.
48. /bid., pp. 289-290. 82. H. Kamen, 1993a, cap. 5.
49. La hechicería morisca era parte de las creencias en zonas importantes. Véase R. García- 83. El contacto entre los ciudadanos y la Inquisición era, naturalmente. más estrecho en
Cárcel, op. cit., 1980, p. 249: J. Caro Baraja, Vidas mágicas e lnquüición, 2 vols., Madrid, ciudades como Toledo y Madrid. Estudios futuros, en la línea de los realizado<; sobre Cataluña,
1967' l. pp. 49-52. podrán aclarar esta cuestión.
50. Una discusión reciente es Stuart Qark, Thinking -..:ith Derrums: the Idea of Witchcraft 84. J. Á. Sesma Muñoz, El establecimiento de la Inquisición en Aragón, p. 23.
in Early modem Europe, Oxford, 1997. 85. Estoy pensando en una noticia periodística que leo, mientras redacto estas líneas
51. H. C. Lea, IV, 183. (El País, 13 de noviembre de 1996), de una mujer que, en Pontevedra, acudió a la policía local
52. Cf. W. Monter, 1990, p. 255. para denunciar a su marido porque no cumplía con el débitn cnnyugal.
53. S. Cirac Eslopañán, Los prore.ms de hechicerías en la Inquisición de Castilla la 86. AHN Inq., lib. 746, f. 179.
Nueva. Madrid, 1942, p. 196. 87. H. Kamen, 1993a, p. 262.
54. F. Idoate, Un documento de la Inquisición snhre bruferfa, Pamplona, 1972, p. 13. 88. J. Contreras, op. cit., p. 683,
55. No, como Novalín dice (Valdó, p. 63), en 1525: ni, como Caro Baroja (Vidas mági- 89. AHN lnq., lib. 735, f. 349.
cas, U, p. 60) afirma, en 1529. Las nota..~ sobre la reunión se encuentran en AHN Jnq., lib. 1:231, 90. Richard Greenlcaf, citado en Historia. U, p. 665.
ff. 634-637. «Dubia quae in causa praesenli vidcntur». Hay copia en la Biblioteca Bodlemna, 91. H. Kamen, 1993a. p. 436.
Oxford. ms. arch., 130. Cf. Lea, IV. pp. 212-214. 92. J.-P. Dcdieu, L'udministration de lafoi, p. 260.
56. l. Reguera. op. cit.. pp. 197-198.
57. Los casos vascos dieron alas a fray Martín de Castañega, Tratado de supersticiones,
Lob'TOño. 1529, para explicar que las mujere'> son más propensas que los hombres a ser brujas J 3. lmógenes de Sefarad (pp. 273-293)
porque eran, enlre otra~ cosas, «más charlatanas y no capaces de guardar secretos».
58. W. Monter. 1990, p. 262. l. Citadn en Y. H. Yerushalmi, Frum Spanüh Court to Italian Ghetto. Isaar Cardoso:
59. /bid., 1990, p. 264. A Study in Seventeemh-CemurJ' Marranísm and Jewish Apologetics, Nueva York, 1971, p. 392.
60. H. Kamen, !993a, pp. 237-238. 2. J.-P. Dedieu, L'udministration de lafoí, p. 254. Supongo que he interpretado bien sus
61. H. Lea, IV, p. 223. cifras.
62. W. Montcr, 1990, pp. 268-269. 3. Cf. W. Monter, 1990, p. 37.
63. Sobre Navarra y su contexto, Gustav Henningsen, The Witches' Advocate. Busque 4. Véase el capítulo 2, n. 102.
Wirchcraft and the Spanish Inquisitinn, Reno, 1980; y J. Caro Baroja, Inquisición, hrujería Y 5. El proceso de 1528 contra en AHN lnq., leg. 21.551, el caso de Badajoz en íhid.,
Criptojuduísmo, Barcelona, 1974, pp. 183-315. leg. 2.701.
64. BN. ms. 718, f. 271. 6. Citado por R. Carrasco, <<Preludio al siglo de los portugueses», Hispania, 166 (1987),
65. Henningsen, Witches' advocute: Lea, IV, pp. 231-234. p. 523.
66. «Acerca de los cuentos de las bruxas. Discurso de Pedro de Valencia», AHN Inq., 7. El licenciado Montoya a la Suprema, 11 de enero de 1581, AHN lnq., leg. 27.051 n." 21.
lib. 1.231, ff. 608-629. 8. J. Caro Baraja, Los judíos en la España moderna y contemporánea, lll, p. 51.
67. AHN Inq., lib. 735. 9. El debate sobre la religiosidad de estos conversos es diferente desde el punto de visla
68. Ángel Gari, Brujería e Inquisición en el Alto Aragón en la primera mitad del siglo XVII, cualitativo del que gira en torno a la de de los anusim del siglo xv. Para algunos detalles de la
Zaragoza, 1991, pp. 240-241. La Inquisición julgó 121 casos en ese periodo (casi lodos hom- religiosidad de los conversos, véase Cecil Roth, «The religion of the Marranos», .!QR, xxn
bres), y los lnbunalcs civiles 64 (casi lodos de mujeres). Además, otros casos eran juzgados por (1931); Braunstein y l. S. Révah, «Le~> Marranes», REJ (1959), p. 54.
340 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA NOTAS 341
10. Charles Amiel, «El criptojudaísmo castellano en La Mancha a finales del siglo XVI», ~5. Para Sabbatai, vése el magio;tral estudio de Gerschom Scholem, Sabbatai Zevi: the
en Alcalá, 1995, pp. 503-5!2. mysucal Me.~.~iah 1626-1676, Princeton. 1973.
11. F. García Ivars. La repre.~ión en eltribwwl inquisitorial de Granada. p. 205. 46. Miriam B<XIian, «''Men of the nation": the shaping uf converso identity in early mo-
12. /bid., pp. 236-238. dern Europe». P&P, 143 (1994), p. 66. Véase también su The Hebrew~· of the Portugune Na-
13. BN ms. 721. ff. 127-131; J. M. García Fuentes, La Inquisición en Granada; H. C. Lea, timz. Converw~ and Community in Early Modern Amsterdam, 1997.
lll, p. 267. 47. Yerushalmi, From Spanüh court to ltalian ghetto.
14. Por ello parece poco recomendahle aislarlos como si fueran un fenómeno histórico 48. l.~- Révah, <<Un pamphlet d'Antonio Enríquez Góme7», REJ, 121 (1962).
protagonizado por una raza aparte (que no lo eran) o practicaran una religión aparte (cosa que 49. Vease N. Kramer-Hellinx. «Antonio Enríquez Gómez: desafío de la Inquisición», en
tampoco es cierta). Esta perspectiva etnicista, que confunde a los que se convirtieron antes Xudeus e conversos, l. pp. 289-307.
de 1492 y los que lo hicieron despué;, así como a los de origen portugués y español, comide- 50. Maxim Kerkhof. «La "Inquisición de Luzifer y visita de todos los diablos"» Sefarad
rándolos a todo; ellos de una manera global sobre la premisa de que todos tenían una naturale- 38(1978). ' '
za común, es la base de parte de algunos estudios actuales. Cf. «The Judea-Converso minority S l. Bodian, pp. 70-72.
in Spain», en M. E. Perry y A. J. Cruz, Cultural Encmmters, Berkcley, 1991. 52. Tomo los detalles del magnífico estudio de Yosef Kaplan. From Christianiry tv Ju-
15. Charles Amiel, «Crypto-judaisme et lnquisition. La matiCre juive dan<; les édits de daüm. The Story of Isaac Orohio de Castro. Oxford, 1989.
foi>>, Revue de /'Histoire des Religions, 210, II (1993), p. 157. 53. Y. Kaplan, Orobio de Castro, p. 323.
16. Un edicto típico aparece reproducido en fotocopia en J. Caro Baroja, op. cit .. 1, 54. Citado en Kamen, 1981, p. 489.
pp. 440-441. 55. J. B. Vilar Ramírez, El Dr. Diego Mateo Zapata (I664-1745), Murcia. 1970.
