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Divina Inspiración de las Escrituras

El Designio Divino

INTRODUCCIÓN – GÉNESIS a NÚMEROS

Todas las citas bíblicas se encierran entre comillas dobles ("") y han sido tomadas de la Versión Reina-Valera Revisada en 1960
(RVR60) excepto en los lugares en que, además de las comillas dobles (""), se indican otras versiones, tales como:

BTX = Biblia Textual, BIBLIA HEBRAICA STUTTGARTENSIA, NOVUM TESTAMENTUM GRÆCE - Traducción Contextual al Castellano,
Segunda Edición, SOCIEDAD BÍBLICA IBEROAMERICANA
LBLA = La Biblia de las Américas, Copyright 1986, 1995, 1997 by The Lockman Foundation, Usada con permiso
RVA = Versión Reina-Valera 1909 Actualizada en 1989 (Publicada por Editorial Mundo Hispano; conocida también como Santa Biblia
"Vida Abundante")
VM = Versión Moderna, traducción de 1893 de H.B.Pratt, Revisión 1929 (Publicada por Ediciones Bíblicas - 1166 PERROY, Suiza)

EL DESIGNIO DIVINO - INTRODUCCIÓN

Entre las improntas de la Palabra de Dios, ninguna es más impresionante o


importante que el designio que al Espíritu Santo le complació estampar indeleblemente en
los varios libros individualmente y en la entera colección como un todo; y esto no sólo en
el Antiguo Testamento y en el Nuevo Testamento separadamente, sino en ambos como
formando lo que, a lo menos nosotros los Cristianos, llamamos la Biblia. Existen faltas de
transcripción tanto en el Hebreo como en el Griego. Hay defectos y errores de traducción
tanto en versiones antiguas como modernas. Hay errores, aún más abundantemente, en
los comentarios, desde los primeros, los cuales aún existen hasta nuestro día. Pero todos
estos defectos juntos, aunque algunos puedan ocultar el testimonio de un detalle, no pueden
desfigurar, a ojos del creyente (salvo en un grado muy pequeño) la belleza exquisita de las
Escrituras, «Cantando para siempre mientras fulguran, La mano que nos creó es divina.» Y
eso está tan por sobre las órbitas del cielo, de las cuales uno de nuestros propios poetas
usó las palabras, puesto que lo que es material naufraga bajo la expresión de la Palabra, la
mente, los afectos amables y los gloriosos propósitos de Dios, para Sus hijos y Su pueblo,
y para todas las naciones también, los cuales encuentran su centro, su objetivo, y su
cumplimiento en Cristo el Hijo de Su amor y el Señor de todos.

Es evidente que la incredulidad no oye a Dios en Su Palabra. La Escritura misma lo


atestigua así; y tal es su experiencia desde que fue escrita y difundida en cada época, tierra,
y lengua. Tampoco podía ser de otra manera con el hombre caído enajenado de Dios como
raza. "La manera de pensar de la carne es enemistad contra Dios", dice el apóstol a los
Romanos (Romanos 8:7 - BTX). Él escribe a los Corintios que el mundo, mediante la
sabiduría, no conoció a Dios (1 Corintios 1:21). ¿Quién se puede asombrar cuando lee las
abrumadoras palabras a los Efesios (Efesios 2: 1-3)? "Y Él os dio vida a vosotros, que
estabais muertos en vuestros delitos y pecados, en los cuales anduvisteis (Gentiles) en otro
tiempo según la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el
espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia, entre los cuales también todos
nosotros (Judíos) en otro tiempo vivíamos en las pasiones de nuestra carne, satisfaciendo
los deseos de la carne y de la mente, y éramos por naturaleza hijos de ira, lo mismo que
los demás." (Efesios 2: 1-3; LBLA). "Y a vosotros, que estabais en un tiempo enajenados y
enemistados en vuestra mente, por causa de vuestras obras malas", escribe él a los

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Colosenses (Colosenses 1:21 - VM). Hay, por lo tanto, una repugnancia innata a Dios y a
Su Palabra en todo hijo de Adán. De ahí la absoluta necesidad de nacer de nuevo, tal como
nuestro Señor afirmó a Nicodemo (Juan 3: 3-5): "A menos que uno nazca de nuevo no
puede ver el reino de Dios." (Juan 3:3 - RVA). Y si ellos no creían cuando Él hablaba de las
cosas terrenales, ¿cómo creerían si Él les hablaba de las cosas celestiales? Puesto que el
reino de Dios abarca ambas, siendo Cristo el heredero de todas las cosas, ya establecido en
lo alto, así como pronto Él será manifestado como Cabeza sobre todas ellas.

Pero todo esto, y aún más, el terreno de ello en Su gloria personal y en la obra eficaz
de reconciliación a través de Su muerte, es desconocido y desdeñado por la arrogante
incredulidad del hombre. Ella ve en la Escritura (por nombrar el Pentateuco, el fundamento
mismo del Antiguo Testamento y no menos mantenido como divino en el Nuevo
Testamento) sólo un conjunto fragmentario de antiguas leyendas humanas que ni siquiera
concuerdan, si es que no son una impostura, o a lo menos una novela reunida como un
todo en el tiempo de Samuel o aun de Josías, si acaso aún más tarde. Pero un fraude tan
abominable es la imputación sin fundamento de antiguos Deístas Ingleses, pulida y
actualizada por la fraudulenta ingenuidad y la gravitante erudición de sus modernos
sucesores, principalmente en Alemania y Holanda, por no decir nada de sus discípulos de
habla Inglesa.

"Dice el necio en su corazón: No hay Dios. Se han corrompido, hacen obras


abominables; No hay quien haga el bien. Jehová miró desde los cielos sobre los hijos de los
hombres, Para ver si había algún entendido, Que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una
se han corrompido; No hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno." (Salmo 53: 1-3).
Así es como tratan Su Palabra los que se autodenominan 'más altos' pero que son realmente
críticos escépticos. Ellos excluyen a Dios de la autoría de las Escrituras. Ninguno de ellos
acepta honestamente el fallo del Señor presentado por el apóstol Pablo (2 Timoteo 3:16):
"Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir,
para instruir en justicia." Es una frase que afirma expresamente la inspiración divina, no
sólo para los escritores sino acerca de cada ápice, que se había de escribir aún, como
Escritura. Él había hablado ya así del Antiguo Testamento en 2 Timoteo 3:15, el cual es
distinguido mediante un término diferente para dar el mayor énfasis; él incluye así cada
parte de lo que la gracia estaba proporcionando como siendo la última comunicación de
Dios. Obviamente, la Palabra que Timoteo conocía tiene también su aplicación a lo que fue
escrito en tiempos antiguos; porque las Escrituras, al igual que otros dones de Dios, son
encomendadas al cuidado de los Suyos, siempre propensos a fracasar en mantener intacto,
y comprender debidamente, y transmitir a los demás, el depósito santo. La legítima función
del crítico es quitar semejantes intrusiones humanas; con el fin de que el lector pueda tener
la verdad, toda la verdad, y nada más que la verdad. Esto no se encuentra en ningún otro
libro excepto en la Biblia; no, ni tampoco en todos los demás libros puestos juntos.

Ahora bien, los neocríticos comienzan con la mentira preliminar de que las Escrituras
no son, en ningún sentido real, la Palabra de Dios. Por eso ellos se privan, y privan a sus
seguidores, de toda confianza en lo que está escrito, en lo cual no surge ningún interrogante
acerca de su texto primitivo. Puesto que no creen verdaderamente que Dios inspiró Escritura
alguna, menos aún, si ello es posible, ellos buscan Su revelación de Él mismo en ella, sea
en su asombrosa unidad, o en cada parte contribuyendo consistentemente y perfectamente
a aquel grandioso fin; y esto, a través de la totalidad de los variados tratos de Dios con el

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hombre, antes de la entrada del pecado, y después, cuando no existía la ley de Dios, ni el
gobierno del hombre ordenado por Él; cuando las promesas a los padres fueron hechas, y
cuando la ley fue dada por medio de Moisés a sus hijos; cuando el sistema Levítico fue
introducido, y las sombras de los bienes venideros lo acompañaron; cuando los jueces
continuaron hasta Samuel, y reyes fueron establecidos; cuando los profetas llegaron a ser
más evidentes y prominentes, desarrollando de parte de Dios, lo que Moisés predijo más
generalmente, desde el primer juicio de Israel, después del alejamiento idolátrico de Judá,
y de todo otro juicio de parte de Jehová, hasta que "no hubo ya remedio." (2 Crónicas
36:16); y los tiempos de los Gentiles comenzaron cuando Su pueblo llegó a ser Lo-ammi
("no sois Mi pueblo" - Oseas 1:9), y el poder mundial es entregado, mientras tanto, a los
Cuatro Imperios. Bajo el Cuarto Imperio, o Imperio Romano, fue enviado el Mesías,
presentado, también, con toda evidencia de gracia, verdad, y poder de Dios en humillación,
pero por esta misma razón, fue rechazado por todos, incluso, y lo peor de todo, por el
remanente Judío que había regresado bajo el Segundo Imperio desde la cautividad en
Babilonia. Se cumplió así la palabra de los profetas, tanto en el hecho de que Dios fue
hallado por los Gentiles que no Le buscaban, como en el hecho de que los Judíos pierden
su lugar por el momento, como un pueblo rebelde a quienes Él había extendido Sus manos
todo el día. Comparen Isaías 65: 1, 2, con Romanos 10: 21, 21.

Por lo tanto, el Señor Jesús, el Mesías, el Unigénito Hijo de Dios, sacó a la luz no sólo
el estado perdido y malo del hombre, sino el estado de los Judíos, aún más culpables.
Porque en la cruz, que fue la demostración más profunda de la iniquidad combinada de
ellos, Cristo cumplió plenamente la voluntad de Dios, en virtud de lo cual nosotros hemos
sido, y somos, santificados por medio del sacrificio (ofrecimiento, ofrenda) del cuerpo de
Jesucristo, hecho una sola vez y para siempre ("en la cual voluntad hemos sido santificados,
por medio del ofrecimiento del cuerpo de Jesucristo, hecho una sola vez para siempre."
Hebreos 10:10 - VM). El evangelio de la gracia de Dios a toda la humanidad, y la iglesia (el
cuerpo de Cristo en el bautismo del Espíritu Santo enviado del cielo), son las consecuencias
bienaventuradas que requería esa nueva revelación de Dios comúnmente llamada el Nuevo
Testamento. Este confirma plenamente el Antiguo Testamento en cada aspecto como divino,
cumpliéndolo notablemente en las profecías de la persona del Mesías, Dios y hombre, Su
andar, Su misión, y Sus servicio, únicos; Su muerte también, no solo a través del
aborrecimiento del hombre, sino en la gracia expiatoria de Dios; Su resurrección y
ascensión; y Su regreso a resucitar a los muertos, a restaurar el reino a Israel, a bendecir
la tierra y a todas las naciones, habiendo suprimido las potestades superiores o espirituales
del mal.

Pero el Nuevo Testamento, además de sellar la verdad del Antiguo Testamento, revela
para el Cristiano y la iglesia, los misterios del reino, mostrando un estado de cosas bastante
diferente del antiguo, y aún más, mostrando los misterios con respecto a la iglesia,
completamente incompatibles con la posición de Israel, sea en el pasado o en el futuro. Por
consiguiente, esto sólo llega a hacerse realidad, y llega a ser visto, cuando aquel pueblo
como un conjunto perdió, por un tiempo, sus privilegios por el hecho de añadir la cruz de
Cristo a su idolatría. De hecho, la responsabilidad del hombre como estando bajo la ley, y,
aún más ampliamente, el gobierno de Dios, aparecen a través de todo el Antiguo
Testamento, aunque hay también testimonio profético de Su propósito en Cristo.

