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A manera de Introducción
El primer capítulo del Príncipe, genera un contexto que se considera fundamental para la
comprensión de la política maquiaveliana, ¿fue el autor florentino un defensor de la
monarquía o de la república? Maquiavelo lo escribe así: “Todos los estados, todos los
gobiernos que han regido y rigen la vida de los hombres, han sido y son repúblicas o
principados” (2007, p. 37). Bajo esta consideración se han desarrollado distintas posiciones
en la historia de la teoría política que ven en Maquiavelo a un defensor de la monarquía y,
otra que considera, que el propósito de Maquiavelo fue defender con total claridad la
república como forma de poder político. La hipótesis que pretende sostener el presente
texto, es que Maquiavelo es una autor que defiende a la república, otorgándole como su
característica principal un gobierno mixto, en el cual las diversas partes, a partir del
antagonismo conviven y generan la sociedad civil.
Ya que vemos que cualquier ciudad es una cierta comunidad, también que toda
comunidad está constituida con miras a algún bien (por algo, pues, que les parece
bueno obran todos en todos los actos). Así que todas las comunidades pretenden
como fin algún bien; pero sobre todo pretende el bien que es superior y comprende a
los demás. Ésta es la que llamamos ciudad y comunidad cívica (2004, p. 111).
El bien es la pretensión de toda comunidad cívica y para Aristóteles, el bien que es superior
es el que le permite a los individuos comprender a los demás y conseguir el bienestar
comunitario, el bien en ese orden de ideas, es un bien común y la política debe enseñarles a
los seres humanos y a los ciudadanos a buscarlo. Rodríguez en La democracia ateniense, al
revisar la incidencia del bien común en la concepción de ciudad estipula: “[…] la ciudad
funciona como una unidad por la cual cada individuo está vitalmente interesado, aceptando
su lugar en el orden existente” (1975, p. 109). La política en este contexto que propone
Aristóteles le exige a cada individuo interesarse vitalmente en la construcción de la
comunidad, convirtiéndose la política en una búsqueda incesante del bien común.
La comprensión de la política como bien común tuvo una nueva interpretación con el
advenimiento del medioevo. El filósofo ecléctico romano Boecio (484-524/525), intentando
conciliar dentro del marco de la vida y el pensamiento cristiano al platonismo con el
aristotelismo, genera una definición de persona que influirá la manera en que muchos
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pensadores medievales entendieron la política. La definición se encuentra en el tercer
capítulo de su libro Sobre la persona y las dos naturalezas, allí escribe: “Persona est nature
racionalis individua substantia” (1979, p. 557). Al indicar Boecio que la persona es una
substancia individual de naturaleza racional, abre dos posibilidades de comprensión. La
primera de ellas se centra en el término substancia, éste corresponde al verbo latino [substo]
cuyo infinitivo es [substare] que significa literalmente [lo que está debajo de]. Substantia es
entonces, lo que está debajo de los accidentes y le sirve de soporte y esencia. En el contexto
medieval la substancia no es otra cosa más que el alma, que le permite al ser humano tener
una naturaleza racional. La segunda posibilidad de comprensión es de tipo jurídico, pues al
poseer la persona una naturaleza individual, le cabe un derecho propio sobre su ser, es
decir, cada persona es dueña de sí misma, siendo deber de las formas de poder y de
regulación proteger la dignidad de dicha propiedad. Con Boecio la política sigue
entendiéndose desde el bien común y les permite a las personas racionalizar el bien
mediante la conexión entre moral y política y, buscar la salvación mediante la religión. Esta
comprensión de la política impactará a la patrística y a la escolástica.