17. De acuerdo con David Gitlitz, «Las presuntas profanaciones judías del ritual cri~tia- 56. Sobre ambos, véase A. Domínguez Ortiz, Hechos y j!guras del siglo XVIII español.
no», en Alcalá, 1995, pp. 156-163. Madnd. 1973, pp. 159-191.
18. F. García lvars, La represivn en el tribunal inquisitorial de Granada, p. 243. 57. BN ms. 9475; Joseph del Olmo, Re/adón (citado en el capítulo XI n. 41); Matute y
19. !bid., p. 221. Luquín. p. 210.
20. H. C. Lea, III, pp. 239 y ss.; A. Herculano, História da vrigem e estabe/ecimentv da 58. Inquisición de Mallorca. Reconciliados y Relajados 1488-1691, Barcelona, 1946.
Inqui~·ir;ao em Portugal, 3 vols., Lisboa, 1907. [, pp. 228-286. pp. 201-275.
21. H. c. Lea, m. p. 259. 59. Inquisición de Mallorca. pp. 109-199.
22. R. Carrasco, «Preludio» (véase supra, n. 6), p. 540. 60. B. Braunstein, Chuetas.
23. H. C. Lea, III, p. 265. . 61. _S_obr~ la represión en Cuenca, véase R. de Lera García, «La última gran persecu-
24. R. Carra~co, «Preludio», p. 524. CIÓn mqm~1tonal contra el criptojudaísmo: el tribunal de Cuenca 1718-1725>>, Sefarad, 47, ¡
25. Bodleian Library, Oxford, Arch. L 130 n." 8; Ga.~par Matute y Luquín, Colección de (1987).
lo~ AuWI generales i particulares de Fe celebrados por el Tribunal de la Inquiüción de Cór- 62. Teófanes Egido, en Historia, l, p. 1.386.
doba. Córdoba. 1840, pp. 65 y 127; BN ms. 718, f. 375; ms. 6.751, f. 53. 63. M. Escamil\a-Colin, op. cit., I, p. 874.
26. M. Escamilla-Colin, Crimei et chútiments, 1, p. 266. 64. Teófanes Egido, en Historia, l, p. 1.397.
27. Pilar Huerga Criado, En la raya de Portugal. Solidaridad y temione.~ en la comuni- 65. H. C. Lea, Tll, p. 311.
dad judevconversa, Salamanca, 1993. 66. G. Dcsdevises du Dézert, «Notes sur I'Jnquisition cspagnole au dix-huitieme sie<:le»,
28. J. Blázquez Miguel, «Algunas precisiones sobre estadística», HS. 40 (1988). p. 138. RH. 6 ( 1899).
29. R. Carrasco, <<Preludio», p. 556. 67. The Bible in Spain, Londres, 1930, p. 155.
30. Cf. Yo>cf Kaplan, <<Thc travels of Portuguese Jews from Amstcrdam to the ''lands of 68. AJourney through Spain in the years 1786 and 1787,3 vols., Londres, 1792, JJJ, p. 84.
idolatry" (1644-1724)», en Kaplan, Jews and Conversos.
31. M. Escamilla-Colin. op. cit., I, p. 348.
32. H. c. Lea, m, pp. 267-270. 14. Inventando la Inquisición (pp. 294-308)
33. Elkan Adler. «Documents sur le~ Marranes d'Espagne ct de Portugal ~ous Philip-
pe IV», REJ, 49 (1904). l. D. Raphael, ed., The Expul.~ion, p. 136.
34. J. Caro Baroja, op. cit., II, pp. 56-57. 2. Decidí el título de este capítulo antes de que pudiera consultar Edward Peters, ffU{uisi-
35. Cf. J. H. EllioU, The Coum-Duke ofOlivam. Ncw Haven, 1986, pp. 300-304 (hay tion. Berkeley, 1989, que ha titulado el capítulo 5 de una manera similar, si bien su interesante
trad. cast.: El cunde-duque de 0/ivarei, Barcelona, 1990). discusión abarca una gama más amplia de aspectos que el mío.
36. J. Caro Baroja, op. cit.. 11. p. 59. 3. F. Bethcncourt, L'1nquióition il l'époque nwderne, p. 406.
37. A. Domínguez Ortiz, «El proceslJ inquisitorial de Juan Núii:ez Saravía, banquero de 4. The Book ofMartyrs, Londres, 1863, p. 153.
Felipe IV», Hispania, 61 (1955). 5. Londres, 1912, p. 165.
38. Cf. James C. Boyajian, Portuguese Bankers al the Court of Spain I626-1650, New 6. Nicolás Castrillo, El «Regina/do Montano»: primer libro polémico comra la Inquisi-
Brunswick. 1983, pp. 118-121. ción &pañola. Madrid, 1991, p. 31.
39. Las cuentas de la firma en AHN lnq., lcg. 5.096'. 7. The Book of Martyrs, Londres, 1863, p. 1.060.
40. La fuente son los Avisos de Banionuevo. 8. Arnoldsson, Sverker. La Leyenda Negra: estudios sobre sus orígenes. GOteborg, 1960.
41. Las cuentas de Montesinos en AHN lnq.,leg. 4.971 1• 9. Eugenio Alberi, Re/azioni deg/i ambasciatori \'eneti al Senato Florencia 1839-1840
42. BN ms. 718, f. 375. ~erie I, vol. 5, p. 22. ' ' '
43. Este y los ~,;asos siguientes en Kamcn, 1981, pp. 489-491. JO. Alberi, serie T, vol. 5, p. 85.
44. F. García Ivars, op. cit., p. 250. 11. «Relazionc di Spagna», Opere, Bari, 1929-1936, X, p. 131.
342 LA INQUISICIÓN ESPANOLA

12. M. de la Pinta Llorente, Aspectos hi.ltóricw del .1entimientu religioso en España, Ma-
drid, 1961, p. 37.
13. L. P. Gachard, Correspondance de Philippe 11 sur le.~ ajfaires des Pays-Bas, 6 vols.,
Bruselas, 1848-1879, I, p. CLXXVL
14. Para todos estos aspectos, véase Kamen, 1997.
15. F. E. Beemon, «The myth of the Spanish Inquisition and the preconditions for the
Dutch revolt», AR, 85 (1994), p. 255.
\6. An Apology or Defence of William the Fir.H of Nassau, Prin('e of Orunge, Londres,
1707, pp. 497 y 530.
11. H. Kamen y J. Pérez, Ln imagen internacional de la España de Felipe ll, Valladolid,
1980, p. 56; William S. Maltby, The Black Legend in England, Durham, N. C., 1971, pp. 76 BIBLIOGRAFÍA SELECCIONADA
y84. ' ' .
18. Michael Ragussis, Figures of conversion. « The Jewish QueMwn» and Engluh Na/lo-
IWildemiry. Durham, N. C., 1995, p. 127.
La bibliografía incluye sólo obras citadas con frecuencia; las referencias de aque-
19. H. Rapbael, op. cit., pp. 136-137.
20. Salo Baron, A Social and Re/igious History ofthe Jews, 17 vols., Nueva York, 1952'. llas que aparecen sólo en un capítulo se hallarán en las notas correspondientes.
XV, p. 174.
21. H. Beinart, en Kedourie, pp. 107 y 114. Alcalá, Ángel, ed., 7he lnquisition and the Inquisitorial Mind, Boulder, 1987 (hay
22. La mejor visión panorámica es Edward Peters, lnquisition. trad. cast.: Inquisición española y mentalidad inquisitorial, Barcelona, 1984).
23. Algunas valoraciones en la introducción de Amonio Márquez a J. A. Llorente, Noti- - , ed., Judíos, sefarditas, conversos, Valladolid, 1995.
cia biogrdfica, Madrid, 1982, y en Peters, pp. 278-283. Azcona, Tarsicio de, Isabel la Católica, Madrid, 1964.