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Pero el Nuevo Testamento nos presenta al Hijo de Dios que ha venido, un hombre y, sin
embargo, el Dios Verdadero y la Vida Eterna. Esto introduce el mayor de los cambios. Ya
no es como en el Antiguo Testamento, Dios oculto y morando en la densa oscuridad, sino
Dios manifestado en Aquel que es Hijo, así como nadie más es o puede ser, la Palabra (el
Verbo) hecha carne. Su muerte, como sacrificio por el pecado, va aún más allá: no es
sencillamente Dios en el hombre morando temporalmente entre los hombres, lleno de gracia
y verdad, sino el velo rasgado, el pecado juzgado en la cruz, y el hombre, al menos el
hombre que cree, traído a Dios, todos las transgresiones perdonadas, siendo él mismo
limpiado de una vez y completamente a fin de no tener más conciencia de pecados, y por
lo tanto, el Espíritu de Dios morando en él para siempre. Tal es un Cristiano; ni este es todo
el privilegio que podría mencionarse. Esto da un carácter más cercano, más íntimo, al Nuevo
Testamento en general; pero la autoridad divina pertenece igualmente a ambos: Antiguo y
Nuevo Testamentos. Su autoridad se debe a que Dios habla en ambos a través de Sus
instrumentos. Si nosotros no Le oímos, no tenemos fe viva. Un tratado o un sermón, un
padre o un predicador, pueden ser el medio de presentar la verdad a mi alma; pero si yo
no he creído a Dios, mi fe es humana y sin valor. Nosotros nacemos de nuevo de este
modo: recibiendo a Cristo, el objeto y espíritu de la Palabra, tal como el apóstol dice en 2
Corintios 3:17: "Porque el Señor es el Espíritu" (refiriéndose al versículo 6, no la letra sino
el espíritu del Antiguo Testamento).

Cuando los hombres descansan sobre la redención que es en Cristo Jesús, ellos
reciben el Espíritu Santo, Él es Quien guía a toda verdad. Nosotros conocemos sólo en parte,
es indudable; sin embargo, aún a los niños espirituales (1 Juan 2) se les asegura que ellos
conocen todas las cosas. Se aprende, a corto plazo, que cada libro (recordando que los 2
libros de Samuel, y su continuación en los 2 libros de los Reyes, etc., van juntos), tiene su
designio apropiado que lo impregna, sea en el Antiguo Testamento o en el Nuevo
Testamento. El contenido propio de cada libro debe ser la evidencia de esto, tal como se
presentará, por gracia, no antes de que pase mucho tiempo, en los comentarios que siguen
a esta introducción. Extraerlo plenamente requeriría, indudablemente, muchos grandes
volúmenes, incluso si uno tuviese habilidad espiritual para una tarea tan seria y difícil. No
se puede dedicar aquí más que un pequeño espacio para este propósito. Esto quiere decir
que no se puede intentar, por ahora, más que un examen superficial de los varios escritos
que componen la Biblia. Un bosquejo tal, no obstante, involucra la ventaja de que las
pruebas que la Escritura proporciona en cada caso se levantarán libres de esas nubes de
comentario que tan a menudo sobrecargan y disfrazan el texto.

De este modo, no existe una característica más sorprendente de la Escritura que el


designio que Dios ha impreso sobre sus varios libros. Antiguo o Nuevo Testamento, da lo
mismo. La porción poética no lo atestigua menos que la prosa, la porción profética lo
atestigua tan claramente como la porción histórica. No es en absoluto improbable que los
varios escritores puedan no haber sido conscientes de alguna intención de parte de ellos de
producir semejante resultado. Tanto más instructivo y cierto es que un Autor animador y
director presidiera sobre cada parte distinta, impartiéndole un carácter especial y, a la vez,
haciendo que todo contribuya al propósito común de revelar Sus consejos de gloria y Sus
modos de obrar de gracia, dando a conocer, al mismo tiempo, la debilidad o la maldad de
la criatura al resistir Su voluntad y haciendo la suya. Tal es el hecho para eso, no en la
superficie, obviamente, sino subyaciendo indeleble y profundamente el cuerpo entero de
las Escrituras, es la conclusión inevitable producida sobre el Cristiano mediante el examen

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cuidadoso de la Biblia como un todo y por medio de la comparación inteligente de las partes
que la integran.

Evidencia va a aparecer en forma consecutiva y a su debido tiempo - y será puesta


ante el lector, no forzada, clara, y abundante -, de que las Escrituras están regidas, desde
el principio hasta el final, por un propósito moral que revela la sabiduría y la bondad de Dios
las cuales se elevan por encima del fracaso de la criatura, y, especialmente, el pecado del
hombre brindando ocasión a los recursos y al triunfo de Su gracia en Cristo para el cielo y
la tierra, para el tiempo y la eternidad, para el hombre, Israel, los santos de antaño, la
iglesia, y las naciones. ¿Quién sino Dios pudo haber insinuado una intención tan vasta y de
tan gran alcance desde el primer escrito que introduce todos los libros que siguen a
continuación a través de muchas generaciones, no solamente los que fueron compuestos
en Hebrero (con Arameo en un grado menor), sino aquellos que después de un marcado
intervalo aparecieron en Griego, revelando, en esa sola generación del Nuevo Testamento,
la venida del Hijo de Dios, el evangelio, y la iglesia, siendo el último libro la respuesta
adecuada al primero, cerrando manifiestamente, también, el ámbito completo de
inspiración?

Ningún lector sometido a la verdad puede poner en duda que en el Pentateuco, o Los
Cinco Libros de Moisés, tenemos el fundamento firme y amplio del Antiguo Testamento.
Estos libros son llamados la Torá o la Ley, ya que esta es la institución de Dios presentada
tan plenamente en Éxodo y Levítico, con suplementos obtenidos por las jornadas de
Números, y el ensayo moral de Deuteronomio, en la perspectiva de la entrada en la tierra
de Canaán a través del Jordán.

Los Profetas, tempranos o posteriores, tal como los Judíos distinguían los libros que
seguían a continuación, al igual que los libros abiertamente predictivos que nosotros
llamamos de este modo, dan testimonio del creciente alejamiento de la ley, y sostienen la
visión resplandeciente del Reino del Mesías, no sólo para el pueblo restaurado de Israel,
sino para todas las naciones de la tierra. Entonces, "Jehová castigará al ejército de los cielos
en lo alto, y a los reyes de la tierra sobre la tierra." (Isaías 24:21). Luego Jehová será
exaltado, y los moradores del mundo aprenderán justicia (Isaías 26:9). Entonces, "Se
alegrarán el desierto y la soledad; el yermo se gozará y florecerá como la rosa." (Isaías
35:1).

Los Salmos constituyen la tercera división, y la porción principal (tal como en las
demás secciones) da su título a varios libros de un carácter emocional y ético. Encontramos
aquí, también, una clase de escritos que dan testimonio, tan vigorosamente como los
demás, al gran designio de Dios en Su Palabra: la ruina del primer hombre; la
bienaventuranza del Segundo, incluso para todos aquellos de la raza arruinada que ponen
su confianza en Él (Salmo 2:12). En los Profetas nosotros tenemos, efectivamente, el
testimonio formal de un nuevo pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá, el cual
sustituirá el de la ley; cuando las promesas a los padres se cumplirán en la Simiente
verdadera.

Sería inútil atribuir al Nuevo Testamento, aun en el menor grado, cualquier imitación
del Antiguo Testamento. La nueva revelación tiene el poder distintivo de un testimonio
divino dado acerca del Hijo de Dios, del Hombre Cristo Jesús, manifestado aquí abajo y

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ascendido al cielo después de cumplir Su gran obra sacrificial por el hombre y para gloria
de Dios. Con todo, cuando la atención es atraída a la nueva colección comparándola con la
antigua, uno no puede dejar de encontrar las pruebas inequívocas de un plan común, el
cual ningún escritor menciona, pero que es evidente cuando tenemos a todos ante nosotros.
Porque hay una base similar de hechos presentada de manera histórica: no tenemos el
primero sino el Postrer Adán con la nueva creación que depende de Él, y asociada con su
Cabeza; y en vez de tener la Ley (dada igualmente en un día de Pentecostés), tenemos al
Espíritu Santo enviado del cielo para morar para siempre. Sólo aquí está la 'perfección', que
no fue posible por medio de la ley, aunque esta hizo que su necesidad fuese sentida y fue
la sombra o incluso su presagio.

Luego, después de los Evangelios y los Hechos, tenemos las Epístolas, las cuales
responde, y más que responden, al Ketubim [*] (o 'Los Escritos') del Antiguo Testamento,
y revelan la gracia y la verdad en Cristo y Su obra y Sus oficios, con la esperanza
bienaventurada, todo esto ejerciendo predominio, o fuerza moral, sobre el corazón y el
andar y la adoración de los santos.

[*] N. del t.: Ketubim = Una de las tres partes en que se divide el Tanaj o Biblia hebrea.
Ketubim o Los Escritos se dividen en: Salmos, Job, Proverbios, Rut, Cantar de los Cantares, Eclesiastés,
Lamentaciones, Ester, Daniel, Esdras y Nehemías, Crónicas (1° y 2°).

Finalmente, está el maravilloso libro del Apocalipsis precedido por no poco de lo que
contienen los Evangelios y las Epístolas así como en la analogía del Antiguo Testamento. En
él, todas las revelaciones predictivas de la Escrituras se coordinan y se completan, no sólo
hasta el establecimiento del reino manifiesto del Señor Jesús llenando los cielos y la tierra
para gloria de Dios, sino que directamente hacia asuntos que no tienen fin de todo en la
eternidad, cuando el mal es juzgado finalmente y para siempre, y los cielos nuevos y la
tierra nueva hayan llegado, donde la justicia, en lugar del gobierno mediante el poder,
puede morar, y de hecho, mora inquebrantable y absolutamente perfecta, siendo Dios todo
en todos.

De este modo existe, allí donde muchas otras cosas difieren, una correspondencia
muy clara en los dos volúmenes, el Antiguo y el Nuevo, sin el menor esfuerzo para ello por
parte de algún escritor en cualquier volumen. ¿Qué podría indicar más, sin una sombra, una
mente Divina de pureza y bondad infinitas, Luz y Amor, comunicando en las Escrituras, tal
como Él - de hecho - lo cumplirá, esos propósitos dignos de Él mismo y de Su Hijo, plenos
de bendición para todos los que creemos, pero de juicio eterno para aquellos que no Le
aman y desprecian Su Palabra?

Probemos ahora la realidad del claro propósito de parte de Dios atribuido a Su


Palabra, comenzando con el primero de los libros de la Escritura.

GÉNESIS

. . . Probemos, ahora, la realidad del propósito distintivo por parte de Dios atribuido
a Su palabra, comenzando con el primero de los libros de la Escritura.

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La Biblia comienza con la creación, distinguiendo el principio cuando el hombre no
existía, ni tampoco nuestro medio ambiente de naturaleza, e insinuando un estado de
convulsión, a lo menos, para la tierra, el cual siguió a continuación del acto original y
precedió a su formación para la raza humana (capítulo 1: 1, 2). Después, se detalla la
semana que introduce a Adán, la obra de Dios (Elohim) y el reposo (capítulo 1: 3 - 2:3).

El verdadero comienzo del capítulo 2 está en el versículo 4, donde el nombre de


Jehová Elohim, o el SEÑOR Dios, aparece necesariamente así como también en el capítulo
3. Porque el designio había de identificar a Elohim, el Creador, con Jehová, el gobernador
moral, el cual estableció al hombre, no sólo como un alma viviente, sino sólo mediante Su
soplo en él, en relación inmediata con Él mismo, y colocado en un paraíso plantado para él,
pero con responsabilidad moral puesta a prueba y con provisión para vida si él era
obediente, pero con la muerte como pena si él era desobediente. Tampoco se trata sólo de
esto, sino que está aquí la relación del hombre para con su mujer, creada a partir de él para
ser su íntimo complemento y nombrada así por él mismo; así como él también dio nombres
a la creación subordinada de la tierra, aves, y bestias.