Existen Augusto emperador dos poderes con los cuales se gobierna soberanamente
este mundo: la autoridad (autorictas) sagrada de los pontífices y el poder real
(regalis potestas). Pero el poder de los sacerdotes es más importante porque, en el
juicio final, tendrá que rendir cuentas ante el Divino Juez de los gobernantes de los
hombres. Sabes bien, hijo clementísimo, que aunque por tu dignidad eres el primero
(princeps) de todos los hombres y el emperador del mundo (imperator orbis), debes
agachar la cabeza piadosamente ante los prelados de las cosas divinas; al recibir los
sacramentos divinos esperas de ellos los medios de tu salvación y sabes que en las
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cosas de la religión debes someterte a su juicio y no querer que ellos se sometan a tu
voluntad. Si para todo aquello que se relaciona con el orden público, los sacerdotes
obedecen tus leyes al admitir que el imperio te ha sido concedido por una
disposición divina, y, con cuánta afección debes obedecerles tú, a ellos, que
comunican los misterios divinos. Y así como a los pontífices les incumbe una
responsabilidad no pequeña si callan algo que convenga al culto divino, así también
les incumbe una responsabilidad no menor si desprecian lo que deben obedecer. Y
así a todos los sacerdotes en general, que administran rectamente los divinos
misterios, conviene que los corazones de los fieles le estén sometidos, ¿cuánto más
se debe prestar obediencia a la cabeza de la sede apostólica a quien la misma
divinidad quiso que todos los sacerdotes le estuvieran sometidos, y la piedad de toda
la Iglesia siempre ha honrado como tal? [...] Sostenidos en tales instituciones y en
tales autoridades, los papas excomulgaron a reyes y a emperadores (2014, p. 113-
114).
La teoría de las dos espadas se convirtió en una forma de organización del poder político,
en el que el poder eclesiástico representado en el Papa, gobernó junto al poder civil
representado por el emperador, a dicha forma de poder se le denominó “sacro imperio”,
perdurando durante toda la edad media. La unión entre lo divino y lo humano, entre lo
eclesiástico y lo civil generó la idea de un orbe cristiano cuyo principal objetivo era la
obtención del bien común para las vivencias en la tierra y la salvación para el mundo
futuro.
El último elemento que se debe revisar de la visión política del medioevo, tiene que ver con
la notoria influencia del Papa Gregorio VII a partir de las disposiciones de sus Dictatus
papae. Artola en Textos fundamentales para la historia, señala que la principal repercusión
de los Dictatus es mostrar mediante veintisiete tesis la forma en que el orbe cristiano está
sujeto a las indicaciones de la Iglesia y del Papa. Un recorrido sucinto por las tesis permite
identificar la primacía de la Iglesia sobre cualquier otra forma de poder. Las tesis las
recuerda Artola así: “1. Que sólo la Iglesia romana ha sido fundada por Dios. 2. Que por
tanto sólo el pontífice romano tiene derecho a llamarse universal. […]. 9. Que todos los
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príncipes deben besar los pies sólo al papa” (1978, p. 95). Luego muestra: “22. Que la
Iglesia romana no se ha equivocado y no se equivocará jamás según el testimonio de la
Sagrada Escritura. 23. Que el romano pontífice, ordenado mediante la elección canónica,
está indudablemente santificado por los méritos del bienaventurado Pedro” (1978, p. 95).
Bajo estas indicaciones propuestas en el año 1075, se puede identificar que la única
intermediación entre Dios y los seres humanos es la Iglesia y, que su función es desplegar
el bien común que viene de Dios a los seres humanos influenciando la manera en que éstos
desarrollan sus vivencias y buscan el camino que los conduce a Dios.
Pocos días antes de morir, Maquiavelo tuvo un sueño, que comentó con sus amigos.
En él, se tropezaba con una turba descompuesta de harapientos mendigos, y cuando
preguntó quiénes eran, una voz le respondió que eran los bienaventurados del
paraíso, porque estaba escrito que los pobres heredarían el reino de los cielos.
Siguió andando y se encontró con un grupo de caballeros afables, corteses y bien
vestidos, que discutían animadamente de cuestiones políticas. Entre ellos, pudo
reconocer a algunos célebres sabios de la antigüedad, como Platón y Tácito.
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Entonces, la voz misteriosa le comunicó que aquellas eran los condenados en el
infierno, pues está escrito que la sabiduría del mundo es enemiga de Dios. Al
despertar y contar el sueño a sus íntimos, Maquiavelo confesó que prefería estar con
los segundos.