24. Citado por Peters, p. 286. Baer, Yitzhak, A History uf the Jews in Christian Spain, 2 vols., Fidadeltia, 1966.
25. /bid., p. 26l. Bataillon, Maree!, Erasmo y España, México, 1966.
26. Cf. el resumen de los debates de las Cortes de 1813 de S. Haliczer, en Alcalá, 1987,
Beinart, Haim, Conversos on Tria!. The lnquisition in Ciudad Real, Jerusalén, 1981.
p. 526.
27. H. Kamen, 1981, p. 363. - , ed., Records of the trials uf the Spanish Inquisition in Ciudad Real, 3 vols., Je-
28. M. S. Carrasco Urgoiti, El problemu rrwrisco en Aragón, p. 156. rusalén, 1974 (citado como Beinart).
29. AHN lnq., lib. 731, f. 4. Bennassar, Bartolomé, L'Inquisition espagnole, Xl'-X!X'' sihles, París, 1979 (hay
30. H. Kamen, 1993a, p. 437. trad. cast.: Inquisición española: poder político y control social, Barcelona,
31. Gonzalo Correas, Vocabulario de refranes, Madrid, 1924, p. 124. 1981 ).
32. Carmclo Lisón Tolosana, Ensayos de antropo/og[a mcial, Madrid, 1973, especial- Bemáldez, Andrés, Memorias del reinado de los Reyes Católicos, ed. M. Gómez-
mente pp. 193-197. El material citado aquí está tomado de Kamen, 1981, p. 471. Moreno y J. Mata Carriazo, Madrid, 1962.
33. Philippicae disputa/iones, Amberes. 1542, p. 157.
34. lnrroductión del.~ymbo/o de la fe, Barcelona 1597, Cuarta parte, trat. 1, p. 493. Bethencourt, Francisco, L'lnqui.~ition ii l'époque moderne. Espagne, Portugal, Jtalie,
35. Historia General de España, libro 26, capítulo 13. xV"-XIX" siecles, París, 1995.
36. W. de Gray Birch, Cara/ague, II, p. 905. Birch, W. de Gray, Catalogue of a collection of original manuscripts ... ofthe Inqui-
37. Citado en 1. Vicens Vives, ed., Historia de España y América, 5 vols., Barcelona, sition.x in the Canary Islands, 2 vols., Londres, 1903.
1957, rv, p. 247. Boehmer, Edward, Bibliotheca Wiffeniana: Spanish Reformers of two centuries, from
38. Carvajal a Luyando, 28 de septiembre de 1751, BN ms. 13.043, f. 130. I520, 3 vols., Londres, 1864-1904.
39. «Representación a Carlos IV sobre lo que era el Tribunal de la Inquisición», Obras a
Braudel, Ferdinand, La Méditérmnée et le monde méditérraneen l'épnque de Phi-
(Biblioteca de Autores Españoles, vol. 87, Madrid, 1956), vol. 5, p. 333. lippe 11, París, 1949 (hay trad. cast.: El Mediterráneo y el mundo mediterráneo en
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Xudeus e conversos na historia, ed. C. Barros, 2 vols., Santiago, 1994. orden religiosa.
CALIFICADOR: Asesor, generalmente un teólogo, quien examinaba las pruebas dispo-
nibles para comprobar si existía herejía; a veces actuaban también como censo-
re,,
CENsos: Rentas anuales obtenidas de inversiones.
CHANCILLERÍA: Los tribunales de más alta instancia en Valladolid y Granada; otros tri-
bunales de apelación se denominaban audiencias.
CHUETAS: Sobrenombre dado a los conversos en Mallorca.
COMISARIO: Clérigo local selecto que colaboraba con la Inquisición en asuntos admi-
nistrativos.
CoMUNERO: Participante de las Comunidades, la revuelta castellana contra Carlos V
en 1520.
CONCORDIA: Contrato o acuerdo.
CoNSELLER: Miembro del Consejo de Ciento (Consell de Cent), el gobierno munici-
pal de Barcelona.
CONVERSO: Persona originalmente judía o musulmana convertida al cristianismo, aun-
que se aplica sobre todo a los primeros; por extensión, todos sus descendientes.
CONVIVENCIA: Coexistencia de las tres religiones en España.
CoRREGIDOR: Gobernador civil en las ciudades castellanas.
CORTES: Parlamento de cada reino.
DIPuTAcióN: (En catalán Diputació) comité permanente de las Cortes, de particular
importancia en las Cortes de Aragón. A sus miembros se les llamaba diputados
en Aragón, diputats en Cataluña.
DUCADO: Moneda castellana, equivalente a 375 maravedíes o 11 reales.
EDICTO: Declaración (de «gracia» o de «fe>>) que los inquisidores o sus funcionarios
leían en público cuando se iniciaban los procedimientos en un distrito.
348 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA

EFIGIE: En algunos autos de fe, figura que representaba a los herejes ausentes o
muertos, que era quemada en lugar de éstos.
ENCOMIENDA: En la España medieval, la concesión de unas tierras por parte del rey,
a cambio de un servicio militar; la encomienda suponía fonnar parte de las pres-
tigiosas órdenes militares.
FAMILIAR: Miembro seglar de la Inquisición.
FuERO: Ley local o privilegio.
GERMANÍAS: <<Hennandades», aplicado a los que se rebelaron contra Carlos V en Va-
lencia en 1520.
HERMANDAD: Fuerza organizada de carácter policial existente en algunas ciudades
ILUSTRACIONES
castellanas; posterionnente la corona le concedió reconocimiento público y pasó
a llamarse Santa Hermandad.
HIDALGO: Noble. La Virgen de los Reyes Católicos (Museo del Prado)
LIMPIEZA oE SANGRE: Indicaba pureza de sangre, no ser de origen converso. Penitente revestido con el sanbenito
MARAVEDI: Moneda castellana. Un hereje relapso camino de la hoguera
MARRANO: Vocablo peyorativo de origen oscuro, aplicado a los conversos. Procesión para un auto de fe. Grabado holandés, s. xvn
MESHUMADJM: Término hebreo aplicado a los judíos que se convertían «Voluntaria- Santo Domingo presidiendo un auto de fe, de Pedro Berruguete
mente» al cristianismo. Clemencia y justicia en el sello de la Inquisición
MoRisco: Vocablo aplicado a los musulmanes españoles después de su conversión Representación del auto de fe de mayo de 1559 en Valladolid. Imagen ficti-
forzosa en 1500. cia según un grabado holandés de la época (Museo Británico)
MOZÁRABE: Cristiano que vive bajo la ley musulmana.
MuDÉJAR: Musulmán que vive bajo la ley cristiana.