El Capítulo 3 muestra cómo el hombre cayó, a través de la mujer, mediante las


artimañas de un enemigo misterioso el cual se valió de la serpiente como medio, y adquirió,
así, el título de "la serpiente antigua, que es el diablo y Satanás." (Apocalipsis 20:2). El
designio demandaba aquí la misma designación divina que en el capítulo anterior, la forma
del cual es aún más evidente a partir de la omisión del nombre "Jehová" por parte de la
serpiente y por parte de la mujer al parlamentar con el tentador (capítulo 3: 1-5). Pero la
solemne sentencia de muerte no fue dictada sobre la cabeza de la raza, conociendo ahora
el bien y el mal, sin una maldición previa sobre la serpiente, en la que se insinuó la
bienaventurada certeza de que la Simiente de la mujer, herida en el calcañar, herirá la
cabeza del enemigo. Túnicas de pieles fueron dadas a la pareja culpable, quienes sabían
que no estaban menos desnudos por sus delantales de hojas de higuera. La cobertura divina
para los pecadores tuvo su fuente en la muerte; ello era gracia, pero en justicia.

Acto seguido sigue le diferencia esencial entre los hijos de Adán en el capítulo 4. Abel,
por fe, trajo un sacrificio. Caín, duro e incrédulo, trajo una ofrenda del fruto de la tierra, y,
enardecido ante la aceptación de Jehová de Abel y su ofrenda, asesinó a su hermano justo.
¡Qué retrato de la adoración del hombre! así que el cierre del capítulo es del mundo de Caín
con arte y ciencia y placeres de la vida para ocultar el hecho de que él es un proscrito, un
vano sustituto del paraíso. Aquí, por consiguiente, aparece el nombre de Jehová con estricta
propiedad; el caso excepcional en el versículo 25 sólo lo confirma, como expresión natural
de Eva, decepcionada en su pensamiento espiritual del versículo 1. Aun así, Set es la
simiente señalada que sucede al asesinado Abel, y los hombres invocan el nombre de
Jehová: así será, tal como lo fue.

El capítulo 5 es una reseña de la raza hasta Noé y su ofrenda. Adán y sus hijos, no
obstante los largos años que vivieron, murieron finalmente. Porque si Elohim creó e hizo,
la muerte entró por medio del pecado; pero Enoc caminó con Dios, y desapareció, porque
Dios se lo llevó. No se trató de simple gobierno, sino de Elohim conocido y actuando
conforme a Su naturaleza. Por otra parte, el nombre Jehová es usado apropiadamente en
el versículo 29 donde Su trato moral está en perspectiva. De todos estos, dos hombres son,

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respectivamente, testigos divinos de la gracia celestial, y del juicio terrenal, aun con la
misericordia glorificándose contra este juicio.

Después, el capítulo 6: 1-8 prosigue con el justo juicio bajo el nombre de Jehová, el
cual de ninguna manera es inconsistente con "los hijos de Dios" en los versículos 2 y 4, al
igual que en Job ella es una designación común; mientras que el nombre Eloh im sólo se
encuentra en los versículos 9 al 22. La expresión es tan exacta así como el designio es
evidente. La relación fue violada; y la naturaleza se corrompió; pero si el juicio debe resultar
de ello, el Creador perpetúa debidamente a la criatura.

Así, en el capítulo 7, Jehová estima a Noé y a su casa también, ordenando acopiar


bestias y aves de siete en siete, no de a dos con en el nombre de Elohim; y Noé obedeció
en ambos casos (versículos 5 y 9). ¡Oh, la ceguera de los pseudo-críticos, que imaginan
inconsistencia, cuando la sabiduría divina fue tan clara en Sus actos como lo son Sus
designios en Su palabra! ¡Qué ignorancia y necedad explicar todo esto mediante el mosaico
imaginario de la tradición! Vean, también, lo absurdo de un Elohista y un Yahvista en el
mismo versículo 16, donde los dos motivos de acción divina se encuentran en Noé, sometido
y guardado a salvo. Verdaderamente "no todos tienen la fe" (2 Tesalonicenses 3:2 - VM):
¡hay de aquellos que no creen! particularmente si ellos profesan el nombre del Señor.

A la inversa, el capítulo 8 tiene sólo a Elohim, pero en los versículos 20-22 nombra a
Jehová no menos instructivamente. Esta enseñanza que la pseudo-crítica niega y destruye,
en la medida que ella pueda hacerlo, mediante la fantasía infantil de diferentes inventores
de leyendas. Realmente ellos trabajan para el fuego y se fatigan para vanidad.

Así también el capítulo 9 presenta, intencionalmente, a Elohim, excepto que la


bendición especial en el caso de Sem introduce a Jehová su Dios, mientras que en el
versículo 27, en el caso de Jafet, se nombra sólo a Elohim. ¡Conciban la fatuidad, así como
la falta de espiritualidad, de suponer que hay aquí dos autores, donde tanto de la fuerza
depende del Único Autor, el cual pronunció primero todo por una boca, escribiendo luego
todo mediante una única pluma a su debido tiempo! Así como el final del capítulo 8 muestra
el mundo cuyo orden reposaba sobre un sacrificio, así comienza el capítulo 9 con el principio
de gobierno encomendado en la mano del hombre, a lo cual se añadió la señal de que nunca
más habría un diluvio.

En el capítulo 10, nosotros tenemos el surgimiento de naciones divididas en sus


tierras, cada una según su lengua (o, idioma), a partir de los tres hijos de Noé; y tenemos,
incluso en aquellos días, la asunción por parte de Nimrod de un poder despótico, donde sólo
aparece el nombre de Jehová, conforme la relación correcta era violada. Pero en los
primeros versículos (1-9) del capítulo 11, nosotros tenemos a Jehová juzgando la causa
moral para la dispersión de los hombres, empeñados en hacerse un nombre para ellos
mismos en una vasta república. Desde el versículo 10, se trazan las generaciones de Sem
para introducir a «los padres», y después a «los hijos», de Israel.

El capítulo 12 presenta el llamamiento de Jehová a Abram. Él había dejado Ur de los


Caldeos y había ido a Harán al final del capítulo 11. Sólo cuando "se fue Abram, como
Jehová le dijo", él llega a Canaán. Él tiene, primeramente, las promesas, padre de los fieles,
así como Adán lo es de toda la humanidad. Abram es un peregrino, con "esta tierra"

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prometida a su simiente, y no tiene solamente una tienda sino altares que él edificó a
Jehová. Su andar y su adoración fueron los de la fe. Bajo la presión de una hambruna, él
desciende a Egipto, y niega su verdadera relación con Sarai; de modo que ella fue llevada
a casa de Faraón, y él llegó a ser muy rico con los regalos del rey. Así, ello fue un fracaso
total; pero Jehová hirió a Faraón con plaga, liberó a Sarai, y despidió a Abram, quien no
tuvo ningún altar en Egipto y que regresa al lugar donde su tienda había estado al principio,
al lugar de su altar allí.

Capítulo 13. Acto seguido, una contienda entre sus pastores lleva a la separación de
Lot de Abram, el cual tiene la promesa de Jehová renovada más plenamente, y edifica,
posteriormente, otro altar.

Pero el capítulo 14 muestra a Lot arrastrado en las guerras del mundo, así como él
ya había dejado traslucir su inclinación mental mundana. Pero Abram derrota a los
conquistadores que habían llevado cautivo a Lot. Después, Melquisedec, rey de Salem,
bendijo Abram de parte del Dios Altísimo, creador de los cielos y de la tierra, y bendijo al
Dios Altísimo, que entregó a los enemigos de Abram en su mano. Se trata de un cuadro que
cierra la primera parte de la historia de Abram, siendo esto el tipo del día de bendición, de
"pan y vino", no de sacrificios ni de intercesión en lo alto e invisible, la cual sustenta ahora,
basada en sacrificio. Aquí, el nombre distintivo es Jehová, pero calificado como Dios Altísimo
(Elyon), la victoria de la fe cuando los enemigos son aplastados y los dioses rivales se
desvanecen; los cielos y la tierra se unen en la bendición de Dios y los Suyos bajo el
sacerdote Melquisedec reinando. ¡Cuán claro, y con todo, cuán profundo, es este clímax
típico! ¿Quién lo podía haber diseñado todo sino Dios?

Desde el capítulo 15 tenemos un orden nuevo y posterior de cosas más bien


personales que públicas, finalizando en el capítulo 21, donde la cuestión del heredero se
resuelve plenamente y en diversos puntos de vista.

Tenemos, primeramente, la Palabra de Jehová viniendo en una visión, y la simiente


según la carne en detalle profético, y un pacto sacrificial mediante el cual se garantizan los
límites de la tierra.

En el capítulo 16 vemos el fracaso en la fe que se presentaba tan resplandeciente en


el capítulo anterior, y la impaciencia carnal que lo procuraba ilegítimamente, para dolor de
aquella que lo había sugerido primeramente. No Agar sino Sarai debe ser la madre del
heredero. Comparen con Gálatas 4.

En el capítulo 17, Jehová (porque tal es Su nombre aquí también) aparece a Abram
revelando Su título, específico para los patriarcas, de El Shaddai, Dios Todopoderoso, y
ampliando su nombre a Abraham, así como su esposa había de ser Sara. Aun así, se dice
que es Elohim quien así habla y dice: tan sin fundamento es la fantasía de diferentes
documentos o autores, y tan perfecto es el designio al poner estos elementos juntos.
Naciones y reyes habían de salir de Abraham y Sara, por un pacto eterno establecido con
Isaac, pero con circuncisión (expresando muerte a la carne) que se extendía aun al
extranjero vinculado.

9
El capítulo 18 presenta la siguiente aparición de Jehová en condescendencia íntima;
y el tiempo del nacimiento del heredero es anunciado, pero después de esto, es anunciado,
también, el juicio que está a punto de caer sobre las ciudades culpables, hecho que
exterioriza la intercesión de Abraham. Esta intercesión no llegó a lo que su corazón
anhelaba; pero Jehová libró a Lot y a sus hijas, aun cuando castigó la desobediencia de su
mujer, como vemos en el capítulo 19 con su triste secuela.

En el capítulo 20, Abraham niega nuevamente su relación con la madre del heredero
venidero; pero Elohim advierte a Abimelec quien devuelve a Sara intacta. Sólo la gracia de
Dios resplandece a través de todo; pero Jehová había juzgado el hecho (versículo 18) en
Su gobierno justo.

La serie concluye con el capítulo 21, cuando el heredero nació, y (poco después) el
"hijo de la esclava" fue echado, aunque fue preservado en consideración al fiel Abraham.
Pero hay más ahora; porque Abimelec, en lugar de reprobar, se encuentra reprobado; y
Beerseba atestigua la herencia del mundo, plantando Abraham un árbol tamarisco (o,
arboleda) e invocando el nombre de Jehová Dios Eterno (El Olam). La herencia, amplia
como ella es, no se puede comparar con Su gracia, la gracia de Aquel que da todo; pero es
gloriosa. ¿Quién sino Uno podría haber redactado estas comunicaciones? ¿Las dejó Él como
hojas Sibilinas revoloteando llevadas por el viento, y recogidas por Elohistas, Jehovistas, o
tales fantasmas imaginarios? Su Palabra es verdad.