Norberto Bobbio en La teoría de las formas de gobierno, sostiene que la filosofía política
de Maquiavelo y, en especial la teoría del gobierno mixto, tienen una influencia notoria del
historiador griego Polibio. Bobbio al respecto escribe: “[…] el segundo capítulo de los
Discursos es una paráfrasis, o incluso una traducción, del libro VI de las Historias de
Polibio” (2010, p. 72). Es claro para Bobbio que como la mayoría de los autores modernos,
Maquiavelo obtuvo información de un historiador que le permitió comprender la forma en
qué los antiguos organizaron sus formas de poder. El estudio de Polibio muestra una
comprensión de la historia como sucesión preestablecida del tiempo, que opera a manera de
ley y permite la aparición de ciclos históricos. Bajo esta comprensión que le otorgó Polibio,
Maquiavelo considera que el historiador puede prever los acontecimientos futuros,
haciendo un estudio claro de los acontecimientos pasados. Al respecto escribe Maquiavelo
en los Discursos: “Los hombres prudentes suelen decir, y quizá no sin motivos, que quien
quiera ver lo que será, considere lo que ha sido, porque todas las cosas del mundo tienen
siempre su correspondencia con los tiempos pasados” (2010, p. 485). Así las cosas, la
historia para Maquiavelo tiene como fin hallar la superación de los ciclos históricos, pues
éstos han permitido que los Estados nazcan, se desarrollen y consoliden, para luego
corromperse y desaparecer, generando un “regularidad histórica” que debe superarse. Para
Bobbio (2010) Maquiavelo supera a Polibio, ya que su pretensión al estudiar la historia no
es la de reconocer los ciclos que generan regularidades, sino los mecanismos que permitan
superarlos. Tenemos entonces que revisitar con Maquiavelo, la forma en que se estudia la
historia política, pues ésta tiene un fin práctico, no se le estudia para reconocer fechas u
acontecimientos, sino para llenarla de sentido y encontrar en ella la manera de superar los
ciclos históricos. Por ello en Maquiavelo la historia se vincula con la política, permitiéndole
hacer las cosas de otra manera, organizando una nueva forma de poder de larga duración,
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que recupera la pretensión romana de república, capaz de renovarse constantemente a partir
del gobierno mixto.
Como demuestran todos los que han meditado sobre la vida política y los ejemplos
de que está llena la historia, es necesario que quien dispone una república y ordena
sus leyes presuponga que todos los hombres son malos, y que pondrán en práctica
sus perversas ideas siempre que se les presente la ocasión de hacerlo libremente
(2015, p. 45).
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común»”. (1985, p. 7). Bobbio nos muestra cómo el origen del Estado está signado a la
necesidad y no a la libertad, la necesidad se fundamenta en un pesimismo antropológico
que sólo podrá ser solucionado con la generación de una forma de poder político, que en
Maquiavelo será una República que regule mediante leyes a los seres humanos. Esa
conexión entre la libertad y la necesidad, para Bobbio generó en la edad moderna, el
determinismo natural, surgiendo el problema de la libertad contra la necesidad, de los
llamados libertarios, o el problema de la necesidad contra libertad, de los llamados
necesitarios, siendo Maquiavelo quien pone el tema en cuestión y un seguidor claro de los
necesitarios.
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con facilidad evoluciona en oligarquía y el gobierno popular se convierte en licencioso con
facilidad” (2015, p. 40). Este rápido sondeo por los planteamientos de Maquiavelo, nos
permite identificar una regularidad histórica, los gobiernos pasan sin mayor dificultad de
ser buenos a malos, para dar solución a esa problemática, Maquiavelo propone el reparto de
poderes entre todos los estamentos sociales, mediante un gobierno mixto. Al respecto
escribe:
Añado, además, que todas esas formas son pestíferas, pues las buenas tienen una
vida breve, y las malas son por sí perversas. De modo que, conociendo este efecto,
los legisladores prudentes huyen de cada una de estas formas de estado puro,
eligiendo un tipo de gobierno que participe de todas, juzgando más firme y más
estable, pues así cada poder controla a los otros, y en una misma ciudad se mezclan
el principado, la aristocracia y el gobierno popular (2015, p. 43).
Maquiavelo asegura que una combinación de las distintas formas de gobierno permite el
control y la estabilidad de los Estados, el principado es en este contexto el primer paso que
permite la aparición de la república y ésta sólo se podrá lograr con un gobierno mixto, que
permita la división de poderes y el acceso al bien común.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS