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2 TESALONICENSES
EL SIN LEY
Hermanos: En relación con la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra
reunión con El, os rogamos que no os inquietéis fácilmente en vuestra mente ni
estéis en un estado de excitación nerviosa por ninguna afirmación que se
suponga que os llega de nosotros, ya sea en el Espíritu o de palabra o por carta,
alegando que el Día del Señor ya está aquí. Que nadie os engañe con nada. El
Día del Señor no llegará sin que antes tenga lugar la gran Rebelión contra Dios,
y se revele el Hombre del Pecado, el Hijo de Perdición que se opone y se exalta
a sí mismo contra todo lo que recibe el nombre de Dios o es hecho objeto de
culto de manera que trate de poner su trono en el mismo templo de Dios y
proclamarse a sí mismo como Dios. ¿No os acordáis de que cuando yo estaba
todavía con vosotros os decía estas cosas? En cuanto al presente, sabéis el
poder que le retiene hasta que se revele a su debido tiempo. Porque el secreto
de la rebelión contra la Ley ya está en operación; pero el Hombre del Pecado
aparecerá sólo cuando el que le retiene sea retirado de la escena. Y entonces El
Sin Ley se revelará, y el Señor Jesucristo le destruirá con el aliento de Su boca y
le dejará impotente con Su aparición y Su venida. La venida del Sin Ley es para
los que están condenados. Vendrá por obra de Satanás con todo poder y
señales y milagros realizados con falsedad, y con todo engaño malvado. Ellos
están condenados porque no recibieron el amor de la verdad para salvarse. Por
esta causa Dios les envía un poder engañoso para que crean en una mentira,
para que sean juzgados todos los que no han creído, sino que se han mostrado
conformes con ese principio de injusticia.
Este es, sin duda, uno de los pasajes más difíciles de todo el Nuevo Testamento;
y lo es porque usa términos y piensa en figuras que les eran perfectamente
familiares a los que se dirigía Pablo pero que nos son totalmente extraños.
El cuadro general es este. Pablo les estaba diciendo a los tesalonicenses que
debían abandonar esa espera nerviosa y tensa de la Segunda Venida. Negaba
haber dicho nunca que el Día del Señor hubiera llegado. Esa era una falsa
interpretación de sus palabras que no se le podía atribuir a él, y les decía que
antes del Día del Señor sucederían muchas cosas. Primero, habría una era de
rebelión contra Dios; ya se había introducido en este mundo un poder maligno
secreto que estaba obrando en el mundo y en los hombres para producir ese
tiempo de rebelión. En algún lugar se estaba ocultando uno que era la
encarnación del mal como Jesús lo era de Dios. Era el Hombre del Pecado, el
Hijo de Perdición, el Sin Ley. A su debido tiempo, el poder que lo estaba
reteniendo desaparecería de la escena; y entonces vendría ese demonio
encarnado. Cuando viniera, reuniría a su propio pueblo de la misma manera que
nuestro Señor Jesucristo había reunido al Suyo. Los que se habían negado a
aceptar a Cristo estaban esperando para aceptarle a él. Entonces se produciría la
última batalla, en la que Cristo destruiría totalmente al Sin Ley; el pueblo de
Cristo se reuniría con Él, y los malvados que habían aceptado al Sin Ley como su
maestro serían destruidos.
Tenemos que recordar una cosa. Casi todas las fes orientales creían en un poder
del mal al mismo tiempo que en un poder del bien. Por ejemplo: los babilonios
tenían la historia de Tiamat, el dragón, que se había rebelado contra Marduk, el
creador, y que había sido destruido en la batalla final. Pablo estaba tratando de
una serie de ideas que eran propiedad común. Los judíos también tenían esa
idea. Llamaban al poder satánico Belial, o más correctamente Beliar. Cuando los
judíos querían calificar a alguien como rematadamente malo le llamaban hijo de
Beliar (Deuteronomio 13:13; 1 Reyes 21:10,13; 2 Samuel 22:5). En 2 Corintios
6:15 Pablo usa este término como el contrario a Dios. Ese mal encarnado era la
antitesis de Dios.
¿Cuál era la fuerza que estaba reteniendo y manteniendo al Sin Ley bajo
control? No se puede responder a esa pregunta con absoluta certeza.
Es probable que Pablo pensara que era el Imperio Romano. Una y otra vez le
salvaron los magistrados romanos de la furia de las masas. Roma era el poder
restrictivo que guardaba al mundo de la locura de la anarquía. Pero llegaría un
día cuando ese poder sería desplazado y entonces llegaría el caos.