El capítulo 22 pone el fundamento, figurativamente, en la muerte y resurrección del


Hijo, para cosas nuevas y celestiales; el capítulo 23 es la muerte de la madre; el capítulo
24 es el llamamiento de la novia para el novio resucitado [1]; y el capítulo 25: 1-10 indica
otros descendientes de Abraham dotados con favor, pero no para descrédito del heredero
de todo; después de lo cual, el padre muere en una buena vejez. Aquí se manifiesta, al
igual que antes, la futilidad de diferentes manos, es decir, de Elohistas o Jehovistas. Elohim
(Dios) tentó o probó la fe de Abraham; aun así, el ángel de Jehová intervino después de la
demostración de que él temía a Elohim (a Dios); y así hasta el final del capítulo 22. En los
manuscritos originales ninguno de los dos nombres aparecen en el capítulo 23 (N. del T.: por
ejemplo el versículo 23:6, "Óyenos, señor mío: Gran príncipe eres tú en medio de nosotros; en lo más selecto de
nuestras sepulturas entierra tu muerto; ninguno de nosotros te negará su sepultura, para que no entierres tu muerto."
(VM) a comparar con mismo versículo en RVR60); pero Jehová el Dios de los cielos y el Dios de la
tierra etc. está en el capítulo 24. En el capítulo 25:11, Elohim (Dios) bendijo a Isaac, sin
embargo, después de las generaciones de Ismael (versículos 12-18), Jehová aparece en las
de Isaac: ¿qué más sencillo, inteligible o preciso de parte de una y la misma mano?
Igualmente está el nombre de Jehová, no obstante Dios de Abraham, en el capítulo 26, en
labios Gentiles; y nuevamente en el capítulo 27. Leemos allí que "Jehová ha bendecido;
Dios, pues, te dé" (versículos 27 y 28): evidencia clara y segura contra las variadas
ediciones de textos de hipótesis; e igualmente es así en el capítulo 28:3, 4, 13, 16, 17, 20-
22.

[1] En el caso de José, nosotros tenemos una repetición del tipo de la novia, pero esto es para marcar el hecho de
que ello fue cuando aquel que llegó a ser el novio fue vendido por sus hermanos, y fue separado de los mismos,
exaltado a una gloria desconocida para ellos. La verdad necesita ambas figuras; y cada relato es verdadero y tiene
sus características propias, como en el caso de Moisés en Éxodo 2.

10
Entramos, ahora, a considerar la variada experiencia de Jacob, no oyendo más acerca
de Isaac sino de su muerte en el capítulo 35: 28, 29, después de una vida transcurrida en
Canaán contrastada con Abraham y Jacob. El designio divino es evidente en la Escritura al
igual que en el hecho. Isaac tipificaba al Hijo que después de la muerte y resurrección es
Cabeza y Esposo de la iglesia en los lugares celestiales. Comparen con el capítulo 24: 3-9,
37-41. Igualmente sorprendente es el hecho de que aquel que incluso fue llamado Israel,
conoce las más grandes vicisitudes, tal como vemos en los capítulos restantes del libro.
¿Fue esto casual? ¿No emanó esto del designio de Dios? Es Jehová en el capítulo 29 y Elohim
en el capítulo 30: 2-23, aun así, en el versículo siguiente (capítulo 30:24), Raquel no dice
Elohim, sino Jehová; y así es en el capítulo 30: 27 y 30. La noción de que ello se debe a
diferentes escritores es mera fantasía, no explica nada, y obstaculiza toda debida indagación
de los motivos divinos para el cambio de nombre. Ver también capítulo 26: 3, 5, 7, 9, 11,
13, 16, 24, 29; capítulo 31: 42, 49, 50, 53; capítulo 32: 9, 28, 30; y capítulo 33: 5, 10, 11,
20.
Uno puede extrañarse de que ninguno de los nombres esté en el capítulo 34 o en los
capítulos 36 y 37; pero es Elohim, Dios en Su naturaleza, Dios soberano en Su acción, el
cual aparece en el capítulo 35: 1, 3, 7, 9, 10; sólo que el revelado El-Shaddai, omitido con
Isaac excepto en referencia a Jacob (capítulo 28:3), reaparece aquí (capítulo 35:11).
Después, Elohim está en los versículos 13, 15. Pero Jehová es el nombre en el capítulo 38:
7, 10, donde Sus derechos fueron violados flagrantemente en la familia de Judá; así como
Su marcada bendición estuvo sobre José en el capítulo 39: 2, 3, 5, 21, 23. ¿Qué podía ser
más correcto? Por otra parte, sólo Elohim es apropiado para el capítulo 40: 8; y para el
capítulo 41: 16, 25, 32, 38, 39, 51, 52. Se trata de la expresión histórica, así como
abstracta; y por eso este nombre aparece en el capítulo 42: 18, 28; capítulo 43: 23, 29;
capítulo 44:16; capítulo 45: 5, 7, 8, 9; capítulo 46: 1, 3; capítulo 48: 9, 11, 15, 20, 21;
capítulo 49: 25; capítulo 50: 17, 19, 20, 24, 25; mientras en el capítulo 43:14 y en el
capítulo 48:3 es El-Shaddai, y en el capítulo 49 es Jehová como especialmente debido. El
nombre Dios, o Elohim, es en contraste con el hombre; Jehová es Su nombre de relación;
El-Shaddai (Dios Omnipotente) es el título patriarcal apropiado, así como El-Elyon es el del
reino en figura.

Pero, ¡cuán manifiestamente tenemos los propósitos divinos en progresiva


advertencia a través de Esaú así como anteriormente a través de Ismael! Porque Esaú fue
peor, un hombre profano despreciando su derecho de nacimiento, de lo cual Jacob, no
obstante lo imperfecto que era, estuvo lejos de ello; pero Dios es fiel en las divagaciones
causadas por su incredulidad y presentadas con mucho detalle. Se trata del retrato de la
triste historia de Israel, de la promesa de su futura y bienaventurada restauración a la tierra
prometida; así como, efectivamente, Dios anunció en el capítulo 46:4, y predice en las
últimas palabras de Jacob (capítulo 49). A esto señalan, también, los entierros allí de su
cuerpo y el de José.

Tampoco puede uno, equitativamente, pasar por alto la historia de José, el odio
general de parte de sus hermanos, la culpa especial y el especial rescate de Judá, la venta
de José a los Gentiles y el posterior mal de ellos, la interpretación de José de los
pensamientos de Dios en su humillación, su elevación a administrador del reino sobre los
Gentiles con una esposa dada entonces a él, y, finalmente, su recepción de sus hermanos
ahora penitentes delante de su gloria. No puede haber un tipo más claro de los tratos de
Dios, muchos que han sido cumplidos y otros aún por cumplir, todos asentados y seguros

11
si nosotros creemos las Escrituras en general, las cuales nos enseñan estas verdades
explícitamente, en otra parte, en cuanto a Cristo.

¿No es, entonces, el designio divino a través de todo el libro de Génesis establecido
por Dios más allá de todo justo interrogante? ¡Cuán vasto es el alcance desde el
absolutamente primer acto de energía creativa! ¡Cuán sabios son los detalles sólo cuando
el hombre iba a ser creado! ¡Cuán importante es distinguir el hecho de la tierra Adámica de
la posición relativa de todo lo concernido, y mostrar cuán pronto y cuán completa fue la
ruina a través del pecado! Aun así nosotros vemos inmensa paciencia, hasta que la violación
de todo orden, añadida a la creciente corrupción y a la muy extendida violencia, atrae el
juicio divino, y sin embargo, vemos a Noé y su casa preparado, por gracia, para comenzar
el mundo, colocado bajo sacrificio, por una parte, y el principio del gobierno humano, por
la otra. En lugar de llenar la tierra conforme al mandato de Dios, el esfuerzo voluntarioso
por juntarse y hacerse ellos mismos un nombre, fue enfrentado mediante la confusión de
lenguas (idiomas), que dispersó a la humanidad. Así comenzaron las naciones divididas en
sus tierras, cada una según su lengua (idioma) y su familia. Luego, cuando los hombres
comenzaron a servir a otros dioses, como Josué 24 nos relata, Abraham fue llamado a salir
fuera del país, de la parentela, y de la casa paterna, separado para el Dios verdadero como
Su testigo. A él se le prometió la tierra de Canaán, y aún más, todas las familias de la tierra
serían bendecidas en él. Isaac tipifica al Hijo resucitado en los lugares celestiales, con una
novia llamada fuera del mundo a unirse a Él allí. Jacob representa el pueblo terrenal, que
va a ser bendecido, después de algún tiempo, similarmente, después de amargas
experiencias en y fuera de dicha tierra, siendo ello el resultado de sus propias faltas. En
medio de esta historia, José prefigura a Cristo separado de sus hermanos envidiosos y que
le odian, pero manifestando la sabiduría de Dios en su humilde estado, y exaltado a la
administración de un reino del mundo. Él es, de esta manera, dado a conocer a los Judíos,
ahora humillados y reconociéndole su preservación tal como los demás lo hacen; con todo,
su corazón estaba puesto, no obstante, sobre el pueblo y la tierra; donde la gran profecía
del capítulo 49 muestra que ellos han de estar al final de los días. ¿Es todo esto una
confluencia de átomos? ¿O la obra cierta del propósito divino?

ÉXODO

El segundo libro del Pentateuco es muy diferente del primero. Aquí, en lugar de la
vasta variedad con la que nos encontramos en Génesis, nosotros tenemos, principalmente,
una gran verdad desarrollada, con los antecedentes que hizo que su necesidad fuese
sentida, y con las consecuencias más características que resultan en la sabiduría y bondad
de Dios. Porque aquí, en un modo particular al libro mismo, tenemos la redención cumplida
para Israel, el presagio de una redención eterna en Cristo, en su fundamento, su exhibición,
y sus resultados. Uno debe estar ciego para no ver la base tipificada en el sacrificio Pascual;
y el poder mostrado en el paso del mar Rojo: la muerte y la resurrección del Señor Jesús.
El resultado es visto en que Dios mora, en el tabernáculo, en medio de ellos. Lo que le da
su mayor fuerza es que, múltiples como son los consejos y los modos de obrar de Dios que
Génesis nos presenta en germen, la redención está completamente ausente de su
contenido. La palabra misma ocurre sólo una vez hacia el final en su aplicación general o
figurativa a la vida de Jacob; y así, es bastante distinta de ese sentido preciso que el tipo
en Éxodo suministra vívidamente. ¿Se puede pedir alguna prueba de designio específico de

12
parte de Dios más poderosa que esta, en el entendido que los hechos son sacados
claramente a la luz y sin violencia? Examinemos, entonces, la evidencia.

El capítulo 1 comienza con los hijos de Israel después de la muerte de José,


haciéndose más fuertes y poderosos pero oprimidos amargamente bajo un rey que no
conocía a José. El rey de Egipto de ese entonces procuró, incluso, destruir a los varones.
Esto fue contrarrestado al principio; pero en el capítulo 2, el objetivo homicida fue agilizado
hasta tal punto que Moisés ya no pudo ser escondido por más tiempo. Estando él en peligro,
la hija de Faraón lo encontró y lo crió como su hijo; el cual, no sólo habiendo crecido, sino
cuando salió a ver a sus hermanos afligidos, mató un Egipcio malhechor, pero no
encontrando ningún sentimiento correcto en los objetos de su cuidado, él tuvo que huir del
resentimiento del rey. El tiempo no había llegado aún; y Moisés, en Madián, protege a las
hijas del rey-sacerdote de esa tierra, una de las cuales él toma por mujer; y el nombre de
su hijo, "Gersón", atestigua que él no se asentaría allí, sino que era un peregrino, el cual
recordaba a sus hermanos, así como Dios hizo Su pacto con los padres de ellos, cuando Él
oyó sus gemidos.

En el capítulo 3, cuando "Jehová" vio que él se acercaba para mirar la zarza que ardía
en fuego, y que no se consumía, "Elohim" (Dios) lo llamó (versículo 4). ¡Cuán irracional, así
como no espiritual, es imaginar que hay más de un escritor! Jehová es un nombre de
relación, Elohim es Dios en naturaleza. Comparen los versículos 7 y 14, donde Él añade,
"YO SOY EL QUE SOY" como el nombre para dar seguridad a Su pueblo desesperado, y
envía a Moisés y sus ancianos con la petición de que los dejen ir.

Luego, en el capítulo 4, Jehová da dos señales, y aun una tercera, para la misión
encomendada a él, y hace que Aarón sea su portavoz cuando él titubeara, así como una vez
fue demasiado precipitado. Entonces Moisés se despide de su suegro, y con su mujer e hijos
regresa a Egipto, pero no sin un solemne recordatorio de un deber descuidado tanto por el
marido como por la mujer (capítulo 4: 24-26). Aarón se encuentra con Él por mandato de
Jehová en el monte de Dios, y el pueblo se inclina y adora cuando ellos oyeron.