Herejes en la hoguera, en Lisboa. Imagen ficticia después de un auto de fe
RECONCILIADO: La Inquisición recibía de vuelta en el seno de la Iglesia o reconcilia- según Bemard Picart, grabado del siglo xvm
ba a algunos herejes, no sin antes infligirles un severo escarmiento. Imagen ficticia de una cámara de tortura inquisitorial. Grabado del siglo XVIII
RELAJADO: Lús condenados por herejía por la Inquisición eran entregados o relajados de Bernard Picart
a las autoridades civiles, que los ejecutaban. El gran auto de fe de 1680, celebrado en la Plaza Mayor de Madrid ante el
SAMBENITO: Vestidura penitencial impuesta como castigo por la Inquisición. rey Carlos 11. Detalle del cuadro de Francisco Rizi (Museo del Prado)
SUPREMA: Consejo central de la Inquisición. «Por mover la lengua de otro modm>: un penitente portando sanbenito, dibu-
TAQIYYA: Estrategia de conformismo permitida en ciertas condiciones a lo~ musulma- jado por Goya (Museo del Prado)
nes para que pudieran vivir bajo una religión que no era la suya. «No todo el mundo lo sabe}>: comentario de Goya sobre la Inquisición
(Museo del Prado)
Una sátira maestra: Auto de fe de Goya (foto Mas, Barcelona)
' '
INDICE ONOMASTICO

Abad y Sierra, inquisidor general, 304 Álvarez, Hernando, dirigente de los alumbra-
Abelanlo, Pedro, 114 dos, 129
Abenamir. familia morisca de los, 215 Amador de los Ríos, José, 299
Abenasaya, David, médico judío, 22 Amberes, 107, 109, 114, 126, 298
Abolafia, Samuel, 31,273 Amsterdam, 37, 282, 283, 287
Abravanel, Isaac, financiero judío, 18. 22, 26, Andalus, al-, 9, 10, 208
27, 29, 31,67 Ange\e~. Bartolomé de los, fray, 214
Abulafia, David, 18 Anglería, Pedro Mártir de, 85 -
Acton, lord, 131 Angola, 280
Adriano de Utrecht, cardenal, inquisidor gene- Antequera, 151 , 302
ral, 79, 105, 119. 138, 183 Araiz, brujas de, 261
África. 16. 29,30-31, 32. 207, 212,215,222, Arama, Isaac, 67
277 Arán, Valle de, 83, 176
AguiJar de la Frontera, 36 Aranda, 15, 24. 46, 148
Aiguaviva, en Cataluña. 272 Aranda, conde de, 27, 245
Alacalá, Universidad de, 86.91-94, l03, 130, Aranda, Pedro de, obispo de Calahorra, 157
157, 159.230,237,288 Araoz, Antonio de, prior provincial de los je-
Alarcón, 278 suitas, 104. 238
Álava, Francés de, embajador en Francia, 103 Arbués de Épila, Pedro, inquisidor, 55, 58. 59,
Alba, duque de, 27, 113. 178, 299 71, 226
Albarracín, 25 Arce de Otalora, Juan de, 235
Alberto, cardenal, archiduque de Austria, 143, Arcos de Medinaceli, 212-213,217
278 Aria~ Dávila, Diego, encargado de finanzas de
Alcalá, 91, 178 Enrique IV, 35
Alcalá, Luis de, 18 Arias Dávila,Juan, obispo de Segovia, 28, 44,157
Alcañices, marquesa de, 95 Arias Dávila, Pedro, véase Pedrariw, Dávila
Alcázar de San Juan, 174 Arias Montano, Benito, Benito, hebraísta, 113,
Alcázar el Kebir, batalla de, 218 121, 126, 130,218
Alejandro VI, papa, 166 Ariosto, Ludovico, 114
Alfonso V, rey de Aragón, 21 Aries, 16
Algeciras, Diego de, 77 Astorga, 35
Alhama, 253 Asturias, 241, 249, 262
Aliaga, fray Luí~ de. inquisidor general, 137 Avellaneda. inquisidor en Navarra, 262
Alicante, 219 Averroes (lbn Rushd). 11
Almagro, 241 Avicena (lbn Sina), 11
Almazán, 30, 67 Ávila, 20, 23, 28, 40, 52, 88. 137, 141, 226
Almazán. Miguel de, secretario real, 76 Ávila, Alfonso de, senetario de la reina, 36
Almenara, marqués de, virrey de Aragón, 169 Á vi1a, Juan de. predicador, 90, 111: Audi, Fi-
Almería, 31 lia,90, 111,114
Almonacid de la Sierra, 211 Ayala, Martín de, arzobispo de Valencia, 214:
Alpujarras, 216 Doctrina christiana en lengua aráviga v
Álvarez, Fernando, secretario de la reina, 36 ca.~tellana, 214
352 LA INQ\JlSICIÓI\0 ESPA.l\jOLA ÍNDICE ONOMÁSTICO 353

Ayora, Gon,o;alo de, capitán general y cronista, Caballería, Alfonso de la, 59 Cazalla, Agustín de. doctor, 94, 96-97, 9S Deza, Diego de, arwbispo de Sevilla e inqui-
76 Caballería, familia aragonesa de la, 21. 35. 59 Cazalla, Juan de, SS sidor general, 75, 123·124, 137, 138. 226
Azpilcueta, Martín de, doctor, 160. 189 Caballería, Pedro de la, 39 Cazalla, María de, S8-90 Diamante, E~teban Luis, financiero, 282
Cabrera de Córdoba. Luis, biógrafo de Felipe Cazalla. Pedro de. párroco de Pedrosa, 94, 159 Díaz de Muntalvo, Alfonso, legista, 225
ll, 231 Celaya, Juan de, 123 Díaz de Toledo, Fernán, secretario real, 38,
Bacon, Fruncís, 117, 2RR Cabriada, Juan de, médico. 134 Centelle.,, Ga.<,par de, noble hereje, 100 43, 225; lnsrrw:ción, 225
Badajoz, 36, 151, 152, 226,274,279 Cádiz. 25, 36, 269 Cervantes, Miguel de, 111, 117; Quijote, 133, Díaz de Vivar, Rodrigo, el Cid. 10-l 1
Badoero, embajador italiano, 297 Calahorra, 101, 141, 157 220 Díaz del Castillo, Berna!, 132
Baer, Yitzahk, 42, 299. 301 Calatayud, 24 Ccrvcra, 177, 255 Díaz, Froilán. donúnico, confesor de Carlos 11,
Báez Eminente, Francisco, banquero, 285 Calcena, Juan, secretario reaL 78, 79 Ceuta, 140 139-140
Bailén, conde de, 95 Caldas, inquisidor de Barcelona, 177 Chaves. Diego de, confesor del rey, 169 Díaz, Juan, 100. 237
Balanza, \io::enciado del Real Consejo de Na- Caldes de Santa Fe, mossén. 163 Chinchilla, Juan de, ~astrc, 65 Domingo, santo. 199
varra, 261 Camargo, jesuita: Discun·o sobre el tearm, Chinchón, 190 Dostoyevsky, Fiódor: Los hermanos Karama-
Bardaxí, Antoni de, regente de la Chancillería, 255 Cid. El, 1•éase Díaz de Vivar, Rodrigo zov, 301
57 Canarias, islas, 91, 118, 158, 173, 187,268, Cisneros, Francisco Jiménez de, cardenal, ar- Dryander, véa.~e Enzinas, Francisco de
Bardax.í. Felipe de, noble aragonés, 164 269, 304 zobispo de Toledo, 11-12, 76, 78, 79, 85-
Baronio, Cesare, cardenal, 116 Canisio, Pedro, jesuita, 111 86, 88, 90, 113, 138, 208, 226. 247-248
Barrientos, Lope de, obispo de Cuenca, 225 Cano, Melchor, dominico, 110, 111-112, 116, Cisneros, García de: Ejercicios en la vida es- Éboli, princesa de, 167, 168
Basilea, Concilio de, 225 123, 157, 158,239 piritual, 248 Éboli, Ruy Oómez, príncipe de. 167, 232, 238
Bataillon, Maree\, 92 Cantalapiedra, Martín véase Martínez de Can- Ciudad Real, 31, 40. 41, 46, 52, 60, 63, 65-66, Écija, 285
Batanero. Juan, sacerdote y médico, 174 talapiedra, Martín 71, 74, 141, 148, 185, 194 Egidio, Juan Gil. obi~po de Tortosa, 94, 98
Bayle, PiciTe, 288 Canto, Alonso del, cazador de herejes, 237 Ciudad Rodrigo, 151,278-279 Egmont, conde de. 298
Sayona, 279. 291 Capsali, Elijah, rabino, 25, 32 Clemente VII, papa, 155,258 Eguía, Miguel de, editor, 86, 88, 91
Béam, 170 Cardona, duque de, 27 Clemente VTTT, papa, 156 Eimeric, Nicolau, dominico, 47; Manuel, 138.
Ben Nissím, Rubén. 17 Cardoso, Isaac. 273, 282, 286; Philmophia li- Climcnt, Felipe, converso, 36 171
Benedicto XIII, papa, 21 bera, 286 Cuello, Francisco, financiero, 284 Elna, 60
Beniganim, 258 Carlos II, el Hechizado, rey de España, 139, Coimbra, 105, 277, 284 Encina, Juan del, 39, 111
Bemáldez, Andrés, cronista y sacerdote, 19- 285 Colón, Cri~tóbal, 36, 37, 59, 137 Enguera. Juan, obispo de Vic, 138
20, 29, 33, 44, 46-47, 51, 62, 74 Carlo~ HI, rey de España, 198,245 Comes, Joan, inquisidor de Barcelona, 56 Enrique O, rey de Castilla. 18
Berruguete, Pedro, 199 Carlos TV, rey de España, 291 Contarini, embajador veneciano, 297 Enrique IJ. rey de Francia, 99
Bienvenistc, familia, 18 Carlos V, emperador, 37. 38, 60, 69, 77-83, Córdoba, 17, 25, 27, 36, 41, 50, 52, 74, 75, Enrique lli, rey de Castilla, 35
Bilbao, 23, 101, 118-119,247 86-S7, 91,94-95, 138, 144, 148. 150-151, 76-77, 89, 129. 131. 141. 152-153, 181, Enrique lll. rey de Francia, 298
Boahdil, óltimo rey de la dinastía nazarí de 156, 199, 210, 214, 228, 230, 237, 297 190,205,207,216, 21S.231,278, 288,291 Enrique IV, rey de Castilla, 18, 35, 39, 40, 48
Granada, 31 Carlos de Habsburgo, archiduque, 156 Coria, 152 Enrique IV, rey de Francia, 219
Boccaccio. Giovanni, 115 Carranza y Miranda, Bartolomé de, arzobispo Coronel, familia, 81 Enrique, Manuel, financiero. 2S2
Bodin, Jcan, 114, 116 de Toledo, 98, 122, 157-161, 169, 183. 189. Coronel, Pablo, profesor de hebreo, 234 Enríqucz, Ana, 95
Bolonia, 105, 108, 226-227, 228 191-192,195,255 Corro, Antonio del. 94. 296 Enríquez, familia. 38
Bonafed, Selomoh, poeta, 24 Carrillo, Alonso, arzobispo de Toledo, 40, 248 Corté<;, Hcmán, 11 Enríquez de Cabrera, Fadrique, almirante de
Borgia. César. 166 Cartagena, Alon~o de, obi\po de Burgo.,, 35. Cortés, Onofre, dirigente de los com·en.os, Castilla, 81, 248
Borja, Francisco de, duque de Gandía, 111- 47, 72,225 289 Enríquez de Yillacorta. Francisco, médico.
112, 115, 236, 238, 248; Las obras del cris- Carvajal, José de, ministro, 245. 304 Cortizos. Manuel José, 245, 285 288
tiaiW, 111-112 Casa~, Bartolomé de las, 130 Cortizos de Villasante, Manuel, banquero, 284 Enríquez Oómez, Antonio, 286
Borrow, Oeorge. 291-292 Casas, Diego de las, converso, 80 Coruña. La, 80 Enzinas, Franci<;co de, 92
Brahe, Tycho, astrónomo. 117 Cascales, Francisco de, humanista, 234 Costa, U riel da, 287 Épila, Juan de, 57
Bravo, inquisidor en Llerena, 76 Ca~tagna, nuncio, 166 Croix, Ursule de la. monja francesa. 178 Erasmo de Rotterdam, 85, 86-87, 92, 110-111.
Brook, William, marinero inglés, 97 Castilla, Diego de, déan de la catedral, 229 Cromwell. Oliver. 268, 269, 280 117. 122. 123
Brunón de Vcrtiz, Josepb, sacerdote mexicano, Castillo, Alonso del, morisco. 218 Cuenca, 13, 22, 32, 35, 3S, 45, 61, 9S, 141, Eraso, Francisco de, secretario real. 100
192 Castillo de Bobadilla, Jerónimo, juez, 233 148, !SS, 217, 21S, 225, 233, 246, 261, Escalona, 88
Buccr, Martin, reformador. 237 Castrcjana, Juan de, sacerdote, 154 274, 278, 279, 283, 284, 288 Escobar de Corro, Juan: Tracrams bipartitus
Buitrago, 19 Castro, Alfonso de, teólogo, 262 Cuzco, 158 de puritate er nohilitare probando, 235
Burdeos, 103, 108-109, 280 Castro, Américo, 129, 131,301 Escobedo, Juan de, secretario de Juan de Aus-
Burgos, 18, 23, 35, 40. 41, 76, 87. 89, 91, 92. Castro, León de, profesor, 124, 126 tria, 168
103, 119, 141, 177, 190 Ca<;tro, Pedro de, obispo de Cuenca, !58 Daimiel, 215 Escocia, 95
Burgos, Alonso de, capellán converso. 36 Castro, Rodrigo de, !58 Dante Alighieri. 114; Mmwrchia, 117 EscoriaL monasterio de El, 121, 126
Burton, Nichola.~. marinero inglés, 97, 267 Catulo, 115 De>cartes, Rcné, 134 Española, isla de La (Santo domingo), 269
354 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA ÍNDICE ONOMÁSTICO 355
Espina, Alon>o de, inquisidor en Cataluña, 57 Galicia, 141. 145, 146, 154, 157, 176, 177, Hemández, Francisca, beata, 88, 89-90, 91 Kepler, Johannes, 117; Astronomía nova, 117
Espina, fray Alonso de, 48, 50, 225; Fot1ali- 194. 197, 200. 247, 253. 256, 262, 272, Hemández, Julián, 95, 118 Kramer, dominico alemán: Mal/eus Ma/efica-
tiumfidei contra JudaeOii, 39 303 Herrera, Antonio de, 132, 135 rum, 260
Espinosa, cardenal, primer ministro de Felipe Galileo, 134 Herrera, familia conversa, 233
JI, 216 Galíndez de Carvajal, Lorenzo. historiador. 38 Herrero, Francisco, licenciado, 97
Évora, 277 García de Santa Maria, Álvar, cronista, 39 Hill, John, marinero inglés, 183 Labourd, país de, caza de brujas en, 263-
Gassendi, Pierre, 286, 288 Hita, 19 264
Gattinara, Mercurino, 80 Hobbes, Thomas, 134 Laguna, Andrés, doctor, 37
Falcón, Fernán, 74 Génova, 30, 285 Hojeda, Alonso de, dominico y prior de Sevi- Lafnez. Diego, jesuita, 1 11, 238
Felipe 1, rey de Castilla, 138 Ghazali, al-, 11 lla, 48, 49, 51 Lancre, Pierre de, juez bordolés, 263; Tableau
Felipe 11, rey de España, 38, 93-102, 105-106, Gibraltar, 290 Holanda, 280 de 1'inconstance, 264
110, ll3, 118, 122, 126, 132, 135, 138, Gil, Pere, rector de los jesuitas, 266 Hornachos, en Extremadura, 214 Lea, Henry Charles, historiador, 53, 55, 78,
143-144,151, 156,159-160,164, 166,167, Ginebra, 95, 102 Huelva, 249 131, 154, 183, 185,301
168, 170, 198, 199, 21\, 216, 218, 230, Girona, 141, 177,236,252 Lemos, conde de, 158
232-233,234,237-240,246,297,298 Gómez, Ruy, véase Éboli, príncipe de León X, papa, 80
Felipe ITT, rey de España, 137, 143,219,220, Gómcz de Castro, Álvar, humanista, 115 Ibn Rushd, ~·éase Averroes León, 141,231,241
279-280 Gómez de Salazar, diego, 284 Ibn Sina, véase Avicena León, Luis de, fray, 124, 125, 127, 182
Felipe IV el Hermoso, rey de Francia, 75, 78 Góngora, Luis de, 133 Idana, Abraham, véase Méndez, Gas.par León, Pedro de, jesuita, 249
Felipe IV, rey de España, 139, 235, 242, 280- González, Leonor, 97 Ignacio de Loyola, 123, 237; F:jercicios espi- Lepanto, batalla de, 218
281,286 González de Cellorigo, Martín, 154, 219; Ale- rituales, 112, 157 Lerma, duque de, 137, 164, 2!9, 221, 240,
Felipe V, rey de España, 140, 156. 165, 166, gación en que se furula la justicia. 241 Igualada, 177 242, 243
206, 290 González de Oviedo, 132 Infantado, duque del, 35, 88, 229 Lerma, Pedro de, 85, 91
Fernández, Alonso, arcediano de Alcor. 86 González Pintado, Juan, converso, 66, 148 Inocencio VIII, papa, 57, 74, 155, 260 Lhermite, Jean, 198
Femández de Navarrete, Pedro, 221; Conser- Gonzalvus Montanos, Reginaldus: Sanctae In- Inocencio IX, papa, 218 Lincoln, Hugo de, 28
vación de las monarquías, 242 quisitionis Hispanicae Artes, 296 Íñigo, Martín, 57 Lisboa, 181,219,277
Femández Pinto, Manuel, finam:iero, 281 Graja!, Gaspar de, profesor de la Universidad tranzo, Miguel Locas de, condestable de Cas- Lleida, 141, 143, 149
Femández de Samuel, Alfonso, 89 de Salamanca, 124, 127 tilla, 41 Llerena, 37, 48. 76, 129, 141, 146, 151, 152,
Fernando el Católico, 20--22, 25-26, 31, 32, Granada, Luis de, véase Luis de Granada lrún, 108 153, 176, 181. 186. 192. 198,255
36-38,48,49-50, 53-59,64, 71, 72,77-78, Granvela, Nicolás Perrenot, cardenal, 298 Irving, Washington: La conquista de Granada, Llorentc, Juan Antonio, historiador, 69, 295,
82, 136, 138, 148-150, 153, 155, 161-162, Gregorio XIII, papa, 160 299 300
165-166, 180, 196,208-209,213, 297; véa- Guadalajara, 19, 25, 35, 88,90 Isabel TI, reina, 293 Llull, Ramon, JO
.~e también Reyes Católicos Guadalupe, 148, 227 Isabel la Católica, 36, 48, 50-51, 52, 73, 77- Loazes. Fernando de, arzobispo de Tarragona,
Fernando liT, san, rey de Casti!la, 10 Guadix, sínodo de obispos de, 215 78, 248; véase también Reyc~ Católicos 98
Fernando VIL rey de España. 293 Gualbes, Juan Cristóbal de, dominico, 57 Isabel de la Cruz, beata, 88, 89, 90 Logroño, 37, 101, 108, 141, 181, 190, 200,
Ferrer, Vicente, 20-21,60,289 Guardia, La, asesinato ritual de un niño cris- babel de Valoi~. 101 202, 204, 205, 236, 244, 264
Fez. reino de, 31 tiano en, 28, 71 Italia, 11, 83, g5, 89, 91, 107, 109, 111, 113, López, Alonso, 289
Florencia. 280 Gubern, padre jesuita, 121 116, 132, 133, 134, 135, 144, 156, 295, López Bravo, Mateo: De rege, 241
Floridablanca, conde OC, 245 GudieL Alonso de, profesor de la Universidad 297-298 López de Celafn, Juan, sacerdote vasco, 90
Fonseca, Alonso de, arzobispo de Toledo, 86, de Osuna, 125, 127 López de Gómara, 132
90 Guevara, Antonio de, humanista, 133, 210 López de Mendoza, Íñigo, véase Tendilla, se-
Fonseca Piña, Simón de, financiero, 282 Guevara, Hemando de, letrado, 261 Jaca, 103 gundo conde de
Foxe, John, 294-295; Book of Manyrs, 296 Guicciardini, Francesco, embajador florentino, Jaén, 41, 52, 63, 77, 141, 152, 209. 211,231 López Pereira, Franci>co, administrador de
Francia, 70, 93, 96, 101, 102, 107, 108, 113, 87, 297 Jaime 1, rey de Aragón, 18 impuestos, 284
132-133 Guillermo de Ockham, tiló~ofo y teólogo, Jardine. Alexander, 305 Lovaina. 93, 109, 110, 131
Franco, familia conver~a. 233 114 Jean le Sauvage, 78-79 Luyola, véase Ignacio de Loyola
Frankfurt, 95, 131 Guillermo de Orange, 298 Jerez, 141 Lucena, Juan de, humani-;ta, 72
Franklin, Benjamín, 304 Guipúzcoa, 237 Jiménez, Fernando, doctor, 229 Luis de Granada, 90, 304-; Lihm de la oraci6n,
Fregenal de la Sierra, 274 Guissona, 258 Jovellanus, Melchur Gaspar de, 305 111
Fmben, Hieronymus, impresor de Lutero, 93 Juan 11, rey de Aragón, 20, 59, 224-225 Luis XIV, rey de Francia, 288
Fuente, Alonso de la, fray, 129 Juan TI, rey de Castilla, 35, 39-40, 89 Luna. Álvaro de, valido de Juan ll, 39,
Furió Cerio!, Fadrique, humanista, 100 Halevi, Salomón, gran rabino de Burgos, véa- Juan rrr. rey de Portugal, 277 224
se Santa María, Pablo de Juan de Austria, príncipe don, 167-16!1 Luna, Miguel de, morisco, 218
Halorqui, Joshua, médico de Benedicto Xlll. Juana la Loca. 78 Lutero, Martín, 85, 87-93, 95-101, 112, 119,
Galcerán de Borja, Pedro, noble, 259 21, 39 Juana, reina regente, 95-97, 105 121
Galeno, 288 Henriques, Enrique Jorge, 17!1- 179 Juglar, Gaspar, inquisidor de Aragón, 55 Lyon. 103, 107, 109, 119
356 LA INQUISICIÓN ESPAÑOLA ír.-DICE ONOMÁSTICO 357

Macanaz, Mclchor de, fiscal general del esta- Menéndez Pida!, Ramón, 307 Orellana, fray Pedro de, lOO Pérez de Pineda, Juan, 94, 100
do, 156 Mcrs-el-Kebir, JI Orense, 21-22 Pérez de Valdivia, Diego, 131
Madrigal, Cortes de, 23 México, 272 Orobio de Castro, Isaac. 287 Perpiñán, 102, 162, 163, 177
Maimónides, 11 Milán, 28, 32, 297 Oropesa, 48 Peró, 197
MalLara, Juan, autor sevillano, 128 Miranda, inquisidor de Valencia, 215 Oropesa, Alonso de, general de los jerónimos, Pichon, Jo~ef, 18
Málaga, 11, 26, 30, 31, 76,284,287 Moneada, Sancho de, almirante de Aragón, 21, 225, 227; Lumen ad revelationem gen· Piedrahíta, 88
Mallet, Juan, 263 215 tium, 225 Pineda, Juan de, jesuita, 116
Mallorca, 17, 22, 42, 53, 59-61, 141, 149, Mondéjar, marqués de, 207; véase también Ortiz, Francisco, predicador franciscano, 88, Pío IV, papa, 160, 258
152. 154, 171, 173, 245, 289, 290, 302 López de Mendoza, Íñigo 89, 255; Abecedario npiritual, 88 Pío V, papa, 158, 160, 232
Maluenda, familia judía, 35 Mondoñedo, 262 Oniz de Toledo, Alonso, canónigo, 72 Pla~encia, 35, 152, 198
Manrique, Alonso, inquisidor general, 82, 86, Montemayor, Jorge, 111 Oniz de Ztiñiga, Diego, historiador, 62 Ponce de la Fuente, Constantino, humanista,
87, 88, 89,93-94.211,261 Monterrey, en Galicia, 157 Orts, Juan, 57 94-95, 96, 97, 98
Manrique, Rodrigo, hijo del inqui>idor gene- Montesinos Téllez, Fernando de, banquero y Osma, 32, 141, 231 Ponce de León, Juan, 95
ral, 92 comerciante, 283 O>una, 285, 287 Portugal, 9, 30, 31, 63, 67, 143,277-279,287,
