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Hoy en día estamos conscientes de lo costoso que es nuestro tiempo, y por tal razón
casi todo sufrimos la enfermedad de la prisa. Sin embargo, pese al ajetreo, siempre
seguimos un poquito atrasados, empeñados en un esfuerzo sin tregua por ponernos
al día. Cuando estamos todo el tiempo acelerados nos contagiamos del tengo que
cumplir el plazo, tengo que prepararme para la reunión, tengo que cumplir mi cuota,
tengo que leer esto, escribir esto y revisar aquello. A esto el autor le llama la Vaca
de la Velocidad, que muchas veces mata la calidad, el servicio, la innovación y la
salud porque la gente se mantiene muy estresada.
La Vaca de los Precios Bajos, los clientes y consumidores quieren y esperan algo
más que precios baratos, hay que tratar de forjar buenas relaciones con nuestros
clientes, dándoles buenos servicios, calidad, comodidad, y así dándoles el
suficiente valor agregado en el producto para que sean clientes leales, ya que el
volumen de clientes no se mantiene solamente con precios bajos. Si vende barato,
eso mismo pensarán de usted, los productos de promoción pierden, el cliente busca
precio y valor y servicio y calidad y comodidad y si no se los damos, otro se los
darán.
La Vaca Sin Errores, una organización en la cual halla una regla de no cometer
errores, fomenta un ambiente de cautela en el cual se teme correr riesgos, situación
que trae consigo la posibilidad de que la competencia nos lleve ventaja, debido a
que se cae la innovación, la creatividad y la originalidad. Las organizaciones tienen
que correr riesgos para poder avanzar dentro del mercado. El error más grande es
no aprender de los errores.
Dentro de la organización hay que hacer una cacería de vacas, haciendo que los
empleados estén dispuestos al cambio y librando a la organización de las teorías y
las prácticas anticuadas, ya que estas no agregan valor al producto o al cliente, no
mejoran la calidad, no nos hacen responder mejor al cliente, no mejoran la
productividad, no suben la moral de los empleados, no promueven la innovación, no
agilizan la toma de decisiones y no pasaría nada si estas no existiesen. Estas
cacerías son un instrumento de recursos humanos que genera el sentimiento de
estar facultado, hace subir la moral, fomenta el trabajo en equipo y la motivación.
Las quejas regularmente apuntan hacia la ubicación de una vaca sagrada, es
necesario que el personal confíe en el jefe y en el medio, y es necesario que sepan
y entiendan que se les aprecia y se les reconoce. Nada es más destructivo para la
confianza del personal que robarse el mérito ajeno. Hay que prestar atención,
escuchando a los subalternos y finalmente hay que elogiar a alguien por su
contribución, esto debe hacerse todos los días.
Otra manera de motivar a nuestros empleados para que se entusiasmen con
nuestros planes de cambio es ofrecer recompensas. Hay dos tipo de recompensas,
una de incentivos extrínsecos y otra de recompensas intrínsecas.
Existen siete características generales que algunas personas pueden poseer frente
a la disposición al cambio, entre ellas están: la persona recursiva, que sacan el
máximo provecho de toda situación, la persona optimista que reconoce las
oportunidades y posibilidades, la persona de espíritu de aventura que se inclina a
correr riesgos, la persona con empuje que posee un alto nivel de dinamismo, la
persona adaptable que abarca la flexibilidad y la elasticidad, la persona confiada
que es segura en lo que es capaz de manejar y la persona tolerante a
la antigüedad que mantiene el control ante lo incierto.
CRITICAS PERSONAL
Hay diferentes zonas de disposición al cambio; está la zona del desempeño, que
es donde se maximiza la eficacia organizacional e individual en cualquier medio de
trabajo rápido. La zona de pánico, en donde hay escasez de tiempo y de recursos
frente a un gran reto. La zona de sueño, en donde los recursos sobrepasan en
mucho a los retos. Y la zona de disposición al cambio en donde se afronta la
presión del cambio.