Seguidamente, en el capítulo 5, ellos presentan el mensaje de Jehová ante Faraón,


el cual lo desacata desdeñosamente, y agrava cruelmente la carga de los Israelitas bajo
castigo; de modo que ellos sufren más que nunca, y Moisés expone su queja.

Pero Jehová (capítulo 6) le asegura que Él actuaría de modo que Faraón los echaría
de su tierra. Y Él estrena aquí, por decirlo así, formalmente, el nombre "Jehová" para Israel,
en contraposición a la revelación patriarcal de "El-Shaddai" (Dios Todopoderoso), así como
la promesa de llevarlos, también, a la tierra prometida. Pero el pueblo no escuchó a causa
de la congoja de espíritu, como Moisés dijo a Jehová, cuando Él le dijo lo que había de
hablar a Faraón. Él encargó el mismo mensaje tanto a Moisés como a Aarón. Acto seguido
sigue una genealogía notable, al igual que en Génesis; pero así como cada uno tenía allí su
propio carácter, igualmente sucede aquí, la cual, comenzando con Rubén y Simeón, se
detiene en Leví y sus hijos, dando prominencia a "Aarón y Moisés" (versículos 20-26)
primeramente en orden natural, pero, por último (versículo 27) en poder espiritual: "Moisés
y Aarón." ¿Es esto, entonces, locura humana, o sabiduría y designio de Dios? Porque los
hombres no han dejado de difamar esto en la ignorante presunción de ellos. Que ellos
aprendan Sus pensamientos y den gracias.

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Después de la señal preliminar en el capítulo 7, las plagan siguen a continuación del
rechazo a la demanda de Dios:
1.- El río del cual ellos se gloriaban y adoraban se convirtió en sangre por siete días en un
tiempo cuando aun una apariencia roja nunca ocurre;
2.- Ranas abundaron de tal modo que los atormentaban en sus casas, camas, hornos, por
todas partes;
3.- El polvo se volvió piojos, u otro insecto fétido, y los había en los hombres y en las
bestias;
4.- De igual manera abundaron moscas aún más gravemente, pero no hubo ninguna en
Gosén;
5.- Una peste mortal se extendió en Egipto, pero no en la zona donde habitaba Israel;
6.- Sarpullido (furúnculos) brotó en la piel de todos en Egipto, hombres y bestias;
7.- Granizo siguió a continuación, y fuego mezclado con el granizo, y truenos, algo que
nunca hubo anteriormente en esa tierra;
8.- Langostas en cantidades inauditas;
9.- Tinieblas por tres días, las cuales se podían palpar;
10.- La muerte de los primogénitos del hombre y del ganado desde el rey hasta el esclavo,
pero Israel permanece intacto (capítulos 8 al 11).

Después vino la redención mediante la sangre del cordero, en el capítulo 12. Sin esto,
como el terreno de Israel delante de Jehová, Él no podía ir con un pueblo pecador y
degradado. Pero donde Él viese la sangre, Él pasaría sobre ellos, o de largo (capítulo 12:13).
Él actuó según Su propia estimación de aquella sangre, lo cual apuntaba al único sacrificio
eficaz; así como ellos, obedeciendo a Su palabra, la habían rociado en los postes de la
puerta de cada casa. Siendo ahora peregrinos, ellos se alimentaron con la carne del cordero
con hierbas amargas (arrepentimiento) y sin levadura (rechazando el emblema de la
corrupción). No hay tipo, o figura, de la redención tan claro y completo. ¿Quién sino Dios lo
podía haber dado? ¿quién sino Dios lo habría puesto aquí, en el momento y el lugar más
adecuados en toda la Biblia? Israel, no todavía el sacerdote, fue separado para Jehová
mediante ello; y esto, marcado por el primogénito del hombre y la bestia, en recuerdo del
primogénito muerto de Egipto y del juicio ejecutado contra todos sus dioses (capítulo 13).

El capítulo 14 completa el cuadro: redención mediante poder, el cual llevó a Israel,


con los pies secos, a través de las aguas de la muerte cuando ellas engullían la flor y nata
de Egipto y sus fuerzas.

El cántico en el capítulo 15 celebra la salvación de ellos y sus enemigos aplastados,


pero celebra, también, la santidad gloriosa de Jehová. Pero ellos pasan a través de un
mundo desierto, donde las aguas amargas necesitan el árbol echado en ellas para
endulzarlas; pero donde ellos llegan a fuentes de agua y palmeras en toda plenitud para
refrescarse por el camino. El día de reposo, figura del reposo, está marcado por el maná
que tipificaba a Cristo; así como el agua viva, es decir, el Espíritu, fue dada de la peña
golpeada (capítulos 16, 17), seguido por el conflicto con el enemigo donde la victoria
depende de la intercesión continua del Mediador. Esta serie de gracias finaliza (capítulo 18)
con el tipo del gobierno ordenado del reino; donde el Gentil adora (Jetro) y come el pan con
Israel, confesando a Jehová como más grande que todos los dioses.

14
Desde este reinado de gracia para gloria, nosotros nos volvemos, en el capítulo 19,
a la ley aceptada como la condición de bendición y encontrándose ellos bajo maldición, en
lugar de reconocer su estado pecaminoso y apelar a las promesas. Todo es cambiado a
amenaza de muerte, a trueno, relámpago, y espesa nube; a sonido de trompeta
sobremanera fuerte, y una voz de palabras más terrible aún, de tal manera que Moisés se
estremecía. Fueron pronunciadas, entonces, las Diez Palabras; y juicios nacionales fueron
dados después (capítulos 20-23). Sangre selló este pacto sobre el terreno del pueblo
haciendo todas las palabras que Jehová había hablado: la muerte era la solemne sanción
de todo; y los ancianos de Israel comieron y bebieron en presencia de Dios (capítulo 24).
Pero Moisés asciende más alto para recibir las tablas de piedra, y se queda cuarenta días y
noches.

En el capítulo 25, se le ordena a Moisés que los Israelitas traigan una ofrenda elevada,
como el corazón de ellos les indique, de todo lo requerido en metales y piedras preciosos,
en tintes, pieles, madera, aceite, algodón o lino fino, incienso y especias aromáticas, para
el sacerdocio y el santuario, con todas las partes y los utensilios de los cuales Él mostraría
los modelos. Ellos representaban cosas celestiales, tal como aprendemos en la epístola a
los Hebreos. De estos, el arca es lo primero con el propiciatorio y los querubines en el Lugar
Santísimo; después, en el Lugar Santo, la mesa, y el candelero. De esta manera, Jehová
proveyó para manifestarse Él mismo en Su morada en medio de Su pueblo. Porque a este
magnífico resultado de la redención nosotros hemos llegado ahora. El arca era Su sede en
relación con Israel, pero de hecho, como Juez de todo; se daba testimonio allí de la justicia
divina. Porque en el día de expiación, la sangre era rociada una vez sobre ella, y siete veces
delante de ella. Cristo, quien solo glorificó al padre en obediencia viviente, glorificó a Dios
acerca del pecado en la cruz. Pero había, también, en los soportes, el testimonio de la
autoridad judicial que haría que Él fuese respetado. La mesa con sus panes exponen el
alimento divino en el hombre, así como el candelero expone la luz divina en el Espíritu; dos
cosas de las que Cristo es la plenitud y el testimonio perfecto.

El capítulo 26 presenta el tabernáculo mismo con sus cortinas, tablas, barras, y el


velo que separaba el Lugar Santo del Lugar Santísimo. Cristo era, también, el verdadero
tabernáculo o templo, aunque ello tenía, asimismo, una aplicación más amplia.

A continuación, en el capítulo 27, tenemos el altar de bronce del Holocausto, y el


atrio del tabernáculo con la demanda de aceite para el alumbrado. Este altar representa la
justicia de Dios en Cristo, a lo menos, en lo que respecta al pecado del hombre
completamente juzgado, pero en gracia hacia el pecador, donde él está, y adonde él puede,
venir delante de Él libremente.

Para el ojo racionalista, parece un desorden inexplicable que el mandamiento para la


consagración del sacerdocio sea presentado en los capítulos 28 y 29. Se trata, realmente,
de sabiduría divina; porque esa parte es separada así de esos modelos de los luga res
celestiales que se relacionan con la revelación de Dios mismo al hombre, de lo que saca a
la luz la presentación del hombre a Dios en el santuario, aunque algunos pueden ser
partícipes, en una medida, de ambos. Pero hay una distinción verdadera; y el sacerdocio es
la transición, así como ellos eran el medio que representaba allí a Israel. Aarón y sus hijos
representaban a aquellos del llamamiento celestial en la gracia de Cristo minuciosamente

15
mostrados y a través de todos estos dos capítulos, tal como es bastante claro para todo
creyente instruido.

Luego, en el capítulo 30, en el lugar debido para ello, primero viene el altar del
incienso, como el tipo de Cristo en intercesión por los santos, un olor grato continuo, sobre
cuyos cuernos la sangre expiatoria era puesta también. Después vino el dinero de la
expiación (o del rescate), el mismo medio siclo para cada uno, rico o pobre; después, la
fuente de bronce para purificar a Aarón y sus hijos; el aceite de la santa unción para ellos
también: y el perfume de especias aromáticas, cosa sagrada para Jehová. Todos estos eran
tipos de lo que Cristo es para nosotros; no la manifestación de Dios para nosotros, sino el
medio necesario para que nosotros seamos presentados a Él. Pero, ¿quién podía haber
iniciado esto sino Jehová?

Luego, en el capítulo 31, viene la cualificación de los obreros por parte de Jehová
para la construcción de todo; el día de reposo aparece también como la señal de que el
reposo de Dios es la esperanza de Su pueblo; y Jehová dio a Moisés las tablas del testimonio.

Capítulo 32. Y abajo, ¡qué triste contraste! El pueblo de Israel se corrompió


alejándose de Jehová; y Aarón los ayudó en ello. Por eso Jehová manda a Moisés que baje
a su pueblo, corrompido como estaba, y le ofrece hacer de él una gran nación. Pero Moisés
suplica, y no en vano. Aun así, cuando vio el becerro de oro y oyó sus canticos, él quebró
las tablas en su indignación y llamó a los que estaban por Jehová. Cuando los hijos de Leví
respondieron, él los llamó a consagrarse en Su nombre, y ellos dieron muerte como a 3.000
hombres. El mismo Moisés se vuelve a Jehová en intercesión al día siguiente, y ofrece ser
raído (borrado) por ellos. Pero Dios, aceptando su mediación, modifica los términos de Su
paciente bondad dejándolos, al mismo tiempo, bajo Su ley, y manda a Moisés que los siga
conduciendo con Su ángel yendo delante. Ya no fue la ley, pura y sencilla como al principio,
sino una mezcla de gracia con ley, a lo cual 2 Corintios 3 se refiere como un ministerio de
muerte y condenación, aun cuando el rostro de Moisés resplandeciera sólo durante la
segunda vez (Génesis 33, 34). Es en este momento, también, cuando Moisés dejó el
campamento y puso la tienda afuera, llamándola la tienda de reunión (o, tabernáculo de
reunión), adonde todos los que buscaban a Jehová iban, anticipando el tabernáculo que iba
a ser establecido (capítulo 33:7). Dios reveló allí Su nombre misericordioso después de esa
separación de la corrupción.

En el capítulo 35, Moisés habla nuevamente del día de reposo, y encarga la ofrenda
elevada a todos los de corazón espontáneo; a lo cual ellos respondieron prontamente. Él les
dijo, una vez más, que Jehová llamó a Bezaleel y Aholiab a la jefatura de la obra. En los
capítulos 36 y 37, ello sigue adelante con celo abundante, expuesto en detalle, no sólo allí
sino en los capítulos 38 y 39, "como Jehová lo había mandado a Moisés." (Éxodo 39:1). ¿Es
esto verdad? Si alguno que lleva el nombre del Señor se atreve a decir que ello es falso, es
bueno que los Cristianos sepan con qué cosa ellos tienen que ver.

El capítulo 40 habla del tabernáculo establecido y del sacerdocio consagrado según


el mandato de Jehová, todo ello ungido. La nube cubrió, entonces, la tienda y la gloria de
Jehová llenó el tabernáculo. ¡Cuán fiel es el libro al designio divino de mostrar redención, y
el digno objetivo de Dios morando en medio de los Suyos realizado, en ese entonces, en
figura, como resultado de la redención!

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LEVÍTICO

Escasamente un libro en el Antiguo Testamento consiste tanto de las expresas


palabras de Jehová, de igual manera, ninguno da evidencia más plena del designio divino
desde el comienzo hasta el fin. Un gran tema gobierna al igual que en Éxodo; pero se trata
de acercarse a Dios en el santuario, no de la redención como en el libro anterior. El título
que nosotros empleamos, al igual que la mayoría de ellos, es impreciso si es que es del
todo apropiado; porque a partir de su naturaleza, el sacerdocio y los que lo componen son
aquí esenciales y prominentes, no los Levitas que figuran aquí sólo un poco. Los Judíos no
intentan títulos distintivos, sino que nombran los libros a partir de la primera palabra en
cada uno.

Es Jehová hablando, no las Diez palabras desde la oscuridad en la cumbre del Sinaí,
sino desde el tabernáculo de reunión en medio de Su pueblo, para establecer las condiciones
de la relación de ellos con Él. Por eso Su nombre con relación a Israel es usado a través de
todo el libro, y sólo en los últimos capítulos, a partir del capítulo 18, nosotros tenemos
ocasionalmente "vuestro" o "tu" Dios añadido a ello, o conectado con ello. Por lo tanto, ni
una sombra da lugar al sueño de un Elohista, mayor, o menor, o de cualquier modo. Es
Elohim en relación con Su pueblo, y por consiguiente, "Jehová" llama, habla, y manda a
través de todo el libro. Incluso el episodio histórico desde el capítulo 8 al 10 tiene total y
solamente el carácter relacionado con Jehová, e igualmente el más breve en Levítico 24:10
hasta el final del capítulo. Pero es lo más falso e ilógico hacer que este hecho dependa de
un escritor especial; ya que el escritor, aunque dando predominancia uniforme a "Jehová",
lo identifica a Él tan ciertamente con "tu" o "vuestro" Elohim.

El acceso a Jehová es, entonces, el designio de este libro, así como la redención es
el designio del Éxodo; acceso a Él en el santuario, como individuos o como Su pueblo, según
la ley. No sólo se definen los medios, que demandaban sacrificio y ofrenda, con los
sacerdotes debidamente instalados, sino los deberes y el estado del pueblo, al igual que sus
privilegios, con los de la familia sacerdotal. Sigue a continuación la ruina que la
desobediencia y la apostasía deben conllevar; con todo, Él, en juicio, recuerda la
misericordia y el pacto con sus padres, pacto anterior a la ley y dependiente en las
promesas. Asimismo, el voto de dedicación de las personas, bestias, o tierra resultaría, ante
el fracaso de Israel, en los derechos de Jehová, cuando Cristo como Sacerdote y también
como Rey ordenará todo para Su gloria. Ni Moisés, ni ningún otro simple hombre, dejado a
sí mismo, fue capaz de un designio tan profundo, y de carácter evidentemente profético;
pero si Moisés fue inspirado para presentar lo que Jehová habló a través de todo el libro,
todo es claro y santo y verdadero. El Racionalismo puede imputar alejamiento de la
integridad original u otras faltas sugeridas por la pequeñez de la mente del hombre; los que
lo hacen deben atenerse a las consecuencias delante de Él, el cual es su Autor. Examinemos
los detalles tal como ellos son.

El libro comienza con la base de todo acceso a Jehová, sacrificio y ofrenda. Como Su
objeto no es el primer hombre sino el Segundo, Él comienza con el Holocausto (cap. 1), la
oblación u ofrenda de presente (cap. 2), y la ofrenda de paz, o sacrificio de las paces (cap.
3), y sólo entonces comienza con la ofrenda por el pecado y la ofrenda por la transgresión

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(o culpa) (sacrificios expiatorios) (caps. 4 a 6:7), con las leyes de cada uno (Levítico 6: 8 -
7). Tal es la institución divina: cuando viene la aplicación, así como con los sacerdotes
(Levítico 8:14, etc.), precede la ofrenda por el pecado, o como con un leproso precede la
ofrenda por la culpa (Levítico 14:2). ¿Quién sino Dios pudo ordenar así? Las tres primeras
oblaciones son igualmente ofrendas encendidas de olor grato a Jehová. Ellas representan la
excelencia positiva de Cristo como ofrecido sobre el altar, un hombre santo en la vida y en
la muerte, y para comunión; ellas forman, en conjunto, la primera comunicación de parte
de Jehová. Las ofrendas por el pecado siguen a continuación en Levítico 4, con una
transición de carácter mezclado en Levítico 5: 1-13, después de lo cual hasta Levítico 6:7
tenemos plenamente la ofrenda por el pecado, o sacrificio de la expiación de la culpa; y las
regulaciones, que tratan principalmente con el asunto de comer o no comer, son
presentadas hasta el final del capítulo 7. Desde la ofrenda por la culpa en Levítico 5:14 hay
no menos de siete comunicaciones distintas pero relacionadas, de parte de Jehová.

En los capítulos 8 y 9, se presenta la institución de Aarón y sus hijos para el


sacerdocio. Encontramos aquí otro testimonio, y si es posible uno más resplandeciente, de
la excelencia única de Cristo. Ya que sólo el sumo sacerdote, tipificando a Cristo y
debidamente ataviado, fue ungido sin sangre (Levítico 8: 10-12), y al mismo tiempo, el
tabernáculo con todas las cosas que estaban en él. Aquel a Quien Aarón señalaba tenía
derecho a la energía del Espíritu en persona y herencia; y Él es Heredero de todas las cosas.
Ningún mortal habría pensado jamás, o hubiese hablado jamás, así de él mismo; sólo
Jehová que fue Quien inspiró a Moisés. También sus hijos, debidamente ataviados,
necesitaban el sacrificio de expiación; y ya que Aarón era personalmente un pecador como
ellos, todos pusieron sus manos sobre la cabeza de la víctima (Levítico 8:14), y Moisés puso
de su sangre sobre el altar, y, acto seguido quemó la grosura sobre el altar, y el resto del
cuerpo lo quemó fuera del campamento. Después, el carnero del holocausto fue
debidamente ofrecido; pero la sangre del carnero de las consagraciones fue puesta por
Moisés, primero sobre la oreja derecha de Aarón, sobre el dedo pulgar de su mano derecha,
y sobre el dedo pulgar de su pie derecho, y luego sobre sus hijos similarmente. Después
que el resto de aquel rito fue completado, Moisés tomó del aceite de la unción y de la sangre,
y la roció sobre Aarón y sus vestiduras, y sobre sus hijos y sus vestiduras juntamente con
las de él. En el octavo día apareció la gloria de Jehová (Levítico 9), la clara prefiguración de
lo que será para Israel cuando Él se sentará y gobernará en Su trono, no sólo para el cielo,
sino que será manifestado para la tierra. Levítico 10 es la perturbadora historia del fracaso
inmediato del sacerdocio, aun Eleazar e Itamar fueron perdonados sólo por intercesión. A
continuación están los capítulos que se refieren al discernimiento de animales (alimentos)
limpios e inmundos (Levítico 11), y el trato sacerdotal con las contaminaciones naturales
(Levítico 13 y 14), u otras contaminaciones que son ocasionales (Levítico 15).

Viene después, el trascendental Día de la Expiación (Levítico 16), el ayuno del año
sagrado, del cual todo dependía para los sacerdotes y para el pueblo, actuando el sumo
sacerdote para ambos al acceder a Dios. Es verdaderamente extraño percatarse de qué
manera puede algún creyente dejar de reconocer que sólo Jehová pudo haberlo diseñado,
no sólo para aquel tiempo presente, sino como un día profético de la primera venida de
Cristo y Su obra, e incluso de la aún no cumplida segunda venida cuando se aplique a l
perdón y a la restauración espiritual de Israel. La interpretación del Nuevo Testamento es
inequívoca, más particularmente en Hebreos 9. La bendición Cristiana se identifica con
Aarón y su casa, en virtud del único sacrificio por ellos en el santuario. Cuando el sumo

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sacerdote sale será la aplicación del macho cabrío expiatorio (LBLA) (o, suerte para Azazel
- RVR1960), pero para el pueblo arrepentido será sobre el terreno de la suerte por Jehová.
Considerar a Azazel, el macho cabrío vivo enviado asociado con el macho cabrío muerto,
como un demonio o un genio malvado, es una perversión monstruosa, sea ella de los
ritualistas o de los racionalistas, ciegos a la eficacia plena de la obra expiatoria de Cristo y
a las esperanzas de los Judíos. Los dos machos cabríos representan a un solo Cristo ofrecido
a Jehová para propiciación y sustitución. Pero, ¿quién podría haber previsto de antemano
la verdad?

Esto es seguido a continuación por comunicaciones para guardar a sacerdotes y al


pueblo de deshonrar a Jehová, en el asunto de la sangre, y especialmente contra el comerla
(Levítico 17); contra la impureza en las relaciones naturales (Levítico 18); en la mantención
de santos modos de obrar y santas prácticas apropiadas, lejos de la profanidad (Levítico
19); y especialmente, en aborrecimiento de las abominaciones paganas y contra natura
(Levítico 20): todo, como conviene a un pueblo en santa cercanía a Jehová, y separado de
los pueblos para ser Suyos. Levítico 21 insiste sobre una santidad aún más elevada por
parte de los hijos de Aarón, y especialmente del sumo sacerdote, en la perspectiva de su
acceso al santuario; y Levítico 22 añade aún otras descalificaciones aunque transitorias.
Después, el pueblo es unido a los sacerdotes en la precaución contra una ofrenda
defectuosa, y se reclama la debida atención a la prescripción de Jehová en cuanto a los
tiempos, etc.

Levítico 23 presenta las Fiestas en las cuales, especialmente en las mayores, Jehová
reunía a todos los varones a Su alrededor como centro de ellos. Aquí, el carácter profético
está aún más marcado que en el gran Día de la Expiación; ya que en ello hay una clara
secuencia histórica, de modo que es lo suficientemente fácil distinguir las fiestas cumplidas
de las que quedan por cumplir cuando el Señor regrese en poder y gloria. Ahora bien, ¿Quién
podría ser competente para estas cosas? Jehová solamente, Quien habló a Moisés con
respecto a estas "fiestas solemnes" para acercarse a Él mismo.

El Día de Reposo (Sabbath) tiene esta especialidad de ser revelado antes de las
Fiestas propiamente dichas, tal como se cumplirá al final de ellas, cuando el verdadero
'sabadismo' ya no 'permanecerá' más sino que será una realidad para el pueblo de Dios
(Levítico 23:3). Sólo este se repite semana a semana.

La Pascua es el fundamento de toda bendición ya que prefigura a Cristo sacrificado


(1 Corintios 5:7), encabezamiento, o principio, de meses (Levítico 23:5).

En secuencia inmediata está el Pan sin Levadura por siete días, la fiesta que nosotros
celebramos ahora, no con la vieja levadura ni con levadura de malicia y de maldad, sino
con el pan sin levadura de sinceridad y de verdad (1 Corintios 5: 6-8).

Después viene la Gavilla Mecida en el día siguiente después del día de reposo
(Sabbath), el claro tipo de Cristo resucitado de los muertos; para Quien, por consiguiente,
no había ofrenda por el pecado o de expiación, sino Holocausto y oblaciones con libación
por esa razón (Levítico 23: 9-14).