Manuel, rey de Portugal, 30 Montpellier, 108 Osuna, Francisco de, fraile franciscano, 88, 304
Máqueda, en Toledo, 19 Montserrat, monasterio de, 252 133 Povar, Pedro de Aragón, marqués de, 202
Maquiavelo, Nicolás, 114 Monzón, 77, 82, 145, 163,211,259 Ovidio, 115 Poza, marqués de, 95
Marañón, Gregario, 160, 169 Morales, Cristóbal de, fray, 100 Oviedo, 134, 231 Prat, Juan, notario de las Cortes, 80, 83
Marchena, Diego de, fraile, 227 Morillo, Miguel de, inquisidor, 49 Prescott, W. H., 300, 301: Historia de Fer-
Margarita de Parma, regente de Felipe ll en Moro, Tomás, 114; Utopía, 114 nando e Isabel, 299
los Países Bajos, 118 Motley, John: The Rise uf the Dutch Repubiic, Pacheco, Francisco. 254-255 Propercio, 115
María Tudor, reina de Inglaterra, 99, 158, 298 295, 301 Países Bajos, 83, 86, 87, 93, 95, 99, 102, 105, Provenza, 2R
Mariana. Juan de, jesuita, 29, 70, 74, 114-116, Muñoz Peralta, Jnan, doctor, 288 107,108,110,118,126,130,134 Pulgar, Hemando del, cronista, 24, 36, 43, 52,
117, 127, 173,239,304 Murcia, 12, 15, 98, 140, 141, 154, 162, 205, Palacios Rubios, doctor, 38 62,71-72, 147,246,304
Martín, Sancho, inquisidor, 59 221,277,287,302 Palafox, Jaime, señor de Ariza, 215 Puñonrostro, conde de, 35
Marineo Sículo, Ludo, R5 Murcia de la Llana, Francisco, cen~or de la In- Palencia, 35
Márquez Cardoso, familia, 274 quisición, 242; Discurso, 242 Palem:ia, Alomo de, cronista, 35, 36, 39, 47
Márqucz Cardoso, Luis, administrador de ta- Palermo, 200 Quadra, embaJador en Londres, 100
baco, 285 Palma de Mallorca, 60 Quevedo, Francisco de, 37, 122
Márquez, Gabriel, capellán de Sigüenza, 232 Nantes. 280 Palma, La, en las islas Canarias, 269 Quintanar de la Orden, 275
Marsilio de Padua, 114 Nápoles, 11, 105, 297 Palmas, Las, 141, 182, 183 Quiroga, Gaspar de, inquisidor general, 114,
Martínez, Ferrant, archidiácono de Écija, 17 Navarra, 29, 30, 37, 83, 101, 106, 143, 157, Pamplona, 147, 254 115,116-117,122,125,134,168,169,240,
Martínez, Sebastián, sacerdote, 98 166, 200, 236. 247, 261, 262, 264, 265 Paracebo, 134, 288 260
Martínez de Cantalapiedra, Martín, catedrático Navarro, doctor, véase Azpilcueta, Martín de Páramo, Luis de, inquisidor, 32, 72
de hebreo, 124, 125, 127,234 Navas de Tolosa, batalla de Las, 10 Parí..,, 85, 92, 95, 107, 109, 1 JO, 112-113, 130
Matará, 265 Nebrija, Antonio de, 85, 123-124, 130: Apolo- Parma, ducado de, 28 Rabelais, Fran\ois, 114
Medina, Bartolomé de, dominico, 124 gía, 124 Pasajes, 119 Ramírez. Diego, inqui~idor, 159
Medina de Pomar, 23 Nicolás V, papa, 40 Pascal, Blaise, 288 Ramírez, familia conversa, 233
Medina de Rioseco, 248 Niño de Guevara, cardenal, inqubidor general, Pascual, Mateo, 91 Reina, Casiodoro de, 94, 296
Medina del Campo, 25, 49, 52, 90, 103, ll9, 240, 241 Patemoy, Sancho de, converso, 36, 58, 59 Reus, 256
141 Norwich, Guillermo de, 28 Paulo IV, papa, 111, 159, 232 Reyes Católicos, 11, 14, 18, 22. 25, 32, 48,
Medinaceli, 67 Ntiñez, Pedro Juan, humanista, 128 Paulo V, papa, 170 64, 71, 136, 149, 150, 199, 208, 227, 307
Medinaceli, duque de, 27,212 Ntiñez de Avendaño, Pedro, jurista, 233 Paz y Ca~tañeda, Bernardo de, 285 Ribadeneira, Pedro de, 239
Melamed, Mair, rabino, 18, 20 Nóñez Muley, Franci~co, dirigente morisco, Pedrarias Dávila, 35 Ribagorza, conde de, 167
Mena. Juan de, poeta, 39 213, 216 Pedrosa, 94 Ribera, Juan de, arzobispo de Valencia, 214,
Méndez, Gaspar, 287 Ntiñez Saravía, Juan, financiero, 281-282 Pellicer de Ossau, escritor, 280 219,240
Mendoza, Álvaro de, 229 Peña, Francisco, 13R, 171 Richelieu, Armand Jean du Plessis, cardenal
Mendoza, Baltasar de, obispo de Segovia, 139- Peña, Juan de la, dominico, 123 de, 220
140 Ocampo, Flmián de, 133 Peñafort, Ramon de, 47 Rizzi, Francesco, 202
Mendoza, familia, 87, 88 Ocaña, Cortes de, 18, 162 Peñalosa, fray Benito de: Uu cinco excelen- Roco Campofrío, Juan, obispo de Zamora y
Mendoza, Pedro González de, cardenal, 27, Olivares, Gaspar de Guzmán, conde-duque de, cias de los españoles, 244 de Soria: Dili1·ursu, 241
48, 137,229 37, 166,242,243,281,283,291 Perdomiel, Isaac, 31 Rodríguez Lucero, Diego, inquisidor de Cór-
Mendm:a y Bobadilla, cardenal Francisco de, Oliver, Pedro Juan, humanista, 123 Pérez, Antonio, 163, 164, 167-170,272 doba, 74-76
38, 87 Olmedo, 23 Pérez, Marcos, 118 Rodríguez Pasarino, Alonso, 282
Menéndez Pelayo, Marcelino, 131,306 Orán, 11, 32,212,215 Pérez de Munebrega. Pedro. 59 Rodríguez Pasarino, Ga~par, 282
358 LA !NQUISIOÓN ESPAÑOLA (NDICE ONOMÁSTICO 359

Roja~.Fernando de, 130 Santiago Vivar, Manuel, 291 Teresa de Ávila, santa, 128-129, 130, 131; Valtanás, Domingo de, fraile dominico, 112,
Roja~.fray Domingo de, 95, 237 Sanz y Muñoz, Bartolomé, inquisidor de Bar- Vida, 128-129 239
Roma, 38, 48, 53, 54, 72, 73,79-80,91, 105, celona, 165 Terucl, 25, 56, 57, 58, 64, 141 Val verde, Bartolomé de, capellán de Felipe JI,
108,112, 116, 122, 126, 136-137, 140, 155, Saportas, Jacob, rabino norteafricano, 2R6 Tiépolo, Giambattista, 298 122
156-161, 194,232,239,260 Saravía, Diego, financiero, 282 Tow, 16, 94, 97 Vareta, Pedro, ministro de Hacienda, 291
Rotterdam, 1 JO Saravía, véase Núñez Saravía, Juan Torquemada, Juan de, cardenaL 36. 225 Vargas, Aldonr;a de, 173
Ruán, 280, 286 Sarmiento, Diego, inquisidor de Barcelona, Torquemada, Tomás de, inquisidor general, Vargas, Alonso de, 164
Ruiz de Alcaraz, Pedro, 88, 90 262-263 24, 25, 26, 28, 36, 48, 52, 54, SS, 56, 57, Vayona, 190
Ruiz de Medina, Juan, 49 Sarmiento, Pedro, 40, 224 113, 136, 137, !43, 150, 161; Tr.actatus Vega Carpio, Félix Lope de, 133, 255
Ruiz Padrón, sacerdote, 304 Savonarola, Girolamo, 114 contra Medianitas et lmwelita.l, 225 Venecia, 107, 110, 286, 297
Ruiz Pessoa, Simón. banquero portugués, 285 Scott, sir Walter: lvanhoe, 299 Torre de Don Miguel, 256 Venegas, Yuce, dirigente árabe, 208
Segorbe, duque de, 215 Torrelaguna, 159 Vergara, Francisco de, converso, 85
Segovia, 20,27-28,35,37, 44, 46, 48, 52, 61, Torres Naharro, Bartolomé, 111 Vergara, Juan de, converso, 85, 86, 88,90-91,
Saavedra Fajardo, Diego, diplomático, 135 81, 137, 139, 141, 157 Tortosa, 21, 24, 94, 138, 156 92, 122, 229
Sabbatai Zevi, movimiento milenario, 286 Seneor, Abraham, tesorero de la Santa Her- Toulouse, 103, 108 Vic, 138
Sacromonte, de Granada, 218 mandad, 18, 20, 22, 26, 27 To~ar. Bemardino de, 88, 89, 90, 119 Vicente, Gil, 111
Sagra, La, en Toledo, 218 Serrano de Silva, Diego, 243, 274 Tovar, fanúlia, 81 Vilafranca del Penedes, 177
Sagunto, 29 Servet, Miguel de, 93, 237 Trento, Concilio de, 87, 93, 104, 111, 113, Villa de San Andrés, marqués de la, 304
Sahagún, Bernardino de, 132 Seso, Carlos de, 94, 98, 159, 237 158, 248, 256, 257 Villaflores, marqués de, vém·e Cortizos, Ma-
Salamanca, 27, 85, 98, 104, 113, 141 Sicilia, 197,236,297 Trujillo, 22 nuel José
Salamanca, Universidad de, 104,106,109, 114, Sigüenza, 35, 52, 61, 63, 67, 141, 230 Turquía, 31 Villalobos, Francisco López, médico converso,
120. 122-128,226,228,233,234,260,306 Sigüenza, José de, historiador, 73, 126 Tuy, 256 37
Salas, Joseph Antonio de, caballero de Cala- Sila, La, monasterio jerónimo de, 227 Villanueva, Francisco, 238
trava, 120 Silíceo, Juan Martínez, arzobispo de Toledo, Villanueva, Jerónimo de, 166
Salazar Frías, Alonso de, inquisidor de Logro- 157, 158,228,229,230,231,238,239 Uceda, Diego de, 89, 190 Vi\lanueva, Tomás de, 120
ño, 264 Simancas, Diego de, obispo de Zamora, 143, Uclés, 12, 24 Villarreal, familia, 233
Salónica, 37 239; Dejlm.rio Statuti Toletani, 239 Urbano VIL papa, 160 Villars, marqués de, embajador francés, 198,
Saludo, Agustín de, 240, 241, 244, 274, 304 Sirleto, cardenal, 122 Urgell, 175 287
Salvatierm, Martín de, 219 Sixto IV, papa, 49, 53, 54, 73-74, 136-137, U ría, Juan de, 77 Villena, en Castilla, 224
San Barto!omé, colegio Mayor de, en Sala- 155 Usque, Samuel, 294, 300 Villena, marqués de, 88
manca, 226 Sixto V, papa, 160 Utrecht, tratado de, 290 Virgilio, 115
San Clemente, Colegio de, en Bolonia, 226, Soranro, embajador, 297 Utrera, 51 Virués, Alonso de, benedictino y predicador
228 Soria, 21, 24, 34, 43, 45, 65, 66, 173 de Carlos V, 91, 304
San Isidro, monasterio de, 94, 97 Sos, en el Alto Aragón, 20 Vivero, Leonor de, 94
San Martín, Juan de, 49 Soro, Domingo de, 94 Va~,;a, Francisco, inquisidor, 263 Vives, Juan Luis, humanista, 85, 91, 92, 114,
San Pedro Mártir, Congregación de, 144 Soto, fray Pedro de, 159 Valdefuenres, vizconde de, v¿ase Cortizos, 130
San Sebastián, 102, 119 Sotomayor, Antonio de, inquisidor general, Manuel José
Sánchez, Francisco, el Brocense, 111, 126, 117, 139 Valdeolivas, inquisidor, 262
128, 306 Spinoza, Baruch, 286 Valdés, Fernando de, inquisidor general, 90, Whire, Blanco, 245
Sánchez, Gabriel, converso, 36, 37, 58, 59 Sprenger, dominico alemán, 260 94, 95, 96, 98-99, 109-110, 111, 112, 114, Wycliff, John, 93
Sánchez Albornoz, Claudio, 307 Susán, diego de, converso, SO, 147 122, 123, 138, 150-151, 158, 159, 190, 191,
Sánchez de Vargas, Diego, 241 199,223,244,258,261-262,300
Sancho, Francisco, profesor de Salamanca, Valdés, Fernando de, jesuita, 244 Yuste, monasterio de, 95
122 Tack, John, 101 Valdés, Juan de, 91, 92, 94, 123; Diálogo de
Sandoval y Rojas, inquisidor general, 116-117 Talavera, Remando de, arzobispo de Granada, la doctrirw cristiana, 91
Sanlúcar de Barmmeda, 269 73, 75, 111, 130, 157,207,213,304 Valencia, Pedro de, escritor, 221, 265 Zamora, 20, 239, 241
Santa Cruz, colegio de, en Valladolid, 226 Talavera de la Reina, 78 Valera, Diego de, historiador converso, 35, 36, Zamora, Catalina de, 148
Santa Fe, familia, 36, 59 Tarazana, 56, 57 39 Zapata, Diego Mateo, médico, 245, 287-288
Santa Fe, Jerónimo de, véase Halorqui, Joshua Tarragona, 98, 141, 162, 177, 178, 253, 263 Valera, Juan, 306 Zapata, familia, 81
Santa María, obispo Pablo de, 20, 35, 39, 72, Taús (Urgeli), 175 Valladolid, 12, 52, 63, 78, 80, 81, 88, 89, 90, Zapata, García de, prior jerónimo, 227, 229
225 Tavera, cardenal, 230 91, 94, 97, 98, 99, 100, 104, 108, 109, 113, Zapara, inquisidor general, 117, 139
Santángel, familia, 36, 59 Tendilla, Íñigo López de Mendoza, segundo 124, 126, 141, 157, 159, 160, 162, 180, Zárate, Fernando de, véa.~e Enríquez Gómez,
Santánge\, Luis de, 36, 37, 59 conde de, 207,208,213 182, 199, 221, 226, 233, 236-237, 263, Antonio
Santiago de Compostela, 1O, 71, 248, 267, Tenerife, 269, 304 284, 286 Zeba\los, Jerónimo de, escritor político, 244
279 Tenochtitlan, 11 Valls. Rafael, converso, 289 Zurita, Jerónimo de, inquisidor, 32, 55, 128
ÍNDICE

Prefacio 7

l. Una sociedad de creyentes y no creyentes 9


2. La gran diáspora . 15
3. El advenimiento de la Inquisición 34
4. Una oposición persistente 69
5. Cerrando las puertas a la Reforma 85
6. El impacto sobre la literatura y la ciencia 104
7. Estructura y política 136
8. Cómo actuaba l7l
9. Juicio y castigo . 188
1O. El fin de la España morisca 207
11. El racismo y sus críticos . 223
12. La Inquisición y el pueblo 246
13. Imágenes de Sefarad . 273
14. Inventando la Inquisición 294

Abreviaturas 309
Notas 311
Bibliografía seleccionada 343
Glosario 347
Ilustraciones 349
Índice onomástico . 351
Esta obra,
publicada por CRÍTICA,
se acabó de imprimir en los talleres
de HUROPE, S. L., de Barcelona,
el día 30 de junio de 2004
FA°CULTAD DE FILO~OFIA Y UlTRAS
BIBLIOTECA "SAMUEL RAMOS"
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FACULTAD DE FIL080PIA Y LnftAS
SEGUNDA SECCJON
CO:NTRCÍL DE PRESTAJ\10 ... _:•, '
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Teóft!o F. Ruiz

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INQUISICIÓN
ESPAÑOLA
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