Así es que Pablo describe una creciente rebelión contra Dios, la emergencia de
uno que sería la encarnación del diablo como Cristo era la de Dios, y tendría
lugar una batalla final en la que triunfaría definitivamente Dios.
Aunque estas figuras nos parezcan muy remotas, sin embargo, contienen ciertas
verdades permanentes.
(i) Existe una fuerza del mal en el mundo. Aunque no puedan probar que existe
el diablo, muchas personas dirían: Sé que existe, porque me he encontrado con
él.» Escondemos la cabeza en la arena si negamos que hay un poder del mal
que obra en el mundo.
(ii) Dios está en control. Las cosas puede que parezca que se van precipitando
hacia el caos, pero Dios está en control hasta del caos. (iii) El triunfo definitivo
de Dios es seguro. A fin de cuentas, nada puede mantenerse contra Él. El Sin Ley
puede que tenga su influencia, pero llegará un momento cuando Dios diga:
Hasta aquí, y no más.» Así es que la pregunta clave es: «¿En qué lado estás? En
la contienda que se libra en el corazón del universo, ¿estás de parte de Dios o
de Satanás?
La razón por la cual los lectores no debían dejarse engañar y alarmar se declara
en las palabras: porque (aquel día no llegará) a menos que antes venga la
apostasía. Las palabras incluidas entre paréntesis no se encuentran en el
original, pero se pueden derivar fácilmente del contexto precedente. Tenemos
aquí otro caso de expresión abreviada.
El hecho de que el día del Señor sería precedido por la apostasía (el renegar,
rebelión)-apostasía acerca de la cual los lectores habían recibido previa
instrucción (véase sobre versículo 5) había sido claramente predicho por el
Señor estando él aun en la tierra (Mt. 24:10-13). Durante la antigua dispensación
la predicha apostasía final había sido prefigurada vez tras vez por la deserción
de Israel del Dios viviente. Uno de los más llamativos casos de apostasía ocurrió
durante el reinado del cruel y malvado antecesor del anticristo, a saber, Antioco
Epifanes (que reinó de 175-164 a.C.). Se había propuesto liquidar la religión de
Israel sin dejar raíz ni rama:
Será una deserción de parte de aquellos que han sido alcanzados por el
evangelio (cf. 1 P. 4:17; Ez. 9:6), y será en gran escala: "muchos tropezarán
muchos falsos profetas se levantarán y apartarán a muchos el amor de muchos
se enfriará" (Mt. 24:10-13).
(2) No ha de ser identificado con "la bestia que sale del mar" de Apocalipsis 13 y
17. Existe, sí, una estrecha relación entre los dos: a. "El hombre de desafuero"
está en íntima relación con Satanás, como así también "la bestia que sale del
mar" (2 Ts. 2:9; cf. 13:4).
Por cierto, al hablar de una línea larga de anticristos, estamos haciendo justicia a
un concepto bíblico (1 Jn. 2:18; cf. 2 Ts. 2:7). Además, este concepto tiene una
ventaja práctica sobre la idea de un solo anticristo final. El concepto líneo que
existen anticristos en cada época contra lo cual la Iglesia debe estar siempre en
guardia provee muy útil y apropiado tema para sermones. Pero una cuidadosa
lectura de 2 Tesalonicenses 2:3.4.8 y 9 debe ser suficiente para convencer a
cualquiera de que aquí estamos frente a una predicción precisa acerca de cierta
persona definida que ha de recibir su sentencia cuando Cristo regrese. Otras
explicaciones pueden ser filosóficas, pero no son exegéticas.
Esto nos lleva a la próxima proposición: (4) No ha de ser identificado con la línea
de emperadores romanos.
Por esta vez no puedo estar de acuerdo con el Dr. B. B. Warfield, recio defensor
de la fe, cuyos puntos de vista sobre temas teológicos merecen el mayor
respeto. Su opinión era que el hombre de desafuero debe ser identificado con
la línea de emperadores romanos tales como Calígula, Nerón, Vespasiano, Tito,
y Domiciano (véase su Biblical and Theological Studies, [Estudios bíblicos y
teológicos] editado por S. C. Craig, Filadelphia, 1952, p. 472). Pero, como ya se
ha hecho ver, todo el contexto aquí en 2 Tesalonicenses 2 es escatológico.
Tiene que ver con "el fin" de la dispensación presente. El "hombre de desafuero"
es quien pre- cede inmediatamente a la segunda venida de Cristo (versículo 3),
y será "matado por el aliento de la boca de Cristo" cuando el Señor regrese
gloriosamente (versículo 8). Este hecho es un obstáculo insuperable en el
desarrollo de la teoría del "emperador romano" También deshace las teorías
discutidas más abajo, a saber, que "el hombre de desafuero" es Nerón
Redivivus, el Papa, o alguna vaga figura mitológica.
Fué Kern (en Tübinger Zeitschrift für Theologie, 2 [1839], p. 145 ss.) quien
reavivó la antigua teoría ¡Agustín la conocía!: "el hombre de desafuero es Nerón
Redivivus". Pensó que la idea partió de aquel muy difundido y supersticioso
temor de la iglesia primitiva de que el monstruo de crueldad reapareciera en
cualquier momento. La leyenda en cuanto a Nerón parece haberse manifestado
en dos formas. Según la primera, el emperador no murió de veras en 68 d.C.
sino que sencillamente se escondió, según la segunda (que llegó a prevalecer
especialmente después de 88 d.C.). Nerón realmente murió, pero se levantaría
otra vez.
Pero además del persuasivo argumento ya presentado (véase bajo (4) más
arriba), la respuesta más terminante es ésta, que aquella teoría, según la cual
quienquiera que haya escrito 2 Tesalonicenses 2 realmente quiso decir que
Nerón volvería y que estaba detenido temporalmente por Vespasiano y su hijo
Tito, debe ser considerada como "imposible de aceptar" por todo aquel que
crea en una Biblia infalible, ¡puesto que Nerón nunca regresó! Esta es la
contestación que damos a Kern, Baur, Weizäcker, Holzmann, Schmeidel, y todos
sus seguidores.
(6) No es el Papa. La idea según la cual el anticristo es el Papa ¡se remonta ... al
Papa mismo! Fué Gregorio I ("el Grande", 550-604 d.C.) quien dijo que
cualquiera que se arrogue el título de "sacerdote universal" es un precursor del
anticristo. Hizo esta declaración en una epístola en que denunció las
pretensiones del "patriarca", su contemporáneo del Este. La idea se mantuvo
viva a través de la Edad Media y era susurrada aquí y allá cada vez que algún
ocupante de la silla papal se mostraba arrogante y codicioso de poder. Wyclif
hasta escribió un tratado Concerning Christ and his Adversary, Antichrist
[Concerniente a Cristo y su adversario, el Anticristo). Defendió la proposición, "el
Papa es el anticristo", dando doce razones.
Habiendo repasado los varios conceptos erróneos referentes a la naturaleza de
"el hombre de pecado" y del origen de la idea, se puede ahora establecer
positivamente que el uso que hace el apóstol del concepto pueda rastrearse a
un libro canónico. Es, sin duda alguna, verdad, como los conservadores han
mantenido siempre, que muchos de los aspectos de la descripción de Pablo
tocante al grande y final príncipe de la maldad se derivan del libro de Daniel: (1)
"El hombre de desafuero", cf. Daniel 7:25; 8:25. (2) "el hijo de perdición", cf.
Daniel 8:26. (3) "el que se opone", cf. Daniel 7:25. (4) "y se exalta contra todo lo
(que es) llamado Dios o adorado", cf. Daniel 7:8,20,25: 8:4,10,11. (5) "de modo
que se sienta en el santuario de Dios, proclamándose ser Dios", cf. Daniel 8:9-14.
Además, en Mt. 24:15 (cf. Mc. 13:14) "la abominación desoladora" ("horror
espantoso") de que habla Jesús se deriva de Daniel 11:31; 12:11 (tal vez no
directamente de Dn. 9:27). La historia, en cierto sentido, se repite. Mejor dicho:
la profecía se realiza en múltiples cumplimientos. El pensamiento básico es
siempre el mismo. La ciudad de Dios y el santuario son profanados, ya por
Antíoco Epifanes y sus sacrílegas ofrendas (Dn. 8:9-14; cf. "Gog" en Ez. 38 y 39),
por los ejércitos romanos y sus normas idólatras (Lc. 21:20; Me. 13:14); o
finalmente por el anticristo mismo.
Ahora con respecto al anticristo final tal como lo describe Pablo, el pasaje que
estamos tratando (2 Ts. 2:3b, 4) declara lo siguiente: Él es "el hombre de
desafuero" (un semitismo), esto es, el hombre en quien se encarnará, por decirlo
así, la oposición a la ley de Dios, la personificación misma de la rebelión contra
las ordenanzas de Dios.
Es también "el hijo de perdición (otro semitismo), el Judas final, véase C.N.T.
sobre Juan 17:12. Cf. la observación de David a Natán, "el hombre que ha hecho
esto es hijo de muerte" (2 S. 12:5; i.e., ciertamente debe morir); y cf. también
Mateo 23:15; "hijo del infierno". Al hombre de desafuero se le describe aquí
como alguien absolutamente perdido, destinado a perdición. Contrástese con
"hijos de luz" 1 Tesalonicenses 5:5.
Todavía más, se le describe como "el que se opone". Esta palabra (ἀντίκειμαι,
aqui ὁ ἀντικείμενος) se halla ocho veces en el Nuevo Testamento (Lc. 13:17;
21:15; 1 Co. 16:9; Gá. 5:17; Fil. 1:28; 2 Ts. 2:4; 1 Ti. 1:10; 1 Ti. 5:14). Se usa ya
como verbo (finito) o como substantivo participio (como aquí). El hombre de
pecado es el adversario de Dios, de la ley de Dios, del pueblo de Dios, etc.
Como tal, nos recuerda de inmediato a su maestro, Satanás, quien es "el gran
adversario".
En muy estrecha relación con esta actividad opositora resalta el hecho de que
este adversario que aparecerá en el tiempo del fin "se exalta contra todo lo (que
es) llamado Dios o recibe adoración". En su imprudente audacia y feroz
insolencia se ensalza a si mismo (лeau) no sólo contra el Dios verdadero quien
se ha revelado en Jesucristo y contra los así llamados dioses, sino además
contra todos los objetos sagrados, y contra todo lo que se relacione con cultos
sagrados. Se refiere probablemente a objetos tales como templos, lugares de
Arde en ira contra todos ellos. Reconoce solamente un dios (éllo deletrearía con
mayúscula: Dios), a saber, ¡él mismo! De ahí que se sienta en el santuario (el
término vaós en su sentido primario, a diferencia de iɛgóv, se refiere
generalmente al santuario mismo antes que a todo el complejo arquitectónico)
de Dios, a saber, en la iglesia (véase 1 Co. 3:16; 6:19; 2 Co. 6:16; Ef. 2:21; y véase
C.N.T. sobre Ef. 2:19-22), puesto que el término vaós se usa aquí claramente en
forma metafórica. Se arroga autoridad sobre el pueblo de Dios. Por supuesto,
ellos no reconocerán a este violento usurpador, y rehusarán rendirle homenaje.
La consecuencia será gran tribulación para ellos (Mt. 24:15; 21, 22, 29). "Puesto
donde no debe estar", proclama o públicamente declara ser Dios mismo. En el
griego de aquella época el verbo (ά лodɛízvuut) era usado para proclamar una
designación para un oficio público. Se nos dice, por ejemplo, "La expectación y
esperanza del mundo, ¡Nerón! ha sido declarado (ά лоdédɛixται) emperador"
(M.M., p. 60), cita que también es ejemplo del culto al emperador. Pero aun
Antíoco Epifanes, o sea, "Antíoco (el) ilustre (Dios)" o "Antíoco (el) Dios que se
revela", al demandar homenaje divino, pero sin desconocer enteramente a
Zeus, no fue tan blasfemo como lo será el hombre final de desafuero, puesto
que este último reconocerá solamente una deidad, a saber, él mismo, se sentará
(no meramente colocará su imagen) en el santuario de Dios, y demandará
adoración divina solamente para sí. Es aleccionador observar que la explicación
que he dado con respecto al pasaje del "hombre de pecado" está en armonía
con la que recibió el apoyo de los primeros escritores eclesiásticos. Ellos lo
entendieron como una profecía referente a una persona definida que viviría en
la tierra al final de la historia y que sería totalmente derrotada por Cristo a su
regreso. La iglesia no debió jamás haberse apartado de esta interpretación. He
aquí algunas citas:
La Didaché ("Enseñanza de los doce apóstoles") A medida que aumente el
desafuero se odiarán unos a otros y se perseguirán y traicionarán, y entonces
aparecerá el engañador del mundo como un Hijo de Dios, y hará señales
maravillas... Y entonces aparecerán las señales.... y primero, la señal extendida en
el cielo, luego la señal del sonido de la trompeta, y tercero la resurrección de los
muertos" (XVI. iv-vi).
Justino Mártir, Diálogo con Trifo "Qué hombres estúpidos! puesto que no han
podido entender lo que se ha enseñado mediante todos estos pasajes, a saber,
que han sido anunciados dos advenimientos de Cristo, el primero, en el cual se
le muestra sufriendo, sin gloria, sin honor, sujeto a crucifixión, y el segundo, en
el cual vendrá desde los cielos en gloria, cuando el hombre de apostasía, que
habla cosas arrogantes contra el Al- tísimo, intentará atrevidamente perpetrar
hechos ilegales contra nosotros los cristianos" (CX).
En el mismo capítulo señala que aun en sus días la interpretación que nos aleja
del único anticristo final hacia una gran multitud de anticristos ya estaba
comenzando a ser popular; también agrega que la teoría de Nerón Redivivus,
en sus dos formas, es muy forzada.
Véase p. 192. La revelación del Señor Jesús desde el cielo será precedida por la
apostasía y por la revelación de "el hombre de El destino de este último y el de
sus seguidores contrastado con desafuero". el de los lectores. Versículos 1-3a
Los dos eventos que precederán el regreso de Cristo.
En este capítulo el apóstol previene a los lectores que no procedan como si el
fin del mundo ya hubiese llegado, y que no piensen él mismo hubiese escrito
algo que pudiera haber dado alas a esta noción. Declara que primero tendrán
lugar dos eventos, a saber, a. la apostasía-esto es, el apartamiento mundial
alejándose de (y rebelándose contra) las ordenanzas de Dios-y b. la llegada del
"sin ley".
Versículos 3b-12 El sin ley
Estas cosas que deben suceder primero (que, probablemente, debe- rían
tomarse como componentes de un único acontecimiento compuesto, pero que
también podrían ser dos elementos secuenciales) incluyen (1) que se produzca
la "rebelión" (v. 3), y (2) la manifestación (cf. vv. 6, 8) del "hombre de maldad" (v.
3b). Pablo da por sentado (cf. v. 5) que sus lectores saben lo que quiere decir
con "la rebelión [apostasía]" y no añade nada más sobre ella.
El término podría denotar una rebelión política o religiosa; aquí, ambas ideas se
combinan del mismo modo con el énfasis en la última. El apóstol, como otros
escrito- res neotestamentarios (cf. Mt 24:10-12; Mr 13:5; Lc 8:13; Jud 18), tiene
probablemente en mente un tiempo de creciente maldad y de oposición
general a Dios (cf. 2Ti 3:1-9).
El líder de esta rebelión se describe en 2:3b-4 por medio de una serie de frases
paralelas. En primer lugar, es un "hombre de maldad" (cf. Sal 89:22 [LXX 88:23],
lit., "hijo de maldad"). Es decir, esta persona está caracterizada por anomia (cf.
2:8), un término que describe la oposición voluntaria a Dios, así como una
condición pecaminosa (cf. 1Jn 3:4). (A causa de su oposición es, sea consciente o
no de ello, un "hijo de destrucción", a saber, "condenado a la destrucción"
[NV]," en el sentido de 1:9; la idea se desarrolla con mayor amplitud en v. 8 más
abajo.) Pablo presenta a este individuo, además, como alguien que no solo se
"opone" a Dios, sino que también "se levanta contra todo lo que lleva el nombre
de Dios o es objeto de adoración"; cf. Hch 17:23). una descripción que se hace
eco de Daniel 11:36-37.
[citados en Hch 7:49]; Mi 1:2; Hab 2:20; 1 Enoc 14:15-20; Heb 8:1-2; 9:24).12 I. H.
Marshall observa que Pablo retoma un tema central bien conocido que se
derivaba de Ezequiel y Daniel y al que se le dio u ilustración concreta en las
anteriores profanaciones del templo de Jerusalén (tanto reales como los
intentos), y que usa este lenguaje de forma metafórica y tipológica: una
Una de las razones de parte de la incertidumbre con respecto a 2:4 es que Pablo
da por sentado que los tesalonicenses saben de qué está hablando. Como
indica 2:5, les había enseñado sobre este asunto con anterioridad. Es evidente,
pues, que no sintiera la necesidad de repetir los detalles de aquello que les está
recordando. Sin embargo, como con- secuencia de ello, los lectores posteriores
desconocen algunos de los aspectos de lo que escribe. Esto es aún más
evidente en lo que sigue. Habiendo expuesto brevemente en 2:3b-4 que el
"hombre de maldad" debe ser "manifestado" antes de que llegue el día del
Señor, Pablo alude en 2:6-8 a lo que está "deteniendo" o "refrenando" su
aparición hasta "su debido tiempo" (lit., "su tiempo"). Pero solo hace referencia
a ello, ya que los tesalonicenses saben bien de qué está hablando. Como
resultado, 2:6-8a se encuentra entre lo más difícil del corpus paulino.
(4b) una fuerza y una persona hostil a Dios (tomando el verbo en el sentido de
"poseer, ocupar" o "dominar");
Una vez "quitada de en medio" (2:7) la influencia restrictiva (cual quiera que sea)
"entonces [gr. tote, que tiene aquí una clara fuerza temporal] se manifestará
aquel malvado" (2:8; cf. 2:3, 6). Es decir, tendrá su parousia (2:9). No obrando ya
en secreto (cf. 2:7), aquel cuya actividad concuerda con "la obra de Satanás" se
manifestará abiertamente "con toda clase de milagros, señales y prodigios
falsos" (2:9-10a).
Aunque la parousia del malvado puede ser grandiosa (la terminología recuerda
el boato, pompa y ceremonial que rodeaba la llegada del emperador) y
sutilmente engañosa, será efimera, porque es "el destructor por naturaleza"
(2:3b), "a quien el Señor Jesús derrocará con el soplo de su boca y destruirá con
el esplendor de su venida" (2:8b). Esta simbología recuerda Isaías 11:4 (cf. 1Co
15:24, 26; también Ap 19:11-21). La frase "esplendor de su venida" se compone
de dos nombres, epiphaneia ("aparición"; cf. 1Ti 6:14; 2Ti 4:1, 8; Tit 2:13) y
parousia ("venida"), que tienen el mismo significado básico. Juntos sugieren
(esp. teniendo en cuenta epiphaneia) lo repentino o inesperado de la venida de
Jesús (cf. ITs 5:2-3) y su grandeza abrumadora y su gloria (cf. Hch 2:20), en
comparación con su falsa imitación. Además, en algunos contextos epiphaneia
significa "alba" o "amanecer", un matiz particularmente adecuado a la vista de
su asociación aquí con el "día del Señor".
Comentario Moody
Nadie os engañe. Véase Mt. 24:4ss. En ninguna manera. La indicada en 2 Ts. 2:2
o alguna otra. No vendrá no figura en el texto griego, pero hay que incluir algo
parecido. Apostasía. Los lectores de Pablo conocían el significado de la palabra,
pero nosotros no somos tan afortunados. Apostasía suele indicar "rebelión", ya
en el sentido político ya en el religioso. Es probable que aquí se refiera a la
movilización de los poderes del mal contra los propósitos de Dios y su pueblo.
Cristo y Pablo pusieron sobre aviso en cuanto a esta conspiración maligna final
(p.ej. Mt. 24:10ss.; 1 Ti. 4:1-3; 2 Ti. 3:1-9; 4:3ss.). Según parece tendrá suficiente
intensidad y alcance como para distinguirse de una oposición general a Dios
(misterio de la iniquidad, 2 Ts. 2:7) que caracteriza la actitud del mundo.
Comentario Beacon
Descripción del hombre de pecado
El hombre de pecado se opone y se levanta contra todo lo que se llama Dios
(todo lo que lleva el nombre de Dios) o es objeto de culto ( NASB) tanto que se
sienta en el templo de Dios como Dios (4; "incluso se sienta en el templo de
Dios, proclamándose Dios a si mismo", NVI). Este hombre se opone a Dios y lo
desafía, exaltándose a sí mismo por encima de todos los demás objetos de
adoración, demandando para si mismo arrogante y blasfemamente la deidad.
Con lo que podría ser una amonestación suave, Pablo les recuerda a sus
lectores lo que les había enseñado previamente sobre el particular. Es
enteramente claro que aquí el apóstol no está virando de su enseñanza sobre la
venida en la primera carta. ¿No os acordáis que cuando yo estaba todavía con
vosotros, os decía (el tiempo griego perfecto podría traducirse: "os solía decir")
esto? (5). Pablo puede lar al previo conocimiento que ellos tenían, y por ende
no necesita tan explicito en los detalles como los lectores de nuestro día lean
que él hubiera sido. No podemos saber todo lo que Pablo les babia enseñado
con cuidado a los tesalonicenses acerca del hombre de pecado Sin duda alguna
este pasaje sería mucho menos oscuro si lo supiéramos.
2:3 Ahora el apóstol explica por qué no podían estar ahí en aquel Día. Hay unos
ciertos acontecimientos que han de suceder primero. Después del
Arrebatamiento, estos acontecimientos comenzarán a suceder.
Primero, habrá la apostasía.? ¿Qué significa esto? Sólo podemos suponer que se
refiere a un masivo abandono del cristianismo, a un rechazamiento positivo de
la fe cristiana.
el rey altivo de rostro (Dn. 8.23-25) ...el principe que ha de venir (Dn. 9:26)
el falso profeta (Ap.19:20; 20:10) Gog, de la tierra de Magog (Ez. 38:2-39:11) [no
debe confundir con el Gog de Ap. 20:8 que surge después del Milenio el que
viene en su propio nombre (Jn. 5:43)
Daniel 9:27 y Mateo 24:15 muestran que esta acción blastema del Anticristo
tiene lugar en medio del Periodo de la Tribulación. Los que rehúsen adorarlo
serán perseguidos; muchos morirán como mártir
2:5 Pablo solía explicar esto a los tesalonicenses cuando él estaba todavía con
ellos. Sin embargo, con aquellas enseñanzas contradictorias que estaban
recibiendo y que parecían describir de modo a todo las feroces persecuciones
que estaban entonces soportando habían olvidado lo que el apóstol había
dicho. Todos olvidamos demasiado fácilmente y necesitamos que se nos
recuerden una y otra vez las grandes verdades de la fe. 2:6 Ellos sabían lo que
detenía la plena y abierta manifestación del hombre de pecado, y lo que
seguiría deteniéndole hasta d momento señalado.
Siete de las opiniones más comunes acerca de la identidad del que detiene son:
(1) el Imperio Romano, (2) el Estado Judío, (3) Satanás, (4) el principio de ley y
orden en el gobierno humano, (5) Dios, (6) el Espíritu Santo, y (7) la verdadera
iglesia en tanto habitación del Espíritu. que
Es por el Espíritu morador que los creyentes son la sal de la tierra (Mt. 5:13) y la
luz del mundo (Mt. 5:14). La sal es un conservante, y además impide el avance
de la corrupción. La luz expulsa las tinieblas la esfera en la que los hombres
gustan de llevar a cabo sus malas acciones (Jn. 3:19). Cuando el Espíritu Santo
salga del mundo como morador permanente en la iglesia (1 Co. 3:16) y en los
creyentes individuales (1 Co. 6:19), habrá desaparecido el freno a la iniquidad
Pero aquí se suscita una objeción. ¿Cómo puede el Espíritu Santo ser quitado de
este mundo? Como una de las Personas de la Deidad, no es Él omnipresente, es
decir, ¿no está en todas partes en todo momento? ¿Cómo puede dejar el
mundo?
El Espíritu Santo, creemos, se irá del mundo en el mismo sentido en que vino en
Pentecostés -esto es, como el Morador permanente de la iglesia y de cada
creyente. Seguirá estando en el mundo, con- venciendo a las personas de
pecado y llevándolos a la fe salvadora en Cristo. Su retirada en el
Arrebatamiento no significa que nadie vaya a ser salvado durante la Tribulación.
Naturalmente que habrá salvos. Pero estas personas no serán miembros de la
iglesia, sino que vendrán a ser súbditos del glorioso reino de Cristo.
2:8 Después que la iglesia haya sido arrebatada al cielo, entonces será revelado
aquel inicuo al mundo. En este versículo, el apóstol final. Casi suena como si ha
de ser destruido tan pronto como sea pasa por alto la carrera del Anticristo, y
describe su condenación revelada. Pero, naturalmente, no es así. Se le permite
mantener un reinado de terror descrito en los versículos 9-12 antes de ser
abatido en la venida de Cristo para reinar. Si tenemos razón en creer que el
hombre de pecado es revelado después del Arrebatamiento y que prosigue
hasta la Manifestación de Cristo, entonces su loca carrera dura
aproximadamente siete años -la duración del Periodo de la Tribulación.
El Señor Jesús lo matará con el espíritu de su boca (cf. Is. 11:4; Ap. 19:15), y lo
reducirá a la impotencia con la manifestación de esplendor de Palabra de Cristo
y el brillante resplandor (Gr. epiphaneia) de Su manifestación (parousia) será
todo lo necesario para poner fin al régimen de este frenético impostor.
2:10 El Anticristo empleará sin escrúpulos toda clase de maldad para engañar a
los que perecen -a quienes oyeron el evangelio durante la Edad de la Gracia
pero que no tuvieron amor por la verdad. Si hubiesen creído, habrían sido
salvos. Pero ahora son engañados por los milagros del Anticristo.
2:11 Dios realmente les enviará una operación de error para que crean la
mentira. La mentira es, naturalmente, la pretensión del Anticristo de ser Dios.
Estas personas rehusaron recibir al Señor Jesús como Dios manifestado en la
carne. Cuando estaba en la tierra, Él advirtió a los hombres: «Yo he venido en
nombre de mi Padre, y a mí no me recibís; si otro viene en su propio nombre, a
ése recibiréis (n. 5:43). De modo que ahora reciben al hombre de pecado que
viene en su propio nombre y demanda adoración como Dios. «La luz re-
chazada es luz negada.>> Si una persona levanta un ídolo en su corazón, Dios
le responderá en conformidad a su ídolo (Ez. 14:4).
El Anticristo será probablemente judío (Ez. 28:9, 10; Dn. 11:37, 38). Los judíos no
serían engañados por nadie que se presente como Mesías a no ser que
reivindique su descendencia de la tribu de Judá y de la familia de David.
2:12 En base de este pasaje, parece que los que oigan el evangelio en esta Era
de la Gracia pero que no confían en Cristo no tendrán otra oportunidad para ser
salvos después del Arrebatamiento. Si los hombres no creen ahora en el Señor
Jesús, creerán en el Anticristo entonces. Dice aquí que todos serán juzgados a
causa de su incredulidad y de su amor al mal. Esto es reminiscente de Lucas
14:24: <<Porque os digo que ninguno de aquellos hombres que fueron con-
vidados, gustará mi cena».
Lo más probable es que Pablo sospechara que la idea de que el día del Señor ya
había comenzado la obtuvieron los tesalonicenses de alguien que afirmaba
contar con la aprobación del apóstol, pero no estaba muy seguro sobre este
hecho. De que el día del Señor está cerca; "que está inminente el día del Señor"
(BJ), (gr. enete- ken), es decir "ya establecido" Cf. 1 Ts. 5:2. 3 Sin que antes venga
la apostasía; gr. apostasía, que aquí se refiere a la rebelión, al final de los
tiempos, contra las reglas de Dios.
Y se manifieste el hombre de pecado, aquel inicuo (cf. v. 8), que por otra parte
se lo denomina anticristo y Belial y la bestia que sube del abismo (cf. Ap. 11:7),
líder de la gran rebelión escatológica contra Dios. El hijo de perdición; es un
hebraísmo que significa "el que está condenado a la destrucción"; es la misma
frase que se utiliza para Judas Iscariote en Juan 17:12, donde más bien lleva el
sentido de "el muchacho perdido". 4 El cual se opone y se levanta contra todo
lo que se llama Dios o es objeto de culto. El lenguaje es un eco de la descripción
del anticristo precristiano Antíoco Epifanes, en Dn. 7:25; 8:9ss.; 11:36ss.; cf.
también Ap. 13. Tanto que se sienta en el templo de Dios. Esta parte de la
descripción del anticristo refleja probablemente el intento del emperador Gayo
en el año 40 d. de J. C. de hacer erigir su estatua en el templo de Jerusalén. Esa
crisis trajo a la mente de los cristianos en forma vívida el discurso escatológico
de Jesús que figura en Marcos 13. Las palabras "cuando veáis la abominación de
la desolación erigida donde no debe" (Mr. 13:14, BJ; obsérvese que se hace
referencia a una persona) parecían especialmente aplicables a la política del
emperador. 5 ¿No os acordáis...? Interesante acotación sobre el elemento
apocalíptico en el temprano kerygma.
6 Puede parafrasearse así: "Ya saben qué es lo que ahora lo retiene para no
hacer su aparición pública antes del tiempo que se le ha señalado." Lo que lo
detiene aquí es impersonal, pero es personal en el v. 7; esto arroja luz sobre el
significado. Intencionalmente el apóstol escribe en forma algo vaga sobre esto,
pero pareciera haber sido más explícito durante sus enseñanzas orales en
Tesalónica.
Pero es que Pablo tenía más que una razón para estar agradecido a las
autoridades imperiales, que contuvieron a las fuerzas más opuestas al evangelio.
Cuando tal protección fuera retirada, las fuerzas del anticristo podrían actuar a
voluntad. Comparando Ro. 13:1-7 con Ap. 13 (cf. también 1 P. 2:13-17; 3:13
junto con 4:12ss.) permite comprender como es que el mismo poder podía en
una etapa contener a las fuerzas anárquicas que amenazaban al evangelio y en
otra aparecer como encabezando esas fuerzas.