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Y la Fiesta de las Semanas sigue a continuación, siete semanas completas desde el
día del la Gavilla Mecida, o cincuenta días hasta la mañana después del séptimo día de
reposo (Sabbath). Se trata de Pentecostés con sus dos Panes para Ofrenda Mecida de flor
de harina, pero con levadura: no se trata de Cristo ahora, sino de los que son Suyos, y por
eso la levadura. Aquí, por tanto, no sólo tenemos un holocausto, con oblación y libación,
sino una ofrenda para expiación. Ya que el hecho de negar que el viejo hombre está en los
creyentes es tener la vista corta; el gozo de ellos es que por medio de la muerte de Cristo
el mal está anulado para la fe. Esta nueva oblación para Jehová tiene Su prescripción
adjunta, a saber, no segar o espigar por completo los rincones del campo, sino dejar para
el pobre y el extranjero lo que quedare. Es una provisión para los que han de seguir a las
almas que creen ahora, durante el final de esta edad (o siglo) (Levítico 23: 15-22).

Se anuncia, a continuación, un nuevo mensaje de Jehová a Moisés. Es un nuevo


testimonio, un memorial al son de Trompetas. Esta nueva Fiesta, al igual que las que le
siguen, están todas en el mes séptimo; y esta, en su primer día. Es Jehová llamando a Su
pueblo antiguo desde su sueño - desde sus "sepulcros" como Ezequiel lo llama
figurativamente (Ezequiel 37: 1-14). Comparen con Isaías 26:19, Daniel 12:2. El
llamamiento Cristiano ha pasado; el llamamiento Judío comenzará y continuará entonces.
La gracia está preparando un pueblo para Jehová en la tierra, al igual que ahora, bajo el
evangelio, está preparando un pueblo para el cielo.

En el décimo día está el día de la Expiación, cuando Israel, ya no más en incredulidad


sino en arrepentimiento, afligirá sus almas, y no mezclará ninguna de sus obras con Su
obra, por largo tiempo despreciada, ahora comprendida y honrada. Se trata de la aplicación
de la cruz de Cristo a sus almas, sintiendo profundamente sus pecados y Su gracia.

El día quince da comienzo a la Fiesta de las Enramadas o Tabernáculos, celebrada a


Jehová durante 7 días: un ciclo completo para ellos cuando habite la gloria en la tierra de
ellos (Salmo 85:9), tal como nosotros lo tenemos al guardar la fiesta del Pan sin Levadura.
Solamente que sigue a continuación un octavo día, que señala a la gloria en resurrección
relacionada entonces, las cosas celestiales del reino con las terrenales. Comparen con Juan
3:12; Efesios 1:10; Colosenses 1:20.

Pues bien, ¿quién fue capaz de un esquema de tratos divinos tan vívido, tan completo,
tan de suma importancia, desde el principio? Considérenlo desde el propósito de reposo
expresado en la promesa del día de reposo (Sabbath), hasta aquel día que mostrará al
Heredero de todas las cosas centrando en Él mismo todo lo creado, celestial y terrenal, no
sólo reconciliado con Dios mediante Su sangre, aplicado entonces en poder, y nosotros
mismos reinando con Él, estando ya reconciliados por fe, así como Israel lo estará "en aquel
día" unida con todas las naciones y nunca más en enemistad. Cristo es Aquel a Quien todo
se vuelve: si es recibido, vida, paz, santidad, bendición, con acceso a Dios y a Su gloria; si
es rechazado, ira e indignación, tribulación y angustia, cuando la vanidad de las cosas
presentes y la exhibición carnal del hombre ya no pueda esconder la verdad. ¿De qué se
podrían valer los imaginarios Elohistas o Jehovistas para armar un plan tan maravilloso?
Todo es sencillo, y tan sólo así, si Jehová habló a Moisés, y Moisés escribió acerca de Cristo.
¿Y quién, o qué, son los que lo niegan de forma blasfema? Porque Él ha testificado de ello.

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Levítico 24 proporciona el solemne contraste de Israel conforme al propósito y tal
como ellos son a través de su incredulidad. En un aspecto resplandece la luz del Espíritu a
través del Sumo Sacerdote durante la hora oscura de su sueño profundo (o estupor); y los
doce panes, con el incienso puro, están sobre la mesa para que Aarón y sus hijos lo coman
como un memorial (Levítico 24: 1-9). En el otro aspecto, vemos el estado real bajo "El hijo
de una mujer israelita, cuyo padre era egipcio" (Levítico 24:10 - RVA), blasfemando el
Nombre y maldiciendo. "Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos" fue el clamor
de ellos (Mateo 27:25); así como Campo de Sangre (Acéldama) es la tierra de ellos hasta
la fecha. Así llevan ellos su pecado (Levítico 24: 10-23).

En Levítico 25 tenemos el año de reposo (Sabbath) de la tierra cada séptimo año, y


el santificado año del Jubileo, el año cincuenta proclamado en el día de la Expiación. ¡Qué
enternecedores regulaciones en vista de la trompeta que guiará al pueblo de Jehová,
largamente renegado por sus pecados, a la tierra que Él hará que sea de ellos! porque es
Su tierra, tal como Él lo demostrará contra los más poderosos enemigos. Que se cuiden los
Gentiles que se entrometen. Así como esto es profético, así lo es Levítico 26. Israel hizo y
adoró ídolos; Israel se rebeló, despreciando la cercanía de ellos a Jehová; Israel arrostró
Sus castigos; Israel trajo desolación sobre sus ciudades, y desolación a su tierra. Pero lejos,
en el exilio, ellos confesarán su iniquidad y aceptarán su castigo de parte de Jehová, el cual
recordará Su pacto con sus padres y se acordará de la tierra de ellos. La misericordia se
gloriará triunfante sobre el juicio (Santiago 2:13 - RVA); y el fin de Jehová es que Él está
pleno de tierna compasión y es misericordioso.

El último capítulo (Levítico 27) introduce nuevamente al sacerdote, pero según la


estimación de Moisés. Puede haber votos de personas o bestias (no del primogénito, que
ya es de Jehová), de casa o de tierra; pero si, por medio del hombre, todo fracasa, o se
pierde, los derechos de Dios permanecen. Todo se había perdido delante de Dios, cuando
Cristo no tuvo más valor ante los ojos Judíos que el precio de un esclavo. Aun así, Él
recuperará todo para ellos, habiendo glorificado a Jehová en todo. ¿Es este un libro humano?

NÚMEROS

El Cuarto Libro del Pentateuco está inadecuadamente descrito mediante el título dado
generalmente en las versiones. Tampoco está mejor traducido el expediente Judío habitual
de las primeras palabras, "Habló"; otros dicen que es lo presentado más tarde en el
versículo, "en el desierto", lo que presenta verdaderamente su ámbito de aplicación. Ya
que, como hemos visto en sus predecesores, este libro no tiene menos impreso en su
contenido un digno designio divino, contenido que nosotros, como Cristianos, estamos
capacitados para comprender y disfrutar por el Espíritu Santo en un manera imposible para
los Israelitas o aun para Moisés, su escritor. "Y estas cosas les acontecieron como ejemplo,
y están escritas para amonestarnos a nosotros, a quienes han alcanzado los fines de los
siglos." (1 Corintios 10:11). Esto es, para el creyente, la autoridad decisiva, lejos de excluir
el libro del Éxodo, sino extendiéndose por completo a Números. La historia, así como
transcurre, es totalmente confiable; pero la enseñanza típica, como se nos enseña, era el
objetivo y el motivo del Espíritu Santo. Y esto es lo que explica las repeticiones y un aparente
desorden en partes, el cual es el mejor orden para la verdad deseada por el Autor divino.
Si los Neocríticos tuviesen solamente una fe reverente para aprender, ellos serían guardados

21
de una pretensión completamente infundada para juzgar lo que está por sobre sus poderes,
y podrían enterarse de la bondad y la sabiduría de la mente revelada de Dios para bendición
de ellos para siempre.

El libro contempla, como ningún otro lo hace, las jornadas del pueblo de Jehová en
el desierto, el andar en el desierto. Por eso es que sólo aquí, al principio, el pueblo es
censado (Números 1), y ordenado (Números 2); y por una razón igualmente importante
ellos son censados nuevamente hacia el final. Como el servicio está unido a esta condición,
tenemos aquí (no en Levítico) una prominencia necesaria dada a los Levitas, quienes son
contados separadamente, y a sus deberes en el tabernáculo (Números 3 y 4); mientras que
en el libro anterior, el cual trata del acceso a Jehová, el sacerdocio tiene ese lugar
prominente. De ahí, también, que esté plenamente provista la preservación de
contaminación del campamento como un todo, y de cada individuo (Números 5); así como
en el caso opuesto de consagración especial en sus varias formas (Números 6 y 7). El Sumo
Sacerdote encendiendo las lámparas aparece a continuación, moralmente relacionado, en
Números 8; y la consagración de los Levitas. Sigue a continuación una amable consideración
para cualquier persona involuntariamente inmunda, para que, igualmente, ellos no pudieran
ser excluidos de la fiesta fundamental para todo el pueblo, la Pascua (Números 9). Por eso
es que está aquí el gran y común llamamiento a guiar la travesía y el campamento conforme
al mandamiento de Jehová. Tampoco estaba allí "la nube" solamente, sino las trompetas de
plata para ocasiones especiales (Número 10). Sin embargo, cuando se ordenó su marcha
por primera vez, la gracia se interpuso más allá de la prescripción, y si Moisés se apoyó en
Hobab, el arca del pacto de Jehová iba delante de ellos camino de tres días, para buscarles
lugar donde descansasen. ¡Qué Dios de toda consolación para el peregrinaje terrenal! Y
Moisés podía hablar ahora adecuadamente en el Espíritu cuando el arca se movía, y cuando
se detenía.

Esta es una breve reseña de la primera división del libro. ¿Podía cualquier mero
hombre que haya vivido alguna vez haber concebido y arreglado una introducción
semejante? Si esta fuese la ocasión propicia para entrar en los detalles, por ejemplo para
llevar el tabernáculo y los utensilios del santuario en Números 4, la contundencia típica
añadiría incalculablemente a la impiedad, así como a la absurdidad, de la imaginación de
almas de malos augurios tales como los Elohistas, Jehovistas y Redactores, donde todas las
cosas apuntan al Único Espíritu Divino el cual empleó a Moisés para escribir, no sólo para
Israel, sino para todos los que temen a Dios en todas las épocas. La manía literaria del Judío
o del Gentil (y uno se avergüenza al decir 'de los Cristianos profesantes') es una trampa
suicida y destructiva de Satanás cuando ella se sienta en juicio racionalista acerca de la
Palabra de Dios. Dicha manía está ciega a la manifestación de Dios en Cristo retratada aquí
en los utensilios santos, etc., y sus respectivas cubiertas, encontrada sólo aquí, adecuada
sólo aquí, sea para el día actual, o para el que ha de venir para Su pueblo en la tierra.
Además, "La santidad conviene a tu casa, Oh Jehová, por los siglos y para siempre." (Salmo
93:5). El viaje del desierto es justamente la escena responsable para mantenerla; y, por
consiguiente, Números 5 está en su correcto lugar preciso, independientemente de cuál sea
la objeción de la especulación poco profunda y temeraria. Así lo está la contraparte de
separación Nazarea para Jehová en Números 6: contaminaciones especiales, y consagración
especial, finalizando con la bendición de Jehová sobre Israel pronunciada por todo el
sacerdocio.

22
Después, como hemos dicho, sigue a continuación la ofrenda voluntaria de parte de
los doce jefes de las tribus, dada a los Levitas conforme a su ministerio (Números 7), la
ofrenda para la dedicación del altar. Y la Voz de encima del propiciatorio habla, en Números
8, primeramente acerca del candelero, una llamativa figura presentada aquí
intencionalmente, independientemente de lo que la presunción racionalista diga; después,
los Levitas son purificados y puestos aparte para la obra de Jehová. El hecho de que los
hijos de Israel pusieron sus manos sobre ellos (el pueblo pone las manos sobre ellos) es
una sana insinuación a los ritualistas para que reflexionen. Jehová les dio a Aarón y a sus
hijos para el ministerio. La Pascua viene adecuadamente en este punto, uniendo a todo
Israel en la fiesta de la redención, con una amable provisión, solamente aquí, para los que
se vieron impedidos por estar inmundos a causa de muerto (Números 9). La dirección por
medio de la nube es presentada a continuación. El toque de las trompetas de plata abre
Números 10; después, el primer movimiento con sus acompañamientos profundamente
interesantes ya advertidos. Varias subdivisiones se pueden observar dentro de esta primera
división; pero debemos abstenernos en primera instancia.

La segunda porción general comienza con la historia moral del pueblo en sus
jornadas. Ellos murmuran, y Jehová juzga pero oye la oración de Moisés. Ellos codician
según la carne, cansados del maná; todos fracasan, aun Moisés y Josué, en una medida; y
Jehová hirió severamente al pueblo (Números 11). La envidia se expone a sí misma en
María y Aarón; pero Aarón confiesa, y María, afectada por la lepra, es sanada ante el clamor
de Moisés (Números 12). Así como la incredulidad dejó entrar estos males en el camino, así
en Números 13 y 14, lo vemos en cuanto a la esperanza. La tierra agradable es despreciada
mediante el temor a los hijos de Anac. En la misma incredulidad, en lugar de permitir el
juicio propio, después de un lamento carnal, ellos subieron sin una palabra de parte de
Jehová y fueron destrozados hasta llegar a Horma, por los Amalecitas y los Cananeos que
habitaban en aquel monte. Cuán maravillosa y oportuna es la gracia, la cual descarta
inmediatamente estos malvados modos de obrar de Israel y sus inevitables castigos, ¡para
enseñarles (Números 15) qué hacer cuando lleguen a la tierra de sus habitaciones que
Jehová les da! ¡Ofrecerle a Él de las primicias de su masa como una ofrenda elevada a lo
largo de todas sus generaciones! Admiremos, asimismo, la provisión para el pecar sin
intención, o por yerro (sólo el evangelio pudo enfrentar peor mal); el presuntuoso pecado
tratado por medio de una muerte infligida por todos juntos; y la franja de azul para
promover el recuerdo y la obediencia. ¿Qué hombre, de su propia noción, habría planteado
un episodio semejante? No es de extrañar que los incrédulos levanten objeciones, porque
no conocen a Dios. Números 16 es aquí la culminación de la triste historia en la contradicción
de Coré, con otros jefes. La peor parte de la rebelión radica en que el ministerio se arroga
el sacerdocio, lo cual, como declara Judas, tiene su respuesta en la apostasía de la
Cristiandad. (Judas 4 y ss.). Jehová decidió mediante fuego consumidor; y, cuando la
asamblea murmuró, mediante la plaga que destruyó más de 14.000.

Podemos considerar Números 17 como introduciendo una nueva división, donde el


poder de la intercesión sacerdotal es mostrado en la vara fructífera de Aarón, viviendo
después de la muerte, sólo dicha intercesión es capaz de conducir al pueblo que fracasa a
través del desierto. En Números 18 es explicado el lugar relativo de sacerdotes y Levitas.
Aarón y sus hijos llevan la iniquidad del santuario (es decir, cargan con las ofensas contra
el santuario). ¡Cuán lejos está esto de la ambición terrenal, humana! Las cosas santas eran

23
de ellos para que las comieran. Los diezmos eran para los Levitas, o para los sacerdotes,
excepto el diezmo de los diezmos dados a Aarón por los Levitas.

Así como estos capítulos están por designio divino en su lugares exactamente
correctos, de igual forma en Números 19 la Vaca Alazana (perfectamente roja) es
presentada solamente aquí; porque sólo ella se ajusta a este libro como la especial provisión
para las contaminaciones del desierto, en general, y en este lugar de gracia, en particular.
El estándar de todo Israelita es la santidad del santuario. La sangre era puesta en su
integridad de eficacia, como la base que no necesita ninguna renovación; las cenizas
mezcladas con agua viva se aplicaban al inmundo. Se trata del recuerdo de los sufrimientos
de Cristo mediante la Palabra en el Espíritu. En Números 20 María muere; y el pueblo, al
que le faltaba agua, contiende con Moisés. Jehová, habiendo sido apelado, dirige a Moisés
a tomar la vara, y manda que hablen a la roca que habría de dar su agua. Aquí, Moisés y
Aarón fracasan completamente en representar la gracia de Jehová. Ya que en lugar de
hablar de la gracia sacerdotal con la vara de Aarón, Moisés hirió la roca con su propia vara
de poder. Las aguas fluyeron; pero Moisés y Aarón fueron condenados a morir fuera de la
tierra, tal como ellos lo hicieron. Edom, se nos dice, se opuso al camino directo; e Israel se
desvió de ellos como un pariente, no obstante lo hostil. Aarón muere en el monte Hor, y
Eleazar le sucede.

Números 21 parece ser el comienzo de una nueva serie. El Dr. Perowne [1] (Smith's
Dict. II. 581) dice que el rey Arad saliendo contra Israel es algo que está 'claramente fuera
de lugar'. Pero la comparación con Números 33:40 confirma la certeza de que ello está
ciertamente en su lugar verdadero. Solamente que la palabra proporcionada "Cuando" que
aparece en muchas versiones Españolas (e Inglesas) (Números 21:1) es un error; no está
escrita en los manuscritos originales.

[1] N. del T.: El Dr. Perowne fue un obispo de la Iglesia de Inglaterra (Anglicana), erudito del Idioma Hebreo, editor
en jefe de la Biblia Cambridge para escuelas y universidades. Vivió en el siglo 19.

Pero ahora, el Cananeo avanza, hasta que Israel hace voto a Jehová en cuanto a
tratar con la raza maldita tal como Él lo decretó. No obstante, después de nueva impaciencia
y murmuración contra el pan de lo alto, ellos son heridos por el mortal aguijón del enemigo,
y sólo encuentran remedio en lo que representa a Cristo hecho por nosotros pecado. Viene,
después, el alegre refrigerio en el pozo cavado por los báculos (bastones) de sus príncipes;
y Sehón y Og los asaltan para destrucción de ellos mismos, dejando sus posesiones a Israel.
En los campos de Moab, con solamente el Jordán separándoles de Canaán, Satanás hace
un nuevo y final esfuerzo para interponerse a Jehová maldiciendo a Su pueblo. Pero el falso
profeta fue obligado a bendecir en repetidos tonos de inigualable belleza, antes los cuales
las odas de Píndaro [2] y Horacio [3] son tan inferiores como sus héroes y las ocasiones de
su loa. Estas expresiones no sólo son proféticas sino, indirecta o directamente, Mesiánicas,
de principio a fin. Los nombres Elohim, Jehová, El Elyon, y El Shaddai son usados con
perfecta propiedad, pero de manera de expulsar del campo de la inteligencia espiritual el
harapo carente de toda solidez de Astruc [4], con el cual el racionalismo procura cubrir su
desnudez. No obstante lo pobres que son los que componen Su pueblo, Dios presenta aquí
Su pensamiento y Su propósito acerca de ellos: separación, justificación, hermosura, y
gloria (Números 22 al 24). Tales pensamientos jamás nacieron del corazón del hombre; y
Dios los verificará todos a Su tiempo. El día está cercano.

24
[2] N. del T.: Píndaro (nacido en Cinoscéfalos, actual Grecia, 518 a.C.-fallecido en ¿Argos?, id., 438 a.C.). Poeta
lírico griego. De su extensa producción se han conservado 45 odas triunfales o epinicios, divididos en cuatro libros
(Olímpicas, Píticas, Nemeas e Ístmicas), que constituyen una de las mejores muestras de lírica coral griega. Fue
uno de los poetas griegos más famosos, como lo demuestra el interés que ya en la Antigüedad tardía despertó su
figura, siendo objeto de seis de las Vidas que escribió Plutarco.

[3] N. del T.: Horacio (Quinto Horacio Flaco; nacido en Venusia, actual Italia, 65 a.C.-fallecido en Roma, 8 a.C.).
Poeta latino. Hijo de un esclavo liberto, tuvo la oportunidad de seguir estudios en Roma, y posteriormente en Atenas,
adonde se trasladó para estudiar filosofía.

[4] Jean Astruc (Nacido en Sauves, Auvergne, Francia, el 19 de Marzo de 1684 - Murió en París el 5 de Mayo de
1766) - Hijo de un ministro Protestante convertido el Catolicismo Romano (aunque la Casa de Astruc era de origen
Judío medioeval), fue profesor de Medicina en Montpellier y París. Con un pequeño libro publicado en forma
anónima, jugó una parte fundamental en los orígenes de análisis crítico textual de la Escritura. Astruc fue el primero
en empeñarse en demostrar - usando técnicas de análisis textual que eran un lugar común en el estudio de los
clásicos seculares - la teoría de que Génesis fue compuesto basado en varias fuentes o tradiciones manuscritas, un
enfoque que es llamado 'la hipótesis documental'.

En Números 25 vemos la voluntad de Balaam corrompiendo al pueblo, pero también


vemos a Finees vengándose de ello y deteniendo la plaga. Después, en Números 26 se
renueva el censo del pueblo; y en Números 27 se les asegura a las hijas la herencia
venidera; mientras Jehová manda a Moisés, en la perspectiva de su muerte, que ponga su
mano sobre Josué para que introduzca al pueblo en la tierra prometida. En Números 28 y
29 continúa la analogía de inserciones del mismo tipo, y tratan acerca de lo que Jehová
denomina Su pan, Sus ofrendas en los tiempos establecidos, no como Él lo hizo en Levítico
23 representando el curso de las dispensaciones pero contempladas intrínsecamente y como
mostrando la adoración rendida por Su pueblo en la tierra. Luego, en Números 30, tenemos
el secreto del fracaso del hombre o de Israel, y el modo de obrar que la gracia toma para
superarlo y para librar al débil. A continuación está la guerra santa para ejecutar la
venganza de Jehová sobre Madián, (no Josué el soldado, sino) con Finees el sacerdote como
líder y con la trompeta en su mano para la alarma. La victoria es completa, y los seductores
son destruidos. Pero Números 32 indica el hecho, tan tristemente natural, de que tribus
completas prefieren su herencia en la parte exterior (en la parte oriental) del Jordán: no
obstante, ellos luchan como pueblo de Jehová contra el enemigo. Viene después la
interesante lista de las jornadas en la medida que Dios se complació relatárselas en
Números 33; y en Números 34 están los límites de la tierra al otro lado del Jordán (al lado
occidental del Jordán), que han de tocar en herencia por sorteo (ver VM) a las nueve y
media tribus de Israel. Esto lleva a las ciudades de los Levitas (Números 35), quienes no
tuvieron herencia en la tierra, y a la provisión para aquel que podría haber herido a alguno
de muerte sin intención: una figura asombrosa de lo que la gracia reconocerá aún al
remanente arrepentido de Israel. El último capítulo preserva la seguridad de que las
herederas no desordenen la herencia traspasándola de la tribu apropiada a otra tribu
distinta.

Si se objeta que ni una pequeña parte de este libro se refiere a la tierra de la promesa,
no poseída aún por el pueblo, como siendo algo adverso al carácter de la peregrinación, la
respuesta es que mirando hacia delante en esperanza cierta es precisamente lo que se
necesita para alegrar a aquellos que pasan a través de las dificultades y peligros del

25
desierto. La cosa objetada está, por tanto, en perfecta armonía con su designio divino. Así
lo vimos en la franja de azul presentada sólo en Números 15, e igualmente con el agua de
purificación (para la impureza) en Números 19, independientemente de cómo difieren en
carácter; ya que lo uno recuerda la luz del cielo a los que andan en la tierra, quienes
necesitan también especialmente, lo otro, es decir, el medio de purificarse de las
contaminaciones del camino. ¡Cuán superficiales son las censuras críticas de la incredulidad!
¡Cuán profundas y preciosas son para la fe las ayudas de la Palabra divina!

William Kelly

Traducido del Inglés por: B.R.C.O. - Agosto 2010.-

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